Creo en Dios Padre

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Contra los Creyentes… Por Eloy Domalo. “Creo en Dios, Padre y Madre… Ambos uno, ambos infinitos en bien, amor y mal…” Todo honor y toda gloria al Creador, al Creativo y a la Creatividad, mi amada señora. …Y vida a los que no creemos por que sí. Miguel de Unamuno, el anarquista español, escribió una carta que versa del siguiente modo, y en cuyo contenido quiero hoy reflexionar y compartir con ustedes en esta columna, como el estilita amanuense que soy: Las personas de espíritu perezoso propenden al dogmatismo, a la pereza espiritual, huyen de la posición crítica o escéptica, por que es más cómodo y bien visto en sus círculos sociales, creer por que si, ser simples no es una afrenta, sino un cumplido ante esos seres complicados, que cuestionan todo. Porque escéptico no quiere decir el que duda, sino el que investiga o rebusca, por oposición al que afirma y cree haber hallado algo por fe. Y eso demanda trabajo. Hay quien escudriña el problema religioso desde una sola posición y cree haber encontrado algo sólido y nos da una fórmula, acertada o no, como solución y pretende vendernos su verdad y su sus supuestas certezas, que le brindan una aparente tranquilidad mental y espiritual, ya sea celebrando Navidad, como Dios manda, o donando a la Teletón, pretende que se disimula la indiferencia diaria para con el prójimo… y pobre del que pretenda racionalizar algo de estas verdades absolutas… Este tipo de personas dogmáticas, tienden a desmerecer a quienes aún balbuceamos tímidas palabras para expresar nuestras dudas o explicar los pequeños logros espirituales internos personales ganados con afán y trabajo, y se nos aparecen como triunfadores agitando su solución encontrada, su seguridad material, su pertenencia a una comunidad social establecida y enrostrán sus errores de calculo al que aún no milita en congregación, por su permeabilidad a caer en más errores, ha quedar solo y expuestos al mal. Sin embargo cuando se lleva mal, un largo cálculo, el borrar lo hecho y empezar de nuevo no significa retroceso. En la práctica de nuestra vida, rara vez tenemos que esperar las soluciones definitivas ya sean

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Autor: Celso Acuña PerezEnsayo sociológico y religioso

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Contra los Creyentes…

Por Eloy Domalo.

“Creo en Dios, Padre y Madre… Ambos uno, ambos infinitos en bien, amor y mal…”Todo honor y toda gloria al Creador, al Creativo y a la Creatividad, mi amada señora.

…Y vida a los que no creemos por que sí. Miguel de Unamuno, el anarquista español, escribió una carta que versa del siguiente modo, y en cuyo contenido quiero hoy reflexionar y compartir con ustedes en esta columna, como el estilita amanuense que soy: Las personas de espíritu perezoso propenden al dogmatismo, a la pereza espiritual, huyen de la posición crítica o escéptica, por que es más cómodo y bien visto en sus círculos sociales, creer por que si, ser simples no es una afrenta, sino un cumplido ante esos seres complicados, que cuestionan todo. Porque escéptico no quiere decir el que duda, sino el que investiga o rebusca, por oposición al que afirma y cree haber hallado algo por fe. Y eso demanda trabajo. Hay quien escudriña el problema religioso desde una sola posición y cree haber encontrado algo sólido y nos da una fórmula, acertada o no, como solución y pretende vendernos su verdad y su sus supuestas certezas, que le brindan una aparente tranquilidad mental y espiritual, ya sea celebrando Navidad, como Dios manda, o donando a la Teletón, pretende que se disimula la indiferencia diaria para con el prójimo… y pobre del que pretenda racionalizar algo de estas verdades absolutas… Este tipo de personas dogmáticas, tienden a desmerecer a quienes aún balbuceamos tímidas palabras para expresar nuestras dudas o explicar los pequeños logros espirituales internos personales ganados con afán y trabajo, y se nos aparecen como triunfadores agitando su solución encontrada, su seguridad material, su pertenencia a una comunidad social establecida y enrostrán sus errores de calculo al que aún no milita en congregación, por su permeabilidad a caer en más errores, ha quedar solo y expuestos al mal. Sin embargo cuando se lleva mal, un largo cálculo, el borrar lo hecho y empezar de nuevo no significa retroceso. En la práctica de nuestra vida, rara vez tenemos que esperar las soluciones definitivas ya sean científicas o religiosas. Los hombres han vivido y viven sobre hipótesis y explicaciones muy deleznables, y aun sin ellas. Para castigar al delincuente no se pusieron de acuerdo sobre si éste tenía o no libre albedrío, como tampoco para estornudar, no reflexionan sobre las causas del resfrió. Los hombres que sostienen que de no creer en el castigo eterno del infierno serían malos, se equivocan. Si dejaran de creer en una sanción de ultratumba no por eso se harían peores. El que siendo bueno cree en un orden trascendente, no tanto es bueno por creer en él, cuanto que cree en él por ser bueno, y mucho mejor sino espera recompensa. El valor de David Hume de ser el primer ateo publicitado, en morir sin esperanza en una vida de ultratumba, no puede ser satanizado. Me gusta imaginar a Dios, sonreír ante la llegada de

