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P ROVINCIA DE B UENOS A IRES MINISTERIO PÚBLICO DEFENSORÍA DE CASACIÓN 1 Penados: Temas de Libertad y Tribunal de Casación Penal 1 . (Criterios utilizados según la nueva integración: Res. 2839/15 SCBA y Acuerdo nº 10/15 TCP) INDICE Introducción………….................................................................................pág. 3 Admisibilidad en materia de habeas corpus …............................. .................... pág. 4 Habeas corpus y cómputo de pena...............................................................pág. 9 Admisibilidad recurso casación…………..........................................................pág. 9 Admisibilidad recurso de casación: cómputo de la pena.................................... pág. 17 Actualización en materia de cómputo de pena: Libertad provisoria concedida en términos de libertad condicional........................................................................................pág. 20 Excarcelaciones en términos de libertad asistida............................................pág. 24 Consideración de la privación de libertad en procesos anteriores donde medió absolución, sobreseimiento.................................................................................... pág. 29 Vencimiento de la pena frente a sentencias que imponen prisión perpetua............................................................................................. pág. 34 Cómputo de pena no hace cosa juzgada………………………….................................... pág. 42 Análisis de las denegatorias en los distintos regímenes en los que se puede incluir al condenado......................................................................................... pág. 43 Denegatoria fundada en calidad del delito cometido………………................................................................................ pág. 43 Condición de reincidente no declarada........................................................ pág. 44 RELEVAMIENTO EN PARTICULAR PARA LOS DISTINTOS DERECHOS LIBERATORIOS *Salidas transitorias Análisis del cumplimiento regular de los reglamentos (en el caso una sanción por participar en una reyerta del año 2013). …………………………………….......................................pág. 45 Denegatoria apoyada en factores subjetivos del condenado: se fundamentó que dado la actitud del encartado ante los conflictos emergentes en sus relaciones de pareja, los que habrían sido el aparente detonante de su conducta transgresora, resulta prudente por el momento que el mismo se incorpore a actividades de capacitación y continúe las que desarrolla, en particular, con el tratamiento psicológico que ha abordado junto a su pareja............................................................................................. pág. 47 Inconstitucionalidad art 100 ley 12.256 - aplicación de la ley 24660………………….......pág. 47 Denegatoria apoyada en las actuaciones administrativas que registra el penado, las cuales debieron haber sido debidamente certificadas, como asimismo su Problemática adictiva sin abordaje concreto …...............................................................................pág. 63 Denegatoria apoyada en ausencia actividades en la cárcel.................................pág. 64 *Libertad condicional Denegatoria apoyada en proceso de unificación de penas pendiente…………………......pág. 65 Denegatoria fundada en que “no trabajó” durante el encierro............................pág. 66 Denegatoria fundada en “ausencia de actividad educativa” y por “encontrarse régimen semiabierto de modalidad limitada”........................................................... pág. 66 Denegatoria fundada en la necesidad de que “previamente se incluya a la persona detenida en un espacio terapéutico que le brinde contención para resolver su problemática adictiva y la importancia de lograr un verdadero proceso reflexivo acerca de su accionar 1 Documento de trabajo elaborado por Fabiana Danti y Agustín M. Lavalle.-

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PROVINCIA DE BUENOS A IRES

MINISTERIO PÚBLICO

DEFENSORÍA DE CASACIÓN

1

Penados: Temas de Libertad y Tribunal de Casación Penal1.

(Criterios utilizados según la nueva integración: Res. 2839/15 SCBA y

Acuerdo nº 10/15 TCP)

INDICE Introducción………….................................................................................pág. 3 Admisibilidad en materia de habeas corpus …................................................. pág. 4 Habeas corpus y cómputo de pena...............................................................pág. 9 Admisibilidad recurso casación…………..........................................................pág. 9 Admisibilidad recurso de casación: cómputo de la pena.................................... pág. 17 Actualización en materia de cómputo de pena: Libertad provisoria concedida en términos de libertad condicional........................................................................................pág. 20 Excarcelaciones en términos de libertad asistida............................................pág. 24 Consideración de la privación de libertad en procesos anteriores donde medió absolución, sobreseimiento.................................................................................... pág. 29 Vencimiento de la pena frente a sentencias que imponen prisión perpetua.............................................................................................pág. 34 Cómputo de pena no hace cosa juzgada…………………………....................................pág. 42 Análisis de las denegatorias en los distintos regímenes en los que se puede incluir al condenado......................................................................................... pág. 43 Denegatoria fundada en calidad del delito cometido………………................................................................................ pág. 43 Condición de reincidente no declarada........................................................ pág. 44 RELEVAMIENTO EN PARTICULAR PARA LOS DISTINTOS DERECHOS LIBERATORIOS *Salidas transitorias Análisis del cumplimiento regular de los reglamentos (en el caso una sanción por participar en una reyerta del año 2013). …………………………………….......................................pág. 45 Denegatoria apoyada en factores subjetivos del condenado: se fundamentó que dado la actitud del encartado ante los conflictos emergentes en sus relaciones de pareja, los que habrían sido el aparente detonante de su conducta transgresora, resulta prudente por el momento que el mismo se incorpore a actividades de capacitación y continúe las que desarrolla, en particular, con el tratamiento psicológico que ha abordado junto a su pareja............................................................................................. pág. 47 Inconstitucionalidad art 100 ley 12.256 - aplicación de la ley 24660………………….......pág. 47 Denegatoria apoyada en las actuaciones administrativas que registra el penado, las cuales debieron haber sido debidamente certificadas, como asimismo su Problemática adictiva sin abordaje concreto …...............................................................................pág. 63 Denegatoria apoyada en ausencia actividades en la cárcel.................................pág. 64 *Libertad condicional Denegatoria apoyada en proceso de unificación de penas pendiente…………………......pág. 65 Denegatoria fundada en que “no trabajó” durante el encierro............................pág. 66 Denegatoria fundada en “ausencia de actividad educativa” y por “encontrarse régimen semiabierto de modalidad limitada”...........................................................pág. 66 Denegatoria fundada en la necesidad de que “previamente se incluya a la persona detenida en un espacio terapéutico que le brinde contención para resolver su problemática adictiva y la importancia de lograr un verdadero proceso reflexivo acerca de su accionar

1 Documento de trabajo elaborado por Fabiana Danti y Agustín M. Lavalle.-

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desajustado"........................................................................................pág. 67 Denegatoria fundada en aspectos psicológicos y/o conductas adictivas…………………....pág. 68 Denegatoria por aspectos subjetivos de la persona condenada……………….................pág. 70 Ausencia de transito espacios más autogestivos. Problemática adictiva”…………….....pág. 71 Necesidad de espacio mayor autogestión previo a la libertad.............................pág. 74 Objetivación desmedida de la sanción disciplinaria..........................................pág. 76 Sanción disciplinaria en otro periodo de encierro............................................pág. 78 Progresividad no secuencial......................................................................pág. 79 Rechazo de pedidos liberatorios por poseer antecedentes en el uso de sustancias psico-activas, situación que lo llevó a delinquir, y haber rechazado el tratamiento propuesto a tales efectos; b) no encontrarse inscripto en el área educacional, habiendo rechazado el ofrecimiento; y c) la falta de una propuesta laboral concreta para el momento de su egreso...............................................................................................pág. 80 Informe ambiental: ausencia de medios igual a encierro permanente…………..……......pág. 82 Cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios. Sanciones de antigua data y problemática adictiva......................................................................... ...pág. 82 Sanciones de antigua data........................................................................pág. 83 Denegatoria por características de su personalidad, señaladas en los informes psicológico y social, como así también reparos en cuanto a quienes brindarán un marco de contención en caso de lograr su egreso......................................................................... pág. 83 Denegatoria apoyada en la problemática adictiva……………….............................. pág. 86 *Libertad asistida Validez constitucional art 104 ley 12.256......................................................pág. 86 Reiteración hechos delictivos. Conclusiones informe psicológico.........................pág. 87 Denegatoria de (libertad asistida, salidas transitorias y régimen abierto) alegando fundamentalmente que no se evidencia de parte del imputado ninguna capitalización positiva de los espacios tratamentales, déficit que no se revela de menor entidad desde que no resulta ser ésta su primera experiencia al respecto. asimismo valoró el informe psicológico, que daría cuenta de la persistencia en el condenado de ciertos indicadores que aún obstan asumir en su composición endopersonal atenuadas sus dificultades para motivarse en la norma, en tanto en el mismo se expresa: “se observa un sujeto que no dimensiona los efectos producidos a partir de su accionar, minimizando los mismos”.............................................................................................pág. 88 Informe inconveniente: apoyado en conclusiones del informe psicológico………………. pág. 89 Falta proyecto laboral más allá del informe conveniente del spb.........................pág. 91 Libertad denegada por prohibición del art 100 (ley 12.256) en razón del delito cometido: Inconstitucionalidad de la norma planteada por la defensa …………………..................pág. 92 Salidas Transitorias. Ausencia de Ambiental: error de juicio……………………………………….pág. 93 Denegatoria apoyada en el lapso de tiempo que el causante totaliza cautelado y la lejanía temporal para encontrarse tempestivamente en condiciones de acceder a una libertad anticipada, llevan a concluir que, en el caso particular el interno deberá acceder a los institutos más autogestivos paulatinamente ..................................................pág. 94 Denegatoria fundada entre otros motivos en las “reincidencias”..........................pág. 95 Denegatoria apoyada en dos sanciones disciplinaras como consecuencia de incurrir en faltas de carácter grave con fecha 21/01/14 y el haber cometido el 8/10/08 el delito que se le enrostra en los presentes actuados, esto es robo agravado por el uso de arma, mientras se hallaba gozando del beneficio de libertad asistida en el marco de un otro proceso..............................................................................................pág. 96 Denegatoria fundada en el hecho que el condenado de autos se encuentra inserto en un régimen cerrado modalidad moderada lo cual constituye un óbice para la promoción del beneficio intentado................................................................................pág. 97 Excarcelaciones en tiempo de libertad condicional.........................................pág. 98 Salidas laborales: procesados. recaudos inexigibles…………................................pág. 100 Medidas de seguridad: imposición de la misma: afectación debido proceso............................................................................................pág. 102 Unificación de penas……………………............................................................pág. 105 Sanciones disciplinarias celular sin chip: atipicidad......................................pág. 107

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Introducción

En el presente documento de trabajo es continuidad de anteriores. En él se

pretende actualizar la última jurisprudencia –en casos favorables a la defensa- del

TCP en materia de ejecución penal, relevando además cuestiones relativas a la

admisibilidad de los recursos y habeas corpus en los casos resueltos con la nueva

composición.

Para comenzar se presentan los criterios de cada sala del TCP en lo que respecta a

la admisión del habeas corpus en temas relativos a ejecución penal, señalando que

en los pocos supuestos admitidos en el período relevado (dic.15/abril16) se

consideraron las siguientes cuestiones para ello:

*se equipara a sentencia definitiva el caso por la presencia de gravamen de

imposible o tardía reparación ulterior, al afectar directamente un derecho que

reclama tutela inmediata;

*supuestos de excepción, gravedad institucional o claras cuestiones federales;

arbitrariedad o en todos aquellos casos en donde la índole de las cuestiones traídas

a conocimiento involucren un serio riesgo para la vida o la salud de las personas

detenidas, como así también, en cuanto se avizore un menoscabo directo a la

dignidad humana de imposible o insuficiente reparación ulterior.

Mientras que respecto a la admisibilidad del recurso de casación en la misma

materia se consideró para admitir:

*gravamen de imposible reparación que importaría vedarle la eventualidad de

beneficiarse con una resolución favorable

*la resolución criticada no es derivación razonada del derecho vigente

*el recurso se dirige contra una resolución que deniega la libertad personal del

encausado, ocasionándole un perjuicio que podría resultar de imposible reparación

ulterior, razón por la que ha de considerarse equiparable a sentencia definitiva

4

“por afectar un derecho que requiere tutela judicial inmediata”.

*se encuentran en juego agravios de naturaleza federal, sea por encontrarse

cuestionado el contenido y el alcance de normas jurídicas de tal índole, se postule

la tacha de arbitrariedad cuando se halla inescindiblemente unido a la aludida

cuestión federal o, eventualmente, la vulneración directa de una garantía

constitucional que implique una “causa federal suficiente”

*decisión jurisdiccional que deniega la libertad condicional constituye sentencia

equiparable a definitiva;

*la índole de las cuestiones traídas a conocimiento involucren un serio riesgo para

la vida o la salud de las personas detenidas, como así también, en cuanto se

avizore un menoscabo directo a la dignidad humana de imposible o insuficiente

reparación ulterior.

*cuando la índole de los agravios materializados en dicha impugnación hagan

necesaria la intervención de esta sede como Tribunal intermedio, conforme a la

doctrina sustentada por la Corte Federal en los casos “Strada” y “Di Mascio” (fallos:

308:490; 311:2478), siempre que se encuentren cumplimentadas la totalidad de las

exigencias que la introducción de una cuestión federal requiere.

Mientras que si se trata del computo de pena de la pena se añade “el tiempo

vivencial es insusceptible de reparación integral ulterior, y su derecho se vería

erosionado irremediable y continuamente.” (esto sin perjuicio de lo que en otros

documentos de trabajo se ha señalado como dicho la SCJBA y CSJN -ver

“cuestiones de cómputo” en:

http://www.defensapublica.org.ar/JURISDICCIONAL/Documentos_trabajo/Documento_de_Trabajo_Cuestiones

_del_c%C3%B3mputo_de_pena_2015.pdf

*ADMISIBILIDAD del HABEAS CORPUS.

SALA 1

CAUSA 75.588

Es doctrina de este Tribunal, que la presentación directa del Hábeas Corpus ante

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esta Sede es formalmente inadmisible, salvo supuestos de gravedad institucional o

claras cuestiones federales (cf. Sala I -Rc. 1805 de la S.C.J.B.A.-, Causa N° 55.733

“S., V. A. s/ Hábeas Corpus”, del 14/11/2012, Causa N° 55.494 “T. A., E. s/ Hábeas

Corpus”, del 14/11/12. En igual sentido Sala III, Causa N° 5918, “Gómez, Miguel

Ángel s/ Habeas Corpus”, del 15/01/2001 y Sala II, Causa N° 2268, del 16/5/2000).

En el caso bajo estudio advierto la existencia de cuestiones excepcionales que

habilitan la apertura de jurisdicción de este Tribunal en aras de velar por la validez

y vigencia para el caso de las normas de ejecución penal, frente al compromiso del

normal decurso de la progresividad legal en el tratamiento penitenciario, en la

inteligencia de que llegados a esta etapa de la incidencia carecería de sentido

que se efectuara un nuevo pedido ante los tribunales inferiores, por la alta

probabilidad de obtenerse idéntica respuesta (conforme lo decidido a fs. 20/23 y

fs. 35/37).

SALA 2

CAUSA 75.591

Como reiteradamente ha sostenido esta Sala, la prerrogativa reconocida por el art.

20 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, y lo dispuesto por el art. 406

del ceremonial en cuanto permiten ejercer la acción de habeas corpus ante

cualquier Juez u órgano jurisdiccional de la provincia con competencia penal

respectivamente, dichos preceptos debes ser interpretados de manera armónica

con la reglamentación que, también por previsión constitucional (art. 20 último

parágrafo de la Const. Pcial.) se de a tal derecho.

Dicha reglamentación es la que fijan los arts. 405 y siguientes del C.P.P., y en tal

inteligencia entiendo que en principio el art. 417 del C.P.P. confiere a este Tribunal

una función revisora de las resoluciones adoptadas por los Tribunales inferiores en

materia de habeas corpus, y es por ello que en principio no resulta admisible la

interposición de tal acción en esta sede en forma originaria, ello siempre que no

existan motivos de excepcionalidad que lo autoricen, porque ello implicaría alterar

la función encomendada por la ley a esta órgano jurisdiccional a través de la vía

recursiva, así como el principio procesal de la doble instancia.

Ahora bien, esta sala también ha asumido en forma directa y excepcional

competencia en casos similares al presente para alterar decisiones comprometidas

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con principios de rango constitucional, tanto por desajuste con la doctrina plenaria

establecida, como por generar desigual tratamiento del universo de sujetos

intervenidos penalmente cuando la situación implicaba paulatino agotamiento de la

potestad persecutoria del estado (Art. 16 de la C.N.), puesto que los mentados

escenarios imponían la urgente intervención del Tribunal de Casación Penal para

procurar, del modo más expedito posible, la corrección de la condición lesiva

denunciada.

Sobre el caso en estudio se proyectan los presupuestos de excepcionalidad

referidos, puesto que el accionante alega que se ha realizado una errónea

interpretación de los requisitos del beneficio, presentando características

particulares que avalan su revisión ante esta instancia casatoria, aun en el marco

de un instituto tan excepcional como es aquel que ha sido seleccionado por la

defensa para provocar la intervención directa de este Tribunal, por lo que entiendo

que se trata de uno de aquellos casos en que debe excepcionarse el principio antes

aludido y admitirse la acción de habeas corpus interpuesta en forma originaria ante

esta sede.

CAUSA 74.536

En orden a la admisibilidad de la acción intentada, aduce que atento a tratarse de

un auto interlocutorio que compromete la libertad personal del causante, debe ser

asimilado a sentencia definitiva en cuanto ocasiona un gravamen de imposible o

tardía reparación ulterior, al afectar directamente un derecho que reclama tutela

inmediata; a la vez que desconoce la doctrina fijada sobre el particular; y se está

cuestionando la validez de una ley provincial por estimársela repugnante a nuestro

ordenamiento constitucional.

En virtud de lo expuesto, requiere que este Tribunal supere los recaudos formales

en pos de garantizar el debido tratamiento de la cuestión y, a todo evento, el

tránsito hacia el superior tribunal.

SALA 3

CAUSA 76.009 : Presentación por propio derecho del detenido.

Es doctrina constante de Sala según la cual la posibilidad de acudir en habeas

corpus ante cualquier órgano jurisdiccional (conforme los artículos 20 inciso 1° de

la Constitución Provincial y 406 del Código Procesal Penal), no permite obviar las

debidas instancias, a fin de venir directamente al Tribunal de Casación, que carece

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de competencia originaria para conocer y decidir acerca de la acción deducida

(doctrina de los artículos 417, 448 y concordantes del Código Procesal Penal).

Esta acción no autoriza, en principio, a sustituir a los jueces de la causa en las

decisiones que les incumben y los recursos y defensas contra las mismas deben ser

decididos dentro de las actuaciones en las que fueron dictadas y con las

formalidades de ley, ya que lo contrario supondría violar todas las reglas que

aseguran la competencia de los Tribunales y el indispensable orden en la

tramitación de los juicios (Corte Suprema, Fallos, 78, 546; 233, 103; 237, 8; entre

otros y Suprema Corte en el expediente nº 3.001-1-1-1.784/01).

Por ello, con el fin de satisfacer la garantía, evitando rigores formales y dar el

debido trámite a lo peticionado por el requirente corresponde –como bien lo

postula el Defensor ante la Casación- reconducir las presentes actuaciones a

conocimiento y decisión del Juzgado de Ejecución nro. 1 de San Martín (artículos 18

y 75 inciso 22 de la Constitución Nacional; 8.2.h y 25 de la Convención Americana

sobre Derechos Humanos; 405, 406 y 417 del Código Procesal Penal)

SALA 4

CAUSA 75.590

“... la acción directa de hábeas corpus ante esta Sede es inadmisible, salvo

supuestos de excepción, gravedad institucional o claras cuestiones federales (cf.

Sala II, causa Nº 2641 "Burgos", del 03/02/00, Sala III causa 5918 “Gómez”) toda vez

que para los supuestos de hábeas corpus el ordenamiento procesal prevé en el art.

417 que: “La resolución que recaiga en el hábeas corpus será impugnable ante las

Cámaras de Apelación y Garantías, o ante el Tribunal de Casación, cuando la acción

se hubiere originado en dichas Cámaras” y que "...el artículo 417 del C.P.P. otorga a

este Tribunal, por medio del recurso casatorio, una función revisora de las

resoluciones adoptadas por los Tribunales inferiores en materia de hábeas corpus y,

siendo así, no resulta admisible la interposición originaria de tal acción en esta

sede cuando no existan motivos de excepcionalidad que la autoricen, porque ello

implicaría alterar la función encomendada por la ley a este órgano jurisdiccional a

través de la vía recursiva, así como el principio procesal de la doble instancia..."

(Sala II, causa Nº 2641 "Burgos", del 03/02/00).

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SALA 5

CAUSA 74.699

Es cierto como viene afirmando mi colega de Sala sobre el particular que más allá

de lo establecido por el artículo 20 inciso primero de la Constitución de la Provincia

de Buenos Aires y el artículo 406 del Código Procesal Penal, en cuanto permiten

ejercer la acción de hábeas corpus ante cualquier Juez u órgano jurisdiccional

respectivamente, en el ordenamiento jurídico vigente tal garantía se halla

reglamentada por los arts. 405 y ss. De la ley ritual. De este modo, el art. 417 es

claro al establecer una función revisora al Tribunal de Casación en materia de

hábeas corpus, de manera que, en principio general, no resultaría admisible la

interposición originaria de tal acción en esta sede, cuando no existan motivos de

excepcionalidad que la autoricen (cf. causa 54.267, caratulada “Chaparro Juan

Camilo s/ Hábeas Corpus”; entre muchas otras).

Ahora bien, por mi parte, considero necesario enunciar aquellos supuestos que

habilitarían la competencia originaria de este Tribunal, con el objeto de evitar que

la determinación de la excepcionalidad mencionada quede librada a la

discrecionalidad o mero arbitrio del juzgador en el caso concreto, so riesgo de

incurrir en pronunciamientos disímiles frente a situaciones equivalentes.

En este sentido, a mi juicio corresponde apartarse del principio general supra

enunciado cuando se adviertan circunstancias de gravedad institucional,

arbitrariedad o en todos aquellos casos en donde la índole de las cuestiones traídas

a conocimiento involucren un serio riesgo para la vida o la salud de las personas

detenidas, como así también, en cuanto se avizore un menoscabo directo a la

dignidad humana de imposible o insuficiente reparación ulterior.

III.- Dicho ello, e ingresando al análisis del caso que nos ocupa, considero que en la

presente se configura una de aquellas excepciones, por lo que el remedio casatorial

resulta admisible.

Debe remarcarse que las razones que invoca el a quo, como obstativas de la

procedencia de la libertad asistida, resultan portadoras del vicio de la

arbitrariedad, lo cual amerita ingresar al tratamiento del fondo de la cuestión, a

fin de preservar el derecho de defensa en juicio del encartado, configurándose,

así también, una clara cuestión federal (art. 18 de la Constitución Nacional, 8 de

la Convención Americana de Derechos Humanos, 15 de la Constitución Provincial,

14 de la ley 48 y 1 del C.P.P.).

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* Habeas corpus y cómputo de pena: admisibilidad

Causa 67.727 Ojeda 20/11/14

Es doctrina de este Tribunal, que la presentación directa del Hábeas Corpus ante

esta Sede es formalmente inadmisible, salvo supuestos de gravedad institucional o

claras cuestiones federales (cf. Sala III, causa 5918, “Gómez, Miguel Ángel s/

Habeas Corpus”, del 15/01/2001. En igual sentido Sala II sentencia del 16/5/2000

en causa 2268, Sala I causa nº 1969, del 23/3/00).

Todas y cada una de las causales exceptivas planteadas por la accionante se han

visto acreditadas en este caso y habilitan la revisión de lo resuelto ante la eventual

prolongación ilegal de la privación de libertad del beneficiario de la petición,

derecho que merece tutela inmediata (Fallos 322:2080) toda vez que el tiempo

vivencial es insusceptible reparación integral ulterior, y que se vería erosionado

irremediable y continuamente.

En esa inteligencia cabe resaltar que se encuentran agotados los mecanismos

ordinarios disponibles, los que incluyen el paso de la cuestión por este Tribunal en

dos oportunidades. Como reza el art. 14.5 del Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos: “Toda persona declarada culpable de un delito tendrá derecho a

que el fallo condenatorio y la pena que se haya impuesto sean sometidos a un

tribunal superior, conforme a lo prescripto por la ley” (el resaltado me pertenece).

*.- ADMISIBILIDAD RECURSO DE CASACION

SALA 1

CAUSA 73.963 (Resolución de la Cámara de Apelaciones y Garantías como

primer pronunciamiento adverso a la defensa).

Si bien es cierto que la literalidad de la regla del art. 450 del rito no abarca

ordinariamente el supuesto bajo examen, no lo es menos que la naturaleza de la

decisión en crisis –en tanto se trata de resoluciones que denieguen o restrinjan la

libertad personal- debido a sus implicancias materiales deben, por un lado, estar

alcanzadas por el derecho al recurso consagrado en los artículos 8.2 h.- de la CADH

10

y 14.5 del Pacto de Derechos Civiles y Políticos, que en opinión de la Comisión

Interamericana de Derechos Humanos se extiende a todos los autos procesales

importantes (C.I.D.H., Informe Nro. 55/97, caso 11.137, considerando Nº 262), al

mismo tiempo que a los fines recursivos y bajo ciertas condiciones pueden ser

estimadas como resoluciones equiparables a sentencias definitivas a los fines de su

admisibilidad en la instancia casatoria.

Ahora bien, en el caso de autos, la decisión de la Cámara ha sido la primera

adversa, de modo que esta instancia casatoria es la que asegura en la especie el

derecho al doble conforme.

SALA 2 (presentación de queja y admisibilidad del recurso de casación)

CAUSA 72.664

En lo que respecta al recurso de casación, es criterio de esta Alzada que en

principio la vía adecuada para cuestionar las decisiones restrictivas de la libertad

personal dictadas durante el proceso y en la etapa de ejecución es el recurso de

apelación, de acuerdo con los artículos 164, 174, 188 y 498 del CPP. El recurso de

casación quedaría reservado, en lo que a esta materia respecta, para las hipótesis

reguladas en la parte final del artículo 450, según la ley 13.812, es decir, aquellas

en las que la Cámara de Apelación y Garantías haya denegado, por primera vez, la

libertad personal; quedando en principio excluidos (salvo las excepciones) los

supuestos en los que dicha negativa constituya tan sólo la confirmación de una

medida dispuesta en la instancia originaria, en cuyo caso ya habría quedado

satisfecho el derecho del imputado al recurso.

En el caso de autos se verifica una situación de excepcionalidad porque aquí el

riesgo que se pretende evitar se denuncia como eventualmente emergente de un

órgano superior departamental como es la Excma. Cámara de Apelación y

Garantías, por lo que se justifica razonablemente la avocación de este Tribunal de

Casación, como órgano de revisión superior, al tratamiento del recurso de casación

articulado. Ello así, corresponde en este caso en particular, hacer una excepción en

torno a la admisibilidad de la presentación en trato, por el gravamen de imposible

reparación que importaría vedarle la eventualidad de beneficiarse con una

resolución favorable que, en virtud de lo resuelto por Acuerdo Plenario, con fecha

4 de noviembre de 2014, en la causa n° 63.610 caratulada “Altamirano, Facundo

Ezequiel s/ Recurso de Casación”, justifica la apertura de la vía casatoria, por lo

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que el recurso incoado resulta admisible.

SALA 3

CAUSA 72.425

La resolución que deniega la libertad condicional a Antonio David Ojeda Ortiz ha

sido objeto de validación por la Alzada mediante auto que no es derivación

razonada del derecho vigente acorde a las circunstancias de la causa.

SALA 4

CAUSA 73.052

Habiéndose interpuesto en tiempo y forma, en los términos de los artículos 421 y

451 del C.P.P., el recurso de casación resulta admisible de conformidad con la

previsión del artículo 450 tercer párrafo del C.P.P. y, a fin de garantizar la doble

conformidad judicial.

CAUSA 71.822

En lo que atañe a la admisibilidad del remedio debo manifestar que ha sido

deducido en tiempo y forma de conformidad con los arts. 421 y 450 del CPP y amén

de que en el caso se encuentra garantizada la doble conformidad judicial, entiendo

que el auto que se impugna resulta recurrible por esta vía en los términos del art.

450 del C.P.P., por cuanto se dirige contra una resolución que deniega la libertad

personal del encausado, ocasionándole un perjuicio que podría resultar de

imposible reparación ulterior, razón por la que ha de considerarse equiparable a

sentencia definitiva “por afectar un derecho que requiere tutela judicial

inmediata” (conf. SCJBA, causas P.94.377, sent. del 18/04/2007; P. 112.802, sent.

del 26/10/2011, entre otras).

CAUSA 72.720

El remedio ha sido deducido en tiempo y forma, cf. arts. 421 y 451 del C.P.P.,

contra una resolución impugnable por esta vía, a fin de garantizar la doble

conformidad judicial, en los términos del art. 450 del mismo digesto.

CAUSA 72.961

En el sub lite se encuentra plenamente cumplimentado lo que en doctrina se

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conoce como “doble conforme” que al decir de Maier resulta “…una garantía

procesal, que bien explicada, debe conducir necesariamente a la exigencia de que

para ejecutar una pena contra una persona, se necesita una doble conformidad

judicial, si el condenado la requiere. Esta condición procesal, impuesta a la

aplicación de una pena estatal –con otras palabras: al desarrollo del poder penal

del Estado-, ha sido perfectamente descripta, por analogía con la prueba de

exactitud de una operación matemática, como la exigencia del principio de “la

doble conforme”. El “derecho al recurso” se transformaría, así, en la facultad del

condenado de poner en marcha, con su voluntad, la instancia de revisión –el

procedimiento para verificar la doble conformidad- que, en caso de coincidir total

o parcialmente con el tribunal de juicio, daría fundamento regular a la condena –

dos veces el mismo resultado igual gran probabilidad de acierto en la solución- y,

en caso contrario, privaría de efectos a la sentencia originaria…” (Conf. Julio B. J.

Maier, Derecho Procesal Penal, T. I Fundamentos, Editores del Puerto s.r.l., 1999,

2da. Ed., Buenos Aires, p. 713).

En ese mismo orden de ideas, afirmó FERRAJOLI que “la doble instancia es a la vez

garantía de legalidad y de responsabilidad contra la arbitrariedad. Así, siendo los

jueces independientes, aunque sometidos a la ley, la principal garantía a la favor

de la libertad, el abuso o el error es la impugnación del juicio, su reexamen,

censura y reparación en segunda instancia, con los alcances que los propios textos

les brinda…” (Conf. FERRAJOLI, Luigi “Los Valores de la doble instancia y de

nomofilaquia”, NDP, T. 1996-B, Editores del Puerto s.r.l. Buenos Aires, p. 447/448).

En esta inteligencia, siendo que la resolución del “a quo” fue confirmada por la

Excma. Cámara del Departamento Judicial Morón, la citada garantía en el caso en

análisis ha quedado resguardada.

Vale aquí citar lo resuelto por la CIDH en el caso Castillo Petruzzi y otros, Sentencia

de fecha 30/05/1999, Párr. 161: “para que haya una verdadera revisión de la

sentencia, en el sentido requerido por la Convención, es preciso que el Tribunal

Superior reúna las características jurisdiccionales que lo legitiman para conocer en

el caso concreto”. Ninguna duda cabe acerca de que la Cámara de Apelaciones y

Garantías es un órgano que abastece los requisitos aludidos respecto de las

decisiones de los Jueces de instancia, como ser los de Garantías, Correccionales y

los Tribunales en lo Criminal.

Ahora bien, resta evaluar si se encuentran en juego agravios de naturaleza federal,

sea por encontrarse cuestionado el contenido y el alcance de normas jurídicas de

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13

tal índole, se postule la tacha de arbitrariedad cuando se halla inescindiblemente

unido a la aludida cuestión federal o, eventualmente, la vulneración directa de una

garantía constitucional que de lugar a una “causa federal suficiente” (Fallos: 256:

281 y sus citas) o que el planteo se funde en arbitrariedad (Fallos 302;865,

304;1052).

En esa línea de ideas, estimo que la resolución puesta en crisis resulta susceptible

de la tacha de arbitrariedad por las razones que a continuación expondré,

correspondiendo por tanto abrir las compuertas casatorias.

SALA 5

CAUSA 72.621

Se hallan reunidos los requisitos de tiempo y forma exigidos normativamente a los

fines de otorgar legitimidad al acto de interposición del remedio casatorio, como

así también los elementos que hacen a la impugnabilidad objetiva y subjetiva, en

tanto se trata de una resolución pasible de ser recurrida en los términos del

artículos 450 in fine -conf. ley 13.812- y 451 del Código Procesal Penal.

La defensa se encuentra legitimada para hacer uso de los recursos interpuestos a

tenor de lo establecido en el artículo 454, inciso cuarto del mentado cuerpo

normativo y, por lo tanto, deben declararse admisibles y proceder el Tribunal a

decidir sobre los fundamentos de los motivos que los sustentan (artículos 454,

inciso 4º, 464 y 465 del Código Procesal Penal).

CAUSA 72.291

El recurso ha sido correctamente declarado admisible por el “a quo”, pues se

hallan cumplimentados la totalidad de los requisitos de impugnabilidad objetiva y

subjetiva que prevé nuestro ordenamiento adjetivo.

