Creados a imagen y semejanza de Dios - Editorial Casals · Aunque cada persona sea un individuo de...

26
4 1. ¿Qué puesto crees que ocupa el ser humano entre las cosas creadas? 2. ¿Para qué nos ha creado Dios? 3. ¿Qué destacarías del testimonio de Gianna? Creados a imagen y semejanza de Dios

Transcript of Creados a imagen y semejanza de Dios - Editorial Casals · Aunque cada persona sea un individuo de...

4

1. ¿Qué puesto crees que ocupa el ser humano entre las cosas creadas?

2. ¿Para qué nos ha creado Dios?

3. ¿Qué destacarías del testimonio de Gianna?

Creados a imagen y semejanza de Dios

5

Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar,

las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la Tierra.

Por eso abandonará el varón a su padre

y a su madre, se unirá a su mujer y serán

los dos una sola carne.

Sed fecundos y multiplicaos;

llenad la Tierra y sometedla.

¡Esta sí que es hueso de mis huesos

y carne de mi carne!

La creación del ser humano

Gén 1, 26-30; 2, 4-25

1

6

CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS

1. La creación del ser humano

1.1. A imagen de Dios

Al principio creó Dios el cielo y la Tierra, dice el primer versículo de la Biblia. Con esto se indica algo novedoso: Dios ha creado todo de la nada. Es un dar puramente libre y generoso: si Dios necesitara lo creado, se trataría de un ser imperfecto (ya que le faltaría algo) y no podría ser Dios.

Pero además, el texto bíblico afirma: Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno (Gén 1, 31); es decir, el fondo de todo lo real es positivo. La visión cris-tiana es optimista: las cosas son el fruto del amor gratuito de Dios.

En el Génesis se nos revela que el ser humano ocupa un lugar único entre lo creado. El capítulo primero relata que en el último momento (el sexto día) —cuando todo estaba ya dispuesto para acogerlo— dijo Dios: hagamos al hom-bre a nuestra imagen y semejanza (Gén 1, 26).

Al observar una fotografía, la imagen nos recuerda a la persona retratada en ella. Es habitual también que un hijo se asemeje a su padre o a su madre. Pero ¿de qué modo el hombre es imagen y semejanza de Dios?

El hombre es imagen de Dios en el sentido de que es capaz de conocer y amar libremente al Creador. Esto es posible porque Dios creó al hombre dotándole de cuerpo y alma. El Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo

en ser vivo (Gén 2, 7). Las dos dimensiones, material —la arcilla— y espiritual —el aliento de vida—, forman una unidad profunda y completa: la persona humana.

En buena parte, heredamos el cuerpo de nuestros padres. Sin embargo, el alma inmortal es creada directamente por Dios. En el momento de la concepción, la dimensión material del hombre queda animada por la espiritual. La persona humana goza, así, de inteligencia y libertad.Detalle de La creación de Adán, de Miguel Ángel. Siglo XVI.

Creación del hombre y ciencia

La Iglesia sostiene que en la Biblia se utiliza un lenguaje que no es científi-co. Se adapta a los modos narrativos de la zona y a la época en que se re-dactó. También afirma que los acon-tecimientos que se relatan en ella tienen un fundamento histórico, aun-que para referirse a ellos se emplee en ocasiones un lenguaje simbólico. Es lo que ocurre con la creación del ser humano por parte de Dios. La ciencia puede presentar sus hipótesis sobre el origen del ser humano, aun-que no sean determinantes para la fe. Esta solo señala la acción singu-lar y directa de Dios, que dio lugar a una criatura nueva. No cabe duda de que entre un humano y otro pri-mate hay una diferencia esencial.

1. Indica qué opciones son verdaderas y corrige las falsas. El hombre es una persona humana....

a desde el mismo momento de su concepción. b cuando puede amar a Dios libre y conscientemente. c en el instante en el que Dios infunde el alma en el cuerpo concebido por los padres. d cuando alcanza la capacidad de pensar.

2. Justifica la verdad o falsedad de estas afirmaciones.

a Dios modeló al hombre con arcilla del suelo, para después infundirle la vida. b Dios creó al ser humano como corona-ción de toda su obra. c La afirmación de que el hombre es imagen de Dios es solo una figura poética.

3. Explica en qué sentido el ser humano es imagen de Dios.

7

1.2. Varón y mujer los creó

Dios quiso que hubiera dos maneras de ser «humano»: Y creó Dios al hombre a (Gén 1, 27). Él ha crea-

do directamente al hombre y a la mujer para que vivan en comunión y trans-mitan la vida humana. Los dos son, con la misma dignidad, imagen de Dios.

Una vez que Dios hubo creado a Adán y Eva, lo primero que les dijo fue: Sed

aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la Tierra (Gén 1, 28). De estas palabras se deducen dos enseñanzas fundamentales:

Sed fecundos y multiplicaos. La Biblia señala la complementariedad entre los sexos (varón y mujer los creó) para el mantenimiento mutuo (No es bueno que el hombre esté solo) y la procreación (Sed fecundos y multiplicaos). Dios da al género humano la facultad de cooperar en la obra de la Creación de una manera única: dando lugar a nuevas vidas humanas.

Según el plan de Dios, esta procreación se realiza mediante la unión del hombre y la mujer en el matrimonio: Por eso, abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne (Gén 2, 24).

Llenad la Tierra y sometedla. Dios confía a la huma-nidad el dominio de la Creación. Pero este dominio no ha de ser arbitrario y destructor, sino responsable y racional. Dios nos ha dado inteligencia y voluntad para que administremos los bienes y unas condicio-nes de vida verdaderamente humanas para todas las personas.

El trabajo, por lo tanto, es consecuencia de la especial dignidad del ser humano. Gracias a nuestra actividad, podemos mejorar el mundo, perfeccionarnos y santificarnos glorificando a Dios y sirviendo a los demás, en especial, a los más necesitados.

«El hombre es la cumbre de la Creación visible, pues ha sido creado a imagen y semejanza de Dios» (Compendio del CEC, n.º 63).

4. Busca las siguientes citas bíblicas, complétalas y explica su significado.

a Sed fecundos y multiplicaos... (Gén 1, 28). b Por eso, abandonará el varón a su padre y a su madre... (Gén 2, 24). c Y creó Dios al hombre a su imagen... (Gén 1, 27).

5. ¿Cualquier trabajo manifiesta la especial dignidad humana? Justifica tu respuesta.

6. Pon ejemplos de actividades que respondan a la dignidad del hombre y explica cómo cada una de ellas…

a enriquece a la persona que la realiza. b supone un servicio a la sociedad.

1

8

CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS

2. La dignidad humana

2.1. El origen de la dignidad humana

El ser humano es la única criatura, de las que viven sobre la Tierra, a la que Dios ha amado por sí misma (Compendio del CEC, n.º 66). Dios creó al hombre a su imagen, dotándolo de cuerpo y alma, como hemos visto anteriormente. Gra-cias a nuestra alma espiritual, somos inteligentes y libres. Tenemos la capacidad de hacer el bien, obrando conforme al proyecto de Dios para el hombre o, por el contrario, de oponernos a él.

Dios nos ha destinado a la felicidad eterna, pero quiere que caminemos ha-cia ella libre y responsablemente, porque donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2 Cor 3, 17). Somos, así, las únicas criaturas en el mundo visible capaces de conocer y de amar a Dios. Y, a través del conocimiento y el amor, estamos llamados a participar en la vida divina. Esta participación no es solo nuestro destino, sino precisamente la razón fundamental de nuestra dignidad como personas.