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Hume, este díscolo hijo suyo, y me cuesta creer en un castigo eterno para él que demostró valor ante el fin, y una vida integra y provechosa. De ser así ¿Qué le espera en la otra vida a todos nuestros héroes patrios militares? La religión debe ser como dice Unamuno: “buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad”, A un a sabiendas de que no se ha de encontrarlas mientras se viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente con el misterio; mi religión es luchar con Dios desde el romper del alba hasta el caer de la noche, como dicen que con Él luchó Jacob. No se puede transigir con aquello del “Inconocible”: ni con aquello otro de "de aquí no pasarás". Se debe trepar a lo inaccesible. "Sed perfectos como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto", dijo el Cristo, y semejante ideal de perfección es, sin duda, inasequible. Lo inasequible es entonces meta y término de nuestros esfuerzos. ¿No elogiamos a los que se dejaron matar peleando antes que rendirse? No hay creencias sino creyentes. En el orden religioso apenas hay cosa alguna que se tenga racionalmente resuelta, y cuando la hay, no puede ser comunicada lógicamente, porque sólo es lógico y transmisible lo racional. Tenemos, sí, con el afecto, con el corazón, con el sentimiento, una fuerte tendencia al cristianismo, por una costumbre cultural ancestral, y hoy en día, de la mano de ambientalista, redescubrimos la cosmovisión mapuche. Consideramos cristiano a todo el que invoca con respeto y amor el nombre de Cristo, y por ello se debe repugnar a los ortodoxos, sean católicos, protestantes, o ya sean musulmanes o hinduistas - pues éstos suelen ser tan intransigentes como aquéllos - que niegan cristianismo y salvación a quienes no interpretan el Evangelio, Corán o Bhagavad gita como ellos. Las supuestas pruebas racionales – las ontológicas, las cosmológicas, las éticas, etcétera - de la existencia de Dios, no demuestran nada, parecen ser razones basadas en paralogismos y peticiones de principio. Se basa en círculos cerrados donde se citan a si mismos. Nadie ha logrado racionalmente probar la existencia de Dios, pero tampoco se han dado pruebas de su no existencia; los razonamientos de los ateos parecen de una superficialidad y futileza mayores aún que los de sus contradictores. Si se cree en Él, es, ante todo, porque se quiere que Dios exista, y después, se quiere a Cristo en la Historia. Es cosa de corazón. Si se tratara de algo en que no fuera la paz de la conciencia y el consuelo de haber nacido, nadie se cuidaría acaso del problema; pero como en él va toda vida interior y el resorte de toda acción, no se puede aquietar con decir: “ni sé ni puedo saber”. Tal vez no pueda saber nunca, pero debe decirse"¡Quiero saber!” y basta. Y se debe pasar la vida luchando con el misterio, aun sin esperanza de penetrarlo, porque esa lucha es alimento y es consuelo; acostumbrarse a sacar esperanza de la desesperación misma. No se concibe a un hombre o mujer culto, sin esta preocupación. Aquellos que viven desinteresados del problema religioso en su aspecto metafísico y sólo lo viven por fe, o solo lo estudian en su aspecto social o político, no son personas integras, se apartan de las grandes y eternas inquietudes del corazón. Dicen: "¡No se debe pensar en eso!"; o creen en un cielo y un infierno como aquel en que creíamos de niños, son dignos de lastima, por desagradecidos. Se ha avanzado en más de cinco mil años de civilización, se vive en la era de la información y la informática, y sin embargo se jactan de tener las mismas creencias de los

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israelitas en tiempos de Moisés, ¡Cómo si eso fuera un mérito! Y todavía menos íntegros son los que afirman: "Todo eso, no son sino fábulas y mitos; al que se muere lo entierran, y se acabó". Porque por persona integra se entiende al hombre o mujer feliz, y el ser humano sin respuestas no esta tranquilo, y la ciencia no entrega certezas finales, ni principios, ni respuestas ni modelos concluyentes, cuando mucho una ética incorruptible, muy ajena al común de los mortales y desprovista de magia y amor. Victoria, 2006

PD: Es mejor ser de los que ignoran, pero no se resignan a ignorar; de los que luchan sin descanso por la verdad y ponen su vida en la lucha misma más que en la victoria. Y así, entre todos, algún pelo de secreto arrancaremos a Dios. Por lo menos, esa lucha nos hará más hombres, hombres de más espíritu. Lejos de dogmatismos religiosos o cientificista. Debería terminar dándote las gracias por tu predilección, santísima madre espiritual, pero permíteme concluir dedicando estas líneas a un gnomo azul gruñón ateo, que me hizo recordar este viejo escrito.