Crónica de un viaje que no fue… Pero será… · Día 4 de abril. Algeciras - Fez . Nos...

37
2 a 11 de Abril RIDERS Alex Carlos Ferdy Rafast & Furious Crónica de un viaje que no fue… Pero será…

Transcript of Crónica de un viaje que no fue… Pero será… · Día 4 de abril. Algeciras - Fez . Nos...

  • 2 a 11 de Abril

    RIDERS

    Alex Carlos Ferdy

    Rafast & Furious

    Crónica de un viaje que no fue… Pero será…

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Día 2 de abril. El Encuentro

    Mi jornada laboral está a punto de finalizar y un intenso hormigueo nervioso recorre mi estómago. Hoy he venido a trabajar con la moto preparada para mi gran primera aventura africana. Estoy seguro que será increíble por dos razones, una por el lugar grandemente esperado por mí, Marruecos y la segunda, por los compañeros con los que la voy a realizar, Rafa, Alex y Carlos.

    Pocos minutos antes de que las manecillas del reloj marquen las 14:00 h. voy al baño a vestirme con el consabido atuendo motero. Mi corazón cada vez se acelera más a medida que voy poniéndome la chaqueta, el pantalón y botas. — ¡Qué nervios!

    Mis compañeros me miran con cara de asombro y gritan…

    — ¡Pero dónde vas…, pareces un marciano!

    — ¡Qué envidia, pásalo genial y cuidado con las caídas eh…!

    Por fin en el garaje, me pongo el casco y los guantes y cual vaquero del oeste, monto en la grupa de mi caballo metálico. ¡Qué sensación más alucinante! Tengo una sonrisa de oreja a oreja y las ansias invaden todo mi cuerpo…

    Arranco mi Superteneré y su sonido ronco, se multiplica por todo el garaje como si en vez de estar solo fuéramos un ejército. Acelero poco a poco y empiezo a moverme como si fuera Don Quijote en su desgarbado corcel.

    Subo la rampa y al salir por la puerta, varios compañeros estaban esperando mi salida y al verme, me despiden con gritos de ánimo y palmas, a los cuales yo respondo con un saludo.

    Ya estoy en ruta. Ahora me esperan cerca de 4 horas de camino hasta llegar a casa de Yolanda y Rafa en Galapagar, el lugar donde esta noche nos reuniremos todos y desde aquí realizar unidos todo el viaje.

    Rápidamente dejo atrás Vitoria y me encamino hacia Burgos. El tiempo parece que acompaña, no hace calor, el sol enseña algunos rayos de sol y poco a poco va abriéndose camino entre las nubes. Pasado Burgos, decido hacer una parada para comer en el restaurante Landa.

    — ¡Qué bueno estaba todo!

    Hago mis necesidades, me refresco un poco la cara y de nuevo a la carretera.

    En otras circunstancias y con menos prisa, iría por carreteras secundarias, pero quiero llegar cuanto antes a Madrid y dar un achuchón a Yolanda y Rafa, así que voy por la autovía sin detenerme en nada.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    No tardo en llegar a Somosierra y observo que aún queda algún nevero de las últimas nevadas. Hace frio y opto por parar y ponerme algo más de abrigo. Ahora sí que voy cómodo hacia mi objetivo.

    No hay mucho tráfico a pesar de ser viernes, todo transcurre con normalidad, sin sobresaltos. Todo, y nunca mejor dicho, todo… transcurre sobre ruedas. Sin darme cuenta estoy en Alcobendas. Rápido llego a Pozuelo y a Majadahonda dónde hago una parada para llenar el depósito, y así tenerlo a tope para mañana cuando desembarquemos en Tánger. Una visita al escusado y de nuevo a la ruta, aunque ya me queda poco.

    A pesar de que no es mi primera en vez en casa de Yolanda y Rafa, vuelvo a perderme por las calles de su barrio en Galapagar, hasta que por fin doy con ella.

    No tengo tiempo de tocar la bocina cuando mis anfitriones agitan sus manos y gritan llamando mi atención al instante. Me detengo ante la verja de la entrada y Rafa baja a abrirme la puerta. Chocamos nuestras manos y nos damos un casi abrazo, pues montado en la moto y con el casco es bastante complicado.

    Sin dilación empiezo a subir la rampa de acceso a su casa y al llegar arriba del todo, no controlo muy bien el poco espacio que hay y en la maniobra casi me caigo. Menos mal que reacciono rápido y consigo hacerme con la moto. Aparco, bajo de mi corcel, me quito el casco y ahora sí, ahora nos damos un abrazo en condiciones, de los de verdad.

    Acto seguido subo las escaleras y repito la operación con Yolanda y sus hijos. Después voy a la moto a coger algo de ropa más cómoda y me indican dónde voy a dormir. Me cambio y me reúno con ellos en el salón.

    Sin tiempo siquiera de sentarme, oímos unos pitidos intensos, salimos a ver quién era y observamos a Alex

    — ¡Casi llega antes que yo y eso que viene de Tarragona!

    Así que repetimos la jugada, Rafa le abre la puerta, suben con la moto y por turnos, vamos fundiéndonos en un abrazo con el catalán, o debería decir canario…. ruso…, la verdad es que ya no sé…, en fin, con Alex.

    Todos reunidos en el salón, vamos dándonos novedades de nuestros quehaceres diarios desde la última vez que nos vimos y, junto a unas cervezas y algo de picar, se nos echó el tiempo encima y ya de noche cerrada llega Carlos, el último jinete, que salió desde Coruña, lejanas tierras.

    Bajamos a recibirle como se merece. Saludos, abrazos y después del recibimiento… la cena.

    — ¡Qué cena…!

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Como siempre Yolanda y Rafa se han pasado un montón. Una parrillada de carne que estaba buenísima, regada con buen vino y una compañía inmejorable. — ¡Qué bien lo pasamos!

    Y entre copa y copa y una charla animada llegó la hora de ir a dormir, así que todos a dejarse abrazar por Morfeo para recuperar fuerzas.

    — ¡Gracias muchachos! Fue una noche increíble.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Día 3 de abril. Comienza el viaje

    Me levanto sobre las 8 y voy a la cocina a desayunar. Pensaba que estaría solo, pero Rafa y Yolanda ya estaban al quite y tenían todo preparado para un suculento desayuno. No hago más que sentarme y aparecen Carlos y Alex.

    — ¡Hala… ya estamos al completo!

    Tras desayunar, Rafa dice que la furgo ya está preparada para cargar las motos, que la trajo ayer para no perder tiempo. Dicho y hecho… sin más esperas salimos a la calle y empezamos a bajar las motos para amarrarlas con mucho mimo.

    Según el plan establecido solo pueden ir 3 personas dentro del vehículo, así que a uno le tocaba ir cabalgando. Solo había que subir 3 motos, la Niken sería la que haría todo el recorrido rodando.

    No nos costó mucho la verdad, Carlos y Rafa ya son unos expertos en amarrar motos. Con las maletas aparte, todo quedo perfectamente colocando y a buen recaudo, así es más fácil sujetarlas.

    Solo quedaba enfundarnos en nuestros trajes, cosa que hicimos con tranquilidad. Sobre las 11:00 h. nos despedimos de Yolanda y de sus hijos y comenzamos nuestro viaje. Carlos a los mandos de la furgoneta, Alex a su lado y yo a su derecha. Rafa delante en su fabulosa Niken nos iba enseñando el camino.

    Llegando a Manzanares parada para ir al baño. Aprovechamos para beber algo, estirar las piernas y cambiar de pilotos. Carlos pasa a la moto y Alex lleva la furgo.

    Todo transcurre con normalidad, ningún sobresalto. Como casi todo es autovía, nos presentamos cerca de Granada en un boleo. Aquí echamos gasolina y como el área de servicio tiene restaurante, aprovechamos para comer y charlar un buen rato, sobre todo explicando las sensaciones al conducir la Niken. Al reanudar la marcha, volvemos a cambiar de pilotos, Alex a la Niken y yo a los mandos de la Crafter que me subo.

    Sobre las 19:00 h. aproximadamente llegamos a Algeciras. Buscamos un parking con vigilancia para dejar todos los días la furgoneta protegida y, tras bajar las motos y poner todo el equipaje en su sitio, nos dirigimos al hotel donde haremos noche. Descargamos lo necesario, nos alojamos y después de una reconfortante ducha, salimos a la calle en busca de un lugar para cenar y tomar algo.

    Es hora de ir al hotel que mañana tenemos que madrugar. — Recordad que hay que estar una hora antes en el puerto para embarcar y que el ferry sale a las 08:00 h. por tanto, levantados y desayunando a las 06:00 h. para salir hacia el puerto a las 06:30 h.

    Ya en el hotel, repaso todo lo necesario para mañana y abandono mi cuerpo en la calentita y mullida cama.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Día 4 de abril. Algeciras - Fez

    Nos levantamos pronto, muy pronto, demasiado… Tenemos que estar una hora antes de la salida de nuestro barco. Este parte a las 8:00 h, por lo que nos levantamos a las 5:30 de la mañana.

    — Como dije… ¡Demasiado pronto!

    “No hay problema amigo”. En otra ocasión hubiese sido duro, pero en esta no lo es. Estamos ávidos de aventuras y ver qué nos encontramos.

    Como el restaurante para desayunar iba a estar cerrado, el día anterior hablamos para nos dejasen a mano cafés y unos bollos. Más que comer los engullimos y subimos al cuarto.

