Cuando el Evangelio acampa en el Mundo del Sufrimiento

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q (o. J @ t'i :i cuando el Evangelio acampa en el Mundo delsufrimiento rNTRoDucclóru: La vida La vtaa es un **!o'-4o.r el cual podemos pasar viviend,o con íntensidad, encontrando un profundo sentido ciístiano fu áon ello, uli {i"ui/""1rt¡"ndamenti nlÁono¡, en cada momento que se viv?, o pasar deformq syperf.cial, cámo si sefuera de puntittas por este mundo. ocurre, en ciertás ocasioñes, o to torgá a, i"ilio riao p;;i;;,'q", ésta nos pue_ de ofrecer algunas situaciones concretas ¡prTtonarr,¡oÁihares o d,e conocid,os), enlas que nos hace cuestionarnos más profundamente sobre eísenüdo de la misma. Cuando vamos a hablar del camino de la vida de un cristiano, de lo que vamos atratar es de <<una historia de amor>>. Una historia de amor al prójimo y alavida. Vamos a encon_ trarnos de frente con el ser humano, con sus miserias y con sus luces. El recorrido como creyente no es siempre de <color de rosa>, sino que posee muchos al_ tibajos. Si volvemos la mirada hacia detrás en nuestra propia vida veremos que aparecerán momentos en que sepudo haber deiado ese ca_ mino por otro <<más tácilo, <más atractivo>>. v con el que <más se sintoniza con la mayo ría dL los mortales>>. pero, es curioso cómo ,L hu ido haciendo presente Dios, por medio de aiguien, (con capacidad de escucha, de afecto y/o cer_ canía), que nos ayudó a retomar este camino. Dios se nos presenta a lo largo de nuestra vida, a través de gestos sencillos de amor y cariño, en los que nos hace darnos cuenta áe lo qu" valemos, y de lo que podemos llegar a ser. ¿Say capaz de reconocer la tnano {rmo* rosa de Dios en dferentes motnentos de mi vida? Si no hemos tenido ninguna experiencia de amor, de cariño o de afecto: ¿cómo podré dar a conocer al Dios del amor y de la misericor_ dia al prójimo? Esta realidad es una máxima fundamental que debemos tener en cuenta los seguidores del Maestro de Nazaret, más si estamos próximos al mundo del sufrimiento. Ef sentido def amor¡r . El,amor constítuye la única manera de apre_ hender a otro ser humano en to más profundo de su personalídad. I{adíe puede ser totalmenrc co- nocedor de la esencia de otro ser humano si no le ama. Por el acto espírítual del amor se es capaz de ver los trazos J/ rasgos más esenciales de laper_ sona amada;y lo que es más, ver también sus po_ tencias: lo que todavía no se ha revelado, lo que ha de mostrarse. Todavíamás, medíante su amor,la persona que ama hace posible que el amado ma_ nífieste sus potencias. Al haceie conscíente de lo que puede ser y de lo que pued,e llegar a ser, logra que esas potencias se convíertan en realidad,. tr VfKTOR E. FRANKt. f/ honbre en busca de sentido.EditorialHerder. garcelona. 2001. ,l I I

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rNTRoDucclóru:La vidaLa vtaa es un **!o'-4o.r el cual podemos pasar viviend,o con íntensidad, encontrandoun profundo sentido ciístiano fu áon ello, uli {i"ui/""1rt¡"ndamenti nlÁono¡, en cadamomento que se viv?, o pasar deformq syperf.cial, cámo si sefuera de puntittas por estemundo. ocurre, en ciertás ocasioñes, o to torgá a, i"ilio riao p;;i;;,'q", ésta nos pue_de ofrecer algunas situaciones concretas ¡prTtonarr,¡oÁihares o d,e conocid,os), enlas quenos hace cuestionarnos más profundamente sobre eísenüdo de la misma.

