Cooke John William - Apuntes Para La Militancia

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    apuntes parala militancia

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    John William Cooke, vida y reflejos

    Por Floreal A. Ferrara

    Vayamos por partes. El Bebe, el gordo Cooke, el John William, era platense, de la calle 50

    entre 4 y 5. Lo era desde el 14 de noviembre de 1919.Devorador de literatura, gran jugador de pocker, no de naipes, que asimila con juegos detono espaol y cuando ms de truco criollo, pleno de picarda y de astucia: no; el Bebe eragran jugador de pocker, digno de fulleras y caballerosidades, solo compatibles con florile-gios de un seorito ingls, que puede defender su partida en simples gestos de coraje silen-cioso, o de desplantes belicosos, si alguien transgrede las reglas elementales del fair play unsimple caballero ingls, en la arrogancia ntima de una carta - al todo o nada, en el simplepase a barajas, porque la partida, no da para ms...!Pero ese jugador de etiqueta sajona, bailaba el tango - como ninguno, y si el entrevero dabapara ms, cada corte o quebrada poda abrir el ntimo - chamuyo de un varn, para la minaque haba cado en su mirada...

    Bailarn y chamuyador, hombre de pocker y de silencios..., siempre arropaba una frase de lagran literatura, como sobrando al acontecimiento, ese que como piensa Badiou, el AlainBadiou de la filosofa francesa que l no alcanz a conocer, la bsqueda real de la filosofase condiciona por los procedimientos de tal verdad que estn en - la ciencia; el arte (elpoema), la poltica y la verdad amorosa.

    A mi se me da, que el Bebe, le chamuy al francs, desde el otro mundo, este recorridoinmenso del nombre de la verdad, poniendo a su servicio, esa subjetividad interminable,que blandi en cada uno de esos procedimientos...Con todos ellos, con esos procedimientos, construy su huella antioligrquica, recorrida sinpausas, sin pedir disculpas, ni piedad, ni permiso, en la edificacin como nadie por la libe-

    racin nacional.As junto a Avelino Fernndez y a Sebastan Borro, estar identificado contra la ignominio-sa entrega al extranjero de nuestro patrimonio y levantando esa calificacin inmejorable delperonismo como el hecho maldito de la poltica burguesa argentina.Si de platense se trata y en pocas lejanas, debemos advertir su paso por la Unin Universi-taria Intransigente, all, con Juan Cornejo y con Rene S. Orsi, el filoso y fiero polemista ehistoriador de la patria en rebelin para presagiar su independencia, creci su militanciapoltica, an en situacin ambigua. El hombre, Orsi, que revivi en sus pginas las epope-yas de Dorrego, Alem, Jauretche y Scalabrini, como la de San Martn y Artigas tal vez sea-lando una huella que el Bebe tambin recorrer.Pero hay otra influencia, es la de Cesar Marcos, el autodidacta que se pegar a los libros que

    le permiten atender a nuestro revisionismo histrico.Cesar anuda con el Bebe esa amistad intensa que endereza la literatura, la historia, la pasinnacional y los fasos y los tragos. Y llegar el 17 de octubre y el Bebe, con los obreros en laPlaza de Mayo, despega sin demoras y ahora sin dudas, un trajinar antiimperialista y popu-lar.Despus llegar la diputacin el 24 de febrero. El Bebe ser diputado y el peronismo leimpondr a la burguesa, su tormenta con rfagas de cicln; los delegados de fbrica, losconvenios colectivos, precios mximos, aportes jubilatorios, pleno empleo, salarios en au-mento, aguinaldo, justa y digna legislacin laboral; salud pblica con la revolucin de lacapacidad instalada, de Carrillo y la vigencia ntida de los trabajadores en el poder poltico...all est el Bebe, siempre con el consejo y el aliento de Cesar Marcos, ahora su secretario y

    siempre su amigo.

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    Juntos elaboraban y defendan ese planteo que los diarios de la oligarqua calificaban comoel ritornello antiimperialista...Entonces llegar con la cada del peronismo, la resistencia, la clandestinidad, la prisin, ydetrs de esa resistencia, se agranda la figura del Bebe como el hombre de mayor confianzadel Pern exiliado.

    Recordemos a la lucha en el Frigorfico Lisandro de la Torre; fue un 17 de enero de 1959.Sebastin Borro encabeza la rebelin. Hasta Vandor, no buen amigo de Sebastin, aceptaen llamar a la Huelga General. El propio Sebastin seala que Cooke no organiz la huelga,pero se solidariz de inmediato con los trabajadores.

    All, en su proclama dice:No sabemos si este movimiento es subversivo, eso es una cuestin de terminologa y en lospases coloniales son las oligarquas las que manejan el diccionario.La Huelga se profundiza Frondizi el presidente convoca a los dirigentes gremiales paradialogar. Van Sebastin, Avelino Fernndez, Jorge Di Pascuale y algn otro.Borro le dice al Presidente, mientras Ud. vaya a los EE.UU a entregar nuestro patrimonio,nosotros le vamos a parar el pas...

    Mire, mocito le dice Frondizi, yo no voy a aceptar sus intimidaciones... y los dirigentes seretiran y comienza la represin, con el Ejrcito y la gendarmera; con tanques, embisten losportones, los derriban y el ejrcito, con gases y balas toman el Frigorfico.El pueblo sale a la calle. Mataderos es una cerrada resistencia popular...Cooke logra pasar al Uruguay... acusado de subversivo...!Llegar abril del 60 y Cooke invitado por la Revolucin va a Cuba... Lo confunden a sullegada y lo detienen, all llega el Che y Cooke puede asistir a la reunin a la que fue invita-do.En Cuba, su militancia lo lleva a defender la revolucin, hasta con las armas, frente a lainvasin de la Baha de los Cochinos.Siempre crey que:

    El peronismo es el hecho maldito del pas burgus y que aunque se trate de un movimien-to policlasista es la clase trabajadora la que lo debe conducir. El hecho maldito del pas burgus; en trminos de hoy: El hecho antagnico de la burguesa...Ha terminado la relacin dialctica, para convertirse en una certera relacin antagnica....;entonces ser revolucionaria, o no ser... Casi como los ecos vivos de Eva Pern procla-mando el estado revolucionario del peronismo.

    Floreal A. Ferrara, militante social y poltico que fuera Ministro de Salud de Oscar Bidegainy de Antonio Cafiero en la Pcia. de Bs. As., es un destacado medico y sanitarista, discpulodel Dr. Ramn Carrilllo, primer Ministro de Salud de nuestro pas.

    [email protected]

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    Prlogo de Rodolfo Ortega Pea y Eduardo Luis Duhalde(1973)

    El libro que prologamos tuvo un origen bien concreto: la tentativa de acercar a las bases delmovimiento, es decir a la clase trabajadora peronista, una visin histrico poltica com-prensible. Se trata de apuntes revolucionariamente didcticos, escritos con alto sentido cr-tico, en tanto Cooke insista en la necesidad del auto-conocimiento permanente del Movi-miento Nacional Peronista.

    (...) La burocracia que "rectifica los aciertos y reincide en los errores", apunta a que la buro-cracia puede a los sumo en la mejor de las hiptesis, es un cndido milagrerismo. La buro-cracia no es para Cooke un conjunto de hombres ms o menos malos o ineficaces. Se trataen cambio, en lo interno del Movimiento, de una conduccin sin poltica de fines, o anms concretamente, un sistema de conduccin de Movimiento que carece de una polticade Poder.

    Cooke tiene en claro que el peronismo tiene origen en el reconocimiento de que el propioperonismo es un encuadramiento de las fuerzas populares vertebrado en torno a la clasetrabajadora.

    Es exacto que desde 1955 el pas sufre un "despotismo clasista" y que la presencia del pe-ronismo impeda que las clases dominantes gocen tranquilamente de sus privilegios usur-pados. Pero no es menos exacto que a esa violencia del rgimen, que est en la lgica de lascosas y que nos confirma como su anttesis, el Peronismo se limita a jaquearla pero no lasuplanta revolucionariamente.

    Cooke busca en la historia argentina los orgenes del Peronismo. Desde ya participaba deuna concepcin revisionista de la historia en tanto recuperacin de una concepcin nacio-nal antioligrquica. Va a insistir en la demostracin de cmo movimientos nacionales ante-cesores del Peronismo: el federalismo de Rosas, la montoneras de Chacho Pealosa, Felipe

    Varela y Lpez Jordn; y el radicalismo de Yrigoyen fueron derrotados en la lucha libradaen la estructura semicolonial de la Argentina. Es decir, la historia como experiencia imposi-ble para el poltico, y la analoga sirviendo de instrumento de concientizacin de las masas,posibilitando una nueva estrategia de poder que no repita los errores histrico-polticos allanalizados.

    John Cooke no rehuye desde ya, sino que asume, un anlisis clasista del Peronismo, del cualsurge que ste es el hombre poltico del proletariado, en la semicolonia que es la Argentina.

    La nueva situacin

    El paso de una ideologa de protesta a una teora revolucionaria forma parte de la lgicanecesaria de la lucha de liberacin, es uno de sus momentos bsicos. En primer lugar esnecesario desarticular la supuesta racionalidad que bajo la apariencia de cientificismo, encu-bre la "cultura" de dominacin del Sistema.

    Es cierto, sin embargo, que hasta ahora existe:

    a) Una inadecuacin entre el papel objetivo del peronismo y su supuesta ideologa-doctrina.