    Nos cepillamos la dentadura, ya estamos listos. Presos del nerviosismo, montamos las maletas en las motos y a empezamos a construir el futuro más cercano.

    Salimos hacia el puerto y llegamos con un poco de antelación. Como era de esperar, hay personas haciendo cola, pero no demasiada. Sin tiempo casi a bajar de la moto, la barrera que lleva al barco se abre y asaltamos el ferry. Dejamos las máquinas en la bodega y los tripulantes las amarran.

    Subimos al camarote y después de echar un vistazo al interior del barco, nos asomamos por la proa para maravillarnos como el mar se une al océano. Un regalo para nuestros ojos.

    Tras hora y media de travesía llegamos a Tánger. Ha sido una pasada, Alex y yo nos hemos tumbado un rato en el enmoquetado del barco, como ya hice años atrás en la misma situación, para descansar un rato.

    — ¡Imposible! Intento dormir pero la tensión de la llegada no me lo permite.

    A las monturas y salimos los primeros. — Es la gran ventaja de ir en moto. Expectantes, se abre el portón del barco y según vamos bajando, nos requieren toda la documentación, la nuestra y la de la moto.

    Nos atienden en diferentes filas. A mí, como tengo tanta suerte, me toca un gendarme con cara de pocos amigos. Me pregunta muchas cosas, que intención tengo, que si llevo armas, que si porto algún dron… (Pues casi). Además me habla mezclando árabe con francés y español, el cual habla perfectamente. Creo que debe tratarse de un juego para él y de esa manera divertirse en su trabajo. El tipo es amable y duro a la vez.

    Después de sellar “nosecuantas” cosas, por fin me dice que adelante, y allá que voy. Carlos ya había terminado y está al fondo esperando. Según llego a él, veo que Alex arranca acercándose a nosotros. Fernando no tiene tanta suerte y le están registrando las maletas. Esperemos que sea un registro aleatorio.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Tras 10 minutos de tensión interminables, se acerca y nos comenta que simplemente le han registrado sin motivo aparente ni explicación. — Son cosas del directo. Por cierto, muy importante, comentamos entre nosotros que al regreso debemos presentar el papelito de entrada de las motos, sino, podríamos tener problemas en el futuro.

    Bueno, bueno… — ¡Ya estamos en Marruecos! África…

    Nuestro rostro lo dice todo. Nuestra sonrisa no se puede disimular. Fernando y Alex además suman un gesto de extrañeza. No han estado aquí nunca, parece que están comiéndose todo con sus ojos.

    — ¡Esto es diferente! Comenta Ferdy.

    Con un choque de manos y un subidón en el cuerpo por la aventura que hoy comienza, nos ponemos en marcha. Por delante nos esperan 280 kilómetros hasta el final del día.

    No hacemos más que hablar por los Intercomunicadores. Alex y Ferdy no se pueden creer lo parecido que es esto al el sur de España, al menos en cuanto al asfalto y el paisaje.

    A medida que avanzamos, no dan abasto a sortear la cantidad de obstáculos que encontramos a nuestro paso. Todo les llama la atención, la gente por fuera de la acera, los tipos de “cosas” que circulan por el asfalto y sobre todo y por encima de todo… el verde. Carlos y yo ya lo sabíamos. Alex y Ferdy han visto videos pero no es lo mismo verlo que sentirlo. Es más de lo que esperas y hasta que no estás aquí no te das cuenta.

    Desde lejos y a nuestra izquierda, vemos te Tetuán. Una ciudad realmente grande pero no entramos en ella. La bordeamos según nuestra ruta y nos dirigimos hacia el sur.

    Hubiésemos bajado por la R408 que tiene constantes y sinuosas, pero lo hacemos por la N13 pues queremos visitar la Medina de Fez, y por esta nacional acortamos una hora. Es la mejor opción, no en vano tenemos que acostumbrarnos a la conducción tipo “marroquí” que no es otra ni más o menos, hacer lo que quieras, como quieras y cuando quieras. No utilizan el intermitente ni los retrovisores, para ellos son solo soportes para colgar todo tipo de adornos “feriales”.

    Los improperios que suelta Ferdy son elocuentes en sí mismos, Alex es más despistado, pero se adapta a esta conducción en muy poco tiempo…

    — ¡Él es así!

    A poco más de medio camino, paramos en el restaurante Idoine.

    —Bueno…, restaurante como tal no es, pero tiene ambiente y hay gente comiendo en la terraza, por lo que lo consideramos una buena opción.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Típico del lugar es el regateo. Tomo las riendas y después de pedir dos tallines de pollo y verduras para compartir, cuatro pinchos de cordero, tres botellas de agua y una Mirinda, empieza la bélica acción del toma y daca...

    En un cartón me escribe el camarero que serán 400 Dirhans, casi 10 euros por persona. Negando rotundamente con la cabeza le escribo que pagamos 200, no más. Él lo mira…. remira, y con cara de pocos amigos asiente. Ferdy y Alex comentan lo bien y barato que ha salido. Mi intuición me dice que me la han vuelto a pegar, sobre todo cuando observo la inmensa sonrisa del propietario al servirnos.

    — Como siempre han salido ganando. ¡No hay forma de poder con ellos!

    Nuestras carcajadas se hacen notar y todos los comensales nos miran no sé yo…, como si se riesen de nosotros. Es una sensación rara y divertida al mismo tiempo.

    Nos levantamos satisfechos con la comida. Mientras nos ponemos la vestimenta motera para seguir camino, comentamos lo sabrosa y generosa que ha sido.

    Avanzamos en el camino hasta que en la lejanía hallamos nuestro primer destino, Fez. El hotel Ibis Budget Fez se encuentra en las afueras de la ciudad. Un kilómetro escaso en línea recta nos separa de la Medina, la cual visitaremos más tarde.

    Aparcamos las monturas en la entrada y en la recepción, un amable joven nos atiende en perfecto español, mostrándonos donde se desayuna y la imprescindible clave del wifi. Nos entrega las llaves de las habitaciones donde pasaremos nuestra primera noche en Marruecos. Es un hotel moderno, parecido a los IBIS europeos. Subimos a la segunda planta y dentro, observamos una habitación limpia, muy luminosa y con un buen baño. La diferencia está en las camas, son literas tamaño matrimonio embutidas en una habitación pequeña. Nos da igual, lo importante es la limpieza y es evidente. Hoy dormiremos a gusto, a pierna suelta.

    Abandonamos los equipajes, una buena ducha y a visitar Fez, que está muy cerca como dije. Después de preguntar en recepción por donde es mejor hacer la visita y dónde poder dejar las motos, nos comenta que según llegamos veremos una entrada grande, ahí es donde podremos aparcar sin ningún problema. Al llegar a la imponente puerta, vemos un magnifico sitio para aparcar tal y como nos había indicado.

    En cuanto nos bajamos, nos asaltan dos muchachillos que no superan los 15 años. Atraídos por las motos se acercan para saludarnos y hablando algo de español, nos preguntan si vamos a visitar la Medina. Les contestamos afirmativamente y se ofrecen a cuidar de las monturas por unos Dirhans.

    Carlos que ya sabe de qué va esto, les ofrece 20 ahora y a la vuelta otros 20. Los chiquillos locos de contentos aceptan y nos enseñan por dónde empezar la visita.

    El sitio es un hervidero de gente, un no parar de ir y venir por todos lados. Carlos y yo conocíamos este tipo de espacios y aun así, nos siguen alucinando. Alex y Ferdy están asombrados mientras recorremos sus callejuelas y nos adentramos en sus tiendas, llenas a

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    rebosar de pequeños y curiosos “tesoros”, tapices, bufandas, frutos secos, baratijas, animales, pieles de serpiente….

    — Todo lo inimaginable cabe en ellas.

    — ¡Esto sí que es Marruecos!, deja caer Alex mientras mueve su mano en un gesto de admiración.

    Atrapados más de dos horas en este universo de gente, casas y cosas…, Rafa y Alex se dejan embaucar con la típica compra para llevar a la familia. Volvemos a nuestras motos y al lado de ellas, sentados a la sombra, estaban nuestros diablillos buscavidas para reclamar el final de su recompensa. Muy agradecidos nos muestran las motos intactas, no sin antes vanagloriarse heroicamente de ahuyentar a malhechores y rufianes de sus malas intenciones. Por tal proeza Carlos les da no 20, sino 30 Dirhans. Los muchachos nos lo agradecen con entusiasmo y les vemos desaparecer a toda prisa con el botín apretado entre las manos.

    Volvemos al hotel donde nos dan una rica cena. No podemos comparar la situación con la comida, el hotel es más frio y no hay esa interacción de realidad como en la calle. De todas maneras, cenamos a gusto y después de un pequeño trago del whisky que siempre llevo en una de las botellas de la moto, brindamos por el día siguiente que está presto a llamarnos.

    — ¡Hasta mañana!

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Día 5 de abril. Fez - Merzouga

    Suena el despertador y todos nos levantamos con una sonrisa en la cara. Hoy es la ruta que todos estábamos esperando “llegar al desierto”. Ayer durante la cena hablamos mucho de este tema sobre todo yo, que cuando estuve aquí en 2015 con Magda y con mi indestructible Suzuki V-Strom, ejem… y de Magda también, aún me acuerdo de ella, “qué gran moto”, me prometí que volvería y aquí estoy.

    El Desierto y La Gran Duna me dejaron prendado y tengo muchas… muchas ganas de volver. Todos mis compañeros de ruta lo notaron ayer en la cena, cuando le contaba mis sensaciones en el desierto.

