Cuando Pase el Temblor

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Cuando pase el temblor Ana Cecilia Gonzales-Vigil

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Exposición de Fotos

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Cuando pase el temblorAna Cecilia Gonzales-Vigil

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Cuando pase el temblor

© 2008, Ana Cecilia Gonzales-Vigil

© 2008, Editorial Planeta Perú S.A.

Av. Santa Cruz 244, San Isidro, Lima, Perú

Diseño interior y de cubierta: Xavier Conesa

Corrección: Álvaro Sialer

Primera edición: septiembre 2008

Tiraje: 1000 ejemplares

Este libro no podrá ser reproducido, total ni parcialmente,

sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos

reservados.

Derechos exclusivos de edición en castellano reservados

para todos los países de la lengua castellana.

ISBN 000-0000-00-000-0

Registro de Proyecto Editorial: 00000000000000

Hecho el Depósito Legal: 2008-00000

Impreso en Metrocolor

Las imágenes agrupadas en esta muestra recorren el itinerario del fracaso en el proceso de reparación, registradas por la mirada compasiva pero inflexible en su determinación, de Ana Cecilia Gonzales-Vigil. El mecanismo de reparación se pone en marcha cuando el amor adopta la forma de penitencia hacia el objeto dañado, combinando la tristeza, la empatía y la actividad1. Esto fue lo que se vislumbró en las reacciones inmediatas a la tragedia: un extraordinario impulso de solidaridad y generosidad que compensaba la sensación de caos que ya se advertía, y no solo por los escombros y el horror subyacente. Pero al cabo la omnipotencia desplazó a esa tendencia reparadora. Fue cuando la tarea comenzó a ser percibida como inalcanzable que gradualmente se le cubrió con desdén, se le restó importancia, se procuró olvidar: esta trilogía de impronta tanática es lo que en psicoanálisis se conoce como defensas maníacas. Se actúa como si el objeto dañado no valiera la pena. En realidad los responsables se sienten desbordados por la magnitud del desafío y por eso adoptan actitudes grandiosas e inconsistentes: mil trescientos millones se han invertido en esto que podemos observar en las fotografías. La improvisación, la corrupción, el abandono y la desvalorización han sido más destructivos para el tejido social y psíquico que el terremoto. La falla humana ha sido más devastadora que la de Nazca. Nos queda el duro deseo de durar2 de estas personas, cuyas miradas desesperanzadas hasta en la sonrisa nos previenen contra los discursos de un triunfalismo obsceno en su negación del dolor ajeno y nos interpelan, un año más tarde, a todos.

El trabajo de Ana Cecilia ha consistido precisamente en asumir la tarea reparadora con el único medio del que ella dispone; a saber, la captación paciente y persistente de ese temblor que no cesa, de ese dolor que no mitiga, de ese trauma acumulativo, para luego exhibirlo deconstruido –metáfora peligrosa en este contexto de ruinas y fragmentación– y sin embargo contenido e interpretado en el lenguaje de sus imágenes. Partiendo del fracaso de la reparación, por cuyo itinerario nos conduce, como queda dicho, nos propone una representación del cuidado con el que debe abordarse la empresa de reconstrucción. Esto es, a través de un vínculo de confianza y escucha con quienes han sufrido pérdidas inimaginables. Solo entonces se puede acceder a la intimidad del sufrimiento, para después pedir permiso, a fin de comunicar estos testimonios gráficos de humanidad herida y vidas mutiladas. Esperemos que este libro funcione como uno de esos módulos bien terminados que dan abrigo, protección y espacio para que la vida siga su curso, para que la resiliencia encuentre un terreno propicio en el cual desplegarse. De este modo habrá contribuido a que en este segundo año los destinos de Urbano, Myriam, Gladys, Albino, Isabel o Crisanto salgan de esa espiral de violencia burocrática, de indiferencia municipal, de ceguera nacional, que cada día replica, en un encadenamiento perverso de abolición del tiempo y reedición de la catástrofe, su derrumbe espiritual.

JorGE BrUCE

Para que la resilencia prevalezca

1 r.D. Hinshelwood. Diccionario del Pensamiento Kleiniano. Amorrortu editores. Buenos Aires, 1992.2 Tomado de un verso de Paul Eluard.

A Xavier, por la idea original. Sin su apoyo nunca hubiera realizado este proyecto.

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15 de agosto de 2007, 18:40h

El 15 de agosto de 2007, a las seis y cuarenta de la tarde, un terremoto de 7,9 grados en la escala de richter, con epicentro en la costa central del Perú y con una duración de más de dos minutos, dejó 514 muertos, más de 300 desaparecidos, 1.090 heridos y 35.500 construcciones destruidas, además de serios daños en viviendas que han sido declaradas inhabitables. Más de 85.000 damnificados1 sufrieron el impacto del terremoto más devastador de los últimos tiempos. Las zonas más afectadas fueron las provincias de Pisco, Chincha, Ica y Cañete, al sur de Lima. réplicas constantes se sintieron por días.

