Cronicas parlamentarias valdelomar

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EL SEÑOR SALOMÓN.... El señor Salomón tiene una cara de Dolorosa ofendida. Parece un salmo de David. Su voz es más suave y armoniosa que la brisa del Jordán. Su mirada es dulce como la miel de las abejas del Sedar. Hasta parece que despidiera un perfume, de las rosas de Jericó. Tiene cara de mártir. Como él debió ser San Francisco. Cuando habla parece que se quejara de un dolor invisible. Cuando acusa, parece que se acusara a sí mismo. Cuando ríe parece una rima de Bécquer. Dicen que cuando estaba en el colegio y se iba a las manos, parecía abrazar a su adversario. Es una especie de San Sebastián con influencia en Palacio. Porque eso sí. Es el niño mimado de la corte. L'enfantgaté. Entra a Palacio, sale de Palacio, telefonea a Palacio, escribe a Palacio, recomienda a Palacio, come en Palacio. No da órdenes porque él no ha nacido para dominar. Él no es general, sino lugarteniente. Es más indispensable en Palacio que la silla de Pizarro. -Pero, ¿por qué va a Palacio el señor Salomón?... -¿Será porque ahora no hay adónde ir? -¿Será porque lo llaman? Nada de eso. Calma. Vamos a explicarnos. El señor Salomón va a Palacio por varias razones. En primer lugar, por costumbre. En segundo lugar, por principios, porque es cristiano, y Cristo dijo: cuando te den una gofetá... Y en tercer lugar, por el juicio... -¿Qué juicio? -El juicio de Salomón. La gente se olvida de las cosas. Vamos a hablar en parábola, ya que se trata del bíblico señor Salomón. El 15 de mayo había un chico llamado «poder», que tenía dos madres. Una madre de verdad y la otra supuesta. La cuestión debía ventilarse en la Inquisición. Y hay calles. Y ese día había en las calles negros, muchos negros. Revólveres, tiros. Muchos tiros. Cada diputado tenía su madre. Unos estaban con la buena y otros con la mala madre. El señor Salomón salió de su casa limpio y en coche, y llegó a la Cámara en camilla, y dejando tras de sí un reguero bermejo de su sangre generosa. Fue herido. Cosas de los hijos de la otra madre.

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EL SEOR SALOMN....

El seor Salomn tiene una cara de Dolorosa ofendida. Parece un salmo de David. Su voz es ms suave y armoniosa que la brisa del Jordn. Su mirada es dulce como la miel de las abejas del Sedar. Hasta parece que despidiera un perfume, de las rosas de Jeric. Tiene cara de mrtir. Como l debi ser San Francisco. Cuando habla parece que se quejara de un dolor invisible. Cuando acusa, parece que se acusara a s mismo. Cuando re parece una rima de Bcquer. Dicen que cuando estaba en el colegio y se iba a las manos, pareca abrazar a su adversario. Es una especie de San Sebastin con influencia en Palacio. Porque eso s. Es el nio mimado de la corte. L'enfantgat. Entra a Palacio, sale de Palacio, telefonea a Palacio, escribe a Palacio, recomienda a Palacio, come en Palacio. No da rdenes porque l no ha nacido para dominar. l no es general, sino lugarteniente. Es ms indispensable en Palacio que la silla de Pizarro.

-Pero, por qu va a Palacio el seor Salomn?...

-Ser porque ahora no hay adnde ir?

-Ser porque lo llaman?

Nada de eso. Calma. Vamos a explicarnos. El seor Salomn va a Palacio por varias razones. En primer lugar, por costumbre. En segundo lugar, por principios, porque es cristiano, y Cristo dijo: cuando te den una gofet... Y en tercer lugar, por el juicio...

-Qu juicio?

-El juicio de Salomn. La gente se olvida de las cosas.

Vamos a hablar en parbola, ya que se trata del bblico seor Salomn. El 15 de mayo haba un chico llamado poder, que tena dos madres. Una madre de verdad y la otra supuesta. La cuestin deba ventilarse en la Inquisicin. Y hay calles. Y ese da haba en las calles negros, muchos negros. Revlveres, tiros. Muchos tiros. Cada diputado tena su madre. Unos estaban con la buena y otros con la mala madre. El seor Salomn sali de su casa limpio y en coche, y lleg a la Cmara en camilla, y dejando tras de s un reguero bermejo de su sangre generosa. Fue herido. Cosas de los hijos de la otra madre. Estuvo largo tiempo en cama. El que hiciera de juez parti al chico en dos pedazos y se lo dio a la falsa madre. En esto san Salomn. Pregunt, atontado an por el golpe y la debilidad, lo que preguntan todos los que vuelven en s:

-Dnde estoy?

-En Lima -le respondieron.

-Y el gobierno?

-En Palacio.

Y se fue a Palacio. l crey que la madre que estaba en Palacio era la suya, pero se equivoc. Era la otra. Si hubiera sido el Salomn de Israel, el autntico, claro est que no se habra equivocado. Pero aquel rey tena palacios, jardines para pensar y discernir, inspiracin divina y hasta reina de Saba. El seor Salomn no tena nada de eso. El chico de la parbola est en Palacio y el seor Salomn le sirve como de nodriza. Es el que le prepara la mamadera.

-Y la herida?

-Cicatrizada.

[En La Prensa. Lima, 13 de julio de 1915, p. 2.]

HOY ESTRENO, HOY!

Da martes. Da 13. Da de Congreso. Tres cosas fatdicas. Este mes ha sido el mes de los estrenos. Temporada hpica, temporada teatral, temporada parlamentaria. Febo. Gloria Star y Congreso. El mes de julio comenz con los caballos. Ha llegado a su mitad con las juntas preparatorias y Dios sabe cmo acabar. En este Congreso harn su debut algunos nuevos artistas. Habr reprisses. El seor Pasquale est sin contrata, pero va a trabajar el doctor Prez, que es como Gloria Star. El nico que no se va a dar cuenta de la apertura de las cmaras es el seor Balbuena. Para l, todo el ao es carnaval. Es decir, todo el ao es Congreso. Cuando no puede hablar en las cmaras, va y se mete a la Corte y defiende a cualquier hija de vecino. El seor Torres Balczar ha estado haciendo el training. Est gordo, pero gil. El seor Sosa, que era como la dama joven de la compaa, no vuelve. Es lstima! El doctor Sosa era el secretario ideal. Era como una flor en un yermo. Decoraba. Su voz era tan dulce, tan amable, tan Sosa!

La Cmara vieja, que es como si dijramos la compaa de pera, tiene en perspectiva dos directores de orquesta. El seor Samanez y el seor Solar. Uno cuenta con el favor del pblico, el seor Solar. Otro con el favor del empresario, el seor Samanez. Pero como la eleccin la hacen en este caso los artistas, los dos candidatos estn buscndose votos. Hacen verdaderos raids de velocidad. Cuando el seor Samanez toma carro, el seor Solar toma coche. Cuando el primero toma coche. El otro toma automvil. Han monopolizado los vehculos. El da menos pensado atraviesan por Mercaderes en bicicleta. El seor Cornejo fue solicitado ayer por los dos candidatos. Ambos le pidieron su voto. El seor Cornejo, que an est envuelto en el xito de su conferencia, no se atreve a negar nada. Ya no sabe decir no, pero tuvo una salida feliz:

-El seor Samanez, mi ilustre compaero, me pide su voto?..

-S, querido colega.

-Y el seor Solar, mi admirable camarada, me pide su voto?..

-S, maestro.

-Pues bien. A los dos les vaya dar el voto.

-A los dos?

-A los dos?

-S. Tengo dos votos. El voto efectivo, en el parlamento. El voto sustantivo, el voto de accin, y el otro, el voto de honor... Elijan mis ilustres colegas, cul quiere el voto de honor?

Los dos solicitantes se miraron, se comprendieron, enmudecieron.

Y se retiraron.

[En La Prensa. Lima, 13 de julio de 1915, p. 2.]

POR GRACIA IMPONDERABLE...

Por gracia imponderable que nos ha dispensado el joven y rollizo representante por Lima, hemos vivido ayer los das sepultos de la antigua Grecia.

Porque ayer, con la Ley Eugnica, la Cmara de Diputados era trasunto fielsimo de aquella que escuchara la noble frase del locuaz Demstenes. Presida, alto, gordo, slido, plcido y amojamado, el seor Pea Murrieta. En un rincn platicaban, en actitudes estatuarias, el seor Larraaga, que pareca un mrmol de Paros, y el seor Urbina, especie de Apolo incaico; y junto al pedestal de una columna de clsica arquitectura, el seor Salomn, con una mirada ms dulce que los panales ticos y ms triste que una frase de Prometeo, slo haba menester una clmide, una corona de pmpanos y una lira tricorne, para encamar a cualquier personaje de la Afrodita. Son la Ley Eugnica. Paganismos del seor Borda. Slo que los paganos de esta ley que prohbe casarse a los feos, van a ser la mayora de sus compaeros de Cmara. Si es que la ley pasa. Que pasar porque el seor Borda es mozo de eque, como dice el seor Gamarrra. Para completar el ambiente griego, slo faltaba all el seor Corbacho, pero lo sustitua el seor Portocarrero, especie de Mrtylo criollo.

