Cuadernícolas Nº4

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Revista Literaria de distribución gratuita Cuadernícolas, Medellín Colombia, 2011, Nº4 Año 1 . ISSN 2216-0469

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Los Ilustrados

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Editorial

Nacer antes de nacer Nerön Navarrete

Primero romance, y luego calma. Pero calma romántica. Es posible describir de esta forma los proyectos literarios, y Cuadernícolas no es la excepción. Su génesis me re-mite a una conversación de dos sujetos que consideraron necesaria una revista para textos breves. Gran mentira. Eran tres sujetos.

Por suerte, de la terna sólo uno estaba perdido en el cuento de lo onírico sin dar cuenta de lo oneroso.

Pero incluso, como han catalogado sus mismas obras muchos escritores, es el impulso el primer llamado a las letras, y luego la paciencia; la historia en la cabeza, mientras van llegando al puerto del nuevo país los detalles, personajes y sensaciones con giros inesperados.

Como el amor feroz que antes de saborear la piel, debe desvestir sin siquiera tocar las prendas. O el viajero, que antes de emprender su rumbo, imagina de mil formas su destino, le busca entre conversaciones, páginas o fotografías, sólo con la intención de ver opacada la imaginación ante el esplendor del nuevo lugar.

Comenzamos pensando en una antología para el quinto aniversario. Vamos en el cuar-to número, y el cuarto de hora. Sólo se puede tener certeza, en este mundo, de si se va bien o mal. Nada más.

Así los proyectos literarios, que nacen antes de nacer. Así Cuadernícolas, que los cum-plirá hasta el año tres mil. Pero sin olvidar, claro lo tenemos, que sin prisa para hacer la prosa. Si la cuna del sueño se va convirtiendo en la juventud de la realidad, que la realidad nos permita seguir en el cuento…

Nota del Editor: El número pasado salió en papel diferente, y las reacciones no se hicieron esperar. Culpa mía. No me vuelvo a meter en esos rollos litográficos.

Acuérdese de buscarnos en Facebook comoRevista Cuadernícolas y también puede encontrartodos los números de la revista en versión digital:

http://issuu.com/cuadernicolas(nos puede leer desde cualquier máquina de escribir con conexión a internet)

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Contenido

Flores amarillas para el tiempo 5 por Juanita Rayuela

Es Sólo Curiosidad 6 por Xtian Romero

Breves 7 por Andrés Uribe Botero

Fin de la Emisión 8 por Mateitoh

El último cigarrillo y nos vamos... 12 por Altais

Las Pequeñas Pelis 14 por Nicolás Cuervo

Cuentos 16 por Isabeldepapel

Neurosis 18 por Alli Vivian

Otros Breves 19 por José Raúl Jaramillo Restrepo

Estación del Tren / Interior - Noche 20 por Momo Suheskun

CuadernícolasRevista literaria [email protected]

Director:Momo [email protected]

Editor:Nerön [email protected]

Diseño y Diagramación:Daniel [email protected]

Mercadeo y Ventas:Jhon López314 672 [email protected]

Colaboradores:Diego Hernández / Huan Karlox Lópex /Josema /Jason Bedoya / José Gabriel / Mariana Suescún /Luz Marina Acevedo / Jaime Vélez

Foto en portada:“Desgastados” Andrés Arias

Caricatura:Altais

Escritores:Alli Vivian / Altais / Andrés Uribe Botero /Isabeldepapel /José Raúl Jaramillo Restrepo /Juanita Rayuela / Mateitoh / Momo Suheskun /Nicolás Cuervo / Xtian Romero

Impresión:Editorial San MatíasLínea única: 444 [email protected]

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Flores amarillas para el tiempo Juanita Rayuela

Caminaba por el pavimento como castigando cada piedra que su tacón punzaba. Lle-vaba un abrigo a cuadros y una bufanda violeta que rozaba sus piernas en cada paso. La punta del lustroso zapato rozaba el asfalto como deslizándose sobre una superficie helada y el tacón perforaba las cóncavas piedras grises que con un suspiro despedían un polvo diminuto.

La pantorrilla, enfundada en unas medias de malla negra, dejaba al descubierto una piel tersa y blanca que a medida que ascendía se iba convirtiendo en esa cruel sombra que sus piernas, al moverse, escondían tras las rodillas; en esa profundidad donde se extraviaban los segundos, las miradas indecentes se concentraban por unos instantes; allí, en esa curva intocable y virginalmente provocativa comenzaban sus muslos a per-derse entre la translúcida tela color violeta que se movía, con un viento inexistente, flameante sobre su cuerpo.

La cadera retumbaba hacia un lado y su cintura nacía en el otro. Sus manos desnudas se confundían con el aire y como caprichosas ráfagas aladas se perdían rítmicamente en el vaivén de su cuerpo, que con cada golpe, hacía estremecer el universo entero. Cada paso lastimaba el viento recordándole lo efímero de su existencia y cada golpe que retumbaba taciturno en el ambiente, perpetuaba abiertamente el instante que aca-baba de pasar y que no se repetiría nunca más.

