CRITICA DE LA RAZON POLITICA DE ENRIQUE DUSSEL EN LA ERA DE LA GLOBALIZACION

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    POLTICA EN LA ERA DE LA GLOBALIZACIN:

    CRTICA DE LA RAZN POLTICA DE ENRIQUE DUSSEL

    Eduardo Mendieta**

    Solamente el que puede desear la libertad, la liberacindel Otro que es el pobre, desde l y no desde latotalidad, es quien realmente puede instaurar una

    poltica de justicia.Dussel 1979a, 198

    Introduccin

    El canon del pensamiento poltico no est exento de la crisis de identidad que asedia a todas lasrestantes prcticas similares cuyo objetivo es dar forma y continuidad a la identidad cultural. Esto implicaque, al igual que los cnones religiosos, literarios, legales y filosficos que identifican a una cultura, el canon

    poltico se halla a merced de las fuerzas que dan forma a la historia, contribuyendo paralelamente tambin a laconfianza en dicha historia. Esto conlleva tambin que los cnones sirven como registros de los esfuerzos quehan catalizado las transformaciones sociales y, como tales, sirven como amplio compendio de la memoriasocial. Es sta la razn por la que se han convertido en el centro de inters de tanta atencin y en campo detanta contienda.

    De un modo muy similar a los tiempos de la Carta Magna, la Declaracin de la Independencia deAmrica, la Revolucin Francesa, la Revolucin Rusa, la Derrota de los pases del Eje en 1945 y la cada delMuro de Berln, durante estos aos, tambin encaramos una serie de desafos polticos sin precedentes querequieren un pensamiento poltico innovador y con visin de futuro, pero tambin un replanteamiento de las

    figuras y conceptos claves de nuestro canon poltico. La globalizacin se ha convertido en el lema que sealaen la direccin de estos cambios. Desafortunadamente, al mismo tiempo, este trmino se ha convertido en unaexcusa para eludir muchos de esos desafos y, a su vez, en una cristalizacin de ideologa. Por esta razn,muchos pensadores han reaccionado visceralmente contra el trmino, tachndolo de intil, como un merotruco. Estos pensadores contemplan este trmino como la ltima versin de la colonizacin, neocolonizacin,modernizacin y expansin de los mercados financieros occidentales. Otros han tratado de eludir ese usorescribindolo desde una etimologa diferente, como mundializacin o planetarizacin.

    Hay un tercer grupo de pensadores que no han rechazado el trmino ni que han tratado demodificarlo en trminos gramaticales. En lugar de esto, se podra decir que este grupo se ha dedicado a pensaren los procesos, fuerzas, instituciones, conceptos y desafos asociados con la globalizacin durante, comomnimo, las tres ltimas dcadas. Este grupo ha reflexionado sobre este fenmeno que llamamosglobalizacin, aunque denominndolo de forma diferente, y analizndolo desde y a travs de distintascategoras. De hecho, sta ha sido una de sus principales contribuciones, a saber, proponer el anlisis de los

    conceptos fundamentales del pensamiento poltico y social. Este grupo se ha referido, por ejemplo, al carcterobsoleto del concepto clsico de nacin; al alcance de la crisis ecolgica en el planeta, que es un trminogeneral para referirse a la explosin demogrfica de la humanidad y a los problemas concomitantes queconlleva este crecimiento exponencial para los ecosistemas de los que depende toda forma de vida en nuestro

    planeta (erosin, deforestacin, agotamiento de recursos de agua potable, erosin de la biodiversidad, juntamente con la introduccin de alimentos genticamente modificados, herbicidas perjudiciales y laproliferacin de cosechas de lujo para satisfacer a las ricas naciones industrializadas del Norte); la necesidadde una tica planetaria que reemplace al estancamiento de los comunitarismos aristotlicos y al universalismo

    Traduccin del ingls por Juan Antonio Senent, del trabajo "Politics in an Age of Planetarization: Enrique Dussels Critique of PoliticalReason", publicado en el libro coordinado por David Ingram, Blackwell Readings in Continental Philosophy, Cambridge: BlackwellPublishers, 2001. Este artculo ha sido publicado como ensayo introductorio en el libro de Enrique Dussel, Hacia una Filosofa PolticaCrtica, Bilbao: Descle de Brouwer, 2001, coordinado por Juan Antonio Senent(Nota del traductor).** University of San Francisco

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    cultura a partir de estas intuiciones, entonces la cultura ha de ser tratada como un sedimento geolgico,acumulaciones de capas de sentido. Con estos dos mtodos en su mano, Dussel inici el descubrimiento yrecuperacin de la simbologa de la cultura latinoamericana que generara en sus investigaciones las capas de

    sentido acumulado por los siglos de una experiencia existencial latinoamericana nica. La ontologa, sinembargo, es totalizadora, como ya se sugera por las correspondencias establecidas por la ontologa deHeidegger: mente y mundo, conciencia y lo otro, yo y t. En este crculo ontolgico, el otro de m mismo y demi conciencia (o auto-conciencia) slo puede ser una sombra de lo ya idntico. Dentro del horizonteontolgico, no hay otro, el otro es una pre-figuracin de lo mismo, el yo, el mundo hermenutico cerrado en smismo.

