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1 Turismo y Crisis Económica Juan Hernández Andreu Catedrático Emérito de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del IME Independientemente que en esta ponencia atienda a los ciclos económicos referidos a Europa y más en concreto a Menorca, quiero señalar dos cosas: 1) No pretendo entrar en el análisis concreto de las crisis económicas en la Isla, sino referirlas como elemento de concreción de mis reflexiones concluyentes. Y 2) Que el estudio de los ciclos, en particular los de largo plazo, que contemplo aquí, dan una visión histórica y una contextualización territorial que puede ser útil para aproximarnos a una valoración consensuada del modelo de crecimiento turístico en el Mediterráneo. Antes de la primera guerra mundial, los autores de Economía política habían explicado, con mayor o menor acierto, la realidad económica en términos neoclásicos o historicistas con un enfoque microeconómico. El desarrollo capitalista había sido una realidad a pesar de sus efectos sociales no deseados, fruto de una filosofía de orígenes nominalistas cultivada por Adam Smith y posteriormente por la escuela marginalista, alejada del realismo crítico. Por su parte el Patrón oro mostraría su incapacidad para evitar la gran guerra; ulteriormente manifestó su ineficacia para generar un clima de estabilidad monetaria que evitara la crisis del 29; y desapareció antes de la segunda guerra mundial. La depresión de los años de 1930 se relaciona con la caída de precios, el descenso del consumo y la insuficiencia de oro metálico. Un economista del talento de Keynes, con su probada inquietud humanista no pudo resignarse ante los errores de la política económica de los gobiernos durante el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales. Es decir, no pudo ser neutral y pasivo al observar el declive de la economía internacional y la ruptura del sistema monetario.

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Turismo y Crisis Económica

Juan Hernández Andreu

Catedrático Emérito de la Universidad Complutense de Madrid y miembro del IME

Independientemente que en esta ponencia atienda a los ciclos económicos referidos a

Europa y más en concreto a Menorca, quiero señalar dos cosas: 1) No pretendo entrar en el

análisis concreto de las crisis económicas en la Isla, sino referirlas como elemento de

concreción de mis reflexiones concluyentes. Y 2) Que el estudio de los ciclos, en particular los

de largo plazo, que contemplo aquí, dan una visión histórica y una contextualización territorial

que puede ser útil para aproximarnos a una valoración consensuada del modelo de

crecimiento turístico en el Mediterráneo.

Antes de la primera guerra mundial, los autores de Economía política habían explicado,

con mayor o menor acierto, la realidad económica en términos neoclásicos o historicistas con

un enfoque microeconómico. El desarrollo capitalista había sido una realidad a pesar de sus

efectos sociales no deseados, fruto de una filosofía de orígenes nominalistas cultivada por

Adam Smith y posteriormente por la escuela marginalista, alejada del realismo crítico.

Por su parte el Patrón oro mostraría su incapacidad para evitar la gran guerra;

ulteriormente manifestó su ineficacia para generar un clima de estabilidad monetaria que

evitara la crisis del 29; y desapareció antes de la segunda guerra mundial. La depresión de los

años de 1930 se relaciona con la caída de precios, el descenso del consumo y la insuficiencia de

oro metálico.

Un economista del talento de Keynes, con su probada inquietud humanista no pudo

resignarse ante los errores de la política económica de los gobiernos durante el periodo

comprendido entre las dos guerras mundiales. Es decir, no pudo ser neutral y pasivo al

observar el declive de la economía internacional y la ruptura del sistema monetario.

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Buen conocedor de la teoría monetaria aprendida de su maestro Alfred Marshall y de

la economía real de su tiempo, cruzó la línea que diferencia su obra Tratado de la Moneda

(1932) de su posterior libro la Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero (1936),

resultado de su conocimiento empírico de la realidad pre-analítica al estilo de Schumpeter;

pero también de su genial inteligencia para el análisis teórico.

Sin entrar en la continuidad o no de su teoría monetaria y crediticia para resolver el

ciclo económico depresivo, observo que supo contextualizar históricamente aquella fase

económica y advirtió los puntos débiles de la teoría económica preexistente neoclásica y la

importancia de intervenir sobre la economía de mercado del individualismo metodológico en

lugar de confiar en mecanismos automáticos de recuperación; y hacerlo no a través de la

oferta con expectativas a largo plazo, sino a través de la demanda efectiva con visión a corto

plazo, fruto de innovaciones tecnológicas y subsiguientes mecanismos monetarios de oferta

endógena de dinero y con un tipo de interés exógeno, denunciando el no funcionamiento de la

Ley de Say.

