Cuando Los Niños Dicen Basta...

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C UA N D O LO S N I Ñ O S D I C E N ¡ B A S TA !

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Transcript of Cuando Los Niños Dicen Basta...

  • CUA N D O LO S N I O S D I C E N B A S TA!

  • Francesco Tonucci

    Cuando los nios dicen basta!

    Traduccin de Mario Merlino

  • Coordinacin editorial y edicin: Maringeles Fernndez

    Maquetacin y produccin: Jorge Bermejo Rodrguez

    Diseo de cubierta: Juan Ramn Alonso

    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est pro-tegido por la Ley, que establece penas de prisin y/o multas, ademsde las correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios,para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicarenpblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica o cien-tfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin artstica fijadaen cualquier tipo de soporte o comunicada a travs de cualquiermedio o procedimiento, comprendida la reprografa y el tratamientoinformtico, sin la preceptiva autorizacin.

    Ttulo de la edicin en italiano:

    Se i bambini dicono: adesso basta!Gius. Laterza & Figli Spa, Roma-Bari, 2002

    Francesco Tonucci, 2002 De la traduccin Mario Merlino, 2002 De la edicin en lengua espaola excepto para Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay:FUNDACIN GERMN SNCHEZ RUIPREZ, 2003Centro de Madrid: Paseo de Eduardo Dato, 21. 28010 MadridISBN 84-89384-44-4 Depsito legal: M- Printed in SpainImpreso en Eurocolor, c/ Tuercas, 1, Pol. Ind. Santa Ana. Rivas Vaciamadrid (Madrid)

    Coleccin dirigida por Felicidad Orqun

  • A los nios de Altino, Alvito, Arezzo, Buenos Aires, Carpi, Casoli, Crdoba (Argentina),Corigliano Calabro, Correggio, Cremona, Fano, Florencio Varela, Gabicce, Gradara, Granollers, La Plata, La Spezia, Mar del Plata, Npoles, Palombaro, Pesaro,Piombino, Reggio Emilia, Reus, Roma, Rosario, San Giorgio a Cremano, Scandicci,Viareggio, porque he escrito este libro basndome en sus palabras e ideas, y a todos los dems nios que comparten las protestas y las propuestas de estos que los representan.

  • Queridos nios:Al leer vuestro libro me ha sorprendido sobre todo el hechode que os veis obligados a pedir a los mayores justamente lascosas que nosotros, los adultos, algunos tal vez ya ancianos, he-mos recibido en gran medida durante nuestra infancia.

    Cosas que hemos obtenido gratuitamente y que tampocoramos conscientes de que las tenamos. Hemos jugado en pa-tios sin coches, hemos ido siempre solos a la escuela y, durantela primavera y el verano, ramos precisamente los dueos de lasplazas y de las calles.

    Ya crecidos, nos hemos olvidado de que alguna vez tambinfuimos pequeos.

    Entonces debis re c o rdar a los mayo res que se han vueltoimportantes (padres, profesores, el alcalde e incluso el presiden-te de la Comisin Europea) que es necesario reflexionar sobretodo esto justamente para intentar que algo cambie.

    Para dar grandes pasos adelante, no hace falta organizar unarevolucin, sino que basta con reunirse y, en conjunto, pensar

    Presentacin

    Queridos nios

    A las nias y los nios que ayudaron a escribir este libro(pero tambin a todos los quedeseen unirse a ellos).

  • en los problemas y las necesidades que simplemente se han olvi-dado.

    De qu sirve hacer casas cada vez ms bonitas (y cada vezms grandes), si los nios estn cada vez ms solos, si ya nopueden reunirse con otros nios, si slo son llevados y recogi-dos por los adultos a horas fijas y siempre pendientes del reloj?De qu sirve jugar juntos si esto lleva a una competicin cadavez ms estimulada y organizada por los adultos?

    Podran hacerse muchas otras preguntas de este tipo y voso-tros dais de ellas un ejemplo sencillo y directo en este libro. Porello debis seguir protestando, diciendo esto se acab! e in-terrogando siempre. Pero debis hacer las preguntas bien, es de-cir, que correspondan a vuestras autnticas necesidades y no alas que sugieren los adultos.

