CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD EN COLOMBIA: ELEMENTOS PARA IMPLICAR AL EX PRESIDENTE ÁLVARO URIBE...

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MÁSTER EN DERECHOS HUMANOS, DEMOCRACIA Y JUSTICIA INTERNACIONAL CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD EN COLOMBIA: ELEMENTOS PARA IMPLICAR AL EX PRESIDENTE ÁLVARO URIBE VÉLEZ ANTE LA JUSTICIA UNIVERSAL Y LA CORTE PENAL INTERNACIONAL Realizado por: Dirigido por: Francisco Simón Conejos José Elías Esteve Moltó Roberto Viciano Pastor Valencia, diciembre de 2012 1

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Este trabajo de investigación tiene como objetivo aportar elementos para desvelar las estructuras estatales y paraestatales responsables de la comisión de crímenes contra la humanidad en Colombia, en el contexto del conflicto político, social y armado que desangra a este país desde hace décadas. Narcotraficantes y paramilitares han provocado miles de asesinatos, desapariciones, torturas, desplazamientos, exilios, despojos y amenazas entre la población civil, pero detrás de la ejecución estos delitos atroces se encuentran algunos de los principales dirigentes políticos y económicos de la nación. Por eso, no basta con identificar a los autores materiales para evitar la repetición de los crímenes sino que es imprescindible establecer la responsabilidad penal de quienes los planificaron y ordenaron su realización y de los que tuvieron la posibilidad de impedirlos y no lo hicieron

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MÁSTER EN DERECHOS HUMANOS,

DEMOCRACIA Y JUSTICIA INTERNACIONAL

CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD EN COLOMBIA: ELEMENTOS

PARA IMPLICAR AL EX PRESIDENTE ÁLVARO URIBE VÉLEZ ANTE LA

JUSTICIA UNIVERSAL Y LA CORTE PENAL INTERNACIONAL

Realizado por: Dirigido por:

Francisco Simón Conejos José Elías Esteve Moltó

Roberto Viciano Pastor

Valencia, diciembre de 2012

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ÍNDICE

Siglas y acrónimos 5

Introducción 7

I. Contexto colombiano 11

1. Un país, dos realidades 11

2. Un conflicto político, social y armado 15

3. El paramilitarismo como estrategia de Estado 17

II. Concepto de crímenes contra la humanidad 25

1. Evolución del concepto 25

1.1 Ámbito del derecho internacional 25

1.2 Categoría jurídica 27

2. Configuración actual en el derecho penal internacional 30

2.1 Supremacía del derecho internacional 30

2.2 Jurisdicción universal e internacional 31

2.3 Imprescriptibilidad 33

2.4 Responsabilidad penal individual 34

2.4.1 Autoría mediata 36

2.4.2 Coautoría 37

2.4.3 Empresa criminal conjunta 38

2.4.4 Complicidad 40

2.5 Responsabilidad jerárquica 40

2.6 Órdenes superiores no eximen de responsabilidad 42

2.7 Exclusión de la jurisdicción militar 43

2.8 Excepciones al principio non bis in idem 43

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2.9 Tipificación 44

2.9.1 Ataque sistemático o generalizado 46

2.9.2 Contra población civil 47

2.9.3 Conocimiento e intencionalidad del autor 48

III. Dificultades para investigar crímenes contra la humanidad en Colombia 49

1. Política de impunidad 49

1.1 Exterminio de un partido 51

1.2 Violencia contra los sindicalistas 53

1.3 Crímenes de los paramilitares 54

2. Inseguridad jurídica 57

3. Fuero constitucional para altos cargos 62

IV. Elementos para implicar a Álvaro Uribe Vélez en la comisión de

crímenes contra la humanidad 64

1. Antecedentes 64

2. Vínculos con el narcotráfico 71

2.1 Lazos familiares 71

2.2 El “muchacho bendito” de Escobar 74

2.3 Fichado por el Pentágono 78

3. Vínculos con el paramilitarismo 81

3.1 Uribistas procesados por “parapolítica” 81

3.2 Conformación de grupos paramilitares e implicación en masacres 84

4. Responsabilidad en ejecuciones extrajudiciales: los falsos positivos 93

5. Responsabilidad en la persecución de opositores: el caso del DAS 98

Conclusiones 106

Bibliografía 119

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SIGLAS Y ACRÓNIMOS

ACNUR Alto Comisonado de Naciones Unidas para los Refugiados

ASFADDES Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos

AUC Autodefensas Unidas de Colombia

BACRIM Bandas Criminales

CCAJAR Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo

CIA Central Intelligence Agency

CPI Corte Penal Internacional

CUT Central Unitaria de Trabajadores

DAS Departamento Administrativo de Seguridad

DD HH Derechos Humanos

DEA Drug Enforcement Administration

DIA Defense Intelligence Agency

DIDH Derecho Internacional de los Derechos Humanos

DIH Derecho Internacional Humanitario

CDI Comisión de Derecho Internacional

ECPI Estatuto de la Corte Penal Internacional

ELN Ejército de Liberación Nacional

ETMI Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg

FARC Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia

FBI Federal Bureau of Investigation

M-19 Movimiento 19 de Abril

NSA National Security Archive

LASO Latin American Security Operation

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OACNUDH Oficina del Alto Comisonado de Naciones Unidas

ONU Organización de las Naciones Unidas

PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo

TPIR Tribunal Penal Internacional para Ruanda

TPIY Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia

UN United Nations

UNAM Universidad Nacional Autónoma de México

UP Unión Patriótica

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INTRODUCCIÓN

Este trabajo de investigación tiene como objetivo aportar elementos para desvelar las

estructuras estatales y paraestatales responsables de la comisión de crímenes contra la humanidad

en Colombia, en el contexto del conflicto político, social y armado que desangra a este país desde

hace décadas. Narcotraficantes y paramilitares han provocado miles de asesinatos, desapariciones,

torturas, desplazamientos, exilios, despojos y amenazas entre la población civil, pero detrás de la

ejecución estos delitos atroces se encuentran algunos de los principales dirigentes políticos y

económicos de la nación. Por eso, no basta con identificar a los autores materiales para evitar la

repetición de los crímenes sino que es imprescindible establecer la responsabilidad penal de quienes

los planificaron y ordenaron su realización y de los que tuvieron la posibilidad de impedirlos y no

lo hicieron.

La investigación se ha centrado en determinar la responsabilidad penal en estos delitos de

lesa humanidad del ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, pues constituye un caso

paradigmático del ejercicio del poder sobre los criminales y de impunidad frente a las numerosas

acusaciones que le involucran en sus actos. En el trabajo se reproduce buena parte de la copiosa

prueba testimonial y documental que existe no sólo sobre los beneficios que obtuvo Uribe a cambio

de favorecer el crecimiento de los grupos de narcotraficantes y paramilitares desde los cargos

políticos que desempeñó, sino también sobre su implicación directa en la conformación de estas

estructuras y en sus crímenes. Sin embargo, los obstáculos políticos y jurídicos existentes en

Colombia para perseguir estas conductas, especialmente si los acusados son o han sido altos cargos

del Estado, han ocasionado que Uribe nunca haya sido juzgado. La única posibilidad de que se

esclarezca su responsabilidad es la intervención de la justicia internacional y universal.

Abordar la investigación desde este lado del océano ha supuesto algunas dificultades. En el

trabajo abundan las referencias periodísticas en detrimento de las fuentes primarias debido a la

imposibilidad material de acceder en muchos casos a la documentación judicial concreta. Tampoco

se ha podido conseguir toda la bibliografía especializada en el tema que existe en Colombia. No

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obstante, el material original aportado en el trabajo -denuncias, resoluciones judiciales, informes

del servicio de inteligencia- es una muestra representativa de la extensa documentación que se

podría analizar para completar la investigación si ésta se pudiera realizar en el terreno. En las

dependencias judiciales colombianas reposan centenares de expedientes que en sí mismos podrían

constituir pruebas contra Uribe o propiciar nuevas vías de investigación sobre su participación en

delitos de lesa humanidad. Tampoco ha resultado sencillo, desde mi formación periodística,

determinar los elementos que implican penalmente a Álvaro Uribe. Por eso, el trabajo no pretende

sustentar jurídicamente las acusaciones contra el ex presidente sino describir los hechos en los que

aparece implicado que podrían calificarse como crímenes contra la humanidad, apuntar las formas

de incriminación de Uribe y explicar las razones por los que el proceso judicial tendría que

desarrollarse fuera de Colombia.

El resultado de la investigación se ha expuesto en cuatro capítulos y en las conclusiones

finales. En el primer capítulo se trata de demostrar que en Colombia, bajo la apariencia de un

régimen democrático, se han sucedido Gobiernos que son responsables de más violaciones a los

derechos humanos que las dictaduras latinoamericanas. Históricamente, el Estado colombiano ha

estado dominado por unas élites, apoyadas por Estados Unidos, que recurren a la violencia para

defender sus intereses. Estas minorías excluyentes han creado escuadrones de la muerte -los

paramilitares-, financiados por el narcotráfico, para acabar con quienes se oponen a su control ya

sea a través de la resistencia civil o armada. Álvaro Uribe forma parte de estas clases dominantes y

durante su gestión institucional aumentaron los ataques sistemáticos y generalizados contra civiles

por parte de funcionarios públicos y de particulares que contaban con su connivencia.

El segundo capítulo repasa la evolución histórica del concepto de crímenes contra la

humanidad y analiza su configuración actual en el derecho penal internacional. De esta forma, se ha

pretendido establecer las diferencias de esta categoría jurídica con respecto a las violaciones de

derechos humanos, se han expuesto los principios inherentes a estos crímenes internacionales y las

distintas teorías para su imputación y se han descrito los elementos de su tipificación actual. Esta

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exposición permite concluir que actualmente existen herramientas y fundamentos jurídicos para

perseguir las atrocidades que ofenden a la dignidad del ser humano, por lo que sólo se pueden

plantear intereses políticos para no actuar contra sus autores.

Las razones de la permisividad frente a estos crímenes en Colombia se explican en el

siguiente capítulo. La impunidad como política de Estado se ilustra con tres casos representativos

de macrocriminalidad: el extermino del partido político Unión Patriótica, los asesinatos masivos de

sindicalistas y el supuesto proceso de desmovilización de los paramilitares que ha dejado sin

castigo la mayoría de sus acciones. También se exponen las deficiencias del ordenamiento jurídico

interno para garantizar la actuación contra estas conductas y las características del fuero

constitucional que protege a los altos cargos en ejercicio o cesados frente a la justicia.

El cuarto capítulo analiza en profundidad los elementos existentes para implicar a Álvaro

Uribe en la comisión de crímenes contra la humanidad. En primer lugar, se repasa su dilatada

trayectoria política hasta llegar a la Presidencia y la lista de amistades peligrosas que ha ido

fraguando en estos treinta años de ejercicio de cargos públicos. Y en las páginas siguientes se

describen profusamente sus vínculos con los grupos de narcotraficantes y paramilitares. Se incluyen

gran cantidad de testimonios acusatorios de dirigentes de estas estructuras criminales e incluso un

documento del Pentágono que lo calificaba de “narcoterrorista”. Además, se muestran dos casos

-ejecuciones extrajudiciales de civiles y persecución de la oposición por parte de los servicios de

inteligencia- que lo implican en crímenes de lesa humanidad mientras fue presidente (2002-2010).

En las conclusiones finales se demuestra que las conductas delictivas de los grupos

vinculados con Uribe constituyen crímenes contra la humanidad y se trata de establecer la

responsabilidad penal individual del ex presidente (incriminación por autoría mediata, coautoría,

empresa criminal conjunta, complicidad, instigación), además de la necesidad de que actúe la

justicia internacional y universal como única forma de que estos actos no queden impunes.

Todo este trabajo no hubiera sido posible sin la actitud valiente de las víctimas que han

sobrevivido y de sus familiares, que se han atrevido a denunciar los hechos asumiendo el riesgo que

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supone para sus vidas. Su tenacidad y su capacidad de resistencia frente a las presiones y la

estigmatización obligaron a confesar a algunos victimarios, que acabaron implicando a quienes,

desde atrás, les dirigían. A todas las víctimas y a las defensoras y defensores de derechos humanos

que les apoyan está dedicada esta investigación, con la esperanza de que contribuya a esclarecer la

verdad de lo sucedido para que nunca más se repita. También quiero destacar la implicación de los

profesores José Elías Esteve y Roberto Viciano, quienes no se limitaron a dirigir académicamente

este trabajo sino que lo impulsaron y orientaron para convertirlo en una herramienta práctica que

pueda ser aplicada a la realidad social con el objetivo de que el máster de derechos humanos,

democracia y justicia internacional adquiera su verdadera dimensión.

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I. CONTEXTO COLOMBIANO1

1. UN PAÍS, DOS REALIDADES

Existen dos Colombias. Una es la que se proyecta en el exterior como la democracia más

estable de Latinoamérica a pesar del narcotráfico y del terrorismo, ajena a las dictaduras que

asolaron el continente y con elecciones formales cada cuatro años; la que goza de una moderna

Constitución que incluye más de un centenar de artículos destinados a consagrar los derechos

fundamentales y sus mecanismos de protección; la que ratifica todos los convenios internacionales

para la defensa de los derechos humanos y la que, según el Banco Mundial, se convirtió en los

últimos años en una de las naciones de la región con mejores condiciones para hacer negocios2. La

otra, la real, es la que sufren diariamente la mayoría de colombianas y colombianos sometidos a

unas condiciones de vida deplorables3 y a una intensa violencia social y política: con el comienzo

de este siglo alcanzó la cifra de veinte personas muertas cada día.

Aunque las estadísticas no explican la crisis humanitaria que vive el país permiten

aproximarse a la realidad: cuatro millones de víctimas del conflicto desde 1985 se prevé que sean

reconocidas oficialmente4; 57.200 desaparecidos hubo en las tres últimas décadas, de los que 15.600

son considerados desapariciones forzadas “cometidas por agentes del Estado y fuerzas paramilitares

que colaboraban con ellos”, según Christian Salazar, representante de la Oficina del Alto

1 La redacción de este capítulo se fundamenta en los informes Colombia: Rompiendo el silencio (www.ceps.es/webantigua/investigacion/colombia/rompiendo_el_silencio.pdf) y Colombia. Un país formal y otro real (www.ceps.es/media/txt/ColombiaUnpaisformalyotroreal.pdf). El primero es fruto del trabajo colectivo de la Comisión Valenciana de Verificación de Derechos Humanos en la que participó en 2005 el autor de este trabajo. El segundo informe fue realizado por el mismo autor para la Fundación CEPS en 2006. Muchos párrafos de estos documentos se han transcrito literalmente pues son de elaboración propia sustentada en fuentes bibliográficas y no ha cambiado lo que describen; otros apartados han sido puestos al día teniendo en cuenta la situación actual del país.

2 “Colombia, el tercero más favorable para negocios en A. Latina: Banco Mundial”, El Espectador, 22-10-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/economia/articulo-382678-colombia-el-tercero-mas-favorable-negocios-latina-banco-mundial)

3 El actual Gobierno de Juan Manuel Santos ha conseguido reducir la pobreza ajustando el ingreso por persona: antes era pobre el que percibía menos de 281.000 pesos (112 euros) al mes e indigente el que ingresaba por debajo de 120.000 (48 euros); ahora sólo se considera pobre al que gana por debajo de 187.000 pesos (75 euros) e indigente menos de 83.000 (33 euros). Esta nueva metodología ha reducido el índice oficial de pobreza del 44 al 37,2% y de indigencia del 14,8 al 12,3%, en “Se considera pobre quien gana menos de $ 187.079 mensuales”, Portafolio, 2-9-11 (ver en: www.portafolio.co/economia/se-considera-pobre-quien-gana-menos-187079-mensuales).

4 “Con `conflicto armado´, Senado aprobó en último debate Ley de Víctimas”, El Espectador, 24-5-11 (ver en: www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-272417-conflicto-armado-senado-aprobo-ultimo-debate-ley-de-victimas).

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Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) en Colombia5; 6,6

millones de hectáreas han sido despojadas a los campesinos desde 1980, lo que sitúa a Colombia

como uno de los países del mundo con más concentración en la propiedad de la tierra (el índice Gini

de dueños en 2009 ascendió a 0,87)6; existen entre 4 y 5 millones de desplazados internos, según el

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y es una de las naciones

más inequitativas (ìndice Gini 0,58) del planeta7.

En Colombia confluyen una serie de factores que hacen del país una excepción en el

contexto latinoamericano y un punto de interés en el escenario internacional. En primer lugar, su

situación geográfica -puente entre Centroamérica y Sudamérica, bañada por dos océanos- y sus

riquezas naturales la han convertido, a lo largo de la historia, en objetivo codiciado por los más

diversos intereses hasta el punto de que a inicios del siglo pasado se provocó su desmembración

territorial (independencia de Panamá instigada por Estados Unidos para controlar el canal). Pese a

la sucesión de gobiernos de tintes autoritarios siempre ha existido una fuerte respuesta social a

través de todo tipo de organizaciones para la defensa de los derechos fundamentales, sindicatos y

partidos de la izquierda. En tercer lugar, hay que destacar que la confrontación política en Colombia

se ha expresado, al menos en los últimos cincuenta años, también mediante la lucha armada (las

Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, es una de las guerrillas más antiguas del

mundo) lo que, al margen de las desviaciones de sus objetivos iniciales, es un factor fundamental a

la hora de trazar el futuro del país. Además, a partir de la pasada década de los ochenta el

narcotráfico ha jugado un papel fundamental en la vida nacional (afectando tanto a los actores

legales como a los ilegales del conflicto) y en el escenario internacional8.

La combinación de estos cuatro elementos -situación geoestratégica, resistencia social, lucha 5 “ONU cifra en más de 57.200 los desaparecidos en Colombia”, El Espectador, 23-5-11 (ver en:

www.elespectador.com/noticias/nacional/articulo-272039-onu-cifra-mas-de-57200-los-desaparecidos-colombia). 6 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Colombia rural. Razones para la esperanza. Informe

nacional de desarrollo humano 2011, pp. 47 y 71 (ver en: pnudcolombia.org/indh2011/index.php/el-informe/informe-completo).

7 “Desigualdad extrema”, Semana, 14-3-11 (ver en: www.semana.com/nacion/desigualdad-extrema/153207-3.aspx).8 La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito informó que en 2011 se sembraron 64.000 hectáreas

de coca en Colombia, lo que supuso un 3% más con respecto al año anterior. Aunque la producción de clorhidrato de cocaína en el país bajo un 1%, se alcanzaron las 345 toneladas, en “Siembras de coca en Colombia se elevaron a 64.000 hectáreas en 2011”, El Espectador, 25-7-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-362632-siembras-de-coca-colombia-se-elevaron-64000-hectareas-2011).

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armada y narcotráfico- ha desencadenado un quinto que en buena parte es la causa, al menos en el

siglo XX y en lo que va corrido de éste, de muchos de los males que padece la sociedad

colombiana: Estados Unidos ha hecho de Colombia la punta de lanza de sus intereses en la región,

“esto hace que la Casa Blanca contemple convertir a este país en una suerte de Israel sudamericano,

esto es, una base de operaciones militares, de espionaje y de control territorial, desde la cual

monitorear los más diversos procesos políticos, económicos y sociales en curso en el corazón

mismo de América del Sur”9, especialmente en la coyuntura actual en la que opciones democráticas

contrarias a la política estadounidense gobiernan varios países de la región. Colombia es el país

latinoamericano al que se concede más ayuda militar estadounidense10 y uno de los cinco que más

reciben a nivel mundial, junto a Israel, Egipto, Afganistán e Irak. Después de Bagdad, Bogotá es

sede de la mayor embajada estadounidense en el mundo, “toda clase de misiones militares, amén

del personal especializado del FBI, la DEA y, por supuesto, la CIA, operan sin tapujos en el

territorio nacional en un proceso que bajo el actual Gobierno [de Uribe Vélez] se ha intensificado

hasta el paroxismo”, aseguraba en 2005 el politólogo y sociólogo argentino Atilio A. Borón11.

La ruptura en 2002 de las conversaciones de paz del Gobierno del presidente Andrés

Pastrana (1998-2002) con los grupos guerrileros de las FARC y el ELN (Ejército de Liberación

Nacional) generó en Colombia un ambiente de decepción y escepticismo sobre la posibilidad de una

solución política y negociada al conflicto. Este hecho, la influencia de los atentados del 11 de

septiembre, el mayor rechazo por parte de sectores sociales a los desmanes de la guerrilla -acciones

sistemáticas que infringen el derecho internacional humanitario como secuestro, reclutamiento

forzado o voluntario de menores, crímenes de militares en estado de indefensión, uso de armas con

9 Borón, Atilio A., “Colombia vista desde el patio latinoamericano”, Mas alla del embrujo. Tercer ano de Gobierno de Alvaro Uribe Velez, Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, Bogotá, 2005, 21-26, p. 23 (ver en: es.scribd.com/doc/30762531/2/Colombia-vista-desde-el-patio-latinoamericano).

10 En 2010 se puso en marcha el Plan Colombia, un programa de ayuda diseñado por EE UU para combatir inicialmente el narcotráfico, que acabó reforzando a la Fuerza Pública colombiana en su lucha contra las guerrillas. Desde esa fecha, se han gastado casi 9.000 millones de dólares, que no han servido para reducir el tráfico de drogas ni derrotar a la insurgencia, (ver en: www.elespectador.com/impreso/internacional/articuloimpreso-213835-plan-colombia-diez-anos-despues, www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-250990-gabriel-silva-no-ve-tan-grave-reduccion-de-ayuda-al-plan-colombi).

11 Borón, Atilio A., “Colombia vista desde el patio latinoamericano”, Mas alla del embrujo. Tercer ano de Gobierno de Alvaro Uribe Velez, Bogotá, Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, 2005, 21-26, p. 24.

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efectos indiscriminados, masacres contra civiles, etc.- y las presiones que, como veremos más

adelante, ejercieron los grupos paramilitares propiciaron la victoria en las elecciones presidenciales

de 2002 de Álvaro Uribe Vélez con su eslogan de “mano firme y corazón grande” y su propuesta de

Política de Seguridad Democrática supuestamente dirigida a reforzar la lucha contra la insurgencia.

Durante los dos gobiernos sucesivos de Uribe (2002-2006, 2006-2010) no sólo no mejoró la

situación de los colombianos sino que empeoró a partir de la aplicación de su “seguridad

democrática”, sustentada en la convicción de que todos los ciudadanos son combatientes y, por

tanto, deben colaborar activamente con las autoridades o arriesgarse a ser perseguidos como

sospechosos de terrorismo. La opción por la guerra propició la ejecución de graves violaciones a los

derechos humanos, la restricción de los derechos y libertades fundamentales que, al menos sobre el

papel, se reconocían a la ciudadanía y un deterioro alarmante en las condiciones de vida hasta el

punto de que casi dos terceras partes de la población llegaron a estar en la pobreza. Mientras tanto,

sólo entre 2006 y 2010 el país gastó 17.000 millones de dólares en defensa12.

Al mismo tiempo, Uribe Vélez impulsó un “proceso de paz” con los grupos paramilitares

que, según las organizaciones de defensa de los derechos humanos y Naciones Unidas, ha

provocado la impunidad de la mayoría de los crímenes de lesa humanidad de los que son

responsables estos escuadrones de la muerte. No resulta extraño, si tenemos en cuenta que

paramilitares y Fuerza Pública vienen actuando conjuntamente desde que el propio Estado

colombiano creó estos grupos en la década de los sesenta. Aunque en los últimos años se han

producido algunas condenas de militares y paramilitares, la mayor parte de las estructuras del poder

que impulsaron la guerra sucia están intactas y Colombia sigue siendo uno de los mejores ejemplos

de lo que denunció el ex presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, ante la ONU: “El mayor

riesgo de una victoria de los terroristas se produce cuando para luchar contra el terror la democracia

traiciona su propia esencia, los estados limitan las libertades, cuestionan las garantías judiciales o

realizan operaciones militares preventivas”13.

12 “Unasur entregó informe sobre cuánto gasta la región en defensa”, El Tiempo, 11-5-12 (ver en: www.eltiempo.com/politica/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-11778145.html).

13 Asamblea General de Naciones Unidas, 59º. periodo de sesiones, 21-9-04 declaración del presidente del Gobierno

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2. UN CONFLICTO POLÍTICO, SOCIAL Y ARMADO

El conflicto colombiano no se restringe a los enfrentamientos armados entre los distintos

grupos insurgentes y las fuerzas estatales y paraestatales, ni tiene su origen en el surgimiento de las

actuales guerrillas en la segunda mitad de la década de los sesenta, sino que se enmarca en una

realidad sociopolítica que se arrastra desde los tiempos de la colonia. Tras la independencia, hubo

ocho guerras civiles nacionales, 14 guerras civiles locales, innumerables asonadas, dos guerras

contra Ecuador y tres golpes de Estado. Los instigadores fueron los dos partidos tradicionales,

Conservador y Liberal, que aunque hoy día se han desgajado en múltiples formaciones y supuestos

movimientos cívicos continúan dominando la vida política del país14. Pero entonces, igual que en la

actualidad, las diferencias ideológicas entre las formaciones políticas tradicionales no eran

fundamentales y mucho menos explican la intensidad de la violencia. Miles de hombres

participaron en los ejércitos de los terratenientes locales a cambio de favores o recompensas y, al

ver caer a sus compañeros o familiares, acrecentaron su odio al enemigo, al que combatían más por

venganza que por convicción. Todos estos enfrentamientos y los que se sucederían después tienen

un elemento en común que explica la continua violencia que azota Colombia: existen unas élites

dominantes dispuestas a recurrir a la fuerza para defender sus privilegios políticos, económicos y

sociales, que en ocasiones se enfrentan entre ellas por el reparto del poder, pero habitualmente

actúan unidas para mantener el control frente a los excluidos.

Durante la primera mitad del siglo XX las tensiones entre las clases dirigentes de ambos

partidos se contuvieron hasta que estallaron el 9 de abril de 1948. Ese día fue asesinado Jorge

Eliécer Gaitán, líder liberal con gran arraigo popular, y se desató un levantamiento popular en la

capital -conocido como Bogotazo- que se extendió a otras zonas del país. La respuesta fue la

español, José Luis Rodríguez Zapatero (ver en www.lamoncloa.gob.es/Presidente/Intervenciones/Discursos/p2109041).

14 Carlos Gaviria, ex presidente de la Corte Constitucional de Colombia y ex candidato presidencial del partido opositor Polo Democrático Alternativo, recordaba una frase de Alfonso López Michelsen, ex presidente de la República y liberal, que puede resumir el panorama político colombiano: “Cito a menudo una frase que le escuché a López Michelsen que decía que en los regímenes de partido único las elecciones son la carrera de un solo caballo, aquí son de dos, pero de un mismo dueño”, en Gómez, Ana; Arango, Beatriz; Gómez, Gloria; Palacio, José, “Gaviria-Petro, debate de polo a polo”, El Colombiano, 20-9-09 (ver en: www.moir.org.co/Gaviria-Petro-debate-de-polo-a.html).

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represión estatal contra las reacciones de protesta y el enfrentamiento armado entre los dos partidos.

El conservador Laureano Gómez -declarado admirador de Franco- ocupó la Presidencia de la

República y comenzó una etapa de la historia de Colombia conocida como la Violencia, en la que

cayeron asesinados unos 300.000 colombianos15. Inicialmente los perseguidos fueron los liberales,

que conformaron guerrillas que lucharon conjuntamente con las autodefensas campesinas

organizadas por el Partido Comunista para defenderse de las agresiones de los terratenientes

conservadores. Pero en 1953 un sector de los conservadores, con el visto bueno de los dirigentes

liberales, propició el golpe de Estado del general Gustavo Rojas Pinilla, quien decretó la aministía

para los guerrilleros excepto para los comunistas; muchos de los líderes de las guerrillas liberales

que se acogieron al perdón fueron asesinados. El intento del general Rojas Pinilla de consolidarse

en el poder volvió a unir a los enemigos de antaño, y liberales y conservadores firmaron un pacto en

España por el que acordaron provocar la renuncia del militar y alternarse en el Gobierno durante 16

años al menos, mediante la fórmula de un Frente Nacional que excluía de todas las instituciones y

de la competencia electoral a quienes no militaran en alguno de los dos partidos. Durante décadas

las élites utilizaron a las clases populares en sus luchas partidistas y éstas pusieron los miles de

muertos para facilitar el acuerdo de reparto del poder que los dejó al margen.

Sin embargo, pervivían lo que se conocía como “repúblicas independientes”, unas pequeñas

comunidades de campesinos creadas por el Partido Comunista que organizaban su propia

autodefensa frente a las agresiones de los terratenientes. El Ejército, con la ayuda de consejeros

militares estadounidenses y de su plan Laso (Latin American Security Operation), inició una

ofensiva en 1964 contra estos reductos de resistencia. Unos 16.000 soldados rodearon el valle de

Marquetalia y se bombardeó toda el área. El líder de los campesinos, Manuel Marulanda, que un

año después se convirtió en uno de los fundadores y máximo comandante de las FARC, aseguró que

en el lugar sólo había 42 familias. La mayoría de los campesinos de estas zonas logró escapar y

formaron guerrillas móviles que dieron lugar a las FARC16. En los años siguientes surgieron otros

15 Pearce, Jenny, Colombia dentro del laberinto, Bogotá, Altamir Ediciones, 1992, p. 29 y ss.16 Pearce, Jenny, Colombia dentro del laberinto, Bogotá, Altamir Ediciones, 1992, p. 33.

16

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grupos insurgentes como el ELN, el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Movimiento 19 de

Abril (M-19), el grupo guerrillero indígena Movimiento Armado Quintín Lame, la Autodefensa

Obrera y disidencias de los anteriores, entre otros. Todos ellos se fueron desmovilizando a partir de

la década de los noventa, excepto las FARC y el ELN que, según el Ministerio de Defensa, cuentan

actualmente con 8.000 y 1.300 hombres, respectivamente17.

Actualmente, se está desarrollando un proceso de paz entre las FARC y el gobierno de Juan

Manuel Santos, al que se espera que también se sume el ELN. Pero sobre estas negociaciones pesa

el recuerdo del genocidio de la Unión Patriótica (UP), el partido en el que participaron guerrilleros

de las FARC tras acordar un cese el fuego en 1984, que fue exterminado en los años sucesivos por

militares, paramilitares y narcotraficantes. El establecimiento -concepto que en Colombia engloba a

los sectores que controlan el poder político, económico y social- no podía consentir que la UP se

convirtiera en una opción de poder. Por eso, aunque a lo largo de siglo XX sólo hubo una dictadura

militar en Colombia, muchos de los gobiernos que dirigieron el país ejercieron similares funciones

represivas que los militares del Cono Sur. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos

aseguran que los muertos y desaparecidos bajo estos gobiernos supuestamente democráticos

superan ampliamente las cifras del horror de la mayoría de los regímenes dictatoriales del resto del

continente, “en otras palabras, para consumar un verdadero genocidio no hubo necesidad, en

Colombia, de recurrir a las fuerzas armadas. Bastaba con los gobiernos civiles”18.

3. EL PARAMILITARISMO COMO ESTRATEGIA DE ESTADO

La tragedia de la UP y la de tantas otras formaciones de izquierda, movimientos cívicos o,

simplemente, personas que se atrevieron a alzar la voz tiene su origen en el modelo de Estado que

han ido configurando, en una cuasi perfecta sinergia, las élites dominantes: por un lado, las Fuerzas

de Seguridad cegadas por un anticomunismo visceral que les lleva a equiparar protesta social

17 “El Gobierno dice que las FARC reciben de 2,4 a 3,5 mil millones de dólares del narcotráfico”, EFE, 23-10-12 (ver en: http://en-maktoob.m.yahoo.com/w/legobpengine/news/gobierno-farc-reciben-2-4-3-5-mil-002207986.html?.b=eeuu&.ts=1351057424&.intl=us&.lang=es-us&.ysid=CYdu.XR8gxwt47_Uqak2kNIE).

18 Borón, Atilio A., “Colombia vista desde el patio latinoamericano”, Mas alla del embrujo. Tercer ano de Gobierno de Alvaro Uribe Velez, Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, Bogotá, 2005, 21-26, p. 22.

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legítima con subversión y, por otro, la oligarquía -terratenientes, grandes ganaderos, poderosos

industriales, narcotraficantes- acostumbrada a gozar de sus privilegios sin límites. La combinación

de ambas fuerzas para reprimir cualquier intento de cambio se ha dado a lo largo de toda la historia

de Colombia, pero encuentra su sustento ideológico en la década de los años sesenta. El presidente

de EE UU John F. Kennedy, afirmó, en 1962, en un discurso en la academia militar de West Point:

“La subversión es otro tipo de guerra, nuevo en su intensidad aunque de antiguo origen (…) Cuando

debemos contrarrestar este tipo de guerra, estamos obligados a emplear una nueva estrategia, una

fuerza militar diferente, lo que requiere una preparación y adiestramiento militar nuevos y

distintos”19.

Estas palabras sintetizan el concepto de doctrina de Seguridad Nacional que Estados Unidos

trató de imponer en toda Latinoamérica para contrarrestar la influencia de la Revolución Cubana y

cuyo objetivo no fue sólo atacar, sin importar los medios, al “enemigo interno” alzado en armas,

sino a todos los simpatizantes del comunismo y a cualquiera que cuestionara el sistema. En febrero

de ese mismo año, había realizado una visita a Colombia un equipo del Centro de Guerra Especial

de Fort Bragh (EE UU) y su director de Investigaciones, el general Yarborough, redactó un

suplemento secreto al informe de la visita; en dicho documento se establecía:

“Debe crearse ahora mismo un equipo en el país acordado para seleccionar el personal civil y militar

con miras a un entrenamiento clandestino en operaciones de represión, por si se necesitaren después.

Esto debe hacerse con miras a desarrollar una estructura cívico militar que se explote en la

eventualidad de que el sistema de seguridad interna de Colombia se deteriore más (...) para poner en

función acciones de contra-agentes y contra-propaganda y, en la medida en que sea necesario,

impulsar sabotajes y/o actividades terroristas paramilitares contra los conocidos partidarios del

comunismo. Los Estados Unidos deben apoyar esto”20.

19 Piccoli, Guido, El sistema del pajaro: Colombia, laboratorio de barbarie, Tafalla, Txalaparta, 2004, p. 76.20 Cáceres, Carmen Lydia; Guerrero, Ana María, Voces del exilio, Valencia, Ediciones del CEPS, 2006, p. 19.

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Colombia fue el único país latinoamericano que participó en la guerra de Corea, lo que

permitió que su Ejército asimilara en el terreno la estrategia estadounidense sobre la “subversión

interna”. Los oficiales del Batallón Colombia ocuparon, en los años posteriores, los puestos más

altos en el escalafón militar mientras se estrechaba la cooperación con Estados Unidos, que se

mantiene vigente. Desde mediados del siglo XX casi 10.000 militares colombianos se han instruido

en la tristemente célebre Escuela de la Américas, de donde salieron muchos de los responsables de

las mayores atrocidades cometidas en Latinoamérica. En ese contexto, el presidente de Colombia,

Guillermo León Valencia, respaldado por su ministro de Guerra, el general Ruiz Novoa -ex

combatiente en Corea-, expidió el día de Nochebuena de 1965 el decreto 3398 Por el cual se

organiza la defensa nacional, que legalizó los grupos de autodefensa, embrión de los paramilitares:

“Todos los colombianos, hombres y mujeres no comprendidos en el llamamiento al servicio militar

obligatorio, podrán ser utilizados por el Gobierno en actividades y trabajos con los cuales

contribuyan al restablecimiento de la normalidad”21.

“El Ministerio de Defensa Nacional, por conducto de los Comandos autorizados podrá amparar,

cuando lo estime conveniente, como de propiedad particular, armas que estén consideradas como de

uso privativo de las Fuerzas Armadas”22.

Este decreto se convirtió en legislación permanente en 1968. A partir de entonces, aunque

las guerrillas no eran más que pequeños grupos de campesinos mal armados, se conformaron y

armaron los grupos de autodefensa. Se oficializó la colaboración entre la Fuerza Pública y los

paramilitares como una estrategia estatal que se ha mantenido hasta nuestros días y de cuyas

trágicas consecuencias es responsable el Estado colombiano23. El desarrollo de esta legislación se

21 Decreto legislativo 3398 de 1965, 24 de diciembre, Por el cual se organiza la defensa nacional, artículo 25, Diario oficial nº. 31.842, Bogotá, 25-1-1966.

22 Decreto legislativo 3398 de 1965, 24 de diciembre, Por el cual se organiza la defensa nacional, artículo 33, parágrafo 3º., Diario oficial nº. 31.842, Bogotá, 25-1-1966.

23 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe sobre el proceso de desmovilización en Colombia, 13-12-04, párrafo 41: “Según ha establecido la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a pesar que el Estado alega no

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concretó en los manuales castrenses. En los siguientes años, la cúpula de las Fuerzas Militares de

Colombia aprobó numerosas disposiciones -Reglamento de Combate de contraguerrilas (1969),

Instrucciones generales para operaciones de contraguerrillas (1979), Manual de combate contra

bandoleros o guerrilleros (1982)- que determinaban cómo controlar y “organizar en forma militar a

la población civil”, obligándola si era necesario. En estos textos también se definía quien era el

enemigo. Así, en el nuevo reglamento de combate de contraguerrillas de 1987 se establecía que las

fuerzas subversivas están formadas por “población civil insurgente y grupo armado” situando a la

primera en “los movimientos sindicales, estudiantiles, campesinos, políticos, etc.” con el objetivo

de ejecutar “acciones de tipo civil” dentro de las “estructuras formales de la sociedad” para

desgastar, desmoralizar, dislocar y finalmente eliminar “las instituciones”24.

Y toda esta doctrina castrense se reforzaba con abundantes escritos y manifestaciones

públicas de destacados oficiales. La Revista del Ejército publicó en 1976 el artículo El terrorismo

como arma psicológica, en el que el mayor Raúl H. Mora afirmaba sin ambages que “hay que

combatir al terrorista con sus mismas tácticas”. “La insurgencia ideológica no se concentra en áreas

determinadas sino que busca propagarse con la mayor rapidez posible a todos los ámbitos de la

nación”, aseguraba el general Álvaro Valencia Tovar en 1987 en la misma publicación. En términos

similares se expresaba el general Rafael Samudio Molina, cuando ocupó la cartera de Defensa:

“La subversión actúa en los campos políticos, económicos, educativo, sindical y armado, con

propósitos bien definidos (…) Los grupos subversivos actúan (...) en zonas urbanas y rurales,

desarrollan actividad militar paralela a la acción política y utilizan la estrategia de convergencia en

los campos político, social, laboral, educativo, judicial y armado”25.

mantener una política oficial de incentivar la constitución de grupos paramilitares, ello no lo libera de la responsabilidad por la interpretación que durante años se le dio al marco legal que los amparó; por el uso desproporcionado dado al armamento que les entregó; y por no adoptar las medidas necesarias para prohibir, prevenir y castigar debidamente sus actividades delincuenciales. Esto, sumado al hecho que miembros de la propia Fuerza Pública en ciertas áreas del país incentivaron a grupos de autodefensa a desarrollar una actitud ofensiva frente a cualquier persona considerada como simpatizante de la guerrilla”.

