Contratiempo 120 - Diciembre / Enero 2015

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CHICAGO, ILLINOIS, DICIEMBRE - ENERO 2015 NÚMERO 120 Deshoras: La pérdida, de Jorge Frisancho Mirada cómplice: Pieces of us Entrevista con Guillermo Arriaga

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En un abrir y cerrar de ojos hemos llegado a la primera quincena del siglo XXI. Uno de los factores sociales más importantes de estos primeros quince años ha sido la explosión de las redes sociales a través de Internet, en especial a través de Facebook, Twitter, YouTube e Instagram. El bombardeo de mensajes e imágenes a través de esas redes ha creado una saturación cuyos efectos sociales, políticos, económicos y culturales apenas empiezan a manifestarse y están lejos aún de ser comprendidos en su totalidad. En las páginas de nuestro dossier hacemos un intento por abarcar esa saturación y explorar sus manifestaciones.

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CHICAGO, ILLINOIS, DICIEMBRE - ENERO 2015 NÚMERO 120

Deshoras: La pérdida, de Jorge Frisancho

Mirada cómplice: Pieces of us

Entrevista con Guillermo Arriaga

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E n un abrir y cerrar de ojos hemos llegado a la primera quincena del siglo XXI. Uno de los factores sociales más importantes de estos primeros quince años ha sido la explosión

de las redes sociales a través de Internet, en especial a través de Facebook, Twitter, YouTube e Instagram.

El bombardeo de mensajes e imágenes a tra-vés de esas redes ha creado una saturación cuyos efectos sociales, políticos, económicos y culturales apenas empiezan a manifestarse y están lejos aún de ser comprendidos en su totalidad.

En las páginas de nuestro dossier, y bajo la coor-dinación de nuestra Directora de Arte, Olivia Lien-do, hacemos un intento por abarcar esa saturación y explorar sus manifestaciones.

En Deshoras, tenemos el gusto de que vuelva a nuestras páginas el poeta peruano Jorge Frisan-cho. En la sección, ofrecemos fragmentos de su excelente poemario La pérdida ( y otros poemas), muchos de cuyos poemas fueron escritos en Chi-cago, antes de su regreso al Perú.

La poesía también se hace presente en las páginas de la sección Tiempo Extra, con el debut en con-tratiempo de la poeta guatemalteca Vania Vargas; recomendamos en especial, de esa sección, la entre-vista al cineasta Guillermo Arriaga tras el estreno en Estados Unidos del proyecto Words with Gods, la reseña que del poemario Francisco de Alda Merini hace José de María Romero Barea, y el artículo sobre las batallas culturales en México en torno al libro 80 años: las batallas culturales del Fondo del periodista cultural mexicano Gerardo Ochoa Sandy.

Dirigimos también la atención de los lectores hacia el trabajo que la poeta y artista puertorriqueña Noelia Cruz hace sobre la muestra colectiva Pieces of Us, que ocupa páginas centrales y donde se destaca la instala-ción en torno a los 43 estudiantes normalistas desapa-recidos en el estado mexicano de Guerrero, cuyo caso ha desatado una crisis política profunda en ese país.

Esperamos que disfruten estos contenidos, y a nombre de todo el equipo que hace posible contra-tiempo les deseamos un muy feliz 2015.

DICIEMBRE 2014 • NÚMERO 120

TIEMPO EXTRA3 Poemas de Vania Vargas

4 De fondos y batallasGerardo Cárdenas

5 Francisco: resplandor y estiércolJosé de María Romero Barea

6 Words with godsEntrevista con Guillermo Arriaga y Lucas AkoskinAndrea Ojeda

8 The City Lost and FoundTransformación de las ciudadesTanya Victoria

9 Esa pinche eternidadJulio Rangel

10 CONTRAFOTOIgnacio Guevara

CONTRAFOTO10 Arturo Richardson

MIRADA CÓMPLICE12 Artelitas: Pieces of UsNoelia Cruz

DOSSIER14 La era de la hiperdocumentaciónOlivia Liendo

15 Un mar de ventanas resplandecientesJulio Rangel

16 Crónica de una muerte (o nacimiento) anunciadosNerea Dolara

18 #activismoconselfieCatalina María Johnson

19 Niños viralesLuis Alejandro Ordóñez

20 Nuevos avatares de la tortugaMarco Escalante

DESHORAS22 Gerardo Cárdenas

23 Poemas de Jorge Frisancho:La pérdidaEl eterno retornoMetapoética IIIMetapoética IVMetapoética V

contratiempoDIRECTIVAGerardo Cárdenas, Jochy Herrera, Moira Pujols, Rod Slemmons, Helen Valdez, Ellen Wadey Placey

DIRECTORA EJECUTIVAMoira Pujols

DIRECTOR EDITORIALGerardo Cárdenas

DIRECTORA DE ARTE Olivia Liendo

CONSEJO EDITORIALAndrea Ojeda, Catalina María Johnson, Gerardo Cárdenas, Julio Rangel, Luis Alejandro Ordóñez, Marcopolo Soto, Noelia Cruz, Olivia Liendo, Kim Potowski, Rafael Franco, Rey Emmanuel Andújar, Stephanie Manríquez, Verónica Lucuy Alandia

COLABORADORESArturo Richardson, CHema Skandal!, Febronio Zatarain, Ignacio Guevara, Jochy Herrera, Jorge Frisancho, Marco Escalante

La revista contratiempo es una publicación gratuita que se imprime y distribuye diez veces por año a la comunidad hispanohablante de Chicago

contratiempo is grateful for the past

and present support of The Chicago

Community Trust, the Richard Driehaus

Foundation, the Field Foundation of

Illinois, the Illinois Humanities Council,

the Illinois Arts Council, the City of

Chicago Department of Cultural Affairs,

the International Connections Fund of

the MacArthur Foundation and individual,

institutional and corporate donors, and

the contribution of writers, artists and

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© contratiempo nfp1900 South Carpenter, Chicago IL 60608. (312) 427 5450

INFORMACIÓN SOBRE LA REVISTA, PUBLICIDAD O SUSCRIPCIONES: [email protected]ÍO DE COLABORACIONES:Gerardo Cárdenas [email protected]ÍO DE ILUSTRACIONES Y FOTOGRAFÍAS:Olivia Liendo [email protected]

VISÍTANOS EN: contratiempo.net

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L a ilustración de portada es una obra original para contratiempo de CHema Skandal!. El artista gráfico es originario de la Ciu-dad de México y actualmente reside en Chicago. Su trabajo ha sido publicado en diversos medios y formatos, desde fanzines

hasta catálogos de museo y ha sido exhibido en varios continentes.Actualmente reparte su tiempo entre proyectos para diversos clientes

así como personales y creativos varios, además de musicales y documen-tales. Prepara su primera gran exposición para el 2015 en Chicago, Illinois la cual se titula “Unmasked!”.

Mayor información: www.chemaskandal.com

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POESÍA

Hay días en que me acuerdo de diosde las cosas que tengo pendientesde las veces que he creído encontrarel amory que quizá tampoco me bastencuando vuelva a topármelosen una esquina cualquieray por última vez los escuchecargar sus armasa la altura de mi vientreo de mi sieny no quede historiani miedosolo esta soledadsobre el asfaltohecha mil pedazos

Llegó el día en que me contaronque lo habían visto con su nueva novia

Bien por élpensé

No alcanzamos a verla bienme dijeronpero se miraba insignificanteno tenía gracia

Dos semanas más tarde me contaronque lo habían visto otra vezahora más de cercay estaban admirados

Esme dijeronigualita a usted

Adentro suena la Toca y fugaen D menor de Bach

Afuera tres disparos / sobresalto y miedo

El órgano continúa su marcha

Un hombre corre y dobla la esquinael otro se dobla sobre sí mismo dentro del auto

Herido / toma su armasu mirada se clava en la nada y dispara

Llegan los bomberos dispara

¿Qué ve? dispara

La muerte sigue avanzando hacia élimplacable

Poemas de Vania Vargas

Vania Vargas. Quetzaltenango, Guatemala, 1978. Poeta y narradora. Licenciada en Letras por la Universidad de San Carlos de Guate-mala. Autora de los libros de poesía Cuentos infantiles (Catafixia editorial, 2010), Quizá ese día tampoco sea hoy (Editorial Cultura 2010), y Los habitantes del aire (Editorial Cultura 2014). También es parte de Microfé: poesía guatemalteca contemporánea (Ca-tafixia editorial, 2012) y El futuro empezó ayer, apuesta por las nuevas escrituras de Guatemala (Catafixia editorial, 2013). Su tra-bajo narrativo se incluye en las antologías Brevísimos dinosaurios (CCE, Guatemala, 2009), y en Ni hermosa ni maldita, narrativa guatemalteca actual (Alfaguara 2012). Actualmente trabaja como correctora de estilo y como periodista cultural. Los poemas aquí seleccionados corresponden a: Quizá ese día tampoco sea hoy.

Pequeña muerte.

Óleo sobre tabla, 20 x 30 cm

José María Martínez

http://josemamartinezh.blogspot.mx

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CRÍTICA

E n Estados Unidos es impensable la gestión cultural desde el gobierno, sea federal o estatal. Solo algunos gobier-nos municipales, y esto en ciudades

grandes, apoyan de manera limitada a la cultura y lo hacen más como un soporte para el turismo que a partir de una política específica de ayuda a la literatura, las artes plásticas o la música.

La gestión cultural en este país depende del funcionamiento y crecimiento de organizaciones privadas, y del apoyo financiero de organizacio-nes filantrópicas: unas y otras agrupadas bajo la higiénica figura del non profit o “sin fines de lucro”, representada fiscalmente como 501(c)3, una clasificación en la ley de impuestos federal que agrupa al inmenso sector de las ONG’s.

Los fondos para apoyar actividades cultu-rales requieren de una abierta, pareja y feroz puja de las organizaciones culturales ante las filantrópicas. Este es el principal filtro: los proyectos más sólidos o más astutos –que no necesariamente los de mayor calidad—ganan. Pero no existe el concepto de subsidio, porque estos fondos deben volver a disputarse con periodicidad determinada. El panorama es mu-cho más parejo, y conlleva una precisa rendi-ción de cuentas no solo ante el fisco, sino ante el público ya que el ejercicio de estos fondos está abierto a la inspección general.

Ningún sistema es perfecto. Siempre se podrá deplorar la ausencia de una “política cultural” oficial en EE.UU. Pero, por otro lado, son raros los casos de clientelismo, la sujeción a la teta de la beca oficial, o corrupción.

