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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [59 CRISIS Y DESIGUALDAD EN ESPAÑA: PERSPECTIVAS PARA UNA RECUPERACIÓN SOSTENIBLE Una de las consecuencias inesperadas de la crisis es haber situado el problema de la desigualdad en el epicentro del debate público. La desigualdad en los países de‑ sarrollados, que venía creciendo desde los años ochenta, no parecía figurar entre los problemas prioritarios hasta que la abrupta bajada de los ingresos disponibles de buena parte de la población puso en evidencia que los costes de la crisis no se ha‑ bían distribuido equitativamente y que, además, la desigualdad resulta perjudicial para el crecimiento económico y la cohesión social. Con anterioridad al estallido de la crisis, España ya figuraba entre los países con niveles más altos de desigualdad dentro de la Unión Europea, región que, por otro lado, en el contexto mundial se puede considerar un referente igualitario comparado con otras zonas del planeta como EEUU, por citar un ejemplo de países desarrollados. La desigualdad en España no parecía suponer un problema grave mientras se mantuviera alta pero estable, en un contexto de crecimiento de los ingresos medios durante el último periodo de expansión económica. Esto cambió con la llega‑ da de la crisis que, simplificando mucho, acarreó un abrupto descenso de la renta disponible, es‑ pecialmente entre la población de ingresos más GRáFICO 1 LA DESIGUALDAD EN LOS PAÍSES DE LA OCDE, 2012 Coeficiente de Gini (escala 0‑1) Nota: El coeficiente de Gini es una medida de la concentración del ingreso que muestra el grado en que la distribución personal de la renta se aleja de una distribución hipotética perfectamente equitativa; un valor de 0 representa una igualdad perfecta (todos los individuos tienen el mismo ingreso), mientras que un valor de 1 representa una desigualdad perfecta (un solo individuo acapara todo el ingreso). Se calcula a partir de los ingresos equivalentes de la población, tomando como referencia la definición de ingresos de la OCDE vigente desde 2012 (http://www.oecd.org/els/soc/IDD-ToR-Until2011.pdf.). Fuente: OCDE, Social and Welfare Statistics (Income Distribution - Inequality). 0,00 0,05 0,10 0,15 0,20 0,25 0,30 0,35 0,40 0,45 0,50 Dinamarca Eslovaquia Eslovenia Noruega República Checa Islandia Finlandia Bélgica Suecia Austria Países Bajos Suiza Alemania Hungría Polonia Luxemburgo Irlanda Francia Korea Australia Italia Nueva Zelanda España Estonia Portugal Grecia Reino Unido Israel Estados Unidos Turquía México

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [59

CRISIS Y DESIgUALDAD EN ESPAÑA: PERSPECTIVAS PARA UNA RECUPERACIÓN SOSTENIBLE

Una de las consecuencias inesperadas de la crisis es haber situado el problema de la desigualdad en el epicentro del debate público. La desigualdad en los países de‑sarrollados, que venía creciendo desde los años ochenta, no parecía figurar entre los problemas prioritarios hasta que la abrupta bajada de los ingresos disponibles de buena parte de la población puso en evidencia que los costes de la crisis no se ha‑bían distribuido equitativamente y que, además, la desigualdad resulta perjudicial para el crecimiento económico y la cohesión social. Con anterioridad al estallido de la crisis, España ya figuraba entre los países con niveles más altos de desigualdad dentro de la Unión Europea, región que, por otro lado, en el contexto mundial se puede considerar un referente igualitario comparado con otras zonas del planeta como EEUU, por citar un ejemplo de países desarrollados.

La desigualdad en España no parecía suponer un problema grave mientras se mantuviera alta pero estable, en un contexto de crecimiento de los ingresos medios durante el último periodo de

expansión económica. Esto cambió con la llega‑da de la crisis que, simplificando mucho, acarreó un abrupto descenso de la renta disponible, es‑pecialmente entre la población de ingresos más

gRáfICO 1 LA DESIgUALDAD EN LOS PAÍSES DE LA OCDE, 2012

Coeficiente de gini (escala 0‑1)

Nota: El coeficiente de Gini es una medida de la concentración del ingreso que muestra el grado en que la distribución personal de la renta se aleja de una distribución hipotética perfectamente equitativa; un valor de 0 representa una igualdad perfecta (todos los individuos tienen el mismo ingreso), mientras que un valor de 1 representa una desigualdad perfecta (un solo individuo acapara todo el ingreso). Se calcula a partir de los ingresos equivalentes de la población, tomando como referencia la definición de ingresos de la OCDE vigente desde 2012 (http://www.oecd.org/els/soc/IDD-ToR-Until2011.pdf.).Fuente: OCDE, Social and Welfare Statistics (Income Distribution - Inequality).

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bajos pero también, aunque menos acusado, claramente perceptible en los de rentas medias –que al fin y al cabo constituyen la base del di‑namismo de la economía– y mucho menor en los tramos de rentas altas. Ello puso en evidencia un aumento de la desigualdad de tal calibre –el mayor de todos los países desarrollados, según la OCDE– que logró situar este problema entre las consecuencias sociales más preocupantes de la crisis, generando una amplia reflexión sobre los riesgos de su proyección en las posibilidades y características de la recuperación.

No hace mucho que el CES acometió una re‑flexión sobre la interacción entre la distribución de la renta y el crecimiento económico en su In‑forme 3/2013, Distribución de la renta en España: desigualdad, cambios estructurales y ciclos. Desde entonces, diversos estudios han proseguido pro‑fundizando no solo en la habitual perspectiva de las consecuencias de la desigualdad en términos de cohesión social, sino en el freno que ello supo‑ne para el impulso de la recuperación económi‑ca1. Resulta oportuno, por tanto, revisar el estado de la cuestión en nuestro país, en los albores de lo que parece ser una recuperación económica que es necesario que transite hacia la igualmen‑te necesaria recuperación social.

Como punto de partida, la reciente aparición de los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida 2014 (referida a datos de ingresos de 2013) permite actualizar el análisis retrospectivo de lo acaecido en España en lo que a renta y des‑igualdad se refiere, profundizando en torno a la situación y las dificultades económicas de la población, la evolución del umbral de riesgo de pobreza y las características de la población por debajo del mismo, para prácticamente todo el

1 OCDE: In It Together: Why Less Inequality Benefits All, OCDE Publishing, 2015. Atkinson, A. B.: Inequality: What Can Be Done?, Harvard University Press, 2015. Dabla‑Norris, E., Kochhar K., Suphaphiphat, N., Ricka, F. y Tsounta, E.: “Causes and Consequences of Income Inequality: A Global Perspective”, Staff Discussion Notes nº 15/13, International Monetary Fund, 2015.

periodo de crisis. Otras fuentes permiten obser‑var dimensiones de la desigualdad tanto o más importantes que la de los ingresos, como es el gasto en consumo de los hogares. Este artículo se detiene en la evolución reciente de la equidad en el acceso a la sanidad o la educación así como en otros ámbitos de las políticas públicas con un claro impacto redistributivo, como las políticas de vivienda y protección del medioambiente. El objetivo es exponer en qué medida se refleja la desigualdad social en estos ámbitos, cuáles son sus costes, cómo ha sido la evolución a lo largo de la crisis y cuál es el potencial de desarrollo desde un enfoque de equidad que contribuya a una re‑cuperación duradera y socialmente justa.

1. Crisis y demografía ¿qué ha cambiado durante estos años?La crisis económica ha discurrido en parale‑

lo al avance de cambios sociodemográficos en curso ya desde hace varias décadas. Situación económica y demografía interactúan entre sí, lo que debe tenerse en cuenta a la hora de interpre‑tar las consecuencias de la crisis en términos de desigualdad y de diseñar la estrategia de recupe‑ración social. La crisis económica ha surtido algu‑nos efectos reseñables en la demografía, siendo quizá la inversión de los flujos migratorios, y en especial el aumento de la emigración de espa‑ñoles hacia el exterior, una de sus consecuencias más visibles en este terreno. También hay que tener en cuenta que los cambios demográficos tienen su reflejo en la estructura de ingresos e inciden en el comportamiento de la desigualdad.

El trasfondo migratorio, factor dE dEsigualdad

El repunte de la emigración, aunque haya centra‑do la atención por numerosas razones, apenas es comparable en su magnitud con el intensísimo crecimiento de la población experimentado en‑tre 1999 y 2008 en nuestro país por la llegada de inmigrantes que vinieron a contribuir con su tra‑bajo a la expansión económica de los años de la

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burbuja inmobiliaria y de crédito. Precisamente, y aunque no suela ser suficientemente destacada, una de las pautas demográficas más interesan‑tes de los últimos años es la permanencia y el arraigo en España de la gran mayoría de aque‑llos proyectos migratorios gracias a los que se compensó un crecimiento vegetativo en declive. En efecto, pese al notable flujo de retorno de ex‑tranjeros, nuestro país sigue contando en estos momentos con un volumen similar de población extranjera que al comienzo de la crisis (cuadro 1). Téngase en cuenta, además, que entre 2007 y 2014 obtuvieron la nacionalidad por residencia 944.463 nuevos españoles.

El volumen y características sociocupaciona‑les de la población de origen no nacional tiene su reflejo en el conjunto de la evolución de la desigualdad de la renta del país. No hay que ol‑vidar la mayor crudeza con que el desempleo ha golpeado a la población no autóctona que, como se verá más adelante en este artículo, afronta la vida con un nivel de ingresos generalmente muy inferior y, como consecuencia, acusa un riesgo más alto de pobreza relativa, carencia material y de otros indicadores de riesgo exclusión social.

El EnvEjEcimiEnto, agudizado por la crisis

El índice de envejecimiento, es decir, el porcentaje que representa la población mayor de 64 años so‑bre la población menor de 16 años, conoció duran‑te los años del boom inmobiliario un receso en su imparable ascenso desde 1975 (gráfico 2). Desde el año 2010 volvió a repuntar, consecuencia de la mencionada emigración y retorno de adultos jó‑venes a sus países de origen. Y sería aún más ele‑vado de no haber permanecido en el país la gran mayoría de los extranjeros que llegaron durante la anterior fase de expansión económica. Con una proporción de mayores de 65 años del 18,2 por 100 en 2014, nuestro país encara en estos momentos el reto del envejecimiento con cierta ventaja res‑pecto a otros países que, como Alemania (con un 20,8 por 100 de mayores de 65 años) o Italia (20,2 por 100), lo vienen acusando ya en mayor medida, tras varias décadas de constricción de la fecundi‑dad. En cualquier caso, pese al leve repunte de la fecundidad experimentado en 2014, los bajos ni‑veles de fecundidad de las últimas décadas pare‑cen indicar que en los próximos años la llave del crecimiento demográfico –negativo a partir de 2014 según las proyecciones del INE– no estará en el crecimiento natural sino en el migratorio,

CUADRO 1 EVOLUCIÓN DEMOgRáfICA EN ESPAÑA 2008‑2015

2008 2015

Población total a 1 de enero (nºpersonas) 45.668.938 46.439.864

Estructura por edades (%)

<14 años 10,1 10,2

15-64 años 68,9 66,3

>65 años 16,4 18,5

Edad media (años) 40,6 42,5

Tasa de dependencia <16 y >64 47,2 53,0

Extranjeros 5.086.295 4.447.852

% extranjeros sobre población 11,1 9,6

Indicadores de crecimiento demográfico

Nacidos/1000 defunciones 1.350 1.081

Saldo vegetativo/1000 habitantes 2,9 0,7

Saldo migratorio/1000 habitantes 6,8 -2,2

Fuente: INE, Cifras de Población e Indicadores Demográficos Básicos.

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siempre que la evolución de la economía y el mer‑cado laboral contribuyan a ello.

un tErcio dE los hogarEs, EncabEzados por mujErEs

Desde el punto de vista de la influencia de la composición de los hogares en la evolución de la desigualdad y la pobreza, resulta especialmente sugerente la perspectiva de género. Entre 2007 y 2014 se ha pronunciado el descenso de la pro‑porción de hogares cuyo sustentador principal es un varón, apreciable en todos los grupos de edad salvo a partir de los 64 años (gráfico 3). El proceso de aumento de la proporción de hoga‑res encabezados por mujeres es consecuencia de un cúmulo de factores con consecuencias de dis‑tinto signo en el balance de la desigualdad. Ello deriva, por un lado, del aumento de su participa‑ción laboral en las últimas décadas y su acceso niveles más altos de formación, aún en un con‑texto en el que la desigualdad salarial por razón de género persiste. Por otro, también responde al elevado incremento de hogares monoparenta‑les cuyo surgimiento conlleva, generalmente, un

deterioro de los ingresos, tanto si son resultado de rupturas familiares, de nuevas opciones de reproducción y crianza en solitario o bien del mo‑delo más tradicional de viuda conviviendo con hijo/s adultos. Y, no menos importante durante la crisis, la distribución del empleo y del desem‑pleo dentro de los hogares –en particular, entre hombres y mujeres– ha jugado durante estos años un papel relevante a la hora de determinar su posición en la escala de ingresos, como se verá más adelante.

El tamaño de los hogares y las características de sus miembros desde el punto de vista de la relación con la actividad económica influyen de‑cisivamente en la posición socioeconómica de los individuos que los conforman. La Encuesta Conti‑nua de Hogares de 2014 (INE) confirma la reduc‑ción del tamaño medio del hogar (2,51 personas), y el aumento del número de personas que viven solas (24,8 por 100 de hogares) por efecto del en‑vejecimiento de la población, el menor número de hijos, las nuevas formas de familia y las rup‑turas familiares. Los hogares formados en torno

gRáfICO 2 EVOLUCIÓN DEL ÍNDICE DE ENVEJECIMIENTO EN ESPAÑA, 1975‑2005

(Porcentaje de mayores de 64 años sobre menores de 16)

Nota: datos provisionales en 2015.Fuente: INE, Indicadores Demográficos Básicos.

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35,9

106,9

114,7

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a parejas, con (34,6 por 100) o sin hijos (21,7 por 100), son los más numerosos. No obstante, entre los hogares con hijos convivientes, son los mono‑parentales los que más aumentan en los últimos años, representando ya un 9,4 por 100 del total de hogares. También los hogares unipersonales han ido aumentando progresivamente hasta re‑presentar alrededor del 25 por 100, aunque toda‑vía a distancia de la media europea que supera el 30 por 100.

No obstante, resulta interesante comprobar que los hogares con menores ingresos están re‑curriendo en mayor medida a la reagrupación familiar como estrategia de hacer frente a los gastos de consumo en el periodo de crisis2. Este fenómeno de agrupamiento generacional o de convivencia de adultos más o menos jóvenes con sus familiares pensionistas (que, por otro lado, nunca ha sido extraño en las dinámicas de convi‑vencia familiar e independización tardía en nues‑tro país, con el paréntesis de los años del boom

2 BBVA Research: Situación Consumo: Segundo semestre 2014, BBVA, Madrid, 2014, pág. 23.

en que muchos jóvenes vivieron episodios efí‑meros de emancipación) realza la función social de las pensiones de los mayores en estos años, no ya únicamente como sustitutivas de rentas de sus causantes sino en ocasiones, de toda una familia. Según la EPA (2º trimestre de 2015), en 286 mil hogares, (es decir, el 5 por 100 de hogares encabezados por un pensionista) convivían uno o más parados; proporción que dobla la regis‑trada en 2006 aunque representa un nivel simi‑lar al de antes de la última etapa de expansión económica.

2. Distribución de la renta y desigualdad en el periodo de crisis

2.1. Caída de las renta y aumento de la desigualdad de ingresos

El grave impacto social de la crisis se ha deri‑vado, en primera instancia, de la disminución de la renta disponible de los hogares como resulta‑do de la brusca caída de la actividad económica, el consiguiente aumento del desempleo, la caída de las rentas del trabajo en medio de un fuerte

gRáfICO 3 DISTRIBUCIÓN DE LOS HOgARES POR SExO DEL SUSTENTADOR PRINCIPAL,

ESPAÑA 1998‑2014

(Porcentaje sobre el total de hogares)

Fuente: INE, Encuesta Continua de Presupuestos Familiares para el periodo 1998-2005 y Encuesta de Presupuestos Familiares (anual) para el periodo 2006-2014).

22,1

81,9

72,76HOMBRES

MUJERES 27,24

66,71

33,29

0

10

20

30

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20142013201220112010200920082007200620052004200320022001200019991998

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proceso de moderación salarial y generación de empleo de bajos salarios, así como el incremento del coste de la vida –sobre todo en los primeros años de la crisis–, a lo que vino a añadirse la mer‑ma en los presupuestos familiares que supuso la entrada en vigor de algunas de las medidas adoptadas para responder a los objetivos de la consolidación fiscal.

caída gEnEralizada pEro dEsigual dE la rEnta disponiblE

La recesión económica de los últimos años se ha traducido en una importante disminución de la renta media y mediana anual equivalente de la población española. De hecho, si tomamos en consideración la evolución del coste de la vida y descontamos su efecto, observamos que la caída real experimentada por la renta disponible ha sido todavía más pronunciada (gráfico 4).

NOTA METODOLóGICA SOBRE LA RENTA ANUAL EqUIVALENTE DE LA POBLACIóN

La renta anual equivalente de la población es el resultado de dividir la renta anual disponible del hogar entre el número de unidades de consumo del mismo (escala OCDE modificada) y atribuir la cifra resul‑tante por igual a cada miembro de la unidad familiar.

La renta anual disponible del hogar (neta) se calcula como la suma de: ingresos del trabajo por cuen‑ta ajena (renta monetaria y no monetaria del asalariado), beneficios/pérdidas del trabajo por cuenta propia, valor de los bienes producidos para autoconsumo, transferencias sociales, rentas procedentes de esquemas privados de pensiones, rentas del capital y de la propiedad, transferencias periódicas de otros hogares e ingresos percibidos por menores de 16 años, menos: intereses pagados de préstamos hipotecarios, cotizaciones sociales a cargo del empleador, impuesto sobre la renta y cotizaciones socia‑les, impuesto sobre el patrimonio y transferencias periódicas a otros hogares.

Con el fin de reflejar las diferencias en el tamaño y composición de los hogares, la renta anual dispo‑nible del hogar se divide entre el número de unidades de consumo del mismo (“adultos equivalentes”). Este número se obtiene ponderando a cada miembro del hogar según la escala OCDE modificada, que asigna un peso de 1 al primer adulto (persona de 14 años o más); de 0,5 al segundo adulto y siguientes; y de 0,3 a cada niño menor de 14 años.

