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CONVERSACION A DOS VOCES ENTREVISTA CON EL ECONOMISTA TEODORO PETKOFF MINISTRO DE ESTADO JEFE DE CORDIPLAN En esta sección, como ya se ha hecho costumbre, se inserta un diálogo de sumo interés sobre diversos aspectos de la situación económica del país en el presente y el futuro previsible. Los asuntos abordados constituyen, a la lumbre de las respuestas consignadas en las páginas siguientes, materia del amplio testimonio que el eco- nomista Teodoro Petkoff, ministro de Estado Jefe de Cordiplan, ha expuesto sobre cuestiones controversia- les de la política económica del actual gobierno, vindi- cando las razones y los logros de la Agenda Venezuela, con sus propios argumentos, no sin el compromiso de su diligente protagonismo, en entrevista que le hiciera, el 5 de septiembre de 1997, el economista Héctor Malavé Mata, director de esta Revista, en atención al propósito de divulgar las opiniones que, como ésta y otras de tenor diferente, son emitidas en la discusión de problemas fun- damentales de la economía venezolana de estos tiem- pos. El testimonio del ministro Petkoff, que transcri- bimos a continuación literalmente, representa una im- portante vertiente de opinión en el debate sobre la ma- teria de su competencia. 185

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CONVERSACION A DOS VOCES

ENTREVISTA CON EL ECONOMISTA TEODORO PETKOFFMINISTRO DE ESTADO JEFE DE CORDIPLAN

En esta sección, como ya se ha hecho costumbre, seinserta un diálogo de sumo interés sobre diversos aspectosde la situación económica del país en el presente y elfuturo previsible. Los asuntos abordados constituyen, ala lumbre de las respuestas consignadas en las páginassiguientes, materia del amplio testimonio que el eco­nomista Teodoro Petkoff, ministro de Estado Jefe deCordiplan, ha expuesto sobre cuestiones controversia­les de la política económica del actual gobierno, vindi­cando las razones y los logros de la Agenda Venezuela,con sus propios argumentos, no sin el compromiso de sudiligente protagonismo, en entrevista que le hiciera, el 5de septiembre de 1997, el economista Héctor MalavéMata, director de esta Revista, en atención al propósitode divulgar las opiniones que, como ésta y otras de tenordiferente, son emitidas en la discusión de problemas fun­damentales de la economía venezolana de estos tiem­pos. El testimonio del ministro Petkoff, que transcri­bimos a continuación literalmente, representa una im­portante vertiente de opinión en el debate sobre la ma­teria de su competencia.

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HMM: Es buena esta ocaskin para dialogar sobre aspectos sen­sibles de la actualidad econémica y social del país. Preo­cupa al respecto la concomitancia de la innación y eldesempleo, tanto como la incongruencia entre la polí­tica monetaria y la tendencia del'icitaria del gasto pú­blico. Las metas desinnacionistas no lucen acordes conlas reivindicaciones consagradas en el nuevo estatutolaboral. Las perspectivas de la economía recogen el in..nujo de las rondas de apertura petrolera, al mismo tiem..po que el mensaje oficial sobre el rumbo de la políticaeconómica contrasta con el deterloru del nivel de vidade amplios sectores de la poblaclón. Contradicciones nofaltan en el diagnóstico de la presente situación del país.Sentada esta premisa,es lógico preguntarle: ¿C6mo compa..tibilizar en 1997 la meta de inflacién anunciada y elaumento del costo salarial imputable al gasto público?¿Cómo armonizar el comportamiento fiscal y el desem­peño monetario a partir del mayor costo que representala reciente reforma laboral?

TP: Ciertamente las dificultades para compatibilizarlas metas de reducción de la inflación y el aumen­to del costo social en el gasto público; o los obs­táculos que se enfrentan para armonizar el com­portamiento fiscal y el desempeño monetario apartir del mayor costo que representa las refor­mas laborales, están estrechamente ligadas con loque en la introducción de estos interrogantes seha llamado el diagnóstico de la situación del país..Debemos, sin embargo, considerar que estamossaliendo de un caso especial de estancamientocon inflación, de vieja data, en el cual el aparatoproductivo no crece (la tasa de inversión real esnegativa hace más de quince años) generando dosefectos perniciosos para la lucha antiinflaciona­ria. Por una parte, una insuficiencia crónica deproducción de bienes y servicios que estimulabael incremento de los precios, más allá de cual­quier contingencia monetaria. Por otra parle, una

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insuficiencia aguda de demanda de mano de obraen el mercado de trabajo que se viene traduciendoen una sensible situación social de pobreza pordesempleo y bajos ingresos familiares.

Esta prolongada caída de la inversión, responde avariados y complejos factores. Sin embargo, todaslas investigaciones señalaban que el marco regu­latorio del mercado laboral, especialmente la retro­actividad de las prestaciones sociales de los tra­bajadores, se había convertido en la causa prin­cipal no sólo de la paralización de las inversio­nes, sino también de la destrucción del salario através de la llamada bonificación de los ingresoslaborales.

En tal contexto era indispensable combinar enforma coherente políticas económicas de ajustede la demanda agregada con medidas que per­mitan flexibilizar el mercado laboral y recuperarel concepto de salario, que tan duramente habíasido deteriorado por el uso generalizado en elsector público y en el sector privado, de bonospara aumentar el ingreso de los trabajadores. Enesta forma resultaba casi inevitable negociar enla comisión tripartita una reforma del marco ju­rídico laboral que permitiera ajustar los salarios,salarizar los bonos y un nuevo sistema de pres­raciones sociales para paliar la creciente pobrezaextrema, que podría resultar incongruente con unapoi ítica monetaria que a su vez se le hacfa di­fícil mantener I~' batalla de secar el exceso deliquidez.

Es evidente que, a pesar de esa circunstancia, seha logrado un éxito importante al mantener enniveles bajos la tasa de inflación mensual, cuan­do al mismo tiempo se acuerda una reforma la­boral y un ajuste salarial que sin duda se traduceen nuis dinero en poder del público y eventual-

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mente en un estímulo monetario para el gasto deconsumo, al tiempo que un mayor costo de lamano de obra en el sector productivo que posi­blemente contribuirá a elevar los precios. Sin em­bargo, es importante destacar que este costo sa­larial afecta positivamente el deterioro profundoy sostenido que tenía el salario real y el ingresofamiliar, contrarrestando la profunda caída del con­sumo privado. Estamos frente a una acción que,aunque en apariencia afecta al desempeño mone­tario, desde el punto de vista del estímulo al creci­miento basado en la equidad, es altamente fa­vorable como factor de reactivación económica ybienestar para la población. Al mismo tiempo sedebe considerar que lo que se concibe como costosalarial, desde otro punto de vista se convierte enuna importante herramienta de estabilización so­cial y política que es también necesaria como basepara propiciar expectativas positivas de la eco­nomía.

Aunque se puede considerar que los resultadosde la política de estabilización son satisfactorios,es evidente que a largo plazo la única fórmulapermanente que en la práctica permitiría compa­tibilizar la meta antiinflacionaria y el aumentodel costo laboral imputable al gasto público, es elincremento de la eficiencia (entendida como reduc­ción de costos) o de la eficacia (entendida comoincremento de producción) que se materialice enmayor productividad y mayor oferta de bienes yservicios. En este contexto s6lo queda reconocerque la presión inflacionaria persiste, aunque esmucho menor que en el año 1996 y de hecho seha admitido que la tasa de inflación esperada noserá 25% sino alrededor de 35% en el año 1997.Sin embargo, en la ejecución presupuestaria seestá tratando de lograr reducciones compensato­rias del gasto fiscal, en otros conceptos presupues-

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tarios y mejoras en las metas de recaudación o dereducción de la evasión, para evitar el déficit fis­cal y contribuir con la política de contención mo­netaria y estabilización cambiaria para mantenerla secuencia hacia la baja de las tasas de infla­ción mensual.

HMM: Esta respuesta proporciona materia para otro plantea­miento. Se hizo ya el balance de la Agenda Venezuelacon motivo de su primer aniversario. Desde el_ punto devista macroeconómico se ha observado diricultad en laanunciada estabilización de precios, y desde la perspec­tiva estructural se ha notado la lentitud en promover yavanzar en las reformas institucionales. Al respecto seidentifican, como en cualquier ejercicio de política econó­mica, dos tipos de dificultades o limitaciones: uno es elque concierne a la concepción y el diseño de la política,y otro es el que atañe a la instrumentación y el ritmocon que se desarrollan los cambios. Me refiero a estopara inquirir: ¿Cómo explíca los logros y frustracionesde la polltica correspondiente? ¿Las dificultades hansurgido por error de diseño o por defecto de instrumen­tación?