Cuando vamos a hablar del camino de lavida de un cristiano, de lo que vamos atratares de <<una historia de amor>>. Una historia deamor al prójimo y alavida. Vamos a encon_trarnos de frente con el ser humano, con susmiserias y con sus luces.

El recorrido como creyente no es siemprede <color de rosa>, sino que posee muchos al_tibajos. Si volvemos la mirada hacia detrás ennuestra propia vida veremos que apareceránmomentos en que sepudo haber deiado ese ca_mino por otro <<más tácilo, <más atractivo>>. vcon el que <más se sintoniza con la mayo ría dLlos mortales>>. pero, es curioso cómo ,L hu idohaciendo presente Dios, por medio de aiguien,(con capacidad de escucha, de afecto y/o cer_canía), que nos ayudó a retomar este camino.Dios se nos presenta a lo largo de nuestra vida,a través de gestos sencillos de amor y cariño,en los que nos hace darnos cuenta áe lo qu"valemos, y de lo que podemos llegar a ser.

¿Say capaz de reconocer la tnano {rmo*rosa de Dios en dferentes motnentos demi vida?

Si no hemos tenido ninguna experiencia deamor, de cariño o de afecto: ¿cómo podré dara conocer al Dios del amor y de la misericor_dia al prójimo? Esta realidad es una máximafundamental que debemos tener en cuentalos seguidores del Maestro de Nazaret, más siestamos próximos al mundo del sufrimiento.

Ef sentido def amor¡r

. El,amor constítuye la única manera de apre_hender a otro ser humano en to más profundo desu personalídad. I{adíe puede ser totalmenrc co-nocedor de la esencia de otro ser humano si no leama. Por el acto espírítual del amor se es capazde ver los trazos J/ rasgos más esenciales de laper_sona amada;y lo que es más, ver también sus po_tencias: lo que todavía no se ha revelado, lo que hade mostrarse. Todavíamás, medíante su amor,lapersona que ama hace posible que el amado ma_nífieste sus potencias. Al haceie conscíente de loque puede ser y de lo que pued,e llegar a ser, lograque esas potencias se convíertan en realidad,.

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=@",i 1 Pero también sucede que, a veces, en nues-

tro recorrido como creyente nos hemos tro-pezado con alguna experiencia de dolor o

sufrimiento, y es entonces, cuando puedeaparecer un cuestionamiento en prof'undi-dad sobre el sentido de la vida, y en dondepodamos vernos como frente a un espejo: connuestras oscuridades y claridades. Es en esasexperiencias, en las que se <<toca fondo>>, enlas que la vida puede cobrar un sentido espe-cial a través del sacrificio.

¿He padecido sítuaciones de dolor osufrimiento, que me hicieran cuestionar-me el sentido de mivida?

El sentido del sufrimientoECuando uno se enfrenta con una situación in-

evitable, insoslayable, siempre que uno tiene que

enfrentarse a un destino que es imposible cam-bíar, trtor ejemplo, una enfermedad incurable, uncáncer que no trtuede operarse, precisamente en-

tonces se le presenta la oportunidad de realizar elvalor supremo, de cumplir el sentído más profun-do, cual es el del sufrímiento. Porque lo que másimporta de todo es Ia actitud que tomemos haciael sufrímiento, nuestra actitud al cargar con ese

sufrimiento... El sufrímiento deja de ser en ciertomodo sufrímiento en el momento en que encuen-

tra un sentido, como puede serlo el sacrficio.

Es entonces, que si partiendo de este tipode experiencias, y si nos encontramos con unJesús de Nazaret sufriente, podamos llegar adescubrir un sentido cristiano del sufrimien-to y del sacriflcio. Este duro ejercicio requie-re: de oración, y de honestidad y autenticidadconsigo mismos y con Dios.