24 N. C. O. S. y otros, Tras los pasos perdidos de la guerra sucia. Paramilitarismo y operaciones encubiertas en Colombia, Bruselas, Ediciones NCOS, 1995, pp. 22 y ss.

25 N. C. O. S. y otros, Tras los pasos perdidos de la guerra sucia. Paramilitarismo y operaciones encubiertas en Colombia, Bruselas, Ediciones NCOS, 1995, p. 16.

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Otro general que también desempeñó el mismo cargo en el Gobierno de Belisario Betancur

(1982-1986), Landazábal Reyes, no tenía dudas sobre quienes eran sus enemigos: “Cualquier

nacional, ya no solamente en armas sino ideológicamente visto como cercano al enemigo, es un

aliado y por tanto un traidor”. Esta visión del modelo de sociedad que se quería defender a ultranza

era plenamente compartida por los grupos políticos y económicos más poderosos del país

-incluidos los sectores vinculados al narcotráfico-, quienes invitaban a sus foros a altos mandos

militares para que explicaran la doctrina de la Seguridad Nacional. El presidente de la Asociación

Nacional de Industriales, Fabio Echeverry, se refería a los grupos insurgentes como la amenaza

interna que asociados a “agencias subversivas internacionales pugnan por destruir el sistema

democrático” y “quieren remplazar la clase dirigente mayor”.

Los intereses en común propiciaron sólidas alianzas a comienzos de la década de los

ochenta. En Puerto Boyacá, una pequeña población a orillas del río Magdalena que hasta no hace

mucho lucía, en su entrada, un cartel con la leyenda “capital antisubversiva de Colombia”, el

Ejército convocó a los líderes liberales y conservadores, ganaderos, empresarios y directivos de la

multinacional Texas Petroleum Company para acordar formas de protección frente a los secuestros

y extorsiones de la guerrilla. Legalmente se constituyeron en grupos de autodefensa, pero pronto la

población se convirtió “en una especie de microestado paramilitar”, dotado de poderosos

escuadrones de la muerte apoyados por los narcotraficantes Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez

Gacha, y entrenados por mercenarios israelíes y británicos26. Estos grupos, conformados por

militares y paramilitares, siguieron el modelo de la organización Muerte a Secuestradores (MAS)

que poco antes habían formado los principales jefes del narcotráfico para defenderse de las

guerrillas. El enemigo común les unió, sus acciones se extendieron a otras zonas y no sólo tuvieron

como objetivo a la subversión y sus supuestos colaboradores, sino también a líderes sociales,

sindicales, políticos de la izquierda y campesinos cuyas tierras ambicionaban quienes daban las

órdenes; los paramilitares tocaban a la puerta y amenazaban: “O me vende usted o su viuda”. El

26 Cepeda, Iván; Rojas, Jorge, A las puertas de El Uberrimo, Bogotá, Debate, 2008, pp. 43-44.

21

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Procurador General27 afirmó en su informe al Congreso en 1986:

“El MAS era un auténtico movimiento paramilitar. (…) El perverso hábito de los militares de confiar

a particulares las actividades de contrainsurgencia se extiende. Lisa y llanamente, estamos hablando

de oficiales que rompen todas las reglas (...) y que hacen uso de ciudadanos particulares, inicialmente

como guías e informantes, colaboradores y auxiliadores en general, y al final como armas ocultas y

sicarios que pueden hacer extraoficialmente lo que oficialmente no se puede hacer”28.

Las masacres29 indiscriminadas, empleando los métodos más brutales de tortura y asesinato,

y los crímenes selectivos se sucedieron por todo el país. Ante esta violencia generalizada, el

Gobierno suspendió en 1989 la vigencia de las normas que permitían crear bandas de civiles

armadas, ya identificados como paramilitares; en aquellas fechas, los relatores de Naciones Unidas

sobre Ejecuciones Extrajudiciales y Torturas estimaban que existían entre 130 y 135 grupos

paramilitares30. Sin embargo, pocos años después resurgieron los escuadrones de la muerte con una

nueva apariencia legal: las Cooperativas de Vigilancia y Seguridad Privada, conocidas como

Convivir, creadas en 1994 e impulsadas por Álvaro Uribe durante su mandato como gobernador de

Antioquia. Estas cooperativas sirvieron para legalizar muchos grupos paramilitares que

continuaron practicando la guerra sucia con el supuesto objetivo de colaborar con la Fuerza

Pública, “eran una fachada; les daban un carné de la Convivir y los militares sabían que los que lo

tuvieran podían pasar con armas por los retenes [puestos de control], era como un salvoconducto

para los paramilitares”, asegura el jesuita y defensor de derechos humanos Javier Giraldo31.

Ante las atrocidades cometidas por estas cooperativas, la Corte Constitucional limitó sus

27 La Procuraduría General de la Nación tiene como objetivos vigilar el correcto funcionamiento de la función pública para salvaguardar los derechos e intereses de los ciudadanos, garantizar la protección de los derechos humanos e intervenir en representación de la sociedad para defender el patrimonio público (Constitución Política de Colombia, título X De los Organismos de Control, capítulo II Del Ministerio Público).

28 Pearce, Jenny, Colombia dentro del laberinto, Bogotá, Altamir Ediciones, 1992, p. 103.29 Se entiende por masacre el asesinato de cuatro o más personas indefensas.30 “En su origen, paras fueron promovidos por el Ejército”, Verdad abierta, 20-9-12, (ver en:

www.verdadabierta.com/index.php?option=com_content&id=4226).31 Comisión Valenciana de Verificación de Derechos Humanos, Colombia: Rompiendo el silencio, Valencia, 2005, p.

36 (ver en: www.ceps.es/webantigua/investigacion/colombia/rompiendo_el_silencio.pdf).

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atribuciones en 1997. Pero ese mismo año, Carlos Castaño, quien junto a sus hermanos creó los

primeros escuadrones de la muerte asociados al narcotráfico, fundó con los comandantes de los

más importantes grupos de paramilitares del país las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) con

el propósito de coordinar sus acciones; durante los cinco años siguientes, que corresponden al

inicio de la consolidación del paramilitarismo en el país, aumentó dramáticamente el número de

personas asesinadas o desaparecidas a manos de estos grupos: entre junio de 1997 y junio de 2010

hubo más de 15.000 víctimas, según las estadísticas de la Comisión Colombiana de Juristas32. El

comandante paramilitar Salvatore Mancuso, segundo al mando de las AUC, reconoció

abiertamente que no hubieran podido actuar sin la implicación del Estado colombiano:

“(...) todas estas acciones y el crecimiento del paramilitarismo resultan una política oficial, estatal

social, sin ellos no se habría podido ganar la guerra contra la guerrilla (...) hubo una relación

estrecha con las instituciones de seguridad del Estado, con la Policía, con el Ejército, con el DAS,

con la Fiscalía, con los organismos de investigación del Estado”33.

Con la llegada a la Presidencia de Colombia de Uribe Vélez en 2002 no sólo no se frenó la

influencia de estos grupos sino que se reactivó un nuevo proceso de reciclaje del paramilitarismo

aún más ambicioso, como se explicará en el siguiente capítulo. Los paramilitares continuaron

practicando las masacres de civiles indefensos a pesar de las conversaciones de paz que mantenían

con el Gobierno. Una de las más crueles tuvo lugar en la comunidad de paz de San José de

Apartadó, una pequeña población de campesinos que se han declarado al margen del conflicto. En

febrero de 2005 fueron asesinados, a garrotazos y machetazos, ocho habitantes. Un mes antes, Luis

Eduardo Guerra, líder y fundador de la comunidad, explicó a una comisión organizada por la

Coordinación Valenciana de Solidaridad con Colombia los riesgos que corrían: “Hasta el día de hoy

32 Comisión Colombiana Juristas, Violaciones de derechos humanos y violencia sociopolítica en Colombia. Derecho a la Vida. Ejecuciones extrajudiciales, homicidios sociopolíticos y desapariciones forzadas. Total de víctimas muertas y porcentaje de autoría por presuntos autores, según periodos. Julio de 1996 a junio de 2010 (ver en: www.coljuristas.org/documentos/cifras/cif_2012-05-04_01.pdf).

33 Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal, única instancia 32000, 14 de septiembre de 2011, sentencia caso Jorge Noguera, Consideraciones. Cuestión preliminar 1º.

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estamos resistiendo (...). No sabemos hasta cuándo porque lo que hemos vivido durante toda la

historia es que hoy estamos hablando, mañana podemos estar muertos”34. El 21 de febrero su

cuerpo y otros siete aparecieron descuartizados. Numerosos pobladores acusaron de la matanza a

los soldados de la Brigada XVII y a los paramilitares. El desmentido del Gobierno fue tan rápido

como falso. El presidente Uribe afirmó: “En esta comunidad hay gente buena, pero algunos de sus

líderes, patrocinadores y defensores están seriamente señalados por personas que han residido allí

de auxiliar a las FARC y de querer utilizar a la comunidad para proteger a esta organización

terrorista”. Poco después se adoptó como versión oficial la declaración de un presunto desertor de

las FARC que manifestó que la matanza fue una venganza de la guerrilla porque dos de los

asesinados querían abandonar sus filas. Sin embargo, varios oficiales y paramilitares procesados

han confesado que la masacre se cometió en el transcurso de una operación conjunta, supervisada

por el general Mario Montoya, ex comandante del Ejército cesado en 2008 al descubrirse los

primeros casos de civiles asesinados por soldados para hacerlos pasar por guerrilleros35. Ha habido

algunas condenas, pero en ningún caso se ha juzgado a los autores intelectuales.

Antes de morir a manos de sus propios compañeros de armas, el máximo líder de los

paramilitares Carlos Castaño36 manifestó públicamente:

“Álvaro Uribe es, en el fondo, el hombre más cercano a nuestra filosofía. Su idea de crear las

Convivir, unas cooperativas donde los ciudadanos colaboraban de manera organizada con las

fuerzas armadas, suministrando información y en algunos casos portando armas amparadas para

su defensa personal, es el mismo principio que le dio origen a la Autodefensa”37.

34 Comisión Valenciana de Verificación de Derechos Humanos, Colombia: Rompiendo el silencio, Valencia, 2005, p. 83.

35 Simón, Paco, “Apartadó, 5 años después de la masacre”, Diagonal, del 18 al 31 de marzo de 2010 (ver en: www.pbi-guatemala.org/fileadmin/user_files/projects/colombia/files/documentos_organizaciones/1003_Paco_Simon_Art._San_José_Diagonal.pdf).

36 Las razones del crimen son confusas. Algunas versiones apuntan que lo mataron los sectores del paramilitarismo que lo consideraban un traidor por iniciar conversaciones con el Gobierno de Uribe. Otras aseguran que estaba negociando su entrega a Estados Unidos y se temía que revelara información comprometida sobre los jefes paramilitares -reclamados en extradición por narcotráfico- y sobre las estructuras del Estado implicadas en el negocio. Incluso se afirma que sigue vivo fuera de Colombia aunque la Fiscalía identificó su cuerpo en una fosa en 2006.

37 Aranguren, Mauricio, Mi confesión, Bogotáveja Negra, 2001, p. 177.

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II. CONCEPTO DE CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD

1. EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO

1.1 Ámbito del derecho internacional

La existencia y el reconocimiento de valores esenciales de la condición humana que la

comunidad internacional debe proteger especialmente han ido configurando las normas de derecho

internacional para perseguir penalmente los actos contrarios a esos valores y garantizar la dignidad

del ser humano, la paz y la seguridad internacionales. Los crímenes contra la humanidad, junto al

genocidio y los crímenes de guerra y de agresión, destacan entre estas conductas proscritas por “su

naturaleza abominable” y porque “la humanidad, en su conjunto, es la víctima”38. Constituyen el

núcleo de los crímenes de derecho internacional y su ejecución se produce en un contexto de

violencia generalizada y organizada que los diferencia de las violaciones a los derechos humanos:

“A manera de ejemplo, la masacre de una población cometida por actores estatales en violación de

una obligación contenida en un tratado internacional de derechos humanos constituirá, por regla

general, una violación grave de derechos humanos; en ausencia de la intención genocida, del ataque

generalizado o sistemático contra una población civil o del conflicto armado y su relación con la

conducta, ese mismo hecho no podrá calificarse jurídicamente como crimen internacional”39.

Los crímenes contra la humanidad o crímenes de lesa40 humanidad son ataques contra la

población civil que por su gravedad -consistente en su generalidad, masividad, crueldad o

sistematicidad- atentan contra bienes jurídicos individuales -vida, integridad, libertad-, pero

también contra dos bienes jurídicos colectivos -los derechos humanos y la paz y seguridad

internacionales- cuya protección sobrepasa la competencia exclusiva del ámbito estatal para entrar

38 Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, p. 1.

39 Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, p. 3.

40 El término “lesa” viene del verbo latino “laedo”, que significa herir, injuriar, causar daño.

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en la esfera del derecho internacional41. Este proceso de internacionalización de los derechos

humanos es consecuencia de los desastres provocados por las guerras que llevaron al

convencimiento de los Estados de que la dignidad humana y el individuo por sí mismo,

independientemente de sus circunstancias, son valores propios e inalienables de la comunidad

internacional. Inicialmente, los Estados establecieron acuerdos para garantizar un mínimo de

correción humanitaria en los conflictos armados aunque su aplicación estaba supeditada a la

reciprocidad (protección de combatientes y civiles a condición de que el otro Estado hiciera lo

mismo). La I y la IV Convención de La Haya sobre Leyes y Costumbres de la Guerra Terrestres

(1899 y 1907) supusieron un avance ya que preveían la protección de la población civil de la parte

enemiga independientemente de la reciprocidad y de su adhesión a los convenios, y en sus

respectivos preámbulos incorporaban principios del derecho internacional a través de la

denominada clausula Martens:

“En espera de que un Código más completo de las leyes de la guerra pueda ser dictado, las altas

partes contratantes juzgan oportuno hacer constar que en los casos no comprendidos en las

disposiciones reglamentarias adoptadas por ellas, los pueblos y los beligerantes quedarán bajo la

salvaguardia y el imperio de los principios del derecho de gentes, tales como resultan de los usos

establecidos entre las naciones civilizadas, de las leyes de humanidad y de las exigencias de la

conciencia pública”42.

El informe que elaboró la comisión encargada de investigar los crímenes cometidos por el

Imperio alemán y sus aliados durante la I Guerra Mundial retomó el contenido de la clausula

Martens al recomendar la creación de un tribunal que aplicara “los principios del derecho de gentes

41 Capellá, Margalida, La tipificación internacional de los crímenes contra la humanidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, pp. 33-35.

42 Tribunal Supremo de España, Sala de lo Penal, recurso de casación de 12 de enero de 2006 contra sentencia nº 16/2005, Audiencia Nacional, Sala de lo Penal, Sección Tercera, de 19 de abril de 2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo (Fundamentos doctrinales y legales aducidos como motivo de casación por infracción de preceptos constitucionales: Primer motivo de casación, IV Los hechos son constitutivos de delito de genocidio: argumentación, 1 El delito de genocidio es un delito específico e independiente respecto del generico o basico delito contra la humanidad).

26

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así como resultan de los usos establecidos entre los pueblos civilizados, de las leyes de humanidad y

de los dictados de la conciencia pública”43. De hecho, entre los asesinatos de civiles se incluyeron

las masacres de armenios cometidas por Turquía, que habían sido denunciadas en 1915 por Francia,

Reino Unido y Rusia, como “crímenes contra la humanidad y la civilización”. Por eso, se considera

que el concepto de crímenes contra la humanidad comenzó a perfilarse técnicamente con los

intentos de exigir responsabilidades penales por las atrocidades de la Gran Guerra. No obstante,

estas iniciativas se limitaron al marco teórico ya que el témino “leyes de la humanidad” fue

suprimido, por presiones de Estados Unidos, de los tratados de paz que debían contemplar las

conclusiones del informe y la inmensa mayoría de los presuntos criminales quedaron sin castigo.

Los turcos lograron que se declarara la amnistía por las infracciones cometidas entre 1914 y 1922;

el emperador alemán Guillermo II nunca fue juzgado porque Holanda no lo entregó al tribunal, y de

los 896 alemanes acusados por los aliados, sólo se condenó a seis personas a penas mínimas44.

1.2 Categoría jurídica

La noción jurídica de los crímenes contra la humanidad surgió con la instauración de

tribunales militares para juzgar a los responsables de las potencias del Eje por los crímenes de la II

Guerra Mundial. Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la URSS establecieron los principios de

los tribunales en el Acuerdo de Londres de 1945, al que se anexó el Estatuto del Tribunal Militar

Internacional de Nuremberg (ETMI). Este tribunal se declaró competente para juzgar y castigar a

quienes hubieran cometido crímenes contra la paz, de guerra o contra la humanidad; estos últimos

los definió en su artículo 6 (c) como:

“Crímenes contra la humanidad: a saber, el asesinato, la exterminación, esclavización, deportación y

otros actos inhumanos cometidos contra población civil antes de la guerra o durante la misma; la

persecución por motivos políticos, raciales o religiosos en ejecución de aquellos crímenes que sean

43 Capellá, Margalida, La tipificación internacional de los crímenes contra la humanidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, p. 38.

44 Capellá, Margalida, La tipificación internacional de los crímenes contra la humanidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, p. 40.

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competencia del Tribunal o en relación con los mismos, constituyan o no una vulneración de la

legislación interna del país donde se perpetraron”45.

Esta fue la primera vez que se empleó el término “crímenes contra la humanidad” en el

derecho penal internacional positivo y su objetivo fue castigar los actos no previstos expresamente

en las leyes y usos de la guerra y los ataques contra personas no protegidas por esas leyes (crímenes

de un Estado contra su propia población o contra personas que están bajo su jurisdicción). Similar

tipificación se realizó en el Tribunal Militar Internacional de Tokio y en el resto de tribunales

militares de ocupación46.

De esta manera, aunque la obligada vinculación con la guerra condicionó la represión de los

crímenes de lesa humanidad -resultó difícil probar que antes del conflicto armado se hubieran

cometido actos inhumanos relacionados con el conflicto armado-, el ETMI configuró una “nueva

categoría penal de unos crímenes, antiguos como la misma humanidad, que entraron de la mano de

este Estatuto en la esfera de la incriminación y la represión internacionales”47. Los juicios de

Nuremberg consagraron el principio de responsabilidad penal individual -existen deberes que

incumben a las personas en virtud del derecho internacional y se puede castigar a los individuos por

violar el derecho internacional- y reinterpretaron el principio de legalidad penal en favor del

derecho consuetudinario que ya contemplaba la figura de los crímenes contra la humanidad: “Que

no existiera un Tribunal o ninguna jurisdicción estatal se hubiera encargado de hacer cumplir o

sancionar la infracción de dichas normas internacionales no pone en cuestión la vigencia de las

mismas”48. La formulación clásica de nullum crimen nulla poena sine lege en el derecho

internacional se interpreta como nullum crime sine iure.

45 ETMI, artículo 6 (c).46 Los aliados hicieron una excepción en Italia ya que sólo procesaron a unos pocos criminales italianos responsables

de abusos contra su propio personal militar; algunos autores sostienen que esa benevolencia se debió a que consideraban a los fascistas italianos “reformados” como los mejores oponentes al comunismo, en Capellá, Margalida, La tipificación internacional de los crímenes contra la humanidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, pp. 47-48.

47 Capellá, Margalida, La tipificación internacional de los crímenes contra la humanidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, p. 55.

48 Audiencia Nacional de España, Sala de lo Penal, Sección Tercera, sentencia nº 16/2005, de 19 de abril de 2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo (Fundamentos de Derecho Primero: El problema de la tipicidad, "lex certa", e irretroactividad de la norma penal aplicable, punto 1).2).

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Poco después, la comunidad internacional, representada en la Asamblea General de la recién

creada ONU, en la resolución 95-1, de 11 de diciembre de 1946, asumió como derecho vigente los

principios del Estatuto y la sentencia del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg. La misma

Asamblea General encargó en los años siguientes a la Comisión de Derecho Internacional (CDI) de

la ONU la formulación de los principios de derecho internacional reconocidos en Nuremberg, la

elaboración de un código internacional de delitos contra la paz y la seguridad internacionales, y la

creación de un tribunal penal internacional. Aunque la CDI presentó sus propuestas, el impulso del

derecho penal internacional surgido tras los procesos de Nuremberg fue cediendo ante razones de

carácter político y los trabajos se abandonaron en la década de los cincuenta. Para algunos autores

esta dejación constató que realmente los Estados no aceptaban los Principios de Nuremberg como

principios del derecho internacional y que los crímenes de la II Guerra sólo se castigaron por la

excepcionalidad que representaban y por la victoria de los mismos Estados que crearon la ONU49.

No obstante, la noción sobre los crímenes internacionales que sentó Nuremberg se conservó a

través de la aprobación en el seno de la CDI de los Principios, de la ratificación de diversos tratados

internacionales -Convenios de Ginebra, Convenio contra el Genocidio, Convención sobre la

Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad- y de algunos

casos de persecución penal como el juicio de Adolf Eichman en Israel50 y la condena en rebeldía de

Klaus Barbie en Francia51. Y, finalmente, vieron la luz en los años noventa el proyecto de código de

crímenes contra la paz y la seguridad de la humanidad (aprobado por la CDI en 1996 aunque aún no

ha sido asumido por la Asamblea General) y el Estatuto de la Corte Penal Internacional (ECPI,

consensuado en 1998, pero entró en vigor el 1 de julio de 2002 tras la ratificación de 60 naciones).

Todos estos instrumentos jurídicos, los estatutos de los tribunales penales internacionales ad hoc de

la antigua Yugoslavia52 y Ruanda53, la jurisprudencia y los propios principios básicos del derecho

49 Capellá, Margalida, La tipificación internacional de los crímenes contra la humanidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, pp. 80-81.

50 Corte del Distrito de Jerusalén, Attorney General of the Government of Israel v. Eichmann, fallo de 12 de diciembre de 1961. Este proceso constituyó el primer caso de persecución universal de crímenes contra la humanidad.

51 Corte de Casación de Francia, Advocate General v. Barbie, fallo de 20 de diciembre de 1985. 52 Adoptado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas mediante resolución 827 del 25 de mayo de 1993. 53 Adoptado por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas mediante resolución 955 del 8 de noviembre de 1994.

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penal internacional han ido caracterizando jurídicamente los crímenes internacionales, de tal modo

que actualmente sólo se pueden esgrimir intereses políticos para que los tribunales estatales o

internacionales no actúen contra los autores materiales e intelectuales de estas atrocidades.

2. CONFIGURACIÓN ACTUAL EN EL DERECHO PENAL INTERNACIONAL

2.1 Supremacía del derecho internacional

La supremacía del derecho internacional sobre el nacional en materia de crímenes

internacionales, como los de lesa humanidad, supone que estos actos pueden y deben ser

perseguidos independientemente de su configuración jurídica en el momento de cometerse. Los

valores universales que se vulneran están protegidos por reglas “supranacionales originarias”54 que

contribuyen a formar la costumbre internacional (práctica generalizada aceptada como derecho) y

dotan de un nuevo sentido al principio de legalidad en el ámbito del derecho penal internacional.

Como ya se mencionó, el requerimiento de que para poder reprimir una conducta debe existir

una ley anterior que haya establecido, de foma clara y precisa, la prohibición de ese acto y su pena,

no implica que los crímenes contra la humanidad deban estar tipificados expresamente cuando se

producen, pues a la luz del derecho consuetudinario ya estaban proscritos. En este sentido, los

tratados internacionales sobre derechos humanos conciben el principio de legalidad sobre actos u

omisiones que fueran delictivos “según los principios generales del derecho reconocidos por las

naciones civilizadas”55, por “la comunidad internacional”56 o por “el derecho nacional o

internacional”57. Consecuentemente, el carácter de ius cogens del derecho internacional de los

derechos humanos impide al derecho nacional ir en contra de su contenido o limitarlo pues es

obligatorio per se, y al proteger valores superiores de la Humanidad, “son el conjunto de la

Humanidad y la totalidad de los Estados en que ésta se organiza, y no un Estado concreto, los que

tienen un interés equivalente en el enjuiciamiento y sanción de dichos delitos”58.

54 Ambos, Kai, La parte general del Derecho Penal Internacional. Bases para una elaboración dogmatica, Berlín-Montevideo, Edit. Duncker & Humblot/Konrad-Adenauer-Stiftung/Temis, 2005, pp. 36-38.

55 Convención Europea para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, artículo 7, 1950.56 Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, artículo 15, 1966.57 Protocolo Adicional I a los Convenios de Ginebra, artículo 75, 1977.58 Audiencia Nacional de España, Sala de lo Penal, Sección Tercera, sentencia nº 16/2005, de 19 de abril de 2005,

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2.2 Jurisdicción universal e internacional

La jurisdicción universal es la competencia que tiene un Estado para enjuiciar a los

responsables de un crimen, independientemente del lugar de la comisión del delito y sin importar

cualquier otro vínculo, excepto el repudio universal que produce la naturaleza del crimen. El

Instituto de Derecho Internacional59 ha establecido unos criterios básicos consensuados sobre la

aplicación de este concepto: es una norma consuetudinaria, que no necesita estar prevista en un

tratado internacional; tiene competencia sobre crímenes internacionales (genocidio, crímenes de

lesa humanidad y de guerra); no se pueden realizar juicios en ausencia del presunto responsable

aunque se puede investigar y solicitar su extradición; su naturaleza es complementaria frente a otras

jurisdicciones, y se deben observar las normas internacionales sobre inmunidades personales.

Naciones Unidas ha instado a los Estados a incorporar en sus legislaciones internas las

disposiciones necesarias para que sus tribunales puedan ejercer la competencia universal sobre

delitos graves de conformidad con el derecho internacional, “de acuerdo con los principios

aplicables del derecho consuetudinario y del derecho de los tratados”60.

Por jurisdicción internacional se entiende la competencia de la que ha dotado la comunidad

internacional a diversos tribunales ad hoc -ex Yugoslavia y Ruanda- o permanentes -Corte Penal

Internacional, CPI- para perseguir crímenes de la misma gravedad y con los mismos criterios que

los que contempla la jurisdicción universal cuando los tribunales nacionales no pueden o no quieren

actuar eficientemente61, con la diferencia de que los tribunales internacionales no contemplan la

inmunidad con respecto a la responsabilidad penal62.

delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo (Fundamentos de Derecho Primero: B La aplicabilidad al caso del vigente tipo penal de lesa humanidad).

59 Entidad fundada en 1873 e integrada por expertos en derecho internacional público, que periódicamente presenta resoluciones ante la comunidad internacional.

60 UN, E/CN.4/2005/102/Add.1, 8 de febrero de 2005, Comisión de Derechos Humanos, Conjunto de principios actualizado para la protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad, principio 21 (ver en: http://www.derechos.org/nizkor/impu/impuppos.html).

61 Para determinar esta cuestión se pueden aplicar los criterios del artículo 17 del ECPI sobre el principio de complementariedad.

62 El ECPI establece que el cargo oficial no exime de responsabilidad penal ni es motivo de reducción de pena ya que la inmunidad “y las normas de procedimiento especiales” que conlleve el cargo, con arreglo al derecho interno o al derecho internacional, “no obstarán para que la Corte ejerza su competencia sobre ella” (artículo 27). Sin embargo, sí que reconoce que no puede solicitar la entrega de una persona cobijada por las leyes de inmunidad de un Estado a menos que se consiga que éste renuncie a ese privilegio (artículo 98).

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La propia naturaleza de los delitos contra la humanidad convierte su perseguibilidad

internacional en una de sus características esenciales. Estos crímenes son los que comete un

Gobierno, organización o grupo contra la población civil de forma sistemática o a gran escala,

independientemente de la existencia de un conflicto armado63. Por tanto, el sujeto activo del delito

-el grupo que actúa desde el Poder o que neutraliza al Poder legítimo- ejecuta los crímenes

conforme a una política de Estado o a un plan de una organización no estatal, lo que dificulta en

extremo o imposibilita su persecución interna haciendo imprescindible la intervención de la

jurisdicción universal o internacional más allá del principio de territorialidad.

La dificultad que entraña investigar los crímenes internacionales sin conexión concreta con el

lugar donde se les juzga y el impacto que produce este tipo de actuación jurídica en la soberanía de

los Estados suponen que tanto la jurisdicción universal como la internacional sean consideradas

subsidiarias o complementarias de la nacional. Desde el punto de vista de la estabilidad de las

relaciones internacionales, lo más conveniente sería que, ante la ineficacia de los tribunales

nacionales, actuara en primer lugar la justicia internacional, en virtud del principio de

subsidiariedad64, pero en caso de que esta jurisdicción no se active “el principio de necesaria

persecución y de posibilidad de persecución internacional de estos delitos sigue indemne, por lo

que resulta procedente que en estos casos actúe una jurisdicción nacional en sustitución de la

internacional y haciendo funciones de ésta”65.

63 Elementos contextuales de los crimenes contra la humanidad contemplados en el proyecto de código de crímenes contra la paz y la seguridad de la humanidad de 1996 y en el ECPI de 1998.

64 Del Toro, Mauricio Iván, “El principio de subsidiariedad en el derecho internacional de los derechos humanos con especial referencia al sistema interamericano”, en Becerra, Manuel (coord.), La Corte Interamericana de Derechos Humanos a veinticinco anos de su funcionamiento, México DF, Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurdídicas de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), 23-61, p. 24: “El principio de subsidiariedad en el marco del DIDH [derecho internacional de los derechos humanos] supone que, no obstante la existencia de normas y procedimientos internacionales para la protección de los derechos humanos o precisamente en virtud de ellos, es a los Estados a los que corresponde en primera instancia respetar y hacer respetar tales derechos en el ámbito de su jurisdicción y sólo cuando éstos no han brindado una protección adecuada o efectiva es que la jurisdicción internacional (ahí donde exista) puede y debe ejercer su competencia. En principio, los operadores nacionales son los mejor situados para conocer, valorar y resolver sobre las presuntas violaciones a los derechos humanos. Los operadores internacionales no intervienen sino ahí donde el Estado ha fallado en el cumplimiento de sus obligaciones internacionales”. (ver en: biblio.juridicas.unam.mx/libros/libro.htm?l=2496).

65 Audiencia Nacional de España, Sala de lo Penal, Sección Tercera, sentencia nº 16/2005, de 19 de abril de 2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo (Fundamentos de Derecho Primero: Sobre la aplicabilidad general de los crímenes contra la humanidad, punto 3º).

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2.3 Imprescriptibilidad

El derecho internacional exige el enjuiciamiento de los crímenes contra la humanidad sin

limitaciones temporales. Así, desde que se aprobó el estatuto del Tribunal de Nuremberg, diversos

tratados, tribunales internacionales y el estatuto que estableció la Corte Penal Internacional han

confirmado el principio de que estos crímenes no prescriben66, que fue regulado expresamente en la

Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa

Humanidad de 1968 (entró en vigor el 11 de noviembre de 1970).

En el preámbulo de esta convención se destaca la importancia de la represión efectiva de

estos crímenes para prevenir su repetición, por lo que para asegurar su enjuiciamiento resulta

necesario eliminar la limitación temporal de responsabilidad penal que se aplica a los delitos

comunes. Así, se establece que los crímenes son imprescriptibles “cualquiera que sea la fecha en

que se hayan cometido” (art. 1) y se obliga a los Estados que lo refrenden a abolir la prescripción

sobre estos delitos (art. 4). Aunque algunos Estados consideraron que al no delimitar la fecha se

estaba violando el principio de irretroactividad de la ley penal, ha predominado la concepción de

que sólo se reafirmó un principio ya existente en el derecho internacional consuetudinario.

El ECPI también dispone que “los crímenes de la competencia de la Corte no prescribirán”

(artículo 29), pero reduce su competencia temporal a los crímenes cometidos después de su entrada

en vigor (artículo 11). No obstante, en casos de crímenes de comisión permanente, como

desaparición forzada, se puede analizar hechos anteriores a la vigencia del ECPI para probar

elementos contextuales de los crímenes.

En Colombia, la cuestión de la imprescriptibilidad sigue siendo controvertida como

consecuencia de la no tipificación de los crímenes de lesa humanidad en su ordenamiento jurídico 67.

Las altas cortes del país han reconocido la existencia de crimenes contra la humanidad y los efectos

jurídicos de esta calificación, entre ellos la imprescriptibilidad. La Corte Constitucional ha reiterado

66 Allard K. Lowenstein International Human Rights Clinic, Facultad de Derecho de Yale (EE UU), Amicus Curiae presentada para apoyar la calificación por crímenes contra la humanidad efectuada por la sentencia del caso Adolfo Scilingo, 13 de diciembre de 2006.

67 Incluso en los delitos de este tipo que reconoce el Código Penal -como desaparición forzada, desplazamiento forzado y tortura- se contempla un periodo máximo de responsabilidad penal de 30 años.

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en varias sentencias que “en armonía con el Tratado de Roma, en el caso de determinadas

conductas que constituyen delitos de lesa humanidad la acción penal es imprescriptible”68. Así, la

Corte Suprema consideró que los “homicidios agravados y en persona protegida” cometidos por un

líder paramilitar debían ser considerados como crímenes de lesa humanidad porque “revisten las

características de ser conductas sistemáticas, generalizadas, que tuvieron por fin acabar con

personas de la población civil” y por tanto “son crímenes imprescriptibles”69.

Sin embargo, al evaluar la constitucionalidad del ECPI, la misma Corte Constitucional, en la

sentencia C-578 de 2002, estableció que la imprescriptibilidad es un:

“(…) tratamiento especial [que] sólo será aplicable por la Corte Penal Internacional cuando ejerza su

competencia complementaria para investigar y juzgar cualquiera de los crímenes previstos en el

Estatuto, así la acción penal o la sanción penal para ellos haya prescrito según las normas jurídicas

nacionales”.

La consecuencia de esta sentencia y que el Estado colombiano no haya ratificado la

Convención de 1968 parecen cuestionar la aplicación de la imprecriptibilidad que otras

resoluciones judiciales han asumido. La solución definitiva a esta controversia sería el

reconocimiento jurídico específico de los crímenes de lesa humanidad en Colombia.

2.4 Responsabilidad penal individual

El principio de responsabilidad penal individual implica el control que las personas pueden

tener sobre sus actos u omisiones y las consecuencias que suponen los actos contrarios a las normas

penales de un sistema para quienes los realizan. Esta noción jurídica, incorporada en el derecho

interno de los Estados, también está reconocida en el derecho internacional, especialmente a partir

de los juicios de Nuremberg:

68 Corte Constitucional de Colombia, sentencias C-580 de 2002, C-370 de 2006 y, en especial, C-1036 de 2006, en Forer, Andreas; López, Claudia, Acerca de los crímenes de lesa humanidad y su aplicación en Colombia, Bogotá, Embajada de Alemania en Colombia-GTZ, p. 51.

69 Corte Suprema de Justicia de Colombia, sala de Casacio �n Penal, auto de 11 de marzo del 2010, caso El Iguano.

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“Los crímenes contra el derecho internacional son cometidos por personas, no por entidades

abstractas, y sólo mediante la sanción de las personas que cometieron dichos crímenes se podrán

hacer valer las normas del derecho internacional”70..

“Aquellos que lideren, organicen, inciten a la formulación de un plan común o conspiración para la

ejecución de los delitos anteriormente mencionados [crímenes contra la paz, de guerra y contra la

humanidad], así como los cómplices que participen en dicha formulación o ejecución, serán

responsables de todos los actos realizados por las personas que sea en ejecución de dicho plan”71.

Posteriormente, el concepto fue reafimado en los Principios de Derecho Internacional

Reconocidos en el Estatuto del Tribunal de Nuremberg y en la Sentencia del Tribunal, adoptados

por la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas, y en los estatutos de los

tribunales de la antigua Yugoslavia y Ruanda y en el de la Corte Penal Internacional (CPI).

Para determinar esta responsabilidad penal individual es necesario establecer claramente la

naturaleza y el alcance de la intervención de cada una de las personas implicadas en el hecho. El

proceso resulta particularmente dificultoso en los crímenes contra la humanidad, que han sido

calificados como casos de criminalidad colectiva o macrocriminalidad pues su ejecución requiere

de numerosas personas, entidades y estructuras. Esta característica implica tener en cuenta que la

mayor distancia con respecto al hecho delictivo no supone menor responsabilidad y que hay que

diferenciar la conducta de cada persona con respecto a la del grupo72.

En este sentido, resulta decisivo distinguir los distintos grados de autoría y de participación

70 Tribunal Militar Internacional para el Enjuiciamiento de los Mayores Criminales de Guerra Alemanes, sentencia de 30 de septiembre y 1 de octubre de 1946, Nuremberg, en Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, p. 77.

71 ETMI, artículo 6.72 CPI, El Fiscal vs. Germain Katanga y Mathieu Ngudjolo Chui, Caso No. ICC-01/04-01/07, situación en la

República Democrática del Congo, Sala de Cuestiones Preliminares, decisión sobre la confirmación de cargos, ICC-01/04-01/07-717, 30 de septiembre de 2008, párr. 503, en Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, p. 78: “En crímenes tan enormes y complicados [...] en los que muchas personas participan en varios niveles y en distintos tipos de actividades [...] cometidas en masa [...] la medida en que cualquiera de los muchos criminales está cerca, o lejos, del asesino material de la víctima no significa nada en lo que concierne a la medida de su responsabilidad. Lo contrario, en general el grado de responsabilidad aumenta a medida que nos alejamos del individuo que utiliza el instrumento fatal con sus propias manos y alcanza los mandos más altos [nota en el original omitida]”.

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en los crímenes para poder develar la existencia previa de un plan criminal identificando a todos los

involucrados en su comisión. Esta identificación es fundamental en casos como el que aborda esta

investigación, cuando el presunto autor del delito no lo ha ejecutado directamente, pero la

responsabilidad se le puede atribuir por el papel desempeñado a la hora de elaborar el plan criminal.

2.4.1 Autoría mediata

La jurisprudencia actual reconoce como responsable de un crimen de lesa humanidad no sólo

a quien lo realiza materialmente sino, especialmente, a quien tiene el control sobre el delito (autor

mediato) porque actúa a través del primero (autor inmediato); al responsable mediato también se le

denomina “hombre de atrás” y al inmediato “ejecutor directo”. La CPI recoge esta doctrina sobre

dominio del hecho en su artículo 25.3 (a) al establecer no sólo la responsabilidad penal de quien

cometa el crimen por sí solo (autoría) o con otro (coautoría) sino también de quien lo ejecuta “por

conducto de otro [autoría mediata], sea éste o no penalmente responsable”.

De las distintas modalidades de autoría mediata, la CPI ha adoptado en los últimos años la

autoría mediata por dominio de voluntad en aparatos de poder organizados, una teoría para

incriminar a las estructuras centrales o estratégicas de poder que diseñan la ejecución de los delitos

aunque sus miembros no intervengan directamente en su realización73. Este tipo de autoría mediata

supone la existencia de un aparato de poder organizado y jerárquico, el control del autor mediato

sobre la organización de ese aparato y la ejecución de los crímenes mediante el cumplimiento casi

automático de las órdenes independientemente de quien sea el ejecutor74. Este automatismo supone

que el poder de mando se puede ejercer por órdenes expresas, pero también implícitas sin que sea

73 Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, pp. 88-89: “El dominio del hecho del hombre de atrás se basa en que puede a través del aparato que está a su disposición producir el resultado con mayor seguridad que incluso en el supuesto de dominio mediante coacción y error, que son reconocidos casi unánimemente como casos de autoría mediata”.