    A finales de los aos sesenta y setenta, desafiado por la impropiedad pedaggica de los mtodos quehaba aprendido en Europa y movilizado por el fervor revolucionario de Latinoamrica y, particularmente, porel aumento de populismo en Argentina, Dussel lleg a comprender que existencial, hermenutica yculturalmente Latinoamrica ocupaba un lugar en la historia del mundo que no poda asimilarse a los modeloseuropeos de desarrollo ni siquiera de explicacin2. Biogrficamente corresponda con un contexto de desordeny agitacin poltica y cultural, como tambin era el caso de la mayora de los pensadores del mundo de finalesde la dcada de los sesenta y comienzos de los setenta. Filosficamente, como Dussel emprendi un enormetrabajo filosfico sobre la tica,Para una tica de la liberacin latinoamericana (1973), descubri el trabajodel gran pensador judo Emmanuel Levinas, en particularTotalidad e Infinito (1969). Este material produjo enDussel una desorientacin subversiva (Dussel y Guillot, 1973, 7) que desafi todas sus pre-concepciones,

    particularmente su heideggerismo. El descubrimiento de Levinas permiti a Dussel desarrollar unametodologa nica y propia, que l consideraba ms apropiada para la tarea de la recuperacin de lasimbologa y hermenutica latinoamericana. ste es el mtodo que denomina analctico, y al que algunasveces tambin se refiere como mtodo anadialctico (Dussel, 1973). La analctica, que se deriva de la razgriega ano (ms all), adopta como punto de partida la trascendencia absoluta del otro. El otro nunca es unamera sombra, defectuoso, imagen o realizacin incompleta de lo mismo, el yo, el uno. El otro est ms alldel horizonte de lo ya experimentado y comprendido. El mtodo del auto-reflejo y auto-proyeccin de lomismo es la dialctica, y es este mtodo el que ha determinado toda la filosofa occidental, por lo menosdesde los presocrticos (Parmnides y Herclito). Pero la dialctica es guerra, la guerra de lo mismo y del yo

    por auto-afirmarse en y a travs del otro, por arrebatar al otro eso que lo convierte en una inasimilablealteridad. El horizonte de la comprensin y existencia del yo es una totalidad. La dialctica es la produccin

    de la totalidad. El otro es una exterioridad irreducible para la totalidad del s-mismo. Mientras nossubscribamos a un enfoque ontolgico, la otredad del otro seguir siendo una alteridad inescrutable. Laapertura al otro requiere que destruyamos la ontologa y que instituyamos en su lugar un enfoque metafsico,un enfoque que se genere a partir del principio fundamental segn el cual la verdad del mundo est siemprems all de lo que nunca se agota por lo dado. Expresado en trminos ms esquemticos, la ontologa es a ladialctica lo que la metafsica es a la analctica. La primera se moviliza por la exclusin y la guerra, la ltima

    por la apertura esperanzada y la solidaridad.En los trabajos que Dussel desarroll durante la dcada de los setenta, por lo tanto, el pensamiento

    occidental es considerado como la sucesin de totalidades dialcticamente producidas y mantenidas, cuyamisma constitucin y preservacin ha sido predicada sobre la exclusin de una alteridad abyecta: el otrovilipendiado, despreciado, explotado, aniquilado. As pues, la totalidad del polis se predicaba sobre la base dela exclusin de las mujeres, los esclavos y los brbaros (sos que no hablaban griego); la totalidad de lacristiandad era predicada sobre la base de la exclusin de las mujeres, los infieles, los ateos, lo heterodoxos; la

    totalidad de la Europa Moderna era predicada sobre la base de la exclusin de las restantes civilizaciones yculturas, a saber, las culturas amerindias, africanas y asiticas. Toda totalidad hermenutica y existencial, uontolgica (compendiada en Hegel, el sumo sacerdote de las totalidades auto-referenciales) es totalitaria,

    beligerante y marcial. Mientras lo sigamos enfocando dialcticamente, seguiremos dentro del dominio de sudominacin. Para romper las amarras de su coercin y subyugacin, debemos abrirnos al otro desde su puntode vista. Debemos pensar, or, ver, sentir y saborear el mundo desde el punto de vista del otro. ste es el

    2 Vanse en particular los documentos recogidos en Dussel 1974b. Como el mismo Dussel seala repetidamente a lo largo de sus cincovolmenes magistrales sobre tica (1973, 1979, 1980), el reto no slo consista en la impropiedad de los mtodos, que no slo

    prescindan sino que contribuan a la exclusin de Latinoamrica, o en este mismo sentido de todas las tradiciones de pensamiento que nofueran Occidentales, sino tambin en la carencia de recursos y materiales. Por esta razn los volmenes de Dussel sobre tica contienenextensas reconstrucciones de lo que l mismo denomina pedagoga, ertica, poltica y arqueologa latinoamericana, cada una referida a uninstante analctico diferente. As, la ertica se refiere a la relacin analctica hombres-mujeres, la pedagoga a la relacin analctica entre

    progenitores e hijos, la poltica a las relaciones analcticas entre hermanos y la arqueologa a las relaciones analcticas entre culturas ymundos de sentido que han coincido y han pugnado en el as denominado Nuevo Mundo.

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    momento analctico. As, si la dialctica est condicionada por la magnanimidad, la analctica estcondicionada por la humildad; si una est condicionada por el amor ertico, la otra por la solidaridadcompasiva; si una est condicionada por el quid pro quod, la otra est condicionada por la solidaridad

    expectante; si una se refiere a la produccin y al beneficio, la otra se coloca al servicio y a la donacin. Nosacercamos al otro en actitud reverente, dispuestos a servirlo y a mostrar una empata solidaria. La alternativaes la guerra, la desposesin, la oclusin, la exclusin y el genocidio. Una filosofa que trate de pensar sobreesta alternativa, desde la perspectiva de la alteridad del otro, es una filosofa de la liberacin y no slo unahermenutica o fenomenologa radical. La filosofa al servicio de la liberacin y producida desde y para laexperiencia de liberacin. sta es la filosofa sobre la que ha estado trabajando Dussel desde finales de lossesenta y comienzos de los setenta.3

    La poltica, observada desde una perspectiva metafsica y manejada con mtodos analcticos,permite comprender que existe una poltica de la totalidad y una poltica del otro4. La primera es la polticadelstatus quo, de la totalidad establecida y normativa. sta es una poltica de fetichizacin y divinificacin,de entronizacin y homogeneizacin intolerante. De hecho, la poltica ontolgica se convierte en la cienciaque allana el funcionamiento de la mquina del poder y que asimila la otredad al s-mismo, y que excluye laindisoluble alteridad del otro. La poltica se convierte en la fuerza de produccin y concentracin de podercon la finalidad del control del otro dentro y fuera de la totalidad.

