Contra La Lectura

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NOS ~L\NUEL JOSE IIOSQUERA.tI

POR LA GRACIA DE DIOS I DE LA SANT A SEDE APOSTOLICAARZOBISPO DE BOGOTA I

Al Venerable Clero Secular i Regular, i a todos losfieles cristianos de nuestra Arquidiócesis, salud i ban-

dicion en N. S. 3. C.

CADA aijo llenamos de buena voluntad, Venerables Her-manos i carísimos Hijos nuestros, el deber de anunciaros laaproximacion del santo tiempo de la penitencia, para no apar-tarnos de las huellas que nos dejaron los mas grandes obisposdesde los primeros siglos de la Iglesia, segun los testimonios deTertuliano i San Basilio; pero para dirijiros la palabra con tan santomotivo cntramos siempre en nosotros mismos, consultamos connuestra conciencia delante dcl Pastor invisible i etcrno: i viendolos diversos males que hoi desmcdran i arruinan la [l:reique nosha sido confiada, preciso es que nuestro cclo sc inflame contra laransa mas grave i jeneral de la decadencia de la fé i de las cos-tumbres, mas bien que contra la sola violacion de la lei de lapenitencia. Nuestro corazon devora dia i noche indeciblesamarguras, porque de rontinno los pastores, los sacerdotes, laspersonas piadosas vienen a desahogar en nuestro pecho la tribu-lacion que anubla sus almas por la triste experiencia lIlle en lasciudades i en las parroquias se reroje todos los dias de la pen'Cr-sion enjendrada por la lectura de los libros irrclijiosos.

Inútil seria disimular un escándalo que entre todos los quehan alijido a la Iglesia, no ba¡ otro mas alarmante por sus con-sec\lencias, lli lllas cnemigo dc la \ida dI' las almas: eseándaloque §c sobrepolle a todos los respetos, que dda dia toma mayevesdilllcnsioJll's, q \1(' \lena de ¡ln!llr;;Unl los corazones cristianos, i. j(

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-2-que hace derramar abundantes lágrimas a 10s amigos de Di<í~,Tiempo hubo en que teniamos la inestimable felicidad de noconocer esas producciones del infiel'Do, sino" por noticias: solosabiamos la existencia de los enemigos de Dios para deplorar suceguedad, i bendecir al Señor que nos preservaba del contajlo,haciéndonos disfrutar del conocimiento puro de la ,'erdad. Perocausas que nadie ignora rompieron los diques que contenian lasaguas del averno; nuestl'o pais fué inundado de un mar de corrup-cion; la herejía, la incredulidad, el ateismo, la Indiferencia semos~raron sin rebozo; i el jóven inesperto i acalorado, el pad[~de familias, el anciano, el sacerdote, el mismo sexo débil for-mado para las castas delicias de la fé, todos fueron amenazadosdel contajio; i esa fiebre pestilencial ha causado ya mas destrozosen la vida moral de nuestra sociedad que la peste negra 1 elcólera asiático en el antiguo mundo diezmando las poblaciones.Una nube de apóstatas comenzó a formarse de años atras en lasimpUl'eZl1Sde Volney i Pigault-Ie-Brun, en los desvaríos deDupuis, en las sacrilegas burlas de Voltaire,<Í en cien Ijbl'Osm¡¡sdel filosofismo del siglo décimo octayo; aumcntose despues ladensidad de esa nube con el materialismo de Tracy i Benthan,con el filosofismo del presente siglo, tan enemigo de Cl'lstocomo aquel; pero mas sutilizador, sobradamente fecundo enrecursos, para rC'\éestir su incredulidad con todos los ropajesdel drama i del romance, con las formas históricas i filosoficas,1 á veces hasta con coloridos de relijion. Identificados todosen el odio contl'UJesucristo i su Iglesia Santa, amenazan la Reli-jlon, la sociedad, la paz doméstica, las jeneracíones que nos sigan.

Sinembargo de tantos estragos como ha hecho, i hace todoslos dias el mortífero veneno de los libros írrelijiosos; qu~dantodavía cristianos, i no pocos, fieles a la doctrina de Nuestronaico soberano i Señor Jesucristo; pero aun entre ellos mismospor una inconsecuencia inesplicable corren los malos libros, seleen, se venden, se propagan. ¿Cual es el motivo que í1es lleva aleer unos libros en que, con mas o ménos disfraz, es insultada,atacada, minada esa misma relijion qu~ profesan, i que aman?(,La curiosidad, los atractivos de las formas del romance o deldrama, las bellezas literarias? Vanas respuestas por cierto; pel'Ouue mil veces se oyen cuando una voz celosa de la gloria deDios i de la salvacion de las almas imprueba tamaño abuso. Seacual fuere el nombre que se le dé, él no es otra cosa que unatemeraria osadia llena de peligro, siempre acompañada de pecado."

El Apóstol San Pablo habia anunciado que vendria untiempo en que aparecerian hombres de un espíritu corrompido:lleyados en alas de la soberbia, i siguiendo la oscura senda deaqne\ impjo gril'go tan alabadp por un \10<'tu ffMúlf!9, miBu l~

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.,-.-rdIJ¡oJ\ cOn ojos tClnl'.l'IWios,3n<l<l1l:;ielll¡Jrl' ,ll)l'endjl~nrl()1'11 'tI.~istemas, sill lIegilrjalllas al conocimiento de la ycrdad. En ca~-figo de su audacia caen sobre ellos lillieblas, que ciegan a lo'orgullosos eseudl'ifladol'es de la majestad de Dios, cuya ~-¡orjales oprime. Sc1'lltator majestali:< oprimet'll7' (1 {/lorilJ. (,Pro.,.\'XV. 27). Tal es la idea (lue nos dan los lihros santos dI' I()~

Ilt~uaces de la sabidu1'ül del m!t'ltl/o q'lJ(, ~s loC1/t'o r/f'I01¡.tP. rI~Dios (l. Cor, IIJ. 1n.;, a quienes les es dada boca poro habla!'altanerias i blaslemia,~ (Apo!'. X /11.1 contra 1(1ycrdl.ldr\'o.('ontra el augusto nombre de Dios, cOlllnl sus santos, contra rlCielo i eontl'a su Iglesia.

