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SEGUNDA EDICIÓN Instituto Nacional de Ciencias Penales

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SEGUNDA EDICIóN

¿Qué tanto influyen la pobreza y la falta de oportunidades en la de-cisión de un individuo de convertirse en delincuente? ¿Qué proceso racional lleva a cabo un criminal para elegir a sus víctimas? ¿Qué papel juega la cárcel en el aprendizaje de una conducta delictiva?

En esta obra, cuya segunda edición presentamos ahora, David Ordaz Hernández y Tilemy Santiago Gómez —investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Penales (inacipe) y del Instituto de Formación Profesional de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (ifp-pgjdf), respectivamente— realizan una serie de entrevistas a delincuentes sentenciados por delitos como privación ilegal de la libertad, robo agravado o delincuencia organizada, para conocer de viva voz las circunstancias personales y sociales que los pusieron frente al camino equivocado. ¿Quiénes y por qué lo tran-sitan? ¿Cuáles son las implicaciones de su decisión? Éstas y otras intrigantes cuestiones se abordan a lo largo del texto.

Sin duda, esta investigación será catalogada por muchos como una obra polémica, cruda y desgarradora. Pero la lección que se desprende de su lectura y análisis, en palabras de los autores, es que “donde la comunidad exige al Estado el encierro para los desviados, es en donde no cesa el aprendizaje delictivo”.

TILEMY SANTIAGO GÓMEZ

Es licenciado en Criminología y técnico en crimi-nalística por la Universidad Autónoma de Nuevo León, y Máster en Criminología por el Instituto Casco de Criminología de la Universidad del País Vasco, donde fue galardonado con el premio “Jean Pinatel” por la mejor investigación. Ha dictado conferencias sobre la criminología y la violencia social en México y España, y forma parte de la Red de Especialistas en Seguridad Pública y De-rechos Humanos.

Ha sido investigador asistente y profesor adjun-to en el inacipe, consultor externo en investigación por proyecto (accountability y reforma policial) en el Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde), consultor externo de investigación y ca-pacitación en el ipas México e investigador de la manifestación de las subjetividades de género por la Universidad de Cataluña y la unam. Actualmen-te se desempeña como profesor–investigador de tiempo completo en el ifp–pgjdf.

Es autor de 20 puntos para comprender un perfil delictivo y de Desarrollo de contenidos en el modelo integrado para la prevención y aten-ción de la violencia familiar y sexual: manual operativo, así como del articulo “Medidas caute-lares y violencia intrafamiliar”.

DAVID ORDAZ HERNáNDEZ

Es licenciado en Criminología y técnico en cri-minalística por la Universidad Autónoma de Nue-vo León, con estudios de Máster Internacional en Sistemas Penales Comparados, Problemas Socia-les y Prevención del Delito por la Universidad de Barcelona, y especialista en Administración de Pri-siones por el inacipe.

Es investigador en el propio Instituto, y profesor en la Universidad del Valle de México, en la del Va-lle de Toluca y en el Instituto Nacional de Estudios Fiscales, así como en las procuradurías generales de Justicia de varios estados de la República.

Se ha desempeñado como subdirector de Inves-tigación del inacipe y coordinador de la entonces Brigada Técnica en la Dirección de Prevención y Readaptación Social del Distrito Federal. En la actualidad es capacitador certificado de la setec y miembro de la Red Iberoamericana de Análisis de Datos de la Delincuencia (riadd) de la Universidad de Málaga.