El golpe que el zapato emitía sobre el grisáceo empedrado no era totalmente sordo, primero sonaba un martillo como sacudiendo trabajosamente una espada, después su eco se convertía en el sonido inapetente de un gong japonés y al final, muy tenuemente, sonaban unas diminutas campanas que acompañaban el recorrido del zapato hasta el momento en que nuevamente tronaba el tacón sobre la piedra.

De repente los pasos cesaron y la mujer se detuvo en un pequeño puesto resplande-ciente de flores; un hombre parado en una esquina observó su reloj y advirtió cómo las manecillas, cansadas de marcar periódicamente las horas, habían decidido reposar.

Eran las siete de la noche y el cielo comenzaba a desgajar la luz que caía como lunares de mandarina sobre el empedrado; estaba anocheciendo y el tiempo, enfundado en unas medias de malla negra y vistiendo un abrigo a cuadros, se había detenido a com-prar una flor amarilla para que colgara sobre su oreja y le alegrara, así fuera por unos instantes, los monótonos e interminables minutos que le quedaban por vivir.

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“Soy mi propio amigo que cumple a cabalidad los malos consejos que yo mismo me doy” Johan García

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Es Sólo Curiosidad Xtian Romero

Al fondo del cafetín está esa chica hermosa con un libro, no alcanzo a distinguir su portada, se me hace tal vez familiar, pero no logro identificarla, seguramente es muy genérica. Me carcome la duda, suelo ser muy curioso con las posesiones de otras personas. La chica cierra el libro y lo mete en su bolso. Lo deja entreabierto. Se acaba su café. No puedo negarlo, es simpática, muy simpática, pero estoy loco por saber qué lee.

Ella se pone de pie, paga la cuenta y sale por la puerta. Es elegante. Me quedo en mi asiento y la veo cruzar la calle através de la ventana. Doy otro sorbo a mi café mien-tras dobla la esquina a lo lejos. Ya no me aguanto más. Dejo un billete sobre la mesa y no espero el cambio. Salgo corriendo por la avenida principal. Trato de cruzar pero un taxi por poco me arroya.

-¡Tenga cuidado hijo de puta! -me grita el conductor.

Le sonrío y disparo un beso, luego con mi dedo le sugiero que se joda. El maldito me mira con furia, pero las pasajeras están felices con la escena.

Sigo corriendo, hasta que logro divisarla, allá, una esquina más adelante. Va cami-nando muy elegante. Aminoro el paso hasta que quedo a una distancia prudente. Observo el bolso por donde se asoma la punta del libro, ¿Qué es lo que realmente me da curiosidad?, ¿lo que pueda estar leyendo?, poesía, historia, alguna trama po-liciaca, tal vez ciencia ficción, ¡Ja!, sci fi, eso sería sexy, ¿o quién sabe?, superación personal. Odio las chicas que leen superación personal, pero si son guapas, aunque sea me tomo la molestia de averiguar qué hay debajo de sus ropas. ¿O más bien lo que me interesa es ella? Maldita sea, no sé que es.

Tiene un buen trasero, no se puede negar. Me gusta su forma de caminar, tampoco lo puedo negar, y me gusta su cabello. Sí, me gustan los cabellos abundantes, on-dulados y desordenados. El libro hombre, ¡fíjate en el libro! Sólo veo una punta, es imposible saber de qué es.

De repente se da media vuelta hacia una vitrina y yo me agacho de puro reflejo, hago como si me amarrara los cordones. Levanto la cabeza y la veo de perfil. Linda sonrisa. Reanuda su marcha y continúo siguiéndola. A pesar de la multitud de transeúntes del medio día, no la pierdo de vista. No, lo que no pierdo de vista es su bolso.

Alguien se acerca y me pide la hora. Miro mi reloj.

-Falta un cuarto para las doce.

Me da las gracias con una sonrisa. Cuando vuelvo a buscar a la chica con la mirada, ella me está observando. ¿Será que sospecha que la sigo? ¿Será que me reconoce? Me acerco a un stand de revistas y miro los títulos. Nada que me interese. Cocina, carros, deportes, pero obviamente, disimulo con un falso interés. Aunque en el fondo veo algunas novelas pulp de vaqueros de segunda. Amo la literatura barata, y más si es de vaqueros. Ella sigue su camino. Espero a que se aleje considerablemente, y echo a andar a paso ligero. Los cowboys tendrán que esperar, pero seguro volveré por ellos.

De repente entra por el pasillo de un pasaje comercial. Yo entro por el anterior, es-perando encontrármela en la siguiente intercepción. Efectivamente me la topo de frente. Me mira amenazante. Esquivo sus ojos y me fijo en su bolso, ¡mierda! , ya está

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cerrado del todo. Paso a un lado con la cabeza gacha, pero ella sigue clavada en mi rostro. Prosigo mi camino y me pone una mano en el hombro.

