Creamosle a Cristo 77

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    CREMOSLEA CRISTO

    La parbola de la bicicleta y otras buenas nuevas

    Stephen E. Robinson

    Esto es una copia de seguridad de mi libro

    original en papel, para mi uso personal. Si ha

    llegado a tus manos, es en calidad de prstamo,de amigo a amigo, y debers destruirlo una vez

    lo hayas ledo, no pudiendo hacer, en ningn

    caso, difusin ni uso comercial del mismo

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    Para Sarah, Rebekah,Emily, Michael,

    Mary y Leah.Gracias.

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    CONTENIDO

    Prefacio vii

    1 El gran dilema 1

    2 Buenas nuevas 7

    3 El convenio 40

    4 Salvos por la gracia 64

    5 La mala interpretacin de la gracia 95

    6 "Seor, cmo se lleva esto a efecto?" 123

    ndice 143

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    PREFACIO

    Desde que llegu a la Universidad Brigham Young

    hace algunos aos, he notado algo sumamente peculiar e

    inesperado. Los estudiantes del primer ao llegan a la uni

    versidad procedentes de barrios y ramas de toda la Iglesia.

    La mayora de ellos ha estado en la Iglesia por una gran

    cantidad de aos, aun, dira yo, durante toda su vida, y

    generalmente estn bien entrenados en los contornos delevangelio. Es bastante lo que saben sobre el diezmo, la

    Palabra de Sabidura, la genealoga, las normas de la

    Iglesia en cuanto a la relacin con el sexo opuesto, el

    almacenamiento de alimentos y cosas por el estilo. Por

    cierto que todos stos son principios importantes para los

    Santos de los ltimos Das y constituyen una parte esen

    cial de la plenitud del evangelio en los ltimos das. Pero

    stas no son las doctrinas centrales del evangelio segn se

    Vil

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    PREFACIO

    han enseado a travs de las dispensaciones desde el

    comienzo del mundo hasta su fin.

    Lo que not en mis estudiantes fue que, al extendernos en la clase de los asuntos que constituyen las doctri

    nas y las prcticas perifricas de la Iglesia, para tratar las

    doctrinas centrales del evangelio, muchos de ellos empe

    zaron a dar ms y ms evidencias de inseguridad en lo que

    respecta a s mismosdemostraron que por dentro estaban crudos. Muchos se sentan aun ms cmodos defi

    nindose a s mismos en torno a aquello en lo que no

    crean (la predestinacin, el pecado original, etc.) que en

    torno a aquello en lo que s crean. Una considerable

    minora no entenda doctrinas tales como la de la salva

    cin por la gracia, de la justificacin por medio de la fe enCristo, de la santificacin, de la expiacin y del signifi

    cado y los trminos del convenio del evangelio. Estaban

    bien educados en las generalidades mas no en los aspec

    tos esenciales del evangelio restaurado.

    Seguramente casi todo esto est ms relacionado con

    la edad y la madurez que con la inteligencia y la capaci

    tacin. Sin embargo, como resultado de este descubri

    miento, decid escribir varias disertaciones con la

    finalidad especfica de satisfacer esta necesidad de mis

    estudiantes. Tales disertaciones tuvieron como fin expli

    car las doctrinas centrales, las verdaderas "buenas nuevas " del evangelio, de una manera clara y con lenguaje

    sencillo extrado tanto de las Escrituras como de las expe

    riencias prcticas. Fue debido al xito de dichas diserta-

    Vl l l

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    PREFACIO

    guntara: "Janet, quin es ese lamentable sujeto queviene detrs de ti?" A lo cual ella responder, "Ah, l? Es

    mi marido. Puede entrar conmigo?" Sin ella no tengo lams mnima esperanza, lo cual podra confirmar cualquier persona que nos conozca bien a los dos.

    Siempre he sostenido que un libro sin notas corroborativas generalmente carece de mayor trascendencia,puesto que la falta de documentacin indica que su conte

    nido no es ms que las opiniones personales del autor, sinningn respaldo acadmico. En este caso, me declaro culpable, pues resulta muy difcil documentarse a unomismo o a sus propias experiencias, reflexiones y puntosde vista. As que dejo a criterio del lector el estar deacuerdo o no con mis opiniones, puesto que el material

    que contiene este libro es personal, y me he esforzado poremplear el mismo estilo que empleara en el saln declase o en una conversacin, inclusive el lenguaje coloquial, as como las expresiones irnicas y sarcsticas. Porello me disculpo ante mi profesora de ingls en el primerao de la secundaria, quien me ense a no cometer

    nunca este error. No me atribuyo ninguna autoridad qued mrito a estas opiniones particulares, a pesar de que heincorporado tantas notas corroborativas como me fueposible en un libro de esta naturaleza, el cual, a pesar deser intrnsecamente teolgico, es tambin modestamenteespiritual. Es mi intencin que el lector sepa que yo real

    mente creo en las cosas que he escrito en las siguientespginas.

    Debo tambin aclarar que he escrito este libro comoun creyente Santo de los ltimos Das que se dirige a un

    X

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    grupo integrado por otros Santos de los ltimos Dastambin creyentes. De ninguna manera deseo aparentar

    que he ejercido la ms mnima objetividad acadmica enla materia. Si este texto fuera a publicarse para el beneficio de mis colegas profesionales en el campo de la enseanza de la religin, tanto la metodologa como el tenorde esta obra seran considerablemente diferentes. Pero nohay nada de malo en ser bilinge, y en este libro he deci

    dido hablar el idioma de la fe.A menudo se me pregunta de dnde saca el tiempo el

    director de un departamento para escribir un libro. Eneste caso, la respuesta es bien sencilla: habra resultadoimposible sin la ayuda de mi secretaria, Joell Woodbrey,quien me mantuvo protegido de aquellos asuntos que

    realmente no requeran mi intervencin.Una pequea parte de este libro fue presentada en

    mayo de 1990 en un discurso ante el estudiantado de laUniversidad Brigham Young, intitulado "Cremosle aCristoUn enfoque prctico de la Expiacin", y fuepublicado en ingls tanto en la edicin de noviembre de

    1990 de BYU Today y en Brigham Young University1989-90 Devotional and Fireside Speeches (Provo:University Publications, 1990). Una versin un tantomodificada de ese discurso fue tambin publicada tantoen la revista Ensign como en la Liahona, en abril de 1992.

    Ni este libro ni su autor tienen autoridad alguna para

    hablar en nombre de La Iglesia de Jesucristo de los Santosde los ltimos Das. Las ideas aqu presentadas representan puntos de vista, que aunque sinceros, son estrictamente personales.

    XI

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    CREMOSLE A CRISTO

    alguna manera, contemplar una cierta clase de equilibrio, con sus buenas obras en uno de los platos de la

    balanza, y sus faltas en el otro. Si sus buenas obras pesanms que sus faltas, o si su corazn es bsicamente buenoy supera el peso de los pecados, entonces sern admitidosa la presencia de Dios. Pero se trata de un razonamientofalso.

    Como queda indicado en Doctrina y Convenios 1:31y en otros pasajes de las Escrituras, Dios no podr ni querr permitir que ni el ms mnimo grado de imperfeccinmoral o de tica entre en Su presencia. No puede tolerarel pecado "con el ms mnimo grado de tolerancia". Nose trata de pesar nuestras buenas obras contra nuestrospecados. Si existe, tan siquiera, un pecado en nuestrohaber, es asunto terminado. La norma celestial es inocencia completa, ni ms ni menos, y ni una sola pizca de culpabilidad ser tolerada en el reino de Dios. Ahora bien,por ms decepcin que sienta, por favor, siga leyendo.Aun cuando puede resultar descorazonador comprender

    cuan estrictas son las normas de Dios, ms adelanteencontrar increbles buenas nuevas.

    El otro extremo del dilema, el otro hecho que transforma a ste en el mayor de todos los problemas del serhumano, es por dems sencillotanto usted como yo,pecamos todos los das. Nadie es inocente en el sentido

    celestial. Unos ms, otros menos, todos somos imperfectos en forma regular. Nuestras acciones son incompatibles con la conducta que se requiere para que seamosdignos de ser admitidos en el reino de Dios. Uno de los

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    EL GRAN DILEMA

    muchos versculos que explica esto, se halla en Romanos3:23: "por cuanto todos pecaron, y estn destituidos de la

    gloria de Dios".En otras palabras, todos los seres humanos, hasta los

    mejores de entre nosotros, hemos cometido pecados ohemos dado muestras de imperfecciones que no van de lamano con la norma celestial y que Dios no puede tolerar.En este caso como en otros, Pablo da a entender que slo

    hay dos categoras: Para l o uno es perfecto o en ciertogrado es pecador. No hay trmino medio en el asunto.Despus de todo, un pequeo pecado bast para que Adny Eva fueran expulsados del jardn de Edn y de la presencia de Dios. Mientras fueron totalmente inocentes,podan caminar y hablar con luna sola transgresin, ypasaron a la historia.

    Mas de estos dos hechos concretosla demanda deperfeccin absoluta de parte de Dios y nuestra incapacidad tambin absoluta de lograrladeriva una conclusinineludible: por ser, como somos, seres pecadores e imper

    fectos, no se nos puede permitir morar en la presencia deDios. Esta contradiccin entre las demandas divinas ynuestra incapacidad para cumplir con ellas representa elproblema ms serio y las consecuencias ms dramticasdel universo.

    Hay veces que damos por sentado que todos cuantos

    nos rodean actan mejor que nosotros. Suponemos quetodos los dems no son pecadores, que cumplen con losmandamientos constantemente, y nos sentimos compungidos al pensar que nosotros no podemos hacer lo mismo.

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    Como resultado de ello, muchos de nosotros, inclusivelas personas ms buenas, nos decepcionamos ante lo que

    percibimos como un abismo imposible de cruzar entre loque Dios demanda y lo que hacemos. Fue por esa mismarazn que el gran pescador, Pedro, dijo cuando se vioexpuesto por primera vez al poder del Maestro, "Aprtatede m, Seor, porque soy hombre pecador" (Lucas 5:8).

    Cuando vio el poder de Jesucristo y supo que en ver

    dad haba sido enviado por Dios, Pedro pudo llegar a unasola conclusin"No soy digno. No deberas estar aquconmigo. Si supieras cuan infame soy, comprenderas quetodo esfuerzo es intil. No soy como t; soy un pecador.As que no pierdas tu tiempo conmigo; mejor ve a buscara alguien recto y religioso, alguien que pueda ser salvo.Alguien tan santo como t merece un discpulo muchomejor que este pobre desperdicio que soy." Nadie conocamejor que Pedro la vasta diferencia entre las demandas deDios y la capacidad de los desvalidos seres humanos decumplir con ellas. Y antes de enterarse de las buenas nuevas, es aparente que ni siquiera el gran pescador vea lams mnima esperanza o la solucin del Gran Dilema.

