Corpus de Textos

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1 PT 164 Instituto Superior San José. Malargüe, Mendoza. CORPUS DE TEXTOS. ALUMNA: Rivas Juliana. CURSO: 4° año Profesorado de Enseñanza Primaria. PROFESORA: Eliana Linero. AÑO: 2012.

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PT 164 Instituto Superior San José.Malargüe, Mendoza.

CORPUS DE TEXTOS.

ALUMNA: Rivas Juliana. CURSO: 4° año Profesorado de Enseñanza Primaria. PROFESORA: Eliana Linero. AÑO: 2012.

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TEXTOS LITERARIOS.

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TEXTOS FOLKLÓRICOS.

POÉTICOS.

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NANAS, ARRULLOS, CANCIONES DE CUNA.

DUÉRMETE MI NIÑO.

Duérmete, mi niño

Duérmete, mi sol,

Duérmete, pedazo

de mi corazón.

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San José y la Virgen

y Santa Isabel

Andan por las calles

de Jerusalén,

preguntando a todos

por el niño Dios

y todos responden

que saben de él.

ESTE NENE LINDO.

Este nene lindo

se quiere dormir,

y el pícaro sueño

no quiere venir.

Este nene lindo

que nació de noche,

quiere que lo lleven

a pasear en coche.

COPLAS.

Un diablo se cayó al agua,otro diablo lo sacó

y otro diablo le decía:- ¿Cómo diablo se cayó?

-----------------------------------------Alegría cuando viene,tristeza cuando se va,

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siempre está mi corazónpensando si volverá.

----------------------------------Desde abajo me'i vendidopasando por las salinas;

vengo derramando coplascomo máiz pa' las gallinas.--------------------------------------

En la falda de un cerrocantaba un zorro;

le salieron los perros,se apretó el gorro.

----------------------------------De las aves que vuelan

me gusta el sapo,porque es petiso y gordo,

panzón y ñato.---------------------------------

ADIVINANZAS.

Tengo cabeza redonda,

sin nariz, ojos ni frente,y mi cuerpo se compone

tan sólo de blancos dientes.(El ajo)

En alto vive, en alto mora,en alto teje, la tejedora.

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(La araña)

Bonita planta, con una flor

que gira y gira buscando el sol.

(El girasol)

Abierta siempre estoypara todos los niños.

Cerrada y triste me quedolos domingos. (La escuela)

Se parece a mi madrepero es más mayor,

tiene otros hijos que mis tíos son.

(La abuela)

Muy bonito por delantey muy feo por detrás;

me transformo a cada instante,pues imito a los demás.

(El espejo)

DICHOS Y REFRANES.

Mientras hay vida, hay esperanza. Al que madruga, Dios lo ayuda. Más vale pájaro en mano, que cien volando. Siempre que llovió, paró. Quien mucho abarca, poco aprieta. No hay mal que dure cien años. En casa de herrero, cuchillo de palo. El que se fue a Sevilla, perdió la silla. Al mal tiempo, buena cara. A caballo regalado, no se le miran los dientes. No hay mal que por bien no venga. Dios aprieta pero no ahorca. A falta de pan, buenas son las tortas.

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Por la boca muere el pez. A palabras necias, oídos sordos. Ojos que no ven, corazón que no siente. Perro que ladra, no muerde. A buen entendedor, pocas palabras. Al pan, pan y al vino, vino. Genio y figura hasta la sepultura. Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Quien siembra vientos, recoge tempestades. Mucho ruido y pocas nueces. Haz el bien, sin mirar a quien. Hombre prevenido, vale por dos. Más vale poco, que nada. Quien mal anda, mal acaba. En boca cerrada, no entran moscas. Mal de muchos, consuelo de tontos. No por mucho madrugar, se amanece más temprano. Aquí hay gato encerrado. No dejes para mañana, lo que puedes hacer hoy.

VILLANCICOS.

CAMPANA SOBRE CAMPANA.

Campana sobre campana,y sobre campana una,asómate a la ventana,

verás al Niño en la cuna.

Belén, campanas de Belén,que los ángeles tocan¿qué nueva me traéis?

Recogido tu rebaño¿a dónde vas pastorcillo?

Voy a llevar al portalrequesón, manteca y vino.

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Belén, campanas de Belén,que los ángeles tocan¿qué nueva me traéis?

Campana sobre campana,y sobre campana dos,

asómate a esa ventana,porque está naciendo Dios.

Belén, campanas de Belén,que los ángeles tocan¿qué nueva me traéis?

Campana sobre campana,y sobre campana tres,

en una Cruz a esta hora,el Niño va a padecer.

Belén, campanas de Belén,que los ángeles tocan¿qué nueva me traéis?

ROMANCES.

ROMANCE DE ROSALINDA.

A las puertas del palacio de una señora de bien, llega un lindo caballero corriendo a todo correr. 

Como el oro es su cabello, como la nieve, su tez; 

sus ojos, como dos soles y su voz, como la miel. 

- Que Dios os guarde, señora. - Caballero, a vos también. 

- Ofrecedme un vaso de agua, que vengo muerto de sed. 

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- Tan fresca como la nieve, caballero, os la daré. 

La cogieron mis tres hijas al punto de amanecer. 

- ¿Son hermosas vuestras hijas?- Como un sol de Dios las tres.- Decidme, ¿cómo se llaman?,

si en ello gusto tenéis.- La mayor se llama Elena,

y la segunda Isabel,y la más pequeña de ellas

Rosalinda la nombré.

- Decid a las tres que salgan, que las quiero conocer. - La mayor y la mediana 

al punto aquí las tendréis. Rosalinda, caballero, 

os ruego la perdonéis; por vergüenza y cobardía 

no quiere dejarse ver. 

- Lindas son las dos que veo, lindas son como un clavel, 

pero más linda será la que no se deja ver. 

A las puertas del palacio de la señora de bien, 

llegan siete caballeros, siete semanas después. 

- Preguntadme, caballeros,que yo os sabré responder.- Tres hijas como tres rosas nos han dicho que tenéis, la más pequeña de todas 

sin temor nos la entreguéis, que en los palacios reales va a casarse con el rey. 

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RONDAS.

SOBRE EL PUENTE DE AVIGNON

Sobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,

hacen así...así las lavanderas.

Sobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,

hacen así...así las planchadoras.

Sobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,

hacen así...así los militares.

Sobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,

hacen así...Así las cocineras.

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Sobre el puente de Avignóntodos bailan y yo también,

hacen así...así me gusta a mí.

DISPARATES.

"En mi chacra tuve un chanchoque se llamaba don Pancho

tenía limpio y prolijoel rancho."

"Nicolasa la medusase enojó con la merluzaporque no le regalaba

su blusa."

“Raro es, raro es que estornudescon los pies”.

