Criterios de viabilidad paisajístico y ambientales para la localización de parques eólicos

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CRITERIOS DE VIABILIDAD PAISAJÍSTICOS Y AMBIENTALES PARA LA LOCALIZACIÓN DE PARQUES EÓLICOS VALLE DE LECRÍN

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VALLE DE LECRÍN
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I. PRESENTACIÓN
2. UN ESPACIO VALIOSO CON NECESIDAD DE PROTECCIÓN
3. LA DELIMITACIÓN DEL ÁMBITO DE ESTUDIO
II. LOS VALORES PATRIMONIALES DEL VALLE
1. LOS VALORES AMBIENTALES
2. LOS VALORES CULTURALES
3. LOS VALORES PAISAJÍSTICOS
1. LOS PARQUES EÓLICOS: COMPONENTES Y PROCESOS
2. LAS OPORTUNIDADES DERIVADAS DE LOS PARQUES EÓLICOS
3. LAS AMENAZAS INDUCIDAS POR LOS PARQUES EÓLICOS
IV. LA PROTECCIÓN LEGAL DEL VALLE DE LECRÍN
1. LA REGULACIÓN SECTORIAL DE LOS PARQUES EÓLICOS. EL TRÁMITE DE PREVENCIÓN AMBIENTAL
2. LOS PARQUES EÓLICOS EN LA LEGISLACIÓN URBANÍSTICA ANDALUZA
3. ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS. LIMITACIONES SOBRE LOS PARQUES EÓLICOS
4. EL PLAN DE PROTECCIÓN DEL MEDIO FÍSICO DE LA PROVINCIA DE GRANADA
5. LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL E HISTÓRICO DEL VALLE DE LECRÍN
6. LAS VÍAS PECUARIAS DEL VALLE DE LECRÍN
7. LA PROTECCIÓN DE LOS DOMINIOS PÚBLICOS Y BIENES PATRIMONIALES
V. CRITERIOS DE VIABILIDAD PAISAJÍSTICO- AMBIENTALES
1. LA AFECCIÓN DE LOS PARQUES EÓLICOS SOBRE LOS VALORES PATRIMONIALES DEL VALLE
2. LA AFECCIÓN SOBRE EL ESCENARIO SOCIOECONÓMICO
3. LA INDUCCIÓN DE RIESGOS ASOCIADOS A PARQUES EÓLICOS
4. CRITERIOS PARA LA DETERMINACIÓN DE LA VIABILIDAD. DELIMITACIÓN DE ÁMBITOS
Ax: BIBLIOGRAFÍA
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I. PRESENTACION
II. LOS VALORES PATRIMONIALES DEL VALLE
- HIPSOMÉTRICO - CLINOMÉTRICO - FORMAS DE RELIEVE - GEOLOGÍA - RED DE DRENAJE - HIDROGEOLOGÍA - SUELOS - USOS Y COBERTURA VEGETAL - PATRIMONIO CULTURAL - ACCESIBILIDAD VISUAL - PERCEPTIBILIDAD PAISAJÍSTICA - CALIDAD PAISAJÍSTICA - FRAGILIDAD PAISAJÍSTICA (I) - FRAGILIDAD PAISAJÍSTICA (II)
IV. LA PROTECCIÓN LEGAL DEL VALLE DE LECRÍN
- ESPACIOS PROTEGIDOS - DOMINIO PÚBLICO
- DELIMITACIÓN DE ÁMBITOS. NIVELES DE VIABILIDAD
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Desde los albores de la Humanidad hasta nuestros días, nuestra especie se encuentra en permanente disputa por
el territorio (incluso en los últimos siglos, con el territorio), por la obtención de los recursos necesarios para la satisfacción de sus necesidades de desarrollo.
Esta disputa, que no es más que una contienda indefinida de los distintos intereses humanos, se recrudece especialmente en aquellos lugares que pueden considerarse como valiosos. El territorio, por tanto, es valioso por la presencia de recursos (naturales o antrópicos) que asumidos como valores patrimoniales son, además, demandados por distintos intereses socioeconómicos.
El presente documento obedece a la clara vocación que el Valle de Lecrín presenta como territorio valioso y así lo será en la medida en que sus recursos puedan ser considerados como valores patrimoniales demandados. Por ello este epígrafe introductorio plantea la reflexión principal sobre la que gira todo el desarrollo metodológico del documento: la demanda de espacios en el Valle de Lecrín, para la implantación de infraestructuras y usos que den lugar a un modelo de desarrollo, genera al mismo tiempo oportunidades y amenazas que, a su vez, entran en conflicto por la superposición de intereses en su consumo territorial y ello, por tanto, precisa de una respuesta política que cuanto menos debe considerar la situación como un reto común.
En la actualidad, dos grandes sectores económicos presentan iniciativas empresariales sobre el actual modelo de desarrollo del Valle de Lecrín estructurado en un sistema de asentamientos rurales, bien articulado internamente, y sustentado por una agricultura variada pero tradicional, un sector terciario de servicios básicos de ámbito comarcal, en el mejor de los casos, una decadente actividad minero- extractiva de futuro incierto y la escasa presencia de un sector secundario vagamente representado por algunas empresas de carácter agroindustrial y de apoyo a la construcción (prefabricados); así, la confluencia de propuestas de inversión desde el sector energético y desde el sector inmobiliario son el origen de esta nueva situación en la que oportunidades, amenazas y conflictos determinan un escenario para la reflexión, discusión y elección conjunta de las estrategias de desarrollo que, al menos, permitan a generaciones posteriores la posibilidad de mantener un debate similar cuando los avatares futuros así lo aconsejen.
I.1. VALLE DE LECRÍN: NUEVAS OPORTUNIDADES, UN RETO COMÚN Y precisamente, es este primer Principio de Sostenibilidad el que se manifiesta en el objeto del presente documento técnico mediante un encargo que, realizado conjuntamente desde el sector público y privado, pretende servir como un primer enfoque del conflicto que se avecina y como un texto más de trabajo para un foro que, conformado al menos por todos los municipios de la comarca, tiene la obligación de dar una respuesta conjunta al reto común al que se enfrenta.
La decisión sobre el modelo de desarrollo del Valle de Lecrín debe, de este modo, seguir estando en manos de los ciudadanos y ciudadanas de esta pequeña comarca andaluza y granadina y de sus órganismos públicos más cercanos, a pesar del empeño, no desdeñable en cualquier caso, de las políticas supramunicipales e intersectoriales que abordan los problemas territoriales desde una óptica a veces demasiado lejana, con modelos contradictorios incapaces de dar respuestas concretas a problemas concretos.
El clásico lema del movimiento ecologista en la década de los noventa: piensa globalmente, actúa localmente cobra en el Valle de Lecrín una renovada vigencia en la necesidad de una planificación espacial de las nuevas iniciativas como instrumento conjunto para paliar las consecuencias que, sobre el territorio, serán inducidas por la confluencia de intereses del sector energético, priorizados por la localización de espacios para la generación de energía eólica, y los intereses del sector inmobiliario, apuntados por las iniciativas de inversión que pretenden moldear un futuro basado en el desarrollo turístico-residencial.
Antes de entrar en una reflexión algo más profunda sobre el papel que pueden jugar ambos sectores en la dinamización del tejido socioeconómico del Valle de Lecrín, cabe recordar el objeto y alcance del encargo, exclusivamente centrado en la viabilidad paisajística y ambiental para la localización de Parques Eólicos y sus posibles consecuencias para el desarrollo de otros sectores emergentes; es decir, debe quedar patente que el análisis de viabilidad no pretende la comparación de ambos sectores, ni evaluar el posible impacto que sobre el territorio produciría cualquier otra dinámica de crecimiento; no es, por tanto, un documento con propósito de planificación u ordenación, ni un alegato contra la energía eólica que, evidentemente, se presenta como una de las fuentes alternativas de mayor potencial en Andalucía, alimentada por un recurso tan inagotable como el viento.
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Las propuestas del sector energético están basadas en la presencia del recurso viento y amparadas en determinadas políticas sectoriales y/o supramunicipales con objetivos de carácter global.
La política energética de la Unión Europea plasmada, principalmente, en la Directiva 96/92 CE del Parlamento Europeo, de 19 de diciembre, sobre normas comunes para el mercado interior de electricidad, obligó al establecimiento, en el Estado Español, al igual que en el resto de Estados Miembros, de una nueva regulación energética articulada en virtud de la Ley 54/97, de 27 de noviembre, del Sector Eléctrico. En ella, se hace compatible una política energética basada en la progresiva liberalización del mercado con la consecución de otros objetivos que también le son propios, como la mejora de la eficiencia energética, la reducción del consumo y la protección del medio ambiente. El régimen especial de generación eléctrica, los programas de gestión de la demanda y, sobre todo, el fomento de las energías renovables mejoran su encaje en nuestro ordenamiento.
