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Cuadernillo de Psicología Diferencial Curso 2008 Artículo 1: Reflexiones entorno a un marco de estudio de las diferencias individuales: perspectiva de la individualidad. Artículo 2: El modelo de los cinco grandes como predictor de la conducta agresiva en población infanto-juvenil. Artículo 3: Personalidad y percepción de autoeficacia: influencia sobre el bienestar y el afrontamiento de los problemas de salud. ORIENTACIONES El cuadernillo se debe leer de forma reflexiva y crítica que ayude a entender, en lo que respecta a los artículos empíricos (números 2 y 3), cuál es el marco teórico de referencia, la lógica de la estrategia de investigación, el diseño metodológico y las técnicas estadísticas utilizadas, así como comprender si los resultados obtenidos se ajustan a las hipótesis planteadas, son o no relevantes, y qué sugerencias se derivan de ellos. En el caso del artículo de revisión (número 1) el alumnado tratará de comprender los contenidos –conceptos, polémicas, teorías, etc.- que figuran en este artículo tomando como base el libro de estudio de la asignatura. EN NINGÚN CASO EXIGE MEMORIZACIÓN DE TODA LA INFORMACIÓN INCLUIDA EN LOS ARTÍCULOS

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Cuadernillo de Psicología Diferencial Curso 2008

Artículo 1: Reflexiones entorno a un marco de estudio de las diferencias individuales: perspectiva de la individualidad. Artículo 2: El modelo de los cinco grandes como predictor de la conducta agresiva en población infanto-juvenil. Artículo 3: Personalidad y percepción de autoeficacia: influencia sobre el bienestar y el afrontamiento de los problemas de salud.

ORIENTACIONES

El cuadernillo se debe leer de forma reflexiva y crítica que ayude a entender, en lo que respecta a los artículos empíricos (números 2 y 3), cuál es el marco teórico de referencia, la lógica de la estrategia de investigación, el diseño metodológico y las técnicas estadísticas utilizadas, así como comprender si los resultados obtenidos se ajustan a las hipótesis planteadas, son o no relevantes, y qué sugerencias se derivan de ellos. En el caso del artículo de revisión (número 1) el alumnado tratará de comprender los contenidos –conceptos, polémicas, teorías, etc.- que figuran en este artículo tomando como base el libro de estudio de la asignatura.

EN NINGÚN CASO EXIGE MEMORIZACIÓN DE TODA LA INFORMACIÓN INCLUIDA EN LOS ARTÍCULOS

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El Modelo de Los Cinco Grandes Como Predictor de La

Conducta Agresiva en Población Infanto-juvenil

Miguel Ángel Carrasco María Victoria del Barrio

Facultad de Psicología. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Correspondencia: Miguel Ángel Carrasco, Dpto. Personalidad Evaluación y Tratamientos Psicológicos, Facultad de Psicología, Juan del Rosal 10, 28040 Madrid. correo-e: [email protected] Título abreviado: Los Cinco Grandes y la agresión infantil Resumen: El presente trabajo estudia la relación entre el modelo de personalidad de los Cinco Grandes y la agresión física y verbal en un grupo de 686 sujetos (426 chicos y 260 chicas) de edades comprendidas entre 8 y 15 años. Los resultados muestran que las dimensiones de conciencia (especialmente en mujeres) y neuroticismo (especialmente en varones) son las más relevantes, aunque las dimensiones de amabilidad y extraversión también resultaron significativas principalmente en la agresión verbal. Se discute la necesidad de considerar diferentes tipos de agresión y la conveniencia de estudiar estas relaciones en chicos y chicas separadamente. Palabras clave: Agresión, Cinco Grandes, personalidad, niños

Five factor model of personality as predictor of aggressive behavior in children and

adolescents

Abstract: The current paper studies the relationship between the Five Factor Model of personality and physical and verbal aggression in a sample of 686 subjects (426 boys and 260 girls) in ages between 8 and 15. The results show that conscientiousness (especially in girls) and neuroticism (especially in boys) are the most relevant, although agreeableness and extraversion were also significant dimensions, especially in verbal aggression. We discuss the need for considering different types of aggression and the convenience to study these relationships for boys and girls separately. Key words: Aggression, Big Five, personality, children

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INTRODUCCIÓN La agresión infantil y juvenil se ha convertido en un problema prioritario cuyo

incremento se ha constatado en diferentes estudios procedentes de diversos países (Achenbach, McConaughy y Howell, 1997; Olweus, 2003; Oñate y Piñuel, 2006; Tremblay, 2003). Los factores de riesgo de la conducta agresiva son muy numerosos y diversos, pero pueden agruparse en dos factores: sociales y personales (del Barrio, 2006). Los primeros tienen una solución principalmente política y los segundos, una intervención eminentemente psicológica. Si logramos aislar los factores personales que predicen precozmente la conducta agresiva, podremos actuar preventivamente. Existen dos modelos básicos que han delimitado la estructura de personalidad: el postulado por Eysenck que propone tres factores: psicoticismo, extraversión y neuroticismo (PEN) y el modelo de los cinco grandes (Big-Five,

BF) que propone las dimensiones de amabilidad, apertura, neuroticismo, extraversión y conciencia (McCrae y Costa, 1985).

La relación entre estructura de personalidad y agresión, desde el modelo de Eysenck, aparece perfectamente clara: el factor que más fuertemente correlaciona con agresión es el psicoticismo y en segundo lugar el neuroticismo (Myrnard y Joseph, 1997; Slle y Rigby, 1993). En cuanto al factor extraversión aparece positiva y significativamente correlacionada con la agresión, aunque más débilmente que los anteriormente mencionados (Farell, 1992; Fonseca et al., 1995; Heaven 1993; Kerr, Au, Lindner, 2004). Estos son datos coincidentes con los hallados repetidamente en niños y adolescentes españoles (del Barrio, Moreno y López, 1997; del Barrio, Moreno y López, 2001). La menor potencia de la extraversión es interpretada por sus componentes tanto favorecedores (asertividad, actividad y exteriorización) como inhibidores (comunicación y amistad) de la agresión (Hampson y Goldberg, 2006). Es por esto que los datos que relacionan extraversión y agresividad no son monolíticos.

Cuando se parte del modelo de los Cinco Grandes los hallazgos son parecidos, pero más complejos. El neuroticismo, único factor negativo de este modelo, continúa comportándose de la misma manera que en el modelo de Eysenck para quien tenía un efecto multiplicador de los impulsos. Caprara y Pastorelli (1993), de acuerdo con Eysenck, sostienen que el neuroticismo propicia la falta de control y la impulsividad y en ello se basa la potente correlación encontrada con la conducta agresiva en población adolescente italiana. Esta misma relación se ha encontrado en niños holandeses cuando informan maestros aunque no aparece cuando los informantes son las madres (Kroes, Veerman y de Bruyn, 2005). El núcleo del problema, que conviene analizar despacio, está en la proliferación de los factores positivos de este modelo y en las fronteras difusas entre apertura, amabilidad y extraversión.

El factor amabilidad es el que se comporta más clara y sólidamente, puesto que presenta una correlación negativa con agresión y todas sus formas en todos los autores revisados. Así correlaciona con delincuencia (Heaven, 1996; Jonh, 1994), conducta antisocial (Loeber, Stouthamer-Loeber, Van Kammern y Farrington, 1989), agresión (Barbaranelli et al.1998; Graziano, Jensen-Campbell y Hair, 1996), problemas de conducta (Graciano y Ward, 1992; Victor, 1994), conflictividad (Graciano et al., 1996, 1997) y conducta antisocial (Shiner, 2000).

En el caso de la extraversión, como ocurría en el modelo de los Tres Factores, los datos ya no son tan uniformes. Hay autores que encuentran una relación positiva entre extraversión y agresión (Farrel, 1992; Kirkcaldy y Mooshage, 1993; Victor, 1994), sin embargo, en otros estudios como el realizado con adolescentes italianos, la relación entre extraversión y agresión es variable y, en todo caso, se suele dar con la agresión verbal, pero no con la física (Caprara, Barbaranelli y Zimbardo, 1996). Este mismo patrón se encuentra también en población juvenil española (Lemos, Fidalgo, Calvo y Menéndez, 1992).

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Respecto del factor apertura pocos investigadores encuentran asociación con la agresión y, los que la encuentran, la hallan asociada con el rendimiento escolar (Loeber et al., 1989), lo que hace pensar que entre agresión y apertura juegue un papel mediador esencial esta variable, como apuntan también los resultados de Jonh, (1994), Victor, (1994), Barbaranelli et al. (1998) y Shiner (2000).

En el caso de la conciencia encontramos un panorama parecido al de apertura, pero el elemento mediador relevante es el acatamiento de normas y el control de la impulsividad (Loeber et al., 1989). Por ello, se encuentra una correlación negativa entre conciencia y conducta antisocial, pero no con otras formas de agresión (Heaven, 1996; Jonh, 1994).

