Control de daños abdominal - WordPress.com...1 Control de daños abdominal Introducción: El...
Transcript of Control de daños abdominal - WordPress.com...1 Control de daños abdominal Introducción: El...
1
Control de daños abdominal
Introducción:
El traumatismo abdominal es responsable del 10% de las muertes traumáticas y
representa el mayor porcentaje de muerte evitable y aproximadamente el 20% de las
lesiones abdominales requieren cirugía
La valoración del abdomen forma parte de la sistemática de la valoración inicial
del politraumatizado (ABC).
Todo paciente con traumatismo abdominal puede presentar lesiones en múltiples
órganos abdominales y, por tanto, debe ser considerado como un paciente con
traumatismo grave, o potencialmente grave, desde el momento del ingreso en la unidad
de urgencias.
Un tercio de los pacientes que requieren una exploración abdominal urgente tienen
un examen físico inicial anodino, por lo que hay que tener en cuenta que puede tener un
comportamiento impredecible y desestabilizarse en el momento más inesperado.
El abdomen puede ser un gran reservorio de sangre por eso todos nuestros
esfuerzos diagnósticos van dirigidos a contestar a una pregunta. ¿Tiene indicación
quirúrgica urgente?
Conviene distinguir entre dos conceptos en el tratamiento quirúrgico del trauma
abdominal, la reanimación quirúrgica y el tratamiento definitivo. La reanimación
quirúrgica incluye la técnica de control de daños e implica un procedimiento quirúrgico
esencial para salvar la vida, ya sea controlando una hemorragia o previniendo mayor
contaminación o la aparición de nuevas lesiones.
Valoración en urgencias:
La atención a pacientes con sospecha de lesiones intraabdominales siempre ha de
atender a las reglas de la ATLS (Advanced Trauma Life Support). Debe de prestarse
especial atención a las adecuadas medidas de reanimación incluyendo el control del
dolor. Una analgesia adecuada y calibrada facilitara la adecuada valoración abdominal
de paciente y nunca enmascarará síntomas abdominales.
Los traumatismos abdominales se clasifican en cerrados (aproximadamente el 80%
en nuestro medio) y penetrantes. La práctica totalidad de las heridas penetrantes deben
explorarse precozmente, especialmente en presencia de hipotensión. Los traumatismos
cerrados son los que pueden plantear un diagnostico más difícil.
2
En el estudio y evaluación del abdomen podemos distinguir tres grupos:
1.- Pacientes con abdomen normal.
2.- Pacientes con abdomen dudoso que requerirán más exploraciones.
3.- Pacientes con una lesión evidente en el abdomen.
Las técnicas diagnosticas a emplear dependerán de la naturaleza de la lesión:
En los Pacientes Hemodinámicamente normales podremos hacer una evaluación
completa.
Los pacientes hemodinámicamente estables, son pacientes en los que
sospechamos que presentan alguna lesión y necesitamos conocer más información,
como si está sangrando o ha sangrado a la cavidad abdominal, así que realizaremos
estudios destinados a poder tratar mejor a estos pacientes. Actualmente la prueba de
referencias es el TAC. FAST (Focused Abdominal Sonography for Trauma) puede ser
muy útil pero es muy dependiente del operador.
Los pacientes hemodinámicamente inestables, son en los que debemos localizar
hacia que cavidad se está produciendo el sangrado, intraluminal. Peritoneal o pelvis por
ejemplo. Las pruebas estarán limitadas por la imposibilidad de desplazar a un paciente
inestable para realizar un TAC. En estos pacientes la punción lavado peritoneal (LPD)
es sensible, barata y no precisa desplazar al paciente. La FAST tiene una utilidad similar
pero es más dependiente del operador. En ambos casos un resultado negativo es más
importante ya que aporta datos de que es poco probable que el sangrado se esté
produciendo a la cavidad peritoneal de entrada.
3
Lesiones en Cavidad Abdominal
Dentro de la cavidad abdominal podemos distinguir varios tipos de lesiones,
dentro de las cuales se van a abordar las cuatro más complejas.
Lesiones mayores del hígado. Su tratamiento es difícil y el resultado obtenido
dependerá en gran medida de la experiencia del cirujano que lo realice.
Lesiones pancreático-duodenales. Estas lesiones presentan dos grandes
dificultades, la dificultad del diagnostico, la dificultad del acceso y las lesiones
vasculares asociadas, lo que conlleva una alta morbi-mortalidad.
Lesiones de grandes vasos. Son lesiones difíciles de reparar por la dificultad en el
acceso, lo que dificulta el control del sangrado.
Lesiones pélvicas complejas. Con la pelvis abierta son particularmente difíciles de
tratar y asocian una elevada mortalidad.
La lesiones de víscera hueca. Son lesiones que no ponen en peligro inmediato la
vida del paciente, pero que hay que atender y su tratamiento se realizara una vez
controlado el resto de las lesiones potencialmente vitales estén controladas y el paciente
estabilizado.
Acceso a la cavidad abdominal
Preparación:
Durante la reanimación seguir todas las normas de la ATLS lo que incluye
sondaje oro o naso gástrico y sondaje vesical si no están contraindicados.
Se puede usar como norma general una dosis única endovenosa de antibiótico
como profilaxis. Posteriormente el manejo antibiótico dependerá de los hallazgos
intraoperatorios.