“Tengo que pasar el ríoa caballo de un mosquitopara que me digan todos¡qué caballo tan bonito!”

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TRABALENGUAS.

Si yo como como como,y tu comes como comes.

¿Cómo comes como como?Si yo como como como.

Si su gusto no gusta del gustoque gusta mi gusto,

que disgusto se lleva mi gustoal saber que su gusto

no gusta del gustoque gusta mi gusto.

A Cuesta le cuestasubir la cuesta,

y en medio de la cuesta,va y se acuesta.

Pepe piñaPica papaPica papaPepe piña.

El rey de ConstantinoplaSe quiere descontantinopolizarel que lo descontantinopolizare

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buen descontantinopolizador será.

Cuando cuentes cuentoscuenta cuantos cuentos cuentas,

porque si no cuentascuantos cuentos cuentas

nunca sabrás cuántos cuentos sabes contar.

RETAHÍLAS.

Periquito, el bandolero,se metió en un sombrero,el sombrero era de paja,

se metió en una caja,la caja era de cartón,se metió en un cajón,el cajón era de pino,,

y se metió en un pepino,el pepino maduró .y Periquito se salvó.

Ronda, ronda,el que no se haya escondido,

que se esconda,y si no,

que responda.

Pisa, Pisuelacolor de ciruela

no hay de mentani de rosa

para mi querida esposaque se llama Doña Rosa.

Esto era un gatoque tenía los pies de trapo

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y la barriguita al revés.¿Quieres que te lo cuente otra vez?

Este compró un huevo, éste encendió el fuego, 

éste trajo la sal, éste lo guisó 

y éste pícaro gordo se lo comió. 

 

PROSA.

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JUEGOS DE RECONOCIMIENTO PERSONAL.

Cara limpia, manos limpiascon suave olor a jabón.Dientesitos cepillados:de menta lleváis sabor.

----------

Tengo, tengo, tengomuchos dientesitos,

y para cuidarlosdebo cepillarlos.

Tengo, tengo, tengomuchos dientecitos...

¡Que queden muy blancos!¡Que queden muy limpios!

Que linda manito que tengo yo,chiquita y bonita que Dios me dio.

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CUENTOS.

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CUENTOS TRADICIONALES.

El zorro, la paloma y el chingolo.Ésta era una paloma que tenía dos pichoncitos. El zorro le

dijo: -Dame un pichoncito, si no te mato. Y la paloma, de miedo, le largó un pichoncito. Y lloraba todo el día la paloma. Y viene el compadre chingolo y le dice: -¿Por qué llorás paloma? -Porque el zorro me comió un hijito. Yo se lo tiré porque si

no se lo daba m' iba a comer a mí y a mi otro hijito. Y ahora va a venir y me va a comer el otro. -¡No siás zonza! -le dice el chingolo-, los zorros no se

suben a los árboles. La paloma lo encontró al zorro y le dijo: -Mi ha dicho mi compadre chingolo que usté mi ha hecho

zonza, que usté no se sube a los árboles. -¿Quién te ha dicho que yo no me subo a los árboles? -Mi compadre chingolo. Y el zorro se fue a buscarlo. Lo encontró al chingolo, y en

un descuido lo cazó. Lo llevaba en la boca, y lo vio la paloma, y le dijo: -Éste no era mi compadre chingolo que me ha dicho que

usté no se sube a los árboles. Y el zorro, ¡nada! Y le vuelve a decir la paloma:

-Me han dicho que usté sabe cantar muy bonito. ¡Cante un cantito! ¡Cante un cantito!

Y el zorro se creyó y cantó: -¡Guá!... ¡Guá!... ¡Guá!... Y abrió la boca, y se voló el chingolo. Y así lo salvó la

paloma.

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CUENTOS MARAVILLOSOS.

LAS HADAS. Había una vez una viuda que tenía dos hijas; la mayor

tanto se le asemejaba en el carácter y el rostro, que quien la veía, a su madre miraba; y una y otra eran tan poco amables y tan orgullosas, que no había manera de vivir con ellas. La menor era el exacto retrato de su padre por su dulzura y honestidad, y cuantos la conocían afirmaban que era joven hermosísima de alma y de cuerpo. Como cada cual ama a su semejante, con delirio quería la madre a la mayor y era grande su aversión por la otra, a quien obligaba a comer en la cocina, condenándola a un trabajo incesante.

Veíase obligada la pobre criatura a ir dos veces al día en busca de agua a un punto que distaba más de media legua de la casa, regresando con una enorme jarra llena. Un día que estaba en la fuente, se le acercó una pobre mujer y le rogó que le diese de beber.

-Con mucho gusto, mi buena madre, le contestó la hermosa joven; levantando la jarra la llenó de agua en el sitio de la fuente donde más cristalina era, y luego la sostuvo presentándola a la anciana para que bebiera con toda comodidad.

Una vez hubo apagado su sed la pobre mujer, le dijo:-Eres tan bella, tan hermosa y tan honesta que quiero

hacerte un don (porque era un Hada que había tomado la apariencia de una pobre mujer de aldea para ver hasta dónde llegaba la bondad y honestidad de la joven): Te doy como don, continuó la anciana, que a cada palabra que digas salga de tu boca una flor o una piedra preciosa.

Cuando llegó a su casa, su madre le riñó porque volvía tan tarde de la fuente.

-Perdón os pido, madre mía, contestó la pobre joven, por haber tardado tanto tiempo.

Al decir estas palabras, le salieron de la boca dos rosas, dos perlas y dos gruesos diamantes.

-¡Qué veo! Exclamó la madre llena de admiración. ¡Me parece que te saltan de la boca perlas y diamantes! ¿A qué se debe eso, hija mía?

Fue la vez primera que la llamó hija. La pobre joven le contó candorosamente lo que le había pasado, y mientras habló saltaron diamantes en número infinito de sus labios.

-Es necesario que envíe mi otra hija a la fuente, dijo la madre. Mira lo que sale de la boca de tu hermana cuando habla. ¿No te gustaría poseer el mismo don? Para alcanzarlo no tienes

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más que ir por agua a la fuente, y cuando una pobre mujer te pida de beber, complacerla con mucha amabilidad.

-¡No faltaba más! Exclamó la mayor; ¡ir yo a la fuente!-Quiero que vayas en seguida, ordenó la madre.Fue a la fuente, pero murmurando durante todo el

camino. Se llevó la más hermosa jarra de plata que había en la casa, y en cuanto llegó a la fuente vio salir del bosque una dama magníficamente vestida que le pidió de beber. Era la misma hada que se había aparecido a su hermana, pero esta vez se presentaba con las maneras y vestidos de una princesa, por ver hasta dónde llegaba la maldad de la joven.