Este enfoque es muy importante para interpretar y valorar aquellos aspectos positivos

y oportunos de la actividad turística, que actúa del lado de la demanda efectiva, mediante la

promoción de ventas de servicios a una potencial demanda extranjera o exógena al territorio

que ofrece el Turismo, en términos de importación de recursos monetarios a cambio de la

venta del servicio turístico.

Mi opinión, razonada en otro lugar, es que la recuperación de esta crisis denominada

de 2008 tiene que alcanzarse a través de la demanda efectiva y con los planteamientos propios

de John M. Keynes en su Teoría General; y observo que entre los gobernantes comienza a

atisbarse una masa crítica de aproximación a ello, aunque más en los hechos que en el

discurso político.

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Y resulta que el Turismo cumple como factor de demanda efectiva causal de

recuperación, actuando, además, aparentemente de sector líder. Y en efecto es el sector que

actualmente en España aporta crecimiento económico más ostensible. Durante mi larga

estancia en la Universidad de Texas, el profesor W. W. Rostow me sugirió que el sector líder

del despegue económico español de los años de 1960 había sido el Turismo.

Asimismo conviene notar que el Turismo no es un sector convencional, sino que es una

rama del sector servicios que abarca un amplio conjunto de actividades económicas que tienen

que ver con la demanda de consumo de bienes nacionales por parte de extranjeros o de

viajeros movidos por el afán de satisfacer necesidades de tipo lúdico, a su vez muy diversas,

que van desde el disfrute de bienes culturales a consumo de sol y playa, pasando directa o

indirectamente por el estímulo manufacturero. Y así se nutre, incluso se puede llegar a

fortalecer, la balanza nacional de capitales y por tanto la balanza de pagos.

Un elemento del que últimamente se habla muchísimo es el de la “marca país” y

permítanme una llamada de atención al respecto. Es muy importante acertar adecuadamente

en la construcción de este instrumento de imagen, sin caer en tópicos que no dicen mucho a

los potenciales clientes. Les supongo conocedores de técnicas al servicio eficiente en la

elaboración de los llamados “constructos”, donde la participación representativa de los

turistas en el proceso se ha demostrado es determinante; y, por tanto, conviene matizar y

contrastar empíricamente los rasgos característicos de una marca elaborada simplemente por

gabinetes de asesores.

A su vez, insisto, el protagonismo que pueda tener actualmente el Turismo en la

recuperación económica española y la de Menorca en particular, no excluye, para nada, su

complementariedad con otros sectores económicos, sobre todo me refiero al sector

secundario.

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En este ensayo valoraré el surgimiento del papel del Turismo en su colaboración

reparadora de la crisis de 1929 y de la depresión 1930/1953 en Europa, particularmente en la

meridional como España, concretamente en Menorca.

Me centraré en la fase depresiva de 1939/1956 y en la recuperación y expansión de

1957/1974. De este análisis sacaré algunas conclusiones, válidas para la etapa actual de

economía deflacionista que nos concierne.

Estas reflexiones, comportan un primer estadio analítico, imprescindible, sobre el que

luego podamos asentar formulaciones precisas, con fundamento teórico y empírico; que ya

será en la sesión de mañana, dedicada expresamente a Baleares; y así, poder atinar más en el

conocimiento del pasado económico, como resultado de un análisis y crítica razonados acerca

del desarrollo, estancamiento o decadencia de las sociedades humanas del pasado, mediante

técnicas específicas proporcionadas por la Teoría Económica, la Estadística y la Historia

general, de modo que podamos interpretar la incidencia del Turismo en la realidad económica

del presente y adelantarnos de este modo al futuro.

En los últimos cien años podemos distinguir las siguientes etapas histórico-económicas

en Menorca, correspondientes con los ciclos internacionales a largo plazo: 1. 1900-1939, que

corresponde a un periodo expansivo de la economía mundial hasta la crisis de 1929 y a la

depresión de los años de 1930, que en España abarca la etapa anterior a la guerra civil. 2.

