Cuando Los Pinos Crecen.

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Cuando los pinos crecen de Olga Luca Ocampo.

Cuando los pinos crecen

Estoy furiosa y muy preocupada. Patricia, mi hermana menor, me mira fijamente mientras balancea sus piernas a travs de las rejas de la ventana donde nos encontramos sentadas. Esta atenta a mis movimientos y a mis palabras. Una pareja de mujeres se ha acercado y nos pregunta - donde est Julia? -Donde el diablo peg el ltimo grito, respondo. No comprendo porque mis palabras les ha hecho gracia, si eso fue lo que nos dijo nuestra madre al salir. Donde quiera que el diablo peg el ltimo grito, tuvo que ser muy lejos, porque mi madre tardaba y yo tena hambre. Miro hacia dentro de la habitacin desde mi puesto de vigilancia y observo a Mara, mi hermana mayor, correr tras Jess, quien no quiere permitir que le coloquen el paal. Al fondo de la habitacin, sentado en la orilla de la cama, Juanito se balancea de adelante hacia atrs mientras sacude las palmas de la mano en forma rotatoria. Mira sin ver, porque en sus ojos no hay pupilas, todo es blanco. He intentado buscrselas levantndole los prpados, pero no se los encontr. No habla, no llora, solo emite chillidos de vez en cuando. Dicen que es autista, no s qu significa eso, pero jugamos con l, aunque l no pueda jugar con nosotros.

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Miro nuevamente hacia la calle, y veo venir a mam. Camina rpido. Es pequeita y con el pelo corto. Dicen que es bonita, pero yo la veo fea, porque siempre est enfadada y castigando todas nuestras travesuras. Trae algo en las manos. Patricia y yo, saltamos desde la ventana a la cama que hay al pi de ella. Hay tres camas en la habitacin, en una duerme mi madre con Jess, en la otra Mara con Juanito, y yo en la ltima con Patricia. En un rincn del cuarto hay una pequea mesa de madera, sobre la cual descansa una estufa de petrleo, la cual rara vez se enciende, porque rara vez hay que comer. Solo en las maanas nunca nos falta una taza de chocolate caliente. Al otro extremo de la habitacin hay un cuarto de bao con aseo. La ropa, salimos a lavarla a lavaderos comunitarios. Al entrar mi madre, todos nos hemos sentado al lado de Juanito. Mara tiene a Jess sentado en sus piernas. Mara es muy bonita. Siempre que viene una visita, le alaban a mam lo bonita que es Mara y Patricia. Yo me paseo alrededor por si me cae alguna flor, pero nadie percibe mis atributos, cansada de esperar un halago, regreso siempre a mis juegos. Mam nos mira a todos, buscando en cul de nuestros rostros encuentra culpabilidad de alguna recin travesura, pero hemos sido buenos, el hambre no nos ha permitido maquinar ninguna travesura. Abre la bolsa que trae en sus manos, y saca de ella una pequea olla de la que se desprende un delicioso olor a comida caliente. Se acerca a la mesa y de un cajn de la ella , saca una cuchara, se acerca a nosotros , introduce la cuchara en la olla, y a uno por uno, nos va dando un bocado. Yo, abro la boca lo mas que puedo, porque creo que si la abro mucho como mas, pero ella, a todos nos da igual. Luego, regresa a la mesa, deja la olla sobre ella, y se tumba en la cama mirando hacia la pared. La miro, y veo que se estremece, creo que llora, pero no pregunto, pienso que lo hace porque no comi. Sobre la cabecera de su cama hay un cuadro de una virgen rodeada de ngeles a sus pies, y en la parte de abajo se ve hombres y mujeres semi desnudos que estn siendo consumidos por el fuego y levantan las manos hacia la virgen como implorando. Mam dice que ah es donde van todos los pecadores, que es el purgatorio, y si somos malos ah nos chamuscaremos primero antes de ir al cielo. No me gusta esa virgen que lo deja a uno chamuscar.