    Tal vez pueda ilustrar un poco mejor nuestra situacincon una analoga extrada de mi propia experiencia comopadre. Tengo cinco hijas encantadoras, pero slo un hijo,Michael. Reconozco que soy bastante duro con l porque

    lo quiero mucho y porque deseo que llegue a ser mejorque su padre. Cierto da, cuando Michael tena cinco oseis aos de edad, hizo algo que me pareci muy reprochable, as que lo reprend airadamente y lo puse en peniten-

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    EL GRAN DILEMA

    cia, dicindole: "Y no te atrevas a salir de tu habitacinhasta que yo vaya por ti!"

    Las horas pasaron y me olvid de Michael. Recuerdoque estuve haciendo algunas tareas alrededor de la casa ydespus me sent en la sala a ver un partido de ftbolamericano por la televisin. All por comienzos delsegundo tiempo o que se abra la puerta de la habitacinde Michael al final del largo pasillo que separaba su

    cuarto de la sala. Fue en ese momento que me di cuentade que me haba olvidado de mi hijo. De un salto me pusede pie y sal corriendo hacia el pasillo. All, en el otroextremo, vi la tmida figura de mi pequeo hijo. Tena losojos irritados y la cara roja,- las lgrimas an corran porsus mejillas. Estaba obviamente nervioso, pues le habadicho que no saliera de su habitacin hasta que yo le fueraa buscar, pero lleno de inocente temor, me mir y medijo: "Papi, hay alguna forma de que podamos volver aser amigos?"

    Dems est decir que el corazn se me parti en dos.

    Corr hacia l y, abrazndole, le asegur que no haba otronio que jams hubiera sido tan querido por su padrecomo l lo era por m.

    Espiritualmente, todos nos encontramos en la mismasituacin en que se encontraba Michael. Todos sabemoslo que se siente cuando se nos pone "en penitencia" espi

    ritualmente, o sea, el estar distanciados de nuestro PadreCelestial, librados a nuestra propia suerte y solos. Es enesta vida terrenal en donde experimentamos el dolor delGran Dilema. Y conociendo mejor que nadie nuestras

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    patticas ineptitudes, ciertas veces, al igual que Pedro, lonico que se nos ocurre pensar es que el Seor nos aban

    dona por otra persona ms digna que nosotros. No es quecon ello estamos negando o rechazando al Salvador, msbien es una expresin de nuestro propio desaliento.

    Todos hemos hecho cosas que nos avergenzan, ytodos hemos sentido el horrendo peso de la culpa, elremordimiento y el autorreproche. Hay pecados que nos

    daan espiritualmente; pecados que si bien no nos destruyen de plano, nos acosarn y no sanarn; pecados que noshacen sentir cual si hubiramos bebido aguas cloacales ocontrado una enfermedad incurable, como si pudiramoslavarnos, sin jams llegar a estar completamente limpios.En medio de tales pecados, sumergidos en sentimientos

    de culpa y desconsuelo, en nuestra terrible soledad, apartados de Dios, elevamos los ojos al cielo y preguntamosllenos de angustia: "Oh, Padre, hay alguna forma de quepodamos volver a ser amigos?"

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    Captulo Dos

    BUENAS NUEVAS

    La respuesta de todos los profetas y de todos los pasajes

    de las Escrituras a la pregunta del Gran Dilema es unresonante "SI! Las personas que son imperfectas puedenreconciliarse con un Dios que es perfecto, y se les permitir morar en Su presencia." Y de la misma manera comoEl responde a nuestra pregunta, y por los mismos medioscon que la contesta, Dios nos asegura que ningn hijo

    jams ha sido tan querido por padre mortal alguno comonosotros lo somos por l. De hecho, la dilucidacin delGran Dilema, de la separacin de seres humanos imperfectos de su Dios perfecto, es precisamente de lo que, deuna manera u otra, dan testimonio las Escrituras. Y esa

    solucin es la expiacin de Jesucristo.Expiacin significa limpiar a una persona de todaculpa por medio del pago de una sancin en su nombre.De ese modo, dos cosas que se haban separado o que se

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    CREMOSLE A CRISTO

    haban vuelto incompatibles entre s, como un Dios perfecto y un ser imperfecto como usted o yo, se pueden vol

    ver a juntar, reconciliando las dos partes por medio de unaexpiacin de nuestros pecados. La palabra misma derivade un prefijo y una palabra ms pequea, ex-piare (limpiarde una culpa), y la palabra que en latn significa expiacin, a menudo se traduce como "reconciliar". De estemodo, a las dos duras realidades mencionadas antes y queaparecen en Doctrina y Convenios 1:31 y en Romanos3:23, Jesucristo aade una tercera realidad: la Expiacin,la reconciliacin, las "buenas nuevas" del evangelio1, quea pesar de que nos hayamos apartado de Dios, hay unamanera por medio de la cual podemos volver a ser uno

    con l.Me resulta particularmente interesante el modo enque el Seor se refiere a esto en Isaas 1:18: "Venid luego,dice Jehov, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve sern emblanquecidos;si fueren rojos como el carmes, vendrn a ser como

    blanca lana." Quisiera referirme un poco ms a fondo encuanto a este pasaje de las Escrituras para que no perdamos de vista su importancia. Lo que el Seor dice aqu eslo siguiente: "No importa lo que hayas hecho,- lo que hayasido, por ms horrible o ruin, no tiene mayor trascendencia. Lo ms importante de todo es que, cualquiera que

    haya sido tu pecado, yo puedo borrarlo, puedo dejarte sin

    1. De hecho, el trmino griego que en el Nuevo Testamento se traduce comoevangelio" (euangelion), literalmente significa "buenas nuevas".

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    BUENAS NUEVAS

    mancha y hacerte inocente, puro y digno, y lo puedohacer hoy mismo; puedo hacerlo ahora."

    CREMOSLE A CRISTO

    Lamentablemente, hay muchos miembros de laIglesia que no creen que esto sea posible. A pesar de queafirman tener un testimonio de Cristo y de Su evangelio,rechazan el testimonio de las Escrituras y de los profetas

    en cuanto a las buenas nuevas de la expiacin de Cristo.A menudo, tales personas se aferran ingenuamente a posiciones contradictorias sin siquiera comprender la naturaleza de dichas contradicciones. Por ejemplo, es posibleque crean que la Iglesia es verdadera, que Jess es elCristo, y que Jos Smith fue un profeta de Dios, mientras

    que al mismo tiempo se niegan a aceptar la posibilidad deser completamente perdonadas y, con el tiempo, exaltadas en el reino de Dios. Tales personas creen en Cristo,pero no le creen a Cristo. El Seor dice: "Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve sern emblanquecidos. Puedo hacerte puro, digno y celestial", y ellasresponden, "No, no puedes. El evangelio acta de esaforma slo en otras personas, pero no en m."

    No obstante, las "buenas nuevas" del evangelio sonbuenas nuevas para m, no porque prometen que otraspersonas mejores que yo se pueden salvar, sino porque

    prometen que yo puedo ser salvopese a todas mis limitaciones e imperfecciones. Mientras no acepte esa posibilidad, mientras no le crea a Cristo cuando dice que lpuede llevarme a Su reino y colocarme en un trono, no

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    habr aceptado completamente las buenas nuevas delevangelio; habr, ms bien, aceptado al mensajero y

    rechazado Su poderoso mensaje.La fe es el primer principio del evangelio, pero tener

    fe no significa simplemente creer en sus declaracioneshistricas. Cree usted que la Iglesia es verdadera, queJos Smith fue un profeta, y que el evangelio ha sido restaurado en los ltimos das? Muy bien, pero eso no es

    suficiente. El primer Artculo de Fe expresa claramenteque debemos tener fe en el Seor Jesucristo. A menudopensamos que tener fe en Cristo significa creer en Suidentidad como el Hijo de Dios y el Salvador del mundo.Pero creer en la identidadde Jess como el Cristo, es apenas la mitad de este asunto. La otra mitad es creer en Su

    capacidad, en Su poderde purificar y salvarde convertiren personas dignas a los indignos hijos e hijas de Dios.

    No slo debemos creer que l es quien dice ser, sinoque tambin debemos creer que l puede hacer lo quedice poder hacer. No solamente debemos creer en Cristo,sino que debemos creerle a l cuando dice que puedepurificarnos y hacernos celestiales. l nos hace saber quemediante Su sangre expiatoria, todo el gnero humanopuede ser salvo (ver A. de F. 3), y, lgicamente, en "todoel gnero humano" estamos incluidos usted y yo. As que,en tanto no aceptemos la posibilidad real de ser exaltados

    en el reino de Dios, no podemos decir que tenemos fe enCristo, y no podemos decir que creemos.

    En calidad de ex obispo y como consejero y maestroen la Iglesia, he odo muchas variaciones en cuanto a la

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    misma duda. Es posible que una persona diga, "No,obispo, no puedo esperar recibir las mismas bendiciones

    que los miembros de la Iglesia que son fieles; no puedoaspirar a ser exaltado en el reino de Dios puesto que hecometido pecados horribles. Usted tiene que comprenderque hice esto o aquello. Claro que asistir a las reunionesde la Iglesia y que tratar de mantener viva la esperanzade que el castigo no sea espantoso, pero de ninguna

    manera puedo recibir la exaltacin despus de lo quehice."

    Otro quizs diga: "Usted no me entiende. Mi vida esun fracaso total. Cuando era joven tom decisiones queme llevaron por mal camino, y ahora, despus de todosestos aos, no hay manera de regresar a la sendacorrecta." Recuerdo que alguien me dijo una vez: "Quva; no tengo la ms mnima esperanza de ser exaltado. Novalgo nada. Soy un miembro comn y corriente, un simple 'marca listas' de asistencia. Lo nico que he tenido enla Iglesia han sido pequeos cargos; jams he sido un lder

    y no poseo ningn talento. Por cierto que jams serobispo [o presidenta de la Sociedad de Socorro]. No tengodemasiado para ofrecer, as que tampoco espero recibirdemasiado en la resurreccin. Slo espero alcanzar elnivel ms bajo del reino celestial, pero s que no voy a serexaltado."

    Un ejemplo tpico de este tipo de razonamiento fue elcaso de un hombre que una vez me dijo, "Mire, obispo, nocreo estar hecho para heredar la gloria celestial". Despusde un infructuoso cambio de ideas, un tanto impaciente,

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    le dije: "Qu es lo que me quiere decir? Por supuesto queno est hecho para heredar la gloria celestial. Tampoco lo

    estoy yo ni lo est nadie. sa es la razn por la que necesitamos la expiacin de Cristo, el cual puede hacernos paraque heredemos la gloria celestial. Por qu no admite suverdadero problema,- que no tiene ninguna fe en Cristo?"Mi comentario ciertamente le enfad, ya que haba sidode la religin protestante antes de convertirse en Santo de

    los ltimos Das, y tanto como protestante y como mor-mn, l haba credo en Jesucristo. "Cmo se atreve adecirme eso?" replic el hombre. "Yo s que Jess es elCristo, el Hijo de Dios." "S", le contest, "usted cree enCristo, pero no le cree a Cristo. El dice que puede hacerlepara que herede la gloria celestial, y usted tiene la audacia de sentarse all y decir vNo, no puede'. No tengo dudade que usted creeusted cree que Cristo hace promesasque no puede cumplir."

