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Baldomero Villegas Año 1915 Cervantes, luz del mundo ENSEÑANZAS CERVANTIANAS CRÍTICO-APOLOGÉTICO-METAFÍSICAS Discurso leído en el Ateneo de Madrid el 12 de Abril de 1915. =3.ª Conferencia = : : En lo militar : : UNA peseta

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  • Baldomero Villegas

    Año 1915

    Cervantes, luz del mundo

    ENSEÑANZAS CERVANTIANASCRÍTICO-APOLOGÉTICO-METAFÍSICAS

    Discurso leído en elAteneo de Madrid el12 de Abril de 1915.=3.ª Conferencia =: : En lo militar : :

    UNA peseta

  • Cervantes, luz del mundoCONFERENCIAS PATRIÓTICAS

  • Baldomero Villegas

    Año 1915

    Cervantes, luz del mundo

    ENSEÑANZAS CERVANTIANASCRÍTICO-APOLOGÉTICO-METAFÍSICAS

    Discurso leído en el

    Ateneo de Madrid el

    12 de Abril de 1915.

    == 3.ª Conferencia =

    : : En lo militar : :

    IMP. FORTANET: : MADRID : :

  • SEÑORAS Y SEÑORES:

    Si en los secretos de la Naturaleza y de la vidase verifica, como muchas observaciones confir-man, que los frutos prematuros viven poco, yque, por el contrario, los productos vigorosos ypersistentes son resultado de elaboraciones len-tas..., no cabe duda de que esta Conferencia re-sultará profunda y trascendental, porque, enverdad que hace tiempo que la tengo anunciada,y que, deseando yo darla cuanto antes, no la hepodido dar hasta ahora.

    Yo no sé lo que ella dará de sí; de esto, vos-otros seréis el juez... Lo que sí sé es que ella,como las otras dos que la precedieron y las quela han de seguir después, si me prestáis atención,son producto de estudios perseverantes y de ob-servaciones sinceras, que vienen á luchar aquícon las viejas ideas sostenidas por eruditos y re-tóricos, que tienen petrificado el VERBO de nues-tro país en el siglo XVII. Lo que sí sé es que es-tas Conferencias son una protesta de unos idealesnuevos contra esos elementos imperantes, y quecon ellas aspiro á cambiar el modo de ser de Es-

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    paña, oponiendo á la habilidad de las palabrasla exposición leal de los hechos; al deleite de laimaginacion, afirmaciones de la realidad; al equí-voco intelectual y al vergonzoso modo políticoen que vivimos y que tienen al país en este las-timoso estado, insuficiente para el bien, otromodo de ser más bueno y más perfecto, bajo lasenseñanzas de Cervantes.

    La cuestión, como veis, es de mucha trascen-dencia. Prestadme vuestra atención, porque Cer-vantes es, á pesar de nuestros eximios, más queun literato, un filósofo; y más que un filósofo, unRedentor.

    Ya demostré esto en las otras Conferencias; enla primera hice ver, como una verdad induda-ble, que Cervantes quiso conscientemente haceren el Quijote un libro de Redención para corregirlos errores de la sociedad de su tiempo y formarotra con un nuevo VERBO, una nueva mentalidady una nueva ética, y hasta con unos nuevos pro-cedimientos más perfectos y anagógicos. De-mostré en la segunda, cómo enseña Cervantesqué se debe hacer para lograr esa redención enel orden religioso, y consigné las reglas que diópara formar un nuevo sentimiento de la concien-cia en el hombre, y un nuevo concepto religioso enla humanidad. Y ahora, en esta tercera Confe-rencia, siguiendo el mismo orden en que des-arrolla Cervantes sus enseñanzas redentoras, voyá exponer cómo dice que se debe hacer uso de lafuerza en las relaciones de la vida social; esto es,cuáles son los fines á que se debe encaminar lacreación del ejército, y cuáles los que ha de rea-

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    lizar éste, para cumplir sus deberes y llenar sumisión en la humanidad.

    No me detendré á razonar sobre la lógica y lautilidad de este método de Cervantes; pero no seos puede ocultar la importancia y el provechoque aportan estas enseñanzas en estos horren-dos cataclismos de la guerra, en que, fracasandoel cristianismo y la civilización y progreso denuestro tiempo, se desconocen y atropellan lasreglas del Derecho, y se están matando los hom-bres como salvajes, sin que por ninguna partesurjan ideales ni sentimientos capaces de ponertérmino á tanto mal. De donde se deduce queesta Conferencia no sólo viene contra esa apa-rente sabiduría del verbalismo, la erudición y laretórica, que nos tienen alejados de la verdad yde la realidad, y nos seduce y nos hace víctimasde convencionalismos y supercherías, sino tam-bién á suplir las deficiencias y errores del anti-guo clasicismo y de la antigua ética, y el antiguomodo de la vida, los cuales traen tan perturbadoal mundo, que conviven en él, del modo más na-tural, con la ciencia, y el arte, y los sentimientoscristianos, y la civilización, y el progreso, esasinhumanas y desastrosas salvajadas de la gue-rra, que debían ser ya incompatibles, mejor di-cho, imposibles, con ellas.

    Y así y por eso, estas Conferencias vienen árenovar lo existente, no sólo en lo puramentemental y ético, sino en lo de procedimiento y or-gánico... Y expuesto de esta manera, ante vues-tro juicio, el objeto de ellas, vamos á entrar enmateria.

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    Tres son los motivos que sirven principalmen-te á Cervantes para exponer sus doctrinas sobrelo que debe ser el ejército: la primera, la aven-tura de los rebaños de ovejas y carneros; la se-gunda, el discurso sobre la primacía de las Armasó las Letras; y la tercera, aquella graciosísimacontienda en que interviene Don Quijote paraponer paz en los pueblos que se batían por los re-buznos de las autoridades.

    I

    Y en el primero discurre el siguiente artificio:que cuando iban Don Quijote y Sancho, si-guiendo su camino, vieron venir hacia ellos dosgrandes polvaredas, y que Don Quijote dijo: «estees el día en que tengo de hacer obras que quedenescritas por todos los venideros siglos».

    Eran dos grandes manadas de ovejas y carne-ros, en los que Don Quijote veía dos ejércitos queiban á embestirse; y lo que aconteció fué así:Don Quijote quiere favorecer á los más afines,persuadido de que basta su ayuda para hacerlostriunfar; y pone su lanza en ristre y acomete. Lospastores y ganaderos, que le ven haciendo destro-zos en los rebaños, arman sus hondas, le dispa-ran piedras y le magullan. Viéndose Don Quijotemaltrecho, y acordándose de los prodigiosos efec-tos del bálsamo de Fierabrás que consigo lleva,comienza á beberlo, pero una de las peladillasque le arrojaban, lo rompió la alcuza, llevando-

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    le de paso las muelas; otra dió con él en tierra,y al verlo, los pastores se fueron. AcércaseleSancho, y Don Quijote le dice que mire el destro-zo que le han hecho en la boca, y al hacerlo San-cho, fué á tiempo que había obrado el líquido enel estómago y salía disparado, como un tiro, so-bre la cara y la ropa de Sancho; el cual tomó tan-to asco, que vomitó á la vez sobre su amo, conlo que quedaron entrambos embadurnados. Acu-de entonces Sancho á sacar de las alforjas conque limpiarse, y al ver que se las han quitadolos pastores, estuvo á punto de perder el juicio.

    Tal es la novela, que es una maravilla litera-ria por las preciosas y altísimas palabras y elmucho arte que emplea al describir en las mana-das de corderos los ejércitos y al presentar estosefectos; y que constituyen por esto un hermosí-simo y perfecto trozo de literatura, que ningúnotro escritor ha superado ni tan siquiera igualadoen el mundo.