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En la pared del centro de la habitacin, hay un cuadro donde est el sagrado corazn de Jess, mam dice que ese nos vigila todo el tiempo y que no podemos escondernos de l para hacer pecados, porque nunca dejar de mirarnos y tiene razn. Yo rodeo toda la habitacin mirando fijamente el cuadro buscando donde puedo escapar de su vista, pero donde voy el tiene la mirada fija en mi. Bajo su almohada, tiene un libro con muchas figuritas bonitas, pero tambin tiene al diablo en muchos dibujos, rojo y con cuernos, y nos lo ensea para que lo conozcamos, y nos dice que nunca le abramos a nadie la puerta porque todos los hombres tienen un diablo de esos dentro de su corazn, y que debemos cuidarnos. En las noches nos hace sentar a todos en la cama y rezamos, bueno, ella reza, nosotros repetimos como loros no s cuntas aves maras, y padre nuestros. Dice qu es para pedir el milagro de vivir mejor. Yo no comprendo que milagro quiere, que nos hace rezar tanto, si ya vivamos mejor. No entiendo porqu estamos viviendo encerrados, y porqu casi no comemos, yo reniego y ella me hace callar ensendome una correa que sabia utilizar muy bien cuando haca falta. Al final, cansada de bostezar entre aves mara y ave mara, y con el estmago crujiendo me acuesto a dormir, pero me cubro muy bien la cara y los pies, no sea que la virgen de ese cuadro baje y me suba a ese infierno que tiene ah. Nunca entenda porque lo asustan a una con tanto diablos e infiernos, yo quera un cuento bonito, pero hasta a los cuentos que se inventaba para contarnos, traa a mencin al diablo y sus infiernos de aceite hirviendo, as que en vez de soar con prncipes y hadas, pasaba en mis sueos entre el cielo y el infierno. Patricia se ha quedado dormida en medio del rezo. Escucho en la obscuridad a mi madre llamar a un seor, y no s a cuntas vrgenes ms. Seor, seor, ven en mi ayuda, dice ella en voz alta. Con un poco de temor, escudrio en las tinieblas buscando al seor que ella llama, pero ah no hay nadie ms que nosotros. Cierro mis ojos, y busco en mis recuerdos los ltimos momentos en que ramos felices. En pocos instantes ya no siento miedo a la obscuridad, porque ya no estoy ah. Veo a mi madre sonriendo, y muchos nios llegan con paquetes envueltos en papel o plstico y se lo entregan a mam. Dentro de ellos hay3

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frutas, en algunos carne, en otros legumbres o pan. Son las ofrendas que envan los padres a los maestros con sus hijos. Ella les agradece acariciando sus cabellos, y los hace pasar a un inmenso saln donde hay muchos pupitres, y cada uno toma asiento en uno de ellos. Yo tambin tengo uno. Me siento y observo sus caras. Algunos vienen despeinados, pero todos lucen sus caras sonrosadas y los labios rojos. Es una regin donde el fro quema la piel .Muchos vienen descalzos, pero en todos ellos se adivina su alegra por estar ah. Mam me entrega una pequea pizarra y un trozo de tiza para que dibuje bolitas y palios, con la promesa de que me portar bien. Ella es la maestra de la vereda, y la gran mayora de nios que ah se encontraban, llegaban a la escuela despus de haber recorrido unos cuntos kilmetros andando. Alrededor de la escuela hay mucha vegetacin, rboles frutales, cafetales, se pueden ver las inmensas montaas llenas de verde, y escuchar el agua de los ros ms cercanos. Mi madre ensea en la misma clase, de primer grado hasta cuarto de primaria. Los ms pequeos utilizamos pizarra, y a aquellos que ya saben leer y escribir les da cuadernos y lpices. Estamos divididos por filas, segn el curso, y ella se pasea por entre todas ellas mientras dicta su clase. Mara est en casa cuidando de mis hermanos. Ella recibe las clases en casa y algunas veces asiste a clase en el saln Es muy inteligente y absorbe rpidamente lo que aprende, mientras yo al contrario, nunca estaba donde estaba porque siempre estaba soando. No s porqu mi nombre era el que ms repeta mi madre en el transcurso del da. Olga, gritaba ms que llamarme, pero mi mente estaba en esas verdes praderas o en cualquier sitio que haba creado en mi imaginacin, y solo me percataba de su voz, cuando senta que se llevaba un pedacito de mi piel entre sus uas. Era su forma de hacerme regresar, un buen pescozn. Los nios traen su merienda y almuerzo, y reciben clases hasta las cuatro de la tarde, para que puedan regresar a casa antes de que caiga la noche. Mam, aprovecha la hora del recreo para entrar en casa. Esta es inmensa y fresca. Hay un fogn de lea que siempre permanece encendido y una olla con deliciosa comida, que permanece caliente al calor de las brasa. Mam busca a Jess, a quien escucha llorar pero no puede encontrarlo. Patricia est echada en la cama de Jess, y bajo ella encuentra mam a mi hermano. Patricia est enfadada, este4