TP: La formulación de política económica siempre seha enfrentado al dilema inevitable entre reglasfijas. discrecionalidad, consistencia temporal y ex­pectativas. Este conjunto de elementos se resumeen un hecho ineludible que es la incertidumbrederivada de la imposibilidad de conocer con pre­cisión las reacciones de los agentes económicos,frente a las decisiones implícitas en una propuestade política económica.

Las dificultades en la instrumentación de la AgendaVenezuela son fáciles de entender si se reconoceque la toma de decisiones está sujeta a un contextojurídico-político condicionante. Por ejemplo, el

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Gobierno Nacional no cuenta con una mayoríaparlamentaria; existe una confrontación perma­nente de intereses creados que pugnan por eludirsus costos o absorber sus beneficios y tenemosun entorno económico internacional que incor­pora una alta exogeneidad en los precios e ingre­sos petroleros del país.

La política fiscal propuesta por el Gobierno Na­cional se traduce en una Ley de Presupuesto PÚ­blico que está afectada de una elevada rigidezlegal (Situado Constitucional, FIDES, Ley de Asig­naciones Especiales, Ley de Política Habitacio­nal, Ley de Seguro Social Obligatorio, Ley deParo Forzoso, Contrato Colectivo de los Traba­jadores del Sector Público, compromisos del Ser­vicio de la Deuda Pública) que dificulta en ex­tremo cualquier. reducción importante en más del85% del presupuesto de gasto público; ademásno es posible imponer condiciones rigurosas a lapolítica de gasto requerida por la AdministraciónDescentralizada en razón de su autonomía adminis­trativa establecida en las leyes.

A su vez las organizaciones sindicales, gremia­les y profesionales conforman una fuerza socialcuya presión impone exigencias o reivindicacio­nes que, además de ser legítimas, no pueden sertotalmente contenidas por la vía de los procesosconciliatorios. En materia de reforma estructuraldel Estado, es notoria la resistencia al cambioespecialmente originada en el campo político ygremial, incluso por la inercia natural de la propiaestructura burocrática del Estado. En el campode la economía privada se observa una mezcla detemor a la apertura de la economía y de facilis­mo generado por una cultura de producción y mer­cado proteccionista que dominó la economía na­cional en lo); últimos cincuenta años. Simultánea-

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mente, la política de fuerte austeridad fiscal pier­de contenido en un contexto de elevados ingre­sos petroleros, los cuales no obstante que fueronrepresados en buena medida, impulsaron una pre­sión por parte de los sectores sociales que final­mente elevaría el gasto fiscal presupuestado ini­cialmente.

En fin, se trata de una realidad compleja en lacual las dificultades son la expresión de elemen­lOS imponderables que dentro de un sistema demo­crático sabíamos que podrían presentarse y po­dían traer como consecuencia una menor velo­cidad de la deseada en el programa de estabili­zación y reforma. La comprensión de los obs­táculos no genera frustraciones, mientras que loslogros son evidentes al examinar las tendenciasde los resultados siguientes:

• La tasa de inflación acumulada durante el pe­ríodo enero-julio del presente año (17,8%) es52,6 puntos porcentuales menor que la regis­trada durante el mismo período del año 1996(70,4%).

• La tasa de variación acumulada del índice ge­neral de precios al por mayor durante el pe­ríodo enero-julio del presente año (9,7%) es74,5 puntos porcentuales menor que la regis­trada durante el mismo período del año 1996(84,2%).

• La tasa de carr>.o ha mantenido una estabi­lidad aceptable. 'a que sólo se ha depreciadoen un 4,8%.

• Las exportaciones no tradicionales durante elprimer semestre de 1997 se han incrementadoen un 20,6% en comparación al mismo perío­do del año anterior.

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HMM: Vuelvo a la pregunta anterior por camino distinto. LaAgenda Venezuela parte de la premisa según la cualdebe lugrarse primeramente la estabilización para lue­J:o emprenderse las reformas estructurales. Dlagnóstlcosrevelan que la economía aún no se ha estabilizado y quepor lo mismo se retrasan las reformas. Se entiende quesin tales reformas, necesarias para combatir la ineficien­cia del aparato productivo en los sectores público y priva­do, no es posible estabilizar la economía de manera exi­tosa. La razón es sencilla: la economía venezolana, consus distorsiones y desequilibrios actuales, sólo puede serestabilizada en niveles inflacionarios relativamente altos,por medio de reformas capaces de adecuar los gastos alos ingresos. Pretender reducir esos niveles de inftaciénmediante políticas de demanda agregada podría ser pocoefectivo y acarrearia el costo social que representa lapérdida del producto. Así, las políticas de oferta devie­nen, según algunos, más indicadas para actuar en talcaso. Torno esto como base para preguntarte. ¿No creeusted que a estas alturas, al margen de explicacionescasuísticas sobre el movimiento de la tasa de inflación,el problema más bien radica en el diseño de la políticamacroeconómica?

TP: La estabilización del organismo económico tieneun perfecto símil con el organismo humano, porlo que estabilizarlo no es una resultante instan­tánea, sino un status gradualmente generado porun sistema de equilibrios que operan en diversasinstancias temporales, hasta que se supera ladescompensación inicial en un estadio de desen­volvimiento más saludable.

Hemos afirmado reiteradamente que la economíanacional es un paciente sometido a terapia inten­siva, después de una crisis de salud masiva, lacual fue agravada en 1994 por una crisis que destru­yó más de la mitad del sistema financiero nacio­nal. En la actualidad ese paciente todavía está

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enfermo, ha mejorado sustancialmente y está sa­liendo de su descompensación más aguda, perono puede salir a competir en las olimpíadas.

Es posible que haya insuficiencias en la políticamacroeconómica, es posible que algunos resul­tados no se hayan alcanzado apropiadamente. Re­conocemos que las fuerzas que se oponen a lareforma estructural son más fuertes de lo que había­mos considerado inicialmente. Además ciertos fac­tores exógenos perturban la secuencia inicialmen­te propuesta en el programa de estabilización yreactivación. Es más, podemos perfectamente ad­mitir que pueden haber otros diseños de políticamacroeconómica aplicables e incluso siempre he­mos sostenido que correctivos y ajustes en fun­ción de la evolución real deben ser incorpora­dos, en respuesta lógica a la dinámica de los he­chos.

Sin embargo, es importante destacar que desde elprincipio indicamos que enfrentábamos una cri­sis atípica no sólo por la profundidad e inten­sidad, sino por sus múltiples dimensiones (po­lítica, financiera, social, económica, institucionaly moral). Asimismo, señalamos que la AgendaVenezuela era la síntesis de un conjunto de ac­ciones sincronizadas dentro de las posibilidadesque permite la realidad política. Claramente espe­cificamos que no se pretendía satisfacer todas lasexpectativas de los agentes económicos para resol­ver la crisis, sobre todo porque debíamos consi­derar sus consecuencias sociales y condicionarsus objetivos estabilizadores en el orden macroeco­nómico, a las implicaciones sociales, sobre todoen medio de una drástica caída del nivel de vidade la población.

En resumen, preferimos avanzar con gradualidady aceptar el retraso en el cumplimiento de las

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metas de estabilización económica para evitar ladesestabilización social y política. Siempre he­mos sostenido que las políticas se deben instru­mentar de cara a la gente yeso significa que lavelocidad con que actúan los instrumentosmacroeconómicos, deben ser moderados y ajus­tados a la realidad de la población que como unproducto inevitable generaron en el pasado recientelos programas de shock. La solución final de estacrisis puede tardar varios años más. Nosotros esta­remos satisfechos si la historia nos reconocieraque nuestra gestión contribuyó a la solución deuna buena parte de los problemas planteados.

HMM: El ajuste fiscal de 1996 resultó insostenible. Las remu­neraciones que se dejaron de hacer a los empleados pú­blicos en 1996, se les hicieron en 1997. Cualquiera pudoser la razón: imprevisión presupuestaria, rigidez ñscal, ..El problema es que las cifras estimadas para 1998, conun 25% aproximadamente de expansión del gasto pú­blico, no parecen consistentes con un patrón erogativoque no contempla la disciplina requerida. No es fácilconfiar en un ajuste fiscal que se anuncia como simplepromesa cuando, por el lado de los ingresos, las cuen­tas presupuesta les no cuadrarían sino con una devatua­ción no menor de 30%, a sabiendas de que una devalua­ción de tal magnitud estimularía una inflaeién mayorque la prevista. Con lo cual aumentarían las presionessobre el gasto. ¿Cuál cree usted que sería la solución deeste problema?