    Pero, ¿es sólo esto? No; es algo más.En efecto: acabamos de ver en estos sucesos

    dos acciones; la de la realidad y la que surge enla imaginación de Don Quijote; fijémonos en ésta,y si observamos que estas maravillosas descrip-ciones de los ejércitos obedecen á un plan, puesuno de ellos está mandado por Alifanfarrón, se-ñor de las tres Arabias, que trae en el escudouna Puerta, y que está formado por los medos,los partos, los etíopes y otra infinidad de nacionesorientales, todo lo cual conviene al ejército tur-co que se había apoderado de Constantinopla (laSublime Puerta), y que decía la fanfarronada de

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    hacerse dueüo de Europa (que les salió falla por-que se lo impedimos nosotros en el Danubio y enLepanto)...; y el otro ejército está mandado por elinvicto Pentapolín, príncipe de la nueva Vizcaya,que lleva en el escudo unas letras que dicen Mío,y cuya dama es hija del Alfeñique del Algarbe,que no puede ser más clara alusión á España porlo de Pentapolín Carlos V, lo de nueva Vizcaya ylo de Portugal, y hasta por lo absorbente de nues-tra política, que entonces en todo se metía y loquería todo, en fin, porque forman este ejércitolos del Tajo, los del Betis, los del Pisuerga ycuanto en sí toda la Europa encierra, según diceel texto...; si recordamos la explicación que hiceen la primera Conferencia, donde se expuso deuna manera incontestable la doble representa-ción de Don Quijote y Sancho, que á la vez quelos dos componentes del Caballero andante, sonel dualismo en que encarnó Cervantes el elemen-to redentor humano..., y, por último, si recorda-mos también que como dije y por lo que dije en-tonces, el bálsamo de Fierabrás es representa-ción del espíritu cristiano, tenemos aquí, nocomo fantasía de mi mente, sino porque lo quisoponer así Cervantes en su libro, que hay en es-tos sucesos, á la par que un capítulo de la no-vela tal como la hemos visto en el sentido literal,un juicio interior en que se relacionan el choquede los dos más poderosos y mejor constituidosejércitos de aquel tiempo; la acción del elemen-to redentor humano y la acción del cristianismo;y que de este juicio se deducen las consecuen-cias siguientes:

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    1.ª ...que Cervantes ve y describe al ejércitode su tiempo en las manadas de ovejas y carne-ros, haciendo de esta manera y con esta compa-ración un símil que desde muy antiguo se vieneusando en el mundo; que nosotros mismos hici-mos cuando se decía de los ejércitos enviados áCuba y Filipinas que iban como los rebaños quellevan al matadero; que se hacen hoy en Euro-pa al ver cómo las pasiones reinantes, y falsasideas del patriotismo, del honor y del interés,ciegan y arrastran á los hombres por encima delos dictados de la razón y de la conciencia á esaguerra en que se manifiestan tan bestiales; y quepor este género de razones era expresión de unpensamiento; es á saber: que los ejércitos, má-quina al servicio de los Gobiernos constituidos,regidos por la voluntad del que manda por me-dio de una disciplina y de una obediencia ciegastal y como se estilaban entonces, y por desgra-cia todavía ahora, son como manadas de corde-ros á las que se pueden llevar á voluntad del quemanda al matadero.

    2.ª ...que Cervantes dice que cuando se em-bistan esos ejércitos, esto es, en las guerras quese producen con esos ejércitos, los resultados sonfunestos, puesto que el elemento redentor huma-no queda por los suelos destrozado y asqueroso,y el pueblo, embadurnado también, inspirandoasco, y sin alforjas y sin alimentos.

    3.ª ...que Cervantes dice también que en lasguerras que se producen con esos ejércitos, esinútil y contraproducente el invocar el espíritucristiano, porque los hechos brutales que en ellas

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    se producen, atrepollan por todo, y lo que podíaser beneficioso, sólo sirve para hacer más re-pugnantes y asquerosas las consecuencias de esasguerras...

    Todo lo cual contiene de una manera clara ylógica, con arreglo á una hermenéutica irrepro-chable esta enseñanza: que los ejércitos, tal comovienen organizados en sus conceptos morales yde ética, desde los romanos y Carlos I hastanuestros días, son elementos perjudiciales parala redención humana y el bien de los pueblos.

    Ya conozco yo los argumentos que oponen áestas ideas, las corrientes de opinión y los inte-reses que vienen predominando en el mundo enel transcurso de los siglos, y me sería fácil desba-ratarlos. Pero como no es oportuno entablarahora una discusión, me limitaré á consignar unhecho irrefutable: que ni ese famoso ejército delinvicto Pentapolín que dominaba en Europa, niel no menos magnífico de los turcos, conquista-dor de Constantinopla, pudieron evitar la deca-dencia y ruina de las dos grandes naciones á quepertenecían, ni sirvieron de nada para enalteceró proseguir la obra de la civilización y progresoen el mundo que se obtuvo de otros elementos ycon otras consideraciones y circunstancias quelas de los grandes ejércitos de esas poderosísi-mas naciones.

    Por otra parte, casi seguro estoy de que lamayoría de los que me escuchan, educados comoestán en el culto de las formas é impresionadospor la forma agresiva de la comparación de Cer-vantes, rechazarán desde luego esta enseñanza.

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    Pero, si meditan sobre los espantosos desastresy los sufrimientos inenarrables que están pade-ciendo ahora los de esa nación que basa su gran-deza en la pujanza de sus ejércitos; si consideranlos grandísimos perjuicios y retrocesos que hande ocasionar al bienestar y progreso del mundo,esos ideales y esos intereses de fuerza que ins-piraron á esas naciones donde se forma el crite-rio de nuestros militares, verán que se puedeconsiderar efectivamente funesto (á imitación deCervantes) ese modo de ser del ejército. Y si so-bre todo aguardáis á que yo desenvuelva la ma-ravillosa doctrina contenida en el nunca bienalabado discurso de las Armas y las Letras, ve-réis que esta comparación, al parecer en contradel ejército, no lo es, sino que, por el contrario,es para su bien, al modo que cuando se descubreen toda su intensidad una herida para aplicar elremedio.

    Esta es, en efecto, la labor de Cervantes, y pararealizarla, se valió del procedimiento siguiente:pone discutiendo á Don Quijote y Sancho sobrelos pasados sucesos, y Don Quijote, que es, segúndemostró en la primera Conferencia, además delhidalgo, encarnación de un ideal noble y gene-roso atento á lograr el bien por el bien, y que nomira las cosas por sus apariencias y formas, sinocon la aspiración sublime del bien que se puedeobtener con ellas, sigue afirmando que aquellosdos rebaños son dos ejércitos; y Sancho, que se-gún también vimos, es además del villano unaparte alícuota de ese elemento redentor al servi-cio del bien, pero sólo en cuanto al provecho

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    que espera, y que no ve las cosas más que porel sentido material y práctico, no percibe la im-presión Don Quijote, y la niega, sosteniendoque no son así los ejércitos y que aquéllos sonmanadas de ovejas y carneros. Y entonces DonQuijote le dice: Sábete, Sancho, que ésta es obradel sabio mi enemigo, que ha vuelto los escua-drones en manadas de ovejas; mas para que tedesengañes y veas la verdad que te digo, sígue-los y verás cómo en alejándose un poco se vuel-ven en su ser primero, y dejando de ser carne-ros, son hombres hechos y derechos.

    Y si aplicamos estas palabras á esa doble re-presentación que acabamos de recordar, nos re-sulta que, si bien en lo externo se sigue desarro-llando con esto el sentido literal de la novela, enla que el Caballero andante es un loco, y los su-cesos no tienen pies ni cabeza; en lo interno, estoes, con respecto á la doble representación de DonQuijote Redentor, se está completando aquí laenseñanza profunda y de razonado discurso, queviene mostrando el texto, con relación al ejér-cito: pues si bien mantiene Cervantes esa com-paración agresiva de los carneros, no culpa deello al ejército en sí, sino al sabio su enemigo,esto es, al estado de aquella sociedad que preten-de reformar, y que dice que lo ha puesto de esemodo en su moral y en su ética; pero anunciael remedio y abre la esperanza de que esto va-riará en alejándose un poco, esto es, cuando pasealgún tiempo, á cuyo término se volverán loscarneros en hombres y será lo que debe ser elejército: un ejército de hombres: que es equiva-

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    lente á decir que el ejército está mal, pero quese podrá mejorar.

    ¿Cuándo podrá ser esto? ¿qué será necesariovariar para conseguir esto? Para decirlo discu-rre Cervantes el artificio del discurso de las Ar-mas y las Letras. Y hénos aquí ya en la parteesencial de esta Conferencia.

    II

    DIEZ y nueve capítulos deja pasar Cervantesentre estos dos acontecimientos. Es que comono permitían entonces la Inquisición y la censuraescribir nada contra los fundamentos de aquelestado social, necesitaba encubrir sus pensa-mientos, y uno de los medios que tuvo fué dise-minarlos.