    Una totalidad poltica se divide entre el amo y sus oprimidos como oprimidos dentro de ese sistemaparticular; y el otro de la totalidad, como alteridad poltica. Toda totalidad cuenta con sus otros internos yexternos. As, la poltica del otro es una anti-poltica, es una poltica de la deslegitimacin, de subversin ycontestacin. Es una poltica que desafa las jerarquas establecidas y las veracidades legales que justifican ylegitiman las exclusiones reforzadas. La poltica del otro, la anti-poltica de la alteridad, proclama la injusticiay la ilegitimidad del sistema presente, no en nombre del caos o de la anarqua, sino en nombre de una nuevalegalidad, una nueva legitimidad, que sea generalizada, ms universalizada, donde estos dos trminos serefieran al punto de vista del otro abyecto y excluido. En opinin de Dussel, la poltica metafsica, la polticadel otro, la anti-poltica de la alteridad, se fortalece y se dinamiza por las luchas de los excluidos, losexplotados y los privados de los derechos. Sus virtudes determinantes no son ni la igualdad ni la justicia, sinoel respeto y la solidaridad. En el ncleo de la poltica de la anti-poltica se encuentra la comprensin bsica deque todas las luchas de poder se predican sobre las asimetras y lo que nos moviliza a cambiar las escalas noes la justicia, que se mantiene dentro de la imagen de la totalidad que concede lo mismo a los similares, sino

    el respeto y la solidaridad para l, ella o ello, cuya interpelacin sigue siendo incomprensible salvo queoptemos por una solidaridad gratuita y total por los que claman. El sufrimiento del otro aumenta como elllanto. Esto se convierte en una interpelacin que desafa las veracidades y los principios del sistema legal y

    poltico existente. Cuanto ms reticente es un sistema a la interpelacin de sus otros, ms totalitario, beligerante e intolerante se hace. La totalidad intolerante, homogeneizadora y totalitaria es la versinontolgica del estado terrorista aniquilador del campo de concentracin, lo que Eugene Kogon denomin elSS-Staat(Estado SS) (Kogon, 1960). Este punto de vista dual de la poltica se mantendr como constante enel pensamiento de Dussel.

    El segundo estadio del itinerario filosfico de Dussel se circunscribe por la trayectoria: de lametafsica al marxismo. Este perodo se sobrepone parcialmente al exilio de Dussel en Mxico, que comenzen 1975. Desde el punto de vista filosfico, Dussel encara el desafo de la creciente importancia del anlisishistricamente especfico de la exclusin sistemtica no slo de un grupo dentro de una nacin (clase y

    pueblo, por ejemplo), sino incluso de un continente entero dentro de la totalidad del mundo, ms

    especficamente de la Cultura Occidental.5

    Evidentemente, tal anlisis histricamente especfico condujo aDussel a la crtica del capitalismo, lo que en ese momento se contemplaba como la nica causa del creciente

    3 Para comentarios sobre filosofa de la liberacin, vase Cerutti, 1983 y Schelkshorn, 1992. La filosofa de la liberacin es una corrienteheterognea con figuras tan diferentes como Bondy y Zea, y Scannone y el mismo Cerutti.4 Para lo que sigue, vase en particular a Dussel, volumen 4 deFilosofa tica latinoamericana, 1979, 1979a, y 1985.5 En el contexto de este documento introductorio, no me referir a las crticas insubstanciadas y equvocas que imputan al pensamiento deDussel un nacionalismo y populismo vago y poco crtico. Sera demasiado extenso demostrar que las referencias de Dussel a la nacin, al

    pueblo o a la clase estan sobredeterminadas por contextos de relaciones vis--vis con sus otros hegemnicos. As, por ejemplo, cuandoDussel se refiere a la simbologa de los pueblos latinoamericanos, que debe ser rescatada y estudiada, lo hace a la luz de las burguesasnacionales dominantes cuya orientacin se diriga hacia Europa, y cuyo ethos era la modernizacin industrial y militar. Sin embargo, almismo tiempo, Dussel reconoce que un pueblo no es ni homogneo ni histricamente estable. El pueblo como tal tambin se transforma

    por los otros: mujeres, poblaciones indgenas, otras etnias, etc. Es realmente desafortunado el modo en que las lecturas y comentarios deciertos eruditos puede descarrilar la recepcin de un pensador, y ste ha sido el triste caso del as llamado populismo y fidesmo deEnrique Dussel. Para un comentario sobre algunas de estas crticas, vase el excelente documento de Linda Martn Alcoff sobre Dussel yFoucault en Alcoff y Mendieta, 2000; y tambin Barber, 1998.

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    empobrecimiento de las personas latinoamericanas. Esta crtica slo poda ejecutarse con los instrumentos delmarxismo. Al mismo tiempo, sin embargo, a este marxismo haba que eliminarle el dogmatismo yasolidificado de las naciones del Bloque Oriental .