Es coordinador de los libros Criminología reflexiva. Discusiones acerca de la criminalidad y Prisión, reinserción social y criminalidad. Re-flexiones sobre la situación carcelaria y la vio-lencia social en México. Asimismo, es autor de “Reinserción social, el nuevo paradigma de la normalización social” y “La figura del juez de eje-cución de sanciones penales”, entre otros artículos.Cr

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TEMAS SELECTOS

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DIRECTORIO

Marisela Morales ibáñezProcuradora General de la República

y Presidenta de la H. Junta de Gobierno del inacipe

alejandro raMos FloresSubprocurador Jurídico y de Asuntos Internacionales de la pgr

y Secretario Técnico de la H. Junta de Gobierno del inacipe

raFael estrada MichelDirector General

del Instituto Nacional de Ciencias Penales

citlali MarroquínSecretaria General de Extensión

Marysol Morán blancoEncargada de la Dirección de Publicaciones

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DAVID ORDAZ HERNÁNDEZ TILEMY SANTIAGO GÓMEZ

CRIMEN Y VIDA COTIDIANATestimonios de secuestradores

y otros delincuentes

INSTITUTO NACIONAL DE CIENCIAS PENALES

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Primera edición, inacipe/ubijus, 2011Primera edición, inacipe, 2012

Edición y distribución a cargo del Instituto Nacional de Ciencias [email protected]

Se prohíbe la reproducción parcial o total, sin importar el medio, de cualquier capítulo o información de esta obra, sin previa y expresa autorización del Instituto Nacional de Ciencias Penales,titular de todos los derechos.

D. R. © 2012 Instituto Nacional de Ciencias Penales Magisterio Nacional 113, Col. Tlalpan, Del. Tlalpan, 14000, México, D.F.

ISBN 978-607-7882-55-8

Diseño de portada: Victor Garrido

Impreso en México • Printed in Mexico

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Mientras más débiles sean los grupos a los cuales pertenezca [el individuo], menos dependerá él de

ellos; por consiguiente, el individuo dependerá más de sí mismo y no reconocerá otras reglas de conducta

que no se basen en sus intereses particulares.

Émile Durkheim, El suicidio

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AGRADECIMIENTOS

A todos los que hicieron posible este proyecto. A Tilemy Santiago, por su apoyo y colaboración en este trabajo.

DaviD OrDaz hernánDez

A las personas en reclusión con quienes me entrevisté y en especial a quienes me confiaron sus vivencias. A los trabajadores del sistema penitenciario que amablemente nos recibieron y con ello facilitaron este ejercicio empírico.

A David Ordaz, por confiar en mi trabajo. A las personas que tuvieron que escuchar mis dudas, reflexiones en voz alta e inconformidades durante la elaboración de este proyecto.

Tilemy SanTiagO gómez

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ÍNDICE

Prólogo, por Luis Rodríguez Manzanera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16Desarrollo de la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17Premisas y conceptos básicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

I. Hacia una criminología de la vida cotidiana . . . . . . . . . . . . . . 21

II. Contexto inicial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

III. Imágenes de la criminalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27Trabajo y provisión. La distorsión de la actividad criminal . . . 29

IV. Trayectoria y motivaciones de la carrera criminal . . . . . . . . . 31El inicio de la carrera delictiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32Aprendizaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34Especialización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37Administración del riesgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

V. Espacio y dinámica criminal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43El mapa cognoscitivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44

VI. Desarrollo del acto criminal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47Conocimientos previos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

Información económica, 47; Información de la vulnerabilidad, 49.

Enlace . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49Cálculo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53Ejecución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55Obtención del beneficio y de nuevos

conocimientos y experiencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56

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VII. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57

VIII. Unareflexiónfinal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

Glosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

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PRÓLOGO

Es muy satisfactorio presentar este trabajo realizado por dos jóvenes del selecto grupo de investigadores del Instituto Nacional de Ciencias Penales. Mi satisfacción es no sólo por su calidad como autores, sino también por el contenido criminológico de la investigación, que necesitamos con tanta ur-gencia en México.

La pregunta de cómo elige un delincuente a sus víctimas —que intenté responder desde un punto de vista victimológico en un opúsculo de esta misma colección— es ahora enfocada no desde la víctima sino del victima-rio, del agresor, en este caso del delincuente, pero no un delincuente teórico o abstracto sino uno real, actual, viviente.

Para realizar este estudio, los investigadores entraron en contacto con el hombre en prisión, el hombre en la jaula, como dijera Carnelutti, con toda su terrible realidad de lenguaje, subcultura, ideas y “valores”, sus recuerdos y “su verdad”.