    Ahora bien; el Discurso de las Armas y las Le-tras es, literalmente considerado, una teoríanueva que desarrolla Cervantes tomando porpretexto la antiquísima cuestión muy importantey trascendental en el mundo sobre la primacía delas armas y las letras, y que todavía se entiendecómo la resolvió Cicerón en favor de las letras,diciendo: Cedant arma togæ; y sobre la que diceCervantes en contrario: quítesenme de delante losque digeren que las letras hacen ventaja á las ar-mas; que les diré, sean quien se fueren, que nosaben lo que dicen. Y apoyando esta opinión, adu-ce las razones siguientes: la primera, desde elpunto de vista social, porque si bien el fin de las

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    Letras es hacer buenas leyes y dar á cada uno losuyo, nada de esto se puede lograr si no hay paz,que únicamente se puede mantener y garantizarpor las Armas, que resultan por eso la funciónprincipal; y la segunda, desde el punto de vistaindividual, porque en el orden ético las Armas tie-nen espíritu como las Letras; en el terreno cientí-fico, las Armas requieren tantos estudios y desve-los como las Letras, por los múltiples é interesan-tes fines que necesitan llenar; y con respecto á lavirtud, porque demandan mayores sufrimientosy más grandes riesgos, y más abnegación por laimposibilidad de recompensar á todos los com-batientes, innúmero, que exigen las guerras. Detodo lo cual deduce que las Armas, el ejército,merece y debe ser la más preciada de las insti-tuciones humanas. Y de este modo resultan sus-tituidas las censuras que fulminó antes contralos ejércitos máquinas que se dejan llevar á dis-posición del que manda, como la manada deovejas cuando van al matadero, por las másgrandes alabanzas; el cambio no puede ser másgrande: ¡es que antes ha dicho cómo era el ejér-cito de su tiempo, y ahora está diciendo cómodebe de ser en lo sucesivo!

    Pero acontece que como esta nueva idea escontraria al común sentir, concretado en el apo-tegma ciceroniano; y puede significar por sí solael peligro de exaltar el militarismo, los cervan-tistas que no ahondan en el sentido del libro, hanhecho el vacío en torno de ella, dejándola redu-cida á una fantasía artística, á una genialidad deCervantes, y han desfigurado su significación en

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    tal manera, que ahora mismo, el más eminenteerudito y sabio director de la Biblioteca Nacio-nal, el muy respetable D. Francisco RodríguezMarín, ha publicado y repartido profusamenteentre los militares una Glosa del discurso de lasarmas y las letras que ha hecho, y en que parecedebía resplandecer la verdad del discurso y uncomentario sincero; pero en la que, al contrario,ni pone el discurso ni hace la glosa, sino quecambia las palabras y altera los pensamientos deCervantes y le hace expresarse de distinto modoque él lo hizo. ¿Por qué se hace esto, que no pue-de ser fruto de un error? ¿Qué ha podido induciral Sr. Rodríguez Marín á conducirse así con eldecidido propósito de desfigurar la teoría cer-vantiana? Es difícil saberlo; pero como quieraque sea, es indudable que esto es una profana-ción; y que con estos atrevimientos é impurezasse hace imposible que se llegue á conocer en surealidad la obra cervantiana, sobre la que debe-mos velar todos, porque Cervantes es Genio na-cional; y es ridículo querer corregirle y enmen-darle.

    Pero no es mi objeto censurar personalmente ánadie, y, hecho este inciso, vamos á continuar.

    Ahora bien; tenemos una verdad que Cervan-tes ha dicho: que las Armas hacen ventaja á lasLetras; que el ejército debe ser la primera de lasinstituciones sociales. Y tomando la cuestión eneste terreno y ante las interpretaciones á queesto se presta, debemos proponer: ¿Es que Cer-vantes es partidario de que impere el militaris-mo en la sociedad, ó que se necesita ahondar en

    2

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    el sentido de su dicho y de su libro para apreciarmejor su intención? Y he aquí un interesantísimoproblema que, según el testimonio del Sr. Ro-dríguez Marín, no se puede explicar ahora másque haciendo la picardía de alterar ó falsear laspalabras y los conceptos que emitió Cervantes:esto es, inutilizando el sentido filosófico de laobra de Cervantes, gloria de la humanidad.

    Pero esto sería un crimen muy grande que de-bemos execrar, y por eso, salvando la persona-lidad y la intención de ese respetable señor, de-bemos exclamar: ¡Malditos sean los que piensenasí! Y para poner fin á estas incertidumbres, de-bemos ahondar este estudio sobre el Discurso delas Armas y las Letras. Vamos á hacerlo, y paraesto será preciso tener presente las demostracio-nes que hicimos en la primera Conferencia sobrela intención de Cervantes y sobre los medios deque se valió para componer este libro con lasdobles representaciones de todos los sujetos, y detodos los objetos y de todos los sucesos que figu-ran en el por eso ingeniosísimo libro.

    Y haciéndolo de este modo, tenemos aquí áDon Quijote y Sancho, como elemento en que en-carnó Cervantes la aspiración progresiva y re-dentora que hay en la humanidad; y en el curay el barbero la representación espiritual y mate-rial del elemento retardatario. Y si consideramosque el discurso se pronuncia en la Venta, lugarelegido por todos los escritores de exégesis pararepresentar la sociedad, por lo fácil que es re-unir en ellas toda clase de gente; y que lo pro-nuncia Don Quijote, el elemento progresivo, ves-

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    tido con todas sus armas, que es equivalente ádecir el Redentor con toda su autoridad; en pre-sencia de Luscinda (Luz Inda, Luz de Oriente), dedonde irradió el saber y, por tanto, imagen fielde la Ciencia; y de doña Clara de Aragón, el paísdel Justiciazgo, y por eso lógica representaciónde la Ley que, en efecto, debe ser clara; y deDorotea (tea de oro, luz de riquezas), que repre-senta las fuerzas vivas del país; y de D. Fernan-do, el señor de aquellas tierras, el Rey; y delOidor, los Tribunales; y del capitán Viedma, elejército; y del cura y el barbero, que son, comoya dijimos, imagen de los intereses (espirituales ymateriales) de la humanidad... Si consideramos,por último, que todo esto se verifica á la hora dela cena y ocupando Don Quijote la cabecera dela mesa, momento que parece imitado de aquelotro tan trascendental y solemne en que dió Je-sucristo á sus discípulos las más importantes re-glas para la conducta que habían de seguir ensu peregrinación por el mundo, resulta como fin,que Cervantes ha querido revestir este discursocon circunstancias que revelan la importanciaexcepcional que tiene y que hay en él más delo que se cree. Estudiémosle como se merece.

    Y ahondando sobre las observaciones y juiciosque hasta ahora han hecho los comentaristas, ve-mos, que entre las razones que alegó Cervantespara deducir la primacía de las Armas sobre lasLetras, hay dos que no se han sabido exprimir, yque no han dado por eso su jugo: una, en que diceque quien dice Armas dice paz, y que el fin de lasArmas es la paz, y en que expresa que esta paz es

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    la que dijo el Ángel cuando nació Cristo: Gloriaá Dios en las alturas y paz en la tierra á los hom-bres de buena voluntad: la que el mismo Jesucris-to aconsejaba á sus discípulos cuando los doctri-naba que siempre al entrar en alguna casa dije-ran: paz sea en esta casa; la que él mismo prac-ticaba cuando decía á todos: Mi paz os doy; pazsea con vosotros. De donde se deduce, que esta pazno puede ser la de imposición y la violencia de lafuerza bruta, como interpretan hasta ahora to-dos los comentaristas, pues no es ese el signifi-cado de esas palabras, sino la del respeto mutuode todas las opiniones de los hombres de bien, ¡quees la paz de la libertad religiosa y de la libertadpolítica! Y otra en que consigna que eso que llama-mos armas los que las profesamos, encierran losactos de fortaleza, los cuales piden para ejecutarlosmucho entendimiento; palabras que han sido inter-pretadas por los críticos tomando la fortaleza ensu sentido científico como sinónimo de fortifica-ción, pero que usó Cervantes en sentido ético, conrelación á la virtud, que de este modo, como to-dos sabemos, significa resistir al mal y sacrificar-se por el bien, y que, por tanto, no es una invoca-ción ni un mandato de la obediencia ciega, sino,por el contrario, una manifestación, una evoca-ción á la obediencia debida; pero que es por enci-ma de esto, aportar á la educación para la vidasocial, un principio nuevo de formar el corazón,y la inteligencia y la ley del hombre, no con exi-gencias dogmáticas, ó monárquicas ó republica-nas, que fuercen, ó al menos coaccionen comoes costumbre hacer ahora á gusto del que man-

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    da, sino con actos de fortaleza, respetando todaslas opiniones y dejando seguir á cada uno susnaturales impulsos con la inclinación que cadacual tenga, y sin otra imposición por parte delEstado que la de que presida en todo el espíritude la fortaleza.

    Esto no se ha tenido en cuenta, y por no haberestudiado y comprendido bien los comentaristasque pasan por sabios lo que escribió Cervantes,está desconocida y atropellada la verdad, y hanandado todos de cabeza, dando por las paredes.

