CUANDO NACIA UN MUELLE Y MORIAN LAS PLAYAS

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Terminada la primera sección del Muelle de Ribera, se inició la construcción de la Avenida de Anaga Santa Cruz de ayer y de hoy Cuando nacía un muelle y morían las playas Ante el antiguo —y relativa- mente reciente— documento gráfico que ilustra estas líneas, vemos delinearse la luz y la sombra de una etapa de la ciu- dad y su buen puerto, Dicen que el silencio es bas- tante más caro y raro que el oro que lo simboliza^ bastante más raro y caro que el diamen- te y, también, más que la felici- dad en el corazón que la busca. El recuerdo lo es todo en el mundo y, en éste de algo casi reciente —que bien toca en el corazón de todos los santacru- ceros— encontramos casi her- manados un tiempo ido y pre- que tjjT y'siempre""Jifera. *r.~ Recuerdo es la poesía, re- cuerdo es toda la historia y, también, toda la felicidad, Sin embargo, el recuero tiene un lí- mite; hay un irrecordable en el pasado como, también, todo un imprevisible en el futuro. Ante la imagen, preguntarnos a qué época se remontan nuestros re- cuerdos y evocaciones, en qué etapa comenzamos a verdade- ramente conocer, a verdadera- mente ser. Ante esta buena imagen de un pasado casi reciente, volve- mos al nacimiento para el mun- do, al nacimiento para nosotros mismos. Esta imagen nos trae niñez y pequenez y, en especial, juventud, pues, aquí, a la vera de la mar, la luz hirió nuestros ojos y, al propio tiempo, la san- gre comenzó a correr, con grito victorioso, por nuestras venas. Pasó la etapa de la marque- sina que, a la leve sombra de la SemL-hi ¿HÚér u HFt<tef platillos». El Muelle Sur, con la grúa Ti- tán en su extremo, continuaba la marcha, su avance hacia profundidades que le harían muy efectivo y, a la vera del barranco de Tahodio —allí don- de aún se alzaban los viejos muros del castillo de San Mi- guel— el Muelle Norte seguía su RÓTULOS, GRABACIONES Y TROlHEOS GONZALGUIL (MANOLO'S) GRABADOS EN JOYAS C/. DUGGI, 15 Teléfono 27198O A la hora del té Lipton Por sabor y aroma Para pedidos: PEDRO DUQUE Una 286000 lenta marcha mientras, cerca, las dragas«Charang» primero y «Adrianus» más tarde, daban más profundidad a la zona. En el viejo Muelle Sur, siem- pre goletas y vapores empena- chados de humo y, en el Norte, el 10 de enero de 1939 atracó por ver primera el «María R.», un veterano carguero de la na- viera Ramos, de Barcelona, compañero de contraseña del «Ramón Alonso R.» que —anti- guo «Balmes» de la Pinillos— fue de los muy fíeles a la cita con Santa Cruz de Tenerife. Ante la imagen, abrimos las entrañas de nuestras aunas y das, se terminaba ía primera sección del Muelle de Ribera, nacía la Avenida de Anaga y, con rellenos, morían las playas de San Antonio, La Peñita y Los Melones que, al propio tiempo, se preparaban para dar vida —muy buena vida— a las nue- vas secciones del muelle citado y a los almacenes que, más tar- de, sobre él se alzaron. En la preciosa colección del tiempo, esta imagen —una de las buenas de Adalberto Bení- tez— con la que volvemos al le- jano reciente, a la casi resu- rrección de la ciudad que, co- mo bien decía mi buen y viejo amigo don Cristóbal González Bento, tenía y bien mantenía un perfecto «waterfront» frente al Atlántico. Nunca ha declinado la estre- lla de Santa Cruz, ciudad y puerto que nació allá por la playa de Añaza. Allí comenzó la buena historia de su voca- ción marinera que, desde en- tonces, tiene y mantiene toda la intimidad de un mundo amable y amado. Esta es la buena ciudad con sonrisas juveniles, aquella que iniciaba una etapa de su vida y, sobre sus casi muertas playas —todas cedidas con generosi- dad— contraía su buen futuro. Santa Cruz, siempre ciudad jo- ven y fuerte, se nos muestra aquí en un capítulo de su vida. Nació a la mar allá por la playa de Añaza y, con varios fondea deros, la caleta de Blas Díaz destacó entre el Castillo de San Cristóbal y la Real Aduana, edi- ficio que cedió su nombre a la calle que, de callaos con color y calor de playa, llevaba a la pla- za de la Iglesia y, con encanto sencillo, llegó a nuestros años niños. Desde la torre del palacio del Cabildo