Éste no sólo es un trabajo puramente anecdótico; por el contrario, la base teórica está bien fundamentada, y los conceptos de tiempo y espacio, la formación de las carreras criminales, el poder del medio ambiente, la in-fluencia de las subculturas y de los medios de comunicación, los estereoti-pos y el etiquetamiento aparecen ampliamente ilustrados en las páginas de la presente obra.

Es verdad que vivimos en un mundo globalizado; la globalización ha afectado todo, nuestra forma de vida y nuestro concepto del mundo, y lógi-camente ha influido en la criminalidad. Si consideramos que nos enfrenta-mos a un cambio tanto cuantitativo como cualitativo, la criminalidad no sólo es más cuantiosa (lo que puede explicarse por un simple aumento en la población) sino también diferente.

Lo anterior se debe en mucho a la “carga mediática” mencionada en la obra, y que precisa cuáles son los bienes de consumo más apetecibles, los que todos debemos obtener, los que van a distinguir a una clase, a un estra-to, en tanto representan símbolos de poder y prestigio.

Así, tanto los trabajos lícitos como los “ilícitos” en el fondo persiguen el mismo fin: la adquisición de diversos bienes, sobre todo los aludidos. Pero, además, se busca la satisfacción del logro obtenido y el reconocimiento

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social otorgado a quien logra el éxito; debemos recordar que, en un esque-ma primario, el criminal es un triunfador y la víctima es la derrotada, la perdedora.

Detrás del mundo real siempre hay un mundo simbólico; el delito tiene por lo general un contenido alegórico. Al respecto, recordemos los trabajos de Hilda Marchiori en los cuales analiza el crimen como una forma de co-municación mala, perversa, inapropiada, pero comunicación al fin; este as-pecto se hace evidente en algunos segmentos de este estudio.

En el delito hay además una extraña ambivalencia: el criminal necesita ser reconocido por sus “iguales” (los demás criminales) como un buen “tra-bajador”, valiente y eficiente, pero requiere que los “otros” (los no crimina-les, sus vecinos) ignoren su condición antisocial y lo admiren por sus perte-nencias, por su éxito económico.

¿A qué viene el desarrollo de la teoría del espacio? A no delinquir donde el criminal sea conocido, y cometer sus fechorías donde no lo identifiquen y donde él conozca el terreno. Todo esto, agregado a la teoría del tiempo, del momento propicio para delinquir, enriquece la concepción de la crimi-nogénesis. Ésta constituye el estudio del origen o principio de la conducta criminal, del conjunto de factores y causas que da como resultado la con-ducta antisocial.

Por otra parte, al presentarnos cómo es el inicio, desarrollo y culminación de una carrera criminal, entendemos no sólo la criminogénesis sino también la criminodinámica, aquel iter criminis, el tenebroso camino del crimen des-de sus inicios, el aprendizaje, la preparación, la elección de la víctima, hasta la ejecución del acto, el fatal desenlace que es la victimización.

Tienen razón los autores cuando dicen que la transgresión busca su pro-pio camino; en efecto, es como un río donde el agua busca su trayectoria, se va adecuando, evita obstáculos, sigue el derrotero más fácil, aunque en oca-siones el torrente puede desbordarse y ser terriblemente destructivo.

Sean bienvenidos los lectores a esta criminología de la realidad, a esta criminología de la vida cotidiana.

luis rodríguez ManzaneraInvestigador emérito

del Instituto Nacional de Ciencias Penales

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INTRODUCCIÓN

La realización de la presente obra implica una serie de eventos que ocurren en contextos que pueden generar fascinación o rechazo, desde el posiciona-miento en el espacio carcelario hasta la generación de empatía con los pro-tagonistas de este trabajo.

Las conversaciones con internos, técnicos penitenciarios, personal de los centros de reclusión y otras personas con las que interactuamos en el desarro-llo de la investigación, permitieron aterrizar y clarificar las ideas iniciales del proyecto, que consistía básicamente en resolver la pregunta de cómo elige un delincuente a su víctima. Algo difícil de contestar, más aún cuando la conduc-ta humana se ve plagada de rasgos que implican emociones, sentimientos que en ocasiones dificultan la reflexión sobre la propia experiencia.