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    b) La ausencia de una teora revolucionaria del peronismo coherente y adecuada para latoma del poder.c) Un desarrollo de la programacin de un socialismo nacional.

    Cooke y la teora revolucionaria peronista

    En la formacin de Cooke seala: "Todo planteo para la lucha a partir del conocimiento denuestra situacin de pas semicolonial, integrante de un continente semicolonial". Por ello"cualquier poltica de liberacin debe ser, ante todo, antiimperialista". "La oligarqua nativaes un subproducto que solamente ser eliminado cuando se liquide la influencia del impe-rialismo. La lucha entonces, es de liberacin nacional, para liberar al pas y alcanzar el triun-fo definitivo".

    "El nacionalismo slo es posible como una poltica antiimperialista consecuente".

    Cumplida la regla primordial de identificacin del enemigo, Cooke analiza la naturaleza de

    la guerra librada por el peronismo. "Si es una guerra librada contra el rgimen, no podemoscontar con los que combaten "dentro" del rgimen. Combatimos contra el sistema y nocontra una de sus variantes. Cooke remarca la existencia de rebeldas toleradas dentro delSistema como una categora propia del Sistema (nota: las marchas en reclamo de planes deasistencia social podra encuadrrselas dentro de esta categora).

    "Un clima de rebeldas individuales puede durar indefinidamente. Solamente cuando larebelda est coordinada y encausada en un movimiento de liberacin, adquiere la eficacianecesaria para luchar con xito".

    "No hay liberacin sin el peronismo explica Cooke- pero el peronismo solo no puede

    hacer la liberacin".

    Afirma:

    Que se necesita una movilizacin popular muy vastaLa orientacin por un programa, inflexible en el mantenimiento de ciertos principios fun-damentales.Suficientemente amplio como para superar las particularidades ideolgicas de los sectoresque coinciden.

    Los partidos polticos tradicionales no forman parte del Frente de Liberacin por la sencilla

    razn de que estn en la trinchera enemiga. No desean terminar con la opresin sino cam-biar la mentalidad de los oprimidos.

    Autoconciencia y revolucin peronista

    Marca como puntos de una teora revolucionaria peronista:

    Sobre el voluntarismo y las masas: "Movimiento de masas en que la salida revolucionariasea la consecuencia lgica y la direccin revolucionaria se convierta en la nica posible".La verdadera disyuntiva es entre una poltica reformista y una poltica revolucionaria. Entreuna poltica de grupos y una poltica de masas. Una poltica revolucionaria equivale a uni-

    dad de teora, metodologa organizativa y de lucha. Por ello lo que hay que cambiar no es el

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    nando con la dominacin imperialista, se perfila con bastante nitidez el carcter de la lu-cha". Al analizar la poltica del Sistema en materia electoral precis: "La primera lnea dedefensa de la casta dominante est ubicada en el sistema de 1853, que otorga libertadespolticas a cambio del respeto por las organizaciones que permiten el mantenimiento de lasdesigualdades sociales. Cuando esa lnea es rebasada, est la segunda lnea, el fraude, cuya

    caracterstica moderna consiste en la clasificacin apriorstica de cules fuerzas son demo-crticas y cuales no".

    Algunas conclusiones

    El peronismo en el poder sustituy una ideologa de la realidad (capitalismo de estado po-pular) con una doctrina coyuntural, en un destiempo que sera aprovechado por la contra-rrevolucin al querrsele dar carcter permanente.El peronismo en el llano (peronismo de resistencia) condicion el proceso de la cuestinnacional, pero sin tematizar su propia actividad de resistencia anticolonial.El peronismo est en actitud de toma del poder, puede ser integrado al sistema en funcin

    de aquella doctrina coyuntural como maniobra neo-colonial, o puede formular su propiaautoconciencia revolucionaria a travs de una teora en la cual explicite que el poder no va aser regalado por cuanto el neocolonialismo no se suicida.

    Pero todo esto sin olvidar aquel pensamiento de Cooke:

    "Las masas latinoamericanas no pueden hacer causa comn con los verdugos, porque ellastambin estn en la lista de las vctimas"

    Rodolfo Ortega Pea, Eduardo Luis Duhalde (1973)

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    APUNTES PARA LA MILITANCIA

    JOHN WILLIAM COOKE

    Propsitos

    Contar con una informacin adecuada no es slo un derecho que la masa peronista se haganado en sufridos aos de lucha, sino tambin condicin esencial para cumplir su misinhistrica de liberar nuestra patria de la explotacin nacional e internacional. Sin embargo,desde las estructuras dirigentes del movimiento nicamente le llegan trivialidades que nadaagregan salvo confusin.

    Las funciones inexcusables es extender y ahondar ese conocimiento directo, elaborar crti-camente datos de la realidad contempornea y presentar conclusiones que aclaren su senti-

    do, extraer y generalizar las enseanzas que deja la accin colectiva, tareas sin las cuales nose perfeccionan las formas organizativas y de combate.

    Es en la organizacin revolucionaria que se opera ese enriquecimiento recproco, al cualcontribuyen los cuadros directivos con las sntesis esclarecedoras que orientan a las masasobreras.

    El peronismo lo necesita con urgencia, como punto de partida para replantear sus inope-rantes lneas polticas.

    Para saber cuales son nuestras fallas y llegar a sus causas hay que tener una visin global de

    la Argentina, de las fuerzas que chocan en su seno, de las caractersticas que revisten esosconflictos. Y dentro de ese marco histrico, examinar el significado del peronismo, con qutendencias sociales e irreductiblemente antagnico, qu polticas lo condenarn a frustrarsey cules sirven al objetivo de realizarnos como destino nacional.

    Por no plantearse correctamente todo esto, las burocracias siempre rectifican los aciertos yreinciden en los errores. La indigencia terica arrastra a los desastres estratgicos.

    Lo primero que procuramos demostrar en la brevedad de este informe es que la teora pol-tica no es una ciencia enigmtica cuya jerarqua cabalstica manejan unos pocos iniciados,sino un instrumento de las masas para desatar la tremenda potencia contenida en ellas. No

    les llega como un conjunto de mandamientos dictados desde las alturas, sino por un proce-so de su propia conciencia hacia la comprensin del mundo que han de transformar.

    John William Cooke Diciembre de 1964

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    apuntes para

    la militancia

    john william cooke

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    Captulo I

    Malestar en las bases

    Seguros de nuestra propia fuerza y razn, durante la tirana militar, aun en sus perodos mssombros, la reconquista del poder nos pareca prxima e inexorable. A nueve aos delgolpe imperialista (de 1955) ese optimismo ingenuo ha cedido su lugar a otra actitud msrealistas y reflexiva, aunque siempre poseda del optimismo.

    El origen del descontento no es por lo tanto la violencia del rgimen, son las sospechassobre la aptitud del Movimiento para doblegarlo. Los presos, los torturados, los muertos,las innumerables jornadas de combate, testimonian nuestro coraje ante la adversidad: tam-bin despiertan interrogantes sobre si no estaremos malogrando tanto sacrificio.

    Hay muchos de nuestros compaeros que relegan esas inquietantes intuiciones, resistindo-

    se a admitir el deterioro de las viejas certidumbres. Otros se tranquilizan oponiendo la con-viccin de que, pese a todos los obstculos, a la larga el pueblo vencer. Pero este fatalismooptimista no es ms que otra forma de autoengao: nuestros compromisos son con estapoca, sin que podamos excusarnos transfirindolos a generaciones que actuarn en unimpreciso futuro.

    La historia no es ntida ni lineal n simple, la Argentina de hoy es un ejemplo de sus compli-caciones y ambigedades. La presencia del peronismo impide que las clases dominantesgocen tranquilamente de sus privilegios usurpados: es por s misma, la prueba de la decrepi-tud del rgimen, de su ineficacia para resolver los problemas del pas (nota: aunque habraque considerar sus formas de prolongacin y reciclamiento para mantenerse).

    La inquietud prevaleciente responde a la impresin de que nuestros objetivos finales sehallan en una brumosa lejana que nuestros esfuerzos cotidianos no parecen acortar. Dichode otra manera: entre los anhelos de tomar el poder y los episodios de nuestra lucha, no se

    ve la relacin de una estrategia que avance hacia los objetivos ltimos. Se organiza lo tcti-co, pero sin integrarlo en una poltica que, por arduo que sea el camino que seale, presentela revolucin como factible, como meta hacia la cual marchamos. No ms que eso necesi-tan las masas, pero no con menos se conformarn.

    Lo importante es destacar que all est el origen de ese temor a no encontrar respuestasrevolucionarias a los desafos contemporneos.

    Las clases gobernantes no pueden ya aspirar a nada ms que al mantenimiento del equili-brio, salvo las fluctuaciones secundarias entre fases de mxima tensin y fases de relativacalma social, permanecern en la situacin ptima mientras esta paridad no se rompa. Elperonismo, como agrupacin mayoritaria, necesita alterarla. Mientras no encuentre la pol-tica que lleve a conseguirlo, prorroga la vigencia del rgimen y simultneamente se debilitainternamente.

    Tiene ante si una opcin entre dos lneas de conducta. Puede mantener la actual, confiandoen que de alguna manera imprevista llegar al poder y se iniciar as el milenio peronista,concepcin burocrtica. O puede plantear la cuestin a la inversa: comprender que el futu-

    ro del Movimiento no est en acertar una tmbola sino en movilizar al pueblo en una pol-tica revolucionaria. La casualidad que nos regale el gobierno y nos garantice el futuro no se

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    dar. Lo que s podemos hacer es encarar los cambios internos de fondo que nos ponganen condiciones de aspirar al poder.

