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Vol. 29 (3-4) Diciembre 2015 ISSN: 0214-1744 C y G Revista de la Sociedad Española de Geomorfología (SEG) y Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA) Spanish Journal of Quaternary and Geomorphology UATERNARIO GEOMORFOLOGÍA y

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Vol. 29 (3-4)Diciembre 2015ISSN: 0214-1744

Cy G

Revista de la Sociedad Española de Geomorfología (SEG) yAsociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA)

Spanish Journal of Quaternary and Geomorphology

UATERNARIOGEOMORFOLOGÍA

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CUATERNARIO yGEOMORFOLOGÍA

SPANISH JOURNAL OF QUATERNARY & GEOMORPHOLOGY

Vol. 29, Nos. 3-4Diciembre/December 2015

ISSN: 0214-1744

ÍNDICE / INDEX

Prólogos GyG

Gutiérrez Santolalla, F. (UNIZAR) y Silva, P.G. (USAL). Almería (Classic Geology in Europe 12) ................ 3

Silva, P.G. (USAL) y Rodríguez Pascua, M.A. Informe Asamblea AEQUA Granada, 30 de junio de 2015 .. 5

Artículos de Investigación / Research Papers

RRuiz-Villanueva, V.; Díez-Herrero, A.; Bodoque, J.M.; Bladé, E. Avances en el análisis del material leñoso en ríos: incorporación, transporte e influencia en el riesgo por inundaciones ...................... 7

López-Sáez, J.A.; Martínez-Sánchez, R.M.; Pérez-Díaz, S.; Alba-Sánchez, F.; Núñez de la Fuente, S.; Serra-González, C.; Morena-López, J.A.; Luelmo-Lautenschlaeger, R. Dinámica paleoambiental en la cam-piña de Córdoba (Andalucía) entre el IV y el I milenios cal. BC. Análisis palinológico del yacimiento arqueológico de Torreparedones ....................................................................................................... 35

Rodrigo-Comino, J.; Senciales-González, J.M. Ratio LE para el ajuste de perfiles longitudinales en cursos fluviales de montaña. Aplicación a la cuenca del río Almáchar (Málaga, España) ............................ 57

Rosas, A.; Estalrrich, A.; García-Tabernero, A.; Huguet, R.; Lalueza-Fox, C.; Ríos, L.; Bastir, M.; Fernán-dez-Cascón, B.; Pérez-Criado, L.; Rodríguez-Pérez, F.J.; Ferrando, A.; Fernández-Cerezo, S.; Sierra, E. y de la Rasilla, M. Investigación paleoantropológica de los fósiles neandertales de El Sidrón (Astu-rias, España)....................................................................................................................................... 77

UN PRODUCTO EDITORIAL SEG-AEQUAThis Journal is also supported by International Union for Quaternary Research (INQUA) and International Association of Geomorphologists

Publicación nº 95

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CUATERNARIO y GEOMORFOLOGÍA SPANISH JOURNAL OF QUATERNARY & GEOMORPHOLOGY Revista de la Sociedad Española de Geomorfología (SEG) y Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA)

Editores Principales - Editors in-Chief:Pedro Huerta Hurtado (AEQUA). Dpto. Geología, Escuela Politécnica Superior de Ávila, Universidad de Salamanca (USAL). Avda. Hornos Caleros, 50. 05003 AVILA. [email protected]

David Regüés Muñoz (SEG). Instituto Pirenaico de Ecología (IPE, CSIC). Dpto.Procesos Geo-ambientales y Cambio Global. Avda. Montañana, 1005. 50059 ZARAGOZA. [email protected]

Editores Adjuntos - Associated Editors: Juan Remondo Tejerina (SEG). Dpto. Ciencias de la Tierra y Física de la Materia Condensada, Universidad de Cantabria (UC). Avda. de los Castros, s/n. 39005 SANTANDER. [email protected] Pablo G. Silva Barroso (AEQUA). Dpto. Geología, Escuela Politécnica Superior de Ávila, Universidad de Salamanca (USAL). Avda. Hornos Caleros, 50. 05003 AVILA. [email protected]

Comité Asesor – Advisory Board:Calvo Cases, A. (Universidad de Valencia, Esp)Ferreira, O. (Universidade do Algarve, Por) García Ruiz, J.M. (Inst. Pirenáico Ecol, CSIC, Zaragoza, Esp)

Harvey, A. (University of Liverpool, UK) Rodríguez Vidal, J. (Universidad de Huelva, Esp)Zazo Cardeña, C. (M. Nac. CC. Naturales, CSIC, Madrid, Esp)

Comité Editorial - Editorial BoardAguirre Enriquez, E. (M. Nac CC Naturales, CSIC, España)Baena Presley, J. (Universidad Autónoma Madrid, España) Bardají Azcarate, T. (Univ Alcalá de Henares, España)Cerdá Bolinches, A. (Universidad de Valencia, España)Cooper, A. (University of Ulster, UK)Corominas, J. (Univ Politécnica Cataluña, España)Diez Herrero, A. (IGME, Madrid, España)Gutiérrez Elorza, M. (Universidad Zaragoza, España)Gutiérrez Santolalla, F. (Universidad Zaragoza, España)Durán Valsero, J.J. (IGME, Madrid, España)Hillaire-Marcell, C. (UQAM, Canada)Jorda Pardo, J. (UNED, Madrid, España) Leorri Soriano, E. (East Carolina University, USA)López Martínez, J. (Univ Autónoma Madrid, España)Martín Serrano, A. (IGME, Madrid, España)

Mennanteau, L. (Universidad Nantesl, Francia)Ojeda Zujar, J. (Universidad de Sevilla, España)Pérez González, A. (CNIEH, Burgos, España)Pérez Torrado, F.J. (ULPGC, Gran Canaria, España)Romero Díaz, M.A. (Universidad de Murcia, España)Ruiz Zapata, B. (Universidad Alcalá de Henares, España)Rosas González, A. (M. Nac CC Naturales, CSIC, España)Serrano Cañadas, E. (Universidad de Valladolid, España)Serrat Congost, D. (Universidad de Barcelona, España)Soldati, M. (universidad de Modena, Italia)Thorndycraft, V. (University of London, RH, UK)Valero-Gárces, B. (IPE-CSIC, Zaragoza, España)Vilaplana, J.M. (Universidad de Barcelona, España)Williams, P. (University of Auckland, Nueva Zelanda)

Cuaternario y Geomorfología (CyG) es una revista científica periódica, de carácter semestral, co-editada por la Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA) y la Sociedad Española de Geomorfología (SEG). Incluye trabajos de investigación originales acerca de cualquiera de los campos puros o aplicados del Cuaternario y la Geomorfología, que hayan sido seleccionados por los editores previa revisión y asesoramiento por el Comité editorial y especialistas anónimos. AEQUA y SEG no se hacen responsables de las opiniones vertidas por los autores en los artículos publicados. La propiedad intelectual atribuye al autor la plena disposición y explotación de la obra creada, de acuerdo con las leyes vigentes. El precio del ejemplar es de 40 €. La revista se distribuye entre los cerca de 600 socios que suman AEQUA y SEG, así como entre las bibliotecas de los departamentos de Geología, Geodinámica, Geografía y Ciencias de La Tierra de diferentes universidades e instituciones científicas nacionales e internacionales. La revista se encuentra indexada en: GeoRef; DICE; YCIT-Ciencia y Tecnología, CSIC (Humanidades); Latindex; Ulrichs Web; Geoscience e-journals y muy pronto en Scopus de Elsevier.

Información On-line: http://tierra.rediris.es/CuaternarioyGeomorfologia/ AEQUA: www.aequa.es SEG: www.geomorfologia.es

Envío de manuscritos y repositorio de volúmenes publicados: http://recyt.fecyt.es/index.php/CUGEO/

Cuaternario y Geomorfología (CyG) is a periodical scientific journal co-edited by the Spanish Quaternary Research Association (AEQUA) and the Spanish Society of Geomorphology (SEG). Our journal publishes innovative papers covering the full range of pure and applied fields on Quaternary and Geomorphology preferentially focused on the Iberian Peninsula and iberoamerican countries. All the submitted manuscripts will be refereed by at least two reviewers, members of the editorial board or anonymous reviewers selected by the editors. The Journal is indexed in: GeoRef; DICE; YCIT-Ciencia y Tecnología, CSIC (Humanidades); Latindex; Ulrichs Web; Geoscience e-journals and in Scopus (Elsevier).

Foto Portada / Cover: Río Arga, Pamplona, junio de 2013 (lainformacion.com).Rio Arga, Pamplona, June 2013 (lainformacion.com).

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CUATERNARIO yGEOMORFOLOGÍASPANISH JOURNAL OF QUATERNARY & GEOMORPHOLOGY

Vol. 29, Nos. 3-4Diciembre/December, 2015

ISSN: 0214-1744

ÍNDICE / INDEX

Prólogos GyG

Gutiérrez Santolalla, F. (UNIZAR) y Silva, P.G. (USAL). Almería (Classic Geology in Europe 12) .............. 3

Silva, P.G. (USAL) y Rodríguez Pascua, M.A. Informe Asamblea AEQUA Granada, 30 de junio de 2015 . 5

Artículos de Investigación / Research Papers

RRuiz-Villanueva, V.; Díez-Herrero, A.; Bodoque, J.M.; Bladé, E. Avances en el análisis del material leñoso en ríos: incorporación, transporte e influencia en el riesgo por inundaciones .................... 7

López-Sáez, J.A.; Martínez-Sánchez, R.M.; Pérez-Díaz, S.; Alba-Sánchez, F.; Núñez de la Fuente, S.; Serra-González, C.; Morena-López, J.A.; Luelmo-Lautenschlaeger, R. Dinámica paleoambiental en la campiña de Córdoba (Andalucía) entre el IV y el I milenios cal. BC. Análisis palinológico del yacimiento arqueológico de Torreparedones ................................................................................... 35

Rodrigo-Comino, J.; Senciales-González, J.M. Ratio LE para el ajuste de perfiles longitudinales en cursos fluviales de montaña. Aplicación a la cuenca del río Almáchar (Málaga, España) ........................... 57

Rosas, A.; Estalrrich, A.; García-Tabernero, A.; Huguet, R.; Lalueza-Fox, C.; Ríos, L.; Bastir, M.; Fernán-dez-Cascón, B.; Pérez-Criado, L.; Rodríguez-Pérez, F.J.; Ferrando, A.; Fernández-Cerezo, S.; Sierra, E. y de la Rasilla, M. Investigación paleoantropológica de los fósiles neandertales de El Sidrón (Asturias, España) ............................................................................................................................. 77

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CUATERNARIO yGEOMORFOLOGÍA

This Journal is also supported by International union for Quaternary Research (INQUA) and International Association of Geomorphologists (IAG)

© SEG, AEQUA

Derechos de reproducción bajo licencia Creative Commons 3.0. Se permite su inclusión en repositorios sin ánimo de lucro.

ISSN: 0214-1744Depósito Legal: Z-113-1996

Impresión: Talleres Editoriales Cometa, S.A.

Publicación nº 95

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noticias de interés información opinión debate nuevas metodologias proyectos programas de doctorado nuevas tendencias universidades política científica eventos actividades grupos de trabajo actualidad

una sección abierta a todos los entusiastas de las ciencias del Cuaternario y Geomorfología.Sección coordinada por Pablo G. Silva ([email protected])

Prólogo CyG

Almería (Classic Geology in Europe 12)

Adrian Harvey y Anne E. Mather Dunedin Academic Press, 2015, 230 p.

Paperback 25 ISBN 9781780460376

http://www.dunedinacademicpress.co.uk/page/detail/Almeria/ ?K=e2013122316271997

F. Gutiérrez Santolalla (UNIZAR) y P.G. Silva (USAL).

La editorial Dunedin Academic Press acaba de publicar, dentro de la colección Classic Geology in

Europe, un volumen dedicado a la Pro-vincia de Almería elaborado por Adrian Harvey y AnneMather. Se trata de un li-bro enormemente atractivo y didáctico de 230 páginas. Sus textos en inglés y sus más de 100 ilustraciones en color, incluyendo un buen número de magní-ficas cartografías, reflejan el profundo conocimiento de los autores sobre la geología y geomorfología de la zona, y su dilatada experiencia como investigadores de campo y docentes. Adrian Harvey es Profesor Emé-rito de Geomorfología en la Universidad de Liverpool y miembro honorífico de la Sociedad Española de Geomorfología. Es un referente en el estudio de la dinámica de sistemas fluviales y aluviales a distintas escalas espacio-temporales, habiendo desarrollado una parte importante de sus investi-gaciones en Almería, entre otras muchas regiones del planeta. Paralelamente, ha desarrollado una ingente labor como editor principal de los números regulares de la revista Geomorphology (1993-2005), y como responsable de los números especiales (2005-actualidad). Anne Mather, Profesora de Geografía Física en la Universidad de Plymouth, realizó su Tesis Doctoral bajo la dirección de Adrian sobre geomorfología y sedimentología fluvial en las cuencas neógenas de Almería. Posteriormente, durante su prolífica carrera investigadora ha abordado temas relacionados con la geomorfología tectónica, sistemas fluviales y aluviales o deslizamientos, mayoritariamente en regiones áridas de

Un nuevo libro obra de Adrian Harvey y Anne Mather que nos guía por la Geología y Geomorfología de los increíbles paisajes desérticos de Almería. Constituye una com-pleta Guía de Campo para aquellos profe-sionales y aficionados que quieran aprove-charse de la experiencia de estos dos gran-des geomorfólogos británicos de adopción española….

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diversos continentes. Ambos autores continúan trabajando activamente en la región de Almería, donde se han realizado unas cinco tesis doctorales bajo su dirección.

Almería, en el sector oriental de las Béticas, es una región privilegiada para el estudio, la enseñan-za y el disfrute de la geología y la geomorfología. Posee uno de los climas más áridos de Europa y una topografía de depresiones y sierras que corresponden, respetivamente, a cuencas neóge-neas y relieves tectónicos controlados por fallas activas. Se trata de un paisaje controlado por las relaciones entre el clima y la tectónica activa asociada a la colisión entre las placas Euroasiática y Africana. Las sierras están formadas fundamentalmente por rocas metamórficas paleozoicas de las Béticas internas, y localmente por materiales volcánicos recientes. Las fallas activas normales y de desgarre constituyen magníficos ejemplos de geomorfología tectónica. Las cuencas neógenas muestran afloramientos excelentes de formaciones marinas y continentales depositadas en una gran variedad de ambientes sedimentarios. En la Cuenca de Sorbas se ha desarrollado un karst en yesos de enorme interés científico y didáctico. Estas cuencas, afectadas por un proceso de inversión tectónica y localmente por capturas fluviales, han experimentado un cambio progresivo en su diná-mica morfo-sedimentaria (agradación-incisión). En algunos sectores se encuentran profundamente incididas, presentando magníficos ejemplos de valles con secuencias de terrazas, sistemas fluviales torrenciales (ramblas) y badlands. Allí donde el encajamiento fluvial es limitado, se pueden observar esplendidos sistemas de abanicos aluviales asociados a frentes montañosos activos. La costa ofrece la posibilidad de examinar playas y acantilados activos, así como depósitos marinos recientes que registran variaciones del nivel del mar y los movimientos tectónicos verticales.

El libro se compone de dos partes. La primera esboza en cinco capítulos los principales rasgos geo-lógicos y geomorfológicos de Almería. La segunda parte está concebida como una guía de campo en la que se proponen siete excursiones por distintas unidades geológicas. El lector encontrará indicaciones claras sobre la ruta a seguir, descripciones acompañadas de magnificas ilustraciones, y coordenadas GPS de los puntos clave para asegurar su localización. Los apéndices del libro y su glosario son de gran ayuda tanto para la comprensión del mismo como para la preparación de las excursiones. El libro ha sido confeccionado de forma que sea asequible para un gran público, desde investigadores a aficionados a la naturaleza y el “geoturismo”. Pensamos que es un excelente re-curso didáctico para profesores y estudiantes de Geología, Geografía Física y Ciencias Ambientales. La excusa perfecta para viajar a Almería, disfrutar de sus espectaculares paisajes y aprender de la mano de nuestros colegas Adrian y Anne.

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Informe Asamblea AEQUA

Granada, 30 de junio de 2015

P.G. Silva (USAL) y M.A. Rodríguez Pascua

La XIV Reunión Nacional AEQUA se celebró en Granada con una parti-cipación de aproximadamente 70

personas y un total de 67 contribucio-nes científicas repartidas entre las ocho sesiones y dos simposios que tuvieron lugar. Durante los cuatro días de dura-ción hubo dos excursiones cortas (Sie-rra Nevada y Granada) y una excursión post-congreso a la Cuenca de Guadix. AEQUA está agradecida al Organizador Responsable, José M. Azañón, y al equipo de colaboradores por el gran trabajo realizado, por la estupenda acogida, por la magnifica sede que escogieron para la celebración del evento y por la esplendorosa visión que nos dieron de su ciudad con la visita nocturna guiada a la Alhambra y la Cena del Congreso en el corazón del Albaicín. Aquí nombro al estupendo grupo de colaboradores, esperando no olvidarme de ninguno: J.P. Galve, V. Pérez-Peña, P. Ruano, R.M. Mateos y los coordinadores de las excursiones: F.J. Roldán, J.C. Rubio, F. García Tortosa y J. Castro. El libro de Actas del Congreso se puede descargar desde http://www.aequa.es/ (sección Publicaciones/otras publicaciones)

El Acto de Apertura estuvo presidido por la Nueva Rectora de la Universidad de Granada Dña. Pilar Aranda, El Director del Instituto Geológico y Minero D. Jorge Civis, el Organizador de la Reunión D. José Miguel Azañón y el Presidente de AEQUA D. Pablo G. Silva.

Durante el transcurso del congreso tuvo lugar la celebración de la Asamblea Anual Ordinaria de AEQUA correspondiente al año 2015. Durante la misma se tomaron las siguientes resoluciones:

1) Elecciones JD AEQUA 2015 - Renovación de Cargos en Junta directiva. Tuvo lugar la elección de nuevos cargos de la Junta Directiva, saliendo elegido como nuevo Vicepresidente D. Blas Va-lero (IPE, CSIC), nuevo Tesorero D. Antonio Martínez-Graña (USAL) y nuevos vocales Penélope González Samperíz (IPE, CSIC) e Inmaculada Guerrero (US). Desde aquí nuestro sincero agra-decimiento a Alfonso Benito (CNIEH), Ana Moreno (IPE, CSIC) y Francisco Gutiérrez Santolalla (UNIZAR) miembros salientes de la junta Directiva. Inmaculada Guerrero (anterior tesorera) se mantiene como vocal en labores de apoyo al nuevo tesorero. El cambio de tesorería se produ-cirá durante el mes de Enero de 2016, una vez ya emitidos los recibos de las cuotas de 2015 para dejar cerrado el año.

2) Actualización de las cuotas anuales e inscripción AEQUA. Dada la situación económica se han mantenido congeladas desde el año 2007. Se procedió a una subida lineal de 5 € para cada una de las modalidades, manteniéndose congeladas las cuotas reducidas para estudiantes, jubilados y personas en situación de desempleo. Las nuevas cuotas, que comenzarán a aplicarse a partir de 2016 serán:

Socios AEQUA: 41€ Socios AEQUA-SEG: 35 € Reducida: 25€

La XIV Reunión Nacional AEQUA se celebró en Granada con una participación de apro-ximadamente 70 personas y un total de 67 contribuciones científicas. La organización corrió a cargo de José Miguel Azañón (UGR).

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3) Próximos Congresos AEQUA. El próximo congreso corresponde a la IX Reunión de Cuaternario Ibérico-2017, que corresponde organizar a nuestros colegas portugueses del GTPEQ. Teresa Bardají (Miembro de la Junta Directiva) quedo encargada de contactar con ellos para definir la sede antes de Diciembre del presente año y/o en su caso buscar soluciones alternativas.

La XV Reunión de Cuaternario-2019 se celebrará Universidad del País Vasco, en la que actuará como organizador Responsable Alejandro Cearreta, Bilbao-2019.

4) Aprobación del Reglamento para las menciones “Arquero de Oro”. Después de premiar a distintos personajes distinguidos de AEQUA a iniciativa de la Junta Directiva, se propone que el premio Arquero de Oro se convoque y entregue cada cuatro años, aprovechando la celebración de las Reuniones de Cuaternario Ibérico u otras que tengan en su lugar. La Junta Directiva de AEQUA presentó una propuesta de reglamento (previamente distribuida a los asociados) que quedo aprobado por la Asamblea. Podéis consultar el mismo en http://www.aequa.es/ (sección Premios y Ayudas).

5) Actualización Socios. A fecha de 30 de Junio de 2015, la asociación cuenta con un total de 247 socios en activo. Durante el periodo inter-asamblea 2014-2015 hubo un total de 11 bajas y 11 altas. Respecto a los grupos de trabajo la situación es la siguiente: SOCIOS AEQUA-SEG (77); Grupo Andaluz GAC (63); Grupo Valenciano GQV (31); Grupo Madrileño GQM (56); Grupo Tec-tónica QTECT (30).

6) Nueva Publicación AEQUA: Cuadernos de Campo de Cuaternario (C3). Por iniciativa de los responsables editoriales de la Asociación (P. Huerta y P.G. Silva) y el Secretario de la misma (M.A. Rodríguez-Pascua). Durante el 2014 se lanzó el vol.1 de la nueva revista. Se procedió a la petición del e-ISSN para dar de alta a la nueva publicación como revista on-line (ISSN-electró-nico: 2386-8341). Esta iniciativa editorial AEQUA pretende recopilar todas las actividades de campo ligadas a los grupos de trabajo de la asociación, así como a los congresos y reuniones científicas que esta organice o en las que colabore. Los editores del primer periodo serán P.G. Silva y P. Huerta. Se pretende que para posteriores tiradas sea el editor adjunto de AEQUA (en la actualidad P.G. Silva) el que se responsabilice de la edición de los Cuadernos de Campo. El primer número se dedicó a la excursión post-Congreso de IBERFAULT II organizada por el Grupo de Trabajo QTECT-AEQUA en Octubre de 2014. El vol. 2 se ha recoge las actividades de campo realizadas durante la XIV Reunión Nacional de Cuaternario celebrada en Granada, también a cargo del Grupo de Trabajo QTECT-AEQUA. Ambos volúmenes se encuentran disponibles en http://www.aequa.es/ (sección publicaciones/C3)

Vol 1: P.G. Silva, T. Bardají, M. A. Rodríguez-Pascua, E. Roquero, J.J. Martínez Díaz. (2014): Tectonic Geomorphology and paleoseismic records in Eastern Betic Shear Zone and Aguilas Arc (Mur-cia - Almería, SE Spain). 36 pp.