En primer lugar, debo recordar que la decisión jurisdiccional que deniega la

libertad condicional constituye sentencia equiparable a definitiva (conf. C.55.029,

“Metralla”, de fecha 09/05/2013, entre otras).

En segundo lugar que, si bien por principio general, no resultaría admisible el

recurso de casación contra aquellas resoluciones en donde se encuentran

asegurados tanto el derecho al recurso como la garantía del doble conforme (tal el

caso de autos), he sostenido que existen algunos motivos excepcionales que

14

autorizan a este órgano a la revisión de aquellos casos.

Oportunamente afirmé que cabe apartarse del principio general supra mencionado,

cuando se adviertan circunstancias de gravedad institucional, arbitrariedad o en

todos aquellos casos en donde la índole de las cuestiones traídas a conocimiento

involucren un serio riesgo para la vida o la salud de las personas detenidas, como

así también, en cuanto se avizore un menoscabo directo a la dignidad humana de

imposible o insuficiente reparación ulterior.

Por último, referí que cuando la índole de los agravios materializados en dicha

impugnación hagan necesaria la intervención de esta sede como Tribunal

intermedio, conforme a la doctrina sustentada por la Corte Federal en los casos

“Strada” y “Di Mascio” (fallos: 308:490; 311:2478), siempre que se encuentren

cumplimentadas la totalidad de las exigencias que la introducción de una cuestión

federal requiere.

En esta inteligencia, considero que en la presente se configura una de aquellas

excepciones, por lo que el remedio casatorial resulta admisible.

En efecto advierto que las razones que invoca el “a quo”, como obstativas de la

procedencia de la libertad asistida, resultan portadoras del vicio de la

arbitrariedad, ello en tanto la Cámara ha exigido al condenado el cumplimiento de

requerimientos que no se muestran como indicadores para un rechazo del instituto

previsto por el art. 104 de la ley 12.256, lo cual amerita ingresar al tratamiento del

fondo de la cuestión, a fin de preservar el derecho de defensa en juicio del

encartado, configurándose, así también, una clara cuestión federal (art. 18 de la

Constitución Nacional, 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos, 15 de

la Constitución Provincial, 14 de la ley 48 y 1 del C.P.P.).

CAUSA 71.189 (salidas transitorias denegadas en ambas instancias deptales.)

La decisión jurisdiccional que deniega las salidas transitorias constituye sentencia

equiparable a definitiva.

En segundo lugar que, si bien por principio general, no resultaría admisible el

recurso de casación contra aquellas resoluciones en donde se encuentran

asegurados tanto el derecho al recurso como la garantía del doble conforme (tal el

caso de autos), he sostenido que existen algunos motivos excepcionales que

autorizan a este órgano a la revisión de aquellos casos.

Oportunamente afirmé que cabe apartarse del principio general supra mencionado,

cuando se adviertan circunstancias de gravedad institucional, arbitrariedad o en

todos aquellos casos en donde la índole de las cuestiones traídas a conocimiento

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15

involucren un serio riesgo para la vida o la salud de las personas detenidas, como

así también, en cuanto se avizore un menoscabo directo a la dignidad humana de

imposible o insuficiente reparación ulterior.

Por último, referí que cuando la índole de los agravios materializados en dicha

impugnación hagan necesaria la intervención de esta sede como Tribunal

intermedio, conforme a la doctrina sustentada por la Corte Federal en los casos

“Strada” y “Di Mascio” (fallos: 308:490; 311:2478), siempre que se encuentren

cumplimentadas la totalidad de las exigencias que la introducción de una cuestión

federal requiere.

En esta inteligencia, considero que en la presente se configura una de aquellas

excepciones, por lo que el remedio casatorial resulta admisible.

SALA 6

CAUSA 72.070 (en el caso se plantea inconstitucionalidad de una norma)

Podrá interponerse recurso de casación contra los autos dictados por la Alzada

departamental cuando denieguen la libertad personal, incluso en la etapa de

ejecución.

El objetivo es garantizar el derecho al recurso en casos donde la libertad personal

es denegada por primera vez por la Cámara y admitir su tratamiento, pese a que

dicho derecho haya sido ejercido y exista doble conformidad judicial –como ocurre

en autos-, cuando se verifique una situación de gravedad institucional o concurra

alguna cuestión constitucional que posibilite la apertura de la instancia

extraordinaria federal (ver Sala VI, c. 54.752, rta. 13 de noviembre de 2012, Sala II,

c. 36.257, rta. 1 de septiembre de 2009 y Sala III, c. 40.814, rta. 18 de marzo de

2010, e. o.).

La Corte Suprema de Justicia de la Nación y la Corte Interamericana de Derechos

Humanos han realizado un desarrollo conteste con lo expuesto atendiendo, en un

principio, a la sentencia condenatoria y, luego, a otros autos procesales relevantes.

En efecto, el control de los autos procesales relevantes que no constituyen

sentencia fue confiada tradicionalmente al recurso de apelación, el que satisface

con amplitud los requerimientos reclamados por aquéllos, extendiendo dicha

función al recurso de casación para circunstancias donde, por razones vinculadas al

estadio del procedimiento, aquél no lograba satisfacer la garantía en cuestión (cf.

Fallos 320:2326, 319:585, 321:3630, 322:3225 y 324:4076).

16

En su actual composición, la Corte Federal retornó al tradicional principio del

derecho constitucional argentino –cfr. Fallos 327:619, 327:3488, entre otros- según

el cual ningún tribunal de justicia puede negarse a examinar aquellas cuestiones

constitucionales que eventualmente podrían ser tratadas por el órgano a través del

recurso extraordinario y, consecuentemente, no son válidas las restricciones

procesales que impiden a las instancias anteriores cumplir esta obligación que

surge del artículo 31 CN (Fallos 33:162, 308:490 y 311:2478, entre otros).

La Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, en forma

concordante, afirmó que debe darse respuesta a las eventuales cuestiones

federales que se susciten a fin de posibilitar el tránsito de la causa por las

instancias superiores locales, extendiendo los supuestos de admisibilidad del

recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley (Ac. 95.296, 4-XI-2006, 102.374,

28-IX-2011, Ac. 100.512, 31-X-2007; Ac. 101.795, 13-V-2009; 101.263, 17-VI-2009,

entre muchos otros).

La pretensión de innecesariedad que exista cuestión federal o gravedad

institucional para ingresar al tratamiento del recurso, cuando se encuentre

comprometida la libertad de una persona, introduce asimetrías difíciles de

justificar al sistema recursivo e invertiría el orden de prelación establecido por la

CIDH y la CSJN, al habilitar más oportunidades para impugnar ciertos autos

procesales importantes que las previstas para cuestionar la sentencia.

En este sentido, la Casación debe establecer si existe gravedad institucional, o

cuestión federal que habrá de ser examinada en la instancia extraordinaria, a tenor

de los requisitos previstos en el art. 14 de la Ley 48, en cuyo caso deberá atender

los motivos de agravio del recurso a fin de posibilitar su tránsito hacia el superior

tribunal de la causa.

Por eso, atendiendo únicamente las omisiones que pueden obedecer a la instancia

por la que se encuentra transitando el proceso, deben tenerse en consideración los

diversos requisitos que, conforme ha sido desarrollado por la Corte, hacen a la

admisibilidad formal de este remedio y que han sido sistematizados en la Acordada

nº 4 del 2007, a la que me remito en honor a la brevedad.

Fijadas las bases para el análisis, en primer lugar, entiendo que la recurrente no ha

conseguido demostrar que exista gravedad institucional en el caso, toda vez que no

se intenta explicar en que medida la controversia excede el interés individual y

atañe al de la colectividad (CSJN, Fallos 255:41; 290:266; 292:229; 293:504;

307:770; 292:229; 324:533, 317:1076), afecta la debida preservación de los

principios básicos de la Constitución Nacional (Fallos: 257: 132; 248:189; 260:114;

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17

272:188, entre otros) o compromete el cumplimiento de tratados internacionales

(fallos 319:2411).

Del mismo modo advierto que, aunque el pronunciamiento cuestionado es

equiparable a sentencia definitiva y la defensa técnica ha denunciado la afectación

de principios constitucionales, no significa que haya una cuestión federal directa e

inmediatamente vinculada con los hechos debatidos que imponga la intervención

de esta sede (arts. 14 y 15 de la Ley 48, Fallos 310:1542 y 325:2129; y SCBA, P.

106.159, 2-III-2013).

Sin perjuicio de ello, en el caso, puede advertirse que concurre el requisito pues se

pone en cuestión la validez de una ley provincial bajo la pretensión de ser

repugnante a nuestro ordenamiento constitucional y la decisión recaída ha sido

favorable a su validez y contraria al derecho que la peticionaria pretende sustentar

en las normas de jerarquía supralegal invocadas (art. 14 inc. 2 de la Ley 48). Estas

circunstancias, a mi juicio, hacen necesario que este Tribunal supere los recaudos

formales frustratorios en pos de garantizar su adecuado tratamiento y tránsito

hacia su superior tribunal.

Vale decir que, en autos, concurren cuestiones excepcionales que ameritan la

intervención de la instancia casatoria (v. de esta Sala VI, c. n° 54.994, “González,

Esteban Ariel s/ hábeas corpus”, del 19 de octubre de 2012, reg. 1/12; c. n°

56.413, “Cardozo Pajón, Armando Antonio s/ hábeas corpus”, del 27 de diciembre

de 2012, reg. 48/12, entre muchos otros). (causa 72070 Sala VI Valdez Gastón

s/recurso de Casacion del día 10/12/15)

ADMISIBILIDAD RECURSO DE CASACION CONTRA RESOLUCIONES s/CÓMPUTO DE LA

PENA.

SALA 1

CAUSA 72.776

Si bien es cierto que la literalidad de la regla del art. 450 del rito no abarca

ordinariamente el supuesto bajo examen, no lo es menos que la naturaleza de la

decisión en crisis –en tanto se trata de resoluciones que denieguen o restrinjan la

libertad personal- debido a sus implicancias materiales deben, por un lado, estar

18

alcanzadas por el derecho al recurso consagrado en los artículos 8.2 h de la

Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.5 del Pacto Internacional de

Derechos Civiles y Políticos, que en opinión de la Comisión Interamericana de

Derechos Humanos se extiende a todos los autos procesales importantes (C.I.D.H.,

Informe Nro. 55/97, caso 11.137, considerando Nº 262), al mismo tiempo que a los

fines recursivos y bajo ciertas condiciones pueden ser estimadas como resoluciones

equiparables a sentencias definitivas a los fines de su admisibilidad en la instancia

casatoria.

Pese a la doble conformidad de las instancias locales y ante la eventual

prolongación ilegal de la privación de libertad del beneficiario de la petición,

derecho que merece tutela inmediata (Fallos 322:2080) se encuentra expedita la

jurisdicción de este Tribunal toda vez que el tiempo vivencial es insusceptible de

reparación integral ulterior, y su derecho se vería erosionado irremediable y

continuamente.

SALA 3

CAUSA 72.661

Las decisiones impugnadas pasan por alto la doctrina de Sala según la cual la

naturaleza administrativa del cómputo no hace cosa juzgada -y esto a propósito de

los errores que pudieran producirse en su realización-, además de mostrar un

excesivo apego a cuestiones formales que termina por desnaturalizar el derecho de

defensa del imputado, al hacerlo cargar con omisiones atribuibles al propio tribunal

de primera instancia que, no obstante unificar la pena impuesta a Marcelo Rojas en

la causa número 4525 con la impuesta en la causa número 3784 de su propio

registro, omitió considerar, al practicar el respectivo cómputo, que esta última era

también única, incluyendo la –igualmente unificada- aplicada en la causa número

1384/09 del Juzgado en lo Correccional número abarcativa, a su vez, de la

impuesta en las causas números 834, 1810 y 485 del Tribunal en lo Criminal número

1, en las que el condenado registraba tiempos de prisión cautelar computables que

se debieron certificar.

Tiene dicho desde antiguo la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, en

materia criminal, en la que se encuentran en juego los derechos esenciales de la

libertad y el honor, deben extremarse los recaudos que garanticen plenamente el

ejercicio del derecho de defensa; importando la tutela de dicha garantía un

adecuado asesoramiento legal, que asegure la realidad sustancial de la defensa en

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19

juicio (Fallos, 5:459; 192:152 –LL, 26-133-; 237:158; 255:91, entre muchos otros).

Con lo expuesto, entonces, propongo al Acuerdo corresponde declarar procedente

el recurso de casación interpuesto, sin costas, y casar las resoluciones impugnadas

con devolución de las actuaciones al tribunal de primera instancia, a fin que

practique nuevo cómputo de la pena única impuesta a Marcelo Rojas que incluya

todos los tiempos de prisión preventiva computables (artículos 18 de la

Constitución Nacional; 24 del Código Penal; 450, 461, 465, 500, 530 y 531 del

Código Procesal Penal).

SALA 4

CAUSA 70.213

El recurso ha sido interpuesto en tiempo y forma, en los términos de los artículos

421 y 451 del C.P.P. Asimismo entiendo que el pronunciamiento sobre el cómputo de

pena es resolución equiparable a sentencia definitiva, dado que ella es apta para

modificar el contenido de la condena oportunamente aplicada, por lo que cabe

atribuirle carácter de sentencia definitiva en el marco de las previsiones del art.

450 del C.P.P. (conf. precedentes de la S.C.B.A. en causas P. 42080, P. 59997, P.

60429, entre otras).

SALA 5

CAUSA 68.190

Tratándose la resolución impugnada de un cómputo de pena, que fija sus alcances

concretos y constituye una parte accesoria del fallo de condena, al poner fin a la

discusión sobre el modo de contabilizar el tiempo que insumirá la ejecución de la

sanción impuesta, resulta complementaria de una sentencia condenatoria criminal

y, por ende, encuadra dentro de los márgenes del primer párrafo del artículo 450

del C.P.P. (v. de este Sala, c. N° 57.777, “Giménez, Helvio Ramón s/ Recurso de

Queja”, sent. del 20 de diciembre de 2013, reg. 647/13).

En el mismo sentido, la SCBA ha resuelto que “la sentencia que decide sobre el

cómputo de pena es equiparable a sentencia definitiva […] desde que, integrando

el proceso de ejecución de la sentencia y siendo posterior a ella, se agota en sí

misma terminando la causa y haciendo imposible su continuación” (cfr. P.105.638

sent. de 7-X-2009, Ac. 60.798, sent. del 17-X-1995, P. 62.754, sent. del 28-III-2001,

P. 86.333, sent. del 19-XI-2003; y RP 116.563 , sent. 07-III-2012, e/o.).

20

SALA 6

CAUSA 68.190

Tratándose la resolución impugnada de un cómputo de pena, que fija sus alcances

concretos y constituye una parte accesoria del fallo de condena, al poner fin a la

discusión sobre el modo de contabilizar el tiempo que insumirá la ejecución de la

sanción impuesta, resulta complementaria de una sentencia condenatoria criminal

y, por ende, encuadra dentro de los márgenes del primer párrafo del artículo 450

del C.P.P. (v. de este Sala, c. N° 57.777, “Giménez, Helvio Ramón s/ Recurso de

Queja”, sent. del 20 de diciembre de 2013, reg. 647/13).

En el mismo sentido, la SCBA ha resuelto que “la sentencia que decide sobre el

cómputo de pena es equiparable a sentencia definitiva […] desde que, integrando

el proceso de ejecución de la sentencia y siendo posterior a ella, se agota en sí

misma terminando la causa y haciendo imposible su continuación” (cfr. P.105.638

sent. de 7-X-2009, Ac. 60.798, sent. del 17-X-1995, P. 62.754, sent. del 28-III-2001,

P. 86.333, sent. del 19-XI-2003; y RP 116.563 , sent. 07-III-2012, e/o.).

* Actualización en materia de cómputo de pena

Se mantienen los criterios de las salas que permitían cómputos unificados, es decir

la posibilidad de reclamar en el computo el tiempo de privación de libertad sufrido

en procesos que concluyeron con sobreseimientos o absoluciones o se sufrió tiempo

demás en prisión preventiva

Se sigue resolviendo en favor de considerar -a los efectos del cómputo- las reglas

de la libertad como cumplimiento de pena

*CÓMPUTO DE PENA

Casos de libertad provisoria concedida en términos de libertad condicional, se

viene resolviendo que a los fines de la determinación de la fecha de vencimiento

de la misma, se debe descontar el tiempo en que el condenado transcurrió

excarcelado en términos de libertad condicional conforme a la Doctrina Legal del

caso P. 92.518 “Llabrès” de la SCBA2.

2

“Así las cosas, entiendo que el período de excarcelación cumplido por el imputado en términos de libertad

condicional, esto es, con la verificación ex ante de los requisitos legales (art. 13, párr. 1º, Cód. Penal) y con las consecuentes condiciones fijadas para su curso (ib. art. 13, aps. 1 a 6), debe asimilarse al encarcelamiento preventivo en sentido estricto a los fines del cómputo de pena previsto en el art. 24 del Código Penal. Si bien el lapso de excarcelación en el supuesto de libertad condicional no aparece contemplado expresamente en la regulación normativa como un caso asequible de cumplimiento de encierro preventivo al efecto del cálculo de pena (art. 24 en relación con el art. 5, C.P.), entiendo que a través de una interpretación analógica in bonam partem es posible arribar

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21

Reiterado en el 114.202, "Verdín, Alejandro Gabriel. Recurso extraordinario de

inaplicabilidad de ley del 30/09/14, en los mismo términos (con dictamen favorable

del Subprocurador):”...Si bien el lapso de excarcelación en el supuesto de libertad

condicional no aparece contemplado expresamente en la regulación normativa

como un caso asequible de cumplimiento de encierro preventivo a los efectos del

cálculo de pena (art. 24 en relación con el art. 5, C.P.), entiendo que a través de

una interpretación analógica in bonam partem es posible arribar a una solución

compensatoria con fundamento en un elemental principio de equidad (arts. 1, 18,

33 y 75 inc. 22, Const. nac.; 10, Const. Prov.). Las condiciones bajo las que se

concede una excarcelación de este tenor junto con el propio sometimiento al

proceso, importan de modo oblicuo una restricción a la libertad del imputado que,

aunque menos severa que el encierro cautelar stricto sensu, justifican equiparar el

tránsito de la libertad procesal bajo tales condicionamientos con el cumplimiento

de la prisión preventiva al que alude el art. 24 del Código Penal. La libertad

condicional es parte del tratamiento penitenciario dispensado a los condenados en

la última etapa de ejecución de la pena. Por el contrario, en la excarcelación bajo

la modalidad de libertad condicionada el beneficiario es un justiciable que goza de

la presunción de inocencia y, como tal, no debe hallarse sometido a tratamiento

penitenciario. De modo que si se le exige al imputado que cumpla con requisitos de

tipo resocializantes durante el tránsito de su excarcelación (ref. a las condiciones

fijadas en los aps. 1 a 6 del art. 13, C.P.), cuando, en términos generales, sólo cabe

establecer reservas mínimas tendientes a asegurar los fines del proceso (conf. arts.

179, 180 y concs., C.P.P.); como contrapartida y a fin de conjurar tal asimetría,

debe reconocerse que el tiempo de excarcelación transcurrido con sujeción a los

condicionamientos propios de la libertad condicional, resulta un período hábil a los

a una solución compensatoria con fundamento en un elemental principio de equidad (arts. 1, 18, 33 y 75 inc. 22, Constitución nacional; 10, Constitución provincial). Las condiciones bajo las que se concede una excarcelación de este tenor junto con el propio sometimiento al proceso, importan de modo oblicuo una restricción a la libertad del imputado que, aunque menos severa que el encierro cautelar stricto sensu, justifican equiparar el tránsito de la libertad procesal bajo tales condicionamientos con el cumplimiento de la prisión preventiva al que alude el art. 24 del Código Penal. La libertad condicional es parte del tratamiento penitenciario dispensado a los condenados en la última etapa de ejecución de la pena. Por el contrario, en la excarcelación bajo la modalidad de libertad condicionada el beneficiario es un justiciable que goza de la presunción de inocencia y, como tal, no debe hallarse sometido a tratamiento penitenciario. De modo que si se le exige al imputado que cumpla con requisitos de tipo resocializantes durante el tránsito de su excarcelación (ref. a las condiciones fijadas en los aps. 1 a 6 del art. 13, C.P.), cuando, en términos generales, sólo cabe establecer reservas mínimas tendientes a asegurar los fines del proceso (cfr. arts. 179, 180 y concs., C.P.P.); como contrapartida y a fin de conjurar tal asimetría, debe reconocerse que el tiempo de excarcelación transcurrido con sujeción a los condicionamientos propios de la libertad condicional, resulta un período hábil a los fines del cómputo de pena previsto en el art. 24 del Código Penal (del voto del Dr. Negri del 11 de marzo de 2009).

22

fines del cómputo de pena previsto en el art. 24 del Código Penal. En función de

todo lo dicho, corresponde casar el fallo impugnado y reenviarlo a la instancia de

origen para que dicte un nuevo cómputo de pena teniendo en cuenta a los efectos

del art. 24 del Código Penal el tiempo de excarcelación efectivamente transcurrido

en los términos de libertad condicional (arts. 169 inc. 10, C.P.P. y 13, C.P.) -art. 496

del Código Procesal Penal-.”

Este criterio se aplicó e/o en:

-Causa N° 49.893/ Sala I “Pacheco” Reg. n° 265 del 29.3.2012. -Causa N° 43.987/

Sala I “Guerra” Reg. n° 325 del 2.5.2012. (supuesto de pena única: en uno de los

procesos estuvo en libertad sometido a reglas de conducta) -Causa N° 49.386/ Sala

III “López” Reg. n° 1560 del 18.10.2012 -Causa N° 51.755/ Sala II “Neira” Reg. n°

1329 del 25.10.2012 -Causa N° 51.787/ Sala II “Ibáñez” Reg. n° 1521 del

29.11.2012, entre muchos otros -ver cuestiones de computo-

http://www.defensapublica.org.ar/JURISDICCIONAL/Documentos_trabajo/Docume

nto_de_Trabajo_Cuestiones_del_c%c3%b3mputo_de_pena_2015.pdf

AHORA TAMBIEN, CON LA NUEVA COMPOSICIÓN DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN

PENAL, SE LO HA HECHO EN LOS SIGUIENTES CASOS:

CAUSA 68.190 VELIZ HECTOR SALA VI (10/03/16) “Manteniendo la postura que la

Sala sostuvo en la causa nº 60.830, “Britez, Oscar Rolando s/recurso de casación”

que fue resuelta el pasado 31 de marzo de 2014, las condiciones impuestas en la

excarcelación se ajustan a las que corresponderían en caso de otorgársele la

libertad condicional, motivo por el cual, en resguardo del principio de igualdad se

impone acceder al reclamo propiciado y ordenar se practique un cómputo que

contemple el lapso en cuestión. Sumado a ello, no se encuentra acreditado que

Veliz no haya observado dichas obligaciones.”

CAUSA 72.879 ALBORNOZ BRIAN JEREMI SALA I (29/12/15) “Primeramente cabe

señalar que el tiempo en el que el procesado se halla sometido a una libertad

caucionada durante la sustanciación de la causa no es una detención ni una prisión

preventiva computable como pena según el art. 24 del Código Penal.

Mas, la liberación durante el trámite del pleito, cuando se otorga bajo las

condiciones establecidas en el art. 13 del Código Penal puede ser considerada, y así

lo solicita la defensa, como tiempo de cumplimiento de la libertad asistida, es

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DEFENSORÍA DE CASACIÓN

23

decir asimilada a dicha institución del derecho de fondo.

Conforme me expedí en otras oportunidades –ver causas 63.7533 “Fuentes

Guillermo”, 56.438 “Manrique Hidalgo Ismael Antonio”- entiendo que asiste razón

al recurrente, toda vez que al no existir normativa legal que contemple el supuesto

debe primar como pauta de interpretación el principio “pro homine” y el de

exégesis restrictiva de las normas penales (conf. Corte Suprema de Justicia de la

Nación in re “Acosta Alejandro Esteban”, Fallos 331:858).

3

Distinta discusión se plantea en lo que respecta al segundo lapso, en donde conforme el temperamento de la

Alzada no corresponde la aplicación de la citada norma (artículo 24 del Código Penal), en tanto “…En ninguna normativa de fondo se dice que el tiempo en que el justiciable se encontrare “excarcelado” durante la sustanciación de su proceso, ha de ser computado como cumplimiento de la pena….”(fs 3/vta.).

La cuestión trasunta por definir si una excarcelación otorgada y cumplida en los términos de la libertad asistida o condicional (artículo 169 inciso 10 del C.P.P.) puede ser asimilada al cumplimiento de libertad asistida o condicional a los fines del cómputo definitivo de pena.

De acuerdo me he expedido sobre la temática en causa número 56.438, caratulada “Manrique, Hidalgo Ismael Antonio s/ recurso de casación”, sin perjuicio de que la respuesta podría inferirse ya de los propios términos en que se halla planteada la cuestión, entiendo que al no existir normativa legal que contemple la solución a este supuesto, debe primar -por imperio del principio pro homine y de exégesis restrictiva de las normas penales-, aquella interpretación legal que más derechos acuerde al ser humano frente al poder estatal (conf. Corte Suprema de Justicia de la Nación in re “Acosta Alejandro Esteban”, Fallos 331:858).

De tal modo, y tal como lo sostuvo la Defensora, entiendo que una excarcelación otorgada bajo los requisitos y condiciones de la libertad condicional, debe ser equipada al cumplimiento de la libertad condicional propiamente dicha, con todas sus consecuencias, y entre ellas -claro está- el cómputo definitivo de pena.

En otras palabras, si el procesado se hallaba en condiciones de obtener la libertad condicional, y por tal motivo se le otorgó la excarcelación en tales términos y bajo las condiciones de dicho instituto, deviene acertado juzgar que el tiempo en que estuvo sometido al referido régimen cautelar, sea computado como cumplimiento de pena.

De efectuarse una interpretación contraria, el imputado excarcelado en los términos de una libertad asistida o condicional debería esperar a la firmeza de la sentencia para comenzar a cumplir pena bajo la modalidad de libertad asistida o condicional, haciendo incierta su situación procesal, y supeditándola a los plazos recursivos (solución que propusieron los Sres. Camaristas).

En miras de evitar esta consecuencia disvaliosa, el propio Código Penal previó en el artículo 27 que en los casos de sentencias recurridas y confirmadas los plazos de la condena condicional se computen desde la fecha del pronunciamiento originario, por lo que, también por interpretación analógica in bonam parte deviene aplicable la solución que aquí propugno.

Por lo demás, aprecio que los Camaristas, al sostener que la situación llevada a su consideración por la parte, difiere de la propuesta como parámetro (sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires -causa P. 92.518 caratulada “Llabrés, Claudio Hernán, 11/03/09-) en tanto en el presente caso a Fuentes únicamente se le impuso caución juratoria, hizo primar un criterio restrictivo y omitió tener en cuenta datos de suma relevancia.

Desde mi punto de vista, no debe pasar por alto que la pretensión medular del fallo reseñado es evitar asimetrías; así bajo esta premisa la Cámara no se interesó en considerar la situación integral de Fuentes, esto es: la sentencia condenatoria quedó firme después de transcurrido nueve años, tres meses y veinticuatro días desde el pronunciamiento originario; además, la pena impuesta fue de cinco años de prisión y de acuerdo a los tiempos de detención contabilizados en el cómputo de ley -siguiendo el temperamento de la Cámara- Fuentes estuvo privado de su libertad un tiempo total de cuatro años, tres meses y veintinueve días, sanción que venció el 28 de mayo de 2013 y caducará el mismo día y mes del 2023.

Ciertamente, en el caso en trato, el excesivo tiempo que demoró la tramitación del proceso, no puede dejar de considerarse como una pauta de significancia a la hora de dictar un pronunciamiento justo. Nótese que el período durante el cual el condenado estuvo bajo el régimen excarcelatorio fue de aproximadamente diez meses y magüer la caución que se le impusiera, por las consideraciones efectuadas, tal circunstancia no obtura la contemplación de dicho lapso en los términos del artículo 24 del Código Penal.( SALA 1 CAUSA 62753 MARZO 2014 FUENTES GUILLERMO OSCAR)

24

excarcelaciones en términos de libertad asistida

También debe computarse el tiempo que el procesado permaneció sometido a

reglas de conducta al ser excarcelado en términos de libertad asistida u otra forma

de atenuación de la prisión preventiva:

En general el argumento viene siendo que:

“Si bien la libertad dispuesta como medida alternativa a la

prisión preventiva, en principio, no debe merituarse a los fines de la realización del

cómputo de pena, existen en el presente características que permiten resolver en

sentido contrario al indicado. Así, no puedo dejar de considerar que cuando el

imputado beneficiado con la excarcelación en tiempo de libertad condicional se

encuentra compelido al cumplimiento de obligaciones que restringen su libertad

física, la situación de hecho resulta similar a la de aquel que ha sido condenado y

sometido a las etapas que son inherentes al régimen de ejecución penal, en lo que

respecta a las limitaciones y obligaciones que implican una restricción a la libertad

física y locomotriz del sujeto. En virtud de lo reseñado, surgen claramente las

limitaciones imperantes en la libertad concedida al imputado quien debe mantener

un domicilio, notificar en caso de cambio del mismo o si debe ausentarse por un

tiempo determinado, como así también la continuidad de sometimiento al proceso

hasta tanto adquiera firmeza la condena que ya le ha sido impuesta, razón por la

que no advierto motivo alguno para impedir el cómputo del período sustanciado

como encierro cautelar en los casos como el presente. Sobreabundando, destaco

que si bien resulta evidente que ninguna medida alternativa a la prisión preventiva

resulta más gravosa, intensa e intimidante para el justiciable que la privación de la

libertad en sí misma, no menos cierto es que, en casos como el presente, las

obligaciones dispuestas en el marco del beneficio concedido, importan un

menoscabo al bien jurídico mencionado que, aunque menor, no deja de resultar

significativo para quien lo padece, sumado a que sería el resultado del ejercicio de

un derecho –de apelar su sentencia- lo que le impediría el goce del beneficio.(TCP

24/06/14 Sala III causa N° 17.913 (Registro de Presidencia Nº 59.698 caratulada

“Valdéz, Andrés Alejandro, s/ recurso de queja).

En el mismo sentido encontramos las resoluciones de:

-CAUSA N° 59.459/ SALA IV “Lenon” Reg. 72 del 20.2.2014.

-CAUSA N° 58.902/ SALA V “Figueroa” Reg. 85 del 25.2.2014 (de recomendable

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atención sobre fin preventivo especial y posibilidad de demostración -por parte

del procesado- que torna innecesaria la efectiva aplicación de la sanción penal)

-CAUSA N° 60.830/ SALA VI “Britez” Reg. 159 del 31.3.2014. -Causa N° 49.569/ Sala

I “Porcio” Reg. N° 316 del 26.4.2012.-Causa N° 56.438/ Sala I “Manriquez” Reg. N°

276 del 14.5.2013.-Causa N° 60.653/ Sala IV “González” Reg. N° 207 del 15.4.2014.

-Causa N° 61.139/ Sala IV “Figueredo” Reg. N° 217 del 22.4.2014.

En el caso de alternativas a la prisión preventiva: Causa N° 60.081/ Sala IV

“Barrios” Reg. N° 143 del 19.3.2014.

AHORA REITERADO EN LOS CASOS:

* 70.949 “PORTILLO” DEL 01/12/15 SALA QUINTA

La defensa sostiene que una excarcelación otorgada bajo requisitos y condiciones

de la libertad asistida, debe ser equiparada al cumplimiento de la libertad asistida

propiamente dicha, con todas sus consecuencias, y entre ellas el cómputo

definitivo de pena. Por lo que, habiéndose acreditado que Portillo cumplió

debidamente con las reglas de conducta que se le impusieran al tiempo de

concedérsele el beneficio, corresponde concluir que el tiempo que estuvo sometido

su asistido al referido régimen cautelar, sea computado como cumplimiento de

pena.

Es que no puede dejar de advertirse que las condiciones bajo las cuales se

conceden dichas excarcelaciones equiparan, en la situación fáctica, la posición del

imputado excarcelado con la del condenado beneficiado por el instituto de la

libertad asistida, a raíz de que en ambos casos la libertad ambulatoria se halla

restringida al cumplimiento de las condiciones que el juez otorgante haya impuesto

en el caso concreto, incluso cuando no sean más que las obligaciones propias de tal

instituto.

Tampoco se debe cargar a la cuenta del encausado, en definitiva, las demoras de la

administración de justicia en el pronunciamiento de una sentencia definitiva, lo

cual cae, pura y exclusivamente, bajo la órbita del Estado y no del justiciable.