1 Todas las cifras son de United States Geological Survey.

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Todos necesitaban ayuda. Pedían agua, comida, frazadas, carpas. El terror que se vivió la noche del 15 de agosto fue superado por la visión de la devastación al amanecer del día siguiente. Las imágenes de casas destruidas y edificios a medio caer se mezclaban con la desesperación de no encontrar a sus familiares, la inseguridad por no tener cómo proteger lo que les quedaba, la desesperanza. Familiares y amigos muertos. Cuerpos aún enterrados bajo los escombros. Polvo por todos lados. Semanas sin agua y sin luz. El tráfico era un caos absoluto. Temor al saqueo.

Por alguna razón la población de las zonas céntricas urbanas no lograba organizarse. La entrega de ayuda se hacía cada vez más difícil. Había que rescatar lo poco que quedaba debajo de los escombros: platos, aparatos telefónicos, cuadros, mesas, sillas, virgencitas de yeso, flores de plástico.

Había colas en el cementerio, colas para recibir alimentos, colas para empadronarse, colas en las postas médicas improvisadas y en el hospital para ser atendidos. Los deudos cavaban sus propias tumbas. Todos estábamos desconcertados. La mayoría de las personas circulaba con la mirada perdida o con lágrimas en los ojos.

En el puerto de San Andrés había botes en medio de las calles y la arena estaba dentro de las casas. Pedazos de madera y restos de botes destruidos se mezclaban con botellas de plástico, yuyos, adobes y ladrillos. En

[del 16 al 24 de agosto de 2007]

“Ya he sobrevivido tres terremotos, pero para mi este ha sido el peor” UrBANo TATAJE PEñA, 90 AñoS, VIVE EN SANTA roSA DE LoS MoLINoS, CErCA DE ICA.

las zonas rurales las personas corrían hacia la pista a ver si el vehículo que se aproximaba traía algún tipo de ayuda. Empezaban a organizarse en ollas comunes. Era casi imposible comprar algo. Los puestos de venta de abarrotes que sobrevivieron estaban cerrados por temor a los saqueos y los mercados ofrecían muy poca cosa.

Por alguna extraña razón las imágenes rescatadas de las iglesias adornaban calles, centros de salud, veredas y plazas. En ellas se celebraban misas y las brigadas extranjeras con perros sabuesos seguían buscando cuerpos entre los escombros. La gente paseaba por las calles de Pisco con cruces para las tumbas de sus familiares.

Era tal la cantidad de polvo que se comenzaron a repartir mascarillas para los rescatistas y para la gente en general. Algunos turistas sorprendidos posaban frente a los escombros para tomarse fotos. A cinco días del terremoto los bomberos se veían exhaustos.

Listas con nombres de desaparecidos fueron colgadas en la Plaza de Armas de Pisco y esas identidades íban siendo tachadas una vez que los familiares reconocían los cuerpos. Las máquinas demoledoras entraron a tumbarlo todo. Al final de esas primeras tardes se bloqueaban los accesos a la mayoría de las calles con montículos de tierra y barriles, y entrada la noche se prendían llantas y latas con kerosene en las esquinas para protegerse de los ladrones.

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JUANA GUzMáN CArGA A SU PErro JADI EN UNA CALLE DE PISCo. UN VECINo ACABA DE rESCATArLo LUEGo DE PErMANECEr ENTErrADo BAJo LoS ESCoMBroS DUrANTE CASI 48 HorAS.

ErICk FLorES LEyENDo EL PErIóDICo FrENTE A Lo qUE qUEDó DE SU CASA EN PISCo. BUSqUEDA DE CUErPoS y rEMoCIóN DE ESCoMBroS EN EL HoTEL EMBASSy DE PISCo.

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GErSoN WILLIAMS HErrErA ALVIAr, DE 7 MESES DE EDAD, CoN SUS ABUELoS MANUEL JESúS y MArTHA y SU TíA MArTHA.

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MIEMBroS DE LA FAMILIAS AqUIJE y roDríGUEz DESAyUNAN EN UNA CArPA IMProVISADA EN SANTA roSA DE LoS MoLINoS, ICA.

rUFINA BErroCAL VIVíA SoLA EN ESTA CASA DE SANTA roSA DE LoS MoLINoS. SoLo qUEDo EN PIE LA FACHADA.

EL SEñor NAVArrETE SoSTIENE LAS CrUCES DE SU ESPoSA y SU HIJA FrENTE A LA IGLESIA DE BELéN EN PISCo.

VIrGINIA roJAS, 53, SENTADA EN Lo qUE qUEDA DE SU CASA EN CASABLANCA, ICA.

Gerson fue el único sobreviviente de su familia. Su padre, madre y 3 hermanas fallecieron cuando la Catedral de Pisco se derrumbó. Fue rescatado 7 horas después por Luis Palomino, un joven que buscaba a su abuelo entre los escombros y escuchó un llanto de bebé. El niño había sido protegido por el cuerpo de su padre que creó una bolsa de aire bajo los escombros.

Martha siente que finalmente le ha podido devolver el favor a su cuñada Flor, la mamá de Gerson. Cuando su hijo nació ella no pudo darle de lactar por dos semanas y fue Flor quien lo amamantó durante ese período. Ahora Martha le está dando de lactar a Gerson.

