Cuaresma 15

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Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Provincia Nuestra Señora de los Ángeles Chile – Perú- Puerto Rico-Venezuela

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Hermanas Franciscanas de la Inmaculada Provincia Nuestra Señora de los Ángeles Chile – Perú- Puerto Rico-Venezuela

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Extracto del Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19)… Dios está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos….Su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero con nosotros ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos. La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan. Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra. Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida…

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1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres. Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús quería ser un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo… La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26)… 2. « ¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de nuestras parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31). Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos direcciones.En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia. La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Jesús, vencieron definitivamente la

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indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897). También nosotros participamos de los méritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de corazón. Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres. Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad… 3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyente También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?

En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.

En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.

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Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.

Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro. Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma pidiéndole: "Haz nuestro corazón semejante al tuyo"

Primer Domingo De Cuaresma Lema: “La mirada del desierto” Ambientación: Ambientaremos la sala de tal manera que parezca que nos encontramos en un desierto. Si es posible, llevaremos cactus, plantas de secano, arena de playa… Canto inicial: Ven Espíritu de Dios sobre mí ¿Cuándo confiamos en el Espíritu? (leemos a estrofas voluntarias)

Cuando tenemos una esperanza total en la vida, a pesar de nuestras caídas y nuestras dudas.

Cuando se siente la desesperación y, sin embargo, se experimenta un consuelo interior que nadie nos puede quitar.

Cuando experimentamos el desgarrón de la muerte propia o ajena y la sabemos asumir con fe y esperanza.

Cuando aceptamos libremente una responsabilidad, aunque no tengamos claras perspectivas de éxito y de utilidad.

Cuando vivimos con serenidad y perseverancia la existencia de cada día, a veces amarga, decepcionante y aniquiladora, y la aceptamos por una fuerza cuyo origen no podemos abarcar ni dominar.

Cuando nos entregamos sin condiciones y cuando el caer se convierte en un verdadero estar de pie.

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Cuando en el fondo de nuestras interrogantes y nuestros conocimientos nos sentimos abrazados por un misterio que nos acoge y nos salva y que experimentamos como el fondo más profundo y auténtico de nuestro ser.

Cuando vivimos las tinieblas del aparente sin-sentido en nuestra vida, porque esperamos una promesa que no podemos entender.

Cuando vivimos las experiencias fragmentarias del amor, la belleza y la alegría, como promesa del amor, la belleza y la alegría plena que un día recibiremos junto a Dios.

Leemos el EVANGELIO: Mc 1,12-15 Comentario: La Cuaresma nos devuelve al realismo de la vida, con sus desiertos y sus crisis, con sus incertidumbres y sus esperas interminables, con las tentaciones que son prueba de nuestra sensibilidad y, por supuesto, también de nuestra fragilidad. El desierto, como la vida misma, es lugar habitado por Dios, espacio de soledad saludable, tiempo propicio para reencontrarse, para escuchar a nuestro sabio interior, para dejarse guiar por el Espíritu. Es una invitación a despertar de la rutina y del letargo. Para abrirse a la novedad inagotable de Jesús y de su Evangelio, para ser más conscientes de lo que vivimos y de la realidad que viven tantos hermanos nuestros, para arriesgarse a iniciar un camino de conversión y de fe. Jesús fue tentado por las mismas tentaciones que sufrimos los seres humanos pero no se dejó vencer por las insinuaciones del mal. Hoy el Papa Francisco nos habla de un mal que acecha a nuestra sociedad, un mal real en nosotros mismos: la INDIFERENCIA. Al Papa Francisco le duele profundamente que la sociedad se haya hecho tan insensible ante el dolor y sufrimiento de tantos seres humanos en nuestra tierra. "Hemos perdido el sentido de responsabilidad fraternal", ha sentenciado el Papa… "Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no nos afecta, no nos interesa, no es asunto nuestro". DINÁMICA DE PARTICIPACIÓN: Jesús no cedió ante las tentaciones de apartarse de Dios, de superar a Dios, de tener poder y gloria en este mundo. Jesús era humano y como todos y cada uno de nosotros tuvo tentaciones muy fuertes, pero las superó. El desierto es árido y nos muestra nuestra soledad. Nos enfrentamos con lo peor de nosotros mismos. Repartimos unas serpientes de papel. Nos ponemos en el lugar de la serpiente ¿Por qué la serpiente quería tentar a Jesús? ¿Por qué nosotros actuamos a veces como esa serpiente que hacer caer a otros en cosas que no están bien?. Podemos