Insular —aún no se ha- hia instalado el reloj y el cari- llón del tajaraste— así era y es- taba Santa Cruz de Tenerife cuando se terminaba la obra de la primera sección del Muelle de Ribera que, proyectado por don Miguel Pintor, bien señaló tpda una nueva etapa en el pro-; gresd del ? En primer término, él monu- mento de la plaza de España que, muy cerca, tiene la grúa de vapor Que poco a poco, con-: cimientos de la ac- ;tüal de Anaga sobre la* antigua He Sol y Ortega. A la iz- quierda, la buena sombra los laureles de Indias en la Ala- meda —laureles con color y temblor de,campanas, descen- dientes de los que, a mediados del pasado siglo, trajo de La Habana el capitán Serís en el bergantín redondo «El Guan- che»— que, luego, dieron color, vida y sombra verde y fresca a todas las plazas de las islas. También a la izquierda, el sencillo edificio de la Coman- dancia de Ingenieros y, al fon- do, sobre la ciudad que»crecía, nuevas edificaciones y la torre del Hogar Escuela. Mas allá, la antigua y bien recordada «mu- , .jssw _ a- KTia ib*.*!» ayun- que morían— y, cerca de los barcos en fondeo, los edificios del desaparecido Hotel Mira- mar y de la empresa, siempre bien recordada, de don Alvaro Rodríguez López, el buen na- viero isleño de los «Sancho II», «Santa Eulalia», «San Juan II», «San Isidro», «Tacoronte», «Adeje», «Isora», etc., que, día tras día, llegaban con las es- pectaculares cubertadas de huacales de plátanos y cestos de tomates. En primer término, la am- plia explanada de la primera sección del Muelle de Ribera y, al fondo, bajo la buena sombra del macizo de Anaga, la estam- pa elegante y blanca del frutero belga «Frubel Monica», y, tras él, la del buen carguero español «Mar Cantábrico», gemelo del «Mar Negro» que, ambos, bien lucieron durante años y años el ancla blanca que, sobre fondo negro, bien mantiene todo un capítulo de la historia de la ma- rina mercante española. Tras el edificio de la Coman- dancia Militar de Marina, las fincas de plataneras, la fábrica de los bloques para el Muelle Sur; frente, el varadero de la Eider Dempster —ya por enton- ces pertenecía a la empresa In- dustrias Marítimas- y, más allá, los almacenes carboneros, que recientemente fueron de- rribados, y el varadero y talle- res de la Junta de Obras del Puerto. La amplia explanada de la primera sección del Muelle de Ribera aún esperaba el primer atraque, que estuvo a cargo de la motonave danesa «Verna Cía usen» que, fletada por la Yeoward inglesa, mantenía lí- nea regular frutera entre estas islas y puertos del Reino Unido. Hoy, cuando el puerto se inicia casi en San Andrés, cuando de aquellos muelles Sur y Norte hemos pasado a la Dársena Pesquera, Dique del Este, Ter- minal de Contenedores, Mue- lles Norte, de Ribera y Sur, nueva Dársena Comercial, La Hondura y campo de boyas, de CEPSA. La'-ciudad abierta e4nq'üíe|á -la Me generosa y nofale-bon- dad— nos vuelve en esta estam- pa de un capítulo de su buena historia. Aquí/ '."¡el"' "puerto^ Ma marcha, la obra a que que San- ta Ctuz de Tenerife se ha entre- gado siempre con ardiente y paciente pasión.— Juan A. Pa- drón Albornos. Un impulso el resurgir del folklore, en Arico La Agrupación Folklórica «Atxoña», de Arico E L folklore es una de las raíces de la identidad canaria de nuestro pueblo y este se digni- fica cuando lo conserva y lo practica, pues son las mani- festaciones del espíritu las que elevan a altas cotas la consideración socio-cultural de los hombres. Las agrupaciones folklóri- cas que con vida propia e in- dependiente fueron surgiendo primero como fruto del ejem- plo y estímulo contagiante que infundió el nacimiento y divulgación de «Los Sabande- ños» —grupo al que pudiéra- mos considerar como el pro- motor propulsor del auge que ohcpnra—¥—al también pudiéramos atribuir- le el calificativo de «valiente» resucitador de las «momias» folklóricas que, en exclusiva, conservaba determinado or- ganismo oficial— y última- mente como consecuencia del cambio de comportamientoy de mentalidad poli tico-social que se vienen experimentan- do, figuran hoy en la mayoría de pueblos de nuestra tierra canaria y su proliferación es tal y están tan arraigadas que