De ahí que todo ser humano, por el simple hecho de serlo, exija un respe-to absoluto. No somos algo, sino alguien. La capacidad de enamorarnos, la

alegría, la tristeza, el miedo y los profundos anhe-los que brotan de nuestro corazón, manifiestan esta realidad.

En definitiva, el ser humano tiene un yo interior, ca-paz de intimidad y creatividad, que se hace presente en el mundo por medio de su cuerpo. Es un ser que se constituye como tal en relación a tres puntos de referencia: la dependencia de Dios, la superioridad respecto al mundo y la igualdad con los demás seres humanos.

Por eso, nuestro origen en Dios no es solo la raíz de nuestra dignidad como personas, sino también, al mismo tiempo, la causa de que todo el género huma-no forme una unidad; es decir, de que todos seamos hermanos, llamados a participar en la vida de Dios (CEC n.º 360).

La mujer y el hombre poseen una dignidad que nunca pueden perder, ya que tiene su fundamento en el acto creador de Dios.

El puesto del ser humano

«No se equivoca el hombre al afir-mar su superioridad sobre el uni-verso material y al considerarse, no ya como partícula de la naturaleza o como elemento anónimo de la ciu-dad humana. Por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios lo aguarda, escrutador de los corazones, y donde él perso-nalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino» (Gaudium et spes, n.º 14).

7. Justifica la verdad o falsedad de los siguientes enunciados.

a Dios ha creado al ser humano para que participe de su vida. b Todos los hombres son verdaderamente hermanos. c Dios ha hecho que el varón y la mujer sean complementarios, pero no iguales. d El ser humano no es alguien, sino algo.

8. Buscad, en grupos de cuatro o cinco personas, actitudes y detalles de la sociedad actual que manifiesten una visión del ser humano…

a materialista. b cristiana.

9

2.2. La dignidad humana es absoluta

Aunque cada persona sea un individuo de una especie (Luis es un ser humano, no una mesa o un gato), al mismo tiempo se experimenta como alguien único, irrepetible, que no puede ser sustituido por otro.

Así, si alguien pregunta quién eres, la respuesta adecuada no es una definición («un ser humano»), pues quedaría muy pobre. El interrogante por el quién no se responde con un concepto general, sino con una historia personal irrepetible.

Una madre no aceptará que le cambien a su hijo por otro niño, aunque este tenga mayor coeficiente intelectual o sea más guapo. Sucede lo mismo con los amigos: no es tan importante decir «tengo tres amigos», como «soy amigo de Juan, Sara y Pepa». Cada persona aporta algo nuevo al mundo.

Cabe afirmar que la vida de un solo ser humano vale tanto como la de toda la humanidad. Cuando se habla de dignidad humana, se está afirmando que cada persona tiene un valor absoluto y no relativo a una circunstancia (sexo, inteligencia, raza, edad o salud).

Por lo tanto, el hecho de que una persona sea única e irrepetible, tampoco exige que sea consciente de serlo. Tal consciencia dependerá, por ejemplo, de la edad —ni el embrión ni el recién nacido saben de sí como personas—, de si el individuo está sano o enfermo —el ser humano con Alzheimer desarrollado o el anestesiado han perdido la consciencia de ser personas— o de si se está despierto o dormido.

Es decir, todo ser humano tiene una dignidad absoluta por el hecho de serlo, no por una característica más o menos accidental o variable, y eso nos obliga a tratarlo con respeto. Por eso, cada persona plantea la exigencia de su cuidado activo.

¿El embrión es una persona?

El embrión y, después, el feto no ac-túan como personas: no realizan acciones inteligentes y libres. Pero de ahí no cabe concluir que no lo sean. Tampoco nosotros nos manifestamos siempre como personas (por ejemplo, cuando dormimos) y no por eso deja-mos de serlo. Es una falacia la confu-sión de ser persona con sus manifes-taciones. El único criterio válido para reconocer a una persona es su perte-nencia a la especie Homo sapiens, que se caracteriza por tener una exis-tencia personal en todos los estadios de su vida.

9. Completa el siguiente enunciado del papa Francisco con estos términos: inalienables, privada, dignidad, na-die, reconocer.

«Promover la […] de la persona significa […] que posee derechos […], de los cuales no puede ser […] arbitrariamente por […]».

10. Lee el siguiente texto del Magisterio, y explica la parábola de Lázaro y el rico Epulón a partir de lo que has aprendido sobre la dignidad humana.

«Cada uno, sin excepción de nadie, debe considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente, no sea que imitemos a aquel rico que se despreocupó por completo del pobre Lázaro» (Gaudium et spes, n.º 27).

La mujer más bella del mundo.

Fragmentos del Discurso del papa Francisco al Parlamento Europeo.

1

10

CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS

3. El valor sagrado de la vida humana

De la circunstancia de que el ser humano tenga dignidad, se sigue que le co-rresponden unos derechos que se han de respetar y que cada uno tiene el deber de custodiar. Actualmente, nos sabemos protagonistas de esos derechos fundamentales: vivir según nuestra voluntad libre, trabajar, dar nuestra opi-nión, etc. Estos derechos son inalienables y están íntimamente unidos a lo que somos: personas.

Cada ser humano posee valor por sí mismo. Por eso, nada es más valioso que la vida. Si no existiésemos, las posesiones y los derechos carecerían de sentido. Atentar contra la vida es, por tanto, atentar contra todo derecho posible.

Sin embargo, en la historia de la humanidad se han sucedido asesinatos, gue-rras, genocidios... Por eso, en 1948, la ONU aprobó un texto que recogía los derechos fundamentales del hombre. En el artículo 3 aparece el primer derecho fundamental: el derecho a la vida de todo ser humano.

Los cristianos conocemos, tanto por la razón como por la fe, este valor sagrado de la vida hu-mana. La Biblia defiende tal convicción natural: la vida del hombre es sagrada, pues su origen está en Dios. Así, ya en las primeras páginas, se con-dena el homicidio de Abel (Gén 4, 10-11). Más adelante, Dios recordó este deber: No hagas morir al justo ni al inocente (Éx 23, 7).

Jesucristo confirmó el quinto mandamiento del Decálogo en el Sermón de la Montaña (Mt 5, 21) y llevó a su plenitud el respeto a la vida con la ley del Amor: hemos de amar a todos, incluso a los enemigos.

Dios de amor…

«Dios de amor, muéstranos nuestro lu-gar en este mundo como instrumen-tos de tu cariño por todos los seres de esta Tierra, porque ninguno de ellos está olvidado ante ti. […] Los pobres y la Tierra están clamando: Señor, tómanos a nosotros con tu poder y tu luz, para proteger toda vida, para preparar un futuro mejor, para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas. Amén» (Laudato si’, n.º 246).

11. ¿Qué afirmaciones son correctas? Justifica tu respuesta.

a La vida humana es sagrada. b El ser humano es dueño de su destino y, por lo tanto, del inicio y del fin de su vida. c La defensa de la vida humana es una cuestión meramente religiosa. d Toda vida humana es inviolable, con independencia de la edad, el estado o la condición.

12. Leed el texto del Decálogo en el libro del Éxodo y la Declaración Universal de Derechos Humanos. A con-tinuación, relacionad cada uno de los Mandamientos con un derecho fundamental del hombre.

