Crónicas de La Primera Guerra Mundial - Noticias de Europa - Mundo - ELTIEMPO II

2/24/2014 Crnicas de la Primera Guerra Mundial - Noticias de Europa - Mundo - ELTIEMPO.COM

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Las primeras tropas alemanas cruzando la frontera francesa, en agosto de

1914.

Foto: AFP

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Por: JUAN ESTEBAN CONSTAN |

Historia de la I Guerra Mundial: unfogonazo en Sarajevo

10:36 p.m. | 22 de Febrero del 2014

Segunda entrega de la serie de reportajes histricos delcentenario del primer conflicto global.

En 1964, cuando los computadores eran tan grandes que ocupaban una

habitacin entera y haba que meterles varias tarjetas perforadas para

copiar o procesar la informacin las USB de la poca, la msica de la

pianola, el profesor Robert C. North, de la Universidad de Stanford,

decidi usarlos para responderse una pregunta fundamental: quin haba

empezado la Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra, la guerra para

acabar todas las guerras.

North llevaba varios aos haciendo experimentos de laboratorio con las

ciencias sociales, convencido de que solo los computadores, esas mquinas

llegadas del futuro con bombillos y botones y ruidos de lucirnaga, podan

digerir bien los volmenes infinitos de informacin con que trabajaba un

socilogo, por ejemplo, o un historiador. El suyo no era un dilema

excluyente sino una sntesis, porque cuantos ms datos pudiera incorporar

a su anlisis el cientfico social, mejor. (Lea la primera entrega: La

Telfono

satelital, clave en

la captura del

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guerra que configur el mundo en que vivimos)

No era un combate entre el hombre y la mquina sino un matrimonio por

conveniencia. Y como la obsesin de North eran los conflictos

internacionales, su grupo de estudios en Stanford se propuso encontrar un

mtodo que pudiera determinar, con los nmeros sobre la mesa,

computador en mano, las variables que influan en el estallido o el

desarrollo, o la suerte, o la atenuacin o la intensidad de una guerra

cualquiera.

Fue as como estos apstoles de la fe en los nmeros escogieron a la

Gran Guerra como su primer objeto de estudio y de trabajo, para que

dos computadoras programadas para el caso, una IBM 7090 y una

Burroughs 220, procesaran en su lgica algortmica los datos que les

metan, no solo sobre la guerra misma, sino tambin sobre su vspera,

sobre las nubes negras que la antecedieron y persiguieron durante treinta

aos, como un temporal, sin que casi nadie se diera cuenta.

Y qu dijeron las mquinas? El profesor North lo cont luego en varios

artculos acadmicos y un libro, que sin embargo fueron una decepcin

para los espritus noveleros que esperaban escandalosas revelaciones.

Porque las mquinas no dijeron nada, o casi nada. O bueno: dijeron lo

que ya se saba, como siempre. Lo confirmaron en un lenguaje esotrico

que interpolaba y retorca las complejas relaciones de poder entre las

grandes potencias del mundo antes de 1914 y hasta 1918. Como en un juego:

un juego con millones de muertos a cuestas.

Porque, ms all de sus resultados, lo interesante del experimento del

profesor North y su gente estaba en esa intuicin de que la Primera

Guerra Mundial fue tambin una catstrofe demogrfica, una

revolucin estadstica que solo as, con muchos nmeros, millones de

nmeros, poda entenderse en su verdadera dimensin: la de un conflicto

global que arras con el siglo XIX y el pasado, y en el que las grandes

conquistas de la humanidad, o las que parecan serlo, como el arte y la

ciencia, iban a ponerse al servicio de la muerte.

Tras largos siglos, milenios, de un crecimiento regular y predecible del

nmero de habitantes en la Tierra, las dcadas finales del siglo XIX

significaron un verdadero desquiciamiento de esa lnea montona que

trazaba el desempeo demogrfico de la humanidad en toda su historia.

Como si en el dibujo del contorno de un valle se levantara de repente la

falda de una cordillera. Entre 1880 y 1914, la poblacin de Europa pas de

300 millones de personas a 450 millones: el 50 por ciento en menos de

cuarenta aos.

Pero quin empez la guerra? Los expertos y los computadores dicen

que all no se puede pensar en un solo culpable. Que todos lo fueron:

Inglaterra y Francia, con su alianza cordial; Alemania, con sus delirios

coloniales; el Imperio Austrohngaro, con su torpeza geopoltica, sobre

todo en los Balcanes; Serbia y su irredentismo paneslvico, apoyado por

Rusia, que jugaba a varias bandas. Y el Imperio Otomano disolvindose por

fin, para su propia desgracia y la dicha de los que fueron a repartirse sus

despojos.

Sin embargo, aunque no lo dijeran las mquinas del profesor North, y

aunque en trminos histricos no sea muy riguroso interpretarlo as, s

podemos decir tambin quin empez la Primera Guerra Mundial.

'Chapo' Guzmn

'Tengo un equipo

que no tiene a

Falcao y Falcao no

tiene equipo'

'El gol era para

lvaro, el festejo,

para el que

sabemos':

'Carachito'

Mindefensa califica

de 'invento'

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Quin y cundo. Podemos rastrear sus pasos por Sarajevo esa maana del

28 de junio de 1914, convencido de que muy pronto iba a ser un hroe y un

mrtir de la libertad de su patria. l y sus otros seis compaeros, todos

temblando ante la procesin, con bombas en la gabardina y un revlver en

el bolsillo. Y el veneno, y el sudor, y el miedo.

