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LA IDEOLOGÍA DE DANIEL JADUE

EL MARXISMO-LENINISMO Y EL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE

LA INCOMPATIBILIDAD DEL MARXISMO CON LA DEMOCRACIA Y EL RESPETO A LOS DERECHOS HUMANOS

UN EXAMEN DESDE LA IZQUIERDA COMO HERRAMIENTA DE DEBATE

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Primera edición: Diciembre 2020

2020. CREENCIAS AL MICROSCOPIO

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ÍNDICE

I) BREVÍSIMA HISTORIA DEL PCCh 5

II) DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE 15

III) EXTRACTOS DE LOS ESTATUTOS DE LAS JJ.CC 20

IV) PRINCIPALES PILARES TEÓRICOS DEL MARXISMO 22

Materialismo Dialéctico 29 Materialismo Histórico 32 Teoría del Valor Trabajo 37

o Refutación desde la Economía 42 o Consecuencias de la aplicación de economías marxistas 47 o La Unidad Popular 53 o Resumen sobre la aplicación del TVT 55 o Conclusiones y reflexiones 55

V) DEMOCRACIA, DICTADURA, ESTADO, SOCIALISMO, COMUNISMO 56

Democracia 56 Dictadura, Estado, Socialismo, Comunismo 59 Democracia Participativa, concepto que no tiene relación con el

marxismo 67 Conclusiones 68

VI) DERECHOS HUMANOS Y MARXISMO 69

Clasificación de los DD.HH. 69 Debate entre occidente y “oriente” por llegar a acuerdos en DD.HH 71 Fundamentación filosófica de los DD.HH. 73 Los DD.HH. en los textos de Marx 77 Los DD.HH., siguiendo con Marx y entrando en la teoría marxista con

Lenin 79 Conclusiones sobre el pensamiento marxiano y marxista sobre los

DD.HH. 83 Reacciones de los marxistas-leninistas cuando son interpelados sobre la

situación de los DD.HH. en los países con gobiernos marxistas leninistas o marxistas en algún sentido 85

Cuba y los Derechos Humanos 86 Las Votaciones de Cuba en sus 12 años en el Consejo de Derechos

Humanos de la ONU 87 Amnistía Internacional. Situación de los derechos humanos en

Cuba 2019 96

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Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Situación de los derechos humanos en Cuba 2020 98 Human Rights Watch (HRW), artículo sobre médicos cubanos 102 Conclusión general 106

VII) REFLEXIONES 107

BIBLIOGRAFÍA 113

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Ha llegado un momento en Chile, en que Daniel Jadue, militante del Partido Comunista de Chile (PCCh), el partido de Luís Emilio Recabarren, se presenta ante la ciudadanía como una carta presidenciable para las elecciones de noviembre del 2021, marcando alto de forma espontánea en las encuestas. El hecho hace imprescindible un examen más acucioso del asunto, sobre todo por aquellos que nos sentimos parte de la izquierda y el progresismo, aunque también es ineludible para los que no se vean representados por el eje político izquierda-derecha. El análisis se hace vital cuando estamos con un proceso constituyente en marcha e intentando profundizar la Democracia y asegurar los Derechos Humanos en el país.

He visto y leído varias entrevistas que le han hecho a Jadue en distintos medios, y lamentablemente acotan sus preguntas a materias programáticas sobre un eventual gobierno liderado por él, y en este sentido, reciben de su parte respuestas con perfume a socialdemocracia. Mi impresión, es que ésta no es la vía para llegar al núcleo de sus creencias y pensamiento. Lo que hay que hacer, a mi juicio, es tener una extensa conversación con el alcalde respecto a las bases teóricas de la filosofía / ideología que comulga, el marxismo-leninismo, y el propósito de este ensayo es presentar de forma básica esas bases, para que todo aquel que quiera entrar en una conversación con Daniel Jadue o cualquier militante del PCCh, posea las mínimas herramientas para debatir más allá de lo meramente programático.

Si bien el PCCh tiene credenciales como para ser considerado un partido moderado dentro del arco de los partidos y movimientos marxistas-leninistas en Chile, comparándolo con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria), Unión Patriótica (UPA), el ala dura del Partido Socialista (PS) poco antes y durante la Unidad Popular, y más moderado todavía que los movimientos trotskistas; sus bases teóricas siguen siendo las del marxismo-leninismo, y son estas bases que componen a la ideología las que debiese estudiar con atención toda persona a la que le interese la política más profunda, que espero sean muchos, aunque me temo que son pocos, ya que si por pereza nos quedarnos en las cáscaras superficiales que han mostrado los medios de comunicación hasta el momento, podemos terminar cometiendo un error por no haber intentado llegar al núcleo de las creencias de Jadue. Los pilares teóricos del marxismo en general, y del marxismo-leninismo en particular, deben ser transparentados por el alcalde de Recoleta por necesidad de honestidad intelectual de su parte.

La exposición la dividiré en VII secciones:

I) Brevísima historia del PCCh II) Declaración de Principios del PCCh III) Extractos de los Estatutos de las JJ.CC. IV) Principales pilares teóricos del marxismo (Materialismo Dialéctico, Materialismo

Histórico, Teoría del valor Trabajo) V) Democracia, Dictadura, Estado, Socialismo, Comunismo VI) Derechos humanos y marxismo VII) Reflexiones

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I) BREVÍSIMA HISTORIA DEL PCCh

Desde un grupo de militantes del Partido Demócrata, dentro de los cuales estaba Luis Emilio Recabarren (1876-1924), se funda el Partido Obrero Socialista (POS) entre mayo y junio de 1912, Partido que comienza a integrar progresivamente las ideas de Marx, Engels y Lenin. En 1920 el partido se adhiere a la III Internacional (La Internacional Comunista o Komintern), fundada en Moscú en marzo de 1919 por iniciativa de Lenin y el Partido Bolchevique, que agrupaba a los partidos comunistas de distintos países.

El POS cambia su nombre a Partido Comunista de Chile (PCCh) el 2 de enero de 1922, y a diferencia de muchos otros partidos comunistas en el mundo, los que se fundaron rompiendo con sus partidos o movimientos madres, no sufrió grandes transformaciones en un comienzo con el cambio de nombre a PCCh. Recabarren muere en diciembre de 1924. En enero del mismo año muere Lenin, y Stalin le sucede en el poder. En noviembre de 1926 el Secretario Sudamericano de la Komintern, que residía en Argentina, envía una “Directiva para la Bolchevización del PC Chileno”, que tenía por objetivo fortalecer una política leninista que fuera capaz de establecer una enérgica oposición a todo tipo de “desviaciones”, para proteger al Partido de caer en el camino socialdemócrata. En tanto, el PCCh es mantenido en calidad de simpatizante de la Internacional Comunista hasta su incorporación formal en 1928.

En la evolución del PCCh en el periodo 1922-1951, se distinguen cuatro etapas caracterizadas de acuerdo a las tesis políticas dominantes de cada periodo:

Frente Único Proletario y Revolución Socialista (1922-1933) Frente Popular y Revolución Democrática Burguesa (1933-1941) Unión Nacional (1941-1946) Lucha de Masas (1945-1951)

Después de esta última se pasó a la etapa de Frente de Liberación Nacional (FLN) en 1952.

En cada etapa, los factores nacionales e internacionales adquirieron un peso relativo diferente en su definición de estrategias y alianzas.

Hasta la Conferencia Nacional de 1933 el Partido sostuvo la tesis del Frente Único Proletario, con la revolución obrera y campesina y la instauración de la Dictadura del Proletariado en forma de soviets como tarea inmediata.

En la segunda etapa (Frente Popular y Revolución Democrática Burguesa), tuvieron impacto las ideas de Stalin. El PCCh se planteó la tarea de formar un bloque abierto con el “ala revolucionaria de la burguesía” con el objeto de “aislar a la burguesía nacional conciliadora” y arrastrar también a la pequeña burguesía urbana y rural a la lucha contra el imperialismo. Al compás que en la Internacional Comunista se planteaba el cambio desde un Frente Único Proletario a la creación de un Frente Popular Antifascista, y teniendo como referencia al Frente Popular de Francia, el PCCh se abocó en la tarea de reconstruir la unidad sindical del proletariado chileno y lograr una concertación política con el Partido Radical y El Partido Socialista (creado recientemente en 1933), en la perspectiva de forjar un gobierno de Frente Popular en Chile. Esta iniciativa se concretó cuando en 1938 fue elegido presidente

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Pedro Aguirre Cerda. La etapa de Frente Popular duró desde 1933 a 1941, cuando Hitler ataca a la URSS.

La etapa de Unión Nacional está fuertemente influenciada por el factor internacional y es, concretamente, la política desarrollada por los partidos comunistas del mundo durante la Segunda Guerra Mundial. En política internacional se plantea la colaboración con los EEUU y otros países del hemisferio para la defensa continental, ya que el enemigo en esta época era el fascismo hitleriano. Pese a los esfuerzos, la Unión Nacional fue difícil para el PCCh, e impacta la disolución de la Komintern en mayo de 1943. El PCCh señala que seguirá inspirado en el marxismo-leninismo-estalinismo, a la vez que reafirma su carácter nacional. En el ámbito internacional, entre noviembre y diciembre de 1943 se realizó la Conferencia de Teherán, que unió a Roosevelt, Churchill y Stalin. Más tarde, en la Conferencia de Yalta-Crimea en febrero de 1945, comienzan los signos de resquebrajamiento de la unidad de “los tres grandes”. En los países liberados o vencidos por el Ejército Rojo se empezaron a instaurar las “Democracias de Nuevo Tipo” que mutaron posteriormente en las Democracias Populares. La participación del PCCh en el gobierno de Gabriel González Videla entre 1946-1947 significó el ocaso de la etapa de Unión Nacional.

La etapa de Lucha de Masas comienza en diciembre de 1945 (superpuesta con el fin de la etapa de Unión Nacional), y concluye en abril de 1951 con la expulsión del reinosismo del Partido. Durante esta etapa, el gobierno de González Videla proscribe al PCCh por medio de Ley de Defensa Permanente de la Democracia (la “Ley Maldita”), que duró hasta 1958, siendo que el Partido había conformado una alianza (Alianza Democrática) con el Partido Radical, el Partido Socialista (PS), y otros, para sacar electo a González Videla. El comienzo de la Guerra Fría ya se hacía sentir. En 1947, en el contexto del Movimiento Comunista Internacional, se constituye la Kominform (Oficina de Informaciones de los Partidos Comunistas), impulsada por la URSS, organismo que queda como rector del Movimiento Comunista Internacional en remplazo de la Komintern. El reinosismo, movimiento encabezado por Luis Reinoso y que fue considerado por el Partido como ultraizquierdista, que iba por la línea de la guerrilla urbana y la instauración inmediata de una Democracia Popular / Dictadura del Proletariado, era más que nada una plataforma de lucha contra el gobierno de González Videla, sin embargo, es finalmente la estrategia política de Galo González (secretario general del PCCh desde 1949), el llamado Frente de Liberación Nacional, la que se impone dentro del Partido, cuyo inicio se puede fechar en 1952, y que mantiene las ideas aliancistas y de la vía pacífica que el Partido, de una u otra forma, tenía ya incorporada como estrategia política desde hace 15 años, la que hipotéticamente contaría con una justificación teórica dentro de algunos escritos de Marx, Engels y Lenin, si se recurría a la escolástica y a la exégesis. De esta forma se abandona la línea de Lucha de Masas.

En 1956, tres años después de la muerte de Stalin, se celebra el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), donde se postula la posibilidad de un tránsito pacífico hacia el socialismo y la “coexistencia pacífica” de dos mundos. También se disuelve la Kominform. El mismo año se celebra el X Congreso del PCCh, donde se define el abandono de la instauración del socialismo como “tarea inmediata” y se afirma la posibilidad de un “tránsito no armado” al socialismo, se hablaba del “camino parlamentario al socialismo”, citando a Kruschev (esto no implica un abandono de la idea de la Dictadura del Proletariado). En definitiva, la vía pacífica estaba implícita aún antes del X Congreso de 1956, que es cuando se transforma en la línea política oficial partidaria, en el momento en que siente el respaldo

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del PCUS. La estrategia del Frente de Liberación Nacional asume en 1956 la forma orgánica en el programa del Frente de Acción Popular (FRAP), una alianza entre el PCCh, el PS, el Partido Demócrata, y otros. Dentro del FRAP se darán los grandes debates ideológicos entre el PS y el PCCh durante los años 60.

Es sólo en los años 60 cuando la “vía pacífica” hacia la Dictadura del Proletariado, como un gran tema doctrinario, llegó a ser cuestión de importancia, tanto en el Movimiento Comunista Internacional como en el PCCh. Esto ocurrió una vez que el conflicto chino-soviético involucró a todos los partidos comunistas del mundo, es decir, a partir de la Conferencia de los 81 en noviembre de 1960 en Moscú. Todos los partidos tomaron parte en el juzgamiento de China en la elaboración de un documento a favor del PCUS. El aspecto principal de la controversia chino-soviética estuvo centrado en las vías de toma del poder al socialismo, la “vía pacífica”, en particular. La propuesta de la URSS del tránsito pacífico hacia el socialismo, que venía desde el XX Congreso del PCUS, fue rebatida y rechazada por el Partido Comunista de China, que sostenía la tesis de las “dos piernas”, que significaba que una fuerza comunista debiera estar preparada tanto para la lucha armada como para una “vía pacífica”. En el comienzo de este debate, en Latinoamérica, tuvo fuerte influencia el modelo triunfante de la guerrilla cubana que derribó a la dictadura de Batista en 1959. Nos encontramos entonces con que en 1960 había al menos tres posiciones ideológicas en las cuales podía dividirse el Movimiento Comunista Internacional. Una era la posición ortodoxa mantenida por la URSS y la mayoría de los partidos comunistas del mundo, que sostenía que la “vía pacífica” era una gran posibilidad en muchos países (reitero que, la “vía pacífica” no significa abandonar la idea de tener que pasar por la Dictadura del Proletariado para alcanzar el comunismo). Otra tesis, era la de las “dos piernas” que mantenía el Partido Comunista de China. Una tercera tesis, estaba representada por el modelo cubano que acaba de tomar el poder, y que aún no contaba con la aprobación explícita de la URSS. De estas tres tesis, el PCCh apoyó a la de la URSS, como la mayoría de los partidos comunistas del mundo. Luis Corvalán (secretario general del PCCh desde 1958 hasta 1990) publicó varios artículos en donde acude a los clásicos del marxismo para intentar demostrar que esta tesis siempre estuvo presente en el Partido.

En un comienzo, el PCCh mantuvo indiferencia acerca de la revolución cubana, esta indiferencia estaba sustentada en que no era el Partido Comunista Cubano quien comandaba la lucha, y a que la estrategia de la guerra de guerrillas estaba desvinculada de las masas, lo que según el análisis del PCCh rompía con la ortodoxia leninista, y es solamente dos meses antes del triunfo de la revolución cubana que el PCCh decide expresar su apoyo a ésta, después que el Partido Comunista Cubano dispone unirse a la insurrección, eso sí, Corvalán descarta trasladar mecánicamente la experiencia cubana al resto de Latinoamérica. Este será el contexto en el cual se inserta el conflicto de 1961 en la Central Única de Trabajadores (CUT). Dentro del movimiento popular chileno la revolución cubana ganó partidarios, así también gano adeptos la visión que Ernesto “Che” Guevara tenía del desarrollo de la lucha que conduciría al socialismo en Latinoamérica. Uno de los más entusiastas con esta perspectiva fue Clotario Blest, presidente de la CUT. Estas ideas hicieron crisis en la izquierda chilena, ya que la intención de Blest era transformar a Santiago en la Sierra Maestra cubana. En un principio el PCCh atacó a Blest, pero luego, en el momento que Fidel Castro en julio de 1961 anunció la unión de su movimiento “26 de Julio” con los comunistas cubanos como paso decisivo para la formación de un partido marxista-leninista de tipo ortodoxo que asumía la dirección del proceso, los ataques a Blest por parte del PCCh bajaron.

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El fracaso del FRAP en 1964, cuando perdió Salvador Allende y triunfó el candidato a la presidencia de la Democracia Cristiana (DC) Eduardo Frei Montalva, tuvo dos grandes efectos: 1) Llevó a una recomposición política en Chile y 2) Provocó un cuestionamiento al interior de izquierda chilena, con el surgimiento de una tendencia ultraizquierdista de la cual no estuvo ajeno el PCCh. Desde el PCCh y el PS afloraron grupos que defendieron la lucha armada como único medio para llegar a la Dictadura del Proletariado. En el PCCh surgió el grupo Espartaco, organización que reunió la tendencia pro-China, y sus cabezas fueron expulsadas del Partido. De este grupo se formará más adelante el Partido Comunista Revolucionario que posteriormente se transforma en el Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria), liderado actualmente por Eduardo Artés. En el PS la línea de la vía armada tuvo mayor apoyo, de este partido emerge el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que pensaba que sólo la insurrección armada era posible para obtener el poder e instaurar la Dictadura del Proletariado. Sus líderes provenientes del PS eran Luciano Cruz, Miguel Enríquez y Bautista Von Schowen.

Desde 1966 la URSS tenía propuesto para ser aplicado en el “Tercer Mundo” el “Modelo Brézhnev”, que implicaba que una fuerza revolucionaria llevase a cabo “trasformaciones antiimperialistas, antimonopólicas y antifeudales, como preparación para pasar del estadio democrático al estadio socialista de la revolución”. Esta fuerza debía construir una economía mixta dentro de la cual el sector estatal tuviera un papel creciente y finalmente determinante. Para la industria significaba la construcción de un poderoso sector estatal a través de nacionalizaciones. También implicaba una reforma agraria que aboliera “el feudalismo”. Era una simbiosis entre características de revolución democrático-burguesa y de revolución socialista. En este nuevo enfoque, el rol diseñado por la URSS para los partidos comunistas de la región de América Latina no era de vanguardia, sino un papel secundario, formando amplios frentes populares con otros partidos, y en esa perspectiva todos los partidos comunistas debían apoyar todo régimen que tuviera características de la “vía no capitalista de desarrollo”.

Es este el esquema existente cuando en Chile se constituye la Unidad Popular (UP) en 1969, y una vez que ganó la UP en 1970 con Allende a la cabeza, era el “Modelo Brézhnev” el que se tenía en mente. Pero una cosa era lo que la URSS proponía y otra era la fe que tenía en su propia propuesta. El informe de la delegación soviética que asistió al cambio de mando en 1970 no deja de reflejar la perplejidad frente al triunfo de Allende: “Un programa y discurso socialista revolucionario y, por otro lado, las instituciones y prensa burguesas funcionando con normalidad”, para la URSS esto era una anomalía. Si bien el PCUS estaba promoviendo la “vía pacífica” para alcanzar el socialismo desde 1956 entre los partidos comunistas de occidente, era la primera vez que se encontraba con ella en la práctica, y la experiencia observada no calzaba con sus cánones de una revolución. “Algunos compañeros dicen que esto va a terminar mal”, sentencia el informe. El PCCh fue prácticamente el único que apoyó a Allende hasta el final cuando todo se venía abajo y el Golpe de Estado de Pinochet estaba ad portas. Otros le dieron la espalda, por lo que puedo decir que el partido de Jadue tuvo altos grados de fidelidad y entereza en esos lúgubres momentos. Con respecto a cómo hubiera evolucionado el socialismo a la chilena si no hubiese ocurrido el Golpe, son puras especulaciones y sería caer en una ucronía.

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Después del Golpe de 1973 el PCCh no sólo pasa a la clandestinidad, sino que es perseguido por la dictadura pinochetista, la que asesinó a 427 de sus miembros. La muerte de militantes de izquierda no sólo ocurrió en este partido, sino también en el PS (482), MIR (440), MAPU (36), FPMR (22), PR (17), DC (12), Izquierda Cristiana (7), Partido de Izquierda Radical (3), Partido Socialdemócrata (1), Partido por la Democracia (2), Otros Partidos (16), Sin Antecedentes (1.724). En la derecha murieron: Partido Nacional (4), Patria y Libertad (2), UDI (1). La suma da un total de 3.197 muertos bajo la dictadura de Pinochet, medidos entre los años 1973-1990. La mayoría de los asesinatos ocurrieron durante los años 1973 y 1974. Fuente: Informe sobre calificación de víctimas de violaciones de derechos humanos y de violencia política. Santiago: Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, 1996.

Desde el Golpe militar, el PCCh enfrenta una redefinición de la política que se asocia con la muerte o con la cárcel. Asume una forma de ser de la política en una situación de dictadura, como martirio, o como privación. El triunfo de la guerrilla sandinista en Nicaragua en 1979 influye en el Partido y la empiezan a ver como potencial ejemplo, pasando a ser un referente. Lo “ejemplar” del sandinismo era que constituía una demostración de que sería plausible algo más que “resistir”, desde ese momento se vería como posible “responder a la violencia reaccionaria con la violencia revolucionaria”. También retoma fuerza la idea de la experiencia de la revolución cubana, y el ideal de “violencia revolucionaria” penetra en las capas de militantes del PCCh con vigor, que ahora incluía a una generación más joven dispuesta no sólo a soñar con esos ideales, sino a intentar materializarlos. Esta nueva generación, como se formó bajo una dictadura de derecha, adquirió características combativas más intensas.

Hacia fines de los años 70 la política chilena tiene cambios significativos que someterán al PCCh a la disyuntiva entre mantener como eje de su política de alianzas a los elementos centrados en materias socio-económicas y políticas relativas a la transición democrática, sintetizados en la formulación de un frente anti-fascista, o bien redefinir su política de coaliciones en torno a un eje ideológico que adquiere características de fundamentalismo. Sucedió lo segundo. La institucionalización de la dictadura de Pinochet en 1980 mediante la aprobación fraudulenta de una Constitución impuesta por la Junta Militar, condujo a la explicitación de la nueva línea, comunicada por Luis Corvalán en un discurso desde su exilio en Moscú el 4 de septiembre de 1980. Se pasaba ahora a una concepción estratégica que ponía el acento principal en el uso de “todas la formas de lucha”, incluida la “violencia aguda” para la resistencia antidictatorial. A esta estrategia después se la bautizó como “Política de Rebelión Popular de Masas”. Las jornadas de protesta nacional desatadas en 1983 por la crisis económica y social, fueron el escenario perfecto para la aplicación de las nuevas orientaciones partidarias. Ese año se funda el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), organización política y militar asociada al PCCh. Los cambios más sensibles para el PCCh, tales como la generación de fuerzas excluyentes en el terreno político, ideológico, y de masas, provocaron que el Partido reaccionara acudiendo a los supuestos medulares de su constitución como ser político. Así, impulsó una nueva coalición, el Movimiento Democrático Popular (MDP), dentro de éste los contenidos ideológicos-teóricos del Partido quedaron “en familia”. El MDP emergió como alternativa al frente anti-fascista. Esta reafirmación de su esencia política lo llevó a una forma de asilamiento de la cual sólo podrá salir modificando (nuevamente) su línea.

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La “renovación socialista” por parte del Partido Socialista constituyó una de las más fuertes críticas en Chile al marxismo realmente existente hasta ese momento. Este cuestionamiento quiebra, después de muchos años, el eje socialista-comunista (PS-PCCh). Ante el cuestionamiento a fondo de la práctica, teoría e ideología marxista-leninista por parte del PS, la que es de gran importancia y con carácter de incuestionable para el PCCh, éste reacciona vivamente, negando la validez crítica de la renovación, y tozudamente siguió defendiendo a los “socialismos realmente existentes”, hizo vista gorda al conflicto evidente entre la teoría marxista y la democracia, e insistió en la vinculación entre “la vanguardia” y “la clase”. Es decir, reafirma su “ser político”. Toda esta autoreafirmación ideológica y teórica confluye claramente en el pleno del comité central del PCCh en 1985, tomando un carácter de definitivo: “las células del partido deben impulsar el crecimiento de las milicias rodriguistas, invitando a aquellos luchadores independientes, sobre todo a los jóvenes en poblaciones, universidades e industrias, a incorporarse a la milicias”. La reorientación política de alianzas queda clara en las convergencias encontradas con el MIR, con el que logran niveles crecientes de acuerdo, y surge la esperanza de que esta situación pre-revolucionaria pueda desembocar en la posibilidad de constituir las bases para un “poder democrático avanzado con miras al socialismo”, en otras palabras, la idea de salir de la dictadura pinochetista para pasar a la Dictadura del Proletariado.

1986 sería el “año decisivo” para el PCCh dentro de su estrategia de “Sublevación Nacional”, la que terminaría en confrontaciones militares en las cuales el Partido, el FPMN y las milicias rodriguistas iban a jugar un papel crucial, desembocando en el atentado a Pinochet el 7 de septiembre de ese año. El hecho de que Pinochet no haya muerto en el ataque significó una fuente de conflicto intrapartidario. Esta postura de línea insurreccional propuesta por el PCCh, termina aislándolo de manera definitiva del resto de la política. Más tarde vino otro periodo de confusión interna, en donde no saben si participar o no de una salida institucional de la dictadura por medio de un plebiscito. El peligro de nuevas formas de mayor exclusión de la arena política a través de una aceptación generalizada de las normas marginalizantes del artículo 8 de la Constitución, desempeñó una función en el cambio de política. El extremo aislamiento llevará al PCCh de forma muy lenta y lleno de contradicciones, de vuelta a la revaloración de la unidad política y la alianza amplia. El pleno del comité central del Partido, realizado en octubre del 1987, formaliza este giro cuando comunica que: “con el objetivo de facilitar la unidad de acción, de eliminar obstáculos para la expresión de la rebeldía popular y considerando también las solicitudes de nuestros aliados en la izquierda y de otros sectores que están por poner en primer plano la movilización social, el pleno del comité central se ha pronunciado a favor de la inscripción en los registros electorales”. Ayudó a este cambio la creación de la Izquierda Unida y su unánime participación en la movilización de masas por la inscripción en los registros electorales, lo cual dejaba al PCCh políticamente solitario en la línea insurreccional. Perdida su hegemonía con la desaparición del Movimiento Democrático Popular y creada esta nueva coalición en torno a ejes más políticos que ideológicos, el PCCh no tuvo otra alternativa que llamar a inscribirse en las elecciones. Este llamado no fue reconocido por la retórica partidaria, asumiéndolo como un mero acomodo táctico que no cambiaría en lo fundamental la línea adoptada. El llamado a la inscripción estuvo plagado de rechazos y repudios a lo que consideraban la inclusión de la oposición de centro-izquierda en la institucionalidad dictatorial.

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La formación de la Concertación de Partidos por el No, en febrero de 1988, ocurrió mientras aún el PCCh intentaba legitimar ideológicamente su llamado a la inscripción electoral. La continuidad de la línea insurreccional y los deseos de sectores centristas de oposición facilitaron la exclusión del Partido del nuevo conglomerado. La participación de las fracciones socialistas (PS), antes aliadas del comunismo, ratificaron ese curso hacia el aislamiento. El PCCh advirtió el peligro y, finalmente, el 15 de junio de 1988, su comité central llamó a votar por el NO.

Para enfrentar las elecciones presidenciales, Volodia Teitelboim (futuro secretario general del Partido desde 1990 a 1994), combinó el discurso revolucionario con la práctica electoral mediante la fórmula de la “rebelión popular de las urnas”. Al mismo tiempo se planteaba una crítica radical a la transformación gradual de la institucionalidad, reiterando la perspectiva rupturista, y a pesar de su apoyo a Patricio Aylwin como candidato presidencial, continuó enfatizando temas como la denominada “autodefensa del pueblo” ante cualquier maniobra fraudulenta o represiva. El triunfo de Aylwin en diciembre de 1989 marcaría el fin de la alianza tácita entre la Concertación y el PCCh.

Por aquellos días, se consumaba la crisis final de los regímenes comunistas de Europa del Este, frente a lo cual el PCCh reaccionó con cierto optimismo, considerando el momento no como de “reflujos del socialismo, sino la preparación de nuevos avances hacia la liberación del hombre”. Frente a la catástrofe del comunismo en Europa del Este y las transformaciones de la URSS, la dirección del Partido respondió de un modo cerradamente defensivo, afirmando la vigencia de los principios que formaban la identidad ideológica del marxismo-leninismo.

Contra la concepción del poder y de la revolución, que había guiado a los partidos comunistas en el poder, y que la dirección del PCCh se empeñaba en defender y reafirmar en medio de su declive, un grupo importante de exmilitantes del Partido, suscribirán en febrero de 1990, el “Manifiesto por la Democracia y la Renovación del Socialismo”. Fueron una treintena de intelectuales y profesionales comunistas que criticaron fuertemente los “errores” de la línea partidaria insurreccional y sus ambigüedades durante el proceso de transición en Chile. Muchos de los adherentes del Manifiesto emigraron al PS durante el gobierno de Aylwin. Dentro de éstos estaban Luis Guastavino (quien llamó a terminar con los rasgos estalinistas del PCCh), y Fanny Pollarolo. Al mismo tiempo se desataba una aguda crisis en las Juventudes Comunistas (JJ.CC.), con la renuncia de 22 de sus dirigentes al comité central, dejándolo prácticamente sin la mitad de sus integrantes. Hasta el día de hoy hay muchos militantes y adherentes al PCCh que siguen despotricando sobre esta historia, acusando a los que se retiraron del Partido de “traidores del pueblo”, “traidores de la clase obrera”, etc. En el ámbito internacional, el PCCh acusaba a los partidos reformistas, que habían desechado el concepto de Dictadura del Proletariado, particularmente a aquellos identificados con el eurocomunismo, de exportar sus “pensamiento larvados” para debilitar al comunismo chileno.

En noviembre de 1990, después de 17 años de proscripción, el PCCh logró su relegalización. En marzo de 1991 se publica el Informe Rettig sobre las violaciones a los derechos humanos (DD.HH.) durante la dictadura, lo que constituyó un motivo de acercamiento entre el gobierno y el PCCh, pero el asesinato de Jaime Guzmán por una fracción del FPMR-Autónomo en abril del mismo año, echó por tierra la aproximación. Si bien el PCCh condenó el homicidio, su postura aún ambigua ante el uso de la violencia política contribuyó a profundizar su aislamiento político.

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En ese contexto se inicia dentro del Partido una discusión sobre los nuevos Estatutos, ahora éstos incorporaron a los DD.HH. como uno de los fundamentos de su propia definición como “ser político”. Evidentemente, tanto la Perestroika de Gorbachov en la URSS, como la experiencia en carne propia de la violación a esos derechos bajo la dictadura pinochetista, incidieron decisivamente en este cambio, sin embargo, este giro dentro de los Estatutos del PCCh, fue más una medida de supervivencia política aglutinadora que un real y universal compromiso por los DD.HH., ya que ni si siquiera cuestionaron el hecho que desde la ideología marxista-leninista, el mismo concepto de DD.HH. es puesto en duda y muchas veces no reconocido, particularmente cuando se trata de los derechos de primera generación, a saber, los derechos civiles y políticos, y esto quedaba claro cuando se vio que esta supuesta adhesión incondicional a los DD.HH., no estuvo acompañada de una afirmación igualmente incondicional respecto al compromiso con los instrumentos democráticos de representación y resolución pacífica de los conflictos. Tampoco fueron capaces de condenar (y aún no lo son) las violaciones a los DD.HH. que ocurrieron y siguen ocurriendo en todos los países del “socialismo real”, o del socialismo del siglo XXI venezolano. No existió, y sigue sin existir al día de hoy, una relación lógica entre el marco ético en el cual el PCCh se sitúa y la continuidad de un modo de concebir la lucha por el poder y la revolución basada en el canon bolchevique. Del mismo modo, la estructura leninista del “centralismo democrático”, incompatible con la democracia, no se pone en duda y la siguen amparando.

Es durante este proceso de reformulación teórica parcial por parte del PCCh, cuando se suscitaron los hechos que acabarían con el desplome de la Unión Soviética. En agosto de 1991 se produjo un intento de golpe de Estado en contra de Gorbachov por parte de la nomenklatura partidaria, como expresión conservadora ante el proceso reformista del líder soviético. El PCCh dio su respaldo a este intento de golpe en los primeros momentos, más tarde se retractó cuando éste fracasó al ocurrir los sucesos que desencadenaron una revolución democrática y nacionalista por todo el territorio soviético que conduciría a la disolución del PCUS y de la propia Unión Soviética en el curso del mismo año. La decadencia y la disolución del poder comunista y del propio Estado soviético, produjo un gigantesco impacto en la ideología marxista y en el imaginario de los comunistas y otros actores políticos de izquierda de todo el mundo. La reacción del PCCh, lejos de provocar una reformulación profunda de sus supuestos ideológicos, consistió en una reafirmación defensiva de sus señas de identidad marxista-leninista, porque interpretaban a esta renovación como la liquidación del partido revolucionario y, en consecuencia, como la desaparición de cualquier perspectiva socialista. Esta posición defensiva del PCCh tuvo su correlato en la política interna, y en noviembre de 1991, la dirigencia decidió dar un paso desde una independencia crítica respecto a la Concertación, hacia la oposición de izquierda al Gobierno.

Sin la Unión Soviética el Partido se siente desconcertado y no sabe qué hacer ni a dónde mirar. De esta forma se consolida como postura central atacar a todo lo que huela a pinochetismo. Los DD.HH., nuevamente sin cuestionar su incompatibilidad con el marxismo-leninismo, se terminan por incorporar dentro del ideario partidario. Los cambios y las continuidades en las orientaciones ideológicas del PCCh se vieron reflejados en el proyecto del nuevo Programa del Partido presentado para su discusión interna. El modelo revolucionario presentado por el nuevo documento seguía fundado, por un lado, en la socialización de los medios de producción, y, por otro, en la expulsión del poder de las clases dominantes, pretendiendo abrir una transformación revolucionaria desde una perspectiva socialista. Sin embargo, al mismo tiempo, se integraron otros temas que habían estado

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ausentes en el imaginario comunista hasta el momento, como el medio ambiental y el reconocimiento del valor de la existencia de diversas identidades al interior de la sociedad chilena, como las étnicas y de género.

La opción de ser oposición a la Concertación fue ratificada desde una perspectiva estratégica revolucionaria en la Conferencia Nacional del partido en abril de 1992.

En agosto de 1994, el PCCh celebró su XVI Congreso, que pasó a denominarse XX Congreso, porque en él se aprobaría la proposición de fechar el nacimiento del partido en 1912, homologándolo a la fundación del POS como parte de una resemantización de la historia de la colectividad, producto, a su vez, de los cambios de sus referentes globales. Volodia Teitelboim, como secretario general, fue el encargado de leer el informe resultante, en el que confirmó, entre otras cosas, la propuesta comunista en relación a “la conquista de una democracia real”, la cual sólo podría alcanzarse por la vía revolucionaria de “ruptura de la institucionalidad existente” y articulada en torno a “un modelo alternativo de desarrollo”. En esa línea nació la propuesta de la revolución democrática, entendida como una lucha contra cualquier herencia de la dictadura de Pinochet, sin cuestionarse que la concepción de democracia que tiene el marxismo-leninismo, es incompatible con la democracia, como lo veremos en este ensayo. Durante el XX Congreso se reafirma nuevamente la tentativa de la instauración de la Dictadura del Proletariado para Chile.

En abril del 1998 en el XXI Congreso del Partido, las críticas hacia el Gobierno de la Concertación se radicalizaron y argumentaban que “seguíamos en dictadura”. Mientras se desarrollaba este Congreso, Pinochet fue detenido en Londres y el tema sobre las violaciones a los DD.HH. se reafirma con intensidad. Se nominó a Gladys Marín como candidata presidencial, cuya campaña asumiría un conjunto de temas característicos de la izquierda postmarxista y de las corrientes históricas libertarias, como la cuestión de la autonomía de los pueblos indígenas, la temática medioambiental, la perspectiva de género y la valoración de la diversidad sexual. Gladys Marín sacó sólo un 3,2% de los votos en la primera vuelta en diciembre de 1999, y en la segunda vuelta ganó Ricardo Lagos. La marginalidad ideológica del PCCh se consolidó todavía más.

Durante el gobierno de Lagos, la sombra de Pinochet se desvanecía. En diciembre del 2003 el PCCh con el Partido Humanista (PH), constituyen el pacto Juntos Podemos. Gladys Marín fallece de un tumor cerebral en marzo de 2005, y el liderazgo del Partido sería asumido por Guillermo Teillier como presidente y Lautaro Carmona como secretario general. Para las elecciones presidenciales de diciembre del 2005 el PCCh con el Juntos Podemos levantaron la candidatura de Tomas Hirsch, teniendo como proyectos latinoamericanos referentes para el cambio social que según ellos debía ocurrir en Chile, a Venezuela y Bolivia. Hirsch sacó sólo un 5,4% en primera vuelta, y en la segunda vuelta, en enero del 2006, el PCCh apoyó a Michelle Bachelet. Este apoyo explícito a Bachelet, y el compromiso del nuevo gobierno y de la Concertación por acabar con la exclusión del PCCh del Congreso nacional, marcó el comienzo de una nueva relación entre estos actores políticos, bajando el tono de la crítica a la Concertación.

En junio de 2009, se gestó un pacto electoral contra la exclusión entre el Juntos Podemos y la Concertación, lo que permitió que presentaran candidatos en lista conjunta. En las elecciones parlamentarias del 2009, el Partido obtuvo tres diputados, lo que significó el retorno al Congreso Nacional desde 1973.

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Desde abril de 2013, el PCCh pasó a formar parte de la coalición política la Nueva Mayoría y en noviembre de ese año apoyó la candidatura presidencial de Michelle Bachelet. En las elecciones parlamentarias de 2013 sumó tres diputados a su bancada, completando un número de seis parlamentarios. Durante el segundo gobierno de Bachelet (2014‐2018), el Partido accede a algunos cargos ministeriales.

En las elecciones presidenciales del 2017 el PCCh respaldó la opción de Alejandro Guillier, y en las elecciones parlamentarias obtuvo la elección de ocho diputados.