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participar también descubriendo aquellas tentaciones a las que a veces sucumbimos ¿Qué ganancia sacamos de ello? Escribo en la serpiente de papel momentos en los que me he portado como una serpiente, momentos en los que he conseguido que otras personas hagan lo que yo quiero aunque no sea lo que se debían hacer; cuando miro a los demás con ojos de serpiente… A medida que participamos, colocamos nuestras serpientes en el camino de arena, y pedimos perdón con un canto penitencial. PADRENUESTRO Y ORACIÓN FINAL: Gracias, Padre, porque la Cuaresma llama a nuestra puerta, y nos ofrece una nueva oportunidad: un tiempo para ir acogiendo el misterio de la Pascua, la explosión de tu amor en nuestro mundo. Nos ponemos en tus manos porque queremos revisar nuestra vida, descubrir lo que tenemos que cambiar, afianzar lo que anda bien, y sorprendernos con tu novedad. Que ayunemos de la falta de compromiso. ¡Hay tantos que lo pasan mal, Padre! Que ayunemos de la indiferencia y hagamos algo por cambiar un poco este mundo tan egoísta y violento. Danos luz para reconocer tu presencia en la realidad y comprometernos con ella haciendo el bien. Amén COMPROMISO: Durante la semana leemos, con detenimiento, el Mensaje del Papa por la Cuaresma y escribimos, en un papel una frase o mensaje personal para compartir en la próxima semana

Segundo Domingo De Cuaresma

Lema: “Bajar con una mirada nueva” Ambientación: Los elementos de la semana anterior, el rostro de Jesús y mariposas con valores positivos que hagan de nuestro mundo un mundo mejor. Canto: Dame Señor tu mirada

Dame, Señor, tu mirada y pueda yo ver desde allí El día que empieza, el sol que calienta y cubre los montes de luz.

Dame, Señor, tu mirada y pueda gozar desde allí

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Que el día declina y anuncia las noches de luna cuando viene abril DAME, SEÑOR TU MIRADA, GRÁBALA EN MI CORAZÓN,

DONDE TU AMOR ES AMANTE Y TU PASO CONSTANTE, TU GESTO CREADOR.

Dame, Señor, tu mirada y entrañas de compasión; Dale firmeza a mis pasos, habita mi espacio y sé mi canción.

Dame, Señor, tu mirada y entrañas de compasión, Haz de mis manos ternura y mi vientre madura, ¡Aquí estoy, Señor!

Ponme, Señor la mirada junto al otro corazón

De manos atadas, de oculta mirada, que guarda y calla el dolor. Siembra, Señor tu mirada y brote una nueva canción

De manos abiertas, de voz descubierta sin límite en nuestro interior.

Motivación: Compartimos los mensajes extraídos de la Carta del Papa Francisco por la Cuaresma 2015 Lectura: Mc 9, 2-10. “La transfiguración de Jesús” CUENTO: La oruga y el cactus Cierta vez, un hombre pidió a Dios una flor.... y una mariposa. Pero Dios le dio un cactus. Y una oruga. El hombre se quedó triste, pues no entendió por qué su pedido llegó errado. Luego pensó: -Con tanta gente que atender...- y resolvió no cuestionar. Pasado algún tiempo, el hombre fue a verificar el pedido que dejó olvidado. Para su sorpresa, del espinoso y feo cactus había nacido la más bella de las flores. Y la horrible oruga se transformó en una bellísima mariposa” Comentario: “Como es sabido, el gusano de seda construye un capullo para luego liberarse de él y renacer como mariposa tras la metamorfosis. El proceso de transformación es extremadamente complicado, porque la crisálida tiene que aplicar una enorme cantidad de fuerza con sus apenas formadas alas para romper la cáscara de seda que la ha protegido durante su transformación. Los científicos estaban intrigados acerca de qué pasaría si ayudaban a la mariposa en este proceso e intentaron asistirla para ver qué ocurría. Así, cuando llegó el momento de la liberación abrieron artificialmente desde el exterior una serie de capullos. Las mariposas ilesas empezaron a hormiguear liberadas de la seda, pero fueron incapaces de emprender el vuelo. No se pudieron alimentar y murieron,