TP: El ajuste fiscal, con todos los tropiezos que pudie­ran anotarse, está realizándose en la direcciona­lidad apropiada. Se ha logrado mantener la cohe­rencia y la continuidad entre las decisiones queatienden las dificultades inmediatas y las medi­das que deben adoptarse. Se cumple el doble pro­pósito de crear una nueva base tributaria interna

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al ingreso fiscal, que rechaza absolutamente ladevaluación del tipo de cambio como mecanis­mo de financiamiento, y alcanzar una mayor ca­lidad del gasto público, incluyendo una necesa­ria reforma institucional y la reducción de laspresiones sobre el sector monetario, mediante elreordenarniento financiero de los pasivos del Es­tado. Hemos dicho expresamente en la AgendaVenezuela que el programa de ajuste fiscal seasume como la corrección del desequilibrio enlas finanzas públicas y que la gestión orientada ala eliminación del déficit fiscal se cumpliré en lamedida que se sostenga una trayectoria hacia elequilibrio. Esto significa que el objetivo se cum­ple por fases, de tal forma que se avanzará haciaresultados superavitarios en el sector público enforma concomitante con el abatimiento de la infla­ción y el retorno al crecimiento económico real.

También se ha insistido en el enfoque que dife­rencia entre el componente transitorio y el compo­nente estructural de la crisis fiscal. El compo­nente transitorio ha estado vinculado a la crisisfinanciera y el desorden administrativo; el com­ponente estructural está relacionado con el niveldel gasto público y la forma sana de financiarlo.

Esta diferenciación, permite comprender que elajuste estructural se está desarrollando dentro delas condiciones que permitan la capacidad de cre­cimiento real de la economía y el ajuste transi­torio está sujeto a incidencias coyunturales favo­rables o desfavorables que han impuesto el ritmoy las particularidades de la superación de la cri­sis financiera, los forcejeos legales e institucio­nales en la distribución legislativa del presupues­to y, como elemento de alivio a la presión nega­tiva mencionada, la expansión reciente de los in­gresos petroleros.

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Debe reconocerse que al cierre de 1996 la tasa deinflación se ubicó en 103% como consecuenciade la fuerte tendencia inflacionaria del primer cua­trimestre (anterior a la Agenda Venezuela) y larealineación de precios aplicados a los diferen­tes mercados durante los meses de Abril y Mayo.Sin embargo, a partir de allí la inflación se com­portó tal como fue previsto, disminuyendo conti­nuamente, lo que puede ser asociado con el carácterrestrictivo de la política fiscal y monetaria, asícomo la estabilización gradual alcanzada con eltipo de cambio nominal. Por otra parte, la gestiónfinanciera del Gobierno Central mostró un supe­rávit de 0,6% del PIB como resultado del compor­tamiento favorable de los ingresos fiscales y laracionalización lograda en el gasto público nacio­nal. A nivel del sector público consolidado seregistró un superávit de 8% del PIB, en contrastecon el déficit de -2% previsto por diversos ana­listas.

En 1997 se estima un comportamiento tambiénsatisfactorio, pues aunque se enfrenta el impactodel ajuste salarial, muchas veces postergado y evi­dentemente legítimo para los trabajadores del sec­tor público, los ingresos fiscales internos y losrecursos aportados por el exitoso programa deapertura, crearán condiciones para cerrar el añocon un superávit fiscal estimado en 3,3% del PIB.Esta situación se mantendrá como expectativa po­sitiva de 1998 al estimarse que igualmente se ob­tendrá un superávit fiscal del Gobierno Centraldel orden de 1,5% del PIB. La ventaja en estos úl­timos dos años es que esos resultados se com­binan con la reactivación económica iniciada en1997 que cobrará creciente fuerza en 1998 comola señal definitiva de superación de la crisis eco­nómica.

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El presupuesto de ingresos para 1998 equivale aun incremento nominal del 8,9% respecto a larevisión del presupuesto 1997. efectuada en elmes de marzo. En términos del PIS los ingresospresupuestados representan un 21,9% para 1998,lo que implica una reducción de 2,8 puntos por­centuales con respecto a 1997, cuando los ingre­sos fiscales totales representaron un 24,7%. Estadisminución está relacionada con una reducciónconservadora de la participación fiscal del sec­tor petrolero y la proyección de una menor cap­tación de ingresos extraordinarios, particularmen­te porque no se incluye el cálculo de posiblesingresos por privatización. En síntesis, la estima­ción de ingresos totales en el proyecto de presu­puesto para 1998 alcanza a 11,2 billones de bolí­vares que se destinarán a cubrir satisfactoriamenteel nivel de gasto público ordinario que se proyec­tó a partir de la ejecución presupuestaria de 1997,incluyendo el costo de los ajustes salariales re­cientes.

Las cuentas presupuestales anteriores, no inclu­yen el impacto de los costos que se derivan de lanueva Ley Orgánica del Trabajo, en relación conla cancelación de los pasivos laborales y los even­tuales de un sistema integrado de seguridad so­cial, actualmente en vías de aprobarse. Sin em­bargo. la respuesta a estos compromisos no es nidebe ser la devaluación cambiaria; la solución seenmarcará dentro de la política de manejo delCrédito Público, que permita optimizar coloca­ciones de corto plazo, con el diseño de instru­mento de crédito de más largo plazo en condi­ciones financieras atractivas, que garanticen un"mercado" y permitan honrar la deuda laboral den­tro de los parámetros legales aprobados.

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HMM: De nuevo quiero referirme a la capacidad de instrumen­tación de la política económica. Se hizo ver que una delas dificultades para suscribir el acuerdo con el FMI en1996 radicaba en la baja credibilidad que para entonoces suscitaba el equipo gubernamental de negociación.En cierta forma se acudía al Fondo porque las autorí­dades económicas del país no habían podido elaborarun programa coherente que produjera credibilidad. La au­sencia de una coordinación efectiva entre los ministrosde la economía y los directores del Bey y de PDYSA,para sólo mencionar a los actores fundamentales, hizoque se recurriera al FI\II como agente organizador exter­no. Viene a propósito la cuestión: ¿Se ha superado, unavez suscrito e iniciado el acuerdo, ese desarreglo, o toda­vía persiste? En particular: ¿El manejo de la políticamonetaria y cambiaria no sigue reflejando una falta decoordinaclón entre PDYSA, el Bey y los ministerios dela economía?

TP: La baja credibilidad observada a comienzos de1996 se refería propiamente a la economía comoun todo, como consecuencia de un clima de expec­tativas devaluacionista e inflacionario, iniciadoen 1989, que dio origen a la política económicade controles de cambio y precios, con la cual seintentó inicialmente conjurar la crisis. Se acudió¡¡I FMI con un programa de estabilización, de reorde­namiento de la economía, que denominamos AgendaVenezuela, que contiene un diseño de política eco­nómica autónomo, que hace énfasis en lo fiscal,propuesto en todos sus elementos por el propioequipo económico del Gobierno Nacional, parasolicitar el respaldo de ese organismo, con el objetode acelerar y mejorar los niveles de financiamientoexterno, con los recursos de un crédito stand bypara reforzar nuestra base de reservas interna­cionales, previniendo ataques especulativos so­bre el bolívar.

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Ese programa incluyó la creacion de un meca­nismo de coordinación de la política fiscal, mone­taria y cambiaria permanente, para el seguimien­to de la política macroeconómica. A tal fin secrearon dos niveles de coordinación, uno de carácterinstitucional a través de la OPAM (Oficina de Pro­gramación y Análisis Macroeconómico) que esuna unidad de asesoría adscrita al Ministerio deHacienda, encargada de revisar periódicamentelos indicadores coyunturales del comportamien­to de la economía nacional, en la cual participanfuncionarios de alto nivel de BCY, PDYSA, FIY, MICy de Cordiplan, conjuntamente con los represen­tantes del propio Ministerio de Hacienda. Adicio­nalmente, se realiza en la práctica una coordi­nación activa semanal relacionada con el flujo deinformación; de tal forma que el intercambio perma­nente de datos estadísticos sobre el movimientode los mercados de bienes y servicios. moneta­rios cambiarios y financieros, permiten observarcontinuamente los resultados de la gestión de lapolítica económica y adoptar los correcri vos aque haya lugar, luego de su consideración en elGabinete Económico y en Directorio del BCY, co­mo centros neurálgicos de la gerencia de estasmaterias dentro de la administración nacional.

