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REQUERIMIENTO DE ELEVACIÓN A JUICIO Señor Juez: Carolina Varsky (T° 70 F° 297 CPACF), abogada apoderada de Daniel Tarnopolsky, manteniendo el domicilio procesal en el Centro de Estudios Legales y Sociales, Piedras 547, Dpto. 1 de esta ciudad, en causa Nº 1376/04 "NN s/ apropiación de bienes", a V.S. respetuosamente decimos: 1. OBJETO Que de conformidad con lo prescripto por los arts. 346, 347 y 348 del Código Procesal Penal venimos en tiempo y forma oportunos a contestar la vista conferida y a solicitar la elevación a juicio de los presentes actuados respecto de Jorge Eduardo ACOSTA, Carlos José PAZO y Jorge Carlos RADICE, por los casos que a continuación se detallarán. En relación con el imputado Jorge Eduardo ACOSTA, por su participación en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), por el apoderamiento de los bienes propiedad de Mercedes Inés Carazo, Hugo Abraham Tarnopolsky y Marcelo Camilo Hernández. Asimismo, por ser autor penalmente responsable del delito de extorsión en relación a cuatro hechos, los que tuvieran por víctima a Jorge Carlos Muneta; Nilda Noemí Actis Gorreta; Marcelo Camilo Hernández y el titular aún no identificado del inmueble ubicado en la calle Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1 y; autor penalmente responsable del delito de falsificación ideológica de instrumento público en 1

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REQUERIMIENTO DE ELEVACIÓN A JUICIO

Señor Juez:

Carolina Varsky (T° 70 F° 297 CPACF), abogada apoderada de Daniel

Tarnopolsky, manteniendo el domicilio procesal en el Centro de Estudios Legales y

Sociales, Piedras 547, Dpto. 1 de esta ciudad, en causa Nº 1376/04 "NN s/ apropiación

de bienes", a V.S. respetuosamente decimos:

1. OBJETO

Que de conformidad con lo prescripto por los arts. 346, 347 y 348 del

Código Procesal Penal venimos en tiempo y forma oportunos a contestar la vista

conferida y a solicitar la elevación a juicio de los presentes actuados respecto de Jorge

Eduardo ACOSTA, Carlos José PAZO y Jorge Carlos RADICE, por los casos que a

continuación se detallarán.

En relación con el imputado Jorge Eduardo ACOSTA, por su

participación en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), por el

apoderamiento de los bienes propiedad de Mercedes Inés Carazo, Hugo Abraham

Tarnopolsky y Marcelo Camilo Hernández. Asimismo, por ser autor penalmente

responsable del delito de extorsión en relación a cuatro hechos, los que tuvieran por

víctima a Jorge Carlos Muneta; Nilda Noemí Actis Gorreta; Marcelo Camilo Hernández

y el titular aún no identificado del inmueble ubicado en la calle Besares 2019/25 de esta

ciudad, unidad Nº 1 y; autor penalmente responsable del delito de falsificación

ideológica de instrumento público en relación con el registro del inmueble de Besares

2019/25, unidad Nº 2, de esta ciudad, todos los cuales concurren materialmente entre si

y con el delito de asociación ilícita que en calidad de organizador por el cual fuera

procesado en causa 7694/99 de la Secretaria Nº 24 de este mismo Tribunal.

En relación con el imputado Carlos José PAZO, por ser autor del delito

de extorsión en relación a tres hechos, los que tuvieran por víctima a Jorge Carlos

Muneta, Nilda Noemí Actis Gorreta y al titular aún no identificado del inmueble ubicado

en la calle Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1. Asimismo, por ser autor

penalmente responsable del delito de falsificación ideológica de instrumento público en

relación con el registro del inmueble de Besares 2019/25, unidad Nº 2, de esta ciudad,

y autor penalmente responsable del delito de asociación ilícita, en calidad de integrante

—asociación delictiva también integrada por Jorge Eduardo Acosta, como organizador,

y Jorge Carlos Radice, Jorge Enrique Perren, Pablo Eduardo García Velazco, Alberto

Eduardo González, Eduardo Enrique Massera y Juan Carlos Rolón, como integrantes

—.

En relación con Jorge Carlos RADICE por el robo de bienes propiedad

de Marcelo Camilo Hernández; autor penalmente responsable del delito de extorsión,

1

en relación a tres hechos que tuvieran por víctima a Jorge Carlos Muneta; Marcelo

Camilo Hernández y al titular aún no identificado del inmueble ubicado en la calle

Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1. Asimismo, como autor penalmente

responsable del delito de falsificación ideológica de instrumento público en relación con

el registro del inmueble de Besares 2019/25, unidad Nº 2, de esta ciudad. Todos ellos

concurren materialmente entre si y con el delito de asociación ilícita que en calidad de

integrante por el cual fuera procesado en causa 7694/99 de la Secretaria Nº 24 de este

Tribunal.

Esta querella considera que la instrucción realizada está completa en

relación a estos hechos por lo que corresponde su elevación a juicio.

2. DATOS PERSONALES DE LOS IMPUTADOS

De acuerdo a las exigencias del artículo 347, último párrafo, se

enuncian a continuación los datos personales de los imputados.

JORGE EDUARDO ACOSTA, alias “Tigre”, “Santiago”, “Aníbal” o

“Capitán Arriaga”, nacido el 27 de mayo de 1941, argentino, titular del DNI Nº

5.190.338, oficial (r) de la Armada Nacional, hijo de Jorge Eduardo y de María Rosalba

Villani, de estado civil casado, detenido.

ACOSTA estuvo destinado en la Escuela de Mecánica de la Armada en

los años 1977, 1978 y 1979 época en la que se desempeñó como Jefe del Dpto.

Inteligencia de la Unidad de Tareas 3.3.2..

CARLOS JOSÉ PAZO, nacido el 1 de diciembre de 1939, argentino

titular del DNI Nº 4.878.751 y de la Cédula de Identidad Nº 5.518.056 expedida por la

Policía Federal, hijo de José Manuel y de Sara Martinez, oficial (r) de la Armada

Argentina, de estado civil casado, detenido.

En la fecha de los hechos imputados se desempeñaba como Jefe del

Departamento Logística del Grupo de Tareas 3.3., Unidad de Tareas 3.3.2 y, conforme

surge de la prueba colectada en autos, entre sus funciones se encontraba la de

disponer respecto de los bienes que eran apropiados a los secuestrados.

JORGE CARLOS RADICE, nacido el 4 de noviembre de 1951,

argentino, titular del DNI Nº 8.659.467, hijo de Augusto Carlos y Filomena Celestina

Barbiero, oficial (r) de la Armada Argentina, de estado civil soltero, detenido

Integró el Grupo de Tareas 3.3/2 de la ESMA durante los años 1976 a

1979 inclusive, dependiendo en la mayor parte de dicho período del Capitán ACOSTA,

con las jerarquías de Teniente de Corbeta, Teniente de Fragata y Teniente de Navío.

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3. EL CENTRO CLANDESTINO DE DETENCIÓN DE LA ESCUELA DE MECÁNICA DE LA ARMADA (ESMA)

La Escuela Superior de Mecánica de la Armada —ESMA— no sólo era

un centro clandestino de detención donde se aplicaban tormentos, sino que funcionaba

como el eje operativo de una compleja organización que pretendió ocultar con el

exterminio de sus víctimas los delitos que cometía. Operó como un gran centro que se

proyectó y organizó una extensa variedad de actividades delictivas clandestinas.

Aunque fueron ejecutadas por un grupo especial, no se trataba de actividades

independientes de la estructura jerárquica sino que dependían de los mandos naturales

de la Armada.

La ESMA está ubicada en la Capital Federal, sobre la Avda. del

Libertador al oeste, calle Comodoro Rivadavia y Leopoldo Lugones al este y la calle

Santiago Calzadilla al sur. Al norte linda con la escuela industrial Raggio. Además

incluye el campo de deportes que corresponde a un terreno ubicado cruzando la

avenida Lugones.

Más allá de que al día de la fecha la Escuela de Mecánica de la

Armada no presenta rastros —al menos evidentes— de la organización estructural y

edilicia que se había montado para llevar a cabo las operaciones de detención, tortura y

confinamiento de las personas secuestradas, los relatos de los sobrevivientes que han

estado detenidos allí permiten ubicar en el espacio, y dentro de las dependencias de la

ESMA la actividad represiva que llevó adelante la Armada.

Las dependencias del casino de oficiales de la ESMA eran las

instalaciones usadas como base operativa por el G.T. 3.3/2 y utilizadas parcialmente

por otros grupos represivos. Tenía tres pisos, un sótano y un gran altillo. En estos dos

últimos y en el tercer piso estaban alojados los detenidos.