Es por ello difícil, desde aquí, analizar la po-lémica que se ha desatado en México en torno a la gestión cultural a partir del 80 aniversario del Fondo de Cultura Económica, la mayor editorial de ese país y una de las más grandes de América Latina.

Para aproximarse a esta nebulosa, es necesa-ria la perspectiva histórica. De ahí la importan-cia de un libro como 80 años: las batallas cultu-rales del Fondo del periodista cultural y escritor mexicano Gerardo Ochoa Sandy. Irónicamente, el libro existe sólo en formato digital, publicado por la joven editorial Nieve de Chamoy.

Independientemente del formato, el libro aporta una visión valiosísima: la de la historia, y ésta contada en las voces de quienes crean, for-talecen y dirigen el FCE con el paso del tiempo, comenzando con Daniel Cosío Villegas.

No son voces en el vacío. Con cuidadosa contextualización y selección, Ochoa San-dy las rescata y las pone en el contexto de la historia del México pos-revolucionario, y de la inquietud de José Vasconcelos, Cosío Villegas y

muchos otros por educar a un país malherido, pobre y analfabeta; por poner en manos de una joven sociedad los instrumentos de un futuro más promisorio. El único garante de esa misión gigantesca es el Estado, pero ahí mismo reside el mal que habrá de contaminar a la gestión cul-tural: esta se ve atrapada en los mismos juegos políticos que terminan por sepultar a los ideales de la Revolución. La misión nunca se cumple, y el debate queda permanentemente abierto.

Baste este apunte que Ochoa Sandy hace sobre el legado de Cosío Villegas al frente del FCE para traer el debate al tiempo actual. Cosío Villegas … “colocó las bases de la relación entre las instituciones culturales y el Estado en México durante el siglo XX. La editorial nació con el apoyo del Estado pero defendió su de-recho a definir su propia línea editorial, atenta a lo que requería México y Latinoamérica, sin subordinarse a los criterios de un Gobierno o una autoridad. El intelectual inspira el proyec-to, el Estado lo vuelve institución, el editor lo guía. Los malentendidos y los equívocos, los forcejeos y los ajustes, las claudicaciones y las rupturas son las estaciones periódicas de esta relación. La meta final, siempre inconclusa, es una sola: la política de las instituciones culturales debe definirla comunidad cultural desde la perspectiva laica. La relación no ne-cesariamente debía ser tortuosa. Lo confirma el capítulo del exilio español, una decisión de política exterior que benefició diversas facetas de la vida en México, el Fondo entre ellas”.

Estamos en el siglo XXI. ¿De qué manera nos orienta este libro para arrojar luz sobre el actual debate? La historia narrada por Ochoa Sandy nos muestra a un FCE que lucha por mantener su identidad, no solo como ente editorial sino como abanderado de una visión latinoamericanista de la educación y la cultura en medio de tormentas políticas generadas por las tentaciones del poder presidencial para imprimir su sello personal o su autoridad, o de los vaivenes de las transiciones que vive México desde el 2000. El regreso del Partido Revolu-cionario Institucional al poder, y la controver-sia generada por el propio director del FCE, José Carreño Carlón, al utilizar al Fondo para apuntalar al presidente Enrique Peña Nieto, hacen urgente una reflexión que parta de su historia, de los motivos tanto políticos como culturales que lo hicieron posible.

Es muy distinto el país en el que nació el FCE hace 80 años al México actual. Algo no ha cambiado: en el debate sobre la vida pública, la gestión cultural sigue jalonada por lo político. Se creó el FCE para acercar la lectura a un país que

no leía. Ochenta años más tarde, el país sigue sin leer. Tanto el PRI como el conservador Partido Acción Nacional han ejercido la titularidad del gobierno, y desde ella han jalonado e interve-nido en la política cultural. Desde el FCE se ha intentado, a veces con más éxito y otras con menos, apuntalar e impulsar la independencia de pensadores, escritores, gestores y editores. Ese objetivo final, que perseguían Cosío Ville-gas, Alejandro Orfila o José Luis Martínez, es factible solo desde una relectura y comprensión de la historia. La que narra Ochoa Sandy, rica en anécdotas, con la minuciosidad del periodista y del investigador, nos acerca a esa relectura a tra-vés de las batallas que gestaron y siguen marcan-do a una aventura editorial única en el mundo.

Gerardo Cárdenas, periodista y escritor mexicano, es director editorial de contratiempo.

De fondos y batallasGerardo Cárdenas

Portada de 80

años: las batallas

culturales del

Fondo, por

Gerardo Ochoa

Sandy.

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CRÍTICA

“ Al igual que Saulo de Tarso/ fui desar-zonado, / fui arrojado al suelo, / y milagrosamente me levanté desnudo. / Desde entonces, cada elemento terre-

nal/ alcanzó un resplandor incomparable” (p. 21). El mundo físico sirve de vehículo a Alda Merini (1931 - 2009) para expresar sus ideas. En su poemario Francisco. Canto de una criatura (Vaso Roto, Poesía, 2014), en lugar de símbolos abstractos, la poeta italiana se vale de los objetos cotidianos. Se nombra al ser humano y se incluye todo lo no humano: “Oh muerte, / a la que todos ven repugnante e infeliz, / eres la virgen extraordinaria/ que me liberará de este estiércol” (p. 63).

En Francisco, la poeta se esfuerza por reconciliar la belleza y el sufrimiento, la vida y la muerte. Donde otros encuentran un principio unificador para sí mismos en la religión, la moral o la búsqueda de la verdad, Merini halla el suyo propio en la poesía: “Me siento abandonado/ por ti, Señor, / como

aquel que se hace esperar/ durante largo tiempo, / como el enamorado/ que hace vibrar/ las cuerdas de su silencio” (p. 97).

El poemario Francisco es cristiano en imaginería y concepto. Se ocupa de la vida monástica de Francisco de Asís, su peregri-nación, pobreza y muerte. Los poemas son plegarias cuyo único motivo es la búsqueda de Dios: “Ningún rostro/ era más bello que el tuyo/ ni más eternamente adolescente. / Era en sí un volcán de fuego, / Señor, / que no se apaga nunca, / casi echado del infierno / y ascendido directamente al cielo” (p. 119).

Basado en los escritos de los místicos, el patrón esencial del libro es una inversión de la mística. Dios no es luz en la oscuridad; no es Padre, sino Hijo; no es Creador, sino Creado: “Mi relato de fe/ no es una narra-ción/ ni tampoco un respiro humano; / tú me hablas a través de su boca, / yo silabeo un enigma/ que no puedo comprender. / Soy Francisco, / aquel que, arrullado por Dios, /

cura sus sábanas sucias/ con oscuros diamantes” (p. 155).

Dios es la fuerza de la vida o la naturaleza, conciencia panteísta que no es conscien-te de su propia existencia. Resultado final en vez de cau-sa primera, Merini no niega su existencia, pero insiste en que todas las posibilidades de vida merecen la misma consi-deración: “Oh niño solitario e infeliz, / que soy yo, / niño ultrajoso y ultrajado/ que tardó en creer en su Creador, / niño sin morada, / niño que danza como un juglar/ frente a tu cruz” (p. 175).

El tema de Francisco es la vida interior de un poeta, su lucha por comprender y ser com-prendido, y por encima de todo, los peligros que entraña esa lucha. Apoteosis de la poesía como religión, el poemario se ocupa del papel del poeta en la sociedad y sus dudas internas sobre la superioridad de su arte. Francisco es la búsqueda de un significado más profundo a través de la poesía.

Alda Merini comenzó su carrera poética muy joven y pronto se ganó la atención y la admiración de escritores italianos como Giorgio Manganelli, Salvatore Quasimodo y Pier Paolo Pasolini. Su intenso, apasionado y místico estilo la define como una de las poe-tas más intensas en lengua italiana. En 1996, fue propuesta por la Académie Francaise para el Premio Nobel de Literatura. En 2007 ganó el premio Elsa Morante Ragazzi con Alda e Io - Favole escrito en colaboración con el fabulista Sabatino Scia. En castellano, Vaso Roto Ediciones ha editado Cuerpo de amor, Magnificat y La carne de los ángeles.

La traducción de Francisco, a cargo de la poeta y filósofa mexicana Jeannette L. Cla-riond hace justicia a esta exaltación poética de la vida por encima de la religión. Crónica de la pérdida de una ilusión, la poeta italiana se aferra a los poderes creativos y transfor-madores del arte. Habiendo fracasado en su empeño por representar con precisión a Dios en su poesía, Merini intenta lo imposible: transformar la vida en arte.

José de María Romero Barea (Córdoba, España, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor, crítico y periodista cultural.

Francisco: resplandor y estiércolJosé de María Romero Barea

Izq. inf.

Alda Merini.

Fragmento de

la portada del

libro Il suono

dell’ombra.

Editorial

Mondadori.

Der. sup.

Portada de

Francisco. Canto

de una criatura.

Vaso Roto,

Poesía.

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CINE

C iertos temas no se tratan en la mesa: religión, sexo, política y drogas. Pero si no se habla de ellos, entonces la conversación se puede llevar a otro

espacio como la pantalla. Esta fue la idea del escritor y cineasta mexicano Guillermo Arriaga: la de captar estas conversaciones por la vía del cortometraje, en cuatro entregas temáticas.

La primera entrega, que explora la relación entre cultura y religión, es una colección de nueve cortos, coordinada por Arriaga, curada por el escritor peruano y premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, y musicalizada por Peter Gabriel.

La colección, titulada Words With Gods, que explora cómo el ser humano se comunica con sus dioses en la espiritualidad aborigen, el catoli-cismo, el islam, el judaísmo, el budismo sintoísta, el cristianismo ortodoxo, la fe umbanda, el hin-duismo y el ateísmo, fue uno de los platos fuertes del 50 Festival Internacional de Cine de Chicago a donde el propio Arriaga, y el productor Lucas Akoskin acudieron para la premiére americana. Contratiempo conversó con ambos.

A destacar de Words with Gods que sus corto-metrajes cuentan con la dirección de cineas-tas renombrados, ¿cierto?

Guillermo Arriaga: Creo que tenemos a los mejores directores del mundo, sin lugar a dudas. Tenemos a un doble ganador de la Pal-ma de Oro, como Emir Kusturica; a uno de los reyes del cine de terror, como es Hideo Nakata; a nominados al Óscar, como Héctor Babenco y Mira Nair; a ganadores de Venecia, como Álex de la Iglesia, etcétera.

Y el director israelí Amos Gitai...GA: Amos Gitai ha ganado tres veces el pre-

mio del jurado en Cannes. Ahora en Venecia, él tenía otra película en competencia. De la Iglesia también. Amos Gitai es uno de los mejo-res directores del mundo hoy día.