74 La CPI usó por primera vez la figura de la autoría mediata por dominio de voluntad en aparatos de poder organizados en el asunto Fiscal vs. Germain Katanga y Mathieu Ngudjolo Chui (situación en la República Democrática del Congo), providencia de confirmación de cargos proferida el 30 de septiembre de 2008 por la Sala de Cuestiones Preliminares. Previamente la habían empleado varios tribunales nacionales para acusar y condenar a autores de graves violaciones a los derechos humanos: fallos contra las tres juntas militares argentinas; crímenes de la DINA, servicio de inteligencia de Pinochet; procesos contra los integrantes del Consejo de Defensa Nacional de la República Democrática Alemana, y juicios en Perú contra el líder de Sendero Luminoso y contra el ex presidente Alberto Fujimori, en Ramelli, Alejandro, Jurisprudencia penal internacional aplicable en Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes, 2011, pp. 467-469.

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necesario que se verbalicen o se incluyan en documentos.

Esta teoría está siendo aplicada en Colombia para determinar la responsabilidad penal de

algunos de los que organizaron, dirigieron y financiaron los grupos paramilitares. La Corte

Suprema de Justicia condenó en 200975 a un ex gobernador y en 2010 a dos ex congresistas76

basándose en la autoría mediata por dominio de voluntad que ejercían en estos escuadrones de la

muerte considerados como aparatos de poder organizados. Más recientemente, un juzgado de

Bogotá impuso una pena de 26 años de cárcel al general Rito Alejo del Río por el asesinato en 1997

de un campesino, al considerar que constituyó “un contubernio criminal” junto a destacados líderes

paramilitares, en el que el oficial ejercía la autoría mediata “por dominio de una estructura

organizada de poder”; en la sentencia se reconoce que Del Río “nunca dio la orden concreta de

matar” a la víctima, pero este crimen formó parte de un plan cuyo objetivo fue “causar terror para

lograr el desalojo de una población campesina no combatiente”77, y provocó miles de asesinatos,

desapariciones y desplazamientos forzados.

2.4.2 Coautoría

La teoría de la coautoría supone que dos o más personas son autores de la totalidad del

crimen cuando actúan con un propósito común y asumiendo cada una un papel fundamental en su

ejecución, de tal modo que “todos comparten el control porque cada uno de ellos podría frustrar la

comisión del crimen si no lleva a cabo su propia tarea”78. Bajo este tipo de responsabilidad penal se

ha considerado a los “cooperadores necesarios” que colaboran voluntariamente en la realización de

grandes matanzas aunque no se pueda probar que ejecutaran directamente a las víctimas79.

75 Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal, única instancia 32.672, sentencia del 3 de diciembre de 2009, caso Salvador Arana.

76 Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal, rad. 32.805, sentencia del 23 de febrero de 2010, asunto García Romero; Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, rad. 27.032, sentencia del 18 de marzo de 2010, asunto Álvaro Araújo Castro.

77 Juzgado Octavo Penal del Circuito Especializado de Bogotá, radicación 2009-63, sentencia caso Rito Alejo del Río del 23 de agosto de 2012.

78 CPI, El Fiscal vs. Thomas Lubanga Dyilo, en Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, p. 105.

79 Masacres de Pueblo Bello (Colombia) y Río Negro (Guatemala), en Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, pp. 106-107.

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También ciertas conductas omisivas se consideran coautoría. La jurisprudencia ha calificado

como coautores impropios a quienes omiten su función de garantes conociendo que su actitud

contribuye a que se cometa el crimen. Así, por ejemplo, la Corte Suprema de Colombia condenó

como coautor a un teniente por la masacre de 27 campesinos a manos de las Autodefensas

Campesinas de Colombia (paramilitares). El militar no estaba presente, pero su comportamiento:

“consistió en un `dejar hacer, dejar pasar´, en hacer `oídos sordos´ a su ineludible deber de combatir al

grupo irregular que dejaba rastros de sangre a su paso y de negarse a proteger a la población civil,

respecto de cuyas vidas tenía posición de garante, con el argumento de que `el que la debe, que la

pague´, es indudable que el procesado permitió la matanza en la noche nefasta, no solamente con su

conducta omisiva, sino con actos positivos”80.

2.4.3 Empresa criminal conjunta

La empresa criminal conjunta, también denominada teoría de la criminalidad colectiva o del

propósito criminal común, es una forma de establecer la autoría o coautoría diferenciándola de la

mera participación en el crimen, que permite estimar:

"criminalmente responsables a aquéllos que, sin cometer materialmente la totalidad de las conductas

típicas constitutivas del crimen, se adhieren y participan de un proyecto cuya consecuencia necesaria

es la comisión de múltiples delitos. Por lo tanto, no es la participación efectiva en una infracción lo

que se castiga, sino la participación y colaboración en la creación de un estado delictivo

permanente”81.

Esta doctrina ha sido aplicada especialmente por los tribunales internacionales ad hoc ante las

dificultades que se encontraron para determinar con exactitud, en el marco de estructuras de

80 Corte Suprema de Justicia de Colombia, recurso de casación de 12 de septiembre de 2007, caso corregimiento de La Gabarra.

81 Tribunal Supremo de España, Sala de lo Penal, recurso de casación de 12 de enero de 2006 contra sentencia nº 16/2005, Audiencia Nacional, Sala de lo Penal, Sección Tercera, de 19 de abril de 2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo (Fundamentos doctrinales y legales aducidos como motivo de casación por infracción de preceptos constitucionales: Jurisprudencia y legislación internacional).

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criminalidad colectiva, la participación específica de cada implicado; la empresa criminal conjunta

permite considerar autores a todos los miembros del grupo, al mismo tiempo que facilita la

imposición de penas según la intensidad de la contribución personal al plan criminal común82. Por

el contrario, la CPI la ha descartado “como una forma de autoría reconocida en el Estatuto de Roma

y ha dado prioridad, en su lugar, a la coautoría y la autoría medita”83. Para la Corte, la empresa

criminal conjunta es una modalidad residual de participación contenida en el artículo 25.3 (d)84, que

sólo se debe emplear cuando el acusado no puede ser imputado como autor o partícipe bajo ninguna

otra modalidad85.

Se distinguen tres categorías de empresa criminal conjunta en función de las características

del plan común y de la vinculación del acusado con éste86. En la responsabilidad por un propósito

intencional común, todos comparten el plan, la intencionalidad criminal y el objetivo aunque se

distribuyen los roles. La responsabilidad por participación en un plan criminal común

institucionalizado es una variante de la primera, concebida para procesar a los involucrados en un

sistema criminal organizado, especialmente los campos de concentración o centros de detención; se

requiere que los acusados conozcan la existencia de ese sistema y tengan la intención de favorecer

su propósito criminal aunque no necesariamente deben participar en la ejecución del plan. La

tercera modalidad se refiere a la responsabilidad criminal incidental y abarca los casos en los que se

cometen crímenes no contemplados en el propósito común, pero son consecuencia natural y

previsible de éste; se considera responsables a todos los que compartieron el propósito criminal

82 Ramelli, Alejandro, Jurisprudencia penal internacional aplicable en Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes, 2011, p. 534.

83 Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, pp. 106-107. No obstante, el ECPI determina responsabilidad penal a quien “contribuya de algún otro modo en la comisión o tentativa de comisión del crimen por un grupo de personas que tengan una finalidad común” (artículo 25.3 (d)).

84 ECPI, artículo 25.3 (d): “(...) será penalmente responsable y podrá ser penado por la comisión de un crimen de la competencia de la Corte quien: (…) d) Contribuya de algún otro modo en la comisión o tentativa de comisión del crimen por un grupo de personas que tengan una finalidad común”.

85 Ramelli, Alejandro, Jurisprudencia penal internacional aplicable en Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes, 2011, p. 533.

86 Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, pp. 115-119. Tribunal Supremo de España, Sala de lo Penal, recurso de casación de 12 de enero de 2006 contra sentencia nº 16/2005, Audiencia Nacional de España, Sala de lo Penal, Sección Tercera, de 19 de abril de 2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo (Fundamentos doctrinales y legales aducidos como motivo de casación por infracción de preceptos constitucionales: Jurisprudencia y legislación internacional, I Categorías).

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conjunto y sabían las consecuencias de su ejecución. La teoría de la empresa criminal conjunta

adolece, según algunos expertos, de atribuir autorías a personas que no serían consideradas como

tales aplicando criterios jurídicos tradicionales; por el contrario, a la autoría mediata se le ha

criticado que excluye a responsables cuya contribución al crimen merece una calificación mayor de

la de cómplice.

2.4.4 Complicidad

La complicidad es una forma de participación en el delito que no conlleva la atribución de

toda la responsabilidad penal del hecho, por tanto, las penas impuestas son menores que para el

autor material, autor mediato o coautor. Algunos autores sostienen que los cómplices, en el caso de

crimenes internacionales, suelen pertenecer a las élites del poder, cuyas conexiones en la comisión

de estos delitos son “extremadamente complejas”. Consecuentemente, resulta “particularmente

compleja la responsabilidad por complicidad en los crímenes internacionales”87.

2.5 Responsabilidad jerárquica

El principio de responsabilidad penal del superior jerárquico se fundamenta en la omisión de

quien ejerce el mando al no haber previsto y/o sancionado los crimenes de lesa humanidad de sus

subordinados, a pesar de que conocía o debía haber conocido la intención de éstos de cometerlos.

La implicación del superior no deriva de una orden -en cuyo caso podría ser acusado de autor

mediato- sino de no haber tomado las medidas adecuadas para evitar y/o castigar los crímenes que

sabía o tenía que saber que podían realizar sus subordinados. Este principio responde a la necesidad

de que en este tipo de crímenes tan complejos se trate de perseguir especialmente a quienes tienen

el mayor grado de responsabilidad penal individual, es decir, a los superiores jerárquicos. La

jurisprudencia de los tribunales penales internacionales ad hoc ha establecido las características

básicas de este principio: incluye tanto a militares como a civiles en su obligación de prevenir y/o

sancionar los crímenes; la relación entre superior y subordinado puede ser de iure o de facto, siendo

87 Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, pp. 125-126.

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únicamente necesario que haya capacidad material de impedir que se cometan los crímenes y

castigar a sus responsables; no es necesario que el superior tenga un conocimiento real de los

crímenes que se van a cometer o se han cometido, basta con un conocimiento inferido; la

responsabilidad jerárquica implica las obligaciones de investigar y denunciar.

El ECPI recoge estos elementos sobre la “responsabilidad de los jefes y otros superiores” en

el artículo 28, pero restringe la posibilidad de aplicar el principio a los civiles ya que en estos casos

no es suficiente con la obligación de “debería saber o hubiera debido saber” sino que hay que

establecer que el superior civil tenía conocimiento “o deliberadamente hubiere hecho caso omiso de

información que indicase claramente que los subordinados estaban cometiendo esos crímenes o se

proponían cometerlos”, y hay que probar que los crímenes guardaban relación con actividades

“bajo su responsabilidad y control efectivo”88. Los tribunales internacionales han planteado este

principio frecuentemente, pero en pocas ocasiones ha sido el único fundamento para establecer la

responsabilidad penal individual de crímenes internacionales. Y en las pocas ocasiones en que la

culpabilidad se ha demostrado por la responsabilidad del superior jerárquico, las condenas han sido

inferiores en comparación con las impuestas por autoría o empresa criminal conjunta89.

En Colombia, la figura de la responsabilidad del superior militar -tal como la contempla el

ECPI- ha sido empleada para establecer la posición de garante de las fuerzas militares con respecto

a la población civil, lo que conlleva su deber de protección frente a los ataques de los grupos

armados para no verse implicadas penalmente90. Sin embargo, no se reconoce la misma

responsabilidad penal a los superiores civiles ya que la Corte Constitucional91 determinó que “este

sistema de responsabilidad especial” sólo se aplicaría a los casos que llegaran a la CPI:

(…) la imputación a los superiores civiles, debido a no haber denunciado los crímenes internacionales

88 ECPI, artículo 28 b (i, ii).89 Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho

internacional, Washington, 2009, p. 121.90 Corte Constitucional de Colombia, sentencia SU.1184/01, de 13 de noviembre de 2001, sobre acción de tutela contra

la decisión del Consejo Superior de la Judicatura en el caso de la masacre de Mapiripán.91 Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-578 de 30 de julio de 2002, revisión de la Ley 742 del 5 de junio de

2002 Por medio de la cual se aprueba el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, hecho en Roma el día diecisiete (17) de julio de mil novecientos noventa y ocho (1998).

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perpetrados por sus subordinados, es una figura aplicable únicamente en el ámbito de competencia de

la CPI, mas no en Colombia. De tal suerte que, una autoridad civil podría ser enjuiciada ante la CPI

por haber omitido controlar a sus subordinados, en los términos y condiciones del artículo 28 del

Estatuto de Roma de la CPI, pero dicho título de imputación no resultaría aplicable en Colombia.92

2.6 Órdenes superiores no eximen de responsabilidad

La obediencia a las órdenes del superior jerárquico u obediencia debida como eximente de

responsabilidad penal de crímenes internacionales ha sido descartada en los estatutos de los

distintos tribunales penales internacionales constituidos tras la II Guerra Mundial93, en el caso

Eichman y en la jurisprudencia más reciente sobre crímenes contra la humanidad94; sólo se

contempla como una posible circunstancia atenuante de la pena. Sin embargo, numerosos sistemas

jurídicos latinoamericanos reconocen la obediencia debida como eximente95 lo que indica que este

principio del derecho penal internacional aún no se ha constituido en una norma del derecho

consuetudinario. Como criterio general, el ECPI rechaza que “una orden emitida por un gobierno o

un superior, sea militar o civil,” sirva para eximir de responsabilidad, excepto que concurran tres

circunstancias: la persona estuviera obligada por ley a obedecer, no supiera que la orden es ilícita y

esta orden no fuera manifiestamente ilícita (artículo 33.1). La excepción sólo se aplicaría a

crímenes de guerra porque en el mísmo artículo (33.2) se afirma que “las órdenes de cometer

genocidio o crímenes de lesa humanidad son manifiestamente ilícitas.”

92 Ramelli, Alejandro, Jurisprudencia penal internacional aplicable en Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes, 2011, p. 580.

93 ETMI, artículo 8: “El hecho de que el Acusado actuara obedeciendo órdenes de su gobierno o de un superior no le exonerará de responsabilidad, pero podrá considerarse un atenuante al determinar la condena si el Tribunal estima que la justicia así lo exige”.

94 Audiencia Nacional de España, Sala de lo Penal, Sección Tercera, sentencia nº 16/2005, de 19 de abril de 2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo (Fundamentos de Derecho Primero: A Calificación jurico-penal de los hechos, punto 6): “Sobre la obediencia debida existe consenso general de que no puede ser validamente invocada como eximente de la responsabilidad penal en la comisión de crímenes contra la humanidad. No puede admitirse que exista exención de responsabilidad penal en esta clase de delitos frente a los crímenes cometidos como consecuencia del cumplimiento de órdenes de un superior jerárquico”.

95 El código penal de Colombia establece que no habrá responsabilidad penal cuando “se obre en cumplimiento de orden legítima de autoridad competente emitida con las formalidades legales” aunque no se reconocerá “la obediencia debida cuando se trate de delitos de genocidio, desaparición forzada y tortura” (artículo 32.4).

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2.7 Exclusión de la jurisdicción militar

La jurisdicción militar que contemplan los sistemas jurídicos nacionales ha sido concebida

para regular el servicio militar y sólo se debe aplicar para juzgar a militares que hayan cometido

faltas o delitos vinculados directamente con esta función. La Corte Interamericana de Derechos

Humanos considera que esta jurisdicción no puede abarcar los crímenes internacionales ya que la

naturaleza de estos crímenes y el bien jurídico lesionado “nunca podrá corresponder a los bienes del

orden militar”, y porque los tribunales militares no garantizan la independencia e imparcialidad

necesarias para asumir este tipo de delitos96.

La Corte Constitucional de Colombia ha reiterado los estrictos límites del fuero militar para

evitar que “se expanda hasta convertirse en un puro privilegio estamental” y ha excluido de su

competencia los delitos de lesa humanidad porque son:

“manifiestamente contrarias a la dignidad humana y a los derechos de la persona, por lo cual no

guardan ninguna conexidad con la función constitucional de la Fuerza Pública, hasta el punto de que

una orden de cometer un hecho de esa naturaleza no merece ninguna obediencia. Un delito de lesa

humanidad es tan extraño a la función constitucional de la Fuerza Pública que no puede jamás tener

relación con actos propios del servicio, ya que la sola comisión de esos hechos delictivos disuelve

cualquier vínculo entre la conducta del agente y la disciplina y la función propiamente militar o

policial, por lo cual su conocimiento corresponde a la justicia ordinaria”97.

2.8 Excepciones al principio non bis in idem

El principio non bis in idem establece la prohibición de enjuiciar y sancionar más de una vez a

la misma persona por la misma conducta o crimen y aunque surgió para proteger a las personas

frente a los abusos del poder punitivo de los Estados, también ha sido esgrimido para mantener la

impunidad en muchos casos de graves crímenes contra la humanidad amparados por la aplicación

96 Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, pp. 213-214.

97 Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-358/97, de 5 de agosto de 1997, sobre demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 25 y otros del decreto 2550 de 1988 (Código Militar).

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de normas de prescripción, amnistías, indultos o sobreseimientos de causas penales.

Por eso, la jurisprudencia sobre crímenes internacionales ha establecido que este principio no

se debe aplicar cuando la sentencia fue fruto de un proceso fraudulento o cuando surgen nuevas

evidencias que sugieren la culpabilidad de la persona que fue absuelta; ambas circunstancias deben

ser establecidas por algún órgano judicial competente. Así ha sido reconocido en Colombia:

“En los casos de impunidad de violaciones a los derechos humanos o al derecho internacional

humanitario, la búsqueda de un orden justo y los derechos de las víctimas desplazan la protección de

la seguridad jurídica y la garantía del non bis in idem, y por ello la existencia de una decisión

absolutoria con fuerza de cosa juzgada no debe impedir una reapertura de la investigación de esos

comportamientos, si aparecen hechos o pruebas nuevas (...)”98

El ECPI determina que no se actuará contra nadie ya procesado por otro tribunal -ni tampoco

otra jurisdicción actuará contra alguien previamente condenado o absuelto por la CPI- a menos que

con ese juicio se pretendiera “sustraer al acusado de su responsabilidad penal por crímenes de la

competencia de la Corte”, o que el proceso no se hubiera instruido en forma independiente o

imparcial “de conformidad con las debidas garantías procesales reconocidas por el derecho

internacional o lo hubiere sido de alguna manera que, en las circunstancias del caso, fuere

incompatible con la intención de someter a la persona a la acción de la justicia” 99.

2.9 Tipificación

La tipificación de los crimenes contra la humanidad ha sido un largo y complejo camino que

arrancó con el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg (1945) y se ha desarrollado

hasta lograr un consenso mayoritario de la comunidad internacional con la promulgación del

Estatuto de la Corte Penal Internacional (1998). No obstante la importancia que ha supuesto dotarse

98 Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-004/03, de 20 de enero de 2003, sobre demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 220 de la Ley 200 de 2000 (Código de Procedimiento Penal).

99 ECPI, artículo 20.3.

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de un marco jurídico como el ECPI para poder perseguir los crímenes internacionales más graves100,

el proceso no ha culminado pues aún falta derribar las barreras político-jurídicas que impiden actuar

contra estas conductas en ciertos escenarios101 y que limitan la aplicación de la justicia, “los

tribunales estatales pueden y, de hecho, tienen que seguir ejerciendo su jurisdicción, porque la Corte

[CPI] es complementaria y porque la jurisdicción internacional no excluye la universal”102.

Uno de los problemas fundamentales para garantizar la persecución universal de estas

conductas mediante su tipificación en legislaciones internas ha sido la ausencia de un convenio

específico internacional. A diferencia del genocidio o los crímenes de guerra, que disponen de sus

propios tratados, los crímenes contra la humanidad sólo han sido contemplados a la hora de atribuir

competencias a los tribunales penales internacionales que debían preseguirlos, pero no existe una

regulación internacional sobre criterios de actuación universal. Sin embargo, la jurisprudencia

nacional e internacional han consolidado la naturaleza conseutudinaria de estos crímenes 103.

Las atrocidades de las guerras de la década de los noventa del pasado siglo obligaron a la

comunidad internacional a constituir tribunales especiales que juzgaran a los responsables y a

recuperar los proyectos de código de delitos contra la paz y la seguridad internacionales y de

estatuto de un tribunal penal internacional permanente, que habían sido abandonados en los años

cincuenta. Estas iniciativas, aunque mantuvieron algunas diferencias conceptuales en relación con

la definición y los requisitos de los crímenes de lesa humanidad, asumieron los principios del

100 Capellá, Margalida, La tipificación internacional de los crímenes contra la humanidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, p. 192: “En primer lugar, por el hecho de que es la primera descripción que no ha sido impuesta ni por los vencedores en un conflicto armado ni tampoco por el Consejo de Seguridad. En segundo lugar, porque ha sido negociada y consensuada entre 160 Estados, y no por ello ha resultado una descripción más restrictiva que la formulada en otros estatutos (…); y, en tercer lugar, en palabras de Robinson, porque es una moderna y clara definición de los crímenes contra la humanidad que aporta una sólida base para la persecución penal internacional en el futuro [cursiva en el original]”.

101 La no ratificación del ECPI por parte de grandes potencias, como EE UU, Rusia y China, reduce al mínimo la posibilidad de juzgar a sus nacionales por crímenes le lesa humanidad cometidos en el desarrollo de las políticas nacionales y/o internacionales de estos Estados, cuestionadas por las graves violaciones a los derechos humanos que implican. Mientras tanto, en diez años de vigencia del ECPI, la Fiscalía ha limitado sus actuaciones a países africanos y sólo se ha dictado una condena (contra el senor de la guerra congoleño Thomas Lubanga).

102 Capellá, Margalida, La tipificación internacional de los crímenes contra la humanidad, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005, p. 131.

103 Ejemplos que han invocado el derecho internacional consuetudinario son la decisión de la justicia belga de actuar contra Pinochet en noviembre de 1998 por esas conductas criminales cuando la ley interna sólo permitía la persecución por crímenes de guerra; la condena en la Audiencia Nacional de España del capitán argentino Adolfo Scilingo a más de 640 años por crímenes de lesa humanidad en 2005, y la apertura de investigación por parte de la Audiencia Nacional de España en 2008 contra autoridades chinas por un ataque sistemático y generalizado contra población civil en el Tibet.

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derecho penal internacional descritos anteriormente y establecieron unos elementos definitorios

comunes de los crímenes contra la humanidad.

De este modo, actualmente se puede definir como crímenes de lesa humanidad una serie de

conductas criminales104, cometidas en tiempos de paz o de guerra, consistentes en un ataque

sistemático o generalizado contra una población civil, que se ha realizado conforme a una política

de Estado o de una organización y con conocimiento de dicho ataque por parte de los autores. Estos

elementos han sido incorporados en la jurisprudencia colombiana105.

2.9.1 Ataque sistemático o generalizado

Un ataque supone actos que implican violencia, ejecutados tanto en conflictos armados como

en “situaciones donde malos tratos son infringidos a personas que no participan directamente en las

hostilidades, personas detenidas, por ejemplo”, tal como estableció el Tribunal Penal Internacional

para la ex Yugoslavia (TPIY) en la sentencia sobre el caso Kunarac y otros. La CPI también ha

determinado claramente que el ataque es cualquier “campaña u operación en contra de la población

civil” no sólo el que tenga carácter militar106. Sin embargo, este tipo de agresión no se puede

considerar un crimen de lesa humanidad sino se ejecuta de forma sistematica o generalizada107. Por

ataque generalizado se entiende una línea de conducta o acción a gran escala que involucre un alto

número de víctimas, sin que estén necesariamente relacionadas entre sí.

Un ataque sistemático implica un alto grado de organización o metodología, pero no requiere,

necesariamente, un número importante de víctimas. Por tanto, ambos conceptos se refieren al

carácter del ataque no a los actos del acusado; no son sinónimos aunque describen situaciones que

104 Los estatutos de los tribunales penales internacionales ad hoc tipificaron como crímenes de lesa humanidad el asesinato, exterminio, esclavitud, deportación, encarcelación, tortura, violación, persecución por motivos políticos raciales, étnicos o religiosos, o cualquier otro acto inhumano. El proyecto de código de delitos contra la paz y la seguridad internacionales de 1996 añadió la desaparición forzada y en el ECPI se sumó el crimen de apartheid.

105 Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal, sentencia de 22 de septiembre de 2010, revisión caso masacre de Trujillo.

106 CPI, caso Jean Pierre Bemba Gombo, en Forer, Andreas; López, Claudia, Acerca de los crímenes de lesa humanidad y su aplicación en Colombia, Bogotá, Embajada de Alemania en Colombia-GTZ, pp. 17-18. También puede haber operaciones militares que causan víctimas entre la población civil y no ser considerada un “ataque contra la población civil”; sólo si la operación militar se dirige directamente contra una población civil se estaría dando uno de los requisitos establecidos para ser catalogada como crimen de lesa humanidad.

107 La sistematicidad y la generalidad se consideran las cláusulas-umbrales de gravedad, que sirven para diferenciar los crímenes contra la humanidad de los delitos ordinaros o incluso de los catalogados como violaciones a los derechos humanos.

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no son aisladas108, y no es necesaria su concurrencia para poder calificar un crimen como de lesa

humanidad. El carácter generalizado, según el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR),

consiste en que el acto debe ser frecuente, ejecutado colectivamente, de gravedad considerable y ha

de estar dirigido contra una multiplicidad de víctimas. A su vez, sistemático significa que ha sido

cuidadosamente organizado según un modelo regular de ejecución de una política concertada puesta

en marcha por medios públicos o privados y, aunque no se exige que esa política sea oficialmente

adoptada por el Estado, debe existir un plan o política preconcebida109.

2.9.2 Contra población civil

Además de la sistematicidad o generalidad, para que un ataque sea tipificado como crimen

contra la humanidad debe estar dirigido contra población civl, noción que engloba no sólo a las

personas que no participan en los enfrentamientos sino también a los combatientes (Ejército o

grupos de resistencia armada) que no están en situación de combatir (enfermos, heridos) o han

depuesto las armas.

No obstante, la jurisprudencia ha establecido que no es necesario demostrar que todas las

víctimas del ataque son civiles sino que lo que hay que probar para que sea consideraba crimen de

lesa humanidad es que la agresión forma parte de un ataque generalizado o sistemático dirigido

directamente contra población civil. Por tanto, la presencia en el grupo atacado de personas que

antes habían ofrecido resistencia armada, no impide que sean considerados civiles110.

108 Aunque actos individuales pueden constituir crímenes de lesa humanidad siempre que “estén suficientemente vinculados al ataque sistemático y generalizado, y no se determine que los mismos son aleatorios o aislados”, en Fundación para el Debido Proceso Legal, Digesto de jurisprudencia latinoamericana sobre crímenes de derecho internacional, Washington, 2009, p. 36. Ramelli, Alejandro, Jurisprudencia penal internacional aplicable en Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes, 2011, p. 288: “Los crímenes contra la humanidad deben ser generalizados o presentar un carácter sistemático. Sin embargo, en la medida en que se presente un vínculo entre el ataque generalizado o sistemático contra la población civil, un único acto podría cumplir con las condiciones de un crimen de lesa humanidad. De hecho, un individuo que cometa un crimen contra una sola víctima o un número limitado de ellas, puede ser considerado responsable de un crimen contra la humanidad si esos actos hacen parte de un contexto específico de un ataque contra la población civil”.

109 TPIR, El Fiscal v. Jean Paul Akayesu, Sala de Primera Instancia, fallo de 2 de septiembre de 1998, párr. 580.110 Las sentencias del TPIY han establecido, al respecto: la presencia de no civiles no priva del carácter civil a la

población aunque ha de tener un carácter predominantemente civil, en Audiencia Nacional, Sala de lo Penal, Sección Tercera, sentencia nº 16/2005, de 19 de abril de 2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo (Fundamentos de Derecho Primero: A Calificación jurico-penal de los hechos, punto 4).

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2.9.3 Conocimiento e intencionalidad del autor

Para poder acusar y condenar por crímenes de lesa humanidad también hay que demostrar el

conocimiento y la intencionalidad que el autor (elemento subjetivo) tenía del ataque. Por una parte,

se debe acreditar que el victimario era consciente del contexto general en el que se enmarcaban sus

actos, es decir, de la generalidad o sistematicidad con que se produjo el crimen y de la condición de

población civil de sus víctimas. No es exigible que todos los victimarios conocieran en detalle los

planes o políticas de la estructura de poder que organizó el ataque, pero se debe demostrar que eran

conocían su pertenencia a un grupo organizado y la naturaleza de los crímenes111. En el documento

Elementos de los Crímenes que son competencia de la CPI se especifica que el conocimiento del

ataque “no debe interpretarse en el sentido de que requiera prueba de que el autor tuviera

conocimiento de todas las características del ataque ni de los detalles precisos del plan o la política

del Estado o la organización”112.

Además, hay que demostrar que el autor participó conscientemente en el acto que formaba

parte del plan sistemático o generalizado de atacar a civiles. El victimario, en función de su puesto

en la estructura, decidió tomar parte en la ejecución del plan o deliberadamente rechazó adoptar las

medidas para que no se perpetrara113. La intencionalidad no supone que el autor apruebe totalmente

la ideología o política que desencadenó el crimen sino que es suficiente con que aceptara el riesgo

que conllevaba su participación.

111 Forer, Andreas; López, Claudia, Acerca de los crímenes de lesa humanidad y su aplicación en Colombia, Bogotá, Embajada de Alemania en Colombia-GTZ, p. 30. Ramelli, Alejandro, Jurisprudencia penal internacional aplicable en Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes, 2011, p. 293. Audiencia Nacional, Sala de lo Penal, Sección Tercera, sentencia nº 16/2005, de 19 de abril de 2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo.

112 Elementos de los Crímenes de la CPI, artículo 7.2, aprobados en la Asamblea de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (septiembre 2002) y revisados en la Conferencia de Revisión del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (junio 2010).

113 En los Elementos de los Crímenes se especifica que la omisión de actuar “no se puede deducir exclusivamente de la falta de acción del gobierno o la organización” sino que debe ser “deliberada” y apuntar “conscientemente a alentar un ataque” contra población civil (nota 6).

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III. DIFICULTADES PARA INVESTIGAR CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD EN

COLOMBIA

1. POLÍTICA DE IMPUNIDAD

Numerosas instancias internacionales de protección a los derechos humanos han denunciado

que en Colombia la impunidad es estructural y sistémica. Hace casi una década la Comisión de

Derechos Humanos de Naciones Unidas condenó “enérgicamente la persistencia de la impunidad

en Colombia, especialmente en relación con violaciones a los derechos humanos e infracciones al

derecho internacional humanitario” y urgió al Gobierno a que adoptara “las medidas necesarias”

para terminar con esta situación, castigando “con toda la fuerza de la ley a aquellos responsables de

la comisión de delitos, investigándolos y juzgándolos ante tribunales civiles, de acuerdo con las

normas internacionales del debido proceso”114. Desde entonces no se ha avanzado mucho, tal como

constata la evaluación más reciente de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos

en este país: “La impunidad sigue siendo un problema estructural que afecta negativamente el

disfrute de derechos”115. Hasta el propio Departamento de Estado de Estados Unidos, habitualmente

condescendiente con las políticas de los sucesivos Gobiernos colombianos, destacó en su informe

sobre el estado mundial de los derechos humanos en el mundo en 2011, que la impunidad, el

deficiente sistema judicial y la corrupción son los problemas “más graves” que tiene Colombia116.

Las causas de que la inmensa mayoría de los crímenes atroces cometidos haya quedado sin

castigo no sólo hay que buscarlas en las deficiencias del sistema de justicia (falta de recursos,

acumulación de casos derivada de la intensidad del conflicto, dificultades de los operadores

jurídicos para realizar su trabajo en medio de la guerra117). La impunidad en Colombia es

114 UN, E/CN.4/2003/L.11, 24 de abril de 2003, Declaración de la Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos sobre la situaci ón de los derechos humanos en Colombia 2002, p árr. 18 (ver en: www.hchr.org.co/documentoseinformes/documentos/informe2002/documentos.php3?cat=51).

115 UN, A/HRC/19/21/Add.3, 31 de enero de 2012, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia 2011, párr. 9 (ver en: www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe2011.pdf).

116 “EE UU: La impunidad es el problema `más grave´de DD HH en Colombia”, Semana, 24-5-12 (ver en: www.semana.com/nacion/eeuu-impunidad-problema-grave-ddhh-colombia/177675-3.aspx).

117 UN, A/HRC/14/26/Add.2, 16 de abril de 2010, Informe de la Relatora Especial sobre la independencia de los magistrados y abogados Misión a Colombia, párr. 53: “Durante el periodo 2003 a 2009, fueron asesinados 1magistrado, 6 jueces, 12 fiscales y 334 abogados.” (ver en:

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consustancial al modelo de Estado excluyente impuesto por las clases dominantes, que les garantiza

el uso de la fuerza para defender su privilegios políticos, económicos y sociales sin temor a las

consecuencias de su actos. Las condenas producidas en los últimos años contra militares y políticos

involucrados en la guerra sucia118 no suponen cambios estructurales sino que responden a la labor

infatigable de las organizaciones de defensa de los derechos humanos colombianas y al contexto

internacional que exige algún tipo de medida al Estado colombiano frente a las innumerables

evidencias de la implicación de aparatos estatales en la comisión de crímenes de lesa humanidad.

Prueba de esta falta de voluntad política para acabar con la impunidad es la propuesta del actual

Gobierno para reformar el fuero militar, que está a punto de ser aprobada. Reiteradamente,

Naciones Unidas y la propia jurisprudencia colombiana119 han alertado del riesgo para la justicia

que supone que la jurisdicción militar no se ajuste estrictamente a los casos vinculados con el

ejercicio del servicio. Sin embargo, en lugar de limitar el fuero, el Ejecutivo del presidente Santos

lo va a ampliar120 de tal modo que todas las infracciones al derecho internacional humanitario serán

juzgadas en cortes militares; se constituirán organismos especiales -en los que participarán

www.unhcr.org/refworld/country,,UNHRC,,COL,,4c075bc52,0.html).118 En el último lustro numerosos parlamentarios afines al presidente Uribe fueron condenados por sus vínculos con los

paramilitares, en los procesos conocidos como parapolítica. Sin embargo, actualmente las investigaciones a los políticos parecen estancadas, no han alcanzado a las directivas de sus partidos y se han producido “relevos” de alguno de los magistrados que más impulsaron estos casos (ver en: www.agenciapulsar.org/nota.php?id=20612, www.elpais.com.co/elpais/colombia/noticias/cinco-anos-despues-casos-parapolitica-en-colombia-han-estancado , www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-373026-renuncia-de-magistrado-auxiliar-grave-perdida-justicia-human-rig). En este periodo de tiempo también han sido impuestas penas de prisión a algunos altos mandos militares por su implicación en la desaparición o asesinato de civiles. Estas condenas fueron criticadas duramente por los presidentes Uribe y Santos, poniendo en riesgo la vida de los familiares de las víctimas, de sus abogados y de los funcionarios judiciales (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-208751-palabras-del-presidente-consideramos-una-sentencia-de-muerte-rene-, www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-209855-doloroso-una-juez-ha-resuelto-un-caso-deba-abandonar-el-pais, www.semana.com/justicia/santos-considera-injusta-pena-impuesta-general-arias-cabrales/156006-3.aspx, www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-266117-35-anos-de-carcel-general-arias-holocausto-del-palacio-de-justic).

119 UN, A/HRC/19/21/Add.3, 31 de enero de 2012, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia 2011, párr. 35 y apéndice 1 párr. 4: “La oficina en Colombia reitera la obligación de la justicia penal militar de abstenerse de iniciar investigaciones o reclamar la competencia cuando se han producido hechos que pueden constituir violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario. Además, en caso de duda, la jurisdicción ordinaria, y no la militar, debe ser competente, ya que la primera constituye la regla general y la segunda la excepción, en concordancia con los estándares internacionales y la jurisprudencia nacional de la Corte Constitucional”, “En 2011, la práctica de las ejecuciones extrajudiciales no se erradicó por completo. Además, la Justicia Penal Militar ha seguido requiriendo el conocimiento de casos relativos a violaciones a los derechos humanos y derecho internacional humanitario y se está discutiendo la ampliación de su competencia” (ver en: www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe2011.pdf).

120 Human Rights Watch, Colombia debe retirar el proyecto que amplía el fuero militar, 25-10-12 (ver en: www.hrw.org/es/news/2012/10/25/colombia-carta-al-presidente-santos-criticando-ampliaci-n-del-fuero-militar).

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militares- para controlar el respeto a las garantías jurídicas de los uniformados y definir la

competencia de la justicia ordinaria o militar; se creará un fondo estatal para financiar la defensa de

los miembros de la Fuerza Pública acusados de violaciones a los derechos humanos, y se

establecerán centros de reclusión exclusivos para militares y policías, que son las propias unidades

a las que pertenecieron121.

Esta reforma y las constantes agresiones contra quienes ejercen la defensa de los derechos

humanos en Colombia122 contribuyen a que perdure la impunidad de los crímenes de lesa

humanidad. A continuación, se exponen tres casos paradigmáticos que demuestra la práctica masiva

y sistemática de este tipo de actuaciones, la responsabilidad de agentes estatales y paraestatales en

su diseño y comisión, y la ausencia de medidas punitivas que eviten su repetición.

1.1 Exterminio de un partido político

En 1984 el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC acordaron el cese el fuego para

iniciar conversaciones de paz. Un año después surgía un movimiento político en el cual los

guerrilleros participarían cambiando el fusil por el discurso: la Unión Patriótica. Al proyecto se

sumaron excombatientes, las principales fuerzas de la izquierda e incluso liberales, conservadores y

dirigentes sociales que buscaban una vía pacífica para llevar a cabo los profundos cambios que

Colombia necesitaba. Los magníficos resultados obtenidos en las elecciones de 1986

desencadenaron el comienzo del exterminio de este partido: desde entonces han sido asesinados,

121 En estos centros, donde ya se les está recluyendo, gozan de privilegios y libertad de movimientos como si estuvieran en activo y nunca hubieran sido condenados (ver en: www.semana.com/nacion/tolemaida-resort/154427-3.aspx, www.elespectador.com/impreso/politica/articulo-275123-justicia-penal-militar-no-ha-tenido-credibilidad).