La cifra resultante de dividir la renta anual disponible del hogar entre el número de unidades de consumo del mismo se llama renta disponible equivalente. A efectos de los análisis de la distribución personal de la renta, a cada miembro de un hogar se le atribuye la renta anual equivalente de su hogar3.

La definición aquí expuesta de renta anual equivalente de población es la que utiliza tanto el INE como Eurostat para elaborar los indicadores de desigualdad, pobreza y exclusión social. Todos los in‑dicadores empleados en este artículo que provienen de datos proporcionados por dichos organismos, aunque sean de elaboración propia, siguen dicha definición.

No obstante, parece oportuno advertir que otros organismos como la OCDE no utilizan esta defi‑nición de ingresos equivalentes de la población. Por ejemplo, entre otras diferencias, la OCDE iguala a cero aquellas rentas con valores negativos antes de imputar a cada individuo la renta anual equivalen‑te de su hogar4.

3 Para más información sobre las opciones metodológicas existentes en el análisis de la distribución de la renta véase Gisbert, F. J. G. y Notario, A. V.: Desigualdad y bienestar social: de la teoría a la práctica, pp.343‑357, Fundación BBVA, 2009.4 Más información en http://www.oecd.org/els/soc/IDD‑ToR‑Until2011.pdf.

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [65

17.042

15.405

14.795

13.269

14.156

12.193

ECV 2009(periodo

ingresos 2008)

ECV 2010(periodo

ingresos 2009)

ECV 2011(periodo

ingresos 2010)

ECV 2012(periodo

ingresos 2011)

ECV 2013(periodo

ingresos 2012)

ECV 2014(periodo

ingresos 2013)

6 MEDIA € corrientes 5 MEDIANA € corrientes 5 MEDIA € cornstantes 2008 3 MEDIANA € cornstantes 2008

gRáfICO 4 INgRESO MEDIO Y MEDIANO ANUAL EqUIVALENTE DE LA POBLACIÓN(1), ESPAÑA

(2008‑2013)

(Euros corrientes y euros constantes(2))

(1) Véase la definición de ingresos equivalentes de la población en el recuadro 1.(2) Para el cálculo de la renta en euros constantes se ha utilizado la variación media anual del IPC.Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida (INE), ficheros transversales 2009-2014 (base 2013), y el Índice de Precios de Consumo (INE).

CUADRO 2 INgRESO MEDIO ANUAL EqUIVALENTE DE LA POBLACIÓN DE CADA DECIL

DE RENTA(1)(2), ESPAÑA (2008/2013)

(Euros corrientes, euros constantes(3) y porcentaje de variación)

Decil de renta equivalente

Ingreso medio anual equivalenteVariación porcentual

del ingreso medio anual equivalente

2008 € corrientes

2013 € corrientes

2013 € constantes de 2008

2008-2013 € corrientes

2008-2013 € constantes de 2008

1 3.830 2.812 2.584 -26,6 -32,6

2 7.721 6.386 5.868 -17,3 -24,0

3 9.837 8.473 7.786 -13,9 -20,8

4 11.865 10.286 9.452 -13,3 -20,3

5 13.790 12.246 11.252 -11,2 -18,4

6 15.845 14.341 13.178 -9,5 -16,8

7 18.335 16.830 15.465 -8,2 -15,7

8 21.487 20.057 18.430 -6,7 -14,2

9 26.161 24.607 22.611 -5,9 -13,6

10 41.552 38.001 34.919 -8,5 -16,0

Unidad de análisis: PERSONAS(1) Véase la definición de ingresos equivalentes de la población en el recuadro 1.(2) Con decil de renta no se hace referencia al valor que divide la distribución, sino al grupo de ingresos de pertenencia de la población.(3) Para el cálculo de la renta en euros constantes se ha utilizado la variación media anual del IPC.Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida (INE), ficheros transversales 2009-2014 (base 2013), y el Índice de Precios de Consumo (INE).

No obstante, si bien es cierto que la reduc‑ción de la renta disponible en el periodo de crisis ha sido generalizada, esta ha afectado de forma

desigual a los distintos grupos de ingresos, sien‑do mayor el deterioro producido en la parte infe‑rior de la distribución (cuadro 2).

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aumEnto dE la dEsigualdad Económica

Como consecuencia de la desigual distribución de la caída de renta entre la población, la des‑igualdad económica existente en nuestro país se ha incrementado de forma considerable.

Por un lado, la distancia entre los extremos de la distribución se ha acentuado. Atendiendo al ratio de quintiles –también conocido como ratio S80/S20–, la renta del 20 por 100 de la población con mayores ingresos ha pasado de ser 5,9 veces superior a la renta del 20 por 100 de la población con ingresos más bajos en 2008, a ser 6,8 veces superior en 2013 (gráfico 5). Tomando como refe‑rencia la evolución del ratio de deciles –ratio S90/S10–, el distanciamiento ha sido todavía mayor: si en 2008 la renta del 10 por 100 de la población con mayores ingresos era 10,9 veces más elevada que la del 10 por 100 con ingresos más bajos, en 2013 ya era 13,5 veces superior.

Además, la concentración de la renta ha ido en aumento. El índice de Gini ha crecido 1,8 pun‑tos porcentuales, pasando del 32,9 por 100 en

2008 al 34,7 por 100 en 2013 (gráfico 5), y las dife‑rencias observadas en la estructura de ingresos se han intensificado: mientras la mitad de la po‑blación con mayor nivel de ingresos ha pasado a acumular un porcentaje cada vez más elevado de la renta del país, los ingresos del 50 por 100 de la población con menor nivel de renta han perdido peso sobre el total (gráfico 6).

Aun siendo indicadores satisfactorios del ni‑vel de desigualdad existente en la población en su conjunto, ni el índice de Gini ni los ratios que miden la distancia entre los extremos de la distri‑bución muestran en qué parte de esta la disper‑sión es más acusada. Los ratios de percentiles, sin embargo, sí proporcionan medidas de la forma de la distribución, lo que permite observar que la dispersión del ingreso en la parte baja de la dis‑tribución es más elevada y ha crecido en mayor medida durante el periodo de recesión analizado (gráfico 7), cuestión estrechamente relacionada con el aumento tanto de situaciones de vulnera‑bilidad como de pobreza severa en dicho periodo.

gRáfICO 5 RATIO DE qUINTILES DE RENTA E ÍNDICE DE gINI, ESPAÑA (2008‑2013)

Ratio S80/S20: ratio entre la renta anual equivalente de la población del quinto quintil y la del

primero(1) Índice de gini de la renta anual equivalente de la población: escala 0‑100 (porcentaje)(2)(3)

(1) Con quintil de renta no se hace referencia al valor que divide la distribución, sino al grupo de ingresos de pertenencia de la población. Para obtener el ratio, la renta se mide como sumatorio o como valor medio (el resultado es el mismo).(2) El índice de Gini de la renta anual equivalente de la población es una medida de la concentración del ingreso que muestra el grado en que la distribución personal de la renta se aleja de una distribución hipotética perfectamente equitativa. Mide la superficie entre la curva de Lorenz y una línea hipotética de equidad absoluta, expresada como porcentaje de la superficie máxima debajo de la línea. Así, un índice de Gini de 0 representa una igualdad perfecta (todos los individuos tienen el mismo ingreso), mientras que un índice de 100 representa una desigualdad perfecta (un solo individuo acapara todo el ingreso).(3) Véase la definición de ingresos equivalentes de la población en el recuadro 1.Fuente: Eurostat, EU Statistics on Income and Living Conditions: ilc_di11, ilc_di12 (España, base 2013).

32,0

32,5

33,0

33,5

34,0

34,5

35,0

5,50

5,75

6,00

6,25

6,50

6,75

7,00

ECV 2009(periodo

ingresos 2008)

ECV 2010(periodo

ingresos 2009)

ECV 2011(periodo

ingresos 2010)

ECV 2012(periodo

ingresos 2011)

ECV 2013(periodo

ingresos 2012)

ECV 2014(periodo

ingresos 2013)

6 Ratio de quintiles de renta (S80/S20) 4 Índice de Gini

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [67

gRáfICO 6 DISTRIBUCIÓN DEL INgRESO ANUAL EqUIVALENTE DE LA POBLACIÓN POR DECILES

DE RENTA, ESPAÑA (2008/2013)

Porcentaje de la renta anual total equivalente que acumula la población de cada decil de renta(1)(2)

(1) Véase la definición de ingresos equivalentes de la población en el recuadro 1.(2) Con decil de renta no se hace referencia al valor que divide la distribución, sino al grupo de ingresos de pertenencia de la población.Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida (INE), ficheros transversales 2009-2014 (base 2013).

0

5

10

15

20

25

2,2

4,55,8

7,08,1

9,310,7

12,6

15,3

24,4

1,8

4,25,5

6,78,0

9,310,9

13,0

16,0

24,7

Primerdecil

Segundodecil

Tercerdecil

Cuartodecil

Quintodecil

Sextodecil

Séptimodecil

Octavodecil

Novenodecil

Décimodecil

N ECV 2009 (periodo ingresos 2008) N ECV 2014 (periodo ingresos 2013)

gRáfICO 7 RATIOS DE DISPERSIÓN DE LA RENTA ANUAL EqUIVALENTE DE LA POBLACIÓN(1),

ESPAÑA (2008/2013)

Ratios entre percentiles (entendidos como valores que dividen la distribución)(2)

(1) Véase la definición de ingresos equivalentes de la población en el recuadro 1.(2) Ratios entre el valor correspondiente a un percentil determinado y la mediana de ingresos (percentil 50) y ratio entre el valor correspondiente al percentil 90 y el correspondiente al percentil 10.Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida (INE), ficheros transversales 2009-2014 (base 2013).

0,5

1,0

1,5

2,0

2,5

3,0

3,5

4,0

4,5

5,0

5,5

ECV 2009(periodo

ingresos 2008)

ECV 2010(periodo

ingresos 2009)

ECV 2011(periodo

ingresos 2010)

ECV 2012(periodo

ingresos 2011)

ECV 2013(periodo

ingresos 2012)

ECV 2014(periodo

ingresos 2013)

1 P90/P10 1 P90/P50 1 P50/P10 2 P80/P50 2 P50/P20 2 P70/P50 2 2 P50/P30 2 2 P60/P50 2 2 P50/P40

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68] CAUCES 30

pErsistEncia dE ElEvados nivElEs dE dEsigualdad Económica En El contExto comparado

Atendiendo a la evolución de la desigualdad en las últimas cuatro décadas, no cabe duda de que el inicio de la crisis ha marcado un punto de in‑flexión en la magnitud y el ritmo de crecimiento de la desigualdad.

Tras una importante reducción de las dife‑rencias de renta durante la segunda mitad de los años ochenta, a principios de los años noventa el ritmo de reducción de la desigualdad se ralentizó, a lo que siguió un crecimiento moderado de las diferencias de renta durante el trienio recesivo 1992‑1994 y la posterior estabilización de los ni‑veles de desigualdad durante el ciclo expansivo. La ausencia de grandes cambios en los indicado‑res de desigualdad desde mediados de los años noventa rompió la tendencia a la baja de las dos décadas anteriores y el progresivo acercamiento a los niveles medios de la UE, dejando a España con un grado de desigualdad relativamente ele‑vado en el contexto comparado5.

Con este punto de partida, el rápido aumen‑to de la desigualdad en el periodo de crisis ha mantenido a España como uno de los países de la Unión Europea con un reparto más desigual de la renta: la distancia existente entre los extremos de la distribución es de las más altas del entorno europeo (gráfico 8) y su estructura de ingresos muestra más concentración que la observada en la mayoría de sus países vecinos (gráfico 9). De hecho, España se encuentra entre los países con valores más desfavorables en las clasificaciones que extienden la comparación internacional de la desigualdad al marco más amplio de los países de la OCDE.

5 Sobre la evolución de la desigualdad y los cambios en la distribución de la renta en la últimas décadas véase Ayala Cañón, L.: “Desigualdad y pobreza en España en el largo plazo: La continuidad de un modelo”, Documento de trabajo 2.1. del vii Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2014, Fundación FOESSA, 2014.

El EnvEjEcimiEnto dEmográfico como corrEctor dE la dEsigualdad

El peso poblacional de la población mayor de 65 años y el poder redistributivo de las pensio‑nes6 convierten el envejecimiento demográfico existente en nuestro país en un corrector de la desigualdad de ingresos. Teniendo en cuenta que este efecto corrector se ha incrementado en los últimos años, pues las diferencias de renta entre la población mayor de 65 años se han reducido considerablemente7 (gráfico 10) al tiempo que su peso demográfico continuaba en aumento, la tendencia de rápido crecimiento de los nive‑les agregados de desigualdad en el actual perio‑do de recesión económica resulta todavía más preocupante.

la importancia dE la dispErsión salarial y El rEparto difErEncial dEl trabajo En El comportamiEnto dE la dEsigualdad

Si bien es cierto que el patrón distributivo en España responde a la confluencia de diversos factores, entre ellos destacan la evolución de la dispersión salarial –vinculada tanto al comporta‑miento de los salarios como a los cambios en la composición del empleo asalariado–, y el reparto desigual del trabajo entre los hogares españoles, ambos relacionados con la situación de ingresos de la población en edad activa.

La dispersión salarial existente en nuestro país ha mostrado un comportamiento contrací‑clico en las últimas décadas, aumentando en los ciclos recesivos y reduciéndose en los periodos expansivos. Desde el inicio de la crisis económica

6 Para una aproximación a los elementos institucionales que explican el poder redistributivo del sistema español de pensiones véase CES: Distribución de la renta en España: desigualdad, cambios estructurales y ciclos, Colección informes, nº 3/2013, Consejo Económico y Social, 2013, pp.131‑135.7 El incremento de la cuantía de las pensiones mínimas por encima de la revalorización general durante buena parte de la última década, unido al hecho de que las pensiones máximas están topadas, explica la reducción de las desigualdades entre los pensionistas en el periodo analizado.

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [69

gRáfICO 8 RATIO DE qUINTILES DE RENTA, ESPAÑA EN EL CONTExTO EUROPEO (2008/2012)

Ratio S80/S20: ratio entre la renta anual equivalente de la población del quinto quintil y la del

primero(1)(2)

(1) Véase la definición de ingresos equivalentes de la población en el recuadro 1.(2) Con quintil de renta no se hace referencia al valor que divide la distribución, sino al grupo de ingresos de pertenencia de la población.Fuente: Eurostat, EU Statistics on Income and Living Conditions: ilc_di11 (España, base 2013).

N ECV 2009 (periodo ingresos 2008) N ECV 2014 (periodo ingresos 2013)

0,0

1,0

2,0

3,0

4,0

5,0

6,0

7,0

8,0

Repú

blic

a Ch

eca

Eslo

veni

a

Eslo

vaqu

ia

Finl

andi

a

País

es B

ajos

Suec

ia

Bélg

ica

Mal

ta

Aust

ria

Hung

ría

Dina

mar

ca

Irlan

da

Fran

cia

Luxe

mbu

rgo

Alem

ania

Rein

o Un

ido

Chip

re

Polo

nia

UE-2

7

Croa

cia

Esto

nia

Italia

Portu

gal

Litu

ania

Espa

ña

Leto

nia

Grec

ia

Bulg

aria

Rum

anía

gRáfICO 9 ÍNDICE gINI, ESPAÑA EN EL CONTExTO EUROPEO (2008/2013)

Índice de gini de la renta anual equivalente de la población: escala 0‑100 (porcentaje)(1)(2)

(1) El índice de Gini de la renta anual equivalente de la población es una medida de la concentración del ingreso que muestra el grado en que la distribución personal de la renta se aleja de una distribución hipotética perfectamente equitativa. Mide la superficie entre la curva de Lorenz y una línea hipotética de equidad absoluta, expresada como porcentaje de la superficie máxima debajo de la línea. Así, un índice de Gini de 0 representa una igualdad perfecta (todos los individuos tienen el mismo ingreso), mientras que un índice de 100 representa una desigualdad perfecta (un solo individuo acapara todo el ingreso).(2) Véase la definición de ingresos equivalentes de la población en el recuadro 1.Fuente: Eurostat, EU Statistics on Income and Living Conditions: ilc_di012 (España, base 2013).

N ECV 2009 (periodo ingresos 2008) N ECV 2014 (periodo ingresos 2013)

0

5

10

15

20

25

30

35

40

Eslo

vaqu

ia

Eslo

veni

a

Repú

blic

a ch

eca

Suec

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País

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mar

ca

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Irlan

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cia

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Luxe

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UE-2

7

Polo

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Croa

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Chip

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Esto

nia

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ña

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Portu

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Grac

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Litu

ania

Leto

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Bulg

aria

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70] CAUCES 30

su aumento ha sido notable: si en 2008 el salario medio mensual del 20 por 100 de los trabajado‑res por cuenta ajena con las rentas salariales más altas era 8,7 veces superior al salario medio men‑sual del 20 por 100 con las rentas salariales más bajas, en 2013 ya era 11 veces más elevado (gráfi‑co 11). Este crecimiento de la desigualdad de in‑gresos salariales se ha debido principalmente al aumento de la dispersión en la mitad inferior de la distribución (gráfico 12), y ello porque la caída de la renta salarial se ha concentrado en los dos primeros deciles, manteniendo una tendencia creciente en el resto –más intensa en los deciles intermedios de la mitad superior de la distribu‑ción– (gráfico 13).

El comportamiento de la dispersión salarial, derivado a su vez de una conjunción de factores8,

8 Para un análisis en profundidad de la dispersión salarial en España véase Bonhomme, S. y Hospido, L.: “The Cycle of Earnings Inequality: Evidence from Spanish Social Security Data”, Documentos de Trabajo, nº 1225, Banco de España, 2012. Véase también el estudio realizado por García Serrano, C. y Arranz Muñoz, J.Mª.: “Evolución

parece clave para entender el aumento de la des‑igualdad global registrada en España en el perio‑do de crisis9. No obstante, el hecho de que esta no experimentase reducción alguna en la últi‑ma etapa de crecimiento económico, cuando la dispersión salarial se redujo, indica que este fac‑tor no es suficiente para comprender el patrón distributivo y la evolución de la desigualdad en nuestro país.

Bajo el mismo razonamiento cabe decir que la tendencia cíclica del empleo no permite com‑prender la evolución de los cambios acaecidos en distribución de la renta disponible, pues la creación de empleo que acompañó al periodo ex‑pansivo previo a la recesión actual no se tradujo

de la desigualdad salarial en los países desarrollados y en España en los últimos treinta años”, Documento de trabajo 2.5. del vii Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2014, Fundación FOESSA, 2014.9 Véase OCDE: Growing unequal? Income distribution and poverty in OCDE contries, OCDE publishing; 2008; OCDE: Divided We Stand: Why Inequality Keeps Rising OCDE publishing, 2011; y OCDE: In It Together: Why Less Inequality Benefits All, OCDE Publishing, 2015.

