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Parte II El marco espacial y la dinámica de su transformación

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Parte II

El marco espacial y la dinámica de su transformación

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na vez valorada la plataforma comendataria de la Orden deSantiago en la Submeseta Sur, estamos en condiciones deabordar uno de los temas más interesantes y difíciles de nues-

tro trabajo, el análisis espacial. Interesante porque para nosotros su-pone un auténtico reto, metodológico y científico abordar un temaque, si bien, ha sido estudiado con profusión en el ámbito del nortepeninsular e incluso en la zona de la Transierra y las Extremaduras,es un tema virgen en lo concerniente a la Submeseta Sur, aunque escierto que una primera aproximación fue desarrollada por nuestrocompañero E. Rodríguez-Picavea, éste se centró casi en exclusividaden la definición de unidades productivas1.

Nuestro propósito, sin embargo, es dotar al estudio del espa-cio de la característica de sujeto histórico, como hemos creído de-mostrar en capítulos precedentes. En este análisis de las categorías te-rritoriales nuestro planteamiento es deudor de la obra de García deCortazar, quien fue el auténtico impulsor de este tipo de estudios enEspaña2 y que ha tenido una gran continuidad en los trabajos de sus

1E. Rodríguez-Picavea, La formación del feudalismo, fundamentalmente , págs. 15-22 y 203-211. Con un enfoque económico también es conocida y clásica la obra de J. González, La re-población, vol. II, págs. 270-308. Desde otros enfoques esta zona ha merecido la atención delos trabajos de M. Corchado, en general citados y de forma particular “Toponimia medievalde la región manchega”, VII Centenario del Infante don Fernando de la Cerda, Ciudad Real(1976), págs. 29-106, y los estudios sobre el Campo de Calatrava, Estudio histórico-económico-jurídico del Campo de Calatrava, 3 vols., Ciudad Real, 1982-1983-1984 y el de-dicado al Campo de Montiel, Avance de un estudio geografico-histórico del Campo de Mon-tiel, C. Real, 1971. Por otra parte existen trabajos clásicos sobre el estudio de la organizaciónsocial son los recogidos en la obra genérica Organización social del Espacio en la EspañaMedieval, La Corona de Castilla en los siglos VIII a XV, Barcelona, 1985, que dirigida porGarcía de Cortazar, incluye una análisis de nuestra zona “Del Tajo a Sierra Morena”, pero setrata de un visión muy general que no profundiza en aspectos espaciales y se limita a constatargeneralidades. Sin embargo su autor E. Cabrera se planteó en el año 1991 un estado de lacuestión sobre el particular, vid. “Conquista cristiana y repoblación de Extremadura y CastillaLa Nueva. Estado de la cuestión”, Actas del Coloquio de la V Asamblea General de la Socie-dad Española de Estudios Medievales, Zaragoza, 1991, págs. 101-120.2 Su trabajo La sociedad rural en la España Medieval, Madrid, 1988 es una autentica obra dereferencia obligada para todo aquel que pretenda un acercamiento al tema. En ese mismo añose publico un artículo en el que ponía las bases de su propuesta metodológica, “Organizaciónsocial del Espacio: propuestas de reflexión y análisis histórico de sus unidades en la Españamedieval”, Studia Histórica, vol. VI (1988), págs. 195-236.

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discípulos3 y de otros autores que desde el análisis de la sociedad delnorte peninsular han aportado un importante bibliografía sobre elparticular4.

La necesidad de la arqueología para la Historia Medieval esuna iniciativa en la que también somos deudores de las propuestasmetodológicas del grupo liderado por M. Barceló, que ha introducidoen muchos de nosotros la inquietud por nuevos enfoques a la hora deabordar el estudio de la Edad Media5.

Pero es quizás la deuda contraída con mi director Carlos deAyala, con el que he mantenido agrias disputas sobre el particular lamás importante. Su magnífico estudio sobre la evolución de las cate-gorías territoriales en León, es un referente ineludible para encarareste estudio. Es cierto, que sus conclusiones y planteamientos se cir-cunscriben a una realidad geopolítica substancialmente diferente dela que pretendemos valorar, pero la profunda discusión de sus plan-teamientos ha sido la base de una posición de partida uniforme aun-que diferencial por el ámbito de estudio y sus peculiaridades6.

Estas lecturas y el trabajo desarrollado en colaboración con ar-queólogos y geógrafos en el análisis de las encomiendas, nos lleva aplantear este capítulo por una doble necesidad: una que cada socie-dad genera una determinada organización del espacio, para nosotroses un objetivo comprobar cual desarrolló la microsociedad feudal, orga-nizada por los santiaguistas que nos permitirán establecer claves ex-plicativas de la sociedad feudal castellano-leonesa en los siglos cen-trales de la Edad Media; La segunda necesidad tiene que ver con quea partir del análisis de las huellas dejadas en el espacio por una socie-dad, estaremos en condiciones de profundizar en su conocimiento deuna forma más global.

3 Por citar dos trabajos muy importantes de sus discípulos, E. Botella, La serna: ocupación,organización y explotación del espacio en la Edad Media (800-1250), Santander, 1988 y C.Herrera, La formación de la sociedad feudal en Cantabria, Santander, 1990.4 Gran parte de las aportaciones son citadas por el prof. García de Cortazar en su artículo deStudia Histórica, pág. 197, n 2, pág. 212, n. 29 y pág. 219, n. 38, entre otras.5 Las limitaciones de la información escrita que él denuncia, entre las que cabría citar su par-cialidad por ser emitida por los vencedores, lo enriquecedor de los análisis espaciales y/o ar-queológicos, son ideas que nos impactaron haciéndonos ver que es imposible analizar cual-quier hecho histórico sin conocer sobre el terreno la realidad espacial de las huellas que eseproceso nos ha transmitido. vid. M. Barceló y otros, Arqueología Medieval. En las afueras del“medievalismo”, Barcelona, 1988.6 Carlos de Ayala, “Relaciones de propiedad y estructura económica del reino de León: losmarcos de producción agraria y el trabajo campesino (850-1230)” en El reino de León en laAlta Edad Media, León 1994., págs. 133-408.

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Nuestro análisis partirá de un doble enfoque espacial: unopretende la definición de las unidades de articulación espacial (villas,aldeas, solares, collaciones, castilllos, etc.) y otro analizar las unidadesde organización de este espacio (las encomiendas). Ambas se veráncomplementadas con una valoración de las actividades económicas ylas unidades de producción desarrolladas al que uniremos el estudiode las vías y centros de distribución y comercialización de la produc-ción de los señoríos santiaguistas.

En nuestra valoración espacial nos fijaremos en los datosaportados por la toponimia, a la que dedicaremos un apartado, comoelemento clave para entender determinados procesos poblacionales yde ocupación espacial. Los datos sugeridos por la arqueología y lageografía física han sido valorados en el análisis de las encomiendas,no obstante serán un referente en nuestra conclusiones. Pero noscentraremos en lo que es el núcleo de nuestra investigación, la docu-mentación conservada en muchos casos parcial y escasa pero queaporta datos cuando menos sugerentes.

Los fueros juegan, una vez más, un papel de primer orden enla compresión de la concepción espacial, no es necesario insistir en laimportancia de estos textos para el desarrollo de este tipo de estu-dios7. Concretamente los fueros santiaguistas se van a preocupar deuna ordenación y jerarquización del paisaje. La preocupación de lafamilia de los fueros conquenses por la conservación y protección delos montes, procurando regular sus abundantes rentas, así como laprofunda regulación en el de Uclés y el de Usagre, por aspectos espa-ciales son ejemplos de esta preocupación espacial de la Orden de

7 La tradición foral castellana nos ha dejado importantes muestras de esta realidad, en el Librode los fueros de Castiella, Ed. facsimil, Barcelona, 1981, el prof. Galo Sánchez, rescata untexto de gran interés para comprobar la importancia de los fueros en el análisis espacial. Porejemplo el art. 161, se dedica al omne que deçepa monte con açada, este artículo manifiesta laimportancia que los contemporáneos dieron a aspectos relacionados con los bienes comuna-les: quien de çepare monte con açada, a sesenta sueldos en calonnia. Et sy fisiere camynadoen monte e fuere preso en monte o viniendo en la carrera e fuere alcançado delas eras de lavilla fuera con el camynado, deve ser preso e perder quanto tiene. Et sy serrar con sierra enel monte arbol e fuere preso, deve ser preso por ladron....., este documento nos define los es-pacios de un lugar, sus limites y denota una clara preocupación por el respeto de los bienesnaturales. Pero este texto va más lejos, algunos de sus artículos se fijan en la construcción delas casas y en sus disposiciones higiénicas, el art. 154, se preocupa delos que moran unos çer-ca de otros commo deve vedar cada uno el agua de su teiado por su canal. o el art. 147 quedispone como se deben realizar las ventanas de las casas: de commo deve omne faser finiestraen su casa auyendo otro omne otras casas o trascorral aladanno, como vemos se nos muestraun ámbito urbano de aglomeración de casas que el fuero pretende regular.

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Santiago8. La legislación foral es el elemento esencial de la territoriali-zación del poder santiaguista.

A.1. Fundamentación territorial del señorío

A.1.1. Naturaleza y definición de las unidades territoriales de referenciaEn este apartado deberíamos comenzar por distinguir dos

ámbitos uno rural y otro urbano. Ciertamente resulta complejo dife-renciar estas dos realidades en nuestra documentación, ya que, mu-chos de nuestros lugares de estudio sufren una evolución desde unmarco rural hacia espacios cada vez más urbanizados. Existen diver-sos ejemplos: el primero de ellos sería Dos Barrios. En 1154 aparececomo illa villa que est in termino Toleti, ultra flumen Tagi, incluye mon-tes, fuentes, prados y pastos. En principio estamos ante una claraidentificación terminológica entre villa y aldea, ya que, este lugar eneste momento es una aldea del término toledano que le sirve de mar-co administrativo-territorial de referencia (el fuero toledano sirve pa-ra establecer las caloñas en Dos Barrios)9. Dos Barrios es inicialmenteun marco rural que va a evolucionar hacia una conformación más ur-banizada. En 1201, Pedro Martínez de Ocariz, lo dona a la Orden. Enesta donación se incluyen collados, solares, términos, prados, aguas,bosques y dehesas10.

Estamos ante una realidad mucho más articulada, Dos Barrios,tiene ahora identidad propia, cuenta con su término —no se aludeahora a su dependencia administrativa con Toledo— y se ha dotado aeste lugar de elementos de articulación, los solares que, como ha se-ñalado C. de Ayala , se conforman como la explotación campesina decarácter familiar que se corresponde con una unidad fiscal generado-ra de renta. Estos solares que son asimilables a un hábitat rural o ur-bano incluyen la casa del campesino, las dependencias anejas para laexplotación familiar, parece muy probable que un huerto y por últi-mo, una participación en la utilización de ese ámbito no individuali-zado que ya aparece estructurado en dehesas11.

8 Vid. J.V. Matellanes, “Expansión de un modelo”, pág. 198.9 J.L. Martín, Orígenes, págs. 193-194, nº 23.10 vid. Apuntamiento, fol. 15r.11 Sobre la definición de solar es muy ilustrativo lo aportado por C. de Ayala, “Relaciones depropiedad y estructura económica”, págs. 324 y 326. Esta relación entre la vecindad y la posi-bilidad de explotación de la reserva comunal o los espacios no individualizados, aparece cla-ramente en el fuero de Cuenca: non aya ninguno dehensa (de yerva) si non aquel que ovierecasa poblada por todo el anno, poniendo al derredor cinco çéspedes en la cabeça .......(se de-

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En 1210, otra evidencia documental, muestra la existencia enDos Barrios de casas y solares sobre los que tienen jurisdicción las he-rederas de Pedro Martínez de Ocariz. Se pone de manifiesto esa par-ticipación de los solares en las zonas no individualizadas, se dice quese reciban estos con sus raciones de barbecho y sembradura, apareceigualmente una dehesa señorial y se alude a la serna como explota-ción intensiva de cereal. El ámbito productivo y la estructuración te-rritorial de los productores se halla plenamente definido.

Encontramos en este texto una evidencia muy interesante, esla diferencia que se hace entre solares y casas, ésta confirma una ten-dencia a identificar domos con casas debido a que la constatación delsolar como suelo, como unidad productiva familiar por excelencia,explicaría esta diferenciación de concepto y término. La casa es la re-sidencia propiamente dicha, mientras el solar es un referencia deproducción y fiscalidad12.

El último testimonio sobre Dos Barrios nos lo muestra plena-mente articulado en 124213. En este momento se le otorga fuero por laOrden y asistimos a la constitución de la célula organizativa por an-tonomasia de los santiaguistas: la encomienda. Este marco de referen-cia se constituye una vez articulado perfectamente el territorio, que sepretende organizar desde una visión jerarquizada del espacio queanalizaremos en capítulo aparte.

En este momento se establece en este zona del Tajo, una claraidentificación entre heredad y villa, ya que incluye, casas y zonasproductivas en su seno, se trata de un marco de hábitat y producciónindividualizado frente a los espacios colectivos de atribución comu-nal14.

a) Los primeros marcos referencialesBiedma resulta un ejemplo sugerente de lo que J. Gautier-

Dalché ha definido como los inicios del proceso urbano en nuestrazona, la existencia de un castillo y un dominio rural15. De hecho undocumento de donación datado en el primer cuarto del siglo XIII, nos

fine la forma de la dehesa), et la aldea que a lo menos no oviere tres cavalleros non aya de-hensa ninguna: et el coto de todas las dehensas tal sea como el de la dehensa del conçeio,Ureña, Fuero de Cuenca, cap. XLIII, rúb. V.12 Estas identificaciones han sido verificadas para León por C. de Ayala, ob. cit., pág. 313.13 vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 391-393, nº 185.14 Una vez más encontramos una similitud con los ejemplos leoneses, vid. C. de Ayala, pág.311.15 J. Gautier, Historia Urbana, pág. 124.

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presenta este lugar como un castrum, que incluye hereditatem, prados,viñas, huertos, aceñas, molinos, dehesas de conejos y de río y el do-minio sobre hombres16.

Este castillo incluye un numero indeterminado de aldeas queengloban diferentes actividades productivas relacionadas casi en ex-clusividad con el Tajo y su explotación hidráulica. En este caso la he-redad es asimilable al entorno aldeano de este castillo que sin dudaactúa como elemento organizador de este territorio rural. En estemismo documento se contrapone la situación de Villarubia, donde sedonan pastos, montes, viñas, villanis y lo más importantes hereditati-bus tam de cultis quam de incultis, en este caso parece muy clara y evi-dente la relación entre heredad y solar, como unidades de produc-ción.

Este documento evidencia la polisemia de los términos en laplena Edad Media, por que al tratarse de un prestimonio vitalicio seseñala que predicte hereditates remaneant Ordini cum omnibus bonis addomus pertinentibus tam mobilibus quam immobilibus, es obvio que aquíheredad representa una realidad de hábitat rural perfectamente asi-milable a villa o aldea que comprende una realidad de casas (domos)que representan el hábitat y no la explotación ya que incluyen pan,vino, ovejas, bueyes y sarracenos (suponemos esclavos). En 1242, am-bos lugares son entregados de nuevo en prestimonio aunque aquíaparecen como vilas, su articulación ha debido cambiar, aunque másorganizadas, sin duda, su realidad espacial sigue vinculada a un ám-bito rural relacionado con la explotación de los recursos hídricos delTajo.

El caso de Segura completaría esta variedad de situaciones. EnSegura se dona por Fernando III, la villa de Segura, con su castillo ycon todos sus términos que se delimitan por negación en relación alos grandes concejos de la zona: ab ista donatione excipio villas, castra,turres seu munitiones ad regnum Murcie, pertinentes et terminos sive mu-nitiones que concilia de Riopal et de Alcaraz tenent et ad ea pertinent. Simi-liter excipio villas, castra, turres seu munitiones et términos pertinentes adregnum de Jahen, et omnia que concilia de Baecia et de Ubeda tenent et ad eapertinent17. Con estas limitaciones se entrega en Segura la villa integracon sus gastos e ingresos, montes, sierras, fuentes, ríos, prados ypastos y con todos sus términos y derechos que a la villa pertenecen.

16 M. Rivera, La Encomienda, págs. 334, nº 117.17 Pub. J. González, Fernando III, págs. 248-250, nº 700.

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Este documento nos facilita importantes informaciones: eneste caso la villa aparece como una entidad claramente rural, poco onada urbanizada y cuya articulación es aún muy cercana a ese ámbitoque hemos definido para encuadrar el término castillo. La sierra apa-rece como elemento fundamental de explotación, junto con otros re-cursos naturales, hecho que la identificaría más como ese embriónarticulador que como una realidad acabada. Es más en este texto sealude a tres marcos de referencia villa, castillo y término, cuyo valorespacial es bien distinto.

El castillo en nuestra opinión, carece en este documento de unvalor de articulador espacial destacándose únicamente su importan-cia defensiva que se constata en la zona al aludirse también a torres yfortificaciones en diferentes lugares. La frontera marca aquí la arqui-tectura de la zona.

La idea más sugerente es la vinculación entre villa y términospor un lado y por otro la relación entre términos y derechos. Es decir,el término, alude a un espacio de control efectivo de la villa, muchomás especifico que alfoz, además implica el cobro de unos derechos18.En la confirmación posterior del infante don Alfonso en 1243, se con-creta aún más la realidad espacial de Segura, es con todos sus térmi-nos nuevos y antiguos y con los castillos —realidad espacial primige-nia de muchas zonas como tendremos ocasión de comprobar— consus términos.

Se incluyen en la donación elementos de articulación espacial,castra que engloban unidades productivas, tierras, viñas, montes,fuentes, sierras —exclusivas de la zona—, ríos, molinos (molendinis),pesquerías, prados, pastos, dehesas, montazgos, salinas, portazgos yentradas y salidas. El texto alude además que se entrega la villa contodas sus aldeas las pobladas y las que se poblarán (populatis quampopulandis), lo que implica que se está llevando a cabo una importantelabor de organización social del espacio19.

Segura de la Sierra experimentó al menos documentalmenteuna evolución muy rápida. En 1246, se le otorga fuero, paso previo asu definitiva organización como encomienda, pero en este texto senos presenta la villa de Segura, como una zona con un alto grado de

18 Aunque J. Gautier, utiliza un esquema de análisis muy parecido pero para el ámbito urbano,sus sugerencias son de perfecta aplicación aquí, el plantea que el término es la parte del terri-torio donde ejerce realmente su jurisdicción la ciudad, y resalta la ambigüedad y lapsitud queson inherentes a la palabra alfoz, frente a la concreción jurisdiccional vinculada al término,Historia urbana, págs. 335-336.19 M. Rivera, La Encomienda, págs. 402-403, nº 194.

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urbanización, se cita de forma textual el cuerpo de la villa, y aparecenen su interior tiendas, hornos y mercados que delatan este mayorgrado de consolidación urbana.

En el documento analizado se alude, a dos nuevas realidades,por otra parte, muy extendidas en la zona, me refiero a las quinteríasy torres. En mi opinión las quinterías tienen un fundamento urbano20,mientras las torres son un referente rural de cortijos que luego valora-remos con extensión.

En definitiva, Segura en poco tiempo se urbaniza y se aleja desu contexto rural, dando lugar a un proceso de jerarquización espa-cial que ya aparece en el fuero. El diferente trato fiscal entre los habi-tantes del cuerpo de la villa en relación con su entorno aldeanomuestra esta realidad.

Un ejemplo muy significativo de esta transición de un castilloy su entorno, a villa es la concesión de Fuentidueña a sesenta pobla-dores21. Se dispone en este documento que se labre y repare el castilloy que en él se acoja al maestre. Este recinto amurallado se halla inde-pendizado de su arrabal, donde se realiza el mercado semanal y quesuponemos integrado en este entorno cuyo elemento articulador esun castillo.

En opinión de J. González estos arrabales aluden a un espaciono murado, que se inserta en la villa mediante su apoyo en la cons-trucción y mantenimiento de su muralla. Sus moradores no entran enlas elecciones de los cargos concejiles de las collaciones de las villas,pero disfrutan de los mismos derechos civiles22.

En Fuentidueña se produce una racionalización del hábitat yde la producción al no permitirse más habitantes dentro del castilloque los sesenta iniciales, el resto irá a los arrabales. Curiosamente enel documento se dispone que en el futuro este lugar sea una villa yque tengan un concejo sobre ello. Es posible, a partir de estas informa-ciones, establecer una evolución de captación espacial, conformadainicialmente por un castillo y su entorno aldeano o de arrabales paracon el tiempo conformarse en algo más organizado, una villa, dondeaparece un órgano de poder autónomo que regula el espacio de lamisma.

b) Los núcleos urbanos. 20 En ellas podrán hacer los caballeros que las posean hornos, si lo desean. En función de estainformación serían asimilables a casas (unidades de hábitat en sentido amplio).21 M. Rivera, La Encomienda, págs. 464-466, nº 245.22 J. González, Repoblación, vol. II, pág. 237.

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La Orden desarrolló núcleos urbanos de gran importancia. Sinduda no se trata de grandes ciudades como han señalado algunosautores23, pero si de un entramado urbano muy significativo, desa-rrollado en Montánchez, Uclés, Ocaña, Usagre y en la única civitas enterritorio santiaguista, Mérida. La característica de las ciudades desa-rrolladas en territorio de la Orden, es que responden a una iniciativaparticular de los santiaguistas. Son creadas por éstos, aunque sobreclaros precedentes hispanomusulmanes e incluso romano, pero noson el fruto de un proceso evolutivo de tiempos históricos, siemprecon la excepción de Mérida24.

El ejemplo sin duda más significativo es Uclés. Este lugar hasido estudiado con detalle y profundidad por la prof. M. Rivera25.Disponía de un castillo y una alcazaba o fortaleza de la que se con-servan restos, el cuerpo de la villa, en torno a la iglesia de Santa Ma-ría, se encontraba dividida en el siglo XIII, en seis collaciones o ba-rrios presididos por su parroquia (elemento de organización socialdel espacio26). Las advocaciones son diversas, una al apóstol S. An-drés, una segunda a un santo de origen oriental San Nicolás, otra de-dicada a la virgen Santa María , otra a la Trinidad y las restantes alapóstol San Pedro y Santiago. Por tanto el santoral no nos informa deuna repoblación norteña, si exceptuamos al apóstol Santiago, cuyarelación con los santiaguistas es evidente. Podríamos estar ante unindicio de esa creación urbana que caracteriza la zona, en base a unaadvocaciones “autóctonas”.

Su conformación urbana, no es anterior a los inicios del sigloXIII. Contaba además con dos arrabales el barrio de Estremera y el

23 E. Cabrera, “Del Tajo a Sierra Morena”, pág. 133, se sitúa más allá de las opiniones de J.González y expresa que únicamente Toledo y Mérida son referentes urbanos a tener en cuenta24 Para J. Gautier-Dalché, Uclés y Ocaña son prototipos del modelo urbano que prevaleció enla zona y que creó la Orden, vid. Historia urbana, págs. 124-125. Conviene destacar la im-portancia de Uclés (Uklis), dentro de la Kura de Santaveria como ha destacado AlmonacidClavería, J. A., “La Kura de Santavería: estructura político-administrativa, I Congreso deHistoria de Castilla-La Mancha, V, C. Real, 1988, págs. 145-152. vid también M. Rivera, LaEncomienda, págs. 35, n. 3. Torres Balbas, L. Ciudades Hispanomusulmanas, 1973, 2 vols.,destaca el papel de Uclés como ciudad de nueva fundación en época islámica, donde existíauna mezquita mayor y unos baños que recibían agua de una fuente en lo alto de la ciudad, adiferencia de otros autores el habla de Uqlis, como la capital de un distrito en el de Santabari-ya (Santaver) y no de una cora, vid. vol. I, pág.- 58.25 M. Rivera, La Encomienda, págs. 38-57.26 Su importancia como elemento articulado ha sido puesta de manifiesto, eso sí, para un há-bitat rural bien distinto del de Uclés por el prof. G. de Cortazar, La sociedad rural, pág. 90-95.

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del Collado. En opinión de la prof. Riveras, no es posible afirmar unadiscriminación de los habitantes de los arrabales en relación con elresto de los habitantes, plantea que en 1228, fue juez de la villa deUclés un habitante de la collación de Santiago, situada en el barrio deEstremera27.

Uclés, dispuso de una amplio término, compuesto por un im-portante número de aldeas, no documentándose la utilización de lapalabra alfoz 28. La autora delimita un impresionante espacio que ennuestra opinión y como hemos puesto de manifiesto al estudiar lasencomiendas, no se corresponde con la realidad de la zona. En conse-cuencia, identifica erróneamente el término de Uclés, con la extensiónde las posesiones del priorato, y si bien es cierto que Uclés mantuvouna hegemonía administrativa sobre la zona del Tajo, en ningún casosu concejo monopolizó este territorio de forma jurisdiccional ni si-quiera desde la conformación interna de la Orden.

Ocaña es otra realidad urbana, cuya conformación en enco-mienda y concejo independiente y autónomo cuestiona en si misma laextensión del término de Uclés, propuesto por M. Rivera. En 1250aparecen en Ocaña tres unidades de ordenación espacial, su castillo,marco inicial de articulación y posible referente espacial del poder; latorre cuya vinculación con los espacios productivos es más que posi-ble, sobre todo si atendemos a su generalización y vinculación a loscortijos en Montiel y Segura; y por último la villa . En ningún mo-mento se alude al término, con lo que suponemos que estas tres cate-gorías conforman los referentes de poder, producción y organizacióndel espacio de Ocaña29.

Muy pronto se define la realidad espacial de Ocaña como unámbito de clara tradición urbana, donde encontramos conformada surealidad urbana mediante cuatro collaciones con sus correspondien-tes parroquias Santa María, San Pedro, San Juan y San Martín30, cuyosalcaldes respectivos y representantes aparecen en la firma del docu-mento fechado en 125131.

27 vid M. Rivera, La Encomienda, pág. 4228 Ibid, pág. 44.29 J. González, Fernando III, vol. III, págs. 385-387, nº 808.30 Esta advocación relacionada con un mártir guerrero, bien podría indicar el carácter fronteri-zo y guerrero de la localidad o el barrio en cuestión. Esta adovocación también se encuentramuy relacionada con la repoblación de francos en otros lugares y esto podría suponer otra hi-pótesis interpretativa.31 A.H.N., Uclés, carp. 243, vol. I, nº 15., De Manuel, Memorias, págs. 528-530.

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Este contexto urbano se ve complementado con una definicióndel término de Ocaña, ya que mediante este instrumento se dota a lavilla, de un serie de aldeas y lugares que conforman su término, comoseñala el documento. El mayor grado de jerarquización de Ocaña so-bre su ámbito aldeano queda latente, ya que, serán los aldeanos losencargados de satisfacer el yantar al maestre cuando visite la villa.

El ambiente urbano de Ocaña, se caracteriza por lo que J.Gautier-Dalché insiste en llamar aglomeraciones, cuando se refiere aespacios urbanos. La venta de unas casas en la collación de San Mar-tín en 1312, nos acerca al urbanismo de Ocaña32, casas muy cercanasunas a otras, con patios internos que centralizan la vida cotidiana deestas corralas. Existen lugares de almacenamientos como bodegas, yplazas que conforman una realidad urbana muy compleja33. Estas ca-sas tienen una dimensión productiva, se entregan con entradas y sa-lidas además de todas sus pertenencias, se supone bienes muebles.

Al estudiar esta encomienda, nos planteábamos, una certezadocumental como posible indicio de una realidad urbana. Nos refe-rimos a la presencia de una importante comunidad de judíos en Oca-ña, que debemos relacionar con la presencia de otras de similar signi-ficación en Uclés y Dos Barrios e incluso en Montiel. Es posibleaventurar que existe una estrecha relación entre la presencia docu-mental de comunidades judías y una realidad urbanizada . Estosgrupos no se constatan en los espacios más ruralizados, por lo queparece posible establecer una relación entre ambas realidades.

Usagre es otra importante realidad urbana de los señoríossantiaguistas, la información sobre este lugar es escasa, ni siquierallegó a conformarse como una encomienda debido a su pertenencia ala mesa maestral y únicamente disponemos de su fuero que es degran riqueza y permite un análisis de la composición urbana de de-terminados lugares de la Orden.

En Usagre encontramos una regulación espacial exhaustiva;En primer lugar se entrega al concejo la totalidad del lugar de mojóna mojón, regulándose los espacios no individualizados: Todo home, que

32 A.H.N., Uclés, carp. 243, vol. I, nº 20.33 Esta complejidad sin duda va acrecentándose con el paso del tiempo, en 1342, constatamosuna realidad urbana muy significativa en Ocaña, vid. Bullarium, pág. 309. Dentro de estas vi-llas como veíamos existían zonas de almacenamiento de productos, zonas dedicadas al co-mercio y a la artesanía e incluso lugares destinados al ocio y a las transacciones, como losmesones, donde en ocasiones se producían serios problemas de orden público, como es el ase-sinato cometido en el mesón de Ocaña en 1344, vid. A.H.N., Uclés, carp. 243, vol. II, nº 30,parcialmente en Bullarium, págs. 308-309.

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entrare exido de concejo ó desesa, o cerrare carreras del concejo, tan de villa,quan de aldeas, peche...., el concejo como veremos, asienta su poder te-rritorial en estos espacios comunales y en las dehesas. Diferenciamostres elementos de organización espacial, la villa y las aldeas que secomplementan con los espacios y derechos colectivos. Estos espacioscomunes, que en León, se dividen en cuatro grandes grupos: losaprovechamientos de cereal como las era y los vinícolas, existen viñasexplotadas comunalmente; Un segundo grupo compuesto por montesy baldíos, bosques, prados, pastos, dehesas, estercoleros y ejidos; Untercero que los conforman los derechos hidráulicos: fuentes, ríos, pes-querías y molinos y por último, la participación en derechos anejos alas iglesias del concejo34.

A esta realidad genérica debemos unir en Usagre una profun-da estructuración urbana, en collaciones (seis), obligándose a los ve-cinos a estar inscritos en la carta de collación, para, con ello, pagar sustributos y acceder a los beneficios de vecindad, como poder participaren el portiello.

Esta no es una realidad exclusiva de Usagre y pone de mani-fiesto como la organización del espacio no es un acto anárquico e im-provisado sino organizado de forma jerárquica y desde las estructu-ras de poder35. Las collaciones son un referente de organización ur-bano centralizado en torno a la iglesia. En palabras de J. González laiglesia constituye en su entorno la collación de aldea.

Pero el fuero de Usagre es aún más rico en información, su re-parto se efectúa en sexmos que deben ser iguales, serán repartidos asuertes por los sexmeros y luego se repartirán en veintenas, que po-dríamos asimilar a solar, pero que el fuero denomina racion de here-dad, compuesta por casas, heredades, huertos, molinos y alcaceres.Parece evidente que cada vecino dispone de su zona de hábitat, de suzona de explotación y de una participación en los bienes comunales.

Esta racionalización espacial es sancionada por el fuero al dis-ponerse que una vez realizadas las particiones tanto de villas comode aldeas, éstas se sancionaran por el concejo el domingo y no podránser modificadas bajo pena de cuantiosas multas. Una vez conocida laración ésta podrá venderse con la limitación de que debe hacerse apobladores y no a desconocidos. La vecindad garantiza el acceso aldisfrute de espacios individualizados y colectivos, además de nume-rosos derechos que iremos valorando. 34 Vid. C. de Ayala, “Relaciones de propiedad”, ob. cit., págs. 314-315.35 En Alarcón se dispone que ninguna collación responda por un vecino que no estuviera es-crito en el padrón, J. González, Repoblación, II, pág. 180.

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En definitiva la articulación pormenorizada del espacio enUsagre en un ejemplo paradigmático de la importancia de los fueroscomo mecanismos de organización social del espacio y de que estaorganización responde a un modelo de articulación que emana delpoder, de la Orden.

Mérida y Montánchez, suponen los ejemplos de articulaciónurbana en la zona extremeña más significativos, aunque ciertamenteCáceres constituye la referencia urbana más arraigada. En ella docu-mentamos una realidad espacial muy similar a la expuesta por Carlosde Ayala para León. Al igual que en Usagre la unidad de referenciaespacial campesina, se concreta en sus casas, heredades, huertos, mo-linos y alcaceres36 y las particiones que en este caso hacen los quadri-lleros37. Este reparto de las quadriellas sería asimilable a la división encuartos o en cuartas, que J. González asimila a un reparto inicial delas alquerías islámicas38. Se delimita, además, la zona urbana con laalusión a castris, villis y plaças, unido a su ámbito rural que quedaríaenglobado en el término que incluye ríos, fuentes, montes para pas-tos, hereditatem, terram, campo, etc. que nos hablan de ese territorio noindividualizado39.

Montánchez que sin duda, era un núcleo importante cuandofue conquistado es donado a los santiaguistas; En la donación se alu-de a una doble realidad articuladora: el castillo y la villa de Montán-chez, con sus términos antiguos y nuevos. Se menciona también quetengan este castillo sin que sobre él pueda existir ningún derecho oración (se supone que se les da íntegro sin que exista, ninguna pro-piedad en su termino que no corresponda a la Orden). Resulta intere-sante destacar como se repite una y otra vez ese trinomio, castillo, vi-lla, termino, que referencia las tres realidades articuladoras de los lu-gares al menos de la Orden. Por otra parte comprobamos que la utili-zación de ración, para referirse a la unidad de individualización de laposesión de espacio, asimilable al solar, es una realidad documentalque permitiría establecer una relación entre ración de heredad y so-lar40.

36 Según la acepción actual de esta palabra se trata de zonas de cebada, bien pudiera tratarsede zonas de explotación de cebada, necesaria para el pan.37 Estos quadrilleros al igual que los sexmeros de Usagre realizan el reparto en domingo conautorización del concejo.38 J. González, Repoblación, vol. II, pág. 176.39 A. Floriano, Documentación Histórica, págs. 7-9, nº 1.40 1230, Agosto, 1, Zamora, Pub. J. González, Alfonso IX, págs. 717-718, nº 620.

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Su fuero, seis años después, nos muestra una articulación es-pacial de Montánchez mas intensiva. El documento comienza seña-lando que se da la villa de Montánchez y sus términos a población. Eltenor delata un entorno aldeano jerarquizado por la villa y se produ-ce una profunda regulación de las actividades comerciales. Cabríapensar en una zona estable de mercado en la villa.

El texto se concentra en la delimitación de las dehesas que co-rresponden al concejo y a la Orden41. Unos días antes de la dotaciónforal, la Orden había llegado a un acuerdo con el obispo de Coria so-bre las iglesias de Montánchez, tanto de la edificadas como las queaún no se hubieran construido42. Se pone de manifiesto en primer lu-gar la extensión adquirida por Montánchez que, sin duda, estaría enrelación con un aumento de núcleos parroquiales en la villa, unidoscomo hemos ido comprobando en casi todos los casos a la conforma-ción de collaciones. Pero además este documento confirma una ideasugerida en su momento por E. Cabrera y que hoy es plenamente ve-rificable: las Órdenes en general, pero muy en particular la Orden deSantiago, diseñó la geografía eclesiástica de sus señoríos, limitando laerección de nuevos obispados, decidiendo sobre la adscripción de susencomiendas en función de sus intereses (hecho del que este texto esun buen ejemplo) y condicionando con su actividad la construcción ono de nuevos templos.

Por último en este apartado urbano deberíamos hablar de laúnica civitas de los señoríos santiaguistas. Nos referimos a Mérida.Este lugar de tradición romana, tuvo gran importancia en época islá-mica, dando nombre a una extensa kora que englobó: Mérida, Badajozy Coria como ciudades más importantes. Durante el siglo X, la ciudadde Mérida tenía más de tres mil alquerías43. Sin embargo, la informa-ción sobre su estructuración en la Edad Media es escasa, sabemos dela existencia de barrios como el de Santa Eulalia, que dispuso de unaiglesia y que se convirtió en una vicaría dependiente de San Marcos,disponía de calles, como muestra algún documento. Su entorno al-deano y su término fueron de una amplitud muy grande como hemosvalorado en el análisis de la encomienda, pero no disponemos dedatos precisos sobre su articulación espacial concreta.

c) Los marcos rurales

41 D.W. Lomax, La Orden, págs. 254-255, nº 22.42 Ibid, pág. 253-254, nº 21.43 J. Vallvé, La división territorial, pág. 314- 316.

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Frente a la urbanización de Extremadura y la zona del Tajo,las zonas de Montiel y Segura de la Sierra, adolecen de núcleos urba-nos significativos. En estos lugares debemos hablar más de un entor-no rural, caracterizado por villas de importancia, Segura y Montiel,que ejercieron un fuerte control centralizador sobre su entorno aldea-no. La presencia de unos antecedentes islámicos muy determinadoscaracterizados por un hábitat rural, condicionan su conformación enla plena Edad Media.

La estrecha relación entre castillos y villas, como elementosesenciales de organización social, a la que debemos unir el binomioiglesia-castillo en muchos de ellos como elemento articulador del pai-saje, que se acerca a las ideas del incastellamiento propuesta por Tou-bert para Italia44 y donde el componente fronterizo condiciona surealidad, son una evidencia.

A partir de ejemplos en estas zonas y en algunos reductos delTajo y Extremadura intentaremos acercarnos a la realidad rural de losseñoríos santiaguistas. La definición de los marcos rurales se encuen-tra muy condicionada por la actividad productiva, aunque como ve-remos el binomio castillo-villa, siguen propiciando la concreción decentros de organización santiaguistas.

Contamos con un magnífico ejemplo del grado de evoluciónespacial del marco rural en el fuero otorgado a Santa Cruz en 125345.Encontramos un espacial natural, aún por explotar —Villaverde—que incluye aguas, fuentes, montes, valles, una participación en elaprovechamiento del Tajo y entradas y salidas. Se nos esta definiendouna explotación fluvial pendiente de articulación. Sin embargo, Villa-rejo Seco, es un ámbito rural poco poblado pero que ha superado laexplotación natural de recursos, ya que, incluye casas y heredades ydonde el espacio individualizado se ha articulado. Aparece una dehe-sa para conejos, que si bien, es un elemento de explotación de recur-sos naturales, su adehesamiento, incorpora un nivel de articulación.Junto a estas evidencias aparece un castillo como marco rural de or-ganización al incorporar montes, valles, aguas, fuentes y pasturas,pero que ya cuenta con un entorno de explotación ya que existen he-redades labradas y por labrar.

Estos marcos rurales en la zona no siempre se identifican concastillos sino que se generaliza el cortijo, en muchos casos con su to- 44 Toubert, P., Les structures du Latium médiéval. Le Latium méridional et le Sabina du Ixe

siécle á la fin du XIIe siécle, Roma, 1973. Y en el más reciente trabajo Castillos, señores ycampesinos en la Italia Medieval, Barcelona, 1990.45 Apuntamiento, fol. 40v.

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rre, como elemento definidor de la realidad espacial manchega y deotras anexas como el Campo de Montiel y la Sierra del Segura46.

Esta materialidad del hecho rural queda patente en la dona-ción por la priora del monasterio de San Julia de Sierra Javelera, de laArmuña a la Orden47. En ella se entrega una cuarta parte de esta al-dea y una azuda. Se remarca que esta aldea está en el Tajo. Se da contodos sus términos que incluyen un castra, y unos domos con tierrascultivadas e incultas, además de otros lugares heremis et populatis; seañaden pastos, montes y todas las pertenencias que pertenezcan a laAlmunia48. Estamos ante una gran explotación hortícola que incluyeagricultura extensiva en esas tierras cultivadas de claro origen islámi-co que este monasterio de monjas no puede explotar y cede a la Or-den.

Como vemos en su definición nada diferencia a esta aldea denumerosas villas analizadas, con lo que la indefinición terminológicase asienta con estos datos. Resulta muy complicado diferenciar estaaldea de muchas villas. Como vemos incorpora un castillo y lugaresde habitación; suponemos dentro de un recinto único al que se añadeun entorno productivo de lugares donde existen determinados nive-les de población. Este documento, incorpora información interesantesobre la continuidad productiva de determinados lugares y añade undato curioso: se documentan a partir de este momento la existenciade tres monasterios, todos ellos dentro del término del actual Barajasde Melo (M.T.N. 607, al este de Fuentidueña de Tajo y al noreste deBelinchón), concretamente uno en Barajas del Medio, otro en Barajasde Abajo y otro en Barajas de Arriba. Esta realidad monástica en lazona del Tajo, sin duda, tiene su tradición originaria en el mundo vi-sigodo y en la importancia de la zona durante esta época histórica.Sin embargo, la constatación de comunidades femeninas y masculi-nas, podrían hacer pensar en una continuidad del monacato visigodoa la que se añaden comunidades femeninas durante este período49. Esobvio que estas comunidades tienen un origen muy anterior a la pre- 46 En 1256, Julio, 5, Segovia, la Orden recibe el cortijo de Abeiazat (Socuellamos), por losservicios prestados en Orihuela, Pub. A. Madrid, Alfonso X y la Mancha Santiaguista, págs.205-218, nº 2. La cesión incluye montes, fuentes, ríos, pastos y entradas y salidas.47 M. Rivera, La Encomienda, págs. 310-312.48 Esta palabra derivada del árabe, al-munya (el huerto), representa una explotación intensivade carácter hortofrutícola, en este caso de gran extensión.49 Existen otros monasterios en la zona como el de San Vicente mártir en Toledo que controlóalgunas zonas que luego pasarán a la Orden, concretamente, Alharilla cerca de la cual existíauna alberguería, y las aldeas de Fuentidueña y Estremera, vid. J.L. Martín, Orígenes, págs.203-205, nº 33.

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sencia santiaguista, ya que, la Orden cuestionó en su política foralcualquier cesión a hombres de iglesia o monasterios.

c.1 El castilloEn algún caso la única referencia espacial a determinados lu-

gares, es que se trata de un castillo. Así se mencionan Montánchez,Santa Cruz, Zuferola, Cabañas, Monfragüe, Solana y Penna Falcon,cuando son otorgados a los santiaguistas en 118750. Es evidente queestos lugares sufren una evolución, en algunos casos, como Montán-chez y Santa Cruz, en otros una vez superada la etapa fronteriza, nose consolida en ellos una población estable y acaban por convertirseen despoblados.

Esta referencia a los castillos como núcleo articulador inicialde determinadas poblaciones es una constante en la documentación51.En ocasiones estos castillos, unidos a la que sin duda, es la segundareferencia de vertebración la iglesia, conforman los centros de articu-lación espacial de numerosas localidades. Este binomio resulta muyilustrativo, en la corona protectora en torno a Montiel, los actualespueblos de Puebla del Príncipe, Albadalejo y Terrinches, constituyenun buen ejemplo de la organización poblacional en torno a estos doselementos, como comprobábamos al analizar las encomiendas de estazona.

Sin embargo esta referencia espacial del castillo se ve com-plementada por la aparición de las villas, sin duda en un nivel delproceso de articulación espacial más avanzado. Esta evidencia la veri-ficamos en la donación del castillo y la villa de Reina —nuevamentese alude a como la tenían en tiempo de moros— este tenor incluye eltérmino de Reina que el documento especifica con toda precisión y enél se incluyen fuentes, ríos, pastos, aguas, molinos —el grado de ver-tebración productiva es mayor— y se incluyen derechos como elmontazgo y el portazgo. Sin duda, la cesión de determinados tributos

50 J.L. Martín, Orígenes, pág. 402, nº 224.51 vid. la cesión de Eznavexore en 1214, Pub. J. González, Alfonso VIII, vol. III, págs. 605-607, nº 919. Y la donación del castillo de Alange, con sus términos, aguas, montes, pastos,bosques y entradas y salidas como lo tenían en tiempo de los sarracenos. La realidad islámicade hisn dispersos que controlan un espacio productivo cercano, es una realidad espacial queincorporan los cristianos. Los castillos se convierten en el referente espacial de numerosas zo-nas de la submeseta sur. Incluso cuando se produce una cierta articulación del entorno, loscastillos aparecen como los grandes ejes de centralización espacial y de control del espacio,dos buenos ejemplos pueden ser Calatrava la Nueva y el castillo de Segura de la Sierra.

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supone que el espacio donado cuenta con un nivel de organizaciónsocial, muy avanzado, que permite el cobro de los mismos52.

Como venimos comprobando, el castillo, es un referente espa-cial ineludible en la articulación del extenso territorio organizado porlos santiaguistas. En algún documento se describe su entorno másinmediato: se suele definir por un término redondo que servirá paradistribuir el hábitat de población y la organización productiva de suámbito más cercano. En la citada donación de Torres en 1235, se de-limita su territorio dando como resultado un término redondo quedefine un semicírculo hacia el sur que protege el flanco occidental deSegura de la Sierra. Esta realidad espacial vinculada al castillo comoreferente es más explícita en la concreción de los espacios vinculadosa diversos castillos en el Campo de Montiel que poseerán un legua al-rededor de ellos, situándose los mojones al finalizar esta legua. Sirvacomo ejemplo el de San Felices cuyo término se establece en 125453.

c.2 Cortijos.Otra realidad vinculada al mundo rural son las torres y corti-

jos. En el caso de Orcera se entrega la villa, con su torre, cortijo y po-bladores54, además de sus términos. Estamos ante una realidad al-deana que incorpora esta nueva modalidad de articulación espacial,que en nuestra opinión, no son otra cosa que las antiguas alqueríasislámicas reutilizadas55. Pero esta conformación más perfeccionada enocasiones se limita al propio cortijo y la torre como en Azuaga, dondeesta referencia territorial queda definida al incluir cortijo, casa y labo-res. Sin duda, la torre complementa esta realidad rural como refe-rente defensivo de este espacio agrario56.

Este paisaje de pequeñas torres defendiendo una zona de ex-plotación, debió ser muy común en nuestra zona de estudio, zona

52 Apuntamiento, fol. 9v-10r.53 A.H.N., Uclés, carp. 214, vol. I, nº 12.54 A.H.N., Sellos, carp. 13, nº 1.55 Sin embargo las alquerías no son sólo asimilables a la realidad de los cortijos, algunos auto-res como García de Cortazar que asume las hipótesis de Guichard, proponen que la alqueríaislámica sería susceptible de ser comparada con la realidad espacial que representan las casasen el norte peninsular y durante los primeros años de ocupación del territorio, aldeas habitadaspor una comunidad, con un poder de la comunidad y una explotación comunitaria de los re-cursos, mientras el rafal sería asimilable al domo, al dominio privado de un solo poseedor,vid. “Organización social”, págs. 216 y ss. Para J. González, “al asentarse los castellanos en laCuenca del Tajo, aunque los textos latinos sigan empleando la palabra “villa”, se trata en granparte de las alquerías de época musulmana”, vid. Repoblación, tomo II, pág. 278.56 M. Garrido, Documentos de la Orden , págs. 31-32.

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marcada por la disgregación de hábitat y donde la realidad producti-va se caracteriza por la dispersión que implica un cierta organizaciónen torno a un núcleo defensivo. Esta realidad de cortijos no es ajena anuestro entorno y ha perdurado en muchas zonas de la Mancha Baja,el Campo de Montiel y por supuesto, es un elemento característicodel paisaje extremeño y andaluz, que, sin duda, debe su fisonomíaactual a esta herencia medieval.

Pero esta estructura espacial dispersa, se fue aglutinando deforma progresiva en torno a centros defensivos de mayor entidad,siendo este proceso más significativo en zonas de frontera57. A estasituación corresponde la realidad descrita en la donación de Galeraen 124358. En ella se dona Galera, se incluyen las aldeas pobladas ypor poblar que le dan término (se relacionan las aldeas). Se utilizanaquí tres referencias de articulación territorial, las aldeas, las villas yla torres, que hacen referencia a tres momentos de captación espacial.Estamos ante un proceso de articulación del entorno en plena evolu-ción, desde una realidad de cortijos dispersos hacia su inclusión enentornos aldeanos que irán conformando el término de la futura villade Galera, cuya esencia es su castillo, auténtico baluarte defensivo,que el propio documento relaciona con la frontera con Granada y elde Huescar, al que se alude como referencia administrativa.

Esta relación que hemos establecido entre torres-cortijos y al-querías, queda en evidencia en la cesión de Castril, situado entreQuesada y Huescar que se entrega con su alcarias (alquerías) y térmi-nos además de otras pertenencias de esta importante villa que cuentacon molinos, tiendas, tahonas y diversos derechos59.

Este castillo fronterizo que como vemos es el núcleo genera-dor de una importante población, incorpora un entorno en que cla-ramente se diferencia entre sus términos. Suponemos que incluyenbienes y recursos naturales y sus zonas en explotación o cortijos consus torres, a los que aquí se alude como alquerías, con su denomina-

57 La frontera marca la disposición de muchos lugares, en especial en esta zona de Segura,aunque es cierto que en muchos casos esa realidad tenga mucho que ver al menos en la termi-nología documental con lo analizado hasta ahora. En 1239, se dona a la orden el lugar deHornos, sus referentes espaciales son la villa y castillo, remarcando un hábitat rural, el carác-ter fronterizo de su castillo define el territorio y marca el tenor documental, al evidenciar laespecificidad del ámbito donde se encuentra esta fortaleza, vid. J. González, Fernando III,tomo III, págs. 197-199, nº 657. Esta realidad se repite en el castillo de Torres donado cuatroaños antes vid. Idem, págs. 71-73, nº 554.58 M. Rivera, La Encomienda, págs. 396-397, nº 190.59 A.H.N., Uclés, carp. 311, vol. I, nº 14.

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ción islámica pero que responden a una misma realidad espacial yorganizativa60.

La alquería o los cortijos con sus torres , conformadas por unrecinto defensivo al que se une una zona de hábitat junto con tierrasde labor, supone un referente de articulación de primer orden quecondiciona el desarrollo económico y social del espacio sobre el quese asienta y que va a suponer una tradición productiva que perdurahasta nuestro días61.

c.3 El términoAl igual que comprobamos con villa y aldea, la palabra térmi-

no responde durante nuestro período a distintas realidades espaciales 60 En algún caso los antiguos lugares que ocupan alquerías con una gran importancia del clan(sobre este particular resulta especialmente interesante la obra ya clásica de Guichard, P.. Al-Andalus. Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente, Barcelona, 1976.),como elemento de organización social, al traducir su nombre dando lugar en zonas como a latorre de Mezquiriel que incluyen duabus paratis molendinorum qui sunt iuxta dictam turrem,este cortijo incluye además quince aranzadas de viñas y cuatro de huerto, también se cita eneste texto la torre de Maquiz, con heredad suficiente para quince yugadas de bueyes de año yvez, como vemos un espacio agrario definido por unos antropónimos que delatan esa antiguainfluencia clanica en la conformación de las alquerías islámicas, vid. J. González, FernandoIII, vol. III, págs. 301-303, nº 735.61 Señala J. González, el gran número de aldeas formadas a la sombra y con el nombre de unatorre, esta evidencia según él está más de acuerdo con su ruralidad y también con el sistemadefensivo empleado, defensa, por tanto, de unidades productivas, J. González, Repoblación,vol. II, pág. 291. Pero es más algunos trabajos dedicados al mundo islámico han resaltado laimportancia de las torres en la defensa de espacios agrícolas, Bazzana, André; Guichard, Pie-rre, “Les tours de defénse de la huerta de Valence au XIIIe s., Mélanges de la Casa de Ve-lázquez, XIV, 1978, págs. 73-105. No es nuestra intención comparar estas realidades, pero siconstatar como en época islámica se fortifican las zonas productivas y esta es una herenciaque adquieren los cristianos al ocupar determinadas zonas. La definición de las alquerías co-mo pequeñas ciudades productivas, compuestas por un número indeterminado de casas y convarias dependencias que se mueven en unos entornos de 172 m2 , ha sido puesto de manifiestoen un magnifico trabajo arqueológico, sobre la alquería de Bofilla, vid. López Elum, P. La al-quería islámica en Valencia. Estudio arqueológico de Bofilla siglos XI al XIV, Valencia 1994.Dedica un amplio espacio al estudio de su conformación como unidad de defensa y produc-ción, donde resalta una realidad de un amplio hábitat de casas, que estarían ocupadas por susproductores (págs. 185-183) y resalta el papel de la torre como elemento esencial de estas al-querías (págs. 231-233). Esta realidad de pequeños recintos amurallados con un importantenúmero de casas que protegen una unidades productivas, es muy similar a la realidad que nosdescriben algunos documentos al referirse a zonas de cortijos y torres. Por ejemplo en Bala-zote, se dice “torre, cortijo, casas e heredamientos labrados e por labrar” con todas sus perte-nencias que incluyen molinos, huertas, arboles frutales, términos e incluso llanos, montañas,selvas, viñas vid. M. Rodríguez Llopis, Documentos del siglo XIV y XV, págs. 1-2, nº 1. Es-tamos ante realidades espaciales no muy distantes y muy similares en su disposición.

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que debemos valorar y no generalizar. Desde este enfoque debemosestimar que la palabra término, no es automáticamente el sustituto dela denominación islámica alfoz, que si bien tiene plena vigencia en elámbito urbano al norte del Tajo, no es asimilable con la misma reali-dad en la Submeseta Sur, donde su vinculación con el mundo más ru-ralizado, le otorga unas connotaciones sensiblemente diferentes a lasrealidades espaciales de la Meseta Norte. El término alude a un mar-co de aplicación de jurisdicción de un núcleo sea este urbano o no yciertamente como asegura J. Gautier-Dalché, es mucho más amplio alSur del Duero. Un buen ejemplo lo constituyen los términos de nues-tras encomiendas62

d) Otras categorías territorialesUna relación que estaría pendiente de establecer es la que

existe entre villa y heredad. Para Carlos de Ayala, en su trabajo sobrela realidad espacial en León, la hereditas es identificable, en muchoscasos, con las villas altomedievales, sin embargo remarca el deses-tructurado carácter de la hereditas frente a la orgánica unidad de lavilla. De su trabajo podría desprenderse una hipótesis, que la hereditasen el caso leonés supone una cierta parcelación de la villa, toda vezque se ha producido su desarticulación. Y por último, el prof. Ayala,afirma que la heredad aparece prácticamente desvinculada de la acti-vidad pecuaria.

En principio para nuestra zona, serían asumibles algunas deestas afirmaciones. Por ejemplo, es cierto que cuando aparece la refe-rencia a heredad estamos ante espacios menos articulados y cierta-mente la palabra villa incorpora una realidad más integrada, más po-blada y más articulada. Sin embargo, que designan una misma reali-dad social es incuestionable. Pongamos dos ejemplos ya citados: en1154, se nos habla de Dos Barrios como una villa que incluye losmismos elementos que encontramos en 1224; En la venta de una he-redad en Torrelengua, ésta incluye tierras, prados, huertas, partes demolinos, casas, montes y entradas y salidas63. Si confirmamos quecuando se refieren a lo donado en estos lugares, se habla de hereda-des, incluyendo lo mismo que vemos en las villas, la identificación derealidad espacial y polivalencia terminológica es evidente.

Sin embargo, sí creemos que la utilización de uno u otro voca-blo responde al grado de unidad orgánica de esa realidad espacial y 62 Vid. Historia Urbana, pág. 336. Sin embargo no compartimos su identificación entre tér-mino y alfoz que el relaciona en exclusividad con el ámbito urbano, vid. pág. 335.63 M. Rivera, La Encomienda, págs. 331-332, nº 113.

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al grado de articulación que una vez consolidado, produce un proce-so de jerarquización de su entorno muy acusado, que se distingue enla documentación mediante la diferenciación entre villas y aldeas.

La villa, por tanto, sería el término que define la culminaciónde un proceso de organización social del espacio, que previamente sehabía articulado a partir de un castillo, o de un conjunto de alqueríaso cortijos. Pero a su vez la utilización de heredad, puede ser el frutode la inestabilidad de una determinada zona, donde en épocas ante-riores al XIII, se dispuso de una infraestructura de villas, que tras losavatares de finales del XII y inicios del XIII, se había desestructurado.

También y como señala C. de Ayala, en León existen momen-tos en que resulta difícil diferenciar solar de heredad, aunque cierta-mente esta es una constatación ocasional y no genérica; En el fuero deUsagre al igual que en el de Cáceres, puede leerse los sexmeros nin losvintaneros no se echen tras anno nin tras ferias a los herederos por heredadde partición, aquí la identificación de heredad y solar es evidente.

d.1 Las casasLa valoración del termino domus o casa, es importante para

acercarnos al hábitat campesino y a la realidad espacial que señalan.Ciertamente estos elementos de espacio son, con diferencia, los ele-mentos más individualizados y privatizados. Es posible definir éstoscomo el único espacio “intimo”de que dispusieron los campesinossantiaguistas; Las casas se construyeron en la mayoría de los casos,toda vez que accedían a la vecindad, en función de sus necesidades ygustos, que sin duda, se verían mediatizados por su capacidad eco-nómica64.

64 En algunos documentos se señala que los campesinos que vayan construyan sus casas, yestas podrán ser techadas o pajazas, hecho que no hace sino evidenciar diferentes niveles eco-nómicos que obviamente condicionan las construcciones, vid. A.H.N., Uclés, vol. II, nº 27.Esta situación se constata incluso frente a una realidad foral evidente que propugnaba que lascubiertas de teja deberían existir en las casas de las cabezas concejiles, esta evidencia que pu-diera relacionarse con una jerarquización espacial con las aldeas que las podrían tener de paja,evidencia una preocupación desde el poder por unas edificaciones más seguras y más consis-tentes, al menos en los lugares más significativos de los señoríos, vid. J. González, Repobla-ción, vol. II, pág. 235. El fuero de Cuenca en su lib. IV, tit. XIII, cap. 2, señala: quien tovieresu casa cubierta de paja en la villa, cubrala de teja; si non, peche todo su pecho así como sino morase en la villa; et si tanto fuere porfioso alguno que non quiera cubir su casa de Teja,dénla a otro poblador que la cubra de teja, et aquel peche todo lo de ante todo su pecho. Estebreve texto manifiesta claramente la existencia de una clara jerarquización espacial y ademáscomo las construcciones quedan condicionadas por razones económicas.

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La existencia o no de casas tejadas y pajadas va a definir tiposde espacios. Las tejadas son más habituales en zonas urbanas, mien-tras las pajadas responden a una realidad de hábitat más ruralizado65.Sería también posible establecer esta contraposición entre rural y ur-bano al valorar la dicotomía domus/casa66. Esto se evidencia si con-traponemos dos documentos cercanos geográficamente pero con unasignificativa diferencia cronológica, que pensamos no condiciona larealidad analizada. En la cesión de propiedades efectuada a doñaSancha, en el primer tercio del siglo XIII, se constata los siguiente:omnibus bonis ad domos pertinentibus tam mobilibus quam immobilibus,videlicet pane, vino, ovibus, bobus, sarracenis. Estamos ante un hábitatindividualizado de un claro carácter rural, en cuanto a su articula-ción, aúna lugares de hábitat y de explotación económica que incluyeesclavos 67.