Vol.2: J.M. Azañón, J.V. Pérez-Peña, J.P. Galve, R. M. Mateos, F.J. Roldán (2015): Geomorfología Tectónica y Deformaciones Cuaternarias en Sierra Nevada y la Cuenca de Guadix (Granada, SE España). 46 pp.

Se pretende instaurar una “serie regular” y una “serie histórica” en la que se puedan recoger ade-cuadas y actualizadas al formato de la nueva revista excursiones y guías de campo organizadas por los grupos de trabajo en años anteriores a 2014 y que tengan cierta relevancia científica. La revista está disponible en la sección de publicaciones de la web de AEQUA. Una vez lanzado este segundo volumen, a lo largo de 2016 se cargarán en la web las normas de publicación, plantillas y formatos para siguientes números. La idea es como mínimo lanzar un Volumen al año, aunque podrían ser dos o tres, en función de las peticiones que se realicen.

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Cuaternario y GeomorfologíaISSN: 0214-1744

www.rediris.es/CuaternarioyGeomorfologia/Cy

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Derechos de reproducción bajo licencia Creative Commons 3.0. Se permite su inclusión en repositorios sin ánimo de lucro.

doi:10.17735/cyg.v29i3-4.29773

Avances en el análisis del material leñoso en ríos: incorporación, transporte e influencia en el riesgo por inundaciones

Advances in the analysis of in-stream large wood: recruitment, transport and influence on flood risk

Ruiz-Villanueva, V.(1,2); Díez-Herrero, A.(2); Bodoque, J.M.(3), Bladé, E. (4)

(1) Dendrolab.ch, Institute of Geological Science, University of Bern, Baltzerstrasse 1, 3012, Bern, Switzerland. [email protected]

(2) Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, España. (3) Universidad Castilla-La Mancha, Toledo, España.

(4) Grupo Flumen, Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona, España.

Resumen

El transporte y depósito de restos de vegetación en los ríos (troncos o árboles completos, ramas y raíces, ma-terial leñoso en general) puede agravar las consecuencias de los eventos de avenida e inundación e incremen-tar su peligrosidad potencial. Este material puede afectar especialmente a infraestructuras como drenajes, puentes, etc., que intersectan ríos en cuencas montañosas forestadas. Una práctica muy extendida y aceptada hasta hace pocos años ha sido la extracción sistemática de este material leñoso de los cauces como medida de prevención. Sin embargo, se ha demostrado que esta práctica puede resultar inútil (el material es transporta-do y depositado tras cada inundación), e incluso no beneficiosa para el equilibrio natural del sistema fluvial a largo plazo. Por lo tanto, es necesario gestionar la presencia del material leñoso en los ríos, e integrar su es-tudio en los análisis de peligrosidad y riesgo por inundación. Sin embargo, en España existen escasos trabajos en los que el material leñoso haya sido objetivo fundamental de estudio y, por tanto, tampoco existe dema-siada bibliografía relacionada con esta temática. En este trabajo, se presenta una exhaustiva revisión de los principales métodos empleados para evaluar la peligrosidad de las avenidas e inundaciones que incorporan material leñoso. Asimismo, se propone una metodología integral para estudiar esta carga de detritos leñosos en ríos. En primer lugar, hay que caracterizar la dinámica de incorporación de este material a los cauces. Para ello, es necesario establecer las áreas contribuyentes que pueden aportar el material a los cursos de agua y los procesos que lo incorporan. De este modo, es posible estimar el volumen de madera potencialmente disponible, para lo cual se presenta un modelo numérico que permite la simulación del transporte de carga leñosa junto con la hidrodinámica. Asimismo, se analiza la incidencia de la carga flotante en la peligrosidad y el riesgo por inundaciones. Esta propuesta metodológica se ha puesto en práctica en diversos ríos de la Sierra

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Cuaternario y Geomorfología (2015), 29 (3-4), 7-33

de Gredos (Sistema Central), presentándose una síntesis de algunos de los resultados principales obtenidos. Como conclusión fundamental, se puede afirmar que una correcta gestión de los ríos requiere a su vez de una apropiada gestión de la vegetación de ribera y el material leñoso transportado y depositado en los mismos; y esta gestión debe encontrar el compromiso para mantener las buenas condiciones ecológicas, reduciendo en lo posible los potenciales riesgos.

Palabras clave: material leñoso; detritos leñosos; riesgo de inundación; avenida.

Abstract

The presence of large wood (logs, trees, branches and roots) in rivers may aggravate the consequences of flood events. This material may affect infrastructures such as bridges, weirs, etc., especially those intersecting forested mountain rivers. Until recently, a widely accepted practice (in Spain) was to systematically remove wood from river channels as a preventive measure. However, it is well known now that this practice may be useless as the material is transported and deposited after each flood. In addition, this practice might be not beneficial for the natural balance of the river ecosystem in a long term perspective. Therefore, the presence of this woody material in rivers must be managed and included in flood hazard and risk analysis. However, there is lack of studies in this respect in Spain, and therefore there is a lack of related bibliography in Spanish. In this paper we present a detailed review of recent methods proposed to analyse large wood in rivers, and in addition we propose a comprehensive methodological approach to study the role of large wood in rivers, with a focus on flood hazard. First, to understand the dynamics of wood recruitment, the contributing areas delive-ring wood to the streams have to be delineated and the recruitment processes studied. Thus, an estimate of the potential volume of deliverable wood can be obtained. To analyse wood transport we present a numerical model, which allows simulating the behaviour of individual pieces of wood together with hydrodynamics. These methods have been tested in several rivers in Gredos Mountain Range (Ávila, Spain), and we present here a synthesis of the main obtained results. As a final conclusion of these results we can affirm that a good river management requires a proper management of the riparian vegetation and in-stream large wood, and this management should find the equilibrium between the good ecological conditions and the potential risks.

Key words: large wood; woody debris; flood risk; flash flood.

1. Introducción

Aunque el papel del material leñoso en la di-námica de los ríos ya fue destacado por cien-tíficos como Lyell (1830), Shoecraft (1875) o Russell (1909), no ha sido estudiado de forma sistemática hasta las últimas déca-das (Swanson y Lienkaemper, 1984; Bilby y Ward, 1989; Nakamura y Swanson, 1993; Piégay, 1993; Abbe et al., 1997; Gurnell et al., 2001; entre otros). Actualmente no hay duda de que la presencia del material leño-so tiene una influencia significativa en los ecosistemas de agua dulce, condicionando y modificando la morfología y la dinámica fluvial (Wohl, 2013). Además, su transporte y depósito durante las inundaciones puede

incrementar la peligrosidad de los eventos, por lo que se hace necesario su análisis y co-rrecta gestión. En España no existen muchos trabajos que profundicen en esta temática (uno de ellos es el llevado a cabo por Díez et al., 2001), o que incorporen el papel de la carga leñosa al análisis de peligrosidad y al riesgo por inundaciones (Ruiz-Villanueva, 2013). Por esta razón, en este trabajo se rea-liza una revisión detallada de los principales aspectos que intervienen en la dinámica del material leñoso en ríos, para a continuación presentar una propuesta metodológica in-tegral cuya finalidad es estudiar la carga de detritos leñosos en ríos y sus efectos en la peligrosidad y riesgo por inundaciones. Di-cha propuesta metodológica se ha puesto en

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práctica en diferentes tramos de ríos de la Sierra de Gredos (Ávila, Sistema Central).

El análisis de la carga leñosa en ríos requie-re una visión holística (a nivel de cuenca) así como diferentes escalas espaciales y tempo-rales. Así los objetivos de este trabajo son: (i) el estudio del origen de la carga leñosa, esta-bleciendo las áreas contribuyentes que apor-tan el material a los cursos de agua; (ii) la es-timación del volumen que puede llegar a los cauces; (iii) el análisis de su dinámica una vez ha alcanzado el río y es transportado y depo-sitado; (iv) el estudio de la posible incidencia en la peligrosidad y riesgo por inundación.

1.1. El material leñoso y la dinámica fluvial

En el contexto de la dinámica fluvial se deno-mina material leñoso a restos de troncos, ár-boles completos, ramas o raíces depositadas en el corredor fluvial (Figura 1). Además, se diferencia entre detritos gruesos, o fragmen-tos de grandes dimensiones, que abarca todo el material mayor de un metro de largo y 10 cm de diámetro (Wohl et al., 2010); y la frac-ción más fina, con restos leñosos de menores dimensiones, como fragmentos de ramas, as-tillas del tronco o raíces individualizadas.

Estos restos de vegetación se pueden encon-trar como piezas depositadas de forma indivi-dual (logs), o formando acumulaciones (wood o log jams), que pueden llegar a contener centenares de piezas.

Normalmente los logs que se depositan en el cauce o las orillas tienden a colocarse en po-sición hidrodinámicamente coherente con la dirección y sentido de la corriente; por este motivo, si el tronco conserva aún el aparato radicular, las raíces tienden a colocarse hacia aguas arriba respecto al fuste.

Las características y la frecuencia de las acu-mulaciones de material en el río dependen principalmente de la dinámica fluvial y la ve-getación circundante. La longitud y diámetro de los troncos, en relación con la anchura y al-

tura del cauce, son los factores que determi-nan la tipología de las acumulaciones leñosas, además de las características propias del flujo que las transporta. También la especie arbó-rea influye en el movimiento de la madera y el tipo de acumulación que pueda generar. En general, las especies del bosque de ribera (como alisos, fresnos o sauces), se caracteri-zan por presentar abundantes ramas que di-ficultan su transporte y facilitan la formación de log jams, ya que tienden a captar otros residuos leñosos más pequeños. Por el con-trario, las coníferas se comportan de modo diferente dado que, una vez caídas al cauce, tienden a formar piezas cilíndricas fácilmente transportables por la corriente (Montgomery et al., 2003).

Los procesos principales de incorporación del material leñoso a los cauces son los des-lizamientos u otros procesos de ladera (des-prendimientos, flujos, reptación), la erosión de los bancos de orilla, o el transporte fluvial en el propio cauce durante las inundaciones (Benda y Sias, 2003). No obstante, también pueden incorporar material leñoso otros mecanismos como fuertes rachas de viento, incendios forestales, o el propio deterioro y descomposición de la vegetación de ribera (May y Gresswell, 2003; Swanson, 2003).

Generalmente, en ríos de mayor orden y baja pendiente, los mecanismos predominantes de incorporación de madera son los proce-sos de erosión de bancos de orilla; mientras que en los ríos de menor orden tienen mayor importancia otros procesos gravitacionales como deslizamientos o flujos de derrubios (Comiti et al., 2008).

Los mecanismos de incorporación de madera al cauce, relacionados con procesos geomor-fológicos repentinos (deslizamientos rápidos o avenidas súbitas), pueden provocar que, en un solo evento, llegue al río gran cantidad de troncos y ramas; frente a mecanismos de incorporación más lenta mediante procesos más constantes, como la erosión de las ori-llas o la reptación de laderas (Braudrick et al., 1997; Wohl, 2011).

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Una vez depositado en los cursos de agua, el material leñoso tiene una influencia sig-nificativa en la morfodinámica fluvial (Abbe y Montgomery, 2003; Gurnell y Petts, 2002; Francis et al., 2008), aunque tradicionalmen-te la morfología de los cauces se ha relaciona-do fundamentalmente con su caudal líquido, su régimen de caudales y la carga de sedi-mentos (Lane, 1955). Estas relaciones entre la morfología fluvial y la vegetación presen-te en los cauces son un tema aún en estudio y revisión. La vegetación ha condicionado la transformación morfológica de los ríos desde el Carbonífero (Schumm, 1963; Cotter, 1978; Montgomery et al., 2003).

La presencia de material leñoso en los ríos no sólo influye en su dinámica, sino también en

el ecosistema y el equilibrio de algunas es-pecies bióticas (Gippel and White, 2000; Gre-gory et al., 2003; Kasprak et al., 2011). Desde el punto de vista ecológico, el material leñoso proporciona un hábitat adecuado para la flo-ra y fauna (Carlson et al., 1990; Jackson and Sturm, 2002; Langford et al., 2012), y además regula el flujo de agua y nutrientes (Welty et al., 2002). Por todo ello, actualmente la re-introducción de fracción leñosa en los cauces es cada vez más recomendada como método de restauración fluvial (Kail et al., 2007).

Desde un punto de vista geomorfológico, las acumulaciones de material leñoso en el cau-ce afectan al comportamiento hidrodinámico y a la capacidad de transporte de sedimentos, condicionando por tanto la tipología y distri-

Figura 1: (A) Restos de raíces y ramas en el Río Czarny Dunajec en Polonia; (B) Árbol completo en una barra lateral del Río Sense en Suiza; (C) Restos de material leñoso depositados en la Garganta Santa María en España; (D) Acumulación

de varios detritos y troncos en el cauce Río Sense en Suiza.Figure 1: (A) Roots and branches in Czarny Dunajec River in Poland; (B) Tree in a sidebar in the Sense River in Switzerland; (C) oody material deposited in the Gorge Santa Maria in Spain; (D) Accumulation of various logs on the Sense River in

Switzerland.

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bución de las formas de fondo (Gurnell et al., 2002). Pero también la presencia de este material es reflejo de la dinámica fluvial y los procesos de la cuenca en su conjunto (Wohl, 2013). De forma general, la presencia de ma-terial leñoso en los ríos incrementa la rugo-sidad, facilita la acumulación de sedimento y materia orgánica, creando obstáculos en el trazado, y forma zonas de bifurcación del flujo (Keller y Swanson, 1979; Piégay y Gur-nell, 1997; Buffington y Montgomery, 1999; Andreoli et al., 2007). Aunque los obstáculos formados por el material leñoso incrementan el tiempo de permanencia del sedimento en el río, la ruptura de estas acumulaciones de material puede generar también un pulso repentino de sedimento que será transpor-tado aguas abajo (Adenlof y Wohl, 1994). El incremento local de rugosidad en el tramo con presencia de material leñoso, también facilita la acumulación de sedimento fino y materia orgánica, que proporciona nutrien-tes a determinados organismos, pudiendo generar hábitats favorables para algunas es-pecies e incrementar la biodiversidad (Bilby y Likens, 1980; Sullivan et al., 1987). A escala de tramo de río, el material leñoso puede al-terar la morfología creando escalones, saltos y pozas (Montgomery et al., 2003; Robinson y Beschta, 1990); y en zonas no confinadas, la presencia de acumulaciones de material puede incrementar la anchura del cauce, fa-voreciendo el desbordamiento de los bancos de orilla (Nakamura y Swanson, 1993; Jeffries et al., 2003), así como propiciar la formación de barras (Wyzga y Zawiejska, 2005) y des-encadenar la migración lateral e iniciar la formación de morfologías anastomosadas (O´Connor et al., 2006; Montgomery y Abbe, 2006). De esta manera, podemos afirmar que los cambios en la dinámica fluvial no son de-bidos exclusivamente a cambios en el flujo, o en la sedimentación, sino también a cambios en la dinámica del material leñoso (Francis et al., 2008). Estos cambios se producen tanto temporalmente como en el espacio. Las va-riaciones temporales en la dinámica de la carga leñosa son el resultado de los diferen-tes procesos de incorporación. Esta dinámica temporal se describe más detalladamente en

el apartado 2.1. Los cambios espaciales vie-nen definidos por la morfología del cauce. De forma simplificada, se produce una disminu-ción de depósitos de madera (tanto en volu-men como tamaño de los mismos), a medida que aumenta el área de la cuenca drenante (aumenta la distancia a la zona de cabecera), la anchura del cauce (el orden del río) y de-crece su gradiente, lo que genera una dismi-nución de la capacidad de transporte (Mar-cus et al., 2002; Wohl y Jaeger, 2009; Rigon et al., 2012).

1.2. El material leñoso y la peligrosidad y el riesgo por inundaciones

Otro aspecto relevante del papel de los de-tritos leñosos en los ríos es, sin duda, su in-fluencia en la peligrosidad y el riesgo debido a su transporte y depósito durante avenidas e inundaciones. Este fenómeno suele ser más frecuente en cuencas de montaña, don-de las interacciones entre la vegetación y los procesos geomorfológicos se acentúan por la abundancia de madera disponible, la alta energía de la corriente y las elevadas tasas de transporte de sedimento (Johnson et al., 2000). Especialmente en secciones singu-lares (estrechamientos del cauce, puentes, azudes y vertederas, aliviaderos, vados na-turales, etc.), se pueden producir obstruccio-nes y como consecuencia una sobrelevación del calado aguas arriba, así como incremen-tando los procesos de erosión o agradación, anegándose zonas que de otro modo no se verían afectadas.

Así ocurrió durante algunas de las inundacio-nes ocurridas recientemente en Italia (Lucía et al., 2014), Suiza (Rickenmann y Kosch-ni, 2010; Waldner et al., 2010; Schmocker y Weitbrecht, 2013) u oeste de Austria en 2005 (Rudolf-Miklau y Hübl, 2010). Estos eventos se caracterizaron por transportar elevadas cantidades de material leñoso, ocasionando numerosos daños. En la Península Ibérica también se han generado numerosos proble-mas y pérdidas económicas. Así, por ejemplo, cabe destacar el corte de la carretera N-632

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en Asturias debido al arrastre de abundante material leñoso, que taponó 9 de los 16 vanos del puente sobre el río Nalón en febrero de 2012; o en octubre de ese mismo año, en Ara-gón; y más recientemente, en junio de 2013, también en la comunidad de Aragón, varios puentes sobre el río Seco quedaron parcial-mente taponados (Figura 2).

Por otro lado, la extracción parcial o total de esta fracción de material de los cauces no es siempre la medida más efectiva para mitigar estos problemas, ya que generalmente se pro-ducen nuevos transportes y depósitos duran-te avenidas posteriores (Lassettre y Kondolf, 2012). Sin embargo, la práctica denominada comúnmente “limpieza” de los cauces está muy extendida en España y ha sido aceptada hasta hace pocos años como la única solución a esta problemática. Tras recientes estudios que afirman que la extracción de material le-ñoso ocasiona desequilibrios irreparables en la dinámica fluvial (Brooks et al., 2006), se ha abierto el debate sobre esta práctica como medida de prevención (Correa, 2013; Ollero, 2013). En paralelo, con la entrada en vigor de la Directiva Europea Marco del Agua y la de gestión y evaluación de los riesgos de Inun-daciones (Directivas 2000/60/EC y 40/2007), se definieron las líneas legales para favorecer y preservar las buenas condiciones ecológicas y geomorfológicas de los cursos de agua, lo que podría entrar en conflicto con la elimina-ción indiscriminada de material leñoso de los cauces.

Por ello, se hace necesario analizar el ma-terial leñoso como un componente más del sistema fluvial, y prestar especial atención a su transporte durante los eventos de inun-daciones, incluyendo este fenómeno en la gestión general del río y en los análisis de pe-ligrosidad y riesgo. El planteamiento debería considerar que el material leñoso en sí mismo no es el problema, sino, por ejemplo, la inca-pacidad de las infraestructuras a su correcta evacuación (Lassettre y Kondolf, 2012). Por tanto, una correcta gestión de la vegetación de ribera y el material leñoso depositado en los ríos, debe encontrar el compromiso más equilibrado entre atenuar e incluso eliminar los efectos negativos, sin limitar las funciones positivas de su presencia.

2. Métodos en el estudio del material le-ñoso en ríos

En este apartado se hace una revisión de las principales metodologías que se pueden encontrar en la bibliografía reciente en rela-ción al estudio del material leñoso en ríos, y se presenta además la propuesta metodoló-gica integral basada en los trabajos de Ruiz-Villanueva (2013). En primer lugar se descri-ben los métodos para identificar las zonas contribuyentes de material y la estimación de volúmenes. A continuación se describe la propagación, hidrodinámica y transporte del material en el río. Para finalmente analizar los efectos que su transporte y depósito genera en la peligrosidad y riesgo por inundaciones.

Figura 2: (A) Río ernesga en León, marzo de 2014 (fotogra a de leónnoticias.com) ( ) Puente de Josa en Teruel, agosto de 2013 (fotogra a: alcaine.blogia.com) (C) Río Arga, Pamplona, junio de 2013 (lainformacion.com).

Figure (A) Bernesga River in Leon, March (photo by leónnoticias.com); (B) Bridge Josa in Teruel, August (Photo: alcaine.blogia.com); (C) Rio Arga, Pamplona, June 2013 (lainformacion.com).

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2.1. Origen e incorporación del material le-ñoso a los ríos y estimación de volumen

La cantidad y el tipo de material leñoso que puede llegar a los cauces depende de las ca-racterísticas del bosque de ribera y la vege-tación en la cuenca (ej.: densidad, edad, es-tado fisiológico, etc.) y de los procesos que regulan su incorporación (deslizamientos, avenidas…), además de las propias caracte-rísticas morfodinámicas de los ríos. En ríos o arroyos de primer y segundo orden, la mayor parte del material proviene de procesos de inestabilidad de las laderas (desprendimien-tos, caídas de rocas, deslizamientos, etc.) y de coladas detríticas o flujos; mientras que en ríos de orden superior, el factor principal es la erosión en las orillas (Grant y Swanson, 1995; Johnson et al., 2000). Del mismo modo, en los ríos de primer y segundo orden, la can-tidad de material leñoso en los cauces suele ser mayor respecto a aquéllos de orden supe-rior, y su influencia en la morfología también (Nakamura y Swanson, 1993).

Además de esta variabilidad espacial en cuan-to al origen e incorporación del material leño-so, también existe una variabilidad temporal. La mortalidad natural de los árboles genera una producción regular de material leñoso a largo plazo. La frecuencia de incorporación por este proceso varía en función de la espe-cie, la tipología y el estado silvicultural de los bosques que se encuentran en los alrededo-res del río. La producción de material leñoso a medio plazo tiene origen principalmente en la erosión de las orillas. La tasa de erosión de las orillas tiene gran influencia especialmente en grandes ríos. Por último, la incorporación repentina a corto plazo relacionada con even-tos extremos, como deslizamientos, flujos de derrubios o avenidas, e incendios, pueden ge-nerar grandes cantidades de material leñoso en muy poco tiempo. Es este tipo de “llegada” la que suele generar más problemas cuando esta cantidad de carga leñosa se pone en mo-vimiento durante una inundación. A este tipo de transporte repentino se le denomina “con-gestionado” (del término anglosajón conges-ted; Braudrick et al., 1997) y es el que más

importancia tiene desde el punto de vista de la peligrosidad.

Para conocer la dinámica de incorporación de la carga leñosa a los ríos es necesario identi-ficar las posibles áreas contribuyentes donde actúan los procesos anteriormente descritos (deslizamientos, erosión, inundaciones, etc.). Además de la susceptibilidad a sufrir estos procesos, para que el material leñoso gene-rado llegue al río, las áreas contribuyentes deben de estar conectadas con el cauce (Mc-Dade et al., 1990; Robison y Beschta, 1990; VanSickle y Gregory, 1990; Bragg y Kershner, 2004). La conectividad depende de paráme-tros como la altura del árbol, la pendiente del terreno y la distancia al cauce (Figura 3).