Posterior a las revueltas sociales de octubre del 2019, las fuerzas políticas chilenas confluyeron para dar una salida institucional a la crisis en la firma por un Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, el 15 de noviembre del mismo año. El PCCh no quiso ser parte del acuerdo por varias razones que mostraron su purismo ideológico. Los otros partidos que se restaron fueron Federación Regionalista Verde Social (FRVS), el Partido Humanista (PH), el Partido Progresista (PRO), y Convergencia Social (CS), salvo el diputado Gabriel Boric de este último. Los argumentos esgrimidos por el PCCh para no suscribirse al acuerdo recuerdan a lo ocurrido en 1988 para el plebiscito por el NO. La visión de Asamblea Constituyente que tiene el Partido Comunista de Chile, no calzaba con lo que se propuso el 15 de noviembre. En realidad, la posibilidad de destruir la institucionalidad estuvo tan a la mano para el Partido que fue imposible que no tratasen de torpedearla con los medios que tenían en ese momento, y dentro de estos medios estaba procurar echar abajo el Acuerdo, alineándose de esta forma, con la izquierda extraparlamentaria y la extrema derecha. Trataron a los partidos del Frente Amplio que firmaron, usando la fraseología clásica, de “traidores del pueblo”, de participar en la “cocina entre cuatro paredes”, de colaborar en un “nuevo un fraude de espaldas al pueblo”, etc. La visión de Asamblea Constituyente que tiene el PCCh, los partidos que no firmaron, y la izquierda extraparlamentaria, es, en el fondo, una Asamblea con la potestad para disolver el Congreso, destituir al presidente de la república, intervenir el poder judicial, y otras facultades que van bastante más allá de la pura redacción del texto constitucional. Lo ven como un órgano de poder con facultades plenipotenciarias por encima de todos los poderes del Estado existentes, que puede tomar las riendas de la conducción política y económica del país, lo que incluye pretender la captura de las fuerzas armadas, de orden y seguridad. Permítaseme dudar de las límpidas cualidades democráticas de esa configuración de Asamblea Constituyente. Es previsible que propuestas y acciones de dudosa reputación democrática afloren de estos partidos que se restaron del Acuerdo. Así y todo, con el tiempo, el PCCh y el resto de los no firmantes se subieron al carro de lo que otros firmaron, pero sólo una vez que cayeron en la cuenta de que no se logró echar abajo el Acuerdo. Finalmente, y a buena hora, el Partido Comunista de Chile llamó a sus militantes y seguidores a votar por el Apruebo y la Convención Constituyente.

Ahora pasaremos a revisar la última Declaración de Principios del PCCh (Sección II), y algunos extractos de los Estatutos de Las Juventudes Comunistas de Chile (JJ.CC.) (Sección III). El subrayado y las indicaciones numéricas son mías.

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II) DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE

“La declaración de principios del Partido Comunista de Chile, ajustada a lo exigido en las referidas resoluciones del Servicio Electoral, es la siguiente:

El Partido Comunista de Chile es un partido de raigambre obrera, campesina e intelectual, fundado en Iquique el cuatro de junio de mil novecientos doce por trabajadoras y trabajadores revolucionarios encabezados por Luís Emilio Recabarren, con el nombre de Partido Obrero Socialista.

En su Cuarto Congreso, realizado en Rancagua el dos de enero de mil novecientos veintidós, pasa a denominarse Partido Comunista de Chile. Es el Partido de Recabarren y Neruda.

Los Estatutos contienen los principios básicos y normas de la estructura de

funcionamiento y organización del Partido, en cuanto eficaz instrumento para cumplir con los objetivos programáticos y la política que democráticamente (10) acuerdan sus militantes.

Su visión de sociedad arranca de criterios científico-humanistas. Se sustenta en las concepciones de Marx, Engels, Lenin, (1) Recabarren (2); en aportes de otras y otros pensadores marxistas y progresistas, en la propia elaboración del Partido y en el constante avance en la filosofía y la ciencia.

Tiene en cuenta los profundos cambios producidos en la sociedad y en el mundo contemporáneo. Su concepción humanista contiene los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (3). Está comprometido con el fortalecimiento de la democracia (4) y el respeto, garantía y promoción de los derechos humanos asegurados en la Constitución, en los tratados internacionales ratificados y vigentes en Chile y en las leyes (3)

Es un Partido revolucionario, que lucha por el socialismo (5) y asigna un rol principal a los trabajadores y trabajadoras, en el progreso y transformación social.

Por su tradición y espíritu democrático, lucha por fortalecer y profundizar la democracia como forma de organización política de la sociedad y el Estado y por la supresión de toda forma de dominación política, económica, social y cultural sobre el pueblo.

El Partido Comunista se opone a toda forma de explotación y discriminación del ser humano. Su inspiración es nacional, patriótica, latinoamericanista e internacionalista (6). Es antiimperialista (7). Lucha por la autodeterminación de los pueblos (8) y es solidario con todos aquellos que luchan por su independencia nacional, por la democracia, por el socialismo y la paz. Promueve la lucha por la preservación del equilibrio ecológico del planeta.

Su composición es multiétnica. En el Partido Comunista militan personas creyentes y no creyentes. El ingreso a sus filas está vedado a aquellos que sustentan ideologías fascistas, racistas, homofóbicas o sexistas; y a quienes incurren en conductas de violencia de género. Los comunistas desarrollan su política basados en la inteligencia y el aporte de todos y cada uno de sus militantes, en el intelectual colectivo que expresa el pensamiento, el constante estudio, la discusión, la experiencia y acción de conjunto de sus militantes al servicio de sus objetivos revolucionarios (9).”

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Analicemos algunas partes de la Declaración:

(1) Al seguir las ideas de Karl Marx, Friedrich Engels y Lenin, el partido es clasificable como un partido marxista-leninista. Agregan a Luis Emilio Recabarren dentro de sus referencias.

(2) Veamos qué nos dice Luis Emilio Recabarren (1876-1924) en algunas declaraciones:

“Un representante comunista no va al Congreso a hacer política, a ‘cooperar con los burgueses, a pedir empleos, a mendigar sueldos, o a intrigas de pasillos’.

El parlamentario comunista investido de la representación de un partido serio que encierra en sí las aspiraciones y la voluntad de las masas ya no sumisas: va a la Cámara a destruir, a despedazar con su crítica libre y severa, la dialéctica jesuítica y sofística de los representantes burgueses; y a iluminar, con el resplandor de la doctrina comunista, los problemas vitales que nos acosan.

El representante comunista en la Cámara, sigue siendo antiparlamentario, sigue combatiendo al parlamentarismo; y sus ideas en el Congreso, no difieren de las que expresara en vísperas de elecciones, y en su vida privada, ante sus electores”

“Partido Comunista de Chile adherido a la internacional comunista”, La Federación Obrera, Santiago, 7 de abril de 1922.

“¿Qué es el Partido Comunista?

En primer lugar no es ni será jamás un partido político, puesto que no admitirá nunca relaciones políticas con los partidos de la clase capitalista. La acción electoral sólo la admitimos como un instrumento de lucha y con carácter revolucionario, nunca con carácter político.

El Partido Comunista tiene por objeto inmediato, capacitar, orientar y disciplinar científicamente a sus adherentes, para que constituyan la vanguardia revolucionaria del pueblo y esparramados sus miembros en todos los sindicatos, ayuden a dirigir la marcha del proletariado hacia el triunfo final de nuestras aspiraciones de abolir el sistema capitalista con todas sus injusticias y miserias”

Publicación en La Federación Obrera del 13 de abril de 1922.

“Mi breve estadía en Rusia de los Soviets me han confirmado en todas mis ideas respecto de la necesidad de la violencia revolucionaria y de la dictadura proletaria. He comprendido perfectamente que sin esa dictadura de la clase obrera la revolución social no puede ser conducida a buen término”

“Luis Emilio Recabarren a su paso por Buenos Aires”, La Bandera Roja, Iquique, 30 de mayo de 1923.

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Con respecto a esta última cita, soy de la opinión de que ni el mismo Recabarren se creía la parte de la “violencia revolucionaria”. Ésta debe interpretarse en el contexto de su retorno del viaje a Rusia y del calor del momento. El tema de la Dictadura del Proletariado tampoco fue central en el pensamiento de Recabarren (aunque es central en el marxismo- leninismo y en el PCCh), y no tenemos cómo saber cómo hubiesen evolucionado sus posturas, ya que un año y ocho meses después de esta declaración, se suicidó. La bolchevización propiamente tal del partido es posterior a la muerte de su fundador. Aunque sin duda hay elementos de las ideas de Marx, Engels y Lenin en Recabarren, calificar como marxista-leninista al fundador del POS, sería un anacronismo.

(3) Dicen que su concepción humanista contiene a la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH). Esto significa que estarían aceptando los DD.HH. civiles y políticos, los que desde la teoría marxista en la realidad son calificados como “derechos burgueses”, “un invento de la burguesía”, etc. Algo debe quedar claro y más adelante lo expondré con mayor extensión, las Democracias Populares / Dictaduras del Proletariado son incompatibles con el respeto, la protección y promoción de los DD.HH. civiles y políticos, por la misma naturaleza de la estructura organizativa de una Democracia Popular y el concepto de Dictadura del Proletariado, por lo tanto, para algunos puede ser difícil comprender que un partido que se jacta de tener a la defensa de los DD.HH. como una de sus principales misiones, no sólo no se pronuncie sobre las Democracias Populares / Dictaduras del Proletariado actuales como Cuba y China cuando se les pregunta por éstas, sino que la mayoría de las veces se transforma en un apologeta de ellas, y peor aún, es que la misma teoría de la que dicen ser militantes encuentre en estas formas de gobierno a la “verdadera democracia”. La base de la DUDH es su universalidad, no el acomodaticio particularismo localista chileno al que juega el PCCh y otros marxistas de distintos sabores.

(4) Dicen luchar por la democracia sin especificar a qué tipo de democracia se refieren, si a una Democracia Representativa, o a alguna “Democracia de Nuevo Tipo”, o a una Democracia Popular. Ésta última es una forma de la Dictadura del Proletariado, que a grandes rasgos en la práctica histórica ha significado que el Partido Comunista (la Vanguardia) de un país A se hace cargo del Estado A, controlando por completo los medios de comunicación y proscribiendo a toda oposición política de forma explícita en aras de la construcción de la sociedad socialista en vías al comunismo o fase comunista, fase a la que en la realidad nunca se ha llegado en ningún país, ya que ésta implica la extinción del Estado. También se ha dado históricamente que haya dos o más partidos organizados en un Frente Nacional o Popular, sin embargo, está proscrita la competencia política, y el punto de fondo es que no hay oposición política frente a la “vanguardia marxista-leninista”. Las Democracias Populares / Dictaduras del Proletariado que van quedando actualmente son sólo cinco: China, Cuba, Corean del Norte, Vietnam, Laos. Es importante decir que en Venezuela nunca se intentó implantar una Democracia Popular / Dictadura del Proletariado, y que el socialismo del siglo XXI Bolivariano no es marxista-leninista, está fundamentado principalmente en las ideas de Heinz Dieterich Steffan, por lo tanto, no debe ser considerado dentro de los “socialismos reales”. Sí, en el aspecto económico de Venezuela, hay fundamentos que vienen desde el marxismo y que explican su desastroso desempeño en este ámbito.

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Cuando en una entrevista en el día 10 de septiembre del 2020 (meeting por Zoom de La Tercera), se le preguntó al alcalde Jadue cuál era su preferencia, si una Democracia Representativa o una Democracia Popular, respondió que ninguna de las dos, y que él estaba por una Democracia Participativa. Este último concepto aún está en desarrollo teórico, por lo que se entienden distintas cosas al referirse a él, no así con la Democracia Representativa y la Democracia Popular, que ya tienen definiciones claras y experiencias históricas. La pregunta iba dirigida a su preferencia como sistema político para cualquier país, y él en su respuesta la acotó a Chile. No hubo contra pregunta por parte de la periodista.

(5) Dicen ser un partido revolucionario que lucha por el socialismo. Este socialismo debe entenderse como el de los “socialismos reales”, “socialismos realmente existentes”, “Estado socialista”, es decir, aquél socialismo que quiere llegar al comunismo. A los países “socialistas reales” a veces se les llama países “comunistas” no porque estén viviendo el comunismo (que es un fase posterior al socialismo), sino porque desean llegar a él.

(6) Cuando hablan de que son internacionalistas, se refieren al concepto de Internacionalismo Proletario. Veamos la definición de éste según el Diccionario de Filosofía Soviético:

“Es uno de los principios básicos de la ideología y la política de la clase obrera y de su partido, que expresa la solidaridad internacional de los trabajadores de los distintos países en la lucha contra el capitalismo, por su liberación social y nacional y por la edificación del socialismo y el comunismo. La base del internacionalismo es la comunidad de los intereses de clase del proletariado y el objetivo final de su lucha, independientemente de la pertenencia estatal y nacional de sus representantes concretos. El internacionalismo nació en los albores del movimiento comunista internacional y, al comienzo, halló reflejo en la conciencia cotidiana de los obreros en forma de sentimientos sociales y de consignas de la solidaridad internacional. Fue fundamentado teóricamente al aparecer el comunismo científico. En el “Manifiesto del Partido Comunista” y en otras obras de Marx y Engels se muestra la necesidad objetiva de la unidad de los obreros de los distintos países en la lucha contra el capital, se formulan las ideas fundamentales del internacionalismo y se proclama su lema: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”. Por primera vez en la historia, las ideas del internacionalismo fueron materializadas en el proceso de edificación del socialismo en la URSS, país en el que se resolvió el problema nacional, se creó el Estado multinacional de los pueblos iguales en derechos y se formaron las relaciones entre las naciones, que son de tipo nuevo y en las que no existen los antagonismos clasistas y nacionales. Gracias a ello, el internacionalismo proletario pasa a ser el internacionalismo socialista, lo cual se manifiesta en la ampliación de la base social del internacionalismo y su transformación en la ideología de toda la sociedad. El internacionalismo está ligado orgánicamente al patriotismo socialista. Al formarse el sistema socialista mundial, los principios del internacionalismo fueron puestos en la base de las relaciones interestatales entre los países socialistas, así como de las relaciones de los pueblos de estos últimos con los trabajadores de los países capitalistas y con los pueblos que luchan por su liberación nacional”.

El Internacionalismo Proletario es un concepto central en el marxismo-leninismo, y que se traduce en el intento por transformar a los países en socialismos reales con el objetivo de llegar al socialismo / comunismo a nivel global. Es por esto, sumado al antimperialismo, que los marxistas-leninistas no pueden condenar las violaciones a los DD.HH. de los socialismos reales. Para ellos, el Internacionalismo Proletario prima por sobre los DD.HH.

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(7) Cuando hablan de ser antimperialistas, casi siempre se estarán refiriendo a los Estados Unidos y a algunos países europeos, nunca hablarán de que pueda existir en algún momento, o esté en los albores, algún tipo de imperialismo de China sobre África, por ejemplo.

(8) Dicen luchar por La Autodeterminación de los Pueblos. Ahora bien, la Autodeterminación de los Pueblos desde la concepción marxista-leninista tiene particularidades que no la hacen homologable al derecho de Autodeterminación que aparece expresado en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos. Primero que todo, es lícito cuestionarse si la existencia de la Komintern (la Internacional Comunista o III Internacional) y la Kominform, eran compatibles con el derecho de Autodeterminación. Segundo, cuando en 1968 la Unión Soviética invadió a Checoslovaquia, el PCCh no tuvo ningún problema con la intervención, argumentando que los “intereses del proletariado mundial” primaban por sobre la no intervención. Al respecto Luis Corvalán señaló que cuando la URSS envía tropas fuera de su territorio “no es para exportar la revolución, sino para impedir la exportación de la contrarrevolución” (si lo piensan bien, eso es una forma de exportar la revolución, por lo tanto, sí es una forma de intervención que está siendo adornada retóricamente), también indicó que no se podía permitir que fuerzas reaccionarias reconquistaran Checoslovaquia “ni ningún país socialista”, y se opuso a la interpretación de que los problemas en este país eran un problema exclusivo de los checoslovacos, avalando lo que se conocería como la doctrina Brézhnev de soberanía limitada para los países del Este. Así las cosas, es bastante problemática la visión que tiene el PCCh del derecho de Autodeterminación de los Pueblos.

(9) Dicen ser una Partido revolucionario, y tener objetivos revolucionarios, lo que significa que no son reformistas. Ser reformista dentro de un partido marxista-leninista es traición a la ideología.

(10) Cuando expresan que los militantes del Partido acuerdan democráticamente sus objetivos, se refieren al Centralismo Democrático propuesto por Lenin en su obra ¿Qué Hacer? (1902), que es muy efectivo como mecanismo de disciplina partidaria, dándole la solidez doctrinaria suficiente como para haberse mantenido hasta el día de hoy, pero que de democrático tiene bien poco. ¿Cómo funciona en la práctica? Si usted da una opinión distinta y/o critica a las cabezas del partido, lo trataran de “trosko”, en algunos casos, y de “reaccionario” o “contrarrevolucionario” en otros. Si a usted se le ocurre decir públicamente que en Cuba, China y Venezuela, se violan los derechos humanos, será llamado a “control de cuadros” y recibirá una sanción. De esta forma, el Partido va eliminando (purgando) cualquier opinión que pueda comprometer al dogma, por lo tanto, es difícil que el PCCh evolucione. Todo lo contrario, tiende a la osificación, ya que dentro de éste sólo van quedando los fieles feligreses. He aquí mi consejo para quienes son militantes del Partido: Si ya van tres veces que le han llamado “trosko” y/o tres veces que le han llamado “reaccionario” o “contrarrevolucionario”, renuncie al Partido.

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III) EXTRACTOS DE LOS ESTATUTOS DE LAS JJ.CC.

Artículo 1 ¿Qué son la JJ.CC?

“Las Juventudes Comunistas de Chile son una amplia organización política de jóvenes, compuesta por: trabajadores manuales e intelectuales, pobladores, estudiantes, deportistas, artistas; de todos aquellos que aceptando el presente estatuto, expresen sus intereses y se comprometan con las transformaciones sociales, democráticas y revolucionarias, sin discriminación de ninguna especie. Son las juventudes del Partido Comunista de Chile y actúan entre los jóvenes aplicando y desarrollando creadoramente su política, contribuyendo a que éste llegue a ser la vanguardia de nuestro pueblo, en su lucha por la vigencia de la soberanía popular, por su liberación política, económica, social y cultural, por la democracia y su expresión más plena, el socialismo y el comunismo (1).”

(1) Aquí queda explicitado lo que no se atrevieron a poner quienes escribieron la última Declaración de Principios del PCCh, a saber, que de acuerdo a la visión marxista-leninista, la expresión más plena de la democracia es el socialismo / comunismo, entendido como el “socialismo realmente existente”, es decir, aquél que apunta a llegar a la fase comunista por medio de alguna variante o versión de la Dictadura del Proletariado. Veremos en la sección V que desde el marxismo-leninismo el concepto de Democracia es bastante difuso y más que problemático, por el pobre desarrollo de su teoría política, en donde incluso, Democracia y Dictadura pueden llegar a ser sinónimos. Esto se da, dentro de otras cosas, por la concepción que tienen sobre el Estado.

Artículo 2. ¿En qué se inspiran las JJ.CC?

“Las Juventudes comunistas se inspiran en Latinoamérica, particularmente en la primera revolución socialista triunfante en América; la revolución cubana (1); así como en los principios que inspiraron la revolución sandinista… (1)

Especialmente, las inspiran la primera gran revolución socialista, que abrió una nueva época en la historia de la humanidad: la revolución de octubre (2), valorando sus logros y avances, a la vez que sacando las lecciones necesarias de los errores cometidos.”

(1) En la actualidad, es muy difícil levantar una apología de las dictaduras cubana y nicaragüense, pero el PCCh las sigue levantando.

(2) La revolución de octubre se refiere a la Revolución Rusa de octubre de 1917 (noviembre en el calendario occidental), pero no quisieron escribir Revolución Rusa. Al igual que con las anteriores revoluciones mencionadas, es bastante difícil levantar apologías al desastre soviético. Los logros que tuvo la URSS fueron a expensas de elevadísimos costos humanos y la pérdida de las libertades más básicas.

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Artículo 15. De la promesa

“Aceptada la incorporación, el nuevo militante, en reunión solemne de Base recibirá su carné, luego de formular la siguiente promesa:

‘Prometo lealtad a las Juventudes Comunistas de Chile, a sus Estatutos y organismos dirigentes. Prometo conocer y defender el programa y la política del Partido Comunista de Chile, al cual aspiro integrarme. Prometo educarme en las concepciones de Marx, Engels, Lenin y de otros pensadores marxistas y progresistas de América Latina y el mundo, y del internacionalismo proletario. Prometo luchar incansablemente por el derecho a la vida y contra toda discriminación, ya sea de clase, género o raza, y por los derechos humanos de todos los jóvenes. Prometo luchar por la soberanía popular e integridad territorial de Chile, por los intereses de la clase obrera y del pueblo, la construcción del socialismo y el comunismo en nuestra patria, estando dispuesto a dar la vida por esto si ello fuese necesario (3)’ “

(3) Bueno, ya está claro, su meta es construir el socialismo y el comunismo en Chile aunque eso signifique la muerte, por lo tanto, será indispensable poder aclarar teóricamente qué es el socialismo y el comunismo desde la teoría marxista-leninista, y esto lo haré en la sección V.

Extractos de los Estatutos de las JJ.CC.

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IV) PRINCIPALES PILARES TEÓRICOS DEL MARXISMO

Karl Marx (1818-1883) fue un gran pensador, un sagaz intelectual y uno de los primeros y más agudos estudiosos en hacer periodismo político, portador de una pluma feroz y lancinante. Alrededor de su obra y pensamiento, junto con el de Friedrich Engels (1820-1895), se formó un grupo de seguidores que interpretaron y siguieron este pensamiento, y a esto le llamamos marxismo. La interpretación del pensamiento de Marx como una especie de portador de la verdad, fue ya promovida por Engels. Hay corrientes del marxismo que han transformado al pensamiento de Marx y Engels en una ideología fosilizada y con muchos rasgos que recuerdan a una religión secularizada, pues a todas luces degeneró en la escolástica, donde el magister dixit (lo ha dicho el maestro) es lo que prima.

Partiendo con Engels, se empieza a interpretar a Marx de distintas maneras, dando paso al surgimiento de diversas corrientes marxistas, de las cuales una es la que termina por imponerse por sobre las otras en el curso de la Revolución Rusa, y junto con el triunfo político de la Unión Soviética como proyecto extensible en el tiempo, se consolida un corpus teórico con rasgos muy poco maleables, esto es, el marxismo-leninismo. Y es este marxismo el que se extiende como filosofía e ideología por el resto de los países, con matices que se van recogiendo de nuevos ensayos políticos y económicos como el ocurrido en la China de Mao o en la Cuba de Fidel Castro. Este será el marxismo dominante y mayoritario al menos durante todo siglo XX, a tal punto, que muchas veces cuando se habla de marxismo a secas, se subentiende (erradamente) que es marxismo-leninismo por antonomasia, en consecuencia, es preciso aclarar que hay varios marxismos además del marxismo-leninismo, aunque sea éste el que tenga la mayoría del peso militante e histórico.

Cómo clasificar a los marxismos, es una tarea no del todo fácil, pero para simplificar las cosas, se puede hablar de: marxismo clásico, marxismo occidental, y marxismo analítico.

Marxismo Clásico: Dentro de este marxismo son las ideas de Lenin las que se imponen para después quedar osificadas como dogma por Joseph Stalin (1878-1953) una vez que Lenin muere en 1924, esto es el marxismo-leninismo, que es la interpretación bolchevique de Marx y Engels, y es el marxismo dominante que se difundió por todo el mundo. Con Stalin se persiguió a toda “desviación” del dogma “leninista”. Se exilió a Trotsky en 1929, quien fue asesinado en 1940 en México (El trotskismo es parte del marxismo clásico. Los trotskistas y los marxistas-leninistas se repudian mutuamente). Se silenció a Bujarin, quien fue finalmente fusilado en 1938. El marxismo-leninismo es el marxismo del Partido Comunista de Chile (PCCh) y Daniel Jadue.

Los principales exponentes del marxismo clásico son:

Friedrich Engels (1820-1895)

Primera generación:

Antonio Labriola (1843-1904) Franz Mehring (1846-1919) Karl Kautsky (1854-1938) Gueorgui Plejánov (1856-1918)

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Segunda generación:

Vladimir Ilyich Lenin (1870-1924) Rosa Luxemburgo (1871-1919) Rudolf Hilferding (1877-1941) Leon Trotsky (1879-1940) Otto Bauer (1881-1938) Yevgeni Preobrazhensky (1886-1937) Nikolái Bujarin (1888-1938)

Marxismo Occidental: Importa poco si a Domenico Losurdo (2019) no le gustaba este término. La mayoría de las formas del marxismo occidental pueden ser entendidas como un intento por crear una síntesis de Marx y otros varios pensadores. Su concepción inicial estuvo señalada por la publicación de la obra Historia y conciencia de clase (1923) de György Lukács. Una de las características de este marxismo es que hay un progresivo divorcio estructural con la práctica política, aunque este distanciamiento no fue inmediato, ya que sus tres primeros representantes (Lukács, Korsch y Gramsci) fueron participantes y organizadores directos de levantamientos revolucionarios, por lo que la labor teórica de éstos sólo puede ser comprendida teniendo en cuenta este trasfondo político. El cambio más profundo se halla en Alemania con su centro en el Instituto Social de Investigación Social de Fráncfort. En 1929 se retiró del instituto Carl Grünberg, el historiador austromarxista que lo dirigió en su fundación, y en 1930 Horkheimer se convirtió en su nuevo director. A la línea de pensamiento de la Escuela de Fráncfort se le denomina Teoría Crítica, que originalmente intenta combinar al pensamiento de Marx con el de Sigmund Freud. El pensador actual más conocido de la Teoría Crítica es Jürgen Habermas.

Los principales exponentes del marxismo occidental son:

György Lukács (1885-1871) Karl Korsch (1886-1961) Antonio Gramsci (1891-1937)

Walter Benjamin (1892-1940) Escuela de Fráncfort / Teoría Crítica Max Horkheimer (1895-1973) Escuela de Fráncfort / Teoría Crítica Galvano Della Volpe (1897-1968) Herbert Marcuse (1898-1979) Escuela de Fráncfort / Teoría Crítica

Henri Lefebvre (1901-1991) Theodor Adorno (1903-1969) Escuela de Fráncfort / Teoría Crítica Jean-Paul Sartre (1905-1980) Lucien Goldmann (1913-1970) Louis Althusser (1918-1990)

Lucio Colleti (1924-2001)

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El marxismo occidental tuvo poco impacto en el pensamiento de la izquierda marxista chilena en la mayoría de su etapa formativa, la que se adiestró teóricamente, con matices, desde la teoría marxista-leninista. El libro que usaba el PCCh como guía de educación en los años 60, por ejemplo, era el texto soviético de la Agencia Novosti. Trotsky también tuvo influencia. Las obras de Marcuse se difundieron sólo a comienzos de los años 70, principalmente en medios intelectuales en los cuales la presencia de Althusser era predominante. A mediados de los 80, Gramsci, Korsch y Horkheimer todavía eran escasamente conocidos.

Marxismo Analítico: Este marxismo constituye una escuela interdisciplinaria que investiga y desarrolla temas centrales de la tradición marxista mediante herramientas analíticas de la filosofía y las ciencias sociales “burguesas” (no marxistas) o del mainstream académico. Se trata de una corriente intelectual cuyos exponentes tratan de esclarecer y reconstruir qué puede seguir vigente en el pensamiento de Marx. Es una corriente antidogmática que es capaz de criticar a Marx y dar a saber todo en lo que estaba equivocado a la luz de los conocimientos actuales. Es un marxismo que se distancia casi por completo de la militancia política. Es un intento de “salvar” a Marx del marxismo. Aplican recursos metodológicos convencionales como la lógica y el análisis lingüístico, las técnicas de la economía neoclásica, o las teorías de la elección racional y de juegos. El núcleo del marxismo analítico lo forma un selecto colectivo de académicos conocido como Grupo de Septiembre, también se autodenominan “Non-Bullshit Marxism Group”. El círculo primigenio del grupo lo forman Gerald Cohen (1941-2009), John Roemer (1945) y Jon Elster (1940), a quienes se suman Adam Przeworski (1940), Erik Olin Wright (1947-2019), Phillipe Van Parijis (1951), y otros. Pero son Cohen, Roemer, Elster, Wright y Przeworski quienes confieren al marxismo analítico su identidad distintiva.

El propósito programático explícito del marxismo analítico es “Ejemplificar un nuevo paradigma en el estudio de la teoría social marxista, sin dogmatismos y más allá de la mera exégesis. Examinar y desarrollar la teoría iniciada por Marx con las herramientas de la ciencia social y la filosofía no marxistas. A fin de liberar al pensamiento marxista de métodos desacreditados que se han considerado consubstanciales al mismo, y de establecer más firmemente lo que es cierto e importante del marxismo”

Veamos algo escrito por Jon Elster en su libro Una Introducción a Karl Marx (1986) para graficar la distancia entre este marxismo antidogmático y los otros marxismos.

“...plantearé si Marx tuvo razón en lo que pensaba sobre numerosas cuestiones (tanto teóricas como históricas) que afrontó……Habrá ocasión también de destacar que, respecto a varias cuestiones fácticas, Marx incurrió en errores a la luz de la investigación más reciente. De hecho, en general resultará que, estrictamente hablando, Marx casi nunca tuvo la razón. Sus evidencias fácticas fueron incompletas ante los patrones de la academia moderna; sus generalizaciones precipitadas y tajantes.”

Aclaración: Cuando en este ensayo hable de marxismo o marxistas a secas (sin agregar el “leninismo”), me estaré refiriendo al marxismo clásico (que incluye al marxismo-leninismo y al trotskismo), y al marxismo occidental menos la Teoría Crítica (que requeriría un examen aparte). También, cuando hable de marxismo a secas, dejo afuera a los marxistas analíticos, debido a la capacidad que tienen para criticar a Marx y aceptar que estaba errado, es decir, por su carácter antidogmático. Es más, citaré a Jon Elster en varias partes.

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Uno puede tener cierta admiración por Karl Marx, y esta admiración no es incompatible con la capacidad de darse cuenta de que estaba equivocado.

Si alguien, por curiosidad intelectual, está interesado en estudiar a Marx, tiene que tener claro:

1) Los momentos claves de su biografía.

2) Cuáles fueron sus escritos en solitario o en conjunto con Engels.

3) La fecha en que fueron escritos.

4) Si es que se publicaron durante su vida o póstumos.

5) Saber si Marx quería o no que un escrito en particular viera la luz o bien era algo personal como un cuaderno o una carta.

Esto lo sugiero, ya que he visto para mi sorpresa en conversaciones con marxistas, que muchos desconocen la mayoría sino todo de la vida y obra de quien inspira al marxismo. Es importante, por ejemplo, saber de cuáles textos los marxistas una vez fallecido Marx, extraen las ideas de lo que en el futuro pasará a llamarse materialismo dialéctico y materialismo histórico, términos que están ausentes en toda su obra.

Se puede comenzar con la excelente biografía Karl Marx, Ilusión y Grandeza (2018) de Gareth Stedman Jones, que supera a la escrita por Francis Wheen (1999). Lo bueno de ambas es que se distancian de las biografías hagiográficas.

Las obras principales de Marx solo y con Engels, en orden cronológico de escritura, no de publicación, son las siguientes:

(La fecha de la izquierda corresponde a la fecha en que se escribió, y si no hago una acotación, se asume que la fecha de escritura se corresponde con la de publicación). (M+E=Marx con Engels).

1841. Diferencia de la filosofía de la naturaleza en Demócrito y en Epicuro y otros escritos. (Tesis doctoral, que es publicada póstuma en 1902)

1843. Crítica de la filosofía del Estado de Hegel.

1844. Manuscritos económico-filosóficos. (Publicados póstumos en 1932).

1844. La sagrada familia. (Publicada en 1845) (M+E)

1845. Tesis sobre Feuerbach. (Publicada póstuma en 1888. Este texto es muy importante, ya que se usó para difundir el marxismo en los primeros años de la URSS. Hay una discusión académica sobre si Engels retocó el texto o no. Para revisar esto pueden ver la biografía de Marx de Stedman Jones, pág. 231-231 y/o el artículo de Miguel Candioti que está en pdf en internet)

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1845. La ideología alemana. (Publicada póstuma en 1932) (M+E)

1847. Trabajo asalariado y capital. (Publicado en 1849)

1847. Miseria de la filosofía.

1848. Manifiesto del Partido Comunista. (M+E)

1851-1852. El 18 brumario de Luis Bonaparte. (Una obra maestra de periodismo político)

1857. Introducción general a la crítica de la economía política 1857. (Acá Marx desarrolla la metodología que se propone seguir para descubrir las leyes de la sociedad burguesa y que supuestamente aplicaría en el desarrollo de El Capital, pero finalmente Marx no publica este texto y lo sustituye por el Prólogo de 1859. La obra se publica póstuma en 1903)

1857-1858. Los Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política. (Cuadernos personales que Marx no pensaba en publicar, pero que fueron publicados póstumos en 1939 por el instituto Marx-Engels de Moscú, y sólo quedaron disponibles para el público general en 1953 con la edición alemana. Actualmente la editorial Siglo XXI los tiene editados en 3 tomos)

1859. Contribución a la Crítica de la Economía Política. (Es muy Importante el Prólogo, ya que es principalmente de acá que se extraen las ideas de lo que posteriormente se bautizará como materialismo histórico)

1861/62?-1863. Teorías sobre la plusvalía. (A veces llamados el Libro Cuarto o Tomo IV de El Capital, son unos borradores que se publicaron póstumos entre 1905 y 1910 por Kautsky. Solamente he leído el resumen de ellos hecho por Jorge Nonius, pero los incluyo porque hay debate teórico sobre estos escritos. Está disponible en pdf la edición en 3 tomos hecha por la editorial Fondo de Cultura Económica)

1865 Salario, precio y ganancia. (Conferencias que hizo en junio de 1865 y que se publicaron póstumas en 1898)

¿ ? El Capital. Libro Primero (Publicado en 1867)

¿ ? El Capital. Libro Segundo (Publicado póstumo en 1885) (M+E)

¿ ? El Capital. Libro Tercero (Publicado póstumo en 1894) (M+E) (El Capital, del que Marx sólo publica el Libro Primero, quedándole la tarea a Engels de organizar y publicar los siguientes dos Libros (o tomos), en los cuales hay harta mano del gran amigo de Marx, es una trilogía culmine del pensamiento marxiano. No hay un texto que se le asemeje por el conjunto heterogéneo de características que componen a Das Kapital. Hay un antes y un después de este escrito por demasiadas

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razones como para enumerarlas acá. De forma equivocada, ocasionalmente se le llama “la biblia del comunismo o del socialismo”, esto es un error, ya que Marx lo que hace es describir el modo de producción capitalista de su época, no algún teórico modo de producción socialista o comunista).

1875. Crítica del Programa de Gotha. (Originalmente es una carta y como tal Marx no pretendía publicarla, finalmente se publicó póstuma por decisión de Engels en 1891)

Las mejores traducciones al español de El Capital las tienen las editoriales Siglo XXI y Akal. La mejor traducción al español del Manifiesto Comunista está hecha por Elena Grau Biosca y León Mames, y la tiene la editorial Crítica (1998), que presenta una edición bilingüe con una introducción por Eric Hobsbawm. La otra buena traducción fue realizada por Wenceslao Roces Suárez, pero desconozco cuál editorial la tiene.

Obras de Friedrich Engels:

1845 La situación de la clase obrera en Inglaterra.

1847 Principios del comunismo. (Publicado póstumo en 1914, fue un escrito sobre el cual se basó la escritura del Manifiesto Comunista. Muy citado actualmente para justificar al socialismo con características chinas)

1878 La revolución de la ciencia del Sr. Eugen Dühring (Anti-Dühring). (De acá se extraen las ideas de lo que se bautizará más adelante como materialismo dialectico)

1880 Del socialismo utópico al socialismo científico. (Extracto del Anti-Dühring readecuado para lectura fácil y que fue esencial como obra de difusión)

1873-1886 Dialéctica de la naturaleza. (Obra inconclusa que es publicada póstuma en 1925)

1884 El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.

1886 Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.

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El legado filosófico de Marx y Engels podría entenderse como el intento fallido de combinar el sistema de Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) con el materialismo esquemático de Ludwig Feuerbach (1804-1872), y con cuatro pensadores de la Ilustración Francesa: El materialismo sistémico del Barón de Holbach (1723-1789), el evolucionismo del Conde de Buffon (1707-1788), el cientificismo de Nicolas de Condorcet (1743-1794), y el igualitarismo de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778).

Este legado filosófico, no es un sistema filosófico amplio, completo y sistematizado, sino a lo sumo una colección de enunciados imprecisos, acompañados de una descripción exhaustiva sobre el modo de producción capitalista victoriano. Esto, más la renuencia de Marx y Engels a poner a prueba sus propias conjeturas filosóficas, explican en gran parte el surgimiento de:

1) Un dogma petrificado inatacable levantado por sus seguidores y, por lo tanto, no puede considerarse científico.

2) La fragmentación del marxismo en marxismos.

3) La rigidez doctrinaria y práctica de casi todos los marxistas, que explicaría la parálisis de las sociedades socialistas.

4) El error gnoseológico en que suelen caer los marxistas, a saber, la escolástica y hermenéutica, esto es, la creencia en que la verdad puede encontrarse en textos canónicos considerados como sagrados, rozando así la religiosidad de “verdades reveladas”.

Una cosa es lo atendible que puede ser estudiar cualquier filosofía para observar qué de cierto y rescatable pueda tener, y otra distinta es encontrarse con una frase como la escrita por F.V Konstantinov en su obra Fundamentos de la Filosofía Marxista (1965): “la filosofía marxista surgió como la ideología del proletariado, la clase más revolucionaria de la historia, que encabeza a las masas trabajadoras en la lucha por el derrocamiento del capitalismo y la construcción del comunismo”. Esto ya huele más a mesianismo-milenarismo de “clase elegida” con destinos gloriosos preconcebidos escritos en tablas sagradas.

Los tres pilares teóricos principales del marxismo son: El materialismo dialéctico, el materialismo histórico, y la Teoría del Valor Trabajo (TVT). De estos tres, sólo la TVT es desarrollada por Marx. Si bien Marx no desarrolló el materialismo dialéctico ni tampoco sistematizó el materialismo histórico, partiré por estos dos pilares antes de entrar a lo que realmente Marx dedico su vida, a saber, describir el modo de producción capitalista de su época teniendo a la TVT como ancla para su Teoría de la Explotación, y una concepción materialista de la historia, aunque no haya llegado a sistematizarla como materialismo histórico.