El Sótano. Estaba ubicado en el subsuelo del Casino de Oficiales, se

entraba por una escalera de dos tramos que formaba parte de la escalera principal que

comunicaba todo el edificio. Antes de la entrada al sótano propiamente dicho se pasaba

por una sala de armas donde había un equipo de electricidad para caso de emergencia

y varias taquillas de armamento. Allí estaba el guardia armado que recibía por

intercomunicador la orden de abrir la puerta.

De este modo se ingresaba al sótano que se encontraba delimitado por

columnas de hormigón entre las cuales se colocaron tabiques que delimitaban

habitaciones alineadas en torno a un pasillo central. La disposición y uso de estos

cuartos era muy variable debido a que estaban construidos con materiales livianos, lo

que facilitaba su montaje y desmontaje de acuerdo a las necesidades del momento.

La ventilación, muy escasa, provenía de unas pequeñas ventanillas

ubicadas en lo alto de las paredes a 20 cm nivel de la tierra. Era la única entrada de luz

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y aire, razón por la cual la iluminación era artificial, provenía de tubos fluorescentes y

permanecía encendida las 24 horas.

También se encontraba un tocadiscos o radio que funcionaba al

máximo volumen durante las sesiones de tortura. El recinto constaba de largos bancos

donde los prisioneros esperaban ser interrogados.

Al fondo del sótano, se encontraban las piezas para tortura Nº 12, 13 y

14 provistos de un catre de hierro al que era atado el prisionero, una repisa donde se

ubicaba el aparato de picana eléctrica y sillas para los interrogadores.

A la derecha estaba la enfermería, este era un cuarto amplio cuyo

interior constaba de dos camas y dos pequeños armarios de vidrio cerrados con

candado que contenían algunas medicinas. En este lugar se atendían, por ejemplo, a

los secuestrados que llegaban heridos y a las embarazadas al momento del parto.

Siguiendo la línea se encontraba el laboratorio fotográfico. Existía

además el dormitorio de los guardias y junto a éstos el baño: pequeño recinto

construido con madera, sobre una tarima.

Esta distribución fue modificada en octubre de 1977. En esa

oportunidad un grupo de prisioneros debió participar en la demolición de varias

dependencias y en la construcción de nuevas instalaciones. En esta tarea también

intervinieron los “verdes”, alumnos de la ESMA que fueron incorporados al GT en

determinadas actividades.

En el nuevo sótano había una sala de diagramación, una oficina de

documentación falsa, un laboratorio fotográfico con tres lavados, la enfermería, varias

salas de tortura, un comedor, dos baños, una sala de audio conocida como la

“huevera”. Esta última sala era destinada a la producción de audiovisuales de

propaganda del accionar de la dictadura que se le enviaba a la prensa nacional y de

otros países. Algunas veces, también era utilizada como sala de torturas.

En diciembre de 1978, el sótano fue nuevamente modificado como

preparación a la visita de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de

Estados Americanos. En esta refacción se ocultaron detrás de tres cuartos: la escalera

que comunicaba al sótano con el resto del edificio, el puesto de guardia, el generador

de emergencia y la puerta metálica. Además se sacaron los tabiques que delimitaban

las salas de tortura, quedando de esta forma una gran pieza.

Planta Baja. Aquí se distinguían dos sectores. “Los jorges” era el ala

más cercana a las escuelas Raggio. Allí se albergaban una serie de oficinas de

miembros del GT l “Dorado” .Para entrar a la galería que unía el “Dorado” con “los

Jorges” debían subir unos escalones.

La parte central se denominaba el "Dorado". Allí estaban las

dependencias donde funcionaba el servicio de "Inteligencia" del GT y donde se

realizaba la planificación de las operaciones, el comedor de oficiales, el salón de

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conferencias y la sala de reuniones. Había un mostrador de guardia desde el cual se

controlaba el circuito cerrado de televisión instalado para vigilar lo que sucedía en los

distintos sectores del tercer piso.

Al Salón Dorado daban las puertas de los despachos de los oficiales y

los auxiliares de Inteligencia. Había también una oficina de radio. Estos locales estaban

construidos con tabiques de madera. A estas oficinas eran llevados algunos prisioneros

a quienes les imponían tareas administrativas y también de inteligencia.

Este esquema fue modificado en la misma época que el sótano,

cuando se acercaba la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Fueron eliminados todos los compartimentos y el circuito cerrado de televisión.

Primer y segundo piso. En ese sector se encontraban los dormitorios

de los oficiales, lugar al cual los detenidos no tenían ningún acceso.

Tercer piso. A este piso se accedía por la escalera central que

atravesaba todo el edificio. En la entrada al tercer piso, se hallaba un guardia armado

que registraba todos los movimientos de entrada y salida, al tiempo que comandaba la

apertura de la puerta de hierro por la que se ingresaba.

El esquema estaba dado por un núcleo central, en donde había un hall

con piso de mosaicos y dos alas. En el ala derecha se encontraba el “Pañol” y la

“Pecera”, y en el ala izquierda la “Capucha”.

“Capucha”. Este sector que se encontraba en el ala izquierda, era un

recinto en forma de “L” que estaba interrumpido de a tramos por vigas de hierro

pintadas de gris que se utilizaban para mantener a los prisioneros acostados en el

suelo, encapuchados, engrillados y separados entre sí por tabiques de aglomerado.

No tenía ventanas, sólo pequeños ventiluces que daban a celdas

pequeñas denominadas "camarotes". Construidas con tabiques de mampostería

cerradas con paneles de madera aglomerada de 2 m de altura y una puerta con una

mirilla. Entre el fin de la madera y el techo había tejido metálico.

A mano derecha frente a las celdas se sucedían cada 60 ó 70 cm

tabiques de madera aglomerada aproximadamente de 1 metro de alto que limitaban

cubículos denominados “cuchas”. Allí los prisioneros debían permanecer acostados o

sentados, pero siempre inmóviles sobre una colchoneta de goma espuma con la

cabeza cubierta por una capucha y los ojos tapados con un antifaz denominado

“tabique”.

El sector estaba iluminado artificialmente en forma continua. La

ventilación era muy escasa y provenía de dos ruidosos extractores. Las condiciones

higiénicas eran muy deficientes. El techo de todo este sector era en total declive lo que

hacía que las vigas de hierro que lo sostenían llegaran casi al piso, sobre el lado

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orientado hacia Avenida del Libertador, lo que dificultaba más aún el movimiento de los

detenidos.

En abril de 1978 se procedió a desarmar Capucha y Capuchita para

presentar el sitio a un periodista inglés que visitaría el lugar.

“El Pañol”. Estaba ubicado hacia el lado opuesto de la capucha y se

encontraba en el ala derecha del tercer piso. Este sitio funcionaba como depósito del

“botín de guerra”. Allí se ordenaba el producto del saqueo de las viviendas de los

secuestrados. Hasta fines de 1977, una cantidad impresionante de mobiliario,

utensilios, ropa eran guardados en este lugar.

A fines del año 1977, en una parte de lo que fue el pañol, fue

construida “La Pecera” se trataba de un largo el cual se encontraban alineadas un serie

de pequeñas oficinas, al que se accedía por una puerta controlada por un guardia. Allí

permanecían una parte del día algunos prisioneros que se encontraban sometidos a un

proceso de “recuperación”.

“Capuchita”. Este sector estaba ubicado sobre el sector central del

tercer piso. Este fue utilizado por los miembros del Servicio de Inteligencia Naval para

torturar y para “guardar” a ciertas personas que no debían ser vistos por otros

detenidos dentro del CCD.

A “capuchita” se ingresaba por la puerta de entrada al altillo y se subía

una escalera angosta y empinada hasta una pequeña puerta que conducía a ese

sector. Aquí permanecían detenidos prisioneros que soportaban condiciones de vida

aún peores que los alojados en “capucha”. Era el sitio donde se encontraba el tanque

de agua que abastecía al edificio. El piso era de baldosas color rojo y se alineaban dos

hileras perpendiculares de cuchetas (alrededor de veinte en total). Las ventanas,

continuamente cerradas y opacadas, daban a las calles Libertador y Pico. Frente a la

escalera estaba la mesa del guardia de turno. La ventilación era escasa y la

temperatura extrema en invierno y en verano. Se la iluminaba siempre artificialmente.