De este modo, la probabilidad de que una pieza de madera llegue al río aumenta con el aumento de la pendiente, la cercanía al cauce y la altura del árbol, así como de la intensi-dad y frecuencia de los procesos de incorpo-ración. Se requiere además un conocimiento detallado de la tipología y distribución de la vegetación, ya que el tipo de vegetación exis-tente (coníferas o frondosas), la especie, su estado y su densidad serán parámetros fun-damentales para entender la facilidad o resis-tencia a ser incorporados al río por estos pro-cesos y en la cantidad de piezas que lleguen al cauce (Hutte, 1968; Stumbles, 1968; Naka, 1982; Abernethy y Rutherford, 2001; Webb y Erskine, 2003).

Así es posible identificar las áreas contribu-yentes y estimar el volumen potencial de material que puede llegar a los cauces, o re-construir y estimar a posteriori el volumen de material generado en un evento determinado (May y Gresswell, 2003). Por ejemplo, Martin y Benda (2001) y Benda y Sias (2003) propusie-ron un balance de masas, que permite hacer estimaciones cuantitativas en función de los diferentes flujos de madera en un tramo de río dependiendo de las entradas desde aguas arriba, las pérdidas por descomposición y por flujos hacia aguas abajo, etc. De esta forma es posible analizar la variabilidad temporal del reclutamiento (derivado del término anglo-

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sajón recruit) de madera en función de otros procesos (morfológicos, biológicos, etc), a es-cala de detalle, se pueden analizar las caídas individuales de árboles al cauce, como resul-tado de la erosión de las orillas y analizar los patrones espaciales de los mismos (Bragg et al., 2004). Mazzorana et al. (2009) propusie-ron una serie de indicadores empíricos para determinar la capacidad de los arroyos de montaña de generar material leñoso a escala de cuenca y, utilizando análisis ráster, estimar los volúmenes absolutos (Mazzorana et al., 2011a). También a escala de cuenca, Kasprak et al. (2011) desarrollaron un método basado en datos LiDAR para evaluar la incorporación potencial de madera. A escala regional y de cuenca, empleando la evaluación multicrite-rio, basándose en la generación de escenarios (Scholz y Tietje, 2002) y aplicando los princi-pios de la lógica difusa (fuzzy logic; Mazzora-na et al. 2011b). Ruiz-Villanueva et al. (2014c) definieron una serie de ecuaciones sencillas,

a la vez que generaron diferentes escenarios en función de la frecuencia e intensidad de los procesos de incorporación, en las que el volumen incorporable se calcula con fórmulas del tipo:

Vi=(Ai·Ci·Di)·Fc

Siendo: Vi, el volumen potencialmente incor-porable; Ai, el área contribuyente de un de-terminado proceso i; Ci, la cubierta forestal; y Di, la densidad. Este volumen es reducido por un factor de corrección Fc, que equivale a la resistencia a ser reclutado y puede ser igual a 0,1, 0,5 ó 1 en función de las matrices de lógica difusa. Esta resistencia de la vegetación depende del tipo de especie y del estado sil-vicultural.

De esta manera, se pueden identificar aque-llas zonas con mayor probabilidad de generar detritos leñosos, estimándose volúmenes de

Figura 3: (A) Esquema de los procesos y las diferentes zonas de generación, transporte y depósito de material leñoso; (B) probabilidad de incorporación de detritos leñosos en el corredor fluvial.

Figure (A) Scheme of the processes and the di erent areas of recruitment, transport and storage of oody material; (B) recruitment and entrainment probability of large wood.

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madera potencialmente disponible para una o varias cuencas.

2.2. Hidrodinámica y transporte del material leñoso en ríos

La propagación o dinámica y transporte del material leñoso en el río es fundamental para poder entender cómo éste influirá en su mor-fología.

La física del transporte de la madera es muy diferente de la del sedimento, y muy comple-ja a causa de las diferencias de forma, densi-dad, volúmenes movilizados y de los procesos de incorporación del material al cauce (Piégay et al., 2009).

El inicio del movimiento dependerá de las ca-racterísticas de la madera y de las condiciones hidrodinámicas en el río. De forma general se puede decir que una pieza de madera se tras-ladará:

(i) por arrastre y/o rodadura en el fondo: el material se desplaza rodando o arras-trándose sobre el lecho empujado por la corriente. Por ejemplo, cuando la densi-dad de la madera es mayor a la del agua, siendo el calado mayor al diámetro del tronco; o bien con calados menores y densidad de la madera más cercana a la del agua.

(ii) por flotación: cuando la densidad de la madera es inferior a la del agua; de tal modo que el empuje es mayor que el peso. También dependiendo de la densi-dad (aunque siempre siendo inferior a la del agua), el calado necesario para poner en flotación dependerá de las dimensio-nes de la pieza. La flotación representa el movimiento más común.

(iii) por un movimiento similar a la suspen-sión: cuando el calado es mayor al diáme-tro y la densidad de la madera es bastante alta (cercana a la del agua), la pieza puede trasladarse parcialmente sumergida en el flujo aunque sin contacto con el lecho.

Además de la traslación, también se produce una rotación en la horizontal, ya que la pie-za de madera tenderá a colocarse paralela a la dirección y en el sentido de la corriente, buscando la posición hidrodinámica más es-table, con menor resistencia al flujo. No obs-tante, la presencia de ramas y raíces hace que este proceso sea mucho más complejo y aleatorio.

La falta de observación directa en campo es la carencia más importante en el análisis de la dinámica del material leñoso. Existen es-casos trabajos que aporten datos de campo, por ejemplo mediante la monitorización con transmisores (MacVicar et al., 2009); o los trabajos pioneros de seguimiento del mate-rial mediante grabaciones con videocámaras (MacVicar y Piégay, 2012). Esta carencia en observaciones directas ha sido tradicional-mente solventada mediante ensayos de la-boratorio (Braudrick y Grant, 2000; Welber et al., 2013), o aplicando modelos hidráulicos para su análisis (Mazzorana et al., 2010; Mer-ten et al., 2010; Comiti et al., 2012).

Los primeros trabajos realizados por Brau-drick y Grant (2000) y Braudrick et al. (2001), proporcionaron el marco básico para abor-dar la movilidad de la madera en los ríos. Seguidamente, algunos otros trabajos han explorado la dinámica de la madera en los ríos, como los trabajos de Haga et al. (2002) o Bocchiola et al. (2002 y 2006). En estos estudios fue posible definir y predecir el movimiento de material leñoso, basándose en el balance de fuerzas y en algunos casos definiendo regímenes de transporte. Otros trabajos posteriores han utilizado estos mis-mos enfoques para describir la movilidad de la madera en arroyos (Manners et al., 2007; Curran, 2010), o utilizando modelos experi-mentales para analizar la influencia del ma-terial leñoso sobre el transporte y depósito de sedimentos (Svoboda y Russell, 2011; Wallerstein, 2004).

Recientemente, se ha desarrollado un mode-lo numérico bidimensional acoplado al mo-delo hidráulico IBER (Bladé et al., 2014) que

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permite simular el transporte de la madera junto con la hidrodinámica en los ríos (Ruiz-Villanueva et al., 2014a y 2014b). En este mo-delo, el inicio del movimiento de una pieza de madera (suponiendo ésta como un cilindro) situada en un cauce, se determina mediante un análisis de las fuerzas que actúan sobre ella. Para ello, se han tomado como referen-cia los trabajos mencionados anteriormente de Braudrick y Grant (2000), Bocchiola et al. (2002), Merten et al. (2010) y Mazzorana et al. (2011a), aunque aportando algunas modi-ficaciones. Las fuerzas involucradas en el ba-lance son, por un lado, la fuerza gravitacional (Fg) y la fuerza de arrastre (Fd) que facilitan el movimiento, y por otro lado, la fuerza de ro-zamiento o fricción (Ff) que se opone al movi-miento: Ff = Fg + Fd

En su forma desarrollada sería:

(g ·ρw ·Lw ·Aw – g ·ρ · Lw ·Asub) ( bed ·cosa – sina)

= Uflow2 / 2 ·ρ ·Cd · (Lw ·h ·sinθ + Asub ·cosθ)

Así, en función de la densidad de la madera ( w), su longitud (Lw) y diámetro (Dw), el ángu-lo que forma con respecto al flujo ( ), el área total (Aw), el área sumergida (Asub), las condi-ciones hidrodinámicas del flujo (densidad ( ), calado (h) y velocidad (Uflow)) y unos coeficien-tes de fricción con el lecho y de arrastre ( bed y Cd), una pieza de madera iniciará su movi-miento y se desplazará, bien por flotación, o

por rodadura o arrastre de fondo (a una velo-cidad diferente a la del agua, Figura 4).

En el modelo numérico se integró la posibi-lidad de simular y analizar el transporte de piezas individuales de diferentes caracterís-ticas, desplazándose mediante los diferentes regímenes de movimiento y, por tanto, de permitir la interacción entre varias piezas de madera, y entre éstas y el cauce, o con condi-ciones internas (como puentes). Aunque sin duda la parte más importante en el modelo es la influencia que ejerce la presencia de piezas de madera en la hidrodinámica, inclu-yéndose una resistencia adicional que no está presente en las ecuaciones de Saint Venant de flujo en lámina libre:

τwood,i

=

Σ Fd log s

Ai

Siendo τwood,i la tensión en cada volumen fini-to o elemento de la malla i, de área Ai y Fd la fuerza de arrastre.

2.3. Efectos en la peligrosidad y riesgo por inundación

Como ya se adelantaba en la introducción, el estudio de la influencia de la presencia de carga leñosa en la morfodinámica y en la ecología de los ríos ha sido extensamente

Figura 4: (A) alance de fuerzas sobre una pieza leñosa (términos definidos en el texto). ( ) Regímenes de transporte de una pieza leñosa en función de su densidad y del calado: A, , D: rodadura o arrastre por el fondo C: flotación.

Figure 4: (A) Balance of forces on a woody piece; (B) Transport regimes depending on its density and water depth: A, B, D rolling or sliding; C Flotation.

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explorado (Montgomery, 2003; Sedell et al., 1989). Sin embargo no hay tanta experien-cia en relación al papel que juega la carga leñosa en eventos extremos de avenida (Co-miti et al., 2012; Lucia et al., 2014). A partir de la década de los 80 algunos autores han analizado el efecto de material leñoso en la hidráulica, o su movilización en los ríos (Bilby, 1984; Lienkaemper y Swanson, 1987; Berg et al., 1998; Gippel, 1995; Wohl y Goode, 2008). También se ha estudiado el transporte de ma-terial leñoso mediante ensayos de laboratorio en flumes, como los llevados a cabo por Haga et al. (2002), Curran y Wohl (2003), o Bocchio-la et al. (2006). Asimismo, cabe destacar las investigaciones llevadas a cabo para analizar la amplificación de los efectos negativos de una avenida debido a la presencia de material leñoso, especialmente en secciones críticas como puentes u otras estructuras (Bezzola et al. 2004; Lange y Bezzola 2006; Lyn et al., 2007; Schmocker y Hager, 2010). No obstan-te, hay pocos estudios de avenidas que ten-gan en cuenta explícitamente la presencia de material leñoso; y sólo en los últimos años se han presentado algunas metodologías para

incorporar este tipo de carga en los análisis de avenidas e inundaciones (Merten et al., 2010; Mazzorana et al., 2011a y 2011b).

Algunos de los efectos del transporte y depó-sito de detritos leñosos durante una inunda-ción hacen que las áreas inundadas y calados sean diferentes de aquéllas definidas en au-sencia de carga leñosa. Esto se debe, en pri-mer lugar, a que la carga ejerce sobre el flujo una resistencia adicional, y además produce una reducción del área efectiva de la sección. Como consecuencia, se genera un incremen-to en el calado y, por tanto, en la magnitud de la avenida, que puede quedar expresada me-diante las denominadas curvas obstrucción /calado (Figura 5).

La figura 5 muestra un ejemplo de este tipo de curvas, en las que se relaciona un por-centaje de obstrucción en el área efectiva de la sección debido a la presencia de ma-terial leñoso, y el consiguiente calado para un determinado caudal. Esta figura muestra un ejemplo extraído de uno de los tramos de río analizados en la Sierra de Gredos, sin

Figura 5: Curvas obstrucción/calado para una sección transversal al cauce de un río, en este caso con una infraestructura de tipo puente. Se pueden apreciar diferentes curvas para distintos caudales (Q1 a Q6) y cómo hay unas curvas (líneas

discontinuas) que definen tres zonas de umbral de obstrucción (I, II y III).Figure 5: Clogging curves for a cross sectional area of a bridge in a river. Di erent curves for di erent discharges (Q1 to

Q6) and these curves (dashed lines) de ne three zones ith a clogging threshold (I, II and III).

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embargo, el comportamiento hidrodinámico que representa es extrapolable a secciones con geometrías equivalentes. En estas curvas es posible diferenciar tres regiones: (i) la re-gión definida por el umbral inferior, que re-presenta porcentajes de obstrucción que no generarán un elevado aumento del calado, permitiendo al flujo desplazarse en régimen subcrítico; (ii) la región crítica, en la que una pequeña reducción de la sección generará un elevado aumento del calado, provocando que el flujo se desplace en régimen rápido; y (iii) la región definida por un umbral superior, don-de ya se ha superado el calado máximo para esa sección y un determinado caudal (Ruiz-Vi-llanueva et al., 2012). La zona más importante es la zona crítica; por tanto, el conocimiento del volumen de material que puede llegar a una determinada sección y, en consecuencia, el porcentaje de reducción de la misma, es fundamental para conocer los efectos que se pueden desencadenar.

También es posible determinar la eficiencia de la estructura caracterizando el material que potencialmente puede llegar al puente y analizando la geometría del mismo (Gip-pel, 1995; Lyn et al. 2007; Schmocker y Hager, 2010). Aunque no sólo se producen sobre-levaciones y desbordamientos en las seccio-nes donde hay puentes; también los propios depósitos de material leñoso en el cauce, las barras o la llanura de inundación pueden ge-nerar una diversificación del flujo anegándo-se áreas que sin los depósitos leñosos no se verían afectadas (Welber et al., 2013).

Por otro lado, la presencia de material tam-bién puede generar una reducción de la capa-cidad de transporte y el consiguiente depósito adicional de material leñoso y sedimento en un efecto de retroalimentación. En este caso, la repentina destrucción de las acumulaciones de material puede generar un flujo instantá-neo de agua con abundante carga sólida.

Como resultado, es indispensable identificar aquellas secciones más sensibles y con mayor probabilidad a acumular el material y analizar los posibles efectos que pueden generarse.

3. Análisis del material leñoso en ríos de la Sierra de Gredos (Ávila)

La propuesta metodológica explicada en los epígrafes previos, se ha puesto en práctica en diversos tramos de ríos de la Sierra de Gredos (Sistema Central, Ávila; Figura 6). En esta sec-ción, se presentan los resultados obtenidos a este respecto. Siguiendo los objetivos marca-dos, se presenta un resumen del análisis de la capacidad de generación de material leñoso en 14 cuencas, así como la estimación, me-diante la generación de escenarios, del volu-men que podrían proporcionar estas cuencas. Por último, se describe la hidrodinámica y el transporte del material depositado en el río, analizándose por último la influencia en el riesgo por inundación.

3.1. La Sierra de Gredos, ríos y cuencas ana-lizadas

Geográficamente la Sierra de Gredos forma parte del Sistema Central, situándose en su tramo medio, entre las sierras de Guadarrama (al Este) y Béjar (al Oeste). La Sierra de Gredos posee un relieve acusado y asimétrico, pre-sentando la vertiente Sur un mayor desnivel y laderas más escarpadas. Desde el punto de vista hidrológico, la Sierra de Gredos forma la divisoria natural entre las cuencas del Duero (al Norte) y el Tajo (al Sur), quedando circuns-crita por algunos de sus afluentes principales: el Tiétar y el Alberche por el Sur y el Noreste; y el Tormes y el Jerte por el norte y el Suroes-te, respectivamente.

La morfología actual de la Sierra de Gredos es el resultado del modelado de los materiales graníticos, desnivelados en bloques elevados y fosas durante la orogenia Alpina, principal-mente por meteorización, la actividad glaciar, periglaciar y fluvio-torrencial intensa; favore-cidas por una densa red de fracturas frágiles que suelen generar bandas de trituración fá-cilmente erosionables por arroyada.

Las características fisiográficas y su posición geográfica son determinantes para los princi-

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pales rasgos climáticos del sector central de la Sierra de Gredos. El clima se puede definir como mediterráneo continentalizado con in-viernos largos y fríos y veranos cortos caluro-sos. La temperatura media anual es superior a 10°C, siendo la media del mes más frío (ene-ro) inferior a 0°C, y la media del mes más ca-luroso (julio) igual o superior a 22 °C (AEMET, 2011).

Respecto a las precipitaciones, cabría esperar una mayor cantidad de precipitación al norte, sin embargo, sucede lo contrario. Así queda reflejado en las cantidades máximas de preci-pitación registradas en 24 horas en la estación de Navaredonda de Gredos (165 mm en el año 1989) frente a las registradas en Guisan-do el Risquillo (239 mm en 1956). Mientras que las precipitaciones medias anuales son en torno a 800 mm (para altitudes alrededor de los 1000 a 1500 m s.n.m.) en la vertiente norte; en la sur ascienden a casi 2000 mm y en altitudes mucho menores (en torno a 800 m s.n.m.).

Las estaciones más lluviosas son el otoño y la primavera, caracterizándose la primera por la llegada de temporales de origen atlántico de varios días de duración; y la segunda por la ocurrencia de episodios con precipitacio-nes más intensas y de más corta duración. En verano, las precipitaciones son por lo general escasas, aunque en las zonas montañosas pueden formarse nubes de gran desarrollo vertical por ascensos convectivos de aire cá-lido y húmedo, produciendo precipitaciones relativamente abundantes. En estas condi-ciones, las precipitaciones son de carácter to-rrencial, pudiéndose presentar en ocasiones en forma de granizo. En esta zona de la Sierra de Gredos se localiza uno de los núcleos de máximos pluviométricos de la Península Ibé-rica. Para cualquiera de los periodos de retor-no considerados se localiza el valor máximo regional de la precipitación diaria en la zona de Guisando, con cantidades que van desde 175 mm para un periodo de retorno de 5 años a más de 250 mm para 50 años y en torno a 300 mm para 100 años (MIMAN, 2000).

Figura 6: Localización de las cuencas de estudio en el sector central de la Sierra de Gredos en Ávila.Figure 6: Location of studied basins in the central sector of the Sierra de Gredos in Avila.

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La vegetación en esta zona está marcada principalmente por la altitud y el régimen de precipitaciones y temperaturas. La zona de más baja cota (entre 400 y 800 m s.n.m.) se caracteriza por la presencia de la encina y el pino piñonero (Quercus ilex, Quercus su-ber, Pinus pinea), acompañados por enebros (Juniperos oxycedrus) y jaras (Cistus ladani-fer). En la zona de media montaña (de 900 a 1500 m s.n.m.) la encina empieza a mezclar-se con el roble melojo (Quercus pirenaica) o el pino resinero o negral (Pinus pinaster). A éstos les acompañan como arbustos el pior-no (Cytisus scoparius) y la retama (Genista falcata). A continuación en la zona de alta montaña (1500 a 2000 m s.n.m.) se presen-tan los piornales y pinares de altura (Pinus sylvestris y Pinus nigra) acompañados de matorrales de leguminosas y enebros (Cyti-sus oromediterraneus, C. scoparius, Genista cinerascens, Juniperus communis). Algunos de los bosques mencionados anteriormente son sustituidos en las zonas de influencia de los cursos de agua por otras especies. Sólo al-gunas especies de árboles pueden sobrevivir manteniendo sus raíces sumergidas, como los chopos (Populus nigra), los sauces (Salix atrocinerea, entre otros), y los alisos (Alnus glutinosa). De esta forma, las inundaciones prolongadas pueden determinar el tipo de bosque en una franja particular de vegeta-ción a lo largo del río. La asociación de ro-bles (Quercus spp.), olmos (Ulmus glabra) y fresnos (Fraxinus angustifolia) sólo puede desarrollarse en las terrazas más altas que se inundan menos que los sitios colonizados por chopos y sauces (Ellenberg, 1988). Por otro lado, las formaciones de alisos se caracteri-zan porque no soportan los fríos intensos y no aguantan el estiaje, por lo que concentran su presencia en los tramos medios y bajos de los ríos y arroyos.

La acción antrópica (principalmente defores-tadora) ha sido un fenómeno muy importan-te a lo largo de la historia holocena reciente, además el paisaje forestal está ineludible-mente unido a las actividades socio-económi-cas de la población rural (Cantero, 2003).

3.2. Capacidad de generación y estimación de volumen de material leñoso

Para analizar los procesos de incorporación del material leñoso a los ríos de la Sierra de Gredos, se desarrolló una nueva metodología basada en sistemas de información geográ-fica, cuya finalidad fue la delimitación de las áreas contribuyentes. Complementariamen-te, se realizó un estudio de la vegetación al objeto de estimar los volúmenes que podrían llegar al río, que suponen un factor amplifi-cador del riesgo debido al transporte del ma-terial leñoso y su depósito durante avenidas. Esta metodología se aplicó para el Sector Central de la Sierra de Gredos perteneciente a la provincia de Ávila, donde se disponía de la información necesaria para llevar a cabo el análisis. Este estudio se describe en detalle en el trabajo publicado por Ruiz-Villanueva et al. (2014c), de manera que en este documento únicamente se presenta una síntesis de los resultados obtenidos.

Las áreas contribuyentes fueron delimitadas utilizando la información cartográfica dispo-nible. Seguidamente, se analizaron los facto-res de conectividad de estas áreas con el río. Para ello, a partir de matrices de lógica difusa, se establecieron criterios en función de la in-tensidad de los eventos y su frecuencia. De este modo, se pudo establecer la probabili-dad de que un árbol sea incorporado como detrito leñoso desde las laderas o desde el corredor fluvial. Estos criterios se definieron en función de la distancia al cauce, la altura del árbol, la pendiente de la ladera, la inun-dabilidad y la capacidad de erosión del río. Además, se analizó en detalle la tipología y distribución de la vegetación que fueron em-pleadas para definir la resistencia (o facilidad) a ser incorporado como detrito leñoso en el río y, por tanto, la probabilidad de generar material leñoso (Figura 7).

