Crespo, H -Córdoba, Pasado y Presente y La Obra de José Aricó

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    Crdoba,Pasado y Presentey la obra de Jos Aric. Una gua de aproximacin

    Horacio Crespo

    En el prlogo a un conjunto de ensayos dedicados a explorar la singularidad de un

    posible fenmeno Crdoba, se subrayaba como nota dominante de la provincia

    mediterrnea la existencia de una aguda tensin entre tradicin e innovacin, tradicin yvanguardia, tradicin y modernidad, que repercutira adems en forma conflictiva, pero

    a la vez motivante, sobre el resto del pas.1

    Dilucidar la existencia de estas dinmicas y las formas especficas que asumieron es

    el objetivo de un programa de investigacin acerca de las relaciones establecidas entre

    sociedad, cultura y poltica en Crdoba, en el decisivo periodo que corre desde los

    tempranos aos cincuenta hasta el cruento cierre de todo un ciclo histrico, inaugurado por

    las oscuras jornadas del navarrazoen septiembre de 1974, y proseguido ya sin pausa en los

    aos de plomo de Menndez.2Un cuarto de siglo que destac el protagonismo cordobs en

    la escena nacional, pero en el que tambin se despleg un proceso muy rico de

    intersecciones polticas y culturales en el orden local, vividas conflictivamente en una

    multiplicidad de planos superpuestos.A la siempre presente y previsible oposicin con el puerto escenario que

    cuestiona y dirime hegemonas a nivel nacional, se agreg la eclosin de una manifiesta y

    efectiva crisis de las estructuras tradicionales locales, rebasadas por una economa

    caracterizada por un proceso de cambio cualitativo, bajo el signo del proyecto industrialista

    de sustitucin de importaciones y el crecimiento sostenido, la renovacin espectacular de

    la estructura social y el impacto agresivo y por muchas razones desconcertante de la

    modernidaden el espacio cultural.

    La Crdoba monacal, que se vea oscurantista, esa contundencia dibujada por

    Sarmiento en el Facundoy que, afantasmada, se prolonga hasta los escritos de Deodoro

    Roca, o la visin menos rspida, ms acogedora, de la aldea recoleta de Arturo Capdevila,pero siempre anclada en el refugio macizo del orden y la tradicin, sufri la erosin

    ineludible en la que todo lo slido se disuelve en el aire, parafraseando a Bermann en su

    utilizacin de la clebre cita del Manifiesto Comunista para significar los efectos de lamodernidad que se expresan tanto disolventes como creativos en dialctica indisoluble.

    Toda periodizacin es vulnerable. Se la dibuja en base a determinaciones en las que

    la subjetividad y aun la arbitrariedad del investigador, est presente. Para estudiar este

    impacto de (dejando de lado o presuponiendo aqu con buena voluntad un acuerdo acerca

    de las connotaciones mltiples y problemticas de tal generalidad, y a la vez categora, que

    en todo caso no son materia de esta presentacin), se podra objetar por qu no iniciar la

    indagacin desde el periodo de Sabattini, o desde Crcano, la Reforma, el juarismo o aun

    desde el Den Funes y sus alardes ilustrados en vsperas de la Revolucin de Mayo. Enesta carrera retrospectiva, podramos inclusive no detenernos all y buscar orgenes en

    ciertas afectadas polticas y contenidos educativos de los jesuitas del siglo XVIII, por

    ejemplo con la introduccin de Descartes y Newton en las aulas de la casa de Trejo y el

    Monserrat.

    La genealoga de los precursores es un ejercicio a veces til, interminable, gratuito

    y puede que hasta divertido, ya ironizado por Borges. Tambin es cierto aquello de que la

    anatoma del mono se explica por la del hombre, tal como lo propuso Marx en su discurso

    del mtodo, la tan clebre como abstrusa Introduccin de 1857. En este sentido, la

    primer hiptesis que manejamos en el programa de investigacin planteado es que en el

    periodo propuesto la modernidadcoagula con una densidad tal en la sociedad cordobesa

    que provoca transformaciones irreversibles en el eje tradicin-innovacin, algo que con unviejo lenguaje desprestigiado pero que no abandona su fuerza descriptiva, podramos llegar

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    a calificar como el momento en el que los cambios cuantitativos se acumularon y

    provocaron el salto cualitativo. Sabemos de la precariedad de tal frmula, que por cierto

    no pretende otra cosa que indicar, por el momento, ms que una intuicin.

