Cofradías y Obras Pías(I)Cofradías y Obras Pías(I)Cofradías y Obras Pías(I) La Cofradía de San Miguel y La Cofradía de San Miguel y La Cofradía de San Miguel y

la Cofradía del Santísimo la Cofradía del Santísimo la Cofradía del Santísimo Sacramento y VeracruzSacramento y VeracruzSacramento y Veracruz

Jesús Sánchez de HaroJesús Sánchez de HaroJesús Sánchez de Haro

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Una recopilación de mis mejores artículos publicadosUna recopilación de mis mejores artículos publicados

Crónicas Torrichanas Crónicas Torrichanas

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© Jesús Sánchez de Haro 2014

INTRODUCCIÓN Normalmente, cuando se habla en la actualidad de estas instituciones, se plasma en nuestra mente la imagen de los desfiles procesionales y sus pasos, donde se rememoran la pasión y muerte de Cristo. Los acompañantes o hermanos van a revivir en esos desfiles algunos actos litúrgicos: portan una imagen en torno a la cual se ha integrado,

convirtiéndola en su advocación y propiciando un culto religioso. En realidad ésta es una manifestación externa que, si no se atiende, va perdiéndose poco a poco dando al traste con la tradición de un pueblo. En Carriches, aunque en la actualidad no existan, también tuvimos nuestras cofradías: la de San Miguel, la del Rosario, la del Santísimo y Veracruz y la de las Ánimas del Purgatorio.

Cofradías y Obras Pías(I): La Cofradía de San Miguel y la Cofradías y Obras Pías(I): La Cofradía de San Miguel y la Cofradías y Obras Pías(I): La Cofradía de San Miguel y la Cofradía del Santísimo Sacramento y VeracruzCofradía del Santísimo Sacramento y VeracruzCofradía del Santísimo Sacramento y Veracruz

En esta ocasión os ofrecemos las principales noticias sobre las cofradías carrichanas. Artículo publicado en el Programa de Fiestas de Carriches, El Pregonero, en agosto de 1996.

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QUÉ ES UNA COFRADÍA Y CÓMO ERA GOBERNADA La respuesta a una pregunta subjetiva como esta, se podría expresar de la siguiente forma: familias artificiales de varios miembros, unidos por una fraternidad voluntaria, para dar culto a una advocación religiosa. De esta manera, las cofradías cristianas son una constante en la historia de la iglesia. Individualmente y en conjunto tienen la finalidad de promover entre sus asociados una vida cristiana más perfecta, uniéndose a ello el ejercicio de algunas obras de piedad y caridad.

Su constitución suele llevarse a cabo por decreto formal de elección, dado por el Ordinario de la circunscripción o por el Papa. Deben sus títulos o nombre según la obra piadosa a la cual se vayan a dedicar o al santo o imagen hacia la cual expresen o sientan una particular devoción. Se han de regir por una regla o estatuto examinado y aprobado por la autoridad, a quien corresponde su vigilancia. Los cargos máximos de la cofradía se nombraban en cabildo general, de forma democrática, valiendo cada persona un voto. El nombramiento solía hacerse

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Libro de Cuentas

generalmente el día del patrón o al siguiente, iniciando el período de mandato en los primeros días del próximo año. Eran los llamados mayordomos: el de propios y el de cera. El primero ejercía la función gubernativa en el campo de los bienes, hacienda, de la institución; mientras al otro le correspondían las parcelas de los sufragios y ceremonias. Tenían unos sistemas de financiación curiosos. Salían una vez al mes con grandes platos de cobre llamados “demandas” y recorrían el pueblo solicitando unas monedas de limosna. Otras veces colocaban cajas, especie de huchas, en los lugares más concurridos y un cartel donde pedían dinero a cambio de innumerables beneficios espirituales. Por otra parte, los sistemas de inversión más

corrientes eran los tributos, censos y juros: formas de préstamo y crédito. Muchas cofradías fueron a la ruina. Otras de mejor solvencia económica, se salvaron. Los datos que nos facilitan los informes de las visitas eclesiásticas son de sumo interés. A este respecto se pueden observar con bastante frecuencia expresiones variopintas como: “no hay cofrades”, “pérdida”, “no tiene bienes”. Y, por fin, la más contundente: “supresión”. En nuestro pueblo, como hemos comentado anteriormente, existían cuatro cofradías, conocidas por los libros que custodia el archivo parroquial. Comenzaremos resumiendo algunas de las características más importantes de cada una de ellas.

