Crónicas de Cristobal Colón

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Diario de a bordo de Cristóbal Colón EL PRIMER VIAJE A LAS INDIAS (RELACIÓN COMPENDIADA POR FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS) Este es el primer viaje y las derrotas y camino que hizo el Almirante don Cristóbal Colón cuando descubrió las Indias, puesto sumariamente, sin el prólogo que hizo a los Reyes, que va a la letra y comienza de esta manera: In Nomine Domini Nostri Jesu Christi. Porque, cristianísimos y muy altos y muy excelentes y muy poderosos Príncipes, Rey y Reina de las Españas y de las islas de la mar, Nuestros Señores, este presente año de 1492, después de Vuestras Altezas haber dado fin a la guerra de los moros que reinaban en Europa y haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, adonde este presente año a dos días del mes de enero por fuerza de armas vi poner las banderas reales de Vuestras Altezas en las torres de la Alhambra, que es la fortaleza de la dicha ciudad y vi salir al rey moro a las puertas de la ciudad y besar las reales manos de Vuestras Altezas y del Príncipe mi Señor, y luego en aquel presente mes, por la información que yo había dado a Vuestras Altezas de las tierras de India y de un Príncipe llamado Gran Can (que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes), como muchas veces él y sus antecesores habían enviado a Roma a pedir doctores en nuestra santa fe porque le enseñasen en ella, y que nunca el Santo Padre le había proveído y se perdían tantos pueblos creyendo en idolatrías o recibiendo en sí sectas de perdición, Vuestras Altezas, como católicos cristianos y Príncipes amadores de la santa fe cristiana y acrecentadores de ella, y enemigos de la secta de Mahoma y de todas idolatrías y herejías, pensaron de enviarme a mí, Cristóbal Colón, a las dichas partidas de India para ver a los dichos príncipes, y los pueblos y tierras y la disposición de ellas y de todo, y la manera que se pudiera tener para la conversión de ellas a nuestra santa fe; y ordenaron que yo no fuese por tierra al Oriente, por donde se acostumbra de andar, salvo por el camino de Occidente, por donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado nadie. Así que, después de haber echado fuera todos los judíos de vuestros reinos y señoríos en el mismo mes de enero mandaron Vuestras Altezas a mí que con armada suficiente me fuese a las dichas partidas de India; y para ello me hicieron grandes mercedes y me ennoblecieron que dende en adelante yo me llamase Don, y fuese Almirante Mayor de la Mar Océana y Virrey y Gobernador perpetuo

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Viajes de Cristobal Cólon

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Diario de a bordo de Cristbal Coln

EL PRIMER VIAJE A LAS INDIAS (RELACIN COMPENDIADA POR FRAY BARTOLOM DE LAS CASAS)

Este es el primer viaje y las derrotas y camino que hizo el Almirante don Cristbal Coln cuando descubri las Indias, puesto sumariamente, sin el prlogo que hizo a los Reyes, que va a la letra y comienza de esta manera: In Nomine Domini Nostri Jesu Christi.Porque, cristiansimos y muy altos y muy excelentes y muy poderosos Prncipes, Rey y Reina de las Espaas y de las islas de la mar, Nuestros Seores, este presente ao de 1492, despus de Vuestras Altezas haber dado fin a la guerra de los moros que reinaban en Europa y haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, adonde este presente ao a dos das del mes de enero por fuerza de armas vi poner las banderas reales de Vuestras Altezas en las torres de la Alhambra, que es la fortaleza de la dicha ciudad y vi salir al rey moro a las puertas de la ciudad y besar las reales manos de Vuestras Altezas y del Prncipe mi Seor, y luego en aquel presente mes, por la informacin que yo haba dado a Vuestras Altezas de las tierras de India y de un Prncipe llamado Gran Can (que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes), como muchas veces l y sus antecesores haban enviado a Roma a pedir doctores en nuestra santa fe porque le enseasen en ella, y que nunca el Santo Padre le haba provedo y se perdan tantos pueblos creyendo en idolatras o recibiendo en s sectas de perdicin, Vuestras Altezas, como catlicos cristianos y Prncipes amadores de la santa fe cristiana y acrecentadores de ella, y enemigos de la secta de Mahoma y de todas idolatras y herejas, pensaron de enviarme a m, Cristbal Coln, a las dichas partidas de India para ver a los dichos prncipes, y los pueblos y tierras y la disposicin de ellas y de todo, y la manera que se pudiera tener para la conversin de ellas a nuestra santa fe; y ordenaron que yo no fuese por tierra al Oriente, por donde se acostumbra de andar, salvo por el camino de Occidente, por donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado nadie. As que, despus de haber echado fuera todos los judos de vuestros reinos y seoros en el mismo mes de enero mandaron Vuestras Altezas a m que con armada suficiente me fuese a las dichas partidas de India; y para ello me hicieron grandes mercedes y me ennoblecieron que dende en adelante yo me llamase Don, y fuese Almirante Mayor de la Mar Ocana y Virrey y Gobernador perpetuo de todas las islas y tierra firme que yo descubriese y ganase, y de aqu en adelante se descubriesen y ganasen en la Mar Ocana, y as me sucediese mi hijo mayor, y as de grado en grado para siempre jams. Y part yo de la ciudad de Granada a doce das del mes de mayo del mismo ao de 1492, en sbado. Vine a la villa de Palos, que es puerto de mar, adonde arm yo tres navos muy aptos para semejante hecho, y part del dicho puerto muy abastecido de muy muchos mantenimientos y de mucha gente de la mar, a tres das del mes de agosto del dicho ao, en un viernes, antes de la salida del sol con media hora, y llev el camino de las islas de Canaria de Vuestras Altezas, que son en la dicha Mar Ocana, para de all tomar mi derrota y navegar tanto que yo llegase a las Indias, y dar la embajada de Vuestras Altezas a aquellos Prncipes y cumplir lo que as me haban mandado; y para esto pens de escribir todo este viaje muy puntualmente de da en da todo lo que hiciese y viese y pasase, como adelante se vera. Tambin, Seores Prncipes, allende de escribir cada noche lo que el da pasare, y el da lo que la noche navegare, tengo propsito de hacer carta nueva de navegar, en la cual situar toda la mar y tierras del Mar Ocano en sus propios lugares, debajo su viento, y ms, componer un libro, y poner todo por el semejante por pintura, por latitud del equinoccial y longitud del Occidente; y sobre todo cumple mucho que yo olvide el sueo y tiente mucho el navegar, porque as cumple, las cuales sern gran trabajo.Viernes, 3 de agostoPartimos viernes tres das de agosto de 1492 de la barra de Salts, a las ocho horas. Anduvimos con fuerte virazn hasta el poner del sol hacia el Sur sesenta millas, que son quince leguas; despus al Sudoeste y al Sur cuarta del Sudoeste, que era el camino para las Canarias.Sbado, 4 de agostoAnduvieron al Sudoeste cuarta del Sur.Domingo, 5 de agostoAnduvieron su va entre da y noche ms de cuarenta leguas.Lunes, 6 de agostoSalt o desencajse el gobernario a la carabela Pinta, donde iba Martn Alonso Pinzn, a lo que se crey y sospech por industria de un Gmez Rascn y Cristbal Quintero, cuya era la carabela, porque le pesaba ir en aquel viaje; y dice el Almirante que antes de que partiese haban hallado en ciertos reveses y grisquetas como dicen, a los dichos. Viose all el Almirante en gran turbacin por no poder ayudar a la dicha carabela sin su peligro, y dice que alguna pena perda con saber que Martn Alonso Pinzn era persona esforzada y de buen ingenio. En fin, anduvieron entre da y noche veintinueve leguas.Martes, 7 de agostoTornse a saltar el gobernalle a la Pinta, y adobronlo y anduvieron en demanda de la isla del Lanzarote, que es una de las islas de Canarias, y anduvieron entre da y noche veinticinco leguas.Mircoles, 8 de agostoHubo entre los pilotos de las tres carabelas opiniones diversas dnde estaban, y el Almirante sali ms verdadero; y quisiera ir a Gran Canaria por dejar la carabela Pinta, porque iba mal acondicionada del gobernario y haca agua, y quisiera tomar all otra si la hallara. No pudieron tomarla aquel da.Jueves, 9 de agosto 12Hasta el domingo en la noche no pudo el Almirante tomar la Gomera, y Martn Alonso quedse en aquella costa de Gran Canaria por mandado del Almirante, porque no poda navegar. Despus torn el Almirante a Canaria, y adobaron muy bien la Pinta con mucho trabajo y diligencias del Almirante, de Martn Alonso y de los dems; y al cabo vinieron a la Gomera. Vieron salir gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife, que es muy alta en gran manera. Hicieron la Pinta redonda, porque era latina ; torn a la Gomera domingo a dos de septiembre con la Pinta adobada.Dice el Almirante que juraban muchos hombres honrados espaoles que en la Gomera estaban con doa Ins Peraza, madre de Guilln Peraza, que despus fue el primer Conde de la Gomera, que eran vecinos de la isla de Hierro, que cada ao vean tierra al Oeste de las Canarias, que es al Poniente; y otros de la Gomera afirmaban otro tanto con juramento. Dice aqu el Almirante que se acuerda que estando en Portugal el ao 1484 vino uno de la isla de Madera al Rey a le pedir una carabela para ir a esta tierra que vea, la cual juraba que cada ao la vea y siempre de una manera. Y tambin dice que se acuerda que lo mismo decan en las islas de los Azores y todos stos en una derrota y en una manera de seal y en una grandeza.Tomada, pues, agua y lea y carnes y lo dems que tenan los hombres que dej en la Gomera el Almirante cuando fue a la isla de Canaria a adobar la carabela Pinta, finalmente se hizo a la vela de la dicha isla de la Gomera con sus tres carabelas jueves a seis das de septiembre.Jueves, 6 de septiembreParti aquel da por la maana del puerto de la Gomera y tom la vuelta para ir a su viaje. Y supo el Almirante de una carabela que vena de la isla del Hierro que andaban por all tres carabelas de Portugal para lo tomar: deba ser la envidia que el Rey tena por haberse ido a Castilla. Y anduvo todo aquel da y noche en calma, y a la maana se hall entre la Gomera y Tenerife.Viernes, 7 de septiembreTodo el viernes y el sbado, hasta tres horas de noche, estuvo en calma.Sbado, 8 de septiembreTres horas de noche sbado comenz a ventear Nordeste, y tom su va y camino al Oeste.Tuvo mucha mar por proa. que le estorbaba el camino; y andara aquel da nueve leguas con su noche.Domingo, 9 de septiembreAnduvo aquel da diecinueve leguas, y acord contar menos de las que andaba, porque si el viaje fuese luengo no se espantase y desmayase la gente. En la noche anduvo ciento veinte millas; a diez millas por hora, que son treinta leguas. Los marineros gobernaban mal, decayendo sobre la cuarta del Nordeste, y aun a la media partida: sobre lo cual les ri el Almirante muchas veces.Lunes, 10 de septiembreEn aquel da con su noche anduvo sesenta leguas, a diez millas por hora 21, que son dos leguas y media; pero no contaba sino cuarenta y ocho leguas, porque no se asombrase la gente si el viaje fuese largo.Martes, 11 de septiembreAquel da navegaron a su va, que era el Oeste, y anduvieron veinte leguas y ms, y vieron un gran trozo de mstil de nao, de ciento y veinte toneles, y no lo pudieron tomar. La noche anduvieron cerca de veinte leguas, y cont no ms de diecisis por la causa dicha.Mircoles, 12 de septiembreAquel da, yendo su va, anduvieron en noche y da treinta y tres