    Pero queda ya examinada imparcial y serena-mente la cuestión, no con propósitos malabares,no con ánimo preconcebido de forzar la inter-pretación; y aparece por medio de la razón yla lógica, no como fruto de mi imaginación, sinoporque lo consignó así Cervantes en su libro:que esta apología de las armas que Cervanteshizo, está condicionada (es sine qua non) me-diante dos consideraciones: una, que el criteriocon que se forme y constituya el ejército no seasegún el apotegma Si vis pacem para bellum, ac-tualmente en uso, y que sirve de base y de orien-tación á los estadistas en las cuestiones militaresy que es el emblema de nuestro Centro del Ejércitoy Armada... sino que por el contrario sea: si quie-res paz, prepárate para la paz; y otra, que elprincipio educativo con que se forma hoy el co-razón y el entendimiento, la moral y la ética delos militares, bajo el precepto de la obedienciaciega al que manda, como base del deber militar,sea también sustituido por el de la obediencia de-bida mediante la virtud de la fortaleza. Y resu-

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    miendo todo lo dicho, podemos formular la ense-ñanza de Cervantes respecto del ejército de estamanera: que el ejército, tal como estaba en sutiempo organizado, y por desgracia ahora, en sumoral y en su ética, esto es, como brazo del Po-der, al servicio de quien paga y manda, bajo elprincipio de la obediencia y la disciplina ciegas,es perjudicial á la redención humana y causa delos males del pueblo...; pero que cuando el ejér-cito sea mantenedor de la paz, del respeto mutuoentre los hombres de bien, é inspire sus ideales ysus actos en la virtud de la fortaleza, entoncesserá el primero y principal elemento y la mejorinstitución de la sociedad humana: que el ejérci-to no debe ser una institución privilegiada paraexcitar el valor y lograr con él la hegemonía dela Fuerza, sino para que se haga la paz y poderalcanzar la hegemonía de la Razón y del Derecho.

    Tal es la obra de Cervantes en lo militar. Así,dignificando el ejército, es como quiere formar-lo en sus relaciones con las Letras y con el Go-bierno, para que pueda ser obediente y respetuo-so y con todo género de consideraciones conellos; pero sin sacrificarles ni su personalidad nisu honra...; en el primer lugar, pero como el pe-nitente con su confesor, que si bien debiéndoleconsejo, obediencia y respeto, no se le ha de so-meter y obedecer ciegamente.

    Por eso es por lo que ha censurado Cervanteslos ejércitos máquina que ni piensan ni sienten laRazón ni el Derecho, y que obedecen ciegamenteal que paga y manda en sus ambiciones y arreba-tos, sacrificándole vidas y tesoros de la patria, al

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    igual que obedecen las ovejas y carneros cuandolos llevan al matadero. Y por eso quiere que seestudie el problema militar atendiendo á formarhombres fuertes y ciudadanos virtuosos, y dedi-cando para esto la actividad de la filosofía polí-tica, no á perfeccionar en primer término la tác-tica y los armamentos para obtener una fuerzamaterial despampanante, sino para que sea unelemento de paz, una fuerza moral y patriótica,que saca fuerzas de flaqueza y que produce loshéroes y los grandes hombres.

    Tal es la obra de Cervantes, admirador de lainstitución militar, que entiende es la primera yprincipal de las instituciones humanas, pero nopara fomentar el militarismo, sino para exaltarla ciudadanía.

    La teoría cervantiana es, por lo tanto, muybuena; ella enseña que ese concepto del deber yde la moral militar tal cual han existido hastanuestro días, basado en la falsa idea de que lapaz y el progreso enervan, y en que se debe re-gular la vida de la humanidad por la fuerza paraque preponderen los elementos sanos (que cadauno cree que son los suyos); y tal como la pre-conizan y exaltan los poderosos como una obli-gación moral para justificar que seamos loshombres como los animales, en que el pez gran-de se come al chico...; que ese concepto del de-ber y de la moral militar, tal como se entiendetodavía hoy, para que sea la fuerza el medio dehacer la grandeza de los pueblos en todas lassociedades humanas..., es absurdo. Y en su lu-gar crea otro concepto nuevo, no imaginado de

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    otro alguno, es á saber: que el ejército no es delBey, no es del Gobierno, no es del Pueblo, sinoque es de la paz, para el respeto mutuo entrelos nombres de bien; esto es, que ha de ser elejército una fuerza que debe organizar el Esta-do, no para imponer su voluntad por la fuerza,sino para impedir que nadie, sea quien sea, seaRey ó sea Roque, pueda imponer por la fuerzabruta, ni su voluntad, ni sus intereses, ni aunsus ideas; y con el solo fin de que de este modolibre, la sociedad de la presión de la Fuerza, pue-dan hacer libremente su camino, la Virtud, laRazón y el Derecho.

    Tal es la teoría, y dejándonos de elucubracio-nes y aplicándola leal y sinceramente á la reali-dad, tendremos clara y evidentemente las ven-tajas siguientes: 1.ª, que el ejército no sería nun-ca un instrumento del egoísmo, de la ambición yde la tiranía de los que mandan, ni de las sugestio-nes del pueblo; la 2.ª, que el ejército sería la san-gre y el nervio del Estado, para vigorizar en lapaz el concurso de los hombres de bien, y que laobservación y la ciencia, puedan mejorar losideales y los sentimientos de la nación; la 3.ª, quequedaría abolida la guerra de conquista en elexterior, y en el interior serían los ejércitos unaverdadera garantía de la libertad política y dela libertad religiosa.

    ¡Ah, qué hermoso y qué progresivo elementosocial es el ejército constituido y organizado conesos fines! ¡Y cuán grande y honrosa es la pro-fesión militar cuando se explica de esa manera!¡Qué admirable es Cervantes!

  • 3.ª CONFERENCIA—EN LO MILITAR 25

    III

    PERO siendo esto cierto, ¿por qué no se le hacecaso? En el extranjero, porque como no cono-cen el argot del idioma y las reconditeces y doblesgiros del lenguaje, no han podido percibir las ale-gorías, el simbolismo y las ironías, el doble sen-tido, en fin, que hay en él, y no hacen más quepresentirlo, declarando admirados que el Quijotees el libro más precioso del mundo; y aquí en Es-paña, porque somos víctimas de dos monopoliosque no nos dejan ver con los ojos del entendimien-to: uno, que se ejerce en la enseñanza, en la fami-lia, en las costumbres, en los intereses y en lasleyes por este catolicismo social que aquí imperaen todo y que no quiere variar; otro, que des-lumbra por la pedantesca sabiduría de los erudi-tos y verbalistas, de acuerdo con ese especial yabsurdo modo de nuestro catolicismo, que noes como el de los belgas, ni como el de los ingle-ses, ni el de los Estados Unidos, ni el de nuestroSan Isidoro (que calificó de tirano por intransi-gente á San Hermenegildo), ni el de la Recon-quista, sino el que surgió después de ella cuandoFelipe II declaró leyes del Reino los acuerdosdel Concilio de Trento, y llevó á San Hermene-gildo á los altares; y que cristalizó en Torque-mada y en la expulsión de los moros y judíos; yque aunque dulcificado, aún sigue. Por eso es,pues sucede que, complementándose entrambos,

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    tienen petrificados el VERBO y la ética de nues-tra patria en el siglo XVII: y paralizadas en lainercia por la religión las ideas, se enervan yse corrompen; y sujetos los ideales en los mol-des antiguos por la fanfarria verbalista, las pre-ocupaciones religiosas y los intereses creados,resultamos al modo que están comprimidos ysin poder desarrollarse los pies en los aristocrá-ticos zapatos de los chinos, y vivimos en tal ma-nera, que nada ni nadie puede salir de este es-tantiguo, melindroso y anacrónico modo de serfunesto que padecemos.

    El cual, para hacerse lugar en la civilización yel progreso, apela á convencionalismos y andadesorientado buscando para gobernar nuevospartidos, cuando aquí lo que se necesita sonnuevos ideales y nuevos hombres. Ejemplo deello es uno de los estadistas más intelectuales ypatriotas de nuestro país, el cual, convencido deque tal como estamos no se puede seguir, pro-metió desde los más altos puestos hacer la revo-lución desde arriba, pero que al discurrir el modose ve que no sabe hacer más que afirmar y for-talecer esos arcaicos medios, ese catolicismo di-cho, y esa erudición y ese verbalismo de retóri-cos y clásicos, que es, según queda dicho, lacausa de nuestro mal... ¡cuando aquí lo que hacefalta es una nueva ética, un nuevo Verbo y unanueva moral! ¡lo que dice Cervantes y que no sequiere comprender!... eso que mientras exista ydomine, no sólo será causa de que no se percibanlas enseñanzas de Cervantes, sino de que nopueda volver España á ser grande, porque con

  • 3.ª CONFERENCIA—EN LO MILITAR 27

    eso que lo avasalla todo, no es posible razonarcon lógica, ni tener buen sentido; y faltando es-tos dos elementos de juicio, no sirve de nada, nila aplicación ni el talento; ni la prudencia ni lavirtud; ni la actividad, ni el reposo, y somoscomo un barco sin timón y sin brújula... ¡Ah, go-bernantes; ah, estadistas, qué responsabilidadtan grande la vuestra por desdeñar estas ense-ñanzas cervantianas sobre el gravísimo problemade cómo debe usar de la fuerza la sociedad!