casi podría extrañar que de- diquemos un artículo a una determinada agrupación. El municipio de Arico poco a poco ha ido despertando de su letargo, del abandono y ol- vido en que se le ha tenido, ya aquí y concretamente en el Porís de Abona está consoli- dada una extraoridinaria agrupación, denominada «Ai- res del Sur», capaz de ganar primeros premios en tradicio- nales concursos y recorriendo al geografía insular con conti- nuados éxitos. Ahora algo maravilloso y ejemplar ha brotado con luz propia incrementando el acervo cultural de «los Ari- cos», esta entrañable, esforza- da y hospitalaria tierra de Chasna. Ese algo que motiva estas líneas lo constituye la esplendorosa Agrupación fol- klórica «Atxoña» de la Villa de Arico, y lo maravilloso y esti- mulante de esta agrupación es que la inmensa mayoría de sus casi sesenta componentes están comprendidos entre los 5 y los 16 años, más que una agrupación juvenil es una agrupación infantil y es alec- cionador y sorpresivo con- templar la segura y ordenada interpretación que imprimen en sus actuaciones. Ya en Valle Guerra había- mos disfrutado con la actua- ción de al Agrupación folkló- rica escolar de Ravelo, admi- rando la vocación y paciencia de quienes eran capaces de, al menos, tener ordenados a unos cincuenta niños sintien- do y transmitiendo nuestros aires regionales/ P&n> en Ari- co f concretamente con su agrupación «Atxpñai nuestra admiración no ti§en límites y los elogios que se le hagan se- rán |>ocps,:porque es|:pacien- ciá y vocación ha luchado aquí con la dispersión de un pueblo, no son niños de un de- terminado colegio sino de di- ferentes barrios de un exten- so y diseminado municipio, téngase en cuenta que la agrupación está formada por 29 niños de Villa de Arico; 10 del Porís de Abona, 6 de la Cisnera, 6 de Arico el Viejo» 5 de Teguedite, 2 de la Degolla- da y una de Las Eras, a los que se une una niña 'de Gra- nadilla y hasta cuatro veces a la semana se reúnen en la Vi- lla de Arico para ir ensayan- do y perfeccionando» Todo esto se ha conseguido merced al entusiasmo de don Juan Martín Cruz y su esposa doña Candelaria Rodríguez Morales: él es el paciente di- rector que ha logrado armo- xiizar al conjunto y doña Can- delaria es quien ña diseñado el traje confeccionándolo per- sonalmente y, tanto uno como otro han sabido contagiar y entusiasmar a unos padres que contribuyen al transporte y a unas madres que asimis- mo han colaborado en la con- fección de los trajes. El esfuerzo que viene po- niendo este matrimonio tras- ladándose desinteresadamen- te desde el Porís a Villa de Arico, llevan- do en su propio vehículo a los niños, no solamente ha dado el ejemplar resultado de dis- poner de una agrupación fol- klórica sino que ha contagia- do al pueblo y les ha hecho sentir la necesidad de consti- tuir una Asociación Cultural y, previa aprobación de sus estatutos por el Gobierno Ci- vil, sus cincuenta socios ya han elegido a su primera di- rectiva, La Agrupación folklórica «Atxoña» que lleva el nombre del mencey de Abona cuenta con 13 guitarras, 8 bandu- rrias, 5 laúdes, 2 limpies y un tambor y el resto lo forman un grupo de baile y canto, dis- poniendo de valiosos solistas con encantadores voces de ni- ños y niñas, algunos de ape- nas cinco años que emocio- nan a los espectadores, y, pa- ra cuyo logro, en especial pa- ra el cuerpo de baile, también han venido trabajando en la sombra Rosa-Delia, Lali y Pili que tienen el mérito enorme de, una vez terminada su jor- nada de trabajo en Santa Cruz, trasladarse de forma desinteresada a Arico para perfilar los ensayos. La Asociación Cultural que se ha creado quiere rememo- rar las antiguas actividades culturales de Arico que se de- sarrollaban y para ello ya ha arrendado el local del Cine Graliñe donde, no solamente garantizarán sus ensayos, si- no en los que, con relativa pe- riodicidad^ ofrecerán diver- sos acto§; de; práctica y divul- '" . -y animamos a esta Agrupación y esperamos que el folklore siga extendién- dose por Arico, completándo- se con la creación de otra nueva agrupación en el barrio de El Río, cuyos vecinos segu r amenté imitarán esta la- bor.— Federico Padrón Pérez.