1939-1956, periodo correlativo con la depresión internacional hasta el fin de la guerra de

Corea e inicios de la recuperación económica en Europa, que en España y en Menorca, en

particular, obedece a los años de la autarquía económica del franquismo. 3. 1957-1974, son

años que corresponden al crecimiento económico del mundo occidental más espectacular de

la Historia y que en España comprenden el despegue económico del periodo de liberalización

económica dentro del franquismo, marcando cambios estructurales y una expansión, que fue

más intensa aún, en esta Isla. 4. 1975-1993, periodo de deflación económica mundial que sigue

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a la crisis del petróleo que tuvo sus efectos depresivos en España, afectando a la economía

menorquina; pero que representa la vuelta a la normalidad política, estableciéndose la

Constitución y la democracia. Y 5. 1994-2005, correspondiente a un periodo de crecimiento

con fluctuaciones, para Europa, España y también Baleares en particular.

Veamos esquemáticamente las etapas de 1939/1956 y de 1957/1974, para después

obtener enseñanzas o conclusiones. Hablaré de la economía de Menorca en el contexto del

mundo occidental y de España, para cada una de estas dos etapas del ciclo internacional a

largo plazo, que hemos explicitado. Ello facilita la explicación causal y a la postre puede ayudar

a elaborar un modelo predictivo.

1939-1956: Europa, España y Menorca (sigue la depresión hasta la guerra de Corea, cuando

cambia el ciclo al alza).

Fue una etapa depresiva, resultado de la crisis de 1929. Ya en 1944 se creó el FMI y el

BIRD en Bretton Woods; pero sus objetivos de convertibilidad cambiaria de las monedas no se

alcanzarían hasta 1958. En 1947 comienza el Plan Marshall de Estados Unidos para ayudar a la

recuperación de las economías de los países europeos, quedando España excluida por su

anterior relación con los países del Eje. En 1950 se fundó la Cooperación Económica del Carbón

y del Acero (CECA) entre Francia y Alemania, comenzando así el proceso de integración

europea.

Para España, se trata del periodo franquista de autarquía económica, cuando este país

permanece fuera de la ONU y de los organismos económicos internacionales. La excepcional

ayuda de Perón al General Franco en 1947 con barcos cargados de trigo, que serían

descargados en la Coruña, vino a paliar aquí una grave crisis de subsistencia. Esta situación

comenzó a cambiar en 1953 con la firma del Tratado bilateral de Ayuda Mutua entre Estados

Unidos y España, que supuso la vuelta de la mayoría de embajadores acreditados en Madrid,

con todo, la recuperación económica de España acusaría un retraso. El nivel del PIB per capita

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de España de 1929 no se alcanzaría hasta bien entrados los años de 1950. El nivel relativo del

PIB español respecto al de 14 países de Europa Occidental no se alcanzaría hasta 1975. Por

entonces (1950) se había creado la fábrica SEAT, dentro del holding INI.

En 1954 y 1955 se padeció una grave inflación, cuyos efectos conducirían a que Franco

cambiara después el Gobierno nombrando ministros a jóvenes tecnócratas, alguno catedrático

de Universidad de Economía. En lo económico sería imprescindible un plan de estabilización

que se efectuaría después, en 1959. Menorca había padecido una dura postguerra. Durante

estos años no creció la población y se registró un déficit migratorio continuado, salvo en

Ciudadela y Ferrerías.

En 1952 fue absorbido el Banco de Menorca por el Banco Central; en 1954 el Crédito

Mercantil de Menorca por el Banesto y entre 1943 y 1956 fueron absorbidos el Banco

Comercial de Ciudadela por el Crédito Balear (1947), el Banco Menorquín de Crédito por el

Banesto (1952) y la Banca Timoner Castells de Alayor por el Banco Hispano Americano (1951).

Menorca padeció la crisis de 1947 y el estancamiento de los años de 1950 de modo

acusado. En el ejercicio de 1948 el Banco de Menorca no repartió dividendos y es elocuente la

Memoria firmada por su Gerente Sr. Camilo Hernández Portella, que obra en el Archivo del

Banco de España:

“Los resultados obtenidos, que se reflejan en la Cuenta de Pérdidas y Ganancias ...hubieran

podido incrementarse de no surgir la crisis aguda en nuestra Isla, que impide, tanto por la

escasez de cosechas como por la contracción que nuestras industrias principales –calzado,

bisutería, etc.- registran en sus compradores habituales, que limitan sus pedidos a lo más

estrictamente indispensable, (que impide, decía) que el tráfico en nuestro puerto y la actividad

económica, en general, tengan las características de normalidad que serían apetecibles”.