Por otra parte, se advierte que los distintos factores de personalidad se asocian entre si de manera no homogénea. Lo más habitual es que amabilidad y conciencia actúen asociados: así los jóvenes violentos tienen niveles más bajos de conciencia y amabilidad (John, Caspi, Robins, Moffitt y Stouthamer-Loeber, 1994; Miller, Lynam y Leukefeld, 2003; Shiner, 2000; Tur et al., 2004). Pero también se han hallado asociaciones entre: neuroticismo y baja amabilidad (Steiner, Cauffman y Duxbury, 1999); extraversión con neuroticismo (Martín et al., 1999; Yamagata et al., 2006) o de estas dimensiones con baja conciencia (Hart, Hofmann, Edelstein y Keller, 1997) o baja amabilidad (Caprara et al., 1996). Incluso se ha encontrado un más amplio espectro de asociaciones que enlazan alto neuroticismo, alta extraversión, alto psicoticismo y alta sinceridad (Lemos et al., 1992).

Un estudio de meta-análisis reciente encuentra que la asociación entre baja amabilidad y alto neuroticismo es la combinación más habitualmente asociada a los problemas exteriorizados (Saulsman y Page, 2004).

En un reciente e interesante trabajo (Lynam, Caspi, Moffit, Raine, Loeber, Stouthamer-Loeber, 2005) sobre adolescentes se comparan dos tipos de conducta agresiva en diferentes edades: “tendencia a la manipulación del otro” (Factor I) y “problemas de conducta y agresión” (Factor II). Sus resultados muestran que la amabilidad tiene un papel fundamental en la explicación de los dos tipos de problemas en todas las edades y la conciencia, especialmente en el segundo factor entre los adolescentes mayores.

El propósito de este trabajo es comprobar, en una muestra de niños y adolescentes españoles, cómo se comporta el modelo de los cinco grandes en relación con la conducta agresiva. Dado el carácter diferencial que la personalidad ha mostrado en relación con diferentes tipos de conducta agresiva y la presencia mayoritaria de esta conducta entre los varones, el objetivo se centra en analizar el valor predictivo de los cinco grandes tanto en la agresividad física como en la verbal en los grupos de chicos y chicas por separado.

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MÉTODO Participantes

La muestra estuvo constituida por 686 sujetos escolarizados (62% varones y 38% mujeres) de edades comprendidas entre 8 y 15 años (media 11,82 y desviación tipo 2,21). Los sujetos fueron seleccionados mediante muestreo aleatorio simple de diferentes colegios del territorio nacional español. La participación en el estudio fue voluntaria y se requirió la previa autorización de los padres. Instrumentos

Cuestionario de los Cinco Grandes para niños (BFQ-N; Barbaranelli, Caprara y Rabasca, 1998). Adaptación al castellano por Del Barrio, Carrasco y Holgado, 2006). El Cuestionario BFQ-N consta de 65 ítems acompañados de un escala tipo likert graduada en cinco niveles: 5 (casi siempre) a 1 (casi nunca). El instrumento proporciona cinco escalas correspondientes a los factores de los cinco grandes: conciencia (20 ítems. Alfa de Cronbach = 0,88; Test-retest = 0,84; p.ej., “Respeto las reglas y el orden”); apertura (8 ítems. Alfa de Cronbach = 0,84; Test-retest = 0,82; p.ej., “Cuando el maestro explica algo, lo entiendo enseguida”); extraversión (10 ítems. Alfa de Cronbach = 0,79; Test-retest = 0,71; p.ej., “Me gusta hablar con los otros”); agradabilidad (10 ítems. Alfa de Cronbach = 0,80; Test-retest = 0,62; p.ej., “Me comporto con los demás con mucha amabilidad”) y neuroticismo (11 ítems. Alfa de Cronbach = 0,78; Test-retest = 0,77; p.ej., “Me enfado con facilidad”). Escala de Agresividad Física y Verbal (AFV, Caprara y Pastorelli, 1993). Adaptación española por Del Barrio, López-Martínez, Moreno-Rosset (2001). La escala de agresividad está compuesta de 20 elementos referidos a diferentes conductas de agresividad física (8 ítems. Alfa de Cronbach = 0,73; p.ej., “pego patadas y puñetazos”; “doy empujones y pongo zancadillas”) y agresividad verbal (8 ítems. Alfa de Cronbach = 0,67; p.ej., “amenazo a los otros”). Cada ítem está graduado en tres niveles según la frecuencia de emisión de la conducta a la que alude: 3 “a menudo”; 2 “algunas veces”; 1 “nunca”. En el presente trabajo se utilizaron dos puntuaciones cada una de ellas procedentes respectivamente de la escala verbal y la escala física.

Procedimiento Una vez que los sujetos eran autorizados a participar en el estudio fueron evaluados en

pequeños grupos coincidentes con las clases de primaria y secundaria de los colegios estudiados. Antes de iniciar cada prueba se leían las instrucciones y se realizaba un ejemplo tipo. Durante la recogida de datos los sujetos eran atendidos por dos psicólogos quienes resolvían cualquier duda o problema que surgiera. Se les pedía que cumplimentaran las pruebas en silencio y que levantaran la mano si necesitaban alguna aclaración. Una vez finalizada la evaluación se procedió al análisis de los datos mediante el paquete estadístico SPSS 12.0.

RESULTADOS

Análisis de Correlaciones

En la Tabla 1 se presentan las correlaciones entre todas las medidas obtenidas. En relación con las correlaciones entre factores de personalidad y medidas de agresión, la agresividad tanto física como verbal, correlacionaron significativamente con todos los factores de personalidad, excepto la agresividad verbal con el factor extraversión. Como puede observarse en la mencionada tabla, destacan especialmente las correlaciones entre agresividad y conciencia (en sentido negativo) junto con las correlaciones entre agresividad y neuroticismo (en sentido positivo). En cuanto a las correlaciones entre factores de

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personalidad, éstas resultaron, en general, elevadas, principalmente entre los factores conciencia-apertura y conciencia-amabilidad. El factor que mostró mayor independencia respecto de lo otros fue el de neuroticismo. Por último, la edad correlacionó significativamente con las puntuaciones de agresividad y escasamente con los factores de personalidad. Tabla 1. Correlaciones entre las variables

1 2 3 4 5 6 7 8 9 1. Conciencia — 2. Apertura 0,816** — 3. Extraversión 0,569** 0,405** — 4. Amabilidad 0,649** 0,509* 0,573** — 5. Neuroticismo -0,310** -0,27** –0,25** –0,21** — 6. Edad -0,250** -0,286 0,095* 0,051 -0,026 _ 7. Agresividad física -0,400** -0,31** -0,10** -0,28** 0,362** 0,058 _ 8. Agresividad verbal -0,360** -0,27** -0,007 -0,23** 0,322** 0,193** 0,718* _ 9. Agresividad total -0,402** -0,31** -0,045 -0,27** 0,359** 0,150** 0,903* 0,936** _

* p < 0,05; ** p <0,01. Diferencias por sexo

Se estudiaron las diferencias por sexo, tanto en las medidas de agresividad como en las de personalidad. La comparación de medias en agresión, halladas mediante la t de

Student, indicó que los varones mostraron mayores niveles de agresividad tanto física (t = 3,91; p = 0,0001) como verbal (t = 4,04; p = 0,0001). En cuanto a las diferencias por sexo en personalidad, los varones presentaron significativamente mayores niveles de apertura (t = 2,82; p = 0,005) y menores niveles de amabilidad (t = -3,37; p = 0,001). El resto de dimensiones resultaron equiparables entre chicos y chicas. En la tabla 2 aparecen los descriptivos (medias y desviaciones tipo) de las diferentes medidas junto con el estadístico correspondiente y su significación.

Tabla 2. Diferencias por sexo en las diferentes medidas de personalidad y agresión Sexo n Media DT t

Conciencia

1 2

426 260

70,44 71,50

13,53 13,28

-0,99

Apertura

1 2

426 260

27,58 26,17

6,34 6,33

2,82**

Extraversión

1 2

426 260

40,43 40,93

6,15 5,93

-1,04

Amabilidad

1 2

426 260

36,12 37,83

6,57 6,20

-3,37**

Neuroticismo

1 2

426 260

27,23 27,77

7,39 7,67

-0,91

Agresividad Física

1 2

426 260

11,15 10,37

2,62 2,33

3,91**

Agresividad Verbal

1 2

426 260

14,15 13,26

2,95 2,55

4,04**

Nota. Categorías de la variable sexo: 1 niño; 2 niña. * p < 0,05; ** p < 0,01 Predicción de la conducta agresiva física y verbal por los Cinco Grandes

Con el fin de hallar el valor predictivo del modelo de los Cinco Grandes se realizaron varios análisis de regresión múltiple. El método de introducción de las variables fue el método por pasos. Dada la elevada correlación existente entre los predictores y la consecuente multicolinealidad que esto supone, se centraron todas las variables mediante su estandarización.