-¿Acaso he venido aquí, le contestó con rudeza la orgullosa, para daros de beber? ¿Creéis que para eso he traído una jarra de plata? Aquí está la fuente, si tenéis sed, bebed.

Contestole el hada, sin que sus palabras revelasen irritación:

-No eres buena, y puesto que tan poca es tu amabilidad, te concedo un don: a cada palabra que pronuncies saldrá de tu boca una culebra o un galápago.

Al regresar a la casa su madre le gritó al mismo verla:-¿Y bien, hija mía?-¿Y bien, madre mía? Contestó secamente, mientras

saltaban de su boca dos víboras y dos galápagos.- ¡Cielo santo!, exclamó la madre; tu hermana tiene de

ello la culpa y me la pagará.Dicho esto corrió detrás de la menor para golpearla, y la

pobre joven escapó y se fue al bosque próximo donde se refugió. Hallola el hijo del rey que volvía de caza, y al verla tan hermosa le preguntó qué hacía sola en tal sitio y por qué lloraba.

-¡Ah, señor, sollozó, mi madre me ha echado de casa!El hijo del rey, que vio salir de su boca cinco o seis perlas

y otros tantos diamantes, le rogó le dijera a qué se debía tal maravilla. Le refirió la joven su aventura de la fuente. El príncipe se enamoró de ella, y considerando que el don que poseía valía más que la dote que pudiese tener otra mujer, la llevó al palacio de su padre y se casó con ella.

En cuanto a la hermana mayor, tanto se hizo aborrecer que su madre la echó fuera; y después de haber andado mucho la desgraciada sin encontrar quien quisiera recibirla, murió en un rincón del bosque.

 

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FÁBULAS.

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EL PERRO Y EL REFLEJO EN EL RÍO.

Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo. 

Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre. 

Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo,  y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente.

 Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que

ya has adquirido con tu esfuerzo.

Esopo.EL RATON DE LA CIUDAD Y EL DE CAMPO.

Un ratón de la ciudad invitó a merendar a otro compañero que habitaba en el campo, y hallándose juntos en la bien provista despensa de un palacio, dijo el ratón de casa al campesino:- Amigo mío, come lo que gustes y sin cuidado, que las provisiones son variadas y abundantes.Ya habían comenzado a saborear las mejores viandas, cuando de repente y con gran estrépito, el cocinero abrió la despensa. Los ratones, asustados, escaparon cada uno por su lado, y como el de casa conocía todos los rincones se puso enseguida a salvo, mientras el forastero no acertó a encontrar escondite alguno.Al marcharse el cocinero, salieron de nuevo los comensales, y el campesino, tomando la palabra, preguntó al ciudadano:- ¿Es aquí frecuente el peligro?...- Sí, contestó el otro, esto sucede muy a menudo, y por lo mismo no debes tener cuidado.- ¡Ala! - repuso el campesino -. ¡Con que esto acontece todos los días! Es cierto que vives en la opulencia, pero con todo, prefiero mi pobreza del campo a la zozobra en que habitas.

Bien está Pedro en Roma,aunque no coma.

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LEYENDAS.

EL VELO DE LA NOVIA (CATARATAS DEL IGUAZÚ).

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Leyenda guaraní

VOCABULARIO

IGUAZU: (I: agua; GUAZU: grande)Agua grande.PANAMBI: Mariposa.YUCHAN: Palo borracho.OGA: Casa.CAMOATI: Avispa melera.PYRA-YARA: Dueño del río y de los peces.

La exuberante vegetación de la selva tropical envuelve el paisaje con el embrujo de su magnífica belleza.

Los árboles elevan sus copas al cielo en isipós, helechos y bejucos, y se mezclan y se entrecruzan unos con otros en cascadas de verdes intensos, de amarillos, de sepias y de pardos.

El duro lapacho cubierto de flores violáceas, el peteribí festoneado de pétalos blancos, el Jacarandá que luce su floración añil, el ivirá pitá con su manto de corolas amarillas, y los cedros, los algarrobos, los quebrachos y los timbós, que forman la abigarrada selva, son cuna y sostén de las maravillosas orquídeas que, en múltiples formas y coloridos hermosos, se ofrecen con profusión a los ojos admirados de los que llegan a gozar de belleza tan extraordinaria.

Y junto a esta hermosura de formas y de colores, el magnífico espectáculo del río, del Iguazú, del Agua Grande, como bien lo nombraron los primitivos habitantes de la región.

Fue en tiempos de los guaraníes, precisamente, hace muchísimos años, tantos que no se podría determinar su número.

En ese marco de Soberbia belleza, en una choza levantada junto a la orilla, defendida por los colosos de la selva, vivía Panambí con su madre.

Tan bonita y tenue como mariposas que en vuelo raudo cruzaban la floresta, era esta Panambí de la leyenda.

Bonita, muy joven, de grandes y expresivos ojos negros y lacio y brillante cabello, vivía gozando de los dones que le brindaba la naturaleza.

Su voz armoniosa se desgranaba en dulces melodías, cuando, dirigiendo la frágil canoa, llevando su cesto tejido con fibras de yuchán, iba en busca de apetitosos frutos o de exquisita miel silvestre, de camoatí o de lechiguana.

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Su madre la oía desde lejos y distinguía su voz cristalina destacándose del ruido que hacía el agua al precipitarse desde la altura y de los trinos de los pájaros que cantaban en la fronda...

Panambí llegada fresca y armoniosa, con su cesto repleto de provisiones. Era una flor más, entre las flores de la selva y su sonrisa constante reflejaba su amor a la vida, su alegría de vivir.

Un día, como tantos otros, Panambí, con su cesto enlazado en el brazo, llegó hasta la orilla donde se hallaba amarrada la canoa. marchaba a su cabaña llevando el tribuno del bosque.

Desató el cordel que sujetaba la canoa; tomó la pala y a los pocos instantes, manejada con pericia, la embarcación se deslizaba por las aguas tranquilas en dirección a su oga.

Volvía del grupo de islas a las que había llegado en busca de frutos y de miel de camoatí. Allí el río era ancho y la corriente muy suave. El crepúsculo teñía de rojo, violado y oro, las nubes y las aguas.

La vegetación de las orillas, erguida o inclinada sobre el río, ponía un marco de verdes diversos en el paisaje.

A mitad de camino se cruzó con otra canoa. La dirigía un indio joven, desconocido para ella, que la miró, con curiosidad primero, con interés, luego.

El indio, apuesto, de piel cobriza y brillante, de cuerpo recio y brazos fuertes, impulsaba la canoa con movimientos firmes y precisos.

Al pasar cerca de la doncella, clavó sus ojos dominadores en la dulce Panambí y una gran admiración se pintó en ellos.

La niña quedó como hipnotizada, incapaz de separar su vista del desconocido que así la había impresionado.