    La crisis del Rgimen y la crisis del Movimiento Peronista

    Todos coincidan en que la causa originaria de la crisis fe el gobierno peronista. El que laspenurias justamente comenzaran con la restauracin de 1955 no pasa segn ellos de meracasualidad. Tambin es "casualidad" que despus de nueve aos de una poltica que es laanttesis de la que habra provocado la crisis, sta sigue a toda marcha. Pero desde todas lastribunas se nos suministra una explicacin que absuelve nuevamente al rgimen con irrefu-table rigor lgico: lo que impide sacar al pas del pantano son las maquinaciones de unaformidable asociacin ilcita, que integran Pern, Fidel Castro, "los que suean con un re-torno imposible" y Mao Tse Tung, adems de una caterva de agentes del "comunismo in-ternacional" que nadie ha visto nunca, pero que se nos dice que est por todas parteshaciendo maldades a full time.

    Sobre la caracterizacin de la crisis hay una amplia variedad de versiones: es crisis moral, ocrisis de la cultura, o crisis del desarrollo, o crisis de jerarquas, etc.... Cada uno de sus ex-ponentes toma por epicentro del fenmeno, aquel aspecto que se ofrece a su ngel de lamuerte ronda a la Argentina. Ven el fin de sus privilegios como si fuese e fin de la comuni-dad: confunden el no-ser burgus con el no-ser de la Nacin.

    Por nuestras virtudes hemos podido agudizar las contradicciones internas de los sectoresgobernantes, impedir muchos de sus abusos, evitar la institucionalizacin del despojo y elsemicoloniaje. Por nuestras carencias no hemos logrado impedir que el rgimen siga man-teniendo intacta la superioridad en fuerza material que le permite subsistir, oscilando entrela dictadura desnuda y la dictadura encubierta tras las formas rituales de la democracia mi-

    noritaria. A su propia anarqua e incoherencia hemos opuesto nuestras propias indecisio-nes, nuestra invertebracin terica y operativa.

    El pueblo se niega a aceptar el viejo juego poltico en que slo participaba por procuracin,y por medio del Movimiento ha hecho imposible el reestablecimiento de ese anacronismo,salvo como aparato desprovisto de todo vestigio de representatividad. No ha logrado encambio, dotar a esa vocacin de poder de una prctica eficaz. La resistencia no es suficien-te: sin contraataque no hay victoria.

    El Movimiento exige una poltica en que se conjuguen las ideas, la prctica y la organiza-cin revolucionaria, en que la bsqueda de los objetivos finales se armonice y complemente

    con las variantes tcticas y operativas capaces de dar respuesta a cada coyuntura.Cada vez que se nos cierran los caminos de la semilegalidad, la burocracia declara la guerra.Pero nada ms. Esta que librada a la espontaneidad de sacrificados activistas que oponenuna violencia inorgnica, inconexa e insuficiente, al potencial y a la tcnica siempre en au-mento de los rganos represivos oligrquicos imperialistas. Esta vacancia de conduccindura hasta que viene un nuevo perodo de soluciones negociadas. Entonces, los que estu-

    vieron en la retaguardia durante el combate, pasan a ser la vanguardia en los trmites de latregua y capitalizan la abnegacin de las bases en la mesa de arena de los acuerdismos.

    En el escenario poltico del pas, la diferencia entre los partidos tradicionales y el peronismo

    es neta, tajante, evidente por si misma. Esto explica que nos proscriban, no pertenecemosal mismo sistema. Pero las estructuras del movimiento no reflejan esa contradiccin irreso-

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    luble, sino que sta reaparece internamente. Tenemos por un lado el peronismo rebelde,amenazante para los privilegios, y por otra parte, aparatos de direccin en los que predomi-na una visin burguesa, reformista, burocrtica, en luhar de la visin revolucionaria quecorresponde a la realidad objetiva del papel que cumple el peronismo en la vida nacional(nota: en la vida partidaria, el pejotismo liberal ocup el lugar contra el peronismo revolu-

    cionario).

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    Captulo II

    El orden de la oligarqua liberal

    "Cul es la fuerza que impulsa ese progreso? Seores, es el capital ingls! - BartolomMitre

    La recolonizacin de 1955 permiti a la minora explotadora ocupar econmica y poltica-mente el pas, pero no culturalmente. Antes una cosa implicaba a la otra, ahora no.

    La frmula haba funcionado durante un siglo a partir de la derrota nacional de Caseros.All se liquido el pleito entre las dos corrientes que chocaban desde los das de Mayo: la delpuerto de Buenos Aires, cosmopolita, librecambista, vehculo de ideas e intereses que con-

    venan a Europa y trataba de imponer al resto del pas; y otra, nacionalista popular, que veaal pas en su conjunto y como parte de la unidad latinoamericana. Antimorenistas y more-

    nistas, dictatoriales y americanistas, unitarios y federales, fueron fases de ese enfrentamien-to. Una vez que Argentina qued incorporada como satlite de la primera potencia capita-lista de mediados del siglo XIX (Inglaterra) y se unificaba en la poltica de la oligarqua por-tuaria los antagonismos se denominaban separatistas bonaerenses y hombres de Paran:crudos y cocidos, chupandines y pandilleros, liberales y autonomistas, cvicos y radicales.

    Desde la Independencia, los intereses forneos tenan su aliado natural en la burguesa co-mercial de Buenos Aires, dispuesta a enriquecerse como intermediaria de un comercio sinrestricciones en Europa. Su primera vctima fue Mariano Moreno, cuya visin americanistachoc con el centralismo unitario que subordinaba el pas a la poltica bonaerense, a ellos sedebe el rechazo de los diputados orientales que llevaban a la Asamblea del ao XIII las

    instrucciones de Artigas sobre la organizacin confederal. Slo desacatndose pudo realizarSan Martn la campaa de Chile y Per, pero el pago fue dejarlo abandonado a su propiasuerte en suelo peruano, del cual pas al exilio voluntario y definitivo.

    Fue contra los devaneos monrquicos de ese grupo que los gauchos impusieron el princi-pio republicano en el ao 20, fue contra la Constitucin aristocratizante de su agente cons-picuo Rivadavia- que se alzaron seis aos despus los caudllos federales. Dignos anteceso-res de la oligarqua contempornea, en 1815 sancionaron la Ley de Vagancia para terminarcon la protesta de los gauchos hambreados por la poltica de los exportadores de carne. Enla Constituyente de 1826 los rivadavianos proponan una clusula prohibiendo el voto delos domsticos, soldados de lnea, peones, jornaleros, en una palabra, a la chusma que haba

    hecho la Independencia. Dorrego a quien luego haran asesinar por Lavalle ridiculiz losargumentos de esa minora reaccionaria. La de hoy, aplica al mismo principio proscriptivoaunque no tiene la valenta de sostenerlo com doctrina.

    Fue ese unitarismo el que concedi a Inglaterra la franquicia para que sus barcos navegasennuestros ros, a cambio del derecho espectral de que los barcos que no tenamos navegasenpor el Tmesis, el mismo escandaloso unitarismo que dio toda la tierra pblica como garan-ta para contraer el emprstito con Bering Brothers, el que entreg las minas de Famatina aun consorcio europeo del cual Rivadavia estaba a sueldo, el que cre el Banco de Descuen-tos dando el control a los comerciantes ingleses.

    La poca de Rosas fue un compromiso entre Buenos Aires y el interior, unidos en una pol-tica defensiva contra el colonialismo anglofrancs y las fuerzas que secundaban sus planes

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    para desintegrarnos. Buenos Aires retiene las ganancias del puerto, pero encabeza la luchacontra el extranjero. La Ley de Aduanas protega a la industria artesanal, el coraje criollo, lasoberana acechada.

    Rosas, caudillo de la conjuncin de fuerzas populares que termin con el unitarismo, era la

    cabeza de los ganaderos bonaerenses, y formaba con sus amigos y parientes el sector msdinmico de la economa, integrado como industria de tipo capitalista e independiente delsistema comercial de Inglaterra: cra de ganado, saladeros, flota de barcos para transportarlos productos a diversos mercados. Cuando esas circunstancias cambiaron, la poltica pro-teccionista del Restaurador ya no conticon el apoyo de los estancieros, que se unieron a lacoalicin organizada por Inglaterra y dirigida por el imperio esclavista de Brasil.

    En 1852 el pas necesitaba superar el equilibrio precario del perodo rosista e integrarsecomo nacin moderna, constituyendo una unidad econmica con el territorio nacionalcomo mercado interno nico y el puerto de Buenos Aires, puesto al servicio comn comobase para un desarrollo capitalista autnomo. Ocurri todo lo contrario.

    La burguesa comercial portuaria afirm su control al haberse constituido tambin comoburguesa terrateniente. Los hombres de la Federacin poco pudieron contra sus maquina-ciones, especialmente cuando Urquiza hipotec su caudillaje para salvar sus vacas, y la"barbarie" del interior fue aniquilada para asegurar la hegemona de esa oligarqua ganade-ro-comercial.