Desde principios del siglo XIX claro: podra decirse que desde siempre, o

desde el siglo XIV, pero por algo hay que empezar o no acaba uno nunca

fue profundizndose en los Balcanes el sentimiento nacional e

independentista de los distintos pueblos que all haban vivido bajo la

dominacin turca. Unos practicaban la ortodoxia eslava, otros la griega;

unos eran musulmanes, otros catlicos. La lengua y la cultura, all, no

siempre coincidieron con las fronteras que haban trazado los imperios

segn sus intereses y caprichos.

Pero la Primera Guerra Mundial tambin fue eso: el quiebre de la

lgica territorial de los viejos imperios, frente al deseo de las naciones

que queran su propio Estado. Y la Europa del este era el ejemplo perfecto

de ello. En 1878, el Imperio Austrohngaro se anexion Bosnia y

Herzegovina, suscitando la furia impotente de Serbia, que se senta el

Piamonte como en Italia del paneslavismo del sur, y que reclamaba el

derecho de ser la cabeza de un solo pas en el que estuvieran todos los

serbios, todos.

Miles de jvenes, tanto en Serbia como en Bosnia, crecan con la conviccin

de que el culto a la patria era el nico consuelo frente a una vida de

miserias y privaciones, en la que adems siempre haba un imperio al que

culpar: el turco primero, el austraco despus. Por eso la rebelda y la

violencia eran all una forma legtima, a veces la nica, de la poltica:

porque en ellas resida la ltima esperanza de la libertad del pueblo. O eso

decan los agitadores, muchos de ellos enquistados en lo ms alto del poder

y del gobierno.

Y el Imperio Austrohngaro era un enorme navo que haca agua por todas

partes, con 30 millones de almas a bordo en una suerte de Torre de Babel

ingobernable: checos, hngaros, italianos, rumanos, serbios y croatas... Y

era en los Balcanes donde se iba a consumar su naufragio, a manos de los

rebeldes de Bosnia apoyados por el gobierno de Belgrado, apoyado a su vez

por Rusia y por Francia. La Mano Negra se llamaba la organizacin que

llevaba las armas hasta Sarajevo.

El viaje a Bosnia en junio de 1914 del Archiduque Francisco Fernando de

Habsburgo, heredero de la corona austrohngara porque su primo

Rodolfo, el hijo del emperador Francisco Jos, se haba suicidado, era una

imprudencia; otro suicidio. Y l mismo lo saba y se lo dijo a su to el

emperador. Pero en eso consiste ser el heredero de un trono milenario, en

que el deber es la nica voluntad. Adems iba a ir acompaado por su

adorada esposa, Sofa, a la que en Viena nadie le haba conferido nunca

ningn honor de verdad. El honor que s tendra en Sarajevo.

Y es curioso, porque Francisco Fernando era el nico miembro del

imperio, en mucho tiempo, que tena una postura amable hacia los serbios.

Quizs por eso lo escogieron como blanco: porque los moderados son el

peor estorbo de los radicales, siempre. El 25 de junio llegaron a Bosnia los

archiduques, cada uno por una ruta distinta. Se hospedaron en Ilidza,

donde el 27 dieron un banquete con un postre proftico: bomba a la

reina. El 28 de junio los despert la bruma. Era verano.



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Europa Primera Guerra Mundial Sarajevo

Ucrania: un pacto por el futuro ouna 'traicin a los cados'?

'Colombia ha sufrido, pero haaprendido': canciller britnico

De los siete rebeldes agazapados ese da entre la gente, solo uno,

Nedeljko Cabrinovic, fue capaz de atacar al cortejo imperial. Lanz su

bomba, ingiri el veneno y se bot al ro. En las tres cosas fall y lo

arrestaron, aunque una astilla fue a dar a la cara de Sofa y otra hiri al

coronel Merizzi, edecn del Archiduque. Pero la procesin sigui hasta el

ayuntamiento. Gavrilo Princip, el asesino, maldijo la mala suerte de su

compaero y fue por un sndwich a un caf de la calle Francisco Jos, qu

paradoja.

All estaba parado cuando vio al frente de l, tal cual, el carro del

Archiduque que por una fatalidad se haba equivocado de camino, o no se

haba desviado segn la decisin tras la bomba fallida, y trataba en vano de

devolverse. El asesino no lo poda creer; no tuvo tiempo ni siquiera

para ello. Sali y dispar: una bala en el abdomen de Sofa y otra en el

cuello de Francisco Fernando. Como dijo Henri Castex: las dos primeras

balas de la Primera Guerra Mundial.

Felices los que aun antes de morir tienen la sangre fra.... No es una frase

del computador del profesor North: es del poeta Wilfred Owen que muri

en la guerra, la Gran Guerra. La guerra para acabar con la guerra.

Cundo empez? Quizs en el siglo XIX, o en el XIV. Pero tambin ese 28

de junio en Sarajevo. Dos balas que eran el presagio y el recuerdo de todas

las dems.

JUAN ESTEBAN CONSTAN*

Para EL TIEMPO

*Escritor, historiador y columnista de EL TIEMPO

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