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nuevo hermanito le ha quitado privilegios, y cuando puede lo arrastra de la cama al suelo y lo esconde de la vista. De mam. Mi madre prepara el tetero de leche para ambos, y mientras estos se lo beben, se acerca a Juanito, quien no se ha movido de donde lo ha dejado. Le prepara su taza de desayuno y se lo da poco a poco, luego regresa a clase. Mi madre era apreciada y respetada en aquella vereda. Para el maestro haba un tributo de respeto absoluto, y se les estimaba como una autoridad mas dentro de la sociedad, pues eran los contribuyentes en la educacin de sta. No solo deban ensear a leer, escribir, conocimiento, lengua, matemticas , tambin era obligacin impartir clases de urbanidad. Los maestros y los padres, eran los seres ms venerados por los nios. Ella siempre deca, la inteligencia y la soberbia no son compatibles. Cuando ms conocimientos, ms humildad. Algo muy raro est pasando. Mam corre por toda la casa buscando cosas. Grita, habla sola, nos hace correr detrs de ella recogiendo ropa, y la va introduciendo en unas bolsas de tela. Luego, se ata una gran bolsa en las espaldas, y toma en sus brazos a Juanito. Mara toma a Jess, y yo recibo otra gran bolsa llena de ropa. Patricia siempre est a mi lado o al de mi madre. La bolsa es ms grande que yo. Solo tengo tres aos, y aunque la abrazo con todas mis fuerzas, sta se cae al suelo. Termino arrastrndola por el suelo, mientras intento alcanzar a mam y a Mara. Salimos casi corriendo y no puedo alcanzar los pasos de mam llevando tanto peso, - Donde est la bolsa Olga?, me pregunta mi madre al mirar hacia atrs y ver que llevo las manos vacas,. -la nia est muy cansada, la nia no quiere cargar nada, le respondo. La he dejado atrs, ellas caminan muy rpido y no quiero quedarme sola porque tengo miedo. porqu corremos pregunto a ella. mam?, porqu caminamos tanto?, le

-Tu pap nos ha abandonado, estoy sola y la guerrilla est matando a mucha gente. Tengo miedo por nosotros. Se est oscureciendo y an seguimos caminando. Llegamos a una orilla de carretera, y ah nos sentamos sobre unas piedras a esperar no se qu. Hace mucho fro, se escuchan los grillos,5

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en el silencio y el croar de las ranas. Estamos en una zona montaosa, hemos salido de la vereda, y no se distingue casi nada en la oscuridad. Al final, vencida por el cansancio, me quedo dormida. Esa sera la ltima vez que vera esa hermosa tierra donde fui tan feliz. Me despiertan los alaridos de Patricia, est histrica y pronto me uno a ella. Estamos en un jeep de color amarillo. Un hombre de color negro y los dientes muy blancos le ayuda a bajarse a mam. Nunca habamos visto un hombre negro y estamos asustadas. Satans, Satans, grito yo. Ha llegado mucha gente alertada por nuestros gritos, y no comprendemos porque se ren si el demonio est al frente, pero quien ms rea era el mismo demonio. El llanto de mam me saca de mis recuerdos. An no se ha dormido. Creo que estaba esperando que nos durmiramos para poder llorar a gusto. Porqu llorar?.. pensando en cul sera la causa, me quedo finalmente dormida. Todos nacimos en Manizales capital del departamento de Caldas, en Colombia. Mi madre era la tercera de tres hermanos. A su nacimiento falleci su madre quedando hurfana de ella acabando de nacer. Queda al amparo de su padre Vctor y Mara, hermana de l, Al igual que sus hermanos, Rosalba y Vctor. Pero pronto fallece su madre adoptiva y su padre, y es enviada a un orfanato al igual que sus hermanos. All, al cuidado de monjas es educada para el magisterio y tambin para el noviciado. Pronto conoce al que sera nuestro padre, y abandona los hbitos para casarse con l. El magisterio era vlido en su regin, pero al trasladarse a otra, no poda ejercerlo. Y ahora se encontraba en una muy distinta a donde habamos nacido. Haba abandonado su tierra, su trabajo, huyendo del abandono de nuestro padre y de la violencia de la guerrilla. Fue recibida por una hermana de su madre, que viva en una ciudad de otro departamento de Colombia. Siendo cinco nios, era muy difcil permanecer mucho tiempo en un lugar, ramos una carga muy grande para cualquiera , por muy buen corazn que estos tuvieran. Localiz a otra de sus tas maternas, y fuimos invitados a vivir con ella. Fue regresar al cielo. Viva en una vereda llamada El Placer. Su casa era una ramada inmensa con el suelo de tierra. Estaba rodeada de rboles de limn, de caf, de naranja, de mangos, de infinidad de frutas. Para llegar6