    La Argentina se incorpor al proceso econmico mundial, pero como mercado comple-mentario del capitalismo ingls. La manufactura importada termin de aniquilar nuestrasindustrias embrionarias. Los ferrocarriles dibujaron una nueva geografa donde el inter-cambio interregional desaparece, se expande el mercado comprador de artculos ingleses y

    nacen "las provincias pobres", las compaas extranjeras, los grandes terratenientes y laburguesa que participaba del negocio importador y exportador, engordan a medida que lariqueza del interior cae en los toboganes que la deposita en los puertos para ser transferidaa las islas britnicas. Los ros que el paisanaje haba cerrado con cadenas para atajar a lasflotas invasoras, pasan a ser vas internacionales por prescripcin constitucional: no laprosperidad sino la miseria navegarn por ellos.

    Zona marginal del centro capitalista ingls, tambin debamos ser dependencia ideolgica ypoltica. Es que el imperialismo es tanto un hecho tcnico-econmico como cultural. Ellugar de operaciones aisladas de intrecambio, establece una relacin permanente que no seagota en cada transaccin, los capitales colocados en la semicolonia deben rendir frutos

    durante muchos aos. Es preciso entonces evitar toda inseguridad en los reintegros y pagosde intereses. Debe procurarse que crezca la economa agraria para que sus productos fluyana la metrpoli, y que no surjan industrias que desequilibren la "divisin internacional deltrabajo".

    El imperio necesita contar con gobiernos estables, ordenados, buenos pagadores e inmunesal extravo nacionalista. Para eso no hace falta recurrir a la presin directa o a los groserosdespliegues de potencia armamentista. La penetracin financiera produce el encumbra-miento de una oligarqua nativa cuyo destino estaba ligado al del "gran pas amigo".

    Las expediciones punitivas de Mitre y Sarmiento ahogaron en hierro y fuego las protestas

    del pueblo, la cabeza de Chacho Pealosa, exhibida en la Plaza de Olta, simboliza a la oli-garqua mucho mejor que los mrmoles y bronces con que ella se ha idealizado.

  • 7/31/2019 Cooke John William - Apuntes Para La Militancia

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    La dependencia econmica asegur la esclavitud mental. La semicolonia qued unificada enel culto idoltrico de las ideas smbolo del liberalismo- y cuanto se le opona fue senten-ciado y ejecutado en trmite sumario.

    La lucha poltica era entre minoras. La montonera haba sido una forma de poltica ele-mental en la que se participaba directamente. El hombre de nuestro campo tomaba la lanzay arrancaba detrs del caudillo: iba a pelear contra los espaoles o al grito de "Federacin oMuerte" (que segn se ha demostrado, significaba "Repblica o Muerte") contra los proyec-tos monrquicos centralistas de la aristocracia portea o contra el chancho ingls o francsque rondaba nuestras aguas, en ltimo caso para entreverarse en peleas de menor significa-cin.

    El enriquecimiento de la regin pampeana signific, como contrapartida, el estancamientodel interior. El libre cambio tuvo un primer efecto negativo: la produccin artesanal de lasprovincias interiores no pudo resistir a la afluencia de manufacturas extranjeras.

    Durante la poca de Rosas no se haba contrado emprstitos con el extranjero, pero a me-dida que la Argentina aumenta sus exportaciones, y por ende su solvencia como deudor, serecurre al crdito externo con tal exageracin que el pas se va hipotecando hasta lmitesincrebles. Sarmiento se vale del emprstito para terminar la guerra con el Paraguay y "paci-ficar" nuestro interior; otros emprstitos se piden para obras que no se construyen, paraplanes que nunca se inician, a veces sin buscar pretexto plausible. Despus se van pidiendoemprstitos para pagar los servicios de emprstitos anteriores. Slo de 1863 a 1873 los in-gleses prestan a la Argentina 15 millones de libras esterlinas.

    En estos idlicos tiempos, que tanto aoran los conservadores, el pas sufra inmediatamen-

    te los efectos de cualquier contraccin en los pases industrializados. Estos eran peridica-mente sacudidos por la crisis que llegaban aqu con violencia multiplicada al reducir la de-manda de nuestras exportaciones y simultneamente el precio que se nos pagaban por ellas.

    Adems, justo cuando nuestro pas entraba en crisis, Gran Bretaa drenaba nuestras reser-vas de oro agravando la situacin. Sin embargo, las clases dirigentes ponan todo su empe-o en mantener el crdito internacional de la Nacin a toda costa. Un presidente dira que"es necesario economizar sobre el hombre y la sed de los argentinos".

    Yrigoyen y sus enemigos

    Fue Yrigoyen quien, orientndose como pudo, infligi serias derrotas al aparato que as-

    fixiaba al pas. El Yrigoyenismo fue un movimiento de masas que expresaba la tendencia alcrecimiento del pas, frenado por la alianza de la aristocracia latifundista y el imperio brit-nico.

    En el gobierno tuvo entre otros mritos, el de cumplir con su promesa de no enajenar nin-guna parte de la riqueza pblica ni ceder el domino del Estado sobre ella. En un asuntoclave como el ferroviario su accin fue fecunda y demostr una comprensin cabal cuando,al vetar la ley del Congreso que traspasaba las lneas del Estado a una empresa mixta, afir-mo en el Mensaje: "el servicio pblico de la naturaleza del que nos ocupa ha de considerar-se principalmente como Instrumento de Gobierno con fines de fomento y progreso paralas regiones que sirve". El apoyo a YPF, la tentativa de crear un Banco del Estado y un

    Banco Agrcola, la compra de barcos, etc.., son otras tantas pruebas de su orientacin na-cionalista.

  • 7/31/2019 Cooke John William - Apuntes Para La Militancia

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    Su poltica internacional fue digna, altiva, independiente y retom el sentido latinoamerica-nista que posean los hombres de la Independencia y que se perdi a mediados de siglopasado.

    Es bueno insistir sobre el manto de plomo que recubra la cultura del pas. Las voces solita-rias de aqu y all queran agregar un aporte renovador, estaban fuera (o se las dejaba rpi-damente) de los medios de difusin capaces de amplificarlas hasta influir en la concienciapoltica nacional. La transicin a concepciones polticas ms adelantadas y claras que pro-ducirse dentro del radicalismo, cosa que no ocurri. Fuera de l, en las fuerzas organizati-

    vas, haba un pramo ideolgico.

    El Partido Conservador, representante de la oligarqua terrateniente, no se resign a la pr-dida del gobierno ocasionada por la aplicacin del sufragio libre. Mientras esperaba la horade recuperar el poder por la violencia, su tctica consisti en unir todas las fuerzas posiblesbajo el lema negativo de hacer antirradicalismo (luego, cuando cont con aliados en el pro-

    pio radicalismo, su bandera sera el "aniitigoyenismo").

    El aliado ms consecuente que siempre tuvieron los conservadores fue el Partido Socialista,que no slo los acompa en las maniobras concretas contra el radicalismo, sino que tam-bin lo hara contra el peronismo.

    Buenos Aires, puerto de factora que serva a la intermediacin importadora-exportadora,centro burocrtico al que convergan los inmigrantes y los criollos desplazados por el lati-fundio, era la nica realidad que vean incompleta y errneamente, adems- los socialistas.Por el resto del pas sentan el mismo desprecio que los "civilizadores" mitristas y rivada-

    vianos.

    La gran mayora de los explotados estaba en el campo: eran los peones de la estancia, losobrajeros, los hijos de la tierra convertidos en mano de obra miserable.

    La Argentina quedaba seccionada en una porcin industrial y en otra que no lo era, cuyosrespectivos asalariados se incomunicaban entre s y perseguan objetivos contrapuestos. Erauna estrategia que poda deparar algunas mejoras a sectores reducidos del proletariado(creando nuevos motivos de desunin interclasista) pero le vedaba la lucha poltica paraavanzar en conjunto como clase. Los obreros industriales, sin peso en el cuadro global de laeconoma subdesarrollada, no podan ser factor de transformaciones revolucionarias si ac-tuaban de espaldas al resto de los perjudicados por el sistema oligrquico imperialista. A

    cambio de la fantasa de buscar una liberacin exclusiva, para ellos solos, en medio de laArgentina desangrada, rompan el frente capaz de obtener una liberacin real y abdicabandel papel que les corresponda dentro de ese frente como clase revolucionaria.

    En suma, no les quedaba ms que "el sindicalismo puro", la lucha economista por mejorasinmediatas, aunque debilitados por renunciar a la solidaridad de los otros grupos de inter-eses comunes, y votar por los socialistas, con lo que terminaran de suicidarse. Como elPartido Socialista era enemigo de la industrializacin, la clase proletaria no crecera, y comotambin era librecambista y enemigo de lo que llamaba las "industrias artificiales", cuandostas desapareciesen, los obreros sin trabajo aumentaran la oferta de mano de obra y baja-ran los salarios. Limitndose a una poltica meramente encaminada a las mejoras salariales

    en la industria, stas serviran, por una parte, para aumentar la diferencia entre las remune-raciones de la ciudad y del campo, caracterstica de los pases subdesarrollados, al mismo

  • 7/31/2019 Cooke John William - Apuntes Para La Militancia

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    tiempo, serviran de pretexto para el aumento de costos de produccin y, sin proteccionis-mo, las industrias quedaran en peores condiciones ante la competencia extranjera.