Muy interesante su pieza, con ese plano-secuencia de una sola toma...

Lucas Akoskin: ...con como 300 actores, con lluvia, animales, fuego, un coro. Todo sin cortar.

¿Cómo surge el concepto?GA: El concepto surge como necesidad de

tener un compromiso como cineastas. Tene-mos un compromiso de incidir de alguna ma-nera, si bien no en las respuestas, sí en las pre-guntas. La gente se formula preguntas después de ver esta película, y esa, creo, es la función del arte. En sí este es un proyecto más ambi-cioso que se llama The Heartbeat of the World,

que serán películas sobre los cuatro temas de los que no se debe hablar en la mesa: religión, sexo, política y sustancias. En Brasil me dijeron agrega el futbol (risas). Pero creo que debemos hablar de estos temas sin pelearnos. El lema de Words with Gods es: It’s time to know each other; es tiempo de conocernos, tiempo de saber quién es el otro. Y cuando la gente ve la película, te das cuenta de que las preocupacio-nes que se tienen en un lugar del mundo, son exactamente las mismas que yo tengo en otro lugar del mundo. Por ejemplo, el corto brasi-leño habla de cómo la religión ayuda a superar la muerte de un hijo, y el corto japonés habla de la necesidad de cómo una religión puede ayudar a aliviar la muerte de los seres queridos. Y así vamos viendo que somos más parecidos de lo que suponemos y así vamos abriendo una puerta al diálogo. De ahí surge la idea, de la ne-cesidad de abrir puertas al diálogo para hacer un poco mejor este mundo. Esa es nuestra contribución como cineastas.

Hay un abanico que cubre, no todas las religiones pero sí las mayores. Comentá-bamos antes que una de las visiones que no está ahí es la del protestantismo americano, especialmente la vertiente más actual que es más radical en su visión, pero que finalmente le ofrece mucha esperanza a un montón de gente. ¿Fue una decisión específica no ir por ahí, o no ir por el tema de la indiferencia, que no es lo mismo que el ateísmo?

GA: Bueno, buscábamos primeramente directores que tuvieran un prestigio y luego, no todos los directores quieren hablar de la reli-gión; no fue fácil. Por ejemplo, muchos directo-res protestantes que les decíamos, decían no.

LA: O hubieron casos de directores que son 100% judíos, más que un rabino, y éstos decían no, yo no soy judío. O sea, sí se identifican con la religión, pero no es algo de lo que quieren hablar.

Y todos los directores con los que hablaron obviamente se identifican con la religión de la que hablan...

GA: Esa era una de las condiciones. O que fueran creyentes o que culturalmente fueran muy cercanos. Por ejemplo Héctor Babenco: él es judío, no practicante, pero lleva viviendo 50 años en Brasil, ha hecho documentales sobre umbanda y sus mejores amigos son um-banda. Conoce y sabe de lo que está hablando. No queremos visiones foráneas; no queremos un mexicano católico hablando de islam. Sí le propusimos a directores americanos hablar del protestantismo, pero dijeron: yo no lo voy a hacer. Tampoco puedes forzar a nadie.

Tratamos de buscar a alguien para hablar de religiones africanas, pero no se pudo.

LA: Tuvimos también un dilema con Mira Nair que ella vive la mitad del año en Uganda y la otra mitad en India. Entonces, dependiendo de donde ella iba a estar, su película iba a ha-blar de África o de la India. Y las dos eran muy importantes, pero al final se dio que ella iba a estar en Mumbai y era mucho más fácil hacer la producción ahí. También buscamos gente relacionada con religiones más contemporá-neas, como la cienciología, pero eso resultaba mucho más delicado, porque el que está aden-tro no puede hablar de lo que pasa y el que se fue tiene miedo de hablar de la iglesia, por sus muchas reglas al respecto.

GA: Y también, volviendo al ejemplo de Ba-benco, me dice: vamos a hablar de estas nuevas iglesias que hay en Brasil

Las mega-iglesias…GA: Exacto, pero ya hablamos de catolicis-

mo, ya hablamos de cristianos ortodoxos, y no quisiera hacer un énfasis en el cristianismo. Hablar más de Jesucristo iba a ser una orienta-ción más cargada hacia una sola vertiente.

¿Y conseguir un director cubano para hablar de la santería y las religiones africanas?

GA: Pues no hay ahora un director cubano de la talla de lo que buscamos, directores que tuvieran un peso en la cinematografía mundial. Hay gente que me dice, ¿por qué no hablas de esto? Pues porque no hay un director que, yo por lo menos, le tenga un gran respeto y ade-más pueda hablar de ello.

LA: El más joven en carrera es Warwick Thor-nton, el australiano, que fue un desafío también, porque había que encontrar a alguien que fuera aborigen y que fuera reconocido mundialmente. Warwick ganó la Cámara de Oro en Cannes, y además es aborigen y vive en medio de una comunidad aborigen; quizás es el más joven del grupo, pero brinda una mirada muy honesta.

Muchas de las historias son vistas desde el punto de vista de los hombres. Está la pers-pectiva de la mujer en la australiana, pero en general casi todos los personajes son hom-bres. ¿Pareciera que la religión es un tema más bien masculino?

GA: Bueno, la verdad no nos pusimos a pen-sar en feminismo. Simplemente respetamos la perspectiva de cada director; no era una línea la igualdad de géneros, sino la perspectiva que cada quien tuviera. Invitamos a muchas muje-res a participar, pero algunas se nos rajaron a la mitad del concepto. Susanne Bier iba a dirigir

WORDS WITH GODS

Entrevista con Guillermo Arriaga y Lucas AkoskinAndrea Ojeda

Fotografías cortesía de Words With

Gods

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CINE

judaísmo y al final dijo que no. Andrea Arnold, en fin, buscamos muchas mujeres.

LA: Y claro, hay que considerar que todos estos son directores que además tienen ya sus largometrajes en los que están trabajando y esto lo tenían que involucrar en una franja de tiempo que no afectara el resto de su trabajo, así que por eso también mucha gente con la que hablamos inicialmente no pudo participar.

GA: Obviamente queremos mujeres en el proyecto, pero también, no hay muchas mujeres que tengan este peso que estamos hablando. Buscamos a Sofia Coppola, pero ella dijo: yo de religión no quiero hablar (risas). De hecho, la mayor parte de la gente me decía: a esto no, pero invítame a sexo (más risas).

¿Pueden los directores elegir su tema?LA: Pues más que nada se trata de dispo-

nibilidad de tiempo. Tenemos directores que iban a participar en Words with Gods que al final no pudieron, por contratos actuales, pero que van a participar en la siguiente.

Las siguientes etapas, ¿cómo van?GA: Estamos buscando financiamiento para

sexo. Que por cierto, quiero aclarar que sexo no es una película erótica. Vamos a hablar de temas que creemos son importantes que hable-mos, por ejemplo el trato de blancas, el aborto, el matrimonio gay.

LA: Para las cuales ya tenemos como la mi-tad de los directores, aunque aún no podemos revelar sus nombres.

¿Qué es lo que atrae, qué hace que estas gran-des figuras les digan a ustedes: voy?

GA: Primero que nada, muchos de ellos son amigos. Luego, afortunadamente, el trabajo previo ayuda a que crean en el proyecto; cuan-do yo les hablo, como colegas, cuando explica-mos que aquí no tratamos de hacer proselitis-mo, entonces se interesan.

LA: Y es el interés por contribuir al mundo, a la sociedad.

GA: El primero en subir a bordo fue Emir Kusturica, quien cuando hablé con él me dijo: esto se tiene que hacer. Luego entonces, ya con su nombre ahí, resultó mucho más fácil convencer a los demás.

Entonces son las cuatro películas...GA: Words with Gods es religión; Encounters,

sexo; Polis, política; e Into the Bloodstream, sustancias.

Andrea Ojeda, mexicana, es integrante del consejo editorial de contratiempo

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ARTE

D urante las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX, las ciuda-des estadounidenses sufrieron profundas transformaciones en

un contexto de decadencia urbana y masi-vas protestas políticas; la incertidumbre, el ambiente de transformación social, política y cultural sacudieron a las grandes urbes –Nueva York, Chicago y Los Ángeles—, y fue precisamente durante esos momentos de tensión que artistas, cineastas, fotógrafos y activistas transformaron esas condiciones en oportunidades para reconsiderar las pro-puestas estéticas del momento.

The City Lost and Found, que se presenta en el Art Institute del 26 de octubre de 2014 al 11 de enero de 2015, es la primera expo-sición que explora este periodo en que los artistas enfocan su estudio en la complejidad que viven las ciudades, la transformación de la transportación masiva, la arquitectura, el cine y el periodismo, en momentos clave de reivindicaciones sociales. Este proyecto reú-ne una amplísima gama de medios, reunidos de entre más de treinta colecciones y más de doscientas ilustraciones, diapositivas, colla-ges y libros producidos entre 1960 y 1980.

La muestra explora profundas interco-nexiones entre las prácticas artísticas y las realidades políticas y sociales a través de trabajos de artistas como Bruce Davison, fotógrafo nacido en Oak Park, quien hizo un estudio de la avenida Harlem, una de las prin-cipales arterias al oeste de Chicago, a lo largo de dos años entre 1966 y 1968. La exposición cuenta también con trabajos de Allan Kaprow, quien revolucionó las prácticas del perfor-mance al entender que el arte no se centra solamente en objetos estáticos, sino que se mueve y se siente a la manera de un expre-sionismo abstracto en acción. También se destacan las obras de Martha Rosler, ensayista y fotoperiodista, quien fue una de las autoras más influyentes del feminismo estadouniden-se y que investigó las estructuras ideológicas desde un enfoque cargado de ironía.

Deben subrayarse también la presenta-ción de trabajos del movimiento colectivo ASCO de Los Ángeles, California (ASCO viene precisamente de la palabra en español “asco”); la función principal de este movi-miento fue dar una respuesta a las condicio-nes socioeconómicas y políticas que rodea-ban a la comunidad chicana en el Este de Los Ángeles entre 1960 y 1980. Los cuatro miem-bros de ASCO –Harry Gamboa, Jr., Gronk, Patssi Valdez, y Willie Herrón— expresaron

su disgusto, su asco ante el establishment, ya que las galerías de arte angelinas no tenían interés en la cultura chicana, y devaluaban al movimiento chicano como algo surgido exclusivamente de las pandillas y sin perte-nencia al mundo del arte.

