Crítica Del Programa de Transición - Astarita

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    CRITICA DEL PROGRAMA DE TRANSICION

    ROLANDOASTARITA(*)

    (*) Este trabajo es el producto de mltiples debates con muchos compaeros. Pero en particularquiero agradecer a Eduardo Glavich, quien dedic largas horas al estudio y discusin de losborradores, y a cuya intervencin se debe la correccin de no pocos errores.Cuadernos de Debate Marxista. Agosto de 1999. Buenos Aires. Argentina

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    ndiceCrtica del Programa de Transicin .......................................................................... 3

    Introduccin ......................................................................................................... 3 1.- Agotamiento histrico del capitalismo y subjetivismo ..................................... 5 2.- Lucha de clases e ideologa ........................................................................... 7 3.- Sobre las luchas y la crisis de la democracia ............................................... 10 4.- Fatalismo y subjetivismo extremos............................................................... 12 5.- La lgica poltica del Programa de Transicin .............................................. 15 6.- Consignas lgicamente imposibles .......................................................... 17 7.- Trotski y la inversin de la poltica transicional......................................... 21 8.- La escalera transicional............................................................................ 22 9.- Programa mnimo. Programa de Transicin y tcticas defensivas............... 24 10.- El Programa de Transicin y la experiencia rusa ....................................... 26 11.- La poltica transicional ante la guerra......................................................... 29 12.- El Programa de Transicin en la historia de la Cuarta Internacional .......... 32 13.- Conclusiones.............................................................................................. 35

    APENDICE 1: La vanguardia y el partido .......................................................... 47 APENDICE 2: Trotski sobre la Segunda Internacional ...................................... 49 APENDICE 3: Un balance sobre la etapa de posguerra.................................... 51

    Sobre las fuerzas productivas y su desarrollo (*).................................................... 53 PROCESO DE TRABAJO Y FUERZAS PRODUCTIVAS.................................................... 55 LA SUPERIORIDAD DEL MTODO DIALCTICO........................................................... 57 LAS FUERZAS PRODUCTIVAS BAJO EL CAPITALISMO................................................. 58 ARMAMENTO, ECOLOGA Y FUERZAS DESTRUCTIVAS................................................ 59 DESARROLLO DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y REVOLUCIN................................... 60 UN DESARROLLO TENDENCIALEN ESPIRAL.......................................................... 61

    Las bases materiales de la revolucin socialista estn ms maduras (*).................. 66

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    Crtica del Programa de Transicin

    IntroduccinLos aos ochenta fueron tiempos de optimismo en el movimiento trotskista. Ya a principios de ladcada Perry Anderson haba diagnosticado que la larga y rica tradicin subterrnea de estemovimiento le otorgaba venta jas obvias para ser una alternativa superadora del esclerosamientoburocrtico en la izquierda [1]. La militancia trotskista comparta entonces esos esperanzadospronsticos, que se sintetizaron en una frase: se aproxima la hora del trotskismo. As, amediados de la dcada la Liga Internacional de los Trabajadores deca que miles de luchadoresse acercaba n a la conclusin de que slo el programa legado por Trotski ofreca salida a suspenalidades [2]; el Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional anunciaba un largo perodode convulsiones... de crisis prerrevolucionarias y explosiones revolucionarias que permitiranconstruir la Internacional (XII Congreso, de 1985); y diversos grupos se preparaban para combatesque prevean no menos decisivos.La confianza y las esperanzas aumentaron cuando se produjo la cada del Muro de Berln. Durantedcadas el trotskismo haba explicado que su falta de influencia y su marginalidad se deban,principalmente, al aparato stalinista, porque ste actuaba como un obstculo para la llegada delmensaje socialista y revolucionario a los trabajadores. Por eso, quebradas las estructurasburocrticas comunistas, y en retroceso los socialdemcratas, ahora s se liberaran las energastransformadoras de la clase obrera y los soviets volveran por sus fueros para derrotar elcapitalismo en todo el planeta. Ahora s las masas [3] comenzaran a recibir el mensaje de loscontinuadores de Lenin sin mediaciones distorsionadoras. El escenario estaba dispuesto para quela Cuarta Internacional (en adelante CI [4]) ocupara el lugar que le corresponda por derecho propio.El programa del socialismo en un solo pas se haba mostrado finalmente como una utopareaccionaria y la poltica de alianza con las burguesas progresistas y de apaciguamiento delimperialismo haban fracasado. Pero adems, el trotskismo posea un mtodo y una tctica,sintetizadas en el Programa de Transicin (en adelante PT), que abriran el camino hacia lostrabajadores [5]. Ha llegado nuestra hora, la hora del trotskismo, repetan los militantes.Desde entonces han pasado ms de diez aos y los tiempos marcan una hora muy distinta a lasoada. Paradjicamente, y contra todo lo esperado, la desaparicin (o casi desaparicin) del

    stalinismo, determin tambin el comienzo de la crisis ms profunda del trotskismo. Lasorganizaciones de la CI se han reducido en casi todo el mundo y las escisiones parecen no tenerfin. Muchos compaeros han abandonado la actividad poltica, decepcionados y desmoralizados,mientras los grupos continan a la manera de los organismos que sobreviven deslizndose haciaesa muerte del espritu que sucede cuando se cae en el hbito donde no se encuentra ningunavida, que se manifiesta en la forma de la nulidad poltica, en la vida puramente vegetativa.Lo que distingui al trotskismo -el afn por la crtica de todo lo existente y su indomable empeointernacionalista- se ha degradado hasta devenir dogma estril, estereotipo incapaz de generarplataformas para la accin transformadora. Hoy las frmulas consagradas permiten decir y hacerpoltica, pero sta ya carece de savia vital. Entonces, a la actividad le pasa lo de aquellos relojesque tienen cuerda y siguen marchando por s mismos, pero ya no registran el paso de las horasreales [6].La hora del trotskismo se ha transformado entonces en la hora de revisar problemas, corregirerrores graves y evaluar bajo nueva luz categoras, concepciones y programas. Militantes que handejado las organizaciones y algunos (pocos) grupos han tomado conciencia de esta necesidad. Eneste respecto, las recientes crticas a la caracterizacin de la URSS c omo Estado obrero y a losmtodos burocrticos de los partidos representaron avances valorables [7]. Sin embargo no hay quedetenerse ni conformarse. La crisis de la CI no se explica slo por esos errores y problemas; stosconectan con anlisis y enfoques ms amplios. Conscientes de esto, hemos encarado esta crticaal PT, con la intencin de contribuir a un debate que a esta altura consideramos tan necesariocomo impostergable [8].

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    Seguramente muchos compaeros que no provienen de la tradicin trotskista se extraarn de queconsideremos de inters para la izquierda un texto escrito hace ms de sesenta aos. Al respecto,

    justifiquemos nuestro esfuerzo diciendo que este programa tiene una centralidad para el trotskismocomo nunca antes la tuvieron otras plataformas de las organizaciones obreras, Por cierto, todotrotskista admitir que muchas afirmaciones de 1938 han perdido vigencia; por caso, a nadie se leocurrira agitar hoy contra la camarilla bonapartista del Can-Stalin, como reza el PT. Pero porencima de esas cuestiones, en la CI se conserva el ncleo duro -sintetizado en el PT- depremisas tericas, de anlisis y poltica, que es reivindicado no slo por los grupos que llaman areconstruir la Internacional con la letra del programa fundacional, s ino tambin por muchos quelo han actualizado y admiten que deben redactarse otros programas [9]. Es que partiendo de la ideade que el capitalismo habra agotado sus posibilidades de desarrollo, el PT desarrolla un enfoquesistemtico a partir del cual se ordenan los anlisis econmicos y polticos y se elaboran lascampaas de agitacin. Por eso a las organizaciones trotskistas no se aplica aquella observacinde Engels, de que la actividad de los partidos puede ser analizada con relativa independencia desus programas [10].Por otra parte, y dado que toda crtica encierra tambin una propuesta superadora, con estetrabajo proponemos de hecho una orientacin, en anlisis y poltica, distinta a la aplicada por la CI.Trataremos de demostrar la necesidad de retomar enfoques sustantivos del marxismo, que fueronpatrimonio del movimiento comunista hasta su stalinizacin, y cuyas caractersticas esperamos que

    se clarifiquen con el progreso de la investigacin y la prctica poltica. En este punto queremoshacer explcito tambin el lugar desde el que criticamos. Fundamentalmente decir que rechazamosel dogmatismo antidogmtico, para el cual criticar es tirar lo viejo a la basura y exaltar lonuevo por el solo hecho de que el agua ha corrido bajo los puentes. Trataremos de superarconservando porque reivindicamos los objetivos que defendi el trotskismo en la hora ms negrade la hegemona stalinista: la lucha contra el conciliacionismo, el nacionalismo y el oportunismo entodas sus formas. Y conservar-superando la experiencia poltica y de lucha de la CI; porquecomprendiendo los errores es posible entender los rasgos revolucionarios del marxismo queestuvieron literalmente tapados bajo una montaa de enfoques nacionalistas, burocrticos yestatistas.Somos conscientes de las reacciones que suscitar nuestro intento entre los militantes trotskistas.Si siempre es difcil problematizar las matrices del pensamiento de un grupo poltico o social, eneste caso la dificultad se multiplica [11]. En primer lugar, porque durante dcadas las organizaciones

    de la CI se han visto obligadas a adoptar una actitud extremadamente defensiva frente alstalinismo, resultando de ello una prdida de distanciamiento crtico con respecto a Trotski. Peroen segundo trmino, por la arraigada creencia en el movimiento de que reconocer que elcapitalismo se desarrolla, o que es imprescindible volver a la divisin entre programa mximo ymnimo, equivale a renunciar al socialismo o postular la estrategia de la revolucin por etapas.Como trataremos de demostrar, estas ideas son desmentidas por la experiencia revolucionaria; yadems, desde el punto de vista terico, tampoco se puede encontrar alguna vinculacin necesariaentre las posiciones revolucionarias y las tesis del estancamiento crnico del capitalismo, o entrela lucha contra el reformismo y la agitacin de las consignas transicionales en todo tiempo y lugar[12]. Lamentablemente, la mayora de las organizaciones d e la CI siguen negndoseobstinadamente a encarar un balance serio de las viejas posiciones [13].Por ltimo, digamos que hasta donde alcanza nuestro conocimiento no hay muchos antecedentesen los que podamos apoyar nuestra crtica. En la obra de los clsicos tenemos un importanteescrito de Engels que fue decisivo para el arranque de nuestras reflexiones, pero por fuera de l,slo podemos referenciar unos pocos pasajes de Marx y Engels sobre la metodologa transicional,y otros, muy contados, de Lenin. La oposicin de estos autores a la poltica del PT se infiere msde sus orientaciones concretas que de estudios focalizados en las consignas transicionales y suuso. En lo que hace a los escritos posteriores a 1938, es curioso constata r que los enemigos deltrotskismo sencillamente desecharon el PT sin examinar su lgica poltica [14]. Y por el lado de laCI, la mayora de los autores se limit a comentarios apologticos o a competir sobre quinterpretacin se ajustaba mejor a lo que verdaderamente dijo Trotski. Por eso, sabemos queavanzamos por un terreno poco explorado, en el que slo pretendemos abrir un sendero que,

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    manteniendo el sentido revolucionario e internacionalista del combate de Trotski y de la CI, superesus deficiencias de anlisis y de poltica. As, aunque nuestras crticas adoptan la forma de locategrico, no tenemos la intencin de cerrar la discusin. Este estudio seguramente tienemuchos problemas y falencias que hoy no alcanzamos a percibir, que exigirn la intervencincrtica de muchos otros compaeros, del aporte de sus investigaciones y de sus experiencias en elmovimiento revolucionario.