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Los dos primeros análisis de regresión (Tabla 3) se realizaron sobre el total de la muestra: primero, tomando la agresividad física como variable dependiente y segundo, la agresividad verbal. Todas las variables fueron incluidas conjuntamente en el análisis (variables de personalidad, edad y sexo). Los datos presentados se corresponden al último paso del análisis donde se muestran las variables significativas incluidas mediante el método mencionado (método por pasos o stepwise). Los resultados mostraron que los porcentajes totales de varianza explicada por los factores de personalidad fueron respectivamente: el 26,2 % para la agresividad física y el 26,9 % para la agresividad verbal. En ambos casos, los factores que obtuvieron mayor valor predictivo fueron conciencia y neuroticismo y, en menor medida, extraversión” y amabilidad. Estos últimos (especialmente la extraversión) se mostraron superiores en la predicción de la agresividad verbal que de la física. La apertura quedó excluida del análisis, posiblemente por su elevada correlación con el factor conciencia. De acuerdo con el signo de los coeficientes estandarizados correspondientes, los niveles elevados de neuroticismo o extraversión favorecen la conducta agresiva (física y verbal) mientras que la elevada conciencia o amabilidad la inhiben. No obstante, la baja conciencia y el elevado neuroticismo predicen más potentemente la conducta agresiva física y, en cambio, la elevada extraversión y baja amabilidad la conducta agresiva verbal.

El sexo predijo la agresividad tanto física como verbal aproximadamente con un 2% de la varianza explicada. La edad sólo resultó significativa en la predicción de la agresividad verbal con un porcentaje del 0,6%. Tabla 3. Análisis de regresión múltiple (paso a paso) de los Cinco Grandes sobre las variables de agresividad en

la muestra total

Agresión física Agresión verbal

Β t

R2ajust.

Β t

R2ajust.

Conciencia -0,353 -7,45** 0,154 -0,317 -6,07** 0,125 Apertura -- -- -- -- -- --

Extraversión 0,233 5,36** 0,024 0,319 7,21** 0,052 Amabilidad -0,107 -2,27* 0,005 -0,14 -2,95** 0,009 Neuroticismo 0,284 7,89** 0,058 0,272 7,55** 0,055

Edad -- -- -- 0,116 3,11** 0,006 Sexo -0,138 -4,05** 0,02 -0,14 -4,26** 0,022

Nota. Todos los predictores fueron centrados. Datos correspondientes al último paso de inclusión. B = Coeficientes estandarizados

* p < 0,05; ** p < 0,01. Dado que los niveles de agresión (principalmente la agresión física) se muestran

sistemáticamente superiores en los varones respecto de las mujeres, se realizaron análisis de regresión para cada uno de los grupos por separado. Se trataba de averiguar si se mantienen los mismos predictores en ambos grupos o, en cambio, éstos predicen de manera diferencial la agresividad física y verbal de chicos y chicas (tabla 4). Como en el análisis anterior, los datos presentados se corresponden al último paso del análisis donde se muestran las variables significativas incluidas mediante el método por pasos o stepwise. Los resultados aparecidos muestran que tanto los predictores como los valores de los mismos difieren entre un grupo y otro: a) mientras que el neuroticismo es el mejor predictor en el grupo de los varones, tanto para la agresión física como para la verbal, en el grupo de las mujeres, el mejor predictor es la conciencia; b) la amabilidad, funciona como un predictor de la agresividad (especialmente la física) en el caso de los chicos, pero no de las chicas; c) la conciencia pierde valor predictivo en la agresividad física a favor del neuroticismo (no en la agresividad verbal) sólo en el grupo de los chicos, pero no en el de las chicas.

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Considerando globalmente el valor predictivo de los factores de personalidad, éstos explicaban porcentajes de varianza explicada entre el 23 y el 30%: en los varones, 24,7% para la agresión física y 23,3% para la agresión verbal; en las mujeres, 28% para la agresión física y 30 % para la agresión verbal. Tabla 4.Análisis de regresión múltiple (paso a paso) de los Cinco Grandes sobre las variables de agresividad en

cada uno de los sexos

Agresión física Agresión verbal Varones (n = 426 ) Mujeres (n = 260 ) Varones (n = 426 ) Mujeres (n = 260 )

Β t

R2ajust.

Β t

R2ajust.

Β t

R2ajust.

Β t

R2ajust.

Conciencia -0,228

-3,57**

0,022 -5,21 -8,03* 0,199 -0,211

-3,00**

0,037 -0,57 -8,94 0,186

Apertura -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- -- Extraversión 0,013 3,77** 0,013 0,270 4,24** 0,037 0,289 5,02** 0,174 0,375 5,97** 0,082 Amabilidad -

0,211 -

3,48** 0,055 -- -- -- -

0,189 -

3,04** 0,012 -- -- --

Neuroticismo 0,322 6,89** 0,157 0,230 4,05** 0,044 0,319 6,68** 0,122 0,206 3,69** 0,035 Edad -- -- -- -- -- -- 0,122 2,52** 0,01 -- -- --

Nota. Todos los predictores fueron centrados. Datos correspondientes al último paso de inclusión; B = Coeficientes estandarizados * p < 0,05; ** p < 0,01.

DISCUSIÓN La estructura de personalidad de los cinco grandes, tal y como aparece en numerosos

trabajos (Barbaranelli et al., 1998; Caprara et al, 1993; Miller et al., 2003; Lynam, 2005), predijo significativamente la conducta agresiva tanto física como verbal. En el presente estudio, los factores de personalidad que obtuvieron mayor potencia en ambos tipos de agresividad fueron los de conciencia y neuroticismo, especialmente el primero, y en menor medida los de extraversión y amabilidad. La apertura no contribuyó a explicar ninguno de los tipos de agresividad estudiados.

La conciencia aparece frecuentemente asociada con bajos niveles de agresividad (Loeber et al., 1989; John et al., 1994; Shiner, 2000; Tur et al., 2004) y ello está perfectamente justificado dado sus componentes de reflexividad, responsabilidad y control como inhibidores de las conductas exteriorizadas. De acuerdo con resultados procedentes de otros estudios (Caprara et al, 1993; Kroes et al., 2005; Martín et al., 1999) el neuroticismo, cuyas características incluyen inestabilidad, impulsividad e ira, en definitiva, emocionalidad, es un potenciador de la respuesta agresiva. Estos resultados son congruentes con los hallados en el presente estudio, si bien en este caso y referido al total de la muestra, el peso del neuroticismo obtiene una potencia menor que el factor conciencia.

A pesar de que la amabilidad ha ocupado un papel predominante en la explicación de la agresividad por su carácter interpersonal asociado a componentes de empatía, cooperación, franqueza, altruismo y actitud conciliadora (Graciano et al., 1996; Miller et al., 2003; Shiner, 2000), en los resultados hallados, su papel quedó desplazado por los factores de neuroticismo y conciencia. No obstante, se asoció significativamente con la agresión tal y como ocurrió con la extraversión. Respecto a este último factor, los presentes datos muestran su asociación significativa con la agresión, sin embargo, la vinculación entre extraversión y conductas antisociales ha arrojado resultados muy controvertidos que se han explicado, bien por el tipo de conducta antisocial (Carrasco, Barker, Tremblay y Vítaro, 2006), bien por la intensidad de esta dimensión o bien por su asociación con otro tipo de dimensiones de personalidad (Martín et al., 1999; Yamagata et al., 2006).

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Todo lo expuesto anteriormente afecta a la agresividad considerada globalmente, es decir, a la agresividad física y verbal en su conjunto. Sin embargo, si se comparan las características de personalidad en cada uno de los tipos de agresividad por separado, extraversión y amabilidad obtienen mayor relevancia en la agresión verbal que en la física. Podría concluirse, que los sujetos con mayores niveles de neuroticismo y baja conciencia son más vulnerables al desarrollo de conductas agresivas, pero si además poseen altos niveles de extraversión y baja amabilidad, tenderán a manifestar mayores niveles de agresión verbal. Estos resultados concuerdan en lo que respecta a amabilidad con los resultados de Lynam et al. (2005), pero no con respecto a extraversión. Este dato apoya la conveniencia de tener en cuenta diferentes tipos de conducta agresiva en su relación con factores de personalidad (Carrasco et al, 2006; Lynam et al., 2005; Miller et al., 2001).