    Cada uno de estos casos representa una variacin dela misma ttrica idea. Todos se resumen a esto: "No creo

    que Cristo pueda hacer lo que dice poder hacer. No tengofe en su capacidad de exaltarme." Si se les preguntara aestas personas en qu consisten sus problemas espirituales, diran que son X, Y o Zo sea, ciertos problemas singulares con los que tropezaron en determinado punto desu trayectoria espiritual. Pero en ninguno de estos casos

    el verdadero problema es X, Y ni Z, ni tampoco es singular, ni tropezaron en algn punto distante de su trayectoria. El verdadero problema lo tienen frente a la nariz, puesestas cuatro objeciones y muchas otras versiones que se

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    podran citar, son maneras de simplemente disfrazar elproblema bsico en s: falta de fe en el Seor Jesucristo.

    Estas personas simplemente no creen que el evangelio pueda tener efecto alguno en ellas. Y a menos que obedezcan el primer principio del evangelio, a menos quetengan fe genuina en Cristo, se privarn del poder y lasbendiciones de la fe en Cristo o de los principios que lesiguen a la fe: el arrepentimiento, el bautismo y el don del

    Espritu Santo. Aun cuando se consideren a s mismasmiembros de la Iglesia poseedores de experiencia y madurez, lo cierto es que todava no han nacido espiritual-mente.

    Si slo creemos en Cristo sin creerle a l, es comoestar sentados en casas fras y obscuras, rodeados de lmparas y calentadores, y creer en la electricidad sin aprovecharla. Ese tipo de personas a menudo tratan deconvencerse a s mismas y de convencer a los dems queel simplemente cieei en la electricidad les proporcionacalor y luz, aunque continan tiritando en la obscuridad

    en tanto no enciendan la luz y los calentadores. A pesarde que todos nuestros aparatos domsticos funcionen y lainstalacin est en perfectas condiciones, mientras noaceptemos el poder mismo de la corriente elctrica, ancuando creamos en l en teora, no podremos disfrutar delefecto de la luz y del calor. sa es la razn por la que la fe

    genuina en Cristo, o sea, la aceptacin activa de Su podery no la mera creencia pasiva en Su identidad, es y debesiempre ser el primer principio del evangelio. No importacunto aprendamos sobre el evangelio, ni cunto creamos

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    en teora, en tanto no aceptemos la realidad de nuestrapropia salvacin, seguiremos en el fro y en la obscuridad.

    LA EXIGENCIA DE LA PERFECCIN

    A menudo, la razn por la que algunas personas nopueden aceptar plenamente las bendiciones del evangelio,es porque la exigencia de la perfeccin ha nublado porcompleto su visin. Errneamente creen que para que la

    Expiacin tenga efecto en su vida, deben, primeramente,alcanzar la perfeccin merced a sus propios esfuerzos.Pero quien haya logrado satisfacer este requisito no tienela ms mnima necesidad de la Expiacin, pues tal persona ya estar reconciliada con Dios, habiendo alcanzado,por s misma, la norma de perfeccin celestial sin laayuda de Cristo ni la de Su expiacin, lo cual no es posible.

    Quisiera recalcar una vez ms que las buenas nuevasno consisten en que las personas perfectas se puedenreconciliar con Dios, sino que aquellos que son imperfec

    tos pueden lograrlo. Cuando oigo a alguien decir que se vaa perfeccionar a s mismo, me dan ganas de preguntarle:"Realmente piensa que el logro de la exaltacin es cuestin de meter la mano en sus entraas y sacar la energa yla determinacin necesarias para vivir una vida perfecta?Si as fuera, no necesita un salvador, ya que puede lograrlo

    sin la ayuda de nadie."Es irrefutable el hecho de que para recibir la gloria

    celestial tenemos que llegar a ser perfectos, y estamossiempre dispuestos a hacernos saber unos a otros cuan

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    perfectos debemos ser. De hecho, hay veces en que, noobstante cuan bien estemos actuando en determinados

    aspectos de nuestra vida, nunca falta algn bien intencionado miembro de la Iglesia que nos indique que no somosperfectos y que debemos esforzarnos ms la prxima vez.Muchas veces somos nosotros mismos quienes nos imponemos tan severas crticas, y es as que, por muy bien queestemos haciendo las cosas, nunca nos permitimos la ms

    mnima y merecida satisfaccin personal.

    EL ATAJO A LA PERFECCIN

    Por cierto que somos muy buenos para decirnos unosa otros y a nosotros mismos cuan perfectos debemos serpara heredar el reino. Lo que olvidamos a menudo es

    explicar cmo se obtiene esa perfeccin. Lo cierto es queexiste un pequeo secretoun atajo1, y si no conocemosel secreto o el atajo a la perfeccin, podemos terminaragotados tras intentar ser perfectos por nosotros mismos.El gran secreto es ste: Jesucristo compartir con nosotrosSu perfeccin, Su pureza, Su rectitud y Sus mritos. En Sumisericordia, nos ofrece el beneficio de Su perfeccin, enausencia de la nuestra, para satisfacer las demandas de la

    justicia.

    En principio, se nos considera perfectos, se nos aceptacomo perfectos, al ser uno con un Cristo que es perfecto.

    A la larga, esto hace posible que, en un futuro, lleguemos

    2. Aqu, al igual que en otras partes, he empleado una expresin figuradapara crear un cierto efecto. La verdad es que no existe tal "atajo". Cristo es elnico camino.

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    a ser perfectos en base a nuestros propios mritos, peroese futuro es mucho despus del Juicio y de que hayamos

    heredado el reino de Dios mediante el mrito, la misericordia y la perfeccin de Jesucristo. As que la meta msimportante de esta vida mortal es llegar a ser uno conCristo por medio del convenio del evangelio y teneracceso a Su perfeccin por medio de esa unin, en vez depermanecer separados y desorientados mientras tratamos

    (en vano!) de generar nuestra propia perfeccin y, porconsiguiente, de salvarnos a nosotros mismos.

    Permtanme darles un ejemplo. Hace unos cuantosaos, nuestra familia vivi en Williamsport, estado dePensilvania. Las cosas nos iban bastante bien all.Tenamos nuestro propio hogar en un vecindario muyagradable, y estbamos encantados con nuestros vecinos.Yo tena un buen empleo en una universidad de la comunidad y progresaba en mi carrera. Parecamos ser felices;tenamos la noche de hogar todas las semanas, orbamosregularmente como familia, y mi esposa y yo tenamosnuestras oraciones juntos todas las noches. Contbamoscon la recomendacin para el templo y asistamos a l loms seguido posible. Yo era miembro del obispado denuestro barrio y Janet, mi esposa, era la presidenta de laSociedad de Socorro.

    Ese fue un ao particularmente memorable para Janet.

    Adems de ser presidenta de la Sociedad de Socorro, serecibi por segunda vez en la universidad (como contadora), aprob el examen profesional, empez a trabajar enuna firma local, dio a luz a nuestro cuarto hijo

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    (Michael)todo eso en su tiempo libre, por supuesto. Adecir verdad, Janet se encontraba bajo bastante presin ese

    ao, pero, como sucede con muchos maridos, no me dicuenta de la inmensa presin bajo la cual se encontrabahasta que la situacin explot. Y qu explosin!

    Un buen da, las luces simplemente se apagaron. Fuecomo si Janet hubiera muerto en cuanto a las cosas espirituales; estaba exhausta. Adopt una posicin pasiva hacia

    la Iglesia. Cuando sus consejeras en la Sociedad deSocorro la llamaron, les dijo que podan hacer lo que quisieran y que ella haba pedido ser relevada de su llamamiento. Uno de los peores aspectos de este repentinocambio fue que Janet no tena inters en hablar delasunto,- no estaba dispuesta a decirme lo que le pasaba.

    Finalmente, una noche, despus de casi dos semanas,y tras insistir en que se desahogara, obviamente enojadame dijo: "Muy bien. Quieres que te diga lo que me pasa?Pues te lo dir: Ya no doy ms. Ya no puedo llevar micarga,- es muy pesada. No puedo hacer todo lo que se

    supone que debo hacer. Ya no puedo levantarme a lascinco y media de la maana y hornear pan, coser la ropa yayudar a los nios con sus tareas de la escuela, adems dehacer mis propias tareas y de prepararles la bolsa delalmuerzo,- y despus limpiar y ocuparme de mis deberesen la Sociedad de Socorro, estudiar las Escrituras, trabajar

    en mi genealoga, colaborar con la comisin de fomentode la escuela de los nios, organizar nuestro almacenamiento de alimentos, ir a las reuniones de estaca y escribirles a los misioneros . . . " Empez a nombrar, una por

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    una, todas las cosas que no poda hacer o que no podahacer a la perfeccintodos aquellos ladrillos que haban

    sido colocados sobre su espalda en nombre de la perfeccin hasta que terminaron por agobiarla.

    "Trato de no gritarles a los nios", continu diciendo,"pero a veces no puedo evitarlo; me enojo y empiezo a gritar. Y trato de no enojarme, pero no hay caso. Trato de notener malos sentimientos hacia ciertas personas, pero los

    tengo. S que no tengo una actitud muy cristiana. Porms que trate de amar a todos, es intil. No tengo eltalento que tiene la hermana Fulana, y no puedo ser tanamorosa como la hermana Mengana. Steve, no soy perfecta; nunca voy a serlo, y no puedo seguir fingiendo quelo soy. Finalmente he llegado a la conclusin de quenunca alcanzar el reino celestial, entonces, para quseguir matndome intentndolo?"

    Y as fue que dio comienzo una de las noches ms largas de nuestra vida de casados. Le pregunt a Janet,"Tienes un testimonio?", a lo cual respondi, "Por

    supuesto que seso es lo ms terrible de todo. S que elevangelio es verdadero, pero no puedo vivir como seespera que lo haga". Le pregunt si haba cumplido consus convenios bautismales, y me contest, "No. He tratado y vuelto a tratar, pero no puedo guardar todos losmandamientos en todo momento". Le pregunt si haba

    observado los convenios que haba hecho en el templo, yotra vez me dijo: "Trato de hacerlo, pero por ms que meesfuerce, no puedo hacer todo cuanto se me pide quehaga."