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MATERIALISMO DIALÉCTICO

El materialismo dialectico, más adelante rebautizado como Diamat por los soviéticos, es el núcleo filosófico del marxismo que se termina fosilizando en dogma con Stalin.

“Esta es una concepción científica del mundo y de la vida, una filosofía de la naturaleza y del proceso de conocimiento”

Luis Corvalán, “Entrevista”.

“El Socialismo chileno se define como marxista. Su Fundamento filosófico es, por lo tanto, el materialismo dialéctico.”

Salvador Allende, Entrevista 1964.

Marx nunca habló de materialismo dialéctico, no desarrolló el tema, y es Engels quien lo hace, supuestamente con la aprobación de Marx, lo cual es muy dudoso.

Algunos autores franceses dicen que es en el texto de Engels Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (1886), la primera vez en la historia que aparece el término materialismo dialéctico, y sólo dos veces, sin embargo, en la edición en español que tengo de esta obra, el binomio está ausente, y lo que dice Engels es “esta dialéctica materialista”. Lo que sí sabemos con certeza, es que en 1887 el término es utilizado por Joseph Dietzgen.

Engels en su libro La revolución de la ciencia del Sr. Eugen Dühring, más conocido como El Anti Dühring (1878), expone las tres leyes de la dialéctica. El que haya leído el libro notará que Engels nunca usa el término materialismo dialéctico.

Las tres Leyes de Dialéctica:

1) Ley del tránsito de los cambios cuantitativos a cualitativos (Transformación de cantidad en cualidad)

Esta primera ley no tiene sentido formulada de esta manera, es ininteligible. En efecto, toda cantidad es ya la numerosidad de un conjunto, ya el grado o intensidad de un rasgo, propiedad o cualidad, como en “un metro de largo”. Lo que sí tiene sentido y es verdadero es la afirmación de que hay puntos críticos o cambios de fase, incluso, de especie, como la evaporación y la transmutación de elementos.

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2) Ley de unidad y lucha de los contrarios

Es refutada por la existencia de cosas simples, por ejemplo las partículas elementales como el electrón, el fotón y los quarks. Por otro lado, no todas las cosas complejas (sistemas), como los seres vivos, una organización no gubernamental (ONG), una empresa, o el Estado, están divididas en mitades que “luchan” entre sí. Por ejemplo, no todas las personas luchan siempre consigo mismas y no todos los grupos sociales se disocian cuando se forman. Incluso en las sociedades muy polarizadas, la colaboración demanda mucho más tiempo que la pelea, y la lucha por la existencia tiene prioridad sobre la llamada “lucha de clases”. El hecho de que algunos procesos resulten de oposiciones no sigue que todo proceso sea generado por alguna oposición. Hay tantos contraejemplos a esta supuesta ley que no puede ser considerada como una ley.

La idea de que el cambio es contradictorio ejemplifica el pensamiento en

opuestos, típicamente primitivo. Engels tuvo que hacer como que la mecánica clásica no existía o finalmente cambiarla para adaptarla a la dialéctica, despreció a Newton debido a su adoración por Hegel. Acá ya vemos visos de lo que ocurrirá más adelante en la URSS con la persecución a toda ciencia que no calzara con el materialismo dialéctico, esto fue muy claro con la genética mendeliana, pueden revisar el caso emblemático del ingeniero agrónomo Trofim Lysenko, quien al no aceptar a Mendel ni a Darwin, obtuvo resultados calamitosos en los cultivos por su adhesión al dogma del materialismo dialéctico.

3) Ley de la negación de la negación.

Tal como está planteada es ininteligible mientras no se aclare qué significan la “negación” y la “sublación” (Aufhebung) ónticas.

Para que se comprenda lo que sigue, es necesario contar con una definición de ontología. Usaré la que da Mario Bunge (1919-2020): “ontología es la rama de la filosofía que estudia las características más generales de la realidad, tales como la existencia real, el cambio, el tiempo, la causalidad, la mente y la vida. La ontología no estudia los constructos, esto es, las ideas en sí mismas; éstas las estudian las ciencias formales (lógica, matemática) y la epistemología. La ontología puede dividirse en ontología general y especial. La general estudia todos los existentes, mientras que cada ontología especial estudia un género de cosas o procesos (físicos, químicos, biológicos, sociales, etc.)”

El materialismo es una familia ontológica según la cual la realidad está compuesta exclusivamente de cosas materiales o concretas, y se opone al idealismo. Dentro de las ontologías materialistas, el materialismo dialéctico es una. Hay un materialismo fisicista, sistémico, emergentista, mecanicista, dialéctico, etc. Cuando se habla de materialismo en filosofía como una ontología, no debe ser confundido con la acepción coloquial del término, a saber, aquella que dice que un materialista es una persona que piensa sólo en bienes materiales y es codicioso, esto no es a lo que se refiere en filosofía con el vocablo materialismo. Yo, por ejemplo, soy un materialista ontológico, porque después de estudiar

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distintas ontologías creo que la materialista es la que mejor se ajusta con la ciencia, sin embargo, no el materialismo dialéctico. Aunque la dialéctica tiene el mérito de negar que haya cosas o situaciones inmutables, este es un mérito que comparte con todas las ontologías modernas, por lo que no es necesario recurrir a la dialéctica. El principal defecto de la dialéctica es que consagra confusiones conceptuales, partiendo por la confusión entre oposición y contradicción, para seguir con la confusión entre la unidad de los opuestos con su identidad. Los filósofos dialécticos han adoptado la odiosa costumbre de llamar opuesto a lo que sencillamente es diferente, y denominar dialéctico a cualquier caso de cambio, especialmente cuando no saben cómo describirlo con exactitud. La dialéctica es contraria a la filosofía que pretende alcanzar precisión. Más aún, es muy común ver cómo los filósofos dialécticos niegan la posibilidad de formular claramente su doctrina, afirmando que el flujo de las cosas no se deja aprehender en categorías conceptuales. Éste es también un rasgo de la filosofía romántica, que rechaza todo aquello que aspira a adquirir la claridad de las ciencias exactas en la filosofía.

Un texto muy interesante en el que se trata la incompatibilidad entre la lógica clásica y la “lógica dialéctica”, es El materialismo dialéctico soviético (1957 edición español) de Gustav A. Wetter. Si bien hay otras lógicas además de la clásica, como la lógica paraconsistente, llegar a plantearse el tener que rechazar a la lógica clásica por razones políticas, es demasiado.

Resumiendo: Lo que tiene de bueno el materialismo dialéctico es el materialismo, lo dialéctico debe ser descartado si se quiere ser coherente con la ciencia, la realidad y la lógica clásica.

Estoy al tanto de que esta exposición es extremadamente breve y que han sido gastadas toneladas de tinta y papel en intentar explicar el materialismo dialéctico, sin embargo, con esto basta para concluir que las “leyes” de la dialéctica no son leyes universales del cambio que sean válidas para todos los géneros de la materia. Las “leyes” de la dialéctica están lejos de ser universales que puedan ser válidas tanto para la materia física, como para la materia química, la materia biológica, o la materia social. (Bunge, 2015)

“La polémica obra el Anti Dühring, en particular, tuvo enorme influencia, especialmente en la discusión sobre la dialéctica. Es un hecho de grandes proporciones tragicómicas que una tercera parte de la humanidad profese estas especulaciones ingenuas y propias de un aficionado, como filosofía oficial.” (Elster, 1986)

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MATERIASLISMO HISTÓRICO

El materialismo histórico, más adelante rebautizado como Hismat por los soviéticos, es la doctrina del marxismo sobre las supuestas leyes que regirían la evolución de la sociedad humana. Presuntamente, sería la aplicación consecuente de los principios del materialismo dialéctico al estudio de los fenómenos sociales.

“El materialismo histórico es la aplicación de la dialéctica materialista al análisis y la interpretación de la historia”

Salvador Allende, Entrevista 1964.

Marx nunca sistematizó el materialismo histórico, ni tampoco utilizó el término materialismo histórico. El texto madre que se utiliza para hacer exégesis sobre el materialismo histórico es el Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política (1859), donde Marx presenta un conjunto de ideas que están escritas en un solo párrafo largo, ideas que más tarde serán bautizadas con el nombre de materialismo histórico por Gueorgui Plejánov.

El materialismo histórico ha tenido un impacto importante en las ciencias sociales que trasciende al marxismo, especialmente en la sociología con el paradigma del conflicto, que es uno de los tres paradigmas clásicos dentro de esta ciencia social. Los otros dos paradigmas clásicos en sociología son el paradigma funcionalista (Émile Durkheim) y el paradigma de la acción social (Max Weber). El paradigma del conflicto es el marco teórico según el cual lo que domina en la sociedad no es el equilibrio, sino el conflicto de intereses entre sus miembros, sustentado y alimentado por las diferencias y desigualdades de todo tipo, no centradas exclusivamente en lo económico de forma necesaria (a diferencia del materialismo histórico). Este enfoque puede complementar el paradigma funcionalista, pues no destaca la cohesión o el equilibrio social como lo hacen los funcionalistas, sino las diferencias y divisiones basadas en asimetrías entre “clases”, “razas”, etnias, sexo, edad, etc. El materialismo histórico también tuvo una influencia muy notoria en la antropología, especialmente en el antropólogo Marvin Harris (1927-2001), quien desarrolló el materialismo cultural.

Independientemente de la gigantesca influencia que ha tenido Marx en las ciencias sociales, el materialismo histórico, como pilar teórico del marxismo militante, distanciado de todos los matices e incluso posturas teóricas contrapuestas que han sido desarrolladas a partir de éste por las ciencias sociales; presenta serios problemas.

El materialismo histórico del que hablaré a continuación, es el que se defiende desde la militancia marxista.

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Esquemáticamente se pueden mostrar los componentes del materialismo histórico de la siguiente forma:

“El materialismo histórico establece que son las causas materiales las que predicen las transformaciones sociales (…) La economía, son los fenómenos económicos los que determinan fundamentalmente el cauce y el desarrollo de la historia. Son las relaciones de producción las que fijan el desarrollo de la historia. El Estado, las leyes y la moral son la superestructura emanada de una realidad económica”

Salvador Allende, “Entrevista”.

Teniendo este esquema en mente, revisemos las tesis implícitas en el materialismo histórico, a saber: El economicismo, el agonismo y el holismo.

La sociedad estaría formada por:

Una SUPERESTRUCTURA, la que incluye: el Derecho, la Religión, la Política, el Estado, el Arte, las Costumbres, la Moda, la Ética, la Cultura, la Ideología.

Y una INFRAESTRUCTURA (Base). Dentro de los componentes de la infraestructura están:

1) Las Fuerzas Productivas

Medios de Producción

- Instrumentos de Producción (Herramientas, máquinas, edificios, etc.)

- Materias Primas

Fuerza de Trabajo, que según Marx es lo único capaz de generar valor (Fortaleza, habilidades y destreza, conocimiento tecnológico, inventiva, etc.)

2) Relaciones de Producción (Estas relaciones se establecen en función del lugar que ocupan los agentes respecto a si son poseedores o no de los medios de producción)

- Amo / Esclavo (Modo de Producción Esclavista)

- Señor / Ciervo (Modo de Producción Feudal) Lucha de Clases

- Capitalista / Proletario (Modo de Producción Capitalista)

Según Marx, la infraestructura (las fuerzas productivas y las relaciones de producción) dominaría y determinaría por completo a la superestructura.

.

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Economicismo: Es la tesis de que la economía es el primer motor de la sociedad, y concede a los factores económicos primacía sobre los factores de cualquier otra índole. Marx y Engels defendieron esta tesis aunque la matizaron en algunas cartas privadas. Al parecer los marxistas no caen en la cuenta que Milton Friedman y Gary Becker junto a otros de la Escuela de Economía de Chicago sostienen esta misma postura. La tesis economicista definitivamente no tiene carácter universal, es un reduccionismo irrealista. Un realista consecuente se puede dar cuenta con facilidad de que la política y la cultura son tan importantes como la economía. El dogma de que el modo de producción determina todo lo demás les impide a los marxistas ver el poder de la investigación desinteresada para impulsar el progreso tecnológico que, a su vez, alimenta a la industria y al Estado. Nuevamente debido a este dogma, los marxistas aún debaten si la tecnología pertenece a la infraestructura o a la superestructura. Incluso a veces sostienen que la ciencia es parte de la superestructura, lo que es falso por demasiadas razones. Además es preciso siempre hacer la diferencia entre la tecnología y la ciencia.

“Quienes abrazamos las ideas desarrolladas a partir de la teoría de Marx, entendemos la ideología de un modo tan amplio que casi identificamos ideología con cultura, de hecho, en Crítica de la economía política nos dice Marx que la ideología abarca el derecho, la política, la religión, el arte, la filosofía, y hasta la misma ciencia.”

Daniel Jadue, Lucro e ideología, 8 de Julio del 2011.

“Es la estructura económica la que determina la división entre clases sociales, la contradicción y lucha entre ellas. La historia se mueve con el motor de la lucha de clases”

Salvador Allende, “Entrevista”.

La sociedad como sistema es mucho más compleja como para aceptar y tomar en serio este reduccionismo dualista, binario y dicotómico, del que no existe ninguna evidencia. Si esta creencia reduccionista y simplista no trajera consecuencias graves, uno la podría dejar pasar, pero en la práctica, trae y ha traído graves consecuencias. Se nos da el caso que al suscribirse al dogma que acota a la explotación en clave economicista, se cae en la fantasía de que confiscando o expropiando todos los medios de producción para socializarlos (aunque en la realidad nunca se han socializado sino que se han estatizado), desaparecería mágicamente “la explotación del hombre por el hombre” de un día para otro, sin considerar la existencia de otras formas de explotación como el trabajo forzado que ha ocurrido en los países socialistas reales. Con claridad histórica tenemos el ejemplo del Gulag en la URSS. Aclaremos esto: Ya que en la URSS se abolió la propiedad privada de los medios de producción, pasando de esta manera a la fase socialista, dentro de la teoría marxista fue perfectamente aceptable mandar a millones de personas a trabajo forzado a campos de concentración bajo amenaza de muerte, sin que esto sea considerado una forma de explotación, ya que la explotación sería sólo posible (según los marxistas) dentro del modo de producción capitalista. Guardando las evidentes proporciones del caso, en la sección VI revisaremos el trabajo de los médicos de Cuba con las llamadas misiones médicas cubanas.

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Agonismo: Éste parte de la tesis de Heráclito de que la lucha es la madre de todo cambio. El agonismo marxista es la tesis de que toda la historia humana, a partir de los orígenes de la civilización, es la historia de las luchas de clases. Acotado al modo de producción capitalista, Marx divide a las clases en dos, burguesía (capitalistas) y proletariado, teniendo como criterio de demarcación entre una y otra a la propiedad de los medios de producción, siendo la burguesía la dueña de éstos y la proletaria la no dueña de éstos. Los marxistas meten en la categoría de pequeña burguesía (a veces hablan de “sujeto en disputa”) todo aquello que no calza con las dos clases mencionadas pero que se encuentra entre éstas, y también utilizan el vocablo lumpenproletariado para designar a lo que está por debajo del proletariado y que carece “conciencia de clase”. Sin embargo, las grandes clases antagónicas y que predominan en la teoría marxista de la lucha de clases, son proletariado v/s burguesía. Nuevamente vemos que el reduccionismo economicista y binario del marxismo ortodoxo deja afuera la posibilidad de otros contextos de luchas de clase, e introducir conceptos como el de “sujeto en disputa” no arregla en nada el defecto básico de esta tesis. De tal manera, hablar, por ejemplo, de clase política, sería una traición a la doctrina para un marxista ortodoxo. Pero lo más errado que tiene el agonismo es que pasa por alto la existencia de la cooperación humana, que está tan extendida como la competencia a lo largo de la historia. Es más, sin cooperación no habría sistemas sociales ni sociedad.

En la Miseria de la Filosofía (1847), Marx postula la distinción entre “clase en sí” y “clase para sí”. La “clase en sí” sería la clase que existe como una realidad histórica, determinada a nivel económico por la relación de sus agentes con los medios de producción; pero la clase sólo se constituye definitivamente en el nivel político cuando adquiere “conciencia” de sus intereses objetivos y capacidad para actuar para la consecución de los mismos, es decir, adquiere “conciencia de clase”. Es así, nos dicen los marxistas, que el proletariado desarrollaría en el curso del desenvolvimiento capitalista una “conciencia autónoma” que lo hace políticamente independiente de las otras clases y le permite alcanzar una conciencia revolucionaria de clase acorde a su determinación económica objetiva. Hablar de que una “clase” tenga “conciencia” es absolutamente insostenible desde el realismo salvo que se esté hablando metafóricamente.

Un aspecto preocupante de la doctrina marxista, es que bajo este prisma economicista y binario, las células de los partidos marxistas-leninistas hacen un proselitismo cuasi religioso con los más pobres y con menos educación, instándolos a que deben adquirir “conciencia de clase”. Es casi un bautismo en el que la persona tiene que aceptar que es proletario, y se le enseña (adoctrina) a ver que hay una “clase enemiga” a la que hay que destruir, la burguesía. Quien no acepta este “bautizo de clase”, o bien sí lo acepta, pero con el tiempo adopta conductas que son juzgadas por el partido o movimiento como contrarias a su clase, es tildado con el título de “desclasado”. Es dentro de esta ridícula pelea sobre quién es desclasado y quién no, que el título de “pequeño burgués” termina siendo un insulto.

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Holismo (también llamado Colectivismo): Sostiene que la naturaleza y la sociedad son “totalidades orgánicas” que no pueden entenderse al descomponerlas en sus elementos. Por ejemplo, partiendo de la sociedad pretende explicar el comportamiento individual como efecto de las fuerzas sociales. La postura contraria es el Individualismo. Ambas posturas, Holismo e Individualismo, no se ajustan a la realidad, y es tomando la combinación de la dos, formando el Sistemismo, que podemos obtener mejores explicaciones sobre los mecanismos subyacentes a los fenómenos sociales y naturales. Los científicos sociales deben aplicar la combinación. Sólo los filósofos pueden darse el lujo de afirmar dogmáticamente una de las dos con exclusión de la otra. Los sistemas sociales no se mueven por encima de sus componentes, y no tienen vida propia. La Sociedad, el Pueblo, una Clase, el Estado, el Mercado; no piensan ni pueden pensar, puesto que lo único que es capaz de generar pensamiento es el cerebro, y sólo los organismos biológicos poseen cerebro, los sistemas sociales no. Tampoco existe una “conciencia colectiva”. Cuando hablamos de “elección popular” no significa que “el Pueblo” elige, sino que muchos individuos eligen una u otra cosa. “El Pueblo” de una sociedad no es sino la composición de la misma. Esta colección sistémica carece de cerebro y por consiguiente nada puede elegir. Una elección popular no es sino el efecto agregado de elecciones individuales, no significando que estas elecciones no estén enmarcadas dentro de un contexto social sistémico. Los componentes últimos de la sociedad humana son organismos con funciones mentales, necesidades y deseos, pero los sistemas sociales y la sociedad misma no es una “totalidad orgánica”; no está viva, no siente, no percibe, no escoge, no planea, no despierta; porque ni los sistemas sociales ni la sociedad poseen funciones mentales, lo que sí tienen los sistemas sociales y la sociedad, son propiedades emergentes sistémicas que son ajenas a la biología y a la psicología, tales como la división del trabajo, la distribución de la riqueza, el tipo de régimen político, el nivel de desarrollo cultural, etc.

Ahora bien, debido a que el pensamiento humano, expresado por medio del lenguaje, tiende de forma espontánea a hacer hipóstasis antropomórficas (asignarle propiedades de individuos humanos a grupos), expresiones como “el Pueblo quiere algo”, “el Pueblo elige”, “el Estado es solidario”, “el Pueblo despertó”, “el País está enfermo”, o “el Partido decidió votar por Guillier”, deben ser entendidas en sentido metafórico, y pueden perfectamente ser usadas en el lenguaje hablado y escrito para comunicarse, como lo he hecho y seguiré haciendo en este ensayo. Sin embargo, muchas veces, se abusa de ellas en la retórica política para provocar emociones instintivas. Pero en ningún caso se puede usar al Holismo / Colectivismo, y a su expresión espontánea, la hipóstasis antropomórfica, como conclusiones ontológicas sobre la naturaleza de la realidad social para desarrollar una ciencia social o una teoría política, y el marxismo cae de bruces en este error y es incapaz de salir de él.

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TEORÍA DEL VALOR TRABAJO (TVT)

Soy de la opinión de que Marx hizo un aporte original al estudio de la economía capitalista de su tiempo (modo de producción capitalista), pero que en su núcleo estaba profundamente errado. Marx no aclaró con precisión su concepto de valor y, por consiguiente, dejó oscuro el concepto de plusvalía, que no se hallaba en la teoría de los economistas Adam Smith (1723-1790) y David Ricardo (1772-1823). De paso, les informo que Marx no utilizaba la palabra capitalismo.

La TVT es defendida por los marxistas como verdad sagrada, a la que llaman “científica”, pero definitivamente ha sido refutada de demasiadas formas y demasiadas veces, no obstante, un marxista (salvo algún marxista analítico), nunca aceptará su refutación y ni siquiera la pondrá en duda, ya que es en base a esta teoría que se erige la Teoría de la Explotación marxiana (de Marx) y marxista (de los seguidores de Marx y Engels).

Aclaración: Cuando utilice el término “marxiano/a”, me estoy refiriendo al pensamiento e ideas de Karl Marx, el que no necesariamente coincide con el de sus seguidores, los marxistas.

Intentar hacer una refutación a la TVT para que esta refutación sea aceptada por los marxistas, es un imposible, por lo que el esbozo que presentaré está dirigido a un público general interesado en entender muy a grandes rasgos de qué se trata.

La TVT (Ley del valor en el lenguaje marxiano), Marx la extrae de los economistas que le precedieron, Adam Smith y David Ricardo, pero la adapta para obtener una Teoría de la Explotación con pretensión científica. Es principalmente de Ricardo que toma las ideas base, y en este asunto hay que hacer una aclaración histórica sobre los textos que Marx usó.

Cuando Marx se interesa y se pone a estudiar economía en la de década de 1840, leyó la primera traducción francesa (1835) de la primera edición de los Principios de Economía Política y Tributación de Ricardo, junto al apéndice de John Ramsay McCulloch sobre la vida y escritos de este autor. No conocía, por lo tanto, las revisiones hechas por el propio Ricardo en el tema del trabajo o el costo de producción dentro de la teoría del valor que había adoptado inicialmente, y ello a pesar de que la edición que estudió contenía relevantes acotaciones críticas a cargo de Jean-Baptiste Say. Marx parece que no se detuvo en las críticas que ya le habían hecho a Ricardo en las décadas de 1810 y 1820 ni en las revisiones de éste en respuesta a ellas. Aunque entre 1850 y 1851 Marx realizó una relectura más atenta de Ricardo, en la década de 1840 dependía aún, por entero, de la reiteración dogmática que McCulloch hacía del argumento de Ricardo en la primera edición de 1817, que no tomaba en cuenta las matizaciones que este último hacía de su propia argumentación. Cuando en 1850-1851 Marx vuelve a leer a Ricardo, esta vez tiene en mano la tercera edición en ingles de los Principios, pero aún entonces no mostró mayor interés en las matizaciones del propio autor. Sólo en los Grundrisse (recopilación de anotaciones de Marx escritas entre 1857-1858, pero publicada en 1939) citaba finalmente el párrafo relevante de los Principios "El principio de la determinación del valor por los cuantos relativos de trabajo contenidos en las mercancías se modifica sustancialmente por el empleo de la maquinaria y demás capital fijo duradero". Con todo, Marx no aludía a ello como un desafío significativo a su propio enfoque. Acotaba que "este fenómeno nada tiene que ver con la determinación del valor, forma parte del precio". Más adelante, en El Capital, su respuesta a las matizaciones de Ricardo fue que el asunto no atañía a la desviación del valor. Pero para ese entonces Marx ya había definido el valor como

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“tiempo de trabajo socialmente necesario”. Buena parte del problema surgió de la mezcla que Marx hacía de dos propuestas derivadas de discursos muy distintos:

1) La propuesta tentativa de Ricardo de que el tiempo de trabajo socialmente necesario determinaba el precio del equilibrio, una propuesta que el mismo Ricardo estuvo dispuesto a matizar de manera sustancial cuando tuvo en cuenta las variaciones en los períodos de producción.

2) (Que puede parecerse en forma, pero sin ninguna relación con la anterior) La afirmación de que sólo el trabajo creaba valor, una idea con evidente carga política y que, por eso mismo, era reacia a matizaciones.

El debate sobre si la TVT de Marx es correcta o no está cerrado en el mundo académico y científico, es incorrecta. Sólo los economistas marxistas, y por razones emocionales, ideológicas y dogmas de fe, la toman en cuenta y la dan por verdadera a pesar de toda la evidencia que existe en su contra. El hecho de aceptar la evidencia y dar por descartada la TVT no significa ser de derecha, ni un procapitalista, ni un neoliberal, ni estar de acuerdo con las medidas aplicadas por los Chicago Boys en Chile, ni concordar con las ideas que promueven los think tanks conservadores chilenos Libertad y Desarrollo, Instituto Libertad, y Fundación para el Progreso (FPP); significa simplemente aceptar la realidad de lo que se ha ido descubriendo con el tiempo.

El marxismo en general y la TVT en particular, no son científicos por más que los marxistas digan que lo son. Las teorías de esta ideología / filosofía no cumplen los criterios de cientificidad básicos, y tampoco cumplen los propios criterios que Marx definió como científicos (Echeverría, 2014). ¿Cuál es el problema con el marxismo respecto al método científico? En que cuando desde el marxismo se formula una hipótesis, se somete a experimentación y la experimentación demuestra que esta es falsa, los autores marxistas no abandonan la hipótesis y la siguen defendiendo, llegando al punto de calificar como “ciencia burguesa” a la ciencia en general, y particularmente cuando se demuestra que sus dogmas están errados.

Las Teorías del Valor que se han propuesto a lo largo de los últimos tres siglos las podemos dividir en dos grandes categorías: 1) Teorías del valor intrínseco (teoría objetiva del valor). 2) Teorías subjetivas del valor.

Las primeras sostienen que el valor de un objeto (bien o servicio) es intrínseco a él o está contenido dentro de sí mismo. La TVT de Marx está dentro de éstas, y en la actualidad es prácticamente la única que queda con defensores dentro las “teorías objetivas”. Las teorías subjetivas sostienen que para que un bien o servicio tenga valor económico, el objeto debe ser útil para satisfacer alguna necesidad humana. Es decir, las cosas valen porque a nosotros nos valen. La inmensa mayoría de las teorías del valor actuales y en la práctica la totalidad de la comunidad científica de las diferentes ramas de la ciencia sostienen este punto de vista, excepto, lo marxistas y algunos neoricardianos seguidores de Piero Sraffa que andan sueltos por ahí. Dentro de las teorías subjetivas del valor, la principal y más tratada desde la ciencia es la Teoría de la Utilidad Marginal. Una aclaración: aunque la Teoría de la Utilidad Marginal estuviese errada por completa, o aunque fuese defectuosa, esto no haría que la TVT de Marx estuviese correcta. La TVT marxiana está errada y refutada con independencia de la validez o no validez de la Teoría de la Utilidad Marginal. Lo único que ocurriría si es que la Teoría de

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la Utilidad Marginal estuviese completamente errada, es que no contaríamos con una Teoría del Valor válida.

En la actualidad, la comunidad científica (no sólo la ciencia económica) da por zanjado el asunto. Las cosas valen porque nosotros creemos que valen, no porque el objeto valga por sí mismo. Es decir, el valor es subjetivo. Esto los marxistas lo niegan con puñal en mano, afirmando dogmáticamente que el valor de algo no es subjetivo sino que las cosas valen por un motivo concreto, según Marx, por “el trabajo abstracto socialmente necesario” para producirlas. Si Marx hubiese sido sincero consigo mismo, habría atendido a los comentarios hechos por Ricardo, pero como ya tenía tan avanzada su Teoría de la Explotación anclada en la TVT, no fue capaz de dar pie atrás, es más, las inconsistencias propias dentro de su misma teoría impidieron que pudiese terminar su obra magna, El Capital, y sólo publicó el primer tomo (Libro Primero) de éste durante su vida (1867), dejándole la tarea insoluble a Engels, quien finalmente publicó el tomo II (Libro Segundo) y el tomo III (Libro Tercero), en 1885 y 1894 respectivamente.

Muchos marxistas se escudan de las críticas a la TVT argumentando que los economistas no marxistas (y toda la comunidad científica), no la entienden, y que para entenderla debe ser enseñada un “profesor marxista” que a la vez los oriente en las oscuridades de la dialéctica hegeliana, cayendo en la ya aludida escolástica. O lo otro que esgrimen como argumento, es que habría un “interés de clase” por no aceptar la TVT marxiana. Bueno, esto no es así, son sólo excusas panfletarias. No hay ningún “interés de clase” asociado al hecho de que hay personas que son capaces de aceptar la evidencia.

A diferencia de los “economistas burgueses” como Smith y Ricardo que pensaron en algún momento que el trabajo (a secas) es lo que estaba detrás del valor, Marx hábilmente (para dejar oscuro el concepto) definió que el valor de un producto está dado por “el trabajo abstracto socialmente necesario” incluido en la producción de éste. Comenzó su exposición de la teoría asumiendo que el valor de cambio (precio) de ese producto era igual o proporcional a su valor en trabajo. En su escrito la Contribución a la crítica de la economía política (1859), llegó a afirmar que el trabajo-tiempo era lo que debía conformar el dinero.

Marx realiza una distinción entre valor de cambio (cómo en el mercado se considera una mercancía o un bien económico, y por extensión se usa como sinónimo del precio de una mercancía), y valor de uso (es la aptitud que posee un objeto para satisfacer una necesidad).

Una diferencia que hace Marx con respecto a Ricardo es la distinción de dos conceptos, “fuerza de trabajo” y “trabajo”. El primero es el potencial de los trabajadores para trabajar por medio de sus músculos, habilidades y capacidades, es la promesa de poder crear trabajo poseído por el trabajo humano que aún no se ha empleado. El segundo es la actividad real de producir valor, es la puesta en práctica de la “fuerza de trabajo”. El beneficio para los capitalistas (plusvalía) surgiría, según Marx, cuando los trabajadores realizan más trabajo del necesario para pagar el costo de contratar su “fuerza de trabajo”, por lo que, de acuerdo con esto, se le estaría “robando” a los trabajadores.

“Una parte muy problemática de la teoría económica de Marx es la idea de que la fuerza de trabajo es producida por un conjunto fijo de bienes de consumo, más que pagada con un salario monetario que los trabajadores pueden gastar como les plazca. Esta visión de las cosas confunde el capitalismo con la esclavitud y entra en conflicto con lo que el mismo Marx dice en otra parte sobre la mayor libertad de elección que distingue al capitalismo. Marx

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sostuvo esta concepción mecánica porque sin ella no podía definir la noción del valor de fuerza de trabajo. Si los trabajadores reciben un salario monetario, pueden gastarlo de muy diferentes maneras, en muy distintos paquetes de bienes de consumo. Aunque todos ellos supongan el mismo precio total, no tienen necesariamente el mismo contenido en trabajo” (Elster, 1986)

Marx utiliza el difuso y muy discutido concepto de “trabajo abstracto socialmente necesario” para introducir una perspectiva social distinta a la de los economistas “burgueses”. En otras palabras, dice que las cosas valen no por el trabajo que haya costado producir una cosa, sino por el trabajo físico o intelectual que a la sociedad en su conjunto le costó producir esa cosa. Al decir “trabajo abstracto socialmente necesario” dejaba opaco el asunto con la pretensión de rehuir las críticas. También emplea el concepto de “trabajo concreto”, que no entraré a analizar, pero sí puedo manifestar que al hacer la diferencia entre “trabajo abstracto” y “trabajo concreto”, Marx procuraba nuevamente esquivar las posibles críticas a su teoría por medio de un recurso semántico (Robinson, 1968).

El valor de un producto para Marx, está determinado más por los estándares sociales que por las condiciones individuales. Esto explicaría, según él, por qué los avances tecnológicos rebajan el precio de las mercancías y sacan del negocio a los productores menos avanzados, además añade que no es el trabajo per se que genera valor sino la “fuerza de trabajo” vendida por los trabajadores a los capitalistas, distinguiendo entre valor productivo y valor improductivo.

Marx no sistematizaba ni cuantificaba bien, y la razón de fondo de esto era para “no pillarse los dedos”.

En todo caso, da lo mismo si se entiende o no qué pretendió Marx decir con “trabajo abstracto socialmente necesario”, no es ni el “trabajo abstracto” ni el “trabajo socialmente necesario” lo que está detrás del valor de las cosas. Para que algo valga tiene que haber un valorador, y ni los humanos ni ningún organismo biológico percibe el valor en función del trabajo (del tipo que sea). No hay ningún valor “coagulado en un objeto”, es el cerebro el que valora una cosa independientemente de cualquier forma de producirlo o no producirlo.

A Marx lo que le interesaba a la hora de exponer su TVT no era su cuantificación, sino hacer calzar su visión de la realidad llegando a través de esta teoría a la conclusión de que el modo de producción capitalista es una estructura institucional en la cual una pequeña minoría (los capitalistas) oligopolizan los medios de producción. Pero desarrolla esta teoría para validar su Teoría de la Explotación. Antes de ponerse a estudiar con seriedad a los economistas ya tenía definido que de alguna forma tenía que llegar a una Teoría de la Explotación que tuviese relación con el trabajo. No es que llegue a esta conclusión por medio del desarrollo de la teoría, construye la teoría para justificar su postura política. En lugar de llegar a sus conclusiones análisis mediante, Marx dio con la conclusión que más convenía a su postura política y, sólo después, se pasó veinte años buscando una justificación para ella.

Lo que la Ciencia ha ido demostrando durante años de experimentación, es que la base del valor de las cosas (bienes y servicios) depende de lo que nosotros creamos, de la utilidad que para nosotros como individuos tengan esos bienes y servicios. Este hecho, los marxistas lo negaran hasta la muerte.

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Han venido refutaciones a la TVT marxiana desde la economía, la biología, las matemáticas, la psicología y neurología (neuroeconomía). Solo expondré las refutaciones desde la economía, y quienes estén interesados en las otras, pueden buscarlas en el siguiente enlace https://chemazdamundi.com/2015/05/19/es-el-marxismo-cientifico-una-critica-cientifica-no-politica-al-marxismo-un-ejemplo-como-se-demostro-cientificamente-que-la-teoria-laboral-del-valor-de-karl-marx-es-falsa-por-que-no-se-con/

También hay refutaciones, o al menos críticas desde la exégesis de los mismos textos de Marx (crítica interna), y para ésta les recomiendo el libro La Ciencia Presunta de Marx (2014) del chileno Rafael Echeverría, que está basado en su tesis doctoral. Echeverría era un marxista convencido que con dolor en pecho coligió que Marx estaba errado en su Teoría del Valor Trabajo.

En sus palabras:

“Mi conclusión principal es que el pensamiento de Marx descansa en dos (y no uno) conceptos diferentes de trabajo. El primero es un concepto del trabajo situado en la esfera de la producción y que está asociado a la teoría de la alienación del trabajo. El segundo opera en el ámbito de la circulación y se relaciona con la teoría objetiva del valor trabajo. Mi argumentación me lleva a concluir que hoy no es posible sostener válidamente ninguna de estas dos concepciones y que, por ende, el concepto de trabajo de Marx, base y sustento de su pensamiento, se derrumba del todo”.

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Refutación desde la Economía

William Stanley Jevons en 1862, Carl Menger en 1871, y Leon Walras en 1874 (entre muchos otros), y de forma independiente, llegaron a la conclusión de que lo que está detrás del valor de la cosas es la utilidad que las personas le dan a éstas. A estos hallazgos se le conoce como la revolución marginalista. Si bien Marx reconoce por medio del concepto de valor de uso este aspecto, para él incluso el uso de un bien está limitado por su misma naturaleza. Aunque señale que un bien pueda tener distintos usos para diferentes personas, esos usos estarían limitados por la naturaleza de ese bien o servicio, pero no hace conexiones detalladas entre el valor de uso y el valor de cambio que aclaren el problema, porque de hacerlo se vendría abajo desde el principio su teoría de que el valor está basado en algo objetivo. Si bien Marx hablaba de que es necesario que una mercancía tenga utilidad de uso para ser valorada, no implica que reconociera el uso individual de cada mercancía, sino el uso social general de un tipo de mercancía, no el que cada persona le dé a cada producto en cada momento y en determinadas circunstancias. No es que Marx no acepte que los individuos le puedan dar un uso diferente a las cosas, era demasiado inteligente para no notar esa obviedad, ocurre que lo hace de forma desastrosa, no admitiendo flexibilidad a la hora de valorar algo. No reconoce de forma adecuada que el valor varíe única y exclusivamente a partir de la creencia del individuo. Para él hay siempre un porqué común de carácter objetivo detrás de la valoración que los humanos hacemos de las cosas. Para Marx, como buen holista duro inapelable, la valoración es, ante todo, social, y tiene un uso según lo que él entendía que era útil. Ni siquiera recoge que el valor de uso puede variar a lo largo del tiempo, asimismo, sólo acoge el uso si se consume y si se consume de una determinada manera.