    Muy a menudo me da la impresin de que los nios no ex-presan sus deseos, sino los que sugieren los adultos. Y, siendoas... ya no se entiende nada...

    Vuestras preguntas pueden ayudar a los adultos a buscarotras salidas. Los ayudan ante todo a pensar en el futuro (inclu-so en un futuro lejano), soportando hoy cualquier esfuerzo oconcesin que permita maana a todos vivir ms sanos en unasociedad mejor. Los ayudan a construir una ciudad a la medidadel nio, que llegue a ser un mbito en el que a todos les resul-te ms fcil vivir. Una ciudad en la que convivir con los compa-eros ensee cada da a ser solidarios con los dems.

    Son preguntas importantes incluso para la tarea que estoydesempeando en este perodo: intentar ayudar a construir unaEuropa, una Europa incluso rica en la que, no obstante, los ciu-dadanos (vo s o t ros tambin, en consecuencia!) se sientan re s-ponsables con respecto a las mujeres y los hombres, las nias ylos nios, de los pases ms pobres y ms necesitados. En la quenos demos cuenta finalmente de que, para vivir bien en unmundo que se ha vuelto cada vez ms pequeo, hace falta res-petarse y apoyarse mutuamente.

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  • Y todo esto no implica un retorno al pasado, sino crear lascondiciones para que todas las cosas nuevas (incluso internet) sepongan verdaderamente al servicio de una vida mejor para to-dos.

    Debis hablar de estas cosas y mucho con vuestros ami-gos: a menudo estis demasiado solos y por ello perdis vuestraalegra.

    Pedidle slo a los mayores que os dejen estar juntos (en laciudad, en la plaza, en vuestra casa) y que os ayuden as a crecerms felices.

    ROMANO PRODIPresidente de la Comisin Europea

    15 de agosto de 2002

    P R E S E N T A C I N 11

  • Agradecimientos

    Agradezco a las compaeras Antonella Prisco y Antonella Rissotto por haberledo y corregido las diversas redacciones de este libro. Antonella Rissotto,adems, se ocup de la bibliografa y Antonella Prisa del Apndice 3.

    Agradezco a Reggio Children por haberme permitido utilizar las hermosasfrases de los nios recogidas en el libro ReggioTutta.

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  • Presentacin, por Romano Prodi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17Para ser felices . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31El derecho al juego . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47Dnde se puede jugar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55No tenemos sitio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63Jugar gratis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69Sin entrenador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73Un da para jugar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79Solo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85Jugar seguros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93Mejor los abuelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101A pie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109La bicicleta es ms democrtica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123A la escuela vamos solos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133Las ciudades son pedazos de mundo . . . . . . . . . . . . . . . . 153Una acera para la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161Muchas plazas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165Si construs, no podemos jugar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173Las casas estn cerca porque los amigos deben

    estar cerca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 177Los nios tambin existen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183Un concejal para nosotros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199Espacios para comunicar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207Adultos ms infantiles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213Escuela y no escuela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217Derechos y deberes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227Me sent responsable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231Un alcalde para los nios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237Conclusiones. Apuntes para una nueva cultura

    de la infancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243Apndices

    1. De 1991 a hoy, de Fano a Roma: el proyecto, la red . . . . . . . 2682. Convencin internacional sobre los derechos del nio . . . 2863. Las ciudades de los nios de este libro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 292

    Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295

    ndice

  • Ya no basta con ofrecer servicios a los nios:debemos devolverles las ciudades.

    Romano Prodi

    Los personas mayores nunca comprendennada por s solas y es cansador para los niostener que darles siempre explicaciones.

    Antoine de Saint-Exupry

    Somos los nios del mundo. Somos los niosde la calle. Los nios de la guerra. Las vctimasy los hurfanos del sida. Somos los nios cuyasvoces no son escuchadas. Ha llegado ya elmomento de que nos escuchis.

    Gabriela Azurduy Arrieta, 13 aos, Bolivia.Inauguracin de la Sesin especial de la ONUpara la infancia reunida en Nueva York, 9 de mayo de 2002.