    Con estas menciones basta para apreciar que si el Partido Socialista nos ha negado siemprehasta "la leche de la clemencia", no es por oportunismo ni por improvisacin, sino por una

    vocacin rectilnea desde la cuna hasta la tumba-. La oligarqua copiando institucionesliberales y el Dr. Justo remedando enfoques socialistas llegaban siempre a las mismas con-clusiones y compartan los mismos prejuicios. Por ejemplo, al pen de cambo y al obrajeroque los oligarcas explotaban y denigraban, el Dr. Justo los crucificaba tericamente negn-doles toda capacidad poltica. Su discpulo, el Dr. Repetto, explica que era imposible hacer-les comprender razones "porque se trata de gente muy ignorante, envilecida en una vidacasi salvaje".

    Mencionamos las modalidades que los hacen indistinguibles del conservadorismo, destaca-remos algo que acredita a los socialistas como caso poltico nico. Es el partido socialistadel mundo colonial y semicolonial que nunca fue antiimperialista, ni siquiera doctrinaria-

    mente. Ms an: es el nico partido socialista del Mundo que ha defendido expresamente alimperialismo. Hasta los ms viscosos amarillismos social-demcratas de Europa, beneficia-rios y cmplices de la poltica colonial de sus burguesas, al menos en teora han condenadoal imperialismo. En la Argentina tenemos un fenmenos mundial: un partido socialistaproimperialista en la teora y en la prctica.

    Los designios de Estados Unidos de imponer su hegemona en todo el continente no cons-tituan ningn secreto: sus hombres de Estado lo venan proclamando desde haca un sigloy haba muchos hechos probatorios en exceso, la oposicin a los proyectos de Bolvar parala unificacin continental, la destruccin de nuestro Puerto Soledad en las Malvinas, el roboa Mxico de ms de la mitad de su territorio, las depredaciones en Nicaragua, la incursin

    naval contra Paraguay, erean algunos ejemplos. Pero cuando la intervencin yanqui en Cu-ba, a principios del siglo XX, Juan B. Justo observ: "Apenas libres del gobierno espaol,los cubanos rieron entre s hasta que ido un general norteamericano a poner y mantener lapaz a esos hombres de otras lenguas y otras razas. Dudemos pus de nuestra civilizacin".Dudemos ms bien de los socialistas cipayos, porque hasta los obrajeros analfabetos delDr. Repetto saben que cuando los cubanos tenan ganada la guerra de la Independencia, en1898, los norteamericanos, mediante una provocacin, tomaron parte en la contienda y seconstituyeron en usufructuarios del sacrificio de los isleos que venan guerreando desdehaca treinta aos, firmaron un tratado de paz con Espaa sin dar intervencin a los cuba-nos, y se apoderaron de las Filipinas, Guam, Puerto Rico, etc. En Cuba nombraron un go-bernador militar y slo lo retiraron cuando se les dio la base de Guantnamo (que todava

    ocupan) y se les reconoci el derecho de intervenir militarmente. Cada vez que haba pro-testas por el fraude con que se elega a un presidente amanuense de los yanquis, estos man-daban fuerzas amparados en esa concesin.

    nicamente los socialistas argentinos se les poda ocurrir echarle la culpa a los cubanos deesas intervenciones imperialistas que sufrieron todas las naciones que estaban en el radiogeopoltico de Estados Unidos.

    Cuando deca "dudemos de nuestra civilizacin", se trataba de una irona justista: queradecir que estaba seguro de nuestra barbarie. Como la civilizacin y el progreso slo puedenllegar del extranjero, tambin aplaudieron la maniobra yanqui que quit una provincia a

    Colombia y cre la repblica artificial de Panam. Pensaban, como los yanquis, que nuestrocontinente sera un emporio de civilizacin si no estuviese poblado por latinoamericanos.

  • 7/31/2019 Cooke John William - Apuntes Para La Militancia

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    Lenin, explicando la desviacin reformista de los movimientos europeos que reciban sucuota del producto colonialista, dijo que "el partido obrero-burgus es inevitable en todoslos pases imperialistas", ha mencionado asimismo que "en todos los pases en los que exis-te el modo de produccin capitalista hay un socialismo que expresa la ideologa de las clases

    que han de ser sustituidas por la burguesa". En esta segunda categora estara el PartidoSocialista de nuestro pas sin describirlo totalmente. La Argentina, siempre al da con lasmodas del Viejo Mundo, quiso darse el lujo de tener un partido obrero-oligrquico-proimperialista, una creacin de la fantaciencia poltica. Desde que se acriollaron los inmi-grantes, nunca ms consiguieron reclutar a un proletario. Cuando en la Casa del Pueblo venacercarse a un grupo de obreros, cierran las puertas y piden custodia policial.

    En 1930 la situacin se torn mucho peor, los efectos de la crisis se sentan fuertemente yla reaccin afilaba sus cuchillos. Como despus pudo verse, el curso de la economa entodo el mundo no admita ninguna salida de la depresin. Haba que capearla lo mejor po-sible. Pero la maquinaria de la oligarqua le permita exagerar las fallas del gobierno, atri-

    buirle la culpa de procesos que eran inevitables y marcarlo como responsable del descon-tento popular.

    El Partido Socialista, infaltable en las grandes infamias contra el pas, dio una batalla parla-mentaria contra la ley de nacionalizacin del petrleo y lo mismo de su desprendimiento, elPartido Socialista Independiente, se sum al escndalo callejero, arrastrando a los bobalico-nes de la pequea buguesa portuaria, que crean que aquellos tribunos municipales eran laltima palabra en materia de progresismo y audacia de pensamiento.

    Entre otras lindezas, el diario La Nacin emiti este juicio sinttico: "No se recuerda nin-guna poca de fanatismo y corrupcin como esta". Y La Prensa: "Nunca antes en la Argen-

    tina, un gobierno quiso mostrarse y se mostr ms prepotente, omnisciente, ni lleg a dejarmayor constancia de su incapacidad de actuar, respetar y ser respetado. Por su parte el Par-tido Comunista no aportaba nada al esclarecimiento de las cosas, por el contrario, defini algobierno de Yrigoyen como "reaccionario" y "fascistizante".

    El clsico frente antipopular, perfectamente sincronizado, sac a relucir sus grandes pala-bras y los militares de cabeza hueva hicieron de verdugos.

    La Dcada Infame

    "Recin entonces comprendimos qu punto de nuestras oligarqua estaba divorciada de la

    vida nacional y pudimos medir la amplitud y la perfeccin con que dominaba los nudosestratgicos de la vida de relacin" -Scalabrini Ortiz

    En la dictadura que sustituy a Yrigoyen pugnaban dos corrientes de pensamiento. Losamigos ms prximos del general Uriburu profesaban un vago nacionalismo fascista, cuyoexpositor principal haba sido Leopoldo Lugones, por entonces en una de las etapas msreaccionarias de su vida atormentada y contradictoria. Se identificaba a la patria con su aris-tocracia, frente a la chusma que vena a ser lo espreo y extranjero. Era la "hora de la espa-da". La dictadura clasista y los grupos conservadores planteaban su contradiccin de siem-pre: invocaban las ideas de la democracia liberal pero en los hechos tenan que violar paraimpedir el retorno del partido derrocado, sobre todo cuando la eleccin de abril de 1931

    demostr que los radicales seguan siendo mayora.

  • 7/31/2019 Cooke John William - Apuntes Para La Militancia

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    Despus del a guerra 1914-18, la posicin de Gran Bretaa como primera potencia finan-ciera haba cedido ante los Estados Unidos, que emerge como primer pas acreedor delmundo. En la Argentina eso se reflej en un avance norteamericano, tanto en el monto desus inversiones como en su participacin en nuestro comercio exterior. El pas se convirtien zona de friccin entre ambos imperialismos. Los norteamericanos invertan en algunos

    sectores de la industria y tenan sus ojos puestos en los yacimientos petrolferos, buscabanel desarrollo de la vialidad para ampliar el mercado de sus exportaciones: automviles, pe-trleo, caucho, etc. Los ingleses defendan el sistema de transportes estructurado en torno alos ferrocarriles y al suministro de carbn. La crisis del ao 30, dio transitoriamente eltriunfo a los ingleses.

    Las inversiones directas norteamericanas haban pasado de 40 millones de dlares en 1913a 330 millones de dlares en 1929, en 1940 representaban 360 millones: el 14% de las in-

    versiones extranjeras contra el 61% que posean los ingleses.

    Con la primera guerra haba terminado el perodo de auge del sistema capitalista universal.

    La crisis iniciada en 1929 no fue ms que un efecto retardado de ese resquebrajamientocuyos problemas haban quedado irresueltos. En la Argentina el impacto fue tremendo,como consecuencia de la indefensin que nos creaba el sistema agroexportador. Las condi-ciones de nuestro progreso demanda creciente de productos agropecuarios, fertilizad de lazona pampeana, arribo de capitales y de inmigracin- provenan de afuera, al margen deuna accin consciente impulsada por factores internos. Ese desarrollo espontneo ya estabaagotado para entonces, pues el aumento de la produccin ya no poda hacerse mediante laincorporacin de nuevas tierras aptas para el proceso productivo. La crisis trajo un estan-camiento en la demanda mundial de nuestras carnes y cereales, y el valor de las exportacio-nes argentinas se redujo, de golpe, en un 50%.

    Los pases industrializados abandonaron los mtodos del liberalismo y establecieron unaserie de medidas para contrarrestar los efectos de la depresin. Simultneamente, se invirtila corriente mundial de capitales: en lugar de afluir a los pases dedicados a la produccinprimaria, retiraron gran parte de las inversiones y cesaron sus prstamos. Para hacer frentea los dficit de sus cuentas internacionales, los pases como Argentina no tenan otro recur-so que apelar a sus reservas de oro y divisas y, cuando stas se agotaron, a diversas medidasde regulacin econmica.