Esta misma es la idea que podemos daros dc lo:' lihros irrr·lijiosos. Bajo apariencias de utilidad, COIllas pompa:; i g-alas delt"stilo i de la poesía, con los adomos de especiosos sbtpmas.muéstranse sus autores animado:; del celo del bien público; pero~i se examina el espíl'Ítu que ha dirijiclo SI\ pluma Jl0 se encucn-tra mas que hlasfemias. l\Ias cuando los hombres sahios i sen-:;atos miran con 1101'1'01'i eon recelo semejantes producciones, latemeraria ignorancia, se. atrevc a pasar las horas i los días enlecturas temeral'ias, fundada en lUla l'onfianl.u tan falsa como l<ldel que durmiera sosegado al lado ilr ulla serpiente VenCIH)Sa.ide este modo eSpOIlf'1lmuchos a un pcli¡:;ro próximo In ri', quepierden luego en castigo dI: Sll temcridad, por Sl'rluccion i porcorrupcion .

.Basta para conwllcq¡'se de esta verdad atender a los pri.meros elementos de la relijion. R aquellos principios (¡tle acom·pañan tempranamente una cristiana educadon, i que nadie IHwdenegar sin hacerse digno de los anatemas fulminados por la 19lesillconti'a Pelajio i sus sectarios; a saher, que la f~ I'S UII don dI>Dios; que no podemos Ilegal' a ella sino con la ¡i:raeia, i que sinla gracia tampoco 'tl0demos conservarla. Pero l'uando por HOllcuriosidad, cuya deformidad no se esplica llamándola fl'Ívola, s~permiten los temerarios la leetul'a de libros iJ'I'elijiosos, o paraespresarnos mejor, cuando llenm el illl'stimabk tesoro de la fé ~Icentro de los enemigos conjurados para Il.lTehHt¡\rs<'!o,(.('11 qUl;pueden fundarse para contar en semejante pl·.ligl'oron los [lB i-nos del'C'ielo? ¿La misma orarion que Cl) UII Jlrli~I'o \'olulltariodírijiesen al Señor no seria una burla impíu'; ¿Dios ha P¡'ollwtir1opor ventUl'a salvar al que ama el peligro '; ;.:'íoha dicho que pel'("cerá el que se ponga en él por su propio qucl'cr'? La rriisma gloriade Dios parec.e interesada en abandollitr al temerario, qm' lison-jeándose de su firmeza, desafia los peligros conITa las m;í.xim¡¡sde la relijion.

Quelosjenerosos hijos de ;\latatias, dC','OI'ariosp()rr.Icelo el lacasa del Señor, tomaran lil.~armas p¡¡ra H'Il~ilrlas pro[¡¡.rtltl'If>!Hl

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-4-'de un puehlo infiel, i que despues de haber imocado al Dios Mus padres, se precipitasen en medio de los batallones de los

incircuncísos, nada debía estraflarse; sino esperarlo todo delcelo que los animaba, del lugar que ocupaban, i de los favoresdel Cielo cuya causa defendian. Pero que Azarías i .Josef, lIe-'·ados del vano deseo de ganar nombradía entré las nadones,corran al encuentro de esos mismos enemigos, sin consultar sudeliberacion, sin procurar ántes hacerse propicio al SeflOr delos e.iércitos, es señal cierta de su pérdida por la falsa confianzacon que se lanzan en los peligros. .

Así tambi('n: (Iue los ministros sabios del Suntuario, nI ycrlos ataques de la impiedad, despues de consultar con Dios, i deobtl'ller la licencia de sus lejítimos superiores, armlÍndose en laorucion i en el estudio, })enetren ('n esa nube de til'os que lanzala incredulidad contra el .Evanjelio, es de esperarse que salgunlibres dc toda herida; que quiebren en el escudo de la fé losdardos del impío, i que Jéjos de tener que 1I0r¡¡rsu pérdida,apluudmnos sus victorias i nos confirme su triunfo. Pero aque-llos <Iuepor una cmiosidad plleril, o por un ocio inquieto; lIeYét-dos por motiYos no ménos profanos, que el que guiaba a los dosimprudentes israelitas; aquellos que no estlÍn llamados a pelear.los combates del Señor, ni por su puesto, ni por Sil instruccion,osan a•.•.ostrar los ataques de la incredulidad, bajo el pretrsto deqm' se halh.ll1firmes en la fé, i que su cOl'azon no es irrelijioso¡qué otra suerte pueden esperar que la que el Espíritu Santotiene anunciada a los presuntuosos, que se confian en la fuerzade su brazo i se glorian en Sil propia vÍI'tud'! Vro, qui salJie1t-tes estis in occlllis vestris, el coram vobis lIleli]Jsisprudeutes(1. Sai. l'. 21.) ·Una bien merecida confusion, i pasar de ella ala apostasía, es mui eomunmente el tél1nino a donde ya a pararla temeridad de leerlo todo.

A~í lo confirma todos los dias una luctuosa rsperiencia.·A la lectura temeraria de un libro irrf'lijioso, se siguen impacien-tes deseos, YiYos conatos por conseguir otros; i cual niiio ines-perto, que al yer un animal desconocido 110se sacia de mirarle,se acerca, le toca, le pUllza, i es YÍcl.imade la bestia embraye-cida, quicre el lector temerario descubriJ: i esclldl'iiiar todo elfondo dc ese abismo dc error en quc al fin se sepulta. ¿l no esesto clara señal de que la fé comienza a debilitarsc en esas almas,i que en cada dia se les aumenta el peligro de estinguil'se en la lec-tura de libros il'rclijiosos? 1con todo: los cristianos los leen 1 i sediyierten! i ni (lUll sirnten aquel disgusto tan natural cuando'·('mos un ohjeto qtle nos adYiertr, o reetlerda la posibilidad de

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una desgmria! Esta I'S la pl'ul'ba perl'utoria dI' qu!' a la teme-ridad se si!!ue la s¡>duecion.