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Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Santa Cruz de ayer y hoy", 1990/01/28

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Terminada la primera sección del Muelle de Ribera, se inició la construcción de la Avenida de Anaga

Santa Cruz de ayer y de hoy

Cuando nacía un muelle y morían las playasAnte el antiguo —y relativa-

mente reciente— documentográfico que ilustra estas líneas,vemos delinearse la luz y lasombra de una etapa de la ciu-dad y su buen puerto,

Dicen que el silencio es bas-tante más caro y raro que eloro que lo simboliza^ bastantemás raro y caro que el diamen-te y, también, más que la felici-dad en el corazón que la busca.El recuerdo lo es todo en elmundo y, en éste de algo casireciente —que bien toca en elcorazón de todos los santacru-ceros— encontramos casi her-manados un tiempo ido y pre-que tjjT y'siempre""Jifera. *r.~

Recuerdo es la poesía, re-cuerdo es toda la historia y,también, toda la felicidad, Sinembargo, el recuero tiene un lí-mite; hay un irrecordable en elpasado como, también, todo unimprevisible en el futuro. Antela imagen, preguntarnos a quéépoca se remontan nuestros re-

cuerdos y evocaciones, en quéetapa comenzamos a verdade-ramente conocer, a verdadera-mente ser.

Ante esta buena imagen deun pasado casi reciente, volve-mos al nacimiento para el mun-do, al nacimiento para nosotrosmismos. Esta imagen nos traeniñez y pequenez y, en especial,juventud, pues, aquí, a la verade la mar, la luz hirió nuestrosojos y, al propio tiempo, la san-gre comenzó a correr, con gritovictorioso, por nuestras venas.