Los antibióticos recomendados son cefalosporinas de 2ª generación o amoxicilina
clavulámico, la dosis recomendada puede doblar o triplicar la habitual y se repetirá cada
10 unidades de hematíes, hasta que el paciente deje de sangrar.
Es fundamental controlar la temperatura del paciente, esto incluye calentar el
quirófano, calentar los líquidos a infundir, los gases anestésicos y el uso de calentadores
externos.
4
Incisión:
Es fundamental tener la
posibilidad de extender la incisión
inicial, por lo que debemos tener tórax,
abdomen e ingles preparados.
La incisión debe ser una xifo –
púbica a la izquierda del ombligo. Esta
incisión se puede extender con una
estereotomía o toracotomía derecha o
izquierda para acceder a los distintos
órganos dañados.
La incisión subcostal bilateral supraumbilical estaría indicada en casos de cirugía
abdominal previa e inestabilidad manifiesta del paciente.
Laparotomía exploradora del paciente politraumatizado.
Control de la hemorragia: Debe ser la primera prioridad el control de un
hemoperitoneo masivo.
o Retirar toda la sangre posible a una batea.
o Eviscerar el intestino delgado.
o Exploración rápida para identificar los punto de sangrado masivo
obvios, si se encuentran controlar de forma inmediata, presión
digital o control proximal (grandes vasos).
o Taponamiento generoso en todos los compartimentos y
directamente sobre cualquier punto sangrante.
o Permitir al anestesista obtener un adecuado acceso venoso y una
adecuada presión arterial.
o Retirar los taponamientos uno a uno comenzando por las áreas
menos probables de sangrado.
o Tratar las lesiones en orden de gravedad.
Lesiones de grandes vasos.
Hemorragia masiva de vísceras macizas.
Hemorragia de mesenterio y vísceras huecas.
Maniobras exploratorias:
o Ligamento de Treitz. Suspende el duodeno distal y el yeyuno
proximal, su sección permite explorar de forma adecuada estas
áreas. Cuidado con la arteria mesentérica inferior.
5
o Maniobra de Kocher. Movilizar el
ángulo hepático hacia la línea media
liberando sus adherencias laterales,
disecar el borde duodenal lateral de abajo
arriba permitiendo su rotación medial.
Esta maniobra permite explorar cara
posterior del duodeno, riñón derecho,
vena porta y vena cava inferior.
Levantando todo el duodeno y el páncreas
podemos explorar la cara posterior de la
cabeza pancreática.
o Rotación visceral derecha a la línea
media. Disección del parietocólico
derecho, ángulo hepático y se desplaza a
la línea media movilizando también el
mesenterio del intestino delgado. Permite
explorar el retroperitoneo derecho, Vena
cava, Aorta, tercera y cuarta porción
duodenal. Progresando la disección
permite la exploración del borde inferior
del páncreas.
o Rotación visceral izquierda a la línea
media. Movilización del ligamento
espleno-renal y el parietocólico
izquierdo, por debajo del nivel del sigma
desplazándolo a la derecha sin afectar a
la fascia de Gerota. Permite exponer la
aorta, tronco celiaco, vasos iliacos,
origen de la art. mesentérica superior,
pedículo renal izquierdo, el cuerpo distal
pancreático y la cola del páncreas.
No es conveniente explorar los hematomas pélvicos, es preferible combinar una
fijación pélvica externa, con taponamiento pélvico y embolización mediante
arteriografía dado que lo intentos de suturar los vasos iliacos suelen fracasar.
6
El HIGADO
Los pacientes hemodinámicamente estables sin signo de peritonitis ni otra patología
que indiquen la laparotomía, se tratan de forma conservadora cada vez más.
Los pacientes hemodinámicamente inestables el tratamiento pasa por una
exploración quirúrgica para reparación o hemostasia. Una vez tomada la decisión el
paciente ha de ir a quirófano lo antes posible, tras disponer de:
Vía aérea permeable y ventilación adecuada.
Accesos venosos de gran calibre e infusión de cristaloides.
Seis unidades de sangre fresca o su equivalente.
Diagnostico
Las pruebas complementarias no deben retrasar el inicio de la cirugía, se realizaran
en el paciente estable y su objetivo es identificar a los pacientes que puedan tratarse de
forma conservadora.
La mayoría de las lesiones penetrantes en hígado por arma blanca se pueden tratar
de forma conservadora salvo que afecten a estructuras críticas, vena cava, vena
suprahepática o vena porta. Las penetrantes por arma de fuego suelen ser muy graves.
Las heridas penetrantes no suponen problema, dado que, un paciente inestable con una
herida penetrante suele ser objeto de laparotomía exploradora en la mayoría de los
casos. El LPD en heridas penetrantes suele producir malas interpretaciones. El TAC
con contraste puede ser de utilidad para valorar la viabilidad vascular y sobre todo para
valorar la posibilidad del tratamiento conservador.
Los traumatismos contusos suponen un mayor problema, ya que pueden no
presentar signos clínicos evidentes, un hemoperitoneo significativo no presenta
síntomas hasta en un 40% de los pacientes. Para estos es muy útil el FAST, ya que en
un paciente inestable con un traumatismo cerrado, la presencia de líquido libre en
cavidad puede dar la indicación de cirugía urgente. En el paciente estable el TAC es de
gran importancia para el diagnostico y para decidir entre tratamiento quirúrgico o
conservador.