¡,Qué 'hai en efeeto mas propio para sorprender, para alu-dual' i ofuscar la razon, que las diversas formas que tuma elespíritu de incredulidad'? Ya es un espíritu audazmente impío,que, atacando a sangre fria las-mas altas verdades, hace que seaumiradas sin el respeto que les es debido; ya es un talento insi-diosamente sutil, que enradena lo falso a lo verdadero con urti-1i<'io,i que por los ra7.0namientos que agrega, por las Ldll'zasde cstilo que a yecrs mezcla, oculta de tal manera sus lazos,que no se des 'ubrcn sino por t:spíritus penetl'ittivos i diestros:unas H'CCS arrogante para sentar prillcipios ruinosos, i sacarcousecuencias horribles, e-"¡je de la relijioll drlllostraciones enlos misterios contra la naturaleza de la discusioll, sin hacer casode las luminosas ironvineentes pruebas que constituyen ellllotiyosuficiente de credibilidad: otl'ClScun aparente modestia i since-ridad solo quirre al)l'cciar cada prueba en su justo valor; peroes para minadas pareialmente so pretesto de separar la \'erdudde las preocupaciones, sindejal' sentir de esta malll~rusus aluques.Pero siempl'e es un rspíritu de escepticismo srmejante a ll:\s,Ilubes de una tempestad, que al fonnal'se solo presentan obscu-ridad: pero al fin destrozan i arruinan.

No se nos oculta que se alega la sagacidad natural parlldescubrir el error, i tomar un hilo quc pueda sen'jr útilmenteen los caminos tortuosos; i que así l('jos de naufragar en la fé,sacal'Ün nuevas armas para combatir con suceso esos mons-truos. Pero sabem s muí bien, i tenemos el derl'cho de dedrloaltamente: que muchas veces no basta un talento penetrl:ltivopara disipar esas tinieblas i alcanzar el triunfu: que casi siemprese requiere una sUllla de eonoeimientos, que ni se lienen, ni sehan podido adquirir por mil causas notorias: que no suple lahuena intencion, sino que es preciso estar versado en esas ma-¡('¡'ias; porque hai una inmensa desigualdad entl'p un Ipetor nada() poco preparado para semejante discusion, i un escrjtor queescoje i dispone sus argumentos con artifieio, que separa todolo que pudiera debilitados, que oculta su maligna inteneion, ique tora siempre dírecta o indj¡'ectamente en la parte mas llacadel corazon el intrres de que resulte falsa la verdad que com-hate. En una palabra, el escritor impio en sus libros es un com-batiente armado i prepal'ado para una astuta estratejia, mientrasque el lector temel'ario desciende a la liza sin armas propor-cionadas, sin ejercicio en su manejo, i sin pericia para obrar.He otra parte, por lo comun se percibe mas fácilmente la.Juel'zade la objeeion que su artificio, i entónces aprovech, las pa-siones los momentos menguados, para inclinar el 'roazon allá

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-G-dourte no e y'; la Y:.ilJadr la lei Je Dios que las llene (\ Uiy •1.k1l'Ql.lc hui \llll\ secrctn intelíjenciu entre las pl\siones reuel8rl~ .i lu incrcdulhlad., ])e aquí llaee que se pierdo tambien la fé el.l

j¡,¡ l\:etura de los mulos libros por corJ'upcion.. Por feliz. que sea el eaI'áctcl' que hayamos recibido delCriador, \levamos todos !lentl'Ode nosotros mismos el principio.la raiz !le .muchas torcidas inrlinaciones, que diestramente fa-"OH'eea esos libros corruptorC's, .iérmen de presuncion i de in-í1úcilidad. Ellos lisonjean al hombre vano cúnstituvéndole re-Vt'lltinamcnt.e juez absoluto de sus propios ¡uidos, 'sin resperol'nada, sometiendo al exitmen de su razon, s!'gun el derr,cho quele da una orgullos¡\ jjJosol'ía, los procedin1ienlos del Criador:lHseutiendo la jt:stil'ia de sus decretos. rl'i'ormando el plan desu providencia. ¿Cuál es pi hombre que no se siente inclinado~l romper el ni\cl (¡lle le da 1.11\ número tan crecido de iguales;" abrirse un nuevo ramino, que /lO le pal'e.zca t.rillado por Intimides vul!rLU';a buscur. ('n Ulla palabl'a, algo de singular, parlt 'elevar la mcdiocridad por medio de la vanidad? Hai ciertlls(~cultassemillas de envidia imalignidad que suscitan en pi secret.o~el corazon una especie de baja i <luiosa alegría viendo rebujar~l mérito de los hombres respetables; i ('sta pasi(}n produce end letlor temerario la falsa pCi'Suacion de que se elevlI, cuandopiensa que desdenden Josgrundes doctores de la Iglesia, t\quienes habia respetado como maestros, porque su dórtrina esne~llda, despreciada i ridiculisada par los escritores impios. En-gaño funesto, que desaparecería en el mismo instante en que obrala ilusion, si ton ella no se introdujese en el eorazon el interesde que sen l~xajerada la severidad de la doctrina de los maestrosloas insignes de la relijion. 1 es t.an poderosa la fuerza de esteinteres, que pone en centinela las pasiones, i donde quiera queellns descubren una maxima, una opinon que las fayorezca, laproclaman, mirando como insorportable J'igorismo la justa seve-ridad que caracteriz.a a la doctrina de la verdad.

Pues si tal es la frajilidad huma.na, i tales son las inclina-ciones torcidas d(' la eal'lle corrompida, ¿ donde pueden hallarlos temerarios lectores el privilejio de no perecer en el peligro'!~lirad, les dirémos como un profeta, las demas naciones i lloradsus desgrlleias. La fé deslcl'l'aua de entre ciertas clases de la 80-eiedad, parf'.ceque busea un asilo en el eOl'azon simple del ha-bitante del campo. Si indagais la causa de este mal, no hallareisQtra que las lecturas temerarias: reconocereis que todos los que~an bebido Ile esas fuent.es cOl'l'ompidas, se hallan animudos deuna especie de furor, mil vee.es mas pel'llieioso que la.mas exal-tada demencia; furor impío i sacrílego que se manifiesta porsignos diferentes, se:;:l1llel ¡¡eDioi las inclinaciones de cada uuo.