122 Durante el primer semestre de 2012, hubo un total de 163 agresiones contra defensores y defensoras de derechos humanos, que incluyen 29 asesinatos, 3 desapariciones forzadas, 29 atentados y 81 amenazas. Estas cifras suponen un incremento del 12% de los ataques con respecto al mismo periodo de 2011, año en el que se produjeron 49 asesinatos, en Programa Somos Defensores-Sistema de Información sobre Agresiones contra Defensoras y Defensores de Derechos Humanos en Colombia, Un camino solitario Informe enero-junio 2012 (ver en: www.somosdefensores.org/index.php?option=com_content&view=article&id=111:un-camino-solitario&catid=20:informe-siaddhh-2011&Itemid=11). A estos ataques se suman los procesos judiciales infundados a que son sometidos los defensores: “La oficina en Colombia expresa su preocupación por los desarrollos de algunas investigaciones de la Fiscalía General de la Nación (...) que involucran defensoras y defensores de derechos humanos. Algunas y algunos fiscales han actuado rápidamente pero sin fundamento aparente en varios casos contra defensoras y defensores, mientras que otros no avanzan apropiadamente cuando las y los defensores son víctimas”, en UN, A/HRC/19/21/Add.3, 31 de enero de 2012, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia 2011, párr. 18 (ver en: www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informes.php3?cod=15&cat=11).

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desaparecidos o torturados unos 5.000 simpatizantes y militantes123, la inmensa mayoría a manos de

paramilitares, militares y policías plenamente identificados, aunque no ha habido casi ninguna

condena. Las investigaciones realizadas por Reiniciar124 han probado la existencia de planes de

exterminio diseñados por líderes políticos y económicos, vinculados con paramilitares y

narcotraficantes, ante el riesgo que significaba para sus intereses que la UP se convirtiera en una

opción real de poder125. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos consideró en el informe

de admisibilidad del caso que:

“Los hechos alegados por los peticionarios [Reiniciar y la Comisión Colombiana de Juristas]

exponen una situación que comparte muchas características con el fenómeno del genocidio y se

podría entender que sí lo constituyen, interpretando este término de conformidad con su uso

corriente. (…) La información suministrada (…) tiende a establecer que el Estado de Colombia ha

tolerado la práctica de persecución contra la Unión Patriótica al no tomar medidas para prevenirla.

Primero, la omisión alegada de investigar y sancionar debidamente las acciones contra la Unión

Patriótica implica que no se han prevenido de manera eficaz las violaciones de los derechos

humanos de sus miembros. La impunidad resultante de esa omisión crea una situación propicia

para la comisión de abusos adicionales”126.

La continuidad de los crímenes contra la UP durante el Gobierno de Uribe y los ataques de

este presidente contra los sobrevivientes del exterminio produjeron la ruptura del proceso de

búsqueda de una solución amistosa entre las víctimas y el Estado. El caso está pendiente de ser

asumido por la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que dicte sentencia127.

123 Paredes, César, “`El reconocimiento jurídico para la UP sería lo más justo´: Jahel Quiroga”, Semana, 26-1-11 (ver en: www.semana.com/noticias-nacion/reconocimiento-juridico-para-up-seria-justo-jahel-quiroga/150789.aspx).

124 Organización no gubernamental colombiana que ha documentado la aniquilación de este partido y la ha denunciado como un caso de “genocidio político”.

125 Simón, Paco (coord.), Moruno, Jorge, Volver a nacer. Memoria desde el exilio del genocidio de la Unión Patriótica en Colombia, Valencia, Ediciones del CEPS, 2010, pp. 33-44.

126 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe nº. 5/97, caso 11.227 (Sobre Admisibilidad), 12 de marzo de 1997, párr. 25 y 34 (ver en: www.reiniciar.org/drupal/?q=node/98).

127 En los cuatro primeros años de mandato de Uribe hubo 136 homicidios, 38 desapariciones forzadas y 28 intentos de homicidio de sobrevivientes de la UP. En abril de 2006, el equipo de campaña para la reelección de Uribe difundió una cuña en la que un supuesto ex militante de la UP aseguraba: “Señor Presidente: Yo pertenecía a la UP, me parecía un buen movimiento, pero nos fuimos torciendo, matar por matar, hacer daño a los demás, matar civiles, eso

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1.2 Violencia contra los sindicalistas

Los conflictos laborales en Colombia se han resuelto tradicionalmente a través de la

violencia. Son muy numerosos los casos denunciados de grandes empresas o poderosos

terratenientes que han recurrido a la contratación de sicarios o grupos paramilitares para frenar las

reivindicaciones de los trabajadores. Desde que en 1928 se produjo la masacre de las bananeras, en

la que centenares de obreros y sus familias fueron asesinados por el Ejército para acabar con la

huelga en la multinacional United Fruit Company, se han sucedido los ataques contra los

trabajadores que exigen sus derechos, especialmente contra los que pertenecen a algún sindicato.

Aunque el Estado colombiano ha ratificado los más relevantes convenios de la Organización

Internacional del Trabajo (OIT), Colombia es el país donde más sindicalistas son asesinados.

Desde 1984 ha habido más de 2.800 homicidios de sindicalistas y trabajadores

sindicalizados, 216 casos de desaparición forzada, 83 de torturas y 613 de secuestros. El 94,4% de

estos crímenes continúa en la impunidad128. Hasta agosto de 2009 sólo se había dictado 223

sentencias en los 1.743 procesos con 2.791 homicidios, que estaban registrados. En muchos de los

casos, los asesinos identificaron a la víctima “como subversivo por el solo hecho de ejercer la

actividad sindical”, lo que constituye el “preámbulo de la victimización” que “no sólo está en la

cabeza del victimario, sino en la de la gente del común”129.

En los últimos años hubo una tendencia a la baja en la cantidad de asesinatos -aunque no

disminuyó de los 30 crímenes anuales-, pero se incrementaron las amenazas, lo que podría

significar un cambio en la estrategia criminal de los autores intelectuales para reducir el costo

político de sus acciones: una intimidación persistente provoca menos alarma social que un

asesinato y puede lograr el mismo resultado, neutralizar las reclamaciones laborales.

está mal hecho. Está bien que usted los esté combatiendo, por eso hoy día lo apoyamos a usted con toda la que tenemos”, en Simón, Paco (coord.), Moruno, Jorge, Volver a nacer. Memoria desde el exilio del genocidio de la Unión Patriótica en Colombia, Valencia, Ediciones del CEPS, 2010, pp. 45-46.

128 Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Reconocer el pasado, construir el futuro. Informe sobre violencia contra sindicalistas y trabajadores sindicalizados 1984-2011 (ver en: www.pnud.org.co/sitio.shtml?x=66637).

129 “Bajan crímenes de sindicalistas en el país, pero crecen las amenazas: ONU”, El Tiempo, 12-3-12 (ver en: www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-11332483.html).

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En octubre pasado, el European Center for Constitutional and Human Rights, junto con la

Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CCAJAR) y la Central Unitaria de

Trabajadores (CUT)130, solicitaron a la CPI que actúe ante estos crímenes de lesa humanidad porque

“no han sido suficientemente investigados y sancionados en la jurisdicción interna”131. Estas

organizaciones pidieron que la Fiscalía de la CPI identifique a los responsables de los 775

homicidios, 61 desaparecidos, 3.785 amenazas, 455 detenciones arbitrarias y 361 hostigamientos,

que ha habido desde 2002 ya que “está demostrado que había una clara orden de atacar a los

movimientos sindicales, donde están involucrados ministros de Defensa, altos mandos militares y el

presidente de la época, como comandante máximo de las Fuerzas Militares”132. Entre el 7 de agosto

de 2002 y el 7 de agosto de 2010, Álvaro Uribe Vélez fue Presidente de Colombia.

1.3 Crímenes de los paramilitares

En noviembre de 2000, diecisiete organizaciones colombianas presentaron en el Parlamento

europeo el informe Colombia Nunca Mas, que documenta 38.000 conductas constitutivas de

crímenes de lesa humanidad cometidos entre 1966 y 1998 por funcionarios públicos o por

particulares que contaban con su tolerancia, es decir, los paramilitares133. Dos años después, el

presidente Álvaro Uribe y los grupos paramilitares que se habían agrupado en las Autodefensas

Unidas de Colombia (AUC) iniciaban un supuesto proceso de desmovilización, que muchos

defensores de derechos humanos calificaron de “encuentro entre amigos”134. Al poco tiempo,

130 El CCAJAR es una ONG colombiana de defensa de los derechos humanos. La CUT es el principal sindicato colombiano.

131 CCAJAR, La Corte Penal Internacional debe investigar la violencia antisindical en Colombia como crímen de lesa humanidad, 9-10-12, (ver en: www.colectivodeabogados.org/La-Corte-Penal-Internacional-debe). European Center for Constitutional and Human Rights, Violence against trade unionists in Colombia, Why the International Criminal Court must investigate, 9-10-12 (ver en: www.ecchr.eu).

132 “Piden a CPI investigar a Uribe por ataques a sindicalistas”, El País, 10-10-12 (ver en: www.elpais.com.co/elpais/colombia/noticias/piden-corte-penal-internacional-investigar-uribe-por-ataques-sindicalistas).

133 “Presentan en Parlamento Europeo informe `Nunca más´ sobre torturas en Colombia”, Caracol radio, 29-11-00 (ver en: www.caracol.com.co/noticias/actualidad/presentan-en-parlamento-europeo-informe-nunca-mas-sobre-torturas-en-colombia/20001129/nota/96936.aspx).

134 Luis Carlos Restrepo, Alto Comisionado para la Paz del Gobierno de Uribe, les manifestó a los comandantes paramilitares que no debían temer la acción de la justicia internacional porque no serían extraditados y “el Gobierno ofreció un proyecto de ley que bloquea la acción de la Corte Penal Internacional”, en “Revelaciones explosivas”, Semana, 24-9-04 (ver en: www.semana.com/nacion/revelaciones-explosivas/82024-3.aspx). Restrepo huyó de Colombia este año al ser reclamado por la justicia para que responda por falsas desmovilizaciones.

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comenzaron a desarrollarse una serie de medidas legales que han supuesto la legalización de la

impunidad de la mayoría de los graves crímenes ejecutados por estos escuadrones de la muerte.

Entre 2003 y 2009 se calcula que se desmovilizaron unos 35.000 paramilitares, de los que

más de 31.000 se beneficiaron de varias normas impulsadas por el Gobierno -ley 782/02 y decreto

128/03- por las que se eximía de responsabilidad penal a quienes no fueran objeto de

investigaciones o condenas por delitos graves en el momento de dejar las armas135. Para el resto,

algunos con penas pendientes de 40 años por masacres, desapariciones forzadas y torturas, hubo

que buscar otras vías. Uribe presentó en agosto de 2003 un proyecto de ley de alternatividad penal

que no implicaba ni un sólo día de reclusión: entre las “penas alternativas” para estos autores de

crímenes atroces figuraban la prohibición de aproximarse a las víctimas o comunicarse con ellas.

Ante la masiva protesta internacional que provocó esta iniciativa136, el 25 de julio de 2005

se expidió la ley 975, conocida como la ley de Justicia y Paz. Esta norma, que contempla entre

cinco y ocho años de cárcel para los responsables de delitos contra la humanidad a cambio de

confesar sus crímenes, se está aplicando actualmente a pesar de que también fue denunciada

especialmente por la desproporción entre la pena y la gravedad de los hechos imputados. Durante

estos años, las “versiones libres” (confesiones) de los paramilitares se han convertido en:

“escenarios donde justifican el surgimiento de estas estructuras como grupos de autodefensa,

reduciéndolo a una estrategia contrainsurgente y ocultando que el paramilitarismo se constituyo

como una estrategia de seguridad y defensa de intereses [de] elites políticas, grupos económicos y

sociales (…). Esto ha llevado a que se invierta la realidad de las víctimas, quienes son presentadas

como `bajas en combate´, actos de guerra o de limpieza social (...). Así la fiscalía y representantes

135 Gutiérrez, Soraya, La verdad sobre el proceso de desmovilización paramilitar y su aporte a la paz, Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, 5-8-10 (ver en: www.colectivodeabogados.org/La-verdad-sobre-el-proceso-de). La aplicación de estas medidas fue declarada inconstitucional al considerarse que los actos de los grupos paramilitares no pueden calificarse como delitos políticos. Sin embargo, el Gobierno de Juan Manuel Santos, mediante la ley 1424, mantiene los beneficios a cambio de que los ex paramilitares firmen “acuerdos de contribución a la verdad histórica y la reparación” (ver en: www.eltiempo.com/politica/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12214245.html).

136 UN, E/CN.4/2004/13, 17 de febrero de 2004, Informe del Alto Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia 2003, anexo 3 párr. 9-11 (ver en: www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informes.php3?cod=7&cat=11).

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de victimas han aceptado que graves crímenes que son considerados como crímenes de lesa

[humanidad] se encuadren como un delito contra el DIH (homicidio en persona protegida) y de allí

se derive la respectiva responsabilidad penal (…). [Se] oculta la responsabilidad del Estado en la

comisión de los mismos, los verdaderos móviles y máximos responsables en la comisión de estos

hechos (…). Así la tendencia es la omisión y negativa de los operadores jurídicos de investigar a

fondo lo relatado por los postulados y la forma como operó la estructura (…)”137.

No obstante, estas “confesiones” han permitido documentar algunas de las más cruentas

masacres y localizar más de 4.500 cuerpos de personas desaparecidas. Pero el proceso se paralizó

en 2008 con la extradición a Estados Unidos por narcotráfico de los principales jefes

paramilitares138. El Gobierno justificó la medida porque incumplieron “sus compromisos de paz”139,

pero lo cierto es que se produjo cuando empezaron a revelarse los nombres de aliados políticos y

empresariales del paramilitarismo, muchos de ellos cercanos al entonces presidente Uribe.

Pero donde la ley de Justicia y Paz ha fracasado más estrepitosamente ha sido en el

reconocimiento de los derechos a la justicia y la reparación de las víctimas. En los siete años que

lleva aplicándose sólo se ha proferido una decena de sentencias sobre los más de 35.000 hechos

violentos -incluyen 894 masacres, más de 23.000 asesinatos, cerca de 10.200 desplazamientos

forzados y unas 3.200 desapariciones- perpetrados contra las 377.000 víctimas registradas en la

Fiscalía140. Esta situación puede suponer que en dos años, al vencer el periodo máximo de ocho años

de reclusión que contempla la ley, todos estos ex paramilitares salgan en libertad sin ni siquiera

haber reconocido sus crímenes y sin reparar a sus víctimas. Con respecto a la compensación de las

víctimas, en algunos casos la justicia ha fijado reparaciones multimillonarias, pero no consta que

137 Gutiérrez, Soraya, La verdad sobre el proceso de desmovilización paramilitar y su aporte a la paz, de la Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, 5-8-10 (ver en: www.colectivodeabogados.org/La-verdad-sobre-el-proceso-de).

138 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe anual 2009, Capítulo IV, Colombia, 30-12-09, párr. 36 y 37 (ver en: www.cidh.oas.org/annualrep/2009sp/cap.4Colo.09.sp.htm).

139 “Uribe justifica la masiva extradición por el incumplimiento de los compromisos de paz”, Público, 13-5-08 (ver en: www.publico.es/agencias/efe/81300/uribe-justifica-la-masiva-extradicion-por-el-incumplimiento-de-los-compromisos-de-paz).

140 “Siete años de Justicia y Paz”, El Espectador, 25-7-12 (ver en: www.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-362775-siete-anos-de-justicia-y-paz).

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estas sumas hayan sido desembolsadas141.

Tampoco esta ley ni las otras normas cumplieron con el anunciado objetivo de desmovilizar

a los paramilitares. En estos años han aparecido nuevos grupos que oficialmente se les denomina

“bandas criminales emergentes al servicio del narcotráfico”, pero su modus operandi, el control

social que tratan de ejercer y los antecedentes de muchos de sus integrantes las convierten en una

continuación de las AUC o en una nueva generación de paramilitares. Las “bacrim” -acrónimo con

el que se las conoce- se han extendido por numerosos departamentos y cuentan con más de 10.000

hombres armados, según las investigaciones de las organizaciones de derechos humanos142. La

última masacre cometida por estas bandas ocurrió el pasado mes de noviembre: unos hombres

armados lanzaron una granada y acribillaron a diez personas143.

2. INSEGURIDAD JURÍDICA

La persecución de los crímenes de lesa humanidad en Colombia está sometida a una

inseguridad jurídica provocada, por un lado, por su falta de tipificación como delito específico en el

ordenamiento interno y, por otro, por la dispar jurisprudencia que han dictado las altas cortes del

país. Esta situación ha generado una enorme confusión entre los operadores jurídicos e impide

condenar conductas criminales como delitos contra la humanidad a pesar de que presentan todos

los elementos definitorios de esta categoría.

El actual Código Penal colombiano -expedido por la ley 599 de 2000- no incluye todos los

comportamientos que pueden ser considerados delitos contra la humanidad144, lo que obedece al

interés de las élites dominantes de no verse enfrentadas a acusaciones de esta magnitud. Sólo

asume algunos de los actos145 que contempla el ECPI, pero no pueden ser calificados como

141 “Siete años de Justicia y Paz”, El Espectador, 25-7-12. “Sentencias en Justicia y Paz suman 105 mil millones para víctimas”, El Tiempo, 24-7-12 (ver en:www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12062623.html).

142 Human Rights Watch, Herederos de los paramilitares. La nueva cara de la violencia en Colombia, 2010 (ver en: www.hrw.org/reports/2010/02/03/herederos-de-los-paramilitares-0).

143 Arias, Walter, “Bacrim sacuden a Antioquia”, 8-11-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-386055-bacrim-sacuden-antioquia).

144 No menciona ni el exterminio, ni el apartheid ni la persecución de un grupo o colectividad con identidad propia.145 Homicidio, desaparición forzada, tortura, violación sexual, esclavitud sexual, prostitución forzada, detención

arbitraria y desplazamiento forzado.

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crímenes de lesa humanidad, de acuerdo al derecho penal internacional, ya que en el ordenamiento

colombiano no se exige que hayan sido cometidos en el contexto de un ataque generalizado o

sistemático contra población civil que responda a una política o plan de Estado o de una

organización. Durante el trámite de la ley 589 de 2000, que tipificó los delitos de genocidio,

desaparición forzada, desplazamiento forzado y tortura, se valoró la posibilidad de incorporar un

nuevo artículo en el Código Penal que agrupara los delitos de lesa humanidad, pero finalmente fue

descartada146. De este modo, se evita profundizar en la investigación sobre las estructuras de poder

que siempre han estado detrás de la ejecución de estas atrocidades en Colombia, y las condenas

sólo se imponen, en el mejor de los casos, a alguno de los “hombres de atrás”, pero no a todos ni a

los de mayor jerarquía (y, por tanto, mayor responsabilidad penal).

Una buena oportunidad de salvar esta laguna jurídica y de cumplir con las normas del

derecho internacional fue la ratificación por parte de Colombia del ECPI en 2002147. El principio de

complementariedad que rige el funcionamiento de la CPI obliga a los Estados miembros a

investigar y juzgar los crímenes internacionales cometidos en su territorio, de tal manera que sólo

actuará este tribunal internacional si un Estado no está dispuesto a asumir su obligación o no tiene

capacidad para hacerlo148. Este mandato, de obligado cumplimiento para los Estados parte, implica

la adaptación de la legislación interna a lo establecido en el ECPI mediante la tipificación

específica de los crímenes internacionales. La falta de normatividad puede ser considerada uno de

los supuestos de intervención de la CPI por la “incapacidad para investigar o enjuiciar”149 un asunto

por parte de un Estado.

Ni en los ocho años de Presidencia de Álvaro Uribe (2002-2010) ni en los dos del actual

presidente Juan Manuel Santos se ha presentado ninguna iniciativa legislativa para reconocer los

146 Fernández, Diana, “Atipicidad de los crímenes de lesa humanidad, una revisión del caso colombiano”, Opinión Jurídica-Universidad de Medellín, nº. 20 (2011), pp. 19-34, pp. 26-27 (nota 10).

147 Tras un largo y complejo proceso administrativo y legislativo, que incluyó una reforma constitucional, el ECPI entró en vigor para Colombia el 1 de noviembre de 2002 mediante la ley 742 de 5 de junio de 2002, en Ramelli, Alejandro, Jurisprudencia penal internacional aplicable en Colombia, Bogotá, Ediciones Uniandes, 2011, p. 37. Sin embargo, dado que Colombia firmó la reserva de siete años establecida en el artículo 124 del Estatuto, la vigencia para Colombia en relación con los crímenes de guerra comenzó formalmente el 1 de noviembre de 2009.

148 ECPI, preámbulo y artículos 1 y 17.149 ECPI, artículo 17.3.

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crímenes de lesa humanidad como categoría jurídica en Colombia, a pesar de que ambos

mandatarios dispusieron de apoyo mayoritario en el Congreso150. Este incumplimiento de las

obligaciones internacionales del Estado colombiano ha enfrentado a los jueces a una disyuntiva:

aplicar a los responsables de estos crímenes el ordenamiento penal vigente o adoptar directamente

la tipificación del ECPI. Ambas opciones, aunque contrapuestas, cuentan con el respaldo de

pronunciamientos de las dos altas cortes colombianas, pero, a su vez, tanto la aplicación de una

como de la otra suponen la vulneración de normas del derecho internacional o del derecho interno,

respectivamente.

Las restricciones impuestas en Colombia durante el proceso de ratificación del ECPI avalan

que los crímenes internacionales sean juzgados con los tipos penales clásicos que contempla el

Código Penal. La modificación del artículo 93 de la Constitución en 2001 supuso el reconocimiento

de la CPI, pero puntualizó que “la admisión de un tratamiento diferente en materias sustanciales por

parte del Estatuto de Roma con respecto a las garantías contenidas en la Constitución tendrá efectos

exclusivamente dentro del ámbito de la materia regulada en él”. En el mismo sentido, la Corte

Constitucional ratificó un año después que el ámbito del ECPI se limita al ejercicio de la

competencia de la CPI y que el tratado no modifica el derecho interno aplicado por las autoridades

judiciales colombianas151.

La Corte estableció los “tratamientos diferentes” al ordenamiento colombiano que sólo serán

aplicables cuando la CPI ejerza su competencia complementaria. Así, como ya se expuso, no se

asumió la imprescriptibilidad de los crímenes internacionales ni la responsabilidad del superior

150 Sólo ha habido dos iniciativas en estos años que abordan parcialmente el tratamiento jurídico de los crímenes de lesa humanidad en el ordenamiento interno. Los parlamentarios Iván Cepeda y Angela María Robledo presentaron en julio de este año un proyecto de ley para que la violencia sexual contra las mujeres, especialmente en el contexto del conflicto armado, se considere crimen de lesa humanidad (ver en: www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-362854-ley-quieren-impedir-mujeres-sigan-siendo-botin-de-guerra). Dos meses después, la parlamentaria Alexandra Moreno formuló otro proyecto de ley para que los crímenes internacionales no prescriban (ver en: www.eltiempo.com/justicia/presentan-ley-para-que-delitos-de-lesa-humanidad-no-preescriban_12217406-4).

151 Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-578 de 30 de julio de 2002, revisión de la Ley 742 del 5 de junio de 2002 "Por medio de la cual se aprueba el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, hecho en Roma el día diecisiete (17) de julio de mil novecientos noventa y ocho (1998)”, 4.16. Precisión sobre la relación entre el Estatuto y el ordenamiento interno, párrafo 1: “(...) las normas del Estatuto surten efectos dentro del ámbito de la competencia de la Corte Penal Internacional. Las disposiciones en él contenidas no remplazan ni modifican las leyes nacionales de tal manera que a quien delinca en el territorio nacional se le aplicará el ordenamiento jurídico interno y las autoridades judiciales competentes al efecto son las que integran la administración de justicia colombiana”.

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jerárquico civil; la Corte también restringió al ámbito de la CPI la improcedencia del cargo oficial a

la hora de exigir responsabilidades -ratificando el fuero especial del que gozan políticos y altos

cargos colombianos, tanto en ejercicio como retirados-, la pena de reclusión a perpetuidad y la

limitación de la eximente de la obediencia debida a los crímenes de guerra (dejando abierta la

posibilidad de que sea aplicada en Colombia a crímenes de lesa humanidad diferentes al genocidio,

desaparición forzada o tortura).

La modificación posterior de la legislación penal interna para incorporar los crímenes

internacionales hubiera unificado el tipo de tratamiento del ECPI y del Código Penal colombiano; la

ausencia de estas reformas supone el reiterado incumplimento del Estado colombiano de las

obligaciones internacionales que conlleva la ratificación del ECPI:

“En consecuencia, la no implementación del ER [Estatuto de Roma] produce que el Estado

colombiano no disponga de un derecho penal material para perseguir los crímenes de lesa

humanidad, situación que posibilitaría que la CPI en virtud del principio de complementariedad,

asumiera el conocimiento de un caso debido a la incapacidad material del Estado colombiano de

llevar a cabo la persecución penal”152.

Por el contrario, la opción de la aplicación directa del ECPI ha sido defendida por la Corte

Suprema de Justicia:

“Por lo tanto, para efectos de calificar los crímenes atroces cometidos contra la población civil por

los grupos armados al margen de la ley, dentro del contexto de los llamados crímenes de lesa

humanidad, debido a que se trata de una variedad de delitos de graves violaciones a los derechos

humanos, que fueron tipificados en la legislación nacional bajo títulos que consagran bienes

jurídicos tradicionales, los operadores jurídicos deberán remitirse al Estatuto de Roma de la Corte

Penal Internacional para fijar su contexto, en concreto, a su artículo 7º, concordándolo con las

152 Fernández, Diana, “Atipicidad de los crímenes de lesa humanidad, una revisión del caso colombiano”, Opinión Jurídica-Universidad de Medellín, nº. 20 (2011), pp. 19-34, p. 26.

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normas del Código Penal nacional que castigan tales comportamientos153.

Esta tesis parece contradecir el principio de legalidad consagrado en la Constitución de

Colombia154, tanto en el sentido de que sólo pueden ser juzgados los delitos definidos anteriormente

por la ley como en la necesidad de que las penas estén definidas de manera estricta, previa y cierta.

No obstante, en virtud de la consideración del ECPI como derecho aplicable internamente después

de este pronunciamiento de la Corte Suprema, existen actualmente en Colombia numerosos

procesos en curso o culminados donde se imputa la comisión de delitos contra la humanidad y se

trata de reconstruir el contexto que caracteriza estos actos inhumanos, pero las condenas se imponen

por delitos comunes.

Con la declaratoria como crímen de lesa humanidad se trata de evitar la imprescriptibilidad

de los hechos -aunque la Corte Constitucional, como se dijo, restringió este principio al ámbito de

competencia de la CPI- y que se puedan aplicar amnistías o indultos. Sin embargo, la calificación de

lesa humanidad también sirve para ocultar las deficiencias del aparato judicial que no actuó contra

crímenes atroces durante décadas y para impedir que organismos como el Sistema Interamericano

de Justicia o la CPI consideren que hubo denegación de justicia al procesar el caso como delito

común cuando reunía los requisitos de crimen contra la humanidad.

En conclusión, si los jueces se ciñen estrictamente al Código Penal y a las limitaciones de la

implementación del ECPI en Colombia se evidencia la incapacidad del Estado para perseguir

crímenes de lesa humanidad y, por tanto, puede actuar la CPI; si juzgan con los preceptos del ECPI

desconocen el principio de legalidad y comprometen la responsabilidad del Estado ante entidades

como la Corte Interamericana de Derechos Humanos155.

153 Corte Suprema de Justicia de Colombia, sala de Casación Penal, proceso nº. 32022 de 21 de septiembre de 2009, caso Gian Carlos Gutiérrez, desmovilizado de los grupos paramilitares, p. 213.

154 Constitución Política de Colombia, artículo 29, 1991: “Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio”

155 Fernández, Diana, “Atipicidad de los crímenes de lesa humanidad, una revisión del caso colombiano”, Opinión Jurídica-Universidad de Medellín, nº. 20 (2011), pp. 19-34, pp. 31-32.

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3. FUERO CONSTITUCIONAL PARA ALTOS CARGOS

El fuero que prevé la Constitución de 1991 (artículos 174 y 175) para que las acusaciones

contra las altas autoridades de la nación, en ejercicio o ya cesadas,156 sean previamente valoradas

por el Poder Legislativo antes de pasar al Poder Judicial se ha convertido en la práctica “en una

herramienta para proteger a los más altos funcionarios del Estado responsables de violaciones a

derechos humanos, manteniéndolos al margen de la justicia, en una torre de impunidad

inaccesible”157. La legislación colombiana contempla que cualquier denuncia o queja contra estas

personalidades “por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, por indignidad, por mala

conducta o por delitos comunes” se presentará por escrito ante la Comisión de Investigación y

Acusación de la Cámara de Representantes158. La comisión, después de un largo proceso en el que

se escuchan los testimonios del acusado y de las víctimas, acuerda si se eleva o no la causa ante el

Senado. Este órgano legislativo valora si se trata de delitos cometidos en el ejercicio de sus

funciones o a indignidad por mala conducta, o si puede haber delitos comunes.

En el primer caso se aplican medidas disciplinarias, pérdida de derechos políticos o se

remite el expediente a la Corte Suprema “si los hechos lo constituyen responsable de infracción que

merezca otra pena”159. Si hay indicios de delitos comunes, el Senado decide si ha o no lugar a que se

siga la causa criminal y, en caso afirmativo, pone al acusado a disposición de la Corte Suprema. Las

decisiones de los dos órganos -Cámara y Senado- no comportan condena o absolución, pero su

rechazo de las acusaciones impide los procesos judiciales160.

156 Constitución Política de Colombia, artículo 174, 1991: “Presidente de la República o quien haga sus veces; magistrados de la Corte Suprema, del Consejo de Estado y de la Corte Constitucional; miembros del Consejo Superior de la Judicatura y el Fiscal General de la Nación, aunque hubieren cesado en el ejercicio de sus cargos”.

157 Equipo Nizkor, Texto de la denuncia penal contra Alvaro Uribe Velez, ex presidente de la República de Colombia, por la comisión de crímenes contra la humanidad, 29-11-10, Consideraciones jurídicas. 1 Consideraciones previas (ver en www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/uribedas.html).

158 Ley 5 de 1992, Por la cual se expide el Reglamento del Congreso, el Senado y la Camara de Representantes, Diario Oficial nº. 40.483, Bogotá (Colombia), de 18 de junio de 1992, artículos 329 y ss.

159 Constitución Política de Colombia, artículo 175, 1991.160 Corte Constitucional de Colombia, sentencia C-222, 16 de mayo de 1996, demanda de inconstitucionalidad contra

artículos de la Ley 5 de 1992 del reglamento del Congreso, Senado y Cámara de Representantes, 3. Solicitud de inconstitucionalidad de la expresión "...y acusación" (...) Artículo 330, párrafo 5: “(...) cuando la Cámara no acusa, o el Senado declara que no hay lugar a seguir causa criminal, tales decisiones, tienen indudablemente un sentido definitivo, en los términos de la Constitución y de la ley, por cuanto no se podrá dar judicialmente el presupuesto procesal para que se continúen las actuaciones contra el funcionario acusado e investido con el fuero constitucional”.

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El ordenamiento jurídico colombiano contempla como delitos comunes actos considerados

crímenes de lesa humanidad, que si son cometidos por las autoridades protegidas por el fuero serían

investigados por entidades políticas que no garantizan imparcialidad e independencia y que se han

caracterizado por la falta de eficacia para asumir estos casos. La Comisión de Investigación y

Acusación acumula más de un millar de causas pendientes161, la mayoría en estado “preliminar” y

muchos de los investigados dejaron el cargo hace años (algunos casos se iniciaron a finales de la

década de los noventa)162. Y lo que es más preocupante aún: ningún caso ha reunido los indicios

necesarios para que los políticos consideren que debe ser asumido por la Corte Suprema163.

161 A mediados del pasado año, el ex presidente Uribe tenía 242 investigaciones en su contra y el presidente Santos, nueve, en “Quién dijo miedo”, Semana, 28-5-11 (ver en: www.semana.com/nacion/quien-dijo-miedo/157514-3.aspx).

162 Cortés, Carlos, “Las investigaciones en la Comisión de Acusaciones: durmiendo el sueño de los justos”, La Silla Vacía, 8-5-10 (ver en: www.lasillavacia.com/historia/12350; “Quién dijo miedo”, Semana, 28-5-11.

163 Equipo Nizkor, Texto de la denuncia penal contra Alvaro Uribe Velez, ex presidente de la República de Colombia, por la comisión de crímenes contra la humanidad, 29-11-10, Consideraciones jurídicas. 1 Consideraciones previas (ver en www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/uribedas.html).

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IV. ELEMENTOS PARA IMPLICAR A ÁLVARO URIBE VÉLEZ EN LA COMISIÓN DE

CRÍMENES CONTRA LA HUMANIDAD

1. ANTECEDENTES

Álvaro Uribe Vélez nació en Medellín (capital del departamento de Antioquia), el 4 de julio

de 1952, en el seno del matrimonio formado por el terrateniente y ganadero Álvaro Uribe Sierra y

la concejala Laura Vélez Escobar. Fue el mayor de cinco hermanos, se educó en los colegios más

selectos y se licenció en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Antioquia164. Años más

tarde obtuvo certificados en Administración y Gerencia y Negociación de Conflictos en la Escuela

de Extensión de la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y participó como Senior Associate

Member en el Saint Anthony´s College de la Universidad de Oxford (Reino Unido) gracias a la

beca Simón Bolívar que le otorgó el Consejo Británico. Su entorno familiar, la relevancia social de

los centros donde estudió y su vinculación desde joven al Partido Liberal facilitaron que, incluso

antes de acabar la carrera, se integrara en la administración pública. En 1976 fue jefe de Bienes de

Empresas Públicas de Medellín y un año más tarde ocupó la secretaría general del Ministerio de

Trabajo. De esta etapa, en su biografía oficial se menciona que “sacó adelante el Decreto 1468 de

1978 sobre libertades sindicales”165; poco después de acceder a la Presidencia de Colombia, su

Gobierno puso en marcha una reforma laboral que amplió las causas de despido justificado, recortó

los pagos por indemnizaciones y disminuyó el complemento salarial por nocturnidad.

De marzo de 1980 a agosto de 1982 fue director del departamento de Aeronáutica Civil del

Gobierno liberal de Julio César Turbay Ayala. Sus hagiógrafos destacan una intensidad actividad en

los poco más de dos años que estuvo al frente, pero no se refieren a la gestión en la concesión de

licencias de vuelo y de pistas de aterrizaje, que experimentaron un llamativo incremento del que se

beneficiaron muchos conocidos narcotraficantes, como veremos más adelante.

La llegada del conservador Belisario Betancur a la Presidencia le supuso el relevo al frente de

164 Centro de Estudios y Documentación Internacionales de Barcelona, Alvaro Uribe Velez (ver en: www.cidob.org/es/documentacion/biografias_lideres_politicos/america_del_sur/colombia/alvaro_uribe_velez).

165 Presidencia de la República, Alvaro Uribe Velez. Senor Presidente de la República de Colombia, (ver en: web.presidencia.gov.co/presidente/hoja_auv4.htm).

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Aeronáutica, pero se mantuvo en la administración. En 1982, el Presidente lo nombró alcalde de

Medellín166; ese mismo año, Pablo Escobar fue elegido parlamentario en las filas del liberalismo. El

Patrón trató de ganarse apoyo popular a su lucha para prohibir la extradición a Estados Unidos

impulsando numerosos proyectos sociales, que contaron con el respaldo de la Alcaldía:

“(...) como Medellín sin Tugurios, plan lanzado públicamente en Bogotá por el Alcalde Álvaro Oribe

[sic] Vélez, y que consistió, según se supo luego, en las mil casas en obra negra que fueron donadas a

los residentes en un basurero de la ciudad, financiadas por Pablo Escobar [sic] también adelantó el

programa Medellín Cívico, en el que el narcotraficante donó miles de arbustos”167.

Uribe ha negado esos apoyos, pero incluso se ha afirmado que, a finales de 1982, viajó a

reunirse con los cuatro grandes capos (Escobar, Ochoa, Ledher y Rodríguez Gacha) en el

helicóptero que ellos mismos le facilitaron. Algunos investigadores del pasado de Uribe aseguran

que esa fue la razón por la que Betancur lo relevó en la Alcaldía a los cinco meses, “a Uribe lo

sacaron de la Alcaldía de Medellín por narcotraficante”168. Sin embargo, la situación se manejó de

forma reservada y no truncó la carrera del joven político: fue elegido concejal en dos periodos y

senador en otros tantos. En aquellos años se fraguó la alianza entre terratenientes, ganaderos y

narcotraficantes -tres facetas que en muchas ocasiones desarrollaba la misma persona-, apoyados

por los caciques políticos locales, para transformar los grupos de autodefensa en verdaderos

escuadrones de la muerte.

En 1994, Álvaro Uribe fue elegido Gobernador de Antioquia y “puso en práctica el modelo

de Estado Comunitario, cuya principal característica es la participación ciudadana en decisiones

166 Contreras, Joseph, Biografía no autorizada de Alvaro Uribe Velez (El Senor de las Sombras), Bogotá, La Oveja Negra, 2002, pp. 51-52: “(...) en la lista de los cuadros que se subastaron en Medellín para financiar la campaña de Belisario Betancur, figura que Alberto Uribe Sierra compró una de las obras por veinte millones de pesos. Veinte millones de pesos de 1982 equivalen a 310 mil dólares del año 2002. Pero el comprador sabía con precisión que adquiría otros bienes intangibles. Y he ahí que el nuevo presidente, una vez posesionado, nombró a su hijo Álvaro como alcalde de Medellín”.

167 Castillo, Fabio, Los jinetes de la cocaína, Editorial Documentos Periodísticos, 1987, p. 31.168 Contreras, Joseph, Biografía no autorizada de Alvaro Uribe Velez (El Senor de las Sombras), Bogotá, La Oveja

Negra, 2002, pp. 92 y 101.

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fundamentales del Estado”, se asegura en el perfil de Presidencia de la República169. Para Uribe, la

participación significaba esencialmente la implicación de la población civil en tareas de seguridad,

por lo que se convirtió en el más firme impulsor de las Cooperativas de Seguridad aprobadas por el

Gobierno con el supuesto objetivo de establecer distintas modalidades de colaboración de civiles

armados con la Fuerza Pública. Unas 70 entidades de este tipo, conocidas como Convivir, fueron

creadas en Antioquia durante su mandato, muchas de las cuales:

“fueron utilizadas por los terratenientes y narcotraficantes para aplicar la política contrainsurgente de

`tierra arrasada´ en numerosas zonas campesinas y en la misma capital antioqueña. Fue con las

Convivir que los paramilitares lograron su despliegue nacional, se consolidaron en Antioquia (…),

asesinando y desplazando a miles de campesinos”170.