    — Bueno… Pues hoy toca cumplir esa promesa.

    Bajamos Alex y yo por la escalera y comentamos la gran ruta que hoy nos espera y las ganas que tengo de dormir en una jaima con la Gran Duna a la espalada. Le comento que lo mejor es ver el amanecer desde ese privilegiado lugar. Reunidos todos en el desayuno, reponemos fuerzas y subimos a la habitación a terminar de rematar las maletas. Por cierto un gran hotel.

    — ¡Buena elección Rafa!

    Bajamos con el equipaje y al salir hacia las motos, notamos en el aire un cierto susurro. Es el bullicio de la ciudad de Fez.

    — Parece que ésta ciudad no haya dormido. jajaja…

    Colocado todo en la moto, Alex arranca su Teneré 700.

    — ¡Cómo suena la jodía con ese Akrapovic!

    Todos estos días, le he dicho que esa moto la tiene que meter en el desierto, que su hábitat natural es ese. Rafa que va delante, por los intercomunicadores nos dice que si estamos listos. Arrancamos dirección a la Gran Duna, El Desierto.

    Un poco complicado salir del Hotel. Está ubicado al Norte de la ciudad, a esta hora existe mucho tráfico y como bien dijo Rafa…

    — ¡Aquí se conduce diferente!

    Haciendo kilómetros nos adentramos en el Marruecos interior. Vemos como las carreteras cambian y en el asfalto, empiezan a aparecer los típicos cortes y algún que otro agujero, pero nuestras motos están preparadas para esto y…

    — ¡Esto es lo que hemos venido a buscar!

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Los niños nos saludan al vernos y de vez en cuando nos piden alguna que otra cosa. En el viaje que hice con Magda nos trajimos varias bolsas grandes de golosinas y las repartimos entre los más pequeños.

    — ¡Teníais que ver la cara de alegría que ponían!

    Por aquí ya vemos los primeros burros tirando de carros llenos de hierba o paja. Algún que otro marroquí sentado en cuclillas, su postura típica, se pueden tirar así horas. A nosotros nos costaría estar más de 5 minutos sin movernos.

    Entramos en la ciudad de Arzou, giramos a la izquierda y nos encontramos con una carreta estrecha pero llena de curvas. No podemos ir muy deprisa, el asfalto ha sido invadido por la arena.

    Salpicados por la carreta, aparecen puestos que venden dátiles en cajas. Paramos en uno y Rafa empieza a dialogar con un marroquí sobre su país. Alex compra unos dátiles y los reparte entre todos.

    — ¡Están buenísimos! Otra cosa será la diarrea que nos puede provocar, jajaja…

    Comentamos por los intercomunicadores, que por cierto, están funcionando a las mil maravillas, el paisaje y la gente que vemos, hasta que localizamos un sitio para comer. Nos reciben muy amablemente. El lugar es pintoresco, hecho de barro y se está fresquito. Pedimos un par de tajines y Fernando quiere probar la sopa típica “Jarira”, que está muy buena. Le comento que está hecha con verduras y agua del lugar y no se sí para el estómago es lo mejor (diarrea).

    — Se atreve con todo y la pide.

    De postre nos sacan fruta. Parece mentira, pero la fruta en Marruecos está muy buena. Un pis y a las motos otra vez, tenemos que llegar a Merzouga a pillar los camellos.

    Llegando a Errachidia nos sorprende con un paisaje chulísimo con mucha vegetación alrededor de un lago. Paramos a sacar unas fotos, la vista merece la pena.

    Al acercarnos, vemos una ciudad muy, muy militar. Oímos aviones, cerca de aquí existe un aeropuerto civil.

    Giramos por la carreta dirección al pueblo de Rissani. A pesar de que tiene un mercado muy chulo no lo atravesamos, eso lo dejaremos para el próximo día.

    En las cercanías de Merzouga adivinamos a su izquierda el Desierto. Al entrar en el pueblo y buscar el punto de encuentro, Camel Trekking Desert Camp, aparecen las primeras dunas que aunque pequeñas, nos dificultan el paso con nuestras pesadas motos. Cuesta mantener la dirección y yo me llevo un susto, me derrapa la rueda delantera y si no acelero para que salga, se clava en la arena.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Al llegar al lugar de encuentro, comentamos las peripecias que hemos realizado pasando las pequeñas dunas y las ganas que cada uno tenemos de llegar al Desierto.

    Rafa habla con el encargado de la excursión y le pregunta donde dejamos las motos. Nos acompaña y las dejamos dentro de un recinto. De nuestro equipaje, ponemos lo necesario para pasar la noche dentro de una mochila y nos vamos.

    Los camellos ya nos estaban esperando. Al montarnos, nerviosas carcajadas se nos escapan. Al levantarse los camellos, se pone sobre dos patas inclinándose mucho, tanto que parece que te fueras a caer. Abandonado el campamento empezamos a ver solo arena.

    — La arena es increíble. ¡Cuanto más la miras, más te cautiva!

    Montar en camello es algo exótico y parece divertido. Para inmortalizar este momento, con los camellos unos detrás de otros, sacamos unas fotos como si fuéramos “Laurence de Arabia”.

    Ir montado mucho tiempo en la silla del camello es algo incómodo y nos duelen nuestro aparato reproductor, Le pregunto a nuestro “amigo”, el guía de esta excursión, cuanto tiempo nos falta para llegar y me dice que aún queda bastante. Decido tirarme de la silla del camello a la arena y me quito las chanclas.

    — ¡Qué gusto andar descalzo por el desierto! La arena tan fina se mete entre tus dedos y te relaja los pies cansados.

    Ya se ven de lejos las jaimas y yo que estoy andando, no paro de hacer fotos a los tres que aún están montados. Al llegar, risas de nuevo al bajar de los camellos.

    Nos asignan una tienda para dejar la ropa y nos invitan a salir al centro del círculo formado por ellas, dónde varios bereberes están tocando unos instrumentos. Fernando me comenta que parecen unas castañuelas de hierro, Alex se pone como si fuera a tocar los timbales. Embriagados por la música en la inmensidad del desierto, relajados de mente y poseídos por una energía brutal en el cuerpo, nos ponemos a bailar con ellos.

    Nos sacan unas bebidas para refrescarnos y después de unos minutos nos sentamos a cenar. Tajin de verduras, el pan típico y de postre fruta. Deliciosa de verdad, además de buen producto y buen sabor, un sitio espectacular.

    Acto seguido, de nuevo al centro del campamento. Ahora comienza el espectáculo de los bereberes con una copa de más. Increíble…, dentro de un barril de plástico verde metido en hielos, tienen todo tipo de alcohol. Nuestra cabeza nos decía que no, pero no podíamos rechazar la invitación. Los cuatro aceptamos una copita y, escuchando la música y mirando el crepitar de la lumbre, quedamos hipnotizados.

    Aprovechando una pausa de los bereberes en su fiesta, comento:

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    — ¡Chicos! mañana tenemos que madrugar para ver amanecer desde la Gran Duna. Aquí amanece temprano así que… ¡cuidadín con las copas!

    No tardamos en ir a dormir a nuestra , centro de nuestro universo y apreciar que jaimacuando todo el mundo se calla, no se escucha nada de nada, solo un intenso silencio.

    Nos deseamos buenas noches y todos a dormir. Mañana será otro día lleno de sorpresas.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Dia 6 de abril. Merzouga - Tinerhir

    Amanece en las dunas de Merzouga, son las 6 de la mañana. Hoy es uno de esos días que llevas esperando mucho tiempo, incluso antes de llegar a Marruecos. El deseo es tan intenso que por las noches en la cama, me dormía pensando en cómo sería este momento.

    Carlos y Rafa arrodillados con las manos en alto, reverenciando a Ra, el Dios egipcio por antonomasia. Fernando y yo tumbados aprovechando la inclinación de la duna, con los ojos casi cerrados para evitar que se nos llenen por la arena que acarrea el viento.

    No ha salido el sol pero hay mucha luz. En el horizonte, a ras de tierra, se observa una línea ancha y rojiza como si fuera una faja o una cinta de feria, que por la parte inferior va desvaneciéndose a medida que el astro rey emerge cegador asomando su pelambrera.

    Es entonces cuando la vista te engaña y sufres una alucinación. Parece que salen nubes del interior de las dunas, nubes que todo lo envuelven como una suave niebla. Nos frotamos los ojos pero no, no vemos borroso, es el efecto del sol sobre la arena.

    Este momento es profundamente embriagador. Silencio absoluto, aire fresco y puro y la vista fija en un punto, atrapada por la belleza de un paisaje que cambia cada segundo.

    — ¡No quiero que acaben nunca este instante! ¡Quiero atrapar cada detalle y llevarlo conmigo bien adentro!

    — Qué placer y qué honor compartir junto a Carlos, Rafa y Ferdy estos momentos. Momentos que unen a las personas por el hecho de compartir, y saber que la persona que está a tu lado, aun viendo lo mismo que tú, está viviendo otra experiencia.

    Reflexionando en el silencio con la soledad del desierto, te das cuenta que no somos más que esos granos de arena bajo nuestros pies. Esta sensación da miedo a la vez que te reconforta el cuerpo.

    — Bueno, pero vamos al grano y dejémonos de tanta palabrería. ¡Queremos acción y rodar en moto!

    Hoy nos dirigimos al desfiladero del Todra que forma parte del gran Oasis de Tinehir, pero antes otra sorpresa. Para volver al campamento donde tenemos las motos, regresaremos haciendo una rutilla en quads.

