Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

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TESOROS

DEL ARTE

MUNDIAL

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GRECIA

El dios de lasCicladas

A fines del tercer milenio

antes de nuestra era sur¬

gió en el archipiélagogriego de las Cicladas,en el mar Egeo, un tipooriginal de arte que secaracterizaba por la pu¬reza y sencillez de lasformas. Prueba de ello es

esta cabeza de divinidad,tan admirablemente esti¬

lizada y «modernista»(diríase un Brancusi).Descubierta en la isla

de Amorgos, data deentre los años 2400 y2200 a. de J.C. La re¬

producción está tomadade un volumen suntuosa¬

mente ilustrado que aca¬ba de aparecer en laeditorial Mazenod, de

París, y cuya edición enlengua española, a cargode la editorial Gustavo

Gili de Barcelona, saldráa la luz dentro de unos

Foto © Jean Mazenod. to¬mada de «L'art grec», edito¬rial Mazenod, Paris 1972

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UNESCOEl Correo

ABRIL 1973

AÑO XXVI

PUBLICADO EN 14 IDIOMAS

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Hebreo

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Publicación mensual de la UNESCO(Organización de las Naciones Unidas parala Educación, la Ciencia y la Cultura).

Venta y distribuciónUnesco, Place de Fontenoy, 75700-Parls

Tarifa de suscripción anual : 17 francos.Bienal : 30 francos.

Número suelto : 1,70 francos; España :26 pesetas.

Los artículos y fotograflas de este número que llevan elsigno © (copyright) no pueden ser reproducidos. Todoslos demás textos e ilustraciones pueden reproducirse, siempreque se mencione su origen de la siguiente manera : "DeEL CORREO DE LA UNESCO", y se agregue su fechade publicación. Al reproducirse los artículos y las fotos deberáhacerse constar el nombre del autor. Por lo que respecta a las

fotograflas reproducibles, serán facilitadas por la Redacciónsiempre que el director de otra publicación las solicitepor escrito. Una vez utilizados estos materiales, deberánenviarse a la Redacción tres ejemplares del periódico o revista

que los publique. Los artículos firmados expresan la opiniónde sus autores y no representan forzosamente el punto devista de la Unesco o de la Redacción de la revista.

Redacción y AdministraciónUnesco, Place de Fontenoy, 75700-Parls

Director y Jefe de RedacciónSandy Koffler

Subjefe de RedacciónRené Caloz

Asistente del Jefe de Redacción

Olga Rodel

Redactores Principales

Español : Francisco Fernández-SantosFrancés : Jane Albert Hesse

Inglés : Ronald FentonRuso : Georgi StetsenkoAlemán : Hans Rieben (Berna) +Arabe : Abdel Moneim El Sawi (El Cairo)

Japonés : Kazuo Akao (Tokio)Italiano : Maria Remiddi (Roma)Hindi : Kartar Singh Duggal (Delhi)Tamul : N.D. Sundaravadivelu (Madras)Hebreo : Alexander Peli (Jerusalén)Persa : Fereydun Ardalan (Teherán)Portugués : Benedicto Silva (Rio de Janeiro)Neerlandés : Paul Morren (Amberes)

Redactores

Español : Jorge Enrique AdoumInglés : Howard BrabynFrancés : Philippe Ouannès

Ilustración : Anne-Marie Maillard

Composición gráficaRobert Jacquemin

La correspondencia debe dirigirse al Director de la revista.

Página

I a XVI

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TRAS LAS HUELLAS DE COPERNICO

por Jerzy Bukowski

LOS ALBORES DEL PENSAMIENTO MODERNO

por Owen J. Gingerich

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EL LARGO CAMINO DE LA VERDAD CELESTE

por Olaf Pedersen

COPERNICO CONTADO A LOS NIÑOSSuplemento especial

por Jean-Claude Pecker

LA GRAN REVOLUCIÓN CULTURALDEL RENACIMIENTO

por Paolo Rossi

PARA MEDIR EL CIELO

Fotos

COPERNICOO LA RAZÓN ABIERTA AL INFINITO

por Vincenzo Cappelletti

UNAS CUANTAS OBRASSOBRE COPERNICO

UNA NUEVA VISION DEL UNIVERSO

por René Maheu

LOS LECTORES NOS ESCRIBEN

LATITUDES Y LONGITUDES

TESOROS DEL ARTE MUNDIAL

El dios de las Cicladas (Grecia)

Foto Paul Almasy «El Correo de la Unesco«

COPERNICO Y LA GENESIS DEL PENSAMIENTO MODERNO

Si se ha dicho de Copérnico que su nombre debe figurar entre las estrellas,justo es que en un mapa del cielo se destaque su rostro. Se trata de la copiade un autorretrato hoy desaparecido, copia realizada en el siglo XVI y con¬servada en el Ayuntamiento de Torun, ciudad natal del sabio polaco. El interésde este mapa celeste publicado por la editorial Hallwag de Berna (Suiza)radica en que en él se establece la posición que habrán de ocupar las estrellasen el año 2000. El mapa ha sido realizado bajo la dirección de Werner Merkli.En nuestra contraportada, una reproducción parcial del mapa del sistema solarpublicado por la misma editorial. En ella aparecen, en primer plano, los pla¬netas Marte, Júpiter y Saturno y se indican las dimensiones de todos losplanetas en relación con el Sol.

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LOS VARIOS ROSTROS DEL GENIO. Co-pérnico visto por siete jóvenes artistas polacoscuyas obras esperan en un depósito el veredictodel jurado de admisión de una exposición deescultura en Torun, la ciudad natal del granastrónomo (véase también la pág. 27).

Foto Paul Almasy - " El Correo de la Unesco"

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«La historia nos ofrece pocos ejemplos de descubrimientos cientí¬ficos que hayan tenido una repercusión tan profunda en el desarrolloespiritual de la humanidad como el del eminente astrónomo polacoNicolás Copérnico.» Con estas palabras, el Director General de laUnesco, señor René Maheu, inició en París el 19 de febrero un actoconmemorativo del quinto centenario del nacimiento del hombre queosó destronar a la Tierra en favor del Sol y desencadenó de ese modouna revolución sin precedentes en la esfera de la metodología y el pen¬samiento científicos.

Este número de El Correo de la Unesco analiza la decisiva contribuciónde Copérnico al progreso de la ciencia y, con carácter excepcional,publica un suplemento de 16 páginas sobre el gran astrónomo, dedicadoa los niños. El fotógrafo de nuestra revista, Paul Almasy, ha realizadoun viaje especial a Polonia y otros lugares para seguir las huellas deCopérnico, volviendo con un reportaje gráfico sobre la vida y la épocade una de las máximas figuras de la ciencia, que supo guiarse siemprepor el principio de «buscar la verdad de todas las cosas».

TRAS LAS HUELLAS

DE COPERNICOpor Jerzy Bukowski

NllCOLAS Copérnico, el pri¬mero de los grandes sabios de lostiempos modernos, nació el 19 de fe¬brero de 1473 en Torun, al norte dePolonia. El horóscopo astrológico delcreador de la teoría del sistema helio¬

céntrico, que aun se conserva, señalaincluso la hora exacta de su naci¬

miento: las cuatro y cuarenta y ocho. minutos de la mañana, lo que muy bienpuede ser pura imaginación.

Copérnico, famoso por su teoríaheliocéntrica, es menos conocido en su

faceta de humanista; sin embargo, unode sus primeros biógrafos le describecomo «inflamado por una ardientepasión por la verdad», manifestan¬do siempre una vastísima erudición y

JERZY BUKOWSKY, profesor y antiguo rec¬tor de la Escuela Politécnica de Varsovia,

es presidente del Comité Nicolás Copérnicode la Unión Internacional de Historia y deFilosofía de las Ciencias. Ha sido presidentedel Comité de Historia de las Ciencias ylas Técnicas de la Academia de Ciencias

polaca y actualmente es vicepresidente delComité Polaco de la Paz.

un profundo interés por los más diver¬sos problemas. Era un sabio lleno deperspicacia en la investigación y unespíritu resueltamente crítico. Dotadode una inteligencia excepcional, que lesitúa a la altura de los más grandesgenios de la humanidad, fue al mismotiempo un ciudadano profundamentecomprometido con los problemas desu país.

Carecemos de datos históricos do¬

cumentados sobre la infancia y la pri¬mera adolescencia del gran astróno¬mo. Su padre, que se llamaba tam¬bién Nicolás, procedía de una familiaoriginaria de Silesia, vinculada a lasciudades de Pomerania por múltiplesintereses. Negociante de Cracovia, seafincó en 1458 en Torun, siendo admi¬tido en los círculos burgueses de laciudad y alcanzando muy pronto enella la categoría de miembro del patri-ciado local. Murió en 1483, y sus hijos

el pequeño, Nicolás, tenía entoncesdiez años -quedaron bajo la tutelade su tío materno Lucas Watzenrode,futuro obispo de Warmie, alto diri¬gente de la Iglesia y eminente hombrede Estado en la corte real de Craco¬via.

En aquella época Cracovia era lacapital de Polonia, país entonces enel apogeo de su poderío del que unode los célebres humanistas italianos

de comienzos del siglo XVI dijo: «En¬tre los países transalpinos, ninguno¡guala a Polonia en amor a la ciencia».

Torun era una ciudad próspera. Gra¬cias al desarrollo de su comercio y desu artesanía ocupaba un lugar impor¬tante en el sistema económico de Po¬

lonia, sirviendo de intermediario en losintercambios de mercancías que seefectuaban a través de los puertos deGdansk y Elblag con los países deultramar. Cracovia y Torun, que toda¬vía conservan su aspecto medieval,están situadas junto al Vístula, la pri¬mera en la parte superior del río y lasegunda en la parte inferior. Próximasa la desembocadura del Vístula, quese encuentra dividida en numerosas

ramificaciones, están las ciudades por¬tuarias antes mencionadas. En la re¬

gión oriental de la llanura inferior delVístula, no lejos de Elblag, se hallasituada la ciudad de Frombork (antigua¬mente Frauenburg), donde transcurrie¬ron los últimos años de la vida de

Copérnico y donde murió, en 1543.

SIGUE A LA VUELTA

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TRAS LAS HUELLAS DE COPERNICO (cont.)

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A mediados del siglo XV, la situa¬ción política de las ciudades de laprovincia costera del Báltico era muycompleja. Estas ciudades, encabeza¬das por Gdansk, Elblag y Torun, lucha¬ban con ardor por liberarse definiti¬vamente de la hegemonía de la OrdenTeutónica, instalada en la región desdeel siglo XIII. La paz de Torun, firmadaen 1466, restableció la soberanía delos reyes de Polonia sobre los terri¬torios costeros del Báltico, incluidoel delta del Vístula con sus principalesciudades y el.ducado episcopal de ladiócesis de .Warmie. Tanto Nicolás

Copérnico padre como la familia Wat-zenrode obraron en favor de esteacuerdo. Hasta su muerte, Lucas Wat-

zenrode ejerció gran influencia en lavida del joven Nicolás Copérnico,orientando sus estudios y su futuracarrera eclesiástica y política.

Una segunda fecha confirmada pordocumentos de los años juveniles deCopérnico es la de su matriculaciónen la Universidad Jagellon de Craco¬via: otoño de 1491. Esta universidad,

que por entonces había alcanzado laplenitud de su desarrollo, era la únicaen Europa que poseía dos cátedras deastronomía. Su renombre era debido

al nivel excepcionalmente alto de laenseñanza de las ciencias matemáti¬

cas. Se manejaban en ella tratadosde sabios del Islam, y no solamentelos de los antiguos griegos.

Fue en Cracovia donde el jovenNicolás aprendió las primeras nocio¬nes de astronomía. La tradición cita

entre sus maestros el nombre de

Wojciech de Brudzewo, célebre astró¬nomo y matemático. En su época deestudiante en la Universidad Jagellon,Copérnico adquirió un conocimientoprofundo de la astronomía aristotélicay ptolemaica, así como de la geometríaeuclidiana. A juzgar por los libros quecompró en esta época y que, porsuerte, se conservan su interés se

centraba sobre todo en la geometría,la trigonometría esférica y la astrono¬mía teórica.

Aunque divergentes en cuestionesde detalle, las teorías aceptadas desdehacía más de un milenio la de Aris¬

tóteles y la de Ptolomeo tenían encomún dos principios fundamentales:1) el lugar asignado a la Tierra comocentro inmóvil del universo, y 2) laatribución a todos los cuerpos celestes

fueran estrellas fijas o planetas, sindescartar el Sol ni la Luna de un

movimiento uniforme en órbitas cir¬

culares. Este segundo principio, axiomapropuesto por Platón, influyó en laprimitiva forma que Copérnico dio asu sistema heliocéntrico del universo.

Aristóteles y los continuadores desu filosofía, al igual que los astróno¬mos, encabezados por Claudio Ptolo¬meo en su tratado conocido con el

nombre de «Almagesto», describíanadmirablemente los movimientos de

los cuerpos celestes, apoyándose enlos dos citados principios, pero sinpoder evitar a veces ciertas contradic¬

ciones y anomalías inexplicables.

Copérnico se percató de la inconse¬cuencia de los sistemas generalmenteaceptados. Mediante el análisis mate¬mático y la síntesis geométrica, traslaboriosas observaciones del cielo,

desarrolló gradualmente la ¡dea delsistema heliocéntrico del universo.

Parece ser que Copérnico residióen Cracovia durante cuatro años. En

el otoño de 1495 volvemos a encon¬

trarlo en el círculo de su tío Lucas

Watzenrode, quien intentó infructuo¬samente conseguir para su sobrino elnombramiento de canónigo capitularde Warmie, en Frombork.

Es probable que este fracaso deci¬diera el destino del joven Nicolás. Sutío le envió, para que allí prosiguierasusestudios, a la Universidad de Bolo¬nia, en la que él mismo había estu¬diado en su juventud, recomendándolefirmemente que alcanzase el grado dedoctor en derecho canónico, para pre¬parar su carrera eclesiástica.

Copérnico partió hacia Italia en elotoño de 1496, permaneciendo en Bo¬lonia hasta la primavera del año jubilarde 1500, pese a que el obispo Watzen¬rode, ya en 1497, había hecho elegira su sobrino para cubrir un puesto decanónigo capitular de Warmie. Sinabandonar sus estudios canónicos, ytal vez incluso antes de comenzarlos,Copérnico aprovechó la ocasión quele brindaba la presencia en la Univer¬sidad de Bolonia de famosos sabios

para perfeccionar sus conocimientosastronómicos.

E esta época data la pri¬mera observación conocida, hecha porCopérnico el 9 de marzo de 1497, so¬bre la ocultación de Aldebarán tras la

Luna. La observación, que tuvo lugaren Bolonia, contradecía la teoría ptole¬maica del movimiento de nuestro sa¬

télite y, aunque no atentaba contra losfundamentos de la astronomía geocén¬trica, era ya un indicio del espíritucrítico de Copérnico respecto de lasverdades tradicionalmente aceptadas.

Según la teoría de Ptolomeo, la Lu¬na, durante los cuartos creciente ymenguante, debería estar mucho máscerca de la Tierra que durante los pe¬riodos de luna nueva y de plenilunio.La observaciones que Copérnico efec¬tuó cuidadosamente en Bolonia indi¬

caban, por el contrario, que el para¬laje de la luna en cuarto era prácti¬camente igual que el paralaje del ple¬nilunio, lo que suponía que en ambasposiciones la distancia entre la Tierray la Luna era prácticamente la misma.

Pero la crítica y el repudio de losviejos sistemas dieron pronto paso ainvestigaciones positivas que conduje¬ron a la edificación sobre los escom¬

bros de las teorías superadas de unnuevo sistema, más cercano a la ver¬

dad. Así lo atestiguan los constantesestudios que Copérnico emprendió. La

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Estudiante en Cracovia

Arriba, el patio del Collegium Malus de la Universidad Jagellon de Cracoviadonde Copérnico estudió de 1491 a 1495. A la izquierda,la Fuente del Jaque, cerca de la Iglesia de Santa María, en Cracovia,con la estatua de un estudiante vestido a la usanza de la épocade Copérnico. Durante siglos se aplicó a los universitarios elsobrenombre polaco de «Jaque», aunque se ignora el origen de talcostumbre. Abajo, una estudiante de nuestros días toma notas deun libro de astronomía que data de los tiempos de Copérnico.

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8Foto Paul Almasy - «Correo de la Unesco»

Estatua de Copérnico frente a la casa donde transcurrió su infanciadesde la edad de siete años, en Torun. El edificio fue demolido en1906 para construir en su lugar un gran almacén, pero los dos últimospisos fueron reconstruidos según el estilo de la época.

TRAS LAS HUELLAS DE COPERNICO

(viene de la pág. 6)

celebración del año jubilar de 1500 lellevó a Roma, pero no es mucha lainformación que poseemos sobre suestancia en la Ciudad Eterna. Durante

algún tiempo trabajó en la Cancilleríadel Vaticano y, según la tradición, im¬partió cursos públicos de astronomía.

En la primavera de 1501 el jovencientífico regresó a Polonia, para in¬corporarse oficialmente a su puesto,de conónigo capitular de Warmie.Pero el cabildo le autorizó a volver a

Italia, encomendándole esta vez quellevase a cabo esludios de medicina

en la Universidad de Padua. Durante

dos años, Copérnico residió en estaciudad, con un solo intervalo de va¬rias semanas que pasó en Ferrara,donde, el 31 de mayo de 1503, obtuvoel título de doctor en derecho canó¬

nico.

Buena prueba de la amplitud de losestudios médicos que Copérnico hizoen Padua, así como del interés que eneste campo de la ciencia manifestódespués, lo dan las quince obras demedicina y de ciencias naturales, llenasde numerosas anotaciones margínales,que se conservan en la biblioteca uni¬versitaria de Upsala y que provienende su biblioteca privada.

A fines de 1503 Copérnico volvióa Warmie y se instaló en el palacioepiscopal de Lidzbark, residencia desu tío, el influyente Lucas Watzenrode.En calidad de médico y secretario deéste, acompañó al obispo en numero¬sos viajes. Sus funciones le permitíanpracticar la medicina ampliamente, yasí lo confirman las fuentes históricas.

Muchos personajes importantes ibana consultarle para casos de muy va¬riadas enfermedades. Anotemos tam¬

bién sus posteriores actividades comohigienista y epidemiólogo, simultanea¬das con sus funciones administrativasen el Cabildo de Warmie.

El periodo de casi diez años queCopérnico pasó junto al obispo Wat¬zenrode le introdujo por fuerza en lavida política, punto en el que no po¬demos detenernos. También en esta

época comienza su creciente interéspor los problemas económicos, que yaconocía desde que pudo observar, du¬rante sus años de estudiante, la ex¬pansión del comercio y de la industriaen las ciudades italianas.

No obstante, hay que hacer hincapiéen que su estancia en Lidzbark nodesvió a Copérnico del principal objetode su interés intelectual, es decir, dela astronomía. Fue por entonces cuan¬do formuló categóricamente su genial¡dea de que nuestro planeta no es elcentro del universo y se decidió aredactar las tesis fudamentales de la

nueva astronomía. Cosa que hizo enun tratado titulado «Nicolai Copernicide hypothesibus motuum coelestiuma se constitutis commentariolus», queno se imprimió y se distribuyó en unacantidad limitada de copias manuscri¬tas.