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porque no podían ni sabían volar. Ninguna de ellas fue capaz de elevarse por los aires y, como en aquel estado no podían acceder al néctar de ninguna flor, murieron de inanición. De esta prueba científica se desprende que el sobreesfuerzo, la gran cantidad de energía desplegada por las mariposas para agrietar el capullo, es necesario para que estas confíen luego en la fuerza de sus alas” Dios, con la Transfiguración, quiso reconocer a Jesús como a su Hijo amado ante quienes eran sus amigos y darles un poco de esperanza y luz en medio de la oscuridad y el dolor. Estos tres amigos han sido escogidos para ser testigos de la divinidad de Jesús y del compromiso de Dios por la liberación del pueblo. En la Transfiguración, la intervención de Dios hace que nuestra mirada cambie. Gracias a Él vemos las cosas claras, como son en realidad. Nos revela su sentido profundo, su significado auténtico. Cambiar no es fácil, como ocurre con la oruga hasta que se transforma en mariposa. Dinámica de participación: La mirada de esta semana está basada en la mariposa. La mariposa se transfigura y cambia, las apariencias engañan y dentro de cada uno de nosotros hay una mirada de mariposa, que revela cómo somos, cómo miramos. Lo bueno y bonito de nuestro interior y lo que necesita ser transformado. Podemos mirar así gracias a que Jesús nos cambia la mirada. Con el Salmo 138 le pedimos a Dios que nos ayude a ver lo positivo que ha puesto en cada uno(a) y a agradecérselo, le pedimos también que transforme nuestro corazón a un corazón semejante al suyo. No será fácil, pero queremos intentarlo. SALMO DE INTERIORIZACIÓN Señor, tú me llegas hasta el fondo y me conoces por dentro. Lo sé: me conoces cuando no paro o cuando no sé qué hacer. Mis ilusiones y mis deseos los entiendes como si fueran tuyos. En mi camino has puesto tu huella, en mi descanso te has sentado a mi lado, todos mis proyectos los has tocado palmo a palmo. Tú oyes el corazón del hombre sumido en el silencio,

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cuando aún no tiene palabras para abrirse a ti. Es increíble: me tienes agarrado totalmente, me cubres con tu palma y me siento tuyo. Como grano de arena en el desierto, como gota de agua perdida en el mar, así me encuentro ante ti. Dios mío, quiero abrir mis brazos y abrazarte, quiero llegar hasta tu orilla y nunca toco tu tierra. Cuando escalo mi vida y me supero, allí estás Tú. Cuando me canso en el camino y me siento barro, allí, perdido en mi dolor, te encuentro a ti. Cuando mis alas se hacen libertad sin fronteras y toco el despertar de algo nuevo; cuando surco los mares de mis sueños y pierdo la arena pegadiza de mis playas, allí está tu mano y tus ojos, y tu boca… allí, como Amigo fiel, de nuevo estás tú. Tú eres como manantial de donde brota el río, como raíz de donde arranca el árbol. Tu vida se ha hecho vida en mis entrañas, me has dado el origen y quieres que camine hacia la meta que no es otra sino tú. Soy tuyo: sólo tu amor da respuesta a mi pregunta. Te doy gracias porque me has llamado a ser feliz. Señor, me conoces hasta el fondo de mi alma, nada se te esconde de cuanto soy en lo más profundo. Yo me pregunto si el sentido de mi vida puede darse si le faltas tú. Dios mío, sondéame para conocer mi corazón, ponme a prueba para conocer mis sentimientos, mira si mi camino se desvía o se vuelve camino muerto. Guíame por el camino nuevo que has abierto entre los hombres. Quiero hacer de él un proyecto para mi vida, y paso a paso, desde lo hondo de mi ser, vivir para Ti.

PADRENUESTRO Y ORACIÓN JUNTOS:

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Jesús: la transfiguración es un gran cambio de mirada, nos revela el amor que Dios te tiene, el amor que Dios nos tiene,el amor que Tú Señor nos tienes. Ayúdanos a mirar de manera nueva, a cambiar nuestra mirada, hacia nosotros mismos y hacia los demás. Y con esa nueva mirada, ayúdanos a cambiar el mundo. Que como la mariposa podamos transformar nuestro mundo en un mundo hermoso y mejor, donde haya paz, alegría y bondad. Amén.