4,0

4,5

5,0

5,5

6,0

6,5

7,0

7,5

8,0

ECV 2009(periodo

ingresos 2008)

ECV 2010(periodo

ingresos 2009)

ECV 2011(periodo

ingresos 2010)

ECV 2012(periodo

ingresos 2011)

ECV 2013(periodo

ingresos 2012)

ECV 2014(periodo

ingresos 2013)

4 Total 3 Menos de 65 años 6 65 años o más

(1) Con quintil de renta no se hace referencia al valor que divide la distribución, sino al grupo de ingresos de pertenencia de la población. Los quintiles son calculados para cada grupo poblacional a partir de su distribución de ingresos particular.(2) Véase la definición de ingresos equivalentes de la población en el recuadro 1.Fuente: Eurostat, EU Statistics on Income and Living Conditions: ilc_di011 (España, base 2013).

gRáfICO 10 RATIO DE qUINTILES DE RENTA DE CADA gRUPO DE EDAD, ESPAÑA (2008‑2013)

Ratio S80/S20: ratio entre la renta anual equivalente de la población del quinto quintil y la del

primero(1)(2)

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [71

gRáfICO 11 RATIO DE DECILES DE RENTA SALARIAL, ESPAÑA (2008‑2013)

Ratio entre la renta media mensual (bruta) de la población asalariada del décimo decil y la del

primero(1)(2)

(1) Los cálculos se han realizado a partir de la renta salarial bruta mensual del empleo principal.(2) Con decil de renta no se hace referencia al valor que divide la distribución, sino al grupo de ingresos salariales de pertenencia de la población (asalariada).Fuente: elaboración propia a partir de datos la Encuesta de Población Activa (INE, resultados anuales).

8,0

8,5

9,0

9,5

10,0

10,5

11,0

11,5

2008 2009 2010 2011 2012 2013

gRáfICO 12 RATIOS DE DISPERSIÓN DE LA RENTA SALARIAL(1), ESPAÑA (2008‑2013)

Ratios entre percentiles (entendidos como valores que dividen la distribución)(2)

(1) Renta salarial bruta mensual del empleo principal.(2) Ratios entre el valor correspondiente a un percentil determinado y la mediana de ingresos salariales (percentil 50) y ratio entre el valor correspondiente al percentil 90 y el correspondiente al percentil 10.Fuente: elaboración propia a partir de datos la Encuesta de Población Activa (INE, resultados anuales).

1,5

2,0

2,5

3,0

3,5

4,0

4,5

5,0

5,5

2008 2009 2010 2011 2012 2013

4 P90/P10 3 P90/P50 6 P50/P10

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72] CAUCES 30

en reducciones significativas de la desigualdad. No obstante, no se puede obviar que la desigual incidencia del desempleo entre los hogares es‑pañoles –una de las manifestaciones más claras del reparto desigual del trabajo– está jugando un papel relevante en la evolución de la desigual‑dad en el periodo de crisis10 Como se ha dicho, el rápido incremento de diferencias de renta entre la población española en los últimos años de recesión económica responde a una caída espe‑cialmente intensa de las rentas más bajas y el consecuente aumento de la dispersión en la mi‑tad inferior de la distribución, lo cual concuerda claramente con el aumento considerablemente mayor de las personas que viven en hogares con baja intensidad de trabajo en los primeros deci‑les de renta11 (gráfico 14).

En resumen, si bien es cierto que tanto la dis‑persión salarial como el reparto diferencial del trabajo entre los hogares españoles muestran relación con el patrón distributivo en el periodo de recesión analizado, el hecho de que la des‑igualdad no experimentase reducción alguna en el último periodo de expansión económica, a pesar de su intensidad y extensión temporal, pone de manifiesto que ni la creación de empleo a nivel agregado ni la reducción de la dispersión salarial llevan necesariamente implícita una re‑ducción de la desigualdad. El reparto del trabajo

10 Puesto que las situaciones personales de ingresos dependen de la renta disponible del hogar, unidad económica básica, y no únicamente de los ingresos personales (cuestión que ha motivado la decisión de realizar el análisis de la distribución personal de la renta a partir de los denominados ingresos equivalentes), en el análisis de la desigualdad resulta más relevante la incidencia del desempleo en el hogar que su impacto a nivel individual. Véase Ayala Cañón, L., Cantó, O. y Rodríguez, J. G.: “Poverty and the business cycle: The role of the intra‑household distribution of unemployment”, ECINEQ Working Paper, nº222, 2011.11 Intensidad que, atendiendo a la definición del indicador utilizado, viene determinada tanto por la incidencia del desempleo en el hogar como por la incidencia de la inactividad, la temporalidad de la relación laboral y/o el carácter parcial de la jornada de trabajo (en el caso de los trabajadores autónomos escasez de horas trabajadas).

entre los diferentes niveles de poder adquisitivo y las características del mismo son cuestiones de suma importancia en el comportamiento de la desigualdad.

la importancia dE la capacidad rEdistributiva pública En la dEsigualdad

Un elemento de gran importancia en el análisis de la distribución de la renta es la capacidad re‑distributiva de la intervención pública, pues, en‑tre otras cosas, sin ella no existiría el mencionado efecto corrector del envejecimiento, la dispersión salarial después de impuestos sería más elevada, y el reparto desigual del trabajo entre los hogares tendría efectos más nocivos sobre la desigualdad.

Aunque todas las formas de intervención pública tienen efectos sobre el reparto final de la renta, las que afectan de manera más directa a la distribución son el sistema tributario –en especial el impuesto personal sobre la renta de las personas físicas– y el gasto en prestaciones –principalmente las transferencias monetarias–, siendo mayor el impacto de las políticas de gasto que el de las fiscales.

Los estudios disponibles sobre el tema sugie‑ren que el mantenimiento durante las últimas décadas de altos niveles de desigualdad en el contexto comparado, incluido el periodo recesivo actual, está relacionado con la menor capacidad redistributiva del sistema español de impuestos y transferencias sociales12.

12 Para una buena revisión sobre el tema véase Ruiz‑Huerta, J.:“¿Afectan los impuestos a la distribución de la renta?”, Documento de trabajo 2.6. del vii Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2014, Fundación FOESSA, 2014; y Cantó Sánchez, O.: “La contribución de las prestaciones sociales a la redistribución” Documento de trabajo 2.7. del vii Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2014, Fundación FOESSA, 2014. Para un análisis pormenorizado del sistema español de impuestos y transferencias véase Ayala Cañon, L., Loscos Fernández, J. y Ruiz‑Huerta, J. (dir.): Estado del Bienestar y sistemas fiscales en Europa, Colección Estudios, nº 232, Consejo Económico y Social de España, 2015. Véase también CES: Distribución de la renta en España: desigualdad, cambios estructurales y ciclos, Colección informes, núm. 3/2013, Consejo Económico y Social, 2013, págs. 126‑156.

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [73

gRáfICO 13 RENTA SALARIAL MEDIA(1) DE CADA DECIL DE RENTA (2), ESPAÑA (2008/2013)

Euros corrientes y euros constantes(3)

(1) Renta salarial bruta mensual del empleo principal.(2) Con decil de renta no se hace referencia al valor que divide la distribución, sino al grupo de ingresos salariales de pertenencia de la población (asalariada).(3) Para el cálculo de la renta media en euros constantes se ha utilizado la variación media anual del IPC.Fuente: elaboración propia a partir de datos la Encuesta de Población Activa (INE, resultados anuales) y el Índice de Precios de Consumo (INE).

0

500

1.000

1.500

2.000

2.500

3.000

3.500

4.000

4.500

5.000

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Decil de renta

1 2008 1 2013 (€ corrientes) 2 2013 (€ constantes de 2009)

gRáfICO 14 DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE CADA DECIL DE RENTA EN fUNCIÓN DE LA

INTENSIDAD DE TRABAJO DEL HOgAR EN EL qUE RESIDE(1), ESPAÑA (2008/2013)

Porcentaje sobre la población de cada decil de renta anual equivalente(2)(3)

(1) Para obtener el indicador de intensidad de trabajo del hogar se calcula, por una parte, el número de meses en los que los miembros del hogar en edad de trabajar (personas de 18 a 59 años, excepto individuos entre 18 y 24 años que viven con al menos uno de sus padres y son económicamente inactivos) han estado trabajando durante el año de referencia de los ingresos (año anterior al de la encuesta) y, por otra, el total de meses en los que teóricamente esos mismos miembros podrían haber trabajado; se obtiene el ratio y se determina si es inferior o superior al 20%. Puesto que la situación de actividad de los miembros en edad de trabajar puede ser diversa y cambiar durante el año de referencia, la construcción de este indicador es especialmente compleja. Sin entrar en detalles cabe advertir que el punto de partida para su cálculo son las horas trabajadas semanalmente y finalmente los meses trabajados equivalentes. Esta variable se aplica a personas de 0 a 59 años, excepto menores de 25 años que viven solos y son inactivos y menores de 25 años que viven con personas de 60 años o más sin que haya en el hogar ningún miembro de 25 a 59 años.(2) Con decil de renta no se hace referencia al valor que divide la distribución, sino al grupo de ingresos de pertenencia de la población.(3) Véase la definición de ingresos equivalentes de la población en el recuadro 1.Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida (INE), ficheros transversales 2009-2014 (base 2013).

24,6

7,8 8,34,3 4,2 2,8 3,1 1,6 1,1 1,70%

100%

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10Decil de renta

ECV 2009 (periodo ingresos 2008)

51,1

26,815,9

10,6 7,5 6,7 3,8 4,1 2,5 2,40%

50%50%

100%

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10Decil de renta

ECV 2014 (periodo ingresos 2013)

N No aplicableN Personas en hogares que no sufren baja intensidad de trabajoN Personas en hogares sin empleo o con baja intensidad en el empleo

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74] CAUCES 30

En lo que se refiere al poder redistributivo de ambas vertientes de la intervención pública en el periodo de crisis dichos estudios destacan, por un lado, que el sistema tributario español –a pesar de su elevado nivel de progresividad en el marco comparado– está teniendo una inciden‑cia limitada y decreciente sobre la distribución de la renta; y, por otro, que las prestaciones so‑ciales –dado el mayor peso adquirido en la ren‑ta de los hogares por la caída de las rentas del trabajo– han aumentado significativamente su efecto reductor de la desigualdad durante la cri‑sis, evitando un mayor aumento de la diferencias de renta en dicho periodo.

La debilidad mostrada por el sistema tribu‑tario en el actual periodo de recesión económica está relacionada principalmente con la caída de la renta, en especial la renta procedente del tra‑bajo, pues el IRPF es el impuesto más relevante a efectos redistributivos, aunque también con otras cuestiones como el peso de los impuestos indirectos, que tienen un componente regresivo de entidad.

Por su parte, el crecimiento de la capacidad redistributiva del conjunto de prestaciones so‑ciales en el periodo de crisis se ha debido prin‑cipalmente al aumento experimentado por las prestaciones no limitadas por renta –como la pensión contributiva de desempleo–, que han doblado su efecto redistributivo, y, en menor me‑dida, al aumento de la prestaciones asistencia‑les –especialmente el subsidio por desempleo–. No obstante, las pensiones contributivas siguen siendo las transferencias sociales con mayor po‑der redistributivo en nuestro país.

2.2. Crecimiento de la vulnerabilidad socioeconómica

En 2015 y tras casi siete años de crisis económi‑ca, España comienza a manifestar algunos sig‑nos de recuperación o, al menos, de salida de la recesión, que tienen su manifestación en los principales indicadores macroeconómicos y del

empleo, si bien no se reflejan aún en una mejora en términos de igualdad y bienestar social. Una situación que ha aumentado la preocupación ante la persistencia de altas tasas de desempleo y, en especial, de desempleo de larga duración, y que mantiene a un porcentaje muy elevado aún de población en los niveles de renta bajos y en situación de riesgo de exclusión social.

España viene arrastrando problemas de vul‑nerabilidad social desde incluso el último pe‑ríodo expansivo anterior a la crisis económica y financiera que, si bien tuvo efectos positivos en términos de empleo, no logró reducir los niveles de desigualdad ni de riesgo de pobreza moneta‑ria (que llegaba a afectar al 20 por 100 de la po‑blación). Y ello pese al aumento del nivel medio de ingresos y las sucesivas mejoras introducidas en la acción protectora del sistema de protección social. Esta situación se ha visto agravada con la crisis económica, que ha dado lugar a uno de los mayores aumentos de población en situación de vulnerabilidad de las últimas décadas, consti‑tuyendo una de las consecuencias sociales más extremas de la crisis, así como un lastre para el desarrollo de un crecimiento inclusivo en el me‑dio y largo plazo.

La crisis, de hecho, vino a poner de manifiesto que el último período expansivo de la economía española propició el aumento de los niveles de renta de muchos grupos poblacionales, especial‑mente entre trabajadores jóvenes y poco cualifi‑cados13, mejora económica que en muchos casos indujo a la asunción de deudas y que no conta‑ba con el respaldo de otros elementos determi‑nantes de la seguridad económica a largo plazo, como nivel educativo y competencias profesio‑nales, patrimonio o red familiar. Ello provocó que

13 Como muestran algunos estudios, el fuerte aumento del empleo y los salarios del sector de la construcción durante el ciclo expansivo inmediatamente anterior a la crisis se dirigió hacia trabajadores jóvenes y poco cualificados. Para más información véase Bonhomme, S. y Hospido, L.: “The Cycle of Earnings Inequality: Evidence from Spanish Social Security Data”, Documentos de Trabajo, nº 1225, Banco de España, 2012.

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [75

esos grupos cayeran en una situación de riesgo de pobreza y exclusión de forma precipitada una vez que el desempleo, y en especial el de larga duración, comenzara a aumentar y el alcance de las políticas de protección por desempleo se fue‑ra resintiendo ante la prolongación e intensidad de la crisis14.

De acuerdo con el indicador europeo AROPE, que mide el grado de vulnerabilidad y exclusión social ante situaciones de bajos ingresos, baja intensidad laboral y privación material severa, en 2014 el 29,2 por 100 de la población española se encontraba en esta situación, 4,5 puntos porcen‑tuales más que al inicio de la crisis (gráfico 16), lo que sitúa a nuestro país a gran distancia de la

14 Durante el período expansivo, además, los niveles de endeudamiento crecieron, especialmente entre los niveles de renta más bajos. Entre 2002 y 2008 se duplicó el porcentaje de familias endeudadas cuyos pagos de la deuda suponían más del 40 por 100, afectando al 16,5 por 100 de las mismas. Este porcentaje ascendía al 46,5 por 100 en los hogares endeudados de rentas más bajas. Para más información, véase Informe CES 3/2013 Distribución de la renta en España, óp. cit.

media de la UE‑15 (23,1 por 100 en 2014). Y es que, atendiendo al período de crisis económica, Espa‑ña ha sido el segundo país de la UE con mayores incrementos de este indicador, tan sólo superada por Grecia (gráfico 15)15.

Atendiendo a los factores subyacentes al ries‑go pobreza y exclusión social, se desprende que durante el período de la crisis la mayor vulnera‑bilidad social ha procedido, como es lógico dada la coyuntura económica y del empleo, del fuerte aumento de la baja intensidad laboral de los ho‑gares, habiendo pasado del 7,6 por 100 en 2008 al 17,1 por 100 en 201316. Esta situación ha deri‑vado en un aumento del riesgo de pobreza mo‑netaria de 1,8 puntos porcentuales desde 2008,

15 En el análisis del indicador compuesto AROPE se menciona el año de la encuesta, sin olvidar que dos de sus tres componentes están referidos al año anterior.16 Mientras en el análisis del indicador compuesto AROPE se menciona el año de la encuesta, en el análisis individual de la variable “intensidad de trabajo del hogar” se menciona el año de referencia de la misma (el año anterior al de la encuesta).

Notas: (I) el periodo de referencia tanto de la variable riesgo de pobreza monetaria como de la variable intensidad de trabajo del hogar, dos de los componentes del AROPE, es 2008-2013 (2008-2012 para los países señalados con asterisco); (II) véase la definición del AROPE y sus componentes en el gráfico 16.Fuente: Eurostat, EU Statistics on Income and Living Conditions: ilc_peps01.

gRáfICO 15 RIESgO DE POBREzA Y ExCLUSIÓN SOCIAL (AROPE), VARIACIÓN 2009‑2014

Puntos porcentuales de diferencia

-8

-6

-4

-2

0

2

4

6

8

10

Bulg

aria

Leto

nia

Polo

nia

Rum

anía

(*)

Eslo

vaqu

ia

Fran

cia

(*)

Aust

ria

Esto

nia

(*)

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)

Repú

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Hung

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5 (*

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da (*

)

Chip

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eca

Espa

ña

Grec

ia

1,7

4,5

8,4

Page 18: CRISIS Y DESIgUALDAD EN ESPAÑA: PERSPECTIVAS PARA UNA ... · CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [59 CRISIS Y DESIgUALDAD EN ESPAÑA: PERSPECTIVAS PARA UNA RECUPERACIÓN SOSTENIBLE

76] CAUCES 30

alcanzando el 22,2 por 100 en 201317. Se trata de uno de los aumentos más notables de la tasas de pobreza monetaria desde que se tiene cons‑tancia estadística de este indicador, si bien poco notable teniendo en cuenta el fuerte aumento de la baja intensidad laboral de los hogares. Ello se explicaría, junto al efecto amortiguador de la protección por desempleo, fundamentalmente, por el cálculo de la pobreza monetaria en térmi‑nos relativos, es decir, a partir de la mediana de ingresos de la población que, como consecuencia de un ciclo económico de crisis intensa, ha des‑cendido (traduciéndose, a su vez, en un descenso de los umbrales de pobreza, que pasaron de 8.877 euros anuales después de transferencias sociales en 2008 a 7.961 euros en 2013) (gráfico 17). En cambio, el cálculo de la tasa de pobreza mone‑taria a partir del umbral fijo de un año ajustado a la evolución del IPC (“umbral anclado”, como se suele conocer en los ámbitos más especializados) muestra un crecimiento mucho mayor. Tomando como referencia el umbral de 2008 (actualizado por el IPC), el porcentaje de población con rentas inferiores asciende en 2013 al 31,6 por 100 (por‑centaje de población por debajo de 9.669 euros). Esto es, la pobreza monetaria en términos reales, y no relativos, habría aumentado casi 10 puntos porcentuales más que la tasa de pobreza relativa (gráfico 17). Todo ello ha derivado en situaciones de carencia material severa, aunque aún en un porcentaje no muy elevado, afectando al 7,1 por 100 de la población en 2014 (gráfico 16).

