"Corrida de toros" de Pablo Picasso

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Aitor Merino Martínez – Corrida de Toros

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CORRIDA DE TOROS Pablo Picasso

Vida, vida, vida.

Sangre pura, pasión de toro bravo.

Aquí el toro torea a veces al torero.

Es el toro quien teme la cogida.

Con las astas dibuja.

¿Quién vio punta de aguja

torear más ceñida?

Picasso1 – Rafael Alberti

Nos encontramos ante “Corrida de Toros”, óleo sobre lienzo realizado por Pablo

Picasso el 22 de julio de 1934. Actualmente, esta obra se puede contemplar expuesta en

la colección permanente del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

La obra de Picasso sufrió toda una evolución artística paralela a su evolución personal:

desde su “Primera Comunión2” (uno de sus primeros grandes lienzos que es aceptado en

la exposición municipal de Barcelona de abril de 1896) a su etapa cubista, en donde

destacan obras como su “Autorretrato” de 1907 o “Las señoritas d’Avignon” del mismo

año, para culminar con grandes obras de temática militar en donde destacan lienzos

como “Guernica” (1937), “Masacre en Corea” (1951) y “La Guerra” (1952), todo ello

pasando por numerosas etapas entre las que destacan su Etapa Azul (1901 – 1904), su

Etapa Rosa (1905 – 1906), un periodo Proto-cubista (1906 – 1908) y unas largas etapas

entre el Neoclasicismo y el Surrealismo.

Esta obra en concreto, podríamos situarla dentro de su periodo cubista, puesto que

Picasso olvida toda racionalidad natural para mostrar, simultáneamente, distintos puntos

de vista de un mismo momento.

La corriente cubista está considerada como la primera vanguardia, puesto que marca un

punto de inflexión en el tratamiento de la perspectiva, uno de los pocos elementos

renacentistas que seguían vigentes en la primera mitad del siglo XX. Algo semejante

pasará en la música, en donde el atonalismo surgido de la Segunda escuela Vienesa de

manos de Arnold Schönberg y sus dos alumnos, Alban Berg y Anton Webern, romperá

con el principal elemento de toda la música anterior: la tonalidad.

1 ALBERTI, Rafael. A la pintura (Poema del color y la línea), 1945-76. Madrid: Alianza, 1989 2 Óleo sobre tela pintado en 1896 y expuesto actualmente en el Museo Picasso de Barcelona.

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La teoría cubista no solo se localizaría en manifestaciones plásticas, puesto que

Guillaume Apollinaire3 adaptaría algunas de sus características a sus obras literarias. A

pesar de que el cubismo pictórico se había iniciado en torno a 1907, no se considera el

inicio del cubismo literario hasta 1913, cuando autores como Blaise Cendrars, Pierre

Reverdy, Max Jacob… y sobre todo Apollinaire, comienzan a publicar sus obras.

Al igual que el cubismo pictórico altera la realidad, conformando sus obras a partir de

líneas geométricas que superponen varias perspectivas, los literatos también alterarán la

realidad para recomponerla libremente. Es así como entrelazan imágenes, conceptos,

frases aleatorias… que solían conformar imágenes visuales.

Estas imágenes visuales son utilizadas por Apollinaire entre 1913 y 1918, y se conocen

bajo el término caligramas.

El cubismo también tendrá una gran influencia sobre la escultura, en donde algunos

artistas empezarán a conformar sus obras con elementos que no fuesen los tradicionales

bloques de piedra o mármol. Es así como se generará la estética de la ausencia de masa,

en donde las esculturas no solo contenían masa, si no también vacíos, huecos…

El mismo Picasso creará obras escultóricas (o que juegan con la ambigüedad entre

pintura-escultura), creándolas a partir de todo tipo de elementos, en muchas ocasiones

reutilizados.

Otros escultores cubistas elementales fueron: Pablo Gargallo, Jacques Lipchitz,

Alexandre Archipenko, Raymond Duchamp-Villon…. pero sobretodo Julio González,

que abrirá todo un mundo de posibilidades a la escultura posterior gracias a la

experimentación con nuevas técnicas de trabajo.

