cuando todos los niños fueron poetas

6
LIBROS INFANTILES Y JUVENILES Editorial Juventud acaba de publicar en español y catalán El gran libro de cuen- tos para niños de Franz Hohler, un señor alto, de sonrisa cordial, ojos vivaces e ideas muy claras. Mientras cursaba los es- tudios de Filología Alemana y Románica, empezó a actuar en un programa literario y musical. Desde entonces ha sido caba- retista (actuando, cantando y tocando el chelo), escritor de programas para la radio y la televisión, y escritor a secas. Ahora, con la ayuda del consulado de Suiza, Hohler vino a pasar unos días a Barcelona. La última vez que el escritor vi- sitó la ciudad condal fue hace tres décadas y en esta ocasión le sorprendió la presen- cia del catalán en la ciudad, casi tanto como las miradas de los pequeños que ha ido encontrando a lo largo de estos días o los oídos del público adulto, que le escu- chó leer e improvisar agudas reflexiones sobre la vida y los niños (esto último en la tarde del jueves 5 de mayo en el patio de la librería Casa Anita). Todo ello le ofreció una oportunidad única de hacer algo que el propio Franz Hohler definiría: “Dejar la normalidad enojosa e ir hacia lo escon- dido, hacia el bosque”. El gran libro de cuentos para niños Como él mismo dice, El gran libro de cuentos para niños “es una colección de mis historias escritas a lo largo de muchos años. Los primeros cuentos datan de 1970 y los últimos son del año de la pu- blicación. Hay diferentes colecciones que preceden a esta publicación (como Bloque de granito en el cine, que fue publicado en España hace treinta años por Alfa- guara). Mi editor alemán y yo siempre hemos estado en contacto para hacer una colección que fuera un poco la obra de la vida. Y Nikolaus Heidelbach, que ha ilus- trado ediciones precedentes, ha sido es- cogido como ilustrador. Y a mí me gusta mucho”. Cuando todos los niños fueron poetas Entrevista a Franz Hohler Arianna Squilloni Siempre está trabajando y usualmente en cosas interesantes. Por su tono de voz se puede distinguir si está exhausta, por su trabajo como representante de imprentas chinas; emocionada, con un proyecto editorial que tiene entre manos para A buen paso (www.abuenpaso.com); intrigada, por un autor, ilustrador o libro que esta impenitente lectora ha descubierto o motivada, porque durante unas horas se dedicará a la escalada

description

Entrevista a Franz Hohler y articulo sobre el Nikolaus Heidelbach publicados en Educacion y Biblioteca (numero 183).

Transcript of cuando todos los niños fueron poetas

Page 1: cuando todos los niños fueron poetas

LIBROS INFANTILES Y JUVENILES

Editorial Juventud acaba de publicar enespañol y catalán El gran libro de cuen-tos para niños de Franz Hohler, un señoralto, de sonrisa cordial, ojos vivaces eideas muy claras. Mientras cursaba los es-tudios de Filología Alemana y Románica,empezó a actuar en un programa literarioy musical. Desde entonces ha sido caba-retista (actuando, cantando y tocando elchelo), escritor de programas para la radioy la televisión, y escritor a secas.

Ahora, con la ayuda del consulado deSuiza, Hohler vino a pasar unos días aBarcelona. La última vez que el escritor vi-sitó la ciudad condal fue hace tres décadasy en esta ocasión le sorprendió la presen-cia del catalán en la ciudad, casi tantocomo las miradas de los pequeños que haido encontrando a lo largo de estos días olos oídos del público adulto, que le escu-chó leer e improvisar agudas reflexionessobre la vida y los niños (esto último en latarde del jueves 5 de mayo en el patio dela librería Casa Anita). Todo ello le ofrecióuna oportunidad única de hacer algo queel propio Franz Hohler definiría: “Dejar lanormalidad enojosa e ir hacia lo escon-dido, hacia el bosque”.

El gran libro decuentos para niños

Como él mismo dice, El gran libro decuentos para niños “es una colección demis historias escritas a lo largo de muchosaños. Los primeros cuentos datan de1970 y los últimos son del año de la pu-blicación. Hay diferentes colecciones quepreceden a esta publicación (como Bloque

de granito en el cine, que fue publicadoen España hace treinta años por Alfa-guara). Mi editor alemán y yo siemprehemos estado en contacto para hacer unacolección que fuera un poco la obra de lavida. Y Nikolaus Heidelbach, que ha ilus-trado ediciones precedentes, ha sido es-cogido como ilustrador. Y a mí me gustamucho”.