Esta realidad productiva también se puede adivinar en las ca-sas donadas en Estremera, en torno al 1300. Estas incluyen una cueva(posible zona frigorífica, según tradición de la zona, o zona de alma-cenamiento de vinos) y un corral para el ganado68. El tipo de hábitatdefinido es casi idéntico, pero unas limitan con otras en un ambientemás urbanizado que el que veíamos en Biedma y Villarrubia. La dife-rencia es ténue, terminológica, pero analizamos una sociedad dondeel simbolismo es muy importante y la sutilidad del lenguaje puedeservir para simbolizar determinados niveles de sociabilidad y urbani-zación.

Es habitual citar los domos junto a realidades productivas, pe-ro a veces se muestra una desvinculación del domo del espacio urba-nizado, adquiriendo un valor genérico como lugar de residencia, yasea este rural o urbano. En una cesión fechada en 1243, se dice: in Li-nares et novem arençadas vinearum et unam arençadam orti in villa etunum par domorum, se distinguen los domos de la villa, es evidenteque están fuera de ella69.

65 J. González, Repoblación, vol. II, pág. 266.66 Según Carlos de Ayala, esta dicotomía representa una dualidad excluyente cuando se valo-ran los elementos que constituyen de la hereditas (ob. cit. pág. 311), para afirmar que comoconsecuencia de la constatación del solar/suelo como unidad productiva familiar por excelen-cia, se va produciendo una tendencia a identificar casas y domos al definir los espacios de há-bitat (ob. cit. pág. 313). Pese a esta identificación, en mi opinión se mantiene el carácter ex-cluyente, dentro de la contraposición rural/urbano.67 M. Rivera, La Encomienda, pág. 334, nº 117.68 A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.69 Pub. J. González, Fernando III, vol. III, págs. 276-278, nº 717.

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Las casas de hecho van adquiriendo un valor de lugar indivi-dualizado de hábitat que de forma progresiva se aleja de todo refe-rente productivo. Un ejemplo significativo es la obligación que ad-quiere Gonzalo Rodríguez de Cornado y su mujer de reparar el cor-tijo y la torre de Azuaga. En ella se distinguen tres realidades: unagenérica, el cortijo, otra de hábitat, las casas y las labores, referenteproductivo70.

Se podría argumentar que aquí aparecen casas en una realidadagraria y por tanto rural, sin embargo la justificación estaría ademásde una evidencia cronológica del documento (1295), en que este cor-tijo responde a una realidad de hábitat agrupada en él (que dará lu-gar a la villa e importante encomienda de Azuaga) y no dispersa co-mo es más característico en nuestro espacio rural, la Submeseta Sur.

Sin embargo disponemos de un texto que en principio contra-dice nuestra hipótesis de partida. En 1246, le son donados a la Ordende Santiago en Jaén, algunos domos que fueron de Rabif Zulema. Enprincipio estos domos son donados en un espacio difícilmente identi-ficables con una realidad rural, a no ser que estos domos pertenecie-ran al término y por tanto al espacio ruralizado de la ciudad de Jaén.Esto tendría sentido si tenemos en cuenta que la donación incluyeademás dos torres designadas con antropónimos islámicos que sí res-ponden a un ámbito rural. Sea como fuere, nuestras valoraciones sonpropuestas de interpretación y únicamente un contraste documentalfuera de la documentación santiaguistas podría verificar y rebatirnuestra especulación.

Debemos añadir como un dato más en cuanto a la estrecharelación entre el término casas y el espacio urbano que en el fueroromanceado de Cáceres, se habla de casas y no de domos como refe-rente de hábitat individualizado o las casas que son vendidas en laciudad de Mérida en la calle de Santa Olalla en 132771. Con el paso deltiempo el término casas se impone y la referencia a él como espaciode desarrollo individualizado, se utiliza en las zonas rurales y urba-nas72. Existen ejemplos ilustrativos: en una cesión en 1316 de deter-minados bienes en Balazote, Villanueva de la Fuente y Ascoy, térmi-no de Cieza, en favor de los santiaguistas se dan en Balazote, aldea de

70 M. Garrido, Documentos de la O. de Santiago, págs. 31-32.71 A.H.N., Uclés, carp. 199, nº 2.72 Ciertamente el triunfo de las lenguas romances sobre el latín en la documentación podríaexplicar esta consolidación de la casa, para definir ambas realidades. Parece lógico suponerque la dualidad casas/domos, sólo es posible de analizar en la documentación latina o en víasde transición hacia el romance.

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Alcaraz, todas sus casas y heredamientos, molinos, viñas, huertas,montes ríos fuentes y pastos; En Ascoy se entrega torre, cortijo, casasheredamientos labrados y por labrar, molinos, huertas, montes, ríos,pastos y términos. Cuando el texto comienza a concretar la cesión sealude a que en Balazote se entregan hombres, mujeres, su torre y cor-tijo con lo que tienen términos, dehesas, entradas, salidas, casas, casa-res, huertas, árboles frutales, prados pastos, yerbas, aguas lleneras, yetc73.

Es obvio que el término casas, alude a la referencia de hábitatindividualizado en el ambiente rural caracterizado por esos cortijosdefendidos por sus torres que no son como veíamos sino un recuerdode la antigua organización del poblamiento islámico en alquerías ycasas dispersas74.

Nos quedaría por definir como son estas casas o domos. Cier-tamente no existen referencias de su articulación en época cristiana.Conocemos mucho más del mundo islámico y desde la perspectivade la arqueología75. Estas casas que como decíamos tienen una mediade 172 m2, se dispone en forma trapezoidal, en torno a un patio cen-tral. Existen estancias principales que se cubre de tejas y donde en-contramos pavimentos y bancos corridos (zona de hábitat propia-mente dicha) y unas secundarias con un suelo peor trabajado y quepudieran corresponder con zonas de actividad artesanal o establos.Cuentan además con habitaciones donde se han encontrado, zonas decocina , que servirían para almacenar la comida, comer e inclusodormir; No existen letrinas o fosas sépticas.

Sus construcciones son con cimentación en mampostería o le-chada de mortero apoyada en la roca. Sobre ella se eleva el tapial, cu-yos lienzos son de composición heterogénea, el tapial estaba formadopor tierra y mortero distribuido en franjas, con predominio de tierra.Existía un enlucido exterior que las protegería. Las casas tendríanasociados espacios libres y huertos.

73 M. Rodríguez Llopis, Documentos del siglo XIV-XV, págs. 1-2, nº 1.74 Este es uno de los poblamientos característicos de la zona murciana, cuyo aspecto no esesencialmente diferente del desarrollado en las Sierras del Segura y en el Campo de Montiel,vid. M. Rodríguez Llopis, “Repoblación y organización social del espacio”, pág. 8.75A este asunto se dedicó un congreso monográfico en 1990, La Casa hispano musulmana.Aportaciones de la Arqueología, Granada, 1990. Los estudios de Bertrand, Maryelle; Cres-sier, Patrice; Malpica Cuello, A. y Rosselló Bordoy, G. “La vivienda rural medieval de ElCastillejo (Los Guajares, Granada), págs. 207-227, o el de Izquierdo Benito, R. “La viviendaen la ciudad hispano musulmana de Vascos (Toledo)”, págs. 147-162, son dos buenos ejem-plos.

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En principio las casas de nuestras zonas de estudio no se aleja-rían mucho de esta realidad. Sabemos y hemos citado que existían te-chadas con teja y paja, distinguiéndose en la documentación las teja-das o no. Al igual que las islámicas disponían normalmente de dosplantas, y su construcción en adobe y otros materiales como la made-ra, ha hecho que no perduren y que fueran tan frecuentes los incen-dios76.

Disponemos de un documento que nos permite un acerca-miento a la construcción de cortijos en nuestra zona de estudio yaunque tardío puede revelar alguna luz, sobre los sistemas construc-tivos al menos en la zona de Segura de la Sierra. El documento se fe-cha en 1347 y hace referencia a la encomienda de Caravaca77.

El comendador de este lugar se compromete a construir unafortaleza en esta guisa: una torre con un cortijo enderredor della que sea dequinze tapiales en alto et que aya en ella tres terminados, et del çimiento de-lla fasta el primero terminado que sea la tapia de ocho palmos en ancho, et delprimero fasta el segundo terminado que sea la tapia de seys palmos en ancho,et del segundo terminado fasta el terçero terminado que sea dessa anchura latapia. Et del dicho çimiento fasta el dicho primero terminado que sea la lavorde argamasa o de piedra et de cal, et los otros dos terminados de tierra et decal. Et el cortijo que sea de diez tapiales en alto con su peytril et menas, etque sea la tapia de çinco palmos en ancho, et la lavor del cortijo que sea fechade tierra et de cal.

Este detalle en la disposición de muros y en su estructura de-lata varias evidencias de interés. En primer lugar, cómo desde el po-der, existe una preocupación por la definición del espacio que debeser articulado, estableciéndose mecanismos para asegurar unas cons-trucciones con unas calidades concretas78, la preocupación de la Or-den, por organizar su espacio productivo y social se constata de for-ma fehaciente. Pero es más, esta descripción permite intuir las calida-des constructivas de los lugares ocupados por la Orden, que sin du- 76 Vid. J. González, Repoblación, vol. II, págs. 265- 267, que nos habla además de diferentestipos y niveles de casas en función de sus precios (pág. 269), resulta muy significativo queestas casas se agruparan en núcleos y que como veíamos para las islámicas las zonas sanita-rias, baños, letrinas y demás sean comunales o públicos (págs. 262-263). Algunos documentosnos han dejado constancia de la construcción en madera de muchas casas, como por ejemploen Fuentidueña, vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 464-466, nº 245.77 Torres Fontes, J. Documentos de Cehegín, págs. 133-135, nº 12.78 Sin embargo estas calidades estarán en función del precio de la construcción la piedra esmucho más cara y seguramente solamente se utilizaría en la construcción central que debe re-sistir el peso, siendo el resto en madera, con ello el comendador ahorraba una cantidad signi-ficativa.

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da, se preocupó como hemos tenido ocasión de comprobar, por defi-nir en sus fueros, los tipos y materiales de los hábitats a utilizar, enmuchos casos para prevenir catástrofes como incendios. Pero es más,el número de pisos y demás exigencias, sin duda, responden a unanecesidades productivas pero también defensivas muy concretas,aunque la defensa no sea lo esencial en esta construcción.

Por último esta descripción y la importancia que se da a la de-fensa de esta zona teóricamente productiva no hace sino verificarnuestra hipótesis, sobre la estrecha relación que existe entre las alque-rías islámicas y los cortijos con sus torres que se extendieron en losseñoríos santiaguistas, donde las realidades espaciales heredadas delos musulmanes, constituyen la esencia del modo de articulación yorganización de los espacios conquistados que la Orden reestructurapero respetando unos elementos espaciales y defensivos plenamenteoperativos.

d.2 El quiñón.En general como hemos señalado el poblamiento y articula-

ción espacial en las zonas de Segura de la Sierra y Montiel así comoen amplias zonas de Extremadura se caracteriza por dos realidadesmuy concretas. Grandes centros nuclearizadores de un ámbito aldea-no que jerarquizan este espacio y por otro un hábitat disperso en cor-tijos defendidos por sus torres. Estas realidades delatan una tenden-cia ganadera pero también una debilidad demográfica que necesitaconcentrar la población en lugares fáciles de defender debido a posi-ciones fronterizas incluso durante el siglo XIII.

Esta dispersión y organización se complementa en el Tajo conuna alta concentración de propiedades en torno al río donde la fuerteparcelación de la explotación agraria, nos da la imagen de un hábitatabigarrado de pequeñas porciones de producción y unidades algomás significativas. El quiñón se convierte en referencia de produccióny captación del paisaje, ocupado por grupos unifamiliares que repre-sentan la familia nuclear clave de la explotación feudal. Es también launidad de tributación de la Orden. A nivel de organización social delespacio, el quiñón, constituye el espacio atribuido a cada pobladorque le da una serie de derechos como vecino de un lugar poblado yen muchos casos vasallo de la institución propietaria de ese lugar.

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Este quiñón es el elemento de ocupación esencial en la Man-cha79, estableciéndose una relación estricta entre yugada - quiñón80,que permitiría establecer que el quiñón en nuestra zona equivale alnivel social y productivo del solar en la zona norte. Este marco tuvouna importancia productiva de primer orden como explotación de ce-real81 que se vio complementada con las aranzadas para las viñas82,ambas realidades productivas mantienen una estrecha relación con elnúmero de habitantes de diversos lugares, el número de quiñones yaranzadas mantienen una correspondencia con la cantidad de pobla-dores83.

El quiñón es el elemento de articulación espacial y productivapor excelencia en la zona del Tajo. Pero se ve complementado porotras realidades esencialmente productivas que aparecen perfecta-mente detalladas en un documento fechado en torno a 1300 que nostransmite una profunda parcelación de la producción y confirma lasaportaciones citadas sobre la extensión del quiñón y la aranzada84.

La primera referencia que aparece son unas casas con unacueva y un corral para ganado. En principio debemos intuir una con-centración de la producción intensiva, huertos y majuelos de viña. Seda también en este documento la mitad de una villa, la de Manzano,que sin duda, hace referencia a una aldea, lo que no hace sino confir-mar la identificación terminológica entre estas dos realidades, que yahemos señalado a lo largo de estas líneas.

79 A esta conclusión llega C. de Ayala, “Las Ordenes Militares y la ocupación del territoriomanchego (siglos XII-XIII)”, en Actas Congreso conmemorativo del VIII Centenario de laBatalla de Alarcos, Cuenca 1996, págs. 47-104.80 Esta relación la establece García de Valdeavellano, J.A., La sociedad rural en la EspañaMedieval, Madrid, 1988, pág. 68. Esta relación a partir de la documentación mozárabe es es-tablecida por J. González, Repoblación, págs. 184-185.81 Este quiñón equivale como hemos visto a la tierra que puede explotar un yugo de bueyes oyugada, que en castilla equivale a treinta y dos hectáreas, vigentes en Cuenca y Ciudad Real,aunque en Albacete corresponde a treinta y cinco. Su capacidad productiva equivale a ochocahíces de sembradura, aunque no se puede establecer una generalidad, ya que, a veces equi-vale a siete, vid. J. González, Repoblación, vol. II, págs. 188-199.82 La aranzada equivale a un 1/60 yugada, que parece podía arar un yugo y con un rendi-miento muy elevado, la aranzada en Toledo equivale a 400 estadales (44,7 áreas), vid. Ibid,pág. 188.83 Esta relación productiva entre quiñón y aranzada, ha sido puesta de manifiesto para los se-ñoríos calatravos por E. Rodríguez-Picavea, La formación del feudalismo, págs. 204-205. Laestrecha relación con el número de pobladores la ha comprobado J. González, en el Campo deSan Juan, Repoblación, II, págs. 190.84 A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.

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La realidad de un entramado de vías de comunicación entrelas diferentes propiedades de la Orden se adivina en las numerosasreferencias a carreras, que se ve complementada con la actividad ga-nadera donde aparecen numerosas cañadas y pequeñas vías pecua-rias (cañil). La gran cantidad de pedazos junto a las aceñas evidencianesa parcelación de la producción y de la tierra en las zonas cercanas alrío Tajo, pero también a otros cursos, como la vega de Villella, entreotras.

Pedazos, fazas e incluso la mitad de pedazos, evidencian laprofunda parcelación. Aparecen lugares de almacenamiento (pajares)y junto a los quiñones, en general de explotación de cereal encontra-mos viñas a surco. Los quiñones, son una referencia permanente si-tuándose unos junto a otros85. Podemos concluir que en la zonas dealta rentabilidad productiva, se produce una parcelación muy pro-funda que también supone una amplia humanización del paisaje.

En conclusión, existen en nuestra zona de estudio una relaciónentre cuatro elementos de articulación espacial que se repiten en almenos una decena de documentos. Me refiero al trinomio iglesia, vi-lla, castillo al que debemos unir el término. Estamos ante los elemen-tos esenciales que conforman un hábitat, ya sea, este rural o urbano.El referente de poder eclesiástico y el civil tienen sus elementos dearticulación al que se une un instrumento defensivo el castillo. Todoello se ve complementado por un entorno aldeano que engloba eltérmino. Ya hemos tenido ocasión de verificar como en muchos casosse dota a un lugar de aldeas y el tenor documental señala que es paradarle término. Baste señalar el otorgamiento de aldeas a Ocaña en1251, donde se dice E demas otorgamos vos por vuestras aldeas, que seande la villa de Ocaña, así como las soliedes haber, otorgamos vos las por ter-mino (a continuación se detallan)86.

d.3 El papel organizador de las unidades eclesiásticas.Es necesario, aunque sea de forma somera, analizar la articu-

lación eclesiástica en los señoríos santiaguistas, que en muchos casos,se añade a la civil pero que en otros, resulta el elemento articuladorprimigenio junto con el castillo.

Las iglesias constituyen como hemos ido evaluando el ele-mento esencial de organización eclesiástica, pero también civil. No 85 En general una gran propiedad, marcada por la pequeña explotación de la tierra, es una delas claves de la articulación espacial, al menos para el prof. Cortazar, La sociedad rural, pág.147.86 A.H.N., Uclés, carp. 243, vol. I, nº 15.

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tendrían sentido si no las virulentas disputas mantenidas entre la Or-den y el arzobispo de Toledo por el control de la iglesias de la zonadel Tajo, pero sobre todo del Campo de Montiel.

El control de éstas y el de sus párrocos es un problema esen-cialmente de rentas que oportunamente estudiaremos, pero el com-bate por las construidas o por construir manifiesta como las iglesiasde la zona de Montiel condicionaron en muchos casos núcleos de há-bitat, incompresibles sin una iglesia en este momento. De esta formala ideología también influye en el paisaje. Es imposible concebir laarticulación espacial de un lugar en el período medieval sin la erec-ción de un centro de culto. Si a esto unimos la estrecha relación entrela articulación urbana, y la importancia que en cada collación tiene suparroquia estaremos en condiciones de valorar el papel espacial delos núcleos eclesiásticos.

Es cierto que las parroquias no tienen en nuestra zona el valordeterminante que adquiere en ciertos lugares norteños como el casogallego, donde es una referencia inexcusable en todo análisis del es-pacio, e incluso en muchas zonas de la cornisa cantábrica donde suvalor es esencial en la organización espacial87.

Las parroquias no son únicamente un mecanismo de encua-dramiento social y de organización espacial sino también en muchoscasos la base administrativa sobre la que asentar la fiscalidad señorialy andando el tiempo, concejil. Por poner un ejemplo de la estrecharelación entre parroquias, iglesias y la articulación civil del espaciosirva citar un documento de comienzos del XIII, referido a la zona delTajo88. Comprobamos que una forma de definir a los del lugar es conel termino parroquiano. En este documento son permanentes lasidentificaciones entre aldeas e iglesias, así como entre collaciones yparroquianos (se habla de parroquianos para Uclés, no utilizándosepara lugares que no cuentan con collaciones). Es frecuente en el textola expresión in illis aldeis quarum ecclesie. Es sólo un ejemplo de la pro-funda influencia de la organización eclesiástica en la articulación es-pacial de la Orden, que tuvo que contar, en sus modelos con el papelaglutinador poblacional de los centros de culto.

87 Vid. J.A. García de Cortazar, La sociedad rural, págs. 90-95 y Diez Herrera, C., La forma-ción de la sociedad feudal en Cantabria, Santander, 1990, quien dedica varios apartados alpapel de la organización eclesiástica como elemento de cohesión de las comunidades de valle,y de la parroquia como elemento de unión vecinal, págs. 39-44, págs. 90-92 y págs. 202-205.88 vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 274-276.

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A.1.2 El papel de los marcos y núcleos territoriales heredados de propiedades oformaciones anteriores.

La Orden de Santiago, se asentó en unos territorios muchos delos cuales fueron conquistados al Islam y otros que habían sido es-tructurados en épocas anteriores, básicamente en las repoblacionesllevadas a cabo por Alfonso VIII en Castilla y por Alfonso IX en León.Por tanto, en muchos casos se reutilizaron o reorganizaron realidadesespaciales anteriores.

En este apartado será nuestro objetivo concretar estos extre-mos. Para ello realizaremos un somera evaluación de las realidadesque encontraron los santiaguistas en cada una de las zonas estudia-das, estimando su peso específico durante la etapa musulmana para,a continuación, analizar algunos documentos que puedan esclareceralgunas de las hipótesis planteadas. Ciertamente hasta aquí hemostenido oportunidad de valorar la importancia y continuidad de algu-nos topónimos como la Armuña en la zona del Tajo y la importanciade los cortijos en determinadas zonas del sur de Extremadura y en lazona de Segura como continuidad de una realidad artículadora deorigen andalusí, las alquerías.

En el Tajo las pervivencias hispanomusulmanas que encuen-tran los santiaguistas son escasas pese a la importancia que esta zonatuvo como elemento defensivo y articulado de la Marca Media89.Donde existieron importantes ciudades islámicas como Uclés, denueva fundación y capital de la cora de Santabariya, que se fundóentre 775-776 por al-Fath b. Di-l-Num, sublevado contra el emir Abdal-Rahman I, a orillas del Bedija, como fortaleza a la vez que comopunto destacado de una red de comunicaciones con hábitat de me-diano tamaño90.

89 Existen dos interesantes trabajos sobre la zona de Martínez Lillo, Sergio, “ArquitecturaMilitar de ámbito rural de la Marca media (Al-Tagr al-awsat). Antecendentes y evolución”,Boletín de Arqueología Medieval, (1990), nº 4, págs., 135-171 y “ Estudio sobre ciertos ele-mentos y estructuras de la arquitectura militar andalusí. La continuidad entre Roma y el Is-lam”, Boletín de Arqueología Medieval, (1991), nº 5, págs. 11- 37. En ellos se analizan im-portantes fortalezas de la zona, como Talavera de la Reina, Vascos, etc. Además de su tesisdoctoral que resulta un interesante instrumento para comprender este espacio, vid. “La arqui-tectura militar islámica de Talavera de la Reina (Toledo). El primer recinto amurallado. Pub.en microficha nº ISBN 84-7477-2290-7, U.A.M. 1989-1990; de la que realizó un amplio re-sumen en “Arquitectura militar islámica en Talavera de la Reina”, en Actas del Primer Con-greso de Talavera y su Tierra, Toledo, 1992, págs. 177-200.90 Vid. Pavón, Basilio, Ciudades hispano musulmanas, Madrid, 1992, pág. 165, este trabajotambién dedica un espacio a Talavera y Vascos.

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Yaqut, geógrafo musulmán que describió la Península en eltránsito entre el siglo XII y XIII, nos informa sobre algunos lugares deinterés para nuestro estudio91. Sobre Oreja, nos informa que se tratade un hisn, situado entre Zorita y Toledo, ciudades de las que equi-dista diez parasangas; pertenece a las dependencias de al-Andalus, loscristianos lo tomaron en 113892. De Ocaña (Awqaniya), dice que es elnombre de un monte en el territorio de Toledo, en al-Andalus, deldistrito agrícola de al-Qasim; en el existen alquerías(qurà) y castillos(husun); También nos habla de Uclés resaltando su importancia comocapital de una cora93 y nos habla de Mora (Mura), del que dice que esun castillo de al-Andalus, dependiente de Toledo94.

Sin embargo, esta realidad hispanomusulmana prácticamenteha desaparecido cuando los santiaguistas reciben estas tierras y sóloalgunos topónimos recuerdan esta presencia95. La realidad espacialque encuentra la Orden es esencialmente la que se mantiene durantenuestro análisis96, dándose tres tipos de marcos: de una parte zonascon importantes concejos reales, fruto de la política de repoblación dela monarquía, sobre la que la Orden superpone sus estructuras depoder, esencialmente en estos casos, la Orden territorializa el poderde estos concejos en su entorno aldeano, les da término, mediantecartas de fuero, pero su influencia en la modificación espacial es esca-sa y prácticamente se concreta en el adehesamiento de las zonas noindividualizadas. Ciertamente la Orden jugará un papel muy signifi-cativo en la plasmación de la realidad urbana de lugares como Uclésy Ocaña, mediante la acotación de collaciones y la erección de iglesiasen las mismas.

El segundo marco espacial son pequeños castillos señoriales,donde una nobleza media había asentado su poder pero que no había

91 Su obra la transcribió y publico el Dr. Gamal ‘Abd Al-Karim, “La España musulmana en laobra de Yaqut (s. XII-XIII), Cuadernos de historia del Islam, (1974), nº 6 (Serie monográfi-ca).92 Ibid, pág. 67, nº 17.93 Ibid, pág. 80, nº 37.94 Ibid, pág. 293, nº 371.95 Algunos topónimos y restos de un pasado islámico que denotan un control exhaustivo sobrelos pasos del Tajo, con restos de castillos, todos con antecedentes islámicos nos referimos alos castillos de Oreja, Alboer y Alarilla, que fueron estudiados por H. Larrén, “Apuntes parael estudio del sistema defensivo del Tajo: Oreja, Alarilla y Alboer”, en Boletín de Arqueolo-gía Medieval, (1988), nº 2, págs. 87-95.96 Sobre esto primeros momentos de repoblación de la zona puede resultan sugerentes lasideas aportadas por Pastor de Togneri, Reina, “Poblamiento, frontera y estructura agraria enCastilla la Nueva (1085-1230)”, C.H.E., (1968), nº 47-48, págs. 171-255.

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tenido fuerza para organizar estas zonas. Pedro Martínez de Ocariz,los hermanos Riquer en Dos Barrios, doña Orabuena y otros noblesde una extracción media monopolizan estos castillos, pero han sidoincapaces de articularlos social y productivamente. La Orden se en-cargará de organizar estos territorios, dotarlos de términos y andandoel tiempo desarrollar una red comendataria que hemos estudiado ensu expansión geográfica y que valoraremos en el plano de organiza-ción espacial del poder interno de los santiaguistas. La dotación defueros, la adecuación de los existentes permitirá el desarrollo espacialde estas zonas.

Un tercer elemento son las comunidades aldeanas formadasesencialmente en torno a la explotación de las vegas de los ríos y muyconcretamente en la explotación de molinos. Este es el caso de las or-ganizadas en Aranjuez, en Almaguer, en torno al Riánsares y en To-rrelengua, en la vega del Cigüela. Estas comunidades aldeanas queexplotaban de forma solidaria el enorme potencial hidráulico de lazona, va a ir cediendo mediante pequeñas ventas una serie de por-ciones de explotación de su entorno.

La Orden va a aprovechar esta importante mano de obra, ge-neralizando un proceso de feudalización que se concreta en el triunfodel quiñón como elemento esencial productivo, fiscal y de alinea-miento social. Las dificultades de la Orden, en esta zona, para impo-ner un modelo espacial se deben a una articulación previa muy pro-funda que dificulta el desarrollo de las estructuras feudales.

En Montiel la articulación espacial es fruto de la acción de laOrden de Santiago. Los santiaguistas encontraron unos antecedentesislámicos, pero excesivamente ruralizados. El Campo de Montiel,como señalamos era un balad, esto es, un gran espacio controlado poruna importante fortaleza en Montiel97. Este castillo podría tener el ca-rácter de una pequeña ciudad que vertebraba un amplio territorioque se encontraba desarticulado en su mayor parte, si exceptuamospequeños husun en su entorno como Almedina, o fortalezas fronteri-zas como Eznavexore.

La realidad del Campo de Montiel islámico es la de una zonapoco estructurada y con una vocación agrícola muy ruralizada y au-tárquica. La Orden reorganizó este territorio con base en tres grandescentros nuclearizadores, Alhambra al norte, auténtico baluarte de 97 Al menos durante el siglo el siglo X, los límites de la Cora de Jaén llegan hasta Mahallat al-Gadr o al-Gudur (Campamento de las Lagunas de Ruidera), con lo que el Campo de Montielpodría estar inserto dentro de esta entidad administrativa, que también incluiría la Sierra deAlcaraz, vid. J. Vallvé, La división territorial, pág. 274-275.

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control del Guadiana a partir de su entorno aldeano; Montiel, en lazona central, que mediante una amplia red del binomio castillo-iglesia consolidó una trama defensiva en torno a este enclave conver-tido en un ámbito urbano de carácter medio, donde se centralizó laactividad comercial y ganadera. Y por último, una red de fortificacio-nes en el sur cuyo ejemplo más significativo es el castillo de Santiagode Montizón que le sirvió de base para su penetración en la otra granplataforma adyacente la zona de Segura de la Sierra.

La erección de un número cercano a cincuenta iglesias en unperíodo de treinta años, es una muestra de la profunda reestructura-ción que la Orden acometió en esta zona donde la ganadería es elelemento que explica un hábitat muy diverso. No debemos olvidarque la cañada conquense cruzaba de norte a sur el Campo y que laOrden dispuso de un control efectivo sobre la misma.

Esta profunda reestructuración de la zona se vio frenada portres hechos de especial relevancia, que explican el relativo abandonoulterior de este territorio, pese a una reorganización en la Baja EdadMedia. Por una parte, las ambiciones del arzobispado de Toledo, lle-varon a un largo litigio por el control de las iglesias de Montiel que laOrden perdió y que trajo como consecuencia, un segundo hecho rele-vante, la expansión por las Sierras de Segura, que garantizaron mejo-res pastos y una posición fronteriza que revitalizó el expansionismosantiaguista. En tercer lugar, la Corona también frenó la expansión deesta plataforma hacia el Este, con el eterno conflicto con el concejo deAlcaraz que limitó su expansión por tierras albaceteñas, que tambiénse vieron frenadas por el rápido crecimiento del señorío laico de donJuan Manuel que cercenó las posibilidades de expansión hacia el este.

Todo ello llevó a la Orden a concentrar sus esfuerzos en Segu-ra de la Sierra, que se erigió en Encomienda mayor a mediados delsiglo XIII, lo que supuso una expansión santiaguista, desde esta basehacia la zona giennense y murciana.

Pese a todo, el Campo de Montiel, tal cual hoy lo conocemos,fue una creación de los santiaguistas que desarrollaron en él, unafuerte jerarquización del espacio, con un núcleo en Montiel, que hallegado hasta nuestros días. Su hábitat disperso pero fuertemente ar-ticulado en torno a centros de poder, se debe a las necesidades gana-deras de los santiaguistas, que tuvieron en la zona una importanteárea de pastos y acceso a los recursos acuíferos, como ponen de mani-fiesto los acuerdos suscritos con calatravos y sanjuanistas en los añostreinta del siglo XIII.

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Por tanto, el Campo de Montiel se caracteriza por ser un há-bitat disperso, bien organizado en torno al binomio iglesia-castillo,donde prima la actividad pecuaria, no tanto por su riqueza de pastoscomo por su riqueza de aguas (la extensión de aguas subterráneas enel Campo de Montiel, es impresionante, con gran proliferación de po-zos).

Segura de la Sierra, es sin duda, la zona en la que existe unaclara continuidad con el pasado islámico, continuidad productiva,continuidad poblacional y también continuidad espacial. Para Yaqut,Segura de la Sierra es el nombre de una ciudad en al-Andalus situadaal norte de Murcia. Fue residencia del gobierno del emir almohadeHamsak, uno de los reyes de este territorio98. La zona correspon-diente a este grupo de encomiendas estuvo, dentro del distrito de Se-gura que se hallaba dentro de la Cora de Jaén, donde se incluiríanYeste, Ferez, Socovos y el resto de localidades albaceteñas del sur dela actual provincia y de la Cora de Tudmir, que incluye lugares comoBalat al-Suf (Balazote, calzada de la lana), Huescar, Galera, Castril,Moralla y gran parte de las encomiendas murcianas y albaceteñas deleste que andando el tiempo se integraron en la Orden de Santiago99.

Este territorio se caracterizó como vemos, por una centraliza-ción del mismo entorno a Segura, que permaneció durante la primeraocupación cristiana como gran centro nuclearizador de la zona100,acompañada por la significación alcanzada también durante épocaislámica por Quesada (núcleo jerarquizante de las posesiones del ar-zobispo toledano en la zona)101.

Segura por tanto se convirtió en el elemento vertebrador de unextenso territorio que se extendió por tierras albaceteñas, murcianas,granadinas y gienenses, articulándose y conservándose, un núcleocentral como Segura protegido por una red de husun102 que organizansu entorno, y también por una red de alquerías (convertidas luego encortijos), que son elementos de producción y defensa, que perdurandurante la ocupación cristiana. 98 Gamal ‘Abd al-Karim, “La España musulmana”, ob. cit., pág. 199, nº 192.99 vid. J. Vallvé, La división territorial, pág. 284-288, incluye un interesante mapa sobre estaCora de Tudmir y su extensión, que fue de gran importancia.100 Idea compartida por M. Rodríguez Llopis, vid. “La evolución del poblamiento”, ob. cit.,págs. 9-11.101 Según Yacut, se trata de una fortaleza y de una ciudad dependiente de Jaén, en al-Andalus., vid. Gamal ‘Abd al-Karim, “La España musulmana”, ob. cit., pág. 238, nº 264.102 Sobre la función defensiva de los husun, resulta muy interesante el trabajo de Acien Al-mansa, M., “Sobre la función de los husun en el sur de Al-Andalus. La fortificación en el cali-fato”, en Coloquio Hispano-Italiano de Arqueología Medieval, Granada, 1992, págs. 263-274.

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La explotación agraria intensiva, con gran cantidad de huertay con sistemas de riego muy avanzados es posible gracias a la conti-nuidad de la población musulmana que aparece de forma muy claraen la documentación. En ámbito de Segura de la Sierra a diferenciadel Campo de Montiel, la Orden superpone unas estructuras de po-der sobre una organización espacial esencialmente islámica que semantiene y que tan sólo se feudaliza y jerarquiza. Únicamente las ne-cesidades defensivas de algunos castillos al sur como Galera y Hues-car, obligan a un poblamiento cristiano, en la zonas fronterizas, perola producción y el gran grueso de población es musulmana, como re-fleja incluso la tributación a la iglesia. Recordemos el acuerdo con elobispo de Cartagena que diferenciaba en sus impuestos las territoriospoblados por cristianos y musulmanes103.

Por tanto Segura se caracteriza por una continuidad espacial ypoblación con la etapa islámica, pero muy feudalizada104 y donde elcarácter de frontera se mantiene durante todo nuestro período de es-tudio, lo cual condiciona la pervivencia de importantes fortificacionesfrente a Murcia, por poco tiempo y contra Granada. Esta realidad es-pacial esta muy condicionada por una agricultura de regadío y úni-camente sus zonas de sierra sirven de pastos de verano para los ga-nados santiaguistas que se traían hasta aquí dentro de la transhu-mancia y ganadería extensiva desarrollada por la Orden. Frente alCampo de Montiel la dedicación pecuaria es aquí más escasa y pre-domina la agricultura hortofrutícola y alguna explotación autóctonacomo las pegueras que oportunamente analizaremos.

Extremadura es la zona sin duda más problemática, por que sies cierto que conocemos con cierto detalle su realidad cristiana, llamala atención la escasa pervivencia documental, de una herencia islámi-ca, más rica máxime cuando nos encontramos ante una zona donde lapresencia almohade se perpetuó hasta 1230.

Algunos trabajos han pretendido profundizar en la realidad yantecedentes islámicos de esta zona, pero su marco de estudio se hacircunscrito al espacio comprendido entre el Sistema Central y el Ta-jo, donde destaca Coria como importante núcleo vertebrador con unaimportante medina y con una significativa población. La imagen quenos transmiten es una realidad espacial con una gran centro, rodeadade husun defensivos de escasa importancia demográfica rodeados de 103 Bullarium, págs. 211-212.104 Esta continuidad es tan significativa, que cuando se produce la revuelta mudejar, la reper-cusión es tan profunda que monarcas y papas deben acudir en socorro de estas zonas para in-centivar un poblamiento mermado por esta sublevación.

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alquerías con finalidad económica105. Estos trabajos muestran comoentre 1142 y 1230, el Tajo se convierte en una frontera entre el mundoislámico y el cristiano, y que ninguno de los dos bandos consiguecontrolar ciudades al otro lado, esta frontera en opinión de los auto-res se consolida como fruto de la limitación de pasos existentes.

Esta zona queda marginada de la actividad repobladora cas-tellana y a partir de 1170 de las ambiciones de los portugueses, con-centrándose el reino de León en su repoblación y conquista que fuelenta. Al otro lado del río, Cáceres y Trujillo, sin gran importancia enla época islámica se consolidan como importantes plazas fuertes,provistas de imponentes albacares, utilizados para acantonar tropascon las que instigar a los cristianos106.

Durante estos momentos de constantes razzias entre uno yotro lado los almohades refuerzan los castillos y construyen otrosnuevos en las vías de enlace entre las cuencas del Tajo, Guadiana yGuadalquivir. De estos momentos son los castillos de Reina y Mon-temolín y las reformas en las alcazabas de Trujillo y Mérida107. TorresBalbás nos concreta algo más sobre las alcazabas de Reina y Monte-molín. Reina tiene una longitud de unos 120 m. por 70 m. de anchuray de tapial, la describe como más pequeña que Badajoz y que podríaalbergar un reducido caserío108. Las dimensiones de Montemolíntambién son reducidas 115 mts. por 50 mts, igualmente en tapial109.

Sin embargo el núcleo más importante durante la época islá-mica fue Mérida. Para el prof. Valdés, se trata de la fortificación islá-mica más antigua de la Península y constata que la fundación de Ba-

105 Estas ideas pueden contrastarse en los trabajos de Julian Clemente Ramos y Juan L. de laMontaña, “La Extremadura cristiana (1142-1230). Ocupación del espacio y transformacionessocioeconómicas”, en Historia, Instituciones y Documentos, (1994), nº 21, págs. 83-124. J. L.de la Montaña, “La Extremadura cristiana (1142-1230). El poblamiento” en Norba, (1991-1992), nº 11-12, págs. 199 y 220 y en J. Clemente Ramos, “La Extremadura almohade (1142-1248). Organización defensiva y sociedad” en A.E.M. nº 23, págs.106 Vid. Valdés Fernández, F., “La fortificación islámica en Extremadura: resultados provisio-nales de los trabajos en las alcazabas de Mérida, Badajoz y Trujillo y en la cerva urbana deCáceres”, en I Jornadas de Prehistoria y arqueología en Extremadura (1986-1990), recogidaen Extremadura Arqueológica, II, Mérida-Cáceres, 1991, págs. 547-557, concretamente losdatos sobre Trujillo y Cáceres en pág. 552. Muchas de las hipótesis plasmadas en este trabajose amplían en “Arqueología islámica de Extremadura: los primeros cuatrocientos años”, Ex-tremadura Arqueológica IV, Cáceres, 1995. págs. 265- 296, donde se centran en el análisis dela alcazaba de Badajoz.107 Vid. Valdés, “La fortificación”, ob. cit. pág. 553.108 vid. Ciudades hispanomusulmanas, vol. II, pág. 488.109 Ibid., pág. 489.

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dajoz es un intento de descabezar a los rebeldes emeritenses110. Méri-da fue además la sede de una importante kura. Sus limites en el sigloX, se extendían hasta el reino de Asturias y León e incorporaba Coriaentre sus posesiones. Llegaba también hasta Elvas, en Portugal, aun-que en la cuenca del Tajo Alcántara quedaba fuera de esta cora. Im-portantes núcleos como Medellin y Magacela, así como el castillo deSanta Cruz y Zafra pertenecían a su impresionante termino111.

Con estos antecedentes parece claro que los cristianos estruc-turaron su asentamiento en la zona en función de la realidad espacialheredada del mundo islámico. Como veíamos, Mérida, Montemolín,Reina y Montánchez, fueron los grandes centros articuladores del es-pacio extremeño, y si bien Montánchez no aparece citado en lasfuentes islámicas su importancia durante este momento sin duda se-ría relevante. Es también muy significativo que al igual que en épocaislámica, Mérida contó en los primeros años de ocupación cristianacon un impresionante término sin duda heredado de su relevanciaanterior.

En definitiva, esta zona se articuló a partir de los grandes nú-cleos desarrollados por los musulmanes y sólo a finales del siglo XIII,se concretaron nuevos procesos de ocupación espacial en la zonafronteriza de Segura de León y Azuaga, que darían lugar a impor-tantes encomiendas durante la baja Edad Media.

Sin embargo, un hecho llama nuestra atención, la inexistenciacasi completa en la documentación de referencias a la pervivencia decomunidades musulmanas sometidas o la continuidad de elementosproductivos, si exceptuamos algunos cortijos en el sur de Badajoz, sinduda, herederos de las antiguas alquerías islámicas de la zona. Posi-blemente una huida masiva ante el avance cristiano o una expulsiónen masa son las bases explicativas de este proceso que, no obstante,contrasta con una recuperación de elementos islámicos en los años fi-nales de la Edad Media112. Sus conclusiones no hacen sino añadir du-das a nuestra percepción sobre la permanencia o no de comunidadesislámicas que las fuentes silencian y para la que no contamos con in-formación.

110 Vid. Valdés, “La fortificación”, ob. cit., pág. 555.111 Vid. Vallvé, La división territorial, págs. 314-316.112 Resultan paradójicos algunos estudios sobre la importancia musulmana de determinadosenclaves ya en la Baja Edad Media, vid. González Rodríguez, A., Hornachos enclave moris-co, Mérida, 1990. este autor señala que su población musulmana se mantiene constante entre1495 y 1500 entorno a 425 moriscos (pág. 49).

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La evidencia extremeña contrasta con la situación en las Sie-rras del Segura, donde existe una pervivencia. Aquí parece que tene-mos una continuidad espacial debido a la profundas huellas dejadaspor el Islam, esencialmente con una tipología de fortificación almo-hade muy importante, que contrasta con el silencio de los textos. Qui-zás tras una inicial huida a las zonas seguras de al-Andalus, la pobla-ción fuera fluyendo lentamente tras las conquistas cristianas en otrosflancos y consolidándose unas poblaciones que alcanzaron su clímaxdurante los siglos finales de nuestro medievo.

Algunos documentos denotan esta utilización de elementosespaciales anteriores, en algún caso con una finalidad productiva, portanto, con una continuidad en la explotación y en otros, con una per-vivencia de la realidad espacial. En 1227 se vende en Torrelengua, untierra que es molinar desde la antigüedad. Su explotación bien pudie-ra remontarse a época islámica e incluso romana113. En el fuero deCáceres se citan los alcaceres, que no es una realidad espacial y pro-ductiva heredada del mundo islámico, deriva del árabe algacar, quees la torre más alta de una fortaleza114. La explotación de zonas comola Armuña, en el término de Estremera, que claramente hace referen-cia a una utilización anterior manifiestan esta continuidad producti-va. Pero es más, muchos documentos reproducen la expresión: comolo tenían en tiempo de los sarracenos. Estos enunciados son muy fre-cuentes en la zona de Segura de la Sierra y Extremadura, lo que nohace sino verificar esa importancia del sustrato islámico en ambaszonas115.

No obstante, en algunas ocasiones, no estamos ante antece-dentes islámicos, sino ante la continuidad de una realidad espacialdiacrónica, pero sin definir. Cuando se otorga Montánchez en 1230,se entrega con sus términos nuevos y antiguos116. Idéntica expresiónse utiliza en la donación de Galera117. Esta referencia a los términosantiguos se puede interpretar de diversas formas. Se pueden referir a 113 La pervivencia de una comunidad aldeana entorno a esta industria hidráulica podría hacer-nos pensar en una antigüedad del molino de época romana, vid. M. Rivera, La Encomienda,págs. 344-345, nº 132.114 Vid. J. Celador, Vocabulario Medieval, pág. 23, Publ. A. Floriano, Doc del Archivo. Muni-cipal de Cáceres, pág. 7-9.115 A esta expresión se alude entre otros casos, cuando se dona el castillo de Hornos en 1239,Pub. J. González, Fernando III, tomo III, págs. 197-199, nº 657. Igualmente en la donación deHornachos en 1235, se dice “con todos sus términos según los tenían en tiempos de los mu-sulmanes”, Vid, Ibid, págs. 69-71, nº 553.116 Pub. J. González, Alfonso IX, págs. 717-719, nº 620.117 Pub. M. Rivera, La Encomienda, págs. 396-397, nº 190.

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elementos romanos o quizás a los momentos previos a la conquista.En algún caso la referencia a un lugar poblado antes de los musulma-nes parece clara en 1239, se manda edificar un hospital para cautivosen Alcaraz en un lugar descubierto en ese momento y donde se des-taca su antigüedad: que queria fazer una casa de merced en los Sanctosques descobrieron en Alcaraz el vieio118 , resulta evidente que se trata dealgún lugar anterior a la ocupación andalusí, que por sus implicacio-nes religiosas se utilizan para estos fines. Muchas veces también latoponimia ayuda a concretar estos antecedentes, así topónimos comoCarabanchel y Belinchón de origen romano; Aloyón que significafuentes en árabe; Albalat, la calzada; Almaguer, canal de riego; Alge-cira, gran península o Almedina, delatan una huella dejada por el Is-lam en la toponimia de nuestra zona, aunque Roma dejó también unasignificativa impronta.

A.1.3 “Feudalización del paisaje”: jerarquización de las categorías territoria-les.

Este capítulo no puede concluir sin una valoración de lo quequizás es la esencia espacial del feudalismo, la feudalización del pai-saje y la jerarquización de las categorías territoriales. Como decimosse trata de una situación consustancial al proceso de feudalizaciónque, al igual que introduce relaciones de verticalidad en las activida-des políticas y sociales también las introduce en los aspectos espacia-les. Para algunos autores estos procesos son una respuesta efectiva alfracaso de otras políticas de organización social del mismo119. En lí-neas generales la feudalización del paisaje posibilitó su mejor articu-lación y con ello una mejor explotación de los recursos.

En los señoríos santiaguistas la jerarquización del espacio fuediferenciada, por las características de los diversos territorios, peroexisten realidades comunes a todos ellos. En primer lugar, sobre elresto de referencias espaciales que hemos analizado la Orden con-cretó una realidad espacial como referencia de poder, la red comen-

118 D.W. Lomax, “Apostillas”, ob. cit., pág. 29, nº 3.119 Esta es la opinión mantenida por Reina Pastor, quien dice que en la zona de la Mancha elfeudalismo con la consiguiente jerarquización de las estructuras espaciales fue la única formade articular una zona profundamente desarticulada y que estas iniciativas solventaron las ca-rencias de una débil monarquía vid. “La conquista cristiana de Castilla la Nueva y el desarro-llo de las estructuras feudales”, en Actas del I Congreso de Historia de Castilla la Mancha,Ciudad Real, 1987, págs. 127-135. Una opinión muy similar es la que mantiene M. RodríguezLlopis, para las señoríos santiaguistas en Albacete y las sierras, vid. “Evolución del pobla-miento”, ob. cit., pág. 9 y ss. y “Repoblación y organización”, ob. cit., págs. 19 y ss.

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dataria, que contaba al menos con dos escalones jerárquicos, las en-comiendas y las encomiendas mayores. Sobre ellas se superponenunas estructuras del poder maestral que en algún caso condicionan elespacio. Nos referimos a las encomiendas del Bastimento y a las dedi-cadas a Yeguas y Vacas, pero a esto dedicaremos un apartado mono-gráfico. Nos interesa ahora comprobar determinados procesos gene-rales que contribuyeron a esta feudalización y por consiguiente jerar-quización espacial.

Durante nuestro período de estudio se suceden y multiplicanlos acuerdos de límites, entre los respectivos términos de las propiasencomiendas santiaguistas. Por ejemplo, los límites entre Montemolíny Mérida, entre Mérida y Montánchez, o en su relación con otros se-ñoríos, los límites entre Segura de la Sierra y Quesada (que pertenecíaal adelantamiento de Cazorla en poder del Arzobispo), los límitesentre Lillo y Almaguer en 1241, por no hablar de los grandes acuer-dos suscritos con calatravos y sanjuanistas por delimitar su ámbito depoder en la Mancha o con los alcántarinos en Extremadura.

Todos estos acuerdos ponen de manifiesto una profunda de-limitación y feudalización del espacio y una percepción y captacióndel mismo muy importantes. En la medida, que su estructuración apartir de los acuerdos genera la consolidación de determinadas zonasde influencia frente a otras. Un acuerdo de límites, sea de la naturale-za que sea, supone una vertebración espacial desde unas determina-das premisas emanadas de los grupos de poder que generan jerarqui-zación espacial.

Las dotaciones forales, normalmente posteriores a la defini-ción del espacio que intentan articular, no hacen sino territorializar yjerarquizarlo , dando a éste una entidad jurídica que la dota de es-tructura vertical hacia su entorno, pero los fueros además acotan,adehesan, parcelan, crean ámbitos urbanos, son generadores de espa-cio nuevo, que aparece estructurado y controlado.

Pero hay más. Las adecuaciones espaciales a las vías pecuariasy comerciales generan ámbitos diferenciados que se organizan entorno a estas actividades, se crean mercados y ferias. Esto crea nú-cleos de articulación nuevos, los ganados deben parar en zonas, acce-der al agua, contar con pastos Ésto genera un paisaje diferente al or-ganizado en torno a una actividad agraria (esta disfunción será causade un conflicto secular entre ganadería y agricultura, que oportuna-mente valoraremos).

Por último, el asentamiento de la jurisdicción territorial ecle-siástica genera nuevos ámbitos de relación aunque también económi-

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cos. La Orden influirá decisivamente en esta organización territorial yesto no es sino una muestra de la feudalización espacial, que coarta lacreación o renovación de obispados, y condiciona la erección de igle-sias. El espacio eclesiástico se ve mediatizado por el poder feudal quelo jerarquiza y organiza según sus intereses.

A estos elementos generales se unen otros más particulares.Las dificultades de modificar y feudalizar el espacio en la zona delTajo, donde se hallaba más articulado, contrasta con el Campo deMontiel, donde su actual configuración se debe en parte a la feudali-zación y jerarquización medieval; o el caso de Segura condicionadopor su población musulmana y donde un potente concejo cristianotiene que jerarquizar su entorno aldeano de forma muy estricta al en-contrarse estas aldeas con una máxima población mudéjar. Sin em-bargo, en Extremadura, el problema fue conjugar un mosaico com-puesto por gran número de intereses, concejos de realengo y Órdenesmilitares que permitiera el establecimiento de potentes señoríos paratodos, y dentro de los señoríos santiaguistas un profunda feudaliza-ción y jerarquización que también se concreta en numerosas delimita-ciones entre lugares de la Orden.

La intensa feudalización, implica vertebración y en conse-cuencia jerarquización, dentro de las encomiendas santiaguistas. Esteproceso llevó a una profunda individualización de las unidades queconformaban las mismas, dando lugar sobre todo en Extremadura ySegura al surgimiento de un gran número de encomiendas más pe-queñas surgidas en el seno de potentes encomiendas como Segura oMérida. Esta situación es el resultado de una incentivación del poderconcejil en cada lugar, que progresivamente quiere tener su espaciodiferenciado y no subordinado, lo que genera no sólo conflictos entreellos sino un cuestionamiento del poder de los santiaguistas en mu-chos de éstos.

A lo largo de estas líneas hemos ido valorando distintas reali-dades documentales que evidenciaban esa profunda feudalización yjerarquización espacial en los señoríos santiaguistas. Añadiremos al-gunos documentos que pueden resultar ilustrativos, aunque poda-mos repetir alguno, citado con anterioridad.

La jerarquización más evidente es la ejercida por las villas consu entorno aldeano. En algún caso las aldeas deben suministrar o pa-gar a la villa determinadas cantidades. Es el caso de Moratalla dondelas aldeas tendrán hornos comunales o poyas, que deberán dar un pan

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por cada treinta cocidos120. La exoneración para los habitantes de lasvillas es en muchos casos una realidad; En Segura de la Sierra, los delcuerpo de la villa no pechan, cosa que sí harán los aldeanos121; en elfuero de Ocaña otorgado en 1251, se concede al maestre cien marave-díes y cincuenta al comendador mayor en concepto de yantar, quesólo se entregaran cuando acudan a la villa. Sin embargo, en estos ca-sos, los aldeanos estarán obligados a prestarles servicio y los de la vi-lla no122.

Esta feudalización que como vemos se manifiesta en una claradiscriminación hacia los habitantes de las aldeas que obviamente seven relegados por una relación vertical desde las villas, llega a todoslas circunstancias del devenir cotidiano de estos aldeanos. En Méridase dispone que los juicios y las penas no se impartan en las aldeas, si-no que se llevaran a Mérida a la cárcel del concejo, donde los alcaldesjuzgaran según el fuero o el derecho123. No siempre la constatación deun jerarquización espacial implica una jerarquización social al menosen los pagos. Es la situación en Dos Barrios donde se constata estafeudalización espacial pero que no se extiende al pago de los pechosque aquí son iguales, independientemente del lugar de residencia124.Sin embargo la constante es la subordinación aldeana: en Segura deLeón su fuero establece que “los pueblos que fueran en su términoque obedezcan a Segura”125. En 1275 se otorga al concejo de Montielque tenga como aldeas Alcubillas y Cózar, en las que no habrá juez,ni alcaldes. Éstas pagarán al juez y alcaldes sus soldadas126. Las villaspodrán enajenar vender y dar sus aldeas como se expresa por ejem-plo en el fuero de Santa Cruz en 1253127.

La significación de vivir en la villa queda de forma explícitaresaltada en la reforma foral del fuero de Ocaña en 1281. En él se dis-

120 Menéndez Pidal, Documentos, págs. 421-422, nº 313.121 vid. M. Rodríguez Llopis, “La evolución el poblamiento”, ob. cit., pág. 25, nº 1., en Seguracon el tiempo la feudalización del territorio fue creciendo en 1342, Vasco Rodríguez, concedea las aldeas de Segura que no pagaran la martiniega a cambio de dar al alcalde y al juez de lavilla, trescientos maravedíes anuales, Pub. Id, Documentos del siglo XIV y XV, págs. 13-14, nº7.122 Vid. A.H.N., Uclés, carp. 243, nº 15.123 V. Navarro, Historia de Mérida, págs. 43-44.124 M. Rivera, La Encomienda, págs. 391-393, nº 185.125 Apuntamiento, fol. 38r-v.126 Ibid, fol. 46 v., unos años antes en 1243, se había otorgado al concejo de Montiel la villa,sus aldeas y términos, quizás esta sería la relación jerárquica que deberíamos establecer en lascategorías espaciales, vid. Ibid, fol. 42v-r.127 Ibid. fol. 40 v.

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pone que los caballeros que puedan vivir en las aldeas que tengan ca-sa mayor en la villa con todos sus bienes donde deberán vivir al me-nos durante las tres pascuas. El nivel de feudalización ha llegado a suclímax, la concreción espacial que este texto da al prestigio social esdecisiva en este proceso128.

Algunos documentos sugieren de forma muy ilustrativa esajerarquización espacial y además esa concentración aldeana en tornoa importantes núcleos articuladores. Un ejemplo interesante es elacuerdo suscrito entre la Orden de Santiago y el concejo de Alcaraz,sobre términos de ambos. Se reparten las diferentes aldeas entre am-bos concejos, luchando por algunas en concreto como Villanueva dela Fuente y Gorgogí, que estarán en litigio durante muchos años, peroque demuestra como estos centros jerarquizan su entorno aldeano ydesde la lucha feudal por la imposición jurisdiccional se disputan al-gunas de ellas. En este texto se mencionan otros centros a los quesiempre se les añade su entorno aldeano del que dependen Segura,Santiago, Alhambra o Eznavexore son citados con unas aldeas queespacial, económica y socialmente dependen de estos grandes centrosque nuclearizan, articulan y jeraquizan su entorno129.

De forma clara, las villas y los centros urbanos feudalizaron yjerarquizaron su entorno aldeano, pero es necesario destacar que lafeudalización, provocó también una profunda vertebración espacial,cuyo ejemplo más acabado son las collaciones que representa elejemplo más concreto de articulación espacial de los ámbitos urbanos.Estas collaciones se convierten en marcos físicos de encuadramientosocial, se consolidan como marcos de integración social.

Aportan como veíamos en Usagre y Uclés, alcaldes y jueces alos concejos que dispondrán de unos órganos centrales que suponenuna superposición de poder sobre los alcaldes de las collaciones, queandando el tiempo pudieron desembocar en procesos de jerarquiza-ción en función de la distinta importancia de la collaciones, que comounidad espacial cuenta con una coherencia interna a partir de uncentro de culto, la parroquia, que centraliza y organiza cada barrio.

Estas collaciones que conforman el cuerpo de la villa, se con-solidan como centro frente a los arrabales extramuros, que sufrenprocesos de jerarquización espacial y social. Sirva como ejemplo, queen Fuentidueña, se dispone que el mercado se haga en el arrabal y noen el cuerpo de la villa, lo que implica sin duda, una jerarquización

128 D.W. Lomax, La Orden, págs. 275-277, nº 34.129 Vid. J. González, Fernando III, vol. III, págs. 254-257, nº 705.

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espacial, no sólo frente al entorno aldeano, sino frente a otros espa-cios que se van organizando con posterioridad al primer asenta-miento y reparto de tierra.

En definitiva dentro del ámbito urbano también la sistemáticaarticulación espacial genera procesos de feudalización y jerarquiza-ción, en función de la captación y distribución inicial de espacio. EnUsagre comprobamos como inicialmente los sexmeros y veinteros seapropiaban de un espacio. A partir de esta distribución primigenia,los nuevos pobladores ocupan un marco nuevo que tarda tiempo enintegrase en la villa, constituyendo los arrabales, sinónimos de espa-cios excluidos, el núcleo original, que los jerarquiza y feudaliza, paraluego integrarlos.

En conclusión, la feudalización del paisaje e incluso su organi-zación y articulación jerárquica, no siempre implicaron subordinaciónsino que en muchos casos supusieron una nueva estructuración mu-cho más productiva y operativa. No obstante, para algunos autorescomo J. Gautier-Dalché, la feudalización del entorno urbano cercenósus posibilidades económicas de futuro130. Este autor añade en susconclusiones una idea para el fenómeno urbano que es extensible alconjunto espacial articulado por el feudalismo: no existió espontanei-dad en la articulación espacial y en su organización, su concreción fueel resultado de la aplicación de unos modelos económicos que nece-sitan una racionalización del entorno.

Por todo ello podemos concluir que la Orden de Santiago, creóespacio, fuertemente jerarquizado donde la feudalización de los ele-mentos territoriales fue una constante. El estudio del territorio santia-guista ha permitido entrever muchas realidades productivas y socia-les que desarrollaremos a lo largo de este trabajo. Para nosotros el es-pacio se ha convertido en un sujeto historiográfico cuya valoraciónnos ayudará a comprender mejor la realidad de las sociedades que seasentaron en él.

A.2 Organización productivaLa estructura productiva de los señoríos santiaguistas es uno

de los temas más significativos de cuantos pretendemos abordar ennuestra tesis doctoral. No se trata del apartado más novedoso y desdeluego la metodología que aplicaremos no dista mucho de la utilizadaen muchos de los trabajos que han analizado en los últimos años elpotencial económico de numerosos señoríos en la Península, concen-

130 Vid. Historia Urbana, pág. 460.

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trados casi en exclusividad en instituciones monásticas, aunqueabiertos a nuevos marcos de análisis en los últimos tiempos131.