EmpEoramiEnto dE las situacionEs dE pobrEza

Otro aspecto a tener en cuenta, y que viene a po‑ner de manifiesto la gravedad de la situación de la población en riesgo de pobreza, es la distan‑cia de sus niveles de renta (mediana de ingresos)

17 Mientras en el análisis del indicador compuesto AROPE se menciona el año de la encuesta, en el análisis individual de la variable “riesgo de pobreza monetaria” se menciona el año de referencia de los ingresos (el año anterior al de la encuesta). También, como es lógico, cuando se alude a los umbrales de pobreza.

respecto al umbral de pobreza monetaria, que ha pasado del 25,7 por 100 en 2008, al 31,6 por 100 en 2013 (gráfico 18). Esto es, la mediana de in‑gresos de la población con rentas más bajas ha descendido en mayor medida que el umbral de pobreza monetaria, lo que es indicativo de que los ingresos de la población que entra a englobar las tasas de pobreza monetaria han empeorado proporcionalmente más que los del resto de la población.

A este respecto, se ha de tener encuentra el notable incremento durante la crisis de los hoga‑res que no perciben ningún tipo de ingreso, que suman un total de 721.900 en el tercer trimestre de 2015, casi el doble que al comienzo de 2007 (gráfico 19). Se trata de un indicador indirecto del riesgo de pobreza extrema que apunta al au‑mento de las situaciones de pérdida de ingresos y rentas sustitutorias.

No es de extrañar, pues, que, tal y como mues‑tra la distribución de la población en situación de riesgo de pobreza por tramos de ingresos, se esté produciendo una cronificación del riesgo de po‑breza en los sectores con niveles de ingresos más bajos (gráfico 20). Así, el porcentaje de población en situación de riesgo de pobreza severa (con ingresos inferiores al 40 por 100 de la mediana de ingresos) ha crecido de manera notable (2,5 puntos porcentuales) en el período de crisis. Este hecho parece estar indicando que en el actual contexto, la población que ha entrado en situa‑ción de riesgo de pobreza queda atrapada en ella mientras sus ingresos continúan descendiendo.

EstrEcha rElación EntrE El dEsEmplEo y vulnErabilidad social

En términos generales, la población más vulne‑rable y expuesta al riesgo de exclusión social en España y en la UE son los desempleados, que pre‑sentan porcentajes muy superiores a la media global y a la de otros grupos poblacionales. En Es‑paña, el riesgo de pobreza y exclusión social entre los desempleados ha aumentado notablemente en el contexto de crisis económica (casi 14 puntos

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [77

porcentuales), habiendo pasado del 51,6 por 100 en 2009, al 65,2 por 100 en 2014 (cuadro 3), lo que sería reflejo del aumento del desempleo de larga duración y de la debilidad del sistema de protec‑ción social para hacer frente a las situaciones de desempleo que no dan acceso a prestaciones o que se prolongan tanto que dan lugar a que las prestaciones se extingan, y que han ido en au‑mento a medida que se ha prolongado la crisis.

Al mismo tiempo, también ha aumenta‑do el riesgo de pobreza y exclusión social entre la población empleada en el contexto de crisis,

llegando a afectar al 15 por 100 de los ocupados en 2014 (cuadro 3). Este hecho vendría a reflejar una de las principales debilidades del mercado de trabajo español, como es la mayor frecuencia de trabajos que no requieren cualificación es‑pecífica, con bajos salarios y un nivel elevado de temporalidad, aspectos definitorios de la calidad del empleo, en claro proceso de deterioro en los últimos años.

A la hora de analizar las situaciones de ma‑yor vulnerabilidad social hay que tener en cuen‑ta que uno de sus principales condicionantes no

gRáfICO 16 AROPE: COMPONENTES E INTERSECCIONES ENTRE SUBPOBLACIONES, ESPAÑA

(2009/2013)

Porcentaje de población

(1) AROPE: porcentaje de personas que se encuentran en alguna o algunas de las siguientes condiciones.(2) Riesgo de pobreza monetaria: porcentaje de personas que están por debajo del umbral de pobreza, fijado en el 60 por 100 de la mediana de los ingresos anuales equivalentes después de las transferencias sociales (véase la definición de ingresos equivalentes en el recuadro 1). El periodo de referencia de los ingresos es el año anterior al de la encuesta.(3) Intensidad de trabajo del hogar: porcentaje de personas entre 0 y 59 años que viven en hogares cuyos miembros en edad de trabajar (personas de 18 a 59 años, excepto individuos entre 18 y 24 años que viven con al menos uno de sus padres y son económicamente inactivos) lo hicieron menos del 20% del total de su potencial de trabajo durante el año de referencia de los ingresos (año anterior al de la encuesta). Esta variable se aplica a personas de 0 a 59 años, excepto menores de 25 años que viven solos y son inactivos y menores de 25 años que viven con personas de 60 años o más sin que haya en el hogar ningún miembro de 25 a 59 años.El porcentaje no coincide con la suma de porcentajes de las intersecciones porque la categoría “no aplicable” está excluida del análisis (para la construcción de las intersecciones, sin embargo, dicha categoría se computa como un “no”).(4) Privación material severa: porcentaje de personas que viven con escasez de recursos al no tener acceso a, al menos, 4 de los siguientes 9 ítems: gastos imprevistos, una semana de vacaciones fuera de casa, pago de la hipoteca o las facturas de luz, agua, gas, etc., una comida de carne, pollo, pescado o proteína equivalente al menos cada dos días, mantener la vivienda a una temperatura adecuada los meses de invierno, lavadora, TV en color, teléfono y coche.Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida (INE), ficheros transversales 2009-2014 (base 2013).

2009 2014

AROPE 24,7 29,2

Pobreza monetaria 20,4 22,2

Hogar en carencia material severa 4,5 7,1

Personas en hogares con baja intensidad de trabajo 7,6 17,1

En riesgo de pobrezamonetaria (60%

mediana ingresos

ECV 2009 (período de ingresos 2008) ECV 2014 (período de ingresos 2013)

Privación materialsevera15,3

1,8

0,9

2,4

2,5

0,2

1,7

11,8

2,1

2,1

2,3

0,56,0

4,3

Viviendo en hogares conbaja intensidad en el

trabajo

En riesgo de pobrezamonetaria (60%

mediana ingresos

Privación materialsevera

Viviendo en hogares conbaja intensidad en el

trabajo

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78] CAUCES 30

gRáfICO 17 UMBRAL Y TASA DE RIESgO DE POBREzA MONETARIA, ESPAÑA 2008‑2013

Umbral en euros corrientes y tasa en porcentaje de población

Notas: (I) véase la definición de tasa de riesgo de pobreza monetaria relativa en el gráfico16; (II) la tasa de riesgo de pobreza monetaria anclada se calcula a partir del umbral de ingresos anuales equivalentes de 2008 actualizado por la variación media anual del IPC.Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida (INE), ficheros transversales 2009-2014, y el Índice de Precios de Consumo (INE).

N Tasa de pobreza monetaria relativa (porcentaje de población por debajo del umbral de pobrezaN Tasa de pobreza monetaria anclada3 Umbral de pobreza (60% de la mediana de ingresos por unidad de consumo)4 Umbral de pobreza anclado en 2009 actualizado por el IPC

19,0

21,0

23,0

25,0

27,0

29,0

31,0

33,0

ECV 2009(periodo

ingresos 2008)

ECV 2010(periodo

ingresos 2009)

ECV 2011(periodo

ingresos 2010)

ECV 2012(periodo

ingresos 2011)

ECV 2013(periodo

ingresos 2012)

ECV 2014(periodo

ingresos 2013)

20,4 20,7 20,6 20,8 20,4

22,2

21,0

24,5

26,9

28,9

31,6

8.851,3

9.660,29.526,1

9.298,6

9.010,6

8.763,1

7.961,38.114,2

8.320,78.357,7

gRáfICO 18 UMBRAL DE POBREzA Y “RELATIVE POVERTY gAP”, ESPAÑA (2008‑2013)

Umbral en euros y “relative poverty gap” en porcentaje

Fuente: Eurostat, EU Statistics on Income and Living Conditions: ilc_li01, ilc_li11 (España, base 2013).

1 “Relative poverty gap” (porcentaje que representa la mediana de ingresos1 de la población en riesgo de pobreza sobre el umbral de pobreza)1 Umbral pobreza (60% mediana ingresos)

7.600

7.800

8.000

8.200

8.400

8.600

8.800

9.000

0,0

5,0

10,0

15,0

20,0

25,0

30,0

35,0

Porc

enta

je

Euro

s

ECV 2009(periodo

ingresos 2008)

ECV 2010(periodo

ingresos 2009)

ECV 2011(periodo

ingresos 2010)

ECV 2012(periodo

ingresos 2011)

ECV 2013(periodo

ingresos 2012)

ECV 2014(periodo

ingresos 2013)

8.877

25,7

31,6

7.961

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [79

0

100

200

300

400

500

600

700

800

900

2007

T1

2007

T3

2008

T1

2008

T3

2009

T1

2009

T3

2010

T1

2010

T3

2011

T1

2011

T3

2012

T1

2012

T3

2013

T1

2013

T3

2014

T1

2014

T3

2015

T1

2015

T3

398,9

773,2721,9

gRáfICO 19 VIVIENDAS SIN INgRESOS, ESPAÑA (2007‑2015)

Viviendas en las que no reside ningún perceptor de ingresos (en miles de euros)(1)

(1) se consideran perceptores de ingresos quienes hayan declarado tener trabajo, recibir una pensión de jubilación o de otro tipo o percibir subsidio de desempleo (estén inscritos o no como demandantes de empleo).Fuente: INE, Encuesta de Población Activa.

N Ingresos comprendidos entre el 50-60% mediana ingresosN Ingresos comprendidos entre el 40-50% mediana ingresosN Ingresos por debajo del 40% mediana de ingresos

ECV 2009 (periodo ingresos 2008) ECV 2014 (periodo ingresos 2013)0

5

10

15

20

25

5,1

5,3

20,4

22,2

7,2

6,3

8,110,6

gRáfICO 20 POBLACIÓN EN RIESgO DE POBREzA MONETARIA POR NIVEL DE INgRESOS, ESPAÑA

(2008/2013)

Porcentaje sobre el conjunto de la población

Fuente: Eurostat, EU Statistics on Income and Living Conditions: ilc_li02 (España, base 2013).

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80] CAUCES 30

CUADRO 3 RIESgO DE POBREzA Y ExCLUSIÓN SOCIAL (AROPE) POR DISTINTAS VARIABLES

(Porcentaje por grupo poblacional)

UE 15 España

ECV 2009 ECV 2013 ECV 2009 ECV 2014

TOTAL 21,4 23,1 24,7 29,2

Tipo de hogar

Sin hijos a cargo 20,7 21,8 21,0 24,3

Con hijos a cargo 22,0 24,5 28,2 33,8

Unifam iliar con hijos a cargo 48,0 49,7 51,1 53,3

1 adulto > 65 años 28,9 24,0 40,8 9,3

Nacionalidad

Extranjera 31,6 34,5 43,5 51,7

No extranjera 19,4 20,8 22,8 24,7

Situación laboral más frecuente (> 18 años)

Ocupados 10,2 11,5 13,6 15,0

Parados 63,3 67,2 51,6 65,2

Jubilados 19,5 16,8 22,0 11,9

Inactivos 40,2 43,0 36,3 35,1

Nivel educativo (> 18 años)

Hasta ESO (ISCED97, Niveles 0-2) 29,2 32,1 28,7 34,9

Secundaria post-obligatoria (ISCED97, Nivel 3-4) 18,9 21,7 20,0 27,6

Terciaria (ISCED97, Nivel 5-6) 10,5 12,0 10,6 15,3

Sexo

Mujeres 22,6 24,0 25,6 28,9

Hombres 20,1 22,2 23,8 29,4

Edad

< 18 años 24,3 26,0 32,0 35,8

18-24 años 26,3 31,1 24,7 29,2

25- 49 años 19,2 22,6 22,1 31,2

50-64 años 21,8 24,2 23,0 30,4

> 65 años 19,6 16,5 24,9 12,9

Nota: Véase la definición del indicador AROPE en el gráfico 16 (recuérdese que dos de sus tres componentes están referidos al año anterior al de la encuesta).Fuente: Eurostat, EU Statistics on Income and Living Conditions.

es tanto el empleo en sí mismo, su intensidad y continuidad a lo largo del año, como su distribu‑ción intrafamiliar. A este respecto, uno de los da‑tos alarmantes en el último periodo de crisis es el porcentaje de viviendas en las que todos sus miembros activos están en situación de desem‑pleo (12,4 por 100 de los hogares en el segundo trimestre de 2015) así como de los hogares en los que al menos la mitad de los activos está en

paro (26,9 por 100 por 100 en el segundo trimes‑tre 2015) (gráfico 21). Con todo, desde 2013 se ha venido registrado, en ambos casos, un descenso progresivo de los hogares con alta intensidad de desempleo. Aun así, los niveles alcanzados en el período de crisis siguen aún elevados, siendo motivo de preocupación el tiempo que puedan estar en esta situación si la coyuntura económica y laboral no mejoran aún más o si las políticas

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [81

sociales no son capaces de dar una respuesta cla‑ra para prevenir situaciones sociales graves que pueden derivar en cronicidad, como se ha visto anteriormente.

Esta situación vendría a explicar igualmente el mayor riesgo de exclusión social de la pobla‑ción extranjera, que alcanza a más del 50 por 100 en 2014 (cuadro 3), dado que ha sido uno de los colectivos más afectados por la crisis en tér‑minos de desempleo y que, además, carecen en muchas ocasiones de soporte familiar para hacer frente a una situación prolongada de desempleo.

Las familias monoparentales, encabezados en su mayoría por mujeres, cuenta igualmen‑te con una mayor vulnerabilidad ante situa‑ciones de pérdida de ingresos provenientes de las rentas del trabajo, de ahí que sus miembros constituyan uno de los colectivos poblacionales con mayor riesgo de exclusión social, llegando a afectar al 53,3 por 100 de los mismos en 2014, en torno a 2 puntos porcentuales más que en

2009 (cuadro  3). Estos datos vienen a poner en evidencia que la situación de las familias mono‑parentales constituía ya un problema estructural con anterioridad a la crisis y que, con ella, se ha agravado aún más, lo que es indicativo de que el sistema de protección social no está respondien‑do satisfactoriamente a los cambios de la estruc‑tura sociodemográfica.

Asimismo, los datos constatan que las fami‑lias con hijos a cargo están siendo especialmen‑te castigadas por la crisis económica, pues la tasa de riesgo de exclusión social de sus miem‑bros ha aumentado más de 10 puntos porcen‑tuales, lo que está repercutiendo, a su vez, en la pobreza infantil (cuadro 3). En última instancia, la situación de los hogares españoles con hijos a cargo en el contexto de crisis ha dejado patente la debilidad de las políticas de familia y bienestar social tanto en el período expansivo de la econo‑mía española pero, especialmente, en el período actual de crisis.

gRáfICO 21 INCIDENCIA DEL PARO EN LAS VIVIENDAS CON AL MENOS UN ACTIVO

(En porcentaje respecto a las viviendas con al menos un activo)

Fuente: INE; Encuesta de Población Activa.

35

30

25

20

15

10

5

0

32,4

15,0

26,9

12,4

1 Al menos la mitad de los activos son parados1 Todos los activos son parados

2007

T1

2007

T3

2008

T1

2008

T3

2009

T1

2009

T3

2010

T1

2010

T3

2011

T1

2011

T3

2012

T1

2012

T3

2013

T1

2013

T3

2014

T1

2014

T3

2015

T1

2007

T2

2007

T4

2008

T2

2008

T4

2009

T2

2009

T4

2010

T2

2010

T4

2011

T2

2011

T4

2012

T2

2012

T4

2013

T2

2013

T4

2014

T2

2014

T4

2015

T2

3,5

10,2

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82] CAUCES 30

fuErtE vulnErabilidad social dE la población infantil, jovEn y sin Estudios

No en vano, el riesgo de exclusión social de la po‑blación infantil (menores de 18 años) en España ha aumentado 3,8 puntos porcentuales en el pe‑ríodo de la crisis, hasta alcanzar el 35,8 por 100 en 2014 (cuadro 3), lo que la sitúa a la cabeza de la UE 28. Este dato está directamente relacionado con la situación laboral de los padres en el pa‑norama de fuerte crisis económica, con elevadas tasas de desempleo y elevadas tasas de tempo‑ralidad, pero también de la ineficacia del sistema de protección social en las situaciones en las que hay menores a cargo. Se trata, sin duda, de uno de los datos más preocupantes de la situación actual y de cara al futuro, dados los importantes costes sociales que implica la experiencia de la pobreza en edades tempranas y el riesgo de que se transmita a la siguiente generación18.

Al mismo tiempo, también se ha producido un aumento importante de la población joven (18‑24 años) en situación de riesgo de exclusión social (cuadro 3). Constituye un dato muy preocu‑pante si tenemos en cuenta que con frecuencia este grupo no suele reunir los requisitos nece‑sarios para acceder al subsidio por desempleo y que, además, un buen porcentaje de los mismos posee bajos niveles de cualificación y presentan altos índices de fracaso escolar, con lo que, en muchos casos, la pérdida de empleo se traduce en abandono del mercado laboral con poca pro‑babilidad de reenganche en el sistema educati‑vo. Esta situación puede perpetuar aún más su situación de vulnerabilidad en el medio y largo plazo, a tenor de la importancia que tienen la educación para prevenir contra el riesgo de po‑breza y exclusión.

18 Los datos aportados por el módulo de la Encuesta de Condiciones de Vida sobre la transmisión intergeneracional de la pobreza de 2011, que fueron objeto de análisis en la Memoria CES 2012, mostraban precisamente que la situación económica de la población adulta española está condicionada por las circunstancias del hogar en el que se vivió durante la adolescencia.