No se sabe con exactitud la fecha

en que nuestro autor escribió el «Com-

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En este castillo de Olsztyn (Polonia) vivió varios años Copérnico, entonces canónigo de la catedral de Frombork, los bienes de cuyocapitulo administró de 1516 a 1519. Un poco después, de 1520 a 1521, al reanudarse las hostilidades entre Polonia y losCaballeros Teutónicos, el gran astrónomo residió nuevamente en el castillo, que fortificó para protegerlo de los merodeadores.Pese a estas actividades administrativas, Copérnico no Interrumpió nunca sus trabajos astronómicos, que realizaba en la gransala del primer piso, cuyas ventanas se ven en la fachada. En la parte izquierda de la foto, una vieja escultura de Warmieque ya existía en el mismo lugar en vida de Copérnico.

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Fotos Paul Almasy - -El Correo de la Unesco-

Page 10: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

Copérnico anotó sus primeras observacionesastronómicas cuando estudiaba en la Universidad

de Bolonia (Italia), entre 1496 y 1500. Instalado enel tejado del observatorio de la universidad (a

la derecha), el joven estudiante utilizó su cuadrantede altura, cuya silueta aparece aquí contra el

cielo del atardecer, para observar un eclipse deLuna el 9 de marzo de 1497. Junto a un astrolabio

pueden verse las tablas planetarias alfonsinasque sabios árabes, judíos y cristianos compilaron

para Alfonso X el Sabio de Castilla entre 1248y 1252, y una de las primeras ediciones impresas del

« Almagesto », la enciclopedia astronómica ymatemática escrita en el siglo II por Claudio

Ptolomeo de Alejandría.

Los albores del

pensamiento modernoDe como Copérnico

puso en movimiento no sólo

a la Tierra sino también

el espíritu de libre investigación

por Owen J. Gingerich

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ARA un científico de hoydía, la ciencia del siglo XV tiene algode insólito e inquietante. En la épocaen que nació Copérnico, los hombrescreían que un Sol cristalino y sin pesogiraba cada día en torno a la Tierra.Para explicar los movimientos celestesse los relacionaba con tendencias

inherentes a la materia. Según losmaestros de física, cuando se arrojabauna piedra, ésta seguía una trayectoriarectilínea hasta que perdía su impetusy luego caía directamente al suelo.

En 1543 se publicó «De revolutio-

OWEN J. GINGERICH, destacado astrofísiconorteamericano, es profesor de astronomíay de historia de la ciencia en la Universidadde Harvard y ha participado en las investiga¬ciones organizadas por ésta en diversospaíses, entre ellos Sri Lanka y Líbano. Ade¬más, en su calidad de astrofísico, perteneceal Smithsonian Astrophysical Observatory deCambridge, Massachusetts. Entre sus obrasfiguran varios estudios sobre la historia dela astronomía y sobre la utilización de com¬putadoras en esta esfera.

nibus orbium coelestium», la obramaestra de Copérnico, y a partir deesa fecha, durante un siglo, las curio¬sas explicaciones científicas que setenían por ciertas en la Antigüedad yla Edad Media fueron dando paso a lasideas que constituyen los cimientosde la ciencia moderna. Lo que se pro¬dujo entonces fue un cambio extraor¬dinario, una verdadera revolución, encuya vanguardia figura Copérnico. Suobra y la de sus continuadores hanmodelado mucho más el mundo de hoyque las luchas políticas con su cortejode transformaciones efímeras.

Pero, si es innegable que la aporta¬ción de Copérnico desencadenó todauna serie de ideas que han llegadoa constituir la ciencia moderna,

cabe preguntarse por qué ese acon¬tecimiento no se produjo sino hace500 años. ¿Qué fue lo que impidióque apareciera un Copérnico unoo dos siglos antes? ¿Imposibilitabanel dogmatismo y la ignorancia un des

arrollo más temprano de la ciencia?

O, considerando el fenómeno desdeotro punto de vista, ¿debemos estimarque la ciencia es una planta delicaday frágil que sólo florece plenamenteen condiciones particulares de fertili¬dad? Tal vez no es una simple coin¬cidencia que el gran astrónomo fueracontemporáneo de Colón, Durero, Leo¬nardo, Erasmo y Lutero. En este sen¬tido podríamos emprender una inves¬tigación fascinante: ¿cuáles fueron losfactores que contribuyeron al auge ex¬traordinario de la ciencia simbolizado

por Copérnico?

En la época del astrónomo polaco laastronomía geocéntrica llevaba reinan¬do más de mil años; su éxito se debíaa que concordaba perfectamente conla imagen que el hombre tenía de símismo y con la física primitiva de Aris¬tóteles. Cierto es que prelados ins¬truidos advertían que la Semana Santallegaba demasiado pronto en el calen¬dario anual, y unos pocos astrólogos

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Foto © Erich Lessing - Magnum, Paris

sabían que la posición de los planetasdivergía a veces, en varios grados, dela que podía preverse con las tablasbasadas en la venerable teoría de Pto¬

lomeo. Pero, a decir verdad, la astro¬

nomía siguió enfrentada después deCopérnico con tantos problemas comoantes, ya que el calendario continuósiendo el mismo y las previsiones so¬bre los planetas apenas mejoraron.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo

ni cuándo el astrónomo polaco conci¬bió por vez primera la idea de unsistema planetario con el Sol comocentro. Lo cierto es que hacia 1515había comenzado apenas el manuscritode su «De revolutionibus», la obraque iba a contener al mismo tiemposu nueva cosmología y una cuidadosarevisión de las observaciones antiguasy recientes sobre los planetas.

Los eruditos tampoco saben por quéCopérnico adoptó una concepción he¬liocéntrica del cosmos, dado que lasinformaciones con que se contaba en

aquella época no permitían probar nidesmentir su teoría. Sin embargo, hayciertas indicaciones en su obra. Toda

ella se halla impregnada de un senti¬miento eufórico de la belleza. Por

ejemplo, escribe Copérnico: «En estetemplo, el más hermoso que existirpueda, ¿quién encontraría para estaiuminaria un lugar diferente o mejorque aquél desde el cual ilumina simul¬táneamente todas las cosas?... Así des¬

cubrimos una maravillosa simetría del

universo y un concatenamiento armo¬niosamente determinado que no podríaproducirse de otra manera... Tal es lainmensidad de esta obra divina del

Todopoderoso». Vemos, pues, comouna .concepción estética guiaba a Co¬pérnico en su análisis del universoceleste.

Señalemos también el hecho curioso

y casi olvidado de que la revolucióncopernicana estuvo a punto de no pro¬ducirse. En efecto, veinte años despuésde comenzar su libro Copérnico se

sentía agotado. Pasados ya los sesen¬ta años de edad, había escrito eltratado de astronomía más profundodesde hacía mil años; sin embargo,había algunos detalles técnicos a losque les faltaba una ordenación lógicay que aun debían ser pulidos antes deadoptar su forma definitiva. Su manus¬crito era una obra hermosa, exquisi¬tamente ilustrada con dibujos y conláminas a dos colores, pero esos folioshabían sido al parecer concebidoscomo el producto final, no destinadoa la impresión ni a la difusión.

Sus funciones de canónigo de lacatedral de Frombork, en el norte de

Polonia, le habían procurado la segu¬ridad económica y el tiempo necesa¬rios para la meditación, pero le priva¬ban de un medio intelectual que pu¬diera estimularle. En suma, no teníaCopérnico con quién hablar de sulibro admirable que le ocupó tantosaños de meditación y de trabajo.

Aunque nuestro astrónomo había

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LOS ALBORES DEL PENSAMIENTO MODERNO (cont.)

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encontrado obras impresas que resul¬taron indispensables para sus propiosestudios, la imprenta seguía siendo uninvento relativamente reciente de cuyoauge inicial él mismo fue testigo. Aunno había impresores en Frombork yCopérnico, que ya había envejecido,no tenía al parecer la intención depublicar su obra en otro lugar. Así,«De revolutionibus» parecía condena¬do a acumular el polvo de la bibliotecade la catedral, para terminar olvidadoe ignorado. Un destino semejante nosparece inconcebible hoy y, sin embar¬go, tal debió ser el de innumerablesobras medievales de astronomía.

Pero en 1539, hacia el final de lavida de Copérnico, apareció en From¬bork un joven matemático alemán,ávido de conocer en detalle las ¡deas

del astrónomo. Georg Joachim Rheti-cus, que a los veinticinco años era yaprofesor de Wittenberg, había oídoalgunos rumores sobre la innovadorateoría astronómica de Copérnico. Aun¬que el joven profesor provenía de unhogar luterano, el católico astrónomopolaco lo acogió cordialmente y sintemor.

Estimulado por el entusiasmo desu joven discípulo, Copérnico introdujolas últimas revisiones en su obra yle confió una copia a fin de que lapublicara. Rhetícus llevó el manuscrito

a un impresor de Nuremberg, quien en1543 terminó de imprimir varios cen¬tenares de ejemplares que fueron ven¬didos a eruditos y bibliotecas de todaEuropa. Fue así como la naciente téc¬nica de la imprenta pudo desempeñar

un papel absolutamente decisivo enla preservación y difusión de la nuevaastronomía.

Los lectores del tratado de Copér¬nico aceptaron de buen grado susnovedosas observaciones sobre los

planetas y la meticulosa atención conque analizaba en detalle las órbitasplanetarias, pero la concepción helio¬céntrica del mundo encontró escasa

aceptación. El sistema descubierto porCopérnico nos parece natural y hastaobvio en nuestra época de exploracio¬nes espaciales en la que el hombreha podido contemplar a gran distanciacomo gira la Tierra suspendida en elfirmamento. Pero, a fines del siglo XVI,la idea de una Tierra en movimiento

atraía poco a la mayoría de los astró¬nomos, imbuidos de la física aristo¬télica. En su lugar, preferían adherira una fórmula primitiva de relatividad.

Al seguir considerando la Tierra co¬mo punto fijo de referencia, veían enel sistema de Copérnico un hábil mo¬delo matemático, un poco más compli¬cado que el de Ptolomeo, pero queno constituía una verdadera descrip¬ción del mundo físico. En verdad, nadaprobaba la evidencia de una Tierra enmovimiento y de un Sol central inmó¬vil. Galileo observó más tarde quemunca admiraría bastante a quienesaceptaron el sistema de Copérnico apesar del testimonio de sus sentidos.

De todos modos, «De revolutioni¬bus» actuó como una bomba retar¬

dada. Hacia el año 1600 dos grandescientíficos descubrieron, cada uno porsu cuenta, que el sistema heliocéntrico

EL LIBRO QUE

DESTRONO

A LA TIERRA

El manuscrito original de«De revolutionibus», de Co¬

pérnico, es al mismo tiempoun tratado científico funda¬

mental y una obra de arte. Eltexto, escrito con la cali¬

grafía cursiva de la época, sehalla ilustrado con numerosos

diagramas astronómicos in¬tercalados en algunos pasajeso en los márgenes de laspáginas. Para conmemorar elquinto centenario del naci¬miento del autor, se han

publicado en varios paísesediciones facsímiles en color

del original, que se conservaen la Biblioteca de la Univer¬

sidad Jagellon de Cracovia.A la derecha, el famoso

diagrama de Copérnico en elque se sintetiza su concep¬ción del Universo, con la

Tierra siguiendo una órbita entorno al Sol, exactamente

como los demás planetas. Ala izquierda, una ilustracióndel sistema copernicano pu¬blicada por Andreas Cella-rius en su «Harmonía macro-

cosmica», aparecida en Ams¬terdam en 1661. Aunqueesta obra se editó más de

cien años después de lamuerte de Copérnico, en ellase incluye una sola ilustraciónde su teoría heliocéntrica.

de Copérnico encerraba una verdadque iba más allá del simple modelogeométrico. El alemán Johannes Ke¬pler halló en la disposición de losplanetas en torno al Sol una relaciónarmoniosa y estética que podía expre¬sarse en términos matemáticos, con¬

cibió una fuerza que emanaba del Soly elaboró una «nueva astronomía ofísica celeste fundada en causas».

En Italia, Galileo Galilei apuntó haciael firmamento el telescopio, reciente¬mente inventado, y sus descubrimien¬tos le llevaron de sorpresa en sorpre¬sa. La Luna, cubierta de montañas yllanuras, cruzaba el cielo como otro

planeta parecido a la Tierra. Y Júpiter,con su propio séquito de lunas, eraprácticamente el sistema copernicanoen miniatura. Para Galileo, la unidaddel universo no era comprensible amenos que se considerara la Tierracomo un planeta que giraba en torno alSol distante e inmóvil.

Tanto Kepler como Galileo discre¬paban enérgicamente de una introduc¬ción anónima que se había añadido a«De revolutionibus» en el momento

de su impresión. En ella el teólogoluterano Andreas Osiander sostenía

una opinión filosófica sumamente difun¬dida, a saber, que las teorías astronó¬micas eran modelos matemáticos des¬

tinados a predecir los fenómenosastronómicos y que, por tanto, noimportaba que en definitiva fuesenverdaderas o falsas.

Tal hipótesis era lógica y coherenteen sí misma, pero Kepler y Galileoestaban convencidos de que su astro-

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nomía proporcionaba una representa¬ción verdadera del universo. Esta afir¬

mación, unida a su opinión de que,en lo que a la ciencia se refiere, laBiblia no hace sino hablar en los

simples términos del sentido co¬mún, puso a ambos sabios en conflictocon la Iglesia católica, por lo quevarias de sus obras fueron incluidas

en el Indice.

ARA un científico del sigloXX, familiarizado con el concepto derelatividad, puede parecer sin impor¬tancia la cuestión de saber si es la

Tierra o el Sol lo que hay que tomarcomo punto fijo de referencia. Peroen el siglo XVII la pugna entre eldogma religioso y la nueva representa¬ción del mundo ejerció una influenciaconsiderable en la concepción que elhombre tenía del origen y la natura¬leza verdaderos de su mundo físico.

Y en el siglo XVII sí era importanteconcebir el universo en términos geo¬céntricos o heliocéntricos, ya que úni¬camente el sistema solar heliocéntrico

podía conducir a la física newtoniana.A su vez, las leyes del movimientoy la ley de la gravitación universaldescubiertas por Newton permiten des¬cribir la órbita de los satélites y escla¬recer los enigmas del espacio.

Esto quiere decir que hay una líneadirecta que va desde Copérnico, a tra¬vés de Kepler, Galileo y Newton, hastalas maravillas de nuestra era espacial.

No hay duda de que Copérnico sehabría asombrado al saber que el mun¬do ¡ba a asociar un día el aniversario

de su nacimiento a la celebración de

la ciencia moderna. Revolucionario a

pesar suyo, su finalidad fue hacer quela ciencia volviera a su estado más

puro, que él concebía como los círcu¬los perfectos de la Grecia antigua.Buscaba una visión «agradable al es¬píritu» y dio al espíritu una nuevamanera de mirar el cosmos.

Sin embargo, la pregunta que plan¬teamos al comienzo vuelve a inquie¬tarnos de modo insistente. ¿Por quéesta nueva visión tuvo que esperarhasta comienzos del siglo XVI? Larespuesta no hay que ¡r a buscarla enla ciencia sino en la sociedad y en susnuevos medios de comunicación. La

invención de la imprenta y el auge delas universidades estimularon el inter¬

cambio de informaciones y de ideasnuevas.

El descubrimiento de América, en laépoca en que Copérnico aun era unestudiante 'de Cracovia, contribuyó ademostrar que los conocimientos tradi¬cionales resultaban insuficientes e

inadecuados. Esa época se caracterizapor la existencia de un ambiente inte¬lectual en efervescencia, desconocidouno o dos siglos antes. Además,Copérnico gozaba del patrociniodel capítulo de la catedral de From-bork, que le permitió viajar a Italia paragraduarse en sus estudios y le liberóde las preocupaciones económicas.Pero más importante aun es el hechode que disponía de tiempo y de liber

tad para reflexionar y adoptar criteriosde renovación científico-intelectual.

En esa época de transformaciones,una nueva corriente de ideas suminis¬

tró a Copérnico los conocimientos quenecesitaba para elaborar su sistema,y al final de su vida es una combina¬ción similar de viajes, de libertad yde invenciones como la imprenta laque salvó su obra del olvido.

La libertad de investigación, recien¬temente conquistada, junto con los in¬dispensables recursos intelectuales yla disciplina necesaria para descubrirlas consecuencias y comprobar lasinformaciones, contribuyó en mayormedida a la fundación de la ciencia

moderna que la idea concreta de unacosmología cuyo centro es el Sol.

Aprender de la tenacidad de Copér¬nico, de su avidez por adquirir cono¬cimientos más allá de las fronteras

de su provincia, de su disposición acompartir cuanto sabía con personasajenas a su religión y a su país, esmucho más importante en nuestraépoca que todo lo que pueda aportar¬nos su monumental tratado de astro¬

nomía o su himno a la cosmologíaheliocéntrica.

Desde su «rincón remoto del mun¬

do», Nicolás Copérnico puso en mo¬vimiento no sólo la Tierra sino todo

el espíritu de investigación que haenriquecido inmensamente nuestracomprensión del universo. Pero la ra¬zón 'última para conmemorar su ani¬versario es el compromiso reiteradode preservar la frágil libertad de lainvestigación y las condiciones quehacen ésta posible.

13

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El largo caminode la verdad celeste¿Por qué no satisfacían a Copérnico

las concepciones astronómicas

de su época?

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La Constelación del Dragon

14

por Olaf Pedersen

'UANDO Pope escribió sucélebre dístico:

Natura y sus leyes se ocultaban en la[noche;

Dios dijo "¡Hágase Newton!» y todo[fue luz

expresaba una opinión muy comúnsobre las grandes figuras de la historiade la ciencia. La posteridad ha pro¬pendido siempre a considerar quehombres como Newton o Darwin o

Einstein fueron innovadores radicales

que, bruscamente y sin previa adver¬tencia, modificaron el rumbo generalde la ciencia y, por ende, trastocaronla actitud de la humanidad ante el

universo. No cabe negar que estose aplica a Copérnico, quien, más queningún otro científico, ha sido en¬salzado como el primer heraldo de laastronomía moderna, tras el largosopor científico de la Edad Media.

Ello se debe sin duda al hecho de

que los principios básicos de la cos¬mología copernicana eran lo bastantesimples como para resultar accesiblesa un amplio público. En primer lugar,la Tierra gira alrededor de su propioeje. Con palabras de Copérnico:«Junto con los elementos que la cir¬cundan, durante cada movimiento

OLAF PEDERSEN, destacado especialistadanés en historia de la astronomía, es pro¬fesor de historia de las ciencias y directordel Instituto de Historia de las Ciencias Exac¬

tas de la Universidad de Aarhus (Dinamarca).Es miembro de la Unión Astronómica Inter¬

nacional y del Comité de la Unión Interna¬cional de Historia y de Filosofía de lasCiencias. Ha escrito numerosos artículos

sobre la astronomía de la Edad Media yactualmente prepara un comentario del' Almagesto * de Ptolomeo y una introduccióna la historia de la física clásica.

diurno la Tierra realiza una revolución

completa en torno a sus polos fijos, alpaso que el firmamento y los cielosmás altos permanecen inmóviles.»Cierto es que esta idea no era nuevani desconocida a fines de la Edad

Media, pero se oponía tan directa¬mente a unas concepciones tan arrai¬gadas que eran muy pocos los queestaban en condiciones de creer en

ella o de afirmar su veracidad.

La Tierra quedaba, además, des¬plazada de su posición tradicional:«El centro de la Tierra no es el centro

del Universo. [...] Todas las esferasgiran alrededor del Sol que es supunto central y, por lo tanto, el Sol esel centro del Universo», esto es, delsistema planetario y de la esferadistante de las estrellas fijas, la cualseguía siendo el límite exterior deun mundo que, incluso para Copérnico,no había dejado de ser esférico ni detener un tamaño finito.