Aunque se presentaron factores y situaciones que en algunos momentos dificultaron las entrevistas con los personajes en reclusión, también es cier-to que hubo situaciones de gran enriquecimiento académico y humano. Por supuesto que el contacto directo con un mundo que para muchos resulta extraño siempre deja un grado de reconocimiento en la persona, y ése fue nuestro caso.

No sólo nos adentramos en el universo de la prisión, sino que conocimos los diferentes estilos de vida de los entrevistados; claro, hasta donde ellos lo permitieron. La cuestión no era indagar los déficit de socialización o su grado de anomia con el resto de la comunidad; más bien revisamos sus tra-yectorias de vida dentro de la sociedad, cómo entendían y reflejaban sus acercamientos al crimen y, posteriormente, su decisión de continuar o desis-tir. Si la respuesta era continuar, entonces preguntábamos de qué forma eso los llevaba a elegir una víctima o un objetivo favorable; dicho de otra ma-nera, si eso influía en la atracción hacia alguien o algo específico.

El desarrollo de los discursos se vio plagado del lenguaje propio de una subcultura; en este caso, de una subcultura identificada con el espacio car-celario, y de sus modos de entendimiento y percepción de las cosas o situa-ciones. Esta forma de expresión se observa en cada una de las respuestas vertidas durante la investigación, lo que dio pauta para elaborar un glosario de los términos que emplean, sin más intención que la de entender su dis-curso. Por esto recomendamos leer el glosario al final del libro.

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El reto del trabajo era grande, y lo sigue siendo, porque no ha terminado aún, y falta profundizar más, como es de esperarse en toda investigación empírica. Lo que fue considerado poco relevante tal vez deba recuperarse, lo que no se vio quizás haya que observarlo detenidamente; lo importante es que se han planteado rutas a seguir, caminos que consideramos útiles para dar respuesta a la cuestión tan compleja de cómo elige un delincuente a sus víctimas. No sabemos qué tan cerca estamos o qué tan lejos hemos ido. Nos parece que sólo el lector podrá responder esta pregunta. Un criminólogo ha dicho con mucha certeza: es muy probable que alguna vez cualquiera de nosotros hayamos decidido sustraer algo a alguien. ¿Cómo lo escogimos? La respuesta es personal, subjetiva y abstracta; pues bien, el resultado de esta investigación trata de acercarse a lo concreto, a lo objetivo.

Método

El presente trabajo es de tipo cualitativo y exploratorio. Se buscó obtener el discurso sobre las actividades delictivas que desarrollaron en libertad las personas contactadas. La muestra se constituyó por medio de un proceso de selección inicial en el que se contactó con numerosas personas al azar, y con base en el único parámetro de que se encontraran cumpliendo una senten-cia, ya ejecutoriada, por los delitos de robo o secuestro. De este contacto inicial se identificaron aquellas personas que estuvieran dispuestas a parti-cipar en la investigación. De tal forma, el muestreo fue de tipo intencional pero condicionado a la disponibilidad de los participantes.

Para la generación del discurso se empleó la técnica de entrevista se-miestructurada. El registro de las entrevistas se realizó de forma manual en papel por el mismo entrevistador o, en los casos en que los entrevistados lo permitieron, por un segundo investigador; se empleó el registro de voz por medios magnéticos, siempre con la anuencia de los entrevistados.

Vertida la información en soporte digital se procedió a realizar un análi-sis de contenido de tipo exploratorio, derivándose categorías para siste-matizar unidades de cuantificación de la información generada y, así, llevar a cabo un análisis de contenido directo de tipo cualitativo.

De esta forma se buscó conocer, comprender e interpretar la dinámica implicada en el actuar del transgresor frente a sus objetivos. Aunque próximos al método inductivo, no se intentó generalizar sino profundizar en el entendimiento de cómo un transgresor selecciona a sus víctimas u objetivos.