-Espere, ¿usted es…

¿Será que me reconoció?, maldición, deja de ser tan presumido, no tiene por qué haberte reconocido.

Saca su libro del bolso y veo mi nombre en la portada. Ella mira la parte de atrás, donde está mi foto y mi biografía.

-No lo puedo creer -dice ella con una sonrisa de mejilla a mejilla.

No le respondo nada. Me lee a mí, y lo peor, lee mi novela más aburrida. Sigo cami-nando, ya no me interesa. Mejor regreso por los libros de vaqueros.

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cineparadumis.blogspot.com

Breves Andrés Uribe Botero

Imágenes

-Cuando se miró en el espejo, se le congeló la risa.

-Cuando el espejo dejó de reflejarme, contemplé un paisaje infinito.

Tsunami

Entre las ruinasencontré vivotu nombre.

Un ave silenciosaronda mi pecho

mi corazón escuchael eco de su canto

Si en medio de una pesadilla, te das cuenta que estas soñando,no intentes despertarte, pero tampoco te duermas.

Andrés Uribe Botero (Medellín, 1982) ha publicado los libros “Los tubos cristalinos de la noche” (poesía), “El caso Tangai” (cuento) y “Abraxas” (poesía). Próximamente publicará “El espejo es otro” (cuentos y monólogos), libro escrito en “la casa Vallejo” (El desbarrancadero) y la revista literaria virtual “Torre de Timón”.

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Fin de la Emisión Mateitoh

...idícula la actitud, a mi parecer, que han tomado todos con respecto a este tema, y yo también me incluyo. Espacios de publicidad, derechos de transmisión, inversiones as-tronómicas en equipos de última tecnología que, según ellos, “garantizarán la máxima fidelidad en la transmisión de este evento trascendental”, hace poco me enteré de un cura holandés que casará en ese mismo instante, y en el perímetro del lugar, a unas 250 parejas que le han pagado más de 1.000 dólares cada una, ¡decime quién se quiere casar en ese momento! Planes turísticos de todas las aerolíneas en todo el mundo, ofre-ciendo promociones desde que se supo la fecha y el lugar del Evento, los más represen-tativos hoteles mundiales de lujo improvisando carpas de cinco estrellas, todos ellos pagando alquileres inconmensurables a los propietarios de los terrenos vecinos, y ni se diga nada de Fernando Tarrés, el hasta hace un mes humilde dueño de la estancia Cla-ra Bella donde se comenzó a vislumbrar el fenómeno y que de la noche a la mañana se convirtió en el segundo hombre más rico del Uruguay al vender su terruño.- -Cuando regresemos continúa con la palabra el profesor Confalonieri, después de estos mensa-jes de nuestros patrocinadores regresamos con Razón Pública, su programa de opin......Compre DoggyHappyMeal, su mejor amigo se lo agradecerá por siemp... ...Se revelan nuevos indicios del peor escándalo de corrupción en la historia de la te-levis......Realce el color de sus prendas con Soft---... ...El gerente de TeleFuturo, el único canal público de esta remota región del Uruguay, sigue declarándose inocente, incluso después de que la publicación local El Faro reve-lara pruebas contundentes de su responsa----dad direct----n la asignación de los contr----s--de transmisión del que ha sido llamado por la comunidad científica y la opinión pública internacional El Gran Evento Mundial, que podr--n ----- --or este canal... ...-Doctor Ernesto Benavides, ¿qué tiene que decir ante las pruebas recién publicadas por El Faro?- -Mire señor periodista, yo creo que usted más que nadie conoce el ses-go político que tiene la mencionada revista, siempre han criticado y cuestionado las acciones de buena fe que con tanto esfuerzo ha ejecutado nuestra administración, la pregunta que ustedes se deberían hacer es ¿por qué justo hoy, el día del Gran Evento, es que vienen a hacer esas denuncias falaces? Vienen a poner en entredicho al gobierno en uno de sus días más cruciales. Recordemos por favor quién es el dueño de El Faro, el mismo propietario de TVU y RadiU, a quienes se les han negado los derechos de trans-misión del Gran Evento Mundial por no cumplir con las condiciones técnicas mínim... ...-Si Damián, aquí nos en--ontr-------n el perímetro del área donde en u------ocos minutos tendrá lugar, según la comunidad científica internacional, El Gran Evento Mundial. Desde que los científicos hicieron pública la fech-----l lugar del Gran Evento, han llegado a este peque-----y ----vidado territorio del Uruguay millones de personas provenientes de todos los rincon------ndo; las protestas que podemos ver a mi------aldas se deben, en esta ocasión, a que los militares del Ejérci--------guayo, q----desde el principio han acordonado el área señalada, y sin dejar pasar a nadie del público en general, sorpresivamente han dejado ingresar a dos camarógrafos, un técnico y un periodista de la cadena estadounidense CBS. Al ver esto, los compañeros de las otras cadenas de radio y televisión presentes en el lugar han alentado a las protestas, ya que se trata de una clara coerción a la liber----e---prensa y el derecho a la información de los medios nacionales. Según se rumora, y sin ser de manera oficial, los altos ejecutivos de la cadena estadounidense han transado el día de ayer, con el mismísimo presiden-