En efecto, la protección ambiental es un aspecto al que reiterativamente se alude en todo el texto legal, comenzando por la exposición de motivos y afectando de manera muy particular al articulado que tiene que ver con la autorización para las actividades de producción y distribución de energía eléctrica. En este sentido, el artículo 21 deja bien a las claras que este principio, auspiciado por nuestra Constitución, debe ser limitante a la hora de conceder autorización administrativa cuando establece lo siguiente:
«Los solicitantes de autorizaciones para instalaciones de producción de energía eléctrica deberán acreditar los siguientes extremos:
a) Las condiciones de eficiencia energética, técnicas y de seguridad de las instalaciones propuestas.
b) El adecuado cumplimiento de las condiciones de protección del medio ambiente y la minimización de los impactos ambientales (...)».
De acuerdo con esta Ley, el Estado instrumentó las políticas de fomento de las energías renovables de la Unión Europea mediante el Plan de Fomento de las Energías Renovables en España 2000-2010, revisado recientemente por el nuevo Plan de Energías Renovables 2005-2010 en el que se asume el objetivo de que las fuentes de energía renovables cubran como mínimo el 12% de la demanda total de energía primaria.
En el Ánálisis de Objetivos por Áreas Técnicas del citado Plan se reconoce el papel preponderante de la energía eólica, como el área que mayor desarrollo viene experimentando y todo ello debido a la existencia de factores propiciadores de un mayor impulso para su evolución:
- Existencia de un amplio potencial eólico sin explotar.
- Normativa favorable a conseguir una mayor penetración eólica que permite consolidar la confianza y el interés de los promotores.
- Sector industrial maduro.
- Existencia de tecnología y capacidad de desarrollo de fabricación a nivel nacional.
- La incorporación de mejoras tecnológicas en el comportamiento de los aerogeneradores frente a red.
- Planificaciones de carácter autonómico que soportan los objetivos planteados en el Plan Nacional.
Sobre este punto, el Plan estima como “especialmente ambicioso” el objetivo eólico planteado en la Comunidad Autónoma de Andalucía a través del PLEAN (Plan Energético de Andalucía 2003-2006) de 2.700 MW en 2006 y una proyección hacia el horizonte de 2010 de 4.000 MW, y todo ello bajo la premisa de que el Sistema Energético Andaluz sea más respetuoso con el medio ambiente:
- Empleando sistemas de generación eléctrica más limpios y eficientes: cogeneración, energías renovables y ciclo combinado.
- Evitando las consecuencias, tanto sociales como medioambientales, derivadas de una excesiva concentración territorial de fuentes de generación eléctrica.
- Fomentando el ahorro y la eficiencia energética.
Además, el PLEAN reconoce que la cuestión energética está en el corazón del debate sobre la viabilidad ecológica de los sistemas territoriales y siendo consciente del marco de acción global en el que debe integrarse la política andaluza en esta materia, determina que algunos aspectos precisan de un marco territorial específico.
En este sentido, el Plan preconiza la importancia de la valoración de las identidades y diversidades del espacio regional, obligando a que el desarrollo del mismo tenga en cuenta las particularidades del territorio, de las estructuras y P
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Plan Energético de Andalucía 2OO3-2OO6
Los puntos anteriores se ven reflejados en el objetivo general que formula el presente Plan Energético:
<<Conseguir un sistema energético andaluz: suficiente, eficiente, racional, renovable, respetuoso
con el medio ambiente y diversificado>>
El PLEAN es resultado de un complejo proceso técnico y de un importante esfuerzo de consenso entre la Administración y diversos agentes económicos, sindicales y sociales de la región. Su aprobación definitiva por parte del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía se llevó a efecto mediante el Decreto 86/2003, de 1 de abril.
El Plan Energético de Andalucía 2003-2006 (PLEAN 2003- 2006) es el instrumento de planificación estratégica y de coordi- nación de las políticas sectoriales en materia de infraestructu- ras energéticas, de fomento de las energías renovables, así como de las actuaciones en materia de ahorro, eficiencia y diver- sificación energética que se desarrollen en Andalucía en el período considerado.
El criterio general para la elaboración del PLEAN 2003-2006 es el de modificar el sistema energético de Andalucía, hasta alcan- zar los siguientes objetivos:
Garantizar el suministro energético a todo el territorio y a toda la población andaluza.
Potenciar el ahorro y la eficiencia en la utilización de la energía.
Maximizar el respeto al medio ambiente.
Fomentar la diversificación energética.
Mejorar la infraestructura de generación, transporte y distribución de energía de la región.
Promocionar un tejido industrial competitivo.
Propiciar la formación y concienciación de los ciudadanos.
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de la evolución de sus diferentes ciudades, comarcas y zonas geográficas, así como los factores y valores ecológicos de su medio natural, caracterizado justamente por su enorme diversidad.
De lo anterior resulta evidente que la puesta en práctica de muchas de las estrategias y medidas del PLEAN (especialemente aquellas que incorporan objetivos ambientales) requieren una perspectiva territorial explícita para alcanzar una mayor eficacia. Y esta perspectiva es el resultado de integrar y vincular el Plan Energético con el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA), aprobado recientemente por el Decreto 129/2006, de 27 de junio.
Como cabía esperar, el POTA apuesta por el fomento de las energías renovables y la sostenibilidad del sistema energético, con especial incidencia sobre la necesidad de consolidar en Andalucía los grandes proyectos eólicos e impulsar a la pequeña y mediana eólica, así como a los sistemas híbridos con otras energías renovables.
Sin embargo, en la Ordenación Territorial del Sistema Energético andaluz se produce un avance decisivo en materia de protección ambiental, al reconocer explícitamente (a diferencia del PLEAN) que el Sistema Energético constituye uno de los factores principales de generación de impactos ambientales a nivel global, regional y local, y fundamenta la contribución regional-local establecida, bajo una serie de criterios que, por vez primera, establecen con suficiente claridad limitaciones territoriales a la implantación de infraestructuras, como son:
- La identificación de territorios con limitaciones físicas y ambientales para el desarrollo de las infraestructuras del Sistema Energético.
- El establecimiento de medidas de protección del paisaje en los instrumentos de planificación energética general y sectorial, así como en los proyectos individuales de cada infraestructura.
Paradójicamente, el Valle de Lecrín no parece disfrutar, a criterio de los designios del POTA, de los valores ambientales, culturales y paisajísticos mínimos para su preservación de una indiscriminada propuesta como Zona Eólica para Agrupación de Proyectos Eólicos; en todo caso, se contemplan con cierta tibieza en relación con las propuestas que giran en torno a las políticas de desarrollo rural.
Por supuesto, es oportuno entender que el Plan de Ordenación del Territorio Andaluz no puede ni debe vislumbrar problemas a una escala mucho mayor que aquella con la que fue concebido. Es algo así como pretender ver con un telescopio algo que no mide más de un centímetro cuadrado. Por ello, es lícito asumir que los problemas a escala local pueden obtener respuestas más adecuadas desde la propia acción local, sin por ello perder la perspectiva de concepción global del territorio.
Es decir, una vez constatado que el potencial eólico del Valle de Lecrín resulta un recurso muy valorado por instancias que exceden del ámbito comarcal, es preciso aumentar el nivel de detalle en el análisis de las evidentes oportunidades que ofrecen estas nuevas iniciativas energéticas, al objeto de mitigar las amenazas que se ciernen sobre otros valores patrimoniales requeridos por nuevos sectores emergentes con incluso mayor capacidad para inducir economías de escala.
Por este lado, el sector inmobiliario manifiesta un claro interés para el desarrollo de propuestas basadas en un modelo turístico - residencial, amparado por una serie de factores que le son favorables:
- En primer lugar, el Valle de Lecrín es el territorio que sirve de soporte físico al eje de comunicación más importante que une las dos áreas más dinámicas de la provincia de Granada: el área metropolitana y el litoral costero.
- Este hecho, una vez consumada la ejecución de la autovía A-44, supondrá que la pequeña comarca vallesana sea el territorio de mayor accesibilidad a dichas áreas, recibiendo de esta manera los impactos, positivos y negativos, del dinamismo metropolitano y litoral. En este sentido, el Valle Alto comienza a mostrar palpablemente un cierto “proceso de metropolitanización” como consecuencia del incremento del hinterland de la capital a partir de la explotación del primer tramo de autovía.
- Cabe por tanto, en este contexto, una primera reflexión sobre los efectos futuros que deben esperarse con la compleción del eje viario hacia la costa. El agotamiento del modelo turístico de sol y playa y la creciente demanda de destinos turísticos rurales induce a la inversión en este sector, a volver la vista hacia parajes como el Valle de Lecrín, cuyos recursos ambientales y paisajísticos bien preservados,
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son ahora considerados como valores patrimoniales necesarios para el éxito de estas iniciativas.