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Al mes decidí volver a Pisco. Por lo que había escuchado y leído en las noticias pensé que no habría más escombros. que podría circular con libertad por las calles. Pero al llegar la gente seguía utilizando mascarillas y había aún casas caídas por todos lados excepto en los alrededores de la Plaza de Armas.

Algunas personas habían comenzado a limpiar, ordenar y reconstruir sus casas por cuenta propia. El sistema de agua potable no operaba al cien por ciento pero se podían encontrar algunos caños funcionando cerca del centro de la ciudad.

La mayoría de las fachadas de Chincha y Pisco llevaban escrito el nombre de la familia o familias que habían vivido en esas casas. Así lo hacían por si el empadronador iba a buscarlos y no los encontraba y también para evitar que algún tramposo se beneficiara con el bien ajeno. Entonces empezaban a aparecer en el centro de Pisco los primeros módulos del Banco de Materiales enviados por el gobierno, de tres por cinco metros. Las carpas de Defensa Civil, la Cruz roja, USAID, los gobiernos regionales y otras que provenían de donaciones privadas estaban por todos lados.

Camiones cisterna repartían agua a las zonas más alejadas del centro de Pisco, y por eso al oír el rugido de su motor salían señoras, niños, jóvenes, señores y niñas, corriendo con baldes y bateas.

Los pobladores iban de un lado a otro buscando

trozos de madera para encender fogatas, cocinar y protegerse del frío. También servían para espantar ladrones por las noches. Casi todas las casas tenía por lo menos una parte destruida. La seguridad era mínima, igual que en los módulos o ranchitos construidos con esteras y plásticos.

El 15 de septiembre se ofreció una gran misa en la plaza de Pisco. Carteles escritos con plumón, bajo el título “Descansen en paz”, detallaban los nombres de las víctimas del terremoto en unas listas interminables. Ese día el cementerio se volvió a llenar, algunas de las tumbas habían sido pintadas y estaban adornadas con flores.

La zona de la “Curva peligrosa”, a la salida de Pisco, camino a Paracas, estaba repleta de carpas de diversos tamaños y colores. El desmonte que se había recogido durante varios días fue a parar a la playa, a un lugar destinado al turismo. Las montañas de desmonte eran tan grandes que desde la carretera no se podía ver el mar.

Por la Vía Libertadores, una carretera que va de la costa a los Andes, encontré a casi doscientas familias afectadas viviendo en carpas blancas. Se veían grupos de estudiantes de universidades de Lima que habían llegado a ayudar a construir módulos del programa “Un Techo para mi País”. La mayoría de gente se organizaba en ollas comunes. Los cementerios también estaban en ruinas. Los cadáveres de personas fallecidas años atrás habían quedado a la vista.

Al final de la tarde, en Paracas, conocí a un grupo de ocho familias que habían decidido juntar sus carpas por seguridad y compartir las áreas comunes. Al día siguiente, en Pisco Playa, una familia había creado un “espanta choros”: una máscara rellena, vestida y sentada en una silla para que por la noche pareciera un vigilante.

La gente seguía en shock. La mayoría esperaba que la ayuda viniera de fuera. Alguna persona, institución o autoridad debía solucionar sus problemas. quizá por eso, en septiembre aún era imposible comer pescado en Pisco y en Paracas. Las barcas no entraban al mar.

[septiembre de 2007]

El señor Aguirre acababa de terminar de construirun edificio de 4 pisos en la Calle Los Tulipanes N° 8de la Urbanización Alborada, para alquilar mini departamentos a los funcionarios de empresas que venían a trabajar a Pisco. Fue una gran inversión. El edificio resistió el terremoto, pero unas recientes obras en la calle dejaron el terreno poco compacto y a la casa en precario equilibrio.

MIGUEL roMáN AGUIrrE FrENTE A SU EDIFICIo.

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CEMENTErIo DE SAN JUAN, DISTrITo DE INDEPENDENCIA. ALEJANDro HENrIqUEz, 13, y JUAN CCoNoC, 45, CAVAN UNA TUMBA PArA UNA MUJEr DE 85 AñoS qUE MUrIó DE PULMoNíA Por DorMIr VArIAS SEMANAS A LA INTEMPErIE.

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UNA IMAGEN rEPoSA FrENTE A LA IGLESIA DE SANTIAGo DE ALMAGro EN TAMBo DE MorA, CHINCHA.

DoS NIñoS JUEGAN EN MEDIo DEL PoLVo MIENTrAS LoS PoBLADorES ESPErAN MáqUINAS PArA qUE SE LLEVEN LoS ESCoMBroS, PISCo PLAyA.

“El agua del pozo del patio trasero volaba por los aires. Nos mojó toditito” GUILLErMINA HUASASqUICHE, 67, SU HIJA kELLy, 22, y SU NIETo JErCo, 6, VIVIAN EN LA AVENIDA ALFoNSo UGArTE DE TAMBo DE MorA.

MIGUEL ArTUro PrADA, 52, DANIEL rUFINo GUzMAN, 63 y VICTor SóCrATES PrADA, 19, CoMPArTEN UNA CArPA FrENTE A Lo qUE FUErAN SUS CASAS EN LA ESqUINA DE LA CALLE FErMíN TANGÜIS CoN LA CUADrA 3 DE PEDEMoNTE, PISCo.