Por último, se privaba a la Tierrade su carácter singular y se la reducíaa la condición de simple planeta entreotros muchos: «Lo que se nos antojaun movimiento del Sol no se debe a

movimiento alguno de ese astro sinoa un desplazamiento de la Tierra [...]durante el cual giramos en torno alSol como cualquier otro planeta.»

Semejantes afirmaciones no sóloeran claramente incompatibles con laconcepción tradicional del Universosino también con la creencia de quela morada del hombre ocupaba unaposición provilegiada junto al centromismo de toda la creación. Por ese

motivo, el conflicto inevitable entreunas cosmologías rivales no podía pormenos de rebasar los círculos cíentí-

SIGUE EN LA PAG. 16

Un antiguomapa

del cielo

La Constelación de la Virgen

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Page 15: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

El célebre astrónomo árabe Abd

Al-Rahman Al-Sufi, que vivió enel siglo X en Ispahan (Persia),estableció una ((Tabla de las

estrellas fijas», obra escrita enárabe hacia el año 965 de la

que muy bien pudo tener noticiaCopérnico, quien en De revolu¬tionibus se refiere a observa¬

ciones realizadas por los anti¬guos astrónomos árabes. A co¬

mienzos del siglo XV, Uluj Beg,nieto de Tamerlán y soberanodel Imperio de los timúridas,ordenó que se hiciera en Samar¬

canda una copia caligrafiada ybellamente iluminada de la

obra de Al-Rahman Al-Sufi. quequedó terminada hacia 1435,para que la utilizaran un grupode astrónomos convocados pordicho soberano. Las ilustra¬ciones, únicas en el arte musul¬

mán, son seguramente obra deun artista persa que trabajabaen Samarcanda y que habíavivido posiblemente en China,puesto que imitaba la técnica

de la aguada simple ligeramentecoloreada sólo en los bordes,característica de la pintura chinade la época. Los vestidos son detipo mongol, de acuerdo con lamoda del imperio timúrída. Lasinscripciones, escritas en árabeculto, indican los puntos cardi¬nales, las constelaciones y elángulo desde el cual pueden servistas.

El « Hombre Fuerte » o Constelación de Orion

Pegaso. La inscripción dice: « Pudiera ser quela Luna haya bajado a la aldea del zorro »

Dos posiciones de « La Copa », en el hemisferio sur

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EL CAMINO DE LA VERDAD CELESTE (viene de la pág. 14)

Aristarco de Sanios- un helîocentrista olvidado

fieos y suscitar un combate ideológicoimplacable y de proporciones talesque el mundo no presenció nadasemejante hasta que el evolucionismopuso en tela de juicio otro sistema deideas distinto pero igualmente arrai¬gado, el relativo al carácter único delhombre.

Así pues, la revolución copernicanaconstituyó un factor sobresaliente enel desarrollo intelectual de la huma¬

nidad y tenemos razones sobradaspara honrar la memoria de quien iniciótal proceso.

Ahora bien, paralelamente a esasdiscusiones populares o generales losastrónomos profesionales deliberabanmás prudentemente sobre las conse¬cuencias más técnicas de la nueva

teoría, que el propio Copérnico habíarevestido del bien conocido lenguajematemático de la astronomía tradi¬

cional. Por ello, «De revolutionibus»

resultaba inteligible para todos los queconocían y comprendían el «Alma-gesto» de Ptolomeo, que aquel habíatomado como modelo. De ese modo,

todos los astrónomos competentes se

vieron muy pronto obligados a reco¬nocer que la astronomía copernicanaresultaba aceptable como hipótesismatemática coherente.

Pero no era éste el meollo de la

cuestión. El lector cuidadoso de «De

revolutionibus» podía advertir queCopérnico ¡ba mucho más lejos alafirmar que su teoría era cierta enel sentido de que proporcionaba una

descripción correcta de la estructurafísica del universo. Esa afirmación fue

el punto de partida del extraordinarioprogreso científico que vino en pos dela astronomía copernicana. Por unlado, suscitó el afán de comprobar lanueva teoría por medio de observa¬ciones y, sobre todo, buscando elmovimiento paraláctico de las estrellasfijas que implica el desplazamiento dela Tierra alrededor del Sol. Ese estudio

ocupó a generaciones sucesivas deastrónomos experimentales, desdeTycho Brahe hasta Bessel, que, en1838, consiguió determinar el paralajede la estrella 61 de la Constelacióndel Cisne.

Por otro lado, la idea de que elsistema copernicano era correcto enun sentido físico inspiró a Galileo y aotros muchos físicos en sus intentos

de formular una teoría de la mecánica

compatible con la nueva astronomíay que pudiera eliminar los obstáculosque suscitaba la física aristotélica tra¬dicional, en particular la tesis delmovimiento y de la posición naturalesy la concepción de la gravedad comouna fuerza dirigida hacia el centro deluniverso. La estructura majestuosa dela mecánica newtoniana clásica fue elresultado final de esos esfuerzos.

Estas pocas observaciones bastaránpara justificar la opinión de que Copér¬nico es uno de los fundadores del

mundo moderno, tanto en el planoideológico como en el científico. Noes pues de extrañar que la historia delas ideas y la de la ciencia hayan

Abajo, varias obras que pertenecieron a Copérnico y quese conservan en Upsala, Suecia; el volumen ilustrado conesferas es el gran calendario romano de 1518, establecidopor el astrónomo suavo Johann Stöffler, muerto en 1531 ;el de la derecha es la primera edición impresa en 1515del «Almagesto» de Ptolomeo, el astrónomo griegocuya teoría del geocentrismo tuvo fuerza de leyhasta los descubrimientos de Copérnico.

16

El primer tratado europeo de astrono¬mía, «Sphaerae Mundl», fue escritohacia 1230 por un eclesiástico inglés,Jean de Hollywood, que firmaba enlatin con el nombre de Johannes deSacro Bosco. Para escribirlo se Inspiróen el «Almagesto» de Ptolomeo, a tra¬vés de un tratado elemental árabe.

Ampliamente difundida en Europa, laobra de Ptolomeo seguía sosteniendo,mucho después de los descubrimientosde Copérnico, que la tierra permanecíaInmóvil en el centro del universo. El

geocentrismo de Jean de Hollywood seadvierte claramente en los grabadosque adornan el volumen impreso en1567, anotados por un teólogo floren¬tino. De arriba abajo: 1. posición dela Luna en una línea recta que va dela Tierra al Sol; 2. eclipses de Luna;3. eclipses de Sol.

Fotos © Claude Michaelides -Biblioteca del Observatorio. París

Foto Owen Gingerich, Cambridge, EUA

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encontrado un venero de materiales

en la herencia dejada por el gran astró¬nomo y que ese venero diste muchotodavía de haber quedado agotado.

Por otra parte, hemos de reconocerque Copérnico plantea otros problemasmucho más complejos. Para demostrarsu importancia basta desde luego conremitirse a las consecuencias de su

labor, mas para poder ponderar sugrandeza es también necesario exami¬nar los antecedentes de su obra.

En la historia intelectual de la

humanidad no hay ningún aconteci¬miento que surja por generaciónespontánea. Todos tienen un origeny, si bien de vez en cuando un cientí¬fico dado logra aportar al mundo unaidea nueva, existen siempre unasinfluencias determinantes que el histo¬riador ha de descubrir, no para privaral verdadero innovador de su geniocreador sino para situarlo en unaperspectiva más amplia y para des¬tacar la continuidad fundamental del

proceso histórico.

'OPERNICO recibió su ini¬

ciación científica en la Universidad de

Cracovia, que estaba entonces pro¬fundamente penetrada del espíritu delos astrónomos vieneses Peurbach yRegiomontano. Como buenos huma¬nistas que eran, habían éstos intentadoreformar la astronomía volviendo

deliberadamente a sus fuentes clási¬

cas, realizando por ejemplo una nuevay más exacta traducción del «Alma-gesto» de Ptolomeo.

En el prólogo a su gran obra«De revolutionibus orbium coelestium»

(1543), Copérnico reconoce que haseguido un criterio humanista similar;de hecho, su escrutinio de los autoresclásicos le había llevado a los astró¬

nomos pitagóricos Hicetas y Ecfanto,quienes suponían que la Tierra no erainmóvil. Ahora bien, eso es práctica¬mente todo lo que sabemos de ellos,y resulta un poco temerario consideraruna tradición tan liviana como fuentede una de las revoluciones cosmoló¬

gicas más importantes de todos lostiempos.

En «De revolutionibus», justo debajodel primer diagrama impreso del nuevosistema del mundo, encontramos un

pasaje delicioso que empieza con laspalabras decisivas In medio veroomnia residet Sol (Pero en medio detodas las cosas está el Sol), y queprosigue con esta explosión de lirismo:«En este templo, el más hermoso queexistir pueda, ¿quién encontraría paraesta luminaria un lugar diferente omejor que aquel desde el cual iluminasimultáneamente todas las cosas? (...)Hay quienes lo llaman con razón laluminaria del mundo, otros lo consi¬deran su espíritu y otros más sugobernador. [Hermes] Trismegisto lecalifica de dios visible y en la Electrade Sófocles se dice de él: 'El ve todas

las cosas.' Porque el Sol es quien enverdad gobierna la familia toda de lasestrellas en movimiento, sentado ensu trono regio.»

Pero cabe considerar que estasreflexiones copernicanas de caráctermás bien estético sobre la posiciónidónea de un cuerpo tan augusto comoel Sol no son sino una secuela de su

descubrimiento científico y carecen deimportancia real para la formulación desu cosmología.

Una fuente de inspiración muchomás verosímil pudo ser el célebreAristarco de Samos, que en el siglo IIIantes de Cristo discurrió una cosmo¬

logía heliocéntrica muy parecida alsistema copernicano. De hecho, en elmanuscrito original de «De revolutioni¬bus» se dedica un largo pasaje aAristarco, que por consiguiente erabien conocido de Copérnico. A pesarde ello, éste suprimió dicho pasaje enla versión impresa de su libro. Estanotable omisión resulta desde luegodifícil de explicar; es posible queCopérnico temiera que el repudio alque fue sometido en la Antigüedad elsistema heliocéntrico pudiera ir endetrimento de la aceptación de suspropias teorías.

El hecho de suponer que Copérnicoencontró en Aristarco un punto departida para su propia concepción nonos da la respuesta a esta preguntafundamental: ¿por qué no le satisfa¬cían las ideas astronómicas predomi¬nantes en su época, hasta el punto deque tuvo que buscar otra explicacióna los fenómenos celestes? Es éste un

problema complejo que no cabe tratarrecurriendo a consideraciones mera¬

mente cosmológicas, sin referenciaalguna a la astronomía teórica y a lateoría planetaria.

Es evidente que Copérnico no teníala intención de renovar los instrumen¬

tos matemáticos de la astronomía

tradicional. Al igual que Hiparco y quePtolomeo, describió los movimientosde los planetas elaborando unos mo¬delos geométrico-cinéticos que simula¬ban del modo más exacto posible losfenómenos observables. En último

término, todo había de quedar reducidoa la interacción de unos movimientos

circulares uniformes en torno a sus

centros respectivos, supuesto funda¬mental que Copérnico defendía másrigurosamente todavía que Ptolomeo.En este sentido, el gran astrónomopolaco aparece todavía apegado a latradición, y hubo de ser Kepler quienintrodujera concepciones esencial¬mente nuevas al imaginar la existenciade órbitas elípticas.

A esos modelos geométricos habíaque darles unos parámetros numéricosderivados de la observación. También

en este punto procedió Copérnicoexactamente igual que muchos astró¬nomos árabes o latinos, esto es, sebasó en los datos consignados porPtolomeo o por otros observadoresde la Antigüedad y los completó conalgunas observaciones personales.

Como había pasado ya muchotiempo desde la Antigüedad, era natu¬ral que se hubiera llegado a unaevaluación más exacta de las diversas

revoluciones medías. Pero importarecordar que esos perfeccionamientos

son independientes de toda considera¬ción cosmológica. No basta con pasarsin más de las coordenadas de un

marco geocéntrico a otro heliocéntricopara que la exactitud de las teoríasastronómicas aumente. Hemos pues dellegar a la conclusión de que el deseode formular teorías más exactas no

constituye una explicación del sistemacopernicano.

Por otra parte, no fue posible de¬mostrar ni refutar el nuevo sistema

hasta que no se pudo disponer deobservaciones astronómicas lo sufi¬

cientemente correctas como parapoder determinar si las estrellas fijastienen o no un paralaje, es decir, unpequeño movimiento debido a la revo¬lución anual de la Tierra. Esto fue lo

que impulsó a Tycho Brahe y a otrosastrónomos posteriores a mejorar lastécnicas de observación, hasta queBessel descubrió finalmente ese efectoen 1838.

E un modo inesperado seaclararon los detalles más técnicos de

la obra de Copérnico cuando, en 1957,V. Roberts demostró que la bella teo¬ría del movimiento lunar expuesta en«De revolutionibus» es en todo puntoidéntica a la teoría lunar del astrónomo

damasceno del siglo XIV Ibn ash-Shatír. Nuevos estudios de V. Roberts,E. S. Kennedy y F. Abbud han puestode manifiesto que también la estruc¬tura geométrica de la teoría de Mer¬curio es la misma en ambos autores.

En particular, uno y otro utilizaronun dispositivo cinético especial paraproducir un movimiento rectilíneo pormedio de dos movimientos circulares

combinados. Ese mecanismo fue

inventado en el siglo XIII por un sabiode Maragha, Nasir ai-Din al-Rusi.W. Hartner ha afirmado de modo muyconvincente que esa notable concor¬dancia demuestra que Copérnico fueinfluido por la astronomía musulmana,a través de unos cauces que todavíano conocemos exactamente.

Estos descubrimientos no merman

la originalidad de Copérnico. En nin¬guno de los astrónomos orientalesantes citados existe el más mínimo

rastro de heliocentrismo, y el méritode ser el autor del avance más impor¬tante en la historia de la astronomía

sigue correspondiendo plenamente alautor de «De revolutionibus orbiumcoelestium».

En definitiva, la explicación másverosímil del nuevo sistema consiste

en afirmar que Copérnico deseabaardientemente llegar a una cosmologíaque confiriera a la astronomía teóricamayor sencillez y uniformidad que laantigua concepción geocéntrica delUniverso. En especial, parecen haberlepreocupado dos fallos de la astrono¬mía ptolemaica. En primer lugar,aunque Ptolomeo tuvo que utilizar

toda una gama de modelos geométri- « -jeos para explicar los movimientos de I /los distintos planetas, se vio obligadoademás a proporcionar a cada modeloun movimiento circular, con una revo-

SIGUE A LA VUELTA

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18

EL CAMINO DE LA VERDAD

CELESTE (cont.)

lución que duraba exactamente un año.En segundo lugar, Ptolomeo no consi¬guió determinar las distancias abso¬lutas y relativas de los planetas conrespecto a la Tierra, por lo que suorden de colocación, comúnmenteaceptado, no era sino un convenciona¬lismo arbitrario.

Estas dos circunstancias eran cono¬

cidas desde la Antigüedad, pero noparecen haber inquietado seriamentea ningún astrónomo hasta que Copér¬nico demostró que podían explicarseempleando un único y mismo método.Hemos de reconocer a este respecto

que la teoría heliocéntrica fue verda¬deramente un hallazgo genial. Graciasa ella, el periodo anual de todas lasrevoluciones planetarias dejaba de seruna coincidencia misteriosa para con¬vertirse en una mera consecuenciadel movimiento anual de la Tierraalrededor del Sol. De este modo se

daba una explicación racional a unade las características más enigmáticasdel movimiento de los planetas.

Había otra consecuencia más:

Copérnico podía prescindir de loscinco círculos habitualmente llama¬

dos epiciclos que en la astronomíaptolemalca explicaban el carácteranual de las revoluciones de los cinco

planetas ordinarios. Y con ello la geo¬metría de todo el sistema planetarioquedaba simplificada, al sustituirseesos cinco epiciclos por una órbita dela Tierra.

El éxito final del sistema coperni¬

cano se debió precisamente a estaúltima circunstancia. Ptolomeo había

sabido ya determinar (a partir de susobservaciones) la relación entre elradio de cada epiciclo y la distanciamedia del planeta correspondiente. Lateoría copernicana reducía todos losepiciclos a una misma dimensión (asaber, la de la órbita de la Tierra).Por consiguiente, las distancias mediasde todos los planetas podían expre¬sarse en unidades de radio de laórbita terrestre. Así, a la mayor clari¬dad y sencillez de su sistema Copér¬nico podía añadir el orden correcto deposición y unas distancias exactas delos planetas al Sol. Por primera vezen la historia de la astronomía, el

sistema solar se presentaba como untodo ordenado, y no como una estruc¬tura arbitraria.

El sistema copernicano tenía unaprehistoria integrada por muchos ele¬mentos distintos: las especulacionescosmológicas de los antiguos astróno¬mos, los instrumentos matemáticosheredados de Ptolomeo y de losárabes, y una serie de observacionesrealizadas en la Antigüedad y poste¬riormente hasta la época del propioCopérnico.

Pero el verdadero genio de ésteestriba en el hecho de que fue elprimero que intentó explicar la razónde unas coincidencias misteriosas yde unas convenciones arbitrarias quedesde hacía ya mucho tiempo veníanaceptando sin discusión otros espíritusmenos grandes que el suyo.

El liceo de Torun, ciudad natal de Copérnico, lleva, como es de rigor,el nombre del gran astrónomo. En la fotografía, un grupo de alumnaslevantan el busto de su " patrón " para colocarlo en su pedestal.

Suplemento especial para los niños

El relato que en las páginas siguientes publicamos, con el título Copérnicocontado a los niños, ha sido escrito especialmente para El Correo de la Unescopor el conocido científico francés Jean-Claude Pecker, profesor del « Collègede France », director del Instituto de Astrofísica del Centro Nacional de Inves¬

tigaciones Científicas de Francia y Secretario General (de 1964 a 1967) de laUnión Astronómica Internacional. El profesor Pecker es además miembro de laComisión Nacional Francesa para la Unesco. Se le deben numerosos trabajoscientíficos y obras de divulgación. Para los niños ha escrito Papa dis-moi,l'astronomie qu'est-ce que c'est ? (París, 1971).

Page 19: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

ESCG

El CorreoABRIL 1973

V

De como laTierra

se puso a giraren torno al Sol

COPERNICO

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contadoa los niños

Texto y dibujos

de Jean-Claude Pecker

Profesor de astrofísica

del « Collège de France »

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© 1973 El Correo de la Unesco

Page 20: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

4¿A rulot , se estd toM^ bieAt esta. uocJ/u, jumw od {"¿¿L0 yue. *¿> quiciodCosbaÂAAui. Gxtaida. . ¿ Tod ojote iw me. cuentas out cuento P ^

^d Cud£ tjuudes que. fe. cueuÁ. P é L~C del S&íuA. que se./labia, t\ooaado ( f de veras!) Sic jAMotáuas / ó O e£ c/e£tuaM/ioso que, daba, taconazos kaAa. asustcoï, a. su uujuti ¿a,tuaiifaosa, ? ¿O bíeiu ofuities (ama?¿Jii Vde, los um¿ y oui cututos de Otitudè- .ó o U4u? de tes nul y uu, tututbs de

Occtdeude/ uuao de les uUi, caá. tutos(y uuo iM0t<¡>? aue tue olot'da.^aJ) dd SeJdéûhdu ?<o O ZaZ tea uuo de ¿os hol/tdtutos Uoveu-fzc

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II

Page 21: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

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4<¿ NicoLAS COPERNICß:?»

¿< Sí, ¿quiEN ES COPERNICO P»

Ä Pebtnlcts deed ' ¿ quien, fue íhcñAjAxe, huûoio hace ya VmlcIlc

titMAko. Ek d*f?5 Se teie-liCL,

e£ ûuamIô ctA^de^ahle de $te

¡AoedmÀtudê' . . . fcSt, esv

estd etL inucAas de las. llévalas.