COMPROMISO: Reflexionar durante esta semana este DECÁLOGO DE LA

CONVERSIÓN:

La conversión es recordar que el Señor nos hizo para sí y que todos los

anhelos, expectativas, y búsquedas sólo se plenificarán, cuando volvamos a Él.

La conversión es la llamada insistente a que asumamos, reconozcamos y

purifiquemos nuestras debilidades.

La conversión es ponernos en el camino, con la ternura, la humildad y la

sinceridad del hijo pródigo, de rectificar los pequeños o grandes errores y

defectos de nuestra vida.

La conversión es entrar en uno mismo y mirar la propia existencia a la luz del

Señor, de su Palabra y descubrir todo lo que hay en nosotros de ambición, de

presunción innecesaria, de limitación y egoísmo.

La conversión es cambiar nuestra mentalidad, llena de criterios mundanos,

lejana al evangelio, y transformarla por una visión cristiana y sobrenatural de

la vida.

La conversión es cortar nuestros caminos de pecado, de materialismo,

paganismo, consumismo, sensualismo, secularismo e insolidaridad y

emprender el verdadero camino de los hijos de Dios.

La conversión es examinarnos de amor y encontrar nuestro corazón y nuestras

manos más o menos vacías.

La conversión es renunciar a nuestro viejo y acendrado egoísmo, que cierra las

puertas a Dios y al prójimo.

La conversión es mirar a Jesucristo y contemplar su cuerpo desnudo, sus

manos rotas, sus pies atados, su corazón traspasado y sentir la necesidad de

responder con amor al Amor que no es amado.

Y así, de este modo, la conversión, siempre obra de la misericordia y de la

gracia de Dios y del esfuerzo del hombre, será encuentro gozoso, sanante y

transformador con Jesucristo.

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Tercer Domingo De Cuaresma

Lema: ““Mirada fiel” Ambientación: Los elementos de las semanas anteriores y una bolsa de monedas derramada. Canto:“Francisco, repara mi Iglesia” Motivación: En cierta ocasión, el joven Francisco de Asís se encontraba en oración en la iglesita de san Damián, que estaba abandonada y con varias paredes hundidas. Dentro solo quedaba un icono de Cristo, el famoso crucifijo de san Damián. Mientras oraba, oyó que Jesús le decía: “Francisco, ve y reconstruye mi Iglesia, que como ves está en ruinas”. Él comenzó inmediatamente la restauración de aquel templo y dio inicio al movimiento franciscano con los compañeros que se le juntaron. Con el uso de palabras sencillas para predicar el evangelio y una vida simple, los franciscanos reconstruyeron la Iglesia de Cristo y lo siguen haciendo hasta el presente. «Poco a poco, Francisco se dio cuenta de que no se trataba de hacer de albañil y reparar un edificio de piedra, sino de dar su contribución a la vida de la Iglesia. Se trataba de ponerse al servicio de la Iglesia, amándola y trabajando para que en ella se refleje cada vez más el rostro de Cristo» (papa Francisco a los jóvenes).

Es el mismo Cristo el que desea que el templo sea digna casa de oración. Es el mismo Cristo el que desea que nuestros corazones sean dignos templos donde habite el Espíritu del Señor. Escuchemos la lectura desde la mirada fiel de Jesús y su celo por el respeto a la casa del Padre, a la casa de Dios.

Lectura: Jn 2, 13-25

Comentario: Jesús, en este pasaje arremete contra lo que no sea una relación auténtica con Dios. A Dios no se le compra con sacrificios. Y Jesús, que “sabe lo que hay en el corazón de cada hombre” confronta enérgicamente la falta de re-ligación auténtica con el Padre. La religión del mercado, la que pasa por relaciones comerciales hasta con Dios, ha de ser destruida. En su lugar, la religión del amor, de la verdad, del templo del Señor resucitado, donde hay lugar para todos, donde gratuitamente somos acogidos para vivir el gozo de la fraternidad. Jesús nos enseña a mirar con amor fiel a Dios: en primer lugar, amándole sobre todas las cosas y amando al prójimo como a nosotros mismos, en segundo lugar, buscándole en la oración y en tercer lugar, con una actitud profética que anuncia el amor y denuncia la injusticia.