Pues bien, pese a presumirse inocente, es claro que el encartado beneficiado con

la excarcelación, en razón de alcanzar el plazo previsto en el art. 104 del digesto

de fondo para obtener la libertad asistida, no se encuentra plenamente “libre”,

desde que se halla sometido a la tramitación del proceso penal, el cual suele durar

26

años, tal como es de público y notorio conocimiento, en cuyo marco debe cumplir

ciertas obligaciones para mantener dicho estado fáctico de libertad locomotiva,

como, por ejemplo, fijar su domicilio y/o notificar todo cambio del mismo a la

autoridad judicial, no ausentarse del mismo por más de 24 horas, comparecer ante

las citaciones que se le cursen –art. 179 del ceremonial-, ello sin perjuicio de las

eventuales condiciones que el magistrado de grado fije conforme a sus facultades

(art. 180 del ceremonial, en su resultado, análogo a las condiciones del art. 13 del

C.P), lo cual torna evidente que, tal como se expresa in re “Llabrés”, las

situaciones del condenado liberado condicionalmente y del procesado excarcelado

en los términos del art. 169 inc. 10 del ritual se encuentran, en sus efectos

fácticos, equiparadas.

Esta equivalencia material de las situaciones procesales permite efectuar una

interpretación analógica de la ley penal, puntualmente del art. 16 del digesto

sustantivo, referente al cumplimiento de la pena en libertad condicional y su

eventual incorporación, conforme a lo expuesto, a la forma de realizarse el

cómputo de pena, de acuerdo con el art. 24 del mismo cuaderno de fondo.

En tal inteligencia, el art. 16 del Código Penal establece que, una vez transcurrido

el término de la pena, encontrándose el condenado gozando de su libertad

condicional, dicha pena se extingue, siempre que el beneficio no haya sido

revocado.

El espíritu de la norma se encamina, conforme a una finalidad vinculada a la

prevención especial positiva, a considerar innecesaria la efectiva ejecución penal,

en lo que hace al fáctico cumplimiento del remanente de la concreta pena

privativa de la libertad, a raíz de que el condenado ha demostrado, con su obrar

conforme a las condiciones impuestas, que la privación de la libertad deviene en

innecesaria en el caso concreto.

Desde el puro e hipotético deber ser, si la pena, bajo criterios preventivos, se

justifica en la readaptación del reo para el medio libre (art. 5.6 de la Convención

Americana sobre Derechos Humanos), es lógico que la aplicación de la sanción

penal se considere obsoleta, allí cuando el delincuente demuestre una falta de

necesidad preventivo-especial positiva, en el marco del goce de su libertad

ambulatoria, cumpliendo con las condiciones impuestas en el auto de libertad, en

el sentido de que obrará conforme a derecho, y esto aun cuando lo haga en el

marco de una excarcelación.

Y es que aplicar mecánicamente la pena en estos casos finalizaría justificando la

misma en la lisa y llana desobediencia a la ley, más es claro que el art. 16 del

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digesto de fondo no tiene en miras solo tal infracción a la norma, sino también, y

fundamentalmente, la empírica recuperación del condenado para el medio libre.

Pues bien, es evidente que, por la equiparación fáctica de las situaciones

reseñadas, el encartado que ha gozado de su excarcelación y ha mostrado un

comportamiento procesal respetuoso de las condiciones impuestas bajo

apercibimiento de revocar el beneficio, ha probado, si se quiere anticipadamente,

que la aplicación de la ley penal, en lo que se refiere a su total cumplimiento, se

muestra inadecuada e innecesaria preventivamente.

En tal inteligencia, se torna evidente que, si nadie dudaría de computar los días

que el condenado ha permanecido en libertad asistida como tiempo de detención,

lo cual se debe incluir en el cómputo de pena, conforme la consecuencia que

emana del art. 16 del C.P, en lo que a la extinción de la pena se refiere, siendo

entonces equiparable la situación del excarcelado, se impone, tal como expuso el

Dr. Negri, y en razón del principio de equidad, aplicar analógicamente el art. 16 del

digesto sustantivo a la situación del condenado de autos, pese a que, en

oportunidad de gozar de su excarcelación, revestía la calidad de imputado, desde

que las demoras producidas en la investigación no le resultan imputables a su

persona.

Vale traer a colación lo expuesto por el distinguido Dr. Negri, cuando expresó, en el

precedente citado, que “…de modo que si se le exige al imputado que cumpla con

requisitos de tipo resocializantes durante el tránsito de su excarcelación (ref. a las

condiciones fijadas en los aps. 1 a 6 del art. 13, C.P.), cuando, en términos

generales, sólo cabe establecer reservas mínimas tendientes a asegurar los fines

del proceso (cfr. arts. 179, 180 y concs., C.P.P.); como contrapartida y a fin de

conjurar tal asimetría, debe reconocerse que el tiempo de excarcelación

transcurrido con sujeción a los condicionamientos propios de la libertad

condicional, resulta un período hábil a los fines del cómputo de pena previsto en el

art. 24 del Código Penal…”.

La solución propuesta no aparece como contraria a la prohibición de analogía, en

razón de que, en las consecuencias del razonamiento efectuado por el suscripto, se

beneficia al justiciable, no alterando en absoluto la escala penal establecida para

el delito por el cual resultó condenado, de lo que se concluye que no se produce

una invasión de facultades del legislador.

En apoyo de tal solución analógica, cabe advertir que en el precedente antes

28

comentado, “Llabrés”, también se ha pronunciado el superior a favor de tal

aplicación por analogía, fundado en razones de equidad.

Finalmente, es claro que la Cámara se ha pronunciado en forma contraria a la

doctrina legal emanada del superior tribunal de esta provincia, sin que sus

fundamentos alcancen a contrariar, en su argumentación, tal precedente.

*CAUSA 72.879 ALBORNOZ SALA 1 : en autos el imputado el 4 de septiembre del

año 2012 fue detenido en estas actuaciones y resultó excarcelado, en el marco de

lo dispuesto por el art. 169 inc. 10 del C.P.P., el día 27 de octubre de 2014

En el caso se le impusieron condiciones especiales como la de realizar un

tratamiento terapéutico –el que llevó adelante-; más las de concurrir al Patronato

de Liberados, mantener domicilio y trabajo.

Primeramente cabe señalar que el tiempo en el que el procesado se halla sometido

a una libertad caucionada durante la sustanciación de la causa no es una detención

ni una prisión preventiva computable como pena según el art. 24 del Código Penal.

Mas, la liberación durante el trámite del pleito, cuando se otorga bajo las

condiciones establecidas en el art. 13 del Código Penal puede ser considerada, y así

lo solicita la defensa, como tiempo de cumplimiento de la libertad asistida, es

decir asimilada a dicha institución del derecho de fondo.

Conforme me expedí en otras oportunidades –ver causas 63.753 “Fuentes

Guillermo”, 56.438 “Manrique Hidalgo Ismael Antonio”- entiendo que asiste razón

al recurrente, toda vez que al no existir normativa legal que contemple el supuesto

debe primar como pauta de interpretación el principio “pro homine” y el de

exégesis restrictiva de las normas penales (conf. Corte Suprema de Justicia de la

Nación in re “Acosta Alejandro Esteban”, Fallos 331:858).

Por ello, y en virtud de la duración de este proceso (iniciado en 4 de septiembre

del año 2012; sentencia condenatoria firme el 7 de mayo de 2015) no sólo el

encierro efectivo en calidad de procesado en una institución penitenciaria sino

también el plazo transitado en libertad condicionada abona para el cómputo del

art. 24 del CP.

Entenderlo así constituye una manera de mermar las consecuencias disvaliosas que

derivan del sometimiento prolongado a un enjuiciamiento penal (Pacto de San José

de Costa Rica, arts. 7.5 y 8.1 y Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos

de la O.N.U., art. 14 y Causa N° 72.879 caratulada “ALBORNOZ BRIAN JEREMI

S/RECURSO DE CASACION”, del 29/12/15)

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29

*La consideración de la privación de libertad en procesos anteriores donde

medió absolución, sobreseimiento y/o prisión preventiva superior al tiempo de

la pena finalmente establecida luego de agotadas las instancias revisoras.

Fundamentos: principio Pro homine, pro dignidad humana, última ratio del

derecho penal e irracionalidad mínima.

Los casos fueron resueltos sobre la idea que el activismo judicial tiene que

componer el ordenamiento jurídico tras el objetivo constitucional de afianzar la

justicia.

Cuando una persona es detenida “por dos o más delitos, por el mismo o diferentes

Tribunales, y resulta condenado por uno o unos y absuelto del o los restantes, el

tiempo de prisión preventiva sufrida por todos o por alguno o algunos de ellos,

debe computarse en la pena impuesta, incluso cuando haya sufrido la prisión

preventiva por un delito del que resultase absuelto." (Zaffaroni, Eugenio R., Alagia

y Slokar; "Manual de Derecho Penal", Editorial Ediar, Buenos Aires, Argentina, pág.

942, apartado 3).-

Respuestas del Tribunal de Casación: resulta de plena lógica desde el Estado

compensar, ante un nuevo caso que implique cumplir una pena, el tiempo

efectivamente sufrido en prisión preventiva anterior donde mediara absolución.

Recientemente la idea se reforzó del modo siguiente: “...Entiendo que esta

situación, contemplada específicamente en algunos derechos extranjeros como en

el italiano (art. 657 del C.P.P.), debe ser acogida en nuestro sistema a través del

activismo judicial, esto es, la co-construcción del ordenamiento jurídico vivo por

parte de los operadores del sistema, haciendo frente a las necesidades que crea el

imperativo constitucional –insoslayable y omnipresente- de “afianzar justicia”. La

creación pretoriana en esta Sede de una acción originaria de hábeas corpus para

actuar en los casos en que los medios ordinarios rectamente empleados, no han

podido restablecer la legalidad es, por cierto, cabal ejemplo de ese temperamento

que adopto entusiasmado.” (58.392 de este Tribunal, caratulada “RAMIREZ, Héctor

David s/ Recurso de Casación" Septiembre de 2014).-

30

También se resolvió de este modo en Causa N° 49.286/ Sala I “Ramírez López” Reg.

N° 145 del 18.2.2013 (con cita de los antecedentes de la sala I, en causa nº 44.029

“Beisega” del 19.11.2011 y nº 29.803 “Carbonell” del 26.10.2011).

-En el mismo sentido, aplicando el alcance del art. 477 del CPPBB, según la CSJN.

CAUSA nº 56.138/Sala I “Saldías” Reg. nº 73 del 26.2.2013

-También se tomó en cuenta el tiempo sufrido en prisión preventiva -a los efectos

del cómputo de una pena de efectivo cumplimiento a la postre modificada a una de

ejecución condicional- para tener por no pronunciada con referencia a la duración

irrazonable del proceso (alcance del art. 27 CP). Causa nº 60.862/Sala VI “Canedo”

Reg. nº 177 del 31.3.2014.-

AHORA EN LA CAUSA 72.776 LIZONDO NESTOR DE LA SALA 1, sentencia del

03/12/15 se dice:

Las obligaciones asumidas por el Estado Nacional frente a la comunidad

internacional mediante los instrumentos de Derechos Humanos (ubicados en la

cúspide del ordenamiento jurídico patrio), impone a todos los organismos actuantes

el máximo de diligencia en la evitación de actos lesivos, y en caso de haber tenido

lugar, a su cesación y condigna reparación; al mismo tiempo compele a la remoción

de los obstáculos que impidan su realización.

En ese sentido se encuentra vedado por imperio del principio pro homine o pro

persona, echar mano de la normativa interna (eventualmente carente de la debida

adecuación) para interferir en la plena operatividad de los derechos consagrados en

los tratados referidos. Lo expresado tiene recepción en el art. 5.2 del PDCyP y de

ello ha tomado razón en forma constante el máximo tribunal de la Nación por vía

de los arts. 26 y 27 de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados (v.g.

“Ekmedjian c/ Sofovich”).

Más allá de otras consideraciones posibles (producto de un delito o del

acaecimiento de un mero error judicial, o situación equiparable a éste) lo concreto

es que todo individuo tiene derecho a no ser detenido o sometido a prisión

arbitrariamente (arts. 7.3 de la CADH y 9.1 del PIDCyP) y que en caso de haber

sufrido ese menoscabo tiene derecho a una reparación (art. 9.5 ídem). En el mismo

sentido la CADH en su art. 10 prevé el supuesto de condena por sentencia firme por

error judicial, lo cual a fortiori y principio de progresividad mediante puede y debe

traspolarse a la hipótesis de medidas cautelares detentivas.

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31

La reparación aludida puede asumir la forma de indemnización económica (como la

del art. 477 CPP) pero nada impide que atendiendo a la índole de la lesión sea

también evaluable la compensación en términos de mayor equivalencia, es decir,

en tiempo vivencial toda vez que lo que se puso en crisis –en este caso- ha sido el

plazo razonable de detención preventiva (9.3 PIDCyP y 7.5 CADH).

Lo cierto es que, el sobreseimiento o la absolución posterior del procesado no

convierte automáticamente en ilegítima la prisión preventiva dispuesta en el curso

del proceso en cuestión, pero no menos cierto es que ella importó un sufrimiento

para el encausado, y que el Estado debe reparar, o en su defecto y dadas las

circunstancias y particularidades del caso se debe compensar.

Como bien señala el defensor de instancia y rescata en su voto el vocal que encarna

la minoría de la resolución de primera instancia, resulta ilógico que una persona

absuelta o sobreseído sea privada de que se le compute el período de encierro a su

favor, cuando de haber sido declarada culpable, le sería computado. Ello contraría

los principios “pro homine” “dignidad humana”, “ultima ratio del derecho penal” e

“irracionalidad mínima”.

Agrego ahora, además, que la compensación no es sólo un instituto civil y que -

contrariamente a lo que se propugna- nada impide el razonamiento analógico a

favor del imputado en materia penal.

En cuanto al primer extremo basta con referirse al contenido textual del art. 116

del CP, inmutable desde su sanción.

A ello deben sumarse las consecuencias operativas de la omnipresente vigencia de

los Tratados Internacionales de Derechos Humanos integrantes de la cúspide del

orden jurídico patrio. Desde esta perspectiva no son neutras al momento de la

determinación judicial de la pena o la elucidación de la forma de ejecución

específica de la misma, ciertas circunstancias ajenas al hecho enjuiciado en sí

mismo y a las características de su autor (arts. 40 y 41 del CP). En esta inteligencia

me refiero a baremos para la evaluación de la culpabilidad como medida de la

sanción derivadas de lo que se ha dado en llamar en la Teoría del Delito como "pena

natural" o las consecuencias lesivas atribuibles al estado como incumplimientos a su

posición de garante de la indemnidad de las personas sometidas a su custodia, es

decir, las violaciones a los deberes de cuidado de la seguridad y la salud de los

internos de las unidades penitenciarias que acarrearen graves menoscabos de su

integridad aumentando injustamente el contenido gravoso del tratamiento

32

penitenciario legalmente previsto.

En cuanto a la prohibición de integración analógica de los institutos penales y tipos

específicos, cabe resaltar que ésta solamente opera vedando la posibilidad de

violación al principio de legalidad en su manifestación de la exigencia de ley cierta

y estricta (art. 18 de la CN; art. 9 de la CADH y 15 del PIDCyP). Nada impide la

interpretación sistemática de la normativa penal o procesal penal y su aplicación a

favor del justiciable. Así, por ejemplo, es señera la jurisprudencia que a partir de

las características de la figura de evasión (art. 280 CP) deriva analógicamente la

atipicidad de la desobediencia de la orden a la propia detención, extrañando esa

conducta del art. 239 CP (propuesta pretoriana receptada en varios proyectos de

reforma de la legislación penal a partir del anteproyecto del año 1960). Del mismo

modo, nada impide la excarcelación parcial del imputado en los términos de las

salidas transitorias al promediar su condena no firme, por la aplicación analógica

del instituto de la ley de ejecución penal para los condenados generando un

supuesto supernumerario del art. 169 CPP.

III.- Ahora bien, se nos presenta aquí la situación concreta de que Lizondo fue

condenado, por el hecho calificado como robo con homicidio calificado por el uso

de arma de fuego acaecido el 14/7/2006, a la pena de quince (15) años de prisión

por el Tribunal Criminal nº 5 del Departamento Judicial Quilmes por sentencia de

fecha 3/12/2010 (conf. resolución de fs. 18/28, concordante con la información

suministrada por el RUD).

Que ese monto fue reducido al de trece (13) años y diez (10) meses de prisión por

efecto del parcialmente exitoso recurso de casación resuelto por la Sala III del

Tribunal de Casación Penal de esta Provincia en causa n° 13942, Registro de

Presidencia n° 47869, caratulada “Lizondo, Néstor Daniel, s/recurso de

casación” (reg. nº 77 de 13/2/2014).

Contra dicha decisión se encuentra pendiente el pronunciamiento de la Suprema

Corte de Justicia Provincial en el Recurso Extraordinario de Inaplicabilidad de Ley

incoado por la defensa.

En definitiva, la sentencia fue recurrida exclusivamente por la defensa y el tiempo

máximo de pena que deberá purgar Lizondo es el de trece (13) años y diez (10)

meses de prisión impuesto por la Sala III de este Tribunal de Casación.

Lleva detenido cautelarmente en estas actuaciones desde el mes de julio del año

2006 en forma ininterrumpida, algo más de nueve (9) años y tres (3) meses.

IV.- También sucede que el justiciable fue sometido a proceso por hechos anteriores

y en ellos ha sido desincriminado por sobreseimiento (por prescripción de la acción

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33

de algunos delitos) y absuelto por desistimiento de la acusación durante el debate

(en los otros).

Por este conjunto de ilicitudes permaneció en prisión preventiva un considerable

lapso que cesó el 25 de noviembre de 2005. Según la misma resolución en crisis,

ese tiempo asciende a un total de siete (7) años, un (1) mes y seis (6) días (fs. 36

del legajo).

V.- Para precisar el alcance de la propuesta efectuada en los antecedentes a los

que ya me referí en el apartado II y al mismo tiempo comprender los límites de la

exégesis es necesario recordar que cuando se trata de una relación concursal de

naturaleza real entre dos hechos objeto de persecución en distintos procesos,

corresponde un enjuiciamiento único, el que puede no haberse concretado en

función de diversas razones, correspondiendo, en definitiva, que esas plurales

persecuciones deban confluir a un pronunciamiento único, bajo las reglas del art.58

del C. Penal.

Entonces, si median hechos que en definitiva debieran integrar un proceso único,

corresponde computar a tenor del art. 24 del plexo penal de fondo todos los

tiempos de detención cautelar sufridos en relación a ese proceso "único", con

independencia que el imputado finalmente no fuera reprochado respecto de

algunas de las acusaciones. En este sentido, la imposibilidad de enjuiciamiento

único no puede cargarse a la cuenta del encausado.

Este ha sido a su vez un criterio compartido por nuestros colegas de la Casación

Federal (causas "Roa, Jorge A." Sala IV, rta 17/06/2008; "Caveda, Carlos Andrés,

Sala II rta el 28/04/2008 y "Silvero, Martín Omar, Sala II,rta. 7/10/2010).

VI.- Pero el caso en estudio describe una situación diferente. No nos encontramos

aquí con una violación a las reglas concursales por múltiple persecución penal

debida a razones ajenas al imputado.

De haber resultado condenado al supuesto se aplicaría el instituto de unificación de

penas (primer supuesto del art. 58 CP) y su consecuente sistema de acumulación

(conf. Sent. de causa nº 71.372 “GOMEZ EMILIANO GABRIEL O GOMEZ EMILIANO

JAVIER S/ RECURSO DE CASACION”, reg. 560 de 10/9/2015, entre otras).

Sin embargo, ese tiempo de prisión preventiva no se le computó “ya que no había

nada para unificar”, por lo que, en definitiva la absolución y el sobreseimiento lo

perjudicaron, situación que a todas luces deviene injusta y debe ser remediada de

alguna forma por la actividad jurisdiccional. Sentado todo ello, es dable advertir,

34

que si bien la prisión preventiva no importa una pena en sí, la misma goza de todos

sus efectos, siendo un verdadero encierro, más allá de su denominación.

Sea cual fuere la gravitación de todo o parte de ese tiempo en abono

compensatorio de la prisión preventiva sufrida en el proceso vigente, lo cierto es

que debe ser computado.

Si lo dicho es válido para el caso de un condenado a pena firme, con mucha mayor

razón debe ser evaluado en el cómputo provisorio para el análisis de la pervivencia

del peligro procesal de fuga -ya que dada la etapa procesal que se transita se ha

disipado la posibilidad de entorpecimiento probatorio- a los fines de analizar el

cese de la medida cautelar solicitado.

Lo dicho cobra mayor relevancia cuando aún haciendo caso omiso de ese tiempo el

imputado ha superado con holgura en esta misma causa los ocho (8) años, cinco (5)

meses y diez (10) días de prisión preventiva que lo colocan en condiciones

temporales de la excarcelación prevista en el inc. 10 del art. 169 CPP.

*VENCIMIENTO de la PENA FRENTE A SENTENCIAS QUE IMPONEN PRISIÒN

PERPETUA:

*sin declaración de reincidencia

CAUSA 73.799 DEL 18/2/16 VILLANUEVA DUARTE JAVIER SALA TERCERA

Tengo opinión comprometida en anteriores precedentes, y no encuentro motivos

para cambiar de criterio, en punto a que el tiempo de vencimiento de la pena

perpetua impuesta por sentencia no firme, a todo evento, no puede ser otro que el

fijado por los artículos 13 y 16 del Código Penal (en su versión según ley 25.892,

aplicable al caso por resultar más benigna) para la libertad condicional, esto es,

veinticinco años (sumando el plazo de veinte años exigido para obtener el beneficio

más los cinco restantes en que el condenado se encuentra sometido a las

condiciones de la soltura).

CAUSA 73.460 FERNANDEZ MIGUEL ANGEL SALA CUARTA DEL 08/03/16

EL RECURSO SE INTERPUSO PORQUE LA Sala Primera de la Excma. Cámara de

Apelación y Garantías en lo Penal de la citada departamental con fecha 19 de mayo

de 2.015, fundamentándose, en lo que aquí interesa en que “ la pena de prisión

perpetua debe tenerse por agotada con el cumplimiento del máximo legal de la

pena de prisión temporal, es decir, treinta y siete años y seis meses… ello es así,

toda vez que la reforma operada por la ley 23.077 introdujo al Código Penal el

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35

artículo 227 ter. que dispone que el máximo de la pena establecida para cualquier

delito será aumentada en un medio”

tiene dicho esta Sala que: “…el concepto de “perpetua” viene dado por el

Diccionario de la Real Academia Española como “Que dura y permanece para

siempre”. Este sería el punto de partida de la cuestión a elucidarse, mas en la

ciencia jurídica (a diferencia de las exactas), los términos poseen alcances

relativos, conforme las distintas alternativas que se plantean en el intrincado

complejo de normas que conforman el derecho positivo.

En el sistema penal argentino la perpetuidad de las penas no es tal “stricto

sensu”, resultando que las mismas si bien pueden ser indeterminadas, no son

infinitas y se extinguen, salvo supuestos de excepción, con la obtención de la

libertad condicional y el cumplimiento de las condiciones impuestas.

No obstante lo dicho, vista la redacción de la previsión de “perpetuidad” de la

pena, resulta imposible fijar de antemano la duración de la misma por su propia

naturaleza, no solamente porque lo perpetuo es, como dijera “supra”, lo que dura

para siempre, cualidad que lleva ínsita su inconmensurabilidad, sino, en especial,

por el régimen de cumplimiento que la torna variable. Pero al mismo tiempo, la

legislación determina que en la mayoría de los casos las penas perpetuas no

revistan tal carácter y, en cambio, tengan finalización.

A la vista de lo hasta aquí expuesto, en forma liminar podría decir que las penas

perpetuas tienen previsto su agotamiento a partir de la concesión de la libertad

condicional.

Es que, conforme lo expusiera, no sería posible formular un razonamiento que se

integre sistemáticamente con las disposiciones de la ley penal argentina si se parte

de la base que las penas perpetuas no terminan, pues, es la propia ley la que les

pone término.

El simple cotejo con la práctica y con la lectura de los textos legales revela que la

mayoría de las penas perpetuas se extinguen luego de obtenida la libertad

condicional y que el único obstáculo para que ello ocurra sería la reincidencia,

siendo que tal limitación es solo preliminar y no es lo que se verifica en la

aplicación del plexo normativo en forma armónica.

Ello así por cuanto existe la posibilidad de obtener la libertad condicional, si se

cumplen los requisitos establecidos en el art. 13 del Código Penal, transcurridos

treinta y cinco años de condena (con anterioridad a la sanción de la ley 25.892 era

36

de veinte años) o, de mediar reforma legislativa en el futuro que haga variar dicho

lapso en menos. Asimismo, la ley 24.660 que regula la ejecución de la pena

privativa de la libertad, permite por su artículo 17 la concesión de salidas

transitorias o la incorporación al régimen de la semilibertad al condenado a pena

perpetua que haya cumplido en detención quince años.

Y en la hipótesis de máxima prevista en el ordenamiento nacional, cuando se

impusiera la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado contenida en el art.

52 del digesto de fondo (lo cual no se verifica en estos autos), la misma permite,

según lo norma el art. 53 del C.P., la obtención de una libertad que quedará sujeta

al cumplimiento de las condiciones que allí se establecen, transcurridos cinco años

más de los treinta y cinco (o veinte) años de prisión.

De otro lado, corresponde señalar que -con excepción de la prohibición expresa

contenida en el art. 37 de la Convención de los Derechos del Niño (Ley 23.849 BO

del 22/10/1990 -ADLA 1990- D, 3693)-, de las previsiones de los tratados

internacionales incorporados a la Constitución en virtud de lo dispuesto por el art.

75 inc. 22 C.N., no surge que aquéllas sean incompatibles con la aplicación de la

pena de prisión perpetua, dado que, si cumpliendo el recaudo de brindar una

potencial soltura, se permite válidamente aplicar la pena de prisión perpetua a un

menor de edad, con más razón, entiendo, no pugna con la normativa constitucional

que ella se vea conminada para el delincuente mayor cuando, como dije, no sólo

no existe norma alguna en el plexo constitucional que lo prohíba, sino que tampoco

surge implícita su contradicción con los derechos humanos que aquél tutela y

siempre que se respete -al igual que en el caso de aquellas temporalmente

determinadas- la integridad de la persona condenada (cfr. art. 5° de la Convención

Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica -ley 23.054,

BO del 27/3/1984 -ADLA 1984- B, 1250-; art. 5° de la Declaración Universal de los

Derechos Humanos; arts. 7° y 10° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos; arts. 11° y 16° de la Convención Contra la Tortura y otros Tratos o Penas

Crueles Inhumanos o Degradantes).

En este sentido, el Tribunal Constitucional Alemán al pronunciarse por la

constitucionalidad de la prisión perpetua impuso como límite que “En los

presupuestos del cumplimiento de una pena dentro del marco de la dignidad

humana, pertenece el que los condenados a prisión perpetua tengan al menos una

oportunidad de gozar de la libertad…el principio del Estado de Derecho ofrece los

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37

presupuestos bajo los cuales la ejecución de una pena de prisión perpetua puede

suspenderse, así como para reglamentar el proceso aplicable al

efecto” (Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán. Extractos de

las sentencias más relevantes compiladas por Jürgen Schwabe”, Fundación Konrad-

Adenahuer- Stiftung e. B., 2009; p. 54, en www.kas.d/rspla-

mex/es/publications/16817) .

En la misma línea se ha pronunciado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos al

sostener en forma reiterada que las penas a perpetuidad no son contrarias a la

prohibición de tratos crueles, degradantes o inhumanos fijados por el art. 3 de la

Convención Europea de Derechos Humanos solo en la medida que admitan alguna

forma de libertad anticipada de modo que la sanción no sea irreducible sin otra

alternativa (T.E.D.H., causa “Kafkaris v. Cyprus –Application N° 21906/04). Ambas

citas han sido extraídas de la obra “Contra la prisión perpetua. Una visión histórica

y comparada de las penas a perpetuidad” de Mario A. Juliano y Fernando Avila, pág.

128).

Por otra parte, considero que las penas a prisión perpetua no obstan a la

resocialización del condenado, toda vez que del art. 1 de la ley 24.660 antes

citada, surge que "La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus

modalidades, tiene por finalidad lograr que el condenado adquiera la capacidad de

comprender, y respetar la ley procurando su adecuada reinserción social,

promoviendo la comprensión y el apoyo de la sociedad". Así las cosas, se desprende

que durante el transcurso del tiempo en que el condenado permanezca privado de

su libertad, es función del Estado arbitrar todos los medios necesarios para lograr

esa finalidad; ya que tal como se expusiera más arriba, todo condenado a pena

privativa de la libertad cuenta con la posibilidad de recuperarla.

Tampoco se incumple con la aludida finalidad establecida por las normas

internacionales, la reforma y readaptación social del condenado (específicamente

artículo 5, inciso 6°, del Pacto de San José de Costa Rica y artículo 10, inciso 3°,

del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos antes citados) dado que esas

normas indican "...la finalidad 'esencial' que debe perseguir el Estado en el legítimo

ejercicio del 'ius punendi', cual es la 'reforma y readaptación social' de los

condenados; y si bien, de tal suerte, marcan una clara preferencia en torno a aquel

objetivo llamado de prevención especial -del que por los motivos que se verán más

adelante no resultan excluidos los condenados a prisión perpetua-, evidentemente

38

no obstaculizan otros fines que el legislador adopte, y que no se enfrenten a la

interdicción también prevista en nuestra Constitución Nacional de que las cárceles

sean para castigo” (en este sentido Carlos E. Colautti, 'Derechos Humanos', pág. 64,

Ed. Universidad, Buenos Aires, 1995).

Retomando el análisis que había comenzado líneas arriba y enlazando ello con los

presupuestos citados en los párrafos precedentes, sostengo que el sistema del

artículo 13 del Código Penal para la libertad condicional aparece íntimamente

relacionado con expresa mención a los máximos de las penas divisibles, al

establecer como requisito para su procedencia el cumplimiento de una parte de la

condena (dos tercios en las penas que superen los tres años, y ocho meses o un año

en el caso de penas de prisión o reclusión de tres años o menores). Pero el

cumplimiento de las penas continúa en el régimen apuntado resultando que el

tiempo que se cumple la pena en libertad condicional, sumado al cumplimiento

efectivo previo, nunca resulta inferior al término de la condena.

En el mismo sentido, los efectos del goce de la libertad condicional entrañan la

extinción de la pena una vez transcurrido el término de la condena o cinco años

más en las perpetuas, según reza el artículo 16 del Código Penal, en caso de que el

beneficio no fuere revocado.

Si la libertad condicional es un derecho establecido a favor del condenado que

modifica la forma de cumplimiento de la pena, pero no permite su acortamiento,

no podría, entonces, sostenerse que pueda prolongar la duración de la condena sin

diferenciar su incidencia y hasta su finalidad respecto de las penas divisibles y las

perpetuas. La propia ley se encarga de ponerles un límite, en el primer caso,

coincidente con el término de la condena (lo cual revela que a los fines de la

extinción de la pena el cumplimiento efectivo o en libertad condicional tienen la

misma significación) y, en el segundo supuesto, fijando un límite concreto

necesario en función de la indeterminación de la pena perpetua de hasta cinco

años. Ello viene a reforzar el concepto expuesto párrafos arriba.

Si las penas divisibles se tienen por extinguidas cumpliendo una porción de ellas en

libertad condicional y, cuando ésta no se obtiene, resultan agotadas mediante su

cumplimiento efectivo, las perpetuas, que por ser indivisibles carecen de un

máximo y de un mínimo establecido y se imponen de manera indeterminada,

deberían mantener una correlación con aquéllas, indicativa de su forma de

extinción.

Ahora bien, tomando la antigua redacción del art. 13 del Código Penal (que es la

aplicable al caso en estudio), si el cumplimiento de veinte años de una pena

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39

perpetua más cinco en libertad condicional produce la extinción de la pena, podría

considerarse operado el mismo efecto extintivo si se cumplen veinticinco años de

prisión, desde que el encierro carcelario efectivo es la forma más incuestionable de

cumplir una pena, mientras que la libertad condicional sólo supone una forma más

atenuada de cumplimiento, equiparable por una previsión legal cuando se observan

determinadas condiciones.

Si partiendo de la naturaleza de la libertad condicional como forma de

cumplimiento de la pena no puede identificarse a la pena con el encierro, que sólo

es su manifestación más gravosa, característica primordial de las fases iniciales de

la ejecución, y si la libertad condicional no es una rectificación de la cuantía de la

condena, ni modifica la sentencia, ni es una parcial remisión a título de

recompensa, entonces, ¿por qué las penas perpetuas habrían de constituir una

excepción a la regla que le confiere el mismo poder extintivo al cumplimiento

efectivo de la pena bajo la forma de encierro?.

Por más que el interrogante configure un atractivo camino para la interpretación,

es la propia ley la que da una respuesta contraria en el artículo 13 del Código

Penal: La libertad condicional en las penas perpetuas puede obtenerse a los veinte

años (antes, ahora a los treinta y cinco) o un tiempo después -el necesario para que

el condenado cumpla con los requisitos de su otorgamiento-, pero en todos los

casos debe transcurrir un término de cinco años de cumplimiento del aludido

beneficio con el de las obligaciones impuestas que trae aparejado que no puede

contarse sino a partir de la obtención del mismo, del que no se descuenta la parte

de encarcelamiento efectivo que exceda los veinte años.

Aclarado, entonces, el punto de partida de mi análisis, pasaré a referirme ahora a

los fundamentos de la resolución impugnada y a la forma que considero correcta de

computar, en estos casos, la extinción de las penas perpetuas.