    A pesar del cambio de la ontologa a la metafsica que se ha descrito anteriormente, Dussel siguileyendo a Marx como a otro funcionario de la totalidad. Como hijo y seguidor de Hegel, Marx fue unpensador de la totalidad y un ejecutor de la dialctica. A mediados de los aos setenta, Dussel comenz arevisar su lectura de Marx, pero ya desde el escepticismo hacia lo occidental y, en particular, hacia las lecturasfilosficas europeas, se percat de que los enfoques tradicionales son insuficientes para la tarea de laaproximacin de Marx al contexto latinoamericano. De hecho, reconoci que deba leer l mismo a Marx, loque implicaba acceder a manuscritos que slo estaban disponibles tras excesivas demoras, porque el trabajocompleto de Marx y Engels estaba siendo publicado por los Institutos Marx-Lenin en Berln y Mosc. Dusselse sumerge en la lectura de las cuatro redacciones del Capital, as como en otros manuscritos que escribiMarx hacia el final de su vida. A partir de este trabajo de archivo, se deriv un comentario y anlisis en tresvolmenes del proceso y evolucin de las categoras de Marx (vase Dussel, 1985, 1988, 1990).6

    La lectura que hace Dussel de Marx se caracteriza por, como mnimo, los siguientes cuatro aspectosnicos. Enprimerlugar, la lectura que hace Dussel de Marx se basa en un conocimiento sin paralelismos ni

    precedentes de la trayectoria del propio desarrollo intelectual de Marx. Dussel no slo ley los trabajos dereciente publicacin de Marx, tambin las notas preparatorias y diferentes esquemas sobre los que trabajMarx cuando comenz a elaborar su Capital, de los cuales slo vio impreso el primer volumen. En segundolugar, en lo que respecta a lo que Dussel ha estudiado, interpret y reconstruy para nosotros un gran corpusdesconocido de productividad terica, Dussel no slo descubri a un Marx que era relevante para el proyectode la liberacin latinoamericana, descubri tambin un Marx desconocido hasta el momento que hacaindispensable dar comienzo a una evaluacin crtica de la recepcin de Marx en el siglo XX. En este sentido,Dussel podra haber descubierto al Marx del siglo XXI.

    En tercerlugar, la cuidadosa reconstruccin que hace Dussel de la emergencia de ciertas categorasclaves en el Grundrisse y el Kapital, condujo a Dussel a concluir que Marx, de hecho, no era slo unhegeliano de izquierdas sino un schellingiano. Esto significa que en la reconstruccin de Dussel, el mtodofundamental de Marx no era la dialctica, sino lo que el denomina analctica. Dussel considera que elconocimiento filosfico y metodolgico central en el trabajo de Marx es que la fuente de valor, sa que esapropiada como valor excedente y que concede a los bienes de consumo su capacidad para generar valor que

    se acumula en capital, es trabajo vivo (lebendige arbeit). El sistema capitalista no produce valor. El valor esextrado y apropiado de la corporalidad viva del trabajador. Los productos de consumo, por lo tanto, son unacoagulacin, una cristalizacin del trabajo vivo. En opinin de Dussel, tal anlisis de los procesos de

    produccin de las mercancas de consumo y la acumulacin del valor excedente en capital corresponde ms ala perspectiva metafsica schellingiana que a la perspectiva dialctica hegeliana. Para el Schelling ltimo,especficamente para el de Philosophie der Offerbarung(Filosofa de la Revelacin) de 1941-42, elfundamento del mundo es el misterio de la absoluta alteridad de Dios. Lo que es, es la revelacin del misteriode Dios. En trminos de filosofa, Ser es posterior al no-Ser en trminos del absolutamente otro. O entrminos del idealismo alemn, la identidad de lo idntico y de lo no-idntico, se sustituye en Schelling por lano-identidad de lo idntico y lo no-idntico. Siempre existe un excedente ms all de lo idntico. El otro essiempre la epifana de la alteridad insustituible. En opinin de Dussel, esta reverencia y reconocimiento de lavida del otro, como el trabajo vivo del trabajador, es lo que hace que el mtodo de Marx no sea hegeliano sinoschellingiano, y podra aadirse, levinasiano. El Marx que descubri Dussel es lo que en la actualidad

    denominamos, anacrnicamente pero sugestiva y adecuadamente, un Marx levinasiano.En cuarto lugar, y como consecuencia, el Marx de Dussel no es el que ha sido correctamente ledo atravs de la distincin de Althusser entre el Marx joven y el viejo; donde el primero es un Marx humanista ydialctico, mientras que el ltimo es un Marx cientfico y materialista. Ni es un Marx correctamentecomprendido cuando tratamos de disociarlo del materialismo dialctico de Hegel, y de asociarloapropiadamente con el materialismo histrico. En lugar de esto, y aqu Dussel enuncia un reto para losmarxistas del siglo XXI, Marx debe ser ledo metafsica y humansticamente, y como un crtico de lastotalidades hegelianas, aristotlicas y platnicas. Dussel nos llama de este modo a disentir de la lecturadistorsionante que los marxismos occidentales han hecho de Marx, as como diamat (los soviticossancionaron y pensaron dogmticamente en el materialismo dialctico del bloque sovitico). En opinin de

    6 Para un anlisis del Marx de Dussel, vanse Mendieta 1994, y Mario Senz en Alcoff y Mendieta, 2000. Para una sntesis de losprincipales argumentos en palabras del propio Dussel, vase Dussel 1990a.

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    Dussel, el Marx realmente humanista es aqul que hallamos en el Capital, donde nos vemos confrontados nocon una ciencia econmica, sino con una crtica de la economa poltica que produce un sistema para laexpropiacin de la vida del trabajador. El Capital es menos un tratado cientfico y ms uno tico. Un

    interesante paralelismo sera decir que el Capitalno es como laLgica de Hegel, sino como la Totalidad eInfinidadde Levinas, que en sus orgenes es una tica fundamental, una meta-tica. La primera filosofa,prima philosophia, de toda la especulacin filosfica, en opinin de Levinas, y aqu Dussel inequvocamenteest de acuerdo, es la tica. En este sentido, para Dussel, el Capitales unaprima philosophia que describe unatica. En suma, Dussel descubre a un Marx tico que ha sido traicionado y eclipsado por dcadas deontologizacin y hegelizacin de su opcin fundamental para la creatividad de la corporalidad viva deltrabajador.