    — ¡Que niños somos, nos pegamos hasta por el color del vehículo!

    Finalmente a mí me toca el que no quiere nadie. Rafa el azul, Carlos el negro y Fernando uno multicolor. Así que repartida la hacienda, empezamos a dar gas al bicho y a subir y bajar como locos por las dunas. Es súper divertido ver como derrapas y al que tienes detrás, le lanzas una cortina de arena que casi lo tapas… Cómo se nota que Rafa y Carlos ya han montado más

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    veces estos juguetitos, hacen lo que quieren con ellos. Fernando y yo somos más comedidos, aunque yo a veces le doy caña y me meto en algún que otro lío.

    No tienen mucha potencia, 200 c.c., y al menos yo, me he sentido un tanto raro con este manillar de moto con cuatro ruedas, pero la experiencia ha sido curiosa.

    — Lo que nos hemos reído.

    Casi todo el viaje está siendo por carretera. Recuerdo que vamos una Niken, 2 T12 y y mi Tenere 700 que cual sabueso que busca su presa, tiene querencia a lo marrón siempre, ñam ñam. Pero en honor a la verdad, he de decir que estos días de carretera me ha sorprendido su comportamiento. También a los compañeros.

    — ¡Creo que más de uno está barajando la posibilidad de comprarla. ¡No digo nombres! ¿Eh… Rafa?

    — Y no hay dos sin tres que diría el refrán.

    En mitad de la ruta hacia el Todra, la Niken ha pinchado una rueda. Como tiene tres, aumentan las posibilidades de pinchazo y se ha cumplido. De ahí lo del refrán… Todos llevamos kit anti pinchazos, pero lo mejor es que tenemos a Rafa “MacGyver” en el grupo. Arregla la rueda trasera en un pis pas y se queda en una anécdota.

    Llevamos muchos kilómetros a nuestras espaldas y yo no soy de mucho escribir. Me considero una persona sintética y no sé enrollarme. Es de noche en el hotel cuando escribo estas líneas y estoy cansado…

    — ¡Hasta mañana!

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Dia 7 de abril. Tinerhir – Bin El Ouidane

    El hotel Maison d’hotes Iriki no está nada mal. Enclavado en una zona rodeada por un palmeral de poca altura y abundante hierba, dando sensación de estar en un oasis en medio de un mar de arena. Todo el complejo protegido por un muro de adobe que le da cierto aire de privacidad , donde ayer pudimos dejar las motos dentro del recinto y sentirnos cual legión romana protegida por sus altas murallas.

    Mi habitación es sencilla con muy pocos adornos. Los que hay me recuerdan a los de la casa en que nací, oscuros, pequeños y salpicados por cada esquina. De repente, la limpieza se quiebra por la presencia de un animalillo reptando por el suelo.

    Es temprano y me despierto con unos intensos rayos de sol que iluminan mi cara. Abro los ojos y como si aún estuviera soñando, siento estar dentro de una nube de color como en un cuento. Las finas cortinas de un rojo intenso filtran la luz que entra por la ventana y todo, todo… está teñido por este color como si del mismísimo infierno se tratara.

    Me levanto, deslizo esas cortinas y dejo que el sol puro sin filtros ni tapujos, entre en compañía del aire puro al abrir la ventana y por esto, sin truco ni cartón, la habitación cambia por completo su contenido, sin haber cambiado nada…

    Bajo a desayunar a unas mesas en la calle desde donde se ven nuestras motos, como si fuera el patio de una casa. Al rato aparece Alex que, siguiendo su rutina diaria, cigarrillo en la boca y gafas de sol para disimular su sueño, me saluda y se esparrama a mi lado en una silla blanca. Rafa ataviado con su sombrero de hombre del desierto y con su permanente sonrisa exclama:

    — Eh chicos, ¡qué bien he dormido! ¡Vaya mañana tan buena!

    Carlos está con una camiseta sin mangas presumiendo de brazos y yo, yo con manga larga y aunque muy fino, pantalón largo. Soy muy sensible al sol y estos días el astro rey ha hecho mella en mi piel, No quiero que me hagan daño sur armas.

    Como no conozco las costumbres del lugar, me dejo aconsejar, o más bien copio lo que piden los demás y así no me equivoco. Café negro, más negro que el carbón en su taza blanca. Mermelada de naranja en un plato junto a trozos de queso y a su lado, encima de un plato colorido, bizcocho y crepes que, con terrones de azúcar en un cuenco de cristal, forman un manjar en nuestra particular terraza.

    Acabado el banquete la rutina diaria, a la habitación a ponernos el traje de faena, recoger el equipaje y colocarlo todo en nuestras máquinas.

    Nos despedimos del personal del hotel, pulsamos el botón de encendido de nuestras motos y el silencio de aquel lugar se inunda con un gran estruendo. El sonido de los motores rebota en los muros de adobe y provoca un gran eco.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Al abandonar las últimas casas de Tinerhir, pasamos por un puente que salva las aguas del rio Todra. A partir de aquí la carretera se hace más estrecha y vamos bordeando el río que aparece y desaparece como por arte de magia.

    No nos podemos quejar, a veces hay algunos boquetes en la carretera pero el asfalto es firme y está bien marcado. Nos movemos despacio porque encontramos bastante meneo entre burros, mulas, algún rebaño y camiones desvencijados. Hay que extremar la precaución y estar en alerta constante.

    No tardamos en ver que la carretera nos introduce entre espectaculares cañones rocosos donde inmensas moles de roca aparecen a nuestro paso.

    — ¡Qué paisaje tan espectacular, pero a la vez qué extraño! Un paisaje rocoso y rojizo a la vez que arenoso, recordándome la zona de Rio Tinto o al Cañón del Colorado.

    Absorto por lo que estaba viendo sin perder detalle, casi me choco con Alex que se había parado. Paramos todos y bajando de nuestras motos, observamos desde un metido de la carretera a modo de mirador, la grandeza y espectacularidad de este lugar.

    — ¡Qué pasada, vaya pedazo de paredes! ¡Como la estoy gozando!

    Lo que más me llama la atención es que ahora el río no tiene agua y en su lugar, aparecen montones de piedras y rocas de grandes dimensiones y sobre todo, de la nada aparecen orillas completamente verdes y de huertas jalonadas.

    La carretera sigue con buen asfalto, aunque a veces está cubierta de una fina capa de arena que reclama nuestra atención. Esto no es motivo para dejar de observar todo con máximo interés. Las orillas de la carretera llenas de pequeñas construcciones, si se pueden llamar así, hechas de palos, cartones, plásticos y barro puestas sin orden y que sin explicarte cómo, se mantienen en pie.

    El trayecto empieza a empinarse poco a poco, hasta que nos encontramos un puerto alucinante. Las curvas son como las de los puertos alpinos, auténticos tronantes. Unas vistas increíbles donde a un lado adivinamos las curvas siguientes y por el otro, un inmenso precipicio donde abajo, muy abajo…, se adivinaba el agua cristalina del río a más de 100 metros de nosotros.

    Al terminar nuestro acenso, paramos para disfrutar de las vistas y realizar algunas fotos. Ahora se observa la carretera con interminables curvas, descendiendo cual río lentamente de su colina y desembocando ahora sí, en el río real. Una estampa que seguro quedará para siempre en nuestra retina, haciendo en nuestro interior una muesca cual barra de un bar, que el paso del tiempo no podrá borrar.

    En la garganta hay mucha gente, muchos animales. Burros, perros, alforjas y atados de no sé qué, que las mujeres portan sujetos a su cuerpo con telas varias. Todos revueltos se agolpan a lo largo del río, en las orillas. A la sombra y abrigo de las inmensas paredes de roca, rodeados por una vegetación que brota cual hechizo alrededor de sus paredes, aparecen

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    construcciones que semejan pequeños castillos, sin saber muy bien si están hechos de cemento, barro o ladrillo. Todo pintado del mismo color, un marrón pardusco, como la arena del desierto. Y en contraposición a estas construcciones, multitud de puestos de artesanía, ropa típica y alfombras que destacan por el intenso colorido.

    Tenemos que seguir camino, y aunque lo que vemos es fantástico, Carlos, con buen criterio, lanza la voz de alarma y dice:

    — Señores… ¡Se nos está haciendo tarde y nos queda mucho camino!

    Como perros atentos a la voz de su amo, todos nos damos por enterados y nos dirigimos hacia nuestras motos. Rafa el primero, luego Carlos. Alex termina su cigarro y arranca y yo como siempre, cierro el grupo.

    Ya no hay puerto de montaña y la carretera que cada vez va perdiendo más asfalto, sigue su ritmo ascendente sin descanso. Tenemos que circular por el centro de la calzada, las piedrecillas y la arena van ganando terreno a la brea y las cunetas haciéndose más anchas. Atravesamos Goudal, y como ocurriera en los anteriores pueblos, los niños salen a nuestro encuentro por oleadas, gritando y agitando sus manos sin parar de pedirnos algo…

    Ahora estamos en medio de la nada y observamos curiosos plegamientos en las enormes paredes de roca. A veces la carretera transcurre paralela al río y como antes habíamos visto, van apareciendo huertas y más huertas que resaltan entre los campos de cereal, a pesar de estar a más de 2000 m. de altura.