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-,-i;;n uuns es una acrimonía irritable contra todo d que reconocel¡¡. autoridad de la Iglesia de Dios, siempre prontos a lanzar in-vectivas contra el sacerdocio: en otros es un tono de truhaneríaque se burla del culto en todos sus actos, i siempre con el sar-casmo i la maledicencia en los labios, se emplean en suscitarpasiones vulgares contra los ministros del Santuario: ya apa-rentan otros una íntima ronviccion de que las sublimes máxi-mas de la relíjion verdadera solo son bellas quimeras, i los quelas profesan hipócritas o fatuos: ya profesan Ul,la criminal in-duljencia que abre las puertas del cielo a los sectarios de todoslos sistemas mas erróneos, i de las pasiones mas indignas: a yecesquieren adorar a Dios; pero pretenden en su soberbia saberlotodo inmediatamente en Dios, o abatir la sabiduría del Altísimosometí<:ndola a su pobre ilimitada intelijencia, i van a parar enno creer nada; en no practicar relijion ninguna; i así no esestraño que el vacío de su eorazon, la inmensa soledad de sualma los haga esclavos de los sentidos. Finalmente, aun aque-}Josen quienes no producen todos sus funestos efectos las lec-turas temeral'ias, se enjeudra, por lo ménos, un tedio, una re-pugnancia para los ejercicios piadosos, una culpable desconfianzade los medios de justiflcacion, que deja dispuestos los ánimospara consumar fácilmente el crímen de la apostasía.

Pero ¿referimos aquí lo que los escritor'es católicos nosdicen de. los paises mas avanzados en la tri!lte carrera de la in-credulidad, o descl'ibimos nuestros propios infortunios i des-gracias? IPluguiera al Cielo que solo presentasemos la infaustaesperiencia de otras naciones, para que nos sirviese de ejemplo!IPluguicra al Cielo que no fuesen tan frecuentes las lágrimas del{ls padres de familia, los lamentos de los sacerdotes por los~erribles estragos que h cen todos los dias los librQs irrelijiosos I

No mencionaremos abora individualmente esas fuentes deaguas corrompidas, que tanta ruina causan en las ovejas deCrí~to. Sabeis muí bien vosotros, que los nombres de las cien-cias sirven de velo a la herejía i al materialismo; que la poesíasirve de vehículo a las pasiones repugnantes: que los dramas ilas novelas multiplican de una manera incalculable los ataquescontra los misterios, contra las ceremonias del culto, contra lajerarquía católica, contra los institutos regulares; no hai prácticapiadosa, no hai máxima de perfeeeion que no se torne en ridl-culo, i no se entregue al escarnio; i de este modo revisti ndocon formas deleitables la mentira i la calumnia, las invencionesmas fantásticas, s~ bace beber el veneno a los lectores, a losespectadores; desde la edad viril hasta la adolescencia todos seven rodeados de una atmósfera pestilencial, que glln . e h¡c~rnzones, p~T\'iertc las int('llj~n ¡as, ! :1fpu!ta en 1, a ti la 1 s

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-R-almas reenjendl'adas ron la sangrr de NUl'stl'oSeñor .Tesl1rristo.Este es el triunfo de que se muestra ufano nuestl'o siglo tanenvanecido en sus progresos. ¡Siglo dc perdicion, el mas ene-migo de Dios que vieron los hombres! Siglo impío, que creesabel'lo todo, cuando ignora sus verdaderas relaciones con elCl'iador I Siglo famítico, que invocando el exúmen i la razon,desecha la fé de sus padrcs, i se "á tms del 01'0 i los placeres,postrándose vilmente ante estos ¡dolos al mismo tiempo que"uelve las espaldas al Salvador 1

Pero pCl'mitamos, pOI' ahora, que la IcctUl'a de los librosirrelijiosos no sea un cscollo para vuestra fé: tIue esta raiz dela inmortalidad, segun la Escritura, pueda escapar de los airespestilenciales dcl crror i del gusano secreto del orgullo i la con-cupiscencia. No es posiblc llevar mas adelante por un momentonuestl'a condescendcncia. Pero si la lectul'a de los libros ilTe-lijiosos no destl'llye neccsal'Íamente la fé en vuestras almas, nopuede dejar de manchar feamente vuestras cOlleiencias con trespecados, fuera del de temeridad de tomar uu veneno: pecadQ.de impiedad, pecado de desobediencia, pecado de escándalo.

Convendreis desde luego en que estos libros hijos del orgu·Uo. blasfeman el nombre de Dios: t[ue calumnian sus designios,corrompen la idea q\le debemos tencr de sus perfecciones, le.disputan sus mas gloriosas pl'erogati vas: quc ya atacan..su san-tidad· como culpable tie los males que su Providcncia permite,ya insultan a esta por los crímenes que aquella condena: quehacen sospechosa su fidelidad, echan sombras sobre su jus-ticia, degradan su misericordia, 'haciendo aceptables a sus ojoslos cultos mas estravagantes i contrarios a la vcrdad, i osanultrajUl' el resplandor de la gloria del Pad1'e .¡ la figum de -Slt,"ltstancia, (H}:n. 1. 3.) Jesucristo Nuestro SellOr, su hijo muíamado, considerándole como filósofo.

/1 qué 1 Hijos carísjll1os: i.respetais al Dios yerdadel'O,Hacedor de todas las cosas, al Dios salvador i reparador de loshombres, i no os estremeceis llenos de santa indignacion, a lavista del brutal filisteo que osa maldecir al Santo de los santos?¡,Cómo no m'deis en santo celo a vista del profano asirio queinsulta al uujido del Señor? ¡. No se contl'ista vuestro corazonal descubrir en esas p¡ijinas tantas í tan détestables impicdades?j Qué ignominia! Por una vana curiosidad, por lll1a diversionsin decoro, oscureceis vuestl'os ojos con esos horrores, los dejaisCOI'I'el'por esas líneas trazadas por una mano guiada de espíritnsinfel'llales, dais entrada f.'anea en vuestl'a mente a unas ideasconrebidas primero por cl príncipe de las tinieblas; i escuchandosus discursos"haceis hablnl' al blasfemador qlle aguza su leüguacontra ])ios, sin que os alteren sus atentados, eontentandoos

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-!l-con no habcr nscntillo al e\'l'm'. iO hijos de los hombres, siem-pre l!ema 'iado induljentes con vosotros mismosl ¿Hasta cunudosereis injustos eon Dios '!