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DINAMICA DE PARTICIPACIÓN: No dejarse comprar ni vender por nada: tarea ardua y dificultosa. Yo soy como un templo. Tengo que utilizarlo bien. De lo contrario estoy vendiendo mi yo a la comodidad y el egoísmo. Eso ocurre cuando soy débil y me dejo dominar, me dejo manipular. El Señor nos quiere libres y felices. El Papa Francisco nos cuestiona:

¿Cómo vivimos nuestro ser Iglesia? ¿Somos piedras vivas, o somos, por así decirlo, piedras cansadas, aburridas, indiferentes? Han visto ustedes que feo es un cristiano cansado, triste, indiferente. Un cristiano así no va. El cristiano debe ser vivo, alegre de ser cristiano, debe vivir esta belleza de hacer el Pueblo de Dios que es la Iglesia.

¿Nos abrimos al Espíritu Santo para ser parte activa en nuestras comunidades, o nos cerramos en nosotros mismos, diciendo: “Tengo muchas cosas que hacer, no es mi tarea hacer esto o aquello?

Que el Señor nos conceda su gracia, su fuerza, para que podamos estar profundamente unidos a Cristo, piedra angular, el pilar, piedra de apoyo de nuestra vida y de toda la vida de la Iglesia. Oremos para que, animados por su Espíritu, seamos siempre piedras vivas de su Iglesia

Rezamos a dos coros y hacemos resonancias del Salmo 126 adaptado SALMO 126 Si Tú Señor, no construyes nuestra casa, En vano nos esforzamos en ponerla en pire. Si Tú Señor no guardas nuestra ciudad, En vano se esfuerzan los que la vigilan Construye Señor nuestra casa, nuestra vida: afírmala en la verdad Construye Señor nuestra casa, nuestro interior: acrecienta nuestra fe Construye Señor nuestra casa, nuestra familia y Comunidad: levántalas sobre el Amor Construye Señor nuestra vida, nuestro interior, nuestra familia y Comunidad: ciméntalos en la esperanza. Guarda nuestra ciudad: libéranos del egoísmo y del orgullo. Guarda nuestra ciudad: sálvanos del pecado de la indiferencia. Guarda nuestra ciudad: rescátanos de la mentira disfrazada

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Guarda nuestra ciudad: libéranos del mundo de las injusticias. Queremos madrugar, Señor, ponernos con prontitud a tu servicio Queremos madrugar, Señor, y ayudar a otros a ponerse en pie y caminar hacia Ti Queremos madrugar, Señor, para comprometernos con los que sufren Queremos madrugar, Señor, y salir a tu encuentro para dialogar contigo. Tú eres bueno y generoso y has llenado nuestras vidas con tus dones y riquezas. Tu Providencia llena nuestra mesa de pan. Tú te preocupas del pobre y abres nuestro corazón a la solidaridad Tú te regalas por entero a aquella persona que cumple tus mandatos y te es fiel. Llena nuestra aljaba de tu Amor y nos sentiremos libres y felices. Llena nuestra aljaba de tus dones y dejaremos en el camino flores. Llena nuestra aljaba de alegría y seremos Buena noticia para otros Llena nuestra aljaba de paz y sembraremos la paz y el bien a nuestro paso. PADRENUESTRO Y CANTO A MARIA COMPROMISO: A comprometerme más con mi Iglesia local con alegría y entrega, pues es más bonito dar que recibir. Traer una velita para la semana que viene

Cuarto Domingo De Cuaresma Lema: ““Mirar desde la verdad” Ambientación: Los elementos de las semanas anteriores y una vela encendida Canto: “De ti nace la luz” Motivación: Hoy, cuarto domingo de Cuaresma reflexionamos sobre nuestra adhesión a Cristo, sobre nuestra fe en Él, una decisión libre que hay que renovar todos los días. Creer en Él es aceptar su amor infinito que nos ha traído como beneficio la salvación a costo de su sacrificio. Jesús, levantado en la Cruz, da vida eterna a quienes creen en Él. Lectura: Jn 3, 14-21