    Poco a poco el rio va haciéndose más ancho hasta que llegamos a los lagos de Tislit e Isli, sorprendidos por que a esta altura y en Marruecos, existan lagos de este tipo. Se encuentran en una gran meseta rodeados por altas montañas con un amplio abanico de colores. Un privilegio para nuestros ojos.

    Dejándolos atrás llegamos a Imilchil. Pueblo enclavado entre montañas del Atlas Central, de unos 8000 habitantes y convertido en centro de servicios de la zona. Esto si es un hervidero de gente que va y que viene, con sus burros y sus cargas. Carromatos cargados hasta los topes que no sabes muy bien cómo andan y muchos puesto en las aceras, incluso dentro de las casas.

    Pueblo completamente desordenado, sin ningún rigor urbano. Cada uno hace su casa donde le place construyendo con todo tipo de materiales, y la estructura que le da la gana.

    Vamos justos de combustible, por eso aprovechamos que este pueblo tiene la única gasolinera en toda la zona del Alto Atlas y nos acercamos a repostar. Con los depósitos llenos, solo nos quedaba otro depósito que llenar…. nuestro estómago.

    Pasamos al lado del Zoco, una plaza rodeada casi por completo por arcos y alguna casa. Dentro no se veían más que carpas y por el suelo amontonadas, telas de todo tipo… muchas telas de colores y formas variadas.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Pasado éste, encontramos lo que parecía un restaurante y paramos. Hay que tener mucho cuidado donde comer para no coger diarrea que nos arruine el viaje. Intentamos hacerlo siempre en lugares oficiales o que nos ofrezcan cierta garantía. Se llama curiosamente “TrotaBurgos.com”,

    — ¡Qué casualidad!

    Como tenemos hambre, pedimos para todos tajín de cordero de la región. Un plato contundente y muy sabroso, acompañado con toda clase de verduras cocidas y un montón de especias. La verdad es que estaba espectacular, tanto que después costaba ponerse en movimiento y lo que apetecía era una siesta. Haciendo de tripas corazón, nos levantamos y de nuevo a la carretera.

    Ya no pararemos hasta llegar a nuestro destino y en nuestro camino, las montañas van desapareciendo lentamente dando paso a una meseta. A pesar de circular por terreno más llano, la carretera serpentea todo el tiempo, haciéndola curiosa y divertida. Solitarios rebaños de ovejas aparecen y desaparecen a nuestro paso y pequeños grupos de camellos tan separados que, a uno le dan la sensación de que están abandonados. Cada vez que a un poblado nos acercamos, grupos de niños gritando y corriendo tras nosotros extendiendo las manos.

    Estamos cerca de nuestro final, acabamos de dejar a la derecha el cruce de Beni-Melal y tras una pronunciada bajada, asoma el inicio del Lago de Bin El-Ouidane. Se nota que esta zona es más turística que lo que hemos transitado hasta ahora, toda la carretera se encuentra salpicada de locales para comer o dormir.

    El árido del Alto Atlas ha dejado paso al imperio de las plantas. Árboles, palmeras, hierba y flores varias se mezclan con las casas que, con el sol cayendo sobre las aguas, parece que no sea cierto lo que estamos viendo, sino una postal o como decimos los ya entrados en años, una preciosa estampa.

    Un repentino giro a la izquierda y ante nosotros aparece la presa del pantano. La atravesamos y prestos llegamos a lo que esta noche será nuestra casa. Una pequeña construcción de piedra cuya fachada parece un castillo con su puerta doselada y en el tejado a modo de torreta, dos inmensas y blancas jaimas. Dejamos las motos en su parking, justo delante de la puerta. Y como trasera del hotel, el agua del lago prisionera entre montañas, bordeada de finas y rojas líneas de arena.

    Sin tiempo de sacar el equipaje, aparece Mohamed, un señor alto y delgado, con ligera perilla y pelos alborotados. Traje típico marroquí, chilaba de colores y pantalón blanco, y en los pies… algo parecido a unas sandalias con pedrería adornadas. Es el dueño del hotel que nos da la bienvenida.

    Rafa se adelanta y le saluda. Los demás uno a uno repetimos la jugada. Todos para adentro a dejar nuestras cosas en la habitación y a dar un paseo por el lugar hasta que llegue la hora de cenar.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Hace frio, y en vez de cenar al aire libre decidimos hacerlo dentro. El salón tiene chimenea de leña y unos bancos alrededor de la pared, con colchoneta fina y cojines por doquier y una mesa en el centro. Nos sentamos con un cojín alrededor de la mesa en el suelo y sin tiempo a nada empiezan a servirnos.

    — ¡Qué rico el zumo de naranja y, del cuscús ni hablamos…!

    Y para terminar nos ofrecieron té que estaba delicioso. La guinda del pastel la puso Rafa sacando la botella de Whisky que durante el viaje le acompaña. Yo solo l0 probé, pues no me hace mucho tilín, pero entre él, Carlos y Alex, la dejaron temblando. En su defesa he de decir que la botella ya se estaba terminando.

    Acabada la pequeña tertulia, todos a su cuarto. El mío impresionantemente adornado, por paredes tenía pequeños ladrillos que formaban todo tipo de figuras a modo de mosaico. Los suelos llenos de alfombras o tapices… no sabría muy bien cómo llamarlos. Como remate, una puerta blanca con el cristal dividido en ocho pedazos, cada uno de color diferente como una vidriera. Y la cama espectacular, con la ropa azul turquesa y la colcha blanca jalonada por líneas diversas, como si la hubieran robado de otro sitio y dejado en aquella estancia. No pegaba nada.

    La noche es muy oscura y antes de introducirme dentro de esas sábanas en la cama “robada”, corro las cortinas de la ventana y observo al otro lado, como las aguas cristalinas del lago reflejan la luz de todas las lámparas cercanas a la orilla. Incluso se adivinan las siluetas de las montañas en ese lienzo dibujadas.

    Ahora sí, ahora me voy a la cama de nuevo a soñar dentro de esta aventura imaginaria, lleno de satisfacción y con una imagen preciosa del lugar donde estoy. Esto me dará fuerzas para continuar mañana.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Dia 8 de abril. Bin El Ouidane – Marrakech

    Me despierto, y al ver a Carlos y a Alex aún en manos de Morfeo, me desplomo en la cama de nuevo. Hoy deberíamos levantarnos temprano, pero creo que el Whisky de anoche está haciendo estragos… Hay que llegar a tiempo al free tour que tenemos reservado.

    — ¡Vamos muchachos! Grito con entusiasmo intentando animarles y sobre todo, animarme a mí mismo.

    Los sentimientos que ayer vivimos fueron tan intensos, que hoy lo está pagando nuestro cuerpo. Seguro que una buena ducha y un buen desayuno nos recargarán de nuevo las pilas y podremos volar cual Fújur montado en Atreyu, encima de nuestras monturas.

    Venciendo a la desgana, doy un salto y abandono la cama para ducharme. Seguro que Ferdy en su habitación, estará haciendo lo mismo. Ayer al repartir las camas tuvo suerte y ha dormido en solitario. Por suerte en la nuestra, la noche ha sido tranquila, solo algún que otro ronquido.

    En el salón a lo lejos, veo al camarero del cual no recuerdo su nombre, preparando un suculento desayuno. Por el pasillo aparece Ferdy y juntos nos acercamos a la mesa, comentando lo sucedido ayer en el desierto.

    Un desayuno apabullante. Huevos, miel, pan de centeno, zumo de naranja, crepes, café…. Una mesa muy colorida llena de sabores auténticos, igual que cuando vivía en Santander de pequeño.

    Con la labor hecha y todo preparado en nuestras motos, arrancamos cual león, con un rugido del motor para recorrer 214 kilómetros.

    A pesar de nuestro despertar remolón… salimos con el horario establecido. Son las 08:00 h. y hace frío. El sol está saliendo y como ya hiciera El Greco, proyecta en el suelo nuestra silueta con sombras alargadas. La luz tenue y los claroscuros invadidos con pintura dorada, forma los colores de esta paleta tan temprana.

    Sin tener los ojos abiertos por completo, llegamos a las cascadas de Ouzdoud, nuestra primera parada. Un verdadero oasis de luces y sombras entre árboles y piedras, y como guinda del pastel una en teoría espectacular cascada, donde al caer sus aguas, forman un lago espectacular donde la gente se baña. Con sus 110 metros de caída es de las más grandes del norte de África.

    — ¡Lástima! No tenemos suerte y apenas cae agua. — ¡Esto en primavera no es normal! Exclama Carlos.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Desde el restaurante “Berebere”, una cabaña hecha de barro y paja, podemos observar el entorno de la cascada. Nos sentamos en unas desvencijadas sillas y allí, tomamos nuestro segundo desayuno que nos da fuerzas renovadas.

    Continuamos nuestro camino sin nada que resaltar, monótono y aburrido… hasta tomar el cruce de la R304, donde los coches, carromatos y demás artilugios que encontramos a nuestro paso, alegran nuestra vista y evitan que nos quedemos dormidos.

    Carromatos sobrepasados por la carga de paja. Camioncillos llenos de animales al aire, sin ningún tipo de control y todos juntos. Recuerdos de una España de otros tiempos, en la que nosotros hacíamos lo mismo.

    A unos kilómetros de Marrakech, el paisaje cambia bruscamente. De un marrón desteñido cual fotografía antigua, pasamos a una de color donde domina el verde y se añade un aroma embriagador que invade nuestro cuerpo. Una brisa fresca nos acerca olores desconocidos y como a cámara lenta, respiramos profundamente para sentirnos poseídos.