    Las totalidades metafsicamente criticadas de la primera fase del pensamiento de Dussel, seconvirtieron en los sistemas de explicacin marxistamente desenmascarados. La historia no es slo unasucesin de totalidades ontolgicas, es tambin una sucesin de sistemas de explotacin, expropiacin yextraccin de valor del trabajo vivo de los trabajadores. Esta explotacin y expropiacin se ha localizado enniveles regionales, nacionales y continentales. Y ha sido de este modo que la totalidad y trascendentalidad (laalteridad del otro) se han traducido en el Marx schellingniano de Dussel en las categoras de centro y

    periferia. Por supuesto, tal reinscripcin se produce sobre el fondo de los conceptos desarrollados mediante lateora de dependencia y subdesarrollo (Frank, 1970). En la dcada de los setenta y comienzos de los ochenta,la cuestin central de Dussel fue el desarrollo del subdesarrollo a un nivel global. Durante este perodo, elanlisis que hace Dussel de la poltica se convierte en ms economicista, en el sentido de que sus libros ydocumentos estn ahora inundados de cuidadosos estudios sobre el flujo del capital (es decir, valoracumulado) de un continente a otro (de Latinoamrica a Europa, y de Latinoamrica a los Estados Unidos).Desde este punto de vista, entonces el anlisis de la poltica se convierte en la crtica no slo de las totalidades

    polticas, sino ms especficamente, en la crtica de las economas polticas de los sistemas imperiales detransferencia de vida coagulada en mercancas de consumo desde una esfera o regin de produccin a unaesfera o regin de consumo. Aqu, la crtica de Dussel de la economa poltica imperial del sistema mundialconverge con las crticas desarrolladas por Immanuel Wallerstein (1979) y Samir Amin (1974). Durante lasegunda fase, Dussel aade a su anlisis de la poltica anti-poltica, la perspectiva planetaria y global queasimil de un marxismo ledo y descubierto desde la perspectiva del tercer mundo. En opinin de Dussel,cualquiera que quisiera hablar de pobreza y miseria, temas que no son posibles de evitar en la era de la cultura

    de masas, guerras mundiales y hambres continentales, debe hablar de capitalismo e imperialismo global y deacumulacin mundial de riqueza para una minora y expropiacin empobrecedora de una mayora. Unenfoque nacionalista, un enfoque que slo mire incluso a las regiones dentro de los continentes, y quecontribuya slo a la distorsin de la naturaleza global del sistema capitalista de produccin y de acumulacinde riqueza. En poco tiempo, durante su segunda fase, la crtica de la filosofa occidental como ontologa, se haconvertido en una crtica a las teoras polticas y econmicas que malconstruyen y contribuyen a la oclusindel sistema de iniquidad masiva y global.

    La tercera fase del desarrollo filosfico de Dussel est trazada por la trayectoria: desde el marxismoal discurso. Biogrficamente, este perodo corresponde, ms o menos, con la cada del Muro de Berln, la

    prdida de las elecciones por parte de los sandinistas en 1991 y la escisin de la Unin Sovitica. Se podradecir que esta fase comienza en 1989, cuando Enrique Dussel comenz un largo debate de una dcada conKarl-Otto Apel, el padre fundador de la tica del discurso. 7 Del mismo modo que la primera fase se sintetizen su obra de cinco volmenesFilosofa tica latinoamericana (1973, 1979, 1980), y la segunda en sus tres

    volmenes destinados a la reconstruccin y comentario sobre las redacciones del Capitalde Marx (1985,1988, 1990), esta tercera fase se sintetiza en la monumental tica de la Liberacin en la edad deglobalizacin y de la exclusin de 19988. En este trabajo, Dussel trata de reformular los cimientos de una ticaplanetaria de la liberacin de los oprimidos y de los excluidos, pero ahora combinando su forma particular defenomenologa y hermenutica levinasiana y ricoeuriana junto con la tica del discurso de Apel y Habermas.Gran parte del trabajo preliminar para la tica de la Liberacin, afortunadamente se ha publicado en ingls

    bajo el ttulo de Underside of Modernity: Apel, Ricoeur, Rorty, Taylor and the Philosophy of Liberation(1996). En esta recoleccin de artculos, as como en la tica de 1998, Dussel confronta los desafos del girolingstico, y en particular el reto relativo al modo de establecer los cimientos de una tica universal ante el

    7 Las primeras y ya bastante substantivas formulaciones de los principios y estructura de la tica del discurso pueden hallarse en Apel,1973 (parcialmente traducido en 1980) y 1988.8 Vase Mendieta, 1999 para una revisin amplia de este trabajo. La traduccin de este trabajo de tan suma importancia est en fase de

    preparacin por Duke University Press.

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    desmantelamiento y crtica de la filosofa monolgica y logocntrica de la conciencia. Aunque Dussel procedeofreciendo una tercera va entre un kantismo abstracto y universalista, pero ahora dialgicamentereconstituido, y un hegelianismo particularista e historicista, con agentes dialgicamente constituidos, en

    debate con Rorty, Taylor, Ricoeur, Vattimo, es obvio que los interlocutores centrales son Apel y Habermas.En el centro de los debates, en sntesis, hay tres cuestiones: en primer lugar, si la comunidad decomunicacin (kommunikationsgemeinschaft), que acta como la condicin apriorstica de posibilidad de tododiscurso (o que acta como idealizacin que contrarresta los hechos y que es tanto una condicin previa comoel objetivo de toda comunicacin, en la formulacin menos estricta de Habermas) es previa o posterior a unacomunidad de vida. En trminos de Dussel, antes del discurso, debe haber vida (bios), en el sentido de que las