leguas, contando menos por la dicha causa.Jueves, 13 de septiembreAquel da con su noche, yendo a su va, que era al Oeste, anduvieron treinta y tres leguas, y contaba tres o cuatro menos. Las corrientes le eran contrarias. En este da, al comienzo de la noche, las agujas noroesteaban, y a la maana noroesteaban algn tanto.Viernes, 14 de septiembreNavegaron aquel da su camino al Oeste con su noche y anduvieron veinte leguas; cont alguna menos. Aqu dijeron los de la carabela Nia que haba visto un garjao y un rabo de junco; y estas aves nunca se apartan de tierra, cuando ms, veinticinco leguas.Sbado, 15 de septiembreNaveg aquel da con su noche veintisiete leguas su camino al Oeste y algunas ms. Y en esta noche al principio de ella vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos de ellos cuatro o cinco leguasDomingo, 16 de septiembreNaveg aquel da y la noche a su camino al Oeste. Andaran treinta y nueve leguas, pero no cont sino treinta y seis. Tuvo aquel da algunos nublados, llovizn. Dice aqu el Almirante que hoy y siempre de all adelante hallaron aires temperantsimos, que era placer grande el gusto de las maanas, que no faltaba sino or ruiseores. Dice l: y era el tiempo como por abril en el Andaluca. Aqu comenzaron a ver muchas manadas de hierba muy verde que poco haba, segn le pareca, que se haba desapegado de tierra, por lo cual todos juzgaban que estaban cerca de alguna isla; pero no de tierra firme, segn el Almirante, que dice: porque la tierra firme hago ms adelante.Lunes, 17 de septiembreNaveg a su camino al Oeste, y andaran en da y noche cincuenta leguas y ms. No asent sino cuarenta y siete. Ayudbales la corriente. Vieron mucha hierba y muy a menudo, y era hierba de peas, y vena la hierba de hacia Poniente. Juzgaban estar cerca de tierra.Tomaron los pilotos el Norte marcndolo, y hallaron que las agujas noroesteaban una gran cuarta, y teman los marineros y estaban penados y no decan de qu. Conocilo el Almirante; mand que tornasen a marcar el Norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujas. La causa fue porque la estrella que parece hace movimiento, y no las agujas. En amaneciendo, aquel lunes, vieron muchas ms hierbas y que parecan hierbas de ros, en las cuales hallaron un cangrejo vivo, el cual guard el Almirante. Y dice que aquellas fueron seales ciertas de tierra, porque no se hallan ochenta leguas de tierra. El agua de la mar hallaban menos salada desde que salieron de las Canarias; los aires siempre ms suaves. Iban muy alegres todos y los navos quien ms poda andar andaba por ver primero tierra. Vieron muchas toninas, y los de la Nia mataron una. Dice aqu el Almirante que aquellas seales eran del Poniente, donde espero en aquel alto Dios, en cuyas manos estn todas las victorias, que muy presto nos dar tierra. En aquella maana dice que vio un ave blanca que se llama rabo de junco que no suele dormir en la mar.Martes, 18 de septiembreNaveg aquel da con su noche, y andaran ms de cincuenta y cinco leguas, pero no asent sino cuarenta y ocho. Llevaba todos estos das mar muy bonanza, como en el ro de Sevilla. Este da Martn Alonso, con la Pinta, que era gran velera, no esper, porque dijo al Almirante desde su carabela que haba visto gran multitud de aves ir hacia el Poniente, y que aquella noche esperaba ver tierra y por eso andaba tanto. Apareci a la parte del Norte una gran cerrazn, que es seal de estar sobre la tierra.Mircoles, 19 de septiembreNaveg su camino, y entre da y noche andaran veinticinco leguas, porque tuvieron calma. Escribi veintids. Este da a las diez horas, vino a la nao un alcatraz, y a la tarde vieron otro, que no suele apartarse veinte leguas de tierra. Vinieron unos llovizneros sin viento, lo que es seal cierta de tierra. No quiso detenerse barloventeando el Almirante para averiguar si haba tierra; ms de que tuvo por cierto que a la banda del Norte y del Sur haba algunas islas, como la verdad lo estaban, y l iba por medio de ellas. Porque su voluntad era de seguir adelante hasta las Indias, y el tiempo es bueno, porque placiendo a Dios a la vuelta se vera todo; stas son sus palabras... Aqu descubrieron sus puntos los pilotos: el de la Nia se hallaba de las Canarias a cuatrocientas cuarenta leguas; el de la Pinta, a cuatrocientas veinte; el de la donde iba el Almirante, a cuatrocientas justas.Jueves, 20 de septiembreNaveg este da al Oeste cuarta del Noroeste y a la media partida, porque se mudaron muchos vientos con la calma que haba. Andaran hasta siete u ocho leguas. Vinieron a la nao dos alcatraces y despus otro, que fue seal de estar cerca de tierra; y vieron mucha hierba, aunque el da pasado no haban visto de ella. Tomaron un pjaro, con la mano, que era como un garjao; era pjaro de ro y no de mar: los pies tena como gaviota. Vinieron al navo, en amaneciendo, dos o tres pajaritos de tierra cantando, y despus, antes del sol salido, desaparecieron. Despus vino un alcatraz: vena del Oesnoroeste; iba al Sudeste, que era seal que dejaba la tierra al Oesnoroeste, porque estas aves duermen en tierra y por la maana van a la mar a buscar su vida, y no se alejan veinte leguas.Viernes, 21 de septiembreAquel da fue todo lo ms calma y despus algn viento. Andaran entre da y noche, de ello a la va y de ello no, hasta trece leguas. En amaneciendo, hallaron tanta hierba que pareca ser la mar cuajada de ella, y vena del Oeste. Vieron un alcatraz. La mar muy llana como un ro y los aires los mejores del mundo. Vieron una ballena, que es seal de que estaban cerca de tierra, porque siempre andan cercaSbado, 22 de septiembreNaveg al Oesnoroeste ms o menos, acostndose a una y otra parte. Andaran treinta leguas. No vean casi hierba. Vieron unas pardelas y otra ave. Dice aqu el Almirante: Mucho me fue necesario este viento contrario, porque mi gente andaban muy estimulados, que pensaban que no ventaban estos mares vientos para volver a Espaa. Por un pedazo de da no hubo hierba; despus, muy espesa.Domingo, 23 de septiembreNaveg al Noroeste y a las veces a la cuarta del Norte y a las veces a su camino, que era el Oeste; y andara hasta veintids leguas. Vieron una trtola, y un alcatraz y otro pajarito de ro y otras aves blancas. Las hierbas eran muchas, y hallaban cangrejos en ellas. Y como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gente diciendo: que pues por all no haba mar grande, que nunca ventara para volver a Espaa; pero despus alzse mucho la mar y sin viento, que los asombraba, por lo cual dice aqu el Almirante: "As que muy necesario me fue la mar alta, que no pareci salvo el tiempo de los judos cuando salieron de Egipto contra Moisn, que los sacaba de cautiverio."Lunes, 24 de septiembreNaveg a su camino al Oeste da y noche, y andaran catorce leguas y media. Cont doce. Vino al navo un alcatraz y vieron muchas pardelas.Martes, 25 de septiembreEste da hubo mucha calma, y despus vent; y fueron su camino al Oeste hasta la noche. Iba hablando el Almirante con Martn Alonso Pinzn, capitn de la otra carabela Pinta, sobre una carta que le haba enviado tres das haca a la carabela, donde segn parece tena pintadas el Almirante ciertas islas por aquella mar. Y deca Martn Alonso que estaban en aquella comarca, y deca el Almirante que as le pareca a l; pero puesto que no hubiesen dado con ellas, lo deban de haber causado las corrientes que siempre haban echado los navos al Nordeste, y que no haban andado tanto como los pilotos decan. Y, estando en esto, dijo el Almirante que le enviase la carta dicha. Y, enviada con alguna cuerda, comenz el Almirante a cartear en ella con su piloto y marineros. Al sol puesto, subi el Martn Alonso en la popa de su navo, y con mucha alegra llam al Almirante, pidindole albricias que vea tierra. Y cuando se lo oy decir con afirmacin, el Almirante dice que se ech a dar gracias a Nuestro Seor de rodillas, y el Martn Alonso deca Gloria in excelsis Deo con su gente. Lo mismo hizo la gente del Almirante; y los de la Nia subironse todos sobre el mstil y en la jarcia, y todos afirmaron que era tierra. Y al Almirante as pareci y que habra a ella veinticinco leguas. Estuvieron hasta la noche afirmando todos ser tierra. Mand el Almirante dejar su camino, que era el Oeste, y que fuesen todos al Sudoeste, adonde haba parecido la tierra. Habran andado aquel da al Oeste cuatro leguas y media, y en la noche al Sudoeste diecisiete leguas, que son veintiuna, puesto que deca a la gente trece leguas porque siempre finga a la gente que haca poco camino porque no les pareciese largo; por manera que escribi por dos caminos aquel viaje, el menor fue el fingido, y el mayor el verdadero. Anduvo la mar muy llana, por lo cual se echaron a nadar muchos marineros. Vieron muchos dorados y otros peces.Mircoles, 26 de septiembreNaveg a su camino al Oeste hasta despus de medio da. De all fueron al Sudoeste hasta conocer que lo que decan que haba sido tierra no lo era, sino cielo. Anduvieron da y noche treinta y una leguas, y cont a la gente veinticuatro. La mar era como un ro, los aires dulces y suavsimos.Jueves, 27 de septiembreNaveg a su va al Oeste. Anduvo entre da y noche veinticuatro leguas; cont a la gente veinte leguas. Vinieron muchos dorados; mataron uno. Vieron un rabo de junco.Viernes, 28 de septiembreNaveg a su camino al Oeste, anduvieron da y noche con calma catorce leguas; contaron trece. Hallaron poca hierba; tomaron dos peces dorados, y en los otros navos ms.Sbado, 29 de septiembreNaveg a su camino al Oeste. Anduvieron veinticuatro leguas; cont a la gente veintiuna. Por calmas que tuvieron, anduvieron entre da y noche poco. Vieron un ave que se llamaba rabihorcado, que hace vomitar a los alcatraces lo que comen para comerlo ella, y no se mantiene de otra cosa. Es ave de la mar, pero no posa en la mar ni se aparta de tierra veinte leguas. Hay de stas muchas en las islas de Cabo Verde. Despus vinieron dos alcatraces. Los aires eran muy dulces y sabrosos, que dice que no faltaba sino oir al ruiseor, y la mar llana como un ro. Parecieron despus en tres veces tres alcatraces y un horcado. Vieron mucha hierba.Domingo, 30 de septiembreNaveg su camino al Oeste. Anduvo entre da y noche, por las calmas, catorce leguas; cont once. Vinieron al navo cuatro rabos de junco, que es gran seal de tierra, porque tantas aves de una naturaleza juntas es seal que no andan desmandadas ni perdidas. Vironse cuatro alcatraces en dos veces. Hierba, mucha. Nota: Que las estrellas que se llaman las Guardas, cuando anochece, estn junto al brazo de la parte del Poniente, y cuando amanece estn en la lnea debajo del brazo al Nordeste, que parece que en toda la noche no andan salvo tres lneas, que son nueve horas, y esto cada noche: esto dice aqu el Almirante. Tambin en anocheciendo las agujas noroestean una cuarta, y en amaneciendo estn con la estrella justo; por lo cual parece que la estrella hace movimiento como las otras estrellas, y las agujas piden siempre la verdad.Lunes, 1 de octubreNaveg su camino al Oeste. Anduvieron veinticinco leguas; cont a la gente veinte leguas. Tuvieron grande aguacero. El piloto del Almirante tena hoy, en amaneciendo, que haban andado desde la isla de Hierro hasta aqu quinientas sesenta y ocho leguas al Oeste. La cuenta menor que el Almirante mostraba a la gente eran quinientas ochenta y cuatro leguas; pero la verdadera que el Almirante juzgaba y guardaba eran setecientas siete.Martes, 2 de octubreNaveg su camino al Oeste noche y da treinta y nueve leguas, cont a la gente obra de treinta leguas. La mar, llana y buena siempre. A Dios muchas gracias sean dadas, dijo aqu