Clasificación de las lesiones hepáticas.
La clasificación que vamos a utilizar es la definida por La American Asociation for
the surgery of Trauma`s. Las lesiones se clasifican del I al VI, siendo el I las lesiones
superficiales y el VI la avulsión del hígado de la vena cava. Las lesiones del I al III
suelen poder manejarse de manera conservadora y las del IV al V requerir maniobras
quirúrgicas complejas.
7
Tratamiento conservador
Prácticamente todos los niños y hasta un 80% de los adultos con traumatismo
hepático contuso se tratan sin laparotomía. Esto es debido a una mayor disponibilidad
de las técnicas de imagen y a la radiología intervencionista.
Requisitos indispensables para el tratamiento conservador son la estabilidad
hemodinámica del paciente para esto es imprescindible la monitorización del paciente y
la vigilancia del hematocrito, asociado a TAC seriados de control, diarios o cuando se
necesiten, para controlar el tamaño del hematoma.
Si se objetiva extravasación de contraste en la TAC es indicativo de sangrado
arterial lo que implica la necesidad de angiografía y embolización, de lo contrario
intervención quirúrgica. La necesidad e angioembolización debe de considerarse en
caso de caída persistente del hematocrito después de recibir dos o tres concentrados de
hematíes.
Acceso quirúrgico
La preparación y la incisión se realizaran como en cualquier traumatismo
abdominal, en pacientes muy graves se recomienda asociar estereotomía, ya que permite
realizar masaje cardiaco abierto y facilita el control de la vena cava que se realizara con
más facilidad con un acceso supradiafragmático.
Una vez realizada la laparotomía se actuara revisando toda la cavidad, si se localiza
un sangrado hepático se procederá al taponamiento del mismo y se continuara revisando
el resto de la cavidad para descartar otras lesiones si las hubiera. Una vez el
anestesióloga ha logrado reponer el volumen intravascular y se han reparado puntos de
hemorragia extrahepáticos se procederá a la reparación de las lesiones hepáticas. Para la
reparación de las lesiones hepáticas se requiere en la mayoría de los casos la
movilización del hígado. El lóbulo hepático derecho se moviliza seccionando el
ligamento triangular y el coronario evitando lesionar la suprahepática derecha y la
suprarrenal derecha. El lóbulo izquierdo se moviliza seccionando el ligamento
triangular izquierdo sin lesionar la vena diafragmática inferior ni la suprahepática
izquierda. Durante la movilización se mantendrá la compresión manual en todo
momento. En caso de existir un hematoma retrohepático evidente se debe evitar la
rotación del hígado derecho a menos de que exista una indicación muy clara y un
8
experto en cirugía hepática esté disponible, en caso contrario se procederá a realizar un
taponamiento y el traslado del enfermo a un cetro especializado. Si hay que exponer la
unió de las suprahepáticas con la cava retrohepática es aconsejable la realización de una
estereotomía y realizar un abordaje supradiafragmatico.
Tratamiento
La mayoría de los pacientes pueden ser tratados de forma conservadora. Un 25% de
las lesiones hepáticas necesitan de control directo del punto sangrante, para lo cual la
maniobra más elemental es la compresión manual directa sobre el hígado si esta tiene
éxito y la hemorragia se controla no es necesario realizar más maniobras. Un 5% de las
lesiones hepáticas necesitaran de resección o desbridamiento total o parcial de un lóbulo
hepático. El 2% de las lesiones presentan lesiones en estructuras venosas mayores, la
triada portal, la cava intrahepática o son bilobares.
Los hematoma subcapsulares son infrecuentes aunque incómodos en su tratamiento,
son consecuencia de la integridad del capsula de Glisson, y oscilan de los mínimos hasta
los grandes hematomas centrales con hemorragia activa. En los hematomas
subcapsulares de menos del 50% de la superficie hepática que se detectan durante la
cirugía se puede optar por un tratamiento conservador, si se exploran pueden precisar de
hepatotomía y ligadura de vasos sangrantes con el problema añadido del sangrado en
sabana de la superficie hepática decapsulada. Los hematomas que se expanden durante
la cirugía (Grado III) deben de ser explorados, aunque una alternativa podría ser realizar
un taponamiento y posteriormente un a embolización selectiva. Los hematomas rotos,
grado IV y V, se tratan mediante exploración quirúrgica y ligadura selectiva.
Técnicas de control temporal de la hemorragia
Las lesiones que no sangran en el momento de la exploración en un paciente estable
no precisan tratamiento específico y no deben manipularse.
La hemorragia representa una amenaza inmediata a la vida del paciente, por lo que
el control temporal de la misma, permitirá la recuperación del volumen circulatorio y la
posibilidad de reparar lesiones asociadas sin una pérdida excesiva de sangre. Para
realizar este control son útiles varias técnicas.