Continuó mirándolo en la misma forma hasta verlo desaparecer en la lejanía. Por un momento quedó inmóvil, en medio del río, la canoa mecida suavemente por el vaivén de las aguas.

Cuando volvió a la realidad, la luna había extendido su manto de plata y se reflejaba en el río dibujando una estela brillante.

Pensando en su madre que la esperaría ansiosa, dio a la pala un impulso vigoroso y la canoa surcó las aguas con rapidez.

Al llegar a su cabaña, tal como se lo figuraba, la madre la esperaba afligida.

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- ¿Qué te ha sucedido, Panambí? ¿Cómo vuelves tan tarde? - le preguntó.

- No sé... madre... - respondió la niña con mirada ausente.

La madre la miró sorprendida. Una expresión desconocida, como ausente, se pintaba en el semblante de la niña. Por eso, alarmada, insistió:

-¿Qué te ha sucedido, Panambí? ¿No habrás hallado, por ventura, a Pyra-yara?

La niña la miró con mirada turbada y nada respondió. Ella misma no sabía lo que sucedía: pero eso si, sabía que no estaba como siempre.

El recuerdo del apuesto muchacho que viera en el río, no la abandonó desde entonces.

Si caminaba sobre la tierra rojiza que formaba los senderos, o marchaba por la selva separando helechos e isipós para poder pasar, o recostada en su hamaca miraba al cielo azul, o junto a la orilla mojaba sus pies en el agua clara que lamía la playa, la imagen del desconocido estaba siempre ante ella como un ser sobrenatural que la hubiera hechizado.

Sólo ansiaba que llegara la tarde para tomar su canoa y marchar a las islas, con la esperanza de volverlo a ver.

Y cada tarde y cada crepúsculo, el encuentro se repitió durante mucho tiempo.

Una noche, la paz reinaba en la selva y en la cabaña de la orilla, cuando se oyó, viniendo del río, un ruido de remos que hendían las aguas. Estas, a su contacto, se agitaban y se encrespaban, levantándose en olas que golpeaban con furia en la playa.

Panambí tuvo un sobresalto y se despertó como al conjuro de un mandato ineludible.

Abandonó la hamaca tejida, de algodón, donde hallaba descansando, y corrió a la orilla atraída por el llamado del desconocido que en ese instante pasaba con su canoa frente a la niña.

Panambí miraba absorta hacia el medio del río.

La misma fuerza que la impulsó hasta allí la condujo hacia el lugar donde se  había detenido la canoa.

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Al introducir sus pies en el río, éste se calmó y una superficie de aguas mansas y tranquilas la invitó a llegar hasta la embarcación que esperaba.

Panambí, inconsciente, obedeció a la fuerza poderosa que la dominaba y entró en el agua, la mirada fija en un punto lejano...

Las aguas, bajas al principio, sólo taparon sus pies, pero a medida que se internaba en ellas, iban cubriendo todo su cuerpo hasta que en un instante, sin notarlo siquiera, con la visión del apuesto guerrero que aún la esperaba, Panambí se hundió en las aguas que la envolvieron con su manto de cristal.

Poco después, el cuerpo exánime de la doncella, llevado por las aguas, aparecía junto a Pyra-yara, que no otro era el extraño ocupante de la embarcación.

El Dueño del río y de los peces, la tomó entre sus brazos fuertes y colocó el cuerpo sin vida en una balsa de juncos y tacuaras que flotaba amarrada a la popa de su canoa.

Con tan delicado botín, dirigió su embarcación hacia el lugar donde las aguas, al despeñarse en el abismo, formaban una enorme caída.

Los cabellos de Panambí, fuera de la balsa, marcaban una estela oscura en las aguas del río.

Navegaron durante algunos instantes, hasta que un ruido sordo e impotente, anunció la proximidad de la caída.

Al llegar, la canoa dirigida por Pyra-yara, apenas apoyada en las aguas, cayó al abismo formando un todo con la masa líquida, para seguir allí abajo el curso del río, como si no hubiera tenido que pasar semejante obstáculo, demostrando con ello su naturaleza sobrehumana.

No sucedió lo mismo con el cuerpo de Panambí que, despedido de la balsa por el potente impulso de la caída, quedó preso entre piedras del gran macizo por donde se volcaban las aguas al abismo, convirtiéndose en piedra ella misma y guardando sus formas humanas.

Un chorro de agua muy blanca y muy tenue se desliza desde entonces por su cabeza y cubre su cuerpo de piedra semejando un velo de novia que se deshace en gotitas de cristal antes de volver a formar parte del caudal del río.

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Ese fue el final de Panambí, la enamorada de un imposible, que olvidó que Pyra-yara, Dueño del río y de los peces, es incapaz, por ser esencia divina, de amar a ninguna mujer sobre la tierra.

MITOS.

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LA HIJA PERDIDA DE DEMÉTER.

Hades, dios de la tierra de los muertos, se enamoró de Perséfone, hija de Deméter; se lo hizo saber a Zeus, pero este por no querer ofender a ninguno de los dos sólo le guiñó el ojo a Hades, quien sin dudarlo más raptó a su amada y se la llevó a su reino.

Angustiada sin saber el paradero de su hija, Deméter disfrazada de anciana se dispuso a recorrer un viaje de nueve días en busca de Perséfone. Sin éxito obtenido volvió a Atenas.

Muy triste aceptó el trabajó de niñera que los reyes de Eleusis le ofrecieron junto con una bebida de cebada. Al poco rato llegó Triptolomeo para revelarle el sitio donde su hija se encontrara. Enojada con Zeus en vez de regresar al Olimpo, empezó a evitar que los frutos y las hierbas crecieran, situación que preocupó mucho a Zeus. Mandó a Hera y Poseidón para hacer recapacitar a Deméter, pero no hizo caso, le envió obsequios que ella no quiso recibir; entonces mandó a Hermes con Hades para exhortarlo a que liberara a la muchacha.

Hades accedió porque al negarse a comer, Perséfone podía aún conseguir su libertad.Pero he aquí que un jardinero Ascálafo la vio comer siete pepitas de granada, lo cual no le permitiría a Perséfone salir.

Deméter entonces amenazó con no levantar su maldición hasta que su hija le fuese devuelta; entonces Zeus resolvió que Perséfone permaneciera con Hades siete días del año, por cada pepita que había ingerido y el resto con su madre.

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TEXTOS NARRATIVOS.

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TEXTOS DE NARRATIVA CORTA.

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CUENTO REALISTA.

EL TIGRE.

Nunca vimos en los animales de casa orgullo mayor que el que sintió nuestra gata cuando le dimos a amamantar una tigrecita recién nacida.