Será objeto de nuestro estudio la profunda transformación delespacio inherente a la intensa política santiaguista de ocupación y re-organización del mismo. Abordaremos una de las claves esencialesde la implantación feudal, la contraposición entre gran propiedad ypequeña explotación.

Nos centraremos en profundizar algo más en la valoración te-rritorial de núcleos productivos, en cierto modo ya intuidas en elapartado anterior pero incidiendo aquí en la territorialización delcentro de producción, aunque también nos interesan las unidades deproducción no territoriales.

La cabaña ganadera es tema obligado en todo estudio sobreÓrdenes Militares en la meseta sur, por lo que su análisis será abor-dado en este capítulo y por supuesto su relación con la agricultura,buscando en la medida de lo posible un estudio regional comparati-vo. Por último la explotación de los recursos naturales permitirá acer-carnos a la realidad productiva de los señoríos santiaguistas en la me-seta sur.

A.2.1. Hacia una generalizada humanización del paisaje agrarioEste primer punto de estudio aspira a la comprobación y valo-

ración documental de una realidad que a priori resulta plausible, estoes la constatación de que los procesos de vertebración llevados a cabopor la Orden, que necesariamente conllevan la puesta en explotaciónde nuevas zonas, a partir de un poblamiento intensivo, conlleva unaprofunda transformación espacial, sobre el hábitat heredado, ya seaeste natural o la pervivencia de estructuras anteriores.

En el apartado anterior aludíamos a un hecho significativo, laOrden de Santiago fue, ante todo, un agente de expansión de modode producción feudal en la Península, lo que inexorablemente provo-có una organización socio-productiva del espacio. Este proceso con-lleva la implantación de unas estructuras productivas y sociales quellevan a cabo unos hombres que progresivamente colonizan unas zo-nas y las dotan de unos elementos territoriales que, en muchos casos,

131 A los trabajos ya clásicos de Cortazar sobre el monasterio de San Millán, o al de Minguez,sobre el de Sahagún, debemos unir otros como el de Alfonso Antón, I, La colonización cister-ciense en la Meseta del Duero. El dominio de Moreruela (siglos XII-XIV), Zamora, 1986 o elMartínez Sopena, P., La Tierra de Campos Occidental. Poblamiento, poder y comunidad delsiglo X al XIII, Valladolid, 1985.

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no hacen sino modificar un ámbito antes agreste o sencillamenteabandonado.

Los hombres alteran y condicionan los marcos naturales don-de desarrollan su actividad y precisamente el proceso y momentohistórico que estudiamos pusieron las bases de unas zonas de coloni-zación y articulación que han servido de base a la organización espa-cial que hoy conocemos. La intensa ocupación del territorio que exa-minábamos al estudiar las encomiendas, produjo profundas trans-formaciones del entorno, una de cuyas consecuencias es la generaciónde importantes núcleos que permiten comprobar la gran modifica-ción de los marcos heredados 132. Esta nueva organización de la reali-dad aprendida, implantada por la Orden provoca la concreción deuna nueva materialidad, inherente al sistema, la profunda parcela-ción de la actividad productiva.

El afianzamiento poblacional fue un proceso gradual que llevóprogresivamente a un asentamiento más articulado. En determinadaszonas, esta evolución queda reflejada en las progresivas modificacio-nes forales que hemos ido comprobando en determinadas encomien-das como Ocaña, Montiel o Dos Barrios, donde tras un primer textoinicial, se inicia un proceso de modificaciones sucesivas, sin duda, re-flejo de la ampliación de los ámbitos de desarrollo que se tradujo ennuevas necesidades espaciales y organizativas que los fueros nos vantransmitiendo. Se parte de una situación inicial de desarticulacióncuya organización va desarrollándose poco a poco.

Tomemos como referente de esta situación inicial el fuero deEstremera de finales del siglo XII. En él se dispone que los que ven-gan a poblar tengan sus casas y heredades como los demás vecinos,es más, los que se queden deben establecer medianeo (limites) dondese dispersa la tierra, lo que nos indica una falta de vertebración inicial,donde los límites no están claramente definidos133. Los nuevos pobla-dores viven en tierras nuevas con límites imprecisos que sólo se de-limitarán cuando la afluencia humana lo haga necesario, en virtud dela necesidad de nuevas roturaciones.

Esta falta de cohesión inicial en los territorios ocupados, sinduda, se vincula a una situación de frontera que no estimula preci-

132 Conviene que recordemos la profunda articulación urbana en algunos de los lugares ocu-pados por los santiaguistas, como Mérida, Uclés o Usagre, donde la progresiva afluencia depobladores, da lugar a la creación de collaciones nuevas donde se concentran hombres y don-de como veíamos las casas se unen unas a otras dando esta imagen de aglomeración que im-plica uno nuevo nivel de captación del medio.133 M. Rivera, La Encomienda, págs. 241-243, nº 11.

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samente su consolidación territorial. Esta necesidad de ir transfor-mando el paisaje y con ello controlando de manera amplia nuevaszonas queda clara en las pueblas otorgadas a Villarubia y Monreal(Carabanchel) ambas en 1207. En la otorgada a Villarubia se disponeque la pueblen veinticinco pobladores a los que se otorga un espacioconcreto de forma exclusiva ya que el documento estipula que si vi-nieran más de la calzada in alá arrompe e lavre si quisiere, sed de la calzadain achá non coian134. El propio texto está estableciendo la distribuciónhumana en el espacio articulado y la modificación que esta provoca,al poner en explotación espacios diferenciados de los inicialmenteotorgados. Ello hace posible situar la legislación foral como el graninstrumento utilizado por los santiaguistas para producir la profundametamorfosis de los marcos gestionados por ellos.

Es más, algunos topónimos que aparecen en este documentono hablan de esta significativa ocupación. En este caso entorno al Ta-jo, la senda de Roi Pelaez, el val de Domingo Longoo, el Val de Ajos yel Val de Arnaldo, nos están situando una humanización intensiva deeste espacio135.

Esta realidad se repite en Monreal que se da a poblar según elfuero de Ocaña136 y es el caso también de Montealegre que se otorga aun número de pobladores concreto, dieciséis con lo que podemosafirmar que la Orden estimuló la aprensión de un espacio que supusola implantación de una racionalidad productiva137.

Esta vinculación entre el estimulo poblacional y la racionali-dad de la densidad adecuada no se circunscribe a estos momentosiniciales de ocupación sino que es una constante en el modelo instau-rado por la Orden, en Fuentidueña. El texto foral otorgado insiste enlos inicios del siglo XIV, establece que en la zona de ocupación delcastillo del lugar, no puedan vivir más de sesenta pobladores (art. 1 y11), debiendo ocupar el resto de habitantes que pudieran venir losarrabales (art. 5); lo que demuestra que la aprensión del territorio y sumodificación se realizó de forma perfectamente dirigida138. 134 Ibid. págs. 268-269, nº 55.135 Que nos ha dejado un reflejo en la toponimia, como la Puebla de Almuradiel, la de SanctiSpiritus, o alusiones más tardías que nos habla de ese poblamiento como en 1312, cuando serefieren de forma diferenciada al castillo y puebla de Feria, vid. Bullarium, págs. 266-267.136 Menéndez Pidal, Documentos, pág. 420, nº 311.137 M. Rivera, La Encomienda, págs. 297, nº 88.138 Ibid, págs. 464-466, nº 245. Son muchos los ejemplos que podrían citarse entre otros, co-mo se da a poblar Añador en 1224 con partes muy concretas de su entorno como el cuarto deAlcardete y Gúzquez (págs. 332-333, nº 114), o Torre de Don Morant (Torrebuceit), que seotorga en exclusividad a setenta pobladores (págs. 363-364, nº 155).

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El asentamiento gradual puede rastrearse en otro tipo de in-formaciones que además sitúan la esfera de lo cotidiano. Me refiero alos documentos que nos han transmitido los productos que se trans-portan hacia la zona del Tajo y que pagaban portazgos en Ocaña yAlarilla139. Estos productos no hacen sino hablarnos de la importanciapoblacional que es consumidora de ellos.

Se nos transmite una realidad muy organizada socialmenteque dispone de una dieta muy completa con carnes, pescados, fruta,hortalizas y legumbres (garbanzos). Las carnes son variadas: cerdo ycordero, igual que el pescado: sardinas, pixotas —actuales pijotasmuy apreciadas en tierras onubenses— y lo que se denomina pescadofresco que suponemos se coge en la zona. Consumidora de tejidos,como pieles para forros, lino, lana, el fustán, aunque también se co-mercializan los productos terminados, vestidos y se corrobora unmercado artesanal de utensilios para el hogar y un comercio de lujoen cuanto a vinos de diversa calidad y productos alimenticios y sun-tuarios que denotan una profunda gradación en los consumidores.

Este intenso comercio antes de 1230, está poniendo de mani-fiesto la profunda ocupación espacial de, al menos, la zona del Tajo,donde el elemento humano es significativo y está tan asentado quepermite un comercio importante. Este comercio necesitó de unasadaptaciones del espacio que lo alteró significativamente, la necesi-dad de adecuar los pasos, la construcción de puentes y la dotación demarcos de intercambio como ferias y mercados, modificó el entornode este curso fluvial que la Orden, vertebró con la territorializaciónde su poder en la zona a partir de una amplia red de encomiendas.

a) La necesidad de delimitar los nuevos territoriosEsta presencia cada vez más acusada de población lleva antes

de 1240, al establecimiento de sendos acuerdos en la zona de análisiscon el resto de agentes colonizadores. Por un lado entre las posesio-nes sanjuanistas y santiaguistas más al norte140 y por otro a una preci-sa delimitación entre el Campo de Calatrava y el Campo de Montielen 1239141.

Estos acuerdos con una clara dimensión económica esencial-mente ganadera, ponen de manifiesto que la profunda transforma-ción del paisaje, aunque nos encontremos con poblaciones dispersas,

139 Vid. D.W. Lomax, La Orden, págs. 277-278, nº 35.140 Lomax, La Orden, págs. 257-262, nº 24.141 M. Rivera, La Encomienda, págs. 375-377, nº 172.

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genera la necesidad de delimitar las zonas de ocupación que anteseran innecesarias.

En el acuerdo con los sanjuanistas se alude a los villares quelos vasallos de una y otra Orden han hecho en los territorios quequedan bajo la autoridad de la Orden contraria que muestra de formameridiana esta profundo arraigo poblacional. Los medianeos y la ar-ticulación de mojones no son sino el reflejo de una necesidad de ex-pansión espacial obligada por la vertebración de este espacio.

Los múltiples acuerdos con los distintos obispados, entreellos, los reiteradamente citados con el obispo toledano, van inte-grando de forma sucesiva nuevas iglesias cuya población se va asen-tado. En 1214 aparecen ya algunas, que aumentan en los sucesivosacuerdos de 1224 y 1241, donde se alude a las parroquias de recientepoblación142. Los acuerdos con el obispo conquense, con el de Carta-gena, con el de Jaén, que se repite en Extremadura con sendos acuer-dos con Coria para las iglesias de Montánchez en 1236; La disputacon el obispado de Badajoz resuelta a favor de la Orden y los acuer-dos con los obispos andaluces concretamente con el de Sevilla y Cór-doba, dan la justa medida de una realidad inexcusable, fruto de unaacción concreta de la Orden que dará lugar a la profunda alteracióndel territorio en todos nuestros ámbitos de análisis.

b) La gestión del territorioNo obstante diversos documentos muestran cómo el proceso

fue progresivo y muchos lugares no contaban aún con un pobla-miento sólido, que se fue introduciendo con la aplicación de un mo-delo organizativo dirigido por la Orden de Santiago.

En la concesión del fuero de Dos Barrios en 1242, se nos hablade lugares poblados o por poblar; en una venta realizada en la zonaeste del Tajo en 1224, se alude a tierras cultas e incultas, pobladas opor poblar143; en la donación de Galera en 1243, encontramos aldeaspobladas y por poblar, hecho que resalta la capacidad posterior de laOrden para articular estas zonas que aparecen perfectamente organi-zadas en el acuerdo con el obispo de Cartagena en 1271144.

142 Vid. Ibid, págs. 378-381, nº. 175 al 178.143 Ibid, págs. 310-311, nº 103.144 Sin embargo en algún caso contamos ya con zonas despobladas totalmente en los iniciosdel siglo XIII, en Noblejas en 1227, aparecen lugares labrados y por labrar, pero también po-blados y yermos, la utilización de este sustantivo denota esta realidad de abandono y despo-blación, vid. M. Rivera, La Encomienda, pág. 350, nº 140.

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Por tanto la humanización de la realidad espacial en los seño-ríos santiaguistas no fue únicamente un proceso espontáneo, que fueposible en la zona del Tajo al menos en una etapa inicial, sino fruto dela aplicación de un modelo de organización social del espacio, en cu-ya base justificativa estaba la aplicación de los mecanismos jerarqui-zadores impuestos por el feudalismo.

Esta realidad llevó a un conflicto por controlar este proceso deconsolidación, con los poderes locales emergentes. Encontramosejemplos diversos en zonas bien diferenciadas. En un acuerdo sus-crito con el concejo de Cuenca en 1191, se establece que se deben de-terminar las heredades de la Orden en Val del Manzano, pudiéndosepoblar éstas con 10 pobladores. La Orden no ampliará estas propie-dades y los pobladores no podrán disponer de pastos, ni roturar fue-ra de ellas145. Una situación similar se repite en Andújar en 1236, eneste caso Fernando III dona a la Orden, diez yugadas de heredad yocho aranzadas de viña, además de otros bienes, la Orden renuncia alresto de las posesiones de este lugar que el concejo podrá poblar se-gún sus intereses: et concilium det ea populatoribus qui in Anduiar volue-rint populare146.

Estos problemas sobre límites y sobre las formas de organiza-ción social no sólo se concretaron en acuerdos con grupos de podercomo concejos, obispos u otras Órdenes, sino que en algún caso, seestablecieron con particulares que pretendían mantener los nivelespoblacionales impuestos por ellos y sus familias sin intromisionesexógenas. Este es el caso del acuerdo suscrito entre Doña Orabuena yla Orden sobre en aprovechamiento de diversos bienes en el Tajo147.

En conclusión la articulación socio-productiva llevada a cabopor la Orden en sus señoríos de la meseta sur, fue consecuencia di-recta de una transformación muy significativa de sus ámbitos de in-fluencia que conllevaron un cambio en las relaciones sociales y pro-ductivas de las zonas estructuradas. El poblamiento fue la base deuna actividad productiva que generó modificaciones espaciales y ju-rídicas que han sido valoradas en el apartado anterior y a lo largo deestas líneas.

Es posible establecer, en función de las noticias conocidas ennuestras áreas de estudio, un gradiente de humanización que en con-secuencia no sería sino la constatación del grado de modificación quela acción humana fue realizando en las diferentes zonas organizadas 145 J.L. Martín, Orígenes, págs. 448-449, nº 277.146 J. González, Fernando III, vol. III, págs. 96-98, nº 576.147 Vid. J.L. Martín Orígenes, págs. 362-365, nº 181.

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por los santiaguistas. Resulta obvio que la mayor modificación seproduce en la zona del Tajo, donde como veremos, la intensa parcela-ción del espacio y la explotación exhaustiva de los recursos fluvialesprovocaron un cambio de fisonomía espacial muy acusado con laconformación de importantes núcleos con un grado de urbanizaciónmuy significativo.

Una realidad muy semejante es la documentada en Extrema-dura donde el grado de articulación espacial es muy intenso y dondedebemos situar un grado de organización muy arraigado. El desarro-llo urbano y la intensa organización social en la zona refleja esta rea-lidad.

Pero ambas realidades, donde la agricultura juega un impor-tante papel contrastan con las zonas de mayor presencia ganadera: elCampo de Montiel y Segura de la Sierra, donde si bien el pobla-miento no es desdeñable, ciertamente encontramos un hábitat muchomás disperso, articulado en cortijos cuya transformación del entornoes menos intensiva debido a que la actividad ganadera prioritaria enestos grandes espacios no requiere de grandes modificaciones del es-pacio. Un desarrollo urbano más desigual y vinculado a unos ejes nu-clearizadores, Montiel y Segura, muestra este desarrollo diferencialen relación a las otras zonas148.

En definitiva la transformación del espacio es intensa pero de-sigual dentro de los señoríos santiaguistas. Este gradiente diferencialresulta explícito al comparar espacios de la Transierra en relación conSegura en los inicios del siglo XIII, mientras Beas, es definida comouna heredad que incluye sus términos y pertenencias sin más concre-ción. Los lugares permutados como Aza, incluyen casas y los collazos

148 Esta realidad más dispersa y menos organizada donde existe una estrecha relación agri-cultura-ganadería puede comprobarse en la donación de Villanueva de la Fuente con su cortijoy su aldea. Encontramos una explotación significativa, pero con una capacidad de transforma-ción limitada al estar relacionada con zona de pastos y fuentes, vid. J. González, Fernando III,vol. III, págs. 254-257, nº 705. O en las donaciones de Segura y Galera en 1242, donde en-contramos un explotación de recursos naturales incluidas las sierras pero con una relaciónmuy significativa con el ganado. En ambos lugares frente a esa desarticulación productiva decarácter agrario encontramos la cesión de montazgos y portazgos, con un claro fundamentoganadero y comercial como zona de paso que implica una menor vertebración espacial, vid.Ibid, tomo III, págs. 248-250, nº 700 y M. Rivera, La Encomienda, págs. 396-397, nº 190. Sinembargo se verifica una articulación progresiva que es evidente en las últimas décadas del si-glo XIII, cuando se dona Castril en 1282, la donación incluye alquerías (antecedente de loscortijos, o en este caso utilizado con el nombre hispanomusulman para designar una realidadespacial similar), hornos, tiendas, molinos, tahonas, es decir, un espacio más poblado y orga-nizado, vid. A.H.N., Uclés, carp. 311, vol. I, nº 14.

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de éstas, huertos , viñas, solares poblados y por poblar y otros comoAyllón además tiendas, lo que implica esta diferenciación en el gradode transformación de la realidad espacial149.

A.2.2 Gran propiedad y pequeña explotaciónEsta es una de las realidades más acabadas de la implantación

del feudalismo en los señoríos santiaguistas de la Submeseta Sur, alincluir en su definición el resultado de la aplicación de un modelo derelaciones socio-productivas. No obstante y como matizaremos en unapartado específico el concepto de propiedad aplicado en la épocamedieval, dista mucho de lo que hoy entendemos. Lo importante ysignificativo en este momento no era la posesión en sí misma de unmarco territorial, sino el dominio jurisdiccional que en muchos casosincluía dominio territorial sobre medios de producción y sobre pro-ductores que explotaran la tierra.

Así una gran propiedad que debemos entender como dominiosobre tierras y los hombres que la trabajan. Se organizó en base a pe-queñas unidades productivas que desde su profunda parcelación pu-sieron las bases de un sistema de apropiación de excedente que preci-samente propician la disgregación de la explotación y nunca su con-centración.

No se crearon grandes centros de explotación, ni agraria, niganadera, ni de explotación de los recursos naturales, sino que sobreun mosaico de pequeñas unidades de trabajo, se superpuso una granorganización productiva en función de un concepto de propiedad quetiene su base explicativa en la privatización de la jurisdicción y portanto en la utilización privativa de los mecanismos de obtención delexcedente campesino. El control jurisdiccional de grandes territoriosarticulados en pequeñas unidades de explotación campesina que tu-vieron como base espacial el solar y como mecanismo de encuadra-miento la familia nuclear, son la esencia misma del feudalismo penin-sular que desarrolló una determinada organización social del paisajebasada en este binomio de análisis.

Esta operatividad de la pequeña explotación es aplicable in-cluso a las zonas que la Orden se reservó para su explotación directa.En Villarubia, dispuso de sus sernas, un marco de explotación directapero reducido. En la cesión para poblar Añador en 1224150, los santia-guistas hacen constar que si se poblaran Gúzquez y Alcardete, dis- 149 Vid. A.H.N., Uclés, carp. 357, nº 1 y nº2 este segundo documento publicado por J. Gonzá-lez, Fernando III, vol. III, pág. 199, nº 658.150 M. Rivera, La Encomienda, págs. 332-333, nº 114.

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pondrían en ambas de sendas iuverias, es decir, una yugada en cadalugar.

Como hipótesis es posible sostener que un lugar otorgadocomo Villarrubia a veinticinco pobladores, donde se dispone que losque vengan ocuparán nuevos lugares aledaños, implica que las sernasserían pequeñas unidades. Esta realidad en nuestra opinión, se vemás explicitada en Añador donde los santiaguistas dispondrán deuna yugada, unidad productiva claramente vinculada a la familia nu-clear y por tanto a pequeña explotación151

La intensiva y profunda parcelación de los aprovechamientosresulta evidente en determinados tipos de explotaciones, este es el ca-so de las vinculadas a la producción hidráulica, donde la realidad depequeñas explotaciones agrarias de carácter intensivo es un hecho.Un ejemplo es el Prado de Valverde, donde encontramos una peque-ña aceña sobre el Jabalón, a la que se vincula una de explotación agra-ria intensiva, además de un pequeño prado152.

Contamos con tres zonas donde esta parcelación productivaresulta incluso llamativa. Me refiero al caso de Aranjuez, donde lafragmentación se concreta en una explotación comunitaria de las di-ferentes unidades153. Ejemplos muy significativos aparecen tambiénen el proceso de apropiación de Torrelengua y Almaguer.

En Torrelengua se da esta pequeña explotación vinculada a losmolinos pero también pequeñas unidades productivas a las que sealude como tierras, huertos, prados y en un caso heredad, una pro-piedad que en extensión no era excesivamente grande fue adquiridamediante diecisiete instrumentos de compra en la que la Orden hizouna gran inversión. Esta parcelación incluso conllevó la labor en al-guna de estos molinos y aceñas de varios miembros de una mismafamilia, dentro del proceso productivo154. Este hecho que no hace sinoconfirmar la existencia al menos en estas zonas próximas a las vegasfluviales de un minifundio muy extendido155, que la Orden incorpora 151 Algo similar sugiere E. Botella, en su análisis sobre las sernas, plantea que la parcelaciónde las sernas como unidades de explotación campesina es un hecho (pág. 46), y que sobre estafragmentación espacial se superpone una estructura de poder que puede asimilar esta disgre-gación en la explotación en su propio interés. Es más la necesidad de zonas de cultivo, antesinexistente por la amplitud de espacio (pág. 48), genera la concreción territorial de las sernasque se ajustan a explotaciones campesinas como fazas, suertes, etc.152 Apuntamiento, fol. 46v.153 M. Rivera, La Encomienda, págs. 264-265, nº 48, págs. 293-294, nº 83 y pág. 340, nº 124.154 Vid. Ibid. págs. 129-132.155 La Orden procuró sobre todo la puesta en explotación de las unidades productivas y enocasiones actuó para evitar el deficiente aprovechamiento de los recursos promoviendo una

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dentro de un latifundio cuya explotación sigue siendo particulariza-da.

En Almaguer la referencia productiva es el quiñón, sin duda,una pequeña explotación que la Orden va integrando en diferentesoperaciones por las que fue adquiriendo estos quiñones en 1223. Ensucesivas compras se adquieren treinta y siete , en manos de unida-des familiares de tipo nuclear156 y en torno a estas fechas se adquierensetenta a Juan Pascual de Tarancón157. Esta política de unificación dela propiedad señorial nuclearizada en la pequeña explotación en laszonas ribereñas, se concreta en otros acuerdos. En 1259, se obtienenpor parte de la Orden gran número de propiedades a cambio de unapermuta, estas se definen como pequeñas porciones, hazas de seis fa-negas, de siete, incluso de 2 cahíces, que denota una profunda parce-lación158.

Esta fragmentación productiva tiene una relación directa conel proceso de vertebración intensiva a que antes aludíamos y que va aproducir una estructuración del paisaje que en ocasiones recuerdaesas aglomeraciones a las que aludíamos al valorar el marco espacial.En 1181, María, viuda de Vicente Patino, vende la aldea de Prada, lacual esta incluida en la aldea de Vicente Patino. Se excluye de la ope-ración una viña que es de su hija y que suponemos ella explotará parasu supervivencia. Es muy tangible en esta noticia esa profunda par-celación de la producción incluso previa a la llegada de la Orden,quien integra dentro del modo de producción feudal esta realidadproductiva159.

Esta explotación muy disgregada incluida dentro de una pro-piedad globalizadora, se mantiene en el tiempo. Alrededor del 1300,se redacta un documento que sirve de recuerdo de las propiedadesque el comendador de la Zarza dio a la Orden en Extremera. Estetexto es tremendamente ilustrativo de esta profusa parcelación queincluso afecta a lo que años atrás sería la reserva señorial, así de ladehesa de palacio, se da un quinto. Aparecen numerosas hazas a sur-co, las unas de las otras, pero es más una realidad de pedazos de tie-

parcelación de las zonas cultivada. En la zona extremeña y concretamente en Reina y Llerena,sus fueros disponen que el que labre con dos yuntas o tres y tome una tierra por año y vez yno pueda labrarla toda, que la tome otro vecino, siendo el que recoga el pan, el que tenga latierra como dueño, vid. Biblioteca de Palacio, mss. 696, fols. 342r-347v.156 Ibid, pág. 108 y ss.157 Ibid., pág. 343, nº 130.158 Ibid, págs. 418-419, nº 211.159 J.L. Martín, Orígenes, pág. 321, nº 134.

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rra en diferentes lugares también a surco de otros cercanos muestraesta importante división. Quiñones y mitades de tierras conformanun paisaje de una profunda articulación del mismo, donde hijos ydemás grados familiares sirven de referencia para designar las pro-piedades. La existencia de viñas nuevas a surco de viejas viñas, no sonsino el reflejo de esa humanización intensa estrechamente vinculada auna pequeña explotación160.

Esta parcelación que en ocasiones es una realidad heredada,en otras es fomentada por la Orden en función de la capacidad eco-nómica y por tanto productiva de los pobladores. En Ocañuela se es-tipula en 1335, que los entegeros planten cuatro aranzadas de viña, losmedieros tres aranzadas y los cuarteros dos. Esta información constatade forma fehaciente el interés de la Orden, por establecer una granred de pequeños productores en un marco de control productivo másamplio.

A la luz de estas evidencias debemos suponer que esta situa-ción fue extensible a las encomiendas de Extremadura, aunque la in-formación allí es menos exhaustiva y no contamos con textos signifi-cativos161, máxime cuando en esta zona se impuso más un modelo decentralización en torno a ciudades y villas con un importante compo-nente urbano donde, como hemos comprobado, la parcelación tam-bién es importante.

Sin embargo en las zonas más ganaderas como el área man-chega y Campo de Montiel, la preponderancia de la ganadería comoactividad económica principal condicionó una realidad bien distintacon amplias zonas de prados naturales y pastos cultivados para losanimales, donde sin embargo sí existe una preocupación por preser-var las pequeñas explotaciones de esta agresiva actividad ganadera,pero esto lo valoraremos en epígrafe aparte162.

En la zona de Segura, pervive una pequeña explotación horto-frutícola y agraria de origen islámico que la Orden integra. La propia 160 A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.161 Existen no obstante, algunos ejemplos ilustrativos, a cambio de la cesión de Azuaga en1295, la Orden recibe una importante donación en la zona que incluye partes de molinos, pe-dazos de viñas y huerta e importantes infraestructuras de la industria hidráulica en la zona quemanifiestan esta realidad, vid. A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2.162 Pese a que la parcelación en general en la zona de Montiel no es muy significativa, existealgún ejemplo de este minifundio relacionado con una actividad vitícola de monte desarrolla-da en las Sierras de Alcaraz y Segura y que implica esta pequeña explotación en pequeños pe-dazos de viña, cerca eso si pero puestas en explotación por el sistema de terrazas. Nos referi-mos a una concesión de dos pedazos de viñas en el monte de San Felices en 1240, vid. D.W.Lomax, “Apostillas”, ob. cit., pág. 30, nº 5.

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estructuración del territorio condiciona la existencia de una pequeñaexplotación que ya hemos constatado en algunas posesiones gienen-ses donde verificábamos pequeñas explotaciones en yugadas y aran-zadas, así como, pequeñas unidades productivas en torno a las pes-querías. Sin embargo la zona como veíamos se caracteriza por un pai-saje productivo en torno a cortijos que sin duda, denotan una menorparcelación de la explotación, apareciendo más bien una realidad deagricultura más extensiva en torno a un núcleo centralizador, la torrecon su cortijo heredado de las alquerías hispanomusulmanas.

Estas unidades de producción sin duda, más amplias que lasdel Tajo también se incluyen dentro de marcos de control más am-plios, las encomiendas, que verifican esta realidad de pequeña ex-plotación en un marco de gran propiedad.

En definitiva, la parcelación de la producción consustancial almodo de producción feudal, es una realidad innegable en los señoríossantiaguistas de la Submeseta Sur, aunque ciertamente este modelodinámico se adaptó a las realidades potenciales de las zonas ocupa-das.

A.2.3. Marcos y unidades de producción territorialEn este apartado pretendemos definir los marcos y unidades

de producción que son la evidencia, de la profunda transformaciónoperada por la Orden en sus ámbitos de expansión territorial. Inten-taremos en la medida que la documentación lo permita, la descrip-ción de unidades productivas para, en otro apartado, profundizar enaspectos de la propia actividad de explotación. Sin embargo resultadifícil que no se produzca una mezcla de información entre ambospuntos, por otro lado íntimamente relacionados.

Resulta necesario establecer una aclaración previa. Nuestroplanteamiento parte de la realidad documental que transmite unasrealidades que son difíciles de encuadrar en departamentos estancos,por ello la clasificación es puramente epistemológica y conlleva rie-gos ya que un mismo término puede constituir en si mismo un marcoy una unidad productiva, en ocasiones difíciles de diferenciar.

a) MarcosEs necesario comenzar por la constatación de que algunos

marcos espaciales que ya definimos como marcos de referencia terri-torial a nivel espacial, lo son también a nivel productivo. El castillo, elcortijo, las casas e incluso la heredad son a la vez marcos de articula-ción territorial y productiva y asimismo definen un gradiente en el

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nivel de articulación de la explotación. Esta gradación comienza en latierra como marco sin definición concreta, para seguir en el castillocomo primer núcleo de organización pero donde la complejidad pro-ductiva es escasa y se circunscribe a una explotación de los recursosnaturales más inmediatos. El estadio siguiente son las casas como unreferente más organizado pero cuasi unifamiliar. El proceso culminaen elementos más amplios y mejor planificados de actividad produc-tiva que se caracterizan por la variedad en la explotación (incluyenhuertos, viñas, cereales, molinos), como son las heredades y los cor-tijos.

a.1) TierrasEste término tiene en el medievo un valor polisémico, en fun-

ción de variables espaciales y cronológicas. Habitualmente si lo valo-ramos como unidad de producción, se vincula a una explotación ce-realera en un marco plenamente estructurado y definido que las en-globa163. Sin embargo también debe estimarse su carácter de ocupa-ción inicial sin una organización clara aún del bien donado.

En principio deberíamos pensar que la alusión a tierras se re-fiere a esa realidad productiva inicial de aquellos primeros poblado-res que han presurado una zona que esta poco o nada articulada164.Algunas noticias aluden a esta realidad en nuestra opinión. En 1220Doña Felipa dona a la Orden todo cuanto ha heredado de sus padres,que incluyen tierras, viñas, montes y fuentes, así como entradas y sa-lidas con todas sus pertenencias165. Esta materialidad es aún más evi-dente en determinados documentos relacionados con Torrelengua,

163 Vid. J.A. García de Cortazar, El domino del monasterio de San Millán de la Cogolla (si-glos X al XIII). , pág. 283 y J.Mª Minguez, El dominio del monasterio de Sahagún, págs. 85-86. Donde señalan que estas alusiones aparentemente formularias que acompañan a las dona-ciones estarían haciendo referencia a una determinada realidad. En algunos casos estas tierrasaparecen englobadas en nuestra documentación en un marco más amplio y evolucionado, laheredad. En este supuesto se las adjetiva como tierras de aradas, lo que a nuestro modo de verimplica su integración en una realidad distinta a la que pretendemos abordar, formado parte deun entidad distinta como una mera unidad de explotación más. Vid. M. Rivera, La Encomien-da, pág. 350, nº 140.164 Sobre esta idea de desarticulación en torno al vocablo terra, han opinado algunos autores,que si bien han centrado sus estudios en la Submeseta Norte sus opiniones pueden resultarmuy interesantes. J.M. Mínguez plantea que este termino hace con frecuencia referencia a es-pacios sin roturar, en contra de otras opiniones que según él han mantenido una cierta ambi-güedad al valorar este termino, vid. “Ganadería, aristocracia y reconquista en la Edad MediaCastellana”, en Hispania, nº 151(1982), págs. 341-354, en especial págs. 344-345.165 Vid. M. Rivera, La Encomienda, pág. 293, nº 82.

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donde la alusión a tierras muestra esta configuración aún cercana alas comunidades aldeanas, poco organizadas productivamente166.Aquí la referencia a la explotación de prados y montes denota esaembrionaria organización productiva, aún por definir. La cesión deHornachos en 1235 alude también a esta realidad, al incluir tierrascultivadas y sin cultivar 167. Esta evidencia es igualmente asimilable alas expresiones lugares labrados y por labrar que encontramos enNoblejas en 1227168 y en Villanueva de la Fuente en 1243, donde seutiliza la palabra términos169. Estas tierras en determinados docu-mentos se sitúan geográficamente en lugares de poca articulación yen los que la iniciativa de nueva roturación es muy importante. En lazona del Cigüela, concretamente en Magacela se ceden en 1223, dostierras una en el congosto y otra en el ejido170. En otros casos existeuna relación entre antiguas presuras y estas tierras, esto se explícitaun documento en torno a 1239, donde aparecen una serie de quadrie-llas todas ellas definidas por un antropónimo la de Domingo Miguelo la de Juan Amarillo, donde aparecen tierras grandes y la tierra delas Mordras con su entrega. Resulta obvia una estrecha relación entrezonas poco articuladas y la alusión a tierras171.

a.2) El castilloEl castillo resulta en nuestra opinión una realidad productiva

más vertebrada pero aún poco organizada donde la explotación delentorno natural adyacente es básica. Existen diferentes ejemplos. Enla donación del castillo de Bogas en 1189, se alude a que incluyemontes, zonas valladas (posiblemente para ganado), prados, pastosríos y aguas172, o la cesiones de Galera y Segura, que incluyen la ex-plotación de la sierras, fuentes, ríos, prados, pastos e incluso dehesasy salinas en Galera173.

Una cabaña ganadera extensiva vinculada a los mismos apoyaesta inicial desarticulación que en pocos años cambiará como com-probamos en la concesión del fuero de Segura ya en 1246, encontra-

166 Vid. Ibid, pág. 294, nº 84 y pág. 296, nº 87.167 J. González, Fernando III, vol. III, págs. 69-71, nº 553.168 M. Rivera, La Encomienda, págs. 350, nº 140.169 J. González, Fernando III, tomo III, págs. 276-277, nº 717.170 Vid. M. Rivera, La Encomienda, pág. 310, nº 102.171 Ibid., pág. 374, nº 169.172 J.L. Martín, Orígenes, pág. 429, nº 255.173 Vid. J. González, Fernando III, tomo III, págs. 248-250, nº 700 y M. Rivera, La Enco-mienda, págs. 396-397, nº 190.

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mos tiendas, hornos y otras realidades productivas que se citan en1242. Otro ejemplo muy ilustrativo de esta explotación natural inicialvinculada a los castillos como primer paso de organización espacial lacomprobamos en Alange, donde su donación incluye montes, ríos,aguas, fuentes y nemoribus (bosques)174 o en la concesión a la Ordende Orcera en 1285, que únicamente incluye montes, fuentes, ríos ypastos175. No aparecen unidades de cultivo, ni una articulación pro-ductiva concreta lo que nos induce a pensar por la evolución poste-rior de estos lugares en una etapa embrionaria de organización.

a.3) Las casasEl siguiente marco de concentración de la actividad producti-

va son las casas que representan la existencia de un esquema produc-tivo más evolucionado. La primera mención de que disponemos serefiere a una realidad urbana de las casas176 que incluyen una peque-ña explotación de viñas aneja, se encuentran en Maqueda y Toledo yson cedidas a la Orden junto con otros bienes en 1171177.

Es evidente que existe una estrecha relación entre las casas yla unidad de explotación familiar al menos, en nuestra zona de estu-dio. En algún caso aparece vinculada al solar que incluyen en el casode Dos Barrios en 1210, raciones de barbecho y de sembradura vin-culadas a ellas178. En el fuero de Segura de León otorgado en 1274,encontramos una relación entre la casa tejada y la unidad de produc-ción familiar en este caso vinculada a la explotación de viñas179.

La alusión a su actividad productiva resulta explícita en algu-nas ocasiones como en la Puebla de Almuradiel en 1331, donde se es-timula la producción, eximiendo de pecha para que labren las casas, eneste caso también se vinculan con la producción de viñas180. Sin em-bargo es cierto que la gran mayoría de referencias están dentro de

174 Bullarium, pág. 159.175 A.H.N., Sellos, carp. 13, nº 1.176 El término casas se utiliza de forma indistinta a partir de un determinado momento, comotuvimos ocasión de comprobar, para definir realidades más urbanizadas que puede incluir unpequeño huerto anejo, como en el caso de unas casas donadas en la collación de Santa Eleute-ria de Córdoba en 1295, Vid. A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2, o bien estar relacionadas con unámbito rural, donde se aúnan esos valores de residencia y explotación consustanciales a estemarco de producción familiar, Vid, M. Rivera, La Encomienda, págs. 464-466, nº 245. Dondese autoriza a los de Fuentidueña a coger madera del monte para hacer sus casas.177 Vid. J.L. Martín, Orígenes, págs. 217-218, nº 45.178 Menéndez Pidal, Documentos, págs. 363-364, nº 268.179 Apuntamiento, fol. 385v.180 M. Rivera, La Encomienda, págs. 466, nº 246.

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relaciones de bienes donde junto a otros como prados, molinos,huertos o tierras encontramos las casas. Estas evidencias no aportanningún dato más sobre la conformación de las casas y su reproduc-ción no nos ha parecido necesaria.

a.4) La heredadLa heredad es una de las referencias productivas más habi-

tuales y en ella se integra una configuración de la explotación muyacabada que puede incluir diferentes realidades anteriores que eneste caso conformarían diferentes unidades de producción engloba-das en una realidad más amplia.

Inicialmente poca es la diferencia que la documentación esta-blece entre los esquemas iniciales de puesta en explotación de losdistintos lugares. Encontramos heredades que en líneas generales in-cluyen una serie de elementos comunes a otros marcos productivos.Así, encontramos en 1220, una heredad en la zona del Tajo que inclu-ye tierras, viñas, montes, fuentes, entradas y salidas y todas sus per-tenencias181.

Sin embargo muy pronto las referencias a heredades se hacenmás explícitas aludiendo a un marco de desarrollo productivo mássistematizado. En 1235, el monarca Fernando III, otorga al comenda-dor de Montánchez por su contribución a la toma de Medellin, unaheredad que incluye diez yugadas de heredad con capacidad sufi-ciente para año y vez, así como siete aranzadas de viña, un huerto yunas casas. Estamos ante un aprovechamiento agrícola que ha supe-rado este estadio de explotación poco organizada, convirtiéndose enuna zona de desarrollo de una actividad más especializada182.

Una realidad muy similar es la que nos refiere un documentofechado en 1241 y que nos habla de una heredad en Guadalcazar,donde la encomienda de Montánchez, recibe diez yugadas de here-dad para año y vez (es lógico pensar que se están refiriendo a una ex-plotación de cereal) y además la Orden recibe otras treinta yugadascon similar aprovechamiento, aunque en su momento valoremos laextensión de estas yugadas, estamos en condiciones de afirmar que setrata de un marco productivo muy significativo y que queda englo-bado bajo el término heredad183.

181 Esta heredad en Estremera es cedida por Doña Felipa a la Orden a cambio de un sustentovitalicio, vid. Ibid, pág. 293, nº 82.182 J. González, Fernando III, págs. 65-67, nº 550.183 Vid. Ibid, pág. 210, nº 668.

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Es evidente que las informaciones documentales no hacen si-no reiterar esta realidad. En Santiesteban ( actual provincia de Jaén),la Orden recibe en 1243, una heredad de nueve yugadas de bueyessuficientes para año y vez y otra heredad en Linares que incluye unaaranzada de viña184.

A la luz de esta noticia podemos establecer que la heredad secompone de amplias extensiones de cereal y viña que sin duda, comoremarcan los documentos, necesitarían de un infraestructura de yu-gos de bueyes, cuya alimentación en pastos adyacentes resulta obvia.Pero la propia puesta en explotación y la cuantificación de los marcosproductivos evidencian una profunda transformación del entornoque no existía en las realidades productivas anteriores.

Es más, algunos textos relacionan de forma expresa la heredadcon la labor de estas tierras, concretamente en la cesión de la alqueríade Besnaget, próxima a Montemolín. Se citan como recursos inte-grantes de la misma montes, fuentes, aguas, prados, ríos, arboles, oli-vares y heredat de lavor, lo que implica un estrecha relación entre elcultivo de cereal y la heredad como marco productivo185.

En principio debemos suponer que la heredad es un marco deproducción amplio que es susceptible de parcelación como compro-bamos en el fuero de Usagre donde aparecen raciones de heredad,como elemento de división de la misma.

En cualquier caso la heredad o heredamiento como algunostextos lo definen hace referencia a una realidad puesta en explotacióncon características diversas pero casi siempre ligadas al cereal ya quese suelen distinguir claramente de otras zonas de cultivo como huer-tos, dehesas o viñas a la que en ocasiones aparece unida.

Esta realidad diferencial de la heredad es rastreable en docu-mentos como la cesión efectuada a cambio de Azuaga en 1295, de di-versos bienes al sur de esta propiedad. Encontramos referencias a unheredamiento cerca del molino de Guadagenil, otro entre el Guadal-quivir y el Guadalcanal y curiosamente un heredamiento raíz de bie-nes muebles que Fernando Meléndez recibió de su padre en la heren-cia que a éste pertenecía de su madre Doña Velasquita. Esta relaciónentre heredad y bienes raíces no hace sino confirmar que sociológi-camente el término heredad se emplea para designar un aprovecha-miento sea este del tipo que fuera186. Este marco constituye en defini- 184 J. González, Fernando III, tomo III, págs. 276-278, nº 717.185 Ibid, págs. 331-333, nº 763. Esta expresión se repite en la cesión de la alquería de Nieblaunos días antes donde también se alude a esta heredades de labor, vid. Idem, nº 762.186 A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2.

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tiva un referente espacial para el campesinado de la zona que implicaun percepción de los bienes territoriales.

a.5) El cortijoLa heredad, como vemos, supone un marco de referencia te-

rritorial de carácter productivo que en muchos casos aparece comoun bien individualizado pero en muchas zonas como en Segura yExtremadura se integra en un marco más amplio que aglutina dife-rentes unidades de explotación, lo que permite insistir en la ambiva-lencia de los diferentes términos.

En ámbitos donde la dispersión poblacional es un hecho y latransformación del entorno se circunscribe a las zonas nuclearizado-ras que son los cortijos. En su momento ya valorábamos su impor-tancia en cuanto marco de articulación territorial y defensiva, comoherederos de la alquería hispanomusulmana. Es el momento de valo-rar su importancia como centros aglutinadores de actividades deproducción, que unifican esa explotación de los recursos naturalesinherentes a las zonas menos vertebradas pero además suman unaimportante transformación del entorno al convertirse en dispersasexplotaciones agropecuarias. Los cortijos van a ser la base para el po-blamiento de muchas zonas, como demuestra la incentivación de estetipo de marcos en los años treinta del siglo XIV al entregarse enarriendo para su puesta en explotación como tendremos ocasión decomprobar.

Nos referíamos en el apartado anterior a las alquerías de Bes-naget y Niebla, como lugares donde la heredad de labor se integrabaen un marco mucho más amplio de explotación de recursos que in-cluían aprovechamientos naturales como prados, pastos, montes, ríos,pero además otras actividades relacionadas aún hoy con estos espa-cios, como la explotación de olivares y árboles en la mayoría de loscaso frutales.

En algún caso como en la alquería de Besnaget o en el citadocortijo de Guadalcazar187, se alude a espacios muy amplios que en-globan grandes extensiones de terrero incluso en algún caso superio-res al término de algunas villas y aldeas contemporáneas. Se trata endefinitiva de una amplio espacio de organización social de la explota-

187 Ya explicamos en su momento que ambas palabras designaban una misma realidad espa-cial y por supuesto productiva, cuya diferencia terminológica, esta más relacionada con la zo-na donde aparece cada una e incluso con el mantenimiento de una población musulmana o noen las mismas. Así tanto en Segura como aquí encontramos la utilización de la palabra cortijoo alquería para definir una espacio idéntico.

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ción que la Orden integra en sus esquemas productivos, aunque conunos antecedentes hispanomusulmanes muy evidentes.

La extensión y amplitud de estos elementos de nuclearizaciónpuede comprenderse con el análisis de algunos lugares muy signifi-cativos. Es el caso de las torres y cortijos de Mezquinel y Maquiz, quela Orden recibe en 1246188. La primera incluye además de la torre,baluarte defensivo de este tipo de instalación, quince aranzadas deviña y cuatro huertos, además de dos molinos cerca de la torre, con loque la diversidad del aprovechamiento resulta evidente. La de Ma-quiz, además, por supuesto, de la torre, añade quince yugadas debueyes para año y vez.

Estos cortijos se convertirán en algún caso en la base produc-tiva y poblacional de ámbitos más amplios. Este es el caso del cortijode Abeiazat, donado a la Orden en 1256 y que sería la base del futuroSocuellamos189. Este tipo de explotaciones las alquerías y cortijos, an-dando el tiempo se aglutinaron alrededor de núcleos de organizaciónmás amplios. En la donación de Castril en 1282, comprobamos comoeste lugar integra entre sus bienes diversas alquerías190.

Como señalamos al principio la importancia productiva deeste tipo de marcos llevó a que a partir de ella se produjeran intentosde recuperación en el aprovechamiento de determinadas zonas, en lasprimeras décadas del siglo XIV. Dos buenos ejemplos los constituyenlas cesiones del cortijo y torre de Azuaga en 1331191 y del de Salfarazen 1335192.

El de Azuaga es cedido a Gonzalo Rodríguez de Cornado,quien junto con su mujer y su hija se comprometen a reparar y ado-bar el cortijo y su torre y a dejar en el dicho lugar diez yuntas de bue-yes alienadas et endereçadas, además de treinta ovejas parideras yochenta puercas de crianza. Se habla además de que el cortijo integracasas y otras labores, el documento resulta suficientemente ilustrativode la realidad a que aludíamos.

188 Vid. J. González, Fernando III, págs. 301-303, tomo III, nº 735.189 Vid. A. Madrid y Medina, “Alfonso X y la Mancha”, ob. cit., págs. 214-216, nº 2.190 A.H.N., Uclés, carp. 311, vol. I, nº 14.191 Este cortijo daría lugar con el tiempo a una importante y significativa encomienda en laBaja Edad Media como señalábamos al analizar este lugar, sobre su cesión vid. M. Garrido,Documentos sobre castillos extremeños, págs. 31-32.192 Se trata de un lugar dentro de la encomienda de Segura de la Sierra, cuya viabilidad eco-nómica fue escasa convirtiéndose con el tiempo en un despoblado, vid. M. Rodríguez Llopis,Documentos del siglo XIV y XV, pág. 9, nº 4.

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En cuanto al de Salfaraz, los contratantes Pedro García, vecinode Génave y Pedro Gil , vecino de Albaladejo, se comprometen aadobar y reparar el cortijo, la torre y la casa y que a los nueve años,fecha de finalización del arrendamiento, dejarán hechos barbechos enel heredamiento de la casa, además de cuatro yuntas de bueyes, bienfechos e bien labrados. Durante este periodo entregaran al comendadorde Segura el diezmo de la producción obtenida que ellos gestionaran.

Estamos, en conclusión, ante un marco de organización terri-torial y productiva, utilizado por los santiaguistas en aquellas zonasmenos articuladas, debido sobre todo a dos factores esenciales, dis-persión del hábitat y explotación ganadera intensiva. Este tipo de ex-plotaciones marcaron un hito de referencia cuya continuidad históri-ca es incuestionable, ya que ha dejado una amplia huella en la defini-ción actual del paisaje extremeño y de esa amplia zona integrada porla encomienda de Segura que engloba parte del sur de Ciudad Real,parte occidental de Albacete, y zonas norte de Granada y Jaén.

b) Unidades de producción.Los marcos productivos nos han permitido comprobar lo

complejo que resulta delimitar éstos y hemos comprobado como unaevolución muy rápida de los procesos organizativos dan lugar a laintegración de unos marcos en otros. Ahora trataremos de ver reali-dades espaciales más concretas que hemos visto englobadas en estosmarcos. Algunas de estas realidades productivas como los montes,las viñas, las dehesas o las sernas pueden constituir en sí misma mar-cos que incluyan en su seno a otras unidades, pero la documentaciónsugiere su tratamiento como entidades más individualizadas.

b.1) Los pradosLa explotación inicial del entorno natural implica el aprove-

chamiento de unos recursos muy determinados. En primer lugar losprados, por algunos documentos como los relacionados con castillosestos prados no serían sino los aledaños de los castillos que seríanutilizados para pastos de los caballos y animales del lugar. Situaciónampliable a otros marcos como los cortijos, donde estaríamos en unespacio sin colonizar utilizado en general para pastos. El cobro dedeterminados impuestos en Segura y Orcera, como los montazgos,podría relacionar los prados, con pastos de verano para los ganados

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trashumantes193. Sin embargo en otras ocasiones estas zonas de pas-tos, prados o pasturas están relacionados estrechamente con zonas ri-cas en agua y podría tratarse de una realidad también relacionadacon la ganadería pero de mayor calidad, no ya naturales, sino culti-vados a partir de estas posibilidades de riego. Estaríamos ya anterealidades diferenciadas, aprovechamientos para pastos sin roturar(brañas, etc.) y por otro, barbechos trabajados, susceptibles de utiliza-ción como núcleos de alimentación de los ganados. Esta es una reali-dad que aparece en Bogas, en varios documentos de Torrelengua,donde aparecen vinculados a molinos y huertos o integrados dentrode una heredad con una complejidad productiva como es el caso deNoblejas194.

Estos prados ribereños alcanzarían un cierta complejidad pro-ductiva convirtiéndose en importantes unidades de producción, co-mo es el caso del Prado de Ontígola muy cerca del Tajo, que debió seruna importante explotación suponemos que ganadera y agraria yaque incluía un número significativo de pobladores y varias heredadesen 1202195. Su proximidad a la encomienda calatrava de Otos dedica-da a dehesa ganadera además de zona de explotación de leña, caza ypesca, nos hace pensar en una explotación muy similar a la que tuvoesta propiedad de la Orden de Calatrava196.

En las zonas ganaderas los prados adquieren una especial im-portancia, así en Usagre se dispone que se puede amojonar todo pra-do que supere las seis aranzadas (art. 115) y que se hará fuero por él.El art. 254 de este Fuero de Usagre, dispone que se debe amojar todoprado que este a fuero de la siguiente forma a cabo de IX passadas, Vcespedes uno sobre otros y si el prado fuere cabo defesa del concejo, o cercadel ejido o cerca de la carrera de tan de villa como de aldea, encierro de Vpalmos en alto y III en ancho. Esta información no sólo implica controlproductivo sino una modificación humanizadora del espacio. Estosprados con mayor entidad organizativa que aquellos relacionadoscon una utilización del entorno, pudieron con el tiempo constituirmarcos más globalizadores.

193 Se trataría de marcos naturales utilizados para pastos como los que documentamos en elfuero de Cáceres en 1229, vid. A. Floriano, Doc.Historia del A.M. Cáceres, pág. 7-9.194 M. Rivera, La Encomienda, pág. 350, nº 140.195 J. González, Alfonso VIII, tomo III, págs. 282-283, nº 729.196 Se trata de una zona aluvial junto al Tajo, que aún hoy conserva una gran importancia co-mo pradera dentro del término de Aranjuez, vid. E. Rodríguez-Picavea, La formación del feu-dalismo, págs. 116-117.

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b.2) Los montesEl aprovechamiento de los montes constituye un paradigma

de esa ocupación generalizada del espacio. Inicialmente su explota-ción fue más primaria relacionada con una captación de los recursosnaturales, obtención de madera, resina, pastos para los rebaños o lasbellotas para las piaras de cerdos, proporcionan un importante com-plemento a la economía santiaguista. Pero andando el tiempo, la ro-turación del monte supone un avance en la expansión territorial dedeterminadas encomiendas.

Las alusiones a su explotación son variadas. En el acuerdosuscrito entre santiaguistas y sanjuanistas en 1237197 se alude a losmontes como explotación para obtener pastos y también leña para lascasas, no sólo utilizada para la calefacción y para cocinar sino tam-bién para construir las mismas. Esta situación queda muy clara en laconcesión a Fuentidueña de su independencia en 1328; Los poblado-res del lugar podrán coger en los montes madera para hacer sus casasy adobar el castillo, además de cargas de leña tres veces al año198.

En un determinado momento este monte se explota de formamás intensiva. Así se deduce de la información contenida en la cesiónde propiedades en Estremera en torno a 1300, donde se habla de pe-dazos de monte explotados y otros por explotar, apareciendo esta ex-plotación de monte parcelada en pequeños pedazos a surco los unosde los otros199.

En ocasiones se estimuló y se impuso la roturación de losmontes. Contamos con un texto donde se dispone que: e si algunas ma-tas de montes en ellas oviere (se refiere a una heredades en Villarejo), lascrien o las roçen faziendo d’ellas lo que quisieren. La alusión no puede sermás clarificadora de la realidad en al que venimos insistiendo200.

Este aprovechamiento del monte llevó, sobre todo en zonasdonde suponemos la orografía lo imponía, a un sistema de cultivo enterrazas, por ejemplo de viñas, como señala un arrendamiento de lasmismas situadas en el monte cerca de San Felices en 1240201. La colo-nización de espacios naturales se amplia en la zona de Segura a elaprovechamiento de las sierras que aparecen como elemento inte-grante de la propiedad. La caza, los recursos madereros y los frutos

197 D.W. Lomax, La Orden, págs. 257-262, nº 24.198 M. Rivera, La Encomienda, págs. 464-466, nº 245.199 A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.200 M. Rivera, La Encomienda, págs. 429-431, nº 221.201 Vid. D.W. Lomax, “Apostillas”, ob. cit., pág. 30, nº 5.

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silvestres podrían constituir inicialmente un activo de estas unidadesde producción.

Este ocupación del monte y sierras no se limitó a las zonasmás abruptas sino que en ocasiones parece intuirse en la documenta-ción una industria vinculada a la explotación de madera, al aludirse adeterminados lugares como alamedas, como unidades de produc-ción202. Hecho que se ve ratificado con la aparición en algunos docu-mentos como el citado de Estremera de un serrero, actividad sin dudarelacionada con esta industria muy diversificada. Como sabemos, enla zona de Segura se desarrolló una producción vinculada a la obten-ción de pez, materia resinosa, obtenida junto con el alquitrán de laquema de leña de pino203, en las pegueras, hornos que analizaremos ensu apartado, pero utilizados con profusión en las encomiendas de lasSierras de Segura y donde el comendador obtenía importantes bene-ficios de esta producción204.

Esta explotación de monte incluye zonas muy agrestes, quelos documentos señalan de forma muy concreta. En la cesión de Bala-zote en 1316, se habla de prados, pasturas, yerbas, aguas lleneras co-rrientes y no corrientes, montes llanos, montañas e incluso selvas —lautilización de termino latino silva, para referirse a los bosques, impli-ca esa percepción de una zona frondosa sin ocupación humana— loque nos hace suponer una zona totalmente virgen, donde se hace unaalusión expresa al aprovechamiento de todos estos recursos205.

Esta utilización de zonas poco o nada colonizadas aparecen enestos lugares que señalábamos de escasa humanización. En el acuer-do suscrito entre calatravos y santiaguistas en 1239, se alude a que losespacios de monte, podrán ser adehesados en tres zonas bien diferen-ciadas aquellas más agreste que se utilizaran para pastar y cortar le-ña, y donde es habitual la existencia de cursos de agua206. Existen

202 Documento referido a Azuaga, vid. A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2.203 Exactamente la pez se obtiene de la destilación de la trementina, sustancia que se obtienede la resina de los pinos, como veremos con detalle en el correspondiente apartado. En cuantoal alquitrán se trata de un derivado que se obtiene añadiendo a la pez, sebo, resina y aceite.204 Vid. M. Rodríguez Llopis, Doc. de Moratalla, págs. 70- 71 y suponemos que su comercia-lización ya que este producto aparece en los aranceles que se cobran en Uclés y Alharilla,donde la carga de pez paga nueve dineros, vid. D.W. Lomax, La Orden, págs. 278-279, nº 36.205 Vid, M. Rodríguez Llopis, Doc. siglos XIV y XV, págs. 1-4, nº 1.206 Estas zonas poco articuladas suelen incluir estas referencias a aguas, fuentes, prados ypastos, especificando que se trata de aguas corrientes (ríos y manantiales), vid, la cesión ini-cial de Montánchez, vid. J. González, Alfonso IX, págs. 717-719, nº 620.

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otras para cazar, esencialmente conejos y otras cercadas para bueyesque se utilizaran para arar, según el texto207.

Esta explotación de las aguas incluía una utilización de sus re-cursos en la donaciones de Segura y Galera. Se citan junto a esta refe-rencias de explotación natural, la existencia de molinos y pesquerías.Esta pesquerías se regulan con todo detalle en el fuero de Usagre. Suart. 161, que se refiere a los molinos construidos en zonas vírgenes,establece que las pesquerías estarán acotadas, teniendo como media-da máxima diez estadales y mínima de tres208.

b.3) El quiñónFrente a las ámbitos anteriores más relacionados con territo-

rios incultos, encontramos unidades de producción estrechamenterelacionadas con una especialización del aprovechamiento relaciona-da con ámbitos agrarios: quiñones, viñas, huertos; Otras relacionadascon el ámbito ganadero aunque no en exclusividad pudiendo verifi-carse su carácter agropecuario: sernas y dehesas, cuya principal im-portancia está en que se trata de unidades perfectamente definidas apartir de su acotamiento.

El quiñón es un foco de organización productiva relacionadocon la producción de cereal pero en estrecha relación con su siembraen lugares con riqueza de agua o zonas ribereñas. Ciertamente suprofusión documental se constata en zonas de este tipo y vinculadaen muchos casos a partes u horas de molinos que evidencian esa rela-ción con el cereal. En 1223, María vende dos horas de molino en Ma-gacela, junto a la venta de Domingo Muñoz de veinticuatro quiñonesy trece que vende un tal García209.