    La conferencia de Ottawa, en que Gran Bretaa haba establecido sus dominios un sistemade "preferencias" que cerraba las puertas a la penetracin comercial americana, puso anuestra oligarqua en el trance de perder el mercado britnico de carnes. Empavorecida

    mand una delegacin a Londres, encabezada por el vicepresidente de la Repblica, quefirma el pacto Roca-Runciman y somete a nuestra economa a dictados ingleses. Gran Bre-taa no se comprometa a nada importante. En cambio se le otorgaba el control de nuestromercado de carnes y distribuir el 85% de su exportacin, asegurndose adems que eltransporte se realizase en sus buques.

    La clase dirigente entreg al extranjero todo cuanto ste exigi, desde el manejo de la mo-neda y el crdito hasta el monopolio de los transportes. El principal instrumento de domi-nacin fue el Banco Central, cuya ley preparo Otto Niemeyer, vicepresidente del Banco deInglaterra, y fue adoptada y puesta en ejecucin por los doctores Pinedo y Prebisch. Lamisin nombrada por Justo para proyectar las reformas financieras del pas era, con leves

    modificaciones, la misma que antes haba nombrado el gobierno de Uriburu. La componanAlberto Hueyo, E. Uriburu, Federico Pinedo, Ral Prebisch, R. Berger, R. Kilcher, L. Le-

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    win, y Robert W. Roberts, representantes de la banca Baring Brothers, Morgan y Leng,Roberts y Ca., que eran acreedores del gobierno. Extranjeros eran los ferrocarriles, lostelfonos, el gas, los frigorficos trustificados que controlaban la exportacin de carnes, lasempresas de comercializacin de las cosechas, los tranvas, mnibus y subterrneos.

    Para dar una dea del aniyrigoyenismo, Alvear haba festejado la cada de Yrigoyen.

    Los socialistas aprovecharon los aos de abstencin radical para conquistar una numerosabancada parlamentaria, luego reducida a representaciones de la Capital Federal. Ostanteronel mrito de no complicarse en ninguno de los escandalosos negociados de la poca, perosilenciaron el escndalo total de nuestro encadenamiento a Gran Bretaa y de los avancesdel imperialismo yanqui. Al fijar posicin en el debate parlamentario sobre el pacto Roca-Runciman, el diputado Nicols Repetto aclar: "Desde luego, nuestro voto no implicar unreproche a la gestin diplomtica realizada en Londres por el doctor Julio A. Roca. Mani-festamos y lo hemos hecho pblicamente, nuestra adhesin por la forma tan discreta, por laperseverancia realmente ejemplar y por la alta dignidad que nuestra representacin ha sabi-

    do mantener en todo momento en el ejercicio de su elevado mandato".

    Su oposicin se limit a lo episdico y marginal, sin calar en ninguno de los temas funda-mentales que afligan a la Nacin. Eran la oposicin ideal para el rgimen: moderada, ene-miga del desorden, cultora de todos los mitos proimperialistas. Su minscula astucia dejacobinos parroquiales consista en equiparar a radicales y conservadores en salvaguardiadel orden cuando se tema que los radicales intentasen perturbarlo.

    Los radicales siempre reprocharon a los socialistas el haberse aprovechado de su abstencinpara obtener representaciones y legalizar el fraude de los conservadores. En defensa de esaactitud, Repetto dijo hace nos aos cosas muy graciosas: relata que, vetada la candidatura

    Alvear-Gemes en 1931, Lisandro de la Torre vacilaba en presentarse como candidato de lafrmula con el propio Repetto, pero ste en vano avent sus escrpulos, y termina dicien-do: "Los hechos ocurrieron en la forma supuesta por m, y en la eleccin presidencial si-guiente, los radicales triunfaron con su candidato, el Dr. Roberto Ortiz" (La Razn24/10/61). No menciona que Ortiz fue electo por los conservadores y radicales antiperso-nalistas mediante un fraude cometido contra el candidato de la UCR, Alvear. Con el criteriode Repetto, en la eleccin de 1931 no hubo proscripcin radical, puesto que el general

    Agustn P. Justo era tambin radical antipersonalista (Ortiz fue uno de sus ministros).

    Desde luego, ahora los radicales prefieren no hablar de esos episodios, desde que hace aosson ellos los que usufructan la proscripcin del partido mayoritario (nota: el peronismo

    haba sido proscrito desde 1955) y eso les ha convertido en gobierno. Cuando aluden altema se enredan en explicaciones ms retorcidas an que las habituales. Uno de los que haabordado intrpidamente es el Dr. Ricardo Balbn, y como era de esperar, desapareci todaconfusin. Su difana oratoria dej establecido que las situaciones no eran idnticas. "Losradicales mantuvieron su entereza moral en la abstencin, sin prestarse con sus votos apactos ni a la confusin de la Repblica. Los proscritos deben tener espritu demcrata yno ser aventureros del poder" (La Razn, 06/08/61).

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    Captulo III

    La brisa de la historia

    La poltica de neutralidad del gobierno militar rompa la unidad continental que EstadosUnidos buscaba para su poltica de guerra (Segunda Guerra Mundial). El Departamento deEstado apel a todos los recursos para forzarlo a cambiar de lnea o provocar su derroca-miento: retiro de los embajadores latinoamericanos, ingls y norteamericano, congelamien-to de nuestras reservas de oro en Estados Unidos, prohibicin a sus barcos de tocar puer-tos argentinos, restriccin de sus exportaciones con destino a nuestro pas, etc. Recin en1945, cuando la suerte del conflicto mundial estaba decidida, la Argentina rompi relacio-nes con el Eje, pero sin unirse al rebao de las restantes repblicas americanas conducidaspor los yanquis.

    Los partidos, la prensa y los intelectuales, movidos por el imperialismo, apoyaban al empa-

    jador yanqui Spruille Braden, quien actuaba pblicamente en la vida poltica argentina, fo-goneando la renuncia y detencin de Pern.

    Pero los trabajadores ya no consintieron esa nueva vergenza: todo el pas qued paraliza-do por una huelga general y las multitudes marchan hacia Plaza de Mayo donde exigen lalibertad de Pern y su vuelta al poder.

    Scalabrini Ortiz ha dejado una inolvidable descripcin de esas jornadas. De ah extraemosalgunos prrafos que captan su vivencia: "Un pujante palpitar sacuda la entrada de la ciu-dad. Un hlito spero creca en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban lle-gando. Venan de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de

    las manufacturas y aceras del Riachuelo, de las hilanderas de Barracas. Brotaban de lospantanos de Gerli y Avellaneda o descendan de las Lomas de Zamora. Hermanados en unmismo grito y en la misma fe, iban el pen de campo de Cauelas y el tornero de precisin,el fundidor, el mecnico de automviles, la hilandera y el pen. Era el subsuelo de la patriasublevado. Era el cimiento bsico de la nacin que asomaba, aglutinados por una misma

    verdad que una sola palabra traduca: Pern.

    El milagro aritmtico

    La oligarqua haba temblado ante la invasin de los descamisados. Las explicaciones auto-tranquilizadoras le devolvieron la calma que se transform en euforia cuando, de inmedia-

    to, el gobierno convoc a elecciones para cuatro meses ms tarde: all obtendra el triunfoque se le acababa de escapar de las manos y castigara la escoria responsable del fracaso.

    El Rgimen al que haba referido Yrigoyen se haba reconstituido, esta vez el radicalismocomo participante principal. El acercamiento de los partidos respondi, como hemos visto,a una serie de motivos: el belicismo los llev a desarrollar actividades conjuntas, y desdejunio de 1943 haban desaparecido las causas del antagonismo fraude, lucha por el gobier-no- y todo contribua a unirlos, incluso la desgracia comn. Ante la ola desconocida quetraa un candidato "de afuera", no perteneciente al selecto club democrtico-representativo,se constituy la Unin Democrtica.

    Mirada desde el ngulo tradicional, la Unin Democrtica era una aplanadora: estaban to-dos los partidos que tena el pas, es decir, todos los votos. Los analistas procedan con

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    criterio realista y admitan que de ese inmenso montn de sufragios haba que descontarunos puaditos de gente votara al candidato "imposible" algunos obreros sin concienciaque se haban dejado engaar por el demagogo, los sectorcitos que seguiran a los radicalesde la Junta Renovadora, los totalitarios, claro est, y por fin ciertos elementos de la pobla-cin, como ser vagos, ladronzuelos, punguistas, borrachos, malevos.... En suma, una nfima

    minora de estpidos y antisociales, y por consiguiente, lo nico que tena inters era elescrutinio de las listas de diputados para ver como estara compuesto el Parlamento queacompaara al gobierno de Tamborn-Mosca.

    Para mayor garanta, el imperialismo yanqui no dejaba de ayudar a sus amigos. Poco antes,la Junta de Exiliados Polticos Argentinos se haba dirigido a las Naciones Unidas pidiendola solidaridad del continente contra nuestro gobierno, en un documento que llevaba la fir-ma de los partidos Socialistas, Demcrata Progresista, Radical, Demcrata Nacional (con-servador) y Comunista. Braden haba dejado la embajada, ascendido al cargo de Subsecreta-rio de Estado para Asuntos Latinoamericanos y desde all trataba de obtener el asentimien-to para los que desde aqu pedan "la intervencin militar en la Argentina". En noviembre

    de 1945, el canciller uruguayo, Rodrguez Larreta, le da estado diplomtico a la tesis y emitela Doctrina de Intervencin Multilateral, propiciando la intervencin colectiva del hemisfe-rio para restablecer la democracia en nuestro pas, recibiendo la respuesta que mereca denuestro Ministerio de Relaciones Exteriores.