11

4. Atentados contra la dignidad humana

Sabemos que el valor de una persona no depende de su inteligencia, de su madurez ni de su condición social. Pero ¿se respeta actualmente la dignidad humana? Desgraciada-mente, también hoy en día se atenta gravemente contra ella de diversas formas.

Manipulación del embrión humano. Las intervenciones en el embrión son lícitas, siempre que vayan encaminadas al bien de la vida, que se mantenga la integridad del em-brión y que se asegure su viabilidad. Sin embargo, mu-chas técnicas son ilícitas, ya que carecen de una finalidad terapéutica o curativa y se orientan a la experimentación o la selección del embrión más apto. El criterio que pre-valece es el de la selección biológica. Se gestan, así, múl-tiples embriones, muchos de los cuales se eliminarán por no reunir las condiciones que se buscan.

Aborto provocado. Es la acción dirigida voluntaria y directamente a matar un feto vivo en el seno materno. La ley natural lo prohíbe por ser un crimen, ya que el feto, desde el momento de su concepción, es una vida humana, y todo ser humano concebido tiene derecho a la vida. Es necesario un cambio de orientación que, sin culpar a la mujer —que muchas veces actúa obligada o queda abandonada a su suerte—, preserve el derecho fundamental a la vida, base de todos los demás.

Eutanasia. Es la muerte provocada para evitar sufrimientos físicos, psicoló-gicos o morales. Supone la negación radical del valor de la vida humana. Aunque parezca un acto de libertad e independencia, supone, en realidad, conceder a alguien ajeno el derecho a disponer de la vida propia. Por eso, es un grave pecado. Una sociedad que admite la eutanasia considera indignos y despreciables ciertos modos de vida (como la vida de enfermos, discapaci-tados y ancianos).

El dolor y la muerte

La enfermedad y la muerte forman parte de la vida humana; por tanto, nuestra actitud ante ellas impulsa-rá o detendrá el proceso de mejora personal al que estamos llamados. Los cristianos sabemos, además, que el misterio del dolor y de la muerte solo se aclara a la luz del misterio de Cristo que, siendo inocente, asume el dolor y la muerte para salvarnos (CEC, n.º 1.010).

13. Señalad la verdad o falsedad de las siguientes afirmaciones. Justificad vuestras respuestas.

a Las intervenciones en el embrión son ilícitas, aunque se respete su vida y su integridad. b Es ético experimentar con embriones, si la finalidad es la investigación médica. c Es inmoral manipular el embrión para seleccionar determinadas características, como el sexo.

14. Justifica la verdad o falsedad de cada uno de estos enunciados sobre el aborto provocado. Razona tus respuestas.

a El feto no es todavía una persona. b Hay que respetar el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo. c A veces, es necesario abortar para preservar la salud de la madre.

15. Investiga si es la eutanasia es lícita en algún caso. Puedes consultar la encíclica Evangelium vitae (n.os 64-67).

Embriones congelados: una reflexión ética.

El Evangelio de la vida.

El aborto es un acto gravemente contrario a la ley natural y a la Ley de Dios, pues todo ser humano concebido tiene derecho a la vida.

1

12

CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS

Homicidio. Es la aniquilación de una vida humana, en cualquier circunstan-cia. Este concepto se diferencia del asesinato, que es la muerte violenta de una persona inocente. Ambos delitos son injustificables desde cualquier pun-to de vista: la moral natural nos dice que no hay nada que valga tanto como una vida humana. La fe añade que solo Dios, como Creador, tiene derecho a decidir cuándo acabará la vida, y que lo hará para nuestro bien.

Violencia contra uno mismo. El consumo injustificado de sus-tancias que alteran nuestra conciencia —como el alcohol y las drogas— es el atentado más habitual contra una vida saludable. El uso de estas sustancias, legales o no, se transforma en una peligrosa adicción: una esclavitud que destruye a la persona, y trae sufrimiento a uno mismo y al prójimo (CEC, n.º 2.290).

La vida es un don recibido de Dios, por lo que no podemos disponer de ella a nuestra voluntad. El suicidio contradice la inclinación natural a conservar la vida y atenta contra el justo amor a uno mismo y al prójimo, que queda gravemente afec-tado (CEC, n.os 2.280-2.283).

Violencia en nuestra sociedad. El respeto y el desarrollo de la vida humana exigen el compromiso con la paz, el respeto al prójimo y la práctica de la fraternidad. Así, la cólera y el odio contra los demás son graves faltas que afectan al desarrollo de la vida social y personal.

Resolver desavenencias por medio de la violencia es incompa-tible con la dignidad humana: la violencia familiar o sexual, el acoso escolar, las actitudes racistas u otras posturas intransi-gentes, suponen un reto para nuestra sociedad. Asimismo, es preciso luchar contra una economía inicua, por la que «gran-des masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida» (Evangelii gaudium, n.º 53).

El terrorismo

La terrible lacra del terrorismo azota a sociedades que, aparentemente, viven en paz, sin permitir si-quiera prepararse para una defensa efectiva. Los ataques terroristas son indiscriminados, por lo que recaen, sobre todo, en los miembros más débiles de la sociedad. No hay justificación para un acto terrorista, sea cual sea su supuesto valor político, ideológico o religioso, ya que no solo mina la esta-bilidad social; además, atenta contra la justicia y la caridad (CEC, n.º 2.297).

16. Justifica la verdad o la falsedad de estas afirmaciones.

a La autodefensa justifica el asesinato. b El derecho de legítima defensa permite el uso de cualquier medio para defen-derse. c El homicidio es la muerte violenta de una persona inocente.

17. ¿Los atentados contra la propia vida afectan solo a quien los comete? ¿Quién más resulta dañado? ¿Por qué?

18. Haz una redacción de unas diez líneas a partir del siguiente texto.

«La carrera de armamentos es una plaga gravísima de la humanidad y perjudica a los pobres de modo intolerable» (CEC, n.º 2.329).

Jesús y la violencia.

13

5. Soy el guardián de mi hermano

El ser humano necesita a los otros para ser persona. El hombre nace en sociedad y, a medida que va creciendo, sus padres le muestran un mundo de posibilidades que asume según su propia forma de ser y que, después, transmitirá a las nuevas generaciones.

Esto es así porque la apertura a los demás es parte esencial de todo ser humano: necesita comunicar y compartir lo que tiene dentro. Lo más radical de la persona es su capacidad de darse a sí mismo. Aquí se encuentra la felicidad: en saberse don, fruto de la gracia de Dios, quien ha destinado al ser humano a la comunión con él y con los demás hombres.

Por eso, también es importante el diálogo y que no todos opinen de la misma manera. Cada uno ha de aportar su perspectiva, tanto desde el punto de vista personal como social. Por el contrario, la su-misión y la uniformidad suponen un empobrecimiento.

El hecho de estar creados por Dios nos une originariamente en un vínculo de fraternidad. Mi yo no es lo único que importa. Debemos medirnos con las necesidades de los demás, que nos interpelan desde lo más profundo del ser.

El pecado de Caín no es solo dar muerte al propio hermano, sino haber olvidado la esencia de la vocación: ¿soy yo el guardián de mi hermano? (Gén 4, 9). Esa es justamente la tarea esencial de cada uno de nosotros: custodiar la dignidad de los demás. En esa solicitud por los otros se realiza algo esencial: el profundo anhelo de amar y ser amados.