La coordinación de la política macroeconómicase realiza tanto a nivel ministerial como técnico,para limitar indeseables expansiones de liquidezo incoherencias en la aplicación de políticas diri­gidas a mantener la estabilidad. En este sentido.una medida especialmente novedosa que sed efec­tiva y posiblemente aplicada en 199H sení la crea­ción del Fondo de Estabilización Macrocconó­mica. que está dirigido a represar excedentes ge­nerados por los ingresos adicionales, derivadosde niveles de precios de realización superiores alos presupuestados. con lo cual se instituciona-

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liza un mecanismo permanente de regulación delgasto fiscal, evitando que ese ingreso inesperadode recursos revierta en presiones excesivas en tér­minos de expansión de la base monetaria.

Finalmente es necesario acolar que no es inevita­blemente inflacionaria la creación de base mo­neraria como consecuencia de los ingresos porexportaciones petroleras depositadas en el Bev. Enefecto, cuando PDVSA o el Gobierno disponen delos ingresos en divisas para atender gastos en bo­lívares, y este flujo de incremento en la masa dedinero está acompañado de una expansión de lasimportaciones petroleras y no petroleras, comoconsecuencia de la reactivación económica na­cional, se puede compensar su efecto sobre labase monetaria. Esto significa que al consolidarseel crecimiento se tenderá automáticamente al equi­librio y a la estabilización del tipo de cambio,bajo el supuesto de que el flujo de capitales operetambién en función del crecimiento de la econo­mía real. Esto nos lleva a lo que hemos conside­rado como la palanca básica de la estabilizacióna largo plazo, la instrumentación de políticas deoferta que estimulen la expansión productiva, yrevierta el recurso de origen externo en fuente decrecimiento económico, que a la postre se tradu­cirá en resultados macroeconómicos positivos parala población venezolana.

Finalmente debe destacarse que recientes medi­ciones de credibilidad indican que, no obstantealgunas dificultades y el hecho innegable de queno se han alcanzado a plenitud las metas pre­vistas, las respuestas de los inversionistas fue­ron en 66% positivas en relación con las expec­tativas que viene generando la instrumentaciónde la Agenda Venezuela y la coordinación inter­na que la ha acompañado.

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1l!\1~1: El gobierno se ha propuesto reducir el crecimiento de latasa innacionaria en una coyuntura de reajuste sala­rial. El panorama luce así contradictorio. Inicialmenteel titular de las finanzas públicas, en coincidencia conla recnmendación del FI\1I, anunció una meta de inña­ción de 25% para 1997, sin cunslderur el impacto al­cista de las reformas laborales sobre el nivel de los pre­cios en el mismo año. Usted mismo declaró que habíaque elevar esa meta a 35% en nombre del realismo. El.~"1I, como esperando resultados taumatúrglcos, insis­tió en que se mantuvlera la meta en aquel 25%. Perosin advertir que. además de las presiones inflacionariasinerciales. existen factores fiscales, monetarios, estructu­rales y administrativos que en suma influyen de diver­so grado y modo en el nivel J:eneral de los precios ¿Có~

010 disminuir la innación de 103% en 1996 a 35% en1997 sin una política de estabilización que atienda pon­deradamente a los factores mencionados? Por cuanto seadvierten ingredientes inerciales en esa inflación, es propiopreguntarle: ¿Cómo aplicar entonces una política antlin­nacionaria que logre aquella meta sin reducir los con­nietos distributivos?

TP: La existencia de presiones inflacionarias inercia­les, vinculadas a la insuficiencia estructural de laoferta agregada de origen interno y a la culturade consumo de la población, son factores que co­mienzan a modificarse, con una tendencia franca­mente favorable para el cumplimiento del pro­grama antiinflacionario. Por una parte, se ha ini­ciado la reactivación económica en el segundotrimestre de 1997 al registrarse un crecimientodel PIS en 3,8% respecto al trimestre anterior. Estecrecimiento inicial se expresa concretamente comouna tendencia que esperamos se consolide en elresto del año, al observarse que la capacidad utili­zada en el sector industrial subió al 62,7% en elsegundo trimestre de 1997 contra un 58,5% en elmismo período de 1996. Por otra parte, se viene

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constatando un cambio en el patrón de consumo,que si se analiza objetivamente equivale a un apren­dizaje en relación con la necesidad de concen­trar el poder de compra en los bienes y serviciosesenciales y elevar la preferencia en la comprahacia los productos cuyos precios se mantienenestables. Por lo expresado antes, consideramosque de mantenerse el incremento de la oferta y elcambio en la calidad de la demanda, se alcan­zará un sano equilibrio de mercado que dismi­nuirá la inflación inercial, la cual tiene sus orí­genes en condiciones estructurales de la econo­mía que vienen modificándose favorablemente.

Por otra parte, los factores de origen fiscal rela­cionados con el reajuste salarial de los emplea­dos del sector público tienen una incidencia mu­cho menor de la que se viene atribuyendo. Elincremento de las remuneraciones del sector pú­blico que se tradujo en alrededor de un 83% pro­medio, diluye su impacto como consecuencia deuna modificación significativa en las preferen­cias por la liquidez de los consumidores.

En efecto, los receptores de remuneraciones y ren­tas fijas distribuyen la disposición de sus ingre­sos otorgándole mayor importancia al motivo pre­caución (ahorro) que la que le asignan al motivotransacción (consumo) o al motivo especulación(ganancias extras). Esto ha elevado significati­vamente el ahorro a pesar de que las tasas deinterés nominales son relativamente bajas y lastasas de interés reales sean negativas. La culturadel ahorro (posiblemente impuesto por un temora los gastos imprevistos) ha represado el impac­to que sobre 1:1 liquidez pudo haber len ido el au­mento salarial.

Otro componente importante del análisis es cier­tamente el impacto alcista de las reformas labo-

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rales sobre el nivel de los precios en el mismoaño. Al respecto cabe hacer las siguientes acota­ciones: En primer lugar, el impacto durante elpresente año corresponde sólo al bono de trans­ferencia. que es una fracción menor de los pasi­vos laborales acumulados; en segundo lugar, elplazo de pago de pasivos es de cinco años. lo quereduce su impacto anual a un 25% por año, ade­más de que puede financiarse con recursos demercado de capitales. lo que reduce aún más suefecto neto anual como componente de demandade consumo. Igualmente la nueva Ley Orgánicadel Trabajo establece que esos recursos no se leentregan directamente al trabajador para su dis­posición inmediata (por lo tanto tiene un efectoahorro, más que un efecto de consumo), sino quese le depositan en una cuenta personal en fondosde pensiones de su preferencia. Esto último con­vierte esos recursos en fuentes de ahorro inter­no, tal como sucedió en otros países de AméricaLatina, por lo que pasan a ser la fuente principalde financiamiento de la inversión privada y porlo tanto se convierten de esa forma en instru­mentos de la polftica de oferta, que a largo plazoconsolidarán la derrota definitiva de la inflación.

No obstante lo anterior, frente a los factores mone­tarios, estructurales y administrativos que comoremanente persisten y pueden hacer mayor pre­sión inflacionaria. se ha planteado modificar lameta de 25% a cerca del 35%. lo que puede consi­derarse todavía un resultado favorable en térmi­nos de evolución tendencial hacia la reducciónde la inflación.

Existe incluso la posibilidad de que el impactosea menor y se logre frenar la inflación en elentorno del 30'k- si se considera que la verdaderaincidencia del gasto público (excluido el servicio

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de la deuda externa y las compras externas) en lademanda agregada interna como proporción delPIB se eleva de 14,7% en 1996 a 18,3% en 1997.Si el incremento de la demanda agregada por efec­to de los gastos fiscales se mantiene en el nivelmencionado y operan los factores de financia­miento de los pasivos laborales a mediano plazo,combinándose con la estabilidad del tipo de cam­bio y el control de los agregados monetarios y elcambio en el patrón de disposición de los ingre­sos en favor del ahorro, tendremos un marco decontención contra la presión inflacionaria que nosmotiva a considerar como muy factible la metade reducir la inflación de 103% en 1996 a 35%en 1997 y a un máximo de 20% en 1998. Lo másalentador es pues el curso de los acontecimien­tos que parecen indicar que la fiebre del pacien­te tiende a desaparecer, acercándose el organis­mo económico a condiciones de presión y tempe­raturas normales para un desenvolvimiento exi­toso de la economía nacional.