- Por último, el escenario debe completarse con las sinergias que, en materia de desarrollo del ecoturismo, deben esperarse con el otro gran ámbito potencial: La Alpujarra.
En conclusión, el sector inmobiliario parece apostar por la implementación de un modelo sobre el que el sector energético puede inducir una amenaza inherente a la distinta utilización que de los recursos hace cada uno. No se trata, por tanto, de buscar argumentos en favor de uno u otro, sino más bien, de encontrar la compatibilidad entre ambos, aumentando las oportunidades al diluir el conflicto de intereses. Conflicto que encuentra su campo de batalla en el distinto consumo que del recurso paisaje se produce por las dos inciativas.
El uso más consuntivo que del recurso paisaje efectúa un Parque Eólico condiciona claramente la atracción de inversiones en materia inmobiliaria, las cuáles participan de este recurso como elemento activo aunque, por supuesto, en condiciones desordenadas o carentes de modelo, también pueden afectar negativamente. Las siguientes dos reflexiones deben ayudarnos a comprender la raíz del conflicto y la necesidad de estudios pormenorizados como el que acontece, al objeto de que sea el territorio quien delimite las opciones de compatibilidad de los diferentes usos existentes y propuestos.
Imaginemos la situación ficticia en la que el desarrollo urbanístico participara del consumo del recurso viento ¿Sería, en este caso, lícito que el sector energético solicitara un reparto equilibrado del recurso para poder compatibilizar sus distintos objetivos?
Desde otra perspectiva, la segunda reflexión tiene que ver con la proyección de la actual dinámica del Valle de Lecrín. En el hipotético caso de que la comarca fuera el soporte físico de una agrupación indiscriminada de Parques Eólicos que conllevara al freno del modelo turístico-residencial, el horizonte de proyección de la actual dinámica de estancamiento del Valle se establecería en la vida útil proyectada para los Parques, que como mínimo será de 25 años ¿Podrán al menos mantenerse durante ese tiempo, los actuales parámetros de calidad de vida del ciudadano del Valle? ¿Serán suficientes los beneficios económicos inducidos por las eólicas para paliar la pérdida de oportunidades en otros sectores de menor incertidumbre?
Y por último, ¿Podría ser revertida la situación dos décadas después?
No sin cierta malicia, la opinión generalizada de foros con posturas manifiestamente en contra de la explotación industrializada y masiva de energía eólica, es que la proliferación de plantas se está produciendo en aquellas zonas en las que la opinión pública y las autoridades son más permisivas y existe un importante déficit de información hacia la población en general.
Como se ha referido anteriormente, el presente documento tiene por objeto la viabilidad de estas infraestructuras desde la óptica exclusivamente territorial, al margen, por tanto, de la socioeconómica, no pretendiendo, en ningún caso, la valoración de las ventajas o desventajas, en términos económicos, de ambos modelos, sino más bien con la finalidad de dotar a aquellos que deben dar respuesta a tanta incognita aquí planteada, de información pretendidamente objetiva y precisa para tal fin.
La suma de los valores patrimoniales demandados que quedan patentes en los epígrafes que suceden a éste y cuya máxima expresión se sintetiza en la calidad del paisaje, convierten al Valle de Lecrín en un territorio valioso con una identidad propia muy ligada a los mencionados valores paisajísticos y también ambientales, fuentes de su riqueza y capacidad de desarrollo endógeno.
Y es esta última aseveración, fruto del análisis y la reflexión técnica del equipo multidisciplinar que ha participado del documento, la que ha guiado a la dirección y concepción metodológica de todo el documento, el cual se ha sustentado además en dos condiciones necesarias para garantizar la objetividad del trabajo:
- Prescindir de cualquier tipo de prejuicio sobre el sector eólico que pudiera incidir negativamente en el desarrollo de lo que debe ser un estudio profesional, libre y objetivo.
- Y desarrollar el objeto del encargo bajo el desconocimiento absoluto de la localización exacta de las propuestas de Parques Eólicos ya existentes.
El presente trabajo está, pues, elaborado desde el territorio y hacia el territorio, bajo la importante carga emotiva que siempre supone para un equipo ambiental aportar su experiencia en la conservación y protección de nuestros valores.
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I.2. UN ESPACIO VALIOSO CON NECESIDAD DE PROTECCIÓN Los espacios naturales protegidos, de la misma manera, van actualizando su relación de usos permitidos y prohíbidos en sus límites afectos. De esta manera, el borrador del nuevo PORN y PRUG del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada prohíbe expresamente su ubicación dentro de sus respectivos espacios de protección.
Sin embargo, como ocurre con los planeamientos municipales, el Plan Especial de Protección del Medio Físico no contempla la regulación del uso en cuestión, pues apenas era percibido entonces como una posibilidad y se limita a preconizar la protección paisajística en sentido genérico.
Cabe destacar, por otro lado, las novedades avanzadas durante la redacción del presente documento sobre la protección del patrimonio cultural. Si bien es cierto que, en la actualidad, la protección se limita a los Bienes de Interés Cultural declarados y su exiguo entorno, la información obtenida de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura acerca de la próxima incoación del expediente de Bien de Interés Cultural con la categoría de Sitio Histórico del Valle de Lecrín, cuyas determinaciones afectarán tanto a la delimitación propuesta, en los términos municipales de Albuñuelas, Lecrín y El Valle, como a su “entorno de protección” y “entorno de protección visual”, sí contiene mayores visos de establecer limitaciones de carácter territorial sobre usos y actividades que puedan poner en peligro el patrimonio cultural presente.
En definitiva, el análisis de la viabilidad legal de la ubicación de parques eólicos en el Valle de Lecrín no corresponde, en el presente documento, a la mera observancia, por parte de éstos, de la regulación legal existente, sino más bien, a la cuestión planteada sobre la presencia de una proporcionalidad bien entendida entre los valores patrimoniales de su espacio y la fortaleza de su protección legal.
Las nuevas oportunidades planteadas y el reto común que deben asumir los municipios del Valle de Lecrín debe comenzar, por tanto, con la construcción conjunta de un escenario de protección supramunicipal que, bajo el principio de la solidaridad, establezca criterios únicos sobre la delimitación y el grado de protección de sus valores patrimoniales, especialmente los de índole paisajística y ambiental, que, como se pone de manifiesto en estas páginas, no conocen fronteras interiores ni límites administrativos.
La necesidad de protección de un territorio debe estar en consonancia con la cantidad y calidad de sus valores
patrimoniales. La planificación, regulación y gestión de las actividades respecto a la preservación de los valores corresponde, por tanto, a la acción coordinada de todas las administraciones públicas.
Ante la ausencia de regulación explícita, los parques eólicos se ven sometidos a las determinaciones superpuestas de una serie de normas, de carácter territorial y/o sectorial, que con distintos objetivos, suponen toda la protección legal del espacio valioso del Valle de Lecrín. En el presente documento se realiza un pormenorizado análisis del escenario legal que afecta al territorio objeto de estudio con el único fin de dilucidar la idoneidad del mismo y, sobre todo, su adecuación proporcional al territorio que pretende proteger.
En este sentido, la Ley 7/1994, de 18 de mayo, de Protección Ambiental de Andalucía, determina la obligación de regular la actividad eólica a través de un preciso trámite de evaluación ambiental; sin embargo, el escaso carácter localista de dicho trámite implica que la valoración de impactos ambientales se circunscriban a la ubicación exacta del área afectada por las construcciones, obviando en gran medida aspectos territoriales y paisajísticos. Únicamente los núcleos de población, sobre los que se determina la obligación de mantener un perímetro de 500 metros libres, parecen contar con un cierto nivel de protección.
Así mismo, en la legislación urbanística la regulación de la actividad eólica exige una cierta compatibilidad con los valores culturales y ambientales, aunque esta última quede en manos de una Declaración de Impacto Ambiental favorable. No obstante, las afecciones territoriales y paisajísticas se tienen en cuenta, pero siempre desde una óptica de corrección y minimización de impactos acaecidos durante las fases de ejecución y explotación y, por tanto, en el caso de que la regulación local del suelo no urbanizable no lo prohíba expresamente o el espacio no esté sometido a una figura de protección ambiental o cultural de carácter supramunicipal, no se establece limitación alguna a la implantación de estas infraestructuras.
Tal es el caso de la mayor parte de municipios ubicados en ámbitos rurales, en los que sus instrumentos de planeamiento, muchas veces antiguos y desfasados, no contemplan la regulación de la actividad eólica, sencillamente porque no existía en el momento en que desarrollaron sus normas.