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    Antes de proseguir, quisiera aclarar que la razn por la

    que hace muchos aos le propuse matrimonio a Janet fue

    porque ella es la persona ms extraordinaria, dulce, genui-namente amorosa y abnegada que yo jams haya cono

    cido. As que, lo que me estaba diciendo, sencillamente

    no tena sentido. La conversacin continu dentro de ese

    tonoella enumerando todas sus faltas e imperfecciones

    y yo tratando de hacerle reconocer que su autopercepcinera injusta y de encontrar la verdadera causa del pro

    blema. Finalmente se me ocurri de qu se poda tratar y,

    a decir verdad, me sent como un tonto. Todo un experto

    en el campo de la religin y ni siquiera haba visto

    tamaa realidad ante mis ojos. Lo que por fin descubr fue

    que Janet no entenda plenamente la mdula misma del

    evangeliola expiacin de Cristo. Conoca los requisitos

    pero no reconoca las buenas nuevas.

    Quin hubiera pensado que despus de todas las reu

    niones y lecciones, despus de todos los testimonios y las

    noches de hogar, no haba captado la esencia del evangelio? Tena un buen conocimiento y crea en todo, excepto

    en la parte ms importante. Janet estaba tratando de sal

    varse a s misma,- estaba tratando de hacerlo todo utili

    zando a Jesucristo como un mero asesor; saba porqu

    podemos dar a Jess los ttulos de entrenador, alentador,

    asesor, maestro, hermano mayor, cabeza de la Iglesia y

    an de Dios. Todo eso lo entenda, pero lo que no enten

    da era la razn por la que se le llama el Salvador.

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    CREEMOS EN SER SALVOS?

    Pero, creemos los Santos de los ltimos Das en "ser

    salvos"? Si hago esa pregunta a mis alumnos en la universidad empleando un tono de voz caracterstico de los bautistas del sur de los Estados Unidos, generalmente untercio decididamente responder: "No. No creemos en"ser salvos'. Nosotros no somos como esos evangelistas delos programas de televisin." Qu lamentable! Por cierto

    que los Santos de los ltimos Das creemos en ser salvos.Lo creemos ahora y siempre lo hemos credo. Cmopodemos llamar a Cristo el Salvador si no salva a nadie?

    Eso es como tener un salvavidas que no est dispuestoa levantarse de su silla o a mojarse,- un salvavidas quedijera: "Miren, ah hay otro ahogndose. Qu fatalidad!"Es posible que hasta haya exclamado desde su silla:"Trate de nadar de espalda!", pero si no se tira al agua,de qu sirve? Y para qu sirve un salvador que no salvaa nadie? El mensaje central del Libro de Mormn, ascomo el de la Biblia, es que Jesucristo es el Salvador delmundo. S, los Santos de los ltimos Das creemos en sersalvos, pero Janet, al igual que muchas otras personas,estaba tratando de salvarse a s misma, mas no podahacerlo. De hecho, nadie puede, por mejores que sean.

    El hermano de Jared. Por ejemplo, echemos unamirada a ter 3:2 en el Libro de Mormn. El que habla es

    el hermano de Jared, uno de los ms grandes profetas detodas las pocas. Su fe era tan inmensa que, tal comopodemos leer en ese captulo, pudo penetrar el velo y vera Dios. Pero fjense cmo este buen y fiel hombre encar

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    a Dios. "Y ahora, he aqu, oh Seor, no te enojes con tusiervo a causa de su debilidad delante de ti; porque sabe

    mos que t eres santo y habitas en los cielos, y que somosindignos delante de ti." Imagnense! ste era uno de losms grandes profetas de todos los tiempos, y empez suoracin disculpndose por su debilidad y su indignidad.Por cierto que de ninguna manera se jactaba de ser perfecto.

    Y continu diciendo: "Por causa de la cada nuestranaturaleza se ha tornado mala continuamente." Lo queesto quiere decir es que, como resultado de la cada deAdn, los seres humanos estamos sujetos a las condiciones naturales de la vida mortal. Mientras permanezcamosen la carne, tendremos que luchar con la carne, con nuestra naturaleza carnal y, de vez en cuando, la carne triunfar sobre nosotros. Tal derrota es siempre reprochable yse nos har responsables por ello, pero habr de sobrevenirnos de tanto en tanto.

    Esta lucha es algo a lo que debemos estar preparados

    para enfrentar a lo largo de toda la vida. Ningn serhumano se ve exento de este tipo de oposicin presentadapor nuestra naturaleza carnal. Por ejemplo, hay ocasionesen que le digo a mi naturaleza carnal, "Carne, hoy vamosa empezar una dieta!" a lo cual sta inevitablemente responde algo as como: "Ni lo suees!", y despus empieza

    a susurrar despiadadamente, "Chocolate! Chocolate!Chocolate!" Esta oposicin de la carne, de nuestra naturaleza carnal, no es algo que podemos vencer definitivamente durante la vida mortal. A lo largo de toda nuestra

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    vida mortal, la naturaleza carnal estar continuamentesujeta a lo que es malo, parafraseando las palabras del her

    mano de Jared.Personalmente, creo que al resucitar al fin vencere

    mos la oposicin de la carne. En la vida mortal, el espritu y el cuerpo son dos entes separados obligados acoexistir en la misma persona. El nexo mortal entre elloses tanto reciente como pasajero, por lo cual estn en constante pugna. Pero al resucitar, el cuerpo y el espritupasan a ser una sola cosa,- estarn inseparablemente unidos, soldados el uno al otro, y hablarn con una mismavozla voz de esa unin que constituye el alma misma(ver D&.C 88:15). Pero hasta ese momento, debemosluchar con ese otro ente que es la naturaleza carnal y, devez en cuando, aun los mejores de entre nosotros, comoel hermano de Jared, perderemos alguna que otra batalla.

    Pero sta no es la parte ms importante de lo que diceel hermano de Jared en ter 3:2. Lo ms importante vieneal final del versculo: "No obstante, oh Seor, t nos has

    dado el mandamiento de invocarte, para que recibamos deti segn nuestros deseos." A la larga, no tiene importancia realmente el hecho de que el hermano de Jared seaindigno desde el punto de vista celestial ya que, en eserespecto, es exactamente igual a todos los dems sereshumanos. El asunto es que Dios nos ha mandado hablarle

    en oracin, por ms indignos que seamos, pues El ha dispuesto la manera en que recibamos lo que anhelamos a

    pesar de nuestra imperfeccin. Advirtamos que l dice:"segn nuestro deseo" y no estrictamente "segn nues-

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    tros mritos" o "segn nuestras obras", ni segn otrascondiciones que algunos de nosotros pudiramos esperar

    (verD&C 137:9).Lo que realmente importa es que mediante la expia

    cin de Jesucristo, no obstante nuestra indignidad, podemos recibir lo que deseemos, lo que anhelemosperoslo si en verdad es lo que anhelamos. Entonces, qu eslo que deseamos? Qu es lo que realmente deseamos? En

    Mateo 5:6 el Seor dice: "Bienaventurados los que tienenhambre y sed de justicia, porque ellos sern saciados." Amenudo malinterpretamos este versculo, pensando quequiere decir algo as como "Bienaventurados los justos",pero de ninguna manera significa eso. Cundo tenemoshambre? Cundo tenemos sed? Despus de una suculenta cena? No, tenemos hambre cuando no hemoscomido; tenemos sed cuando no hemos bebido, cuandonos vemos privados del objeto de nuestro deseo.

    Esta bienaventuranza se refiere a personas como nosotros que desean hacer lo correcto, que anhelan, que tienen

    hambre y sed de justiciala justicia pura de Dios, la justicia perfecta y la inocencia absoluta del reino celestial.Bienaventurados aquellos que desean con todo su coraznser justos tal como Cristo es justo, ser perfectos como les perfecto, que lo anhelan y lo buscan, y que daran cualquier cosa por lograrlo. Cul es su recompensa? Por

    medio de la expiacin de Cristo, lo recibirn conforme asus mayores deseos. En las palabras de la bienaventuranza, "sern saciados".

    El ejemplo de Nefi. Veamos otro ejemplo proftico del

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    Libro de Mormn. En 2 Nefi 4:17-19, Nefi escribi: "Oh,miserable hombre que soy! S, mi corazn se entristece a

    causa de mi carne. Mi alma se aflige a causa de misiniquidades. Me veo circundado a causa de las tentaciones y pecados que tan fcilmente me asedian. Y cuandodeseo regocijarme, mi corazn gime a causa de mis pecados." Un momento,- iniquidades? tentaciones? pecados? Ac tiene que haber un error. El que habla en este

    pasaje debe ser Laman o Lemuel, los hijos inicuos; porcierto que no puede ser Nefi. Nefi era el hijo justo.

    No, por supuesto que no hay ningn error. Este esNefi, otro de los ms grandes profetas que jams hayanvivido. Ni siquiera se trata del Nefi adolescente. Estepasaje proviene del 2 Nefi, cuando la familia ya estaba enel Nuevo Mundo. Este es Nefi en su madurez, el Nefi deexperiencia y sabidura, que nos revela los sentimientosde su corazn. Y Nefi, al igual que el hermano de Jared oque el Apstol Pablo (ver 1 Timoteo 1:15), no se jactabade ser perfecto. Nefi saba y lamentaba el hecho de que, amenudo, haba perdido su batalla contra la carne, quehaba sido fcilmente tentado y que haba pecado.

    Pero tengamos otra vez presente que no tiene mayorimportancia el hecho de que Nefi fuera imperfecto, deque no pudiera alcanzar el reino de Dios en base a sus propios esfuerzos y mritos y de que, en determinadas opor

    tunidades, simplemente hubiera errado. Ningn serhumano, con la sola excepcin de Jesucristo, ha guardadotodos los mandamientos en todo momento. Es posibleque fallemos en diferentes grados, pero todos fallamos.

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    sa es la razn por la que todos necesitamos ayuda, por laque todos necesitamos un Salvador, y por la que el necesitar ayuda y un Salvador de ninguna manera es una deshonra. Pero he aqu lo ms importante que dijo Nefi: "Noobstante, s en quin he confiado . . . Me ha llenado consu amor hasta consumir mi carne" (2 Nefi 4:19, 21).

    Aun cuando Nefi estaba descorazonado y deprimidoante la realidad de no poder vivir una vida perfecta, confiaba en que el Seor de todos modos lo llevara hasta elreino. Confiaba en el Salvador y tena confianza en elamor del Salvador. Al combinar, entonces, los tres versculos y frases, Nefi dijo, "No, no soy perfecto. S, misfaltas me molestan y, s, quisiera haber sido mejor. Noobstante, tengo fe en Jesucristo,- confo en l. l dice quepuede llevarme a Su reino a pesar de mis imperfecciones,y yo le creo. S que me ama, y confo en que continuarsalvndome de todos mis enemigos".

    Lamentablemente, al contrario de la actitud de Nefi,muchos de nosotros simplemente no confiamos en el

    Salvador. Creemos en l, pero no confiamos en l.Nuestras imperfecciones nos intimidan y nos atemorizantanto que no podemos ni imaginarnos cmo podra l salvarnos de ellas y nuestra fe se debilita. Pero si estos magnficos profetas gozaban de una cabal percepcin de suspropios pecados y debilidades, y aun as sostenan con

    plena confianza que haba para ellos un lugar en el reinode Dios, mo deberamos aprender de sus ejemplos de confianza y seguridadde sus ejemplos de fe?