Pasó la etapa de la marque-sina que, a la leve sombra de laSemL-hi ¿HÚér u HFt<tef platillos».El Muelle Sur, con la grúa Ti-tán en su extremo, continuabala marcha, su avance haciaprofundidades que le haríanmuy efectivo y, a la vera delbarranco de Tahodio —allí don-de aún se alzaban los viejosmuros del castillo de San Mi-guel— el Muelle Norte seguía su

RÓTULOS, GRABACIONESY TROlHEOS

GONZALGUIL(MANOLO'S)

GRABADOS EN JOYASC/. DUGGI, 15 Teléfono 27198O

A la hora del téLiptonPor sabor y aroma

Para pedidos: PEDRO DUQUE Una 286000

lenta marcha mientras, cerca,las dragas«Charang» primero y«Adrianus» más tarde, dabanmás profundidad a la zona.

En el viejo Muelle Sur, siem-pre goletas y vapores empena-chados de humo y, en el Norte,el 10 de enero de 1939 atracópor ver primera el «María R.»,un veterano carguero de la na-viera Ramos, de Barcelona,compañero de contraseña del«Ramón Alonso R.» que —anti-guo «Balmes» de la Pinillos—fue de los muy fíeles a la citacon Santa Cruz de Tenerife.

Ante la imagen, abrimos lasentrañas de nuestras aunas ydas, se terminaba ía primerasección del Muelle de Ribera,nacía la Avenida de Anaga y,con rellenos, morían las playasde San Antonio, La Peñita y LosMelones que, al propio tiempo,se preparaban para dar vida—muy buena vida— a las nue-vas secciones del muelle citadoy a los almacenes que, más tar-de, sobre él se alzaron.

En la preciosa colección deltiempo, esta imagen —una delas buenas de Adalberto Bení-tez— con la que volvemos al le-jano reciente, a la casi resu-rrección de la ciudad que, co-mo bien decía mi buen y viejoamigo don Cristóbal GonzálezBento, tenía y bien manteníaun perfecto «waterfront» frenteal Atlántico.

Nunca ha declinado la estre-lla de Santa Cruz, ciudad ypuerto que nació allá por laplaya de Añaza. Allí comenzóla buena historia de su voca-ción marinera que, desde en-tonces, tiene y mantiene toda laintimidad de un mundo amabley amado.

Esta es la buena ciudad consonrisas juveniles, aquella queiniciaba una etapa de su vida y,sobre sus casi muertas playas—todas cedidas con generosi-dad— contraía su buen futuro.Santa Cruz, siempre ciudad jo-ven y fuerte, se nos muestraaquí en un capítulo de su vida.Nació a la mar allá por la playade Añaza y, con varios fondeaderos, la caleta de Blas Díazdestacó entre el Castillo de SanCristóbal y la Real Aduana, edi-ficio que cedió su nombre a lacalle que, de callaos con color ycalor de playa, llevaba a la pla-za de la Iglesia y, con encantosencillo, llegó a nuestros añosniños.

Desde la torre del palacio delCabildo Insular —aún no se ha-hia instalado el reloj y el cari-llón del tajaraste— así era y es-taba Santa Cruz de Tenerifecuando se terminaba la obra dela primera sección del Muellede Ribera que, proyectado pordon Miguel Pintor, bien señalótpda una nueva etapa en el pro-;gresd del ?

En primer término, él monu-mento de la plaza de Españaque, muy cerca, tiene la grúade vapor Que poco a poco, con-:

cimientos de la ac-;tüal de Anaga sobre la*antigua He Sol y Ortega. A la iz-quierda, la buena sombra dé

los laureles de Indias en la Ala-meda —laureles con color ytemblor de,campanas, descen-dientes de los que, a mediadosdel pasado siglo, trajo de LaHabana el capitán Serís en elbergantín redondo «El Guan-che»— que, luego, dieron color,vida y sombra verde y fresca atodas las plazas de las islas.

También a la izquierda, elsencillo edificio de la Coman-dancia de Ingenieros y, al fon-do, sobre la ciudad que»crecía,nuevas edificaciones y la torredel Hogar Escuela. Mas allá, laantigua y bien recordada «mu-, . j s s w _ a- KTia ib*.*!» ayun-que morían— y, cerca de losbarcos en fondeo, los edificiosdel desaparecido Hotel Mira-mar y de la empresa, siemprebien recordada, de don AlvaroRodríguez López, el buen na-viero isleño de los «Sancho II»,«Santa Eulalia», «San Juan II»,«San Isidro», «Tacoronte»,«Adeje», «Isora», etc., que, díatras día, llegaban con las es-pectaculares cubertadas dehuacales de plátanos y cestosde tomates.