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I.3. LA DELIMITACIÓN DEL ÁMBITO DE ESTUDIO Esta comarca la integran ocho municipios, que constituyen la Mancomunidad de Municipios del Valle de Lecrín, y que son: Albuñuelas, Dúrcal, Lecrín, Nigüelas, Padul, El Pinar, El Valle y Villamena. El municipio de Lanjarón, que antaño se integraba en esta comarca, se excluye desde hace décadas de la misma para vincularse con La Alpujarra occidental granadina.
El considerable tamaño de los términos municipales de Padul, Dúrcal y, sobre todo, Albuñuelas, hace que el ámbito administrativo se extienda desde el umbral de la depresión de Granada por términos de Otura y Alhendín, hasta las cumbres de Sierra Nevada, por el este, hasta las cumbres de las Sierras de Güájares y Albuñuelas, por el oeste, y hasta la trasversal del río Lanjarón, en el término prelitoral de Vélez de Benaudalla, por el sur.
I.3.2. EL ÁMBITO FUNCIONAL A los efectos funcionales, el Valle de Lecrín está configurado por el corredor que supone el trazado de la antigua carretera N-323. Los pueblos por los que pasa esta transitada carretera hasta hace poco tiempo se beneficiaron por el incremento del tránsito comercial y de personas. Los dos principales pueblos del Valle de Lecrín (Padul y Dúrcal) se ubican sobre este eje, siendo además los que, tanto en kilómetros como en tiempo, se encuentran más cercanos a la capital.
Dúrcal constituye la verdadera cabecera o centro comarcal, por sus dimensiones y servicios que ofrece, a lo que se
Todo territorio es variable en el tiempo (proceso histórico) y en el espacio (límites geográficos), ampliándose
o reduciéndose, modificando sus límites, creciendo o decreciendo demográfica y económicamente, etc. El Valle de Lecrín, aún no siendo un territorio de límites económico- funcionales claramente consolidados ni un sistema de asentamientos perfectamente cohesionado, sino que adolece de cierta debilidad en su articulación y una escasa conciencia social de pertenencia a un ámbito común, arrastra una tradicional identificación como comarca y comparte rasgos muy definitorios, en parte derivados de hechos físicos y en parte de hechos político-administrativos y, en menor medida, funcionales. Es por eso que pueden identificarse diversas delimitaciones del Valle de Lecrín que coinciden plenamente en la zona medular, pero difieren hacia los correspondientes perímetros.
I.3.1. EL ÁMBITO POLÍTICO-ADMINISTRATIVO Puede colegirse que actualmente el Valle de Lecrín es, antes que nada, una comarca administrativa, de raíces históricas no muy alejadas en el tiempo y de cierta entidad espacial, que se localiza al sur de la provincia de Granada. Su situación podría calificarse de relativamente privilegiada por estar equidistante, en un eje norte-sur, entre el sistema metropolitano de Granada y la dinámica Costa Tropical; y el eje este-oeste, entre el conjunto Sierra Nevada-Alpujarra, por el flanco oriental, y las comarcas del Temple y de los Guájares, por el occidental.
La actual autovía A-44 es el principal eje de articulación de la comarca dotándola de una gran accesibilidad territorial con el área metropolitana y la costa.
Núcleo urbano de El Padul
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añaden las comunicaciones y cercanía al resto de pueblos menores de la comarca. Aún así, no se ha consolidado como un gran centro funcional debido a la cercanía de Granada y a la debilidad económica y demográfica del Valle de Lecrín.
Por su parte, El Padul, que es el que presenta mayor peso poblacional y goza de la mejor comunicación con Granada, no supera en carácter funcional a Dúrcal por estar en una situación más periférica que éste respecto al resto de la comarca; además, por su cercanía al espacio metropolitano de Granada, se encuentra cada vez más integrado en la dinámica de esta aglomeración urbana, por lo que sigue unos procesos y actuaciones diferentes a las del resto del Valle.
Tras estos dos municipios, destaca Talará por su ubicación estratégica en el espacio de transición entre el Valle alto y el Valle bajo, habiéndose convertido en la cabecera del municipio resultante (Lecrín) tras la concentración administrativa de 6 de ellos, antiguos municipios independientes. Actualmente constituye un subcentro comarcal por prestar unos servicios más limitados, beneficiando su condición el hecho de situarse en la mejor entrada al Valle bajo, lo que hace que su ámbito funcional se extienda más allá de sus límites municipales. De este modo se puede afirmar que Talará es el núcleo verdaderamente central en el Valle bajo y con el que directamente se relacionan Mondújar, Acequias, Murchas, Chite, Béznar y los núcleos que integran el municipio de El Valle (Restábal, Saleres y Melegís).
En cambio, los núcleos de Nigüelas, Marchena, Cozvíjar y Cónchar se relacionan directamente con Dúrcal, que constituye el nodo básico en el Valle de Lecrín por su tamaño y mejor accesibilidad respecto a El Padul, que lo complementa como nodo básico, aunque más excéntrico.
Por su ubicación periférica, Albuñuelas, Pinos del Valle, Ízbor y Los Acebuches no se vinculan claramente con ninguno de los anteriores. Los dos últimos núcleos, aparte de relacionarse con su cabecera local, tienen otros vínculos con Dúrcal-El Padul e incluso con Motril, por ubicarse en las proximidades de la vía que comunica Granada con Motril. Finalmente, Pinos del Valle y Albuñuelas, por su tamaño mediano y lejanía, se articulan y complementan tanto con Dúrcal-El Padul como con Talará.
Las relaciones funcionales del Valle de Lecrín con otros ámbitos adyacentes (Alpujarra, Costa, Temple…) son reducidas o, en todo caso, incipientes. Únicamente existe una clara interdependencia en las mencionadas relaciones funcionales de Padul y, en menor medida, Dúrcal, con el espacio metropolitano de Granada.
Núcleo urbano de Dúrcal, en primer plano. Al fondo, el núcleo de Nigüelas Núcleo de Cónchar
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I.3.3. EL ÁMBITO FÍSICO El Valle de Lecrín en términos meramente físicos constituye una fosa tectónica donde se ha instalado, coadyuvando a la evacuación de materiales, una cuenca hidrográfica, la del río Ízbor, en cuyos límites se inscriben íntegramente los términos municipales de Dúrcal, Nigüelas, Lecrín, Villamena, El Valle y El Pinar, además de la mayor parte del vecino municipio de Lanjarón; en cambio, las áreas occidentales de los municipios ubicados en la zona oeste de la comarca (Padul y Albuñuelas), vierten sus aguas hacia otras cuencas.
Esta articulación en torno al cauce del río Ízbor y sus tributarios le confiere gran unidad física a la comarca administrativa, a pesar de las mencionadas excepciones de los bordes occidental y suroriental, así como de la existencia de varias depresiones internas: la de Padul-Dúrcal (parcialmente endorréica), que centraliza el Valle alto de Lecrín, y la
configurada por los ríos Torrente-Dúrcal-Albuñuelas que alcanza sus niveles más deprimidos en el área de Melegís- Restábal y, lógicamente, en el vaso de la presa de Béznar, espacios constitutivos del Valle bajo de Lecrín.
En cualquier caso, la ubicación y configuración de la cuenca hidrográfica del río Ízbor, a parcial resguardo de Sierra Nevada (drena sus altas vertientes occidentales a través de los ríos Dúrcal, Torrente y Lanjarón, todos tributarios del Ízbor por su margen izquierda) y, aunque a través de una angostura, conectada con el valle del río Guadalfeo, permiten la existencia de un mesoclima atemperado en la zona agrícola y de asentamiento humano (si bien se continentaliza en el Valle alto o de la laguna de Padul), a la vez que se hacen patentes cinco de los seis pisos bioclimáticos del ámbito mediterráneo.
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I.3.4. EL ÁMBITO-PROYECTO Los objetivos del presente estudio, centrados esencialmente en el establecimiento de criterios de viabilidad paisajísticos y ambientales para la localización de campos eólicos en el Valle de Lecrín, han supuesto la necesidad de definir un ámbito apropiado a los mismos. De entrada, no era necesario que coincidiese con ninguno de los ámbitos anteriormente descritos (comarca tradicional, límites de los ocho municipios inscritos, espacio funcional, fosa tectónica- red hidrográfica del Ízbor) por cuanto que el principal criterio a considerar es el paisajístico, aunque también sea relevante el criterio ambiental. Sin embargo, en este último caso, los condicionantes, rasgos, procesos y fenómenos físico- ambientales no se ajustan de forma estricta a los límites de las cuencas hidrográficas, sino que obedecen a diversas lógicas. Es por ello que se ha preferido priorizar los criterios de índole paisajística, si bien es preciso advertir algunas peculiaridades.