3 Guillaume Apollinaire (Roma, 1880 – París, 1918), fue un poeta, novelista y ensayista francés cuya influencia se considera elemental en la formación de las vanguardias de la primera mitad del siglo XX.

Hombre, aquí encontrará una nueva representación del universo en lo que tiene de más poético y más moderno. Hombre, hombre, hombre, hombre, hombre, hombre, dejate ir a este arte donde lo sublime no excluye la atracción y el brillo no nubla el matiz. Es hora de estar sensible a la poesía porque domina todo terriblemente.

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Tras esta contextualización de la obra, pasamos a analizar en profundidad los elementos

que la conforman.

Dentro de la inmensa producción de Pablo Picasso, existen determinados elementos

que se mantienen vigentes a lo largo de su trayectoria profesional. Los dos principales

leitmotivs a los que recurre son el toro y la paloma.

Palomas, 1890 Le Picador, 1890

Desde sus mismos orígenes, como se puede observar en estas dos obras realizadas con

apenas 9 años (la segunda considerada su primera obra al óleo), estos dos motivos

fueron muy reiterativos en las obras que realizó desde su más tierna infancia.

No obstante, es en 1892, dos años después de realizar esas obras, cuando aparece por

primera vez el antagonismo entre estos dos motivos.

Corrida/Palomas, 1892

En esta obra en la que, aparentemente, realiza dos dibujos diferentes para economizar el

papel, se puede localizar una lucha existente entre ambos dibujos. Según la colocación

de la hoja, estos dos iconos recurrentes en su obra se aniquilan mutuamente. Si el

espectador centra la mirada en los toros, las palomas de la parte superior resultan casi

irreconocibles, y del mismo modo en sentido inverso.

Por esta razón, es elemental detenerse a pensar sobre el origen de estos dos iconos.

Como bien menciona Victor I. Stoichita4 en su ensayo “La mujer, tótem y tabú”5, los

iconos que conforman el imaginario de las tribus han sido transmitidos de generación en

generación.

4 Victor Stoichiță (Bucarest, 1949) es un historiador y crítico de arte centrado en la antropología de la imagen, sobretodo en el arte italiano y español. 5 Victor STOICHITA, “La mujer, tótem y tabú”, en María Martín de Argila (coord.) Picasso, Madrid, Fundación cultural Mapfre Vida, pp. 263-279.

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Por esta razón, podríamos considerar que estos dos animales aluden directamente a sus

progenitores, aunque no del modo en que la gran mayoría de los espectadores podrían

pensar. El ave, caracterizada por su ligereza y su simbología relacionada con la paz y el

amor, no haría referencia a su madre, si no a su padre, un tierno profesor de dibujo que

amablemente posaría para su hijo en sus inicios artísticos.

Por el contrario, el toro, símbolo relacionado con la fuerza bruta, haría referencia a su

madre, proveniente de una familia en donde, la imagen del “macho ibérico”, se

localizaba de una manera más latente.

Es esta la razón por la que Picasso decide abandonar el hogar dictatorial en el que había

sido criado para entregarse a una vida anárquica y bohemia, en donde jugará incluso con

la transgresión sexual. Al igual que hará Brassaï, Picasso se introduce en el mundo de la

noche y los burdeles, plasmándolo con una total fascinación por el género femenino.

No obstante, a pesar de todos estos cambios, el toro y la paloma permanecerán siendo

un elemento de continua presencia en su obra.