El que quieravenir entrtos de mí, que renunciea sí mismo, que cargue con su cruz de cada díay me siga. Porque el que quiera salvar suy vida,la perderá; pero el que pierda su vida por mí,ése la salvará.s

A Vf KT0R E. FRANKL.f/ hombre en busca desentido. Editorial He¡der. Barcelona.

2001.

g [u(as 9,23b-24.

La vida de un cristiano es un continuo cre-cimiento, y si se ha vivido experiencias de su-frimiento y sacrificio en <propia piel> se podráacercar al mundo de la salud con conocimientode causa, y tanto si es así como si no, el acer-camiento al mundo del sufrimiento y el dolordebe de ser con mucho respeto (pues a quientenemos delante es al mismo Jesús) y con co-nocimiento de técnicas de escucha y comuni-cación, para facilitar ala persona que atende-mos el acercamiento a su realidad profunda,favoreciendo su capacidad de aceptación y de

renacimiento desde sus propias cenizas. De

esta forma, pueden aparecer: el crecimiento ylaevangelización, simultáneamente, y de formarecíproca. Es decir, que mientras se va crecien-do como cristiano se va evangelizando, perotambién, tanto el crecimiento va favoreciendoactitudes evangelizadoras, como mientras se

evangeliza se va creciendo de forma cristiana.

En este trabajo he querido reflejar, a basede pinceladas, una serie de reflexiones, des-de un ver, juzgar y actu.ar, en el mundo delsufrimiento humano, con sus luces y con sus

oscuridades, que es en donde desarrollo mislabores diarias como agente de pastoral de lasalud, en la Ciudad de San Iuan de Dios de

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Las Palmas de Gran Canaria, de los Herma-nos de SanJuan de Dios.

Tengo grabado en mi mente mis primerosmomentos de trabajo en este centro, que siem-pre vivía un cambio radical cuando entraba de

Iapuertaparaadentro del mismo. Eraun situar-me, de forma repentina, en mi rol de profesor de

educación especial. Era hacerme cargo que meencontraría con personas que necesitaban unaliento de esperanza, y rn suspiro de alegría.Fue madurando mi situación de trabajadorcristiano, hasta que hice una opción personalcomo educador de personas con discapacidad.Posteriormente, esta opción personal se concre-tó en la coordinación del Servicio de AsistenciaEspiritual y Religiosa del Centro. Un centro que

tiene tres grandes áreas: Pedagogía, con niñoscon discapacidad de cero a veintiún años; Resi-

dencia, con un grupo de veinte niños con disca-pacidad, y un grupo de residentes adultos conproblemas de Salud Mental; y otra área de Re-habilitación, que está concertada con la Seguri-dad Social, en régimen ambulatorio.

. ,.t . .

A todas estas realidades, de todos losusuarios (como llamamos a las personas queasistimos), con sus diferentes dificultades,limitaciones, sacrificios, incertidumbres ydesfallecimientos, hay que añadir la espe-ranza,la ilusión y las ganas de luchar por unavida de mayor calidad, dignidad e igualdad.Especialmente, se vive con más intensidadesto último por parte de las familias de losusuarios.

Trabajar en un Centro de los Hermanos deSanJuan de Dios (una casa de Dios, como lasnombraba el fundador de la Orden Hospita-laria), supone un reto, y como cristiano y hu-mano, interpela profundamente sobre la vida,la muerte, y el tipo de vida y de mundo en elque vivimos. No deja indiferente. Como dice elsanto de Granada a su amiga la Duquesa deSesa, en la segunda carta que Ie escribe:

Si mirásemos cuán grande es la mise-ricordia de Dios, nunca dejaríamos dehacer el bien mientras pudiésemos...

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ATERRIZANDO EN TRESEXPERI ENCIAS CONCRETAS

A continuación, les acerco tres experien-cias de vida, sobre diferentes realidades de

sufrimiento, con las que me he encontradoen mi trabajo, y que pueden ayudar a ir si-tuándonos en este mundo tan complejo.

ganando en autonomía mientras irá perdien-do en limitación y dependencia.