La zona medular del ámbito-proyecto no admite ninguna duda: se trata del corazón del espacio objeto de estudio y en él se concentra la mayoría de los asentamientos y de los rasgos definitorios del Valle de Lecrín. Respecto al perímetro, se ha estimado conveniente que, sin la necesidad de alcanzar los límites del ámbito físico ni del administrativo (de hecho, ambos superan notablemente en extensión al ámbito- proyecto), tampoco se restringiese a la zona medular.
En consecuencia con estas premisas, se ha optado por alcanzar, siempre dentro de los límites administrativos de los ocho municipios constitutivos de la comarca, las laderas orográficas que enmarcan el Valle por todos los flancos excepto por el noroeste. Sin embargo, en ningún momento se ha contemplado la necesidad de llegar hasta las cumbres de Sierra Nevada por su extraordinario alejamiento físico. Si, en cambio, se ha considerado pertinente ascender hasta los 2.500 metros s.n.m. en las laderas esquistosas de la cabecera del barranco de Tablate y otros cursos subparalelos a él, dada la potente exposición visual de tales vertientes. Por otro lado, la inclusión de un espacio visualmente oculto desde la inmensa mayor parte del Valle, caso de las laderas de la Loma de los Castaños y la Pandera (cuenca del río Dúrcal), obedece a su interés cultural por la abundancia de cortijillos de sierra. El resto del enmarque septentrional del ámbito se ajusta a divisorias de agua que, desde la zona baja del Valle, constituyen líneas culminantes (skyline). Respecto al límite suroccidental, resulta sensiblemente coincidente con divisorias longitudinales de las formaciones orográficas que enmarcan el Valle por ese flanco.
Diferente ha sido el criterio en la delimitación del límite noroccidental: dado que el marco físico y su consecuencia visual se extiende laxamente muchos kilómetros hacia el noroeste, hasta fundirse imperceptiblemente con el umbral que separa la fosa tectónica de Lecrín de la depresión de Granada, se ha optado por localizar el límite entre los cerros Galera y Majadillas, pero incluyendo dentro del ámbito (lo que provoca un estiramiento del perímetro) el único asentamiento existente (caserío de Valcaire) en decenas de kilómetros cuadrados de ese sector correspondiente a la Meseta de las Albuñuelas. Algo más al norte, el límite del ámbito- proyecto elude el núcleo de El Padul para poder ascender sin requiebros significativos por la cuerda de la Sierra del Manar. Finalmente, el límite suroriental aprovecha la cuerda que desciende del Alto de las Llanadas y se dirige hacia Ízbor a través del Alto de la Hoya de las Bolinas (representa una arista de fuerte impronta visual), para seguidamente alcanzar la divisoria con el término de Lanjarón.
En definitiva, el Ámbito-proyecto o, si se quiere, el Valle- proyecto constituye un espacio circunscrito dentro de los ámbitos físico y administrativo, pero algo más acotado que éstos en razón a una mayor proximidad a los núcleos de población del Valle y a los telones topográficos de cierre visual, como principales criterios considerados.
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II.1. LOS VALORES AMBIENTALES
La interacción del hombre y el medio, a lo largo de los distintos periodos históricos de esta singular comarca,
determina la necesidad de realizar un análisis territorial a una escala de detalle que ponga de manifiesto la imbricación de los elementos que componen los valores patrimoniales con los subsistemas físico-ambientales y, muy especialmente, con el paisaje, testimonio del troquelado secular de las formas de asentamiento y de los sistemas de explotación de los recursos naturales. Es por ello que, al valor histórico, patrimonial y cultural intrínseco del Valle de Lecrín, debemos añadir el valor natural-paisajístico de su territorio, que por propia concepción, resulta un bien en sí mismo conformando una unidad sociocultural indivisa.
II.1.1. UN CLIMA PRIVILEGIADO El Valle de Lecrín disfruta de un agradable clima durante todo el año debido a: la protección que ofrece el relieve que le rodea, frente a los vientos fríos del invierno, y a las brisas marinas que ascienden desde la costa refrescando las temperaturas durante el verano.
Las diferencias altitudinales permiten diferenciar dos ámbitos climáticos diferentes.
En las zonas más altas el clima es similar al de la Vega de Granada, mediterráneo continental, aunque suavizado por una cierta influencia marítima, de inviernos fríos y con frecuentes heladas y veranos cálidos. Las precipitaciones son escasas y de gran irregularidad interanual y estacional, destacando la acusada sequía estival, que obliga a recurrir al regadío para garantizar los resultados agrícolas.
Al ascender altitudinalmente, la dureza del clima se intensifica, lo cual, unido a la falta de suelo agrobiológico, que muestra desnudo el roquedo, implica un descenso en las actividades agrícolas, limitadas a puntos muy concretos.
Las zonas más bajas, mucho más resguardadas y convertidas en magníficas solanas por su orientación meridional, disfrutan de un microclima, que se diferencia del anterior por la disminución de las precipitaciones, temperaturas más elevadas y la práctica ausencia de heladas.
Las precipitaciones disminuyen por la disminución de altura y por su morfología de zona deprimida, rodeada por relieves abruptos de mayor altitud, donde los vientos suelen ser descendentes. Sin embargo, éstas pueden aumentar bajo
Rosa de los vientos. Estación agroclimática de El Padul.
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N
NE
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SE
S
SW
W
NW
Estación: Padul
los efectos de los ciclones del frente polar o cuando la elevación del viento, como consecuencia de la proximidad de las montañas circundantes, afecte, al menos en parte, a la depresión.
El aumento de las temperaturas se debe a la disminución de la altura, pues el corazón del Valle queda por debajo de los 650 metros y en algunos puntos desciende hasta los 300 metros. Además, su orientación de solana alarga el período de insolación y atenúa la oblicuidad de los rayos solares en la zona templada.
Otra causa del aumento de la temperatura en las zonas más bajas es, por supuesto, la protección que ofrece Sierra Nevada de los vientos fríos del norte.
Esta benignidad térmica en las zonas más bajas del Valle posibilita la existencia de cultivos termófilos, como los agrios — naranjos y, en menor proporción, limoneros — que no resisten los fríos ni las heladas demasiado duraderas e intensas, pero que pueden resistir heladas suaves, que contribuyen a la mejor coloración y sabor de los frutos. Se cultivan asociados con olivos, creándose una relación simbiótica entre ambos, pues éstos se benefician de las labores más cuidadas que se da al frutal y los cítricos son protegidos de los fríos más intensos, vientos del norte y heladas por los olivos, que en su mayor parte presenta una gran envergadura.
También existen plantaciones exclusivamente de agrios, aprovechando las áreas más resguardadas climáticamente.
El problema de las escasas precipitaciones se resuelve mediante la acumulación nival de las cumbres próximas de Sierra Nevada, que desciende por ríos y barrancos, tras el deshielo, hacia el embalse de Béznar, permitiendo el regadío.
El régimen de vientos predominante, según el análisis de los datos aportados por la única estación agroclimática disponible en la zona, (El Padul), tiene una orientación NW y una velocidad media de 5,17 Km/h.
Los condicionantes que determinan las descritas variaciones climáticas dentro del Valle de Lecrín, implican también la presencia de diferentes pisos bioclimáticos que, desde el termomediterráneo al oromediterráneo dan lugar a un diverso dosel vegetal que favorece la gran variedad paisajística presente.
Las variaciones climáticas que se producen en las partes más bajas del Valle, aumento de temperaturas y disminución de las heladas, hacen posible la existencia de cultivos termófilos, como los agrios.
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II.1.2. UN RELIEVE COMPLEJO Y POLIMÓRFICO En el ámbito se presentan tres unidades geomorfológicas mayores, posiblemente bien diferenciadas desde el mioceno: vertiente SO de Sierra Nevada, que forma el borde NE de esta fosa tectónica; sierras meridionales de Almijara y las Guájaras y meseta de las Albuñuelas, que bordean las depresiones por el S y el O.; y fosa tectónica de Lecrín con la bifurcación que constituye la depresión de Albuñuelas.
VERTIENTE SO DE SIERRA NEVADA
Constituye el límite N y NE del Valle de Lecrín y está constituida por materiales triásicos y paleozoicos, en su mayor parte calizas, dolomías y filitas, que quedan separadas de las partes deprimidas por diversas líneas de fallas. A mayor altura se encuentran micasquistos y pizarras, que forman el núcleo central de los mantos nevado-filábrides.