The City Lost and Found ha sido montada por el Art Institute de Chicago y el Museo de Arte de la Universidad de Princeton,

y curada por Katherine A. Bussard, de Prin-ceton, Alison Fisher, del Art Institute, y Greg Foster-Arroz, de Columbia College.

Tanya Victoria, mexicana, reside en el área de Chicago.

THE CITY LOST AND FOUND

Transformación de las ciudadesTanya Victoria

Romare Bearden, The Block II (detail), 1972. Collection of Walter O. and Linda J. Evans.

De la exposición The

City Lost and

Found,

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N Ú M E R O 1 2 0 | 9contratiempo

TIEMPO DE SOBRA

D esde hace año y medio pienso en ese arco tenso que abre la espera del autobús. El autobús de la aveni-da 35, que viene del oeste profundo

a culminar su ruta en el este, cerca del lago.Cruzar Bronzeville por la mañana, una vez

dejados los pasajeros que transbordan en la línea roja (estadio de los White Sox, donde abordo yo el autobús) y en la verde (IIT). Transitar, pues, por el enclave afroamericano, con sus núcleos en torno al McDonald’s, su pequeño ecosistema de economía informal (venta discreta y ambulante de calcetas, dis-cos y películas piratas).

Pasar a zancadas vigorosas (o a paso ligero, cuando ya no te importa llegar tarde) frente a la ferretería Meyer, que en la década de los veinte –en la efervescencia del Jazz Age– fue un templo donde oficiaron Louis Armstrong y Ella

Fitzgerald, entre otros; vórtice nocturno de la modernidad, hoy aparador de hornos y ventila-dores que aun visitan jazzófilos de otras latitu-des como peregrinos en busca de tierra santa.

Y pasado el Martin Luther King Drive, en el strip mall, el ágora intenso del Donkin’ Donuts, donde las mesas se animan con fuertes e infor-mados debates sobre política local, que al alcalde harían atragantar y a los funcionarios ruboriza-rían de vergüenza, si tal cosa conocieran.

En Cottage Grove, la ansiada playa donde en-cuentra reposo el navío de la CTA, antes de volver a recorrer la avenida 35, ahora en sentido opuesto.

Pero ese paréntesis de vida urbana solo se despliega una vez cumplida la espera del ingra-to autobús, que tarda, dioses, lo suficiente para que Penélope deshaga los tejidos de la cordura, en el ejercicio de mirar en lontananza para distinguir la proa chata que ya viene. O no. O

la decisión de hacer a pie la geografía matinal del comercio cotidiano. El diálogo de banqueta a banqueta, entre los camiones que abastecen a los mini-marts.

Despotricar por la larga espera (los férreos patrones de segregación, la geografía política de Chicago al desnudo) o practicar la paciencia, o sentir que la indignación es como esa arenilla de los huesos viejos, que mentar la madre no es fácil cuando no hay un destinatario individual sino un laberinto impersonal, un sistema. Una inercia como una pleamar.

“Esa pinche eternidad” suspiras, y luego decides que es buen título para un poemario.

Julio Rangel, poeta mexicano, es integrante del consejo editorial de contratiempo.

Esa pinche eternidadJulio Rangel

Ken Josephson, Chicago, 1969. Detail. The Art Institute of Chicago, Gift of the School of the Art Institute of Chicago

De la exposición The

City Lost and

Found,

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CONTRAFOTO

Arturo Richardson

CONTRAFOTO Ignacio Guevara

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Tantos recorridos, tantas historias de inmigración que encuentran en común una sola cosa: el idioma español. contratiempo ha creado Ediciones Vocesueltas para diseminar y promover la literatura escrita en español en Chicago. Estos proyectos de publicación conjunta con los autores han dado frutos desde el 2007, habiéndose publicado seis libros a la fecha. Debemos un agradecimiento especial a los autores publicados en Vocesueltas, cuyo ímpetu, talento y generosidad han hecho posible el establecimiento de este sello editorial.

EDICIONES

VOCESUELTAS

Información: [email protected]

EDICIONES VOCESUELTAS

02 En la 18 a la 1. Por: Escritores de contratiempo en Chicago Precio US$14.99. 1a. edición (Septiembre, 2010). En español. ISBN: 978-09800042-5-0

04 Jaleos y denuncias. Por: Stanislaw Jaroszek Precio: US$14. 1a. edición (Abril, 2010). En español. ISBN: 978-098000424-3

06 Vocesueltas: Cuatro cuentistas de Chicago. Por: Raúl Dorantes, Bernardo Navia, Fernando Olszanski y om Ulloa Precio: US$ 15. 1ª. Edición (agosto, 2007). En español. ISBN-13: 978-0-980004205

01 A veces llovía en Chicago. Por: Gerardo Cárdenas Precio US$12.95. 1a. edición (Marzo, 2011) . En español. ISBN: 978-09800042-67

03 Extrasístoles (y otros accidentes). Por: Jochy Herrera Precio: US$ 19.99. 1ª. Edición (abril, 2009). En español. ISBN-13: 978-0-9800042-3-6

05 Desarraigos: Cuatro poetas latinoamericanos en Chicago. Por: Jorge Hernández, Febronio Zatarain, Juana Iris Goergen y León Leiva GallardoPrecio: US$ 15. 1ª. Edición (mayo, 2008). En español. ISBN-13: 978-0-980004212

01 02 03 04 05 06

contratiempo nfp es una dinámica y multifacética organización sin fines de lucro que se ha convertido en el epicentro del periodismo cultural y la literatura inmigrante en Chicago. La misión de contratiempo nfp es promover los aportes culturales de la población latina hispanohablante en Estados Unidos.

contratiempo es• La revista contratiempo • El taller de creación literaria• Poesía en Abril• Ediciones Vocesueltas• Lectura, diálogo y performance

www.contratiempo.net

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MIRADA CÓMPLICE

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MIRADA CÓMPLICE

E n La Villita, el colectivo Artelitas desarrolla un modelo artístico de autogestión comunitaria enfocado en la práctica, producción y diseminación

de obras de arte que refleja la voz de artistas en los barrios de la ciudad. El colectivo compuesto por Adi Patrón, Amara Betty Martin, Sara Cortés, Rosa Huerta, Érica Sánchez y Alyssa Stone, surge como respuesta a la búsqueda de nichos cultu-rales en los cuales se pudiese activar, promover y exponer arte desde un contexto comunitario incluyente. Como parte de estos encomiables esfuerzos culturales, la organización produce exhibiciones en las cuales incluyen el trabajo de decenas de artistas locales que mantienen además un espacio de diálogo abierto el primer jueves de cada mes a través de las ondas radiales de la estación comunitaria WLUW 88.7.

El pasado viernes 14 de noviembre de 2014 Artelitas presentó la apertura de una exhibi-ción colectiva titulada Pieces of us. La misma consistió en piezas a pequeña escala que no excedían las 10 pulgadas en tamaño. Este fue el parámetro curatorial que definió la colec-ción. El evento incluyó el trabajo de los artistas locales Adi Patrón, Alfredo Díaz, Alyssa Stone, Amara Betty Martin, Briana Gaitán Soria, Christine Gutiérrez, Christopher N. Thomo-poulos, Constance Kostrevski, Diana Solís, Eddie Morfín, Edgar González-Baeza, Edwin V. Franco, Elizabeth Ávila, Érica Eliza Sánchez, Fátima García, Frances Rubi Guillén, Francesca Vitali, Gabriel Yogi Roa, Iván Soto, Jaime Men-doza, Jenese Jackson, Jessica Miltron, Jonathan Andrade, Jorge Vargas, José Valdovinos, Laura Vergara, Luz Castillo, Manuel Matr Macías, Mynor Paredes, Natalie Malinowski, Orlan-do Cabrales, Pedro Gustavo Macedo, Russell Supersaijan Kaplan, Rosa Paulina Huerta, Sara Cortés, Tavo Martínez López, Thelma Uranga, Vanessa Sánchez y Victoria Martínez.

Una instalación conformada por hojas de papel colgando en las paredes contenía imágenes en blanco y negro de los estudian-tes desaparecidos en Ayotzinapa, en el estado

mexicano de Guerrero. Éstas fotografías fueron complementadas con esculturas de metal y papel que representaban a cada una de las víctimas. “Es una pieza en colaboración entre Artelitas y amigos la cual decidimos dedicar a los 43 estudiantes”, expresó Paulina Huerta.

Los trabajos expuestos incluyeron medios mixtos, manejo de fibras y materiales, pinturas dimensionales, dibujos, pinturas pequeñas y esculturas de papel. Como muestra de esta diversidad en los tratamientos de superficie, la artista mexicana Victoria Martínez presentó un colorido dibujo bordado sobre lienzo que contenía esculturas de fibras en tela comple-mentadas con texturas de botones, pedrería e hilo. El título de su obra “Kiss me near the fence” sugiere una narrativa poética.

Gracias a esta exhibición, el artista Jonathan Andrade pudo mostrar por primera vez su trabajo en una galería. Andrade presentó una pieza sobre la memoria, la soledad, el olvido y todo lo relegado en la transición hacia la edad adulta. La composición de esta obra en metal y madera consolida la pintura con la escultura. “Purity”, como se titula la obra, contiene dos árboles dimensionales creados con hilo de metal manipulado que sobresalen en extremos opuestos de un marco de madera. Los árboles enredan en los bordes del marco que alberga un columpio vacío en el centro.

En la apertura de Pieces of Us el colorido es-pacio de la galería se mantuvo amenizado con música, sonrisas y un ambiente acogedor que presenció a una comunidad en camaradería apreciando arte.

Noelia Cruz, poeta y artista puertorriqueña, es integrante del consejo editorial de contratiempo.

Fotografía: Noelia Cruz

Instalación de Artelitas en tributo a los estudiantes

desaparecidos en Ayotzinapa, México

Artelitas: Pieces of UsNoelia Cruz

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DOSSIER

E n los años 90, en Silicon Valley estu-vo de moda asistir a fiestas donde se visitaba MAE West, uno de los únicos dos centros que constituían Internet

en aquel momento. Cuenta Po Broson en su libro El nudista del turno de la noche que al ter-minar el paseo la sensación más común era de decepción, las personas que veían ese amasijo de cables anaranjados no daban crédito de que aquello iba a ser la gran cosa nueva. Del mismo desencanto estuvo llena la primera experiencia de navegación de muchos usuarios de Inter-net. No había a dónde ir o por dónde empezar, porque Internet era todo y a la vez nada.

Mucho ha cambiado desde entonces. En menos de 25 años internet, y los teléfonos celulares inteligentes, cada vez ocupan mayor espacio en nuestras vidas. Quizás uno de sus mayores impactos ha sido el facilitar documen-tarlo todo y hacerlo público, en lo que parecen ser caudales infinitos de información que se generan 24 horas al día, siete días a la semana.