    personas, como mnimo, necesitan tener aseguradas las condiciones de su supervivencia y preservacin. Siestas condiciones no se satisfacen, entonces el discurso, tal y como ha sido concebido tanto por Apel como

    por Habermas, se convierte en una idealizacin vaca, en el mejor de los casos, o en un modo de disimular lacarencia de las condiciones para el verdadero discurso (en el que la nica coercin es la no-coercin del mejorargumento, y donde el principal objetivo es el acuerdo y no el engao o la resolucin mediante fat), en el

    peor de los casos. Lasegunda cuestin es si podemos separar en la prctica lo que tanto Apel como Habermashan distinguido como discursos de justificacin (de fundamentacin) y discursos de aplicacin. Los discursosde justificacin atienden a la dimensin terica de las cuestiones ticas, a saber, si podemos ofrecer garantasracionales y universales que no estn viciadas por sus contextos histricos y locales de descubrimiento. Losdiscursos de aplicacin atienden a la aplicacin de principios circunstanciales, historizados, contextuales ymuy particulares. Dussel cree que esta disyuncin contribuye a la representacin equvoca del carctereminentemente prctico de cuestiones ticas, es decir, que las cuestiones ticas se derivan en contextos muyespecficos y que los principios universales son la generalizacin de problemas concretos. Msconcretamente, Dussel opina que los principios generalizados de una tica ya anticipan sus contextos deaplicacin, y viceversa, que el contexto especfico de consideracin moral se hizo visible como tal

    precisamente a consecuencia de ciertos puntos de vista. Una tercera cuestin se refiere al grado en quecualquier tica debera referir sus afirmaciones a la neurobiologa, o, en trminos filosficos, al hecho de quelas entidades ticas son organismos biolgicos: con necesidades, deseos y un sistema neurolgico que filtra elmundo y que procesa dentro de s ideas y percepciones. Como kantianos, ni Apel ni Habermas estn

    preparados para aceptar la evidencia emprica o las aportaciones ofrecidas por la neurobiologa a sus filosofasmorales, a pesar de que Habermas aboga por una filosofa reducida en colaboracin cercana con las ciencias

    falibles. Dussel, en cambio, piensa que este kantismo extremo conduce a la invisibilizacin del cuerpo o de lacorporalidad sentiente. Todava ms, este rigorismo y ascetismo intelectual, conduce a la reduccin del puntode vista de la tica. En otras palabras, la exclusin del cuerpo lleva a la tergiversacin no slo de la fuente dela tica, sino tambin de sus objetivos.

    Un breve comentario de la tica de la Liberacin de 1998 aclarara el modo en que Dussel hasustituido substantivamente la infra-estructura filosfica de su tica, al tiempo que ha mantenido su

    preocupacin fundamental y telos motivador: la opresin, la exclusin y el genocidio del pobre, el que sufre,el miserable, la vulnerable corporalidad viva de la vctima.9 Tras una introduccin prolongada, unmonogrfico en s misma, que traza la historia de los sistemas ticos del mundo, el libro se divide en dosapartados principales. El primero se refiere a lo que Dussel denomina tica fundamental. El segundo a la ticacrtica. Cada apartado se divide, a su vez, en tres captulos, cada uno de los cuales trata un aspecto bsico delos fundamentos de la tica: el momento material, el momento formal y el momento de factibilidad de la tica.El primer captulo de la primera parte se refiere al momento material o contenido de la tica. Para Dussel

    las cuestiones ticas se vinculan con nuestra existencia en el mundo, no slo en el sentido heideggeriano deinterpretar entidades cuyo mundo ya ha sido interpretado, sino tambin en el sentido de que estamos en elmundo en virtud de nuestras necesidades y deseos. Toda tica trata alternativas especficas y los principiosque las guan, y estas alternativas son sobre cosas y personas en el mundo. El segundo captulo de la

    primera parte versa sobre las moralidades formales, es decir, sobre la cuestin o demanda de validezintersubjetiva. La validez nos remite a la legitimacin y aplicacin del principio material. El siguiente captulotrata de lo que Dussel denomina lo bueno (das Gute), o lo que tambin llama factibilidad tica.De estasconsideraciones se derivan tres principios: el principio prctico de la preservacin de la vida, el principiomoral de la legitimacin discursiva de normas y principios, y el principio de bondad o factibilidad.

    La segunda parte de la tica de la Liberacin desarrolla los principios crticos de su tica deliberacin en una vertiente negativa; es decir, si la tica fundamental, comentada en la primera parte, se

    9 Para una sntesis detica de la liberacin , vase Enrique Dussel, 1997.

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    interesa por la formulacin positiva de los principios que guan la accin tica, la tica crtica se interesa porla formulacin de los principios crticos que guan la crtica tica. As, el captulo cuarto, que es el primero dela segunda parte, se refiere a la crtica tica de los sistemas de normas. Este captulo concluye con la