Cuando todos losniños fueron poetasEntrevista a Franz Hohler

Arianna Squilloni

Siempre está trabajando y usualmente en cosasinteresantes. Por su tono de voz se puede

distinguir si está exhausta, por su trabajo comorepresentante de imprentas chinas;

emocionada, con un proyecto editorial quetiene entre manos para A buen paso

(www.abuenpaso.com); intrigada, por un autor,ilustrador o libro que esta impenitente lectoraha descubierto o motivada, porque durante

unas horas se dedicará a la escalada

Page 2: cuando todos los niños fueron poetas

A la pregunta sobre lo que diferenciasus cuentos para niños de aquellos que es-cribe para adultos, Hohler confiesa: “Enrealidad muchos cuentos que escribo, losescribo sin pensar en el destinatario y des-pués veo si son para niños o para adultos.Entre veinte y treinta de las historias in-cluidas en esta compilación originalmenteno eran para niños, pero cuando las he re-citado delante de los niños vi que soncuentos que pueden entenderse desde lossiete años hasta los cien”.

Ahora bien, sí es cierto que cuando sepropone escribir un cuento para niños,hay una diferencia de planteamiento y esque, puntualiza Franz Hohler, “cuando es-cribo para adultos no tengo que pensar enel vocabulario. Utilizo el vocabulario quepienso que es justo. Cuando escribo paraniños trato de ser lo más sencillo posiblesin ser banal, porque es necesario que yotambién me encuentre a gusto con eltexto. A veces una cierta reducción no lesienta mal al texto. Como por ejemplocuando hablo en español: no puedo decirtodo lo que quiero sino que digo todo loque puedo”.

Un buen ejemplo es “El vendedor y elalce”, en el que se narra la increíble histo-ria del vendedor que le vendió una más-cara de gas al alce. El origen de estahistoria es un cuento para adultos y surgea partir de una restricción lingüística que elautor decidió imponerse. Confiesa Hohlercon una sonrisa en el rostro: “Ese cuentonació a partir de un ejercicio formulado enun curso de alemán que daba la radiosueca. En él pedían a quienes seguían elcurso que escribiera un relato empleandoun vocabulario dado. Pensé que tambiényo podía escribir un cuento utilizando ex-clusivamente las palabras a las que habíantenido acceso los que habían seguido esecurso y de aquí nació una fábula sobre laecología”.

Así fue como el autor mudó repentina-mente de piel: hablar de ecología no era laintención de Franz Hohler, sencillamenteocurrió porque a menudo, nos confiesa,“la idea surge a medida que voy escri-biendo”. En este caso concreto la ecolo-gía asomó en el cuento por la extrañaselección de palabras alemanas que la emi-sora de radio sueca consideraba impres-cindible.

Un camino similar siguió Hohler en elrelato “La creación”, que tiene su séquitoen dos cuentos más (“Segunda versión” y“Y otra más”), en los que juega delibera-damente con el arte combinatorio. Rela-tos, por cierto incluidos, en Así empezótodo de Jürg Schubiger y Franz Hohler,ilustrada por Jutta Bauer (Madrid: Anaya,2007). Y también sucede en el cuento

“Navidad, la verdadera historia”. Sobre elempleo de estas restricciones y ejercicioslúdicos, el escritor asevera: “Me gustamucho el juego, de hecho el juego para míes parte del proceso de escritura y partede mi manera de expresarme. Se puedendecir las cosas de modo directo y de unamanera indirecta a través de un pequeñojuego de pensamiento. A veces creo quese trata de una especie de danza, se tratade danzar con las ideas, de ser prestidigi-tador. Y este es un elemento importantede mi trabajo, pero no el único”.

Sobre la fantasíaSu obra reboza también de ironía y de

sentimiento del absurdo, hecho que va dela mano de una narración políticamenteincorrecta. A pesar de la presencia decuentos como “El vendedor y el alce”, nofaltan en esta obra antológica historiascomo “Gigantes en el aparcamiento” o “Elpríncipe emprendedor”. Se trata de cuen-tos terribles: en el primero los gigantes de-satan su violencia brutal sobre los cochesde un aparcamiento para no volver nuncamás; en el otro un príncipe le corta la ca-beza a dos señoras mayores que hacíancomentarios poco halagüeños sobre suatuendo.