De acuerdo con los materiales y las formas estructurales, se perfilan distintos tipos de relieves: sobre los esquistos y pizarras de las partes altas, la escasa dureza de estas rocas ha marcado relieves muy suaves, alomados, con pendiente media de unos 18º, que, excepcionalmente en algunas rupturas, puede superar ligeramente los 20º. Las calizas y dolomías, por su mayor dureza, han producido un relieve abrupto y quebrado con cornisas, crestones y profundas gargantas formadas por los ríos al encajarse en ellos. Las formas kársticas de superficie están poco desarrolladas y se limitan al lapiaz o lenar, dolinas y pequeñas uvalas y a formas dolomíticas características como, por ejemplo, la Peña Horadá en la Sierra de Padul, al pie de la Silleta.
Además de las formas litológicas, existen otras derivadas de la estructura. Hay sinclinales y anticlinales, en relación con las curvas de nivel, aunque, teniendo en cuenta la elevación del gran pliegue de fondo de Sierra Nevada, se distribuyen formando pliegues en escalera.
Las formas de relieve que se circunscriben a esta macro-unidad geomorfológica son exclusivamente estructurales de plegamiento, diferenciándose las tres siguientes:
- montañas abruptas en materiales carbonatados y silíceos
- altas laderas en materiales silíceos
- altas laderas en materiales silíceo-carbonatados
Formas de relieve de la vertiente suroeste de Sierra Nevada (plano medio y lejano) y de la fosa tectónica de Lecrín (plano cercano y medio)
Yuxtaposición de las formas de relieve de la depresión de Albuñuelas (plano corto y medio) y de la meseta de Albuñuelas (fondo)
SIERRAS MERIDIONALES Y MESETA DE ALBUÑUELAS
Bordean el Valle de Lecrín por el S y O. Están constituidas fundamentalmente por calizas y dolomías, que aparecen arrasadas por la erosión en una gran plataforma, que desciende suavemente de S a N, constituyendo un glacis de erosión sobre calizas. Esta plataforma presenta dos o tres escalones que pueden corresponder a períodos distintos de excavado o haber sido producidos por levantamiento y hundimiento de dovelas distintas al fallarse. En el S., las alturas superan con bastante frecuencia los 1.300 metros. Aunque la plataforma va descendiendo suavemente hacia el N, donde enlaza con el mioceno del Suspiro del Moro, en ella destacan, a manera de cerros testigos, algunas elevaciones. Está cortada por los barrancos y torrenteras actuales, que se encajan profundamente en los materiales calizos. También se pueden distinguir depresiones suavemente onduladas y rellenas de materiales arcillosos, cuyo origen se debe a la disolución kárstica.
Desde la meseta de Albuñuelas se proyecta hacia el E una gran espolón rocoso, que aparece perfectamente definido entre la depresión de Padul y el Valle de Lecrín por una parte y la depresión de Albuñuelas por la otra. Por ambos bordes aparece delimitado por líneas de falla más o menos claras, que lo convierten en un pequeño horst tectónico.
En las proximidades de Cónchar aflora un relieve más complicado, constituido por una estructura plegada con características de relieve invertido, pues la blockformación y los conglomerados que rellenan el sinclinal quedan a mayor altura que el trías anticlinal; la inversión tiende a desaparecer y, posiblemente, así ocurrirá en un futuro más o menos lejano, pues la erosión destruye más rápidamente los materiales de relleno, poco resistentes, que las calizas o dolomías más duras.
Las formas de relieve que se circunscriben a esta macro- unidad geomorfológica son, por un lado, estructurales de plegamiento, diferenciándose las tres siguientes:
- montañas abruptas en materiales carbonatados y silíceos
- sucesión de cerros en materiales carbonatados
- laderas abarrancadas en materiales silíceos
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Yuxtaposición de las formas de relieve de la fosa tectónica de Lecrín (plano corto y medio) y de la vertiente suroeste de Sierra Nevada (fondo)
por otro lado, denudativas de piedemonte, diferenciándose las
- lomas y cerros en materiales detríticos
y finalmente, gravitacionales-denudativas de piedemonte, en concreto:
- abarrancamientos, derrubios y brechas
FOSA TECTÓNICA DE LECRÍN Y DEPRESIÓN DE ALBUÑUELAS
Se trata de una fosa tectónica perfectamente delimitada, cuyo contacto con los materiales triásicos de las sierras que la bordean se realiza por medio de fallas. La unidad de las zonas deprimidas se ha visto rota por el espolón que la meseta de Albuñuelas destaca hacia el E, separando la fosa tectónica de Lecrín de la depresión de Albuñuelas, aunque ambas confluyen y se unen más al E, una vez superado el obstáculo dolomítico.
Ambas zonas deprimidas fueron colmatadas durante el mioceno por la activa erosión que atacó las partes que se levantaban y rellenó las zonas hundidas, al mismo tiempo que los movimientos tectónicos de ascenso y descenso continuaban actuando. Los materiales miocenos descansan directamente sobre los materiales triásicos, indicando una falta de continuidad sedimentaria, que es debida a una emersión de esta área durante dicho intervalo.
Los materiales miocenos son inicialmente de origen marino, con diferencias de profundidad y condiciones
de sedimentación, que permiten señalar distintos tramos y materiales. El piso inferior está constituido por materiales basales, formados por conglomerados o limos, algunos con gran contenido calizo, de color amarillento anaranjado y, a veces, grisáceos, en este caso fáciles de confundir con las calizas triásicas; sobre ellos descansan limos arcillosos rojizos con arenas y cantos incluidos, que, a su vez, quedan recubiertos por un piso de arenas y calizas margosas, las primeras afectadas por una erosión de tipo alveolar, que puede ser eólica y que es visible en el corte existente al O de Melegís en la margen izquierda del río Dúrcal. Encima hay una capa de limos de gran espesor, que alternan con areniscas; los limos son amarillos, grises y violáceos y, a veces, igual que las areniscas, aparecen impregnados de un cemento ferruginoso, que les da cohesión y dureza.
Los escarpes más o menos verticales, correspondientes a las paredes de los valles encajados en los materiales sedimentarios, han sido atacados por la erosión propia de un clima muy seco y con lluvias mal distribuidas, produciendo las formas características de “bad land” o “malas tierras”, que aparecen muy claras en el barranco de Chite, en el de Luna, en el del Pleito, etc., por citar algunos de los ejemplos más típicos.
Estas tres unidades geomorfológicas mayores sufrirán un retoque continuo a lo largo del plioceno y cuaternario, en el que van a intervenir los cambios climáticos, que modifican las condiciones de erosión y sedimentación, y la inestabilidad del subsuelo, manifestada en el rejuvenecimiento continuo de las fallas y la actividad sísmica.
Los ríos Dúrcal y Torrente, al acumular a la salida de la sierra capas sedimentarias de gran potencia, en las que posteriormente se han encajado para construir sus valles actuales, han descompuesto la fosa en una serie de unidades menores, que son: depresión de Padul, valle del río Dúrcal, valle o concavidad Dúrcal-Nigüelas, valle del río Torrente, depresión de Melegís en la confluencia fluvial, valle encajado del río Izbor y depresión de Albuñuelas, independizada del resto del Valle por los distintos bloques que forman el espolón oriental de la meseta de su nombre.
Por otra parte, la fosa tectónica está limitada por Sierra Nevada al NE, de la que queda perfectamente separada por una línea de falla muy clara que se inicia al NO de Padul, bordeando por el N y NE la depresión de su nombre a una altura comprendida entre los 800 y 900 metros. El labio erguido está constituido por los materiales triásicos y
paleozoicos de la Sierra y el labio hundido queda recubierto por los sedimentos miocenos y postmiocenos. La línea de falla no presenta una sola dirección, sino que cambia continuamente, pues partiendo del N se dirige hacia el SE describiendo un arco para salir del término de Padul en dirección E, volviendo inmediatamente a seguir hacia el SE y después hacia el S, cambiando de nuevo a la primitiva dirección hasta llegar al río Torrente en el límite de los términos municipales de Nigüelas y Acequias. La formación de esta falla se remonta al terciario y su rejuvenecimiento continúa en la actualidad. El escarpe de falla presenta una alineación de facetas triangulares, que se conservan bien.
Las formas de relieve que se circunscriben a esta macro-unidad geomorfológica son muy numerosas; por un lado, formas denudativas de piedemonte, de los siguientes tipos:
- lomas y/o cerros en materiales detríticos
- mesas y colinas en materiales detríticos duros y blandos alternantes
- laderas acarcavadas en materiales detríticos blandos
por otro lado, formas kársticas, tales como:
- formaciones travertínicas
- cañones y gargantas en materiales carbonatados
- barrancos en materiales detríticos y detrítico- carbonatados
y por último, formas fluvio-coluviales y lacustres, en concreto:
- llanuras de inundación y terrazas aluviales (materiales detríticos)
- zonas endorréicas, turberas, encharcamientos (materiales detríticos y orgánicos)
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ENCUADRE GEOLÓGICO. DESCRIPCIÓN DE LA LITOLOGÍA.