El proyecto eugnico del seor Borda, que ha sido presentado en papel azul celeste como conviene a esta clase de proyectos, cuyo eje principal es el amor, tiende a que en el Per las gentes aprendan a casarse. El diputado por Lima, que es una mezcla de melinita y de brumelianismo, con que elegante redondez de los que los criollos apodamos papaya, piensa que en el Per las gentes no saben casarse. El Estado debe intervenir directamente en los matrimonios. El hombre feo est excluido de la ley evanglica. As como en Esparta al nio que nace con algn defectillo se lo coga de los piececitos y se le desnucaba desde lo alto de una roca, as en el Per una simple peca, un simple barrito, una desviacin visual, bastarn, segn la Ley Eugnica, para prohibir el matrimonio, que una vez prohibido, el ciudadano se desnucar solo...

El proyecto es plausible. Dentro de cien aos tendremos por el Jirn de la Unin cada par de ojos... Y as como hoy tenemos en el Parlamento cada representante ms feo que siete viejas agarradas de las manos, en breve aquello ser un concurso de bellezas al lado de las cuales el propio Adonis resultar un tramboyo. La barra, entonces, estar compuesta de seoras. Y todas ellas. Eugenias... Pero es lstima que el proyecto del seor Borda no pase. No pasar. No puede pasar. Los feos se defienden, y todava los hay solteros en el Parlamento. El proyecto de Ley Eugnica va a tener en contra a la mayora de la Cmara. Porque como deca ayer el seor Miranda:

-No pasar. Porque aunque el hombre es como el oso, es necesario hacer porque el proyecto no pase...

Poco a poco, alrededor del seor Miranda se fue formando un corrillo. Primero lleg el seor Monteagudo, luego el seor Urbina, despus el seor Rez, y, juntos, los seores Gamarra y Carbajal. Acordaron formar un grupo y elegir leader al ms caracterizado.

-A quin le damos la jefatura?, preguntaba desolado el seor Gamarra.

Y el seor Rez:

-Problema! Yo votara por el seor Carrillo, pero no puedo desairar al seor Jimnez. Pongmoslo al voto. Y la eleccin fue unnime. Unnime como la del seor Larraaga para tesorero:

Triunf el seor Jimnez!

Pero, como en la eleccin del seor Larraaga, el seor Jimnez fue el nico que vot en blanco

[En La Prensa. Lima, 2 de agosto de 1916, p. 5]

AYER FUIMOS A LA CMARA DE DIPUTADOS...

Ayer fuimos a la Cmara de Diputados, que funciona por las tardes, como el cine teatro de la Merced. Pero en la Cmara la cosa no es a oscuras como el cine, ni hay, por ahora dramas espeluznantes. Apenas si se llega a la comedia y, veces, cuando habla el seor Jimnez, que tiene voz de chirima, musical, a la zarzuela.

La Cmara es muy bonita. Est a espaldas del Libertador Bolvar. Se entra a ella entre dos filas de soldados, porque la majestad de la Repblica se afianza, basa y sostiene entre nosotros, en la majestad de las bayonetas. Adentro, la cosa es distinta. El hemiciclo est ocupado por los representantes. En el centro hay una canchita, especie de arena romana, donde trabaja esta especie de mrtires rentados que se llaman taqugrafos, hombres que tienen la delicada misin de apuntar para la posteridad las oraciones de nuestros representantes. En el centro, junto a los taqugrafos, la prosa y el verso, encarnados en el seor Varela y Juan del Carpio, asisten a las sesiones. En la lateral derecha, los periodistas, unos jvenes chiquitos y pelones, preparan y amasan el pan parlamentario, esta especie de pan pinganilla, que al da siguiente hemos de gustar todos los ciudadanos. Arriba, en la cazuela, est el pueblo soberano que depende de la campanilla del presidente y que viene a distraer sus ocios.

Llegamos en la estacin de los pedidos. La estacin de los pedidos es como si dijramos la estacin de los Desamparados, por ser la primera y porque los que piden casi siempre son los desamparados. La estacin de los pedidos es como el pescado en las comidas. Luego viene la estacin de Orden del Da, que es como la estacin de Pariache, lugar afamado por sus excelencias lcteas. En la orden del da se discute, actualmente, el presupuesto, que es, como sabemos, una especie de vaca lechera. Y la leche corre, ordeada por las manos finas y pulcras del seor Tudela y por las speras del seor Rez.

Ayer la sesin estuvo dedicada al Callao. Pidi el seor Secada. Pidi el seor Grau. Pidi el seor Sayn, Pero estos seores piden de una manera que es imposible darles nada. El santo del da fue el seor Gobea. Un seor Gobea del Callao. Un seor Gobea amigo del seor Grau y de las elecciones.

-El seor Gobea es un sinvergenza! -dijo el seor Secada.

-El seor Gobea es un ciudadano honesto! -dijo el seor Grau.

-El seor Gobea es un ratero -insisti el seor Secada.

-Esos son subjetivismos morbosos! -refut el seor Grau.

-No! -dijo el seor Secada. Esas son rateras...

-El seor Gobea, ratero para el seor Secada y ciudadano honesto para m, fue el partidario ms favorecido por el seor Secada, el ao de 1912...

Y el seor Sayn y Palacios, que estaba con nimo conciliador, deca por lo bajo al seor Balta:

-Se puede transigir. El seor Secada dice que el seor Gobea es un sinvergenza. El seor Grau dice que es un hombre honesto. Podemos tomar un temperamento...

-Cul? -arguy el seor Balta.

-Pongmonos en que el seor Gobea es medio sinvergenza y medio honesto; y pasemos a la orden del da.

[En La Prensa. Lima, 28 de setiembre de 1916, p. 5.]

PARA DARSE CUENTA...

Para darse cuenta de la sociologa del Per no es menester el libro de Garca Caldern ni los estudios del seor Cornejo. Basta asistir a la Cmara de Diputados, que es la ms genuina representacin del pas. All el pesimismo est representado por el honorable seor Secada, que es una especie de Schopenhauer con gemelos de medio sol en los puos. El optimismo lo representa el seor Tudela. Ponderado y ecunime. Encrnase el espritu de la burguesa en el obeso, condescendiente, satisfecho y placentero seor Arambur, cuyo rostro de foca desorientada y medrosa lo asemeja a cierto personaje de Rudyard Kipling. Plaidero, lnguido, pulcro y resignado, el seor Salomn, por su nombre y aspecto, es como el espritu del cristianismo. Amojamado y dicharachero, el seor Gamarra es cual vianda criolla. El clero lo forma el seor Snchez Daz. El seor Jimnez es agudo, hiriente, incisivo y pavoroso como un grito en la noche. El seor Vivanco es un tiro. El seor Torres Balczar un caonazo. El seor Borda una ametralladora. El seor Velezmoro una bomba.

Ayer los telegrafistas llevaron su electricidad a la Cmara. Estos seores del punto y raya, abnegados servidores de la nacin, se han levantado en huelga. El seor Zapata, que es militar desde el 95, los ha apresado y sometido a su cdigo. Aunque l ocupa un puesto civil, es ante todo coronel, y antes que el Cdigo Civil est, para el seor Zapata, el Cdigo Militar.

A estas horas, los pacficos telegrafistas estn haciendo compaa a los asesinos del general Varela y a los asesinos del comandante Ferreccio. El ilustre seor Ulloa, interpel. Y el seor Garca Bedoya, que es muy solicitado, acudi telegrficamente. Habl el seor Ulloa y contest el seor ministro. Los discursos se deslizaron suaves, apacibles, flcidos, serenos y metdicos. Dulce, amable, conciliador, diplomtico, casi evanglico, el seor ministro dijo, como quien recita un madrigal, que los telegrafistas haban insultado al Parlamento, que haban cortado las lneas, que subvertan el orden.

-El seor ministro nos puede precisar en qu punto han roto la lnea?

Y el seor Garca Bedoya, con una lgica incontrastable, respondi:

-En el trayecto, honorable seor...

-El seor Zapata es un tirano, un inquisidor, un Atila, un Chacallaza! -deca el seor Secada. El seor ministro es un caballero, pero el seor Zapata...

-Todo est muy bien arga el seor Qumper. Pero el seor Zapata

-El gobierno ha procedido en su derecho, agregaba el seor Macedo, pero el seor Zapata...

-Yo no acuso a nadie -argumentaba el seor Velezmoro-, era el seor Zapata...

Y el seor Garca Bedoya condenaba a los telegrafistas y defenda al gobierno, pero no deca nada del seor Zapata.