Hay que evitar el riesgo de que la conciencia del propio yo —que pretende ser el centro y convertir a los demás en satélites suyos— nos encierre en un egoísmo autosuficiente. Quien se afirma a sí mis-mo hasta el punto de negar a los demás, se convierte en un ídolo y arruina su propio ser personal, que es, en esencia, ser para los otros.

Para una vida digna

«Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que este necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimen-to, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección de estado y a fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al res-peto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa li-bertad también en materia religiosa» (Gaudium et spes, n.º 26).

19. Lee Gén 4, 1-15 y realiza las actividades.

a ¿Por qué crees que la envidia conduce a Caín al asesinato? b Escribe la respuesta que darías a la pregunta que hace Caín en Gén 4, 9. c ¿Cómo se aprecia en este texto la fuerza del mandato de Dios de no matar?

20. Lee Mt 5, 21-26 y 5, 38-48. Luego, elabora un resumen con las principales enseñanzas que transmite Jesús en estos textos.

14

El increíble PulgarcitoJérôme Lejeune (1926-1994) fue catedrático de Genética Fundamental en la Universidad de París y está considerado como el fundador de la citogenética clínica. Los párrafos siguientes pertenecen a una de sus comunicaciones a la Academia de Ciencias Morales y Políticas de Francia.

«La primera célula que se divide activamente y va a alo-jarse en la pared uterina es ya un ser humano distinto de su madre. No solamente su individualidad genética está perfectamente establecida, sino que —cosa increíble— el minúsculo embrión de seis o siete días, con solo milímetro

y medio de longitud, es ya capaz de presidir su propio des-tino. Es él y solo él quien, por un mensaje químico, estimu-la el funcionamiento del cuerpo amarillo del ovario y sus-pende el ciclo menstrual de la madre. Al cabo de un mes medirá cuatro milímetros y medio, su corazón minúsculo late desde hace una semana; sus brazos, piernas, cerebro y cabeza están ya esbozados.

»A los dos meses de edad mide tres centímetros de la cabe-za a las posaderas. En una mano cerrada sería invisible. Pero abridla y miradlo casi acabado: manos, pies, cabe-

za, órganos, cerebro. Todo está en su sitio y solo tiene que de-sarrollarse. Con un microscopio podréis distinguir sus huellas di-gitales. El increíble Pulgarcito, el hombre más pequeño que el dedo pulgar, existe realmente: no el de la leyenda, sino el que cada uno de nosotros hemos sido.

»A los tres meses, cuando un cabello toca su labio superior, vuelve la cabeza, bizquea, frun-ce las cejas, cierra los puños, aprieta los labios; después son-ríe, abre la boca y se consuela tomando un trago de líquido amniótico».

1. Lee el texto de la página y resuelve estas actividades.

a Explica el valor del testimonio de Jérôme Lejeune. b ¿Qué términos de los que usa el doctor Lejeune te resultan menos familiares? Escoge cinco de ellos, búscalos en el diccionario y copia sus definiciones.

2. Observa con atención estas escenas de la película Bella y realiza las siguientes actividades.

a Resume las razones por las que Nina no quiere tener el niño. ¿Qué es lo que más teme?b Señala tres acciones de José para ayudar a Nina a no abortar. ¿Qué opción concreta le plantea frente al aborto? ¿Por qué

Nina no quiere adoptarla?c ¿Qué actitud te parece que deben tener los familiares y amigos frente a una persona que se encuentra en una situación

similar a la de Nina?d Resume en un enunciado el mensaje central de esta película.

15

Los derechos humanosLa expresión derechos humanos es de uso frecuente en la actualidad. Políticos e intelectuales

aluden a ellos constantemente en los medios de comunicación. Pero ¿conoce-mos el origen histórico de este concepto?

Los pensadores cristianos fueron pioneros en la defensa de los derechos humanos. El dominico Francisco de Vitoria (1485-

1546) y el jesuita Francisco Suárez (1548-1617) defendie-ron que los derechos del hombre surgen de su natura-

leza, creada por Dios; así, todas las personas tienen que compartir unos mismos derechos: a la vida, a la

propiedad, a la libertad de pensamiento, etcétera.

La influencia del pensamiento cristiano fructificó rápidamente. Así, en 1542, Carlos V promulgó las nuevas leyes de Indias para la América es-pañola. Estas leyes, entre otras cosas, prohibie-ron la esclavitud de los indios y ordenaron su liberación.

Fueron el precedente de las declaraciones de derechos humanos que aparecieron posterior-

mente, como la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano durante la Revolución

francesa (1789) y la Declaración Universal de Dere-chos Humanos que adoptó la Asamblea de las Na-

ciones Unidas (1948).

Es preciso, sin embargo, recordar que estas declaraciones no son un descubrimiento de filósofos, sociólogos ni políticos,

ya que hunden sus raíces en la dimensión espiritual de la per-sona. Por eso, el poder político debe respetar siempre los derechos

fundamentales de la persona humana.

3. Ved la escena de la película La Biblia, de John Huston, y realizad un debate. Podéis guiaros por las siguientes preguntas.

a ¿Qué diferencia hay entre la creación de Adán y la concepción de un hijo? b ¿Adán es hijo de Dios? ¿Dios es padre de Adán? c Comparad la relación que tenéis con vuestros padres con la que Dios tenía con Adán y viceversa. d ¿Qué relación debe tener el ser humano con las demás criaturas? e ¿La sociedad o una comunidad pueden decidir qué es o no un derecho humano? Justifica tu respuesta.

4. Busca en Internet la Declaración Universal de Derechos Humanos y resuelve estas actividades.

a Elige un derecho fundamental, averigua los lugares del mundo en los que no se respeta y señálalos en un mapa.b Investiga si se ha abolido la esclavitud en el mundo. ¿Qué relación existe entre la esclavitud y el racismo? Menciona acti-

tudes racistas que se pueden detectar en nuestra sociedad y la manera en que se podrían eliminar.

16

A su imagen y semejanza

Raíz de su dignidad

DIOS CREA AL SER HUMANO

Forman una unidad profunda: la persona humana

Para la comunión con Él y con los demás seres humanos.

Varón y mujer

¿Cuál es la raíz de la dignidad de la persona humana?

La raíz de la dignidad de la persona humana está en su creación a imagen y semejanza de Dios. La persona humana, dotada de alma espiritual e inmortal, de inteligencia y de voluntad libre, está ordenada a Dios y llamada a la Bienaventuranza eterna. Por eso, la vida humana es sagrada y a nadie le es lícito destruir a un ser humano inocente (Compendio del CEC, n.os 358 y 466).

¿Qué prohíbe el quinto mandamiento de la ley de Dios?

El quinto mandamiento prohíbe, como gravemente contrarios a la ley moral: a) El homicidio directo y voluntario, y la cooperación a este. b) El aborto directo, así como la cooperación a él, bajo pena de excomunión, porque el ser humano se ha de respetar y pro-teger desde el instante de su concepción. c) La eutanasia directa, que consiste en poner término, con una acción o una omisión de lo necesario, a la vida de las personas discapacitadas, gravemente enfermas o próximas a la muerte. d) El suicidio y la cooperación voluntaria a este, en cuanto que es una ofensa grave al justo amor de Dios, de sí mismo y del prójimo (Compendio del CEC, n.º 470).