    1.- Agotamiento histrico del capitalismo y subjetivismoEl PT se inicia con la exposicin de las llamadas premisas de la revolucin proletaria. Unacuestin constitutiva del marxismo, ya que la ruptura de Marx y Engels con el socialismo utpico sebas en sostener que el capitalismo genera las premisas para la revolucin y prefigura hasta ciertopunto la nueva sociedad. A decir de Marx, el anlisis de las relaciones de produccin lleva a puntosen los cuales, foreshadowing [prefigurando] el movimiento naciente del futuro, se insina lasuperacin de la forma presente de las relaciones de produccin; as las condiciones actualesde la produccin se presentan como abolind ose a s mismas, y... como los supuestos histricospara un nuevo ordenamiento de la sociedad [15]. La creacin del mercado mundial; la produccinde plusvalor relativo -o sea, fundada en el incremento y desarrollo de los medios de trabajo-; lasubordinacin de la ciencia y de todas las propiedades fsicas y espirituales a las necesidades deese desarrollo; la superacin de las barreras nacionales; y el crecimiento de la clase obrerainternacional constituyen esas premisas de la revolucin, que van aparejadas con el despliegue delcapital y de sus contradicciones:

    En agudas contradicciones, crisis, convulsiones, se expresa la creciente inadecua cin deldesarrollo productivo de la sociedad a sus relaciones de produccin hasta hoy vigentes [16].

    Se puede afirmar que al momento de redactarse el PT las premisas a las que se refera Marxestaban presentes. La clase obrera era predominante en Estados Unidos y en el norte de Europa,y en muchos pases atrasados se delineaba como una fuerza capaz de liderar al campesinado enla lucha revolucionaria. El mercado mundial estaba desarrollado, y las contradicciones del capitalestallaban con fuerza creciente. La Primera Guerra Mundial, el triunfo posterior de la revolucinrusa, los desequilibrios internacionales y la inestabilidad poltica de los veinte, la Gran Depresinque sobrevino en los treinta, haban asestado un golpe mortal a la nocin del progreso sin pausasdel capitalismo y de sus sistemas constitucionales y democrticos; en 1938 la humanidad sedeslizaba hacia una nueva carnicera. Este cuadro hubiera bastado entonces para fundamentar lanecesidad y actualidad de la revolucin proletaria. Pero Trotski introduce una modificacin vital enla consideracin de las premisas de la revolucin que acabamos de mencionar al plantear que escondicin para el triunfo de la revolucin que el capitalismo no pueda desarrollar, en trminoshistricos, sus fuerzas productivas. Ya en el Tercer Congreso de la Internacional Comunista habasostenido que:

    Si hubiera sido posible continuar desarrollando las fuerzas productoras en los marcos de lasociedad burguesa, la revolucin no hubiera podido hacerse. Mas, siendo imposible elprogreso ulterior de las fuerzas de produc cin en el lmite de la sociedad burguesa, se realizla condicin fundamental de la revolucin [17].

    Y tambin:La historia nos suministra una premisa fundamental sobre el xito de esta revolucin [larevolucin socialista}, en el sentido de que nuestra sociedad no puede desenvolver susfuerzas productivas apoyndose en una base burguesa [18].

    Esta tesis la sustent en el famoso pasaje de Marx que d ice que para que un rgimen desaparezcadeben haberse agotado sus posibilidades de expansin [19]. En los aos treinta Trotski la elevar anivel de principio fundante de su movimiento. Por eso, cuando el PT sostiene que las fuerzasproductivas han cesado de crecer no lo hace slo en cuanto diagnstico de coyuntura -continuaba el derrumbe econmico iniciado con el crack de Wall Street de 1929- sino con elsignificado de caracterizacin de una poca. El texto se abre diciendo:

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    La premisa econmica de la revolucin proletaria ha llegado hace mucho tiempo al puntoms alto que le sea dado alcanzar bajo el capitalismo. (...) Las crisis de coyuntura, en lascondiciones de la crisis social de todo el sistema capitalista, aportan a las masas privaciones ysufrimientos cada vez mayores (...) La burguesa misma no ve salida. (...) La putrefaccin delcapitalismo continuar tambin bajo el gorro frigio en Francia como bajo el signo de lasvstica en Alemania. Slo el derrumbe de la burguesa puede constituir una salida (nfasisagregados) [20].

    El hace mucho tiempo se remonta a la Primera Guerra, cuando, segn Trotski, se habrainterrumpido definitivamente la expansin del capitalismo. Pero un sistema que no se expandeinicia su decadencia; por eso, si no triunfaba la revolucin socialista mundial en un plazorelativamente breve, sobrevendra la barbarie. En 1939 Trotski escriba:

    Si la presente guerra no provoca la revolucin, sino la declinacin del proletariado, entoncespermanece otra alternativa: la mayor decadencia del capitalismo monopolista, su mayor fusincon el Estado y el reemplazo de la democracia en donde quiera que haya permanecido por unrgimen totalitario. Esta incapacidad del proletariado para tomar en sus manos el liderazgo dela sociedad podra llevar bajo esas condiciones al crecimiento de una nueva clase explotadoraa partir de la burocracia fascista bonapartista. Esto sera, de acu er do a todos los indicios, unrgimen de decadencia, que marcara el eclipse de la civilizacin [21].

    En las discusiones sobre el programa tambin expone esta perspectiva:...esta sociedad ha agotado totalmente sus posibilidades internas y debe ser reemplazada poruna nueva sociedad o la vieja sociedad ir a la barbarie, tal como sucedi con la civilizacinde Grecia y Roma, porque ellas haban agotado sus posibilidades y ninguna clase las pudoreemplazar [22].

    Es importante sealar que la barbarie a la que se refiere Trotski no es de la misma naturalezaque la barbarie a la que muchas veces aludieron Marx, Engels o Lenin en sus denuncias delcapitalismo. Estos se referan a la barbarie capitalista, esto es, a la barbarie que acompaa eldesarrollo de la produccin basada en la explotacin del trabajo asalariado. Trotski, por elcontrario, alude a un rgimen distinto y regresivo con respecto al capitalismo, en el que sedesvanecera la posibilidad misma del socialismo, dada la decadencia de la clase obrera y elretroceso, en trminos absolutos y a largo plazo, de la produccin. De cumplirse este escenario,una futura sociedad comunista estara condenada a repartir miseria y a recrear la podredumbre dela burocracia. Trotski no slo entrevi esa futura sociedad como burocrtica, totalitaria y esclavista[23], sino tambin diagnostic que ya se estaban debilitando las posibilidades materiales y socialespara la revolucin y la construccin del socialismo; en el PT afirma que las condiciones objetivasde la revolucin proletaria (...) han comenzado a descomponerse, y q ue sin revolucin social enun prximo perodo histrico sobrevendra el nuevo rgimen brbaro [24]. Esta perspectiva abra,entonces, un cauce de anlisis y de poltica muy distinto al desarrollado por el marxismotradicional. Es que, de efectivizarse el escenario de la barbarie, la poltica revolucionaria slo sepodra sustentar en la comparacin entre lo que el mundo devena -la barbarie- y lo que debaser -el comunismo-. Con lo que entraramos en el terreno de los imperativos morales, porque yano habra manera de encontrar en el presente la palanca social para revolucionarlo ni laprefiguracin del futuro. Aunque Trotski no explora las consecuencias tericas de su tesis, estacuestin incidir en la coherencia interna de su estrategia y, por supuesto, en el PT.

    Por otra parte, si bien en algunos pasajes de su obra Trotski contempl una eventualrecomposicin del capitalismo [25], slo lo hizo para destacar que en ese caso la URSS caerairremediablemente [26]. Nunca analiz seriamente las posibilidades concretas de recuperacin delcapitalismo. Quizs a esto contribuy el razonamiento circularmente vicioso con el que probabael estancamiento y la necesidad de la revolucin: el capitalismo estaba agotado porque larevolucin rusa haba triunfado, y la revolucin rusa haba triunfado porque el capitalismo estabaagotado. En la medida en que el Estado obrero burocratizado subsistiera, no haba nada msque demostrar. Accesoriamente los xitos -aparentes o reales- de la economa sovitica y la GranDepresin reforzaban su tesis.

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    De todas maneras, causa extraeza la poca fundamentacin que proporcion para sostener que, apartir de 1914, el capitalismo debera estancarse. Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, en elnico lugar donde aduce algunas razones para justificar esa necesidad es en su Introduccin alPensamiento vivo de Marx, de 1939, cuando sostiene que, siendo la competencia el resorteprincipal del progreso capitalista, su anulacin por la accin de los monopolios implica elcomienzo de la desintegracin de la sociedad [27]. Pocas pginas despus, sin embargo, admite.que el monopolio no haba suprimido la competencia; con lo cual su explicacin parecederrumbarse. Pero Trotski no examina la contradiccin que ha introducido en su razonamiento, yfinalmente hace prevalecer la nocin de que la ley del valor ya no gobierna el capitalismo: la leydel valor se niega a prest ar ms servicios, de manera que el progreso humano se ha detenidoen un callejn sin salida [28]. En todo el trabajo no hace referencia a la tendencia a la cada de latasa de ganancia, que es no slo la ley ms importante para explicar las crisis, sino tambin la queda la clave de por qu no hay un estancamiento final y puramente econmico del capitalismo [29].Pero la tesis de la anulacin de la ley del valor tena serias consecuencias para el anlisis, ya queen ese caso la dinmica del capitalismo dejaba de estar por fuera del gobierno de los sereshumanos (tal como se desprende de la teo ra de Marx sobre el fetichismo) para pasar a estar enmanos de un grupo de grandes empresas [30]. Con lo cual se cae, casi indefectiblemente, en lasexplicaciones conspirativas sobre las crisis o las calamidades que acarrea el capital a las masas.Es lo que sucede con el PT, cuando en un pasaje escueto, pero altamente significativo, afirma que:

    [Los bancos] Or ganizan milagros de tcnica (...) organizan tambin la vida cara, las crisis y ladesocupacin [31].