Se haca tarde y ya iban a darle las ocho al seor Zapata cuando el presidente, ducho en estas cuestiones, suspenda la sesin, arguyendo, justamente, que iban a dar las ocho y al salir, mientras el seor Garca Bedoya conversaba con el reverendo Snchez Daz, se acerc el seor Balbuena que acababa de pronunciar un sonoro discurso:

-Seores ministros...

-Por qu pluraliza useora? -inquiri el seor Snchez Daz.

-El seor Garca Bedoya es ministro del seor Pardo y useora es ministro...

-Ministro yo, hermano?

[En La Prensa. Lima, 3 de octubre de 1916, p. 5.)

NOS HEMOS INSTALADO...

Nos hemos instalado definitivamente en la Cmara de Diputados. No hay duda de que entre el cinema y el parlamento, se debe optar por el parlamento. Es ms interesante. Entre una actitud de Gabriela Robinne y un gesto del seor Garca Irigoyen, estamos por el seor Garca Irigoyen; y entre las gracias de Snchez, el actor de la casa Gaumont y las travesuras del seor Secada, nos place ms este seor, porque teniendo todo el talento cinematogrfico de Snchez, todava habla. El seor Torres Balczar nos parece un burgus de cinema, y el seor Luna Iglesias nos da la sensacin de uno de esos padres de pelcula que tienen villas ep la cote d'azur.

Ayer continu la discusin sobre los telegrafistas. Fue el tercer da. Pero as como al seor Balta le han tenido un expediente once aos en el nicho perpetuo de las comisiones, nada de particular tendra que la cuestin de los telegrafistas la tuvieran once meses, once semanas o por lo menos once das. Se han producido las ms interesantes opiniones. El muy ilustre seor Ulloa pronunci un discurso brillante, slido y definitivo. El seor Secada, que est visto que no puede estarse callao, tom la palabra. Mezcla de jacobino, de girondino y de gramfono sin regulador, el diputado por el Callao atac despiadadamente. El seor Secada, viejo radical y luchador senecto, discpulo disidente del seor Gonzlez Prada ataco a la prensa. El seor Secada escritor, no quiere bien a los peridicos. El seor Secada gonzalezpradista, ironiz sobre el seor Gonzlez Prada. Con el nico peridico que se lleva bien es con El Comercio.

Habl tambin el seor Martua. El seor Martua sac a la Cmara del aejo empirismo en que se ahogaba. Habl cientficamente. Arguy, con su voz tmida de farol apagado, el seor Garca Irigoyen. Antes haba intervenido el seor Macedo y, como lgica consecuencia, hubo de hablar el seor Moreno. El seor Moreno es como la sombra del seor Macedo, y habl el seor Balbuena, poniendo uno de sus mejores discos al fongrafo Vctor de su elocuencia. Pero lleg su turno al seor Criado y Tejada. El seor Criado tiene en su carpeta una concisa biblioteca sobre legislacin y otras cosas. Todos sus libros predilectos reposan sobre el tapete verde de su escritorio. Tiene all desde la Revolucin Francesa de Thiers, hasta la Constitucin del 60 y el Cancionero, y l ya no habla. Lee. A los argumentos de sus adversarios contesta, infaliblemente, con artculos del Cdigo. Cuando alguien habla y se ve precisado a contestar, encarmase las tenebrosas gafas, chase hacia atrs la melena sombra y izas!, un artculo del Cdigo de Procedimientos. As, verdaderamente, legisla.

-Voy a contestar a los argumentos de su seora honorable -dice. -El artculo de la ley de accidentes de trabajo, que leo, dice lo que se ratifica en el Cdigo Penal, que leo, y que esta corroborado con el inciso octavo de la ley sobre el impuesto a la caa de azcar, que leo la cual se basa en el captulo segundo, inciso cuarto del Reglamento de ferrocarriles que voy a leer...

-Pero a veces se equivoca. Ayer, por ejemplo, interrumpi al seor Balbuena y le dijo:

-Voy a ayudar... a su seora...

Meti la mano a su carpeta, sac un libro, abri, busc una pgina y ley, en la vehemencia de su defensa:

Me dices que no me quieres, me dices que me abandonas ay mi dueo!...

El seor Criado haba sacado de la carpeta, en vez del Cdigo Penal, el ltimo nmero del Cancionero de Lima...

(Los huelguistas. siguen presos).

[En La Prensa. Lima. 5 de octubre de 1916. p, 9.]

AYER LA SESIN FUE BREVE...

Ayer la sesin fue breve como la vida de un sietemesino. Fnebre cual ceremonial de Berghusen. Triste como la constatacin de un ao ms en el seor Manzanilla. Frgil como el azahar de una novia. Pesada como el sueo de un caimn impber o como una siesta del seor Arambur. Hiertica como un retrato al pastel del seor Velezmoro. Incongruente como un poema del seor Pasquale. Lrica como el canto del ruiseor de Sarasate y diminuta como la nariz del seor Carrillo.

Los diputados se acercaron a la mesa a quitarle la joroba al seor Manzanilla. Sobronsela con fruicin, placidez y acuciosidad. Su excelencia estaba triste, plido, melanclico. Estaba otoal.

-Qu edad tendr el seor Manzanilla? -le preguntamos al seor Balbuena, mientras engullamos la vianda criolla de la cantina, que el seor Gamarra apoda con el mote filosfico y jurdico de causa.

-chenle ustedes cincuenta, pero no lo digan en el peridico, porque su seora se disgustar. El presidente pasa de los cincuenta, pero digan ustedes que tiene treinta y nueve... Eso le encanta!

-Mixtificacin tamaa no tendr nuestra complicidad. Si su excelencia tiene cincuenta, cincuenta le echaremos. De otro lado, la de los cincuenta es la noble y fecunda edad. Los paltos dan el fruto a los cincuenta aos. San Mateo escribi su epistolario entre los cuarenta y nueve y los cincuenta. Maupassant se volvi loco al cumplirlos. El insigne y benemrito patriota don Nicols de Pirola fue presidente a los cincuenta aos. San Pacomio fue archimandrita a los cincuenta aos. Es la edad ilustre, la edad de la celebridad, la del zenit. La edad perpendicular. Su excelencia no debe apenarse de tal edad. Napolen, por fin, se muri a los cincuenta. Por manera, distinguido seor Balbuena, que nosotros le pondremos al seor Manzanilla cincuenta cabales

En tanto en el saln de sesiones una atmsfera de patriotismo nos asfixiaba. Con su aspecto de ratn intranquilo, seor Garrido Lecca, que parece un comprimido de longevidad, era todo odos. El seor Manuel Jess Gamarra, de quien en otra ocasin dijramos, injustamente y sin conocimiento de causa, que era ms feo que un cangrejo boca arriba, cotejaba, con el diario en la mano, sus boletos del tranva. Hurgbase la oreja izquierda con voluptuosa pertinacia, el seor Garca Irigoyen. Lea los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, abotagado Y jocundo, el seor Arambur. Con su mstica mirada de virgen de Arias de Sals, contemplaba el plafn, el isralico seor Salomn y contbale chistes de color, por lo bajo, al seor Luna Iglesias, el coronel Bedoya.

Habl el ilustre seor Ulloa. La Historia del Per reson en la sala. El Tratado de Ancn. La guerra con Chile. La Cmara pareca un captulo de los Episodios Nacionales, cabeceados con el A, B, C, y con las conveniencias diplomticas. El seor Uceda, cogiendo su sombrero, con pausa episcopal, se retir antes de terminar la sesin.

-Por qu se marcha useora tan pronto? le interrog el seor Gamarra, su compaero de banco.

Y el seor Uceda:

-Me voy porque esto va a ser muy largo...

-Largo? Y por qu?..

-Porque recin estamos en el A. B. C., honorable colega.

El chiste, chiste futurista, pas completamente inadvertido, como tantas otras cosas futuristas...

[En La Prensa. Lima, 7 de octubre de 1916, p. 2.]

DANDO EL OPIO

Larga, pesada, brumosa, asfixiante, descabalada, paradojal, estril, contradictoria, ilgica, soporfera, inquisitorial palurda y canija, fue la sesin de ayer en diputados. Hubo cosas inusitadas y sorprendentes. Habl el seor Escard sobre el azcar y nos dej con la miel en los labios. Habl el distinguido y trasandino seor Urbina, no sobre el azcar sino sobre la sal, que, segn l, pesa sobre el resto del pas. Lima no es el Palais Concert, dijo el seor Urbina. Pero su seora, que es muy salado, como buen huantino, se estrell contra el seor Zapata. Habl tambin, defendiendo al militarismo, con un gesto de Kiser chinchano, el seor Moreno, que tuvo una elocuencia de teniente coronel.