HMM: Recientemente afirmó usted que estamos en plan de derro­tar la innación. Su opinión fue entonces optimista. Perohay evidencias que en tal caso restan razón al optimis­mo. Actividades del aparato productivo no petrolero aúnse mantienen deprimidas, sin alcanzar los niveles bá­sicos e.i~idos por el consumo interno. A esto Se añadenlas expectativas devaluatorias del bolívar, la persisten­cia del déficit fiscal, la propagación inercial de las on­das alcistas en los precios. En mi pregunta anterior mehe referido a estas y otras evidencias que conspiran contrala estabilizach\n macroeconómica. Esas evidencias peromanecen activas -tenaces unas, recurrentes otras- en elmarco de una crisis distributiva que dificulta la esta­bilidad económica y social, allí donde persiste la inade­cuada asignación de recursos motivada por las desvia­ciones especulativas del mercado. Mi duda es motivo

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par. preguntarle: ¿Cómo puede vaticinarse el abatimientode la ínñaclón sin tomar en cuenta los elementos mencio­nados? ¿Puede usted esbozar las razones de la opiniónque esa vez expresara?

TP; Los vatICInIOS pueden ser un ejercicio intelec­tual que se apoya en el método de análisisinductivo-deductivo de tendencias, ahora refor­zado con un amplio arsenal de técnicas y mode­los provistos por la econometría y la computaciónmasiva de datos estadísticos, También puede quelos vaticinios sean la expresión de una aspira­ción, deseo o esperanza, más o menos fundada enlos planes o programas propuestos, dependiendode la posibilidad de que se cumplan con exactitudlas acciones previstas.

En el caso de la economía venezolana muchosplanes y ensayos de política económica del másdiverso signo se propusieron para superar la crisisy no tuvieron el resultado esperado. Destacan enese sentido el programa de shock de 1989 que, sinresolver el problema económico, desestabilizó po­líticamente el país; y el programa económico decarácter heterodoxo que inicia el actual gobier­no conocido como PE RE (Plan de Estabilización yRecuperación de la Economía) que concluye conel levantamiento de la política de control de cam­bios y controles de precios a comienzos de 1996.

La Agenda Venezuela se instrumenta a partir deAbril de 1996 como un programa que plantea;

Que una estabilización exitosa no tiene por quéimplicar, a largo plazo, el deterioro de la capaci­dad de crecimiento y de generación de empleo,En efecto, el enfoque tradicional limitado al ajus­te de corto plazo, en el cual a través de medidascontractivas de la demanda agregada se produce

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una fuerte caída del producto y un severo dete­rioro de los salarios reales, además de sus enor­mes costos sociales, ha demostrado su ineficaciapara lograr objetivos permanentes de reducciónde la inflación y crecimiento sostenido.

La factibilidad de un esfuerzo de estabilizaciónmacroeconómica satisfactoria, entendido como unarápida y drástica reducción de la tasa de infla­ción, requiere, además de la necesaria coordina­ción fiscal, monetaria y cambiaria, de un conjuntobien estructurado de políticas de oferta, que creecondiciones propicias para el crecimiento soste­nido y que favorezca un clima de expectativaspara la estabilización a largo plazo.

Señalamos desde el principio que la AgendaVenezuela implicaba un conjunto de políticas querequerían acciones concertadas y compromisosinstitucionales, que trascienden la acción del go­bierno y reclaman el concurso de la sociedad orga­nizada. Las melas iniciales de estabilización sehan alcanzado parcialmente, pero las evidenciasapuntan suficientemente a la confirmación de nues­tro optimismo.

Los resultados económicos en el primer semes­tre de 1997 son claramente positivos frente alprimer semestre de 1996. Se puede mencionar laatenuación de la inflación, la reactivación del apa­rato productivo, el incremento del índice de interme­diación financiera como consecuencia del aumen­to de la cartera de crédito tanto para el consumocomo para la inversión, el elevado nivel de lasreservas internacionales que se produce por elaumento de las exportaciones petroleras y no pe­troleras y la estabilidad alcanzada por el tipo decambio, como consecuencia del flujo neto positivode divisas. A esos aspectos cuantitativos se agregaríala confianza que se está logrando alrededor de la

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disposición del gobierno de adelantar las reformasestructurales y al mismo tiempo la conciencia quecada día crece más en relación con la necesidadde seguir ese camino. La Reforma de la Ley delTrabajo, la Reforma de la Seguridad Social, lasPrivatizaciones de entes públicos, la Reforma Ins­titucional del Estado, la Descentralización y elCambio Tecnológico inevitable, reforzarán sin lamenor duda este rumbo de estabilización macro­económica y reactivación productiva.

De acuerdo con la enumeración anterior, existensuficientes evidencias para considerar el abati­miento de la inflación como un evento en pro-

', greso. Es cierto que ese objetivo puede verse encierta medida obstaculizado porque algunas ac­tividades no petroleras siguen deprimidas o to­davía se demoran en cubrir las exigencias bási­cas del consumo interno, o porque ciertos fac­tores presionan en la persistencia del déficit o enla inercia inflacionaria que tiene ambiente pro­picio por las desviaciones especulativas del mer­cado. Estos son factores que están todavía pre­sentes, pero que cada vez pierden más fuerza ytienden a ser compensados por los factores po­sitivos, que en la dialéctica natural de estas confron­taciones se resolverán en una síntesis cuyo rumbo,salvo un cataclismo económico o político, apuntaclaramente hacia la confirmación de nuestros va­ticinios en forma definitiva hacia 1998.

H:-IM: Secuelas del colapso bancario de 199~ parecen tocar laspuertas de algunas instituciones del Estado que se desem­peñan en ese mismo campo. El Banco Central y Fogadese mencionan como tales. Fogade no logra rescatar elinmenso valor de los auxilios financieros que le suminis­trara el BC\' para financiar el costo de aquella contin­gencia. Entre el Banco Central ). Fogade ha surgido un

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desacuerdo público en torno a la tasa de interés deven­gada por aquellos auxilios de emergencia. Fogade baincurrido en tardanza para servir la deuda contraídaen tal sentido. La mora de ese Fondo con el Banco Cen­tral ha disminuido la disponibilidad de recursos queeste instituto ha requerido para financiar el costo de supolítica desinnacionaria. Esta política ha resultado pocoeficaz y muy costosa. De modo que entre el incumplí­miento de aquel organismo y la poca eficacia de la po­lítica de este otro pareciera presentarse un problemaque no puede resolverse sin el deslinde de las responsa­bilidades concernientes. ¿Cómo superar esa discordan­cia? ¿No cree usted que debieran revisarse los criteriosde desempeño de Fogade? ¿Por qué no aplicar una po­lítica de estabilización más eficiente y menos onerosa?

TP: La crisis bancaria que azotó el país desde 1994inducida por factores anteriores, que condicionódesfavorablemente los resultados económicos de1994 y 1995, fue finalmente superada en 1996,después de una intervención pública, ordenadamediante la Ley de Emergencia Financiera a tra­vés de masivos auxilios financieros que totali­zaron 1,2 billones de bolívares, para compensar alos depositantes, establecer las bases de la recupe­ración y reestructuración del sector financiero.Ese esfuerzo se ve satisfactoriamente recompen­sado cuando se observa el fortalecimiento del sis­tema bancario, expresado en el mejoramiento delos índices de capitalización, rentabilidad y ca­lidad de la cartera dentro de una apreciable recu­peración de la intermediación financiera. La supe­ración de la crisis del sistema se consolidó con lareprivatización de los bancos en poder del Estado,con la presencia de la banca extranjera y con elmejoramiento de los mecanismos de supervisión.

Hasta la fecha se viene produciendo la recupe­ración de los auxilios financieros aportados por

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pérdidas nominales del instituto emisor y la per­sistencia de elevados niveles de liquidez, perouna apreciación más justa sería considerar el cos­to de oportunidad de la contrapartida de rece­sión económica, pérdidas del PIB e inflación ma­.yor, que hubiéramos padecido en el caso de queel BCY se hubiera constreñido a cuidar sus sal­dos patrimoniales y hubiera limitado su acciónsecante sobre la masa monetaria en expansión.