Cuántos pasos corremos diariamente, cuán-tos sitios visitamos, cuántas películas vemos a la semana, todo está a un clic de ser divulgado en Facebook, Twitter, Youtube, Instagram o Linkedin. Mark Zuckerberg, que creó la red social Facebook en 2004, dijo no hace mucho: “Las personas se han vuelto realmente cómo-das no solo con compartir información de distinto tipo, sino también más abiertamente y con más personas. Es una norma social que ha evolucionado con el tiempo”.

Es cierto. La esfera privada cada vez se reduce más. Mucho de lo que sucede en nuestras vidas, incluso lo más cotidiano, es inmediatamente sus-ceptible a la divulgación global. En este dossier varios autores reflexionan sobre este fenómeno.

Julio Rangel en Un mar de ventanas resplandecientes reflexiona sobre la “com-pulsión” de tratar de registrarlo todo durante el consumo cultural en contraposición a la natural erosión de la memoria.

Nerea Dolara en Crónica de una muerte (o nacimiento) anunciados escribe sobre los cambios que ya empezaron a verse en el cine a raíz de la constante relación del público con productos audiovisuales de todo tipo gracias a los teléfonos celulares, el iPad, el ordenador.

En #activismoselfie Catalina María Johnson narra la historia del selfie para hablar de su utilidad social como herramienta de activismo social, por su rapidez y eficacia de divulgación.

En Niños virales Luis Alejandro Ordóñez escribe sobre las redes sociales como el lugar para exhibir a los hijos y se pregunta sobre las consecuencias que puede traer eso en sus vidas.

Finalmente, Marco Escalante en Nuevos avatares de la tortuga realiza una oda a la pau-sa, a la lentitud frente al frenetismo y automa-tización de la producción y el consumo que ha tocado también al escritor y al filósofo, en la manera en que documenta sus pasos.

Olivia Liendo es periodista venezolana residenciada en Chicago y Directora de Arte de contratiempo.

La era de la hiperdocumentación

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DOSSIER

S eptiembre de 2014, Vic Theatre. En el cosquilleo antes del concierto, en ese momento en que la audiencia sabe que las luces se apagarán pronto para

dar comienzo a la música, una grabación toma el sistema de sonido. En ella, los miembros de King Crimson piden como favor muy especial no tomar video ni fotos del concierto. Si quie-res tomar fotos, dice en tono de broma el bajis-ta Tony Levin, tienes diez minutos para salir al lobby, tomar todas las fotos que quieras y volver aquí. La voz de Robert Fripp, guitarrista de la banda, nos conmina a usar ojos y oídos para registrar lo que sucede. “Abraza el momento”, repite durante su alocución.

Curiosa petición, abrazar el momento. Desa-tender los artilugios de registro y entregarse a la experiencia bajo el riesgo (y quizá potenciada por lo mismo) de la erosión de la memoria. Una peti-ción similar han hecho artistas como Kate Bush, Jeff Tweedy, Jack White y Prince, entre otros. La recomendación de Fripp se ajusta a su visión de la música como una cualidad que “entra en el mundo” y del performance como un acto irrepe-tible. De acuerdo a esta visión, la compulsión a registrarlo, el impulso mecánico de compartirlo (un tembloroso y cacofónico testimonio más en YouTube), interrumpe un proceso participativo que requiere presencia y atención.

La idea ha sido recibida con escepticismo por un público acostumbrado a reivindicar sus derechos como consumidor: he pagado mi entrada y tengo derecho a un souvenir, nadie puede impedirme grabar un fragmento de esta experiencia y compartirla con mis amistades.

Un reclamo similar obtuvo el historiador de arte Michael Savage cuando criticó la tenden-cia creciente a tomarse selfies junto a las obras de arte en los museos. Savage argumentaba que el museo y la galería de arte son de los pocos espacios donde una persona puede replegarse para ejercer la contemplación estética y reflexi-va, y que la nueva tendencia constituye un acto disruptivo. Las críticas a su postura siguieron el mismo derrotero de los derechos constitu-cionales: no se puede impedir a una persona que no ha violado ley alguna comportarse de la manera en que le dé la gana.

Un extremo de esta posición es convertir el espacio artístico en un espacio monacal,

rígido y solemne. El extremo opuesto implica la frivolización, neutralizar el filo subversivo de un hecho artístico por vía de la repetición acrítica de los tics culturales en boga. El es-pectáculo en vivo como un acto de comunión o como mero entretenimiento, su condición paradójica de arte y mercancía, y los matices que caben entre ambos polos.

La música —“misteriosa forma del tiem-po”, la definió Borges— se despliega irrepeti-ble. El show en directo es una potenciación del presente, una forma laica de exaltación dionisíaca, por decirlo así. Ese ritual que a menudo conlleva la idealización del rock star como el demiurgo que convoca el éxtasis en la masa de adoradores fue muy criticado en la década de los noventa por la cultura de los DJ, que rompían esa barrera jerárquica del escena-rio y buscaban una horizontalidad comunal. (Paradójicamente, hoy el mismo mecanismo de endiosamiento ha alcanzado al DJ, encumbra-do como el epítome de lo cool.) La mitología del concierto de rock y su transición de espacio de rebeldía a evento corporativo tipo Lollapa-looza va de la mano con la consolidación de la juventud como un grupo demográfico con poder adquisitivo (y, por definición, más incli-nado hacia la cultura de los gadgets).

El teléfono inteligente es una prótesis de la mirada que reemplaza la imperfección del recuerdo con el registro literal. En la novela Corazón tan blanco, Javier Marías pone en boca de su personaje principal lo siguiente, a propó-sito del videocasete:

“Date cuenta de que un vídeo se mira impu-nemente, como la televisión. Nunca miramos a nadie en persona con tanto detenimiento ni con tanto descaro porque en cualquier otra circunstancia sabemos que el otro nos está mi-rando, o que puede descubrirnos si lo estamos mirando a escondidas. Es un invento infernal, ha acabado con la fugacidad de lo que sucede, con la posibilidad de engañarse y contarse después las cosas de manera distinta de cómo ocurrieron. Ha acabado con el recuerdo, que era imperfecto y manipulable, selectivo y va-riable. Ahora uno no puede recordar a su gusto lo que está registrado, cómo va uno a recordar lo que puede volverse a ver, tal cual, incluso a mayor lentitud de cómo se produjo.”

El habitante de las sociedades industriali-zadas es un consumidor que en un mercado competitivo ha aprendido a demandar rapidez, instantaneidad, como un derecho inalienable. Las demandas y expectativas que depositamos en la tecnología, la fetichización del diseño y el aura inteligente de las herramientas, conforman el escenario que redefine al ciudadano como consumidor. La imagen digital, de producción dócil a la mano y al impulso, favorece la com-pulsión de aprehender cada experiencia y de compartirla incansablemente. Todos los datos igualados en un mismo horizonte jerárquico.

Hace pocos años, en una conferencia, escuché al semiólogo catalán Román Gu-bern afirmar tajante: “No se puede hablar de globalización cuando en Manhattan hay más teléfonos que en todo el continente africano.” Al margen de la vigencia estadística del dato, el argumento se sostiene.

No se entienda esto como una diatriba apocalíptica. El teléfono inteligente es tam-bién una herramienta cívica. Si la fotografía ha sido, desde fines del siglo XIX, un instru-mento de vigilancia del estado (Sontag habla del uso de cámaras fotográficas por parte de la policía en el sangriento asalto a la comuna de París), los dispositivos móviles de hoy han revertido, o por lo menos empatado, el ejer-cicio de la vigilancia, y el ciudadano registra la prepotencia policiaca, la alevosía de los instrumentos del poder.

En cuestiones recreativas, el dilema entre vivir una experiencia o registrarla, sea para ver-la después, para compartirla o para validar que se estuvo allí, depende del individuo (puede ni siquiera ser un dilema y conciliar ambas cosas con mesura). Varios músicos y comediantes se han quejado de que desde el escenario solo perciben un mar de azuladas ventanas resplan-decientes. Atareados fans anteponen una mu-ralla de iPads y teléfonos para documentar un momento “inolvidable”. Tan inolvidable como la noche siguiente y la del día después.

Julio Rangel, escritor mexicano, es integrante del consejo editorial de contratiempo.

Un mar de ventanas resplandecientesJulio Rangel

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DOSSIER

Crónica de una muerte (o nacimiento) anunciadosNerea Dolara

E n cada era de cambio se predice la muerte de lo anterior. Los libros, la radio, la televisión... el cine. Todos condenados a muerte una y otra vez

por los profetas de la destrucción que nace de la evolución, de lo nuevo. Y estos tiempos no son diferentes. El cine –y todos sus compa-ñeros mencionados– han sido sentenciados desde hace años, a manos de los nuevos me-dios, de lo digital. Los puristas defienden que ese fallecimiento se puede observar en la falta de entradas vendidas, en el cierre de grandes salas, en la accesibilidad de herramientas para

cualquiera que quiera filmar una película. Es un tiempo transitorio, no hay duda, y el panorama del mundo cinematográfico se ha modificado en consecuencia. Porque ya no sólo se trata de la facilidad con que se puede adquirir una cámara y editar un vídeo, se trata de una constante relación con produc-tos audiovisuales de todo tipo, en el móvil, el iPad, el ordenador... cada dispositivo que tenemos a disposición se ha convertido en una sala de proyecciones privada, en que su-bir contenido y almacenarlo o compartirlo vía las redes sociales, recientemente enamoradas

del video (Instagram, una app de fotografía, lo incorporó en junio de 2013) es rutinario. Esta dinámica produce una clara cercanía con el contenido que asusta a muchos e interesa a otros. Pausar, hablar, adelantar, repetir. Todo se ha convertido en una interacción válida con lo que se ve en cualquiera sea la pantalla.

Puede que este cambio en relación con el audiovisual haya modificado también la imagen en sí misma del cine. Pero ¿qué imagen preva-lecía? Ciertamente las películas de baja calidad de producción, de apariencia casera y con presupuestos ínfimos se han hecho accesibles

Diamond Flash,

por Carlos

Vermut

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N Ú M E R O 1 2 0 | 17contratiempo

DOSSIER

y disponibles en Internet. Pero como todo lo que tiene que ver con el universo online, en ese océano inmenso de información hay horro-res y joyas, todos por encontrar. Obviando el contenido de mala calidad, que es considerable (también lo había antes de Internet en el mun-do de la serie b), los nuevos medios y las redes sociales se han convertido en los lugares en que estas pequeñas historias salen a la luz, mal ilu-minadas o con mal sonido, pero disfrutables y buenas. Tal es el caso, por ejemplo, del reciente ganador de la Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián. Carlos Vermut dirigió su primer largometraje, al igual que sus primeros cortos, con financiación propia y privada (y reducida). Estrenó su primera película a través de Internet. “Diamond Flash” se convirtió en un fenómeno de culto a pesar de no haber llegado a las salas y le permitió a Vermut obtener finan-ciamiento para realizar un segundo largometra-je, con el que ganó el festival.