En los resultados que se aportan en este trabajo aparece un claro patrón diferencial entre sexos, según el cual los chicos muestran más agresión que las chicas. Por ello, es interesante resaltar las diferencias aparecidas entre ambos en relación con conducta agresiva y personalidad: mientras que el neuroticismo es la dimensión más explicativa entre los varones principalmente en la agresividad física, la conciencia lo es entre las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones agresivas (física y verbal). Es coherente que en los varones pesen más aspectos temperamentales de la personalidad, como el neuroticismo, frente aspectos instrumentales como conciencia (Costa y McCrae, 1980; McCrae y Costa, 1991) dado el supuesto origen biológico de la agresividad física en varones (Carey y Goldman, 1997) así como del neuroticismo (Watson y Clark, 1992). Por otra parte, la amabilidad es una característica explicativa de la agresión (especialmente física) en los varones, pero no en las mujeres. Dado que la amabilidad es una característica más predominante entre éstas (Budaev, 1999; Carrasco, Holgado y del Barrio, 2006) y, por tanto, más homogénea entre este grupo de población, puede ser que no permita discernir su relevancia en relación con la agresión cuando se toma al grupo de chicas como un todo. No obstante, los escasos estudios que han explorado estas relaciones no permiten hacer una comparación más exhaustiva. Algunos trabajos recientes han hallado que las aportaciones del sexo en relación con la personalidad y la agresión es escaso o poco relevante (Miller et al., 2003), seguramente por la colinealidad de la variable sexo con las variables de personalidad.

La apertura, como se ha indicado, no resultó significativa en ninguno de los análisis

realizados en este trabajo. Aunque la apertura en relación con la conducta agresiva no ha mostrado resultados consistentes, en nuestro caso, este resultado es claramente explicado por la elevada correlación que esta variable mantiene con la dimensión conciencia y cuyo denominador común está claramente asociado con los contenidos escolares (interés por las materias escolares en el caso de la apertura y cumplimiento y responsabilidad de las mismas en el caso de la conciencia). Si bien, la inconsistencia de la asociación entre apertura y agresividad deba ser explicada en relación con la operativización y delimitación de este factor respecto del resto de dimensiones de personalidad. Como han recogido otros trabajos, la apertura a pesar de ser conceptualmente autónoma, es una dimensión que se solapa con extraversión (Aluja, García y García, 2002) y Conciencia (Scholté y De Bruyn, 2004).

De lo anteriormente expuesto, se puede concluir que hay dos estilos favorecedores de la conducta agresiva y que agrupan distintos factores, similar al propuesto en el metaanálisis de Miller y Lynam (2001): uno vinculado al neuroticismo, de carácter emocional y otro, a baja conciencia o ausencia de cognición o control.

Finalmente, una mención a algunas recomendaciones para futuros trabajos que

permitan superar las limitaciones del presente estudio. Entre ellas cabe resaltar la conveniencia de: a) analizar las conductas agresivas evaluadas por otros informantes para

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determinar las diferencias de apreciación que influyen en los datos; b) analizar longitudinalmente los datos para obtener las trayectorias de estas relaciones y c) la ampliación del rango de edad con el fin de analizar en cada subgrupo las diferencias entre sexo y determinar más claramente el efecto de la edad en las relaciones estudiadas.

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Revista de Psicopatología y Psicología Clínica 2004, Volumen 9, Número 3. pp, 205-219

) Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AEPCP) ISSN 1136-5420/04

PERSONALIDAD Y PERCEPCIÓN DE AUTOEFICACIA: INFLUENCIA SOBRE EL BIENESTAR Y EL APRONTAMIENTO DE LOS PROBLEMAS

DE SALUD

BEATRIZ RUEDA y ANA M. PÉREZ-GARCÍA

Universidad Nacional de Educación a Distancia

(Aceptado en septiembre de 2004)

Esta investigación examinó el papel que desempeñan la personalidad y determinados factores psicosociales en relación con criterios de salud (bienestar, satisfacción y con­ductas preventivas), y el afrontamiento ante los problemas de salud. Ciento setenta y tres participantes completaron medidas de los Cinco Factores, Percepción de Autoefi-cacia Generalizada (AEG) y Competencia Percibida en Salud (CPS), junto con criterios de salud y afrontamiento. Los resultados mostraron que los rasgos se conectaron más con la satisfacción, mientras que AEG y CPS se vincularon más estrechamente con las conductas preventivas y el bienestar, respectivamente. Asimismo los rasgos dieron cuenta de una mayor varianza del afrontamiento instrumental y emocional, en com­paración con AEG y CPS. Sin embargo CPS fue el principal predictor de estos dos tipos de afrontamiento. Estos resultados sugieren que la consideración conjunta de las dimensiones de personalidad y los factores psicosociales permite clarificar su utilidad predictiva en el campo de la salud.

Palabras clave: Cinco Factores, autoeficacia, competencia percibida, bienestar, afron­tamiento.

Personality and Self-Efficacy: Influence on well-being and coping with health problems

This investigation examined the role that personality and psychosocial factors play in relation to health outcomes (well-being, satisfaction and preventive behaviours), and coping with health problems. One hundred and seventy three participants completed measures of the Big Factors, Generalized Self-Efficacy (GSE) and Perceived Health Competence (PHC), along with health outcomes and coping. Results showed that traits were more connected to satisfaction, whereas GSE and PHC were linked most strongly with preventive behaviours and well-being, respectively. Furthermore traits accoun-ted for a higher variance in instrumental and emotional coping, in comparison to GSE and PHC. Nevertheless PHC was the main predictor of these two kinds of coping. The-se findings suggest that the consideration of personality dimensions and psychosocial factors in tándem allows to clarify their predictive utility in the health domain.

Key words: Big Five, self-efficacy, perceived competence, well-being, coping.

INTRODUCCIÓN

La idea de que las características de per­sonalidad pueden desempeñar una nota­ble influencia sobre la forma de afrontar el estrés, los niveles de bienestar y la pre-

Correspondencia: Beatriz Rueda, Universidad Nacio­nal de Educación a Distancia, Facultad de Psicología, Departamento de Psicología de la Personalidad, Eva­luación y Tratamiento Psicológicos, C/ Juan del Rosal, 10, 28040 Madrid. Teléfono: 91 398 6281, Fax: 91 398 6298, correo-e: [email protected]

vención de la enfermedad, constituye un área de gran interés en la que han con­vergido numerosas investigaciones (Ber-múdez, 1999; DeNeve y Cooper, 1998; Smith y Williams, 1992; Van Heck, 1997).

Por otro lado, a pesar de que aún no se han alcanzado conclusiones firmes acer­ca de los mecanismos específicos mediante los que la personalidad afecta a la salud, el tipo de afrontamiento emple­ado ante los acontecimientos estresantes

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206 Beatriz Rueda y Ana M. Pérez-García

parece constituir un mecanismo relevan­te (Chang, 1998; Rueda, Pérez-García y Bermúdez, 2003).

A la hora de abordar el estudio de la personalidad en el contexto de la salud, numerosos estudios (Bermúdez, 1999; Booth-Kewley y Vikers, 1994; Marshall et al, 1994; Van Heck, 1997) coinciden en señalar que es necesario tener en cuenta tanto los aspectos estructurales de la per­sonalidad, como las unidades interme­dias relacionadas con los procesos que originan la conducta.

Tomando como punto de referencia la vertiente más estructural de la personali­dad, un modelo que ha recibido una atención creciente, por su adecuación para representarla de manera compre­hensiva (Marshall et al., 1994), es el modelo de los Cinco Factores (Norman, 1963; McCrae y Costa, 1985).

De acuerdo con este paradigma, la per­sonalidad estaría configurada en cinco dimensiones amplias, que implicarían ten­dencias estables y consistentes de res­puesta (John, 1990). Estas dimensiones son la Extraversión, que implica aspectos como la asertividad y el dinamismo; la Afabilidad, que supone la capacidad de ser compasivo y confiado; el Tesón, el cual incluye la tendencia a la organización y la eficiencia; el Neuroticismo, que equivale a la inestabilidad emocional y la experien­cia de estados emocionales negativos; y la Apertura a la Experiencia, que refleja el mantenimiento de valores e ideas no con­vencionales, y la amplitud de intereses. McCrae y Costa (1987,1997) han obtenido evidencia respecto de estos factores emple­ando muestras de diferentes nacionalida­des, e instrumentos de medición diversos.

De otro lado, la comprensión de la per­sonalidad a partir de unidades de nivel intermedio, organizadas en procesos de mayor dinamismo (Cantor, 1990; Van Heck, 1997), puede ampliar el conoci­miento acerca de las conexiones entre la personalidad y la salud, al contemplar la

influencia del contexto donde ocurre la conducta.