Ese vestíbulo relativamente hermético conducía a dos cuartos, preparados para

torturas e interrogatorios. Este cubículo, cuya única ventilación provenía de un extractor

que daba a la ya poco aireada “capuchita”, era usado por los grupos ajenos al G.T. para

torturar a sus prisioneros. Las dos celdas –construidas con tabiques de cartón

aglomerado- eran de pequeñas dimensiones y constaban, como las del sótano, de un

catre de hierro y la picana eléctrica. Este recinto estaba ubicado frente a una hilera de

cuchetas, de la que no lo separaba más de un metro de distancia. Más tarde, en uno de

los cuartos de interrogatorio –ya desprovisto de su anterior mobiliario- se realizaron las

tareas de archivo periodístico.

También, varios testigos indicaron que durante la primera semana de

febrero de 1978 el cubículo fue destruido a fin de cambiar la fisonomía del lugar, a los

efectos de la visita que realizaron periodistas extranjeros. Después de ello “Capuchita”

continuó usándose como lugar de alojamiento de prisioneros.

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Conforme surge de la resolución del 2 de septiembre de 2005 que

dispone el procesamiento de los imputados ACOSTA, PAZO y RADICE el recinto ocupado

por el Dpto. de Logística “era el salón de honor de la casa de oficiales de la E.S.M.A., el

que fue adecuado mediante mamparas en dos sectores. En el más grande estaba la

sala de situación y reuniones pre-operativas y en el resto de los locales que hacían las

veces de oficinas separadas, también por mamparas, que estaban ocupadas por

Inteligencia y Logística”

El día 9 de marzo de 1984 la CONADEP realizó una inspección y

reconocimiento en sus instalaciones con el objeto de constatar si en dicho lugar fue

donde funcionó el centro clandestino de detención al que se referían los denunciantes.

El procedimiento fue encabezado por la Sra. Magdalena Ruiz Guiñazú, el Dr. Eduardo

Rabossi y el Diputado Santiago López. Participaron además seis testigos, así como

personal técnico de la Comisión.

El itinerario a seguir se dejó librado a la indicación de los testigos,

iniciándose el recorrido con la participación de Alejandro Hugo López y Carlos Muñoz.

Conducidos por el Director de la ESMA, apenas comenzado el trayecto, los testigos

señalaron que la senda tomada era incorrecta y propusieron realizar un giro de la

misma, arribando a un sector señalado como de "área restringida", donde reconocieron

el salón "Dorado" (lugar donde se planificaban todos los operativos y que, a diferencia

de la vista que presenta hoy, estaba totalmente desocupado en oportunidad de estar

detenidos). Luego siguieron el itinerario que debieron recorrer en su cautiverio, hasta

llegar al sótano donde se realizaban los interrogatorios, la aplicación de torturas, se

confeccionaba la documentación, etc.

Posteriormente se reconoce a "Capucha" donde el testigo Muñoz

identifica el lugar efectivo de su reclusión y lo propio hace López. Anticipadamente se

describen otros lugares, como la existencia de una escalera angosta de cemento y un

tanque de agua, el "Pañol" y la "pecera" —lugar donde, como se verá, los detenidos

realizaban distintas tareas.

La ESMA fue parte esencial en la estructura burocrática de la represión

ilegal, y estaba bajo la órbita del la ZONA I, Subzona Capital, datos que resultan de gran

relevancia, especialmente con motivos de determinar las responsabilidades penales al

analizarse la autoría de los imputados.

La Dirección de la ESMA estuvo encabezada sucesivamente por los

Capitanes de Navío Chamorro, Rubén Jacinto; Suppisich, José Antonio; Otero,

Edgardo; y Arriola, José María.

En la ESMA funcionaba el Grupo de Tareas 3.3.2, que estaba bajo la

subordinación de la Fuerza de Tarea 3. El GT 3.3.2 coexistió con otras estructuras

represivas: el SIN, el GT 3.3.1., como así también miembros del Ejercito, la Policía

Federal, la Prefectura Naval y el Servicio Penitenciario Naval. Asimismo, se tiene

conocimiento de que la Fuerza Aérea también llevó personas secuestradas a la ESMA.

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4. HECHOS PARTICULARES Y PRUEBA

En este punto nos referiremos especialmente al hecho que tiene como

víctima a Hugo Abraham Tarnopolsky, familiar directo de mi poderdante y que se

relaciona con el imputado Jorge Eduardo ACOSTA.

Enfáticamente señalamos que éste representa una ínfima porción de

los diferentes apoderamientos, falsificación de documentos, extorsiones a las personas

que durante el régimen de facto fueron detenidas, sometidas a tormentos y fueron

desaparecidas bajo las órdenes de la Armada.

En este sentido, conforme surge de la resolución dictada por V.S. el 2

de septiembre de 2005 y confirmada por la Sala II de la Cámara del Fuero el 11 de

mayo de 2006, esta parte tiene por probados los casos analizados en las resoluciones

mencionadas y por los cuales los imputados ACOSTA, PAZO y RADICE resultan

responsables y respecto de quienes solicitamos que se clausure el sumario.

Así, a Jorge E. ACOSTA lo imputamos ser autor penalmente responsable

del delito de robo previsto y reprimido en el art. 164 del Código Penal —texto según ley

23.077— en relación a tres hechos, los que tuvieran por víctima a Mercedes Inés Carazo,

Hugo Abraham Tarnopolsky y Marcelo Camilo Hernández; autor penalmente responsable

del delito de extorsión, previsto y reprimido por el art. 168 primer párrafo del Código Penal

en relación a cuatro hechos, los que tuvieran por víctima a Jorge Carlos Muneta; Nilda

Noemí Actis Gorreta; Marcelo Camilo Hernández y el titular aún no identificado del

inmueble ubicado en la calle Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1 y autor

penalmente responsable del delito de falsificación de ideológica de instrumento público,

previsto y reprimido por el art. 293, 1er. párrafo del Código Penal, en relación a un hecho,

el que se cometieran para la registración del inmueble de Besares 2019/25, unidad Nº 2,

de esta ciudad, todos los cuales concurren materialmente entre si y con el delito de

asociación ilícita que en calidad de organizador por el cual fuera procesado en causa

7694/99 de la Secretaria Nro. 24 de este Tribunal. ( arts. 45, 55, 164 - texto ley 23.077 -,

168 y 293, 1er. Párrafo del C.P. y 306 y 312 del C.P.P.N.).

En el caso de Carlos José PAZO, le imputamos ser autor penalmente

responsable del delito de extorsión, previsto y reprimido en el artículo el art. 168 primer

párrafo del Código Penal en relación a tres hechos, los que tuvieran por víctima a Jorge

Carlos Muneta, Nilda Noemí Actis Gorreta y al titular aún no identificado del inmueble

ubicado en la calle Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1; autor penalmente

responsable del delito de falsificación ideológica de instrumento público, previsto y

reprimido por el art. 293 1er. párrafo del Código Penal, en relación a los hechos que se

cometieran para la registración del inmueble de Besares 2019/25, unidad Nº 2, de esta

ciudad, y autor penalmente responsable del delito de asociación ilícita, prevista en el art.

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210 del Código Penal en calidad de integrante (arts. 45, 55, 168, primer párrafo, 210 y

293, 1er. Párrafo del C.P. y 306 y 312 del CPPN).

Por último, en relación con Jorge Carlos RADICE lo acusamos de ser autor

penalmente responsable del delito de robo, previsto y reprimido en el art. 164 del Código

Penal —texto según ley 23.077— en relación al hecho que tiene por víctima a Marcelo

Camilo Hernández; autor penalmente responsable del delito de extorsión, previsto y

reprimido en el art. 168 primer párrafo del C.P. en relación a tres hechos, los que tuvieran

por víctima a Jorge Carlos Muneta; Marcelo Camilo Hernández y al titular aún no

identificado del inmueble ubicado en la calle Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1

y autor penalmente responsable del delito de falsificación ideológica de instrumento

público, previsto y reprimido en el art. 293, 1er. párrafo del Código Penal en relación a un

hecho, el que se cometieran para la registración del inmueble de Besares 2019/25, unidad

Nº 2, de esta ciudad, los que en el caso concurren materialmente entre si y con el delito

de asociación ilícita que en calidad de integrante por el cual fuera procesado en causa

7694/99 de la Secretaria Nro. 24 de este Tribunal ( arts. 45, 55 y 164 - texto ley 23.077 -,

168 1er. Párrafo, y 293, 1er. Párrafo del C.P. y 306 y 312 del C.P.P.N.).

