Cuando se seca el arroyo

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Cuando se seca el arroyo Y vino a él Palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí… escóndete en el arroyo de Querit... Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer. Y él fue… y vivió junto al arroyo... Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.” 1 Reyes 17:1-7. El ambiente en el cual Dios sometió al profeta Elías, era un ambiente de mucha presión, un ambiente hostil, uno muy difícil. Pero Dios, que conoce el futuro y el presente de cada persona, sabía que era necesario que pase por estas etapas. Dios utiliza cualquier circunstancia dentro de sus planes en la formación de un hombre, utiliza las personas, utiliza la familia, los amigos, etc. “Entonces Elías… dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi Palabra” (v. 1). Dios le da un mensaje para que lo lleve al rey Acab, un mensaje muy comprometedor porque no le está anunciando victorias, ni mensajes que los exalten, que levanten su ánimo y su ego. Este mensaje despertó furia e ira en Acab y se sentía impotente para atacar al profeta, pero después mandó a buscar al profeta por todos los lugares. “Y vino a él Palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit... Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer” (vv. 2-4). Dios ordena a Elías a esconderse en el arroyo de Querit, primero para ser librado de la persecución de Acab y segundo para enseñarle a depender de Dios en sus necesidades diarias. “Y él fue e hizo conforme a la Palabra de Jehová” (v. 5). Elías era un hombre obediente, sumiso, respetuoso; entendido de lo que es la voz y la Palabra de Dios, que no debe contradecirse, posponerse, sino que debe obedecerse. Obedeció, “fue e hizo conforme a la Palabra de Jehová”. Si hay algo difícil es hacer las cosas conforme se nos ordena. Se puede obedecer, pero hacerlo a la manera de uno y no a la manera de Dios.

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Cuando se seca el arroyo

Y vino a él Palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí… escóndete en el arroyo de Querit... Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer. Y él fue… y vivió junto al arroyo... Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había llovido sobre la tierra.” 1 Reyes 17:1-7.El ambiente en el cual Dios sometió al profeta Elías, era un ambiente de mucha presión, un ambiente hostil, uno muy difícil. Pero Dios, que conoce el futuro y el presente de cada persona, sabía que era necesario que pase por estas etapas. Dios utiliza cualquier circunstan-cia dentro de sus planes en la formación de un hombre, utiliza las personas, utiliza la familia, los amigos, etc. “Entonces Elías… dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi Palabra” (v. 1). Dios le da un mensaje para que lo lleve al rey Acab, un mensaje muy comprometedor porque no le está anunciando victorias, ni mensajes que los exalten, que levanten su ánimo y su ego. Este mensaje despertó furia e ira en Acab y se sentía impotente para atacar al profeta, pero después mandó a buscar al profeta por todos los lugares. “Y vino a él Palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit... Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer” (vv. 2-4). Dios ordena a Elías a esconderse en el arroyo de Querit, primero para ser librado de la persecución de Acab y segundo para enseñarle a depender de Dios en sus necesidades diarias. “Y él fue e hizo conforme a la Palabra de Jehová” (v. 5). Elías era un hombre obediente, sumiso, respetuoso; entendido de lo que es la voz y la Palabra de Dios, que no debe contradecirse, posponerse, sino que debe obedecerse. Obedeció, “fue e hizo conforme a la Palabra de Jehová”. Si hay algo difícil es hacer las cosas conforme se nos ordena. Se puede obedecer, pero ha-cerlo a la manera de uno y no a la manera de Dios. Los hombres de Dios no se deben maravillar por lo que en un momento dado Dios pueda hacer con ellos en un lugar, esto no es lo que hace admirable al hombre de Dios. Lo que hace admirable a una persona es su conducta, es su sencillez, es su madurez, es su sensatez para actuar en los momentos difíciles, en los momentos adversos, es su actitud para obedecer, para atender la voz de Dios. Es ahí donde se sabe quién es quién; es ahí donde como oyentes y como personas tenemos que medir su trayectoria, y cómo se ha desarrollado a través de los tiempos, cómo ha actuado cuando hay gloria, admiración o cuando hay desprecios, críticas o cuando está atravesando por un desierto; es ahí donde se sabe la

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calidad de cada profeta, de cada predicador, de cada hombre de Dios. Porque en los momentos de euforia cuando todo está bien, todos respondemos bien. Pero no respondemos bien “CUANDO SE SECA EL ARROYO”. Piense lo que pudo significar para Elías el que Dios le dijera que se escondiera (dejar de ser reconocido para agradar a Dios). En medio de las pruebas Elías tuvo la misma disposición que cuando llevó el mensaje a Acab al palacio, no se le ve que se haya restado su ánimo ni amargado, vemos un hombre sereno y tranquilo, capaz de dominar las circunstancias, sirvien-do a Dios de la misma manera. Dios decide ver cómo reaccionará Elías “CUANDO SE SECA EL ARROYO”. Job, era un hombre que conocía en verdad a Dios. ¿Cuál fue la actitud de este hombre ante tanta adversidad? Job adoró a Dios y retuvo su integridad. Siempre hablaba de la bondad de Dios y no pecó. Después de salir del crisol le dice a Dios que siente Su gloria. Dijo Job: “De oí-das te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5). Conocemos la prueba que enfrentó Job, la diferencia era que conocía a Dios. Job dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá” (Job 1:21). Pero su mujer, que carecía de una experiencia con Dios y era menos espiritual, dijo: “Maldice a Dios, y muérete” (Job 2:9). Un hombre de Dios no anda hablando despropósitos, no anda sembrando cizaña, criticando, ni anda quejándose. Dios tiene derecho a bendecirnos como decidir no ben-decirnos, hay que aceptar la soberanía de Dios, así como Job la aceptó. Dios en ocasiones nos mete en el crisol para que seamos oro puro, para que seamos verdaderos hombres y mujeres de Dios. Dios permite la adversidad en nuestras vidas, no para destruirnos sino para que tengamos un conocimiento más amplio, un carácter fuerte y diferente. Dios quiere hombres y mujeres que hagan las cosas según las ha ordenado. Dios solamente quiere verdaderos cristianos que sobrevivan “CUANDO SE SECA EL ARROYO”. Amén