Es evidente que la política de emisión de TEM o ele­vación de encajes legales en forma transitoria soninstrumentos que pudieran neutralizarse en su efi­cacia monetaria. Los primeros, porque a partir decierto volumen de acumulación y nivel de las ta­sas de interés, se convierten en creadores netosde base monetaria y los encajes porque se con­vierten en factor de costo para el negocio ban­cario, a menos que sean remunerados como sedecidió recientemente. Por ello el BCY y el Minis­terio de Hacienda están implementando la emi­sión de títulos valores (nominados en dólares, obonos de deuda pública en bolívares) que sonmecanismos apropiados para sus operaciones demercado abierto para una autorregulación estruc­tural de la liquidez, en la cual la demanda dedinero se compatibilice autónomamente con lasnecesidades de la economía real. Es obvio que enla implantación e instrumentación de esta políticajuega un papel significativo, el logro de un altonivel de coordinación entre el BCY,laTesorería Na­cional y PDYSA. con el objeto de que los flujosde pagos y gastos de los últimos, sean sincro­nizados con la programación monetaria del ins­tituto emisor, definida en función de una reduc­ción inflacionaria continua, hasta equilibrarse conlos niveles más bajos de evolución de los preciosde nuestros clientes internacionales.

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HMM: Un hecho conocido públicamente fue el consenso logra­do en el pasado mes de marzo por la Comisión Tripar­tita para la reforma laboral y la seguridad social. Enlos meses siguientes se hizo patente la complejidad deese proyecto de reformas. Claro se vio entonces que esmás fácil llegar a un acuerdo que instrumentarlo. En­tre las diversas aristas del problema interesa conocerahora las consecuencias financieras de las reformas cita­das, y particularmente sus implicaciones en el endeuda­miento del Estado y en las perspectivas fiscales de lospróximos años. Por esto es procedente preguntarle: ¿Cuálserá el impacto financiero o el costo fiscal de las reformasen materia de prestaciones sociales y seguridad social?¿De qué manera será absorbido dicho impacto y quéconsecuencia directa tendrá éste en el esfuerzo fiscalrequerido en el futuro inmediato?

TP: La reforma laboral y de la seguridad social fue­ron asumidas con plena conciencia de su comple­jidad, porque lo que estaba en juego era el cam­bio de una institución arraigada en nuestra cul­tura laboral, la retroactividad de las prestacionessociales, con treinta años de vigencia, que im­plicaba una gran transacción social. Es necesario.igualmente, poner de relieve que el Estado reco­noció una deuda con los trabajadores, que de esaforma pasan a constituirse en acreedores, con losmismos derechos que otros acreedores del sectorprivado interno o externo.

El costo fiscal de la reforma laboral hay que sepa­rarlo entre los costos de corto plazo y los costosde mediano y largo plazo. Los costos de cortoplazo están vinculados al pago en efectivo de unaporción del pasivo laboral y a la salarización delos bonos. En cambio, los costos del resto de lospasivos laborales están vinculados a la composi­ción de la modalidad de financiamiento que asu­ma la República entre endeudamiento y dismi­nución del patrimonio.

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El endeudamiento tendrá un perfil temporal depago distribuido en el tiempo que permitirá uncosto fiscal anual viable. En efecto, debido a queel acuerdo contempla la eliminaci6n de los pasi­vos laborales para el año 2003, se debe estable­cer un mecanismo de pagos crecientes en el tiem­po en términos nominales, que permita la can­celaci6n total del pasivo sin establecer un sacri­ficio fiscal excesivo para ningún año en parti­cular. El gradiente que establece el crecimientode los pagos anuales quedará establecido de talforma que a partir de 1998 los pagos anuales quese efectúen, sean una constante en puntos del PtB.

Adicionalmente, el mecanismo debe contener unaestimaci6n de retiros, por jubilaci6n, para una dis­tribuci6n de empleados y salarios promedio porantigüedad y una reducci6n voluntaria del 1% ínter­anual de los empleados activos según la propor­ci6n de antigüedad, quienes al finalizar su rela­ci6n labora) con el Estado perciben la cancela­ci6n íntegra de lo adeudado por concepto de pa­sivos laborales del viejo sistema y las nuevas pres­taciones aplicables a partir de la reforma de laLey Orgánica del Trabajo.

En 1997 todos los pagos a realizarse se encuen­tran comprometidos en el acuerdo de la comisi6nTripartita. Los cincuenta mil bolívares en efec­tivo a cada trabajador representan 54,9 millar­dos a ser pagados con cargo a recursos ordina­rios, y los 109,8 millardos que representan loscien mil bolívares por trabajador que será finan­ciado con bonos de la deuda pública.

Para 1998 se parte de un nivel inicial de 3,6 billo­nes de pasivos laborales, de los cuales ese años6lo se cancelarán 635 millardos en bonos y unestimado de 120 millardos en efectivo como con­secuencia de los retiros anticipados y las jubi-

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laciones, lo que implica un pago total de 756millardos. Este esquema aplicado durante cincoaños a partir del 1R-06-97, permitiría hacer cerola deuda de pasivos laborales para el segundotrimestre del 2003, teniendo únicamente como efecto­caja los pagos realizados en razón del adelantopor compensación de transferencia de Bs. 50 milpor trabajador y los pagos por concepto de retirovoluntario y jubilación de los trabajadores afec­tados por la reforma.

El efecto fiscal neto de la reforma laboral, so­metido a un adecuado programa de portafolio enun mercado de capitales cada vez más fluido yabierto, es altamente favorable para las finanzasde la República, porque contribuye a crear unmercado laboral relativamente más eficiente y atrac­tivo para las inversiones, lo que conduce a unaumento de la contribución fiscal, creando ade­más mejores condiciones financieras para profun­dizar la reestructuración del Estado.

HMM: El ahorro de los trabajadores, como contempla la refor­ma del sistema de seguridad social en el país, podriaresultar un gran recurso de financiamiento de proyec­tos de inversiún a largo plazo. Es tanto así que en lospróximos quince años, según estimaciones oficiales, losrecursos de los fondos de pensiones podrian exceder en15% a la participacién del producto petrolero en el pro­dueto interno bruto. Pero mientras el rendimiento ban­cario del ahorro sea menor que el ritmo alcista de losprecios, cualquier instrumento de colocación de las presta­ciones sociales sería sólo una vía para surragar el im­puesto inflacionario. Y es que mientras los deudores delsistema financiero celebran la caída de las tasas de interés,los ahorradores sienten que es cada vez menor el valorde su dinero. Las tasas reales de interésnegativa.s eliminaríanasi la posibilidad de capitalizar las prestaciones colocadasen fondos de pensiones. No es simple la cuestión que al

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respecto debe responder el Estado, ¿Cómo proteger losfondos previsionales de los trabajadores en un entornoconstantemente innacionario?

TP: Que el futuro mediano y de largo plazo sea infla­cionario es el escenario menos probable, precisa­mente por las reformas estructurales que está impul­sando el actual gobierno y que constituyen el rum­bo que ha tomado el país y la sociedad venezo­lana. No tendrían sentido alguno las reformas rea­lizadas si no contribuyeran a disminuir las presio­nes inflacionarias en el mediano plazo. Se avanzóen la modernización del régimen laboral con laeliminación de la retroactividad de las prestacio­nes sociales, que generaban expectativas infla­cionarias, más allá de su impacto en los costos deproducción. Adicionalmente, la reorganización delas finanzas públicas, la recuperación del siste­ma bancario. la estabilización cambiaria, el avan­ce de la privatización, la apertura petrolera y lospropios fondos de pensiones, que contribuirían aprofundizar el mercado de capitales, tendrán unalto impacto en la dinamización de la economíainterna. Todas esas reformas y las que formanparte de la agenda de los actuales y futuros diri­gentes del país, contribuirán a que en el medianoy largo plazo la economía venezolana tenga uncrecimiento económico no inflacionario.

Es cierto que mientras el rendimiento bancariodel ahorro sea menor que el ritmo de los precios.se estaría deteriorando el valor real del capital detodos los ahorradores y en este caso particular delas prestaciones sociales que serían colocadas enlos Fondos de Pensiones. Sin embargo, es precisa­mente la ingeniería financiera que se va a adop­tar, según fue expuesto en la pregunta anterior, laque permitiría al Estado y a la economía nacío-

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nal, proteger los fondos previsionales de los traba­jadores frente a la tendencia que finalmente resulteen el programa de abatimiento de la inflación.

En principio nuestras proyecciones indican quehacia el primer trimestre de 1998 se tendrá con­sistenternente un contexto de tasas de interés rea­les positivas, o indexadas a la evolución del ín­dice de precios; es decir, rendimientos superio­res o al menos compensatorios del impacto infla­cionario que estarían garantizando el valor realdel capital previsional.