    Vamos justos de tiempo, y como suele suceder en estos casos, surgen contratiempos. Han cambiado las carreteras y el navegador se empeña una y otra vez, en meternos por el mismo sitio. Como también llevo la ruta en un viejo Garmin E-TREx. Lo enciendo y oh… sorpresa, indica que nuestro hotel está a 60 metros en línea recta. Para no perder más tiempo, les digo a mis compañeros:

    — ¡Por qué no las llevamos empujando!

    Todos asienten y apagamos los motores. La calle es llana y empezamos a empujar la motos entre el gentío. Deben de estar acostumbrados a este hecho, pues nadie nos mira mal, no le dan importancia. Tanto es así, que nos cruzamos con dos policías que, viéndonos empujar semejante pedazo de máquinas, nos dan paso y esbozan una sonrisa.

    Llegamos al hotel y nos indican dónde podemos aparcar. Un pasillo estrecho donde las ponemos una detrás de la otra, en fila india. Mañana las tendremos que sacar marcha atrás, pero no nos importa, al menos están seguras.

    En la habitación, nos cambiamos más rápidos que “Súper López” en sus viñetas y salimos corriendo hacia el punto de encuentro mientras Carlos grita…

    — Faltan dos minutos. ¡No llegamos!

    Gracias a las indicaciones del recepcionista del hotel, tres minutos después, llegamos al hotel Islane, punto de partida de la visita.

    Un hombre difícil de describir, se acerca a nosotros con una sonrisa. Cuerpo desgarbado, pequeño, pero tan delgado que parece alto, nos pregunta:

    — ¿Sois de España amigos?

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Parece buena persona, pero su apariencia con pobre vestimenta y extraña figura nos hace pensar que su origen es humilde y no tendrá mucha cultura.

    Hay cuatro españoles más esperando. Nos presentamos y empezamos a andar detrás de Abdel, que así se llamaba nuestro misterioso personaje y que según él, significaba “El justo”.

    Después de deambular por montones de calles estrechas, llegamos a la plaza Jamaa El Fnaa, centro neurálgico de Marrakech. Un lugar al aire libre, brutal e inmenso, abarrotado de gente. Repleto de tiendas de todo tipo, comida, frutos secos, suvenires, encantadores de cobras, monos y música en vivo, casas de divisas, zumos naturales, restaurantes… todo lo imaginable está allí metido. Si no llega a ser por nuestro amigo el guía que nos indica que debemos continuar la visita, aún estaríamos allí metidos.

    Más adelante, llegamos al Zoco, lugar increíble donde los haya. Abdel nos introduce en las tiendas, incluso dentro de las casas, dónde los propietarios se afanan en enseñarnos todo y que nos lo llevemos para nuestras casas. A final caigo en sus redes y compro un “Shemagh”, turbante azul como el color de mi querida Superteneré que se quedó en Galapagar junto a Yolanda. Así me quito la espinita clavada de no haberlo hecho cuando en otra ocasión estuve por estas tierras.

    Fernando también sucumbe a los encantos de Ali Babá y por pura envidia, compra otro turbante. Carlos compra cosas para su familia y Alex, Alex como siempre a lo grande… compra una enorme y frágil vasija y una alfombra voladora. Encarga que lo envuelvan todo y se lo envíen por correo. De llevarlo en la moto, la vasija acabaría hecha pedazos y la alfombra en alguna cuneta perdida.

    También visitamos el Palacio Bahía de finales del siglo XIX. La Medersa Ben Youssef o Madrasa, que alberga algunos de los más bellos ejemplos de arte y arquitectura de Marruecos, donde más de 800 estudiantes memorizaban el Corán. Las Tumbas Saadíes y un sinfín de lugares… Todo ello contado con tanta pasión y conocimiento por nuestro guía, que parecía que él mismo los hubiera vivido. Tanto y tan bien lo explicaba, que sin darnos cuenta, no pasaron cuatro horas como estaba previsto, sino cinco. Fue en ese momento, cuando en voz baja dije a mis amigos:

    — ¡Qué tontos somos prejuzgando a los demás sin conocerlos! A lo cual, todos asintieron con cara de arrepentimiento.

    Al despedirnos de Abdel, decidimos que le daríamos diez euros por barba. Para nosotros no sería un gran desembolso y seguro que además de merecérselo, él se alegraría muchísimo. Al recibir nuestro donativo, nos dio un abrazo intenso, como si nos conociera de toda la vida.

    Tras su abrazo Ferdy, con una leve sonrisa le preguntó que dónde podríamos cenar. Pero no una cena para turistas, sino un sitio donde acude gente del lugar, incluso donde él cenaría.

    Amablemente, en un mapa nos indicó un restaurante dónde los marroquís cenan con calidad y a buen precio.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Nos despedimos de Abdel por segunda vez y nos ponemos en camino. Mientras llegamos, no paramos de decir que fue todo un acierto contratar un guía. Lo que nos hubiéramos perdido de no hacerlo.

    Enseguida llegamos al local, y al verlo, todos nos miramos extrañados y dijimos:

    — ¿Será éste el sitio?

    Las paredes desconchadas y trozos de fachada caídos en el suelo. En la calle una mesa y cuatro sillas mal puestas y sentados dos lugareños.

    Nada más entrar la cosa cambia, el local estaba casi lleno. Al rato nos atiende un señor con el que empiezo el regateo. Cuando acabamos, lanza un grito inesperado y comienza a cantar frases que no entendemos. De repente aparecen corriendo camareros por todos lados. Creo que el que gritaba era el dueño.

    Sin tardar y con una amplia sonrisa, empiezan a dejar las viandas en la mesa. Lo que significa que de nuevo he vuelto a perder el regateo. Atónitos ante tal cantidad de comida, se me escapa un…

    — Por Dios… ¿Cuánta comida?

    Alex agacha la cabeza y muy bajito exclama:

    — ¿Eso se puede decir aquí? Y de repente suelta una sonora carcajada.

    No pudimos acabar con todo y mira que lo intentamos. No queríamos quedar mal ante nuestros anfitriones dejando comida, pero a pesar de estar exquisita y haber comido con auténtica gula, perdimos la batalla…

    Con el estómago llego a punto de reventar, nos levantamos. Camino al hotel, más que andar deambulábamos por la calle. A pesar de no estar cerca, decidimos ir a pie para bajar un poco el hartazgo de tanto plato.

    Dando tumbos, casi reptando cual serpientes, logramos llegar a las habitaciones. Los demás no me acuerdo, pero yo sin quitarme la ropa me desplomo en la cama envuelto en mis pensamientos, hasta que sin remedio me atrapa el sueño.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Dia 9 de abril. Marrakech– Beni-Melal - Jenifra - Azrou

    Otro día que suena el despertador y te levantas con ganas de más y más.

    Ufff… como se nota la comilona que nos dimos ayer por la noche. Tengo pesadísimo el estómago y creo que no desayunaré.

    — ¡Voy a reventar…!

    Bajo con mis compañeros para comentarles la ruta de hoy y ver como se encuentran ellos. Me los encuentro sentados alrededor de una mesa con los platos llenos de comida. Les comento que estoy lleno y por comer algo, solo con un yogur me atrevo.

    De la ruta de hoy, les digo que he leído un poco y que visitaremos la ciudad de Beni Melal, de origen bereber. Una de las ciudades más grandes de Marruecos situada a las faldas del Atlas Medio y que tiene una fortaleza muy chula. No cuento nada más porque lo mejor es verlo y disfrutarlo en buena compañía.

    Terminan de desayunar y en las habitaciones, nos limpiarnos los dientes y terminamos la maleta.

    Intento ponerme el pantalón de la moto y me cuesta un poco, pero con maña consigo meterme dentro. Le comento a Alex que creo que en este viaje he ganado unos kilitos. Alex me contesta que:

    — ¡No me extraña! Menudas comilonas nos estamos dando.

    Colocando el equipaje estoy con Alex y Fernando, Rafa esta de reportero gráfico. Desde la ventana de la habitación estaba filmando a la gente tan peculiar que pasaba por debajo. Ahora haciendo fotos del hotel por todos lados.

    Alex como no, está con su cigarrito. Mientras esperamos me come la cabeza para que pruebe la Teneré 700. La verdad es que tengo ganas pero lo dejo para otro momento.

    — No quiero enamorarme de ella, jajaja…

    Con Rafa ya integrado en el grupo, decidimos emprender el viaje. La salida de Marrakech se las trae, pero con los GPS nada es complicado. Aquí sí, aquí la gente se nos queda mirando. Un grupo de motos grandes y cargadas como las nuestras siempre llama la atención a nuestro paso.

    La carretera lo habitual, bacheada y con un poco de mierda y en el camino nada que reseñar. Aproximándonos a la ciudad de Beni Melal, el marrón va dejando paso al verde. Vemos naranjos, olivos, higueras y albaricoqueros por doquier y cuanto más avanzamos, se va

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    convirtiendo en un vergel. Desde lo alto de las colinas de Dir, la vegetación desciende hacia la ciudad como un inmenso tapiz.

    Sorprendidos todos por este gigantesco oasis, no hacemos más que hablarnos por los intercomunicadores.

    — !Qué gran invento!

    Y yo que antes del viaje a Islandia no los podía ni ver, he comprobado que son muy útiles y hacen más ameno el viaje. Todo un acierto.