Vino la cuestin de los telegrafistas. Y vino, como no poda dejar de venir, el discurso del seor Secada. El seor Secada no quiere estarse callao. l que tan altruista campaa ha hecho contra el opio, aquella droga desmoralizadora y nociva, que hace dormir ms de lo natural y transforma a cada hombre en un lirn, prodiga el opio delicado y fino de su oratoria. El seor Secada que da el opio con tanta frecuencia deba pagar un impuesto cada vez que toma la palabra. El Estado ya sera rico. Pero su seora ha nacido para hablar, es orgnicamente locuaz. Su seora pronunci ayer un discurso digno de las palabras que encabezan el cuerpo de este artculo. Habl. Habl. Habl. Cabeceaba desde su banco, con su rostro alimentado, el seor Rez. Cabeceaba, resignado, el seor Arambur. Cabeceaba con su nariz de fauno, el seor Luna Iglesias. Cabeceaban los periodistas. Cabeceaba la Cmara. Cabeceaba el mundo, el espacio, el tiempo, la luz elctrica. No cabeceaba el propio seor Secada porque su seora, cuando habla, pierde la cabeza.

Amenguada la voz por el exceso, slo se vea en la sala la jacobina figura del seor Secada que abra, cerraba, esgrima, levantaba, agitaba y extenda los brazos. Pareca, casi en silencio, un juguete de Pascua. Agotados los argumentos recurri a los libros. Abri uno de los muchos que le acompaaban y ley, ley, ley. La Cmara segua cabeceando. Hubo de recurrir, para despertarla, a la revuelta. Y dejando la lectura comenz una conferencia sobre la rebelda. La rebelin, la revelacin y la revolucin. El derecho a la huelga. Sali a sonar el seor Gonzlez Prada, el maestro mximo. Sali a relucir el seor Zapata. Y sali a relucir el reloj del ilustre seor Ulloa que marcaba las ocho.

Cuando le dieron las ocho al seor Secada, levant la voz para evitar que el presidente levantara la sesin. Y a sus gritos, que eran estertores, alz la cabeza el seor Garca Bedoya.

-El desayuno! -exclam azorado restregndose los ojos.

El seor ministro se haba quedado dormido! En tanto el seor Qumper deca, consolando al diputado por el Callao:

-Ha puesto useora en un hilo al seor ministro.

Y el seor Garca Bedoya, que es de la cuerda, le respondi: -S. Pero ha sido en un hilo telegrfico...

DANDO LA HORA

Ayer vino hasta nuestra mesa de periodistas, dispensndonos honor tamao y remarcable, el seor Balbuena, nuestro colega.

-Qu hora tenis, gentiles colegas?

-Nosotros, honorable seor, no tenemos hora. Slo tenemos una hora fija: la de la muerte! Los periodistas, honorable seor, somos casi franciscanos. No tenemos nada. Hasta la vergenza va siendo artculo de lujo...

-Pero no tenis relojes? Cmo consultis el tiempo?

-Por los apremios estomacales, honorable seor...

-Que son crueles...

-Pero sinceros.

-Pues yo os dar la hora.

-Useora siempre da la hora...

Y el seor Balbuena sali para volver a poco con un paquete.

Un paquete de relojes. Walthams. Longines. Tres Pie Relojes grandes. Relojes de pulsera. Al verlo le cantamos en coro lo de la zarzuela... Quera que me ablandara con un relojito de esos de pulsera... Y se lo...

El seor Balbuena pareca una sucursal de Welsch. Extendi la mano, con un ademn de Mecenas trigueo y prdigo y nos dijo, magnnimo:

-Escoged! Elegid! Poseed! Enriqueceos!...

-Y escogimos, elegimos y poseemos reloj. Gracias a la munificencia del seor Balbuena le podemos tomar la hora a los discursos del seor Secada. Los periodistas esperamos que en el reloj del tiempo y en los del seor Balbuena suene la hora mxima en que el pueblo de Lima, como un solo hombre, vaya a las nforas y elija al seor Balbuena.

El seor Balbuena, como lo dijimos siempre, mucho antes de la escena de los relojes, es el nico, el primero, el mejor, el irremplazable ciudadano que debe representar a la capital en el parlamento. Orador distinguido y ciceroniano. Gentleman intachable. Mecenas prdigo. Supremo profesional. Elegante. Quin dice que el seor Balbuena es amarsgado? Inexactitud diatribesca y tamaa! Useora es hasta buen mozo.

Useora no debe ir a un banco de diputado. Debe ocupar un ministerio. Ministerio? Ms que ministerio. Presidente de gabinete. Ms que presidente de gabinete. Su seora debe ser, y ser, mientras tenga relojes, con el tiempo, presidente de la Repblica.

Un ciudadano que ha levantado el nivel moral de los electores! Antes los candidatos obsequiaban al elector butifarras y chicha. Ahora los candidatos regalarn relojes!

-A ver -nos dijo al concluir la sesin- si han hecho ya uso de mi modesto obsequio. Qu tiempo ha hablado el seor Secada?

-Cinco horas! -le respondimos.

-Ji! Ji! Ji! Si no ha hablado ms de hora y cuarto... -Entonces sus relojes, honorable seor, tienen las horas muy largas...

[En La Prensa. Lima, 10 de octubre de 1916, p. 2.]

HISTORIA DEL PER

Ayer la Cmara de Diputados estuvo triste. Faltaba la fosforescente palabra del seor Secada, que el viernes nos ofreci a los periodistas, sus antiguos compaeros, su vida pblica y privada. Desgraciadamente, la vida del seor Secada, que Dios conserve muchos aos, no la podemos empear en ninguna casa de prstamo. Siquiera fuera como los relojes del seor Balbuena Pero la voz del diputado chalaco, estallante como los fsforos chalacos, ruidosa como la kola chalaca y luminosa como un fuego fatuo, se extraa en la Cmara.

El seor Secada ha sido, efectivamente, nuestro compaero en algunas ocasiones. Comenz, como nosotros, de periodista. Puede ser que nosotros concluyamos como el seor Secada, de diputados. Hemos sido compaeros del seor Secada. Buenos palos hemos dado juntos, honorable seor! Hace algunos aos sacamos un diario que, aunque sala temprano, se llamaba La Tarde y que slo dur una maana. Trabajamos juntos. El seor Secada fue nuestro maestro. De l aprendimos todas estas aagazas de periodistas. Hay que dar duro!, nos deca don Alberto. Y cada editorial de La Tarde contra el caduco seor Villanueva, era como una pualada trapera. Por eso, porque es viejo periodista, el seor Secada habla a veces con ms elocuencia que un suelto de crnica.

Falt tambin ayer la voz del seor Balbuena. Pero su fcil irona fue sustituida por la frase amena del seor Rodrguez. El seor Rodrguez parece un libro de Eca de Queiroz con la cabeza blanca. Se dej or, haciendo contraste: con la oratoria del seor Rodrguez, el seor Hoyos Osores. El seor Hoyos Osores habla pausada, aunque enrgicamente. Es contundente pero moderado, y tiene una lgica escolstica y austera. Intervino el seor Velezmoro, que ha heredado las condiciones parlantes del seor Moreno. Y por fin habl, con la correccin y tino que le distinguen, el seor Luna Iglesias. Todos cajamarquinos. La barra cajamarquina aplauda a sus seoras.

Cajamarca, la histrica ciudad donde le cantaran la pacapaca a Atahualpa, ocup toda la tarde. El seor Hoyos Osores, prudente y solemne, pareca el propio Inca, hijo de Huayna Cpac. El seor Velezmoro pareca el general Calcuchima, astuto y avizor. El seor Montenegro era una especie de Rumiahui, contundente y definitivo. Pero lleg el seor Luna Iglesias, alto, severo, blanco y conquistador, como Pizarro.

Y ya saben ustedes lo que pas en Cajamarca cuando lleg Pizarro...

BATALLA CAMPAL

Ya descorazonados y laxos, nos bamos a salir de la Cmara, cuando omos voces. Algo as como si la tierra se desgarrara, se saliera el mar, se cayeran las estrellas, hubiese terremoto o pronunciara un discurso el seor Moreno. Ms, mucho ms que eso. Voces, imprecaciones, protestas, gritos, puetazos, campanilla presidencial, estruendo de la barra. La cmara semejaba la profeca de San Juan Apocalptico sobre el juicio final.

-Mayora opresora!

-Minora exigente!

-Mayora gobiernista!

-Minora deslabazada!

-Pim!

-Pam!

-Pum!

El seor Torres Balczar, rojo, chispeante, miuresco, agresivo, vibrante, caldeado, los puos en alto como don Juan cuando llam al cielo y no le oy, daba la batalla y las balas se cruzaban, cuando se present. a manera de zeppeln, el seor Moreno y arroj unas cuantas bombas.