En el caso del estilo, se puede citar el movimiento Mumblecore. A la vez el Mum-blecore tiene influencias de la naturalidad de los videos que se producen a bajo costo y se re-producen en nuevos dispositivos; y es una res-puesta a la artificialidad que domina muchas de las publicaciones online en redes sociales; una nueva ola del cine de autor que, además, renuncia a las líneas narrativas clásicas del cine de estudio y opta por una mayor soltura. También ha sido la plataforma para que mu-chas voces actuales del cine (Lynn Sheldon, los hermanos Duplass, Ry Rysso-Young o Andrew Bujalski) se dieran a conocer vía productos audiovisuales de calidad y económicos.

Las redes sociales y los nuevos medios no sólo han influido en la forma en que se presenta una historia, también se introducen en las historias, ya sea como entes malignos (“Men, Women and Children”) o como herra-mientas para construirla (“Catfish”).

Pero puede que una de las mayores in-fluencias de los nuevos medios y dispositivos, y la cambiante manera de relacionarse con el contenido gracias a ellos, sea en el cine de

altos presupuestos. Protegiéndose de lo que percibe como una amenaza insalvable el cine de estudio se ha refugiado en los efectos espe-ciales, el 3D y el sonido surround. Ha optado por alejarse lo más posible de los productos de contenido creados por “personas comunes” y se ha convertido en una máquina de generar cada vez más películas que exigen una visita al cine si quieren verse en todo su esplendor. El espectáculo versus la cotidianidad.

Es difícil señalar el camino que seguirá el mundo cinematográfico, siempre lo ha sido. En el presente el lenguaje del cine se rein-venta y adapta y los espectadores participan de ello, unos cineastas graban en su casa y estrenan en Youtube, otros hacen películas pensadas exclusivamente para una gran pan-talla. Se comparte, se reinventa, se descubre, se teme, se protege, se explora. Una eterna dicotomía de destrucción y nacimiento. En la palabras de Miriam Hansen, en su libro Babel and Babylon: Spectatorship in American Silent Film: “El crecimiento sin precedentes de la innovación tecnológica y la circulación han creado condiciones en que la conciencia es, más que nunca, inadecuada con respecto al desarrollo tecnológico y su poder para destruir cuerpos humanos, y corazones y mentes. Al mismo tiempo, los nuevos me-dios como el video y lo digital han expandi-do el arsenal formal y material para prácticas imaginativas y han abierto nuevos modos de espacio público que, desde ahora, encarnan una relación diferente, y potencialmente alternativa, con la tecnología”.

Nerea Dolara es periodista y guionista venezo-lana, residenciada en España. Ha sido editora de varias publicaciones internacionales como Harper’s Bazaar y Revista Vanidad y mantiene el blog de http://www.hermosofraude.com/

Sup.

Men, Women

and Children

por Jason

Reitman

Inf.

Catfish por

Henry Joost y

Ariel Schulman

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DOSSIER

Sin embargo, queda la duda de que to-marse un selfie de protesta no sea más para muchos que un breve momento de activismo narcisista, cómodo, conveniente y superfi-cial. Por una parte, como lo han observado ya varios críticos, Boko Haram hizo caso omiso de ese millón de selfies con el hashtag #devuelvenuestraniñas.

Más aunque quizás no parezca generar ningún resultado tangible, de manera sencilla y poderosa, el selfie nos une como individuos a un movimiento mucho más grande que no-sotros mismos, y lo permite a nivel global y de una manera sumamente eficaz y rápida.

Con un click y un selfie, de una manera directa y personal mostramos indignación ante las injusticias que sufren otros compañeros y ciudadanos de este mundo en partes lejanas; intentamos comunicarles nuestra solidaridad con sus luchas, y al igual manifestamos la espe-ranza que al sumarse nuestro autorretrato al de muchos otros, ayude a que esas injusticias se vuelvan cosa del pasado.

Catalina María Johnson es miembro del consejo editorial de contratiempo, escritora y locutora/productora de Beat Latino, www.beatlatino.com, programación radial para estaciones de radio pública desde Mexico, D.F. a Berlin.

H ace apenas doce años, según el diccionario Oxford, un austra-liano ebrio se cayó, se partió el labio y usando su teléfono,

se tomó foto a sí mismo foto mostrando la herida, y la publicó en un foro en el internet. Dicho australiano describió su foto como una “selfie”; hoy se considera esa referencia el primer uso de la palabra.

El primer autorretrato se dio en 1839, más se entiende por un verdadero selfie el que el autor difunda la foto a través de los medios sociales. A partir del 2013, la palabra selfie ya está presente en el Oxford English Dictio-nary. En cuanto a su uso en español, a fines de ese mismo año la Fundación del Español Urgente recomendó como preferencia el uso de “autorretrato” o “autofoto”; más meses después, con ligero tono de derrota, la misma fundación en respuesta al “uso abrumador de la voz inglesa en los medios”, sugiere el uso de la palabra con adaptación hispana, o sea, “selfi”, propuesta que tampoco parece recibi-do mayor acogida en los medios.

En inglés, ya la palabra selfie da muestra productividad lingüística, habiendo generado varias variantes —“belfie” (la foto del posterior de uno) “helfie” (el cabello) y “drelfie” (foto de uno mismo en estado de ebriedad).

Más quizás el impacto más importante del selfie es las posibilidades que genera como arma en los movimientos sociales, los cuales ya se habían ido alimentando de la comunicación por internet. Hasta recientemente, los medios sociales se usaban principalmente para movili-zar a personas dispersas que se enteraban por estos mismo dónde, cuándo y cómo participar en algún acto de manifestación, protesta o so-lidaridad con un movimiento social o político. El propósito o tema central de esa información se identificaba con un hashtag común (palabra o serie de palabras precedidas por “#”).

El selfie, identificado al igual con un hashtag relevante, ha creado un sinfín de posibilidades. Puede usarse en acto de rebelión ante actos pro-hibidos por gobiernos tiranos, como lo muestra la página de Facebook llamada “My Stealthy Freedom” que fue iniciada en Irán. En esta misma, mujeres de diversos países del Medio Oriente publican selfies en las que descubren sus bellas cabelleras y lanzan al aire al hiyab ocultador. De manera parecida, en Turquía, mujeres publicaron selfies riéndose a carcajadas después que un ministro diputado insinuó que las mujeres no debían reír en público.

Por otro lado, el selfie nos está docu-mentando y revelando situaciones a las que

normalmente no ten-dríamos acceso. Jóvenes que cruzan la frontera aferrados a la parte superior de La Bestia (el tren de carga que cruza desde Guatemala hacia el norte, cruzando el país de México) usan selfies para ir documentando su viaje, publicando a la par mensajes de esperanza, frustración o tristeza, según sea el caso.

Otra manera de usar el selfie ocurre cuando grandes números de personas se unen en so-lidaridad acompañando su selfie con un hashtag común. Este año, varios jóvenes libaneses orga-nizaron una campaña de selfie con el hashtag “#notamartyr (nosoymartir) protestando la muerte de un joven en su país, asesinado en la explosión de un carro bomba. Minutos antes de morir, ese mismo joven, risueño, se había tomado un selfie.

De manera parecida, más de un millón de personas publicó su selfie en el internet mostrando un rótulo del hashtag #BringBac-kOurGirls (devuelvenuestrasniñas) para in-sistir que Boko Haram, extremistas islámicos nigerianos, devolvieron sanas y salvas a más de doscientas jóvenes que habían secuestra-do. Hasta la primera dama Michelle Obama se tomó una selfie con ese rótulo.

Otros selfies se han publicado añadiendo en la foto un elemento que le da fuerza visual. Cuando el joven Trayvon Martin fue matado por George Zimmerman en lo que pareció ser acto de violencia premeditado, ya que el joven afroamericano llevaba puesta sudadera con capucha negra al ser matado, las personas en los selfies protestando la situación usaron el hashtag #iamtrayvon (yosoytrayvon) y se pusieron sudadera negra con capucha.

En otro ejemplo, el verano del año actual, un tribunal egipcio condenó a encarcela-miento de 7 a 10 años a tres periodistas de Al Jazeera en inglés por el supuesto delito de apoyo a terroristas. La condena ha sido denunciado a nivel internacional por pe-riodistas, políticos y otras personas quienes usando el hashtag #FreeAJStaff (libertadpa-rapersonaldeAJ) se han tomado selfie con las bocas selladas con cinta adhesiva.

#activismoconselfieCatalina María Johnson

My Stealthy

Freedom

tiene más

de 700.000

seguidores

en facebook

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N Ú M E R O 1 2 0 | 19contratiempo

DOSSIER

A ntes, en otra época, existía cierta aprehensión a visitar padres entu-siastas, porque sin saber muy bien cómo ni por qué, la visita solía

convertirse en un espectáculo espontáneo de los niños de la casa. Bailes, declamaciones, lecciones de violín, obras de arte o, en su defecto, fotos y videos de los talentosos re-toños, convertían esas visitas en un ejercicio de resistencia y autocontrol. Hoy en día, esa invitación indeseada que nadie sabía cómo re-chazar ya no se hace, no es necesario hacerla, viene implícita y permanentemente aceptada con nuestras cuentas de redes sociales, sobre todo de Facebook.

La primera sonrisa de Marianela, el primer cumpleaños de Benito, los disfraces de Analía, Ernesto, Sophie, Marcopolito y Tinita, el gol de Jaime, la parada de manos de Fiona, Ana María y su maqueta de la célula, Johnny co-miendo helado con sus amiguitos, todo eso vi ayer en Facebook y más allá de mi total desin-terés por cada uno de los eventos, siempre me pregunto por el efecto que pueda tener en los niños que alguien tan ajeno a ellos sepa todos esos detalles sobre sus vidas.