¿Ilue ]Jellsariais de la fidclidad dc un ciudadano, que setrasladasc al pais cncmigo, para VCI' desdc allí con indifcrenciat'1 vilipendio de su patria'! qué de la probidad d~ un amigo,que diese voluntariamente oidos a los apasionados calumniadoresde su amigo! qué de la ternura i veneracion de un hijo, queescuchase impasible las mas negras imputaciones contra su padre?Uamariais con justicia traidor al primero, infiel al segundo, iJlO hallariais- nombre con que calificar la monstruosidad deltercero. ;il1guna disculpa alcanzaria a justilical'!os en vuestrojuicio, por mas que alegaran no haber asentido su voluntad atan abominables procederes. ¿Pues como, cómo quereis hace¡'valcr escusas semejantes en una causa inl1nitamente mas santa?Alegais pretestos i nada mas que pretestos para palia¡' una ver-uadera impiedad, quecometeis contra Dios en la lectura de Iibl'OSirrclijiosos; impiedad que cncielTa una verdadera desobedicnciaa la Iglesia depositaria de la autoridad de Dios en la tierra.

l~OI'queaunquc el orgulloso filosofismo enajcnado con los('neantos de ulla funesta libertad, llame intolerable servidumbreesta fcliz dependencia; aunque multiplique i exajere los ima-jinarios incollyenientes de una tan sabia economía; aunque seexfuerce en inspil'Ur sospechas de debilidad contra la Iglesia,presentando sus pl'Ohibjcioncs como injuriosas a la razon i faYo-rablcs a la ignorancia; no por eso scnl menos cieeto que lospastores establecidos por Dios para conducir i gobernar su grei,han recibido del Supremo Pastor el derecho de herir con elca)'ado las ovejas indóciles, cuando sus silvidos no son bas-tantes para sepamrlas e los pastos yenenosos: que la lp;lesiaha usado de este derecho desde el printipio, prohibiendo lalectura· de.. esas obras de tinieblas, bajo severas penas espi-rituales; i que los especiosos pretestos de la incredulidad i laherejía para cludir los anatemas, no libraráJl de ellos a nadie,lIenínuolüs eJl cl alma hasta la etel'l1idad. Entónees se C011Ven-cenín, ya sin remedio, que la 19lesia puede pl'Ohibir a sus hijosla lectura de los libros irrelijiosos, desvaneciéndose los sofismas'con que pretenrle el mundo sostener el impio abuso de leerlotodo, esponiendo i perdiendo la fé en la \'ida i el alma en laeternidad.

Al usar la Iglesia de la autoridad que ha recibido dc Dios,prohibiendo en su nombre esa desgmciada sabiduría, sin com- ,paracion mas funesta que la ignorancia, sif!ue la conducta delCI"iador del UnÍ\'Cl'so, cuando cn rl paraiso intimó a nu 'trospadres la mas estrecha prohibicion dc comer del ¡'r} 'c 1-

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~fO-wi,en('ia del bielii del nwl. Conteutaos, nos dice la Iglt'sÍ<I cmlI,w; palabras del Apóstol, contentaos con una ciencia so1Jria: AonjJlus sapn'c, quam opporlel sapcre, sed sapere ad sob"ietateru.,·nmr. XlI, 3): recol'l'ed los anales de los siglos pasados; esplotadlos tesoro:s de la historia; estudiad el nacimiento, el progreso iI.a perfrccion de las artes, los t1Iósofos de la antigüedad; eseu-driilad los secretos de la naturaleza; todo os es permitido, contal que por ello no descuideis lo único nece ario. Ex omniligno Paraclisi comede.

Pero en cuanto a los frutos justamente sospechosos de ese¡írbol que os promete una gran ciencia; ciencia \lena de dudai de inccrtidumbre, de orgullo i de presuncion, de infidelidad ide blasfemia; guardaos de tocarlos siqllicra, por hermosos i sa-ludables que aparezcan a vucstra vista. De ligno Cllltem scientim(¡oni et mali, ne comedas. Yo os prohibo absolutamente su uso.',Bajo de que pena? De ser separados del cuerpo místico de J, C,privados de los bienes de la sociedad eSlliritual, de las benetlcas¡nlluellrias de su cabcza j en una palabra, bajo pena de muerte,i de muerte tanto mas terrible, cuanto que extinguiendo todos 108principios de, la vida sobrenatural, mata a la misma alma. Ingu{)cumque die comedel'is ex eo, morte ?no1'ie·ris.

Que despues de una amenaza tan terrible, aparezcan ldSpeJigl'osos tentadores con el fruto prohibido en la mano; i pa-r(ldiando los artificios del primer seductor, os hagan observarlos especiosos coloridos del fruto, exajeren sus raras virtudes,censuren la Ici, se burlen de vuestra credulidad, i os prometanluces superiores a vuestro estado, i una especie de igualdad conlos mas grandes doctores i maestros de la Iglesia: el'itis SiC1.lt·dii. Ah! lujos carísimos: respondedles con una fidelidad massostenida que la de la madre de los bombres: «( Guardad vuestra~8biduría homicida, i dejadnos nuestra feliz i santa ignor8ncia,porque Dios nos manda por su Iglcsia no tocar esa fruta prohi-1>idapara librar nuestra alma de la muerté.)} Prrecepit nobios!)elts, ne tangeremus ill1td, ne fOl'te mOl'iamur.