En particular, la percepción de autoe-ficacia constituye un tipo de proceso con una clara influencia sobre la realización de la conducta (Bandura, 1989). En los términos propuestos por Bandura (1977; 1997), la expectativa de autoeficacia hace referencia a la estimación personal de que se es capaz de llevar a cabo una con­ducta específica. Otros autores (Baessler y Schwarzer, 1996; Schwarzer, 1993) han planteado esta creencia de forma más global, refiriéndola a la confianza que se tiene en la capacidad para solventar las situaciones de estrés y considerándola como una expectativa de autoeficacia generalizada (AEG). Finalmente, desde una óptica más intermedia, Wallston y colaboradores (Smith, Wallston y Smith, 1995) han sugerido la competencia per­cibida en salud (CPS), designando con ella el nivel de autoeficacia que se perci­be en relación con los problemas y asun­tos relativos a la salud.

Personalidad, bienestar y conductas de salud

Uno de los resultados más consistente­mente observado y replicado cuando se consideran las relaciones entre los rasgos de personalidad y el bienestar subjetivo, es la asociación positiva entre la Extra­versión y el bienestar, y la conexión nega­tiva entre este criterio y el Neuroticismo (DeNeve y Cooper, 1998; Diener, 1996; Emmons y Diener, 1985; Pavot, Diener y Fujita, 1990). La Afabilidad y el Tesón también parecen contribuir a explicar positivamente la satisfacción vital (McCrae y Costa, 1991; Watson y Clark, 1992), bien porque faciliten el estableci­miento de redes de apoyo, o porque pro­muevan la consecución de las metas.

Con respecto a la AEG (Bonetti et al., 2001; Sanz y Vfllamarín, 1999) y la CPS

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Personalidad, bienestar y el afrontamiento 207

(Pastor eí al., 1999; Smith et al., 1995), se ha evidenciado que ambas expectativas se relacionan con una disminución en la presencia de síntomas y de respuestas emocionales negativas.

Puesto que diferentes estudios han mostrado que los rasgos de personalidad son adecuados para predecir criterios glo­bales de salud (Judge, Erez, Bono y Tho-resen, 2002; Prenda y Lachman, 2001; Wasylkiw y Fekken, 2002), a la hora de analizar la capacidad explicativa de la AEG y la GPS junto con la de los Ginco Factores, se puede esperar que los rasgos den cuenta de una mayor variabilidad en relación con el bienestar y la satisfacción, ya que su nivel de generalidad estará más ajustado a estos criterios.

En lo que a las conductas de salud se refiere, diferentes investigaciones han señalado que los rasgos de afabilidad y tesón se asocian posit ivamente con la realización de acciones promotoras de la salud (Lemos-Giráldez y Fidalgo-Aliste, 1997; Vollrath, Knoch y Gassano, 1999), mientras que el Neuroticismo presenta una mayor conexión con conductas de riesgo (Vollrath y Torgersen, 2002). A pesar de ello, la validez predictiva que tienen estos factores parece ser modera­da, ya que en estos estudios el porcenta­je de varianza explicado de las conductas de salud no excedió en ningún caso el 30%.

A este respecto, la mayor parte de las teorías actuales sobre conductas de pre­vención apoyan la inclusión de la AEG como uno de sus principales determi­nantes (Schwarzer 1999; Wallston, 1992; Weinstein, 1993). De igual modo, la GPS también se ha asociado con el manteni­miento de un estilo de vida más saluda­ble (Gebhardt, van der Doef y Paul, 2001; Smith eí ai., 1995).

Si bien hasta la fecha la investigación acerca de la contribución conjunta de los rasgos y las expectativas de autoeficacia con respecto a la variabilidad de las con­

ductas de prevención es escasa, los resul­tados tienden a avalar la superioridad en la utilidad predictiva de las creencias de autoeficacia (Gonner y Abraham, 2001; Marks y Lutgendorf, 1999).

Personalidad y afrontamiento

El estudio del afrontamiento dentro del contexto de la personalidad ha sido abor­dado desde dos enfoques diferentes.

Por un lado, se ha recurrido a las gran­des taxonomías de personalidad para analizar los aspectos estructurales del afrontamiento (Ferguson, 2001; McGrae y Gosta, 1986). De este modo el afronta­miento ha sido considerado como un estilo de respuesta estable y consistente que se pone en marcha ante el estrés.

El segundo enfoque que se ha aplica­do ha consistido en examinar el afronta­miento asociándolo con características más dinámicas de personalidad (Watson y Hubbard, 1996). En este sentido, la per­cepción de autoeficacia ha sido contem­plada como una variable antecedente de las respuestas de afrontamiento (Garver, Scheier y Weintraub, 1989; Folkman, 1984; Lazarus y Folkman, 1987).

En particular se ha constatado que, tanto la AEG como la GPS, promueven la utilización de un tipo de afrontamiento centrado en la modificación de las cir­cunstancias estresantes (Schwarzer, 1993; Sanjuán, Pérez-García y Bermúdez, 2000), y en la disminución de las estrate­gias pasivas o de evitación (Smith et al, 1995).

Dentro del ámbito de la salud, Endler y colaboradores (Endler, Gourbasson y Fillion, 1998; Endler, Parker y Sum-merfeldt, 1998) han propuesto una cate-gorización del afrontamiento de nivel intermedio, dest inada a clasificar las estrategias de afrontamiento que se ponen en marcha ante los problemas de salud. De acuerdo con esta perspectiva.

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208 Beatriz Rueda y Ana M. Pérez-García

existirían cuatro tipos de reacciones ante los diferentes problemas de salud: el afrontamiento instrumental, dirigido a la búsqueda de asistencia médica e infor­mación; el afrontamiento paliativo, el cual incluye una serie de acciones para tratar de amortiguar los efectos negativos del problema; el afrontamiento emocio­nal, que atiende a los aspectos emocio­nales negativos; y, por último, el afronta­miento de distracción, con el que se intenta evitar pensar en el problema o buscar la compañía de otras personas.

La investigación sistemática de las variables de personalidad que predicen este tipo de afronteimiento, y del tipo de contribución que cada una de ellas pue­de aportar, se encuentra aún poco desa­rrollada. Tan sólo el estudio de Rueda (2003) ha indicado que la competencia percibida en salud correlacionaba positi­vamente con el afrontamiento instru­mental de la salud, y negativamente con el afrontamiento emocional. En esta investigación, sin embargo, no fueron incluidas las dimensiones básicas de per­sonalidad. Es por ello que, la asociación de estas respuestas de afrontamiento con los Cinco Factores, por un lado, y con la autoeficacia generalizada y la competen­cia percibida en salud por otro, requiere una mayor profundización.

Objetivos e hipótesis

El primer objetivo de este trabajo ha sido el análisis comprehensivo de los Cinco Factores, la AEG y la CPS, en rela­ción con la predicción de determinados criterios de salud, como son el bienestar subjetivo, la satisfacción personal y las conductas de prevención. En este senti­do se espera que las dimensiones básicas de la personalidad contribuyan, en mayor medida que las expectativas de autoeficacia, a explicar el bienestar y la satisfacción. Las variables de nivel inter­

medio, como la creencia de autoeficacia y la competencia percibida en salud, por su parte, presentarán una mayor utilidad a la hora de explicar las conductas de prevención.

El segundo objetivo de la investigación ha consistido en explorar y comparar la capacidad predictora de las dimensiones básicas de la personalidad y las dos cre­encias de autoeficacia (generalizada y centrada en la salud), con respecto a las esfrategias de afrontamiento ante la enfer­medad.

MÉTODO

Participantes

La muestra estuvo compuesta por 173 participantes (76% mujeres y 24% varo­nes), siendo la edad media de 33 años y oscilando el rango entre los 17 y los 67 años. Todos los participantes fueron estu­diantes de la UNED de los primeros cur­sos de psicología.

En un primer momento de la investi­gación se entregó en mano a los partici­pantes un cuestionario que incluía las variables concernientes a las dimensio­nes de personalidad, la percepción de autoeficacia, el bienestar y la satisfacción general. Una vez completado el cuestio­nario, los participantes debían devolver­lo enviándolo por correo.

Al cabo de los tres meses se volvió a remitir un nuevo cuestionario incluyen­do, entre otras variables, las relativas a la salud, es decir, la competencia percibida en salud, el afrontamiento de los proble­mas de salud y las conductas de preven­ción. En la segunda parte del estudio continuaron 110 estudiantes (79% muje­res y 21% varones). La edad media fue de 33 años, y el rango estuvo comprendido entre los 18 y los 67 años.

La recogida de datos se llevó a cabo en dos fases para evitar el cansancio de los

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Personalidad, bienestar y el afrontamiento 209

participantes en la cumplimentación de las pruebas, y el posible sesgo en su res­puesta a las mismas.