    Al entrar en la ciudad nos dirigimos a ver la fortaleza que desde lejos se veía en lo alto. De camino, vemos anunciado por todas partes una escuela de paracaidismo “PACMA”, donde hacen caída libre. A mis compañeros les comento que yo me tire en paracaídas en la ciudad de Ocaña (España), con la empresa Skydrive Madrid. Una experiencia que todo el mundo debería probar alguna vez. Adrenalina pura cien por cien, ufff…

    Al vernos en nuestras maquinas, todo el mundo nos mira señalándonos. Cada vez hay más gente por las calles y nos encontramos con un mercado. Cuesta mucho movernos, así que decidimos parar y tomar algo. Un zumo de naranja recién exprimido, que a pesar de que el puesto mucha higiene no tiene esta fresquito, y con el calor que hace, sabe a gloria.

    Aprovechamos la parada para dar una vuelta por el mercado y nos vamos rápido buscando la fortaleza. Las calles son estrechas y están llenas de tiendas de artesanía. Esta ciudad sí está preparada para el turismo.

    Llegamos a la puerta de la fortaleza y sin bajarnos de las motos, ya tenemos a varios autóctonos calentándonos la oreja para vendernos de todo, collares, turbantes, dátiles y toda clase de objetos. Pasamos de ellos y no les hacemos caso. Ya teníamos comprados nuestros turbantes y regalos.

    La fortaleza amurallada con una puerta imponente en la fachada principal. Cuatro torres, una en cada esquina y en estas, cuatro almenas escalonadas acabadas en punta. Típica del estilo Marroquí.

    Como lo harán estos moros para construir estos edificios y que se esté tan fresquito. Según he leído, utilizan las corrientes de aire, la orientación, los colores y materiales utilizados, etc… De verdad que saben lo que hacen.

    Dentro, llegamos a unos jardines preciosos muy bien conservados. Demasiada gente, así que decidimos hacer unas fotos de recuerdo y continuamos nuestro camino hacia las motos.

    De nuevo, nos rodean los autóctonos a vendernos todo lo que puedan. Otra vez les obviamos. Al final resultan bastante pesados, aunque lo hacen eso sí, con toda la simpatía del mundo.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Rafa arranca su moto, pero los vendedores siguen a lo suyo y no se aparta nadie. Alex arranca su Teneré 700 y con el escape Akrapovic que le ha puesto, da dos acelerones y se apartan como alma que lleva el diablo. Nos reímos un poco y salimos camino a la ciudad de Jenifra, situada en un punto estratégico de la ruta entre Fez y Marrakech. Es el paso del Atlas hacia las mesetas.

    El tiempo ha transcurrido de prisa, tenemos hambre. Nos podemos de acuerdo por los intercomunicadores y decidimos que, el que va primero pare donde le parezca y que nos sorprenda.

    — La verdad es que nos ha sorprendido.

    Para en un mercado a las afueras de la ciudad, donde se ven corderos abiertos en canal colgados al aire, rodeados por un trapo húmedo lleno de moscas.

    Hay muchísima mucha gente. Esto está repleto de puestos ambulantes con todo tipo de alimentos. Parece una feria como las de Galicia.

    Nos sentamos en unos bancos corridos de madera. llenos de nudos alrededor de una mesa, o más bien… un tablón largo y ancho sobre unas crucetas. Como hombres rudos y valientes que andan en moto, apartamos el asco y el miedo y pedimos cordero con unas aceitunas machacadas, que están muy buenas.

    El cordero exquisito, pero no nos han puesto cubiertos y lo comemos con las manos, como si estuviéramos en la Edad Media. Como servilletas unos trapos de estraza que no limpian nada.

    Con los morros llenos de grasa y las manos para qué decir nada, Fernando se acuerda que en la moto lleva una botella de agua. Entre el agua y el trapo logramos adecentarnos un poco. Menos mal, sino, a ver quién se pone el casco y los guantes de moto, aunque el olor a cordero seguía con nosotros.

    No hemos lavado las motos ningún día y están realmente sucias. A Rafa le digo que nunca he visto su moto con tanta mierda, jajaja…

    De camino a Jenifra vemos un lago muy chulo a nuestra izquierda, el “Barrage El-Hansali”. Rafa nos dice que quiere grabar un rato y sacar unas fotos. Paramos las motos en una explanada desde la que vemos el lago. De repente, oímos un sonido muy familiar para nosotros y nos giramos. Un grupo de moteros pasa a nuestro lado y nos pitan, casi todos con BMW GS 1200.

    Mientras Alex se fuma su cigarrito, Fernando revisa su equipaje. Llevaba rato diciendo que le parecía que estaba flojo.

    Entramos en la ciudad de Jenifra y un color resalta sobremanera… casi todas las casas están pintadas de naranja. La vemos muy descuidada, necesitaría una amplia reforma. Nos

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    dirigimos a la Medina, que aunque no es turística, está rodeada por un rio que le da un aspecto visual fantástico.

    Aparcamos en la ciudad y rápidamente descubrimos un gran Zoco lleno de alfombras y tapices. Alex ya está tentado de comprar otra, pero aquí no se la mandan por correo. Ellos dicen que sí, pero el catalán no se fía.

    Nos sorprende ver muchos caballos. Preguntamos a qué es debido y nos contestan que desde aquí se hacen muchas rutas.

    Tras deambular por las calles y saborear dulces típicos, decidimos acercarnos al hotel que no está lejos de aquí, en Arzou. La carretera es sinuosa y con buen asfalto. No nos detenemos en nada y vamos directos a toda velocidad. En todo el viaje no hemos corrido tanto. Subimos rápidamente a la habitación y directos a la ducha. Sin duda hoy ha sido el día con más calor hasta el momento. El traje de la moto ya está cogiendo forma y olorcillo a rancio… jajaja.

    Bajamos a echar un vistazo a las motos y a preguntar dónde cenar. Que sea en un lugar cercano, los días se van acumulando y estamos un poco cansados. Cuando veníamos hacia el hotel, no hemos visto ningún sitio donde hacerlo. Nos indican un lugar escondido pero cercano y para allí que vamos.

    Llegamos al lugar y en la puerta, está esperando una mujer rellenita con un traje blanco. Un blanco roto… por los lamparones de suciedad de estar cocinando. Parece que la persona a quién hemos preguntado, le ha dado aviso e impaciente nos estaba esperando.

    En un pobre castellano que apenas entendemos, nos dice lo que tiene de platos. Como nos ve con caras raras de que no hemos entendido bien, nos lo indica con el dedo señalando fruta, carne, ensaladas y zumos. Decidimos probar un poco de todo, menos mal que no teníamos apetito.

    La señora nos trajo de todo y la carne con una especie de salsa que parecía de yogur, muy buena, por cierto. Fernando intenta entablar conversación con ella, pero creo que no le entiende muy bien, hace como los chinos, no contestar a nada y sonreír a todo.

    Con la tripa llena nos dirigimos al hotel .y en la puerta nos quedamos hablando de todo lo que en este viaje llevamos vivido. Con la cena tan copiosa y la hora que es, nos está entrando sueño. Antes de ir a la habitación, pasamos a darle las buenas noches a las motos.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Dia 10 de abril. Azrou – ifran - Tánger

    El camino que ayer nos trajo hasta aquí, acababa frente a una muralla blanca. El hotel una casa alargada de una sola planta, con la fachada pintada de amarillo y el tejado con teja plana. Protegiendo la casa en el exterior, un murete del mismo color que el tejado, y encima de este una alambrada con algunas plantas.

    Hoy he dormido con Rafa. La habitación muy alta, con muebles oscuros y paredes blancas. Las camas bien hechas con sábanas como de seda y a los pies, una colcha floreada. Como remate final, entre las camas unas cortinas tapando la ventana, unas cortinas gigantes que caen del techo como si fuera una cascada.

    A desayunar vamos a un patio interior de la casa, un patio con hierba poco cuidada. A su alrededor se ven mesas y sillas debajo de marquesinas blancas. Nos sentamos a tomar un poco de café y con un zumo nos basta. El sol nos da en la cara, se está tan bien que nos quedamos un rato en animada charla.

    Como siempre Carlos, nos saca de nuestro letargo, da la voz de alarma y todos nos levantamos hacia nuestro cuarto. Recogemos todo, montamos en las motos y enseguida alcanzamos la N8.

    No tardamos en llegar a Ifrán. Hace frío, no en vano, estamos a más de 1700 metros de altura. Nos abrigamos un poco más y andando, damos un paseo por el centro de la ciudad. Las construcciones son muy parecidas a la Europa alpina, casas bajas con tejados muy en punta y de enorme altura. Por eso se conoce a esta ciudad como “La pequeña Suiza”.

    Y no podemos marcharnos de aquí sin ver a su estrella, un inmenso León de Piedra. Una estatua inmensa pero preciosa, su cabeza mide más de dos metros y su cuerpo unos cuatro tumbado en la tierra. Lo talló un soldado alemán durante la Segunda Guerra Mundial en honor al último león del Atlas.

    Abandonamos el lugar por la R707 y pasamos por Kasba, donde paramos a echar gasolina, pues con el combustible que llevamos no nos da para llegar al final del día.

    Al rato conectamos con la carretera N13 que continuamente en descenso, nos lleva hasta Mequinez, una de las ciudades imperiales. Aparcamos en un parking al aire libre, justo en la entrada de la puerta principal Bab-el-Mansour. Acto seguido visitamos La Madraza Bou Inania. Un patio central porticado con las pequeñas celdas de los estudiantes alrededor en los pisos superiores y con poca luz. En cambio, el patio central es una preciosidad, con bonitos azulejos, relieves y tallas de madera y una fuente principal que da paz y armonía al espacio.