Al respecto, Franz Hohler afirma que“son cuentos terribles y cuando pienso enel origen de esas imágenes, sé que creo ensu valor y en la necesidad de dar tambiénvoz a las sombras del hombre en esta re-copilación de cuentos”. Hecho que le llevaa uno a preguntarse sobre la reacción queespera este escritor suscitar en sus lectoreso su auditorio, porque en realidad la lec-tura en público sigue siendo de importan-cia fundamental para Hohler. Al respectoaclara: “Para mí es siempre importante re-citar los cuentos que he escrito. Me muevoun poco en la tradición oral de contador.Desde niño, cada vez que escribo algo meparece que un cuento solo está terminadocuando lo recito en voz alta y me doycuenta de cómo suena”.

Con su obra Franz Hohler desea ani-mar la fantasía, quiere que sus lectoresempiecen a jugar con sus ideas y con laspalabras. Y cada vez se reafirma más eneste punto, ya que a lo largo del últimoaño ha obtenido muchas respuestas posi-tivas y ha comprobado como los niños sehan animado a hacer sus propias crea-ciones. Hecho que no encuentra nada ex-traño ya que “todos los niños son poetas”.

Una prueba de ello son las historias es-critas por niños a partir de la lectura delcuento El bloque de granito (curiosa-mente un cuento nacido para adultos).

Para comprender la relación especial delos niños lectores con este personaje gra-nítico que decide un día ir al cine sí o sí ycausa algún que otro desperfecto en lasala, Hohler advierte que “el tonto que noconoce las reglas es una figura que losniños entienden bien. También el con-traste es el gran elemento de la comicidady el absurdo es una gran provincia del paísde los niños”. “El elefante en la piscina”,“El cerebro y el ojo en la discoteca” o “Eldiablo en la tienda” son algunos de los tí-tulos de esas historias escritas por niñosque le llegaron a Hohler. Concluye nuestroautor: “Los niños son poetas, los niñosson artistas”.

Basándose en ello, Hohler considerafundamental cultivar ese “órgano humanode gran importancia” que es la fantasía,porque el problema hoy en día es que “losniños tienen que aprender a conocer larealidad y a moverse correctamente en ellay eso va en contra de la fantasía. Se ten-dría que reservar siempre un lugar para sufantasía. También es importante la empa-tía. Empatía con todo lo que vive. En miscuentos hay muchos objetos que hablan,animales que hablan y nunca se sabe aciencia cierta si alguien se transformará enun ser animado. Todo lo que vive necesitanuestros cuidados, nuestra simpatía ynuestro amor”.

Fuera de las reglasde la normalidad

Durante más de veinte años (de 1973hasta 1994) Franz Hohler hizo de Franzen el programa para niños llamado Franzund René. René era un mimo que nuncadecía nada, de hecho su única línea de diá-logo era siempre: “Yo no digo nada”.

Pues “esa frase era muy importantepara muchos niños para defenderse con-tra los adultos. ‘No digo nada’”. Porqueefectivamente los niños necesitan defen-derse de los adultos, un poco como Hugoen el cuento “¡Oh, Hugo!” que acaba sin-tiéndose el culpable de todo lo que pasaen su casa, a su alrededor y en el mundoentero. El autor considera que ésta esexactamente la posición de los niños y poresta razón “en las historias y en los cuen-tos los personajes que no se portan ‘co-rrectamente’ son los más cercanos al niño,como el bloque de granito en el cine. Élno conoce las reglas de la vida normal, lospersonajes así son los amigos de los niños,porque están en una posición que les per-mite portarse de manera incompetente”.

Diría uno que la literatura sirve para se-guir moviéndose fuera de las reglas de la

18

LIBROS INFANTILES Y JUVENILES

EDUCACIÓN Y BIBLIOTECA N. 183 ~ MAYO-JUNIO 2011

Page 3: cuando todos los niños fueron poetas

normalidad, pero hay que ir con cuidado,ya que, si bien en parte esto es cierto, nose puede olvidar que la literatura “valetambién por sí misma sin voluntad de in-fluenciar. Sólo por el gusto de poder ha-cerse contar una historia y abrirse unmundo en la fantasía. Pero está siemprebien cuando se puede hablar con los adul-tos sobre lo que has leído. Por eso creoque es importante que los padres miren loque leen sus hijos para poder entender elmundo que ellos ven en un libro”.