¿Qué deberes tenemos hacia nuestro cuerpo?

Debemos tener un razonable cuidado de la salud física, la propia y la de los demás, rehuyendo toda clase de excesos. Se ha de evitar el uso de drogas y también el abuso de los alimentos, el alcohol, el tabaco y los medicamentos (Compendio del CEC, n.º 474).

17

1. Argumenta la especial dignidad del ser humano en relación con los otros seres vivos.

2. Realizad un debate en clase en el que dialoguéis de forma justificada y respetuosa sobre el origen del ser humano.

3. Completa este texto.

La raíz de la […] de la persona humana está en su creación, a […] y semejanza de Dios. La perso-na humana, dotada de […] espiritual e inmortal, de inteligencia y de voluntad […], está ordenada a […] y llamada a la Bienaventuranza […]. Por eso, la vida humana es […] y a nadie le es lícito destruir a un ser humano […].

4. Busca en nuestra sociedad ejemplos de falta de respeto a la dignidad del ser humano debido a sus capacidades físicas, cognitivas, intelectuales o sociales. A continuación, jus-tifica la gravedad de estos atentados contra la dignidad humana.

5. Fundamenta en textos bíblicos por qué la vida humana se debe respetar.

6. Señala los enunciados verdaderos y corrige los falsos.

a La eutanasia salvaguarda la dignidad humana. b En casos terminales muy graves, se puede recurrir a la eutanasia. c No se considera eutanasia el caso en el que se renuncia a emplear medios desproporcionados para alargar la vida más allá de los límites debidos.

7. Completa el siguiente texto del CEC (n.º 2.290) con estos términos: excesos, templanza, carreteras, velocidad, embriaguez.

«La virtud de la [...] conduce a evitar toda clase de [...], el abuso de la comida, del alcohol, del tabaco y de las medicinas. Quienes, en estado de [...] o por afición in-moderada a la [...], ponen en peligro la seguridad de los demás y la suya propia en las [...], en el mar o en el aire, se hacen gravemente culpables».

8. Expón las razones por las que es inmoral el uso de drogas, salvo cuando están médicamente justificadas.

9. Justifica la verdad o falsedad de estos enunciados.

a El aborto solo es admisible en casos extremos; por ejemplo, si el niño que va a nacer es deficiente.

b Ninguna ley puede hacer lícito el aborto, ya que es contrario a la ley de Dios.

c La doctrina católica es contraria a la pena de muerte, pues las socieda-des modernas tienen medios para reprimir los crímenes.

d Es pecado grave recurrir abusivamente a las drogas y al alcohol.

10. ¿A qué creéis que se debe que las drogas estén tan extendi-das entre los jóvenes, hoy en día? Anotad los males físicos y morales que causan, así como la manera en la que pensáis que se podrían com-batir.

11. Investiga sobre el significado que se suele dar a las siguientes palabras y expresiones, y explica cómo se manipula el lenguaje con ellas.

a Preembrión. b Calidad de vida. c Derechos sexuales. d Muerte digna.

18

1. ¿Cómo sabemos si una vida es valiosa?

2. ¿Somos realmente dueños de nuestra vida?

3. ¿Es posible colmar el anhelo de felicidad que brota de nuestro corazón?

Creados por amor y para amar

19

Si quieres ser perfecto, anda,

vende tus bienes, da el dinero

a los pobres; luego, ven y sígueme.

¡Qué difícilmente entrará un rico

en el Reino de los cielos!

Mira, si quieres entrar en la vida,

guarda los Mandamientos.

Todo eso lo he cumplido.

¿Qué me falta?

Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno

para obtener la vida eterna?

La vocación del joven ricoMt 19, 16-29

2

20

CREADOS POR AMOR Y PARA AMAR

1. La acción humana

1.1. El hombre es un ser libre

La vida de los animales consiste en una sucesión de actos dirigidos a su supervivencia. Así, el instinto impulsa a la leona a dar caza a la gacela y devorarla. Nosotros, sin embargo, no actuamos necesariamente de un modo determinado. Ante varias opciones, podemos reflexionar sobre qué es lo más conveniente en un momento concreto y tomar una decisión.

Es cierto que hay acciones que no realizamos libre y conscientemente. Por ejemplo, la actividad mental que se produce cuando soñamos no

depende de nuestra voluntad. Pero las acciones más propias del ser humano son aquellas que realiza con inteligencia y voluntad. Esta capacidad de obrar de un modo libre y consciente es lo que hace del hombre un ser moral, es decir, un ser responsable de sus actos.

La moralidad es esa capacidad del hombre de realizar libremente el bien o el mal. Así, si vamos por la calle y vemos a una persona accidentada, podemos prestarle auxilio o ignorarla. En el primer caso, habremos realizado una acción moralmente buena y, en el segundo, una acción moralmente mala. En todo caso, la moral no es algo que se nos imponga desde fuera, sino un talento o germen interior que debemos desarrollar.

Llamamos ética o moral* al saber que nos ayuda a distinguir aquellas cosas que nos permiten orientar nuestra vida hacia el

bien. Si nuestra actuación se rige por ellas, seremos buenos amigos, buenos hijos, buenos estudiantes... y, en de-finitiva, buenas personas.

Ahora bien, ¿cómo podemos distinguir los verdaderos bienes de los que lo son solo en apariencia? Y, lo que es más importante, ¿cuál, de los muchos bienes que se nos presentan, es el que mejor se corresponde con nuestra dignidad como seres humanos?

1. Explica la diferencia esencial entre el comportamiento humano y el de otras especies. Pon tres ejemplos.

2. Indica cuáles de las siguientes acciones son específicamente humanas.

a Sufrir un accidente de avión. b Digerir los alimentos. c Pensar mal de un compañero. d Obedecer a nuestros padres.

3. Señala qué afirmaciones son verdaderas y corrige las falsas.

a La moral es un conjunto de reglas que nos obligan a ser buenos. b El hombre es un ser moral porque actúa libre y conscientemente. c La vida del hombre es una sucesión de actos dirigidos a la supervivencia. d Todas las acciones del ser humano son libres.

Moral: ciencia que estudia la acción humana y orienta sobre el modo de obrar bien.

21

1.2. El sentido y la finalidad de la libertad

Somos libres: ante diversas posibilidades, optamos por una de ellas o, incluso, por Ninguna. Ahora bien, en el ejercicio de nuestra libertad, estamos llamados a hacernos, con la ayuda de Dios, dueños de nuestra vida: somos, junto con él, coautores de nosotros mismos. Por eso, si reflexionamos, caeremos en la cuenta de que la auténtica libertad —la libertad moral*— es aquella que se compromete con el bien.

Conocer el bien es posible, pero, para ello, el hombre debe volver la mirada a su interior. Allí descubrimos un profundo anhelo de bien y de verdad. Este anhelo es posible porque Dios nos ha creado a su imagen y semejanza (Gén 1, 26).

Dios nos ha concedido una naturaleza espiritual, es decir, un modo de ser por el que podemos conocer y amar libremente. Esta apertura al conocimiento y al amor descubre al hombre su vocación: la comunión con Dios.

A lo largo de nuestra vida, son muchos los bienes que atraen nuestra voluntad (unos buenos alimentos, una buena casa, un buen trabajo, etc.). Sin embargo solo el bien más perfecto, Dios, merece que lo queramos por sí mismo. Los demás bienes son medios —muchas veces, necesarios— para alcanzar el fin último del ser humano (Compendio del CEC, n.º 363).