    Adems del temor a las imperfecciones propias, hay

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    otras razones por las cuales algunas personas no logranconfiar en el Salvador. Muchos suponen que si se entre

    gan a El y tratan de vivir el evangelio leal y fielmente, seprivarn de algo importante que el mundo tenga para ofrecer. A menudo temen que una dedicacin absoluta aCristo y a la Iglesia les pondra en una posicin de serexplotados o no les permitira sentirse realizados desdeun punto de vista emocional, intelectual o fsico. Hay

    quienes quieren a la Iglesia en su vida, pero tienen miedode abrazarla completamente. Cualquiera sea el caso, hayuna sola realidadaun cuando es posible que crean en El,no confan en El. Todava no tienen una fe genuina enCristo.

    CMO LLEGA LA PERFECCIN

    Parte de las buenas nuevas del evangelio es saber quela perfeccin llega por fin, a aquellos que la desean,mediante la expiacin de Cristo, en vez de slo merced asus propios esfuerzos. Cuando llegamos a ser uno con

    Cristo en el convenio del evangelio, cobramos acceso a Superfeccin. Es como cuando dos personas con diferentescuentas bancarias se casan y abren una cuenta comn.Cuando Janet y yo nos casamos, mi cuenta estaba sobregi-rada, pero mi esposa tena dinero en la suya. Despus dela boda, fuimos al banco y combinamos las dos cuentas,

    creando una sola. En lo que concerna al banco, yo ya noera simplemente Stephen Robinson, ni ella Janet Bowen.Ahora ramos Stephen y Janet Robinson, dos personasque haban creado una sociedad que abarcaba los bienes y

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    las responsabilidades de ambas. Y puesto que los bienesde Janet superaban mis responsabilidades, la nueva

    cuenta tena un saldo favorable. Fue cual un milagro!Gracias al simple hecho de haber entrado en un conveniomatrimonial y de haber llegado a ser uno con Janet, yoestaba entonces sobre terreno firme, econmicamente,por primera vez en meses.

    sta es una excelente analoga de lo que sucede

    cuando entramos en el convenio del evangelio. ElSalvador, que posee bienes ilimitados, propone una sociedad con la persona, cuyas responsabilidades son limitadas. Empleo la palabra "propone" en forma comparativaa aquel que propone matrimonio, puesto que es algo tanntimo y serio como un matrimonio. sta es la razn porla cual a Cristo se le llama a menudo el Esposo ver Mateo25: 1-13; Juan 3:29) y por qu a la Iglesia (o a Israel) amenudo se le llama la Esposa (ver Apocalipsis 21:2; D&C109:74).

    De la misma manera que un hombre y una mujer lle

    gan a ser uno por medio del convenio del matrimonio,tambin el Salvador y aqul a quien l salva llegan a seruno por medio del convenio del evangelio (ver 1 Corintios6:15-17). Al igual que una esposa renuncia a todas suslealtades y normalmente adopta el apellido de su esposo,tambin quienes entramos en este convenio con Cristo

    renunciamos a todas nuestras lealtades, le ponemos a lprimero, y tomamos Su nombre sobre nosotros. A estaunin aportamos nuestros justos deseos y nuestras lealtades, y l Su perfeccin. En la unin del convenio, lo que

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    es mo pasa a ser de l, y lo que es de l pasa a ser mo.Es as que l se hace cargo del pago de mis pecados, y yoacepto Su justicia como justificacin.

    Cuando pasamos a ser uno con Jesucristo, formamosuna sociedad espiritual con una cuenta comn, en la quese entrelazan Sus bienes y nuestras responsabilidades.Puesto que l tiene ms bienes que las responsabilidadesque nosotros tenemos (l tiene un ocano infinito debienes), la nueva cuenta tiene un saldo favorable no biense abre, y la sociedad queda consolidada, aun cuando sussocios menores (nosotros) no podramos mantenernos solventes sin Su ayuda. A esto es a lo que se refiere elApstol Pablo cuando habla de ser "de Jesucristo" (1

    Corintios 1:1) y a lo que Moroni llama ser "perfeccionados en Cristo" (Moroni 10:32).Al producirse esa unin, Cristo y yo formamos una

    nueva criatura. La antigua criatura, el yo imperfecto, dejade existir, ocupando su lugar una gloriosa nueva criatura,una sociedad perfecta. Al integrarnos en una entidad indi

    vidual, los dos, Cristo y yo, somos perfectos. Con esto noquiero decir (he aqu algo muy importante) que podemosllegar a serperfectos ms adelante. Lo que esto significaes que desde el preciso momento en que se forma la sociedad de buena fe, desde el instante en que tenemos fe sincera en Cristo, en que nos arrepentimos genuinamente de

    nuestros pecados y recibimos el bautismo y el don delEspritu Santoa partir de ese momento, la sociedad escelestial. Los mritos del Socio Mayor la transforman ental. Claro que no se trata de la perfeccin individual que,

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    por cierto, vendr ms adelante mucho ms adelante),sino que se trata de una perfeccin "en Cristo" (ver

    Moroni 10:32-33), mediante la cual nos beneficiamos conlos mritos de nuestro socio. No obstante, a partir de esemomento, el reino es nuestro, siempre y cuando mantengamos la integridad de la sociedad que formamos, observando el convenio del evangelio (ver 3 Nefi 27:16, 19-21).

    Es posible que se argumente que, a pesar de esa socie

    dad, sigo teniendo faltas y limitaciones, y admito que sivoy a ser juzgado individualmente y por separado, eso esverdad. Pero en la relacin del convenio, no ser juzgadoindividualmente ni por separado sino como uno conCristo. Considermoslo desde el punto de vista matemtico: Si Cristo es infinito e ilimitado, mientras que yotengo fin y soy limitado, y llegamos a ser uno, cul es lasuma de Cristo y yo? Cul es la suma de una cantidadpositiva infinita y una cantidad negativa limitada (

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    son perfectas, siempre y cuando una de ellas seaJesucristo.

    En Doctrina y Convenios 76:68-69, Jos Smith describe a los habitantes del reino celestial en los siguientestrminos: "Son aquellos cuyos nombres estn escritos enel cielo, donde Dios y Cristo son los jueces de todo. Sonhombres justos hechos perfectos mediante Jess, elmediador del nuevo convenio, que obr esta perfecta

    expiacin derramando su propia sangre." (Cursiva agregada.) Aquellos que heredan el reino celestial son hombres y mujeres justos, o sea, hombres y mujeres quedesean justicia, que tienen hambre y sed de justicia. Sonpersonas buenas que actan de la mejor manera posible.Esto les hace justosbuenas personas, que son hechasperfectas por medio de la expiacin perfecta de un Cristoperfecto.

    O sea que, en un sentido de la palabra, uno puedehacerse a uno mismo justo. Los esfuerzos individualesbastarn para que sea una buena persona, aun una persona

    justa en trminos humanos relativos. Por cierto que unono necesita el evangelio para ser una buena persona en loque tiene que ver con el estilo de vida personal (inclusivese puede demostrar una cierta hostilidad hacia el evangelio y ser comparativamente bueno). Mediante los esfuerzos propios, uno puede ser una persona honorable y, de

    ese modo, hacerse acreedor, por sus propios mritos, auna gloria aproximada a la terrestre (ver D&C 76:75).

    Pero uno no se puede hacer perfecto a s mismo; nopuede hacerse libre de todo pecado y digno de la presen-

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    cia de Dios el Padre. No puede hacerse celestial, por msintensamente que trate, pues ya ha pecado, y el ser una

    persona sin mancha requiere no slo una actuacin perfecta en el futuro, sino una actuacin tambin perfecta enel pasado. De no ser as, uno no est libre de pecado, sinoque es slo un pecador que no ha pecado recientemente.Muchos estudiantes han aprendido la triste realidad deque una vez que reciben apenas un 9, no importa cuntos10 obtengan de ah en adelante, ya no tendrn una calificacin perfecta por el resto de ese perodo. La inocenciarequiere perdn y pureza; requiere que el registro de calificaciones sea borrado y vuelto a escribir, para que todoslos hechos pecaminosos del pasado dejen de tenerse encuentay todas estas cosas se logran por medio de laexpiacin de Cristo. Uno puede hacerse a uno mismojusto y terrestre (en lo concerniente a la gloria) merced asus buenas obras y esfuerzos propios, pero slo Cristopuede hacerle perfecto y celestial.

    Una analoga del mundo de los negocios. Algunos de

    mis estudiantes que estn en el programa de administracin de empresas prefieren la siguiente analoga. Si doscompaas, una sumida en la ms absoluta bancarrota yla otra extraordinariamente lucrativa, deciden fusionarsepara crear una nueva corporacin, qu sucede con ladeuda de la primera compaa? Es saldada con las ganan

    cias de la compaa ms solvente, y la corporacin resultante de la fusin, pasa a ser considerada completamentefirme en el aspecto financiero. Mientras que las gananciasde una de las partes sea mayor que las prdidas de la otra,

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    la corporacin es solvente, lucrativa y financieramentejustificada.

    Lo mismo sucede en el aspecto espiritual. Cuandoentramos en el convenio del evangelio y llegamos a seruno con Cristo, creamos una nueva entidad, una sociedadque pasa a ser inmediatamente lucrativa e inmediatamente justificada por medio de los mritos infinitos delSalvador (la nica empresa realmente lucrativa). Y mien

    tras no disolvamos la sociedad, estaremos justificados porSus mritos en esa relacin tan singular. Es posible que,individualmente, yo no tenga la ms mnima esperanza,pero como socio menor en una fusin empresarial conCristo, tengo las mximas garantas de lograr el xito.

    Una analoga del mundo de los deportes. Algunos demis alumnos se sienten ms cmodos con ejemplos oilustraciones extradas del mundo de los deportes que conaquellos de los negocios y las finanzas, por lo cual a vecesme gusta comparar la relacin del convenio con competencias deportivas de equipo. En tales competencias, no

    importa cul de los jugadores anota los puntos. Cuandouno hace un gol, encesta o lo que sea, es el equipo el quelo anota. En el caso del ftbol, cuando un delantero haceun gol, no tiene ninguna importancia que el portero de suequipo no haya tenido nada que ver en la jugada, ni quelos suplentes estuvieran sentados en el banco fuera de la

    cancha. No importa que el marcador de punta no hubieraestado cubriendo su sector,- ni siquiera importa que algunos de los suplentes no hayan jugado ni un minuto en loque va de la temporada. Cuando un jugador de un equipo

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    hace un gol, todo el equipo hace el gol. En el momento decelebrar la victoria, no tiene importancia que seamos

    delanteros o defensas o segundo suplente del portero; todoel equipo sale victorioso, no slo el jugador que anota elgol del triunfo.