    Una tesis no slo subjetivista y absurda -cmo se puede sostener que la crisis del treinta fueorganizada?-, sino tambin contradictoria con la visin de la crisis sin salida, porque si losbancos organizan la inflacin y las crisis, no se entiende por qu el capitalismo estara condenadoa vivir en crisis permanente. Desarrollados en esta lgica, muchos otros argumentos econmicosse mueven en el mismo plano de subjetivismo. Por ejemplo, la caresta de las mercancas o ladesocupacin ya no seran las consecuencias de las tendencias objetivas del sistema, sino de lasmaniobras urdidas por algunos empresarios; tendencias que se podran contrarrestar mediante unaadecuada correlacin de fuerzas. El PT afirma:

    Los campesinos, los artesanos y los comerciantes, (...) en su condicin de consumidores,deben tomar una participacin activa, junto a los obreros, en la poltica de los precios.

    Y sobre la desocupacin, que su desaparicin...es una cuestin de relacin de fuerzas que slo puede ser resuelta por la lucha...

    Pero, en la medida en que la produccin se asienta en la propiedad privada, no se puede eludir lasancin del mercado sobre el trabajo invertido en la produccin de las mercancas y, por eso, no esposible gobernar los precios con juntas de consumidores o productores, como pretende el PT[32]. Tampoco la desocupacin es eliminable -mxime en una coyuntura de crisis grave como la delos treinta-mediante una mera correlacin de fuerzas sociales. Si lo fuera, sera factible imponer,en los marcos de la propiedad privada capitalista, una solucin progresista y duradera a lossufrimientos que provoca el sistema. Una postura que rechaza, con razn, el mismo PT.De esta forma, a la par que establece, de manera casi fatalista, la tesis del estancamiento, el textofundacional de la CI deja abierta la puerta a interpretaciones subjetivistas de la crisis y del

    capitalismo. En el plano poltico, esta dicotoma se expresar en que, por un lado, afirmar que elsistema ya no puede conceder la ms elemental demanda democrtica o econmica a las masasy, por otra parte, dar a entender que se le pueden imponer reformas profundas con unacorrelacin de fuerzas favorable a las masas populares.

    2.- Lucha de clases e ideologaLa tesis recin analizada sobre el estancamiento definitivo del capitalismo conecta con otras variasideas terico-polticas, que de conjunto hacen una trama compacta de pensamiento. Dado que slopor necesidades expositivas vamos a examinarlas y criticarlas por separado, deber tenerse

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    presente en lo que sigue que cada una de ellas est en ntima relacin con las otras, y todas con laidea del estancamiento. Comenzamos con la nocin de que toda lucha por demandas mnimasdebe llevar a la lucha por el poder. Dice el PT:

    ... cualquier reivindicacin seria del proletariado y hasta cualquier reivindicacin progresiva dela pequea burguesa, conducen inevitablemente ms all de los lmites de la propiedadcapitalista y del Estado burgus. Por supuesto, concordamos en que, durante las crisis, la

    burguesa busca aumentar la explotacin y que esto genera miseria, represin, y guerrascontra los pueblos o entre las burguesas. Pero de all hay un paso muy grande a sostenerque la clase dominante ha perdido toda capacidad de maniobra. Con razn, a comienzos delos aos veinte -o sea, en otro perodo de intensa crisis-Lenin alertaba sobre que la burguesapoda adormecer a algu nos explotados con la ayuda de pequeas concesiones a la parque reprima la revolucin [33]; y en una coyuntura como la Primera Guerra haba destacadolos efectos de las considerables limosnas a los obreros obedientes bajo l a forma de reformassociales del ministro ingls Lloyd George y su influencia entre las masas [34].

    El propio Trotski haba polemizado con los stalinistas, en los veinte, cuando stos negaban todoefecto a las polticas reformistas. Sin embargo, hacia el final de su vida afirma, con carcter detesis general, que el capitalismo no dara concesiones. Una tesis que era difcil de encajar condesarrollos particulares importantes, entre ellos, las reformas de Roosevelt en Estados Unidos [35].Es significativo al respecto que en un artculo de 1937, polmico contra los ultraizquierdistas,Trotski reconozca que la imposibilidad de mejoras no era absoluta ("slo debe comprenderse en unsentido histrico''). Sin embargo, a rengln seguido sostiene que si la burguesa (francesa)otorgaba algo con una mano, lo quitaba con la otra, obligando a los trabajadores a reiniciar la lucha[36]. En el PT sostendr esta idea casi con las mismas palabras, pero con carcter general; laburguesa, dice, retoma con la mano derecha el doble de lo que pudiera dar con la izquierda.Pero ante la realidad de las reformas de Estados Unidos, en un escrito posterior argumentar quelas concesiones, lejos de apaciguar las luchas, las radicalizaran.Estas tensiones son reveladoras de un problema de mtodo que est presente en prcticamentetoda la obra de Trotski, y sobre el que volveremos a lo largo de nuestro trabajo, porque es clavepara la superacin de muchos errores tericos y polticos de la CI. Apoyndonos en la dialcticahegeliana del concepto, diremos que se trata del desgarramiento entre las leyes universales(que Trotski a veces llama leyes histrico-sociales), por un lado, y los desarrollos particulares ysingulares. As hay un salto entre su tesis general sobre la imposibilidad de la burguesa deotorgar concesiones, y las concesiones en concreto que realizaba la burguesa de Estados Unidos,o d otros pases. El mismo desgarramiento lo veremos entre su tesis de la quiebra de lasdemocracias (tambin considerada por Trotski ley histrico-social) y la fortaleza de democraciasparticulares. Y por supuesto, se continuar en las afirmaciones de la CI sobre la continuadecadencia de las fuerzas productivas, tesis general histrica en la que no ser posibleencajar los desarrollos reales y concretos de las economas de la posguerra.En todos los casos, esas pretendidas leyes generales se transforman en universales abstractos;abstractos porque a ellos se llega negando los particulares, obviando los desarrollos concretos,especficos, los singulares. Cada desarrollo econmico particular, cada poltica de concesiones,cada demostracin de fortaleza de la democracia burguesa, no se pone en consonancia con lasproclamadas leyes generales. Por eso se pierde de vista aquello en que insista Hegel (y quesera vital en el mtodo de Marx), que el universal slo existe y se realiza a travs de los

    particulares y singulares, y recprocamente, que stos existen por y a travs de los universales (delas tendencias generales). Cuando se establece esta conexin dialctica, se llega al universalconcreto, esto es, aqul que comprende en s toda la riqueza de los particulares y de lossingulares. Al no elevarse a este plano, el PT se quedar en postulados que terminan siendoinvulnerables a los desarrollos reales, porque los militantes siempre tendrn a mano el recurso deafirmar su validez oculta y sustancial, por fuera y por encima de cualquier hecho que loscontradiga [37].Las abstracciones anteriores s refuerzan por la tendencia de Trotski a olvidar que la burguesatambin domina y maniobra con la fuerza de las ideologas. A pesar de su importancia, cuestiones

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    tales como la influencia ideolgica de la burguesa, la introyeccin de sus esquemas dedominacin en la conciencia de los explotados, los discursos dominantes y su articulacin con elfetichismo de las relaciones del mercado, estn prcticamente ausentes como problemticas aenfrentar por los revolucionarios. Las ilusiones democrticas casi no reciben tratamiento en elPT; apenas son mencionadas en relacin a los pases atrasados, donde adems seran superadasdada la incapacidad de las burguesas para cumplir con las tareas democrtico-burguesas. Conrelacin a los pases adelantados democrticos, el texto casi no dice palabra. En las pocasocasiones en que menciona la cuestin, da a entender que los trabajadores norteamericanos estna punto de superar la democracia burguesa; as, cuando se refiere a la consigna de referndumfrente a la guerra, sostiene que esta reivindicacin refleja la desconfianza de los obreros ycampesinos por el gobierno y el parlamento de la burguesa. En las discusiones sobre cmoaplicar el PT en Estados Unidos, Trotski no propone ninguna poltica especfica en relacin a lademocracia. Cuando analiza una eventual generalizacin de la consigna de partido obrero, sloprev que la burguesa respondera con las bandas fascistas; no se le ocurre q ue pudierasocialdemocratizar poltica e ideolgicamente al futuro partido de los trabajadores [38]. Trotskipareciera representarse la conciencia obrera encerrada en una campana de vaco ideolgico,apta para recibir consignas a la manera en que lo haca la mente tabla rasa postulada por elempirismo ms crudo. Adems, es sintomtico que apenas preste atencin a los efectos sobre lasconciencias de las experiencias de la URSS y del nazismo, que potenciaban el discursoapologtico de la democracia capitalista.Algunos lectores pueden argumentar que estamos tomando ejemplos aislados y que es abusivogeneralizarlos. Sin embargo, se trata de ideas de larga data en Trotski que nunca fueroncuestionadas por la CI. Por ejemplo, en 1908 (en un texto muy citado en la literatura trotskista) elfuturo fundador de la CI haba sostenido que el proletariado [ruso] no ha heredado nada de lasociedad burguesa desde el punto de vista de la cultura poltica [39]. Minusvaloraba as lainfluencia del partido Demcrata Constitucional, no slo sobre las masas en general, sino tambinsobre el movimiento socialista (despus de todo el menchevismo fue una expresin de ella). Enotro artculo de la misma poca planteaba que las multitudes, precisamente porque son 'oscuras',porque les falta instruccin, no saben nada de posibilismos y que las masas no se interesan msque por los extremos [40]. Veinte aos despus sostena que los obreros norteamericanos eranempricos (y sus convicciones ideolgicas arraigadas?), que haba que ayudarlos a superar suatraso con respecto a las condiciones sociales, y que si no aceptaban l as consignas de losrevolucionarios, se veran obligados a aceptar el programa del fascismo [41]. En lugar de lasmasas oscuras de 1908 encontramos las masas empricas o inmaduras y en lugar del sloles interesan los extremos, el slo las pueden influir el fascismo o el marxismo; cambian lasformulaciones, pero las premisas analticas siguen vigentes. En su razonamiento -que se muevedentro de la alternativa dual y de hierro de A o B-desaparecen la democracia norteamericanay las ilusiones que generaban los planes y promesas de Roosevelt.Estos enfoques se suman a la idea de que la movilizacin de masas tiende a superar todos losobstculos polticos e ideolgicos. Tambin aqu estamos ante constantes del pensamiento deTrotski, que han sido legadas al movimiento trotskista. Ya en su obra juvenil de polmica contraLenin, Nuestras tareas polticas, haba exaltado las tcticas movilizadoras, nico medio a travsdel cual, sostena, los obreros avanzaran. En un texto posterior, sostiene que la misin de losrevolucionarios es precisar, depurar y generalizar lo que est implcito en la lucha cotidiana delas masas [42]. La cuestin sera empalmar, con sus consignas y tcticas, para fecundar un

    movimiento que objetivamente apuntara en la direccin revolucionaria. La idea de fecundar elmovimiento en marcha se repite a lo largo de la obra de Trotski, incluido el PT. En este planoabsolutista un elemento necesario, que es lo espontneo e instintivo del movimiento, (queLenin destaca repetidas veces en sus escritos), pero no suficiente para la toma de concienciasocialista.Aun sus anlisis ms ricos y dinmicos padecen por la falta del tratamiento de la ideologa demasas, y por eso tambin estn impregnados de un marcado sesgo a visualizar un desarrollo linealy casi sin obstculos de la lucha. Por caso, su discusin sobre el movimiento francs de ocupacinde fbricas de 1936, bajo el gobierno del Frente Popular es caracterstico. Trotski sostiene que la