Pero cuando este proyecto ilusionador y ale-gre queda truncado por la llegada de un <hijodiferente>, con discapacidad intelectual, ge-

neralmente, se produce una gran frustración y

Ante un hiio con discapac¡-dad inteleétual... '

Cuando nos aproximamos ante Ia realidaddel nacimiento de un hijo querido nos encon-tramos ante un proyecto ilusionante, alegre ygenerador de vida. Vida que va air creciendoy desarrollándose; y que paralelamente irá

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decepción por parte de la pareja que espera alnuevo ser, en donde tiene que elaborar su pro-pio duelo: la <gran ilusión> que se tenía, y que

ha muerto. Ante este hecho pueden surgir: sen-

timientos de culpa, pensar que es un castigode Dios o que la pareja no puede concebir, sen-

timientos de huida y de rechazo con múltiplesconsecuencias para la pareja. Si, además, la pa-

rejaya contaba con hijos anteriores a este que

llega nuevo, podemos contemplar otro aspectomás que también puede desestabilizar el núcleofamiliar, pues los hermanos mayores pueden re-

sentirse ante la mayor atención al hijo con disca-pacidad, y por consiguiente ellos pueden sentirque son menos importantes para los padres.

grandes desajustes. Pero en su juventud,yporla desesperación de la familia, por los múlti-ples desajustes, acuden a una santera, que loque hace es perjudicar mucho más la situa-ción.

Finalmente, después de unos altibajos ensu patología y en su vida personal y familiarllegó a la Ciudad de San Juan de Dios. Llevaseis años ya en este centro, en el que se sientemuy a gusto, con su enfermedad controlada,sereno, y consciente de que ahora sí es feliz.Después de hacer una lectura serena de subiografía personal, ha encontrado un sentidoen suvida, desdeJesús de Nazaret.

Yo era el responsable detirar de la familia, ahora sonmi mujer y m¡s hijos...

Alberto (Alberto: nombre figurado de unusuario de Salud Mental de la Ciudad de San

Juan de Dios de Las Palmas, para respetar su

intimidad personal) nació en un pueblo de laisla de Gran Canaria. Una familia sencilla, sus

padres campesinos. Su infancia la recuerdanormal, la recuerda jugando por los barrancosy laderas de su población, con sus amigos.

Todo transcurría normal hasta llegar alaadolescencia. Él recuerda que a los catorceaños su vida se truncó: <<stt cabeza se enlo-queció>, (diagnosticado con esquizofrenia) se

puso muy nervioso y no controlaba. A partirde este momento su vida se llena de altibajos,de épocas de estabilidad, y de temporadas de

Luis (Luis: Idem aAlberto, del Servicio de Re-

habilitación) eraunapersonanormal, que en sujuventud había vivido próximo a la intelectua-lidad canaria, poeta, que ha editado algunos

libros. Casado, con hijos ya mayores, de prontole aparece unaenfermedad neurológica degene-

rativa.

Al comienzo, está esperanzado con que el

avance se detenga. Pero lo cierto, es que ya tieneque desplazarse en silla de ruedas, y no puede<ni afeitarse él mismo> (palabras de resigna-

ción suyas), y le va costando ya hasta respirar.

Luis manifiesta que él era el que llevabael peso de la familia, éIIa organizaba, él erael líder familiar. Ahora es él el llevado, es élquien tiene que dejarse hacer, y quien tieneque hacer un trabajo muy serio de hacerseconsciente de sus limitaciones, lo que se lla-ma una elaboración de su propio duelo, endonde le permita hacerse cargo de su nuevarealidad vital y existencial. Ahora son su mu-jer y sus hijos los que lo dirigen.

Hay que tener muy en cuenta a su esposa,

que es la cuidadora principal,y que demandaayuda, no sólo física, sino también psicológica.

Era normal, hasta que mi ca-beza se perd¡ó...