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te de la república del Uruguay, el derecho de entrar y transmitir al punto central de la estancia Clara Bella, donde todos sabemos, diversos equipos científicos de todo el mundo monitorean la actividad geológica y energética propias de El Gran Evento, y que por orden explícita del mismo presidente, había sido vedada al resto de los civiles, incluyendo los principales medios de comunicación del país. Vayan a saber ustedes, Damián y nuestro público televidente, qué le habrán ofrecido los americanos a nuestro presidente para dejarlos pasar donde nadie más puede entrar.- -Una cosa es clara An-tonio, en momentos trascendentales de nuestra vida nacional, como el día de hoy, el presidente debe gobernar para defender los derechos de su pueblo, hoy, el presidente está gobernando para los derechos de su bolsillo y los de su gabine......Mantén tu piel juvenil, ahora para tí, el secreto de la eterna juven......La esperanza, el pilar fundamental de nuestra com----dad creyente, nuestra-----cipal arma contra la corrupción del pecado. Compr----esta edición especial de La Palabra, para que el susurro de Dios, lleg-----ás fácil a tusoi......-Tenemos aquí, por primera vez en la televisión mundial, al señor Fernando Tarrés, quien desde que abandonó la estancia Clara Bella declinó de proporcionar declaración alguna con respecto a los importantes eventos transcurridos durante el último mes en su granja. Hoy, de mane------clusiv-----r---la cadena RTS, responderá nuestras dudas y las que los televidentes vayan expresando a través de nuestras redes sociales, por internet y en tiempo real. Primero que todo, la pregunta que todos se están haciendo en este momento: ¿por qué decidió hablar justo ahora, a unos cuantos minutos de que por fin tenga lugar en la que antes era su humilde finca, el Gran Evento Mundial?- -Mire señor periodista, yo tengo mucho para agradecerle, por raro que suene, a este Gran Evento y los científicos que lo descubrieron; si bien he dejado mi vida tranquila y de trabajo honrado en Clara Bella, he podido mejorar mis días a pesar de todo; ya no tengo las deudas que me rompían la cabeza, le he podido dar a mi familia una vida más digna desde el mismo momento en que le vendí mi casa y pedazo de tierra al respetable Estado Uruguayo. Debo confesar en estos momentos lo que nunca le dije a nadie y lo que no debería decirles en este momento, pero aun así lo digo porque, como ustedes saben, en unos pocos instantes ya nada más importará: el Estado Uruguayo no es el único propietario de Clara Bella, la tierra fue revendida a compañías internacionales, que a su vez han traído sus equipos científicos que ahora trabajan en el punto central donde sucederá el Gran Evento; ya podrán imaginar ustedes la cantidad de dinero que recibí, no sólo por callar la violación a nuestra soberanía nacional llevada a cabo por nuestro mismo gobierno, sino por guardar silencio con respecto a los hechos extraños y horribles que tuvieron lugar en mi casa, justo antes de que se revelara la fecha y la hora del Gran Even......-Felipe, nos pregunta una televidente si el día de hoy nos lo pagaron por adelantado, mirá querida, por adelantado lo único que te dan es la horca, y si no estás conforme entonces te despiden, porque lo digo aquí y ahora que sé que no pertenezco más a este canal: la información está en las manos de ejecutivos avaros y miserables... eso, ya venís vos con tu cara de gorila y tu garrote a callarme, yo que siempre te acercaba a tu casa hijo de pu......ía y la hora han llegado. La humanidad se quedó perpleja hace un me----ando--ientíficos-de-tod--el-mund---desc---ieron-có-o-s--ían--lo--hecho---. Las pruebas son-imbatibles, nuestra hora ha llegado. Desde el lugar de los hechos y donde nadie más ha podido entrar, CBS le cuenta la historia de tod---- s tiempos. En vivo y en directo, y pa---- tod---l----ndo acaba de co----nzar El Gran Evento Mundial; lo que los científi-cos----de t--d-s los---países han convenido en llamar: El Fin----d---l----M---n----------do--------------------------------------------------------------------------mateitoh---

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El último cigarrillo y nos vamos… Altais

—Es difícil no quemarse de vez en cuando al fumar ¿Verdad? —Preguntó mientras se hacía consciente de la navaja que se apoyaba amenazante contra su espalda, justo encima del riñón derecho.

—Viejo esto es en serio —dijo el ladrón, aún de rostro desconocido, a su oído izquierdo.

—Todos tenemos días malos ¿Verdad? —Rió insatisfecho, pero sin miedo.

—Sí, hoy te tocó a vos guevón. Ahora dame el dinero que tengás encima —increpó el ladrón y acentuó sus palabras empujando la navaja contra el cuerpo de su víctima.