4.1. ROBO DEL AUTOMOTOR A HUGO ABRAHAM TARNOPOLSKY

Conforme surge de la resolución dictada por V.S. el 2 de septiembre

de 2005 (hecho Nº 7 imputado a Jorge ACOSTA) y confirmada por la Sala II de la

Cámara del Fuero el 11 de mayo de 2006, ha quedado demostrado que en la

madrugada del 15 de julio de 1976 un grupo de personas armadas se hizo presente en

la casa de la familia Tarnopolsky, quienes además de secuestrar a las personas que allí

estaban, robaron el automóvil propiedad de Hugo Tarnopolsky, marca Chevrolet,

modelo especial, sedan, cuatro puertas, dominio C 194.714, chasis Nº C 707.304,

motor A 19-08771. El hecho habría ocurrido en el domicilio de Peña al 2600, P.B. “A” de

esta ciudad, lugar en el que luego de ingresar mediante el uso de un artefacto explosivo

y proceder a la detención de sus ocupantes se procedió a la sustracción del rodado

descrito.

Conforme surge de la declaración testimonial prestada por Daniel

Tarnopolsky a fs. 1496 surge que aquellos que secuestraron a su familia

“ ... se apoderaron ilegítimamente del rodado Chevrolet Especial Sedan 4 puertas patente C-194.714 motor A1908771, cuyo titular era Hugo Abraham Tarnopolsky; ... se apoderaron de dinero en efectivo (no pudiendo precisar la cantidad), joyas de su madre (que no puede describir) y un taladro de pared. Asimismo, agrega que la caja de ahorro de su hermano “fue vaciada” (sic), enterándose de ello al retornar al país en el año 1984 ...”.

Conforme resalta V.S., Daniel Tarnopolsky relató que “a las dos de

la mañana del 15 de julio de 1976, un grupo de individuos armados se hizo presente en

Peña 2600 de esta ciudad. Despertó al portero y preguntó en qué departamento vivía la

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familia Tarnopolsky. Éste indicó Planta Baja “A”. El grupo armado accionó un artefacto

explosivo que voló la puerta de la vivienda indicada. El encargado pudo comprobar que

los habitantes del departamento indicado ya no se encontraban, que en el mismo había

un gran desorden y que se llevaron el automóvil de los Tarnopolsky”.

Asimismo, a fs. 1701/1715 obra copia del legajo B correspondiente

al vehículo marca Chevrolet chasis nro. C 707.304, motor A 19-08771, propiedad de

Hugo Abraham Tarnopolsky, “del que surge, como único titular de dominio el registrado

a favor del nombrado, no habiéndose registrado en relación al vehículo nuevas

titularidades”.

Los hechos de los que fuera víctima Hugo Abraham Tarnopolsky

relatados por su hijo quedaron acreditados en la causa Nº 13/84 en la que se juzgó a

los integrantes de las Juntas Militares.

La participación de Jorge Eduardo ACOSTA en este hecho ha

quedado comprobada a través de los testimonios agregados a la causa, que permiten

determinar que Acosta fue quien dirigió el operativo en el que se secuestró a la familia

Tarnopolsky y en el que se sustrajo el automóvil propiedad de Hugo A. Tarnopolsky.

En este sentido, es importante señalar el testimonio de Marta

Remedios Álvarez quien se encontraba detenida en la ESMA en la misma fecha en que

se sucedía el procedimiento en casa de los Tarnopolsky quien relató que en dicho

centro clandestino de detención, el 12 de julio de 1976 fue herido el Capitán Menéndez

y en la misma fecha Jorge Eduardo Acosta bajó al sótano y dijo: “Ahora soy yo el jefe”,

refiriéndose al comando del grupo de tareas de ESMA.

También refirió que a la noche en que escuchó que torturaban muy

fuerte a una persona a la que luego identificó como Sergio Tarnopolsky y que esa

misma noche llevaron a la ESMA al padre ( Hugo Abraham), a la madre, a la mujer y a

la hermana de Sergio Tarnopolsky. Asimismo, contó que ACOSTA

“tenía un especial interés en relación a esta familia ya que Acosta estaban haciendo un video con Sergio Tarnopolsky. Señaló en particular haber escuchado decir a Acosta que ‘... no va a quedar un Tarnopolsky sobre la faz de la tierra ‘; al poco tiempo no vió mas a ninguno de los referidos habiendo dicho Acosta que ‘se fueron todos juntos’”.

***

Así, queda constituida la imputación a Jorge Eduardo ACOSTA —

quien se desempeñó como Jefe del Departamento de Inteligencia de la Unidad de

Tareas 3.3.2. desde abril de 1976 hasta principios de 1979 que dependía del Comando

de la Fuerza de Tarea 3 y, como tal, prestó funciones en la ESMA controlando el

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accionar de sus subordinados— por el robo del automotor propiedad de Hugo Abraham

Tarnopolsky, según el relato detallado y circunstanciado hasta aquí realizado.

5. ENCUADRE TÍPICO

Los hechos investigados en esta causa constituyen crímenes de lesa

humanidad, imprescriptibles, y delitos sancionados por el derecho internacional penal.

No podemos dejar de mencionar que el Estado argentino está obligado a sancionar los

delitos de esta causa según el derecho internacional vigente. Y en este sentido lo ha

entendido la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Simón Julio s/

privación ilegítima de la libertad” el pasado 14 de junio de 2005; CSJN “Arancibia

Clavel, Enrique Lautaro s/ homicidio calificado y asociación ilícita y otros. Causa Nº 259”,

24/08/04).

A continuación, subsumiremos las conductas de los imputados en el

ámbito interno bajo los tipos penales previstos en el Código Penal vigente al momento

de los hechos y señalaremos la calidad de autoría por la que deben responder.

5.1. LA SUBSUNCIÓN TÍPICA EN EL CÓDIGO PENAL ARGENTINO

Más allá de que los hechos investigados en esta causa constituyen

crímenes de lesa humanidad y que, por esa sola razón, deben ser juzgados y condenados

forzosamente por el Estado Argentino, las conductas desplegadas por el imputado

constituían al momento de los hechos delitos previstos en el Código Penal. El Código

vigente y aplicable a estos hechos data de 1921 y sufrió algunas modificaciones tanto por

el régimen de facto como por los posteriores gobiernos democráticos. Por esta razón, para

la identificación de los tipos penales en juego debe tenerse especialmente en cuenta el

principio penal de aplicación de la ley más benigna.

En todos los casos ha quedado suficientemente acreditado el modus

operandi que caracterizó a los hechos ocurridos en el ámbito del centro clandestino de

detención que funcionó en la ESMA: el secuestro, la aplicación de tormentos, el

mantenimiento en cautiverio, el sometimiento a condiciones inhumanas de vida, el

constreñimiento a realizar distintas actividades sin remuneración alguna y, en muchos

casos, el robo de los bienes y la extorsión.

Así, ACOSTA, PAZO Y RADICE, en calidad de organizador el primero y los

segundos como integrantes de la asociación ilícita constituida para apoderarse de los

bienes, falsificar documentos públicos y extorsionar a víctimas del terrorismo de estado

fueron algunos de los responsables aquí ventilados que tuvieron como víctimas directas a

Mercedes Inés Carazo, Hugo Abraham Tarnopolsky; Marcelo Camilo Hernández; Jorge

Carlos Muneta, Nilda Noemí Actis Gorreta y al titular aún no identificado del inmueble

ubicado en la calle Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1.

11

Indudablemente, los hechos investigados en estas actuaciones adquieren

relevancia penal típica en relación con cuatro normas: art. 164, 168, 293 concurriendo en

forma material entre sí y con el delito de asociación ilícita previsto en el art. 210. Es por ello

que, siguiendo el criterio de V.S., haremos un análisis separado según los hechos:

Conforme concluye Carlos José PAZO —en el período que se

desempeñara como Jefe del Departamento Logística del Grupo de Tareas 3.3, Unidad

de Tareas 3.3.2.— integró la organización que de manera sistemática, coordinada y

permanente fuera conformada con el fin de cometer delitos, calificada como asociación

ilícita en la causa Nº 7694/99 caratulada “Astiz, Alfredo Ignacio y otros”, en la que se

tuvo como organizador a Jorge Eduardo Acosta y como integrante a Jorge Carlos

Radice, Jorge Enrique Perren, Pablo Eduardo García Velazco, Alberto Edurado

González, Eduardo Enrique Massera y Juan Carlos Rolón.

La sanción de este tipo de conductas busca castigar aquellas

actividades que producen alarma en la colectividad y atacan el derecho a la tranquilidad

que todos los ciudadanos tienen. En este sentido, Núñez puntualiza para este tipo de

delitos que

“El bien ofendido es la tranquilidad pública por la inquietud que produce la existencia de asociaciones cuyo objetivo es la comisión de delitos. La unión de individuos para llevar a cabo semejante finalidad es ya suficiente, por la potencialidad criminal que le es inherente para reprimir el hecho. Aquí también, la unión hace la fuerza.” Afirmó pues que la tranquilidad pública “no es otra cosa que la situación subjetiva de sosiego espiritual del público o, lo que es lo mismo, de las personas en general” (Tratado de Derecho Penal, T. VI, ps. 174 y 184, Ed. Lerner, Buenos Aires, 1971).

