Cuaderno de dibujos de un ciclope

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El tiempo del bosque / Cuaderno de dibujos de un cíclope / Jean Claude Cuando el curso del tiempo en el bosque asoma a la instantaneidad del presente, el artista sabe de qué se trata: sabe verlo y mostrarlo. Sabe trazar las huellas, que sobre ellos ha dejado el amor, la indiferencia, el olvido, la agresión. Sabe representar los matices del silencio. No nos acercamos a los modelos para arrancarles un secreto, más bien se deja alcanzar por ellos con la receptividad de quien acoge los signos difusos de un secreto a la vista. Seres mutantes, transfiguraciones de animales míticos que devienen en hombres, figuras simbólicas que con el dolor de la incomprensión y de su impotencia, claman cual animales para que una vez representados, sean retratados por el dibujante, en la serenidad del bosque. Tiempo: Decía Pascal que las figuras son ausencia y presencia, el devenir no tiene muchos recursos que los propios tropos clásicos: metáforas, metonimias, elipses- figuras que expresan el significado del tiempo en el lenguaje corriente. Miremos los retratos de Jean Claude personajes chejovianos. ¿Qué quieren decir? Dicen el recuerdo de su antigua gracia, la belleza de su declinación, la docilidad de su fin. Prestan imagen a otra cosa (un bestiario), mítico, en su devenir, como una metáfora Para comprender, en este caso para ver el uso poético de las imágenes en versión pictórica y lo que suele llamarse estilo, bastaría con interrelacionar los retratos con las naturalezas del bosque. Todo ello con una estilística en que el uso de los lápices y la sanguina y el óleo blanco sobre panel, confieren una unidad formal.

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El tiempo del bosque / Cuaderno de dibujos de un cíclope / Jean Claude

Cuando el curso del tiempo en el bosque asoma a la instantaneidad del presente, el artista

sabe de qué se trata: sabe verlo y mostrarlo. Sabe trazar las huellas, que sobre ellos ha dejado

el amor, la indiferencia, el olvido, la agresión. Sabe representar los matices del silencio. No nos

acercamos a los modelos para arrancarles un secreto, más bien se deja alcanzar por ellos con

la receptividad de quien acoge los signos difusos de un secreto a la vista. Seres mutantes,

transfiguraciones de animales míticos que devienen en hombres, figuras simbólicas que con el

dolor de la incomprensión y de su impotencia, claman cual animales para que una vez

representados, sean retratados por el dibujante, en la serenidad del bosque.

Tiempo:

Decía Pascal que las figuras son ausencia y presencia, el devenir no tiene muchos recursos que

los propios tropos clásicos: metáforas, metonimias, elipses- figuras que expresan el significado

del tiempo en el lenguaje corriente.

Miremos los retratos de Jean Claude personajes chejovianos. ¿Qué quieren decir? Dicen el

recuerdo de su antigua gracia, la belleza de su declinación, la docilidad de su fin. Prestan

imagen a otra cosa (un bestiario), mítico, en su devenir, como una metáfora

Para comprender, en este caso para ver el uso poético de las imágenes en versión pictórica y lo

que suele llamarse estilo, bastaría con interrelacionar los retratos con las naturalezas del

bosque.

Todo ello con una estilística en que el uso de los lápices y la sanguina y el óleo blanco sobre

panel, confieren una unidad formal.

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Nos sorprendería descubrir secretas afinidades entre su manera de mirar y presentar a los

seres.

Baco, cual fauno, al beber de la bota de vino, se sumerge en el bosque, con pliegue en hojas

deshojadas.

La mirada de la modelo, desafiante, que representa el pintor, cual ángel alado, está a punto

de desplomarse sobre los hombros desnudos como una espiga.

El rostro de la modelo con su dulzura confitada de algún fruto próximo al deterioro. El tiempo

es juego de ausencia-presencia, no sólo para hablar de un pasado, sino como anuncio de un

futuro.

El bosque envejecido como los seres humanos y a la inversa, los seres humanos remedan la

caducidad del bosque. Un tiempo presente que nos habla del devenir de los seres.

El tiempo es una idea de mirar las cosas.

El tiempo en Jean Claude, es la vida en agonía, la lucha desde un comienzo a la declinación, y

son las imágenes de las personas y del bosque, lo que nos revela el punto agonístico de cada

instante.

Pero si el artista logra calzar el espacio en un bosque, reclama la evocación del tiempo, es

porque prolonga el tiempo, hace ver el tiempo en el paraíso perdido

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Aquel lugar ensoñado que según cuenta la leyenda irlandesa, personajes híbridos, se reúnen

tras su derrota, en un bosque para festejar su victoria, nos hace pensar esto, en la

evanescencia de la belleza, en el devenir del hombre, en la transfiguración del hombre en

bestiario ideado por el artista, para enaltecer lo mítico, lo divino.

Cristina G-Camino - Fotógrafa.