    Al hacer el convenio del evangelio, pasamos a formarparte de un equipo cuyo capitn y jugador clave esJesucristo, un verdadero astro que en cada jugada hace un

    gol. Si jugamos en Su mismo equipo, saldremos campeones invictos. Aun cuando no estemos jugando muy bien,y hasta si me pide que est entre los suplentes la mayorparte del tiempo, mientras El est en la cancha, nuestroequipo ganar. Pero debemos estar en Su equipo,- no en elmo propio ni en ningn otro.

    En ciertos casos, el convenio del evangelio se podracomparar a una carrera de larga distancia. Generalmentepensamos que hay un solo ganador en una carrera, peroen la carrera del evangelio, todos los que terminan songanadores. Adems, la diferencia en sus tiempos es irre

    levante. Habr quienes tendrn buenos tiempos y otrosque no los tendrn, pero los nicos perdedores sern aquellos que se hayan dado por vencidos y se hayan retiradode la carrera antes de llegar a la meta final. En la carreradel evangelio no hay perdedores, sino quienes se dan porvencidos. Aquellos que cruzan corriendo la lnea final en

    minutos, los que la cruzan caminando en horas e inclusoaquellos que lo hacen arrastrndose en das, todos merecen el premio. Todos ellos perseveraron hasta el fin, conforme a sus talentos y destreza, con los ojos puestos en el

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    Salvador. Pablo emple esta analoga cuando escribi,"Corramos con paciencia la carrera que tenemos por

    delante, puestos los ojos en Jess, el autor y consumadorde la fe" (Hebreos 12:1-2). Somos demasiados los quemalgastamos nuestra energa preocupndonos por lostiempos en vez de mantener los ojos puestos en la metanal, dando un paso a la vez y perseverando hasta el fin.

    LA PARBOLA DE LA BICICLETACuando mi esposa y yo analizamos estas cosas aquella

    noche, hace ya algunos aos, pareca que no haba nadaque la convenciera. Entonces record algo que haba sucedido en nuestra familia unos meses antes y a lo cual ahoranos referimos en nuestro hogar como la parbola de labicicleta.

    Una tarde, estaba leyendo el peridico en casa, y nuestra hija Sarah, que en ese entonces tena siete aos deedad, vino y me pregunt: "Pap, me compraras unabicicleta? Soy la nica en el vecindario que no tiene una."

    Le contest algo afirmativo entre dientes, pero Sarahlevant el peridico y, mirndome a los ojos, me pregunt: "Cmo y cundo?"

    En ese momento en particular nuestras condicioneseconmicas no nos iban a permitir comprarle una bicicleta, as que fui un poco evasivo con ella. "Te dir lo que

    haremos, Sarah", le dije, "ahorra todas tus monedas y vasa ver que en poco tiempo tendrs el dinero suficiente paratu bicicleta".

    "Est bien", dijo, y se march y, por el momento, yo

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    BUENAS NUEVAS

    haba logrado salir del apuro. Pasaron algunas semanas, yun buen da yo estaba otra vez en casa leyendo el peri

    dico despus del trabajo. Esta vez saba que Sarah estabahaciendo algunas tareas especiales para su mam, por lascuales ella le estaba pagando. Desde su dormitorio oa elsonido de las monedas.

    "Sarah, qu ests haciendo?" le pregunt. Vino hastala sala donde yo estaba, trayendo su pequea alcanca, la

    cual ella misma haba hecho de lo que una vez fuera unfrasco de jalea. En el fondo de la alcanca haba unas cuantas monedas. Sarah me mostr el frasco y me dijo: "Meprometiste que si ahorraba todas mis monedas, prontotendra suficiente dinero para comprar una bicicleta. Aquestn, pap, ahorr todas las monedas que gan."

    Pues bien, Sarah es mi hija y la amo. En realidad no lehaba mentido, pues si ahorraba todos sus centavos, conel tiempo habra tenido suficiente dinero para comprarseuna bicicleta. Pero es posible que para entonces quisieraun automvil. Por el momento, la pequea estaba

    haciendo todo lo posible por seguir mis instrucciones,pero an le resultaba imposible cristalizar su deseo. Mesent abrumado. "Muy bien, Sarah", le dije, "vamos alcentro a ver bicicletas."

    Recorrimos todas las tiendas de Williamsport y, finalmente, en uno de los comercios donde venden mercanca

    rebajada, la encontramos: la bicicleta perfecta (probablemente la que haba tenido en la vida preterrenal). A pesarde estar del otro lado del saln, ella saba que sa era subicicleta. Corri hasta all y tras sentarse en el asiento

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    CREMOSLE A CRISTO

    me dijo: "Pap, sta es la bicicleta que quiero." No podadisimular su emocin.

    De pronto, vio la etiqueta con el precio que colgabadel manillar y, con una sonrisa en el rostro, extendi lamano y la dio vuelta. Al principio, se qued mirndolafijamente y despus su sonrisa fue desapareciendo. Se leensombreci el rostro y empez a llorar. "Ay, papi", dijocon voz quebrantada, "nunca voy a tener suficiente para

    una bicicleta." Esa fue su primera dosis de realidadadulta.

    Si mal no recuerdo, la bicicleta costaba ms de ciendlares, precio que estaba totalmente fuera del alcance desus posibilidades. Pero puesto que Sarah es mi hija y laquiero con toda mi alma, lo que ms deseo es que seafeliz. As que le pregunt cunto dinero tena. Con voztmida y entre sollozos me contest: "Sesenta y un centavos."

    "Te dir lo que haremos, cario. Vamos a ver si podemos llegar a un arreglo. Dame todo lo que tienes, los

    sesenta y un centavos, un abrazo y un beso y la bicicletaes tuya".Bueno, tonta mi nia nunca fue; as que me dio un

    abrazo, un beso y los sesenta y un centavos. El viaje deregreso fue muy lento pues Sarah no quiso bajarse de labicicleta, as que fue en ella hasta la casa por la vereda

    (menos mal que eran unas pocas cuadras), mientras yoconduca el automvil muy lentamente a su lado.Durante el trayecto se me ocurri que sta era una parbola sobre la expiacin de Cristo.

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    BUENAS NUEVAS

    El asunto es que todos anhelamos algo desesperadamente, aunque no es una bicicleta,- lo que anhelamos es

    el reino de Dios. Deseamos regresar dignos y sin manchaa nuestro hogar celestial. Pero el tremendo preciounproceder perfectoest completamente fuera de nuestroalcance. En determinado momento de nuestro progresoespiritual, nos damos cuenta de cul es el precio para seradmitidos en ese reino, y tambin comprendemos que no

    lo podemos pagar, y entonces nos invade la desesperacin.Esa era la manera en que se encontraba Janet aquellanoche, desesperada ante la enorme diferencia entre unrendimiento perfecto y lo que ella consideraba que podahacer.

    Cuando por fin comprendemos nuestra incapacidad deperfeccionarnos y salvarnos a nosotros mismos, cuandonos damos cuenta de nuestra desesperante situacin enesta vida mortal y la necesidad que tenemos de ser salvospor medio de una intervencin exterior, es en ese precisomomento que llegamos a apreciar plenamente a ese Ser

    que viene a salvarnos.Es entonces que el Salvador nos dice: "Has hechotodo lo posible y comprendes que no es suficiente . . .pero no te desesperes. Te dir lo que haremos; vamos aver si podemos llegar a un arreglo. Cunto tienes?Cunto es lo que razonablemente se puede esperar de ti?

    Dame todo lo que tengas (por insignificante que sea,como los sesenta y un centavos), y haz todo cuanto puedas hacer y yo me encargar del resto jpor ahora. Dame loque tengas y un abrazo y un beso (o sea, hagamos de sta

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    CREMOSLE A CRISTO

    una relacin personal), y el reino es tuyo. La perfeccinseguir siendo nuestra meta suprema, pero en tanto no la

    alcances por ti mismo, te dejar usar la ma. Qu teparece? T haces todo cuanto puedas, y yo har todo loque t no puedes hacer an. Entre los dos nos haremoscargo de la situacin y t estars cien por ciento justificado."

    Al analizar todas estas cosas con mi esposa aquella

    noche, por alguna razn esta ilustracin particular le llegal corazn. Cuando consider la Expiacin y el conveniodel evangelio de esta manera, comprendi cmo funcionaba, y tuvo lugar una maravillosa transformacin en suactitud. Recuerdo que entre lgrimas dijo algo as:"Siempre he tenido un testimonio del Salvador y he credo que El es el Hijo de Dios. Siempre he credo que lsufri y muri por m. Pero ahora s que El puede salvarme, que me puede salvar de m misma, de mis pecados, de mis debilidades y de mi falta de talento."

    Desde ese momento, la experiencia de Janet ha ayu

    dado a otras personas dentro y fuera de la Iglesia. La experiencia nos ha enseado que no es la nica que se hasentido de esa manera, que hay muchas otras personasque desean servir a Dios y guardar Sus mandamientos,que tienen hambre y sed de justicia, que debido a lo enco-miable y noble de sus deseos, se desesperan ante la reali

    dad de su rendimiento. A todas y a cada una de esaspersonas declaramos: "Cristo es la respuesta. El es elpuente entre el lugar donde se encuentran ahora y el lugara donde quieren llegar. El es la solucin al Gran Dilema."

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    BUENAS NUEVAS

    "Pedid, y se os dar; buscad, y hallaris; llamad, y seos abrir. Porque todo aquel que pide, recibe,- y el que

    busca, halla; y al que llama, se le abrir" (Mateo 7:7-8).Por cierto que stas son buenas nuevas.

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    Captulo Tres

    EL CONVENIO

    Un convenio es un contrato, un acuerdo que consta de

    trminos y obligaciones que comprometen a las dos partes. En la poca actual, validamos un contrato, establecemos la obligacin y lo legalizamos haciendo que las dospartes lo firmen. En la antigedad, los convenios eranvalidados y se estableca la obligacin por medio de lasangre de un animal sacrificado. Es de ah que la expresin hebrea para referirse a un convenio es "cortarunconvenio". A la sangre de la vctima sacrificada se le llamaba "la sangre del convenio", y cuando se le derramaba,los trminos del convenio se consideraban vigentes y seestableca la obligacin entre las dos partes contratantes.

    Una buena ilustracin de esto la provee el AntiguoTestamento cuando Dios hizo el convenio del monteSina con Su pueblo, por medio de Moiss. En ese caso seconcret el convenio por medio del sacrificio de becerros,

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    EL CONVENIO

    y una vez que el pueblo estuvo de acuerdo con los trminos de ese convenio, se esparci sobre ellos la sangre de

    los sacrificios (ver xodo 24:3-8).Por definicin, un convenio es una obligacin mutua.