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En Menorca el autoconsumo y el régimen autárquico de las explotaciones agrarias

pudieron aligerar los efectos de potenciales hambrunas. A pesar de las dificultades en el

abastecimiento de materias primas, resurgió la industria bisutera. Pero en esos años se

practicó el estraperlo y hubo especulaciones aprovechándose de que los precios estaban

intervenidos. Los apagones eléctricos fomentaron el recurso a los grupos electrógenos. En

Mahón disminuyó de 30 a 20 el número de fábricas de calzado; pero, con todo, se consolidó la

fábrica de quesitos El Caserío y hubo innovaciones; así, en 1947 se creó en Mahón una

empresa de sumadoras comerciales (SUMCO) que exportaba a Brasil, Reino Unido y Francia. Se

fundó por entonces también una fábrica de motores marinos JOYCA.

En 1950 se fueron recuperando las fábricas de bisutería y del metal mahonesas. En

1957, final de esta etapa, estaban registrados en Ciudadela 119 fabricantes de zapatos, entre

talleres y pequeños talleres. En 1958 el INI adquirió GESA y la unificación tarifaria favoreció a

Menorca (G. López Casasnovas y Roselló). En estos años se puso en marcha una ligera

recuperación, pero la población permaneció estancada hasta 1960.

1957-1974: Europa, España y Menorca (expansión sin precedentes e insólita).

Es una etapa de crecimiento espectacular de la industria en Europa. Se desarrolla la

química, el automóvil, la electrónica y la robótica. En 1958 el sistema de Bretton Woods

propiciaba de modo efectivo la convertibilidad monetaria. Los precios relativos, en esos años,

son favorables a los productos industriales y el petróleo es barato. En Estados Unidos crece el

sector servicios frente a la industria y se inicia una práctica progresiva de gasto en el exterior.

A partir de 1968 comenzarán las tensiones monetarias sobre el dólar, indicador inicial

del proceso de ruptura del sistema de Bretton Woods que termina en 1971-1973, acabando

con la estabilidad de la divisa estadounidense. En 1957 se constituyó en Europa la C.E.E,

comienzo de una andadura de efectivos horizontes de integración comercial y a la postre

política.

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En España, los nuevos ministros económicos llevaron a cabo en 1959 el antes mentado

Plan de Estabilización con éxito, iniciándose la apertura económica de este país,

particularmente la liberalización de las exportaciones, mediante la caída de las tarifas

arancelarias; se estabilizó la peseta y su cambio internacional, con la ayuda financiera de

bancos norteamericanos y se entró a formar parte de la OCDE, el FMI y el BIRD.

Se fue racionalizando la gestión financiera de las empresas públicas. Terminó la etapa

de autarquía. Hizo entrada el turismo con gran fuerza y aumentó el uso del automóvil entre

los españoles, descendiendo proporcionalmente el manejo de motocicletas. Los indicadores

muestran el despegue industrial y económico de España. En 1963 se iniciaron los planes de

desarrollo. El milagro económico español, es decir, el despegue industrial, se produjo con tasas

de crecimiento anual del PIB superiores al 7 por 100 y cercanas al 11, las mayores de Europa y

sólo superadas por Japón. El PIB per capita relativo de España respecto a 14 países de Europa

Occidental se recuperó en 1975, como dije antes.

No se registró desempleo en esos años, pero hubo una corriente migratoria muy

elevada de españoles a los países del centro de Europa, rompiéndose la exclusividad

latinoamericana como destino de emigrantes gallegos y andaluces. No tuvo lugar la

liberalización política, pero sí la económica. En 1962 España solicitó su entrada en la C.E.E., que

entonces fue rechazada. Los efectos positivos del avance económico español llegaron a

Menorca. En 1960 despegó el turismo –hasta el mismo Franco visitó la Isla aquel año- y la

afluencia fue a un ritmo de escalada hasta 1973, así como el comercio, el movimiento de

pasajeros y la renta.

Hizo entrada la terciarización mediante el auge de los servicios en la Isla. En 1969 se

inauguró el nuevo Aeropuerto. Con todo, el crecimiento turístico menorquín fue inferior al de

sus islas hermanas, apoyándose Menorca en su fuerte estructura industrial. Entre 1968 y 1975,

la renta per capita menorquina crece a un ritmo superior al 10 por 100 anual, más alto que el

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de España y Baleares en su conjunto. (La renta per cápita de Baleares superaba entonces a la

media de España, lo que venía siendo así desde 1930). Estos datos nos permiten hablar de

milagro económico menorquín dentro de España.