el Almirante. Hierba vena del Este al Oeste, por el contrario de lo que sola: parecieron muchos peces; matse uno. Vieron un ave blanca que pareca gaviota.Mircoles, 3 de octubreNaveg su va ordinaria. Anduvieron cuarenta y siete leguas; cont a la gente cuarenta leguas. Aparecieron pardelas, hierba mucha, alguna muy vieja y otra muy fresca, y traa como fruta; y no vieron aves algunas. Crea el Almirante que le quedaban atrs las islas que traa pintadas en su carta. Dice aqu el Almirante que no se quiso detener barloventeando la semana pasada y estos das que haba tantas seales de tierra, aunque tena noticia de ciertas islas en aquella comarca, por no se detener, pues su fin era pasar a las Indias; y si se detuviera, dice l, que no fuera buen seso.Jueves, 4 de octubreNaveg a su camino al Oeste. Anduvieron entre da y noche sesenta y tres leguas; cont a la gente cuarenta y seis leguas. Vinieron al navo ms de cuarenta pardelas juntos y dos alcatraces, y al uno dio una pedrada un mozo de la carabela. Vino a la nao un rabihorcado y una blanca como gaviota.Viernes, 5 de octubreNaveg a su camino. Andaran once millas por hora. Por la noche y da andaran cincuenta y siete leguas, porque afloj la noche algo el viento; cont a su gente cuarenta y cinco. La mar en bonanza y llana. A Dios -dice- muchas gracias sean dadas. El aire muy dulce y templado, hierba ninguna, aves pardelas muchas, peces golondrinas volaron en la nao muchos.Sbado, 6 de octubreNaveg su camino al Oeste o Geste, que es lo mismo. Anduvieron cuarenta leguas entre da y noche; cont a la gente treinta y tres leguas. Esta noche dijo Martn Alonso que sera bien navegar a la cuarta del Oeste, a la parte del Sudoeste; y al Almirante pareci que no deca esto Martn Alonso por la isla de Cipango, y el Almirante vea que si la erraban que no pudieran tan presto tomar tierra y que era mejor una vez ir a la tierra firme y despus a las islas.Domingo, 7 de octubreNaveg a su camino al Oeste; anduvieron doce millas por hora dos horas, y despus ocho millas por hora; y andara hasta una hora de sol veintitrs leguas. Cont a la gente dieciocho. En este da, al levantar el sol, la carabela Nia, que iba delante por ser velera, y andaban quien ms poda por ver primero tierra, por gozar de la merced que los Reyes a quien primero la viese haban prometido, levant una bandera en el topo del mstil y tir una lombarda por seal que vean tierra, porque as lo haba ordenado el Almirante. Tena tambin ordenado que al salir del sol y al ponerse se juntasen todos los navos con l, porque estos dos tiempos son ms propios para que los humores den ms lugar a ver ms lejos. Como en la tarde no viesen tierra, la que pensaban los de la carabela Nia que haban visto, y porque pasaban gran multitud de aves de la parte del Norte al Sudoeste (por lo cual era de creer que se iban a dormir a tierra o huan quiz del invierno, que en las tierras de donde venan deba de querer venir, porque saba el Almirante que las ms de las islas que tienen los portugueses por las aves las descubrieron), por esto el Almirante acord dejar el camino del Oeste y poner la proa hacia Oessudoeste, con determinacin de andar dos das por aquella va. Esto comenz antes una hora del sol puesto. Andaran en toda la noche obra de cinco leguas, y veintitrs del da. Fueron por todas veintiocho leguas noche y da.Lunes, 8 de octubreNaveg al Oessudoeste y andaran entre da y noche once leguas y media o doce, y a ratos parece que anduvieron en la noche quince millas por hora, si no est mentirosa la letra. Tuvieron la mar como el ro de Sevilla; gracias a Dios, dice el Almirante. Los aires muy dulces como en abril en Sevilla, que es placer estar a ellos: tan olorosos son. Pareci la hierba muy fresca; muchos pajaritos del campo, y tomaron uno que iba huyendo al Sudoeste, grajaos y nades y un alcatraz.Martes, 9 de octubreNaveg al Sudoeste. Anduvo cinco leguas; mudse el viento y corri al Oeste cuarta al Noroeste, y anduvo cuatro leguas. Despus con todas once leguas de da y a la noche veinte leguas y media. Cont a la gente diecisiete leguas. Toda la noche oyeron pasar pjaros.Mircoles, 10 de octubreNaveg al Oessudoeste. Anduvieron a diez millas por hora y a ratos doce y algn rato a siete, y entre da y noche cincuenta y nueve leguas. Cont a la gente cuarenta y cuatro leguas no ms. Aqu la gente ya no lo poda sufrir: quejbase del largo viaje. Pero el Almirante los esforz lo mejor que pudo, dndoles buena esperanza de los provechos que podran haber. Y aada que por dems era quejarse, pues que l haba venido a las Indias, y que as lo haba de proseguir hasta hallarlas con la ayuda de Nuestro Seor.Jueves, 11 de octubreNaveg al Oessudoeste. Tuvieron mucha mar y ms que en todo el viaje haban tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la carabela Pinta una caa y un palo y tomaron otro palillo labrado a lo que pareca con hierro, y un pedazo de caa y otra hierba que nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela Nia tambin vieron otras seales de tierra y un palillo cargado de escaramujos. Con estas seales respiraron y alegrronse todos. Anduvieron en este da, hasta puesto el sol, veintisiete leguas.Despus del sol puesto, naveg a su primer camino, al Oeste; andaran doce millas cada hora y hasta dos horas despus de media noche andaran noventa millas, que son veintids leguas y media. Y porque la carabela Pinta era ms velera e iba delante del Almirante, hall tierra e hizo las seas que el Almirante haba mandado. Esta tierra vio primero un marinero que se deca Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre, aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llam a Pero Gutirrez, repostero de estrados del Rey, y djole que pareca lumbre, que mirase l, y as lo hizo y viola; djole tambin a Rodrigo Snchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en el armada por veedor, el cual no vio nada porque no estaba en lugar do la pudiese ver. Despus de que el Almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar junto a la tierra. Por lo cual, cuando dijeron la Salve, que la acostumbraban decir y cantar a su manera todos los marineros y se hallan todos, rog y amonestlos el Almirante que hiciesen buena guarda al castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que vea tierra le dara luego un jubn de seda, sin las otras mercedes que los Reyes haban prometido, que eran diez mil maraveds de juro a quien primero la viese. A las dos horas despus de media noche pareci la tierra de la cual estaran dos leguas Amaaron todas las velas, y quedaron con el treo, que es la vela grande sin bonetas, y pusironse a la corda, temporizando hasta el da viernes, que llegaron a una islita de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahan. Luego vinieron gente desnuda, y el Almirante sali a tierra en la barca armada, y Martn Alonso Pinzn y Vicente Yez, su hermano, que era capitn de la Nia. Sac el Almirante la bandera real y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navos por sea, con una F y una Y: encima de cada letra su corona, una de un cabo de la cruz y otra de otro. Puestos en tierra vieron rboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llam a los dos capitanes y a los dems que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo, escribano de toda el armada, y a Rodrigo Snchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio cmo l por ante todos tomaba, como de hecho tom, posesin de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus seores, haciendo las protestaciones que se requeran, como ms largo se contiene en los testimonios que all se hicieron por escrito. Luego se ajunt all mucha gente de la isla. Esto que se sigue son palabras formales del Almirante, en su libro de su primera navegacin y descubrimiento de estas Indias. Yo -dice l-, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conoc que era gente que mejor se librara y convertira a nuestra Santa Fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponan al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales despus venan a las barcas de los navos adonde nos estbamos, nadando, y nos traan papagayos e hilo de algodn en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dbamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenan de buena voluntad. Mas me pareci que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los pari, y tambin las mujeres, aunque no vi ms de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vi de edad de ms de treinta aos: muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras: los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballo, y cortos: los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrs que traen largos, que jams cortan. De ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios ni negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de colorado, y de ellos de lo que hallan, y de ellos se pintan las caras, y de ellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos, y de ellos slo el nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostr espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia. No tienen algn hierro: sus azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pez, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano Son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vi algunos que tenan seales de heridas en sus cuerpos, y les hice seas qu era aquello, y ellos me mostraron cmo all venan gente de otras islas que estaban cerca y les queran tomar y se defendan. Y yo cre y creo que aqu vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les deca, y creo que ligeramente se haran cristianos; que me pareci que ninguna secta tenan. Yo, placiendo a Nuestro Seor, llevar de aqu al tiempo de mi partida seis a Vuestras Altezas para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos, en esta isla. Todas son palabras del Almirante.Sbado, 13 de octubre Luego que amaneci vinieron a la playa muchos de estos hombres, todos mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy hermosa: los cabellos no crespos, salvo corredios y gruesos, como sedas de caballo, y todos de la frente y cabeza muy ancha ms que otra generacin que hasta aqu haya visto, y los ojos muy hermosos y no pequeos, y ellos ninguno prieto, salvo de la color de los canarios, ni se debe esperar otra cosa, pues est Este Oeste con la isla de Hierro, en Canaria, bajo una lnea. Las piernas muy derechas, todos a una mano, y no barriga, salvo muy bien hecha. Ellos vinieron a la nao con almadas, que son hechas del pie de un rbol, como un barco luengo, y todo de un pedazo, y labrado muy a maravilla, segn la tierra, y grandes, en que en algunas venan cuarenta o cuarenta y cinco hombres, y otras ms pequeas, hasta haber de ellas en que vena un solo hombre. Remaban con una pala como de hornero, y anda a maravilla; y si se le trastorna, luego se echan todos a nadar y la enderezan y vacan con calabazas que traen ellos. Traan ovillos de algodn hilado y papagayos y azagayas y otras cositas que sera tedio de escribir, y todo daban por cualquier cosa que se los diese. Y yo estaba atento y trabajaba de saber si haba oro, y vi que algunos de ellos traan un pedazuelo colgado en un agujero que tienen a la nariz, y por seas pude entender que yendo al Sur o volviendo la isla por el Sur, que estaba all un rey que tena grandes vasos de ello, y tena muy mucho. Trabaj que fuesen all, y despus vi que no entendan en la ida. Determin de aguardar hasta maana en la tarde y despus partir para el Sudeste, que segn muchos de ellos me