  • Introduccin

    YO HABLO, PEROTAMBIN ME

    ENFADO!

  • Los nios ya no dicen basta! y mucho menos ya bas-ta!: saben que stas son frases propias de los mayores. Ya bas-ta! es la frase tpica de los educadores, de los policas munici-pales, de los padres para interrumpir las actividades pre f e r i d a sde los nios, su recreo, sus juegos, su tiempo de ocio, y obligar-los a experiencias menos agradables y deseadas como las clases,los deberes o el sueo. El nio sabe que se le permiten y le re-sultan eficaces otros instrumentos para expresar su desacuerd ocon algo: el capricho, el llanto, el mutismo, el re c h a zo del ali-mento, o bien los melindres, el chantaje. Muy a menudo el ni-o obedece y se asegura as la aprobacin de los mayo res. Pe rocasi siempre estas actitudes ocultan un basta! reprimido, inex-p resado, inexpresable, que fascina al nio y le produce miedo.Sabe que querra decirlo y no puede.

    Todos los basta! contenidos representan una carga explo-siva, peligrosa, que cada nio lleva dentro de s, que podra in-cluso producir daos, pero que puede convertirse en un recursoc re a t i vo y part i c i p a t i vo formidable. Que sean una u otra cosadepende exclusivamente de los adultos.

    Los mayo res pueden poner a los nios en condiciones dedecir b a s t a ! , p e ro slo lo harn si comprenden que vale lapena, que conviene dar la palabra a los nios para compre n d e rjuntos lo que ellos desean, lo que necesitan. Entonces dejarn aun lado los erro res, tantas de esas cosas que los adultos han ol-vidado, aquello que impide a los ms pequeos expresarse y

  • c re c e r. El nio que dice basta! lo hace con urgencia, con pri-sa, casi con avidez: l es nio por poco tiempo y en ese pocotiempo le resulta imprescindible hacer lo necesario para su de-s a r ro l l o. Por ello su b a s t a ! es siempre ya basta! , ahora, in-mediatamente. Para l los pretextos de los adultos, que soncapaces de darse largos plazos hasta frente a las mayo res urgen-cias y calamidades 1, no valen. Si lo que l dice es justo, si se loreconoce y se lo acepta, hay que tenerlo en cuenta de inmedia-to y de inmediato disponer los cambios necesarios.

    Para todos los pequeos (en edad, en fuerzas, en re c u r s o s ,en posibilidades, en poder) el tiempo es inciert o. Para ellos elf u t u ro es una posibilidad y no una cert eza, por lo que inten-tan obtener ya, inmediatamente, todo lo que es posible, sinconfiar en las garantas del maana. El nio no sabe esperar:en los primeros meses, porque no conoce el tiempo: despus,p o rque no tiene confianza en el tiempo. El tiempo de los ni-os es administrado por los adultos y en ellos no siempre sepuede confiar. Los mayo res siempre dicen despus, maana .Los nios aprenden pronto a decir ya, ahora mismo. Sa b e nque lo inmediato es seguro; ya buscarn la forma de conse-g u i r, tal vez, lo que surja ms adelante. Es tpica la estrategiade los nios cuando piden algo que desean: un programa tele-v i s i vo, un helado, un juguete. Si el adul to pre g u n t a : Pre f i e res tu hora de televisin ya o un poco ahora y otro po-co ms tarde? El helado ya o dentro de una hora?, casi siem-p re el nio responder: Ya!, tanto porque es ahora cuandolo desea, como porque sabe que despus tal vez tenga que ha-cer otras concesiones.

    El adulto, en cambio, organiza el tiempo contando con el fu-t u ro, pero slo porque lo tiene asegurado. Tiene cuenta en elbanco, la tienda bajo su casa, los alimentos en el frigorfico, lapliza de seguros, el armario, el cambio de estacin. Para l el fu-t u ro es seguro. Para los nios, los dbiles, los pobres, existe sloel presente y se sienten perdidos si se los priva de l 2.

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  • A quin le conviene?