En primer término, la am-plia explanada de la primerasección del Muelle de Ribera y,al fondo, bajo la buena sombradel macizo de Anaga, la estam-pa elegante y blanca del fruterobelga «Frubel Monica», y, trasél, la del buen carguero español«Mar Cantábrico», gemelo del«Mar Negro» que, ambos, bienlucieron durante años y años elancla blanca que, sobre fondonegro, bien mantiene todo uncapítulo de la historia de la ma-rina mercante española.

Tras el edificio de la Coman-dancia Militar de Marina, lasfincas de plataneras, la fábricade los bloques para el MuelleSur; frente, el varadero de laEider Dempster —ya por enton-ces pertenecía a la empresa In-dustrias Marítimas- y, másallá, los almacenes carboneros,que recientemente fueron de-rribados, y el varadero y talle-res de la Junta de Obras delPuerto.

La amplia explanada de laprimera sección del Muelle deRibera aún esperaba el primeratraque, que estuvo a cargo dela motonave danesa «VernaCía usen» que, fletada por laYeoward inglesa, mantenía lí-nea regular frutera entre estasislas y puertos del Reino Unido.Hoy, cuando el puerto se iniciacasi en San Andrés, cuando deaquellos muelles Sur y Nortehemos pasado a la DársenaPesquera, Dique del Este, Ter-minal de Contenedores, Mue-lles Norte, de Ribera y Sur,nueva Dársena Comercial, LaHondura y campo de boyas, deCEPSA.

La'-ciudad abierta e4nq'üíe|á-la Me generosa y nofale-bon-dad— nos vuelve en esta estam-pa de un capítulo de su buenahistoria. Aquí/ '."¡el"' "puerto^ Mamarcha, la obra a que que San-ta Ctuz de Tenerife se ha entre-gado siempre con ardiente ypaciente pasión.— Juan A. Pa-drón Albornos.

Un impulso el resurgir del folklore, en Arico

La AgrupaciónFolklórica «Atxoña», de

AricoE L folklore es una de las

raíces de la identidadcanaria de nuestropueblo y este se digni-

fica cuando lo conserva y lopractica, pues son las mani-festaciones del espíritu lasque elevan a altas cotas laconsideración socio-culturalde los hombres.

Las agrupaciones folklóri-cas que con vida propia e in-dependiente fueron surgiendoprimero como fruto del ejem-plo y estímulo contagianteque infundió el nacimiento ydivulgación de «Los Sabande-ños» —grupo al que pudiéra-mos considerar como el pro-motor propulsor del auge que

ohcpnra—¥—altambién pudiéramos atribuir-le el calificativo de «valiente»resucitador de las «momias»folklóricas que, en exclusiva,conservaba determinado or-ganismo oficial— y última-mente como consecuencia delcambio de comportamiento yde mentalidad poli tico-socialque se vienen experimentan-do, figuran hoy en la mayoríade pueblos de nuestra tierracanaria y su proliferación estal y están tan arraigadas quecasi podría extrañar que de-diquemos un artículo a unadeterminada agrupación.

El municipio de Arico pocoa poco ha ido despertando desu letargo, del abandono y ol-vido en que se le ha tenido, yaaquí y concretamente en elPorís de Abona está consoli-dada una extraoridinariaagrupación, denominada «Ai-res del Sur», capaz de ganarprimeros premios en tradicio-nales concursos y recorriendoal geografía insular con conti-nuados éxitos.