El periodista Ricardo Ferrer investigó la trayectoria de Uribe en esos años y concluyó que él

y su secretario de Gobierno, Pedro Juan Moreno Villa171, construyeron una “red paramilitar”

dentro de la Gobernación de Antioquia:

“`Mientras el secretario de gobierno, Pedro Juan Moreno Villa, promovía las compañías de vigilancia

privada, bautizadas como CONVIVIR, la Secretaría de Desarrollo Comunitario identificaba las

comunidades reacias o favorables al proyecto paramilitar´. Tal afirmación era unánime entre los

funcionarios que entrevisté. La Secretaría de Desarrollo Comunitario de la Gobernación de Antioquia

elaboraba listas de todos los líderes de la comunidad y los clasificaba entre amigos y enemigos. Los

`enemigos´ quedaban en listas negras. Personas que tenían que matar. La otra lista era de gente que les

podía ayudar en la expansión paramilitar. Esas personas afines ingresaban en el grupo de las

169 Presidencia de la República, Alvaro Uribe Velez. Senor Presidente de la República de Colombia. Perfil.170 Contreras, Joseph, Biografía no autorizada de Alvaro Uribe Velez (El Senor de las Sombras), Bogotá, La Oveja

Negra, 2002, pp. 125-125.171 Moreno fue presidente de la Federación de Ganaderos de Antioquia, una entidad con numerosos asociados

vinculados a los paramilitares. Moreno también fue investigado por la DEA por importar grandes cantidades de permanganato de potasio, precursor químico para producir cocaína. Fue uno de los principales promotores de la primera elección presidencial de Uribe, pero acabó criticando su ambición reeleccionista. Murió en 2006 en un accidente aéreo en plena campaña para ser elegido senador; algunas versiones apuntan a que su fallecimiento no fue fortuito (ver en: www.semana.com/enfoque/no-accidente/139949-3.aspx).

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cooperativas de vigilancia privada, CONVIVIR. Se comprobó luego la relación directa de las

CONVIVIR con los escuadrones de la muerte”172.

Ferrer interpuso una denuncia ante la Fiscalía; la investigación judicial no prosperó, pero el

periodista tuvo que exiliarse. Las revelaciones efectuadas años después por los antiguos jefes

paramilitares, acogidos a la ley de Justicia y Paz, confirmarían la relación entre estas cooperativas y

los paramilitares, y el papel que jugó la Gobernación. Raúl Hasbún, miembro de la cúpula de las

Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), reconoció que las Convivir que formaron con el apoyo

de la Gobernación fueron el medio “para legalizar los pagos” que hacían las empresas a los

paramilitares: unos 7.200 millones de pesos al año; el ex paramilitar entregó unos listados a la

Fiscalía donde señala a 270 bananeros, 400 ganaderos y “unos miles de comerciantes” de ser

financiadores de los paramilitares173 y aunque no acusó directamente a Uribe, dijo: “¿Cómo explico

yo que el doctor Pedro Juan Moreno, mi general Rito Alejo del Río… todos sabían los nexos o las

relaciones del paramilitarismo y el único que no sabía era el Gobernador”174. Salvatore Mancuso,

mano derecha del máximo comandante de las AUC, Carlos Castaño, reveló desde la cárcel de

Estados Unidos, donde fue recluido tras ser extraditado, que a través de Moreno se coordinaron

"acciones de seguridad" en las que las Autodefensas apoyaron a la Fuerza Pública; Mancuso añadió

que se reunió con el entonces gobernador Álvaro Uribe en su finca de El Ubérimo175.

En aquellos años, el gobernador fue recabando apoyos entre líderes políticos de distinto

signo, ex guerrilleros reinsertados y latifundistas ultraconservadores, que le resultaron muy útiles en

su futuro político. Así, tras su paso por la Gobernación, se desligó del Partido Liberal y lanzó su

propia candidatura para las elecciones presidenciales de 2002. Su férrea oposición a un proceso de

172 Ferrer, Ricardo; Restrepo, Nelson, Nos matan y no es noticia, Oviedo, Cambalache-Soldepaz Packakuti, 2010, pp. 77-78.

173 “El hombre que fue cerebro de la paraeconomía”, Semana, 31-3-12 (ver en: www.semana.com/nacion/hombre-cerebro-paraeconomia/174730-3.aspx)

174 “Hermano de ex presidente Uribe sí tuvo relación con `paras´: Hasbún”, Verdad abierta, 18-5-11 (ver en: www.verdadabierta.com/bandera/3254-hermano-de-ex-presidente-uribe-si-tuvo-relacion-con-paras-hasbun).

175 “`Contacto con Uribe era Pedro Juan Moreno´: Mancuso”, El Tiempo, 20-9-12 (ver en: http://www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12240741.html). “Salvatore Mancuso reitera que se reunió con Uribe cuando era gobernador”, El Espectador, 29-10-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-383816-salvatore-mancuso-reitera-se-reunio-uribe-cuando-era-gobernador).

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paz que parecía no conducir a ninguna parte mientras la guerra continuaba, su supuesta

independencia de los partidos tradicionales y la psicosis antiterrorista desatada tras el 11-S lo

catapultaban a la Presidencia. Pero, además, hubo otros importantes respaldos: el proselitismo

armado de las AUC y el dinero del narcotráfico. Hasta cuatro altos mandos de los paramilitares han

admitido en los tribunales que la “Casa Castaño” ordenó que todos colaboraran activamente en la

campaña de Uribe porque lo consideraban “un amigo de la organización”176 con quien tenían

afinidad “desde que se desempeñaba como Gobernador de Antioquia”177. No reconocieron haber

usado la fuerza, pero los precedentes de sus brutales reacciones cuando sus órdenes eran

desobedecidas bastaban para que los campesinos supieran por quien votar.

Con el fusil en el hombro, los paramilitares repartieron propaganda con las caras de Uribe y

su candidato a la Vicepresidencia, Francisco Santos; entregaron camisetas y el día de la votación

“usaron buses y camiones para llevar a los campesinos y pobladores de dichas regiones (...) a los

puntos de votación, no sin antes manifestarles la necesidad de votar por Uribe”178. Sólo en el

departamento del Norte de Santander invirtieron unos 100 millones de pesos en la campaña, pero

todos los resgistros contables fueron quemados semanas antes de iniciar el proceso de

desmovilización179. Mancuso aseguró que estas acciones se coordinaron en las reuniones que tuvo

con algunos asesores de la campaña y que Uribe “sí tenía conocimiento, es imposible negar que no

tuviera conocimiento [sic] cuando tenga las condiciones les voy a contar cómo y cuándo se

presentaron todos estos hechos”, dijo al tribunal; el ex paramilitar teme por la seguridad de su

familia en Colombia180. Uribe lo denunció por injuria y calumnia181.

176 “Jefe `para´de la Sierra, cuarto que habla de presunto apoyo a Uribe”, El Tiempo, 8-9-12 (ver en: www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12233146.html).

177 “Mancuso aseguró que AUC distribuyeron material alusivo a campaña de Uribe”, El Espectador, 23-8-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-369743-mancuso-aseguro-auc-distribuyeron-material-alusivo-campana-de-ur).

178 “Uribe sí sabía que paramilitarismo apoyó su campaña”, El Espectador, 24-8-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-369876-uribe-si-sabia-el-paramilitarismo-apoyo-su-campana-presidencial)

179 “Paramilitares quemaron libros contables de apoyo a candidaturas presidenciales: `El Iguano´”, El Espectador, 26-8-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-370258-paramilitares-quemaron-libros-contables-de-apoyo-candidaturas-pr).

180 “Uribe sí sabía que paramilitarismo apoyó su campaña”, El Espectador, 24-8-12. “Mancuso aseguró que AUC distribuyeron material alusivo a campaña de Uribe”, El Espectador, 23-8-12.

181 “`Que Mancuso pruebe complot de mi hermano o reuniones conmigo´: Uribe”, El Espectador, 24-8-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-369829-mancuso-pruebe-complot-de-mi-hermano-o-reuniones-

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En aquellos días, la alianza entre narcotráfico y paramilitarismo ya estaba consolidada. Fabio

Enrique Ochoa, uno de los capos de los narcotraficantes, aseguró que tuvo negocios conjuntos con

Mancuso para introducir armas y exportar cocaína y que fue testigo de la colaboración económica

de las AUC a la campaña de Uribe; confiesa que, además de aportar él mismo aportó 150.000

dólares, se comprometió “a movilizar en Antioquia a unas 5.000 personas y la orden era que tenían

que votar por Uribe. (…) Después de que ganó Uribe (...), Mancuso nos decía que ahora sí eran los

cuatro años de nosotros y vamos a manejar esto como queramos”182.

El 26 de mayo de 2002, Álvaro Uribe Vélez obtuvo la Presidencia de Colombia gracias al

apoyo del 53,04% de los votos emitidos, aunque la mayoría de la población se abstuvo (53,53%).

La puesta en práctica de su Política de Seguridad Democrática hizo resurgir con fuerza la doctrina

de Seguridad Nacional: todos los ciudadanos son combatientes y quienes no colaboren con la

Fuerza Pública son sospechosos de terrorismo, porque en Colombia, según Uribe, no hay un

conflicto armado interno sino una lucha contra terroristas financiados por el narcotráfico183. Al final

de su primer mandato (2002-2006), el país estaba inmerso en una grave crisis humanitaria en la que

no sólo se intensificó la crudeza de la guerra -hubo 8.000 combates, un 149% más que en el

Gobierno anterior184- sino que se promovió una abundante legislación de carácter autoritario -Estado

de conmoción interior, estatuto antiterrorista, limites a la Corte Constitucional- que dio carta blanca

a la Fuerza Pública y, consecuentemente, aumentaron las violaciones a los derechos humanos

cometidas por agentes estatales y paramilitares185; estos últimos, además, se beneficiaron del

conmigo-uribe). “Uribe dice que las declaraciones de Mancuso son falsas”, El Espectador, 29-10-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-384089-uribe-dice-declaraciones-de-salvatore-mancuso-son-falsas).

182 “El hombre del cartel”, Semana, 16-6-07, (ver en: www.semana.com/nacion/hombre-del-cartel/104450-3.aspx).183 “Intervención del presidente Álvaro Uribe Vélez durante la posesión del nuevo Comandante de la Fuerza Aérea

Colombia, general Édgar Alfonso Lesmez. 8 de septiembre de 2003”, Semana: “Esta no es una guerra. Este no es un conflicto. Esta es una democracia garantista al servicio de 44 millones de ciudadanos, desafiada por unos terroristas ricos”, Palabras del presidente Uribe en posesión del nuevo Comandante de la FAC , Bogotá, 8-9-03 (ver en: http://www.semana.com/wf_ImprimirArticulo.aspx?IdArt=72971).

184 Fundación Seguridad y Democracia, La seguridad en los últimos tres periodos presidenciaes 1994-2006, Bogotá, 2006.

185 UN, E/CN.4/2006/9, 20 de enero de 2006, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia 2005, párr. 21: “Entre las graves violaciones están las que vulneran los derechos a la vida, a la integridad y seguridad personales y a la libertad. En comparación con años anteriores, la oficina en Colombia registró un mayor número de denuncias de estas violaciones. A diferencia de años recientes, las denuncias confiables durante 2005, con mayor frecuencia, señalan como directamente implicados a miembros de la Fuerza Pública. En varios casos, las conductas de paramilitares comprometieron la responsabilidad estatal por la acción u omisión de funcionarios” (ver en:

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proceso de desmovilización descrito en el capítulo III.

A partir de 2004, Uribe movilizó a su entorno para lograr que se aprobara la posibilidad de

ser reelegido, prohibida hasta entonces por la Constitución. Consiguió que se modificaran las

normas y en 2006 recibió el apoyo del 62,35% de los votos (la abstención fue del 55%). Como en la

anterior ocasión, el proceso electoral no estuvo exento de irregularidades. No sólo los paramilitares

reiteraron que también participaron en la financiación de la campaña de Uribe de 2006186 sino que,

previamente, los colaboradores más cercanos del presidente-candidato y él mismo compraron los

votos necesarios para que el Congreso diera el visto bueno a la reelección, según denunciaron los

implicados. El 4 de junio de 2004, cuando parecía que no se contaba con apoyos suficientes, la

congresista Yidis Medina dio su respaldo y su colega Teodolindo Avendaño se ausentó, con lo que

la reeleción se aprobó con 18 votos a favor y 16 en contra. La Corte Suprema condenó a Medina en

2008 por cohecho y está pendiente el juicio contra cuatro antiguos altos cargos del Gobierno de

Uribe: los ex ministros Sabas Pretelt de la Vega y Diego Palacio; el ex director del Departamento

Administrativo de la Presidencia de la República, Alberto Velásquez, y el ex secretario general de la

Presidencia, Bernardo Moreno; se les acusa de cohecho por ofrecer cargos administrativos y

dádivas a cambio de votos en el Congreso187. Este caso ha provocado una investigación contra Uribe

en la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes; recientemente Yidis

Medina declaró ante los congresistas que Uribe, expresamente, le pidió el voto en estos términos:

“Haga patria; por favor, por favor, vote la reelección (…) Todos los puestos de Barrancabermeja

que tenga Horacio Serpa Uribe se los doy a usted”188.

En el segundo cuatrienio de Uribe (2006-2010) afloraron muchos casos -que analizaremos en

los siguientes epígrafes- por los que el ex presidente debería afrontar acusaciones de crímenes

www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informes.php3?cod=9&cat=11).186 “Reiteran que paramilitares financiaron a Uribe en 2006”, Los Tiempos, 12-5-12 (ver en:

www.lostiempos.com/diario/actualidad/internacional/20120512/reiteran-que-paramilitares-financiaron-a-uribe-en_171217_359990.html).

187 “El próximo 4 de diciembre inicia juicio contra Sabas Pretelt de la Vega por `Yidispolítica´”, El Espectador, 25-10-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-383298-el-proximo-4-de-diciembre-inicia-juicio-contra-sabas-pretelt-de). Durán, Diana; Laverde, Juan, “Peligra la yidispolítica”, El Espectador, 25-10-12 (ver en: www.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-345707-peligra-yidispolitica).

188 “Yidis Medina pidió que la citen en proceso por las `chuzadas´”, El Tiempo, 25-10-12 (ver en: www.eltiempo.com/politica/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12334802.html).

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contra la humanidad. Innumerables testimonios lo vinculan directamente con destacados

narcotraficantes y, consecuentemente, con sus crímenes masivos y sistemáticos; ex miembros de la

Fuerza Pública y ex paramilitares lo acusan de formar escuadrones de la muerte, el mismo tipo de

imputación por la que decenas de sus correligionarios ya han acabado en prisión o están siendo

juzgados; su política de incentivar las bajas en la guerrilla provocó miles de ejecuciones

extrajudiciales de civiles a manos del Ejército, y como máximo responsable de los servicios de

inteligencia del Estado tendría que responder penalmente por la persecución planificada desatada

contra los opositores a su régimen, tanto internamente como más allá de la frontera colombiana.

Tal vez para garantizarse la inmunidad -especialmente en el exterior porque en el país está

asegurada-, trató de ser reelegido por tercera vez. Su fracaso lo intentó compensar proponiendo

como sucesor a quien fuera su ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Pero el delfín -miembro de

una de las familias más poderosas del país- cambió en el discurso “seguridad” por “prosperidad

democrática” y se ha distanciado de su antecesor para tratar de hacer olvidar su implicación con

Uribe y presentarse a sí mismo como la opción de centro derecha. Esto ha ocasionado que durante

el Gobierno de Santos se hayan destapado continuamente casos de corrupción de la etapa de Uribe y

muchos de sus colaboradores han sido encarcelados o están siendo procesados. Incluso, sus dos

hijos, Tomás y Jerónimo Uribe Moreno, están siendo investigados por las denuncias de un ex jefe

paramilitar que les acusa de haber influido para que su grupo obtuviera la concesión de la

explotación turística de un parque natural189.

2. VÍNCULOS CON EL NARCOTRÁFICO

2. 1 Lazos familiares

El entorno familiar de Álvaro Uribe se entronca con personajes vinculados al tráfico de

drogas. Su madre, Laura Vélez, era prima segunda de Fabio Ochoa, patriarca de una de las familias

del cartel de Medellín190, y su esposa, Lina Moreno, era hija de Darío Moreno, quien fue señalado 189 “Lo que ha dicho `el Canoso´sobre los hermanos Uribe”, Verdad abierta (ver en: verdadabierta.com/nunca-

mas/asesinatos/union-patriotica/3448-lo-que-ha-dicho-el-canoso-sobre-los-hermanos-uribe).190 Contreras, Joseph, Biografía no autorizada de Alvaro Uribe Velez (El Senor de las Sombras), Bogotá, La Oveja

Negra, 2002, p. 48.

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de ser “socio” de Marta María Upegui, procesada por enviar cocaína a Estados Unidos en los años

ochenta191. Pero además de este parentesco, su padre, Alberto Uribe Sierra, ha sido acusado

directamente de estar implicado en el narcotráfico.

Alberto Uribe fue asesinado el 14 de junio de 1983 en un ataque armado que “algunos, entre

ellos el candidato, atribuyen a las Farc, y otros a ajustes de cuentas del narcotráfico”, aseguraba el

periodista Joseph Contreras en la investigación que hizo en 2002 sobre el candidato presidencial

Álvaro Uribe192. Quince años atrás, Alberto Uribe ya había sido reseñado como “un reconocido

narcotraficante” que “estuvo detenido en una ocasión para ser extraditado, pero Jesús Aristizabal

Guevara, entonces secretario de Gobierno de Medellín, logró que lo pusieran en libertad”193. No

hay pruebas documentales de estas denuncias, pero existen abundantes evidencias de las excelentes

relaciones que mantenían los Uribe con poderosos personajes de Medellín que comenzaban a

amasar una inmensa fortuna proveniente de la transformación de la hoja de coca en cocaína. Fabio

Ochoa se refería en estos téminos a Alberto Uribe y sus hijos:

“Alberto Uribe debía ser el Ministro de Agricultura de por vida, pues este sí ha palpado, vivido y

sufrido los problemas del campo, (...) la violencia, etc., (...); su hijo Álvaro es otro exponente de talla

presidencial y Santiago ni se diga, y con El Pecoso que se tengan [sic], fue el que más le heredó. (...)

A Alberto sí se le puede decir paisa, liberal y macho”194.

El día en que fue asesinado en una de la veintena de fincas agropecuarias que poseía, su hijo

Santiago resultó herido en el enfrentamiento y otro de los grandes capos del cartel, Pablo Escobar,

ofreció su helicóptero para que fuera rescatado. El propio Álvaro Uribe se subió a la aeronave y

aunque ha negado que conociera al propietario, “el permiso especial fue otorgado por la Aerocivil, a

petición del ex director de esta dependencia y ex alcalde de Medellín, Álvaro Uribe Vélez”, publicó

191 Castillo, Fabio, Los jinetes de la cocaína, Editorial Documentos Periodísticos, 1987, p. 35.192 Contreras, Joseph, Biografía no autorizada de Alvaro Uribe Velez (El Senor de las Sombras), Bogotá, La Oveja

Negra, 2002, p. 32.193 Castillo, Fabio, Los jinetes de la cocaína, Editorial Documentos Periodísticos, 1987, p. 33.194 Contreras, Joseph, Biografía no autorizada de Alvaro Uribe Velez (El Senor de las Sombras), Bogotá, La Oveja

Negra, 2002, p. 33.

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el diario El Mundo de Medellín al día siguiente del suceso. Al entierro de Alberto Uribe asistió el

presidente Belisario Betancur “y buena parte de la crema y nata de la sociedad antioqueña, en

medio de veladas protestas de quienes conocían sus vínculos con la cocaína”195. Un año después, en

una de las operaciones antidroga de mayor envergadura realizada contra el cartel de Medellín, la

policía se incautó en la finca Tranquilandia de un helicóptero de Alberto Uribe: el mismo en el que

viajó a su finca el día que lo asesinaron. Uno de sus hijos, Jaime Uribe, aseguró que había entregado

el helicóptero en pago de una deuda contraída por su padre, pero inexplicablemente apareció en el

complejo cocalero junto a otras cuatro aeronaves y 18 toneladas de cocaína196.

Precisamente este hermano menor de Álvaro Uribe ya fallecido, conocido con los alias de

Arepa o El Pecoso -como lo llamaba Fabio Ochoa-, también ha sido relacionado en varias ocasiones

con el mundo del narcotráfico. Jaime Uribe fue detenido en 1986 en la IV Brigada de Medellín

porque desde su teléfono se hicieron llamadas a Pablo Escobar; el asunto fue archivado, según el ex

presidente, porque “en los días en que aparecían esas llamadas, él estaba sin voz, interno en una

clínica, con el problema de cáncer de garganta que lo mató”197. Sin embargo, otros hechos

demuestran las relaciones peligrosas que mantuvo el menor de los Uribe. El pasado mes de junio se

supo que Dolly Cifuentes Villa y Ana María Uribe Cifuentes, compañera e hija, respectivamente, de

Jaime Uribe, están acusadas en Estados Unidos de tráfico de cocaína y lavado de activos en

sociedad con Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, El Chapo Guzman, jefe del cartel mexicano de

Sinaloa198. Ambas mujeres formaron parte del clan Cifuentes Villa que introdujo 30 toneladas de

cocaína en Estados Unidos entre 2009 y 2011, y lavaron dinero procedente del tráfico de drogas en

varios países. Esta familia se inició en el negocio a través de la Oficina de Envigado, la estructura

creada por Pablo Escobar para gestionar todas sus actividades ilegales; incluso uno de los

hermanos, Francisco Cifuentes, fue piloto de confianza de El Patrón. En 1999 se aliaron con los

195 Castillo, Fabio, Los jinetes de la cocaína, Editorial Documentos Periodísticos, 1987, p. 33.196 “Las naves de Tranquilandia”, El Tiempo, 23-4-02 (ver en: www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1367359).197 “Uribe responde a las incógnitas negras” , El Tiempo, 21-4-02 (ver en:

www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1370254)198 Guillén, Gonzalo, “Sobrina y cuñada de Álvaro Uribe apresadas en Colombia con fines de extradición a EE.UU. por

ser `socias y aliadas estratégicas´ del cartel de Sinaloa, según la DEA”, Arco Iris, 9-6-12, (ver en: www.arcoiris.com.co/2012/06/sobrina-y-cunada-de-alvaro-uribe-apresadas-en-colombia-con-fines-de-extradicion-a-ee-uu-por-ser-socias-y-aliadas-estrategicas-del-cartel-de-sinaloa-segun-la-dea/).

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grupos paramilitares de la familia Castaño y, además de organizar conjuntamente el envío de

cocaína, les facilitaron armamento y municiones199; varios ex paramilitares han asegurado que en

aquellos años mantenían una “buena relación” con Jaime Uribe200.

Dolly Cifuentes, alias La Memo, fue extraditada a Estados Unidos el pasado 7 de agosto, pero

su hija continúa libre a pesar de estar incluida en la lista estadounidense de “Narcotraficantes

Especialmente Designados”201. Álvaro Uribe atribuyó el vínculo de su hermano con estas dos

mujeres a una “relación sentimental diferente” a la de su matrimonio; no obstante, la “relación” fue

duradera ya que diez años después de nacer Ana María, Jaime y Dolly tuvieron otro hijo202.

2. 2 El “muchacho bendito” de Escobar

En los poco más de 28 meses que Álvaro Uribe permaneció al frente del departamento de

Aeronáutica Civil, entre 1980 y 1982, se concedieron 2.242 licencias, casi la misma cantidad que

las otorgadas en los 35 años anteriores (2.339), “con el agravante [sic] que muchísimas de esas

licencias, como 200, quedaron en manos del cartel de Medellín”, denunció el periodista Ignacio

Gómez en 2002 al recibir el premio internacional de Libertad de Prensa del Comité para la

Protección de los Periodistas203. Gómez y otros periodistas que desvelaron en 2002 el pasado del

entonces candidato a la Presidencia tuvieron que exiliarse por las amenazas recibidas.

Lo mismo le pasó a Virginia Vallejo, ex famosa presentadora de la televisión colombiana y ex

amante de Pablo Escobar, cuando en 2007 se le ocurrió divulgar las confidencias que en su día le

hizo el capo. Ese año publicó el libro Amando a Pablo. Odiando a Escobar, en el que acusa, con

199 “Las armas que los `narcos´ regalaron a los hermanos Castaño”, Verdad abierta, 5-9-12 (ver en: www.verdadabierta.com/component/content/article/4207-las-armas-que-los-narcos-regalaron-a-los-hermanos-castano).

200 “Hermano de ex presidente Uribe sí tuvo relación con `paras´: Hasbún”, Verdad abierta, 18-5-11 (ver en: www.verdadabierta.com/bandera/3254-hermano-de-ex-presidente-uribe-si-tuvo-relacion-con-paras-hasbun).

201 Embajada de los Estados Unidos en Colombia, Departamento del Tesoro actúa contra organización narcotraficante colombiana, 21-9-01 (ver en spanish.bogota.usembassy.gov/pr_sept21_01.html). “Sobrina de Álvaro Uribe no está pedida en extradición”, El Tiempo, 14-6-12 (ver en: www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-11947868.html). “Dolly Cifuentes Villa ya fue extraditada a EE.UU.”, Semana, 7-8-12 (ver en: www.semana.com/nacion/dolly-cifuentes-villa-extraditada-eeuu/182261-3.aspx).

202 Guillén, Gonzalo, “Hermano de Uribe tuvo otro hijo con Dolly Cifuentes diez años después de la primera hija”, Arco Iris, 13-6-12, (ver en: www.arcoiris.com.co/2012/06/hermano-de-uribe-tuvo-otro-hijo-con-dolly-cifuentes-diez-anos-despues-de-la-primera-hija/).

203 Calvo, Hernando, Colombia, laboratorio de embrujos Democracia y terrorismo de Estado, Madrid, Akal-Foca, 2008.

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nombres y apellidos, a los más destacados políticos colombianos que se dejaron comprar por los

narcotraficantes y “menciona tres nombres como los narcopresidentes: Alfonso López Michelsen,

Ernesto Samper y Álvaro Uribe”204. Un día Pablo Escobar le explicó con todo detalle las razones

por las que “idolatraba” a Uribe y lo consideraba un “bendito”:

“–Mi negocio y el de mis socios es el transporte, a cinco mil dólares por kilo asegurado (…) y está

construido sobre una sola base: las pistas de aterrizaje y los aviones y helicópteros. Ese muchacho

bendito, con ayuda del subdirector César Villegas, nos concedió docenas de licencias para las

primeras y centenares para los segundos. Sin pistas y aviones propios, todavía estaríamos trayendo la

pasta de coca en llantas desde Bolivia y nadando hasta Miami para llevarle la mercancía a los gringos.

Gracias a él es que yo estoy enterado de todo lo que pasa en la Aeronática Civil en Bogotá y en el

aeropuerto de Medellín, porque su sucesor quedó entrenado para colaborarnos en lo que se nos

ofrezca (…). Su padre Arturo [sic] es uno de los nuestros, y si un día algo se nos llegara a atravesar a

Santofimio y a mí en el camino a la presidencia, ese muchacho sería mi candidato”205.

César Villlegas fue jefe de Planeación de Aeronática Civil en tiempos de Uribe, enfrentó tres

procesos abiertos por la Procuraduría por “expedición irregular de licencias de vuelo para empresas

de narcotraficantes”, cumplió cinco años de cárcel por su implicación en la financiación del cartel

de Cali a la campaña de Ernesto Samper y fue asesinado el 4 de marzo de 2002, la víspera del día

que tenía previsto entrevistarse con un funcionario de la Embajada de EE UU “para hablar, entre

otros temas, sobre Uribe”206. Alberto Santofimio, ex ministro de Justicia, cumple pena de 24 años

por ser el autor intelectual del asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán en 1989207.

Virginia Vallejo también recoge en su obra testimonios que dan cuenta de la relación entre

Escobar y los Uribe. Así, asegura que su novio Aníbal Turbay le explicó que Escobar tenía “–(…) 204 Relea, Francesc, “El narcoestado soñado por Escobar tiene más vigencia que nunca”, El País, 14-10-07 (ver en:

elpais.com/diario/2007/10/14/internacional/1192312810_850215.html).205 Vallejo, Virginia, Amando a Pablo, odiando a Escobar, Bogotá, Random House Mondadori, 2007, pp 111-112.206 Contreras, Joseph, Biografía no autorizada de Alvaro Uribe Velez (El Senor de las Sombras), Bogotá, La Oveja

Negra, 2002, pp. 20-23. “Asesinado en Bogotá César Villegas”, El Tiempo, 5-3-02 (ver en: www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1366692).

207 “Santofimio pagará 21 años de cárcel pendientes por crimen de Galán”, El Tiempo, 31-8-11 (ver en: www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-10266706.html).

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al tipo clave en la Dirección de la Aeronáutica Civil, un muchacho joven hijo de uno de los

primeros narcos... un tipo Uribes [sic] primo de los Ochoa... Álvaro Uribe, me parece”208. En otra

ocasión, un conocido de Aníbal le contó a Virginia algo similar: “–Te vi con los muchachos de

Pablo Escobar y conversando con Álvaro Uribe Vélez. ¡Sin él, Pablo no sería archimillonario; y sin

Pablo, Alvarito no sería senador!”; ese mismo día, Virginia se había encontrado con Uribe en el

aeropuerto, “conversamos durante algunos minutos, y cuando se despide con un afectuoso abrazo

les dice a los muchachos de Pablo [Escobar]: `–Y ustedes dos, ¡me saludan al Patrón!´”209. La ex

presentadora, en una entrevista para promocionar su libro, explicó que “Pablo quería mucho a

Alvarito (...). Cuando las FARC mataron al padre de Uribe en un intento de secuestro, Pablo les

envió un helicóptero para recoger los restos. (...). Sintió mucho aquella muerte”210.

Un año después de la salida de Álvaro Uribe Vélez de la dirección de Aeronáutica, el Consejo

Nacional de Estupefacientes, presidido por el ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, ordenó a

ese departamento “suspender los vuelos de naves de narcotraficantes”211. El investigador Fabio

Castillo explica en su obra Los jinetes de la cocaína que:

“Siendo Rodrigo Lara, Ministro de Justicia, ordenó paralizar 30 aeronaves a los Ochoa. 10 a Pablo

Escobar. 10 a Gonzalo Rodríguez Gacha y cuatro a Carlos Ledher Rivas. Y sin embargo dijo que sólo

se había inmovilizado una pequeña parte de la gran flota aérea de los narcotraficantes de Medellín”212.

Esta decidida actuación contra los narcos, que se sumaba a la operación en Tranquilandia, le

costó la vida al ministro Lara Bonilla. El cartel de Medellín ordenó asesinarle el 30 de abril de

1984. Veintitrés años después se divulgaron nuevos documentos que involucrarían a la familia

Uribe en el magnicidio. El 9 de diciembre de 2007, el periodista Gerardo Reyes publicaba en el

208 Vallejo, Virginia, Amando a Pablo, odiando a Escobar, Bogotá, Random House Mondadori, 2007, p. 48.209 Vallejo, Virginia, Amando a Pablo, odiando a Escobar, Bogotá, Random House Mondadori, 2007, p. 326.210 Relea, Francesc, “El narcoestado soñado por Escobar tiene más vigencia que nunca”, El País, 14-10-07 (ver en:

elpais.com/diario/2007/10/14/internacional/1192312810_850215.html).211 Contreras, Joseph, Biografía no autorizada de Alvaro Uribe Velez (El Senor de las Sombras), Bogotá, La Oveja

Negra, 2002, p. 11.212 Castillo, Fabio, Los jinetes de la cocaína, Editorial Documentos Periodísticos, 1987, p. 36.

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diario El Nuevo Herald el testimonio que rindió Cecilia Lara, hermana del ministro asesinado, en

julio de 1984 ante el juez 77 de Instrucción Criminal de Bogotá. Cecilia contó que semanas antes

del crimen, su hermano se quejaba de la infiltración del narcotráfico en todos los sectores de la

sociedad y citó como ejemplo a Álvaro Uribe y a su padre, “Dijo que lo de Tranquilandia era muy

grave y comprometía a gente muy importante de la política del país, que el helicóptero que habían

cogido en Tranquilandia era del papá de Álvaro Uribe Vélez”. Además, en la noticia se recogía

también el testimonio que aportó el coronel de la Policía, Jaime Ramírez, coordinador de la

operación contra Tranquilandia, sobre una conversación que tuvo con el ministro:

“`Me manifestó que si a él le hacían un atentado iban a ser los que eran propietarios de lo cogido en

Yarí [selva donde se encontraba Tranquilandia] cuando se descubrieron los laboratorios de cocaína. Le

pedí una mayor explicación y él me dijo: `Sí, los dueños del helicóptero y los aviones que ustedes

cogieron en el Yarí´”213.

La hermana de Lara Bonilla ratificó al periodista los términos de su declaración judicial y

añadió: “Yo creo que él sí tenía muchas dudas de Uribe [Vélez]. Él nos las manifestó claramente”.

Rodrigo Lara Restrepo, un hijo del ministro Lara Bonilla que dirigía el Programa Anticorrupción

de la Presidencia de Álvaro Uribe, presentó su dimisión dos días después de conocerse estos

testimonios.

La oficina de prensa de Presidencia dijo que las informaciones del periódico eran producto de

individuos que quieren desacreditar a Colombia “e injuriar a sus autoridades legítimas”, y aportó

una copia de una publicidad en la que se aseguraba que el helicóptero fue vendido por los Uribe

antes de ser incautado por la policía214. Tulio Manuel Castro Gil, el juez que acusó a Pablo Escobar

del crimen, fue asesinado en julio de 1985; al coronel Ramírez lo mataron en noviembre de 1986.

213 Reyes, Gerardo, “Cabos sueltos en la muerte de Lara Bonilla”, El Nuevo Herald, 9-12-07 (ver en: www.elnuevoherald.com/2007/12/09/128221/cabos-sueltos-en-la-muerte-de.html).

214 “El zar anticorrupción Rodrigo Lara insiste en que su renuncia obedeció a `motivos personales´”, Semana, 12-12-07 (ver en: www.semana.com/wf_ImprimirArticulo.aspx?IdArt=108304).

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2. 3 Fichado por el Pentágono

El 2 de agosto de 2004, National Security Archive (NSA), una prestigiosa organización que

ha logrado que Estados Unidos desclasifique documentos clave para conocer la implicación de

distintos gobiernos estadounidenses y otros en graves violaciones a los derechos humanos -golpe

de Pinochet contra Salvador Allende, guerra sucia en Guatemala-, difundió un informe del

Pentágono de 1991 en el que se señala a Álvaro Uribe Vélez como colaborador del cartel de

Medellín y amigo de Pablo Escobar:

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“82. Álvaro Uribe Vélez – Un político colombiano y senador dedicado a colaborar con el cartel de

Medellín a altos niveles gubernamentales. Uribe ha sido vinculado a negocios relacionados con

drogas en Estados Unidos. Su padre fue asesinado en Colombia debido a sus conexiones con los

traficantes de drogas. Uribe ha trabajado para el cartel de Medellín y es amigo personal cercano de

Pablo Escobar Gaviria. Él ha participado en la campaña política de Escobar para ganar el puesto de

parlamentario suplente de Jorge Ortega. Uribe ha sido uno de los políticos que desde el Senado ha

atacado todas las formas del Tratado de Extradición”215.

El informe, fechado el 23 de septiembre de 1991 por la US Defense Intelligence Agency

(DIA), incluye una lista de 106 nombres de “los más importantes narcoterroristas colombianos

contratados por los carteles de las drogas colombianos para la seguridad, transporte, distribución,

cobro y ejecución de las operaciones de narcotráfico tanto en Estados Unidos como en Colombia”,

según consta en el propio documento, al que se puede acceder a través de la web de NSA. Además

asegura que “estos individuos también son contratados como sicarios para asesinar a individuos

señalados por los `Extraditables´, o líderes del narcotráfico y realizar actos terroristas (...)”216.

Álvaro Uribe aparece con el número 82, en la misma página que Pablo Escobar (nº. 79) y Yair Klein

(nº. 80), el mercenario israelí que entrenó a los primeros grupos paramilitares217.

Aunque en la cabecera del reporte figura que se trata de información “no evaluada

totalmente” también se especifica que se contó para su elaboración con la colaboración de “otras

agencias”. El director del Proyecto Colombia de NSA, Michael Evans, manifestó que se desconoce

la credibilidad que se le dio al informe, pero “funcionarios de inteligencia creyeron que el

215 Traducción no oficial de la información original que se puede consultar en National Security Archive, U. S. intelligence listed colombian president Uribe among“important colombian narco-traffickers” in 1991, 2-8-04, (ver en: www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB131/index.htm).

216 National Security Archive, U. S. intelligence listed colombian president Uribe among“important colombian narco-traffickers” in 1991, 2-8-04, (vere en: www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB131/index.htm).

217 Yair Klein declaró recientemente, en el proceso judicial contra un ex jefe paramilitar, que un hacendado “que posteriormente fue Presidente de Colombia” aportó dinero para los entrenamientos, que fueron conocidos y apoyados por el Ministerio de Agricultura, el Ejército y el DAS (servicio de inteligencia colombiano), en “`Un financiador de entrenamiento a `paras´ luego fue Presidente de Colombia´”, Vanguardia Liberal, 13-11-12 (ver en: www.vanguardia.com/actualidad/colombia/183014-un-financiador-de-entrenamiento-a-paras-luego-fue-presidente-de-colombia).

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documento era suficientemente serio e importante para enviárselo a analistas en Washington”;

Michael Evans puntualizó que “la nota que dice que la `información de inteligencia no ha sido

evaluada totalmente´ también es estándar en cualquier informe de información de inteligencia, no

busca hacer ningún énfasis”, mientras que el hecho de que hubiera coordinación con otras agencias

“no es lo acostumbrado. Lo que eso sugiere es que esa información tuvo un análisis preliminar, se

realizó un esfuerzo adicional”218.

Incluso antes de que el contenido del informe fuera ampliamente divulgado en la prensa

internacional -Newsweek, New York Times, Los Angeles Times, Associated Press-, Presidencia de

Colombia emitió un comunicado en el que destacó que la información “no fue evaluada”, negó que

Uribe tuviera negocios en el extranjero, afirmó que a su padre lo asesinaron las FARC al intentar

secuestrarle y aseguró que el presidente defiende la extradición219; sin embargo, “no refutó lo que a

mí me parecen los puntos más importantes del documento: las asociaciones de Álvaro Uribe con

Pablo Escobar y su trabajo para el cartel de Medellín”220, dijo Michael Evans.

Quien si negó con rotundidad las acusaciones fue el portavoz del Departamento de Estado de

Estados Unidos, Robert Zimmerman: “Rechazamos completamente estas alegaciones sobre el

presidente Uribe. No tenemos información creíble que corrobore o dé sustancia a un reporte no

evaluado que data de 1991”221. Estados Unidos no podía permitir que se cuestionara a su principal

aliado en el continente, sobre todo en aquellos años en que se estaba ejecutando el Plan Colombia

en toda su intensidad.

El escritor colombiano Alfredo Serrano, que ha investigado los crímenes del narcotráfico,

asegura que: “La plataforma mafiosa que montó Escobar, con narcotráfico y paramilitarismo, fue la

misma que llevó a la presidencia a Uribe, toda una herencia de lo que creó este narcotraficante” 222.

218 “La historia detrás del documento de inteligencia que acusó a Uribe”, Semana, 8-8-04 (ver en: www.semana.com/on-line/historia-detras-del-documento-inteligencia-acuso-uribe/80818-3.aspx).

219 “Texto del comunicado de la Casa de Nariño”, Semana (ver en: m.semana.com/on-line/texto-del-comunicado-casa-narino/80849-3.aspx).