Desaparece el saldo negativo en el movimiento migratorio. El aumento poblacional de

1960-1975 es el más elevado desde comienzos del siglo XVIII y justifica la transformación

económica. El incremento fue de 42.000 habitantes en 1910 a 55.000 en 1975; pero entre

1965 y 1975 el aumento fue de 10.000, siendo inmigrantes casi la mitad.

El alza en el tránsito de pasajeros fue continua hasta 1975, igual que la oferta hotelera,

que se aceleró en el decenio de 1970. Al mismo ritmo expansivo crecieron el número de

bancos de ámbito nacional establecidos en Menorca y el consumo de energía eléctrica.

Y vayamos a los indicadores microeconómicos. Las sociedades domiciliadas en

Menorca subieron, en número, de ser 39 en 1960 a 195 quince años más tarde. Destaca el

auge del sector bisutero; se creó SEBIME en 1972 y la feria internacional, así como el Instituto

Tecnológico de la bisutería (ITEB), con el impulso del entonces alcalde y empresario Rafael

Timoner, fundador de CATISA.

Los Hernández crearon Metaflor (1956). En el calzado surgieron Micky (1954) (luego

Patricia, grupo Mesquida), Pons Quintana (1963) y Novus S.L. (Juaneda, 1964). En el ramo de la

alimentación, El Caserío compraba entonces el 70 por 100 de toda la producción de leche en

Menorca y daba trabajo a 350 empleados. En 1966 se fundó COINGA. Con todo, en 1965 había

quebrado el Banco de Ferrerías (no estudiado todavía). Durante esta etapa parecía que iba a

continuar la triple especialización sectorial menorquina. El campo se benefició de las

substituciones de los cultivos de cereales por forrajes, que alimentaban la creciente cabaña

bovina, productora de leche, que adquirían las fábricas El Caserío y COINGA. En los años de

1970, Jaume Mascaró consolidó con innovaciones tecnológicas la fábrica de calzado de origen

familiar y que él levantó a tener importancia nacional.

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Las fincas se aprovecharon de la progresiva especialización mecánica y de la

extensión del regadío; con dificultades, pero hubo modernización en el sector agrario.

Los problemas sobrevendrían al iniciarse el movimiento a la baja de los precios de la

leche, en términos reales, aunque esto ocurriría años más tarde. Por otro lado, el número

de turistas en 1973, alcanzó la cifra de 131.000 viajeros, con efectos positivos en la

demanda de consumo en los comercios de Menorca.

Veamos ahora algunos elementos hipotéticos en los que radicó el auge creciente

del Turismo y su impulso para el conjunto de la economía menorquina en los decenios

de 1950 y primera mitad de la década de 1970.

El Alcalde Gabriel Seguí

Menorca experimentó los ciclos económicos del capitalismo industrial durante el siglo

XX. Después de un periodo expansivo que había arrancado ya a finales del siglo XIX, Menorca

sufrió una crisis en 1912 y después padecería los efectos de la depresión del decenio de 1930,

así como las consecuencias de la guerra civil, de manera que hasta los años de 1950 no se

pudo producir recuperación alguna.

En lo que toca a este comentario, un dato positivo de aquellos años fue la fundación

en 1932 del Fomento de Turismo en el Ateneo, lo cual marcó la importancia que tendría aquí

el turismo cultural en la imagen de Menorca para la sociedad internacional. En efecto,

tenemos el caso primigenio del pintor no figurativo de primerísima categoría, Hans Hartung,

que procedente de París se instaló en nuestra isla en 1932 con su mujer Anna-Eva Bergman,

también pintora, atraída la pareja por “un cartel turístico menorquín” y contando con el apoyo

amistoso en todo momento de don Juan Gomila Borrás, primer Presidente de Fomento de

Turismo (lo había sido del Ateneo de Mahón) durante los dos años de la estancia de los

jóvenes artistas en cala Tirant de Fornells.

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Aquel hecho sigue actuando a favor del turismo cultural para Menorca, formando

parte de la pequeña historia insular. En el Círculo de Bellas de Madrid pude presenciar, en

2008, una exposición monográfica de la obra de Hans Hartung, en cuyo catálogo se enseñaban

los orígenes pictóricos de Hartung en Menorca, al descubrir aquí el “tachismo” que singulariza

su personal estilo pictórico, ilustrándose el folleto dedicado al pintor con fotos de la casa

cubista bauhausiana que se hizo construir en la isla. Ese fenómeno dejó semilla de turismo

cultural, al que se refiere el profesor Juan Hernández Mora en un artículo magistral (“La

Historia de Menorca y el Turismo”, .Revista de Menorca, 1963) a propósito de la esmerada

formación requerida de quienes iban a ser los guías de turismo en Menorca.