ensearon decan que haba tierra al Sur y al Sudoeste y al Noroeste, y que stas del Noroeste les venan a combatir muchas veces, y as ir al Sudoeste a buscar el oro y piedras preciosas. Esta isla es bien grande y muy llana y de rboles muy verdes y muchas aguas y una laguna en medio muy grande, sin ninguna montaa, y toda ella verde, que es placer de mirarla; y esta gente harto mansa, y por la gana de haber de nuestras cosas, y temiendo que no se les ha de dar sin que den algo y no lo tienen, toman lo que pueden y se echan luego a nadar; que hasta los pedazos de las escudillas y de las tazas de vidrio rotas rescataban hasta que vi dar diecisis ovillos de algodn por tres ceots de Portugal, que es una blanca de Castilla, y en ellos habra ms de una arroba de algodn hilado. Esto defendiera y no dejara tomar a nadie, salvo que yo lo mandara tomar todo para Vuestras Altezas si hubiera en cantidad. Aqu nace en esta isla, mas por el poco tiempo no pude dar as del todo fe. Y tambin aqu nace el oro que traen colgado a la nariz; ms, por no perder tiempo quiero ir a ver si puedo topar a la isla de Cipango. Ahora, como fue noche, todos se fueron a tierra con sus almadas.Domingo, 14 de octubreEn amaneciendo mand aderezar el batel de la nao y las barcas de las carabelas, y fui al luengo de la isla, en el camino del Nordeste, para ver la otra parte, que era de la otra parte, del Este que haba, y tambin para ver las poblaciones, y vi luego dos o tres, y la gente que venan todos a la playa llamndonos y dando gracias a Dios. Los unos nos traan agua; otros, otras cosas de comer; otros, cuando vean que yo no curaba de ir a tierra, se echaban a la mar nadando y venan, y entendamos que nos preguntaban si ramos venidos del cielo. Y vino uno viejo en el batel dentro, y otros a voces grandes llamaban todos, hombres y mujeres: Venid a ver los hombres que vinieron del cielo; traedles de comer y de beber. Vinieron muchos y muchas mujeres, cada uno con algo, dando gracias a Dios, echndose al suelo, y levantaban las manos al cielo, y despus nos llamaban que fusemos a tierra. Mas yo tema de ver una grande restinga de piedras que cerca toda aquella isla alrededor, y entre medias queda hondo el puerto para cuantas naos hay en toda la Cristiandad, y la entrada de ello muy angosta. Es verdad que dentro de esta cinta hay algunas bajas, mas la mar no se mueve ms que dentro en un pozo. Y para ver todo esto me mov esta maana, porque supiese dar de todo relacin a Vuestras Altezas y tambin adnde pudiera hacer fortaleza, y vi un pedazo de tierra que se hace como isla, aunque no lo es, en que haba seis casas, el cual se pudiera atajar en dos das por isla; aunque yo no veo necesario, porque esta gente es muy simplice en armas, como vern Vuestras Altezas de siete que yo hice tomar para les llevar y aprender nuestra habla y volverlos, salvo que Vuestras Altezas cuando mandaren pudenlos todos llevar a Castilla o tenerlos en la misma isla cautivos, porque con cincuenta hombres los tendrn todos sojuzgados y les harn hacer todo lo que quisieren. Y despus junto con la dicha isleta estn huertas de rboles las ms hermosas que yo vi, y tan verdes y con sus hojas como las de Castilla en el mes de abril y de mayo, y mucha agua. Yo mir todo aquel puerto y despus me volv a la nao y di a la vela, y vi tantas islas que yo no saba determinarme a cul ira primero. Y aquellos hombres que yo tena tomado me decan por seas que eran tantas y tantas que no haba nmero, y nombraron por su nombre ms de ciento. Por ende yo mir por la ms grande, y a aqulla determin andar, y as hago, y ser lejos de sta de San Salvador cinco leguas; y las otras de ellas ms, de ellas menos. Todas son muy llanas, sin montaas y muy frtiles y todas pobladas, y se hacen la guerra la una a la otra, aunque stos son muy smplices y muy lindos cuerpos de hombres.Lunes, 15 de octubreHaba temporejado esta noche con temor de no llegar a tierra a surgir antes de la maana, y por no saber si la costa era limpia de bajas, y en amaneciendo cargar velas. Y como la isla fuese ms lejos de cinco leguas, antes ser siete, y la marea me detuvo, sera medio da cuando llegu a la dicha isla.Y hall que aquella haz que es de la parte de la isla de San Salvador se corre Norte Sur y hay en ella cinco leguas, y la otra que yo segu se corra este Oeste y hay en ella ms de diez leguas. Y como de esta isla vi otra mayor al Oeste, cargu las velas por andar todo aquel da hasta la noche, porque an no pudiera haber andado al cabo del Oeste, a la cual puse nombre la isla de Santa Mara de la Concepcin. Y casi al poner del sol surg acerca del dicho cabo por saber si haba all oro, porque estos que yo haba hecho tomar en la isla de San Salvador me decan que ah traan manillas de oro muy grandes a las piernas y a los brazos. Yo bien cre que todo lo que decan era burla para se huir. Con todo, mi voluntad era de no pasar por ninguna isla de que no tomase posesin, puesto que tomado de una se puede decir de todas. Y surg y estuve hasta hoy martes, que en amaneciendo fui a tierra con las barcas armadas y sal; y ellos, que eran muchos as desnudos y de la misma condicin de la otra isla de San Salvador, nos dejaron ir por la isla y nos daban lo que les peda. Y porque el viento cargaba a la traviesa Sudeste no me quise detener y part para la nao, y una almada grande estaba a bordo de la carabela Nia; y uno de los hombres de la isla de San Salvador, que en ella era, se ech a la mar y se fue en ella; y la noche de antes a me dio echado al otro y fue atrs la almada, la cual huy que jams fue barca que le pudiese alcanzar, puesto que le tenamos grande avante. Con todo, dio en tierra y dejaron la almada; y algunos de los de mi compaa salieron en tierra tras ellos, y todos huyeron como gallinas, y la almada que haban dejado la llevamos a bordo de la carabela Nia, adonde ya, de otro cabo, vena otra almada pequea con un hombre que vena a rescatar un ovillo de algodn; y se echaron algunos marineros a la mar, porque l no quera entrar en la carabela, y le tomaron. Y yo, que estaba en la popa de la nao, que vi todo, envi por l y le di un bonete colorado y unas cuentas de vidrio verdes, pequeas, que le puse al brazo, y dos cascabeles que le puse a las orejas, y le mand volver a su almada, que tambin tena en la barca, y le envi a tierra. Y di luego la vela para ir a la otra isla grande que yo vea al Oeste, y mand largar tambin la otra almada que traa la carabela Nia por popa. Y vi despus en tierra, al tiempo de la llegada del otro a quien yo haba dado las cosas susodichas y no le haba querido tomar el ovillo de algodn, puesto que l me lo quera dar, y todos los otros se llegaron a l y tena a gran maravilla y bien le pareci que ramos buena gente, y que el otro que se haba huido nos haba hecho algn dao y que por esto lo llevbamos. Y a esta razn us esto con l, de le mandar alargar, y le di las dichas cosas porque nos tuviese en esta estima, porque otra vez cuando Vuestras Altezas aqu tornen a enviar no haga mala compaa; y todo lo que yo le di no vala cuatro maraveds. Y as part, que seran las diez horas, con el viento Sudeste, y tocaba de Sur para pasar a esta otra isla, la cual es grandsima y adonde todos estos hombres que yo traigo de la de San Salvador hacen seas que hay muy mucho oro y que lo traen en los brazos en manillas y a las piernas y a las orejas y al nariz y al pescuezo. Y haba de esta isla de Santa Mara a esta otra nueve leguas Este Oeste, y se corre toda esta parte de la isla Noroeste Sudeste. Y se parece que bien habra en esta costa ms de veintiocho leguas en esta haz. Y es muy llana sin montaa ninguna, as como aquellas de San Salvador y de Santa Mara, y todas las playas sin roquedos, salvo que en todas hay algunas peas cerca de tierra debajo del agua; por donde es menester abrir el ojo cuando se quiere surgir y no surgir mucho acerca de tierra, aunque las aguas son siempre muy claras y se ve el fondo. Y desviado de tierra dos tiros de lombarda, hay en todas estas islas tanto fondo que no se puede llegar a l. Son estas islas muy verdes y frtiles y de aires muy dulces, y puede haber muchas cosas que yo no s, porque no me quiero detener por calar y andar muchas islas para hallar oro. Y pues stas dan as estas seas, que lo traen a los brazos y a las piernas, y es oro porque les mostr algunos pedazos del que yo tengo, no puedo errar con la ayuda de Nuestro Seor que yo no le halle adonde nace. Y estando a medio golfo de estas dos islas es de saber de aquella de Santa Maria y de esta grande, a la cual pongo nombre la Fernandina hall un hombre solo en una almada que se pasaba de la isla de Santa Mara a la Fernandina, y traa un poco de su pan, que sera tanto como el puo, y una calabaza de agua y un pedazo de tierra bermeja hecha en polvo y despus amasada, y unas hojas secas que debe ser cosa muy apreciada entre ellos porque ya me trajeron en San Salvador de ellas en presente, y traa un cestillo a su guisa en que tena un ramalejo de cuentecillas de vidrio y dos blancas, por las cuales conoc que l vena de la isla de San Salvador y haba pasado a aquella de Santa Mara y se pasaba a la Fernandina, el cual se lleg a la nao. Yo le hice entrar, que as lo demandaba l, y le hice poner su almada en la nao y guardar todo lo que l traa; y le mand dar de comer pan y miel y de beber. Y as le pasar a la Fernandina y le dar todo lo suyo, porque d buenas nuevas de nos para, a Nuestro Seor aplaciendo, cuando Vuestras Altezas envien ac, que aquellos que vinieren reciban honra y nos den de todo lo que hubiere.Martes, 16 de octubrePart de las islas de Santa Maria de la Concepcin, que sera ya cerca del medio da, para la isla Fernandina, la cual muestra ser grandsima al Oeste, y navegu todo aquel da con calmeria. No pude llegar a tiempo de poder ver el fondo para surgir en limpio, porque es en esto mucho de haber gran diligencia por no perder las anclas; y as temporic toda esta noche hasta el da que vine a una poblacin, adonde yo surg y donde haba venido aquel hombre que yo hall ayer en aquella almada a medio golfo, el cual haba dado tantas buenas nuevas de nos que toda esta noche no faltaron almadas a bordo de la nao, que nos traan agua y de lo que tenan. Yo a cada uno le mandaba dar algo, es a saber, algunas cuentecillas, diez o doce de ellas de vidrio en un hilo, y algunas sonajas de latn de stas que valen en Castilla un maraved cada una, y algunas agujetas, de que todo tenan en grandsima excelencia, y tambin los mandaba dar, para que comiesen cuando venan en la nao, y miel de azcar. Y despus, a horas de tercia, envi al batel de la nao en tierra por agua, y ellos de muy buena gana le enseaban a mi gente adnde estaba el agua, y ellos mismos traan los barriles llenos al batel y se holgaban mucho de nos hacer placer. Esta isla es grandsima y tengo determinado de la rodear, porque, segn puedo entender, en ella o cerca de ella hay mina de oro. Esta isla est desviada de la de Santa Mara ocho leguas casi Este Oeste; y este cabo adonde yo vine y toda esta costa se corre Noroeste y Sursudeste, y vi bien veinte leguas de ella, mas ah no acababa. Ahora escribiendo esto, di la vela con el viento Sur para pujar a rodear toda la isla, y trabajar hasta que halle Samaot, que es la isla o ciudad adonde es el oro, que as lo dicen todos estos que aqu vienen en la nao, y nos lo decan los de la isla de San Salvador y de Santa Mara. Esta gente es semejante a aquellas de las dichas islas, y una habla y unas costumbres, salvo que stos ya me parecen algn tanto ms domstica gente y de trato y ms sutiles, porque