220 “La historia detrás del documento de inteligencia que acusó a Uribe”, Semana, 8-8-04.221 “Departamento de Estado de E. U. rechaza documento que vincula a Álvaro Uribe con narcotráfico”, El Tiempo, 2-

8-04 (ver en: mx.groups.yahoo.com/group/trasfondo/message/1076).222 “Escobar no ha muerto: Alfredo Serrano”, El Espectador, 6-7-12, (ver en:

www.elespectador.com/impreso/unchatcon/articulo-357840-escobar-no-ha-muerto-alfredo-serrano).

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3. VÍNCULOS CON EL PARAMILITARISMO

3. 1 Uribistas procesados por “parapolítica”

Un día después de las elecciones al Congreso de marzo de 2002, el comandante paramilitar

Salvatore Mancuso anunció su éxito electoral: “Podemos afirmar, en tal sentido y con los datos a la

mano, que la meta original del 35% ha sido largamente superada y constituye un hito en la historia

de las AUC”223. En las legislativas de 2006 muchos de los que formaban parte de ese porcentaje de

representación parlamentaria obtenido cuatro años antes fueron reelegidos en las listas de los

partidos que apoyaban a Uribe. La actuación de la Corte Suprema y las confesiones de los

paramilitares que se acogieron a la ley de Justicia y Paz han vinculado a 199 congresistas a

investigaciones judiciales por sus presuntos nexos con grupos paramilitares; de ellos, 40 han sido

condenados, nueve absueltos, nueve están en etapa de juicio y el resto se encuentra en la fase de

investigación preliminar224.

Los procesos de la parapolítica, como se conocen en Colombia, están sacando a la luz los

acuerdos que alcanzaron importantes líderes políticos -siete de los diez presidentes del Senado han

sido acusados- con los jefes paramilitares para beneficiarse mutuamente en el terreno político,

económico y electoral. Los candidatos lograban financiación y proselitismo armado para sus

campañas y las autodefensas obtenían apoyo político, recursos públicos y medios para lavar sus

ingresos procedentes del narcotráfico. Ocho de cada diez investigados por parapolítica pertenecían

a los partidos de la coalición uribista225. Con muchos de ellos, Álvaro Uribe compartió campañas

electorales e incluso formó movimientos políticos. A continuación, se exponen algunos ejemplos.

Las carreras políticas de Álvaro Uribe Vélez y su primo hermano Mario Uribe Escobar

estuvieron unidas hasta que en 2008 este último ingresó en prisión “por el delito de concierto para

delinquir consistente en concertarse para promover grupos armados al margen de la ley

223 “El jefe paramilitar Mancuso afirma que controlan el 35 por ciento de los diputados surgidos de las legislativas”, Equipo Nizkor, 12-3-02 (ver en: www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/mancuso.html).

224 Misión de Observación Electoral, Tabla de Congresista investigados por parapolítica (actualizada a Octubre 19 de 2012), (ver en: moe.org.co).

225 López, Claudia (coord.), y refundaron la patria... De cómo mafiosos y políticos reconfiguraron el Estado colombiano, Bogotá, Random House Mondadori, 2010, p. 51.

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(autodefensas o paramilitares)”226. La Corte Suprema dio credibilidad al testimonio del

desmovilizado Jairo Castillo, quien afirmó que el senador Mario Uribe les “sugirió” que

presionaran a los dueños de varias fincas en el departamento de Córdoba para poder comprar

“tierras baratas”227. También se consideró válida la declaración de Mancuso asegurando que se

reunió con Mario Uribe para tratar sobre respaldos electorales. Cuando la Fiscalía ordenó su

detención, el senador solicitó asilo político en la Embajada de Costa Rica, pero le fue denegado.

En 1984, los dos primos -Uribe Vélez era concejal de Medellín y Uribe Escobar diputado de

la Asamblea de Antioquia- fundaron el movimiento liberal Sector Democrático, en cuyas filas fue

elegido senador el ex presidente. En los años posteriores, Mario Uribe fue un destacado miembro

de las campañas de su primo para acceder a la Gobernación y a la Presidencia de Colombia, y en

2003 creó el partido Colombia Democrática: todos sus congresistas fueron procesados por

parapolítica. Además de afinidades ideológicas, los dos políticos comparten acusaciones de

vínculos con el narcotráfico: “El varias veces senador [Mario] Uribe fue amigo incondicional de

Pablo Escobar, lo visitó en la represa El Peñol cuando el capo estaba `en la clandestinidad´, y lo

previno en alguna oportunidad para que lograra eludir la acción de la justicia”228.

La primera candidatura presidencial de Álvaro Uribe se comenzó a perfilar en 1999 con su

participación en diversos eventos y homenajes. El 29 de abril fue el principal orador en el acto

organizado en Bogotá por dirigentes políticos y empresariales de los sectores más reaccionarios

para “desagraviar” a los generales Rito Alejo del Río y Fernando Millán, llamados a retiro por las

acusaciones de colaboración con los paramilitares. En presencia del presidente del gremio de

ganaderos, Jorge Visbal, el candidato elogió al general Del Río, quien había sido comandante de la

Brigada XVII que opera en Antioquia cuando Uribe fue gobernador del departamento: “Urabá lleva

30 años de guerrilla y varios de paramilitares. Se acusó al general Del Río, que se jugó a favor de la

paz. (…) Un buen ejemplo para los soldados y policías de Colombia (...) ¡Qué mala retribución da

226 “Presidente Uribe no dio opinión a Óscar Arias sobre solicitud de asilo del ex senador Mario Uribe”, El Tiempo, 22-4-08 (ver en: www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4115547).

227 Cepeda, Iván; Rojas, Jorge, A las puertas de El Uberrimo, Bogotá, Debate, 2008, pp. 150-151.228 Contreras, Joseph, Biografía no autorizada de Alvaro Uribe Velez (El Senor de las Sombras), Bogotá, La Oveja

Negra, 2002, p. 61.

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el Estado a unos generales inspirados en el amor a la Patria!”229. Una vez elegido presidente,

nombró al general como asesor en asuntos de seguridad y al líder ganadero, embajador en Perú.

Como se mencióno en el capítulo II, el general Del Río ha sido condenado a 27 años de cárcel por

el asesinato de un campesino en 1997 y por su implicación con los grupos paramilitares230. Visbal

está siendo procesado por acordar acciones con las AUC para su expansión territorial y por haber

buscado su apoyo para la reelección de Uribe en 2006231.

En la campaña de 2002, Miguel Alfonso de la Spriella y Eleonora Pineda, candidatos al

Senado y a la Cámara de Representantes, respectivamente, por Colombia Democrática fueron los

principales aliados de Uribe en el departamento de Córdoba, donde los jefes paramilitares tenían

sus bases. De la Spriella era amigo personal de Uribe -apadrinó a su hija- y fue el primer

congresista en anunciar el apoyo a su candidatura. Él y Pineda formaron parte del nutrido grupo de

políticos que el 23 de abril de 2001 firmaron con cuatro comandantes de la cúpula de las AUC el

conociddo como Pacto de Ralito, un “nuevo contrato social” para “refundar la patria”: los primeros

defenderían un proceso de negociación que otorgara reconocimiento político a los paramilitares y

éstos garantizaban que el control que ejercían en sus áreas de influencia se tradujera en votos232. En

virtud de este acuerdo, De la Spriella y Pineda asumieron convertirse en los candidatos de las AUC

en 2002. Informaron de esta situación al entonces candidato Uribe y, “simplemente, guardó un

profundo silencio”, aseguró el ex congresista en el proceso que se le abrió por parapolítica; no

obstante, las autodefensas financiaron gastos de la campaña -como la compra de 50.000 camisetas-

y “supuestamente manejaron toda la logística de transporte y seguridad, incluidas las giras de Uribe

en Córdoba”, dijo el político procesado233.

229 Cepeda, Iván; Rojas, Jorge, A las puertas de El Uberrimo, Bogotá, Debate, 2008, pp. 76-77. Restrepo, Juan, “¿Y qué piensa hoy el presidente Uribe del general Rito Alejo?” , Semana, 14-9-08 (ver en: www.semana.com/opinion/piensa-hoy-presidente-uribe-del-general-rito-alejo/115536-3.aspx).

230 Un ex coronel de la Brigada XVII, que en su día denunció al general por su pasividad frente a las AUC, asegura que “Del Río mantenía informado a Uribe de todas las cosas”, en “`Del Río mantenía informado a Uribe´: Ex coronel Velásquez”, Verdad abierta, 27-8-12 (ver en: verdadabierta.com/component/content/article/165-hablan-las-victimas/4181-del-rio-mantenia-informado-a-uribe-excoronel-velasquez/).

231 “A jucio Jorge Visbal Martelo por `parapolítica´” , El Espectador, 17-8-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-368268-juicio-jorge-visbal-martelo-parapolitica). “A juicio exembajador Jorge Visbal por presuntos nexos con `paras´”, El Tiempo, 17-8-12 (www.eltiempo.com/justicia/a-juicio-jorge-visbal-por-presuntos-nexos-con-paramilitares_12138342-4).

232 Cepeda, Iván; Rojas, Jorge, A las puertas de El Uberrimo, Bogotá, Debate, 2008, pp. 83-87.233 Orozco, Cecilia, “`Fuimos voceros de Mancuso´”, El Espectador, 6-10-12 (ver en:

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De la Spriella fue condenado a tres años y siete meses de prisión y Pineda a siete, “todos los

que terminamos en la cárcel estábamos allí porque teníamos vínculos con las autodefensas. Pero

ellas nos apoyaron a nosotros y también al doctor Uribe. (…) Éramos unos 35 en total, de los

cuales alrededor de 30 habíamos sido cercanos al gobierno desde la campaña”, aseguró el ex

senador. Los dos ex congresistas ya están libres y, tras sus confesiones, han solicitado a la Fiscalía

que les brinde seguridad; el ex presidente Uribe dijo que los denunciará penalmente234. Otros

responsables de la campaña de Uribe en Córdoba, que luego ocuparon puestos en su Gobierno, han

tenido problemas judiciales: José María Maroso, coordinador regional y posteriomente cónsul en

San Francisco (EE UU), fue acusado de ser testaferro del jefe paramilitar Salvatore Mancuso235; su

tesorero Roger Taboada fue detenido por otorgar millonarias subvenciones a un narcotraficante

cuando dirigió un fondo estatal para el sector agropecuario236.

3. 2 Conformación de grupos paramilitares e implicación en masacres

El pasado verano, el ex jefe de seguidad del presidente Uribe entre 2002 y 2005 se convirtió

en el primer general colombiano en ser extraditado a Estados Unidos por haber recibido unos cinco

millones de dólares entre 2000 y 2008 por colaborar con narcotraficantes y paramilitares237. La

fiscalía de un juzgado del estado de Virginia acusa al general Mauricio Santoyo de recibir sobornos

de la Oficina de Envigado, la estructura creada por Escobar que ha continuado funcionando para

gestionar el negocio del tráfico de drogas de los paramilitares.

Santoyo ya fue investigado a principios de la pasada década por su implicación en la

desaparición de dos integrantes de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos

(ASFADDES) y la interceptación ilegal de unas 1.800 líneas telefónicas de miembros de ONG y

www.elespectador.com/impreso/cuadernilloa/entrevista-de-cecilia-orozco/articulo-379748-fuimos-voceros-de-mancuso). “En 2002 le hablé a Uribe de apoyo de `paras´ a campaña: De la Spriella”, El Tiempo, 25-9-12 (ver en: www.eltiempo.com/justicia/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12252540.html).

234 “`Fuimos voceros de Mancuso´”, El Espectador, 6-10-12. “De la Spriella: `Fui puente entre Uribe y AUC para negociación de Ralito´”, Verdad abierta, 25-9-12 (ver en: www.verdadabierta.com/component/content/article/63-nacional/4232-de-la-espriella-y-pineda-eran-el-enlace-de-los-paras-con-uribe-mancuso).

235 “¿Quiénes aparecen en la caleta de Mancuso?” , Cambio, 2-11-08 (ver en: www.cambio.com.co/paiscambio/780/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR_CAMBIO-4254264.html).

236 Cepeda, Iván; Rojas, Jorge, A las puertas de El Uberrimo, Bogotá, Debate, 2008, pp. 78-79.237 Peña, Andrea, “Un exjefe de seguridad de Uribe acusado de narcotráfico se entrega a EE UU”, El País, 4-7-12 (ver

en: internacional.elpais.com/internacional/2012/07/04/actualidad/1341362052_217464.html).

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políticos de la izquierda en Medellín. El caso fue archivado, Álvaro Uribe lo nombró jefe de

seguridad, ascendió a general y en 2008 fue enviado a Italia como agregado de la embajada

colombiana238. Durante esos años, “Santoyo trabajaba de la mano con las autodefensas, con el

comandante Castaño y con todos nosotros”, declaró el ex comandante paramilitar Salavatore

Mancuso ante el Tribunal Superior de Bogotá239.

El general, cuyo expediente que forma parte de otras ocho investigaciones en curso en

Estados Unidos contra oficiales colombianos de la Policía y el Ejército, conoció a Uribe cuando era

gobernador en Antioquia y aunque durante cuatro años se ocupó de su protección en la Casa de

Nariño -sede de la Presidencia-, el ex mandatario negó que conociera sus actividades delictivas. Sin

embargo, el representante a la Cámara, Iván Cepeda, ha denunciado que “es abrumador constatar

que el entorno familiar, político e institucional del ex presidente Uribe está totalmente permeado

por el paramilitarismo”240 y ha exigido que Uribe sea investigado por éste y otros casos que hacen

parte de “aparato criminal que operó especialmente en Antioquia, durante dos décadas, y luego

llegó a la Casa de Nariño”. Ni este asunto ni otros sobre acusaciones de haber participado

directamente en la conformación de grupos paramilitares y en masacres, que a continuación se

explicarán, han supuesto hasta ahora ningún tipo de imputación judicial a Álvaro Uribe.

El congresista Cepeda estuvo entrevistando a varios miembros de las AUC en las cárceles de

Colombia y, fundamentándose en las “gravísimas acusaciones” que hicieron contra Álvaro Uribe

Vélez y otros, formuló una denuncia penal ante el Fiscal General de la Nación, Eduardo

Montealegre, el pasado 11 de abril. En el escrito se explica, como antecedentes, que la hacienda

Guacharacas, propiedad de la sociedad de inversiones Uribe Vélez y Cía. S. En C. -donde fue

asesinado el padre de Álvaro Uribe en 1983-, fue escenario de presuntos hechos criminales durante 238 Arrázola, María del Rosario, “Santoyo hablaría de políticos”, El Espectador, 25-8-12 (ver en:

www.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-370071-santoyo-hablaria-de-politicos). “General Santoyo demandó a la Nación por 207 millones de pesos”, El Espectador, 23-8-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-369737-general-santoyo-demando-nacion-207-millones-de-pesos).

239 “Mancuso asegura que Santoyo `trabajaba de la mano con las autodefensas´”, El Espectador, 22-8-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-369479-mancuso-asegura-general-santoyo-trabajaba-de-mano-autodefensas).

240 “Piden que se establezca responsabilidad política de Uribe en caso Santoyo”, El Espectador, 21-8-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/politica/articulo-368988-piden-se-establezca-responsabilidad-politica-de-uribe-caso-santo). “Caso Santoyo hace parte de un aparato criminal: Iván Cepeda”, El Universal, 12-9-12 (ver en: www.eluniversal.com.co/cartagena/nacional/caso-santoyo-hace-parte-de-un-aparato-criminal-ivan-cepeda-90559).

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la década de los noventa. En esa finca se asesinó a dos personas acusadas de financiar a la guerrilla

y se instalaron unos 40 paramilitares que “de ahí salían, por las noches, a matar gente”, según

consta en la declaración del 2 de mayo de 2000 del preso Luis Enrique Serna ante la Unidad

Nacional de Derechos Humanos de la Dirección Nacional de Fiscalías, incluida en la denuncia de

Cepeda; Serma aseguró que el jefe del grupo paramilitar ordenó un día llevar a dos muchachos “al

patrón Álvaro Uribe (…) y nunca se volvió a saber de ellos”241. El propio Serna también fue

desaparecido en 2004.

El ex comandante paramilitar Pablo Hernán Sierra, alias Alberto Guerrero, declaró el 19 de

agosto de 2011 ante Iván Cepeda que:

“el bloque Metro de las Autodefensas fue fundado por Álvaro Uribe Vélez y su hermano

Santiago, en compañía del ganadero Santiago Gallón Henao, condenado por paramilitarismo,

y de los hermanos Luis Alberto y Juan Guillermo Villegas Uribe, también ganaderos y

propietarios de numerosas fincas (…) . La primera base del naciente grupo paramilitar se

ubicó en la hacienda Guacharacas, y de allí (…) salieron los paramilitares que efectuaron dos

masacres en el corregimiento de Providencia y en el casco urbano de San Roque, el 13 de

julio y el 14 de septiembre de 1996”242.

Este escuadrón fue creado inicialmente para enfrentarse a los guerrilleros del ELN que

quemaron la casa principal de la finca Guacharacas y robaron 600 reses y numerosos caballos;

contó con la colaboración de la Convivir El Cóndor, aprobada por el entonces gobernador Álvaro

Uribe y dirigida por Luis Alberto Villegas. Uribe, como gobernador, ofreció una recompensa por la

captura del jefe de los guerrilleros y cuando los paramilitares lo cogieron, “tres días lo tuvieron

amarrado (...) hasta que se hizo presente el gobernador Álvaro Uribe Vélez, quien lo increpó con

241 Fiscal General de la Nación, Ref: Denuncia penal contra Álvaro Uribe Vélez, Santiago Uribe Vélez, Juan Guillermo Villegas Uribe y Santiago Gallón Henao, Bogotá, 11 de abril de 2012 (I. Hechos, parrafos 1, 2, 3).

242 Fiscal General de la Nación, Ref: Denuncia penal contra Álvaro Uribe Vélez, Santiago Uribe Vélez, Juan Guillermo Villegas Uribe y Santiago Gallón Henao, Bogotá, 11 de abril de 2012 (I. Hechos, parrafo 4).

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ira y lo golpeó y luego lo dejó en manos de los paramilitares del Bloque Metro, que procedieron a

ejecutarlo”, afirmó Sierra, quien concluyó su declaración añadiendo que en las dos campañas

presidenciales de Uribe, “todas las estructuras de las AUC recogieron dinero y lo apoyaron

decididamente en las distintas regiones del país”243.

Posteriomente, el 16 de septiembre de 2011, Cepeda se entrevistó en la cárcel con Juan

Guillermo Monsalve, el hijo del administrador de la finca Guacharacas, quien ratificó el testimonio

de Sierra y aportó nuevos datos sobre las acciones del grupo paramilitar, como los crímenes de

numerosos carniceros que compraron las reses robadas, los laboratorios de cocaína que gestionaban

y los robos de gasolina del poliducto. Según Monsalve, Luis Alberto Villegas se ocupaba de los

“negocios” y Álvaro Uribe “estaba encargado (...) de lo `militar´. Además, afirmó que Uribe,

gobernador de Antioquia, realizó movimientos desde su despacho para disminuir la presión de la

fuerza pública contra el narcotráfico en esa región”, tal como se recoge en la denuncia presentada

al Fiscal General. Asimismo, confirmó el respaldo paramilitar a la campaña de Uribe en 2002,

“incluso, en una oportunidad [los paramilitares] trasladaron al candidato Uribe de un municipio a

otro en sus vehículos `porque el helicóptero que esperaba no llegó y necesitaba protección´”. Como

respuesta a estas acusaciones, el ex presidente Uribe denunció al congresista Iván Cepeda.

En Antioquia, el mismo departamento donde está la finca Guacharacas y en las mismas

fechas que operaba el Bloque Metro, tuvo lugar una de las masacres más crueles perpetradas por

los paramilitares en Colombia. El 25 de octubre de 1997, unos doscientos sicarios de las AUC

llegaron a la localidad de El Aro y durante una semana torturaron salvajemente a la población,

robaron ganado, forzaron a desplazarse a sus habitantes y asesinaron a 17 personas. Al tendero del

pueblo, le abrieron con un cuchillo el abdomen, lo castraron y lo dejaron a la vista de todos para

que “escarmentaran” y no siguieran “colaborándole a la guerrilla”244. Francisco Enrique Villalba,

243 Fiscal General de la Nación, Ref: Denuncia penal contra Álvaro Uribe Vélez, Santiago Uribe Vélez, Juan Guillermo Villegas Uribe y Santiago Gallón Henao, Bogotá, 11 de abril de 2012 (I. Hechos, parrafo 4).

244 Giraldo, Carlos, “Un alivio para la pesadilla” , El Colombiano, 18-12-05 (ver en: www.micolombiano.com/BancoConocimiento/U/un_alivio_para_la_pesadilla/un_alivio_para_la_pesadilla.asp?codSeccion=59%E2%80%9D). González, Guillermo, “Álvaro Uribe y la masacre de El Aro”, Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, 5-1-10 (ver en: www.colectivodeabogados.org/Alvaro-Uribe-Velez-y-la-masacre-de).

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alias Cristian Barreto, uno de los asesinos que había trabajado para Pablo Escobar, se entregó poco

después para “aliviar la conciencia” y fue condenado a 33 años de cárcel245. Entonces denunció que

los paramilitares estaban planificando los crímenes de los defensores de derechos humanos

Eduardo Umaña y Jesús María Valle y del humorista Jaime Garzón, pero la justicia no actuó y en

los dos años siguientes fueron asesinadas las tres personas.

Años después Villalba testificó en el proceso de aplicación de la ley de Justicia y Paz y ante

la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes. El ex paramilitar dijo a

los congresistas, el 12 de noviembre de 2008, que hubo una reunión para preparar la masacre de El

Aro en la que participaron los hombres que tenía a su mando, varios comandantes de las AUC y

“Alvaro Uribe y Santiago Uribe”; una vez ejecutada la matanza, el goberandor Uribe, “nos felicitó

y todo, a nosotros... Supe que era Álvaro Uribe porque él se presentó, habló con nosotros y dijo que

la operación habia sido un éxito”246

El ex paramilitar también contó que durante la operación, que pretendía liberar a unos

secuestrados en poder de las FARC, un helicóptero de la Gobenación sobrevoló El Aro. El

comandante de las AUC, Salvatore Mancuso, ratificó la presencia del aparato y la colaboración que

prestó la IV Brigada del Ejército. Después de estas revelaciones, Presidencia informó que había

llegado una carta dirigida a Uribe en la que Villalba se retractaba de sus acusaciones. Sin embargo,

el propio Villalba prometió pruebas de sus acusaciones y negó ser el autor de la carta, aseguró al

informativo de televisión Noticias Uno, que demostró grafológicamente que el ex pramilitar no la

había escrito247. El 23 abril de 2009, Francisco Enrique Villalba fue asesinado, ante su mujer y su

hija, en su casa, donde gozaba de prisión domiciliaria. A pesar del riesgo que corría su vida, no

tenía ningún tipo de protección248.

245 Giraldo, Carlos; Garrido, Miguel, “`Uno se aburre de tanto entierro´”, El Colombiano, 24-8-06 (ver en: www.elcolombiano.com.co/BancoConocimiento/U/uno_se_aburre_de_tanto_entierro/uno_se_aburre_de_tanto_entierro.asp),

246 Behar, Olga, El clan de los Doce Apóstoles, Bogotá, Icono Editorial, 2011, pp. 198-199. 247 “Antes de morir Villalba dijo que nunca se retractó de acusar al Presidente”, Noticias Uno, 25-4-09 (ver en:

www.youtube.com/watch?v=3Aq5BOqHngU).248 “Francisco Villalba, quien denunció a Uribe, advirtió que lo iban a matar”, El Espectador, 29-4-09 (ver en:

www.elespectador.com/impreso/judicial/articuloimpreso138547-francisco-villalba-quien-denuncio-uribe-advirtio-iban-matar).

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En las declaraciones de Villalba en el Congreso, se mencionó a otro de los hermanos Uribe,

Santiago, cuya relación con los paramilitares había sido denunciada tres años antes por el

representante a la Cámara, Gustavo Petro, actual alcalde Bogotá. El ex paramilitar dijo que la

vinculación de Santiago Uribe con la masacre de El Aro se debía a que era el “dueño” de un grupo

paramilitar conocido como Los Doce Apóstoles. En junio de 2005, Petro afirmó que el hermano del

presidente creó y financió ese escuadrón de la muerte, con base de operaciones en su hacienda La

Carolina (Antioquia) y responsable de medio centenar de asesinatos entre 1993 y 1994249. Por esos

hechos, se investigó a Santiago Uribe, pero el proceso fue archivado por falta de pruebas a finales

de la década de los noventa250. La revelación de nuevos testimonios que involucran no sólo a

Santiago sino también a su hermano Álvaro supuso la reapertura del caso en 2010.

Juan Carlos Meneses, ex mayor de la Policía, confesó desde el exilio que estuvo implicado en

los crímenes que cometieron Los Doce Apóstoles, cuyo objetivo fue controlar el negocio del

narcotráfico en la zona, y acusó a Santiago Uribe de dirigir los crímenes y a Álvaro Uribe de

protegerlo de la acción de la justicia. Su historia fue recogida por la periodista Olga Behar en el

libro El clan de Los Doce Apóstoles. En enero de 1994, el teniente Juan Carlos Meneses se dispuso

a relevar al frente del cuartel de la Policía de Yarumal (Antioquia) al capitán Pedro Manuel

Benavides. En el traspaso de funciones, Benavides le informó de la presencia del grupo de

autodefensas en la zona:

“– (…) están haciendo limpieza, usted lo que tiene es que colaborarles [sic]. Vea, Meneses, el jefe de

ese grupo es Santiago Uribe.

Yo me sorprendí mucho.

–¿Cómo así? ¿Santiago Uribe, el hemano del doctor Álvaro Uribe Vélez, el candidato a la

Gobernación de Antioquia?

249 Petro también afirmó que dos primos de los Uribe también lideraron una banda paramilitar conocida como Los Erres, que provocó varias matanzas en poblaciones antioqueñas, en Guillén, Gonzalo, “Acusan a Uribe de proteger a un hermano y a dos primos, presuntamente asesinos”, El Nuevo Herald, 24-6-05 (ver en: www.aporrea.org/actualidad/n62398.html).

250 Guillén, Gonzalo, “Acusan a Uribe de proteger a un hermano y a dos primos, presuntamente asesinos”, El Nuevo Herald, 24-6-05.

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(…)

Benavides no lo podía creer. Es que ya en Antioquia eso era vox populi. Me explica:

–Sí, sí, Santiago es el jefe del grupo. Yo lo voy a llevar para que usted lo conozca, yo vengo

trabajando con él”251.

Pocos días después, Santiago Uribe lo recibió en su finca La Carolina y le pidió que

mantuviera el apoyo de la Policía al grupo que había creado para “limpiar la zona”. Además, le

aseguró que no debía tener ningún temor “–(…) porque esto lo conoce el comandante del

departamento, lo conoce la brigada, lo conoce mi hermano que es político, y él tiene muchos

amigos”. En una posterior visita, le mostró donde se entrenaban “mis muchachos” y la lista de

personas “–(...) que hay que acabar. Usted aliménteme este listado y yo le suministro también

información”, aseguró el ex policía que le pidió Santiago Uribe252. Meneses comenzó a colaborar

con “mucha tranquilidad, porque sabíamos que el que nos protegía y estaba metido en todo era el

futuro gobernador. En esos meses, Álvaro Uribe ganó la Gobernación”.

Una de las primeras acciones atribuidas a Los Doce Apóstoles -nombre inspirado por el

párroco de Yarumal, acusado de instigar los asesinatos- fue la masacre de seis miembros de una

familia vinculada a la Unión Patriótica cometida el 5 de junio de 1990. En los años siguientes se

sucedieron los crímenes de supuestos colaboradores de la guerrilla, pequeños delincuentes,

drogadictos, campesinos que reclamaban tierras... Más de un centenar de muertos dejaron a su

paso por varias poblaciones del norte de Antioquia253. Según Meneses, a la cabeza del grupo estaba

Santiago Uribe, que supervisaba el trabajo del responsable de finanzas -el dinero que aportaban

hacendados, ganaderos y otros poderosos personajes-, del jefe de la red urbana -sicarios del casco

urbano de Yarumal- y del jefe de de la red rural -sicarios que operaban en el resto del municipio y

en otras zonas; la banda recibía unos 2.500 dólares de la época por cada asesinato.

La pasividad de la Fuerza Pública ante los innumerables asesinatos, algunos cometidos a

251 Behar, Olga, El clan de los Doce Apóstoles, Bogotá, Icono Editorial, 2011, pp. 100-101.252 Behar, Olga, El clan de los Doce Apóstoles, Bogotá, Icono Editorial, 2011, pp. 43-44.253 Behar, Olga, El clan de los Doce Apóstoles, Bogotá, Icono Editorial, 2011, p. 269.

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escasos metros de sus dependencias, provocó las denuncias de organizaciones de defensa de los

derechos humanos. La Fiscalía actuó y detuvo a alguno de los ejecutores materiales. Benavides y

Meneses fueron a transmitir su preocupación a Santiago Uribe y éste les reiteró que contaban con

el apoyo de su hermano:

“–Ustedes no se preocupen, mi hermano tiene los mejores amigos allá en Bogotá, y eso no lo vamos

dejar prosperar (…). Yo ya hablé con Álvaro y eso ya está listo. (…) Pero a lo que de verdad sí que

me comprometo con mi hermano es que a ese proceso, sea como sea, lo archivan”254.

Juan Carlos Meneses estuvo procesado en dos ocasiones, acusado de conformación de

grupos paramilitares, porque un policía utilizó su arma reglamentaria en uno de los operativos

conjuntos que realizaron con Los Doce Apóstoles, en el que fueron muertos dos hombres. Pero en

2002 quedó libre de todo cargo, “la juez , en últimas, falló a favor mío, no sé si fue por los escritos

que hizo el abogado, porque en una de nuestras conversaciones él me dijo que gente poderosa le

estaba metiendo mano a ese proceso, porque había intereses para que eso se callara de una vez por

todas”, según confesó a Olga Behar.

Como en ninguna de sus declaraciones judiciales mencionó a los hermanos Uribe, Meneses

se atrevió a pedirle a Santiago que mediara ante su hermano, convertido ya en presidente de

Colombia, para que le cambiara de destino; Santiago Uribe le dijo: “–(...) nosotros a usted le

cumplimos, usted me está diciendo que el proceso lo archivaron. (…) Por favor, no nos vuelva a

llamar. (…) De todas maneras, yo voy a hablar con él, déjeme a ver qué se puede hacer”255. No

hizo nada y Meneses fue trasladado a varios destinos de alto riesgo.

El policía comenzó a pensar que querían deshacerse de él porque muchos de los que habían

pertenecido al grupo de Los Doce Apóstoles o conocían su estructura ya habían sido asesinados,

“todos ellos sabían mucho (…). Ya sabe usted que en estas circunstancias saber demasiado, y sobre

254 Behar, Olga, El clan de los Doce Apóstoles, Bogotá, Icono Editorial, 2011, p. 184.255 Behar, Olga, El clan de los Doce Apóstoles, Bogotá, Icono Editorial, 2011, pp. 210-211.

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todo si se sabe más de la cuenta sobre la familia Uribe, se paga con la vida”256, manifestó a la

periodista Olga Behar.

Finalmente, se retiró de la Policía y empezaron a amenazarlo de muerte (“–Sapo hijueputa, te

vamos a matar (…) –Lo tenemos ubicado, cuídese”). Incluso un abogado le advirtió de que “–(...)

Álvaro Uribe dio la orden, por intermedio de la Casa Militar, de que atentaran contra usted”257.

Esta situación le obligó a exiliarse a Buenos Aires, donde explicó a una comisión de juristas

presidida por el Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, las atrocidades de Los Doce Apóstoles y

sus vínculos con la Fuerza Pública y los Uribe. Meneses les contó que tiene una grabación de la

conversación que mantuvo con el capitán Benavides en 2008 en la que éste acusa a los Uribe: “Si

ese proceso se reabre, yo también voy a decir la verdad, porque yo no voy a pagar por cosas que yo

no he hecho, el responsable de todo eso es Santiago, y Álvaro, yo ya no estoy dispuesto a volver a

la cárcel por ellos”, dijo Benavides.

Después de oír su declaración, los juristas solicitaron a la justicia colombiana que reabriera

las investigaciones258. El 29 de junio de 2010, en la sede del consulado de Colombia en la capital

argentina, Juan Carlos Meneses formuló una denuncia ante el jefe de la Unidad Nacional de

Derechos Humanos de la Fiscalía259. Uribe se defendió de estas acusaciones calificando a Pérez

Esquivel de “idiota útil de los criminales” y su director de Policía, Óscar Naranjo, dijo que

Benavides les había asegurado que un grupo de narcotraficantes le habían ofrecido, a través de

Meneses, “500 millones para declarar en contra del presidente Álvaro Uribe y su hermano” 260.

Aunque el caso se reabrió oficialmente tras la denuncia de Meneses, no se conoce que se hayan

practicado nuevas diligencias.

256 Behar, Olga, El clan de los Doce Apóstoles, Bogotá, Icono Editorial, 2011, p. 81.257 Behar, Olga, El clan de los Doce Apóstoles, Bogotá, Icono Editorial, 2011, pp. 216-219.258 “`Las declaraciones de Meneses tienen fundamentos: Pérez Esquivel´”, Semana, 25-5-10 (ver en:

www.semana.com/nacion/declaraciones-meneses-tienen-fundamentos-perez-esquivel/139366-3.aspx).259 Behar, Olga, El clan de los Doce Apóstoles, Bogotá, Icono Editorial, 2011, pp. 285-294.260 “Uribe llama idiota útil al Nobel Adolfo Pérez Esquivel”, El Tiempo, 29-5-10 (ver en:

www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-3987424). “`Los Comba´ habrían ofrecido $500 millones para incriminar al hermano del Presidente, según general Naranjo”, W Radio, 25-5-10 (ver en: www.wradio.com.co/noticias/actualidad/los-comba-habrian-ofrecido-500-millones-para-incriminar-al-hermano-del-presidente-asegura-general-naranjo/20100525/nota/1303109.aspx).

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4. RESPONSABILIDAD EN EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES: LOS FALSOS

POSITIVOS

Las ejecuciones extrajudiciales en Colombia261 se han realizado a lo largo de toda la historia

del prolongado conflicto que azota a esta nación sudamericana. Sin embargo, a partir de 2002,

coincidiendo con la llegada a la Presidencia de Álvaro Urbe Vélez y su política de seguridad

democratica, este tipo de crímenes se incrementó notablemente y su práctica se extendió por buena

parte de la geografía colombiana, siguiendo unas pautas comunes en su comisión. En el informe de

la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación en

Colombia en 2010, se determinaba que “más de 3.000 personas pudieron haber sido víctimas de

ejecuciones extrajudiciales, atribuidas principalmente al Ejército. La gran mayoría de casos ocurrió

entre los años 2004 y 2008”262. Durante los dos periodos de Uribe (2002-2010), el Observatorio de

Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la Coordinación Colombia-Europa-

Estados Unidos documentó 3.512 ejecuciones, en 31 de los 32 departamentos de Colombia en los

que estuvieron implicadas la mayoría de las unidades de la Fuerza Pública, adquiriendo “una

connotación de crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad, que en la inmensa mayoría de

los casos permanecen aún en la impunidad”263. Entre 1994 y 2001 se identificaron 739 ejecuciones

extrajudiciales.

En cumplimiento de su promesa electoral de emplear mano dura contra la guerrilla, desde el

inicio del Gobierno de Uribe se intensificaron las operaciones militares que fueron profusamente

divulgadas en los medios de comunicación: a diario se daban partes de guerra ilustrados con filas

de cadáveres de “guerrilleros dados de baja”. El Ejército y la Policía fueron incrementando

261 El derecho internacional de los derechos humanos considera las ejecuciones extrajudiciales como los homicidios dolosos perpetrados o consentidos por personas cuya ilegítima actuación se apoya, de manera inmediata o mediata, en las potestades del Estado y, en el caso de Colombia, están tipificados como homicidio en persona protegida en el artículo 135 del Código Penal, en Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en Colombia, Consideraciones sobre la investigación y el juzgamiento de conductas punibles constitutivas de graves violaciones de los derechos humanos o de crímenes de guerra, 14-9-05 (ver en: http://www.hchr.org.co/publico/pronunciamientos/ponencias/ponencias.php3?cod=75&cat=24).

262 UN, A/HRC/16/22/Add.3, 3 de febrero de 2011, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia 2010, párr. 26 (ver en: www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/Informe2010_esp.pdf).

263 Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, Ejecuciones extrajudiciales en Colombia 2002-2010. Crímenes de lesa humanidad bajo el mandato de la política de defensa y seguridad democratica, pp. 5 y 8.

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vertiginosamente, en los años siguientes, sus “resultados positivos” contra los “narcoterroristas”.

Sin embargo, en la misma medida, se producían denuncias de que muchos de los supuestos

muertos en combate eran civiles a quienes buscaban sus familiares porque desaparecieron sin

razón aparente o porque nunca más supieron de ellos desde que recibieron una oferta de trabajo en

otra ciudad. Cuando la prensa se hacía eco de estos casos, el presidente los calificaba de “falsas

acusaciones para desacreditar la seguridad democrática”264. El 8 de septiembre de 2003, durante su

intervención durante la posesión del nuevo Comandante de la Fuerza Área, Uribe había dejado

claro cuál era su concepción de los defensores de derechos humanos:

“Politiqueros al servicio del terrorismo, que cobardemente se agitan en la bandera de los derechos

humanos, para tratar de devolverle en Colombia al terrorismo el espacio que la Fuerza Pública y que

la ciudadanía le ha quitado. (...) Cada vez que en Colombia aparece una política de seguridad para

derrotar el terrorismo, cuando los terroristas empiezan a sentirse débiles, inmediatamente envían a sus

voceros a que hablen de derechos humanos”265.

Pese a todas las presiones, los familiares de las víctimas se organizaron para exigir que se

supiera la verdad sobre lo sucedido. En agosto de 2008, las madres de 16 jóvenes de Soacha

-barrio de la periferia de Bogotá- lograron que sus denuncias comenzaran a tener repercusión. Sus

hijos habían aparecido en una fosa común, a más de 700 kilómetros de sus casas, identificados

como muertos en combate por la II División del Ejército. Habían abandonado sus hogares porque

una persona les propuso trasladarse a otra ciudad a trabajar266. Otras personas vieron similitudes

con lo que les había pasado a sus parientes y comenzaron a denunciar lo que los medios de

comunicación llamaron falsos positivos, las ejecuciones de civiles por parte de la Fuerza Pública

para incrementar sus “positivos” en la lucha contrainsurgente haciéndolos pasar por guerrilleros. El

264 Presidencia de la República, “No aceptamos violaciones a los derechos humanos ni falsas acusaciones para desacreditar la Seguridad Democratica”, 8-3-09 (ver en: web.presidencia.gov.co/sp/2009/marzo/28/03282009.html).

265 Presidencia de la República, Discurso del presidente Alvaro Uribe en la posesión del nuevo comandante de la FAC, 8-9-03 (ver en: web.presidencia.gov.co/discursos/discursos2003/septiembre/fac.htm)

266 “Madres de Soacha: la tragedia después de la tragedia”, Semana, 23-2-12 (ver en: www.semana.com/nacion/madres-soacha-tragedia-despues-tragedia/172573-3.aspx).