La olfateó largos minutos por todas partes hasta volverla de vientre; y por más largo rato aún, la lamió, la alisó y la peinó sin parar mientes en el ronguido de la fierecilla, que, comparado con la queja maullante de los otros gatitos, semejaba un trueno. 

Desde ese instante y durante los nueve días en que la gata amamantó a la fiera, no tuvo ojos más que para aquella espléndida y robusta hija llovida del cielo.

Todo el campo mamario pertenecia de hecho y derecho a la roncante princesa. A uno y otro lado de sus tensas patas, opuestas como vallas infranqueables, los gatitos legítimos aullaban de hambre. 

La tigre Abrió, por fin. Los ojos y, desde ese momento, entró a nuestro cuidado. Pero, qué cuidado! Mamaderas entiabas, dosificadas y vigiladas con atención extrema; imposibilidad para incorporarnos libremente, pues la tigrecilla estaba siempre entre nuestros pies. Noches en vela, más tarde, para atender los dolores de vientre de nuestra pupila, que se revolcaba con atroces calambres y sacudía las patas con una violencia que parecía iba a romperlas. Y, al final, sus largos quejidos de extenuación, absolutamente humanos. Y los paños calientes, y aquellos minutos de mirada atónita y velada por el aplastamiento, durante los cuales no nos reconocía. 

No es de extrañar, así, que la salvaje criatura sintiera por nosotros toda la predilección que un animal siente por lo único que desde nacer se vio a su lado.

Nos seguía por los caminos, ente los perros y un coatí, ocupando siempre el centro de la calle. 

Caminaba con la cabeza Baja, sin parecer ver a nadie, y menos todavía a los peones, estupefactos ante su presencia bien insólita en una carretera pública. 

Y mientras los perros y el coatí se revolvían por las profundas cunetas del camino, ella, la real fiera de dos meses, seguía gravemente a tres

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metros detrás de nosotros, con su gran lazo celeste al cuello y sus ojos del mismo color.

Con los animalitos de presa se suscita, tarde o temprano, el problema de la alimentación con carne viva.   Nuestro problema, retardado por una constante vigilancia, estalló un día, llevándose la vida de nuestra predilecta con él.

La joven tigre no comía sino carne cocida. Jamás había probado otra cosa. Aún más; desdeñaba la carne cruda, según lo verificamos una y otra vez. Nunca le notamos interés alguno por las ratas del campo que de noche cruzaban el patio y, menos aún, por las gallinas, rodeadas entonces de pollos.

Una gallina nuestra, gran preferida de la casa, criada al lado de las tazas de café con leche, sacó en esos días pollitos. Como madre, era aquella gallina única; no perdía jamás un pollo. La casa, pues, estaba de parabienes.

Un mediodía de ésos, oímos en el patio los estertores de agonía de nuestra gallina, exactamente como si la estrangularan. Salté afuera y vi a nuestra tigre, erizada y espumando sangre por la boca, prendida con garras y dientes del cuello de la gallina.

Más nervioso de lo que yo hubiera querido estar, cogí a la fierecilla por el cuello y la arrojé rodando por el piso de arena del patio y sin intención de hacerle daño.

Pero no tuve suerte. En un costado del mismo patio, entre dos palmeras, había ese día una piedra. Jamás había estado allí. Era en casa un rígido dogma el que no hubiera nunca piedras en el patio. Girando sobre sí misma, nuestra tigre alcanzó hasta la piedra y golpeó contra ella la cabeza. La fatalidad procede a veces así.

Dos horas después nuestra pupila moría. No fue esa tarde un día feliz para nosotros.

Cuatro años más tarde, hallé entre los bambúes de casa, pero no en el suelo, sino a varios metros de altura, mi cuchillo de monte con que mis chicos habían cavado la fosa para la tigresita y que ellos habían olvidado de recoger después del entierro.

Había quedado, sin duda, sujeto entre los gajos nacientes de algún pequeño bambú. Y, con su crecimiento de cuatro años, la caña había arrastrado mi cuchillo hasta allá.

 

Horacio Quiroga.

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CUENTO FANTÁSTICO.

EL ESPEJO MANCHADO.

En la casa de mi tía Lila hay un espejo manchado.

Cuando le pregunté: -¿Lila porque ese espejo está manchado? Lila me dijo que porque era muy antiguo.

-¿Y por qué no lo cambiás por un espejo nuevo? Le pregunté. -Porque ese espejo pertenecía a mis padres, a mis abuelos y a mis tatarabuelos. Tiene mucha historia. No podría deshacerme de él.

Comencé a mirarlo más detenidamente.

-No te mires mucho en ese espejo. Dijo Lila.- Tu abuelo nos tenía prohibido mirarlo.

-¿Por qué? Pregunté con curiosidad. -No conozco el porqué pero tu abuelo nos dijo que por culpa del espejo nunca pudo montar un caballo. Y a el le encantaban los caballos.

Decidí no hacerle caso y continuar investigando.

La superficie del espejo, o sea la parte vidriada estaba en buen estado. Pero del fondo del mismo parecían aflorar manchas de color plateado como si fueran flores. Estaba rodeado por un marco de madera que parecía más antiguo que el espejo mismo. Me miré. Hice muecas. Saqué la lengua.

El espejo parecía devolver una imagen deformada. Volví a mirarme. Yo no parecía tener diez años, sino más de dieciséis. Parecía mucho más alto. Mi cara era más delgada, mi cabello estaba más largo y hasta vestía de otra manera.

Tenía un arito en la oreja. Dije: -Hola y el sonido que me devolvió era grave y profundo. No era mi voz actual.

Recordé inmediatamente la charla que tuve con Chacho hacía unos días, cuando nuestros padres no nos dieron permiso para ir solos al cine. Los dos nos dijimos:- Cómo nos gustaría ser grandes para poder ir solos al cine.

¿Sería este un espejo mágico? Le conté a Chacho, y a él, que le gustaba todo lo que estaba rodeado de misterio, me pidió ir a verlo.

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Los dos nos paramos como dos estúpidos, acercando nuestras narices contra el vidrio, mientras observábamos las manchas con detenimiento hasta opacarlo con nuestro aliento.

Al alejarnos el espejo nos devolvió una imagen nuevamente deformada. Yo estaba igual que ayer, pero vestido diferente y Chacho era más alto que yo. Tenía el cabello teñido con un mechón verde sobre la frente y usaba una campera negra de jean. Nos reímos mientras observábamos nuestro aspecto desaliñado.

-¡Hablá! Le dije a Chacho.

Chacho preguntó: -¿Cuantos años tengo? El espejo devolvió la misma pregunta con una voz áspera y ronca. Chacho se quedó mudo del asombro.

De pronto apareció Lila y nos mandó cada uno para su casa.: -¡Basta de perder el tiempo con ese espejo. Tengo que salir y ya es hora de que preparen las tareas para el colegio!.