Visto lo hasta aquí desarrollado, es mi opinión que la pena perpetua es

indeterminada o, en el caso de la ley argentina, relativamente determinada,

aunque no susceptible de ser precisada temporalmente a través de un término fijo.

Esto se desprende claramente del artículo 16 del Código Penal, en la medida en

que subordina la extinción de las penas perpetuas a la concesión eventual de la

libertad condicional (reunidos los requisitos del artículo 13) y a su cumplimiento

satisfactorio durante cinco años.

Así las cosas, del juego de los artículos 13 y 16 del Código Penal, el mínimo posible

40

de duración de las penas perpetuas nunca podría ser inferior a veinticinco años

(veinte años de encierro más cinco de libertad condicional), mientras que la

relativa indeterminación de su monto máximo permite que éstas puedan,

eventualmente, superar las cifras máximas previstas para las penas divisibles, para

aquellos casos en los que el condenado no reúna los requisitos para obtener la

libertad condicional o bien que, luego de haber sido beneficiado con la misma, ésta

le fuere revocada, debiendo entonces reanudar el cumplimiento de su pena en

encierro.

Ya he expresado en forma precedente que el carácter indeterminado de la pena

perpetua, que es el que proviene de la imposibilidad de precisar su fecha de

extinción, resulta constitucional, siempre y cuando se le conceda a los condenados,

a su debido momento, la oportunidad de retornar al medio libre.

Así lo ha entendido implícitamente la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los

autos “G. I., A. F. s/libertad condicional” (causa G. 239. XL, sentencia del 4 de

julio de 2006).

También resulta ilustrativa, acerca de la necesidad de otorgar a los condenados la

posibilidad de obtener la libertad en esa especie de pena, la opinión vertida por el

juez Fayt en el precedente “M., D. E. y otros s/recurso de hecho” (CSJN, causa M.

1022 XXXIX, sentencia del 7 de diciembre de 2005), en el que hace referencia

expresa al artículo 37 “a” de la Convención sobre los Derechos del Niño,

considerándolo aplicable, inclusive, a las personas mayores de dieciocho años.

La Suprema Corte de Justicia de esta provincia ha sostenido, en igual sentido,

que “impedir al condenado a prisión o reclusión perpetua y también declarado

reincidente, la posibilidad de acceder en algún momento a la libertad importa

negar (a través de una presunción iuris et de iure) que la ejecución de la pena

pueda surtir efecto resocializador -finalidad consagrada constitucionalmente- en la

persona del delincuente, impidiéndole absolutamente reintegrarse a la sociedad;

vulnerándose derechos fundamentales del ser humano” (SCJBA, P. 84.479: “G., A.

F.” s/homicidio y otros. Incidente de libertad condicional”, rta. 27/12/06).

Siempre debe quedar abierta una posibilidad de recuperación plena para la persona

que cumple una pena, de manera que ese cumplimiento no sea una consecuencia

indeleble en el resto de su vida.

La Comisión de la Cámara de Diputados remarcó el sentido que tiene la libertad

condicional el 9 de septiembre de 1921, al rechazar su supresión para la

reclusión perpetua que pretendía el Senado, señalando que “la libertad condicional

es un estímulo de buena conducta, un germen de enmienda, una prima ofrecida al

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41

delincuente arrepentido, y no conviene eliminar este poderoso resorte que influye

eficazmente en la conducta del condenado, durante el cumplimiento de la

pena” (Edición Oficial 611, citado en Zaffaroni, Eugenio R., “Tratado de Derecho

Penal”,T.V., p. 205).

Aceptada, de este modo, la validez de las penas perpetuas y sentada para su

constitucionalidad la necesidad de que los condenados a dicha especie de pena

puedan, a su debido momento, recobrar su libertad mediante el instituto de la

libertad condicional. Para ello estará sujeto al cumplimiento de todas las

condiciones que impone el artículo 13 del Código Penal (en su redacción anterior a

ley 25.892 B.O. 26/05/04) lo cual podrá surgir a partir de los 20 años, en fecha

indeterminada…” (Causas nros. 68.584 “ACUÑA, Jorge Adrián s/ Recurso de Queja

(art. 433 del C.P.P.)", reg. nro. 450, sent. del 6/08/2015; 55.997 “Muñoz”, reg. 62,

sent. 13/12/2012, entre otras).

En materia de pena perpetua con reincidencia teniamos que el vencimiento se

construye el límite de los 25 años, Giménez Ibáñez” de la CSJN y P. 84.479 de la

SCBA. 4

4

"El art. 18 de la C.N. prohíbe en forma expresa las penas que asumen el carácter de

tormentos y azotes. En función del art. 75 inc. 22 de la Const. Nac. está expresamente prohibida la tortura, no sólo en sentido estricto, sino en sentido amplio, o sea cuando importe una pena 'un acto que inflinja intencionalmente a una persona dolores o sufrimientos graves ya sea físicos o mentales, con el fin de castigarla por un acto que haya cometido o que se sospeche que haya cometido'. Y aquí me detengo. No puede creerse en modo alguno que el principio republicano de gobierno (art. 1° de la Const. Nac.) así como el de legalidad, humanidad (18 CN) y personalidad o trascendencia mínima, deban ser interpretados como meras declaraciones o prohibiciones limitadas al sentido estricto enunciado, y caer en el absurdo como sería suponer que el tormento y azotes no impide otras penas tan o más crueles o irracionales en concreta referencia a las penas realmente perpetuas, como la presente. Se ha considerado que la pena privativa de la libertad realmente perpetua lesiona la intangibilidad de la persona humana en razón de que genera graves de personalidad, incompatibles sin duda con al manda del art. 18 de la Ley Fundamental.// Conforme al art. 10 fracción 3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación de los penados, así como la fracción 6° del art. 5° de la Convención [Americana sobre] Derechos Humanos, que establece que las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y readaptación social de los condenados, ambas incluidas a la Norma Constitucional por imperio del art. 75 inc. 22. Vale decir, que la imposibilidad a la que hizo referencia el resolutorio en crisis que niega toda posibilidad de reinserción social transgrede nuevamente la inteligencia de los objetivos constitucionales de la ejecución penitenciaria.// Agrego también que la racionalidad no es sólo parte de la aplicación del quantum punitivo sino también de la ejecución de ésta. Y aquí me detengo nuevamente. Hay una consecuencia de los principios de racionalidad y humanidad de las penas. Toda pena importa una afectación a los derechos, que debe tener un límite temporal dentro del sistema republicano, no siendo admisible que de un delito emerjan consecuencias jurídicas imborrables en al vida del sujeto. De lo contrario, la ley estaría creando una capitis diminutio o muerte civil, con al consecuencia de que daría entonces lugar a la creación de una categoría de ciudadanos degradados, marcados a perpetuidad, etigmatizados de por vida, para los cuales sería imposible la rehabilitación civil. Esto es inadmisible incluso para los delitos más graves, cualquiera sea la teoría de la pena que se sostenga puesto que por más grave que sea el delito siempre es indispensable prever un momento en el cuál después del cumplimiento o extinción de la pena, la huella jurídica del delito se extinga definitivamente.// En distintas normas el código penal prevé la finiquitud de la pena (sea que se extinga, art. 51 inc. 1°; la libertad condicional de la prisión perpetua a los veinte años -art. 13-; plazo para la extinción de la pena -art. 65-, todas estas del código penal), pero en cualquiera de los casos, la carencia de un límite legalmente establecido en forma expresa en la ley, obliga a deducirlo por imperio constitucional, art. 1°, 18 de la Const. Nac., normas éstas ampliamente vulneradas en la resolución que se intenta impugnar.

42

Partimos de la base que en un estado de derecho las penas perpetuas en sentido

estricto -como consecuencia que acompaña de por vida al condenado- son

inconstitucionales (citó el art. 18 de la Constitución Nacional), por lo que resulta

indispensable en el caso establecer cuándo y bajo qué condiciones recupera su

libertad quien ha sido condenado a la pena de prisión perpetua con declaración de

reincidencia, pariendo de que la solución de ese supuesto no es expresamente dada

por la legislación de fondo.

Una interpretación armónica -y constitucionalmente admisible- de los arts. 13 y 53

del Código Penal: afirmó que a la luz del artículo 53 CP el condenado a prisión

perpetua en última condena con más la accesoria de reclusión por tiempo

indeterminado puede solicitar la libertad condicional una vez transcurridos 25 años

de prisión o reclusión, lo que -dijo- surge de sumar los 20 años a que refiere el

artículo 13 del CP mas otros 5 de cumplimiento de la pena accesoria prevista en el

art. 53 del CP.

Además aplicando el régimen del art. 53, de sumarse a los anteriores 25 años otros

5 de cumplimento en libertad condicional, la pena debía considerarse agotada a los

30 años.

Respuestas del Tribunal de Casación: “los condenados a penas perpetuas que

sean reincidentes pueden obtener el beneficio de la libertad condicional al cumplir

25 años de reclusión o prisión y, a partir de ello, transcurrido el plazo de 5 años sin

que la libertad haya sido revocada, extinguir la pena por aplicación de lo dispuesto

por los arts. 13, 14, 16 y 53 del CP (vigentes al momento del hecho)”

-Causa nº 55.700/Sala V “Vázquez”. Reg. 458 del 3.10.2013.-

-Causa nº 38.699/Sala I “Coronel”. Reg. 1016 del 25.10.2012

-Causa nº 46.128/Sala I “Maidana”. Reg. 588 del 11.4.2013 (sin reincidencia).-

*EL CÓMPUTO DE PENA NO HACE COSA JUZGADA (cuando se perjudicó al

interesado)

CAUSA 72.661 SALA TERCERA 12/2/16 ROJAS MARCELO

Las decisiones impugnadas pasan por alto la doctrina de Sala según la cual la

naturaleza administrativa del cómputo no hace cosa juzgada -y esto a propósito de

los errores que pudieran producirse en su realización-, además de mostrar un

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43

excesivo apego a cuestiones formales que termina por desnaturalizar el derecho de

defensa del imputado, al hacerlo cargar con omisiones atribuibles al propio tribunal

de primera instancia que, no obstante unificar la pena impuesta a Marcelo Rojas en

la causa número 4525 con la impuesta en la causa número 3784 de su propio

registro, omitió considerar, al practicar el respectivo cómputo, que esta última era

también única, incluyendo la –igualmente unificada- aplicada en la causa número

1384/09 del Juzgado en lo Correccional número abarcativa, a su vez, de la

impuesta en las causas números 834, 1810 y 485 del Tribunal en lo Criminal número

1, en las que el condenado registraba tiempos de prisión cautelar computables que

se debieron certificar.

Tiene dicho desde antiguo la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, en

materia criminal, en la que se encuentran en juego los derechos esenciales de la

libertad y el honor, deben extremarse los recaudos que garanticen plenamente el

ejercicio del derecho de defensa; importando la tutela de dicha garantía un

adecuado asesoramiento legal, que asegure la realidad sustancial de la defensa en

juicio (Fallos, 5:459; 192:152 –LL, 26-133-; 237:158; 255:91, entre muchos otros).

*ANALISIS DE LAS DENEGATORIAS EN LOS DISTINTOS REGIMENES EN LOS QUE SE

PUEDE INCLUIR AL CONDENADO.-

Como habitualmente las mismas se encuentran vinculados a la cuestión de falta de

tratamiento psicológico o de adicciones, valoración de sanciones disciplinarias de

antigua data o significándolas de manera excesiva, ausencia de actividad laboral o

educativa intramuros, ausencia de transito intramuros por regimenes mas flexibles

antes de la libertad, cuestiones basadas en declaraciones efectuadas por el

interesado en los informes psicológicos. Análisis de lo que debe entenderse por

cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios. Algunas denegatorias tienen

que ver con el delito cometido y las prohibiciones de la ley 12256 y por la supuesta

inconstitucionalidad -en perjuicio del condenado- del art 104 ley 12256

*La denegatoria fundada en calidad del delito cometido (art 14 2da parte CP).-

La restricción para acceder al beneficio, basada exclusivamente en que el delito

por el que Améndola fue condenado, con independencia de la regular observancia

44

de los reglamentos carcelarios, constituye una reglamentación irrazonable que

violenta el principio de igualdad ante la ley, la finalidad de resocialización de la

pena y el régimen de progresividad (artículos 16 y 18 de la Constitución Nacional; 7

de la D.U.D.H.; 5.6 de la C.A.D.H.; 10.2.b) y 26 del P.I.D.Cy P.).

El sistema carcelario debe ser, por manda constitucional, para seguridad y

reeducación –y no para castigo- de las personas incluidas en sus establecimientos.

Así, el régimen penitenciario progresivo aparece como un derecho que debe ser

reconocido a todos los penados.

La reinserción social es el principio que debe guiar la ejecución de la pena y, en

consecuencia, la intensidad del castigo impuesto debe ir disminuyendo a fin de

permitirle al penado tomar contacto en forma paulatina con la sociedad libre, por

lo que pretender excluir de los egresos anticipados a Matías Ezequiel Améndola

únicamente a partir del delito cometido, repugna el principio de igualdad ante la

ley 25.892 ( artículos 8 inciso 2.h. de la C.A.D.H.; 450, 451, 465, 530 y 531 del

C.P.P.) (sala 3 causa número 72.477 caratulada “Améndola, Matías Ezequiel s/

recurso de casación” 03/03/16).

*La condición de reincidente no declarada.

Entiendo que la potestad para declarar la reincidencia sólo puede ser ejercida por

el tribunal que resulte competente para dictar sentencia definitiva en la causa, y

mientras se encuentre en ejercicio de esa competencia (artículo 18 de la

Constitución Nacional). Y así, la falta de la declaración de reincidencia en tiempo

oportuno (sentencia condenatoria) obsta a su consideración por la Cámara de

Apelación o por el Juez de Ejecución, quienes deben circunscribir su actuación al

contenido de la sentencia existente. De otra forma, se estaría violentando el

debido proceso legal (artículo 18 de la Constitución Nacional).

Por lo expuesto corresponde, y así lo propongo al Acuerdo, declarar admisible la

queja y procedente el recurso de casación interpuesto, sin costas, devolviendo

jurisdicción a la Cámara de Apelación y Garantías para el dictado de un nuevo

pronunciamiento acorde a lo aquí resuelto (SALA 3 causa número 71.513

caratulada “Luís, Sergio Aníbal s/ recurso de queja”, 10/12/15).-

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45

*Relevamiento en particular para los distintos derechos liberatorios

SALIDAS TRANSITORIAS

El análisis del cumplimiento regular de los reglamentos (en el caso una sanción

por participar en una reyerta del año 2013).

voto Dr. Kohan: es opinión de quien esto escribe que la conducta del condenado

debe evaluarse en forma integral y no aislada tomando en cuenta el último período

de observación, toda vez que la "observación de los reglamentos

carcelarios" exigida por el art. 13 del Código Penal para la procedencia del

beneficio en estudio apunta precisamente a la totalidad de la estancia del interno

en el establecimiento carcelario. Así, la evaluación integral del comportamiento

del imputado responde al término "regularidad" consignado en el texto de la norma,

de ahí que considero, a la vista de lo acreditado en autos, que el penado de marras

no ha cumplido con el requisito aludido, y por ende la crítica no puede tener

favorable acogida.

La jurisprudencia ha establecido en casos análogos al presente que "No procede

hacer lugar a la libertad condicional, debido a las informaciones suministradas ...

de donde surge que el condenado registra diversas sanciones

disciplinarias..."(C.N.Crim. Corr. Cap. Fed., Sala VI, rta. 3/3/83 inédito, citado en

el "Código Penal y Normas Complementarias. Análisis doctrinario y jurisprudencial"

por Zaffaroni, Baigún y otros, T° I, pág. 29).

En igual sentido, en otro fallo que resulta de aplicación al caso en examen, se ha

dicho que "Ha sido erróneamente aplicado el art. 13 del Cód. Penal, en virtud del

cual se concede al imputado la libertad condicional, si el director de la

penitenciaría informó que tenía calificada su conducta de pésima y estimó que no

ha cumplido los reglamentos carcelarios, por haber cometido "desacato verbal" y

haber participado en otros sucesos, razón por la cual fue sumariado. Si el penado

no observó los reglamentos carcelarios, el art. 13 del Cód. Penal ha sido

erróneamente aplicado...". (T.S. Córdoba, 21/3/61, BJC, V-287).

También abona la postura por mí esgrimida el fallo que ha dicho que "La

observancia regular de los reglamentos carcelarios, como presupuesto exigido por

46

el artículo 13 del Código Penal, a los efectos de obtener la libertad

condicional, consiste en el cumplimiento correcto y adecuado de la reglamentación

pertinente, comprendida integralmente como trabajo, disciplina y educación

durante el plazo que la ley señala, sin infracciones graves o repetidas...analizada la

influencia de ellas en la formación del concepto." (El iluminado me pertenece, TSJ

Córdoba, Sala Penal, c. "T., J.A.", LL 1998-F-683, LLC 1998-819).

Asimismo cabe destacar que los requisitos nominados en el art. 13 del C.P., a los

que también remite el art. 104 de la ley 12.256, resultan taxativos y en modo

alguno puede el intérprete crear otros distintos a los legislados u obviar los mismos.

Y en ausencia del cumplimiento de todos o de alguno de ellos, como en el sub lite,

la obtención del beneficio aludido se trunca.

De tal modo, aun cuando comparto con la Cámara que las resoluciones del

Departamento Técnico Criminológico no resultan vinculantes, estimo que el “a

quo” no ha esbozado valederas razones para apartase de la conclusión arribada por

el mismo la cual, en mi sentir, aparece razonable.

La circunstancia invocada por la Cámara, esto es poseer el encartado una sanción

disciplinaria de vieja data (vigente a la fecha por revestir carácter grave en virtud

de tratarse de una reyerta generalizada protagonizada por él mediante el uso de un

elemento punzo cortante), no puede constituir por sí misma un óbice para la

concesión del beneficio en trato si, como en el caso, la referida sanción no incide

actualmente en la calificación de la conducta que recayera sobre el nombrado y, lo

que resulta determinante, la Alzada no explicó de qué manera ésta logra

neutralizar los elementos antes ponderados.

Por lo tanto, la resolución recurrida desconoce las previsiones de la Ley de

Ejecución Penal Nacional 24.660 (arts. 15, 16 y 17), en sintonía con los artículos

146 -y su remisión a los arts. 100 y 133- y 147 de la Ley de Ejecución Penal

Provincial n° 12.256, circunstancia que hace descalificable al pronunciamiento en

crisis, en ese punto, como acto jurisdiccional válido a tenor del art. 106 del C.P.P..

Expuesto ello cabe destacar que en el régimen de progresividad, a medida que se

avanza en el mismo, las exigencias requeridas para acceder a los diversos institutos

y beneficios van en aumento, con lo cual la sanción -en los términos indicados

supra- que constituye un óbice a los efectos de ser incluido en un régimen de

libertad condicional o asistida, en el caso no lo es a los fines de obtener una

primera aproximación al medio libre como serían las salidas transitorias. (Sala 4

causa N° 72.961 de este Tribunal, caratulada: "BRITO, Sergio Daniel s/ Recurso de

Casación". Noviembre 2015).-

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47

*Denegatoria apoyada en factores subjetivos del condenado: se fundamentó que

dado la actitud del encartado ante los conflictos emergentes en sus relaciones

de pareja, los que habrían sido el aparente detonante de su conducta

transgresora, resulta prudente por el momento que el mismo se incorpore a

actividades de capacitación y continúe las que desarrolla, en particular, con el

tratamiento psicológico que ha abordado junto a su pareja.

En el caso se relativizó la consideración de los aspectos positivos de la conducta

desarrollada por Samaniego intramuros (conducta muy buena 8, concepto bueno,

sin registros de sanciones disciplinarias, se encuentra incorporado al régimen

abierto y la opinión favorable vertida por el Departamento Técnico Criminológico).

En efecto las salidas transitorias aparecen como un paso necesario a los efectos de

preservar adecuadamente el principio de progresividad (art. 6 de la ley 24.660), el

cual no debe ser menoscabado con la invocación de razones meramente dogmáticas

afectándose la debida ejecución penal.

Por otro lado, no se entiende por qué la concesión del beneficio en trato obstaría

que el condenado pueda incorporase a actividades de capacitación o continuar las

que actualmente viene desarrollando. (causa 71.189 Sala V Samaniego Ricardo

Ramón s/ recurso de queja del día 03/12/15)

*INCONSTITUCIONALIDAD ART 100 LEY 12.256 - aplicación de la ley 24660.-

La validez de las normas jurídicas se subordina a su adecuación formal y sustancial

a las disposiciones de la ley fundamental, por lo que el control de

constitucionalidad propiciado en la impugnación habrá de estar dirigido a verificar,

en el caso concreto, si la norma de jerarquía inferior: el art. 100 de la ley 12.256,

responde a las directivas resultantes de una norma superior, procurando evitar que

el ejercicio del poder se torne autocrático.

La norma en cuestión consagra el impedimento a los condenados por el delito

previsto en el art. 165 del Código Penal de ser incluidos en el régimen ordinario de

salidas transitorias, por lo que somete a un régimen de ejecución más gravoso a los

condenados en base a dicha figura.

De igual forma, el art. 56 bis de la Ley 24.660, que en la especie opera como piso

48

mínimo sobre el cual deben erigirse los ordenamientos provinciales (Conf.

CSJN, fallos 328:1146, TCP, Sala VI, C. 55347, “M.R., M.G. s/hábeas corpus”, rta.

6/10/12, reg. 10/12), determina que los internos que se hallan en la condición

prevista en la norma se encuentran compelidos a cumplir íntegramente las

sanciones que les sean aplicadas y recién, una vez agotadas, pueden egresar al

medio libre en forma abrupta (con la única excepción de aquellos que accedan al

beneficio del párr. 6to del art. 100 de la Ley 12.256).

Con ello, se advierte una restricción más intensa de la libertad, una contradicción

intrasistemática y una fuerte tensión con los fines previstos para el encierro por las

normas fundamentales.

La creciente tendencia a profundizar el análisis de la etapa de ejecución de la pena

privativa de libertad a través del fortalecimiento del modelo penitenciario

progresivo (art. 6 ley 24.660 ) y la “judicialización” o “jurisdiccionalización” de la

ejecución permiten advertir la trascendencia de la decisión que se pretende, por el

valor que habrá de tener para reconfigurar la pena impuesta judicialmente (CSJN

9/3/04 fallos 327:388).

El proceso de determinación de las consecuencias jurídicas de un delito se integra

de tres clases de normas penales: las relativas a la previsión legal de las penas

junto con su concreción en los tipos de la parte especial, las que se refieren a su

determinación en el caso concreto (individualización) y las relativas a su ejecución;

previsión legal, individualización y ejecución son aspectos determinantes del

contenido material de un sistema de sanciones (cf. Silva Sánchez, J. ¿Política

criminal del legislador, del juez, de la administración penitenciaria? Sobre el

sistema de sanciones del Código Penal español, en AA.VV., La administración de

justicia en los albores del tercer milenio).

La norma en cuestión (art. 100 ley 12.256), al no atender la situación de la persona

en concreto, pues el ingreso a una prisión, en tal calidad, no despoja al hombre de

la protección de las leyes y, en primer lugar de la Constitución Nacional (CSJN,

Fallos 318:1894), consagra una categoría de personas que, por haber realizado el

tipo indicado (165 CP), habrán de ser inocuizados o neutralizadas, al no permitirles

gozar la posibilidad de salidas transitorias, estableciendo de modo general un fin

propio de las teorías de la prevención general negativa de la pena (ajena a la

prevista con jerarquía constitucional).

Los arts. 10.3 PIDCyP y 5.6 CADH proclaman como finalidad esencial del régimen

penitenciario la reforma y readaptación social a través del tratamiento, las Reglas

Mínimas para el tratamiento de Reclusos de las Naciones Unidas que, conforme la

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49

CSJN, configuran las pautas fundamentales a las que debe adecuarse toda

detención (Fallos 328:1146) establecen que es conveniente que, antes del término

de la ejecución de una pena o medida, se adopten los medios necesarios para

asegurar al recluso un retorno progresivo a la vida en sociedad (Regla 60.2).

Aunque las normas apuntadas emplean un lenguaje amplio y susceptible de

distintas interpretaciones, avanzan en sentido contrario al de la restricción aquí

cuestionada.

Lo propio ocurre con los arts. 4 y 5 de la Ley 12.256 y 1 de la Ley 24.660 que se

enderezan hacia el mismo objetivo y también en la jurisprudencia de la Corte

Suprema de Justicia de la Nación que tiene dicho que "la seguridad, como deber

primario del Estado, no sólo importa resguardar los derechos de los ciudadanos

frente a la delincuencia sino también, como se desprende del citado art. 18, los de

los propios penados, cuya readaptación social se constituye en un objetivo superior

del sistema y al que no sirven formas desviadas del control penitenciario" (Fallos:

318:2002).

El plexo normativo reseñado indica, en síntesis, que la previsión en crisis resulta

contraria al mandato resocializador inequívocamente contenido en nuestro

ordenamiento, al impedir el progreso a través del régimen y eliminar cualquier tipo

de incentivo para la superación personal de los internos.

Se trata de una norma propia de la teoría general negativa de la pena, pues

excluye a todas las personas que cometan determinados delitos de los beneficios

que prevé, persiguiendo el propósito de disuadir a los ciudadanos a no cometer los

delitos que individualiza por las consecuencias que establece.

De esta forma se impone la preeminencia de los intereses del cuerpo social por

sobre las garantías del condenado, lo que responde a un visión corporativa y

organicista de la sociedad, que se convierte en el centro de la atención, en

detrimento del concepto de persona (arts. 1 DUDH y 1 CADH), poniendo en crisis el

básico concepto de dignidad humana con lo que se desconoce por esta vía lo

previsto en la ley fundamental.

El análisis de la validez constitucional de una norma de jerarquía legal, constituye

la más delicada de las funciones susceptibles de encomendarse a un tribunal de

justicia y es sólo, en consecuencia, practicable como razón ineludible del

pronunciamiento que la causa requiere, entendiéndose que por la gravedad de

tales [exámenes] debe estimárselo como ultima ratio del orden jurídico, de tal

50

manera que no debe recurrirse a él sino cuando una estricta necesidad lo requiera

(doctrina de Fallos: 260:153 entre otros).

A ello debe agregarse que es deber de los magistrados agotar todas las

interpretaciones posibles de una norma antes de concluir con su

inconstitucionalidad, pues la adopción de dicho temperamento es un remedio

extremo, que sólo puede operar cuando no resta posibilidad interpretativa alguna

de compatibilizar la ley con la Constitución Nacional y los tratados internacionales

que la integran, dado que siempre importa desconocer un acto de poder de

inmediata procedencia de la soberanía popular, cuya banalización no puede ser

republicanamente saludable (Fallos 328:491).

La sujeción del juez no puede ser del tipo acrítico e incondicionado, sino

sometimiento ante todo a la Constitución, que impone al Juez la crítica de las leyes

inválidas a través de su re-interpretación en sentido constitucional y la denuncia de

su inconstitucionalidad.

La validez propiamente dicha, la constitucionalidad de la ley, está vinculada al

significado o contenido que depende de la coherencia con las normas sustanciales

sobre su producción, como el principio de igualdad y los derechos fundamentales,

que limitan y vinculan al poder legislativo excluyendo o imponiendo determinados

contenidos (Conf. Luigi Ferrajoli “Derecho y razón. Teoría del garantismo penal”.

Editorial Trotta. Año 1997. Pág. 874).

Sobre estos cimientos, y con apoyo en las previsiones que establecen la supremacía

de la CN y la función que le corresponde a los jueces (arts. 31, 116 Y 117), desde

1888 se ha sostenido que es elemental en nuestra organización constitucional, la

atribución que tienen y el deber en que se hallan los tribunales de examinar las

leyes en los casos concretos que se traen a su decisión, comparándolas con el texto

de la Constitución para averiguar si guardan o no conformidad con ésta, y

abstenerse de aplicarlas, si las encuentran en oposición con ella, constituyendo

esta atribución moderadora, uno de los fines supremos y fundamentales del poder

judicial nacional y una de las mayores garantías contra los abusos posibles e

involuntarios de los poderes públicos (Fallos: 33:162) .

Corresponde, a esta altura, identificar el fin de la pena – sujeto a disquisiciones

políticas y filosóficas- con el propio de la ejecución penal –determinado por las

leyes 12.256 y 24.660- (v. así, Salt, Marcos y Ribera Beiras, Iñaki, Los derechos

fundamentales de los reclusos, Ed. del Puerto, Buenos Aires, 1999, p. 169).

Debe reconocerse, sin embargo, que en sentido contrario se podría señalar que

“resocialización” no equivale sin más a “externación” y que, como surge del propio

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51

texto de las Reglas Mínimas, es factible instaurar un régimen progresivo a

desarrollarse intramuros. Este componente, de hecho, está presente en las leyes

12.256 y 24.660, que establecen distintas fases y períodos a lo largo de los cuáles

los reclusos conviven sujetos a niveles de supervisión y disciplina disímiles y que

tienden a promover en forma paulatina la autogestión.

En esta línea, también se puede indicar que la restricción apuntada no resulta en sí

misma contradictoria con el ideal resocializador, sino que se asienta en la

necesidad de adecuar la progresión en el régimen carcelario al grado de

indiferencia o rechazo al orden jurídico puesto de manifiesto por cada imputado,

tal como ocurre con el artículo 14 del C.P., al consagrar la prohibición de conceder

la libertad condicional a los reincidentes cuya validez ha sido refrendada por la

CSJN (Fallos 311:1451), por caso, se apoya en un razonamiento similar.

En el sentido expuesto puede verse que el Estado se encuentra facultado para

diseñar distintos sistemas que, atendiendo las particularidades de los internos,

redunden en un trato desigual, siempre que se apoyen en razones atendibles y

obedezcan a fines consistentes con el Estado de derecho, aún cuando el mandato

rehabilitador impone a las autoridades el deber de proporcionar a los internos

condiciones para su desarrollo personal que favorezcan su integración a la vida

social.

Además de ello, como derecho de las personas privadas de su libertad, el objetivo

de la reinserción no puede ser utilizado jamás para restringir o limitar sus derechos

o facultades sino que, por el contrario, tiene que influir positivamente en los

distintos aspectos del régimen penitenciario y actuar como principio de

interpretación de todas las normas en la materia, que deben leerse en el sentido

más favorable al cumplimiento de esta obligación, de favorecer la posibilidad de

que desarrollen una vida normal (Salt y Rivera Beiras, cit., p. 177).

Del mismo modo, la progresividad del sistema también es un derecho de los

internos que deriva del principio de mínima intervención y atenuación de los

efectos nocivos del encierro que debe guiar la actividad del Estado durante la

ejecución, como consecuencia del ideal resocializador proclamado en los

instrumentos reseñados (Salt y Rivera Beiras, cit., p. 231), mas allá que la

respuesta favorable al tratamiento, sin hesitación, constituya una condición

necesaria al considerar el avance a través de sus distintas etapas.

En esta misma línea, la CSJN ha sostenido que el nuestro es un modelo

52

constitucional en el que subyace la concepción de que la prisión sólo se justifica si

se la ejecuta de tal modo que se asegure que el individuo, en algún momento,

habrá de poder convivir en sociedad pacíficamente, lo que impone al legislador y a

los jueces el deber de asumir los posibles riesgos de la libertad del condenado,

pues no hay readaptación social sin perspectiva real de alcanzarla (voto del juez

Petracchi, en G. 560. XL. Recurso de hecho. “Gramajo, Marcelo Eduardo s/ robo en

grado de tentativa”, causa N° 1573, cons. 30).

Sostener que la ley de ejecución establece supuestos donde el egreso definitivo de

la persona privada de su libertad no se produce hasta el vencimiento de la pena, en

consecuencia, no sólo hace coexistir junto al régimen progresivo, a uno lineal y

despojado de posibilidades, sino que resulta inconsistente con los compromisos

internacionales asumidos por el Estado y con una concepción que pretenda

tomarlos con seriedad y brindarles un contenido verdaderamente operativo .

De otro lado, los objetivos declarados de la propuesta que terminó siendo

convertida en ley tampoco se condicen con las pautas enumeradas. En efecto, los

fundamentos de la Ley 12.543 detallan que “las modificaciones al régimen vigente

que se propician […] tienden a la protección de los intereses públicos contra el

accionar de la criminalidad actual, donde personas sobre las cuales recayeron

severas penas por graves delitos, no llegan a cumplir el tiempo mínimo e

indispensable, dentro de un instituto carcelario para lograr uno de los fines básicos

de la pena, esto es la readaptación del individuo al medio”.

Afirman que “deviene perentorio introducir […] modificaciones al régimen vigente

de modo tal que se evite que delincuentes temerarios o habituales se beneficien

con una regulación excesivamente permisiva […] (Y que) (c)on el incremento de la

actividad delictiva y la consecuente sensación de inseguridad de la población puede

verificarse el deterioro de la imagen del sistema penal…”. Y que “se intenta

determinar la procedencia de dicho beneficio [las salidas transitorias], conforme al

delito que hayan cometido. Así, se excluyen aquellos casos en que los delitos sean

de suma gravedad y trascendencia social”.