Pero surgi el seor Larraaga, especie de Goliat alemn, colorado y sin bigotes, y todos temblamos por la suerte del seor Torres Balczar que, por ms torres que tenga, han de ser expugnables por el colosal seor Larraaga. El seor Larraaga! Dios nos libre no de un puetazo o un puntapi, sino hasta de una simple caricia. Dios nos libre de un beso del seor Larraaga! Pero el seor Torres, aunque solo, se bati heroicamente. Ces el tumulto. Y se dirigieron al interior del edificio el seor Torres Balczar y el seor Larraaga, sudando an. Penetraron a una sala seguidos por sus amigos. A poco omos ruido de correr:

-Balazos?

-S -nos dijeron-, son disparos! -Se estn batiendo!

Y entramos. El espectculo que se ofreci a nuestra vista no es para descrito. En el fondo de la sala, rodeados de sus amigos, unidos cuerpo a cuerpo en fraternal abrazo. Estaban los seores Torres Balczar y Larraaga, mientras en las peludas y fricas manos de los sirvientes estallaban los aponazos del champagne, el vino heroico, el sabroso vino de la Champaa, que hoy fertilizan, con su preciosa sangre. Para que se lo tomen despus de sus combates los diputados peruanos, los sublimes y valientes soldados de esa repblica que el seor Garca Bedoya comparara generosamente tan veces con la nuestra: la gloriosa Francia Inmortal!...

[En La Prensa. Lima. 17 de octubre de 1916. p. 2.]

HORAS DE MISTICISMO, ETC...

Cual queda la playa, al salir el sol, tras la tormenta, as qued ayer la Cmara despus del combate del lunes. Los marineros de la nave del Estado, o sea los seores diputados, repuestos de la agitacin de la vspera, descansaban. Verdad es que no todos estos marineros trabajan. Los hay laboriosos y ordenados como el seor Tudela, pero los hay regalones y cachazudos como el seor Gamarra, no el del cangrejo boca arriba, sino don Abelardo, el de los amenos rasgos de pluma y de fisonoma.

Gordo, rojo y blando, el seor Torres Balczar, submarino locuaz en este mar agitado de la poltica, estuvo ayer suave y ceremonioso, como un caballero de la corte de Luis XV. No era ya el hipocampo ni el pez espada, agresivos, sino tranquila y cndida mojarrilla complaciente. Con su rostro avizor pasaba, a manera de rosario, entre sus dedos camanejos, la cadena de su reloj, el seor Portocarrero. Explicbale, no sabemos qu cuestin acadmica, al seor Larraaga, largo como un discurso del seor Moreno, el doctor Martua. Y el seor Larraaga, gentil, escuchaba oponiendo, de vez en cuando, a la cascada de la oratoria del diputado por lea, la vala de uno que otro argumento contundente. Porque el seor Larraaga, que a primera vista parece un hurao de la guardia imperial, capaz de cercenar cabezas gabachas por gusto el seor Larraaga, que fsicamente es una especie de Goliat cabeceado con Sansn y Hrcules, es, moralmente, el espritu de la correccin y de la gentileza. Mesurado, inteligente y cordial enfantgat de sus compaeros, entre los cuales distribuye el bien inapreciable de las dietas... Y no elogiamos ms al seor Larraaga, porque no crean que le tenemos miedo al seor Larraaga. Le tenemos pnico. Cuando le vemos de cerca temblamos ms que las histricas siete viejas agarradas de las manos

Contra todas las expectativas, la sesin de ayer fue serena y apacible como una taza de leche con natas. Nada turb la paz episcopal del recinto. Haba ambiente catedralicio. No falt ni siquiera un sermn, breve e inconexo, pero al fin sermn: el del reverendo padre fray Jos Snchez Daz. Un misticismo incomprensible invada el saln. Pareca eso la puerta del paraso. Verdad es que no estaba el seor Secada, que es tan amigo de Satans; amigo personal, como lo comprob su seora el da que hizo tan brillante elogio del muy cochino de los pies de cabra. El seor Balbuena, que pereca un Santo Toribio de Mogrovejo, porque como l es caritativo y obsequioso, pues si aquel santo obsequiaba indulgencias, ste regala relojes, escuchaba. Hablaba, como en xtasis, a manera de un Jons criollo, el seor Ruiz Bravo. Piadosamente, con su cara de Dolorosa, el seor Salomn haca observaciones atinadas. Y arriba, en el estrado presidencial, el seor Torres Balczar, contrito, se dejaba poner en la boca pastillas de menta que el seor Manzanilla, eucarsticamente, le colocaba. En su banco, el seor Grau pronunciaba un laude, y de su boca coralina salan las palabras a manera de incienso mstico. Pareca el seor Grau un pebetero, uno de esos pebeteros que en forma de pavos reales de filigrana de plata usan las seoras negras tamaleras par, a sahumar durante la procesin, a nuestro distinguido amigo el Seor de los Milagros...

Se puso en prctica la trascendentalsima cuestin definitiva, de gran inters nacional, de cmo deben tratarse los diputados. Con modestia recomendable, han acordado los representantes suprimirse el honorable. Se llamarn en adelante, con toda sencillez, el seor diputado, el seor presidente. El seor Gamarra, que es muy demcrata, don Abelardo, opinaba porque se dijeran simplemente: Oiga usted compadre o el que nos manda, dirigindose al seor presidente. Pero estas modificaciones no fueron aceptadas.

Al primer diputado que le toc hablar despus de esta innovacin, fue al reverendo padre fray Jos Snchez Daz, y sea por costumbre o por olvido, el ilustre prelado comenz su discurso de esta guisa:

-Hermanos mos!...

[En La Prensa, Lima, 18 de octubre de 1916, p, 5,]

TODO ES SEGN EL COLOR

Da militar el de ayer. En las calles el Seor de los Milagros, a tambor batiente. En la Cmara de Diputados, en vermouth, los ascensos militares. En el Municipal, de noche, El soldado de chocolate.

En diputados, la tarde se desliz ceremoniosa, solemne, grave, No hubo discursos que lamentar. Lleg, socarrona, la orden del da y con ella la orden de votar. Los ascensos militares! Los militares despertaron expectacin. El presidente agit la campanilla. El seor Carrillo, con voz nasal, empez a llamar. Y fueron subiendo uno a uno, al estrado. Al que ms trabajo le cost subir fue al seor Garrido Lecca, en quien los aos y el reuma ya le mortifican, El seor Escard, con su aspecto de nio juguetn, subi a tranquitos. Los diputados suban, cogan una balota blanca o negra, segn sus aficiones, y la depositaban sonoramente en el nfora etrusca y argentina. El destino en forma de bolita de colegial, decide en el Per la suerte de los generales.

Se acerc el seor Qumper y cogi su bola, y cual si sacara un nmero de los sorteos de la Beneficencia, la mostr:

-Negra? -le interrog al seor Torres.

-Como la noche...

-Como qu noche?..

-Como la noche, La noche no es negra?

Pero comenzaron a caer las blancas. Blancas. Blancas. Pareca una lluvia de nieve. Comenzaron a sonar los aplausos al general flamante en las bancas y en la barra. Y lleg su turno al seor Jimnez. El seor diputado ascendi, tropez, tosi, melinse, meti su fina mano breve y velluda y lanz un grito estridente, una especie de jipo, de canto de cisne.

-Se siente mal el seor diputado? -interrog el presidente.

-No, seor presidente. Muy bien. Pero protesto del procedimiento incorrecto.

-El seor diputado se equivoca! La mesa procede correctamente!

-Permtame el seor presidente. Aqu hay una mixtificacin.

-Cmo? Cundo? Por qu?

-Porque todas las bolas son negras, seor presidente!

El seor Manzanilla lanz tamaa carcajada:

-No es nada lo del ojo! -dijo. -Es que el seor diputado usa lentes ahumados!

[En La Prensa. Lima, 19 de octubre de 1916. p. 2.]

SIGUI AYER LA CMARA...

Sigui ayer la Cmara en su patritico afn de darle al ejrcito jefes competentes y a la marina directores capaces, contra la opinin del seor Secada, que se vino desde Matucana para referir en el seno de ella cosas confidenciales. Habl el seor Martua. Habl con el tino, la seriedad, la correccin y la inteligencia de que es poseedor, Habl el seor Ulloa, digno colega del seor Martua. Qu sera del Parlamento sin el seor Ulloa, el seor Martua, el seor Manzanilla y el seor Cornejo?

- Habl tambin, pero por lo bajo, el seor Aaos. El seor Maos es un cultor de la forma. Pertenece su seora la generacin literaria del seor Pasquale y del seor Gamarra. Se enamora de las palabras sonoras, y aunque no siempre las emplea con oportunidad, a veces tiene grandes aciertos. Hace tres das que el seor Aaos encontr en un artculo la palabra anttesis.

Suena bien. Su seora se encari con la palabra y comenz a hacer uso de ella.

El Per es una anttesis! -le deca, conversando, al seor Luna Iglesias.

-Una... qu?