II

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El se apoya en Jesucristo, porque para élsolo, esta cruz es muy pesada. Aunque, a pe-sar de esto. no es fácil...

DINAMICA DE LOS APEGOS

Las personas que viven situaciones de su-frimiento en su vida, como las que hemosnombrado anteriormente, han vivido o estánviviendo momentos que les hace cuestionar-se por el sentido de la vida, y de una u otraforma tienen que hacer su propia elaboraciónde su duelo, por todas las expectativas que

tenían puestas en la vida, y que se han vistotruncadas, por la enfermedad, por Ia disca-pacidad, etc.,para poder ir desprendiéndosede aquellos apegos que no les permiten cre-cer como personas humanas ni cristianas.

Por eso, cuando nos acercamos a estas rea-lidades tan difíciles de abordar, (a las que en

muchas ocasiones nos resistimos), desde lohumano, y desde lo cristiano, conviene cono-cernos mínimamente, es decir, conocer nues-

tras luces y nuestras sombras, para que cuan-do nos acerquemos a estas realidades no nos

veamos desbordados, y podamos acompañara la persona necesitada, intentando no fun-dirnos emocionalmente con ella.

Por ello, les invito a realizar Ia siguientedinámica de debajo que nos puede ayudar aaterrizar en el mundo de nuestros apegos yde nuestros miedos a las pérdidas:

A Sítúate en un lugar sereno y tranquilo, en

clima de oración.

A Nombra y escribe los diez aspectos (perso-

nas, lugares, actividades, responsabilida-des, etc) más importantes en tu vida, trtororden de prioridades, del uno al diez.

B Ahora imagina que te encuentras ante una

situación de diagnóstico personal de enferme-

dad termínal: <me quedan tres meses de vida>t,

y voy a ir eliminando, (lentamente), cada uno

de los ámbitos de mi vida. Emoezando desde

I Desde la vida: Ver'-Suzgar-Aetuan | 3="

el número diez, y hasta el primero. Cuando 43vayas tachando cada uno de estos aspectos

nómbralo envoz alta. Enlamedidaque sevaneliminando cada uno de los aspectos:

. ¿Cómo tevas sintiendo?, ¿Cómo vas reaccinnandn emocionalmente?

: ¿Qué resistencins te van apareciendo dentro?

Observa tus reacciones con detenimíento,no rehúyas, no juzgues, no condenes, noapruebes,..

7l Zn eI clima de oración, teniendo a Jesús de

Nazaret presente junto a ti, y como si le es-

tuvieras hablando, manffiesta (oralmente o

escribiéndolo) lo que se ha ído suscitándose

dentro de ti. Una sugerencia puede ser darrespuesta a las siguientes cuestiones:

, ¿Cómo te has sentído en el desarrollo de

estadinámica?. jQué resistencías internas te aparecieron?

¿A qué se debe? ¿Qué es Io que temes?, ¿Qué es lo que más te hagustado? ¿Ylo que

menos?, ¿Qué has descubierto?

PROFUNDIZANDO EN EtTEMA. PINCELADAS.

I El duelo se asocia normalmente al falleci-miento de una persona, pero también, y prin-cipalmente, tiene que ver con el mundo de los

apegos y de las pérdidas. Todos nosotros esta-

mos apegados a alguien o a algo, y nos enfren-

tamos a pérdidas, más o menos importantes alo largo de nuestravida (lapérdida de un animalquerido, la pérdida de un trabajo, la separaciónde una amistad, un traslado de escuela, el duelopor no habernos sentido queridos, por sabernos

imperfectos, de no tener lo que deseamos: salud,

objetos, etc.).

I Todo este sufrimiento que vivimos cons-

tantemente (debido a estos apegos), a diario, es

reflejo de pequeñas o grandes pérdidas, es de-

cir, dicho de otra forma, de pequeños o grandes

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?.(o=@*J duelos. De hecho, la vida consiste en una expe-

riencia que se desarrolla en la medida que se

desprende: avanzamos amedidaque nos despe-

dimos. Vida y muerte son dos caras de un mis-mo proceso, las dos caras de una misma hoja.