La modificación parte de la asunción infundada de que aquellos sujetos que

cometen delitos particularmente graves, lo harán nuevamente de no purgar

íntegramente su condena, como consecuencia de su insuficiente adaptación al

medio. Y de esta forma, sugiere que la forma más eficiente de lograr el cometido

propio del instituto es mantener al sujeto privado de su libertad durante un período

más extenso, pero no contempla como contrapartida mecanismos de tratamiento

especiales para revertir esta situación.

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53

Ello evidencia que la reforma fijó una presunción de peligrosidad iuris et

iure incompatible con el principio de legalidad criminal y el art. 8 CADH, por

tratarse de una expresión del ius puniendi estatal sobre la base de las

características personales y no del hecho cometido, que al ingresar en el campo del

derecho penal de autor, abre la puerta al autoritarismo en una materia en la que se

hallan en juego los bienes jurídicos de mayor jerarquía (Corte IDH, Caso Fermín

Ramírez vs. Guatemala, sent. 20 de junio de 2005 (Fondo, Reparaciones y

Costas), cons. 94).

A mayor abundamiento, la Corte IDH plantea que “La valoración de la peligrosidad

del agente implica la apreciación del juzgador acerca de las probabilidades de que

el imputado cometa hechos delictuosos en el futuro, es decir, agrega a la

imputación por los hechos realizados, la previsión de hechos futuros que

probablemente ocurrirán. Con esta base se despliega la función penal del Estado.

En fin de cuentas, se sancionaría al individuo […] no con apoyo en lo que ha hecho,

sino en lo que es. Sobra ponderar las implicaciones, que son evidentes, de este

retorno al pasado, absolutamente inaceptable desde la perspectiva de los derechos

humanos “ (cit., cons. 95).

No puede dejarse de señalar que esta inteligencia de las cláusulas en juego

también es defendida por la CSJN que ha sostenido que la pena debe ser

proporcional a la culpabilidad del autor y a la gravedad de la lesión al bien jurídico

concretamente afectado, y que nuestra Constitución impone desde siempre un

derecho penal de acto, rechazando toda forma de reproche ajena a dicha

consideración. En este sentido, la Corte ha afirmado que “lo contrario sería

consagrar una discriminación entre los seres humanos, jerarquizarlos, considerar a

unos inferiores a otros; y penar esa pretendida inferioridad de la persona, en el

fondo, cancelaría directamente el concepto mismo de persona” (Fallos 328:4343).

En el caso de autos, pese a la interpretación que el A-Quo hiciera, cualquiera sea el

método que se emplee, se advierte que el juicio de peligrosidad se encuentra

implícito en la norma sin admitir ningún tipo de prueba en contrario, ni requerir

tampoco algún aval para sustentar esta conclusión, adosando así a todos los

condenados por el catálogo de delitos allí enumerados dicha calidad, en una

grosera simplificación que no encuentra apoyo en datos empíricos, ni se condice

con la información disponible.

Este pronóstico no sólo conculca principios fundamentales de un Estado liberal de

54

derecho, sino que resulta, además, casi imposible de sostener racionalmente en la

práctica. Medidas de prevención especial como la que aquí se examina, para estar

bien dirigidas, presuponen conocimientos exactos acerca de si existe el peligro de

reiteración delictiva en el autor individual y cuál es su magnitud. Y desde este

punto de vista, la criminología se ha ocupado de señalar, una y otra vez, la

imposibilidad de formular una predicción concluyente (voto del juez Petracchi, en

cit., cons. 38).

En la especie, no se trataría de una restricción válida, dado que los derechos de

nuestra Constitución sólo puede ser acotados para el caso en que se persiga una

finalidad adecuada, si la limitación a su goce es proporcional al fin que persigue y

si no existe otra vía menos gravosa para conseguirlo (Corte IDH, OC, 5-85), sin que

sea suficiente demostrar que la ley cumple un objetivo útil y oportuno (CIDH,

Informe Nº 38/96, caso 10.506, Argentina, 15 de octubre de 1996).

El Estado no tiene discreción absoluta para decidir sobre los medios a adoptarse

para proteger el “bien común” o el “orden público”. Las medidas que, como

sucede aquí, condicionen el ejercicio de derechos previstos por la CADH deben

establecerse con arreglo a ciertos requisitos de forma que atañen a los medios a

través de los cuales se manifiestan y condiciones de fondo, representadas por la

legitimidad de los fines que pretenden alcanzarse con ellas (CIDH, cit.).

Del mismo modo, la doctrina del sistema interamericano de derechos humanos no

prohíbe todas las diferenciaciones en el tratamiento del goce de los derechos y

libertades protegidas, sino que requiere en el fondo que toda distinción se funde en

una justificación objetiva y razonable, que impulse un fin legítimo, habiendo

tenido en cuenta los principios que normalmente prevalecen en las sociedades

democráticas, y que los medios sean razonables y proporcionados (CIDH, Informe

sobre Terrorismo y Derechos Humanos, OEA/Ser.L/V/ll.116 Doc. 5 rev. 1 corr, 22 de

octubre de 2002).

Aquí se advierte con claridad que aunque los fines perseguidos por el art. 100 de la

Ley 12.256 son atendibles, no puede predicarse que los obstáculos que interpone al

acceso de condenados, como Valdez, a casi la totalidad de las formas de libertad

anticipada, por el sólo hecho de la ofensa cometida, sean razonables o adecuados a

una comunidad como la que pretende nuestra Constitución, en tanto tiende a

prolongar la segregación de individuos por sí repudiados por la sociedad y

seleccionados, comúnmente, de sus estratos más postergados.

Nuevamente, en la medida en que consagra una prohibición prácticamente absoluta

e impide toda consideración individual relativa al peligro efectivo que emanaría del

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55

afectado, y no permite la aplicación de un medio menos lesivo, la formulación de

la regla no satisface requisitos mínimos que aseguren la adecuación de la injerencia

al principio de proporcionalidad (voto del juez Petracchi, en cit., cons. 40). De

hecho, de la simple lectura del decisorio impugnado, surge que el dispositivo legal

es aplicado de esta forma, sin atender a las particularidades del caso.

Así, el A-quo se ha limitado a consignar los términos de la condena y la calificación

legal atribuida al comportamiento del encausado para fundar su negativa, sin

detenerse siquiera por examinar si éste cumplía alguno de los recaudos previstos.

Por lo que el hecho de que, según lo informado por la defensa técnica, el

interesado en virtud de estar incorporado al régimen abierto por resolución de

fecha 8/6/2012 y el tiempo de detención que viene cumpliendo, habiendo

alcanzado el día 20 de enero de 2015 el requisito temporal para acceder al

instituto en trato –fs. 4-, ha sido juzgado absolutamente irrelevante, lo que pone

de manifiesto el trato desigual que le ha sido propinado como consecuencia de la

legislación vigente.

Como consecuencia de lo expuesto, la norma en examen parte de una concepción

de la ejecución penal reñida con previsiones de distinta jerarquía, responde a una

teoría de la pena censurable e inconciliable con nuestro ordenamiento, se apoya en

nociones propias del derecho penal de autor y propone una diferenciación

insostenible entre sujetos sometidos la más grave de las sanciones admitidas en

democracia, por lo que ante la imposibilidad de reconducirla de manera que le

permita salvar estas dificultades, debe inexorablemente postularse su

incompatibilidad con la CN.

En base a lo expuesto, entonces he de proponer al acuerdo que se haga lugar al

recurso de casación articulado por el Defensor Oficial, Dr. Mario Alberto Nápoli, se

declare la inconstitucionalidad del art. 100 de la Ley 12.256 en cuanto ha

restringido la posibilidad del imputado de autos de ser incluido en el régimen de

salidas transitorias con fundamento en consideraciones reñidas con nuestra ley

suprema y, consecuentemente, se devuelvan las actuaciones a la Sala III de dicho

departamento judicial a fin que dicte un nuevo decisorio siguiendo los lineamientos

aquí expuestos (arts.18, 19, 31, 116 Y 117 CN, 1, 5.6, y 8 CADH, 1 DUDH, 10.3

PIDCyP, 60.2 de las Reglas Mínimas para el tratamiento de Reclusos de las Naciones

Unidas, 4, 5 y 100 de la Ley 12.256, 1 y 56 bis de la Ley 24.660, 14 y 165 CP, 20 inc.

1, 106, 210, 421, 433, 450, 454 inc. 4, 511, 530 y 531 CPP.).

56

Así lo voto.

A la misma segunda cuestión planteada, el señor juez doctor Natiello, dijo:

Me aparto respetuosamente del sufragio del doctor Maidana.

Es que entiendo, que la declaración de inconstitucionalidad de una ley o decreto

constituye un acto de suma gravedad institucional, de manera que debe ser

considerada como la última ratio del orden jurídico (conf. SCJBA autos “Silacci de

Mage, L. 45.654, rtos. 28/5/91). En igual sentido se ha expresado la Corte Suprema

de Justicia de la Nación (E.D., 1-12, 10/2/1961).

A su vez, se ha exigido como indispensable, para la suficiencia de una impugnación

de carácter constitucional, la exposición del modo en que la norma cuestionada

quebrantaría las cláusulas constitucionales invocadas y que exista una relación

directa entre aquella y éstas (autos “Playamar S.R.L., I 1329, rtos. 10/12/92).

Humildemente, creo que nada de ello ocurre en el caso en estudio, dado que no se

violenta principio constitucional alguno con una mera norma en la que entran en

juego –para una sana discreción del legislador- razones de política criminal y por

ende, excede el ámbito del examen “la conveniencia, oportunidad, acierto o

eficacia del criterio adoptado por el legislador en el ámbito propio de sus

funciones” (“Pupelis, María”, C.S.J.N. 14/5/91).

Todo lo precedentemente expuesto me persuade que el texto legal censurado por

la defensa no transgrede el contenido del artículo 16 de la Constitución Nacional

ni, de igual modo, el de los artículos 28 y 31 de la misma.

Por tanto, es opinión del suscripto que al haberse realizado un pormenorizado

análisis de la razonabilidad, debo pronunciarme por la concurrencia de tal calidad.

Sobre este punto, conviene recordar que el control de constitucionalidad que les

incumbe a los tribunales se reduce al examen de si la ley es o no razonable, pero

no llega al de la conveniencia o acierto del criterio adoptado por el legislador en el

ámbito propio de sus atribuciones. (S.C.J.B.A., c. "P., D. E. s/ Incidente de

excarcelación" - SCBA - P 38504 S - 1-8-1989 Juez SAN MARTIN (SD) PUBLICACIONES:

AyS 1989-II, 774 MAG. VOTANTES: San Martín - Mercader - Laborde – Rodríguez Villar

- Negri TRIB. DE ORIGEN: CP0002LP; c. "C., V. s/ Incidente de libertad condicional" -

SCBA - P 38533 S - 1-8-1989 Juez SAN MARTIN (SD) PUBLICACIONES: AyS 1989-II, 774

MAG. VOTANTES: San Martín - Mercader - Laborde - Rodríguez Villar – Negri TRIB. DE

ORIGEN: CA0002LP entre muchos otros).

Como ya dijera, la redacción de las normas cuestionadas, obedece a una cuestión

de política criminal y de técnica legislativa.

Al estructurarse en nuestro país la división de poderes y de funciones, inherentes a

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57

nuestro sistema constitucional de gobierno, aceptándose que el Poder Judicial es el

guardián de la constitucionalidad, para así asegurar la supremacía de la Carta

Magna, se abre de inmediato una excepción, puesto que el ejercicio por parte de

cada uno de los poderes de competencias que le son privativas, es estrictamente

político, y en su ámbito no puede penetrar la revisión judicial (cf. Germán J. Bidart

Campos, “Derecho Constitucional, Tomo I, Ediar, Buenos Aires, 1964, pág. 798).

Ello es así, por cuanto el Poder Ejecutivo y el Legislativo necesitan, para la

conducción del Estado, disponer de un margen de arbitrio incontrolado, en cuyo

uso cada uno de ellos se encuentre libre del control del otro, dicho reducto

privativo es el que demarca el contorno de las cuestiones no judiciables (cf.

Germán J. Bidart Campos, op. Cit. Pág. 799).

El efecto de esta construcción es que las decisiones adoptadas en tales materias

por el ejecutivo o el legislativo se agotan en la propia instancia de la que emanan,

sin que puedan ser llevadas a través de una cuestión de constitucionalidad ante las

cortes judiciales.

Así, la estructuración, organización y delimitación de competencias a través del

dictado del ordenamiento legal procesal, es una facultad política inherente al

órgano legislativo, conforme lo dispuesto en los artículos 75 inciso 20 de la

Constitución Nacional y 166 de la Constitución Provincial, sin perjuicio de las

eventuales posibilidades reglamentarias concedidas al ejecutivo, o en algunos

casos, al judicial, que se encuentra exenta de todo control judicial, en tanto se

respeten las normas básicas contenidas sobre el punto por la Constitución Nacional.

Como refuerzo de lo sostenido hasta aquí, creo conveniente traer a colación la

doctrina legal de nuestro más Alto Tribunal Nacional, cuando en los autos “Pupelis,

María”, sentó que: “la declaración de inconstitucionalidad de una disposición legal

es un acto de suma gravedad institucional ya que las leyes debidamente

sancionadas y promulgadas, esto es, dictadas de acuerdo a los mecanismos

previstos en la Ley Fundamental, gozan de una presunción de legitimidad que opera

plenamente y que obliga a ejercer dicha atribución con sobriedad y prudencia,

únicamente cuando la repugnancia de la norma con la cláusula sea manifiesta,

clara e indudable. La Corte Suprema, al ejercer el elevado control de

constitucionalidad debe imponerse la mayor mesura, mostrándose tan celosa en el

uso de sus facultades como del respeto a la Carta Fundamental, con carácter

privativo a los otros poderes”.

58

En el presente caso, advierto que no se verifica la alegada violación al principio de

igualdad ante la ley que emana del artículo 16 de la Constitución Nacional, desde

que nada impide que se otorguen a unos condenados ciertas concesiones que no se

confieren a otros, que no están en análoga situación. Al respecto, debo recordar

que la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación referente a la garantía

de igualdad ante la ley ha quedado plasmada cuando se refiere a “la igualdad de

iguales en iguales circunstancias” (Fallos, 1999-III, p. 2346 y siguientes “Lufthansa

Líneas Aéreas Alemanas c. Dirección Nacional de Migraciones” de octubre 5-1999;

Fallos, 1999- III 2701- y siguientes, “D. de P.V., A, c, O, ch S/ impugnación de

paternidad” noviembre 1-1999), de modo tal que resulta imposible sostener la

violación a la garantía invocada toda vez que no hay distingos en el universo de

sujetos que revisten iguales calidades.

Tampoco encuentro conculcado el principio de resocialización, toda vez que el

condenado podrá lograr una paulatina atenuación de las restricciones inherentes a

la pena, al obtener un cambio de sección o grupo dentro del establecimiento

penitenciario o su traslado a otro (art. 14 de la ley de ejecución penal nacional

24.660).

Asimismo, en los últimos seis meses de su condena previos al otorgamiento de la

libertad condicional si correspondiere, será pasible de adquirir salidas transitorias a

razón de un día (1) por cada año de prisión o reclusión cumplida en los cuales haya

efectivamente trabajado o estudiado (art. 100 párrafos 5, 6, 7 y 8 de la ley de

ejecución penal provincial 12.256).

Eventualmente, la finalidad resocializadora del delincuente, es esencial más no

excluyente, de la pena privativa de la libertad. Y aunque de la redacción del

artículo 1º de la ley de ejecución penal nacional 24.660 surge que aquella ya no es

esencial, sino única, la sanción de otras normas posteriores, modificatorias de la

citada ley 24.660 (como el caso de la ley 25.948) ha relativizado claramente dicho

propósito, introduciendo al régimen legal de fondo que rige la ejecución de las

penas privativas de la libertad un componente inocuizador que no puede ser

soslayado en la interpretación integral de ese cuerpo normativo (conf. Mahiques,

Carlos Alberto y Grassi, Adrián Patricio, “La Prevención especial a la deriva, o una

inconfesada vuelta a la incocuización” Revista Jurídica La Ley, Volumen 2007-F,

págs.1322 a 1332).

En virtud de lo expuesto, no se observa la concreta violación al bloque de

constitucionalidad conformado por la Carta Magna y los Tratados Internacionales

sobre Derechos Humanos incorporados por la reforma de 1.994, concretamente los

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arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N., 10 del P.I.D.C.y P., y 5 ap. 6to. de la C.A.D.H.,

requisito “sine qua non” para fulminar una norma con la sanción de máxima

gravedad que prevé el ordenamiento jurídico. Es decir, la declaración de

inconstitucionalidad sólo procederá cuando la repugnancia entre la norma en

cuestión sea manifiesta, clara e indudable con el bloque legal antes mencionado, y

nada de ello ha acontecido en el caso en estudio.

II.- Por otro lado, y sin perjuicio de lo dicho hasta aquí, resulta de aplicación al

caso lo normado por la ley de ejecución penal nacional nro. 24.660, no sólo porque

Valdez reviste calidad de condenado, sino por ser ésta más beneficiosa en orden a

la viabilidad del pedimento en trato. Al respecto, se ha resuelto en el Acuerdo

Plenario de este Tribunal de Casación en causa nro. 63.610 caratulada

“ALTAMIRANO, Facundo Ezequiel s/ Recurso de Casación”, del 04/11/2014, que el

régimen legal aplicable en materia de ejecución de las penas privativas de libertad

es la Ley Provincial N° 12.256, en cuanto resulte más beneficiosa para el

condenado, que la Ley Marco Nº 24.660 del ordenamiento nacional.

De tal modo, siendo que en el caso la Ley de Ejecución Penal Nacional n° 24.660

resulta más benigna, en cuanto no prevé como obstante para la concesión del

beneficio en trato, la limitante contemplada por el órgano “a quo”, es que

corresponde evaluar la situación del encartado a la luz de lo normado por los arts.

35, 36, 56 bis de la ley de ejecución nacional.

Sentencia dictada en causa n° 72.070 Sala VI Valdéz Gastón s/recurso de Casación

del día 10/12/15.

En igual sentido:

*En tal hermenéutica, entiendo que el conflicto normativo puede ser solucionado,

sin hesitación alguna, aplicando la normativa nacional, desde que la ley 24.660

(marco mínimo de derechos del interno) no contempla al delito cometido por el

interesado como excluyente del beneficio impetrado. (Sala Quinta

causa Nº 74.068, caratulada “MIRANDA ERNESTO S/ HABEAS CORPUS”. 01/12/15).-

*Así entonces, en lo que hace al objeto de debate en estos autos, el régimen

relativo a las condiciones de aplicación de las salidas transitorias, se debe definir a

través de la aplicación de los arts. 15, 16, 17, ssgtes. y ccdtes de la ley 24.660, con

60

presciencia de todo aquello que se establezca distintamente sobre ello en el orden

provincial.

La situación no merece en este caso una mirada distinta a partir de las cuestiones

que han quedado zanjadas con lo decidido por este Tribunal que, reunido en pleno,

con fecha 4 de noviembre de 2014, en la causa n° 63.610 caratulada “Altamirano,

Facundo Ezequiel s/ Recurso de Casación”, donde se resolvió que “El régimen legal

aplicable en materia de ejecución de las penas privativas de libertad es la Ley

Provincial N° 12.256, en cuanto resulte mas beneficioso, para el condenado, que la

ley marco N° 24.660 del ordenamiento nacional.”, precisamente, lo contrario,

porque en el supuesto bajo examen la ley provincial ofrece soluciones más gravosas

que la ley nacional.

Entonces, ya sea por manda de los actuales arts. 121 y 75 inc. 12 de la CN, o, en

todo caso, por resultar más favorable al condenado, el marco normativo debido es

la ley 24.660 en razón de lo establecido en el art. 56 bis. (Sala 2 causa Nº

72.536 caratulada “SOSA PÉREZ, ÁNGEL FABIÁN s/ RECURSO DE QUEJA (art. 433

C.P.P.) del 08/03/16).-

en igual sentido Sala segunda causa 74.194 caratulada “Coria Walter s/habeas

corpus” del 26/12/15

ver también sala Segunda causa 72.664 caratulada “Díaz Marcelo Antonio s/ recurso

de queja” del 17/03/16

criterio similar en:

la redacción de las normas cuestionadas, obedece a una cuestión de política

criminal y de técnica legislativa.

Al estructurarse en nuestro país la división de poderes y de funciones, inherentes a

nuestro sistema constitucional de gobierno, aceptándose que el Poder Judicial es el

guardián de la constitucionalidad, para así asegurar la supremacía de la Carta

Magna, se abre de inmediato una excepción, puesto que el ejercicio por parte de

cada uno de los poderes de competencias que le son privativas, es estrictamente

político, y en su ámbito no puede penetrar la revisión judicial (cf. Germán J. Bidart

Campos, “Derecho Constitucional, Tomo I, Ediar, Buenos Aires, 1964, pág. 798).

Ello es así, por cuanto el Poder Ejecutivo y el Legislativo necesitan, para la

conducción del Estado, disponer de un margen de arbitrio incontrolado, en cuyo

uso cada uno de ellos se encuentre libre del control del otro, dicho reducto

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61

privativo es el que demarca el contorno de las cuestiones no judiciables (cf.

Germán J. Bidart Campos, op. Cit. Pág. 799).

El efecto de esta construcción es que las decisiones adoptadas en tales materias

por el ejecutivo o el legislativo se agotan en la propia instancia de la que emanan,

sin que puedan ser llevadas a través de una cuestión de constitucionalidad ante las

cortes judiciales.

Así, la estructuración, organización y delimitación de competencias a través del

dictado del ordenamiento legal procesal, es una facultad política inherente al

órgano legislativo, conforme lo dispuesto en los artículos 75 inciso 20 de la

Constitución Nacional y 166 de la Constitución Provincial, sin perjuicio de las

eventuales posibilidades reglamentarias concedidas al ejecutivo, o en algunos

casos, al judicial, que se encuentra exenta de todo control judicial, en tanto se

respeten las normas básicas contenidas sobre el punto por la Constitución Nacional.

Como refuerzo de lo sostenido hasta aquí, creo conveniente traer a colación la

doctrina legal de nuestro más Alto Tribunal Nacional, antes citado, cuando en los

autos “Pupelis, María, sentó que: “ la declaración de inconstitucionalidad de una

disposición legal es un acto de suma gravedad institucional”, ya que las leyes

debidamente sancionadas y promulgadas, esto es, dictadas de acuerdo a los

mecanismos previstos en la Ley Fundamental, gozan de una presunción de

legitimidad que opera plenamente y que obliga a ejercer dicha atribución con

sobriedad y prudencia, únicamente cuando la repugnancia de la norma con la

cláusula sea manifiesta, clara e indudable. La Corte Suprema, al ejercer el elevado

control de constitucionalidad debe imponer la mayor mesura, mostrándose tan

celosa en el uso de sus facultades como del respeto a la Carta Fundamental, con

carácter privativo a los tres poderes” (El iluminado me pertenece).

En el presente caso, advierto que no se verifica la alegada violación al principio de

igualdad ante la ley que emana del artículo 16 de la Constitución Nacional, desde

que nada impide que se otorguen a unos condenados ciertas concesiones que no se

confieren a otros, que no están en análoga situación. Al respecto, debo recordar

que la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación referente a la garantía

de igualdad ante la ley ha quedado plasmada cuando se refiere a “la igualdad de

iguales en iguales circunstancias” (Fallos, 1999-III, p. 2346 y siguientes “Lufthansa

Líneas Aéreas Alemanas c. Dirección Nacional de Migraciones” de octubre 5-1999;

Fallos, 1999- III 2701- y siguientes, “D. de P.V., A, c, O, ch S/ impugnación de

62

paternidad” noviembre 1-1999), de modo tal que resulta imposible sostener la

violación a la garantía invocada toda vez que no hay distingos en el universo de

sujetos que revisten iguales calidades.

Tampoco encuentro conculcado el principio de resocialización, toda vez que el

condenado podrá lograr una paulatina atenuación de las restricciones inherentes a

la pena, al obtener un cambio de sección o grupo dentro del establecimiento

penitenciario o su traslado a otro (art. 14 de la ley de ejecución penal nacional

24.660).

Eventualmente, la finalidad resocializadora del delincuente, es esencial más no

excluyente, de la pena privativa de la libertad. Y aunque de la redacción del

artículo 1º de la ley de ejecución penal nacional 24.660 surge que aquella ya no es

esencial, sino única, la sanción de otras normas posteriores, modificatorias de la

citada ley 24.660 (como el caso de la ley 25.948) ha relativizado claramente dicho

propósito, introduciendo al régimen legal de fondo que rige la ejecución de las

penas privativas de la libertad un componente inocuizador que no puede ser

soslayado en la interpretación integral de ese cuerpo normativo (conf. Mahiques,

Carlos Alberto y Grassi, Adrián Patricio, “La Prevención especial a la deriva, o una

inconfesada vuelta a la incocuización” Revista Jurídica La Ley, Volumen 2007-F,

págs.1322 a 1332).

En virtud de lo expuesto, no se observa la concreta violación al bloque de

constitucionalidad conformado por la Carta Magna y los Tratados Internacionales

sobre Derechos Humanos incorporados por la reforma de 1.994, concretamente los

arts. 18 y 75 inc. 22 de la C.N., 10 del P.I.D.C.y P., y 5 ap. 6to. de la C.A.D.H.,

requisito “sine qua non” para fulminar una norma con la sanción de máxima

gravedad que prevé el ordenamiento jurídico. Es decir, la declaración de

inconstitucionalidad sólo procederá cuando la repugnancia entre la norma en

cuestión sea manifiesta, clara e indudable con el bloque legal antes mencionado, y

nada de ello ha acontecido en el caso en estudio.

Expuesto ello, y sin perjuicio de mi opinión en orden a la aplicación al caso de la

Ley de Ejecución Penal Nacional 24.660 (ver mi voto in extenso en el Plenario

citado a continuación) cabe dejar sentado que en el reciente Acuerdo Plenario de

este Tribunal de Casación en causa nro. 63.610 caratulada “ALTAMIRANO, Facundo

Ezequiel s/ Recurso de Casación”, del 04/11/2014, se estableció -con mi

disidencia- que el régimen legal aplicable en materia de ejecución de las penas

privativas de libertad es la Ley Provincial N° 12.256, en cuanto resulte más

beneficioso para el condenado, que la Ley Marco Nº 24.660 del ordenamiento

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63

nacional.

En consecuencia, del cotejo de ambas legislaciones, en atención al instituto en

trato, concluyo que corresponde la aplicación de la Ley de Ejecución Penal

Nacional 24.660 por resultar más beneficiosa para el encausado, toda vez que bajo

esa normativa el encausado podrá, abastecido el recaudo temporal, obtener el

beneficio, mientras que bajo el amparo de la citada ley 12.256 a la obstante del

artículo 100 cuarto párrafo apartado 2), se suma la calidad de reincidente que

posee el penado (art. 104 de la ley 12.256). (sala cuarta causa N° 72.675 de este

Tribunal, caratulada: "AMAYA, Germán Antonio s/ Recurso de Queja (art. 433 del

CPP)”. 8/02/16).-

*La denegatoria apoyada en las actuaciones administrativas que registra el

penado, las cuales debieron haber sido debidamente certificadas, como

asimismo su problemática adictiva sin abordaje concreto:

“…señalo que para acceder a las salidas transitorias se requiere cumplir con el

requisito temporal, no poseer causa en el cual interese su detención, poseer

conducta diez o el grado máximo de ser alcanzado según el tiempo de detención y,

pronóstico favorable del departamento técnico criminológico de conformidad con

lo establecido en el artículo 147 de la Ley 12.256 y 17 Ley 24.660.

De esta manera a contramano de lo afirmado por los Sres. Camaristas, las

circunstancias apuntadas en su decisorio, no obedecen a exigencias que puedan

constituir en el caso en particular un valladar para el otorgamiento de las salidas

transitorias y cambio de régimen dado que agregan requisitos no contemplados en

la ley, excediendo el marco de las funciones que le son propias.

En efecto, estimo que el argumento brindado por la Alzada en orden a que De

Angeli Muñoz no ha realizado un cabal proceso reflexivo, el entorno poco

continente y el consumo de sustancias psico-adictivas no puede resultar un

obstáculo para la concesión de las salidas transitorias y cambio de régimen,

máxime cuando nada impide que un eventual tratamiento por adicciones pueda

llevarse a cabo dentro o fuera de la órbita del Servicio Penitenciario Provincial.

Con ello, debo referir que Juan Marcelo De Angeli Muñoz se encuentra condenado a

la pena de 3 años y seis meses de prisión, por resultar autor penalmente

responsable del delito de portación ilegal de arma de guerra, pena que se

64

encuentra próxima a vencer (17/09/2016).

Adviértase que el encausado de autos se halla en condiciones temporales de

acceder al beneficio en trato, ostenta concepto bueno y conducta ejemplar diez,

no registra sanciones disciplinarias, recibe visitas en forma semanal de su

concubina e hijos, se desempeña en el sector de quintas de la Unidad nro. 42 de

Florencio Varela, no presenta rasgos psicopáticos ni de impulsividad a destacar (v.

fs. 49), asume responsabilidad por el hecho cometido (v. fs. 52), informes que si

bien no resultan vinculantes, su apartamiento impone un parecer fundado, que, en

el caso, en atención a las razones vertidas, no ha sido debidamente desvirtuado en

el decisorio en crisis; agregando que, según se desprende de la lectura del presente

legajo el encausado De Angeli se encuentra incorporado en un régimen abierto y

usufructuando de salidas transitorias otorgadas por la Sra. Jueza de Ejecución con

fecha 7/04/2015 (v.fs. 46).

Por todo lo expuesto, la resolución por esta vía recurrida desconoce las previsiones

de los artículos 100, 119, 133 de la Ley 12.256 en sintonía con la Ley 24.660;

circunstancia ello que hace descalificable al pronunciamiento en crisis como acto

jurisdiccional válido a tenor de lo dispuesto en el artículo 106 del Código Procesal

Penal”

Sala cuarta, causa N° 74.098 de este Tribunal, caratulada: "DE ANGELI MUÑOZ,

Juan Marcelo s/Recurso de Casación" sentencia del 08 de marzo de 2016)

*La denegatoria apoyada en ausencia actividades en la cárcel:

“el hecho de que Varela no se encuentre desarrollando tareas laborales ni

educativas, no constituyen impedimentos insalvables para conceder las salidas

transitorias, máxime habiendo manifestado su intención de incorporarse al área

laboral de la unidad carcelaria donde actualmente se aloja.

Es que no puede achacársele al justiciable una falencia propia del Estado,

particularmente del sistema penitenciario provincial, más aún cuando el aquí

imputado se encuentra en lista de espera para trabajar, tal como ya se dijera.

Con relación al posible conflicto adictivo que pesa sobre Varela, debo decir que la

problemática a la adicción a las drogas tampoco resulta óbice a los fines de

conceder la libertad, toda vez que dicho fundamento se contrapone en algún punto

con la necesidad de que en el Estado de Derecho se castigue sólo a aquellos que

por sus acciones afecten a bienes jurídicamente tutelados (Cfr. TCPBA, Sala II, c.

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65

50.552, rta. 5/7/2012).

Así, el hecho de que el condenado padezca una adicción a los estupefacientes no

impide que continúe su tratamiento para paliar dicho inconveniente extramuros,

máxime frente al exiguo lapso en el que estará fuera de la unidad.

Lo expuesto me lleva a señalar que la mayoría del órgano “a quo”, hizo una

arbitraria interpretación del artículo 100 y 147 de la Ley 12.256 desde que se

apartaron de los requisitos legales para la concesión del instituto en trato.

De tal modo, el decisorio puesto en crisis resulta susceptible de la tacha de

arbitrariedad y descalificable a tenor del art. 106 del C.P.P. por indebida

fundamentación, en atención a que el encartado ha cumplido el requisito

temporal, observado con regularidad los reglamentos carcelarios y cuenta con

informes técnicos de la Dirección de la Unidad Carcelaria que le son favorables,

dando así acabado cumplimiento a las normas legales aplicables al caso”.

Causa N° 72.720 de este Tribunal, caratulada: “VARELA VARGES, Gastón Ezequiel o

VARELA VERGES, Gastón o VARELA VARGEZ, Gastón Ezequiel s/ Recurso de Casación

(02/02/16 Sala IV)

*LIBERTAD CONDICIONAL

denegatoria apoyada en proceso de unificación de penas pendiente

la Cámara a quo en cuanto sostuvo que: “…el otorgamiento de la libertad

mencionada es prematuro por hallarse en marcha el mecanismo de unificación que

modificará, inevitablemente, el cómputo de pena y las fechas para gozar de la

libertad condicional y asistida. Por todo ello, corresponde rechazar por

improcedente el recurso de apelación articulado en relación al pedido liberatorio

por prematuro. Se trae a discusión un instituto cuyos límites están condicionados al

proceso de unificación puesto en marcha por el Ministerio Público Fiscal…”. (ver fs.

38/44).