    Faltando pocos das para las elecciones, el Departamento de Estado norteamericano publi-c el Libro Azul, donde se repetan las habituales acusaciones y se daban "pruebas" de quePern y sus colaboradores eran agentes nazis, nuestro gobierno las desminti con el Libro

    Azul y Blanco, haciendo enrgicas consideraciones sobre la intromisin norteamericana enlos asuntos internos de la Argentina.

    No hay necesidad de explicar como fue que perdieron todos los partidos, con toda la pren-sa y el dinero, con las omnipotentes embajadas de las democracias victoriosas, con los es-tudiantes, profesionales e intelectuales, con los caudillos grandes y chicos de todo el pas.

    Ese golpe fue cruel para todos ellos. Muy especialmente para el radicalismo, que de ser unainmensa mayora, se encontr ante la sorpresa de que no poda ganar ni con el aporte detodos los partidos juntos. Sus frases seguan siendo las mismas, los propsitos que venanenunciando no haban cambiado, ni tampoco la comunicacin inmaterial con las masas de

    Alem, Yrigoyen y Alvear. Sin embargo ese pueblo que durante trece aos de fraude habaquerido votarlos, ahora que tenan la oportunidad de hacerlo en comicios libres, les volvala espalda para seguir a un recin llegado.

    Ellos se vean a s mismos de una manera: la imagen era falsa y el pueblo los contemplabatal eran.

    La UCR, como todo partido "serio", excluy de su lxico la palabra "imperialismo" justocuando el hombre de la calle estaba adquiriendo conciencia de su peligrosidad.

    El caso que venimos analizando deja una primera leccin: no hay que encerrarse en cuevasideolgicas porque afuera pueden estar sucediendo cosas importantes y uno enterarse de-masiado tarde o no enterarse nunca.

    El Partido Comunista, que se autotitulaba "vanguardia del proletariado", se desempecomo vanguardia de la oligarqua. De lo que se han valido los antiliberales reaccionarios

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    para desacreditar al marxismo que parecera conducir sistemticamente a las mismas posi-ciones que el liberalismo. Lo cual es falso. Primero, porque el marxismo no es una doctrinaque de respuesta automticamente a cada situacin, es un mtodo para conocer la realidadsocial y guiar las actividades tendientes a cambiarla, segn como se lo utilice se llegar o noa interpretaciones y a lneas de accin concretas. Y segundo, porque lo que ha caracterizado

    siempre al PC Argentino es, precisamente, el no aplicar la teora que invocan.

    Tienen una concepcin del pas que proviene, en parte, de asimilarlo a modelos histricosque no se adecuan a nuestro casi y, en parte, de la mitologa mitrista. Y una poltica consis-tente en adaptarse mecnicamente a la poltica de la URSS. El marxismo sirve para justificarliteralmente esa suma de irrealidades.

    As, de la tctica de los "frentes populares" cuando se firm en 1939 el pacto ruso-germano, a defender la neutrailidad y denunciar como sirvientes del imperialismo a los queintentaban meternos en la guerra. Pero cuando la URSS fue arrastrada a la contienda de los"imperialismos" pasaron a ser "democracias", los neutralistas fueron declarados "nazis" y

    los cipayos pasaron a ser la esperanza de la Patria, no abandonaron el frentismo, que es sutcnica permanente, pero ya no se busc el "frente nacional antiguerrero" sino otro paraincorporar a nuestro pas en el frente nico de los pueblos en guerra con el "nazifascismo".

    Era un nazifascismo tan raro que haba levantado la intervencin de las universidades, dadolegalidad al Partido Comunista despus de 15 aos de proscripcin, permita la libertad deprensa ms desenfrenada, y celebr las elecciones ms limpias de toda nuestra historia, co-mo lo reconocieron los partidos opositores.

    Ningn integrante de la Unin Democrtica crey que pudiera triunfar el coronel Pern. El17 de octubre haba sido un misterio "policial": el 23 de febrero (elecciones) fue un misterio

    aritmtico.

    Algunos dijeron despus, para prestigiarse como zahores, que se la vieron venir: no es cier-to, eso estaba fuera de toda lgica que ellos pudieran desarrollar. Por lo general, hasta el dade hoy siguen sin enterarse de lo que pas. En el subconsciente les baila la hiptesis de quecosa de magia negra.

    1945-1965: Citacin nacional y actuacin revolucionaria de las masas

    En el ao 1945, los brbaros invadieron el reducto de la democracia para esquistos, distor-sionaron todas las relaciones sociales, desmontaron los cmodos engranajes del comercio

    ultramarino y para colmo, se mofaron de las estatuas y cenotafios con que la oligarquagusta perpetuarse en el mrmol y en el bronce.

    El 17 de octubre era algo tan nuevo, que rpidamente lo redujeron a su verdadero valor: erauna especie de congregacin de papanatas, delincuentes o como decan los cultos de la iz-quierda oficial, lumpen proletariado, arriados por la polica en una especie de carnaval si-niestro. Lgicamente el 24 de febrero, cuando se reunieron todos los partidos polticos, losque tenan todos los votos, el candidato imposible como llamaban a Pern, no tena otraperspectiva que la de conseguir algunos votos de esos elementos marginados.

    La verdad es que los dueos de todos los votos perdieron, en lugar de unos pocos sufragios

    de la canallas, la canlla sac ms sufragios que todos los partidos juntos desde la izquierda ala derecha.

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    Inmediatamente los tericos buscaron explicacin y lo plantearon como un episodio de lalucha de nazis y antinazis dentro de su caracterstica habitual de trasladar a escala nacionallos problemas universales. Pero por detrs de todas esas explicaciones, en el fondo del sub-consciente les baila la hiptesis de que haba sido cuestin de magia negra.

    Pero en todo esto haba algo ms que mala fe, haba la incapacidad de la clase dirigenteargentina para comprender un fenmeno que no caba dentro de las formas conceptualesdel liberalismo tradicional

    Ese ostracismo de las clases dirigentes debi haber sido definitivo. Solamente dur 10 aos,y sobre el perjurio de algunas espadas se restableci el rgimen y resolvi aplicar sus tesis.Los juristas de almas heladas inventaban decretos de desnazificacin y crearon maravillasde la juricidad como el 4161 famoso, mientras los intelectuales inventaban teoras que iban,desde la tesis de que constituamos una acumulacin multitudinaria de abribocas encandila-dos por mtodos de propaganda totalitaria hasta la distincin sociolgica entre masa y pue-

    blo, la masa como algo informe, innoble, indiferenciada; y el pueblo, para decir una palabra,constituido por gente que votaba al radicalismo, a los conservadores o a los socialistas.Hasta monseor Plaza, el conocido clrigo financista del Banco Popular, anunci que laepidemia de poliomelitis que padecan los nios argentinos era el castigo de Dios por elextrava del peronismo.

    Nosotros dijimos: soberana poltica, independencia econmica y justicia social. Pero sipara esos objetivos aplicamos mtodos que eran adecuados a una realidad de hace 20 aos,la inoperancia de los mtodos desvirta y desmiente la fidelidad a los objetivos. Esa maneraburocrtica de conseguir las cosas, no es ortodoxia peronista, es apenas oficialismo peronis-ta. Una teora poltica que refiere a una realidad debe cambiar con esa realidad. Le repro-

    chbamos casualmente a la ideologa liberal que las ideas eran universales y tanto valanpara EEUU, frica o Francia, y que tanto valan en la poca ascendente de la burguesacomo en la poca de la expansin imperialista sobre las zonas subdesarrolladas de la tierra ylo que nosotros negamos en 1945, lo que negamos de toda esa superestructura ideolgicaimplantada sobre una triste realidad del pas, as como negamos los mitos de la historiogra-fa mitrista y a los presupuestos de la Constitucin de 1853, de la misma manera, para serfieles con esa negativa y toda Revolucin, debe ser primero rechazo si despus quiere serafirmacin, fieles a esa negativa debemos tambin cuestionar dentro de nuestro bagajeideolgico todo aquello ya perimido por el tiempo, por los hechos y por el fluir de la histo-ria nacional e internacional.

    Moreno, Dorrego o Rosas... han merecido nuestra admiracin y nos sentimos identificadoscon ellos en cuanto a defensores de la soberana, en cuanto a actores de la lucha indepen-dentista, a nadie se le ocurrira, sin embargo, ir a repetir el plan de ninguno de ellos, pero enese tiempo histrico presente de las revoluciones de los pueblos y los levantamientos de loscontinentes, tanto da estar atrasados 20 aos como estarlo 100 o 140.

    Nosotros postulamos la defensa y la continuidad de la tradicin, el pensamiento conserva-dor es partidario del tradicionalismo, es decir, de la fijacin de categoras que alguna vezfueron, la poca de la montonera no era para ellos la dinmica de las luchas de las masasargentinas en sus etapas de ascenso, sino que es el reflejo, la poca de oro para una utpicarestauracin del fijismo de la estancia rosista.