-Anttesis! -insista el seor Aaos, regodendose del efecto de la palabra.

Y el seor Luna Iglesias le responda:

-Una anttesis?.. Bueno!...

Ayer, el seor Martua, como hemos dicho. Pronunci un bello y sazonado discurso. Breve. Conciso, enrgico, razonado, metdico, elocuente, correcto. Parecanos estar en la cmara de los comunes que, en nuestro Parlamento, no son muy comunes los discursos como los del diputado por Ica.

En uno de los pasillos, el seor Aaos comenz a hacer una apologa vehemente del discurso del doctor Martua.

-Maravilloso! -deca-. Qu elocuencia, qu talento, qu conceptuosidad, qu brillantez! Hace aos que no oigo hablar con tanto acierto! El discurso del seor Martua es una obra de arte!

Y el seor Fuentes, coronel de ejrcito y catedrtico de Metafsica en San Marcos, ex prefecto de Loreto, ministro del general del Caquet, y coadyuvador en el salvador golpe del 15 de mayo, que haba pronunciado tambin un discurso, le pregunt, hacindose el candoroso:

-Y mi discurso qu tal le ha parecido, estimable colega?

-La anttesis! dijo, sin poder reprimirse por ms tiempo el seor Aaos. El seor coronel de Ejrcito y catedrtico de Metafsica, azorado, quiso cambiar la conversacin y dio forma a esta frase:

-Y qu opina, colega, de la supresin de tratamientos?

-Oportuna -dijo discretamente el seor Aaos.

Y el coronel Fuentes, que es catedrtico de Metafsica, quiso hacer an una frase filosfica, una lamentacin a lo Chateaubriand:

-Lo que es la vida! En sus menores detalles ofrece ocasiones de anlisis, como dijo Kant. Hasta ayer, por los tratamientos, yo usaba el ttulo de honorable y de seora. y ahora!. ..

-Ahora -dijo el seor Aaos, posedo de la importancia de su frase favorita, la anttesis!...

En ese momento el candado que usa en la barba el coronel Fuentes, le haca falta a la boca encantadora del seor Aaos, a quien Dios guarde.

[En La Prensa. Lima, 21 de octubre de 1916, p. 5.]

LOS NUEVOS

Estamos furiosos contra el seor Pinzs. El seor Pinzs nos ha engaado. El mismo nos sac de la puerta del Palais Concert, nos meti en una victoria, se frot las manos, sonri con esa su sonrisa de Inca obeso y satisfecho, y con un tono digno de Huayna Capac cuando hizo la conquista de Quito, dijo al auriga:

-Oye, cholo! Vamos a casa!

Y el cochero, que ya sabe cul es la casa del diputado, nos condujo a la Cmara.

-Qu va a haber? -le dijimos.

-Uy! La mar...

-Va a hablar el seor Secada?

-No, porque ya Luna est incorporado.

-Entonces hablar Luna.

-No. Porque no va a venir Secada...

-Entonces qu va a haber?..

-Ya ver usted. Yo ser su cicerone. Usted conoce a los nuevos?

-A algunos. Quin es ese gordito, bajito, abrigadito que se hurga la nariz all junto al seor Martua?

-Ese es el seor Macedo Pastor...

-Pastor protestante?..

-No, radical. Es una trinchera alemana. Cuidadito con l! Est lleno de dinamita. En un bolsillo tiene los libros del insigne Gonzlez Prada, que matan... En otro bolsillo tiene los discursos de su coprovinciano, el doctor Cornejo...

-Que matan!...

-Y en la cartera tiene su librito de recetas...

-Es mdico?

-Mdico, puneo, radical y ungido por la Corte...

-Qu Corte!...

-Cmo! Se queja usted de la Corte?

-No. Digo que qu Corte nos puede dar este cirujano

-Y quin es ese joven elegante, severo y ponderado que esta junto al seor Prez?

-Nuevo tambin. Es el seor Barreda...

-El opositor del seor Macedo? Han triunfado los dos?

-No. Este seor Barreda no tiene un pelo de puneo.

ste es don Felipe... El catedrtico!

-jAj!

-Ve usted a ese trigueito. Chiquitito, con anteojos?

-No.

-Fjese bien. All, en el fondo, junto al seor Moreno...

-S. Lo confunda con una caritide...

-se es nuevo. Nuevo de los nuevos. De los flamantes, nuevecito. se es futurista...

-Ande, bromista! Un futurista en la Cmara! El nico que haba era el seor Uceda y ese ya est viejo...

-Viejo?

-Claro! Ya tiene un ao en la Cmara... Quin es, vamos a ver, este futurista?

-Tello! El arquelogo. El del museo.

-Hombre, no haba reparado. Verdaderamente este seor parece salido de un museo incaico...

-Y ese joven?

-Pist! Ms despacio! No sea usted imprudente.

-Por qu?

-Usted sabe quin es se...

-No, en verdad.

-se es... acrquese... se es...

-Pero, quin es?

-se es... capaz de comerse crudo a un vertebrado...

-Acabe usted!

-se es... Luna!

-Chantecler?

-El mismo!

-Atiza!

-Ayer lo vi comiendo en el Cardinal. Y usted sabe qu Coma?

-Pat

-Y qu...

-Que el pat, so pelmas, se hace de hgado...

-Bacalao!

-Y yo le dije que no comiera hgados...

-Por qu?

-Le dije que no comiera eso, porque con eso se pona la boca seca...

-Y qu le respondi?

-Que a l no se le iba a poner seca sino... Secada!..

Y chasqueaba la lengua...

[En La Prensa. Lima, 2 de agosto de 1917, p. 6.]

LA PRIMERA VCTIMA

Trece das! Trece das! Trescientas doce horas que vamos religiosamente a la Cmara con una encantadora esperanza en el alma alborotada; y trece das que salimos, al anochecer, con el gesto agrio y el espritu desconsolado. Ya nos sabemos de memoria a la estatua de Bolvar, a los guardias de la puerta, a los taqugrafos y a todos y cada uno de los representantes. Ya sabemos que al seor Salomn le gustan los caramelos de limn; que el seor Aaos tiene un retrato en la tapa de su Longines; que el seor Criado y Tejada lleva el Cancionero en el bolsillo; que el doctor Martua se pone a leer a Tennyson traducido por Cabotn; que el seor Moreno tiene en su carpeta La Unin de Chincha Alta en que sali su retrato; que el seor Manzanilla est dispptico; que seor Macedo Pastor se pone a comer man en la sesin; y lo que el doctor Prez usa calzoncillos con tiritas. Como los aficionados a toros, salimos una tarde renegando y prometiendo no volver y llega el da siguiente y nos hacemos esta reflexin:

-Qu diablos! No hemos de tener una suerte tan Changanaqu! Puede ser que hoy...

Ustedes se preguntarn qu buscamos en la Cmara con tanto afn. Pues la pelea de gallos! El debut del seor Luna. Los desafos, la lucha, el escndalo.

Si nosotros hemos acompaado al seor Luna, con el espritu, en su candidatura, ha sido bajo la condicin de que el seor Luna se comera, no diario, pero s entre das, de uno a uno, a los seores gallos de la Cmara. Pero el seor Luna que es muy gallo, nos est haciendo pato. Ayer, por fin, resolvimos abordarlo.

-Seor don Julio le dijimos-, Y?..

-Qu?

-Cundo?.. Caray, la cosa va larga!

-Qu quiere usted que yo haga... Estn tan calladitos!

-Pero, qu se ha hecho el seor Secada?

-Est con jaqueca...

-y el seor Vivanco, qu hace?

-Lamentando la enfermedad del seor Secada...

-Y el seor Qumper?

-Apenadsimo de ver al seor Vivanco...

-Y el seor Borda?

-Dando pasos en la universidad...

-Pero usted deba hacer algo...

-Hago lo que puedo. El otro da, por ejemplo, le pis un callo al seor Castro, y qu cree usted que hizo?..

-Se indign?

-Quiz! Se limit a exclamar, descorazonado: Caramba, qu mala pata tengo! Usted es el tercero que me pisa este callo!

-Tate! Le doy a usted una idea. xito seguro! Sltele usted, a la primera de espadas, al seor Salazar y Oyarzbal!...

-jUy! Usted no lo conoce...

-Es muy tremendo. Se bate por qutame all esas pajas!...

-Qu pajas ni qu nio muerto! El otro da le dije una Indirecta...

-La comprendi?

-Al vuelo.

-Y qu hizo?

- Se puso a sobarme la pantorrilla. Que si yo, que si l, que si la confraternidad parlamentaria...

-Qu piensa usted hacer? Esto es cuestin de desafo a usted. Usted necesita, para no defraudar las expectativas nacionales, comerse crudo a alguien...

Ya lo tengo. El da menos pensado va a haber sepelio.

-De quin?

-Del seor Fuentes...

-Ese no le hace oposicin al rgimen...