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NArCISA SoLDEVILLA, DEVoTA DE LA BEATITA DE HUMAy DESDE NIñA, BESA SU TUMBA y AGrADECE A DIoS HABEr SoBrEVIVIDo AL TErrEMoTo. EL SANTUArIo FUE DErrUIDo, SoLo qUEDA LA TUMBA. SEGUNDo NoLASCo, 74, y TErESA LEzAMA, 65, EN UNA CArPA FrENTE AL CoLEGIo MIGUEL GrAU, TAMBo DE MorA. AHorA SoLo qUIErEN JUNTAr DINEro PArA VoLVEr A TrUJILLo, SU TIErrA.

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ALBINo rAMoS, 82, E ISABEL GIrIBALDI, 78. UN MES DESPUéS DEL TErrEMoTo VIVEN EN LA úNICA HABITACIóN DE SU CASA qUE qUEDo EN PIE, EN LA AV. SAN MArTíN N° 374 DE PISCo.“MI CASA ESTá DESTrUíDA, EL AGUA SALíA DE LAS ProFUNDIDADES DE LA TIErrA, SE SENTíA CoMo EL FIN DEL MUNDo”. SoFIA GoNzALES, 34, FrENTE AL CoLEGIo MIGUEL GrAU EN TAMBo DE MorA.

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TrABAJoS DE DEMoLICIóN DEL HoTEL EMBASSy, PISCo.

Tambo de Mora en Chincha se sentía como un pueblo fantasma. Manzanas enteras se habían desplomado. Las pocas estructuras que seguían en pie estaban hundidas casi un metro bajo tierra. La zona de Calle Nueva fue construida sobre “terreno licuado”, según los lugareños, es decir, un área pantanosa. La mayor parte de los pobladores abandonó sus terrenos por recomendación de Defensa Civil. En la pared interior de una de las casas de la Avenida Sol y Mar, escrito con lápiz de cera, aún se podía leer: “15-08-07 Murió Calle Nueva”.

La gente seguía viviendo en carpas o módulos, pero ya empezaban a considerar una nueva posibilidad: ¿qué pasa si no me dan un módulo o si finalmente no califico como beneficiario damnificado? Muchas personas vivían en terrenos propiedad de la beneficencia pública y otros nunca se habían preocupado o no habían tenido el dinero para poner los terrenos a su nombre una vez que el padre, la madre o el abuelo, de quienes los recibieron como herencia, habían muerto.

Los colegios funcionaban en módulos provisionales, muchas veces mezclando más de una promoción dentro del mismo módulo. Los profesores y alumnos esperaban ansiosos la reconstrucción de sus locales.

En Los Molinos, a veinte minutos de Ica, y en Casablanca, la gente vivía también en chozas construidas con plástico y esteras. Eso sí, se habían llevado el desmonte. Encontré a muchas de las

[diciembre de 2007]

personas que conocí en agosto de 2007. Una sensación de resignación invadía el ambiente y teñía las conversaciones. Poco había cambiado, la desolación en la zona rural era aún peor. Allí los niños todavía corrían a la carretera cuando escuchaban un motor: podía estar llegando ayuda.

Fue impresionante descubrir el gigantesco mundo de los recicladores que hacía semanas venía operando en las zonas devastadas. Decenas de hombres, mujeres y niños esperaban que las máquinas de demolición, prestadas por grandes empresas, se detuvieran aunque fuera un minuto para lanzarse a cortar todo el fierro que pudieran con una sierra de mano y una comba. El pago por el fierro comprado en el lugar era de cincuenta centavos de sol por kilo. Los grandes edificios como el del Hotel Embassy eran muy apetecibles.

Entonces muchas de las personas con las que conversé esperaban recibir el bono de seis mil soles que el gobierno repartía. En la cuadra seis de la Calle Comercio la familia Castillo tuvo que tumbar el segundo piso de su casa, que estaba a punto de caerse. Seis familias compartían cuatro carpas instaladas en la berma central.

La iglesia de Belén en Pisco se “reconstruyó” con caña de Guayaquil e inmensos rollos de plástico negro; la cúpula aún sigue en pie. En las áreas urbanas, justo después de terminar de retirar el desmonte de los

terrenos ubicados en zonas estratégicas, vendedores ambulantes alquilaron pequeños lotes y montaron ahí puestos de venta de arbolitos y adornos navideños, alquiler de vestidos de fiesta, venta de celulares, juguetes y peluquerías al paso.

Se empezaban a ver los primeros turistas. “Turismo macabro” era una de las formas en la que la población local llamaba a aquellos que se aventuraron a visitar Pisco a las pocas semanas del desastre.

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GLADyS DoNAyrE CoN SU HErMANA JULIA, 60. A CUATro MESES DEL TErrEMoTo VIVEN EN UNA CABAñITA CoNSTrUíDA CoN PLáSTICoS, TELAS y ESTErAS FrENTE A LA qUE FUErA SU CASA. CArLoS AqUIJE, ProFESor DE EDUCACIóN FíSICA, CoN ALUMNoS DE 4° DE MEDIA DEL CoLEGIo JoSé DE SAN MArTíN DE PISCo. CArLoS ES EX ALUMNo y TrABAJA EN EL CoLEGIo DESDE HACE 24 AñoS.