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Comentario: Creer o no creer en Jesús es una decisión personal que determina definitivamente la vida del ser humano. Creer es adherirse personalmente a Jesús y acoger el proyecto de vida y amor que, por medio de Él el Padre ha preparado para nosotros. “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su único Hijo, para que quien crea no perezca, sino que tenga vida eterna” Cuento de Cuaresma: El sacrificio del hijo. Era la reunión del domingo por la noche de un grupo apostólico en una parroquia. Después que entonaron unas canciones, el sacerdote de la iglesia se dirigió al grupo y presentó a un orador invitado; se trataba de uno de sus amigos de la infancia, ya entrado en años. Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano ocupó el púlpito y comenzó a contar esta historia: "Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo estaban navegando en un velero a lo largo de la costa del Pacífico, cuando una tormenta les impidió volver a tierra firme. Las olas se encresparon a tal grado que el padre, a pesar de ser un marinero de experiencia, no pudo mantener a flote la embarcación, y las aguas del océano arrastraron a los tres." Al decir esto, el anciano se detuvo un momento y miró a dos adolescentes que por primera vez desde que comenzó la plática estaban mostrando interés; y siguió narrando: "El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo que tomar la decisión más terrible de su vida: Escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de la soga. Tuvo sólo escasos segundos para decidirse. El padre sabía que su hijo era un buen cristiano, y también sabía que el amigo de su hijo no lo era. La agonía de la decisión era mucho mayor que los embates de las olas." "Miró en dirección a su hijo y le gritó: ¡TE QUIERO, HIJO MIO! y le tiró la soga al amigo de su hijo. En el tiempo que le tomó al muchacho llegar hasta el velero volcado en campana, su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche. Jamás lograron encontrar su cuerpo." Los dos adolescentes estaban escuchando con suma atención, atentos a las próximas palabras que pronunciara el orador invitado.

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"El padre" -continuó el anciano- "sabía que su hijo pasaría la eternidad con Cristo, y no podía soportar el hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado para encontrarse con Dios. Por eso sacrificó a su hijo. ¡Cuán grande es el amor de Dios que lo impulsó a hacer lo mismo por nosotros!" Dicho esto, el anciano volvió a sentarse, y hubo un tenso silencio. Pocos minutos después de concluida la reunión, los dos adolescentes se encontraron con el anciano. Uno de ellos le dijo cortésmente:

"Esa fue una historia muy bonita, pero a mí me cuesta trabajo creer que ese padre haya sacrificado la vida de su hijo con la ilusión de que el otro muchacho algún día decidiera seguir a Cristo."

"Tienes toda la razón", le contestó el anciano mientras miraba su Biblia gastada por el uso. Y mientras sonreía, miró fijamente a los dos jóvenes y les dijo: "Pero esa historia me ayuda a comprender lo difícil que debió haber sido para Dios entregar a su Hijo por mí. A mí también me costaría trabajo creerlo si no fuera porque el amigo de ese muchacho que fue devorado por las aguas era yo...".

DINAMICA DE PARTICIPACIÓN: ¡Cuántos sacrificios se pueden hacer por Amor! Los sacrificios de una madre, de un enamorado, de un amigo… El amor lo puede todo y lo da todo. Dios nos ama profundamente y nos lo demuestra entregando a su propio Hijo por nosotros. ¿Qué estamos dispuestos a hacer por Jesús? Encendemos la velita y presentamos ante el Señor eso que nos cuesta pero que vamos a hacer por Él, ese compromiso que nos va a llevar a ser luz para los demás. Y, porque apostamos por creer en Jesús y en el amor que Dios nos tiene, cantamos:

Creo, aunque todo se oculte a mi fe. Creo, aunque todo me diga que no.

Porque he basado mi fe en un Dios inmutable, en un Dios que no cambia, en un Dios que es Amor.

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Creo, aunque todo subleve mi ser. Creo, aunque sienta muy solo el dolor.

Porque he fundado mi vida en palabra sincera, en palabra de amigo, en palabra de Dios.

Creo, aunque todo parezca morir. Creo, aunque ya no quisiera vivir.

Porque el cristiano que tiene a Dios por amigo, no vacila en la duda, se mantiene en la fe.

Creo, aunque veo a los hombres odiar.

Creo, aunque veo a los niños llorar. Porque aprendí con certeza que Él sale al encuentro

en las horas más duras, con su amor y su luz. ORACIÓN: (a estrofas voluntarias)

Señor, Tú que siempre me has dado la fuerza necesaria y, aunque soy débil, Creo en Ti.

