Cuando dejé de ser niño

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04 dt comerç SÁBADO, 16 DE JULIO DE 2011 Cuando dejé de ser niño El autor recuerda cuando descubrió los Cliks de Playmobil “ya no como un juguete sino como un producto revolucionario”. El primer Walkman casette de Sony (modelo TPS-L2) apareció en el año 1979. EL EXPERTO engo grandes e in- tensos recuerdos de mi relación con los juguetes de mi infancia; de los momentos inicia- les, de descubrimiento, de la satisfacción que me proporcio- naba su uso; del placer de su disfrute y pertenencia. Hoy desde la distancia puedo ver la relación de esos momentos con mi formación como perso- na, de mi carácter y de mis cua- lidades o carencias como per- sona y profesional. Algunos de estos recuerdos me marcaron especialmente: el primero, un juego de cons- trucción con bloques de made- ra posteriormente evoluciona- do al mecano metálico; con ellos seguramente aprendí el dominio de las tres dimensio- nes; jugué a indios y vaqueros con figuras de plástico, donde me inicié en los roles sociales con una simplificación de la so- ciedad de “buenos y malos”. Ju- gué mucho en la calle, con tie- rra, barro y agua, materiales cuyo conocimiento uní a otros más sintetizados como la ma- dera, metal y plástico, base de los productos con que jugaba. MI PRIMERA BICICLETA Gracias a mis padres, sudé mu- cho para conseguir mi prime- ra bicicleta; con ella aprendí el premio al esfuerzo y “el status” que te otorgaban por poseer al- gunos bienes. Leí y dibujé mu- T cho; me hice fan del TBO y en especial del Profesor Franz de Copenhague: ¡nunca podré agradecerle todo lo que recibí de él! Complementé mis cono- cimientos con el “13 Rue del Percebe”, donde aprendí diver- sidad social. Llegué un poco mayor, pero transgredí lo que se esperaba de mí y jugué con los Madelman; con los Geyper- man aprendí que existían las copias. Lentamente empecé a sentirme atraído por objetos que ya no eran juguetes y que yo seleccionaba con mi crite- rio, recuerdo especialmente las Adidas Forest Hill, me gustaba sus proporciones y color ama- rillo (poco común para la épo- ca), seguramente fue mi prime- ra exposición hacia el valor in- tangible de los productos. Un casette de “Fiebre del Sábado Noche” fue mi primer produc- to digital y la primera vez que tuve conciencia de que la pro- piedad intelectual tiene un cos- te. Según pasaba el tiempo, más me costaba encontrar un au- téntico y nuevo disfrute con los productos y servicios que ad- quiría: ¡había entrado en la adolescencia! Una Vespa o un Vespino quedaba demasiado lejos de mis posibilidades y de las intenciones de mis padres. Descubrí a los Cliks de Play- mobil, ya no como un juguete, sino como un producto espec- tacular y revolucionario. En- contré refugio y especial satis- facción en la literatura, el cubo Rubik, mi primer Lp de Tequi- la y pocas cosas más. A partir de ese momento y en lo referente a la emoción y sor- presa que me producían los productos, inicié una “travesía del desierto” reflejo de la épo- ca y seguramente de que me estaba haciendo mayor. Fue- ron muy honrosas excepciones de la norma mi primer Wal- kman de Sony, el Discman (también de Sony), mi primer coche, un Seat Panda White, (un vehículo lleno de grandes aportaciones en uso en el ha- bitáculo avanzadas a su tiem- po); mi primer ordenador, un Macintosh de Apple de prime- ra serie de producción firmado en el interior por sus creadores Steve Jobs y Steve Wozniak, con el que seguramente mi inicié en la mitomanía. Lenta pero implacablemente, mi vida y la de la sociedad en general y en referencia a los productos que nos rodeaban, se había vacia- do de emociones y copado de consumo. La dureza del mercado que estamos viviendo y la tremen- da competitividad existente han aportado de nuevo una oferta de emoción a nuestros productos; estamos más uni- dos íntimamente a ellos. Dejan de ser objeto de consumo o ne- cesidad para formar parte de la interpretación holística de nuestra vida (los productos Apple son un claro ejemplo de ello). Existen menos barreras entre ellos y el servicio que nos prestan, y han desaparecido las barreras físicas para adentrar- se en los límites emocionales que los definen y nos definen; retratan nuestra posición fren- te a la sociedad, los menos fa- vorecidos, el planeta y su eco- sistema, el respeto que nos te- nemos los unos a los otros, etc. Afortunadamente, adquirir buenos y evolucionados pro- ductos es cada vez menos un acto de poder adquisitivo y más de posición ante la vida. * El autor es CEO de la con- sultora estratégica en inno- vación Loop Business Inno- vation y presidente de CN (Competitive Network). Antonio Flores. Un recorrido por los objetos de consumo que han formado parte de nuestras vidas pàgines especials Gracias a mis padres, sudé mucho para conseguir mi primera bicicleta. Con ella aprendí el premio al esfuerzo. Adquirir buenos y evolucionados productos es cada vez menos un acto de poder adquisitivo y más de posición ante la vida. Mi vida se había vaciado de emociones y copado de consumo. También fue fan empedernido del TBO.