    Por consiguiente, no es posible tener un convenio unilateral, un acuerdo que obligue slo a una parte. Una obligacin unilateral es simplemente una deuda, o esclavitud,ms bien que una relacin de convenio. Una promesa

    puede ser unilateral, pero un convenio debe contar conuna obligacin mutua; "si t haces A, yo har B". En elperodo del Antiguo Testamento, los convenios entreDios y su pueblo siempre tenan trminos especficos, ymientras que el pueblo escogido cumpliera con su partedel contrato, Dios cumplira con la suya. Por otro lado,tambin suceda lo contrario, pues cuando el pueblo quebrantaba el convenio, Dios ya no estaba obligado a l tampoco. Por ejemplo, en 2 Reyes 18:12 leemos que Dios nocumpli con su parte del convenio de salvar a Israel desus enemigos porque Israel ya haba invalidado su con

    trato al desobedecer los mandamientos que se haba comprometido a cumplir, segn xodo 24: 3-8. Dios estobligado por Su propia palabra a cumplir con los trminosde Sus convenios, siempre y cuando nosotros cumplamoscon nuestra parte del trato (ver D&C 82:10; 84:39-40).

    En el Antiguo Testamento, el Seor le dijo a Israel que

    un da habra un nuevo convenio o pactouna nuevarelacin entre Dios y Su pueblo escogidosuperior alofrecido mediante la ley de Moiss (ver Jeremas31:31-33). Esa promesa fue cumplida cuando el convenio

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    del evangelio ocup el lugar del convenio hecho en elSina; la promesa se cumpli con la muerte y la resurrec

    cin de Jesucristo. Al igual que el antiguo convenio, estenuevo y sempiterno convenio tambin tiene una vctimasacrificadael mismo Jesucristo, "el Cordero de Dios"(Juan 1:29) y "cordero inmolado" (Apocalipsis 5:6, 9, 12).La sangre de Jesucristo, vertida en Getseman y sobre lacruz, es la sangre del nuevo pacto que, al ser derramada,

    valid el acuerdo (ver Lucas 22:20; 1 Corintios 11:25).As como Moiss roci la sangre del antiguo pacto

    sobre el pueblo escogido (ver xodo 28:8) como muestrade aceptacin del convenio, tambin aquellos que aceptan el nuevo pacto deben tomar sobre s la sangre delsacrificio de Cristo. Cuando tomamos sobre nosotros lasangre de Cristo, cuando somos "emblanquecidos en lasangre del Cordero" (Apocalipsis 7:14), quedamos sujetosal nuevo convenio de una manera similar a la que el pueblo de Israel lo estaba al antiguo. Cuando se derram lasangre de Cristo, el nuevo contrato entre Dios y los seres

    humanos, el convenio del evangelio, entr en vigenciapara todos aquellos que han estado de acuerdo con sus trminos.

    JUSTIFICACIN

    Cuando los seres humanos guardan sus convenios,

    cuando se ajustan a las condiciones de sus acuerdos conDios, se dice que estn justificados. Estar justificadosquiere decir ser declarados inocentes, quedar libres detodo cargo de mala conducta, presentarse sin culpa ante

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    la ley. El trmino justificado tiene un matiz jurdico yrecalca el veredicto de "inocente". Por consiguiente, ser

    justificado es ser declarado sin culpa por Dios, quedarlibre de hasta la ms mnima mancha de pecado y notener ms obligaciones hacia l. Entonces, el ser justificado lgicamente equivale a ser declarado digno del reinoy de la presencia de Dios.

    La justificacin es una aspiracin noble y una condi

    cin necesaria para la exaltacin en el reino de Dios.Tanto el antiguo pacto de la ley de Moiss como el nuevoconvenio del evangelio fueron diseados para justificar ala persona que entra en el convenio y lo guarda. Sinembargo, el convenio de Moiss emple la ley de la justicia como base para lograr esto (justificacin por medio dela ley), mientras que el convenio del evangelio emplea laley de la misericordia (justificacin por medio de la fe).

    LA JUSTIFICACIN POR MEDIO DE LA LEY

    En teora, una manera de ser justificados, de recibir un

    veredicto de "inocente" de parte de Dios, es guardar todoslos mandamientos en todo momentono cometer pecados jams, no ser culpables jams. A esto se le llama justificacin por medio de (la observancia de) la ley, ojustificacin por medio de las obras. Cualquier sistemaque defina la rectitud exclusivamente como una condi

    cin que se obtiene y se merece gracias a haber obedecidoun determinado grupo de reglas, es un sistema de justificacin por medio de las obras o de la ley. En un sistematal, se considera que una persona se gana su propio acceso

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    al reino de Dios al no pecar para nada. Esta feliz solucinal problema del pecado elimina la necesidad del perdn,

    del arrepentimiento o de una expiacin. Por consiguiente,no obstante, tampoco existe la necesidad de un salvador.En sus escritos del Nuevo Testamento, el Apstol Pablocaracteriza el antiguo convenio de Moiss como un sistema de justificacin por medio de la ley o de las obras.

    Los trminos del antiguo contrato, la ley de Moiss,

    eran, esencialmente, que si los hijos de Israel guardabanlos mandamientos, o sea, si observaban todas y cada unade las 613 imposiciones y prohibiciones de la ley deMoiss, Dios los salvara de sus enemigos y les concederala tierra prometida y una posteridad. Si las dos partescumplan con lo convenido, Israel sera el pueblo escogidode Dios, y El sera su Dios. Este convenio estaba basadoen la estricta obediencia y en la ley de la justicia.

    En la prctica, los rabinos saban que nadie cumplecon todas las reglas en todo momento. Pero a pesar de queprcticamente carecan del fundamento doctrinal y teol

    gico para creerlo, ellos confiaban en que la misericordiade Dios, de alguna manera, expiara sus pecados. Comoqueda bien claro en Deuteronomio 27:26, si uno obedecela ley un cien por ciento, es justo, pero si desobedecesiquiera uno de sus componentes, es un pecador o untransgresor de la ley (ver tambin Santiago 2:10). No obs

    tante, bajo el antiguo convenio de la ley de Moiss, laspersonas podan, tericamente y merced a sus propiosesfuerzos y mritos, ser contadas como dignas al obedecer continuamente todas las reglas.

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    EL CONVENIO

    En teora, no haba nada de malo con el antiguo convenio y con su ley. Era la palabra de Dios y era justo. Si el

    pueblo hubiera cumplido con su parte del acuerdo,habran sido justificados por la ley. Despus de todo,aquellos que hacen absolutamente todo lo que Diosmanda son justos, an de acuerdo con la ms estricta detodas las definiciones.

    Lamentablemente, result que nadie poda cumplir deesa manera. As como el pedirle a mi hija Sarah que ahorrara sus centavos para comprar una bicicleta pudo habersido algo razonable como teora aunque no como realidad,la justificacin por medio de la ley, a pesar de que tienesu validez como teora, en la prctica no satisface la realidad del ser humano en su condicin actual. Debido anuestras debilidades humanas y a nuestro estado cado, elcumplimiento de los trminos de la ley de Moiss, elantiguo convenio, est, sencillamente, fuera de nuestroalcance y, por consiguiente, no nos justifican. En teora,podran hacerlo, pero en la realidad no lo hacen. La justi

    ficacin mediante la obediencia a la ley, o la justificacinpor medio de las obras es algo inalcanzable puesto quetodos los seres humanos, menos uno, hemos sido desobedientes en alguna ocasin. Entonces no podemos esperarser justificados por la obediencia si en ciertas ocasionessomos desobedientes.

    Como lo indica Pablo, el tratar de cumplir con losmandamientos no tiene nada que ver con cumplirlos realmente. Segn l, cualquier persona lo suficientementetonta como para confiar en su propia capacidad de obede-

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    cer todas las reglas, hace que la expiacin de Cristo nosurta ningn efecto en su vida (ver Glatas 5:4). Lo que es

    ms, a cualquier persona que quiera confiar totalmente ensu propia rectitud se le debe recordar que la rectitud pormedio de la ley requiere una actuacin perfecta: "Porquetodos los que dependen de las obras de la ley estn bajomaldicin, pues escrito est: Maldito todo aquel que nopermaneciere en todas las cosas escritas en el libro de laley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justificapara con Dios, es evidente, porque: El justo por la fevivir; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciereestas cosas vivir por ellas" (Glatas 3:10-13; cursivaagregada).

    Pablo explica que cualquier alegacin de rectitudbasada en esfuerzos personales por guardar los mandamientos, requiere un historial perfecto. El ms mnimotraspi y se deja de ser perfecto, se pasa a ser un pecadory en ese sentido, todos somos pecadores. "Pues ya hemosacusado a judos y a gentiles, que todos estn bajo pecado.

    Como est escrito: No hay justo, ni aun uno . . . por lasobras de la ley ningn ser humano ser justificado delantede l; porque por medio de la ley es el conocimiento delpecado" (Romanos 3:9-10, 20).

    En otras palabras, puesto que todos hemos quebrantado la ley, nadie puede decir que es justo en virtud de

    haber obedecido la ley. Para peor, la ley misma pronunciala maldicin sobre todo aquel que no es perfecto en elcumplimiento de todos los mandamientos (verDeuteronomio 27:26). An as, pese a nuestra naturaleza

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    cada, habra resultado francamente imposible para los

    seres humanos guardar todos los requisitos del antiguo

    convenio. Por consiguiente, al menos segn la opinin dePablo en el primer siglo, Dios, en Su misericordia, ha ofre

    cido un nuevo pacto, un acuerdo con trminos que pode

    mos cumplir.1 Jesucristo es quien nos redime de la

    maldicin de la leyde la exigencia de un comporta

    miento perfectoofrecindonos una nueva va de justifi

    cacin, no por medio de la ley el obedecer todas las reglasen todo momento), sino mediante la fe en Cristo. Aun

    cuando parece que muchos ingenuamente intentan ser

    justificados por las obras, o ser autojustificados, tal

    intento constituye una va falsa. Tanto la Biblia como el

    Libro de Mormn recalcan que la justificacin no se

    puede obtener de esa manera:

    Sabiendo que el hombre no es justificado porlas obras de la ley, sino por la fe de [en]Jesucristo, para ser justificados por la fe de [en]Cristo y no por las obras de la ley, por cuantopor las obras de la ley nadie ser justificado

    (Glatas2:16).

    Y los hombres son suficientemente instruidos para discernir el bien del mal; y la ley esdada a los hombres. Y por la ley ninguna carnese justifica, o sea, por la ley los hombres sondesarraigados . . . ninguna carne puede morar

    en la presencia de Dios, sino por medio de los

    1. De hecho, este nuevo convenio, al cual el Seor llam "mi convenio sempiterno, s, la plenitud de mi evangelio" (D&.C 66:2), haba sido ofrecido amuchos en el pasado, a Adn, a Enoc, a No, a Abraham y a otros.

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    mritos, y misericordia, y gracia del SantoMesas (2 Nefl 2:5, 8).