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Se decidió encabezar el inicio de cada capítulo con alguna frase de los entrevistados, con el afán de dotar de sentido al seguimiento descriptivo de la investigación.

desarrollo de la investigación

Se estableció que el procedimiento para alcanzar la finalidad propuesta en la investigación consistiera en la realización de entrevistas a personas que se encontraran cumpliendo una condena ejecutoriada por la comisión de un delito patrimonial o de secuestro,1 para lo cual se realizó una selección de participantes.

Fue necesaria una serie de entrevistas en diversos centros penitenciarios de la ciudad de México para elegir a las personas que estuvieran dispuestas a compartir sus experiencias. Como resultado del universo inicial de mues-tra se llegó a la decisión de analizar y compartir el discurso de cinco indi-viduos, cuya información proporcionada se sustenta en la similitud de datos proporcionados por el resto de los individuos entrevistados, aunado al inte-rés que mostraron en todo momento por participar en la investigación.

El objetivo del trabajo no es encontrarles más delitos ni denunciarlos públicamente; en el desarrollo de las entrevistas y el tratamiento de la infor-mación, se mantuvo un compromiso férreo con los principios éticos y de protección a los informantes que participaron en el estudio.2 He aquí a los protagonistas, a los que se han cambiado los nombres de modo intencional.

Una de las características principales de este trabajo es la aproximación a explicaciones del delito, a partir de un análisis teórico desprendido del enfoque de las actividades rutinarias, la perspectiva de la oportunidad racio-nal y la teoría del control, posturas teóricas conocidas también como enfo-

1 Se eludió contemplar delitos como el homicidio o los llamados delitos sexuales. En el primer caso, la selección de la víctima atiende a cuestiones emocionales producto de conflic-tos interpersonales; en el segundo caso, la selección tiene mucho que ver con la oportunidad y el contexto —como sabemos, casi todos son cometidos por conocidos—. La mayoría de las personas muestra gran reticencia a hablar de su experiencia.

2 La realización de entrevistas a personas en reclusión demanda una gran cantidad de compromiso y respeto a la dignidad y seguridad de las personas que en ellas participen. Es imprescindible tener en cuenta que establecer un espacio de comunicación dentro de la pri-sión abre la posibilidad de que sea revelada información sensible relacionada, por ejemplo, con la comisión de otros delitos de los que la autoridad no haya tomado conocimiento y que, por lo tanto, pudiera ser utilizada por la propia autoridad o por terceras personas vinculadas o no al delito en contra de quien difunda la información. En esta investigación se mantuvo una ética de confidencialidad, seguridad y respeto irrestricto hacia las personas entrevistadas.

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ques circunstanciales.3 Asimismo, se considera la representación del desa-rrollo humano y económico en la vida cotidiana del hombre transgresor o delincuente.

preMisas y conceptos básicos

Hemos considerado los siguientes elementos y características para sustentar la selección de una probable víctima:

1) Racionalidad. En la comisión de un delito existe un proceso de elec-ción por parte de los sujetos infractores, mismo que puede ser simple o complejo. De cualquier forma, esta decisión se verá limitada, o favoreci-da, por el tiempo, espacio, capacidades e información disponibles para rea-lizar la conducta.

2) Actividades rutinarias. Aquí convergen tres elementos en tiempo y espacio, la llamada tríada delictiva: un transgresor con un motivo, una víctima adecuada y la ausencia de seguridad física apropiada (agente de la policía, un vecino u otro testigo que ponga en riesgo el acto delictivo).

3) Estilos de vida. La forma continua y sistemática de la estructura social sobre la victimización.

4) Riesgo. El análisis del riesgo permite entender los atributos de las personas o de las cosas asociadas con la victimización.