—Ese es el problema viejo, acabo de gastar lo último que tenía en una cajetilla de ciga-rrillos, no tengo un peso encima —esta vez le pareció prudente no reír, pero sentía cada vez mayor curiosidad por su aparente falta de miedo.

—No me jodás maricón, bajate ya de lo que tengás encima perro, o te chuzo.

—Viejo, es la verdad, no tengo nada. Todos tenemos días malos y hoy sólo tengo sangre para ofrecer. Si le sirve, chúceme. —Sintió disminuir la presión de la navaja contra su espalda. La mano que le retenía por el cuello cayó a un lado y pudo respirar mejor. Lentamente giró sobre sus pies y pudo ver el rostro de su atacante. Un niño, no más de dieciséis años, con un semblante indefinible entre la excitación, el miedo y el des-concierto.

—¿Seguro no tenés nada guevón? —La navaja fulguró amenazante bajo la luz amari-llenta de un poste de alumbrado cercano.

—Tengo cigarrillos —respondió, inconsciente llevó su mano hasta el bolsillo de la ca-misa y sacó la cajetilla, con la misma mano la abrió y ofreció al chico malencarado un cigarro.

—¡Quedate quieto perro! —Sobresaltado el niño dio un paso atrás y levantó la navaja.

—Tranquilo viejo, no pasa nada, ¿Quiere un cigarrillo? —El niño lo miró desconcerta-do—. Relájese, sólo es eso, yo no voy a hacer nada y los dos necesitamos fumar.

—¡Mucho ojo! —Dijo el ladronzuelo que tímidamente tomó un cigarrillo y lo llevó a la boca.

—No pasa nada —dijo él mientras sacaba el encendedor de un bolsillo del pantalón. —¿Cuándo has tenido un cliente tan calmado como yo? —Llevó el encendedor cerca del rostro del niño y delicadamente prendió su cigarro. Confiado de tener ahora el control de la situación, rápidamente sacó uno para sí mismo, lo encendió e inhaló.

—Que maricada —susurró el niño ladrón—. Y yo que creí que sólo tendría que hacer esto una sola vez esta noche.

—A veces no conseguimos lo que deseamos —aspiró nuevamente y exhaló, el humo pareció quedarse estático entre él y su atacante, los rasgos del niño se diluyeron, aquel le pareció ahora el rostro de un fantasma—. Yo llevaba 5 años sin fumar y ahora por culpa de una mujer inhalo humo como si fuera oxígeno.

—¿Por una vieja? Qué razón más pendeja para fumar —el niño sonrió y apuró una profunda bocana de nicotina.

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—La verdad no veo mejor razón para hacerlo, en fin. —Quedó en silencio. El descon-cierto al recordar el rostro de aquella mujer, de quien sólo obtuvo algunos besos y mucha desazón se dibujó en su cara, dio un par de pasos y se sentó en unas escalas cercanas.

—Bueno, no hay mejor razón ¿Y qué fue lo que pasó? —Preguntó el ladronzuelo con genuina curiosidad. Movido por la inercia de su fallida presa se sentó a su lado, con-templó su cigarrillo, se acercaba peligrosamente al filtro.

—No lo sé, algunas cosas se me escapan. Creo que como a vos me falló el instinto, juz-gué mal, creí ver en ella a la indicada, que sólo tendría que hacerlo una vez más ¿Me entiendes, lo de conquistar? Creí que era especial, me esforcé, me abrí ¿Me entiendes? Pero ella resultó ser menos de lo que esperaba. En fin.

—¿Entiendo? Claro viejo, entiendo. A todos nos ha pasado creo yo —en ese momento la navaja pasó de su mano a un bolsillo, jugó un poco con el cigarrillo entre sus dedos, ambos meditaron en silencio. Inhaló por última vez el cigarro que le diera un extraño, lo arrojó al suelo y lo pisoteó—. Se fuma más rápido cuando uno está acelerado, ¿no?

—Sí, es la ansiedad. Yo fumo cuando la recuerdo, inhalo para tragarme lo que pasó y la exhalo a ella, escupo el humo que dejó. Me imagino que es una catarsis —en ese punto acabó su cigarrillo y lo arrojó tan lejos como pudo. El rescoldo en la punta del filtro brilló en la oscuridad y estalló al golpear el suelo. Sacó de nuevo la cajetilla, la abrió, sólo quedaban dos cigarros.

—Que tipo tan gracioso —el ladrón rió y su rostro perdió todo aspecto amenazante, ahora sólo era un niño precoz.

—Sólo quedan dos cigarrillos —extendió la cajetilla ofreciendo uno al chico, seguía pensando en ella.

—¿El último cigarrillo y nos vamos? —Preguntó el muchacho mientras sacaba su parte del botín.

—Vale.

Sentados en silencio fumaron despacio bajo la luz de un poste de alumbrado eléctrico, aislados del mundo por una cortina de humo contemplaron la calle solitaria.