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a la casa haba construido un caminito de piedras blancas, y a los lados del camino, haban estanques de flores de agua, y entre ellas saltaban pequeas ranitas. Toda su casa ola a limpio. Predominaba el color blanco en todo. No haba una sbana, colcha, funda, mantel o servilleta, que no estuviera bordado. Fue como encontrar al hada de pinocho, solo que sta no tena el cabello rubio, sino plateado, y su piel ya estaba un poco arrugada. S que mi madre me quera, pero ella, Anita, fue la primera persona que me lo demostr. Fui su predilecta hasta el final de sus das. Por alguna razn que nunca comprend, tenamos que irnos. Los mayores nunca nos explican a los nios porque razn cambian nuestras vidas rpidamente, ellos deciden, y nosotros les seguimos. Mi madre necesitaba trabajar en lo que ella haba estudiado, necesitaba ejercer su profesin, pero el camino estaba muy difcil para ella. En una ocasin, nos llev a todos a Palmira, la ciudad ms cercana a la vereda donde vivamos, para ir a escuchar la misa . Tras ella, una mujer alta y un poco gorda la observaba. Juanito est sentado y Jess, pero Mara, patricia y yo tenemos que estar de pie. El cura habla mucho y nos hace parar y sentarnos cada instante. Yo quiero sentarme pero mam de un pescozn me hace parar. De pronto mi madre rompe a llorar. La mujer gorda que nos observaba se acerca y habla con ella, y momentos despus mi madre est feliz. Salimos de la iglesia con la mujer, y nos lleva al que luego sera nuestro hogar. Una inmensa habitacin con puerta a la calle y una gran ventana. Y en un rincn, un pequeo cuarto de bao y ducha. La mujer le explica a mam que ella es la duea y fundadora de un conjunto de apartamentos en un conjunto cerrado. La habitacin y algunos apartamentos ms, dan hacia la calle, pero hay una inmensa puerta por donde uno entra y se encuentra en medio de un patio rodeado de mas apartamentos. Al fondo otro patio rodeado de mas apartamentos. Y al final, una escuela para los nios de esa institucin. sta institucin se lama La casa de la viuda y est administrada por monjas. Adis vereda, adis Anita, y bienvenidos a nuestra jaula. Rpidamente fuimos matriculados en la escuela de la institucin. Juanito, Jess y patricia llevados a una guardera. Pronto mi madre se hizo muchas amistades, y a travs de ella encontraba trabajo en casas de familia, dando clases particulares de7

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mecanografa, taquigrafa y matemticas. Tambin se ofreca a ayudar en la cocina, y como recompensa la cocinera la obsequiaba una ollita con comida caliente para que nos trajera a nosotros. Poco a poco, fue siendo reconocida su labor como educadora y alguien la ayudo para entrar a ensear en un colegio privado, impartiendo clases de mecanografa y taquigrafa. Eran pocas horas, pero mi madre estaba feliz. Ahora ya comamos mejor. Aunque la leche, la carne y algunos otros alimentos, no los volvimos a ver ni en fotografas. Pero no nos faltaba las lentejas, el frijol, los guisantes, el arroz y el chocolate de beber en el desayuno. MI madre trabajaba, pero en las noches junto a ella aprend a leer y a escribir, y como recompensa me regal un libro inmenso de cuentos y leyendas espaolas y otro de las mil y una noches. Yo le lea a mis hermanos menores quienes se extasiaban escuchndome. Pronto mam recibi el nombramiento como profesora oficial, y empez a ensear en una escuela pblica. Tambin la directora de La casa de la viuda nos dio un apartamento en la parte de afuera de la institucin. Tena dos habitaciones, lavadero, cocina, y un patio de donde veamos el sol. Nos acostbamos en el suelo, mirando las formas de las nubes, mientras hacamos planes sobre lo primero que compraramos cuando trabajramos. Yo lo tena claro, un barril de leche fresca. Todos queramos lo mismo. Frente a la nueva vivienda haba un asilo, se llamaba la casa del mendigo, mam se hizo amiga de las secretarias de ah, y pasaba algunos ratos a charlar con ellas. Desde nuestra ventana la alcanzbamos a ver como rea mientras hablaba. Una o dos veces por semana llegaba un camin con comida para el asilo. Yo estaba pendiente, y cuando los hombres entraban las cargas de comida, rpidamente yo sala y coga lo primero que pillaba. En una ocasin agarr un muslo de ternera, era ms grande que yo, como pude lo agarr y lo introduje en la casa. Muchos aos despus me enterara que todos mis robos fueron vistos desde ah y permitidos. Mi madre me castigaba duramente por mis actos, pero luego nos hacia una deliciosas sopas con el producto de mis robos.