-Pero me la hace a m. Y el que me la hace me la paga... -Vamos a ver, don Julio. Qu le ha hecho don Hildebrando?...

-Me ha tomado de cabrito. Se me sienta al lado y empieza a hacerme un alto de preguntas: Usted ha ledo a Kant? Usted conoce al seor Platn?. Ha ledo usted a mi compaero Spencer?.

-Pero...

-Nada, que como siga tomndome el pelo me vaya olvidar de todo y le vaya dar as: Kant!

Y nosotros, medrosamente, salimos exclamando:

-Schopenhauer!

[En La Prensa. Lima, 12 de agosto de 1917, p. 6.]

OLE CON OLE Y OL

Estamos encantados. Felices. El seor Luna nos ha hecho caso. El seor Luna ha debutado. Para algo somos lo que somos y para algo sabemos dar consejos desinteresados. Hasta ahora deben sonar en la Cmara los bombazos que dispar el joven diputado quechua. Eso no era un diputado por Paucartambo. Qui! Eso era un can del 75, con balas dum-dum y gases asfixiantes. Muertos y heridos. La minora en una retirada gloriosa. El seor Secada sigue conjaqueca. El seor Vivanco sigue con indisposicin. El seor Qumper no quiere tener los con la vecindad. Ayer no volaba una mosca en la sala. El doctor Salazar y Oyarzbal, que haba estado haciendo el papel de Cyrano, ha tenido que cederle el puesto a Chantecler... Literatura francesa.

El coronel Fuentes, que el otro da sac la espada, ha tenido que guardarse la vaina. El doctor Pea Murrieta se ha dedicado a curar y se la pasa ofreciendo pastillas de Pe-Pay-A al doctor Manzanilla que, como hemos dicho, padece de dispepsia aguda. En las izquierdas hay un silencio sepulcral. Huele a muerto. El nico asistente de las izquierdas, el seor Castro Osete, se la pas toda la tarde de ayer leyendo una novela de Paul de Kock, con ilustraciones con ilustraciones en el texto.-Pero qu pasa. - le interrogamos al dulce mstico seor Uceda.

-Ay, amigo! -nos respondi con las lgrimas en los anteojos. -Ay!...

-Pero qu ay?

-Ay! Es decir, todava no hay, pero va a haber...

-Y se puede saber lo que va a haber?..

-Ahora no hay, pero despus que haya lo que va a haber no va a haber nada...

-Caray! Eso parece un manifiesto futurista...

-Lo dice usted porque no va a haber nada?

-No. Lo digo por el estilo. Tiene eso un sabor clsico que huele a Academia de la Lengua

-Qu mala lengua...

-Qu quiere usted, se hace lo que se puede...

-Pues vamos a tener tragedia

-Vamos, seor Uceda. No exagere usted. Los futuristas podrn hacer teatro, hasta sainete; pero tragedia!...

-No, la tragedia va a ser aqu, en la Cmara, es decir, en la pampita del Medio Mundo...

-En qu quedamos, seor futurista?..

-Digo que la tragedia ha nacido aqu, pero que el lugar del suceso va a ser la pampita...

-Pues si esto sigue as vamos a tener que ir a la pampa.

-Es que se trata del seor Escalante...

-Con mayor razn. A la pampa!...

-Es que tenemos duelo...

-Duelo?

-Pero usted dnde vive?

-En la luna...

-Entonces anda usted cerca. De eso se trata

-De la luna?

-No, del Luna, del seor Luna. Este hombre no nos va a dejar en paz

-Pero qu le ha hecho a usted el seor Luna?

-A m? Dios me libre y sea loado y me proteja!...

-A quin, entonces?

-A m no me ha hecho nada, ni Dios lo permita. Pero pregntele usted al seor Secada...

-Y al seor Qumper, y al seor Vivanco y a todos los seores de all, del frente... de la izquierda. Sobre todo, pregnteselo usted al seor Escalante... Usted lo conoce?

-Al seor Escalante? Harto. Uno bajito l. El de los hgados del seor Corbacho?

-El mismo. Eso va a ser una tragedia. Imagnese usted lo que va a pasar. Dos fieras! El seor Escalante se desayuna con sesos, almuerza con hgados y come anticuchos...

-Pues buena indigestin se va a llevar el seor Luna.

-Por qu?

-Porque imagnese usted el banquete que se va a dar con el seor Escalante...

-Y el seor Luna dice que se va a comer de uno en uno a todos los de la izquierda.

-De manera que le va a llegar a usted su tumo...

-A m?

-Pero usted no es de la izquierda?

-S, yo soy de la izquierda, pero segn como se va

-Cmo?

-Claro. Hay izquierda entrando y hay izquierda saliendo.

-Y usted...

-Yo soy de la izquierda saliendo -nos dijo el dulce seor Uceda.

Y nosotros nos despedimos convencidos.

Lgica futurista...

[En La Prensa. Lima. 15 de agosto de 1917. p. 6.)

CORRESPONDENCIA DETENIDA

Ambulando ayer, desorientados, con un peruanismo desesperante, fuimos a caer a la Cmara de Senadores. La Cmara no ha cambiado de aspecto. El mismo caballo de Bolvar encabritado y sin cincho, los mismos ficus broncneos los mismos ociosos en las banquitas, las mismas columna en las portadas. Por dentro la Cmara ya es otra cosa, desde que se hizo presidente el seor Bernales. Con la presencia del popular seor Bernales, especie de Petronio cincuentn, la Cmara parece ms alegre, ms juvenil, ms esplndida, ms Cmara. En suma, una Cmara con escarpines.

La Cmara de Senadores es como un hacinamiento de siglos. El seor Paz Soldn, un siglo; el seor Vivanco, dos siglos; el seor Elspuru, tres siglos. En medio de tanto tiempo florece la juventud del seor Silva Santisteban, que, con el seor Pacheco Vargas, son los benjamines de la Cmara: dos nios de teta, dos angelitos, dos bebs que piden a gritos el aro, el bibern y la pelota. Dios los conserve, a pesar de que estn muy bien conservados!

Pasamos revista. Desfile secular. El seor Paz Soldn es un siglo XIX. El seor Gazzani, el siglo del Renacimiento italiano. Un Benvenutto Cellini sin cinceles y sin estatuas, pero muy ben venutto en la Cmara. El seor Elspuru parece una virgen prerrafaelista, despus del parto, y en xtasis, y dibujada por Tefilo Castillo. El seor Larco Herrera, con su aire de presidente de Repblica, habla del muelle de Malabrigo y del herosmo de los trujillanos. El seor Picasso, picando al seor Paz Soldn y el seor Silva Santisteban, hacindose presente, como un colegial vaquero que ha llegado tarde a la clase. El seor Pacheco Vargas, como una viejecita romntica y de manta, suea, con los ojos en blanco, en un importante proyecto sobre su exhibicin de vicuas para el centenario.

-Y qu hay de esas vizcachas? -le preguntamos.

-Vizcachas? A qu vizcachas se refiere usted?

-Es verdad! Qu hay de los carneros?

-No hay tales carneros, amigo mo. Son vicuas.

-Perdn, entonces, por las vizcachas... Usted hace cras?

-No, mi seor. Yo no soy de los de la cra. Yo slo quiero exhibirlas.

-Cundo?

-Para el centenario...

-Pues va a ser larga la cra...

Cort nuestro sabroso dilogo, y entr, cuando le tombamos el pelo a las vizcachas, el seor coronel Zapata. El seor Zapata se detiene en los pasillos y escucha, complacido, a las mil y pico de peticionarias que le esperan.

El coronel reparte sonrisas, miradas y esperanzas a las damas. El seor Zapata no deba llamarse Ernesto T. sino Juan T. Zapata. Juan Tenorio Zapata. Juan Zapata, a solas, suena muy feo y don Ernesto no lo es, que digamos. No se podr comparar con el buen mozo seor Lanatta, pero tampoco es ningn Changanaqu.

El largo trabajo de la direccin de correos le ha dado a don Ernesto un aire muy singular de punto y raya. Del telgrafo ha sacado, tambin, la concisin y el laconismo. As, mientras el doctor Cornejo (es un decir), para hacer un galanteo, dira, ms o menos:

-El amor, seorita, esta fuerza biolgica universal y dinmica que se inicia en la clula y el protozoario y concluye en el templo, cuando es catlico, pero que puede concluir en la Municipalidad, si es protestante; esta fuerza que segn Lutero y los enciclopedistas franceses...

Todo esto lo dira el seor Zapata, en caso semejante, con estas simples palabras:

-Qu morena tan ricotona es usted, caray!

Pero el seor Zapata es una vctima de Cupido y de su despreocupacin. Tiene la costumbre de echarse todo al bolsillo. Lo mismo una cajetilla de Mascotas que un par de guantes o una misiva sentimental o un proyecto de ley. Esto, como se ver, tiene sus inconvenientes y se presta a equivocaciones. Ayer, por ejemplo, lleg el coronel a la Cmara, radiante, entusiasmado y con las orejas simblicamente encendidas. Eran dos rosas.