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altais-files.blogspot.com

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Las Pequeñas Pelis Nicolás Cuervo

Corriendo presuroso llego a la taquilla de la sala de cine, ocho minutos después de la hora anunciada en la prensa para el inicio de la película. Los compradores incautos de otras funciones pagan con calma sus boletos, mientras yo bufo aún con la frente sudorosa y la ansiedad en los ojos. —La película siempre empieza quince minutos más tarde de la hora anunciada —me dice desde el lado mi acompañante con una sonrisa apaciguada—. Los primeros minutos, solo pasan los cortos.

Yo miro mi reloj y me empino inquieto sobre los hombros de los espectadores de la fila como queriendo depurar la espera.

Luego de haber pagado con celeridad los boletos, corro por el pasillo que me conduce a la sala dos. Al entrar en la penumbra, camino subiendo casi a tientas por las escaleras contorneadas de neón, y miro hacia atrás para no perderme un segundo de lo que hay en la pantalla.

—Llegamos a tiempo —me dice ella susurrando mientras el acomodador se mueve como una tortuga hacia nuestra ubicación— la película no ha empezado, todavía están en los cortos.

Algo se impacienta en mi interior y me apresuro a llegar al banco asignado para poner-me las gafas y sumirme en la delicia de las pequeñas pelis.

En la inmensa pantalla se ve un traficante de armas lanzarse desde la ventana de un edificio, vuela medio segundo y un estallido lanza a volar una decena de letras blancas, que con el retumbar de un sonoro trueno, se posan como aerolitos ante nuestros ojos: “Próximamente en su sala de cine más cercana”.

Sonrío en la oscuridad y me preparo para la siguiente: logotipo de la productora sobre fondo negro. Fundido. Un par de niños corretean a la salida del colegio, uno de ellos tropieza y cae al suelo. Letras blancas: “Cuando cometes errores…”. Visión subjetiva, una mujer llorando mientras corre inclinada sobre una camilla jalada por dos enfer-meros. Letras blancas: “… Debes pagar las consecuencias…”. El niño yace tumbado so-bre una cama del hospital conectado a cientos de cables. Letras blancas: “… Y a veces, no hay cabida para segundas oportunidades…”

Un derroche de sensaciones estalla sobre la pantalla, una tras otra y sin dar tiempo de respirar siquiera. Una decena de pequeñas películas concentradas en cápsulas de un minuto nos suscitan todo tipo de historias.

Los tráilers cinematográficos son el cine atrapado en inyecciones encargadas de insu-flar de expectativa, a quien se entrega al designio de la gran pantalla. Los componentes de más fuerte emoción que crean una sustancia condensada y emocionante para la cabeza, un detonador de ansiedades cinematográficas.

En los últimos años, sometido al ineluctable síndrome de la tardanza, he llegado re-trasado a una infinidad de funciones a las que entro agitado y ansioso, para notar con tristeza que inclusive ha iniciado la proyección del largometraje anunciado. Lo difícil de todo ello, es asumir que nuevamente he llegado tarde a la proyección de pequeñas historias que suscitan sensaciones y provocan la imaginación, y que además de ello, son en algunos casos, justamente lo que más deseo saborear de la función.

Están encargadas estas pequeñas pelis, a las que llaman equivocadamente “los cortos”,

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de agarrar al espectador por los ojos y los oídos, y en el mejor de los casos, no liberarlo hasta llevarlo arrastrado a la sala de cine a ver la película completa. Ver los tráilers cinematográficos es mucho más que ver un catálogo de productos en el que tenemos que seleccionar a cuál asistir y a cuál no. En realidad su creación consiste en un arte de suma delicadeza y microscópico detalle. Cada sonido, cada plano de duración de fragmentos de segundo, cada palabra, cada texto sobre la pantalla, cada movimiento abrupto o sosegado de la cámara, es un componente químico de trascendental efecto; igual que en la alquimia del cine, dado que estos bocados de historia, son también cine pero en menor escala temporal.

Cuando se enfrenta uno a un tráiler, existen dos únicos rumbos: Ser atrapado por sus imágenes y sonidos, o desistir de antemano de la idea de ver alguna película de futuro estreno. Cuando uno es encantado por el tráiler, tiene su destino también dos rumbos: Asistir ansioso a la película que hemos visto sintetizada en aquella función, o por algu-na razón circunstancial perdérsela y quedarse con las ganas golpeándole el estómago desde adentro. Ahora bien, cuando logramos ver la película cuyo tráiler nos ha engan-chado, tenemos también dos alternativas: salir extasiados por la obra excelsa que la pequeña peli nos anticipó, o sufrir una de las decepciones que en mi caso, es de las más fuertes en la vida, una película cuyo tráiler era un fatuo engaño.