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impacto internacional de estos crímenes y su evidencia irrefutable obligaron al Gobierno a llamar

al retiro a tres generales, 17 oficiales y siete suboficiales, y el general Mario Montoya, comandante

del Ejército, presentó la dimisión267.

Philip Alston, relator especial de Naciones Unidas para las ejecuciones extrajudiciales,

comprobó en su visita a Colombia en junio de 2009 que los llamados falsos positivos eran

realmente asesinatos “a sangre fría y premeditado de civiles inocentes, con fines de beneficio”,

provocados por la “presión para `mostrar resultados” y las recompensas e incentivos “para la

comisión de homicidios”, e involucraban a “una cantidad importante de unidades militares” en

numerosas partes del país: “Aunque las matanzas de Soacha fueron flagrantes y obscenas, mis

investigaciones demuestran que son simplemente la punta del iceberg. He entrevistado a testigos y

a supervivientes que describieron matanzas muy similares en (...) Antioquia, Arauca, Valle del

Cauca, Casanare, Cesar, Córdoba (...)”268.

La “presión para mostrar resultados” que mencionaba el relator fue una constante por parte

del presidente Uribe, quien llegó a decirles a un grupo de generales que “si no eran capaces de

asumir su responsabilidad debían renunciar”269. Este tipo de exigencia se transmitió a través de la

cadena de mando: “Nos dijo mi Coronel Ramírez, cada comandante de compañía me debe

responder por un muerto en combate cada mes y la sección segunda me debe responder por tres

muertos al mes, en este momento la guerra se mide en litros de sangre, el comandante que no tenga

resultados de muertos por mes, tendrá la sanción correspondiente y se verá reflejado en su folio de

vida”270. Un capitán confesó que, en marzo de 2006, las mismas tropas que custodiaban la zona en

la que estaba pasando unos días de descanso el presidente Uribe ejecutaron a cinco personas “con

267 “Desmovilizaciones y capturas medirán éxito del Ejército, dice general Montoya tras purga histórica”, El Tiempo, 29-10-08 (ver en: www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-4633877). “El jefe del Ejército colombiano presenta su renuncia”, El País, 5-11-08 (ver en: elpais.com/diario/2008/11/05/internacional/1225839614_850215.html)

268 “Declaración del Profesor Philip Alston, Relator Especial de las Naciones Unidas para las ejecuciones arbitrarias”, Equipo Nizkor, 18-6-09 (ver en: www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/relator1.html). UN, A/HRC/14/24/Add.2, 31 de marzo de 2010, Informe del Relator Especial sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias. Misión a Colombia, párrafo 24 (ver en: ap.ohchr.org/documents/dpage_s.aspx?m=96).

269 “No hubo regaños: militares”, El Tiempo, 28-8-02 (ver en: www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1377040).270 Federación Internacional de Derechos Humanos/Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, Colombia. La

guerra se mide en litros de sangre. Falsos positivos, crímens de lesa humanidad: mas altos responsables en la impunidad, 2012, p. 10 (ver en: www.fidh.org/IMG/pdf/colombie589e.pdf).

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el ánimo de sobresalir”271. El oficial de más alto rango procesado hasta ahora por múltiples casos

de falsos positivos, ha asegurado que cometieron estos crímenes “por miedo, por presión, por

perder mi trabajo, por perder mi rango, y por miedo a que le pasara algo a mi familia, y también,

por las felicitaciones por los resultados operacionales obtenidos”272.

La referencia del enviado de la ONU al “beneficio” obtenido por la ejecución de estos

crímenes se sustentaba en el sistema de incentivos que puso en marcha el Gobierno para aumentar

la efectividad contra la subversión. El Ministerio de Defensa expidió en 2005 una directiva por la

que se establecían criterios para “el pago de recompensas por la captura o abatimiento en combate

de cabecillas de las organizaciones armadas al margen de la ley (…) y pago de información que

sirva de fundamento para la continuación de labores de inteligencia y el posterior planteamiento de

operaciones”273. En este documento se especificaban las cantidades que se abonarían según el perfil

del objetivo, que serían financiadas con “recursos de la Nación y otros provenientes de cooperación

económica nacional o internacional”274. Philip Alston también denunció la existencia de otras dos

directivas -nº 02 de 2008 y nº 01 de 2009- reguladoras de recompensas que pueden “constituir para

los militares una fuente de financiación expedita para pagar a los `reclutadores´ que les ayudan en

la comisión de `falsos positivos´”275.

Paralelamente, de forma oficiosa, existieron recompensas para los miembros del Ejército

que provocaban más bajas: permisos, felicitaiones, condecoraciones, traslados, ascensos “y hasta

capacitaciones en el exterior del país para los miembros de más alto rango”276. Incluso recibían

dinero: “Reconozco que en algunas oportunidades por estos homicidios se daba dinero a los

271 “Confesiones siniestras”, El Espectador, 8-10-11 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-304349-confesiones-siniestras).

272 Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, Ejecuciones extrajudiciales en Colombia 2002-2010. Crímenes de lesa humanidad bajo el mandato de la política de defensa y seguridad democratica, p. 39.

273 Ministerio de Defensa Nacional, Directiva Ministerial Permanente nº 29, 17-11-05.274 A raíz de la divulgación de esta directiva, el diputado de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, preguntó el 9 de

diciembre de 2008 al Gobierno español su valoración sobre “el desvío de fondos de cooperación internacional que el Gobierno de Colombia ha asignado presuntamente como incentivo económico para la guerra sucia y la comisión de asesinatos extrajudiciales masivos”.

275 UN, A/HRC/14/24/Add.2, 31 de marzo de 2010, Informe del Relator Especial sobre las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias. Misión a Colombia, párrafo 24 (ver en: ap.ohchr.org/documents/dpage_s.aspx?m=96).

276 Federación Internacional de Derechos Humanos/Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, Colombia. La guerra se mide en litros de sangre. Falsos positivos, crímens de lesa humanidad: mas altos responsables en la impunidad, 2012, p. 9.

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comandos de patrullas. Era el dinero que el Estado daba por inteligencia, mensual. Todos pagos

ficticios. Colocaban a una persona ficticia o real que nunca recibía dinero y este iba para el C2

(inteligencia)”, confesó un coronel277.

Las investigaciones de Alston permitieron identificar unas pautas generales y sistemáticas

comunes en la comisión de estos crímenes:

“En algunos casos, un `reclutador´ pagado (un civil, un miembro desmovilizado de un grupo armado

o un ex militar) atrae a las víctimas civiles a un lugar apartado engañándolas con un señuelo, por lo

general la promesa de un trabajo. Una vez allí, las víctimas son asesinadas por miembros de las

fuerzas militares, a menudo pocos días u horas después de haber sido vistos por los familiares por

última vez. En otros casos, las fuerzas de seguridad sacan a las víctimas de sus hogares o las recogen

en el curso de una patrulla o de un control de carretera. Las víctimas también pueden ser escogidas

por `informantes´, que las señalan como guerrilleros o delincuentes a los militares, a menudo a

cambio de una recompensa monetaria. Una vez que estas víctimas son asesinadas, las fuerzas

militares organizan un montaje de la escena, con distintos grados de habilidad, para que parezca un

homicidio legítimo ocurrido en combate. El montaje puede entrañar, entre otras cosas, poner armas

en manos de las víctimas; disparar armas de las manos de las víctimas; cambiar su ropa por

indumentaria de combate u otras prendas asociadas con los guerrilleros; o calzarlas con botas de

combate. Las víctimas son presentadas por los militares y anunciadas a la prensa como guerrilleros o

delincuentes abatidos en combate. A menudo se entierra a las víctimas sin haberlas identificado (bajo

nombre desconocido), y en algunos casos en fosas comunes. Entre tanto, los familiares de las

víctimas buscan con desesperación a sus seres queridos, a veces durante muchos meses. Cuando los

miembros de la familia descubren lo sucedido y toman medidas para tratar de que se haga justicia,

por ejemplo denunciando el caso a las autoridades o señalándolo a la prensa, suelen ser objeto de

intimidaciones y amenazas y algunos de ellos han sido asesinados”278.

277 “Soy culpable”, Semana, 16-7-11 (ver en: www.semana.com/nacion/culpable/160435-3.aspx).278 UN, A/HRC/14/24/Add.2, 31 de marzo de 2010, Informe del Relator Especial sobre las ejecuciones extrajudiciales,

sumarias o arbitrarias. Misión a Colombia, párrafo 11.

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Cinco años después de que comenzaran a desvelarse los primeros casos, la impunidad afecta

a la mayoría de los casos: la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación ha

iniciado 1.579 procesos por ejecuciones extrajudiciales desde enero de 2000, 1.405 casos (88,9%)

se encuentran en etapa de investigación, 45 en acusación (2,8%) y 30 en juicio (1,9%), habiéndose

proferido sentencia en tan solo 16 casos (1%)279. Las víctimas y las organizaciones defensoras de

los derechos humanos que les acompañan prosiguen en la lucha para que se condene no sólo a los

responsables directos de estos crímenes sino también para que se establezca la responsabilidad del

ex presidente Álvaro Uribe “como instigador o como autor mediato”, pues los militares “tomaron

parte en la práctica masiva de las ejecuciones extrajudiciales en aplicación de las orientaciones

gubernamentales para debilitar a las guerrillas y combatir el terrorismo”280.

5. RESPONSABILIDAD EN LA PERSECUCIÓN DE OPOSITORES: EL CASO DEL DAS

El Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), servicio de inteligencia colombiano

adscrito a la Presidencia de la República281, se convirtió en los años del mandato de Álvaro Uribe

“en una empresa criminal cuya dirección estaba en la Casa de Nariño”, afirmó el presidente de la

Corte Suprema de Justicia, Jaime Arrubla, en 2010282. En febrero de 2009, agentes del Cuerpo

Técnico de Investigación -policía judicial de la Fiscalía- habían registrado la sede en Bogotá del

DAS y se incautaron de una gran cantidad de documentación en la que consta las numerosas

operaciones diseñadas por esta agencia para desacreditar, intimidar e incluso atentar contra quienes

279 Federación Internacional de Derechos Humanos/Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, Colombia. La guerra se mide en litros de sangre. Falsos positivos, crímenes de lesa humanidad: mas altos responsables en la impunidad, 2012, p. 31.

280 Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos, Ejecuciones extrajudiciales en Colombia 2002-2010. Crímenes de lesa humanidad bajo el mandato de la política de defensa y seguridad democratica, p. 39.

281 Decreto 643 de 2004, 2 de marzo, Diario oficial nº. 45.480, Bogotá, 4 de marzo de 2004, Por el cual se modifica la estructura del Departamento Administrativo de Seguridad y se dictan otras disposiciones, capítulo II, art. 6: “El Despacho del Director del Departamento (…) tendrá las siguientes funciones: 1. Ejecutar la Agenda de Requerimientos del Presidente de la República sobre asuntos relativos a la Seguridad Nacional e Inteligencia de Estado y los cursos de acción estratégicos, necesarios para desarrollar su plan de gobierno (...)”. Constitución Política de Colombia, 1991: “Corresponde al Presidente de la República (…) 1. Nombrar y separar libremente a los Ministros del Despacho y a los Directores de Departamentos Administrativos (...)” (art. 189); “Los ministros y los directores de departamentos administrativos son los jefes de la administración en su respectiva dependencia. Bajo la dirección del Presidente de la República, les corresponde formular las políticas atinentes a su despacho (...)” (art. 208).

282 Hernández-Mora, Salud, “El `Watergate´ colombiano puede dañar las aspiraciones electorales de Santos”, El Mundo, 13-4-10 (ver en: www.elmundo.es/america/2010/04/13/colombia/1271179708.html).

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se oponían al Gobierno283. El DAS estableció un plan de “guerra política” para “defender la

Democracia y la Nación y crear condiciones sobre las consecuencias de un sistema comunista”, tal

como se recoge en el informe que elaboró la Fiscalía sobre el centenar de carpetas con miles de

documentos decomisadas en las dependencias del servicio secreto284. Los enemigos en esta guerra

fueron más de 300 defensores de derechos humanos, políticos, líderes sociales, periodistas,

magistrados, etc. señalados como “blancos” tanto dentro como fuera de las fronteras colombianas;

las formas de combatirlos consistieron en:

“(...) el desprestigio a través de los medios de comunicación, distribución de panfletos, grafitis (…),

libros, creación de páginas web para hacer comunicados, denuncias y montajes; el sabotaje a partir

del terrorismo explosivo (…); presión utilizando las amenazas y el chantaje. Con lo anterior buscaban

obtener resultados como la desinformacion a la población que se encuentra a favor de los detractores

del gobierno, generar división al interior de los movimientos de oposici6n, impedir la materialización

de escenarios convocados por la oposici6n y trasbordo ideológico”285.

Los agentes del DAS recababan información sobre sus objetivos mediante la interceptación

de sus comunicaciones – les chuzaban, como se dice en Colombia, sus teléfonos y correo

electrónico-, seguimientos e infiltración en su entorno social y laboral. Además, en numerosas

ocasiones, les amenazaban directamente a través de llamadas, escritos anónimos en los que se

anunciaba su entierro e incluso llegaron a enviarles muñecas descuartizadas286. Así, por ejemplo, se

ordenó llamar a la periodista Claudia Julieta Duque, investigadora de crímenes que involucran a

funcionarios, para transmitirle el siguiente mensaje:

“Señora es usted la mamá de María Alejandra (esperar contestación) [sic]. Pues le cuento que no nos

283 “275 personas estuvieron en lista de 'chuzados' del DAS en 2004-2005”, El Tiempo, 30-1-10 (ver en: www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-7075007).

284 Fiscalía General de la Nación, Unidad Delegada Corte Suprema, Informe del CTI nº 498742 del 10 de noviembre de 2009, p. 92.

285 Fiscalía General de la Nación, Unidad Delegada Corte Suprema, Informe del CTI nº 498742 del 10 de noviembre de 2009, p. 92.

286 “Día del periodista, día de denuncias”, IPS (ver en: ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=94652).

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dejó otra salida, se le dijo de todas las formas y usted no quiso hacer caso, ahora ni camionetas

blindadas ni carticas chimbas le van a servir. Nos tocó meternos con lo que más quiere, eso le pasa

por Perra [sic] y por meterse en lo que no le importa, vieja gonorrea Hijueputa [sic]”287

Las actividades de la agencia de inteligencia se venían cuestionando desde que Rafael

García, jefe de informática de esta entidad, fue detenido por haber utilizado su cargo para favorecer

a grupos paramilitares y a narcotraficantes. García decidió colaborar con la justicia en 2006 y acusó

a su superior, el director del DAS, Jorge Noguera, de haber puesto la institucion al servicio de los

paramilitares, a quienes trasmitía información sobre sindicalistas y líderes de la izquierda que

posteriomente eran asesinados288. Noguera había sido director de la campaña de Uribe en el

departamento del Magdalena en 2002 -donde García denunció que hubo fraude a favor de Uribe- y

lo nombró máximo responsable de los servicios de inteligencia colombianos una semana después de

alcanzar la Presidencia, puesto en el que permaneció hasta octubre de 2005. Cuando se inició la

investigación, Uribe lo designó cónsul en Milán y afirmó que era “un hombre honesto” por el que

“pongo las manos en el fuego”289. La Corte Suprema condenó a 25 años de cárcel a Jorge Noguera

en 2011 por asociarse con los paramilitares para “ayudarlos en su accionar contra la población

civil” y como autor mediato del homicidio del profesor universitario Alfredo Correa290. Los

abogados de las víctimas, que calificaron los actos de Noguera como crímenes de lesa humanidad,

solicitaron que se investigara al ex presidente Uribe como coautor mediato por:

“(...) haber colocado el DAS al servicio de grupos paramilitares y en apoyo a narcotraficantes, como

por ser determinador de los posibles delitos de homicido múltiple agravado y (...) persecución y

tortura que se cometieron desde el DAS al convertirlo en un aparato organizado de poder que

287 Fiscalía General de la Nación, Unidad Delegada Corte Suprema de Justicia, Fotocopia tomada directamente de los folios que se encuentran en la cadena de custodia del A. Z. 54 2004 Grupo denominado G-3, folio 170.

288 “¿Cuándo renunciará?”, Semana (ver en: m.semana.com/nacion/como-hizo-fraude/93809-3.aspx).289 “Frases de Uribe sobre Jorge Noguera”, Semana, 24-2-07, (ver en: www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?

IdArt=101222).290 Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal, única instancia 32000, 14 de septiembre de 2011,

sentencia caso Jorge Noguera, 4. Abuso de autoridad por acto arbitrario e injusto. Punibilidad.

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concertado con los grupos paramilitares actuó de manera ilegal para cometer graves crímenes”291.

Los letrados argumentaron que el DAS atendía a la “agenda de requerimientos” del

presidente y, por tanto, éste “conocía todas las actividades que realizaba Noguera”292, incluida la

puesta en marcha del Grupo Especial de Inteligencia 3 (G-3). Este grupo tuvo como objetivos

realizar labores de inteligencia ilegal sobre opositores a Uribe para vincularlos a procesos judiciales,

así como “restringir y neutralizar la labor de defensa y promoción de los derechos humanos, por

medio de tácticas de saboteo y obstaculización; adelantar acciones de guerra psicológica con el fin

de sembrar sensaciones de temor, miedo e indefensión”293.

La Corte Suprema no admitió la petición de las víctimas en el proceso contra Noguera, pero

la abundante documentación incautada al DAS en 2009 no sólo había permitido descubrir las

actividades ilegales del G-3 sino también las relaciones de este grupo y otros con la Presidencia,

que posteriormente confirmaron algunos ex agentes procesados. Los reiterados discursos

presidenciales en los que acusaba a organizaciones, líderes sociales y políticos de ser fachadas de la

guerrilla avalaron las actividades ilegales del G-3294. Por eso, abundan las referencias a Uribe en la

documentación incautada. En varios folios de la carpeta nº. 57 -que incluyen correos interceptados,

informes de inteligencia, comunicados- aparece manuscrita la palabra “Presidente” e incluso se

especifica el interés que puede tener esa información para Uribe: “P/F LINA abrir carpeta

`Presidente Uribe´ donde se incluyan informaciones sobre acciones para desestabilizar su mandato y

continuidad”295. Uno de los testimonios más contundentes sobre las “órdenes presidenciales”

291 Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal, alegatos de conclusión, diciembre de 2010-28 de febrero de 2011, radicado 36.000, procesado Jorge Noguera, 9. Peticiones.

292 Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal, alegatos de conclusión, diciembre de 2010-28 de febrero de 2011, radicado 36.000, procesado Jorge Noguera, 8.4. Los asesinatos de Zully Codina y Alfredo Correa D’Andreis...: “Según los dichos de Rafael García, el señor Presidente Uribe Vélez estaba al tanto de lo que sucedía en el DAS. Así afirmó que en ese momento Noguera le dijo que no se preocupara, que el Presidente Uribe y el Fiscal General Luis Camilo Osorio estaban enterados de todo lo que estaban haciendo. Y añade `… ante mi escepticismo, Jorge Noguera me llevó a la Presidencia donde ingresamos sin dejar registro alguno y estuvimos con el Presidente, quien nos confirmó la orden de que entregaramos la información a las autodefensas´”.

293 Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sala de Casación Penal, alegatos de conclusión, diciembre de 2010-28 de febrero de 2011, radicado 36.000, procesado Jorge Noguera, 8.1. El Grupo Especial de Inteligencia 3 (G-3) (…).

294 Equipo Nizkor, Texto de la denuncia penal contra Alvaro Uribe Velez, ex presidente de la República de Colombia, por la comisión de crímenes contra la humanidad, 29-11-10, (ver en www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/uribedas.html).

295 Fiscalía General de la Nación, Unidad Delegada Corte Superam de Justicia, Cuaderno anexo original nº. 133

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recibidas en el DAS fue el que rindió en 2010 el ex director de Inteligencia, Fernando Tabares, ante

la Fiscalía. Este funcionario aseguró que el secretario general de Presidencia, Bernardo Moreno, les

informó en 2007 de que “el interés del señor Presidente de la República era que el DAS lo

mantuviera informado sobre cuatro temas o aspectos principales: la Corte Suprema de Justicia, la

senadora Piedad Córdoba, el senador Gustavo Petro y el periodista Daniel Coronell”296. La ex

directora de Operaciones del DAS, Martha Leal, corroboró que le ordenaron hacer seguimientos a la

senadora y al periodista porque “la información era requerida por Álvaro Uribe”297. Uribe ha

tachado a Petro de “terrorista vestido de civil”298, a Coronell le ha acusado de recibir dinero del

narcotráfico299 y la senadora ha sido destituida por las supuestas pruebas encontradas en el

ordenador de un comandante guerrillero300; los tres han sido unos críticos muy duros de las políticas

de Uribe y los tres han tenido que exiliarse en varias ocasiones. Los magistrados de la Corte

Suprema fueron objeto de campañas de desprestigio e incluso una agente del DAS espió y grabó sus

deliberaciones sobre el proceso de reelección presidencial, la parapolítica y la yidispolítica301;

previamente, el presidente había acusado a los jueces de caer en la trampa del “terrorismo” al

mostrar su desacuerdo con algunas de sus decisisiones302.

William Gabriel Romero, ex subdirector de Fuentes Humanas del DAS, entregó a la justicia

un dossier que detalla cómo se planearon y ejecutaron las labores de inteligencia contra la

institución judicial. En el documento se explica que María del Pilar Hurtado, directora de la central

de inteligencia en 2008, informó a los agentes que participaron en la operación contra la Corte que

“el 1 conoció los insumos (…) y le habían gustado”; uno de los expedientes judiciales obtenidos

carpeta nº. 57 2004, folio 375.296 Equipo Nizkor, Interrogatorio de Fernando Alonso Tabares Molina ante la Fiscalía Delegada ante la Corte

Suprema, 9 y 13 de julio de 2010 (ver en: www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/tabares.html).297 “`Según palabras del doctor Peñate, la información era requerida por Álvaro Uribe´: Martha Leal”, Caracol radio,

18-10-10 (ver en www.caracol.com.co/noticias/judicial/segun-palabras-del-doctor-penate-la-informacion-era-requerida-por-alvaro-uribe-martha-leal/20101015/nota/1372273.aspx).

298 “Calma, Presidente”, Semana (ver en: www.semana.com/wf_ImprimirArticulo.aspx?IdArt=100948).299 “Uribe acusa a Daniel Coronell de estar financiado por un narcotraficante”, El País, 19-12-10 (Colombia, ver en:

www.elpais.com.co/elpais/colombia/noticias/uribe-acusa-daniel-coronell-estar-financiado-por-narcotraficante).300 “Las pruebas del Procurador contra Piedad Córdoba”, La Silla Vacía, 27-9-10 (ver en:

http://www.lasillavacia.com/historia/18333?page=1).301 “La Mata Hari en la Corte”, Semana, (ver en: m.semana.com/nacion/mata-hari-corte/138924-3.aspx).302 “Uribe vs. Corte Suprema: ¿qué salidas hay?”, Semana, (ver en: m.semana.com/on-line/uribe-vs-corte-suprema-

salidas/113063-3.aspx).

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ilegalmente por los agentes lo clasificaron como el “del primo del 1”, es decir, el del senador Mario

Uribe procesado por parapolítico y primo hermano del entonces presidente303.

Los cuatro directores del DAS nombrados por Uribe han sido investigados por la justicia;

uno de ellos, Jorge Noguera, ya fue condenado, y a la directora María del Pilar Hurtado se la está

juzgando como persona ausente porque huyó a Panamá, donde se le concedió asilo. Además,

también han sido procesados más de 40 altos funcionarios de la agencia y personas que debían

contar con la absolucta confianza de Uribe, como el secretario general y el secretario jurídico de la

Presidencia.

Entre los acusados figura José Miguel Narváez, subdirector del DAS y profesor en la

Escuela Superior de Guerra, de quien la Fiscalía dice que fue “ideólogo” de los paramilitares: les

impartía un curso titulado Por que es lícito matar comunistas en Colombia y les instó a asesinar al

senador de la Unión Patriótica, Manuel Cepeda, y al periodista y humorista Jaime Garzón304. El

propio ex presidente ha tenido que declarar por los crímenes del DAS ante la Comisión de

Investigación y Acusación del Congreso. Sin embargo, los procesos han sufrido un estancamiento

en el último año, según denuncian los abogados de las víctimas305.

A finales de 2011, el DAS fue desmantelado y sustituido por la Dirección Nacional de

Inteligencia. No obstante, se han producido varias situaciones que indican que se mantuvo el

espionaje ilegal mientras se estaba procesando a la cúpula del DAS e incluso después de que fuera

suprimida esta institución. En mayo de 2011, se descubrió un micrófono en el interior del vehículo

asignado por el Programa de Protección del Ministerio del Interior a un miembro de la Corporación

Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo; unos días antes, su esposa había recibido un mensaje

de voz en su teléfono que reproducía una conversación mantenida por el matrimonio en el

vehículo306. Naciones Unidas señaló que en 2011 hubo “indicios no comprobados de participación

303 “`El 1 conoció lo que hicimos´”, El Espectador, 23-10-10 (ver en: www.elespectador.com/impreso/chuzadas/articuloimpreso-231153-el-1-conocio-hicimos).

304 “Narváez y los crímenes de los `paras´”, Equipo Nizkor, 20-6-11 (ver en: www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/das255.html)

305 “Defensa de víctimas de las `chuzadas´denuncia estancamiento en investigaciones”, El Espectador, 22-10-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-382600-defensa-de-victimas-de-chuzadas-denuncia-estancamiento-investiga).

306 Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, Nuevas evidencias de seguimientos al CCAJAR, 19-5-11

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de agentes estatales, incluyendo miembros de organismos de inteligencia civil y militar, en

operaciones ilegales y clandestina”, y se siguieron produciendo nuevas denuncias de actividades

ilegales, “especialmente contra defensoras y defensores de derechos humanos”307. El pasado mes de

octubre el escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal y el locutor Hernán Peláez denunciaron que un

militar adscrito al nuevo organismo de inteligencia les había interceptado sus teléfonos 308.

Paralelamente a las investigaciones que se siguen en Colombia, un par de jueces europeos

han abierto diligencias por el espionaje que realizaron agentes del DAS a refugiados colombianos y

activistas europeos en Bélgica y España. Seis organizaciones no gubernamentales belgas y dos

particulares presentaron en octubre de 2010 una demanda contra Uribe y Noguera por haber sufrido

escuchas telefónicas, interceptación de correos electrónicos, robos de material informático y

amenazas. El Tribunal Superior de Bélgica ha pedido a la Fiscalía colombiana que le permita enviar

una comisión rogatoria a recolectar las pruebas sobre las presuntas actuaciones ilegales en su

jurisdicción; hasta el momento, no ha habido respuesta oficial309.

También en octubre de 2010, dos refugiados colombianos en España se querellaron contra

Uribe, Noguera y Germán Villalba, el agente destinado a Europa. Los exiliados denunciaron en un

juzgado de Madrid el seguimiento y las interceptaciones de correo electrónico y telefónicas de las

que fueron víctimas ellos y varias organizaciones no gubernamentales españolas de solidaridad con

Colombia en territorio español310.

Estas actividades de inteligencia se realizaron en el marco de la “Operación Europa” del

DAS, que tuvo como escenarios España, Bélgica, Italia, Suiza y Suecia, y formó parte de la

estrategia general para “neutralizar las acciones desestabilizadoras de las ONG en Colombia y en el

mundo” mediante “el esclarecimiento de vínculos con organizaciones terroristas, en busca de su

(ver en: www.colectivodeabogados.org/Nuevas-evidencias-de-seguimientos).307 UN, A/HRC/19/21/Add.3, 31 de enero de 2012, Informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los

Derechos Humanos sobre la situación de los derechos humanos en Colombia 2011, párrafos 16 y 23 (ver en: www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe2011.pdf).

308 “¿El regreso de las chuzadas?, El Espectador, 12-10-12 (ver en: www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-380966-el-regreso-de-chuzadas).

309 Segura, Camilo, “El DAS en Europa, ¿un escenario de impunidad?”, Prensa Rural, 25-7-12 (ver en: www.prensarural.org/spip/spip.php?article8718).

310 Juzgados de Instrucción de Madrid, querella presentada el 26-10-10 contra Álvaro Uribe Vélez, Jorge Aurelio Noguera y Germán Villalba Chávez por delito de descubrimiento y revelación de secretos.

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judicialización”; su objetivo fue acabar con su influencia en el “sistema jurídico europeo”, en el

Parlamento europeo, en la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos

Humanos y en los “gobiernos nacionales” a través del “desprestigio” y la “guerra jurídica”311.

En España, esta operación del DAS también incluyó labores de inteligencia en el Foro

Mundial sobre la Reforma Agraria realizado en Valencia en 2004 y en la Cumbre Iberoamericana de

Salamanca de 2005, y la infiltración de agentes en reuniones y actos de denuncia sobre la situación

en Colombia. Incluso se creó una red de espías en territorio español para mandar información a

Colombia sobre las actividades que pudieran dañar la imagen del Gobierno colombiano312. Y en

2005, el DAS elaboró una lista de personas cuya entrada a Colombia había que controlar; entre los

señalados figuraban ciudadanas y ciudadanos españoles y de otras nacionalidades como Adolfo

Pérez Esquivel (Nobel de la Paz), Boaventura de Sousa Santos (sociólogo), Leonardo Boff

(teólogo), Samuel Ruiz (obispo), François Houtart (sociólogo), Juan José Tamayo (teólogo), Uxue

Barkos (diputada), Carlos Taibo (escritor), José Luis Galán (jurista), Enrique Santiago (jurista),

Manuel Ollé (presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos), José María Díez Alegría

(presidente del Comité de Solidaridad Monseñor Óscar Romero), José Ángel Cuerda (ex alcalde de

Vitoria), Isaura Navarro (diputada) y Juan Genovés (artista). Todas estas personalidades habían

firmado una carta dirigida a Álvaro Uribe responsabilizándole de consentir crímenes contra la

humanidad, como la masacre de 2005 en la comunidad de paz de San José de Apartadó313.

311 Fiscalía General de la Nación, Unidad Delegada Corte Suprema, Informe del CTI nº 498742 del 10-11-09, p. 93.312 Simón, Paco, “El servicio secreto colombiano creó una red de inteligencia en España para espiar a opositores a

Uribe”, Colectivo Sur Cacarica, 2011 (colectivosurcacarica.files.wordpress.com/2011/06/art-dasjunio-11.pdf).313 Fiscalía General de la Nación, Unidad Delegada Corte Suprema de Justicia, Fotocopia tomada directamente de los

folios que se encuentran en la cadena de custodia del A. Z. 67 2004 Grupo denominado G-3, folios 175-177.

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CONCLUSIONES

1. La gestión de Álvaro Uribe Vélez en diferentes instituciones del Estado colombiano ha

estado caracterizada por la comisión de graves violaciones a los derechos fundamentales, algunas de

las cuales pueden calificarse como crímenes contra la humanidad. En los periodos que desempeñó

cargos públicos durante los últimos 30 años se incrementó la violencia generalizada y sistemática

contra la población civil ejercida por agentes estatales o paraestatales. La responsabilidad de Uribe

frente a estos hechos se establece tanto por su implicación directa en la ejecución como por su

omisión en la función de garante derivada de los puestos de dirección que desempeñó.

La historia de Colombia está marcada por unos altos índices de violencia sociopolítica, que

responden a un modelo de sociedad impuesto por unas élites dominantes que ejercen un férreo

control social, político y económico, en el marco de un régimen formalmente democrático. Esta

poderosa minoría, que cuenta con el decisivo respaldo de Estados Unidos, ha recurrido

sistemáticamente a la fuerza para defender sus privilegios, para lo cual ha constituido ejércitos

privados -los grupos paramilitares- que les ha permitido aumentar su patrimonio -despojo de tierras

a campesinos, cultivos de uso ilícito, usurpación de recursos públicos- y actuar contra quienes se les

oponen. En Colombia, los gobiernos supuestamente democráticos son responsables de más muertos

y desaparecidos que muchas de las dictaduras que asolaron el continente. Frente a esta situación, las

mayorías colombianas excluidas han articulado diversas formas organizativas -movimientos

populares, organizaciones no gubernamentales, sindicatos, partidos- para denunciar sus crímenes y

ejercer la resistencia civil. La respuesta al conflicto político y social también se ha dado mediante la

lucha armada, que se inició en la segunda mitad del siglo XX y aún pervive -la guerrilla de las

FARC decretó un cese al fuego unilateral hasta el próximo 20 de enero, en el marco de las

conversaciones de paz que mantiene con el Gobierno. A partir de la década de los ochenta, la

penetración del narcotráfico en todos los actores armados -especialmente en los paramilitares-

incrementó la intensidad del conflicto, provocando una grave crisis humanitaria.

Uribe aprovechó el contexto generalizado de hastío de la sociedad colombiana frente a la

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guerra, el discurso internacional -tras el 11 S- que equiparaba protesta social con terrorismo y los

excesos de las guerrillas para llegar a la Presidencia en 2002. Con el pretexto de aplicar una política

de “seguridad democrática” que garantizara la estabilidad del país amenazada por la

“narcoguerrilla”, consolidó el modelo de Estado de las élites a quienes representaba. Sus vínculos

con el narcotráfico y el paramilitarismo, establecidos a lo largo de su trayectoria política, le

ayudaron a alcanzar el poder desde el que debía responder a sus aliados. En sus ocho años como

presidente de Colombia no sólo se restringieron las libertades sino que se organizó desde el Estado

una masiva persecución contra quienes se oponían a sus intereses, ocasionando miles de muertos,

desaparecidos, torturados, desplazados y exiliados.

2. Decenas de personas del entorno más próximo a Uribe han estado vinculadas con el

narcotráfico y el paramilitarismo, y el propio ex presidente ha sido acusado reiteradamente de

mantener estrechas relaciones con estos asesinos y de implicarse en los crímenes de lesa humanidad

que han cometido en Colombia. Numerosos testigos han declarado ante la justicia que el ex

presidente recibió el apoyo de destacados dirigentes de estos grupos durante su carrera política y

que él los ayudó en sus negocios ilegales y en su expansión territorial.

Los antecedentes familiares de Uribe y las numerosas denuncias sobre su amistad con el

narcotraficante Pablo Escobar y sobre la gran cantidad de licencias de vuelo y pistas de aterrizaje

que concedió al cartel de Medellín, cuando fue director de Aeronáutica Civil a principios de la

década de los ochenta, provocaron que en 1991 su nombre fuera incluido en una lista del Pentágono

de los “más importantes narcoterroristas colombianos”. En los años siguientes mantuvo las

relaciones con los narcotraficantes y se implicó en la alianza que éstos hicieron con los grupos

paramilitares financiados por el mismo tráfico de cocaína y por terratenientes y ganaderos. Desde su

puesto de gobernador de Antioquia dio cobertura legal a estas bandas facilitándoles su conversión

en cooperativas de seguridad -conocidas como Convivir- para que pudieran justificar sus acciones

armadas y el dinero que recibían. El propio Uribe fundó varios escuadrones de la muerte, los dotó

de medios, los protegió legal y políticamente, y planificó personalmente algunos de sus asesinatos y

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masacres, que figuran entre las matanzas más crueles perpetradas en Colombia, según los

testimonios recogidos.

Este trabajo de investigación es una muestra representativa de las decenas de denuncias que

involucran al ex presidente y que han sido expuestas en los estrados judiciales y/o ante los medios

de comunicación, incluidas las acusaciones de jefes paramilitares que fueron extraditados a Estados

Unidos por su Gobierno. Algunos testigos hacen referencia a lo que oyeron decir a delincuentes

sobre su relación con Uribe, pero otros afirman que presenciaron personalmente su implicación en

actos criminales. Declaraciones como estas han supuesto la apertura de procesos judiciales y la

imposición de condenas a numerosos correligionarios y colaboradores de Uribe por su relación con

las actividades de narcotraficantes y paramilitares, conducta criminal considerada en muchos casos

como crímenes contra la humanidad. Sin embargo, el ex mandatario aún no ha tenido que

comparecer ante la justicia y actualmente, al gozar de fuero constitucional como ex presidente, sólo

debe enfrentar los procesos abiertos en el Congreso de la República, que históricamente son

archivados sin dar traslado de la causa a ningún tribunal.

3. El narcotráfico no es un delito de lesa humanidad. El derecho penal internacional reserva

esta categoría jurídica para las conductas de naturaleza abominable que ofenden al conjunto de la

Humanidad. El tráfico ilegal de sustancias psicoactivas es un delito perseguible internacionalmente,

pero no entraña la gravedad de los actos criminales atroces perpetrados de forma sistemática o

generalizada contra civiles; por tanto, el derecho internacional no lo ha tipificado como crimen

contra la humanidad. Sin embargo, muchos narcotraficantes colombianos fueron autores de

crímenes que han sido calificados de lesa humanidad, cuya responsabilidad penal también es

atribuible a aquellos que, como se ha denunciado de Álvaro Uribe, facilitaron su actividad ilegal o

participaron directamente en ella a sabiendas de las consecuencias que comportaba.

El cartel de Medellín provocó unas 5.000 muertes en poco más de una década. Este grupo

disponía de una estructura claramente definida, en cuya cabeza se situaba Pablo Escobar, El Patrón,

quien dirigía a unos 2.000 hombres fuertemente armados. La persecución de sus actividades ilegales

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y, especialmente, la amenaza de extraditar a Estados Unidos a Escobar y a sus socios desataron una

violencia masiva y sistemática ejercida por el cartel contra la sociedad colombiana en su conjunto

con el fin de hacer claudicar al Estado. En esos años, los sicarios de Escobar asesinaron a

centenares de policías, jueces, fiscales, periodistas, líderes políticos y altos cargos del Gobierno,

entre los que figuran ministros y ex ministros; además, también dirigieron ataques indiscriminados

contra la población civil -bombas en parques, aviones, edificios públicos- que dejaron miles de

víctimas. Todos estos actos criminales fueron perfectamente planificados por los narcotraficantes

con la colaboración de políticos y funcionarios corruptos, que suministraron la información

necesaria para ejecutar los asesinatos selectivos y las masacres, o permitieron que este grupo de

narcotraficantes se convirtiera en “la organización criminal más peligrosa del mundo”, tal como fue

calificada en aquella época. Estas características de la violencia practicada por los hombres de

Escobar han supuesto que la justicia colombiana haya declarado como delitos de lesa humanidad 21

procesos abiertos por los crímenes del cartel de Medellín, a pesar de que el ordenamiento interno no

contempla esta tipificación por lo que sus autores deben ser condenados por delitos comunes.

