Conversando con un lobo, descubriendo mi propio yo, una historia de metro

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Esta el despelote en el metro, mejor aprovecho el tiempo y me pongo a escribir. Olvidé decirlo, hay momentos en los que solo busco un lugar me siento y comienzo a escribir, sin ninguna motivación o razón. Me gusta divisar a la gente pasar, no por eso quiere decir que interactúe con ella, pero tampoco quiere decir que no lo haga, contaré una anécdota, un día escribí, más bien critiqué, con mi lápiz y mi cerebro, un poco la vida, la sociedad y todo lo que me rodea, critiqué la necesidad de tener una compañía, hasta que un señor, ya de avanzada edad, se acercó a mí, solo se sentó a mi lado y contempló aquellos párrafos, que como todo este vida he perdido en algún rincón del universo, bueno creo que el señor tenía curiosidad de mí. Me preguntó: “Joven, ¿Qué escribe? A lo que respondí: “nada, solo un montón de frases”. No quise establecer más contacto con él y proseguí, unos momentos, y varios trenes después, me dijo: “Me encantaría haber sido como tú cuando joven”. Sorprendido exclamé ¿A qué se refiere? Me miró y me dijo: “Estas acá no tienes más de 19 años, escribes, no te das cuenta del pasar de la gente, tienes el poder de aislarte del mundo que te rodea, te debes evitar muchas cosas, ahorrar miles de problemas”. Repliqué con una sincera sonrisa, mirando el suelo comencé a recitar: “La verdad estoy acá criticando, amo la administración y la economía, pero me deleitaría pensar, que alguien, algún día puede sonreír con las palabras de este joven solitario. Le contaré la verdad, no me aíslo, me he quedado con menos de una mano de compañía de amigos, trato de mantenerme al margen de todo, que nadie note mi presencia. La soledad no siempre es buena, no nos gusta, pero terminamos siempre refugiados en sus brazos , cuando nos sentimos colapsados, cuando no vemos la solución; mi fiel compañera de esta vida”. Él solo asentía con la cabeza, cuando terminé el monologo de mi vida, preguntó: “Una frase que te guste, que me puedas dar”.-“Nada es más grande que tus ganas de triunfar, si tienes un sueño persevera, no hay metas imposibles, solo caminos menos difíciles y más difíciles, siempre hay que saber sobre llevar las cosas y poner un límite; la vida es un espejo, sonríe y te sonreirá”. ¿De quién es esa frase? Preguntó. Es suya, de todo aquel en que en un momento de soledad y curiosidad lea estas palabras, recorté esa hoja de mi cuaderno y se la obsequie, fortuita fue la llegada de aquel tren, que se llevó a una persona que se

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Mi primera historia, espero la disfruten...

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Esta el despelote en el metro, mejor aprovecho el tiempo y me pongo a escribir. Olvidé decirlo, hay momentos en los que solo busco un lugar me siento y comienzo a escribir, sin ninguna motivación o razón. Me gusta divisar a la gente pasar, no por eso quiere decir que interactúe con ella, pero tampoco quiere decir que no lo haga, contaré una anécdota, un día escribí, más bien critiqué, con mi lápiz y mi cerebro, un poco la vida, la sociedad y todo lo que me rodea, critiqué la necesidad de tener una compañía, hasta que un señor, ya de avanzada edad, se acercó a mí, solo se sentó a mi lado y contempló aquellos párrafos, que como todo este vida he perdido en algún rincón del universo, bueno creo que el señor tenía curiosidad de mí. Me preguntó: “Joven, ¿Qué escribe? A lo que respondí: “nada, solo un montón de frases”. No quise establecer más contacto con él y proseguí, unos momentos, y varios trenes después, me dijo: “Me encantaría haber sido como tú cuando joven”. Sorprendido exclamé ¿A qué se refiere? Me miró y me dijo: “Estas acá no tienes más de 19 años, escribes, no te das cuenta del pasar de la gente, tienes el poder de aislarte del mundo que te rodea, te debes evitar muchas cosas, ahorrar miles de problemas”. Repliqué con una sincera sonrisa, mirando el suelo comencé a recitar: “La verdad estoy acá criticando, amo la administración y la economía, pero me deleitaría pensar, que alguien, algún día puede sonreír con las palabras de este joven solitario. Le contaré la verdad, no me aíslo, me he quedado con menos de una mano de compañía de amigos, trato de mantenerme al margen de todo, que nadie note mi presencia. La soledad no siempre es buena, no nos gusta, pero terminamos siempre refugiados en sus brazos , cuando nos sentimos colapsados, cuando no vemos la solución; mi fiel compañera de esta vida”. Él solo asentía con la cabeza, cuando terminé el monologo de mi vida, preguntó: “Una frase que te guste, que me puedas dar”.-“Nada es más grande que tus ganas de triunfar, si tienes un sueño persevera, no hay metas imposibles, solo caminos menos difíciles y más difíciles, siempre hay que saber sobre llevar las cosas y poner un límite; la vida es un espejo, sonríe y te sonreirá”.¿De quién es esa frase? Preguntó. Es suya, de todo aquel en que en un momento de soledad y curiosidad lea estas palabras, recorté esa hoja de mi cuaderno y se la obsequie, fortuita fue la llegada de aquel tren, que se llevó a una persona que se atrevió a interactuar, la gente con la edad pierde el miedo a saludar, pierde el miedo a conocer. Bueno acá estoy, recordando aquella anécdota, al borde de la demencia por la soledad, no sabiendo distinguir entre lo real y la ficción, poniendo en completa duda si esto algún día pasó, o si es solo una historia de mi más que ronda en mi cabeza, me despido, el insoportable olor a fritura en aceite rancio de la empanada del joven del mi lado no hace ameno el ambiente. Conversando con un lobo. Descubriendo mi propio yo, una historia de metro.