Entonces, ¿qué temas interesan a losniños? “Es interesante el hecho de que alos niños les gusten las catástrofes, losaccidentes y las desgracias. Los momen-tos en los cuales el mundo de los adultos

–que parece perfecto– no funciona (unapequeña catástrofe es la historia de ‘Losgigantes en el aparcamiento’)”. Y tambiénles interesa la amistad, que “es un granmotivo en el país de los niños, tanto quemuchas veces cuando hago cuentos conuna clase, los enemigos al final resultan seramigos. Convertir a los enemigos en ami-gos es uno de los grandes deseos de losniños”. Y llegados a este punto no sepuede no pensar en el cuento “¡Oh,Hugo!”, en el que una guerra acaba dandopaso a la paz, o en “Desesperados”, unahistoria en la que un pobre cerdo, unmono tonto y una vaca bizca, los tresmedio muertos de hambre, se hacen ami-gos y solucionan sus problemas.

Sin embargo nunca se puede dar pordescontada la reacción de los niños de-lante de un libro y es cada vez sorpren-dente constatar cuál es el detalle que llamasu atención. A este propósito recuerdaFranz Hohler lo que le comentó unamadre sobre El gran libro de cuentospara niños: “Cuando su hija vio la cu-bierta de este libro, le preguntó: ‘¿Cómose llaman esos dos niños?’. Esos niños noson parte del libro, no son los héroes... Yla madre quiso saber entonces si tenía youna respuesta y yo le dije: ‘Esos son MarieLuise y Martin’. No sabía hasta ese mo-mento que ese era su nombre. Marie Luisees el segundo nombre de mi esposa y Mar-tin es mi segundo nombre. Y despuéspensé ‘Ah bien, somos nosotros dos enforma de niños, porque todos los adultossomos siempre un poco niños’”.

¿Cree en dios?Hablando con Franz Hohler, leyendo

sus historias sorprendentes y al mismotiempo amables y divertidas, cree recordaruno por qué es importante leer literatura.Preguntado por los escritores que más haninfluido en él, menciona a Franz Kafka porsus cuentos absurdos y surrealistas, Chris-tian Morgenstern, Wilhelm Busch o ErikKästner. Hay algo en particular que le unea este último: Kästner ha escrito tantopara niños como para adultos y, concluyeel autor: “De niño he reído leyendo sus li-bros y un día pensé: ‘A lo mejor podríahacer algo parecido’”.

Probablemente sea la apertura hacia elmundo de la fantasía lo que hace de la li-teratura algo tan indispensable, sino, afalta de ella, el adulto puede acudir a laayuda de un diálogo con un niño, o esoaconseja Franz Hohler recordando que“los niños ven mucho más de lo que cree-mos. Tenemos tendencia a subestimar sucapacidad intelectual. Los niños son filó-sofos y son ellos los que hacen las pre-guntas importantes. A veces mepreguntan: ‘¿Cree en dios?’ Y entoncestienes que darles alguna respuesta. Y esque ellos están en constante movimientointelectual para crear el mundo de nuevopara sí mismos. Y esta es la cosa fantásticaque se ve cuando se está en contacto conniños: se trata de un permanente diálogopoético-filosófico. Mi hijo cuando era niñouna vez me dijo: ‘Yo creo que nosotrossomos solo bacterias en el cerebro dedios’. Mientras que mi otro hijo ha dicho:‘Dios... No le conozco mucho’. Ese es untipo de diálogo que necesitamos con ur-gencia”.ou

EDUCACIÓN Y BIBLIOTECA N. 183 ~ MAYO-JUNIO 2011

LIBROS INFANTILES Y JUVENILES

19

Page 4: cuando todos los niños fueron poetas

LIBROS INFANTILES Y JUVENILES

Nikolaus Heidelbach (Lahnstein -Alemania-, 1955) es un buen observa-

dor y, según lo que él mismo comenta,le encanta –sobre todo– observar a losniños. También es un muy buen lector quese ha dedicado a encontrar los espacios delibertad dejados por los cuentos de hadasque se ha encargado de retorcer en másde una ocasión (en España Galaxia Gu-temberg-Círculo de Lectores ha publicadolos cuentos de Andersen y de los herma-nos Grimm ilustrados por él), como ahorahace con los de Franz Hohler.