“En la teoría económica de Marx la negación de la elección está estrechamente ligada a la teoría del valor-trabajo. Marx postulaba que la economía tiene una estructura superficial y una estructura profunda. La estructura superficial es la vida económica cotidiana, en la que los agentes económicos realizan acciones racionales en términos de los precios del mercado de las mercancías. En la estructura profunda, las mercancías se caracterizan por sus valores-trabajo: la cantidad de tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. La estructura superficial es simplemente la realización de las relaciones definidas por la estructura profunda, exactamente igual que la apariencia visible de un objeto físico es una mera consecuencia de su estructura atómica. Mostraré más adelante que esta teoría de la relación entre valores y precios, la esencia y apariencia de la vida económica, es escasamente inteligible. En realidad, desorientó a Marx impidiéndole que apreciara la centralidad de las elecciones y alternativas en la economía” (Elster, 1986)

Todos los economistas que no son marxistas acabaron admitiendo que las teorías subjetivas del valor son más acertadas que las objetivas a la hora de explicar por qué las cosas valen. Las teorías subjetivas del valor sostienen que para que un objeto posea valor debe serle útil (de la forma que sea, incluso por mero gusto) a una persona. En este contexto, “valor” se define separado de valor de cambio (precio), aunque se entiende que el precio sirve para identificar o rastrear ese “valor”. El precio es un indicativo del valor que le damos o podemos darle a las cosas. Las teorías subjetivas del valor (la base del marginalismo) sostienen que las cosas se vuelven más valiosas en el sentido económico (como valor de cambio o precio) bajo dos condiciones:

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1) Que sean útiles para satisfacer las necesidades del individuo (deseables por éste).

2) Que no haya suficientes de ellas para satisfacer la demanda (que sean escasas).

No entraré a explicar la Teoría de la Utilidad Marginal, pues excede con creces el propósito de este ensayo. Pero sí diré lo que sigue.

Es plausible que Marx haya leído a Jevons, quien publicó A General Mathematical Theory of Political Economy en 1862, y que estaba disponible en la biblioteca en que Marx estudiaba. La mayoría de los autores marxistas niegan que Marx tuviera conocimiento de la teoría marginalista y arguyen que no leyó nada al respecto. Puede ser, aunque es poco probable, porque Marx vivió hasta 1883 (más de 20 años de diferencia con respecto a la publicación de Jevons), y siguió leyendo incansablemente durante este tiempo, por ende, es muy difícil que la revolución marginalista, que tanto estaba dando que hablar en su época (incluso en la lengua nativa de Marx), con mucha literatura académica en universidades, artículos en revistas especializadas y obras de autores famosos, le pasara desapercibida a un estudioso que siempre quería estar al tanto de los avances sociales. Y si no lo supo él, sabemos con certeza que Engels sí lo supo. De hecho, Engels trata la utilidad de Jevons en el prólogo del Libro Segundo de El Capital.

Ejemplos que dan cuenta de lo errada que está la TVT:

A) Imaginen a un minero picando bajo tierra en una mina de carbón, de repente le pega un picotazo a una roca y se encuentra dentro de ella dos diamantes con la misma forma, el mismo tamaño, el mismo peso, y los mismos quilates. Son iguales salvo en un detalle, uno es transparente, y el otro es “sucio”, con impurezas en cuanto al color.

Los marxistas pueden replicar inmediatamente que un minero no representa a la sociedad en su conjunto. Primero, eso no tiene importancia. ¿Por qué? Porque ya haya sido uno o hayan sido veinte los mineros que se han encontrado al mismo tiempo dentro de una roca los dos diamantes con el mismo peso, tamaño, etc., pero que son de diferente color, la diferencia en precio de los diamantes sigue existiendo, los hayan excavado uno o veinte mineros, o los hayan excavado un conglomerado de corporaciones, o los hayan excavado la sociedad en su conjunto. Al joyero (al comprador) no le va importar en nada que los diamantes los hayan excavado uno o veinte mineros, o siete corporaciones. No va a pagar lo mismo por un diamante transparente que por uno sucio.

Pongámoslo de otra forma. Imaginen que es un minero de los que sacan mineral de lavar un río. Un solo individuo que gestiona su propio negocio se encuentra esa roca, la abre y se halla con dos diamantes con el mismo peso, tamaño, etc., salvo la transparencia. Independientemente de lo que piensen o crean los marxistas, el joyero, el comprador, no va a valorar igual a los dos diamantes

¿Acaso el comprador va a estar dispuesto a pagar más por un diamante que por el otro simplemente porque en vez de un minero lo excavaron veinte? ¿El comprador pregunta normalmente cuántos mineros han sacado los dos diamantes de la mina para así saber cuánto ha de cobrarle a quien le traiga los diamantes?

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Los marxistas le asegurarán con la voz trémula de cólera, que el diamante transparente vale más porque ha costado más “trabajo abstracto socialmente necesario” para producirlo.

Pero a pesar de lo que los marxistas puedan decir y seguir diciendo de acá al fin de los tiempos, sacar de una mina un diamante transparente no ha costado más “trabajo abstracto socialmente necesario” que sacar uno sucio, no ha costado más “trabajo abstracto socialmente necesario” por ser más escaso. No se han empleado métodos diferentes, no ha costado más trabajo sacar de la roca el diamante sucio que el transparente. El proceso de valorar esos productos de manera diferente (el transparente más) se produce al margen de la acción de picar en la mina, se produce a la hora de ser vendido y adquirido por el interesado.

El minero o mineros, o conglomerado de mineros, irán a vender los diamantes que han conseguido con el fruto de su trabajo. Los dos diamantes han costado el mismo “trabajo-tiempo socialmente necesario” para ser extraídos, en el caso de ser un solo minero, los ha extraído la misma persona, con las mismas habilidades, le ha llevado el mismo tiempo, ha utilizado la misma herramienta, etc. Según la TVT deberían valer lo mismo, ¿verdad? Pues no valen lo mismo. El diamante transparente va a ser más valorado y el minero va a poder venderlo más caro que el diamante con impurezas. De hecho, es así como sucede en la vida real. Los diamantes transparentes, los que menos imperfecciones de color tienen (o los que tienen colores más “raros” y difíciles de encontrar), son mucho más valorados y se piden precios más elevados por ellos que por aquellos que tienen más defectos o impurezas. Los diamantes transparentes o con menos impurezas son utilizados principalmente para joyería, y los de color más “sucio” y con más impurezas se emplean más para usos industriales como, por ejemplo, brocas de perforación geológica, sierras, cortadoras, lijadoras. En joyería los diamantes se emplean para lucirlos, y en industria, para trabajar con ellos. Al joyero, al comprador, no le importa en absoluto quién o cuántas personas los hayan obtenido o cuánto “trabajo abstracto socialmente necesario” ha costado obtener los diamantes, no va a estar dispuesto a pagar lo mismo por los dos.

Que no eludan este hecho los marxistas con sus habituales excusas, la industria reconoce, admite y cuantifica abiertamente en precios esas diferencias.

B) Dados dos libros en los que se ha empleado el mismo “trabajo abstracto socialmente necesario” para producirlos. Un mismo autor produce dos libros en los que ha tardado exactamente lo mismo, la habilidad para redactarlos ha sido, por ende, la misma, tienen el mismo número de páginas, etc. Los dos libros no tienen por qué ser valorados igualmente, ni se les pedirá el mismo precio por ellos si, por ejemplo, la temática de la que tratan no es la misma. Uno puede ser un libro de poesía y el otro un manual técnico.

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C) El caso del café. Las personas compran el café por el gusto que les da el olor y sabor del café.

Dados dos kilogramos de dos tipos de café, el A y el B, que han costado el mismo “tiempo y trabajo socialmente necesario producirlos”. Sin embargo, nos encontramos con que el café A huele mejor para la mayoría de las personas, y la gente tenderá a comprar más el café A. ¿Por qué? Simplemente porque les gusta más, sus cerebros lo encuentran más agradable. Incluso, aunque el café B tenga mejores propiedades o mejor calidad de grano que el A. El material o producto subjetivamente más valioso se agotará antes, especialmente si se le pone el mismo precio. El café A desaparecerá de las estanterías mientras que el B acumulará polvo y no se venderá, o se venderá menos que el A.

D) Objetos que aumentan o disminuyen su valor con el tiempo.

Una botella de vino, que se ha valorado en una cantidad dada de dinero en su momento, transcurrido algún tiempo en una bodega, aumenta su valor, cuesta más dinero.

Las obras de arte. Imaginen, y esto ya ha ocurrido muchas veces en la historia, que se ha encontrado un cuadro de un pintor famoso abandonado en un sótano.

¿Por cuánto se pudo vender aquel cuadro en su momento? Por una cantidad determinada de dinero. ¿Por cuánto se puede vender ahora, muchos años después de haber sido pintado? Por muchísimo más dinero, muy por encima de aquella cantidad determinada original, y por encima del aumento de la inflación. ¿Por qué es esto así, si ahora el cuadro es más viejo y está más dañado y descolorido? ¿Por qué no han sufrido un incremento de valor proporcional los otros objetos que estaban en el sótano como paraguas, sillas, herramientas, etc.? Algunos de esos otros objetos, de hecho, han perdido valor al haber envejecido y no son considerados más que basura o chatarra. ¿Ustedes creen que todo el tiempo que estuvo el cuadro en el sótano justifica el incremento de su precio por los “costos de mantenimiento”? (esa es la justificación que se suelen buscar los marxistas para estos casos y arguyen lo mismo con el vino). Pues no. ¿Por qué se valora más a ese cuadro y no a otros cuadros de otros pintores menos reconocidos? Porque el valor del cuadro no está dado por cuánto haya costado producirlo (trabajo o lo que sea), sino en la utilidad que para el comprador tiene. El vendedor lo sabe y le pone el precio en consecuencia. Después, es hora de negociar.

Pongamos otro ejemplo con un objeto de anticuario que no sea de carácter único. Por ejemplo, un jarrón chino, que se produjeron masivamente durante la China antigua. ¿Cuánto costó producirlo en su momento? ¿Cuánto vale ahora? Fabriquen un jarrón en China hoy en día con las mismas técnicas que se usaron hace más de dos mil años y pónganle un precio. ¿Vale lo mismo el jarrón chino antiguo que el nuevo? Casi seguro que el antiguo está arañado y agrietado, y el nuevo está impecable, así y todo, el antiguo vale más que el que fue producido en la actualidad, ya sea que hayan tratado de producirlo utilizando los métodos antiguos, o de forma industrial. Esa es la razón por la que existe el fenómeno del coleccionismo, el valor de un objeto varía a lo largo del tiempo al margen del trabajo socialmente necesario empleado en su producción y mantenimiento.

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Los marxistas son singularmente “imaginativos” a la hora de intentar combatir este tipo de ejemplos. Se pasan la mayor parte del tiempo procurando mostrar que las diferencias de valor y precio entre dos productos aparentemente similares en “trabajo socialmente necesario”, no son debidas a la utilidad y valoración personal que para los humanos tienen esas diferencias, sino a que se ha empleado de alguna manera más “trabajo socialmente necesario” en la elaboración de uno de esos productos que en el otro. Lo siento, pero no calza con la realidad. Acorrálenlos, que ellos mismos pongan un ejemplo de dos productos en los que se haya empleado el mismo “trabajo abstracto socialmente necesario” para producirlos, pero que tengan diferencias no debidas al “trabajo abstracto socialmente necesario”. Podrán observar por ustedes mismos, ínterin los marxistas interrogados convulsionan de ira ante sus ojos, que no se valoran igual ¿Por qué es eso así? Porque, en última instancia, no es el trabajo (socialmente necesario o no) lo que está detrás el valor de las cosas.

Por todos estos motivos es que existen los descuentos para las ropas pasadas de moda, y la reventa de vehículos usados a menor precio. ¿Por qué? Porque el valor de las cosas puede cambiar con el tiempo.

El debate acerca de si la TVT de Marx es cierta o no está total y absolutamente zanjado a nivel académico, a pesar de lo que puedan decir Maurice Dobb (1975), Felipe Martínez Mazoa (1983), Michael Heinrich (2011), Maxi Nieto Ferrández (2015), y Rolando Astarita (2018). La TVT marxista está errada. Punto. Y no es que lo haya demostrado un área académica, sino todas las que entran en el análisis científico del valor. Y no lo hacen sólo de manera aislada, sino que las conclusiones de todas las ciencias se corroboran y complementan entre sí. Y no lo hacen sólo en la teoría, sino en la práctica. Y no es sólo perceptible en un frío análisis de laboratorio, sino también en la realidad económica del día a día. Y no es sólo porque la Teoría de la Utilidad Marginal sea más correcta, sino porque la TVT de Marx está errada en sí misma.

Cayendo en el Holismo (Colectivismo) y en la hipóstasis antropomórfica, que ya tratamos, los marxistas creen que hay una suerte de “cerebro social valorador” del “trabajo abstracto socialmente necesario”, razonamiento que está basado en un primitivismo de carácter animista al asignarle cualidades mentales a algo que no la tiene, la sociedad. Los fundamentalistas del libre mercado caen en el mismo error cuando dicen que hay una “mano invisible” detrás del mercado.

Lo que debiesen hacer los marxistas, si tuviesen honradez y una pizca de sentido del ridículo racional, es reconocer que la Teoría del Valor Trabajo (TVT) de Marx está equivocada y pasar el capítulo. No se va a desintegrar el universo por admitirlo.

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Consecuencias de la aplicación de economías marxistas

Aunque Marx hizo una exposición con pretensión descriptiva del modo de producción capitalista, al hablar de explotación, alienación y enajenación, fue prescriptivo.

Es crucial caer en la cuenta que la TVT de Marx es errónea, porque con ello logramos saber que no es una opción adecuada para fundamentar en ella la economía de una sociedad, por más que insistan sus partidarios en que sí. Con esa teoría en mente o aplicada no será posible manejar tan bien nuestra economía como podríamos hacerlo de otra forma, y ya dejó de ser admisible que continúen existiendo partidos políticos (incluido el PCCh) y asociaciones que defiendan teorías económicas que están demostradas científicamente como fallidas y dañinas. Sí, dañinas, perjudiciales e infaustas.

¿Por qué creen que en los países que han aplicado esta teoría como base económica sus economías han tenido un mal desarrollo o directamente se han ido al despeñadero? No es sólo por motivos circunstanciales más o menos ciertos como una mala planificación, la corrupción, el sabotaje de fuerzas exteriores, plagas o malas cosechas, sino ante todo y sobre todo porque una sociedad, para que funcione no tan mal, no puede tener como base de su economía la implementación de la idea de que los seres humanos percibimos el valor de las cosas (bienes y servicios) en función del “trabajo socialmente necesario” para producirlos. No podemos tener una “dictadura económica del valor” porque hay un grupo de personas, los marxistas, que siguen creyendo cosas que no son. Todo lo demás son, al fin y al cabo, excusas. Pueden seguir argumentando que la razón por la cual a la economía cubana le va fatal es por culpa del bloqueo estadounidense, pero adviertan que absolutamente todas las sociedades que han implementado una economía cuya base no admita en nada la libertad subjetiva del valor que tenemos los humanos, se han ido al precipicio más tarde o más temprano o, como máximo, no se han desarrollado plenamente. Y eso le ha pasado no sólo a los países de los socialismos reales, le ha pasado a toda sociedad, nación, monopolio político o dictadura que haya intentado controlar férreamente su economía, especialmente en el apartado de la percepción del valor.

En resumen, si es que queremos manejarnos bien, debe existir una libertad general básica de poder elegir, de poder adquirir bienes, productos y servicios según cómo las personas los perciben. Puede haber controles y limitaciones circunstanciales y temporales como cuando un gobierno subsidia los alimentos básicos durante una sequía o una escasez, pero la base indiscutible es que, en general, debe haber una libertad económica, y enmarcados en esa base de libertad, podemos intentar las posibles medidas de control, no al revés.

Aplicando la TVT resulta implícitamente un sistema de precios rígidos. Evidente, si para Marx las cosas tienen un valor objetivo, es esperable que si se aplica en la práctica su teoría en la cual las cosas deben tener un precio más o menos en relación a ese valor objetivo, terminaremos con un sistema de precios que no se mueve mucho.

El intento de control absoluto de una economía por parte del Estado o de quien sea (por ejemplo, los precios en una economía socialista), es perjudicial.

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Los países que aplican líneas de actuación económica basadas en la TVT de Marx (o cualquier teoría del valor objetiva), muestran una consistente inflación y gigantescos problemas de escasez y abastecimiento. Los gobiernos de estas naciones efectúan controles masivos de precios, salarios, etc., porque la teoría económica de influencia marxista dice que el precio de las cosas debe ser objetivo, ¿y quién decide qué y cuándo algo es objetivo? En este caso, el Estado (más concretamente, el gobierno o las instituciones a su cargo). Los problemas vienen porque los planificadores gubernamentales generan esos precios conforme a lo que ellos creen, no conforme a lo que los vendedores y consumidores creen que deban valer las cosas. No hay regateo, no hay intercambio de información, los agentes económicos (vendedores, compradores) no pueden decir mucho (o más bien nada) al respecto.

¿Cuáles son los efectos de tener los precios prefijados de forma centralizada por el Estado o alguna entidad reguladora? Varios y no muy buenos.

Para empezar, la economía se vuelve rígida y pierde su capacidad de adaptabilidad, además de que la tarea administrativa en sí (el control de precios y todos los factores que rodean a éstos) es colosal, los ajustes de ensayo y error de los precios en cada mercado requieren que los planificadores traten de adivinar cómo se verán afectados por los cambios en la demanda de ese mercado en concreto. Si el Estado o quien sea prefija el precio del kilo de papas en $1.100, ¿saben cómo va a afectar eso a la producción de un alimento complementario o sustitutivo como el arroz?, ¿es ese precio justo para el proveedor?, ¿le permitirá al agricultor obtener alguna ganancia? Si lo encuentra demasiado barato, el agricultor va a decir que no le interesa producirla y/o deja de cultivarla, o cultiva con menos ganas, o no investiga mejores medios o nuevos tipos de papas más sabrosas o más grandes, al fin y al cabo, haga lo que haga, le van a pagar los mismos $1.100 por el kilo de papas. Tiene menos incentivos para producir. ¿Es demasiado caro para el comprador? Si es demasiado caro se irá a comprar alternativas (si es que las hay), y si es demasiado barato puede acaparar el producto. ¿Han tenido en cuenta todas estas variables los planificadores?

Lo que expongo no significa que no debe haber intervención en la economía, que es lo que postulan los fundamentalistas de mercado y radicales del laissez-faire. Ambos extremos son malos. Hay que tener un equilibrio, la economía se interviene cuando haga falta, y el cuándo hace falta intervenirla y cómo intervenirla es un debate constante en la ciencia económica, pero ya sabemos que no debemos hacer, por ejemplo, lo que hizo Salvador Allende con el plan Vuskovic. La forma más eficiente es, que sobre una base de libertad económica, se producen los controles e intervenciones pertinentes.

El marxismo no contempla bien, por no decir que hay veces que no lo contempla en absoluto, la negociación del precio entre el que oferta y el que demanda. Esa es una de las razones, sino la principal, por la cual la teoría económica marxista es especialmente nefasta a la hora de intentar aplicarla a gran escala en una economía nacional.

Una sociedad que implementa la centralización de precios es mucho menos capaz de enfrentarse a las externalidades, ya sean positivas o negativas; por ejemplo, la contaminación que generan las industrias (una externalidad negativa). Los movimientos ecologistas y la concienciación medioambiental no nacieron precisamente en los países del socialismo real (donde, de hecho, estuvieron perseguidos durante muchísimo tiempo), sino en los capitalistas, o ¿ustedes creen que el Gosplán tenía un departamento de medioambiente? El precio de las cosas debe incluir el coste de externalidades si es que las queremos tener en cuenta y

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pretendemos acabar solucionándolas. Es por ello que la concienciación y el valor del medio ambiente han hecho moverse a las empresas hacia una mayor eficiencia energética, limpieza, auge de nuevas formas de energía limpia y renovables, aparición de productos como filtros y motores más eficientes, turismo ecológico, e incluso la aparición de impuestos medioambientales, multas por contaminación, etc. Los precios deben recoger las externalidades. La situación medioambiental en la Unión Soviética sólo puede tildarse de apocalíptica. En sociedades de economías rígidas planificadas centralizadamente asumir las externalidades es muy difícil de hacer porque complican los cálculos de precios, o simple y llanamente porque no les interesa incluirlos. Los precios deben ser flexibles e irse actualizando rápidamente, por ejemplo, en los países concienciados medioambientalmente, no comprando los productos de empresas contaminantes o productos que se demuestren como perjudiciales contra la salud.

En resumen, uno de los problemas principales de los precios establecidos centralizadamente, es que los planificadores, el Estado o quien sea, deben calcularlos a priori y después dejarlos fijos durante largos periodos de tiempo, cuando lo ideal es ver cómo se van desarrollando conforme van entrando inputs en el precio. No podemos, por ejemplo, poner que el 1 de enero del 2021 el quintal de trigo va a estar a $20.000 durante todo el año y que después venga una sequía devastadora que provoque que la producción del cereal sea un 35% menor con respecto al 2020, y pretender que el quintal siga costando $20.000 durante todo el 2021. Eso va a producir acaparamiento, después el gobierno se verá obligado al racionamiento, y más tarde vendrá el mercado negro como respuesta a éste.

Lo que sucede con las economías planificadas es que no hay una buena transmisión de información, que en suma es lo que es un precio. Los precios en una economía planificada están desvirtuados, no sirven como herramienta de aviso o adaptación. Los precios deben recoger nuestras percepciones de valor, no las percepciones de valor efectuadas dictatorialmente por alguien. Las externalidades son señales económicas que hay que atender, pero también hay que reparar en las particularidades locales, regionales y sectoriales. Por ejemplo, el error más grave aún de prefijar precios centralizados para productos que no se consumen igual en todas las regiones del país. Si usted fija el precio de la leche a $750 el litro para todo el país pensando, con buena voluntad, que hace un bien, habrá regiones en donde la gente tome más leche por motivos culturales o simplemente por gustos particulares, y la encontrarán muy cara. Por el contrario, un precio que sea percibido muy caro donde apenas la consumen y usted no lo modifica con la ineludible señal de “no se la compran”, le dejará los productos acumulando polvo en las estanterías mientras al otro lado del país lloran porque no la pueden comprar, pues no hay. En ese caso, lo único que le queda por hacer como planificador, es enterrar la cabeza en la tierra como una avestruz ante tamaño fallo y molestar a otras instituciones para que aparezcan transportes que se lleven la leche a esos otros mercados locales desabastecidos, con el consiguiente trastorno y sobrecosto, mientras todo eso se podría haber resuelto “dejando hablar” a los precios y haciendo constar en ellos las preferencias subjetivas del consumidor.

Los países con economías basadas en el marxismo económico siempre han presumido de alcanzar una mayor coordinación al estar todo centralizado y unificado. Pues muchas veces se daba lo contrario. Por ejemplo, las famosas granjas colectivas de la Unión Soviética (los koljós), que no se coordinaban bien con el transporte, a pesar de estar coordinadas bajo el mismo mando. ¿Por qué? Porque no tenían en cuenta los movimientos

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del mercado. La producción muchas veces no es lineal, no se vende igual en navidad que en mitad de julio, y hay que tener previstos cambios masivos en la rotación del personal. No se estudian (o no se hace bien) los hábitos y gustos del consumidor. Ni las modas. No se tienen en cuenta las necesidades particulares ni se dejan esas decisiones en mano de los agentes que están en la misma escena, se toman las decisiones desde centros de control muy alejados de la zona o del segmento social, en consecuencia no se adoptan medidas adecuadas, o no se pueden tener en cuenta a priori.

Estas economías asumen que todos los consumidores tienen gustos y hábitos uniformes de consumo, y que los humanos somos una suerte de autómatas económicos, pero irónicamente es el marxismo que acusa al capitalismo de “deshumanizar a la sociedad”. En los escaparates de países con economías planificadas como la URSS se veían nada más que unos pocos modelos del mismo producto, sólo un tipo de olla, dos o tres marcas de yogurt, pocos modelos de automóviles circulando en las calles, etc.

En una economía más libre, se deja la posibilidad de elección al consumidor. Si no le gusta una olla en particular, por la razón que sea, no la compra y busca alternativas. El vendedor se las tendrá que ingeniar para hacer mejor su producto, bajar el precio o investigar nuevos productos con las características que el consumidor desea o entiende como atractivo, y así progresan tanto la economía como la tecnología, las condiciones de vida, etc. En las economías muy dirigidas no queda otra que conformarse con lo que han prefijado como posible comprar con un precio determinado, y las características que el ente regulador quiera. Los productores no innovan o lo hacen muy poco, porque no tienen incentivos para mejorar o investigar: se lo ordenan vender o se les prefija el precio, y los consumidores están forzados a comprar de entre lo poco que se oferta. Se producen productos y servicios subóptimos y la tecnología no avanza o avanza muy poco, especialmente si las comparamos con otras sociedades (con la salvedad de las armas y la competencia con los EEUU por conquistar el espacio en el caso de la URSS). Una de las grandes razones que explican el contrabando y del mercado negro masivos en esos países, es porque si no encuentran lo que buscan legalmente, lo buscarán ilegalmente.

De la misma forma, en los países con planificaciones estatales de ese nivel, son muy conocidas las grandes obras de infraestructura que luego nadie utilizaba o no se utilizaban al punto de hacerlas rentables, como sucedió con el hincapié que se hizo en los ferrocarriles en países como la URSS o Corea del Norte. Cuando aparecieron los automóviles, los gobiernos notaron que la gente incrementaba el deseo de utilizar carreteras y cada vez se prefería más el uso del automóvil o el camión, pero se empeñaron en obligar a utilizar el ferrocarril a la fuerza porque ya estaba construido. El resultado fue que tardó muchísimo en desarrollarse una red de carreteras, éstas estaban permanentemente en mal estado, y el ferrocarril llegaba hasta aldeas remotas de Siberia, pero eran líneas muy costosas tanto en construcción como en mantenimiento, y al final sólo las usaban unas pocas personas.

Otros efectos más indirectos de todo esto fue que el monopolio de los medios de producción y la ausencia de manifestación de valores por parte de los consumidores, implicó que como no se podían tener alternativas porque no había competencia entre empresas suministradoras ni se podía protestar o reclamar, o directamente no se atendían esos reclamos, se emplearon durante muchísimo tiempo técnicas, sistemas, herramientas y materias primas que se iban quedando obsoletas, y se buscaron medidas de ahorro en costos para paliar desgastes en vez de aumentar la eficiencia tecnológica, porque no había incentivos

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para mejorar. De ahí, por ejemplo, los frecuentes cortes de luz eléctrica en varios de estos países por el ahorro en reparaciones y mantenimiento de la red, o la cada vez mayor escasez de repuestos.

Una sociedad no debe interpretar que sus habitantes tienen que percibir el valor a través de solamente una variable, la que sea, en el caso del marxismo, el “trabajo abstracto socialmente necesario”, variable que para colmo, es falsa. Si todos tuviéramos la misma apreciación por algo, no innovaríamos o no adaptaríamos las cosas a nuestras valoraciones. Las cosas cambiarían muy poco y mejorarían con extrema lentitud, cuando no empeoran.

Deberíamos decir que las economías planificadas son ineficientes, no imposibles, que es la crítica errada que se hace al marxismo desde las vertientes ultracapitalistas como la escuela austríaca de economía con Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, sino ineficientes, como bien señalan los economistas Joseph Stiglitz y Paul Krugman.

Otra cuestión que podría parecer indirecta pero que está directamente relacionada con la percepción de valor, es el hecho que en una economía marxista o planificada, desvirtúan la misma apreciación del valor, porque se interviene en ella a una gran escala, principalmente a través de la propaganda con consignas como “nuestro país es el mejor”, “nuestros productos son los mejores”, “son productos nacionales”, etc., pero esta intromisión artificial en las percepciones de valor también afecta a una cuestión mucho más capciosa en materia social, el auge de la mediocridad y la incompetencia. Debido a que el valor está “objetivado” a la fuerza y a que no se puede emitir mucho juicio de opinión crítico, se desarrolla la inercia, la desidia, la mediocridad, todo ello debido a la ausencia de competitividad y posibilidad de comparación. Dado que no hay interés en mejorar, ¿para qué?, no hay recompensa, no hay asunción de responsabilidad, porque ésta se diluye entre todo el “ente objetivador del valor”, se extiende una ética del cinismo en donde no tiene mucho sentido avanzar ni moral ni tecnológicamente. En líneas generales, en los países con economía planificada, esto se combatía inyectando más propaganda, aludiendo al carisma del líder, al celo ideológico, a la lucha contra el enemigo exterior y el saboteador interior contrarrevolucionario, pero esa propaganda sin perspectiva de cambio, acaba por perder su efecto a lo largo del tiempo cuando el agente que valora, el ser humano, repara en que no se prospera.

Otro gran efecto y uno de los más perniciosos derivado de hacer valer a la fuerza valores, es la presencia de una inflación elevada. Un ejemplo muy claro lo vemos en Venezuela, cuyo gobierno aplica teorías inspiradas en el control de precios marxista o neomarxista, si bien su organización política no es marxista-leninista. Al dictar los precios y salarios, generalmente a favor de una serie de sectores poblacionales, el gobierno desvirtúa los intercambios. Los productores no están de acuerdo con el precio que les fijan obligatoriamente, mientras que los asalariados, generalmente gubernamentales, sí ven aumentados sus sueldos. Como los asalariados sí tienen más dinero, compran más, pero los productores siguen produciendo lo mismo o menos, porque ellos no ganan proporcionalmente. El resultado es el desabastecimiento y la subida de precios. ¿Cuál ha sido la propuesta de solución por parte del gobierno venezolano? Empeorarlo aún más por medio de la intervención estatal masiva, control de los medios de producción (“nacionalización”) que conlleva a un espiral de subida continua de salarios y más control de precios que genera a su vez más inflación. ¿Cómo se justifica el gobierno venezolano y lo excusan sus seguidores? Sería todo culpa del imperialismo yanqui.

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Los marxistas seguirán replicando con frases como: “pero todo eso que usted expone se ha dado en las economías de los países socialistas que no aplicaron realmente lo que Marx dijo que había que hacer.”

Sí, claro, el consabido “la teoría en el papel está bien, es tan sólo que falla cuando se aplica”.

Pues señores, entonces en ningún país se aplicó bien. La vieja excusa de “lo que dijo Marx sí estaba bien pero lo aplicaron mal”, no tiene sustento. Tampoco la habitual “sí, lo aceptamos, en la Unión Soviética lo hicieron mal, pero es que la URSS no es un ejemplo de cómo debería ser una TVT aplicada, además que todo es culpa de Gorbachov”. Ya, ni en la URSS, ni en Cuba, ni en Nicaragua, ni en Vietnam del Norte, ni en la China de Mao, ni en Corea del Norte, ni en Laos, ni en Alemania del Este, ni en Polonia, ni en Bulgaria, ni en Hungría, ni en Rumanía, ni en Yugoslavia, ni en Albania, ni en Mongolia, ni en Yemen del Sur, ni en Camboya, ni en Etiopía, ni en Angola, ni en Somalia, ni en el Congo-Brazzaville, ni en Mozambique, ni en Guinea-Bisáu, ni en Benín, ni en Argelia, ni en Birmania, ni en Granada, ni en Afganistán. Qué curioso que en ninguna parte se haya aplicado bien la TVT marxista, y noten que se aplicó en una multitud de países diferentes. La TVT ha tenido oportunidades de sobra para implementarse y experimentarse, y durante décadas. Ya quisieran las diferentes ramas del anarquismo o el cooperativismo de Louis Blanc haber tenido la misma oportunidad de poder implementarse en tantos lugares y durante tanto tiempo como el socialismo de inspiración marxista.

Ya es hora de que terminen con esos cuentos destinados al autoengaño y al engaño de otros. Es obvio que si la implementación falla tanto, es porque, como mínimo, la teoría sobre la que se sustenta falla. Es un hecho sistemático, medible y comprobable empíricamente. Son demasiados casos, todos de hecho, durante demasiado tiempo, y que comparten las mismas características de fallo. A saber, la economía cubana ha fallado, o hablando más técnicamente, se ha desarrollado muy por debajo de su potencial, mostrando las mismas o muy parecidas características de ineficiencia que la URSS o que Venezuela.

Revisemos nuestro caso: La Vía Chilena al Socialismo, capitaneada por Salvador Allende, militante del Partido Socialista de Chile (PS) con el programa de la Unidad Popular (UP). El PS era un partido mucho más heterogéneo que el PCCh, con numerosas tendencias internas, que iban desde la centroizquierda hasta sectores muchos más radicales. Había una tendencia trotskista (Adonis Sepúlveda), otra tendencia conocida como la de los “comandantes”, la de los “elenos” (apoyaban la revolución cubana y las ideas del Che Guevara) y, finalmente, un ala moderada (más cercana al PCCh) en torno a la figura de Allende.

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La Unidad Popular

Es normal que sintamos aprecio por Salvador Allende Gossens (1908-1973), después de todo, se jugó la vida por intentar implementar un socialismo democrático con características únicas en el mundo, no obstante, mientras no reconozcamos que Allende era un romántico bienintencionado, pero con muy poco sentido práctico, junto con una pésima propuesta económica, y, entre tanto en la derecha no reconozcan que la respuesta con la dictadura pinochetista fue un terror injustificable y que las medidas de los Chicago Boys provocaron varios efectos indeseables no sólo en el corto sino en el largo plazo, no vamos a salir del entrampamiento en que nos encontramos.

Existe una gran discusión acerca de si el gobierno de Allende fue desastroso de por sí o porque lo boicotearon las fuerzas conservadoras y la intervención de los EEUU, que veían en él a un peligroso aliado del comunismo internacional. ¿Cuál fue la verdad? Las dos cosas.

Es cierto que los sectores más conservadores de Chile y el gobierno de los EEUU vieron con auténtico pavor la ascensión al poder de un marxista por medios democráticos, y boicotearon en la medida de sus posibilidades al gobierno de Allende. Los bancos comerciales se negaban a dar préstamos, hubo gigantescas fugas de capital por parte de propietarios y terratenientes, estos últimos amenazaron a sus obreros con el despido, y los EEUU enviaron agentes desestabilizadores. El medio internacional El País acaba de sacar el 11 de noviembre del 2020 un artículo sobre una nueva desclasificación de los archivos de seguridad nacional estadounidense en donde es explícita la idea de “desbancar a Allende”. Y agreguemos que la oposición centro-conservadora chilena (la Democracia Cristiana) fue de todo menos colaboradora.

Pero vamos a dejarlo claro, la política económica de Allende, la “revolución con sabor a empanada y vino tinto”, de verdad muy influenciada por el marxismo y con el PCCh en el seno de la UP como uno de sus principales impulsores, pero tironeado desde la izquierda por el MIR y el ala dura del PS, fue bastante errática, por expresarlo con cariño, y un desastre hablando con franqueza. Nadie obligó a Allende a implementar el plan Vuskovic, el que a la luz de los conocimientos actuales sabemos que era un llamado a la ruina, con o sin intervención extranjera.

Allende adoptó medidas como congelación de precios, incremento de salarios y reformas fiscales que intentaban motivar el consumo interno y la redistribución de riqueza hacia las clases bajas. Intentó un programa de obras públicas que creara empleo y una reforma agraria abiertamente radical y rápida. El problema era que no tenía con qué financiar todo eso, y los bancos no le dejaban ni un céntimo. La respuesta de Allende fue nacionalizar algunos bancos y dejar caer en la quiebra a los demás, la consecuencia fue un esperable caos financiero. Seguía sin tener dinero para tanto gasto público, porque nadie compraba su deuda pública pues los posibles compradores, entre ellos los EEUU de Richard Nixon, temían que no se les pagara de vuelta.

¿Cuál fue la respuesta de Allende? Nacionalizar y expropiar las minas de nitratos y cobre, y la mayor parte de las industrias (siderúrgicas, químicas, etc.), y eso era más de lo que los conservadores más duros y los inversores estadounidenses estaban dispuestos a soportar.

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Allende seguía sin tener dinero para sus políticas. La nacionalización del cobre, si bien pasó por el Congreso, no aportó los ingresos esperados. En un mundo inmerso por la crisis del petróleo nadie tenía ni dinero ni ganas de comprar cobre, al menos momentáneamente mientras durara la inflación. Así es que el gobierno de la UP llegó a tomar medidas tan contraproducentes como imprimir más dinero (esto no se hace), y solicitar préstamos exteriores a un interés altísimo.

Durante el primer año la producción industrial aumentó y se creó algo de empleo, pero conforme pasaba el tiempo la producción cayó y el desempleo aumentó. No obstante, lo que más aumentó fue la inflación, que lo hizo monstruosamente. Las expropiaciones, no muy bien llevadas a cabo, provocaron el desabastecimiento del país. Como las bienintencionadas ideas políticas de Allende iban en favor de la clase obrera, ordenó aumentar la emisión de divisas nacionales y ponerlas en circulación para poder financiarse, además de vender la totalidad de las divisas internacionales del Banco Central, lo que incrementó el déficit fiscal a niveles estratosféricos, depreciando la moneda y causando una hiperinflación insostenible del 342% al final de su mandato y extraoficialmente en torno al 700%. La medida causó, eso sí, un aumento, aunque transitorio, del consumo y la producción del país mientras pudo mantener la inflación a niveles razonables gracias a la fijación de precios del mercado. ¿Qué acabamos de decir con respecto a la fijación de precios? Que no es conveniente.

Allende tuvo poca ayuda exterior. Estalló la crisis del petróleo de 1972-1973 y la URSS nunca le contribuyó con mucho.

La necesidad creciente de bienes y la exagerada emisión de dinero físico producidas a finales de 1971, gatillaron enormes manifestaciones de la clase media y alta contra el gobierno, aparecieron los “cacerolazos” o “marchas de las cacerolas vacías”. Estas marchas se originaron por el descontento social provocado por los efectos del sistema económico que se había implantado, que impuso entre otras medidas, pesadas restricciones a los comerciantes, a los que obligaron a bajar sus precios artificialmente y a aumentar el sueldo a los obreros, lo que ocasionó que muchos terminaran quebrando. Este cierre de negocios, sumado al que ahora mucha más gente tenía dinero para comprar por el aumento de sueldos, acarreó un vasto desabastecimiento. Con el tiempo, estas políticas económicas terminaron por rebasar a las sinceras medidas de equidad social del gobierno. Cada vez se podían subvencionar menos. Creció la tasa de desempleo, las ganancias totales del país se redujeron y la sociedad chilena se dividió con mayor fuerza en posturas más extremistas.

La fijación de precios de mercado dio nacimiento al mercado negro. Cuando los precios se volvieron artificialmente fijos, los comerciantes, productores y contrabandistas recurrieron a vender sus productos al margen de las vías oficiales, para saltarse los impuestos y regulaciones, y para poder venderlos al precio que ellos creían conveniente. Como había desabastecimiento, los consumidores se vieron obligados a recurrir de todas formas a este mercado negro. Para 1973 era evidente que la economía chilena se estaba desintegrando, las pérdidas económicas sufridas por el país eran superiores a las exportaciones cupríferas totales de siete años.