Siguiendo los criterios anteriores, se estable-cieron diversos escenarios que representan posibles mecanismos de incorporación de ma-dera dependiendo de la severidad y frecuen-cia con la que los procesos de incorporación

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tienen lugar. De este modo, es posible estimar el volumen de madera potencialmente dis-ponible para cada uno de los escenarios. El análisis estuvo enfocado en el riesgo potencial ocasionado por el transporte y deposito del material leñoso durante avenidas; de ahí que el análisis se centró en estudiar aquellas cuen-cas cuyos ríos atraviesan núcleos urbanos.

Como resultados, en primer lugar se identi-ficaron las cuencas con mayor capacidad de generar material leñoso. Los resultados resal-taron 7 de las 14 cuencas estudiadas (cuenca del río Arenal, cuenca del río Pelayo, cuenca del arroyo Cabrera, subcuencas 1 y 2 del río Alberche en Navaluenga, La Adrada, Piedra-laves y Mijares; Figura 8). También revelaron que para la zona de estudio, son los desliza-mientos los procesos que mayor volumen de material aportarían a los ríos, seguidos de las avenidas y de la erosión de bancos de orilla (Figura 8).

El escenario menos probable es aquél en el que todos los procesos tienen lugar a la vez (simultáneamente), afectando a todas las

zonas susceptibles; en contraposición con el escenario más probable para la zona de estu-dio, que es aquél en el que la incorporación de madera tiene lugar principalmente por inundaciones y erosión de bancos de orilla, y sólo en las zonas delimitadas como de eleva-da susceptibilidad. Por otro lado, se observó que el volumen de material estimado no está directamente relacionado con el área de la cuenca, ni con el área forestada, sino con la frecuencia e intensidad de los procesos que desencadenan su incorporación. Así, se rea-lizaron estimaciones para los diversos esce-narios establecidos, y para cada uno de los procesos estudiados. La Tabla 1 presenta los volúmenes máximos estimados, suponiendo para cada escenario que todos los procesos tienen lugar.

Se realizaron observaciones de campo que permitieron, basándose en ciertos indicado-res, validar cualitativamente estos resulta-dos. No obstante, las cifras obtenidas deben tomarse como indicación de órdenes de mag-nitud para la comparación relativa, más que en cifras absolutas precisas.

Figura 7: Resistencia de la vegetación a ser incorporada a los ríos, en términos de probabilidad baja, media y alta para el sector central de la Sierra de Gredos.

Figure 7: Resistance of vegetation to be recruited to the rivers, in terms of lo , medium and high resistance, for the central sector of the Sierra de Gredos.

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3.3. Análisis del transporte y depósito de ma-terial leñoso en los ríos de la Sierra de Gredos

Al analizar el transporte de material leñoso es importante definir cómo llega este material al tramo de estudio y, por tanto, la relación temporal con el hidrograma de la inundación. Así, por ejemplo, hay que discernir si el apor-te de material se produce repentinamente, o bien llega de forma constante y escalonada a lo largo del evento.

En una de las cuencas de estudio, la cuenca del arroyo Cabrera en Venero Claro (Cuenca Ve-nero en la tabla anterior) tuvo lugar en 1997 una avenida súbita que transportó y depositó abundante material leñoso. Siguiendo el mé-todo anterior se analizó el área afectada por

esta avenida y se hizo una estimación del vo-lumen de vegetación movilizada y, por tanto, de material leñoso generado. A continuación, y empleando el modelo descrito en la sección 2.2, se generaron diferentes escenarios de en-trada de material distribuido a lo largo del hi-drograma para tratar de reconstruir el proceso de obstrucción de uno de los principales puen-tes (que quedó parcialmente bloqueado) y tra-tar de caracterizar el régimen de transporte del material. Además, se disponía de abundante información derivada de estudios anteriores, como la cota de la lámina de agua en diferen-tes secciones transversales, el porcentaje de obstrucción de la sección del puente y el hi-drograma reconstruido mediante simulación hidrológica. A este respecto, los resultados del modelo pudieron ser parcialmente validados, al menos de forma cualitativa.

Figura 8: (A) Probabilidad de incorporación de la vegetación en forma de material leñoso a los ríos en el sector central de la Sierra de Gredos; en negro se resaltan las 14 cuencas estudiadas. (B) Porcentajes de material absoluto generado

por los tres procesos de incorporación analizados.Figure 8: (A) Vegetation probability to be recruited to rivers in the central sector of the Sierra de Gredos; the studied

basins are highlighted in black; (B) Total percentages recruited by the three main processes.

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En primer lugar, se estimó el volumen de ma-terial que pudo llegar al tramo de estudio, eva-luando el tipo de vegetación situada en la zona afectada por la avenida y el proceso de avulsión que tuvo lugar aguas arriba de este tramo. Si-guiendo la metodología propuesta, se calculó un volumen medio de 186 logs, con una lon-gitud media de 7 metros y 0,75 m de diáme-tro. Este volumen se utilizó como condición de entrada y se distribuyó en el tiempo suponien-do que el máximo transporte se produce poco antes de la punta del hidrograma. Se plantea-ron tres escenarios: (i) transporte repentino, el 100% de la carga es transportado durante el pico del hidrograma; (ii) transporte escalonado, el material es incorporado en diferentes pulsos, distribuido a intervalos a lo largo del hidrogra-ma; (iii) transporte continuo, el 100% del mate-rial leñoso es transportado a lo largo de toda la duración del evento de forma constante.

Los resultados de la simulación numérica per-mitieron estimar la probabilidad de depósito

a lo largo del tramo y para cada uno de los es-cenarios. Además, se pudo analizar la proba-bilidad de obstrucción del puente que resultó como media para todos los escenarios. En concreto la obstrucción fue de un 25% para las características y parámetros definidos en los escenarios.

Los resultados también permitieron observar los patrones espaciales simulados de depósi-to del material leñoso, así como compararlos con la abundante información gráfica (fo-tografías) recopilada unos días después del evento de 1997 (Figura 9).

Se pudo comprobar que los patrones de de-pósito no varían significativamente entre los tres escenarios, ya que vienen definidos por la morfometría del cauce y el hidrograma, y no tanto por la cantidad de material o su lle-gada al tramo de estudio. En todos los casos la sección donde se acumula más material es la sección del puente.

Tabla 1: Estimaciones de vol menes máximos de material leñoso disponible para las 14 cuencas estudiadas, en términos de m3 (suponiendo un diámetro medio en los troncos de 25 cm y una longitud media de 10

metros). SC1, SC2 y SC3 se refieren a los tres escenarios de volumen de madera.Table Estimates of maximum volumes of oody material available for the basins in terms of m3

(assuming an average diameter of logs 25 cm and an average length of 10 meters). SC1, SC2 and SC3 refer to the three wood volume scenarios.

Cuenca Área (km2) Área forestada (km2)Volumen máximo (m3)

SC1 SC2 SC3Arenas 50,71 27,03 11902 8842 4829Burgohondo 25,85 7,14 3392 1714 159Burguillo 12,06 8,44 3135 2192 363Candeleda 54,40 25,62 18940 14765 2234Casavieja 10,05 5,04 4646 4234 226Cuevas 10,06 5,79 1445 890 117Guisando 14,47 5,71 6964 5738 2075La Adrada 20,42 14,45 5986 4688 1201Mijares 14,70 5,21 4363 3559 160Navalacruz 5,33 1,48 958 741 32Navaluenga 1 30,54 8,65 1905 1656 1495Navaluenga 2 32,19 15,99 2858 1451 522Piedralaves 9,52 5,00 5138 4209 214Venero 15,59 9,42 2607 1958 631

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3.4. Influencia en la peligrosidad y el riesgo

Continuando con el caso anterior, en el arro-yo Cabrera se analizó la influencia de la acu-mulación de material en la sección del puen-te y se prestó especial atención a los efectos en el calado en aquellas secciones donde se disponía de información complementaria (marcas de aguas altas, como líneas de flo-tantes, marcas en edificios o evidencias den-drogeomorfológicas), para poder comparar

los tres escenarios y tratar de reconstruir el evento de 1997.

En todos los casos la simulación de la obs-trucción del puente, debida a la acumulación de árboles y material leñoso, produce un au-mento en el calado aguas arriba del puente y un descenso de la velocidad de la corriente. De acuerdo a los datos disponibles, es el es-cenario 2 el que mejor reconstruye el evento de avenida de 1997 (Tabla 2).

Figura 9: Tramo analizado del arroyo Cabrera, las fotogra as muestran los depósitos de material leñoso y el puente principal unos días después de la inundación de 1997. La imagen de la derecha muestra los resultados de la simulación,

con el patrón espacial de los depósitos y el nivel del agua (calado).Figure 9: Cabrera Stream, the photographs sho deposits of oody material and the main bridge fe days a er the

ood in . The right-hand image sho s the results of the model simulation, the spatial pa ern of ood deposits and the e ect on ater level.

Tabla 2: Diferentes escenarios establecidos para reconstruir el evento de 1997 en el Arroyo Cabrera, valores de calados simulados, velocidad de la corriente, número de piezas depositadas y porcentaje de obstrucción de la sección del

puente. En gris se resalta el escenario 2 que más se ajusta a los datos observados.Table Di erent scenarios to reconstruct the event in the Arroyo Cabrera, simulated values of ater depth, o velocity, number of pieces and percentage of bridge section obstruction. Scenario is highlighted in grey since it is the

best ts the observed data.

Escenario Calado en puente (m)

Calado en edificio (m)

Velocidad media (SD) (m·s-1)

Piezas depositadas

% obstrucción puente

Sin madera 4,7 1,5 3,00 (1,88) - -SC1 8,3 3,2 1,45(1,35) 213 > 70SC2 7,3 2,8 1,63 (1,28) 180 50SC3 6,8 2,3 1,94 (1,40) 137 < 40

Observado 7,1 2,9 3,5 (no obstrucción), 1,25 (1,09) - 48 ± 8

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Estos efectos en la peligrosidad (magnitud) de las inundaciones tendrán consecuencias en términos del riesgo. Para analizar esta influen-cia en el riesgo, se realizó otro análisis me-diante la definición de escenarios de diferente peligrosidad, según el papel de la carga leñosa en las márgenes del río Arenal a su paso por el núcleo urbano de Arenas de San Pedro (Ávila). Para cada escenario establecido, primero sin incorporar el transporte de material leñoso y a continuación con los tres tipos de transporte mencionados en la sección anterior, se trató de identificar las zonas más problemáticas donde el material queda depositado bloqueando las infraestructuras y causando la inundación de las zonas adyacentes (Figura 10). Para estimar el riesgo potencial asociado a este evento, se empleó la información catastral con el fin de evaluar la exposición y la vulnerabilidad de la zona. Los elementos expuestos fueron clasifi-cados en siete tipologías diferentes, según su clase de uso y régimen de utilización; además se tuvo en cuenta la existencia de un aparca-

miento de vehículos en las cercanías del rio y por tanto las posibles pérdidas asociadas a los daños a automóviles. No existían en la zona funciones calado-daño especificas basadas en datos empíricos, por lo que la vulnerabilidad se asignó empleando curvas construidas me-diante simulaciones estocásticas con objeto de obtener los límites predictivos, utilizando como datos de entrada las propuestas en otros análisis de riesgo similares llevados a cabo en España (Ruiz-Villanueva et al., 2014d).

La consecuencia principal de la presencia de material leñoso en la inundación es el efec-to de remanso aguas arriba de los puentes, donde la madera queda retenida, reduciendo el área de la sección transversal. De acuerdo con los resultados del modelo, la sección más problemática es el puente 1, situado aguas arriba en el tramo, y donde se deposita gran cantidad de material. El diseño de este puen-te, de estructura de piedra con un solo arco, junto con el hecho de que es la primera in-

Figura 10: Fotogra as y resultados de la simulación del transporte de material leñoso en el Río Arenal. Las imágenes (A) y (C) muestran los puentes identificados como problemáticos, en ( ) se muestra la distribución espacial (resultado de la

simulación) de los depósitos, (D) aumento del calado debido a la obstrucción de los puentes.Figure 10: Photographs and simulation results of the Arenal River. Images (A) and (C) sho the bridges identi ed as

problematic, in (B) the spatial distribution (simulation result) of ood deposits, (D) increase in ater depth due to the bridge clogging.

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fraestructura localizada en el tramo de río estudiado, podría ser la razón. Sin embargo, el puente 3 queda parcialmente bloqueado también, como puede verse en la figura 10. Estas dos infraestructuras serían las más sen-sibles al paso de material leñoso. En la Tabla 3 se resumen las características de los tres puentes y el calado en esas secciones.

Los resultados del análisis de riesgo mostra-ron también que la presencia de material le-ñoso incrementa el riesgo hasta en un 50% para los daños tangibles directos y un 35% en el caso del riesgo a las personas.

4. Breve discusión y conclusiones

Tal y como se ha explicado en la introducción y a lo largo de las secciones anteriores, existen diversas técnicas y métodos para estudiar la dinámica del material leñoso en ríos. Sin em-bargo, el conocimiento de los procesos que ge-neran el material, así como la dinámica una vez llega a los ríos es todavía muy limitado.

Hasta ahora la medida de gestión más genera-lizada es la extracción indiscriminada de este material de los ríos, como medida de preven-ción; sin embargo, como ya se ha discutido anteriormente, esta medida debe ser recon-siderada en función de cada caso en particu-lar. El material leñoso que se deposita en los cauces de forma natural es un elemento más del sistema, y por tanto debe ser integrado en la gestión global del ecosistema fluvial. Es posible integrar su análisis empleando tanto medidas no estructurales como estructurales. Como medidas no estructurales, la identifica-ción de las áreas contribuyentes, o de las zo-nas de depósito, son fundamentales.

Como conclusión de lo expuesto en los apar-tados anteriores, se destaca:

En este trabajo se ha mostrado una pro-puesta metodológica basada en la gene-ración de escenarios y el desarrollo de un modelo numérico. La propuesta ha sido ensayada en diversos tramos de río, y pue-de ser fácilmente extrapolable a otras re-giones. La flexibilidad de los métodos utili-zados hace fácilmente adaptable el análisis a otros objetivos, como la evaluación de escenarios de cambios de usos del suelo, fases de proyectos de infraestructuras, etc. Sin embargo, los modelos son representa-ciones abstractas de nuestro conocimien-to sobre un proceso determinado y están limitados intrínsecamente por la infor-mación con la que se desarrollan (Knight, 2013). Por tanto, el máximo potencial se conseguirá combinando el poder de am-bos, modelos (numéricos) junto con obser-vaciones y datos de campo.

El modelo desarrollado en este trabajo de investigación permite simular el transporte de material leñoso junto con la hidrodiná-mica simultáneamente, de modo que la carga leñosa influye en la hidrodinámica y viceversa. Además de las simplificaciones asumidas en el modelo, como por ejemplo la forma de los detritos (cilindros), la mayor limitación en su aplicación directa en ríos es la disponibilidad de datos observados que permitan validar o calibrar los resul-tados. Para obtener este tipo de datos, se han propuesto diferentes metodologías de monitorización y seguimiento de material en el río. Por ejemplo, los trabajos llevados a cabo por Mao et al. (2013) o los trabajos publicados por MacVicar y Piégay (2012).

Tabla 3: Características geométricas de los tres puentes situados en el tramo analizado del Río Arenal.Table Geometrical characteristics of the three bridges on the analyzed section in the Arenal River.

Altura puente (m)

Anchura puente (m)

Calado (m)Geometría puente

No madera SC1 SC2 SC3Puente 1 7 11 6,6 8,5 9,1 9,7 1 ArcoPuente 2 5* 18 7,7 8,3 8,4 8,6 RectangularPuente 3 6 14 4,8 4,9 7,4 9,0 3 Arcos y 2 pilares

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Cuando el objetivo es estimar el volumen potencial de material leñoso que podría llegar al río (como el caso mostrado en el apartado 3.1) la generación de esce-narios es una potente herramienta de decisión empleada en diversos estudios (Cooke, 1991; Scholz y Tietje, 2002). Esta perspectiva de análisis ha sido utilizada a lo largo de este trabajo de investigación, de forma similar a otros autores que tam-bién proponían esta aproximación para el análisis de riesgos en zonas de monta-ña (Mazzorana et al., 2009, 2010, 2011a y 2011b). Los escenarios generados en este trabajo, se definieron siguiendo las propuestas de Godet (1986) consistentes en identificar el menor número de posibi-lidades que puedan representar diversos estados, incluyendo el denominado peor caso posible, con el objetivo final de obte-ner diferentes posibilidades para evaluar situaciones probables o posibles.

La metodología basada en sistemas de información geográfica para estudiar los procesos de incorporación del material le-ñoso y delimitar las áreas contribuyentes, permite incorporar otros procesos al aná-lisis. Esta metodología permite obtener unos órdenes de magnitud de material leñoso potencialmente disponible, lo que muchas veces es suficiente para el diseño y dimensionamiento de infraestructuras y ordenación territorial.

Para finalizar, de todo lo expuesto en el pre-sente trabajo se deriva que es necesario se-guir avanzando en el conocimiento de la diná-mica del material leñoso, tanto analizando su influencia en el ecosistema fluvial, como en su papel en el riesgo de inundaciones.

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo ha sido elaborado con parte de los resultados obtenidos en la tesis doctoral de la primera firmante del trabajo. Dicha te-sis doctoral fue financiada con una beca FPI (BES-2008-003725) del Ministerio de Ciencia

e Innovación, en el contexto de los proyectos Dendro-Avenidas y MAS Dendro-Avenidas (CGL2010-19274) coordinados desde el Ins-tituto Geológico y Minero de España (IGME).

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Cuaternario y GeomorfologíaISSN: 0214-1744

www.rediris.es/CuaternarioyGeomorfologia/Cy

G

Derechos de reproducción bajo licencia Creative Commons 3.0. Se permite su inclusión en repositorios sin ánimo de lucro.

doi:10.17735/cyg.v29i3-4.35201

Dinámica paleoambiental en la campiña de Córdoba (Andalucía) entre el IV y el I milenios cal. BC. Análisis palinológico del yacimiento arqueológico de Torreparedones

Paleoenvironmental dynamics in the countryside of Córdoba (Andalusia) between the IV and the I millennia cal. BC. Palynological

analysis of the archaeological site of Torreparedones

López-Sáez, J.A. (1) ; Martínez-Sánchez, R.M. (2); Pérez-Díaz, S. (3); Alba-Sánchez, F. (4); Núñez de la Fuente, S. (5); Serra-González, C. (4);

Morena-López, J.A. (6); Luelmo-Lautenschlaeger, R. (1)

(1) Grupo de Investigación Arqueobiología, Instituto de Historia, CSIC. Albasanz 26-28, 28037, Madrid, España. [email protected]

(2) Área de Prehistoria, Fac. Filosofía y Letras, Universidad de Córdoba. Plaza Cardenal Salazar s/n, 14071, Córdoba, España.

(3) Dept. Geografía, Prehistoria y Arqueología, Univ. País Vasco. Francisco Tomás y Valiente s/n, 01006, Vitoria, España. (4) Departamento de Botánica, Universidad de Granada. Avenida de Fuentenueva s/n, 18071, Granada, España.

(5) IIIPC, Universidad de Cantabria. Avenida de los Castros s/n, 39005, Santander, España. (6) Museo Histórico Municipal de Baena. Santo Domingo de Henares 5, 14850, Baena, Córdoba, España.

Resumen

En este trabajo se presenta el análisis palinológico de un perfil estratigráfico del yacimiento arqueológico de Torreparedones, situado en la campiña de Córdoba, con una cronología comprendida entre el IV y el I milenios cal. BC. En él se documenta un proceso de creciente degradación del encinar, que se iniciaría durante el Cal-colítico mediante el desarrollo de actividades agrícolas y ganaderas, que se haría aún más manifiesto durante el Bronce Final y la Época Ibérica, dentro de un proceso de aridificación generalizado. Se plantea la relación del abandono del yacimiento durante el III milenio cal. BC respecto al evento climático abrupto 4200 cal. BP.

Palabras clave: Edad del Cobre; Bronce Fina; Palinología; Paleoambiente; Cambio climático; Córdoba.

Abstract

In this work we present the palynological study of a stratigraphic profile from Torreparedones archaeologi-cal site, located in the countryside of Córdoba, with a chronology between the IV and I millennia cal. BC. A

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process of increasing degradation of evergreen oak woodland, which would begin during the Chalcolithic by developing farming activities, is documented. This would become even more evident during the Late Bronze and the Iberian Epoch within the widespread aridity. The relationship of the abandonment of the site during the III millennium cal. BC respect to the 4200 cal. BP abrupt climate event is proposed.

Key words: Copper Age; Late Bronze Age; Palynology; Palaeoenvironment; Climate change; Córdoba.

1. Introducción

Una de las grandes problemáticas arqueológi-cas que atañe el estudio de la Edad del Bronce en el Medio y Bajo Guadalquivir correspon-de al aparente vacío registrado entre el final del III milenio cal. BC y el último cuarto del II milenio cal. BC. Este fenómeno queda refle-jado en una escasez real de datos publicados referidos a asentamientos humanos de estas cronologías (Escacena, 1995; Mederos Mar-tín, 1996); hecho que por otra parte contras-ta con el mejor conocido mundo funerario (Martínez Fernández y Vera Rodríguez, 2014). Si bien el desconocimiento que se tiene de este periodo cronológico puede estar rela-cionado con una evidente falta de investiga-ción, también es cierto que dicho fenómeno ha sido interpretado de formas muy diversas, incluyendo la alusión a la continuidad de una cultura material de raigambre calcolítica en las comunidades del Bronce Antiguo en el Guadalquivir, lo que habría influido en una hipotética caracterización errónea (Martín de la Cruz et al., 2000). En definitiva, podemos argumentar que, actualmente, en vista de la información disponible, todavía no se cuenta con datos empíricos suficientes para interpre-tar la aparente caída poblacional registrada en la Depresión del Guadalquivir a lo largo del II milenio cal. BC.

Por otro lado, a partir del Bronce Final (ca. 1200-1100 cal. BC) el cambio registrado en dicho territorio es total, evidenciando una ocupación sorprendentemente intensa, en amplio contraste con el tejido ocupacional conocido en los siglos anteriores. En el Gua-dalquivir Medio, particularmente, resultan muy abundantes los emplazamientos de fina-les de la Edad del Bronce, de segundo y tercer

orden, interpretados como núcleos de explo-tación agrícola (Murillo Redondo y Morena López, 1992; Murillo Redondo, 1994); que, en cierta manera, parecen preconizar el mode-lo de explotación desarrollado a partir de la romanización por medio de las villae agríco-las. La refundación del yacimiento de Torre-paredones, objeto de estudio de este trabajo, como poblado habitado, tendrá lugar enton-ces como asentamiento central, ocupando en extensión los límites habitados por el poblado calcolítico, y sobre los cuales se edificaría el recinto amurallado que delimitará el oppidum protohistórico y el municipio romano (More-na López et al., 2012). A pesar que de los da-tos paleoambientales de este marco cronoló-gico, así como de la Época Ibérica posterior, son cada vez más abundantes, de momento no se ha establecido una relación causal entre el efecto de la dinámica antrópica y la variabi-lidad climática respecto a los modelos de po-blamiento y las actividades paleoeconómicas.