En cuanto a las diferencias de género, las mujeres puntuaron significativamente más alto en Afabilidad (M = 87,73; í„„, = 4,41, p < 0,008), el afrontamiento centra­do en la distracción (M« 25,02; t„„ « 2,71, p < 0,008], y prevención (Ai « 86,57; í„„ « 2,44, p < 0,02), en comparación con los hombres (Afabilidad: Af « 79,95; distrac­ción: M « 22; y prevención: Ai = 83,31).

Asimismo, entre los participantes que continuaron en la investigación y los que la abandonaron, sólo se encontraron dife­rencias significativas en el rasgo de Afa­bilidad (t,„„ « 2,23, p < 0,05).

Instrumentos de medida

Cinco Factores: Las cinco dimensiones básicas de personalidad se midieron a través del BFQ (Caprara, Barbaranelli y Borgogni 1995; adaptación española de Bermúdez). Este instrumento se compo­ne de 132 ítems ante los que se debe valorar el grado de verdad o falsedad de cada enunciado en relación con la mane­ra de pensar y sentir de uno mismo. El cuestionMio comprende 5 escalas que se refieren a los rasgos de Energía, Afabili­dad, Tesón, Estabilidad Emocional y Apertura Mental; y 10 subescalas que representan las 10 facetas de los rasgos (Dinamismo y Dominancia para Energía; Cooperación y Cordialidad para Afabili­dad; Escrupulosidad y Perseverancia para Tesón; Control Emocional y Control de Impulsos para Estabilidad Emocional; y Apertura a la Cultura y Apertura a la Experiencia para Apertura Mental). Asi­mismo el BFQ incluye una escala de deseabilidad social. En el presente estu­dio sólo se consideraron las medidas referidas a los Cinco Factores, para pre­decir los criterios de salud a partir de predictores con un mayor nivel de gene­

ralización. El BFQ ha demostrado tener una adecuada validez transcultural, osci­lando los coeficientes de congruencia desde 0,94 hasta 0,99 (Barbaranelli, y Caprara, 2002). En otros estudios se han obtenido coeficientes de fiabilidad eleva­dos, situándose entre 0,94 y 0,99 (Barba­ranelli, y Caprara, 2002; Caprara, Barba­ranelli, Borgogni y Perugini, 1993).

Percepción de Autoeficacia Generali­zada (Schví^arzer, 1993): Esta escala, com­puesta de 10 ítems, mide la expectativa que se tiene acerca de la capacidad para afrontar adecuadamente cualquier situa­ción problemática. El formato de res­puesta oscila entre 1 (Nada) y 5 (Mucho). La prueba ha mostrado una consistencia interna alta en muestras tanto de pacien­tes (Pastor et al, 1999) como de estudian­tes (Sanjuán et al., 2000). En el presente trabajo el índice de fiabilidad fue de 0,90.

Competencia Percibida en Salud (Smith et al., 1995): Este instrumento mide la creencia de competencia que se tiene sobre el manejo de la salud. Se compone de 8 ítems, con un formato de respuesta tipo likert que va desde 1 (Nada) hasta 5 (Mucho). Investigaciones previas han obtenido un coeficiente a moderadamento alto, comprendido entre 0,60 y 0,90 (Pastor eí al., 1999; Smith ef al., 1995). En nuestro estudio el coefi­ciente de fiabilidad fue de 0,86.

Estrategias de Afrontamiento de los problemas de Salud (Endler y Parker, 1999): Esta prueba contiene 32 ítems que evalúan cuatro tipos de estrategias de afrontamiento (8 ítems por escala) ante los problemas de salud: el afrontamiento instrumental, el afi-ontamiento emocional, el paliativo y el centrado en la distrac­ción. El formato de respuesta es tipo Likert con 5 puntos (donde 1 = Nada y 5 = Mucho). La consistencia interna del cuestionario ha demostrado ser alta.

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210 Beatriz Rueda y Ana M. Pérez-García

situándose por encima de 0,70 (Endier, Kocovski y Macrodimitris, 2001; Endier, Parker y Summerfeldt, 1998). En la pre­sente investigación los coeficientes de fia-bilidad fueron 0,77 para el afrontamiento instrumental; 0,76 para el afi-ontamiento emocional; 0,69 para el paliativo; y 0,69 para el centrado en la distracción.

Calidad de vida: Para medir las dimen­siones de bienestar y satisfacción personal, se emplearon las dos subescalas del Cues­tionario de Calidad de Vida (Ruiz y Baca, 1993). Este cuestionario se compone de 35 ítems, organizados en cuatro dominios: apoyo social, bienestar físico y psicológi­co, satisfacción personal y tiempo libre. El formato de respuesta es tipo Likert con una escala de cinco puntos (donde 1 = Nada y 5 = Mucho). La consistencia inter­na de las subescalas de bienestar y de satisfacción fue, en eunbos casos, de 0,86.

Conductas de Prevención: Para medir esta variable se utilizó un inventcirio con 24 conductas de salud (p. ej. consumo de alimentos ricos en fibra, cuidado del peso, control de la tensión, etc.), ante las que los participantes debían indicar con qué frecuencia las llevaban a cabo. El for­mato de respuesta osciló desde 1 (Nunca)

hasta 5 (Siempre). A partir de la puntua­ción dada a cada ítem se obtuvo un índi­ce global de conductas de prevención. De esta manera una puntuación alta signifi­caba una mayor frecuencia en conductas de salud. El coeficiente alpha de la pre­sente escala fue de 0,81.

RESULTADOS

Relaciones entre las variables de personalidad y los criterios de salud

En primer lugar se obtuvieron los esta­dísticos descriptivos (medias, desviacio­nes típicas y rango) relativos a las varia­bles predictoras y los criterios. Estos datos se presentan en la Tabla 1.

A continuación se hallaron las correla­ciones de los Cinco Factores, la AEG y la CPS con los criterios de salud. Como puede observarse en la Tabla 2, los rasgos de personalidad, a excepción del Tesón, correlacionaron positivamente con el bie­nestar y la satisfacción. Con las conduc­tas de prevención, sin embargo, no se obtuvo ninguna correlación significativa. Tan sólo la Afabilidad se asoció con esta variable, aunque tal relación alcanzó un nivel de significación marginal.

Tabla 1. Medias, desviaciones típicas y rango de las variables de personalidad, los criterios de salud y las estrategias de afrontamiento

Variables

Energía Afabilidad Tesón Estabilidad Emocional Apertura Mental Autoeficacia Generalizada Competencia P. Salud Bienestar Satisfacción Conductas Prevención Afrontamiento Instrumental Afrontamiento Emocional Afrontamiento Paliativo Afrontamiento Distracción

Media

74,99 86,53 83,94 67,38 87,91 36,17 31,16 27,90 46,94 85,19 31,17 22,40 25,90 24,39

Desv. Típica

10,85 9,21

10,62 13,22

9,17 5,60 4,15 4,98 7.41

11,82 4,42 5,29 4,12 4,89

Rango

53-109 62-116 61-111 33-99 65-108 18-50 20-40 10-35 26-65 56-108 15-40 12-35 11-36 12-33

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Personalidad, bienestar y el afrontamiento 211

Tabla 2. Correlaciones entre las variables de personalidad y los criterios de salud

Variables

Energía Afabilidad Tesón Estabilidad Emocional Apertura Mental Autoeficacia Generalizada Competencia P. Salud

Bienestar

0,25" 0 ,21" 0,02 0,32"* 0 ,25" 0,37"* 0,63"*

Criterios de salud

Satisfacción

0,39*** 0,27*** 0,10 0,27*** 0,26** 0,58*** 0,49*"

Conductas de Prevención

0,15 0,18+ 0,16 0,07 0,15 0,36*** 0,39***

"• p<0,001; "p <0,01; +p = 0,06.

Por otra parte, la AEG y la CPS corre­lacionaron positivamente con el bienes­tar y la satisfacción. Estas correlaciones fueron superiores a las halladas con los rasgos de personalidad, poniendo de manifiesto que el mantenimiento de estas dos creencias puede tener una mayor influencia sobre el bienestar y la satisfac­ción personal, que la que pueden ejercer las características más estructurales de la personalidad. Asimismo, como se espe­raba, las correlaciones de la AEG y la CPS con las conductas de prevención fueron positivas y significativas. De esta manera, el sentirse capaz de manejar efi­cazmente diferentes situaciones, o aqué­llas específicamente relacionadas con la salud, favorece la realización de conduc­tas promotoras de la salud.

En cuanto a las estrategias de afronta­miento de los problemas de salud (ver Tabla 3), tanto los rasgos de personalidad como la AEG y la CPS correlacionaron negativamente con el afrontamiento emo­

cional, siendo estas correlaciones ligera­mente más altas en el caso de las expecta­tivas de autoeficacia (general y de salud). Las correlaciones con la Afabilidad y el Tesón no fueron significativas. El afronta­miento instrumental, por su parte, corre­lacionó positivamente con el Tesón y la Apertura Mental, así como con la AEG y la CPS. A tenor de estos resultados podría deducirse que, mientras que los rasgos de Energía, Tesón y Estabilidad Emocional parecen vincularse con un determinado tipo de estrategia de afrontamiento, la Apertura Mental y las dos creencias de autoeficacia tienden a modular el uso del cifrontamiento instrumental (relación posi­tiva) y el emocional (relación negativa).