    En lo que hace al cierre del perodo, la propuesta quizs reciba mayor consenso en

    tanto que se sostiene con el apoyo menos discutible de ciertos hechos irrefutables.

    Debemos recordar que en el mismo momento del navarrazo se tuvo la intuicin de sutrascendencia como signo de un proceso mayor, aunque esta nocin despert en esa poca

    muchas discusiones. La asonada policial se caracteriz como el anti-cordobazo. Esta

    nocin fue rechazada por muchos desde la resistencia a aceptar el fin de un ciclo histrico

    en Crdoba, y por la significacin que tena respecto al movimiento social y poltico del

    pas, habida cuenta de la peculiar funcin de adelanto que cumpla Crdoba en la poca.

    Desgraciadamente, el navarrazo fue efectivamente un ominoso anuncio de lo que

    acontecera a nivel nacional en una escala trgicamente ampliada, poco tiempo despus.3

    Pasado y Presentey la figura misma de Aric, aparecen tanto como resultado delproceso de modernizacin de Crdoba, cuanto actores y referentes del mismo. Postulamos

    una circularidad de retroalimentacin entre las rupturas de la tradicin ejercidas en el nivel

    de la sociedad, de la cultura y la poltica, sin recortar un espacio privilegiado en el que laoperacin innovadora pudiera plantear una hegemona inductora sobre el resto de las

    prcticas. Desde este punto de vista no compartimos la lectura en clave politicista de la

    accin y la obra del grupo, aunque puede reconocerse una resonancia mayor de alguna de

    sus manifestaciones.

    Esta interpretacin y valoracin plural ha sido sugerida con fuerza por Oscar del

    Barco, quien asigna tanta significacin a la renovacin del marxismo y de la prctica

    poltica de izquierda postulada desde la revista en su primera poca (1963-65), como a la

    incorporacin y circulacin en el campo cultural cordobs de la obra de Georges Bataille,

    Antonin Artaud y el Marqus de Sade, por ejemplo, tambin resultado de la actividad

    intelectual de integrantes del crculo de Pasado y Presente.

    Una reflexin de Aric sobre el papel y el sentido del grupo de Pasado y Presenteen la Crdoba de mediados de los sesenta, remite tambin a la pluralidad terica y cultural

    como una de las claves de la singular resonancia que tuvo la empresa, aunque no deja de

    poner el acento en la perspectiva poltica, atendiendo en buena medida a su prctica

    personal y al espacio de insercin que la sociedad cordobesa y argentina de la segunda

    mitad de los sesenta y primera de los setenta, privilegi por encima de cualquier otro: la

    lucha por el poder poltico. Otro argumento para esta prerrogativa otorgada a la poltica

    reside, para Aric, en la propia historia de los componentes del grupo y en el disparador

    inicial de su accin: militantes expulsados del Partido Comunista, comprometidos con el

    cambio social revolucionario, y en busca de nuevas vas que rompieran con las trabas y

    osificaciones de la izquierda tradicional.

    De todos modos, no podramos encontrar en Aric una visin de perspectiva

    estrecha. Tal como dijimos arriba, pensaba que el gramscismo de Pasado y Presentefue el

    punto de apoyo, el suelo firme, el punto de partida que legitim cruces filosficos y

    culturales con la fenomenologa de Husserl, el estructuralismo de Claude Levi-Strauss,

    Braudel y la nouvelle histoire y hasta el psicoanlisis lacaniano, todas corrientes

    expresadas en las pginas de la revista y naturalmente anatemizadas por la ortodoxia

    marxista.4La asuncin terica de Gramsci legitimaba, en el pensamiento de Aric, estas

    aperturas, evitando el mero eclecticismo sin fronteras, ya que permita estas

    intersecciones sin abandonar la adscripcin ideolgica y terica al marxismo.