Esta vinculación con zonas ribereñas aparece de forma explí-cita en la importante concentración de quiñones en zonas como Al-maguer junto al Riánsares, donde en 1226, se venden sesenta quiño-nes cercanos a zonas de pozos y zonas de molinos que controla la Or-den sobre este curso fluvial210. Cerca del Vedija también encontramoseste tipo de marco de producción cerealera como unidad de aprove-chamiento agrario tremendamente parcelada próxima a cursos flu-viales211.

207 M. Rivera, La Encomienda, págs. 375-377, nº 172.208 El estadal es una medida de longitud que equivale a 4 varas, aproximadamente tres metros.209 vid. M. Rivera, La Encomienda, pág. 310, nº 102.210 vid. Ibid, pág. 343, nº 130.211 Ibid, pág. 374, nº 169.

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No obstante esta vinculación productiva con zonas ribereñasno siempre queda explicitada, aunque ciertamente la referencia aquiñones no aparecen en zonas donde la explotación de los ríos esmenos importante como Extremadura o el Campo de Montiel. Comodecíamos algunas referencias a quiñones no siempre aparecen en zo-nas claramente ribereñas, constatamos su presencia en propiedadesde la Orden en Estremera que si bien no están sobre el Tajo, si se en-cuentran muy próximas 212.

Es por tanto posible definir el quiñón como la unidad básicade explotación campesina cuya equivalencia podría establecerse conuna yugada de heredad y con una dedicación claramente cerealísti-ca213.

Sin embargo no se trata de la más pequeña unidad de explota-ción ni en zonas ribereñas donde la profunda ocupación llevó a laexistencia de hazas, como delata el documento anterior que aparecenvinculadas a aceñas y a alamedas, claramente zonas de ribera. Ni enalgunas zonas de monte e incluso vinculadas a las carreras, dondeencontramos el pedazo, como mínima expresión de la actividad pro-ductiva y que posiblemente correspondería a un campesinado sin po-sibilidad de disponer tanto para las hazas como para los pedazos deuna yunta de bueyes para su trabajo.

b.4) Huertos y viñasEstas unidades de explotación aparecen en numerosas ocasio-

nes vinculadas y relacionadas con zonas de riego por lo que inicial-mente las valoramos en conjunto, aunque analizaremos su extensiónde forma individualizada. Conviene incidir en que si bien las viñas,pueden constituir una pequeña unidad en un marco más amplio, enocasiones constituyen importantes extensiones que implicaría su va-loración como viñedos y por tanto como marcos.

Los huertos son en la mayoría de los casos citados como ele-mentos anejos a las zonas ribereñas y poco informan los textos sobreellos y sobre su extensión. En algunas documentos comprobamos unaidentificación clara entre viñas y huertos lo que incita a pensar en unaexplotación de ambos cultivos en un mismo marco territorial. Aun-que ciertamente como veremos la viña tuvo una autonomía espacialen relación al huerto y al regadío, por otra parte lógica, ya que la vides esencialmente un cultivo de secano cuyo mejor fruto para la obten- 212 Vid. Hacia 1300, A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.213 Vid. J. Gonzalez, Repoblación, II, págs. 184-185, cuyas opiniones sobre el quiñón verificaen los señoríos calatravos, E. Rodríguez, La formación del feudalismo, págs. 204-205.

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ción del vino se obtiene con bajas precipitaciones y escasez de agua.Por tanto, debemos suponer que estas zonas de vid ribereñas tuvieranuna relación con el consumo del fruto (uvas de mesa), y no con la ex-plotación vinícola.

En algún caso esta explotación de huertos y viñas se vinculana la existencia de zonas de riego. En Noblejas, se entregan casas, tie-rras de aradas, viñas y huertos y se incluyen en la donación de estosbienes los regamientos de las mismas214. Esta relación entre la huerta yel riego aparecía como veíamos en la cesión de propiedades a la Or-den en Andújar donde las aranzadas de huerta aparecía supeditadasde forma expresa a zonas de aceñas215.

Sin embargo, en ocasiones se percibe un conflicto entre el rie-go y la actividad primordial de los molinos, moler el grano. En Usa-gre su fuero dispone en su artículo 161, que los huertos y las zonas delino —almares—, no se rieguen con el agua de los molinos que se uti-lizarán para la transformación del grano y no para el riego. En estelugar comprobamos que los huertos se regarían con lo que se deno-mina fuentes de perenal (pozos), al establecer el art. 160, que arroyoque echare in qualicumque hereditate, sit III braçadas per carrera en ancho atodo redor de la fuente, et sierre su labor como es fuero si otra agua non ovie-re que abonde, es decir se realizan pozos en las zonas de huerta dispo-niéndose su tamaño e incluso disposición y profundidad. Estamosante un control férreo del agua ya que nadie que tenga pozo en su he-redad podrá dar agua a otros.

En algunos lugares estos huertos se vinculan con una explota-ción de cereal de regadío donde aparecen huertas anejas a la produc-ción de cereal216 o relacionadas con olivares aunque con una cercaníamuy clara de los cursos de agua217.

Las zonas de huerta se encuentran también profundamenteparceladas y en ocasiones su arraigo como marco productivo viene deantiguo. En la zona de Estremera encontramos huertas viejas, junto aotras que no reciben este apelativo lo que indica esta continuidad en 214 vid. M. Rivera, La Encomienda, pág. 350, nº 140.215 J. González, Fernando III, tomo III, págs. 96-98, nº 576. Esta vinculación aparece de formareiterada en numerosos documentos, vid. Ibid, pág. 401, nº 193, se donan viñas, huertos, ríos,fuentes, pastos, montes, aceñas y molinos (resulta interesante esta distinción que no todos losautores establecen, explicando que aceñas resulta una arabismo para designar la palabra moli-no, que como veíamos son realidades diferenciadas).216 vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 418-419, nº 211.217 En Ovello (Córdoba), junto a unos pedazos de viña de olivar se dan tres pedazos de huertay un olivar, además de un molino situado debajo de las viñas en el arroyo que llaman de lahuertas, vid. A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2.

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la explotación. Además estas huertas se entregan a la mitad y están asurco de otras como la de Paniagua y otras cuya designación se realizaa través del antropónimo, lo que indica su subdivisión218. En otrasocasiones los huertos se vinculan a la extensión de arboles frutales,dando lugar a explotaciones hortofrutícolas como la documentada enBalazote219.

Esta estrecha relación entre huertos y viñas no es óbice paraque en algunos textos aparezcan de forma independiente e inclusorepresentando una importante centro productivo. Así al menos pare-cen manifestarse los documentos que en ocasiones aluden a viñasdentro de una mera enumeración de propiedades, casos en la queaparece relaciona casi siempre con los huertos, pero en otros comouna entidad independiente que muchas veces se define en extensiónmediante las aranzadas220.

Desde esta óptica de gran explotación debemos entender laviña a que se refiere el documento de cesión poblacional de Villaru-bia, que tiene un gran tamaño al extenderse en el margen derecho dela carrera que une Ocaña con Villarrubia221. También la de Dos Ba-rrios que la Orden incorpora en 1210222 y cuya explotación debió sertremendamente importante ya que como observamos en el fuerootorgado por la Orden en 1242, el que traiga vino para vender en DosBarrios daría portazgo al ser un producto excedentario en el lugar,mientras que el que trajera cebada o harina no lo dará, estando obli-gado a su pago si compra cereales223. Podemos establecer una ciertaconcreción productiva en determinadas zonas de la vid, más apta enunos lugares que en otros para su explotación extensiva224.

Es necesario valorar el territorio ocupado por estas unidadesde producción, a partir de la aranzada, medida utilizada para sucuantificación. Varios son los documentos que señalan la extensión enaranzadas de las viñas, que sin embargo no permiten establecer cla-

218 A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.219 M. Rodríguez Llopis, Documentos del siglo XIV y XV, págs. 1-4, nº 1.220 Se trata de una medida agraria utilizada en exclusividad en época medieval para medir vi-ñas y huerta, que tiene una cuantificación variable según las zonas en Castilla equivale a4.472 metros y en Córdoba por ejemplo a 3.672 metros.221 M. Rivera, La Encomienda, págs. 268-269, nº 55.222 M. Pidal, Documentos, págs. 363-364, nº 268.223 M. Rivera, La Encomienda, págs. 391-393, nº 185.224 En Llerena y Reina encontramos una situación similar a la establecida para Dos Barrios, sufuero dispone, sus fueros establecen que no se pueda llevar vino a vender en Llerena y Reinade fuera de la villa, lo que implica a nuestro entender una concentración de esta producción enla zona, vid. Biblioteca de Palacio, mss. 696, fols. 342r-347v.

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ramente una extensión media y que es bastante variable, únicamentesu ordenación en aranzadas parece clara. En Medellín recibe la Ordenen 1235, siete aranzadas de viñas, cerca del Jandula y ocho aranzadasmás en 1236. En el cortijo de Mezquinel en 1246, se donan quincearanzadas de viña y cuatro de huerta. En Segura de León en 1274, seentregan a los pobladores una aranzada de viña al igual que en elfuero concedido a Mérida en 1235. Por tanto parece posible suponerque la aranzada de viña es la unidad de producción de este cultivovinculada a una familia nuclear para su explotación y la concentra-ción de diversas aranzadas supone un cultivo extensivo y más com-plejo de la vid.

Sin embargo encontramos unas unidades de fragmentaciónvinculadas a la viña y que pueden ilustrar su parcelación y también ladefinición de esta unidad productiva. En una venta efectuada en 1214se alude a que el objeto de transacción es un majuelo, que en princi-pio podríamos vincular con cepas nuevas, pero que en este docu-mento aparece vinculado con otros majuelos aledaños lo que puedeimplicar una cierta parcelación de las viñas, entendidas como granexplotación. Esta operación se sitúa en Oreja y por lo que hoy cono-cemos esta hipótesis de división no parece descabellada225 máxime sitenemos en cuenta que en Usagre, toda viña que tuviera más de diezestadales (unos 30 metros), deberá estar acotada y si se hallan puer-cos, ovejas o carneros se pagarán sendas cabezas de ganado según setrate de viñas vendimiadas o por vendimiar. Este precepto foral estambién interesante por que se estipula que los huertos y las viñas enesta localidad deberán estar vallados con una pared de cinco palmosen alto sobre la tierra226.

En la zona de las sierras de Segura documentamos la existen-cia y donación de tres tahullas de viñas227, lo que supone que estapropiedad de la Orden en tierras murcianas respondería a una granexplotación de este cultivo228. La extensión de la explotación de vid enlos señoríos santiaguistas tiene un relación directa con las importan-tes rentas que suponía la comercialización del vino, producto muyimportante para el hombre medieval.

225 Ibid, págs. 287-288, nº 73.226 Vid. Ureña, F. de Usagre, art. 105.227 Esta medida agraria vinculada a tierras de regadío se utiliza fundamentalmente en Grana-da, Almería y Murcia, y tiene 40 varas de lado o 1600 varas cuadradas, lo que equivale a 11áreas y 18 centímetros.228 vid. Torres Fontes, Documentos de Cehegin, págs. 117-124, nº 8.

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La viña se expandió por muchas zonas geográficas en princi-pio difíciles de colonizar, situación que añadió dureza a un trabajo depor si muy importante para su puesta en explotación que nos ha sidotransmitido la documentación. En 1240, se conceden en arriendo aJuan Martín y a su esposa dos pedazos de viña en San Felices, lugarpróximo a las lagunas de Ruidera, estas viñas están desiertas y situa-das en el monte por lo que debemos suponer un cultivo en terrazas,como el que hoy se observa en el lugar.

El documento describe la actividad que es necesario desarro-llar para su puesta en explotación. En primer lugar deben entremeterla tierra, suponemos que deben arar lo que puede implicar que debendisponer de yugo; Luego deben excavar, podar cavar y vinar que con-siste en un segundo volteo de las viñas.

Se establece que sin no labran en un año perderán la posibili-dad de producir en ella y si no lo hacen en dos años pierden sus bie-nes raíces ellos y sus herederos. Debemos intuir que se refiere a losutensilios necesarios para la explotación de esta viña229.

Andando el tiempo el cultivo de la vid generó una industriade transformación vinculada a ella, donde además de convertir la uvaen vino se almacenara y comercializara. En 1327, la Orden comprauna viña, en Val de Matança, en el término de Mérida por 30 libras,que incluye una tierra calva, dos cubas, tres tinajas, un almadras, cua-tro cabezales y dos alfamares. Estos elementos delatan que esta unidadde explotación incluía al menos cuatro camas, lo que implica la resi-dencia sobre el lagar. Ciertamente estamos ante una explotación de laviña además de como un cultivo como una industria de transforma-ción de este producto agrario que se almacena y posiblemente entreen circuitos comerciales230.

229 D.W. Lomax, “Apostillas”, ob. cit., pág. 30, nº 5. Suponemos que estos plazos son a partirde un determinado momento ya que, antes de cinco años es difícil sacar provecho a las cepas.230 A.H.N., Uclés, carp. 199, nº 2. Resulta interesante comprobar como la explotación de loslugares de fermentación medievales tienen mucho que ver con algunos que se conservan ac-tualmente; En ellos, el lagar esta situado bajo la vivienda de los productores, semienterrado,para favorecer la fermentación. Esta residencia nos las confirman los alfamares o colchas decama (viene del árabe al-hamar, vid. Martín Alonso, Diccionario Medieval, tomo I, págs.229), en cuanto al almadraque (del ar. al-matrab), se trata de colchones y de los correspon-dientes cabezales de cama, que aparecen en otros fueros como en Usagre (Martín Alonso,Ibid, pág. 247). Por tanto esta explotación de la vid que incluye su almacenamiento y posiblefermentación, responde a esta disposición del lagar bajo la vivienda. No resulta extraño queentre los bienes del hospital de Talavera, se citen dos vigas de lagar, se trata de vigas que de-ben ser especialmente grandes y cumplir unos determinados requisitos para mantener la tem-peratura y humedad adecuadas para la fermentación del vino y que paradójicamente aparecen

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b.5) Las sernasLas sernas, constituyen la unidad de monopolio señorial por

excelencia. Sobre la evolución terminológica de este vocablo se hanrealizado estudios monográficos que han situado su progresivo cam-bio desde una ámbito de trabajo comunal sobre todo en el norte pe-ninsular, para identificarse con el tiempo como una zona de explota-ción intensiva monopolizada por los señores. Convirtiéndose en losámbitos de mayor riqueza productiva dentro de un señorío, explota-das en muchos casos con las prestaciones en trabajo que los campesi-nos realizaban en reconocimiento de su dependencia. Para culminarsu proceso designado el trabajo a efectuar para el señor. Toda vez quecae en desuso la explotación directa, se produce su conversión en unarenta en dinero fruto de la antigua prestación 231.

Nuestra escasa información documental nos sitúa las sernasque aparecen en los señoríos santiaguistas como unidades de explo-tación directa que la Orden monopoliza y que cuenta con una claradefinición territorial. Podría pensarse en zonas de cultivo cerealerointensivo en las zonas de ribera. En 1207, la Orden se reserva en Villa-rubia, las sernas de donde podemos intuir que se trata de diversasunidades de producción232. En Dos Barrios se reserva en 1210, unadehesa y media serna, que luego explotará la Orden. No disponemosde datos sobre su extensión. Puede corresponder con un espacioacotado ya que, en 1227, se habla de la dehesa de la Serna, donde sealude expresamente a su explotación cerealera233.

b.6) Las dehesas

como un bien de una encomienda, vid. A.H.N., Uclés, carp. 323, nº 8, en un inventario de bie-nes realizado en 1238, Agosto.231 En este sentido destacan los trabajos del prof. Cortázar, La sociedad rural, en especialpágs. 101-103, y sus discípulas C. Díez, La formación de la sociedad feudal, págs. 128 y ss.donde ve la serna tal cual nosotros la valoramos como el final de un proceso evolutivo dentrode la sociedad de Valle en Cantabria y sobre todo el trabajo monográfico de E. Botella, Laserna, en especial págs. 44 -46, donde cuestiona la relación entre sernas y reserva señorial, ensu sentido tradicional, aunque sí admite que se convierten en una zona de explotación intensi-va explotada de forma monopolística.232 M. Rivera, La Encomienda, págs. 268-269, nº 55.233 A.H.N., Uclés, carp. 219, nº 2. En la dehesa de la Serna quando fuese de pan sacado andenlos ganados sueltamente hasta la simienza.

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Otro espacio acotado y reservado son las dehesas que si bienen principio la Orden las monopolizó234, fueron la base como veremosdel creciente poder concejil en determinadas zonas.

Existen dehesas de diversos tipos. Unas dedicadas a las yuntasde bueyes suponemos que para su alimentación, pero son muy habi-tuales las de conejos, sin duda utilizadas para cazar y también flu-viales utilizadas para la pesca. Ya hemos aludido a documentos don-de aparecen estas dehesas como en el citado documento de Dos Ba-rrios. En Biedma encontramos en los primeros años del siglo XIII,dehesas de río que suponemos zonas de explotación monopolística depesca y también dehesas de conejos235 . En el acuerdo suscrito entre laOrden de Santiago y la de San Juan en 1237, se establece que existirándehesas comunales, para ambas Órdenes de bueyes y caballos queestarán cerradas. Es obvio como comprobaremos que también existie-ron zonas adehesadas de producción agraria que se protegían de laentrada de ganados.

En el acuerdo suscrito con los calatravos en 1239, se establecendos tipos de dehesas, una de ellas agrícola y otra para conejos dondese prohibe expresamente el paso de los bueyes de arar. Este texto esespecialmente interesante al definir diferentes tipos de zonas acota-das una más agrestes o sin colonizar que se utilizan para pastos, cortaleña y donde suelen existir cursos de agua y otras más específicas ydedicadas a actividades muy concretas236.

En algunos documentos la existencia de dehesas es inherente alos bienes de un lugar. Así en Galera y Segura encontramos entre losbienes que incorporan en sus donaciones dehesas. A veces los conce-jos establecen zonas de monte que acotan para su explotación, esta-bleciéndose que se críen y rocen estas mantas de monte. Esta realidad

234 Son varias las referencias documentales a las dehesas de la Orden a las que aludiremos a lolargo del texto, sirva un ejemplo de estas en el F.R.U. donde que dice que todo hombre queviniera con vacas o bueyes a “nuestra” dehesa (se trata de una dehesa de la Orden) peche porcada cabeza un mencal si es de día y de noche, dos mencales, por caballo y cerdos peche deigual forma. Si se trata de un rebaño de ovejas, de día cinco carneros y de noche sesenta car-neros, una pecha muy significativa, vid. art. 82. Esta dehesa está muy regulada en el fuero elart. 207, regula quien podrá entran en la misma y el 217, regula su utilización por las recuas.235 M. Rivera, La Encomienda, pág. 334, nº 117.236 Sobre las dehesas el F.R.U. se extiende de forma importante, aludiendo en alguno de susartículos al vallado de las mismas, en el art. 81. se dispone que quien quisiera vallar la dehesaque realice una cerca que tenga 3 palmos de fondo y tres de amplio, si se hace con palos queésta llegue a la altura del pecho, quien no lo haga así que peche.

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aparecen en un acuerdo suscrito entre lugares santiaguistas y delobispado de Segovia en 1267237.

Con el paso del tiempo algunas realidades productivas sufrenimportantes modificaciones y esto sin duda también afectó a estaszonas acotadas. Disponemos de una información que nos habla de laparcelación de nada menos que de la dehesa de Palacio en Estremera,donde se cede un quinto de la misma238. Pero estas modificacionestienen sus matices locales ya que en zonas cercanas como en Fuenti-dueña, la Orden monopoliza la totalidad del monte. En 1328, la Or-den autoriza a sus pobladores para proveerse de madera, de la entra-da en el monte únicamente tres veces al año239.

La ruptura del monopolio sobre los montes constituyó uno delos principales litigios entre la Orden y sus concejos. En consecuenciaéstos, en muchos casos se repartieron entre la Orden y los concejos,siendo las dehesas concejiles la base de un poder territorial progresi-vo de los mismos que tendremos oportunidad de analizar. En Méri-da, por ejemplo en 1235, los señores, el arzobispo de Santiago y laOrden, se reparten con el concejo de la ciudad las dehesas de nemori-bus y cuniculorum240.

b.7) Algunas unidades aisladasExisten algunas unidades cuya profusión documental es esca-

sa en nuestra zona pero que responden a realidades muy extendidasen el norte peninsular, nos referimos a los villares. Disponemos deuna única referencia que aparece en el acuerdo de 1237 entre la Or-den y los sanjuanistas, aquí se habla de villares poblados por ambasÓrdenes que pueden responder a explotaciones de tipo ganadero,zonas de concentración de ganado esencialmente. Por otra parte en lazona de Biedma encontramos la referencia a villanis que pudieran re-ferirse a unidades de explotación hortofrutícola ya que aparecen enuna relación tras heredades cultivadas y sin cultivar y tras viñas241,aunque no sabemos con certeza a que se refiere. Y por último una re-ferencia a un hijuelo, pudiera tratarse de una explotación de recientecultivo o aludir a un determinado tipo de parcelación, desconocemosa que hace referencia242.

237 M. Rivera, La Encomienda, págs. 429-431, nº 221.238 A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.239 M. Rivera, La Encomienda, págs. 464-466, nº 245.240 Vid. Bullarium, págs. 106-107.241 M. Rivera, La Encomienda, pág. 334, nº 117.242 Ibid, pág. 374, nº 169.

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A.2.3.1 Unidades de producción no territorialEn este apartado nos ocuparemos de los molinos y los hornos.

Los hornos suponen unidades de producción que no implican territo-rialidad. En cuanto a los molinos, pueden suponer un ámbito territo-rial concreto, sobre todo al estudiar las azudas que integran diversosmolinos, pero lo habitual es su falta de definición territorial y por ellolos valoraremos en este epígrafe. Estaríamos ante unas infraestructu-ras tecnológicas que introducen un nuevo ámbito productivo, la in-dustria de transformación de las materias primas.

a) Los molinosEl trinomio azuda, aceñas, molinos, resulta de gran importan-

cia en numerosos lugares ocupados por los santiaguistas. Ahora bien,si estamos ante tres realidades vinculadas en algún caso estos treselementos aparecen como independientes, sobre todo el molino cuyaimportancia en nuestra época de estudio es decisiva en la transforma-ción de las materias agrícolas y vegetales en productos aptos para elconsumo, además de su importancia en otras actividades como la fa-bricación de paños que valoraremos oportunamente.

Estos tres elementos aunque estrechamente vinculados res-ponden a realidades productivas en ocasiones relacionadas pero enotras autónomas e independientes.

La azuda o azud, que deriva de la palabra árabe as-sudd (la ba-rrera, la presa), responde a marco amplio que puede incorporar ace-ñas y molinos. Se trata de un complejo de presas que permiten me-diante su control la expulsión de agua que posibilita la movilidad deuna gran rueda vertical afianzada por el eje en dos grandes pilares243.Es movida por esta fuerza del agua y se utiliza para extraer ésta. Enmuchos casos está relacionada con el riego de campos. En cuanto a laaceña que deriva del árabe as-saniya (la que eleva el agua) ha de rela-cionarse más con molinos harineros en las riberas y como vemos in-cluso etimológicamente se distingue claramente de la azuda. Encuanto al molino cuya etimología deriva del latín molinum, estamosante una maquina de moler, compuesta por una muela, una solera ylos mecanismos necesarios para transmitir y regularizar el movi-

243 Estas presas se construían por norma general en argamasa. Se dispone de una informaciónsobre una presa en Membrilla que tenía una altura de tres palmos y una mano, Vid. M. Rivera,La Encomienda, págs. 149- 150, en cuanto a la rueda era de madera, material prioritario en laconstrucción de los molinos.

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miento producido por una fuerza motriz, ya sea ésta el agua, el vientoe incluso un animal244.

Sus aplicaciones pueden ser diversas. Podemos tener un moli-no harinero, aceitero u otros dedicados a la extracción de agua; Bata-nero dedicado a la industria textil con la incorporación de unas palaso mazos que golpean la lana o los tejidos según los casos245. En algu-nas zonas peninsulares a la explotación del arroz, con lo que su apli-cación y mecanismo varia considerablemente.

El aprovechamiento de los recursos hídricos y su fuerza mo-triz para actividades de transformación aparece en muchos docu-mentos, inicialmente como una explotación genérica al aludirse enmuchos textos a las aguas, ríos, etc., lo que implica un aprovecha-miento de estos recursos, pero ya en los años finales del siglo XII, sealude de forma expresa a esta realidad productiva de gran interés enla época246.

En un importante acuerdo entre doña Orabuena y la Orden en1185, se estipula que la Orden no podrá construir presas anteriores ala que posee esta señora y se dispone que tendrá que haber una dis-tancia prudencial entre ambas que no se especifica. Lo cierto es queeste documento denota una gran preocupación por racionalizar estaexplotación de presas247.

Es sin embargo en determinadas zonas como Aranjuez dondela concentración de estos molinos incluye una mayor descripción delos mismos y un mejor acercamiento a su realidad. Disponemos de 244 El molino incorpora todo este aparellaje y además algún tipo de estructuras vinculadas a élque bien pudieran estar relacionadas con formas de reparto del agua. Algunos textos unen adonaciones de molinos otras realidades como las molinas o mulinarias que aparecen en de-terminados documentos, aunque desconocemos con exactitud a que se refieren, vid. M. Ro-dríguez Llopis, Documentos siglos XIV y XV, págs. 1-4, nº 1, donde se habla de estas molinaso mulinarias.245 Estos molinos se disponían en un cigüeñal con eje excéntrico, que con los movimientos delagua, golpeaban los paños que se encontraban en una pequeña cuba inferior cubierta por unafina capa de agua; Estos golpes servían para desapelmazar la lana o para obtener en los pañosla textura deseada. Este tipo de molinos, los bataneros, supusieron un gran avance en esta in-dustria, ya que antes esta labor se hacia con hombres que pisaban estos paños, sistema queaún hoy podemos comprobar en el barrio de los tinteros de Fez.246 Algunos autores han establecido una relación entre la consolidación del feudalismo y laextensión del molino, vid. Ramón Martí, “Hacia una arqueología hidráulica: la génesis delmolino feudal en Cataluña”, en Arqueología Medieval, págs. 165 y ss.247 Et quicquid infra predictos villarum predictarum términos continetur sive in flumine siveextra flumen sit inter eos equaliter per medium sicut surascriptum est, excepta predicta presadomne Orebone et excepta presa quam prefati frates debent facere, quas presas uterque sepa-ratim habere debet sicut supradictum est. Vid. J. L. Martín, Orígenes, págs. 362-365, nº 181.

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tres interesantes noticias relacionados con esta zona. En ellas se aludea este tipo de explotaciones en el Tajo248, donde en opinión de M. Ri-vera su potencial hidraúlico permitió la existencia de lo que ella llamaparada de açeñas, esto es la concentración de molinos en un determi-nado lugar, es decir, una presa disponía de varios molinos vincula-dos. Como hemos tenido ocasión de comprobar en el estudio de lasencomiendas del Tajo, esta zona fue explotada de forma extensiva encuanto a la producción hidráulica, dando lugar a la formación de nú-cleos dedicados en exclusividad a el aprovechamiento de los molinos,como el complejo de Buenamesón donde aún hoy se explotan estosrecursos mediante la existencia de una central eléctrica de carácterprivado, lo que implica una utilización sin interrupción, desde finalesdel siglo XII.

En la primera noticia fechada entre 1195 y 1202, don Martín,abbat y sus aparceros se comprometen a realizar aceñas en el Tajo,dando la tercera parte de lo que ganaran al comendador. El docu-mento dispone que utilicen toda la madera que necesiten del soto dela encomienda, para adobar y realizar las labores de los molinos,comprometiéndose a su explotación que sin duda, requería diversostrabajos especializados, y en el caso de que no trabajaran estas aceñasdurante una año las perderían.

En 1221, unos particulares vende a don Pascual de la Forcaja-da una azuda en Aranjuez por veinte maravedíes. Esta realidad pro-ductiva debe incluir distintas propiedades anejas ya que se da conentradas y salidas. Estos anejos bien pudieran ser aceñas o molinosvinculados a esta azuda.

En el último documento fechado en 1226, se distingue clara-mente entre los términos aceñas y azudas: vendi quanto avia en lasacennas de Aranzuel e en toda el açuda con toda su agua con entradas e conexidas e con todas sus pertenenecias. Esta información explica de formaclara como la azuda integra diferentes aceñas y se convierte en un re-ferente de cierta importancia. Las aceñas incorporan además entre susbienes de explotación las presas anejas a las mismas, por tanto esta-mos ante una realidad productiva de una cierta complejidad.

Estos documentos junto con los citados sobre los molinos deTorrelengua, introducen una idea interesante, la explotación de estosmolinos conllevó una fuerte parcelación de la propiedad, que implicauna producción y construcción comunitaria de los molinos hecho no

248 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 264-265, nº 48, págs. 293-294, nº 83, pág. 340, nº124.

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exclusivo de Castilla sino ampliable a otros reinos peninsulares249. Enlos citados documentos sobre éste lugar se compran partes de moli-nos250. En el Cigüela donde la explotación hidráulica en opinión deM. Rivera, es más estacional y por tanto menos intensiva que en elTajo, encontramos esta parcelación importante en la utilización de losmolinos, sin duda, heredera de una construcción comunitaria. Obser-vamos una explotación muy importante, se venden horas de molinode mañana y noche, lo que implica una producción sin interrupciónde estos lugares251.

En algún caso esta explotación de aceñas y molinos conlleva elestablecimiento de barcas, cercanas a esta presas donde se desarrollauna importante industria de piscifactoría, donde se llegan a acotardehesas de ríos como la documentadas en Biedma entorno a 1220252.Esta realidad productiva aparece también de forma muy significativaen la zona de Segura, donde en las donaciones de Galera y Segura sealude al trinomio ríos, molinos y pesquerías que no son otra cosa queel resultado de este aprovechamiento de la pesca en zonas próximas alos molinos.

En ocasiones la existencia de estos elementos de aprovecha-miento de los cursos fluviales, tienen una relación directa con la ex-plotación de determinados cultivos estrechamente vinculados con elriego. Como es sabido la sociedad hispanomusulmana utilizó de for-ma intensiva el cultivo de regadío y algunos textos permiten adivinarciertas pervivencias de este tipo actividades relacionas con marcosespaciales concretos. En 1224, el monasterio de San Julián de SierraJavalera, situado entre Barajas de Melo y Vellisca, vende cuanto poseeen la Almunia a la Orden de Santiago. En este documento se identifi-ca claramente esta aldea, cuyo topónimo nos indica etimológicamentela existencia de una producción de regadío, a partir de la azuda queincorpora esta aldea253. Esta propiedad posiblemente heredera de una

249 Vid. R. Martín, “Hacia una arqueología”, ob. cit., pág. 176. Esta vinculación entre la in-dustria molinar y el trabajo colectivo en los molinos llevó a un gran desarrollo de la aparceríaalrededor de este tipo de explotaciones . El fuero de Usagre es muy indicativo, su art. 207,establece que todos los hombres que tuvieran aparcería en molinos o en aceñas o en aldeasque hagan su cabildo donde quieran. Esta explotación comunal se fomenta de forma impor-tante en esta localidad extremeña, al menos tres artículos forales la desarrollan, organizan yestimulan (vid. F. de Usagre, art. 437, 456 y 459).250 Vid. M. Rivera, La Encomienda, pág. 294, nº 84.251 Ibid., pág. 310, nº 102.252 Ibid, pág. 334, nº 117.253 Videlicet quartam partem de ipsa aldea vocta Almunia et la azuda ipsius aldee que est inTago, vid. Ibid., págs. 310-311, nº 103.

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antigua alquería islámica que incorpora un castro, unas casas, tierrascultas y incultas, pobladas y desiertas además de pastos y montes,tiene una clara vinculación productiva con la azuda que suministraríade riego a este lugar. El topónimo la Almunia es fiel reflejo de estacontinuidad productiva y vinculada al regadío .

Pero no se trata de un caso aislado. Como teníamos ocasión decomprobar al analizar los cortijos, las torres de Mezquinel y Maquiz,en la encomienda de Segura, incorporaban dentro de su actividadproductiva dos molinos254 que sin duda servían para el riego de losabundantes huertos que incorpora la explotación de éstos. Se tratapor tanto de comprobar como en algunas zonas pese a la extensióndel cultivo cerealero intensivo e extensivo y a la ganadería se desa-rrolló un cultivo de regadío en base a estas azudas y molinos queconcretaron marcos de explotación diferenciados en relación a zonasde secano255. El binomio huertos-molinos representa una realidadproductiva en los señoríos santiaguistas de la Submeseta Sur, que de-fine un tipo de aprovechamiento muy concreto256.

Se constata en determinados lugares, una agrupación deaprovechamientos de regadío en zonas ribereñas donde se concen-tran propiedades de diversas Órdenes, cuya vinculación con el riegoes evidente. En 1236, la Orden recibe diez yugadas de bueyes paraaño y vez en Cabeza Gorda, cerca del río Jándula, además de ochoaranzadas de viña y un aranzada de huerta junto a este río, que estánmuy próximas a otras que tienen la Orden de Calatrava y el Hospi-tal257. En esta misma zona además de estos cultivos se concentran

254 J. González, Fernando III, tomo III, págs. 301-303, nº 735.255 Esta importancia del regadío tanto para la explotación hortofrutícola como para el cerealqueda reflejada de forma explícita en algunos textos. En un permuta de heredades en la riberadel Cigüela en 1259, el documento establece lo siguiente: E nos don Diago Royz, conconsseio de bonos freyres que se açertaron e connosco e connosçiendo que nos dava muybuen camio e más tierra e meior pora levar pan, demos nos a don Domingo Perez dos façasde tierra que caben tres kafiçes de simiente que nos aviemos, las quales se tiene con la suhuerta d’amas partes e afruentan en el calze de los sus molinos e en la su salzeda e afruentanen la madre del río. vid. M. Rivera, La encomienda, págs. 418-419, nº 211. Este documentoes tremendamente ilustrativo de la riqueza que las tierras de regadío tienen y de la inquietudpor definir marcos de explotación rentables y productivos por parte de los santiaguistas, lacercanía a los molinos (mecanismos aquí de riego) revalorizan estas tierras.256 Un buen ejemplo lo constituye la relación de elementos productivos a los que alude el fue-ro de Cáceres en 1229, vid. A. Floriano, Doc. Historia del A.M. Cáceres, pág. 7-9.257 Cada Orden dispone de una aranzada de viña, además de una aceña y una pesquería: et dovobis unam arençadam orti et sit in unum cum aliis ortis quos dedi ordini Calatravensi et ori-ni Hospitalis Sancti Johannis, et similiter do vobis unam aceniam in illa piscaria in qua prius

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aceñas y pesquerías, lo que nos permite hacernos una imagen de estetipo de formaciones económicas.

Esta explotación de zonas ribereñas se caracteriza por unaparcelación extrema de la producción agrícola en pequeñas hazas yuna explotación del entorno arbustivo en torno a las riberas como de-notan algunos documentos. Ya hemos aludido a una salceda que seaprovecha junto al Cigüela. En la zona de Estremera, encontramos lamitad de una alameda con una haza, junto a Fuente del Campo; en laVega del Vililla, se da una haza junto a las aceñas de Andaver, asícomo otra en la Vega del Tajo y una junto a Valverde. Estas pequeñasporciones cuya etimología alude a pequeñas fajas, conforma un pai-saje ribereño junto a huertas que se sitúan a surco de las mismas258.

Esta actividad de regadío sin duda necesitaba de unos siste-mas de canalización de riego que algunos documentos delatan aun-que de forma poco explícita. En el acuerdo con Doña Orabuena queveíamos anteriormente, se alude a una presa sobre el Tajo con susmolinos y sus canaribus y sus planiciis, que muy bien pudiera referirsea los canales de estos molinos y a las zonas de ribera que en forma deplanicies pudieran servir para el cultivo de regadío. Sin embargo, estano es la única interpretación posible ya que pudiera aludir a los uten-silios propios del molino y a las balsas que forma las presas aptas pa-ra el cultivo pero cuya explotación piscícola parece clara.

En una importante donación que la Orden recibe a cambio deAzuaga en 1295, se nos habla de una zona de molinos cerca del casti-llo de Palma. Los santiaguistas reciben por ejemplo una cuarta partede un molino, hecho que confirma esa parcelación de estos marcos deproducción, y una serie de bienes que ya hemos relacionado con elregadío. La donación incluye dos partes de canal del río Guadalgenil,lo que daría pie a pensar en la existencia de un sistema avanzado decanales en torno a estas explotaciones ribereñas, aunque como deci-mos la información es escasa y su interpretación cuestionable. Losestudios arqueológicos se plantean muchas preguntas sobre este par-

habebatis vos unam et ordo Calatravensis aliam et ordo Hospitalis aliam. J. González, Fer-nando III, págs. 96-98, nº 576.258 Vid. estas descripciones en A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3. Cerca del Guadalgenil enla zona al sur de Azuaga, ya en la provincia de Córdoba, encontramos esta explotación de ar-boles y de hazas cerca de los cauces de los ríos, en esta ocasión se da un figueral y una alame-da además de dos hazas de tierra, vid. A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2.

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ticular pero en general defienden un perfeccionamiento escaso de lastécnicas de irrigación durante la Edad Media259.

Resulta una obviedad decir aquí que los sistemas de irrigacióne incluso de la construcción de aceñas y azudas son un hecho que de-bemos vincular a las comunidades hispanomusulmanas que inclusopermanecieron como mano de obra especializada en numerosos luga-res sobre todo de los señoríos santiaguistas que se extendieron por lazona Segura y aledaños. Sin embargo, en algunos casos la pervivenciase remonta a época romana o al menos a lo que las fuentes llaman laantigüedad, es el caso de los molinos de Torrelengua, donde en undocumento de 1227 se alude a esta evidencia se da una tierra que es almolinar que fue de antiguedat260 .

Hasta aquí hemos valorado la importancia de los molinos co-mo elementos de explotación hidráulica y su relación con la agricul-tura. Sin embargo, no todos los que hemos documentado sirvieronpara la molienda de grano o para el regadío de huertas, algunos comolos batanes que incorporan un sistema de palas para tundir los pañosfueron utilizados para la industria textil. Paulino Iradiel, en su obra,ya clásica, sobre la industria textil en Castilla, afirma que la gran ma-yoría de molinos documentados en las cuencas del Tajo y del Júcarson batanes utilizados en la floreciente industria textil de la zona vin-culada a la gran calidad de las lanas conquenses261. Estos batanes tu-vieron una importante extensión en las encomiendas de la zona delSegura, vinculada con la importancia de sus rebaños, pero las refe-rencias documentales son tardías, aunque nada indica que su cons-trucción no pudiera ser anterior262.

También en determinadas zonas como las encomiendas de laSierra del Segura y algunas del sur de Extremadura la importanteextensión del olivar, conllevó la necesidad de molinos aceiteros quedesde época hispanomusulmana se utilizaban de forma exhaustiva enestos lugares, dando lugar a importantes impuestos sobre las almaza- 259 Tanto para R. Martí como para M. Barceló, la actividad de riego durante nuestra época deestudio fue casi nula. R. Martí opina que la sociedad feudal mantuvo los sistemas de riego he-redados donde los hubo. En otros lugares el riego se realizó normalmente por inundación delos campos cercanos al río, por las crecidas periódicas, por capilaridad y en casos excepcio-nales con toscos canales. La definición de este sistema es difícil y necesitará de trabajos ar-queológicos que aún están por acometer en la rica zona hidráulica del Tajo. Vid. R. Martí, ob.cit., pág. 185.260 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 344, nº 132.261 Vid. Iradiel Murugarren, P., Evolución de la industria textil castellana en los siglos XIII-XVI, Salamanca, 1974, pág. 27 y ss.262 M. Rodríguez Llopis, Señoríos y feudalismo, págs. 257 y ss.

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ras o molinos de aceite263. Estas unidades de producción generadorasde un nuevo e innovador marco de relaciones económicas, desvinculala actividad de la puesta en cultivo de tierras y de la actividad gana-dera.

Es posible concluir con un dato importante que no obstantevaloraremos de forma monográfica al analizar la renta feudal. Estasrealidades productivas como las aceñas, molinos y azudas fueronmonopolizadas por la Orden, debido a su gran transcendencia para lavida campesina obligando con ello a sus campesinos dependientes auna importante sujeción a la hora de utilizar estos importantes cen-tros de transformación.

b) Los hornosOtro elemento de monopolio, los hornos, se convirtieron en

referentes de producción muy significativos, por su importancia parael campesino medieval264. En general fueron una unidad productivaintegrada en realidades más amplias pero en ocasiones tomaron cartade naturaleza como centro productivos individualizados. Existen al-gunos ejemplos aunque ciertamente escasos. En Dos Barrios en 1213la Orden compra un horno por ocho maravedíes del cual se estable-cen unos limites, además de donarlo con entradas y salidas265. Esta-mos ante una realidad productiva que no sólo incluye el horno físicosino una serie de elementos anejos a la actividad. La necesidad del es-cribano de establecer que se vende integro con sus límites no hace si-no verificar esta idea. Contamos también con las padillas u hornos depan, que también dispusieron en lugares como Moratalla de una au-tonomía en relación a otras actividades266.

263 Este impuesto general sobre la explotación de los molinos de aceite a la población musul-mana aparece claramente en un documento de arrendamiento fechado en 1273, donde entreotras cosas se arriendan los almazrames de numerosos lugares de la Sierra del Segura, vid.D.W. Lomax, La Orden, págs. 271-273, nº 32. Sobre la extensión de este tipo de molinos vid.M. Rodríguez Llopis, Señorío y Feudalismo, págs. 255-256 y también para la zona extremeñapuede resulta ilustrativo el trabajo de Córdoba de la Llave, R., “Aceñas, tahonas y almazaras.Técnicas industriales y procesos productivos del sector agroalimentario en la Córdoba del si-glo XV”, Hispania, nº 170 (1988), págs. 827-874.264 Son frecuentes las referencias a la posibilidad de tener horno para uso exclusivo del posee-dor en numerosas noticias, y también el control en general que la Orden tuvo sobre este tipode actividad. En Llerena y Reina concedió al concejo en 1297, que aquellos que labrasen conuna yunta de bueyes pudieran hacer horno, vid. Biblioteca de Palacio, mss. 696, fols. 342r-347v.265 A.H.N., Uclés, carp. 113, nº 4.266 Menéndez Pidal, Documentos, págs. 421-422, nº 313.

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Pero sin duda el ejemplo más importante son las pegueras,hornos utilizados en la zona de Segura para la obtención de pez y al-quitrán267. Se trata de pequeños hornos cónicos de un metro de alturacon una pequeña puerta en cuyo interior, se halla un banco corridodonde se colocan los botes con la resina. En el centro un hogar circu-lar sirve para colocar la leña que va cociendo la resina para obteneralquitrán y pez268. Su obtención requería una explotación en su entor-no y su extensión debió ser significativa a tenor de que los docu-mentos hablan de varios —se trata de explotaciones que albergandiez o doce hornos—. El producto obtenido muy apreciado, reporta-ba al comendador una renta de diez arrobas de cada peguera, segúnel uso de Segura, lo que nos permite suponer su importancia269. Estetipo de marcos productivos no parece exclusivo de Segura y podemossuponer su extensión por otras zonas.

En conclusión podemos establecer que los marcos y unidadesproductivas desarrollados en los señoríos santiaguistas de la Subme-seta Sur responden a un gran desarrollo de la producción y a una di-versificación de las actividades tanto agrícolas como ganaderas, aun-que hemos tenido ocasión de comprobar como la industria de trans-formación empezaba a dar sus primeros pasos. La definición de loselementos integrantes de la estructura productiva santiaguistas ca-racterizadas por la indefinición terminológica a la hora de describirmarcos y unidades interelacionados y en ocasiones complementarios,nos muestran como la documentación recoge una evolución muy rá-pida vinculada a un modelo en expansión y en proceso de consolida-ción que nosotros intentamos situar en una foto fija de carácter epis-temológico que provoca contradicciones de las que somos conscien-tes.

267 Aunque sólo los documentamos en Segura, esta realidad productiva se halla muy extendidapor la Península, nosotros las hemos encontrado es Lastras de Cuéllar provincia de Segovia,donde se conservan como monumento arqueológico a una actividad que aún hoy es uno de lospilares de la economía local.268 Se trata de una sustancia resinosa, sólida y lustrosa además de quebradiza obtenida una vezque calentados los recipientes con resina, obtenida por incisiones hechas con la azuela en lospinos. Estos generaban por calentamiento continuado en primer lugar el aguarrás que por des-conocerse su utilización se perdía, hasta obtener la trementina la cual por solidificación pro-duce la pez. Se trataba de un producto de primera importancia en el Medievo y aún hoy. Sirvepara aislar cubiertas, para el calafateado de barcas, en las juntas de los zapatos y sobre todopara impermeabilizar de odres y botas de vino; también se marcaba con él al ganado. Hoy seconsigue de forma industrial pero fue una actividad productiva de primera importancia al me-nos en la zona segoviana, durante muchos años de este siglo.269 M. Rodríguez Llopis, Documentos de Moratalla, págs. 70-71.

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A.2.4. Cabaña ganadera y paisaje agrarioA lo largo de los epígrafes anteriores al analizar determinados

grados de transformación espacial y por tanto de organización pro-ductiva, hemos intuido la importancia que la ganadería tuvo en algu-nas de las zonas objeto de estudio en este trabajo. Esta producciónganadera es consustancial a la propia extensión de la Orden en laSubmeseta Sur así como a la extensión del feudalismo. Es posibleafirmar, que existe una estrecha relación entre el proceso de anexiónde nuevos territorios, el fortalecimiento de la Orden como señor feu-dal y el desarrollo cuantitativo y cualitativo de la actividad ganaderacomo base de este proceso270 .

Determinadas zonas de estudio de este trabajo permiten elanálisis de esta realidad al convertirse en unas ámbitos paradigmáti-cos de la importancia que la ganadería tuvo en la Submeseta Sur y desu peso en la consolidación de las Órdenes militares como señoresfeudales y agentes de expansión de este modelo271. Pero hay más: laextensión de este marco productivo generó un determinado paisajecomo hemos señalado con anterioridad y desarrolló un determinadotipo de actividad económica entorno a la ganadería al convertirse éstano sólo en una actividad productiva sino en la base de un intercambiocomercial272, no sólo por ser el ganado un objeto de transacción de

270 En opinión de J.M. Mínguez, “Crecimiento ganadero, expansión territorial y afianzamientode la aristocracia como clase dominante son las tres vertientes de un proceso estructural delarga duración que se identifica con la conformación y consolidación del feudalismo en el rei-no castellano leonés” y va más lejos “Dominio económico-social de la aristocracia y orienta-ción ganadera de la producción son dos caras de la misma moneda y dos claves para la inter-pretación de la historia medieval castellana”, vid. “Ganadería, aristocracia”, ob. cit. , págs.352-353.271 Esta realidad no es exclusiva de los santiaguistas sino que también lo es de calatravos ysanjuanistas, con los cuales a través de acuerdos se define un marco agrario, es más, trabajosrecientes definen nuestra zonas de estudio como el marco donde se da la configuración de unpaisaje eminentemente ganadero, vid. E. Rodríguez Picavea, La formación del feudalismo”,págs. 186-188.272 vid. J.M. Mínguez, “Ganadería, aristocracia”, ob. cit., págs. 346-347. Esta realidad ha que-dado claramente reflejada en la documentación, baste ver el arancel de aduanas de Ocaña. Enéste comprobamos el comercio ganadero. Se vende mulas, asnos, bueyes, puercos, ovejas, ca-bras, y corderos, como venta de ganado en rebaños o unidades. Pero también se establece laventa de las carnes de estos animales con impuestos bien distintos. El cordero ya se valora enfunción de su tamaño, se verifica la especialización en el consumo de carne de oveja y el con-sumo de carne de ciervo e incluso de ezebra (que pudiera aludir a cervidos: gamos, corzos,muflones, ciervos)., vid. D.W. Lomax, La Orden, págs. 277-278, nº 35.

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primer orden273, sino por ser la base de florecientes industrias como latextil de gran desarrollo en Castilla y sobre todo en esta zona meri-dional a partir del siglo XIII274.

Este paisaje y este tipo de explotación no son fruto de la ca-sualidad sino el resultado de la aplicación de un modelo económicoen zonas de frontera con escasa densidad poblacional caracterizadapor su dispersión que fue fomentada desde las estructuras de po-der275. Hemos tenido ocasión de comprobar la importancia que en losmarcos productivos tienen las dehesas, los prados, en definitiva laszonas de pastos. Los espacios adehesados no sólo se convirtieron enel marco productivo que mayor numero de ingresos proporcionó a laOrden, sino que en momentos de crisis la dehesa y el aprovecha-miento ganadero fueron utilizados para incentivar la puesta en ex-plotación y con ello el poblamiento de determinadas zonas276.

La estructuración feudal del espacio ganadero también tuvosu reflejo en la agricultura, cuyo sistema de cultivos de rotación obli-gatoria posibilitaba la existencia de pastos para el ganado. La relaciónespacial y productiva entre agricultura y ganadería, es claramente fa-vorable a esta última por razones evidentes de extensión cuantitativa,pero sobre todo de explotación cualitativa. Si bien es cierto que el

273 Basten algunos ejemplos : en sendas compras efectuadas en Torrelengua en 1224, se da enpago en dos ocasiones un potro, vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 331-332, nº 112 y 113.Incluso el ganado se utilizó para la liberación de esclavos, como muestra la autorización querealiza Gregorio IX en 1239, donde permite a la Orden de Santiago redimir cautivos con losmoros dando a estos vacas y otros animales excepto caballos y mulas (que obviamente podríaser utilizados militarmente), vid. Bullarium, pág. 112.274 La importancia en la industria textil de C. Real y Cuenca, la importancia de la industria depaños en zonas cercanas a la encomienda de Segura, como Baeza y Úbeda, e incluso el desa-rrollo en la industria murciana, son realidades incuestionables, así como las grandes diferen-cias entre el desarrollo de esta industria en la Submeseta Norte y la Sur que han sido analiza-das con precisión en los trabajos de P. Iradiel, vid. La evolución de la industria textil, págs.113-118. Él mismo establece una estrecha relación entre la extensión que en estas zonas tuvola ganadería y el desarrollo de esta industria La importancia de las Órdenes como productorasde ganado y en definitiva de la materia prima para esta industria ha sido destacada en otrostrabajos vid. R. Pastor, “La lana en Castilla y León antes de la organización de la Mesta”, enConflictos sociales y estancamiento económico en la España Medieval”, Barcelona, 1972,págs. 143-170.275 Sobre la relación entre las Ordenes y la ganadería existe una obra clásica que no ha perdidoninguna vigencia historiográfica, vid. Gerbert, M.C. “Les Ordres Militaires et l’elevage dansl’Espagne médiévale”, En la España Medieval. Estudios en memoria del profesor D. ClaudioSánchez Albornoz, V, págs. 413-445.276 vid. M. Rodríguez Llopis, Señoríos y feudalismo, págs. 224-228. Ciertamente estamos anteuna realidad bajomedieval que sin embargo es tremendamente ilustrativa.

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avance del cultivo en algunas zonas es muy importante como hemosvisto al valorar los marcos espaciales, no lo es menos que la ganaderíaocupa un lugar destacado frente al cultivo. Resulta a veces complejodefinir que relación exacta existe entre estas realidades debido sobretodo a la parquedad de la información documental. Por ello los re-cientes estudios sobre zooarqueología pueden ayudar mucho a com-prender la extensión de esta realidad productiva e incluso a valorar lacomposición de las cabañas ganaderas277.

Por tanto la ganadería debemos relacionarla de forma muyestrecha con la conformación de grandes espacios para pastos, con elcontrol sobre los recursos acuíferos y también con la explotación delmonte y el bosque, pero incluso con ese aprovechamiento de sierrasque observamos en la zona de Segura278, que sirvieron de pastos deverano para los ganados conquenses, lo que implica el desarrollo deuna actividad transhumante que sin embargo, no fue exclusiva. Laganadería estante fue importante en algunos lugares, diversos cortijosse dedicaron al ganado de crianza, que sin duda se comercializa. Estacrianza no sólo afectó a la ganadería más volcada en las actividadesagropecuarias, sino también a las militares. La posesión de yeguas 277 M. Barceló, ha destacado la importancia y necesidad de este tipo de estudio, vid. “La ar-queología extensiva”, ob. cit., págs. 195-274. Algunos de sus discípulos han entrado en elanálisis de esta disciplina vid. Torres, J.M., “La Zooarqueología”, en Arqueología medieval.En las afueras del medievalismo, Barcelona, 1988, págs. 134-164, que incluye una amplia bi-bliografía sobre el tema, es un trabajo más teórico que practico, a diferencia de otros que yaestán dando resultado sobre reconstrucción de la fauna como los de Benito Iborra, M. “Evolu-ción de la fauna doméstica en el medievo del Valle del Vinalopó Medio (Alicante), Boletín deArqueología Medieval, nº 1 (1987), págs. 51-60; y J. M. Lluró y J. Mª. Torres, “La recons-trucción del tamaño proporcional de las cabañas ganaderas en las poblaciones arqueológicasde fauna doméstica”, II Congreso de Arqueología Medieval Española, Madrid, 1987, vol. III,págs. 51-58. e incluso estudios de fauna en ámbitos urbanos, vid. Riquelme, J.A., “La faunade época califal procedente de la catedral de Granada”, en Boletín de Arqueología Medieval,nº 6 (1992), págs. 193-207. Este tipo de estudios han sido defendidos últimamente por su uti-lidad para el medievalismo por autores como Morales Muñiz, D.C., “Defensa de la Zoohisto-ria”, Medievalismo, nº 1 (1991), Madrid, págs. 189-192.278 Esta explotación de los bosques y montes puede hacerse extensiva a otras zonas, comoUclés, donde observamos una preocupación por preservar los recursos naturales, así el art. 73,del F.R.U., dispone importantes penas para aquellos que quemen el monte o llenen los ríos dehojas, es decir los contaminen o perjudiquen de alguna forma. Se pena de forma muy impor-tante la tala de árboles, que se agrava si tienen frutos, F.R.U., art. 55. En Usagre, su fuerotambién manifiesta un preocupación por este tema de la contaminación y quema de los recur-sos naturales, el art. 166 de su fuero dispone fuertes penas para quien realice estos actos sien-do muy severas para quién ervole (ensucie) el río. En Llerena y Reina, la utilización de los re-cursos madereros se restringe a los del lugar no pudiéndola vender fuera. También se persiguea todo aquel que haga fuego, vid. Biblioteca de Palacio, mss. 696, fols. 342r-347v.

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para crianza o de potros nacidos de yegua propia fue estimulada porla Orden mediante importantes exenciones en el pago de rentas279.

Por todo ello, pasaremos al análisis de la actividad ganaderapero en su estrecha relación con la agrícola, valorando la extensión deambas actividades y sus relaciones. En la medida de lo posible esti-maremos la cabaña ganadera.

La Orden de Santiago desarrolló una importante actividadganadera gracias en gran medida a un decidido apoyo de la Coronaquien incentivó esta producción mediante normas que permitieron alos santiaguistas una gran movilidad de sus ganados no ya entre sustierras sino en todo el reino. De esta forma en 1195, Alfonso VIII exi-me a la Orden del pago de portazgo en su reino, estableciendo quesus ganados no lo paguen en ningún lugar y que no puedan ser rete-nidos, ni prendados por ello280. Estas medidas no sólo afectaron aCastilla, sino que en las zonas de Segura limítrofes con la extensióndel reino aragonés, los santiaguistas gozaron de un privilegio similar.En 1226 Jaime I de Aragón toma bajo su protección los hombres ybienes de la casa de la Orden de Santiago en Uclés y en especial susganados incluidos caballos y cerdos, que pueden estar y pastar en sureino sin daño ni gravamen281. Medidas similares se sucedieron en lossucesivos reinados castellanos dando lugar a un marco general muyatractivo para el desarrollo de esta actividad que, sin embargo, hubode verse ampliado con numerosos acuerdos sobre comunidad depastos con diversos concejos reales y otras Órdenes.

Estos primeros datos ya nos informan de un tema importante:la transhumancia ganadera. Es decir, el gran movimiento de ganadopor el reino, cuyos traslados más importantes son los de los ganadosconquenses hacia el sur, Segura fundamentalmente. Extremadura seconvierte en el gran receptor de los ganados de las zonas norteñas delreino leones aunque sin duda existió una importante ganadería es-tante282.

Sobre estas bases la Orden montó una importante estructuraganadera incentivando en muchos casos su explotación y el libre

279 Baste un ejemplo esta es una de las condiciones para exentos que se establece en la refor-ma del fuero de Ocaña en 1281, vid. D.W. Lomax, La Orden, págs. 275-277, nº 34.280 Vid. J.L. Martín , Orígenes, págs. 484-485, nº 315.281 M. Rivera, La Encomienda, págs. 338-339, nº 123.282 Aunque luego valoraremos alguna realidad de este ganado estabulado, sirva como ejemploque en 1191, la Orden recibe del rey la décima parte de las crías que tengan las ovejas, vacasyeguas y demás animales que el rey posee en sus cilleros (están estabulados), entre el Duero yla Transierra, vid. J.L. Martín, Orígenes, págs. 445- 446, nº 274.

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tránsito de los ganados entre los distintos señoríos. Por ejemplo en1182, en la concesión del fuero de Estremera, eximió a sus ganadosdel pago de montazgo en todos sus tierras, no permitiéndoles pren-dar ganados fuera de él. Esto se estimuló también a través de la con-cesión de comunidad de pastos. Los acuerdos sobre esta utilizaciónen común en las tierras santiaguistas son generalizados y se extien-den por todos sus señoríos. En 1235, el lugar de Torres que es donadoa la Orden se dispone que tenga comunidad de pastos con Segura283.En 1241 se establece una importantísima comunidad de pastos en lazona del Tajo, entre lugares del arzobispo y la Orden , así La Guardiay sus aldeas de Yepes, Cabañas, Melgar y Bogas, tendrán pastos co-munitarios entre ellas y con las santiaguistas de Monreal, Dos Barrios,Mora, Yegros, Escorchón, Aloyón, Belmonte, Almaguer y sus aldeas,Almuradiel, Montealegre y Santa Cruz284. En 1243 y 1263 se firmansendos acuerdos en esta línea con el concejo de Alcaraz. Estos pactossirven de base para regular los pastos en la vertiente oriental delCampo de Montiel, disponiéndose una exención de montazgo entreambas instituciones285. En 1254 el concejo de Medellin y la encomien-da mayor de la Orden en León, establecen una acuerdo sobre la ex-plotación comunal de montes y pastos286. También en 1268 se estable-ce un acuerdo similar entre Montiel y Ossa287. En 1295 Llerena y Rei-na obtienen de la Orden el aprovechamiento comunal de sus montesy la comunidad de pastos y aguas288. Y por último en 1331 se les con-cede a los pobladores de Puebla de Almuradiel, la comunidad depastos en la tierra santiaguista289.