    enunciacin del principio crtico-material de la tica que impone que la afirmacin de la vida requiere lacrtica de todos los sistemas en los que se niega la corporalidad y dignidad del otro. Toda la crtica ticaemerge del reconocimiento del sufrimiento ajeno. Sin embargo, este sufrimiento es siempre material ycorporal. La condicin de posibilidad de toda crtica es el reconocimiento de la dignidad del otro sujeto, el co-sujeto, pero desde la perspectiva de su ser, vista y experimentada sobre todo comoseres humanos vivos. Elsiguiente captulo trata sobre la validez anti-hegemnica de la comunidad de vctimas. En este captuloDussel se refiere al problema de que la crtica tica de las vctimas de cualquier sistema siempre pareceilegtima desde el punto de vista de ese sistema mismo. En esa perspectiva, su crtica se convierte en la crticadeslegitimadora de la legitimidad del status quo. Este captulo concluye con la enunciacin del principio decrtica-discursiva que exige que quien acte ticamente debe participar en una comunidad de vctimas, quehabiendo sido excluidas se reconocen como tal, y en consecuencia constituyen una crtica al sistema. Elcaptulo final desarrolla lo que Dussel ha bautizado como el principio de liberacin. Toda tica, que semerezca tal denominacin, debe culminar en el imperativo para liberar a todas las vctimas del sistema que lasconvierte en vctimas. Evidentemente, se plantea la cuestin siguiente: Cmo, bajo qu condiciones y conqu medios se alcanzar esta liberacin? Este captulo, paralelamente con los precedentes, concluye con laelaboracin del principio de la liberacin, segn el cual quien acta crticamente, ticamente, debera o estobligado a lograr una transformacin viable y ejecutable del presente sistema que es la causa del sufrimientode las vctimas, al mismo tiempo que tambin est obligado a lograr la construccin de un nuevo orden en elque se posibilite la vida de la vctima.

    Desde este punto de vista es obvio que Dussel no slo ha fusionado su tica inicial con la tica deldiscurso de Apel y Habermas. En lugar de esto, lo que hallamos es un planteamiento detallado, elaborado,comprensivo e innovador de la tica que sintetiza al mismo tiempo que reemplaza tanto la tica teleolgicacomo la deontolgica. Adems, es visible que para Dussel, la poltica no es extrnseca ni extraa a la tica.Por el contrario, la poltica se convierte en el horizonte para la realizacin de lo tico. Dussel, de hecho, ya haanunciado (vase Dussel, 1997) que la tica de la liberacin tiene como complemento lgico y conceptual una

    poltica de liberacin que, como la tica, debe proceder a travs de la enunciacin positiva de ciertosprincipios, pero tambin a travs de la crtica a la razn poltica.

    2 Crtica a la Razn Poltica

    Como sealbamos anteriormente, la filosofa de Enrique Dussel es una filosofa de la liberacin quebusca contribuir a la actual liberacin de las vctimas y de los oprimidos elucidando y desenmascarando lasfuentes de dicha opresin. No es por orgullo desmesurado o por una sobrevaloracin de las disciplinasfilosficas, sino precisamente porque toda ciencia social est informada por una serie de pre-concepcionesreconocidas y no reconocidas, que se hallan en el ncleo de las ideas filosficas, y Dussel piensa que todos los

    proyectos de liberacin deben comenzar con una liberacin de la filosofa. En una actitud inequvocamentehermenutica, las prcticas sociales son consideradas como la cristalizacin de esquemas conceptuales yviceversa. La vida social est inundada de ideas, conceptos, esquemas conceptuales, algunas veces tenidoscomo veracidades incambiables y verdades sagradas. La filosofa de la liberacin lucha contra la tendencia,

    tanto del mundo social como de la misma filosofa, por ocultar su interdependencia (Dussel, 1985).10

    De estemodo, una liberacin de la filosofa debe comenzar con una crtica de la mayora de sus mistificaciones ydivinificaciones. Una filosofa de la liberacin es una crtica de las fetichizaciones filosficas. Y una de lasreas a las que Dussel ms atencin ha prestado es a la fetichizacin de la inevitabilidad e intratabilidad de laopresin por parte de los sistemas polticos (Dussel, 1985).

    En los aos setenta, uno de los principales blancos de la crtica anti-fetichista de Dussel, al nivelpoltico, fue el mito de la modernidad y modernizacin.11 Dussel demostr el modo en que la ideologa de laimposicin en los as denominados pases del Tercer Mundo, la expectativa de que superaran su pobreza unavez que adoptaran los sistemas polticos y econmicos del Occidente industrial, fue de hecho un modo deenmascarar la produccin del subdesarrollo de los subdesarrollados. Dussel bautiz esta ideologa con el

    10 Para una comparacin vlida y enriquecedora, vase Bourdieu, 2000, quien se encuentra entre los pensadores contemporneos msprximos a los intereses e inclinaciones de Dussel.11 Vase, en particular, Dussel, 1994a.

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    nombre de la falacia desarrollista (Dussel, 1996), mediante la cual Dussel trataba de sealar que es una falaciasuponer que los pases subdesarrollados son meramente pobres porque no han logrado alcanzar los estadiosde desarrollo de los pases avanzados del Norte. En lugar de esto, su condicin se relaciona dialcticamente

    con la riqueza y el desarrollo de lo que se ofrece como modelo normativo. Por lo tanto, Dussel seala quedebemos criticar el mito del progreso histrico, si con esto nos referimos al pretendido ascenso a travs de losestadios de desarrollo ya atravesados por el Mundo Occidental y criticar el mito de la autonoma de lasnaciones. No podemos entender el xito de Occidente analizando factores internos y supuestamenteautctonos, a lo Hegel, Weber y Habermas (Dussel, 1992).