    A modo de resumen, entonces, no podemos justificarnos a nosotros mismos por nuestros propios medios. Nopodemos ganarnos nuestra entrada al reino celestialmediante la obediencia a todos los mandamientos. Enteora podramos, pero en la prctica no, porque ninguno

    de nosotros ni nadie ha obedecido todos los mandamientos. Esto resulta tan increblemente evidente y sencillo,que hay personas que no lo pueden percibir. Analicmoslopor un momento. Ya hemos quebrantado algunos mandamientos en ciertos casos, por lo que no podemos decir quesomos justos debido a haber obedecido los mandamien

    tos. Ya hemos sido descalificados! Puede alguna persona, adems del Salvador, guardar todos losmandamientos en todo momento? Si nuestra nica esperanza de heredar el reino celestial se basa en la observancia de todas las reglas, de obedecer todos losmandamientos y de vivir todos los principios perfectamente, entonces todos hemos perdido nuestra oportunidad hace mucho tiempo. Es cierto que el evangelio ofrecearrepentimiento, perdn y expiacin, pero stos son remedios para la desobediencia en vez de recompensas para laobediencia.

    Muchos miembros de la Iglesia confunden la meta alargo plazo de la perfeccin individual con la necesidadms urgente de perfeccionarnos en Cristo, concluyendo,errneamente, que se deben perfeccionar a s mismos

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    mediante sus propios esfuerzos antes de tener la esperanza de recibir el reino de Dios. El lder Bruce R.

    McConkie se refiri a esta idea como una de las herejasms trgicas de la Iglesia contempornea.2 Si nos resultaraposible perfeccionarnos a nosotros mismos, hacernos anosotros mismos dignos del reino de Dios, merced a nuestros propios esfuerzos, no nacesitaramos a Jesucristo paranada: "No desecho la gracia de Dios ; pues si por la leyfuese la justicia, entonces por dems muri Cristo"(Glatas 2:21). Si pudiramos ser justificados por nuestrospropios esfuerzos, entonces no necesitaramos un salvador, y el infinito sacrificio de Cristo habra resultado envano.

    LA JUSTIFICACIN MEDIANTE LA FE EN CRISTO

    La nica manera de ser justificados, de ser declaradossin culpa ante Dios, es admitir nuestras propias imperfecciones, reconocer que no podemos ser perfectos por nosotros mismos ni salvarnos por nuestros propios esfuerzos,

    y tener fe en Cristo, nuestro Salvador. Debemos aceptarSu ofrecimiento de ayuda entrando en un convenio completamente nuevo en el cual Sus esfuerzos se aaden a losnuestros y compensan nuestras deficiencias. A esto llamamos justificacin mediante la fe en Cristo.

    En el nuevo convenio de fe tambin se requiere per

    fecta inocencia, pero sta no se me requiere a m, indivi-

    2. Bruce R. McConkie, "The Seven Deadly Heresies", en DevotonalSpeeches of the Year|Provo; BYU Press, 1980) pgs. 74-80.

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    dualmente, sino al equipo o sociedad que formamosCristo y yo. Puesto que Cristo y yo somos uno en el con

    venio del evangelio, Dios acepta nuestra dignidad totalcombinada, y juntos, Cristo y yo, somos perfectamentedignos. Como resultado de ello, en Cristo yo soy limpioy digno hoy mismo. Mi actuacin perfecta en forma individual sigue siendo una meta personal a largo plazo y llegar a ser el resultado final de la relacin de convenio,

    pero no es un requisito para ser justificado a corto plazomediante la fe en Cristo. " . . . sabemos que es preciso quetodos los hombres se arrepientan y crean en el nombre deJesucristo, y adoren al Padre en Su nombre y perseverencon fe en Su nombre hasta el fin, o no podrn ser salvosen el reino de Dios. Y sabemos que la justificacin por lagracia de nuestro Seor y Salvador Jesucristo es justa yverdadera" (D&C 20:29-30).

    En el Nuevo Testamento se hace referencia a las dosformas de justificacin, por medio de la ley y por mediode la fe, como dos yugos o cargas separadas. La obligacin

    de la ley con su exigencia de obediencia perfecta se compar a un "yugo de esclavitud" (Glatas 5:1; ver Hechos15:10), mientras que a las obligaciones del convenio delevangelio con su arrepentimiento, perdn y expiacin seles denomina "fciles" y "ligeras": "Venid a m todos losque estis trabajados y cargados, y yo os har descansar.

    Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de m, que soymanso y humilde de corazn; y hallaris descanso paravuestras almas; porque mi yugo es fcil, y ligera mi carga"(Mateo 11:28-30).

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    No hay yugo ms pesado que la exigencia de la perfeccinel peso de la ley. Y muchos son los miembros de la

    Iglesia que todava batallan bajo su carga. Pero las buenasnuevas consisten en el hecho de que en Cristo quedamoslibres de esa pesada carga. l la llev sobre Sus hombrospor nosotros, y Su actuacin perfecta, extendida y aplicada a nosotros, nos libera de un requisito similar en estemomento. En el convenio del evangelio, substituimos elpeso del pecado por la obligacin de amar a Dios y a nuestro prjimo, y de actuar de la mejor manera posible.

    LA OBEDIENCIA A LOS MANDAMIENTOS

    Pero, no nos es requerido, entonces, obedecer losmandamientos? La respuesta es sy no. Cuando pregunto a mis alumnos si es necesario guardar los mandamientos para entrar en el reino celestial, todos contestanque s con la ms absoluta certeza. Ellos saben que es asporque lo han odo de lderes y maestros en la Iglesia todasu vida. Pero cuando les pregunto si alguna vez han que

    brantado algn mandamiento, o si hay un cierto mandamiento que no estn viviendo cien por ciento en laactualidad, la mayora de ellos responde afirmativamente.Generalmente, no ven mayor problema en responder ques a ambas preguntas.

    Los Santos de los ltimos Das habitualmente usan la

    frase "guardar los mandamientos" de una manera diferente a su significado tcnico e histrico fuera de laIglesia. No se trata de que sea incorrecto, pero s es diferente, y por esa razn "guardar los mandamientos" es a

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    menudo una frase ambigua y fastidiosa para los Santos delos ltimos Das, particularmente cuando hablan con

    quienes no lo son. Generalmente nos referimos a "guardar los mandamientos" cuando en realidad queremosdecir "tratar en todo lo posible de guardar los mandamientos y tener xito la mayora de las veces". Si se ledefine de esa manera, la frase describe el intento de obedecer que el nuevo convenio requiere como muestra denuestra "buena fe". Al definrsele de ese modo, "guardarlos mandamientos" es tanto posible como necesario; osea, el tratarde guardar los mandamientos, el hacer todolo posible, es un requisito del convenio del evangelio, auncuando tener xito en este preciso momento en la obediencia de todos los mandamientos constantemente, nolo es. sta es la razn por la que, adems de mandamientos, el convenio del evangelio ofrece arrepentimiento yexpiacin.

    Sin embargo, desde el punto de vista terico, este usotan tradicionalmente mormn, es incorrecto. Si nos fija

    mos en los detalles, "guardarlos mandamientos" quieredecir no quebrantarlosni uno solo de ellos, jams.Quiere decir obedecerlos perfectamente y, en la realidad,nadie lo logra. Tericamente, nadie puede afirmar queguarda los mandamientos en este sentido si aun quebrantara uno solo de ellos. A esto se refiere Santiago cuando

    dice en el captulo 2, versculos 10 y 11: "Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en unpunto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: Nocometers adulterio, tambin ha dicho: No matars.

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    Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te hashecho transgresor de la ley."

    La ambigedad entre el significado tradicional y el usoque los Santos de los ltimos Das dan a "guardar losmandamientos" ha hecho que, en ciertas ocasiones, losmormones y otros cristianos discrepen, llevando a algunos que no entienden nuestro vocabulario teolgico aacusarnos de creer en la salvacin por las obras. Tambinha hecho que algunas personas en la Iglesia piensen incorrectamente que uno de los requisitos del convenio delevangelio es un proceder perfecto, aun cuando todo sebasa en establecernos las debidas metas y hacer todo loposible por alcanzarlas. De hecho, el verdadero propsitode la expiacin de Cristo es ofrecer la va para que aquellos que no hayan guardado, que no estn guardando y queprobablemente no guardarn todos los mandamientos entodo momento, puedan igualmente ser exaltados en elreino celestial de Diosen donde continuarn progresando en la eternidad hasta alcanzar la perfeccinsiem

    pre y cuando sientan genuinamente hambre y sed dejusticia.

    En el Nuevo Testamento, cuando Pablo habla acercade guardar los mandamientos o de ser justificado por lasobras, se refiere a guardar todos los mandamientos entodo momento. Por consiguiente, l llega a la acertada

    conclusin de que nadie puede "guardar los mandamientos" en ese sentido, que nuestra incapacidad para guardarperfectamente los mandamientos nos condena, y quedebemos buscar la salvacin por algn otro medio.

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    CREMOSLE A CRISTO

    Claramente hablando, entonces, no importa cules mandamientos guardemos y cules quebrantemos; si no los

    guardamos todos, somos transgresores y culpables msbien que justos. Cuando se definen los trminos de esamanera, cualquiera que afirme ser justo por "guardartodos los mandamientos", debe obedecer todos los mandamientos en todo momento. Buena suerte!

    LOS TRMINOS DEL NUEVO PACTOMientras que los trminos del antiguo convenio, la

    ley mosaica, establecan una perfecta obediencia a lasreglas a cambio de la justificacin ante Dios, ser libradosde las manos de los enemigos y heredar la tierra prome

    tida, los trminos del nuevo contrato son (1) fe en el SeorJesucristocreer continuamente en El y dedicarle nuestra vida, (2) arrepentimientoun proceso continuo derechazar nuestras faltas y de intentar una vez ms, y (3)bautismouna ordenanza simblica mediante la cual senos libra de la culpa. Una vez que hayamos hecho todo

    esto, seremos dignos de (4) recibir el don del EsprituSanto.

    Al recibirse este don se verifica que el convenio esaceptado, que hemos quedado limpios de nuestros pecados anteriores, y que, por lo tanto, somos dignos de lacompaa de este tercer miembro de la Deidad (ver 3 Nefi

    27:19-21). Cuando guardamos el nuevo pacto tambinrecibimos justificacin ante Dios, quedamos libres denuestros enemigos (nuestros verdaderos enemigoselpecado y la muerte), y heredamos una tierra prometida (el

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    EL CONVENIO

    reino de Dios). De ese modo, el nuevo pacto nos ofrece,en base a trminos que podemos cumplir, todas las ben

    diciones prometidas, aunque inalcanzables, en el antiguoconvenio.

    Esta es una manera de entender el convenio del evangelio, lo que propone el SalvadorSu propuesta a Sushijos amados. El convenio es un acuerdo, un acuerdo desociedad, entre nosotros y nuestro Salvador. Debemos

    creer en Cristo y debemos creer en la justificacin por lafe en Cristo. Debemos dedicarlo todo a ambas cosas. Alreconocer que no podemos hacer todo lo que ley requiride nosotros, por medio del convenio del evangelio acordamos hacer todo cuanto podamos. Acordamos prestarnuestros mejores esfuerzos