El uso más común Produce algo de ternura recordar que hasta

hace unos pocos años, a la red se le retrataba con aquel famoso chiste de The New Yorker donde un perro frente a la computadora le decía a otro: “En la Internet nadie sabe que eres un perro”. Hoy por hoy, la red parece saber hasta quién fuiste en una vida pasada. Y ese conocimiento está al alcance de cualquie-ra con buenas o malas intenciones. Por eso, pululan las recomendaciones de prudencia a la hora de compartir contenido en red, como por ejemplo, fotos de los hijos. Una de las recomendaciones iniciales suele ser que en la foto compartida no exista ningún detalle que identifique los lugares que el infante frecuenta, como el colegio al que asiste o la piscina donde practica nado sincronizado; ¡pero si se trata precisamente de eso!, de mostrarle a todos qué lindo se ve con su uniforme de segundo grado y qué bien hace ya la posición pierna de ballet doble. Los padres, según estos artículos, están poniendo en riesgo a sus hijos a diario y apenas por un puñado de Likes.

Pero el riesgo al parecer bien vale la pena. Según un artículo publicado por The Guar-dian, titulado “Does sharing photos of your children on Facebook put them at risk?”, el 63% de las madres estadounidenses usa Facebook y de ellas, el 97% pone fotos de sus hijos en la

red, el 89% comparte estatus sobre sus hijos y el 46% publica videos. Básicamente, Face-book es el lugar para exhibir a los hijos. En las reuniones de antes, el niño podía negarse al espectáculo haciendo un berrinche o escon-diéndose debajo de la cama hasta que la visita se fuera, pero hoy por hoy es probable que no haya terminado de realizar la actividad de turno cuando su foto, video o las palabras inspiradas en su performance ya estén circu-lando a velocidad de timeline.

Generación Truman o Generación Culkin

Con la anuencia de los perfiles de sus padres, los niños que viven en la era Facebook están creciendo como si vivieran en sus propias

versiones digitales de El Show de Truman, todos bajo la atenta mirada de aquellos escogidos por el algoritmo y con la permanente posibilidad de volverse celebridades web. La mayoría, es cierto, correrá con la suerte de haber recibido los Like del olvido. Los más osados se escaparán como Truman, esperemos que no sin antes de reclamarles a sus padres el que hayan compar-tido hasta ESA fotografía. Pero otros, debido a lo cuchi o lo cómico o lo impresionante de lo compartido, pudieran quedar etiquetados de por vida, a lo Macaulay Culkin, que sigue siendo Mi pobre angelito haga lo que haga.

Con el vértigo de esta era, esta práctica generalizada bien pudiera volverse cosa del pasado en apenas un rediseño de la interfaz de usuario. Pero por ahora, los niños de hoy son

niños virales, cada una de sus fotos y sus actividades se reproducen decenas, cente-nares o miles de veces frente a infinidad de personas, y las consecuencias de esto en sus vidas, apenas están por verse.

Luis Alejandro Ordóñez es escritor y bloguero venezolano, vive en Chicago y es miembro del consejo editorial de contra-tiempo. Visítalo en su oficina: www.laoficinadeluis.com.

Niños viralesLuis Alejandro Ordóñez

Arriba.

Fotografía:

Mirasview

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DOSSIER

H ablemos un poco de la lentitud. La tortuga de la paradoja de Ze-nón –que yo he querido imaginar como un temprano símbolo de

la reflexión pausada, opuesta a la velocidad irracional de Aquiles – llegó tarde incluso a su propia historia: no la nombró Zenón, sino al parecer Simplicius, muchos siglos más tarde. Pero si pierde en los circuitos ilusorios del tiempo y el espacio, gana siempre en el del pensamiento: la tortuga, o la lentitud, encarna en el filósofo, y su laberinto, más que terrenal, es ontológico.

He imaginado así a Descartes como pa-ciente tortuga: liberándose primero de los sa-beres heredados de su casta, de los adquiridos en liceos después, para construir, casi desde cero, su propio método de conocimiento. Cuánta lentitud necesitó Descartes para ins-truir en torno a la conveniencia racional de la duda, esa maestra estática que los tiempos de revuelta física excomulgan: dejó de viajar, se alejó mentalmente de su entorno social, y se metió en su caparazón para pensar y existir de veras, para nacer de nuevo, ya no como un hombre apresurado y hambriento de mundo, sino como filósofo.

Y ese otro René, el vizconde Chateaubriand, cuánta paciencia invirtió en la elaboración de sus interminables memorias –libro extenso no de páginas, sino de espíritu; no de historia, sino de eternidad. Lentos fueron los pasos del vizconde en las ruinas italianas, lentas sus cavilaciones en el pico del Mont Blanc –a la velocidad brutal de la revolución jacobina, Chateaubriand opuso esa pausa espiritual que sobrevive revoluciones e imperios. (Agobiado por la rutina veloz de París, Barthes se despren-de de libros, gentes, sucesos efímeros, y lee, antes de dormir, las Memorias de ultratumba –“libro de verdad” le llama.)

El romanticismo exacerbado, ese que Cha-teaubriand denosta en el prólogo de su René, fue una muestra involuntaria de la aceleración del espíritu. Romain Rolland, ya en el siglo XX, desdeña cordialmente los signos metafóricos de un alma apresurada –tormentas, montañas, dioses de estirpe romántica- y anuncia el re-torno de un paisaje clásico –tranquilo, armo-nioso, casi inalterable- por donde transcurre a su gusto un espíritu empeñado en eso que Rolland llama “viaje interior”. No fue el único. Entre los mejores ensayos de Camus figura un nostálgico elogio de la lentitud –como virtud clásica, equilibrada y eleática que el hombre puede oponer al vértigo de la modernidad.

Así de variada ha sido la reencarnación de la

tortuga, cuyos avatares matemáticos han oscu-recido injustamente los de índole moral.

Todas estas lecciones, sin embargo, son utó-picas en nuestros días. Hoy, más que nunca, el dios de occidente es la velocidad. Su apogeo general es comprensible: al capitalismo le con-viene el repliegue del pensamiento crítico y la normalización de la inercia. Detenerse, pensar, cuestionar lo establecido, socava el movimien-to frenético y automatizado de la producción y el consumo, el credo afirmativo del mercado (que en su estadio neoliberal, es un dogma que anatemiza la duda). En estos días, nada puede parar: el internet ya promete adelantarse a nuestros pensamientos, cada invento ciber-nético se convierte en antigualla en cuestión de meses, las epístolas son ya telegramas electrónicos, las fotos y los videos que pulu-lan en las redes son el rastro apresurado de la inanidad y el vacío. La prisa está en todo. Una apología de la lentitud evocaría, en realidad, la imagen de una computadora congelada, o un tren que llega siempre tarde a su destino, o el torpe discurrir del correo tradicional; jamás la posibilidad de la paciente problematización de lo vivido, que es precisamente el principio de la filosofía –esa filosofía que San Agustín en-nobleció sin que representara un problema el hecho de que sus cartas le llegaran con años de retraso (una de San Jerónimo le llegó después de casi dos lustros).

Cavilo en este instante en la posible res-puesta de San Agustín: sus palabras ya tendrían nueve años de experiencias nuevas, nueve años de profundidad… He allí el diálogo ideal que la lentitud enriquece: la primera palabra la escribe el adolescente, la última el hombre. Un gesto heroico para nues-tros días presurosos: responder a un email de ayer en el año 2020.

Mentiría si dijera que en todas estas cosas pensé en el momento de abrir una cuenta en el Facebook. Sin embargo, mi intención siempre fue clara: ya que el Facebook es un torrente incontenible de imágenes y textos, pensé en convertir mi espacio en una especie de periódico mural que funcionara también como un dique –un punto en que el furor se congela y abre paso a la cavilación y el asombro. En lugar de compartir noticias periodísticas, opiniones sin sustento o emociones efímeras, comencé a escribir textos breves, glosas marginales sobre cualquier tema –el sueño, el alma de los animales, la fotografía, el cine, los libros, los gatos. Poco a poco me

di cuenta que lo mío no era exactamente un periódico mural, sino un Walkbook.

En el pasado, cuando no existía la tecnolo-gía digital, existía algo que podríamos llamar Walkbook: ese cuaderno de notas que no so-lamente utilizaba el escritor o el filósofo, sino también el hombre de ciencia en su pausada travesía por tierras ignotas. Uno piensa en Rousseau recolectando flores extrañas para su botánica espontánea, en el Darwin pasmado con los animales de la Patagonia, en el Gissing perdido en los caminos de Calabria. Todos ellos con su Walkbook, que educa también en la disciplina de la soledad.

Mi Walkbook –cuyo formato se lo debo al Facebook, en parte- se fue convirtiendo en un libro sin que yo me diera cuenta. Aunque sus textos son breves, siempre procuré que la lectura de los mismos negara la prisa, que sus ideas detuvieran, por unos pocos instantes, la marea digital que acelera nuestros hábitos y nos funde en lo disperso. Siempre supe, ade-más, que todo iba a ser un fracaso, que poquísi-mas personas iban a leerme, tal vez nadie. Pero la empresa fue grata, similar en su heroísmo a la costumbre de aquellos que siempre dejan el celular en su casa. Y además produjo un libro, que siempre, según mi esperanza, tiene algo de valor si lo trama e inspira la lentitud.

Marco Escalante es escritor peruano.

Nuevos avatares de la tortugaMarco Escalante

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ELtaller

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El taller de contratiempo se reunirá nuevamente a partir de enero, ¡con un nuevo calendario y actividades para 2015!

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DESHORAS

L a pérdida (y otros poemas), publicado por Paracaídas Editores en Lima en 2014, es el cuarto poemario de Jorge Frisancho (Barcelona, 1967) tras Reino

de la necesidad (AsaltoAlCielo Editores, 1988), Es-tudios sobre un cuerpo (Editorial Colmillo Blanco, 1991, reeditado por Tranvías Editores en 2008), y Desequilibrios (Fondo Editorial de la PUCP, 2004), pero el primero tras su regreso a Lima luego de una larga estancia en Chicago, donde participó activamente en varias publicaciones y proyectos culturales, incluyendo contratiempo, de cuyo consejo editorial fue miembro.

No es La pérdida un poema del retorno al Perú; más bien, en palabras del propio autor, es una preparación a la vuelta: “La mayoría de los poemas fueron escritos antes del retorno, en los años previos. Pero quizá no son solo previos en el tiempo, sino preparatorios; quizá el ánimo de los poemas, las sensaciones que evocan o construyen, están asociados con ese largo pro-ceso de volver, que es algo que germina, que va creciendo por dentro aún mucho antes de que se den las condiciones o las circunstancias para hacerlo”.