Tal como los cuentos de El gran librode cuentos para niños se escapan de locotidiano, aunque en ningún momentopierdan el contacto con lo real, las imáge-nes de Nikolaus Heidelbach –que se pre-sentan en un estilo realista plasmado concolores atenuados–, en realidad dan riendasuelta a la fantasía no solo (siguiendo elguión de los cuentos) animando objetos,humanizando animales y animalizandoseres humanos, sino sobre todo creandocomposiciones metafísicas (para la seriede cuentos sobre la creación), personajesirreverentes (como el niño Jesús de Navi-dad, la verdadera historia, El príncipeemprendedor o El hombre de la isla),ambientes inquietantes (como esa mon-taña nevada animada por siniestras mira-das en El alud bobo) e imágenes que se

Arianna Squilloni El infiltrado

Page 5: cuando todos los niños fueron poetas

EDUCACIÓN Y BIBLIOTECA N. 183 ~ MAYO-JUNIO 2011 21

yerguen hasta convertirse en símbolos(¿Quién es el rey? o La anciana).

En medio del tiempo suspendido de susimágenes se abre camino lo incierto, re-presentado por la vaga amenaza de lo des-conocido y de la posibilidad de un futuroimprevisible. Probablemente lo mismo queexperimenta delante del mundo todo niñoempeñado en crecer.

Nikolaus Heidelbach infunde vida en lascosas inanimadas sin caricaturizar sus ras-gos, le basta con torcer una línea paraconvertir un bloque de granito en un tipoun poco torpe que, sin muchas preten-siones, ha decidido ir al cine a pasar unatarde agradable. Es todo lo que necesita,nada más. Para entendernos, se trata deun punto de vista diametralmente opuestoal de otro artista aficionado a animar y hu-manizar objetos y animales, el lituano Kes-tutis Kasparavicius. Seguramente por esolas imágenes de Heilbach casan a la per-fección con el espíritu de los cuentos deFranz Hohler. Se respira una perfecta sin-tonía de intenciones e intensiones entrelos dos artistas.

Cuando no está ocupado ilustrandocuentos de otros, Nikolaus Heidelbachimagina sus propias historias y aquí vienelo interesante. Los protagonistas de susobras suelen ser niños de nuestros días.Podemos tomar como ejemplos: ¿Quéhacen las niñas? (que en 1995 ganó elBologna Ragazzi Fiction Award y queacaba de ser reeditado en español por Li-bros del Zorro Rojo), Reina Gisela (queganó el Premio Nacional de Literatura In-fantil Alemana en 2007 que ha sido pu-blicado en español en 2008 por EditorialJuventud) y Die dreizehnte Fee [La deci-motercera hada] (Beltz & Gelberg, 2002).

Este último cuento constituye casi unpuente entre los cuentos de hadas tradi-cionales y lo que parece ser la actividad fa-vorita de este ilustrador cuando no dibuja:en este libro se narra la reacción un tantoasombrada y otro tanto preocupada de lamaestra Kleve a los comentarios de sus es-tudiantes después de la lectura del cuentode la Bella Durmiente. Que si es imposibleque a un palacio real solo puedan ir docehadas; que si doce hadas para un solobebé son demasiadas; que si las hadas noexisten. Las cosas se complican todavíamás al día siguiente, cuando cada niñoquiere explicar la pesadilla que ha tenidopor la noche. Günther Klos ha sido trans-formado por un hada no solo en unenorme pájaro, sino en un pájaro con lacara de Elsbeth Ringler (y con algo diame-tralmente opuesto sueña la propia Els-beth); Lina Quante se ha encontrado conun hada que podía volar que la ha llevadoconsigo... Pero al revés, así que todo el

mundo ha podido ver las bragas de Linapara su bochorno. Y así siguen contandolos niños sus sueños en unos diálogos ani-mados entre toda la clase, mientras frauKleve suspira. Entre todos han soñado condoce hadas, mientras solo Gerhard Strä-ter ha soñado con la propia frau Kleve y,susurrando la última frase del cuento, Ger-hard le da la vuelta a los cuentos de hadasde toda la vida sugiriendo que las hadascon la que han soñado no han sido doce,sino trece.

Se cierra así este cuento tan sencillo (ono) y tan arraigado en lo cotidiano con undestello de ternura, tanto que poco im-portan las imágenes ricas y fantásticasque, siempre en página derecha, retratancada sueño representando el hada, el niñoy su parálisis frente a los acontecimientosde la pesadilla. Lo que cuenta es la cu-bierta en la que doce hadas de aparienciaentre exótica y amenazante forman unfrente sombrío mantenido a raya por laapacible frau Kleve.

Y llegada a este punto confieso quepoco me importa el interés de un niñohacia este libro, de repente me doy cuentade lo mucho que me lleva este libro a pen-sar en quién son los niños, cómo piensan,cuáles son sus temores, y sus emociones.Me gustaría entonces que un niño me le-yera y explicara esta historia página porpágina.