En el presente trabajo llevamos a cabo la re-construcción paleoambiental del yacimiento de Torreparedones, entre el IV y el I milenios cal. BC, a partir del estudio palinológico de un perfil estratigráfico del yacimiento. Los obje-tivos que se plantean son: i) detallar la his-toria de la vegetación, la dinámica antrópica y paleoeconómica en el marco cronológico considerado; y, ii) inferir conclusiones de tipo paleoclimático que puedan ser cotejadas con el registro arqueológico.

2. Marco físico y biogeográfico

El yacimiento de Torreparedones se localiza en plena campiña oriental cordobesa, entre los ríos Guadalquivir al norte y Guadajoz al

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sur, en el límite septentrional de los términos municipales de Baena y Castro del Río (Figu-ra 1). Se extiende sobre una planicie eleva-da compuesta en su base por margocalizas terciarias tabulares del Tortoniense, a una altitud máxima de 580 m, con una ligera pen-diente de orientación sur (Figura 2). Abarca más de 11 ha de extensión, siendo uno de los yacimientos delimitados más extensos de la campiña cordobesa junto al de Ategua (Fernández Castro y Cunliffe, 2002; Martínez Sánchez, 2014). Su situación elevada es cier-tamente estratégica, pues su ubicación como ‘techo’ de la campiña le otorga una amplia visibilidad hacia los cuatro puntos cardinales (Morena López et al., 2012).

Desde un punto de vista biogeográfico, el área de estudio pertenece a la región Medi-

terránea, provincia Bética, sector hispalense, subsector hispalense (Rivas Martínez, 1987, 1988). La vegetación característica y climáci-ca correspondería al encinar basófilo meso-mediterráneo de Quercus ilex subsp. ballota (Q. rotundifolia), en el cual la encina sería la especie dominante, apareciendo el quejigo (Quercus faginea) en situaciones de umbría y barrancos frescos. En zonas más cálidas, como en la que se sitúa Torreparedones, se desarro-llaría una faciación termófila de dicho encinar, enriquecida en acebuche (Olea europaea) y lentisco (Pistacia lentiscus). El estrato basal de este encinar calcícola sería rico en elemen-tos arbustivos y lianoides, siendo las especies más características Crataegus monogyna, Rhamnus alaternus, Retama sphaerocarpa, Genista speciosa, Asparagus albus y Paeonia

Figura 1: Mapa de situación del yacimiento de Torreparedones (Baena, Córdoba) y otros registros polínicos mencionados en el texto.

Figure Location of the archaeological site of Torreparedones (Baena, Córdoba) and other pollen records mentioned in the text.

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Figura 2: Mapa topográfico del yacimiento de Torreparedones (Morena López et al., 2012). 1, Situación del sondeo 3 al norte del foro (Mar nez Sánchez et al., 2014). 2, Puerta oriental.

Figure Topographic map of the Torreparedones site (Morena López et al., ). , Situation of the survey north of the forum (Martínez Sánchez et al., ). , Eastern gate.

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broteroi. En la actualidad, estos bosques son extremadamente escasos en el área de estu-dio, salvo en áreas serranas o substratos poco desarrollados, ya que estos territorios tienen una vocación eminentemente agrícola, sobre todo cereales de secano, y el cultivo del olivar alcanza gran rendimiento potencial.

3. Contexto arqueológico y estratigráfico

El yacimiento arqueológico de Torreparedo-nes, también llamado Castro el Viejo o Torre de las Vírgenes, destaca por su monumenta-lidad, especialmente su núcleo urbano amu-rallado de época iberorromana -identificado con la colonia Ituci Virtus Iulia-, así como por su foro, uno de los mejor conservados de Hispania (Morena López et al., 2012). De la importancia de este yacimiento para el patri-monio histórico andaluz da prueba su decla-ración en 2007 como Bien de Interés Cultural y Zona Arqueológica, así como la inclusión de este enclave en la Red de Espacios Culturales de Andalucía.

Aunque conocido en la literatura desde el si-glo XVI por la aparición casual de numerosos vestigios, no fue hasta mediados del siglo XIX cuando despertó el interés de los historiado-res al hallarse el mausoleo de los Pompeyos (Beltrán et al., 2010). Entre 1987 y 1992 se desarrolló un proyecto de excavación siste-mático del yacimiento, particularmente de la ocupación prerromana y tardorrepublicana, recuperándose numerosos exvotos antropo-morfos tallados en roca caliza, aunque ya por entonces pudo definirse una fase de ocupa-ción prehistórica con un poblamiento exten-dido tanto en el propio yacimiento como en su territorio inmediato (Cunliffe y Fernández Castro, 1999).

No obstante, no ha sido hasta fechas recien-tes cuando se ha desglosado cronológica-mente la secuencia prehistórica anterior a las fases prerromana y romana, documentándo-se (i) un primer poblamiento calcolítico da-tado a finales del IV milenio cal. BC, (ii) una fase de despoblación y abandono muy amplia

entre 2900 y 1100 cal. BC, (iii) un nuevo mo-mento de ocupación durante el Bronce Final (tránsito del II al I milenios cal. BC), y, (iv) una fase final de Época Ibérica con el desarrollo del oppidum turdetano en el I milenio cal. BC (Martínez Sánchez et al., 2014).

Las muestras palinológicas del yacimiento de Torreparedones proceden de un sondeo realizado en 2012 en el lado norte del foro (sondeo 3) (Figura 2), donde se documentó la presencia de margas naturales a dos metros por debajo de la cota actual. A partir de él se levantó la correspondiente secuencia estrati-gráfica vertical (Figura 3) en la que se recogie-ron 17 muestras sedimentológicas en colum-na para su correspondiente análisis polínico en las cuatro fases cronoculturales descritas (Martínez Sánchez, 2014; Martínez Sánchez et al., 2014). En el seno de dicho perfil estra-tigráfico se seleccionaron dos muestras de vida corta (semillas carbonizadas) para su da-tación 14C (Tabla 1), que fueron analizadas en el Laboratorio Beta Analytic (Florida, Estados Unidos). A partir de la datación convencional BP obtenida, ambas fechas fueron calibradas (2 sigma, 95.4%) con el programa Calib 7.1 de acuerdo a la curva de calibración IntCal13 (Reimer et al., 2013).

Sobre las margas antes citadas se documentó una estructura excavada de forma oval irre-gular (0,8-1,2 m de diámetro) y 0,45 cm de profundidad, la cual posiblemente se colmató en un mismo evento calzando dos postes en su interior junto a un pequeño acondiciona-miento de piedras. Las unidades estratigráfi-cas definidas en dicha estructura (UEs 1389, 1388, 1387, 1386) son similares en su natura-leza y composición (Figura 3). Por encima de las anteriores se detectaron cuatro UEs (1385, 1365, 1361, 1360) dispuestas horizontalmen-te, que junto a las referidas de la estructura oval representarían la primera fase (fase I) de ocupación de Torreparedones durante el Cal-colítico (Figura 3), también documentada en la puerta oriental del yacimiento (Figura 2). La cultura material de esta fase incluye gran-des fuentes y cazuelas de carena baja como artefactos más característicos, junto a vasos

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Figura 3: Secuencia estratigráfica del perfil norte del sondeo 3 de Torreparedones. Los círculos blancos representan la ubicación de cada muestra palinológica en su respectiva UE.

Figure 3: Stratigraphic sequence of the north profile from the survey 3 of Torreparedones. hite circles represent the location of each pollen sample in its respective US.

Tabla 1: Dataciones radiocarbónicas (14C AMS) del sondeo 3 de Torreparedones.

Table 1: Radiocarbon data (14C AMS) from the survey 3 of Torreparedones.

Código laboratorio UE Material datado Edad

radiocarbono Calibración2 sigma

Fecha más probable

Beta-341474 1389 Semillas de cereal 4400 ± 30 BP3261-3254 cal. BC (0.9%)3098-2917 cal. BC (99.1%)

3013 cal. BC

Beta-341473 1343 Semilla Vicia faba 2750 ± 30 BP975-953 cal. BC (6.1%)944-823 cal. BC (93.9%)

887 cal. BC

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carenados y formas globulares dotadas de mamelones, además de cuencos de casquete esférico, platos y soportes cilíndricos (Martí-nez Sánchez, 2014; Martínez Sánchez et al., 2014). La fecha radiocarbónica disponible para la UE 1389 (Tabla 1) indicaría el inicio de la ocupación del yacimiento ca. 3000 cal. BC, aunque considerando todo su rango crono-lógico podríamos situar esta fase I entre ca. 3300 y 2900 cal. BC.

Suprayacentes a las UEs de la fase I de Torre-paredones aparecen dos nuevas UEs subho-rizontales que constituyen la fase II del yaci-miento (Figura 3). Las UEs 1359 y 1354, de tonalidades muy oscuras respecto al conjunto de la estratificación, tenían un aspecto edafi-zado producto probablemente de un prolon-gado episodio sin aportes terrígenos impor-tantes, asemejándose por tanto a un perfil vegetal (paleosuelo) sepultado por estratos más recientes. En la primera se recogieron fragmentos cerámicos semejantes a los de la fase I aunque muy rodados, erosionados y fragmentados, además de algunos elementos igualmente rodados pertenecientes a platos de borde engrosado, de ahí que tentativa-mente esta UE 1359 pueda ubicarse crono-lógicamente ca. 2700-2200 cal. BC (Martínez Sánchez et al., 2014). La UE 1354 es más difí-cil de interpretar, pues cuenta con elementos cerámicos propios del Bronce Final (fase III posterior) junto a una abundante muestra de otros adscribibles a la fase I del sitio, y poste-riores, como algún elemento campaniforme, por lo que podría haberse visto alterada por la reocupación posterior. En definitiva, am-bas UEs se habrían formado en un periodo de progresiva despoblación de Torreparedones, a partir de los primeros siglos del III milenio cal. BC, y de total abandono durante la mayor parte del II milenio cal. BC.

La fase III de Torreparedones englobla las UEs 1352 a 1341 del perfil estratigráfico del sondeo 3 (Figura 3). En ella aparecen mate-riales correspondientes al tránsito entre el II y el I milenio cal. BC, tales como cazuelas de carena alta y base plana, vasos de tendencia bicónica y cuencos de paredes finas y escaso

diámetro; aunque a partir de la UE 1350 do-minan las cerámicas bruñidas de tonalidades oscuras propias del Bronce Final, aparecien-do también los primeros artefactos metálicos (Martínez Sánchez et al., 2014). La cerámica bruñida con aplicaciones metálicas, presente desde el inicio de la fase, ha sido fechada por cronología absoluta ca. 1200-1100 cal. BC en el Guadiana Medio (Jiménez y Guerra, 2012), aunque para el Guadalquivir Medio se hayan barajado dataciones algo más recientes (To-rres, 2001). Para la UE 1343 se dispone de una datación sobre un material de vida corta (Tabla 1) que arroja una fecha más probable de 887 cal. BC (975-823 cal. BC). Por encima del suelo de ocupación definido por las UEs 1343 y 1342, en la UE 1341 se recogieron al-gunos fragmentos con engobe a la almagra, que podrían ser fechados ca. 900-700 cal. BC (Martínez Sánchez et al., 2014). En definitiva, los datos anteriores permiten situar cronoló-gicamente esta fase III ca. 1100 y 700 cal. BC.

Finalmente, por encima de las UEs de la fase III, las unidades 965B y 965A pueden asignar-se a una fase IV, Baja Época Ibérica-Período Tardorrepublicano, siglos IV-II cal. BC (More-na López et al., 2012); por encima de las cua-les se situa el nivel superficial afectado por el laboreo agrícola (UE 001) donde se mezclan materiales ibéricos, romanos y medievales, por lo que no fue muestreado para su análisis palinológico (Figura 3).

4. Metodología del estudio palinológico

El tratamiento de las 17 muestras citadas (10 g de sedimento) en el apartado anterior ha sido el usual en los estudios arqueopalino-lógicos (Burjachs et al., 2003). Éste se llevó a cabo en el Laboratorio de Arqueobiología del CCHS-CSIC en su Unidad de Palinología. Consiste en un primer ataque al sedimento con HCl para la disolución de los carbona-tos, seguido de NaOH para la eliminación de la materia orgánica, y finalmente HF para la eliminación de los silicatos. El sedimento se trató con ‘licor de Thoulet’ para la separación densimétrica de los microfósiles (Goeury y

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de Beaulieu, 1979). La porción del sedimento que se obtuvo al final del proceso se conservó en gelatina de glicerina en tubos eppendorf. No se procedió a la tinción de las muestras por la posibilidad que existe de que enmas-care la ornamentación de ciertos tipos polí-nicos. Tras el tratamiento y conservación las muestras se montaron en portaobjetos con cubreobjetos y posterior sellado con histola-que, para proceder al recuento de los distin-tos tipos polínicos y no polínicos al microsco-pio óptico (60x, 40x).

Los morfotipos polínicos han sido estable-cidos según Valdés et al. (1987), Faegri e Iversen (1989), Moore et al. (1991) y Reille (1992, 1995). En la distinción morfológica de Oleaceae se siguió a Renault-Miskovsky et al. (1976); y a Burgaz et al. (1994) en el caso de Pistacia. La identificación del morfotipo Cerealia se ha realizado de acuerdo a Beug (2004) y López Sáez y López Merino (2005). Los microfósiles no polínicos se identificaron según López Sáez et al. (1998, 2000) y van Geel (2001).

En la validación de los datos obtenidos se han aceptado las directrices estadísticas y tafonó-micas expuestas en López Sáez et al. (2003, 2006, 2013). Siempre que se ha dado una muestra por válida, el número de granos de polen contados o suma base polínica (S.B.P.) ha superado los 200 procedentes de plantas terrestres, con una variedad taxonómica mí-nima de 20 tipos polínicos distintos. En el cál-culo de los porcentajes se han excluido de la suma base polínica los taxa hidro-higrófilos y los microfósiles no polínicos, que se conside-ran de carácter local o extra-local, por lo que suelen estar sobrerrepresentados. Además, se han excluido de ésta Cardueae, Cichorioi-deae y Aster debido a su dispersión antrópica y zoófila. El valor relativo de los excluidos se ha calculado respecto a la S.B.P.

5. Resultados

En la Figura 4 se representa el histograma pa-linológico referido al análisis polínico llevado a cabo en el yacimiento arqueológico de To-

rreparedones, para lo cual se han empleado los programas TILIA y TGView (Grimm, 1992, 2004). Para llevar a cabo una descripción por-menorizada del registro paleopalinológico se han establecido una serie de zonas polínicas (ZP-1 a 4) siguiendo la clasificación divisiva (análisis de clúster jerárquico) obtenida con el programa Coniss (Grimm, 1987), que se co-rresponden con las distintas fases cronológi-cas establecidas en este yacimiento.

Durante la zona polínica 1 (ZP-1), correspon-diente a la primera fase de ocupación (Figu-ra 3) a partir del último cuarto del IV milenio cal. BC (fase I), la cobertura arbórea oscila entre 26,4 y 32,1%, siendo la encina/coscoja (Quercus ilex/coccifera tipo) el palinomorfo mayoritario (11,7-16,4%). Las formaciones herbáceas dominan los espectros polínicos (45-69,3%), particularmente Poaceae (13,4-29,4%). En la subzona ZP-1a, junto a Quercus ilex/coccifera tipo se documenta una serie de elementos arbustivos y herbáceos propios del sotobosque del encinar, caso de Aspara-gus tipo (2,3-3%), Crataegus monogyna tipo (1,9-2,6%), Genista/Retama tipo (2,7-4,1%), Labiatae (1,2-2,2%) o Paeonia (1,2-2,2%), más elementos termófilos característicos de estos ambientes mesomediterráneos cálidos como Olea europea (2,3-3%) y Pistacia lentiscus (4,1-5%). A nivel regional, en la zona ZP-1 se detecta la presencia de Quercus faginea tipo (1,5-3,2%), y extra-regionalmente de pinares de Pinus sylvestris/nigra tipo (10,8-13,2%), cuyos porcentajes, relativamente bajos en ambos casos, harían referencia a la existencia de formaciones caducifolias en umbrías y ba-rrancos en el caso de los primeros; así como de bosques de coníferas en los ambientes montañosos circundantes del Sistema Bético en los segundos, donde fueron la vegetación dominante en estos momentos del Holoceno (Carrión et al., 2001; Carrión, 2002). Los bos-ques riparios comarcales serían olmedas (Ul-mus, 1,1-1,9%). En las subzona polínica ZP-1b, a pesar de que Quercus ilex/coccifera tipo se mantiene más o menos estable respecto a la precedente, la cobertura arbustiva sufre una notable regresión, pasando del 19,2-23,8% en ZP-1a a valores de apenas 3,7-4,9% en ZP-

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1b. Ello conlleva una reducción significativa de los porcentajes de la mayor parte de taxa arbustivos, e incluso la desaparición de algu-nos (Asparagus tipo). En paralelo, la cobertu-ra herbácea se incrementa ostensiblemente: 45-51,2% en ZP-1a a 63-69,3% en ZP-1b. Las razones de estos hechos parecen estar basa-das en un mayor impacto antrópico en ZP-1b, toda vez que elementos antrópico-nitrófilos (Aster tipo, Cardueae, Cichorioideae) se in-crementan notablemente en esta subzona -Cichorioideae pasa de 5-5,6% en ZP-1a a 16,9-24,2 en ZP-1b- (Behre, 1981). En cuan-to a actividades productivas, a lo largo de la zona ZP-1 se documenta polen de cereal (Cerealia tipo) en todo momento, cuyos va-lores porcentuales (3-6,9%) son suficientes para admitir la existencia de cultivos in situ en el propio yacimiento (López Sáez y López Merino, 2005). En ZP-1 la presencia de ele-mentos antropozoógenos (Plantago lancelata tipo, P. major/media tipo, Urtica dioica tipo) así como de hongos coprófilos (Sordaria sp., Sporormiella sp., Podospora sp.) es constante y con valores relativamente elevados, de un 10% en el caso de los primeros y cercano al 20% en los segundos. Las herbáceas xerófi-las (Artemisia, Chenopodiaceae) representan aproximadamente un 5% frente al 2,7-4,8%

de las higrófilas (Cyperaceae), aunque se pro-duce un aumento progresivo de las primeras frente a la segundas en la subzona ZP-1b, pa-ralelo al incremento de Poaceae.

En la zona polínica 2 (ZP-2) la cobertura arbó-rea se recupera notablemente (45,9-52,2%), siendo especialmente evidente el caso de Quercus ilex/coccifera tipo (27,5-29,4%) y en menor medida de Q. faginea tipo (5-9,2%), mientras que Pinus sylvestris/nigra tipo (11-13,5%) mantiene valores semejantes a la zona precedente. A su vez, la cobertura ar-bustiva (13,6-16,7%) también se recupera, alcanzando porcentajes similares a la sub-zona ZP-1a. Dentro de ésta los elementos más significativos son Pistacia lentiscus (4,4-5,9%), Rhamnus alaternus tipo (4,4-6,3%), Genista/Retama tipo (1,8-2,7%) y Crataegus monogyna tipo (0,9-1,8%), ya que tanto As-paragus tipo como Olea europaea no se do-cumentan. Paeonia (1,4-2,2%), un elemento característico del encinar basófilo, igualmen-te aumenta sus valores. A diferencia de ZP-1, en ZP-2 la cobertura herbácea desciende os-tensiblemente (34,2-37,4%), particularmen-te Poaceae (14,9-17,5%) y todo el elenco de elementos antrópico-nitrófilos (Aster tipo, Cardueae, Cichorioideae) y antropozoóge-

Figura 4: Diagrama palinológico del yacimiento arqueológico de Torreparedones (Baena, Córdoba).Figure 4: Pollen diagram of the archaeological site of Torreparedones (Baena, Córdoba).

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nos (Plantago lancelata tipo, P. major/media tipo, Urtica dioica tipo) que prácticamente desaparecen. No hay constancia de polen de cereal ni de hongos coprófilos, por lo que en este periodo no se documentan actividades agrícolas ni ganaderas a nivel palinológico. El espectro polínico de la UE 1359 alberga no-tables valores de elementos xerófilos como Artemisia (10,8%) y Chenopodiaceae (0,9%), mientras que los higrófilos (Cyperaceae) es-tán ausentes. En cambio, el espectro políni-co de la UE 1354 ofrece porcentajes bajos de elementos xerófilos (Artemisia 2,2%) y al-tos de higrófilos (Cyperaceae 11%) y Ulmus (2,6%).

La zona polínica ZP-3 se corresponde con la fase III del yacimiento de Torreparedones (Figura 3), aunque la muestra superior de ésta (UE 1341) se incluya, según el análisis de conglomerados, en la siguiente zona po-línica ZP-4 (Figura 4) por lo que más tarde se comentará. En ZP-3 la cobertura arbórea vuelve a sufrir una importante regresión ha-cia valores de 15,6-20,7%, siendo muy rese-ñable el descenso porcentual progresivo de Quercus ilex/coccifera tipo (11,2 a 7,2%) y Q. faginea tipo (1,3-2,6%), e incluso de Pinus sylvestris/nigra tipo (5,9-9,7%). La cobertura arbustiva (11,6 a 6,3%) se reduce en para-lelo a la arbórea (especialmente reseñable en el caso de Pistacia lentiscus y Rhamnus alaternus tipo, desapareciendo Genista/Retama tipo y documentándose de nuevo Asparagus tipo y Olea europaea), mientras que la herbácea se incrementa notablemen-te (67,8-77,6%; elevándose Poaceae al 30-38,4%). Las razones de tal disminución de la cobertura arbóreo-arbustiva deben ponerse en relación con un impacto antrópico ele-vado durante el Bronce Final, toda vez que elementos antrópico-nitrófilos (Aster tipo, Cardueae, Cichorioideae) y antropozoóge-nos (Plantago lancelata tipo, P. major/media tipo, Urtica dioica tipo), y malas hierbas de cultivos o plantas ruderales (Rumex acetosa tipo, R. acetosella tipo, etc.), se incremen-tan considerablemente, alcanzando los pri-meros, en conjunto, valores del orden del 40-50% respecto a la S.B.P., y los segundos

superiores al 15%. A su vez, los hongos co-prófilos elevan sus porcentajes (especial-mente Sordaria sp.), documentándose de nuevo polen de cereal (3-5,5%) e incluso de haba (Vicia faba tipo, 1,7-2,5%) en tres de las muestras. En esta zona el porcentaje de elementos higrófilos (Cyperaceae) es muy bajo (< 1%), siendo más elevados el de xeró-filos (Artemisia: 1,3-3,9% y Chenopodiaceae: 2,6-3,8%).