Varios testimonios, incluida la confesión que Pablo Escobar hizo a su amante, apuntan a la

necesaria cooperación de Álvaro Uribe en el desarrollo del cartel de Medellín. Sin las licencias que

les otorgó para que pudieran operar sus aviones y pistas de aterrizaje, el cartel no hubiera podido

incrementar vertiginosamente sus ganancias procedentes del tráfico de drogas y, por tanto, no se

habría transformado en la poderosa organización criminal que puso contra las cuerdas al Estado

colombiano sembrando el terror entre la ciudadanía. Uribe no podría ser acusado como coautor de

los crímenes de los narcotraficantes porque no se ha demostrado que compartiera con ellos su

intención de provocar matanzas ni que colaborara para que se pudieran ejecutar; sin embargo, se le

podría atribuir una forma de intervención criminal fundamentada en una de las modalidades de la

teoría de la empresa criminal conjunta: sus acciones lo vinculan a la empresa criminal que

constituyó el cartel de Medellín y a su propósito común, que no era cometer crímenes atroces, pero

éstos fueron una consecuencia natural y previsible de su actividad, por lo que Uribe tendría una

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responsabilidad criminal incidental en sus actos criminales. También cabría la posibilidad de

imputarlo como cómplice pues su conducta al favorecer la consolidación del cartel tuvo un efecto

sustancial en la comisión de crímenes de lesa humanidad por parte de los narcotraficantes.

4) Los grupos paramilitares colombianos, que nacieron al amparo del Estado y contaron con

la aquiescencia, connivencia y complicidad de estructuras estatales y de los grupos económicos y

políticos más poderosos del país, han cometido múltiples actos de violencia calificados como

crímenes contra la humanidad. Sus conductas criminales no sólo fueron toleradas por quienes

representaban a la autoridad legalmente establecida sino que éstos fueron realmente los que

instigaron y dirigieron muchas de sus atrocidades. Álvaro Uribe ha sido acusado de promover estos

grupos desde los distintos puestos de responsabilidad política que ejerció.

La inmensa mayoría de las acciones de los paramilitares se dirigieron contra personas que no

participaban directamente en el conflicto armado, pero suponían un obstáculo para el avance

paramilitar: se resistían a abandonar sus tierras, denunciaban sus crímenes o, simplemente, se

negaban a involucrarse en la guerra facilitando información. El objetivo final de estos grupos era

ejercer el control político, social y económico del país, de forma concertada con amplios sectores

estatales y privados. La ejecución de sus planes durante décadas supuso centenares de miles de

víctimas de asesinatos selectivos y colectivos; de desapariciones, desplazamientos forzados y

torturas, y la persecución y/o exterminio de grupos enteros por razones políticas. La sistematicidad

de estos crímenes deriva de su alto grado de organización -estructura fuertemente jerarquizada con

asignación de funciones concretas- y de la metodología común aplicada para extender el horror

entre la población civil con el objetivo de que se sometiera a sus normas.

La jurisprudencia internacional, incluida la colombiana, ha establecido que en este tipo de

conductas, calificadas como casos de criminalidad colectiva o macrocriminalidad, la

responsabilidad penal afecta al ejecutor material o autor inmediato y a quien tiene el control sobre el

crimen o autor mediato. Mayor distancia con el hecho delictivo no supone menor responsabilidad

sino que puede implicar un aumento en el grado de culpabilidad del autor mediato -también

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denominado “hombre de atrás”- que dirigía los crímenes. En el caso de los crímenes de lesa

humanidad cometidos por los paramilitares colombianos, se está aplicando la teoría de la autoría

mediata por dominio de la voluntad en aparatos de poder organizados para determinar la

responsabilidad penal de quienes organizaron, dirigieron y financiaron a estos grupos. Este tipo de

autoría mediata supone la existencia de un aparato de poder organizado -como los grupos

paramilitares- sobre el que el “hombre de atrás” ejerce una forma de control que se expresa en el

cumplimiento casi automático de sus órdenes independientemente de quien las ejecute. Este

dominio no implica su participación directa en el crimen ni que asuma el desarrollo de su ejecución

sino que controle el aparato de poder criminal. No es preciso que sus órdenes sean expresas -pueden

ser implícitas sin necesidad de verbalizarlas ni incluirlas en documentos- ni directas, dado que quien

ejerce el poder de mando puede ser imputado por la omisión de controlar el aparato cuando podía y

debía hacerlo. Y no se necesita probar que el “hombre de atrás” quiso que los actos ilícitos se

realizaran, porque basta con demostrar que el dirigente conocía el aparato de poder organizado y sus

actividades ilícitas y decidió que continuara con ellas.

En función de esta teoría de incriminación, la justicia colombiana ha condenado a altos

mandos militares y a cargos políticos por concierto para delinquir agravado con fines de

paramilitarismo, considerando este delito tipificado en el ordenamiento interno como un crimen de

lasa humanidad. Estas sentencias se fundamentan en los numerosos testimonios de ex integrantes de

la organización criminal que reconocieron la colaboración que les prestaron los imputados y el

papel protagónico que éstos desempeñaron en las acciones criminales.

En este trabajo no sólo se recogen las referencias a la sintonía entre los proyectos políticos

de Álvaro Uribe y los paramilitares -quienes lo apoyaron como su candidato a la Presidencia

mediante el proselitismo armado a cambio de su indulgencia frente a sus crímenes y su

reconocimiento como actores políticos- sino que se reproducen las declaraciones de quienes le

acusan de haber facilitado la consolidación y expansión del paramilitarismo, e incluso de crear y

dirigir varios de estos grupos. A tenor de estas imputaciones, Uribe habría sido uno de los “hombres

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de atrás” de las estructuras paramilitares que, sin mancharse las manos ni dejar rastro de sus

instrucciones, ejercía el control sobre sus acciones, conocía la naturaleza criminal de sus actos y los

consentía o promovía. Por tanto, también sería responsable penalmente de los crímenes contra la

humanidad que cometieron los grupos paramilitares como autor mediato por dominio de la

voluntad en el aparato de poder organizado que constituyeron estas estructuras al margen de la ley.

5) Las características de las ejecuciones extrajudiciales de civiles cometidas por la Fuerza

Pública colombiana para hacerlos pasar por guerrilleros muertos en combate responden a todos los

elementos que configuran los crímenes de lesa humanidad. La práctica de estos asesinatos se

incrementó significativamente durante la pasada década como consecuencia de las políticas

impulsadas por Álvaro Uribe desde la Presidencia para presionar e incentivar, al mismo tiempo, el

aumento de “resultados positivos” en la lucha contra la subversión. La prensa los denomina falsos

positivos. Casi el ciento por ciento de los casos denunciados sigue en la impunidad, los procesados

pertenecen en su inmensa mayoría a la escala más baja del Ejército y no se ha establecido la

responsabilidad penal de los civiles y militares de más alto rango que adoptaron las estrategias que

condujeron a estas prácticas criminales o que deberían haberlas evitado en función del puesto que

ejercían.

Las ejecuciones extrajudiciales durante los ocho años de Gobierno de Uribe tuvieron como

objetivo a la población civil debido a que sus autores buscaban víctimas en estado de indefensión,

pero también porque la política de seguridad democratica de la Presidencia tendió a no respetar el

principio de distinción entre combatientes y no combatientes, y esgrimía que la guerrilla practicaba

la “mimetización de sus integrantes dentro de la población civil”. Los 3.512 casos documentados en

este periodo en casi todos los departamentos del país demuestran que fueron ataques generalizados;

no obstante, muchos de estos asesinatos no deben estar registrados ya que nunca se han denunciado

por temor a represalias o porque sus víctimas fueron enterradas sin identificación y figiran como

desaparecidas. Todos se ejecutaron conforme a unos patrones comunes de acción diseñados por la

institución militar, a pesar de la diversidad de autores y de que muchos casos sucedieron en zonas

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muy distantes. Hubo sistematicidad para elegir a las víctimas -jóvenes que pudieran parecer

guerrilleros; de escasos recursos para atraerlos con falsas promesas de trabajo; personas marginadas

que nadie echaría en falta o cuyas familias desconocían cómo denunciar- y en el modus operandi:

un reclutador engañaba a las víctimas ofreciéndoles trabajo en lugares alejados y al poco tiempo de

llegar el Ejército los mataba; los militares manipulaban la escena para que parecieran muertes en

combate, vestían los cadáveres como guerrilleros y tomaban pruebas -fotos- del montaje; se

informaba de bajas producidas en un supuesto enfrentamiento, y los responsables del operativo

-militares y civiles- eran recompensados.

Las recompensas otorgadas a los implicados en los crímenes formaban parte de la política

del Estado que promovía o alentaba los ataques, cuyas consecuencias fueron los miles de muertos

entre la población civil. Por una parte, el presidente Uribe presionaba a las Fuerzas Militares para

que obtuvieran “resultados positivos” -bajas en el argot militar- en su lucha antisubversiva, incluso

pidiendo la renuncia a los altos mandos que no fueran capaces de atender sus requerimientos.

Paralelamente, puso en marcha una serie de directivas oficiales para remunerar económicamente a

quienes facilitaran información que permitiera “la captura o abatimiento en combate de cabecillas

de las organizaciones armadas al margen de la ley”. Y de forma oficiosa, se estableció un sistema de

incentivos para que los militares causaran bajas (permisos, condecoraciones, ascensos). La presión

por los resultados, sumada a una política de concesión de recompensas e incentivos que no eran

debidamente controlados, estimularon la comisión de ejecuciones extrajudiciales.

La constatación cuantitativa -incremento de casos- y cualitativa -asunción por parte del

Ejército del mandato de mejorar resultados a cualquier precio- de que la política de seguridad

democratica contribuyó a la práctica de ejecuciones extrajudiciales permite definir diversas formas

de imputación de Álvaro Uribe en la comisión de estos crímenes de lesa humanidad.

El ex presidente podría ser acusado de coautoría impropia ya que como máxima autoridad

del Estado omitió su función de garante conociendo que su actitud contribuía a que se cometieran

los crímenes. No sólo hizo caso omiso de las denuncias que se presentaron por falsos positivos antes

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de que estallara el escándalo, sino que descalificó públicamente a los denunciantes transmitiendo el

mensaje a los asesinos de que podían seguir actuando sin temor a ser perseguidos.

Además, como presidente de la nación también era el Comandante Supremo de las Fuerzas

Armadas (Constitución, art. 189.3), por lo que tenía capacidad material para impedir que se

realizaran los crímenes y castigar a sus autores. Así, en función del principio de responsabilidad

penal del superior jerárquico, Álvaro Uribe debería responder por no haber previsto y/o sancionado

los crímenes de lesa humanidad de sus subordinados, a pesar de que conocía o debía haber conocido

la intención de estos de cometerlos. El presidente Uribe recorrió el país entero durante su mandato,

realizando consejos comunales en los que hacía ostentación sobre sus conocimientos de los

problemas de orden público y de su autoridad sobre el Ejército.

También hay que tener en cuenta la figura de instigador de los hechos, pues las actitudes de

Uribe -presión e incentivos para obtener “positivos”- pudieron ser determinantes directos de los

actos criminales: a través de la cadena de mando, sus instigaciones llegaron hasta los soldados que

asesinaron a los civiles. Para probar este tipo de participación en los crímenes no es necesaria una

orden clara, basta un simple guiño de quien ejerce influencia en el grupo sobre los ejecutores para

que haya instigación. Y aunque la práctica de ejecuciones extrajudiciales es anterior a su llegada a

la Presidencia, sus propios autores afirman que decidieron incrementarla durante su mandato por

temor a ser degradados y/o por los beneficios que obtenían.

6) El principal servicio de inteligencia colombiano, denominado Departamento

Administrativo de Seguridad (DAS), ejecutó numerosas operaciones ilegales durante la Presidencia

de Álvaro Uribe para perseguir a los opositores a su política, tanto en Colombia como en diversos

países europeos, incluido España. Muchos de sus agentes conformaron una estructura criminal

asentada sobre la institución legal, que coordinó acciones con grupos paramilitares y de

narcotraficantes y sirvió para desacreditar e intimidar a centenares de defensores de derechos

humanos, jueces, periodistas, líderes sociales y políticos. Las víctimas sufrieron amenazas de

muerte, la interceptación de sus comunicaciones, seguimientos e incluso montajes judiciales para

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para procesarlas por supuestos vínculos con las guerrillas.

Este tipo de conducta ilegal constituye un crimen de lesa humanidad de persecución por

motivos políticos; algunas de las y los hostigados fueron asesinados o desaparecidos, otros sufrieron

torturas y encarcelamientos ilegales y muchos se vieron obligadas a desplazarse o exiliarse por el

riesgo que corrían sus vidas. La persecución llevada a cabo por funcionarios del DAS durante los

ocho años de gobierno de Uribe tuvo como objetivo a un numeroso grupo de civiles -unos 300-

caracterizado por sus posiciones críticas frente a la política de seguridad democratica, se ejecutó de

forma organizada y respondió a los planes elaborados por el aparato de poder criminal que se

instaló en la cúpula de la institución. El DAS fue reemplazado en 2011 por la Dirección Nacional de

Inteligencia, pero han continuado las denuncias sobre acciones de espionaje ilegal mientras se

estaba investigando los crímenes e incluso después de que la agencia fuera suprimida.

El DAS estaba adscrito a la Presidencia y atendía la Agenda de Requerimientos del

Presidente. Numerosas evidencias demuestran que el discurso político de Uribe vinculando a la

oposición con la subversión sirvió para legitimar estas actuaciones criminales. Los testimonios de

ex agentes y la documentación decomisada en la sede del DAS confirman el interés del ex

presidente por sus actividades, algunas de las cuales fueron ordenadas directamente por Uribe,

según los testigos. Los “blancos” o víctimas de las actuaciones ilegales eran escogidos en función

de las políticas gubernamentales y muchas de las personas que fueron estigmatizadas por Uribe

sufrieron la persecución del DAS. Los cuatro directores del DAS que nombró Uribe están siendo

investigados por la justicia; uno de ellos -que fue directivo en su campaña presidencial- ya ha sido

condenado a 25 años de cárcel por asociarse con los paramilitares y ser el autor mediato del crimen

de un profesor que previamente había sido detenido bajo la falsa acusación de rebelión.

En los crímenes asociados a la persecución desatada por el DAS se podría establecer que

Uribe fue instigador de esas conductas pues varios ex agentes han declarado que se sintieron

respaldados y alentados por las palabras del presidente contra sus opositores, pero hay elementos

que apuntan a una mayor responsabilidad penal como autor mediato por dominio de la voluntad en

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aparatos de poder organizados. La dependencia orgánica del DAS de la Presidencia suponía que

quien ejercía la máxima autoridad del Estado establecía o, al menos, coordinaba las líneas

estratégicas de la agencia de inteligencia, que en la época de Uribe tuvieron una finalidad criminal

La gran cantidad de cargos del DAS del más alto nivel implicados en la persecución de opositores

permite deducir que ese tipo de conducta criminal se convirtió en eje central de las actividades de la

institución, que se subordinaba -según han confirmado ex funcionarios- a los mandatos

presidenciales. El control que el entonces presidente ejerció sobre el aparato de poder criminal

instalado en el DAS facilitó que esas órdenes no tuvieran que formularse por escrito -aunque han

aparecido documentos comprometedores donde figura textualmente “Presidente Uribe”- ni siquiera

verbalmente sino que debieron ser obedecidas casi automáticamente. Álvaro Uribe supo que sus

órdenes tenían consecuencias criminales, pero no adoptó ninguna medida para evitarlas.

7) La impunidad estructural y sistémica que existe en Colombia con respecto a los crímenes

contra la humanidad y las deficiencias del ordenamiento jurídico interno para establecer la verdad,

la justicia, la reparación y las garantías de no repetición en estos casos implican la necesaria

intervención de la justicia internacional y universal para la persecución de estas conductas. Además,

los altos cargos del Estado en ejercicio o ya cesados, como Álvaro Uribe, tienen garantizada la

inmunidad pues el fuero constitucional del que gozan facilita el bloqueo de la acción de la justicia.

El modelo colombiano de Estado excluyente ha impuesto un sistema de justicia que asegura

que las conductas criminales practicadas por las clases dominantes para defender sus intereses

queden sin castigo. No se apoya debidamente al aparato judicial; quienes denuncian son

perseguidos -asesinatos, amenazas, montajes judiciales-, y se protege a los victimarios mediante

normas que impiden que sus atrocidades sean juzgadas -fuero militar-, las dejan impunes -decretos

de exención de responsabilidad penal- o imponen leves condenas -ley de Justicia y Paz. Por eso,

continúa en la impunidad la inmensa mayoría de los crímenes de los grupos paramilitares, los miles

de asesinatos de sindicalistas y el exterminio sistemático de partidos como la Unión Patriótica.

La persecución de estos crímenes no encuentra el sustento jurídico adecuado en el

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ordenamiento interno colombiano. El Código Penal no tipifica como delitos específicos los

crímenes de lesa humanidad lo que provoca que sus autores deban ser acusados y eventualmente

condenados por delitos comunes y abre la posibilidad de que intervenga la Corte Penal

Internacional al considerar la “incapacidad para investigar o enjuiciar” estos crímenes por parte del

Estado (el ECPI entró en vigor en Colombia el 1-11-02, excepto para crímenes de guerra, que

comenzó a aplicarse siete años más tarde). La jurisprudencia colombiana establece, por un lado, que

los actos atroces contra la población civil deben ser calificados como crímenes contra la humanidad,

pero, por otro, no asume con carácter general varios de los preceptos del ECPI que configuran estos

crímenes, como su imprescriptibilidad, la responsabilidad del superior jerárquico civil y la

improcedencia del cargo oficial a la hora de establecer responsabilidades. Esta situación produce

inseguridad jurídica entre las víctimas y sus representantes, y entre los propios operadores jurídicos.

Esta incertidumbre a la hora de buscar justicia por crímenes de lesa humanidad en Colombia

no existe cuando sus presuntos autores son o han sido altas autoridades del Estado. Casi con

completa seguridad, nunca se establecerán sus responsabilidades penales. La Constitución les

otorga un fuero por el que el Congreso decide previamente si deben ser juzgados por la Corte

Suprema. Hasta ahora ninguna causa ha sido trasladada a la Corte, por lo que la justicia ordinaria no

ha podido actuar ante estos presuntos delitos, incluidos los centenares de casos abiertos a Uribe.

En consideración a las razones expuestas y en virtud del principio de supremacía del derecho

internacional sobre el nacional en materia de crímenes internacionales y del principio de

subsidiariedad por el que actúan otras jurisdicciones cuando falla la nacional, debería intervenir la

justicia internacional y la universal para determinar la responsabilidad penal de Álvaro Uribe Vélez

en la comisión de crímenes contra la humanidad. Desde 2003, la Fiscalía de la CPI está sometiendo

a Colombia a un “examen preliminar” para decidir si los crímenes sobre los que ha tenido

conocimiento pueden ser asumidos por este tribunal internacional. La Fiscalía ya ha evaluado que

en Colombia se han cometido crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra, por lo que el

“examen preliminar” se encuentra en la fase de estudio de la complementariedad, es decir,

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establecer si el Estado colombiano está actuando judicialmente contra los responsables de estas

conductas. El pasado mes de noviembre, la Fiscalía de la CPI reiteró que se continúa analizando el

caso colombiano y que es necesario determinar con prioridad las responsabilidades de los más altos

mandos, tanto civiles como militares, en la comisión de los crímenes. La gran cantidad de

testimonios y otros elementos de prueba recogidos en este trabajo sobre la implicación de Álvaro

Uribe en crímenes atroces, las distintas formas de autoría o participación que se le podrían imputar

y la propia recomendación de la CPI de actuar contra los más altos responsables justifican que este

tribunal inicie una investigación sobre la intervención del ex presidente en la comisión de crímenes

de lesa humanidad durante el tiempo que ocupó la Presidencia de Colombia.

Sin embargo, la justicia internacional debería ser complementada con la universal para poder

ampliar el periodo investigado ya que la CPI sólo podría analizar las actuaciones de Uribe desde

noviembre de 2002. Los tribunales que ejercieran la jurisdicción universal podrían investigar sus

vínculos con el narcotráfico, su implicación en la conformación de grupos paramilitares y su grado

de participación en masacres en las décadas de los años ochenta y noventa. Los propios tribunales

españoles, a pesar de la reforma de la ley del Poder Judicial de 2009, tendrían competencia para

asumir esta investigación pues pueden perseguir los delitos de lesa humanidad cometidos por

españoles o extranjeros, fuera del territorio nacional, si puede constatarse “algún vínculo de

conexión relevante con España”. Además de la existencia de al menos de una víctima española -el

cooperante vasco Íñigo Eguiluz, asesinado por los paramilitares en 1999-, las relaciones históricas

entre Colombia y España obligan a actuar a la justicia española para prevenir que en el futuro otros

dirigentes políticos como Uribe puedan ejercer el poder contra su propio pueblo y contra los valores

esenciales de la condición humana.

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Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas.

- Elementos de los Crímenes de la Corte Penal Internacional, artículo 7.2, aprobados en la Asamblea

de los Estados Partes en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (septiembre 2002) y

revisados en la Conferencia de Revisión del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional

(junio 2010).

5. Jurisprudencia

Universal

- Audiencia Nacional de España, Sala de lo Penal, Sección Tercera, sentencia nº 16/2005, de 19 de

abril de 2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo.

- Corte de Casación de Francia, Advocate General v. Barbie, fallo de 20 de diciembre de 1985.

-Corte del Distrito de Jerusalén, Attorney General of the Government of Israel v. Eichmann, fallo de

12 de diciembre de 1961.

- Tribunal Militar Internacional para el Enjuiciamiento de los Mayores Criminales de Guerra

Alemanes, sentencia de 30 de septiembre y 1 de octubre de 1946.

- Tribunal Supremo de España, Sala de lo Penal, recurso de casación de 12 de enero de 2006 contra

sentencia nº 16/2005, Audiencia Nacional, Sala de lo Penal, Sección Tercera, de 19 de abril de

2005, delito de genocidio, terrorismo y torturas contra Adolfo Scilingo.

Internacional

- Corte Penal Internacional, El Fiscal vs. Germain Katanga y Mathieu Ngudjolo Chui, Caso No.

ICC-01/04-01/07, situación en la República Democrática del Congo, Sala de Cuestiones

Preliminares, decisión sobre la confirmación de cargos, ICC-01/04-01/07-717, 30 de septiembre de

2008.

- Tribunal Penal Internacional para Ruanda, El Fiscal v. Jean Paul Akayesu, Sala de Primera

Instancia, fallo de 2 de septiembre de 1998.

Colombia

- Corte Constitucional:

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Sentencia C-222, 16 de mayo de 1996, sobre demanda de de inconstitucionalidad contra

varios artículos de la Ley 5 de 1992 del reglamento del Congreso, el Senado y la Cámara de

Representantes.

Sentencia C-358, de 5 de agosto de 1997, sobre demanda de inconstitucionalidad contra el

artículo 25 y otros del decreto 2550 de 1988 (Código Militar).

Sentencia SU.1184/01, de 13 de noviembre de 2001, sobre acción de tutela contra la

decisión del Consejo Superior de la Judicatura en el caso de la masacre de Mapiripán.

Sentencia C-578 de 30 de julio de 2002, revisión de la Ley 742 del 5 de junio de 2002 Por

medio de la cual se aprueba el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, hecho en

Roma el día diecisiete (17) de julio de mil novecientos noventa y ocho (1998).

Sentencia C-004, de 20 de enero de 2003, sobre demanda de inconstitucionalidad contra el

artículo 220 de la Ley 200 de 2000 (Código de Procedimiento Penal).

- Corte Suprema de Justicia:

Sala de Casación Penal, recurso de casación de 12 de septiembre de 2007, caso

corregimiento de La Gabarra.

Sala de Casación Penal, única instancia 32.672, sentencia del 3 de diciembre de 2009, caso

Salvador Arana.

Sala de Casación Penal, rad. 32.805, sentencia del 23 de febrero de 2010, asunto García

Romero.

Sala de Casación Penal, auto de 11 de marzo del 2010, caso El Iguano.

Sala de Casación Penal, radicación 27.032, sentencia del 18 de marzo de 2010, asunto

Álvaro Araújo Castro.

Sala de Casación Penal, proceso nº. 32022 de 21 de septiembre de 2009, caso Gian Carlos

Gutiérrez.

Sala de Casación Penal, sentencia de 22 de septiembre de 2010, revisión caso masacre de

Trujillo.

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Sala de Casación Penal, única instancia 32000, 14 de septiembre de 2011, sentencia caso

Jorge Noguera.

- Juzgado Octavo Penal del Circuito Especializado de Bogotá, radicación 2009-63, sentencia caso

Rito Alejo del Río, 23 de agosto de 2012.

6. Documentos judiciales

- Corte Suprema de Colombia, Sala de Casación Penal, alegatos de conclusión, diciembre de 2010-

28 de febrero de 2011, radicado 36.000, procesado Jorge Noguera.

- Equipo Nizkor:

Allard K. Lowenstein International Human Rights Clinic, Facultad de Derecho de Yale (EE

UU), Amicus Curiae presentada para apoyar la calificación por crímenes contra la

humanidad efectuada por la sentencia del caso Adolfo Scilingo, 13 de diciembre de 2006.

Texto de la denuncia penal contra Alvaro Uribe Velez, ex presidente de la República de

Colombia, por la comisión de crímenes contra la humanidad, 29 de noviembre de 2010.

Interrogatorio de Fernando Alonso Tabares Molina ante la Fiscalía Delegada ante la Corte

Suprema (Colombia), 9 y 13 de julio de 2010.

- Fiscalía de la Corte Penal Internacional:

Report on Preliminary Examination activities, 13 de diciembre de 2011.

Situation in Colombia. Interim Report, noviembre 2012.

- Fiscalía General de la Nación (Colombia):

Unidad Delegada Corte Suprema, Informe del CTI nº 498742 del 10 de noviembre de 2009.

Unidad Delegada Corte Suprema de Justicia, Fotocopia tomada directamente de los folios

que se encuentran en la cadena de custodia del A. Z. 54 2004 Grupo denominado

Unidad Delegada Corte Suprema de Justicia, Fotocopia tomada directamente de los folios

que se encuentran en la cadena de custodia del A. Z. 67 2004 Grupo denominado G-3 ,

folios 175-177.

Unidad Delegada Corte Superam de Justicia, Cuaderno anexo original nº. 133 carpeta nº.

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57 2004.

Ref: Denuncia penal contra Álvaro Uribe Vélez, Santiago Uribe Vélez, Juan Guillermo

Villegas Uribe y Santiago Gallón Henao, Bogotá, 11 de abril de 2012.

- Juzgados de Instrucción de Madrid (Esñpaa), querella presentada el 26-10-10 contra Álvaro Uribe,

Jorge Noguera y Germán Villalba por delito de descubrimiento y revelación de secretos.

7. Legislación colombiana

- Decreto legislativo 3398 de 1965, 24 de diciembre, Por el cual se organiza la defensa nacional,

Diario oficial nº. 31.842, Bogotá, de 25 de enero de 1966.

- Constitución Política de Colombia de 1991.

- Ley 5 de 1992, Por la cual se expide el reglamento del Congreso, el Senado y la Camara de

Representantes, Diario oficial nº. 40.483, Bogotá, de 18 de junio de 1992.

- Código Penal, Ley 599 de 2000, Diario oficial nº. 44.097, Bogotá, de 24 de julio de 2000.

- Ley 589 de 2000, Por medio de la cual se prorroga la vigencia de la Ley 418 de 1997, prorrogada

y modificada por la Ley 548 de 1999 y se modifican algunas de sus disposiciones, Diario oficial nº.

44.073, Bogotá, de 7 de julio de 2000.

- Ley 782 de 2002, Por medio de la cual se tipifica el genocidio, la desaparición forzada, el

desplazamiento forzado y la tortura; y se dictan otras disposiciones, Diario oficial nº. 45.043,

Bogotá, de 23 de diciembre de 2002.

- Decreto 128 de 2003, Por el cual se reglamenta la ley 782 de 2002, enero de 2003.

- Decreto 643 de 2004, 2 de marzo, Por el cual se modifica la estructura del Departamento

Administrativo de Seguridad y se dictan otras disposiciones, Diario oficial nº. 45.480, Bogotá, de 4

de marzo de 2004.

- Ministerio de Defensa Nacional, Directiva Ministerial Permanente nº 29, 17 de noviembre de

2005.

- Ley 1424 de 2010, Por la cual se dictan disposiciones de justicia transicional que garanticen

verdad, justicia y reparación a las víctimas de desmovilizados de grupos organizados al margen de

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la ley, se conceden beneficios jurídicos y se dictan otras disposiciones, Diario oficial nº. 47.937,

Bogotá, de 29 de diciembre de 2010.

8. Artículos periodísticos

Colombia

- Periódico El Colombiano:

Giraldo, Carlos, “Un alivio para la pesadilla”, 18-12-05.

Giraldo, Carlos; Garrido, Miguel, “`Uno se aburre de tanto entierro´”, 24-8-06.

Gómez, Ana; Arango, Beatriz; Gómez, Gloria; Palacio, José, “Gaviria-Petro, debate de polo

a polo”, 20-9-09.

- Periódico El Espectador:

“Francisco Villalba, quien denunció a Uribe, advirtió que lo iban a matar”, 29-4-09.

“ONU cifra en más de 57.200 los desaparecidos en Colombia”, 23-5-11.

“Con `conflicto armado´, Senado aprobó en último debate Ley de Víctimas”, 24-5-11.

“Confesiones siniestras”, 8-10-11.

“Escobar no ha muerto: Alfredo Serrano”, 6-7-12.

“Siembras de coca se elevaron a 64.000 hectáreas en 2011”, 25-7-12.

“Siete años de Justicia y Paz”, 25-7-12.

“A jucio Jorge Visbal Martelo por `parapolítica´”, 17-8-12.

“Estoy defraudado y triste porque le di toda la confianza a Santoyo´: Uribe”, 20-8-12.

“Piden que se establezca responsabilidad política de Uribe en caso Santoyo”, 21-8-12.

“Mancuso asegura que Santoyo `trabajaba de la mano con las autodefensas´”, 22-8-12.

“Mancuso aseguró que AUC distribuyeron material alusivo a campaña de Uribe”, 23-8-12.

“General Santoyo demandó a la Nación por 207 millones de pesos”, 23-8-12.

“Uribe sí sabía que paramilitarismo apoyó su campaña”, 24-8-12.

“`Que Mancuso pruebe complot de mi hermano o reuniones conmigo´: Uribe”, 24-8-12.

Arrázola, María del Rosario, “Santoyo hablaría de políticos”, 25-8-12.

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“Paramilitares quemaron libros contables de apoyo a candidaturas presidenciales: El

Iguano”, 26-8-12.

Orozco, Cecilia, “`Fuimos voceros de Mancuso´”, 6-10-12.

“¿El regreso de las chuzadas?, 12-10-12.

“Colombia, el tercero más favorable para negocios en A. Latina: Banco Mundial”, 22-10-

12.

“Defensa de víctimas de las `chuzadas´denuncia estancamiento en investigaciones”, 22-10-

12.

“El próximo 4 de diciembre inicia juicio contra Sabas Pretelt de la Vega por `Yidispolítica´”,

25-10-12.

Durán, Diana; Laverde, Juan, “Peligra la yidispolítica”, 25-10-12.

“Salvatore Mancuso reitera que se reunió con Uribe cuando era gobernador”, 29-10-12.

“Uribe dice que las declaraciones de Mancuso son falsas”, 29-10-12.

- Periódico El País: “Uribe acusa a Daniel Coronell de estar financiado por un narcotraficante”, 19-

12-10.

- Periódico El Tiempo:

“Uribe responde a las incógnitas negras”, 21-4-02.

“No hubo regaños: militares”, 28-8-02.

“Las naves de Tranquilandia”, 23-4-02.

“Departamento de Estado de E. U. rechaza documento que vincula a Álvaro Uribe con

narcotráfico”, 2-8-04.

“Presidente Uribe no dio opinión a Óscar Arias sobre solicitud de asilo del ex senador Mario

Uribe”, 22-4-08.

“Desmovilizaciones y capturas medirán éxito del Ejército, dice general Montoya tras purga

histórica”, 29-10-08.

“275 personas estuvieron en lista de 'chuzados' del DAS en 2004-2005”, 30-1-10.

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“Uribe llama idiota útil al Nobel Adolfo Pérez Esquivel”, 29-5-10.

“Santofimio pagará 21 años de cárcel pendientes por crimen de Galán”, 31-8-11.

“Bajan crímenes de sindicalistas en el país, pero crecen las amenazas: ONU”, 12-3-12.

“Unasur entregó informe sobre cuánto gasta la región en defensa”, 11-5-12.

“Sobrina de Álvaro Uribe no está pedida en extradición”, 14-6-12.

“Sentencias en Justicia y Paz suman 105 mil millones para víctimas, 24-7-12.

“A juicio exembajador Jorge Visbal por presuntos nexos con `paras´”, 17-8-12.

“Jefe `para´de la Sierra, cuarto que habla de presunto apoyo a Uribe”, 8-9-12.

“`Contacto con Uribe era Pedro Juan Moreno´: Mancuso”, 20-9-12.

“En 2002 le hablé a Uribe de apoyo de `paras´ a campaña: De la Spriella”, 25-9-12.

“Yidis Medina pidió que la citen en proceso por las `chuzadas´”, 25-10-12.

- Periódico El Universal: “Caso Santoyo hace parte de un aparato criminal: Iván Cepeda”, 12-9-12.

- Periódico Los Tiempos: “Reiteran que paramilitares financiaron a Uribe en 2006”, 12-5-12.

- Periódico Portafolio: “Se considera pobre quien gana menos de $ 187.079 mensuales”, 2-9-11.

- Periódico Vanguardia Liberal: “Un financiador de entrenamiento a `paras´ luego fue Presidente de

Colombia”, 13-11-12.

- Revista Semana:

“Intervención del presidente Álvaro Uribe Vélez durante la posesión del nuevo Comandante

de la Fuerza Aérea Colombia, general Édgar Alfonso Lesmez”, 8-9-03.

“Revelaciones explosivas”, 24-9-04.

“La historia detrás del documento de inteligencia que acusó a Uribe”, 8-8-04.

”Texto del comunicado de la Casa de Nariño”.

“Frases de Uribe sobre Jorge Noguera”, 24-2-07.

“¿Cuándo renunciará?”.

“El hombre del cartel”, 16-6-07.

“El zar anticorrupción Rodrigo Lara insiste en que su renuncia obedeció a `motivos

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personales´”, 12-12-07.

Restrepo, Juan, “¿Y qué piensa hoy el presidente Uribe del general Rito Alejo?”, 14-9-08.

“`Las declaraciones de Meneses tienen fundamentos: Pérez Esquivel´”, 25-5-10.

“Desigualdad extrema´”, 14-3-11.

“Quién dijo miedo”, 28-5-11.

“Soy culpable”, 16-7-11.

“El hombre que fue cerebro de la paraeconomía”, 31-3-12.

“EE UU: La impunidad es el problema `más grave´ de DD HH en Colombia´”, 24-5-12.

“Dolly Cifuentes Villa ya fue extraditada a EE.UU.”, 7-8-12.

“Madres de Soacha: la tragedia después de la tragedia”, 23-2-12.

“Uribe vs. Corte Suprema: ¿qué salidas hay?”.

“La Mata Hari en la Corte”.

- Revista Cambio: “¿Quiénes apaecen en la caleta de Mancuso?”, 2-11-08.

- Agencia IPS: “Día del periodista, día de denuncias”.

- Prensa Rural: Segura, Camilo, “El DAS en Europa, ¿un escenario de impunidad?”, 25-7-12.

- Caracol radio:

“Presentan en Parlamento Europeo informe `Nunca más´ sobre torturas en Colombia”, 29-

11-00.

“`Según palabras del doctor Peñate, la información era requerida por Álvaro Uribe´: Martha

Leal”, 18-10-10.

- W radio: “`Los Comba´ habrían ofrecido $500 millones para incriminar al hermano del

Presidente, según general Naranjo”, 25-5-10.

- Informativo de televisión Noticias Uno: “Antes de morir Villalba dijo que nunca se retractó de

acusar al Presidente”, 25-4-09.

- Publicación electrónica Verdad abierta:

“Hermano de ex presidente Uribe sí tuvo relación con `paras´: Hasbún”, 18-5-11.

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“`Del Río mantenía informado a Uribe´: Ex coronel Velásquez”, 27-8-12.

“Las armas que los `narcos´regalaron a los hermanos Castaño”, 5-9-12.

“En su origen, paras fueron promovidos por el Ejército”, 20-9-12.

“De la Spriella: `Fui puente entre Uribe y AUC para negociación de Ralito´”, 25-9-12.

“Lo que ha dicho `el Canoso´sobre los hermanos Uribe”.

- Publicación electrónica La Silla Vacía:

Cortés, Carlos, “Las investigaciones en la Comisión de Acusaciones: durmiendo el sueño de

los justos”, 8-5-10.

“Las pruebas del Procurador contra Piedad Córdoba”, 27-9-10.

“Álvaro Uribe Vélez. Ex Presidente de la República”.

-Publicación electrónica Arco Iris:

Guillén, Gonzalo, “Sobrina y cuñada de Álvaro Uribe apresadas en Colombia con fines de

extradición a EE.UU. por ser `socias y aliadas estratégicas´ del cartel de Sinaloa, según la

DEA”, 9-6-12.

Guillén, Gonzalo, “Hermano de Uribe tuvo otro hijo con Dolly Cifuentes diez años después

de la primera hija”, 13-6-12.

Otros

- Periódico Diagonal: Simón, Paco, “Apartadó, 5 años después de la masacre”, del 18 al 31 de

marzo de 2010.

- Agencia EFE: “El Gobierno dice que las FARC reciben de 2,4 a 3,5 mil millones de dólares del

narcotráfico”, 23-10-12.

- Periódico El Nuevo Herald:

Guillén, Gonzalo, “Acusan a Uribe de proteger a un hermano y a dos primos, presuntamente

asesinos”, 24-6-05.

Reyes, Gerardo, “Cabos sueltos en la muerte de Lara Bonilla”, 9-12-07.

- Periódico El País::

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Relea, Francesc, “El narcoestado soñado por Escobar tiene más vigencia que nunca”, 14-10-

07.

“El jefe del Ejército colombiano presenta su renuncia”, 5-11-08.

Peña, Andrea, “Un exjefe de seguridad de Uribe acusado de narcotráfico se entrega a EE

UU”, 4-7-12.

“Piden a CPI investigar a Uribe por ataques a sindicalistas”, 10-10-12.

- Periódico Público: “Uribe justifica la masiva extradición por el incumplimiento de los

compromisos de paz”, 13-5-08.

- Periódico El Mundo: Hernández-Mora, Salud, “El `Watergate´ colombiano puede dañar las

aspiraciones electorales de Santos”, 13-4-10.

- Publicación electrónica Equipo Nizkor:

“El jefe paramilitar Mancuso afirma que controlan el 35 por ciento de los diputados surgidos

de las legislativas”, 12-3-02.

“Declaración del Profesor Philip Alston, Relator Especial de las Naciones Unidas para las

ejecuciones arbitrarias”, 18-6-09.

“Narváez y los crímenes de los `paras´”, 20-6-11.

8. Otros documentos

-Embajada de Estados Unidos en Colombia, Departamento del Tesoro actúa contra organización

narcotraficante colombiana, 21-9-01.

-Presidencia de la República de Colombia:

Alvaro Uribe Velez. Senor Presidente de la República de Colombia. Hoja de vida.

Alvaro Uribe Velez. Senor Presidente de la República de Colombia. Perfil.

"No aceptamos violaciones a los derechos humanos ni falsas acusaciones para desacreditar

la Seguridad Democratica", 28-3-09.

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