Page 6: cuando todos los niños fueron poetas

LIBROS INFANTILES Y JUVENILES

Algo parecido me pasa con ¿Quéhacen las niñas? (publicado en Alemaniapor primera vez en 1993 y que tiene sucontrapartida en Was machen die Jungs?[¿Qué hacen los niños?], 1999). En el for-mato de un abecedario desglosa Heidel-bach la vida emocional de las niñas y sucapacidad creadora a partir de lo que tie-nen a mano. La ilustración de cubierta yaún más la de portadilla suelen constituirelementos clave en la lectura tanto de loslibros de los que es único autor, como delos libros que se limita a ilustrar (un ejem-plo estupendo es la portadilla de El granlibro de los cuentos para niños).

La portadilla de ¿Qué hacen las niñas?es el detrás de los bastidores, donde seacumulan las herramientas y el atrezo conel que se animará cada página del abece-dario que está punto de empezar. Al cen-tro de la imagen, la cara de una niñaasoma encima de un… hacha (la niñatiene que ser muy, muy pequeña, y se estáestirando todo lo posible para salir en la“foto”). El hacha volverá más adelante enla letra “Y”, cuando “Yolanda se preparapara ver su programa favorito”. Equipadacon tirachinas, martillo, hacha, punzonesy cuchillos varios, Yolanda se tiende en elsuelo delante del televisor.

Logra en este libro el autor la compe-netración perfecta entre las pocas pala-bras que describen cada situación en lapágina izquierda y su puesta en escena enla página derecha. Pasar las páginas deeste abecedario es un placer estético y esun placer extremadamente instructivo (in-trospectivo a veces por lo que da de pen-sar) y es un placer que no se puedediseccionar con palabras de estudio, queanalicen el equilibrio de las composicioneso la selección de los detalles, porque este

libro parece nacer de una empatía tan pro-funda con el niño, que o –una vez más– lepides a un niño que te lo lea, o lo disfrutasen un silencio contemplativo. Otra cosasería, simplemente, falta de pudor.

Y finalmente está Reina Gisela que sepresenta como álbum más articulado tantoa nivel narrativo como visual. Una niña ysu padre se van de vacaciones solos, mien-tras la mamá, que tiene en sus brazos unbebé, los saluda desde la ventana y la som-bra de tres cabecitas se ve por la ventanade al lado. La hija cuenta como ese año sefue al mar con su padre y como éste cadanoche le contaba el cuento de la niña Gi-sela.

Instaura aquí el autor una correspon-dencia entre el pasar de los días, el deve-nir de la historia, marcada por larepetición bajo diferentes luces del dibujode un detalle de la costa de la localidad demar en el que padre e hija están pasandolas vacaciones. Gisela naufraga en una isladesierta y es ayudada por unos suricatasque convierte en sus súbditos, sumergién-dolos en deberes y sin hacerse jamás unapregunta sobre sus vidas y su naturaleza.Cuando sus peticiones se vuelven inde-centes, los suricatas, que en realidad siem-pre tuvieron la situación bajo control, lamaldicen y la envían en una balsa a vagarpor los mares hasta el fin de los tiempos.Al acabarse la historia, se acaban las va-caciones, las mejores que la protagonistadel libro jamás tuvo. Después de mirarhacia el mar por última vez y quizá vis-lumbrar la balsa de Gisela, la niña y supadre vuelven a casa. La historia no dicenada más, pero la aparición de los treshermanos en el patio de casa que han pa-sado de sombras a seres vivos y se lanzancontentos hacia el coche que llega, le llevaa uno a replantearse toda la historia.

Una vez más está una situación de co-tidianidad casi banal –como en la escuelade frau Kleve–, a la que esta vez se añadeuna historia de aventuras en plena regla,pero donde lo que cuenta, lo que de ver-dad es importante se intuye en el mo-mento en el que uno se calla y se pone aescuchar y observar de manera detenida.Leer, observar y callar, Nikolaus Heidel-bach no les propone nada más a sus lec-tores.

¿La verdad? Creo que Nikolaus Heidel-bach es un niño que con el realismo de suspinturas –y con un certificado de naci-miento falso– trata de hacerse pasar poradulto. Eso es lo que es en realidad: unbendito infiltrado.ou

Todas las ilustraciones de este especial de LIJ sonde Nikolaus Heidelbach y pertenecen a El gran

libro de cuentos para niños de Franz Hohler (Bar-celona: Juventud, 2010)