Sí, algunos ilusorios tráilers se mezclan entre los de películas excelentes, y nos mues-tran un universo fingido y encantador, que logra engancharnos con tal fuerza que nos catapulta a la sala de cine el día del estreno, para notar que lo que vemos en la película completa, es un asunto desfigurado y distante del tráiler que nos enamoró; tal como si el tráiler fuese la obra original, y el largometraje una segunda versión insulsa e in-completa.

Demos en estos casos el crédito al tráiler y asumámoslo como una obra unitaria, por-que en mucha ocasión, los creadores de tráilers son realizadores contratados única y exclusivamente para el diseño de esta pequeña pieza de expectativa. Puede suceder, claro, que la película sea un bodrio esperpéntico e insoportable, y que el último día de edición, el director en la sala de montaje diga rascándose la cabeza “Esta película es deplorable, ¿qué hacemos?”. La única alternativa, señor director venido a menos, es generar un tráiler de exquisito placer narrativo y magistral estructura; pagar a los exhibidores para que lo muestren en las principales salas, y que el público que lo vea quede extasiado y agote la boletería de las primeras funciones, ojalá muy pronto, antes de que los primeros espectadores y la crítica, revelen que en realidad su trabajo es tráiler y nada más.

Tan delicada y exquisita es esta pieza de minuciosa manufactura, que existen festivales exclusivamente para la proyección de tráilers cinematográficos, y es tan delicioso el minuto en que desborda sensaciones, que en algunos casos se realizan tráilers sin que la película completa exista en realidad. A veces ni siquiera es necesaria.

Si se llega a tiempo a la sala de cine, y se es testigo de una infame película de pésima calidad, haber presenciado unos buenos tráilers durante quince minutos, puede ser un merecido y muy satisfactorio premio de consolación.

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Cuentos Isabeldepapel

A las dos cuadraslas torpes palabras se dieron cuenta que se habían puestolas tildes al revés

Y la princesa dijo:“gracias oh buen dragónpor liberarme de los brazos del príncipe azul y salvarme al finde este cuento de hadas”.

Había una vezUna vezUn revésUn en vezUn de vezOtra vez

Un dos tres por el domador que está dentro del león.

El suelo se estremeció bajo los pies de la princesa,de nada le valió asirse a las paredes del castilloy tras una breve sacudidaquedó sepultada bajo un montón de cartas de naipe

En el velorio todos se preguntabanpor qué el cofre permanecía abierto.Sólo ella sabía que esa había sido la última voluntad del claustrofóbicodías antes de morir.

—Déjame salirGritó una verdad—Eso nuncaRespondió el mitómano

Hubo un gran silencio.El guerrero sostenía en alto la espada manchada de azul. El rey ha muerto.

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Neurosis Alli Vivian

La repetición de la fatiga retornaba. A un lado del café, memorias de los flujos antes producidos por el cuerpo, que ahora reposaba desmembrado en una distracción infa-matoria de las glándulas. Una pesadez.

La viscosidad hacia la mueca en el reflejo de los libros, las mesas, las tristes zapatillas de descanso. Una escena doméstica varias veces recorrida; una cancioncita en el au-ricular, picando de saberse todos los tonos, todos los gestos. En el intento de aspecto envejecido de producir una palabra. Pronunciar dos o tres veces con un ansia de resis-tencia, con la ingenuidad Naif del que resiste.

La presencia de un interior granuloso, pegajoso de tanta sangre. Una retención per-manente de líquidos. Caída del pelo. Cuando se sospecha que no habrá más devenir. Que la gotera dejó al fin de oxidar el hierro, que la ansiedad no sirve ya de ejercicio aeróbico. Que la oposición no es conceptual, ni material, ni espiritual. Cuando cesa la oposición. Las fuerzas que adelgazaban los músculos flácidos y sus sinapsis.

¿Cómo? ¿Con qué? ¿Dónde funciona esta monstruosa carne, que arrastra una ilusio-nada imagen de continuidad?

¿Un límite discursivo? ¿Un problema semántico?.... Tal vez.

Cuerpo que en su afán de volverse nube, sólo deviene relojes, maquinarias ortodoxas, limpia tipos, troqueles, pirámides, árboles, diccionarios, oficinas, registros sanitarios, diligencia administrativa, queja disciplinaria.

El deseo convertido en un hábito de represión del goce, jamás en una producción de él como acontecimiento. Saturación de tareas inútiles, de objetos vacíos, sin operación, de fetiches en nocheros. Trayectorias que simulan sentido para despistar ciertos secto-res no autorizados de la angustia.

Tanta forma jurídica de la conversación, tanto protocolo inanimado. Promesa de la introducción a un adentro que no existe.

Escoger el vestido de presentación, la máscara de la credibilidad para un cancerbero ilegítimo. Sin barca, sin orientación en el oscuro lago.

Vecinos de una muchedumbre que murmura y mueve el ruido. Un día, otro día, vuelve el ruido. La saturación de tanta conversación predestinada en un libreto. La absurda conciencia del rol. El despellejamiento de las superficies para encontrar sólo otras.