Por esta razón, podríamos señalar un claro antecedente en esta utilización del uso del

toro: Francisco de Goya. Ambos artistas encuentran en su figura no solo la

representación de uno de los principales elementos del imaginario colectivo de la

sociedad a la que pertenecen, sino que también ven su figura como un símbolo que

representa la virilidad española sobre la que tantos autores han hablado antes:

empezando por el mítico Don Juan del Burlador de Sevilla creado por Tirso de Molina

allá por la primera mitad del siglo XVI que serviría de referencia a autores tan variados

como Calderón de la Barca, Molière, E.T.A. Hoffmann, Apollinaire, Zorrilla, José

Saramago… e incluso Lorenzo da Ponte, que lo utilizaría para crear el libreto de la

ópera Don Giovanni de Mozart.

Es ahí donde yo veo el primer elemento identitario multicultural de la obra: la visión del

toro como un símbolo de la virilidad masculina de los españoles, latente en obras de

muy diversa índole y nacionalidad, acrecentando así el tópico.

El otro elemento multicultural es ya un tópico más que asentado, por lo que he decidido

comentarlo al final: la visión que los países extranjeros tenían de España estaba

altamente idealizada (o exotizada) a raíz de diversas obras que despertaban un gran

interés en los países vecinos.

Tras la publicación en 1845 de la Carmen de Prosper Mérimée, y su posterior

transformación en ópera y suite de la mano de Georges Bizet, la imagen que los países

extranjeros tenían de España estaba plagada de cigarreras, toreros, bandoleros y gitanos.

Numerosos fotógrafos europeos empezaron a peregrinar hasta España para ir en busca

de esos estereotipos tan difundidos o, simplemente, fotografiar aquellos elementos

tradicionales antes de proseguir su camino hacia África.

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No obstante, a su llegada, se encontraban con una realidad muy diferente a la deseada.

Las cigarreras no poseían la sensualidad latente que caracterizaba a Carmen, los

bandoleros no eran galanes dispuestos a morir por su patria, ni los toreros siempre

poseían una esbelta forma física.

Al no encontrarse con lo deseado, numerosos artistas, optaban por escenografiar sus

trabajos para así obtener la tan ansiada imagen.

De esta forma, aun en pleno siglo XXI, algunos de estos estereotipos siguen vigentes,

generalizándose la visión de una España conformada por sevillanas, toros y paella.

Tal vez, obras como esta “Corrida de Toros” Picassiana, tengan la culpa de mantener

esta visión exterior sobre España.

Una imagen de ambiguo significado, es asimilada por los espectadores extranjeros

como una muestra del dramatismo (o exagerada pasión) que ha caracterizado a los

españoles durante los últimos siglos. Artistas contemporáneas como Pilar Albarracín6,

han intentado acabar con este tópico a través del sarcasmo latente en muchas de sus

obras y performances.

El dramatismo que contiene esta escena de lidia, no intenta difundir en absoluto esa

excesiva pasión, sino que está marcado por la difícil situación personal que Picasso

atravesaba en aquellos años. Por una parte, el partido fascista continuaba su ascenso por

Europa, tensando aún más las relaciones internacionales. Por otro lado, la crisis

matrimonial que derivaría, tal solo 1 año después, en la separación del matrimonio.

Estas son las verdaderas razones por las que Picasso decidiría retomar estas escenas

taurinas: la exteriorización del sufrimiento y el dolor en el que su vida estaba sumida

durante aquellos años.

La vida de los españoles consiste en ir a misa por la mañana, a los toros por la tarde y al

burdel por la noche. ¿Cuál es el elemento común? La tristeza.

André Malraux7

6 Pilar Albarracín (Sevilla, 1968), destacada artista contemporánea célebre por sus trabajos de crítica social. 7 André Malraux (Paris, 1901 – Créteil, 1976) fue un novelista y político francés representativo de la cultura francesa del segundo tercio del siglo XX.

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Bibliografía

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tauromaquia-civilizaciones-antiguas-16930764 [Consulta: 04 de abril de 2014]

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CITAS

Victor STOICHITA, “La mujer, tótem y tabú”, en María Martín de Argila

(coord.) Picasso, Madrid, Fundación cultural Mapfre Vida, pp. 263-279.

ALBERTI, Rafael. A la pintura (Poema del color y la línea), 1945-76. Madrid:

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