Ya en 1973 la inflación estaba fuera de control. Se sucedieron las manifestaciones y huelgas de trabajadores, estudiantes, mineros, médicos, camioneros y pequeños propietarios; en contra de Allende. Demasiadas personas no veían que sus políticas funcionaran. Se recrudeció la violencia entre partidarios y detractores del presidente. La sociedad chilena se

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polarizó en extremos irreconciliables, y todo se sumó a las cuestiones ideológicas para que los militares se decidieran a actuar y dieran el Golpe de Estado. Lo que vino fue una dictadura de derecha que duró 17 años, con torturados, detenidos desaparecidos, y más de 3.000 asesinatos por razones políticas, que no debe ser justificada por los errores de la UP.

Ya debiésemos haber aprendido de esta experiencia, pero con temor sigo viendo demasiado Allendismo y Pinochetismo en Chile. La intervención de EEUU, que ocurrió, debe dejar de seguir siendo una excusa para intentar justificar las pésimas políticas económicas que Allende implementó. Aceptar los errores Allende, que provienen en gran parte de la aplicación del marxismo, no significa ser de derecha ni centro-conservador, significa aceptar la realidad sin los filtros románticos exculpatorios.

Nota: Por favor, escuchemos a Óscar Landerretche cuando expone con argumentos claros por qué es una mala idea asignarle funciones de Banco de Desarrollo al Banco Central. Es una pésima política económica dejar abierta la opción de financiar los objetivos de desarrollo con inflación.

Resumen sobre la aplicación del TVT

Los problemas que conlleva el adoptar una economía basada en la imposición objetiva del valor (como la marxista) son:

Rigidez, ausencia de flexibilidad ante los problemas. La economía no se adapta bien a las circunstancias (vulnerabilidad ante las externalidades como la contaminación medioambiental).

No se distribuye bien la información entre los agentes económicos (precios).

Desaparece el incentivo y con él, la mejora tecnológica.

No se obtiene el máximo de beneficio posible de la gestión de recursos (trabajo, capital, formación).

Vulnerabilidad ante la inflación (subida de precios).

Se genera ineficiencia y pobreza o desarrollo por debajo del potencial. La economía crece poco o muy lentamente.

Se genera mediocridad, falta de entusiasmo, pérdida de iniciativa y oportunidades tanto en las personas como en las diferentes áreas económicas.

Conclusiones y reflexiones

Da igual lo que uno le pueda decir a los marxistas con respecto a la Teoría del Valor Trabajo y sobre lo errada y refutada que está. Para ellos será siempre una verdad sagrada incuestionable. Así las cosas, si ven que un centro de investigación y acción como la Fundación SOL celebra el natalicio de Marx y Lenin, rásquense la cabeza.

Principales pilares teóricos del marxismo

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V) DEMOCRACIA, DICTADURA, ESTADO, SOCIALISMO, COMUNISMO

Democracia

En ciencia política, es necesario diferenciar la democracia como ideal definida por la teoría de la democracia (plano normativo), y democracia como realidad analizada desde la política comparada (plano empírico o análisis empírico). Generalmente en la teoría de la democracia nos encontramos con concepciones ideales y maximalistas, y en el análisis empírico se halla el concepto realista y minimalista de qué es una democracia. Se puede combinar ambos niveles, pero es siempre conveniente saber distinguir entre ellos, entre lo ideal y lo real. Aunque es útil distinguir entre ideales y realidad, es preciso comprender cómo se conectan los fines o ideales democráticos a la realidad democrática.

A todo lo que le llamamos democracia en la actualidad, todas las experiencias contemporáneas de democracia existentes, se refieren a la democracia representativa, a la que también se le llama en ocasiones democracia liberal (no porque se siga al liberalismo como ideología política). Todos los países democráticos de hoy son democracias representativas. La democracia representativa no excluye mecanismos que algunos llaman mecanismos de democracia directa para hacerla más participativa. En este último sentido, en el plano empírico, Suiza es el país que está más avanzado, junto con el Estado de California de los EEUU.

Las bases de los sistemas democráticos contemporáneos (democracia representativa, democracia liberal), se estructura en cinco pilares:

1) Soberanía popular: La titularidad última del poder del Estado es atribuida a todos los miembros de la comunidad política, la ciudadanía, y no a un monarca o a una élite. Cada uno de los miembros de la comunidad política tiene la capacidad decisoria, aunque el ejercicio del poder es cedido a una parte de esta comunidad política.

2) Igualdad política: Todos los ciudadanos adultos deben tener las mismas oportunidades de decidir, de votar y ser votados. Se debe garantizar los derechos para la participación política en igualdad de condiciones.

3) Consulta popular: Las elecciones libres, competitivas, imparciales y periódicas, son el mecanismo principal. Acá es posible incluir también a los referéndums, los que pueden ser vinculantes o no vinculantes (en Chile le llamamos plebiscitos, como el que tuvimos el 25 octubre del 2020 para elegir si tener o no una nueva Constitución).

4) Voluntad de la mayoría: La toma de decisiones se hace por mayoría, con distintos grados según el tipo de decisión (mayoría simple, absoluta o cualificada). Los votantes deciden quien gobierna a partir de las elecciones.

5) Libertades individuales: Éstas están protegidas constitucionalmente. La voluntad de la mayoría no puede quebrantar las libertades individuales ni puede vulnerar los derechos de las minorías. Los derechos civiles son un componente fundamental de la democracia.

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Un referente básico, como mínimo común denominador, para considerar que algo es democracia, fue establecido por Robert Dahl (1915-2014) en su obra La Poliarquía (1971) y lo repasa en su texto La Democracia (1998). Primero, Dahl establece que el ejercicio de la democracia se basa en que todos los ciudadanos deben tener igualdad de oportunidades para formular sus preferencias, manifestarlas individual y colectivamente, y recibir igualdad de trato por parte del gobierno. En segundo término, estas tres premisas se transforman en ocho criterios que se deben satisfacer, a los que podemos llamar, Las ocho garantías institucionales para la existencia de la democracia, estas son:

1) Libertad de asociación (Gozar de derechos efectivos a formar asociaciones autónomas, incluidas las asociaciones políticas como los partidos políticos y grupos de interés, que procuren influir en el Gobierno rivalizando en las elecciones y por otras vías pacíficas)

2) Libertad de expresión (En particular la libertad de expresión política, incluida la crítica a los funcionarios, a la conducción del Estado, al sistema político, económico y social prevaleciente y a la ideología dominante)

3) Derecho a voto (Poder escoger a representantes)

4) Derecho de elegibilidad para cargos públicos (Tener la posibilidad de ser escogido como representante)

5) Derecho de los líderes políticos a competir por el voto (Debe existir más de un partido político con posibilidades reales de ganar las elecciones. Atento con esto: con posibilidades reales de ganar)

6) Elecciones libres, imparciales y frecuentes 7) Libertad de información con pluralismo (Que existan fuentes diversas de

información, en consecuencia, los medios de comunicación no deben estar monopolizadas por el Estado o Gobierno ni ningún otro grupo)

8) Existencia de instituciones cuyas políticas sean dependientes del voto y otras formas de expresión de las preferencias

Democracia, Dictadura, Estado, Socialismo, Comunismo

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El que lo países dispongamos integralmente nuestros esfuerzos en intentar cumplir al máximo estas ocho garantías trae consigo varios efectos benéficos que hacen que la democracia sea algo deseable y por la cual todos debiésemos luchar:

Evita la tiranía.

Garantiza los derechos esenciales.

Asegura una libertad personal más extensa.

Ofrece autonomía moral.

Promueve una mayor plenitud del desarrollo humano.

Disminuye las posibilidades de guerra entre países democráticos.

Tiende a ser un sistema político con instituciones que favorecen que un país sea económicamente más próspero.

Para intentar medir la democracia (plano empírico) contamos con instrumentos como el informe Freedom in the World publicado anualmente por la organización independiente Freedom House. También tenemos el Índice de Democracia elaborado por La Unidad de Inteligencia del periódico The Economist, que se publica desde el 2006. Pueden acceder sin problemas a estos informes por medio de Internet, esto en el caso de que tengan el privilegio de estar viviendo en un país democrático. Si revisan los informes, se darán cuenta que la democracia no es aún la forma de sistema político mayoritario en el mundo.

Como veremos más adelante en el apartado democracia participativa, y por varias razones, se puede decir que en la actualidad hay una crisis de la democracia representativa a nivel global, que es necesario enfrentar sin perder la cordura. Para esto se han desarrollado distintas propuestas teóricas, algunas más audaces que otras, que todavía están en el papel, pero en algún momento, con la sensatez que entrega la calma, la reflexión y el consenso, podrían irse implementando / experimentando de forma paulatina. Como sea, las propuestas de democracia participativa que existen, siguen siendo democracias representativas con mayor participación ciudadana.

Democracia, Dictadura, Estado, Socialismo, Comunismo

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Dictadura, Estado, Socialismo, Comunismo

Por el solo hecho de ser una doctrina revolucionaria, en el cuerpo del pensamiento marxista quedó una vena de utopismo, a pesar de que Marx y Engels hicieron lo posible por desprenderse de lo que llamaron el “socialismo utópico”, poniéndole el título de “socialismo científico” a su propuesta, mas ya sabemos que de científico tenía muy poco. El pensamiento revolucionario y el pensamiento utópico están estrechamente relacionados. Tan conectados están la utopía y el pensamiento revolucionario que se puede hablar con tranquilidad de una vena utópica en el pensamiento de Marx, Engels y Lenin. El optimismo utópico de estos revolucionarios iba en una sola dirección, hacia la sociedad futura después de la revolución. Para ellos, después de la revolución la historia humana iba a cambiar de naturaleza. Esta utopía revolucionaria condujo al pensamiento comunista a concebir a la sociedad socialista como un tipo de sociedad cualitativamente superior, sin contar con ningún precedente como para haber emitido ese juicio, y en una sociedad imaginaria cualitativamente superior, las cosas feas de la sociedad inferior (como la tiranía) ya no podían ser posibles por definición quimérica. Pero los hechos se encargaron de enlodar los ideales. El único criterio para juzgar las teóricas superioridades de una sociedad por sobre otra debe ser la verificación empírica histórica, y no la deducción a partir de abstracciones ideales, ahora estridentemente desmentidas, según las cuales al liberarse a sí mismo, el proletariado liberaría a la humanidad entera. El utopismo en Marx y Engels quedó en evidencia cuando creyeron ver en la Comuna de París (1871) el inicio de la extinción del Estado por el solo hecho de que era una revolución llevada a cabo por la clase obrera y que, por lo tanto, de acuerdo con su deducción lógica, debería haber conducido a la superación de la lucha de clases. Esto es un error de perspectiva histórica tan grande, que para explicarlo no queda más que concluir que los pensadores que dieron origen al marxismo, también estaban presos en la doctrina de sus propias ideas, tanto como para anteponer una formula deducida de sus principios a la verdad histórica.

En 1852, Marx se refirió expresamente a la Dictadura del Proletariado en una carta que dirigió a Joseph Weydemeyer y en la que expresaba:

"Por lo que a mí se refiere no me corresponde el mérito de haber descubierto ni la existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Bastante tiempo antes que yo ciertos economistas habían descrito el desarrollo histórico de esta lucha entre las clases y ciertos economistas burgueses habían expresado su anatomía económica. Lo que yo aporté como cosa nueva fue: 1) Demostrar que la existencia de las clases no está ligada sino a ciertas fases de desarrollo histórico determinado de la producción; 2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; y 3) que esta dictadura en sí no constituye más que la transición a la abolición de todas las clases y a una sociedad sin clases".

La expresión Dictadura del Proletariado, queda consagrada, por decirlo de alguna manera, en el escrito de Marx la Crítica del Programa de Gotha (1875):

“Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista existe el periodo de la transformación revolucionaria de una en la otra. A ello corresponde también un periodo político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”

Democracia, Dictadura, Estado, Socialismo, Comunismo

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De acuerdo con Marx, hay una necesidad histórica de la Dictadura del Proletariado, y ésta se refiere al proceso que conduce desde la lucha de clases a la sociedad sin clases, y esta sociedad sin clases es la fase comunista, en la que no existirá el Estado, y se haría realidad su frase escrita en la Crítica del Programa de Gotha, esta es: “¡De cada cual según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!”. Es importante saber que es en la fase comunista donde se llegaría a la sociedad sin clases, no durante la fase socialista. La fase socialista en la doctrina marxista, es una fase de tránsito hacia la fase comunista, y esa fase de tránsito, siguiendo a Lenin, es la Dictadura del Proletariado. A pesar de que Stalin en 1936 con la nueva Constitución soviética proclamaba solemnemente que menos de veinte años después de la revolución de octubre había llegado “el fin de la lucha de clases en la URSS”, esto no fue así, como claramente se vio apenas unos años después en un enfrentamiento “de clases” tan agudo como los del periodo revolucionario, en el cual el Estado Socialista tuvo que quebrar la resistencia del campesinado “capitalista” de los kulaks. Más tarde, en la Constitución de 1977 de Brézhnev, se dijo implícitamente lo mismo que había dicho Stalin en 1936, al declarar que se había pasado de la Dictadura del Proletariado a un “Estado de todo el pueblo”, dado que los antagonismos de clase habían sido superados, y para esta fase, en vez de ocupar la palabra comunismo, se usó el concepto de “socialismo desarrollado”. En la realidad y de acuerdo a la misma teoría marxista-leninista, esto no era correcto.

Según Marx, Engels y Lenin la existencia del Estado (atención con esto) está ligada siempre al antagonismo de clases, y que la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado sólo puede cesar con la extinción del Estado.

“Marx y Engels desentrañaron y formularon las leyes que han regido el desarrollo de la sociedad humana desde los tiempos primitivos y pusieron de relieve las que rigen el desenvolvimiento de la sociedad humana. Sobre esta base anunciaron la inevitable caída del capitalismo y su reemplazo por un régimen superior, el socialismo y luego el comunismo”

Luis Corvalán, “Entrevista”.

Ni Marx, ni Engels, ni Lenin, escribieron un “tratado” sobre la Dictadura del Proletariado, pero siguiendo sus textos y principalmente a Lenin, se pueden extraer tres tesis principales (Balibar, 1977):

1) El poder del Estado es siempre el poder político de una clase, que lo detenta como clase dominante en la sociedad. Esto es lo que Marx y Lenin expresan diciendo que todo poder de Estado es una “Dictadura de Clase”, por lo tanto, si quien tiene en manos el poder del Estado es la burguesía, ésta sería una “Dictadura de la Burguesía”, y si el poder del Estado está en manos proletariado, ésta sería una “Dictadura del Proletariado”.

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2) El poder del Estado de la clase dominante no puede existir históricamente, no puede realizarse y mantenerse sin materializarse en el desarrollo y en el funcionamiento del aparato del Estado, del cual el núcleo está constituido por el aparato o los aparatos represivos de Estado, que son: por una parte, el ejército permanente, la policía y el aparato jurídico; y por otra parte, la administración del Estado o la “burocracia”. Esta tesis implica que la revolución proletaria es imposible sin la destrucción del aparato del Estado existente, el “Estado Burgués”, que se materializa en el poder de la burguesía. Hay que entender que en el marxismo-leninismo, no hay por un lado una Teoría del Estado y, por otro, una teoría de la Dictadura del Proletariado. No hay más que una sola teoría.

Estas dos primeras tesis ya figuran en Marx y Engels.

3) La tercera tesis se refiere al socialismo y al comunismo. Hay precedentes de ésta en Marx y Engels, pero es Lenin quien la desarrolla basándose en la experiencia del periodo de la revolución Rusa. Una primera formulación, muy abstracta, está esbozada por Marx en el Manifiesto Comunista (1848), en la carta a Joseph Weydemeyer (1852), y en la Crítica del Programa de Gotha (1875): “Solamente el comunismo es una sociedad sin clases en la que desparece toda forma de explotación”. Esto arrastra una serie de consecuencias de inmensa importancia teórica y sobre todo práctica. Implica que el socialismo no es otra cosa que la Dictadura del Proletariado. La Dictadura del Proletariado no es una “transición al socialismo”, no es “una vía de paso al socialismo”, sino que es idéntica al socialismo mismo. Esto quiere decir que no hay dos objetivos diferentes a alcanzar separadamente, que serían primero el socialismo; después, una vez que éste esté construido, acabado, una vez que esté “altamente desarrollado”; una vez que, como se suele decir, ha creado las “bases del comunismo”, un segundo objetivo sería el paso al comunismo; esto no es así, no hay más que un solo objetivo cuya presunta realización se alcanzaría durante un periodo histórico muy largo, y mucho más largo y más contradictorio de lo que se imaginaron sus teóricos. Todo aquél que se considere marxista-leninista, y que abiertamente estipula en sus Principios y Estatutos que quiere llegar al comunismo, tiene esta idea como meta, es su telos, ya sea para ahora, cinco, quince, veinte, cien, o mil años más. El socialismo es la Dictadura del Proletariado, y no es más que un medio inicial del comunismo.

“Marx, Engels y Lenin estudiaron el carácter del Estado como vehículo de opresión de la clase dominante”

Salvador Allende, “Entrevista”.

Al seguir las tesis de Marx, Engels y Lenin; concibiendo al Estado como un mero instrumento de la clase dominante, la izquierda marxista chilena no ha podido ni puede comprender su propia inserción en éste. Esto la llevó a desvalorizar su influencia en las políticas estatales que no sólo operaban a través de su participación en bloques de gobierno centro-izquierda y en su indudable influjo en las tendencias legislativas desde 1938, sino también en los temas y orientaciones principales de la vida política nacional. Una expresión de esta falta de reconocimiento de su poder se expresa en el programa de la UP, donde se sostiene que el pueblo no ha accedido al poder, como si éste (el Pueblo) fuera un objeto simple o un “todo orgánico”, y no una compleja red de relaciones sociales.

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El PCCh mantuvo el concepto leninista de que la esencia del poder estatal era dictatorial, incluso para caracterizar el gobierno de la UP. En una entrevista de 1972, le preguntan a Luis Corvalán “¿Qué gobierno tenemos, qué país es Chile hoy?”, y responde: “Este es un gobierno democrático popular, nacional, revolucionario”. El periodista continúa: “Todo gobierno, ha dicho Lenin, es una forma de dictadura. ¿Esta es una dictadura de quién?”, Corvalán responde: “Es una forma de dictadura legal del pueblo de Chile, de las fuerzas populares que han conquistado el gobierno”.

Esta cita del periodista Eduardo Labarca hace más difícil comprender la concepción comunista sobre la democracia, porque en el fondo lo que Corvalán decía (siguiendo a Marx, Engels y Lenin), era que el gobierno de la UP era “democrático” y a la vez “una dictadura legal del pueblo de Chile”. Y a todo esto, ¿alguien me podría explicar qué es una dictadura legal del pueblo?

Para la teoría marxista del Estado, en la que se da un punto de vista “de clase” diametralmente opuesto al de la “ideología jurídica burguesa” (la teoría jurídica que no es marxista-leninista), toda Democracia sería una “Dictadura de Clase”. La “Democracia Burguesa” (lo que todos entendemos por democracia) sería una “Dictadura de Clase”, y la “Democracia Proletaria” también sería una “Dictadura de Clase” a la que llaman Dictadura del Proletariado.

Los marxistas sostienen que no existe contradicción alguna cuando se dice que la Dictadura del Proletariado es a la vez un nuevo tipo de democracia. Un mismo poder (el de la clase obrera) es dictadura y aplica "medidas dictatoriales" (Lenin) con relación a los enemigos del socialismo, y sería, para los marxistas-leninistas, una “auténtica democracia”, la que emplearía, con algo de suerte, métodos democráticos sólo con relación a los trabajadores. Por lo tanto, Dictadura y Democracia, llegan a ser sinónimos, lo que trae algunos problemas, como podrán entender. Para Lenin, por ejemplo, Dictadura del Proletariado y Democracia Proletaria, eran sinónimos.

“El funcionamiento mismo del sistema capitalista necesita mantener y aumentar cada vez más la explotación. Por lo tanto, para terminar con ella sólo queda un camino: la destrucción del sistema capitalista de producción. ¿Cómo hacerlo? Mediante la conquista del poder político por el proletariado. Este, por medio de una dictadura de su clase sobre las clases que se opongan, establecerá un nuevo tipo de relaciones de producción. Estas relaciones de producción socialistas, eliminan la explotación de una clase por otra y terminan, por lo tanto, con la desigualdad social”

Marta Harnecker, El Partido Vanguardia del Proletariado, 1972.

Pero como tendrán la oportunidad de comprobar, si es que conversan con un marxista-leninista sobre teoría política o económica, éste no aceptará las definiciones consensuadas o hallazgos científicos que vengan de parte de todas las sociedades y todos los humanos que no sean marxistas, y podría responder algo como “El marxismo revolucionario no tiene por qué ser subordinado a las categorías abstractas de la ciencia política, jurídica, o económica burguesa”.

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De alguna forma que nunca explican, los marxistas-leninistas creen que el Estado se extinguirá espontáneamente en algún momento de la fase socialista (Dictadura del Proletariado). Con la extinción del Estado, se pasaría a la fase comunista, al comunismo, en donde la vida sería como lo que describió Thomas More en su obra Utopía (1516) o Tomasso Campanella en su escrito La Ciudad del Sol (1623), lo que revela las profundas raíces religiosas en la idea del comunismo. En la realidad histórica ha ocurrido algo muy distinto, en los países socialistas (Dictaduras del Proletariado), el Estado, lejos de mostrar visos de extinción, se ha engrosado a niveles estratosféricos.

Visualmente, las fases hacia el comunismo dentro de la teoría marxista (“socialismo científico”) se pueden representar de la siguiente manera:

El PCCh puede utilizar el nombre de revolución democrático-burguesa o revolución democrática para denominar a la etapa que sienta las bases para entrar a la Dictadura del Proletariado (socialismo). A lo largo de su historia, el Partido ha ido variando las tácticas estratégicas y teóricas para llegar a la Dictadura del Proletariado, por ejemplo, en la época de la UP, consideraba una etapa previa a la Dictadura del Proletariado, de duración indefinida, caracterizada por un sistema económico híbrido, combinando capitalismo monopólico de Estado con un modo de acumulación proveniente del sector privado. Actualmente, esta etapa previa a la Dictadura del Proletariado, de duración indefinida, tiene las características de alejarse lo más posible del neoliberalismo, y por eso, en ocasiones, puede coincidir sólo superficialmente en apariencia (en ningún caso en fondo) con lo que planteamos desde otros sectores de la izquierda. Para poder materializar esta etapa de revolución democrático-burguesa o revolución democrática que encauza al país hacia la Dictadura del Proletariado, el PCCh busca pactar y formar alianzas con los partidos “pequeño burgueses” (otros partidos de izquierda).

Fases hacia el comunismo

Capitalismo

(Modo de producción capitalista)

Socialismo = Dictadura del Proletariado

(Fase de transición al Comunismo)

Comunismo

(No hay Estado)

- No hay Igualdad Política. - Los DD.HH. de “burgueses” y

“contrarrevolucionarios” son violados.

Nunca se ha

alcanzado esta fase.

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Para ver las formas históricas en las que han derivado los conceptos visualizados en el cuadro, revisemos qué dice Mao Tse-Tung en su obra Sobre la Dictadura Democrática Popular (1962):

"Se nos dice: ‘Vosotros sois dictatoriales’. Sí, queridos señores, tenéis razón. Nosotros lo somos efectivamente. La experiencia acumulada por el pueblo chino desde hace unas decenas de años nos dice que es necesario instaurar una Dictadura de la Democracia Popular. Esto quiere decir que los reaccionarios deben ser privados del derecho de expresar sus opiniones y que sólo el pueblo la tenga. ¿Qué es el pueblo? En China, en la etapa actual, el pueblo es la clase obrera, la clase campesina, la pequeña burguesía y la burguesía nacional. Bajo la dirección de la clase obrera y del Partido Comunista, estas clases se han unido para formar su propio Estado, eligen su propio gobierno, a fin de instaurar una dictadura sobre los lacayos del imperialismo: la clase de los terratenientes, la burguesía burocrática así como también los reaccionarios de Kuomintang y sus cómplices, representantes de aquellos, a fin de aplastarlos y de no permitirles sus actividades más que hasta cierto límite, a fin de no dejarlos sobrepasar este límite, ni con sus actos ni con sus palabras; si ellos tratan de sobrepasar este límite en sus actos y sus palabras les será prohibido y serán castigados inmediatamente", luego agrega: "Una vez liquidado el régimen reaccionario, la tierra, el trabajo y los medios de existencia serán suministrados también a las clases reaccionarias y a la pandilla reaccionaria para que sigan viviendo y para que trabajando se reeduquen, a fin de que no recurran a levantamientos, destrucciones ni sabotajes. Si no quieren trabajar, el Estado popular les obligará a ello. Por otra parte, se realizará entre ellos una asidua y cuidadosa labor política de propaganda y educación, tal como lo hemos hecho con los oficiales prisioneros. Esto también se puede llamar una política de benevolencia. Pero esto lo podremos hacer a la fuerza con los individuos de las clases hostiles, y no se puede comparar este trabajo con nuestro trabajo educativo en el seno del pueblo revolucionario. Una tal reeducación de las clases reaccionarias no puede hacerse más que en un Estado de dictadura de la democracia popular. Si este trabajo se efectúa bien, las principales clases explotadoras de China, la clase de los terratenientes y la clase de capitalistas burocráticos o sea de capitalistas monopolistas serán al fin de cuentas liquidadas".

La teoría política marxista se preocupa principalmente de la conquista del poder y deja en segundo plano a la forma del ejercicio del poder. Es ésta una de las razones por la que cualquier tiranía que ocurra durante la fase de transición (la Dictadura del Proletariado) hacia la sociedad comunista, con la consecuente violación masiva de derechos humanos, es justificada por los marxistas-leninistas.

Venezuela no se corresponde con el esquema teórico del marxismo-leninismo, ya que en el llamado socialismo del siglo XXI no se pretende llegar al comunismo, ni tampoco se estructuró el aparataje estatal como una Democracia Popular / Dictadura del Proletariado. Las razones por las cuales los marxistas-leninistas defienden a Venezuela, no así los trotskistas, son principalmente por su antimperialismo, manifestado como un odio histórico a los Estados Unidos. El concepto de Internacionalismo Proletario también está en las bases de esta defensa, aunque prima el antimperialismo. Por otro lado, el Partido Comunista de Venezuela (PCV), en septiembre del 2020, ya denunció estar recibiendo “ataques desproporcionados" del régimen de Nicolás Maduro.

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Recordemos que actualmente sólo hay cinco países que pueden ser clasificados dentro de la categoría Dictadura del Proletariado / Democracia Popular, estos son: Cuba, China, Vietnam, Corea del Norte, Laos.

Como pueden ver, el concepto de democracia para los marxistas-leninistas es extremadamente difuso, y en la realidad, muchas veces aquello a lo que ellos llaman democracia, incluso la llegan a llamar la “verdadera democracia”, son dictaduras puras y duras.

Revisemos algunos extractos del Programa del Partido Comunista de Chile (PCCh) del 2001, y haré un comentario a cada uno:

1) “Se requiere una mayoría activa, que partícipe de un proceso que construya una correlación político-militar favorable al cambio revolucionario.”

(Incluir a los militares para un “cambio revolucionario” no es democrático).

2) “El Estado Socialista dispondrá de los medios jurídicos, institucionales y materiales para garantizar la soberanía nacional y popular y enfrentar con éxito la subversión contrarrevolucionaria, interior o exterior.”

(Enfrentar la subversión contrarrevolucionaria interior no es democrático ni respeta los DD.HH. de los contrarrevolucionarios, de hecho, seguir hablando de “contrarrevolucionarios” demuestra el espíritu antidemocrático del Partido Comunista de Chile).

3) “Nos proponemos perfeccionar el centralismo democrático, acorde con la experiencia nacional e internacional.”

(El centralismo democrático, que lo propuso Lenin, no es democrático).

4) “Creemos que los contenidos esenciales del pensamiento de Marx, Engels y Lenin mantienen plena vigencia y sustentan nuestras definiciones ideológicas. Como ellos mismos lo expresaban, nunca se propusieron un sistema acabado, dogmático, sino una concepción del mundo en constante evolución, una guía para la acción.”

(El pensamiento de Marx, Engels y Lenin, no tienen plena vigencia, y van en contra de la democracia y el reconocimiento de los DD.HH., como lo veremos en la siguiente sección, y la triada de pensadores sí derivó en un pensamiento dogmático, y más que eso, los tres pensadores cayeron ellos mismos en sus propios dogmatismos y utopías).

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Téngase en cuenta, que para un marxista-leninista formado coherente, las socialdemocracias europeas como Finlandia, Suecia, Noruega, Dinamarca, etc., son todos “Estados Burgueses”, son todas “Dictaduras Burguesas”, y serían lo peor del mundo, ya que con sus Estados Benefactores han endulzado al capitalismo haciéndolo ver como viable, y esto es intolerable para un revolucionario. Estos países serían “traidores de la clase obrera”. Un marxista-leninista lo que quiere es “agudizar las contradicciones” del capitalismo, y como estos países no lo hacen, sino todo lo contrario, mejoran el capitalismo, los marxistas-leninistas en el fondo los detestan. No vaya a ser que los humanos se sientan bien y contentos bajo el horroroso sistema capitalista, ¡San Marx y San Lenin no lo permitan!

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Democracia Participativa, concepto que no tiene relación con el marxismo-leninismo

Las razones por las cuales es necesario plantear la posibilidad de desarrollar teóricamente el concepto de democracia participativa y ensayar ponerla en la práctica, son varias. Cuando hablo de democracia participativa, me refiero a algo que está aún en el papel, por lo tanto en el plano ideal. Es cierto que varios le llaman democracia participativa a las democracias de algunos países (incluido Venezuela), pero aún no hay consenso teórico sobre qué es una democracia participativa.

Hay un hecho que está ocurriendo con más fuerza desde la segunda década del siglo XXI, y es que vivimos un tiempo de Crisis de la Democracia a nivel global. Recuerden que las democracias de todo el planeta son democracias representativas, y cuando hablamos de democracia a secas, nos referimos a la democracia representativa. Las principales amenazas sobre la democracia son fundamentalmente cuatro:

1) La globalización (económica, cultural, social y también política). Esta es inevitable

como proceso histórico, por lo que lamentarse y patalear al respecto tiene poco sentido. Lo que sí es necesario, es observar detenidamente cuáles son sus efectos perniciosos para tratar de corregirlos. El más notable de éstos para el tema de la democracia, es el vaciamiento de poder de las instituciones políticas del Estado-Nación.

2) La revolución digital y tecnológica, con el surgimiento de las redes sociales digitales (Castells, 2015, 2018. Vaidhyanathan, 2018). No es necesario caer en el neoludismo para darse cuenta de que trae problemas. Al igual que con la globalización, la revolución digital y tecnológica es imparable. Son retos mayúsculos y difícilmente aprehensibles, pues en buena medida hablamos de peligros de los que no podemos ser plenamente conscientes aún. Sin embargo, podemos y debemos tratar de canalizarla en determinadas direcciones y no en otras, pero no podemos ni debemos detenerla. No debemos detenerla (por lo demás es imposible) porque justamente la solución a sus riesgos sólo puede venir de más y mejor tecnología.

3) Personas dejando de creer en la democracia. El porcentaje de ciudadanos y también de “expertos” y políticos que comienzan a considerar a la democracia como un lujo prescindible, o incluso como un mal sistema político, inferior al de ciertas dictaduras, no hace sino aumentar. Entre los ciudadanos, el fenómeno es global, está ocurriendo en todas las democracias (aunque con diferencias significativas en grado). Seguimos escuchando, por ejemplo, a marxistas de varios sabores defender a la dictadura cubana como si de una democracia se tratase; o decir que “la democracia occidental está sobrevalorada”.

4) El populismo. Maduro en Venezuela, Kirchnerismo en Argentina, Orbán en Hungría, Johnson y Farage en Gran Bretaña, Le Pen en Francia, Trump en EEUU, Bolsonaro en Brasil; estos dos últimos con una peligrosa tendencia antidemocrática, y Maduro antidemocrático consumado. Con el término populismo me refiero a aquella política que por la avidez de lograr la aprobación popular se sirve de lemas demagógicos, dice lo que “el pueblo” quiere escuchar, apela a los instintos y a las emociones, y propaga

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soluciones simplistas, dejando ampliamente fuera de consideración los previsibles costos subsecuentes y los efectos secundarios deletéreos en las instituciones democráticas y en todo ámbito en general. Hay que estar muy atentos con los destellos de este fenómeno que ya están apareciendo en Chile con algunos personalismos evidentes como el de la diputada Pamela Jiles. El populismo ha sido siempre contrario a los genuinos ideales democráticos, pero el populismo contemporáneo lo es doblemente.

Una forma de entender, por el momento, qué es una democracia participativa, puede ser, como una democracia que mantiene los principales elementos de la democracia representativa a la que se le agregan elementos nuevos de participación ciudadana como: Iniciativa popular de ley, referéndum (en Chile le llamamos comúnmente plebiscito), referéndum revocatorio, presupuesto participativo, etc. Las propuestas teóricas existentes para una democracia participativa no tiran por la borda los criterios propuestos por Robert Dahl para una democracia, parte desde ellos y puede intentar mejorarlos agregando nuevos componentes. En cambio, desde la teoría marxista no queda otra que desechar los criterios de Dahl por completo. Sebastián Linares en su libro Democracia Participativa Epistémica (2017), por ejemplo, no piensa en ningún momento en desechar el principio de Igualdad Política, sólo dice que como único principio es insuficiente, por lo que plantea incorporar una dimensión epistémica.

En fin, aún está en desarrollo la teoría para lo que sea que llegue a ser una democracia participativa, pero desde ya les digo, que el marxismo, por las razones ya expuestas, tiene poco o nada que decir en el intento de construirla. Es más, las descripciones teóricas que hay sobre esta democracia hasta el momento van en la dirección opuesta a la teoría marxista-leninista. ¿Por qué esto es así? Porque ninguna propuesta sobre una democracia participativa considera que toda democracia es “una dictadura de clase”, y porque aceptan la Igualdad Política como principio y no pretenden negarle los derechos civiles y políticos a una “clase” o a “contrarrevolucionarios”, como sí están obligados a hacerlo los marxistas-leninistas si es que quieren llegar al comunismo

Conclusiones

Se puede concluir que para que los marxistas-leninistas (incluido el PCCh y Daniel Jadue) puedan ser considerados demócratas, no les queda otra que abandonar el pensamiento y las tesis centrales de Marx, Engels y Lenin, pero con esto, evidentemente, ya no podrían ser calificados de marxistas, ni de marxistas-leninistas, ni de comunistas. Aunque créanme cuando les digo que el PCCh no abandonará nunca las tesis centrales de Marx, Engels y Lenin, ya que significaría su desaparición, por lo tanto no serán nunca demócratas. A ver si queda claro, el marxismo es incompatible con la democracia, ya sea la representativa actual o la participativa en construcción teórica, que en última instancia sigue siendo representativa.

Democracia, Dictadura, Estado, Socialismo, Comunismo

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VI) DERECHOS HUMANOS Y MARXISMO

Los marxistas en general, y los marxistas-leninistas en particular, tienen muy difícil la posibilidad de adoptar una doctrina de los Derechos Humanos (DD.HH.), por razones teóricas, prácticas, e históricas. No sólo tienen tejado de vidrio, al respecto, sino un piso de barro. Y esto lo pueden notar claramente cuando le preguntan a un marxista-leninista por los DD.HH. de forma particular sobre los países socialistas. Observarán frente a sus ojos cómo corporalmente se contorsiona entero y la cara se le pone como si se hubiese comido un limón.

Comenzaré por exponer una clasificación de los DD.HH, continuaré describiendo la batalla ideológica que se dio entre occidente y “oriente” que culminó con la redacción y publicación de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) de la ONU en 1948, en la que recién en 1966 se pudo llegar a un acuerdo sobre documentos vinculantes. Después haré una presentación de las distintas formas de fundamentar los DD.HH., para pasar a revisar el pensamiento de Marx y Lenin sobre estos derechos, y por último examinaremos con detalle la situación de los DD.HH. en Cuba.

Clasificación de los DD.HH.

Hay distintas formas de clasificar los DD.HH., presentaré la que toma en cuenta el punto de vista de su desarrollo histórico (orden en que fueron apareciendo cronológicamente). De esta forma, se pueden considerar tres generaciones de DD.HH. Los derechos que aparecen en el Preámbulo y los 30 artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, pertenecen principalmente a las dos primeras generaciones.

DD.HH. de Primera Generación

Son aquellos proclamados originalmente en los siglos XVII y XVIII y que nombramos como derechos civiles y políticos. Estos son:

• El derecho a la vida • El derecho a no ser sometidos a torturas o tratos o castigos crueles • El derecho a no ser sometido al estado de esclavitud • El derecho a la libertad y seguridad personal, incluido el derecho a un juicio justo • El derecho a la intimidad, tanto en el hogar como en la correspondencia • El derecho a la libertad de conciencia, de pensamiento y de religión

Los derechos que se adquieren cuando la persona se convierte en ciudadano (derechos políticos de participación) incluyen:

• Los derechos a la libertad de opinión y expresión • El derecho a la libertad de reunión y asociación • El derecho a tomar parte en la conducción de asuntos públicos, incluido el derecho

a elegir y ser elegido, a participar en la vida pública del país por medio del sufragio secreto e informado y sin discriminaciones.

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DD.HH. de Segunda Generación

Son los que se califican como derechos económicos, sociales y culturales, desarrollados a partir de mediados del siglo XIX y vigorosamente impulsados en el siglo XX. Estos son:

• El derecho al trabajo • El derecho a la seguridad social • El derecho al acceso a la educación • El derecho a la sindicalización y la huelga • El derecho a la asistencia médica • El derecho a la cultura

Son derechos que exigen una acción del Estado para procurar su realización. El Estado tiene el rol destacado para garantizar, en la medida de sus posibilidades, el goce de estos derechos.