-Qu hay de nuevo, mi coronel? -le interrog el seor Canseco.

-Tengo un proyecto, mi general.

-Del ramo?

-Tengo muchos ramos.

-Digo, de nuestro ramo, de la milicia?

-No tal. Del ramo de correos?

-El correo ya no es un ramo: eso es un jardn.

-Harto de rosas...

-Exacto. Pero mi proyecto es sobre aguas...

-Aguas para regar el jardn.

-No. Agua para Locumba.

-El Locumba tiene ya suficiente agua -dijo el seor Canseco acordndose del seor Ward.

-Es un proyecto importante.

-Se puede leer?

El seor Zapata se cuadr militarmente, meti parsimoniosamente la mano al bolsillo y sac un papel.

-Aqu est, mi general!, dijo satisfecho.

El seor Canseco se cal los lentes, desdobl el documento, carraspe como para dar una entonacin digna a lo que iba a leer, y ley en alta voz:

-Mi idolatrada Etelvina...

[En La Prensa. Lima, 22 de setiembre de 1917, p. 2.)

DECIDIDAMENTE, LA CMARA...

Decididamente, la Cmara de Senadores es un encanto. Estamos en pos de una ventana de reja cerca de la Inquisicin, para no perder una sola de las funciones. En la Cmara de Senadores se rejuvenece. Quin no resulta impber al lado del seor Elspuru que tiene ms diciembres que siete loros viejos agarrados de las manos?

Los senadores son ms cariosos que los diputados. Son acogedores, obsequiosos. Cada vez que entramos a la Cmara, salimos con la cara hecha pascuas y los bolsillos llenos de bombones. Ayer llegamos a la hora del t. En plcido silln paladeaba una taza el seor Neuhaus. El seor Neuhaus, que, de pie, parece una brjula desorientada y vacilante, cuando se sienta, libre de la tirana de aquellos asesinos aleves que los zambos llaman callos, adquiere toda su majestad. El seor Neuhaus es una vctima de esos aditamentos fibrosos ya citados y de las protuberancias que el seor Vidalllama, empricamente, juanetes.

En otro lado sopeaba de su taza, con una fruicin evanglica, con un misticismo enteramente quechua, el seor Cornejo. A su lado, el seor Picasso haca el elogio del vino Albilla y del doctor Cornejo. El ilustre senador por Puno es la admiracin del seor Picasso: cada cinco segundos, entre galleta y galleta, el seor Picasso se acercaba, palmeaba el hombro de don Mariano H. y le deca la misma repetida frase:

-Qu dice mi piquito de oro?

El doctor Cornejo es el piquito de oro del senador Picasso. En un rinconcito, solitario, apacible, con su pan con carne en una mano, y los ojos en un punto invisible, el seor Samanez comentaba el artculo sobre la coca de La Prensa a hurtadillas, don Leoncio sacaba de su bolsillo un puado de la hoja sagrada y se lo llevaba a la boca. Y qu bien chacchaba, el seor Samanez! La campanilla de la presidencia se desgaitaba llamando. El Seor Cornejo deca:

-El proyecto sobre la Compaa Peruana...

-Pseme usted... -interrumpi el seor Gazzani.

-El proyecto?

-No, carssimo, pseme usted el queso...

En la sala, en cambio, el seor Bernales, harto de tocar la campanita, dej la bandola en manos del sobresaliente seor Arnao. El seor Arnao fue presidente, s seor. El seor Arnao es el primer cuentista que llega a la presidencia del Senado. Casi siempre, entre nosotros, los presidentes se han visto rodeados de cuentistas, pero no se haba dado el caso de que un cuentista llegara a ser presidente.

Y decimos cuentista al seor Arnao, no porque el ilustre y simptico senador haya hecho el cuento del to, ni porque tenga la fea costumbre de ser chismoso, sino en el sentido literario de la palabra. Porque, si ustedes no lo saben, el seor Arnao, este seor don Aurelio Arnao, es el mismo literato que era ua y carne con el genial Chocano, y que publicaba unos cuentos ms hermosos que los colores del seor Gazzani.

Nosotros recordamos algunos de sus cuentos. Los cuentos del seor Arnao se realizaban, ms o menos, en Lima. Sus personajes vivan en la calle de Albaquitas o en el Chirimoyo, coman pato con arroz a la chiclayana y se apellidaban en francs. Una de sus heronas se llamaba, por ejemplo, Ludomilia Poirier; otra se llamaba Manonguita Dupont y ellos solan llamarse Emeterio Souffl o Pancho Malincourt. Si al seor Arnao se le hubiera ocurrido llamar a sus protagonistas en quechua habran perdido stos todo su encanto. Qu espiritualidad ni qu literatura puede tener un tipo que se llame Usebio Mondoedo? Cada cosa tiene su cosa!, como dice magistralmente el seor Matos...

Bajo la presidencia del seor Arnao, pasaron dos artculos del contrato con la Compaa Peruana de Vapores, y algunas menudencias. Concluy la sesin. Pero los seores que estaban en el comedor y que ignoraban este detalle, se presentaron en la sala, encabezados por la nasal personalidad del seor Matos:

-Pero mis seores! -les dijo el seor Arnao-. Si ya concluy la sesin...

-Estbamos ocupados de un asunto...

-De palpitante actualidad? -concluy el seor Matos.

-En el comedor?..

-Precisamente.

-Y se puede saber de qu se ocupaban ustedes seores senadores? -dijo don Aurelio.

Y el seor Matos, que haca cabeza, como presidente momentneo de sus compaeros, apunt:

-Nos ocupbamos de la cuestin de las subsistencias, seor Presidente!

Y se meti, con pulcro ademn, en una como boca que tiene abajo de una como nariz, la ltima butifarra de la tarde.

[En La Prensa ET. Lima. 2 de octubre de 1917, p. 2.)

DON CARLOS BORDA...

Don Carlos Borda, coloradito, elegante y frgil, era hasta ayer el ms adelantado alumno de San Marcos. Los condiscpulos le miraban con malos ojos. Don Carlos faltaba y los catedrticos pasaban la falta, pero los compaeros de aulas, no pasaban con resignacin estas preferencias.

Suponan que el diputado por Lima pasara tambin en los exmenes. Lo suponan hasta ayer. El seor Borda, campechano, orondo y fragante, llegaba todas las maanas, muy temprano, con Bergson en una mano y don Manuel Marcos Salazar en la otra.

Don Manuel Marcos se encarg ayer de jalarle del jaqu impecable y tirarle al suelo, por mediacin de don Carlos Wiesse. El seor Borda -perdn, el doctor Borda-, pas con facilidad en varios cursos. El doctor Prado, cervantesco, el doctor Deustua, trapaln, se hicieron los sordos. Pero don Carlos Wiesse es un ogro. Y ayer en el examen de historia peruana, don Carlos Wiesse, con su cara de fakir; el jefe de los futuristas, hermtico, y el doctor Felipe Barreda, sonriente e impecable, levantaron en alto al diputado por Lima, lo ensearon a todos los muchachos alborozados como cosa curiosa, como una rclame de couplet elegante y luego dieron con sus nobles posaderas en tierra.

El doctor Borda se qued llorando.

Y fue as la cosa.

La sala llena de concurrencia expectante. El doctor Huyese haca gallitos de papel. El examinado, con chaleco blanco y corbata negra con pintitas moradas, sonrea. El jefe de los futuristas se contaba los botones del chaleco. El doctor Barreda y Laos miraba los gallos del doctor Wiesse.

Y pregunt ste:

-En la poca del coloniaje, seor Borda, quines pagaban tributo?

Expectacin. Silencio. Ansiedad. Ni una mosca. Ni un trueno.

El seor Borda, con voz redonda como una catedral:

-Todos.

-Cmo?

La voz ms redonda todava:

-Todos.

Apunt benvolo el futurista:

-Fjese el seor Borda. Todos, blancos, negros, mestizos, zambos, pagaban tributo?

Por tercera vez enunci la laringe parlamentaria, redonda, redonda siempre:

-Todos.

Al doctor Wiesse le cacarearon los gallos.

-Basta, joven.

Protestas. Murmurios. Malevolencias. Chismes.

El doctor Borda jalado!

Lo esperamos en la calle. Le abordamos. Le inquirimos. Le instamos, suplicantes y sumisos.

-Pero, doctor...

-Es una infamia. No he faltado ni una vez en todo el ao. El doctor abri un tomo de historia crtica. Dentro haba un gallo del doctor Wiesse. El gallo pareca rerse. Rerse con esa risa de grgola, de fauno, de examinador, facineroso, del doctor Wiesse.

[En La Prensa. Lima, 13 de diciembre de 1917. p. 6.)