Taponamiento perihepático. Los taponamiento no han de colocarse en el
interior de la lesión sino que deben utilizarse para restaurar las relaciones
anatómicas normales. Es capaz de controlar prácticamente la hemorragia de
cualquier lesión hepática si se coloca de forma adecuada. Se eleva el
reborde costal derecho y las gasas se colocan por encima y alrededor del
punto sangrante, se pueden colocar gasas entre el hígado y diafragma
posterior y lateral y pared anterior del tórax. No es útil en las lesiones del
hígado izquierdo por no existir suficiente pared torácica y abdominal para
realizar una buena compresión. Varios puntos a tener en cuenta:
o El taponamiento debe retirarse entre las 24-72 horas de su
colocación.
o Las gasas deben retirarse de forma cuidadosa para no originar
nuevos sangrados. Si no hay sangrado se deja un drenaje aspirativo,
9
sin realizar más maniobras. El tejido necrótico debe de ser resecado
dentro de lo posible.
o Un nuevo sangrado obliga a un nuevo taponamiento y a considerar
la realización de una embolización.
Hay dos complicaciones de un taponamiento. Un taponamiento muy
apretado que disminuya el retorno venoso y baja el gasto cardiaco, o un
taponamiento que comprima en exceso el diafragma derecho produciendo
aumento de presión en la vía aérea.
Maniobra de Pringle. Consiste en la
compresión del hilio hepático a través del
hiato de Winslow. Se suele asociar al
taponamiento hepático, como maniobra
de control temporal mientras se realiza el
taponamiento de forma adecuada.
También no permite diferenciar la
hemorragia de la arteria hepática o vena
porta, que ceden con el clampaje, de los
sangrados de las vanas suprahepática que
persisten. En pacientes inestables se
puede mantener hasta 15 minutos, en
estables hasta una hora.
Torniquete hepático. Consiste en colocar un drenaje de penrose rodeando el
hígado, tras su movilización, cerca de la división anatómica entre lóbulo
derecho e izquierdo, apretándolo hasta que ceda la hemorragia. El problema
es que suelen desplazarse y en ocasiones penetrar en el parénquima.
Compuestos hemostáticos y adhesivos. El compuesto tópico que parece ser
más efectivo en el tratamiento de las lesiones hepáticas es el adhesivo de
fibrina (Tissucol®), facilita la formación de coágulos y la cicatrización de
las heridas a través de la interacción con los fibroblastos. Se aplica con
mayor facilidad en spray o con jeringa de inyección. En lesiones
intraparenquimatosas profundas que requieran cierto grado de taponamiento
también pueden ser útiles las esponjas de colágeno que promueven la
agregación de los trombocitos y la liberación de factores de coagulación,
además la estructura esponjosa estabiliza y da más fuerza al coagulo. La
forma correcta de aplicación consiste en taponar y comprimir la superficie
durante varios minutos con una compresa caliente, posteriormente aplicar
spray de aire comprimido seguido por descargas de fibrina. Sobre esta se
puede aplicar un esponja de colágeno que se recubrirá con una capa de
fibrina.
Sutura hepática. Se realizara con aguja grande curva con poliglicolico de 0 o
2/0. Las suturas deben de anudarse sobre la capsula de Glesson. Para
laceraciones superficiales, se puede emplear una sutura simple continua, en
laceraciones más profundas se emplean puntos profundos en masa paralelos
10
al borde de la lesión. Se puede emplear epiplón mayor para rellenar defectos
y apoyar las suturas evitando que desgarren la capsula.
Taponamiento de
trayectos con balones. Muy útil para
taponar heridas producidas por arma
de fuego o arma blanca. Se inserta el
balón dentro del trayecto y se infla
taponando la lesión. Se pueden
emplear sondas de Sengstake-
Blakemore o emplear dispositivos
caseros improvisados.
Hepatotomía mediante fractura digital. En lesiones tipo II-IV, se rompe el
tejido entre los dedos ligando las estructuras vasculares o biliares que
aparezca. Se puede emplear también elementos como el Ligassure® o el Ultracision® que fracturan el tejido a par que coagulan.
Mallas. Se pueden emplear si falla el taponamiento. Empleando una malla
de material reabsorbible rodear la porción hepática lesionada y fijarla con
sutura continua o grapas a ser posible al ligamento falciforme para evitar
que se desplace fuera del hígado y quede lo suficientemente estrecha como
para comprimir el hígado lesionado.
Resección hepática. En situaciones incontroladas en pacientes con
traumatismo se han publicado series con mortalidad de hasta el 50% con
esta técnica por lo que solo debe reservarse para casos seleccionados:
o Lesiones extensas de segmentos laterales del lóbulo hepático
izquierdo.
o Lobectomía diferida en pacientes estabilizados mediante otras
técnicas como el taponamiento, para resecar segmentos de hígado no
viable.
o Fragmentos virtualmente seccionados.
Exclusión vascular. Consiste en asociar una maniobra de Pringle con el
clampaje de la vena cava por encima del riñón derecho y por encima de las
suprahepáticas. Es una técnica compleja y de resultados no muy buenos.
11
Shunts hepáticos.
Shunt aurículo-cava permite retorno
venoso del territorio infradiafragmático
en el contexto de exclusión vascular
total. Consiste en pasar un tubo
endotraqueal de 9mm con un orifico
adicional se coloca en el apéndice
auricular a través de una bolsa de
tabaco, el otro extremo se inserta en la
vena cava inferior hasta sobrepasar el
hígado dañado, momento en el que
inflamos el balón, es en este momento
cuando se realiza la maniobra de Pringle
para la exclusión hepática completa.