Como vemos se creó un marco adecuado para la extensión dela actividad ganadera en todos los señoríos de la Submeseta Sur. Peroademás en el interior de las encomiendas la Orden fomentó la activi-dad ganadera como demuestra que uno de los acuerdos alcanzadosen el capítulo celebrado en León, el 27 de Abril de 1275, fue que lospobladores de las encomiendas dispongan de forma comunal con laOrden de los pastos290.

283 J. González, Fernando III, vol. III, págs. 71-73, nº 554.284 A.H.N., Uclés, carp. 93, nº 2.285 Ibid., págs. 254-257, nº 705. y A. Pretel, Alcaraz un enclave, págs. 139-141.286 Menéndez Pidal, Sellos, págs. 177, nº 241.287 Apuntamiento,. fol. 42 v.288 Vid. Biblioteca de Palacio, mss. 696, fols. 342r-347v.289 M. Rivera, La Encomienda, pág. 466, nº 246.290 Apuntamiento, fol. 27r.

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Sin embargo, esta explotación comunal se llevó a cabo no conel común de los pobladores sino con el concejo que en la acotación dedehesas ganaderas encontró una importante fuente de ingresos.

Aunque también la Orden controló esta explotación. En 1217,se concede a Alhambra que de cada grey (se alude con ello a rebañosde ovejas), que entre en sus términos para pastar o venar, pagara 2carneros por utilizar este aprovechamiento. Este documento estableceque los pastores que llevan estos ganados venaban en las zonas depasto, es decir, cazaban. De los conejos que se cacen se darán cuatropieles y si es con trampa cuatro conejos y sus pieles, lo que implicauna estrecha relación entre la ganadería y la caza . Actividad esta úl-tima de importante interés económico ya que como hemos visto lasdehesas para conejos eran abundantes. En este documento se acotauna dehesa donde se permite la caza sin pago291.

Dentro de los concejos muchas figuras se ocupan de las fun-ciones relacionadas con la ganadería, dando lugar a grupos socialescomo la caballería villana que obtuvo su poder de este control sobrelos ganados de sus respectivos concejos. Sirva como ejemplo que en lamejora foral de Montiel en 1275, se dispone que los caballeros de lasierra (encargados de la protección de los ganados del concejo), recibauna borra —cordera de un año— de todo aquel que tenga ovejas, conlo que adivinamos una gestión unitaria de la globalidad de los gana-dos de los lugares292.

Es más, en el fuero romanceado de Uclés, encontramos fun-ciones específicas relacionadas con la ganadería, el cavallerizo quequince días antes de San Juan lleva los caballos al corral del concejopara su control, y también las figuras de un cabrerizo y un porqueri-zo293. En Usagre se detalla con nitidez que los ganados se gestionande forma unitaria: el art. 147 establece el sueldo de los pastores deovejas, que cobran determinados ganados según se articulen los re-baños. El art. 148, regula la actividad de los pastores de vacas y dosartículos se preocupan del pastor de cerdos, ganado muy importante 291 J. González, Alfonso VIII, vol. III, págs. 736-738, nº 1009.292 Estas funciones que llevan a cargo los pastores que como veremos tendrán autonomíadentro de los propios concejos contando con su propios alcaldes( Vid. M. Rivera, La Enco-mienda, págs. 178-179 y sobre todo art. 193 del F.R.U.), requerían un trabajo muy duro. Porejemplo en la zona de la Transierra y en un acuerdo firmado en 1267 con el obispo segoviano,observamos como los ganados de Villarejo y Belmonte se desplazan diariamente a sus lugaresde pasto y agua, regresando por la noche a sus términos de origen, los representantes de estospastores de Belmonte y Villarejo, acuerdan los mojones donde deberán acogerse de nocheestos ganados, vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 429-431, nº 221.293 F.R.U., art. 128 y 129.

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en la zona. El art. 149, dispone que éste cobra cinco cerdos anales, yluego se distingue entre las cerdas preñadas y las que no lo están: delas vacías un maravedí y de las puercas un cuarto de la criazón, paga-rá el pastor por las que pierda. El art. 323, es más explícito aún: señalaque de las puercas un cuarto de las crías y media ochava de centeno,de los puercos nacidos en el año y los que tengan más, sendas ocha-vas de centeno y sendas quintas de maravedíes. Y el puerco que nofuera anal media ochava de centeno, este precepto estipula que elpastor recibirá su paga, en función de como cuide los el ganado.

Dentro de la Orden existió también una preocupación muyimportante por el dominio ganadero lo que llevó a la creación de lafigura de un comendador de la vacas y yeguas encargado de su con-trol y mantenimiento294. Los santiaguistas por tanto dispusieron deuna gestión centralizada de sus rebaños que les reportaron impor-tantes rentas no sólo a través del montazgo y portazgo sino a travésde la cría de ganados como demuestra un documento de 1310, dondese especifica que la Orden cobraba diezmos por la crianza de gana-do295.

a) La relación ganadería-agriculturaPero la difusión de la ganadería chocó con los intereses de la

agricultura, si bien, en algunas zonas se dio una relación de no con-frontación. En algún caso el conflicto entre ganaderos y agricultoresfue importante, debido a que los ganados invadían sus cultivos296. Enalgunas propiedades encontramos un coexistencia sin acritud entretodas estas actividades. En una explotación descrita en 1204 en la zo-

294 Los diferentes establecimientos regulan esta figura: Otro si que en las cabañas de las ye-guas e de las vacas e de las ovejas e de los puercos de la orden ayan comendadores freyresque den buena cuenta e verdadera al maestre e a los trece en el cabildo general e los potrosque dios ay diere que los den a los freyres e non a otro ninguno e los freyres a quien los die-ren que no los non den ni vendan, mas crienlos e sirvan a dios con ellos, BN, Ms. 8582, fol.48r (1259), y fol. 51r. (1310).295 Bullarium, págs. 260-264.296 Este conflicto secular entre ganadería y agricultura queda perfectamente articulado y re-gulado en el que sin duda es la legislación más completa de la Orden en la Submeseta Sur, elFuero Romanceado de Uclés. Diferentes artículos de este fuero muestran esta problemática :el art. 50, protege las viñas de la actuación de los ganados una vez podadas y cavadas ; el 52se preocupa del daño que las ovejas puedan hacer en la viña o en las mieses sobre el que in-siste el art. 155; el art. 56 y el 170, vuelve sobre el daño que el ganado pueda hacer a las vi-ñas. El art. 80 se preocupa del ganado que entrara en dehesas no cerradas y el 82 del ganadoque pudiera entran en la dehesa de la Orden. El art. 147 se preocupa del daño que se pudierahacer en los huertos.

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na del Tajo, se dice que el aprovechamiento de cereal cuenta con vi-ñas, bueyes para trabajar y además una pequeña cabaña compuestapor vacas, yeguas de cría, caballos y esclavos297.

Son numerosos los ejemplos que incluyen y definen numero-sos marcos de explotación además de incluir sus ganados, por lo quesuponemos una coexistencia sin conflicto. En otros lugares se da unaadecuación entre ambas actividades. En Moratalla en 1227, se nos ex-plica por una parte como se metían los conejos en las dehesas parapoblarlas de ellos y como se pagaba por esto. Además se describe otradehesa las de Carrascal de libre acceso para los diversos ganados quereportan al concejo tres maravedíes.

El resto de las dehesas se dividen en tres partes: se da un ter-cio a los forasteros que traigan ganados, otro tercio al concejo y otro alos deheseros por su explotación. Se dispone una caloña por la malautilización de la dehesa de ocho maravedíes que cobra el concejo. Sedescribe la dehesa de la Yerba que esta devedada (es decir libre) des-de el 1 de Marzo hasta las octavas de Pascua. Existe además la dehesade la Siayiba que se abre para la simiente. Comprobamos un relaciónganadería y agricultura sin mucho problema que también se refleja enla dehesa de la Serna dedicada a la explotación de trigo que una vezrecogido podrá se utilizados por los ganados hasta que se vuelva aechar la simiente298.

Las relaciones no son tan cordiales en zonas de mayor impor-tancia de la ganadería. En el acuerdo suscrito con los sanjuanistas en1237, se establecen duras penas por la violación de dehesas, los queentren en las dehesas de bueyes y caballos paguen: si entran de día 2carneros y si es de noche tres, si se penetra en las dehesas de vacas oyeguas, un maravedí de día y dos si es de noche. Se podrá conmutarla pena bajo juramento del pastor de que la acción no fue intenciona-da.

Esto nos da idea de la profunda estructuración del espacio ga-nadero con separación de los distintos animales y la separación de lashembras seguramente para la cría de ganado. En Usagre su fuero es-tablece que se pagarán fuertes caloñas si las cabañas de ovejas, vacaso puercos entran en las labores. Aunque en este fuero también en-contramos la situación inversa la protección de los animales prohi-biéndose que se matasen o hiriesen. El art. 174 establece las penas porherir a bestia ajena, el 175, es más especifico y preceptúa el daño he-

297 M. Rivera, La Encomienda, pág. 267, nº 52.298 A.H.N., Uclés, carp. 219, nº 2.

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cho a buey o vaca y curiosamente el 286, prohibe que se maten galgoso canes. El art. 368 se preocupa por los daños que se puedan hacer enlas gallinas y el 361 por el que se pueda hacer a borricos, mulas y po-tros.

En ocasiones las dehesas para los animales dedicados a la la-bor agrícola se delimitan y acotan especificándose que son para estosganados y no para otros. Esto ocurre en Valencia del Ventoso, dondese otorga con esta condición el lugar llamado la Dehesilla, dondeademás se podrá cortar leña seca, este lugar que se describe es de unaimportante frondosidad arbórea y incluye diversos cursos de agua299.

Pese a todo, el binomio agricultura-ganadería funcionó dentrode las encomiendas santiaguistas, al combinarse su actividad. En DosBarrios en 1210, se sitúa una explotación que relaciona de forma es-trecha la existencia de bestias que se vinculan a las raciones de barbe-cho y sembradura, se evidencia en este texto una clara comunión en-tre ambas actividades300.

La ganadería y su relación con las actividades agrarias se fue-ron regulando mediante importantes y significativos acuerdos. Yahemos aludido a lo largo de este trabajo a algunos de ellos. En el sus-crito con la Orden de San Juan en 1237, se reguló toda la actividadganadera en la zona comprendida por el sur de las encomiendas delTajo, Campo de Criptana y Almuradiel y el norte del Campo deMontiel, con los problemas de acceso al agua en la zona. Los de SanJuan deberán dejar a los santiaguistas acceso al agua en el Guadiana,se dispone una comunidad de pastos y de acceso al agua excepto enlas dehesas de bueyes y caballos. El tema de la caza se regula con pro-fusión no se podrán hacer dehesas de conejos en determinadas zonasde Alhambra y Peñarroya, pero además se establece esta relación en-tre la vida pastoril y la caza. Los pastores que pasen con sus ganadospor determinados lugares y sus mastines cazaran de forma aleatoriaalgún animal que no pechen , pero si se utilizan hurones, se pagarándiez maravedíes y se perderá el hurón. Además la Orden de Santiagopagará una importante cantidad por el acceso al agua, concretamentecinco carneros de cada grey y una vaca de cada cabaña.

El acuerdo con los calatravos en 1239, regula esta actividad deuna forma muy similar en toda la zona occidental del Campo de Ca-latrava, desde Membrilla hasta el limite sur del Campo de Montiel(Torre Alver).

299 A.H.N. Uclés, carp. 355, nº 7.300 Menéndez Pidal, Documentos, págs. 363-364, nº 268.

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Pero se suscribieron muchos más que regulan esta actividaden múltiples espacios. En la zona de la Transierra cerca del Tajo sesuscribe un importante acuerdo con el obispo de Segovia en 1267. Sedispone una comunidad de pastos y de aguas donde quedan exclui-das las dehesas de bueyes (no queremos insistir en la importancia ycontraposición de intereses entre la actividad agraria y ganadera quedelatan estos acuerdos), pero las relaciones con la agricultura aquímuy significativa a diferencia de la zona anterior sí se estipula. Losdaños que los ganados pudieran hacer en las mieses, en viñas y endehesas de bueyes, deberán ser repuestos y en su defecto se pagaráun caloña de cinco dineros. Se respetarán las dehesas antiguas y sereorganizan las heredades que por el acuerdo modifican sus límites.Con lo que observamos como la actividad productiva produce unaprofunda transformación del paisaje producto de esta humanizacióntan significativa en la zona del Tajo a la que aludíamos anteriormente.

Algunos acuerdos, sin embargo no son tan cordiales y estable-cen severas restricciones. En el suscrito entre la encomienda santia-guista de Ocaña y la Calatrava de Otos en 1317301, se dispone que endeterminados lugares los de Ocaña no podrán pastar, ni beber susganados, ni cortar leña y que las tierras cultivadas de cereal deberánde dejarse de labrar en esta zona entre Cañi y Otos que se dedicará ala ganadería.

Por tanto, a partir de un determinado momento que situaría-mos en los años 30 del siglo XIII, la extensión de la ganadería comoimportante actividad productiva en los señoríos santiaguistas, se vin-cula a una gran difusión de las actividades agrícolas. Esto provoca lanecesidad de una organización muy intensa de los espacios producti-vos que conlleva una reorganización del entorno cuya transformaciónespacial es muy profunda. El triunfo ganadero en amplias zonas co-mo Segura y el Campo de Montiel302 es indiscutible. Sin embargo, enzonas como el Tajo y Extremadura, asistimos a un equilibrio inestableentre ambas realidades.

b) La cabaña ganadera

301 A.H.N., libro 1345-C, Registro de Escrituras de la Orden de Calatrava, tomo V, fol. 148-151.302 No queremos insistir en la importancia de los acuerdos de delimitación en esta zona conlos concejos de Alcaraz y Riópar fundamentalmente vid. J. González, Fernando III, vol. III,págs. 254-257, nº705. y Apuntamiento, fol. 42 v. Entre otros como la donación de Seguradonde se protejan los intereses ganaderos de numerosos concejos de realengo en la zona deAlbacete y Jaén.

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Sería necesario establecer el volumen y variedad de la cabañade la Orden en sus señoríos de la Submeseta Sur. Alcanzar una cuan-tificación fiable resulta complejo y únicamente disponemos de datosaislados que puede ayudar a valorar esta realidad. Parece claro que eltipo de ganado, está compuesto mayoritariamente por ovejas, vacas ycaballos, aunque con una presencia muy importante de una cabañaporcina en Extremadura concretamente en Montánchez y Usagre. Pe-ro también se dispuso de cabras, como veíamos en Uclés, además deanimales de carga como mulas, bueyes y asnos.303.

Esta cabaña se utiliza en la alimentación y también en la in-dustria textil, pero no es desdeñable la utilización de pieles de ani-males para la realización de documentos y la fabricación de utensi-lios304. Parece clara también la existencia de animales que podríamosdenominar domésticos, además de las gallinas y palomas, se docu-mentan patos de diversas especies como ánsares y ánades, utilizán-dose muchos de ellos como ofrendas en las iglesias305. En algunos lu-gares estos animales domésticos adquieren una gran importancia. Elart. 152 del fuero de Usagre, nos habla de gran cantidad de aves do-madas, palomas de palomar o casa, lo que implica una explotaciónracionalizada y familiar de estos, así como gallinas y ansares. Se dis-pone además de aves relacionados con la cetrería ya que se preceptúaen este artículo sobre aquellos que maten con halcón, azor o gavillán.Esta defensa de la cetrería se adivina en la protección que se hace deella en otros artículos forales como el art. 6 de este fuero de Usagre306. 303 Los textos diferencian varios tipos caballos de silla, rocines, yeguas o mulas y una defini-ción genérica de bestias de carga, vid. sobre los portazgos de Ocaña y Alarilla, D.W. Lomax,La Orden, págs. 277-278, nº 35.304 Posiblemente para la alimentación y para la utilización de sus pieles, se usarían otros ani-males documentados como las gallinas y palomas (F.R.U., art. 58) y la gran importancia delos conejos en el F.R.U. se estipula que quien comprara conejos para venderlos fuera de la vi-lla deberá pechar dos maravedíes. En cuanto a este trabajo de las pieles para obtener determi-nados utensilios documentamos en Usagre la figura del pellejero, que cobrara una determina-da cantidad por las pieles de conejos y corderos que trabajará (vid. F. de Usagre, art. 205).305 En un acuerdo suscrito en 1269, entre el maestre Pelay Pérez Correa y los clérigos de Mé-rida, entre las ofrendas que se dejan a las iglesias se destaca un tipo genérico relativo a las ga-llinas, que se conoce como galinato. Según este fuero, palomas caídas y todo tipo de carnesvivas y muertas además de ansares y ánades, se ofrendan junto con vino, candelas, frutas, an-torchas y hortalizas, vid. A.H.N., Sellos, carp. 63, nº 6.306 Esta cantidad de animales domésticos es perceptible por los problemas sanitarios que cau-saron. En Usagre su art. 426, se ocupa de este tema así quien eche perro muerto, puerco o mo-ro o bestia muerta o alguna cosa hedionda peche al concejo y a los vecinos cercanos. Estasporquerías debían echarse a más de 10 estales de la cárcava o fosa defensiva de la ciudad o ala misma distancia de la casa más alejada del arrabal. Se pagará a la vecindad por echar le-

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La crianza ocupa un lugar importante por lo que debemos su-poner que se desarrollo un comercio. Esta existencia de animales parala cría la constatamos al prohibir el fuero de Usagre en su art. 106,que se prendan en caloña moruecos y berracos. En ambos casos ani-males sementales para la cría de vacas y cerdos. Es más, entre los bie-nes ganaderos del hospital de cautivos de Talavera en 1238, se citan11 berracos (sementales), dedicados en exclusividad a la crianza deganado. Esta labor se ve complementada con la doma, actividad quedebió estar muy extendida, aunque sólo posemos una informaciónsobre ella en el fuero de Usagre (art. 240).

Es conocida la fama de la lana conquense en los mercados ita-lianos y de los Países Bajos, así como su extensión por todos los rei-nos peninsulares. Mediante sendos documentos podemos situar laexplotación ganadera en algunas zonas. Por ejemplo en Biedma y Vi-llarubia encontramos una importante cabaña de ganado lanar y va-cuno307, importancia de ovejas en la zona de Montiel, donde se hablacon asiduidad en los textos de greys, lo que implica un ganado me-nor. La ganadería porcina en Montánchez, donde existen dehesas de-dicadas en exclusividad a este tipo de ganado308 o las cabañas depuercos citados en Usagre que no aparecen sin embargo en otras zo-nas309.

El nivel de la cabaña no resulta fácil de establecer para el sigloXIII. Contamos con un documento singular, el inventario de bienesdel Hospital de cautivos de Talavera, realizado en 1238. En él se dauna amplia relación de ganado y variedades que permite intuir lasexplotaciones ganaderas. Cuenta este hospital con un caballo y un ro-cín, una mula de silla, un mulo de silla y cuatro acémilas que les en-tregó el maestre Rodrigo Iñiguez. El maestre Pedro González les do-nó un yegua con una potra bazal (negra), un potro que se domó eneste lugar y una cría asnar además de ocho asnos más.

En cuanto al ganado vacuno tiene sesenta vacas, treinta ynueve parideras y veintiuna paridas, además de veintidós eralos —novillos que no pasan de dos años— dieciocho novillos y sietebecerros. Cuenta con un total de veinticuatro yugos de bueyes, una chón, perrezno o gato muerto, e incluso por quemar maderas, huesos o cuernos con excepciónde la noche de San Juan. Sin duda esta información es lo suficientemente explícita de la exis-tencia de un importante ganado doméstico y de la insalubridad de casas y villas.307 M. Rivera, La Encomienda, págs. 334, nº 117.308 Gran importancia de las dehesas dedicadas a la bellota, vid. D.W. Lomax, La Orden, págs.254-255, nº 22. Este tipo de explotación también se documenta en Mérida, vid. Apuntamiento,fol. 48 v.309 Apuntamiento, fol. 37v.

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Cuenta con un total de veinticuatro yugos de bueyes, una 200 ovejasy 150 cabras (entre cabras y cabrones). Tienen unos 324 cerdos, sedistinguen entre las puercas mayores, las embaradas, los cerdos ana-les, los berracos y doscientos cochinillos tiernos y cuarenta cochinosde agraria. Disponen además treinta gallinas, seis gallos, dos ánades,dos canes para cazar, veintiocho corderos bellocinos y veintisiete bo-rras, en un anexo de este hospital llamado el Colmenar se dispone de16 gallinas, 2 gallos y 24 patos310.

Los rebaños se articulan en pequeños grupos para su mejorcontrol. El fuero de Usagre regula en su art. 153, el tamaño de los ga-nados que anden por las aldeas, las ovejas no serán más de cien y nomás de cincuenta vacas. Disponemos también de algunos documen-tos del siglo XIV, que nos pueden acercar a la realidad de las explota-ciones agropecuarias. En Azuaga en 1331, se habla de diez yuntas debueyes, lo que supone que tenían al menos veinte bueyes, trescientasovejas parideras y ochenta puercas de crianza, lo que supone una ex-plotación importante, pero no olvidemos que se trata de un cortijo yque esta realidad pudiera hacerse extensiva a una encomienda gana-dera santiaguista en general311. En la encomienda de Oliva, tambiénen Extremadura unos años después en 1348 encontramos otra explo-tación cortijar en la casa de Annaya, donde se dispone de cinco yuntasde bueyes, cien cabezas de ovejas parideras, cincuenta vacas paride-ras y treinta puercas parideras además de dos yeguas de vientre ydos bestias asnales de vientre. En este caso estamos ante un lugar conactividad agraria y donde la dedicación ganadera parece estante, de-dicada a la crianza312.

Informaciones de los inicios del siglo XII, nos hablan de unadonación a Uclés de seis vacas, tres novillos, un ternero, doscientascincuenta ovejas, cincuenta cabras y treinta cerdos, además de un as-no y un caballo313. Contamos con datos de cesiones de rebaños de cienovejas, cantidad vinculada a un sólo productor y que nos permite ha-cernos una idea de la realidad de los rebaños314.

Lo cierto que estos datos son dispares y no permiten unacuantificación profunda aunque sí nos muestran una determinada

310 A.H.N., Uclés, carp. 323, nº 8.311 M. Garrido, Documentos sobre castillos extremeños, págs. 31-32.312 A.H.N., Uclés, carp. 198, vol. I, nº 18.313 Estos se encontraban en la casa del río Lucia que bien pudiera aludir a una explotacióntambién estante y estable de carácter agropecuario, vid. M. Rivera, La Encomienda, pág. 284,nº 71.314 J.L. Martín, Orígenes, pág. 212, nº 41.

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realidad que sin ser extrapolable ni posible de generalizar si nos dapautas de análisis, que permiten a partir de estos volúmenes estable-cer unas medias en los rebaños de las diferentes encomiendas. Pero lainformación no permite la aplicación de datos estadísticos. Tenemosuna realidad de producción estante de ganado dedicado a la cría, encombinación con una actividad agraria. Estamos ante la extensión deexplotaciones agropecuarias en esas zonas de menor difusión de laganadería extensiva y transhumante que son Extremadura y el ám-bito del Tajo.

No obstante, disponemos de informaciones generales que sinser ilustrativas del global de la cabaña permiten situarla en términosrelativos. En 1282, el infante don Sancho concede al prior de Uclésdon Yague y a los canónigos de Uclés que sus pastores, paniaguadosy quinteros sólo pagarán yantar y moneda forera y que pueden tran-sitar y mantener 3000 ovejas y 1000 vacas en el reino, estando libresde portazgo, montazgo, asadura y diezmo y que estuvieran segu-ros315. Este documento es tremendamente significativo ya que, si bien,hace referencia a una de las más importantes encomiendas santia-guistas, debemos hacer notar que un porcentaje sobre esta realidadpermitiría establecer los ganados de Montiel y Segura, así como delresto de encomiendas. Por tanto no parecen descabelladas ni impreci-sas las informaciones que sobre la totalidad de cabezas de ganado in-dica nuestro compañero E. Rodríguez-Picavea para los señoríos cala-travos que no se alejarían de las que dispondrían los santiaguistas316.

La información aportada por los investigadores que han ana-lizado nuestras zonas de estudio para la Baja Edad Media puedenaportar alguna luz. En 1476, el contadero de Villanueva de la Fuentecontabilizó que pasaron camino de Alcaraz 140.962 cabezas proce-dentes del Campo de Montiel y por Socuellamos, pero procedentesde la mancha santiaguista, se contabilizaron 298.891 cabezas, lo quepermite hacerse una idea de los volúmenes e importancia de la caba-ña en los señoríos de la provincia de Castilla317. En Extremadura losdatos son más escasos pero baste un ejemplo de la gran importancia

315 M. Rivera, La Encomienda, págs. 435-437, nº 229, este documento fue confirmado porFernando IV en 1302, vid. Ibid. nº 237.316 El sitúa el montante global de cabezas de ganado para los calatravos a mediados del sigloXIV en 31.000 cabezas, cifra que los santiaguistas pudieron igualar e incluso superar, vid. Laformación del feudalismo, págs. 181-182.317 Porras Arboledas, Los señoríos, págs. 199 y ss.

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de la cabaña porcina. Ésta reportó en concepto de diezmo por arren-damiento en 1501, 138.000 maravedíes318.

Por tanto la importancia de la ganadería en los señoríos san-tiaguistas parece indiscutible aunque tampoco debe ser magnificadaexistiendo en nuestra opinión un cierto equilibrio entre agricultura yganadería a nivel global, ciertamente este equilibrio se rompe a favorde la ganadería en algunas zonas.

c) La importancia de la transhumancia ganaderaHemos hablado de ganado estante pero sin duda lo más signi-

ficativo fue la transhumancia ganadera, es decir los grandes despla-zamientos de ganado en busca de pastos de verano en muchos casos.Está muy contrastado que los ganados conquenses se desplazabanhacia el sur buscando estos pastos y sobre todo las brañas de las sie-rras de Alcaraz y Segura319. En este sentido resulta interesante señalarcomo en 1227, se establece que los ganados de Uclés pagarán mon-tazgo en Alhambra, San Polo (Montiel) y Santiago (al sur en la entra-da en la encomienda de Segura)320, además de la importancia que losmontazgos tienen en encomiendas como Segura y Galera, donde estetránsito sin duda fue importante.

Diferentes noticias no muestran además esa importante caña-da conocida como la de los Serranos que cruzaba el Campo de Mon-tiel de norte a sur y cuyos ramales y etapas quedan perfectamenteestablecidas en el documento anterior y que analizábamos de formaexhaustiva al estudiar la zona. Pero además de las grandes vías pe-cuarias como la que también atravesaba Extremadura, la Ruta de laPlata, en cuyos bordes se situaron importantes encomiendas santia-guistas para controlarlas, se dio una red menor que unían las dife-rentes encomiendas de la Orden.

En la zona de Montiel comprobábamos como una importantecañada unía Alhambra con la tierras albaceteñas con un paso obliga-do por la Laguna Blanca (M.T.N. 788) y que tenia asociado el signifi-cativo topónimo de Cañada Honda. Se disponía también en la zonade una cañada que unía Ruidera con la Laguna Blanca, posiblementepara el acceso de los ganados al agua desde este castillo y también laCañada del Hornillo que unía Ruidera con Ossa.

318 Vid. D. Rodríguez, La Orden en Extremadura, pág. 264.319 Vid. J.V. Matellanes, “La encomienda de Segura”, ob. cit., págs. 71 y ss.320 Estando excluidos de este pago en Almuradiel, Añador, Alcubillas y Criptana, Publ. M.Rivera, La Encomienda, págs. 348-349, nº 138.

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También en la zona del Tajo se dio una importante concentra-ción de vías ganaderas. En documentos referidos a la zona encontra-mos referencias a las cañadas de la Orden, así como numerosas refe-rencias a ramales más pequeños como cañiles, que unen punto pe-queños de concentración del ganado321.

De igual forma algunos documentos nos hablan del controlque la Orden tuvo sobre los ganados conquenses. Algunos citan eldominio sobre las cañadas de Alarcón y Moya, cuya importancia ga-nadera es muy significativa y que incluso reportan beneficios ya queson entregadas en prestimonio322. Estas cañadas fueron muy impor-tantes y conocidas dando lugar a la Cañada del Hospital que uníaestos lugares con los pastos albaceteños323.

En ocasiones estas zonas de paso no se utilizaron derivándoselos ganados por otros lugares que perjudicaron los intereses de algu-nas explotaciones agrícolas. El prior del monasterio de San Audito sequeja al rey de que los ganados que pasan por el extremo dejan lascañadas que se usaban en tiempo de su abuelo y dañan panes, pradosy huertos de este monasterio situado cerca de Buitrago (Madrid).Desde aquí los ganados bajan al Sur cruzando el Tajo por las barcasde Estremera y Alharilla, buscando los pastos de verano, el rey man-da que se sigan utilizando las cañadas antiguas324.

En conclusión la Orden utilizó una gran cantidad de vías pe-cuarias para el tránsito de ganado en sus señoríos, con una preocupa-ción especial por defender y controlar estas vías de paso como quedamuy claro por el dominio casi exclusivo de los pasos en el Tajo en laszonas al este de Toledo. La vinculación de los santiaguistas con la ac-tividad trashumante es una realidad que no sólo se desarrolló a lolargo de la Edad Media, sino que tuvo su continuidad a lo largo detoda la época moderna.

A.2.5. Articulación ganadería-agricultura: análisis regional comparativoResulta especialmente complejo establecer la configuración fi-

nal que estos datos dispersos nos pueden facilitar sobre la iniciativasproductivas de cada una de las zonas que hemos estudiado y más unacercamiento exacto a la extensión de cada cultivo o de cada tipo ga-nadero, por no hablar de las grandes dificultades para penetrar si-quiera someramente en las técnicas de cultivo del territorio analizado. 321 A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.322 M. Rivera, La Encomienda, págs. 420-422, nº 213.323 Ibid, pág. 374, nº 169.324 J. González, Fernando III, pág. 257, nº 706.

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En la medida de lo posible intentaremos una aproximación a la arti-culación productiva de nuestros focos de estudio intentando abordarcómo y qué se producía en ellos.

Nuestros cuatro espacios de análisis presentan unas caracte-rísticas que si bien, están en relación, permiten la conformación decuatro grandes unidades productivas bien diferenciados.

En el Tajo se pueden distinguir dos zonas distintas, una la máscercana al río donde la explotación agraria, es más significativa que laganadera y donde por supuesto la explotación hortícola esta más ex-tendida que en otros lugares. Sin embargo la ganadería ocupa un lu-gar, suponemos que esencialmente doméstico dirigido al consumohumano y también dedicado al trabajo de los campos mediante el usodel yugo de bueyes. La cabaña de caballos y yeguas tampoco seríadesdeñable pero ciertamente su función militar y de prestigio social,la alejan de ser una actividad prioritaria en la zona325. La zona meri-dional del Tajo, desde Corral de Almaguer hacia el sur esto es Campode Criptana, Miguel Esteban, Socuellamos y todos los territorios co-lindantes con el señorío de la Orden de San Juan desarrollaron unaactividad de agricultura extensiva y sobre todo ganadería extensivacon una concentración poblacional bien distinta a la confirmada enlas posesiones más al norte. Aquí las grandes zonas de pastos y la ar-ticulación poblacional entorno a cortijos hacen de ella una explotacióncerealera tradicional que se une a grandes zonas de pastos para unganado transhumante como delata el acuerdo suscrito en 1237 con lossanjuanistas326.

Esta zona tiene una fisonomía productiva muy similar a la delCampo de Montiel cuya relación con una ganadería transhumantequeda fuera de toda duda. Sin embargo, en la parte oriental del Cam-po, en sus límites con la actual provincia de Albacete: Balazote, Villa-nueva de la Fuente y en las zonas próximas a la sierra de Alcaraz, la

325 Los datos del siglo XV nos muestran una gran diversidad como señala Porras Arboleda,Los señoríos, para quien las dehesas en esta zona son más escasas y menos ricas que las deMontiel o Segura, aunque destaca algunas dehesas ribereñas en Magacela y Añador (pág.188). La huerta no se halla muy extendida aunque documenta una en Ocaña en 1525 y otrasignificativa en Corral de Almaguer (pág. 195-196).326 Esta doble actividad queda reflejada en este acuerdo. Por un lado se alude a que los pastosy montes serán de ambos para pastar de forma comunal, lo que implica que esta actividad se-ría prioritaria. Sin embargo, resulta interesante comprobar como la explotación cerealera tam-bién es importante y así se podrá tener dehesas de bueyes y caballos según la labor de las ca-sas, es decir, que si los cortijos de la zona se dedican a este tipo de aprovechamientos del cul-tivo extensivo del cereal se podrá disponer de zonas adehesadas para los animales que partici-pan en esta actividad.

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ganadería juega un papel esencial que se vincula con una explotaciónhortofruticola . Debido a la orografía y a la abundancia de agua, laexplotación de los recursos naturales como bosques es muy significa-tiva327.

Esta área muestra ciertas similitudes con la de Segura, dondela explotación de los recursos naturales parece intensiva328, aunquecon una importancia muy llamativa de pastos para los ganados con-quenses y del Tajo329. En sus límites más meridionales en la zona gie-nense la existencia de cortijos, aluden a un explotación cerealera y devid muy importante, donde la ganadería queda un tanto relegadadando paso a estos marcos agrarios extensivos que muestran unagran dispersión poblacional.

En Extremadura, los datos son más dispares, pero pareceexistir un equilibrio entre ganadería y agricultura, con la explotacióncomo veíamos de una ganadería estante más dedicada a la cría de ga-nado330 y donde la ganadería extensiva no tiene una relación directa

327 De hecho Porras Arboledas, destaca la importancia de las dehesas en el Campo de Montiel,así como la explotación de la viña en esta zona. En La Membrilla la Orden tenia entre cuatromil y cinco mil vides y en la Torre de Juan Abad un maujelo con 1500 cepas (pág. 191). Con-firmando que la actividad hortícola en Montiel se concentra entorno a Villanueva de la Fuen-te, Torre de Juan Abad y Terrinches (donde existen referencias a zonas de riego, vid Los se-ñoríos , pág. 197.)328 La importancia de los montes en esta zona y lo significativo de su explotación para recur-sos naturales y muy en especial para la caza, esta recogida en El Libro de la Montería de Al-fonso IX, Pub. en edición critica y estudio por María Isabel Montoya Ramírez, Granada, 1992,págs. 676 y ss. en especial pág. 677. Estos recursos naturales también se utilizarían en la zonade Segura para la importancia de los huertos cerca de los cursos fluviales con significativasconcentraciones en Beas, donde se explotan frutales (granadas y higueras esencialmente) ,vid. Porras Arboleda, Los señoríos, pág. 196. En la zona murciana de esta encomienda lahuerta adquiere un gran papel como en Lietor, Ricote, Totana y Aledo, en este último lugar sedocumentan para finales del siglo XV, naranjos, granados y otros productos frutícolas (pág.197).329 Esta dualidad de explotación entre el aprovechamientos de montes y pastos en determina-das zonas de la Submeseta Sur han sido puesta de manifiesto en el magnifico y clásico trabajode J. González, Repoblación, vol. II, págs. 352-357.330 Esta opinión es compartida por D. Rodríguez Blanco, La Orden en Extremadura, quienseñala que si bien la ganadería fue importante en la zona, las dehesas representa 77.000 hectá-reas lo que supone un 8,5% de la provincia. La importancia de las dehesas boyales y para co-nejos, y la significativa extensión del cereal y productos como el lino hacen que no sea desde-ñable el papel de la agricultura (pág. 248). Además incide sobre un aspecto que resulta yamuy interesante en el siglo XIII, la importancia del ganado estante, dedicado a la cría y a ladoma, resaltando la presencia de gran numero de animales de carga, caballos, mulas, burros.Existen zonas dedicadas a la cría como Fuente del Maestre, Los Santos de Maimona y Fuentede Cantos (pág. 263), donde se doman becerros que luego se utilizan en los yugos.

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con el ganado ovino, sino más bien con el porcino que aprovecha lasgrandes extensiones de encinas, para su alimentación331. La cabañaporcina era significativa en Montánchez, pero también en Azuaga,Alange, Usagre y Mérida. El ovino está en clara desventaja en rela-ción al ganado porcino332. Además se trata de un espacio más urbani-zado con lo que la extensión de pastos no en ningún caso comparableal sur del Tajo o a la zona de Montiel.

Por tanto cuatro zonas claramente diferenciadas con un pesosignificativo de la ganadería pero con un sector agrario nada despre-ciable y donde actividades como la caza333 o la explotación de los re-cursos naturales juegan un papel económico que no debemos desde-ñar, máxime cuando la documentación alude de forma expresa a laexplotación de zonas de sierra, donde la riqueza cinegética y de re-cursos naturales es muy significativa. No debemos olvidar que gran-des zonas incluidas en nuestro estudio ocupan sierras aún hoy degran riqueza como las de Segura y Alcaraz, o las de Montánchez yHornachos. A ello debemos unir las constantes alusiones a dehesas deconejos y a la caza sistemática de los mismos, con un mercado depieles y carne imposible de eludir en un estudio económico de estaplataforma señorial. La caza no es sólo un pasatiempo o un deportesino una actividad necesaria para la economía doméstica medieval.

A.2.6 Sectores económicos en el marco del señorío santiaguista

A.2.6.1 Explotación de los recursos naturales

I. Tipos de cultivos.

a. Los cerealesEl cultivo de cereales es una constante en la documentación

medieval en general y en la utilizada en particular. Ciertamente setrata de una de las producciones más significativas, ya que son cons- 331 Se detalla en Extremadura, cuando los cerdos podrán utilizar sus dehesas, concretamentecuando se desacoten las bellotas y puedan ser vareados los árboles, esto es desde primeros denoviembre, vid. D. Rodríguez, La Orden en Extremadura, pág. 264.332 La importancia del ganado porcino en la zona, ha sido señalada en el citado libro de Alfon-so XI, sobre la montería donde se destacan los montes de la zona de Hornachos, Montánchezy Azuaga (en especial la zona entre este lugar y Guadalcanal), vid. págs. 603 y ss. y 611 y ss.333 Sobre la importancia de esta actividad durante la Edad Media y su incidencia en los fuerosresulta especialmente sugerente el trabajo del prof. Ladero Quesada, “La caza en la legisla-ción municipal castellana. Siglos XIII al XVIII”, En la España Medieval. Estudios dedicadosal profesor D. Julio González, Universidad Complutense de Madrid, 1980, págs. 193-221.

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tantes las alusiones a zonas de pan llevar, la explotación de pan e in-cluso el pago de rentas donde se alude claramente a los cereales comoelemento esencial en el pago de determinadas rentas334. Es cierto sinembargo que la información en torno a este tipo de explotación esdispersa y poco explícita lo cual no permite una análisis detallado deeste marco de explotación aunque si una aproximación al mismo.

La extensión del cereal es importante y su producción básica-mente se desarrolla en los lugares que la documentación llama tie-rras, como hemos tenido ocasión de valorar335. Su explotación es dife-rente según las zonas. En el Tajo, los aprovechamientos se disponenen pequeñas unidades de tierra productiva concretadas en hazas quemuy bien pudieran corresponder a una explotación similar a la des-crita para el Cigüela en 1259336, en ella se citan tierras de pan llevarpor lo claramente se habla de un cultivo cerealero, y en él se alude aque se dan dos faças de tierra que caben tres kafiçes de simiente... que setienen con la su huerta d’amas partes e afruentan en el calze de los sus moli-nos e en la sua salzeda e afruentan en la madre del río.

Esta información nos muestra con claridad cual sería el tipo deexplotación de cereal en la ribera en pequeñas explotaciones queequivaldrían más o menos a una haza con una producción de 1,5 ca-híces cada una lo que supone unos rendimientos en torno a unas 18fanegas aproximadamente unos 1000 litros de grano por unidad pro-ductiva337. Actividad cerealera, vinculada en estas zonas con la ex-

334 Aunque muchas veces relacionado con dinero, se pecha en unidades de producción de ce-reales. En Añador en 1224, se estipula que se paguen sendos maravedíes y sendas fanegas detrigo y que lo entreguen por San Martín., vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 332-333, nº114.335 Resulta habitual encontrar en la documentación alusiones a la relación entre tierras y culti-vo de cereales, en 1348, Juan Pérez y su mujer Dña. Toda, vecinos de Estremera, venden alprior de Uclés Juan de Becerra, unas tierras de pan llevar en el término de Estremera por 72mrvs., vid. A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 4. Y en esa misma fecha Domingo Pérez, y sumujer Teresa, vende igualmente una tierra llamada la Cabezuela de Juan Sancho por veintiséismaravedíes, dedicada también a pan llevar en el término de Estremera, vid. Ibid., nº 5. Estarelación entre tierras y cereales aparece también muy claramente en la heredades que vende eljudío David Aben-Barzel, al prior de Uclés en 1328 y que éste había obtenido por ejecuciónde un préstamo, en ellas se habla de diferentes tierras de pan e incluso de una arada de tierraque esta en los quiñones frente de las Tejeras, donde la relación entre esta producción y eltérmino tierra es muy ilustrativo, vid. A.H.N., Uclés, carp. 243, vol. II, nº 25.336 M. Rivera, La Encomienda, págs. 418-419, nº 211.337 Seguimos aquí las medidas que se dan de forma genérica para el cahíz en Castilla, queequivale a unas 12 fanegas lo que supone unos 66 litros de grano por fanega. El prof. Laderoen su obra La hacienda real de Castilla en el siglo XV, p. 15, rebaja estos datos situando lafanega con una capacidad de 44 litros, lo que situaría la producción entorno a 800 litros en

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plotación de los recursos hídricos mediante los molinos y con el re-gadío con la explotación hortícola, que como vemos se relaciona conel aprovechamiento del cereal ya que, se dice “su huerta”.

Pero este modelo productivo no es uniforme, en el Tajo es in-tensivo mientras en Extremadura o las Sierras del Segura, se constatauna explotación del cereal extensiva en yugadas (20 a 25 hectáreas).Estas tienen una productividad menor y en este caso no se asocianespacialmente con huertos sino con un paisaje tradicional de cereal yvid, articulado el primero en yugadas y en segundo en aranzadas.Este es el caso de Medellín donde en 1235 se dan diez yugadas debueyes para año y vez, lo que implica su utilización cerealera, unidacon siete aranzadas de viñas, aunque aquí también se dispone dehuertos estos tienen una proximidad muy clara con el ámbito domes-tico338.

Estas explotaciones agrarias son también las que encontramosen la zona sur de la Encomienda de Segura, con cortijos en la partegienense donde encontramos grandes explotaciones de cereal como lade Torre de Maquiz. En ella se dispondrá de heredad suficiente paraquince yugos de bueyes, es decir quince yugadas, unas trescientashectáreas de cereal339. Otro dato son las cuarenta yugadas de que dis-pone el cortijo de Guadalcazar en 1241, cuando es cedido a la Or-den340. Por tanto la explotación de cereal, ya sea mediante un cultivoextensivo o intensivo ocupa una parte muy importante en los seño-

Añador. Estos datos pueden ser comparado con los obtenidos para el siglo XV, Porras Arbo-ledas, Los señoríos, vol. I, pág. 186, establece unos rendimientos agrarios por zonas, para elPriorato (identificable con nuestra zona del Tajo), el dispone entre 1-1,72 fanegas por fanega-da de siembra, en Segura entre 0,50-3,30 fanegas por fanegada y en Montiel de 0,20 a 1,90fanegas por fanegada, datos globales de producción no aporta pero señala que en Montealegreen diezmos se consigue en 1508, 400 fanegas de trigo, 450 fanegas de cebada y 70 de cente-no, lo que supondría una producción global de grano en este lugar de unas 9200 fanegas degrano, unos 607.200 litros según nuestros cálculos. Para Extremadura los datos son más preci-sos Daniel Rodríguez, La Orden en Extremadura, págs. 238-239, establece un rendimientopor hectárea, y las hectáreas por vecino, que varían desde las 70 de Mérida a las 77 de Azuagafrente a las 35 de Montánchez o las 36 de Reina. En cuanto a la producción por hectárea, se-ñala un 0,44 en Mérida , lo que supone un rendimiento por productor del 30,39% y en Mon-tánchez de 1,45 con una mayor productividad que estaría en un 51,21% por productor. Encuanto a datos globales en Mérida la producción de trigo en 1494, es de 2199 fanegas, la decebada de 1695 y la de centeno 42, mientras en Montánchez, es de 4399 de trigo, 1081 de ce-bada y 2222 de centeno, señalando que la producción de centeno en la provincia práctica-mente se concentra en este lugar.338 J. González, Fernando III, tomo III, págs. 65-66, nº 550.339 Ibid, págs. 301-303, nº 735.340 Ibid., págs. 210, nº 668.

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ríos santiaguistas no sólo para la fabricación de pan, mediante la ha-rina de trigo, sino también como posible forraje para la ganadería.

Los cereales más desarrollados son el trigo y la cebada, conuna claro predominio en la documentación del primero. Es evidenteque las necesidades ganaderas llevaron a la Orden de Santiago y aotras Ordenes, a la producción de ambos, como delata la pecha esta-blecida en Fuentesauco en 1194, donde se dispone que se den 30 cahi-ces mitad por mitad de trigo y cebada, además de 30 fanegas del Bar-co que incluirán la misma proporción341.

El trigo producido sin duda sería de todas las variedades po-sibles, candeal, espelta o la escanda, este último muy apropiado parala calidad de la harina ya que su piel es bastante ligera y no atasca lasmuelas de los molinos342, aunque ciertamente la información docu-mental de que disponemos nos habla de trigo candeal343. Es tambiénhabitual encontrar una combinación entre zonas dedicadas al cereal yzonas de huerto, lo que daría lugar a una explotación conocida comoel trigo tremés que además de un cultivo interesante para la alimen-tación humana, tiene tres variedades que pueden servir de fertilizantey que se puede cultivar cuando el sol es más abrasador. Este produc-ción consistía en la mezcla de leguminosas, con los cereales de pri-mavera y las verduras de verano. En Al-Andalus, no sólo era un cul-tivo complementario sino una necesidad edafológica344.

Por tanto los campos de cereal muestran una clara extensiónde trigo y cebada que se concreta en muchos documentos en la ex-plotación de alcaceres345, campos de cebada verdes posiblemente para 341 M. Rivera, La Encomienda, pág. 257, nº 37, esta realidad no es exclusiva de la Orden deSantiago, en el fuero concedido por los calatravos a la aldea de San Silvestre en 1198, estamisma exigencia de una proporción exacta de trigo y cebada se verifica, Vid. E. Rodríguez-Picavea, La formación del feudalismo, págs. 190 y 191. Este autor ratifica este binomio ce-realero en los señoríos calatravos, limítrofes y espacialmente muy similares a los santiaguis-tas.342 Vid. Cantera Montenegro, E., “Instrumentos y Técnicas de cultivo en la Plena Edad MediaEuropea (siglos X-XIII), en Cuadernos de Historia Medieval, nº 8 (1987), pág. 46. Este estu-dio de carácter general resulta una referencia muy útil para acercarse a los aspectos producti-vos y técnicos de los cultivos en el Medievo.343 Los de Huete debían pagar en 1198, los que tuvieran una yugada de tierra, medio almud detrigo candeal y los que dispongan de ½ yugada darán medio almud de esta misma variedad,vid, P. Iradiel,“ El hospital de Santiago”, ob. cit., págs. 218-219.344 Sobre el particular pueden resultar interesantes las valoraciones de Bolens, L., Agrónomosandaluces en la Edad Media, Universidad de Granada, 1994. págs. 154-156.345 Estos deben interpretarse como campos de cebada. En 1174, la Orden recibe un huerto yunos alcaceres, además de un yugo de bueyes, un trío productivo que sin duda se repite en la

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la alimentación del ganado346. Es muy probable que el centeno y elmijo, también tuvieran una importancia en estas zonas, pero no dis-ponemos de documentos que así lo corroboren347. El trigo es sin duda,el cereal más extendido en nuestra zona, y a él aluden las referenciasque hablan de producción de pan348.

La producción del cereal sin duda debió ser significativa, y almenos es posible una cierta cuantificación a partir de algunos datos.En el fuero otorgado por los calatravos a la aldea de San Silvestre, ca-da vasallo de la Orden daba en renta con carácter anual un cahíz mi-tad de cebada y mitad de trigo si trabajaban un yugada y medio sitrabajaban media yugada349. Esta información unida a la de Huete,donde la pecha también se articula en función de la yugada de here-dad, entregandose en este caso un almud, de trigo candeal o medio,sitúa la yugada, unas veinte hectáreas, como en el marco productivode los cereales.

La yugada es una unidad de producción de cereal cuando estese cultiva de forma extensiva, pero no en un cultivo intensivo . En eldocumento citado de 1259 sobre heredades en el Cigüela, comproba-mos que la explotación del cereal en las zonas ribereñas se organizaen hazas de tamaños variables que albergan desde dos cahices situa-da en la Fuente, hasta algunas de tres y una fanega como las de Villardel Casar o la de Partalejo, con extensiones variables en seis u ochofanegas que es lo más habitual. Globalmente en este lugar hay diecio-cho hazas, donde entran nueve cahices de sembradura —resulta inte-resante resaltar que la suma la da el propio documento y el análisisde los datos confirma que un cahíz en esta época equivalía a 12 fane-

Submeseta Sur, aunque prioritariamente en la zona del Tajo, vid. J. Martín, Orígenes, pág.245, nº 70. Esta extensión de los campos de cebada la documentamos en la zona del Tajo,donde se alude a los alcaceres como zonas de explotación extensiva de cebada, vid. A.H.N.,Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.346 Las zonas dedicadas a la explotación de cebada fueron muy significativas e incluso pode-mos intuir por los textos su explotación en regadío como los alcaceres que documentamosjunto al arroyo de Hontigola en 1244, vid. A.H.N., Uclés, carp. 243, vol. I, nº 12.347 Aunque si existen evidencias documentales en los territorios calatravos por los que debe-mos suponer que también existieron en los territorios santiaguistas, vid. E. Rodríguez Picavea,La formación del feudalismo, pág. 191. Como hemos visto en la documentación del siglo XV,se refleja una importante producción de centeno en Montánchez y se constata su producciónen el Tajo pero en mucho menor medida que la cebada y el trigo, cultivos claramente predo-minantes en los señoríos santiaguistas.348 En la donación de Aloyón , el otorgante Miguel Ibánez, reserva para su mujer la mitad delpan que se produjera en su tierra, vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 283-284, nº 70.349 Vid. E. Rodríguez-Picavea, La formación del feudalismo, pág. 343.

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gas— lo que implica una media de dos cahices de sembradura tole-danos como dice el texto por haza350, tomando el cahíz como unidadbásica de medida de esta producción351.

A partir de estos datos y suponiendo que la Orden detrajera asus vasallos un 20 por ciento de su producción como resulta por otraparte habitual en las viñas, podemos establecer la producción enFuentesauco a finales del siglo XII, lo que nos ayudaría sin duda acomprender los niveles productivos de cereal en el Tajo que sin serextrapolables a otras zonas nos permiten una cuantificación. Los ha-bitantes de Fuentesauco a los que se concede fuero en 1194, entregananualmente en concepto de renta a la Orden, treinta cahices de cereal,mitad por mitad trigo y cebada, además de treinta fanegas del Barcoy treinta quartas de maravedí, lo que supone según los datos anterio-res, la existencia por lo menos de treinta unidades de producción, queentregan a la Orden.

Si todos nuestros datos anteriores son correctos llegaríamos auna cantidad total de 390 fanegas, es decir, unos 20.000 litros de gra-no anuales. Si como decimos la Orden detrae uno 20% de la cosechaglobal, tenemos que esta pequeña localidad , hoy un despoblado, daunos cien mil litros de grano anuales. Estos rendimientos no eran su-ficientes para abastecer las necesidades de la población El fuero deDos Barrios, otorgado en 1242, establece que si se trae vino para ven-der en este lugar próximo geográficamente al anterior, tendrá que darportazgo y sin embargo si se trae cebada o harina no será necesarioque se pague portazgo que sí pagará si lo compra, lo que implica enmi opinión una relación favorable a la viña en detrimento del cerealen la zona352.

También y en función de estos datos podemos intuir que laproducción global en cahices de una yugada, sería de unos cincocahices, lo que implica que una haza representaría una extensiónproductiva de unas ocho o diez hectáreas. En consecuencia, una hazaes la mitad de una yugada, lo que nos indica que la producción ribe-reña de cereal es más intensiva en función de la partición del terraz-go.

350 vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 418-419, nº 211.351 Esta realidad también la comprobamos en un documento fechado en 1227 donde Felipedonante de bienes a la Orden deja media heredad a su hija con la condición de que los santia-guistas la labren cada año y den a su hija una cahíz de trigo, que como hemos visto equivale aunas 12 fanegas y a unos 800 litros de grano anuales, vid. M. Rivera, La Encomienda, pág.352, nº 144.352 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 391-393, nº 185.

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El control de los cereales fue férreo por parte de los santia-guistas, no sólo en su producción, como hemos visto obligando a ce-ñirse a determinados cultivos, sino en el establecimiento de sus pre-cios y en la regulación de su comercio. El F.R.U., nos facilita intere-santes informaciones en este sentido. El art. 53, dispone que la cebadano podrá ser pagada a un precio superior al que se establezca en elmomento de su cosecha es decir quince días antes y quince días des-pués del quince de Agosto, momento en que en función de la cosechase establecerán los precios de los cereales, aunque se cita expresa-mente la cebada. El art. 95, dispone que su comercialización deberáefectuarse siempre en el mercado y en los días de mercado no pu-diendo realizarse en ningún otro lugar o momento bajo pena de unacaloña de un maravedí.

No es necesario resaltar la importancia que además tuvo parala Orden el control de los molinos, donde este grano debía ser molidopara obtener el pan, y cuyo control progresivo por parte de la Orden,hizo que las antiguas comunidades campesinas que los construyeronpara abastecerse, ahora dependieran de un señor que les obligaba amoler su grano en un molino que él controla y a cocer su pan en unhorno por el que también hay que pagarle. ¿Es posible una situacióneconómica que explote de forma más sistemática a unos productores,a los que controla la producción y la elaboración del producto final?.

Este es sin duda, el auténtico paradigma de lo que supuso elfeudalismo como sistema de organización social y de extracción derentas, cuyos mecanismos de detracción de beneficios está realmenteomnipresente en cualquier actividad de sus vasallos, pero además secontrolan los mecanismos de represión para cualquiera que quisierasalir de este corsé mediante el monopolio de la justicia y con la posi-bilidad de legislar sobre ellos. ¿Es posible mayor control de la activi-dad socio-productiva de una zona?.

b. Las viñasEl cultivo de la vid supone, a nivel agrario, la segunda activi-

dad más importante de nuestro medievo por diversas razones. Enprimer lugar por su alta rentabilidad, ya que prácticamente asegurauna cosecha anual, sin necesidad de dejar la tierra en barbecho. Ensegundo lugar aunque su producción es compleja en trabajo como ve-remos, no necesita de un instrumental complicado, ni de una finan-ciación de base considerable, por lo que es la tarea agrícola ideal parael campesinado más pobre, esos a los que los textos aluden como queno tienen bueyes para labrar la tierra y que se distinguen claramente

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en los documentos. En tercer lugar por que el vino es un elementoimprescindible para la liturgia cristiana, además de un distintivo deprestigio social, extensible a las diferentes clases, con lo que su con-sumo es muy importante. Más o menos se calcula de que en la EdadMedia se consumía unos ¾ de litro por día y por persona353.

A todo esto debemos añadir que su explotación se realiza enzonas bastante más pequeñas que el cereal, lo que implica menor tra-bajo de la unidad familiar y por tanto, mayores posibilidades de ex-plotación. La unidad básica de producción es la aranzada que equi-vale a 0,45 hectáreas, aunque es variable según las zonas. En Andalu-cía es más pequeña ocupando en Córdoba 0,35 hectáreas354. Sin em-bargo su gran extensión por la Península y concretamente por los te-rritorios santiaguistas llevó a que en ocasiones su cultivo en terrazasen zonas de monte o su explotación en lugares muy poblados provo-cara su parcelación en “pedazos”, cuya extensión desconocemos355.

No obstante el cultivo de viñas y su extensión también estuvosupeditado a los niveles de renta. En un documento relativo a la en-comienda de Ocaña y fechado en 1335356, los vecinos de Ocañuela secomprometen a plantar viñas en una zona de gran explotación de esteproducto ya que existen en la zona plantadas ya veinte aranzadas deviña, con proporciones variables entre dos aranzadas y cuatro, exis-tiendo de tres también. Estos productores se comprometen a plantarmás en función de sus capacidades económicas. Los entegeros planta-rán cuatro aranzadas, los medieros tres y los quarteros dos, dandotodos ellos de los frutos obtenidos un quinto a la Orden, con lo queesa cantidad a la que aludíamos de un 20% de la producción resultahabitual, al menos en las viñas. Esta información también permite

353 E. Cantera, “Instrumentos y técnicas”, ob. cit., pág. 51.354 En cuanto a su productividad J. González, Repoblación, tomo II, pág. 323, nos da algunaluz aunque basándose en datos del siglo XVIII, estableciendo que cada aranzada tendría unascuatrocientas cepas, con un rendimiento frecuente en tierras toledanas, de 60 a 64 arrobas deuva.355 Esta parcelación productiva es claramente visible en el documento sobre propiedades enExtremera, de finales del siglo XIII, vid. A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3. y en la cesiónen arriendo de dos pedazos de viña situados en un monte cerca de las Lagunas de Ruidera, enel Castillo de San Felices en 1240, vid. D.W. Lomax, Apostillas, pág. 30, nº 5. La producciónde vino fue muy importante en el partido de Montánchez, en la Tierra de Barros y al sur deAzuaga, Llerena, Guadalcanal y Fuente del Arco, vid. D. Rodríguez, La Orden en Extremadu-ra, pág. 242-245; en Montiel ya hemos señalado la importancia de la vid y tampoco es desde-ñable su producción en Segura, Porras Arboledas, Los señoríos, págs. 191-192.356 A.H.N., Uclés, carp. 243, vol. II, nº 27.

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situar una explotación media en torno a dos aranzadas, por unidadde explotación familiar.