    Confiar en los nios, pedirles ayuda, no es fcil. Es un gran com-p romiso, un riesgo notable, porque los nios son exigentes y nopueden ser engaados. Pueden confiar en los nios slo aquellosque estn convencidos de que merece la pena y que no existen so-luciones mejores y ms seguras para salir de las contradicciones denuestra vida contempornea. Le conviene, pues, a todos aquellosque estn sinceramente insatisfechos con la situacin actual: a losp a d res que se dan cuenta de que no basta el bienestar econmicopara vivir una buena relacin con sus propios hijos; a los educado-res que no se resignan a una escuela no deseada y a menudo re c h a-zada por sus alumnos; a los administradores que no pueden aceptaruna ciudad en la que no se vean en las calles nios, ancianos, mi-nusvlidos, porque los adultos conductores de automviles las hantransformado en propiedad privada. Para todos ellos, trabajar conlos nios es un recurso importante y muy innova d o r, que puede re-c o n s t ruir la esperanza en el futuro y el deseo entusiasta de re a l i z a rel cambio. Sa l vemos a los nios para salvar la esperanza de la hu-m a n i d a d, ha dicho el Papa en su mensaje de Navidad de 2001.

    Pero vale la pena? Cunto cuesta desplazar hacia los niosla atencin y el inters de la ciudad? Cunto cuesta invertir enla infancia? La respuesta la ha dado Kofi Hannan el 8 de mayode 2002, en Nueva York, al abrir la Sesin especial de la ONUpara la infancia: Cmo podremos fracasar, sobre todo ahoraque sabemos que cada dlar inve rtido en el mejoramiento delas condiciones de la infancia tiene un beneficio para la socie-dad de unos 7 dlares?.

    La palabra a los nios

    Dar la palabra a los nios no significa hacerles preguntas ni ha-cer que responda quien levanta la mano primero. De este modose recogen casi exclusivamente lugares comunes y estereotipos,

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  • es decir, lo primero que nos viene a la cabeza, y se suscita entrelos nios una fuerte competencia: el que sabe responde el pri-mero. Dar la palabra a los nios significa, en cambio, crear unasituacin propicia para que se expresen.

    Para expresarse, los nios deben poder razonar sobre cosasque conocen directamente, que forman parte de su vida. Nopueden dar su punto de vista sobre la historia lejana o sobrepases y problemas que no conocen, pero s sobre la vida delbarrio, de la ciudad en la que viven, sobre sus necesidades, so-b re sus deseos. Es importante implicarlos en problemas sobrelos cuales todos tienen algo que decir y no slo los mejores delc o l e g i o.

    Deben ser puestos en las condiciones adecuadas, sin prisa,sin controles, sin preocupaciones, sin temor a equivocarse, a de-cir tonteras, a ironizar, precisamente como lo hacemos los ma-yores 3. Con la posibilidad de elegir el medio ms adecuado: lapalabra, el dibujo, el texto escrito, el proyecto, etctera.

    Para que los nios puedan expresarse, y tengan el deseo dehacerlo, hace falta que los adultos sepan escuchar. Esto no sig-nifica solamente disponerse a escuchar, sino tambin intentarcomprender, dar valor a las palabras, a las verdaderas intencio-nes de quien habla. Todos los nios hablan, pero no siempre losadultos son capaces de recoger el mensaje. Especialmente los ni-os que hablan poco y se expresan mal tienen, sin duda, cosasimportantes que decir y slo esperan adultos capaces de escu-charlos y de comprenderlos.

    Escuchar significa colocarse de su lado, estar dispuestos adefender sus posiciones y sus requerimientos. Cuando los nioscomprenden esto, todo se vuelve ms claro y ms fcil. El adul-to no pregunta para ver quin es el mejor y hasta qu punto loes, sino porque est convencido de que los nios pueden ayu-d a r l o. Entonces la palabra deja de ser slo un derecho por elcual vale la pena levantar la mano primero y reivindicar su pro-piedad, sino que se convierte en un deber, la motivacin crece y

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  • los nios estarn con nosotros, sern nuestros aliados. Cuandodigan basta! lo harn en nombre de todos, no slo de todoslos nios, sino tambin en nombre de todos los adultos que de-beran decirlo y no tienen el valor de hacerlo. Como en la fbu-la, el nio sigue siendo hoy, probablemente, el nico que puededecir: El rey est desnudo, y romper el muro de adulacin yde servilismo con el que los mayores defienden sus posiciones,incluso las ms discutibles.