En atención a lo expuesto lo cierto es que la circunstancia de que se encuentre

pendiente el proceso unificatorio no puede constituir un obstáculo para verificar el

cumplimiento de los presupuestos del beneficio de la libertad condicional incoado y

declarar, de corresponder su procedencia. (Sala cuarta: Causa N° 71.822 de este

Tribunal, caratulada: "TOLEDO, Sebastián Martín s/ Recurso de Casación".

11/02/16)

66

*Denegatoria fundada en que la persona detenida “no trabajó” durante el

encierro

La ausencia de antecedentes laborales, a la que hacen alusión las resoluciones,

tanto del juez de ejecución como la dictada por la Cámara, no puede ser endilgada

a Martín Emiliano Aragay. Ya que en las mismas, se ha reconocido que esa ausencia

de antecedentes laborales se debe a la carencia del pertinente cupo y se encuentra

en lista de espera.

Ahora bien, lo descripto no es posible atribuírselo al condenado,

como tampoco el hecho de no contar con herramientas dirigidas a cumplir metas

de resocialización.

Sala Segunda causa Nº 75.591, caratulada “Aragay, Martín Emiliano s/habeas

corpus” del 08/03/16.-

*Denegatoria fundada en “ausencia de actividad educativa” y por “encontrarse

régimen semiabierto de modalidad limitada”.

Sentado ello, señalo que para acceder a la libertad condicional el código de fondo

exige: 1) que se encuentre abastecido el requisito temporal; 2) que se hayan

observado con regularidad los reglamentos carcelarios; 3) no ser reincidente; 4)

que, habiéndole otorgado, no haya sido revocada y 5) previo informe de la

dirección del establecimiento e informes de peritos favorables a su reinserción

social (arts. 13, 14, 15 y 17 del C.P.).

Por su parte, la última exigencia mencionada, también es requerida por el art. 28

de la ley 24.660.

De esta manera, a contramano de lo afirmado por los Sres. Camaristas, las

circunstancias apuntadas en su decisorio, no obedecen a exigencias que puedan

constituir óbices para el otorgamiento de la libertad condicional, dado que agregan

requisitos que la ley no prevé, excediendo en consecuencia el marco de las

funciones que le son propias.

En efecto, estimo que el argumento brindado por la Alzada en orden a que Córdoba

no se encuentra realizando actividades culturales ni

educativas, lo cual se traduce en falta de capitalización del tiempo de encierro, no

puede resultar un obstáculo para la concesión del beneficio que se pretende, desde

que el mismo art. 13 inc. 3 del C.P., permite sortear tal escollo al establecer como

condición: “Adoptar en el plazo que el auto determine, oficio, arte, industria o

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67

profesión, si no tuviere los medios propios de subsistencia”, máxime cuando el

encartado se encuentra en lista de espera por falta de cupo para iniciar el 1º ciclo

del nivel primario.

Por otro lado se impone señalar que la ley no exige que el penado deba transitar un

período mayor de tiempo en un régimen autogestivo, a fin de acceder a la libertad

condicional, dado que los distintos regímenes penitenciarios no son necesariamente

secuenciales, sino alternativos ( art. 6 de la ley 12.256).

Cabe recordar que Martín Córdoba se encuentra detenido en forma interrumpida

desde el 9 de abril de 2.013 habiendo sido condenado a la pena de 3 años y seis

meses de prisión, accesorias legales y costas, por resultar coautor del delito robo

agravado por el uso de arma de fuego en grado de tentativa, en concurso real con

portación ilegal de arma de fuego de uso civil, encontrándose próximo a agotar la

totalidad de la pena impuesta el 8 de octubre de 2.016.

Nótese que Córdoba se halla en condiciones temporales de acceder a la libertad

condicional, registra conducta ejemplar (10), concepto bueno, no ha sido pasible

de sanciones disciplinarias, se encuentra realizando tareas laborales en el sector

quinta, desde hace más de un año no consume sustancias estupefacientes

(marihuana y cocaína), ha adoptado una conducta reflexiva respecto al hecho por

el cual se encuentra detenido (v. fs. 25/vta. del presente legajo) y cuenta con un

dictamen conveniente por parte del Departamento Técnico Criminológico en orden

a su inclusión al régimen peticionado ( ver fs. 21 del presente legajo), el cual si

bien no resulta vinculante, su apartamiento impone un parecer fundado que, en el

caso, en atención a las razones expuestas, no ha sido debidamente desvirtuado en

el decisorio en crisis.

Por lo tanto, la resolución recurrida desconoce las previsiones de las normativas

que rigen el tópico -arts. 13, 14, 15 y 17 del C.P.- circunstancia que hace

descalificable al pronunciamiento en crisis como acto jurisdiccional válido a tenor

del art. 106 del C.P.P..- (sala cuarta del primero de los nombrados, para resolver en

causa Nº 75.590 de este Tribunal, caratulada: “CORDOBA, Martín s/Hábeas Corpus”.

01/03/16).-

*Denegatoria fundada en la necesidad de que “previamente se incluya a la

persona detenida en un espacio terapéutico que le brinde contención para

68

resolver su problemática adictiva y la importancia de lograr un verdadero

proceso reflexivo acerca de su accionar desajustado"

“…lo expresado no se convierte en un obstáculo en si mismo, si se tiene en cuenta

el resto de los extremos evaluados, de manera que las características de la

conformación subjetiva del interno, de la forma en que fueron relevados no

adquieren la entidad que se les asigna en el Estado Constitucional de Derecho por

imperio del principio de reserva (art. 19 de la CN). A todo evento, nada impide la

atención tratamental ambulatoria de orden psicológico, contingentemente inserta

en las condiciones a imponerse (arts. 13 in fine y 27 bis del CP).

Con respecto a sus posibilidades certeras de trabajo extramuros existe una

alternativa de inclusión laboral a lo cual se aduna el acompañamiento que recibe

de su núcleo familiar, extremos que auspician una positiva readaptación.

De esta manera lo resuelto por la Cámara de Apelación y Garantías, tal como lo

expresa el presentante, ha extralimitado los requisitos exigidos por el art. 13 CP en

una interpretación extensiva reñida con el principio de legalidad, y por lo tanto no

reúne las condiciones objetivas que hacen a la exigencia de fundamentación

suficiente (art. 106 CPP)”.

Sala Primera Causa N° 73.963 caratulada “OSORIO RODRIGO WENCESLAO

S/RECURSO DE CASACION” del 15/03/16.-

*Denegatoria fundada en aspectos psicológicos y/o conductas adictivas:

las consideraciones efectuadas sobre la falta de comprensión del causante en lo

que respecta al hecho por el cual resultó condenado, desembocan claramente en

un cuestionamiento de su propia persona y de sus mismísimos pensamientos,

violándose el viejo axioma de cogitationis poenam nemo patitur, lo que redunda en

una valoración negativa, a los efectos de la liberación anticipada, de la posición

auto-exculpatoria del condenado.

La alegada ausencia de autocrítica e incomprensión del daño causado por parte del

condenado, debe observarse con énfasis, ya que al ser la libertad condicional, una

parte trascendente del régimen de progresividad y una herramienta tendiente a

socavar los efectos negativos del régimen carcelario, debe ser entendida como un

beneficio al que pueden tener acceso todos los condenados que no proporcionen

motivos para presumir fundadamente que incumplirán sus obligaciones durante esa

etapa de la ejecución de la pena.

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69

El pronunciamiento puesto en crisis se apoya en consideraciones que hacen a la

propia calidad personal del condenado, excediendo el principio de reserva

establecido en el art. 19 de nuestra Constitución Nacional, lo cual invalida, de por

sí, los argumentos de la alzada local.

La finalidad resocializadora que emana de los arts. 5.6 de la C.A.D.H y 10.3 del

P.I.D.C.P no debe considerarse encaminada a que la persona regrese a la sociedad

como un ser más elevado moralmente, sino tan sólo a brindarle las herramientas

que le permitan en el futuro adecuar su comportamiento a ciertas normas que se

estiman elementales para la convivencia.

Una ejecución de la pena que aspire a algo más que a ofrecer esas posibilidades y

exija de los internos, para la obtención de algún avance en el régimen de

progresividad, no sólo su colaboración para el cumplimiento de las reglas

impuestas, sino también una muestra de su conversión moral, además de fundarse

en una errónea comprensión acerca de la relación que se debe dar entre individuo

y Estado (art. 19, CN), debería para ello partir de la afirmación, ya desvirtuada por

la sociología criminal y la psicología, de que la pena de encierro resocializa, cuando

en realidad lo único que puede entenderse encaminado al logro de ese fin es el

trato y las herramientas que se le brinden al condenado durante su estadía en

prisión para que en el futuro pueda desenvolverse dentro de ciertos parámetros de

comportamiento socialmente aceptables.

En este esquema no importa demasiado cuál sea la perspectiva moral del

condenado frente al delito, menos para desfavorecerlo, sino el análisis de los

recursos de los que disponga, tanto internos como externos a él, para poder

afrontar exitosamente las sucesivas etapas previstas para el cumplimiento de la

pena.

Por otro lado, en cuanto a la alegada necesidad de terapia vinculada a la

problemática adictiva, a la par de que no se encuentra correctamente constatada,

debe resaltarse que aun de existir la misma, no se observa impedimento alguno

para que sea desarrollada en forma extramuros, pudiendo funcionar el tratamiento

válidamente como una condición bajo la cual se conceda el beneficio (art. 13 inc. 6

del C.P).

De hecho, la norma citada ut-supra expresa, con referencia al tratamiento, “que

(se) acredite(n) su necesidad y eficacia de acuerdo al consejo de peritos”,

dictamen que aún no existe, al menos en este legajo.

70

El punto más crítico sobre el cual se asienta la revocatoria dispuesta por la Cámara

es sobre el cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios y la posibilidad, en

tal punto, de ponderar las sanciones disciplinarias que registra el condenado.

En tal sentido, se observa que la Alzada local al pronunciarse sobre el tópico ha

omitido rebatir los argumentos brindados por el juzgado de ejecución que llevaron

a desestimar la posibilidad de evaluar las sanciones disciplinarias, incumpliendo el

deber de fundamentación de los actos jurisdiccionales (art. 106 del C.P.P.).

Sin perjuicio de ello, las circunstancias actuales de la causa, las cuales deben ser

consideradas al momento de resolver, imponen casar el pronunciamiento de la

alzada local.

Se observa, por un lado, que Pérez viene cumpliendo con normalidad las

condiciones compromisorias impuestas, con lo cual ha demostrado su adaptación al

régimen de libertad condicional y, por otro, que la pena establecida se encuentra

próxima a vencer (24 de septiembre de 2016).

Sala Quinta, causa Nº 70.921, caratulada “PÉREZ AVILA LAUTARO ALBERTO S/

RECURSO DE CASACIÓN”. 26/11/15.-

*DENEGATORIA APOYADA EN VALORACION ASPECTOS SUBJETIVOS DE LA PERSONA

CONDENADA.

Ahora bien, debe remarcarse, una vez más, que las razones que invoca el a

quo, como obstativas de la procedencia de las salidas transitorias así como de la

libertad condicional, resultan portadoras del vicio de la arbitrariedad, ello al

ponderar ciertos aspectos subjetivos y psicológicos del encartado, para concluir en

la confirmación del rechazo del los institutos liberatorios peticionados.

El artículo 13 del digesto penal establece que el interno debe abastecer un

requisito de orden temporal, cumplir regularmente con los reglamentos carcelarios,

debe contar con el previo informe de la institución penitenciaria que realice una

prognosis favorable de reinserción social, siendo dicho dictamen ilustrativo para el

magistrado y, finalmente, no debe ser reincidente, esto último como elemento

negativo para la plena satisfacción de los presupuestos legales que viabilicen el

beneficio.

Es decir, la mencionada disposición normativa establece que esos son los

presupuestos legales para el otorgamiento de la soltura siendo que, por ejemplo, la

posibilidad de realizar un tratamiento psicoterapéutico debe funcionar, en su caso,

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71

como condición para el mantenimiento de la libertad, pero que no obsta a la

concesión del beneficio.

En este punto, cabe destacar lo señalado por la Perito Psicóloga Oficial de la

Asesoría Pericial del Departamento Judicial Mercedes, Lic. Inés Nosa, en el

dictamen que luce a fs. 14/15, en cuanto sostuvo que “La posibilidad de

reinserción social en un medio ampliado, estaría condicionada a la presencia de

mecanismos de control periódicos basados predominantemente en un apoyo

socioambiental específico, y la realización de un tratamiento psicoterapéutico.”

Entonces, no se observa impedimento alguno para que el interno se someta a

determinados mecanismos de control periódicos y un tratamiento psicológico en

forma extramuros, pudiendo funcionar como condiciones bajo los cuales se conceda

el beneficio (art. 13 inc. 6 del C.P), pero no así como un presupuesto legal que el

digesto penal no exige, lo cual finaliza desnaturalizando el instituto en trato.

Vale recordar que la libertad condicional persigue, en su praxis, testear al

condenado en su reingreso al medio libre, por lo que las circunstancias que alega

el a quo como impedientes del beneficio pueden mediante la imposición de

obligaciones funcionar como aspectos que alienten al encartado para que tenga la

oportunidad de probar que puede encarar una vida libre, adecuando su conducta al

derecho, lo cual facilitaría su readaptación al medio libre.

Efectuadas estas aclaraciones, por otro lado cabe destacar la buena evolución

intramural del condenado quien registra conducta ejemplar diez, se encuentra

inserto sin inconvenientes en el programa casa por cárceles, desempeña tareas en

el sector quintas extramuros y se encuentra cursando el 2do. Ciclo del nivel

primario.

Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó nuevamente la consideración de los

mencionados aspectos positivos de la conducta desarrollada por Benítez

intramuros.

Asimismo la inconveniencia del otorgamiento de la libertad condicional

dictaminada por el Departamento Técnico Criminológico del Servicio Penitenciario,

que no es vinculante para el tribunal, aparece en el caso insuficientemente

fundado, en tanto se apoyó en ciertos aspectos negativos del informe psicológico

referidos a la falta de aceptación de la culpabilidad en el hecho por el que resultó

condenado y a su “inestabilidad emocional”.

En este esquema no es excluyente cuál sea la perspectiva moral del condenado

72

frente al delito, menos para desfavorecerlo, sino que debe prevalecer el análisis de

los recursos de los que disponga, tanto internos como externos a él, para poder

afrontar exitosamente las sucesivas etapas previstas para el cumplimiento de la

pena.

causa Nº 72.757 caratulada “BENITEZ JUAREZ RAUL ANTONIO S/ RECURSO DE

CASACION” Sala V 01/03/16.-

*OTROS FUNDAMENTOS PARA DENEGAR: “no transitar espacios más

autogestivos. Problemática adictiva”.

En cuanto a la primera cuestión, se exige al condenado tramitar por espacios de

mayor autogestión previamente al egreso anticipado, basando tal postulado en el

principio de progresividad de la ejecución de la pena.

Pero nuestro orden jurídico penal no exige al interno, para el acceso al instituto de

la libertad condicional, estar incorporado a un régimen de asistencia o tratamiento

específico.

Al respecto el artículo 101 de la ley 12.256 expresa que: “Los grupos de admisión y

seguimiento orientarán su tarea de acompañamiento a la preparación para el

egreso de todos los condenados incorporados a cualquiera de los regímenes de la

presente ley ante la proximidad de la concesión de la libertad condicional…”.

Asimismo, el art. 13 del digesto penal destaca que el interno debe abastecer un

requisito de orden temporal, cumplir regularmente con los reglamentos carcelarios,

debe contar con el previo informe de la institución penitenciaria que realice una

prognosis favorable de reinserción social, siendo dicho dictamen ilustrativo para el

magistrado y, finalmente, no debe ser reincidente, esto último como elemento

negativo para la plena satisfacción de los presupuestos legales que viabilicen el

beneficio.

En ese sentido, cabe destacar que no debe desfigurarse el principio de

progresividad del art. 6 de la ley 24.660, concibiéndolo como un postulado

axiomático que, llevado al extremo, implique soslayar la configuración en el caso

de los presupuestos que deben cumplimentarse para la concesión de la liberación

condicional, alegando requisitos de lege ferenda que, por lógica, no se encuentran

contemplados en la normativa específica, es decir, de lege lata.

Inclusive, del propio texto del art. 28 de la ley 24.660, el cual trata la libertad

condicional, surge la remisión a la normativa del código penal, sin que se haga

ninguna referencia expresa al previo tránsito por el régimen de mayor autogestión.

Si bien coincido en que previo a concederse al interno la posibilidad de cumplir la

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73

pena en libertad resulta conveniente que transite por las distintas etapas que

ofrece el Servicio Penitenciario dentro del régimen de la ejecución de la pena,

conforme al principio de progresividad, para tener una evaluación más precisa de

su comportamiento a medida que accede a espacios de mayor autogestión, donde

se le otorgan las herramientas que le servirán para desenvolverse en sociedad, y

como pasos previos a otorgársele la libertad, evitando que no se verifique un

cambio abrupto de las circunstancias que conforman el contexto del condenado y

facilitando la reinserción del mismo a la sociedad, tal proceder deberá ser

adecuado a las circunstancias concretas del caso bajo estudio.

En tal sentido, se verifica que Escurra fue condenado a la pena única de dos años y

ocho meses de prisión, la cual vencerá el día 15 de junio de 2016.

Conforme el monto de pena impuesta, Escurra se encuentra en condiciones legales

de acceder a la libertad condicional luego de haber cumplido 8 meses de prisión.

Tal posibilidad contemplada por el propio legislador, da la pauta de que el principio

de progresividad debe ser analizado de forma conexa con el fin de reinserción, y en

virtud de las circunstancias particulares del caso, otorgarle mayor flexibilidad al

cumplimiento paulatino de la pena, considerando a la libertad condicional como un

medio para el fin resocializador.

La estructuración de la ejecución progresiva de la pena no debe conducir a que,

justamente, su deseable cumplimiento paulatino conlleve a adoptar medidas y

decisiones que, lejos de colaborar con la reinserción social, en todo caso se

muestren como obstáculos para la misma (art. 5.6 de la C.A.D.H).

En tal inteligencia, el art. 7 de la ley 24.660 se estatuye como una norma que

tiende a evitar dicha indeseable consecuencia, pues la circunstancia de que “el

condenado (pueda) ser promovido excepcionalmente a cualquier fase del período

de tratamiento que mejor se adecue a sus condiciones personales, de acuerdo con

los resultados de los estudios técnico-criminológicos y mediante resolución fundada

de la autoridad competente” hace, justamente, a evitar un formalismo pétreo, una

estructuración rígida de la ejecución penal que conlleve, en la praxis, a

obstaculizar el declarado fin resocializador de la pena.

Por último, la adicción referenciada como motivo obstante para la concesión del

beneficio por el juzgado de ejecución penal encuentra su acreditación en las

declaraciones del propio Escurra, ante la inexistencia de otro medio probatorio,

fuente de prueba que también hace alusión al cesamiento de tal conducta, por lo

74

que la valoración del mismo medio de prueba a los efectos de la existencia de una

posible adicción, sin dar razones para descartar su cese, no reviste los caracteres

de objetiva imparcialidad.

Más allá de su comprobación, la alegada conveniencia de que el interno sea

incluido en dispositivos tratamentales idóneos tendiente al tratamiento de sus

desajustes adictivos y psicológicos debe resaltarse que no se observa impedimento

alguno para que los mismos sean desarrollados en forma extramuros, pudiendo

funcionar los tratamientos válidamente como condiciones bajo los cuales se

conceda el beneficio (art. 13 inc. 6 del C.P).

Por otro lado cabe destacar la buena evolución intramural del condenado,

considerando su conducta ejemplar (10) y concepto bueno, no registrando ninguna

sanción disciplinaria, la circunstancia de encontrarse incorporado al área educativa

y espera cupo para el área laboral, así como el dictamen de conveniencia

confeccionado por el Servicio Penitenciario Bonaerense.

Realizando un análisis completo de su situación, considero que el interno Escurra

ha cumplido con los presupuestos previstos por el art. 13 del C.P, resultando

pertinente incluir al penado en el régimen requerido, máxime teniendo en cuenta

la fecha de vencimiento de la pena (15 de junio de 2016), por lo que corresponde,

por imperio del principio de progresividad, conceder su libertad condicional.

Sala Quinta causa Nº 76.177,caratulada “ESCURRA GASTON MAXIMILIANO S/ HABEAS

CORPUS”. 17/03/16.-

en sentido similar: necesidad de espacio mayor autogestión previo a la libertad

“ambas instancias departamentales coincidieron en la inviabilidad de la solicitud

incoada, ya que previamente debe evaluarse el tránsito de Fasce dentro de un

régimen de mayor autogestión, tal el semiabierto modalidad amplia.

De este modo se obviaron de modo irrazonable todos los datos positivos emergentes

del cúmulo de informes favorables emitidos por la autoridad carcelaria en pos de

exigir del solicitante una ejemplaridad única que socava sus posibilidades de

acceder a una libertad anticipada y le impone un significativo lapso de tratamiento

penitenciario.

Cuando la ley 12256 establece que la modalidad de ejecución del encierro será

"alternativa y no necesariamente secuencial", ello deberá tener mayor gravitación

en el caso de penas de corta duración.

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75

Sin desconocer que los informes criminológicos labrados por la autoridad carcelaria

no resultan en modo alguno vinculantes para el tribunal, que deberá juzgarlos a la

luz de un análisis integral de las conductas y características personales sin verse

limitado por las conclusiones que aquéllos arrojen, en la oportunidad valoro que los

jueces de grado se apartaron de modo acrítico de sus conclusiones.

En esa medida acierta el recurrente cuando reflexiona que se agregaron aspectos

por fuera de la manda del art. 13 del CP, al exigir que el penado permanezca un

determinado tiempo (inespecificado) alojado en un régimen autogestivo para de

este modo poder acceder a la siguiente modalidad. De seguirse esta

recomendación, lo capcioso del sistema redundará de seguro en perjuicio de Fasce

que deberá transitar el tiempo total de su pena prisionizado, sin atisbos de

progresividad en su caso específico.

El instituto de la libertad condicional no importa una concesión graciosa de la

jurisdicción, sino un derecho reconocido en la legislación de fondo inserto

explícitamente en el programa progresivo de tratamiento penitenciario y sujeto a

taxativos requisitos legales que de cumplimentarse habilitan la obtención de la

libertad anticipada”.

Sala 1 Causa N° 75588 caratulada “FASCE RUBEN OSVALDO S/ HABEAS CORPUS”, del

día 25/02/16.-

“Dos resultan ser los pilares argumentales por los cuales la alzada local confirmó el

rechazo de la libertad condicional de Gómez: a) su previo tránsito paulatino por

espacios más laxos a fin de observar su comportamiento y adaptación, de

conformidad con el principio de progresividad; y b) la falta de capitalización del

tiempo en encierro, al no haber aprovechado las herramientas educativas y

laborales brindadas.

Cabe señalar que la presunta problemática adictiva no fue valorada por la Alzada

en virtud de que la profesional actuante no estimó necesario su abordaje.

En cuanto a la primera cuestión, se exige al condenado tramitar por espacios de

mayor autogestión previamente al egreso anticipado, basando tal postulado en el

principio de progresividad de la ejecución de la pena.

Pero nuestro orden jurídico penal no exige al interno, para el acceso al instituto de

la libertad condicional, estar incorporado a un régimen de asistencia o tratamiento

76

específico.

En cuanto a la circunstancia de que el condenado aun no ha sido incorporado a los

dispositivos educativos y laborales, debe destacarse que el interno ha recalcado su

deseo de trabajar en la Unidad, limitándose la autoridad penitenciaria a recalcar

esta decisión en sus informes y la falta de cupo a tales fines.

En segundo lugar, si bien es cierto que le fue ofrecida a Gómez la posibilidad de

desarrollar actividades desde el área educacional, tal circunstancia no puede

funcionar como impedimento para otorgar la libertad condicional

En igual sentido, debe observarse con respecto a esta última cuestión, vinculada a

la loable posibilidad de trabajar, que bien debe funcionar, en todo caso, como

condición bajo la cual se supedite el acceso al beneficio de liberación anticipada,

pero no así como presupuesto legal que el digesto penal no exige.

Del informe social surge la posibilidad de trabajar en una fabrica perteneciente a

unos amigos por lo cual bien esta circunstancia se viabiliza como un presupuesto

fáctico que otorga mayores elementos para el positivo acceso al beneficio,

conforme a las condiciones que eventualmente se impongan, en consonancia con el

art. 13 inc. 3 del C.P.

Por último, la adicción referenciada como motivo obstante para la concesión del

beneficio por el juzgado de ejecución penal encuentra su acreditación en las

declaraciones del propio Gómez, ante la inexistencia de otro medio probatorio,

fuente de prueba que también hace alusión al cesamiento de tal conducta, por lo

que la valoración del mismo medio de prueba a los efectos de la existencia de una

posible adicción, sin dar razones para descartar su cese, no reviste los caracteres

de objetiva imparcialidad.

Más allá de su comprobación, la alegada conveniencia de que el interno sea

incluido en dispositivos tratamentales idóneos tendiente al tratamiento de sus

desajustes adictivos y psicológicos debe resaltarse que no se observa impedimento

alguno para que los mismos sean desarrollados en forma extramuros, pudiendo

funcionar los tratamientos válidamente como condiciones bajo los cuales se

conceda el beneficio (art. 13 inc. 6 del C.P) desde que estas últimas cuestiones,

vinculadas a la probable necesidad de tratamiento terapéutico y a la loable

posibilidad de trabajar deben funcionar, en todo caso, como condiciones bajo las

cuales se supedite la continuidad del beneficio de liberación anticipada.

Por otro lado cabe destacar la buena evolución intramural del condenado,

considerando su conducta muy buena (7), máximo alcanzado por su reciente

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77

ingreso, y concepto bueno, no registrando ninguna sanción disciplinaria, así como

el dictamen de conveniencia confeccionado por el Servicio Penitenciario

Bonaerense.

Realizando un análisis completo de su situación, considero que el interno Gómez ha

cumplido con los presupuestos previstos por el art. 13 del C.P, resultando

pertinente incluir al penado en el régimen requerido, máxime teniendo en cuenta

la fecha de vencimiento de la pena, por lo que corresponde, por imperio del

principio de progresividad, conceder su libertad condicional.

Sala Quinta. causa Nº 74.698, caratulada “GÓMEZ GABRIEL GASTON S/ HABEAS

CORPUS”. 15/12/15.

*Objetivación desmedida de la sanción disciplinaria.-

Debe remarcarse que las razones que invoca el a quo, como obstativas de la

procedencia de la libertad condicional, resultan portadoras del vicio de la

arbitrariedad, ello al objetivar en forma desmedida la sanción disciplinaria

impuesta con fecha 10/04/2013 por el secuestro de un elemento punzo-cortante, lo

cual amerita ingresar al tratamiento del fondo de la cuestión, a fin de preservar el

derecho de defensa en juicio del encartado, configurándose, así también, una clara

cuestión federal (art. 18 de la Constitución Nacional, 8 de la Convención Americana

de Derechos Humanos, 15 de la Constitución Provincial, 14 de la ley 48 y 1 del

C.P.P.).

Debo decir, en cuanto a la existencia de la sanción invocada por la Cámara, si bien

se halla vigente y reviste gravedad, difícilmente pueda considerarse por esa sola

circunstancia el cumplimiento irregular de los reglamentos carcelarios.

Es que confirmar dicho juicio del a quo llevaría a la necesaria conclusión de que

aquellos internos que han incurrido alguna vez en este tipo de faltas son sujetos

incapaces de acatar pautas.

En efecto, el “cumplimiento regular” no ha de entenderse como expresión

equivalente a “cumplimiento óptimo”, es decir, aquél que se produce sin falla

alguna, lo cual es lo que exige la alzada, al considerar impediente solo una sanción

disciplinaria en tal sentido.

Cumple regularmente con la reglamentación carcelaria quien lo hace en forma

normal, ordinaria o aceptable, siendo posible, conforme a la observación de la

realidad, que los internos hayan padecido alguna sanción en su iter vital

78

intramural, lo cual no podría aparejar, per se, la desconfiguración automática del

citado presupuesto del art. 13 del C.P., sin una previa evaluación de la naturaleza

de la infracción y de su incidencia en el pronóstico final tras relacionarla con el

progreso y los logros alcanzados por el interno en su vida carcelaria, máxime

cuando ciertas propensiones pueden controlarse mediante la imposición de

obligaciones en el sentido expresamente previsto en el art. 13 del C.P. Tal ha sido

el criterio de esta Sala en la causa nro. 65.562 (“Galiano”), entre otras.

Unido esto último con la característica humana de la autodeterminación, no hay

porqué objetivar la existencia de dicha falta sin tener presente los demás

elementos conductuales a valorar, a saber: conducta ejemplar 9, concepto bueno,

está incluido en el régimen abierto bajo el programa casas por cárceles,

desempeña tareas laborales, está inscripto con cupo estudiantil para cursar

estudios en el establecimiento y asistió a cursos de chacinados y electrónica.

La libertad condicional persigue, en su praxis, testear al imputado en su reingreso

al medio libre, por lo que las circunstancias que alega el a quo como impedientes

del beneficio, más bien, deben funcionar como aspectos que alienten al encartado

para que tenga la oportunidad de probar que puede encarar una vida libre,

adecuando su conducta al derecho, lo cual facilitaría su readaptación al medio

libre.

Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó la consideración de los aspectos

positivos de la conducta desarrollada por Churruca Mazza intramuros frente a una

única sanción disciplinaria que, si bien reviste gravedad, resulta ser de vieja data,

no habiendo constancia de la comisión de una nueva infracción en los últimos dos

años.

Sala V causa Nº 71.962 caratulada “CHURRUCA MAZZA GERMAN ALBERTO S/

RECURSO DE CASACION”; del 11/02/16.

*Sanción disciplinaria en otro periodo de encierro

La existencia de una sanción vigente de otro período de detención, de quien viene

condenado a la pena única de tres años de prisión, cumplidos los requisitos

temporales previstos por el artículo 13 del Código Penal, incluido en tareas

laborales y educativas en su período de detención, contando con un entorno

familiar receptivo y continente, dentro de las circunstancias actuales de la causa -

al día de la fecha se encuentra a derecho y no se afirma el incumplimiento de las

obligaciones impuestas-, tornan justa la libertad condicional otorgada por la Juez

de Ejecución. (Sala 3 causa N°74.472 caratulada “Arrighi López, Jonathan Carlos s/

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79

recurso de casación”, 24/02/16).-

sanción antigua data. Seguridad de la sociedad

Por otro lado, esa protección reclamada por la sociedad no puede traducirse en el

castigo al culpable ante la imposibilidad de deshacer las consecuencias de un delito

ya cometido.

Concluyo que poner la mira para la concesión de estos beneficios en el

cumplimiento objetivo de la ley, sin tener en cuenta la realidad en la que cada

persona resulta inserta y de la cual es expresión todo su comportamiento,

transformaría el decurso penitenciario en una mera intervención de seguridad para

la sociedad y custodia de quienes delinquen.

Por ello, fundar la negativa de la concesión del beneficio en sanciones de antigua

data, cuando por otro lado surge que los aspectos positivos evidenciados por

Correa, se han sostenido desde entonces hasta la fecha, fundamentalmente en lo

conductual, posee conducta ejemplar diez, concepto bueno, dictamen conveniente

y aprovecha los espacios tratamentales laborales y educativo, a lo que se agrega un

buen informe socioambiental, a la par que contrario a derecho, sería iatrogénico a

la finalidad de la progresión de la reinserción buscada por la pena y en

incumplimiento a lo establecido por los artículos 18 y 75 inciso 22º de la

Constitución Nacional, 10 inciso 3º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y

Políticos y 5.6 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. (Sala Tercera

causa número 72.182 caratulada “Correa, Gisela Belén s/ recurso de casación” del

02/02/16).-

*Progresividad no secuencial

Con respecto a al fundamento de la Cámara de Apelaciones de que el encartado

pueda consolidarse en el régimen al que recientemente ha sido incorporado, debo

coincidir con la defensa en que la norma en cita no ha fijado como presupuesto de

otorgamiento que el imputado deba esta incorporado en un régimen abierto o

semiabierto, ni que previo a su libertad haya transitado todos los regimenes de la

pena.

Y si lo que se pretendiera es que el imputado continúe afianzándose en las

dispositivos tratamentales en los que se encuentran incorporado, dicha

circunstancia encuentra respuesta en la expresa letra del ya citado art. 13 inc. 6

del plexo sustantivo, cuando se establece la posibilidad de que el juzgador fije

80

condiciones razonables para gozar del beneficio libertario, siendo que la

posibilidad realizar actividades superadoras como adoptar oficio o asistir a la

escolaridad deben funcionar, en su caso, como condiciones para el mantenimiento

de la libertad, pero que no obstan a la concesión del beneficio.

Justamente como viene sosteniendo esta alzada en causa Nº 56.067 caratulada

“ZABALA CARRIZO JUAN MANUEL S/ RECURSO DE CASACION” Reg. Sent. N°262 de

fecha 02/07/2013 -entre otras-, la libertad condicional aparece como un paso

necesario a los efectos de preservar adecuadamente el principio de progresividad

(art. 6 de la ley 24.660), el cual no debe ser menoscabado con la invocación de

razones meramente dogmáticas afectándose la debida ejecución penal.

Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó la consideración de los aspectos

positivos de la conducta desarrollada por Altamirano intramuros (conducta

ejemplar 10, concepto bueno, sin registros de sanciones disciplinarias vigentes, se

encuentra incorporado al área laboral y educativa dentro de la unidad).

La ausente fundamentación que se vislumbra en la resolución permite corroborar la

arbitrariedad del resolutorio, que se traduce en un vicio no subsanable de la

sentencia. Es menester que todo tribunal motive adecuadamente sus sentencias

(art. 106 del cuaderno adjetivo), lo cual no hace únicamente al requisito de

autosuficiencia de las mismas, sino también a la exposición de los fundamentos por

los cuales se pronuncia el derecho aplicable, ello permite a la parte interesada

argumentar correctamente sus impugnaciones, pues sin la exposición suficiente de

los motivos, todo recurso judicial sería incompleto, porque su base de

conocimiento (la sentencia) resulta deficitaria.(sala Quinta

causa Nº 74.934, caratulada “ALTAMIRANO PEREZ DIEGO SEBASTIAN S/ HABEAS

CORPUS”. Del 22/12/15).-

*Rechazo de pedidos liberatorios por poseer antecedentes en el uso de

sustancias psico-activas, situación que lo llevó a delinquir, y haber rechazado el

tratamiento propuesto a tales efectos; b) no encontrarse inscripto en el área

educacional, habiendo rechazado el ofrecimiento; y c) la falta de una propuesta

laboral concreta para el momento de su egreso.

“debo coincidir con la defensa en cuanto que la alegada adicción a estupefacientes

encuentra su fuente en las propias expresiones de Medina vertidas en el informe

psicológico.

En tal sentido, del informe obrante a fs. 8 se desprende que “ubica el móvil de su

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81

inicio en la comisión de actividades delictivas (en) la falta de una incorporación

laboral estable que le permitiera obtener los ingresos necesarios para su familia,

destacando la presencia de problemáticas de salud en el seno de la misma, que

dificultaban aún más la economía. Paralelamente al inicio del sostenimiento de

actividades delictivas ubica el inicio del consumo de sustancias psicoactivas

(marihuana exclusivamente), adicción que refiere superada bajo la sola

intermediación de su detención presente”.

Por otra parte, del informe de fs. 43 de fecha 3 de junio de 2015 se expresa que

“acerca del consumo de drogas dice ser una problemática superada habiendo

realizado tratamiento específico en un C.P.A.”.

En tal sentido, la adicción referenciada como motivo obstante para la concesión del

beneficio encuentra su acreditación en las declaraciones de Medina, ante la

inexistencia de otro medio probatorio, fuente de prueba que, como bien ha

referenciado la Defensa, también hace alusión al cesamiento de tal conducta y la

concurrencia a un C.P.A. a dichos efectos, por lo que la valoración del mismo medio

de prueba a los efectos de la existencia de una posible adicción, sin dar razones

para descartar su cese, no reviste los caracteres de objetiva y racional.

Más allá de su comprobación, la alegada conveniencia de que el interno sea

incluido en dispositivos tratamentales idóneos tendiente al tratamiento de sus

desajustes adictivos y psicológicos debe resaltarse que no se observa impedimento

alguno para que los mismos sean desarrollados en forma extramuros, pudiendo

funcionar los tratamientos válidamente como condiciones bajo los cuales se

conceda el beneficio (art. 13 inc. 6 del C.P) pero no así como presupuestos legales

que el digesto penal no exige, lo cual finaliza desnaturalizando el instituto en

trato.

En segundo lugar, si bien es cierto que le fue ofrecida a Medina la posibilidad de

desarrollar actividades desde el área educacional siendo rechazada, tal

circunstancia no puede funcionar como impedimento para otorgar la libertad

condicional, más cuando el condenado ha desarrollado actividades desde el área

laboral, lo que demuestra capitalización del tiempo de encierro.

Por último, en relación a la propuesta laboral Medina ha manifestado la posibilidad

de trabajar junto a su padre de albañil.

En igual sentido, debe observarse con respecto a esta última cuestión, vinculada a

la loable posibilidad de trabajar, que bien debe funcionar, en todo caso, como

82

condición bajo la cual se supedite el acceso al beneficio de liberación anticipada,

pero no así como presupuesto legal que el digesto penal no exige.

Sentado lo anterior, el art. 13 del digesto penal destaca que el interno debe

abastecer un requisito de orden temporal, cumplir regularmente con los

reglamentos carcelarios, debe contar con el previo informe de la institución

penitenciaria que realice una prognosis favorable de reinserción social, siendo

dicho dictamen ilustrativo para el magistrado y, finalmente, no debe ser

reincidente, esto último como elemento negativo para la plena satisfacción de los

presupuestos legales que viabilicen el beneficio.

En tal sentido, se verifica que Medina fue condenado a la pena de tres años y seis

meses, la cual vencerá el día 13 de junio de 2016, encontrándose en condiciones

legales de acceder a la libertad condicional.

Por otro lado cabe destacar la buena evolución intramuros del condenado,

considerando su conducta ejemplar, concepto bueno, no registrando ninguna

sanción disciplinaria y su desempeño en el área laboral.

Asimismo, si bien el Servicio Penitenciario se ha pronunciado por la inconveniencia

del otorgamiento de la libertad condicional, debe entenderse que tal oposición

tuvo su fundamento en el rechazo de la oportunidad educacional brindada, ya que

con fecha 30 de diciembre de 2014, tal autoridad administrativa se había

pronunciado por la conveniencia del otorgamiento de la libertad asistida, siendo la

única variación de su situación institucional, aspecto éste sobre el cual me expedí

previamente.

Por último, el condenado no reviste la condición de reincidente.

En consecuencia, realizando un análisis completo de su situación, considero que el

interno Medina ha cumplido con los presupuestos previstos por el art. 13 del C.P,

resultando pertinente incluir al penado en el régimen requerido, máxime teniendo

en cuenta la fecha de vencimiento de la pena, por lo que corresponde, por imperio

del principio de progresividad, conceder la libertad condicional al condenado.

Sala quinta causa Nº 74.347, caratulada “MEDINA PATEL JONATAN JAVIER S/ HABEAS

CORPUS”. 01/12/15.-

*Informe ambiental: ausencia de medios igual a encierro permanente

“no hay porqué objetivar la existencia de no tener supuestamente un escenario de

contención suficiente sin tener presente los demás elementos conductuales a

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83

valorar. Caso contrario toda persona de escaso recurso se encontraría destinado a

su encierro permanente.

Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó la consideración de los aspectos

positivos de la conducta desarrollada por Axson intramuros (incorporación en

espacios tratamentales como el trabajo y educación así como la opinión favorable

vertida por el Departamento Técnico Criminológico).

Además, y en atención a las referencias hechas en torno al informe de referido por

el Perito Asistente Social que señalado y referenciado por el a quo, coincido con lo

expuesto por mi colega de Sala, Dr. Celesia, en tanto “…La posición del condenado

en relación con la conducta que se le atribuye… ni siquiera involucra en el caso una

postura moral o ética acerca de las desvaloraciones que contiene la ley de fondo,

desde que lo único que ha hecho es negar haber cometido el delito, alternativa

que, por otra parte, no podría descartarse de modo absoluto sin desconocer el

componente formal que permite distinguir, en términos estrictos, la verdad

procesal de la verdad material o sustantiva” (T.C.P. Sala II, C. 43.745 “C., A. M s/

Hábeas Corpus”, Reg. Sent.N° 1359 de fecha 30/09/2010).

Sala Quinta causa Nº 73.233 caratulada “AXSON ADRIAN GERMAN S/ RECURSO DE

CASACION”. Del 03/03/16.-

*Cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios. Sanciones de antigua

data y problemática adictiva

Con respecto al resto de las sanciones valoradas, de fechas 04/07/11, 20/07/2011 y

07/08/11, lo cierto es que al momento de resolver la Cámara de Apelaciones las

mismas eran de antigua data y actualmente no se encuentran vigentes.

Confirmar este juicio del a quo llevaría a la necesaria conclusión con respecto a la

supuesta problemática adictiva del imputado, lo cierto es que dichas potenciales

falencias del condenado encuentran respuesta en la expresa letra del ya citado art.

13 inc. 6 del plexo sustantivo, cuando se establece la posibilidad de que el

juzgador fije condiciones razonables para gozar del beneficio libertario. Y en

efecto el Sr. Juez de Ejecución lo tuvo en cuenta al imponerle las pertinentes

reglas de conducta (Sala quinta causa Nº 70.768, caratulada “LOPEZ RODRIGUEZ

DANIEL S/ RECURSO DE CASACION” del 26/11/15)

84

*Sanciones antigua data

Por ello, fundar la negativa de la concesión del beneficio en dos sanciones vigentes

–la última de ellas en el mes de septiembre del 2011-, cuando por otro lado surge

su buen comportamiento en los últimos tres años, con conducta ejemplar diez,

concepto bueno, habiendo realizado trabajos en Micro Granja y biblioteca, e

interesado en la continuidad de sus estudios universitarios, a la par que contrario a

derecho, sería iatrogénico a la finalidad de la progresión de la reinserción buscada

por la pena y en incumplimiento a lo establecido por los artículos 18 y 75 inciso 22°

de la Constitución Nacional, 10 inciso 3º del Pacto Internacional de Derechos Civiles

y Políticos y 5.6 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Sala Tercera causa número 72.425 caratulada “Ojeda Ortiz, Antonio David s/

recurso de casación” 02/02/16.-

*Denegatoria por características de su personalidad, señaladas en los informes

psicológico y social, como así también reparos en cuanto a quienes brindarán un

marco de contención en caso de lograr su egreso.

Por otro lado, el Tribunal a quo argumentó que no se ha practicado en autos un

exhaustivo informe socio-ambiental en el domicilio donde proyecta residir el

penado, el cual determine el grado de contención que puede tener Suárez en el

medio libre y las posibilidad física de acogerlo, ello en atención a los elementos de

cautela expresados en el informe social.

Sentado lo anterior, las críticas referentes a la falta de comprensión del causante

en lo que respecta al hecho por el cual resultó condenado, desembocan claramente

en un cuestionamiento de su propia persona y de sus mismísimos pensamientos,

violándose el viejo axioma de cogitationis poenam nemo patitur, lo que redunda en

una valoración negativa, a los efectos de la liberación anticipada, de la posición

auto-exculpatoria del condenado.

La alegada ausencia de autocrítica e incomprensión del daño causado por parte del

condenado, debe observarse con énfasis, ya que al ser la libertad condicional, una

parte trascendente del régimen de progresividad y una herramienta tendiente a

socavar los efectos negativos del régimen carcelario, debe ser entendida como un

beneficio al que pueden tener acceso todos los condenados que no proporcionen

motivos para presumir fundadamente que incumplirán sus obligaciones durante esa

etapa de la ejecución de la pena.

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85

El pronunciamiento puesto en crisis se apoya en consideraciones que hacen a la

propia calidad personal del condenado, excediendo el principio de reserva

establecido en el art. 19 de nuestra Constitución Nacional, lo cual invalida, de por

sí, los argumentos de la alzada local.

La finalidad resocializadora que emana de los arts. 5.6 de la C.A.D.H y 10.3 del

P.I.D.C.P no debe considerarse excluyentemente encaminada a que la persona

regrese a la sociedad como un ser más elevado moralmente, sino tan sólo a

brindarle las herramientas que le permitan en el futuro adecuar su comportamiento

a ciertas normas que se estiman elementales para la convivencia.

Una ejecución de la pena que aspire a algo más que a ofrecer esas posibilidades y

exija de los internos, para la obtención de algún avance en el régimen de

progresividad, no sólo su colaboración para el cumplimiento de las reglas

impuestas, sino también una muestra de su conversión moral, además de fundarse

en una errónea comprensión acerca de la relación que se debe dar entre individuo

y Estado (art. 19, CN), debería para ello partir de la afirmación, ya desvirtuada por

la sociología criminal y la psicología, de que la pena de encierro resocializa, cuando

en realidad lo único que puede entenderse encaminado al logro de ese fin es el

trato y las herramientas que se le brinden al condenado durante su estadía en

prisión para que en el futuro pueda desenvolverse dentro de ciertos parámetros de

comportamiento socialmente aceptables.

En este esquema no es excluyente cuál sea la perspectiva moral del condenado

frente al delito, menos para desfavorecerlo, sino que debe prevalecer el análisis de

los recursos de los que disponga, tanto internos como externos a él, para poder

afrontar exitosamente las sucesivas etapas previstas para el cumplimiento de la

pena.

Asimismo, en cuanto a la alegada necesidad de terapia, no se observa impedimento

alguno para que sea desarrollada en forma extramuros, pudiendo funcionar el

tratamiento válidamente como una condición bajo la cual se conceda el beneficio

(art. 13 inc. 6 del C.P).

Por otro lado, del informe social puesto crisis se vislumbra que habiendo mantenido

la licenciada en trabajo social Vanesa Soledad Vanzato comunicación telefónica con

Ruth Morgante, hija del señor Gustavo Morgante, amigo del condenado que

recibiría en su domicilio al beneficiario, fue informada que todo el grupo familiar

tendría una excelente relación con Suárez a quien conocen desde hace años, no

86

teniendo inconveniente alguno en recibirlo en su hogar, como así que tienen

conocimiento de su causa y que ayudaran y contendrán afectivamente al

encausado.

A partir de lo relatado, concluye la profesional que “el grupo familiar del Sr.

Gustavo Morgante se encuentra dispuesto a ofrecerle contención desde el plano

afectivo, brindándole además su acompañamiento constante en la vivienda de

detención que afronta. Por otro lado, no se observa interés por intentar supervisar

normativamente, confiando en el supuesto buen comportamiento que el detenido

desarrollará, a pesar de conocer al mismo desde escaso tiempo e ignorar varios

aspectos de su historia vital. Como reserva, debe destacarse la presencia de

menores de corta edad en el hogar, atento a los antecedentes del causante… se

estima que dependerá esencialmente del nombrado la opción de adoptar una

alternativa de vida libre de conflictos, adaptada a la normalidad vigente”.

De lo expuesto, se observa que, más allá de ciertas reserva referenciadas respecto

de la confianza depositada por el grupo familiar receptor en el futuro

compartimiento de Suárez y la presencia de menores en el hogar, las cuales quedan

sujetas a la actitud a asumir por el nombrado, el beneficiario recibiría contención y

acompañamiento en el domicilio ofrecido, lo que se vislumbra como un aspecto

positivo que, sumado a la situación del condenado obtenida durante su detención

en la Unidad Penitenciaria, en cuanto que obtuvo la prognosis de conveniencia

emitida por el Servicio Penitenciario de acceder al beneficio peticionado, registra

una conducta ejemplar diez (10) y concepto bueno por parte de las autoridades, sin

presentar sanciones disciplinarias, se encuentra realizando tareas de

mantenimiento de la Pastoral Penitenciaria y cursando el ciclo lectivo respectivo, y

la proximidad del vencimiento de la pena impuesta (23/7/17) me convencen de que

el interno satisfizo los requisitos para acceder al beneficio peticionado.

Sobre esa base, entiendo que los argumentos vertidos por el a quo para denegar el

beneficio peticionado no resultan suficientes y se alejan de los requisitos

legalmente establecidos. (Sala Quinta, causa Nº 75.966, caratulada “SUAREZ

BALTAZAR ORLANDO S/ HABEAS CORPUS” 03/03716).

*Denegatoria apoyada en la problemática adictiva

Es legítima la resolución de la Juez de Ejecución que sostiene que el incuso ha

alcanzado los elementos necesarios en pos de una reinserción social exitosa, con

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87

fundamento en que cuenta con conducta 10 ejemplar, en la falta de sanciones

disciplinarias, en el aprovechamiento de los espacios tratamentales, la contención

familiar y el dictamen de los profesionales del Servicio Penitenciario, superando los

reparos a su problemática adictiva, al disponer su evaluación por peritos en la

materia, ordenando su tratamiento en caso de que sea merituado como necesario.

Sala tercera 69.286 caratulada “Torres Nuovo, Oscar Rubén s/ recurso de casación”

02/02/16.-

*LIBERTAD ASISTIDA

validez constitucional art 104 ley 12.256

Se trata, a mi modo de ver, de una responsabilidad compartida entre la Nación y las

provincias respecto de una etapa en la que se mezclan de un modo inseparable

cuestiones sustantivas y de carácter instrumental, combinación que se requiere

forzosamente para brindar a las personas que sufren el castigo estatal un trato

humanitario, que sólo se puede determinar en base a la evaluación personalizada

de sus necesidades en el caso concreto.

Desde esta perspectiva, toda medida que adopten tanto el gobierno nacional como

las provincias para dotar de mayor flexibilidad al régimen de progresividad,

contribuye mejor al cumplimiento de sus responsabilidades, que en el caso son

compartidas.

Esta solución no resulta incompatible con los principios de legalidad e igualdad a

los que ya se hiciera referencia, al menos si se los entiende como exigencias

previstas a favor de las personas y no como instituciones morales superiores a ellas.

En este sentido, considero que los principios y derechos consagrados en nuestra

Constitución Nacional deben ser interpretados de la misma manera progresiva en

que lo establece para sus propias cláusulas la Convención Americana sobre

Derechos Humanos (artículo 29.b).

Concluyo, por estas razones, que no debe reputarse inconstitucional la decisión de

la provincia de Buenos Aires de introducir mayores beneficios que la ley 24.660 al

flexibilizar los requisitos temporales para el otorgamiento del instituto de la

libertad asistida.

En la medida en que ello importe conferir a las autoridades de aplicación una

alternativa más para el cumplimiento de los fines constitucionalmente asignados a

la ejecución de la pena, sin desnaturalizarla, y hallándose comprometida en esta

88

tarea no sólo la responsabilidad de la Nación, sino también la de las provincias,

considero que lo más adecuado es tolerar la coexistencia de ambos regímenes,

dentro de los límites en los que tales legislaciones se pueden combinar sin alterar,

por vía. interpretativa, sus respectivas disposiciones.

Sala Quinta 02/02/16 causa Nº 72.621, caratulada “FERNÁNDEZ PABLO ANDRES S/

RECURSO DE CASACION”.

*Reiteración hechos delictivos. Conclusiones informe psicológico.

“entiendo en primer lugar que la Cámara relativizó la consideración de los aspectos

positivos de la conducta desarrollada por Acevedo intramuros (conducta ejemplar

10, concepto bueno, sin registros de sanciones disciplinarias vigentes y la opinión

favorable vertida por el Departamento Técnico Criminológico).

Asimismo, ninguno de los motivos invocados por el a quo se muestran como

indicadores para un rechazo del beneficio del art. 104 de la ley 12.256, ya que las

potenciales falencias del condenado encuentran respuesta en la expresa letra del

art. 106 de la misma ley, cuando se establece la posibilidad de que el juzgador fije

condiciones razonables para gozar del beneficio libertario.

Con respecto a las reservas hechas sobre ciertos factores de índole subjetivo del

causante, lo cierto es que no necesariamente encuentran su justo andamiaje en el

rechazo del beneficio en trato.

Nótese que, justamente, la libertad asistida persigue, en su praxis, testear al

imputado en su reingreso al medio libre, por lo que las circunstancias que alega el

a quo como impedientes del beneficio, más bien, deben funcionar como aspectos

que alienten a la liberación, a fin de que el encartado tenga la oportunidad de

probar que puede encarar una vida libre, adecuando su conducta al derecho

vigente, máxime siendo posible que enfrente su especial problemática fuera del

ámbito penitenciario, lo cual facilita su readaptación al medio libre.

Vale recordar que la resocialización, reforma o readaptación social, proclamadas

como meta de la ejecución de la pena en los diversos textos de nuestro derecho

vigente (arts. 4 y 5, ley 12.256, 1, ley 24.660, 5.6, CADH y 10.3, PIDCP), es un

proceso que debe orientarse a la legalidad y no a la moralidad.

Esta finalidad no tiene que estar encaminada a que la persona regrese a la sociedad

como un ser más elevado moralmente, sino que tan sólo a brindarle las

herramientas que le permiten en el futuro adecuar su comportamiento a ciertas

normas que se estiman elementales para la convivencia”.

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89

Sala Quinta causa Nº 72.291 caratulada “ACEVEDO TORRES EDUARDO S/ RECURSO

DE CASACION”. Del 16/02/16.-

*Denegatoria de (LIBERTAD ASISTIDA, SALIDAS TRANSITORIAS Y REGIMEN

ABIERTO) alegando fundamentalmente que no se evidencia de parte del

imputado ninguna capitalización positiva de los espacios tratamentales, déficit

que no se revela de menor entidad desde que no resulta ser ésta su primera

experiencia al respecto. Asimismo valoró el informe psicológico, que daría

cuenta de la persistencia en el condenado de ciertos indicadores que aún

obstan asumir en su composición endopersonal atenuadas sus dificultades para

motivarse en la norma, en tanto en el mismo se expresa: “se observa un sujeto

que no dimensiona los efectos producidos a partir de su accionar, minimizando

los mismos…”.-

Se constata la arbitrariedad de la sentencia, toda vez que los motivos invocados

por el a quo no se muestran como indicadores para un rechazo del beneficio del

art. 54 de la ley 24.660, ya que dichas potenciales falencias del condenado

encuentran respuesta en la expresa letra del art. 55 de la ley de mención, cuando

se establece la posibilidad de que el juzgador fije condiciones razonables para

gozar del beneficio libertario como desempeñar un trabajo, oficio o profesión o

adquirir los conocimientos necesarios para ello.

En efecto, la norma en cita no hace otra cosa que permitir el egreso anticipado del

condenado, allí cuando se observen cumplidos los requisitos del instituto, es más

expresamente se establece que: “…El juez de ejecución o juez competente podrá

denegar la incorporación del condenado a este régimen sólo excepcionalmente y

cuando considere, por resolución fundada, que el egreso puede constituir un grave

riesgo para el condenado o para sociedad.”

Asimismo no corresponde achacarle al imputado la falta de cupo en la unidad para

que el mismo pudiera incorporarse a las diferentes herramientas tratamentales.

Con respecto a las reservas hechas sobre ciertos factores de índole subjetivo del

causante, lo cierto es que no necesariamente encuentran su justo andamiaje en el

rechazo del beneficio en trato.

Nótese que, justamente, la libertad asistida persigue, en su praxis, testear al

imputado en su reingreso al medio libre, por lo que las circunstancias que alega el

a quo como impedientes del beneficio, más bien, deben funcionar como aspectos

90

que alienten a la liberación, a fin de que el encartado tenga la oportunidad de

probar que puede encarar una vida libre, adecuando su conducta al derecho

vigente, máxime siendo posible que enfrente su especial problemática fuera del

ámbito penitenciario, lo cual facilita su readaptación al medio libre.

Así las cosas, entiendo que el a quo, relativizó la consideración de los aspectos

positivos de la conducta desarrollada por Chauque intramuros (conducta ejemplar

10, concepto bueno sin registros de sanciones disciplinarias, y la opinión favorable

vertida por el Departamento Técnico Criminológico).

En tal inteligencia, la resolución resulta apartarse de la normativa vigente (art. 54

de la ley 24.660), con lo cual cabe calificarla de arbitraria, debiendo ser reparada

en esta instancia. (Sala Quinta causa Nº 74.699, caratulada “CHAUQUE JORGE

ALFREDO S/ HABEAS CORPUS”. 15/12/15)

*Informe inconveniente: apoyado en conclusiones del informe psicológico

De la resolución puesta en crisis se advierte que los señores Camaristas que por

mayoría revocaron la decisión del Juez de Ejecución, coincidieron con los

fundamentos llevados por el apelante. Para revocar la concesión de la libertad

asistida se consideró que el departamento técnico criminológico del servicio

penitenciario provincial aconsejó la inconveniencia de otorgar la libertad asistida.

Particularmente se meritó el informe psicológico realizado, las manifestaciones que

hizo el penado y lo plasmado por la perito psicóloga en cuanto a que indicó que "si

bien se dijo arrepentido por lo cometido, a partir de sus derivaciones, no se avizora

de sus dichos un proceso revisor en profundidad ni dilema ético en torno a sus

actos, que permita entrever un posicionamiento diferente a futuro".

Los señores Camaristas también objetaron que si bien el penado manifestó que

podría trabajar en actividades gastronómicas junto a sus amigos o en el municipio

de Marcos Paz, al que accedería por medio de un vecino, no brinda mayores datos

como para poder confirmar dicha propuesta.

Tal como fue analizado por el Juez de Ejecución, Travieso cumple con el requisito

temporal exigido para acceder al beneficio de la libertad asistida (art. 104 de la ley

12.256). Conforme se verifica del informe de fojas 13/14 del legajo, la calificación

del penado es ejemplar (9) y su concepto regular. Al respecto el Juez de grado

indicó que el 26.09.2014 revocó y dejó sin efecto la sanción disciplinaria motivada

en el suceso del día 15.05.2014. El Juez de Ejecución meritó que Travieso se insertó

de manera muy satisfactoria en el ámbito educativo, cursando 1° año del nivel

secundario, manteniendo muy buena relación con docentes y alumnos. Se valoró

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91

que desarrolló actividades deportivas y recreativas con motivación e interés.

Concluyó que dichas actitudes evidencian capitalización de su tiempo de encierro y

aprovechamiento de los espacios tratamentales, como también la observancia de

los reglamentos carcelarios. También se valoró que Travieso cuenta con

acompañamiento familiar, y que su madre estaría dispuesta a recibirlo y que el

encartado no se encuentra incorporado al área laboral por falta de cupo. El Juez de

Ejecución se apartó de la conclusión desfavorable del departamento técnico

criminológico, empero dio una explicación razonada de su parecer (art. 105 de la

ley 12.256).

Encuentro que las consideraciones efectuadas por la mayoría de la Alzada

departamental no resultan suficientes para modificar el temperamento adoptado

por el Juez de Ejecución. Con relación a la falta de una propuesta laboral concreta,

cumplo en indicar que alcanza para ingresar el régimen de libertad asistida, que se

le imponga al penado la obligación de procurarse un trabajo (art. 106 de la ley

12.256). Ello fue lo que ajustadamente se indicó en el resolutivo de la sentencia

del 23.12.2014 -apartado 3-, con las consecuencias propias que el incumplimiento

conlleva.

Con relación a la valoración del informe psicológico al que hice referencia párrafos

arriba, corresponde aquí recordar que la libertad asistida es una forma de

cumplimiento de la pena que implica afirmar el carácter resocializador de su

ejecución, y que la readaptación no importa lograr la modificación de la

personalidad del condenado, sino permitirle su reintegro al medio, previo a haberle

ofrecido las herramientas necesarias a los efectos de disminuir su nivel de

vulnerabilidad al sistema penal y por ende, evitar su constante prisionización

(causa nro. 45.713 de esta Sala, caratulada "Gómez Bazán, Roberto Oscar s/

recurso de casación" sentencia del 10/08/2011 rto. n° 988 del voto del Juez

Celesia). Por ello, la sola referencia a las manifestaciones vertidas en el marco de

una entrevista psicológica, sin un análisis profundo y armónico del resto de las

constancias que dan cuenta del desarrollo intra muros del penado, no permiten

avizorar la resocialización, reforma o readaptación social del encartado. Por lo

demás, dicha meta en la ejecución de la pena, configura un proceso que debe

orientarse a la legalidad y no a la moralidad.

Toda petición vinculada con la libertad de un condenado, por imperio del principio

resocializador que debe caracterizar al encierro, demanda del órgano jurisdiccional

92

una especial atención e interés al tiempo de rechazar, como en el supuesto que

aquí se analiza, la concesión del beneficio pretendido por la defensa (causa nro.

45.713 de esta Sala antes mencionada). Entonces, los obstáculos aducidos por el

tribunal a quo, así analizados, no configuran impedimentos suficientes para revocar

la libertad asistida solicitada, quedando en consecuencia la resolución atacada sin

adecuada fundamentación.

Sala Segunda. causa Nº 71.092 caratulada “Travieso Pereyra, Daniel Ezequiel

s/recurso de casación”. Del 29/12/15.-

*Falta proyecto laboral más allá del informe conveniente del SPB

En el caso, el requisito temporal para el ejercicio del derecho se encuentra

cumplido pues Mendoza se halla detenido desde el 17 de noviembre de 2012,

habiendo sido condenado a la pena de tres años y diez meses de prisión, accesorias

legales y costas por hallarlo coautor del delito de robo calificado por el empleo de

arma de fuego en grado de conato y tenencia ilegal de arma de guerra, la que,

conforme el cómputo practicado, vencerá el día 16 de septiembre de 2016 (fs.4 y

vta.).

Con relación a la observancia con regularidad de los reglamentos carcelarios, es

decir las pautas que determina la ley de ejecución para la disciplina carcelaria (en

el caso, la Ley 12.256), corresponde destacar que depende exclusivamente de una

valoración jurisdiccional, por lo que los organismos administrativos informan e

ilustran con sus informes, pero quien valora la gravedad de las infracciones es el

Juez.

En tal sentido, destaco que el condenado Mendoza no registra sanción disciplinaria

alguna, por lo que concluyo que ha observado con regularidad los reglamentos

carcelarios.

Por todo lo expuesto, habrá de ser descalificado como acto jurisdiccional válido, la

resolución cuestionada pues se apartó del dictamen criminológico y demás

circunstancias favorables (evolución actitudinal, anotado en lista de espera en el

área laboral, concepto muy bueno y conducta ejemplar con calificación 10, estudia

y cuenta con adecuada contención familiar), sobre la base de una argumentación

insuficiente contrariando lo dispuesto por los artículos 13 del C.P., y arts. 101 y c.c.

de la Ley 12.256.

En el caso se ha prescindido de aplicar las normas indicadas, circunstancia que

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93

torna aplicable la doctrina de la arbitrariedad, en tanto consagra una

interpretación de las normas con relación a las circunstancias del caso en términos

que equivalen a su prescindencia, lo que autoriza a revisar lo resuelto (cf. Fallos

310:2114, 311:948, 315:672 y 324:547).

Sala Sexta causa N° 72.109 caratulada: “Mendoza, Julio Alberto s/Recurso de

Casación 09/12/15.-

*Libertad denegada por prohibición del art 100 (ley 12.256) en razón del delito

cometido: defensor plantea inconstitucionalidad de la norma

Entiendo que la resolución de la Cámara merece ser casada, aunque por motivos

distintos a los que la parte esgrime.

El estudio de la norma aplicable amerita acudir a lo resuelto en el Acuerdo Plenario

de este Tribunal de Casación emitido el 4 de noviembre de 2014 en la causa N°

63.610 caratulada “Altamirano, Facundo Ezequiel s/ Recurso de Casación” en que

por voto mayoritario se concluyó que el régimen legal aplicable en materia de

ejecución de las penas privativas de libertad es la Ley Provincial N° 12.256, en

cuanto resulte más beneficioso, para el condenado, que la ley marco N° 24.660 del

ordenamiento nacional.

En el caso –entonces- analizadas las mandas que se vinculan con el instituto cuya

aplicación se reclama corresponde efectuar un examen de la cuestionada y el texto

del art. 56 bis de la ley 24.660, más precisamente en este último caso su inciso 2.

Conforme emerge del informe de actuario que antecede, Juan Carlos Calderón fue

condenado por el Tribunal en lo Criminal N° 1 del departamento judicial Junín, por

sentencia del 14 de junio de 2011, a la pena de nueve años de prisión, accesorias

legales y costas, en razón de haber sido hallado autor penalmente responsable del

delito de abuso sexual con acceso carnal agravado en los términos del art. 122 en

relación al art. 119 inc. 3 del CP texto anterior a la reforma de la ley 25.087, en

reiteradas oportunidades en concurso real.

En dicho contexto aparece regulando la temática de modo más favorable al

condenado, la norma nacional.

Así las cosas, la denegatoria que la Alzada no se ha pronunciado respecto del

pedido de libertad asistida de acuerdo al marco del ordenamiento jurídico

aplicable (marco normativo debido: Ley 24.660).

94

Son entonces cuestiones abstractas aquellas que podrían elucubrarse bajo leyes no

aplicables, tales como en este asunto lo sería el tema de la validez constitucional

del art. 100 de la ley 12.256, ahora irrelevante.

Sala segunda número 74.536 interpuesto en favor de Juan Carlos CALDERON

15/12/15.

*SALIDAS TRANSITORIAS. Ausencia informe ambiental: error en el juicio.

En su pronunciamiento de fs. 1/2, la alzada departamental basó su decisión

denegatoria de las salidas transitorias argumentando que si bien Carabajal ha

capitalizado el tiempo de encierro, toda vez que se desempeña laboralmente y

cuenta con estudios primarios, “…lo cierto es que no obra en el legajo un informe

socioambiental en el domicilio aportado por aquel donde usufructuaría las salidas

transitorias en caso de acceder a las mismas.”

En tal sentido, concluyó que “Tal informe resulta esencial a los fines de certificar la

existencia del domicilio en cuestión; si el grupo conviviente del lugar está

dispuesto a recibirlo y a brindarle la contención necesaria que lo ayude en su

proceso de resociabilización, como así también para reforzar los vínculos en el

afuera.”