    Las apretadas reiteraciones en el propio discurso posterior de Aric de imgenes

    fuertes acerca de la seguridad referencial brindada por Gramsci, ya citadas, son elocuentesmuestras de cun presente estaba esta preocupacin de legitimidad en l, tributo lgico a

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    su formacin por otra parte, aunque por cierto tambin acusan otra preocupacin muy

    ceida en torno al rigor epistemolgico de los planteos. De todos modos, pueden advertirse

    un matiz entre las apreciaciones de Aric y de Del Barco, una cierta tensin intelectual que

    en el contexto del accionar del grupo result creativa y no confrontativa, lo que de por s

    import asimismo una novedad en el estilo de la vida intelectual de la izquierda.

    Para Aric la afiliacin cordobesa de la revista no es accidental. En primer lugarsubraya el fenmeno de transformacin industrial y el asentamiento y expansin de la

    industria metalmecnica en grandes complejos automotrices, lo que haba generado el

    surgimiento de un proletariado joven de reciente paso por la Universidad y las escuelas

    tcnicas. Esto significaba una ausencia de frontera definida entre el mundo del trabajo y el

    mundo tcnico-intelectual, tal como lo consagraban los lmites definidos de clase y de

    lugar en el Gran Buenos Aires. Las dos figuras tpicas del obrero y del estudiante tendan a

    cruzarse o al menos a mantener relaciones fluidas, que indicaban potenciales contenidos

    polticos-sociales revulsivos. Por otro lado, Aric seala que el propio diseo urbano de la

    ciudad mediterrnea, con un centro poltico-burocrtico, comercial y cultural reducido y a

    la vez atravesado por las redes de transporte urbano radial y convergente, favorecan la

    formacin de un entramado en el que todo un conjunto abigarrado y complejo de estratossociales y de instituciones se entrecruzaba y en el que nadie quedaba excluido. Y

    acenta un elemento de su diagnstico: en los momentos de crisis estas caractersticas

    sociolgicas-urbanas afinaran una comunicatividad social y poltica de vigor

    excepcional.5

    Una segunda caracterstica subrayada por Aric, es que Crdoba fue el epicentro

    del conflicto social argentino en los cincuenta y los sesenta, el lugar del cordobazoelevado

    a condicin de modelo de la revuelta urbana, de la irrupcin del sindicalismo clasista, de

    las relaciones fluidas entre la izquierda peronista y la socialista, del surgimiento de ensayos

    de control obrero apareado con los procesos de la democratizacin sindical, de la unidad

    obrero-estudiantil, declamada y practicada con alcances masivos, de la radicalizacin de la

    juventud catlica.De esta configuracin sociolgica, conjugada con la realidad poltica, surgi la

    idea, ms bien la visin imaginaria de una Turn latinoamericana, que es la nota

    dominante de la primera etapa de la presencia y relacin de Crdoba con la obra de Aric.

    La impronta gramsciana del periodo de L'Ordine Nuovoes referente terico-poltico, que

    alienta en las pginas de la revista pero tambin informa la configuracin de toda la

    primera poca de la clebre coleccin de Cuadernos de Pasado y Presente, cuyo nmero

    inicial se public a mediados de 1968. A partir del cordobazo se plantea una interaccin

    muy intensa entre la produccin terica y la accin poltica, superada ya la etapa foquista

    de los episodios del EGP en 1964 y del guevarismo boliviano culminado desgraciadamente

    en 1967, cuyo reflejo terico ms importante fue la publicacin del clebre artculo de

    Regis Debray El castrismo: la gran marcha de Amrica Latina en las pginas de la

    revista, en 1965.6 El proceso de emergencia radicalizada en importantes sectores de la

    clase obrera industrial, unida a la democratizacin sindical, los dos ejes del llamado

    sindicalismo clasista con epicentro en la filial cordobesa del SMATA y en los sindicatos

    SITRAC-SITRAM de la empresa FIAT, fue uno de los puntos de reflexin.7

    Un segundo foco de atencin lo constituy la relacin compleja entre peronismo y

    socialismo, nudo gordiano de la izquierda argentina, que encontraba en la experiencia de

    Crdoba una novedosa manifestacin en tanto que no aparecan ya como componentes de

    una antinomia irreductible, sino como una posibilidad de fusin, y esto ejercido no en el

    nivel de capas ms o menos intelectuales de la pequea burguesa, sino en la propia

    prctica poltica de numerosos sectores del activismo obrero. La reflexin sobre este temaseguramente recibi un nuevo impulso con la aparicin del fenmeno montonero, que

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    adems junto con las otras organizaciones de guerrilla urbana coloc en la agenda de

    discusin la cuestin de la violencia organizada en funcin del enfrentamiento con el

    estado y la toma del poder poltico. Esto se expres con fuerza en la segunda etapa de la

    revista Pasado y Presenteen los primeros aos setenta.