veo que han trado algodn aqu a la nao y otras cositas, que saben mejor refetar el pagamento que no hacan los otros. Y aun en esta isla vi paos de algodn hechos como mantillos, y la gente ms dispuesta, y las mujeres traen por delante su cuerpo una cosita de algodn que escasamente les cobija su natura. Ella es isla muy verde y llana y fertilsima, y no pongo duda de que todo el ao siembran panizo y cogen, y as todas otras cosas. Y vi muchos rboles muy disformes de los nuestros, y de ellos muchos que tenan los ramos de muchas maneras y todo en un pie, y un ramito es de una manera y otro de otra, y tan disforme que es la mayor maravilla del mundo cunta es la diversidad de una manera a la otra; verbigracia, un ramo tena las hojas a manera de caas y otro de la manera de lentisco, y as en un solo rbol de cinco o seis de estas maneras, y todos tan diversos; ni stos son injertados, porque se pueda decir que el injerto lo hace, antes son por los montes, ni cura de ellos esta gente. No les conozco secta ninguna, y creo que muy presto se tornaran cristianos, porque ellos son de muy buen entender. Aqu son los peces tan disformes de los nuestros que es maravilla. Hay algunos hechos como gallos, de las ms finas colores del mundo, azules, amanlos, colorados y de todas colores, y otros pintados de mil maneras; y las colores son tan finas que no hay hombre que no se maraville y no tome gran descanso a verlos. Tambin hay ballenas. Bestias en tierra no vi ninguna de ninguna manera, salvo papagayos y lagartos. Un mozo me dijo que vio una grande culebra. Ovejas ni cabras ni otra ninguna bestia vi; aunque yo he estado aqu muy poco, que es medio da: mas si las hubiese no pudiera errar de ver alguna. El cerco de esta isla escribir despus que yo la hubiese rodeado.Mircoles, 17 de octubreA medioda part de la poblacin adonde yo estaba surgido y adonde tom agua para ir a rodear esta isla Fernandina, y el viento era Sudoeste y Sur, y como mi voluntad fuese de seguir esta costa de esta isla adonde yo estaba al Sudeste, porque as se corre toda Nornoroeste y Sursudeste y quera llevar el dicho camino de Sur y Sudeste, porque aquella parte todos estos indios que traigo y otro de quien hube seas en esta parte del Sur a la isla a que ellos llaman Samoet, adonde es el oro, y Martn Alonso Pinzn, capitn de la carabela Pinta, en la cual yo mand a tres de estos indios, vino a mi y me dijo que uno de ellos muy certificadamente le haba dado a entender que por la parte del Nornoroeste muy ms presto arrodeara la isla. Yo vi que el viento no me ayudaba por el camino que yo quera llevar, y era bueno por el otro. Di la vela al Nornoroeste, y cuando fui cerca del cabo de la isla, a dos leguas, hall un muy maravilloso puerto con una boca, aunque dos bocas se le puede decir, porque tiene un isleo en medio y son ambas muy angostas y dentro muy ancho para cien navos, si fuera hondo y limpio y hondo a la entrada. Parecime razn de lo ver bien y sondear, y as surg fuera de l y fui en l con todas las barcas de los navos y vimos que no haba fondo. Y porque pens cuando yo le vi que era boca de algn ro, haba mandado llevar barriles para tomar agua, y en tierra hall unos ocho o diez hombres que luego vinieron a nos y nos mostraron ah cerca la poblacin, adonde yo envi la gente por agua, una parte con armas, otros con barriles, y as la tomaron; y porque era lejuelos me detuve por espacio de dos horas. En este tiempo anduve as por aquellos rboles, que era la cosa ms hermosa de ver que otra se haya visto, viendo tanta verdura en tanto grado como en el mes de mayo en el Andaluca, y los rboles todos estn tan disformes de los nuestros como el da de la noche; y as las frutas y as las hierbas y las piedras y todas las cosas. Verdad es que algunos rboles eran de la naturaleza de otros que hay en Castilla: por ende haba muy gran diferencia, y los otros rboles de otras maneras eran tantos que no hay persona que lo pueda decir ni asemejar a otros en Castilla. La gente toda era una con los otros ya dichos, de las mismas condiciones, y as desnudos y de la misma estatura, y daban de lo que tenan por cualquier cosa que les diesen; y aqu vi que unos mozos de los navos les trocaron azagayas por unos pedazuelos de escudillas rotas y de vidrio. Y los otros que fueron por el agua me dijeron cmo haban estado en sus casas y que eran de adentro muy barridas y limpias, y sus camas y paramentos de cosas que son como redes de algodn; ellas, las casas, son todas a manera de alfaneques y muy altas y buenas chimeneas; mas no vi entre muchas poblaciones que yo vi que ninguna pasase de doce hasta quince casas. Aqu hallaron que las mujeres casadas traan bragas de algodn, las mozas no, sino salvo algunas que eran ya de edad de dieciocho aos. Y ah haba perros mastines y branchetes, y ah hallaron uno que haba al nariz un pedazo de oro que sera como la mitad de un castellano, en el cual vieron letras. Re yo con ellos porque no se lo rescataron y dieron cuanto peda, por ver qu era y cya esta moneda era; y ellos me respondieron que nunca se lo os rescatar. Despus de tomada la agua volv a la nao, y di la vela y sal al Noroeste, tanto que yo descubr toda aquella parte de la isla hasta la costa que se corre Este Oeste, y despus todos estos indios tornaron a decir que esta isla era ms pequea que no la isla Samoet y que sera bien volver atrs por ser en ella ms presto. El viento all luego ms calmo y comenz a ventear Oesnoroeste, el cual era contrario para donde habamos venido, y as tom la vuelta y navegu toda esta noche pasada al Estesudeste, y cundo al Este todo y cundo al Sudeste; y esto para apartarme de la tierra, porque hacia muy gran cerrazn y el tiempo muy cargado; l era poco y no me dej llegar a tierra a surgir. As que esta noche llovi muy fuerte despus de media noche hasta casi el da, y an est nublado para llover, y nos, al cabo de la isla de la parte del Sudeste, adonde espero surgir hasta que aclarezca para ver las otras islas adonde tengo de ir. Y as todos estos das despus que en estas Indias estoy ha llovido poco o mucho. Crean Vuestras Altezas que es esta tierra la mejor y ms frtil y temperada y llana y buena que haya en el mundo.Jueves, 18 de octubreDespus que aclareci segu el viento, y fui en derredor de la isla cuanto pude, y surg al tiempo que ya no era de navegar; mas no fui en tierra, y en amaneciendo di la vela.Viernes, 19 de octubreEn amaneciendo levant las anclas y envi la carabela Pinta al Este y Sudeste y la carabela Nia al Sursudeste, y yo con la nao fui al Sudeste, y dado orden que llevasen aquella vuelta hasta medio da, y despus que ambas se mudasen las derrotas, y se recogieron para m. Y luego, antes que andsemos tres horas, vimos una isla al Este sobre la cual descargamos. y llegamos a ella todos tres navos antes de medio da a la punta del Norte, adonde hace un isleo y una restinga de piedra fuera de l al Norte y otro entre l y la isla grande; la cual nombraron estos hombres de San Salvador que yo traigo la isla Samoet, a la cual puse nombre de la Isabela. El viento era Norte, y quedaba el dicho isleo en derrota de la isla Fernandina, de adonde yo haba partido Este Oeste; y se corra despus la costa desde el isleo al Oeste y haba en ella doce leguas hasta un cabo, al que yo llam el Cabo Hermoso, que es de la parte del Oeste. Y as es hermoso, redondo y muy hondo, sin bajas fuera de l, y al comienzo de piedra y bajo y ms adentro es playa de arena como casi la dicha costa es. Y ah surg esta noche viernes hasta la maana. Esta costa toda y la parte de la isla que yo vi es toda casi playa, y la isla ms hermosa cosa que yo vi; que si las otras son muy hermosas, sta es ms. Es de muchos rboles y muy verdes y muy grandes, y esta tierra es ms alta que las otras islas halladas, y en ella algn altillo, no que se le pueda llamar montaa, mas cosa que hermosea lo otro, y parece de muchas aguas all al medio de la isla. De esta parte al Nordeste hace una gran angla, y hay muchos arboledos y muy espesos y muy grandes. Yo quise ir a surgir en ella para salir a tierra y ver tanta hermosura; mas era el fondo bajo y no poda surgir salvo largo de tierra, y el viento era muy bueno para venir a este cabo adonde yo surg ahora, al cual puse nombre Cabo Hermoso, porque as lo es. Y as no surg en aquella angla, y aun porque vi este cabo de all tan verde y tan hermoso, as como todas las otras cosas y tierras de estas islas que yo no s adnde me vaya primero ni me s cansar los ojos de ver tan hermosas verduras y tan diversas de las nuestras. Y aun creo que hay en ella muchas hierbas y muchos rboles que valen mucho en Espaa para tinturas y medicinas de especiera, mas yo no los conozco, de que llevo grande pena. Y llegando yo aqu a este cabo vino el olor tan bueno y suave de flores o rboles de la tierra, que era la cosa ms dulce del mundo. De maana, antes que yo de aqu vaya ir en tierra a ver qu es. Aqu en el cabo no es la poblacin salvo all ms adentro, donde dicen otros hombres que yo traigo que est el rey que trae mucho oro; y yo de maana quiero ir tanto avante que halle la poblacin y vea o haya lengua con este rey que, segn stos dan las seas, l seorea todas estas islas comarcanas y va vestido y trae sobre s mucho oro; aunque yo no doy mucha fe a sus decires, as por no los entender yo bien como en conocer que ellos son tan pobres de oro que cualquiera poco que este rey traiga les parece a ellos mucho. Este al que yo digo Cabo Hermoso creo que es la isla apartada de Samoeto, y aun hay ya otras entremedias pequeas. Yo no curo as de ver tanto por menudo 69, porque no lo podra hacer en cincuenta aos, porque quiero ver y descubrir lo ms que yo pudiere para volver a Vuestras Altezas, a Nuestro Seor aplaciendo, en abril. Verdad es que, hallando adonde haya oro o especiera en cantidad, me detendr hasta que yo haya de ello cuanto pudiere; y por esto no hago sino andar para ver de topar en ello.Sbado, 20 de octubreHoy, el sol salido, levant las anclas de donde yo estaba con la nao surgido en esta isla de Samoeto al cabo del Sudoeste, al que yo puse nombre el Cabo de la Laguna, y a la isla la Isabela, para navegar al Nordeste y al Este de la parte Sudeste y Sur, adonde entend de estos hombres que yo traigo que era la poblacin y el rey de ella. Y hall todo tan bajo el fondo que no pude entrar ni navegar a ello, y vi que siguiendo el camino del Sudoeste era muy gran rodeo, y por esto determin de me volver por el camino que yo haba trado del Nornordeste de la parte del Oeste, y rodear esta isla para... el viento me fue tan escaso que yo nunca pude haber la tierra al longo de la costa, salvo en la noche. Y, porque es peligro surgir en estas islas, salvo en el da que se vea con el ojo adnde se echa el anda, porque es todo manchas, una de limpio y otra de non, yo me puse a temporejar a la vela toda esta noche del domingo. Las carabelas surgieron porque se hallaron en tierra temprano y pensaron que a sus seas, que eran costumbradas de hacer, ira a surgir; mas no quise.Domingo, 21 de octubreA las diez horas llegu aqu a este cabo del isleo y surg, y asimismo las carabelas. Y despus de haber comido fui en tierra, adonde aqu no haba otra poblacin que una casa, en la cual no hall a nadie, que creo con temor se haban huido, porque en ella estaban todos sus aderezos de casa. Yo no les dej tocar nada, salvo que me sal con estos capitanes y gente a ver la isla; que si las otras ya vistas son muy hermosas y verdes y frtiles, sta es mucho ms y de grandes arboledos y muy verdes. Aqu es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el