Con respecto al afrontamiento paliati­vo y al centrado en la distracción, apenas se encontró alguna asociación significati­va con las características de personali­dad. Solamente la Afabilidad se asoció positivamente con el afrontamiento diri­gido a la distracción, indicando así que

Tabla 3. Correlaciones entre las variables de personalidad y las estrategias de afrontamiento

Variables

Energía Afabilidad Tesón Estabilidad Emocional Apertura Mental Autoeficacia Generalizada Competencia PO, Salud

Instrumental

0,00 0,09 0,36"* 0,14 0,26** 0,23* 0,22*

Afrontamiento

Emocional

-0,22* -0,08 -0,06 -0,34*** - 0 , 2 5 " -0,40*" -0,39***

Paliativo

-0,00 0,13 0,08

-0,06 0,10 0.03 0,17+

Distracción

0,17+ 0,21* 0,11

-0,06 0,13 0,16 0,17

p<0,001; "p <0,01; *p <0,05; +p = 0,07.

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212 Beatriz Rueda y Ana M. Pérez-García

las personas afables recurren más a su entorno social cuando se encuentran con problemas de salud.

Predictores de los criterios de salud y las estrategias de afrontamiento

Para determinar en qué medida los ras­gos de personalidad, así como las expec­tativas de nivel intermedio evaluadas, daban cuenta de las diferencias en bie­

nestar, satisfacción y prevención, se lle­varon a cabo análisis de regresión jerár­quico. En relación con el bienestar y la satisfacción, se introdujeron, en primer lugar, los cinco factores, a continuación la AEG y, finalmente, la GPS. En relación con las conductas de prevención se con­troló además el efecto del género, ya que previamente se habían encontrado dife­rencias en las conductas de prevención en función de esta variable.

Tabla 4. Análisis de regresión jerárquicos prediciendo bienestar, satisfacción y conductas de prevención

Criterios

Bienestar

Pasol Energía Tesón Estabilidad Emocional Afabilidad Apertura Mental

Paso2 Autoeficacia Generalizada

Paso3 Competencia P. Salud

Satisfacción

Pasol Energía Tesón Estabilidad Emocional Afabilidad Apertura Mental

Paso2 Autoeficacia Generalizada

Paso3 Competencia P. Salud

Conductas de Prevención Pasol

Género ' Paso2

Energía Tesón Estabilidad Emocional Afabilidad Apertura Mental

Paso3 Autoeficacia Generalizada

Paso4 Competencia P. Salud

P

0,18' -0,05

0,15 0,02 0,05

-0,07

0,56" '

0,18' -0,15

0,01 0,18' 0,03

0,41"*

0,24"

0,19'

0,00 0,06

-0,13 0,06

-0,08

0,34"

0,26"

R'

0,20

0,20

0,44

0,29

0,43

0,48

0,05

0,11

0,21

0,27

AR'

0,20

0,00

0,24

0,29

0,14

0,05

0,05

0,06

0,10

0,06

gl

5,104

1,103

1,102

5,104

1,103

1,102

1,108

5,103

1,102

1,101

F

50,04*"

0,89

430,20*"

80,66***

260,18***

80,70**

50,95*

10,41

130,86***

70,08**

• 1 = hombre; 2 = mujer. "•p<0,001; "p <0,01; 'p <0,05.

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Personalidad, bienestar y el afrontamiento 213

Los resultados de estos análisis se muestran en la Tabla 4. En ellos se cons­tata que los rasgos de personalidad expli­caron principalmente parte de la varian-za del bienestar (20%) y la satisfacción (29%), siendo el porcentaje de varianza menor en el caso de las conductas de prevención (6%), además de no ser sig­nificativo en este último caso el modelo resultante. La AEG dio cuenta también de la variabilidad de la satisfacción (14%) y las conductas de prevención (10%), aun­que no añadió ninguna validez incre-mental en la predicción del bienestar. La GPS contribuyó a explicar la variabilidad de los tres criterios de salud, siendo este porcentaje más elevado con respecto al bienestar (24%), y menor en relación con la satisfacción (5%) y las conductas de prevención (6%).

Si se consideran en conjunto los por­centajes de varianza aportados por las

dos creencias de autoeficacia, se observa que ambas expectativas, en comparación con los Ginco Factores, dieron cuenta de una mayor variabilidad en el caso del bienestar (24%) y las conductas de pre­vención (16%). En cuanto a la satisfac­ción, sin embargo, el porcentaje de varianza continuó siendo inferior (19%) al de los Ginco Factores.

Finalmente se realizaron otra serie de análisis de regresión para determinar la contribución de los Ginco Factores, la AEG y la GPS en la predicción de las estrategias de afrontamiento de los pro­blemas de salud. En todos los análisis se introdujeron los predictores señalados. Además, en la predicción del afronta­miento centrado en la distracción, se con­troló de nuevo el efecto del género.

Gomo muestra la Tabla 5, los rasgos de personalidad explicaron un 19% de la variabilidad en el afrontamiento instru-

Tabla 5. Análisis de regresión jerárquicos prediciendo afrontamiento instrumental y emocional

Criterios

Instrumental

Pasol Energía Tesón Estabilidad Emocional Afabilidad Apertura Mental

Paso2 Autoeficacia Generalizada

Paso3 Competencia P. Salud

Emocional

Pasol Energía Tesón Estabilidad Emocional Afabilidad Apertura Mental

Paso2 Autoeficacia Generalizada

Paso3 Competencia P. Salud

P

-0,23* 0,35"*

-0,00 -0,07

0,14

-0,00

0,39***

-0,11 0,03

-0,16 0,01

-0,02

-0,18

-0 ,24 '

R'

0,19

0,20

0,31

0,17

0,21

0,25

AR'

0,19

0,01

0,11

0,17

0,04

0,04

gl

5,104

1,103

1,102

5,104

1,103

1,102

F

40,81**

10,05

160,91"*

40,15**

50,30*

50,91*

Nota: En los pasos 2 y 3, las ^ y las /?'corresponden al modelo global, y el estadístico F al análisis individual. ***p<0,001; "p<0,01; 'p <0,05.

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mental , y un 17% en el afrontamiento emocional. Por otxa parte, la AEG apenas dio cuenta de la variabilidad del afronta­miento instrumental (1%) y el emocional (4%), mientras que la CPS añadió una mayor validez incremental en el caso del afrontamiento instrumental (11%), en comparación con el emocional (4%).

En cuanto al afrontamiento paliativo y al centrado en la distracción, ninguno de los modelos de regresión resultó signifi­cativo, aunque el género (mujer) y la CPS predijeron en sentido positivo el afronta­miento de distracción (/3 = 0,21; p < 0,05) y el afrontamiento paliativo (/3 = 0,23; p < 0,05), respectivamente.

DISCUSIÓN

El objetivo central de este trabajo fue explorar y comparar la capacidad predic-tiva de los Cinco Factores de personali­dad, y de la AEG y la CPS, en relación con diversos criterios de bienestar, y con las estrategias de afrontamiento emplea­das ante los problemas de salud.

Los resultados obtenidos demostraron, en primer lugar, que los rasgos de perso­nal idad explicaban un porcentaje de la variabilidad de la satisfacción personal más alto que el aportado por las creen­cias de autoeficacia. En el caso del bie­nestar, y en contra de lo esperado, el pre-dictor más importante fue la CPS, siendo su contribución superior a la de los ras­gos de personalidad. La AEG por su par­te no resultó significativa en la predic­ción de este criterio. No obstante, con respecto a las conductas de prevención, la AEG dio cuenta del mayor porcentaje de varianza, seguida de la CPS. En este caso, los Cinco Factores no resultaron significativos ni explicaron ningún por­centaje de la variabilidad de las conduc­tas preventivas.

El hecho de que la CPS tuviera un peso mayor que las dimensiones básicas de la

personalidad en la predicción del bie­nestar, podría explicarse considerando la simili tud en el contenido de los ítems que conforman la escala de CPS, y el de los ítems que se incluyen en la escala de bienestar; siendo más irrelevante en este punto el ajuste en el nivel de generaliza­ción de las variables predictoras y la variable criterio. Es decir, la creencia de sentirse capaz de solucionar los proble­mas relativos a la salud posee una influencia más predominante sobre el bienestar experimentado, que la que podrían ejercer los rasgos de personali­dad en su conjunto, y la Extraversión en particular. En este sentido, diferentes investigaciones han puesto de relieve que la CPS mant iene una clara asociación positiva con diferentes aspectos relacio­nados con la salud y el bienestar emocio­nal, tanto en muestras de pacientes cró­nicos como en muestras de población sana (Bonetti et ai., 2001; Martín-Aragón, Pastor, Lledó et al, 2001; Smith et al., 1995).