3 Véase Ronald V. Clarke (ed.), Situational Crime Prevention: Successful Case Studies, Criminal Justice Press, Nueva York, 1987; Ronald V. Clarke y Marcus Felson (eds.), Routine Activity and Rational Choice, Advances in Criminological Theory, vol. 5, Transaction Publi-shers, Nueva Jersey, 1993; Marcus Felson, Crime and Everyday Life, 3a ed., Sage Publica-tions, Thousand Oaks, 2002; Travis Hirschi, Causes of Delinquency, University of California Press, Berkeley, 1969; Gabriel Kessler, Sociología del delito amateur, Paidós, Buenos Aires, 2004.

cuadro 1. Participantes en el estudio.Nombre Delito SentenciaAndrés Privación ilegal de la libertad y portación de arma 40 añosÉdgar Privación ilegal de la libertad 50 añosMiguel Robo agravado 11 añosRoberto Delincuencia organizada 5 años, 6 mesesSaúl Robo calificado agravado 12 años

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Estos elementos nos ayudarán a explicar una realidad para la cual no debe elaborarse un estudio complejo: el mundo puede explicarse a partir de princi-pios simples que describen realidades complejas. Lo que nos interesa es la motivación criminal, su desarrollo y la selección de una víctima u objetivo.

Intencionalmente hemos buscado que el presente trabajo fuera ligero, que se leyera como una conversación, que fuera una forma directa de enten-der a quienes han decidido llegar a las metas culturales por otros caminos. Ellos son los actores principales, nosotros sólo fungimos como guionistas y, en muchos casos, como intérpretes de sus acciones.

No debemos olvidar que el contexto de la investigación fue la prisión. Justo ahí donde la comunidad exige al Estado el encierro para los desviados es donde no cesa el aprendizaje delictivo, sino que se profundiza, se corri-gen los errores, se reinventa el crimen, se adopta el rol de delincuente y, en ocasiones, se toma la espada de la revancha. Hubo mucho aprendizaje por parte de nosotros, quizás el más importante fue el de haber vuelto a consta-tar que el uso exacerbado del encierro daña profundamente a los individuos en diversas esferas de su vida, no sólo al romper vínculos con el exterior sino también al resquebrajarse la propia experiencia interna y personal del cautiverio. Estamos convencidos de que la famosa readaptación sólo es le-tra que legitima el universo del castigo.

El presente trabajo abarca la esquematización de los elementos necesa-rios para la comisión de una actividad delictiva. Esto es ¿qué etapas fueron descritas por las personas entrevistadas? En el desarrollo y la explicación de estos procedimientos se emplea el término objetivo en lugar del de víctima, sustitución que nos permite usar el mismo desarrollo analítico tanto si se habla de personas como si se habla de bienes, además de eludir algunas de las implicaciones morales involucradas en el concepto víctima.

Con este esquema se busca comprender el aspecto dinámico y situacio-nal de la conducta criminal, y su relación con los objetivos seleccionados para la comisión de un delito determinado, en especial los patrimoniales. Además de los procedimientos del evento, se desarrolla el camino del aprendizaje que en un momento dado despliega el individuo transgresor para iniciarse y luego mantenerse en su actuar delictivo. El aprendizaje su-cede por el contexto ambiental o la enseñanza que un tercero, con mayor experiencia, le puede trasmitir. Asimismo, se establece la trayectoria o ca-rrera criminal de acuerdo con la percepción del propio entrevistado, que le permite alcanzar sus fines; esto es, ¿cómo selecciona a su objetivo? Para contestar, se parte de un fundamento económico: el beneficio que represen-ta en el mercado ilegal.

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I. HACIA UNA CRIMINOLOGÍA DE LA VIDA COTIDIANA

los anhelados bienes de consumo, indicadores del estatus social, han sido homogeneizados en buena parte del mundo: la publicidad y los propios contenidos de los medios de comunicación han conseguido que un joven varón, en cualquier lugar, desee un determinado modelo de zapatos depor-tivos, que tenga una fantasía del poder masculino en la forma de un automó-vil, un teléfono celular de última generación, una consola de videojuegos, etc. Pero esta democratización de la oferta del mercado choca con las míni-mas posibilidades reales que tiene la gran mayoría de estos jóvenes para alcanzar esos bienes idealizados.1

El deseo de alcanzar el plató del éxito social —asociado con un gran poder adquisitivo— es compartido por la mayoría de los diferentes estratos sociales; homogeneización deudora de los contenidos mediáticos de gran penetración social. El conflicto se produce a partir de las diferencias de oportunidades que tienen muchos de los jóvenes varones para alcanzar ese plató. Como se señalará, algunas de las personas entrevistadas lo refirieron directamente: “estamos aquí porque queremos lo que tienen los demás”. Pero no fue sólo ese anhelo lo que los condujo a prisión.