Existe una ley, impresa por Dios en el corazón del hombre, que permite el des-pliegue de las capacidades de su naturaleza. Es una ley interior que se concreta en diversos preceptos y normas. Sabemos, por ejemplo, que debemos respetar la vida humana, honrar y obedecer a nuestros padres, etcétera.

Esta ley natural* no es algo impuesto desde fuera que obstaculice la libertad, sino la luz de la razón que proclama el bien que es más propio del ser humano y el mal que ha de evitar si quiere alcanzar la felicidad.

Espíritu deportivo

«Los caminos del Señor —recordaba san Juan Pablo II en las primeras Jornadas Mundiales de la Juven-tud— no son cómodos, pero tampoco hemos sido creados para la comodi-dad, sino para amar, para hacer co-sas grandes, para hacer el bien». Y lo explicó con una metáfora deportiva: «¿Acaso el atleta querría a un entre-nador que, para hacérselo más fácil, le bajara el listón, impidiéndole batir todo récord?».

4. Completa el siguiente texto con estas palabras: espiritual, Creación, conocerse, comunión, semejante, libre-mente.

El ser humano es la cima de la […], porque es el único dotado de naturaleza […]; ha sido creado […] a Dios, capaz de […], de darse […] y de entrar en […] con Dios y con los demás.

5. Indica qué opciones son verdaderas y corrige las falsas. La libertad moral...

a permite que orientemos nuestras acciones hacia el bien. b es la ausencia de obstáculos a mi actuación. c es la capaci-dad de ser responsables de nuestros actos. d posibilita adquirir el bien humano. e permite que elijamos, entre distintas opciones, una de ellas o ninguna.

Libertad: autodominio gracias al cual la persona es dueña de sus actos. Hablamos de libertad moral cuando este autodominio se diri-ge a la adquisición del bien de la persona.

Ley natural: ordenación de las tendencias y facultades del ser hu-mano hacia sus propios bienes y, de estos, al bien último del hombre.

2

22

CREADOS POR AMOR Y PARA AMAR

2. La Buena Nueva

Gracias a la libertad, podemos ser los héroes de nuestra propia historia. Pero el héroe nunca consigue lo verdaderamente importante a la primera. Todos pasa-mos por momentos difíciles en los que nos planteamos qué debemos hacer con nuestra vida. En ocasiones, dudamos de si lo que estamos haciendo es tiempo perdido y nos preguntamos si, al final de la propia existencia, podremos afirmar que nuestra vida ha merecido la pena.

El cristianismo responde plenamente a ese anhelo de sentido para la propia existencia. Jesucristo ha querido facilitarnos la consecución de una vida verda-deramente humana. Sus palabras y sus hechos son una constante lección de cómo debemos ser y dónde podemos encontrar la felicidad. La razón es senci-lla: Jesús, siendo Dios, es verdadero hombre y perfecto hombre. No se trata de admirar o de imitar a un líder más. Es algo más profundo. Cristo nos descubre la manera más auténtica e intensa de vivir.

¿Qué enseña Jesús? El mandamiento del Amor. ¿Dónde? Especialmente, en el Sermón de la Montaña. El nuevo mandamiento no añade preceptos novedo-sos, sino que exige la transformación del corazón, es decir, de la raíz de la que brotan nuestros actos. La llamada de Jesús al joven rico (Mt 19, 16-22) nos enseña qué tipo de conversión pide Jesús a sus discípulos.

El verdadero discípulo de Cristo se libera de obli-gaciones puramente externas y obra con liber-tad bajo el impulso del amor. Dios ama y respeta la libertad de sus hijos: Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios (Gál 4, 7). Por esa razón, el cris-tianismo no se impone, sino que se propone.

El cristianismo no es una religión del no, sino del sí. En él, toda virtud es afirmación gozosa que nos lleva a actuar por amor y no por temor. Esta es la Ley de Cristo; con el podemos vencer el pecado y vivir como hijos de Dios.

Las Bienaventuranzas

«Las Bienaventuranzas dibujan el ros-tro de Jesucristo y describen su cari-dad; expresan la vocación de los fie-les; […] iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tri-bulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas. [...] Descubren la meta de la existencia humana, el fin últi-mo de los actos humanos: Dios nos llama a su propia Bienaventuranza» (CEC, n.os 1.717-1.719).

6. Relaciona cada principio moral con la ley de la que se deriva.

a Hay que perdonar siempre. b Hay que decir la verdad. c Hay que dar a cada uno lo suyo. d No matarás. e Ama a tus enemigos. f Amarás a Dios sobre todas las cosas. g Amémonos los unos a los otros como Jesucristo nos ha amado.1 Ley natural. 2 Ley de Cristo.

7. Recuerda qué relación existe entre la ley natural y el Decálogo. Explica, después, que añade el manda-miento nuevo a estos.

8. Lee atentamente Mt 5, 43-48 y señala, al menos, tres maneras de poner en práctica las enseñanzas que contiene en la vida de un joven de tu edad.

23

3. La conciencia moral

La conciencia moral* es la capacidad que tenemos los seres hu-manos de distinguir el bien del mal. Se puede afirmar que, en realidad, la conciencia es la voz de Dios que habla en nuestros corazones. Es lo más sagrado que hay en el alma humana, porque en ella es donde cada uno de nosotros se relaciona con el querer de Dios (Compendio del CEC, n.º 372).

La capacidad de valorar las acciones concretas se llama juicio de conciencia. Así, si me encuentro una cartera con dinero, la con-ciencia emite un juicio práctico a partir de dos leyes generales: no robar y dar a cada uno lo suyo; estas leyes surgen en mi interior y de las características propias de la situación en la que me hallo.

Por medio de la conciencia, cada uno juzga acciones que: a) va a hacer (y, por ejemplo, decide evitar); b) está haciendo (bien o mal, y que podría rectificar) y c) ya ha hecho (y ante las cuales siente culpa, dolor o alegría).

La conciencia no determina lo que está bien o mal. Robar será siempre un atentado contra la justicia, sea cual sea el dictamen de nuestra conciencia. La conciencia se llama verdadera si lo que juzga coincide con el bien y la verdad de la cosa; será errónea si cree que es bueno algo que no lo es.

Hay ignorancia (y error) culpable en la conciencia cuando no se ha puesto la debida diligencia en formarla bien. En el caso de que haya ignorancia después de haber puesto los medios para formar bien la conciencia, esta ignorancia sería no culpable y elimina la responsabilidad moral (Compendio del CEC, n.º 376).

Cuando se tiene conciencia dudosa de si algo está bien o mal (ante decisiones de cierta importancia), no se debe actuar sin pe-dir consejo para salir de la duda y tomar, así, la decisión correcta.

La formación de la conciencia

La formación de la conciencia es una tarea funda-mental para todo cristiano. Todos tenemos el deber de poner los medios para ello: el estudio de la fe y de la moral católica, pedir consejo a quien tie-ne conocimientos y autoridad para darlo, y acudir al sacramento de la Penitencia. También ayudan mucho la práctica de la oración y el examen de conciencia (Compendio del CEC, n.os 374 y 376).

9. Completa el siguiente enunciado del Compendio del CEC (n. º 372).

«La conciencia […], presente en lo […] de la persona, es un […] de la razón que, en el momento oportuno, impulsa al hombre a hacer el […] y a evitar el […]. Gracias a ella, la persona humana percibe la cualidad […] de un acto».