arboledo en maravilla, y aqu y en toda la isla son todos verdes y las hierbas como en abril en el Andaluca; y el cantar de los pajaritos que parece que el hombre nunca se querra partir de aqu, y las manadas de los papagayos que oscurecen el sol; y aves y pajaritos de tantas maneras y tan diversas de las nuestras que es maravilla; y despus hay rboles de mil maneras y todos de su manera fruto, y todos huelen que es maravilla, que yo estoy el ms apenado del mundo de no conocerlos, porque soy bien cierto que todos son cosa de vala, y de ellos traigo la muestra y asimismo de las hierbas. Andando as en cerco de una de estas lagunas vi una sierpe la cual matamos y traigo el cuero a Vuestras Altezas. Ella como nos vio se ech en la laguna y nos la seguimos dentro, porque no era muy honda, hasta que con lanzas la matamos. Es de siete palmos de largo; creo que de estas semejantes hay aqu en esta laguna muchas. Aqu conoc del liloe, y maana he determinado de hacer traer a la nao diez quintales, porque me dicen que vale mucho. Tambin andando en busca de muy buena agua fuimos a una poblacin aqu cerca, adonde estoy surto media legua; y la gente de ella, como nos sintieron, dieron todos a huir y dejaron las casas y escondieron su ropa y lo que tenan por el monte. Yo no dej tomar nada ni la vala de un alfiler. Despus se llegaron a nos unos hombres de ellos, y uno se lleg a quien yo di unos cascabeles y unas cuentecillas de vidrio y qued muy contento y muy alegre, y por que la amistad creciese ms y los requiriese algo, le hice pedir agua, y ellos, despus que fui en la nao, vinieron luego a la playa con sus calabazas llenas y holgaron mucho de drnosla. Y yo les mand dar otro ramalejo de cuentecillas de vidrio y dijeron que de maana vendran ac. Yo quera henchir aqu toda la vasija de los navos de agua; por ende, si el tiempo me da lugar, luego me partir a rodear esta isla hasta que yo haya lengua con este rey y ver si puedo haber de l oro que oigo que trae, y despus partir para otra isla grande mucho, que creo que debe ser Cipango, segn las seas que me dan estos indios que yo traigo, a la cual ellos llaman Colba, en la cual dicen que hay naos y mareantes muchos y muy grandes, y de esta isla otra que llaman Bofo que tambin dicen que es muy grande. Y a las otras que son entremedio ver as de pasada, y segn yo hallare recaudo de oro o especiera determinar lo que he de hacer. Ms todava, tengo determinado de ir a la tierra firme y a la ciudad de Quisay y dar las cartas de Vuestras Altezas al Gran Can y pedir respuesta y venir con ella.Lunes, 22 de octubreToda esta noche y hoy estuve aqu aguardando si el rey de aqu u otras personas traeran oro u otra cosa de sustancia, y vinieron muchos de esta gente, semejantes a los otros de las otras islas, as desnudos y as pintados, de ellos de blanco, de ellos de colorado, de ellos de prieto y as de muchas maneras.Traan azagayas y algunos ovillos de algodn a rescatar, el cual trocaban aqu con algunos marineros por pedazos de vidrio, de tazas quebradas y por pedazos de escudillas de barro. Algunos de ellos traan algunos pedazos de oro colgados al nariz, el cual de buena gana daban por un cascabel de esos de pie de gavilano 76 y por cuentecillas de vidrio: mas es tan poco, que no es nada: que es verdad que cualquiera poca cosa que se les d. Ellos tambin tenan a gran maravilla nuestra venida, y crean que ramos venidos del cielo. Tomamos agua para los navos en una laguna que aqu est cerca del cabo del Isleo, que as nombr; y en la dicha laguna Martn Alonso Pinzn, capitn de la Pinta, mat otra sierpe tal como la otra de ayer de siete palmos, e hice tomar aqu del libe cuanto se hall.Martes, 23 de octubreQuisiera hoy partir para la isla de Cuba, que creo que debe ser Cipango, segn las seas que dan esta gente de la grandeza de ella y riqueza, y no me detendr ms aqu ni...esta isla alrededor para ir a la poblacin, como tena determinado, para haber lengua con este rey o seor, que es por no me detener mucho, pues veo que aqu no hay mina de oro; y al rodear de estas islas ha menester muchas maneras de viento, y no vienta as como los hombres querran. Y pues es de andar donde haya trato grande, digo que no es razn de se detener, salvo ir a camino y calar mucha tierra hasta topar en tierra muy provechosa, aunque mi entender es que sta sea muy provechosa de especiera, mas que yo no la conozco que llevo la mayor pena del mundo, que veo mil maneras de rboles que tienen cada uno su manera de fruta y verde ahora como en Espaa en el mes de mayo y junio y mil maneras de hierbas, eso mismo con flores, y de todo no se conoci salvo este liloe de que hoy mand tambin traer a la nao mucho para llevar a Vuestras Altezas. Y no he dado ni doy la vela para Cuba porque no hay viento, salvo calma muerta, y llueve mucho. Y llovi ayer mucho sin hacer ningn fro; antes el da hace calor y las noches temperadas como en mayo en Espaa en el Andaluca.Mircoles, 24 de octubreEsta noche a media noche levant las anclas de la isla Isabela del cabo del Isleo, que es de la parte del Norte, adonde yo estaba posado para ir a la isla de Cuba, adonde o de esta gente que era muy grande y de gran trato y haba en ella oro y especieras y naos grandes y mercaderes, y me mostr que al Oessudoeste ira a ella; y yo as lo tengo, porque creo que si es as, como por seas que me hicieron todos los indios de estas islas y aquellos que llevo yo en los navos, porque por lengua no los entiendo, es la isla de Cipango, de que se cuentan cosas maravillosas, y en las esferas que yo vi y en las pinturas de mapamundos es ella en esta comarca. Y as navegu hasta el da al Oessudoeste, y amaneciendo calm el viento y llovi, y as casi toda la noche. Y estuve as con poco viento hasta que pasaba de medio da y entonces tom a ventear muy amoroso, y llevaba todas mis velas de la nao: maestra y dos bonetas y trinquete y cebadera y mesana y vela de gabia, y el batel por popa. As anduve el camino hasta que anocheci; y entonces me quedaba el Cabo Verde de la isla Fernandina, el cual es de la parte del Sur a la parte de Oeste. Me quedaba al Noroeste, y haca de m a l siete leguas. Y porque ventaba ya recio y no saba yo cunto camino hubiese hasta la dicha isla de Cuba, y por no la ir a demandar de noche, porque todas estas islas son muy hondas a no hallar fondo todo en derredor salvo a tiro de dos lombardas, y esto es todo manchado un pedazo de roquedo y otro de arena, y por esto no se puede seguramente surgir salvo a vista de ojo, y por tanto acord de amainar las velas todas, salvo el trinquete, y andar con l; y de a un rato creca mucho el viento y haca mucho camino de que dudaba, y era muy gran cerrazn y llova. Mand amainar el trinquete y no anduvimos esta noche dos leguas, etc.Jueves, 25 de octubreNaveg despus del sol salido al Oessudoeste hasta las nueve horas. Andaran cinco leguas. Despus mud el camino al Oeste. Andaban ocho millas por hora hasta la una despus de medioda, y de all hasta las tres y andaran cuarenta y cuatro millas. Entonces vieron tierra, y eran siete u ocho islas, en luengo todas de Norte a Sur; distaban de ellas cinco leguas, etctera.Viernes, 26 de octubreEstuvo de las dichas islas de la parte del Sur. Era todo bajo cinco o seis leguas; surgi por all. Dijeron los indios que llevaba que haba de ellas a Cuba andadura de da y medio con sus almadas, que son navetas de un madero adonde no llevan vela. Estas son las canoas. Parti de all para Cuba, porque por las seas que los indios le daban de la grandeza y del oro y perlas de ella, pensaba que era ella, conviene a saber: Cipango.Sbado, 27 de octubreLevant las anclas salido el sol, de aquellas islas, que llam las islas de Arena por el poco fondo que tenan de la parte del Sur hasta seis leguas. Anduvo ocho millas por hora hasta la una del da al Sursudoeste, y habran andado cuarenta millas, y hasta la noche andaran veintiocho millas al mismo camino; y antes de noche vieron tierra. Estuvieron la noche al reparo con mucha lluvia que llovi. Anduvieron el sbado hasta el poner del sol diecisiete leguas al Sursudoeste.Domingo, 28 de octubreFue de all en demanda de la isla de Cuba al Sursudoeste, a la tierra de ella ms cercana, y entr en un ro muy hermoso y muy sin peligro de bajas ni otros inconvenientes; y toda lacosta que anduvo por all era muy hondo y muy limpio hasta tierra: tena la boca del ro doce brazas, y es bien ancha para barloventear. Surgi dentro, dice que a tiro de lombarda. Dice el Almirante que nunca tan hermosa cosa vio, lleno de rboles, todo cercado el ro, hermosos y verdes y diversos de los nuestros, con flores y con su fruto, cada uno de su manera. Aves muchas y pajaritos que cantaban muy dulcemente; haba gran cantidad de palmas de otra manera que las de Guinea y de las nuestras, de una estatura mediana y los pies sin aquella camisa y las hojas muy grandes, con las cuales cobijan las casas; la tierra muy llana. Salt el Almirante en la barca y fue a tierra, y lleg a dos casas que crey ser de pescadores y que con temor se huyeron, en una de las cuales hall un perro que nunca ladr; y en ambas casas hall redes de hilo de palma y cordeles y anzuelo de cuerno y fisgas de hueso y otros aparejos de pescar y muchos fuegos dentro, y crey que en cada una casa se juntan muchas personas. Mand que no se tocase en cosa de todo ello, y as se hizo. La hierba era grande como en el Andaluca por abril y mayo. Hall verdolagas muchas y bledos. Tornse a la barca y anduvo por el ro arriba un buen rato, y dice que era gran placer ver aquellas verduras y arboledas, y de las aves que no poda dejarlas para se volver. Dice que es aquella isla la ms hermosa que ojos hayan visto, llena de muy buenos puertos y ros hondos, y la mar que pareca que nunca se deba de alzar porque la hierba de la playa llegaba hasta casi el agua, la cual no suele llegar donde la mar es brava. Hasta entonces no haba experimentado en todas aquellas islas que la mar fuese brava. La isla dice que es llena de montaas muy hermosas, aunque no son muy grandes en longura, salvo altas, y toda la otra tierra es alta de la manera de Sicilia; llena es de muchas aguas, segn pudo entender de los indios que consigo lleva, que tom en la isla de Guanahan, los cuales le dicen por seas que hay diez ros grandes y que con sus canoas no la pueden cercar en veinte das. Cuando iba a tierra con los navos salieron dos almadas o canoas, y como vieron que los marineros entraban en la barca y remaban para ir a ver el fondo del ro para saber dnde haban de surgir, huyeron las canoas. Decan los indios que en aquella isla haba minas de oro y perlas, y vio el Almirante lugar apto para ellas y almejas, que es seal de ellas, y entenda el Almirante que all venan naos del Gran Can, y grandes, y que de all a tierra firme haba jornada de diez das Llam el Almirante aquel ro y puerto de San Salvador.Lunes, 29 de octubreAlz las anclas de aquel puerto y naveg al Poniente para ir dice que a la ciudad donde le pareca que le decan los indios que estaba aquel rey. Una punta de la isla le sala a noroeste seis leguas. Andada otra legua vio un ro no de tan grande entrada, al cual puso nombre de ro de la Luna; anduvo hasta hora de vsperas. Vio otro ro ms grande que los otros, y as se lo dijeron por seas los indios, y cerca de l vio buenas poblaciones de casas: llam al ro el ro de Mares. Envi dos barcas a una poblacin por haber lengua, y a una de ellas un indio de los que traa, porque ya los entendan algo y mostraban estar contentos con los cristianos, de los cuales todos los hombres y mujeres