Esta técnica tiene una mortalidad
cercana al 90%. Una alternativa es la
colocación de un balón de Moore-
Pilcher a través de la vena femoral hasta
la cava retrohepática. Cuando el balón
está bien colocado ocluye las venas
suprahepáticas y la vena cava
permitiendo el flujo a la aurícula
derecha por unos orificios en el tubo, la
mortalidad e s similar a la técnica
anterior.
Estas dos últimas técnicas acarrean una alta mortalidad y están reservadas
para casos de lesiones de estructuras mayores venosas o traumatismos bilobares que
no sean controlables mediante otras técnicas.
El BAZO
El tratamiento clásico del traumatismo esplénico era la esplenectomía, pero en los
últimos años se tiende a la preservación del bazo siempre que sea posible por el riesgo
de sepsis post-esplenectomía que en niños alcanza el 50%.
Diagnostico
Una tercera parte de los pacientes presenta dolor en hipocondrio izquierdo que se
puede irradiar al hombro izquierdo. La prueba más fiable para el diagnostico es la TAC
con contraste, nos puede mostrar las lesiones, la cantidad de sangre libre y si hay
sangrado activo. La FAST se utilizara en pacientes que no sean subsidiarios de TAC y
no nos aportara información sobre el sangrado activo.
Clasificación
Emplearemos la escala de lesiones de órganos de la Asociación para la cirugía del
trauma Americana. (AAST)
12
Tratamiento.
Tratamiento conservador.
Son subsidiarios de tratamiento conservador los pacientes con lesiones grado I a III
estables hemodinámicamente y sin lesiones intraabdominales asociadas que requieran
intervención quirúrgica. El riesgo de resangrado es de entre el 1-8%, y no hay pruebas
de que el reposo sea beneficioso.
El tratamiento conservador está contraindicado si existen otras lesiones
intraabdominales que requieran tratamiento quirúrgico y cuando exista algún lesión
craneal significativa con riesgo de daño cerebral por hipotensión.
Se realizara intervención quirúrgica ante:
Inestabilidad hemodinámica
Sangrado esplénico continuado
Reposición de más del 50% del volumen sanguíneo del paciente
Lesión intraabdominales asociada que requiera cirugía.
Tratamiento quirúrgico
El acceso es similar al de cualquier
politraumatizado. El bazo se moviliza
bajo visión directa liberando los
ligamentos espleno diafragmático,
espleno renal y espleno cólico. Se
seccional los vasos gástricos cortos lo
más próximo al bazo posible, y se
tracciona del bazo hacia adelante
colocando taponamientos en el lecho
esplénico.
o Bazo sin sangrado activo. No tocar
o Sangrado superficial. Se pueden controlar con taponamiento, bisturí
eléctrico o adhesivos de fibrina.
13
o Laceraciones. Puede ser útil la ligadura de vasos segmentarios del hilio.
En laceraciones profundas se puede plantear una esplenectomía parcial.
o Envoltura con malla. Se envuelve el bazo desde el hilio con una malla
reabsorbible y se cierran los bordes de la malla.
o Esplenectomía parcial. Se
reserva para los polos isquémicos bien
demarcados tras la ligadura de vasos
segmentarios. El control hemostático se
puede realizar con puntos en mas,
diatermia, adhesivos de fibrina o
taponamiento.
o Esplenectomía. Indicada si se asocia a otras lesiones mayores o si hay
lesión masiva o en el hilio. Los vasos han de ligarse por separado y
prestar atención a no lesionar la cola del páncreas. No hay que dejar
drenajes de forma sistemática en el lecho esplénico, a no ser que exista
lesión en la cola del páncreas.
EL PANCREAS
A causa de su situación retroperitoneal el diagnostico de las lesiones de el
páncreas y el duodeno retroperitoneal resulta difícil, lo que hace que frecuentemente el
diagnostico de lesiones a dicho nivel se demoren, ya que no cursan con peritonitis lo
que retrasan sus manifestaciones clínicas. Las lesiones pancreáticas frecuentemente se
asocian a lesione de órganos vecinos y de grandes vasos lo que empeoran notablemente
su pronóstico.
Las lesiones pancreáticas pueden ser contusas o penetrantes. Las contusas
requieren habitualmente de un fuerte traumatismo, dada su situación, por lo que en su
mayoría se tratan de accidentes de tráfico, comprimiendo las estructuras
retroperitoneales contra la columna vertebral. Las penetrantes han aumentado su
incidencia siendo más graves las originadas por armas de fuego.
Diagnostico
Las lesiones pancreáticas, al tratarse de un órgano retroperitoneal, son difíciles
de diagnosticar, más aun cuando normalmente se asocia a otras lesiones con
compromiso vital. Esto hace que en la mayoría de los casos las lesiones pasen
inadvertidas o se diagnostiquen durante la laparotomía. Distintos trabajos demuestran
que el diagnostico tardío de la lesión del conducto de Wirsung aumentan la morbi-
mortalidad, por lo que es importante evaluar la integridad del conducto.
Inicialmente los pacientes con lesión pancrática pueden permanecer
asintomáticos, por lo que es una lesión que hay que sospechar. Los niveles de amilasa
parecen tener poco valor en el diagnostico inicial de las lesiones pancreáticas, aunque
parece que aumentan la precisión si se miden pasadas tres horas de la lesión. Por la
localización retroperitoneal el LPD ni la ecografía son tampoco demasiado eficaces.