Ello no excluye que expresamente se emitan lostítulos con garantía efectiva de que tal eventoserá siempre de signo positivo; es decir, que se leda la seguridad a los trabajadores de que los TítulosValores que el Estado emita para honrar sus pa­sivos laborales, contengan un mecanismo com­plementario capaz de compensar la brecha entrelas tasas de rendimiento y las tasas a las queevolucione la tendencia inflacionaria, de modotal que, en el peor de los casos, los fondos previ­sionales mantengan a largo plazo su valor realinicial. La experiencia latinoamericana, en los paí­ses donde se reestructuraron los fondos de pen­siones, indica que la dinámica de los hechos fuetal que, además de rendimientos reales positivosy crecientes obtenidos por dichos fondos de capi­talización, se constituyeron en la nueva y másformidable fuente de recursos de ahorro internopara financiar las inversiones nacionales, e inclusopara incorporar a esos países como acreedoresnetos en los mercados internacionales de capitales.

En definitiva, las expectativas más probables in­dican que efectivamente el ahorro de los trabaja­dores en los próximos años podría exceder, comofuente de fondos de inversión de la economía na­cional, a lo que viene aportando el sector petro­lero como proporción del PIB.

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HMM: Su condición de dirigente político con no pocos años deactividad y experiencia, ahora dedicado a la tarea deconducir la política económica, con seguridad le per­mite advertir los riesgos de esta etapa del programa deajustes, en particular los riesgos asociados a la coyun­tura política del proceso electoral venidero. 1.0s acuer­dos salariales para el sector público, que han signifi­cado 83% de incremento nominal en las remuneracionesgubernamentales, revelan que la actual política econó­

mica es vulnerable a las presiones sociales. Consideran­do esta incidencia y su extrapolación al escenario de1998, es razonable preguntarle: ¿Se estaría planteandopara entonces una desviación de los objetivos y metasdel programa en materia fiscal, monetaria y de pre­cios? ¿El próximo ciclo electoral estaría conduciendo auna relajación del ensayo estabilizador en 1998 y a unnuevo ajuste en 1999?

TP: Como dirigente político y como ciudadano de unpaís que ha vivido una seria crisis económica,social y política, digo que se comienza a vislum­brar su superación como resultado de la actualpolítica económica. Entiendo que todos los hechoshumanos están expuestos al riesgo y a la incerti­dumbre, más aún en Venezuela donde venimosde una profunda crisis política que entre 1989 y1992 sacudió las bases del sistema democrático yha costado enormes sacrificios y enfrentamien­tos durante estos últimos años. Sin embargo, losriesgos asociados a la coyuntura política electo­ral son sólo matices en el rumbo y en la veloci­dad del cambio que venimos propiciando con laAgenda Venezuela. En otras oportunidades he ad­vertido que un país se constituye sobre la base deun proyecto mínimo, prioridades claras y unasmetas que no pueden ser perdidas de vista, pormuy procelosa e incierta que sea la travesía.

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Así como en 1958 los principales actores polí­ticos definieron como objetivo estratégico para elpaís la consolidación del sistema democrático, en1998 los nuevos actores políticos tienen que defi­nir nuevos objetivos, sobre la base cierta de quela democracia se encuentra consolidada. Pensa­mos que el proyecto político para finales de ladécada del noventa debe comprender la recupe­ración de la moral colectiva y la elevación de laautoestima del venezolano, pero no sobre la basede la exhibición de símbolos exteriores ni de unchauvinismo extemporáneo, sino como resultadodel esfuerzo sostenido para mejorar la calidad denuestra educación, la formación cultural de nues­tro pueblo y la capacidad productiva de los vene­zolanos. Si se acepta que el mundo contemporá­neo está dominado por la exigente carrera dirigidaal hallazgo de nuevos conocimientos y su trans­ferencia hacia la tecnología y la industria, ten­dremos que aceptar entonces que el Estado deberealizar grandes esfuerzos económicos, políticosy sociales orientados a colocar el país en míni­mas condiciones de competencia y participaciónen el desigual y excluyente mundo global izadodel presente. Pero queremos aclarar que no setrata sólo de una necesidad coyuntural de prepa­ración para la competencia en el complejo mun­do de hoy. Es también el convencimiento de quelas mejores herramientas en las manos de un pue­blo para promover cambios verdaderos y profun­dos son aquellas que le permiten conocer, crear,expresarse, innovar, proponerse retos, en fin, lasque ponen en tensión su conciencia y sus forta­lezas. De allí que, independientemente de los vai­venes económicos del país, que en los últimosaños han sido arrasadores. no se debe perder devista los objetivos estratégicos de formación elelvenezolano.

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Una vez superados los aspectos más críticos dela situación económica, como parte constitutivade una visión estratégica indispensable, el proyectode los noventa tiene que orientarse hacia la crea­ción de una economía que supere definitivamen­te la mentalidad rentista que ha dominado el compor­tamiento económico de todos los sectores del país.Una economía inspirada en el estímulo a la produc­ción de la pequeña y la mediana empresa, quecontenga la voracidad de los monopolios, que seabra a la inversión internacional, estableciendoclara distinción entre los capitales especulativos,y aquellos que arriesgan su inversión por naturalexpectativa de ganancia. Una política que se pro­ponga verdaderamente la diversificación de la eco­nomía, creando para tal propósito las condicio­nes que realmente la favorezcan. Una economíaque se inserte en la realidad de la globalización,sin perder de vista que ésta es una realidad im­puesta que en definitiva puede beneficiar sólo aquienes la dominan.

El asunto medular, que no puede salir de la mira,es que la recuperación económica, e incluso laposibilidad de emprender su crecimiento, debehacerse con los ojos y el cerebro puestos en eldesarrollo de una idea del país que queremos, demodo que los logros de hoy se articulen a la vi­sión del mañana.

Otra orientación más difícil aún, pero imprescin­dible, debe ser la dirigida a superar las enormesdesigualdades sociales que se han instalado ennuestro país. Su gravedad para el conjunto de lasociedad es incalculable y su incidencia sobre cual­quier modelo económico y social que se preten­da será determinante. Este propósito no se puedealcanzar a través de medidas sociales coyuntura­les -insustituibles en el aquí y el ahora- pues

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reclama sobre todo una propuesta global dondelos aspectos educativos y culturales vuelven a sercentrales.

Sin duda que uno de los propósitos que luce másevidente hoyes la transformación del aparato admi­nistrativo del Estado y la guerra contra todas lascorrupciones que permean su estructura. Redu­cir sus dimensiones, abaratar el costo de su buro­cracia, agilizar los procedimientos, eliminar lasinnumerables alcabalas. dejando sólo las indis­pensables. liberar el presupuesto público de em­presas que sólo han generado pérdidas. o de otrascuya administración resulta innecesaria en ma­nos del Estado. Alcanzar estos objetivos exige unesfuerzo titánico y debe hacerse.

En el contexto de esas convicciones estoy abso­lutamente seguro que no hay riesgos de que sepresente una desviación de los objetivos y metasde la Agenda Venezuela. El consenso es notorioy notable. Es posible que se produzcan cambiosen la velocidad del programa estabilizador y qui­zás se incorporen nuevos instrumentos a la polí­tica económica, pero la estrategia general segui­rá siendo la misma. Los objetivos y políticas plan­teados para 1998 y 1999 seguirán siendo prác­ticamente los mismos que se le plantearon al Con­greso de la República en los Lineamientos delPlan Operativo que respaldan el Proyecto de Pre­supuesto Fiscal del próximo año.

HMM: Tomemos otro rumbo en este diálogo. Se cree que losmárgenes de tolerancia social frente al programa de esta­bilización han disminuido porque ha aumentado la su­jeción de las políticas sociales a criterios que privile­gian la racionalidad financiera del ajuste. La reformadel Estado luce menos atenta a las prioridades socialesdel gasto público que a las medidas que propician la

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reducciún de! déf'icit fiscal. Todo tilo explica que la po­lítica social a duras penas pueda mitigar la incle men­t ia del ajuste. Se entiende entonces que la pohrezu no secombate: se alivia con la asignadún de recursos para el~astn de compensación social. Así se advierte el relevode un esquema de justicia distr ihutiva por otro de jus­ticia compensatnrfa. El ~obiernu, en ese contexto, pro­cura atenuar los efectos de su política de ajuste macroeco­nórnlco mediante la ejecución de los programas del lla­

mado Componente Social de la Agenda Venezuela. ¿Esosprouramus se manejan con visión en metas pro~resi\'as

de desarrollo humano o con interés de administrar lasimplicaciones de la decreciente tolerancia social? ¿Setrata ahora de paliar los efectos sociales del ajuste enprevención de la ingobernabilidad? ¿La política socialdebe tener un tratamiento basado en criterios más compe­titivos que redistributivos?