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Un recorrido por los objetos de consumo que han formado parte de nuestras vidas

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04 dt comerç SÁBADO, 16 DE JULIO DE 2011

Cuando dejé de ser niño

El autor recuerda cuando descubrió los Cliks de Playmobil “ya no como un juguete sino como un producto revolucionario”.

El primer Walkmancasette de Sony(modelo TPS-L2)apareció en el año 1979.

EL EXPERTO

engo grandes e in-tensos recuerdosde mi relación conlos juguetes de miinfancia; de losmomentos inicia-

les, de descubrimiento, de lasatisfacción que me proporcio-naba su uso; del placer de sudisfrute y pertenencia. Hoydesde la distancia puedo ver larelación de esos momentoscon mi formación como perso-na, de mi carácter y de mis cua-lidades o carencias como per-sona y profesional.

Algunos de estos recuerdosme marcaron especialmente:el primero, un juego de cons-trucción con bloques de made-ra posteriormente evoluciona-do al mecano metálico; conellos seguramente aprendí eldominio de las tres dimensio-nes; jugué a indios y vaqueroscon figuras de plástico, dondeme inicié en los roles socialescon una simplificación de la so-ciedad de “buenos y malos”. Ju-gué mucho en la calle, con tie-rra, barro y agua, materialescuyo conocimiento uní a otrosmás sintetizados como la ma-dera, metal y plástico, base delos productos con que jugaba.

MI PRIMERA BICICLETAGracias a mis padres, sudé mu-cho para conseguir mi prime-ra bicicleta; con ella aprendí elpremio al esfuerzo y “el status”que te otorgaban por poseer al-gunos bienes. Leí y dibujé mu-

T

cho; me hice fan del TBO y enespecial del Profesor Franz deCopenhague: ¡nunca podréagradecerle todo lo que recibíde él! Complementé mis cono-cimientos con el “13 Rue del

Percebe”, donde aprendí diver-sidad social. Llegué un pocomayor, pero transgredí lo quese esperaba de mí y jugué conlos Madelman; con los Geyper-man aprendí que existían las

copias. Lentamente empecé asentirme atraído por objetosque ya no eran juguetes y queyo seleccionaba con mi crite-rio, recuerdo especialmente lasAdidas Forest Hill, me gustabasus proporciones y color ama-rillo (poco común para la épo-ca), seguramente fue mi prime-ra exposición hacia el valor in-tangible de los productos. Uncasette de “Fiebre del SábadoNoche” fue mi primer produc-to digital y la primera vez quetuve conciencia de que la pro-piedad intelectual tiene un cos-te.

Según pasaba el tiempo, másme costaba encontrar un au-téntico y nuevo disfrute con losproductos y servicios que ad-quiría: ¡había entrado en laadolescencia! Una Vespa o un

Vespino quedaba demasiadolejos de mis posibilidades y delas intenciones de mis padres.Descubrí a los Cliks de Play-mobil, ya no como un juguete,sino como un producto espec-tacular y revolucionario. En-contré refugio y especial satis-facción en la literatura, el cuboRubik, mi primer Lp de Tequi-la y pocas cosas más.

A partir de ese momento y enlo referente a la emoción y sor-presa que me producían losproductos, inicié una “travesíadel desierto” reflejo de la épo-ca y seguramente de que meestaba haciendo mayor. Fue-ron muy honrosas excepcionesde la norma mi primer Wal-kman de Sony, el Discman(también de Sony), mi primercoche, un Seat Panda White,

(un vehículo lleno de grandesaportaciones en uso en el ha-bitáculo avanzadas a su tiem-po); mi primer ordenador, unMacintosh de Apple de prime-ra serie de producción firmadoen el interior por sus creadoresSteve Jobs y SteveWozniak, conel que seguramente mi iniciéen la mitomanía. Lenta peroimplacablemente, mi vida y lade la sociedad en general y enreferencia a los productos quenos rodeaban, se había vacia-do de emociones y copado deconsumo.

La dureza del mercado queestamos viviendo y la tremen-da competitividad existentehan aportado de nuevo unaoferta de emoción a nuestrosproductos; estamos más uni-dos íntimamente a ellos. Dejande ser objeto de consumo o ne-cesidad para formar parte de lainterpretación holística denuestra vida (los productosApple son un claro ejemplo deello). Existen menos barrerasentre ellos y el servicio que nosprestan, y han desaparecido lasbarreras físicas para adentrar-se en los límites emocionalesque los definen y nos definen;retratan nuestra posición fren-te a la sociedad, los menos fa-vorecidos, el planeta y su eco-sistema, el respeto que nos te-nemos los unos a los otros, etc.Afortunadamente, adquirirbuenos y evolucionados pro-ductos es cada vez menos unacto de poder adquisitivo y másde posición ante la vida.

* El autor es CEO de la con-sultora estratégica en inno-vación Loop Business Inno-vation y presidente de CN(Competitive Network).

Antonio Flores.

Un recorrido por los objetos de consumo que han formado parte de nuestras vidas

pàgines especials

Gracias a mis padres,sudé mucho paraconseguir mi primerabicicleta. Con ellaaprendí el premioal esfuerzo.

Adquirir buenosy evolucionadosproductos es cada vezmenos un actode poder adquisitivoy más de posiciónante la vida.

Mi vida se habíavaciado de emocionesy copado de consumo.

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También fue fan empedernido del TBO.