    No dejaré yo de difundirlas cuanto pueda, perosoy muy poco, y no tengo hombre, y no me ha-cen caso; y así, es preciso que salgan de su indi-ferencia los hombres de buena voluntad, porquees mucha la fuerza adquirida por los prejuiciosestablecidos y los intereses creados durante lostres últimos siglos. Además que se valen de todaclase de medios: comparad, por ejemplo, este co-mentario y estas enseñanzas que yo, descono-cido , acabo de exponer y que es probable nolea nadie, con las que ha deducido el eximio Ro-dríguez Marín, con la grandísima autoridad quele dan las gentes, y que leerán todas las eminen-cias, y ved que aun cuando su Glosa tiene erro-res de apreciación de tanto bulto como el con-fundir el concepto cervantiano de la paz(pág. 20)con el del apotegma Si vis pacem para bellum, quees completa y absolutamente lo contrario; yerrores de hecho (que por no llamarle mentirosoatribuiré á que la pasión y el egoísmo no dejanver claramente, á ese señor), como el de omitirlas palabras de Don Quijote (pág. 15) para po-derlo presentar en un párrafo, dudando sobre la

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    primacía de las Armas, y decir en otro que DonQuijote «votó, aunque disimuladamente, en favorde las Armas..., si bien daba la preferencia al ami-gable consorcio de las Armas y las Letras»; sien-do así que se expresó categóricamente de un modotan distinto; y ved cómo de este modo, por me-dio de astucias florentinas, é hipócritas artima-ñas, logran los elementos retardatarios obscure-cer la Verdad; y sobreponer á la verdad, lo queconviene á sus pasiones. Considerad además quees á esas personas á las que se confía la direccióndel próximo Centenario para honrar á Cervan-tes y á sus obras, y decid si es razonable, ni esprudente que sigan indiferentes los que se pre-cien de patriotas; porque, ¡pobre Cervantes, ypobre Centenario, y pobres las enseñanzas y fru-tos que se deducirán de él en manos de esas gen-tes!; y sobre todo, ¡pobre país, que es quien, enúltimo extremo, seguirá ignorando y sin aprove-char los beneficios de esas enseñanzas!

    Tal vez haya alguno que, juzgándome empe-dernido sectario, crea que digo esto por ansia denotoriedad y para disputar este puesto al Sr. Ro-dríguez Marín... ¡Cada uno juzga como quien es,y quién pone puertas al campo! Pero sólo diréque siempre he procurado mirar más alto; quecuando terriblemente desengañado de la milicia,tal como está, y asqueado de la política, de lasCortes y del Gobierno, me retiré á mi aldea, cre-yendo hallar en ella reposo, fuí decidido á darallí fin á mis días; y que si he vuelto á Madrid,ha sido porque, viendo en ella muchos latroci-nios, muchas injusticias y muchos atropellos de

  • 3.ª CONFERENCIA—EN LO MILITAR 29

    todas clases, y habiéndome prestado para corre-girlo hasta á ser concejal y juez municipal, y nohabiéndolo podido conseguir, á pesar de ser, so-bre mi posición de ex diputado y coronel de Ar-tillería, el primer contribuyente, con grandísimadiferencia sobre los demás, y porque me pospu-sieron en lo de juez á un tabernero; y viendo queno lograba nunca ser atendido ni del poder guber-nativo ni del poder judicial en las escandalosasdenuncias que hice hasta de verdaderos delitos;y, en fin, resultando yo objeto de persecucionesy perfidias de aquel caciquismo repugnante ybrutal en que no tenía posibilidad de defenderme,he tenido que regresar á la Corte. Pero no á bus-car posiciones, ni á gestionar honores, ni á dispu-tar destinos, sino á luchar contra esa vergonzosaé impúdica manera imperante en nuestro país,tanto en la Corte como en las aldeas; á lucharcontra la BESTIA de la concupiscencia, para con-tribuir á librar de ella á mi patria, tomando porbandera las enseñanzas de Cervantes, que tuvoesa aspiración, y que firmemente creo que es loúnico que nos puede salvar. Y si alguna vez chococon cualquier persona, es porque ella se inter-pone, dificulta y estorba esas nobilísimas ense-ñanzas que nos legó Cervantes. Dejemos, pues,las cosas en su punto y prosigamos.

    Acabamos de ver cómo ha dicho Cervantesque debe ser el ejército la paz. Pero, con seresto mucho, sin duda lo encontró deficiente, puescuando hizo el segundo tomo del Quijote, lo quisoampliar más, y dar reglas concretas y fijar deuna manera precisa principios claros y específicos

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    para completar la teoría que había formulado:para decir la manera de que el ejército contri-buya á que este inmenso beneficio de esa paz queproduzca, sea permanente. Y al efecto, discurrióel siguiente artificio:

    Dice que había en un pueblo un regidor á quienfaltó de la cuadra un asno; y que cuando lo dabapor perdido, le dijo otro regidor que lo acababade ver en el monte; y que acordaron ambos ir ábuscarle; y que como no le hallaban resolvieronsalir rebuznando ellos por distinto lado del mon-te y de trecho en trecho, pensando que al oirlorespondería el jumento y podrían encontrarle.

    Y sigue diciendo que, al poner en práctica estepensamiento, sucedió que, como rebuznaban muybien, engañado cada uno del rebuzno del otro,acudían á buscarse, sin que pareciera el burro.Y que entonces el uno dijo: en verdad que de vosá un asno no hay diferencia alguna en cuanto alrebuznar, porque en mi vida he visto ni oído cosamás propia. Y que el otro le contestó: mejor atañená vos esas alabanzas, pues podéis dar dos rebuz-nos de ventaja al mejor rebuznador del mundo.

    Y descrita de esta manera lo perfectamenteque rebuznaban las autoridades de aquel pue-blo, añade después que fué cundiendo de uno enotro pueblo lo del rebuzno, llegando á tanto lasburlas, que muchas veces, con mano armada yformados escuadrones, han salido á darse bata-lla los burladores y burlados por causa de losrebuznos de las autoridades.

    Y prosigue el suceso y extrema la sátira di-ciendo: Cómo encontró Don Quijote un día presto

  • 3.ª CONFERENCIA—EN LO MILITAR 31

    á batallar al pueblo del rebuzno, con un estan-darte que ponía como lema:

    «No rebuznaron en baldeel uno y el otro alcalde»;

    y agrega con aticismo que Don Quijote dijo, queeran regidores los que rebuznaban, y que respondió Sancho (de aquellos que rebuznaban tanbien), que habrían ascendido á alcaldes. Y ter-mina contando que Don Quijote se metió entreellos, y todos se pusieron á su alrededor, y les dijo:que su profesión era favorecer á los necesitados yacudir á los menesterosos, y que habiendo medi-tado sobre estos negocios no hallaba justificadoque fueran á pelear por esas cosas, y que lesadoctrinó de este modo: los varones prudentes,las repúblicas bien concertadas, por cuatro cosashan de tomar las armas, desenvainar las espadasy poner á riesgo sus personas, vidas y haciendas:la 1.ª, por defender la fe universal (1); la 2.ª, por--------------

    (1) El texto dice fe católica, donde yo he puesto fe uni-versal. Y como esto es de mucha transcendencia segúnvamos á ver, debo explicar las razones que me han impul-sado á obrar así.

    Es la 1.ª, que siendo católica enteramente lo mismo queuniversal, se pueden usar indistintamente una palabrapor otra, y fe católica es en sentido llano y directo lo mis-mo que fe universal.

    Es la 2.ª, que si se quiere prescindir de este sentido,y usar uno convencional que interprete como opinión deCervantes fe católica en concepto de fe católica romana,resultan dos cosas: una, que se inflige una gravísima con-tradicción á Cervantes, que en la pág. 20 dijo que el ejér-

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    defender su vida: la 3.a, en defensa de su honra, desu familia y de su hacienda; la 4.a, en servicio delRey en la guerra justa, y si quisiéramos añadirla 5.a (que se puede contar por 2.a), en defensa desu patria. A estas cinco causas, como capitales, sepueden agregar algunas otras que sean justas yrazonables... Y he aquí de qué manera tan inge-niosa ha llegado Cervantes al fin que se propo-nía, y que por ser tan grave y trascendental va-mos á examinar detenida y serenamente.