Al otro día estuvimos todo el día pensando en el espejo. Sin lugar a dudas tenía propiedades mágicas.

La duda de Chacho era conocer la edad que teníamos en la imagen representada y quería volver a la casa de mi tía a toda costa. Lila trabajaba todos los días y yo iba de visita una vez por semana.

A la semana siguiente ya Chacho había ideado algo. Lila se extraño de vernos otra vez a los dos. Nos apuramos a tomar la leche y nos sentamos juntos frente al espejo. Hicimos el mismo ritual de acercar nuestras narices para luego alejarnos a cierta distancia.

Esta vez estábamos vestidos con otra ropa. Chacho dijo: ¨tengo diez…años¨ y el espejo devolvió -Tengo diecisiete años- . Nos miramos asombrados y contentos. Habíamos logrado conocer la edad representada en el espejo.

Mientras caminábamos por la vereda nos preguntábamos que nos gustaría hacer cuando tuviéramos esa edad. Chacho era fanático de los aviones, y tirarse en paracaídas era su sueño. Yo pensaba que a esa edad tal vez mi papá me prestaría el auto y no bien llegó del trabajo le pregunté: -¿Papá cuando yo tenga diecisiete años , vos me vas a prestar el auto? Mi papá me dijo que si. -Si sacás el registro a esa edad, te lo presto. Pero ahora falta mucho para eso.-!Mirá la pregunta que me hacés!

Las clases terminaron, Nos fuimos de vacaciones y pasamos el verano despreocupados, disfrutando de la arena y del mar. Nos reencontramos nuevamente en el colegio y enseguida planificamos una visita a la casa de Lila.

-¡Otra vez los dos! ¿Vienen a verme a mí o al espejo? Preguntó.

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Los dos corrimos hacia el espejo manchado e iniciamos nuestro ritual.

Al alejarnos el espejo devolvió una imagen que nos heló la sangre. Chacho estaba en una cama de hospital. Con una venda manchada de sangre en la cabeza y los ojos cerrados. Le salían cables y tubos en todas direcciones. Un aparato le sostenía una pierna en lo alto. Parecía un accidentado. Yo lloraba a su lado.

Salimos corriendo cada uno para su casa pensando en qué podría haber pasado mientras hacíamos mil conjeturas. Recién pudimos volver en dos semanas. No nos importaba el biscochuelo que Lila había preparado ni la leche chocolatada. Solo queríamos mirar el espejo.

Esta vez no pudimos vernos juntos.

-¿Qué habría sucedido?

Decidimos enfrentarlo de a uno por vez. Primero se enfrentó Chacho.

Chacho tenía los ojos abiertos pero parecía perdido. Seguía en la cama de hospital, pero sin tantos cables. Por lo visto había mejorado.

Luego yo. Mi imagen era triste, con los ojos vidriosos y enrojecidos. Estaba vestido con saco y corbata como si hubiera perdido los beneficios de la adolescencia para asumir responsabilidades de la adultez.

Me levanté, confundido y nos fuimos maquinando mil historias posibles.

Pensamos que ese espejo en lugar de ser mágico era maldito. ¿Qué sentido tenía querer saber cómo seriamos a los diecisiete años?. Nada nos aseguraba que ese espejo nos reflejara el futuro real. Todas esas imágenes podrían ser engañosas. Pero por las dudas le hice prometer a Chacho que jamás se tiraría de un paracaídas.

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CUENTO DE CIENCIA FICCIÓN.

EL SUEÑO DEL ROBOT.

Roservind era un robot autómata y trabajador en las minas de Yanacocha. A sus 160 años de edad, el aun estaba en servicio efectivo. Nunca descansaba salvo los días en que tenía que recargase de energía o en los mantenimientos de maquinas autómatas.Este robot servía en un época después de la “Gran Revolución Robótica” (fue de mucho mayor impacto que la Revolución Industrial) y poco después de la R.R.I. (Reforma Robótica Industrial) en las que millones y millones de robots fueron destruidos en todo el planeta por manos humanas. Aunque estas maquinas con inteligencia artificial eran muy avanzadas, nunca significaron un peligro para la humanidad. Ya que su inteligencia nunca llegaría a ser comparada con la de un humano. Nunca tendrían la ambición y maldad para matar seres vivos. O tener lo que los humanos tienen en especial… esa cosa llamada, alma.Roservind tenía una estructura morfológica de un humano. Cubierto de metal resistente a la corrosión, su rostro no reflejaba emoción alguna. Este servía como multiusos en la industria, ya que en toda un planta industrial solo podría haber como máximo 3 robots según la ley 5 de la R.R.I. Su principal labor era de personal de limpieza, medico, contabilizador e instalador de dinamitas; aparte de otros trabajos más. Diariamente era víctima de humillaciones por parte de los trabajadores. Le escupían, pintaban, meaban en su cuerpo metálico y este no entendía la burla de los que se reían de él.Un día Roservind estuvo trabajando a 4000 metros bajo tierra con más de 100 mineros. Fue entonces cuando sucedió el siniestro: hubo un derrumbe que cubrió de rocas y tierra a todas las entradas de la minas. Tardarían más de 8 meses en rescatarlos, si estuviesen con vida. Después de 4 meses los trabajadores empezaban a morir uno en uno por hambre y sed. Incluso la ayuda médica del robot no fue suficiente para los desgraciados. Tan solo quedaban unos 10 de los 100 que había. El robot no podía hacer nada y tan solo se dedicaba a observar la agonía de los restantes. Aunque no tenía emociones, podía pensar. Y recordó los viejos tiempos que tenía un su base de datos de memoria, en que servía a una familia como mayordomo. Familia que lo vendió a un chatarrero, pero… él nunca sintió disgusto alguno.