La muestra de techo de esta fase III, corres-pondiente a la UE 1341 (Figura 3), se incluye dentro de la zona polínica ZP-4, junto a las dos muestras analizadas de la Época Ibérica (Figura 4), debido a los elevados porcenta-jes de Quercus faginea tipo (3,9%), Ulmus (4,7%) y Cyperaceae (9,9%), superiores en cualquier caso a los que presentan estos pa-linomorfos en ZP-3, ya que el resto albergan valores semejantes en la UE 1341 respecto al resto de muestras de la fase III del yacimien-to. Durante el desarrollo de la UE 1341 se sigue documentado polen de cereal (4,3%) pero no así de Vicia faba tipo, presencia de elementos antropozoógenos y hongos co-prófilos.

Finalmente, la fase IV está representada en el diagrama polínico (Figura 4) por las muestras de las UEs 965B y 965A (Figu-ra 3), incluídas en la zona polínica ZP-4. En ambas, la cobertura arbórea es más eleva-da (23,1-28,9%) que en la fase III, mientras que la arbustiva desciende ligeramente (4,6-4,7%) y la herbácea apenas se modi-fica (66,5-72,2%). Quercus ilex/coccifera tipo (6,5-8,7%) y Pinus sylvestris/nigra tipo (6,5-8,1%) mantienen los valores de la fase precedente; no así el resto de elementos arbóreos que aumentan: Quercus faginea tipo (6,5-7,5%) y Ulmus (3,6-4,6%). Entre las herbáceas, Poaceae sigue siendo el mayori-tario (31,8-40,8%), abundando, como en el Bronce Final, elementos antropico-nitrófilos, antropozoógenos, malas hierbas de cultivos y plantas ruderales. De hecho, los primeros aumentan respecto a la fase III (Cichorioi-deae 26-31,2%, Cardueae 15,6-23,1%), im-plicando con ello un impacto antrópico más

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elevado (Behre, 1981). Éste se confirma por la recurrencia de polen de cereal (4,6-5,3%) y hongos coprófilos. En estas dos muestra de ZP-4 no se documentan elementos xerófilos (Artemisia y Chenopodiaceae, mientras que los higrófilos (Cyperaceae) albergan valores porcentuales notables (10,4-16,6%).

6. Procesos sociales y ambientales en la campiña de Córdoba entre el IV y el I mi-lenios cal. BC

6.1. La primera ocupación del Torreparedones durante el Calcolítico (ca. - cal. BC)

Los espectros polínicos de ZP-1 (Figura 4) re-flejan la existencia de una cobertura arbórea escasa de encinar y/o coscojar (Quercus ilex/coccifera tipo), dentro de la cual se documen-tan elementos arbustivos característicos del encinar basófilo mesomediterráneo bético así como otros elementos termófilos (acebuche, lentisco). Gracias a estudios de lluvia polínica actual emprendidos en este tipo de bosques (López Sáez et al., 2010), tales porcentajes representarían un encinar de tipo dehesa, dominado porcentualmente por formaciones herbáceas; aunque no hay que desechar la posibilidad de que el morfotipo Quercus ilex/coccifera esté representando tanto formacio-nes arbóreas de encina (Quercus ilex) como arbustivas de coscoja (Q. coccifera), ya que precisamente esta segunda suele formar par-te de las primeras etapas de sustitución del encinar en ambientes degradados. Los espec-tros polínicos de esta primera fase de ocupa-ción de Torreparedones (fase I) son totalmen-te concordantes con otros análisis palinológi-cos realizados en yacimientos arqueológicos regionales de estas mismas cronologías (fi-nales del IV-III milenio cal. BC), caso de Mon-turque (López Palomo, 1993) y Llanete de los Moros (López García y López Sáez, 1994c) (Fi-gura 1); en los cuales, durante el Calcolítico, también se documenta un paisaje enorme-mente deforestado de encinar/coscojar, pre-ponderando herbáceas (Poaceae), antrópicas (Cichorioideae, Cardueae) y antropozoóge-

nas (Plantago), así como el cultivo de cerea-les (máximo 6,2%) en Monturque. Fuera del ámbito de estudio, los espectros polínicos de esta primera fase de Torreparedones también son concordantes con los datos palinológicos de algunos yacimientos calcolíticos de la pro-vincia de Sevilla, caso de los de Calle Calatrava (Carmona), La Gallega y Matarrubilla (Valen-cina de la Concepción) (Llergo y Ubera, 2006, 2008a), donde la cobertura forestal aparece sumamente alterada, confirmándose el culti-vo de cereales.

Las actividades agrícolas documentadas a ni-vel polínico en la fase I de Torreparedones co-rroboran el estudio carpológico realizado en las UEs correspondientes a esta primera fase de ocupación del yacimiento (Jones y Reed, 1999; Martínez Sánchez et al., 2014), que re-gistró restos de dos cereales, concretamente cebada vestida (Hordeum vulgare subsp. vul-gare) y trigo desnudo (Triticum aestivum-du-rum). Por su parte, la abundancia de hongos coprófilos (Sordaria sp., Sporormiella sp., Po-dospora sp.), así como de herbáceas antropo-zoógenas (Plantago lancelata tipo, P. major/media tipo, Urtica dioica tipo), permitiría ad-mitir una elevada presión pastoral en el en-torno inmediato del sitio (López Sáez y López Merino, 2007). Tal presión pastoral corrobora lo documentado en el registro arqueozooló-gico del yacimiento, en el que predomina la fauna doméstica, particularmente restos de caprinos (cabra y oveja) y cerdos inmaduros, y en menor medida bovinos (Hamilton, 1999; Martínez Sánchez et al., 2014). Tanto activi-dades agrícolas como ganaderas parecen ser más importantes en la subzona ZP-1b, confir-mando ese aumento del impacto antrópico antes comentado.

Desde un punto de vista climático, en la zona ZP-1 de Torreparedones las herbáceas xerófi-las (Artemisia, Chenopodiaceae) son siempre más abundantes que las higrófilas (Cypera-ceae), aumentado progresivamente las pri-meras a lo largo de la subzona ZP-1b. Estos datos confirmarían el proceso de aridificación creciente y xerofitización que ha sufrido el sur de la Península Ibérica a partir del IV milenio

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cal. BC, más intenso si cabe en el milenio si-guiente cuando además el impacto antrópico fue mayor (Jalut et al., 1997, 2000; Fuentes et al., 2005; Carrión et al., 2010).

Los datos antes expuestos se encuadran den-tro de los procesos sociales que se documen-tan a partir de mediados del IV milenio cal. BC en la vega del Guadalquivir y las campiñas de Córdoba y Jaén, cuando se produce la ma-duración de un tejido ocupacional que tiende a extenderse, precisamente, sobre terrenos aluviales y zonas margosas del interfluvio Guadalquivir-Guadajoz-Salado de Porcuna, produciéndose una densidad de localizacio-nes sin precedentes en el área de estudio para momentos anteriores (Nocete, 1994; Martínez Sánchez et al., 2014). La fecha dis-ponible para la UE 1389 arroja un intervalo cronológico entre 3261-2917 cal. BC (Tabla 1), mostrando, por tanto, una posible funda-ción del núcleo habitado de Torreparedones a partir del último cuarto del IV milenio cal. BC, con una mayor probabilidad en el último siglo de dicho milenio (3013 cal. BC). Esta fe-cha es comparable a las fases fundacionales de algunos yacimientos de Jaén como Eras del Alcázar de Úbeda (Lizcano et al., 2009) y Po-lideportivo de Martos (Cámara et al., 2010), o de Córdoba caso de Llanete de los Moros (Martín de la Cruz et al., 2000) e Iglesia Anti-gua de Alcolea (Martínez Sánchez, 2013).

En definitiva, este tipo de asentamientos, de raigambre agrícola, definidos en el territorio por la presencia abundante de estructuras circulares excavadas en el suelo en forma de silo, empezaron a desarrollarse sobre todo a partir de ca. 3300-3100 cal. BC según las fe-chas de los yacimientos citados; alcanzando, en el caso de la campiña cordobesa, más del medio centenar (Martínez Sánchez, 2013). Muchos continuaron habitados a lo largo del III milenio cal. BC, probablemente gracias a la difusión del arado y la tracción animal y el desarrollo de nuevas tecnologías agrícolas; hechos que, en su conjunto, facilitaron esta nueva forma de poblamiento en la campiña del Guadalquivir y su implantación en un te-rritorio explotado durante el Neolítico con

mucha menor intensidad (López Sáez et al., 2011), quizá por el carácter margoso de sus suelos y la escasa disponibilidad de agua (Martínez Sánchez et al., 2014). De hecho, el registro carpológico de Torreparedones, como se señaló, únicamente documentó dos cereales (cebada vestida y trigo desnudo), simplificación ésta que podría haber estado vinculada a una generalización de un modelo de producción extensivo relacionado con la introducción del arado y los cultivos en seca-no (Pérez Jordà y Peña Chocarro, 2013). Dicho registro contrasta con el estudio carpológico del yacimiento de Eras del Alcázar de Úbeda, en la comarca jienense de La Loma, donde los trigos desnudos dominan junto a la cebada desnuda (Hordeum vulgare var. nudum) entre 3500-2500 cal. BC, junto a algún macrorres-to de escanda menor (Triticum dicoccum), haba (Vicia faba), yero (V. ervilia) y guisante (Pisum sativum) (Montes Moya, 2011). A tal respecto, se ha propuesto, para la depresión del Guadalquivir, un tipo de modelo producti-vo que permitiría explotar el territorio de una manera mucho más efectiva, desarrollando una agricultura extensiva fundamentalmen-te de secano, con una menor producción por hectárea pero con la posibilidad de aumentar la producción total mediante la roturación de amplias superficies, facilitando así una concentración de la población en núcleos de mayor entidad como los que se documentan a partir de mediados del IV milenio cal. BC (Martínez Sánchez, 2013).

6.2. Fase de abandono de Torreparedones (ca. - cal. BC)

La zona polínica ZP-2 de Torreparedones (Fi-gura 4) corresponde a una fase de despobla-ción del yacimiento (fase II) apenas iniciado el III milenio cal. BC (Figura 3), lo cual queda co-rroborado polínicamente por la recuperación de la cobertura arbórea y arbustiva, la dismi-nución de elementos antrópico-nitrófilos y antropozoógenos, pero con mayor evidencia por la no documentación de polen de cereal ni de ascosporas de hongos coprófilos. Las excavaciones emprendidas en el yacimiento

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(Cunliffe y Fernández Castro, 1999; Martínez Sánchez et al., 2014) demuestran que éste no presenta una ocupación diacrónica sin so-lución de continuidad, sino que muestra, al menos para la Prehistoria reciente, una inte-rrupción de su poblamiento entre el Calcolí-tico y el Bronce Final (ca. 2900-1100 cal. BC). Esta “disrupción” ocupacional es un hecho observable en amplios territorios de la Baja Andalucía, no siendo una excepción el Gua-dalquivir Medio (Martínez Sánchez, 2014). No obstante, en el sector central de la Cuenca del Guadalquivir, se conoce la existencia de algunos enclaves menores en cerros de fácil defensa en el piedemonte de Sierra Morena, como Cerro del Cañaveralejo o Mesa Blanca, así como algunos establecimientos de enti-dad en la campiña cordobesa caso del Casti-llo de Monturque (López Palomo, 1993) que cuenta con una secuencia continua desde el Campaniforme al Bronce Final, o el de Zóñar en Aguilar de la Frontera (Murillo Redondo y Ruiz Lara, 1992), Cabezo de Córdoba, Los Al-miares, Cerro Jesús y otros inéditos (Martínez Sánchez, 2013); es decir, hábitats ocupados durante buena parte del II milenio cal. BC.

Siguiendo el discurso anterior, en el estudio palinológico de los yacimientos jienenses de las Eras del Alcázar de Úbeda y Cerro del Al-cázar de Baeza (Fuentes et al., 2007), entre ca. 2740-1825 y 2165-1887 cal. BC respec-tivamente, su mayor cercanía a la Sierra de Cazorla-Segura permite que sus espectros po-línicos estén dominados por pinares altimon-tanos, aunque la vegetación potencial del si-tio, el encinar, se encuentra muy degradada (<20%), documentándose apariciones espo-rádicas de polen de cereal así como presión pastoral (identificación de hongos coprófilos y Plantago). La progresiva aridificación del III milenio cal. BC se denota por el aumento ex-ponencial de los valores de xerófilos y Olea, sin que haya evidencias claras de fases más húmedas. El registro carpológico de las Eras del Alcázar de Úbeda, durante el Calcolítico reciente-Campaniforme (ca. 2200-2000 cal. BC), es aún más diverso que en el periodo anterior ya citado, pues a la dominancia de cebada desnuda y trigo desnudo se une la

continuidad de habas, guisantes y escanda menor, y la aparición de escaña (Triticum mo-nococcum) y almortas (Lathyrus sativus/ci-cera) (Montes Moya, 2011). Durante la Edad del Bronce de este yacimiento (ca. 2000-1500 cal. BC), así como el del Cerro del Alcázar de Baeza, el registro carpológico incorpora la ce-bada vestida y el lino (Linum usitatissimum) (Montes Moya, 2011). Hacia ca. 1500 cal. BC, el estudio carpológico del poblado de la Edad del Bronce de Peñalosa (Baños de la Encina, Jaén) ofrece datos muy semejantes a los de los dos yacimientos anteriores, documentán-dose mayoritariamente trigo desnudo, ceba-da desnuda y vestida, y ocasionalmente es-caña, escanda menor, mijo/panizo (Panicum/Setaria) y ciertas leguminosas como almorta, haba y guisante (Arnanz, 1991; Peña Choca-rro, 2000); es decir, un patrón común al de otros yacimientos de la Edad del Bronce en Andalucía (Buxó, 1997). En resumen, en un marco cronológico que no está recogido en Torreparedones (III-II milenios cal. BC), en la comarca de La Loma y en las estribaciones meridionales de Sierra Morena, en Jaén, se practicó un cultivo de secano donde los ce-reales más importantes entre el Calcolítico y la Edad del Bronce fueron la cebada desnu-da y el trigo desnudo, a los que se añadirían huertas para el cultivo de leguminosas como el haba o el guisante.

Este cómputo de datos plantea el interrogan-te sobre cuáles pudieron ser las razones del abandono de Torreparedones y otros yaci-mientos semejantes de la campiña cordobesa a inicios del III milenio cal. BC., y por qué en cambio otros sí fueron ocupados mostran-do una diversidad agrícola enorme como los tres de la provincia de Jaén antes citados. Lo interesante de la cuestión planteada, que marcaría el fin del mundo calcolítico en Torre-paredones, es que dicho hiato arqueológico parece producirse, cronológicamente hablan-do, a partir de un evento climático abrupto extremadamente árido, conocido en la biblio-grafía como evento 4200 cal. BP (De Meno-cal, 2001), ocurrido entre 2350 y 1850 cal. BC aproximadamente (Magny, 1993, 2004). Di-cho evento ha sido reconocido como una fase

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de aridificación muy importante en la Penín-sula Ibérica (Burjachs et al., 1997, 2000; Jalut et al., 1997, 2000; Julià et al., 2000, 2001; Fa-bián García et al., 2006). Magny et al. (2009), no obstante, sostienen que este evento, en el Mediterráneo Occidental, se caracteriza-ría por una oscilación climática tripartita con dos fases más húmedas (2350-2150 y 2000-1850 cal. BC) separadas por una fase excep-cionalmente árida (2150-2000 cal. BC). En el caso que nos concierne, es precisamente en el marco cronológico en el que se desarrolla dicho evento climático abrupto cuando se produce el abandono de una gran cantidad de poblados calcolíticos en el Mediodía peninsu-lar (Díaz del Río, 2013), extendiéndose dicho hiato hasta el denominado Bronce Reciente en muchas de las secuencias del Suroeste ibé-rico; determinando, en proporción, una esca-sa incidencia de dataciones radiocarbónicas (García Sanjuán y Odriozola Lloret, 2012).

En la UE 1359 abundan los elementos xeró-filos, estando ausentes los higrófilos, lo que permitiría correlacionarla con la mencionada fase árida ca. 2150-2000 cal. BC, sin que ello excluya que también pueda tener relación con un marco cronológico anterior al evento 4200 cal. BP, en cualquier caso posterior al progresivo abandono del yacimiento iniciado hacia 2900 cal. BC, pues como ya se dijo res-pecto a la fase I, la tónica climática durante el III milenio cal. BC fue un proceso de aridi-ficación creciente (Carrión et al., 2010). En cambio, en la UE 1354 los elementos xerófilos son escasos mientras que el porcentaje de hi-grófilos y olmo es relativamente elevado, de ahí que sea factible ponerla en relación con alguna de las dos fases húmedas definidas con anterioridad. En cualquier caso, el vacío arqueológico que supone esta fase II de To-rreparedones se extendería hasta la segunda ocupación del yacimiento durante el Bronce Final hacia 1100 cal. BC, por lo que mayor pre-cisión cronológica no es posible.

En definitiva, en la actualidad aún resulta arriesgado relacionar inequívocamente el abandono y despoblación de Torreparedones, así como de otros yacimientos de la campiña

cordobesa, con el evento climático abrupto del 4200 cal. BP. A tal respecto, el registro pa-leoambiental de la laguna de Zóñar (Martín Puertas et al., 2008) puede resultar informati-vo al demostrar la progresiva aridificación del área durante el III milenio cal. BC, momento en que los niveles lacustres descendieron lle-gando a secarse la laguna, aunque desafor-tunadamente el comienzo de dicho evento climático abrupto no pudo ser ni registrado ni datado. En cualquier caso, las consecuencias negativas de este episodio climático de pro-longada desecación han sido puestas de ma-nifiesto en muchas zonas del Mediterráneo (Wiener, 2014), provocando colapso de cier-tas civilizaciones y procesos migratorios, por lo que no se debe abandonar la posibilidad de su incidencia en el discurrir socioecológico de Torreparedones. De hecho, contrasta so-bremanera que en La Loma jienense no sólo hubo poblamiento en el III y II milenios cal. BC, sino que además se dispuso de una amplia va-riabilidad de cultivos. En este sentido, podría albergarse la hipótesis, ya planteada por otros autores (López Sáez et al., 2001; Fabián García et al., 2006; Navarro Hervás et al., 2014), de que tal cambio climático abrupto tuvo efectos negativos en el poblamiento en aquellas zonas hidrológicamente muy sensibles, como pudo ser la campiña cordobesa durante el III milenio cal. BC, probablemente por el agotamiento de los recursos; mientras que en otras, caso de comarca de La Loma o en Baños de la Encina en Jaén, por su situación en un ambiente más protegido por las estribaciones montañosas de las sierras de Cazorla-Segura y Sierra More-na respectivamente (Figura 1), una mayor dis-ponibilidad de recursos permitió el desarrollo de una agricultura intensiva y diversa.

6.3. La segunda ocupación de Torreparedones durante el Bronce Final (ca. - cal. BC)

La zona polínica ZP-3 de Torreparedones (Fi-gura 4) corresponde a la segunda ocupación del yacimiento al final de la Edad del Bronce (fase III) entre el último siglo del II milenio cal. BC y los tres primeros del I milenio cal.

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BC (Figura 3). Palinológicamente, esta nueva ocupación se constata por una disminución muy importante de la cobertura arbórea y arbustiva, y por el progreso de formaciones herbáceas, particularmente de elementos florísticos vinculados a la antropización del entorno: antropico-nitrófilos, antropozoóge-nos y malas hierbas de cultivo. En paralelo se produce un nuevo repunte de las activida-des agrícolas versadas tanto en los cereales como en las leguminosas (haba) así como de la ganadería con nuevos máximos de hongos coprófilos. Resumiendo, el notable desarro-llo de actividades productivas, versadas en la agricultura y la ganadería, habría provocado una influencia antrópica más elevada que habría afectado notablemente al bosque de encinas y/o coscojas, adquiriendo éste una fisionomía de formación sumamente abierta, más incluso que las dehesas (López Sáez et al., 2010). Los datos polínicos corroboran así los estudios zooarqueológico y carpológico de la fase III de Torreparedones (Hamilton, 1999; Jones y Reed, 1999; Martínez Sánchez et al., 2014), que refieren el dominio de la fauna do-méstica (con especial protagonismo para los caprinos) y el cultivo de trigos desnudos, y en menor medida cebada e incluso habas. A su vez, estos datos confirman otros aportados por registros palinológicos de esta misma cro-nología (Figura 1), caso del yacimiento de Ate-gua (López García, 1986; López García y López Sáez, 1994a, 1994b; Llergo y Ubera, 2008b) o el de Monturque (López Palomo, 1993), en los cuales durante la Edad del Bronce el clima fue fundamentalmente árido, cultivándose cereales y existiendo una importante pre-sión pastoral y antrópica (abundancia de taxa antropozoógenos y nitrófilos) en un paisaje enormemente deforestado.

Los espectros polínicos de la fase III de Torre-paredones confirman el hecho de que a par-tir de ca. 1100 cal. BC la campiña cordobesa vuelve a mostrar una densidad de ocupación sorprendentemente elevada (Martínez Sán-chez, 2014), abundando emplazamientos de pequeñas dimensiones que han sido interpre-tados en su mayor parte como explotaciones agrícolas (Murillo Redondo y Morena López,

1992; Murillo Redondo, 1994). Durante el Bronce Final el yacimiento de Torreparedones se refunda con su segunda ocupación a fina-les del II milenio cal. BC.

Desde un punto de vista climático, la zona ZP-3 (Figura 4) se caracteriza por valores mínimos de elementos higrófilos y más ele-vados de xerófilos, lo que permitiría aducir condiciones áridas -no tanto como en ZP-2- y posiblemente térmicas por la reaparición del acebuche (Olea europaea). De hecho, las dos subzonas de ZP-3 se diferencian entre sí por una mayor preponderancia de este taxón en la primera (ZP-3a). El registro paleoambiental de la laguna de Zóñar (Martín Puertas et al., 2008) corrobora estas tendencias climáticas, mostrando como en torno a 1050 cal. BC se inicia un periodo más húmedo con el esta-blecimiento de un sistema lacustre salobre y poco profundo, y más térmico con el incre-mento porcentual de acebuche.