Así, su incidencia es mucho más baja entre la población con estudios terciarios (15 por 100 en 2014) que la que, como mucho, ha alcanzado úni‑camente la enseñanza obligatoria o los estudios secundarios postobligatorios (35 por 100 y  27,6 por 100 en 2014, respectivamente).

mayor vulnErabilidad dE la población trabajadora dE Edad avanzada

Conviene destacar, igualmente, la vulnerabilidad de la población con edades comprendidas entre los 50 y 64 años, cuyas tasas de riesgo de exclu‑sión social se sitúan en 2014 por encima del 30 por 100, habiendo aumentado más de 7 puntos porcentuales en el período de la crisis (cuadro 3). Una situación que proviene, en muchos casos, de situaciones de desempleo que, a estas edades con más frecuencia suelen ser de larga o muy lar‑ga duración, y con menores posibilidades de rein‑corporación al mercado laboral por mostrar una más baja empleabilidad. A esta situación vendría a sumarse, en muchos casos, que con ella conflu‑yen las situaciones de desempleo o subempleo de otros miembros del hogar, lo que evidente‑mente puede dar lugar a situaciones sociales de extrema gravedad.

La población mayor de 65 años, sin embargo, ha registrado una mejora en términos relativos en los últimos años y su tasa de riesgo de exclu‑sión social ha descendido del 19,7 por 100 al 12,9 entre 2009 y 2014 (cuadro 3). Esta situación res‑ponde, no a una mejora de sus ingresos, dado que las pensiones se han mantenido relativamente estables en el período de la crisis, sino al fuerte deterioro de la situación del resto de colectivos poblacionales. La protección social de esta pobla‑ción a través de las pensiones ha mostrado ser eficaz a la hora de garantizar el bienestar de la población de mayor edad ante una recesión eco‑nómica tan fuerte como la experimentada por España en el último período, al contrario de las políticas de protección social destinadas a otros colectivos, en especial a las familias con hijos a cargo.

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [83

la situación socioEconómica dE las mujErEs

Con mayores niveles de inactividad que los hom‑bres, una tasa de paro más elevada y una retri‑bución salarial media más baja, la situación final de ingresos de la mujeres –después de la redistri‑bución interna de recursos en el hogar– las ubica en mayor medida que a los hombres en la parte inferior de la distribución de la renta (gráfico 22).

A diferencia de los varones, las mujeres han mejorado su posición relativa en la distribución general de la renta en el periodo de crisis –aun‑que, como es sabido, ello no significa que su si‑tuación de ingresos haya mejorado en términos reales– (gráfico 22). Así, a pesar del repunte expe‑rimentado desde 2012, su riesgo de pobreza mo‑netaria se sitúa en 2013 por debajo del observado entre la población masculina (22,1 por 100 frente a 22,4 por 100) (gráfico 23).

Con todo, lo cierto es que las diferencias ob‑servadas entre sexos en lo que a riesgo de pobre‑za y exclusión social se refiere no son muy acu‑sadas (gráfico 23). En este sentido, es importante recordar que los datos de carácter individual aquí expuestos se obtienen de la información agrega‑da del hogar, de manera que las desigualdades

de género resultan parcialmente invisibilizadas. De hecho, si se compara la situación socioeco‑nómica de ambos sexos diferenciando el tipo de hogar al que pertenecen, se observa que la dife‑rencia entre hombres y mujeres que viven en so‑litario o es mucho más acusada.

3. Los costes sociales y económicos de la desigualdadLa anterior aproximación a la evolución de

los ingresos de los hogares a lo largo de la crisis, como determinante esencial de sus condiciones de vida, debe completarse con una reflexión so‑bre otros componentes del bienestar diferentes de la renta que admiten ser analizados en pers‑pectiva de equidad. Evidentemente, el flujo de ingresos de los hogares no constituye la única dimensión en que se manifiesta la desigualdad. No hay que olvidar que en el origen y desarrollo de la desigualdad (en gran medida, también de la desigualdad en los ingresos) juegan un impor‑tante papel las diferencias en la distribución de la propiedad –uno de cuyos objetos predilectos en nuestro país es la vivienda habitual– y en el

gRáfICO 22 DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE CADA SExO POR DECILES DE RENTA(1)(2),

ESPAÑA (2008‑2013)

Porcentaje sobre la población de cada sexo

(1) Con decil de renta no se hace referencia al valor que divide la distribución, sino al grupo de ingresos de pertenencia de la población.(2) Renta anual equivalente de la población (véase la definición en el recuadro 1).Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida (INE), ficheros transversales 2009-2014 (base 2013).

9,0

9,5

10,0

10,5

11,0

9,0

9,5

10,0

10,5

11,0

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Mujeres

Decil de renta1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

Hombres

1 ECV 2009 (periodo ingresos 2008) 1 ECV 2014 (periodo ingresos 2013)

Decil de renta

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84] CAUCES 30

gRáfICO 23 RIESgO DE POBREzA Y ExCLUSIÓN SOCIAL DE CADA SExO

AROPE y sus componentes (porcentaje por grupo poblacional)

Nota: Véase la definición del indicador AROPE en el gráfico 16 (recuérdese que dos de sus tres componentes están referidos al año anterior al de la encuesta).Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Condiciones de Vida (INE), ficheros transversales 2009-2014 (base 2013).

20,719,920,119,4

22,119,9

22,420,920,921,421,321,3

0

5

10

15

20

25

30

35

ECV 2014(periodo

ingresos 2013)

ECV 2009(periodo

ingresos 2008)

ECV 2010(periodo

ingresos 2009)

ECV 2011(periodo

ingresos 2010)

ECV 2012(periodo

ingresos 2011)

ECV 2013(periodo

ingresos 2012)

1 Tasa de riesgo de pobreza o exclusión social (AROPE) HOMBRES1 Tasa de riesgo de pobreza o exclusión social (AROPE) MUJERES2 En riesgo de pobreza monetaria (toda la población) HOMBRES2 En riesgo de pobreza monetaria (toda la población) MUJERES1 Con carencia material severa (toda la población) HOMBRES1 Con carencia material severa (toda la población) MUJERES2 Viviendo en hogares con baja intensidad de trabajo (población 0-59 años) HOMBRES2 Viviendo en hogares con baja intensidad de trabajo (población 0-59 años) MUJERES

nivel educativo. De modo que, en puridad, la ob‑servación del comportamiento de los ingresos de las familias debería incardinarse en el análisis del conjunto de la situación financiera de éstas últimas, contemplando renta y riqueza de los ho‑gares y otros aspectos tan determinantes de la calidad de vida material como el gasto en con‑sumo que realizan. Las últimas ediciones de la

Encuesta Financiera de las Familias del Banco de España ilustran sobre estos aspectos.

Por lo que hace al consumo de los hogares, la evolución de los últimos años arroja resultados coherentes con el descenso generalizado de los ingresos.

LA DESIGUALDAD EN EL CONSUMO DE LOS hOGARES A LO LARGO DE LA CRISIS

En España, una de las manifestaciones más claras de la crisis económica ha sido la fuerte caída del consumo de los hogares desde 2008, caída que ha llegado a ocasionar un cambio en la relación de los ciudadanos con el mercado, transformando la composición de su “cesta de la compra”. Ese cambio refleja con bastante nitidez la reordenación de las prioridades de gasto en un momento de incertidum‑bre y de bajada de los recursos.

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [85

En 2006 el gasto medio por hogar ascendía a 30.215 euros, y en 2014 la cantidad se había reducido a 23.560, es decir, que entre un año y el otro los hogares dejaron de gastar más del 22 por 100 de la canti‑dad de dinero que habían dedicado a la adquisición de bienes y servicios justo antes del comienzo de la crisis. Siete mil euros es una cantidad muy importante para las economías domésticas, y aunque se trata de un valor medio (no todos los hogares han seguido las mismas pautas de consumo en estos años de crisis), da cuenta del enorme impacto del mal momento económico en la calidad de vida de los hogares.

La respuesta de las familias a la situación económica ha seguido criterios de racionalidad, lo que en cierto modo las ha alejado del modelo de consumo esperable en una sociedad desarrollada. En este sentido, las partidas de gasto que implican mayores desembolsos, y que suelen requerir endeuda‑miento, como en el caso de los transportes, han sido los elegidos en primer lugar para rebajar el gasto familiar en buena parte del periodo de crisis. Así, la partida de transportes, en la que la compra de automóviles tiene un peso protagonista, fue uno de los principales elementos de ajuste, acumulando una bajada muy severa desde el inicio de la crisis. Las familias parecen haber reducido la mayoría de sus gastos para poder mantener el pago de la vivienda, que en la actualidad absorbe como promedio, la tercera parte de sus recursos económicos, cuando en 2006 apenas alcanzaba la cuarta parte. Por el contrario, la Cultura y el ocio, que constituyen el máximo exponente del desarrollo de una sociedad, cuando se sitúan en posiciones más protagonistas en el conjunto de las prioridades de los ciudadanos, han ido perdiendo su peso en la estructura del consumo en los años de crisis, que habría recuperado algunos rasgos de un modelo de consumo más arcaico por el peso de los elementos de supervivencia.

Estos rasgos básicos del consumo durante la crisis son esenciales para tratar de entender cómo ha evolucionado la desigualdad desde el punto de vista del gasto familiar. Así, de acuerdo con algunas de las variables sociodemográficas más descriptivas de las distintas posiciones sociales en el continuo socioeconómico, como son la procedencia de los ingresos principales del hogar, el nivel formativo del sustentador principal del hogar o su nacionalidad, el gasto realizado por los hogares ha tendido a con‑verger en algunos casos, pero desde el punto de vista de la estructura del consumo (la proporción que cada hogar dedica a cada bien y servicio), que dibuja un perfil más cualitativo y quizá más descriptivo de la realidad de la calidad de vida, el consumo muestra más bien una profundización en la desigual‑dad durante los últimos ocho años.

La actividad del sustentador principal del hogar es una de las variables más determinantes de la evolución del consumo en estos últimos años. Como se desprende de los datos de la Encuesta de Pre‑supuestos Familiares, las personas que viven en hogares cuyos sustentadores se encuentran ocupados, han reducido su consumo en un 6 por 100 durante la crisis, mientras que las que viven en hogares con sustentadores que se encuentran desempleados lo han hecho en un 19 por 100. Por el contrario, las que viven en hogares con sustentadores jubilados no solo no han reducido su gasto, sino que lo han aumentado hasta el 17 por 100 entre 2006 y 2014.

La gran dispersión del gasto en función de la actividad del sustentador se refuerza y se matiza con la variable “principal fuente de ingresos del hogar”, que refleja un moderado descenso del gasto en los hogares con ingresos del trabajo por cuenta propia y ajena, y un aumento en los que viven de pensiones contributivas y no contributivas. En cambio, en los hogares con rentas de la propiedad y del capital muestra también un notable descenso, lo que apuntaría a una confluencia a la baja. En el mis‑mo sentido, el nivel de formación de los sustentadores explicaría también la evolución hacia una cierta igualación, porque los niveles más bajos se relacionan con menores descensos del consumo y los más altos con descensos más acusados.

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86] CAUCES 30

Sin embargo, las consecuencias de la dispar evolución de las pautas de consumo en los diferentes segmentos de la población que, con cautela podría interpretarse como convergente, muestra más bien una polarización de las estructuras del consumo de los distintos grupos, porque unos han tenido que gastar cada vez una proporción mayor en bienes y servicios de supervivencia, como la propia vivienda y la alimentación, (cuando descienden, por poco que sea, unos recursos ajustados, queda limitada la posibilidad de ahorrar y de adquirir bienes y servicios no imprescindibles) mientras que otros, a pesar de haber moderado también su gasto, han mantenido perfiles más acordes con el modelo de sociedad desarrollada, con un peso menor de los bienes de supervivencia y un mayor desembolso en servicios y bienes culturales, de ocio, transportes, etc.

EVOLUCIÓN DE LA ESTRUCTURA DEL gASTO DE LOS HOgARES SEgÚN EL NIVEL fORMATIVO

Y LA RELACIÓN DEL SUSTENTADOR PRINCIPAL CON LA ACTIVIDAD, ESPAÑA (2006‑2014)

(Proporción de gasto dedicado a alimentación dentro del hogar y a vivienda)

Fuente: INE, Encuesta de Presupuestos Familiares.

Total

Ocupados

Parados

Jubilados

Otros inactivos

30,0

35,0

40,0

45,0

50,0

55,0

60,0

65,0

2006 2010 2014

Inferior 1ª etapaEd. Secundaria

1ª etapa Ed.Secundaria

2ª etapa ESOTotal

FP Grado sup.E. U.1er c/Grados

Est. univ. 2º ciclo,de ciclo largo,másteres, doctorado

30,0

35,0

40,0

45,0

50,0

55,0

60,0

2006 2010 2014

TASAS DE VARIACIÓN DEL CONSUMO MEDIO POR HOgAR SEgÚN NIVEL fORMATIVO

Y LA RELACIÓN CON LA ACTIVIDAD DEL SUSTENTADOR PRINCIPAL, ESPAÑA (2006‑2014)

Fuente: INE, Encuesta de Presupuestos Familiares.

-14,0

-12,0

-10,0

-8,0

-6,0

-4,0

-2,0

0,0

Tota

l

Infe

rior a

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [87

La renta final disponible de los hogares tam‑bién está condicionada por la manera en que se desarrolla la función redistributiva del Estado a través de la política de rentas, el sistema imposi‑tivo y las transferencias de bienes y servicios pú‑blicos que, aunque con notables variaciones geo‑gráficas en el entorno internacional comparado, contribuyen a reducir la desigualdad inicial en la

distribución de los recursos económicos entre los hogares. De entre todas las manifestaciones de la acción pública redistributiva, por su gran po‑tencial en el impulso de la igualdad de oportuni‑dades, merezca la pena detenerse en primer lu‑gar en el ámbito educativo –en las desigualdades educativas existentes y en el impacto de la crisis en el sistema educativo–.

EDUCACIóN E IGUALDAD

La educación es uno de los componentes de la actuación de los poderes públicos con mayor potencial redistributivo y de mayor importancia estratégica para la sociedad en su conjunto, tanto por sus bene‑ficios económicos como sociales.

La teoría económica del capital humano vincula el aumento del nivel educativo con la competi‑tividad, aunque recientes investigaciones muestran que calidad de los resultados del aprendizaje, y no tanto la duración de la escolaridad, tiene un importante impacto sobre el crecimiento económico. Invertir en educación es económicamente rentable dada su contribución a la empleabilidad e ingresos de los individuos pero, además, la educación tiene el potencial de otorgar otros beneficios significati‑vos a los individuos y a la sociedad. Existe una rentabilidad social de la educación que ha sido evaluada

(OCDE), y que se muestra a través de indicadores de muy diversa índole. Por ejemplo, en la existencia de unos hábitos de vida menos saludables (obesidad y tabaquismo) en los individuos con menor nivel educativo, o que la esperanza de vida se encuentra fuertemente asociada a la educación. También los adultos que han obtenido niveles altos de educación tienen una mayor probabilidad de implicarse más en actividades de la sociedad civil.

Por ello, en las sociedades del conocimiento aumenta la preocupación por la persistencia de des‑igualdades educativas, pues la fractura social entre aquellos que no han adquirido conocimientos y habilidades necesarios para desarrollar tareas complejas y los que sí las han adquirido tiende a agran‑darse cada vez más. Además, esta desventaja tiende a perpetuarse a lo largo de la trayectoria vital, pues una insuficiente formación inicial determina en gran medida una peor empleabilidad y una menor permanencia y calidad en el empleo, cuestiones que llevan, a su vez, a menores salarios y posibilidades de formación a lo largo de la vida. Por tanto, una redistribución más equitativa del capital humano contribuirá a una menor desigualdad económica y social. Sin embargo, la estructura educativa juvenil en España sigue caracterizada por un mayor peso de aquellos que tienen un nivel educativo superior o muy bajo y un peso menor de los jóvenes con un nivel educativo medio. La importancia de esta duali‑zación en términos educativos ha producido que la, tradicional movilidad educativa intergeneracional ascendente, sea menor entre los más jóvenes (INE, EADA, 2011).

La igualdad de oportunidades educativas concierne tanto a las posibilidades de acceso a los niveles no obligatorios como a los resultados educativos. Respecto a la igualdad de logros, actualmente se han establecido tres umbrales que permiten identificar a la población joven en situación de pobreza o ex‑clusión educativa. En primer lugar estarían las situaciones más extremas de exclusión, que se refieren a la proporción de jóvenes que no obtiene el título de Graduado en ESO, pues es la titulación mínima exigida formalmente para todos los ciudadanos. En segundo lugar se encontrarían aquellos alumnos

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88] CAUCES 30

que han abandonado tempranamente el sistema escolar, que se podrían encuadrar como un colectivo con una vulnerabilidad educativa moderada, pues su capacidad de aprender a aprender es menor, sien‑do este un aspecto esencial para su participación efectiva en las actuales sociedades del aprendizaje. Y en tercer lugar se encontrarían aquellos jóvenes que obtienen niveles bajos de rendimiento en com‑petencias básicas (matemáticas, ciencia, y lectura), pues su capacidad para ampliar sus conocimientos y competencias está muy limitada. Según los últimos datos disponibles, la vulnerabilidad educativa severa y moderada afecta a un 22 por 100 de los jóvenes españoles, y el 18,3, el 15,7 y el 23,6 por 100 tie‑nen importantes carencias cognitivas en lectura, ciencia y matemáticas respectivamente. Por un lado, hay que señalar la mejora de estos tres indicadores a lo largo de las crisis, a excepción de la proporción de alumnado con bajos rendimientos en matemáticas. Por otro lado, cabe advertir que el abandono escolar temprano (al igual que el fracaso escolar) ha disminuido en el periodo de crisis, consecuencia, en parte, del elevado desempleo de la población con menor cualificación, que ha aumentado el coste oportunidad de seguir estudiando.

En todos estos indicadores, las alumnas muestran tradicionalmente mejores valores que sus coetá‑neos masculinos. La incidencia del fracaso escolar (curso 2011‑12) es del 26,8 por 100 en el caso de los chicos y del 17,2 por 100; en el de las chicas, la tasa de abandono sigue siendo claramente más elevada entre los hombres (25,6 por 100) que entre las mujeres (18,1 por 100), y la proporción de alumnos con bajos rendimientos en las tres competencias básicas (11,8 por 100) también es superior al de las alum‑nas (8,7 por 100).