    Desde luego se ve que si á la graciosa narra-ción que hace el texto de este cuento, cuyo obje-

    cito debe mantener la paz de la tolerancia y el respetomutuo de todas las ideas, y que ahora diría en contrario,que la paz que ha de mantener el ejército es la de la in-transigencia religiosa, por la imposición de la fuerzabruta...; y otra, que se le haría una ofensa, porque domi-nando Cervantes tan perfectamente el idioma, y dándosecuenta de la diferencia que hay entre católico á secas,católico-romano y católico-cristiano (hasta tal punto, queen el capitulo VIII, tomo 2.°, establece la diferencia entreel sublime Don Quijote y el egoísta Sancho, diciendo queéste es católico-romano según las enseñanzas de Roma ycon la esperanza en la gloria del cielo, mientras que aquéles cristiano-católico atento á la gloria de los siglos y bus-cando ocasión de ser, sobre cristiano, famoso caballero...),se supone con esta interpretación, que lo que Cervantesdice que debe defender el ejército, es el concepto del egoís-ta Sancho y no el del sublime Don Quijote.

    Y es la 3.ª, que Cervantes tuvo necesidad de expresarsede esta manera, porque si hubiera empleado la frase feuniversal, dejaba al descubierto su intención en favor dela libertad de conciencia, y no la habrían dejado pasar nila Inquisición, ni la Censura; mientras que usando la queaprovechó con su ingenio, pudo decir y dijo, lo que seproponía, sin que lo estorbara nadie.

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    tivo es la pérdida del asno y lo que hicieron paraencontrarle hasta el final del suceso, aplicamos losubjetivo, ó sea el modo de pensar y sentir conque viene escribiendo Cervantes sobre el ejército,resulta aquí una profundísima sátira, en que seridiculiza el caso de un pueblo que se bate porlos rebuznos de sus autoridades, y se despren-den dos enseñanzas: una, acción educadora, porcuanto que, por desgracia, es muy cierto y estáen la mente de todos que los pueblos se batenmuchas veces por causa de las torpezas ó rebuz-nos de los que los gobiernan (vicio social muyevidente entonces, que Felipe II había dejadoá los turcos dueños del Mediterráneo por ir á lu-char contra los ingleses protestantes, y que noshacía luchar en todas partes para imponer el ca-tolicismo por las armas; y ahora, en las tan dis-paratadamente llevadas campañas de Cuba y deFilipinas). Y otra, acción saludable en cuanto áque acaba de concretar y precisar Cervantes quelos ejércitos no se deben batir sin vacilar, másque en las guerras justas; y acaba de definir deuna manera clara é inequívoca cuáles son lostres casos de guerras justas, y cuáles las guerrasque pueden ser injustas, y que tan sólo se debenhacer mediante la obediencia racional y debida.

    Y he aquí ya completamente desarrollada entoda su magnitud la enseñanza de Cervantes: élconsidera que el ejército es una institución nece-saria; es más, cree que el ejército es la más altade las instituciones sociales, al extremo de queen una ocasión dice: que después de servir á Dios(del modo que en lo religioso explica), no hay

    3

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    otra cosa en la tierra de mayor provecho; pero élcree que respetando los conceptos fundamenta-les en el modo antiguo, hay que formar un nuevomodo, con una nueva mentalidad, una nuevaética y una nueva moral: en que el ejército, lasArmas, no sea una máquina á disposición del quemanda, sino un elemento ciudadano para la paz;y ésta, no sea el silencio que impone el que man-da por la fuerza, sino el sosiego del respeto mu-tuo, para que la Razón, el Derecho y la Virtudhagan la común armonía; y que la imperante deéstas no sea la de la disciplina, sino la de la forta-leza; y que la obediencia no sea ciega, sino debi-da. Y él dice, en fin, á continuación, que esta obe-diencia ha de ser de dos modos: uno absoluto,ilimitado y sin réplica, en cuanto á defender ygarantizar: 1.°, la libertad de conciencia; 2.°, lavida, y 3.°, las vindicaciones del honor de la fa-milia y del territorio; y otro mediante interpre-tación y en lo que sea justo y razonable tan sólo.

    Compréndese que estas enseñanzas cervantia-nas, parte armónica de las que hay en el Qui-jote para renovar el modo de ser social, no seanaceptadas por los que, compenetrados del modode ser antiguo que Cervantes quería reformar,las miran con ese prisma y las consideran utópi-cas. Pero no se puede negar que esta teoríanueva lleva en sí misma las ventajas enumera-das en la pág. 24, ó es por lo menos tal, que sino se pudieran lograr éstas en algún caso, produ-ciría que no tome nunca la guerra esos caracteressalvajes y execrables que tiene ahora, porque nitodos osarían mandar ni muchos querrían obe-

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    decer, esas piraterías y crímenes, que con el sen-tido de la obediencia ciega y del ejército máqui-na, brazo del Poder, se cometen todavía delmodo más natural, para vergüenza y oprobio dela Civilización y el Cristianismo, ¡y que no es po-sible prever á dónde nos pueden llevar! Y tanpoco se puede negar que mediante esta doctrina,dejaría de ser en nuestro país esa lepra, másaún ese veneno, de la intransigencia religiosa,que según explicamos en las páginas 25 y 27, hasido la causa de nuestros males, y con lo que esimposible la redención. Y así es por todo eso, in-dudable, la excelencia de esta teoría.

    Claro es que no lo comprenden así los que vi-ven con el espíritu de la España del siglo XVII, yno conciben el concepto de la autoridad y el de-ber que emana de la virtud de la fortaleza quepreconiza Cervantes, porque éstos no sienten losimpulsos que germinan del sentimiento y la con-ciencia por efecto de esa virtud, y únicamenteperciben los que infunden y coaccionan la cate-goría personal y el reglamento; y es natural queellos crean que no puede haber ejército más quedonde los militares ni piensen ni sientan por sí.Pero los tales viven fuera de la realidad y en unprofundísimo error, porque es imposible impedirque piensen y sientan los hombres; es más, por-que ni aun sería conveniente conseguir que no sesintiera y pensara, á tal punto, que hasta la mis-ma Ordenanza militar manda que en los casosdudosos, el oficial debe seguir los impulsos de supropio espíritu y honor; y que por pensar y sen-tir de ese modo admiramos al Cid, y son glorio-

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    sísimos héroes y tipos de patriotismo Velarde yDaoiz. De lo que se deduce, que la cuestión noconsiste en no pensar ni sentir, sino en pensar ysentir bien; en los tres casos de obediencia ciegay los demás de la obediencia debida y la virtudde la fortaleza que adoctrina Cervantes (1).

    Aprovechémonos, pues, de sus enseñanzas; éles un Genio, y ellas son un modo de perfección.

    (1) Aunque estas razones son incontestables, como sélo difícil que es imbuirlas en los que tienen saturado elentendimiento con otras, y deseo hacerlas prácticas, voyá concretar casos de lo que debe hacer el ejército segúnestas enseñanzas:

    1.° El ejército no debe seguir siendo en España ele-mento para imponer la unidad católica; ni para que seconsideren actos del servicio y se nombren Comisionespara las procesiones, para visitar los sagrarios y llevarlos palios; ni para que concurran los oficiales con las tropasá misa; ni para imponerles que oigan la del Espíritu San-to, como se ha hecho recientemente con el coronel Labra-dor; ni para que se dejen días de haber, ni se suministrenfondos de la Caja para los festivales de la Patrona. En elejército del Cid, del Gran Capitán y de Carlos I, no sehacía nada de eso.

    2.° Aparte de los tres casos enumerados por Cervan-tes, respecto de los que no admite nadie duda, sobre queel deber es de obediencia ciega, en todos los demás, porejemplo, en lo que se dice contra ley natural, de los ale-manes; y en los más sencillos, como los de Portugal, entodos cabe lo racional y lo justo que dice Cervantes, enarmonía con lo que dice la Ordenanza: en los casos dudo-sos el oficial seguirá los impulsos de su propio espíritu yhonor, en contraposición á lo de la obediencia ciega. Así hasido en el curso de los siglos. Y por eso la enseñanza cer-vantiana de educar con la virtud de la fortaleza, para quevaya siempre el hombre á cumplir con el deber por encimade formas político-religiosas, es lógica, previsora y buena.

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    Bien se comprende que no se pueden hacer derepente estas transformaciones tan grandes ytrascendentales. Pero obligación es de los esta-distas y gobernantes, el preparar y disponer lascircunstancias, para que puedan llevarse á lapráctica... ¡ah, vosotros los que estáis en condi-ciones de gobernar y dirigir!

    Pronto acabará esta espantosa guerra, ante laque fracasaron los pacifistas, los socialistas, losbanqueros, los comerciantes, los industriales...toda la civilización, á la vez que el cristianismo,y ante la que se preocupan los hombres eximiosde hallar en una paz duradera, remedio á tangrandes infortunios; y ante la que se presentaesta teoría como una esperanza: y gloria seríapara España, y bien para el mundo, que diéramosnosotros la solución que nos legó Cervantes, elgrande, el sublime Cervantes en su libro inmor-tal, y que es la que os acabo de presentar.