y criaturas huyeron, desamparando las casas con todo lo que tenan; y mand el Almirante que no se tocase en cosa. Las casas dice que eran ya ms hermosas que las que haba visto, y crea que cuanto ms se allegase a la tierra firme seran mejores. Eran hechas a manera de alfanaques, muy grandes, y parecan tiendas en real, sin concierto de calles, sino una ac y otra acull y dentro muy barridas y limpias y sus aderezos muy compuestos. Todas son de ramas de palma muy hermosas. Hallaron muchas estatuas en figura de mujeres y muchas cabezas en manera de caratona muy bien labradas. No s si esto tienen por hermosura o adoran en ellas. Haba perros que jams ladraron; haba avecitas salvajes mansas por sus casas; haba maravillosos aderezos de redes y anzuelos y artificios de pescar. No le tocaron en cosa de ello. Crey que todos los de la costa deban de ser pescadores que llevan el pescado la tierra dentro, porque aquella isla es muy grande y tan hermosa que no se hartaba de decir bien de ella. Dice que hall rboles y frutas de muy maravilloso sabor; y dice que debe haber vacas en ella y otros ganados, porque vio cabezas en hueso que le parecieron de vaca. Aves y pajaritos y el cantar de los grillos en toda la noche con que se holgaban todos: los aires sabrosos y dulces de toda la noche, ni fro ni caliente. Mas por el camino de las otras islas a aqulla dice que haca gran calor y all no, salvo templado como en mayo; atribuye el calor de las otras islas por ser muy llanas y por el viento que traan hasta all ser Levante y por eso clido. El agua de aquellos ros era salada a la boca: no supieron de dnde beban los indios, aunque tenan en sus casas agua dulce. En este ro podan los navos voltejar para entrar y para salir, y tiene muy buenas seas o marcas: tiene siete u ocho brazas de fondo a la boca y dentro cinco. Toda aquella mar dice que le parece que debe ser siempre mansa como el ro de Sevilla y el agua aparejada para criar perlas. Hall caracoles grandes, sin sabor, no como los de Espaa. Seala la disposicin del ro y del puerto que arriba dijo y nombr San Salvador, que tiene sus montaas hermosas y altas como la Pea de los Enamorados, y una de ellas tiene encima otro montecillo a manera de una hermosa mezquita. Este otro ro y puerto en que ahora estaba tiene de la parte del Sudeste dos montaas as redondas y de la parte del Oesnoroeste un hermoso cabo llano que sale fuera.Martes, 30 de octubreSali del ro de Mares al Noroeste, y vio un cabo lleno de palmas y psole Cabo de Palmas, despus de haber andado quince leguas. Los indios que iban en la carabela Pinta dijeron que detrs de aquel cabo haba un ro y del ro a Cuba haba cuatro jornadas; y dijo el capitn de la Pinta que entenda que esta Cuba era ciudad y que aquella tierra era tierra firme muy grande que va mucho al Norte, y que el rey de aquella tierra tena guerra con el Gran Can, al cual ellos llamaban Cami, y a su tierra o ciudad Faba, y otros muchos nombres. Determin el Almirante de llegar a aquel ro y enviar un presente al rey de la tierra y enviarle la carta de los reyes, y para ella tena una marinero que haba andado en Guinea en lo mismo, y ciertos indios de Guanahan que queran ir con l, con que despus los tornasen a su tierra. Al parecer del Almirante, distaba de la lnea equinoccial cuarenta y dos grados hacia la banda del Norte no est corrupta la letra de donde traslad esto, y dice que haba de trabajar de ir al Gran Can, que pensaba que estaba all, o en la ciudad de Catay, que es del Gran Can, que dice que es muy grande, segn le fue dicho antes que partiese de Espaa. Toda aquesta tierra dice ser baja y hermosa y honda la mar.Mircoles, 31 de octubreToda la noche martes anduvo barloventeando, y vio un ro donde no pudo entrar por ser baja la entrada; y pensaron los indios que pudieran entrar los navos como entraban sus canoas. Y, navegando adelante, hall un cabo que sala muy fuera y cercado de bajos, y vio una concha o baha donde podan estar navos pequeos, y no lo pudo encabalgar porque el viento se haba tirado del todo al Norte y toda la costa se corra al Nornoroeste y Sudeste, y otro cabo que vio adelante le sala ms afuera. Por esto y porque el cielo mostraba de ventar recio se hubo de tornar al ro de Mares.Jueves, 1 de noviembreEn saliendo el sol envi el Almirante las barcas a tierra a las casas que all estaban, y hallaron que era toda la gente huida, y desde a buen rato pareci un hombre y mand el Almirante que lo dejasen asegurar, y volvieron las barcas. Y despus de comer tom a enviar a tierra uno de los indios que llevaba, el cual desde lejos le dio voces diciendo que no hubiesen miedo porque era buena gente y no hacan mal a nadie, ni eran del Gran Can, antes daban de lo suyo en muchas islas que haban estado; y echse a nadar el indio y fue a tierra, y dos de los de all lo tomaron de brazos y llevronlo a una casa donde se informaron de l. Y como fueron ciertos que no se les haba de hacer mal, se aseguraron y vinieron luego a los navos ms de diecisis almadas o canoas con algodn hilado y otras cosillas suyas, de las cuales mand el Almirante que no se tomase nada, porque supiesen que no buscaba el Almirante salvo oro, al que ellos llamaban nucay. Y as en todo el da anduvieron y vinieron de tierra a los navos, y fueron de los cristianos a tierra muy seguramente. El Almirante no vio a alguno de ellos oro, pero dice el Almirante que vio a uno de ellos un pedazo de plata labrado colgado a la nariz, que tuvo por seal que en la tierra haba plata. Dijeron por seas que antes de tres das vendran muchos mercaderes de la tierra dentro a comprar de las cosas que all llevan los cristianos y daran nuevas del rey de aquella tierra, el cual, segn se pudo entender por las seas que daban, que estaba de all cuatro jornadas, porque ellos haban enviado muchos por toda la tierra a le hacer saber del Almirante. Esta gente -dice el Almirante- es de la misma calidad y costumbre de los otros hallados, sin ninguna secta que yo conozca, que hasta hoy aquestos que traigo no he visto hacer ninguno oracin, antes dicen la Salve y el Ave Mara, con las manos al cielo como le muestran, y hacen la seal de la cruz. Toda la lengua tambin es una y todos amigos, y creo que sean todas estas islas y que tengan guerra con el Gran Can, a que ellos llaman Cavila y a la provincia Bafan. Y as andan tambin desnudos como los otros. Esto dice el Almirante. El ro dice que es muy hondo, y en la boca pueden llegar los navos con el bordo hasta tierra; no llega el agua dulce a la boca con una legua, y es muy dulce. Y es cierto -dice el Almirante- que sta es la tierra firme y que estoy -dice l- ante Zaitn y Quinsay cien leguas poco ms o poco menos lejos de lo uno y de lo otro, y bien se muestra por la mar que viene de otra suerte que hasta aqu no ha venido, y ayer que iba al Noroeste hall que haca fro.Viernes, 2 de noviembreAcord el Almirante enviar dos hombres espaoles: el uno se llamaba Rodrigo de Jerez, que viva en Ayamonte, y el otro era un Luis de Torres, que haba vivido con el Adelantado de Murcia y haba sido judo, y saba dice que hebraico y caldeo y aun algo arbigo; y con stos envi dos indios, uno de los que consigo traa de Guanahan y el otro de aquellas casas que en el ro estaban poblados. Diles sartas de cuentas paracomprar de comer si los faltase y seis das de trmino para que volviesen. Diles muestras de especiera para ver si alguna de ellas topasen. Diles instruccin de cmo haban de preguntar por el rey de aquella tierra y lo que le haban de hablar de parte de los Reyes de Castilla, cmo enviaban al Almirante para que les diese de su parte sus cartas y un presente y para saber de su estado y cobrar amistad con l y favorecerle en lo que hubiese de ellos menester, etc., y que supiesen de ciertas provincias y puertos y ros de que el Almirante tena noticia y cunto distaban de all, etc. Aqu tom el Almirante el altura con un cuadrante esta noche, y hall que estaba 42 grados de la lnea equinoccial, y dice que por su cuenta hall que haba andado desde la isla de Hierro mil y ciento y cuarenta y dos leguas, y todava afirma que aquella es tierra firme.Viernes, 2 de noviembreSbado, 3 de noviembreEn la maana entr en la barca el Almirante, y porque hace el ro en la boca un gran lago, el cual hace un singularsimo puerto muy hondo y limpio de piedras, muy buena playa para poner navos a monte y mucha lea, entr por el ro arriba hasta llegar al agua dulce, que sera cerca de dos leguas, y subi en un montecillo por descubrir algo de la tierra, y no pudo ver nada por las grandes arboledas, las cuales eran muy frescas, odorferas, por lo cual dicen no tener duda que no haya hierbas aromticas. Dice que todo era tan hermoso lo que vea, que no poda cansar los ojos de ver tanta lindeza y los cantos de las aves y pajaritos. Vinieron en aquel da muchas almadas o canoas a los navos a rescatar cosas de algodn hilado y redes en que dorman, que son hamacas.Domingo, 4 de noviembreLuego, en amaneciendo, entr el Almirante en la barca, y sali a tierra a cazar de las aves que el da antes haba visto. Despus de vuelto, vino a l Martn Alonso Pinzn con dospedazos de canela, y dijo que un portugus que tena en su navo haba visto a un indio que traa dos manojos de ella muy grandes, pero que no se la os rescatar por la pena que el Almirante tena puesta que nadie rescatase. Deca ms: que aquel indio traa unas cosas bermejas como nueces. El contramaestre de la Pinta dijo que haba hallado rboles de canela. Fue el Almirante luego all y hall que no eran. Mostr el Almirante a unos indios de all canela y pimienta -parece que de la que llevaba de Castilla para muestra- y conocironla, dice que, y dijeron por seas que cerca de all haba mucho de aquello al camino del Sudeste. Mostrles oro y perlas, y respondieron ciertos viejos que en un lugar que llamaron Boho haba infinito y que lo traan al cuello y a las orejas y a los brazos y a las piernas, y tambin perlas. Entendi ms: que decan que haba naos grandes y mercaderas, y todo esto era al Sudeste. Entendi tambin que lejos de all haba hombres de un ojo y otros con hocicos de perros que coman los hombres y que en tomando uno lo degollaban y le beban su sangre y le cortaban su natura. Determin de volver a la nao el Almirante a esperar los dos hombres que haba enviado para determinar de partirse a buscar aquellas tierras, si no trajesen aqullos alguna buena nueva de lo que deseaban. Dice ms el Almirante: Esta gente es muy mansa y muy temerosa, desnuda como dicho tengo, sin armas y sin ley. Estas tierras son muy frtiles: ellos las tienen llenas de mames, que son como zanahorias, que tienen sabor de castaas, y tienen faxones y habas muy diversas de las nuestras y mucho algodn, el cual no siembran, y nacen por los montes rboles grandes, y creo que en todo tiempo lo hay para coger, porque vi los cogujos abiertos y otros que se abran y flores todo en un rbol, y otras mil maneras de frutas que me no es posible escribir; y todo debe ser cosa provechosa. Todo esto dice el Almirante.Lunes, 5 de noviembreEn amaneciendo mand poner la nao a monte y los otros navos, pero no todos juntos, sino que quedasen siempre dos en el lugar donde estaban, por la seguridad, aunque dice que aquella gente era muy segura y sin temor se pudieran poner todos los navos juntos en monte. Estando as vino el contramaestre de la Nia a pedir albricias al Almirante porque haba hallado almciga, mas no traa la muestra porque se le haba cado. Prometiselas el Almirante y envi a Rodrigo Snchez y a Maestre Diego a los rboles y trajeron un poco de ella, la