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Mara haca el almuerzo y lo dejaba preparado antes de ir a estudiar. Al cumplir los seis aos mi madre me enseo como hacer sopas de ajos, de papas, a secar arroz, ha preparar el desayuno y a frer en manteca. Muchas veces tuvo que regresar de su trabajo y encontrarme con mi cuerpo quemado. Algunas veces el estmago, otras las piernas, otras nuevamente el estmago. El mesn era muy alto para mi, y sola resbalarme en el momento de bajar la olla del fuego y terminaba echndomela encima. Un mdico famoso se interes por Juanito, y le prometi operarlo y ayudarlo a recuperar la vista. La ceguera de nacimiento es algo difcil de curar, pero a mi mam todo se le converta en milagros. Juanito fue operado y estren un par de ojos muy grandes. Ya no los tena blancos, solo que eran un poco bizcos pero poda ver algo. La noticia sali en los mejores peridicos del pas. Casi a los siete aos empez a hablar. Ya nos vea y podamos jugar con l. Ahora ya no somos pobres. Mam ha trado una mesa de madera pequea con cinco banquetas, es nuestro comedor. Se acab comer en el suelo. Tambin ha trado un radio amarillo, y ella escucha canciones que cuentan historias de amor, y pronto la escuchamos cantar. Tiene una voz muy bonita, y ya no la veo tan fea. Mara le gusta escuchar una msica que me hace doler el estmago, es fnebre, dice que ese es un tal Beethoven, pero yo no lo escucho cantar, y me recuerda a las marchas fnebres de la misa que dan en el cementerio para los muertos. Pronto descubrimos las radionovelas y no hay nios ms felices que nosotros. El radio y los libros que mam sola traernos, se convierten en nuestros tesoros ms preciados. Mara, patricia y yo, hemos desarrollado una facilidad para dibujar. Mara tiene muy mal genio, casi no jugamos con ella, nos acusa con nuestra madre y ella luego nos da madera, o sea palos . Empezamos a dibujar chicas muy bonitas, las coloreamos y luego las recortamos para jugar con ellas. A Jess le dibujamos sper hroes de los que vienen en las tiras cmicas del peridico, para que salve a nuestras chicas y se enamore de ellas. Tenemos un cuaderno donde pegamos recortes de fotos o dibujos de diferentes comidas, que vienen en las cajas de los alimentos que mam compra. Nos gusta verlo e imaginar sus sabores.