«

cyujL

<¿> luje nace, ^nuttko ucuaJ^o .é Eii ta ekoea, de tu aôuelo

^lOh mo ! IHace <mucÄc nids !

Tu -nus/mai kuedts calculai :

CilACO situOS SOsPL &00 ÛMÙS . . .

y iaaI aiuelo Viacco haceÇolci4A<jeude Ca tu, alfcöS

... I Era 'UMO. ekoea, extraña, ! EouMta oteábala afttnas

de, Scdus de leo, EPAP MEPIA . Halda, balido <Us cAju^adas,¿a, queiAa, de ios cíeu, oZuos...Ícjm¿ S¿ y^ç cuantas tesas -más.'

Pd a tute, vivta, tu. j^eaMeMAS ciudades de tallestshexlas . . . ItutoAA. iniedc de wtufciialse tu, ios bosques(k¿xlda 4uu,eÂes ¿oles-- I anuAAAUtudi !-- y osos... y bandidos^)o tu, las W6*íaaCa4 . ^tlo tu, esas freqAAjtfias ciotdadts ;

'f^ouA.CLuiias y ocultos, se cAeaboAA, ¿as uMA.ot\jUdadts Y/sí . 1st!I uAAWtAAioladis ! Come la, de, SaiajHOA<ea,/ tu, de Héx¡ce/ ia, de u^na,...^

III

Page 22: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

d,o$ 4r\oft¿*.stcAÍos lecihiOAA, a, axau. ^dtnetc de *néwtt

OMe- ceyyneot^odaAx, a, dedicoxse^ exa^iarneuljt, c¿m*c

alólo, tit UûdJt, I a, ia, INVESTIG-ACION !

Oh/ a veces Se tkaJzu/a, de <u*ta UiA^esndacieiu, oun. hocotoJUL, : los 4n &nA£S MaA^AJ/iudeuicut oou, wootàTi de, ledeitós y

de aicmdtáues coHilâcouLas yousealou^ ¿a, kiedhet,

diiesoied . tjMC,CCUudtà,

ei f>LQ*4

eu, -,©rM' I x^ /MV / ¡\

IV

Eta, &d trias 4\i únenos eiue. da, ad£xtZnùcA . . . Tcond'itu, nalia.asûado&Lo, . Es dttiï,/ se CAjtda, ejAAe, les astHos

YCosa. exhiicoMe, koXQAAje^vie se tvidcn, ddea. de Ut,

cUstoAtcia . o ideas 4ruay v&aasj ôulduaM, . . .i eu, la idda, de les htnnAis ! fTodavía, hay asoXólthaoSj

¿ saJoesP... kuedes Itex des koAdstoyios al d/Cual* de la,íevislá, de «totcdas A¿te lee- fZL smcuud: UeAo eso yue.cm, el Scalo XV eAú, üaica, cit+icd*, hoyuv\adde/ ya, *uoÍLeiAje nada, de deuda,f ^oi^ue, -Ees astícloaos ote keyçiéiucH. CAtytudc en, la, aïfaotrïumuji, de la êkoxa, de CokeAAuco/y ad/K de /h*aa¿Ao acudes J .&ueMo £cc ¡HAoiad es que tla, diltcji dedicaA.se a, ia LwMstaacdod .Y htâ'atoso : h&laue, eu, los textos Aue. u^aaxaca^cou, dos

l\îw4eso\jes y los uiceiddes Se katlatau leskutstâsa, Tàtlai las ÁleéuAttas . . . Tiatd^ise de las ¿Has del sadlo

q^dcfO -Mistitttts o bien, de (a, BM'a, . E*- todo czxso/ cl kecÂothxx, ouoe 4u> se, hodda, uuo otaA el luye de dlscutZx,... ^eeueida^,kùa.y cjMC QUEMABAN a, ¿>s adauùnddas . . . /du, hïuios / X,Sam, tudroAAc; auftaue Sus inoesltacLcicyHts nos kaceu, SenAed omjAA,,VvCua^ VERDADEROS saôics, ctuùoSes u noAtdös...

. . . ccmc los ciettulÂcos de key cUa . ''

Page 23: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

<£ Pexo C no estds oti^dUindtde de

kaidaAtHcde COPERNICO ?»

<K COPERNICO tonia

el helo laAeo y ovn,ïostie bondadoso.

\Scts ojos elaM,sin. dudct aAufts

y 4u.íioo6a<u con ftctucuticteí délo. Eux, un,

k&ynlie hxedestc.

otiscietà y adedZtoso .Ehu, /merque

codoilco y Aalrta, ^nacidoen^~iduin,j Poiorua,.

Pwo vddc

SoÍAc todo

tu, ñiem ioA,r¿ . aavh,

ulaflA /mjaaj dAtc

del h/oxtè, ceAxa,

del tfaA, Báltico,

Cca^ £§§*/

UMOL

TORRE áAeíAAole SACuuAe

tcjue no se l^aAeetO,

tal veij. a &L ¿Tde cyni OÍÍ&O.LO, I

kiAo MC ¿OC^uVvtCi^dj/iAda^T).

á

Page 24: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

V dis de, to alto de ¿to ttlle cxyKteM^uioJd, eLeeujeutèAutuAJL' d ¿IELO

*

PtXo al onisw tjtrujAX). tle&ala,

UAjidoodx>san\euÀte, lacs cueutâs

oie sa, aiaxltoo/ y oéedecu*,l>)A^eudtAuiude a, ied leyes

oie ia, lâlesia de Ro^nex. . . . *

#

d, 0 sea,/ CfAie ino oüscutia. ccwneios tstuotioudês y ios t'iwesltqadobesde aAeia, Y

<K A/o/ cite cjaajc no. Tal vthMo se aÁeida. a, kaMaL dé¬

lo aue lio Salda hien Sin t^ndoAúo,

ya. Se omlwMnoJrau, 4rutclias coSots

en, aejAxdl t¿e4u.Uo . ^ddèAo . cvueeba, ce^déAn!iotaAi.eo de Cokvouicc /

Vuela, ¿vue les caféates

'fie kaltovu oultAlJudàdo hitu,

le âMe detleon, el oaáÍZ^o y el mouluoledóA^eidó . . . duteío se /i acta, muelas

renta caluyo Q-J . PREGUNTAS ???. . .ni telescopio;no exídj'om.

Itfrdcudí en, uaueita ebocaX ¿os adhdhxymes /no ttulouo /fnds aue sus ojos UaAeo \/tA,.\

Saiel. qAxe ColeA

VI

Page 25: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

m crfitoaes de r^ o*~ î^ ?¡Attas í LieauA<tas f

¿ -ítfoeacenfás .

/ Tode ei /mundo se hacia /ûeauuiâs /Se salla, 'muy hitu, f¿<-Z- e£ ^n.U4A.o¿o 1*0 hatha sidoCAeoodo eu, J días.,. YciAxe esc ena w.ds o 'menos

sdulólioo... ¡dutoMCes ó ho\~ qaa.c 4tc (A /mds Idos . o/>i cjAxe

CAeeA, todo {c &MZ, se kaiío. ccdiiade y vtudfo a^ cofooJí,dMAauté Stales ? Ademas, covntuzaJtMt a dkadutôose,

(cd la/lu ) /muMcÁos <mauies autos heiues y atetaos i*utyouítaues. y Se Íes -lela .. . Se, letOM, das ovias de ios

Saites aAades o Judíos del 'dQloX o del sialo XI. . . IhaJuso se

tfuÁeqaJa. a UuIüdwAA ldhos/ de tuooioCjAxe todo el -mwudo Jtodla diM,lo /nutcÁo ciAAM, ya. se hadta ei caíto.. .PosiMejn*JOuÍ¿ tka. ¿sie,

t£ asUetlb tnds i^^tdautï,de la e%oca, de CoheAMÀco :

cl ScdrtL ya /he ej/UedalraENCERRADO] tM, -uavos wauus autos ÏtVusùmos sono cjAAe. Se haitaùdod adawtede TODOS ios fue cj/utïlaM. kacel ¿i £^<£W}£de leeA, Hites voIuauí'/hosgs ...

Cok&ouicv, eu su d'oíVié-/ do/^Kcxude SM ^ecjMjtna y Ata ciudadceAtaua od Moa, ßdiu'co, it/a i*uAcAe ... X ommcjaa£, hodiscutía Ùts cesas de la kellaim/ Se ¡niaullairade iodos modos ^ilemas... HoileuAas aceica del cielo ... >:>

<<¿No -tenia tu su bihitddeea,

'Piedbados de asrfto/ncy>nia cemuo ~tu f

Clono tPiAAe los ttAtia..

frtlw .

VII

Page 26: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

...yt de ttrdo tilo -é tcmveucda tealmeute.PotCjAte tfftío le 4\aAtctai muy CO/VTRAVICTORIO.

Eu tizutkos de ios qtieaes, ArisfâÀtc oie Salues halux

diclo ¿jA<£, la TitMA, y ùs ^ioAAtlás aÀAaicvu. eu totuo al Seljute Alístateles y Vtolcymee declau exactaAnewk, ... &CONTRARIO: ¿¡Me ci SOL adxa, eu toàuo a ia TIERRA,y ios hlauelas tomtéitu . . . LA VERRA ES EL CENTRO DEL M UN DO. ^

K< Peno ¿ QAAe. ûù'lcxtutta hay r

^ ^Jujdttt

\ \

\

xr

\Espumas

\SatuAMC ]

Ffcerneo

y Sa itiston/ûlei mundo

<< Bueno/ we es Jddi ¡cet ia dleïeuda . . . Peto -fifd* bieu, :Sc ai badal el vals yo adio tu touw otti, o si ~tl alnaseu totue ai <nu, es 4nds o iuen.es le /nusmo . Cuaudo é>aitcomeu 1-iAA de cueufots nos tuoveutos

ios dos . . .

**/

Pete .. .

VIII

Page 27: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

. Si mueve uua ktteta cómota eu exiheuic de uma cnehda, es eilqla qAA\e aina tu Tbtuo a ud/ y -no yç eu. Troue a etla . td 4\eletqes -üeyueua y yo Soy QAcuxde . y cast -ue -me /muevosobte el 4^-So de la ha i-t'la ci'ou .

Pues hieu, les h&mtits Ltiwittws UodiOM-iieusat cute, el Sot tïût seto uua

Ueq/ueucx, ooùi . Veto tu, ia ekoea de

CoUetutco I e oueluse eu ia de

ios qàie&os . - Se Çatda ya 4nuclo /más.<Fbd cIcuaMIo, Se ceynodau, ad, ded'ltoios /me iHAui tufos oo^aAeuAtsde ios oislhos . les hloMedas ; ia luM\a

d Sel y i*s estxeilas eu el de& .rile se sabtau asi/mis-me

ctias Ce Sas : los cAuliauxes

haitau luedoio lets oumeusteuts

dt ßa, TitAxa y t%s di.4ueu$te>Mtç.edei Soi. ast c&vuo la dtsTaucia

co/fitûteio dodo esc tu/ ûfao ttfoo^)

^aihau lûuuiîeu eiue el Soi ¿s

tuAîe, elles Çyq Te ke.

ido mamucho mas qvAucte

f'Me

Todo esto enot ya iuAAôwude, .IX

Page 28: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

O/ha cosa ojMe se savia eta ¿jAte cdfyeouosIxiautlas fio se alelan, -uuAtca -muelo dd Sol. cu^udo

Se los -miAa desde la TtehAO, . Pot elemitió . idetcuito O Venus .

No &i>wut de /mode sôvnkle eu totuo a ia TjewAX. . y es u<ástAotuAad leiaciouaA-ics con ti Sol.

Ciato ejote, el sts~tetua de, Ttotdmeo ete lAAtuos seuciiic¿jA^e 4ui cdtiuj-e Ek Aea tidal . Se Ouua ¿yue ¿os hlauetasse desh uta aleoot eu utcu&s cuyo ecutte desedita eu-tiAue

a la TTetAO, Uu, -nxdV'i/mxtutb CttCulaA, oouiyoxute. I ^Filote $ítha Eu\kl'<xocte ! Tete ceu ello se exklt'eala el am m miento

uJ\oVieutc de -tordos -tes Ltauttas . Xa ¿dea es -mutclo Auetet,

4Me la de -AtistaAco . cjMe eta. uua ¿dea, seuctíta/dad vty. acttjada Lene dtsaCeltad* iMSupdtutt-vucutey cjAte ivq a CatA, tu, el ciddo-

Dts.de Ttoía-mto nastq CoLtAoueo kut-o sdi duda /vuuchos saltos

cute -ptcusaAff» tu estás -LAotle-n-t as . . . I<â Edad Media fao aauma èlcea oie oscuiaxtástno ! Todo to eoAd\AAÍo . Toco a Loco

Se iia A^eJoAauoío el sistema del tnuudo . Ttto estos

Laoûzcsos aAttoialau stkultcxdos eu, los 4ua*utScdtos de &s mouad&oios

Sufluldo dt seâuAo Loi Sus lecttotas y lleootde UfL la,idea, de ojAxe el ehotoue, Sol delta %t\, lefaeet/utcde. el etudwdel lAUAMôlo . . .y H-o letTTtAA/x -hue UeAAAjui'da !d-Coleuùco l/crtm<? &is ideas , ya oioicdadets Me A^ùstôViCo .Tew kt%o luÁs :iAMAQA ho -toda Uua mccetcHA ea, del AuehdutuAd de les

iiautlcXSj auoU ce^LuLex cjue la, ole d\nistaAOo . ktAo AudcsStutiCla aluje ta cde T^hloonco, y que exhlicâdd. tàu, Litu.c&noo ella, . et auoOinuAeudo cxlañ-tutí, ole tos asnos.

Ese fue efS/STEKA Dtr COPERNICO

Page 29: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

1 î

Md^tatW?

t

/

/

t

COPEfkHlCO \f Zu SISTEMA

t¿ öfite ¿á¿ ¿*/ 5-<£?¿*k¿* aie

Co^caaûco ~f&da, Su ¿AmUtídoutCia t ¿ ko se kailade Revoiucxdh CuAtUuceeuoc . iquad <tyxo- de t*

fteVoâ

quad ¿yue.ucicm Frau cesa r ) due cjAxe,. <% su ifocq. te-mo u#

te he AcÂo/ se "haoiuaa, Se, iuUJû-mia Se tiadictco/necct kaMíoíOAujute . a its otas y ttjuas oie ciMtaucda,,lo CjAA_e lúa, hoynb%e kalux heuSade y-txcAlfo... Y ta, )uzJ/o lucicdiCoj^eAutccvua, es tcuuiitu, eu, dodfë otut- de tes tttxoLtct&'bts,y de Íes Uu±'ic$o\.t4

r

OoLeAuxjco diutá qiAOLudts olos cádoLoies y sus iuiéucíonestAoM, de do tuas MuAo . E^cttàd su, jAucdo a ucoAA.dal¿xaM, cjue

¿Me hash edad xaeia, , tu, -tÜÁ iÀko Lutâce Su. ixau, Idde hasta, edad Icuuy ai/au2 .el cuto de Su, \cuxxtAje, --- Fuiñ, Su naci/ynxOtU y Su /tuueife..

XI

Page 30: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

. . / ti ut-uudo hatia ceuu,#tado douito !

*da RetfMna ^lolcstautë, ote ^ú/tto y dt Calidou?Se ka (ta co4t&ltdado eu EuAeUa . Ct¿sid(tx£ Ccl*h\ kaÜ*

dtsctdk&do Akttlicü,¡ Centos cxmauisiaoo Medice . yMaaaZtaMes dado la, vutita alduu*tdo. Euas^uo hatia estdto

el El¿&¿0 dtla wtuAa y fievietods su "cZoAúauMa''. tjiautl tthaefhait* ÁímIaxIo la CakÜla Sitduux, y dee* anote ode Hiùcila, tri'ocondd . El Rehacimieutb ~hada a Eideûl*a Coua clïOu,

aiejMa, ¿de vtidt uu qCiau ante, voua, tuAÀoSi'dad siulimites __ que la huntauí dad kad'a otendado desde

da. Aaâtx sAíedatl

// si*\ ecvutaAao/ l ColeAuico teuton ^laxiyy eu vacliaA, /EliodibevmiAAAC,. eu. Ia, 'Biiàex aid tAtnih :

1.1. En eljuíncUUo c/vto Dios los tidesy ia TttAJLa,

E hty> utos ¿at doi ataúdes lumi\.tAos\la luAnotoia. /maytt, McdL etueÀtMoAeotse «*i

IHI.2Z. ToäoAnct Jvuut ¿os -tùuvd^s Me. &.7a*^ty *f J»*¿«Z¿u%. y ta, Meiot, d Atoy tt talótl utAcouo e ÍM\ÁtAMx>.u Mu -uocle.ux> CesoÄctu,. 1

/ Ï? ^fUtuvoytcL lUa, je M*A¿...()y d Soé se: a\*A¿ t«, cdecUo Mtl' utlo'u *,^etuiÏT* *~ t******- ^^ *** dio.

J

¿CeUno jxodla. cottcebolse, fue Josu¿ detítiAtta, el SolSi ts la, TleAAa Qa, olu*. p¿Aa ? / et Sol Jue t\exzdo destudsde (a, TJ'tAAAj y ta, Anuedë de êa TTeAta. seAtd la. muedëde -fcdo.el Set deie suineudaAse a ella ...

XII

Page 31: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

rtnO> . duAanxte alflMM tTcAuko . uo se ou'seutío deutaSiado de ese ;

Se Meus-¿/ e**, electo . aue et sísÍiaucl de Cokt\AA¿co auo eta,4vi /ynds ueAeladtAO Au, ayioà dalso ofAAe el Si'de-nux, deT/d torneo . 2ue se 7%cdaia, si/mMieAutnié de describir los-weiHAviieutos cxhcxAtutés de tos duxuefas . . .

fas ofAAje siSui/Aou, a CofreuUc-o KeuitA/ dAÀmeto . luc&otxaiiiee diiMSuhau. Adfu ti c&udhcJooo, ¿lue -ei /Huevo

SISTEMA eAcx, -más vtidaAtAO ¿yut el atutíauo. Eta, aisoiuiaAneulecaifa fue ce Sol es GRANDE, muy GRANDE y ^bH/lqhiek ;eía, aisoiuhtAutulé eiexto cjaajl tos MÍxiM.cdaz Meaujluos y siu <ax\

ÁhofUa ( ellos a*o haceu. sÍAio \e/leMA, la, íuh aue heeiltu,del eueXme $o£) cLÙuXu, eu, iVouo a, este: yf Mit tlcuÀno; ena>aisotxctoAueute ctttf? ¿uxe la, TIERRA es um Planeta / toAcno tos

ottosI y de Atinthuxa AtvautAa, Anas aàaueie o cu'teneute. eu susAnjoxdmje*dos . <os ezftvedlas f tu, cojmSio f estdn /muy &-Î0*-- Si\oeu,de MaouTo oie AeJeneucía, tito : y el desllahoAUcuto adanouteMet Sdt crn kesUettö a eU&zs ^esnttá So^L^^eutd.

aie ta, totaeíedi de ta, TitAAo, eutohcuo ode Stt vnitutaxt ctue

ia Uueesio^o de &>ç ddqs y las Motets se dele a ¿a^ôtacÀoTi ¿te ta TïtAAac, eu, io\uo ex su, ele, .