    Escuchar significa tener necesidad de la contribucin delo t ro. No basta con estar interesados, motivados, conve n c i d o sde que es una buena tcnica para implicar a los nios: hay quesentir sincera y urgentemente su necesidad. Lo importante esnecesitar a los nios. sta es la primera y ve rdadera condicinpara que se pueda dar la palabra a los nios: reconocerlos capa-ces de darnos opiniones, ideas y propuestas tiles para noso-t ros, los adultos; capaces de ayudarnos a re s o l ver nuestro sp roblemas. Si esto llega a producirse, la relacin con ellos serc o r recta, entre ciudadanos adultos y ciudadanos nios, perociudadanos ahora. Si no, podremos hacer regalos a los nios,pasar con ellos momentos simpticos y dive rtidos (especial-mente para nosotros), pero seguirn estando excluidos de susd e rechos, porque seguirn siendo f u t u ros ciudadanos o, si sep re f i e re, m e n o re s .

    Once aos de experiencia

    Hace once aos que los nios participan del proyecto La ciu-dad de los nios 4. De Fa no 5 el proyecto pas a una red de ciu-dades italianas y extranjeras. Los nios pre s e n t a ron pro p u e s t a sen el Consejo de los nios, en las experiencias de Pl a n i f i c a c i nc o m p a rtida, en sus intervenciones en los Consejos municipales 6.Se los escuch muchas veces, muchas veces los adultos discutie-ron sus denuncias y propuestas, tomaron conciencia de erro res y

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  • olvidos y pro m ov i e ron nuevas decisiones, acciones administrati-vas favo recedoras de determinados cambios. Las propuestas pro-ye c t i vas de los nios, gracias incluso a la competencia de losadultos que trabajaron con ellos, se re a l i z a ron algunas veces consatisfaccin por parte de los mismos adultos, adems, obv i a m e n-te, de los pequeos autores, de sus amigos y sus familiare s .

    A menudo, sin embargo, no se les prest la debida atencin.Mejor dicho, las aceptaron y apre c i a ron, como suele hacersefrente a las contribuciones de los nios, pero no llegaron a reali-zarlas. ste es el peor comportamiento y, sin embargo, el mscomn en la relacin entre adultos y nios. Se comienza sloahora a hablar del riesgo de la decepcin: pedir a los nios quepropongan y no tenerlos en cuenta produce una grave decep-cin, que hace perder valor a lo requerido 7.

    Creo que lo ms grave es la prdida, por parte de los adultos,de una gran oportunidad. Los nios estn habituados a que nose los escuche o a que se los admire sin tomarlos en serio, as queno los sorprende ni los decepciona exc e s i vamente el desintersde los adultos. Pe ro si alguna vez sucediese que, habiendo pre-sentado una propuesta, sta se tuviese en cuenta y se realizase, sehabra producido el m i l a g ro: esos nios sentiran con orgullosu condicin de ciudadanos y tendran muchas ganas de hacersem a yo res para seguir defendiendo y mejorando su ciudad.

    Si se reflexiona sobre la difcil relacin con las jvenes gene-raciones, sobre cmo y hasta qu punto se sienten a menudoextraas y hostiles respecto de los adultos, de sus instituciones,de sus ciudades; si se piensa en sus duros e inquietantes mensa-jes de agresividad o de fuga, del vandalismo a la droga; si seanalizan estos asuntos, se comprender mejor el valor que pue-den tener estas experiencias de participacin infantil y el errorque comete el adulto, el administrador, el educador, si no cum-ple con las promesas hechas 8.