Respuesta tanto mas indispensable, cuanto que es casi im-posible que el uso de tan funesto presente dé la muerte solo alque lo toma, i no lleve tras de sí a otros muchos por el escán-dalo: escándalo para todos aquellos a quienes la codicia com-promete en cierto modo a preparar esos venenos i csparcirlospor todas partes: escándalo para los que siguiendo el ejemployan a beber en esas fuentes venenosas: escándalo para aquelloscon quienes se tiene una criminal complacencia, dándoles armaspeJigl'osas con que se hieren a sí mismos al tiempo que una im-paciente curiosidad rejistra su artificio: escúndalo para los ino-cente:> qne, ohli~ado~ por necesidad a yh ir ('011 Jo' qur se ali-

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-11--men' n de la doctrina de esos hbr05, oJen llada día ob.lecio~,!burlas idesprecios de la fé: escándalo para los infelices herederosque, a la muerte del impio lector, entran er posesion deun tesorode iniquidad, que ha de arrastrarlos al infierno; i por consiguienteescándalo que comienza por infestar el seno de las familias, queesparce luego el veneno entre los parientes i amigos; que estiendesus llamas desoladoras hasta la posteridad, llevando su malignainfluencia de edad en edad, de jeneracion en jeneracion; peroque siempre hará subir hasta su odjen la causa de esos males,para que caiga sobre los autores de tales libros, i sobre los queespeculan con sn comercio, la execracion universal, como cayóla de todo Israel sobre aquel príncipe corruptor Jeroboan, quehizo pecar a todo Israel, i que tuvo una parte tan principal enlas abominaciones con que se manchm'on sus sucesores.

I vosotros los que teniendo sana l¡¡.fe, os permitls tan fácil-mente las lecturas irrelijiosas ; aunque pueda librarse vuestra fédel mortífero eontajio de la incredulidad, ¿ no naufragará vuestraconciencia? ¡Qué I ¿Son indignas de vosotros las altas considera-ciones de obediencia a la Iglesia, de ejemplo a los prójimos, i deser cortados de la unidad católica, cesando de ser miembros deJ. C'l Si no temeis semejantes males, ya empieza a enfermarsevuestra fé, i la muerte de vuestras almas no dilata.

Adoremos entre tanto los ocultos juicios del Señor, quepermite a la incredulidad,fruto de la corrupcion de la inteli-jenda i del COl'azon, estenderse en nuestra amada patria, dqn-de tanto tiempo habia dominado las almas la fé. Pero tema-mos, esperemos con temblor los castigos que acaso prepara yala Justicia Divina por el crímen de apostasía que progresarápidamente: guardcmonos de aumenta¡' los motivos de la iradel Señor: condenemos a presencia de los cielos i la tielTa loslibros irreHjiosos, jadlas los apreciémos para nada, i miéntrasla orgullosa filosofía exalte mas su mérito, con tanto mayorcelo digamos anatema, a.'1atema contra ellos: esos elojios sonprueba evidente de su veneno, i de que no merecen otro des-tino que las llamas.

Sí, Hermanos e Hijos carisimos: el horror, el odio contralos libros irrelijiosos es lo único quc previene el eontiljio, idebe il' en nosotros hasta donde de e ir el amor de la 'erdadj el cuidado de nuestl'Omayor i único interes, la salud eternade nuestras almas, La verdad es escncialmente incompatiblecon el error; jamas puede aque la cede¡' 1s derechos sin dejarde ser lo que es. Que el fruto mas pingue de la Santa Cua-resma sea la mas firme resolucion de no condescender con la-impiedad en dar pávulo al curso de los libros ¡rreUjio qeal mf'r en '\lf'~tl'l\<;ml1nns í'tl~'m('\ de esos lihros in;!!l " e í -

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-12-morales, llle~o al punto, al rl\contrar pI vrnrno, sin pasnr {'nalinru adel¡1I1te, que "aya a las llamas, sin qUf:' quede de élotro recuerdo que el (¡¡:gusto de habrl'le yisto; si 11 que se ha-ble de semejantes obras de satanás, sino pam reprobarlas icondenarlas, para sabet' prcsernu'se de los que las propagan,

¡Intolerancia I fanatismo! superstieiolll ~rita la filoso-fía incrédula. Ya los Santos Apóstoles nos dieron ~l rjemplode esta intolerancia, de este fanatismo i de esta sllpersticioll;plles predicnndo S, Pablo en Efcso, "muchos de los converti-dos a la fe, que /wlJirtn se!luido las artes del demonio, tra-jeron aUi los libros { los quemaron delante de todos, aunque Sill:alor subla a cincuenta mil drnaTios. (Actor, XTX,-l\)) Así,la intolemncia no se diferencia en este caso del amor de layerdad, el fanatismo del celo yerdadero para conseryarla, i lasupersticion del imiolable propósito de 1\0 dejitrsela anebatarpor los seductores i ministros del filosofismo .

.Estos son los autores de los libros inelijiosos i sus pro-pagadores. Han' sostituido a las antiguas persecucioncs, la dela ciencia de opresion de que habla la escritura; mezcla in-fernal de pnlllencia i de audacia, de Ilstucia i de impudencia:Sapienter oPIJ1'imall/.1ts eurn (l::xod, 1 10,) (Oprimamos larelijion, han dicho los impíos, con sabiduría i con arte; ha-gamos la guerra con clileulo i tino, pam que sus efectos seanmas se~uros i méllos violentos-, Sapiel1l"m': en hlgar de la fu('r-za empleemos libros, que así en vez de mártires haremos de-sertores; sirvámonos del nomhre mismo de la rclijion para des-truirla; reemplazemos las blasfemias por sofismas, los ultrajf'spor imnías, las amenazas por alabanzas finjidas; propongámos-le paz i alianza, que cuando nos conteste que la vida no 1me-de unirse a la muerte, ni Jesucristo con Belial, ni el cirio conel infierno, le dirémos que declar'a la ¡!uel'l'a, que quirre do-minar, i que esclaviza la inteiijencia i la libertad del hombre.Calum niemos sus intenciones, si no lllcanzan10s a d('solar supaciencia; i cuando quiera que predique el sacrificio de lasJ/asiones, levantemos estas, dándoles derecho para todo: de in s-trulnentos que son, hap:ümoslas consejeras i ducilas de todoel hombre.)) Supicnif'1' opprima1n'Us cum.