Aunque a nivel agregado el aumento del nivel educativo de los adultos ha contribuido a mejorar los bajos rendimientos de los jóvenes al terminar la enseñanza obligatoria, la equidad en los resultados parece que ha empeorado: entre 2006 y 2012 se ha incrementado en 3 puntos porcentuales la variación del rendimiento del alumnado en matemáticas explicada por el estatus socio‑económico (OCDE). Ade‑más, hay estudios (MECD, Revista educación, 2010) que muestran la incidencia del origen social en las probabilidades de completar la ESO a su debido tiempo y en las probabilidades de tener una “segunda oportunidad” en caso de fracaso escolar, así como su influencia en la elección de un determinado itine‑rario académico o profesional por parte de alumnos que acaban la educación obligatoria a su debido

fRACASO ESCOLAR Y ABANDONO ESCOLAR TEMPRANO EN ESPAÑA

Fuente: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (Las cifras de la educación en España. Edición 2015) y Eurostat

3 Abandono Escolar Temprano4 Fracaso escolar

28,4 28,627,9

25,0

23,823,1

22

30,832

31

30

29

28

27

26

25

24

23

21

22

30,531

31,931,2

28,4

26,5

24,9

23,5

22,3

2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [89

tiempo. La probabilidad de una persona joven de acceder a los estudios universitarios es el doble si sus padres han alcanzado un nivel educativo de secundaria superior y casi el cuádruple si los padres poseen educación terciaria (OCDE).

Respecto al acceso a los estudios no obligatorios, hay que señalar que, aunque en España la asis‑tencia socio‑educativa a menores de 3 años –que incluye 1º ciclo de E. Infantil y en otros centros no autorizados por la Administración educativa– es alta (42 por 100), esta es menor para los niños cuyas madres tienen menor nivel educativo o no están trabajando. Ello es relevante, pues se ha demostrado que una escolarización de calidad y accesible en educación infantil contribuye a la reducción del fraca‑so escolar, especialmente en los grupos socialmente más desfavorecidos. Por otro lado, aunque la cri‑sis ha tenido un efecto de prolongación y reenganche a los estudios universitarios, que ha producido un importante aumento de la tasa de entrada o acceso a los estudios universitarios entre 2008 y 2011, esta tasa empezó a declinar en 2012, y desde ese año hasta 2015 se observa una reducción importante del número de alumnos. El acceso a los estudios universitarios sigue siendo más elevado en el caso de las mujeres. Esta disminución en el censo universitario puede ser debida, entre otros factores, a los efectos del aumento del precio de la matrícula universitaria y, en el último año, al cambio de las con‑diciones para obtener y mantener una beca (Real Decreto 609/2013), a pesar de que se está realizan‑do un esfuerzo económico desde las diferentes administraciones en becas y ayudas al estudio en el ámbito universitario desde el inicio de la crisis. Así, en el ámbito universitario, entre el curso 2008‑09 al 2012‑13 se ha producido un crecimiento tanto en el número de becas y ayudas al estudio (26 y 36 por 100 respectivamente) como en el importe total dedicado a las mismas (24 por 100), aunque ha descendido tanto el importe medio por beca (reducción del 21 por 100 hasta quedar en 964 euros por beca en el curso 2012‑13), como el importe medio recibido por becario (reducción del 27 por 100 hasta quedar en 2.107 euros).

La desigualdad es una barrera para mejorar los resultados educativos y para aumentar el nivel edu‑cativo. Por ello, la importante proporción de niños y jóvenes españoles en riesgo de pobreza y exclusión social (AROPE) en España (32,1 por 100 de los menores de 6 años, 34,8 de los jóvenes de 6 a 11 años y 40,9 de aquellos entre 12 a 17 años, según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida 2014), que además ha aumentado con la crisis, tiene una gran relevancia en términos de equidad. La educación es en un recurso clave en la estructura social y en las oportunidades vitales de las personas, de tal forma que los procesos de exclusión social no son ajenos a las carencias educativas. Así, según la Encuesta de condi‑ciones de Vida de 2014, la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social (AROPE) se eleva al 34,9 por 100 entre los que poseen, como máximo, el nivel de educación secundaria obligatoria, mientras que entre los que tienen educación terciaria esta proporción se reduce al 15,3 por 100; ambos porcentajes han aumentado desde el inicio de la crisis. Además, las situaciones de pobreza se trasmiten de una gene‑ración a otra: según datos de la ECV 2011 (módulo especial), la tasa de riesgo de pobreza monetaria de los adultos (25‑59 años) que, cuando eran adolescentes, su padre no sabía leer ni escribir es del 41,4 por 100, frente al 11,6 por 100 de aquellos cuyo padre tenía educación superior.

España cuenta con un elevado porcentaje de jóvenes de 15‑29 años que han abandonado el siste‑ma educativo, no participa en ningún tipo de formación, carece de empleo y no lo busca activamente (20,7 por 100) , situación que se da con frecuencia similar en los chicos (20,5 por100) y las chicas (20,9 por 100) y que, además, ha aumentado en más de 5 puntos porcentuales desde 2008. Este colectivo, aunque heterogéneo, suele provenir de situaciones de fracaso escolar y de entornos familiares de bajos ingresos, precariedad laboral y, en ocasiones, de origen inmigrante. El abandono temprano del sistema

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90] CAUCES 30

educativo implica desperdiciar el potencial de los jóvenes y su coste económico fue estimado por Euro‑found en 2008 en un 1,4 por 100 del PIB.

La educación ha sido una de las partidas presupuestarias que más ha contribuido a los objetivos de consolidación fiscal, como muestra la evolución del gasto público en educación. La disminución ex‑perimentada por el gasto desde 2009 se ha producido principalmente en las instituciones educativas de educación no universitaria, y ello a pesar de que, como efecto de la crisis, en los últimos años se ha producido una mayor concentración del alumnado en la educación pública.

El sistema de becas y ayudas al estudio es uno de los principales mecanismos para alcanzar la igualdad de oportunidades en el acceso. En los últimos cursos académicos el número de becarios se ha mantenido, pero el importe medio de las becas se ha reducido. Por otro lado se ha producido una fuerte disminución de los beneficiarios de las ayudas al estudio, aunque el importe medio de las mismas ha ido en aumento.

Además del gasto público en becas y ayudas, existen al menos dos programas de compensación educativa en España: uno para la reducción del abandono escolar temprano, y el Plan de refuerzo, orien‑tación y apoyo, dirigido a centros con estudiantes de origen socioeconómico bajo. Lo primero que ha‑bría que señalar es la necesidad de contar con información apropiada y actualizada sobre la ejecución y evaluación de los mismos. A pesar de ello, los resultados disponibles sugieren, con la debida cautela a causa de la limitación de la información, que ambos programas han tenido un impacto positivo, aunque moderado, tanto en la evolución del abandono escolar temprano como en el rendimiento académico de los estudiantes, y señalan algunas vías que contribuirían a mejorar la eficacia de dichos programas.

gASTO PÚBLICO EN EDUCACIÓN EN ESPAÑA

(1) Se refiere al gasto en educación (Presupuestos Liquidados) del conjunto de las Administraciones Públicas, incluyendo Universidades. Fuente: Estadística del Gasto Público en Educación. S.G. de Estadística y Estudios - Secretaría General Técnica - Mº de Educación, Cultura y Deporte. Excluidos Capítulos Financieros.(2) P.I.B.: Fuente INE hasta el año 2014 y última previsión del Ministerio de Economía y Competitividad para 2015 (julio de 2015).(3) Cifra provisional.(4) Cifras estimadas para 2014 en base a los presupuestos liquidados disponibles y para el 2015 en base a los presupuestos iniciales.(5) Excluidos Capítulos Financieros. No incluye becas(6) Excluidos Capítulos Financieros. No incluye becas, excepto las de exención de precios, e incorpora financiación de origen privado de las Universidades.(p) Datos provisionales.Fuente: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Datos y Cifras. Curso escolar 2015-16 y Las cifras de la educación en España. Edición 2015.

4,334,58

4,95 4,86 4,684,38

2,24

4,16 4,19

0

10.000

20.000

30.000

40.000

50.000

Gasto público en educación (1) (millones de €) y su relacióncon el PIB (2)

N Importe (millones €) 6 % P.I.B. (3)

32.237.639

36.010.210

31.092.157

8.845.059 10.095.749 8.710.258

2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013p

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

(3)

2013

(3)

2015

(4)

Gasto Público (1) en Instituciones de Educación (miles de €)

6 No universitaria (5) 4 Universitaria (6)

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [91

BECAS Y AYUDAS MINISTERIALES EN ESPAÑA

(p) Cifras provisionales. (1) Incluye ayudas concedidas para la adquisición de libros de texto y material didáctico y las de reducción de precios académicos a familias numerosas de tres hijos. Desde el curso 2006-07 y hasta el 2011-12 están incluidas las aportaciones del Ministerio a los convenios con CC.AA. para programas de ayudas y de gratuidad de libros; y en los cursos 2012-13 y 2013-14 se sustituyen por transferencias de créditos del Ministerio a las CC.AA. para programas de libros de texto y material en los niveles obligatorios.Fuente: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Datos y Cifras. Curso escolar 2015-16.

0

500

1.000

1.500

2.000

2.500

0

360.000

720.000

1.080.000

1.440.000

1.800.000

Importe total e importe medio por beneficiario/becario

N Importe (miles €) becas6 Importe medio Becas

N Importe(miles €) Ayudas4 Importe medio Ayudas

0100.000200.000300.000400.000500.000600.000700.000800.000900.000

1.000.0001.100.000

2006

-200

7

2007

-200

8

2008

-200

9

2009

-201

0

2010

-201

1

2011

-201

2

2012

-201

3

2013

-201

4

2014

-201

5 (p

)

2006

-200

7

2007

-200

8

2008

-200

9

2009

-201

0

2010

-201

1

2011

-201

2

2012

-201

3

2013

-201

4

2014

-201

5 (p

)

Becarios y beneficiarios

N Becas N Ayudas

El derecho a la protección de la salud, recono‑cido por la Constitución y ampliamente desarro‑llado en la normativa sanitaria de la AGE y de las comunidades autónomas, ha pasado a formar parte del acervo de la cultura política en España como uno de los elementos de mayor arraigo. La gran importancia que los ciudadanos conceden a la salud tiene su correlato institucional en la prestación de unos servicios cada vez más sofis‑ticados para protegerla. Y esa apuesta ha deriva‑do en una valoración general muy positiva de la sanidad pública. Es decir, que la respuesta de las instituciones casi ha colmado las expectativas de los ciudadanos. Además, la asistencia sanitaria

pública se ha convertido en una pieza clave para reducir la desigualdad, redistribuyendo de ma‑nera equitativa y eficiente una parte importante de la riqueza, o al menos, así debería ser. Al im‑portante efecto redistributivo de la sanidad se vino a sumar la puesta en marcha del sistema de atención a la dependencia, que –aunque tam‑bién dirigido a otros colectivos– en la práctica, completa el círculo de la protección social en la vejez, reforzando el ya potente poder redistribu‑tivo de las pensiones. Las dificultades que está teniendo su extensión efectiva no dejan de te‑ner importantes consecuencias en términos de desigualdad.

EqUIDAD EN SALUD Y ATENCIóN A LA DEPENDENCIA: EFECTOS DE LA CRISIS

La crisis económica ha supuesto una prueba de fortaleza para la mayor parte de los sistemas sani‑tarios en la Unión Europea. La necesidad de ajuste financiero, que ha devenido en una reducción del gasto sanitario en muchos de los Estados miembros, ha coincidido con un considerable aumento de

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92] CAUCES 30

la necesidad de atención. En algunos países, como España, han aumentado las situaciones de insegu‑ridad en las condiciones de vida derivadas de la merma de ingresos, la pérdida de empleo y de presta‑ciones sociales en segmentos de población numerosos, lo que se ha unido a la reducción de servicios sanitarios públicos motivada por la disminución del gasto público.

En este sentido, el proceso de consolidación fiscal del sector público, una de cuyas principales par‑tidas presupuestarias es la sanidad, ha implicado un cambio en el ritmo de crecimiento del gasto en casi todas las áreas, pero sobre todo en educación y salud. Ésta última, que recibe más del 90 por 100 de sus recursos de las administraciones autonómicas, redujo su gasto en un 13 por 100 entre 2009 y 2013, como consecuencia del descenso del gasto en salarios y en medicamentos y material sanitario. Esta situación ha supuesto un significativo cambio de tendencia con respecto a la década anterior, que registró aumentos interanuales próximos al 5 por 100. En efecto, en 2010 comienza en España un periodo marcado por las medidas de control del gasto sanitario que tiene su máximo exponente en la aprobación del Real Decreto Ley 16/2012. La norma cambió la regulación sobre el aseguramiento, de modo que, si bien se extendió el derecho a la asistencia sanitaria a los demandantes de empleo que vieran extinguida su prestación por desempleo, entre otras novedades, quedaron excluidos del derecho a la asistencia pública los extranjeros sin registrar y sin autorización de residencia, con la excepción de las urgencias y de los casos de mujeres embarazadas. Por otra parte, se cambiaron los criterios de apor‑tación de los beneficiarios al pago de la prestación farmacéutica ambulatoria, quedando vinculada al nivel de renta e incluyendo a los pensionistas.

Más allá de estas medidas concretas, la restricción de recursos como respuesta de las administra‑ciones a la crisis puede ocasionar efectos no deseados que redunden negativamente en la igualdad en el acceso a la atención. A modo de ejemplo, la reducción de los servicios de atención primaria o es‑pecializada, por el cierre de centros o por la limitación de horarios relacionada con las limitaciones de plantilla, puede ocasionar un incremento del uso de la atención de urgencias y de los ingresos hospita‑larios evitables, saturando ambos servicios e incrementando las listas de espera. De ese modo quienes cuentan con doble aseguramiento y pueden acceder a servicios privados tendrían una posición muy favorable con respecto al resto.

La existencia de listas de espera para las consultas con médicos especialistas y para intervencio‑nes quirúrgicas, siendo un rasgo casi estructural de los sistemas sanitarios modernos, puede llegar a convertirse en una anomalía que lastre el funcionamiento correcto del conjunto del sistema y acabe deteriorando la valoración de los ciudadanos. En los últimos años, las restricciones presu‑puestarias de que ha sido objeto el SNS parecen haber favorecido el incremento de dichas listas. Así, en 2014, el número de pacientes en espera para ser operados aumentó en más de un 47 por 100 con respecto a 2009, superando el medio millón de personas. Esa cifra arroja una tasa de prevalencia de 12 por cada mil habitantes. También ha aumentado el tiempo medio de espera para las interven‑ciones quirúrgicas en el SNS, llegando a alcanzar los tres meses. Paralelamente, se ha incrementado el número de pacientes obligados a aguardar periodos superiores a los seis meses. Al tratarse de valores medios, parece lógico suponer que existan diferencias importantes en los distintos servicios, lo que dibuja inevitablemente un panorama poco igualitario en el acceso a la atención sanitaria. A esto se suma el hecho de que los segmentos de población con más recursos puedan sufragarse una alternativa de atención sanitaria en el sector privado, evitando unos tiempos de espera que pueden llegar a ocasionar agravamientos y reagudización de cuadros patológicos por falta de tratamiento puntual.

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [93

Por otro lado, el indicador de necesidad de atención médica no satisfecha, extraído de la Encuesta de Condiciones de Vida, muestra en España valores inferiores a la media de la Unión Europea. Sin em‑bargo, aun siendo un problema que ha afectado hasta 2013 a menos de un 2 por 100 de la población refleja diferencias entre las personas con distintos niveles de renta. Así, en el segmento que recoge los dos primeros quintiles de ingresos la inaccesibilidad no solo es superior al resto, sino que además ha aumentado desde 2009, al contrario de lo ocurrido en los otros segmentos. La atención a la salud bucodental, que a pesar de su importancia para el mantenimiento de un buen estado de salud general, está recogida en la Cartera de Servicios del SNS de una forma muy limitada, excluye los tratamientos más habituales. Por ello, la mayor parte se realiza en el circuito privado, lo que puede ocasionar grandes diferencias en el acceso a la atención en función de los ingresos de los hogares. Tal como muestran los datos de Eurostat, en España se supera la media europea del indicador de falta de atención a la salud bucodental por ingresos insuficientes, siendo además notable la diferencia registrada entre los distin‑tos quintiles de ingresos (1,6 por 100 en el primero y 12,5 por 100 en el quinto).

En este contexto no es ocioso recordar que la necesaria racionalización del gasto sanitario debe ser precedida de una evaluación exhaustiva de las medidas de ahorro tomadas en los últimos años, aplicando el criterio del coste‑efectividad no solo a los procedimientos diagnósticos y a los abordajes terapéuticos novedosos, sino a las propias medidas de ahorro.

En esa línea, la coordinación sociosanitaria ofrece una interesante perspectiva para optimizar los recursos, toda vez que la mayor parte de ellos es consumida en el tratamiento de pacientes con pato‑logías crónicas, en su mayor parte personas de edades avanzadas que con frecuencia son atendidas de acuerdo con un modelo asistencial diseñado para la atención a agudos. La disonancia entre el pa‑trón de morbilidad actual (predominio de perfiles crónicos) y el modelo asistencial (agudos) urge a una revisión que pasará necesariamente por la implantación de un verdadero sistema de atención

NECESIDAD DE ATENCIÓN A LA SALUD BUCODENTAL NO SATISfECHA POR qUINTILES

DE INgRESOS, ESPAÑA (2009‑2013)

(Porcentaje sobre la población en cada quintil)

Fuente: Eurostat, Population and social conditions.

1 Quintil 2 1 Quintil 3 2 Quintil 4 2 Quintil 51 Quintil 1

0,0

2,0

4,0

6,0

8,0

10,0

12,0

14,0

16,0

20132012201120102009

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94] CAUCES 30

sociosanitaria19. Y el Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD) está llamado a convertirse en un vector en el abordaje coordinado de la atención a un sector de la población en con‑tinuo aumento.

La puesta en marcha hace siete años del SAAD es, en sí misma, un éxito porque significa asumir la existencia de un problema social y reconocer un derecho a quienes necesitan atención. E implica, por ello, un avance en el objetivo de alcanzar una sociedad más justa e igualitaria. Hasta 2014 el nuevo sistema ha reconocido el derecho a la atención a casi 900.000 personas, aunque no todos los reco‑nocimientos se han traducido en prestaciones efectivas, existiendo una considerable lista de espera.

Sin embargo, el proceso de ajuste presupuestario emprendido por las administraciones en 2010 ha frenado desde muy pronto el desarrollo de este nuevo sistema, del que se han beneficiado ya numero‑sas personas en situación de dependencia, pero que ha dejado de atender a muchas otras como conse‑cuencia, entre otros factores, de la revisión de los baremos para el reconocimiento de las situaciones de dependencia, lo que puede interpretarse como un efecto negativo en términos de equidad.

19 En 2014 se retomaron los trabajos para la redacción de la Estrategia de Atención y Coordinación Sociosanitaria. Dicho trabajo se articula en torno a cinco bloques temáticos: la definición del perfil de las personas con necesidades de atención sociosanitaria, la regulación del catálogo de servicios sociosanitarios y dispositivos de atención, el establecimiento de un sistema común de autorización y acreditación en todo el territorio nacional, con criterios homogéneos, los instrumentos de gestión del proceso, y el sistema de información común.