Ahora algo maravilloso yejemplar ha brotado con luzpropia incrementando elacervo cultural de «los Ari-cos», esta entrañable, esforza-da y hospitalaria tierra deChasna. Ese algo que motivaestas líneas lo constituye laesplendorosa Agrupación fol-klórica «Atxoña» de la Villa deArico, y lo maravilloso y esti-mulante de esta agrupaciónes que la inmensa mayoría desus casi sesenta componentesestán comprendidos entre los5 y los 16 años, más que unaagrupación juvenil es unaagrupación infantil y es alec-cionador y sorpresivo con-templar la segura y ordenadainterpretación que imprimenen sus actuaciones.

Ya en Valle Guerra había-mos disfrutado con la actua-ción de al Agrupación folkló-rica escolar de Ravelo, admi-rando la vocación y pacienciade quienes eran capaces de,al menos, tener ordenados aunos cincuenta niños sintien-do y transmitiendo nuestrosaires regionales/ P&n> en Ari-co f concretamente con suagrupación «Atxpñai nuestraadmiración no ti§en límites ylos elogios que se le hagan se-rán |>ocps,:porque es|:pacien-ciá y vocación ha luchadoaquí con la dispersión de unpueblo, no son niños de un de-terminado colegio sino de di-

ferentes barrios de un exten-so y diseminado municipio,téngase en cuenta que laagrupación está formada por29 niños de Villa de Arico; 10del Porís de Abona, 6 de laCisnera, 6 de Arico el Viejo» 5de Teguedite, 2 de la Degolla-da y una de Las Eras, a losque se une una niña 'de Gra-nadilla y hasta cuatro veces ala semana se reúnen en la Vi-lla de Arico para ir ensayan-do y perfeccionando»

Todo esto se ha conseguidomerced al entusiasmo de donJuan Martín Cruz y su esposadoña Candelaria RodríguezMorales: él es el paciente di-rector que ha logrado armo-xiizar al conjunto y doña Can-delaria es quien ña diseñadoel traje confeccionándolo per-sonalmente y, tanto uno comootro han sabido contagiar yentusiasmar a unos padresque contribuyen al transportey a unas madres que asimis-mo han colaborado en la con-fección de los trajes.

El esfuerzo que viene po-niendo este matrimonio tras-ladándose desinteresadamen-te desde elPorís a Villa de Arico, llevan-do en su propio vehículo a losniños, no solamente ha dadoel ejemplar resultado de dis-poner de una agrupación fol-klórica sino que ha contagia-do al pueblo y les ha hechosentir la necesidad de consti-tuir una Asociación Culturaly, previa aprobación de susestatutos por el Gobierno Ci-vil, sus cincuenta socios yahan elegido a su primera di-rectiva,

La Agrupación folklórica«Atxoña» que lleva el nombredel mencey de Abona cuentacon 13 guitarras, 8 bandu-rrias, 5 laúdes, 2 limpies y untambor y el resto lo formanun grupo de baile y canto, dis-poniendo de valiosos solistascon encantadores voces de ni-ños y niñas, algunos de ape-nas cinco años que emocio-nan a los espectadores, y, pa-ra cuyo logro, en especial pa-ra el cuerpo de baile, tambiénhan venido trabajando en lasombra Rosa-Delia, Lali y Pilique tienen el mérito enormede, una vez terminada su jor-nada de trabajo en SantaCruz, trasladarse de formadesinteresada a Arico paraperfilar los ensayos.

La Asociación Cultural quese ha creado quiere rememo-rar las antiguas actividadesculturales de Arico que se de-sarrollaban y para ello ya haarrendado el local del CineGr aliñe donde, no solamentegarantizarán sus ensayos, si-no en los que, con relativa pe-riodicidad^ ofrecerán diver-sos acto§; de; práctica y divul-'"

. -y animamos aesta Agrupación y esperamosque el folklore siga extendién-dose por Arico, completándo-se con la creación de otranueva agrupación en el barriode El Río, cuyos vecinos segur amenté imitarán esta la-bor.— Federico Padrón Pérez.