    Un nio del Consejo de los nios de Fano, haciendo un ba-lance del primer ao de experiencia, dijo: Cuando conoc los

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  • problemas de la ciudad y comprend que poda hacer algo, mesent responsable. Y un pequeo compaero suyo: Al princi-pio pareca una experiencia aburrida, como siempre, y no meinteresaba mucho, pero despus vi que muchos deseos se reali-zaban, as que me reproch mi primera actitud 9. Una buenaleccin para nosotros, los mayores!

    Las propuestas de los nios

    He recogido, en estos once aos de trabajo en el proyecto Laciudad de los nios, gran parte de las propuestas sobre las quese ha construido este libro. Muchas provienen de la experienciade Fano, en la cual coordin el Consejo de los nios durante sie-te aos seguidos y donde acompa varias experiencias dePlanificacin compartida; las ltimas provienen del nuevoConsejo de los nios que coordino en Roma desde finales de2001. Pe ro tambin las he recogido en las diferentes ciudadesitalianas, espaolas y argentinas a las que fui llamado para pro-m over el proye c t o. Si e m p re que he podido, he solicitado un en-c u e n t ro con el Consejo de los nios 1 0. Son, pues, en su mayo r a ,frases escuchadas personalmente y discutidas con los nios.

    Son, a menos que se sealen diferencias peculiares, pro p u e s-tas de nios de seis a once aos que participan en el Consejo delos nios y en la mayor parte de las experiencias de Pl a n i f i c a c i nc o m p a rtida pro m ovidas por el proye c t o.

    No son, por tanto, todas las propuestas posibles que los ni-os estn en condiciones de expresar. Son una opcin personalque, ms que dar un panorama completo de las ideas infantiles,quiere ayudar a los adultos a comprender a los nios; a colocar-se, frente a sus palabras y sus propuestas, con una actitud de cu-riosidad, de inters y disponibilidad.

    Si a veces parecen frases exc e s i vamente agudas o eficaces co-mo para que las hayan expresado nios tan pequeos, pinsese al

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  • menos en dos cosas. La primera es que, demasiado a menudo,los adultos piensan lo que dice Alicia: Los adultos, casi todos,c reen que los nios son tontos 1 1, algo que es pro f u n d a m e n t efalso y que, para tener una prueba de ello, basta con habituarse aescuchar a los nios despus de haber creado las condicionesp ropicias para que se expresen. La segunda es que algunas de es-tas frases surgen de modo extemporneo, pero la mayor part enace en contextos part i c i p a t i vos de larga duracin, con fuert e sm o t i vaciones y adecuados estmulos (los adultos escuchan deve rdad y estn dispuestos a tenerlas en cuenta), y esto pro d u c eun alto compromiso de los nios, que tienden a dar lo mejor des mismos (porque vale la pena hacerlo).

    Cada lector, en su propia familia, en la propia escuela o enla propia ciudad, podr recoger otras frases, enriquecer estemuestrario de ideas, si se interesa en demandarlas y pone a losnios en condiciones de producirlas.

    El campo de los nios

    Los nios son capaces de interve n i r, expresando opiniones ypresentando propuestas sobre todos los problemas de la ciudad,porque tambin ellos los viven como cualquier otro ciudadanoy desde su particular punto de vista, que es por lo comn msbajo y ms ignorado que los otros 12.

    Dos nios del Consejo de los nios de Roma dicen: Somosnios y vemos la ciudad de manera distinta que los adultos ;los nios estn ms preparados sobre la ciudad y sobre los ba-rrios.

    Naturalmente, sin embargo, los nios sern ms exhaustivo s ,p recisos y competentes cuando hablen de aspectos ms prxi-mos a sus necesidades y a sus intereses y deseos. No debe sor-p re n d e r, por tanto, que muchos captulos de este libro estndedicados al juego, a sus condiciones, a sus caractersticas, sien-

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  • do sta la ocupacin ms importante, ms elevada y necesaria dela infancia y probablemente de toda la vida del hombre. Aq u e l l aque, despus de haberla reconocido y defendido con el art c u l o31 de la Convencin internacional sobre los derechos del nio1 3,los adultos deberan reconocer como un deber ante los nios: losnios que no juegan, o que no juegan bien ni lo suficiente, nosern buenas mujeres ni buenos hombres adultos, ni buenos pa-d res, ni buenos maestros, ni buenos trabajadores, ni buenos ad-m i n i s t r a d o re s .