&>rI Todo esto M ¿Vit ce, Anuu seuci

Pectû eu, lot ejtocct ¿de Cc^tnduco ^vesuitétict /mouy cdt'JttifCAOAnLïieujdtuo iv ,de ese -pnrde adAnijin, ¿Ute eu, los -te'itosSaaKcxdos de iodos cas ^iiademes kxux Anudes tueutöS

AuioU keUuoSOS -LcAo oiAAe- 4M? /^oS euStujzu,

AuueÂo de asfruoAtOvnla y ¿jaul ia ousTcXucia, a, cjaxo ezidu,tas esvtetlas es euo^Aone. ojaac el Soi. e+L, si /nùs/yn*es solo uAta, estítlioj como jas ofieis.... y a, deçà, vtAd*d,I 'mutÂo 4nels yicuioU. cjAxje ¿a. TïcAaol !EU cotoSeeuAjcMcla, ta Jateçla, aie Rcvma Ituço etu et X^dlce

ta ovia, cte CeLtAAxieo .

Page 32: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

eu, él jSe. Mne-kiirio letX- a, Co^eduico y cteetuni bcxhio cxyyyio t7-at\'£ex> tuMû c[aajl dtclt eu, 2uxllttolceu1ñjxhxa*neAd~e a ie ¿fue, jtcM-saia) e/Axe la Henia esiwmé»i£ \à cfue el Sot al\a eu dohAxo a ella.. .

1¡MGex-Cdeo

Hoy oUa/ ta Aase de (¿afreto

cÍaVvd, ex la Tfenjia) f y todo io dtmqsha, ¿jAxtaUioto Anuu lelos .

Site e^fu^aAAO . IvÍify detenías letlejUcrhat uudoee U)Meesfas dïoôlktueJS . Oeetïte, a AVlcaxuoÍo Cfeue la cteuci*: au? ka haMidoadu tas ïtiLutstcts a excitas Mt^uuhs/ y eufaices & ^tufa te coidëufa,con tzutudxxz ~ s.oi\JL tl cnigcu, de ¿a, dda,/ Mm, eieuAJxle .

Veno LxAx, ¿Hot ta. côeuclot, eucernl'uViÁ, ez<rs ttsyUxes/as.ceiuoocuiAxé am CoLtAxdco keulcA,. ^ailiee w A/tudïn . J est dea,kattá ¿fue eOAi^ldehoA, tas dejas teJeuads^ ios TextosZaqyialdoÇ, eorvuo kenuooSOS Uteutós

V ' i I .1 j I ^I coAKo (AAA, cmj¿uao de Ncxxñoioia .

<K Peno. fraj¿L/ loi i/tb ia Jqiesid ~fc*ta >uxtir» en, el Ávido.¿ d.u¿ ü+iAAtdá sf es el Sol el epue, fina, o $i -esla ^tvúux, í do ofAAje cxAßutä, es el AnotnAnieutoRELATIVO ¿nu> es tititôYTil avusauo /n\e kaü^Síe uu dio,

de fox, " Xelattilclad " '. Entontes acoo to CAAÂeuoix. /yyuAxc í>¿^i/Ueño alona, euAfieïo a, cowdSi£uden, .. . Pfvlo/meo testniild iosAnoHAvutufas oilat-tudes de /ynOMtna tal (cti Oncuos si^nka. clue CoLeuuco . .

XIV

Page 33: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

... PenOy de t&dos -modos, cucoudo aiectcts ¿fue ew sddexua exanas i/eidadtAo ejAAJi. et olio ¿ /no cnets ¿jxxe, en.es tu. el cyueSe eauÀboca, ? ^

« ll/o kas estu,cÁaff(o Ih'cav Aufia. Si la tTtAAa y elSài etfiAxnenxiu, soies, te daÀxct, la noAbti : las dosdcstvixkcioues de su 4nouiuu'euto et Sot cyèia,eu thuu? et in TteUa ¿d TÎeWuq 'alita eu, troue ad Sol

Scot eefuA ua toutes. . , .

Veno esdcxAA, les UlcAAAtAA,$f les axiales ódnaAx eu tenueal Sot y /no a ia tTcAaol . SiAn^ûuA,euAcZ, ktAovue,

e¿ Sol

es ovuxclo Mas

a\aAAji¿. ,^?¿feu. ta,TÏenM . y tsoexhlieet.

Mtiiueoto

MtAtuAio

kU

'iú

( StquuâPfofo»,ee)

Lcn, eyuého ve$ Icvrnds

a ñtAtxxAxo

el LioAcietâ, Axds cetoauo ad So/

y . Son eAulaAObo. /ynuu adttado de este .

Tîenha

Y, adexnds, kaxy las tïfotllas . td ittHex se Hxueu et»^LesLtctö a las esfîexfasj coda oâXo M,uede- oisttuaàseese AnjpuxAKieuTo; tas ewfittlas ceteouxas hxzieceu. dticniiit lena,

~tfiaueCAL6\ia, ; esta tüwectHia eUcUeute es et tesaliaoie de la

inoMeclHia. de (d TTeiia, cm t&vuo al Wy Se* Úm. el sistema deV/ólosmco /no ntw cMaxieta, de exkilconlo. Ese &nO(findeuio

Anuo jxtqAAjeÁXo ; auo Ju£, abseAiiaeio kasiq elst'aloX/X MdtHei. Itsf, kuzsf IouIáaaÍuo aao Ho coAeodLa,\ Ueno ka coaiIíAakouIo

t\eAyc<daAut*AAe Sus ideas : el Sol es Ands c? /ynß*u?s ¿Atañóvi/cxdí \esLeeto a, las es7%cH¿is : eu, coamIIof ta, Titina, ota, eu. um, oûtoixAta, snxjtltbx coAvtkltta au, tonuo al Sel. . .

es

ßess

XV

Page 34: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

CC

«

Pif LotUa, ¿tuoe Coitdiico el Vteuùe Motel F >:>

No, kiia ...El ThtAuio bJottl no existía cuLii . ¿¿texuoU f au?kao 'tkeuxio hiotrtl de astíu>uoAnlcx o de ¿yeoAttéttia . Y cdo^euùcono ¿Au, um, Msice. Scdnd DESCRIBIR el /momAnteuto de tes

Luduetûts . . . hew ixe coAtocla la CAUSA tjuotou teilen, y/StfAd- dodo. Altttcdr>t duieues se ocuI^aAou de eso)... Peno dettdos

iutrdos Cofeuoico seouind sitMoto ¿AXAusntal kùtaue âiaaas a. Su, oo-ia,Saitxuos Aue LA TIFRRA NC ES EL (SENTRO DEL UNiveÑ&Q . /

iticoue esté, ¿tes&ilndnùexito coJihxl AttAutHo acaloA, teu la, idea,

de ojxxe et 1+CtybRE ena,/ dânxtAtu,, et teûho del uuiucuo^ .t¿t Tteoux axdee euiVeuo al Sal/ el Sotau? es 4uds cjjxe. umo,

bo/not esfoeHo- evuhe, tes ¡uxles de nuttottes de tstiet/ks de to, ¿ataxia/y kau 'folles de Auiiitmes de a ataxias temo la Autcstta,.E¿ komoxets uaa,muÍ7**1eiwJueioAtaelo . LtAo tu ti uaùlhxJo ha* seátcAuAutute oríes leles icuás et/otueionados]

U. eu calauitn, caSo. el koAnite Ato es sido uu, j^tquexto hac\t¿udeole uxx iusl^^ticeuifé^Audtetá... tots tosas kau uud/o a. su, s<"/¿>...y auAtefue, esto kivta la Utuietad de ios ko**, ¿tes , kow ame, adouik'vcfAie Soahos vt\oio\dtAAAuexx4e AM¿nds Cutos

eu, la, ouAAA.euSxdad

de uues'ha, Gaùtxid

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Page 35: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

TRAS LAS HUELLAS DE COPERNICO (viene de la pág. 8)

mentariolus». Puede situarse poco an¬tes de 1509, año en el que Copérnicomanifestó otro aspecto de su persona¬lidad de humanista. Efectivamente, en1509 aparecieron en Cracovia las car¬tas de Theofilacto Simoccata, escritor

bizantino del siglo VI, traducidas delgriego y del latín por Copérnico.

Dos fechas abren un nuevo periodoen la vida de Copérnico: 1510, año enque se instaló en Frombork, y 1512,año de la muerte de Lucas Watzen-

rode. Ya casi con cuarenta años, elcanónigo tenía ante sí una inmensatarea científica que llevar a cabo: pre¬cisar y exponer el orden heliocéntricodel mundo en una obra tan general ycompleta como el «Almagesto» ptole-maico. Copérnico se consagró a estalabor durante el resto de su vida.

No nos extenderemos más sobre

las funciones de Copérnico comomiembro del Cabildo de Warmie. Limi¬

témonos a señalar, no sin admiración,que en la época en que nacieron losprimeros capítulos del memorable tra¬tado del gran astrónomo, éste seguíadesempeñando con toda eficacia nu¬merosas funciones muy absorbentesde carácter administrativo, económicoy político.

De 1516 a 1519, Copérnico residióen Olsztyn en calidad de administra¬dor de los bienes del Cabildo. Allí

desplegó una intensa actividad de ges¬tor, sin por ello olvidar la astrono¬mía. En el castillo de Olsztyn, hoyconvertido en museo, podemos verun ingenioso dispositivo de observa¬ción construido personalmente porCopérnico.

'UANDO murió Lucas Wat-

zenrode, Warmie pasaba por unaépoca difícil. Los Teutónicos hostiga¬ban con incursiones de bandas arma¬

das el territorio de la diócesis. Olsztynse encontraba muy cerca de la fronteradel Estado Monástico. En 1520, cuando

estalló nuevamente la guerra entre Po¬lonia y la Orden, Copérnico regresóa Olsztyn, esta vez para organizar ladefensa de la fortaleza contra el inmi¬

nente asedio. La paz, concluida en1521, le permitió volver a Frombork.

Pero su acción contra los Teutóni-.

eos prosiguió en otro terreno: el de laeconomía. La Orden puso en circula¬ción moneda falsificada y, de esta ma¬nera, desorganizó el mercado mone¬tario de las ciudades pomeranias. Des¬pués de intervenir en diversas oca¬

siones en este asunto, Copérnico pu¬blicó en 1526 su «Tratado de la mo¬

neda», en el que explica «por qué lamoneda mala expulsa de la circula¬ción a la buena».

El descubrimiento de esta regla,conocida hoy con el nombre de Ley

de Gresham-Copérnico, no es sinembargo el único título de gloria delgran astrónomo en el campo de laeconomía política. Para Copérnico,una «buena moneda» que conserve supleno valor es tanto efecto comocondición del «enriquecimiento», esdecir, de una economía sana, funda¬mentada en el trabajo de «excelentesartesanos» y en intercambios comer¬ciales bien organizados. Encontramosen Copérnico una definición pertinentede los verdaderos estímulos de la acti¬

vidad económica, definición que di¬verge fundamentalmente de los impe¬rativos morales de la asiduidad en el

trabajo, propagados por los filósofosescolásticos. Las cuestiones que plan¬teaba la política de precios no erantampoco ajenas al canónigo de From¬bork.

Después de su retorno de Olsztyna Frombork, Copérnico fue elaborandoconcretamente la concepción de suobra capital, conocida más tarde conel título «De revolutionibus orbium

coelestium libri VI», inmortal monu¬mento de la literatura científica mun¬

dial.

No podemos examinar aquí las su¬cesivas etapas del camino recorridopor el pensamiento de Copérnico y laevolución de su concepción del sis-terfia heliocéntrico. El contenido revo¬

lucionario de su obra reside en los

nuevos principios cosmológicos esta¬blecidos por ella: privó a la Tierra desu papel de Centro del Mundo, des¬cubrió sus movimientos diario y anualy elaboró una nueva descripción delsistema planetario, asignando al Sol unpapel predominante. Al comienzo dela década de 1530-1539, el tratado

alcanzó su forma definitiva, pero nose imprimió hasta diez años después.Nicolás Copérnico fue siempre presade una perpetua «insatisfacción crea¬dora».

La publicación de la edición impresadel tratado «De revolutionibus» tiene

su historia propia. Hay que mencionaraquí el nombre de un joven profesorde astronomía de Wittenberg, GeorgJoachim Rheticus, que llegó a Warmieen 1539, atraido por los rumores quecirculaban en Europa acerca de lagrandiosa labor del astrónomo solitariode Frombork. A Rheticus y a TiedemanGiese, obispo de Chelmno, humanistay fiel amigo del astrónomo, les debe¬mos el haber vencido las últimas reti¬

cencias de Copérnico respecto de laimpresión de su obra. El proprio Rhe¬ticus publicó su «De Libris Revolu-tionum D. Doctoris Nicolai CoperniciNarratio Prima» (Gdansk, 1,540), queanunciaba en cierto modo la apariciónde la gran obra. En 1542, Rheticuseditó en Wittemberg un extenso ex¬tracto del tratado que Copérnico habíaconsagrado a la trigonometría esférica.

La historia de la edición en Nurem¬

berg del tratado «De revolutionibus»y el papel que desempeñaron los veri

ficadores del texto (el astrónomo J.Schoner y, sobre todo, el teólogo A.Ossiander) ocuparán aun durantemucho tiempo el espíritu de los histo¬riadores de la ciencia. La prudenteintroducción anónima añadida por loseditores, que reducía la teoría de Co¬pérnico a una hipótesis puramenteformal, contrasta notoriamente con la

magnífica carta dedicatoria dirigida porel autor al Papa Paulo III y que consti¬tuye un admirable elogio de la astro¬nomía y de sus valores cognoscitivos.

Cuenta la tradición que el primerejemplar de la obra, impreso en Nu¬remberg, le llegó a Copérnico el 24 demayo de 1543, día en que, tras unalarga enfermedad, expiró.

lAS de dieciocho siglos se¬paran a Copérnico de Aristóteles, el«príncipe de los filósofos» de laAntigüedad. Durante trece siglos, el«Almagesto» de Ptolomeo había sidoconsiderado invariablemente como la

representación perfecta del sistema delUniverso. La revolución intelectual de

los tiempos modernos, desencadenadapor Copérnico, tiene apenas cuatro¬cientos años, y es inevitable compa¬rarla con esos casi dos milenios de

estancamiento que la precedieron.

Durante los cien años que siguierona la muerte de Copérnico se inscri¬bieron en los anales de la ciencia los

nombres de los primeros e ilustrescreadores del conocimiento actual del

mundo que nos rodea. Galileo y Ke¬pler se inspiraron en la obra de Co¬pérnico. Newton coronó con sus«Principios» este primer periodo de lagran revolución científica.

En la dedicatoria de «De revolu¬

tionibus» escribía Copérnico: «Si noobstante hay gentes retorcidas que,aunque lo ignoran todo de las mate¬máticas, se permiten juzgar estas co¬sas y, a causa de algún pasaje de lasEscrituras, malévolamente desviado de

su sentido, osan censurar y atacar miobra, no me preocuparé en absolutode ellos, e incluso despreciaré su juiciopor temerario».

Copérnico tuvo el coraje de expo¬ner sus ideas innovadoras en una obra

científica de profunda madurez y opo¬nerse a la autoridad tradicional de los

Antiguos. Por esta razón, hoy, cuandoel mundo entero celebra el quinto cen¬tenario de su nacimiento, no sólo admi¬ramos en él al creador del sistema

heliocéntrico. Aun en mayor medida,Nicolás Copérnico tiene derecho a serrecordado como un científico queabrió el largo cortejo de los creadoresde la ciencia moderna.

Jerzy Bukowski

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Page 36: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

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La granrevolución cultural

del Renacimiento

Desde Polonia hasta Italia,de Colón a Leonardo,de Copérnico a Paracelso,un mundo en plena fermentación

por Paolo Rossi

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c'OPERNICO tenía dieci¬

nueve años cuando Colón arribó a lascostas del continente americano.

Su vida discurrió durante los dece¬

nios principales del Renacimiento y dela Reforma protestante. Fue la épocadel gran arte renacentista y de la divi¬sión religiosa en Europa, de lasguerras entre Francia y el Imperio yde las profundas conmociones eco¬nómicas y sociales, derivadas de losdescubrimientos geográficos y de losgrandes viajes de exploración. Enaquellos años se inició la crisis de laEuropa feudal y la afirmación de losgrandes Estados europeos.

PAOLO ROSSI, profesor de historia de lafilosofía de la Facultad de Letras de la Uni¬

versidad de Florencia, es un conocido especia¬lista en historia de la ciencia en el siglo XVI.Entre sus numerosas obras dedicadas a ese

periodo figuran su biografía de FrancisBacon, traducida al inglés y al japonés, yen particular Aspetti della Rivoluzione scien-tifica. £s también autor de Filósofos y máqui¬nas (Buenos Aires, Labor, 1967) y ha parti¬cipado en la edición italiana de las obrasde Bacon, Vico y Diderot.

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Copérnico fue contemporáneo delhumanista Erasmo de Rotterdam y delreformador Lutero, del rey EnriqueVIII de Inglaterra, que separó de Romaa la iglesia inglesa, y del emperadorCarlos V, de Miguel Angel y de Leo¬nardo de Vinci, del astrólogo y médicosuizo Paracelso y del gran teórico dela ciencia política, el italiano NicolásMaquiavelo.

El mundo cultural en el que trabajaCopérnico está en plena fermentacióny ávido de novedades. La Reformaprotestante defiende el derecho delibre examen de las Sagradas Escritu¬ras y provoca una ruptura decisiva enla rígida disciplina intelectual quecaracterizaba a la civilización medieval.

Ese afán de profunda renovación yde examen abierto de la naturaleza

es sentido también por los artistas ylos sabios de la época. Leonardo deVinci (1452-1519) proclama la nece¬sidad de efectuar un estudio fiel de

la realidad natural que permita des¬cribir y medir exactamente los fenó¬menos. La exploración de la naturaleza

El astrónomo, el Papa y...Terminados sus estudios en la Universidad de Bolonia (Italia),Copérnico se trasladó a Roma donde, en el año 1500, dio unciclo de conferencias sobre matemáticas y astronomía en las que,se dice, señaló ya los errores de la concepción ptolemaica deluniverso. Se sabe que Miguel Angel asistió a esas conferencias,junto a otros sabios y artistas de la época. En este cuadro delsiglo XIX, original del artista polaco Wojciech Gerson, apareceCopérnico exponiendo sus teorías en presencia del Papa Ale¬jandro VI. Aunque la escena es imaginaria, todas las personasque en ella aparecen pertenecían a la corte papal de la época.Además de Alejandro VI (1), entre las celebridades que escu¬chan al astrónomo figuran Leonardo de Vinci (2), MiguelAngel (3), César Borgia (4), hijo del Papa, el pintor PietroPerugino (5), el arquitecto Donato Bramante (6) y el diplo¬mático y escritor Baltasar de Castiglione (7).

Foto Museo Copérnico, Roma

debe valerse de los instrumentos quele ofrecen las matemáticas, recurrir a

la capacidad analítica de la visión y,sobre todo, renunciar a constituir una

mera repetición de las ideas culturalesvigentes.

Quien prefiere hacer afirmacionesbasándose en citas de autoridades

pasadas o de lo que puede leer enios antiguos libros utiliza segúnLeonardo «su memoria, y no suingenio». No se debe dar crédito alos filósofos cuyas razones no quedenconfirmadas por la experiencia. Leo¬nardo invoca simultáneamente la «ex¬

periencia» y la «razón», esto es, lanecesidad de combinar el contacto

experimental con el mundo y las teo¬rías abstractas o matemáticas quepueden calar en la esencia misma deluniverso.