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La primera vez que vi a rufina Berrocal solo habian pasado tres dias del terremoto (ver agosto 2007). Estaba parada en la puerta de su casa, en Santa rosa de los Molinos, donde vivía sola. No tengo nada, repetía una y otra vez. Tengo hambre, agua tampoco tengo, no tengo plata. rogaba a las autoridades que la ayudasen. Toda la parte de atrás de su casa se derrumbó, solo quedo en pie la fachada. Ella sobrevivió de milagro. Volví a Santa rosa de los Molinos en diciembre, 4 meses después del terremoto. Su casa había sido demolida y estaba viviendo en una choza de esteras al lado de la casa de una vecina que sentía lástima por ella y decidió cuidarla. Doña rufina parecía estar totalmente perdida. Esta vez me preguntaba dónde está mi casa y cómo te llamas, mamá, una y otra vez.

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LoS rECICLADorES ESPErAN ANSIoSoS qUE PArEN LAS MáqUINAS PArA TrEPAr A SACAr ToDo EL FIErro qUE ENCUENTrEN. rECIBEN ALrEDEDor DE S/.0.50 Por kG.TrABAJoS DE DEMoLICIóN DEL HoTEL EMBASSy DE PISCo.

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TErrENo PErTENECIENTE A LA SEñorA ENrIqUETA orMEño DE TIJEro. CALLE MANUEL PArDo N° 131, PISCo PLAyA.

UrBANo TATAJE PEñA, 90, (VEr AGoSTo 2007). A CUATro MESES DEL TErrEMoTo, VIVE EN UNA CABAñA CoNSTrUíDA CoN PLáSTICoS y ESTErAS.

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BorIAk VoNLIGNAU, 31, EN EL TErrENo DE Lo qUE FUErA EL HoTEL PISCo, EN UNA ESqUINA DE LA PLAzA DE ArMAS. SU ABUELA MUrIó EN EL TErrEMoTo, EL TECHo LA APLASTó. SoLo SE SALVAroN ALGUNAS HABITACIoNES y EL CUArTo VErDE DEL FoNDo DoNDE éL DorMíA.

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JoSé VELIz, 63, EN EL BILLAr MUNDIAL, PISCo.

En algún momento las personas empezaron a buscar la manera de solucionar sus problemas. Conocí al señor José Véliz, dueño del billar Mundial, en Pisco. Su local se derrumbó y sus mesas quedaron sepultadas bajo los escombros. Don José, de sesenta y tres años, limpió él mismo los escombros y arregló sus mesas. Los primeros días del caluroso febrero reabrió su local. En el Hospital de Pisco, algunos médicos y enfermeras seguían trabajando en carpas, como los del pabellón de Medicina y Cirugía. Una de las enfermeras que estuvo de turno el 15 de agosto de 2007 me dijo: “Al principio los pacientes no paraban de llegar, se nos amontonaban. Se mezclaban vivos y muertos. Era casi imposible trabajar. En la carpa nos da mucho frío por la noche y pasamos el día muertos de calor”.

Gente de otras partes llegaba a buscar trabajo en construcción y lo conseguía. Se veía más movimiento en los pueblos de Chincha y San Andrés. En el distrito de Humay, a poco más de treinta kilómetros de Pisco, lo que quedó del santuario de su célebre Beatita fue derruido, excepto el altar. Sobre la tumba, se veía un pequeño toldo de color amarillo con bordes rojos en donde se podía leer: “Santuario Luisa de la Torre BEATITA DE HUMAy”. Además había seis cañas que apenas soportaban un plástico negro para darle sombra a los devotos.

A seis meses del terremoto mucha gente seguía viviendo en carpas o en aquella parte de su casa que

[febrero de 2008]

había soportado el terremoto. El ambiente era tan inseguro como los primeros días, pero era preferible que estar a la intemperie. Había comenzado la construcción de un nuevo complejo habitacional llamado “renacer”, ubicado atrás del cementerio de Pisco; traté de tomar fotos, pero un vigilante me detuvo diciendo que estaba prohibido hacerlo, que tenía que hablar con el ingeniero. Pero éste no se encontraba.

Un trío de saxofonistas ensayaba en el cementerio mientras algunos módulos del Banco de Materiales se convertían en bodegas o consultorios veterinarios. El agua corriente seguía siendo un problema para muchas familias.

Hubo una fiesta en la Urbanización Alborada, en Pisco. Sandrita cumplía cinco años y Freysa, su mamá, quería “celebrárselo bien bonito para que ella esté contenta”. Sus hermanos le mandaron ayuda desde Lima. Al lado de la Plaza de Armas instalaron un colorido carrusel, mesas de fulbito y juegos de feria. El ruido era ensordecedor, pero todos los niños de por ahí querían subirse.

En la zona de Pisco Playa, el Ministerio de Vivienda y Construcción había armado decenas de módulos. En la berma central se podía ver un bote inmenso cubierto con plástico de color celeste.

Del Hotel Embassy ya no quedaba nada, sólo un gran espacio vacío. Alguien había dejado un ramo de flores en medio del amplio terral.