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Nunca comprendía por qué las personas lloraban, reían… Eran tan impredecibles. Vio al último minero vivo al borde de la muerte agarrando una cruz y otra una foto de su familia, este lloraba y poco después, murió.El robot quedo totalmente solo con los cadáveres. Y por primera vez se pregunto que le hacía diferente a los humanos. Porque ellos van al cielo y los robots… no. Los animales no van al cielo —se decía así mismo— ¿Por qué los humanos? ¿Yo podría ir al cielo? De esa manera el robot se formulaba muchas preguntas. En una de esas, recordaba cuando hubo una huelga de trabajadores de la mina. Estos reclamaban sus derechos, tenían metas en la vida. Recordaba los grandes triunfos en la historia de la humanidad; lograron sus metas… sus sueños.Varios días después las luces dentro de la mina se apagaron y el robot quedo en total oscuridad… y se pregunto: ¿Cuál es mi meta en mí existencia? Prendió la luz de su casco y empezó a leer una biblia que lo tomo de un cadáver.Pasaron más de nueve meses, y llego el rescate… solo sacaron al robot.Una vez fuera. Todos miraban con odio a este. Sin motivo alguno un supervisor le dijo al robot:— ¡Tu… Vuelve a tu trabajo!El robot se quedo parado frente al supervisor, y este quedo sorprendido porque los todos los robots siempre ejecutan una orden rápidamente… pero este era diferente.— ¡Vuelve a tu trabajo!—le seguía exclamando el supervisor. Pero el robot logro entender la diferencia entre robots y humanos… era el alma. Según las sagradas escrituras, el alma era única en cada ser humano y la que se iría al cielo o al infierno dejando el cuerpo material.— ¡No escuchas robot estúpido! — Roservind se preguntaba: ¿Cómo puedo pensar independientemente sin obedecer las complejas líneas de programación? ¿Cómo haría para obtener un alma? Y sin darse cuenta el robot ya tenía una meta… un sueño. Ahora solo faltaba darle el punto de inicio a su largo camino… una palabra:— ¡Renuncio!y desde ese momento Roservind acababa de nacer.

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TEXTOS DE NARRATIVA

LARGA.

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NOVELA.

EL ESPEJO AFRICANO.

Es la historia de un espejo que va enlazando el destino de distintas personas en distintos lugares: una esclava africana, el general San Martín, un temeroso huérfano español… Y cuenta las arduas luchas que estos y tantos otros hombres y mujeres afrontaron para obtener la libertad.

Fue escrita por Liliana Bodoc. Está recomendado para alumnos a partir de los 12 años, es decir 7° grado.

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TEXTOS LÍRICOS.

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POESÍAS.

LOS RATONES.

Juntáronse los ratonespara librarse del gato;

y después de largo ratode disputas y opiniones,dijeron que acertarían

en ponerle un cascabel,que andando el gato con él,

librarse mejor podrían.

Salió un ratón barbicano,colilargo, hociquirromo

y encrespando el grueso lomo,dijo al senado romano,

después de hablar culto un rato:- ¿Quién de todos ha de ser

el que se atreva a ponerese cascabel al gato?

Lope de Vega.

PEGASOS, LINDOS PEGASOS,CABALLITOS DE MADERA…

Yo conocí siendo niño,la alegría de dar vueltassobre un corcel colorado,en una noche de fiesta.

En el aire polvorientochispeaban las candelas,

y la noche azul ardíatoda sembrada de estrellas.

¡Alegrías infantilesque cuestan una monedade cobre, lindos pegasos,

caballitos de madera!

Antonio Machado.

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CANCIONES.

MARCHA DE OSIAS.

Osías el Osito en mamelucopaseaba por la calle Chacabucomirando las vidrieras de reojosin alcancía pero con antojo

Por fin se decidió y en un bazartodo esto y mucho más quiso comprar.

Quiero tiempo pero tiempo no apurado,tiempo de jugar que es el mejor.

Por favor, me lo da suelto y no enjauladoadentro de un despertador.

Quiero un río con catorce pececitosy un jardín sin guardia y sin ladrón.

También quiero para cuando este solitoun poco de conversación.

Quiero cuentos, historietas y novelaspero no las que andan a botón.

Yo las quiero de la mano de una abuelaque me las lea en camisón.

Quiero todo lo que guardan los espejosy una flor adentro de un raviol

y también una galera con conejosy una pelota que haga gol.

María Elena Walsh.

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TEXTOS DRAMÁTICOS.

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OBRAS DE TEATRO.

DE AZUCENA LA CENA.

Personajes:

AZUCENA

MOZO

( LA ESCENA TIENE LUGAR EN UN RESTORÁN ELEGANTE. ENTRA AZUCENA, MUJER MUY BIEN VESTIDA Y SE SIENTA A UNA MESA. EN CUANTO SE ACERCA EL MOZO, SE LEVANTA UN INSTANTE, LO TOMA DEL BRAZO Y LO CONDUCE HACIA SU MESA.)

AZUCENA (HABLA RÁPIDO.) Buenas noches, señor. Por favor, ¿me podría atender enseguida? Estoy apurada.

MOZO ¿Qué dice, si la podría tender? ¿Dónde quiere que la tienda?

AZUCENA Disculpe, dije si me podría atender.

MOZO Sí, ya escuché, me preguntó si la podría tender. Esto es un restorán, no es un lugar para que la gente se tienda. Si se quiere tender vaya a tenderse a un sillón, a un sofá o a una plaza.

AZUCENA ¿A una plaza? ¿Para qué?

MOZO Para tenderse en un banco, si quiere.

AZUCENA Yo a los bancos voy a pagar las cuentas, no a atenderme. Para atenderme voy a...

MOZO (LA INTERRUMPE) Claro, para tenderse viene al restorán. Pero aquí la gente no viene a tenderse, viene a comer. Si quiere tenderse vaya a otro lado.

AZUCENA Señor, usted no me entiende, yo no quiero tenderme.

MOZO Señora, usted me preguntó si yo la podría tender. Y yo a los clientes no los tiendo.

AZUCENA Yo no sé si los tiende, pero ¡me parece que no los entiende!

MOZO (IRRITADO) ¡Claro que los entiendo! Pero no los tiendo. Lo único que a veces tiendo es la ropa: camisas, medias, pan...

AZUCENA (LO INTERRUMPE) ¡Pan! Justamente, podría ir trayendo pan, por lo menos.

MOZO Señora, yo me refería a pantalones.

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AZUCENA ¿Pantalones? ¿Para qué quiero que me traiga pantalones? Si quisiera pantalones no vendría a un restorán, iría a una tienda de ropa. Si vengo acá, es para comer.

MOZO ¿Y por qué no come en lugar de hablar tanto?

AZUCENA ¿Cómo quiere que coma si usted no me trae nada, ni siquiera me muestra las entradas?

MOZO Señora, usted de entrada tomó las cosas mal.

AZUCENA ¿Qué voy a tomar mal si no me trajo nada para tomar? Ni agua me trajo...

MOZO Si usted me pide que la tienda yo no sé qué traerle.

AZUCENA Señor, por favor, entienda: no le pido que me tienda, ¡sino que me atienda!

MOZO ¿Y por qué no empezó por ahí? Si usted no es clara yo no la puedo atender.

AZUCENA ¡Señor, sepa que yo no soy Clara! Nunca fui Clara ni lo voy a ser. A mí me llamaron siempre Azucena.

MOZO ¿A mi cena? ¿Quién la llamó a mi cena?

AZUCENA ¿A su cena? Nadie me llamó a su cena.

MOZO Pero, ¿en qué quedamos? ¿No acaba de decir que siempre la llamaron Azucena?