    Estos problemas se encontraron en la mdula de la reflexin de Aric en esos aos,

    y los confluentes intelectuales de su respuesta fueron mltiples. El gramscismo originalpermiti la operacin de abrirse a un conjunto de vertientes tericas del marxismo y aun

    del movimiento obrero ms en general (sorelismo, anarquismo, por ejemplo), para atrapar

    elementos analticos y propositivos que contribuyeran a densificar el debate poltico-

    ideolgico. Resulta evidente que esta amplitud era imposible de operar a partir de la

    ortodoxia leninista. Por otra parte, Aric estaba muy alerta respecto del debate europeo

    previo y posterior a mayo de 1968, lo que tambin se reflej en la articulacin de los

    Cuadernos. Ms all de la obvia trascendencia de la labor editorial de difusin, resultar de

    la mayor importancia poder analizar la manera de seleccionar los problemas y los

    materiales tericos, junto con las sugerentes introducciones de Aric a los ternas tratados:

    el problema del partido poltico, de la accin sindical y su relacin con la poltica, del

    imperialismo, de la experiencia revolucionaria histrica, etc.La derrota y el significado profundo del golpe de 1976, obviamente tuvo complejas

    consecuencias en el pensamiento y obra de Aric. La primera, ms trascendental, fue la

    asuncin de la democracia como el horizonte deseable para la vida poltica y para la

    sociedad.8Esta inflexin, vinculada a un proceso muy amplio elaborado en Amrica Latina

    a finales de los setenta, demostr claramente en la segunda etapa la etapa mexicana de la

    serie de Cuadernosy en laBiblioteca del pensamiento socialista, que tambin planific y

    edit. El desplazamiento puede constatarse en la preocupacin orientada en trminos del

    funcionamiento global del sistema capitalista, y las relaciones entre democracia y

    socialismo, marcadas ms quizs de lo que hasta ahora se ha subrayado por una

    revalorizacin del pensamiento de Eduard Bernstein y del austromarxismo.9

    Crdoba reaparece en la reflexin de Aric en el momento de su regreso a BuenosAires de su exilio mexicano, en lo que podramos llamar su periodo benjaminiano. La

    apreciacin de la ciudad mediterrnea se hace ms histrica, se plantea en torno a su

    significacin ms general en la historia argentina. Crdoba pasa a ser una ciudad de

    frontera, una bisagra entre Buenos Aires y Amrica Latina:

    En realidad, si hubo una funcin que Crdoba desempe a lo largo

    de su historia, fue la preservacin de un equilibrio puesto permanentemente

    en peligro por las laceraciones de un cuerpo nacional incapaz de alcanzar

    una sntesis perdurable. Es posible pensar que esta posicin intermedia

    estuvo determinada por la situacin de frontera en la que la evolucin del

    pas la coloc. En los confines geogrficos de las reas de modernizacin, la

    ciudad tuvo un ojo dirigido al centro, a una Europa de la que cuestion sus

    pretensiones de universalidad. Pero el otro dilataba su pupila a una periferia

    latinoamericana de la que en cierto modo se senta parte. De espaldas a un

    espacio rural que la inmigracin transformaba vertiginosamente, Crdoba la

    Docta, formaba las lites intelectuales de un vasto territorio que la convirti

    en su centro. Punto de cruce entre tantas tradiciones y realidades distintas y

    autnomas, Crdoba creci y se desarroll en el tiempo americano como un

    centro de cultura proclive a conquistar una hegemona propia.10

    Junto con la caracterizacin histrica, en la que resuena tan claramente unaactualizacin del mandato de Echeverra corporizado en la prctica del devenir intelectual