Algunas personas habían montado su carpa en el techo de su vivienda. Aparecieron muchos terrenos vacíos en venta, con números de celular escritos en los pedazos de pared que quedaron en pie, cerca al centro de Pisco.

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WALTEr PATIño, 60, VIVE EN PISCo PLAyA DESDE HACE 40 AñoS y AqUI SE VA A qUEDAr, SE CASó CoN UNA PISqUEñA.

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CrISTEL MUñoz qUISPE, 45, TIENE 6 HIJoS y VIVE EN UNA DE LAS HABITACIoNES qUE qUEDó EN PIE EN SU CASA, PISCo.

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“Cómo voy a vivir en este módulo si no cierra ni el marco de la ventana. No me da seguridad” DELIA MATTA CASTILLo, 60, EN SU NUEVo MóDULo UBICADo EN LA CALLE INDEPENDENCIA N° 405 DE PISCo.

ALEXIS MoráN, 14 y VICTor MoráN, 17, TrABAJANDo CoMo ALBAñILES EN LA rECoNSTrUCCIóN DE UNA CASA EN LA CALLE BUENoS AIrES, DISTrITo DE SAN ANDréS.

SANDrA FLorES EL DíA DE qUINTo SU CUMPLEAñoS. ATrAS SU MADrE FrEySA ENCALADA, 31. CALLE MANUEL PArDo, UrBANIzACIóN LA ALBorADA, PISCo.

JoSé ACEVEDo, 38, TéCNICo EN ENFErMEríA y JoSé CoNISLLA, 42, ENFErMEro DEL HoSPITAL SAN JUAN DE DIoS DE PISCo. LA MAyor PArTE DEL HoSPITAL SE DErrUMBó DUrANTE EL TErrEMoTo.

LUIS ANDréS qUIroz DEL VALLE, 66, ES ABoGADo. VIVIA EN LA CALLE SAN CLEMENTE N° 324 DE PISCo. SU MADrE MUrIó CUANDo EL TECHo DE LA CASA LE CAyó ENCIMA. “ELLA ErA UNA PErSoNA MAyor, yo VIVIA CoN ELLA y LA CUIDABA.” EL DoCTor qUIroz DESEA DoNAr EL TErrENo DE Lo qUE FUE SU CASA PArA UN ProyECTo DE AyUDA A NIñoS.

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MyrIAM MEDINA, 30, CoN SU HIJA DANA DE 1 Año 9 MESES y EMELy DE 9. SAN CLEMENTE.

El antiguo Hotel Las olas en Pisco Playa, lugar de recreo para muchos, se convirtió en un extraño espacio donde se podían ver los restos de una piscina turquesa, restos de lo que había sido un baño, y una extraña palmera quemada. El día del terremoto, la fricción de las placas produjo una descarga de energía, que según los lugareños, calcinó algunas palmeras. Este escenario surreal estaba rodeado de un pasto color verde intenso con una fabulosa vista al mar. La Santísima Cruz de la Playa, yacía caída en un terreno valdío en el barrio Demetrio Miranda.

Había comenzado la reconstrucción del colegio José de San Martín en Pisco. Los alumnos y los profesores estaban realmente contentos. Este colegio es toda una institución para los pisqueños.

Los ambulantes se multiplicaban en los alrededores de la Plaza de Armas y del mercado. Vendían pulseras, sortijas, estatuillas de resina, encendedores en forma de pistola, películas piratas, raspadillas, stickers de Barney, Looney Tunes y Winnie Pooh, codos de PVC, jugo de naranja recién exprimido, afiches de chicas a medio vestir y afiches de santos, golosinas, celulares, libros de segunda mano, monederos, bisagras oxidadas, zapatos y zapatillas. Módulos y carretillas de venta de comida al paso, niños que jugaban con trompos, heladeros y señoritas que alquilaban celulares por cincuenta céntimos la llamada. Se ofrecían radiografías de tórax,

[abril - mayo de 2008]

manos, columna, cráneo, etcétera, panorámicas y cefalométricas en dos locales, uno en Pisco y otro en Chincha.

En los terrenos cercanos a la Plaza de Armas se instalaron módulos de agencias de viaje y turismo. Se ofrecían visitas guiadas a las Islas Ballestas, a la reserva de Paracas y a San Andrés. Como antes, jóvenes impulsadoras buscaban atraer la atención de los turistas.

Una vez más Pisco parece haber sido bombardeado, volvieron a romper las pistas y veredas para instalar el nuevo sistema de agua y desagüe que quedó destruído por el terremoto. Los vecinos se quejaban, el tráfico se volvió imposible. Cintas amarillas mostraban calaveras y señales de “PELIGro”.

Empezó la reconstrucción de bancos y grandes locales comerciales. Muchos de los que tuvieron la suerte de obtener la constancia de damnificado beneficiario iban a la municipalidad regularmente y hacían interminables colas esperando recibir el bono prometido. Aparecieron carteles alertando a la población: “¡No TE PErJUDIqUES! No vendas tu bono S/. 6.000. Perderás tu beneficio y serás sancionado legalmente”.