Tal es el plan de los impíos, que se descuhre en sus libros;pe¡'secuclon semejante a la que la J¡,desia sufrió en los tristesdias del arrianismo, i que el gl'ande S. J-JiIario de Poitiersdeploraba tan elocuentemente dirijiéndose al Emperlldor Cons-tancio. Crria este ilustre Padre de la Iglesia ménos peligl'Osala pers~,eucion de los Neron i Domiciano, qlle la de los pérli-dos arrianos, que con discursos falaces, con lazos encubiertosi halagas aparentes, hacjan una cruda i tenaz guerrü a la santa

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-13-fp' rató!ic/I. ¡\"1I1IClJ71ljnamus conlra pCl'seCUIOl'fm .!lI11(¡cem,contra IlOstmn blantNentem. ( Liúr. con. Constan. )

Desconfiad de la funesta sabiduría que encierran todos loslibros de los incrédnlosj aprended a desechar las capciosas pala~bras de que se sinenj i no oIYideis que el siglo que se llama delas luces, no tíene fé en el que es Lu.z de L~I:;;,L1IZ wstll'l¡cial,i por eso -es la luz del mundo Jesucristo, que nos dijo:Yo soi la /1t;;;del m~mdo: el que me SI:Y7W no antia en ti-nieblas, mas tendra la lumbre de la vida." (JoanVl11. 12)jni en la Iglesia una, santa, católica, apostólica, que es la que con-serva en la tierra la luz ,crdadera, a Jesucristo Nuestro Senorrepresentado por su Vicario el sucesor de S. Pedro; pues a este,i a los demas Apóstoles, í en cabeza de ellos a todos sus suc-cesores, les dijo el Hijo de Dios: Vosotl'OS sois la lu;:; del1mtndo '( Math. v. 14. J. .

Precaveos contra los libros írrelijiosos, en los c.uales nues-tra Santa Uelijion es emilecida, calumniada, desfigurada; susbeneficios presentados como calamidades; cada cita es una men-tira; sus misterios son calificados de visiones, sus milagros deimposturas, sus mártires de fanáticos, sus doctoi'es de ignoran-tes, sus defensores de perseguidores, i sus mas crucles perse-guidores de hombres grandes dignos de la admiracion i del re-conocimiento de los siglos; e!l donde en fin, para cólmo dela impiedad i de la "perfidia se hallan convinados con tal mte,que no se atina que dañe mas a la relijion santa, si los elo-jios o los ultrajes, las concesiones hipócritas o los ,'iolentosataques que se le dirijen.

¡Padres i madres de familia I Precaved a vuestros hijoscontra los libros irrelijiosos. En las novelas, en las comedias,bajo diversas formas literarias entra diariamente el veneno envuestras casas: "uestros hijos lo beben" tambien fuel'U de ellas;vuestras inocentes hijas despiertan c\)n esas lecturas las pasiones,su imajinacion se exalta, su vida no es luego otra cosa quecontinuos i variados deseos, que entre otros mil males, que no110S atrevemos a espresar, producen el de la frivolidad del espi-ritu, haciendolas inútiles para Dios, inutiles para la sociedad,inütiles para sí mismas, i en fin desgraciadas, porque ántes deacabar de formarse su carácter en los hábitos "raves i sólidosde la virtud, se desvian por las sendas de lat'í1usion. Todoslos dias nos trae la experiencia algun hecho mas que cOIl1irmetristemente los rstrngos lflle las noyelns causan en la juventudfemenina. ¡1 lo saben los padres i las madres de familia! isienten ellos mismos tan funesto resultado! i a las veces lescuestan amargas lágrimas i pesadumbre imponderable contodo; se quedan en la misma inlliferencia! 1\ liai 10m-

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-1,,-bre bastante signiflcati\lo con que calificar semejaute iuliJ.cli·dad a Dios, a la Iglesia i a la misma naturaleza.

¡Sacerdotes del SerlOr, cooperadores de nuestro apostolado!Secundad nuestro débil exfucrzo, inculcando en 'el corazon delos fieles las impoltantes verdades que la Iglesia enseña. Jamas:'le ha cumplido tan literalmente la liga de los enemigos de-Cristo para buce¡' la guel'l'a a su cuerpo mfstico, como entrelos escritores irrelijiosos, que tienen por auxflial'cs a los hom-bres codiciosos, que se elll'iquecen, no ya con la sangre de laviuda i del huérfano, no ya con las injusticias· hechas a loshombres, sino con la sangl'e de Jesucristo nuestro Señol', cuyainestimable red~ncion hacen illlJ.tf1para todas las almas queayudan a corromper, contando con las pasiones en el iufametriltlco de libros impíos e inmcrales. Redoblad vuestra activi-dad en la enseñanza del catecismo a los niños i ·en la predica-clon de la palabra de Dios, como los ajentes del filosofismoredoblan la suya en propagar i difundir los malos libros. Ve-lad incesantemente, porque se multiplica bajo diversas formasla seduccion del espíritu de tinieblas, i la lucha con él tomacada dia mayol'es dimensiones. Que vuestras entrañas se con-muevan, i que os sea ardientemente amada cada alma en par-ticular, para no ahorrar trabajo, fatiga, tribulacfon, angustia,ni sacrificio alguno por librar las ovejas de Cristo de los laz05del filosofismo, 'de la herejía I de la corr1lpcion.