DD.HH. de Tercera Generación

No hay uniformidad de criterios para dar a esta Tercera Generación un calificativo que la distinga. Serían los derechos del humano frente a los efectos relacionados o derivados del desarrollo económico, científico y tecnológico después de la segunda guerra mundial. Comprende derechos desarrollados recientemente y que pueden o no tener a la individualidad del ser humano como titular. Entre ellos están: el derecho al disfrute de los avances científicos, el derecho a no ser objeto de experimentos médicos sin el pleno consentimiento, el derecho de identidad de género y orientación sexual, derivado del principio de no discriminación, y el derecho sexual reproductivo. Se incluye también en esta generación a los Derechos de Solidaridad: derecho a la asistencia humanitaria, a la autodeterminación de los pueblos, al desarrollo, al medio ambiente saludable, y a la preservación de los recursos naturales para nuevas generaciones. También hay que incluir en esta generación a los llamados derechos colectivos: derechos de los pueblos autóctonos, derechos de los grupos raciales discriminados.

Los derechos de Tercera Generación al inicio del siglo XXI, todavía se encuentran en proceso de formación conceptual. Su definición, reconocimiento y garantía internacional permanecen en la etapa de debate y análisis. También está abierta la discusión de agregar una Cuarta generación de derechos, que tendrían relación con el desarrollo tecnológico y las tecnologías de la información y la comunicación y el ciberespacio.

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Debate entre occidente y “oriente” por llegar a acuerdos en DD.HH.

La historia de cómo se llega a una concepción sobre los DD.HH. es larga y remontable a un pasado muy distante. El tema de este origen no lo trataré, y me remitiré a las pugnas que se dieron en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) y los Pactos Internacionales.

El escenario en que se dio la discusión es posterior a la segunda guerra mundial. Las coordenadas sobre un nuevo acuerdo multinacional fueron establecidas con la pretensión de respetar la nueva realidad internacional posguerra, polarizada entre el código de valores del mundo occidental, basado en la democracia representativa, la economía de mercado y la práctica del Estado de Derecho, y el código de valores del socialismo real de impronta soviética, basado en el dominio totalitario del Partido-Estado en todas las esferas de la vida política, económica y social.

A pesar de estas contraposiciones, y con el objetivo supremo de preservar la paz, la comunidad internacional se vio forzada a diseñar un marco común de actuación mediante la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), e incluso a aceptar unas normas básicas de entendimiento, que quedaron establecidas en la Carta de las Naciones Unidas (1945). Esta buena disposición de las naciones de la ONU, y en particular de las dos grandes potencias (EEUU y la URSS), para fortalecer el marco de organización de Naciones Unidas como piedra angular de la convivencia entre todas las naciones, se vio alterada por la ruptura de la “gran alianza” entre los EEUU y la URSS y el comienzo de la guerra fría a partir de 1947. La nueva situación mundial de polarización influyó decisivamente en las tareas que la ONU tenía en marcha, especialmente en la elaboración del documento que debía contener la DUDH. En un ambiente totalmente mediatizado por la situación de la guerra fría que el mundo había comenzado a sufrir, los trabajos sobre el contenido de una magna declaración de DD.HH. siguieron su curso, aunque no dejaron de verse afectados por la creciente pugna entre las dos potencias. A pesar de estas dificultades, los negociadores fueron capaces de plasmar, en no poca medida, todo el corpus de derechos civiles, políticos y sociales que existía hasta esa fecha, considerados a partir de ese momento como derechos humanos básicos, inalienables y de carácter universal. Si bien es cierto que no se consiguió que la DUDH, aprobada en 1948, tuviera carácter vinculante y fuera de obligado cumplimiento para todas las naciones de la ONU, sus postulados pasaron a ser de referencia obligada en las nuevas relaciones internacionales, por más que en las tres cuartas partes del planeta los DD.HH. hayan sido silenciados o violados sistemáticamente.

La Declaración Universal de Derechos Humanos fue aprobada mayoritariamente por los países miembros de la ONU el 10 de diciembre de 1948, con cuarenta y ocho votos a favor, ocho abstenciones y dos ausencias. El texto final de la Declaración no recibió el apoyo de los países socialistas (URSS -con Ucrania y Bielorrusia-, Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia), que se abstuvieron en bloque, y lo mismo hizo la Unión Sudafricana y Arabia Saudita. En realidad, este comportamiento demostraba las auténticas intenciones en el campo de los DD.HH. del bloque comunista, de la Sudáfrica segregacionista y de la monarquía islámica saudita: silenciarlos, despreciarlos y violarlos sistemáticamente, y fue exactamente lo que pasó. En consonancia con su tradición revolucionaria, y con hondo desprecio por los derechos y libertades fundamentales de raíz liberal y democrática, la Unión Soviética y sus satélites se desmarcaron de la DUDH.

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Debate entre occidente y “oriente” por llegar a acuerdos en DD.HH.

La historia de cómo se llega a una concepción sobre los DD.HH. es larga y remontable a un pasado muy distante. El tema de este origen no lo trataré, y me remitiré a las pugnas que se dieron en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) y los Pactos Internacionales.

El escenario en que se dio la discusión es posterior a la segunda guerra mundial. Las coordenadas sobre un nuevo acuerdo multinacional fueron establecidas con la pretensión de respetar la nueva realidad internacional posguerra, polarizada entre el código de valores del mundo occidental, basado en la democracia representativa, la economía de mercado y la práctica del Estado de Derecho, y el código de valores del socialismo real de impronta soviética, basado en el dominio totalitario del Partido-Estado en todas las esferas de la vida política, económica y social.

A pesar de estas contraposiciones, y con el objetivo supremo de preservar la paz, la comunidad internacional se vio forzada a diseñar un marco común de actuación mediante la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), e incluso a aceptar unas normas básicas de entendimiento, que quedaron establecidas en la Carta de las Naciones Unidas (1945). Esta buena disposición de las naciones de la ONU, y en particular de las dos grandes potencias (EEUU y la URSS), para fortalecer el marco de organización de Naciones Unidas como piedra angular de la convivencia entre todas las naciones, se vio alterada por la ruptura de la “gran alianza” entre los EEUU y la URSS y el comienzo de la guerra fría a partir de 1947. La nueva situación mundial de polarización influyó decisivamente en las tareas que la ONU tenía en marcha, especialmente en la elaboración del documento que debía contener la DUDH. En un ambiente totalmente mediatizado por la situación de la guerra fría que el mundo había comenzado a sufrir, los trabajos sobre el contenido de una magna declaración de DD.HH. siguieron su curso, aunque no dejaron de verse afectados por la creciente pugna entre las dos potencias. A pesar de estas dificultades, los negociadores fueron capaces de plasmar, en no poca medida, todo el corpus de derechos civiles, políticos y sociales que existía hasta esa fecha, considerados a partir de ese momento como derechos humanos básicos, inalienables y de carácter universal. Si bien es cierto que no se consiguió que la DUDH, aprobada en 1948, tuviera carácter vinculante y fuera de obligado cumplimiento para todas las naciones de la ONU, sus postulados pasaron a ser de referencia obligada en las nuevas relaciones internacionales, por más que en las tres cuartas partes del planeta los DD.HH. hayan sido silenciados o violados sistemáticamente.

La Declaración Universal de Derechos Humanos fue aprobada mayoritariamente por los países miembros de la ONU el 10 de diciembre de 1948, con cuarenta y ocho votos a favor, ocho abstenciones y dos ausencias. El texto final de la Declaración no recibió el apoyo de los países socialistas (URSS -con Ucrania y Bielorrusia-, Polonia, Checoslovaquia y Yugoslavia), que se abstuvieron en bloque, y lo mismo hizo la Unión Sudafricana y Arabia Saudita. En realidad, este comportamiento demostraba las auténticas intenciones en el campo de los DD.HH. del bloque comunista, de la Sudáfrica segregacionista y de la monarquía islámica saudita: silenciarlos, despreciarlos y violarlos sistemáticamente, y fue exactamente lo que pasó. En consonancia con su tradición revolucionaria, y con hondo desprecio por los derechos y libertades fundamentales de raíz liberal y democrática, la Unión Soviética y sus satélites se desmarcaron de la DUDH.

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Sin poder justificar de otra manera su actitud, los dirigentes soviéticos afirmaron no sentirse vinculados al texto final por considerarlo un catálogo de intenciones vacío de contenido que sólo pretendía servir a los intereses ideológicos de occidente. En todo caso, el actuar de la Unión Soviética fue totalmente coherente con los principios marxistas-leninistas, y pretendió huir en la práctica de toda evaluación comparativa con el mundo occidental. En efecto, ni siquiera el que toda una serie de derechos económicos y sociales formara parte de la DUDH hizo cambiar de parecer a la Unión Soviética sobre la misma, porque incluso en este terreno, y más allá de las proclamas que anunciaban las conquistas de las que gozaba el proletariado en el socialismo real, el sistema comunista presentaba grandes lagunas. Era precisamente en el socialismo real donde se daban varios tipos de explotación, si uno es capaz de mirar por sobre el sesgo economicista binario que se presenta en la teoría marxista. El bloque soviético pensó que los DD.HH. serían utilizados por los “enemigos de la patria del socialismo” para hostigarlos constantemente, y no se equivocaban en esto. Pero no se puede pasar por alto los terribles efectos que tuvo para los países del socialismo real y para el conjunto de su población, el rechazo preconizado por la URSS a la Declaración Universal de Derechos Humanos, el comportamiento de la Unión Soviética en este terreno influyó decisivamente para que la represión, el terror y los crímenes por motivos políticos, se instalara en todo el universo comunista, ya se tratase de Europa del Este con sus democracias populares, de Asia con la impronta de la China maoísta, de África y el afrocomunismo, o de Latinoamérica con Cuba; todos, de una u otra forma, construidos según el modelo totalitarista soviético.

La tajante división entre un mundo capitalista y mundo comunista continuó provocando innumerables tensiones, lo que explica la extrema complejidad y larga duración que debían conducir a la firma de un Pacto Internacional de Derechos Humanos, el que, a diferencia de la DUDH, tendría un carácter vinculante. Las negociaciones se iniciaron inmediatamente después de la aprobación de la Declaración en 1948. Debido a las diferencias en las visiones sobre los DD.HH., los Pactos tuvieron que dividirse en dos, un Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y un Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, los que se aprobarían finalmente en 1966, 18 años después de la aprobación de la DUDH, y sólo en 1976 se alcanzó el número de firmas de países miembro requeridas para que éstos entraran en vigencia.

En los Pactos se incluyó el derecho a la Autodeterminación por presión del bloque afroasiático, el que no estaba en la DUDH. Por otro lado, por presión del bloque soviético se tuvieron que sacar de los Pactos tres derechos que sí estaban en la DUDH en distintos artículos. Los derechos que se quitaron fueron: el derecho a la nacionalidad (artículo 15), el derecho al asilo (artículo 14), y por supuesto, el derecho de propiedad (artículo 17).

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Fundamentación filosófica de los DD.HH.

El tema de la fundamentación de los DD.HH. puede resultar algo tediosa, pero vamos, aguántenme.

Para aquellos que somos materialistas y realistas ontológicos, y realistas

gnoseológicos, por lo tanto ateos y no creyentes en lo “sobrenatural”, nos es difícil aceptar las fundamentaciones iusnaturalistas puras, especialmente aquellas con raíces religiosas, aunque hay una escuela racionalista iusnaturalista laica. Sin embargo, no nos queda otra opción que recurrir a algún tipo de fundamentación híbrida entre iusnaturalismo y iuspositivismo, porque fundar los DD.HH. en un iuspositivismo puro, trae algunos problemas. Como dijo Gregorio Peces Barba (1938-2012), quien no fue precisamente un defensor del iusnaturalismo, en la actualidad los sectores iusnaturalistas y iuspositivistas más conscientes y menos extremos tienden a superar la contradicción en sus posturas relativas a los derechos humanos a través de un acercamiento de sus respectivas posiciones teóricas.

Cuando hablo de fundamentación me estoy refiriendo a los diferentes modos de

argumentar a favor de la existencia de los DD.HH., junto con sus características más sobresalientes. Para que se entienda el abordaje que haré de los textos de Marx y Lenin, tengo que tratar la fundamentación.

Hay distintas formas de fundamentar los DD.HH.: Iusnaturalista (basadas en el

derecho natural), iuspositivista (basadas en el derecho positivo), ética, dualista, historicista-relativista, y otras. Daré algunas definiciones que son necesarias.

Derecho natural: Es el ordenamiento jurídico que nace y se funda en la naturaleza

humana, no debiendo su origen, por tanto, a la voluntad normativa de ninguna autoridad, como ocurre con el derecho positivo.

Derecho positivo: Está constituido por el conjunto normativo vigente en un momento

determinado; es decir, es el conjunto de reglas que, por hallarse en vigor, han de aplicarse a los casos que lo ameriten con la garantía última del Estado. En este sentido, puede decirse que el Derecho positivo se contrapone al Derecho natural por cuanto éste representa un conjunto de normas posibles de aplicar pero que, por no estar recogidas en el ordenamiento jurídico, no gozan de la vigencia propia del Derecho positivo.

Para las definiciones de iusnaturalismo y iuspositivismo (positivismo jurídico) usaré las

que propuso Norberto Bobbio (1909-2004): "Por 'iusnaturalismo' entiendo aquella corriente que admite la distinción entre derecho natural y derecho positivo y admite la primacía del primero sobre el segundo. Por 'positivismo jurídico' entiendo aquella corriente que no admite la distinción entre derecho natural y derecho positivo y afirma que no existe otro derecho que el derecho positivo. Obsérvese la asimetría de las dos definiciones... El iusnaturalismo afirma la superioridad del derecho natural sobre el derecho positivo; el positivismo jurídico afirma la exclusividad del derecho positivo. El iusnaturalismo no afirma que exista únicamente el derecho natural, sino que existe también el derecho positivo aunque en una posición de inferioridad con respecto al derecho natural. Más brevemente: por iusnaturalismo entiendo la superioridad del derecho natural sobre el derecho positivo; por positivismo jurídico la teoría de la exclusividad del derecho positivo. El iusnaturalismo es dualista; el positivismo jurídico, monista".

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Para los DD.HH. utilizaré la definición propuesta por Antonio Enrique Pérez Luño, ya que ésta escapa al dilema clásico entre iusnaturalismo y iuspositivismo al conjugar las dos dimensiones que integran la noción general de los DD.HH., a saber, la exigencia iusnaturalista respecto a su fundamentación y las técnicas de positivización y protección, que dan la medida de su ejercicio y eficacia práctica. Según este autor los derechos humanos son "un conjunto de facultades e instituciones que, en cada momento histórico, concretan las exigencias de la dignidad, la libertad y la igualdad humanas, las cuales deben ser reconocidas positivamente por los ordenamientos jurídicos a nivel nacional e internacional”.

Revisemos ahora las principales formas de fundamentar los DD.HH. Fundamentación iusnaturalista Es la que ha gozado históricamente de mayor tradición y prestigio. Se basa en la

postulación del derecho natural, entendiendo por tal el que es considerado como que resulta de la naturaleza de los humanos y de sus relaciones, independientemente de toda convención o legislación. Este derecho es previo y superior al positivo y se deriva de la misma “naturaleza humana”. La fundamentación iusnaturalista está de fondo en las grandes declaraciones de derechos del siglo XVIII, incluyendo la Declaración de Independencia de los EEUU y la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Lo problemático de una fundamentación exclusivamente iusnaturalista, es que el concepto de “naturaleza humana” puede ser concebido de diversas formas que incluso pueden llegar a ser contrapuestas, y es un concepto que ha servido de pretexto para justificar cualquier cosa desde las posiciones conservadoras.

Fundamentación iuspositivista Es la posición que sostiene que no existe más derecho que el creado por la voluntad

del legislador. No existe derecho ni normas objetivamente válidas, anteriores o superiores al derecho positivo, al derecho “puesto” por el Estado. En lo que respecta a los DD.HH., plantea que éstos sólo son derechos cuando resulten reconocidos por el ordenamiento legal, y respaldados por la tutela jurídica del Estado. Dentro del iuspositivismo más suavizado no se excluyen unos contenidos o antecedentes previos a los que la sociedad preste algún tipo de acuerdo o consenso como base de los derechos. Pero, antes de su determinación y concreción en normas positivas, no se les considera propiamente derechos.

El problema con adoptar un positivismo jurídico duro, es que se podría justificar, por

ejemplo, una hipotética norma jurídica en el periodo de la Alemania nazi que le otorgue a los ciudadanos que se consideren de “raza aria”, como derecho fundamental, la facultad para exterminar directamente a los judíos, sin que esto pueda ser constitutivo de delito, ya que está escrito en la ley que eliminar judíos sería un “derecho fundamental” de todos aquellos que se consideren “arios”. Por lo tanto sería conveniente rechazar al iuspositivismo duro para fundamentar los DD.HH., ya que puede conducir al totalitarismo y al genocidio. Los juicios de Núremberg (1945-1946) en el fondo implicaron un rechazo a las tesis centrales del positivismo jurídico, justamente por lo ocurrido en la Alemania nazi.

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Fundamentación ética y dualista Eusebio Fernández García es un teórico que defiende la fundamentación ética, y con

ella intenta superar el binomio iusnaturalismo-iuspositivismo. Postula que el origen y fundamento de los DD.HH. no puede ser jurídico, sino previo a lo jurídico, es decir, suprapositivo. El derecho positivo no crea los DD.HH., sino que, al reconocerlos y convertirlos en normas jurídicas, los garantiza jurídicamente. En sus palabras: "la idea de que ese fundamento no puede ser más que un fundamento axiológico o valorativo, en torno a exigencias que consideramos imprescindibles, como condiciones inexcusables de una vida digna, es decir, de exigencias derivadas de la idea de dignidad humana". El autor propone que los DD.HH. son “derechos morales”. Lo interesante de Fernández es que no se queda en la simple defensa de la existencia de los DD.HH. como derechos naturales, independientemente de su incorporación al derecho positivo, sino que propugna la existencia y reconocimiento, protección y garantías jurídicas plenas, y es capaz de superar el positivismo, porque defiende la existencia de los DD.HH. aún en el caso de que estos no hayan sido incorporados al ordenamiento jurídico.

Gregorio Peces Barba propone una fundamentación que denomina “dualista”, y que

también pretende armonizar las perspectivas iusnaturalistas y iuspositivistas. Fundamentación historicista y relativista Esta denominación algo abierta, incluye a las teorías de autores que sostienen que los

DD.HH. son variables y relativos a cada momento histórico y social. La fundamentación historicista la esgrime Benedetto Croce (1866-1952), y según él

los DD.HH. "hay que reducirlos, a lo sumo, a derechos del hombre en la historia. Esto equivale a decir que los derechos son aceptados como tales para hombres de una época particular. No se trata, por consiguiente, de demandas eternas, sino de derechos históricos, manifestaciones de las necesidades de tal o cual época e intentos de satisfacer dichas necesidades”.

Norberto Bobbio tiene una postura que podría ser calificada como historicista y

relativista. Para Bobbio, lo principal no es intentar fundamentar los DD.HH., ya que ya sabemos que existen, ya sabemos que están escritos en la Declaración Universal de Derechos Humanos; para él lo importante es protegerlos. Pero Bobbio igual propuso un fundamento, el consenso. Revisémoslo con sus palabras: "Con el argumento del consenso se sustituye la prueba de la objetividad, considerada imposible o extremadamente incierta, por la de la intersubjetividad. Ciertamente se trata de un fundamento histórico y, como tal, no absoluto; pero el histórico del consenso es el único fundamento que puede ser probado factualmente... (Así) la Declaración universal de los derechos humanos puede ser aceptada como la mayor prueba histórica que nunca haya existido del 'consensus omnium gentium' acerca de un sistema de valores. Por primera vez en la historia un sistema de principios fundamentales de la conducta humana ha sido libre y expresamente aceptado, a través de sus gobiernos respectivos, por la mayor parte de los hombres que habitan la tierra. Con esta declaración un sistema de valores es universal no en principio sino de hecho, en cuanto que el consenso sobre su validez e idoneidad ha sido explícitamente declarado... Después de la Declaración podemos tener la certidumbre histórica de que la humanidad comparte algunos valores comunes y podemos creer finalmente en la universalidad de los valores en el único

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sentido en que tal creencia es históricamente legítima, es decir, en el sentido en que universal significa lo objetivamente acogido por el universo de los hombres”.

La postura del consenso como fundamento para los DD.HH. ha tenido bastante

influencia en la filosofía política y del derecho, y ayuda a superar el positivismo duro. Se puede considerar una postura pragmática.

Habiendo revisado las principales formas de fundamentar los DD.HH, podemos

preguntarnos si es posible, e intelectualmente legítimo, hablar de derechos humanos desde una perspectiva marxista. Esta pregunta ya ha sido planteada por algunos autores marxistas que han escrito acerca del tema, intentando conciliar la teoría marxista con los DD.HH. Dentro de éstos tenemos al jurista soviético V. Kótok en su trabajo sobre el Derecho Constitucional de la URSS (1962), al filósofo en derecho húngaro Imre Szabo (1967), y al filósofo alemán Ernst Bloch. Además, todas estas elucubraciones teóricas van acompañadas de una intensa actividad de los militantes marxistas en las asociaciones defensoras de los derechos humanos, lo que haría suponer que disponen de un cierto fundamento doctrinario (o al menos credenciales históricas) en lo que se refiere al tema o, que existirían ciertas bases teóricas dentro de la ideología marxista, que justificarían el accionar de sus militantes en favor de los DD.HH.

Pero antes de introducirnos en los textos de Marx, es necesario realizar una precisión, me refiero al hecho de que, ya sea en el uso vulgar del término, en el que se le da en las declaraciones internacionales, o en el tratamiento que le otorgan los juristas y estudiosos del tema, se supone que los DD.HH. tienen una jerarquía, axiótica o normativa, superior a la de aquellos derechos que otorga la legislación positiva, entendiendo a la ley positiva como a las normas que están escritas y vigentes. Para que hablar de DD.HH. tenga sentido, es necesario reconocer la existencia de otra fuente de prerrogativas jurídicas aparte de la legislación estatal, es decir, hay que distanciarse el iuspositivismo duro y anclarse de alguna forma en un suprapositivismo. Ya lo revisamos, puede ser la “dignidad de la persona”, el “consenso” de los humanos, o la “naturaleza de las cosas” para el caso de los que sean iusnaturalistas puros, pero como sea, habrá de tratarse de una fuente distinta a la autoridad del Estado, y a la cual éste debe conformarse. Para la protección y promoción de los DD.HH., es el Estado el agente garante de ellos, pero no es su fuente.

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Los DDHH en los textos de Marx

Cuando Marx habla de los Derechos del Hombre o Derechos Humanos, se refiere a los que están en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (1776), y a La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) de la Revolución Francesa, con su Constitución (1791). En éstas están contenidos, principalmente, lo que a futuro se llamarán los DD.HH. civiles y políticos (los de primera generación). La postura de Marx con respecto a los DD.HH. oscila entre la ambigüedad a la hostilidad abierta. En realidad es más bien contrario a éstos.

En su escrito Sobre la cuestión Judía (1843), Marx pone en evidencia su ruptura total con la concepción jurídica liberal, y realiza una dura crítica a los Derechos del Hombre.

“Constatemos ante todo el hecho de que, a diferencia de los droits du citoyen, los llamados derechos humanos, los droits de l’homme, no son otra cosa que los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir del hombre egoísta, separado del hombre y de la comunidad”

Luego considera cada uno de los derechos enunciados por la declaración francesa, afirmando que la libertad proclamada en ella:

“…es el derecho de hacer y deshacer lo que no perjudique a otro. Los límites, en los

que cada uno puede moverse sin perjudicar a otro, se hallan determinados por la ley, lo mismo que la linde entre dos campos por la cerca. Se trata de la libertad del hombre en cuanto mónada aislada y replegada en sí misma (...); el derecho de libertad no reposa en la unión del hombre con el hombre”.

Respecto a la propiedad, escribe: “…es el derecho de gozar y disponer de la propia riqueza arbitrariamente, sin cuidarse

de los otros hombres, independientemente de la sociedad; es el derecho del egoísmo”, y “todo hombre está igualmente considerado como una mónada que descansa sobre sí misma”.

Marx nos dice que: “Ninguno de los llamados derechos humanos va, por tanto, más allá del hombre

egoísta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir del individuo replegado sobre sí mismo, su interés privado y su arbitrio privado, y disociado de la comunidad. Lejos de concebir al hombre como ser a nivel de especie, los derechos humanos presentan la misma vida de la especie, la sociedad como un marco externo a los individuos, como una restricción de su independencia originaria. El único vínculo que los mantiene unidos es la necesidad natural, apetencias e intereses privados, la conservación de su propiedad y de su persona egoísta”. “En el Estado, donde el hombre vale como ser genérico, es miembro imaginario de una soberanía imaginaria, despojado de su vida real e individual y lleno de una universalidad irreal”

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En La Sagrada Familia (1845), escrita junto con Engels, dice:

“El reconocimiento de los derechos del hombre por parte del estado moderno, no tiene otra significación que el reconocimiento de la esclavitud por el estado antiguo. La esclavitud era la base del estado antiguo; la base del estado moderno es la sociedad burguesa, es decir, el hombre independiente unido a los otros hombres por el vínculo del interés privado”

Marx impugna a los Derechos del Hombre desde una concepción colectivista (holista). Para Marx, el verdadero hombre es social, el hombre colectivo: hablar de “dignidad de la persona humana” sería, para él, un juego de palabras que llevó a cabo la revolución burguesa (revolución francesa) con La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Su postura sería que sólo transformándose en sociedad y desapareciendo como individuo, podrá emanciparse el hombre integralmente.

Si lo que Marx piensa es que no se debe hablar de hombre, sino de un proceso, si el hombre singular no es más que una abstracción, si lo que existe, o debe llegar a ser, es el Hombre como colectividad que produce y se autoproduce y cuya estructura fundante es la economía, sería necesario eliminar previamente toda esfera de lo privado. Por esto, para Marx los Derechos del Hombre no son más que una nueva forma de alienación.

Los Derechos Humanos no serían sino la expresión circunstancial de una forma

específica de alienación política, la que tendría lugar en los “Estados Burgueses Democráticos”. El hombre auténtico, el “hombre genérico”, y que no es propiamente hablando un individuo, entonces, sólo podrá surgir sobre las ruinas de la sociedad burguesa y sobre las ruinas de la ideología de esta sociedad (los Derechos del Hombre). Evidentemente, este “hombre genérico” que se confunde con la sociedad, no podría ser titular de derechos objetivos y menos aún de derechos subjetivos suprapositivos: (Derechos del Hombre o Derechos Humanos)

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Los DD.HH., siguiendo con Marx y entrando en la teoría marxista con Lenin

Pero más allá de los textos de Marx, interesa indagar si el sistema marxista de pensamiento permite concebir la noción que se significa con el término Derechos Humanos. Un estudio más o menos integral de la teoría marxista (ya revisamos sus principales pilares teóricos) lleva necesariamente a una respuesta negativa. Por más que se la fuerce, la perspectiva marxista no permite elaborar un concepto, y menos aún una doctrina coherente acerca de los DD.HH. Esto es principalmente por tres razones.

1) Desde la óptica marxista, el individuo es una mera “idealidad”, lo verdaderamente real sería la sociedad. La sociedad es la única “persona”, tal como lo enseñaba Hegel. Marx nuevamente escribe en El Capital:

“…quien como yo concibe el desarrollo de la formación económica de la sociedad como un proceso histórico-natural, no puede hacer al individuo responsable de la existencia de relaciones de las que él es socialmente criatura”.

Esta “criatura” de las relaciones sociales, de las que no es responsable, mal puede

determinar su conducta y adquirir así el carácter de sujeto de derechos, incluidos los DD.HH. 2) La concepción marxista aparece claramente como hiperpositivista, es decir, como

negadora de la existencia de cualquier instancia jurídica que no surja de las decisiones del poder del Estado, determinado éste, a su vez, por las relaciones de producción económica.

Si agregamos que el pensador de Tréveris ya había escrito en La Sagrada Familia que “el derecho no aporta nada, sino que se conforma con sancionar lo que existe” y que más tarde afirmará que “el derecho no puede jamás estar a nivel superior al de la forma económica de la sociedad” y que pretender otra cosa significa caer en ”las ilusiones de un derecho ideológico, tan caras a los demócratas franceses”, no pueden caber dudas acerca del crudo positivismo que preside toda la visión jurídica de Marx. Existiría, por lo tanto, una relación de dominio entre la infraestructura económica y la superestructura jurídica (recuerden el materialismo histórico), relación que resulta totalmente ajena a cualquier juicio de valor, a cualquier estimación acerca de su justicia o injusticia.

Pero entonces, si se repudia cualquier criterio de justicia, se niega toda instancia valorativa suprapositiva, y se reduce al derecho a un mero elemento funcional de las estructuras económicas, regidas éstas a su vez por una legalidad de tipo natural–determinista, entonces, no es posible concebir la existencia de unos “derechos humanos” que el poder del Estado deba necesariamente respetar. La función del derecho, según las palabras de Marx es “sancionar lo que existe”, por el contrario, la función que se atribuye a los Derechos Humanos es la de corregir o mejorar lo que existe, y aparecen como criterios de reforma de las estructuras jurídicas que puedan considerarse injustas para el hombre. Para el marxismo, esta reforma no es posible, sería un “reformismo pequeñoburgués”, y el criterio valorativo de justicia sería una “ilusión de los demócratas franceses”. No hay cabida, por lo tanto, en el sistema inaugurado por Marx, para una noción y muchos menos para una doctrina de los derechos fundamentales del hombre o DD.HH.

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“Marx explícitamente niega defender una particular concepción de la justicia. Afirma que las teorías sobre la moralidad y la justicia son construcciones ideológicas, únicamente útiles para justificar y perpetuar las relaciones de propiedad existentes.

Tampoco hay una teoría comunista de la justicia. Más bien el comunismo será una sociedad situada más allá de la justicia. Por razones similares, Marx rechazaba también la idea de que el comunismo sustituye las motivaciones egoístas por motivaciones altruistas y aseguraba que la distinción misma entre altruismo y egoísmo sería trascendida en el comunismo.

Queda el enigma de cómo Marx podía defender estas ideas y caracterizar asimismo al capitalismo y al comunismo en términos que sugieren claramente una concepción particular de justicia. Nos quedamos con la respuesta, aunque difícil de aceptar cuando se trata de un escritor de la talla de Marx, de que no entendía realmente lo que hacía” (Elster, 1986)

3) El marxismo, como todo sistema revolucionario, niega la posibilidad del derecho como un elemento permanente de una sociedad. Marx esperaba la extinción total del derecho en la siempre futura “sociedad sin clases”. Pero no se trata de que en esta sociedad sin clases (la sociedad comunista) del futuro quede suprimida solamente la forma “burguesa” del derecho, por el contrario, Marx es muy explícito al respecto en La ideología alemana (1845):

“por lo que al derecho se refiere, nosotros hemos puesto de relieve, entre muchos

otros, la contraposición entre el comunismo y el derecho, tanto el político como el privado y bajo la forma más general de todas, el derecho humano. Véanse los Anales Franco-Alemanes donde se concibe al privilegio, al derecho preferente, como lo que corresponde a la propiedad privada vinculada a un estamento y al derecho en general como lo que corresponde al estado de la libre propiedad privada”.

Marx consideraba a la extinción del derecho en esta sociedad futura, como algo bueno

y deseable, por ende, en la fase comunista los DD.HH. dejarían de tener sentido, pues la consecución de la libertad y de la igualdad reales, según Marx, va aparejada con la desaparición del derecho y del Estado.

Para un revolucionario marxista, el porvenir a la distancia posrevolucionaria aparece

como necesariamente anárquico (ausencia de Estado) y armonioso, sin ningún dominio o autoridad y presidido por una espontánea concordia de todos los hombres. Como escribe en el Manifiesto Comunista (1848):

“El lugar de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y contradicciones de clases, será ocupado por una asociación en la cual el libre desarrollo de cada cual será la condición para el libre desarrollo de todos”.

El limitado mundo de los repartos, las compensaciones económicas, resulta repugnante para el revolucionario formado. Él está jugado en una empresa totalizadora para la salvación perfecta de los hombres. El derecho le aparece como algo diminuto, mezquino, insignificante, comparado con la grandiosa tarea salvífica en que está empeñado. Por ello Marx llama a las argumentaciones sobre la igualdad de derechos y la distribución equitativa “antiguas frases descalificadas” o “vieja letanía democrática”.

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Citemos una vez más a nuestro marxista analítico Jon Elster refiriéndose a Marx sobre este asunto:

“Es también bastante inaceptable. Por una parte, desprecia el hecho de que los individuos que viven aquí y ahora tienen derechos que nos impiden sacrificarlos como peones en el gran juego de la historia. Por otra parte, incluso si dejamos de lado la cuestión de los derechos y consideramos el asunto como un puro cálculo utilitarista, el sacrificio de ciudadanos en aras de las futuras generaciones no puede justificarse a no ser que supongamos, de forma injustificable, que somos capaces de conocer con certeza que ello es suficiente y necesario para producir el comunismo (como Marx lo concebía). Quizá la parte más desastrosa del legado del marxismo sea la soberbia intelectual implícita en el convencimiento de que se pueden conocer y predecir con seguridad los resultados de los conflictos diarios y utilizar este conocimiento para justificar las estrategias adoptadas en la lucha”. (Elster, 1986)

Para terminar con las citas de Marx, no puedo dejar de mostrar cómo en su escrito El 18 brumario de Luis Bonaparte (1851), se refirió en términos sarcásticos al lema de la Revolución Francesa, Liberté, égalité, fraternité (libertad, igualdad, fraternidad,) cambiándolo por ¡Infantería, caballería, artillería!:

“Tantas veces como durante estas vacaciones se acallaba el turbador ruido del parlamento y su cuerpo se disolvía en la nación, se ponía inequívocamente de manifiesto que sólo faltaba una cosa para rematar la auténtica hechura de esta república: hacer permanentes las vacaciones del parlamento y sustituir su divisa Liberté, égalité, fraternité por las palabras unívocas ¡Infanterie, Cavallerie, Artillerie!”

Recordando el materialismo histórico, podemos decir, que desde el marxismo se considera al sistema jurídico como parte de la superestructura, la que estaría determinada por la infraestructura económica formada por las relaciones de producción existentes en cada momento histórico, pero ya vimos que esto no es así, es completamente irrealista. Desde el marxismo los derechos vendrían a ser el resultado de la relación entre el Estado y sus ciudadanos, y como la economía en un Estado Socialista está en manos del Estado y es centralmente planificada, o, es el Estado quien determina las condiciones para que existan estos derechos, desde el momento en que definen “por decreto de fe marxista” que el Estado es el representante de los intereses del pueblo (en rigor un Partido Comunista o la Vanguardia marxista-leninista), sus ciudadanos no tienen derecho en contra o frente al Estado.

Bueno, si con Marx partimos pisando arena con tobillos luxados con respecto al tema de los DD.HH., con Lenin entramos en un barrial con los tobillos fracturados.

Lenin, continuando con el pensamiento de Marx, consideraba a los derechos civiles como “una infracción de la igualdad” y una “injusticia basada en el derecho burgués”. Rechazando frontalmente la idea de igualdad, sostuvo que los burgueses no podían tener los mismos derechos que los proletarios. En su libro El Estado y la Revolución (1917), nos dice que el Estado Socialista reconocía la subordinación de la minoría a la mayoría, es decir, una organización destinada a ejercer la violencia sistemática de una clase contra otra, de una parte de la población contra otra. En la Declaración de los derechos del pueblo trabajador y explotado (1918), la idea de igualdad de derechos aparece negada como se puede ver en este extracto:

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“La Asamblea constituyente estima que hoy, en el momento de la lucha final del pueblo contra sus explotadores, no puede haber lugar para estos últimos en ninguno de los órganos de poder. El Poder debe pertenecer íntegra y exclusivamente a las masas trabajadoras y sus representantes plenipotenciarios, los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos”.

Como ven, nada de igualdad ante la ley, lo que en la práctica significa no reconocer

los derechos civiles y políticos, y así fue y sigue siendo en los países con Democracias Populares / Dictaduras del proletariado.

Esto, como ya lo vimos, es incompatible no sólo con el respeto a los DD.HH., sino con la democracia, ya que para que ésta exista, se tiene que velar por que haya una Igualdad Política, y Lenin la niega para los “burgueses” y “contrarrevolucionarios”.

El jurista ruso Vladimir Alexeevich Kartashkin expresa que: “La teoría socialista de los DD.HH. parte de la premisa de que los derechos y libertades

humanas tienen una naturaleza de clase, y están materialmente determinados por las condiciones socioeconómicas de la sociedad”.

El concepto socialista de los DD.HH. parte de la premisa de que sólo es posible una

manifestación general de la libertad en la sociedad bajo las condiciones de la liberación del hombre de toda forma de explotación, la que implicaría la abolición de la propiedad privada y la extinción del Estado en la futura sociedad comunista. El Programa del Partido Comunista de la Unión Soviética destacaba el hecho de que la sociedad soviética garantiza la verdadera libertad de la personalidad, y la más alta expresión de esta la libertad de la personalidad es la liberación del hombre de la explotación (recuerden que la teoría de la explotación de Marx está errada). Las libertades políticas (de prensa, expresión, entre otras) son interpretadas desde posiciones de clase como condiciones de consolidación del pueblo trabajador y la difusión de la doctrina marxista-leninista, lo cual elimina la libertad para hacer propaganda antisocialista y la libertad para organizar fuerzas “contrarrevolucionarias” que se opongan a las bases del socialismo. Todo aquel que no aceptase el materialismo dialéctico, el materialismo histórico y la Teoría del Valor Trabajo de Marx, en la URSS careció de derechos por ley positiva. Ya conversamos las razones del porqué no era bueno fundamentar los DD.HH. en el derecho positivo, y tuvimos dos claros ejemplos históricos de esto: La Alemania nazi, y el Socialismo Soviético.

Con todo, en la actualidad aún tenemos personas, partidos y movimientos, que ven un

ideal a seguir en lo que acabo de describir, y dentro de éstos tenemos al Partido Comunista de Chile (PCCh), y dentro de las personas tenemos a Daniel Jadue.