Así, cita V.S. parte de la doctrina que sostiene que “toma parte en una

asociación quien realiza un aporte a la actividad delictiva, que puede consistir en el

mero ‘ser miembro’ en tanto esto represente un apoyo para los demás integrantes de la

asociación. [...] Para ser miembro de la asociación no se requiere ninguna calidad

especial sino sólo ser reconocido como tal por los demás miembros”, Patricia S. Ziffer,

Lineamientos básicos del delito de asociación ilícita, L.L. T 2002-A, pag. 1212, conf.

LacknerKar y Vera Barros” (cf. Pronunciamiento del 02/09/05).

Así, concluye que

“En el caso de autos, la agrupación que fuera descripta y cuya integración se enrostra a Pazo tuvo como plan delictivo, ente otros, el de apoderarse en forma ilegítima de los bienes propiedad de las personas que permanecían en cautiverio mediante diversos métodos extorsivos y la falsificación y el uso de documentos públicos falsos, con el fin ocultar el origen ilícito de los bienes despojados y en este sentido es de resaltar que han dicho los integrantes de la Cámara del Fuero al resolver en el incidente de apelación elevado en la causa nro. 7694/99 “Astiz y otros” de la Secretaría nro. 24 que ‘... la posibilidad de que se configure una asociación ilícita en el ámbito de una organización legítima (administrativa, estatal, fuerzas de seguridad, entidades privadas o empresas particulares), tiene vasto reconocimiento doctrinario. Sin introducirnos en la cuestión de los llamados grupos organizados de poder, definidos a partir de la elaboración desarrollada por Claus Roxin (“Autoría y dominio del hecho en Derecho penal”, traducción de la 6ª edición alemana, Marcial Pons, Madrid, 1998) —en función del juzgamiento de crímenes de lesa humanidad con posterioridad a la segunda guerra mundial— y receptada por este Tribunal (precisamente, en la causa nº 13 caratulada “Causa originariamente instruida por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas en

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cumplimiento del decreto nº 158/83 del Poder Ejecutivo Nacional”, sentencia de fecha 9-12-85), se ha admitido la posibilidad de que exista un grupo perfectamente lícito vinculado al poder (función administrativa, fuerzas armadas o de seguridad) que, por distintas circunstancias, se reúnen para aprovecharse ya sea de la pantalla de su actividad lícita, como de la impunidad que puede provenir del ejercicio del poder público en sus diversas formas (cf. Vera Barros, Oscar Tomás: “Asociación Ilícita (art. 210 CP) algunas consideraciones”, en AA.VV. “Nuevas Formulaciones en las Ciencias Penales - homenaje al Profesor Claus Roxin”, Marcos Lerner Editora Córdoba - La Lectura Libros Jurídicos, Córdoba, Argentina, octubre de 2001)” (el destacado nos pertenece).

Conforme sostienen los autores Sancinetti y Ferrante

“... Nadie pondría en duda que el Ejército, como cualquier institución legítima, podría ser el marco ideal para que una pequeña organización de cinco o diez personas se dedique a la comisión de delitos, por ejemplo, con fines de lucro; pero esta posibilidad no puede disminuir, sino justamente incrementarse, cuando el grupo comprometido con los fines ilícitos alcanza a la mayor parte de los miembros que conforman también la institución legítima, al menos en sus grados jerarquizados. ... Por consiguiente, cuantos más miembros de una organización estatal legítima estén comprometidos con la comisión de delitos con cierto carácter permanente y obedeciendo a reglas ajenas al Estado de derecho, más claramente configurará una asociación criminal la organización subinstitucional.” (El derecho penal en la protección de los derechos humanos, pág. 247 y sgtes., Hammurabi, Buenos Aires, 1999).

Por otra parte, la asociación ilícita se constituye con tres elementos

típicos: la acción de tomar parte de la asociación, un número mínimo de tres personas

participantes y el propósito de los asociados de cometer delitos.

Conforme sostiene V.S.

“En cuanto al primero, el de formar parte de la asociación ya se tiene por verificado en relación a Pazo. Es de señalar que la consumación del ilícito se prolonga hasta que la participación concluya, toda vez que ‘...No se trata, pues, de castigar aquí la participación de todos o cada uno de los delitos que el grupo se propone cometer...sino el hecho mismo de formar parte de esa agrupación destinada a cometer delitos, con independencia de la responsabilidad que pueda resultar por los delitos cometidos por todos o cada uno de los miembros de la asociación. Por el solo hecho de ser miembro de la asociación, dice la ley’ (Fontán Balestra, Carlos: Derecho Penal, Parte especial, actualizada por Ledesma Guillermo, Lexis Nexis, pág.707)”.

Sostuvo la Cámara del Fuero que la organización debe estar formada

mediante un pacto de delinquir entre sus componentes y tener el carácter de relativa

permanencia que impone esa pluralidad delictiva y que será entendida como

consecuencia de su propia estructura organizativa” (C.C.C.F., Sala II, reg. 22.666, c.

20982, 16/07/04).

En cuanto a la necesidad de contar al menos con tres autores para que

se de la figura en análisis, V.S. señala que además de PAZO la organización también

estaría integrada, por lo ya nombrados siendo parte de esta ACOSTA, como

organizador, y RADICE, como mero integrante, “según el auto de mérito que ya fuera

oportunamente referido siendo que no corresponde un nuevo pronunciamiento en esta

por aplicación del principio de non bis in ídem”.

El último de los requisitos se tiene por verificado al constatar la

cantidad de delitos que se desprenden de esta investigación y de la causa Nº 7694/99

de la Secretaría Nº 24 —luego de la decisión de la Cámara en mayo último a cargo de

13

la misma Secretaría Nº 23—, en la que también se tiene por acreditada la existencia de

la asociación ilícita.

En este aspecto el tipo penal requiere que el propósito de conformar la

asociación sea a los efectos de cometer delitos indeterminados, habiéndose dicho al

respecto que

“...la comisión de una pluralidad de delitos es el fin inmediato para el cual se formará el grupo. La pluralidad de delitos, indeterminados en cuanto a su cantidad, se encuentra íntimamente ligada a la estabilidad que requiere la asociación ilícita para su configuración, pues tal indeterminación implica no sólo que se cometerían cuando las condiciones de personas, tiempo y lugar se presentaran propicias, sino que demuestra palmariamente que la concreción de esa intención está necesariamente ligada al convencimiento -por parte de los comprometidos- de su durabilidad en el tiempo”(C.C.C., sala VI, “Rodríguez Barretto, Rubén S. y Otro”, reg. 20.225, c.20.225, 14/11/02).

De todo lo expuesto, puede concluirse que se encuentra acreditada la

reunión de los requisitos típicos que la figura exige y verificada la intervención de PAZO en la organización criminal individualizada por lo que corresponde imputarle la conducta

prevista y reprimida por el artículo 210 del Código Penal, en calidad de integrante de la

misma.

En segundo lugar, conforme surge de la resolución del 2 de septiembre

de 2005 confirmada por la Cámara en mayo del corriente, en los hechos identificados

como 2, 3 y 5 se ha tenido por acreditado que las víctimas también eran detenidas

para desapoderarlos de sus bienes, produciendo así el desplazamiento de la propiedad

en favor de la organización con el consecuente perjuicio patrimonial para verdadero

titular del bien.

“Así, una vez que los legítimos titulares de los inmuebles identificados fueran privados de su libertad fueron sometidos a tormento con el fin de que procedan a suscribir la documentación que resultaba necesaria para transferir sus dominios. Dada las particulares características de los hechos que son materia de investigación no puede perderse de vista que los oficiales de la armada involucrados en estas maniobras ya tenían en su poder la posesión de los inmuebles y que lo que buscaban era cumplir con los requisitos formales de la traditio en favor de terceras personas relacionadas o de integrantes de la misma asociación para así perfeccionar el desapoderamiento de los inmuebles”.

Así, en relación con el hecho del que fuera víctima Marcelo C.

Hernández —hecho Nº 6— quedó probado que la documentación que se le hiciera

suscribir tenía por fin alcanzar el dinero que éste había invertido en una escribanía o en

el exterior.

De lo expuesto, conforme dispusiera V.S., queda claro que las

conductas señaladas encuentran adecuación con lo legislado en el artículo 168 del

Código Penal que tipifica el delito de extorsión.