España experimentó el despegue económico con un retraso de unos ocho años

respecto a Italia, pero su milagro económico en los años sesenta no sólo estuvo a la par con el

de Italia, sino que le superó en ritmo de tasa de formación bruta de capital

(Renta/Inversiones). El crecimiento en Menorca fue espectacular en los años de 1968-1975,

superando la media española. En ese “boom” ya tuvo mucho que ver el despegue turístico en

la isla; siendo el Turismo el sector líder, que impulsó así el resto de los sectores.

En aquel despegue menorquín fue determinante la puesta en marcha del Aeropuerto

en 1969. Aquí tenemos que reconocer el gran mérito del entonces Alcalde de Mahón, don

Gabriel Seguí Mercadal, quien fue el artífice de que se llevara a cabo tal innovación e

importantísima inversión en Menorca, factor instrumental del despegue económico y medio

básico para el acceso de viajeros a la isla.

Seguí tenía muy claro, me lo corroboró en varias conversaciones, la importancia

estratégica y determinante que otorgan los medios de transporte y de comunicación en

general para el crecimiento económico y de modo especial para el de una isla como Menorca.

Ello le marcó el objetivo, durante la fecunda etapa de su mandato como Alcalde de Mahón, de

construir un Aeropuerto que iba a ser muy efectivo para todas las actividades económicas y

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también, como no, para el Turismo. En ello radica, como dije, el despegue espectacular

menorquín en los años referidos de 1968/1975, al filo del cual se crearon un montón de

empresas y sociedades nuevas. Entre ellas destaca la urbanización S´Algar y el “Hotel San Luís

Mediterráneo”, promovidas por el gran empresario que fue don Gabino Sintes Pons, que

colaboró al unísono con el Alcalde Seguí, tanto en las obras del nuevo Aeropuerto como en el

impulso al Polígono Industrial de Mahón; así como en el despegue turístico general de la Isla.

Don Francisco Sintes Obrador dijo de Gabriel Seguí, en la Sala del Ayuntamiento de Mahón

(10/05/1971): “aunque en su activo haber no costara más que su decisiva intervención en la

construcción del Aeropuerto de Menorca, como menorquín del montón considero que tengo

contraída con él una deuda de gratitud y me satisface podérselo decir públicamente y unirme a

este acto de reconocimiento y homenaje, que se le tributa, pues creo que en la historia del

desarrollo socioeconómico de Menorca el nuevo Aeropuerto marca un hito tan sumamente

importante que quedará en el futuro como referencia histórica de separación entre dos

épocas: antes del Aeropuerto y después del Aeropuerto” (“Menorca avanzada del

Mediterráneo”, Revista de Menorca, primer semestre, 1971, 51-52).

Transportes, capacidad energética y política.

Gabriel Seguí era buen conocedor de las dificultades que cien años antes tuvieron Juan

Taltavull y los Hermanos Plandolit (cofundadores estos últimos del Banco de Barcelona) para

crear la sociedad del vapor “Mahonés” que cubriría la ruta marítima entre Mahón y Barcelona,

triangulando con Alcudia y beneficiándose de la concesión estatal del servicio de correos en

ese itinerario, ya que chocaron con los intereses competidores de los vapores mallorquines,

“Mallorquín” y “Barcelonés”, aunque Seguí se limita a decir: “Este primer intento de creación

de una Compañía Naviera abortó al parecer por ciertas contrariedades en la tramitación

ocurridas en la Diputación Provincial” (“Transportes y Comunicaciones”, Revista de Menorca,

1970, primer semestre, 13). Lo interesante aquí es resaltar que los mismos promotores ya en

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1852 habían intentado realizar su primer proyecto societario que fue rechazado, viéndose

obligados a elaborar un segundo proyecto, que sería finalmente aprobado a mediados de

1854.

El conocimiento de aquella experiencia histórica, debió llenarle de fortaleza a Gabriel

Seguí y pertrechó su proyecto con muy sólidos argumentos, basándose en precisos datos

cifrados acerca de las necesidades insulares en los distintos modos de transporte y evidencia la

necesidad de construir el Aeropuerto, valorando el alcance correcto de ello para la economía,

el comercio y el desarrollo turístico. Y por si esto fuera poco se entrevistó personalmente, las

veces que hiciera falta, con las autoridades políticas de entonces, particularmente en la

Comisaría del Plan de Desarrollo defendiendo el proyecto para Menorca.