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COFRADÍA DEL GLORIOSO ARCÁNGEL SAN MIGUEL Su fundación en la iglesia parroquial de Carriches se remonta a raíz de la demolición de la iglesia del anejo despoblado de Adovea. Es de suponer que en dicha iglesia era venerado y por ello trasladado después a Carriches hacia 1656. Repasando los libros de cuentas podemos advertir las múltiples vicisitudes acontecidas. Comenzó teniendo como bienes algunas propiedades originarias de las donaciones de algunos vecinos, como la de Pedro Ruiz que fundó una memoria con su propia hacienda en honor de San Miguel. Tenía en la iglesia de Carriches su

retablo, donde fue colocado. Dicho retablo era de un único cuerpo, con hornacina sobre pedestal en su centro, donde se encontraba San Miguel, flanqueado por pinturas. Todo ello recubierto en paneles de oro y adornado con volutas. No aparece en ninguna de las visitas ningún dato referente a sus hermanos, por lo que debió ser únicamente cofradía de devoción. Sí estaba gobernada la cofradía por un mayordomo renovable cada cuatro o cinco años. Éste se ocupaba de los arrendamientos de las tierras propias, de comprar cera y aceite para la lámpara del santo. En la cita de uno de los libros de cuentas de esta cofradía se hace

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Portada del libro de cuentas de la Cofradía de San Miguel

San Miguel de Adovea

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referencia a que “el visitador de esta iglesia ha sido informado que, teniendo lámpara el altar de San Miguel, ésta está cotidianamente apagada por no haber devotos que la enciendan. Y mediante lo cual, mandó que esta cofradía entregase cada año al sacristán de la iglesia una arroba y media de aceite para que la lámpara del santo esté encendida los domingos y fiestas del año, toda la cuaresma y todos los demás días que alcanzara el dicho aceite”. Esto nos viene a confirmar la falta de hermanos “devotos” en esta cofradía. La talla de San Miguel es muy antigua, por lo que ha sufrido

muchas composiciones a lo largo del tiempo. Su fiesta es el 29 de Septiembre, en la que solían acudir predicadores, contrataban músicos y tambores, incluso, se quemaba pólvora y se disparaban cohetes. Dichas fiestas se siguieron celebrando hasta el año 1815 en que “no se han celebrado fiesta alguna en el tiempo de dicha cuenta”. La cofradía desaparece al no haber hermanos que pudieran sufragar los gastos.

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Detalle de San Miguel de Adovea

Custodia del Santísimo Sacramento. Carriches.

COFRADÍA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO Y VERACRUZ Esta cofradía fue fundada en 1802, realizándose su primer cabildo el domingo de Ramos de ese año. Pero ya en 1597 aparece en un inventario de fábrica de la iglesia “dos pendones de las cofradías de la Santa Veracruz y Ntra. Sra. del Rosario” por lo que su fundación se remonta mucho más atrás y de muy antigua veneración. No hemos encontrado datos sobre los bienes iniciales de esta cofradía, pero ya en 1705 aparece un inventario de bienes y tierras. Como antes comentábamos, el primer cabildo se celebró el día 14 de Abril de 1802, Domingo de Ramos: “Primer cabildo que se

celebra de la nueva cofradía sacramental, fundada en la parroquial del Señor San Pedro en esta Villa de Carriches, siendo abad el Sr. D. Angel Lorenzo Fernández, cura propio párroco y secretario nombrado por los individuos de ella: D. Antonio Maroto, presbítero”. Se prestó la iglesia “con licencia del Sr. Cura con la condición de que se hagan las juntas sin alborotos ni irreverencias, pues de dicha junta no lo consentiría”. Se reunieron allí para nombrar mayordomos que sirvan al Santísimo; cuatro comisionados que traten los asuntos que ocurran sobre el buen gobierno de la cofradía; los individuos que han de llevar las insignias el día del Jueves Santo en la procesión; y dos fiscales

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Jesús Sánchez de Haro Cronista Oficial de Carriches

que celen las faltas de asistencia de los hermanos a las que están obligados por constitución. Los gastos que sufría esta cofradía los sufragaban los mismos hermanos, que realizaron un fondo para atenderlos. Pagaban por la creación de dicho fondo 100 reales todos los Domingos del año, dos cuartos (9maravedís), el primer Domingo de Septiembre de cada

año 4 reales y por la entrada de un nuevo cofrade 40 reales. La edad mínima para poder entrar en la cofradía era de 25 años, indistintamente solteros o casados, con tal de tener casa abierta y medios de subsistencia. La cofradía desapareció en 1858, sin volver a aparecer en ningún otro libro del archivo parroquial

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