I El duelo es una respuesta natural alapér-dida percibida de cualquier persona, cosa ovalor con el que hemos construido un Iazoafectivo, con el que tengamos un apego.Cuanto más se ha invertido o dedicado en larelación, mayor es la intensidad que causa laseparación. Es un proceso natural y humano,y no de una enfermedad que hay que evitar,o de la que hay que curarse. Esta respuestainterior es un proceso holístico, es decir, que

incluye complejas reacciones: físicas, emo-cionales, psicológicas y espirituales (englo-

ban todos los ámbitos del ser humano).

I El proceso del duelo contempla varias fa-

ses claramente diferenciadas:

Lanegación. Es un mecanismo de defen-sa. Permite regular el acceso a la cons-ciencia de la cantidad de informaciónque estamos dispuestos o preparados a

aceptar en un momento determinado.

La descarga emocional. Las reaccionesnormales de dolor incluyen confusión, irao enfado, tristeza, culpa y alivio. Estos

son sentimientos normales, y necesitanmanifestarse para poder resolverse, (yque socialmente están poco aceptadosy reconocidos, haciendo que genere sen-

timientos de culpa en la mayoría de losdolientes que los sufren. Esto es un esco-llo). La persona en duelo necesita hablarde lo ocurrido repetidamente y a menudode forma insistente. El hablar de ello, le

permite poner en presente estos senti-mientos naturales. Compartirlos con losdemás, sentirlos interiormente y mani-festarlos física o psicológicamente es vi-tal en el proceso de elaboración del duelo.

En el proceso de duelo juega un papel im-portante la vivencia ritual. Los ritos son deuna importancia crítica para la resolu-ción de las pérdidas. Lamentablemente, laprogresiva secularización de nuestra socie-dad hace cada vez más difícil la manifesta-ción ritual. Los funerales han dejado de ser

un espacio de permiso para llorar, recordar ydespedir al difunto en la intimidad del hogar,para convertirse en una escenificación im-personal donde se identifica el llevarlo muybien con el controlar el llanto, y mostrar que

aquí no pasa nada. Es aún muy frecuente, en

algunos hospitales, no permitir ver el cuerpodel fallecido a la familia, y ello (verlo, identifi-carlo, tocarlo, acompañarlo) suele dificultarenormemente Ia aceptación de la muerte.

ffi m aceptación. Momento realista de acep-

tación, que significa cambios significativosen actitudes, comportamientos, pensa-

mientos y en Ia vida espiritual del doliente.Después de la muerte de un ser querido, de

una enfermedad crónica o degenerativa, de

una separación o de una pérdida impor-tante, algo cambia profundamente. Esta

transformación constituye una llamada a

reorientar nuestra escala de valores" nuestrapercepción de la realidad. Es lo que se llamael potencial transformador del duelo. La ela-

boración del duelo está condicionadaporlascreencias o preocupaciones existenciales,religiosas o espirituales del que lo vive.

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. áQué te suscita estas pinceladas respecto de los apego* las pérdidas y el duelo?

, ¿Hablar de estos temas son un tabú para la sociedad actual? ¿Por qué?

, Amí, ¿qué me supone hablar de estos temas? ¿Cómo mevaloro?

¿Qué se mueve en mí interíor?

, ¿Me resultamuy duro hablar de este tema? ¿Por qué?

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En este apartado presento una serie de tex-tos de las Sagradas Escrituras (podrían ser másy/u otros), junto con algunas trazos dela CartaApostólica de S.S. Juan Pablo II Salvffici Doloris,que he considerado interesantes a la hora deentrar en el juzgar de nuestra reflexión. A saber:

¡t Eclesiástic o 34,I3-I7.