En polémica con la cultura de losprofesores de la universidad y conla de los «letrados», Leonardo sedefine a sí mismo como un «hombre

sin letras». Lo que caracteriza su pen¬samiento y el de su época esla curiosidad insaciable ante la natu¬

raleza. ¿Por qué se encuentran con¬chas en las montañas? ¿Cómo vuelanlos pájaros? ¿Cuál es la causa de losvientos? ¿Cómo se las arreglan loshombres y los animales para caminar?De ahí nacieron, junto a sus activida¬des de artista, sus numerosos proyec¬tos de máquinas, sus estudios de ana¬tomía, sus reflexiones sobre la ciencia.

También hallamos en algunos de losmás ilustres representantes de lo quedurante el Renacimiento se llamaba

«magia natural» el italiano JerónimoCardano (1501-1576), el suizo Para¬celso (1493-1541), el alemán EnriqueCornelio Agripa (1486-1534), el italianoJuan Bautista della Porta (1535-1615)esa enconada lucha contra las ense¬

ñanzas de los aristotélicos, esa vigo¬rosa pasión por esclarecer «los arca¬nos del cielo y los secretos de la natu¬raleza», esa mentalidad enciclopédica,abierta al estudio de todas las ramas

del saber.

La «nueva magia» en que piensanestos médicos y astrólogos es sobretodo el estudio de los efectos naturales,gracias al cual el hombre podrá domi¬nar el mundo. Y el hombre sólo podráalcanzar ese resultado haciéndose

«ministro» o servidor de la naturaleza.

Los milagros de la magia escribe,por ejemplo, Cornelio Agripa en suobra « De vanitate scientiarum » no

son en modo alguno semejantes a losque describe la religión. En éstos hayuna violación de las leyes de la natura¬leza. Aquéllos se deben, en cambio,a la acción del hombre sobre la natu¬

raleza: son únicamente (según la etimo¬logía de la palabra latina miracula)«cosas dignas de suscitar admiración»,y consisten principalmente en la capa¬cidad de acelerar los procesos de lanaturaleza: en acortar, por ejemplo, eltiempo que necesitan para madurar

SIGUE A LA VUELTA

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Page 38: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

LA REVOLUCIÓN CULTURAL DEL RENACIMIENTO (cont.)

La rebelión contra la filosofía aristotélica

Durante gran parte de su vida,Copérnico fue mucho másadmirado como médico que comoastrónomo. De 1501 a 1503

estudió en la Universidad de Padua,

que en esa época era el principalcentro de enseñanza de la medicina.

Por entonces se estaban realizando

considerables progresos en elestudio de la anatomía, pero haciapoco que se había autorizadola investigación científica sobrecadáveres humanos, razón porla cual los estudios médicos

de Copérnico fueron de tipoconvencional. El anfiteatro de

anatomía de Padua, que apareceen el grabado, no fue construidosino en 1594, más de cincuentaaños después de la muertede Copérnico.

Foto © tomada de «Inventeurs et Découvertes»Ediciones Hachette, París

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los frutos de los árboles, o en dome¬

ñar, gracias a las técnicas agrícolas,el ritmo de las estaciones.

Llegados a este punto, conviene talvez que destaquemos algunos as¬pectos fundamentales de la cultura enla época de Copérnico.

La distinción entre magia y cienciaque para nosotros es evidente no

lo era en cambio durante los cincuenta

primeros años del siglo XVI. En aqueltiempo, la exaltación de la experiencia,el estudio de la naturaleza y laobservación de los fenómenos en¬

cajan en una visión del mundo quees bastante distinta de la que sosten¬drán, un siglo más tarde, FranciscoBacon, Renato Descartes y GalileoGalilei.

Los fundadores de la ciencia (y dela filosofía) moderna entablan una vivapolémica contra la mentalidad mágicadel siglo anterior, considerándola comouna forma de pensamiento superada,de la que no debe ocuparse un filó¬sofo de la naturaleza o un hombre deciencia. En cambio, Copérnico vive enuna época en la cual la distinción entremagia y ciencia no es tan tajante comolo será para las generaciones siguien¬tes.

La rebelión contra el pensamientotradicional, y sobre todo contra lafilosofía aristotélica, es muy generaldurante el Renacimiento. El filósofo

y gramático francés Pierre de LaRamee (Petrus Ramus) afirmaba quepodía demostrar la falsedad de todaslas doctrinas de Aristóteles. Este repu¬dio de la tradición y este deseo gene¬ral de novedad acarreaban una rupturacon el mundo de las universidades en

el que dominaba todavía muy amplia¬mente la vieja filosofía aristotélica. Ensu mayoría, los hombres de cienciadel siglo XVI estudian en las universi¬dades y en muchos casos enseñan enellas, pero no cabe negar que losdebates más vivos esto es, los

que versan sobre las novedades cien¬tíficas y culturales no se desarro¬llan ya a diferencia de lo que habíaocurrido en los siglos medievalesdentro de los muros universitarios.

En la segunda mitad del siglo XVIy a lo largo del XVII, las universidadesno dan muestras de poseer esa capa¬cidad de renovación que resulta indis¬pensable en las épocas de rápidaevolución intelectual. Así, la nuevaastronomía de Copérnico conquistarámuy lentamente el mundo académico.En las universidades se seguirá ense¬ñando la astronomía de Ptolomeo

durante más de un siglo después dela publicación del «De revolutionibus»copernicano, y el propio Galileo darácursos de astronomía ptolemaíca.

En el mismo momento en que sedescubren los textos olvidados de

Arquímedes y se deduce de ellos unnuevo método, se sigue leyendo en las

universidades a Euclldes. Los textos

de anatomía de Mondino, tan típica¬mente medievales, servirán todavíadurante mucho tiempo de manual a losestudiantes de medicina, aun despuésde la publicación del primer libro mo¬derno de anatomía, publicado porAndrés Vesallo en 1543.

Esas circunstancias engendraron laexigencia de una renovación dé lasinstituciones. Y esa renovación va

íntimamente unida a la necesidad de

contar con métodos nuevos de adqui¬sición y de transmisión de la cultura.Los grupos de estudiosos congregadosen torno a un maestro, las academias,

las sociedades científicas que surgenen Europa durante los siglos XVI yXVII intentan responder a esas nuevasexigencias.

Se estima que el gran libro deCopérnico (1543) constituye el puntode partida de esa revolución científicaque llega a su plenitud en ios escritosde Newton y de la que se derivanalgunos aspectos fundamentales delmundo moderno. Con esa revolución

va emparejado el nacimiento de unafísica, de una astronomía y de unamedicina distintas a las de los anti¬

guos griegos y romanos.

La aportación de Copérnico a larevolución científica pertenece a laesfera de la astronomía. Pero no se

debe considerar a Copérnico como un«astrónomo» en el sentido técnico o

moderno de la palabra. Copérnico esun hombre inmerso en la cultura de su

época y su formación es la de unhumanista, en la acepción que estapalabra tenía en aquel tiempo.

En Italia, Copérnico aprendió elgriego y leyó a Platón. Uno de susmaestros, el astrónomo DomenicoMaría da Novara, era un seguidor delas filosofías platónicas y pitagóricasque dominaban en la cultura italianadel Renacimiento.

Al igual que otros muchos huma¬nistas, Copérnico no expuso sus des¬cubrimientos astronómicos y su nuevaconcepción del mundo como negacióncategórica de las teorías tradicionalessino como renacimiento de las teorías

de Pitágoras. Ofrece al lector su teoríacomo algo íntimamente unido a unacontemplación del mundo entendidocomo revelación o manifestación de

Dios. Y sus descubrimientos los pre¬senta en un contexto religioso: el Sol,Señor y Rey del mundo visible, es unsímbolo de Dios.

Esta glorificación del Sol y lasconstantes referencias a Pitagóras ensu libro « De revolutionibus» nos per¬miten relacionar el pensamiento deCopérnico con una de las grandescorrientes de la filosofía renacentista.

En 1462 Marsilio Ficino había iniciado,cerca de Florencia, la traducción delos «Diálogos» de Platón. Y aun antesde los escritos platónicos había tra¬ducido al latín el célebre «Corpus her-

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Esta pintura egipcia sobre papiro, que data delsiglo X antes de J.C, representa a Shu, el diosdel aire, que empuja hacia arriba a Nut, la diosadel cielo, para formar con su cuerpo moteadola bóveda celeste; las motas de su piel constituyenlas estrellas. Nut estaba casada con su hermano

Geb, el dios de la tierra, pero el gran dios Ra,gobernador del mundo, se opuso a esta unión, yordenó a Shu, padre de aquellos, que apartaraa Nut de Geb, con lo cuai los cielosse separaron de la tierra.

Foto Museo del Cairo © Hassia, Paris

En un trabajo erudito publicado en 1726,un eminente especialista francés enliteratura griega, Jean Boivin, afirmaque el poeta Homero concebía el Olimpoo morada de los dioses como una montaña

cuya base se apoyaba en el cielo,mientras la cumbre apuntaba a la tierra.En un pasaje de la Miada, ilustrado porel grabado que aparece a la izquierda,Zeus habla de sostener la tierra en el aire

por medio de una cadena dorada sujetaal punto más alto del Monte Olimpo.

Foto Biblioteca Nacional, París

meticum», colección de escritos deautores griegos del siglo III al I antesde Cristo.

Esos escritos, que presentaban unamezcla de temas platónicos y estoicosy en los que había una influencia dela filosofía hebrea y persa, fueronatribuidos por Ficino (y siguieron sién¬dolo hasta mediados del siglo XVII)a un personaje egipcio mítico: el diosTot, al que los griegos identificabancon Hermes y aplicaban en algunoscasos el calificativo de Trismegisto(tres veces grande).

Marsilio Ficino veía en la filosofía

platónica una doctrina de la eternarevelación religiosa que se manifiestaen todas las épocas y que tiene susmayores expresiones en el hebraísmo

y en el cristianismo. Según Ficino, esafilosofía religiosa «nace con Zoroastroentre los persas y con Hermes entrelos egipcios, se alimenta con Orfeoentre los tracios, crece con Pitágorasentre los griegos y los itálicos yllega a su culminación en Atenas conPlatón». En el pensamiento de Ficinoy en el de los platónicos italianos delRenacimiento la filosofía y la religiónno están separadas: las grandes

obras del pensamiento y los textos delas diversas religiones confluyen en unmismo resultado.

Pues bien, en un fragmento de «Derevolutionibus» sobre la posición cen¬tral del Sol, Copérnico aludía concre¬tamente al nombre de Hermes Trisme¬

gisto. Su nueva doctrina astronómicanacía en un contexto filosófico y reli¬gioso de clara inspiración neoplatónicay utilizaba la cita de una obra famosaen la cual Hermes describía el culto

solar de los antiguos egipcios.

El libro de Copérnico ha llegado aser para nosotros el punto de partida,el símbolo casi, de la revolución in¬telectual de la cual ha nacido la ciencia

moderna. Como ya se ha dicho, esaobra fue escrita en una época codi¬ciosa de novedades, dispuesta a poneren tela de juicio las creencias tradi¬cionales y que se debatia en lasdificultades originadas por la inade¬cuación entre las instituciones cientí¬

ficas y escolares y los progresos efec¬tivos de la ciencia. Todo ello no fue

un puro azar y, en este sentido, ellibro de Copérnico es una de lasexpresiones más características de lanaciente cultura moderna.

Y sin embargo Copérnico, profunda¬mente impregnado de filosofía neo-platónica, prefirió presentar su nuevadescripción del mundo más como unrenacimiento de antiguas doctrinas quecomo una novedad revolucionaria. Era

un hombre tímido y cauto. Es posibleque su interés por el Sol que consti¬tuía uno de los temas centrales de las

filosofías neoplatónicas del siglo XVIle incitara a realizar sus estudios de

astronomía con el fin de poner demanifiesto la posición central de aquelen el Universo. O quizá intentó lograrque la novedad de su astronomíaresultara aceptable para sus coetáneosrecurriendo para ello a insertarla enun contexto filosófico que resultabafamiliar a los intelectuales de su

tiempo.

En todo caso, no cabe duda de queaprovechó plenamente dos grandeslecciones de la cultura del siglo XVI:que el descubrimiento de regularidadesgeométricas y aritméticas en la natu¬raleza es un factor esencial para lacomprensión del mundo; y que lasverdades que nos han transmitido losantiguos pueden ser criticadas ysometidas a revisión.

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Paramedirel cielo

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Para efectuar sus observaciones y

cálculos astronómicos, Copérnico dis¬ponía de instrumentos que práctica¬mente no habían cambiado en muchos

siglos. He aquí algunos de los quese utilizaban en su época. Arriba,astrolabio árabe del año 1054, que seconserva en el Museo de la Univer¬

sidad Jagellon de Cracovia y en cuyodorso figura un calendario zodiacalgrabado en árabe y en latín. Se atri¬buye la invención del astrolabio, quesirve para medir la posición de losastros sobre el horizonte, al astróno¬

mo griego Hiparco, que vivió en elsiglo II antes de nuestra era. Arribaa la derecha, una miniatura que ilus¬tra el Salterio de Blanca de Castilla

(comienzos del siglo XIII), madre deSan Luis, Rey de Francia. Entre elclérigo y el computista, especialistaen calendario, el astrónomo eleva elastrolabio y mira un astro sobre elhorizonte; el computista anota lasobservaciones del astrónomo. A la

derecha, esfera armilar del siglo XVque Copérnico utilizó probablementecuando era estudiante de la Univer¬

sidad Jagellon. Este instrumento servíapara determinar los planos celestes,pero con él sólo podían obtenerseevaluaciones aproximadas. Arriba a laizquierda, el famoso «Globo Jagellon»,de bronce dorado, que data de 1510y en el que está grabado el contornode Europa, Africa y América del Sur;junto a ésta última puede leerse lainscripción «Terra de Brasil, MundusNovus, Terra Sanctae Crucis». Amé¬rica del Norte aparece formada poruna serie de islas. A la izquierda, unteodolito de bronce dorado, instru¬mento de agrimensura utilizado aveces por los astrónomos para cal¬cular la latitud. En el grabado delsegmento semicircular se ve a unosagrimensores haciendo mediciones.

Foto <£) I. Jarosinska. « La Pologne ». Varsovla

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Foto © Nina Smolarz, « La Pologne », Varsovla

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Copérnicoo la razón abierta al infinitoDe la hoguera de Bruno al proceso de Galileo

el precio de la libertad intelectual

por Vincenzo Cappelletti

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Las autoridades municipales deTorun (Polonia) han convocadoun concurso nacional de escultura

(véase la página 4) para erigir enla ciudad natal de Copérnicoun monumento que glorifiquesu obra. Reproducimos aquídos proyectos escultóricos queinterpretan la concepcióncopernicana del sistema solar:el de Bronislaw Chromy, titulado« La aurora », y el de GustawZemla, con la figura delastrónomo.

iN su «Metafísica» afirma

Aristóteles que, de todas las cienciasmatemáticas, la astronomía es la máscercana a la filosofía. Y es que, enefecto, su objeto es la naturaleza delos astros, la cual es eterna aunqueperceptible para nuestros sentidos. Enla jerarquía del ser, tal como la conce¬bía Aristóteles, Dios es pensamientodel pensamiento pero también motordel primer cielo eterno.

El mundo antiguo no se atrevió aseguir hasta el final esta vía filosófica,que le habría llevado a separar Diosy la naturaleza. Se obligó en ciertomodo a la naturaleza a acoger lodivino, cosa que sólo podía hacer através de su carácter primario: laextensión. Así, se hizo corresponder alos lugares naturales con diversascategorías del ser. De este modo,metafísica y religión pudieron reconci-

VINCENZO CAPPELLETTI es profesor dehistoria de las ciencias en la Universidad

de Roma. Director general de la EnciclopediaItaliana y director de la revista II Veltro, haescrito varias obras de historia cíe la bio-

logía, de la física y de la psicología. Entreellas destacan Entelechia y las dedicadas aHemholtz, a S. Weil, a Freud, etc.

liarse con el conocimiento sensible

que en un principio parecían quererapartar para fundarse sólo en el inte¬lecto puro.

Antes de Copérnico, la metafísicanaturalista y la experiencia sensiblecoincidían en un punto: que la Tierraes inmóvil en el cosmos y que losastros se mueven. Se mueven, añadía

la astronomía de inspiración metafísica,con un movimiento circular que, reu¬niendo el principio y el fin, simula enel espacio la eternidad.

Había que «salvar los fenómenos»,y parecía que tal cosa podía conse¬guirse de este modo mejor que decualquier otro. En el diálogo de Galileotitulado «De los sistemas máximos»,

Simplicio hace una observación escla-recedora: «En la doctrina de Copérnicohay que negar los sentidos y lassensaciones máximas, como ocurriríasi nosotros, que percibimos el soplo deuna ligerísima brisa, no sintiésemosdespués el ímpetu de un viento perpe¬tuo que nos hiere a una velocidadsuperior a las 2.529 millas por hora,pues tal es la distancia que el centrode la Tierra, en su movimiento anual,recorre en una hora en la circunferen

cia del gran orbe, tal como Copérnicola calcula diligentemente.»

En efecto, muchas cosas parecían,o podían parecer, más sencillas si seadmitía la inmovilidad del cuerpoceleste en el cual vive el hombre;

había que esperar a Galileo y a laintroducción de la noción de masa parapoder superar esta idea.

El aristotelicismo conseguía separarla Tierra, con todos los fenómenoscorruptibles que en ella se producen,de la incorruptible pureza de los cielos,en los que se situaba un Dios motordel mundo.

En los primeros siglos de nuestraera, el pensamiento cristiano (a pesarde San Pablo y de San Agustín) semetió también en el callejón sin salidade la teología naturalista. Ora for¬mulaba, con los Padres de la Iglesiasiriaca, una interpretación literal delGénesis (la creación del mundo ensiete días a partir del caos original),que se distinguía en numerosos puntosde la tradición científica griega. Oratrataba, con un pensador griego pococonocido, Cosmas Indicopleustes, desustituir la topografía y la cosmologíapaganas por una «Topografía cristiana

SIGUE A LA VUELTA

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LA RAZÓN ABIERTA AL INFINITO (cont.)

Del canónigo de Frombork al dominicano de Ñola

rara

nico

ante

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del universo». Para Cosmas, la Tierrano se situaba en el centro del mundo,sino en el punto más bajo del sistemasolar. Era un rectángulo rodeado demuros que sostenían la bóveda celeste.

Pero el verdadero problema noradica en lo erróneo de estos razona¬

mientos, sino en la dependencia de laciencia con respecto a la metafísica ya la religión. Cuestión ésta que inspi-

serias preocupaciones a Copér-y que un día llevará a Galileolos jueces.

Pero Copérnico mismo creía en unorden, en una armonía del mundo queimportaba salvar. De ahí que, a pesarde la inmensa grandeza de su obra,fundada en la intransigente raciona¬lidad de su sistema, nos parezca

todavía un antiguo. En la dedicatoriaque de su obra «De revolutionibus»hizo al Papa Paulo III, el gran astró¬nomo acusa a los partidarios delgeocentrismo de haber comprometidocon la teoría de los excéntricos y delos epiciclos «la forma del mundo y laevidente simetría de sus partes».

Y el primer capítulo del libro seinicia con una nueva profesión de feen la estructura perfecta de la natura¬leza: «Debemos señalar sobre todo

que el mundo es esférico, bien porqueesta forma es la más perfecta detodas, como totalidad que no necesitaconexión alguna, bien porque es laforma dotada de la máxima capacidad,la más adecuada al ser que debeabarcar y conservar todas las cosas.»

Como la Antigüedad pagana, la EdadMedia cristiana había acabado por

aceptar la centralidad de la Tierra.Aristóteles y la Biblia, el universoptolemaico y el revelado podíanponerse de acuerdo basándose en lapremisa de Santo Tomás de Aquinosegún la cual razón y revelación nose contradicen.