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    ola de huelgas ha empujado a los obreros ms inteligentes y valientes al frente, que a ellospertenece la iniciativa; que la clase ha comenzado su automovilizacin y los xitos obtenidosno podran dejar de elevar la auto confianza de las masas a un grado extraordinario; queadems ya se haban creado los cuadros locales y regionales, formndose el embrin de unadireccin revolucionaria; que a pesar de que la vieja cscara organizativa no haba sidodesechada, bajo ella ya se ve la nueva piel. Por eso vendra una inevitable segunda ola deluchas, menos pacfica y profunda, en la cual las masas, sintiendo el acoso del enemigo y laconfusin e indecisin de la direccin oficial del movimiento, sentirn la apremiante necesidadde un programa, de una organizacin, de un plan y un staff [43]. Cuando leemos entusiasmadosesta descripcin, las dificultades reales del avance de la conciencia y de la lucha parecendisiparse, barridas por el todopoderoso movimiento. La influencia ideolgica burguesa, los peligrosde su incidencia y del extravo del movimiento, de su empantanamiento, se han evaporado. Lasdirecciones slo demostraran confusin e indecisin y las masas la necesidad de cambiarlas.Algo parecido puede advertirse en su especulacin sobre cmo evolucionara una lucha desde elcontrol de la produccin a planes obreros nacionales en Alemania, en 1932 (ver infra).Lo anterior explica que en los aos treinta sostuviera que el pequeo grupo de revolucionariosdeba dirigirse a los trabajadores para movilizar con propuestas prcticas y consignas prcticas,porque la nica manera de convencer a las amplias masas de la correccin de nuestras ideas esen la accin [44]. Estos enfoques se plasman en el PT; all sostiene que los obstculos para el

    avance de la conciencia son la confusin y descorazonamiento de la vieja direccin y la falta deexperiencia de las capas jvenes del proletariado y su vanguardia. Ausente la cuestin de lasideologas burguesas, siempre aflora la idea de que todo obstculo se superar con lamovilizacin, de que la cuestin es lanzar consignas para que prendan como fuego en praderaseca. De aqu que haya una sobrevaloracin de las virtudes de la agitacin movilizadora yuna minusvaloracin del rol de la propaganda y del trabajo sobre la vanguardia (ver Apndice1). La vieja combinacin de la lucha poltica e ideolgica, que haban recomendado Engels y Lenin,entre otros, desaparece de su campo visual.Es cierto que cuando discute sobre la clase obrera europea Trotski presta atencin a la ideologastalinista, y en alguna medida a la socialdemcrata (lo que lo lleva a escribir muchas de susmejores obras). Pero tambin aqu pasa por alto la incidencia de la ideologa democrticaburguesa en general. Y adems, minusvalora la influencia de la ideologa socialdemcrata eincluso la del stalinismo, a pesar de denunciar correctamente su incidencia en las derrotas de los

    veinte y los treinta. Por ejemplo, en un pasaje del PT afirma que los Frentes Populares... desde elpunto de vista histrico... son una ficcin, y que cualquiera sea la diversidad de mtodos de lossocial traidores -lase Blum, Stalin- no lograrn quebrar la voluntad revolucionaria delproletariado. Y en otra parte llega a decir que:

    Los obreros avanzados de todo el mundo ya saben que la derrota de Hitler y Mussolini selograr bajo las banderas de la Cuarta Internacional (nfasis agregado [45]).

    Pero entonces habra desaparecido la influencia ideolgica del stalinismo, la democraciaburguesa o la socialdemocracia entre los obreros de vanguardia; lo cual era manifiestamente falso.La minusvaloracin del peso de las corrientes democrticas burguesas tambin lo lleva a formularuna previsin infantilmente optimista sobre cmo se desarrollara un ascenso revolucionario enAlemania. Sostiene -en el PT- que antes de que se convocara una Asamblea ConstituyenteAlemania se poblara de soviets, y que los lderes reformistas no tendran posibilidad de dirigir elascenso antifascista. Ninguna de estas previsiones fue examinada por la CI en lo que hace a susimplicancias ni races tericas.

    3.- Sobre las luchas y la crisis de la democracia A las ideas antes expuestas se suma la nocin de que existira una relacin lineal entre elsufrimiento de las masas y sus combates. Si bien en escritos especficos -como las crticas a lapoltica del stalinismo en China- Trotski haba sealado que no toda crisis generaba una ofensivarevolucionaria, en el programa afirma que:

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    ...la agudizacin de la crisis social aumentar no solament e el sufrimiento de las masas sinotambin su impaciencia, su firmeza y su espritu de ofensiva [46].

    De ah que pensara que, a pesar de las derrotas de los veinte de los treinta, las masas serecuperaban rpidamente en casi todo el mundo. En pasajes notables por su exaltacin, en el PTsostiene que la lucha de clases no tolera interrupciones; que ...la crisis actual puede exacerbarextremadamente la marcha de la lucha de clases y precipitar el desenlace; y que ...en la poca

    actual la lucha de clases infaliblementetiende a transformarse en guerra civil (nfasis agregado).Refirindose a los comits de fbrica, afirma que una ola de ocupaciones de empresas se hadesencadenado en algunos pases, y agrega:

    Nuevas olas de ese gnero son inevitables en un porvenir prximo(nfasis agregado).Esto explica su caracterizacin exitista del nivel de la ofensiva de las masas. En el primer captulosostiene que:

    En todos los pases el proletariado est sobrecogido por una profunda inquietud. Grandesmasas de millones de hombres vienen incesantemente al movimiento revolucionario (nfasisagregado).

    Pero adems pensaba que no slo los padecimientos y la crisis empujaran al combate, sinotambin las concesiones. As, en 19 39, afirma que las reformas del New Deal, lejos de apaciguar la

    situacin, radicalizaran a las masas[47]

    .El planteo nos parece globalmente insostenible. No slo porque en el caso particular de EstadosUnidos las concesiones del gobierno, combinadas con la fortaleza de la ideologa democrtica,tenan efectos estabilizadores sobre la combatividad sindical de los trabajadores, sino tambin, yms importante, porque no siempre las crisis y los sufrimientos inducen a las masas alcombate de c lases. Ms bien muchas veces sucede lo contrario, cunde la desesperanza, la des-composicin social, el temor a la desocupacin, la disgregacin.Por otro lado, no es cierto que en 1938 millones de hombres afluyeran incesantemente alcampo revolucionario. La revolucin espaola estaba en retroceso, el Frente Popular francs habaconducido a la desmoralizacin, los obreros italianos, alemanes y de buena parte del centro deEuropa sufran el fascismo y el nazismo; y en la URSS avanzaba la ofensiva contra losrevolucionarios de Octubre. Trotski era consciente de la gravedad de este cuadro. En el PT hayrepetidas menciones a la desmoralizacin de la vanguardia y a las trgicas derrotas que elproletariado mundial viene sufriendo desde hace una larga serie de aos; tambin afirma queentre los obreros de vanguardia hay no pocos fatigados y decepcionados y que la CI surga ...de las ms grandes derrotas que el proletariado registra en su historia. Pero el esquema de mssufrimientos, ms luchas, en ausencia de capacidad de la burguesa para dar salidas, loempujaba a la conclusin de que esas heridas cicatrizaran rpidamente, que el nuevo ascenso yaestaba en marcha y que la guerra lo catalizara hacia un levantamiento revolucionario.Seguramente tambin contribuan a su optimismo los antecedentes histricos. La guerra franco-prusiana de 1870 haba terminado en la Comuna de Pars; la ruso-japonesa en la revolucin de1905 y la Primera Guerra en el Octubre ruso e intentos insurreccionales en otros pases. Sinembargo, por encima de esto, parece ser decisivo para su razonamiento la visin de una claseobrera azuzada por la crisis a lanzarse a la ofensiva, en el marco de la completa incapacidad de laclase dominante para maniobrar o conceder la ms mnima reivindicacin. Tal vez sea en su

    descripcin de la situacin alemana donde este rasgo resalte con mayor nitidez. A pesar dereconocer que la oposicin en Alemania -en 1938- era pequea, que el proletariado habaperdido la fe en todo lo que estaba habituado a creer, el PT termina afirmando que eldescontento de las masas es mayor que nunca, que jvenes generaciones se levantan, que lapreparacin molecular de la revolucin est en marcha, y que centenares y miles de abn egadosobreros continan, a pesar de todo, llevando a cabo un trabajo molecular revolucionario [48]. Endefinitiva, hubo derrota, pero sta parece superarse tan rpidamente, que el proceso revolucionarioaparenta no tener casi interrupciones.

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    Todas estas ideas se combinan y desembocan en la tesis, ya mencionada, de que las democraciasburguesas estn histricamente liquidadas. El PT sostiene que las democracias de los pasesadelantados slo sobreviven a cuenta de la acumulacin anterior; que el New Deal delgobierno de Roosevelt slo representa una forma particular de confusin, y que laputrefaccin de todas las democracias continuar profundizndose, irremediablemente. Con locual la democracia burguesa no tendra ninguna posibilidad de afirmarse ni siquiera en el pascapitalista ms poderoso del planeta. Con carcter ms general, en las discusiones sobre elprograma explica:

    ... la burguesa no tiene otra solucin que el fascismo, y la profundizacin de la crisis va aforzar a la burguesa a abolir los remanentes de la democracia y a reemplazarlos por elfascismo [49] (nfasis agregado).