El ámbito de estudio se encuadra dentro de las Zonas Internas de las Cordilleras Béticas, quedando representados los complejos Nevado-Filábride en el sector nororiental, por encima de los 1.200 metros de altitud, en las laderas de Sierra Nevada; y Alpujárride en los terrenos que bordean el corazón del Valle, ocupado por materiales post-orogénicos.
Los materiales Nevado-Filábrides, dada la complicada historia geológica que han sufrido, presentan múltiples superficies de discontinuidad tectónica y un alto grado de metarmorfismo; se trata de mármoles y micasquistos.
Los más antiguos, los mármoles cipolínicos, son de color amarillo intenso y presentan aspecto brechoide o de masa pulvurulenta y suelta, según hayan sufrido una tectoninación más o menos intensa.
Los mármoles brechoides, por su parte, son rocas de matriz carbonatada, no muy recristalizada e impregnada de óxidos de hierro, lo que le confiere una coloración amarillento- amarronada.
En el grupo de micasquistos se distinguen los feldespáticos y epidóticos, que presentan coloración verdosa y un aspecto brillante muy característico; grafitosos con feldespato, de colores oscuros; y micasquistos de grano fino o filitas.
Pertenecientes al Complejo Alpujárride, destacan, por su abundancia, las filitas y cuarcitas grises y los mármoles
dolomíticos, entre los metamórficos, y las calizo-dolomías y calizas masivas tableadas, entre los carbonatados.
Las filitas y cuarcitas grises afloran en la vertiente norte de la Sierra de Los Guájares, son rocas de grano muy fino, de colores abigarrados, desde verde a violeta, y muchas veces de tonalidades grises, azules o rojizas.
Con una gran superficie de afloramiento y bordeando a los materiales post-orogénicos que rellenan las zonas más bajas del Valle, se presentan los mármoles dolomíticos con intercalaciones esquistosas.
La fosa tectónica que supone el corazón del Valle, formada por los movimientos isostáticos post-alpinos, sufrió una intensa actividad erosiva y sedimentaria a lo largo del plioceno y cuaternario.
Como consecuencia de ello, se fueron acumulando y configurando los materiales que hoy encontramos en esta zona del ámbito de estudio: limos, calcarenitas, conglomerados, turberas, travertinos, conos de deyección, derrubios y aluviales.
Los afloramientos limosos más destacables son los que se encuentran al sur del río Albuñuelas, formados por un tramo de limos, arenas y conglomerados de colores rojizos, de origen continental, que se suporponen directamente a limos y arenas azules y amarillos, de origen marino.
Las calcarenitas bioclásticas presentan abundante, aunque mal conservada, macrofauna, siendo de especial interés los fragmentos de colonias de corales en la zona
Los materiales Nevado-Filábrides afloran en las laderas nevadenses.
Mármoles dolomíticos en las proximidades de la falla de Nigüelas. Limos y arenas en el Embalse de Béznar.Limos, arenas y conglomerados del barranco de Chite.
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Materiales aluviales del río Albuñuelas a su paso por Saleres.
de Murchas.
En la zona de Cozvíjar, Dúrcal, Nigüelas y Chite, los conglomerados heterométricos con arena constituyen la litología predominante, de gran potencia (más de 100 metros), aspecto heterométrico y colores rojizos en superficie.
La formación de conglomerados del río Albuñuelas, de menor potencia, presenta cantos de materiales carbonatados alpujárrides.
La depresión de El Padul constituye otra fosa tectónica, delimitada por dos fallas: la de Sierra Nevada (El Manar), al norte y la de Los Molinos (al sur). La mayor actividad de la primera da lugar a un mayor hundimiento por el norte que por el sur, que se produce al mismo tiempo que un proceso de colmatación con materiales turbosos básicos, formados por gramíneas, y detríticos.
La dinámica evolutiva, de hundimiento de la fosa tectónica y colmatado con material turboso y detrítico ha permanecido inalterada desde sus orígenes, a principios del Cuaternario, hasta que en 1779 fue desecada mediante canales de drenaje o “madres”.
A pesar de la desecación, su dinámica evolutiva no se ha parado, sino todo lo contrario: la fosa ha seguido hundiéndose y el proceso de colmatación ha continuado en las madres. De hecho, desde el abandono de las labores agrícolas y del mantenimiento de las madres como consecuencia de los fenómenos migratorios de los años 60 y 70, el humedal
se ha recuperado de forma natural en el sector norte de la depresión.
En suma, se puede decir que, desde el punto de vista geológico, el Humedal de El Padul es probablemente el único lugar del mundo donde se da una turbera básica asociada a una fosa tectónica en continua evolución, cuyo elemento vegetal principal son las gramíneas (carrizos).
La litología de la zona se completa con travertinos, que afloran en la zona de Pinos del Valle, conos de deyección y abanicos aluviales, derrubios y brechas cementadas y materiales aluviales.
Los conos de deyección y abanicos aluviales se localizan al este de Dúrcal y se ven afectados por la falla normal del mismo nombre. Están constituídos por materiales sueltos de tamaño grava y la composición de los cantos varía según el área de alimentación.
Finalmente, los materiales aluviales están ampliamente desarrollados en el Valle, en torno a los cursos fluviales de los ríos Dúrcal, Izbor, Torrente, Barranco de Tablate y Rambla de Cijancos. Se trata de materiales sueltos o mal cementados, no muy bien rodados y heterométricos.
El Humedal de El Padul es una turbera básica asociada a una fosa tectónica en continua evolución, cuyo elemento vegetal principal son las gramíneas.
Limos y arcillas en el río Albuñuelas.
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II.1.3. LA RIQUEZA DEL SISTEMA HÍDRICO El acceso al Valle de Lecrín desde Granada, por la autovía A-44, atravesando el Suspiro del Moro — divisoria de aguas entre la vertiente Atlántica y Mediterránea, entre el Genil y el Guadalfeo —, comienza con un descenso prolongado hasta llegar a una amplia depresión, con forma ovalada, limitada: al NE por Sierra Nevada, de la que se encuentra perfectamente delimitada por una clara línea de falla; al SO por la Sierra de Albuñuelas; y elevada suavemente sobre los materiales sedimentarios del río Dúrcal. Se trata de la depresión de Padul, que constituye el comienzo de la fosa tectónica de Lecrín.
La depresión de Padul es una pequeña fosa tectónica, que presenta afloramientos de dolomías alpujárrides en sus bordes norte y sur a cotas muy bajas, lo que favorece la afluencia de aguas desde amplias extensiones. La naturaleza del terreno, a base de turbas y niveles detríticos finos de baja permeabilidad, es responsable de la aparición de numerosos manantiales en los contactos. En el borde norte, el más representativo es el Ojo Oscuro, mientras que en el sur son notables los Manantiales de los Molinos, Povedano y los Mísqueres. Las aguas que manan son drenadas con auxilio de zanjas (canales o madres en el argot local). Estas madres fueron creadas en el S.XIX para desecar la depresión para usos agrícolas y evitar, además, el riesgo de epidemias. Se enumeran a continuación las más importantes:
- Madre Maestra: Nace en las Fuentes Altas y se aumenta un poco con las aguas de las Fuentes Bajas, regando en parte la zona del Arroyo. Baja y bordea Padul por la Rambla y recoge el agua de algunos manantiales (Fuente de la Salud, Lavadero y algún otro más pequeño). Desemboca en el Hoyo de Juan el Toto.
- Madre Alameda: Nace en el Ojo Oscuro y desemboca en el Hoyo de Juan el Toto. Es madre de abundante caudal.
- Madrecilla de Quiti: Sale del Hoyo de Juan el Toto y desemboca en el Ventano.
- Madre Capucha: Nace en la Fuente del Tío Miguel y con el agua del Plantel riega la Cenefa de los Ojos. Desemboca en la Madre Maestra.
- Madre Blanca: Nace en el Plantel y riega la Cenefa de Marchena y los Prados. Desemboca en la Presa de Perichás.
- Río de los Quinientos: Nace en la alberca del Molino de los Mísqueres. De día pertenece a los Quinientos y
de noche al Pago de Perichás. Desemboca en la Madre Maestra.
- Río Viejo: Nace en la Fuente de Povedano y riega los Quinientos y los Cerrillos. Se une al río del Agia.
- Río del Agia: Nace en la Fuente del Molino de los Mísqueres y se junta con el río Viejo.
- Madre de Perichás: Nace en la Fuente del Tío Miguel y riega Perichás, el Benazal y los Quinientos.
El Manantial del Ojo Oscuro, tiene su nacimiento en una gran y profunda poza (ojo oscuro), enclavada junto a una zona de denso carrizal, en la que nacen de forma diseminada más aguas, dando lugar entre todas a la Madre de Quiti. Muy conocido también es el cercano Manantial de la Fuente del Tío Miguel.