Ahora bien, considero que tal motivo invocado por el a quo no se muestra como un

indicador para concluir en el rechazo del instituto previsto por los arts. 146 y 147

de la ley 12.256. En efecto, las normas en cita no hacen otra cosa que permitir las

salidas transitorias del condenado, allí cuando se observen cumplidos los requisitos

objetivos y subjetivos del instituto, en este caso: la configuración del requisito

temporal, encontrarse dentro de un régimen semiabierto modalidad amplia, no

tener causa abierta donde interese su detención, poseer conducta ejemplar o el

grado máximo susceptible de ser alcanzado según el tiempo de detención.

Surge de las presentes actuaciones que Carabajal registra calificación de conducta

10 y concepto ejemplar, no registrando sanciones disciplinarias, desempeña tareas

laborales y educativas. Asimismo se advierte que no obstante existir una decisión

jurisdiccional que concedió el acceso del encartado al régimen abierto lo cierto es

que, por razones ajenas al nombrado, se encuentra inserto aún en un régimen

cerrado.

Pues bien, cumpliendo Carabajal con todos los presupuestos legales para el

otorgamiento del beneficio en trato, la Cámara ha supeditado la procedencia del

mismo al cumplimiento de requerimientos que no están contemplados en el orden

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95

sustantivo, configurándose así un error in judicando que amerita la casación del

pronunciamiento.

Coincidiré con la recurrente en cuanto arguyó que la ausencia de un informe

socioambiental en el domicilio oportunamente aportado (motivo principal por el

cual se confirmó la resolución de primera instancia), constituye un defecto

procedimental que no puede ser atribuido a la conducta procesal desarrollada por

el encartado o su defensa, debiendo haber sido subsanado por el a quo previo a

dictar el pronunciamiento atacado.

Sala Quinta. causa Nº 71.933 caratulada “Carabajal, Daniel Dolores s/ Recurso de

Queja (art. 433 C.P.P.)”. 04/04/16.-

*Denegatoria apoyada en el lapso de tiempo que el causante totaliza cautelado

y la lejanía temporal para encontrarse tempestivamente en condiciones de

acceder a una libertad anticipada, llevan a concluir que, en el caso particular el

interno deberá acceder a los institutos más autogestivos, permisivos y en

definitiva, liberatorios, en forma paulatina:

Pues bien, ninguno de los motivos invocados por el a quo se muestran como

indicadores para un rechazo del beneficio de los arts. 146 y 147 de la ley 12.256,

las normas en cita no hacen otra cosa que permitir las salidas transitorias del

condenado, allí cuando se observen cumplidos los requisitos objetivos y subjetivos

del instituto, en este caso: la configuración del requisito temporal, encontrarse

dentro de un régimen semiabierto modalidad amplia, no tener causa abierta donde

interese su detención, poseer conducta ejemplar o el grado máximo susceptible de

ser alcanzado según el tiempo de detención.

He de coincidir con la defensa en que los plurales indicios favorables esbozados en

los respectivos informes con respecto a Gómez Rojas, no condicen con el pronóstico

de desfavorabilidad emitido, únicamente fundado en el extenso tiempo de condena

que aún le resta por cumplir y en cierta postura irreflexiva o autocrítica respecto

del hecho por el que fuera condenado.

Los informes del organismo técnico criminológico resultan orientativos para el

magistrado y deben ser juzgados a la luz de un examen de razonabilidad.

Surge de las presentes actuaciones que el encartado posee una conducta ejemplar

10, concepto bueno, no registra sanciones computables al día de la fecha, se

encuentra incorporado en espacios tratamentales dentro del área laboral y

96

educativa, y está incluido en un régimen abierto. Así las cosas, entiendo que el a

quo, relativizó la consideración de los aspectos positivos de la conducta

desarrollada por Gómez Rojas intramuros.

Cumpliendo Gómez Rojas con todos los presupuestos legales para el otorgamiento

del beneficio en trato, la Cámara ha exigido al imputado el cumplimiento de

requerimientos que no están contemplados en el orden sustantivo para la concesión

de las salidas transitorias, configurándose así un error in judicando que amerita la

casación del pronunciamiento.

Sala Quinta causa Nº 71.450 caratulada “Gómez Rojas, Humberto s/ Recurso de

Queja 02/02/16.-

*Denegatoria fundada entre otros motivos en las “reincidencias”

El voto mayoritario de la Sala II de la Cámara de Apelación y Garantías del

Departamento Judicial San Martín expresó si bien las faltas disciplinarias achacadas

a Carranza referidas por el Ministerio Público Fiscal han caducado en sus

efectos, “…su carácter de reincidente en cuanto a la falta de capitalización de

experiencias punitivas previas, y a un mayor ajuste en su tratamiento

penitenciario, (en virtud al fracaso anterior)…”

En primer lugar, del juego armónico de los arts. 16, 17 ley 24.660 y art. 100 de la

ley 12.256 que regulan el instituto de las salidas transitorias a nivel nacional y

provincial respectivamente, y a la luz del principio de progresividad que debe regir

en materia de ejecución de la pena privativa de la libertad (art. 6, Ley 24.660), no

surge que la circunstancia de que el condenado sea reincidente constituya un

obstáculo para su concesión o ampliación.

Por otro lado, considero que la Cámara relativizó la consideración de los aspectos

positivos de la conducta desarrollada por Carranza Gómez intramuros. En efecto,

de la lectura de la resolución dictada por el Juzgado de Ejecución Penal N° 2 -que

oportunamente había hecho lugar a la ampliación de salidas transitorias- (fs.

27/32) surge que el nombrado, además de registrar una conducta Ejemplar (10) y

concepto bueno, “…se encuentra cumpliendo satisfactoriamente las salidas

transitorias a las que fuera incluido en su oportunidad, presentándose en los

horarios que fueran estipulados, sin registrar actualmente ninguna anomalía en el

goce de las mismas y demostrando compromiso y responsabilidad…”

Debe agregarse también que el penado se desempeña laboralmente en el casino de

oficiales, para la empresa de catering “Cook Master” con un correcto desempeño y

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97

se encuentra cursando el tercer año del nivel secundario además de haber

participado en distintos cursos de capacitación.

Pues bien, advierto que en el caso la ampliación de las salidas transitorias que

viene usufructuando correctamente Carranza Gómez aparecen como un paso

necesario a los efectos de preservar adecuadamente el principio de progresividad

(art. 6 de la ley 24.660), el cual no debe ser menoscabado con la invocación de

razones meramente dogmáticas o extralegales sin afectarse la debida ejecución

penal.

Sala Quinta causa Nº 71.255, caratulada “CARRANZA GOMEZ MIGUEL ANGEL S/

RECURSO DE CASACION”. 15/12/15.-

*Denegatoria apoyada en dos sanciones disciplinaras como consecuencia de

incurrir en faltas de carácter grave con fecha 21/01/14 y el haber cometido el

8/10/08 el delito que se le enrostra en los presentes actuados, esto es robo

agravado por el uso de arma, mientras se hallaba gozando del beneficio de

libertad asistida en el marco de un otro proceso.

Las circunstancia invocada por la Cámara referente a poseer Pascuale dos sanciones

disciplinarias como consecuencia de haber incurrido en faltas de carácter grave con

fecha 21/01/14, no puede constituir por sí misma un óbice para la concesión del

beneficio en trato, por lo menos para esta primer aproximación con el medio libre

como lo es el instituto de las salidas transitorias, más aún si como en el caso las

mismas no incidieron en la calificación de la conducta que recayera sobre el

nombrado. Por lo demás, tiene especial gravitación para definir la cuestión que la

Alzada no explicó de qué manera las referidas sanciones logran neutralizar los

elementos antes ponderados.

Expuesto ello cabe destacar que en el régimen de progresividad, a medida que se

avanza en el mismo, las exigencias requeridas para acceder a los diversos institutos

y beneficios van en aumento, con lo cual las sanciones disciplinarias -en los

términos indicados supra- que constituyen un óbice a los efectos de ser incluido en

un régimen de libertad condicional o asistida, en el caso no lo es a los fines de

obtener una primera aproximación al medio libre como serían las salidas

transitorias.

98

Dicho esto resta que me expida respecto de la otra circunstancia que fue valorada

por la Cámara a quo, junto a la reseñada ut supra, para arribar a la conclusión aquí

cuestionada. Y en esta línea debo manifestar que merituar una circunstancia de tan

vieja data como ser el hecho de haber cometido el encausado con fecha 8/10/08 el

delito de robo agravado por el uso de arma mientras se hallaba gozando del

beneficio de libertad asistida en el marco de un proceso anterior, es contrario al

principio de progresividad que ha de infundir la ejecución de la pena, siempre en

función de la resocialización que constituye el fin último de su ejecución conforme

la normativa de jerarquía constitucional en la materia, máxime cuando, como en el

caso, la Cámara no ha explicado razonablemente porqué Pascuale no es pasible de

confianza a pesar de los avances evidenciados.

Por lo tanto, la resolución recurrida desconoce las previsiones de la Ley de

Ejecución Penal Nacional 24.660 (arts. 15, 16 y 17), en sintonía con los artículos

146 -y su remisión a los arts. 100 y 133- y 147 de la Ley de Ejecución Penal

Provincial n° 12.256, circunstancia que hace descalificable al pronunciamiento en

crisis, en ese punto, como acto jurisdiccional válido a tenor del art. 106 del C.P.P.

Sala Cuarta causa N° 72.962 de este Tribunal, caratulada: "PASCUALE, Matías

Nicolás s/ Recurso de Casación". 04/02/16.

*Denegatoria fundada en el hecho que el condenado de autos se encuentra

inserto en un régimen cerrado modalidad moderada lo cual constituye un óbice

para la promoción del beneficio intentado.

el hecho de encontrarse el joven alojado en un régimen cerrado modalidad

moderada, resulta –en función del principio de progresividad de la pena- prematura

la concesión de las salidas transitorias peticionadas y, si bien el tránsito por los

distintos regímenes no es necesariamente secuencial, conviene que el incuso vaya

afianzando paulatinamente las herramientas que incorpore a través de los distintos

espacios tratamentales en los que sea incluido, que se desarrolle en un régimen de

mayor autogestión, del que se encuentra alojado (régimen cerrado) para luego con

el tiempo pueda ponderarse si está en condiciones de acceder al beneficio

peticionado, debiendo profundizar el tratamiento resocializador del que es objeto.

A ello debo agregar que, el detenido Pereyra no cuenta con un dictamen favorable

del Departamento Técnico Criminológico el cual exprese la conveniencia y efecto

beneficioso que puedan tener las salidas para el futuro personal, familiar y social

del encartado de autos (conf. artículo 17 de la Ley 24.660), el cual si bien

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99

no resulta vinculante para el órgano jurisdiccional, no se advierte en el sub lite una

debida fundamentación que permita apartarse del mismo.

Por lo expuesto lo decidido por el “a quo” es un apartamiento flagrante del texto

de la ley, resultando insoslayable la estricta observancia de los requisitos

contenidos en la misma. (Sala Cuarta causa N° 72.706 de este Tribunal,

caratulada: “PEREYRA, Claudio Ariel s/ Recurso de Queja interpuesto por Fiscal

General (art. 433 CPP) del 17/03/16)

*EXCARCELACIONES en TIEMPO DE LIBERTAD CONDICIONAL

Siendo este el único óbice que se levanta en contra del pedimento de la defensa, la

situación planteada presenta semejanza valorativa con la resuelta por esta Sala en

la causa N° 35.985 “Gómez, Néstor Hugo s/recurso de casación” cuya doctrina

judicial resulta aplicable al caso.

Se sostuvo allí que “El instituto de la excarcelación en tiempo de libertad

condicional es uno de los supuestos legales en que se reglamenta el principio de

proporcionalidad en materia de prisión preventiva, según el cual resultaría

irrazonable que por una infracción penal hipotética el imputado sufra más durante

el procedimiento que con la pena que eventualmente le corresponda, de allí que se

disponga excarcelar al acusado cuando el monto de la condena -no firme- y demás

condiciones permitirían la aplicación del art. 13 de la ley de fondo si aquél tuviera

la condición de penado (art. 169 inc. 10 del rito).

A esta altura el núcleo de la cuestión reside en dirimir si la idea de que la

excarcelación será procedente cuando sea posible asegurar que el imputado

estando en libertad se someterá al proceso y a la eventual sanción que se le pueda

aplicar si es condenado, mantiene su vigencia en el supuesto precedentemente

señalado, en otras palabras, si resulta ajustado a derecho otorgarle a los peligros

procesales de fuga y entorpecimiento eficacia restrictiva de la excarcelación

cuando lo es en los términos de la libertad condicional mediando el dictado de una

sentencia -no firme- que impone una pena determinada.”

Eso mismo ocurre en el sub examine por lo que “Para resolver se debe partir de la

premisa de que el encarcelamiento preventivo nunca puede ser más gravoso que la

posible pena a aplicarse en caso de condena.

El Código Penal adopta en el art. 13 el instituto de la libertad condicional como una

100

forma morigerada de cumplimentar las últimas fases ejecutivas de la pena, por lo

cual toda vez que se imponga antes de la condena firme un encierro que, adquirido

tal estado, no se impondría en virtud de encontrarse abastecidas aquellas

condiciones necesarias para otorgar la libertad anticipada (requisito temporal y

cumplimiento regular de los reglamentos carcelarios) se estará vulnerando

mediante el encarcelamiento preventivo el espíritu de la institución de trato.”

Es por ello que aquí también se impone que “…la interpretación que de la

normativa procesal se haga debe ser abordada procurando no desvirtuar las

finalidades que inspiran los institutos sustantivos, y es por ello que resulta absurdo

exigirle a quien aún conserva el estado de inocencia por haber articulado los

remedios que la ley le ofrece para impugnar un pronunciamiento que estima

injusto, además del cumplimiento de los requisitos demandados por el art. 13 del

Código Penal, que justifique que aquellos peligros que su probable conducta

pudiera generar para la actuación de la ley penal se hallan en el caso

neutralizados.

Y sobra decir que ello es así no sólo porque de otra manera se agravan las

condiciones de quien es aún inocente con relación a aquellos que por encontrarse

firme la sentencia condenatoria dictada en su contra han abandonado ese estado

(C.N. 16), sino que también, como lo ha señalado el recurrente, que el imputado

sea liberado una vez que el fallo deviene firme, cuando los peligros procesales

pierden virtualidad, implica un contrasentido jurídico que no puede tener cabida

en la sistemática del juicio previo (C.N. 18).

A partir de allí no puede ser soslayado que aceptar una distinta interpretación

indirectamente importaría restringir el libre ejercicio de las facultades recursivas

del procesado, al quedar expuesto ante la disyuntiva de procurar su inocencia o, al

menos, un monto de pena menor a la aplicada, o de precipitar su libertad

renunciando a la garantía de la doble instancia, y como el legítimo ejercicio de una

herramienta de garantía nunca puede redundar en un perjuicio para quien la actúa,

no otra exégesis que la propuesta en este voto resulta ajustada a derecho.

Recapitulando, en mérito a la restrictiva interpretación que merece toda

disposición legal que coarte la libertad personal, no será legítimo esgrimir la

existencia de los peligros procesales de fuga o entorpecimiento para denegar la

aplicación del beneficio excarcelatorio en tiempos de la libertad condicional,

cuando la sentencia no firme imponga una pena que permita su obtención y

concurrieran las demás condiciones necesarias para acordarla”.

A la luz de lo dicho, la situación sometida a nuestra consideración resulta

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101

valorativamente análoga, pues frente al supuesto de excarcelación en términos de

la libertad asistida, se vuelven a enarbolar la existencia de peligros procesales –a

esta altura con el juicio sustanciado, y sentencias no firmes de primera y segunda

instancia, resumidos en la posibilidad de fuga- que en marcada desproporción,

llevaron a las instancias anteriores a mantener la restricción cautelar de la libertad

del imputado. Y ello al solo fin de garantizar el cumplimiento de una pena que,

cuando adquiera su condición jurídica de tal, permitiría que el condenado agote

aquella en libertad.

Es por ello que constituyendo éste el único argumento que se levantó contra la

excarcelación solicitada, su descalificación casatoria deja sin fundamentos a la

decisión aquí atacada.

SALA SEGUNDA 08/03/16 causa Nº 73.992, caratulada “Escobar, Mauro Adrián

s/recurso de casación.

*SALIDAS LABORALES: procesados. Recaudos inexigibles

Surge de las presentes actuaciones que con fecha 31 de marzo de 2011 la Cámara

de Apelaciones y Garantías del Departamento Judicial San Nicolás –en el marco del

incidente n° 1743- otorgó a Basualdo salidas periódicas por el término de 72 horas

mensuales bajo la tuición de su concubina y/o de su hermana y, el día 4 de abril de

2012, autorizó al encartado a gozar de sus salidas bajo palabra de honor (incidente

n° 1928).

Asimismo, en fecha 14 de marzo de 2013, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1

Departamental decidió ampliar las salidas de que gozaba Basualdo a 48 horas

quincenales, bajo palabra de honor (incidente n° 2190).

Por último, el día 12 de diciembre de 2013 se concedió al causante una nueva

ampliación de la morigeración otorgándole salidas por un plazo superior a las 72

horas quincenales autorizándolo –en fecha 29 de abril de 2014- a usufructuarlas en

el domicilio de su hermana sito en la ciudad de Baradero.

Se advierte, entonces, que las instancias locales han considerado reiteradamente

que Basualdo resulta merecedor de distintos beneficios tendientes a atenuar los

efectos de la prisionización cautelar que viene sufriendo desde hace más de 13

años. Surge, también, que el nombrado lleva casi cinco años cumpliendo con las

salidas oportunamente otorgadas por el Tribunal en lo Criminal y por la Cámara.

102

Pues bien, teniendo en consideración que la última resolución dictada con relación

a la morigeración de la prisión preventiva de Basualdo data de abril de 2014, que el

nombrado ha demostrado responsabilidad al momento de cumplir con las salidas

periódicas concedidas por los mencionados organismos jurisdiccionales, ello sumado

a la excelente conducta que registra de acuerdo al informe de Vigilancia y

Tratamiento y a la circunstancia de que aún ostenta la calidad de procesado,

entiendo que resulta pertinente continuar profundizando el proceso de atenuación

de la coerción que han iniciado las instancias locales, máxime teniendo en cuenta

las concretas posibilidades laborales aducidas por la Defensa.

Debe ponderarse también que Basualdo lleva más de 13 años en prisión preventiva,

es decir que se encuentra a dos años de cumplir con el requisito temporal para

acceder a los regímenes de semilibertad que permiten a los condenados trabajar

fuera de los establecimientos penitenciarios sin supervisión continua, en iguales

condiciones a las de la vida libre (art. 23 de la ley 24.660, en relación al art. 17 del

mismo ordenamiento normativo).

Tampoco debe perderse de vista que además de ser un derecho consagrado

constitucionalmente, el trabajo resulta ser una herramienta muy importante con

que cuentan las personas privadas de su libertad tendiente a socavar los efectos

negativos del encierro carcelario.

Desde una óptica constitucional, la presunción de inocencia de la que aún goza

Basualdo, no puede verse menoscabada por indebidos requerimientos sustantivos,

sólo evaluables -en principio- para situaciones de condena consolidada, es decir

para supuestos de libertad en la faz ejecutiva (Art. 497 y subsiguientes del C.P.P.).

En efecto, a los fines de merituar la posible atenuación de la coerción del imputado

–v.g. mediante salidas laborales- deberá analizarse si se encuentran neutralizados o

no los peligros procesales de fuga o entorpecimiento de la investigación (art. 163,

párr. 4°, inc. 2°).

Sala Quinta causa Nº 72.402 caratulada “BASUALDO MARTIN ADRIAN S/ RECURSO DE

CASACION”. 03/03/16.

*MEDIDAS DE SEGURIDAD

imposición de la misma: afectación debido proceso

En la oportunidad de dar mi voto en la causa n°61.022, “Romero, Javier s/ Habeas

Corpus”, señalé que según lo establece el artículo 62 del Código Procesal Penal, la

“internación provisoria o la derivación al fuero civil, en caso que no concurran los

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103

presupuestos para el dictado de la prisión preventiva, son los únicos supuestos que

se encuentran comprendidos en el código de rito (artículo 168). Ninguna previsión

existe en el citado cuerpo sobre el dictado de una medida de seguridad, a

excepción de lo estipulado en el artículo 1ro. Luego, aunque respecto de la

imposición de una intervención provisional, encontramos la manda del artículo 168

bis”.

“Siguiendo esta línea de ideas, no huelga destacar que la ley 14.296 agregó la

temática en el mencionado artículo 1ro. del C.P.P., a la vez que modificó el inciso

5º del artículo 323. Ambos textos hacen referencia a las medidas de seguridad”.

“Repárese que el artículo 1ro. (texto en el que se reconocen de manera explícita

las garantías fundamentales del imputado) requiere, para la imposición de una

medida de seguridad en los términos del artículo 34 inciso 1º del Código Penal, que

se observen las normas relativas al procedimiento del juicio. No albergo dudas de

que, la teresas de la norma es dotar de mayores exigencias a la hora de dictar una

medida de seguridad en el fuero penal. Esto es, que previo al dictado de una

medida de tal entidad, se acredite mediante un debido proceso, la existencia del

hecho y la participación en él del agente”.

“En sintonía con lo expuesto, y con semejante impronta es dable destacar que el

artículo 168 bis del Código de rito (texto según ley 14.128) prevé la celebración de

una audiencia preliminar previa al dictado de alguna medida de coerción y, en lo

que interesa destacar, la imposición de una internación provisional, audiencia que

podrán requerir tanto las partes del proceso o designar de oficio el juez. Por su

parte, con claridad el artículo reseña las características esenciales de tal

procedimiento oral y público; así se lee ‘…en la misma serán oídas el fiscal, el

particular damnificado si lo hubiera, la defensa, y el imputado se hallare presente,

en ese orden, durante un tiempo máximo de quince minutos. Las intervenciones

deberán dirigirse a fundamentar la procedencia o improcedencia de la medida a

dictarse…’”.

Ahora bien, nótese que el Juez de Garantías, ante la petición de internación

provisional de Rodrigo Alejandro Trotta que hiciera la representante del Ministerio

Fiscal, dispuso la observancia de “las normas relativas al juicio previstas en el Libro

III del CPP.- (Art. 1 último párrafo del CPP)” (v. f. 14 de este incidente), para lo

cual se ordenaron vistas a los interesados (f. 16) y se resolvió (v. fs. 27/30 vta.) sin

haberse llevado a cabo audiencia alguna, pese a la cita expresa de la norma ritual

104

que lo ordena.

Como lo tengo dicho en el precedente ante citado, “respetando la voluntad

legislativa, la imposición de una medida de seguridad penal debe ser consecuencia

de un proceso de sustanciación, en el que imperen los principios rectores de la

etapa de juicio (Oralidad, Contradicción, Inmediatez, Publicidad) y en el cual el

magistrado, valiéndose de la prueba disponible, esté en condiciones de evaluar la

conveniencia y razonabilidad del dictado de tal medida”.

“Desde mi punto de vista, una adecuada intelección del alcance de la reforma

introducida por la ley 14.296, no puede prescindir de la exposición de motivos que

ilustran la télesis y objetivos puestos a consideración del poder legisferante. Así, se

postuló como uno de los ejes centrales ‘…la afirmación de la garantía del juicio

previo para la imposición de medidas de seguridad…’. De la lectura de los

fundamentos, surge con claridad el propósito de robustecer la inmediación,

bilateralidad y defensa en juicio, pilares de nuestro sistema de enjuiciamiento

penal”.

“Para el dictado de una medida de seguridad en el ámbito penal existen algunos

presupuestos cuya acreditación resulta insoslayable. En primer lugar, es preciso

tener por acreditado que el sujeto ha cometido un hecho previsto como delito. En

segundo lugar, debe examinarse las características de la situación que lo torna

inimputable; su origen, evolución y tratamiento más adecuado. En tercer término,

establecer una prognosis, a partir del hecho y de las circunstancias que han

determinado su estado de inimputabilidad, el riesgo propio, para terceros y la

eventualidad de futuras acciones lesivas. Entonces para el adecuado examen de

estos presupuestos y su correlato en la toma de decisión jurisdiccional es que el

sistema de enjuiciamiento bonaerense ha establecido se sigan las reglas relativas al

juicio previstas en el Libro III (art. 1ro in fine del C.P.P.)”.

Como puede apreciarse de autos, tal procedimiento fue categóricamente omitido

por el Juez garante y, por consiguiente, confirmado por el decisorio de la Cámara

departamental que se critica ante estos estrados.

Es más, también se observa un apartamiento del análisis de las causales dispuesto

por el art. 324 del C.P.P., que reafirma la necesidad de reconducir el trámite legal

de estos actuados.

En tal sentido, la nulidad es absoluta y manifiesta (arts. 201, 202 inc. 3° y 203

C.P.P.), asistiéndole razón al recurrente cuando indica que se ha soslayado la

aplicación de la normativa en vigor y con ello, el derecho de su ahijado procesal a

ser oído según lo estatuye el art. 8.1 de la Convención Americana sobre Derechos

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105

Humanos (arts. 31 y 75 inc. 22° C.N.).

En lo restante, no puedo pasar por alto la lectura asistemática realizada por el a

quo del art. 323 inc. 5° del Digesto ritual, al declarar la improcedencia del

sobreseimiento reclamado por la Defensa Oficial en virtud de la hipótesis del art.

34 inc. 1° del Código Penal. Advierto en ello una flagrante colisión de normas cuya

exégesis debe recalar en su conciliación o armonización de modo que se mantenga

incólume la coherencia del ordenamiento jurídico.

De todos modos, resta precisar que cuando se aprecia una colisión de dos o más

interpretaciones posibles, debe recordarse, siguiendo los lineamientos de nuestro

máxime interprete constitucional, que “…el principio de legalidad (art. 18 de la

Constitución Nacional) exige priorizar una exégesis restrictiva dentro del límite

semántico del texto legal, en consonancia con el principio político criminal que

caracteriza al derecho penal como la ultima ratio del ordenamiento jurídico, y con

el principio pro homine que impone privilegiar la interpretación legal que más

derechos acuerde al ser humano frente al poder estatal” (C.S.J.N., “Acosta,

Alejandro Esteban s/Recurso de hecho”,).

Sentado lo anterior, si surge evidente el estado de inimputabilidad de Trotta e

innecesario que continúe abierto el proceso iniciado en su contra, se debe dar

primacía a normas de mayor jerarquía como ser: plazo razonable del proceso, y de

la privación de la libertad –en el caso la internación provisional-, y el derecho de

defensa.

En otras palabras y en línea con lo expresado en el precedente “Romero, Javier s/

Habeas Corpus” antes citado, y aún a riesgo de resultar sobreabundante, “subrayo

que un ciudadano no puede estar sometido de manera indeterminada a un proceso

penal, bajo el pretexto de una cita legal, a mi modo de ver erróneamente

interpretada. Si el sistema penal intervino respecto de un sujeto que no tiene

capacidad de culpabilidad, tal persona debe quedar fuera de la injerencia del

poder punitivo, esto es, desvinculada del proceso. Dicho esto, el sobreseimiento es

el mecanismo que por antonomasia prevé nuestra legislación para clausurar el

proceso con relación al imputado”. (Sala Primera Causa Nº

74.550 caratulada “TROTTA, Rodrigo Emanuel s/ Recurso de Casación (solicita

trámite de hábeas corpus)”, del 29/12/15).-

*UNIFICACION DE PENAS

106

En efecto, nuestra regulación en materia de unificación de penas proviene

directamente del Código Penal italiano de 1888, conocido como códice

Zanardelli, que influyó a gran parte de la producción legislativa latinoamericana de

finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX y contenía reglas mucho más

detalladas y precisas que no fueron trasladadas a nuestra parte general como

consecuencia del afán simplificador que presidió su redacción (cf. CNCC en pleno,

Hidalgo J., rta. 5 de marzo de 1990, voto del juez Zaffaroni).

Dicha norma establecía que, en estos casos, corresponde unificar el remanente de

la pena original con la del nuevo delito sin superar los máximos legales para, luego,

computar desde el momento de la sentencia firme que dispuso la unificación. Ello

obedece a razones procesales (dado que la segunda condena no se dicta en

violación a las reglas del concurso) y materiales (impedir que el condenado se

beneficie con la comisión de una nueva infracción) (cf. Zaffaroni E. R., Alagia A. y

Slokar A., Derecho Penal. Parte General, Ed. Ediar, p. 1021 y sgtes.).

Quiénes sostienen, como lo hace el A-Quo, que éste es el método vigente en la

actualidad parten de la asunción de que esta regla ha sido traspasada por el

legislador, aunque de modo simplificado, a nuestro Código Penal. Así, por ejemplo,

Zaffaroni que se cuenta entre los defensores más destacados de esta postura,

descarta de plano la posibilidad de que haya existido una genuina voluntad de

alterar el contenido de la norma tomada como referencia y sostiene que la

supresión obedeció a un simple “exceso en la simplificación” (v. CNCC, cit.).

A juicio del suscripto, sin embargo, esto no resulta convincente por las razones que

se expondrán a continuación. La primera de ellas, precisamente, es que no

considero que pueda afirmarse que la intención del legislador haya sido consagrar

entre nosotros, la solución propiciada por el viejo código italiano, la cuál me

permito transcribir, en extenso, a fines ilustrativos:

"La norma contenida en el precedente artículo […] se aplicará también en el caso

de un delito cometido después de una condena a pena restrictiva de la libertad

personal y antes que ella sea cumplida o mientras se cumpla; más el aumento de

pena, conforme el artículo precedente, es respectivamente de dos tercios, de la

mitad o de un tercio, en lugar de la mitad, de un tercio o de un sexto. Para

determinar tal aumento se tiene en cuenta solamente la parte de la pena que resta

cumplir al momento en el que es pronunciada la condena después de haber

computado, en la pena por el nuevo delito, donde sea necesaria la agravante de la

reincidencia: mas si la pena ha sido cumplida, o la condena extinguida antes que la

nueva condena se halle firme, la pena por el nuevo delito será aplicada

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107

íntegramente" (cf. CNCC, cit., voto del juez Navarro).

Como puede observarse, la simple comparación evidencia que ambas fórmulas

difieren significativamente en su alcance y complejidad y que las diferencias no se

limitan al aspecto apuntado, sino que también se extienden a cuestiones no

menores, como los límites que se imponen al incremento de las penalidades o la

regulación de la reincidencia. Esto debilita seriamente la hipótesis de que todo lo

que el legislador hizo es abreviar y depurar el estilo de redacción ya que, entre

otras cosas, ésta no explica porque estas otras disposiciones no deberían, también,

considerarse contenidas en nuestra legislación.

A lo que cabe añadir que, en sentido contrario al mandato de la CSJN (Fallos

278:62), esta interpretación presume una inconsecuencia grave por parte del

legislador, al suponer que introdujo importantes modificaciones a una norma que,

en realidad, pretendía mantener incólume. Tampoco parece atender al hecho de

que las sucesivas reformas al Código Penal no sólo no han expresado preocupación

por clarificar el punto, sino que parecen haber convalidado lo que, me atrevo a

decir, constituye su comprensión dominante.

En el mismo sentido, que la solución contraria – unificar la totalidad de ambas

penas- resulta más coherente con el sentido de la expresión "unificación de penas"

al permitir distinguir con mayor claridad los efectos de la condena y el cómputo, se

ajusta mejor al sentido que la propia ley atribuye a la pena al referirse a institutos

ajenos a la unificación en los que, inequívocamente, se refiere a ésta en la medida

impuesta por la sentencia y evita por ello ciertas dificultades interpretativas (v.

arts. 12, 16, 18, 20 ter., 27, 50, 65 inc. 3 C.P. y en sentido coincidente, CNCC, cit.,

voto del juez Ouviña). (Sala Sexta causa N° 68.290, “González, Juan Martín s/

Recurso de Casación” 08/03/16).-

*SANCIONES DISCIPLINARIAS

CELULAR SIN CHIP: conducta atípica

“no existe concordancia entre el artículo 85 de la ley nacional de ejecución penal

nro. 24660 y el 47 de la ley local nro. 12256, por cuanto el legislador provincial

“poseer elementos electrónicos” (cf. art. 47, especialmente el inciso 3º, ley

12.256) diferenciándose en este punto de lo hecho por el Congreso de la Nación

(art. 85 inc. “c”, ley 24.660).

Colegir el cuerpo sancionatorio analógicamente de diferentes incisos del art. 47 de

108

la ley 12.256, conllevan a una construcción analógica in malam

partem absolutamente vedada por nuestro bloque federal, pues conforme al art. 18

de la C.N y entendiendo el concepto de ley previa en sentido amplio, debe

considerarse abarcada la normativa de ejecución también dentro del plexo de

garantías constitucionales” (Sala Quinta c. 70.768 caratulada López Rodríguez

Daniel s/ recurso de casación del 26/11/15).

Fabiana Danti-Agustín Lavalle. 15 de mayo de 2016.-

(En caso de ser necesario contar con algún fallo completo de los

señalados pueden ser solicitados por correo electrónico a

[email protected])