    El mtodo abstracto de anlisis se evidencia tambin en estos pronsticos, porque Trotskiextrapolaba linealmente una tendencia de la realidad mundial de la pre guerra, sin analizar otrasmediaciones que obraban en sentido contrario. Trotski ve que un sector de la burguesa mundialresponde al ascenso revolucionario desatado en 1917 con el fascismo y el nazismo, esto es, con laguerra civil contra la clase obrera. Es lo que sucede en Italia, en Alemania, en buena parte delcentro de Europa, en Japn (aunque en un grado menor) y lo que intentan sectores de laburguesa en Francia, Inglaterra y otros pases. Pero sta no era la nica poltica frente a larevolucin, porque tambin estaban presentes la negociacin, la democracia burguesa, las semi concesiones -combinadas con la represin-, que ponan en prctica los gobiernos deEstados Unidos y de otros pases adelantados. Lejos del hundimiento inminente del que hablabaTrotski en el PT, la democracia norteamericana se haba demostrado ya en los treinta como unaformidable contencin a la difusin de las ideas del comunismo y luego se revelara como unapalanca movilizadora de masas hacia la guerra. Por otro lado, el gaullismo, el reformismo burgusingls (con sus promesas de la Nueva Jerusaln), la Segunda Internacional y muchas otrascorrientes polticas, incluidas las stalinistas europeas, se nutriran, hacia el fin de la guerra, deaquella democracia burguesa que el movimiento trotskista haba dado por acabada.Adems, este enfoque llevara a Trotski a plantear perspectivas que, para decirlo de manerasuave, encerraban el peligro de planteos oportunistas. Convencido de que una victoria de lasdemocracias decadentes sobre Alemania e Italia no podra liquidar el fascismo ni siquiera porun perodo limitado, lleg a sostener que:

    ...si hubiera algn fundamento para creer que una nueva victoria [de la Entente] ... pudieraobrar resultados tan milagrosos, esto es, contra las leyes socio-histricas, entonces esnecesario no slo desear esta victoria sino tambin hacer todo lo posible para que seproduzca. En este caso los social-patriotas anglo franceses estaran en lo correcto [50].

    Es significativo que Trotski cometiera estos errores siendo que en los aos veinte habapolemizado con los stalinistas porque stos no vean la importanci a que podan adquirir losgobiernos reformistas y las vas democrtico pacifistas en Europa [51]. Tambin Lenin habainsistido, en plena crisis revolucionaria, que la burguesa no tena slo un mtodo -la represin-para frenar la revolucin, sino dos, porque contaba el engao organizado (ver infra). Y en 1919(coyuntura de crisis mundial extrema) explicaba que aun los pases atrasados desarrollabantendencias hacia las democracias burguesas [52].Hacia el final de su vida Trotski parece olvidarse de estos criterios cuidadosos -que hacen a la

    consideracin de todas las determinaciones que concurren a la conformacin de una coyunturapoltica- para sostener, con el carcter 'de ley socio-histrica, la tesis de la quiebra definitiva dela democracia. A esto lo llevaba el conjunto de ideas que haba desplegado sobre las crisis y lalucha de clases, y su absolutizacin vaca. Pero con ello se deslizaba, nueva y pendularmente, alresbaladizo terreno del fatalismo.

    4.- Fatalismo y subjetivismo extremosMichael Lowy ha sostenido que con su pronstico alternativo -socialismo o barbarie- Trotskihaba dejado atrs las posturas fatalistas sobre la marcha de la humanidad hacia el socialismo

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    de la Segunda Internacional. Lowy explica que Trotski -como Rosa Luxemburgo-tuvo aquellaposicin en su juventud, pero que la habra superado a partir de la Primera Guerra, cuando plantela cuestin en trminos de guerra permanente o revolucin proletaria. Con esto, sigue Lowy,Trotski haca intervenir el factor subjetivo, su autonoma parcial, su especificidad, su lgicainterna y su eficacia propia [53], y daba una muestra de comprensin dialctica, crtica delfatalismo mecanicista que luego reinara en el movimiento comunista burocratizado. Lainterpretacin de Lowy es compartida por casi toda la militancia trotskista.Sin embargo, la cuestin no nos parece tan sencilla ni lineal como pretenden Lowy y los militantestrotskistas. Por empezar, la misma forma de plantear la alternativa socialismo o barbarie nodemuestra una comprensin dialctica, porque formulada como ley de hierro -o bien A o bien B,no hay posibilidad de capitalismo-, y sin fundamento terico, se revela como una forma delmecanicismo objetivista. Observemos tambin que esto le dejaba a Trotski slo dos opcionesdesde el punto de vista programtico: o un programa mnimo, defensivo, para una sociedadburocrtica de esclavos; o un programa para una ofensiva inminente y revolucionaria de las masas.Pero, adems, y contra lo que dice Lowy, es un hecho que Trotski sostuvo hasta el final de su vidael enfoque fatalista. No tanto porque haya mantenido -de manera paralela a su planteo alternativo-la tesis que critica Lowy, de la inevitabilidad del socialismo, sino tambin, y principalmente, porqueen el PT apela a la existencia de leyes generales de la historia y de un movimiento mecnico eineluctable de sta hacia el destino comunista.Dice el texto:

    ...las leyes de la historia son ms poderosas que los aparatos burocrticos. {...)Cada vez en mayor escala, sus esfuerzos desesperados [de los social-traidores] por detener larueda de la historia demostraran a las masas que la crisis de la direccin del proletariado ...slo puede ser resuelta por la Cuarta Internacional (nfasis agregado).

    No se trata de un descuido -Trotski trabaj meses en su redaccin, el PT fue estudiado y repetidodurante dcadas en la CI-, sino de la conclusin de un sistema cuyos pasos terico-polticoshemos seguido hasta aqu y que podramos ordenar segn la siguiente secuencia:

    estancamiento de las fuerzas productivas - por lo que la democracia y la fuerza de laideologa burguesa estn agotadas - por lo que toda reivindicacin elemental plantea lacuestin del socialismo -por lo que habr un impulso inevitable hacia la lucha, derivado dela crisis - y las masas movilizadas tienden a superar todos los obstculos - con lo que lasruedas de la historia se imponen y el socialismo es inevitable.

    Por eso en la CI nunca se criticaron estas nociones. Dadas las limitaciones de nuestro trabajo, aquslo vamos a presentar algunas objeciones a esta concepcin que debe superarse.En primer trmino, sealemos que la misma cuestin de la inevitabilidad del socialismo remite aformulaciones problemticas del propio Marx, que luego asumiran Lenin, Trotski y otros marxistas.Todas ellas aluden a la idea de que, en un plazo ms o menos mediato, las masas deberantomar conciencia de la necesidad de resolver, de forma revolucionaria, las contr adicciones de lasociedad capitalista. Algunos pasajes de El Capital apuntan en esta direccin [54]; luego Leninplanteara que la tesis sobre la inevitabilidad del socialismo debera incorporarse al programa delbolchevismo [55]; y Trotski, en la Introduccin alPensamiento v ivo de Marx, dedic un punto afundamentar por qu el socialismo no slo es posible, sino tambin inevitable [56]. Pensamosque se trata de formulaciones desacertadas, por lo que encierran de mecanicismo. En todo caso locorrecto sera hablar de una necesidad creciente de la salida socialista, y de una posibilidadmaterial y social tambin creciente.Sin embargo, aunque el planteo sobre la inevitabilidad del socialismo deba criticarse pormecanicista, no incurre en una visin teleolgica de la historia, como s sucede con las nociones delas leyes generales de la historia, o la rueda que empujara a la humanidad hacia una metapreestablecida desde el fondo de los tiempos. Al respecto, no es casual que Marx apenas se hayareferido a supuestas leyes de la historia. A lo sumo habl de una ten dencia al desarrollo de lasfuerzas productivas a travs de una sucesin de formaciones sociales [57], rechazando la idea de

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    leyes supra histricas [58]. En diversos pasajes de su obra aludi a algunas constantes de laproduccin y a la tendencia de los seres humanos a librarse de las constricciones emanadas desus necesidades naturales, pero era consciente de que esos universales slo actan a travs deleyes especficas a los modos de produccin. As, por ejemplo, en el capitalismo encontramos lasleyes del valor, de la circulacin, de la reproduccin ampliada, y otras, ninguna de las cuales operade manera fat alista. Lenin tambin critic por objetivista la nocin de tendencias histricasinsuperables [59]. La idea de una finalismo de la historia, de un destino ineluctable, no es deMarx, sino de Kautsky, quien partiendo de una concepcin darwinista y positivista afir maba que elmundo tena una finalidad inmanente, hacia la cual se encaminaba de modo necesario [60].Por todo esto decimos que la metfora del PT de la rueda de la historia, en marcha hacia su finsocialista, da una idea falsa e induce a una concepcin donde la accin del ser humano se diluye(es objetivista, dira Lenin). De las tendencias del capital deriva una necesidad creciente delsocialismo -y una posibilidad material de cumplirlo-,pero nada ms. Nunca debe entenderse esanecesidad como una constriccin externa, operando ciegamente. Aunque Trotski, influido porLabriola, haba tomado distancia desde joven con el marxismo kautskista de la SegundaInternacional [61], esa superacin no se apoy en las tesis de El Capital sobre las contradiccionesdel desarrollo del capital y su relacin con las potencialidades revolucionarias. Por lo cual la vueltaal objetivismo extremo era inevitable, ya que a partir de las premisas con que razonaba en los aostreinta -degradacin progresiva de la clase obrera- slo le quedaba el recurso de la rueda de la

    historia para fundamentar tericamente el futuro de la revolucin socialista. Parafraseando a Marx(nota 58), podemos decir que, a falta del estudio particularizado de las contradicciones del capital,Trotski apela a una teora histrico-filosfica general, de carcter suprahistrico. Esta crticacomplementa entonces lo que hemos mencionado antes sobre los universales abstractos, lasleyes histrico-sociales, que en la obra de Trotski parecieran actuar por fuera y por encima delos desarrollos singulares.Pero adems el fatalismo prepara el terreno para que se instale, paradjicamente, el subjetivismoextremo. Es que si millones de seres humanos se estn volcando a la revolucin, si la crisiseconmica es absolutamente sin salida, si la conciencia burguesa de las masas desaparece comoobstculo, es lgico concluir que el impedimento para el avance del socialismo se reduce alpuado de traidores de la direccin del proletariado (correlato en el plano poltico de la economamanejada por el puado de poderosos). Por eso el pasaje del PT sobre las masas de millonesvolcndose a la revolucin, ya citado, concluye con esta afirmacin:

    Grandes masas de millones de hombres vienen incesantemente al movimiento revolucionariopero siempre tropiezan en este camino con el aparato burocrtico-conservador de su propiadireccin (nfasis agregado).