Del mismo modo que lo hace V.S., no podemos dejar de señalar que la

presente causa sobre apoderamiento de bienes es conexa con la Nº 14.217/03 del

registro de este mismo Juzgado y Secretaría y que todas las víctimas de los hechos por

14

los que fueron imputados Acosta, Pazo y Radice fueron mantenidas en cautiverio por el

grupo de tareas 3.3 en la ESMA.

En la sentencia de la causa 13/84 se tuvo por acreditado que “... a gran

parte de los cautivos se los sometió a distintos tipos de vejaciones físicas con el

propósito de obtener información, en algunos casos, o de quebrar su fuerza de

voluntad, en otros, cuando ya no había datos que obtener”.

En consecuencia, del análisis de los hechos, el ataque a la libertad

ambulatoria también era un medio para atacar la propiedad “ya que así se lograba

vencer la resistencia que se presentara a la hora de suscribir la documentación que

provocaba el desplazamiento patrimonial”.

Sostiene V.S.:

“Para abarcar la noción de este delito es necesario comprender su carácter ambivalente ya que ‘... por un extremo determinan una estrecha vinculación con los delitos contra la libertad, y por el otro con los delitos contra la propiedad. [...] es un atentado a la propiedad cometido mediante una ofensa a la libertad’. Soler, Sebastian, Derecho Penal Argentino, Editorial Lea, Tomo IV, pag. 311/312.

Es así que la esencia de la extorsión —y la que la distingue de otros delitos contra la propiedad— radica en que ‘el extorsionador emplea una coacción moral contra la víctima, para obtener de ella, en forma ilícita, un beneficio patrimonial. Por ello, Molinario y Aguirre Obarrio la definen como la obtención injusta de un beneficio pecuniario en perjuicio de la víctima, mediante la coacción moral que se ejerce contra su voluntad. [...] Nuñez concluye que fue Rivarola quien afirmó la tesis exacta, ya que, al igual que el robo, la extorsión no agota su objetividad jurídica en la ofensa a la libertad individual, sino en la ofensa al derecho de propiedad”.

Carlos CREUS caracteriza al delito de extorsión la figura en la que “el

desplazamiento de la cosa objeto del delito se produce por la actividad de la misma

víctima, que es quien entrega o pone la cosa a disposición del autor, pero con su

voluntad viciada, en el caso por los tormentos recibidos, consumándose el delito

cuando el sujeto pasivo se ha desprendido de la cosa” (Creus, Carlos Derecho Penal,

Parte Especial, Tomo I, Editorial Astrea, pag. 470 y 475).

A su vez, conforme surge de las pruebas colectadas en autos —

principalmente de los testimonios— se desprende claramente que ningún derecho

tenían los apropiadores sobre los bienes obtenidos como resultado del actuar

intimidatorio ejercidos sobre las víctimas. Así, se hallan reunidos los requisitos del tipo

relacionados con la intimidación propia, su idoneidad, la ilegitimidad de la exigencia y la

individualización del objeto de los delitos.

Concluye V.S. “En cuanto al elemento cognoscitivo, el que requiere el

conocimiento del carácter ilegítimo de la exigencia típica y la intención directa de utilizar

la intimidación como medio para lograr que la víctima, se encuentra también

comprobadas en los distintos testimonios que hablan del concierto organizado a efecto

de obligar a todos los detenidos a entregar su patrimonio”.

En tercer lugar, se ha probado que el inmueble ubicado en la calle

Besares 2019/25, unidad Nº 2 fue adquirido por decisión de los integrantes de la

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asociación ilícita y que dicha propiedad resultaba funcional pues estaba a poca

distancia del CCD ESMA o con las actividades comerciales de la empresa “CHROMA”.

Conforme surge de la resolución del 2 de septiembre de 2005 y

confirmada por la Sala II de la Cámara,

“El dominio fue inscripto a nombre de Juan Héctor Rios - ( L.E. 8.105.974) – que es la falsa identidad con la que actuaba Jorge Carlos Radice dentro de la organización que fuera señalada - ( hecho 1) - siendo que de esta forma se buscaba ocultar la verdadera identidad de aquellos que habían adquirido el dominio y detentaban la posesión de la casa, engaño que estaba destinado a esconder ante la sociedad a los verdaderos titulares del inmueble referido”.

Según la doctrina citada por V.S., a los documentos públicos se los ha

dotado de una determinada prestancia que acredita su procedencia

“y contenido para que puedan cumplir efectivamente la función que el mismo derecho les asigna en la vida transaccional, atacándose a la fe pública cuando se hacen aparecer hechos ocurridos o signos representativos que no son auténticos, por lo que podría decirse que el bien jurídico fe pública es atacado o puesto en peligro en este grupo de delitos cuando la objetividad introducida por la conducta del agente en el instrumento es apta para suscitar en cualquiera la confianza que él merece por reunir las formas prescriptas por la ley para que se lo acepte como representativo del acto que expresa y, por tanto, como acreditación (prueba) de él” (Creus, Carlos, ob cit, pag. 6)

“la simulación ilícita puede constituir una falsedad ideológica [...] en un régimen penal como el nuestro, donde el tipo de falsedad ideológica se forma, no sólo con el hecho de insertar, sino también con el de hacer insertar, y constituyendo la simulación una inserción de lo falso... su punibilidad, en principio, puede proceder del art. 293". Creus, Carlos, Buompadre Jorge Eduardo, “Falsificación de documentos en general, 3 edición, pags. 135/6.

Por último, también se ha tenido por acreditado que mediante el

ejercicio de violencia sobre las víctimas se han logrado los desapoderamientos

ilegítimos que sufrieran Marcelo Camilo Hernández, respecto de dinero que se

encontraba en su domicilio; Hugo Abraham Tarnopolsky, en relación a su automóvil y

Mercedes Inés Carazo en cuanto a la biblioteca instalada en la casa en la que vivía

hasta antes de su detención.

En coincidencia con lo dispuesto por V.S., se ha de considerar que

estos hechos se encuentran tipificados en el artículo 164 del Código Penal que prevé y

sanciona a aquel que se apodere ilegítimamente de una cosa mueble, total o

parcialmente ajena ya sea con fuerza en las cosas o violencia en las personas.

“Sabemos que el apoderarse implica una noción compuesta comprensiva de un acto material y de un propósito por parte del ladrón, que es el de poner bajo su dominio y acción inmediata a una cosa de la cual desapoderó a otro, con voluntad de apoderamiento y de disposición de ella” (Tozzini, Carlos A., “Los delitos de robo y hurto”, editorial Depalma, Buenos Aires, 1995, pág. 122)”.

El delito contiene dos etapas ejecutivas: el desapoderamiento y la toma

efectiva de poder sobre la cosa por parte de él o los autores del hecho, siendo

necesarias ambas para que se consume el delito. Esta situación es exactamente la que

se da en autos en tanto a) el dinero quitado a Marcelo Hernández fue destinado a

acrecentar la fortuna personal de integrantes del grupo de tareas, b) el vehículo de

Tarnopolsky fue llevado en la noche de su privación de la libertad y c) la biblioteca que

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se encontraba en la casa de Carazo fue instalada en la oficina de Acosta. La

ilegitimidad en el apoderamiento que se enrostra se sostiene en que ninguna norma

permitía a los autores de los hechos el apoderarse de los bienes detallados.

A su vez, las circunstancias que fueran relatadas en cuanto a la

violencia que fuera aplicada sobre las víctimas durante su privación de la libertad o los

traslados que se sucedieran desde la ESMA resultan suficientes para tener por

acreditada esta exigencia del tipo delictivo.

Por último, y no por ello menos importante, los imputados supieron

siempre de la ajenidad de los objetos de los que se apropiaban, lo que también permite

tener por cumplido el elemento subjetivo que el tipo requiere.

En síntesis, en concordancia con el desarrollo realizado, las conductas

de Acosta, Pazo y Radice deben subsumirse en los tipos penales del art. 164 (Ley

23.077), el art. 168 primer párrafo, el art. 293 todos ellos del Código Penal que

concurren en forma material con el art. 210 que reprime la asociación ilícita ( arts. 45,

55, 164 - texto ley 23.077 -, 168 y 293, 1er. Párrafo del C.P. y 306 y 312 del C.P.P.N.).

6. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN

Como paso previo a la individualización particular acerca de cómo

deben responder quienes resultan imputados en esta causa y que, debido al estado de

autos, están en condiciones de ser sometidos a juicio, cabe realizar algunas

consideraciones especiales.

Durante el denominado “Proceso de Reorganización Nacional” se

montó una estructura ilegítima dividida en zonas y funciones cuyo objetivo principal era

la comisión de delitos para finalmente alcanzar el aniquilamiento de todo opositor

político y, en definitiva, de todo aquel que contrariara la ideología del régimen

instituido.