A unos dos kilómetros del camino de los Molinos, sale un carril a la izquierda que conduce al Manantial de Povedano. Las aguas nacen al pie de un balate de piedra, e inmediatamente se incorporan a una acequia de riego.
Siguiendo el carril anterior se encuentra el Nacimiento de los Molinos, posiblemente el más famoso de este área. Las aguas nacen en el contacto de falla de las calizo-dolomías alpujárrides del borde sur con el relleno detrítico-turboso de la Depresión del Padul. Por debajo del camino las ruinas de un antiguo molino nos muestran la razón del nombre y atestigua el uso que antes se les daba a estas aguas. A su pie hay más nacimientos, que se van repitiendo aguas abajo hasta llegar a una surgencia más notable, el Nacimiento de los Mísqueres, de complicado acceso. Estas surgencias, y la anterior de Povedano, dan lugar al Río Agia (realmente un canal o madre). Aquí se encuentra la Turbera de Agia. Destaca el gran caudal, apenas perceptible por el lento discurrir de las aguas, que llevan estas madres.
En la Turbera de Agia existen dos pequeños reductos lagunares conocidos como la Laguna Agia, formados al amparo de antiguos huecos de turba y alimentados por un lento flujo de aguas subterráneas que empapan la turba de la depresión, cuyo drenaje para las labores mineras no es tarea fácil.
Siguiendo el camino se llega a un puente antiguo por donde pasa el Río Viejo o de la Laguna.
El nacimiento de este río, ubicado en el Ojo Oscuro, tiene un caudal importante durante todo el año, aunque decrece ligeramente en verano. La importancia del caudal hace
Encajamiento del río Dúrcal.
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pensar en una captura subterránea de aguas que debían ser tributarias del río Dílar, y por tanto del Genil.
El río de la Laguna recorre toda la Depresión del Padul, recogiendo las aguas de las madres y canales de desagüe de la misma, para buscar finalmente su salida en el extremo sur, abriéndose camino a través del cono de deyección del río Dúrcal, para unirse a éste en el límite de los términos de Villamena y Dúrcal. Este camino del río a través del cono de deyección forma parte de las actuaciones llevadas a cabo en el S.XIX para la desacación de la laguna y supone la salida final de las aguas procedentes de todas las madres y canales de desagüe.
El aislamiento de la laguna de Padul fue tan definitiva, que incluso cauces fluviales, como la Rambla de Cijancos, que debían haber desembocado en ella, han cambiado bruscamente su dirección, guiados, tal vez, por las fisuras de una zona fallada o por el nivel de base más bajo que marcaba el río Dúrcal, y han ido a unirse directamente a éste último.
El agua drenada en la Cuenca de Cijancos, a través de una amplia zona calizo-dolomítica, da lugar al Nacimiento de Alcázar. Este manantial se encuentra en dirección a Cónchar, al penetrar unos dos kilómetros y medio en un carril a la izquierda, antes de llegar al pueblo. Este carril muere sobre un río, tributario del Dúrcal, cuyos nacimientos tienen lugar unos doscientos metros más arriba, en una zona enmarañada, de difícil acceso.
Se trata de un magnífico manantial, poco conocido por lo recóndito de su ubicación, con un caudal medio de unos 300
l/s; las aguas son de mineralización y temperaturas medias. Las perforaciones que se vienen realizando en la zona de recarga de este manantial van en detrimento del caudal del mismo.
El río Dúrcal nace en Sierra Nevada, a casi tres mil metros de altura, en el Puesto del Cura y desciende por un valle abrupto en el calar de la Sierra hasta los 860 metros, y tras salvar la falla que limita por esta parte al Valle, penetra en él, abriéndose paso a través de su propio cono, formado en un momento anterior de mayor actividad sedimentaria.
Por debajo de Cónchar, el río Dúrcal tiene excavado un notable cañón en dolomías alpujárrides que, por su baja cota, favorecen las salidas de más aguas subterráneas.
Al pie del río, en su margen izquierda, están los famosos manantiales de Urquízar y Bacamía. Para llegar a ellos se pasa antes por el Puente de Lata, bajo el cual está el Pilar del Mono. Se enclava en una zona de fuerte arboleda y mucha sombra, muy conocido en el pasado por ser punto de parada, casi obligada, cuando se bajaba a la costa por esta carretera.
Tras la travesía de Dúrcal, junto a la ermita de San Blas, un cartel indica el camino de los baños, a los que se llega tras unos tres kilómetros de bajada. El camino muere junto al río Dúrcal; a partir de aquí una vereda cementada conduce a dos coquetos y antiquísimos estanquitos al aire libre, alimentados por sendas salidas de agua que corresponden a los Baños de Urquízar. El lugar bien merece la visita por la tipología de las aguas y la historia que atesoran los baños, a los que eran muy aficionados los romanos. Las aguas son
de mineralización media y termales y han gozado desde siempre de hondo fervor entre las gentes de muy diversa procedencia que han encontrado en ellas mejoría de sus males. Muy cerca se hallan los Nacimientos de Bacamía, de propiedades similares, aunque de peor accesibilidad.
Otro baño de aguas termales, menos conocido, se sitúa más abajo, en la misma margen del río a la altura de Melegís. Se trata de los Baños de Melegís desde donde las vistas son excelentes, dominando la cola del Embalse de Béznar, entre las laderas de olivos y naranjos, con Restábal al fondo. Antes las aguas caían a una pequeña alberca, tapada por naranjos y olivos, en un sitio sumamente aislado y placentero.
En esta zona, en el término de El Valle, el encajamiento del río Dúrcal comienza a ensancharse para alcanzar la depresión de Melegís, en cuya formación ha colaborado conjuntamente con los ríos Torrente y Albuñuelas, a los que se une para formar el río Izbor.
El río Torrente nace en pleno corazón de la Sierra, en las lagunillas, al pie del Pico del Caballo y corre por un valle paralelo al del Río Dúrcal. Uno de sus principales afluentes es el Barranco del Pleito. Por debajo de Melegís desemboca en el Embalse de Béznar.
El río Albuñuelas nace en la Meseta de su nombre, en los Becardes, formando incialmente un barranco, que se une a otros varios y a diversas ramblas, para constituir definitivamente el río, que es conocido también con el nombre de río Saleres y río Santo. Uno de sus principales afluentes es el barranco de Luna.
Encajamiento del río Albuñuelas. Encajamiento del barranco de Tablate visto desde la zona de los Puentes y la Ermita de la Virgen de las Angustias y San Antonio de Padua.
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A partir de la Depresión de Melegís, la unión de los ríos Dúrcal y Albuñuelas (y antes de la construcción del Embalse, también el Torrente) recibe el nombre de río Izbor, cuyo caudal está regulado por la presa de Béznar. La finalidad de la misma es triple:
- Defensa contra las avenidas de la cuenca.
- Mejora de los regadíos de la zona costera, con unas 5.000 hectáreas de productos subtropicales y hortícolas extra-tempranos, de alta rentabilidad.
- Abastecimiento de agua potable de los núcleos urbanos de la Costa Granadina.
Además garantiza los caudales de concesión a la central hidroeléctrica de Ízbor y su aprovechamiento se completa con el embalse de Rules, en el Guadalfeo.
Geológicamente, la cerrada y el vaso del Embalse de Béznar se encuentran situados sobre las últimas estribaciones Miocenas de la depresión de Granada. Contienen sedimentos de areniscas molásicas, impermeables, sobre los que se depositaron conglomerados Pliocuaternarios y una tabla de tobas y travertinos en cascada, más modernos y permeables.
Por debajo de la cerrada afloran los mantos de corrimiento del Paleozoico Alpujárride, con calizo-dolomías y mármoles, esquistos y filitas permotriásicas.
En la margen izquierda de la cerrada, son destacables las dicontinuidades del macizo superior, que se revelan como
Vista del Embalse de Béznar desde la Presa.
fracturas subverticales, paralelas y normales al río, rellenas con materiales arcilloso-arenosos y piedras encontradas.
El barranco de Chite, antes afluente del Ízbor, llega hasta el embalse por debajo de Lecrín, y se forma por la unión de los barrancos de la Fuentezuela y de las Colmenillas.
A la entrada de Pinos del Valle, a la derecha, junto a un polideportivo, nacen las aguas del Juncal, al pie del Crucero de los Pinos (1.052 m), donde se alza la ermita del Santo Cristo del Zapato. Las aguas afloran captadas por una especie de mina perforada en dolomías de la sierra. De caudal abundante, se emplean en el abastecimiento y son de mineralización y temperatura medias. Cerca existía un manantial clásico, el Manantial del Calvario, hoy seco por la apertur