    De all que la clave del destino humano se sintetice en la primera frase del programa:La situacin poltica mundial del momento se caracteriza, ante todo, por la crisis histrica de ladireccin del proletariado,

    que se repite hacia el final del texto, casi en los mismos trminos, pero desde una perspectivahistrica global:

    La crisis actual de la civilizacin humana es la crisis de la direccin del proletariado.Un esquema interpretativo que slo se sostiene al precio de haber reducido al mnimo la cuestin

    de la conciencia y su relacin con las acciones de las clases. Es que si bien en det er minadascoyunturas las direcciones oportunistas enfrentaron a las bases que las desbordaban [62], no escierto que las masas estn volcndose siempre a la revolucin y chocando con los traidores. Porel contrario, -y hay que reconocerlo de una buena vez en el trotskismo millones de obreros y deoprimidos estuvieron convencidos de que el programa de construir el socialismo en la URSS y laestrategia de la revolucin por etapas en los pases capitalistas eran convenientes; otros muchosmillones confiaron en la democracia burguesa y en la socialdemocracia; y otros depositaron su feen los nacionalismos burgueses de los pases atrasados, Si no se reconocen estasvinculaciones orgnicas -necesarias, en el sentido de unidad sistemtica- slo quedaconcebir a las direcciones como meros accidentes. Pero entonces habra que concluir que

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    estamos en el terreno de lo meramente azaroso, de lo subjetivo y fortuito, de lo que Hegel llamabala necesidad exterior. En este respecto el PT establece una relacin simplista de causa/efecto,ya que la direccin proletaria sera la causa del freno y la derrota de la revolucin, estando dadastodas las condiciones objetivas.En este punto apresurmonos a decir que nuestro propsito no es negar la intervencin deelementos fortuitos en la conformacin de los movimientos de masas, y de sus direcciones en

    particular. Ya Marx haba sealado el rol que juegan las direcciones que al principio estn a lacabeza del movimiento como uno de los tantos acci dentes que intervienen en el curso deldesarrollo, y que retardan o a celeran los procesos [63]. Lo contingente, lo azaroso, es uncomponente vital de la historia [64] y del movimiento de la clase obrera. Pero as como el serhuman sabe imponer su necesidad interior al mundo exterior que lo rodea, transformndolo consu accin, tambin la clase obrera deber aprender a determinarse, a dominar los elementosfortuitos, estableciendo -entre otras condiciones para su triunfo- direcciones que sean expresin yvehculo de su liberacin. Una clase obrera completamente sometida a los avatares de unadireccin, es una clase todava alienada; dicho en el lenguaje de Marx, todava es en s, o noplenamente para s; an debe conquistar su independencia, desarrollarse en el sentido pleno.Esto implica, parafraseando a DHondt, desplegarse como un antiazar activo, absorbiendo lascausas exteriores -la corrupcin de los dirigentes, las debilidades subjetivas de direcciones ycuadros- que detienen o derrotan al movimiento. Creer que es posible una revolucin inminente,

    estando la clase obrera enajenada en manos de una direccin oportunista, revela una vez ms lasinconsecuencias tericas del anlisis del PT.Es necesario entonces restablecer un enfoque dialctico de las relaciones entre bases ydirecciones. Estas ltimas actan sobre la clase obrera y la influencian. Tienen su propia dinmica,pero sta es rela tiva [65]; en buena medida, estn determinadas por las bases y son, hasta ciertopunto, su efecto [66]. El enfoque no dialctico del PT es muy marcado en este punto. Primero,porque no pone en conexin orgnica la situacin de las bases con sus direcciones, que parecensurgir de la nada. Y en segundo lugar, porque desprecia la capacidad de aprendizaje de las masas,que repetiran el proceso con los burcratas que las traicionan en sus afanes revolucionarios, sinreconocer nunca a los comunistas que les indican el camino correcto. De esta manera elplanteamiento de que la historia depende de un grupo de revolucionarios se mantiene paralelo alde la fatalidad del destino socialista -la rueda de la historia. Este desgarramiento extremoentre ambos polos ha sido observado, bajo un enfoque apenas distinto al que presentamos aqu,

    por Bensaid. Este seala que en el PT existe un descuartizamiento entre, por una parte, laconfianza reiterada en las leyes objetivas y las profecas catastrofistas, y por otro lado la debilidadpattica del factor subjetivo. Tambin dice que esta disyuncin se encuentra muchas veces enMandel, y concluye que este enfoque est lleno de dificultades tericas insuperables:Si las condiciones objetivas son tan favorables, cmo explicar que ellas no hayan abierto paso,aunque fuera parcialmente, a las condiciones para la solucin de la crisis subjetiva de direccin?La explicacin deriva inevitablemente hacia una representacin policial de la historia, atormentadapor la figura recurrente de la traicin, donde las ocasiones ms propicias son saboteadas por lasdirecciones traidoras... Y si la oposicin es portadora de una solucin revolucionaria a la crisis de ladireccin, cmo explicar que no haya obtenido ms xito, si no es por un deterioro sin esperanzade las famosas condiciones ob jetivas? As planteado, el crculo de lo objetivo y de lo subjetivo esdesesperadamente vicioso [67]. S, el crculo es desesperadamente vicioso, y la primeracondicin para su superacin era criticar de raz las tesis del estancamiento crnico y definitivo delcapitalismo, de la falta de maniobra de la burguesa, para restablecer luego la importancia de laideologa en los procesos sociales y con ella las vinculaciones dialcticas entre los diferentesniveles del accionar histrico.

    5.- La lgica poltica del Programa de TransicinTodo conduce, entonces, a un escenario en el que parecera bastar la intervencin de losrevolucionarios para que el movimiento desate sus potencialidades y crezca con la fuerza de lasavalanchas naturales e incontenibles. Por esta razn hay que subrayar, una vez ms, el marcado

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    carcter agitativista que encierra la orientacin recomendada por Trotski. En crtica a los sectarios,el PT sostiene que los acontecimientos polticos no son para ellos la ocasin de lanzarse a laaccin, sino de hacer comentarios; as, pareciera que todo acontecimiento poltico deja slo dosopciones: cometarios de cenculos o agitacin para la accin. El rol de la propaganda y de la luchaideolgica y poltica se esfuma en esta nueva y rgida dicotoma; as, el PT est concebido para eltrabajo directo hacia las masas, en el marco de que el agrupamiento propagandstico de cuadrosentre la vanguardia estara realizado, en lo fundamental (ver Apndice 1). Con este transfondo,Trotski plantea la superacin de la divisin entre el programa mnimo y mximo. Precisemosbrevemente la diferencia entre ambos.Siguiendo una .definicin de Lenin, podemos decir que las reivindicaciones mnimas son aquellasque, en principio, no cuestionan la propiedad privada capitalista ni su Estado [68]; por ejemplo, sondemandas mnimas el aumento de salarios, la libertad de los preso s polticos, el derecho al voto, einfinidad de otras exigencias de las masas explotadas y oprimidas [69]. En cambio el objetivo de latoma del poder, las medidas de socializacin y las proyecciones de transformacin social profundadan forma a los programas mximos. Las consignas transicionales entran en el esquema delprograma mximo. Fueron formuladas en manifiestos o tesis estratgicas (las veremos en elManifiesto Comunistay en las Tesis de Abril) para impulsar la movilizacin hacia la abolicinde la propiedad privada, una vez que se hubiera tomado el poder. Fueron pensadas parapreparar la transicin al socialismo; aunque no son socialistas, son incompatibles con la sociedad

    capitalista. Entre las ms conocidas estn el reparto de las horas de trabajo hasta acabar con ladesocupacin, sin disminucin salarial; la obligacin de trabajar; la anulacin de la propiedadprivada de la tierra [70]; la anulacin del derecho de herencia; la abolicin del secreto comercial y elcontrol obrero de empresas; la nacionalizacin de la banca y grandes monopolios y su puesta bajoel control obrero.Trotski pensaba que aquella divisin de programas era propia de la socialdemocracia anterior a laPrimera Guerra [71], y que deba ser dejada de lado en la poca imperialista, porque ya ningunareforma era lograble y las masas estaban prontas a iniciar una ofensiva revolucionaria. Ahora lasconsignas mnimas exigan su combinacin inmediata con las transicionales:

    En la medida en que las viejas reivindicaciones parciales, mnimas, de las masas entran enconflicto con las tendencias destructivas y degradantes del capitalismo decadente -y esoocurre a cada paso- la Cuarta Internacional auspicia un sistema de reivindicacionestransitorias, cuyo sentido es el de dirigirse cada vez ms abierta y resueltamente contra lasbases del rgimen burgus. El viejo programa mnimo es superado por el programatransicional, cuyo ob jetivo consiste en la movilizacin sistemtica de las masas para larevolucin proletaria[72](nfasis agregado).

    Enlazado con lo anterior, sostiene que el PT es un programa para la accin hacia la toma delpoder, para la ofensiva [73]; no est concebido para situaciones defensivas. Incluso nos inclinamosa pensar que Trotski no aconsejaba la agitacin transicional en Italia y Alemania. En el PT explicaque en esos pases las consignas de transicin s e entrelazaran con las democrticas en cuantoel movimiento tome algn carcter de masa [74]. Para el resto de los pases la tctica esdecididamente de ofensiva.Para lanzar la ofensiva el PT busca entonces generar la movilizacin sistemtica de las masaspara la revolucin proletaria; toda la cuestin es cmo movilizar a las masas para la lucha,explica Trotsky[75]. Y a ese efecto los revolucionarios deben concentrar la atencin en una o dosconsignas:

    ... si repetimos las mismas consignas, adaptndolas a la situacin, entonces la repeticin quees la madre de la enseanza, actuar de la misma forma en poltica ... Es necesario repetir coninsistencia, repetir todos los das y en todo lugar. Este es el objetivo del borrador de programa,dar una impresin homognea [76].

    Tambin:

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    Cuando el programa est definitivamente establecido es importante conocer las consignas muybien y maniobrar con ellas hbilmente, de manera que en cada parte del pas todos usen lasmismas consignas al mismo tiempo, 3.000 pueden dar la impresin de 15.000 30.000 [77].