La vivienda jugó un papel preponderante du‑rante el periodo de expansión económica que antecedió a la crisis. No sólo desde la perspec‑tiva de dinamización de la economía que trajo aparejado el boom de la construcción inmobilia‑ria sino, por lo que aquí interesa, porque la polí‑tica de crédito fácil y suelo liberalizado junto a la mejora de los ingresos de los hogares provocó un cierto efecto de “democratización” en el ac‑ceso a la compra de vivienda –como también a

otros objetos de consumo más prescindibles–, acentuando la ya arraigada propensión hacia la propiedad como forma de tenencia. Para mu‑chos compradores de aquella época que perdie‑ron empleo y solvencia, la crisis vino a frustrar ese espejismo igualitario, de modo que las difi‑cultades de atcceso y mantenimiento de la vi‑vienda de los últimos años reflejan con nitidez la desigualdad en la distribución de los costes de la crisis.

DESIGUALDADES EN EL ACCESO Y MANTENIMIENTO DE LA VIVIENDA

El problema social de la vivienda y el concepto de exclusión en este ámbito derivan del concepto de necesidad residencial, definido a partir de la consideración de la vivienda habitual como una necesidad básica de las personas y como derecho con reconocimiento constitucional. La exclusión residencial se presenta cuando una persona o familia no puede resolver su necesidad de alojamiento de forma satisfactoria, bien por la incapacidad de acceder al mercado residencial, como es el caso de parte de los jóvenes, o por las dificultades para mantenerla. La posibilidad de disponer de una vivienda sin que este derecho suponga un quebranto excesivo de la renta disponible, o que la vivienda reúna unos re‑quisitos mínimos de habitabilidad y adecuación, son condicionantes de la posición social. Por otro lado, desde el punto de vista del análisis de la pobreza y de las desigualdades, el régimen de tenencia de la vivienda no sólo tiene un impacto significativo en la renta monetaria disponible, sino que también los

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [95

diferentes regímenes de tenencia se distribuyen de manera desigual en función de determinadas ca‑racterísticas socioeconómicas. Por tanto, los sistemas residenciales tienen un impacto muy relevante en la cohesión social y la calidad de vida de los ciudadanos, siendo la exclusión residencial es un ele‑mento esencial de los procesos de desigualdad y marginación socioeconómica.

El crecimiento del mercado inmobiliario y financiero, especialmente entre 2002 y 2007, promovió el acceso a la vivienda en propiedad como el principal régimen de tenencia en detrimento de otras formas más accesibles, y produjo un importante endeudamiento de las familias. Sin embargo, con el estallido de la “burbuja inmobiliaria” y la crisis, no solo se produce un avance del alquiler como opción residencial, sino que las dificultades de las familias para acceder y mantener su vivienda han aumen‑tado, siendo hasta ahora escasa la efectividad de las políticas públicas para garantizar el derecho a disfrutar de una vivienda adecuada.

La crisis económica e inmobiliaria en España redujo las posibilidades de acceso a la vivienda, pues a pesar del descenso acumulado de los precios, el crecimiento del desempleo juvenil, junto a su me‑nor permanencia y calidad en el empleo, y la restricciones en el acceso al crédito para la compra de la vivienda, está produciendo una disminución en la tasa de emancipación residencial y un retraso de la edad de emancipación de los jóvenes que, actualmente (Eurostat, 2013), se sitúa entre las más altas de Europa (28,9 años). Esta situación está produciendo una desaceleración en el ritmo de creación de nuevos hogares, con consecuencias en las pautas reproductivas y, más a largo plazo, en el envejeci‑miento de la población.

Los gastos relacionados con la vivienda deberían corresponderse con los niveles de ingresos, de forma que no se comprometa la satisfacción de otras necesidades básicas ni la seguridad de la tenencia. En Es‑paña, el elevado nivel de desempleo, el descenso de los salarios y la mayor inestabilidad del empleo está incrementando la proporción de personas que sufren sobrecarga debida a los gastos relacionados con la vivienda y que tienen retrasos en los pagos. Esta situación es más acuciante para grupos especialmente vulnerables, pero también afecta a segmentos de población socialmente integrados. En España, las per‑sonas más afectadas por estos problemas son: las que se alojan en alquiler libre, las que se encuentran

TASA DE EMANCIPACIÓN RESIDENCIAL POR gRUPOS DE EDAD, ESPAÑA (2007‑2014)

Fuente: Consejo de la Juventud. Observatorio Joven de Vivienda en España y Observatorio de Emancipación.

0,0

20,0

40,0

60,0

80,0

13,1 12,9 12,4 11,1 10,1 9,7 7,2 7,2

45,9 47,7 47,9 46,5 46,944,1 43,7 44,8

73,8 74,7 75,8 75,6 75,9 74,7 72,9 74,5

2007 2008 2009 2010 I Trim. 2011 I Trim. 2012 I Trim. 2013 I Trim. 2014

6 18-24 años 4 25-29 años 3 30-34 años

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96] CAUCES 30

por debajo del umbral de pobreza y cuentan con menos ingresos, los extranjeros no comunitarios, los parados, aquellos individuos que residen en hogares monoparentales o unipersonales (especialmente los compuestos por un adulto menor de 65 años) y los que viven en hogares con niños dependientes (menores de 18 años y menores de 25 económicamente inactivos). La sobrecarga derivada de los costes de alojamiento y el consecuente retraso en el pago de los gastos relacionados con el mismo puede llegar a comprometer la satisfacción de otras necesidades básicas e incluso la seguridad de la tenencia de la vivienda en la que residen, aumentando con ello la exclusión residencial. Desde el inicio de la crisis, tanto la morosidad en los alquileres (con una variación porcentual entre 2007 y 2014 del 163 por 100) como el ratio de deudosidad hipotecaria (0,6 en 2007 al 6,09 por 100 en 2014) siguen una senda alcista. Sin em‑bargo, no existen datos sobre los desahucios por impago del alquiler de la vivienda principal, ni sobre la evolución durante los años de crisis de las ejecuciones hipotecarias iniciadas sobre vivienda habitual, ni sobre el número de personas sin hogar que hay en España actualmente. Los últimos datos del INE sobre ejecuciones hipotecarias muestran que estas han aumentado un 7,4 por 100 a lo largo de 2014, hasta alcanzar las 34.680 viviendas. Ante esta situación, desde el año 2012 se han ido aprobando diferentes medidas (Real Decreto‑ley 6/2012, Real Decreto‑ley 27/201, Ley 1/2013 y Real Decreto‑ley 1/2015) para ayu‑dar a aquellas familias a quienes la crisis ha impedido seguir haciendo frente a sus pagos hipotecarios. Sin embargo, estas medidas parecen insuficientes, pues solo unas 31.500 familias se han beneficiado de las mismas, y el fondo social de viviendas cuenta actualmente con 9.866 viviendas.

Finalmente, aunque la incidencia de los problemas de adecuación y habitabilidad de la vivienda en España no es grande, conviene señalar que según Eurostat, en 2014, un 5,3 por 100 de la población sufre hacinamiento y un 17,4 dice sufrir al menos uno de los problemas relacionados con la vivienda considerados en la definición de privación material.

Como se ha dicho, en lo que respecta al comportamiento del sistema residencial, se está producien‑do, sobre todo desde el inicio de la crisis, un avance del alquiler como opción residencial. Ello refleja un cambio de estrategia que, sin duda, tiene que ver con el menor coste de acceso a una vivienda en alqui‑ler respecto a la propiedad, pero también es atribuible a factores asociados a la crisis económica, pues

EVOLUCIÓN DE LA SOBRECARgA DEBIDA A COSTES DE ALOJAMIENTO, Y DE LAS PERSONAS

Y HOgARES qUE HAN TENIDO RETRASOS EN EL PAgO DE gASTOS RELACIONADOS CON LA

VIVIENDA PRINCIPAL

Fuente: Eurostat e INE, Encuesta de Condiciones de Vida 2014.

456789

101112

2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014

Sobrecarga España-UE(% del total de la población)

4 UE-18 3 España

456789

101112

2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013

Retrasos en los pagos. España(En porcentaje)

3 Personas 4 Hogares

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [97

este régimen de tenencia ofrece mayores posibilidades de disminuir el endeudamiento de los hogares, mayor flexibilidad ante variaciones en los ingresos de la unidad familiar, y es una posible estrategia de cambio residencial ante las dificultades de mantenimiento de la vivienda habitual en propiedad. Sin embargo, habría que señalar que estas viviendas en alquiler, y especialmente aquellas con un precio inferior al mercado, tienen peores condiciones de habitabilidad y adecuación que las viviendas en pro‑piedad. Así, según el Censo 2011, el parque viviendas en alquiler es más antiguo y se encuentra en peor estado de conservación (un 9,3 por 100 de las viviendas en alquiler se encuentran en un estado ruinoso, malo o deficiente), y las viviendas tienen una superficie media por ocupante menor (28,9 m2). Asimis‑mo, los hogares que residen en este régimen de tenencia sufren más problemas de hacinamiento (un 12 por 100 frente al 3,7 y 3,5 por 100 de los que residen en propiedad con hipoteca o sin ella), y también es menor la proporción de los que dicen no padecer ningún problema relacionado con la vivienda (un 67 y un 57 por 100 de los que residen en alquiler a precio de mercado e inferior –respectivamente– frente un 72,3 por 100 de los que residen en propiedad). Además, el alquiler de la vivienda está todavía asociado a familias de bajo poder adquisitivo y colectivos de baja solvencia económica, especialmente afectados por la crisis (extranjeros, personas jóvenes y familias monoparentales) y más aquejados por los problemas de sobrecarga, situación que, como se ha visto anteriormente, puede llegar a afectar a la seguridad de la tenencia de la vivienda en la que residen.

La población que vive de alquiler en España ha pasado del 19,4 por 100 en 2007 al 22,3 por 100 en 2013. En cambio, en otros países del sur de Europa, con los que comparte un sistema residencial similar y que se han visto especialmente afectados por la crisis (Grecia, Italia, Portugal), este régimen de tenencia se ha mantenido e incluso reducido levemente. El aumento del alquiler en nuestro país ha sido especialmente significativo entre la población con ingresos por debajo del umbral de pobreza monetaria y entre los hogares con persona de referencia joven (de 16 a 29 años). En 2013, el 41,6 por 100 de la población con ingresos por debajo del umbral vive en alquiler, 10 puntos porcentuales más que en 2007, incremento que duplica al experimentado en los países de nuestro entorno. Prácticamente la mitad de los hogares con persona de referencia joven reside en alquiler (46,4 por 100), proporción que ha aumentado significativamente desde 2007, cuando se situaba en el 32,2 por 100.

Como contrapartida, el porcentaje de personas que residen en una vivienda en propiedad en Espa‑ña ha descendido ligeramente desde el inicio de la crisis (pasando del 80,6 por 100 en 2007 al 77,7 por 100 en 2013), aunque este régimen de tenencia sigue siendo mayoritario entre la población. En todos los años considerados, la vivienda en propiedad sin hipoteca aglutina un porcentaje de población ma‑yor que la vivienda en propiedad con hipoteca. El predominio de los hogares sin hipoteca responde entre otros factores al envejecimiento de la población, y tan sólo entre los hogares cuya persona de referencia tiene de 30 a 44 años la proporción de hogares con hipoteca es mayor (53 por 100). Por otro lado, hay que señalar que entre los hogares en los que la persona de referencia está desempleada, la proporción de aquellos que tienen su vivienda en propiedad con hipoteca es del 31,8 por 100, propor‑ción que aunque es menor que cuando la persona de referencia está trabajando (43,4 por 100), puede implicar una mayor vulnerabilidad.

Finalmente, habría que señalar que la vivienda en propiedad “protege” del riesgo de pobreza, espe‑cialmente en la vejez. El hecho de considerar en el cálculo del riesgo de pobreza el valor de la vivienda en la que se reside, cuando esta es de su propiedad o la tiene cedida gratuitamente, hace que la tasa de riesgo de pobreza disminuya. Así, según la ECV de 2014, la tasa de riesgo de pobreza monetaria se situó en el 22,2 por 100 en 2013, pero si se considera el valor del alquiler imputado, está se reduce al 19,9 por

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98] CAUCES 30

Los valores de calidad de vida imperantes en otras sociedades desarrolladas de los que apa‑rentemente comenzó a imbuirse la española en los años del boom se acompañaron de actitudes contradictorias desde el punto de vista de los ob‑jetivos de sostenibilidad medioambiental. Si por un lado la eclosión de la actividad económica y el consumo apuntaban en la dirección contraria a dichos objetivos, con un aumento de emisiones y residuos sin precedentes, se abría paso aunque muy tímidamente una conciencia ambiental más proclive a usos y costumbres sostenibles (recicla‑je, reutilización, agricultura sostenible, ecoefi‑ciencia, etc.) que, con la llegada de la crisis, se dio al traste. Los años de crisis condujeron a algunos resultados paradójicos respecto a la evolución de los principales indicadores medioambientales y

abrieron serios interrogantes sobre la profundi‑dad del compromiso medioambiental en nuestro país, el nivel de concienciación sobre los costes de su no asunción y su interacción con el problema de la desigualdad.

A título de ejemplo, para que la transición energética sea socialmente justa en un horizonte de encarecimiento del agua y la energía, el dise‑ño de las políticas de fomento de la ecoeficiencia no puede obviar el distinto impacto en las econo‑mías domésticas de la adopción de unas medi‑das todavía inabordables para los presupuestos de la mayoría de los hogares que, en general, presentan unos valores ambientalistas muy en‑debles. El riesgo de que ello se traduzca en una dinámica pasiva de producción de normas y po‑líticas medioambientales, sustanciadas en un

100. Entre la población mayor de 65 años, que en mayor proporción es propietaria de su vivienda sin pagos hipotecarios pendientes, no sólo es menor la tasa de riesgo de pobreza (11,4 por 100), sino que, además, la disminución de dicha tasa al imputar el valor que se pagaría en el mercado por una vivienda similar a la ocupada –menos cualquier alquiler realmente abonado– es más pronunciada (riesgo de pobreza con alquiler imputado del 5,9 por 100).

Ante esta situación, las políticas de vivienda social pueden desempeñar un importante papel para garantizar el acceso universal a una vivienda digna a un coste asequible. Sin embargo, su función amortiguadora del impacto de la crisis se ve debilitada en España, como en otros países de la UE, por los efectos de las medidas de consolidación fiscal tomadas en los últimos años. Así, el presupuesto estatal para la política de la vivienda ha ido reduciéndose progresivamente durante los últimos 7 años, de 1.248 millones de euros en 2007 a 820 millones de euros en 2014. Las viviendas protegidas termina‑das supusieron en 2014 cuatro veces y media menos que en 2007 (15.046 frente a 67.514 millones de euros respectivamente). Tanto el nivel de precios como el mayor impacto de la crisis en los grupos de población a los que van dirigidas estas viviendas pueden hacerlas inasequibles. Así, mientras que en 2008 el precio medio de la vivienda protegida representaba en torno a la mitad del de la vivienda libre, en 2014 ya representaba tres cuartas partes. Esta falta de ajuste de la política de vivienda a las nece‑sidades residenciales de la población a la que van dirigidas se evidencia en la existencia de un parque de viviendas protegidas vacías. Además, aunque en los últimos años se han ido adoptando diferentes medidas para facilitar el acceso y la permanencia en una vivienda en régimen de alquiler a sectores de población con escasos medios económicos, España cuenta con un exiguo parque público de vivienda protegida en alquiler (2 por 100 el total del parque inmobiliario, 15 por 100 del parque en alquiler y alre‑dedor de 11 viviendas por cada 1.000 habitantes). Sin embargo, hay que señalar que la preocupación por este problema va en aumento, y una de las cuestiones más presentes en el debate es cómo conectar la importante bolsa de viviendas vacías con las necesidades de alquiler social.

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [99

DESIGUALDAD Y MEDIO AMBIENTE

La situación medioambiental determina los niveles y percepción de bienestar de los ciudadanos, siendo en buena medida resultado de patrones de desarrollo cuyos impactos afectan al entorno natural en uno u otro sentido. Por un lado, la crisis económica ha influido en la evolución de algunas tendencias que afectan de forma positiva al medio ambiente. Por otro, la disminución de la renta está provocando que la atención prestada por los ciudadanos a cuestiones ambientales quede relegada respecto a otras prio‑ritarias para la economía de las familias: una sociedad más empobrecida y preocupada por la inmedia‑tez de la supervivencia material es también una sociedad menos exigente en términos de calidad me‑diambiental lo que, a su vez, genera una menor implicación de los poderes públicos en el desarrollo de respuestas eficaces a los desafíos del desarrollo sostenible, el futuro de la energía y el cambio climático.

Respecto al primer enfoque, el deterioro de la economía española registrado hasta 2013 ha tenido un efecto directo sobre la mejora de algunos parámetros ambientales (reducción de residuos munici‑pales, intensidad energética y consumo de agua, caída de emisiones de gases conefecto invernadero, etc), reflejando la todavía fuerte vinculación o acoplamiento entre crecimiento económico y degrada‑ción ambiental.

Desde la perspectiva de los hogares, la menor renta bruta disponible condiciona en gran medida el nivel de equipamiento de los hogares y con ello aspectos como el consumo de agua y energía o la pro‑ducción de residuos municipales, que en 2012 se situaron en los mínimos de la serie temporal, siendo

EVOLUCIÓN DE VARIABLES AMBIENTALES EN LOS HOgARES, ESPAÑA (2000‑2012)

Fuente: Perfil Ambiental de España 2013, MARM.

4 Volumen de agua distribuida a los hogares (m3/hogar)6 Renta disponible bruta (miles € per capita)3 Generación de RM (kg per capita)5 Consumo total energía (eléctrico+térmico) (Tep/hogar)

187 181 180 182 175 170 164 157 154 149 144 142 137

10,3 10,9 11,4 12,0 12,7 13,4 14,2 15,0 15,5 15,5 14,7 14,9 14,4

658 654 639 649603 588 590 578

551

542

510485 4680,919

0,934 0,928

0,958

0,983

0,986 0,982 0,959

0,925 0,932

0,983

0,935

0,857

0,75

0,8

0,85

0,9

0,95

1

0

140

280

420

560

700

2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

mero cumplimiento formal de los objetivos de la agenda internacional, puede restar potencial de competitividad con respecto a otros países

que han tomado la iniciativa en este terreno lo que, a la larga, implicaría costes económicos no desdeñables.