En la sentencia recaída, se tuvo por acreditado que desde el 24 de

marzo de 1976, se puso en marcha un plan de acción criminal dirigido al exterminio de

todo opositor ideológico y político:

“Según ha quedado acreditado en la causa, en una fecha cercana al 24 de marzo de 1976, día en que las Fuerzas Armadas derrocaron a las autoridades constitucionales y se hicieron cargo del gobierno, algunos de los procesados en su calidad de Comandantes en Jefe de sus respectivas fuerzas, ordenaron una manera de luchar contra la subversión terrorista que básicamente consistía en: a) capturar a quienes pudieran resultar sospechosos de tener vínculos con la subversión, de acuerdo con los informes de inteligencia; b) conducirlos a los lugares situados dentro de unidades militares o bajo su dependencia; c) una vez allí, interrogarlos bajo tormentos, a fin de obtener los mayores datos posibles sobre otras personas involucradas; d) someterlos a condiciones inhumanas de vida, con el objeto de quebrar su resistencia moral; e) efectuar todo lo descripto anteriormente en la clandestinidad

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más absoluta, para lo cual los secuestradores debían ocultar su identidad y realizar los operativos preferentemente en horas de la noche, las víctimas debían permanecer totalmente incomunicadas, con los ojos vendados y se debía negar a cualquier autoridad, familiar o allegado, la existencia del secuestrado y la de eventuales lugares de alojamiento, f) amplia libertad de los cuadros inferiores para determinar la suerte del aprehendido, que podía ser luego liberado, puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, sometido a proceso militar o civil, o bien eliminado físicamente. (…)También integró el plan aprobado la garantía de impunidad que recibieron los ejecutores. Se aseguraba que la ejecución de las acciones se iba a desarrollar sin ninguna interferencia y en la clandestinidad mas absoluta” (La Sentencia, CFCC., sentencia del 9 de diciembre de 1985, 1987, Imprenta del Congreso de la Nación, Tomo II, p. 787 y 803).

Asimismo, quedaron establecidos los siguientes estándares:

4. Que “tuvieron el dominio de los hechos porque controlaban la organización que los produjo. (…). Es decir que los hechos fueron llevados a cabo a través de la compleja gama de factores (hombres, órdenes, lugares, armas, vehículos, alimentos, etc.) que supone toda operación militar”. (La Sentencia, op.cit. pág. 804).

5. Que “el instrumento del que se vale el hombre de atrás es el sistema mismo que maneja discrecionalmente, sistema que está integrado por hombres fungibles en función del fin propuesto. El dominio no es entonces sobre una voluntad concreta, sino sobre una “voluntad indeterminada”, cualquiera sea el ejecutor, el hecho igual se produciría”. (La Sentencia, op.cit. pág 804)

En cuanto a la responsabilidad de cada uno de los tres imputados,

según surge de los testimonios colectados en autos surge que hubo “un acuerdo de

voluntades para desapoderar a los detenidos de sus bienes y un reparto funcional de

tareas que provocara el desarrollo de distintos roles funcionales, de acuerdo al plan de

ejecución previsto”. De ello, puede concluirse que en estos autos es de aplicación la

figura de la coautoría:

“lo que en verdad sostiene es la posibilidad de la división de trabajos, la que ocurre cuando, según el plan de los intervinientes, se distribuyen las aportaciones necesarias para la ejecución, sea en todos los estadios del delito o entre los distintos estadios, de manera que también personas no participantes en la ejecución co determinan la configuración de esta, o el que se la lleve o no a cabo. El dominio material del hecho, e incluso el formal, están, pues, distribuidos; el resultado es un hecho de varios intervinientes, todos los cuales son plenamente responsables de la obra total en concepto de autores. Los requisitos para que esto suceda son la decisión común del hecho, que es el acuerdo expreso o concluyente sobre la distribución de las aportaciones singulares a un hecho y la intervención en la comisión a título de autor. ( Jakobs – Dcho. Penal – Parte Gral – Marcial Pons – Madrid –2da. Edic. corregida – p. 745/6).

Sigue explicando este autor que cuando un delito se compone de

segmentos aislables de acciones ejecutivas ( p. Ej., el robo se compone de coacciones

encaminadas a la ruptura de la posesión, que, a su vez, persigue la creación de una

nueva posesión) y cada uno de los segmentos los ejecuta distinta persona, los

intervinientes responden por el todo en concepto de autor. La decisión común del hecho

es aquí necesaria para la responsabilidad a título de autor por todo lo ocurrido,

definiendo a la aportación singular como parte del todo. Dominio del hecho, no dividido,

sobre una parte, más acuerdo de ajustar la parte en el todo igual a coautoría por el

todo.

Conforme describiéramos en párrafos anteriores, en estos autos se

tiene por acreditada

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“la existencia de un plan delineado previamente mediante el cual se había acordado la captura y trasladarlo a E.S.M.A., de las víctimas de los hechos puestos de relieve, ello con, entre otros, el objeto de desapoderarlas de sus bienes, para lo cual se las mantenía en forma ilegítima y mediante violencia en estado de detención, implementando sobre ellas medios extorsivos y ejecutando a partir de allí las maniobras espurias identificadas para así lograr el traspaso de los bienes despojados, todo con el fin de ingresar al patrimonio de la organización los activos ilícitamente obtenidos”

Las diferentes contribuciones al plan general descriptas por V.S.

resultaron un aporte imprescindible para lograr el mismo objetivo, ya que sin ellas este

no hubiera podido ser alcanzado. Y, en ese sentido, se impone destacar que el

elemento esencial de la coautoría es el “codominio del hecho”, siendo que este

elemento ha sido caracterizado por Roxin como un dominio funcional del hecho en el

sentido de que cada uno de los coautores tiene en sus manos el dominio del hecho a

través de una parte que le corresponde en la división del trabajo (conf. Bacigalupo,

Enrique, “Manual de Derecho Penal”, Temis, Bogotá, 1998, pág. 197 y cc.).

En este sentido también se ha dicho que, “será coautor el que realice

un aporte que sea necesario para llevar adelante el hecho en la forma concretamente

planeada” (conf. Zaffaroni, Eugenio Raúl, “Derecho Penal. Parte General”, Ediar, 2da.

Edición, Bs. As., pág. 786 y ss.).

Así, en relación con Carlos José PAZO, conforme surge de la prueba

colectada en la causa, éste actuó como Jefe del Departamento Logística del GT 3.3.2

desde mediados de enero de 1977 hasta julio de 1978, formando parte del grupo que

dentro de la unidad de tareas se ocupaba de los temas vinculados con los bienes

apropiados a los detenidos siendo su función específica en este tema la de administrar

y encargarse de las reparaciones que debían realizarse en los inmuebles quitados a los

detenidos.

Conforme concluye V.S. en relación con Pazo

“se encargó de la formación de la persona jurídica “Sidercforma S.A.”, acompañando a la madre del detenido Coquet para que cumpliera con los trámites de constitución de esta sociedad destinada a esconder tras una pantalla jurídica a los verdaderos responsables de la actividad y tenía a su cargo el equipo de trabajo constituido por los detenidos “bichi”, “Mantecol”, Fermín Sena, Ana María Sofiantini y Actis Goretta. Estas últimas en la decoración y administración, respectivamente.

Así, los testigos Daleo, Coquet, Alvarez, Buzalino, Cubas y Hernández

indican a PAZO como el responsable de la administración y reparación de los bienes

quitados a los detenidos. Asimismo, imputamos a Carlos José Pazo el haber integrado

la organización que actuaba de manera sistemática, coordinada y permanente que

tenía la decisión conjunta de cometer diversos delitos —que ya fuera puesta de

relevancia y calificada como asociación ilícita en el marco de la causa nro. 7694/99 de

la Secretaría Nro. 24—.

A su vez, quedó probado que Pazo cumplía un rol fundamental dentro

de la organización, ello dada la forma sistemática en la que se realizaban las

detenciones y desapoderamientos y la circunstancia que los bienes una vez quitados

no eran inmediatamente vendidos sino que eran reparados para aumentar su valor y

vendidos a los pocos meses o utilizados luego de acondicionarlos a las necesidades de

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la organización delictiva, lo que permite también sostener la participación de Pazo en

los hechos que tuvieran por víctima a Jorge Carlos Muneta, Nilda Noemí Actis Goreta,

al titular aún no identificado de Besares 2019/25, unidad 1 y en las falsificaciones

realizadas a fin de lograr la inscripción en favor de un miembro de la organización del

inmueble de Besares 2019/25, unidad 2, de esta ciudad de Bs. As.