    En las ltimas dcadas, las ciudades se han modificado to-talmente y de manera equivocada al adoptar como parmetrofundamental el trabajo de los adultos. La vivienda, la circ u l a-cin, la salud, la diversin, el gasto se rigen por las pautas de unadulto trabajador. Como prueba de ello basta con pensar en elpoder que tiene hoy el coche privado en la vida y en las caracte-rsticas funcionales y estructurales de una ciudad.

    Probablemente se podra restituir vida y calidad a nuestras ciu-dades si se emprendiese un nuevo camino basado en un proye c t oque asuma como parmetro el juego de los nios. Pensar la vivien-da, la circulacin, la salud, la diversin, el gasto, naturalmente detodos, a la medida de un nio que tiene el deber de jugar.

    Las propuestas de los nios tienen el defecto de ser sencillasy de parecer obvias, triviales, incluso tautolgicas. Atencin: esun truco, es una trampa! Es una estrategia tpica de los niospedir poco, para tantear el terreno y captar la actitud de losadultos, especialmente en campos poco usuales (como el de laciudad) o que se suponen de riesgo. Puede extraerse un ejem-plo interesante de la educacin sexual. Una tpica pregunta delnio a su madre embarazada es: mam, dnde est el nio?.Una interrogacin en apariencia trivial, si no tonta, dado que eldnde es claramente visible. Del mismo modo que el tema esdelicado y suele pillar a los adultos desprevenidos, y est pre-visto que los nios puedan hacer preguntas tontas, el adulto sesiente muy feliz al cerrar el riesgoso tema respondiendo puntual

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  • y francamente: el nio est en la barriga de mam. El nio semuestra satisfecho; ha tenido, en efecto, la respuesta que busca-ba, no tanto a la pregunta como a algo mucho ms importante:qu estaban dispuestos a decir sus padres. Ha comprendido queesta disponibilidad no existe y se cuidar mucho de seguir pre-guntando y haciendo que se sientan incmodos esos mayo re spara l tan importantes. Buscar en otra parte, como hemos he-cho todos, entre amigos mayo res, en las historietas, en los li-b ros, en la televisin o tal vez en internet, la respuesta a lasverdaderas preguntas que siempre han inquietado al nio en re-lacin con este tema: Cmo entr ese nio en la barriga demam? Quin lo puso all? Qu funcin cumple pap? Y pordnde saldr al exterior?. Sabe que son preguntas pesadas y en-tonces hace una ligera. Si el adulto comprende lo que oculta es-ta pregunta, aprovechar para contar las cosas importantes; sino, se defender limitndose a la respuesta previsible.

    Las propuestas de los nios nos parecen triviales porque he-mos perdido el sentido de la realidad, de las cosas sencillas, delas importantes. Un nio de Ponticelli, barrio perifrico deNpoles 14, dice: Los nios deben jugar donde pueden jugar, yuno de Fano repone: No es justo que los nios deban pagarpara jugar. Pa recen trivialidades, pero son conceptos pro f u n-dos y comprometedores, como veremos en las prximas pgi-nas. El problema es que el adulto debe saber descubrir lo que seesconde bajo las frases sencillas de los nios y extraer de ellastodas las consecuencias posibles y los posibles beneficios. Espreciosa para el adulto la ptica baja, analtica, minuciosa delnio, pero debe saber remitirla con valor a la gran dimensinde la ciudad, traducirla, adaptarla, transformarla en lnea pro-gramtica y proyectiva. Esto no les compete ni les interesa a losnios, porque es funcin de quien tiene el poder de decidir y dehacer. Entonces se comprende claramente que no se trata de de-jar contentos a los nios, sino de cambiar algo en nuestras fa-milias, dentro de la escuela, en la ciudad en su conjunto.