    Ligado a lo anterior, las consignas transicionales -salvo la nacionalizacin de los medios deproduccin-estn concebidas para agitarse sin especificar qu relacin guardan con la tomadel poder. Si bien el texto reconoce que no pueden lograrse plenamente bajo el capitalismo [78], en

    la agitacin esta condicin no se hace explcita. Lo importante es que aparezcan como propuestasprcticas, para que sean tomadas por los trabajadores, visualizadas como soluciones casi desentido comn, aunque los revolucionarios sepan que son impracticables en el capitalismo. Poreso, cuando habla del reparto de las horas de trabajo y la escala mvil de salarios, el PT explicaque ante las objeciones sobre la imposibilidad de lograr esta demanda los militantes deberanresponder que todo dependa de la correlacin de fuerzas. Por esta razn tambin las consignastransicionales estn concebidas como demandas o reivindicaciones, que se dirigen al Estadoo al capital. La toma del poder debera ser una conclusin de la movilizacin en pos de obligar ala burguesa a adoptar las medidas transicionales.Por otra parte, al concentrarse en una o dos consignas sin especificar qu relacin guardan con elpoder, la metodologa poltica se conforma segn la idea de un ascenso progresivo. Se trata de latctica escalera, que alienta la perspectiva de un avance de las movilizaciones por escalones.As, por ejemplo, las consignas del control obrero, apertura de los libros comerciales, y planeseconmicos obreros se conjugan para formar un modelo arquetpico de esta poltica procesual: elcontrol obrero y la abolicin del secreto comercial, instrumentados por comits de fbrica,permitiran conocer las ganancias y gastos de las empresas aisladas; de all, se podra determinarla composicin de la renta nacional; luego, desnudar las combinaciones de pasillos y las estafas delos bancos; despus, se podran convocar a los especialistas honestos y afectos al pueblo comoconsejeros; luego, los obreros elaboraran un plan general de obras pblicas trazado para unperodo de varios aos, y abriran las empresas cerradas. En este caso, el control ser sustituidopor una administracin directa por parte de los obreros. Por ltimo, los comits podran reunirsepara elegir comits por ramas enteras de la industria y de esa forma el control obrero pasar aser la escuela de la economa planificada (el esquema expuesto lo tomamos del PT). Con esto sepodra mostrar, en pequea escala, pero de manera convincente, cmo funcionara una futurasociedad socialista, a travs de consignas movilizadoras, prcticas, concretas (como gustandecir los militantes de la CI).

    En las discusiones sobre el programa Trotski dej un ejemplo clsico de como conceba estapoltica transicional. Se trata de su propuesta de agitar por la escala mvil de salarios y horas detrabajo en Estados Unidos:

    Creo que podemos concentrar la atencin de los trabajadores en este punto. Naturalmente stees slo un punto. (...) Pero las otras consignas pueden agregarse en la medida en que sedesarrolle la situacin. (...) Pienso que en el comienzo esta consigna [escala mvil de salarios yhoras de trabajo] ser adoptada por las masas. Qu es esta consigna? En realidad es elsistema de trabajo en la sociedad socialista. (...) Lo presentamos como una solucin a estacr isis (...) Es el programa del socialismo, pero presentado de una manera muy simple y popular[79] (nfasis agregado).

    Esta explicacin se ha incorporado al acervo poltico de la CI y resume la mecnica de la agitacintransicional que planteaba Trotski.

    6.- Consignas lgicamente imposiblesUno de los errores ms comunes en la poltica revolucionaria es elaborar tcticas y consignasabstractas, esto es, desligadas de las circunstancias histricas y sociales que las contextualizan.Podemos decir que buena parte de las diferencias entre Lenin y sus compaeros estuvieronatravesadas por esta cuestin. La fuerza de la poltica de Lenin resida en su capacidad para llegara lo concreto, a la unidad de las mltiples determinaciones que conforman la tctica, pero sinolvidar la teora revolucionaria. Para eso deben conservarse, por un lado, los principios

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    generales -por ejemplo, la actitud ante el Estado o la explotacin capitalista- como momentosnecesarios de la elaboracin, pero las tcticas y consignas siempre necesitan, en la visinleninista, ser adecuadas y precisadas segn las coyunturas polticas, el estado de conciencia delas masas y otros factores.Esta forma de concebir la poltica, como un concreto, est ausente en el PT. La clave de estaausencia es la idea de que los marxistas no deben considerar decisiva la cuestin de las

    posibilidades de efectivizacin de las consignas a la hora de decidir sus campaas de agitacin yde exigencias. En un texto de los aos veinte Trotski explic esta importante premisametodolgica:

    ...cuando se trata de una reivindicacin, sea cual sea (...) el simple criterio de la posibilidad desu realizacin no es decisivo para nosotros... No son las conjeturas empricas sobre laposibilidad o imposibilidad de realizar algunas reivindicaciones transitoriaslas quepueden resolver la cuestin. (...) en determinadas condiciones es totalmente progresivo y justoexigir el control obrero sobre los trusts aun cuando sea dudoso que se pueda llegar a ello en elmarco del Estado burgus. El hecho de que esta reivindicacin no sea satisfecha mientrasdomine la burguesa, debe impulsar a los obreros al derrocamiento revolucionario de laburguesa. De esta forma la imposibilidad poltica de llevar a cabo una consigna puede ser msfructfera que la posibilidad relativa de realizarla[80] (nfasis agregados).

    Segn este texto (que es bsico en la formacin trotskista), los marxistas no deben entrar enconsideraciones sobre qu se exige, a quin y cundo a la hora de convocar a las masas amovilizarse. Bastara que las consignas tengan un carcter en general progresivo, porque con elloel movimiento avanzara de todas formas. En los treinta Trotski reafirma esta idea, sosteniendo quelas consignas transitorias tenan una gran importancia co n independencia de saber en qumedida seran realizadas y si lo seran o no en forma general [81].Sin embargo, el tema de las posibilidades de efectivizacin de las consignas no es materia que sepueda dejar de lado con la facilidad con que lo hace Trotski. Ella est en el centro mismo de lacrtica marxista a las ilusiones, al fetichismo de las relaciones cosificadas y a los programasutpicos e idealistas. Al desconocer precisamente la cuestin de las posibilidades -que no sereducen a las empricas que menciona Trotski- la poltica trotskista se volver abstracta y hastaincoherente. Un enfoque dialctico nos ayuda al planteamiento de nuestra crtica.Como explicaba Hegel, cuando se separa una situacin o realidad de las rela ciones en que estinmersa, podemos asignarle, con nuestro pensamiento, cualquier posibilidad [82]. Y as las cosasms absurdas y contrarias al sentido pueden ser vistas como posibles o, inversamente, comoimposibles. En poltica, sigue Hegel, este tipo de especulaciones abstractas es tan comn comodaino. Para evitarlo, lo posible debe derivarse del contenido, esto es, d e la totalidad de losmomentos de la realidad, que se muestra en su desarrollo como necesidad [83]. O sea, hay queestudiar el contenido -en nuestro caso, de los procesos sociales-, sus relaciones internas, suevolucin y contradicciones, y con ello determinar qu es posible, y qu no lo es. Y cuando seprocede as aparecen las diversas formas del posib le [84]. Un primer grado de estas formas estconstituido por las posibilidades formales, o abstractas, o que Marx tambin llamabatericas o generales. Son las posibilidades que se fundan en las categoras y las leyesgenerales a las que arriba el conocimiento cientfico. Este tipo de posibilidades debe ser distinguidode las concretas o reales, que son las que, adems de ser factibles lgicamente, demandan eldesarrollo de una serie de condiciones especficas. Ilustremos estas nociones con ejemplosvinculados a la discusin sobre las consignas y las tcticas polticas.Si decimos que el capital implica una relacin de explotacin sobre la clase obrera, estamosestableciendo una relacin orgnica entre dos fenmenos -capital y explotacin-, relacin que sederiva del concepto mismo de capital, en el sentido de que ste implica, con necesidad absoluta, laexplotacin. De aqu inferimos una conclusin, a saber, que es ilgico exigir que el capital deje deser explotador. As, por ejemplo, Marx criticaba la consigna bakuninista de la igualacin de lasclases por ser lgicamente imposible [85], es decir, por ser contraria a la naturaleza de lasociedad capitalista y a su estructura de clases. En cambio, si decimos que hoy no estn dadas lasposibilidades de una huelga general revolucionaria en este pas, estamos afirmando una

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    imposibilidad de otra naturaleza que la del ejemplo anterior. En este caso no se trata de unaimposibilidad lgica (la posibilidad terica de la huelga general est implcita en la misma relacinsocial asalariada), sino de una imposibilidad concreta, histricamente determinada por la ausenciade condiciones polticas favorables a la huelga.Nuestra crtica al mtodo transicional del PT consiste en que en gran medida se erige sobre unaimposibilidad lgica (o terica) similar a la del primer ejemplo, ya que convoca a las masas a exigir

    al Estado capitalista (o al capitalismo) que aplique medidas de transicin... al socialismo. Por esono se trata slo de que el PT contiene consignas empricamente desajustadas (esto es, referidasa posibilidades concretas inexistentes), como veremos luego. Por encima de este problema, el PTencierra una incoherencia derivada del carcter anti natura (contrario a las categoras y alconcepto mismo de capital y Estado) de las consignas transicionales planteadas como demandasal Estado. Por ejemplo, llama a los obreros a movilizarse para exigir -al capital o al Estado- elreparto de horas de trabajo, con salarios mviles, hasta acabar con la desocupacin. Es claro que.de lograrse esta medida se anulara la ley econmica del salario, y con ello la explotacincapitalista. Con lo cual concluimos que el PT llama a demandar al Estado capitalista que acabe conla explotacin capitalista; pero es tan absurdo pedir a es te Estado que acabe con la relacin deexplotacin asalariada como lo es hacerlo con el capital [86].Esta crtica nos permite retomar una cuestin que dejamos planteada al comienzo de nuestrotrabajo, y es la referida al desconocimiento del fundamento histrico-materialista de la agitacinrevolucionaria, que conecta en Trotski con su visin de la descomposicin de las premisas socialesde la revolucin. En su planteo transicional resurge la falta de problematizacin de lascontradicciones fundamentales del modo de produccin capitalista; contradicciones a partir de lascuales deberan plantearse las consignas. En este sentido la formulacin de planes obreros sinconsideracin a las circunstancias concretas en que pueden instrumentarse, se vincula con lamisma cuestin e incluso apunta en un sentido socialista utpico (presentacin de programasacabados de reformas sociales, sin sustento poltico real).A muchos lectores tal vez les llame la atencin que estemos planteando la cuestin desde el puntode vista de las conexiones lgicas ms primarias que deberan existir entre consignas y relacionessociales. Sin embargo este enfoque no es novedoso. Slo largos aos de tcticas que obviaron laconsideracin de los criterios de posibilidad o imposibilidad borraron esta idea del movimientocomunista. Ya hemos citado a Marx cuando rechazaba consignas bakuninistas por su carcterlgicamente imposible; por las mismas razones rechazara muchas demandas y planes dereformadores proudhonianos o socialistas utpicos.Por otro lado, una relectura medianamente atenta de Lenin nos muestra que tambin el lderbolchevique rechazaba demandas y tcticas, no por su inadecuacin emprica, sino por sucarcter absurdo , ilgico general. En este sentido sus textos de abril a octubre de 1917 son ricosen enseanzas, porque aparentemente entonces estaban dadas las condiciones para imponertoda clase de medidas y consignas. Pero Lenin no acepta cualquier demanda, porque no aplica uncriterio de progresividad en abstracto para decidir la agitacin. Por ejemplo, cuando muchossocialistas exigan al Gobierno Provisional ruso que firmara una paz democrtica y justa,responde que la exigencia era absurda (s ic), dado que la paz democrtica era contradictoria conla naturaleza del Estado imperialista ruso [87]. Absurdo, esto es, contrario a la lgica. De la mismamanera, cuando algunos mencheviques, como Avilov, proponan que el Estado actuara contra larapacidad capitalista, que asumiera el control de los negocios apoyado en la intervencin de