A El sentido del sufrimiento en el inocen-te: Job I- 2,10;Job 19,25 ;Job 42,I-6.

El Poema del Siervo del Señor: Isaías 53,2-L2.

A Jesús en Getsemaní. (Marco s L4,32-42).

E Muerte deJesús. (Mateo 27,45-50;Lucas24,44-46).

E Jesús resucita a su amigo Lázaro. (JuantI, 17-44).

A Salvifici Doloris. Carta Apostólica deS.S.Juan Pablo II.

N" 9, Dentro de cada sufrimiento experimen-tado por el hombre, y tambíén en lo profundo delmundo del sufiimiento, aparece inevitablementelapregunta: ¿por qué? Es unapregunta acerca dela causa, la razón; unapregunta a,cerca de lafina-lidad (para Qué); en definitiva, acerca del sentido,Esta no sólo acompaña el sufrimíento humano,síno que parece determinar incluso el contenidohumano, eso por lo que el sufrimiento es propia-m e nt e s ufr imie nto hum an o.

Obvíamente el dolof sobre todo el físico, está

ampliamente dfundido en el mundo de lo s anima-les. Pero solamente el hombre, cuando sufre, sabeque sufre y se pregunta por qué; y sufre de manerahumanamente aún más profunda, sí no encuentrauna respuesta satísfactoria. Esta es una preguntodifícíL, como lo es otra, muy afin, es decir,la que

se refiere al mal: ¿Por qué el mal? ¿Por qué el malen el mundo? Cuando ponemos lapregunta de estamanera, hacemos siempre, al menos en cíerta me-dida, una pregunta también sobre el sufrimiento.

: *a*s¿i* ln r,¡l*n: V*r"-"f *affnn-l4cta*tar !

Ambas preguntas son dficiles cuando las haceel hombre al hombre, los hombres a los hombres,como también cuando el hombre las hace a Dios.En e,fecto, el hombre no hace esta pregunta aImundo, aunque muchas veces el sufrimiento trtro-venga de é1, sino que la hace a Dios como Creadory Señor delmundo. (..)

N" 28, (...) La parábola del buen Samarita-no pertenece al Evangelio del sufrimiento. Indi-ca, en e,fecto, cuál debe ser la relación de cadauno de nosotros con elprójimo que sufre. No nosestá. permitido < pasar de largo )>, con indferen-cía, sino que debemos < pararnos > junto a é1.

Buen Samaritano es todo hombre, que se tr)arajunto al sufrimiento de otro hombre de cualquíergénero que ése sea. Esta parada no signffica cu-riosidad, síno más bien disponibilidad. Es comoel abrirse de una determinada disposición inte-rior del corazón, que tiene también su expresiónemotiva. Buen Samaritano es todo hombre sen-sible al sufrimiento ajeno, el hombre que <se con-mueve,t ante la desgracia del prójímo. Si Crísto,conocedor del interior del hombre, subraya estaconmocíón, quiere decir que es importante paratoda nuestra actítudfrente al sufrimiento ajeno.Por lo tanto, es necesario cultivar en sí mismoesta sensibílidad del corazón, que testimonia lacompasión hacia el que sufre, A veces esta com-pasión es la única o principal manifestación denuestro amor y de nuestra solídarídad hacia elhombre que sufre.

Sin embargo, el buen Samaritano de la pará-bola de Cristo no se queda en la mera conmocióny compasión, Estas se convierten para él en estí-mulo a la accíón que tíende a ayudar al hombreherido. Por consiguiente, es en definitiva buenSamaritano el que ofrece ayuda en el sufrimien-to, de cualquier clase que sea. Ayuda, dentro delo posíble, eficaz. En ella pone todo su corazón yno ahorra ni siquiera medíos materiales. Se pue-de afirmar que se da a sí mísmo, supropio <yo>,

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abriendo este <yo> al otro. Tocamos aquí uno delos puntos clave de toda la antropología cristiana.El hombre no puede <encontrar su propia pleni-

Desde la palabra de Dios:

. ¿Qué personajes aparecen en los d{erentes pa-sajes? ¿Cuales son sus actitudes?

