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CONTENIDOS COMPLEMENTARIOS SOCIAL MODULO 3. 2º.PARCIAL.
TEMA 8: “El imperialismo”:Consecuencias del imperialismo de fines del s. XIX: Este acontecimiento tuvo consecuencias positivas y negativas.
Para los países colonizadores fue positivo porque las potencias coloniales
encontraron materias primas baratas y un lugar donde hacer importantes
inversiones. Además a las colonias se pudieron exportar productos
manufacturados. Finalmente, a las colonias llegaron miles de europeos, que
emigraron de sus países en busca de mejorar sus condiciones de vida.
Para los países colonizados este hecho tuvo consecuencias positivas y
negativas. Positivo fue que se construyeron carreteras, hospitales y colegios,
pero las consecuencias fueron ante todo negativas: se explotó a la población
indígena (destaquemos el caso del genocidio del Congo, donde el rey
Leopoldo II sometió a la población indígena a condiciones próximas a al
esclavitud, debido a lo cual murieron miles de nativos). Además, en el
colonialismo de fines del XIX se encuentra el origen del subdesarrollo, porque
las colonias fueron solamente un lugar donde conseguir materias primas
baratas y exportar productos manufacturados y nunca se buscó crear riqueza
para estos territorios.
CONTENIDOS COMPLEMANTARIOS MODULO 3. 2º.PARCIAL.
TEMA 9. “España en el s. XIX”: Las desamortizaciones: estas medidas, que se aplicaron en la España del s.
XIX tenían como objetivo solucionar el déficit de la Hacienda mediante la venta
de las propiedades de la Iglesia y los municipios al mejor postor.
Durante el reinado de Carlos IV, en 1798, y en la época de José I y las Cortes
de Cádiz , además de en el Trienio Liberal (1820-23) se decretaron medidas de
desamortización. Sin embargo, el hecho más trascendental fue la
desamortización de Mendizábal, iniciada a partir de 1836, que tenía como fin la
venta de las propiedades de las ordenes religiosas. La última desamortización
fue la de Madoz (1855), con la que se puso a la venta los bienes de propios de
los Ayuntamientos.
-Consecuencias de la desamortización: aumentó la producción agraria. Sin
embargo, se desaprovechó una ocasión ideal para realizar una auténtica
reforma agraria, que solucionara los problemas de los campesinos, y sin
embargo se consiguió que la burguesía y la aristocracia consolidaran su poder
económico, pues fueron estas clases sociales las que compraron las
propiedades puestas en venta. El campesinado se empobreció y el clero pasó
a depender de las ayudas del Estado. Sin embargo, en muchos casos las
instalaciones de los conventos desamortizados se utilizaron para fines de
utilidad pública.
Las guerras carlistas: en 1833 muere Fernando VII y deja como sucesora a
su hija Isabel II, nacida en 1830. Comienza el reinado de Isabel II y, con él, la
problemática de las guerras carlistas.
Los carlistas, de tendencia tradicionalista y absolutista, consideraban sucesor
al trono a Carlos María Isidro (llamado por ellos Carlos V), hermano de
Fernando VII. Eran partidarios de la Ley Sálica (instaurada por Felipe V a
principios del s. XVIII, que no permitía reinar a las mujeres en España en el
caso de que hubiera herederos masculinos). Por otra parte, los isabelinos
(liberales y partidarios de Isabel), rechazaban la citada Ley Sálica y por lo
tanto consideraban que era legítimo que una mujer fuera reina.
Tras la muerte de Fernando VII empezará la pugna entre isabelinos y los
carlistas. El núcleo principal de estos conflictos estuvo situado en el Norte. El
movimiento carlista tenía el objetivo de restaurar el antiguo Régimen y volver a
implantar el absolutismo. Este movimiento realmente fue la respuestas dada
por los grupos sociales más bajos y deprimidos, ya que el régimen liberal había
olvidado al campesinado. Incluso con las desamortizaciones se llegaron a
empobrecer más. Además, el movimiento tuvo el apoyo de ciertos estamentos
privilegiados, como la Iglesia.
Hubo tres guerras carlistas: la primera (1833-40) se desarrolló principalmente
en el País Vasco y Navarra. Cabe destacar en ella la actuación del general
carlista Zumalacárregui. Terminó con el “abrazo de Vargara”, entre Maroto (el
líder de los carlistas) y Espartero (líder de los isabelinos). Carlos V abandonó
España en 1839.
La 2ª guerra carlista fue muy breve y terminó con la Vitoria de los isabelinos.
La 3ª y última guerra transcurre entre 1872 y 1876 y esta vez se dirigirá
sucesivamente contra la monarquía de Amadeo de Saboya, la I República y el
reinado de Alfonso XII.
Con el fracaso de esta última guerra, Carlos VII abandona España y se refugió
en Francia.