10. Indica qué tipo de conciencia se define en cada caso.

a Aquella que acierta en sus juicios. b Aquella que no logra discernir con certeza la bondad o maldad de un acto.

11. ¿Qué puede hacer un joven de tu edad para formar bien su conciencia?

Conciencia moral: la propia razón humana, en tanto que aplica la ley natural a la situación particular en la que nos encontramos.

La conciencia y el obrar humano.

La formación de la conciencia.

2

24

CREADOS POR AMOR Y PARA AMAR

4. Los elementos de la moralidad

En la práctica, no siempre es fácil de-terminar la bondad o la maldad de un acto. Para juzgar correctamente, la con-ciencia debe medir las tres fuentes de las que brota la acción humana: el objeto o comportamiento elegido libremente, el fin o intención que se propone la per-sona al actuar y las circunstancias que rodean al acto.

Hay acciones buenas que, en sí mis-mas, perfeccionan (rezar, perdonar); hay acciones que, en sí, son malas y nos deshumanizan (blasfemar, robar). Conocemos la bondad o la malicia de estas acciones por la ley natural, por el Evangelio y por las enseñanzas de la Iglesia.

La intención es un elemento importante en la calificación moral de un acto. Una intención buena (ayudar al prójimo) no hace bueno a un objeto que, de por sí, es malo (mentir). De ahí que se deban rechazar algunas máximas, como que el fin justifica los medios o que todo depende de la intención con la que se actúa. Por el contrario, una intención mala (la vanagloria) convierte en malo un acto que, de por sí, puede ser bueno (dar limosna).

Respecto a las circunstancias, algunas aumentan o disminuyen la bondad o la malicia de un acto (hacer algo con alegría y generosidad, en el primer caso; agredir a un familiar, en el segundo). Pero nunca pueden hacer buena una acción que, en sí misma, es mala. Las circunstancias pueden aumentar o disminuir la responsabilidad de la persona que actúa (obrar por miedo).

El acto moralmente bueno es aquel cuyo objeto, fin y circunstancias son bue-nos. Por tanto, es preciso tener presente que, si el objeto o el fin son malos, no se puede hablar de un acto moral bueno. Habitualmente, las circunstancias aumentan o disminuyen su bondad solo de manera accidental (Compendio del CEC, n.º 368).

12. Indica qué afirmaciones son verdaderas y corrige las falsas.

a La moralidad de un acto depende solo del objeto. b Ningún fin bueno justifica unos medios malos. c Las circunstancias que rodean un acto no determinan su moralidad.

13. Valora la moralidad de las siguientes acciones; ten en cuenta los tres elementos de los que surge la acción humana.

a Mentir a mi padre para que no me castigue sin salir de casa. b Criticar un defecto de mi hermano delante de unos amigos. c Robar un bolígrafo a un compañero de clase. d Coger dinero de la recaudación destinada a los necesitados.

Los actos humanos y la libertad.

Yo, el Señor, tu Dios, te instruyo por tu bien, te marco el camino a seguir (Is 48, 17).

25

5. El camino del amor

El escritor Oscar Wilde (1854-1900) supo expresar qué significa el pecado en su novela El retrato de Dorian Grey. Dorian es un hombre que vende su alma a cambio de ser siempre joven; un retrato suyo envejecerá en su lugar. Pero cuando, pasado el tiempo, mira el cuadro, lo que descubre es espantoso: su retrato es ahora un viejo lleno de heridas. Representa el estado real de su alma: está degradada por una vida egoísta y desordenada.

Las buenas acciones, sin embargo, nos parecen bellas y nobles. Por eso, la vida de los grandes santos nos recuerda la grandeza y la dignidad del ser humano. Pero ¿cómo podemos crecer en el compromiso de amor que Dios nos ofrece?

En primer lugar, con las virtudes humanas. La virtud es la capacidad para llevar a cabo una acción valiosa. Esa facilidad se logra por medio de la repetición de acciones. Así, uno aprende a ser justo ejerciendo la justicia.

Las virtudes humanas arraigan en las teologales*. Estas últimas son gracias* que el Espíritu Santo infunde en el alma a través, principalmente, de los sacra-mentos. Las virtudes teologales son tres: por la fe creemos en Dios, por la espe-ranza confiamos en él y por la caridad crecemos en el amor a él y a los demás.

La caridad es la primera de las virtudes y de ella hizo Jesús el mandamiento nuevo. Él amó a todos los hombres hasta el extremo (Jn 13, 1) y pide que lo imi-temos: Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 15, 12). Cristo, que murió en la cruz por amor, nos pide que amemos a nuestros enemigos, a los niños, a los pobres.

Cristo llama a cada ser humano por su nombre y le promete la Bienaventuranza eterna. Con ella, el hombre entrará en la gloria de Cristo resucitado y en el gozo de la vida divina. Tal Bienaventuranza nos invita a purificar nuestro corazón y a buscar el amor de Dios por encima de todo.

La Bienaventuranza cristiana

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto reci-be gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos. Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis Mandamientos, perma-neceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los Mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría lle-gue a plenitud (Jn 15, 7-11).

14. Indica qué afirmaciones son verdaderas y corrige las falsas.

a El pecado atenta contra la dignidad del hombre. b Las virtudes humanas son un don que Dios infunde en el alma. c Las virtudes teologales son tres: fe, justicia y caridad. d La caridad es la más sublime de las virtudes.

15. Completa el siguiente enunciado con estos términos: trinitaria, obrar, gratuito, gracia.

La [...] es un don [...] de Dios, por el que nos hace partícipes de su vida [...] y capaces de [...] por amor a él.

16. Busca en tu Biblia las siguientes citas y explica, a partir de ellas, qué es lo propio del obrar moral cristiano: Mt 5, 44; Mc 9, 37 y Mt 25, 40.45.

Virtud teologal: virtud infundida por Dios en el alma de los bautizados, para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos.

Gracia: don gratuito del Espíritu Santo que hace al ser huma-no partícipe de la vida divina y capaz de obrar por amor a Dios.

Las virtudes teologales.

26

La fidelidad a la concienciaTomás Moro (1478-1535) fue un abogado y humanista de prestigio. Enrique VIII (1491-1547), rey de Inglaterra, le confió delicadas misiones diplomáticas, diversos cargos y, finalmen-te, lo nombró lord canciller. Llegó a ser amigo personal del rey. Sin embargo, su amor a la verdad lo condujo a la muerte.

Enrique VIII se había casado con la española Catalina de Aragón, la hija menor de los Reyes Católicos. Su dinastía, los Tudor, era nueva y necesitaba imperiosamente un hijo varón. Catalina parecía incapaz de dárselo. Además, ya estaba fu-riosamente enamorado de una cortesana llamada Ana Bole-na. Para tranquilizar su conciencia y asegurar su dinastía, el rey pidió la anulación de su matrimonio al Papa. Este se negó.

El rey obligó a firmar a todos los obispos y personas notables del reino el Acta de Supremacía, un documento que estable-cía la separación de la Iglesia de Inglaterra de la de Roma y que nombraba al rey cabeza de aquella. El mismo documen-to imponía la pena de muerte a quien se negara a firmarlo. Nobles y obispos comenzaron a firmar inmediatamente. To-más se negó.