    Otra falacia fundamental que Dussel ha tratado de desenmascarar, es lo que l llama la falaciareductivista y formalista. Mediante la denominacin de esta falacia, Dussel trata de explicitar el modo en quela mayora de la teora poltica dominante de los ltimos quinientos aos ha estado reglada por otras dosmistificaciones: la primera, que lo poltico slo puede interesarse por lo que no es individual, material orelativo a la supervivencia corprea o a los seres humanos; y , en segundo lugar, que la poltica slo puedevincularse al arbitraje de principios formales abstractamente construidos. Si un aspecto de la falacia trata deexcluir las dimensiones econmicas de la vida humana de la deliberacin poltica, la otra trata de excluir lascuestiones de los valores materiales y substantivos de las formulaciones de los principios polticos. Enopinin de Dussel, estas falacias dominantes han convertido la poltica no en el arte de vivir en comunidad,sino en la ciencia del control que reduce los agentes polticos a autmatas, o a meros nmeros en un clculocomplejo de maximizacin o minimizacin de acumulacin del poder. La cientifizacin de la poltica,ejecutada en conjuncin con la cientifizacin de la economa y la sociologa, ha contribuido a que las cienciassociales hayan sido despojadas de todos sus aspectos prcticos y ticos. Todas las ciencias sociales y laciencia poltica en particular, se han convertido en disciplinas de coercin cotidiana, de sometimiento de losagentes potencialmente subversivos, convirtindolos en dciles y despolitizados consumidores yrepresentantes del estado12. Y esta coercin y despolitizacin concomitante se convierte en ms sutil einsidiosa cuanto que los sistemas que lo imponen son bautizados por los cientficos de las ciencias socialescomo naturales, lgicos, inevitables o sistemticamente autopoyticos (al modo de Luhmann). Es por estarazn que Dussel opina que es imperativo el abandono del ya cansino y estril debate entre los comunitaristasy liberales. En este mismo orden, Dussel tambin nos propone relativizar, regionalizar, el foco de atencinoccidental sobre los derechos y el estado. No porque stos no sean elementos fundamentales para cualquierteora poltica viable, sino por el modo en que son debatidos en la mayora de la literatura filosfica

    contempornea, porque se abordan desde una serie de generalizaciones inaceptables que son aplicables aOccidente, e incluso dentro de Occidente, y han de ser considerados como generalizaciones injustificadas.

    Dussel ha dividido sus ms recientes contribuciones a la filosofa poltica en dos partes: polticafundamental y crtica. La primera versa positivamente sobre los principios que deberan guiar toda lareflexin poltica. La ltima se refiere a los principios que motivan toda la crtica poltica. Sin embargo, y encontraste con su tica, en lugar de extraer una serie de principios, procede a modo de tesis. As por ejemplo, el

    primer captulo de este libro, est constituido por seis tesis y dos corolarios. Cuando Dussel se refiere a lapoltica fundamental, tiene en mente tanto el sentido kantiano de fundamentacin como el sentidoaristotlico-heideggeriano de fundamental, como en fundamento y fuente (desde donde algo fluye y crece).Esto significa que Dussel est interesado en establecer los cimientos de algo en el sentido racionalista deelucidar los principios sin los cuales la razn poltica sera impensable e imposible, y el sentido hermenuticoy metafsico de proporcionar una comprensin del dnde, del desde dnde, de nuestro inters en lo poltico.Por lo tanto, fundamental, no debera de ser comprendido en el sentido dogmtico o escolstico, en el que

    disponemos de una serie de leyes y principios naturales que son inexpugnables y que estn ms all de lacrtica. Es necesario recordar este sentido doble de Dussel, sobre todo para que no le malinterpretemos comootro rey filsofo orgulloso (en la tradicin de Platn, Toms de Aquino, Hobbes, Heidegger y recientementeRawls).13

    La primera tesis de la crtica de Dussel a la razn poltica es que toda la racionalidad poltica esprctica y material. Esto implica que la poltica es, en primer lugar y sobre todo, una forma de racionalidadprctica, es decir, una forma deprudentia ophronesis, que se relaciona con la reproduccin de la vida de losindividuos en contextos de comunidad y de cooperacin mutua. La poltica es insalvable para los humanos,

    porque son criaturas comunitarias (en el lenguaje moderno de filosofa contempornea, los humanos son

    12 Como seala Dussel incansablemente, lo que denominamos ciencia poltica sola llamarse filosofa poltica, que a su vez era otronombre para referirse a la filosofa prctica, o tica. La poltica, como la economa, la jurisprudencia, la esttica y, por supuesto, lafilosofa tica, son partes prcticas de la filosofa.13 Comprese tambin con Bourdieu, 2000.

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    anteriores, como una sntesis de los momentos positivos y negativos de la racionalidad poltica, puedemanifestarse como razn poltica crtica de liberacin. La justicia poltica, en otras palabras, es el ladoanverso de la liberacin poltica. Ambas se unifican en una poltica de transformacin que es siempre

    provisional y falible. Porque todo sistema produce sus vctimas. En opinin de Dussel, sin embargo, la raznpoltica, y consecuentemente la filosofa poltica no debe observar el mundo de lo poltico a travs de laslentes del sistema, sino de las de la vctima. Cuantas ms vctimas produzca un sistema, y cuanto ms ciego ysordo sea ese sistema a sus sufrimientos e interpelaciones, ms se convierte en injusto e ilegtimo. La polticaes el arte prctico (phronesis) de vivir juntos. Si hay vctimas, la poltica se convierte en una tcnica genocida.Esta es la razn por la que la verdadera poltica debe siempre ser acompaada por una filosofa poltica crticaque desde el principio vea al mundo a travs de los ojos del sufrimiento y de la materialidad vulnerable de losms desposedos y explotados del mundo.

    Por esta razn, Dussel piensa que la nica poltica viable en una era de interdependencia sin precedentes, pero a su vez y simultneamente, de una exclusin masiva en el reparto de los bienes mselementales para una vida humana (agua, alimentos, educacin) es una poltica transformadora que aspire a laliberacin desde el lugar de los que son menos en el mundo. En una era de globalizacin, nuestras soluciones

    polticas no se derivarn de sos que tratan de incluirse, sino de sos que han estado excluidos. Son quienesmejor comprenden el modo en que nuestros sistemas polticos se han convertido en mquinas de destitucin yempobrecimiento. A pesar de todos los cambios y transformaciones polticas, Dussel se ha mantenidoobstinado en este principio: todo pensamiento realmente liberador debe partir de la miseria de los pobres, laangustia del destituido, el dolor de la vctima.

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