Decir a dónde va el asunto con tono poderoso. Alzar la mano, no tartamudear. Saber qué significa el rojo, no disimular la especialización; vincularse pronto a un privado gueto territorial del saber. ¡No vaya a ser un despistado!

Activar el buscador de las 900.000 referencias por segundo. Dos conductos pasando por la vena que duele con los años, el metal más pesado tenía la forma de condensación nerviosa, después se comía las uñas, le crecían bacterias, le infectaban mucosas ocula-res, le recubría de grasa las paredes intravenosas.

Tanto desayuno de trabajo, tanto almuerzo familiar, tantos comentarios políticamente correctos. Una verticalidad aprendida por la fuerza del disgusto.

¡No categorice así. Mire primero el formato!

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¡No transversalice así, mire primero toda la historia de la filosofía!

¡No priorice así, parece muy de izquierda!

¡He despertado para verme convertido en un horrendo animal administrativo!

El estreñimiento burocrático, la jaqueca institucional, algunos abscesos formados por la acumulación de carpetas.

Ver cómo crecen las plantas carnívoras de las manos, expertas en firmar documentos que no leen. Devenir un sádico del código público. Satisfacer una gula sarcástica del: “Hagámonos pasito”. Alimentar la anorexia dromedaria de los tiempos institucionales. El secreto oscuro y latente del: SHHHHHH “todos sabemos que el sistema tiende al equilibrio”…

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Otros Breves José Raúl Jaramillo Restrepo

DecisiónCuando supo que sus heterónimos se habían coaligado para destrozarlo, enfundó la pluma y decidió retirarse para siempre a sus cuarteles de invierno.

EscultorTras esculpir la estatua, se dedicó a acariciarla para insuflarle vida y buscar que le sirviera de amorosa, cálida compañía.

Después de muchas horas de intentarlo, la estatua cobró movimiento y se encontró acompañada de un cuerpo yerto, que había abandonado el calor y la actividad y toda manifestación de vida.

FaroEn las noches de tormenta, el encargado de manejar el faro orientaba los barcos hacia los rocosos acantilados y después se dedicaba a contar cuántos marineros habían sobrevivido.

Y se alegraba.

LuzConcluyó que bien valió la pena ser ciego de nacimiento para estremecerse --un instante antes de fallecer-- ante la esplendente luz al final de un túnel.

RostroLe cambiaron el rostro y, desde el día siguiente, el espejo le devolvió la cara del ser que más amó siempre.

Cuentan que jamás volvió a salir de su casa.

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Estación del Tren / Interior - Noche Momo Suheskun

Margarita se acerca y se recuesta en su regazo.

—¿Tú me amarías? —Pregunta ella mientras esconde la cabeza entre su pecho.

—No veo cómo sea eso posible —dice él.

Ella se incorpora sutilmente y lo ve de reojo. —¿Por qué? —Pregunta con un triste desdén.

Él la mira con determinación. —Porque esa pregunta está en condicional. O sea que se la debes hacer a alguien que aún no te ame.

Margarita sonríe algo avergonzada. Vuelve a esconder su cabeza y acerca los labios hasta su oído. —¿Y es que tú me amas?

—Creo que sí. No sé… Pero estoy bastante seguro de que me enamoré de ti hace mucho. Poco tiempo después de haberte conocido.

Ella se endereza y lo mira cara a cara. —¿Y me dejarías hacer parte de tu vida?

Él hace una morisqueta. —¿Y por qué no mejor me dejas hacer parte de la tuya? Seguro no es tan interesante, pero definitivamente es mejor que la mía.

Ella levanta las cejas y le pega un puñetazo en el pecho.

—¡Auch! —Se queja él mientras esboza una leve sonrisa.

—Porque no… Está muy desordenada y no quiero que te pierdas —dice simulando es-tar enojada.

Margarita busca de nuevo su pecho para refugiarse. —Y estoy muy cansada para or-denarla… Mejor dame posada en la tuya —dice con la voz apagada por la presión del abrazo que él le propicia.

—¿Y cuánto te piensas quedar? —Pregunta él.

—No sé… ¿Cuánto piensas vivir tú?

—Espero que para siempre. Aunque algún día me entierren en una buhardilla, o detrás de libros nuevos en una biblioteca, pues, incluso así, alguien podría resucitarme al leer la tapa o al hojear lo que encontró por error. Tampoco es que aspire a ser querido, pero sí recordado.

—Entonces estoy condenada a morir antes que tú.

Él acaricia suavemente su mano y mueve ligeramente la cabeza para alcanzar a oler sus cabellos. —Supongo que si te pongo en alguna dedicatoria, o si me regalas algo de tu sudor y un par de secretos para darle vida a un personaje… Tal vez eso nos mantenga juntos en la esporádica efeméride, o en la eternidad del olvido.

Margarita hace una larga pausa. —O tal vez caigamos en el cliché más humano… Tener hijos y esperar a que ellos nos recuerden sin odiarnos demasiado.

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