Tampoco es legítimo violar los derechos civiles y políticos con la excusa de que se

están atendiendo los derechos sociales, que es un argumento muy usado por los marxistas cuando no saben qué decir y se encuentran contra las cuerdas.

En el fondo, los auténticos revolucionarios no pueden tolerar la pretensión de que el hombre tenga derechos inviolables frente al poder del Estado durante la fase socialista, sobre todo cuando este poder se encuentra en manos de ellos, los supuestos profetas autodeclarados del futuro paraíso terrenal.

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Conclusiones sobre el pensamiento marxiano y marxista sobre los DDHH

Como conclusión general se puede decir que en el pensamiento marxiano y marxista la noción sobre los DD.HH. puede reducirse a cinco ideas principales:

1) Los textos de Karl Marx son bastante claros en el sentido de su rechazo a la doctrina de los Derechos del Hombre y, en general, de todo derecho. Esta reprobación, no es un tópico aislado en su obra, sino que se reitera en varios lugares y en distintas etapas de su vida intelectual.

2) Ciertas características fundamentales del sistema ideológico marxista: su holismo (colectivismo) a ultranza, su positivismo jurídico duro, y su exclusión de una noción valorativa de la justicia por ser considerada parte de la superestructura, hacen muy difícil sino imposible elaborar una noción de DD.HH. a partir de los supuestos filosóficos del marxismo. Ello se hace evidente, sobre todo, a partir del presupuesto del carácter suprapositivo del fundamento de estos derechos al que necesitamos recurrir, sea como sea que se justifique esta suprapositividad, sin que sea imprescindible para esto tener que recurrir al iusnaturalismo puro.

3) Cualquier ideología integralmente revolucionaria, sea marxista o no, adopta una posición similar frente al tema de los derechos fundamentales del hombre. En efecto, las categorías jurídicas: persona, responsabilidad, reparto, sanción, deber, etc., no se compadecen con la visión escatológica de un futuro maravilloso. Además, al ser la tarea revolucionaria obra de la colectividad completa, no queda en ella lugar para las pretensiones de los sujetos individuales o de las sociedades infrapolíticas, una de cuyas modalidades son los DD.HH.

4) Para que sea posible la elaboración de una doctrina acerca de los DD.HH., es necesario partir de toda una serie de supuestos filosóficos distintos a los de marxismo y definitivamente muy distantes del marxismo-leninismo, entre ellos podemos enumerar: El carácter de persona como sujeto de derechos que reviste el hombre por su propia esencia; la presencia de una instancia valorativa y normativa superior, en esos órdenes, a la legislación positiva; la existencia de conductas humanas libres y la contingencia de la actividad social del hombre, de modo que puedan ser valoradas desde un punto de vista ético-jurídico y varios más, todos ellos completamente ajenos a la cosmovisión marxista.

5) Al seguir la Teoría del Estado de Lenin, que no reconoce la Igualdad Política como

base para una sociedad, ya que de forma explícita se propone violar los derechos humanos civiles y políticos de “burgueses” y “contrarrevolucionarios”, es imposible poder contar con una teoría coherente de los DD.HH. desde el marxismo. A la vanguardia marxista-leninista le dará lo mismo si usted es gay, o afrodescendiente, o pobre, o indígena; si lo califican de “contrarrevolucionario”, le serán violados sus derechos humanos. Lo mismo cuenta para el caso de que usted sea lesbiana, o indígena, o afrodescendiente; pero califique como “burgués”, nuevamente en este caso, le será violados sus derechos humanos.

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¿Quiénes tienen siempre DD.HH, de acuerdo con los marxistas-leninistas y algunos otros marxistas? Veámoslo en la siguiente tabla.

Proletario Pequeño

Burgués y Sujeto en Disputa

Burgués Contrarrevolucionario

Mujer Sí Depende No No

Hombre Sí Depende No No

Gay Sí Depende No No

Lesbiana Sí Depende No No

Transgénero Sí Depende No No

Afrodescendiente Sí Depende No No

Indígena Sí Depende No No

“Quien sea” Sí Depende No No

Pobre Sí

No

Llega el momento inexcusable, en que tendremos que elegir: o aceptamos los

principios marxistas y renunciamos completamente a postular la existencia y fundamento de los DD.HH., siendo ésta la posición que toman los marxistas más ortodoxos, o por el contrario, aceptamos la existencia de estos derechos, y renunciamos consecuentemente a todas aquellas premisas sobre las cuales Marx pretendió (continuado por Lenin) sentar las bases del socialismo en vías al comunismo.

La conclusión es clara: El marxismo-leninismo o cualquier marxismo que pretenda

encauzarse hacia el socialismo / comunismo, es incompatible con el respeto, protección y promoción de los DD.HH., en la teoría y en la práctica.

Los DD.HH., recordémoslo, son universales, inalienables e inherentes a todos los

humanos, sin distinciones de ningún tipo, sin distinciones de “clase”, ergo, no pueden ser privilegio sólo para aquellos que sean “no burgueses” y “no contrarrevolucionarios”. ¿Quedó claro?

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Reacciones de los marxistas-leninistas cuando son interpelados sobre la situación de los DD.HH. en los países con gobiernos marxistas-leninistas o marxistas en algún sentido

La reacción típica, es la negación, o diluirlo diciendo que “en todos lados se violan los DD.HH.”.

Si se les presenta un informe de la Comisión Interamericanana de Derechos Humanos (CIDH) sobre Cuba, dirán que la OEA está “coludida con el imperialismo”. Si el informe viene del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU y es sobre Venezuela, partirán disparándole a la ONU y a quien esté en el puesto del Alto Comisionado, y fue exactamente lo que pasó con las declaraciones del Partido Comunista de Chile y Daniel Jadue, cuando en julio del 2019 Michelle Bachelet emitió el informe sobre este país. Así es que, de universalidad de los DDH.H. para el PCCh, nada, es un mero eslogan aglutinador partidario que carece de compromiso y sustento teórico, eso es evidente.

Si el informe es de Human Rights Watch (HRW) y habla en contra de China, Cuba o Venezuela, entonces HRW estaría “coludida con el imperialismo”, si el informe de HRW anuncia las violaciones graves y masivas de DD.HH. cometidas en Chile en el contexto de las revueltas sociales del 2019, entonces HRW estaría muy bien con sus declaraciones.

Si el informe viene de Amnistía Internacional (AI), el cómo respondan los marxistas-leninistas (y varios que no lo son, pero siguen enamorados del romanticismo revolucionario), nuevamente dependerá de cómo se trate a los países del socialismo real o del socialismo del siglo XXI, para emitir un juicio o guardar silencio. Generalmente ocurre lo segundo. A AI, los revolucionarios de varios colores la aceptan más. El informe Ojos sobre Chile: Violencia policial y responsabilidad de mando durante el estallido social, fue muy bien recibido, pero cuando el mismo organismo publica la situación de los DD.HH. en Cuba, China o Venezuela; a los revolucionarios les complacería poder borrarlos del sitio web de la organización.

Lo que no transparentan los marxistas-leninistas, es el hecho de que están de acuerdo con que se violen los DD.HH. desde la teoría, como ya lo expuse, y que en todos los países en que se ha instaurado el socialismo real, estos derechos se han violado masiva y sistemáticamente.

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Cuba y los Derechos Humanos

Cuba es el único país de Latinoamérica que sigue siendo una Dictadura del Proletariado / Democracia Popular. Son abiertamente marxistas-leninistas y así lo tienen expresado en su Constitución. Lamentablemente continúa siendo un referente para parte de la izquierda mundial y chilena que se relaciona de alguna u otra forma con el marxismo. En realidad, aquellos que siguen defendiendo a Cuba o ven en ella algún tipo de ideal, sufren de una ceguera romántica revolucionaria, ceguera que tiene muchas explicaciones como para abordarlo acá, pero de la cual es sólo posible salir mediante años de entrenamiento en pensamiento crítico.

Ahora vamos a revisar varios puntos principales de algunos informes sobre los DD.HH. en Cuba (El subrayado es mío), estos son:

Las votaciones de Cuba en sus 12 años en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. 2 de Septiembre 2020

Situación de los derechos humanos en Cuba 2019. Amnistía Internacional Situación de los derechos humanos en Cuba 2020. Comisión Interamericana

de Derechos Humanos (CIDH) Artículo sobre médicos cubanos del 23 de Julio del 2020. Human Rights Watch

(HRW)

Cuando un país no tiene un compromiso con los DD.HH., como es el caso de Cuba, que no ha ratificado ninguno de los dos Pactos Internacionales de Derechos Humanos, pero sin embargo tiene acceso a ser parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, trae consecuencias deletéreas para todo el intento que se hace por proteger y respetar los DD.HH. en el resto del mundo.

Es mi deseo que este escrito llegue a los ojos de la izquierda involutiva que aún existe en Chile, de la que el Partido Comunista de Chile (PCCh) es parte.

Como izquierda, debemos, de una vez por todas, dejar de defender y justificar lo que leerán a continuación. Si no somos capaces de esto, no será posible defender con un peso credencial los DD.HH. en Chile ni en ningún lugar.

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Las Votaciones de Cuba en sus 12 años en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. 2 de Septiembre 2020. (Extractos)

“A lo largo de los doce años de presencia en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, el régimen cubano ha tenido un patrón de comportamiento cómplice con las graves violaciones a los derechos humanos sufridas en otras partes del mundo. Así lo demuestra el registro de sus votaciones, oponiéndose a la aprobación de resoluciones en las que se han condenado y tomado medidas sobre las situaciones más críticas de violaciones a los derechos humanos. Su complicidad y alineamiento han sido constantes con los más diversos regímenes autocráticos en todas las regiones del mundo. Al presentar su candidatura al Consejo de Derechos Humanos para el período 2021-2023, el régimen de partido único sostuvo que ‘de resultar elegida al Consejo de Derechos Humanos, Cuba continuará promoviendo sus tradicionales iniciativas’. Las democracias del mundo, y en especial las latinoamericanas que con esfuerzo y dificultad trabajan para continuar consolidando el respeto por los derechos humanos, deben oponerse a la candidatura cubana y la de otras autocracias al Consejo de Derechos Humanos, y deben hacerlo en forma pública y activa para no permitir el debilitamiento del sistema universal de protección de derechos humanos.

El Consejo de Derechos Humanos (CDH) es un organismo intergubernamental dentro del sistema de las Naciones Unidas (ONU) compuesto por 47 Estados abocado a la promoción y protección de todos los derechos humanos en el mundo.

Con frecuencia se discute sobre la contradicción de que los países que resultan elegidos para formar parte del CDH sean autocracias que poseen un pésimo registro de represión a las libertades fundamentales.

Son numerosas las organizaciones de la sociedad civil y los defensores de derechos humanos que señalan como negativa la presencia de representantes de gobiernos represivos en los organismos encargados de dar forma y supervisar el cumplimiento de los estándares de derechos humanos.

Cuba es un régimen dictatorial de América Latina y el Caribe, cuyo gobierno continúa sosteniéndose en el poder desde hace más de 60 años. Desde la creación del CDH en 2006, Cuba ocupó una banca durante 4 períodos –12 años–, lo máximo a lo que reglamentariamente estaba habilitado, siendo uno de los países que más tiempo ha estado en el organismo.

Con motivo de su nueva postulación para el período 2021-2023, el objeto del presente informe es exponer cuál fue el sentido de los votos de Cuba a lo largo de su extenso paso por el CDH. Se han analizado aquellas resoluciones que fueron aprobadas por el CDH relativas a dos cuestiones: a) situaciones de graves violaciones a los derechos humanos en países y territorios y b) algunas cuestiones temáticas específicas de derechos humanos que se consideran relevantes.

Quedará expuesto que Cuba, un régimen que no respeta los derechos humanos de sus propios ciudadanos, deviene también en cómplice de otros regímenes que violan sistemáticamente derechos humanos, al impugnar las iniciativas para proteger a los ciudadanos de esos países.

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El presente trabajo complementa el análisis realizado en el informe La falta de compromiso de Cuba con el Sistema Universal de DDHH, publicado el 8 de junio de 2020, en el cual se analizan extensamente los graves señalamientos que la totalidad del sistema de protección le realiza a dicho país, así como la falta de compromiso general con éste.

El propósito principal de las resoluciones sobre la situación en un país, es alertar o condenar sobre graves violaciones a los derechos humanos y tomar diversas medidas (creación de relatorías o comisiones investigadoras, pedidos de informe a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos –ACNUDH–, etc.).

BREVE RESEÑA ESTADÍSTICA SOBRE LOS VOTOS DE CUBA RESPECTO DE LA SITUACIÓN EN PAÍSES DETERMINADOS

De las 205 resoluciones sobre situaciones de derechos humanos problemáticas en países o territorios que se detallan en la Planilla 1 anexa, Cuba ha votado:

a) En contra de su aprobación en 74 ocasiones.

b) A favor de su aprobación en 66 ocasiones, de las cuales 62 corresponden a situaciones en los territorios palestinos y el Golán y las 4 restantes a relativas a Darfur, Congo, Honduras y Burundi.

c) En 65 oportunidades las resoluciones se aprobaron sin votación registrada.

Las resoluciones que fueron adoptadas y aprobadas sin votación registrada se refieren a la situación de derechos humanos en los estados de Myanmar, Congo, Libia, Costa de Marfil, Haití, Mali, Eritrea, República Centroafricana, Sudán del Sur, o en el Iraq a la luz de los abusos cometidos por el llamado Estado Islámico de Iraq y el Levante y los grupos asociados.

CASOS CONCRETOS EN LOS CUALES CUBA SE OPUSO A APROBAR RESOLUCIONES SOBRE SITUACIONES GRAVES EN PAÍSES

SITUACIÓN EN LA REPÚBLICA POPULAR DEMOCRÁTICA DE COREA (COREA DEL NORTE)

A partir de 2008 Cuba votó en contra en seis oportunidades en que se trataron violaciones a derechos humanos en Corea del Norte. En tal sentido votó en contra de la renovación del mandato del Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en la República Popular Democrática de Corea y en contra de condenar cuestiones relacionadas con graves violaciones de derechos humanos en ese país, habiendo sido calificadas situaciones como delitos de lesa humanidad perpetrados por el régimen.

Jamás Cuba alzó su voz ni acompañó con su voto para condenar al que es probablemente el régimen más cerrado y totalitario que aún subsiste después de décadas en el mundo.

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SITUACIÓN EN EL SUDÁN

En 2009 Cuba votó en contra cuando el CDH decidió mediante su Res. 11/10 del Informe A/64/53, ‘crear el mandato del Experto independiente sobre la situación de los derechos humanos en el Sudán’, debido al conflicto en Darfur, como así también cuando resolvió renovar por un período de un año dicho mandato. Posteriormente a esta votación, se aprobaron otras resoluciones relativas a graves situaciones en dicho país y luego, al dividirse aquel país, a Sudán del Sur, las mismas fueron aprobadas sin votación registrada.

SITUACIÓN EN SIRIA

Cuba votó permanentemente en contra (en 2011 y 2012, e ininterrumpidamente luego de 2014 a 2019) para considerar la situación de los derechos humanos en la República Árabe Siria.

SITUACIÓN EN IRÁN

En 2011 Cuba votó en contra para considerar la situación de los derechos humanos en la República Islámica de Irán, cuando el CDH decidió –en su resolución 16/9 del Informe A/66/53– nombrar un Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en la República Islámica de Irán ‘recordando la resolución 65/226 de la Asamblea General, de 21 de diciembre de 2010, y lamentando la falta de cooperación de la República Islámica de Irán en relación con las solicitudes formuladas por la Asamblea en esa resolución’.

Además de votar en contra de la designación del Relator Especial, posteriormente Cuba mantuvo su voto negativo a las resoluciones que prorrogaron su mandato en un total de 8 oportunidades, alineándose con la teocracia autoritaria iraní.

SITUACIÓN EN BELARÚS

En 2011 Cuba votó en contra al considerarse la situación de los derechos humanos en Belarús, cuando el CDH –en su resolución 17/24 del Informe A/66/53– se mostró ‘Profundamente preocupado por la situación general de los derechos humanos en Belarús y su grave deterioro desde las elecciones presidenciales del 19 de diciembre de 2010, en particular por las denuncias plausibles de tortura, detención arbitraria e intensificación del acoso de dirigentes de la oposición, representantes de la sociedad civil, defensores de los derechos humanos …’

Asimismo, en 2012 votó en contra al aprobarse la Res 20/13 del informe A/67/53 en la cual se expresó la honda preocupación ante las conclusiones recogidas en el informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ‘que sugieren la existencia, desde el 19 de diciembre de 2010, de un cuadro de violaciones graves de los derechos humanos que tiene carácter sistémico e incluye una intensificación de las restricciones impuestas a las libertades fundamentales de asociación, reunión, opinión y expresión, dirigida también contra los medios de comunicación, así como ante las alegaciones de tortura….’

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SITUACIÓN EN EL SUDÁN

En 2009 Cuba votó en contra cuando el CDH decidió mediante su Res. 11/10 del Informe A/64/53, ‘crear el mandato del Experto independiente sobre la situación de los derechos humanos en el Sudán’, debido al conflicto en Darfur, como así también cuando resolvió renovar por un período de un año dicho mandato. Posteriormente a esta votación, se aprobaron otras resoluciones relativas a graves situaciones en dicho país y luego, al dividirse aquel país, a Sudán del Sur, las mismas fueron aprobadas sin votación registrada.

SITUACIÓN EN SIRIA

Cuba votó permanentemente en contra (en 2011 y 2012, e ininterrumpidamente luego de 2014 a 2019) para considerar la situación de los derechos humanos en la República Árabe Siria.

SITUACIÓN EN IRÁN

En 2011 Cuba votó en contra para considerar la situación de los derechos humanos en la República Islámica de Irán, cuando el CDH decidió –en su resolución 16/9 del Informe A/66/53– nombrar un Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en la República Islámica de Irán ‘recordando la resolución 65/226 de la Asamblea General, de 21 de diciembre de 2010, y lamentando la falta de cooperación de la República Islámica de Irán en relación con las solicitudes formuladas por la Asamblea en esa resolución’.

Además de votar en contra de la designación del Relator Especial, posteriormente Cuba mantuvo su voto negativo a las resoluciones que prorrogaron su mandato en un total de 8 oportunidades, alineándose con la teocracia autoritaria iraní.

SITUACIÓN EN BELARÚS

En 2011 Cuba votó en contra al considerarse la situación de los derechos humanos en Belarús, cuando el CDH –en su resolución 17/24 del Informe A/66/53– se mostró ‘Profundamente preocupado por la situación general de los derechos humanos en Belarús y su grave deterioro desde las elecciones presidenciales del 19 de diciembre de 2010, en particular por las denuncias plausibles de tortura, detención arbitraria e intensificación del acoso de dirigentes de la oposición, representantes de la sociedad civil, defensores de los derechos humanos …’

Asimismo, en 2012 votó en contra al aprobarse la Res 20/13 del informe A/67/53 en la cual se expresó la honda preocupación ante las conclusiones recogidas en el informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ‘que sugieren la existencia, desde el 19 de diciembre de 2010, de un cuadro de violaciones graves de los derechos humanos que tiene carácter sistémico e incluye una intensificación de las restricciones impuestas a las libertades fundamentales de asociación, reunión, opinión y expresión, dirigida también contra los medios de comunicación, así como ante las alegaciones de tortura….’

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Posteriormente la situación continuó tratándose en el CDH hasta la actualidad, aprobando resoluciones en las cuales se hicieron observaciones y exhortaciones similares a las más arriba descritas, particularmente en cuanto a violaciones sistemáticas a los derechos civiles y políticos, que incluían la desaparición forzada de opositores, y se deploró la falta de cooperación de Belarús con el Relator Especial, así como la falta de transparencia electoral.

Cuba mantuvo su postura votando siempre en contra de tales resoluciones en 8 votaciones. Recientemente se reavivó la convulsión y las protestas por la celebración de elecciones fraudulentas y manipuladas por el autócrata Alexander Lukashenko, en ejercicio del poder desde 1994. Estos sucesos fueron objeto de una seguidilla de comunicados y notas de prensa emitidos por la Oficina del Alto Comisionado, los días 1, 10 y 17 de julio y los días 12, 13 y 21 de agosto del corriente, alertando a las autoridades de Belarús ante las detenciones arbitrarias de personas que estaban ejerciendo su derecho a la libertad de expresión y reunión. Los comunicados también solicitaron a las autoridades que reconsideren su postura de no involucrarse con el Relator Especial de las Naciones Unidas.

De mantenerse en el poder, Lukashenko seguramente contará con la complicidad de Cuba si es que resulta electa este año al CDH.

SITUACIÓN EN MYANMAR

La consideración de la situación de los derechos humanos en Myanmar por parte del CDH comenzó en el año 2009 cuando reafirmando las resoluciones anteriores de la Comisión de Derechos Humanos y de la Asamblea General, se manifestó preocupado por la violenta represión de manifestaciones y por violaciones de los derechos humanos como desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, torturas y malos tratos.

La situación en Myanmar continúa siendo objeto de tratamiento hasta el presente atento a la gravedad de la crisis existente y se ha exhortado al gobierno a que reanude sin demora la colaboración con la Relatora Especial.

Cuba votó en contra de que se proporcionen a la misión internacional independiente de investigación, a la Relatora Especial y al mecanismo independiente toda la asistencia, los recursos y los servicios de expertos que precisen para poder cumplir plenamente su mandato de asistencia frente a tal grave situación.

La crisis habría significado entre otras situaciones gravísimas de violaciones a los derechos humanos, la comisión por parte del ejército de crímenes de guerra, y el desplazamiento de alrededor de más de 700.000 personas de la etnia rohinyá quienes debieron buscar refugio en Bangladesh.

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SITUACIÓN EN SRI LANKA

En 2014, Cuba votó en contra para considerar las acciones destinadas a la promoción de la reconciliación y la rendición de cuentas en Sri Lanka relativas a un conflicto étnico de décadas entre las minorías tamiles y el gobierno perteneciente a la etnia mayoritaria cingalesa.

SITUACIÓN EN UCRANIA

En 2014, ante la situación crítica en Ucrania desatada por la destitución del mandatario pro ruso Victor Yanukóvich, y en el marco de un complejo conflicto con aspectos políticos internos y externos, que incluye la problemática de la población étnicamente rusa en regiones del este de Ucrania y de Crimea, en el que participaron grupos armados ilegales supuestamente apoyados por Rusia (que luego significó la adhesión de Crimea a la Federación Rusa), Cuba votó en contra para considerar la cooperación y asistencia a Ucrania en la esfera de los derechos humanos.

En 2015, Cuba también votó en contra para considerar la cooperación y asistencia a Ucrania en la esfera de los derechos humanos.

Cuba continuó votando en contra de la asistencia a Ucrania con la participación de la Oficina del Alto Comisionado en tres oportunidades más, alineándose con los intereses de la autocracia gobernante en la Federación Rusa y dejando de lado cualquier interés por el respeto a los derechos humanos.

SITUACIÓN EN GEORGIA

En 2017 Cuba votó en contra al considerarse la cooperación con Georgia, cuando el CDH adoptó su resolución 34/37 del Informe A/72/53.

Cuba, mediante su voto, pretendió restringir la posibilidad de que observadores internacionales y los mecanismos de derechos humanos de la ONU, ingresen en esos territorios a realizar su labor, en otro claro alineamiento con los intereses de la Federación Rusa, liderada por el autócrata Vladimir Putin, y pretendió también no reconocer los esfuerzos por fortalecer la democracia y los compromisos del Gobierno de Georgia con los mecanismos de derechos humanos del CDH.

SITUACIÓN EN VENEZUELA

En 2018, Cuba votó en contra de velar por la promoción y protección de los derechos humanos en la República Bolivariana de Venezuela, cuando el CDH en su resolución 39/1 del Informe A/73/53/Add.1, expresó ‘su más profunda preocupación por las graves violaciones de los derechos humanos en el contexto de una crisis política, económica, social y humanitaria’ y exhortó ‘al Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela a que acepte la asistencia humanitaria a fin de hacer frente a la escasez de alimentos, medicamentos y suministros médicos, el aumento de la malnutrición, especialmente entre los niños, y el brote de enfermedades que habían quedado erradicadas o bajo control en América del Sur’.

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Posteriormente, en 2019, al volver a tratarse la situación en Venezuela en un contexto aún más agravado, Cuba volvió a votar en contra al aprobarse la resolución 45/25 incorporada en el informe A/74/53/Add.1. Allí el CDH se refirió a la ‘alarmante situación de los derechos humanos...en la que se repiten sistemáticamente violaciones que afectan de forma directa e indirecta a todos los derechos humanos —civiles, políticos, económicos, sociales y culturales— en el contexto de la actual crisis política, económica, social y humanitaria, como se indica en los informes de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y de otras organizaciones internacionales’ y expresó su alarma por la ‘erosión del estado de derecho’.

La gravísima situación por la que continúa atravesando Venezuela, con el permanente deterioro provocado por el régimen de Nicolás Maduro lo coloca –salvando las distancias históricas, geopolíticas e ideológicas, etc.– en una posición que, en cuanto a violaciones sistemáticas de los derechos humanos, se encuentra a la par de las peores dictaduras militares que sufrió nuestra región hace décadas. Cuba, por su posicionamiento como actor central y por su estrecha colaboración resulta un partícipe necesario y co-responsable de tales violaciones sistemáticas de derechos humanos.

SITUACIÓN EN YEMEN

En el marco de una guerra civil, con complejidad de actores que incluyen la intervención de grupos armados apoyados por terceros países, e incluso alguna participación más directa de otros países de la región (principalmente Irán y Arabia Saudita, ambos con intereses contrapuestos)……

El CDH solicitó a la comunidad internacional que respalde esta decisión y en sucesivas resoluciones –todas ellas aprobadas sin votación registrada– adoptadas entre los años 2011 a 2017, se instó al Gobierno del Yemen y a los grupos armados de oposición a que tomen medidas inmediatas para poner fin a la utilización y reclutamiento de niños, así como a su desmovilización y reintegro a sus comunidades.

Sin embargo, desdeñando estos antecedentes –resumidos aquí muy brevemente– Cuba votó en contra en septiembre de 2018, cuando el CDH -en su resolución 39/16 del Informe A/73/53/Add.1– expresó su preocupación ‘por las denuncias de infracciones del derecho internacional humanitario y de violaciones y conculcaciones del derecho de los derechos humanos cometidas en el Yemen…’

SITUACIÓN EN NICARAGUA

En marzo de 2019, teniendo en cuenta los acontecimientos ocurridos en Nicaragua desde abril de 2018 que habían provocado una grave crisis política y de derechos humanos, documentada en un informe del Alto Comisionado de agosto de ese año, el CDH aprobó una resolución a la cual Cuba se opuso.

No sorprende que Cuba se haya opuesto a la resolución. La situación continúa deteriorándose gravemente en Nicaragua, que junto con Venezuela es el otro gran aliado del régimen cubano, por lo que continúa siendo objeto de tratamiento por el CDH.

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SITUACIÓN EN ERITREA

La consideración de la situación de los derechos humanos en Eritrea por parte del Consejo de Derechos Humanos se inició en el año 2012, cuando mediante una resolución aprobada sin votación registrada, se decidió nombrar un Relator Especial con el mandato de que presente un informe ante el CDH. A esta resolución se llegó como consecuencia de ‘las persistentes violaciones generalizadas y sistemáticas de los derechos humanos y las libertades fundamentales cometidas por las autoridades de Eritrea, en particular las ejecuciones arbitrarias y extrajudiciales,……’

Cuba dejó en evidencia su accionar en el año 2019, cuando votó en contra de la resolución del CDH para prorrogar el mandato de la Relatora Especial por un nuevo período.

La población de Eritrea, al mando del autócrata Isaías Afewerki que ocupa la presidencia desde la creación del país en 1993, sufre gravísimas violaciones a los derechos humanos, lo que habría provocado la emigración de más del doce por ciento de su población.

SITUACIÓN EN FILIPINAS

En el marco de una campaña contra las drogas ilícitas en Filipinas anunciada a mediados de 2016, existían denuncias ante el sistema de la ONU de gravísimas violaciones a los derechos humanos por parte del gobierno autoritario encabezado por Rodrigo Duterte.

Al tratarse esta situación en el CDH en 2019, Cuba votó en contra para velar por la promoción y protección de los derechos humanos en Filipinas, cuando en su resolución 41/2 del Informe A/74/53, el CDH manifestó su ‘preocupación por las denuncias de violaciones de los derechos humanos….’

Cuba se alineó con la mano de hierro de Rodrigo Duterte posicionándose en favor de un gobierno que desprecia las más mínimas normas de garantías, reprimiendo ilegal y autoritariamente, y que incluso amenazó con retirarse de las propias Naciones Unidas.

PAÍSES QUE VOTARON EN EL MISMO SENTIDO QUE CUBA

En los casos de resoluciones aprobadas con votación registrada, del análisis de las resoluciones recopiladas surgirá que sobre 74 veces que Cuba emitió su voto en contra de que se aprueben resoluciones sobre la situación de violación a los derechos humanos en un país, lo hizo acompañada 73 veces por China; 42 veces por Rusia; 42 veces por Venezuela; 25 veces por Burundi; 21 veces por Egipto; 18 por Filipinas; 15 veces por Pakistán; 13 veces por Arabia Saudita; 12 veces por Eritrea; 12 veces por Iraq; 11 veces Argelia; 9 veces por Bangladesh; 8 veces por Ecuador y 4 veces por los Emiratos Árabes Unidos.

Cabe aclarar que estos números dependen de los años que estos países ocuparon un lugar en el CDH. De ellos hay países que formaron parte del organismo más años que otros. No obstante, como patrón general puede concluirse que quienes votaron junto con Cuba no son en general democracias, sino que en su mayoría se trata de países que padecen dictaduras, autoritarismos o autocracias. Este tipo de países compartieron mayoritariamente

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posturas con Cuba al momento de oponerse a denunciar graves violaciones y alentar la mejora de la situación de derechos humanos en otro país.

CONCLUSIONES

Cuba es un régimen autoritario, y como primer patrón de comportamiento en el foro del CDH puede decirse que, en todos los casos en los que decidió no acompañar las resoluciones, estas señalan situaciones y establecen medidas puntuales frente a situaciones graves de violaciones de derechos humanos cometidas por gobiernos dictatoriales o autoritarios.

Estas violaciones que se trataron en las respectivas resoluciones se dieron en diversos contextos y regiones geográficas, pero siempre con el denominador común de tratarse de violaciones graves, generalmente sistemáticas, y puede considerarse que gran parte de ellas configuran delitos de lesa humanidad.

Así pues, Cuba no acompañó con su voto al tratarse situaciones de conflictos étnicos donde violan los derechos humanos tanto gobiernos como grupos armados irregulares (como en Sri Lanka) o situaciones de conflictos donde participan grupos armados patrocinados y apoyados por otros estados (como Rusia en Ucrania y Georgia).

Desde casos como el de Irán, una teocracia con comportamientos que la ubicaría en la extrema derecha, hasta casos como los de sus socios en Venezuela y pasando por Belarús, Cuba aplica casi por principio el intento de obstruir cualquier medida y señalamiento. Esta posición ni siquiera guarda una congruencia ideológica, como lo es en el llamativo caso de no acompañar con su voto la condena a situaciones en Irán, un régimen que persigue a quien no cumple estrictos códigos religiosos.

Tampoco se ha comprometido Cuba con uno de los mayores dramas que atraviesa la humanidad, como es el conflicto en Siria, en el cual prefiere alinearse con el dictador Al Assad y los intereses de la Rusia de Putin a pesar de la catastrófica situación humanitaria que sufre su población. Ni siquiera ha merecido su condena el régimen totalitario de la dinastía Kim en Corea del Norte, uno de los más duros y cerrados del mundo.

También podría sorprender el alineamiento del régimen cubano con el difícil de encasillar líder filipino Rodrigo Duterte, de discurso y accionar extremista y misógino.

Por supuesto que resultaría sobreabundante explayarse sobre la complicidad del régimen cubano con Venezuela y Nicaragua, pues es conocida en América Latina y el Caribe la influencia y ayuda que brinda Cuba a los dictadores Maduro y Ortega.

Solo se entienden estas posturas por intereses comunes y por el desprecio a los derechos humanos. Lo que une principalmente a Cuba con las otras dictaduras y autocracias, es precisamente el carácter de tales. Una se acompaña de la otra con el voto, una cubre a la otra, una tiene intereses en común con la otra.

Otro elemento muy destacable es que Cuba votó infinidad de veces con China, el país con quien más ha compartido el sentido de su voto. Hoy es permanente la preocupación de las más prestigiosas organizaciones de Derechos Humanos de alcance global sobre la seria

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amenaza que significa el accionar de China para el sistema universal de protección de los derechos humanos.

Una de las poquísimas situaciones que sí parece preocupar a Cuba es aquella que involucra a Israel respecto de los territorios palestinos, el Golán y otros conflictos. En este caso Cuba ha votado siempre a favor de la aprobación de las resoluciones. Este sentido de su voto quizá merecería un mayor análisis por separado.

En definitiva, Cuba seguirá desalentando, con su voto en contra, cada resolución que proponga el CDH para alentar a mejorar la situación existente de derechos humanos en la República Democrática de Corea, la República Árabe Siria, la República Islámica de Irán, Belarús, o Venezuela; continuará obstaculizando las iniciativas que promuevan la democratización, cuando el CDH sostenga que se debe dar prioridad a las medidas nacionales e internacionales encaminadas a promover y reforzar la democracia, el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales; y seguirá absteniéndose de votar cuando el CDH afirme que las democracias conllevan ventajas institucionales indiscutiblemente favorables al desarrollo sostenible y emita resoluciones que fomenten la eficacia de la gobernanza democrática. Todo ello lleva a confirmar la necesidad de rechazar su calificación para aspirar a integrar otra vez el CDH.

Aun admitiendo la complejidad de los intereses que determinan la diplomacia, los estados deberían levantar la vara de sus aspiraciones al momento de elegir a aquellos países que serán los encargados de exponer ante el mundo a los responsables de abusos de derechos humanos.”

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Amnistía Internacional. Situación de los derechos humanos en Cuba 2019

“Un año después de la toma de posesión del presidente Miguel Díaz-Canel, las autoridades seguían utilizando arraigados mecanismos de control para silenciar las voces críticas. Las autoridades cubanas seguían deteniendo arbitrariamente y encarcelando a artistas y periodistas independientes, así como a miembros de la oposición política. Durante el año, Amnistía Internacional identificó a seis presos de conciencia, que representaban sólo una parte de las personas que probablemente estaban recluidas tan sólo por haber expresado pacíficamente sus opiniones o creencias. La isla continuaba prácticamente cerrada para los observadores independientes de la situación de los derechos humanos.

Información general

El nuevo gobierno de Cuba no ratificó tratados internacionales clave de derechos humanos y se negó a fortalecer la independencia del poder judicial o alinear la legislación penal cubana con el derecho y las normas internacionales de derechos humanos.

En febrero, Cuba aprobó una nueva Constitución que, entre otras cosas, comprometía al país a enfrentar el cambio climático. El texto inicial reconocía las uniones entre personas del mismo sexo, pero esta importante disposición fue retirada del texto aprobado tras la oposición mostrada por las iglesias.

El gobierno canceló en mayo el desfile anual oficial contra la homofobia y detuvo a activistas que participaban en una marcha alternativa, según la información publicada por los medios de comunicación.

El gobierno estadounidense seguía regresando a la retórica de la Guerra Fría y endureció el embargo impuesto durante decenios y que menoscababa los derechos económicos y sociales en Cuba.

Escrutinio internacional

Cuba seguía siendo el único país de las Américas que Amnistía Internacional y la mayoría de los demás observadores independientes de derechos humanos no podían visitar.

Represión de la disidencia

El nuevo gobierno de Cuba seguía utilizando diversos mecanismos de control para reprimir las voces críticas y la disidencia.

En febrero, según el Observatorio Abierto de Interferencias en la Red (OONI, por sus siglas en inglés), las autoridades cubanas bloquearon varios sitios web de medios de comunicación independientes durante el referéndum constitucional y comenzaron a utilizar técnicas de censura en Internet más sofisticadas.

En septiembre, según la información aparecida en los medios de comunicación, Twitter suspendió temporalmente las cuentas de varios altos cargos del Estado —entre ellas la del

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expresidente Raúl Castro— y de otros medios de comunicación estatales. Las autoridades cubanas acusaron a Twitter de censura, pero esta red social aludió a sus normas, que prohibían la amplificación o alteración de las conversaciones (en Internet) mediante el uso de varias cuentas. La medida se tomó en un contexto de denuncias continuas de la comunidad bloguera y los medios de comunicación cubanos de que las autoridades de Cuba utilizaban cuentas falsas y programas robot para controlar los debates online.

Los proyectos de los medios de comunicación independientes seguían funcionando, pero quienes trabajaban en fuentes de información online alternativas se exponían a sufrir hostigamiento y detención arbitraria. En octubre, más de una docena de sitios de medios de comunicación cubanos independientes hicieron pública una declaración en la que solicitaban que se pusiera fin a la “ola de represión” contra la prensa independiente.

Por otro lado, las autoridades acosaron y detuvieron durante el año a artistas independientes que estaban en contra del Decreto 349, una ley distópica aprobada en abril de 2018 que exigía a los y las artistas solicitar autorización previa para desarrollar sus actividades.”

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Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Situación de los derechos humanos en Cuba 2020. (Extractos)

“ En el presente informe, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

(“Comisión Interamericana”, “Comisión”, o “CIDH”) aborda la situación de los derechos humanos en Cuba durante el período 2017 a 2019. La Comisión presenta un panorama general de las características del Estado cubano en la actualidad, identificando los principales asuntos de preocupación en materia de derechos humanos y presentando recomendaciones al Estado.

A través del presente Informe, la Comisión profundiza el monitoreo de la

situación de derechos humanos en Cuba en esta época de transformaciones. La Comisión no ha contado con la anuencia del Estado cubano para realizar su primera visita a la isla, lo que dificulta la obtención de información integral. No obstante, el informe recurre a fuentes abiertas y tiene en cuenta tanto la prensa oficial, como aquella que ejerce oposición política al Gobierno de Cuba. También tiene en cuenta investigaciones y reportajes sobre diferentes fuentes periodísticas, de organizaciones internacionales y de la sociedad civil local.