Los padres de Carmen Bernaola, pobladores de la Alameda, ya tienen su módulo pero aún no pudieron hacer efectivo el bono. Su padre, ya mayor, perdió la tarjeta Banmat en el cajero del banco por no saber

cómo usarla. Julia, su madre, tiene Alzheimer. Carmen quiere cercar su terreno por seguridad. Ella tiene su casa en Lima pero hace meses que está en Pisco y siente que no puede dejar solos a sus padres. Todo parece haberse precipitado después del terremoto.

En el distrito de San Clemente no se veían módulos, las familias seguían viviendo en carpas o se arreglaban como podían, armando techos y divisiones con caña chancada y plástico. Myriam Acevedo perdió su casa pero tenía a su suegra cerca, y aprovechaba para bañarse y cocinar allí. Consuelo Torres seguía durmiendo en una carpa, vivía con su padre y con su hija. Les han robado en dos oportunidades.

Los restaurantes de Lagunillas, en la reserva Nacional de Paracas, se mantuvieron cerrados hasta finales de año. Volvieron a abrir sus puertas al público el 31 de diciembre. El día del terremoto, la marea subió tanto y las olas fueron tan altas que el Desembarcadero Artesanal de Lagunillas y los locales turísticos quedaron inutilizables. El último tramo del camino quedó totalmente bloqueado.

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“Hace 40 años que vivo aqui con Dios y con Todos los Santos” La semana del terremoto cerraba temprano y, como siempre, guardaba su mercadería en la Iglesia de Belén de Pisco. Lo perdió todo menos la vida. Algunos vecinos y amigos le han regalado artículos religiosos para poder comenzar con su negocio de nuevo. Una vecina le está dejando dormir en su casa.

MANUEL ANToNIo FLorES FErNáNDEz, 86.

TrABAJo DE rECoNSTrUCCIóN DEL CoLEGIo JoSé DE SAN MArTíN, PISCo. LAS CLASES PArA LoS ALUMNoS DE MAyor EDAD SE DICTAN EN MóDULoS TEMPorALES DE MADErA y DryWALL.

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rESToS DEL rESTAUrANTE roSITA EN LAGUNILLAS, rESErVA NACIoNAL DE PArACAS. CoNSUELo TorrES, 53, VIVE CoN SU PADrE y CoN SU HIJA EN CArPAS, PLáSTICoS y ESTErAS EN LA CALLE 3 DE oCTUBrE N° 104, SAN CLEMENTE.

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VICTorINo rICArDo, 67, ES DIrIGENTE CoMUNAL. SANTA BArBArA, CAñETE.

Calle Nueva en Tambo de Mora, seguía exactamente igual. Una ciudad fantasma. Aunque esta vez tuve suerte, encontré a don Pedro Auris pasteando vacas, y conversé con Pablo Felipa, un señor de sesenta años que cada domingo visita los restos de su antigua casa en la Avenida Sol y Mar. “Todo lo que tenía se lo llevó el mar y lo poco que quedó se lo llevaron los ladrones”. También conocí a la familia Loyola López, ellos son los únicos que han seguido viviendo allí. Juan y Carolina han construido un ranchito en su antiguo terreno. Ella no estaba dispuesta a mudarse a un módulo de quince metros cuadrados. “Aquí vivimos once personas, mi madre está conmigo. ésta siempre ha sido mi casa, aquí nací, aquí he vivido toda mi vida. Dicen que el terreno está licuado, que no sirve para construir pero yo prefiero quedarme”.

Visité a un grupo de personas que venían del Caserío Canchamaná en Tambo de Mora. Ellos se organizaron, crearon una junta directiva, compraron un terreno con sus propios medios y fundaron el Caserío Nuevo Canchamaná en Sunampe. La junta buscó el apoyo de diversas oNG y consiguieron que el Movimiento de Vida Cristiana de Chincha los apoyara con módulos de madera y que Unicef les ayudara con las letrinas. Se mudaron a sus nuevas viviendas en enero de 2008.

En Chincha, María Elena Napa, de treinta y tres años, madre de tres hijos, quedó aterrada después del terremoto. Ella durmió en la calle por dos meses. No

[julio - agosto de 2008]

podía entrar a su casa. Se sentía enferma, sufría de dolores de cabeza continuos, pasó semanas en la cama. Hace un tiempo empezó a colaborar con la organización local del vaso de leche, la olla común y el programa de trabajo por alimentos. Una amiga la llevó a un taller organizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas y María Elena me contó que su vida cambió. Se sintió fortalecida, aprendió a valorarse. Sólo quería que sus tres hijos no repitieran su historia. quería una buena casa para su familia y una vida mejor.

La iglesia San Luis obispo de Tolosa, construida en Cañete en 1578, está catalogada como monumento histórico. Poco quedó en pie. El INC no permite que se tumbe y nadie tiene muy claro quién se va a encargar de su restauración. Actualmente no hay presupuesto para ello.