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    Por eso, en el ao 45, a pesar de la crtica que hizo el nacionalismo de derecha al rgimenliberal y la historiografa mitrista, pronto nuestros caminos nos separaron, porque dondeellos todava soaban con la vuelta a la tierra, y se vean caudillos de gauchos sometidos a laelite de la aristocracia de la que formaban parte, nosotros veamos el gaucho de carne yhueso transformado en cabecita negra, obrero y que buscaba conduccin sindical, orienta-

    cin para sus luchas, conquistas polticas, lderes de las masas.

    Hay miles y miles de hombres que slo conocieron la derrota, pero lo que no conocieronfue el deshonor.

    En el ao 1945 Pern plante perfectamente el problema nacional, ac hay una frase clavey que l de una manera o de otra la ha repetido siempre: "Cien aos de explotacin internae internacional han creado un fuerte sentimiento libertario en el espritu de las masas popu-lares".

    La izquierda inclusive no la entendi. Posiblemente si Pern en vez de decir frase tan senci-

    lla hubiese dicho: La dialctica de la lucha de clases internas, en relacin con la liberacinde los pueblos semicoloniales en la poca de la expansin financiera del imperialismo, seconjuga en una unidad dialctica dentro de las coordenadas de la economa y de la historiamundial. Si lo hubiese dicho as, de esa forma, la izquierda tal vez lo hubiese reconocidocomo un hombre genial.

    La lucha de clases estaba agudizada pero el rgimen peronista segua planteando el proble-ma del pas, como si todava existiese el frente policlasista antiimperialista del ao 1945, conPern como Gral en Jefe, y ese frente ya estaba desintegrado. La parte marginal de ciertossectores de la burguesa media y alta se fueron retirando rpidamente, de la pequea bur-guesa, algunos movilizados por el problema religioso, otros por diversos factores coyuntu-

    rales, expuestos como estn a los factores propagandsticos de la burguesa, rpidamenteabandonaron este frente popular, y entonces, as se explica no solamente la cada del pero-nismo, sino la forma en que cay, porque la nica fuerza real con que contaba el peronismoa esa altura de los acontecimientos era la clase obrera.

    No es inslito que esto ocurra, lo inslito es que si bien el general Lucero es lgico quecreyera en la palabra de honor de sus camaradas, qu diablos tena que depender de la fuer-za de la clase trabajadora de la palabra de honor de ningn militar, si la nica fuerza realcon que contaba eran sus propios puo y su propia fuerza. Y aunque el peronismo no eraun rgimen del proletariado, tampoco era la dictadura de la burguesa.

    Sin embargo haba donde pudo haberse planteado todo eso, eso era el partido, pero lo queocurre es que tambin el partido y la administracin y gran parte del sindicalismo sufrieronun proceso de burocratizacin, y ah donde deba haber sido el campo de desarrollo ideol-gico se transform en una esclerotizada estructura burocrtica donde cualquier recomenda-do por el mismo poda ir de gerente de una empresa, como interventor del partido. Se iden-tificaron las tareas administrativas con las tareas polticas y lgicamente en estos casos seproduce una cierta degeneracin: cualquier burcrata firma un decreto y cree que ha con-tribuido a la grandeza de la nacin, dice tres palabras de obsecuentes y cree que es artficedel triunfo peronista, murmura una arenga patritica y cree que la Repblica le est en deu-da. El mal proceso de seleccin determin que ante esa coyuntura a que me estoy refirien-do, el salto cualitativo no poda ser tomado como medida tcnica, deba haber sido tomado

    desde el punto de vista de la media poltica.

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    Se produce por consecuencia un enfrentamiento con una tremenda coalicin interna e in-ternacional, en la que el peronismo actuaba como si contase, como en el caso de un generalque creyese que tiene determinadas divisiones que estn en el campo adversario y no en elcampo de l, y todos los lamentos pstumos sobre las milicias obreras, para m son simplesespeculaciones fantasiosas. Porque no se puede armar la clase trabajadora para que defien-

    de a su rgimen y al otro da decirle: Bueno mhijo, devuelva las armas y vaya a producirplusvala para el patrn.

    La milicia obrera y la defensa del rgimen implicaba los cambios sociales, cuando se quisoformar ya era tarde, porque el rgimen se vio entre la contradiccin de que el paso de surespaldo militar a un respaldo compartido por la clase obrera armada, hubiese significadoperder ese aparato militar, y en ese desajuste hubiese cado irreversiblemente.

    El rgimen fue vendido el 16 de julio, porque casualmente Pern proclam que era el pre-sidente de todos los argentinos, en ese momento no era ms el presidente de la clase obre-ra, nadie ms lo reconoca. Entonces, sigui pidiendo la pacificacin como la haba pedido

    en el 52, creyendo que le acababan de dar el ltimo golpe a la contrarrevolucionario, y loque acababan de dar el primero, un golpe prematuro de una coalicin de fuerzas que seguainconmovible.

    (...) Se podra seguir todo el tiempo con esta clase de cosas. El senador Fassi dice que laURSS es fascista y que el rgimen de Fidel Castro es imperialista, y podra acumular asdisparates constantemente.

    Es un problema mucho ms serio, eso no depende de Illia ni de Ongana ni de nadie. De-pende de determinadas estructuras que no pueden permitir el acceso del peronismo, y quecuando lo permitan ser porque el peronismo no ser la expresin poltica de los trabajado-

    res.

    Todo lo dems pertenece al mundo de la magia, al mundo del milagrerismo, en el fondo sereduce a lo siguiente: Que se arme un bochinche y pase no se sabe qu y como consecuen-cia de eso aparezcamos no s como en el gobierno sin darse cuenta de que el hecho que yodiga que el rgimen est en crisis, en descomposicin, no significa que el rgimen cae, por-que slo no va a caer, hay que voltearlo, porque una situacin histrica as puede durarcualquier cantidad de aos.

    Cualquiera que hayan sido los factores que hayan intervenido, que en todas partes no fue-ron lo mimo, el hecho concreto es que en el momento, para lo que yo llamo una alta con-

    duccin burocrtica, plantearse el problema de su mito, lo que haba que plantear llenndo-lo de su verdadero significado y no como hacen con Pern, que es como Scrates, que ledan la interpretacin que quieren, entonces todos proclaman una adhesin abstracta queparece que es la ms obsecuente y el mximo de fidelidad y la verdad es que es la mayorfalta de respeto.

    En el fondo todo radica en lo mismo, como en el ao 1945 el pueblo y las fuerzas armadasmarcharon juntos en una etapa de la historia, una vez que se despejen los malentendidosque siembran los malvados, nos volveremos a juntar -nunca ms nos volveremos a juntar!-En primer lugar porque en 1945 eso de pueblo y ejrcito fue una verdad a medias. Al fin yal cabo el 9 de octubre a Pern lo ech el Ejrcito. Lo que pasa es que como en aquel en-

    tonces el balance, el equilibrio de fuerzas internas de las FFAA era muy parejo, la irrupcindel movimiento de masas fue suficiente para volcar de nuevo la balanza a favor de Pern.

  • 7/31/2019 Cooke John William - Apuntes Para La Militancia

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    Pero ese ejrcito ya lo perdimos. Porque ese nos acompaaba en el industrialismo, en lalucha antiimperialista, en una serie de cosas, pero no en el contenido social ni en el avancesocial que representaba, no el la subversin de las jerarquas. Por eso que mientras unos selevantaron contra el peronismo en septiembre, otros pelearon con bastante desgano y estocorresponde s a un estado de espritu, a un estado de conciencia, pero siquiera esos esta-

    ban formados en un cierto repertorio mnimo de ideas nacionalistas.

    Por otra parte, cuando nos disolvamos como peronistas, si es que nos disolvemos comoperonismo, es porque otra fuerza representar el papel revolucionario que representa eneste momento al peronismo.

    La revolucin social entonces no es un orden ideal fijado porque nosotros lo consideramosque es el que preferimos con respecto a otro, es una necesidad tcnica, como necesidadeconmica y como necesidad del pas para realizarse como integridad nacional, es una tareanacional postergada, exige ese pre-requisito de la revolucin social, as que cuando nosotrosdecimos el rgimen burgus no da ms, estamos diciendo no una preferencia, porque aun-

    que el rgimen burgus fuera capaz de desarrollarse yo igual estara en contra, pero al mis-mo tiempo eso no quitara que pudiese el pas recorrer etapas dentro de l, pero ahora loque yo opine o no opine no tiene importancia, lo que tiene importancia es si los anlisis soncorrectos y si los anlisis tal como yo los he planteado son exactos, entonces hay que re-plantearse una nueva visin del pas, una correspondencia entre las luchas del pueblo queson sacrificadas, que son abnegadas y que ya vienen desde hace 10 aos, y una estrategia depoder. A nadie se le pide que nos ponga en el poder maana ni pasado.

    Se les pide que nos encaminemos al poder, que no nos encaminemos a la disgregacin, queno nos encaminemos a la esterilidad histrica. Lgicamente como yo hago estas crticas,comprendo que puedan hacer otras, pero siempre desde la lucha. La primera condicin

    para criticar el combate, es estar en el combate.

    Estamos en un equilibrio: el rgimen que no tiene fuerza para institucionalizarse pero spara mantenerse mientras el peronismo y la masa popular y otras fuerzas tiene suficientepotencia para no dejarse institucionalizar, pero no para cambiarlo. Quin tiene que romperese equilibrio? Nosotros; a la burguesa con durar le basta.