Tanto el Papa como el emperador Carlos V hicieron lo imposi-ble para hacer entrar en razón a Enrique VIII y salvar la vida de Tomás. Sus esfuerzos para que se le conmutara la pena de decapitación por la de destierro fueron inútiles y la fecha de la ejecución se fijó para el día 6 de julio de 1535.

Sus últimas palabras lo han convertido en un ejemplo de rec-titud moral: «Muero como un leal servidor del rey. Pero antes, de Dios». Pío XI lo canonizó en 1935 y en el año 2000, Juan Pablo II lo proclamó patrono de los políticos.

1. Ved la escena de la película Un hombre para la eternidad y realizad un pequeño debate. Podéis guiaros por las siguientes preguntas.

a ¿Qué os ha llamado más la atención?b ¿Cómo resumiríais la escena en un solo enunciado?c ¿Qué dilema se le presenta a Tomás Moro?d ¿Qué motivos esgrime Moro para no acceder a los ruegos de sus interrogadores?e ¿Qué función otorga Tomás Moro a la conciencia?f ¿Hace falta entrenar a la conciencia? ¿Por qué?

27

Publicidad y dignidad humana¿Te has detenido a pensar alguna vez en la cantidad de anuncios publicitarios que inundan las calles y los medios de comunicación? Pasan desapercibidos… Sin embargo, influyen enormemente en nuestra forma de pensar y de vivir.

Los anuncios más impactantes suelen ser los que vemos en el cine o en la televisión. En realidad, son como películas

muy breves con las que, a través de una historia sencilla, pero atractiva, se nos intenta persuadir para que compre-mos un producto o aceptemos una idea.

Los publicitarios saben que tienen un espacio de tiempo muy reducido para seducir al espectador. Por ello, hasta el mínimo detalle de lo que vemos en pantalla durante unos segundos está pensado y cuidado al milímetro.

La publicidad es, en sí misma, algo bueno: informa sobre nuevos productos y servicios que, si son de buena calidad, facilitan y mejoran la vida de las personas. En este sentido, ayudan a tomar decisiones prudentes a los consumidores.

Sin embargo, como dice el refrán, no es oro todo lo que reluce.

Hay estrategias muy estudiadas para que los anuncios cumplan con su finalidad. Y, a veces, parece que no importan los medios, si con ellos se influye en el consumidor. Así, por ejemplo, el producto que se intenta vender se suele asociar con comportamientos, valores o cá-nones de belleza o de éxito que, con frecuen-cia, no responden a la dignidad que se debe

a la persona humana. Y, por lo tanto, son in-compatibles con una visión cristiana de la vida.

El Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales recuerda que «la publicidad puede ser de

buen gusto y estar en conformidad con las normas morales y, ocasionalmente incluso, moralmente elevada,

pero también puede ser vulgar y moralmente degradante» (Ética en la publicidad, n.º 13).

2. Observa el anuncio que se presenta como recurso digital y realiza las siguientes actividades.

a Describe el escenario, los objetos y los personajes que aparecen.b ¿Qué finalidad crees que han buscado los publicistas en este caso concreto?c ¿A qué tipo de público se dirige? Justifica tu respuesta.d ¿Qué cualidades se destacan del producto que se anuncia y qué aspectos de este se omiten?e ¿A qué sentimientos y necesidades básicas apela el anuncio?f ¿Qué expectativas genera en el espectador?g ¿Qué valores transmite? Haz una valoración crítica personal.

28

Somos seres morales

La primera es la caridad

La vocación del hombre es la Bienaventuranza eterna

Jesucristo nos enseña el camino

CREADOS POR AMOR Y PARA AMAR

Mediante la libertad moral

Se resume en el mandamiento del Amor

Nos ayuda con la gracia del Espíritu Santo

¿Por qué decimos que el hombre es un ser moral?

Decimos que el hombre es un ser moral porque es libre; libremente, tras el juicio de su conciencia, elige obrar bien o mal (CEC, n.º 1.749).

¿Qué enseña la ley natural?

La ley natural, inscrita por Dios en el corazón de todos los hombres, enseña a discernir entre el bien y el mal, para que puedan, así, alcanzar su fin último, que es Dios. El espíritu de la ley natural se recoge en los diez Mandamientos (Compendio del CEC, n.º 416).

¿Qué es la conciencia moral?

La conciencia moral es un juicio que se forma la persona humana sobre la bondad o malicia de los actos y que impulsa a hacer el bien y evitar el mal. El ser humano, cuando escucha la conciencia moral, puede sentir la voz de Dios que le habla (Compendio del CEC, n.º 372).

¿Cuándo un acto es moralmente bueno?

Un acto es moralmente bueno cuando supone, al mismo tiempo, la bondad del objeto en sí mismo, el fin que persigue y las circuns-tancias que lo rodean (Compendio del CEC, n.º 368).

¿Qué es la ley de Cristo?

La ley de Cristo es la plenitud de la ley natural, que se resume en el mandamiento de amar a Dios y al prójimo. El espíritu de la ley de Cristo se recoge en las Bienaventuranzas (Compendio del CEC, n.os 420-421).

29

1. Señala la opción correcta. El hombre es un ser moral porque…

a a diferencia de los animales, no tiene instintos. b actúa libre y conscientemente.c ha sido creado por Dios.

2. Completa el texto con los siguientes términos: malo, acto, responsable, necesaria.

La libertad es […] para que un […] humano sea bueno o […]. Sin libertad, la persona no sería […] de sus acciones.

3. Lee el siguiente texto de san Pablo y realiza las actividades.

Cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las exigencias de la Ley, ellos, aun sin tener ley, son para sí mismos ley. Esos tales muestran que tienen escrita en sus co-razones la exigencia de la Ley; contando con el testimonio de la conciencia y con sus razona-mientos internos contrapuestos, unas veces de condena y otras de alabanza (Rom 2, 14-15).

a ¿A quiénes llama gentiles?b ¿Qué ley tienen los gentiles escrita en su corazón?c Explica por qué dice san Pablo que los gentiles son para sí mismos ley.d ¿Cómo se atestigua la existencia de esa ley en su corazón?

4. Lee Mt 5, 43-48 y responde brevemente a las preguntas.

a ¿Qué ley manda amar al prójimo?b ¿Qué novedad añade Cristo a este precepto?c ¿Quién es nuestro modelo para cumplir la nueva ley?

5. Hay quienes piensan que es imposible vivir como cristiano y ser feliz en este mundo. ¿Dónde crees que radica el error de este modo de pensar? Leer de nuevo el pasaje evangélico del joven rico (Mt 19, 16-29) te ayudará a acertar en tu respuesta.

6. Escribe los diez Mandamientos de la ley de Dios y el mandamiento del Amor.

7. Dividid la clase en grupos de tres o cuatro personas. Cada gru-po redactará una lista de valores que surgen de la virtud de la caridad, tanto para la vida personal como para la sociedad (por ejemplo, la solidaridad). A continuación, cada grupo la pondrá en común con el resto de la clase.

8. Indica a qué concepto se refiere cada definición.

a Juicio práctico de la razón que se forma la persona acerca de la bondad o maldad de sus actos.

b Ley universal e inmutable que está inscrita en el corazón del ser humano.c Plenitud de la ley natural y revelada que se resume en el mandamiento

del Amor.

9. Piensa en dos virtudes humanas que te causen una admiración especial. Justifica tu elección y explica con ejemplos cómo puede cre-cer en esas virtudes una persona de tu edad.