El espectro polínico de la UE 1341 (Figura 4), que representa el techo de la fase III de To-rreparedones (Figura 3), denota el aumento porcentual de formaciones caducifolias de Quercus (Quercus faginea tipo), así como de la olmeda y de los pastos húmedos de Cy-peraceae, todo lo cual la separa del resto de muestras de la zona ZP-3 y estadísticamente la sitúa junto a las de ZP-4. Estos datos con-firman lo apuntado por el registro paleoam-biental de la laguna de Zóñar, el cual muestra un periodo especialmente húmedo ca. 750-550 cal. BC, coincidente con el colapso de la civilización tartésica en un momento en el que las condiciones climáticas eran más esta-bles y húmedas (Martín Puertas et al., 2008).

6.4. La paleovegetación en la Baja Época Ibé-rica (siglos IV-II cal. BC)

La zona polínica ZP-4 de Torreparedones (Figu-ra 4), exceptuando la muestra de la UE 1341 comentada antes, se ubica cronoculturalmen-te en Baja Época Ibérica o fase IV (Figura 3). Sus espectros polínicos demuestran cierto progre-so de las formaciones mesófilas de quercíneas

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caducifolias (posiblemente quejigares si se tiene en cuenta la vegetación climácia actual de la región) y olmedas, frente al detrimento de las esclerófilas de encinar/coscojar. La des-aparición de Olea europaea, Asparagus tipo y Paeonia en esta fase IV podría ponerse en relación con un momento menos térmico que el demostrado en la fase III.

Aunque no haya registro carpológico de esta fase IV de Torreparedones, resulta significati-vo el hecho de que en los espectros polínicos aparezca polen de cereal pero no así de legu-minosas cultivadas. En el yacimiento ibérico del Cerro de la Cruz (Almedinilla, Córdoba) se recuperaron macrorrestos vegetales car-bonizados en áreas de transformación de ali-mentos y de almacenaje de ánforas, datados a mediados del siglo II cal. BC. El registro car-pológico de este yacimiento (Arnanz, 2000), situado en la Subbética cordobesa, es muy interesante por la aparición no sólo de cerea-les (Triticum dicoccum, T. aestivum-durum, Hordeum vulgare var. nudum) sino también de dos leguminosas (Vicia ervilia, V. sativa), lo que de nuevo plantea la dualidad de recursos y la capacidad de explotación del medio entre las zonas de campiña, como Torreparedones, y los ambientes más de montaña. A tal res-pecto, el análisis palinológico emprendido en los niveles de ocupación ibérica de El Pajari-llo (Huelma, Jaén), emplazado en la vertiente meridional de Sierra Mágina y con una crono-logía semejante a la de Torreparedones, resul-ta significativo al demostrar una fuerte antro-pización sobre los bosques de pino, los cuales se deforestarían mediante el uso antrópico del fuego para así lograr zonas aclaradas don-de se desarrollaría una agricultura cerealística notable, todo lo cual conllevaría el desarrollo de una ingente flora nitrófila (López García y López Sáez, 1996, 1998). Lo mismo puede se-ñalarse del registro polínico y carpológico del oppidum de Puente Tablas, en el curso alto del Guadalquivir en Jaén (Ruiz Taboada y Rodrí-guez Ariza, 2002), que ofrece datos sustancia-les sobre la importancia cada vez mayor de la agricultura (de cereales y leguminosas) entre el V y el III siglo cal. BC en paralelo a una defo-restación progresiva del paisaje.

En definitiva, la problemática comentada podría situarse dentro de la contradicción urbano-rural de la sociedad íbera del valle del río Guadalquivir referida por Ruiz Ta-boada y Rodríguez Ariza (2002); es decir, por el abandono de las tradicionales formas de vida aldeana construídas históricamente desde el Neolítico, que darían lugar a una notable concentracción de la población en oppida fortificados como el de Torreparedo-nes (Morena López et al., 2012). Esto con-duciría a una especialización de los cultivos muy concreta: más diversos en áreas situa-das al amparo de rebordes montañosos que en zonas de campiña; sin lugar a dudas en relación directa con los ciclos biológicos de las especies cultivadas.

En esta fase IV se confirma la tendencia climá-tica apuntada por la muestra de la UE 1341, con la que se engloban en la zona polínica ZP-4, ya que los elementos xerófilos (Artemisia y Chenopodiaceae) han desaparecido por com-pleto, mientras que los higrófilos (Cyperaceae) se elevan considerablemente, señalando con ello un periodo especialmente húmedo. Las mismas condiciones de elevada humedad ambiental se detectan en los niveles ibéricos del análisis palinológico de El Pajarillo (López García y López Sáez, 1996, 1998), en los que prosperan árboles mesófilos (Quercus caduci-folios, Fraxinus, Alnus, Juglans, Ulmus), her-báceas hidro-higrófilas (Cyperaceae, Nuphar, Myriophyllum, Typha), Filicales monoletes y triletes, así como otros elementos indicativos de condiciones térmicas (Capparis, Selagi-nella). Este periodo húmedo ha sido puesto de manifiesto, con gran nitidez, en el registro paleoambiental de la laguna de Zóñar, corres-pondiendo al denominado Periodo Húmedo Íbero-Romano, particularmente con una fase de sedimentación varvada ca. 550-150 cal. BC (Martín Puertas et al., 2008, 2009).

Agradecimientos

Este trabajo ha sido financiado por el Proyecto de investigación de Excelencia P11RNM-7033 de la Junta de Andalucía.

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Cuaternario y GeomorfologíaISSN: 0214-1744

www.rediris.es/CuaternarioyGeomorfologia/Cy

G

Derechos de reproducción bajo licencia Creative Commons 3.0. Se permite su inclusión en repositorios sin ánimo de lucro.

doi:10.17735/cyg.v29i3-4.36540

Ratio LE para el ajuste de perfiles longitudinales en cursos fluviales de montaña. Aplicación a la cuenca del río Almáchar (Málaga, España)

LE rate to adjust longitudinal profiles on mountain fluvial courses. Application on Almáchar river (Malaga, Spain)

Rodrigo-Comino, J.(1 2), Senciales-González, J.M.(2)

(1) Departamento de Geografía Física, Universidad de Trier. Behringstraße, Campus II, C.P. 54296,Trier, Alemania ([email protected]).

(2) Departmento de Geografía, Universidad de Málaga, Málaga, España.

Resumen

La ratio LE (Logarítmica exponencial) puede ser una herramienta geomorfológica eficaz para ajustar perfiles longitudinales de cuencas fluviales montuosas de pequeña extensión. Debe ser aplicada utilizando la altitud como variable independiente. Para el río Almáchar de la provincia de Málaga (España), con elevadas pen-dientes y una vocación agrícola fundamentalmente vitivinícola, se ha conseguido un ajuste final de R2=0,96. Estos cálculos permiten detectar y cuantificar en qué intervalos se han producido anomalías o rupturas (knic-kpoints) de origen geomorfológico y/o geológico. Para este caso, los tramos con mayores diferencias entre el perfil real y el ajustado fueron los intervalos de altitud comprendidos entre 200-300 m y mayores a 500 m.s.n.m. Los resultados muestran una correlación directa entre la disminución de las anomalías con la apa-rición de vegetación natural (0,86), y un aumento de ellas con el incremento de los cultivos de la vid y la construcción de caminos.

Palabras clave: Ratio LE; río Almáchar; perfil longitudinal; topografía; usos del suelo.

Abstract

To adjust longitudinal profiles of little hilly fluvial streams, the LE ratio (exponential logarithmic) can be a useful geomorphological tool. It should be applied using height as independent variable. R2=0.96 has been the final adjusted for the Almáchar River (Málaga, Spain), which is characterized by elevated slopes along large extensions of conventional vineyards. Furthermore, anomalies or ruptures (knickpoints) with different geomorphological and geological origins were detected and quantified. For this case, the intervals of heights with the most differences between the real and the adjusted profile were noted between 200-300 m and

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more than 500 m.a.s.l. The results showed a direct correlation between the decreasing of the anomalies with geomorphological origin and the natural vegetation extensions (0.86), and an increasing generated by the expansion of the vineyards and constructions of roads.

Key words: LE ratio; Almáchar River; longitudinal profile; topography; land uses.

1. Las cuencas fluviales y el perfil longitudi-nal

La red fluvial se articula en forma de esquele-to a través del paisaje que observamos (Antón et al., 2014). Sus marcas en el territorio plas-man los principales cambios inducidos por la actividad tectónica, la variabilidad climática (Whipple, 2004) y la actividad del ser huma-no durante el holoceno. Estas sucesiones e inestabilidades son el resultado de la compe-tencia entre fuerzas de diferente intensidad y procedencia, que están en continua evolu-ción (Willet et al., 2001; Scotti et al., 2014).

W.M. Davis propuso en 1899 el Ciclo Geográ-fico y la Teoría del Perfil de Equilibrio de los ríos (Davis, 1909, 1932). Este concepto ha-bría podido ser aplicado a todos los cursos de agua que fluyen a través de las cadenas de plegamiento alpinas si la intervención de los movimientos tectónicos en su evolución no fuera, en ocasiones, tan determinante (Radoane et al. 2003; Monteiro et al., 2010; Demoulin, 2011).

A pesar de esta afirmación, actualmente tam-poco existe una argumentación climática, hidrogeológica, geomorfológica o ingenieril precisa que aclare las causas únicas del desa-rrollo de la red de drenaje en dichos medios montañosos, afectados o no por el ser huma-no (Allen, 2008; Strak et al., 2011; Scotti et al., 2014).

La morfometría, en general, estudia las “for-mas y dimensiones del terreno a partir de la aplicación de procedimientos matemáticos que sirven para su estudio y catalogación” (Pedraza Gilsanz, 1996; Gosálvez et al. 2009). Según Bates y Jackson (2003) el análisis de las marcas concretas de tipo geomorfológico de

la superficie de la Tierra podría servir para cuantificar procesos y obtener conclusiones sobre la evolución de los ríos y su actual re-corrido. Por lo tanto, entender estos cambios generados sobre las laderas a lo largo de un perfil longitudinal, podría mostrar con pre-cisión áreas de acumulación o aceleraciones provocadas por las variaciones de la pendien-te, los cambios litológicos o estructurales y, por consiguiente, la evolución del paisaje per-cibido. Sin duda, una herramienta poderosa e interesante desde el punto de vista del cono-cimiento científico (Capó y García, 2014).

Numerosos autores han abordado el estudio de los perfiles longitudinales de los ríos para este cometido y difieren en que tenga cual-quier similitud la línea obtenida con una teó-rica curva semilogarítmica (Chen et al., 2006; Vágó, 2010). De esta forma, la mayoría de co-rrientes de corto recorrido mostrarían perfi-les cóncavos que, teniendo en cuenta una se-rie de variables dependientes e independien-tes, podrían llegar a ajustarse a ecuaciones de tipo logarítmico o exponencial logarítmico (Morisawa, 1985).

Tradicionalmente, el método más utilizado ha sido la ecuación de Hack sobre medios naturales (1957, 1973, 1975), siendo la base para la creación de algunas modificaciones publicadas recientemente según el ámbito estudiado (Chen et al., 2006; Vágó, 2010). Di-cho modelo fue aplicado para comprender las diversas relaciones (parciales) entre la altura (variable dependiente) y la longitud (variable independiente). El índice propuesto se deno-minó “SL”. Dicha ratio debe entenderse como la “diferencia entre la altitud de dos puntos en el perfil, dividida por la resta entre los logarit-mos naturales de las longitudes en ese mismo punto (Hack, 1957)”.

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Por otra parte, otro de sus objetivos fue de-terminar las anomalías o cambios produci-dos en el perfil conforme variaba la litología, ligada a las relaciones entre la pendiente, la carga y el volumen del caudal de la corriente. Más adelante, Hack simplificaría este índice de tal modo que fuera medida la longitud de la corriente desde la divisoria, utilizando la di-ferencia en elevación de cada tramo, dividido por la longitud del mismo (Hack, 1973). Sin embargo, cuando se analiza un terreno con numerosas evidencias de influencias neo-tectónicas o con contrastados pulsos erosivos (de origen antrópico o natural) en los perfi-les longitudinales (Whipple, 2001; Castillo y Lugo-Hubp, 2011; Troiani y Della Seta, 2008, 2011), la cuestión sería por qué debe ser la longitud la variable independiente.

La longitud de un río puede estar influenciada por cambios en el nivel del mar, por la ero-sión remontante, por el efecto de una falla, por el cambio en la altura del relieve o, sim-plemente, la construcción de una presa (en este caso, variable independiente). De esta forma, al abordar el análisis de un perfil lon-gitudinal, también sería pertinente ajustar dicha ecuación aplicando la longitud como variable dependiente y la altitud como inde-pendiente, teniendo en cuenta después los elementos del territorio por los que fluye el cauce. Dichas convexidades o anomalías de origen geomorfológico que quedarían en re-salte en relación al ajuste del perfil, serían definidas como “rupturas”, o “knickpoints” (Penck, 1924; Gardner, 1983; Castillo y Lugo-Hubp, 2011; Troiani y Della Seta, 2008, 2011; Whipple et al., 2011).

Para su localización concreta en el territorio, los Sistemas de Información Geográfica se presentan como una herramienta fundamen-tal (Chen et al., 2006). Además, a través de di-ferentes módulos de análisis espacial como la crosstabulación, los buffers, o el Land Chan-ge Modeller (Paegelow et al., 2004; Galacho y Arrebola, 2008; Alonso et al. 2010; Rodrigo Comino et al., 2014) también sería pertinente poder correlacionar tramos de los cauces con diferentes tipos de usos del suelo, litologías,

tipos de mantos edáficos o gradientes climá-ticos específicos.

De forma general, desde el punto de vista de la geografía física y, más concretamente, des-de la hidrogeografía, se pretende mostrar en este trabajo el desarrollo de un nuevo ajus-te longitudinal del perfil de un curso fluvial como herramienta para comprender el com-portamiento actual de un territorio condicio-nado (o no), por los usos actuales del suelo y por su topografía (altitud y pendientes).

Para este trabajo, se ha seleccionado una cuenca experimental de pequeño tamaño, con elevadas tasas de erosión y una actividad agrícola ligada al viñedo desde hace siglos (Navarro Rodríguez y Larrubia Vargas, 2008). Se parte de una zona montuosa en la pro-vincia de Málaga, dentro de la comarca de la Axarquía (área oriental de la provincia): el río Almáchar.

De forma específica, por un lado, se llevará a cabo el estudio del perfil longitudinal de di-cho río con el uso de la altitud como variable independiente y la longitud como dependien-te para generar una función de ajuste. Este índice ha sido denominado como ratio LE (logarítmico exponencial). Por otra parte, se pretende aplicar para: i) observar las áreas de aceleración y acumulación de sedimentos en el curso, ii) detectar sus anomalías o rupturas, iii) correlacionar dichos “knickpoints” según el tipo de uso del suelo actual y sus caracte-rísticas topográficas.

2. Material y métodos

2.1. Área de estudio

Se ha optado para este estudio utilizar el cur-so del río Almáchar (Fig. 1), tributario del Vé-lez cuya red ha sido ampliamente estudiada con anterioridad (Perles Roselló y Senciales, 1994; Senciales y Perles, 1994; Senciales, 1995, 1996; Senciales y Malvárez, 2003). Di-cha subcuenca ha sido delimitada con un área experimental de 6,64 km2 y seleccionada por

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la existencia de cartografía, datos y bibliogra-fía completa al respecto.

Posee un sentido W-E y se enmarca en un área sobre fuertes pendientes (21-47%), con un uso agrícola (Tabla 1 y Fig. 2), predominan-temente vitivinícola (34% de la superficie), y de forma semi-extensiva de olivar y/o al-mendro, con matorral xerófilo tras ser aban-donado el terreno (47%). Recientemente, al-gunas laderas que habían sido roturadas por su baja rentabilidad, han vuelto a ser activas con el emplazamiento de cultivos subtropica-les como el aguacate (Persea americana) o el mango (Mangifera indica). Ligadas a ellas, du-rante el último siglo se ha generado una red de caminos (sin y con asfalto) indispensable para interconectar tanto el núcleo principal de población (Almáchar), como los numero-sos lagares, con sus paseros, albercas y ace-quias (6% del área de estudio). Todo ello ge-nerará que conforme avance el tramo del río, se puedan observar distintos procesos ero-

sivos en las laderas, influyentes en su perfil final. En la actualidad, solo se observa un 10% de cobertera de vegetación natural asociada a superficies donde el actual cauce del río y sus torrentes todavía fluyen de forma espas-módica.

La cuenca del río Almáchar se inscribe con una forma dendrítica o subdendrítica dentro de dos líneas de divisorias de aguas: por el norte un promontorio alomado que, desde la confluencia con el río Benamargosa, a 48 m.s.n.m. de altitud, asciende hasta el monte Santopitar, a 1020 m.s.n.m., pasando por el monte Carrión (756 m.s.n.m.), y que separa a esta cuenca de las de otros tributarios del Benamargosa (Senciales, 1991 y 1995). Por el sur, otro promontorio alomado, alineado de este a oeste, semejante al anterior, con alturas similares y convergiendo también en el monte Santopitar (pasando por el cerro de Córdoba, 730 m.s.n.m.), separa la cuenca del río Almáchar de cauces que vierten directa-

Figura 1: Localización de la cuenca del río Almáchar. Fuente: Plan Nacional de Ortofotogra a Aérea (PNOA). Hoja 1053. Elaboración propia.

Figure Localization of the Almáchar river Source: Plan Nacional de Ortofotogra a Aérea (PNOA). Data sheet . n elaboration.

Tabla 1: Porcentaje de tipos de usos del suelo de la cuenca del río Almáchar.Table 1: Percentage of the types of land uses in the Almáchar river.

Asfaltado Caminos Cauce Lagar Semiabandonado y/o semi-extensivo de secano Urbanizado Vegetación

natural Vid Total

has 4,2 20,7 3,1 14,6 314,9 16,4 64,6 226,3 664,7% 0,6 3,1 0,5 2,2 47,4 2,5 9,7 34 100

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mente al mar. Geológicamente, su situación se enmarca dentro de la unidad fisiográfica de los Montes de Málaga, con la predominan-cia de materiales antiguos de origen precám-brico y paleozoico fuertemente metamorfi-zados, como las filitas, esquistos o cuarcitas (Senciales y Rodrigo Comino, 2011). A lo largo del curso, materiales de origen cuaternario como arcillas y arenas son transportados jun-to con los anteriores erosionados cada vez que se origina un episodio lluvioso (Perles Roselló y Senciales, 1994; Senciales y Perles Roselló, 1994).

2.2. Diseño del ratio LE

El punto de inicio de esta investigación, parte de los supuestos teóricos desarrollados por

Green (1934), Shulits (1941) y Hack (1957) so-bre perfiles longitudinales:

(1) x = e-y

(2) y = e-ax

(3) SL = H1 – H2

InL2 – InL1Para la ecuación de Green x significaría la dis-tancia desde la desembocadura, y la eleva-ción y e la base de los logaritmos aplicados. Respecto a la propuesta de Shulits x, e e y tendrían igual significado que en la ecuación de Green, siendo a un coeficiente de abrasión obtenido de forma empírica. Finalmente, en el índice de Hack se emplea L como la longi-tud de la corriente desde la divisoria y H equi-valdría a la diferencia de elevación del tramo o sección.

Figura 2: Mapa de usos del suelo actuales de la cuenca del río Almáchar. Fuente: Plan Nacional de Ortofotogra a Aérea (PNOA). Hoja 1053. Elaboración propia.

Figure 2: Map of actual land uses of the Almáchar river. Source: Plan Nacional de Ortofotogra a Aérea (PNOA). Data sheet . n elaboration.

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Para esta nueva aportación, la inclinación de la pendiente del perfil, como consecuencia de la altitud de partida de cada sección del río, será la variable utilizada que hará depender la mayor o menor potencia y energía del agua durante su curso (que puede o no transportar sedimentos). Por consiguiente, dicha hipóte-sis variaría por completo la composición de la ecuación de los índices ya propuestos. Para cuencas de reducido tamaño y con laderas escarpadas, el modelo debe acercarse más a uno de tipo lineal (sin llegar a serlo). Así, con una curva de tipo logarítmico eso no sería del todo posible. Es importante resaltar que la precisión alcanzada debe superar un R2=0,95, para que el modelo teórico sea más sensible ante las variaciones reales del curso de agua estudiado.

La ecuación propuesta toma la idea de expre-sión exponencial enunciada por Green (1934) y Shulits (1941) y los modelos logarítmicos de Hack (1973) anteriormente citados:

(4) y = a+(-c*(Logx)b)

Debe indicarse que y es igual a la longitud to-tal de la corriente medida en metros, x la al-tura absoluta en un punto del cauce cuantifi-cada de 10 en 10 m, y a, b y c son coeficientes empíricos de cada cuenca analizada. Para los cálculos, se ha utilizado los programas esta-dísticos SPSS 22 y SigmaPlot 13.

En primer lugar, al aplicar dichos modelos, se obtiene para ambas ecuaciones una correla-ción negativa entre x e y, y a partir de la inter-sección con el eje el valor de la constante a. A continuación, deben ser calculados los co-eficientes experimentales b y c, que según la cuenca estudiada variará para hallar el máxi-mo ajuste, igual que ocurre al calcular los ín-dices para los caudales de los ríos (Dingman, 2008). El ajuste es manual y depende del nivel de correlación deseado y de la forma del cau-ce principal de la cuenca; así, cuencas muy próximas a la linealidad (muy prolongadas, o de dimensiones reducidas), muestran expo-nentes muy bajos (inferiores a 0,1) y constan-tes y coeficientes elevados (superiores a 104 o

10-4), en tanto que cuencas de morfología tí-picamente cóncava, suelen mostrar exponen-tes superiores a 1, coeficientes próximos al valor de la altura máxima y constantes próxi-mas a la longitud total del cauce (Senciales, 2002). En este caso, al tratarse de una cuenca de reducido tamaño, el resultado final es una curva ajustada al perfil del río, pero con cifras negativas y valores muy bajos inicialmente, que dependerán de los coeficientes experi-mentales obtenidos (Fig. 3).

Finalmente, para invertir la curva y hacerla se-mejante al perfil longitudinal, cada resultado en cada tramo del río debe ser elevado a un logaritmo exponencial y así poder obtener el valor de x en el modelo teórico. La nueva cur-va permanecerá más próxima a la real y podrá ser representada de forma gráfica, con objeto de analizar las anomalías de origen geomor-fológico. En el tabla 2, se aprecia el desarrollo de la formulación y en la figura 4 el resultado teórico esperado:

Tabla 2: Desarrollo del cálculo del ratio LE: y = a+(-c*(Logx)b). Fuente: Elaboración propia.

Table 2: Develop of the LE ratio calculation: y = a+(-c*(Logx)b). Source: Own elaboration.

Logxa *-c = y-aLogxa =

)= Log xx= 10 )

a-y = c*logxb

= logxb

b

((10y*a*b) -10)2

** (((10 ((y-))b) -0,1)* (*1,17)8,47

**Los valores de -0,1 , 1,17 y 8,47 corresponden a coeficientes empíricos de ajuste para la

calibración final del modelo.