AZUCENA ¿Y a la cena de quién quiere que me llamen? Señor, ¿por qué no la termina con esta escena y se ocupa de mi cena?

MOZO Señora, no la entiendo. Usted dijo que la llamaron a mi cena, y acá la que viene a cenar es usted, no yo. Yo estoy trabajando de mozo.

AZUCENA Sí, de mozo... demos o... demos o... otra oportunidad a esta situación. Mire, ¿por qué no me trae algo para comer?

MOZO Cómo no. ¿Le gustaría como entrada probar unos tomates rellenos?

AZUCENA Podría ser. ¿Están buenos?

MOZO Claro, son tomates de quinta.

AZUCENA ¡Tomates de quinta! ¡Lo único que faltaba! ¡Y lo dice tan campante! Señor, sepa que si vengo a un restorán es para que me sirvan comida de primera, no de quinta.

MOZO Pero, señora, justamente, son tomates de quinta, excelentes...

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AZUCENA (SE LEVANTA Y SE ACERCA A LA PUERTA) ¡Quédese con su entrada, que yo prefiero la salida! ¡Mal educado! ¡Vaya a ofrecer sus tomates a otro lado!

(TELÓN)

Adela Basch.

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TEXTOS NO LITERARIOS

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TEXTOS EXPOSITIVOS.

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TEXTO DE ESTUDIO.

EL AGUA.

El agua es uno de los elementos más importantes de la Tierra: de hecho, cubre las tres cuartas partes de nuestro planeta y, sin agua, ningún ser vivo podría vivir.

La cantidad total de agua en la Tierra es, más o menos, siempre la misma, pero no está siempre en el mismo sitio.

La mayor parte del agua está en los mares y océanos, en los ríos y los lagos, pero también hay agua por debajo del suelo: de allí la sacamos los hombres, cavando agujeros que llamamos pozos.

Con el calor del sol, el agua se evapora y asciende por la atmósfera: al llegar a cierta altura, con el frío, el vapor se vuelve a condensar en gotitas de agua, formando así las nubes.

Esas nubes se desplazan, empujadas por el viento. Si llegan a algún lugar más frío (por ejemplo, si una montaña les obliga a subir aún más alto) o si las gotitas, al juntarse, aumentan demasiado su volumen, se produce la lluvia: las gotas caen al suelo.

Si la capa de aire donde llega la nube es muy fría, las gotitas de agua se cristalizan en copos de nieve.

A veces, entre la nube y el suelo se cuela una capa de aire helado: las gotas de agua que caen de la nube, al cruzar ese aire tan frío, se congelan y caen en forma de granizo.

Al caer al suelo, el agua de la lluvia o de la nieve, cuando ésta se derrite, va resbalando o se filtra dentro del suelo, siempre hacia abajo.

De esta forma, a través de los ríos el agua vuelve al mar y el ciclo vuelve a empezar.

Las mayores precipitaciones se producen en torno al Ecuador y en las zonas templadas cercanas a los océanos, pero hay zonas donde apenas llueve: son zonas áridas.

No siempre llueve de la misma forma: hay lloviznas, chubascos, aguaceros, trombas de agua y tampoco llueve igual todos los años: a veces pasan varios meses sin llover, es la sequía. Otras veces llueve tanto que los ríos se desbordan y provocan inundaciones.

BIOGRAFÍA.

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Elsa Bornemann, nació el 20 de febrero de 1952en Buenos Aires. Luego de conseguir su título de maestra nacional, se recibió deProfesora en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, hizo allí el doctorado y estudió inglés, alemán, italiano, latín y griego clásico.

Su bibliografía se compone de numerosos libros para chicos y adolescentes. Sus obras son editadas distintos países de América Latina, Estados Unidos, Europa, Israel y Japón.

Compuso además canciones y es autora de varias piezas teatrales. Colaboró en numerosas oportunidades con varias revistas para niños.

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TEXTOS ARGUMENTATIVOS.

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EDITORIAL.

OPINIÓN.

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CARTAS DEL LECTOR.

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TEXTOS INSTRUCTIVOS.

RECETA.

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TEXTOS INFORMATIVOS.

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NOTA PERIODÍSITCA.

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TEXTOS DESCRIPTIVOS.

RETRATO.

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RETRATO DE JOSÉ DE SAN MARTÍN

De “Historia de San Martín” de Bartolomé Mitre.

En los heroicos días de su edad viril, San Martín como la estatua viva de las fuerzas equilibradas, era alto, robusto y bien distribuido en sus miembros, ligados por una poderosa musculatura. Llevaba siempre erguida la cabeza, que era mediana y de una estructura sólida sin pesadez, poblada de una cabellera lacia, espesa y renegrida que usaba siempre corta dando relieve a sus líneas simétricas, sin ocultarlas.

El desarrollo uniforme del contorno craneano, la elevación rígida del frontal, la ligera inclinación de los parietales apenas deprimidos sobre las sienes, la serenidad enigmática de la frente, la ausencia de proyecciones hacia el idealismo, si no caracterizaban la cabeza de un pensador, indicaba que allí se encerraba una mente robusta y sana capaz de concebir ideas netas, incubarlas pacientemente y presidir sus evoluciones hasta darles formas tangibles. Sus facciones vigorosamente modeladas en una carnadura vigorosa y enjuta, revestida de una tez morena y tostada por la intemperie, eran interesantes en su conjunto y cautivaban fuertemente la atención.

Sus grandes ojos, negros y rasgados, incrustados en órbitas dilatadas, y sombreadas por largas pestañas y por anchas cejas —que se juntaban en medio de la frente al encontrarse hacia arriba formando un doble arco tangente— miraban hondamente dejando escapar en su brillo normal el fuego de la pasión condensada, al mismo tiempo que guardaban su secreto. La nariz pronunciada y larga, aguileña y bien perfilada, se proyectaba atrevidamente en líneas regulares, a la manera de un contrafuerte que sustentase el peso de la bóveda saliente del cráneo.

Su boca, pequeña, circunspecta y franca, con labios arcaminados, firmes, carnosos y bien cortados, se animaba a veces con una sonrisa simpática y seria, que dejaba entrever una rica dentadura verticalmente clavada. Los planos de la parte inferior del rostro eran casi verticales, destacándose de ellos horizontalmente la barba (PLC cerraba el óvalo, y lo acentuaba como un signo de la voluntad persistente, sin acusar ningún apetito sensual, rasgo que la edad avanzada puso más de relieve.

La oreja, era regularmente grande... Su voz era ronca, a su talan marcial unía un porte modesto y grave: eran sus ademanes sencillos, dignos y deliberados, y todo en su persona desnuda de aparato teatral, inspiraban naturalmente el respeto sin excluir la simpatía.

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TEXTOS DIALOGALES.

ENTREVISTA.

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