14
El TAC se considera la mejor prueba para evaluar el retroperitoneo. Sin
embargo en las fases iniciales las lesiones pueden pasar inadvertidas o bien
infravalorarse, por lo que ante la sospecha de una lesión pancreática estaría indicado la
realización del TAC seriados.
La Colangiopancretografía retrograda endoscópica (CPRE) tendría dos
indicaciones. En la fase inicial, si el paciente está estable y presenta sintomatología leve,
una CPRE nos aporta información acerca del estado de los conductos pancreáticos. En
la fase tardía, en los pacientes que presenta clínica a los meses o incluso años, asociada
a TAC, nos ayudara a tomar la decisión acerca de la necesidad o no de intervención
quirúrgica.
La Colangio-RM permite el estudio del árbol biliar y pancreático pero
actualmente no se disponen de estudios en lesiones pancreáticas.
Por último nos queda la realización de una pancreatografía intraoperatoria
que estaría indicada cuando no podamos asegurar la integridad del conducto pancreático
durante una laparotomía exploradora, se puede realizar por cateterización de la papila
transduodenal, canulación distal en la cola pancreática o mediante una
colecistocolangiografía con aguja. Nos permite el diagnostico precoz de lesiones lo que
como hemos visto previamente reduce la morbi-mortalidad.
Clasificación (AAST)
Tratamiento quirúrgico.
Control de daños Los pacientes con lesiones grado IV y V no están estables
como para someterlos a una cirugía compleja en un momento inicial, en estos casos
estaría indicado el control inicial de la hemorragia y de la contaminación bacteriana,
colocar drenajes y taponamiento. Si es posible es preferible colocar un drenaje en el
conducto pancreático, para drenaje y posterior localización.
Lesiones contusas. Son la mayoría de las lesiones pancreáticas (G I y II) son
relativamente leves y requieren de drenaje simple y hemostasia. Los drenajes aspirativos
cerrados parece que disminuyen el número de abscesos abdominales y de alteraciones
cutáneas. Se deben evitar la sutura del parénquima ya que producen necrosis del tejido
pancreático, por lo que la hemostasia se debe realizar ligando los vasos sangrantes y
colocando un parche de epiplón sobre el defecto.
15
Lesiones ductales en cola y páncreas distal, el tratamiento de estas lesiones
cuando se localizan a la izquierda de los vasos mesentéricos es la pancreatectomía
distal, el conducto debe de ligarse de forma independiente y el muñón cerrado con
suturas se asocia un drenaje preferiblemente aspirativo. La conservación esplénica se
podrá valorar siempre que el paciente este hemodinámicamente estable y no existan
lesiones asociadas. En algún momento se planteo como tratamiento la
pancretaoyeyunostomía en Y de Roux pero está en desuso por su alto índice de morbi-
mortalidad.
Lesiones ductales: lesiones combinadas de cabeza pancreática y duodeno.
Suponen menos del 10% de las lesiones de estos órganos y suelen asociarse a múltiples
lesiones, especialmente la vena cava. Suelen deberse a traumatismos penetrantes. Si el
colédoco distal y la ampolla de Vater están integras se optara por una reparación simple
con drenaje o reparación con exclusión pilórica.
La técnica consiste en la
sutura del píloro desde el interior del
estomago con material reabsorbible, y la
realización de una gastroyeyunostomía. El
píloro se repermeabiliza en 2-3 semanas en
el 95% de los pacientes permitiendo el
tránsito intestinal normal. Esta técnica ha
demostrado que reduce la mortalidad
global de los pacientes y se indica en
lesiones graves pancreático-duodenales
grado III y IV. Hay quien recomienda la
asociación de vagotomía para evitar el
riesgo de ulcera de boca anastomótica.
Como alternativa a esta técnica hay quien propone el cierre de la lesión duodenal sobre
un tubo en T en las lesiones de la segunda porción, asegurando el drenaje y la fistula
controlada.
Cuando la cabeza pancreática muy dañada y se lesiona de forma irreparable la
ampolla o el colédoco, o bien el duodeno está destruido, se opta por la realización de
una Duodenopancreatectomía cefálica (Wipple). Solo se realizara en pacientes estables,
de no ser así se procederá al control de daños para en un segundo tiempo realizar la
cirugía definitiva cuando el paciente este estable.
En traumatismos graves estaría indicado la realización de una yeyunostomía de
alimentación de entrada a unos 15-30 cm del ángulo de Treitz, lo que permite el
adecuado aporte nutricional de forma precoz por vía enteral mediante dietas
elementales, que estimulan menos la secreción pancreática, por lo que no aumentan el
debito por la fistula.
El uso de la somatostatina y derivados parece disminuir el debito de las fistulas
pancreáticas aunque no puede ser recomendado por no existir evidencia científica en el
momento actual.
16
EL DUODENO
Al igual que el páncreas el duodeno es un órgano retroperitoneal, de complejo
manejo quirúrgico, por el pasan aproximadamente 6l/día de liquido con gran cantidad
de enzimas. Todo esto conlleva que la producción de fistulas a dicho nivel produzcan
una grave alteración hidroelectrolítica y la liberación de estos al espacio retroperitoneal
puedan terminar comprometiendo la vida del paciente.