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    cordobs. Aric nuevamente armado con Gramsci busca en ella las evidencias de un

    denso tejido intelectual que se desbord hacia el mito y que ti de singularidad la

    experiencia poltica local. Hay una reelaboracin del subsuelo intelectual que posibilit a Pasado y Presente en la dcada de los sesenta, y una novedosa inteleccin de una

    tradicin a la cual Aric se siente fuertemente adscripto. En este sentido resulta ya mucho

    ms matizada la propia intepretacin de sus races intelectuales y con ellas la de todo elgrupo de Pasado y Presente que haba efectuado en La cola del diablo, donde el suelomarxista resulta unvoco y excluyente. Aric se deriva entonces, sin negar obviamente esta

    primera y trascendental vertiente, de una fuente ideolgica comn reconocida en el

    movimiento de la reforma universitaria.

    Resulta significativo que sobre el final de su vida Aric matizara la figura

    epitomizada del intelectual de izquierda que en torno a l se haba construido. No porque

    no lo fuera. Pero en el reconocimiento quizs tardo de las fuentes cordobesas, en las que

    marcara por otro lado momentos emblemticos tales como la obra de Deo-doro Roca, lo

    facndicode Sal Taborda y las dcadas de conflicto de los '60-70, en el reconocimiento

    de esos episodios de renovacin de una herencia cultural a travs de la condicin del

    intelectual y del ejercicio crtico de esa funcin, quizs Aric redonde una imagen delpropio lugar en el que se situaba y desde el que haba hablado. La densidad de la visin de

    Crdoba, elaborada desde Gramsci y Benjamin, traa en Aric reminiscencias y

    apelaciones a otros mitos culturales: Trieste, la Viena del ocaso habsbrguico. El libro no

    escrito de Aric sobre Crdoba resulta todo un programa de trabajo futuro.

    Artculo publicado en la revista Estudios, n 7/8, junio 1996-julio 1997, Crdoba, Centro de EstudiosAvanzados de la Universidad de Crdoba. El texto del artculo se extrajo de la ponencia presentada por elautor en el Encuentro Ideas, intelectuales y cultura en la primera mitad del siglo XX. Problemas argentinos

    y perspectivas sudamericanas, organizado por el Programa de Historia y Anlisis Cultural del Centro de

    Estudios e Investigaciones de la Universidad Nacional de Quilmes, y realizado en Quilmes los das 8, 9 y 10de noviembre de 1995.1

    Existe el 'fenmeno Crdoba'?, en Plural, n 13, Buenos Aires, marzo 1989, p. 3.2

    La actividad est concebida como un programa abierto a ejecutarse en el Centro de Estudios Avanzados dela UNC, en el que se insertan distintos proyectos de investigacin sobre diversos problemas generales o

    procesos particulares del periodo abordado.3

    Puedo referirme por ejemplo, a un debate del Partido Comunista Revolucionario que sigui a la publicacinen el semanario partidario Nueva Horade un artculo de Antonio Marimn, en cuya elaboracin participdiscutiendo ampliamente con su autor las ideas expresadas en l.4

    Jos Aric, La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en Amrica Latina, Buenos Aires, PuntoSur, 1988,pp. 64-66.5

    Ibd., p. 71.6Pasado y Presente,n 7/8, Crdoba, octubre 1964/marzo de 1965.Desde esta perspectiva, resulta muy importante el Informe preliminar sobre el conflicto de FIAT, en

    Pasado y Presente, n 9, Crdoba, abril-septiembre de 1965, como una temprana y lcida formulacin dealgunos de los problemas que iban a ocupar el centro de la atencin poltica de izquierda en los tempranossetenta con las experiencias del sindicalismo clasista. 78

    Horacio Crespo y Antonio Marimn, Amrica Latina: el destino se llama democracia. Entrevista a JosAric, en Revista de la Universidad de Mxico, 24 de abril de 1983.9

    En el comentario a esta ponencia, Jos Nun, seal un aspecto importante que merece mayor reflexin: lalatinoamericanizacin del pensamiento de Aric a medida que se alej de la etapa cordobesa, acentuadalgicamente por el decubrimiento de Mxico.10

    Jos Aric, Tradicin y modernidad en la cultura cordobesa, en Plural, n 13, Buenos Aires, marzo de

    1989, p. 11.