. Cuál es la acfitud de Jesús en cada unl dE llstextos?

' Ante situaciones de pérdidas. de duelo. ¿crúlsuele ser mi actitudT ¿Con quién rne idenffico?

tud si no es en la entrega sincera de sí mismo alos demás>, Buen Samaritano es elhombre cabazprecisamente de ese don de sí mísmo.

' Tras un tiempo sereno de reflexión y oración, ¿aqué me está, invitando Jesús de lúazaret?

Desde la Sah4fici Doloris

. ¿Cómo me sítúl, c0m0 creyente, ante elmundodelsufrimiento?

¿Quién es mi prójiml, en clncreto? ¿Qué res-

puesta estoy llamado a dar ante mi trtroiimo?

Es el momento de ir concretando nuestrocompromiso en este campo de la fe. Os dejoel siguiente texto para ayudaros:

No basta con predicarte,Dios mío...4

¡Qué grande es, Dios mío, la angustia interíorde tus criaturas terrenas...! Tb doy gracias por ha-ber hecho venir a mí a tanta gente con toda su an-gustia. Me están hablando con calma, sin tomarprecauciones, y de pronto se revela su angustia en

toda su desnudez. Y tengo delante de mí a un po-bre y pequeño ser humano, desesperado y pregun-tándose cómo va a seguir viviendo. Ahí es dondeempiezan mís dificultades. No b asta con predicar-te, Dios mío,trtara exhumarte, para sacarte alaluzen los corazones de los otros. Es preciso despejaren el otro el camíno que lleva a tí, Dios mío; J/ parahacerlo es preciso ser un gran conocedor del almahumana; es preciso tener unaformación de psicó-logo: relación con el padre y la madre, recuerdosde infancia, sueños, sentimientos de culpabilidad,complejos de inferiorídad...: enfin, todo el alma-cén de los accesorios. Comienzo una exploración

El PAUt LEBEAU. Etty Hillesum <lJn itinerorio espit¡tunb,. Editorial 5al Terrae.

Santander. 2000. Etty Hillesum, judía, vivió una experiencia muy profunda

de acompañamient0 espiritual a mu(has personas, mientras estuvo vivien-

do (hasta que mur!ó en uno de ellos) en varios campos de exterminio nazi, en

la ll Guerra Mundial, con unos matices claramente cristianos.

prudente en todos los que vienen a mí. Los instru-mentos que me sirven para abrir la vía hacia ti en

los otros son aún muy rudimentarios. Pero ya dís-pongo de algunos, y los iré pe{eccionando poco apoco y con mucha paciencia. Y te agradezco queme hayas dado el don de leer en el corazón de losdemás, Aveces, las personas son para mí como ca-sas con las puertas abíertas. Entro, vago a travésde los pasillos, de las habítaciones. La disposiciónes unpoco dferente en cada casa. Sin embargo, to-das son semejantes, y debería ser posible hacer en

cada una de ellas un santuario para ti, Dios mío.Y te lo prometo, te lo prometo, Dios mío, te buscaréun alojamiento y un techo en el mayor número de

casas posible. Es una ímagen divertida: me pongoen camino para buscarte un techo. Hay tantas ca-

sas deshabítadas, y te introduzco en ellas como elHuésped más importante que pued.an recibir. &

Respecto al sufrimiento, a los apegos, pérdidasy el duelo: ¿cómo clmencé )/ cómo acabo estareflexión?

¿QtÉ enseñanzas he aprehendido para el día adía deforma concreta?

. ¿Qué conclusión saco?

. ¿,Aqué comprlmisl cznctül meinvitaJesús deAlazaret?