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Hoy es el da en que los pinos crecen, dice mi madre. - Que pasa cuando los pinos crecen mam?, pregunto. Que hay madera, responde ella. Eso significaba que ella hara revisin de todo y castigos. Todos tenamos que lavar la ropa, incluso Juanito. Tenamos unas tablas de madera sobre la que apoybamos la ropa para poder estregarla con un cepillo, y a cada uno nos daba un pedazo de jabn y un cubo con agua para remojar. Y Mientras nosotros estamos en el suelo estregando, ella va jugando la ropa que le vamos pasando ya estregada. Alguien le ha dicho que tenemos lombrices en la barriga y le aconseja que licu muchos ajos en aguardiente y nos d un chupito en ayunas. Mi madre, prepara el mejunje y nos va dando a uno por uno el chupito. Todos fuimos cayendo en la cama casi desmayados. Nos bajo la presin. Ella sale como loca gritando a la calle que ha matado a sus hijos. Ese da fue uno de los que mejor comimos. De la casa del mendigo nos trajeron sopa caliente, pan, mantequilla, no recuerdo, pero si s que me empach a gusto. El ajo, deca mi madre, era para limpiar los parsitos y abrir el apetito. Lo que no entenda era porque quera abrirnos el apetito si luego no tenamos con que calmarlo. Lo que nos urga, era algo con que cerrarlo. Seguimos yendo los fines de semana a la vereda de Anita. Es el da ms bonito de la semana. Baamos en el ro, comemos mucha fruta, y ella nos prepara unas comidas deliciosas y nos mira con mucho amor mientras comemos. Ahora mam, ya tiene un buen trabajo. Ha estudiado los fines de semana para alcanzar otro escalafn en el magisterio y puede ganar ms dinero. Ya tenemos bonitas Navidades con regalos, buena comida y muchos dulces. Sus amigas de la escuela le regalan ropa y juguetes para nosotros. Hace un beln muy precioso y rezamos y cantamos villancicos. Siempre nos hace escribir una carta para el nio Dios, y luego las junta todas y las quema con incienso, que as legan directo al cielo y El las lee. Yo pido juguetes, y unos zapatos de charol, que brillen como los de las nias que van a la iglesia. Pero el nio Dios es muy despistado, siempre se equivoca y me trae zapatos plsticos, y para que brillen tengo que limpiarlos con aceite. Mam tiene que entregar la casa donde vivimos. Ya ella tiene un buen trabajo, y hemos crecido. Consideran que ella ya10

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puede salir adelante, y necesitan la casa para otra madre que tiene grandes problemas. Empezamos un peregrinaje de casa en casa, pero en todas ellas vivimos felices. No conocamos mdico, ella nos curaba todo con yerbas y ungentos. Ella segua estudiando y trabajando. Y cuando ms estudiaba, mejor era su calidad de trabajo, y su sueldo. Ya tenamos una nevera y cada uno tenamos nuestra propia cama. Haca helados de fruta en las noches, y al da siguiente se lo llevbamos a la escuela donde ella enseaba, para que los vendiera en el recreo. Tambin aprendi hacer caramelos, bombones de chocolate y muchas cosas ms, las cuales venda todas. Nunca entr un hombre a nuestra casa, solo al paso de los aos, lo haran nuestros primeros pretendientes, y eso con mucho trabajo. Tampoco falt una noche en casa. Nunca nos abandon, cur y vel nuestras enfermedades. Nos inculco la fe y la esperanza. Nos ense a ser educados y humildes. A amar la lectura, la pintura, la msica. Nos enseo a luchar en medio de lo adverso, y sobre todo nos enseo a creer en nosotros mismos y en nuestras capacidades. Entr a hacer un curso de pintura al oleo, luego uno de modistera, otro de lencera, otro de cermica, otro de restauracin de cuadros, de repostera, panadera, laboratorio y no s cuntos ms. Solo s que ahora tiene setenta y cuatro aos y an sigue estudiando. Ha recibido hace poco su diploma en informtica, est feliz porque ya puede comunicarse con sus hijos que estamos lejos de ella a travs del ordenador. Y an sigue estudiando. Esta no es mi historia ni la de mis hermanos, es la suya resumida segn mis propios recuerdos. No, yo no quiero llevarle hermosos ramos de flores a su tumba y llorarla cuando haya muerto. Yo quiero regalarle este homenaje ahora que est viva. Quiero pedirle perdn por mi ignorancia cuando no supe comprenderla. Pedirle perdn por no haber valorado todo aquello que nos dio. Pedirle perdn por las lgrimas que derram por culpa nuestra, Pedirle perdn por las tantas veces que le hicimos dao, conscientes de que ella sufra por ello. Pedirle perdn por haberla juzgado como madre, cuando ella misma nunca conoci a la suya. Pedirle perdn por no haber sido mi vida lo que ella hubiera deseado para mi.11

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Quiero agradecerle todos los valores que nos inculc, y que gracias a ellos hemos ido abriendo puertas difciles en nuestro destino. Quiero agradecerle su vida, y agradecerle la nuestra. Quiero trarmela a mi lado antes de que Dios se la lleve al suyo. Quiero hacerla feliz ahora en el ocaso de su vida. Quiero que cuando le llegue el momento de partir, entre al cielo sonriendo!.

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