El informe consta de diez capítulos: (I) Introducción; (II) El bloqueo económico de Estados Unidos de América; (III) La Constitución de 2019; (IV) Institucionalidad del Estado; (V) Democracia representativa y derechos políticos; (VI) Situación de personas defensoras de derechos humanos; (VII) Libertad de expresión; (VIII) Derechos económicos, sociales, culturales y ambientales; (IX) Situación de derechos humanos de otros grupos poblacionales; y (X) Conclusiones y recomendaciones. De dicho contenido, destaca que en el Capítulo IX, la CIDH analiza temas relacionados con personas afrodescendientes, mujeres, personas de la comunidad LGTBI, niños, niñas y adolescentes, personas en situación de discapacidad, personas privadas de la libertad y migrantes.

En el capítulo sobre el bloqueo económico de los Estados Unidos de América, consistente con sus pronunciamientos previos, la CIDH reitera la importancia de poner fin al bloqueo económico de Estados Unidos sobre Cuba para garantizar derechos humanos que se ven afectados como consecuencia del mismo.

En el capítulo sobre la Constitución de 2019, se describe el proceso de adopción de la misma hasta su promulgación, y hace algunas anotaciones sobre su contenido. La Comisión saluda la intención del Gobierno de utilizar herramientas de participación popular para la adopción del texto constitucional, como la consulta popular y el referendo. No obstante, expresa su preocupación sobre el funcionamiento de las mismas, pues recibió múltiples testimonios que referían que dichos espacios no tuvieron en cuenta las opiniones de personas opositoras al Gobierno, activistas y artistas. La Comisión recuerda que en las democracias se debe garantizar la opinión de todos los ciudadanos, quienes tienen derecho a participar en las decisiones que los afectan. (la CIDH encontró que en discurso público, el Presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional, el Diputado José Luis Toledo, habría expresado que ante la nueva Constitución, el Partido Comunista de Cuba no se sometería a los dictados de esa ley fundamental porque el Partido está por “encima de la Constitución”).

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La CIDH también observa con preocupación la jerarquía que se le otorga a la Constitución por encima de los tratados internacionales. Además, la Comisión considera que el proceso de reforma constitucional representó una oportunidad única para proscribir la pena capital como sanción penal. Sin embargo, la nueva Constitución no contempla alguna regla sobre el asunto.

La Comisión observa que en cuanto a las garantías procesales, la nueva Constitución incluyó en su texto las garantías de habeas corpus, presunción de inocencia y el derecho de acceso a la justicia. Sobre estos dos últimos, la CIDH había llamado la atención de que estuvieran en el texto constitucional, por lo que saluda su inclusión. Sin embargo, hace un llamado para que la legislación disponga las condiciones para el efectivo funcionamiento del habeas corpus como mecanismo protector del derecho a la libertad personal. Los testimonios recabados fueron enfáticos en señalar que a pesar de su constitucionalización, dicha garantía no es efectiva. La Comisión expresa su preocupación por el alto número de testimonios e información pública que denuncia detenciones arbitrarias contra activistas y opositores como una práctica en la isla.

En el capítulo sobre la institucionalidad del Estado, la CIDH observa que después de la Constitución de 2019, ésta no sufrió mayores cambios, salvo la creación de la figura de Primer Ministro. El Partido Comunista Cubano continúa teniendo alta relevancia al ser considerado como la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado. La Asamblea Nacional del Poder Popular aún concentra varias facultades públicas y no se observan ajustes institucionales para garantizar la independencia de la administración de justicia, ni una separación de los poderes públicos.

La Comisión manifiesta su preocupación por los testimonios que denunciaron la falta de imparcialidad en la administración de justicia, en especial en casos de activistas y opositores, así como aquellos que manifestaron las dificultades para contar con abogados independientes.

En el capítulo sobre democracia representativa y derechos políticos, la CIDH observa que en Cuba continúan ausentes los elementos esenciales de una democracia representativa, y que la determinación de iure de partido único del Partido Comunista Cubano afecta los derechos políticos de los ciudadanos. En todo caso, la Comisión toma nota que de facto en Cuba existen múltiples movimientos y organizaciones políticas que sufrirían restricciones a sus derechos a elegir, a ser elegidos, a la reunión, para impedir su participación en política. Preocupa también a la CIDH que las acciones para restringir los derechos de los activistas políticos, se extenderían a sus familiares, incluidos niños y niñas.

En el capítulo sobre personas defensoras de derechos humanos, la CIDH presenta abundante información que da cuenta de la situación de especial riesgo que enfrentan las personas defensoras de derechos humanos, quienes serían víctimas de constantes restricciones de viajes internacionales, detenciones arbitrarias de corta duración, procesos de criminalización y persecución judicial. La Comisión ha reprochado la vigencia de tipos penales ambiguos, en sus informes anuales ha advertido similar vaguedad en la noción del “Estado peligroso”, contemplado a partir del artículo 72 y siguientes del Código Penal. En específico con personas defensoras,

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ha tomado conocimiento de acusaciones de delitos como desacato, peligrosidad y peligrosidad social pre delictiva, impago de multas, desorden público y resistencia o rebelión, con el fin de desincentivar la labor defensa y promoción de los derechos humanos.

En el capítulo sobre libertad de expresión, la CIDH y la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión destacan que Cuba sigue siendo el único país del Hemisferio en el cual no existe ningún tipo de garantías para el ejercicio del derecho a la libertad de expresión. Permanece un modelo de monopolio estatal sobre los medios de comunicación y se mantiene la prohibición de fundar medios privados, todo lo cual es incompatible con los estándares internacionales sobre libertad de expresión. La persecución selectiva y deliberada en contra de medios y periodistas independientes continúa, y por periodos incluso recrudece. En materia de internet, se observa que las disposiciones legales serían sumamente restrictivas y ambiguas, y habría una limitada conectividad de la población cubana. Además, el bloqueo y censura de medios críticos, impiden seriamente el ejercicio de los derechos a la libertad de expresión, privacidad e intimidad en la red. En general, en materia de libertad de expresión, se observa una grave discriminación por motivos políticos en el ejercicio de los derechos humanos a todo aquel que piense o quiera expresarse distinto al régimen socialista.

En el capítulo sobre derechos económicos, sociales, culturales y ambientales, la CIDH y su Relatoría Especial sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales expresan preocupación por el déficit de viviendas en Cuba y las denuncias recibidas sobre la cantidad de personas sin vivienda y las denuncias sobre la debilidad en la oferta de agua y saneamiento básico en la isla (El Observatorio Cubano de Derechos Humanos señaló que solamente 13% de los cubanos tendría acceso a agua por 24 horas y el resto de la población la recibiría en camiones cisternas de forma intermitente. La misma información apunta a que esta agua no es potable, es necesaria hervirla para el consumo humano, y el sistema de recogida de desechos, el tratamiento de las aguas albañales y el sistema de alcantarillado no son adecuados). En cuanto al derecho a la alimentación, se saluda que el Estado haya logrado alcanzar sus metas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio, reduciendo el hambre y la desnutrición. Sin embargo, se expresa inquietud por las denuncias de desabastecimiento de alimentos esenciales y de la dificultad de acceso a productos alimentarios por parte de la población. Sobre los derechos culturales, preocupan las restricciones impuestas por el Decreto No. 349/2018, así como el gran poder concedido para que autoridades públicas promuevan una censura previa de expresiones culturales. En cuanto a derechos sindicales, la CIDH fue informada de barreras existentes en Cuba para el ejercicio de actividades sindicales independientes, como los obstáculos impuestos a la Asociación Sindical Independiente de Cuba. Sobre la seguridad social, preocupa la información recabada sobre la insuficiencia de los valores de las jubilaciones para comprar insumos necesarios para la supervivencia de las personas. Sobre el derecho al trabajo, la Comisión obtuvo información de violaciones al pago de salarios y denuncias de discriminación de género, política y racial vulneran el derecho al trabajo en Cuba. En lo relacionado con el derecho a la salud, se saluda que el Estado haya obtenido logros positivos en materia de derecho a la salud; sin embargo, se expresa inquietud por las denuncias de deterioro de la calidad del servicio de salud ofrecido a la población, el abastecimiento de medicamentos y el funcionamiento del sistema de salud en la isla. Sobre el derecho a la educación, preocupan las denuncias de vulneración de la libertad académica en la isla, y las condiciones de las instalaciones educativas.

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Finalmente, en cuanto a los derechos ambientales, se expresa su preocupación por las denuncias de manejo precario de los residuos y de contaminación en regiones menos desarrolladas del país.

En el capítulo sobre situación de derechos humanos de otros grupos poblacionales, la CIDH también toma nota de la situación que enfrentan las personas afrodescendientes, mujeres, personas de la comunidad LGTBI, personas en situación de discapacidad, personas privadas de la libertad y migrantes en la isla. Por ejemplo, destacó la ausencia de datos estadísticos desagregados claros a partir de bases de datos intersectoriales sobre población afrodescendiente que genera una invisibilización de esta población, así como situaciones de discriminación en contextos laborales, educativos y la afectación a derechos de personas afrocubanas en materia de salud, vivienda, desempleo y acceso a servicios sanitarios y agua potable. En cuanto a los derechos de las mujeres, la CIDH nota que el Estado habría realizado esfuerzos para adecuar los mecanismos jurídicos y estatales a favor de la igualdad entre mujeres y hombres, sin embargo, el marco legal cubano no ha incorporado en su legislación una definición general de discriminación contra la mujer, ni protección contra la violencia contra la mujer. Además, preocupa la persistencia de estereotipos de género para discriminar a niñas y mujeres. Respecto de la población LGBTI, la CIDH considera que la escasez de datos sobre este tipo de violencia en Cuba inviabiliza el problema de discriminación, sin embargo, con la información disponible se encontró que esta población sufre hechos de violencia, discriminación, restricciones a sus derechos de reunión y asociación, así como cercenamiento en su libertad de expresión y de difusión del pensamiento. Sobre los derechos de las personas en situación de discapacidad, la CIDH lamenta la falta de acceso de las personas con alguna discapacidad a los servicios de salud necesarios para su bienestar y a la incorporación a la vida laboral, a la educación inclusiva y de calidad, así como el acceso a la salud y al trabajo. Sobre la población migrante, la CIDH expresa su preocupación por las múltiples restricciones y los procedimientos que obstaculizarían el ejercicio efectivo a la libertad personal dentro y fuera de la isla. Igualmente, sobre la población privada de la libertad, la Comisión continúa sin contar con información actualizada sobre la cantidad de personas que estarían en las prisiones de Cuba, sin embargo cuenta con denuncias sobre la persistencia de condiciones deplorables de detención, hacinamiento carcelario, insuficiencia de medicamentos, alimentos y agua potable, inadecuada higiene y salubridad, deficiente asistencia médica.

Recomiendo leer el informe completo, está disponible para bajar en el siguiente link http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2020/127.asp

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Human Rights Watch (HRW), artículo sobre médicos cubanos

“Cuba: Normas represivas contra médicos en misión. Los gobiernos que reciben médicos cubanos deben exigir cambios. 23 de Julio del 2020.

El gobierno cubano impone normas draconianas a los médicos en misiones sanitarias que vulneran sus derechos fundamentales, señaló hoy Human Rights Watch. Los gobiernos que solicitan asistencia de trabajadores de la salud cubanos para responder a la pandemia de Covid-19 deben exigir a las autoridades cubanas que reformen las leyes y reglamentos aplicables que vulneran, entre otros, los derechos a la privacidad, la libertad, la libertad de expresión y asociación, y el libre movimiento.

Desde marzo, Cuba ha enviado cerca de 1.500 profesionales médicos a distintos países del mundo a colaborar con la lucha contra la pandemia de Covid-19. Estos profesionales se suman a los aproximadamente 30.000 trabajadores de la salud cubanos que ya se encontraban en el extranjero. Las reglamentaciones oficiales establecen que los trabajadores pueden recibir sanciones disciplinarias si entablan “amistad” con personas que tengan “opiniones hostiles o contrarias a las de la revolución cubana”. Los trabajadores sanitarios también pueden ser sancionados si “abandonan” su trabajo.

‘Los médicos cubanos enviados a responder a la pandemia de Covid-19 ofrecen valiosos servicios a numerosas comunidades, pero a costa de sus libertades más básicas’, señaló José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch. ´Los gobiernos interesados en recibir la asistencia de médicos cubanos deben exigirle al gobierno de Cuba que reforme su orwelliano sistema, que regula con quiénes los médicos pueden vivir, hablar o incluso mantener una relación sentimental’.

Según el gobierno cubano, a lo largo de un período de casi 60 años, Cuba ha enviado más de 400.000 trabajadores de la salud a 164 países para abordar crisis de corto plazo, desastres naturales y, en la actualidad, la pandemia de Covid-19. Desde marzo de 2020, el gobierno cubano ha enviado a varios contingentes de profesionales médicos para apoyar a sistemas de salud locales en más de 20 países, incluidos varios de América Latina.

Desde la primera misión médica a Argelia en 1963, Cuba ha diseñado normas represivas que rigen la vida de aquellos que envía al exterior. Estas normas imponen límites severos a la libertad de expresión, asociación y movimiento, así como a la privacidad de los trabajadores de la salud.

Cuba regula incluso los aspectos más triviales de la vida de los médicos cubanos que participan en misiones, de maneras que vulneran los derechos de libertad de asociación. Conforme a la Resolución 168 de 2010, dictada por el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba, se consideran ‘infracciones de la disciplina’ mantener ‘relaciones’ con cualquier persona ‘cuya conducta no esté acorde con los principios y valores de la sociedad cubana’, así como sostener ‘relaciones de amistad o vínculos de otro tipo’ con ciudadanos cubanos disidentes y personas que tengan ‘posiciones hostiles o contrarias a la Revolución cubana’ o que sean ‘promotores de un modo de vida contrario a los principios que deben caracterizar a un colaborador cubano en el exterior’. Vivir con personas ‘no autorizadas’ también constituye una infracción disciplinaria. El personal enviado a estas misiones debe reportar a sus superiores inmediatos todas ‘sus relaciones amorosas’.

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A través de disposiciones imprecisas contenidas en la mencionada Resolución 168, se limita la libertad de circulación de los trabajadores sanitarios. La resolución establece como infracción ‘frecuentar lugares que dañen el prestigio del médico en el concepto público’ y también ‘concurrir a lugares que, dadas sus características, resulten proclives a alteraciones del orden público’. Los trabajadores de la salud también deben obtener ‘autorización’ para ‘participar en actos públicos de carácter político o social’.

La libertad de expresión de los trabajadores de la salud cubanos también se ve gravemente limitada como resultado de reglamentaciones amplias e imprecisas que resultan innecesarias y desproporcionadas para cualquier objetivo gubernamental legítimo. Conforme a la Resolución 168, los médicos necesitan ‘instrucciones y autorizaciones’ para ‘emitir valoraciones’ a los medios de comunicación sobre ‘situaciones internas del centro de trabajo’ o que ‘comprometan la colaboración cubana’. También constituye una infracción ‘difundir o propagar criterios o rumores que vayan en detrimento de la moral o el prestigio del colectivo o de algún integrante de este’.

Las sanciones previstas para quienes cometan infracciones disciplinarias van desde la retención de salarios hasta la expulsión de la misión y el regreso a Cuba. El Código Penal de Cuba prevé que el personal médico que ‘abandone’ su trabajo puede ser objeto de procesos penales y penas de hasta ocho años de cárcel, una medida que resulta absolutamente desproporcionada y que afecta el derecho a la libertad de los trabajadores de la salud cubanos.

Human Rights Watch no ha podido determinar el número de trabajadores de la salud cubanos que han transgredido estas normas y leyes, ni cuántos han sido objeto de sanciones penales o disciplinarias. Si bien, al parecer, serían escasas las instancias en las que se han aplicado sanciones penales, declaraciones de médicos analizadas por Human Rights Watch sugieren que las sanciones disciplinarias son más frecuentes.

La legislación cubana limita considerablemente el derecho de los médicos y otros cubanos a salir del país. Cuba restringe el acceso a pasaportes corrientes, y los trabajadores de la salud que forman parte de misiones reciben los denominados pasaportes ‘oficiales’ que sólo tienen validez durante el período de la misión.

Los trabajadores sanitarios en Cuba se consideran población ‘regulada’ y deben obtener una autorización especial para salir del país antes de recibir un pasaporte, incluso si renuncian a sus cargos en el Sistema Nacional de Salud. La normativa cubana intenta justificar estas restricciones invocando la necesidad de preservar a los trabajadores ‘que realizan actividades vitales para el desarrollo económico, social y científico-técnico del país’. Sin embargo, estas restricciones severas, que se aplican por tiempo indefinido, resultan claramente desproporcionadas para el objetivo buscado.

Un decreto de 2012 otorga amplias facultades a las autoridades para otorgar o denegar a los trabajadores de la salud permiso para salir del país. Asimismo, el decreto indica que las autoridades tendrán ‘un plazo que no exceda de cinco años’ para tramitar la solicitud de un trabajador sanitario para trasladarse al exterior. Según el derecho cubano, este extenso período de espera sería para ‘realizar el entrenamiento del relevo del trabajador de la salud’.

Algunos trabajadores sanitarios cubanos también han informado que quienes ‘abandonan’ las misiones están sujetos a una prohibición de facto de ingresar a Cuba por ocho

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años. La prohibición no está claramente establecida en la legislación cubana. No obstante, el derecho inmigratorio de Cuba prohíbe el ingreso de quienes hayan sido declarados ‘indeseables’ o hayan ‘organizado, estimulado, realizado o participado en acciones hostiles contra los fundamentos políticos, económicos y sociales del Estado cubano’. La disposición viola el derecho consagrado en el derecho internacional a ingresar al país propio y se aplica a ‘toda persona’, incluidos ciudadanos cubanos.

En noviembre de 2019, las Relatoras Especiales de la ONU sobre las formas contemporáneas de la esclavitud, incluidas sus causas y consecuencias, y sobre la trata de personas, especialmente mujeres y niños, pidieron información al gobierno cubano sobre las condiciones laborales de las misiones médicas cubanas. Las relatoras indicaron que habían recibido información, incluso de primera mano, sobre condiciones laborales que ‘podrían elevarse a trabajo forzoso’.

Según indicaron las relatoras de Naciones Unidas, muchos médicos se sienten presionados a participar en las misiones y temen sufrir represalias si no lo hacen. Asimismo, reportaron ‘exceso de horas trabajadas’ por los médicos, limitaciones en cuanto a vacaciones y salarios, amenazas de autoridades cubanas y restricciones a los derechos a la privacidad y a la libertad de expresión. En una respuesta a las relatoras de la ONU de enero de 2020, a la cual tuvo acceso Human Rights Watch, el gobierno cubano negó los señalamientos e indicó que las relatorías habían sido ‘utilizadas para fomentar espurias campañas promovidas por el gobierno de Estados Unidos’.

La organización de derechos humanos Prisoners Defenders obtuvo declaraciones de decenas de trabajadores de la salud que participaron en misiones antes de la pandemia de Covid-19, entre 2001 y 2018, a las cuales tuvo acceso Human Rights Watch. Muchos manifestaron haberse sumado al programa porque temían represalias por parte de las autoridades cubanas. Otros afirmaron haberse unido a las misiones con la esperanza de irse del país o de conseguir acceso a alimentos, como carne, que no pueden obtener con los salarios que perciben en Cuba.

Los derechos a la privacidad, la libertad de expresión y asociación, la libertad y al libre movimiento se encuentran protegidos por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como por otros tratados internacionales y por el derecho internacional consuetudinario. La amplia mayoría de los países que reciben a médicos cubanos han ratificado el pacto. Cuba firmó el pacto, pero no lo ha ratificado. El trabajo forzado también se encuentra prohibido por los Convenios 29 y 105 de la Organización Internacional del Trabajo, ratificados por Cuba y la mayoría de los Estados que han recibido médicos cubanos. Varios de ellos también han ratificado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que reconoce el derecho a condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias, así como a un nivel de vida adecuado. La Declaración Universal de Derechos Humanos también establece que toda persona tiene ‘derecho a salir de cualquier país, incluso del propio’, así como ‘a regresar a su país’.

Los países que reciben médicos cubanos tienen obligaciones de derechos humanos respecto de todas las personas en su territorio, lo cual incluye a los trabajadores sanitarios cubanos, y deben asegurarse de que los acuerdos alcanzados con el gobierno cubano prevean garantías efectivas para los derechos de los trabajadores, señaló Human Rights Watch.

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‘Los gobiernos que acepten asistencia cubana que incluya condiciones abusivas impuestas por Cuba podrían convertirse en cómplices de graves violaciones de derechos humanos’, explicó Vivanco. ‘A nadie le sorprende que el régimen cubano no esté dispuesto a respetar los derechos de sus trabajadores de la salud, pero otros gobiernos deben abstenerse de contribuir a esta explotación’.”

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Reiteraré lo siguiente: desde la izquierda y el progresismo, debemos, de una vez por todas, dejar de defender y/o justificar lo que acaban de leer. Si no somos capaces de esto, no será posible defender los DD.HH. ni a la Democracia en Chile ni en el mundo, con un peso credencial.

Conclusión general

La teoría marxista-leninista es incompatible con el respeto a los Derechos Humanos por las razones que expuse con detalle en esta sección, y que espero hayan quedado claras. La única opción para llegar al comunismo es mediante la violación de los DD.HH. para lo que sea que se considere que son la “burguesía” y los “contrarrevolucionarios”, los que pueden ser millones de personas. Los marxistas-leninistas están dispuestos, y lo siguen haciendo al día de hoy en los países con Democracias Populares / Dictaduras del Proletariado, a violar los DD.HH. de todo aquel que no esté de acuerdo con la construcción de “la patria socialista”. Es por esto que al PCCh no se le puede creer cuando hablan de la defensa universal de los DD.HH. Para ellos, el Internacionalismo Proletario y el antimperialismo, son más importantes que los Derechos Humanos.

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VII) REFLEXIONES

Reconozco estar algo preocupado por la posibilidad que durante el momento efervescente que vivimos en Chile, no consigamos contener a las fuerzas antidemocráticas enquistadas en nuestras propias filas.

El fortalecimiento de la Democracia, junto con la promoción y protección de los Derechos Humanos, deben ser dos pilares muy sólidos que vertebren la nueva etapa en que el país se encuentra y encauza.

A mi juicio, para que sea posible construir en Chile y el mundo una izquierda coherente, consistente y adecuada para el siglo XXI, las ideas de Marx, Engels y Lenin, como triada teórica, deben ser desestimadas y dejadas a un lado. No se puede defender ni la Democracia ni los Derechos Humanos teniendo a estos tres pensadores como base. Los trotskistas tienen que dejar de culpar a Stalin, el problema es Marx, Engels y Lenin. El cuestionamiento a las ideas, propuestas, y posturas teóricas de esta troika intelectual y a las de sus seguidores, los marxistas, debe venir, desde y principalmente nosotros, la izquierda y el progresismo.

No desechar aquello que muestra pruebas abrumadoras de estar errado y ser nocivo, es regresión y necedad genuina, cuando no franca estolidez.

Adeudamos ser capaces de construir una izquierda, que teniendo como herramienta principal al conocimiento científico, esté a favor de mejorar la calidad de vida de los humanos, no deteriorarla. Con un empeño férreo con la Democracia y un compromiso irrestricto con el respeto de los Derechos Humanos en cada rincón del planeta, y en todo momento, sin acomodaticios particularismos localistas temporales por conveniencia.

Como fue revisado en este ensayo, los pilares fundamentales de la filosofía / ideología marxista: el materialismo dialéctico, el materialismo histórico, y la Teoría del Valor Trabajo, están errados y no son sostenibles cuando los examinamos con detención tomando en cuenta la acumulación de conocimientos que se ha adquirido por medio de la ciencia a lo largo de los años. Las leyes de la dialéctica del materialismo dialéctico, no son leyes universales del cambio que sean válidas para todos los géneros de la materia; el materialismo histórico con su economicismo, agonismo y holismo, es irrealista; y la Teoría del Valor Trabajo está absolutamente refutada. Pero por sobre el hecho de que estén errados los pilares fundamentales del marxismo, ocurre que al adoptarlos como fuente de pensamiento político e intentar aplicarlos, obtenemos una y otra vez los mismos infelices resultados. Asimismo, y lo repetiré nuevamente para que quede claro (porque parece que se nos olvida), la filosofía marxista-leninista, por su Teoría del Estado, es incompatible con la Democracia y el respeto a los Derechos Humanos, y en este sentido, es ineludible tener que confrontar al PCCh, ya que si no lo hacemos, será muy difícil proponer una profundización de la Democracia chilena y defender los DD.HH. en Chile o en cualquier país, con un peso credencial que nos avale.

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¿Se ha renovado el PCCh?

El PCCh es marxista-leninista y está muy marcado por la Unión Soviética. No es comparable con el eurocomunismo. Que yo sepa, a diferencia de los eurocomunistas, el Partido no ha renunciado a la idea de la Dictadura del Proletariado para algún momento indeterminado en el futuro, recorrido que puede ser pavimentado por la llamada revolución democrática-burguesa. Recuerden que adoptar programática y discursivamente una “vía pacífica” hacia el socialismo / comunismo, no implica abandonar la idea de la Dictadura del Proletariado, ya que como argumenté, es el único paso teórico para embarcarse hacia la sociedad comunista.

Para el PCCh, debido a la Teoría del Estado por la que se rigen, los términos Democracia y Dictadura son intercambiables, incluso sinónimos, por lo tanto, no se vean sorprendidos cuando sus militantes no acepten que Cuba y China son dictaduras, ya que ellos están al tanto que la palabra Dictadura tiene un sentido negativo para la mayoría de las personas. Quizás, con respecto a estos dos países puedan confesar que son Dictaduras del Proletariado, que lo son, pero para ellos, Dictadura del Proletariado y Democracia del Proletariado son lo mismo y algo deseable. Con respecto a Venezuela, que está desmarcada del esquema marxista-leninista, la defienden principalmente por ser antimperialista (odiar a los EEUU), pero siempre en sus cabezas tienen la carta bajo la manga propuesta por Lenin, de que todo gobierno es siempre un “Dictadura de Clase”.

Recordemos las palabras de Luis Emilio Recabarren en 1922 y 1923:

“Un representante comunista no va al Congreso a hacer política, a ‘cooperar con los burgueses, a pedir empleos, a mendigar sueldos, o a intrigas de pasillos’.

El parlamentario comunista investido de la representación de un partido serio que encierra en sí las aspiraciones y la voluntad de las masas ya no sumisas: va a la Cámara a destruir, a despedazar con su crítica libre y severa, la dialéctica jesuítica y sofística de los representantes burgueses; y a iluminar, con el resplandor de la doctrina comunista, los problemas vitales que nos acosan.

El representante comunista en la Cámara, sigue siendo antiparlamentario, sigue combatiendo al parlamentarismo; y sus ideas en el Congreso, no difieren de las que expresara en vísperas de elecciones, y en su vida privada, ante sus electores”

“¿Qué es el Partido Comunista?

En primer lugar no es ni será jamás un partido político, puesto que no admitirá nunca relaciones políticas con los partidos de la clase capitalista. La acción electoral sólo la admitimos como un instrumento de lucha y con carácter revolucionario, nunca con carácter político. El Partido Comunista tiene por objeto inmediato, capacitar, orientar y disciplinar científicamente a sus adherentes, para que constituyan la vanguardia revolucionaria del

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pueblo y esparramados sus miembros en todos los sindicatos, ayuden a dirigir la marcha del proletariado hacia el triunfo final de nuestras aspiraciones de abolir el sistema capitalista con todas sus injusticias y miserias”

“Mi breve estadía en Rusia de los Soviets me han confirmado en todas mis ideas respecto de la necesidad de la violencia revolucionaria y de la dictadura proletaria. He comprendido perfectamente que sin esa dictadura de la clase obrera la revolución social no puede ser conducida a buen término”

Tenemos que entender que el PCCh no se rige por las definiciones que los que no son marxistas utilizan. Por su filosofía, manejan una concepción distinta de la realidad. Para ellos el marxismo revolucionario no tiene por qué ser subordinado a las categorías abstractas de la ciencia política, jurídica, o económica “burguesa”.

Camila Vallejo, Karol Cariola, Daniel Núñez, Luis Catrileo, Hugo Gutiérrez, Carmen Hertz, Boris Barrera, Marisela Santibáñez, Guillermo Teillier, Lautaro Carmona, etc.; no son demócratas ni democráticos, ni tampoco tienen un compromiso real con los DD.HH.

Tal como lo tienen escrito en su propio Programa, los militantes del Partido están de acuerdo con incluir a los militares para un “cambio revolucionario”, y están dispuestos a contar con medios jurídicos para enfrentar la “subversión contrarrevolucionaria”. Nada de esto es democrático ni consecuente con el respeto irrestricto de los DD.HH.

En nombre del Internacionalismo Proletario y el antimperialismo son capaces de avalar y defender cualquier dictadura y cualquier violación masiva y sistemática de DD.HH., lo que trae como consecuencia el debilitamiento del sistema internacional de defensa y protección de estos derechos.

El Partido Comunista de Chile es parte de la izquierda chilena involutiva, por más suaves, moderados, revisionistas y “amarillos” que sean, en comparación con el Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria), el MIR, y los trotskistas del Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR); y por templados que se presenten en el discurso. Quienes los conocemos, sabemos que no es posible creerles cuando hablan de la defensa universal de los DD.HH. y de un compromiso real con la Democracia, aunque lo escriban mil veces en sus Principios y Estatutos, o lo repitan cien mil veces en sus pomposos discursos. Es sólo una pantomima.

Siguen adheridos al centralismo democrático leninista, y el resultado de adoptarlo es la petrificación de la doctrina en un dogma que se asimila bastante a una “religión secular”.

Se puede concluir, con poco temor a equivocarse, que el Partido Comunista de Chile se ha renovado muy poco o nada en la práctica, y es muy difícil que lo haga, por mucho que intenten diluir la pócima Lenin, Stalin, Kruschev, Brézhnev, Castro y Ortega; con alícuotas de un mítico Recabarren.

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¿Daniel Jadue Presidente?

Daniel Jadue es marxista-leninista y militante del PCCh, y como tal, porta en su cabeza las ideas que he presentado a lo largo de este ensayo. Después de una búsqueda de respuestas en la religión durante su juventud, Jadue encuentra en el materialismo dialéctico, el materialismo histórico y la Teoría del Valor Trabajo, es decir, en la filosofía marxista-leninista (el comunismo), una forma de entender y enfrentar la vida con sentido de propósito. El alcalde se cambió de una religión a algo que no lo es, pero se le parece mucho. Por esto, siguiendo a Marx y a Lenin, Jadue sigue creyendo que el Estado es un instrumento de “dominación de clase”, y como tal, su existencia implica siempre la existencia de una “Dictadura de Clase”, a saber, y como lo expliqué antes, para Daniel Jadue todos los países son “Dictaduras”, ya sean de “la burguesía” o “del proletariado”, y él aboga por las del proletariado. Recordemos que en la actualidad éstas son cinco: Cuba, China, Vietnam, Laos y Corea del Norte (al PCCh no le gusta Corea del Norte principalmente porque hace ensayos con misiles y se resiste a la desnuclearización).

Con esta Teoría del Estado en mente, es imposible edificar una teoría de la Democracia y menos de los Derechos Humanos, por ende, Jadue, no está de acuerdo con lo que en ciencia política se llama Democracia, incluyendo a la aún teórica Democracia Participativa. Para Jadue y para cualquier militante del PCCh, en algún momento de la historia, por lejano que sea, será necesario violar los DD.HH. de una “clase” y de “contrarrevolucionarios”, además de destruir el “Estado burgués”. Por esto, y dentro de otras razones, junto a su partido considera que ellos siempre se deben mantener al margen de la institucionalidad, y sólo entran en ésta por motivos estratégicos y tácticos.

Daniel Jadue tiene una concepción de la Democracia que no es democrática. Para que pueda haber Democracia (incluida la Participativa), uno de los pilares fundamentales (no el único) es el reconocimiento de la Igualdad Política siempre, y como vimos, desde el marxismo-leninismo se niega esta igualdad para lo que ellos denominan “burguesía” y potenciales “contrarrevolucionarios”. El alcalde niega y está en contra de la Igualdad Política para una “clase”, la “burguesía”, y para potenciales “contrarrevolucionarios”, para algún momento histórico irresoluto. Aunque puede aceptar una Igualdad Política temporal como estrategia necesaria para llegar al poder por medio de pactos con los partidos “pequeño burgueses” y “sujetos en disputa”, si es que tiene como objetivo para Chile encauzarse hacia el comunismo para cierto futuro indeterminado (y lo tiene, de lo contrario no sería militante del Partido Comunista de Chile), no le queda otra opción teórica y práctica, que en alguna coyuntura tener que negarle los derechos fundamentales a lo que sea que él y el PCCh consideren en ese instante futuro que son la “burguesía” y los “contrarrevolucionarios". Para Jadue y el PCCh sigue habiendo una “clase enemiga” (de la que pueden ser parte cientos de miles de personas en Chile o millones si contamos a los “contrarrevolucionarios”) a la que es necesario destruir en alguna oportunidad histórica venidera. En el plano internacional, el alcalde no tiene ningún problema con que se violen masiva y sistemáticamente los DD.HH. en nombre del Internacionalismo Proletario y el antimperialismo. Por lo tanto, cuando Daniel Jadue hable de Democracia y DD.HH., es imprescindible que lo debatan teóricamente y traten de distanciarse de las preguntas que tocan las cáscaras programáticas, ya que aquí recibirán respuestas que pueden sonar muy bellas y con perfume a socialdemocracia, pero no son más que eslóganes tácticos temporales.

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A Daniel Jadue hay que encararlo teóricamente, su discurso de cáscaras programáticas con olor a socialdemocracia no devela sus creencias. Si estas creencias fuesen inofensivas, se podrían dejar pasar, pero como no lo son, hay que enfrentarlas desde el diálogo profundo y sincero.

El bloque teórico fundamental por el cual hay una incompatibilidad entre la Democracia, el respeto a los DD.HH. en todo momento, y la ideología de Daniel Jadue, es la Teoría del Estado que sostiene la filosofía marxista-leninista. Pregúntenle por esto, y verán la caja de sorpresas que se abre. Recuerden que en el marxismo-leninismo no hay por un lado una Teoría del Estado y, por otro, una teoría de la Dictadura del Proletariado, es una sola teoría. Interróguenlo por la Teoría del Estado marxista-leninista, y díganle que los pilares fundamentales del marxismo: el materialismo dialéctico, el materialismo histórico y la Teoría del Valor Trabajo están todos errados, y verán como emerge su verdadero ser político.

Lo que todos debemos legítimamente cuestionarnos, es la aspiración de gobernar de Daniel Jadue, a saber ¿Cómo pretende estar a cargo de algo que su ideología lo comanda a destruir en algún futuro indeterminado?

Otro asunto que tenemos que preguntarnos seriamente, es la pretensión de Jadue de defender incondicionalmente los DD.HH., es decir ¿Cómo pretende defender los DD.HH., a sabiendas que en algún futuro indeterminado, por lejano que sea, será inevitable de acuerdo a la filosofía que profesa, violar los DD.HH. de lo que sea que él considere que son la “burguesía” y los “contrarrevolucionarios”? ¿Cómo pretende defender los DD.HH. irrestrictamente a nivel global, cuando para él y su partido estos derechos fundamentales valen menos que los conceptos Internacionalismo Proletario y antimperialismo?

¿Tiene Daniel Jadue o alguien del PCCh un compromiso real con la Democracia? No

¿Tiene Daniel Jadue o alguien del PCCh un compromiso real con los DD.HH.? No

¿Debe una persona que no tiene un compromiso real con la Democracia ni con el respeto irrestricto a los DD.HH. estar a cargo del Gobierno de Chile? En mi opinión, no, por ningún motivo.

Aquellos que desconocen la teoría marxista-leninista, y tienen un compromiso real con la Democracia y el respeto a los Derechos Humanos en Chile y el mundo, pero opinen que Daniel Jadue o cualquier militante del PCCh debe ser presidente, están cometiendo un error por desconocimiento.

Aquellos que sí conocen la teoría marxista-leninista y opinen que Daniel Jadue o cualquier militante del PCCh debe ser presidente, no tienen un compromiso real ni con la Democracia, ni con el respeto a los Derechos Humanos, ni en Chile ni en el mundo.

Esto debiese bastar para que toda persona que haya leído este ensayo y se considere de izquierda o progresista, pero no marxista o marxista-leninista, o no se sienta representado por el eje político izquierda-derecha, pueda dirimir frente a la idea de si el alcalde debe o no debe ser presidente de la República de Chile.

A lo largo del ensayo, he presentado de forma resumida, información suficiente para que los partidos y movimientos de la izquierda chilena hagan un mínimo repaso histórico y teórico que sirva de piso sobre el cual reflexionar, y puedan decidir si vale o no la pena

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mancillarse formando alianzas políticas con el PCCh, justo en el momento decisivo donde intentamos profundizar la Democracia y promover el respeto sin ambages de los DD.HH. de todas la personas, en todo el mundo, y sin discriminaciones de ningún tipo. La pregunta de fondo es si queremos evolucionar o involucionar como izquierda. La decisión de formar o no una alianza con el Partido Comunista de Chile no es baladí y puede terminar resultando cara en este punto trascendente. Si sabemos que son parte de la izquierda antidemocrática en potencia, el impulso histórico de una eventual alianza o coalición con ellos, no es avance, es retroceso.

Con lo expuesto en estas páginas, el que quiera conversar y debatir de forma tranquila con Jadue, con cualquier militante o simpatizante del PCCh, o cualquier marxista-leninista o marxistas diversos; tiene las herramientas básicas necesarias para hacerlo con fundamentos y mediante una línea argumentativa adecuada. Cuando lo hagan, cuando tengan en frente a Daniel Jadue o algún militante del PCCh para conversar, demándenle honestidad intelectual.

Es urgente que la población chilena se eduque sobre qué es la Democracia y entiendan lo básico de la teoría de los Derechos humanos, para que no se vean seducidos por el simple hecho de que el discurso contestatario de Jadue y el PCCh, calza, superficialmente, con lo contestataria que está un porcentaje importante de la ciudadanía

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