En relación con Acosta, hemos dicho que éste estuvo destinado en la

Escuela de Mecánica de la Armada en los años 1977, 1978 y 1979 época en la que se

desempeñó como Jefe del Dpto. Inteligencia de la GT. 3.3.2. En relación con este

imputado, se ha dictado procesamiento a su respecto en la causa Nº 7694/99 de la

Secretaría Nro. 24, al considerárselo organizador de la asociación delictiva que tenía

por plan la detención de personas y el hacerse en forma ilegítima de su patrimonio.

En estos autos, se tiene por probada su intervención en cada uno de

los hechos que le fueran imputados, toda vez que a los fines de llevar adelante el

cometido de desapoderar a los detenidos de sus patrimonios, dispuso lo necesario para

llevar adelante métodos extorsivos y la confección de la documentación luego utilizada

en las distintas transferencias de dominio con las que se perfeccionaban las maniobras

que sufrieran Muneta, Actis Goreta, el titular aún no identificado de Besares 2019/25,

unidad 1 de esta ciudad y Marcelo Camilo Hernández.

También se ha comprobado que la “inmobiliaria” montada a efectos de

proceder a la venta de los bienes quitados a los detenidos se encontraba bajo la órbita

de su control.

A su vez, se ha tenido por probada su activa intervención en los

hechos de robo que le fueran enrostrados, toda vez que los testigos fueron

concluyentes en relación a que Acosta fue quien dirigía la actividad del grupo al

momento en que se produjeron los mismos, en particular su especial interés en el

destino que quería para la familia Tarnopolsky. En el mismo sentido se refieren los

dichos de Mercedes Inés Carazo en cuanto a que fue Acosta el que finalmente instaló

en su oficina la biblioteca que le fuera apropiada y lo relatado por Marcelo Camilo

Hernández en cuanto a la actividad de Acosta como máximo jefe del grupo al momento

en que fuera secuestrado y se lo llevara a su domicilio donde se robaron la totalidad del

dinero que estaba bajo su custodia.

En relación con Jorge Carlos Radice, también debe destacarse que se

ha dictado procesamiento a su respecto en la causa Nº 7694/99, actualmente del

registro de la Secretaría Nº 23, al considerárselo integrante de la asociación delictiva

que tenía por plan la detención de personas y el hacerse en forma ilegítima de su

patrimonio.

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A la vez, se ha tenido por probada que la actividad en la inmobiliaria

montada a efectos de administrar, hasta su venta, los bienes quitados a los detenidos.

Así, Miguel Ángel Lauletta “reconoció haber confeccionado un Documento Nacional de

Identidad para Jorge Rádice, a nombre de Juan Héctor Ríos y ese documento fue

utilizado para la transferencia de los bienes quitados a Carlos Jorge Muneta y también

para luego poner a su favor los inmuebles de la calles Besares 2019/25 del barrio de

Núñez de esta capital. Es de destacar que una vez finalizado el gobierno de facto las

propiedades obtenidas por la actividad puesta de relevancia fue transferida a quien

sería su pareja”.

En el mismo sentido, Miriam Lewin involucra a Radice en las

maniobras que se investigan siendo que “ésta en su testimonio dijo que a partir del

momento en que abandonó la ESMA, fue obligada a trabajar en condición de “libertad

vigilada” en un inmueble ubicado en la esquina de Zapiola y Jaramillo, de esta Capital,

propiedad de los padres de Rádice. A su vez, lo sindicó como quien estaba a cargo del

manejo de los recursos económicos del grupo de tareas de la E.S.M.A., lo que aumenta

el convencimiento acerca de su participación en los hechos enrostrados que se

encuentran vinculados con la transferencias de inmuebles y dineros”.

Los testimonios de Daleo, Nilda Actis y Marcelo Hernández confirman

la participación de Radice. Como conclusión, los distintos elementos de prueba que

fueran reunidos en la investigación llevan a determinar que el Radice es responsable de

los hechos que tuvieran por víctimas a Muneta y Hernández y al titular aún no

identificado del inmueble de la calle Besares 2019/2025, unidad 1, como así también

sobre su participación en las maniobras de falsificación que fueran realizadas a efectos

de registrar el inmueble de Besares 2019/25, unidad 2.

Por todo lo expuesto, imputamos a:

Jorge E. ACOSTA por ser autor penalmente responsable del delito de robo

previsto y reprimido en el art. 164 del Código Penal —texto según ley 23.077— en relación

a tres hechos, los que tuvieran por víctima a Mercedes Inés Carazo, Hugo Abraham

Tarnopolsky y Marcelo Camilo Hernández; autor penalmente responsable del delito de

extorsión, previsto y reprimido por el art. 168 primer párrafo del Código Penal en relación a

cuatro hechos, los que tuvieran por víctima a Jorge Carlos Muneta; Nilda Noemí Actis

Gorreta; Marcelo Camilo Hernández y el titular aún no identificado del inmueble ubicado en

la calle Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1 y autor penalmente responsable del

delito de falsificación de ideológica de instrumento público, previsto y reprimido por el art.

293, 1er. párrafo del Código Penal, en relación a un hecho, el que se cometieran para la

registración del inmueble de Besares 2019/25, unidad Nº 2, de esta ciudad, todos los

cuales concurren materialmente entre si y con el delito de asociación ilícita que en calidad

de organizador por el cual fuera procesado en causa 7694/99 de la Secretaria Nro. 24 de

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este Tribunal. ( arts. 45, 55, 164 - texto ley 23.077 -, 168 y 293, 1er. Párrafo del C.P. y

306 y 312 del C.P.P.N.).

En el caso de Carlos José PAZO, le imputamos ser autor penalmente

responsable del delito de extorsión, previsto y reprimido en el artículo el art. 168 primer

párrafo del Código Penal en relación a tres hechos, los que tuvieran por víctima a Jorge

Carlos Muneta, Nilda Noemí Actis Gorreta y al titular aún no identificado del inmueble

ubicado en la calle Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1; autor penalmente

responsable del delito de falsificación ideológica de instrumento público, previsto y

reprimido por el art. 293 1er. párrafo del Código Penal, en relación a los hechos que se

cometieran para la registración del inmueble de Besares 2019/25, unidad Nº 2, de esta

ciudad, y autor penalmente responsable del delito de asociación ilícita, prevista en el art.

210 del Código Penal en calidad de integrante (arts. 45, 55, 168, primer párrafo, 210 y

293, 1er. Párrafo del C.P. y 306 y 312 del CPPN).

Por último, en relación con Jorge Carlos RADICE le imputamos ser autor

penalmente responsable del delito de robo, previsto y reprimido en el art. 164 del Código

Penal —texto según ley 23.077— en relación al hecho que tiene por víctima a Marcelo

Camilo Hernández; autor penalmente responsable del delito de extorsión, previsto y

reprimido en el art. 168 primer párrafo del C.P. en relación a tres hechos, los que tuvieran

por víctima a Jorge Carlos Muneta; Marcelo Camilo Hernández y al titular aún no

identificado del inmueble ubicado en la calle Besares 2019/25 de esta ciudad, unidad Nº 1

y autor penalmente responsable del delito de falsificación ideológica de instrumento

público, previsto y reprimido en el art. 293, 1er. párrafo del Código Penal en relación a un

hecho, el que se cometieran para la registración del inmueble de Besares 2019/25, unidad

Nº 2, de esta ciudad, los que en el caso concurren materialmente entre si y con el delito

de asociación ilícita que en calidad de integrante por el cual fuera procesado en causa

7694/99 de la Secretaria Nro. 24 de este Tribunal ( arts. 45, 55 y 164 - texto ley 23.077 -,

168 1er. Párrafo, y 293, 1er. Párrafo del C.P. y 306 y 312 del C.P.P.N.).

Aún cuando se encuentran incluidos en la sumatoria de casos

mencionada en el párrafo anterior, específicamente en relación con el hecho de nuestro

poderdante, imputamos a Jorge Eduardo Acosta la comisión, en relación al hecho que

damnificara a Hugo Abraham Tarnopolsky, del delito de robo previsto y reprimido en el art.

164 CP, en calidad de autor directo.

7. PETITORIO

Por todo lo expuesto, de V.S. solicitamos:

1. Tenga por contestado en tiempo y forma el traslado conferido.

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2. Ordene la clausura del sumario en relación con los imputados

Jorge Eduardo ACOSTA, Carlos José PAZO y Jorge Carlos

RADICE por quienes se nos corrió traslado y respecto de los

hechos anteriormente descriptos.

3. Eleve la causa a juicio oral y público acusando al imputado por

los tipos penales enunciados.

Proveer de conformidad,

Será Justicia

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