Santa Bárbara es un caso especial. Las viviendas de adobe –pertenecientes a la ranchería de la antigua hacienda azucarera– no se cayeron. Pero ante la promesa de un bono de reconstrucción, la población optó por tumbarlas: eran viejas. El bono no llegó, pero algunos habitantes, con la ayuda del Comité de reconstrucción de Santa Bárbara y de la Embajada Francesa, en coordinación con la Municipalidad Provincial, buscan reconstruir y fortalecer el desarrollo de este centro poblado creando infraestructura básica de uso común y mejorando la organización a través de

la capacitación y de la creación de unidades de trabajo.El antiguo fundo El Huachito en Pisco pasó a

llamarse “Naciones Unidas”, una zona habitada por 62 familias que vivían en carpas y chozas. querían regularizar la situación legal del terreno con ayuda de Unicef para poder asentarse definitivamente y comenzar de nuevo. Una de estas familias, es la familia Navarro Morán que consta de padre, madre y cinco hijos. La señora Maribel sólo quiere que todos sus hijos terminen el colegio para que aprendan a leer, escribir y puedan elegir lo que desean hacer con sus vidas.

Un grupo de mujeres pertenecientes a wawawasis o guarderías infantiles de diversos distritos de Ica también ha participado en talleres que las ayudó elevar su autoestima. Conversaban sobre temas de salud mental, violencia familiar y asesoría legal. Ellas tomaron conciencia de que podían mejorar su calidad de vida y así ayudar a otras mujeres a hacer lo mismo.

Desde mi punto de vista, trabajar en la restauración de la persona después de un trauma y en la recuperación de su dignidad es tan importante como reconstruir su casa.

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ANGEL FrANCIA, 11, JUNTo A SU CArPA EN LA CALLE SANToS SoLANo S/N, SAN LUIS, CAñETE.

ANTUANET PALoMINo, 10, EN EL ASENTAMIENTo HUMANo kEIko, PUEBLo NUEVo, CHINCHA.MIGUEL PIzArro HUArCAyA, 9 1/2, EN NACIoNES UNIDAS, ANTIGUo FUNDo EL HUACHITo, PISCo.

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HErMANAS SUSANA, 19, y GLADyS ESCAJADILLo, 25, CALLE CANToLAo, SANTA BárBArA. SU CASA CAyó “CoMPLETITA”. TUVIEroN qUE DorMIr EN LA CALLE. SINTIEroN MUCHo MIEDo.

La familia Navarro Morán vivía en el Fundo Las Antiguas, San Andrés. Maribel estaba en casa con sus 5 hijos cuando fue el terremoto, su esposo José en Lagunillas trabajando como guardián de un bote. Las olas lo rompieron todo. No sabían si estaba vivo. Tardó tres días en volver a ver a su familia, no pasaban autos. MArIBEL MoráN, 35, y SUS HIJoS EN NACIoNES UNIDAS, ANTIGUo FUNDo EL HUACHITo.

PEDro AUrIS, 75, EN TAMBo DE MorA.

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JAIro CUENTAS FErNáNDEz, 18, CoN SU MEJor AMIGo, FErNANDo HUANACo SALAzAr. SU CASA EN PISCo SE rAJó y TUVIEroN qUE DEMoLErLA. ANToNI DE LA CrUz, 12, EN EL ASENTAMIENTo HUMANo kEIko, PUEBLo NUEVo, CHINCHA. ESTABA SoLo EN LA CASA CoN SUS DoS HErMANAS. PENSABA qUE ErA EL FIN DEL MUNDo.

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PABLo FELIPA, 60, FrENTE A Lo qUE FUE SU CASA EN LA AV. SoL y MAr N° 135, TAMBo DE MorA. CADA DoMINGo PABLo VISITA SU ANTIGUA CASA .

MUSS HErNáNDEz, 39, EN LA HACIENDA SAN JoSé, CHINCHA. EN JULIo CoMENzó EL TrABAJo DE rECoNSTrUCCIóN y AMPLIACIóN.

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FéLIX MUñIz rUIz, 79, EN LA IGLESIA SAN LUIS oBISPo DE ToLoSA, CAñETE.

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CAMILo roMEro, 30 y roSSANA orMEño, 36, CoN SU HIJo ALEXIS DE 6 AñoS EN LA HABILITACIóN UrBANA SIMóN BoLIVAr, CHINCHA ALTA.

TAMBo DE MorA, UNA DE LAS zoNAS MAS GoLPEADAS DE CHINCHA Por SU CErCANíA AL MAr.

HErMANAS LUISA, 20, y GrACIELA SUArEz, 14, EN LA CArPA DE SUS PADrES, CALLE 28 DE JULIo, SANTA BArBArA, CAñETE.

Estas cuatro mujeres trabajan en diferentes distritos de Ica, cada una en un Wawawasi. Su capacidad para organizarse las ha ayudado a salir adelante. Han podido acceder a talleres organizados por el Fondo de Población de Naciones Unidas y eso las ha ayudado a elevar su autoestima, a conocer mejor sus derechos y a mejorar su calidad de vida.SANDrA DUEñAS, 28, JESSICA BErNAoLA, 39,

SoLEDAD HErNáNDEz, 47, y roSArIo

MoLLANo, 38.

LoS HErMANoS CArLoS, 33, y DIANA SANTILLANA, 20, EN LA CALLE ATLáNTICo, SANTA BárBArA, CAñETE. ToDA LA CASA SE CAyó MENoS LA CoCINA PorqUE ErA NUEVA.

CALLE DE PISCo A UN Año DEL TErrEMoTo.

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