Pero advertíd al mismo' tiempo i predicad: «que la lei deDios es la que vivificá a los hombres i las sociedades: que ellaes la reguladora de todo lo que es conforme a la verdad, detodo lo que santifica, de todo lo que nos hace amables, de todolo que sirve al buen nombre, de toda virtud, de toda disciplinaloable.» San Pablo quiere que estos sean los continuos objetosde nuestro estudio; i no podemos prescindir de hacer la mismaexhortacion, considerando que de nada tenemos tanta necesidad,como de estrechar los lazos de la caridad, pal'a que desapa-rezcan de.eutre nosotros las causas de las disensiones civiles.La paz de la Iglesia depende en cierto modo de la tranquilidadde las naciones:» miéntras que las dos ciudades estén mezcladasen la tierra, dice San Agustin, nos servimos de la paz deBabilonia.» (De Civ. Dei. 1.19. c. 17.) La tranquilidad públicasirve a la Iglesia:para quitar a sus hijos un jérmen de tentacionesen la peregrinacion de la vida; no ciertamente siguiendo aquellapaz de molicie que embriaga i envenena los corazones, ni aaquellos hombres que usan de las cosas divinas para gozar del,mundo, sino a los que a ej('mplo del Apóstol se sirven del mundopara gozar de Dios. POI' ('sto mandaba San Pablo a Timoteo,q,ue «ante todas cosas se hicieran súplicas, oraciones, rcgath'as,

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-IS-acdones de gracias por lodos los hombres, í por lodos los COllS<4tituidos en altos puestos, para tene¡' una vida quieta i tranquilaen el ejercicio de toda piedad i honestidad, Porquc cosa es esta,añade, buena i agradable a los ojos de Dios,» Pidiendo a Diospor nuestros majistrados i por la tranquilidad de la República',le. pedimos por nosotros mismos, para que jamas se oiga otr1'1voz que la de la fraternidad i de la uníon, ni haya otro imperioque el de la Constitucion í las leyes; para que de este mod()vuelva la belleza de los antiguos tiempos, florezca la pura disci-plina, i reine Jesuel'Ísto sobre los pueblos i las sociedades; puesen los aciagos dias en que tantas veees hemos visto armadoslos pueblos contra Jos pueblos, la Iglesia solo puede a mediasinstruir, exhortar, correjii' i consolar a sus hijos enajenados>por las pasiones i ensordecidos a las voces de la fé i de la razono

Esto decíamos al clero i al pueblo de la Arquidiócesis alcntrar a desempeñar el cargo de pastor i maestro de la g¡'ei queel Señor nos encomendó: (1) esto repetimos con mayo:- estensionen dos ocasiones posteriores; (2) inculcando al' mismo tiempoel deber de c.onciencia de obedecer al gobierno, i vivir sometidosa las leyes dando a Dios lo que es de Dios, i al César lo quees del César; i esto mismo os repetimos ahora, Porque aunquE'los mandatarios se varíen, la autoridad que ejercen i el dcberde la obediencia jamas varían; la autoridad )l'jítima siemprc csla misma i sus deI'echos derivados de la autoridad de 1)ios, ticnenoríjen divino, porqne no hai potestad que no venga de Dios, ilas que existen son ordenadas por Dios.») Siempre yijilllnt('~para llenar nuestro ministerio mirando solo a Dios, «debemoacomodarnos a las circunstatU'ias de los tiempos, como exhOltabllSan Cipriano a su :c1er , atendiendo por la comun tranquilidadi bi'en estar de los ficles con aquella moderacion i 'mansedumbre,que es el carácter de los siervos de Dios,)) (Epist. IV.)

Finalmente, Venerables Hermanos i carísimos Hijos: llenodel espíritu de la Iglesia en el santo tiem po en que vamos a entrar,procuremos aplacar la justicia del Señor en el ayuno,en la oracion,en la penitencia, Hagamos subir nuestros jemidos i nuestrasoraciones hasta el tl'OUOdelAltisimo con losjemidos ilas oracionesde la Iglesia, qne pide misericordia i perdon por nosotros en elnombre de su Esposo; nombre úilico dado a los homhres debajodel cielo para poder sah'arse; nombre por el cual no nieganada el Padre conforme a la promesa del Hijo: e\1 el nombre

(1) Pastoral de 1.0 de Julio de 1!~;¡;,.(:1' Pastoralr~ de [," (le Xocictllbre ele 18;),), de 2::1 de

feb.rero de vn,;J.

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-16-ele JESUS al cual se doble {o(la rodilla en el Cielo, en la tierrai en el infierno. (philíp. 11. 10.). CONCEDE~OStambien para este año las mismas dispensasque tn los anteriores, ·con arreglo a las facultades que tenemosde la Santa Sede Apostólica.

1.v Podrá usarse de alimentos de carnes saludables enla cuaresma i en los demas dias de ayuno, i en los de abstinenciadel año COl! las escepciones que constan en la tabla formadapor nuestl'a Secretaría en 27 de Diciembre de 1836. Esta graciadurará hasta la víspera del miél'coles de Ceniza del ano de 1851.

2. v Todos los que quisieren hacer uso de la gracia espresüda.darán una yez en e.l afio de la concesion, i segun lo que sucaridad les sujiera, una limosna a la Ip;lesia parroquial de suresidencia. Los pobres, los jomaleros i los hijos de familia, re-zarán una vez en el ailO de la concesion treinta i tres padrenuestros en memoria de los treinta i tres ailos que Yivió Ntro.Seúor Jesucristo en la tielTa. Los privilejios de los indíjenasquedan en su vigor.

3.0 Los Curas hal'án poner una a1'quilla en sus iglesiaspara que echen allí los fieles las limosnas, o destinarán paraeste fin temporalmente la que hubiere en sus iglesias, aunquetenga otro objeto, Donde no sea fácil POllC:' la aJ'tluiJIa sedarán las limosnas al mayordomo de fábl'ica: él tomará tam-bien las que resulten de la arquiIla, i todas se destinarán a losreparos mas necesarios de las iglesias, especialmente de orna-mentos.

4.° I.os militares yeteranos i de guardia nacional en ser-"icio quedan dispensados de la abstinencia i del ayuno; peronopodrán promiscuar. Los militarcs retirados, o que no esten enservicio, seguiran la regla' comun de todos los fiele§ de laArquidiócesis.

Este edicto se publicará en J'\uestra Santa Iglesia Metro-politana i en las paI'I'OClui¡:tIes., Dado en Bogotá, a quince de enero de mil ochocientos icincuenta.

t ..Aba Jute C¡;;,jé) Q,{w~"/o~Jfo ele r2lJr:;¡otd.

El Secretario.CregoTio de Jer:rt/s Fonseca.

Imp. de "El Dia" por J. Arana.

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