Un dato que llama la atención en cuan­to a la relación entre el bienestar y la AEG, es la falta de asociación evidencia­da entre estas dos variables en el análisis de regresión. Dada la correlación entre la AEG y la CPS (r = 0,72, p<0,001), este resultado podría deberse a un efecto de multicolinealidad. Por este motivo, se lle­vó a cabo un nuevo análisis de regresión sin introducir esta vez la CPS. La AEG resultó entonces significativa ()3= 0,23, p<0,01), si bien su coeficiente de regre­sión no fue tan alto como el conseguido por la CPS ()8= 0,56, p<0,001), dato éste que vendría a constatar una cierta inde­pendencia en la capacidad predictiva de estas dos expectativas.

Por otra parte, los rasgos de personali­dad tuvieron un papel más relevante en la predicción de la satisfacción personal, si bien los principales predictores de la misma fueron la AEG y la CPS. Siguien­do a Diener (1996) la satisfacción con

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Personalidad, bienestar y el afrontamiento 215

uno mismo y con la vida que se lleva podría entenderse como una condición con una mayor estabilidad y consisten­cia, en vez de como una respuesta afecti­va momentánea. Ello explicaría el que los aspectos más estructurales de la persona­lidad se relacionaran más estrechamente con este criterio.

De igual modo, la satisfacción personal podría conformarse a partir de dominios de diferente índole, lo que le otorgaría un mayor grado de generalización en com­paración con el nivel de bienestar. Así por ejemplo, Cooper, Okamura y McNeil (1995) emplearon en su estudio una medida global de satisfacción, en la que se incluían las dimensiones de autono­mía, competencia, crecimiento personal, autoaceptación, objetivos vitales y rela­ciones positivas. El criterio general de satisfacción correlacionó positivamente con el rasgo de extraversión, así como con la actividad social y con el bienestar derivado de esta actividad. Este dato es congruente con los obtenidos en el pre­sente trabajo, ya que, en este caso, dos de las características que predijeron de for­ma positiva la satisfacción fueron la Energía y la Afabilidad.

En cuanto a las conductas de preven­ción, la hipótesis formulada fue confir­mada al explicar las dos expectativas de nivel intermedio un porcentaje de varia­bilidad más alto que el aportado por los Cinco Factores. El peso de la AEG fue además superior al de la CPS.

Estos resultados, a la vez que avalan la idea de que la creencia de autoeficacia resulta de gran relevancia en el manteni­miento de un estilo de vida saludable (Bandura, 1997; Gebhardt eí al., 2001; Leganger y Kraft, 2003), sugieren que, en la realización de este tipo de conductas, la percepción generalizada de autoefica­cia podría tener un efecto superior al de la creencia de competencia relativa a la salud. A este respecto una cuestión inte­resante para ser examinada en el futuro

es la forma y el grado en que esta expec­tativa más generalizada pudiera estar induciendo, ante cada conducta de salud, creencias específicas de autoeficacia.

Asimismo, puesto que ninguna de las dimensiones básicas de la personalidad resultó predictora de las conductas de prevención, también se estaría apoyando la idea ampliamente mantenida en la lite­ratura sobre la necesidad de incorporar variables más contextúales y dinámicas en la predicción de criterios estrecha­mente vinculados con la salud (Bermú-dez, 1999; Booth-Kewley y Vikers, 1994; Conner y Abraham, 2001; Marshall eí al., 1994).

De otro lado los resultados del presen­te estudio revelaron que, con respecto al afrontamiento instrumental y emocional de los problemas de salud, los Cinco Fac­tores dieron cuenta de un mayor porcen­taje de variabilidad, en comparación con las expectativas de nivel intermedio. Además, mientras que la CPS predijo de forma significativa ambos tipos de afron­tamiento, la AEG no alcanzó en ningún caso el nivel de signiñcación. En relación con el afrontamiento paliativo y el cen­trado en la distracción, ni las dimensio­nes básicas de personalidad ni las creen­cias de autoeficacia contribuyeron a explicar su variabilidad.

Estos resultados son interesantes en la medida en que, hasta la fecha, no se ha encontrado ninguna otra investigación que aborde conjuntamente las relaciones de los Cinco Factores y las creencias de autoeñcacia con respecto a las respuestas de afrontamiento puestas en marcha ante los problemas de salud.

El afrontamiento insfrumental fue pre-dicho posit ivamente por el rasgo de Tesón y la CPS, aspecto éste que avala la evidencia hallada en otros trabajos (Bou-chard, Guillemette y Landry-Léger, 2004; Penley y Tomaka, 2002; Rueda, 2003). De esta manera, características como la orientación hacia el logro y la tendencia

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hacia la planificación de las tareas, así como la estimación de ser capaz de manejar los asuntos de la salud eficaz­mente, se asociarían con un tipo de afrontamiento de las enfermedades más activo, dirigido principalmente a buscar información y ayuda médica..

En relación con el afrontamiento emo­cional hay que indicar que, si bien los Cinco Factores explicaron un porcentaje de varianza superior al de las creencias de autoeficacia, ninguno de ellos resultó ser un predictor significativo. La CPS, sin embargo, sí predijo en sentido negativo este tipo de afrontamiento, poniendo así de manifiesto que el mantenimiento de esta creencia, además de promover la solución de los problemas de salud, amortigua el uso de estrategias dirigidas a una regulación inefectiva de las emo­ciones, actuación ésta que, a su vez, podría favorecer un manejo más apropia­do de la enfermedad.

Finalmente cabe destacar que, ni las dimensiones básicas de la personalidad ni las expectativas de autoeficacia, dieron cuenta de la variabilidad del afronta­miento paliativo y el dirigido a la distrac­ción. En este sentido se podría especular que estas respuestas de afrontamiento podrían ser menos disposicionales que el afrontamiento instrumental o emocional, iniciándose, por tanto, en fases concretas del proceso de enfermedad, o sólo ante problemas de salud determinados. Esta explicación, meramente aproximativa, requiere la obtención de una mayor evi­dencia empírica, a través de la cual se pueda esclarecer el papel de estos dos tipos de afrontamiento ante diferentes problemas de salud.

La presente investigación cuenta con ciertas limitaciones, que deben ser teni­das en cuenta para una interpretación más exacta de los resultados comentados. Por una parte hay que tener presente que todas las medidas empleadas en este tra­bajo fueron autoinformadas, lo que ha

podido incrementar la magnitud de las correlaciones obtenidas. Por ello sería necesario replicar este trabajo recurrien­do a criterios de autoeficacia, afronta­miento y salud menos sesgados por las valoraciones subjetivas.

De otra parte destaca la naturaleza correlacional del estudio, lo cual impi­de el establecimiento de relaciones cau­sales entre las variables. De ahí que no pueda descartarse la posible influencia del estado de bienestar o la satisfacción sobre la creencia de autoeficacia y la percepción de competencia en salud, generándose así asociaciones bidirec-cionales.

Asimismo una variable que no fue con­trolada en la investigación, y que parece tener un claro efecto sobre la competen­cia percibida en salud y el bienestar, es el estado de salud (Smith et al, 1995). Al estar compuesta la muestra, en su mayo­ría, por participantes jóvenes y estudian­tes, es posible que su experiencia con la enfermedad fuera más reducida, siendo así su nivel de competencia percibida en salud y de bienestar más altos. Este aspecto pone de manifiesto la necesidad de llevar a cabo nuevos trabajos con otro tipo de poblaciones, para poder alcanzar una mayor generalización de los resulta­dos.

Por último queda abierto el camino para abordar los objetivos planteados en este estudio desde una óptica más espe­cífica, atendiendo a las creencias de auto-eficacia y a las estrategias de afronta­miento que se inician ante determinadas enfermedades, así como a la realización y mantenimiento de hábitos concretos de salud.

A pesar de estas limitaciones, el pre­sente estudio ha resaltado la importancia de examinar conjuntamente la utilidad predictiva de las dimensiones básicas de la personalidad y de los factores más con­textúales y dinámicos, para poder com­prender con mayor rigor el funciona-

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m i e n t o de t o d a s es tas va r i ab l e s d e n t r o del ámbi to del b ienes ta r y la p revenc ión . A s i m i s m o es ta i nves t i gac ión h a p ropor ­c ionado u n a mayor ev idenc ia respecto de las r e l ac iones en t r e la p e r s o n a l i d a d y la forma de afrontar los p rob lemas de salud.

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