La Orden manifestó un gran interés por la plantación de viñasen sus señoríos como muestra el texto anterior y como confirmanotros. En la concesión del fuero de Uclés a Puebla de Almuradiel, sedispone que su pobladores labren las casas y pongan viñas para loque se les concede la dehesa del Monte357. La inclinación por este cul-tivo dentro de la Orden se verifica en el interés por adquirir o con-trolar majuelos, zonas de viñas jóvenes, de reciente implantación quedenota la preocupación productiva por un artículo de gran importan-cia en la época. En 1214, la Orden compra a Juan, que curiosamente esun hortelano, un majuelo en Oreja por veinticinco maravedíes. La zo-na donde se adquiere se caracteriza por ser una zona de viñas re-cientes, ya que, sus aledaños son majuelos de distintos propietarios358.Su extensión por otros lugares queda contrastada entorno a 1300,donde aparecen como propiedades de Estremera, varios de ellos en-tre otros un majuelo que esta en la carrera de Valdaracete, a surco deotro, observándose en el tenor documental que los bordes de esta ca-rrera han sido poblados con majuelos que se citan en varias ocasio-nes359

Esta zona cercana al Tajo es bastante abundante en la explota-ción de viñas. Ya hemos señalado la existencia de una importantesexplotación vinícola en Dos Barrios, y en Noblejas donde la extensiónde esta producción lleva a una parcelación importante, como señalá-bamos, en pedazos. En 1337, se realiza una venta a favor de la Ordende un pedazo de viña en el sendero que dicen de las Mil Carrascas, enel termino de Noblejas, las lindes de este pedazo son viñas, las de Mi-guel Pérez y la de Pelay Pérez, pero también unidades de producciónde cereales como la tierra de los herederos de Domingo Ibánez y la delos propios vendedores. La Orden como vemos esta interesada en lacompra de viñas, aunque éstas sean pequeñas unidades productivas.

La extensión sin embargo de la vid, fue dispar según los luga-res y quizás esta importante concentración en torno al Tajo con im-portantes núcleos de viñedo en Villarrubia o Biedma, vinculadas eneste último lugar al cultivo de los huertos, no es extensible a otros lu-gares. En Medellin, como decíamos, la Orden recibe en 1235 sietearanzadas de viñas, o las ocho aranzadas de viña que los freires reci-ben en Andújar, donde sin duda, existió una importante concentra- 357 M. Rivera, La Encomienda, pág. 466, nº 246.358 Ibid, págs. 287-288, nº 73.359 A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.

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ción productiva de vid, ya que otras Órdenes cuentan con sendasaranzadas en este lugar, vinculadas también a aranzadas de huerta,con un gran desarrollo en esta zona que riega el Jándula360.

La explotación de la vid es ampliable a todos los señoríos san-tiaguistas, la documentamos en Segura, en Orcera, Castril, en Mérida,en la zona de Montiel. Su propagación es muy significativa, aunqueno disponemos de información sobre los niveles de aranzadas pues-tas en explotación.

Lo cierto es que la vid, se cultivó en algunas zonas de abun-dancia de agua, vinculadas al riego. Suponemos que esta vid se utili-zará para el consumo del fruto únicamente, ya que la producción devino requiere de poca agua lo que genera más azúcar en la uva y porconsiguiente más alcohol en el vino haciéndolo de mejor calidad.También en zonas de cultivo extensivo de cereal como muestran loscortijos analizados recordar las nueve aranzadas de viña en Santies-teban, o las quince en la torre de Mezquinel que aparecen vinculadasa cuatro de huerto en este lugar.

Es posible establecer una relación a partir de la documenta-ción entre la posesión de casas en un lugar y la vinculación a ellas deuna viña. Esta realidad aparece en el fuero de Segura de León, conuna relación expresa entre domus y viña. También en Santiesteban yen el citado documento de Ocañuela, donde se relaciona la existenciade una casa techada o pajada con la propiedad de una viña, lo quepermitiría establecer una estrecha relación entre la vida doméstica yel consumo de vino como analizábamos al principio.

La viña, como entidad productiva, lleva vinculadas la existen-cia de núcleos para su explotación y la transformación de la uva envino. Este es el caso de la viña que documentamos en Val de Matan-za, en el término de Mérida en 1327, que incluye dos cubas, tres tina-jas, un almadras, cuatro cabezales y dos alfamares que sin duda estánestrechamente relacionados con su transformación361. Además de estatransformación era necesario su almacenaje y comercialización, con la

360 J. González, Fernando III, tomo III, págs. 96-98, nº 576. Resulta posible establecer unaclara vinculación entre la explotación de viñas en zonas ribereñas y el cultivo de los huertos.En la zona de Palma cerca del Guadalgenil, que la Orden recibe a cambio de la donación deAzuaga en 1295, la unión entre ambas es muy reiterada, por ejemplo se cita un pedazo de viñaalzado cerca de la huerta (posible cultivo en terraza), o la expresión del documento más lla-mativa donde se da un molino debajo de las viñas en el arroyo de las huertas. Además en estazona se ve un claro nexo entre las viñas y su cercanía a cursos de agua lo que podría implicarsu regadío , vid. A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2.361 A.H.N., Uclés, carp. 199, nº 2.

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referencia a existencia de bodegas, como la existente en Villanueva dela Fuente en 1232362, o las bodegas de Juan García en Ocaña que do-cumentamos en 1312363.

El fuero romanceado de Uclés es un buen ejemplo de la preo-cupación legislativa que la Orden tuvo por la producción de vid y portodo lo referente a su comercialización. Por ejemplo el articulo 44, si-túa de forma clara esa relación que establecíamos entre las casas y laplantación de viñas, que es incentivada por la Orden: totus homo quimaiolo plantaret o casa fecerit de novo et presura pusieret, de un anno arribanon respondeat a nullo homine. El cultivo de vid se protege de formamuy especial, el art. 142 dispone: totus homo qui maiolo plantaverit, pos-tquam cavado fuerit o arado, et aliquis danno fecerit, tale calumpnia pectetquomodo per vinea. El art. 50 dispone una zona acotada para las viñas,el art. 56 se preocupa por la entrada de ganado en ellas y el 138 de laposibles daños que provocaría el arrancarlas. El art. 140 regula laproducción al establecer que la vendimia no podrá hacerse antes deSan Miguel bajo una pecha muy importante de 30 maravedíes.

En Usagre también se manifiesta una gran preocupación porlas viñas. El art. 101 de su fuero dispone fuertes penas para quien co-giera uvas en propiedad ajena, el art. 102, establece que quien vendi-miara antes de San Cipriano peche diez maravedíes, y si se le encon-tran uvas y agrazos se disponen fuertes penas. Se preceptua tambiénque no se pueden vender uvas silvestre o agrazos364, estableciéndoseuna pena para quien lo hiciera de 10 maravedíes (art. 163). El robo deviñas también es contemplado en el fuero que relaciona en su articulo185, las tres unidades productivas que venimos asociando, al dispo-ner que totus homo qui ladron tomaret in sua vinea aut in orto aut in casa,prendat illo sine calupnia; o in casa ol’ gallaren uvas furtadas pectet II mo-rabetinos. La venta del vino y de su materia prima la uva tiene un ecoimportante en este texto tan representativo de la realidad santiaguis-ta365. El art. 183, dispone que el vino se venderá de su viña según lamedida recta (suponemos que la establecida por la Orden) y despuéssegún pueda. El comercio de uvas esta más restringido, el art. 203,establece que todo cristiano o judío que venda uvas peche 10 mara-vedíes y quien las comprara igual, excepto si venden su vendimia en

362 A.H.N., Códice 1046 B, T.M.C, libro III, págs. 273-274.363 A.H.N., Uclés, carp. 243, vol. I, nº 20.364 También puede interpretarse como uva sin madurar y que la Orden prohibe que se comer-cialice antes de su recogida unificada.365 También el fuero de Usagre muestra una preocupación por este tema de la comercializa-ción del vino (art. 401-402), que analizaremos en el capítulo correspondiente al comercio.

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su viña, es decir, que no pueda acceder a un mercado externo, pre-sumiblemente más interesante, pero lesivo para los intereses de lossantiaguistas.

Este control de la producción de vino resulta en ocasionestremendamente rígido en la puebla dada a Torre de Don Morat, elcomendador vende su vino en julio, no pudiendo nadie venderlo an-tes que él366.

Debemos suponer también que la producción de vid y posi-blemente su conversión en vino debió requerir un cierto grado de es-pecialización como delata este fuero. El articulo 143, indica que gru-pos no superiores a diez hombres puedan disponer de un trabajadorespecializado, el viñadero, cuya función se especifica con claridad enel F. de Sepúlveda, en sus títulos 132-135, es el que vigila de día la vi-ñas y las gestiona, cuando se ha de plantar, etc.. Además cobra lascaloñas de los daños hechos en las viñas. En el de Usagre aparececomo el vigilante de las viñas que cobra una soldada de ½ ochava detrigo por aranzada de viña (art. 416).

c. Los olivos y otras plantaciones frutales.El olivo es el otro producto de la tríada mediterránea que no

podía faltar en nuestra documentación. Sin embargo los datos son es-casos y esencialmente concentrados en la zona extremeña en sus lí-mites con Andalucía y en la posesiones que la encomiendas extreme-ñas poseen en alquerías cordobesas y sevillanas. No obstante la reali-dad sería bien distinta. No nos cabe ninguna duda de la importanciaque el olivo tendría en la encomienda de Segura de la Sierra, que hoydesde luego es impresionante, o en la extensión en tierras gienensescomo Santiesteban o las torres de Maquiz o Mezquinel, además la zo-na sur del Campo de Montiel conserva hoy importantes zonas de vi-ñedo y olivo que si bien no aparecen claramente reflejadas en la do-cumentación es indudable que existirían367. 366 M. Rivera, La Encomienda, págs. 363-364, nº 155.367 Llama la atención que todos los estudios sobre los señoríos santiaguistas destacan la esca-sez del olivo y como la Orden obligó incluso a su plantación y explotación, durante el sigloXV . En Extremadura la escasez de este producto, provoca que la se establezca que cada pe-chero entero (cuyos bienes superen los 80.000 mrvs.) deban plantar media aranzada de olivaren su tierra. Se pretende que en 1480, la provincia esté poblada de olivos, llegándose en Méri-da a amenazar con la pérdida de los bienes si no se plantan olivos, vid. D. Rodríguez, La Or-den en Extremadura, pág. 246. En la provincia de Castilla, Porras Arboledas, Los señoríos,pág. 192-193, destaca la poca presencia de olivos. Dice que existieron olivares en Villarejo deSálvanes, Estremera, Ocaña, Villarubia y Dos Barrios y que la falta de suministros llevó aAlonso de Cárdenas y a los Reyes Católicos., a una política de plantación de olivos. Es posi-

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Sin embargo hay que pensar que el olivo es muy sensible a lasincidencias climatológicas, y las severas heladas en la Mancha no ha-rían muy propicio este cultivo, que sin embargo aparece de forma es-casa en la zona perteneciente a los calatravos368.

En general el olivo se asociada a la vid y también al figueral,es decir a higueras que aparecen claramente vinculadas a esta pro-ducción en Azuaga, Montemolín y en el Arrabal de Sevilla369. Locierto es que los olivares también se miden en aranzadas370, como lasviñas.Las extensiones documentadas son variables, desde las 1600aranzadas en el arrabal sevillano a las 300 que posee la encomiendade Alange en la alquería de Balanchina en 1261371. Se trata por tantode una producción muy localizada en la documentación.

En cuanto a las higueras también se citan en la zona de Estre-mera pero la información es dispersa, si bien, es cierto que existe unagran tradición en el consumo y explotación de higos en Toledo, losdatos son escasos. En cuanto a la explotación de arboles frutales laúnica información de que disponemos se refiere a Balazote, en la zonaoriental del Campo de Montiel. Otras especies arbustivas susceptiblesde explotación son los cañamares, de las zonas ribereñas, posible-mente utilizados para la realización de cestos o utensilios similaresutilizados en la explotación doméstica. La información es escasa ysolo disponemos de una referencia en Estremera372.

d. Los huertosLos huertos aparecen de forma sistemática en la documenta-

ción. Encontramos explotación de huertos en Biedma, Villafandin, ble también aceptar como válidas, algunas opiniones, expuestas en recientes congresos, comoen celebrado en León en el verano de 1995, sobre actividades mineras. En él Rodríguez Moli-na, defendió que el paisaje olivarero que hoy conocemos en Jaén y otros lugares es una heren-cia muy reciente.368 E. Rodríguez-Picavea, La formación del feudalismo, pág. 195, documenta olivar en Tala-vera y Maqueda.369 Vid para Montemolin, J. González, Fernando III, tomo III, págs. 329-331, nº 762. SobreSevilla ,las 1600 aranzadas de olivar y figueral del arrabal, son cedidas en 1253, vid. J. Gon-zález, Repartimiento, tomo II, págs. 172-174 y también son citadas en las cuentas maestralesde 1273, vid. D.W. Lomax, La Orden, págs. 270-271, nº 31. En cuanto a Azuaga el figueralaparece desvinculado de los olivos que en esta zona de Palma aparecen vinculados a las viñas,vid. A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2.370 En ocasiones las medidas referentes a olivares se hayan reflejadas en pies, equivaliendo 60pies a una aranzada (unos 4000 metros como veíamos).371 Vid. A. Ballesteros, Sevilla en el siglo XIII, págs. 61-68, nº 112.372 Se entrega una haza de cañamar cercana a otras de similar explotación, A.H.N., Uclés,carp. 117, vol. I, nº 3.

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Torrelengua, Noblejas, Cáceres, Medellin. En Andújar aparece unaaranzada de huerta en 1236. En el cortijo de Mezquinel existen cuatroaranzadas de huerto. En la zona del Cigüela; al sur de Azuaga en laribera de Guadalgenil; en la zona de Estremera; donde encontramosuna huerta vieja, en Balazote.

Pero en la mayoría de los casos se trata de menciones genéri-cas sin más información, lo que nos sitúa un cultivo secundario vin-culado a zonas ribereñas donde el molino juega una importante papelcentral, siendo el regadío una actividad significativa pero secundariacomo señalan autores. Barceló destaca el escaso significado del culti-vo de regadío en la economía feudal373 o Ramón Martí, quien piensaque cuando en los diferentes señoríos se planteaba la disyuntiva entremolinería o irrigación en la mayoría de los casos se imponía la moli-nería, que como hemos tenido oportunidad de comprobar reportabasustanciosas rentas mediante el monopolio que estarían escasamentejustificadas en caso de una producción de regadío cuyos rendimien-tos eran poco previsibles374. Teníamos ocasión de comprobar esta rea-lidad en Usagre, donde el fuero establece que la actividad prioritariade los molinos y aceñas debe ser moler y no regar (art. 161).

Es posible establecer en principio una estrecha relación entrela extensión de los huertos y las zonas de ribera. Sin embargo se tratade explotaciones no perfectamente articulas y que en nuestra opiniónson subsidiarias de la actividad principal, la actividad de los molinos.Igualmente es posible establecer en estas citas genéricas una relaciónentre los huertos y el consumo doméstico de determinadas hortalizas.

Aunque las explotaciones hortícolas de mayor extensión notienen una relación directa con grandes cauces fluviales y más bien sesitúan en zonas en que aun existiendo el regadío, este no se haya vin-culado a una importante red fluvial. Este es el caso de la aranzada deviña que situamos en Andújar, es cierta la cercanía del Jándula, peroestamos ante una extensión de la huerta en una zona de especial con-centración de actividad hortícola su aranzada de huerta está próximaa otras que poseen los calatravos y santiaguistas375. Pero es quizás elcaso de la torre y cortijo de Mezquinel el más significativo este lugarsituado no muy lejos de Jaén, es una auténtica zona de explotaciónhortícola con cuatro aranzadas de huerto que complementan a 15 deviñas, éstas se encuentran vinculadas a duabus paratis molendinorum

373 M. Barceló, “La arqueología extensiva”, págs. 241-243.374 R. Martí, “Hacia una arqueología hidráulica”, págs. 171-176.375J. González, Fernando III, tomo III, págs. 96-98, nº 576.

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qui sunt iuxta dictam turrem. Estamos ante un molino dedicado en ex-clusividad al riego.

Podríamos suponer que estamos ante una de esas zonas don-de se produce, en palabras de M. Barceló, una adaptación social deuna infraestructura técnica, que es posible combinar con los sistemassociales de distribución de agua, que ahora controla de forma privati-zada la Orden. La cual no hace sino gestionar de forma jerárquica unbien que posiblemente se socializa entre los productores. Pero lo querealmente importa a los santiaguistas no es un control férreo del riegoque puede regular mediante fuero como hace en Uclés376 o en Usa-gre377, sino la renta derivada de la producción hortícola auténticaesencia del sistema feudal. No es esencial la privatización del recursosino los mecanismos necesarios para la extracción de la renta378.

Es posible intuir que en zonas como la Encomienda del Segu-ra, antes de la revuelta mudejar, los santiaguistas aprovecharan todauna concepción del riego elaborada y sistematizada por los tratadosandalusíes379 y que sin duda estos mudéjares conservarían en una zo-na donde se respetó su capacidad productiva. Sin embargo, la infor-mación documental elude en las donaciones de estos lugares todaalusión a huertos, incidiendo más en la explotación de los recursoshídricos con otra funcionalidad como los molinos de aceite o la ex-plotación de pesquerías. En este sentido son muy ilustrativas las do-naciones de Segura, Galera, Hornos y Castril.

La mayor concentración de zonas de huerto donde se utiliza elregadío se localizan en torno al Tajo, en Biedma, Villafandín, y el Ci-

376 El F.R.U. en su art. 152, regula el riego estableciéndose turnos según los cuales cada veci-no tendría asignado un día para regar que en ningún caso podía efectuarse otro día. Estamosante una regulación de un bien escaso que se utiliza de forma racional, aunque solidaria, laprivatización de las relaciones sociales de producción no tienen una incidencia en la utiliza-ción de un bien. El feudalismo es un sistema de organización social y productiva que en nin-gún caso limita la productividad potencial de los cultivos, otra cosa es que los limite o condi-cione según unas necesidades de renta.377 El control sobre el agua en Usagre es exhaustivo. El art. 159, establece que: toda fuenteque nace entre quadriellas, et fuere de regar, como partieron la heredat parten el agua, y quetenga el agua la Orden, quien no viniera al cauce a cabar o a mondar la fuente o no deje suturno que no tenga su parte de agua. Otros artículos como el 160 y 161, se dedican a comodeben hacerse los pozos como hemos visto y del riego de huertos y almares (zonas de lino).378 Esta reflexión puede ser una de las respuestas a las interesante preguntas que formula M.Barceló, sobre la asimilación de las técnicas musulmanas de regadío en los lugares organiza-dos ahora desde pautas feudales, vid. “La arqueología extensiva”, pág. 209.379 Una interesante valoración sobre esta concepción de la explotación agraria ha sido estudia-da en profundidad en el trabajo de Lucia Bolens, Agrónomos andaluces, págs. 163-200.

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güela más concretamente Torrelengua. También son significativas lasreferencias en Cáceres y Medellín.

Una explotación interesante es Balazote en el Campo de Mon-tiel, aunque en la zona cercana a la sierra de Alcaraz. En este lugar losdocumentos sitúan para inicios del siglo XIV, huertas y lo que el textollama ortales, además de una zona rica en plantas, árboles frutales ypor supuesto molinos y molinas. Estamos ante un cortijo de gran va-lor, cuesta treinta mil maravedíes, que sin duda reúne una gran ex-plotación agraria con casas y casares, con pasturas, yerbas para gana-do, y mucha agua, clasificada en lleneras, corrientes y no corrientes.

Estos ortales quizás designen una producción sistematizada deproductos hortofrutícolas dedicados sin duda a una posible comer-cialización. Comercialización con otros productos que aparecen en laaduanas de Ocaña, la carga de hortaliza por la que se paga cuatro di-neros o la de garbanzos por la que se paga la misma cantidad380 ytambién las cebollas, puerros, ajos y peras que se comercializan enUclés y Alharilla381. Además de la comercialización, las hortalizas yfrutas son utilizadas como ofrendas en las iglesias, lo que supone quese trata de unos frutos escasos y que suponen una excepcionalidad enla vida campesina382, sí tenemos en cuenta que la huerta fue escasacomo unidad productiva.

La huerta tuvo poca expansión en Castilla con excepción he-cha de las zonas murcianas correspondientes a Segura383. Sin embar-go, a tenor de la información que aporta Daniel Rodríguez sobre Ex-tremadura, la extensión del regadío fue importante durante su mo-mento de estudio esencialmente siglo XV y sitúa una gran concentra-ción de huerta en Alange, Hornachos, Usagre, Montemolín y Jerez delos Caballeros. Dice que se trata de usurpaciones de las dehesas y poreso se vallan, como sucede en Usagre, produciéndose gran cantidadde productos hortícolas y frutales que según los visitadores seríanentre otros higos, almendras, ciruelas, cerezas, naranjas, nabos, rába-nos, lechugas, ajos, espinacas, cardos384.

II.. Técnicas y sistemas de cultivo.

380 D.W. Lomax, La Orden, págs. 277-278, nº 35.381 Ibid, págs. 278-279, nº 36.382 En 1269, documentamos que entre las ofrendas que se dejan en la iglesias de Mérida, ade-más de diversos animales dejan frutas y hortalizas, vid. A.H.N., Sellos, carp. 63, nº 6.383 Así lo indica Porras Arboleda, Los señoríos, págs. 195, y ss.384 Vid. D. Rodríguez, La Orden en Extremadura, págs. 247-248.

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Estamos ante un tema sobre el que en ocasiones se recurre acompendiar las reflexiones generales sobre estos aspectos y prescin-dir de la escasa y dispersa información que poseemos sobre ellos.Nuestro objetivo es concretar las escasas noticias que sobre este parti-cular aparece en la documentación analizada, tomando como base al-gunos interesantes trabajos que desde ópticas bien distintas hanabordado esta problemática.

Una es la que conjuga la base documental y algunos datos ar-queológicos, siempre escasos, ya que la arqueología medieval no hamostrado una gran preocupación por este particular. Desde esta pri-mera perspectiva resulta atrayente el trabajo de José Luis MingoteCalderón, quien desde su especialización como etnólogo, ha mostra-do una preocupación muy significativa por el utillaje y la faenas agrí-colas medievales385.

Pero es, sin duda, la importancia de la iconografía la que másayuda a la valoración de técnicas y sobre todo sobre utensilios. Unbuen ejemplo lo constituye una visión detenida de la cripta de la Co-legiata de San Isidoro. Es un magnífico muestrario para observar co-mo veían los contemporáneos, el labrar o segar los campos, o reco-lectar la vid386. El análisis sistematizado de algunos calendarios agrí-colas, esculpidos en la iglesias románicas, no sólo nos acercan a estastécnicas y utillajes, sino que marcan el tempo de nuestros campesinosmedievales387.

El yugo de bueyes representa el paradigma de la actividadagraria medieval, no sólo por ser el elemento básico de la producciónagrícola, sino por que a partir de él, se establecen categorías sociales.Se pecha si se tiene o no yunta de bueyes, sirve además como medidaagraria. Los documentos medievales no hablan de yugadas sin mássino de la capacidad que una yunta de bueyes puede desarrollar.

385 Vid. “Aperos y faenas agrícolas en los fueros de la provincia de León”, en Revista de Dia-lectología y tradiciones populares, tomo XLIII (1988), págs. 411-428, aunque con un marcoespacial, distinto al que nosotros pretendemos analizar su valoración es muy interesante.386 Con una carácter general puede resultar interesante la consulta del trabajo de E. Cantera,“Instrumentos y técnicas”, ob. cit., págs. 26-28, y con un carácter más monográfico el trabajode J.L. Mingote, “ Utillaje agrícola medieval a través de la iconografía mozárabe”, en Actas ICongreso de Arqueología Medieval Española, tomo I, Zaragoza, 1986, págs. 293-312.387 Especialmente interesantes en este sentido son los trabajos de F.J. Pérez Carrasco y I. M.Frontón Simón, “Historia, trabajo y redención en la portada románica de Beleña de Sorbe”, enGoya Revista de Arte, nº 229-230 (1992), págs. 29-38 y de F.J. Pérez, “Una particularidadiconográfica de un menologio románico español. La figuración priapica del mes de febrero enel calendario de Beleña de Sorbe (Guadalajara), en Actas del VIII Congreso Español de Histo-riadores del Arte, Mérida, 1992, págs. 103-107.

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Además tiene un importante peso ganadero, ya hemos, aludido a lasdehesas exclusivas de que disponen y al especial cuidado que los fue-ros tienen en regular zonas de pastos para estos animales, que inclu-yen cláusulas en acuerdos tan importantes como el suscrito por san-juanistas y santiaguistas en 1237. Conviene recordar que las dehesasde bueyes se harán en función de la labor de las casas.

Estas yuntas deben estar perfectamente alineadas y adereza-das con sus aparejos como muestran diferentes informaciones. Ensendas cesiones de centros productivos para su puesta en explotaciónlos concesionarios se comprometen a ésto. En Azuaga deberán dejardiez yuntas de bueyes alineadas y enderezadas388, algo similar ocurreen la casa de Annaya en Mérida, donde se dejarán cinco yuntas debueyes, perfectamente alineadas y aderezadas con sus aparejos389 o enSalfaraz, donde los arrendatarios se comprometen a dejar cuatroyuntas de bueyes bien fechos e bien labrados390 .

Todas estas evidencias no muestran la preocupación no sólopor poseer estos yugos sino por tenerlos en perfecto estado para eltrabajo, lo que implica poner derechas estas estructuras de madera ytener todo su aparejo. Este aparejo debía ser similar al utilizado porlos campesinos de la Extremadura castellana. Es decir, el atalaje agra-rio estaría compuesto por el yugo cornal unido al buey por la cabezay no por el cuello como el yugal (se trataría de esa estructura de ma-dera con dos cabezales, que aún hoy puede contemplarse en algunoslugares de la Mancha como reliquias del pasado391), facilitando así larespiración del animal y aprovechando mejor la fuerza de tiro. Seajustaba a la testuz con coyundas o correas de esparto o cuero y“melenas” o almohadillas para evitar el contacto con la piel de losanimales. Por último el timón unía las coyundas con el arado392 o eltrillo (por otra parte faenas esenciales donde se utilizaba el yugo debueyes, aunque también fue empleado muy frecuentemente comoanimal de tiro393).

388 M. Garrido, Documentos sobre castillos, págs. 31-32.389 A.H.N., Uclés, carp. 198, vol. I, nº 18.390 M. Rodríguez Llopis, Documentos siglos XIV y XV, pág. 9, nº 4.391 Una imagen de estos yugos también puede observarse en la iconografía románica como larecogida en la portada de Beleña de Sorbe, págs. 35-36.392 La forma del arado queda perfectamente visualizada en Beleña, se trata de un arado, sinreja, pero que sí lleva vertedera junto a la que aparece una azada, vid. I. Frontón, “Historia ytrabajo”, ob. cit., pág. 37.393 J.L. Mingote, “Aperos y faenas”, ob. cit., págs. 416-417.

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La relación de los bueyes con la labores de arar, sembrar y tri-llar aparece en algunos documentos de forma explícita e incluso po-dríamos afirmar que también en su relación con el transporte. En tor-no a 1210, se dona a la Orden de Santiago Aloyón. La operación in-cluye bueyes con sus arados, simiente y toda la bastaga de la casa394;ésta tiene una relación directa con el proceso de acarrear y transportarproductos395, con lo que la cesión podría incluir carros, para el trans-porte de grano tirados por una yunta de bueyes, como era habitualverlos no hace muchos años por las tierras castellanas.

Esta vinculación de los bueyes con la labranza y la siembraaparece claramente cuando el comendador de Montánchez se quejaante el rey de que el concejo de Medellin ha echado a sus bueyes de latierra que labran y ha derramado su simiente396. El yugo junto con elarado son los elementos esenciales para la puesta en explotación deun terrazgo, que sin duda, sirve para las primeras fases productivas,arar y sembrar, pero que requiere de otros utensilios como la azada,la hoz, la pala y el escolpo o buril que sirve para afilar los utensiliosde hierro muy utilizados en nuestra zona aunque la información sehalla limitada a Uclés397.

Una vez sembrado el cereal se hacía necesaria su recolecciónmediante la siega que se realiza en julio como señalan los calendarioscitados. En esta labor la Orden requirió el aporte de bestias y peonesen lugares como Dos Barrios, que ven conmutado este servicio en1242, a cambio de una renta anual de trescientos maravedíes398. Estaactividad la llevan a cabo los segadores, que siegan a diezmo y tomanpor suerte según el fuero de Usagre (art. 220). Estas mieses segadas seapilan en gavillas y treznales (conjunto de haces de mies apiladas enforma de pirámide para que despidan el auga antes de llevarlas a laera), hasta que se secan.

Después este grano debía trillarse o mayarse en los lugarescomo las eras, que documentamos en Noblejas en 1227399. Esta activi- 394 M. Rivera, La Encomienda, págs. 283-284, nº 70.395 vid. M. Alonso, Vocabulario Medieval, tomo I, págs. 502, el habla de las acepciones debastaje, la primera deriva de bastaxus que significa porteador, en un manuscrito del siglo XV,aparece baiulus bastale y acarreador.396 J. González, Fernando III, tomo III, pág. 314, nº 750.397 Poco podemos añadir a la sistemática información que sobre el particular aporta M. Rive-ra, La Encomienda, págs. 146-148, que aunque circunscrita a Uclés, es perfectamente extensi-ble a otras zonas de la Submeseta Sur como señala igualmente E. Rodríguez Picavea, La for-mación del feudalismo, págs. 199-201.398 Vid Ibid, págs. 391-393, nº 185.399 Ibid, pág. 350, nº 140.

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dad que se realiza con el trillo, compuesto de la unión de diversas ta-blas mediante líneas de hierro, las cuales tienen una terminación cur-va. Éstas llevan insertadas en la parte baja, pequeños cantos afiladosque cortan la paja y permiten separar el grano, mediante un circularincesante del yugo en torno a la parva400. La era aún hoy es una refe-rencia espacial ineludible en muchos pueblos de España.

Con el acarreo del grano a los molinos para molerlo y obtenerharina y el almacenamiento de la paja, concluye la actividad relacio-nada con el cereal, hasta que de nuevo en diciembre comienzan unaño más las labores de siembra.

La vid también supuso un importante esfuerzo para el campe-sino medieval, ya que, requería trabajo durante todo el año, por elloes frecuente que en las viñas trabaje toda la unidad familiar incluidoslos niños. Durante el invierno se realizaban tres o cuatro labores conla azada, o con la laya. A finales de la estación se procuraba el enri-quecimiento de los suelos con limos o lodos y se procedía a podar. Enlos inicios de la primavera el campesino se ocupaba en la renovaciónde las cepas viejas, lo que generalmente se realizaba mediante el sis-tema de “acodadura”. Este procedimiento consiste en plegar y tum-bar en la tierra sarmientos jóvenes de forma que nazcan nuevas raí-ces. Por último, la vendimia que se realiza en septiembre401. Con unlaborioso trabajo que necesita de una importante esfuerzo físico, des-pués la uva debe acarrearse hasta zonas donde se pisa y se convierteen vino, que luego hay que almacenar.

Disponemos de un interesante texto que nos ilustra sobre estaactividad 402. Se trata de unos pedazos de viñas en San Felices. Estasviñas que estaban desiertas y situadas en el monte, deberán primeroser aradas. Textualmente se alude a que entremetan las mismas, lue-go deberán excavar, podar, cavar y vinar. El compromiso incluye quesi se dejan de trabajar un año, se pierde la capacidad de producir, y sies durante dos años se pierden los bienes raíces que sin duda son im-portantes al tener que incluir elementos para pisar la uva, herra-mientas y lugares de almacenaje.

En otro texto comprobamos esa gran cantidad de bienes raícesentorno a las viñas, como la documentada en Mérida que incluye tie-rra calva, dos cubas, tres tinajas, un almadras, cuatro cabezales y dos

400 La imagen del trillo es perfectamente apreciable en la portada de Beleña, donde se observaesa terminación curva del mismo pasando por encima del cereal tirado por una junta de bue-yes, vid. I. Frontón, “Historia y trabajo”, ob. cit., pág. 33.401Vid. E. Cantera, “Instrumentos y técnicas”, págs. 53-54.402 vid. D.W. Lomax, Apostillas, pág. 30, nº 5.

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alfamares403. Este cultivo necesita de un trabajo especializado y deunos utensilios muy precisos como los que agradecen unas monjasque explotan la importante zona vinícola de Vilillas que reconocenque la Orden les ha facilitado para su puesta en explotación reditusutiles y utilidades laudabiles404 . Las viñas como decimos pueden cons-tituir significativas unidades de producción que necesitan de lugarespara la fermentación y almacenado de los vinos. En el hospital deTalavera existían en 1238 como bienes del mismo, dos vigas de lagar,un susielo (similar a un sobrado) , dos escaleras, cuatro odres, tres cu-bas y treinta y cinco tinajas.

Las zonas de regadío también requieren un trabajo perma-nente no sólo en la limpieza de canales y acequias, sino también en laconservación de las muelas de los molinos que debían ser reparadascon frecuencia, máxime cuando conocemos su utilización continuadalas veinticuatro horas del día como en Magacela donde se utilizabanmañana y noche405. La preocupación por el buen estado de los moli-nos y su explotación es importante. El art. 155 del fuero de Usagre sepreocupa de como deben moler los molinos, dice que aceñas y moli-nos trabajen a la vez, si alguien por mal uso rompe la muela debe pe-char, y se controla la corrupción dentro de los molinos así el molinero(llamado aquí maquilón) o aceñero que reciba alfadias (regalos por sutrabajo), será severamente sancionado.

Es también importante en este apartado la labor en los huer-tos, nuevamente el fuero de Usagre resulta ilustrativo. El art. 338, nosdescribe la actividad del hortelano, prestará servicio de Navidad aNavidad, quien tenga uno en su huerto le dará asno y serón y unaazada para estercolar. De cuantas semilla siembre reciba la mitad y delas que siembre su señor un cuarto. El hortelano que tenga huerto y lolabre mal, perderá su parte del huerto dejando al señor, textualmente,el lleno y quedándose él con el vacío.

En cuanto a la roturación los datos de que disponemos sonconcluyentes. El sistema de cultivo empleado es el sistema bienal, esdecir, de año y vez, la totalidad de yugadas recibidas por la Ordenindican que estas se cultivarán para año y vez. Cultivando un año ydejando el siguiente en barbecho. Esto dio lugar a un determinadopaisaje agrario que delata esta técnica de cultivo con la existencia deraciones de barbecho y de sembradura como las que documentamos

403 A.H.N., Uclés, carp. 199, nº 2.404 M. Rivera, La Encomienda, págs. 310-311, nº 103.405 Ibid., págs. 310, nº 102.

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en Dos Barrios en 1210406. Estos barbechos son utilizados para la ali-mentación del ganado como revela la realidad verificada en varioslugares de que se trabajan. En Salfaraz los arrendatarios se compro-meten a dejar los barbechos hechos y trabajados.

Este sistema permite el reposo de la tierra y el barbecho sirvede abono para el siguiente cultivo, debido a que se trata de zonasdonde el ganado dispone de pastos, hasta la siguiente cosecha y don-de el abono natural es un hecho de gran importancia. Los tratadosandalusíes nuevamente han destacado la gran importancia y necesi-dad que las tierras de Al-Andalus tenían de este tipo de rotación407.La extensión del barbecho y su pervivencia en los textos se evidenciaen las continuas alusiones a tierras cultivas y sin cultivar408, los térmi-nos labrados y por labrar que aparecen en la donación de Villanuevade la Fuente en 1243409 y otras muchas referencias que aluden a estasituación de los campos en la Submeseta Sur.

La documentación aporta escasa información en torno a lautilización de abonos, debemos pensar que se utilizó el animal y enalgún caso las cenizas (en Usagre se utiliza la quema de rastrojos co-mo abono art. 162), pero no disponemos de suficiente informaciónsobre el arraigo de los sistemas de fertilización, tan extendidos porotra parte entre los agrónomos andaluces410. Suponemos sin embargoque todas estas técnicas de abono serían utilizadas en los señoríossantiaguistas aunque no disponemos de información, parece que enlos señoríos calatravos fue muy apreciada la palomina (excrementode las palomas)411. Debemos suponer que la importancia de estas avesy otras como ánades o ánsares, patos domésticos y silvestres, sirvie-ran junto con bueyes, y demás ganado para una fertilización natural

406 Menéndez Pidal, Documentos, págs. 363-364, nº 268.407 L. Bolens, Agrónomos andaluces, págs. 143-162.408 Aparecen en la donación de Mérida, Apuntamiento, fol. 9 r.409 J. González, Fernando III, vol. III, págs. 254-257, nº 705.410 En su trabajo L. Bolens, Agrónomos andaluces, págs. 201-230, destaca la importancia dela cenizas de las caleras para la fertilización de olivos, o la importancia del propio barbechocomo fertilizante del suelo (págs. 210-212). La importancia de la deyecciones como abonos,son útiles las de las aves, pero no la de los cerdos que queman todo (pág. 214) y sin embargola riqueza de la de los asnos, que al masticar y digerir perfectamente los alimentos es un granabono natural que se puede utilizar para todo tipo de plantas en 2 o 3 meses (pág. 216). Lasmedidas de estiércol necesarias son en torno a un carga de acémila por bancal, este abono de-be ser enterrado por el arado (pág. 221), señalando los cultivos más actos para ser fuertementeabonados.411 Vid. E. Rodríguez Picavea, La formación del feudalismo, pág. 203.

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del suelo máxime cuando sabemos que en gran cantidad de explota-ciones, ganado y agricultura son explotados de forma unitaria.

En cuanto a los utensilios y herramientas agrícolas es posibleestablecer la gran variedad de ellos y la importancia que la industriadel hierro tuvo para la agricultura. El inventario de los bienes delhospital de Talavera en 1238 resulta especialmente revelador. Se dis-pone de una barrena para hacer carreras412, cinco azuelas (utilizadaspara remondar y sangrar pinos), dos tinas, un cuchillo para serrar,unas tenazas, dos hoces de podar, dos destrales (hachas pequeña quese trabaja con una sola mano), cuatro azadones, una ballesta demonte con su cinto, diecinueve rejas, un martillo de madera y un dehierro, cuatro escopros, una almadana de hierro (maza con mangolargo utilizada para partir piedras), dos palancas de hierro, treinta yseis azadas y 20 arados de labor, trillos con sus carrizos, diez sachaspara escardar el pan, cinco artesas, dos picos, cuchillos de serrar, em-budos para medir aceite y vino y calzaduras de hierro para las re-jas413. Esta información junto con otros documentados en Usagre yUclés, permiten hacernos idea de un complejo y variado instrumentalagrícola con un nivel tecnológico nada despreciable.

III. La explotación ganaderaEs poco lo que podemos añadir sobre la ganadería una vez

valorados los rebaños, en apartados anteriores. Como hemos tenidoocasión de comprobar existió una clara vinculación entre ganadería yagricultura. Ciertamente la ganadería extensiva ocupó un importantelugar no sólo como elemento esencial de una industria textil que sibien utilizó de fibras naturales como el cáñamo y el lino, basó su acti-vidad en la comercialización de lanas y paños todos ellos obtenidosde una potente cabaña ovina en la zona. Pero el ganado no sólo fueimportante a nivel de telas y pieles, sino como alimento. Los docu-mentos sobre aranceles muestran con mucha claridad el peso que lacarnicería tuvo en este comercio414, con lo que los datos que hemos 412 Esta barrena es una herramienta de varios tamaños para taladrar la madera, metal o otro ti-po de material que acaba en espiral, vid. Martín Alonso, Diccionario Medieval, vol. I, pág.499.413 A.H.N., Uclés, carp. 323, nº 8.414 Los carniceros, cuya actividad esta muy regulada como tendremos oportunidad de com-probar al analizar la renta. Cobraban distintas cantidades según la carne se venda en trozos sincortar y que requieran la actividad de estos. El F.R.U. dispone como deben vender la carne loscarniceros en su art. 212. Sin duda esta es una actividad muy rentable para la Orden ya que enMontánchez por ejemplo dispone una fuerte pecha para las ventas de carne fuera de las carni-cerías, en éstas no sólo se vende carne sino también pescado.

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valorado sobre ganadería estante y la crianza no son nada desdeña-bles a la hora de una valoración del peso ganadero.

Esta actividad dio lugar a la existencia de oficios muy espe-cializados como los pastores, porqueros, caballerizos, carniceros y losmontaraces encargados de la cría de animales de monte. Otras ocupa-ciones como los caballeros de sierra, muestran la profunda especiali-zación dentro de la producción ganadera, que contrasta con la escasezde referencias a la actividad agraria si exceptuamos la mención a unhortelano y la posible importancia de los herreros para las laboresagrarias.

Por tanto la actividad mercantil como veremos y la ganaderíageneró una mayor especialización lo que sin duda nos habla de unmayor peso de la ganadería frente a la agricultura. Es convenientedestacar la existencia de marcos como los cortijos donde la ganaderíaestante y la crianza, se combinó con la actividad agraria destinada alcereal pero también a la vid e incluso a los huertos.

La ganadería supuso una importante fuente de ingresos paraalgunos concejos especialmente volcados en esta actividad. En Usagreconstatamos el alquiler de bestias de trabajo (art. 355) y la posibilidadde tener ganados a medias con otros propietarios (art. 356 y 443). Estose debe a la gran importancia que tuvieron en este lugar las rafalas oexpediciones para obtener ganados de otros lugares415. Se alude eneste fuero de forma importante a trabajos a caballo como correr lospuercos y las ovejas (art. 487), incluso hacerlo con los ganados deotros lugares a los que se cobrara por esta actividad (art. 500). Portanto podemos establecer que en algunos lugares se creó una culturaganadera con expediciones militares encaminadas a obtener ganado yel desarrollo de estos ganaderos a caballo que el fuero regula de for-ma tan importante (art. 486, 487, 491, 503 y 509).

IV. El monteLa obtención de leña es un elemento esencial en la economía

de los señoríos santiaguistas. Los diversos acuerdos con otras Orde-nes, regulan su obtención y su utilización en la construcción de casasy como combustible para obtener calor en los hogares campesinos y

415 La rafala en Usagre tiene un valor polisemico, de una parte es posible vincularla a escoltasarmadas para el pastoreo. El equipamiento que deben llevar los caballeros en ellas y las alu-siones a correr ganado de otros lugares cobrando por ello implican esta escolta armada. Peroen otros preceptos se establece claramente que también son utilizadas para la obtención deganados de otros lugares (art. 480). Sobre la rafala son interesantes las aportaciones de Bish-ko, El castellano, hombre de llanura”, págs. 211-212.

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señoriales. Las cargas de leña que se podrán obtener en las dehesasconcejiles y señoriales quedan perfectamente establecidas en los or-denamientos forales416.

Esta explotación de los recursos naturales conlleva la explota-ción de pesquerías, que aparecen claramente documentadas en Segu-ra y Galera, o las dehesas de río que encontramos en Biedma a co-mienzos del siglo XIII y en Usagre donde la obtención, consumo yventa de pescado esta especialmente regulado417.

También la producción de los recursos naturales llevan a lacomercialización como vemos en Ocaña de castañas, de cuya carga sedará media ochava. La miel, cuya explotación parece sistemática enlos señoríos alcarreños de la Orden de Calatrava418, y en el señoríosantiaguista de Usagre donde se regula la actividad del colmeneroque podrá ser contratado siempre que se tengan 60 colmenas o más(art. 226) y cuya explotación, muy importante, se regula en otros artí-culos como el 241 y 428, donde se dispone igualmente su comerciali-zación.

Por no hablar de la importante regulación en la caza, donde seestablece como hemos tenido ocasión de comprobar si se realiza contrampas como la losa o con hurones y que generó oficios especializa-dos como los montaraces encargados de la cría y caza de animales enlos bosques, o la importancia de la caza de venados en Usagre y engeneral en Extremadura, o la importancia que como veíamos tenía lacetrería. Esta caza no aparece únicamente vinculada a las zonas másboscosas, en Llerena y Reina se dispone que los vecinos que moren enLlerena pueden tomar hasta tres conejos en sus casas y en sus huer-

416 El texto foral de Fuentidueña, puede ser indicativo de esta realidad en el se permite a losdel lugar que puedan coger en los montes madera para hacer las casas y adobar el castillo yque puedan coger leña para sus casas en los montes, tres veces al año y coger cada uno trescargas de leña, vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 464-466, nº 245. En Llerena y Reina seestipula que corten madera para sus casas, sus cubas y sus arados y leña para quemar y ade-más que pesquen en los ríos. Se dispone que no vendan la madera fuera de la tierra de la Or-den y que sólo la usen los unos y los otros de forma comunal, vid. Biblioteca de Palacio, mss.696, fols. 342r-347v.417 El art. 5 prohibe la pesca con fuertes caloñas para todo aquel que no sea vecino. El pescadoreciente se venderá únicamente en la villa al igual que las liebres, conejos y perdices (art.122). Otros artículos como el 161 regulan el tamaño de las pesquerías, pero además prohibepescar con butrón y anzuelo. El que pesque solo podrá vender él, o su mujer o su hijo el pes-cado (art. 246), prohibiéndose expresamente el desarrollo de toda actividad comercial alprohibirse revender, pescado, carne, pan cocido u olla a no ser en el mercado de la villa, quelógicamente controla la Orden (art. 247).418 Vid. E. Rodríguez Picavea, La formación del feudalismo, pág. 216.

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tos, lo que implica una gran riqueza cinegética en la zona, que debe-mos suponer desvinculada del monte. Sin embargo en este lugar laprotección del monte está muy estructurada a partir de los montara-ces que lo cuidan siendo dos puestos por el comendador y dos por elconcejo, aunque todos actuaran juntos419.

V. Mineria y SalinasExistió también una actividad de transformación vinculada a los re-cursos naturales. En la zona de Almaguer tenemos información deuna curiosa actividad productiva para nuestra época, la explotaciónde carbón a que alude un acuerdo suscrito entre Lillo, aldea de laGuardia y por tanto bajo las jurisdicción del arzobispo toledano y laencomienda santiaguista de Almaguer. El documento es muy explí-cito en este sentido, al disponer que todas las villas corten madera yleña de forma común en las dehesas queda fuera del acuerdo el car-bón: e fueras carbón que fagan los unos ni los otros sino fuera de cada unode ellos en su termino para sus casas, este carbón no se podrá vender yquien lo hiciera tendrá que pagar diez maravedíes a sus señores.

Este tipo de explotación es conocida aún hoy, y algunos luga-res conservan en la Mancha y en Extremadura esta tradicional formade obtener el carbón que nos permite describirla. Se realizaba un conoen torno a un gran tronco que servía de chimenea, este cono cons-truido con las maderas se cubre con paja y tierra apelmazada paraque la madera se queme muy lentamente y se produzca el carbón.Los árboles que se utilizan son de maderas duras como la encina quepermiten que el carbón tenga un gran poder calorífico, que no se ob-tiene con maderas como el pino. Estos ejemplos muestran claramenteuna importante evolución en las actividades de transformación enuna fecha tan temprana como 1241420. Esta producción de carbón noes exclusiva de Almaguer, en Llerena y Reina sus vasallos en 1295,deberán hacer carbón de venezo, según establece el fuero421.

La única explotación minera de cierta importancia donde laOrden de Santiago desarrollara su actividad son las salinas que tuvie-ron su extensión más importante en la zona del Tajo, aunque conta-mos con referencias a salinas en algunas zonas de la encomienda deSegura, concretamente en la propia Segura y en Galera. No dispone-mos de información sobre este tipo de explotaciones ni en Campo deMontiel, ni en Extremadura. 419 Vid. Biblioteca de Palacio, mss. 696, fols. 342r-347v.420 A.H.N., Uclés, carp. 93, nº 2.421 Vid. Biblioteca de Palacio, mss. 696, fols. 342r-347v.

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La extensión de las salinas en la Submeseta Sur es muy im-portante422 y la de la zona del Tajo fue puesta de manifiesto al anali-zar las distintas encomiendas. Conviene recordar algunos datos.Existían al menos importantes salinas cerca de Villamanrique, las deCarcaballana y muy cerca de Biedma en torno al topónimo ermita delCastellar423, además de las salinas de Espartinas, situadas en la locali-dad actual de Ciempozuelos en Madrid, y a la que se refiere unacuerdo entre calatravos y santiaguistas a finales del siglo XII424. Cer-ca de Aranjuez y muy próximas al prado de Hontigola se documentael Arroyo de las Salinas425, que delata una importante explotación sa-linera en esta zona de delta que fue objeto de acuerdo en una disputasobre Peralejos, acaecida en 1244426. Pero sin duda, las más impor-tantes son las salinas de Belinchón donde la Orden comenzó a tenerderechos en 1178 por donación de Alfonso VIII427 y que tras sucesivasdonaciones consiguió controlar en su totalidad en 1249 por una ce-sión de Fernando III.

Esta salinas que aún hoy están en explotación son de una granproductividad428, al mantener una densidad del 27%, lo que implicaque de cada cien litros de agua que se extraen de ella se obtienenveintisiete kilos de sal, aunque hoy, sea más rentable vender el aguaque la sal según sus explotadores actuales, que habitan unas casasdonde aún se conservan escudos relacionados con la Orden y que ensu momento serían el aposento de sus vasallos. Esta explotación ale-jada de la actual población de Belinchón, cuenta con unos barraconescercanos al pozo y las barcas que se extienden de forma escalonadadurante dos kilómetros. Su conservación permiten un acercamientopróximo a la realidad productiva que este tipo de explotaciones tu-vieron en la Edad Media.

422 Por citar algún trabajo que ha indicado esta significación vid. el mapa incluido en el tra-bajo de R. Pastor “La sal en Castilla y León”, pág. 82 y el artículo de M. Gual Camarena “Pa-ra un mapa de la sal hispana en la Edad Media”, págs. 483-497.423 Su identificación fue cartográfica, vid. M.T.N. 606, fechado en 1881, que se conserva en laB.N.424 J.L. Martín, Orígenes, pág. 332, nº 145.425 M.T.N. 605426 A.H.N., Uclés, carp. 243, vol. I, nº 12.427 J.L. Martín, Orígenes, págs. 269-270, nº 90.428 Su productividad en el medievo, es muy clarificadora la aportación de M. Á. Ladero, LaHacienda Real, pág. 15 y ss. Y su importancia en renta fue valorada en un interesante trabajomonográfico “La renta de la sal en la Corona de Castilla (siglos XIII-XVI)”, Homenaje aJuan Torres Fontes, I, Murcia, 1987, págs. 821-838.

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Otras informaciones relacionadas con la extracción de recur-sos naturales, son las escasas referidas a la explotación de minas. EnCáceres encontramos información sobre la explotación de minas deplata y hierro429. O las citadas pegueras en la zona de Segura de laSierra, para obtener la pez y el alquitrán cuyo utilización para el mar-caje de ganado y posiblemente como aislante ya ha sido valorada.

A.2.6 2. La industria en los señoríos santiaguistasUna lectura de los productos que pagaban aranceles en Alha-

rilla, Uclés o Ocaña, como el cáñamo o el lino, las cargas de lana opieles, o de púrpura, cueros corados y crudos, piezas de color, hierrolabrado, vidrio, escudillas, ollas, capas ropa menuda y gamellas, estádelatando unas actividades de transformación nada desdeñables y sinduda muy importantes y significativas. Ciertamente la documenta-ción es parca en noticias430 y solo grandes compendios legislativoscomo el F.R.U. o el fuero de Usagre, nos aportan información sobreesta realidad productiva e industrial, aparte de menciones aisladas adeterminados oficios.

La industria textil es sin duda, la más importante y su exten-sión en la zona de Cuenca y en Castilla fue el objeto de un magnificotrabajo de P. Iradiel, quien establece una relación entre el gran desa-rrollo de esta industria y la importante cabaña de ganado transhu-mante que se conformó en la Submeseta Sur a partir del siglo XIII.Este despegue se debe sobre todo a la actividad que en estos lugaresdesarrollo la Orden de Santiago en particular y las Órdenes Militaresen general, esencialmente calatravos y santiaguistas. Curiosamentelugares como Ciudad Real se convirtieron en zonas con una gran in-dustria textil por su relación con la ganadería transhumante431.

429 A. Floriano, Doc. Historia del A.M. Cáceres, pág. 7-9.430 La documentación de los libros de visita, mucho más exhaustiva, aporta interesante datos.Porras Arboleda, Los señoríos, vol. I., introduce mucha e interesante información. Sitúa bata-nes en Alpajes, Villamayor, Oreja, Torrelengua, tres en Uclés, Moya, Huélamo, Villoria, On-tígola. En Ossa y Ruidera en Beas de Segura, en Aledo, Caravaca, Cehegín, Moratalla, Liétory Yeste. Señala también importantes tributos sobre el lino, y sobre el trabajo de los telares(págs. 201-202), industria del cáñamo y el esparto en Fuentidueña, Corral de Almaguer ,Santa Cruz de la Zarza , Estremera, Carrizosa, Torres de Montiel y Villanueva de la Fuente,así como en Beas y Yeste. Importante industria del vidrio en Montiel, concretamente en Vi-llamanrique y la Membrilla, además de tejas, tinajas, ollas y cántaros, con una importante ex-tensión de la alfarería (págs. 205) y una extensión del carbón en Villanueva de la Fuente, Beasde Segura y Corral, industria jabonera en Ocaña y la pez en Segura y Yeste (pág. 206).431 Vid., Evolución de la industria textil, sobre su extensión en tierras castellanas, págs. 19 yss. y 209 y ss.

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Nuestra documentación aporta también algunos datos aunquemuy escasos. En 1226, comprobamos una clara incentivación de laproducción de lana en el ámbito campesino, que podrán vender susproductores siempre que sea de su casa o de su ganado no teniendoque pagar portazgo por ello. Esta noticia nos habla ya de una activi-dad comercial, al penar la especulación con la lana y a los revendedo-res (intermediarios entre la producción campesina y la industria ur-bana) que sí pagarán portazgo por su venta432.

Una vez más el F.R.U. resulta una fuente fundamental paravalorar esta realidad productiva . En su art. 181, regula la actividadde los tejedores, marcando qué nivel de calidad deberán tener lasprendas así por fuero deberán dar cuarenta cañas al sayal, al lienzodelgado veinticinco y al gordo treinta, las tocas llevaran doce, tam-bién se regulan los precios el sayal costará un mencal y las tocas unacuarta de áureo. También define la actividad de los pisadores y car-dadores de lana.

El art. 100 también establece como los pastores tienen una re-lación con esta industria al quedarse con una parte de los corderos yde la lana: todo pastor qui oves custodierit a quarto e per marco voluerti suodomino aducere a sua casa, det suo quarto de los corderos et de la la lana delas bazias.

El fuero de Usagre es también muy revelador de esta impor-tancia de la industria textil. Su articulo 145, prohibe esquilar las bo-rras, no se podrá hilar la borra, ni hacer sayal con ella, ni cardarla conhierro. La función de los esquiladores queda reflejada en el art. 221, sepreceptúa que por suerte de cada cuarenta vellocinos, tomarán unode los mayores y de los corderos disponen de uno de cada veinte. Delos tejedores se ocupa el art. 414, al establecer los precios que debencobrar: por una vara de sayal 2 dineros, del estopazo dos dineros, delas marfagas 2 dineros y del lienzo 4 dineros. Esta industria textil de-sarrolló toda una serie de actividades vinculadas como pellejeros,sastre433, traperos434 e incluso zapateros (que cobraran en Usagre cua- 432 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 341-342, nº 127.433 Esta actividad se regula con detalle en Usagre (art. 408, como deben coger los alfayates):cada piel por una tercia, la capa de color sin piel una sexma, capa de burel con mangasquince dineros, garnacha una sexma, pellico una sexma, manta con piel una sexma, calzas decolor ocho dineros, camisa de varón diez dineros, bragas seis dineros, saya de piel una ocha-va, saya de color un sueldo, fustan un sueldo, camisa de mujer un sueldo, camisa y bragas deestopa once dineros, piel de cordero delgado un maravedí, zamarrón diez sueldos, pieles deconejos sin blanco medio maravedi y calzas de burel cuatro dineros. Como vemos un catálo-go de precios que designa clases sociales y sexos, lo que implica una actividad muy estructuray lo que es más importante controlada por el concejo y por la Orden.

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tro dineros por solar y cuya actividad reporta ingresos al concejo, loszapateros por clavar suelas de zapatos darán un maravedí al concejo,art. 205) y curtidores435.

Toda esta actividad de transformación generó un ámbito in-dustrial que no tiene ninguna relación con las labores agrarias o ga-naderas, con un personal muy especializado dedicado en exclusivi-dad a las mismas, pero controlados por la Orden y los concejos, aho-gando cualquier iniciativa personal al prohibirse su actividad de for-ma autonóma al margen de los organismos de poder. En Usagre elart. 126, dispone que todo carnicero, zapatero, herrero, carpintero,tejedor o alfayate que haga su coto deberá pechar diez maravedies alconcejo para el castillo. Comprobamos como toda la actividad del se-ñorío se halla totalmente controlada y regulada por la Orden.

Otra industria importante es la relacionada con el trabajo delhierro y la realización de utensilios para el hogar. El F.R.U. distinguede forma clara entre herreros y olleros. Los primeros se encargan deherraduras para el ganado y también de la reparación de trillos yinstrumental agrario (art. 182)436. En cuanto a los olleros, la calidad desu actividad queda regulada en el art. 102, donde se dice que si lasollas quebraran al fuego con comida normal o con agua deberán pe-char por esta falta. En Usagre se disponen los precios un cántaro en elque coja una colodra, cuesta seis dineros y si son más pequeños tres di-neros, la olla de medio cuarto dos dineros y la de medio cuarto dosdineros, si se cobra más se pechará al concejo. No sólo se controla laproducción sino los precios, podemos hablar de una clara mediatiza-ción del poder en la actividad artesanal.

Contamos con toda la industria relacionada con los hornos, nosolo de pan sino también aquellos donde se realiza ese vidrio que secomercializa, esos vasos y platos que aparecen en los textos junto con

434 En Usagre se dedica un artículo, el 143, a los mercaderes de trapería, los cuales por deudaspueden empeñar paños de color. Y el 210 regula la actividad del corredor de ropa.435 Que en Usagre deben curtir el cuero vacuno y enzebruno al cuarto, el caballano, de mulo ode asno al tercio. Tanto ellos como los zapateros deberán respetar las normas del concejo o sino pechar.436 El fuero de Usagre es todavía más específico, distingue entre herreros y herradores. Losherreros (art. 119), deberán tener cuatro rejas para San Cipriano. Los herreros que tengantreinta rejas serán excusados de pecha y facendera además de fonsado y de apellido. El quetenga solo quince rejas esta excusado por ellas y haga dos nuevas y que las afile y las calze,así como el azadón, la azuela y el escoplo. Si por su culpa se perdiera un trabajo, peche unmaravedí. El control de calidad es una constante en la legislación santiaguista. En cuanto a losherradores (art. 120), que hagan tres docenas de herraduras por un maravedí, vuelve a pre-ceptuarse un control pormenorizado de la calidad de estos productos.