    Acogedla y difundirla vosotros; exaltémoslatodos, que es para honra nuestra: que tal vez hallegado la hora que presentía Cervantes cuandodijo en el cap. II de la primera parte de su libro:DICHOSA EDAD Y SIGLO DICHOSO AQUEL ADONDESALDRÁN Á LUZ LAS FAMOSAS HAZAÑAS MÍAS,DIGNAS DE ENTALLARSE EN BRONCES, ESCULPIRSEEN MÁRMOLES Y PINTARSE EN TABLAS PARA ME-MORIA DE LO FUTURO... Y esas famosas hazañasno son atacar á los molinos de viento; no son ata-car á los batanes... sino lo que con esto se repre-senta; no son acometer á los rebaños de ovejasy carneros; no son la elocuencia y la verborreadel Discurso de las Armas y las Letras; no son el

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    contar cuentos, aunque sean tan graciosos comoel de los rebuznos de los regidores... son las queacabamos de describir, son estas teorías sublimesque deben quedar para memoria de lo futuro, yque haciendo parte de las que voy desarrollandoen estas conferencias, formarán en total un nue-vo VERBO, una nueva mentalidad, una nuevaética; en fin, una nueva sociedad más perfecta yanagógica, en el verdadero sentido de esta pala-bra griega, que no es el de la gloria católica quele da la Academia.

    HE DICHO.

    BALDOMERO VILLEGAS.

  • PARA TERMINAR

    Cervantistas que alumbran y Cervantistas que queman

    APENAS había yo dado esta Conferencia, cuan-do poniéndome de acuerdo con el Sr. Rosode Luna, uno de los socios de mayor cultura ymás noble intención que hay en el Ateneo, mepresenté en casa del presidente de esta doctaCorporación, proponiéndole aprovechar el ani-versario de la muerte de Cervantes para hacerleun homenaje que exaltara su gloria, consagrán-dole una velada, para la que desde luego nosofrecíamos el Sr. Roso de Luna y yo.

    La circunstancia de ser el año próximo el Cen-tenario de la muerte de Cervantes; los encontra-dos movimientos ya iniciados en la opinión paracelebrarlo; la necesidad de ir preparando losánimos para que corresponda la magnitud delfestejo con la excelsitud del héroe que tanto hacontribuido al renombre y la estimación de Es-paña, y que es admirado en el mundo como unGenio, y, por último, los fines que debe realizarel Ateneo según el reglamento, movieron la vo-luntad del Sr. Labra, que aceptó mi idea y sepropuso llevarla á la Junta directiva y hacer loque pudiese para realizarla.

    Pero pasaban los días y no se hacía nada; al-gunas otras gestiones que yo hice con otros se-ñores de la Junta tampoco daban corno resultadomás que buenas palabras; y llegó el 23 de Abril,y no hubo para honrar á Cervantes más que la

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    mezquina misa que celebran todos los años losseñores Académicos en las Trinitarias.

    ¿Qué dificultades acaecieron para que no serealizara ese pensamiento tan noble, tan legí-timo y tan patriótico, y que además era apoya-do y favorecido por el señor presidente y otroselementos de la Junta?

    No lo sé. Lo único que sé es que Cervantes y suDon Quijote han topado siempre con grandes difi-cultades en España; que los más grandes enemigosque tuvieron han sido el cura Lope de Vega, árbitrode los literatos de su tiempo; el dominico Aliaga,confesor del monarca; el famoso jesuíta Gracián,y fray Benito Jerónimo Feijóo; lo que sé es que,cuando ellos lograron sepultar en el olvido áCervantes y á su libro inmortal, los hicieron re-vivir los ingleses, y que entonces los elementosretardatarios de nuestra patria, viéndose en ri-dículo y obligados á aceptar los elogios que pro-digaban á Cervantes los extranjeros que veíanen él un Genio, procuraron mermarle su mérito,reduciéndolo á lo puramente literario. Lo que sées que esta labor sigue; y que no hace muchosaños hicieron los jesuítas un auto de fe con elQuijote; y los salesianos predicaron que los ma-les que sufre nuestra patria no tendrán remediomientras no se haga la cremación del Quijote.Lo que sé es que hace más de veinte años vengopresentando á Cervantes en libros, folletos, ar-tículos de periódicos y Conferencias, en el sen-tido de la Conferencia anterior que, como aca-báis de ver, es muy trascendental, y, sin embar-go, ninguno de los escritores eximios que se

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    ocupan de cervantismo se han dignado ocuparsede esto, y en cambio son en crecido número laspersonas que, aparentando admiración á Cer-vantes, se valen de procedimientos refinados éhipócritas para achicar su consideración y me-recimientos, ya rebajando sus amistades y desti-nos, ya ofendiéndole en la vida privada de sufamilia, ya reduciendo, en fin, la concepción yel alcance de sus escritos, que ahora como en elsiglo pasado, hay muchísimo empeño en reducirá simples novelas. Lo que yo sé, en fin, es quecolaborando juntos todos estos elementos al am-paro del monopolio de que hablamos en la pági-na 25, se verifica y estamos tocando lo siguien-te: que el periódico El Debate, órgano de esoselementos, encubriendo con flores y ditirambosel odio que ellos tienen á Cervantes; ocultandosus dañadas intenciones tras otras convenien-cias, y mostrando siempre el mayor entusiasmopor él, se atreve á declararse descaradamentecontra el monumento con que le quiere honrarla patria... y el Sr. Rodríguez Marín, el más sa-bio, y portaestandarte hoy, de esta casta de retar-datarios, afirma públicamente en un folleto queel autor de EL INGENIOSO HIDALGO no necesitaninguna suerte de solemnidades ni apoteosis; quelos que le profesamos sinceramente amor en nues-tros escritos, para nada hemos menester fiestasruidosas. Y en vez de disponerse á tributárselascomo buen español, dice á un amigo suyo: ¿Nocree usted que la bárbara guerra europea traeráconsigo el hacer imposible en España toda seria ydigna celebración del tercer Centenario de la

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    muerte de Cervantes? Y después de remembrarla adversa suerte de Cervantes, exclama: A maldar, encogerse de hombros. Resignémonos...........¡¡Y está tan entumecido y atrofiado el sentidocomún en esta pobre España; está aquí tan es-caso y deprimido el juicio, que es á este hombreá quien se designa y confia el primer lugar parahacer el festival con que queremos todos honrará Cervantes y honrar á la patria!!... ¡Ah! es queindudablemente (lo diré con el estilo al uso paraque se comprenda mejor la idea), es que induda-blemente, Dios tiene vuelta la espalda á esta Es-paña, que se considera su hija predilecta.

    Es que estamos pensando en nuestros ideales,como cuando iba Don Quijote pensando en los su-yos (en su Dulcinea, cap. IX, tomo II), y buscán-dolos, hemos dado como él, con la Iglesia (con laIglesia de la pág. 25) y ¡¡plega á Dios que no demoscon nuestra sepultura!!, como dice el texto. Por-que la verdad es que, siguiendo así, es imposiblela redención. Esta maldita España de los Felipes,que se llama tradicional, indebidamente, porqueno es ésta la España de las Cortes y del Justi-ciazgo, del Cid y de Alfonso el Sabio; esta mal-dita España que se dice alma de nuestra gran-deza, pero que persiguió á Cervantes y causónuestra ruina... pugna por reedificar su pasado ypor abatir á Cervantes. Estemos alerta.

    Cierto que se ha preocupado el Gobierno deproyectar, organizar y dirigir las fiestas con quese han de exaltar la gloria y la fama de Cervan-tes; y que ha decretado la formación en Madridde un Comité Ejecutivo del tercer Centenario y la

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    formación de Juntas provinciales y locales en lascapitales de provincias y en las cabezas de par-tido judicial; y cierto que el Comité se ha dirigidoá las Repúblicas hispano-americanas para inte-resarlas en que sea lo más grandioso posible elhomenaje, y que se han reunido ya esas Juntasy Juntitas locales; pero observad que la circulardel Comité sólo trata de festejar á Cervantes,genio del habla castellana, dice, y sólo aspira á en-salzar el lenguaje y á unir las naciones que lohablan para la mayor gloria del arte; y que sibien propone que se publique una edición críticay con comentario del Quijote, ya se ha adelanta-do á publicarla el Sr. Rodríguez Marín, el cual espoco escrupuloso, como hemos visto, y ademásse vanagloria de no copiar nunca servilmente,con lo que puede meter mano hasta el codo yhacer lo que le parece ¡y hace decir á Cervanteslo que él quiere!; y ved, en fin, que esas Juntasy Juntitas estarán reglamentadas por categoríasde alcaldes, presidentes de la Diputación, gober-nadores civiles, militares y comandantes de Ma-rina, y magistrados y jueces, y obispos y párro-cos, y un maestro, y el director y profesor deliteratura del Instituto, y otros dos representan-tes que nombrarán todos esos, entre los cualestal vez no haya ni un mal cervantista... pero quehabrán de reunirse y levantar actas y guarlarlasen los archivos, de esto, en que es posible que nientiendan ni una palabra todos ellos; y decidmesi no es todo esto una pura farándula, para ha-cer que se hace y formar un fárrago de papelescapaces de ahogar y sepultar en el olvido á Cer-

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    vantes para que siga la farsa que vienen explo-tando los elementos directores de esta sociedaddesde el siglo XVII hasta ahora.