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100] CAUCES 30

un 7,4 por 100 inferior a 2008 en el caso del consumo energético, un 11,5 por 100 en el caso del agua y un 15 por 100 menor en el de la generación de residuos. Existe por tanto una estrecha relación entre la economía de los hogares y sus impactos ambientales, asociados a los patrones de consumo.

El confuso debate desarrollado en los últimos años en torno a la denominada “pobreza energética” sirve para ilustrar cómo el enfoque de equidad es consustancial a las posibilidades reales de respuesta eficaz a los desafíos relacionados con la protección del medio ambiente, el cambio climático y la transi‑ción a una economía baja en carbono. La crisis económica se ha dejado sentir especialmente en el con‑sumo energético, reflejado no sólo en una caída del consumo en los hogares, especialmente marcada desde 2010, sino también en la menor capacidad para afrontar los gastos correspondientes a esta par‑tida en los presupuestos familiares, alcanzando en algunos casos la denominada situación de “pobreza energética”. Dado que aún no existe una definición consensuada, el Comité Económico y Social Europeo (CESE) sugiere definir la pobreza energética como “la dificultad o incapacidad de mantener la vivienda en condiciones adecuadas de temperatura así como de disponer de otros servicios energéticos esencia‑les a un precio razonable”20. Efectivamente, mientras en 2012 la renta bruta de los hogares se reducía un 7 por 100 respecto a 2008, el consumo energético experimentaba una caída similar en ese periodo.

Medida a través de la población que no puede permitirse mantener la vivienda con una tempera‑tura adecuada, la pobreza energética ha pasado del 7,2 por 100 en 2009 al 11 por 100 en 2014, aumento especialmente significativo a partir de 2013. Esta tendencia esconde una repercusión social desigual en detrimento de las personas incluidas en los deciles de menores ingresos, que han acusado esta situa‑ción con mayor intensidad: el porcentaje de población con carencia material en términos energéticos situada en los primeros deciles de renta ha aumentado considerablemente en el periodo de crisis (en 2014, en el primer y segundo decil de renta ya se concentraba el 27 y 21 por 100 de este colectivo po‑blacional respectivamente), mientras que en los deciles de mayores ingresos apenas se han apreciado cambios en el periodo.

20 Dictamen de la Sección especializada de transportes, energía, infraestructuras y sociedad de la información sobre el tema Por una acción europea coordinada para prevenir y combatir la pobreza energética (Dictamen de iniciativa), Comité Económico y Social Europeo, Bruselas, 6 de septiembre, CESE, 2013.

POBLACIÓN qUE NO PUEDE PERMITIRSE MANTENER LA VIVIENDA CON TEMPERATURA

ADECUADA, ESPAÑA 2009‑2014

Porcentaje de población

Fuente: INE, Encuesta de Condiciones de Vida.

14

12

10

8

6

4

2

0

7,2 7,56,5

9,18,0

11,1

2009 2010 2011 2012 2013 2014

Evolución 2009-2014

N En porcentaje

27

2117

1410

8 64 3 1

50

1015202530

Situación por deciles en 2009 y 2014

N 2009 N 2014

Prim

er d

ecil

Segu

ndo

deci

l

Terc

er d

ecil

Cuar

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Quin

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ecil

Sext

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Nove

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deci

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [101

A estos datos hay que añadir el hecho de que, los hogares en los que el sustentador principal se encuentra en paro, dedicaban en 2014 un 5 por 100 del gasto total a partidas energéticas, dos puntos porcentuales más que en 2006 (Encuesta de Presupuestos Familiares, INE).

Esta situación ha avivado el debate en torno a la necesidad de establecer políticas que reconozcan la energía como un bien básico, garantizando el suministro a los colectivos con menos recursos, más aún ante el posible aumento de los precios de la energía previsto hasta 2020 (EU Energy, transport and GHG emissions, Trends to 2050, European Commission 2014). En esa línea, el CESE considera indispen‑sable disponer de indicadores comunes europeos sobre pobreza energética, para identificar y analizar mejor sus causas, de forma que el mercado de la energía esté más centrado en los consumidores, en particular los más vulnerables. Insta, además, a que la política de solidaridad energética y de lucha con‑tra la pobreza energética forme parte de la transición energética europea hacia una sociedad basada en la energía hipocarbónica, para lo que aboga por un Compromiso Europeo de Seguridad y Solidari‑dad Energéticas (CESE, 2013).

El marco regulatorio español ha incorporado este concepto en el discurso político, como lo demues‑tra la mención en la Ley 8/2013, de 26 de junio, de rehabilitación, regeneración y renovación urbanas, al establecer que “los poderes públicos formularán y desarrollarán en el medio urbano las políticas de su respectiva competencia de acuerdo con los principios de sostenibilidad económica, social y medioam‑biental, cohesión territorial, eficiencia energética y complejidad funcional, para… h) Priorizar las ener‑gías renovables frente a la utilización de fuentes de energía fósil y combatir la pobreza energética con medidas a favor de la eficiencia y el ahorro energético” (art. 3); o que en caso de pobreza energética “se‑rán prioritarias las medidas que procedan para eliminar situaciones de infravivienda, para garantizar la seguridad, salubridad, habitabilidad y accesibilidad universal y un uso racional de la energía” (art. 9). Sería conveniente materializar estas prioridades en puntos de acción concretos orientados a cambiar la tendencia creciente de hogares en situación de pobreza energética en España.

La percepción de los problemas ambientales en los hogares ha ido variando en este periodo. La Encuesta de Condiciones de Vida muestra cómo el porcentaje de hogares que preciben problemas de contaminación ambiental se redujo durante los años de crisis, desde el 15,4 por 100 en 2004 al 7,9 por 100 en 2011, cambiando la tendencia a partir de ese año para elevarse hasta el 10,2 por 100 en 2014. Dentro de esta tendencia, son los hogares que viven en alquiler inferior al precio del mercado los que sufren mayores problemas de contaminación (hasta un 23 por 100 en 2007), especialmente en con‑traste con aquellos que viven en propiedad. Por tipo de hogar, los integrados por un adulto y dos o más niños dependientes acusan mayores problemas de contaminación, siendo la población extranjera no europea la que parece estar más afectada. Se trata de variables que, en todo caso, interactúan con el tipo de hábitat, puesto que en las zonas densamente pobladas se registran más problemas relaciona‑dos con la contaminación (casi el 14 por 100 de los hogares en 2013), frente a las poco pobladas (apenas el 5 por 100 en 2013).

Las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) también reflejan una menor preocu‑pación por el medio ambiente en España, especialmente desde finales de 2007, año que se alcanzó un escaso 2 por 100 de personas que situaban el medioambiente entre los principales problemas de Espa‑ña, hasta los valores mínimos registrados en 2014 (el 0,3 por 100 de la población entrevistada considera actualmente el medio ambiente un problema principal).

Según un estudio del CIS de 2011, el español no puede considerarse un ciudadano ecológico: un 28 por 100 de la población española reconoce tener poco respeto y preocupación por el medio ambiente,

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102] CAUCES 30

y un 48 por 100 considera no estar suficientemente preocupado. Ello, en opinión del 57 por 100 de los encuestados se debe a la insuficiente formación, y para el 21 por 100 a la escasa información sobre cuestiones ambientales21. Y, aunque se detecta un aumento de la conciencia medioambiental con el nivel educativo y social de la población, este efecto es claramente insuficiente.

Es preciso, por tanto, establecer políticas energéticas que, por un lado, garanticen el acceso de las familias a unas condiciones suficientes de bienestar en los hogares, y por otro, prioricen la difusión informativa y formativa de cuestiones medioambientales, de forma que se mejore la conciencia e implicación ciudadanas. La planificación e imbricación de la política medioambiental en la actividad socioeconómica, así como la implicación de la ciudadanía son condiciones sine qua non para que la protección del medio ambiente pase a ocupar el lugar prioritario que le corresponde, como elemento impulsor de la economía de los países, y garante del bienestar y la salud de las personas.

21 Centro de Investigaciones Sociológicas: Ciudadanía y conciencia medioambiental en España. Opiniones y actitudes, nº 67 (enero), 2011.

4. La inversión en igualdad: requisito para un crecimiento económico sostenidoEl aumento de los niveles de desigualdad y su

impacto en el crecimiento económico está sien‑do objeto de atención por parte de los principales organismos internacionales, así como de debate político en muchos de los países desarrollados22.

22 OCDE: Growing Unequal, 2008, Divided We Stand, 2011; OCDE: Trends in Income Inequality and its Impact on

Y es que la diferencia entre los niveles de renta de la población situada a los extremos de la dis‑tribución de ingresos ha aumentado de manera considerable en las últimas décadas, con un re‑punte en el último período de crisis en algunos casos, hasta situarse en los niveles más altos de los últimos 30 años en el ámbito de la OCDE.

Economic Growth, 2014; Atkinson: Inequality, What can be done?, 2015; FMI: Causes and Consequences of Income Inequality: A Global Perspective, 2015.

HOgARES qUE SUfREN PROBLEMAS DE CONTAMINACIÓN AMBIENTAL, ESPAÑA (2004‑2014)

Porcentaje de hogares

Fuente: INE, Encuesta de Condiciones de Vida.

15,416,4

15,915,2

12,9 13,3

10,4

7,9 7,8

9,8 10,2

0

2

4

6

8

10

12

14

16

18

2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [103

Concretamente, para el conjunto de países de la OCDE, la renta media de la población situada en la decila más alta de ingresos es 9,5 mayor que la de la población en la decila más baja, cuando esta diferencia era del 7,1 en 1980. En el último período de la crisis, además, allí donde las rentas reales medias disponibles de los hogares descen‑dieron, lo hicieron de manera más acusada en el decil más bajo de la distribución. Asimismo, en muchos de los países dónde los ingresos de los hogares continuaron creciendo, el aumento fue mayor en la decila más alta que en la situada en el extremo inferior23.

Este incremento de la desigualdad en la dis‑tribución de los ingresos está generando pre‑ocupación sobre los efectos acumulativos que pueda tener para la generación de una senda de crecimiento sostenida en el tiempo que permita superar de manera exitosa la crisis económica y financiera más reciente. Más aún cuando la co‑yuntura económica de los países desarrollados si bien mejora, lo hace a un ritmo lento y frágil24.

23 OCDE, Trends in Income Inequality and its Impact on Economic Growth, 2014.24 OCDE, Economic Outlook and Interim Economic

A este respecto, las investigaciones más re‑cientes vienen a confirmar que altos niveles de desigualdad inciden negativamente en el cre‑cimiento económico en el medio plazo. Según cálculos de la OCDE, reducir la desigualdad en un punto del indicador agregado Gini supondría un crecimiento acumulado del PIB de 0,8 puntos por‑centuales en los siguientes cinco años (0,15 pun‑tos al año)25. Según la estimación realizada por el Fondo Monetario Internacional, el incremento de un punto porcentual de los ingresos de la pobla‑ción situada en el quintil más bajo llevaría asocia‑do un crecimiento del PIB de 0,38 punto porcen‑tuales en un lustro. Y esta relación positiva entre aumento de renta y crecimiento económico se daría también en el caso del tercer y cuarto quin‑til, equivalente a la clase media (gráfico 24). Por el contrario, ese mismo incremento porcentual de la renta en el quintil más alto supondría un descenso del PIB de 0,08 puntos porcentuales26.

Por otro lado, estos mismos estudios consta‑tan que los efectos más positivos para mejorar

Outlook, September 2015.25 OCDE, 2014, óp. cit.26 FMI, 2015 óp. cit.

gRáfICO 24 IMPACTO EN EL CRECIMIENTO DERIVADOS DE AUMENTOS DE RENTA/ POR qUINTIL

Crecimiento del PIB en un lustro por el aumento de 1 punto porcentual de renta en cada quintil

Fuente: elaboración propia a partir de datos del FMI en Causes and Consecuentes of Income Inequality: A Global Perspective, junio 2015.

-0,2

-0,1

0,0

0,1

0,2

0,3

0,4

0,5

Crec

imie

nto

del P

IB

Quintiles de rentaQ1 Q5Q4Q3Q2

0,38

-0,08

0,06

0,26

0,32

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104] CAUCES 30

el crecimiento económico vendrían de la reduc‑ción de la desigualdad en la parte media y baja de la distribución de ingresos y no tanto en la parte más alta. Esto es, reduciendo la desigual‑dad mediante el aumento de los niveles de renta de la población situada en los niveles de renta más bajos e intermedios, y no tanto aproximan‑do los niveles de renta más altos a los medios y bajos. De esta manera, estos resultados vienen a poner el énfasis en que los efectos negativos de la desigualdad en el crecimiento no se centran exclusivamente en los problemas derivados de la pobreza, esto es, de la parte más baja de la dis‑tribución, sino que se trata de un problema más amplio que afecta a las rentas medias y bajas de manera más general.

La desigualdad, pues, no sólo de una cues‑tión de justicia social, sino también de eficiencia económica dado que la cohesión social permite aprovechar de manera más útil y eficaz el po‑tencial social disponible, mientras que la exclu‑sión social, por el contrario, supone dejar fuera del propio modelo a una parte de la población mermando el potencial de competitividad y cre‑cimiento de la economía. Asimismo, altos niveles de desigualdad llevan asociados mayores niveles de conflictividad social, desafección a las institu‑ciones políticas y económicas y a la democracia en general27.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que, como señalan cada vez más estudios, las condi‑ciones sociales y económicas se transmiten entre generaciones dando lugar a que las situaciones de desigualdad tiendan a perpetuarse a lo largo del tiempo, suponiendo un lastre para el creci‑miento en el medio y largo plazo. En este senti‑do, uno de los mayores transmisores de la des‑igualdad (o de la igualdad), y que más incidencia tiene en el crecimiento económico, es el capital humano. Cada vez es mayor la constatación de la influencia de la clase socioeconómica en los re‑

27 Para más detalle sobre los costes de la desigualdad véase OCDE, 2014 op. cit. y FMI, 2015 op. cit.

sultados educativos. Concretamente, la población proveniente de entornos socioeconómicos bajos tiene peores resultados educativos que la de ni‑veles más socioeconómicos más altos, no sólo en términos de cantidad (años de estudio) sino de calidad (nivel de excelencia en competencias)28.

Uno de los grandes retos de las economías desarrolladas es, tal y como señalan institucio‑nes como la OCDE o la OIT, configurar un modelo de crecimiento a largo plazo compatible con el bienestar social y la reducción de la desigualdad. Emprender políticas dirigidas a reducir la des‑igualdad, no sólo mejorará la sociedad desde un punto de vista de justicia social, sino de riqueza y crecimiento económico. En este sentido, estas instituciones apuntan la necesidad de empren‑der políticas que, si bien adaptadas a las circuns‑tancias particulares de cada país, hagan énfasis en los siguientes ámbitos:

FF Políticas educativas: dirigidas a mejorar la calidad de la educación y fomentar pro‑gramas de aprendizaje a lo largo de la vida que mejoren las competencias y su adaptación a las necesidades de un mun‑do global y en constante cambio. Especial énfasis en garantizar igualdad de acceso y de calidad a fin de asegurar que los resul‑tados educativos sean independientes del origen socioeconómico y lograr, en última instancia, una mayor acumulación de capi‑tal humano.FF Políticas laborales: orientadas a favorecer

la creación de empleo, en especial entre los trabajadores con ingresos medios y bajos, así como a reducir la segmentación laboral pero que garanticen al mismo tiempo flexi‑bilidad de los mercados de trabajo.

28 Algunos estudios indican que el aumento (de una unidad de desviación) en las competencias educativas de un estudiante se traducirían en un crecimiento económico anual de 2 puntos porcentuales. Asimismo, el incremento de un año de escolaridad incrementaría el PIB alrededor de un 8 por 100. Para más información, véase OCDE, 2014 op. cit.

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CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL ESPAÑA [105

FF Políticas fiscales: que jueguen un papel re‑distributivo sin, por ello, interferir con los objetivos macroeconómicos. De esta ma‑nera se podrían aumentar las rentas de las clases medias y bajas de la distribución de ingresos y favorecer el crecimiento econó‑mico. Estas políticas redistributivas pueden reforzarse mediante sistemas impositivos más progresivos que combatan la evasión y el fraude fiscal y reduzcan los costes de efi‑ciencia (en términos de empleo y ahorro).

rEducir la dEsigualdad, un objEtivo costE-EficiEntE a largo plazo

En el caso concreto de España, las claves de la recuperación social según se desprende de lo expuesto en este artículo no deberían apartarse mucho de esas orientaciones. En otros artículos de esta misma edición de Cauces se aborda en extenso la evolución y las necesidades en el pla‑no económico y laboral. Sin embargo, el panora‑ma social de los próximos años se presenta con‑dicionado por la necesidad de continuar dando cumplimiento a los objetivos del Programa de Es‑tabilidad, lo que afecta a varios de los ámbitos de las políticas con más potencial compensador de

las desigualdades y, por ende, a la recuperación social (cuadro 4).

Los datos disponibles sobre la evolución de las rentas, la desigualdad y el riesgo de pobreza en nuestro país no hacen sino confirmar la impor‑tancia de prestar atención al enfoque de equidad en el diseño y la gestión de políticas claves para la reducción de la desigualdad, precisamente por su valor para el impulso al crecimiento eco‑nómico duradero en un contexto de moderación presupuestaria como el que va a seguir rigiendo en los próximos años. En la orientación de los ob‑jetivos de gasto, que a la fuerza deberá ser muy selectiva por dichas restricciones, no debería per‑derse de vista que las políticas más eficaces para reducir la desigualdad y mejorar la igualdad de oportunidades, a menudo suelen ser también las más coste‑efectivas en términos de rendimiento económico para el país a largo plazo.

CUADRO 4 ESTRATEgIA DE AJUSTE fISCAL

Evolución proyectada del gasto por funciones de las Administraciones públicas

(En porcentaje del PIB)

Política 2013 2018 Variación

Servicios generales (con intereses de la deuda) 6,9 5,5 -1,4

Defensa 0,9 0,8 -0,1

Orden público y Seguridad 2,0 1,7 -0,3

Asuntos económicos (sin ayudas a la banca) 4,0 3,7 -0,3

Protección del medio ambiente 0,8 0,7 -0,1

Vivienda y servicios comunitarios 0,5 0,4 -0,1

Salud 6,0 5,3 -0,7

Actividades recreativas, cultura y religión 1,1 1,0 -0,1

Educación 4,0 3,7 -0,3

Protección social 17,6 15,7 -1,9

Gasto total 43,8 38,4 -5,4

* No incluye las ayudas a la banca.Programa de Estabilidad del Reino de España, abril 2015.