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todo tipo de utensilios domésticos como cazuelas, escudillas, e inclu-so orinales que sin duda se realizan en hornos cuya actividad se dedi-ca de forma exclusiva a esta actividad. Son también importantes losdedicados a la alfarería y sobre todo a la producción de tejas y ladri-llos. En Usagre documentamos esta actividad que se regula en los ar-tículos 377 y 378 de su fuero. Si se hacen tejas que se caigan antes deun año por el agua deberán reponerse, y se disponen los precios conpenas si se venden más baratas: mil tejas cuestan un maravedí. Porotra parte no vamos a insistir en la importancia y especialización deltrabajo en los molinos, elemento esencial de la economía feudal y cu-ya reparación y funcionamiento sin duda requería de un personal es-pecializado.

A.2.6.3. Sector terciarioA esta actividades podemos unir un sector que podríamos de-

nominar terciario, un sector servicios que se dedica a cubrir el ocio ylas actividades cotidianas de los campesinos. Las bufonerías de la po-sadas pagan dos dineros de arancel en Ocaña, o la carga del bufón siva con bestia que paga 8 maravedíes en Uclés y Alharilla. En estegrupo estarían las taberneras y panaderas cuya actividad es reguladapor el F.R.U. en su art. 180 y una vez más especialmente regulada enUsagre, el tabernero, las panaderas y los carniceros cobrarán el cuartode lo que vendan y responderán ante el concejo de su actuación (art.123).

La comercialización se regula de forma muy importante nossólo para el pan del cual se establece su calidad, su nivel de cocción ycómo debe venderse (art. 157 y 158), prohibiéndose tener hornos pro-pios para su obtención, sino del vino en las tabernas, del queso en lasqueserías y del pescado seco en la zagadera (pequeñas tiendas decomestibles, donde se revendían productos, viene del árabe çakat)(art. 124).

El control es absoluto no dejándose ninguna actividad sin re-gulación como la prostitución cuya actividad es regulada no sólo porla Orden, sino incluso por la Corona y los propios obispados437. Acti-vidades lúdicas y de ocio que son regulados por los fueros. El F.R.U.en su artículo 153, dispone unas fuertes multas para los que jueguen alos dados, y para la casa donde se juegue, agravándose la pena si eljuego es nocturno.

437 Pueden resultar clarificadores algunas disposiciones que abordamos en nuestro estudio so-bre las mujeres en la Orden, vid. “La mujer sujeto socio-productivo”, ob. cit., págs. 179 y ss.

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Los baños son otra actividad muy regulada, como hemos te-nido ocasión de comprobar. Existieron en diversos lugares, aunqueciertamente su extensión abarcaría a todo el señorío. El fuero de Usa-gre una vez más nos permite acercarnos a estos lugares que al menosen esta villa conllevan una gran clasismo en su utilización. El art. 127regula su utilización: las mujeres se bañan los domingos, martes y lu-nes, los barones el resto de los días, su funcionamiento está a cargodel bañador que debe controlar que no entren hombres el día de lasmujeres y viceversa. La jerarquización social afecta a esta importanteactividad. Un hombre no deberá pagar el baño por su escudero, peroal baño deberá irse con escudero o si no se tiene con hombre de su pan,situación idéntica en el caso de las mujeres que también irán acompa-ñadas. Los alcaldes, jueces y escribanos llevarán a su escudero, estosmancebos como señala Ureña, no deben pagar el baño que cuesta undenario. El bañador debe limpiar los baños y mantenerlos en perfectoestado. Aquellos que no tengan hombres a su disposición deberán iracompañados de otros dos hombres quedando uno escusado de pa-gar. Este sistema reproduce una situación de clase, aunque descono-cemos la razón por la que era necesario ir acompañado.

Esta actividad de servicio se complementaría con actividadescomo los albañiles, maestros y médicos que aparecen en la docu-mentación de forma muy dispersa. Aunque es conocida la existenciade físicos en las encomiendas santiaguistas para curar a los enfermosy en Usagre aparecen los sangradores, suponemos encargados de cu-rar las heridas, por sangrar cobran dos dineros y por poner ventosa elmismo precio (art. 394).

En conclusión en los señoríos santiaguistas se desarrolló todoun proceso productivo que giró en torno a la actividad ganadera yagrícola con una nada desdeñable industria que fue regulada de for-ma muy rigurosa por la legislación santiaguista. Esto reportó a la Or-den y a sus concejos un gran poder sobre toda la actividad productivay comercial de los señoríos, que permitió mediante la aplicación delpoder judicial, pingües beneficios en concepto de caloñas y monopo-lizando, las distintas actividades indispensables para el campesino,desde el horno donde hacía su pan, pasando por cómo debían vestir ycúanto debía pagar por sus vestidos y zapatos y regulando el ocio ylas conductas. Por tanto, el feudalismo parece un sistema perfecta-mente diseñado, que supo explotar y gravar hasta la actividad másnimia de sus vasallos.

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La implantación de este modelo socio-económico motivó unaprofunda transformación del paisaje y su vertebración en marcos yunidades productivas en continua evolución, debido a una expansiónque se ve frenada hacia mediados del siglo XIV, coincidiendo con unacrisis del sistema y con el nacimiento de nuevas realidades.

A. 3. La Organización político-administrativaNuestro estudio se ha ocupado hasta el momento de un análi-

sis general de la fundamentación territorial del señorío de la Ordende Santiago, introduciendo una valoración de los marcos heredados yde los procesos de feudalización del espacio, además de vislumbrar,al menos, los elementos más característicos de la estructura producti-va.

Sobre todo este entramado espacial y económico, la Orden deSantiago, superpuso una estructura interna de organización que ra-cionalizara y coordinara ambas actividades, la captación del medio yel diseño de un modelo de organización socio-productiva. Esto gene-ró una organización político-administrativa que podemos llamarsantiaguista, porque, si bien es cierto que la encomienda es una reali-dad operativa utilizada por todas las Ordenes, no es menos cierto quelos santiaguistas establecieron un sistema peculiar y diferenciado delresto. Debido en gran medida a que su centro de poder fue peninsu-lar, a diferencia de una subordinación exterior en las demás Órdenesy a que su ámbito de desarrollo fue más amplio, lo que determinóuna estructura de encomiendas mayores y prioratos más complejasque el resto de las Órdenes Militares que tuvieron implantación en laPenínsula Ibérica.

La encomienda es la unidad básica de este entramado sobre laque se superponen unas estructuras como las encomiendas mayores yel priorato que a su vez se ven mediatizadas por la mesa maestral.

Todos estos elementos de organización no siempre tuvieronuna base territorial concreta, sino que se consolidaron a partir de de-terminadas funcionalidades organizativas y esencialmente de unasmuy concretas rentas.

Por tanto, nuestro objetivo es analizar unas unidades que concarácter superestructural, sirvieron para organizar social y económi-camente un espacio desde un modelo de relaciones cuya base es laprivatización de la jurisdicción que permite la jerarquización y orga-nización espacial. Modelo que se basa en el control de una renta ofeudo y que convencionalmente llamamos feudalismo o lo que sería

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más acertado formación económico-social de base feudal, cuyo eje esla obtención de renta.

A.3.1. La Encomienda, circunscripción señorial y administrativa básicaEs necesario partir de algunas premisas, la estructura territo-

rial de la Orden desempeña una doble función: es el reflejo de unasestructuras de poder que mediatizan el espacio físico y productivoreorganizándolo y sometiéndolo a procesos de racionalidad produc-tiva y poblacional en función de un modelo de articulación. Se tratapor tanto de una referencia de poder y de organización socio-económica.

El marco comendatario se va adecuar a las necesidades pro-ductivas y organizativas de un centro de poder superior y siempresupone un marco finalista nunca el inicio de la presencia de la Ordenen un lugar. La encomienda no es el inicio de la actividad sino laculminación de un proceso de desarrollo poblacional, productivo yespacial que una vez consolidado se integra en una red; Esto le per-mite un determinado grado de autonomía dentro de un conjunto he-terogéneo en su plasmación pero unitario en la filosofía que lo alien-ta.

Del mismo modo las encomiendas no son entes autónomos ypor tanto, susceptibles de patrimonilización individual de los comen-dadores438, sino que se hallan integrados en una jerarquía que las re-gula y organiza. No obstante es cierto que los intentos de patrimonia-lización existieron pero los capítulos generales atacaron esta nociónde lo que representaba la posesión de una encomienda.

438 Ciertamente esta realidad patrimonial en el seno de las encomiendas se desarrolla a partirdel siglo XIV, como hemos tenido ocasión de comprobar en algunas encomiendas, dondeprimos, hermanos e hijos monopolizan cargos y encomiendas, pero esto se debe a una ciertadesnaturalización del contenido programático inicial de la red comendataria, donde el poderde los comendadores esta muy limitado. Un buen ejemplo puede constituirlo la cesión en1240 a un criado del maestre santiaguista del lugar de Valdepuerco por unas deudas contraí-das, este lugar pertenece a la Encomienda de Salvanés, cuyo comendador junto con el de Es-tremera autoriza la operación, vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 377-378, nº 174. Estasmedidas antipatrimonialización se concretan en capítulos como el verificado en 1310, dondese dispone que dos freires buenos establezcan con carácter anual, un padrón de las posesionesde la Orden en cada reino y un padrón de pechos de cada lugar, con el nombre de cada uno ysu valía. También se establecen medidas anticorrupción, un punto general dispone que los va-sallos no roben en la Orden, pero además el art. 14, establece que no se den encomiendas pordinero y si alguno intentara conseguir una encomienda con soborno pierda encomienda, há-bito, caballo y armas, debiendo estar un año en penitencia.

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La concepción unitaria dentro de la dialéctica feudal, generó ladisgregación funcional que garantizara un nivel de rentas.Esta reali-dad provocó una cierta indefinición estructural a la hora de abordarlos marcos territoriales de las encomiendas al verificarse una super-posición de estructuras de poder. Esto ha generado estudios unitariossobre una base comendataria dispersa439.

La subordinación orgánica genera otra hipótesis muy intere-sante, la dependencia jurisdiccional. No creemos que los comendado-res y por tanto, las encomiendas gozaran de una autonomía jurídicasino que su sujeción vasallática al capítulo y al maestre coartaron suindependencia condicionando su actividad productiva y legislativa,al tomar como referentes de organización los fueros que, aunque consu especificidad local, se hallan condicionados por los textos que po-demos identificar como propiamente santiaguistas, esencialmente elde Uclés o el de Usagre, que sirven de base a los respectivos docu-mentos forales de las diferentes zonas440.

En conclusión, la Orden de Santiago estructuró un modelo dearticulación social y espacial a partir de una legislación muy comple-ja, que fue aplicando de forma flexible a las necesidades de las zonasque se pretendían reorganizar conformando con ello una red comen-dataria que gestionó la actividad de una importante organización te-

439Esta es la visión que en nuestra opinión refleja M. Rivera en su trabajo sobre la encomiendade Uclés, al valorar dentro de la encomienda y el priorato como unitarias una serie de realida-des espaciales y comendatarias diferenciadas que ella obvia, existieron comendadores enOcaña, Almaguer, Dos Barrios y otros lugares que, sin duda, pertenecieron en un momentoinicial a la encomienda de Uclés como bienes de la misma, y que con posterioridad, una vezindependizadas, estuvieron sometidas a la autoridad del priorato, como organismo de centrali-zación eclesiástico, pero se trata de realidades organizativas y productivas diferenciadas y nounitarias como ella plantea. La encomienda de Uclés fue durante mucho tiempo encomiendamayor de Castilla, por lo que la aparición de su comendador en determinadas operaciones noimplica en modo alguno su integración en una encomienda puntual sino que es el reflejo deesa superposición estructural, a la que aludíamos. En definitiva, los marcos comendatarios secaracterizaron por su flexibilidad y no por la rigidez orgánica que pretende este estudio, porotra parte, un magnifico trabajo de enorme utilidad.440 En un reciente artículo, “Las Órdenes militares y la ocupación del territorio Manchego,(siglos XII-XIII), ob. cit., nuestro compañero C. de Ayala, establecía un interesante epígrafemuy ilustrativo de la realidad a la que aludimos al titularlo: espacios jurídicos para la integra-ción política: fueros municipales y ámbitos de aplicación, donde desarrolla esa unidad legis-lativa que conlleva una integración política en un núcleo unitario. La especificidad santia-guista de los textos forales ha de interpretarse desde la perspectiva de que a su vez estos for-man parte de amplias familias forales, como la de Sepúlveda o la de Cáceres.

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rritorial y jurisdiccional basada en una autoridad centralizada que je-rarquiza la actividad de esta red441.

La encomienda es por tanto, la célula básica de gestión seño-rial, al controlar y administrar unas rentas —D.W. Lomax, define alos comendadores como meros recaudadores de rentas para el maes-tre442— obtenidas de la explotación de unos determinados espacios oderivadas de la aplicación de la capacidad jurisdiccional de la Orden.Sobre éstas los santiaguistas superponen una estructura de poder in-termedio: la encomienda mayor, que centraliza la actividad de unazona muy extensa. Disponen además de unos derechos derivados desu condición de institución eclesiástica que también gestiona el co-mendador pero que centraliza otro poder intermedio, en este caso elpriorato, que tiene un marco de aplicación similar al de la encomien-da mayor aunque más descentralizado como tendremos ocasión decomprobar.

La encomienda también es una base administrativa que ges-tiona y organiza espacialmente un territorio en función de una nece-sidades económicas muy especificas. Resulta habitual que se esta-blezcan sus límites precisos no sólo en relación a otros señoríos, sinointernamente, entre las propias encomiendas para no provocar pro-blemas productivos como allanamiento de zonas de pasto o cultivo,ni problemas de carácter jurisdiccional, ya que, la cesión de la enco-mienda no supone únicamente la cesión de un bien sino de una par-cela de potestad jurisdiccional, que permite al comendador realizardeterminadas operaciones sin autorización. Así el otorgamiento deun fuero, u otras transacciones de envergadura aparecen sancionadaspor el comendador mayor, el maestre, e incluso en algún caso con laanuencia del prior, obligatoria en asuntos religiosos y posible en otrotipo de operaciones.

Como decimos, la articulación definitiva de una encomiendaes el final de un proceso de dominio sobre un territorio que previa-mente ha sido consolidado. Basten tres ejemplos de propiedades san-tiaguistas en el siglo XII, donde aún el proceso comendatario en

441 Es total nuestro acuerdo con la hipótesis que en su momento lanzó nuestro compañero E.Rodríguez-Picavea, La formación del feudalismo, págs. 57- 60. Él plantea muy acertadamenteque la vinculación entre los comendadores y los maestres es esencialmente feudal, esto es elmaestre actual como señor feudal de sus vasallos los comendadores, los cuales además de unservicio militar muy concreto que normalmente detallan los fueros, le deben unas determina-das rentas y contraprestaciones económicas, a cambió de unos bienes y rentas que el gestionay sobre los que el maestre delega una potestad jurisdiccional que el administra442 Vid. La Orden, págs. 201-202.

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nuestra zona de estudio se haya en estado embrionario y que mues-tran un control sobre los lugares pero sin una consolidación quecomportara el asentamiento de una encomienda.

En 1182, Oreja que era una posesión santiaguista aparece enmanos de un preceptor que representa a la Orden443. En esas mismasfechas aparece un hecho muy similar al concedérsele fuero a la villa,aparece como representante del maestre un señor de Estremera, loque indica que hasta este momento la concreción de una plataformade encomiendas en el Tajo, esta aún por consolidar444.

Esta realidad previa a la conformación de encomiendas a par-tir de la articulación anterior de las zonas se manifiesta en algunosdocumentos. En un acuerdo alcanzado con doña Orabuena en 1185,comprobamos como el comendador de Uclés, Pedro Franco, está pro-cediendo a fijar los territorios de influencia de la Orden en esta zonadel Tajo, términos y propiedades como Villafandín que serán partesintegrantes de importantes encomiendas con posterioridad en estazona como hemos comprobado445.

En algunos casos, esta desarticulación es tan tangible para loscontemporáneos que incluso determinadas poblaciones donde se hanerigido ya iglesias, no cuentan con la suficiente organización pobla-cional, como para poder ser incluidas en acuerdos sobre derechoseclesiásticos, ya que, los mecanismos para su extracción no se hayanplenamente consolidados. Es el caso de diez iglesias del Tajo que apa-recen en un texto fechado en 1214, donde se reconocen los derechosterritoriales de la Orden sobre ellas, pero la poca articulación haceimposible que se puedan establecer aún acuerdos sobre los derechoseclesiásticos, es decir, no se dispone un reparto de diezmos, catedráti-co y otros derechos que sí aparecen en textos posteriores446.

Esta desarticulación inicial provoca esa indefinición orgánica aque nos referíamos. En 1207, se concede fuero a Monreal que andan-do el tiempo se convertirá en una encomienda, pero en este momentoaparece como autoridad de referencia el comendador de Uclés, D.Alvaro, y como dominus en representación de la Orden, Martín Fortu-nones, el documento es ratificado por el maestre Fernando Gonzalode Marañón y el capítulo de Uclés447.

443 Vid. J.L. Martín, Orígenes, págs. 336, nº 151.444 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 241-243, nº 11.445 Vid. J.L. Martín, Orígenes, págs. 362-365, nº 181.446 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 285-287, nº 72.447 Vid. M. Pidal, Documentos, págs. 420, nº 311.

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Una vez concluido este proceso embrionario, la cristalizaciónde una encomienda conlleva, a nuestro juicio, una serie de requisitos.El primero de ellos es la consolidación del poder de la Orden, me-diante su territorialización y adecuación productiva, mediante el fue-ro. En él se detallan las obligaciones productivas y militares de lospobladores en relación con los santiaguistas. Este proceso incluye laconformación de un concejo que gestionará estos bienes; será inicial-mente un mecanismo de organización social de los santiaguistas peroandando el tiempo se convertirán en antagonistas del poder señorial,intentando su control colectivo sobre la jurisdicción que les había sidocedida.

Es en este momento cuando aparece el agente de los interesesde la Orden, un comendador que gestionará las rentas y los bienes dela encomienda y por último se dispondrán los límites territoriales dela misma, con expresiones tan significativas, como darles término odarles por término, procediéndose mediante la legislación foral a unaarticulación del territorio, donde se delimita este espacio que cadauno podrá utilizar y poner en explotación.

Este proceso se realiza sobre una base poblacional ya consoli-dada o bien impuesta determinándose el número exacto de producto-res que permitan una explotación racional de los recursos. Son signi-ficativos los acotamientos poblaciones de algunas zonas que no po-drán tener más que un número determinado de pobladores, los vein-ticinco de Villarubia, o los setenta del castillo de Fuentidueña.

Con ello se consolida una encomienda que se convierte en elnúcleo del sistema de organización, pero con una concepción flexibley abierta de las mismas que perpetuaran su asentamiento en funciónde los intereses de la Orden. Existen ejemplos muy significativos, asíOcaña nace a la sombra de Oreja, su fuero de 1210, resulta muy ilus-trativo, lo que tengan los hombres de Oreja y sus alcaldes, lo tenganlos de Ocaña, y las exenciones establecidas en Oreja regirán en Oca-ña448. Pero con el paso del tiempo Ocaña se convierte en una referen-cia espacial y administrativa de primer orden, mientras Oreja esabandonada convirtiéndose en un despoblado pese a que con eltiempo se consolidará en torno a una explotación muy especifica unnuevo lugar que ha llegado hasta nuestro días, Colmenar de Oreja,cuyo topónimo resulta muy ilustrativo.

Esta funcionalidad económica también marcó el destino deotros lugares como Alboer, cuyo abandono se debió a las nuevas ne-

448 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 270-271, nº 59.

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cesidades comerciales sobre el Tajo, por lo que fue sustituido porFuentidueña, cayendo en un proceso de abandono que provocó sudespoblación y su traslado a Villamanrique de Tajo, donde se con-formó una importante explotación agropecuaria que aún hoy se con-serva.

Estos procesos de estructuración de los lugares se producenen estadios de tiempo que varían entre unos diez y veinte años segúnlos casos. Dos Barrios pasó a ser propiedad de la Orden en 1201 yhasta 1213, no encontramos referencias a su articulación comendata-ria, inicialmente configurada en torno a una doble gestión una militaral documentarse un comendador del castillo de Dos Barrios, LópezPérez y otra administrativa con Pedro Danico como el encargado dela gestión, que aparece entre los testigos de la compra de un horno enesta localidad449. Otro ejemplo significativo es Alhambra, que es do-nado a los santiaguistas por Alfonso VIII el 3 de junio de 1214 y quees entregado en prestimonio vitalicio a Alvaro Núñez de Lara, quienlo gestiona hasta al menos 1242, que encontramos documentado suprimer comendador.

La encomienda una vez consolidada y dotada de un términole era entregada a un comendador inicialmente de una manera in-formal y oral. A partir de 1252, se establece que el Maestre debía daruna carta de nombramiento al nuevo comendador, con la cual aún noobtendría el castillo, si la encomienda lo tuviese, debía esperar hastaque el comendador antiguo lo aceptara, mandando su mensajero almaestre450.

El capítulo de 1259, estableció que la entrada de un nuevo co-mendador conllevará la realización de un inventario completo de laspropiedades de la encomienda para evitar abusos y despilfarro de losbienes encomendados451. Sin embargo, esta práctica es anterior. En1238, tomó posesión de la encomienda del hospital de cautivos deTalavera, Díaz Fernández. En ese momento se elaboró un exhaustivoinventario de este encomienda que incluía los bienes del hospital, deun anejo de éste el Colmenar y de sus aldeas. La descripción es ex-haustiva, como hemos tenido ocasión de valorar. Se señalan los caba-llos y acémilas cedidas por los diversos maestres como Rodrigo Íñi-guez y Pedro González, que ya no pertenecen al comendador sino alos bienes de la encomienda. Se señala toda su cabaña, los bienes queposeen en armas y ofrendas, como lanzas, lorigas, capiellos de hierro, 449 A.H.N., Uclés, carp. 113, nº 4.450 Vid. D.W. Lomax, La Orden, pág. 201.451 B.N. ms. 8582, fol. 64 v.

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espadas. Se detallan los instrumentos que se tienen en las cocinas, in-cluyendo vasos, escudiellas, cucharas y demás utensilios, los colcho-nes, colchas, arcas, mesas e incluso manteles. Por supuesto todos losutensilios para las labores agrícolas y de realización de construccio-nes y carreras, los objetos para medir como romanas y embudos, e in-cluso bienes como vigas de un lagar, además de las deudas contraí-das y pagos pendientes a los que deberá hacer frente el nuevo co-mendador452.

Este es un interesante ejemplo de lo que es un comendador,un auténtico gestor de un bien que debe preservar y en la medida desus posibilidades aumentar. También muestra de forma meridiana laautonomía condicionada de las encomiendas.

Esta autonomía y el peso relativo de determinadas encomien-das queda plasmada en algunos textos documentales, donde creemoshaber situado una realidad que cuestiona el concepto mismo de en-comienda. Ciertamente se trata de un bien o de unas rentas, pero enocasiones el nombramiento de un comendador es, en nuestra opinión,únicamente el reflejo del intento de mejorar una determinada explo-tación, poniendo al frente de las mismas a un comendador con uncargo temporal, que no llega a consolidarse y que únicamente intro-duce una coordinación de la actividad procurando un mejor aprove-chamiento. Esta evidencia solamente se haya reflejada en explotacio-nes de zonas con una importante industria molinar con lo que su ge-neralización sería exclusivamente a modo de hipótesis. Un ejemplosignificativo lo constituyen la propiedades en Torrelengua. En 1221,encontramos un comendador de este lugar, Domingo Ibáñez, que, ennuestra opinión, desempeña esta función con carácter temporal y pa-ra un cometido muy específico, una mejor explotación de estos moli-nos453.

Conviene recordar que las operaciones de compra, en este lu-gar, fueron realizadas por el maestre Martín Barragán, por el comen-dador mayor D. Gil y por el prior de Uclés, apareciendo como ga-rante de las mismas D. Clemente, quien normalmente, es citado comofiador de saneamiento. Este lugar adquirido por el priorato, debió sergestionado por la autoridades centrales de la Orden, quienes en estosmomentos deciden racionalizar la explotación mediante el nombra-miento de un gestor.

452 A.H.N., Uclés, carp. 323, nº 8.453 Vid. M. Rivera Garretas, pág. 294, nº 84, y también son de interés los documentos nº 90 y132.

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En Añador la situación es muy similar ya que en 1224, encon-tramos como comendador del lugar a Diego González454. Es obvioque su función es temporal ya que, este lugar quedaría integrado conel tiempo en la encomienda de Almaguer, aunque de forma transito-ria la Orden nombrará un gestor de este importante castillo sobre elCigüela. Su trabajo puntual serviría para organizar el proceso pro-ductivo de una explotación que quedaría integrada como Torrelen-gua en otras estructuras territoriales.

Estos últimos datos nos permiten introducirnos en la comple-jidad inicial de las encomiendas que se va aclarando con el paso deltiempo con la consolidación de otras que a su vez se disgregan nue-vamente en los primeros años del siglo XIV, en función de nuevasrealidades.

Los ejemplos más significativos son Uclés y Segura. Uclés es labase de todas las encomiendas que se articulan en la zona del Tajo.Sus comendadores adquieren quiñones en la zona de Almaguer queserán la base de esta futura encomienda, o propiedades como La Ar-muña y otras en la ribera del Vilillas, que serán la base de la futuraencomienda de Estremera. Mantienen durante algún tiempo operati-vas algunos lugares como Oreja donde el comendador de Uclés ad-quiere en su término, concretamente en la Rinconada, la aldea de To-rric455.

Igualmente el priorato desarrolla una completa actividad deadquisición de bienes a lo largo de nuestra época de estudio que con-solida una plataforma territorial y productiva que da rentas, ademásde la eclesiásticas a esta entidad. Estas propiedades están dentro delos términos de encomiendas diversas lo que cuestiona su concepcióncerrada y monopolista del espacio.

Esta importante actividad en Uclés y en el priorato llevó a unacomplejidad en las funciones administrativas como comprobaremos.Baste señalar que es el único lugar donde encontramos subpriores ysubcomendadores que apoyan la amplia actividad de esta importanteencomienda.

Segura resulta otro ejemplo paradigmático, ya que esta enco-mienda, consolidada a partir de mediados del siglo XIII (1242-1246),sirve de base en su disgregación para la conformación de un impor-tante núcleo de encomiendas en Jaén, Murcia, Albacete y Granada,

454 Ibid, págs. 332-333, nº 114.455 M. Rivera, La Encomienda, págs. 350, nº 140.

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que andando el tiempo se convertirán en entidades independientesde la encomienda madre, Segura de la Sierra.

Pero este proceso no sólo se verifica en estas grandes enco-miendas, que conformarán la encomienda mayor de Castilla, queesencialmente son un marco de referencia administrativo y con unpoder no tanto territorial sino jurisdiccional y orgánico. Sino en en-comiendas más modestas. La encomienda de Santa Cruz de la Zarza,sirvió mediante una cesión de su comendador para conformar unaimportante base territorial de la encomienda de Estremera456, o unnúcleo de propiedades cedidas a la encomienda de Azuaga en 1295,son como hemos tenido ocasión de comprobar la base productiva yterritorial de la que luego será la encomienda de las Casas de Córdo-ba457.

Este proceso de disgregación se acrecienta en el siglo XIV, ve-rificándose esas realidades que señalamos inherentes a la conforma-ción de una encomienda, en 1321, se le concede fuero a Chozas (Vi-llamayor de Santiago), consiguiendo la independencia de Corral deAlmaguer, disponiéndose que podrán tener concejo que cambiará ca-da año458. En 1331, se independiza de Corral, Puebla de Almuradielmediante la concesión del fuero de Uclés459.

No obstante esta disgregación de las encomiendas no suponeuna desvinculación ya que la superestructura interna las interrelacio-na. Sirvan algunos ejemplos, en 1271, en el acuerdo sobre derechoseclesiásticos con el obispo de Cartagena, se verifica que unas enco-miendas pagan las rentas de otras460.

Estas intervenciones desde las estructuras centrales de poderque relacionan a las distintas entidades son evidentes en algunos ca-sos. En 1257, el maestre da el lugar de Puebla del Prior, al priorato deSan Marcos en pago a los diezmos que se le adeudan, el acuerdo foralincluye que pagarán al prior el diezmo y doce maravedíes en recono-cimiento de señorío, conservando el prior el dominio directo de la vi-lla461. Pero hay más. En 1342, ante la penuria de la encomienda de Se-gura, el maestre Alfonso Méndez, dispone que ni los comendadoresde Beas, Yeste y Taibilla, ni los concejos de estos tres lugares ademásde los de Chinchana, puedan entrar en el termino de Segura ni a ca-

456 Vid. A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.457 Vid. A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2.458 M. Rivera, La Encomienda, págs. 462-463, nº 242.459 Ibid, págs. 466, nº 246.460 Vid. CODOM, vol. II, págs. 29-41, nº XLV.461 Vid. Apuntamiento, fol. 38.

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zar ni a cortar, es más si entran los del propio Segura, que hagan fue-ro. Sin embargo se reconocen algunos derechos sobre el montazgo aYeste, Beas y Taibilla. El maestre dispone además que mientras durela guerra contra los moros y por la guarda que se hace de la tierra lesconcede quinientos maravedíes que se recaudaran en el Campo deMontiel y que revertirán en Segura462.

En conclusión la encomienda, célula básica de la administra-ción del señorío santiaguista, se ve mediatizada por unas realidadesorgánicas que reflejan un marco de poder superestructural. Este po-der centralizado , cuya base no es exclusivamente territorial, se mate-rializa en unas rentas que son extraídas desde la jurisdicción, que seejerce sobre un marco meramente organizativo y productivo, repre-sentado por la red comendataria.

A.3.2. Encomiendas Mayores y prioratosLa base territorial de encomiendas mayores y prioratos, es en

cierto modo más compleja que la referida a la encomiendas normalesy es en estos marcos donde resulta más sencillo verificar esa realidadhistoriográfica de encomiendas basadas en exclusividad en el disfrutede unas rentas. Su fundamentación resulta por tanto menos territorialy más jurisdiccional.

No pretendemos aquí ni el análisis de las rentas inherentes aestos organismos internos ni por supuesto estudiar su función quepor otra parte se valora en apartados específicos de este trabajo, sinoestablecer hipótesis sobre la territorialidad de estas entidades. Com-partimos por tanto, que la creación de un cargo de la Orden, no tienesentido sino no se sustenta en un núcleo de rentas que lo soporte, pe-ro no podemos asimilar cargos y unidades territoriales de adminis-tración de unos bienes ya que son realidades diferenciadas463, en unnivel de análisis del conjunto de bienes territoriales de la Orden.

Las encomiendas mayores y los prioratos, tuvieron una identi-ficación territorial. Las primeras tuvieron adscritos unos lugares quefueron la base referencial de su poder, Segura, Uclés, Montemolín,

462 M. Rodríguez Llopis, Documentos, siglos XIV y XV, págs. 13-14, nº 7.463 En el apartado referente a la estructura social de los señoríos santiaguistas valoraremosciertos cargos internos como los comendadores mayores, los priores, los comendadores delBastimento y los de Yeguas y Vacas, los cuales poseen unas rentas encomendadas en funciónde sus actividades de control de estos bienes de la Orden. Pero ciertamente estas encomiendascarecen de una base territorial, por lo que su carácter de encomiendas con base jurisdiccionaly orgánica no permite su estudio como marcos de adscripción territorial.

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Montánchez. Pero su poder real se baso en la gestión y recepción porello de unas rentas, de los territorios que controlaban.

Resulta habitual comprobar en la concesión de fueros y de-terminados bienes la presencia de los comendadores mayores, junto alos maestres confirmando u otorgando fueros, y determinadas opera-ciones como la cesión de Valdepuerco a un criado del maestre en1240, que antes citábamos. En la firma de acuerdos de limites como laverificada entre Lillo y Almaguer en 1241, donde el comendador ma-yor de Castilla, Ruy Bueso, aparece como garante del acuerdo464, o elcomendador de Segura, en 1285, ya comendador mayor de Castilla,aparece como receptor de la donación real de Orcera, ante el fracasorepoblador de los de Alcaraz465.

Estos comendadores mayores tienen por tanto una potestadsuperestructural, por que ni siquiera gestionan las encomiendas quetienen como sede, apareciendo invariablemente en los documentosun segundo comendador en estos lugares, que es el gestor de lasmismas.

La distinta ubicación de estas encomiendas a lo largo deltiempo, responde en nuestra opinión, a unas necesidades de defensa,que sitúan la sede en lugares fronterizos. Resultan en este sentidosignificativos los traslados a Segura y Montemolín, de las encomien-das mayores conforme avanza el siglo XIII, y el peligro es cada vezmás meridional.

En cuanto al priorato si bien es cierto que al menos los prioresde Uclés, llevaron a cabo una política de adquisiciones de pequeñaspropiedades, como molinos, viñas o pequeñas tierras, para garantizarunos ingresos, la base de su fuerza está en el control de las rentaseclesiásticas, que les llevó a no pocos conflictos, de sobra conocidoscon el maestrazgo.

Además en el norte peninsular cumplieron una función de ar-ticulación y control del espacio similar a la de las encomiendas mayo-res en el sur, pero la falta de unas necesidades militares decantaronque el organigrama interno en el norte se articulara más en funciónde la jurisdicción eclesiástica, donde el priorato de Vilar de Donas, oel de Santa Eufemia de Cozuelos, resultan paradigmáticos.

Este valor superestructural sin una clara radicación territorialresulta más llamativo en la Baja Edad Media. El peso territorial y ju-risdiccional de la mesa maestral se acrecienta, perdiendo toda opera-

464Vid. A.H.N., Uclés, carp. 93, nº 2.465 Vid. A.H.N., Sellos, carp. 13, nº 1.

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tividad al menos, las encomiendas mayores, cuya función más rela-cionada con la canalización de una fuerza militar en las distintas pro-vincias deja de tener utilidad para la Orden. Caen en desuso, fortale-ciendo la mesa maestral que adquiere su mayor significación en estosmomentos posteriores a 1350466.

A.3.3. Fundamentación territorial de la mesa maestral.Este es un tema controvertido y obviamente difícil de abordar

por la escasez de la información de que disponemos. Sin embargo,para nosotros resulta evidente que la mesa maestral sí dispuso deunos bienes territoriales privativos que, como hemos comprobado,cedió según sus intereses y necesidades. Nuevamente no nos centra-remos en el control sobre determinadas rentas, hecho que, por otraparte, resulta obvio467, sino en el control territorial de determinadosbienes.

Ciertamente es posible establecer en los citados documentosde arrendamiento de rentas a los almojarifes, una cierta territorializa-ción del poder maestral, a través de las encomiendas del Bastimento.Estas tienen un control espacial que especifican claramente los textosenglobando las encomiendas del Tajo, Montiel y Segura. Sirven paracentralizar el pan recaudado que se utilizara para proveer a las dis-

466 El maestrazgo siempre había buscado mecanismos que le permitieran un gran poder frentea los restantes organismos de la Orden, pero en el siglo XIII, el peso del conflicto con el Is-lam, dio un gran poder a comendadores y comendadores mayores, una vez desaparecido éstela mesa maestral se convirtió en el autentico núcleo central del poder santiaguista que obvió ladelegación en sus subalternos. Esta es la fase final de un proceso que comienza en el sigloXIII, con la gran especialización de los funcionarios de la Casa Maestral, que multiplican yprofesionalizan sus funciones, mayordomos, personeros y criados, aparecen con frecuenciarecibiendo importantes atribuciones del maestre, vid. D.W. Lomax, La Orden, pág. 56.467 Algunos documentos resultan muy explícitos en este sentido, baste señalar los arrenda-mientos a los almojarifes judíos en 1273 y 1274, Vid. D.W. Lomax, La Orden, págs. 270-275,nº 31, 32 y 33. Comprobamos en ellos como el maestre controla determinados ingresos comopechos, yantares, y todas las rentas sobre las minorías, esencialmente los impuestos de capita-ción y explotación de monopolios de las comunidades hispanomusulmanas bajo control de lossantiaguistas. Estos documentos demuestran también el control financiero que la mesa maes-tral ejerce sobre la Orden. El maestre también dispuso de otros bienes como las rentas de lassalinas de Belinchón, que como vimos repartió según sus compromisos y otras rentas comoportazgos. En 1261, concedió a Doña Mayor, trescientos maravedíes anuales que se cobraríanen el portazgo de Castrotorafe, en agradecimiento por la donación de unas propiedades en elbarrio de Santa Eulalia en Mérida, vid. A.H.N., Uclés, carp. 198, vol. I, nº 14. Y un controlabsoluto sobre las rentas de las minorías como los 4500 maravedíes que con carácter vitaliciorecibe en las Encomiendas de Ricote y Peñas de Ojos, del almagrama de los moros vid.A.H.N., Uclés, carp. 355, nº 5.

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tintas encomiendas y con ello redistribuir solidariamente este pro-ducto esencial para la sociedad medieval. Este control centralizadoimplica una cierta territorialidad de la mesa maestral.

Este proceso se consolida a partir de los capítulos celebradosentre 1271 y 1274, donde se conceden al maestre cinco encomiendassituadas una en Castilla, otra en León, otra en Portugal, Aragón yCampo de Montiel, que forman la mesa maestral. Alrededor de estainstitución se va consolidando una corte de funcionarios nombradospor el maestre al que se unen los freires conventuales. Estos funciona-rios recibirán del maestre caballos y armas cuando los necesitaran ytambién una cantidad fija de ropa cada fiesta de San Miguel468.

El control productivo y administrativo, el reparto de las cose-chas, el bienestar y abastecimiento de las encomiendas se conviertenen la esencia de la mesa maestral, que progresivamente acrecienta supoder y sus riquezas. En 1310, comprobamos que el tesoro maestralestá en Uclés, según estipulan los capítulos469.

A este poder y riqueza se va uniendo una cierta explotacióndirecta de algunos lugares que no sólo pone bajo su protección sinoque en algún caso son fundados por los maestres, dejando reflejos enla toponimia como Fuente del Maestre o Puebla de D. Fadrique.

Entre estas propiedades que el maestre controla a nivel terri-torial se cuentan numerosas dehesas como la del Alcornocal y la deArgamasilla que es para los puercos en Montemolín, donde tambiénposee la del Arcedianazgo, es más este lugar al que se le otorga fueroen 1293, queda bajo la protección de la mesa maestral, lo que puedeinducir a pensar que este lugar se convierta en su casa en León470.

Esta realidad de propiedades territoriales concretas de la MesaMaestral en Extremadura, queda patente en los cuadros de produc-ción que presenta Rodríguez Blanco, donde separa con nitidez laproducción de la Mesa de la del resto de encomiendas, lo que implicaque posee y explota unos bienes privativos471.

Algunos lugares en el Tajo aparecen claramente vinculados ala mesa maestral. Es el caso de Fuentidueña en cuyo castillo se acoge-rá al maestre y a sus sucesores, que controlan este lugar472, y en Villa-nueva de Cardete que se toma bajo la protección de la mesa maestral

468 B.N., mss 8582, fol. 45r.469 Bullarium, págs. 260-264.470 Horacio Mota, La Orden en Extremadura, págs. 25-26.471 Vid. La Orden en Extremadura, págs. 267. Esta realidad también se verifica en la zonacastellana, vid. Porras Arboledas, Los señoríos, págs. 188.472 1328, Mayo, 19, M. Rivera, La Encomienda, págs. 464-466, nº 245.

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pero con una alusión muy clara a que los tomava por su camara y que notuviesen comendador ninguno, reflejo claro de ese poder territorial quela Mesa va adquiriendo en estos años iniciales del siglo XIV473.

A. 4. Mecanismos de articulación espacialUn espacio ocupado y humanizado a partir de unos prece-

dentes heredados de formaciones anteriores, donde la Orden habíadesarrollado todo un complejo entramado productivo con un fuertecontrol sobre las actividades agrario-ganaderas e industriales sobre laque se superpone una estructura política-administrativa que generauna determinada organización social del espacio. Necesariamente hade verse complementada con unos mecanismos que racionalicen esteespacio y le doten de unos instrumentos que permitan la comunica-ción entre ellos, generando unos focos de atracción comercial dondese produzca la redistribución de bienes y productos.

Esta es de forma sintética nuestra pretensión en este apartado.El análisis de las vías de comunicación, una mayor profundización enel conocimiento de las cañadas y ramales ganaderos, insistir de nuevosobre esos centros de comercialización como ferias y mercados, pro-curando en la medida de las posibilidades de nuestra documentaciónun acercamiento a los ejes de polarización mercantil para concluir conalgo que, a estas alturas del trabajo, resulta obvio, que la Orden deSantiago, racionalizó desde un modelo único el espacio ocupado,dotándolo de todo tipo de infraestructuras que permitieran un desa-rrollo equilibrado de sus señoríos.

Desde las estructuras de poder se verifica un control centrali-zado que permitió el reequilibrio entre las distintas y heterogéneaszonas donde asentó su poder. No se trata aquí de estudiar unas ren-tas sobre el tráfico comercial, o del monopolio sobre ferias, azogues ymercados, sino de situar espacialmente las vías, los centros de redis-tribución de bienes y productos y los ejes de polarización mercantil,desde una óptica de control del espacio y no de rentas, cuyo análisismonográfico será abordado en un capítulo aparte.

A.4.1. Vías de comunicación. Cañadas y ramales ganaderosEl estudio de vías de comunicación, particularizado en la Or-

den de Santiago, resulta en sí mismo una entelequia, ya que los seño-ríos de la Orden, se integran en una red previa de carácter generalque no permite un estudio individualizado. Sin embargo, es posible,

473 Vid. Ibid, págs. 463-464.

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partiendo de datos aislados, comprobar como dentro de los señoríossi se incentivó una red de carreras que interrelacionan las distintasencomiendas. Por ello debemos partir de una premisa, la esencial di-ferencia existente entre calzadas y carreras. En nuestros documentosno contamos con menciones expresas a estas calzadas, originarias sinduda, de época romana474, siendo las carreras vías abiertas en épocacristiana y que deben su nombre a que su realización se adecuaba alpaso de los carros esenciales para el transporte medieval.

a) víasPero la gran infraestructura viaria utilizada tanto por los mu-

sulmanes como por los cristianos es heredada de época romana. Asíla más importante vía en la zona extremeña era la que comunicabaEmérita Augusta (Mérida) con las minas onubenses, la vía de la Plataque se convertirá en la arteria principal de comunicación entre los se-ñoríos santiaguistas de Extremadura y la tierras musulmanas del sur.Por no citar la gran vía que unía Mérida con el mar y concretamentecon el Puerto de Almansa que cruzaba todo el señorío santiaguistadel Campo de Montiel y que recogía en las importantes encrucijadasde Montiel y Villanueva de la Fuente los ramales andaluces que con-fluían en ellos. O el importante camino Toledo-Córdoba que transita-ba por gran número de zonas bajo control santiaguista y que fue muyutilizada desde época islámica475.

Estas alusiones a vías romanas y su continuidad en época is-lámica sirven de marco para establecer los mojones de determinadoslugares, ya en época cristiana. En el acuerdo suscrito entre Doña Ora-

474 En su totalidad la estructura fundamental de la red viaria de la meseta meridional, como ladel resto de la Península procede de época romana. Para una visión general de estos temaspueden resultar interesantes las conclusiones del Simposio sobre La red viaria en la Hispaniaromana, Zaragoza, 1990 y García Arias, Repertorio de caminos de la Hispania romana, Ma-drid, 1987. Sobre nuestra zona pueden resultar de interés J. M. Abascal Palazón, Vías de co-municación romana en la provincia de Guadalajara; S. Palomero, Las vías romanas en laprovincia de Cuenca; y el trabajo de M. Corchado, “Estudios sobre vías romanas entre el Tajoy el Guadalquivir”; para Extremadura contamos con el magnifico trabajo de José María Fer-nández Corrales, El trazado de las vías romanas en Extremadura, Madrid, 1987.475 Vid. F. Hernández Jiménez, “El camino de Córdoba a Toledo en la época musulmana”,págs. 1-62 y también M. Corchado, “El camino de Toledo a Córdoba”, págs. 3-27. Concreta-mente una variante de este camino llega y cruza el termino de Santa Cruz de la Zarza. Sigue elcamino de Santa Cruz a Villamanrique dejando a un kilómetro al oeste las ruinas del castillode Alboer y cruza el Tajo en la barca de Villamanrique, vid. A. Corchado, “Estudio sobre ví-as”, pág. 141.

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buena y el comendador de Uclés, Pedro Franco, en 1185476, compro-bamos como la Vía Augusta, cruzaba el Tajo a la altura del castillo deAlboer, verificándose una continuidad durante la época islámica aldescribir el mojón de Villafandín: a meridie in septentrione qui est iuxtaviam Augustam que dicitur arabice Elcirath et es locus iste inter predictamvillam et castellum albuher, cui loco nomen est Posadas Vetulas, la anti-güedad del lugar y su vinculación a esta vía quedan suficientementede manifiesto. Es más, según diversos autores Ocaña y Dos Barriosconstituyen pasos obligados de la vía Laminio-Titulcia, vía que luegoservirá para la comunicación entre ambas encomiendas477.

Muchas son las posesiones santiaguistas por las que pasan ví-as romanas, un vistazo al mapa propuesto por Corchado, en su tra-bajo sobre este tema así lo verifica478. Dos variantes unen en opiniónde este autor Toledo y Mérida, una por el Puerto Marchés y otra porel puerto del Milagro. Toledo también se unió por antiguas vías ro-manas con las ricas zonas de pasto y de acceso al agua de Santa Maríadel Guadiana y Alhambra, pasando alguna de su variantes por Mo-ra479. Este autor también señala que la gran vía pecuaria que atraviesael Campo de Montiel de norte a sur, llamada de los Serranos tiene susantecedentes en un antiguo trazado romano480. La antigua vía romanade Córdoba a Sagunto, también tendrá estrecha relación con señoríossantiaguistas, pasa muy cerca de Castellar de Santiago, cruza el Gua-dalimar por La Puerta y llega a Genave , pasa cerca de Riopar y seadentra en tierras cartageneras481.

Esta variante cruza territorios de la encomienda de Segura,que sin duda, fueron reutilizados, pero existe otra posibilidad paraesta vía que transita por Villanueva de la Fuente, pasando muy cerca

476 Vid. J.L. Martín, Orígenes, págs. 362-366.477 Vid. A. Corchado, “Estudio sobre vías”, págs. 151 y 154.478 Vid, Ibid, pág. 129.479 Vid, Ibid, págs. 140. Sobre estas vías de comunicación también resultan de interés lasaportaciones de J. González, para quien el camino de Toledo a Alhambra continuaba hastaUbeda. Por otra parte el camino que unía Toledo con Consuegra y que pasaba por Mora, lle-gaba hasta Segura de la Sierra. Este tráfico claramente comercial fue organizado por la coronaquien en 1173, estipuló que las recuas pregonadas que fuesen por Consuegra y siguieran rectoa Segura pagasen portazgo en Consuegra y no en Calatrava, lo que implica otra zona de pasoimportante a Andalucía por Segura, como veremos, vid. J. González, Repoblación, tomo II,págs. 396-397.480 Vid. Ibid, pág. 142.481 Vid. Ibid, págs. 148-149.

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de otros lugares santiaguistas Terrinches y Albadalejo482. Villanuevade la Fuente es un nudo de comunicaciones vital, ésta es quizás lacausa del prolongado conflicto sobre su posesión con el concejo deAlcaraz, que la reclamaba para sí. Se trata de un paso obligado para elacceso al mar de las vías que proceden del sur debido a sus situaciónnatural al norte de las sierras de Alcaraz y Segura, lo que sin duda,dinámizo la parte suroriental del Campo. Montizón, Villamanrique,Terrinches y Albadalejo, cuyas torres y castillo que vinculábamos ensu momento con la defensa de Montiel, bien pudieran tener tambiénuna relación con la protección de esta vía de comunicación. Peroademás junto con Montiel, Villanueva es un paso obligado de la im-portante vía que unía Mérida con el Puerto de Almansa483.

La mayor importancia en cuanto a vías de comunicación en elCampo de Montiel, no lo constituye en modo alguno esta importantevía desde Mérida, sino su carácter de zona de paso en sentido norte-sur. Por esta zona cruzan tres grandes vías reales que no son sino elreflejo de las grandes vías pecuarias que luego analizaremos y que re-corre todo el Campo de Montiel, para confluir en las zonas de pasosobre el Guadalimar y el Guadalmena, que controla la encomienda deSegura. Es decir, el tráfico ganadero en esta vertiente oriental se hallaen manos de los santiaguistas que controlan todo el paso desde la po-sesión de tan significativo nombre como la Puerta de Segura. En sumomento al analizar esta encomienda en un trabajo, concluíamos queciertamente el papel desempeñado por Calatrava de Nueva, como lu-gar de control de pasos hacia Andalucía por el Puerto del Muradal, esmuy similar al papel jugado por Segura de la Sierra en la vertientemás oriental de este paso hacia Andalucia484.

Los ganados procedentes de Toledo entraban en el Campo deMontiel por dos lugares, el Pozo del Ciervo y Membrilla, ambos con-fluían al sur de la Solana, seguían por Alcubillas y Cozar, hasta llegar

482 Que supone uno de los más importantes pasos naturales entre Jaén y el Campo de Montiel,o lo que es lo mismo entre Andalucía y Submeseta Sur, vid. A. Corchado, “Pasos naturales”,pág. 22 y 23.483 Sobre la importancia de Villanueva como nudo de comunicaciones resulta interesante eltrabajo de Corchado, Avance, págs. 195 y ss.484 La importancia de este paso que relaciona los señoríos santiaguistas de Campo de Montiely Segura de la Sierra, fue destacado en su momento por A. Corchado, “Pasos naturales”, págs.25-26, así para el desde Villamanrique y Albadalejo partían los caminos de las Sierra y elCamino Real de la Mancha hacia la Puerta de Segura, que canalizaba el tránsito provenientede Toledo, Infantes y Montiel, hacia Segura, Beas, Orcera y el Obispado de Cartagena. Segurade la Sierra es en nuestra opinión la posesión cristiana clave en el tráfico comercial entre lazona Oriental de Andalucía y la Submeseta Sur.

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a Torre de Juan Abad, penetrando en Andalucía hasta Santiestebandel Puerto. Otra vía que desde Santa María del Guadiana llevaba aAlhambra, penetra en el Campo hasta confluir en el mismo punto.Por último el camino real de Granada a Cuenca que se describe en elsiglo XVI y que seguía la antigua vía romana de Cádiz a Roma du-rante una parte de su recorrido485, entraba en el Campo por Ossa deMontiel, para llegar a Puebla del Príncipe, Montiel, Villahermosa, yllegaba a Villamanrique para confluir asimismo en las zonas de pasocontroladas por la Encomienda de Segura de la Sierra486, esencial-mente Santiesteban del Puerto y Chiclana, aunque también en laPuerta y Genave.

Este intenso tráfico ganadero que indudablemente llevaráanejo una amplia actividad comercial complementaria con posadas ymesones donde realizar paradas, ha quedado patente en la docu-mentación, de forma muy significativa. En una noticia fechada en1227, se constata que los ganados de Uclés pagarán montazgo en Al-hambra, San Polo (Montiel) y en Santiago que en su momento identi-ficamos con Santiago de Montizón, punto muy cercano a esa con-fluencia de los caminos antes de cruzar los vados hacia tierras anda-luzas487.

En la zona del Tajo, la realidad viaria es mucho más local. Lacomunicación entre los grandes núcleos cristianos condiciona una redque aún tomando cómo base la antigua red romana, tiene más ampliodesarrollo en época musulmana y cristiana. Así existió una vía quecomunicó Calatrava con Uclés pasando por Alcázar y que fue im-portante para la penetración castellana por el Cigüela, este caminoque podía seguirse para ir de Córdoba a Zaragoza, pasando por Ca-racuel, tuvo hitos muy importantes en encomiendas santiaguistas,Villarrubia (posiblemente identificable con Aryunus) y por Añador,castillo esencial de los santiaguistas sobre el Cigüela y que controlaríaesta vía de comunicación488.

Otras tres vías son de gran importancia para nuestra zona, laque une Toledo con Cuenca y que pasa por Ocaña y Santa Cruz de la

485 Vid. A. Corchado, “Pasos naturales”, pág. 22.486 Estas vías pueden verificarse en el mapa del Campo de Montiel que aportamos (fig. ).487 Este documento es muy interesante al verificar igualmente otras vías de transhumancia ga-nadera, los ganados estarán exentos en Almuradiel (lugar muy cercano a los paso hacia SierraMorena), Añador, Alcubillas (la otra vía que señalábamos desde Toledo) y Criptana, vid. M.Rivera, La Encomienda, págs. 348-349, nº 138.488 Vid. J. González, Repoblación, pág. 397 y nota 420, donde se destaca la importancia mu-sulmana de esta vía.

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Zarza, además de la importancia de las comunicaciones de Ocaña conlas tierras del norte que llevó como veremos a establecer diversos pa-sos por el Tajo e incluso a la construcción de un puente de piedra yaen el siglo XVI, donde hasta entonces había existido uno de made-ra489.

La vía Alcalá-Chinchilla también fue muy importante en lazona. Esta vía cruzaba el Tajo, por el paso que primero protegió elcastillo de Alharilla y más tarde el de Fuentidueña y donde la Ordencobró portazgo, y continua por tierras santiaguistas pasando por Be-linchón490.

Pero junto a estas grandes vías debemos señalar la existenciade toda una pequeña red de carreras que unían las distintas enco-miendas y que de forma dispersa aparecen en la documentación. Enla cesión de Villarubia a veinticinco pobladores en 1207, se alude a laexistencia de una vía que une este lugar y Ocaña, que sirve para dife-renciar las viñas de los pobladores de las del convento, e de la carreraque exe de Vila Ruvia ad Ocana, ad dexteram partem foras de la vina de lospobladores e ad senestram partem del convento. Esta carrera se distingueen el texto de una antigua calzada que antes citábamos que tambiénes un marco de referencia productiva, siendo hasta la calzada de lospobladores y el resto de los que vinieran a poblar. El documentotambién cita otro tercer nivel de comunicaciones, las sendas, concre-tamente la de Roi Peláez. Esta vinculación con un antropónimo nospuede hablar de la apertura de vías por estos pobladores iniciales yaque además llega al Val de Domingo Longo491. Otras noticias utilizanla palabra vía como la que une Villatobas con Almaguer492.

En ocasiones los contemporáneos confunden claramente entrecañadas y calzadas, utilizando ambos nombre de forma indiferencia-da, lo que implica que las antiguas calzadas romanas sirven para estetránsito de ganado. Esta mezcla de nomenclatura es la que en nuestraopinión aparece una relación de propiedades del priorato en torno a1238, e la cannada que fue de Martín Gallego, de la calcada fata don Diago.

489 Vid, Ibid, pág. 398, y nota 423. Sobre los pasos y puentes en el Tajo resulta de interés, Ji-ménez de Gregorio, J., “Tres puentes sobre el Tajo en el medievo”, Hispania, XIV, 55 (1954),págs. 163-226. Y el reciente y sintetizador trabajo de Malalana Ureña, A., “Puentes-fortalezaen el Tajo: el tramo Zorita de los Canes (Guadalajara)-Castros (Cáceres)”, Boletín de Arqueolo-gía Medieval, núm. 4 (1990), págs. 195-222.490 Ibid, págs. 398-399.491 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 268-269, nº 55.492 Vid, Ibid, pág. 297, Se le concede carta puebla a Montealegre y esta vía sirve de límite delterritorio donado.

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E en la quadradiella del abbat otra tierra que es cerca Casa Sola, entre ambaslas calçadas e es a sulco de la cannada del Hospital493.

En algunos acuerdos de límites las referencias de amojona-miento a vías de comunicación es una constante, lo que permite esta-blecer que estas carreras y caminos suponen un elemento esencial dearticulación espacial en determinadas zonas. El acuerdo suscrito en1241 entre la encomienda de Almaguer y Lillo, aldea de la Guardia,propiedad del arzobispo refleja una amplia red de carreras entre di-versas posesiones de ambos señoríos. El primer mojón se sitúa en lacarrera que va de Lillo a Aloyón, que se une a otro mojón en la carre-ra que une Lillo con Montealegre. En ocasiones el límite sigue la ca-rrera. Así en el mojón entre Lillo y Aloyón, se establece una línea queva la carrera ayuso, hasta Aloyón y desde allí va otra vez por esa mis-ma carrera hasta el mojón que está puerto en la encrucijada de la ca-rrera que va de Villa Palomas a Montealegre. Pero este acuerdo nosda más datos, sitúa otro mojón en Cabeza Messada, cerca de la carreraque va de Dos Barrios a Villa Palomas, otro en la carrera de la Pera yal partir los términos entre Bogas y Mora nos habla de una carreraque une ambas localidades494.

Es evidente que las carreras se convierten en un referente es-pacial de primer orden. En un acuerdo de límite con los calatravossobre los mojones entre los términos de Valdaracete, Brea, Fuenvelli-da y Almoguera, se citan que del Horcajo (este punto puede corres-ponder con el Monte de Robledal M.T.N., 584), parten dos carrerasuna que va a Valdemena (actual Valldeomeña, M.T.N., 584) y otra aCarabaña (M.T.N.. 583)495.

Cerca del Tajo las vías se multiplican en el acuerdo de térmi-nos entre la encomienda calatrava de Otos y la santiaguista de Ocañase hace referencia al sendero que viene de Ciruelos y la carrera que vade Cañi (sin identificar) al Corralejo, que atraviesa el prado y des-ciende desde el Corralejo hasta el cabo el Salobral (M.T.N., 630, es unpequeño cerro de 601 mts.)496. También Uclés tenía cauces de comuni-cación con el Tajo como muestra la carrera que une Uclés con la zona

493 Vid. Ibid, pág. 374, nº 169.494 Vid. A.H.N., Uclés, carp. 93, nº 2; los topónimos aquí señalados fueron analizados en elestudio de la correspondiente encomienda por lo que remitimos a ella, para su localizaciónexacta.495 M. Rivera, La Encomienda, págs. 415-416, nº 207.496 Vid. A.H.N., Registro de escrituras de Calatrava, tomo V, libro 1345-C, fol. 148-151.

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de Villadin (Villafandín)497. Existe también una clara vinculación anivel de comunicaciones entre las salinas de Belinchón y el Tajo, através de Fuentidueña498, por no hablar de la importante red de co-municaciones comerciales y ganaderas en torno a Estremera que, co-mo sabemos, incluye entre sus posesiones las salinas de Belinchón entorno a la cual se disponen gran número de cañadas y topónimos re-lacionados con vías (vid. M.T.N. 607).

Esta encomienda se halla bien comunicada. Aparte de citarsevarios carriles y cañadas, se habla de una carrera que une este lugarcon Valdaracete y otra con Fuentesauco, se aluden a diversas veredasen cuyos lados se extiende la producción agraria, lo que nos habla deuna amplio grado de ocupación espacial. Aquí la producción se mez-cla con las carreras, en la de Valdaracete se suceden viñas y hazas delabranza. También se habla de la carrera a Fuentidueña y de otra quecomunica con la Almuña. Se habla así mismo de la cañada a FuenteAmarga y de una interesante y sugerente carrera del sendero, quepodría significar la consolidación de una carrera hacia un espacio denueva colonización499.