Los menorquines irían tomando conciencia de la importancia progresiva del Turismo

para el PIB insular y de la nueva perspectiva económica que se abría a tal efecto. Prueba de

ello es un completo estudio de Miguel Mesquida Ticoulat (“El fenómeno turístico en el futuro

de Menorca”, Revista de Menorca, 1970) en el que se mide el gran impacto positivo, en cifras,

del Aeropuerto en Menorca, marcando un antes y un después en la isla. Se aventura a

extrapolar datos de lo que iba a ser el incremento del número de plazas hoteleras en el año

1980 respecto a las 5.000 existentes en 1970 y aunque se pasa notablemente en sus

expectativas de aumento (las 50.000 plazas esperadas en la realidad se quedaron en 13.500) el

alza fue notable.

En dicho artículo, Mesquida ofrece un análisis de prospectiva y de advertencias de

cautela para estimular los efectos positivos del turismo y para tratar de evitar la incidencia de

aquellos no deseados. Entre los aspectos de tipo económico señala las previsiones alimenticias

imprescindibles y sus efectos sobre las producciones internas y los mercados de

abastecimiento. Advierte la carestía de los productos en la isla; señala que en Madrid y

Baleares era donde los precios eran más altos; y entre las islas, Menorca era donde se

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registraban los precios más elevados. Era una alerta que sigue teniendo actualidad, dado lo

alto de los costes de trasporte y de los precios energéticos en la isla.

A los empresarios y menorquines en general, ya entonces, como mostraron Gabriel

Seguí y Miguel Mesquida, para aspirar a la competitividad económica y a la eficacia en los

servicios, les condiciona sobre manera el precio de la electricidad, los fletes, los trasportes y las

tarifas aéreas. Se trata de bienes y servicios que deberían constituir el principal punto de mira

de los gobernantes de Menorca, donde los diversos partidos políticos en la isla tendrían que

hacer una piña entre ellos para mejorarlos notablemente; y observo que en términos relativos

no parece que mejore la lamentable situación de los servicios aéreos, cada vez menos

frecuentes y sus precios, cada vez más caros, particularmente para los viajeros turistas; y con

crecientes costes de estacionalidad.

.Otro tanto habría que reflexionar para encontrar soluciones a los costes energéticos.

Al respecto se imponen, al menos, dos enfoques al problema, entre otros muchos hipotéticos.

En el aspecto técnico ¿Por qué no llega el gas a Menorca y sí a las otras islas? En el aspecto

político ¿Por qué no se buscan soluciones políticas al problema del coste energético

recurriendo al argumento objetivo de las desventajas derivadas de la insularidad extrema de

Menorca, impulsando un régimen especial negociado ante el Estado español?

Hay que revivir un estilo de gobiernos locales “pactistas” en lo económico-financiero,

con los poderes de Estado, que el despotismo ilustrado del siglo XVIII eliminó, carencia que

aún hoy perdura ¿Tiene sentido en el siglo XX la existencia de gobiernos benefactores y

omniscientes? El pacto fiscal es una institución que en las coronas de Aragón y de Castilla, así

como en el gobierno de los Austrias fue siempre respetada.

Propuestas a discutir

1. El PIB menorquín es función de la coyuntura internacional y, sobre todo, de la renta

española. El retraso económico relativo de España en la postguerra se reproduce en el

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ciclo menorquín. Por otro lado, la tardía recuperación económica menorquina de los

años de 1960 pudo ser más intensa que la de la media española.

2. Ratificar la influencia monetaria en la marcha de los ciclos económicos y la importancia

por su eficacia mostrada históricamente del enfoque de Keynes para facilitar la

recuperación económica; y advertir que el Turismo participa y colabora directamente

en ese mismo empeño, incentivando la demanda efectiva, comportándose

esencialmente su actividad conforme el análisis de la Teoría general.

3. El destacado despegue económico de Menorca en los años de 1960 no sólo se fundó

en el turismo, aunque fuera este el sector líder, intervino también una eficaz reforma

agraria en el campo menorquín y un reajuste en el resto sectorial. Hay que contar

siempre con el sector agrario en los despegues económicos: Así, por ejemplo,

actualmente habría que apurar los regadíos y las funciones de las cooperativas.