Debido a su localización sus manifestaciones clínicas suelen ser tardías y
suelen llevar asociadas otras lesiones de gravedad. En traumatismos penetrantes son
más frecuentes y se asocian a lesiones en hígado, riñón, estomago, colon. En traumas
contusos suelen asociar lesiones vertebrales a nivel de ultimas torácicas o primeras
lumbares. El diagnostico de cualquiera de estas lesiones asociadas nos deben de hacer
sospechar la presencia de una lesión duodenal, y por lo tanto realizar pruebas para
buscarla de forma activa.
Diagnostico
Las determinaciones de amilasa son poco sensibles y pueden tardar horas en
presentar alteraciones en las lesiones duodenales, un resultado negativo no excluye la
lesión, pero si es positivo nos debe de hacer sospecharla. El LPD también tiene poca
utilidad.
La radiología simple puede poner de manifiesto burbujas de aire en el
retroperitoneo, junto al psoas iliaco, riñón derecho o anterior a la columna lumbar. El
borramiento del psoas y la fractura de apófisis transversas vertebrales indican un fuerte
traumatismo y pueden considerarse predictivos de lesión duodenal.
El transito gastroduodenal con contraste hidrosoluble (Gastrografin) es
positivo en el 50% de los pacientes con perforación duodenal, si es negativo se puede
completar el estudio con bario que pondrá de manifiesto lesiones de menor calibre.
La TAC es muy sensible para detectar aire retroperitoneal, sangre o fugas de
contraste, sobretodo en niños. En adultos la presencia de engrosamiento de la pared
duodenal o de un hematoma sin extravasación de contraste ha de ser investigada con un
tránsito con bario.
Clasificación
Emplearemos la clasificación de la AAST, aunque la clasificación de las
lesiones duodenales es menos importante que la consideración de otros aspectos muy
simples:
o Relación anatómica con ampolla de Vater
o Características de la lesión.
o Porcentaje de afectación circunferencial.
o Lesiones asociadas de páncreas, tracto biliar o grandes vasos.
A efectos prácticos podemos dividir en duodeno en porción superior que
incluiría primera y segunda porción, cuyo manejo es más complejo por sus relaciones
anatómicas y por su difícil movilización, y porción inferior que incluye al resto del
duodeno, las lesiones a este nivel se pueden tratar como se haría en el intestino delgado.
17
Tratamiento quirúrgico
Hematoma duodenal.
Lesión poco frecuente que se da
en traumatismos contusos. Se desarrolla en
la submucosa o subserosa y el duodeno no
se perfora. Pueden producir obstrucción y
tardar unas 48 en presentar clínica, el
tratamiento inicialmente es conservador.
El diagnostico puede realizarse
con TAC de doble contraste o con transito
gastroduodenal. Se considera una lesión no
quirúrgica con buen resultado
contratamiento conservador siempre que
no presenten lesiones asociadas que
precisen de tratamiento quirúrgico. Si el
diagnostico es durante una laparotomía, el
tratamiento no está consensuado, hay
quienes abogan por la apertura de la serosa
drenando el hematoma y la posterior
reparación de la pared duodenal, mientras
que otros prefieren descartar la presencia
de perforación y dejar sonda nasogástrica
para descompresión.
18
Laceración duodenal
Casi todas se pueden tratar con procedimientos simples. El problema se
plantean en los casos en los que se asocian alto índice de dehiscencia de sutura como
son la asociación de lesión pancreática, las lesiones contusas, las causas por arma de
fuego, las diagnosticadas con más de 24 h de demora, aquellas que afecta a más del
75% de la pared duodenal o a la porción superior del duodeno. En estos casos la
técnica debe de ir encaminada a minimizar el riesgo de dehiscencias de la sutura,
para lo cual se proponen varias alternativas.
Reparación de la perforación. La mayoría de las laceraciones pueden suturarse
en una o dos capas evitando la excesiva invaginación y a ser posible de forma
transversal. Las duodenotomías longitudinales se cerraran de forma transversal si su
longitud es inferior al 50% de la circunferencia duodenal. En los casos en que el
cierre comprometa la luz duodenal habrá que optar por otras técnicas.los parches
usando serosa yeyunal o gástrica han demostrado ser poco efectivos. Usar el yeyuno
como parche tampoco parece tener buenos resultados. Mejores resultados ofrecen
técnicas empleadas para resolver las lesiones de alto riesgo.
o Diversión duodenal. En desuso. Consiste en la realización de una triple
ostomía, gastrostomía, yeyunostomía retrograda descompresivas y
yeyunostomía anterógrada para alimentación.
o Diverticulización duodenal.
Consiste en una antrectomía con
reconstrucción Billroth II y cierre de
la lesión duodenal dejando un tubo
para descomprimir el duodeno. Es
una técnica extensa no apropiada
para pacientes hemodinámicamente
inestables, ya demás conlleva la
resección gástrica que puede no ser
buena para el paciente.
o Exclusión pilórica. Técnica ya comentada en el tratamiento de las
lesiones pancreáticas. Es técnicamente fácil, menos radical y más
rápida que la Diverticulización duodenal, resultando igual de efectiva
en la protección de la reparación duodenal.
o Duodeno pancreatectomía cefálica. Se practicara solo si no hay
alternativas disponibles y tras realizar control de daños cuando el
paciente este estable. Las indicaciones son la rotura masiva del
complejo duodeno-pancreático, la devascularización del duodeno, las
lesiones extensas de segunda porción que afecten a la ampolla o el
colédoco distal.