La mayoría de los poemas fueron escritos en Chicago, solo tres en Perú. De estos, “una elegía a mi madre, treinta años después de su muerte; el poema titulado “Lo que el cuerpo no dice todavía”, que es como una especie de reflexión sobre el proceso de escribir, componer y construir los demás poemas, su relación problemática con el lenguaje y con la materia a la que conti-nuamente apelan; y la peque-ña serie “Contra el escándalo

de tu ausencia”, que es un poema de amor y, creo, rompe un poco con el tono y el estilo de los demás textos del libro. Esa última secuencia es lo “nuevo”, quizá un anuncio de otras cosas. En todo caso, tiene un elemento autobiográfico que va en esa dirección, y fue escrito con esa conciencia”, dice Frisancho.

Hay un tono profundamente íntimo en muchos poemas que están dirigidos a mujeres que jugaron un papel importante en la vida del poeta. Cabía preguntar si la pérdida es inevi-tablemente carnal. Frisancho responde: “no sé si… es inevitablemente carnal, pero sí creo que lo carnal es inevitablemente una pérdida. A veces en el corto plazo, siempre en el largo plazo, hay algo inasible, algo que se escapa y desaparece en el amor físico, y la terquedad

con que nos prendemos de él mucho más allá de lo que deberíamos es una de las raíces del sufrimiento personal. En algunos poemas del libro, al menos, he querido usar la evidencia de esas emociones como una metáfora… de una condición más general, la condición humana del deterioro, el fracaso, los desasimientos y las desarticulaciones del ego. No sé si lo he logrado, pero esa es la intención: la pérdida carnal no es la única, pero es la más clara y la más nuestra, porque en última instancia eso es lo que somos, carne y materia, y es en esa condición en la que estamos más solos”.

Introducción, entrevista y selección de poemas a cargo de Gerardo Cárdenas

Fotografía de Transformer18

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DESHORAS

1Pero díganme que no es verdad que aquí desaparecenlos furiosos fantasmas de la pertenencia (los ceremoniales del estar, lo que ya ha sido)y díganme que no es verdad que lo que se avecinaen el hallazgo de la piel es esta pérdidade la piel que es siempre ajena en la memoriay que el tacto es solamente el tacto de su cicatrizen un reverberar de sombras que se poseían para creerse vivas contra las exigencias de la simulacióny hacerse un húmedo refugio en el presente imperdonablede sus hartazgos y sus limitaciones

2(será quizás que de todo ese sonidotentamos solo el eco por su singularidady el paciente deshacerse de lo que nos atabaal idioma tan tangible de la naturaleza y sus ardoresy lo poblamos de palabras que se ciegan con indiferenciaal tantear el instante de la separaciónen la memoria ahíta de equivocaciones y teorías,en la extensión irreparable de su pérdida,para hacerse de un presente sin latidos, sin hoguerascon el voraz ahora de la ausencia que definen al desvanecerse)

3¿Qué causa el extravíoen madrugadas andróginas y arterasque aúnan su resarcimiento en el danzardel apetito, y equivocan el paso de sus puntos cardinales, hijosde la diferencial, atropelladamente

Y qué es lo que yerraal dirigirse en suma contra el doble luminosode sus vagos abismos, habituado a llamarseentre tantos fuegos tentativos que deshacensu cínica memoria corporal

Y qué se desorientaen el intenso vacío de la respiración con que despiertassin hallarme?

4 (despierto, sin hallartesobrevengo a la fiereza de la pielque enmudece contra el cálculo de sus numeradoresy propone, a salvo de la ausencia, una finalidadde personas plurales en el horizonte de su posesión,este tierno no estar en el espacio que nos denomina,este hábito procaz de nombrarnos las distancias y las horas)

5Pero díganme que no es verdad que el hálito se mudaen esta sombra sin tensión, en este espejodelirante de deseos que nos hacen falsosmapas en la piel interminable, unívoca en su astroy no retienen de sí sino la iridiscenciadel tránsito en que acaban al abandonarse, la costumbre de volversobre los símiles de su materialidad, sobre una geometríade tantos infinitos irreconciliables, palabras que rezuman la sentencia de su desaparición, sobre estos mismos cuerposque se queman en el páramo de lo material, heridos de silencioy reconocen sus deseos simultáneos sin tocarseen el terco través de su vocabulario, y se recuerdan

6Pero díganme que no es verdad que aquí se recuperande la harta memoria solamente los tañidos implacables, de los cuerpossolamente la prevaricación, el tacto de las manos en el aire baldíode los cuartos impuros en su desasimiento, y no las llamaradasque hacíamos presentes en su música, haciéndose silencio

La pérdida

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DESHORAS

Atávicos azores de la madrugadaen el corazón semimafioso de “La Zacatecana”, frecuentado por obscenos operarios de la desmesuraque en su borrachera repentinamente te tasan y barajan, ante tus ojos extraños, las posibilidades de la situación y evidencian un sincero desprenderse de las trapaceríasde un mediocre aunque fundamental imaginario, a ocultas de profundas calles ilegalesen este Chicago inconsolable. ¿Pero qué es lo que hacen entre tantos mexicanosestas limeñísimas arcadas, estas frágiles memorias musculares de otra noche al borde del desbarrancadero, con el ávido tequila en la boca del estómagoy estas mismas palabras mordiéndote la comisura (estas mismas palabras pero eran otras, y tan intensamenteque se te hace imposible ya reconocerlas, o si las reconocesse te hace ya imposible comprenderlas, y las miraspartir el aire impávido con sus ambivalenciascomo en una danza de lentos navajazosy largamente anunciados patadonesque sin embargo hieren, como han herido siempre, la masmédulay proponen soluciones a un problemaque nadie ha sabido plantear)? ¿Pero qué es lo que hacen entre tantos mexicanos estas entrañables imágenes ajenas, desprovistas de su referencia y de su significaciónen un plano irreparable del idioma que nos condiciona, con sus reproches y sus negativas, a antiquísimas tristezas multinacionales y nos ofrece voraces silencios escalares, omnívoros en su perversidad?

En innombrados lugares de un universo decadimensional, tercos dioses chichimecas juegan su partido de fulbito, adorados por masas que se prestan ágilmente al sacrificio de una acumulación ya no tan primitiva, pero devoradora, y se dejan parir por la boca del hambreen rituales que retornan, eternos, como tantas infinitas hecatombes: son ahora hombres vistiendo camisetasde equipos que jamás conoceré, hombres que entregados a oscuras profesiones (y aún a más oscuras emociones) se persiguen a sí mismos como fantasmas liberados de su soledad, y se encuentran en el fondo de un día inenarrablepara celebrar el fin de algo que no termina y decirse unos a otros palabras sin significado literal; hombres tenaces como cernícalos en el horizonte, con rostros como gigantescas flores de saguaro, que para llegar al punto en el que se concentran minúsculos paraísos antimateriales, vadean siempre el río de su imaginacióny se desprenden de deseos que les son ajenos, y sueñan denodadamente con volver.

Pero para volver hay que bañarse en ese mismo río, y es esa carencia la que nos comunica: hombres que hacen cola en la puerta de las factorías, esperando impacientes la lectura de sus ácidos, implícitos genomas; hombres que pasan ante mí con su tortilla al hombro; hombresque pierden ahora el norte y los papeles, aún si no los poseyeron nunca, les repito:en el corazón punzocortante de “La Zacatecana”, donde ese mismo río al cabo se detieney se transforma, en ardiente simulacro de la desolación, es esa carencia la que nos conminaa reproducir continuamente la partida, como quien busca con ansia en los bolsillos algo demasiado presente —las llaves, por ejemplo, de una ciega cerradura que estuvo abierta siempre, aunque no lo supimos— cuando esos tercos dioses se han vuelto traficantesde substancias preciosas en el lóbulo frontal, ángeles viscosos que se deshumanizanfieramente al recibir sus hipotéticos jornales, hombres que llegan hasta aquí desde lugares en exceso distantesde un centro que es tan sólo virtual, y que se desanudansobre los sures innombrados de la artera ciudad. Es siempre la partida lo que reproducimos, les digo,en este suelo mendaz en el que se calcinan, ya babeantes, todos estos mexicanos inconmensurables, tercos hombres intrusos en su propia imaginaciónde mañanas mejores en el hemisferio que los falsifica y los niega; es siempre la partida lo que reproducimos: para el eterno retorno, lo único que cabe es esperar.

El eterno retorno(en el bar-restaurante “La Zacatecana”, Chicago, septiembre de 2003)

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DESHORAS

Que desprenda la noche sus portátiles vicios, sus vacíosde tanto melancólico peruano sorprendido en el actode morderse la memoria

Que desprenda sus dominios y sus motivacioneseste mismo poema (tentativamente), y que escuche su música en silencio

Para que este mismo sea el momento de la negativay se cierren los ojos en la páginacomo se cierra una herida

Metapoética III(nocturno, en el Perú)

Fotografía de Transformer18

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DESHORAS

busco sin encontrar, escribo a solasOctavio Paz

A solascomo sobre la sombra de la palabraque se desanuda con impertinenciacontra la página ausente; a solasen el espacio vacío; a solas

Tienta tenazmente la hora en que respiras, déjalasumirse en los silencios que la niegany búscales el sentido de través, debajo suyoal tránsito y a la quietud de la memoria en la piel, y viceversa

Déjale estar, te digo, enfurecidoslos segundos al día inabarcable

A solasdéjale estar al silencio su discreta vergüenza

Metapoética IV(como sobre la sombra de la palabra)

Fotografía de Transformer18

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DESHORAS

Quise tantas palabras que se desgarrarancomo heridas abiertas, bocas, verbos; quisecon los ojos ardiendo, como quien respira con la lengua en el fuego

Pero hice solamente esta pupila de cristal, este idioma de espejos

Y ahora solamente me consuela —pero en vano—la tenaz sinceridad de su silencio

Metapoética V(con la lengua en el fuego)

Fotografía de Transformer18

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A PORTION of the proceeds will benefit Poesía en Abril, co-founded by Juana Goergen

12.13.14Contratiempo Bash Segundo Ruiz Belvis Cultural Center 4046 W Armitage Ave, Chicago, IL 60639

Food | Drink | Music | Poetry | Performance | Multimedia

December 13th, 20147 pm

Honoring Juana Goergen For her educational, cultural and community work in Chicago

Special Guest Lourdes DuarteWGN-TV Anchor/Reporter

With the participation of

Las BomplenerasNoelia Cruz Vásquez

Proyecto OdiseaLAS SELECTAS

Visuals by CalixtaAnd much more!

master of ceremonYJesús Echeverría

FROM VocalOhors d’oeuvres

BY Boustan ReSTAURANT

Tickets are $40 prior to the event and $50 at the door

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contratiempobash.eventbrite.com