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    01. Pinsese, por ejemplo, en los acuer-dos internacionales sobre el am-biente que, frente a peligrosconsiderados catastrficos, como losdel efecto sierra y del agujero deozono, producidos en un perodobreve y reciente, proponen medidasde reduccin, por otra parte parcial,del uso de las sustancias nocivas du-rante diez aos.

    02. Esta reflexin me hizo recordar, pa-radjicamente, el libro de PrimoLevi Si esto es un hombre ( t r a d u c-cin castel lana de Pilar GmezBedate, Barcelona, El AlephEditores, 1987), en el cual el autorcontaba cmo los prisioneros delcampo de concentracin habanperdido completamente su confian-za en el futuro, incluso el inmedia-to, y preferan, por ejemplo,devorar su pan enseguida, antes quehacerlo durar unas horas, como lohacan, en cambio, los prisionerosmenos avezados.

    03. Pinsese, por ejemplo, en la tcnicadel brain storming, por la cual elmundo de la publicidad est dis-puesto a invertir notables recursoseconmicos: se trata de poner alre-dedor de una mesa a personas de al -to nivel profesional, profundamentediferentes entre s, para que diganlo que quieran sobre un tema deter-minado, con la mxima libertad po-sible, confiando en que de estatormenta de ideas puedan nacerlas nuevas ideas para nuevos eslga-nes, para nuevas campaas.

    04. Para un conocimiento de las carac-tersticas tericas y metodolgicasdel proyecto y para el conocimientode las primeras experiencias vaseFrancesco Tonucci, La ciudad de losnios: un modo nuevo de pensar laciudad, traduccin de Mario

    Merlino, Madrid, FundacinGermn Snchez Ruiprez, 1998.Para conocer sus lneas generales ylos desarrollos del proyecto hasta hoyvase el Apndice 1 de este libro.

    05. Ciudad en la cual se inici, en 1991,el proyecto La ciudad de los ni-os, del que fui director cientfico.

    06. Para la metodologa de laPlanificacin compartida con losnios y para los Consejos de los ni-os, vase el Apndice 1.

    07. P. Tu, Gli intervente visti daib a m b i n i , en C. Baraldi, G.Maggioni (edicin de), Una ciitcon i bambini. Progetti ed esperienzedel Laboratorio di Fano, Roma,Donzelli, 2000, pp. 101-121.

    08. Este panorama no pretende represen-tar el mundo juvenil que hoy, a ve-ces, est en condiciones de expresarformas apasionadas de voluntariadoo de participacin en movimientosecologistas, antiglobalizacin, etc., si-no slo subrayar la dificultad de rela-cin entre las diferentes generacionesy la validez de las propuestas de im-plicacin directa de los nios y los j-venes en la vida pblica de la propiac i u d a d .

    09. Vase el captulo Me sent respon-sable.

    10. En realidad, siempre he solicitadodos cosas: reunirme con los nios ytambin con el alcalde y el pleno mu-nicipal. En muchas ciudades italianasy extranjeras, de Palermo a BuenosAires, de Rosario a Cremona, deArezzo a Roma, he tenido la posibili-dad de realizar seminarios de ple-no, en los cuales los polticos y lostcnicos han deliberado conmigo so-bre el proyecto La ciudad de los ni-os y sobre cmo podradesarrollarlo eficazmente la ciudad.

    Notas

  • 11. Vase el captulo Me sent respon-sable.

    12. El nio representa lo diverso, lo ale-jado del modo de pensar, de valorary, por tanto, de planificar, del adul-to. Podemos incluso decir que el ni-o es lo ms diverso de nosotros,adultos productivos, y representa to-das las diversidades de sexo, de edad,de renta, de capacidad, de raza, dereligin. Quien aprende a compren-der a los nios se abre a todos.

    13. Promulgada por las NacionesUnidas en Nueva York el 20 de no-viembre de 1989, fue adoptada porel parlamento espaol el 26 de ene-ro de 1990 y ratificada el 6 de di-ciembre del mismo. Italia la ratificmediante la ley n 176 de 1991.

    14. En el Apndice 3 se describen bre-vemente las ciudades de donde pro-ceden los nios cuyas frases se citan.

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