Señor, Tú que siempre me has dado la paz de cada día y, aunque en medio de las dificultades, Creo en Ti.

Señor, Tú que siempre me has guardado en la prueba, y, aunque me cueste seguir adelante, Creo en Ti

Señor, Tú que siempre has alumbrado mis tinieblas y, aunque mi luz es tenue y pobre, Creo en Ti

PADRENUESTRO Y CANTO A MARIA COMPROMISO: Que durante la semana pueda visitar y consolar a alguna persona que sufra y necesite ser escuchada

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Quinto Domingo De Cuaresma Lema: ““Mirar a Cristo Crucificado” Ambientación: Un crucifijo, un ramo de espigas y una vela Canto: “Nueva generación” Lectura de Jn 12,20-33 Comentario: La cuaresma nos invita a mirar al crucificado y adentrarnos, con la ayuda de su gracia, en el misterio de amor que se dona y engendra vida. El amor verdadero, duradero, salvador, se madura en la contemplación del Crucificado. Por eso, al saber que hay quienes le buscan y quieren verle, Jesús declara la lógica del grano de trigo que muere para dar fruto, iluminando su misterio e invitando a compartir esa lógica de vida, que es el modo de hacer la nueva alianza anunciada por el profeta. Historia: Baja de la Cruz Aquel centurión había seguido, en secreto, la trayectoria de Jesús. Había escuchado sus palabras y hablado personalmente con algunos enfermos curados por el galileo. Reconocía la altura moral de aquel rabino itinerante que pasaba haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el mal.

- ¡Con qué delicadeza trataba a los débiles y a las mujeres! Aquel centurión, pagano, había sido sacudido por las expresiones de Jesús:

- Yo soy la resurrección y la vida. El que come mi carne tiene vida eterna - Yo no he venido a ser servido sino a servir.

En el calvario, entre los seguidores del crucificado y sus activos delatores, el centurión trataba de poner orden y calma. De vez en cuando, observaba los ojos de Jesús y se sentía mirado por Él; entonces, de inmediato, el soldado bajaba la vista. -La madre, las mujeres y unos pocos seguidores permanecían a distancia, compungidos. Sólo, tras larga insistencia les fue permitido acercarse por breves instantes para despedirse. En un momento, el centurión se estremeció al escuchar una oración de Jesús: -¡Padre, perdónalos, pues no saben lo que hacen! El experimentado soldado intuyó que aquel hombre destrozado era un hombre justo, que cargaba con los pecados del mundo. Se animó a ponerse debajo de la Cruz y a observar con compasión al crucificado. Con la voz interior del alma le suplicó:

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- Yo sé que eres justo ¿Por qué no lo demuestras bajando de la Cruz? Manifiesta tu grandeza y santidad ¡Baja de la cruz, por favor!

Cristo lo miró y le hablo con benevolencia: -¡Si no bajo, es por amor! Reflexión: A los pies de Jesús lo corazones cambian, reconocen el amor del único que puede amar tanto, hasta el extremo. Hasta hacerse grano de trigo que muere para dar fruto. Permanecemos en silencio ante el relato que hemos escuchado. Después escuchamos el canto: “Señor Jesús” DINÁMICA DE PARTICIPACIÓN: También nosotros, a los pies de Cristo Crucificado presentamos nuestras súplicas, creyendo que tanto amor sólo puede ser fuente de vida y de gracia. Vamos pasándonos la imagen del Crucificado, y, besando sus pies, hacemos nuestra oración personal de alabanza, agradecimiento o súplica a Aquel que tanto ha hecho por mí, por cada uno de nosotros. PADRENUESTRO Y ORACIÓN FINAL JUNTOS: Al Cristo Crucificado

No me mueve mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido; muéveme el ver tu cuerpo tan herido;

muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme en fin, tu amor de tal manera que aunque no hubiera cielo yo te amara y aunque no hubiera infierno te temiera.

No me tienes que dar por que te quiera,

porque aunque cuanto espero no esperara lo mismo que te quiero te quisiera

(San Juan de la Cruz)

COMPROMISO: Asistir con la familia, a las celebraciones de la Semana Santa y la Pascua.