    la democracia revolucionaria (los soviets), Lenin explica que era ridculo (sic) apelar al Estadode los capitalistas contra la rapacidad de los capitalistas [88].Lo anterior explica tambin por qu, cuando Engels discuti el carcter de las consignastransicionales, en su crtica a Hein zen, se refiri a stas como medidas, no como demandas aser formuladas al Estado burgus [89]. Dado que Heinzen planteaba las consignas transicionales encondiciones de dominio normal de la burguesa, stas aparecan como quimeras de mejoramientodel mundo, fruto de una especulacin arbitraria, sin entroncar con el desarrollo histrico. Engelsdeca que equivala a pretender modificar el derecho de propiedad y de herencia a gusto yantojo [90]. Si las medidas transicionales se relacionan con una situacin pacfica, burguesa,

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    estn destinadas a sucumbir y entonces no se pueden contestar las correctas objeciones delos economistas burgueses. En cambio esas objeciones

    ...pierden toda su fuerza tan pronto se consideran las reformas sociales, apuntadas comopurs mesures de salut public, como medidas revolucionarias y transitorias... y no comomedidas fijas y ltimas.

    Pero para eso es esencial comprender que estas medidas...son posibles porque est tras ellas todo el proletariado puesto de pie, apoyndolas con lasarmas en la mano (nfasis agregado).

    Los argumentos de Engels conservan vigencia. Los militantes de la CI, siguiendo la tctica del PT,incurren una y otra vez en contradicciones para fundamentar programas obreros y consignasque se presentan como factibles en el cuadro del dominio burgus, que se inscriben en la lgicadel socialismo en pequeo, formuladas a la manera de soluciones sencillas y aplicables. Deesta manera se ven empujados a razonar como estadistas, lo cual mella el filo de la crtica; losobliga a discutir en el terreno ideolgico de la burguesa, all donde no se pueden contestar lascorrectas objeciones de los idelogos (los economistas) burgueses. Si no se subordinan altriunfo de la revolucin proletaria, estos planes aparecen como quimeras de reformadoressociales que buscan cambiar a voluntad las relaciones econmicas. En una palabra,devienen absurdos lgicos, insostenibles.Por estas razones Marx y Engels presentaron las medidas transicionales -en El ManifiestoComunista- subordinadas a la elevacin del proletariado a clase dominante [91], no comoexigencias, como medidas representativas del "socialismo en pequeo", a ser impuestas al capital.Posteriormente, en la "Circular de marzo de 1850", formulan una tctica transicional de exigencias,pero no dirigida a un gobierno del capital, sino a un eventual gobierno de la pequea burguesa

    jacobina, surgido de una revolucin y con el contrapeso de las masas armadas yorganizadas de manera independiente. Podra discutirse las posibilidades que encerraba estatctica, pero de todas maneras estaba muy lejos de la poltica de exigencias al Estado capitalista,que luego instrumentara la CI. No es casual que en la obra de Marx y Engels no encontremosninguna formulacin de esta ltima tctica. Y la Tercera Internacional -que actu en lascircunstancias ms revolucionarias que conoci la historia del capitalismo- tampoco adopt unprograma transicional "urbi et orbi, como hara luego la CI.

    Algunos lectores, habituados a moverse en poltica con la lgica del PT, podran argumentar sinembargo que la tctica de Trotski es ms astuta que la de Marx, por ejemplo, porque a ste nuncase le ocurri agitar en favor de la lucha por efectivizar las consignas absurdas de Proudhon oBakunin, a fin de que los partidarios de stos hicieran la experiencia y sacaran conclusionescomunistas. Trotski, aparentemente, habra encontrado un mtodo fcil y prctico para haceravanzar la conciencia de las masas. Pensamos que no es as, que slo la extrema minusvaloracinde los fenmenos de conciencia, de la incidencia de las ideologas burguesas, sustentadas en lailusin del avance lineal del movimiento, puede llevar a postular una orientacin tan simplista parasuperar las falsas ilusiones. Por lo dems, toda la experiencia histrica demuestra lo pocoproductivo que es agitar la exigencia de la aplicacin de consignas irreales, utpicas, para que lostrabajadores saquen las conclusiones convenientes. La formulacin de consignas lgicamenteimposibles por parte de Trotski revela una simplificacin excesiva de las siempre presentes (ysiempre minusvaloradas en el PT) estructuras ideolgicas en las masas.

    Antes de terminar este punto aprovechamos para refutar un argumento que brind Trotski enapoyo de su poltica, en ocasin de un debate sobre cmo enfrentar el llamado plan De Man, quienera lder del Partido Obrero belga, y e n los aos treinta haba elaborado un plan de trabajo paracuando su partido accediera al poder [92]. Trotski critic el carcter utpico del programa, pero dijoque los marxistas deban luchar para que el partido Obrero tomara el poder y lo pusiera enprctica. Aplicaba en esto la nocin de no considerar las posibilidades de efectivizacin de laconsigna de agitacin, porque pensaba que los trabajadores se daran cuenta de que el proyectoera irrealizable y romperan con su lder:

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    Entonces cuando les decimos a las masas que para aplicar este imperfecto plan es necesariopelear hasta las ltimas consecuencias estamos lejos de ocultarles el engao, les ayudamos adescubrirlo a travs de su propia experiencia. (...)La tarea revolucionaria consiste en exigir que el POB tome el poder para hacer efectivo su plan[93].

    Trotski apel entonces al ejemplo de los bolcheviques, quienes adoptaron, en 1917, el programaagrario de los socialrevolucionarios para que las masas hicieran su experiencia y lo superaran.Aquel programa estaba plagado de consignas utpicas, pero los bolcheviques, a la vez que locriticaban, impulsaron a los campesinos a luchar por su imposicin:

    [Los bolcheviques] terminaron incluyendo el plan en su programa de accin. Les decan a loscampesinos: los errores de vuestro programa los corregiremos juntos, a la luz de la experienciacomn cuando hayamos tomado el poder. Sin embargo, vuestros dirigentes, Kerensky,Chernov y los otros, no quier en la lucha. All est su mentira. Tratad de arrastrarlos a la lucha,y si se obstinan, echadlos! [94].

    Pero la referencia a la experiencia rusa es desafortunada, y por partida doble. En primer lugar,porque el plan De Man era irrealizable y utpico en los marcos del capitalismo, mientras que elprograma socialrevolucionario ruso de distribucin de tierras era perfectamente realizable, aunqueno llevara al comunismo (como lo demostrara luego el surgimiento de las tendencias pro kulaks enel agro sovitico). Pero en segundo trmino, porque los bolcheviques quisieron hacer laexperiencia junto a los campesinos desde el poder. Por eso se comprometieron con el programaagrario socialdemcrata en vsperas de la insurreccin, a condicin de que las masas apoyaranal nuevo gobierno revolucionario, y sin dejar de decirles que consideraban al plan irrealizable en unsentido comunista. De esta forma los campesinos podran sacar conclusiones en base a suexperiencia, lo cual es muy diferente que exigir a un burgus reformista que aplique un programautpico dentro del sistema capitalista. En este caso los trabajadores no tienen ninguna posibilidadprctica de controlar o verificar la marcha del programa. Y abstraerse de esta diferencia es, comodeca Lenin, ante propuestas parecidas a la de De Man, olvidarse de lo principal.

    7.- Trotski y la inversin de la poltica transicionalTrotski no slo deja de lado la consideracin de las posibilidades lgicas de las consignas quepregona, sino tambin el anlisis cuidadoso de las condiciones empricas, histrico sociales, quehacen conveniente en determinado momento la agitacin de una consigna tericamente coherente.Su recomendacin de no pararse en consideraciones empricas sobre las posibilidades estvinculada a este aspecto del problema. En este sentido es interesante destacar que Hegel, quienno por casualidad haba criticado el carcter no ontolgico de la categora de posibilidad de Kant,deca que para que exista la posibilidad real no es suficiente con definir la simple no contradiccinlgica, sino que es necesario sumergirse en sus condiciones concretas:

    ...cuando empezamos a averiguar las determinaciones, circunstancias y condiciones de unacosa, para reconocer mediante stas su posibilidad, no nos detenemos ya en la posibilidadformal, sino que consideramos su posibilidad real. (...) La posibilidad real de una cosa es, porconsiguiente, la existente multiplicidad de circunstancias que se refieren a ella [95].

    Tener presente esta premisa metodolgica ser tambin la clave del pensamiento dialctico y

    concreto de Lenin. Y ste es un punto fatalmente dbil en Trotski, que luego hered la CI, a pesarde sus protestas de pensar concretamente. En Trotski hay un permanente sesgo hacia laabstraccin idealista, a desconocer las races materiales que pueden limitar la fuerza de laconsigna. Tomemos como ejemplo -que es paradigmtico de la tctica del PT-su explicacin sobrela necesidad de agitar en favor del control obrero en Alemania, en 1932, en el artculo Y ahora?[96]. Trotski parte del reconocimiento de que la agitacin de esta consigna en pocas norevolucionarias le confiere un carcter puramente ref or mista, ya que el control se remite enbruto, al mismo perodo que la creacin de los soviets [97]. Pero en seguida explica que puede seragitado aunque no exista una ofensiva de las masas:

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    En la actualidad sera incorrecto rechazar esta consigna, en una situacin de crisis