Pedestal de Dios como afirmaba el

griego Cosmas Indicopleustes, partedel mundo contrapuesta al firmamento-paraíso según Honorio de Autun, osede del infierno de acuerdo con

Dante, la Tierra se había visto atribuiruna determinada posición en el cosmospor un cristianismo poco conscientede la revolución espiritual que entra¬ñaba el Evangelio.

En realidad, la metafísica naturalistahabía forzado la experiencia o, mejor,había disimulado los aspectos contra¬dictorios de las observaciones. Empe¬ñada en reconciliar el mundo con Dios,

había olvidado conciliario con el espí¬ritu, con el pensamiento humano. Enun fragmento magnífico de «De revolu¬tionibus», Copérnico habla de un«pensamiento que vaga de un ladopara otro», «dictractus» de la cienciaastronómica de aquellos años.

La pureza originaria del sistema deesferas concéntricas concebido por elmatemático griego Eudoxio de Cnidoen la primera mitad del siglo IV antes

de J.C. se había ido deteriorando pro¬gresivamente, hasta terminar en lasíntesis tardía del «Almagesto» dePtolomeo, en el siglo II de nuestra era.Ahora bien, los datos sensoriales, sibien parecían dar razón a la astrono¬mía geocéntrica, contenían tambiénelementos que autorizaban la formula¬ción de hipótesis distintas.

En el «Diálogo» de Galileo, Simpliciopregunta: «¿De dónde supones tú quelos planetas se mueven con relacióna un centro que no es la Tierra sinoel Sol?» Y Salvlati responde: «Deobservaciones que son desde todopunto de vista evidentes y, por lo mis¬mo, terminantes; y las más concluyen-tes de tales observaciones, las quenos permiten retirar la Tierra de esecentro y situar allí el Sol, explican el

hecho de que todos los planetas seencuentran a veces muy cerca de laTierra y otras veces muy lejos. Y esasdistancias son tan diferentes queVenus, por ejemplo, en el momento desu alejamiento más extremo, se en¬cuentra diez veces más distante de

nosotros que cuando se halla máscerca... Ya ves cómo se equivocabaAristóteles al creer que los planetasse mantenían siempre a la misma dis¬tancia de la Tierra.»

Es evidente que el mundo antiguoconocía, al mismo tiempo que el geo¬centrismo, el heliocentrismo concebidopor Aristarco de Samos en la primeramitad del siglo 111 antes de nuestra era.Arquímedes, que nos ha transmitidola teoría de Aristarco, sólo le hizoalgunas objeciones.

Foto © Erich Muller, Kassel, tomada de City of the Stargazersde Kenneth Heuer, Charles Scribner's Sons, Nueva York

Page 45: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

Copérnico no dejó de referirse alheliocentrismo de la Antigüedad, comosi quisiera apoyarse en una autoridadindiscutible para exponer su tesis revo¬lucionaria. En su «De revolutionibus»

reivindica la «libertad de imaginación»que Aristarco y muchos otros se atri¬buyeron para explicar los fenómenosastronómicos. Y el propio Copérnicose dejó llevar por la fuerza del símbolosolar, afirmando que el Sol, luminariadel mundo, merece mucho más quela Tierra ocupar el centro del Uni¬verso. Así concluía, él también, porreferirse al concepto esotérico de lanaturaleza que había conducido a laastronomía a un callejón sin salida.

Sin embargo, son los derechos dela razón los que invocaba Copérnico,y no los de la naturaleza divina, cuandoerigía una magnífica construcción teó¬rica sobre la base de observaciones

originales y de informaciones disponi¬bles de antemano. En él, la fe en la

razón adopta caracteres místicos, lle¬gando al extremo de imaginar una car¬ta inexistente en la que un pitagóricoafirma que la verdad constituye unsecreto religioso que no puede serdivulgado sino entre iniciados.

Fue Giordano Bruno quien, cuarentaaños después de «De revolutionibus»,intuyó el verdadero contenido de larevolución copernicana. Copérnicohabía restablecido el dominio de la

razón sobre los sentidos y abierto elcamino a la noción de infinito y a lalibertad de conciencia del hombre

moderno. En la astronomía aristotélico-

ptolemaica Bruno veía una codificacióndel universo basada en las informa¬

ciones insuficientes que suministra unmedio de conocimiento tan imperfectocomo es el testimonio de los sentidos.

Porque, si la realidad aprehendidapor el pensamiento es infinita, la reali¬dad basada en el conocimiento es limi¬

tada. Por ello Bruno admiraba al

Copérnico racionalista y platónico, queno soportaba el pensamiento «quevaga de un lado para otro» y quebasaba todo en la razón, la cual era

para él lo absoluto, lo divino, lo infi¬nito: concepto audaz que resque¬brajó una tradición científica milenaria.

Así es como Copérnico ocupa unlugar en los orígenes de una etapahistórica de la cultura humana, tras

haber sido el último representantede la era antigua. Hacia fines delsiglo XVI, la dialéctica de lo finito y loinfinito ve resurgir y triunfar la intui¬ción de lo infinito, gracias a unaastronomía que no había osado hastaentonces concebir la infinitud del uni¬

verso. El mundo copernicano, repitá¬moslo, era un mundo finito: mundo, yno realidad, puesto que la realidad estambién el pensamiento, y éste atra¬viesa todas las fronteras, es decir toda

idea específica o esquema particular.

El 17 de febrero de 1600, Giordano

SIGUE A LA VUELTA

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PTOLOMEO Y LAS ESPIRALES DE LAS ESTRELLAS. « Yo

circulares de las estrellas, mis pies no tocan la tierra sino qen el siglo II de nuestra era. La escultura de madera de la izqarmilar en las manos (véanse las páginas 24 y 25), es obra deconserva en la Catedral de Ulm (República Federal de Alemaconoce; se trata del papiro de Letronne, que data del siglo IIsobre las esferas celestes basados en las proposiciones de Euera. Los toscos diagramas de las constelaciones y del zodia

sé que soy mortal y efímero, pero, cuando miro las espiralesue me hallo junto al propio Zeus...», escribía Claudio Ptolomeouierda, que representa al astrónomo griego con una esfera

Jörg Syrlin, famoso artesano alemán del siglo XV, y senia). Arriba, el papiro ilustrado griego más antiguo que se

antes de Cristo y que contiene comentarios astronómicosdoxio de Cnido, científico griego del siglo IV antes de nuestraco están intercalados en el texto.

29

Page 46: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

LA RAZÓN ABIERTA AL INFINITO (cont.)

Bruno era quemado vivo por haberosado hablar de la pluralidad de losmundos, noción según la cual el uni¬verso sería infinito. Pero imaginar quelos mundos existentes eran numerosos

suponía afirmar que podían ser igual¬mente numerosas las representacionesde los mundos que podrían existir, yello constituía una herejía imperdona¬ble en los comienzos el siglo XVII.

Tal vez Copérnico no imaginó jamáslas consecuencias dramáticas que ibaa acarrear finalmente su repudio dellargo compromiso entre los sentidos yla razón consagrado por la represen¬tación ptolemaica del Universo. En elmomento mismo nada sucedió. Pero

algo más tarde, en ¡a Italia del Rena¬cimiento, inquieta y libre de prejuicios,estalló la polémica sobre lo infinito quepuso en tela de juicio desde el macro¬cosmos hasta el microcosmos humano.

La lectura que Bruno hizo de la obrade Copérnico era al mismo tiempoliteral y metafórica, tal como otros, enel pasado, habían hecho con Aristóte¬les y el Génesis. Se atribuyó, por ejem¬plo, a Copérnico la idea de una disolu¬ción de las esferas celestes que espor lo menos dudosa si se analizadetenidamente «De revolutionibus».

Pero lo verdaderamente auténtico,

tanto desde el punto de vista filológicocomo teórico, era la reconquista delser infinito en la razón humana, laintuición de una nueva vía hacia lo

absoluto y lo necesario.

Muriendo por no abjurar de susideas, Bruno era víctima del drama queel problema del ser suscita en la con¬ciencia del hombre y daba testimoniodel valor permanente de la invitaciónsocrática al conocimiento de sí mismo

y de la necesidad urbana de esa tole¬rancia que negaban la Ginebra deCalvino y la Roma de la Inquisición.

Drama de la razón frente a la reali

dad, hemos dicho. Había que redescu¬brir el infinito y era preciso diferenciarlo finito de lo definido. Giordano Bruno

logró advertir que lo finito y lo infinitopueden fundirse en el individuo. Elindividuo es finito, limitado, en lamedida en que no es los demás indivi¬duos; pero es infinito e ilimitado,puesto que es incondicionalmente élmismo. La admirable precisión y laclaridad del esquema copernicano seafirman y se transmutan en esa dimen¬sión nueva de la conciencia moderna

que es la individualidad.

Galileo iba a constituir el ejemplomás puro de esa individualidad. Lo quesigue viviendo en cada una de suspáginas es precisamente la acción deun pensamiento que se convierte enuna noción general de las cosas. Loinfinito de la razón trasciende cada vez

lo limitado de la experiencia sensorialy se transforma en afirmación indivi¬dual. Y eso es lo que hace que Galileonos resulte fascinante: él es el hombre

absolutamente moderno y, al mismotiempo, el hombre de todas lasépocas, de todas las latitudes. ElCopérnico que Galileo revive en losdiálogos de su obra «Los sistemasmáximos» es esencialmente el defen¬

sor de la evidencia y la simetría de lalógica contra el autoritarismo, el verba¬lismo y la sumisión irresponsable.Virtud intelectual pero también moral:claridad que es valentía gracias a lacual la nueva ciencia pudo demostrarsu fecundidad frente a los «demasiado

tímidos, celosos de la inmutabilidad delos cielos».

El pensamiento científico, con sunecesidad de individualizarse y de con¬ciliar lo finito de los sentidos con lo

infinito de la razón pura, adquiere conGalileo su especificidad propia y per¬manente, ésa que vincula el pasado,el presente y el porvenir: de Eudoxio,Arquímedes y Euclides a Copérnico, y

I EUREKA! Gracias a Arquímedes de Siracusa, que vivió en el siglo IIIantes de nuestra era, ha llegado hasta nosotros la teoría del heliocentrismoconcebida en aquella época por Aristarco de Samos. En este grabadodel siglo XVI Arquímedes aparece en su baño en el célebre instante en quegrita «|Eurekal» al descubrir el principio que lleva su nombre y cuyoenunciado es el siguiente : Todo cuerpo sumergido en un líquido experi¬menta un empuje vertical igual al peso del líquido que desaloja. Ante elsabio griego pueden verse la corona y la« esferas de metal que, segúnse dice, le sirvieron para comprobar su descubrimiento.

de Copérnico a Newton, Hubert yEinstein.

En definitiva, en la obra de Galileo,el Copérnico racionalista incita alCopérnico astrónomo, del cual esgarante. La revelación astronómica,asombrosa y sensacional, estuvo pre¬cedida de una revelación interior ysubjetiva: nacida en la conciencia delcanónigo de Frombork, Copérnico,llegó hasta el dominicano de Ñola,Giordano Bruno, y se repitió de maneraobsesiva en el formidable pensamientode Galileo, el matemático de la Cortede los Médicis. Si el mundo antiguo,gracias a sus más grandes pensadores,había superado su particularidad, esdecir el naturalismo metafísico, me¬díante la creación del sistema del cono¬

cimiento, la era moderna asegurabacon Copérnico, Bruno y Galileo unconcepto del ser abierto a la exigenciade lo infinito.

La individualidad y el individuoconstituían la meta que se proponíaalcanzar esa aventura. Los temores

que abrigaba Copérnico frente a lasconsecuencias de su propia teoría, lahoguera de Giordano Bruno, el pro¬ceso de Galileo prueban suficiente¬mente la eficacia liberadora de esa

revolución originada en una criaturahumana y proyectada hacia el firma¬mento para integrar después la teoríamisma del ser.

Page 47: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

BRUNO Y GALILEO O LA VERDAD CONTRA LA OPRESIÓN. «Oh, noble Copérnico, tú que con tus obras has marcado miespíritu desde mi más tierna infancia», exclamaba con fervor Giordano Bruno, al que vemos aquí en un dibujo del siglo XIX.Nacido en 1548 en Ñola (Italia), Bruno vivió sucesivamente en Italia, Francia, Inglaterra y Alemania. Al mundo finito de Aris¬tóteles y Copérnico oponía el sabio italiano un mundo infinito, poblado por millares de sistemas semejantes al nuestro,con sus soles y sus planetas, habitados tal vez como la Tierra. Perseguido por la Inquisición, Bruno fue quemado pública¬mente en la hoguera en Roma, el año 1600. No menos escándalo produjo en su tiempo, particularmente en los mediosdominados por la Iglesia católica, el gran sabio italiano Galileo Galilei (1564-1642). Galileo, que había adoptado el sistemade Copérnico, hizo con su anteojo una serie de observaciones decisivas que lo confirmaban. Pero, denunciado ante la SantaSede por sus ideas subversivas (desde el momento en que se oponían a Aristóteles y Ptolomeo, es decir, a la ciencia oficial),hubo de comparecer ante los jueces y, tras un proceso que duró veinte dias, se vio obligado a abjurar, de rodillas, susdoctrinas. En ia escena que aquí vemos, reconstituida por un pintor francés del siglo XIX, Robert-Fleury, Galileo apareceante el tribunal que le juzgó.

Unas cuantas obras sobre CopérnicoAcuña, Gustavo Loyola : Copérnico. sus teorías sobre el

universo. Santiago de Chile. 1936.

Cardus, J. O. : En el centenario de Copérnico. 1543-1943 :

sus trabajos, sus descubrimientos. « Razón y Fe» 129 (1944)

118-132, Madrid.

Caspar, M. : Copérnico (en el IV centenario de su muerte).

«Investigación y Progreso», 3-4, (1943) 87-90.

Copérnico : Las revoluciones de las esferas celestes. Libro I,

introducción y notas de A. Koyré. Buenos Aires, 1965.

Laure Gómez, Vicente : Nicolás Copérnico y su sistema

del mundo «Boletín de información científica nacional».

Madrid, 5 (1953)- 723-745.

Grulla, Medauro : Arte de gobernar los relojes por la ecuación

del tiempo. Segunda ed., con la explicación de los círculos de

la esfera y una descripción historial del sistema copernicano.

Madrid. 1792.

Losada y Puga, Cristóbal : Copérnico. De la astronomía

antigua a la moderna. «Revista de la Universidad Católica de

Perú». 11 (1943) 149-178.

Miró Quesada, Osear : Copérnico. Su vida y su obra. Lima,

1951.

Rey Pastor, J. : N.Kopernicus, «Revista Astronómica» 14

(Buenos Aires, 1942) 197-214.

Peset, Vicente : Acerca de la difusión del sistema coperni¬

cano en España, «Actas del II Congreso de Historia de la Medi¬

cina Española», vol. I, Salamanca (1965) 309-324.

Romana, Antonio : La difusión del sistema copernicano.

«Euclides» 4 (Madrid 1944), n°s 35-36.

Velazco de Millas, Isolina : Nicolás Copérnico y su obrarNueva York. 1943.

Vernet Juan : Copernicus in Spain. «Colloquia Coperni¬

cana» 1 (Wroclaw-Warszawa 1972) 271-291.

Zinner, E. : Los relojes de sol de Nicolás Copérnico, «Inves¬

tigación y Progreso» 3-4 (1943) 87-90.31

Page 48: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

Reproducimos a continuación el prefaciodel Director General de la Unesco a una

obra publicada conjuntamente por laOrganización y la Comisión Nacional Polaca,en ocasión de la ceremonia con que laUnesco conmemoró en Paris, el 19 de

febrero de 1973, el quinto centenario delnacimiento de Copérnico. El volumencontiene, además, textos de JanuszGroszkowskl, miembro de la Academia deCiencias de Polonia, Olaf Pedersen,miembro de la Unión Internacional de

Historia y de Filosofía de las Ciencias, yUmberto Forth especialista en historia de laciencia. La obra, que acaba de aparecer enuna tirada de 2.000 ejemplares fuera decomercio, se ha imprimido en París, conpapel fabricado a mano en Polonia. Enesta página reproducimos una de lasilustraciones del volumen : se trata del

frontispicio del «Dialogus de SystemateMundi» de Galileo, en el que aparecen, deizquierda a derecha, Aristóteles, Ptolomeoy Copérnico.

UNA NUEVAVISIONDEL

UNIVERSOpor René MaheuDirector General de la Unesco

32

k.A historia ofrece pocos ejemplos de des¬cubrimientos científicos que hayan tenido una reper¬cusión tan profunda en el desarrollo espiritual de lahumanidad como el del eminente astrónomo polacoNicolás Copérnico. Si la sustitución del modelo pto-lemaico por la concepción copernicana del sistemasolar no dio origen a innovaciones técnicas, comosucedió posteriormente con otros descubrimientos

como los de Ampère o de Faraday, produjo en cambiouna verdadera revolución intelectual que trastocó demodo profundo y general la idea que el hombre teníade su situación en el universo y, por consiguiente,de su propia condición.

El hombre comprendió que habitaba un planeta quegira en la Inmensidad de un universo cuyas dimen¬siones escapan a la imaginación, pero adquirió lacerteza de que su pensamiento es capaz de aprehen¬der las leyes que rigen ese universo y de prever, elmovimiento de los cuerpos celestes. Para llegar aesa convicción le fue preciso, además, rechazar las¡deas reinantes, prácticamente Inmutables desde Aris¬tóteles, y dejar de considerarse el centro del cosmos.

Esta liberación abrió el camino a muchos otros descu¬

brimientos que han forjado progresivamente nuestravisión actual del lugar que el hombre ocupa en lanaturaleza y del sentido de su presencia en ella.

En nuestros días, los investigadores disponen deinstrumentos astronómicos infinitamente más podero¬sos y precisos que los utilizados por Copérnico y suscontemporáneos. El radiotelescopio gigante y las na¬ves espaciales le suministran informaciones sobre

realidades que antes le eran Inaccesibles ; pero, enúltima instancia, la imaginación creadora estimuladapor una curiosidad intelectual Insaciable sigue siendoel factor decisivo del progreso del saber. De ahí que,aunque quinientos años nos separan de él, Nicolás

Copérnico esté muy cerca de nosotros por el genioque lo animaba. Rendirle homenaje significa afirmarnuestra fe en el hombre y en su capacidad, siemprerenovada, de dominar, gracias al solo poder de supensamiento racional, un universo cuyos límites se leescapan sin cesar y que, tanto por sus proporcionescomo por su complejidad, lanza un permanente desa¬fío a la Inteligencia humana.

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Los lectores nos escriben

MINOS CUBANOS LEEN

" EL CORREO DE LA UMESCO "

Hoy, leyendo el número de El Correodel mes de julio, me he dado cuentade que es la mejor revista que llegaa Cuba y, como deseo darles miopinión, les escribo.

El Correo se compraba en mi casacuando no teníamos en qué entrete¬nernos, pero hace unos meses quese está comprando sin falta y hastami hermana que sólo se preocupabade las muñecas se entretiene mirán¬

dola. Ahora ya les he dado mi opinióny a partir de hoy seguiremos compran¬do la revista.

Isidoro Santos

Alumno de 12 años de la Escuela

Secundaria Básica «Conrado Benítez»

Matanzas, Cuba

RELIGION CONTRA

JUICIO CRITICO

Aunque no soy especialista en antro¬pología ni en difusión de ideologíaalguna, creo que no debe quedar sinrespuesta la carta de la doctoraJ. Hildesheimer publicada en el núme¬ro de enero de 1973, en la que criticael hecho de que El Correo de la Unesco(agosto-septiembre de 1972) dedicadoal origen del hombre haya ignoradoel posible aspecto espiritual del pro¬blema.