El motivo de que una persona opte por el delito como forma de perseguir un beneficio económico se relaciona con muchos factores, algunos expresa-dos por los entrevistados en la misma forma que una persona dedicada a actividades lícitas puede referir que sus acciones, su estilo de vida, respon-den a decisiones y condicionantes personales: posición social, características individuales, historia personal y situaciones fortuitas. En el conglomerado de elementos que conforman la identidad y el curso de nuestra vida, el lugar que otorga la estructura social es una condicionante presente en la narrativa de los entrevistados, lo que requiere de una contextualización sobre una de las características de la sociedad mexicana menos reconocidas: el clasismo.

Las jerarquías sociales están bien establecidas a partir del estatus so-cioeconómico de cada individuo —o de la posición que se aparenta con el tipo de ropa o tecnología que se porte—, además, por supuesto, de la cate-

1 Roberto Briceño-León, “La nueva violencia urbana de América Latina”, Sociologías, año 4, núm. 8, julio-diciembre de 2002, pp. 34-51.

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gorización social e individual que a partir del aspecto físico, utilizando pa-rámetros occidentales y globalizados, conforma la vivencia cotidiana; en la narrativa de los entrevistados, los estereotipos sobre el aspecto físico se muestran como afirmación o transgresión (por ejemplo, cuando refuta el estereotipo de que alguien que delinque debe de tener un aspecto físico atemorizante o particular, “tasajeado”). Desde una perspectiva de la subje-tividad personal, es significativa la forma en que las personas entrevistadas lidian con este mecanismo de opresión y segregación —el aspecto físico de los individuos— imperante para la totalidad de la especie humana a lo largo de su historia.

En la narrativa de los internos entrevistados, el aspecto físico de las per-sonas es de gran relevancia para la comisión de conductas delictivas; por ejemplo, en los asaltos y secuestros exprés realizados al identificar sobre la marcha un objetivo favorable, una víctima. La gran sensibilidad y capaci-dad de observación que algunos entrevistados refieren haber desarrollado para obtener mayores logros en sus andanzas en la ilegalidad es análoga al conocimiento que exigen algunas profesiones lícitas. De igual forma, el deseo de cometer actividades delictivas más complejas, con mayores ex-pectativas económicas pero también más riesgosas, es comparable con la trayectoria que se espera de un varón en el mundo actual, una escalada ha-cia el éxito y el reconocimiento social.

Si en la vida lícita el trabajo es un referente para la persona y su entorno, en el caso del delito las personas entrevistadas expresan estas mismas con-secuencias de sus actividades ilegales: un reconocimiento y valoración de los otros a partir del despliegue de características y comportamientos aso-ciados con una concepción tradicional de la masculinidad (por ejemplo, la fortaleza física o psicológica, el arrojo y la valentía).

En las narraciones sobre los delitos cometidos se expresan —así como en algunas de las conductas legales— los rasgos de cierta imagen de masculini-dad occidental: el uso de armas de fuego, la transgresión de la norma, la obtención de un beneficio económico y, en cierta forma, la generación de miedo sobre las personas incentiva una autoimagen que, en ciertos casos, según reconocen los entrevistados, sobrepasa lo que desde su actual situa-ción en el encierro hubieran considerado adecuado para seguir con éxito en sus actividades. En el mundo lícito, y también en los discursos, los varones son sobrepasados, en ocasiones, en su intento por alcanzar las expectativas que de ellos se esperan; al responder al ideal masculino, patriarcal y capita-lista predominante, algunos varones, de hecho, desarrollan conductas auto-destructivas y de alto riesgo para su integridad física y social.

DavidOrdaz.indb 22 25/10/12 10:38