TP: La reforma del Estado que se ha venido propician­do en los últimos meses, presenta una clara incli­nación hacia sectores importantes del área social,como por ejemplo, la reforma del sistema de Se­guridad Social y la reforma sustantiva del sectorSalud, entre otros. La selección jerarquizada deestos sectores para instrumentar nuevas reformas,obedece a criterios técnicos altamente califica­dos para su escogencia, en virtud de un concien­zudo análisis de los aspectos más vulnerables dela política social. Siendo además la reforma de laSeguridad Social una de las más urgentes priori­dades del gasto público, no creo que, de formaindiscutible, la reforma del Estado se incline concarácter de exclusividad a las medidas que propi­cian la reducción del déficit fiscal. Se trata, porel contrario, de la búsqueda de un equilibrio eco­nómico-social donde se den soluciones efectivasa los graves problemas socialesque presentaVenezuelaen nuestros días, aparejado a la necesidad de alcan­zar y mantener la estabilidad económica.

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Con respecto a su planteamiento de que la po­breza no se combate sino que se alivia con laasignación de recursos para el gasto de compen­sación social, por medio de lo cual se advierte elrelevo de un esquema de justicia distributiva porotro de justicia compensatoria, sostendría más bienque, por las características peculiares del pano­rama nacional actual, convergen en perfecta simul­taneidad la justicia distributiva y la justicia compen­satoria en materia social.

En un esquema de justicia distributiva para lasociedad, la pobreza es combatida a través demecanismos presupuestarios y financieros proclivesa fortalecer los sectores claves para el desarrolloy el bienestar humanos, así como a través de laformulación, ejecución y evaluación de los linea­mientos estratégicos que conducen a la políticasocial verdaderamente requerida. Debido a esto,podemos sostener que los sectores de Salud, Edu­cación y Nutrición, entre otros, están siendo enfo­cados y analizados en un horizonte de tiempoque apunta al mediano y largo plazo, en 10 que adefinición de políticas y planes se refiere.

La formulación de políticas eficaces y la raciona­lización en la distribución del gasto social condu­cen a un mejoramiento paulatino de las condi­ciones de vida de la población, y esto no debe serinterpretado como un esquema de justicia compen­satoria. Ahora bien, estas medidas no arrojan resul­tados positivos que se puedan apreciar o cuanti­ficar en el corto plazo, y aquí es donde "un es­quema de justicia compensatoria" pasa a desem­peñar un importante rol complementario. Efectiva­mente, todos los países latinoamericanos que hanadoptado políticas de ajuste macroeconómico, hantenido que instrumentar simultáneamente medidascompensatorias destinadas a aliviar las condicio­nes de vida de la población desfavorecida econó­micamente.

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Bien se entiende que la visión hacia metas pro­gresivas de desarrollo humano es una constanteen los programas sociales compensatorios, algu­nos de los cuales han dispuesto de un horizontede tiempo que les ha permitido cuantificar susefectos. Con esto quiero referirme a ciertos indica­dores propios de dichos programas, tales comolos antropométricos, que reflejan variaciones depeso y talla de la población beneficiaria del grupode programas alimentarios. Las metas progresi­vas de desarrollo humano, definidas acertadamenteen la metodología IDH (Indice de Desarrollo Hu­mano), coinciden cualitativamente con las metasplanteadas en los programas sociales de la AgendaVenezuela.

En cuanto a si la instrumentación de estos pro­gramas obedece a un interés de administrar lasimplicaciones de la decreciente tolerancia social,me gustaría transmitir la idea de que no ha sidoése el fin último con el cual se han diseñado yformulado, pero por supuesto se puede conveniren la hipótesis de una estrecha vinculación entrelas condiciones de vida de la población y los már­genes de tolerancia social, por lo cual, aunque nohan sido concebidos para ello, pueden llegar atener un efecto colateral de cierto peso en el ascensoo descenso del descontento popular.

Hasta ahora puede decirse que la aplicación dealgunos de estos programas ha sido beneficiosa.Durante 1996 los catorce programas ejecutaronun total de 359.717 millones de bolívares, repre­sentando el 95,23% del total del presupuesto asig­nado a ellos para ese año.

En cualquier caso, este intercambio de opinio­nes es una ocasión propicia para comunicar queactualmente estos programas están siendo someti­dos a un riguroso proceso de revisión, en lo refe-

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rido a objetivos. metas. indicadores, modalida­des y logros para. a la luz de los resultados obte­nidos, efectuar asimismo posibles reformulacio­nes, fusiones y fortalecimiento de aquellos queresulten más productivos desde el punto de vistadel bienestar social.

HM~l: Quiero derivar de la pregunta anterior el sentido de unaúltima pregunta. Entiendo que. además de los aspectoscentrales de la política suclat compcnsatorln, existen otrosmedios ~. mecanismos ~ubernaml'ntiJlesorientados tam­bién a 1;" planiñcuckin ~' ejecución de una política so ..cial a mediano y hlrgo plazo. Entre ellos sobresalen losesfuerzos interinstitucionalcs del sector público por ejecutarlos lineamientos de pnlítlca sncial señalados en el IXPlan de la Nación. Entiendo igualmente que se ha inten­fado racionalizar el gasto social en tunckin de las áreaspríoruartas para el bienestar de los extensos grupos vulne­rabies. colocando un mayor énfasis en los sectores Salud,Nutrición )' Educación, hacia los cuales Se destina tam­bién una importante cuota del financiamiento de organis­mos multilaterales (Banco Mundial, Banco Interamert­cano de Desarrollo...). ¿Cnnsidera usted que es ésta lamanera más adecuada para asegurar en el mediano pla­zo una mejora de los sectores que actualmente reclamanla urgente aplicación de correctivos? ¿Cuáles han sidolos criterios predominantes en la iniciativa de raciona­lización del gasto social?

TP: Los criterios predominantes en la iniciativa deracionalización del gasto social son diversos. Espropio decir que la determinación de los secto­res prioritarios en el área social ha sido un impor­tante instrumento de racionalización del gasto.En efecto, a través de la detección de carencias,insatisfacciones y requerimientos urgentes de lapoblación de escasos recursos, se dictan las pau­tas que privilegian la distribución del gasto so-

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cial hacia determinados grupos y estratos, conénfasis en las demandas alimentarias, educativasy de salud, por ser las más relevantes.

Tal como ha sido planteado, una cuota impor­tante del financiamiento multilateral se transfiereal desarrollo y la optimización de los serviciosde Salud, Educación y Nutrición, que han sidocaracterizados como los que representan el ma­yor volumen de las demandas sociales de los gru­pos vulnerables. Con respecto al interrogante desi esta asignación de recursos externos a dichossectores es la manera más adecuada para asegu­rar en el mediano plazo una mejora de los secto­res que actualmente reclaman la urgente aplica­ción de correctivos, debe aclararse que éste essólo uno de los múltiples mecanismos que instru­menta el gobierno en materia de desarrollo huma­no. Ciertamente, la asignación de recursos prove­nientes del financiamiento multilateral hacia losdistintos sectores del área social que así lo requieren,es una práctica ineludible y necesaria que, acom­pañada de otros procesos no menos importantes(la transferencia de competencias a los gobier­nos regionales, la reconducción de los progra­mas sociales que así lo requieran, la racionali­zación efectiva del gasto social, la reestructura­ción y/o reorganización de algunas institucionespúblicas dedicadas a lo social, y el constante me­joramiento del capital humano, entre otros), puedearrojar, como se ha previsto, resultados prove­chosos en el mediano plazo.

Debe, sin embargo, reconocerse que existe unabrecha entre las mejoras a mediano plazo y laurgente aplicación de correctivos. Esta misma brechaimpone, en la realidad, desplegar una política so­cial con horizontes de corto, mediano y largo pla­zo, lo cual está vinculado directamente con los

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conceptos de "justicia distributiva" y "justicia com­pensatoria" a los que hicimos alusión en la res­puesta precedente. Para ello, en términos gene­rales, es indispensable mejorar los aparatos y me­canismos de prestación de los servicios socialespúblicos, mediante la ejecución de una políticasocial interactuante con la política económica, demodo que con sentido redistributivo y compen­satorio podamos conciliar equidad con crecimiento.

Caracas, 5 de septiembre de 1997

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