En definitiva la zona del Tajo que se halla intensamente po-blada con numerosas encomiendas y lugares importantes que con-centran una amplia red de comunicaciones que al igual que veíamosen Montiel se adecuan a los niveles de poblamiento, siendo en estazona muy significativa la red local en detrimento de las grandes vías.

En la zona extremeña la información sobre vías es muchísimomás escasa, aunque existe una clara vinculación entre las encomien-das de la Orden de Santiago en Extremadura y las rutas de comunica-ción entre ésta y Andalucía. Constatamos una relación muy especialcon una vía básica en el pasado y en el presente, la Ruta de la Plata.Un grupo de fortalezas santiaguistas jalona esta vía, a levante Reina,Montemolín, Hornachos y Alange; en poniente Villalba de los Barros,Fuente del Maestre, Feria y Zafra. Podemos afirmar que el control deesta vía en su tramo extremeño fue absoluto

Existieron grandes centros de comunicación, como los Santosde Maimona que es un cruce de caminos, por donde pasa la carretera

497 Esta carrera tiene según el texto alguna relación con la Vía Augusta, como señalábamosoportunamente, vid. J.L. Martín, Orígenes, págs. 362-365, nº 181. Sobre la importancia de lasvías romanas en la zona conquense es esencial la consulta del trabajo de Palomero, S., Las ví-as romanas en la provincia de Cuenca, Cuenca, 1987.498 Vid. Ibid, págs. 203-205, nº 33.499 Vid. A.H.N., Uclés, carp. 117, vol. I, nº 3.

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que une Sevilla y Badajoz, existiendo un ramal para Mérida500. Hor-nachos, asentada en un cruce de caminos que secularmente han atra-vesado la región de norte a sur y de este a oeste. Es un lugar de espe-cial significación en la Edad Media, la ruta que unía Córdoba con Mé-rida pasaba por Hornachos501.

Esta escasez en la información medieval contrasta con la granimportancia de la red viaria de origen romano que ha sido magnífi-camente analizada por José María Fernández Corrales, en su obra so-bre las vías romanas en Extremadura. Él sitúa nueve grandes vías decomunicación en época romana, y trece más entre secundarias y al-gunas que comunican el norte de Extremadura esencialmente Coria yel Valle del Jerte con el valle de Tietar502, que nos habla de grandesredes ganaderas en esta zona. Pero ciertamente es Mérida, junto conTrujillo503 y Metellinum504 los lugares que se convierten en los gran-des centros nuclearizadores del tráfico comercial durante el períodoromano y que debieron tener una continuidad en época medieval.

Estas vías que él describe con todo lujo de detalles, permitenestablecer la gran comunicación de Mérida. Una la une con la desem-bocadura del Guadiana, a través de Itálica, y constituye uno de losvínculos de unión entre Mérida y Sevilla en época romana. Esta víacruza lugares que hemos citado como términos de nuestras enco-miendas, como el río Cala, o el término de Monasterio o Medina deTorres e incluso Fuente de Cantos, Puebla de Sancho Pérez y losSantos de Maimona. Esta ruta nos informa sobre la existencia delgran puente romano de Mérida, cuya utilización hasta hace pocosaños, muestra su importancia en nuestra época505.

Otra vía de gran interés y una de las varias que relacionanMérida con Zaragoza, va a través de Astorga, suponiendo una de lasgrandes arterias que cruzan la meseta. Esta vía pasa cerca del términode Montánchez, y se adentra hacia el norte, se trata de la Vía de laPlata que cruza Extremadura de Norte a Sur. Este trazado ha dadolugar en nuestros días, a la llamada Nacional 630, que relaciona Mé-rida con Cáceres entre otros muchos lugares.

500 Madoz, vol. XIII, pág. 853.501 M. Garrido, Arquitectura, pág. 150.502 J.M. Fernández, El trazado, págs. 85-89.503 Sobre el papel como eje de comunicaciones de Turcalion, vid. Ibid, pág. 84.504 Ciudad romana en un punto intermedio entre Mérida y Medellin sobre el Guadiana, a mo-do de hipótesis podría tratarse del Medellin romano, aunque no tenemos datos que lo verifi-quen.505 Vid. J. M. Fernández, El trazado,, págs. 42-45.

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Tres ramales distintos unen Mérida con Olisippone (Lisboa),lo que permite una salida rápida al mar de los productos de Mérida ytambién una ruta de suministros. No disponemos de información quepermita siquiera intuir su utilización medieval. Una de grandes víasde comunicación que atraviesa Mérida y Extremadura de oeste a estees la vía que unía la Lusitania con Zaragoza, vía que cruzaría todo elCampo de Calatrava en el que penetraba por Almadén y que ademásde territorio santiaguistas cruzada territorio de la Orden de Alcánta-ra, al pasar por su priorato de Magacela. Está vía además de Méridapasaba por el otro gran nudo de comunicaciones Medellin.

Dos grandes vías romanas comunicaban Mérida con Andalu-cía, una unía Córdoba con Mérida, y otra Sevilla con Mérida, esta víapasaba por Bienvenida, Calzadilla de los Barros, hasta encontrase conla Vía de la Plata, y también pasaba por Llerena y Usagre, con al me-nos dos variantes en su trazado.

Sin duda, la vía más significativa para nuestro estudio es laque vinculaba Mérida con Zaragoza pasando por Toledo y Titulcia,esta vía romana que dio lugar a la famosa Nacional V, permite la in-tercomunicación entre las encomiendas nororientales de la provincia,esencialmente todo el término nororiental de Mérida, Montánchez yTrujillo, así como Miravete y Albalat, donde se situaba un puente so-bre el Tajo.

Existieron vías romanas de gran interés para la encomienda deMontánchez, aunque en su época fueran secundarias, su importanciaen el medievo queda claramente de manifiesto al recorrer todo eltérmino de esta encomienda, relacionándola además con Medellin.Esta vía no es otra que la que unía Medellín con Norba (Alcántara), yque tras cruzar el termino de Medellin pasa por Miajadas y Montán-chez, nos habla de un puente sobre el Búrdalo, va por Arroyomolinosy otros puntos de este término, salvando la Sierra de éste lugar por elpuerto del Jabalí, cruzando Zarza de Montánchez y Salvatierra deSantiago. Alcántara estaba bien comunicada con esta parte central dela provincia por al menos otras dos vías506. Otra vía de comunicaciónde Alcántara es la que la unía con Trujillo y que nos informa sobreotra importante infraestructura en la encomienda de Montánchez, unpuente sobre el Tamuja.

Toda esta rica información de época anterior hace posible es-bozar la gran riqueza viaria de Extremadura en la época medieval, yaque, como es conocido esta red fue utilizada con posterioridad y aún

506 Son las que J.M. Fernández, consigna con los números 11 y 12.

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en el siglo XX ha permitido establecer arterias esenciales. Esto unido ala gran importancia de la red ganadera permite definir a Extremadu-ra como una importante zona de intercambio que se relaciona congran variedad de espacios peninsulares.

b) Cañadas y ramales ganaderosPero si importantes son las vías de comunicación que en de-

terminados momentos han constituido importantes rutas comerciales,más lo son si cabe, los ramales ganaderos. Hemos valorado algunasde las importantes vías pecuarias que atravesaban el Campo deMontiel, como la de los Serranos, o las que se desarrollan entorno aEstremera. Es el momento de evaluar la importancia que los lugarescontrolados por los santiaguistas tuvieron en la gran red de cañadas,extendidas en la Península y que con el tiempo se conformaron en lasgrandes cañadas reales que permitían la transhumancia ganadera enla Submeseta Sur507.

La cañada leonesa tuvo etapas de su paso por algunas pose-siones santiaguistas. Penetró en el término de Montemolín, y un ra-mal de la misma unió Valencia de las Torres con Puebla del Maestre,hasta llegar hasta los invernaderos de Castilblanco en la provincia deSevilla. En sus tramos sur recorre Reina y Fuente del Arco508. Esta ca-ñada por tanto supone una relación entre las posesiones sureñas de laOrden en Extremadura y su intensa relación con la zona sevillana,que hemos verificado a partir de otras informaciones, como es, porejemplo, una vinculación en la jurisdicción eclesiástica entre Monte-molín y Reina y el obispado sevillano. Otro ramal de esta cañada po-ne en relación la zona de Medellín con Fuente de Cantos lo que supo-

507 Para ello nos basaremos en un trabajo tardío de mediados del siglo XIX, que pretendió unavez disuelta la Mesta (1836), mantener al menos la memoria de las grandes vías ganaderas,ahora, vencidas por el avance implacable de la ganadería estante. La información por tantopuede parecer distorsionada, pero permite cuando menos un acercamiento a la importanciaque los señoríos santiaguistas tuvieron en la articulación de estas cañadas, aún cuando, la in-formación sea ciertamente más escasa de lo que cabría esperar y por supuesto diacrónica enrelación a nuestra época de estudio el siglo XIII, vid. Descripción de la Cañadas Reales, Ed.Facsimil, Madrid, 1984. El estudio de estas grandes vías ha merecido interesantes trabajos queconstituyen un apoyo inestimable para su compresión, aunque los mismo en muchos casos sebasen en estas descripciones. Todos ellos fueron compilados en un interesante libro vid. Gar-cía Martín, P. y Sánchez Benito, J.M., Contribución a la historia de la Trashumancia en Es-paña, Madrid, 1986. Este trabajo recoge los trabajos clásicos de R. Aitken, sobre las rutas detrashumancia en la meseta castellana (págs. 169-190) o el análisis que sobre los privilegios dela Mesta hizo J. Klein ( (págs. 191-208).508 Vid. Descripción, págs. 42-44.

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ne que esta vía transita por gran número de posesiones santiaguistas,como Trujillo y Medellin, cuyo término es muy importante para estacañada509, que también recorre la encomienda de Oliva, ya en el tér-mino de Mérida, cruzando el Tajo por el Puente de Mérida, y aden-trándose por las cercanías de Alange en la sierras de Hornachos através de Puebla de la Reina. En Hornachos se une un ramal que vie-ne de Mérida, bajando por los Santos hasta llegar a Usagre cuya ri-queza para el ganado queda patente en la importancia de su términopara esta vía pecuaria con abundancia de dehesas. Prosigue camino lacañada hacia los Santos de Maimona, Bienvenida y Calzadilla (lugarpor él que pasan diferente vías y que seguramente a ello deba sunombre), cuya cañada aparece en nuestros documentos hasta llegar aFuente de Cantos, siguiendo el río Ardila, llega a Fuente de Cantosdonde concluye este ramal, aunque tiene luego su extensión hacia Se-gura de León510.

Es necesario recordar la importancia ganadera de la enco-mienda de Montemolín, que junto a Fuente de Cantos, Calzadilla,Monesterio y Bienvenida formaron la comunidad conocida como Cin-co villas hermanas, que explotaron de forma comunal las dehesas deCalilla, Las Torres, Arroyo del Moro, Sange y Valdelagrulla, que soncitadas como pasos de esta cañada. Además si comprobamos la des-cripción que hemos realizado de dicha encomienda, comprobaremoscomo gran parte de esta cañada, incluidos los cursos del Ardilla y elBodión, pertenecen a esta entidad santiaguista lo que nos permiteevaluar su potencial ganadero que sin duda, tuvo una continuidadhistórica muy dilatada. De igual forma la estrecha relación que ob-servamos en esta descripción con tierras sevillanas puede comprobar-se en el análisis que hemos verificado de esta posesión santiaguista.Todo ello nos permite afirmar la utilidad metodológica de esta valo-ración diacrónica, que en principio podría interpretarse como fuerade lugar.

En cuanto a la cañada segoviana, que une la peña de Carabiasen Segovia con el valle de la Alcudia. Se trata de una vía pecuaria queatraviesa zonas del arzobispado toledano y de los calatravos sin reco-rrer territorio santiaguista en ninguna de sus etapas511. Cosa que noocurre con la cañada Soriana que cubre gran parte de los territorioscentrales de lo que hemos denominado encomiendas del Tajo. Tieneuna gran desarrollo en los términos de Valdaracete y Estremera, ya 509 Vid, Ibid, pág. 51.510 Vid. Ibid, págs. 52-55.511 Vid. Ibid, págs. 63-90.

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hemos tenido oportunidad de insistir en la importancia ganadera dela zona, al verificarse como veíamos la importancia de significativostopónimos en la zona como Las Cañadas (M.T.N. 607, 40º 06’ 2º 59’), ola importante red viaria relacionada con las barcas de Estremera o deFuentidueña, con carreras que vinculaban Estremera con Fuentidue-ña, Valdaracete y Fuentesauco.

Estas infraestructuras están relacionadas con un importantetráfico ganadero, donde Estremera juega un importante papel. Veía-mos en su momento la importancia de los corrales en este lugar don-de se centralizaría el ganado para su posterior paso por la barca deFuentidueña, como señala la descripción de la cañada512.

La penetración de esta vía en territorio santiaguista se intensi-fica hacia al sur. Resulta especialmente significativa la importancia deSanta Cruz de la Zarza en esta ruta, de la que sale un ramal paraaprovechar la gran riqueza de pastos de la zona de Montealegre y losarroyos del Robledo y Testillos (M.T.N. 631 y 660), que buscan el cur-so del Riánsares, en Almaguer.

Este lugar que ha pervivido con el significativo nombre delCorral de Almaguer, debido a la importancia que tomó la villa delCorral en relación a la de Almaguer cuya variación como sabemos seproduce en el inicios del siglo XIV.

En Almaguer se unen dos importantes cañadas la soriana queanalizamos y la que viene de Cuenca a través de Cabeza-Mesada, pa-ra confluir en este lugar . Esta zona de trascendente significado gana-dero se relaciona con el término de Lillo, lo que llevó como sabemos aun importante acuerdo en 1241, con esta localidad donde se llega auna importante comunidad de pastos entre lugares como Monreal,Dos Barrios, Mora, Yegros, Escorchón, Aloyón, Almuradiel, Montea-legre y Santa Cruz de la Zarza por parte santiaguista con las posesio-nes del arzobispo de Melgar, Bogas, Cabañas, Yepes y el propio Lillo.Verificándose una importante zona de relación ganadera que conflu-ye a las puertas de la que será la zona de pastos de invierno en tornoa Campo de Criptana y Socuéllamos, donde como teníamos ocasiónde comprobar existía un importante contadero de ganado en la BajaEdad Media.

Es posible comprobar cómo muchos de los lugares que sirvende mojón en este acuerdo de 1241513, se relacionan con zonas de paso. 512 Vid, Ibid, págs. 118-119. La importancia de la encomienda de Estremera en este tráficoganadero, se centra en que los santiaguistas controlaron en esta zona las dos riberas del Tajo,lo que les permitió un monopolio de la actividad pecuaria en esta zona.513 A.H.N., Uclés, carp. 92, nº 2.

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Así el cercano al monte de la Moheda, aparece como zona de paso dela cañada, o las vías que unen Aloyón —fértil zona de pastos— conLillo, así como otras vías que son citadas en el acuerdo nos permitenrelacionar éste con la mencionada ruta pecuaria que sin duda sería unpunto de fricción entre ambos señoríos. De hecho la vía pecuaria ensu tramo relacionado con Corral de Almaguer pasa a doscientos me-tros del mojón divisorio de los términos de Corral, Lillo y Villacañas,lo que nos permite relacionar diacrónicamente ambas descripcionesde la zona514. Esta cañada sigue el curso del Riánsares, hasta Villaca-ñas y Alcazar confluyendo en torno a Quero, varias cañadas y rama-les ganaderos, que tras pasar el contadero de Socuéllamos, acceden aAndalucía, concretamente a Córdoba y Sevilla515.

La zona sur de las encomiendas del Tajo se convierte en unauténtico nudo de relación entre las diferentes rutas ganaderas. Lacañada soriana y la conquense de los Serranos, que confluyen en So-cuéllamos y Pedro Muñoz, hacen de estos lugares, centros de distri-bución de los diferentes ganados hacia el Valle de la Alcudia, por unlado, y hacia Alhambra y las lagunas de Ruidera, por otro. Convir-tiéndose Argamasilla de Alba en un punto de relación clave entre losintereses ganaderos de los santiaguistas y los de los calatravos quecontrolan esta vía. De ahí la importancia de este lugar y esta zona enlos sucesivos acuerdos de límites entre calatravos y sanjuanistas conlos santiaguistas. Se está delimitando la futura influencia sobre las ví-as pecuarias en este vértice noroccidental del Campo de Montiel, seconcentran los esfuerzos de amojonamientos en los inicios del sigloXIII516.

A.4.2 Centros de redistribución de bienes y productos.

514 Vid Descripción, págs. 123-124. Pese a una diferencia tan importante de tiempo, la conti-nuidad en el siglo XIX, de esta amplia red de cañadas en esta zona permite establecer que elacuerdo suscrito en 1241, supuso la vertebración espacial de un marco de desarrollo ganaderoque permitió el desarrollo ulterior de esta importante arteria ganadera.515 Vid. Ibid. págs. 124-127.516 Vid. Ibid, págs. 161-165. Los acuerdos en 1237 y 1239, en nuestra opinión están sirviendopara delimitar la influencia de cada Orden sobre las vías pecuarias y el control de pastos, enesta zona crucial de intersección y pasos de cañadas, que queda tan gráficamente descripto enel estudio de estas cañadas reales y donde también participa el otro gran poder del momento,el arzobispo toledano. Mediante el acuerdo de 1241, se gestó un mapa de control sobre las ví-as pecuarias en estas encrucijadas a partir de un triángulo cuyos vértices serían, Alcázar deSan Juan, Socuellamos y Argamasilla de Alba, base de auténtica distribución de la redtrashumante en la Submeseta Sur.

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Al igual que G. Bois, pensamos que el mercado es una de lasgrandes revoluciones incorporadas por el feudalismo517. En absolutoestamos de acuerdo con aquellos que sostienen que el modo de pro-ducción feudal fue reacio al intercambio sino que muy al contrario lofomentó y expandió. Su actividad no se limitó a captar renta del in-tercambio y por tanto a un mero intervencionismo, sino que el poderfeudal se convirtió en el auténtico regulador de las actividades dedistribución de productos.

Los poderes feudales consolidaron un comercio totalmenteestructurado y regulado en pro de sus intereses. Por tanto, la luchaulterior, no ha de verse como la lucha del mercado contra la autar-quía feudal, sino la lucha por un mercado liberalizado del corsé feu-dal, donde la circulación de capital y el concepto de beneficio se in-tentan imponer a la sujeción privativa y unidireccional de los seño-ríos feudales. Frente a la planificación feudal del comercio los nuevostiempos impondrán un intercambio liberalizado pero protegido conuna dimensión globalizadora que elimine las trabas señoriales. Lasciudades castellanas lucharán durante los años finales de la EdadMedia y durante la época de los Austrias por una clara política co-mercial desde el poder. Lucha que perderán en favor de una concep-ción fiscal del comercio que en modo alguno tiene sus orígenes en laplena Edad Media, sino en los intereses hacendísticos de la monar-quía toda vez que esta se consolidó en la Península a lo largo del sigloXV518.

La Plena Edad Media supuso un hito en la adecuación de unnuevo sistema de relaciones519 donde la redistribución de bienes y

517 Compartimos con este autor que el sistema social inherente a la formación económico-social feudal, no es solo un conjunto coherente de estructuras socio-productivas, sino queademás tiene como hemos visto una proyección espacial, unas fronteras, unos centros y unaszonas concéntricas que conforman un todo orgánico en cuyo interior el intercambio desigualdesempeña un papel básico, vid. La revolución del año mil, págs. 195 y ss.518 Sobre este particular resulta interesante la obra de Ladero Quesada, M. A., La HaciendaReal de Castilla en el siglo XV, Madrid, 1973.519 A lo largo de este trabajo estamos intentando demostrar las intensas transformaciones es-paciales, productivas y organizativas, para a continuación valorar los profundos cambios so-ciales acaecidos, en cierto modo es posible establecer un cambio revolucionario en todo estemomento, algunos autores han hablado de la revolución que supuso el comercio, otros, comoJean Gimpel, (La revolución industrial en la Edad Media, Madrid, 1981) señalan los grandesavances técnicos de este período. Todos estos cambios conllevaron una modificación profun-da de la estructura social. Como veremos, es por todo esto por lo que la valoración de los in-tercambios es más importante, en tanto en cuanto, sitúa la profunda transformación de las es-tructuras durante la época feudal, que ponen en cuestión ideas sobre ruralización, autarquía y

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productos juegan un papel de gran importancia. Algunos autores, yaclásicos, evaluaron en su momento la importancia del mercado y delos mercaderes en la sociedad medieval520, otros han situado la im-portancia que determinadas rentas relacionados con la actividad co-mercial han tenido durante la Edad Media521. Pero es el trabajo delprof. Ladero sobre las ferias el que, en nuestra opinión, más se haacercado al fenómeno de las relaciones comerciales en Castilla sobrela etapa que nos ocupa522. Él plantea algunas premisas interesantescomo base para el análisis de estos centros de redistribución, al afir-mar que durante los siglos XII y XIII, aparece con claridad el papelque jugó la feria como estímulo inicial para el desarrollo de los inter-cambios mercantiles, mientras que el otro gran impulso dado a las fe-rias durante la baja Edad Media tiene más que ver con las transfor-maciones hacendísticas —cobro de alcabalas, etc.— y con el afán delos aristócratas por compartir y al mismo tiempo, librarse del peso dela fiscalidad monárquica523.

Sin embargo las ferias no constituyen el único centro de dis-tribución mercantil; mercados, tiendas y azogues son igualmente di-ferentes marcos donde se materializa el intercambio. Podríamos indi-car de forma convencional, que las ferias tienen un carácter más am-plio implicando una dimensión “nacional” e incluso “internacional”como propone J. Gautier524, dando al mercado un valor regional ocomarcal. El mercado centraliza el comercio de un determinado seño-río —debemos entender éste dentro de la Orden al que afecta a ungrupo de encomiendas o a una sola localidad— con una cadencia se-manal. El azogue con un carácter diario y local que se ve comple-mentado con el comercio cotidiano en carnicerías, tiendas y tahonas,donde se comercializan productos de primera necesidad.

oscuridad en una época de florecimiento y consolidación que es clara en la Península comoreflejo que es de Europa occidental.520 L. García de Valdeavellano (El mercado. Apuntes para su estudio en León y Castilla du-rante La Edad Media, Sevilla, 1975) estima el papel central del mercado en la economía feu-dal. Otros trabajos sitúan la importancia de los mercaderes dentro de la sociedad castellana,como el trabajo de M.C. Carlé, “Mercaderes en Castilla (1252-1512)”, Cuadernos de Historiade España, XXI-XXII (1954), págs. 146-328.521 González Mínguez, C., El Portazgo en la Edad Media. Aproximación a su estudio en laCorona de Castilla, Bilbao, 1989.522 Ladero Quesada, M.A., Las ferias de Castilla, siglo XIII-XV, Madrid, 1994.523 Vid, Ladero, Las ferias, pág. 101. Esta idea no hace sino confirmar nuestro planteamientoinicial, sobre el papel de los intercambios en los distintos momentos de la Edad Media y po-ner las bases de los futuros conflictos durante la época de los Austrias.524 Vid., Historia Urbana, págs. 450-452.

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Estos centros de distribución fueron la base de una red comer-cial que como señala J. Gautier, y nosotros analizaremos en detalle,fue perfectamente estructurada y reglamentada. No obstante discre-pamos con J. Gautier en algunas de sus valoraciones. En primer lugaren nuestra opinión da demasiada importancia a la Corona dentro dela actividad comercial relegando el papel de los señores, que como laOrden de Santiago, tuvieron un peso muy significativo en esta activi-dad. Por otra parte exagera la relación entre comercio y zonas urba-nas, axioma que en nuestra opinión, si bien está relacionado, no esdeterminante525. Con todos estos antecedentes es posible realizar unavaloración del peso que ferias, mercados y tiendas tuvieron dentro delos señoríos santiaguistas de la Submeseta Sur.

El prof. Ladero realiza una valoración por grandes áreas, en loreferente a la aparición de ferias en nuestras diferentes zonas de es-tudio que, en principio, permite un marco general de referencia. En lazona de Montiel, destaca las ferias de Alcaraz, el propio Montiel yOssa, ya para la baja Edad Media, también destaca el papel de la feriade Corral de Almaguer. En Extremadura, señala su carácter de zonasecundaria en la actividad comercial, con importantes ferias en Usa-gre, Mérida y Montemolín. Para la zona de Segura no destaca ningu-na situada en encomiendas santiaguistas aunque sí en zonas concontrol santiaguista como Andújar, Úbeda y Baeza y por último des-taca la significación de Murcia como otro lugar de intercambio quepodría afectar a las encomiendas murcianas integradas en Segura526.

Inicialmente compartimos su idea de que la feria fue una ins-titución de apoyo a los procesos repobladores en Castilla la Nueva,Extremadura, Andalucía y Murcia527. Sin embargo, si bien es ciertoque la Corona apoyó este tipo de instituciones, creemos que la inicia-tiva comercial en los señoríos santiaguistas estuvo pilotada por losintereses de la Orden y por su control, a pesar de una importantemediatización de la Corona. Como la constatada en Fuentidueñadonde en 1234 se suprime la feria de este lugar, que reporta una rentaanual al maestre de 3000 maravedíes, por dañar los intereses de laCorona, según establece el texto528. Y también verificada en la protec-ción real en Mérida y Montemolín como veremos, que debemos con-traponer igualmente a la protección del maestre sobre la de Segura deLeón. 525Vid. Ibid, págs. 445-459.526 Vid, Ladero, Las ferias, págs. 53-77.527 Vid, Ibid, pág. 79.528 Vid, J. González, Fernando III, vol. III, págs. 48-49, nº 534.

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Por tanto, iniciativa real sí, pero también significativa activi-dad de estímulo comercial por parte de la Orden. En cuanto a la cro-nología propuesta, en torno a mediados del siglo XIII, para la eclosióncomercial en nuestra zona, que coincidiría con el reinado de AlfonsoX. La propuesta nos parece muy acertada y se vería confirmada consendos instrumentos papales fechados en 1250, donde Inocencio IVconcede a la Orden que pueda hacer libremente nundinas (ferias) enlas tierras que estén sujetas a su domino, texto que pone de mani-fiesto no sólo esta eclosión en la actividad sino también ese dinamis-mo de los santiaguistas en cuanto a la actividad de intercambio, yaque, son ellos los que solicitan el privilegio529.

El intercambio de productos adquiere una importante dimen-sión en estos momentos. Un buen ejemplo lo constituye que el arzo-bispo de Toledo, en su secular conflicto con la Orden por el dominioal sur del Tajo, no dude en atacar los intereses comerciales de lossantiaguistas al excomulgar a los mercaderes que acudieran a sus fe-rias530. En definitiva desde mediados del siglo XIII, asistimos a unaconsolidación de una amplia red comercial en los señoríos santia-guistas de lo que son buen ejemplo la extensión que las ferias tuvie-ron en nuestra zona, sí comprobamos que la red de distribución deproductos ocupa la totalidad de lugares bajo control santiaguista.

Pero si importantes fueron las ferias, tanto o más lo fueron losmercados y tiendas, en los que el control señorial fue pleno, y que sinduda dinamizaron la actividad de intercambio en el seno de las en-comiendas, complementando a las ferias en la definitiva consolida-ción del comercio como elemento esencial del modelo implantado porla Orden, que no es otro que el feudalismo.

Los mercados semanales son una constante en los textos san-tiaguistas. Citemos algunos ejemplos. En Segura de la Sierra, su fuerode 1246, dispone que tengan un mercado con carácter semanal. En elfuero concedido a Segura de León en 1274, se preceptua que tenganun mercado semanal, que se celebrará los martes, estando excluidoslos que acudieran a él de dar portazgo, los que traigan productos aSegura podrán venderlos donde quieran dando la veintena531. En1253, se concede a Santa Cruz de la Zarza, la posibilidad de un mer-cado semanal, sin especificarse el día. En 1282, se concede al concejode Montemolín, un mercado semanal en domingo que incluye la

529 Vid. A. Quintana, Inocencio IV, pág. 603, nº 660.530 Vid. M. Rivera, La Encomienda, pág. 195.531 Apuntamiento, fol. 38r-v.

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exención de portazgo para los productos que vinieran al mismo532.Ciertamente esta concesión se otorga cuando Montemolín es usurpa-do del señorío de la Orden, por el apoyo a la revuelta contra el rey,pero este mercado perdura toda vez que el concejo de Sevilla, restitu-ye a la Orden esta importante propiedad.

Resulta evidente que las diferentes concesiones forales, con-llevan en muchos casos el otorgamiento de un mercado, que estimulala actividad en estas nacientes encomiendas y con ello una mayor po-blación y riqueza en estos lugares. Resulta obvio el interés señorialpor dinamizar el sector comercial en sus propiedades a fin de conse-guir una actividad que esencialmente le reporta renta, aunque seexime de tributos en casi todos los casos a esta actividad. El inter-cambio y la propia existencia del mercado sirven de catalizador a laexpansión de estos lugares.

Por tanto, el estímulo mercantil no ha de intrepretarse comouna forma de obtención pura y simple de renta sino como un alicientepara fortalecer económica y socialmente estas encomiendas. Esto lle-vó incluso a que en lugares como Uclés, se consolidara un mercadopermanente que se conforma como un referente espacial de la villa.En 1294, se venden unas tierras en el pago de las que fueron viñas demercado y unos años después en 1298, la Orden vende una haza en elmercado de la villa de Uclés, que está junto a la carrera que va a Valde Murcia. Resulta evidente que esta zona necesita de una buena in-fraestructura para el desarrollo óptimo de esta actividad mercantil.

Esta misma consolidación es posible que fuera una realidad enotros lugares o encomiendas, aunque no tenemos constancia lo ciertoes que el mercado, constituye un magnífico ejemplo de la racionaliza-ción del espacio señorial que abordaremos con mayor profundidaden epígrafe aparte. Baste señalar ahora como este ejemplo de Uclésque sitúa su mercado en un aledaño de la villa, bien comunicado,como establece el documento, tiene que ver con uno de los preceptosdel fuero de Fuentidueña de 1328, donde se dispone que tengan mer-cado los jueves, bajo la protección de la Orden y que este mercado quese faga en el arraval, por que vos seades guardados de yerro533 .

Las actividades de comercio son junto con las actividadesproductivas un elemento más a la hora de organizar el espacio pro-ductivo, conformándose en una referencia espacial ineludible dentrodel dominio feudal. Esta idea no hace sino reafirmar la estrecha rela-

532 Vid. Diplomatario, págs. 528-529.533 M. Rivera, La Encomienda, págs. 464-466, nº 245.

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ción existente entre el feudalismo y el comercio, que cuestiona clara-mente la visión autárquica de este modelo de organización social.

Las ferias suponen además un marco de libertad general,donde se autorizan conductas y actividades que no son habituales.Dos artículos del fuero de Usagre, nos hablan del importante gradode permisibilidad durante estas fechas (art. 240, art. 241), que ocasio-nan incluso problemas de orden público, al llegar a la villa, hombresarmados que pueden ocasionar problemas.

Esta distensión se regula protegiendo determinados elementosde importancia para la comunidad. En una de ellas las de agosto, seprohibe cualquier problema que pueda afectar a las eras, y en las deCuaresma se protegen expresamente posibles hurtos de azadas yazadones, además de prohibir que se circule con ellos. Por tanto, lasferias son un marco de dinamismo social534, que suponemos conlleva-ría un importante proceso de ósmosis cultural no sólo con las comu-nidades hispanomusulmanas, sino con visitantes extranjeros. El co-mercio por tanto incorpora a la sociedad medieval aires de interrela-ción que profundizan en un ambiente sociológico unido a él de ma-yor libertad social y por supuesto económica.

a) El comercio localFerias y mercados no son sino los eslabones de una actividad

de gran importancia en los señoríos santiaguistas. La vida cotidianatambién se desarrolla en torno a un comercio local en tiendas, taho-nas, carnicerías y mesones. Estos lugares implican una estructuraeconómica y social compleja, donde el campesinado dispone de unosexcedentes económicos que le permiten adquirir determinados pro-ductos no sólo para sus sustento sino para la adquisición de bienessuntuarios que ciertamente dan una imagen dinámica de la sociedaden la que se producen estos intercambios.

Es decir, las compras y las actividades lúdicas juegan un papelsociológico muy importante a la hora de valorar una estructura eco- 534 Este dinamismo debe entenderse con una gran regulación por parte del poder. El art. 240,regula las fechas de la ferias en Santa María de Agosto y la otra en la Quincuagésima, es decirel primer domingo que precede a la cuaresma. El art. 241, prohibe en las ferias de Cuaresmala venta de ganado de leche y colmenas. Estas medidas estarían encaminadas a proteger a losganados de leche, ya que, en este momento, posiblemente las vacas y cabras se hallarán pre-ñadas y su traslado provocaría trastornos. En cuanto a las colmenas, en la primavera se produ-ce el clímax de su producción, con lo que su movimiento tampoco sería adecuado, su trasladose produce en verano o en el otoño cuando están enjambradas. En definitiva se protegería laproducción. La relajación tampoco afecta a los impuestos, diezmos, mortuorio y primicias notendrán ferias, creemos que esto implica que pese a las ferias se deberán pagar estos tributos.

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nómico-social, cuya sordidez, cerrazón y autarquía se refleja aún enlas imágenes que se ofrecen de la sociedad medieval, mucho más ricay activa de lo que los tópicos han establecido. Estas tiendas y su acti-vidad son importantes y si parece obvio su desarrollo en los grandesnúcleos no lo es menos que aparecen en lugares no especialmenteimportantes ni por su población ni dentro de la estructura interna dela Orden. Tiendas se documentan en Segura de la Sierra, pero tam-bién en lugares tan poco significativos en el contexto general de laOrden como Añador, donde la Orden dispone de los hornos, las tien-das y las carnicerías535. También aparecen tiendas en Val de Ricotedonde la Orden tiene tiendas y tahonas536, al igual que en Castril537.

Esta diferenciación entre tahonas, tiendas y carnicerías, unidasa los diferentes oficios que veíamos en lugares como Usagre y Uclés,nos hablan de la complejidad que el intercambio había adquirido yaen el siglo XIII, con centros de distribución de productos especializa-dos en diferentes actividades y que cuestionan la autarquía de la eco-nomía feudal.

La profusa regulación de actividades como la panadería ycarnicerías en lugares como Montánchez o Usagre, muestran contro-les de calidad e incluso una concreción en la forma en que han deefectuarse los cortes de la carne, que nos habla de un determinado ni-vel de vida vinculado con el comercio. Se adquirían productos, nosólo del lugar sino ciertamente muy alejados, lo que nos habla de uncomercio a larga distancia para cubrir necesidades incluso de ali-mentación. Resulta muy llamativo que en los aranceles de Ocaña yAlharilla, se regule la entrada de productos tan exóticos en la mesetacomo la carne de ballena, o las pijotas, por no hablar de las varieda-des de carnes y pescados, a los que debemos unir la venta de todo ti-po de paños y prendas.

La Orden concentró sus posesiones en determinados lugaresen base a la actividad mercantil. Es el caso de su presencia en Cuencay Toledo, dos grandes ciudades reales de la Submeseta Sur, donde losintereses de los santiaguistas son esencialmente centros de distribu-ción de productos. En Cuenca esta política comienza ya en el sigloXII, en 1185, Pedro García, comendador de los bienes que la Ordenposee, en Cuenca, compra a Guillermo Donat unas tiendas en estaciudad situadas entre la calle Mayor y la de Zapateros538. Estas tien- 535 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 332-333.536 Vid. Torres Fontes, Sancho IV, págs. 1-2, nº 1.537 Vid. Ibid, pág. 2, nº 2.538 Vid. J.L. Martín, Orígenes, págs. 373-374, nº 191.

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das en la ciudad debieron ampliarse, ya que, en 1237, la Orden cedeal obispo de Cuenca, Gonzalo Ibánez, unas tiendas en la collación deSanta María y otros bienes en Alcocer, a cambio de los derechos en elportazgo de Uclés, de que disponía este prelado539.

Este control en Cuenca de la actividad de intercambio se com-pleta con algunos bienes relacionados con la transformación de pro-ductos como aceñas y molinos, tal y como muestra la confirmaciónque Fernando III, hace de los bienes que la Orden posee en este lugar,exactamente le confirma domos, tendas et acenias, molendina et presas540,y otras propiedades como viñas. Podemos suponer que la Orden eneste lugar se concentra en la transformación de productos que luegocomercializa. Estamos ante una encomienda dedicada en exclusivi-dad a la actividad mercantil. Buen ejemplo de la implicación que laOrden tuvo en esta actividad que en algún caso ha sido tachada demarginal dentro del contexto de explotación feudal de los señoríosmedievales.

Esta afirmación se ve confirmada por los bienes que se poseenen Toledo. En 1231, Fernando III, da posesión a la Orden de la bodegade los diezmeros de Toledo, además de la mitad del portazgo en laPuerta de la Bisagra, y unos molinos, en la mesón de la harina, nuevetiendas que están cerca de este lugar y otros bienes como la viña deAlcardete, el alguacilazgo de Olías y en el azenech de la huerta real541.Esta relación es suficientemente ilustrativa de como en zonas dondelos santiaguistas no contaron con la jurisdicción y que se trata de lu-gares con una gran potencialidad mercantil, la Orden intentó contro-lar centros de distribución comercial que reportarían interesantes be-neficios económicos.

b) La regulación de la actividad comercialComo establecíamos al comienzo de este capítulo, la actividad

mercantil, no debe entenderse como algo circunstancial y minoritario,sino como una función de gran relevancia en la economía medieval,de ahí, la intensa y profusa regulación de las actividades comercialesque los grandes fueros nos han transmitido. Ciertamente para anali-zar esta realidad nos centraremos en uno de los grandes textos foralessantiaguistas, el fuero de Usagre, cuyos preceptos en ningún caso de-ben valorarse como algo aislado, sino general, debiendo entender que

539 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 369-370, nº 164.540 Vid. J. González, Fernando III, vol. III, págs. 270-272, nº 714.541 Vid, Ibid, vol. II, pág. 348, nº 303.

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otros fueros más cortos asumían en parte toda una legislación genéri-ca que no era necesario reiterar.542.

En Usagre, el grado de especialización de los centros comer-ciales es muy importante. Existieron panaderías, y no una sino varias.Se nos habla de zonas donde se venden quesos, o queserías, tiendasde comestibles como las zagaderas —donde se revenden los produc-tos, al derivar su nombre de árabe çakat—, donde se vende pescadoseco (sometido a procesos de conservación) junto con otros produc-tos. Este tipo de establecimientos nos sitúan la gran extensión de in-tercambio. También se citan tabernas para el vino y, por supuesto,carnicerías además de zapaterías, baños, zonas donde se vende ropa,aparte de los diversos oficios que veíamos. Todo este panorama gene-ral en esta villa extremeña nos muestra el nivel alcanzado por el co-mercio en los señoríos santiaguistas.

El intercambio de productos sin embargo necesita de una pro-fusa reglamentación para que con ello los poderes feudales tengan uncontrol pleno sobre los beneficios de esta actividad. El art. 247, prohi-be revender pescado, carne, pan cocido u ollas en otro sitio que no seael mercado, con lo que nuevamente vemos que éste, se convierte enun centro de organización espacial dentro de la villa, al concentrar laactividad en una determinada zona. La regulación de precios y surelación con el mercado aparece de forma diáfana en este fuero. Elart. 296, dispone que el precio del pan no será otro que el que se esta-blezca entre San Juan y Santa María de Agosto, donde una vez termi-nada las labores de recogida del grano se establecerían otros precios.El artículo siguiente establece que el que deba un sayal, pague el pre-cio que se establezca en el mercado. El precio del mosto se regula enel art. 298, donde se dispone que el precio se pondrá pasados quincedías de San Miguel y que nadie pagará otra cantidad que la estableci-da en este momento.

El art. 401, es una especie de lista de portazgos en Usagre. To-do reguero —arriero, o persona a cuyo cargo está la recua— que ven-

542Es posible que esta afirmación se califique de especulativa, pero ciertamente los dos gran-des fueros de este momento para los señoríos santiaguistas el de Uclés que bebe en el textoconquense y el de Usagre que lo hace en el cacereño, nos permiten intuir que la legislaciónrecogida en ellos, es posible hacerla extensiva a las zonas donde se desarrollan y que en modoalguno deben entenderse desde una perspectiva localista. Por ello el fuero de Usagre y mu-chos de los preceptos que hemos visto del de Uclés son extensibles a la globalidad de un mo-do de concebir las distintas actividades, desarrolladas a partir de un ideario muy claro desa-rrollado desde organismos centralizados de poder, con variables regionales puramente opera-tivas y sin un carácter excluyente.

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diera vino en este lugar pagara una medida según el siguiente pre-cepto: de una quartezna que de el colodrago que equivale a una colodrao vasija de madera utilizada como barreño para beber u ordeñar. Dela medida de miel, media quartezna y del aceite por una medida unapañiella. En la manteca de una medida, una quartezna. De la ochava depan, una cuchar, a razón de treintados cuchares una ochava, de la saligual que del pan, de la medida de cera tres dineros, de la grana decada maravedí, dos dineros. Todo esto se tomará de los hombres quevengan de fuera.

Todo engaño en las medidas será castigado con duras penas.El art. 402, se preocupa por que los alcaldes controlen que a los re-gueros se les pague en el día todo lo que vendieran en Usagre esta esuna medida que podemos entender como de protección a los vende-dores. Aunque también como una forma de evitar el endeudamientode sus vasallos, mediante la compra a crédito.

El comercio de la carne ocupa un lugar central en las preocu-paciones de la Orden. Ya veíamos, como en Montánchez se prohibe laventa de toda carne, que no se comercializara en las carnicerías, don-de suponemos se podía, además de controlar la venta garantizar lacalidad. El fuero de Usagre resulta muy interesante en este punto. Elart. 404, dispone que todo carnicero que carne hedionda vendiera o laadulterara inchándola —la manipulación de las carnes no es tan no-vedosa como pensamos— y con ello quebrantara el coto del concejo,pechará dos maravedíes y estará un año sin vender carne.

En cuanto a los precios el art. 405, los detalla, un tercio de car-nero cuesta nueve dineros, si es de oveja, ocho dineros; el cuarto decordero mejor, cuesta ocho dineros y el de cabrito el mismo precio.Un par de perdices, seis dineros, un conejo tres dineros , una liebreseis dineros, un par de palomas cinco dineros, todo ello deberá com-prase en el mercado.

La expendeduría de vinos y otros productos susceptibles decomercialización en las tabernas, se encuentra plenamente reguladaen el art. 406, toda taberna que vino vendiera —esto implica la exis-tencia de más de una—, debe tener quartezna et media quartezna et di-narada, debiendo vender derechamente dentro de la cobertura legalque le da el fuero y el concejo, el no cumplimiento de sus obligacionesconllevan una pecha de dos maravedíes y no poder vender en un año.

Esta importante regulación y control de la actividad del co-mercio cotidiano, reporta pingües beneficios al concejo. Por hacermercado cobrará tres maravedíes, por azogue la misma cantidad (art.201). Esto nuevamente nos confirma que la actividad comercial dis-

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puso de núcleos espaciales especializados en esta actividad, que con-llevarían una adecuación física de las distintas villas.

En Usagre disponemos también de una rica información paraabordar el estudio de un tráfico comercial, del que este lugar es pun-tero, que tuvo una gran importancia en los señoríos santiaguistas, elcomercio de esclavos. Este tráfico está estrechamente ligado con la li-beración de cautivos, que consolidó unos centros de gran importanciaeconómica y social. Los hospitales de redención de cautivos cuya im-portancia es visible en la gran riqueza del Hospital de Talavera, cuyoinventario en 1239, nos ha dejado una rica información que hemosdesgranado en este trabajo. Resulta posible establecer que los hospi-tales de redención de cautivos, como los de Moya, Alarcón y otros,fueron un centro de redistribución de bienes, en este caso moros ycautivos, son considerados en la época como tendremos ocasión dever como una mercancía más.

El fuero de Usagre permite un acercamiento fiel a esta reali-dad. En el se establece que todo hombre que hallara moro o mora enalgún lugar o en Usagre o su término, si no tiene señor que lo coja, silo tuviera y el moro fuera hallado de la Sierra del Castillo de Colobrashacia Usagre se le dará un maravedí al que lo encontró y si es másallá dos maravedies. Al igual que el ganado quien los coja fuera deltermino podrá quedarse con el quinto. El art. 390, dispone que todomoro que dejará de ser cautivo diera el diezmo al señor que tuviera elhorno y al lugar donde se le hospede se quede con un tercio, ademásde pagar un maravedí por la manutención.

El comercio de esclavos es una realidad, de la que la Ordentambién toma parte. El maestre tendrá el quinto de todo cautivo, mo-ro o cristiano, que consiga un hombre de Usagre. En esta villa se do-cumenta la figura de personal especializado en la liberación de cauti-vos, el alfaquec, que se dedica en exclusividad a esta labor. El art. 409,preceptua que todo alfaquec, que entrare a tierra de moros a sacarcautivos, tome del cristiano y del moro el diezmo, además tome unmaravedí de panadgo543 . Este artículo establece igualmente que todocautivo que salier cabeza por cabeza, tomo el alfaquec un maravedi y su pa-nadgo.

Esta actividad claramente documentada en Usagre, no es uncaso excepcional sino genérico en los señoríos santiaguistas, donde laliberación de cautivos se convirtió a partir de un precepto ideológico

543 Derecho que se cobra por los alimentos y por el mantenimiento de la expedición para libe-rar cautivos.

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otorgado por la Regla, en una de las más importantes actividadescomerciales del siglo XIII, como estudiamos en un artículo monográ-fico544.

En conclusión, la gran actividad comercial en los señoríos dela Orden de Santiago, se centralizó en diversos y variados centros deredistribución, donde los santiaguistas ejercieron un férreo control,que les garantizo su monopolio y con ello considerables rentas.

A.4.3 Ejes de polarización mercantilA lo largo de esta líneas se han ido definiendo unas zonas de

centralización de la actividad comercial que intentaremos definir eneste apartado. Si calibramos la significativa importancia de los ejesdonde la Orden canalizó su actividad comercial, el Tajo se erige en elgran baluarte comercial de los señoríos santiaguistas en la SubmesetaSur. Los documentos más representativos son los listados de pro-ductos que pagaban portazgo en Ocaña, Alharilla y Uclés, cuya pu-blicación y estudio son ya unos clásicos de la historiografía en torno ala Orden545. Estas relaciones fiscales cuya cronología es controvertida,deben situarse en torno a los años veinte del siglo XIII, en función deotras informaciones paralelas que analizaremos a continuación. Su ri-queza nos habla de una actividad comercial en el Tajo de primer Or-den, con un detalle de los productos y actividades, que permiten unacercamiento no solo a la ocupación comercial en esta vía sino acér-canos a la moda de la época y a la vida cotidiana.

Es posible además el estudio de la dieta que incluye productosdesde garbanzos y tocino, pasando por todo tipo de carnes, hastaagallas de los pescados y productos tan exóticos como la ballena. Asícomo la utilización de todo tipo de verduras, como puerros, cebollasy frutas como peras y manzanas y otros postres como castañas o pi-ñones susceptibles de utilización en repostería.También nos informande la utilización de jabón y vidrio, así como todo tipo de ropas, sinolvidar medios de transporte como recuas y carros, así como un am-plio catálogo de medidas.

544 Vid. J.V. Matellanes, “La hospitalidad en la Orden de Santiago: un proyecto ideológico oeconómico (1170-1350), Studia Historica, Historia Medieval, vol. XI (1993), págs. 125-140.La figura del alfaquec, también aparece documentada en Uclés, a un hombre con esta profe-sión se le vende una haza en el mercado de Uclés en 1298, vid. M. Rivera, La Encomienda,págs. 440-441, nº 234. Se alude a Mateo Pérez, el alfagem.545 Vid. D.W. Lomax, La Orden, págs. 277-279, nº 35 y 36 y el estudio de J.L. Martín, “Por-tazgos de Ocaña y Alharilla”, A.H.D.E., nº XXXII (1962), págs. 519-526.

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Estos ricos textos centralizan en el Tajo, toda una importantered comercial, con un marcado carácter globalizador que podríamosextender al contexto peninsular e incluso internacional, que se va de-finiendo en diferentes noticias. La primera de ellas en torno a 1188,verifica una hermandad entre una serie de villas que están en relacióncon el Tajo como Uclés, Ocaña, Almoguera y Zorita. En nuestra opi-nión este acuerdo supera con mucho el mero carácter político de lasmismas, lo que se está es confirmando una asociación comercial entorno al Tajo, con preceptos tan claros como nullus pignoret de nigunaguisa de istas villas ni de tota ribera de Tajo de una villa ad alteram. Esta-mos ante la definición de un marco comercial, donde se prohibe que-brantar caminos y tomar prendas a los mercatores. Se genera una zonade libre circulación de productos donde no se podrá prendar, ni vetarcompras entre los concejos, estimulando con ello el intercambio entorno a esta vía comercial546.

Esta zona mercantil se define aún mejor en sendos documen-tos fechados en 1223 y 1226. En el primero de ellos el rey intervieneen la concreción de las vías comerciales, creando con ellos marcos decentralización del intercambio , que responden a intereses de la Co-rona, pero también de la Orden. Toda mercancía que pase el Tajo pa-ra comerciar con ella ha de pasar por Toledo, Alharilla (este paso setrasladara a Fuentidueña) y Zorita, quedando excluidos los productosnecesarios para la alimentación de las distintas zonas y los ganadosque no sean para vender. Los de Ocaña que ya disponen de barca pa-ra cruzar el Tajo deberán pagar portazgo con excepción del pan, vino,sal para sus casas y sus ganados siempre que estos no se comerciali-cen547. El siguiente documento resulta clave para definir el Tajo comozona de trafico comercial comprendida desde Ocaña hasta el actualembalse de Entrepeñas, donde se desarrolla este proceso de inter-cambio esencialmente con el Islam, quedando Montiel como zona depaso hacia el Tajo, donde se centraliza la comercialización.

Se regula extensamente el tráfico comercial, así las caravanas orecuas que vengan o vayan a tierra de moros deberán pasar por Alha-rilla, no olvidemos que este lugar esta controlado por la Orden. Nodebemos obviar así mismo el carácter de vía navegable que en estemomento tiene el Tajo y que permite una interrelación entre las dife-rentes zonas de paso548. Este eje comercial que como vemos, fue ini-cialmente una iniciativa real sirvió de base para el amplio control que 546 Vid, A.H.N., Uclés, carp. 260, nº 3.547 Vid. J. González, Fernando III, vol. II, págs. 222-223, nº 183.548 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 341-342, nº 127.

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la Orden tuvo sobre él, ya fuera controlando las zonas de paso comobarcas, o bien definiendo en sus términos mecanismos de control so-bre este espacio. En 1253, se dota de fuero a Santa Cruz. Al definir elmismo se establece como prioridad la hegemonía sobre el Tajo a par-tir de dos importantes puntos, Villaverde y el castillo de Alboer549.

El traslado de Alharilla a Fuentidueña, con la construcción desu castillo, no es sino un ejemplo de esta política de monopolio sobrela vía comercial. Fuentidueña, se convirtió en un lugar clave en lacentralización comercial en la zona. En 1328, se recupera su feria y seexonera a la villa de una renta, estrechamente relacionado con el co-mercio las acémilas de las sierra550. Es posible definir la zona del Tajo,como el eje fundamental de la actividad comercial de la Orden deSantiago en la Submeseta Sur.

Un carácter secundario tienen en cuanto a la existencia de ejesde polarización los señoríos de Extremadura, no tanto, por la impor-tancia de sus red de vías y cañadas, que resulta francamente impor-tante, —no olvidemos que Mérida, es un auténtico nudo de comuni-caciones no solo en la zona sino en su relación incluso con Toledo y elMediterraneo,— sino porque la estructura de las redes de intercambiode la época, más vinculada a la industria lanera relegó a la zona leo-nesa a una marginalidad comercial551.

Sin embargo, Mérida, Medellin, Trujillo y Usagre, son lospuntos de centralización de comercio muy significativos. El portazgopagado en Mérida por el tráfico de mercancías con las comunidadeshispano musulmanas es un buen ejemplo552. Al que debemos unir laconstrucción en fechas próximas a 1272, de un puente en este lugar,relacionado con la actividad comercial553. Todo ello vinculado a laconsolidación tardía de un importante marco ferial en Mérida en elsiglo XIV, conforma en torno a esta villa una importante riqueza co-mercial. Estas noticias estaría en relación otras informaciones colate-rales, como la importancia de las recuas de la encomienda de Mon-tánchez o la concesión a la Orden en 1247, de un barca en Medellin,

549 Vid. Apuntamiento, fol. 40 v.550 Vid. M. Rivera, La Encomienda, págs. 464-46, nº 245.551 Vid. M.A. Ladero, Las ferias, pág. 59 que recoge y comparte la opinión de Gerbert, M.C.,La noblesse dans le royaume de Castille. Étude sur ses strutures sociales en Estrémadure de1454 a 1516, Paris, 1979, pág. 100.552 Vid. Bullarium, págs. 106-107.553 En el arrendamiento a sus almojarifes en 1272, la Orden reconoce que se habían entregadoa Macia Pérez, ciento cincuenta maravedíes para la construcción de un puente en Mérida..

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donde se centraliza, según el documento, el paso sobre el Guadiana yque garantiza el paso de recuas de la Orden554.

Esta importancia se ve complementada con una intensatranshumancia ganadera, donde lugares como Usagre, juegan un pa-pel esencial como teníamos ocasión de comprobar, con una significa-ción esencial de la rafala, u operación militar destinada a correr gana-dos y obtenerlos, pero también como expediciones armadas para laprotección de los ganados que se llevan a otros lugares.

Usagre se convierte en un centro privilegiado de comercio conel Islam, prohibiendo su fuero algún tipo de comercio con los mu-sulmanes como la establecida en el art. 243, de llevar a tierras moraspan, miel, queso, manteca, armas y caballos. La ubicación de este lu-gar sobre el Matachel y sus afluentes, llevó a su concejo a monopoli-zar las barcas sobre este río así el art. 248, dispone nullus homo non po-nat barco in flumen in illo loco ubi est barco del conceio, lo que implicabaque todo barco que existiera estaría subordinado al del concejo.

Esta legislación también muestra una gran preocupación porlas carreras. El art. 196, establece que tanto correduras y carreras serealicen por los sexmos. El art. 249, regula la construcción de esta ví-as, así todo hombre que quisiera sacar carrera, debe acordar con susvecinos su realización y realizarla por trazados distintos a las que yatenga el concejo. En caso de no existir acuerdo, cuatro alcaldes resol-verán sobre su construcción. Una vez realizada, se prohibirá confuertes penas cerrarla o ponerla en explotación (ararla). Estos datospermiten intuir la importancia comercial y estratégica de Usagre en elcomercio con Al-Andalus, lo sitúa a este lugar, junto con Mérida, enun nivel de eje comercial en Extremadura.

Montiel y Segura ocupan un nivel marginal en cuanto a ejesde centralización del comercio santiaguista. Ciertamente se trata delugares de paso cuya importancia reside en los importantes montaz-gos y portazgos que se cobran en ellos por el paso de productos, peroa diferencia del Tajo o Extremadura, la importancia de estas áreas noestá en su valor como marcos de redistribución sino como zona depaso. Su marginalidad por tanto debe entenderse desde una perspec-tiva orgánica, y en ningún caso general. Estos portazgos y montazgossupusieron una importante vía de ingresos junto a las recuas que sonarrendadas a los almojarifes en 1274, poniendo de manifiesto su valoreconómico para la Orden555.

554 Vid. J. González, Fernando III, vol. III, págs. 313-314, nº 749.555 Vid. D. W. Lomax, La Orden, págs. 273-275, nº 33.

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El tráfico comercial ha de interpretarse en relación con otrosseñoríos e incluso con las comunidades hispanomusulmanas del surpeninsular, ya que, los vasallos de la Orden estuvieron exentos delpago de portazgos por sus mercancías, así lo confirman noticas comoel que exime a los pobladores de Moratalla del pago de portazgo co-mo lo eran los de Segura556.

En definitiva, la Orden dispuso de una amplia red comercial,centralizada en unos ejes de polarización mercantil, donde el Tajo, seconvierte en esencia misma de un comercio que tiene plenamentecontrolado desde su penetración en la meseta por Segura y con im-portantes controles en el Campo de Montiel. Extremadura como se-gundo foco de polarización, constituye una red secundaria nada des-deñable que, aunque relacionada con el Tajo, a partir de la comunica-ción entre Toledo y Mérida, se constituye en un eje de relación entreel norte del reino leonés y las comunidades musulmanas asentadas alsur de estos señoríos santiaguistas.

A.4.4 Hipótesis en torno a una posible racionalización del espacio señorialA la luz de todo lo establecido en este estudio del marco espa-

cial y la dinámica de su transformación a partir de la aplicación delmodo de explotación feudal, que obviamente incluye una densa redmercantil. Es posible afirmar que existió desde el poder centralizadode la Orden de Santiago una premeditada actuación de racionaliza-ción espacial que queda ampliamente de manifiesto si valoramos elcontrol sobre determinadas vías, como el Tajo o la Ruta de Plata,donde la política de adquisiciones tendió a controlar determinadosespacios en pro de una actividad productiva y comercial. El controlde pasos en Segura, o el domino sobre las grandes cañadas ganaderasen Montiel suponen una reafirmación de esta dinámica premeditadade control y racionalización espacial.

Todo ello permite esbozar aquí una de las conclusiones gene-rales de nuestro trabajo que se verá ampliada y matizada al abordarel estudio de la renta y las relaciones sociales. La existencia de unmodelo de organización social del espacio, unitario y centralizado,que pretende la puesta en explotación a todos los niveles de un marcoterritorial cuya profunda modificación se ve sancionada a partir de loque sin lugar a dudas, es la esencia de la implantación de este mode-lo, una política foral muy amplia que sitúa a partir de los diferentes

556 Vid. M. Rodríguez Llopis, Documentos de Moratalla, págs. 70-71.

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fueros la existencia de un marco social, económico y espacial que de-fine unos señoríos.

Éstos están relacionados con otros, pero difieren radicalmenteen cuanto a su concepción y organización administrativa que respon-de a un ideario político con una base ideológica muy sólida que sirvede aglutinante y que no es otro que el cristianismo occidental. Portanto, esta formación económico social estaría perfectamente definidacomo formación económico-social cristiano-feudal, que sintetiza y de-fine la realidad de un modelo que genera un determinado espacio se-ñorial, que se haya profundamente estructurado y jerarquizado, ydonde se generan una estructuras territoriales que en ningún caso sonfruto del azar, sino el resultado de un modelo perfectamente organi-zado y dirigido.