En primer lugar, no encuentro razónalguna que justifique esa crítica puestoque, a mi entender, el susodicho nú¬mero trata de exponer únicamente lasteorías científicas. Es innegable, comodice la carta, que el hombre se hainterrogado siempre sobre su origeny ha encontrado innumerables respues¬tas distintas. El ser humano se ha plan¬teado numerosas preguntas (acerca delsistema solar, por ejemplo) y esaspreguntas han recibido también diver¬sas respuestas, la mayoría de las cua¬les son de Interés puramente histó¬rico. En lo que respecta al sistemasolar, la respuesta de Copérnico esla única que subsiste como verdaderaexplicación de la realidad. Sin embargo,no me opondría a que se dedicara unnúmero de la revista a exponer lasopiniones no científicas sobre el origendel hombre, tanto más cuanto que esdifícil obtener una información seria al

respecto.

Por otro lado, me opongo a ese tipode razonamiento que busca apoyo en laopinión de algunos científicos, notablesen otros campos de la ciencia pero quenada tienen que ver con el tema encuestión. Las ¡deas de Einstein sobre

el origen del hombre son de graninterés en cuanto que representan elpunto de vista de un gran hombre denuestro tiempo pero difícilmente puedenser consideradas como una contribu¬

ción a la paleontología.

La doctora Hildesheimer escribe que«en los países en vías de desarrollo...se intenta imponer... la interpretaciónunilateral de Darwin, como prueba deque descienden del mono», y se inquie¬ta de que El Correo de la Unescodifunda esta teoría en casi todos lospaíses del mundo. Pero si se comparan

la amplitud y la repercusión que puedetener esa revista con la acción de las

misiones cristianas, por ejemplo, sobrela mentalidad africana, debería inquie¬tarnos la concepción unilateral, la difu¬sión de las ideas del llamado mundo

civilizado entre las naciones del Tercer

Mundo y no solamente en lo que res¬pecta al origen del hombre. En lo quetoca al destino de las culturas nacio¬

nales de millones de personas, ElCorreo de la Unesco parece constituirla publicación más indicada para tratardel problema de la extirpación de esasculturas y creencias y de la sustituciónde la espiritualidad aborigen por laextranjera. Desde el punto de vista delcristianismo, se trata probablemente desustituir la falsedad por la verdad. Perosin entrar a considerar que existenotros puntos de vista, tal actitud con¬duce, como sucedió ya en el pasado,a la desaparición de grandes culturas.Y uno puede preguntarse cuál de lasdos actividades la alfabetización o la

difusión de las creencias cristianas es

la principal y cuáles son sus secuelas.La carta mencionada pone de manifiestouna actitud marcadamente religiosa. Ellono me molesta, pero sí en cambio queuna ideología pueda obnubilar el juiciocritico de quien se expresa. Y esto eslo que ocurre en la carta de la doctoraHildesheimer, en la que puede leerse,por ejemplo, que «el ser pensantepuede aceptar la idea de la creación,combinada con la evolución y dirigidapor una fuerza espiritual superior», queel sentido de responsabilidad moral nohabría podido existir sin Dios, etc.

Entre mis amigos se cuentan muchoscreyentes; con ellos suelo conversarsobre el origen de la vida. Pues bien,nuestras diferencias de opinión en ma¬teria religiosa no impiden nuestra amis¬tad, tal vez debido a que comprende¬mos que el hecho de aceptar (o no)la existencia de «una fuerza espiritualsuperior» no se basa en una pruebaevidente que algunos rechazarían contozudez y mala voluntad, sino que esuna cuestión de convicción personal yde necesidad subjetiva.

Dr. Ludwik CzajaUniversidad de Varsovia

Polonia

EL ARTE DEL LIBRO

Permítanme expresarles mi más vivaadmiración por el interés excepcional yla rara belleza del número de El Correo

de la Unesco (diciembre de 1972) dedi¬cado al Arte del Libro.

Lucie Dallex

París

DELIRIO DE GRANDEZAS

Suscrita desde hace más de cuatro

años a El Correo de la Unesco, headmirado siempre su actitud frente ala miseria del mundo y la justeza conque enfoca habitualmente ese problema.Por ello, si bien he leído con graninterés el articulo dedicado al pensa¬miento del filósofo indio Aurobindo ya la ciudad de Auroville (octubre de1972), no puedo ocultar que su lecturame ha causado también un sentimientode indignación.

Me parecen muy bien el florecimientocultural y el esfuerzo de internacionall-zación de esa ciudad, su estética y laarquitectura de la esfera de la unidadhumana. Se trata sin duda de algograndioso. Pero ¿cuánto va a costar?El Correo no cesa, y con razón, deplantear el problema del hambre en elmundo, y cuando pienso que el puebloindio carece a veces de lo indispen¬sable para subsistir, no puedo dominarmi indignación ante el entusiasmo mani¬festado por tal delirio de grandezas.Me pregunto cuántos indios van abeneficiarse de la influencia cultural de

Auroville y de la nueva «religión espi¬ritual de la humanidad» si tienen el

vientre vacío. Porque el idealismo noresolverá jamás los problemas vitalesde la humanidad.

M. Castel

Niza, Francia

SALVAR LAS CIVILIZACIONES

PRIMITIVAS

Sigo con profundo interés la laborde la Unesco en favor del desarrollo

cultural de la humanidad. A este res¬

pecto, pienso a veces con angustiaen las civilizaciones primitivas (comola de los indios del Amazonas) queestán desapareciendo ante nuestra mi¬rada indiferente. ¿Se ha ocupado yala Unesco del problema de la protec¬ción de esas civilizaciones? Actual¬

mente se realizan esfuerzos para salvarlas especies animales en vías de extin¬ción. ¿No debería, con mucha mayorrazón, organizarse una acción conjuntade todos los hombres de buena volun¬

tad para salvar las civilizaciones envías de aniquilación?

Yves Guillon

Rennes, Francia

ARTE TRACIO Y MARAVILLAS

DE LA NATURALEZA

En el número de febrero de 1973 me

ha interesado vivamente, entre otros, elartículo «El milenario enigma de lostracios» y, de manera particular, lafoto de la página 19 (abajo a la izquier¬da) que representa una copa de oropara libaciones, encontrada en las cos¬tas del mar de Mármara. Pues bien, me

parece indudable que el orfebre quecinceló esa pieza se inspiró en la formade los erizos de mar fosilizados quepueden encontrarse en Bulgaria. Pienso,por ejemplo, en los Porosoma (foto dela derecha), pero hay aún otras espe¬cies similares que se hallan en los aflo¬ramientos de rocas terciarias y cre¬táceas.

H. J. Oertli

Pau, Francia ,

33

Page 50: Copérnico y la génesis del pensamiento moderno; The UNESCO ...

LIBROS

RECIBIDOS

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fl Cortázar o la critica

de la razón pragmáticapor Juan Carlos CurutchetEditora Nacional, Madrid, 1972

La conciencia infeliz. Ensayo so¬bre la filosofía de la religión deHegelpor Antonio EscohotadoRevista de Occidente, Madrid, 1972

La imagen del monarca en laCastilla del siglo XIVpor Joaquín Gimeno CasaldueroRevista de Occidente, Madrid, 1972

B Culturalismo y creación poéticapor Guillermo Díaz-PlajaRevista de Occidente, Madrid, 1972

fl Lógica matemáticapor Willard Van Orman QuineRevista de Occidente, Madrid, 1972

Estado moderno y mentalidadsocial

por José Antonio Maravall(Dos volúmenes)Revista de Occidente, Madrid, 1972

Revoluciones y rebeliones en laEuropa modernapor J.H. Elliott, J.W. Smity Lawrence StoneAlianza Editorial, Madrid, 1972

fl Elementos de historia de las ma¬

temáticas

por Nicolas BourbakiAlianza Editorial, Madrid, 1972

Renta nacional y nivel de preciospor Martin I. BaileyAlianza Editorial, Madrid, 1972

Biología molecular. Enfoqueestructural

por CUM. SmithAlianza Editorial, Madrid, 1972

fl Teoría de la decisión

por D.I. WhiteAlianza Editorial, Madrid, 1972

fl Cuerpos y ofrendaspor Carlos FuentesAlianza Editorial, Madrid, 1972

Insurrección

por Liam O'FlahertyAlianza Editorial, Madrid, 1972

El ajedrezpor Ricardo AguileraAlianza Editorial, Madrid, 1972

Actitudes patriarcales:las mujeres en la sociedadpor Eva FigesAlianza Editorial, Madrid, 1972

fl La familia de León Roch

por Benito Pérez GaldósAlianza Editorial, Madrid, 1972

El viejo mundo y el nuevo (1492-1650)por J.H. ElliottAlianza Editorial, Madrid, 1972

fl El imperialismopor George LichtheimAlianza Editorial, Madrid, 1972

fl La sociedad adquisitivapor R.H. TawneyAlianza Editorial, Madrid, 1972

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rníE tri

J V/

La URSS suscribe

la Convención Universal

sobre Derecho de Autor

El Sr. Andrei Gromyko, ministro de Rela¬ciones Exteriores de la U.R. S.S., comu¬nicó el 14 de febrero al Director General

de la Unesco. la decisión de su pais desuscribir la Convención Universal sobre

Derecho de Autor, la cual entrará en vigoren la Unión Soviética el 27 de mayo delaño en curso. Con la U.R.S.S. son ya 64los países que han suscrito la Convenciónadoptada en Ginebra en 1952 con los aus¬picios de la Unesco. De conformidad conlas disposiciones de la misma, los paísessignatarios se comprometen a proteger porun lapso mínimo de 25 años el derechode autor sobre las obras literarias, cientí¬

ficas y artísticas de sus ciudadanos, acor¬dando a los autores extranjeros igualesgarantías. La Convención fue revisada enParís en 1971 a fin de que los países envías de desarrollo tuvieran mayor- accesoa las obras escritas y publicadas en lospaíses industrialmente desarrollados. LaConvención revisada entrará en vigorcuando la hayan suscrito 12 países. Hastael momento, sólo seis la han ratificado.

(Véase el artículo "El derecho de autor yel mundo en desarrollo" de Georges Rave-lonanosy en El Correo de la Unesco deJulio de 1972.)

Ayuda internacionalpara preservar Cartago

Varios países están enviando equiposarqueológicos a Cartago, en respuesta alllamamiento internacional hecho el año

pasado por el Director General de laUnesco, René Maheu, a las universidades

e instituciones y fundaciones científicas afin de que participen en la campaña parasalvar Cartago. (Véase El Correo de laUnesco de diciembre de 1970, «No hayque destruir Cartago»). Varios arqueólogospolacos se encuentran trabajando sobre elterreno desde el año pasado, y pronto seunirán a ellos equipos de especialistas deBulgaria, Francia, Italia, Gran Bretaña yotros países. Las contribuciones a estacampaña pueden enviarse directamente alFondo Especial para Cartago, Unesco,Place de Fontenoy, París Vil.

El Premio Montaigneal Sr. René Maheu

El Premio Montaigne de 1973 fue entre¬gado al Director General de la Unesco,Sr. René Maheu, en una ceremonia cele¬

brada recientemente en París. Otorgaanualmente el premio la Fundación F.V.S.de Hamburgo (República Federal de Ale¬mania) en «reconocimiento del papeldesempeñado por eminentes representan¬tes de los países europeos de lenguasrománicas en el mantenimiento de los

valores espirituales de Europa y su aperturaal mundo». La concesión del galardón alSr. René Maheu se funda en los méritos

adquiridos al frente de «una institución

dedicada a la cooperación entre los pue¬blos» y en su labor como destacado filó¬sofo y humanista europeo.

Plazo máximo parasalvar Borobudur

Habrá que obtener cerca de millón ymedio de dólares antes de fines de juniode 1973 si se quiere salvar los templosbudistas de Borobudur, Indonesia (sigloXVIII). Así lo declara el Director Generalde la Unesco, Sr. René Maheu, en un

urgente llamamiento hecho hace poco. Secalcula que para preservar dichos templosse necesitarán 7.750.000 dólares. El gobier¬no de Indonesia, que suministrará 2.750.000dólares, iniciará los trabajos de restaura¬ción a condición de que los Estados Miem¬bros de la Unesco se comprometan acontribuir con tres millones antes del 30 de

junio del año en curso. Las contribucionesrecaudadas hasta la fecha ascienden a la

mitad de esa cifra.

Los medios de comunicación

y la cienciaEn junio próximo se celebrará en El Cai¬

ro, organizado por la Unesco, un coloquiointernacional sobre el tema «Los medios

de comunicación moderna y la iniciacióncientífica». Especialistas de la prensa delos países árabes examinarán los resul¬tados obtenidos por el programa de utili¬zación de dichos medios con miras a la

información científica y técnica que elpasado año se puso en práctica en Egiptocon ayuda de la Unesco. Asimismo seestudiarán las posibilidades de ampliar eseprograma a otros países de la región.

Antologíade la literatura oral

Con motivo del Año Internacional del

Libro, que se celebró en 1972, cerca de300 autores de casi todos los países delengua española participaron en un con¬curso organizado en España para elaboraruna antología de cuentos y leyendas dela literatura oral. La antología será publi¬cada por el Instituto Nacional del Librode Madrid.

En comprimidos

En 1970, los países que proporcionanasistencia para el desarrollo gastaron enarmamento una suma de dinero 25 veces

mayor que la que destinaron a ayudar aotros países, según indica un estudio delas Naciones Unidas.

La venta de sellos de correos especial¬mente emitidos por Monaco *para salvarVenecia' ha permitido aportar 10.000 dóla¬res a la campaña internacional que con esefin lanzó hace algunos años la Unesco.

En Kiev, capital de Ucrania, se ha inau¬gurado un museo dedicado a los libros ya la historia de la imprenta.

Los especialistas suecos en problemasrelativos a la contaminación de los lagosacaban de descubrir un nuevo sistema queya ha sido puesto en práctica en un lagopróximo a Estocolmo, cuyo grado de conta¬minación era elevado, y que consiste enbombear aire comprimido para revitalizary purificar las aguas.

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Bibliografíageneral

2689

de la

literatura

2690

latino¬americana

269 1

Unesco

Fondo Nación

Correspond

Duran Cerda, Julestrenadas. San

Literatura Chi I

Dyson, John. La

Santiago de Cl

234 p.

Frugoni de Fride Buenos Aire

«Ricardo RojaTomo I, lcti

letras J-Q,

González Castro, IBlasi Brambilic

Con el del;

us compor

^"Leoncio

pity o I ::tor R

j.r&en,

1972

Library - Bibliothèqueübrarygunesco.org^'5 de Fontenoy75007 Paris, France

BIBLIOGRAFÍA

GENERAL DE

LA LITERATURA

LATINO¬

AMERICANA

Periodo colonial,por G. Lohman Villena yL. Jaime Cisneros

Siglo XIX,por Julio Ortega

Época contemporánea,por H. Jorge Becco

Coordinador :

Jorge Carrera Andrade

Revisor :

Héctor Luis Arena

Dentro del gran estudio de las culturas

de América Latina emprendido por laUnesco, los expertos reunidos en Limaen 1 967 propusieron que se confeccionaseuna bibliografía literaria selectiva queofreciese un material equilibrado y mo¬derno de "las numerosas y calificadasbibliografías existentes ".

Esta bibliografía., que ahora acaba deaparecer, va a resultar indispensable comobase científica que complementará lalectura y el examen del libro AméricaLatina en su literatura, primer volumende tipo ensayístico que se publicará enejecución del gran estudio de la Unesco.

(Este volumen está en preparación y seráeditado conjuntamente por la Unesco ypor Siglo XXI Editores, de México).

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las publicaciones: Verlag Dokumentation Postfach 148.

Jaiserstrasse 13, 8023 München-Pullach. Para «UNESCO

KURIER» (edición alemana) únicamente: Vertrieb Bahren¬

felder Chaussee 1 60, Hamburg-Bahrenfeld, C.C.P. 276650.

(DM 16). BOLIVIA. Librería Universitaria, Univer¬

sidad San Francisco Xavier, apartado 212, Sucre.

BRASIL. Fundaçao Getúlio Vargas, Serviço de Publica¬

çoes, caixa postal 21120, Praia de Botafogo 188, Rio

de Janeiro, GB (Crs.25). COLOMBIA. Librería Buch-

holz Galería, avenida Jiménez de Quesada 8-40, apartado

aéreo 49-56, Bogotá; Distrilibros Ltda., Pío Alfonso

García, carrera 4a, Nos. 36-119 y 36-1 25, Car¬

tagena; J. Germán Rodríguez N., calle 17, Nos. 6-59,

apartado nacional 83, Girardot, Cundinamarca;

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5829, apartado nacional 931, Bogotá; y sucur¬sales: Edificio La Ceiba, Oficina 804, Medellin; calle

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Zaccour, oficina 736, Cali. COSTA RICA. Librería

Trejos S.A., Apartado 1313, San José. CUBA. Distri¬

buidora Nacional de Publicaciones, Nepcuno 674, La

Habana. CHILE. Editorial Universitaria S.A., casilla

10 220, Santiago. (E- 145) ECUADOR. Casa de la

Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, Pedro Moncayo

y 9 de Octubre, casilla de correo 3542, Guayaquil.

EL SALVADOR. Librería Cultural Salvadoreña, S.A.,

Edificio San Martín, 6a calle Oriente No. 1 1 8, San

Salvador. ESPAÑA. Todas las publicaciones incluso «El

Correo»: Ediciones Iberoamericanas, S.A., calle de Oñate

15, Madrid 20; Distribución de Publicaciones del Consejo

Superior de Investigaciones Científicas, Vitrubio 16,

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ciones Científicas, Egipcíacas 1 5, Barcelona. Para «El

Correo» solamente: Ediciones Liber, apartado 17,

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DE AMERICA. Unesco Publications Center, P.O.

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la Unesco, 6a calle 9.27 Zona 1, Guatemala (Quetzal 3,20).

JAMAICA. Sangster's Book Stores Ltd., P.O. Box 366 ;101, Water Lane, Kingston. MARRUECOS. Librairie

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«El Correo de la Unesco» para el personal docente:

Comisión Marroquí para la Unesco, 20, Zenkat Moura-

bitine, Rabat (CCP 324-45). MÉXICO. CILA (CentroInteramericano de Libros Académicos), Sullivan 3 1 -Bi

México 4 D. F. (45 pesos) MOZAMBIQUE. Salema &

Carvalho Ltda., caixa Postal 1 92, Beira. NICARAGUA.

Librería Cultural Nicaragüense, calle 1 5 de Septiembre yavenida Bolívar, apartado No. 807, Managua. PARA¬

GUAY. Melchor García, Eligió Ayala 1650. Asunción .

PERU. Unicamente «Ei Correo»: Editorial Losada Peruana,apartado 472, Lima. Otras publicaciones: Distribuidora Inca

S.A. Emilio Althaus 470. Lince, casilla 3115, Lima. (220soles). PORTUGAL. Dias SAndrade Ltda., Livraria Por¬

tugal, rua do Carmo 70, Lisboa (Esc.1 05). REINO UNI¬

DO. H.M. Stationery Office, P.O.Box 569, Londres S.E.I.-

(£1,30). -REPÚBLICA DOMINICANA. Librería Domi¬

nicana, Mercedes 49, apartado de correos 656, Santo Do¬

mingo. URUGUAY. Editorial Losada Uruguaya, S.A.

Librería Losada, Maldonado 1092, Colonia 1340, Monte¬

video. VENEZUELA. Librería Historia, Monjas a

Padre Sierra, Edificio Oeste 2, No. 6 (frente al Capitolio)apartado de correos 7320-101. Caracas (Bs. 20).

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