    Y corriendo llegamos al Mausoleo de Mulay Ismail, el mausoleo del sultán más temido de Marruecos que hizo de Mequinez la capital del reino. Llama la atención que las paredes de

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    casi todas las estancias, están recubiertas de azulejos de todos los colores y formas imaginables. A cual más llamativa y espectacular.

    Arrancamos las motos y con buen ritmo, atravesamos Sidi Kacem. La carretera es un descenso continuo hasta que enlazamos con la N1, donde el descenso se hace más acusado. En estas estamos cuando en la lejanía divisamos Alcazarquivir y empezamos a ver campos de cacahuetes, plantaciones de girasoles o pistachos, donde quienes labran son niños que no van a escuela.

    No salen niños gritando y corriendo a nuestro encuentro. Es la ciudad de Marruecos donde existe más inmigración. Sus familias les envían en busca de una mejor vida. A estos niños en España se les conoce como “MENAS”.

    Hemos pasado de estar a más de 1200 metros de altura a 25 solamente y eso se nota. Hace calor y nos quitamos algo de ropa.

    La ciudad originalmente fue una colonia griega y cartaginesa, fue ocupada por los romanos, cuyas ruinas aún se visitan, y por los bizantinos. Actualmente es centro agrícola de regadíos con producción de caña de azúcar y remolacha azucarera.

    Buscando un lugar donde comer, pasamos por su famoso y antiguo Callejón de los Negros. Cruzamos su Zoco, hoy convertido en un gran mercado callejero donde los locales van a vender sus gallinas vivas, entre otras muchas cosas. Una explanada inmensa con adoquines por suelo y alrededor, toda llena de arcos blancos con sus columnas de un azul intenso.

    Entramos en un local de comida rápida. Rafa y Alex se piden una hamburguesa con sus patatas fritas, Carlos y yo una Pizza. Para beber, Coca Cola y agua. Tras días comiendo platos marroquíes, sienta bien comer algo a lo que estamos acostumbrados para que lo agradezca la tripa.

    Reposada la comida, de nuevo a la ruta. Sin abandonar la R415, llegamos a la costa, al océano. Arzila, pintoresca ciudad de casitas blancas y azul marino, con su pequeña Medina amurallada, azotada con bravura por las aguas del Atlántico.

    Balcones llenos de flores, grandes puertas de madera para entrar en las casas. Gigantes macetas con pequeños árboles e inmensas plantas adornando las fachadas. No exagero nada si digo, que me recuerda mucho a Andalucía y a los pueblos mediterráneos de España.

    Y aprovechando la ocasión de estar en la costa, nos vamos deprisa y corriendo a la playa, a meter nuestros pies en el océano y refrescarlos con el agua.

    — ¿Coño qué fría está! Dice Fernando.

    — ¡Fría…, esto no es “naaa” para un gallego! Contesta Carlos.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Qué bien le ha sentado a nuestros pies este baño, ahora los tenemos fresquitos y relajados. Sin botas que los aprisionen, nos tumbamos de cuerpo entero en la arena disfrutando tanto que alguno incluso acabo soñando.

    — Y Rafa ¿Dónde está? Dice Alex gritando.

    — ¡Tranqui muchacho…! Se ha ido a hacer fotos y filmar panorámicas de este pueblo tan chulo. Responde Carlos.

    Ya estamos todos reunidos, así que levantamos nuestros cuerpos a la vez que sacudimos la arena de nuestro traje. Con este pueblo casi termina la aventura de nuestro viaje.

    A las motos de nuevo, ya solo nos queda llegar a Tánger. Tras unos kilómetros, pasamos un tramo muy bonito, una lengua de tierra que divide en dos un lago. La carretera es buena y vamos disfrutando de un terreno verde con mucho campo cultivado.

    A nuestra izquierda un cartel que indica el aeropuerto, ya estamos llegando. La circulación aumenta considerablemente, es un caos y hay que prestar mucha atención. Nos incorporamos a la A4 que rápidamente nos acerca a las inmediaciones del hotel.

    Ahí está, el hotel Haut Standing Beach Apartment. No tiene nada que ver, absolutamente nada, con los que nos hemos alojando en este viaje. Una mole moderna de cemento y cristal al más puro estilo europeo, con todo tipo de lujos y detalles.

    — ¡Brutal Rafa! ¡Qué lujazo de sitio!

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Dia 11 de abril. El Regreso

    Alex y yo hemos dormido en la misma habitación. Paredes con jaspeado gris, suelos de madera y muebles a juego. Dos camas gemelas con sábanas blancas y colcha de cuadros a juego. El baño completísimo, no le falta detalle y es amplio.

    Carlos y Rafa no han tenido tanta suerte y han compartido cama. Eso sí, de generosas dimensiones y ataviada también con el mismo conjunto de cama que las nuestras. Un buen lugar como colofón de este viaje.

    Nos levantamos temprano y no tenemos contratado desayuno. Por no andar buscando, lo hacemos en el hotel. Volvemos a la habitación y por el ascensor, bajamos directos al parking a por las motos.

    Después de una aventura increíble vivida en estos 7 intensos días por Marruecos, nos toca abandonar África.

    Iniciamos la ruta hacia el puerto y enseguida estamos junto a la barrera de embarque. Aunque es temprano, hay mucha gente. Antes de todo, tenemos que pasar por el control de pasaportes, presentar la ficha blanca policial, rellenada al entrar, y el Pasaporte y con eso, rellenar otra ficha amarilla de salida del vehículo.

    Rafa pasa rápido, pero Carlos parece que tarda y está visiblemente nervioso. Debe de faltarle algún papel, porque no hace más que buscar por todas partes y, dentro de la ventanilla se oyen voces.

    Por fin, el gallego levanta el brazo y enseña un papel blanco en señal de triunfo. Tras recobrar el color, pues estaba pálido, casi blanco, con rabia masculla en voz alta…

    — ¡Qué susto! Pensaba que otra vez me pasaba lo mismo.

    Deshecho el entuerto, los cuatro respiramos hondo. Primero Alex y después yo, cumplimos los trámites administrativos y llegamos a la cola a reunirnos con nuestros amigos.

    Enseguida suena un silbato y todos a subir al ferry en tropel… Nos amarran las motos en la bodega y nosotros subimos a cubierta a sentir la brisa del mar y a disfrutar del trabajo bien hecho. Son las 10:00 h., el ferry empieza a andar.

    El desembarco en Algeciras no requiere que presentemos ningún papel, así que es rápido y sencillo. No tardamos en llegar al parking junto a la furgoneta. Está entera y sin ningún rasguño, todo está perfecto y en su sitio.

    Sin más demora, empezamos a subir las motos y a amarrarlas. Esta vez, la Niken también va de polizón, pues Carlos a mitad de camino nos abandona. Tiene familia cerca de Manzanares y se quedará a hacerles una visita.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Alex de piloto, Rafa a su lado y yo apretujándole un rato… Carlos detrás, nos sigue feliz montado en su aparato.

    Parece que el cielo está cambiando. A ver si aguanta hasta Granada sin llover, así paramos para comer y Carlos puede ponerse ropa para los chubascos. Tenemos suerte, ya estamos llegando y apenas está empezando a llover, chirimiri que dicen los vascos.

    Son las 15:00 h. y como Carlos nos va a abandonar en ruta, nos despedimos de él con un abrazo acorde al sentimiento acumulado en esta aventura. No digo yo que llorando…, pero veo alguna lágrima de emoción retenida.

    Esta vez soy yo el que coge la rosca entre sus manos y, con un suave acelerón nos vamos. Desde el espejo veo que Carlos va un poco separado. Normal, ha llovido bastante mientras comíamos y el suelo está mojado. Si se acercase mucho le llenaríamos de barro.

    A la altura de Consuegra, nuestro particular motorista hace sonar su bocina con insistencia y nos adelanta. Levantando el brazo se despide y en el siguiente cruce se desvía. A nosotros aún nos falta camino para llegar a casa.

    Las 18:00 h. cuando llegamos a Manzanares. Última parada para estirar las piernas, beber algo e ir al baño. Rafa toma las riendas y del tirón vamos hasta su casa, Alex y yo hemos decidido dormir en Galapagar.

    — ¡Gracias Rafa!

    Así mañana, saldremos temprano para llegar sin agobios, Alex con su familia y yo… yo a descansar en mi cama.

  • Morocco 2020 Motorbike Adventure

    “Crónica de un viaje que no fue… pero será…”

    Todo lo que acaban de leer no es producto de su imaginación…, sino de la de cuatro “motoviajeros”, a los que les encanta conocer el mundo y a su gente a lomos de su moto, y que por culpa del Coronavirus, han tenido que aplazar este viaje.

    Y en la soledad del confinamiento, para no sentirse entre cuatro paredes aprisionados, se han dejado invadir por sus sueños y tanto es así, que esta crónica que no fue…, es el resultado de ese vuelo en libertad, conscientes de que por mucho imaginemos...

    La realidad supera siempre la ficción, y es lo que todos estamos esperando.

    Para terminar, quiero dejaros con una reflexión que leí un una ocasión y que la he hecho mía.

    “El día que comprendí que lo único que me voy a llevar es lo que vivo, Empecé a vivir lo que me quiero llevar…“

    Abril de 2020. Coruña, Madrid, Tarragona y Vitoria.

  • GALAPAGAR VITORIA

    A CORUÑA TARRAGONA