cual guard para llevar a los Reyes y tambin del rbol; y dice que se conoci que era almciga, aunque se ha de coger a sus tiempos, y que haba en aquella comarca para sacar mil quintales cada ao. Hall dice que all mucho de aquel palo que le pareci liloe. Dice ms, que aquel puerto de Mares es de los mejores del mundo y mejores aires y ms mansa gente, y porque tiene un cabo de pea altillo se puede hacer una fortaleza, para que si aquello saliese rico y cosa grande estaran all los mercaderes seguros de cualquiera otras nacienes. Y dice: Nuestro Seor, en cuyas manos estn todas las victorias, aderezca todo lo que fuere a su servicio. Dice que dijo un indio por seas que el almciga era buena para cuando les dola el estmago.Martes, 6 de noviembreAyer en la noche, dice el Almirante, vinieron los dos hombres que haba enviado a ver a la tierra dentro, y le dijeron cmo haban andado doce leguas que haba hasta una poblacin de cincuenta casas, donde dice que haba mil vecinos, porque viven muchos en una casa. Estas casas son de manera de alfaneques grandsimos. Dijeron que los haban recibido con gran solemnidad, segn su costumbre, y todos, as hombres como mujeres, los venan a ver, y aposentronlos en las mejores casas; los cuales los tocaban y les besaban las manos y los pies, maravillndose y creyendo que venan del cielo, y as se lo daban a entender. Dbanles de comer de lo que tenan. Dijeron que en llegando los llevaron de brazos los ms honrados del pueblo a la casa principal, y dironles dos sillas en que se asentaron, y ellos todos se asentaron en el suelo en derredor de ellos. El indio que con ellos iba les notific la manera de vivir de los cristianos y cmo eran buena gente. Despus, salironse los hombres y entraron las mujeres, y sentronse de la misma manera en derredor de ellos, besndoles las manos y los pies, atentndolos si eran de carne y de hueso como ellos. Rogbanles que se estuviesen all con ellos al menos por cinco das. Mostraron la canela y pimienta y otras especias que el Almirante les haba dado, y dijronles por seas que mucha de ella haba cerca de all al Sudeste; pero que en all no saban si la haba. Visto cmo no tenan recaudo de ciudades, se volvieron, y que si quisieran dar lugar a los que con ellos se queran venir, que ms de quinientos hombres y mujeres vinieran con ellos, porque pensaban que se volvan al cielo. Vino empero, con ellos, un principal del pueblo y un su hijo y un hombre suyo. Habl con ellos el Almirante, hzoles mucha honra, seal muchas tierras e islas que haba en aquellas partes, pens de traerlos a los Reyes, y dice que no supo qu se le antoj; parece que de miedo, y de noche oscuro quisose ir a tierra. Y el Almirante dice que porque tena la nao en seco en tierra, no le queriendo enojar, le dej ir, diciendo que en amaneciendo tornara; el cual nunca tom. Hallaron los dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaba a sus pueblos, mujeres y hombres, con un tizn en la mano, hierbas para tomar sus sahumerios que acostumbra. No hallaron poblacin por el camino de ms de cinco casas, y todas les hacan el mismo acatamiento. Vieron muchas maneras de rboles e hierbas y flores odorferas. Vieron aves de muchas maneras diversas de las de Espaa, salvo perdices y ruiseores que cantaban y nsares, y de esto hay all harto; bestias de cuatro pies no vieron, salvo perros que no ladraban La tierra muy frtil y muy labrada de aquellos mames y faxoes y habas muy diversas de las nuestras; eso mismo panizo y mucha cantidad de algodn cogido e hilado y obrado, y que en una sola casa haban visto ms de quinientas arrobas y que se pudiera haber all cada ao cuatro mil quintales. Dice el Almirante que le pareca que no lo sembraban y que da fruto todo el ao: es muy fino, tiene el capullo muy grande. Todo lo que aquella gente tena dice que daba por muy vil precio, y que una gran espuerta de algodn daba por cabo de agujeta u otra cosa que se le d. Son gente, dice el Almirante, muy sin mal ni guerra: desnudos todos, hombres y mujeres, como su madre los pari. Verdad es que las mujeres traen una cosa de algodn solamente tan grande que les cobija su natura y no ms, y son ellas de muy buen acatamiento, ni muy negras, salvo menos que canarias. Tengo por dicho, serensimos Prncipes -dice el Almirante- que sabiendo la lengua dispuesta suya personas devotas religiosas, que luego todos se tornaran cristianos; y as espero en Nuestro Seor que Vuestras Altezas se determinarn a ello con mucha diligencia para tornar a la Iglesia tan grandes pueblos, y los convertirn, as como han destruido aquellos que no quisieron confesar el Padre y el Hijo y el Espritu Santo; y despus de sus das, que todos somos mortales, dejarn sus reinos en muy tranquilo estado y limpios de hereja y maldad, y sern bien recibidos delante del Eterno Criador, al cual plega de les dar larga vida y acrecentamiento grande de mayores reinos y seoros y voluntad y disposicin para acrecentar la santa religin cristiana, as como hasta aqu tienen hecho, amn. Hoy tir la nao de monte y me despacho para partir el jueves en nombre de Dios e ir al Sudeste a buscar del oro y especieras y descubrir tierra. Estas todas son palabras del Almirante, el cual pens partir el jueves; pero porque le hizo el viento contrario no pudo partir hasta doce das de noviembre.Lunes, 12 de noviembreParti del puerto y ro de Mares al rendir del cuarto de alba para ir a una isla que mucho afirmaban los indios que traa, que se llamaba Babeque, adonde, segn dicen por seas, que la gente de ella coge el oro con candelas de noche en la playa, y despus con martillo dice que hacan vergas de ello, y para ir a ella era menester poner la proa al Este cuarta del Sudeste. Despus de haber andado ocho leguas por la costa delante, hall un ro que pareca muy caudaloso y mayor que ninguno de los otros que haba hallado. No se quiso detener ni entrar en algunos de ellos por dos respectos: el uno y principal porque el tiempo y viento era bueno para ir en demanda de la dicha isla de Babeque; el otro, porque si en l hubiera alguna populosa o famosa ciudad cerca de la mar se pareciera, y para ir por el ro arriba era menester navos pequeos, lo que no eran los que llevaban; y as se perdiera tambin mucho tiempo, y los semejantes ros son cosa para descubrirse por s. Toda aquella costa era poblada mayormente cerca del ro, a quien puso por nombre el ro del Sol. Dijo que el domingo antes, 11 de noviembre, le haba parecido que fuera bien tomar algunas personas de las de aquel ro para llevar a los Reyes porque aprendieran nuestra lengua, para saber lo que hay en la tierra y porque volviendo sean lenguas de los cristianos y tomen nuestras costumbres y las cosas de la Fe, porque yo vi y conozco -dice el Almirante- que esta gente no tiene secta ninguna ni son idlatras, salvo muy mansos y sin saber qu sea mal ni matar a otros ni prender, y sin armas y tan temerosos que a una persona de los nuestros huyen ciento de ellos, aunque burlen con ellos, y crdulos y conocedores que hay Dios en el cielo, y firmes que nosotros habemos venido del cielo, y muy presto a cualquiera oracin que nos les digamos que digan y hacen el seal de la cruz. As que deben Vuestras Altezas determinarse a los hacer cristianos, que creo que si comienzan, en poco tiempo acabarn de los haber convertido a nuestra Santa Fe multidumbre de pueblos, y cobrando grandes seoros y riqueza y todos sus pueblos de la Espaa, porque sin duda es en estas tierras grandsimas sumas de oro, que no sin causa dicen estos indios que yo traigo, que hay en estas islas lugares adonde cavan el oro y lo traen al pescuezo, a las orejas y a los brazos y a las piernas, y son manillas muy gruesas, y tambin hay piedras y hay perlas preciosas e infinitas especieras; y en este ro de Mares, de donde part esta noche, sin duda hay grandsima cantidad de almciga y mayor si mayor se quisiere hacer, porque los mismos rboles plantndolos prenden de ligero y hay muchos y muy grandes y tienen la hoja como lentisco y el fruto, salvo que es mayor, as los rboles como la hoja, como dice Plinio, y yo he visto en la isla de Xo, en el Archipilago, y mand sangrar muchos de estos rboles para ver si echaran resma para traer, y como haya siempre llovido el tiempo que yo he estado en el dicho ro, no he podido haber de ella, salvo muy poquita que traigo a Vuestras Altezas, y tambin puede ser que conviene al tiempo que los rboles comienzan a salir del invierno y quieren echar la flor; y ac ya tienen el fruto casi maduro ahora. Y tambin aqu se habra grande suma de algodn y creo que se vendera muy bien ac sin le llevar a Espaa, salvo a las grandes ciudades del Gran Can que se des cubrirn sin duda y otras muchas de otros seores que habrn en dicha servir a Vuestras Altezas, y adonde se les darn de otras cosas de Espaa y de las tierras de Oriente, pues stas son a nos en Poniente. Y aqu hay tambin infinito liloe, aunque no es cosa para hacer gran caudal, mas del almciga es de entender bien, porque no la hay salvo en dicha isla de Xo, y creo que sacan de ello bien cincuenta mil ducados, si mal no me acuerdo. Y hay aqu, en la boca de dicho ro, el mejor puerto que hasta hoy vi, limpio y ancho y hondo y buen lugar y asiento para hacer una villa y fuerte, y que cualesquier navos se puedan llegar el bordo a los muros, y tierra muy temperada y alta y muy buenas aguas. As que ayer vino a bordo de la nao una almada con seis mancebos, y los cinco entraron en la nao; estos mand detener y los traigo. Y despus envi a una casa que es de la parte del ro del Poniente, y trajeron siete cabezas de mujeres entre chicas y grandes y tres nios. Esto hice porque mejor se comportan los hombres en Espaa habiendo mujeres de su tierra que sin ellas, porque ya otras muchas veces se acaeci traer los hombres de Guinea para que aprendiesen la lengua en Portugal, y despus que volvan y pensaban de se aprovechar de ellos en su tierra por la buena compaa que les haba hecho y ddivas que se les haba dado, en llegando en tierra jams parecan. Otros no lo hacan as. As que, teniendo sus mujeres, tendrn ganas de negociar lo que se les encargare, y tambin estas mujeres mucho ensearn a los nuestros su lengua, la cual es toda una en todas estas islas de India, y todos se entienden y todas las andan con sus almadas, lo que no han en Guinea, adonde es mil maneras de lenguas que la una no entiende la otra. Esta noche vino a bordo en una almada el marido de una de estas mujeres y padre de tres hijos, un macho y dos hembras, y dijo que yo le dejase venir con ellos, y a m me aplog mucho, y quedan ahora todos consolados con el que deben todos ser parientes, y l es ya hombre de cuarenta y cinco aos. Todas estas palabras son formales del Almirante. Dice tambin arriba que haca algn fro, y por esto que no le fuera buen consejo en invierno navegar al Norte para descubrir. Naveg este lunes, hasta el sol puesto, dieciocho leguas al Este cuarta del Sudeste hasta un cabo, al que puso por nombre el Cabo de Cuba.Martes, 13 de noviembreEsta noche toda estuvo a la corda, como dicen los marineros, que es andar barloventeando y no andar nada, por ver un abra, que es una abertura de sierras como entre sierra y sierra, que le comenz a ver al poner del sol, adonde se mostraban dos grandsimas montaas, y pareca que se apartaba la tierra de Cuba con aquella de Boho, y esto decan los indios que consigo llevaban, por seas. Venido el da claro, dio las velas sobre la tierra y pas una punta que le pareci anoche obra de dos leguas, y entr en un grande golfo, cinco leguas al Sursudoeste, y le quedaban otras cinc