4. El auge económico menorquín está muy vinculado al del comercio –no podría ser de

otra forma-, en la apertura al exterior (puerto, aeropuerto) y en el incremento de las

comunicaciones automáticas, así como las propias de las nuevas tecnologías; pero son

tan importantes las comunicaciones internas como las externas. El comercio y

transporte doméstico secunda e impulsa aquella apertura; por tanto, es fundamental

incrementar la fluidez de las comunicaciones viarias entre Ciudadela y Mahón. Dicho

de otra manera, no cobran mucho sentido las inversiones portuarias sin ir

acompañadas de su necesario complemento que son la adecuación de las carreteras

interiores, aún contando con los límites estacionales. Hay que superar, en ese aspecto,

visiones municipalistas en aras de la insularidad en su conjunto.

5. Existen industrias que no sólo coexisten con el turismo, sino que le son

complementarias y se benefician estando integradas con la actividad turística. Para el

conjunto de la economía de Menorca habría que buscar ventajas e incentivos

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sectoriales en términos fiscales e incluso aduaneros; probablemente ello requeriría un

enfoque balear, conforme el modelo canario.

6. Ante el futuro económico de Menorca, no me parece acertado y menos aún fecundo,

el debate entre orientación a favor del sector servicios y el apoyo a una

reindustrialización de la Isla. Se trata de una discusión teórica en exceso. Además hay

que huir de visitantes curiosos que alegremente opinan sobre el particular sin fundarse

en anàlisis correctos explícitos.

7. El sector turístico y de servicios en general no hay duda que hoy es el que tira

aparentemente del resto de la economía insular; por tanto, es acreedor a un impulso

racional y de inversiones en la mejora de la oferta en la diversidad de servicios. Por

otro lado, el sector industrial ha sufrido una dura depuración o saneamiento, habiendo

permanecido a la postre las empresas competitivas, que lo son sin amago de duda. En

el sector calzado y en la metalurgia desaparecieron muchas firmas en los últimos

decenios; pero las que persisten han mostrado un nivel adecuado de competencia

internacional. Aquellos epígonos empresariales evidencian que Menorca no ha perdido

el tren de la industria; sólo que la racionalización de las explotaciones es fundamental

y se ha marcado el camino a seguir a innovadores potenciales. Además, dentro de la

industria podemos advertir una gastronomía y alimentación crecientes, cuyos líderes

conocen la senda. Tampoco hay que desechar la construcción, que cuenta con

empresas de solidez encomiable. Particularmente, Menorca ostenta una notable

potencialidad en el sector naval; ahí están las naves “menorquín”, con prestigio en

todo el Mediterráneo. Este sector nos lleva a una rama vinculada a la industria naval,

me refiero a lo concerniente al mantenimiento de los servicios necesarios para la

navegación marítima, incluida la mecànica de motores navales, donde Menorca tuvo

antaño reconocido prestigio en proporción a los mercados entonces disponibles.

Ahora estos evidentemente han cambiado; pero hay que adaptarse creativamente,

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empresarialmente, a ellos, no conformarse con los dones naturales que

expontaneamente ofrece la isla.

8. Menorca siempre contó con un gran activo empresarial, constituyendo un patrimonio

de capital humano que fue artífice de los sucesivos impulsos económicos a lo largo del

siglo. Este capital hay que potenciarlo y fomentar acciones empresariales desde el

entendimiento y la cooperación con la clase política.

9. Las empresas deben introducir incrementos de productividad en el factor capital y en

el factor trabajo, ganando así vías de mayor competitividad para sus productos. Esto

en el sector Turismo requiere ingenio para reorientar sus productos, donde el de sol y

playa, sin abandonarse, pueden abrir paso a otras modalidades más integradoras con

el medio menorquín, más lúdicas y culturales. De ello depende la reducción de la

estacionalidad.

10. Y finalmente, el factor tierra en Menorca tiene un altísimo valor. Conviene optimizar

fines contrapuestos relativos a medio ambiente, infraestructuras de carreteras,

instalaciones náuticas, construcción de nuevas plazas hoteleras, etc., entre los

distintos agentes económicos. El instrumento es la negociación rigurosa entre las

partes y la sensibilidad a los debates propiciados por la opinión ciudadana, que los

responsables decisorios deben meditar y sacar las consecuencias, evitando medidas

precipitadas; con todo, los empresarios como creativos no pueden eludir el riesgo,

siempre que responda a argumentos razonados.

Bibliografía

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