19
LESIONES VASCULARES ABDOMINALES
El paciente debe de prepararse para una incisión desde la escotadura esternal hasta
las rodillas. Lo fundamental es conseguir un control vascular proximal y distal.
Considerar siempre la autotransfusión.
Hematomas centrales en
hemiabdomen superior. Para
exponer los potenciales puntos de
sangrado se efectuara una rotación
visceral a la izquierda
(Mattox).Libera el bazo, el colon, la
cola del páncreas y el fundus
gástrico. Para acceder a la cara
posterior de la aorta también se
movilizara el riñón. Esto permite el
acceso a aorta, tronco celiaco, arteria
mesentérica superior, arteria y vena
esplénica y arteria y vena renal
izquierda.
Hematomas laterales. Si no se expande ni son pulsátiles no tocarlas, suelen ser por
lesión renal y estas se tratan de forma conservadora. Descartar perforación de la cara
posterior del colon.
Hematoma pélvico. A no ser que se trate de un hematoma rápidamente expansivo
o pulsátil no deben de ser explorados. Suelen tratarse de lesiones venosas que son
difíciles de reparar. Lo indicado en este caso sería el taponamiento, la estabilización
pélvica y posterior angiografía y embolización.
En caso de precisar exploración quirúrgica el primer paso será el control a nivel de
la aorta distal o vasos iliacos, para conseguir control vascular antes de dirigirnos al
punto de sangrado.
Aorta. El control aórtico se puede conseguir a distintos niveles. La aorta celiaca se
puede exponer liberando el ligamento gastrohepático, se retrae el hígado izquierdo
cranealmente y el estomago caudalmente, se abre el epiplón menor, seccionando el
retroperitoneo hasta el hiato, se separan las fibras del hiato y se moviliza el esófago
hacia la izquierda dejando expuesta la aorta abdominal y el hiato, donde puede ser
clampada o comprimida. Para la reparación lo ideal es una maniobra Mattox,
exponiendo la aorta abdominal y todas las ramas viscerales en su origen, los vasos
iliacos y el pedículo renal izquierdo.
20
Tronco celiaco. Se encuentra por detrás
y algo por debajo de la unión
gastroesofágica. Es difícil de reparar,
puede ligarse si la ligadura es proximal a
sus ramas principales y la arteria
mesentérica superior está intacta. La
gástrica izquierda y la esplénica también
se pueden ligar. La hepática común se
puede ligar si se hace proximal a la
arteria gastroduodenal.
Arteria mesentérica superior. La art. Mesentérica superior es imprescindible para
la viabilidad del intestino y siempre debe ser reparada, usando técnicas convencionales.
Si no puede repararse debe
reemplazarse con un injerto, el mejor
sitio para implantarlo es la aorta
infrarrenal. La línea de sutura aortica
hay que cubrirla para evitar fistulas
aorto-entéricas. Si se prevé un largo
tiempo de isquemia es conveniente
realizar un Shunt con material
protésico o con un stent temporal,
hasta completar la reparación
definitiva.
Arteria mesentérica inferior. Sus lesiones son pocos frecuentes y se puede ligar
generalmente. Antes del cierre comprobar la viabilidad del colon.
Arterias renales. Se accede a ellas movilizando medialmente las vísceras. La
reparación se realiza con técnicas vasculares estándar. El riñón tolera mal la isquemia y
si esta se prolonga más de 45 minutos, su viabilidad será dudosa. Si hay una sección
completa de la arteria y la viabilidad renal es dudosa se puede realizar una nefrectomía.
Vasos iliacos. Para su reparación es necesario el control proximal y distal, para
conseguir este último en ocasiones es preciso el abordaje inguinal. Siempre debemos de
identificar los uréteres. El control vascular directo de las venas iliacas es difícil por estar
muy adheridas a la cara posterior de la iliaca primitiva, por lo que es preferible la
colocación de un clamp vascular proximal por encima de iliaca primitiva e hipogástrica.
Vena cava inferior.
o Vena cava inferior suprahepática. Para acceder a ella se puede hacer
seccionando el tendón central del diafragma o mediante estereotomía
abriendo el pericardio.
o Vena cava inferior infrahepática. Se expone mediante una rotación visceral
derecha. El mejor control se hace con presión por encima y debajo de la
lesión con torundas, la rotación de la vena cava inferior es muy difícil por
las venas lumbares por lo que las lesiones de la cara posterior si hay que
repararlas deben de repararse a través de la cara anterior. Si es necesario la
ligadura de la cava inferior por debajo de las renales se considera aceptable.
21
Vena porta. La vena porta se encuentra en el borde libre del epiplón menor, junto a
la arteria hepática y el colédoco. Se puede controlar mediante la maniobra de Pringle. Si
la lesión es más proximal, puede ser necesario rechazar el duodeno o seccionar el
páncreas. Ante una lesión portal hay que colocar rápidamente un stent para evitar la
hipertensión venosa en el intestino, lo que dificultara cada vez más el acceso a la zona.
Este stent se puede mantener como parte del control de daños o mantenerlo hasta la
reparación definitiva.