    Parece que de eso se trata ó, por lo menos,eso se hizo en el Centenario de la publicacióndel Quijote en 1905 ¡No quieren hacer lugar á lasideas nuevas! y hay que prevenirse para lograrlo.

    En la memoria tengo lo que ocurrió entoncespor las habilidades y destrezas de los elementosretardatarios, y al verlos ahora en acción consus procedimientos, voy á ponerlos al descubier-to, por si es posible impedir que se repita el es-cándalo; y, al efecto, voy á copiar á continua-ción una parte del discurso que leí en el Ateneocomo protesta que entonces hice para desagra-viar á Cervantes, al Quijote y al Centenario delas barrabasadas que les hicieron; y que decía así:

    SEÑORES:

    Aunque hacía ya muchos años que se había ini-ciado la idea de honrar á Cervantes en el tercerCentenario de la publicación del Quijote, y másde uno que se estuvo estudiando el homenaje quedebía tributársele, nada se ha hecho que elevarasu fama, ni nada ha quedado que aumente su glo-ria; sino que, por el contrario, en tal manera sedefraudaron los entusiasmos que despertó la idea,y tan torpemente procedieron los directores, sinrecoger tan siquiera nada de lo mucho que habíade utilizable en ella, que en vez de ser el Cente-nario una apología resultó un funeral.

    Hízose el plan y la substancia del festejo porlos procedimientos antiguos, abandonando la di-

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    rección al Gobierno, el cual á su vez, en lugarde enaltecer la memoria de Cervantes con la am-plitud de miras y la variedad de criterios queintegran la verdad por el concurso de los diver-sos talentos, se abandonó al juicio de los Acadé-micos, que suelen ser insignes y eminentes, peroque están por lo general llenos de prejuicios, yque resultan por eso como santones de las pre-concebidas ideas; y D. Marcelino Menéndez yPelayo y D. Juan Valera, supervivientes deaquella clase de literatos que hicieron la desgra-cia del reinado de doña Isabel II amparándosede las alforjas y del sayo de Sancho, fueron losencargados de sentir el Quijote en el Centenario.Y aquí mismo, en este santuario de las letras, or-ganizado para difundir la verdad en la ciencia yel arte, y para exaltar los progresos del saber,pero regido por uno de los hombres más contra-dictorios y versátiles (ano 1905) que hay en nues-tro país, en vez de dar animación y variedad alprograma para enaltecer á Cervantes, como sehace en los Centros científicos, y como consigna elreglamento y demandaban las tradiciones de estadocta Casa, abriendo libre asistencia y ayuda átodas las opiniones, las circunscribieron y prejuz-garon, confiando la representación del Ateneo alSr. Navarro Ledesma: hombre á no dudar culto yde muy vivo ingenio y de muy buenas prendas,pero que tenía relaciones de subordinación conMenéndez y Pelayo y con Valera, y que resulta-taba por eso dependiente de ellos, como lo estu-vo el muy listo, y muy entendido, y muy gra-cioso y muy cuco Sansón Carrasco, del cura y el

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    barbero; y ocasionando que así como éste, secun-dándoles y convirtiéndose en una secuela deellos, fueron todos tres juntamente la causa deque fracasara Don Quijote, del mismo modo aquíahora, por la dirección oficial de estos tres seño-res (que al juzgar á Cervantes formaron una solaentidad), ha resultado un grandísimo fracaso elCentenario.

    Cual si hubiera un decidido propósito de nodar la alternativa á hombres de otras ideas paraque no se pudiera hablar en aquellos momentosde ellas, nombres y trabajos tan acreditados ysugestivos como los del Sr. Unamuno, del señorMáinez y de otros cervantistas de prestigio; pun-tos de vista tan singulares y trascendentalescomo los que yo tengo el honor de exponer, fue-ron indebidamente excluidos de esta efeméridegloriosa, la más oportuna ocasión para integrarla fama de Cervantes y aquilatar el mérito de sulibro inmortal; impidiéndose de este modo, que semostraron las ideas nuevas; y dejando que florez-can tan sólo las viejas ideas. Con lo que sucedióque Menéndez y Pelayo, que tanto sabe, no pudohacer más que repetir por entre esa pasmosaerudición, fruto de su privilegiada memoria ycon que exorna con muy esmerado estilo sus tra-bajos, lo que ya nos había dicho cuando ingresóD. José María Asensio en la Academia, es á sa-ber: ...que el mérito de Cervantes consiste en re-producir á la llana con intención diáfana losgustos y modos de su época, con el más delicadoarte y de una manera genial, pero sin traspasarlas fronteras de ella; y que es perder el tiempo

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    eso de suponer que el más profundamente be-névolo de todos los escritores fuera capaz deconcebir y formular otras ideas y otras reglasen contra ó por encima de los pensadores de suépoca. Y el caballeroso Valera, contrariando opi-niones que había expuesto y como si obedeciese áuna consigna sobre la tendencia esotérica, ó cualsi estuviera obligado ó comprometido en unaconjura contra ella, en vez de encaminar su acti-vidad y su talento á elevar la figura de Cervan-tes, que era el fin del Centenario, no apuntó másque á censurar é impedir que se le estudie y sele encomie por su manera esotérica, repitiendopara eso con Menéndez y Pelayo «que es grandisparate imaginar que Cervantes se propusieraen el Quijote enmendar los sentimientos y lasdoctrinas» de los hombres de su época. Y, porúltimo, Navarro Ledesma, como si con efecto setratara de poner con urgencia una barrera á unerror depravado y peligroso, no solamente difi-cultó que se presentara aquí el sentido esotéricodel Quijote y que se alabara á Cervantes con di-verso criterio que lo hacían Menéndez y Valera,sino que atropelló la verdad para secundarlos,afirmando para dar fuerza y realidad á lo man-tenido por ellos, que Don Quijote era un católico ámachamartillo, un conservador doctrinario, unamante sobre toda otra gloria, del triunfo de lasarmas; y quizá un cruel en sus justicias (fueronsus propias palabras en el Heraldo de Madrid,uno de los periódicos de más circulación); estoes hasta el extremo de mixtificar, corromper yconvertir el Quijote en uno de los héroes de Cal-

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    derón y de Lope y de los demás pensadores y mo-dos de aquella época, que es como nos lo quisie-ron presentar Menéndez y Valera... ¡hecho necioy temerario!, porque, en primer lugar, es com-pleta y absolutamente falso; y en segundo, por-que al desfigurar la verdad con esos conceptostan mezquinos que deprimen la significación y elmérito de Don Quijote, según el troquel de losLUISES de hoy, se fatigó inútilmente la opinión,que esperaba otra cosa; se enfrió el entusiasmoque tan atento y exaltado estaba; se dejó á lahistoria un legado deprimente de nuestros prin-cipales Centros del saber que no han sabido ha-llar en Cervantes más que un Genio chirle, inca-paz de remontarse por encima de su época (quees la menor cantidad de Genio posible, ya que áesto le llaman Genio); y se ratificó un triste tes-timonio contra nuestros sabios, así que de la pe-queña percepción ética de todos nosotros, queno habíamos sabido ver en el libro inmortal deCervantes, ningún concepto nuevo y ningunanueva regla de moral y de justicia y de gobiernode las muchas que puso el autor en él, y que hancomenzado á percibir muchos en el extranjero...¡Tal fué la obra del Centenario; y ese es el platode gloria que deben Cervantes y nuestro tiempoá los ¡sabios! que lo dirigieron!...

    Esto aconteció en 1905 y es voz previsoraen 1914... ¡¡HAY QUE HACER LUGAR Á LAS IDEASNUEVAS!!

  • ESTUDIOS SOBRE CERVANTESDEL AUTOR

    Precio

    . Pesetas

    Estudio tropológlco del «Quijote de la Mancha».Interpretación del primer tomo del Quijote 2,50

    La Revolución española: Estudio tropológico del«Quijote».

    Interpretación del segundo tomo del Quijote . . . 4

    Cartas á D. Marcelino Menéndez y Pelayo. (Ago-tado.)

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    Psicología de las Novelas ejemplares 3.50

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