2.3. Análisis de anomalías de una cuenca flu-vial montuosa a partir la ratio LE

En primer lugar, se digitalizó el perímetro de la cuenca del río Almáchar y su curso princi-pal. Partiendo del anterior desarrollo meto-dológico (2.2.), la ratio LE se aplicó para cada

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Figura 3: Esquema del cálculo del ajuste de la ecuación al perfil longitudinal de un río. Fuente: Elaboración propia.Figure Scheme of the ad ustment calculation equation for the longitudinal river pro le. n elaboration.

Figura 4: Esquema del ajuste final de la ecuación al perfil longitudinal de un río con el ratio LE. Fuente: Elaboración propia.Figure Scheme of the nal ad ustment equation for the longitudinal river pro le ith the LE ratio. Source nelaboration.

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sección del río. Por lo tanto, dichos cálculos se realizaron en tramos de 10 metros de equidis-tancia para obtener una mayor precisión en los resultados. Se utilizó como base cartográ-fica el modelo digital de elevación del “Plan Nacional Aéreo de Ortofotografia” con el so-fware ArcMap 10.2 (ESRI software). Dicha in-formación espacial estaba compuesta por una capa en formato raster con extensión ASCII, con una malla de puntos de 25x25 metros y una proyección geodésica ETRS89 (http://centrodedescargas.cnig.es). Con esta resolu-ción, debe aclararse que el posible error en el detalle del perfil queda asumido.

A continuación, se aplicó la ratio LE y se repre-sentaron los ajustes logarítmicos exponencia-les utilizados en forma de gráficas. Además, se consideró oportuno incluir el coeficiente de relación lineal de la cuenca (entre las va-riables reales de altitud y longitud) con objeto de demostrar su linealidad, que podría equi-valer a los profundos niveles de excavación del perfil de una cuenca típica de montaña mediterránea.

Para analizar las anomalías, se procedió en primer lugar al cálculo de las diferencias entre el perfil longitudinal real del río y el ajustado, tanto por intervalos agrupados de 100 metros, como en sus promedios totales. También se calcularon los valores máximos y mínimos de esas diferencias, y la pendiente real y teórica del curso según los perfiles. Por último todas las variables fueron relacionadas con el factor de correlación de Pearson, con objeto de valorar si algunas de ellas estaban o no interrelacionadas.

A partir de aquí, se plantea otro desarrollo metodológico ligado a una posible hipótesis según la cual un uso del suelo de menor o nula cubierta vegetal puede tener como con-secuencia un mayor encajamiento de la red en el tramo de cauce afectado directamente por ese uso. Ha de tenerse en cuenta que am-bos procesos parten de escalas temporales diferentes. Como se ha mencionado anterior-mente, el sustrato geológico está constitui-do por una litología susceptible a la erosión

hídrica, compuesta por pizarras y esquistos fuertemente metamorfizados, que ante un evento extremo o frente al manejo intensivo del suelo durante siglos, pueden provocar va-riaciones de la morfología fluvial y sufrir en-cajamiento o desarrollar nuevos cauces en la red de drenaje.

Se debe precisar, que es difícil asignar esta causa como factor principal del desfase en-tre perfil observado y esperado a los usos del suelo «actuales» para una red que puede ha-ber estado operando miles de años. Sin em-bargo, en una primera aproximación se va a tratar de experimentar con dicha hipótesis a partir de sencillos cálculos paramétricos.

Con este fin, se digitalizó el mapa de usos del suelo de la cuenca con el software libre QGis 2.8 a través de ortofotointerpretación directa con la imagen de la hoja 1053 más reciente (2013) editada por el Instituto Geográfico Na-cional (http://centrodedescargas.cnig.es). Se prefirió hacer dicha acción en lugar de utilizar otras fuentes actuales también útiles como el SIOSE (Sistema de Información sobre Ocupa-ción del Suelo de España), las capas de usos de REDIAM (Red de Información Ambiental de Andalucía) o el Corine Land Cover, porque generalizaban demasiado los usos ligados a la vid.

Finalmente, se creó también un mapa de pen-dientes medidas en porcentajes siguiendo los intervalos establecidos por el SinambA (Siste-ma de Información Ambiental de Andalucía) ajustados para los medios mediterráneos: 0-3, 3-8, 8-16, 16-21, 31-31, 31-46, 46-76 y >76% (Moreira Madueño, 1991)

Seguidamente, se calcularon con el módulo de análisis espacial de ArcMap 10.2 una se-rie de áreas colindantes y paralelas (buffers) al cauce principal del río Almáchar. De forma aleatoria se tomaron de 25, 50 y 100 metros. Dicho fin, fue identificar qué cantidad de su-perficie de tipo de uso del suelo y pendien-tes podrían estar o no relacionadas con los intervalos del perfil donde se han encontra-do mayores anomalías o diferencias entre

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la curva ajustada y la real. Para terminar, de nuevo se aplica el coeficiente de correlación de Pearson. El objetivo, fue observar si alguno de esos usos aumentaba o disminuía según lo hacían las pendientes y, las diferencias entre el perfil real y el calculado por la ratio LE.

3. Resultados

3.1. Aplicación de la ratio LE

En primer lugar, se presentan los valores de longitud y altitud de la cuenca del río Almá-

char (Tabla 3). Se puede observar cómo el perfil posee un recorrido total de 5540,3 metros, partiendo desde los 620 m.s.n.m. hasta desembocar en los 165 metros. Ade-más, cabe destacar cómo los tramos de me-dición se hacen cada vez más largos (mayor horizontalidad) a medida que el río se acerca a su fin. Desde la cabecera, el curso muestra una mayor verticalidad al descender en al-titud en menos de 200 metros de recorrido 50 m.s.n.m. Aproximadamente hasta los 370 m.s.n.m., el cauce no comienza a descender en intervalos de 10 m.s.n.m. con longitudes de tramos superiores a 200 metros.

Tabla 3: Caracterización del perfil longitudinal de cada tramo del río Almáchar.Table Longitudinal pro le characteristics along each part of the Almáchar river.

Cota Longitud* Long. Tramo** Cota Longitud* Long. Tramo**620 0 0 390 831,1 83,2610 23,5 23,5 380 925,9 94,8600 43 19,5 370 1063 231,9590 57,4 14,4 350 1297,3 234,3580 75,5 18,1 340 1415,3 118570 92 16,5 330 1586 170,7560 107,2 15,2 320 1761,3 175,3550 125,2 18 310 1832,9 71,6540 144 18,8 300 1980,4 147,5530 165,8 21,8 290 2209,8 229,4520 186,2 20,4 280 2379,2 169,4510 210,5 24,3 270 2634 254,8500 243,7 33,2 260 2725 91490 276,9 33,2 250 2895,6 170,6480 311,7 34,8 240 3119,3 223,7470 360,5 48,8 230 3343,8 224,5460 400,7 40,2 220 3572,3 228,5450 443 42,3 210 3890 317,7440 477,8 34,8 200 4138 248430 528,1 50,3 190 4444,4 306,4420 595,9 67,8 180 4873,6 429,2410 670,3 74,4 170 5204,8 331,2400 747,9 77,6 165 5440,3 235,5

Promedio 123 ±108,7 Máximo 429,2 Mínimo 14,4

* = Longitud acumulada de cada tramo del cauce medida en metros.** = Longitud total de cada tramo medida en metros.

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A continuación, se presenta el perfil compa-rado con la estimación lineal de los datos re-feridos a la longitud y las cotas, que propor-cionará información sobre su linealidad (Fig. 5 y Tabla 4).

Como se extrae de los propios resultados, se puede apreciar que existe un ajuste final de 0,96 aplicando la fórmula de la ratio LE para el río Almáchar, frente al 0,86 que permite solo el R2 de la estimación lineal. Se ha obte-nido una recta ajustada que permite observar con exactitud qué puntos del curso real no corresponden a un comportamiento teórico geomorfológico acorde al que muestran los datos de altitud (utilizada como variable in-dependiente).

3.2. Comparación entre los tramos del perfil real y el ajustado

Se han agrupado en tramos de 100 metros, excepto los superiores a 600 m.s.n.m. e infe-riores a 200 m.s.n.m., que solo tienen 20 y 35 m respectivamente. Además se muestran las diferencias entre los promedios del perfil real y el ajustado, con los valores máximos y mí-nimos de cada intervalo, junto con el tramo total longitudinal sobre el que se han reali-zado las operaciones y su desnivel en grados (Tabla 5). Dicha información, es completada con un gráfico de cajas (Fig. 6) que permiti-rá observar también dónde se establecen las medianas, los valores extremos y la extensión de cada rango de datos de forma más visual.

Figura 5: Perfil real, ajustado con el ratio LE y la estimación lineal.Figure Ad usted real pro le ith the LE ratio and linear regression.

Tabla 4: Valores de los ajustes obtenidos para el perfil longitudinal del río Almáchar.Table btained ad ustment values for the longitudinal pro le of the Almáchar river.

Ajustes del perfil Correlaciónmúltiple

Punto deinicio

Coeficienteempírico

Ajustefinal

a+(-c*(Logx)b) -0,98 1,29559x1012 1,8x10-8 0,96Estimación lineal

(y = -0,08x + 510,99) -0,93 5689,05 1 0,86

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De los datos se extrae que el perfil actual del río está en todo momento por debajo del ajuste teórico, lo que viene a significar que la cuenca es de carácter erosivo o que tiende a excavar y no a sedimentar. El curso de agua posee sus mayores diferencias en los tramos cercanos a la cabecera (1 y 2, correspondientes a 620-500 m.s.n.m.) y en los intervalos com-prendidos entre 300-200 m.s.n.m. (intervalo 5). Por otra parte, las secciones menos erosi-vas o que menos han excavado en el sustrato son las comprendidas entre 500-300 m.s.n.m. y la desembocadura (3, 4 y 6). Estos datos tam-bién coinciden con los mínimos y máximos va-lores absolutos de las diferencias. Las máximas divergencias giran en torno a 72,1 m y 60,4 m y

los valores mínimos entre 0,7 y 16 m. Respecto a la verticalidad de los tramos, al observar los resultados se aprecian los mayores desnive-les en el inicio de la cuenca (muy cercanos a la vertical) hasta los 400 metros (intervalo 4), pasando desde un 136,7% del inicio en los pri-meros 23,5 m de longitud, hasta los 21,8%. Los menores descensos de la pendiente se dan a partir de los 300 metros de altitud, donde se llega a alcanzar casi un 5%.

Por último, se plantea buscar algún tipo de correlación existente entre cualquiera de las variables anteriormente estudiadas a través del coeficiente de correlación de Pearson (Ta-bla 6).

Los mayores valores se encuentran en las co-rrelaciones de las diferencias entre la curva real y ajustada, con los datos más alejados o mínimos (0,92) y próximos o máximos (0,91) a ella. Esta situación confirma que cuando el perfil real del río está más distante del modelo calculado con la ratio LE, también se observan tramos más irregulares con valores mínimos y máximos menos similares. Por otra parte, con unas correlaciones negativas (algo menores) aparecen el desnivel con la longitud (-0,81) y las diferencias del tramo analizado (-0,68). Por un lado, conforme el tramo tiene mayor longitud, la pendiente tiende a disminuir. Sin embargo, cuando las diferencias crecen entre el modelo teórico y el real, la pendiente tam-bién aumenta.

Figura 6: Diferencias en los intervalos del perfil real y el ajustado.

Figure Di erences bet een the intervals of the real and ad usted pro le.

Tabla 5: Promedios de las diferencias entre el perfil longitudinal real y ajustado.Table Average of the di erences bet een the real and ad usted longitudinal pro le.

n m.s.n.m. Diferencias (m) Mínimos (m) Máximos (m) Total longitud (m) *D. Real (%) **D.Teó. (%)1 620-600 -77,3 ± - - - 23,5 136,7 202 600-500 -56,1 ± 10,4 -41,1 -72,1 1206,8 7,9 87,93 500-400 -24,7 ± 7,1 -16,3 -37,1 459,8 21,8 23,54 400-300 -25,6 ± 8,9 -16,0 -40,0 1257,4 7,7 7,95 300-200 -55,4 ± 5,4 -43,8 -60,4 2057,1 4,4 4,46 200-165 -26,6 ± 20,4 -0,7 -50,2 1550,3 2,1 2,1

Total -44,3±10,4 -23,6 -51,9 1092,5±738 30,1±52,7 21,8±32,3

D. Real: Desnivel de los tramos en el perfil real medida en porcentajes. D. Teó: Desnivel de los tramos en el perfil teórico en porcentajes.

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3.3. Anomalías sobre el perfil longitudinal según los tipos de usos del suelo y la to-pografía

En primer lugar, en las figuras 7 y 8 se pre-sentan un bloque diagrama en tres dimensio-nes y un mapa que muestran las geometrías y los límites de las áreas seleccionadas. Pos-teriormente, se han calculado las superficies de cada tipo de uso del suelo y pendientes en

cada intervalo de altitud (Fig. 9), para poder observar el tipo de explotación que se lleva a cabo en cada sección del perfil longitudinal.

Al aumentar el tamaño de los distintos bu-ffers, se aprecia lógicamente un aumento de la superficie ocupada de cada intervalo de pendientes y uso del suelo. En los tres grá-ficos y en cada intervalo se observa cómo el abandonado y/o semiextensivo de secano,

Tabla 6: Coeficiente de correlación de Pearson.Table Pearson product-moment correlation coe cient.

Diferencias Mínimos Máximos Total long. Desnivel (%)Diferencias - 0,36 0,92 0,91 0,27 -0,68

0,36 - 0,68 -0,02 0,11 -0,48Mínimos 0,92 0,68 - 0,72 -0,34 0,07Máximos 0,91 -0,02 0,72 - -0,51 0,50

Total long. 0,27 0,11 -0,34 -0,51 - -0,81Desnivel real (%) -0,68 -0,48 0,07 0,50 -0,81 -

Figura : Representación esquemática de los bu ers calculados y tipos de usos de suelo.Figure Schematic representation of the calculated bu ers and types of land uses.

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junto con la vid siempre están presentes, al igual que los intervalos superiores a 31%. Las mayores variedades de usos se dan entre los intervalos 200 y 400, donde la vocación agrí-cola es la más abundante, principalmente, la vid con pendientes de entre 31-46% y 46-76%. Por su parte, la vegetación natural ocupa una posición algo más secundaria en extensión, pero también permanece presente en todas las gráficas, tanto en los datos por intervalos de altitud como en los distintos buffers. La presencia de los caminos y tramos asfalta-dos se hace más constantes en los intervalos entre 100 y 400 metros, conforme aparecen más extensiones de lagares y el núcleo pobla-cional principal de Almáchar debe quedar in-terconectado. Por último, cabe destacar que conforme se asciende en altitud (es decir ha-cia la cabecera entre los 500-700 m.s.n.m.),

la variedad de tipos de usos disminuye solo a vegetación natural, semiabandonado o se-miextensivo y vid.

En el anterior apartado, se observó cómo los intervalos con mayores diferencias entre el perfil longitudinal calculado con el modelo LE y el real fueron entre el 200-300, 500-600 y a partir de 600 metros, denotando una ma-yor excavación del río y mayores pendientes. Según el anterior gráfico, en dichos tramos, existe una coincidencia entre estas irregula-ridades y el incremento de la superficie de la vid y, en menor medida, del abandono o ex-plotación semiextensiva. Sin embargo, cabría preguntarse si estadísticamente la aparición o predominancia de otros tipos de usos del sue-lo tiene o no mayor peso en la generación de diferencias entre los perfiles que otros usos.

Figura : Mapa de pendientes de la cuenca del río Almáchar y sobre el bu er de 100 metros paralelo al cauce principal. Fuente: Plan Nacional de Ortofotogra a Aérea (PNOA). Hoja 1053. Elaboración propia.

Figure Slope map of the Almáchar river on the bu er meters, parallel to the principal stream. Source: Plan Nacional de Ortofotogra a Aérea (PNOA). Data sheet . n elaboration.

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Figura 9: Área de cada tipo de uso del suelo en los bu ers calculados.Figure Area of each type of land uses on the calculated bu ers.

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Así, se ha procedido a contrastar dicha hipó-tesis con el cálculo del coeficiente de correla-ción de Pearson para detectar si el incremen-to o descenso de algún tipo de uso del suelo o las pendientes coinciden estadísticamente con las mayores o menores diferencias en-tre la situación real y el modelo. En el tabla 7, se procede a mostrar los resultados de las correlaciones entre las superficies de los tipo de usos según el área de influencia del curso (25, 50 y 100 metros), los promedios de las diferencias entre el perfil real y ajustado, y los valores máximos y mínimos absolutos de esas diferencias. En dicho análisis se han elimina-do las correlaciones para los usos e intervalos de pendientes que no llegaban a la hectárea de extensión, por considerarse insuficiente para un ajuste suficientemente válido.

Para un área de influencia de 100 metros paralela al curso principal, se observa cómo

las mayores diferencias entre el perfil, tan-to en promedios como en valores absolutos (correlaciones a y c), están relacionadas con la aparición de tramos asfaltados (0,96 y 0,99). Así, cabe la posibilidad de que: i) el curso fluvial sea capaz de excavar con más potencia (ser más erosivo) en los tramos donde haya una mayor intervención del ser humano; ii) el modelo disminuya su preci-sión con la aparición de elementos de ori-gen antrópico.

Por el contrario, si se reduce el área de in-fluencia a 50 y 25 metros, con el incremento de los porcentajes de vegetación natural, se observa cómo se alcanzan los valores abso-lutos mínimos más importantes. El modelo muestra una bondad mayor cuando menor alteración antrópica existe en estos tramos y más elementos naturales pueden prosperar en el territorio (R2=0,86).

Tabla : Correlaciones entre tipos de usos y diferencias entre el perfil longitudinal real y ajustado del río Almáchar.Table Correlations bet een the land uses and the di erences bet een the real and ad usted longitudinal

pro le of the Almáchar river.

Buffer (m) 100 50 25Correlaciones a b c a b c a b c

Asfaltado 0,96 0,54 0,99 - - - - - -Caminos 0,03 0,16 -0,15 - - - - - -

Cauce 0,10 -0,39 0,46 0,19 -0,30 0,54 0,19 -0,30 0,55Lagar 0,40 0,44 -0,04 0,48 0,36 0,03 - - -

Semiabandonado o semiextensivo 0,26 0,15 -0,30 0,44 0,32 0,03 0,51 0,40 0,24

Vegetación natural 0,52 0,39 0,03 0,68 0,61 0,26 0,82 0,86 0,46Vid 0,29 0,29 -0,18 0,30 0,30 -0,13 0,28 0,28 -0,14<3 - - - - - - - - -3-8 - - - - - - - - -

8-16 0,51 0,30 0,36 0,55 0,32 0,50 0,55 0,34 0,4316-21 0,44 0,24 0,12 0,52 0,26 0,37 0,56 0,31 0,4521-31 0,52 0,33 0,18 0,60 0,38 0,39 0,62 0,38 0,4631-46 0,45 0,43 -0,05 0,55 0,53 0,17 0,59 0,55 0,2846-76 0,33 0,25 -0,22 0,41 0,30 -0,06 0,57 0,48 0,24>76 - - - -0,21 -0,31 -0,55 -0,26 -0,38 -0,54

a Correlación entre tipos de usos y promedio de diferencias entre del perfil longitudinal del río real y ajustado b Correlación entre tipos de usos y las máximas diferencias absolutas entre el perfil longitudinal del río real y ajustado c Correlación entre tipos de usos y las menores diferencias absolutas entre el perfil longitudinal del río real y ajustado.

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Finalmente, se puede observar cómo las co-rrelaciones entre las pendientes y las variables calculadas sobre el perfil no superan el 0,62. Sin embargo, las cifras cambian radicalmente cuando estas son correlacionadas estadística-mente con los usos del suelo (Tabla 8).

De nuevo se ha prescindido de los tipos de usos e intervalos de pendiente que no supe-

raban en su conjunto la hectárea de superfi-cie. Así, en primer lugar, se aprecia cómo exis-te una correlación elevada entre el cauce y la vegetación natural, y las áreas con pendientes entre 16-21 y 21-31%. En un segundo análi-sis, se podría destacar cómo los usos semia-bandonado y semiextensivo, y la vid ocupan las áreas con mayores inclinaciones (46-76 y >76%)

Tabla : Correlaciones entre tipos de usos y pendientes del río Almáchar.Table Correlations bet een types of land uses and slopes of the Almáchar river.

Buffer 25 Asfaltado Caminos Cauce Lagar Semiabandonado o semiextensivo

Vegetación natural Vid

<3 - - - - - - -

3-8 - - - - - - -

8-16 - - -0,13 - 0,94 0,70 0,56

16-21 - - 0,82 - 0,87 0,71 0,41

21-31 - - 0,98 - 0,79 0,78 0,30

31-46 - - -0,84 - 0,97 0,81 0,88

46-76 - - -0,80 - 0,94 0,73 0,92

>76 - - - - - - -

Buffer 50 Asfaltado Caminos Cauce Lagar Semiabandonado o semiextensivo

Vegetación natural Vid

<3 - - - - - - -

3-8 - - - - - - -

8-16 - - 0,34 0,59 0,82 0,73 0,49

16-21 - - 0,99 0,49 0,87 0,82 0,46

21-31 - - 0,77 0,35 0,83 0,92 0,36

31-46 - - -0,96 0,91 0,96 0,83 0,89

46-76 - - -1,00 0,87 0,97 0,77 0,92

>76 - - -0,19 -0,04 0,61 0,54 0,26

Buffer 100 Asfaltado Caminos Cauce Lagar Semiabandonado o semiextensivo

Vegetación natural Vid

<3 - - - - - - -

3-8 - - - - - - -

8-16 0,91 0,61 -0,38 0,72 0,72 0,74 0,61

16-21 0,69 0,46 -0,36 0,76 0,89 0,92 0,63

21-31 0,71 0,27 -0,02 0,71 0,86 0,96 0,56

31-46 0,40 0,91 -0,99 0,99 0,92 0,80 0,95

46-76 0,32 0,85 -0,96 0,98 0,95 0,77 0,96

>76 -0,04 0,05 -0,14 0,46 0,81 0,71 0,40

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4. Discusión

Ante los anteriores resultados cabe pregun-tarse varias cuestiones. En primer lugar, si realizando diversas mejoras en la ratio po-drían analizarse cuencas de mayor tamaño y en las que otros tipos de usos del suelo sean los actores principales de los actuales pro-cesos. Además, también sería interesante realizar otras correlaciones con cartografía más precisa referente a tipos de suelos (es-pesor, contenido en materia orgánica, textu-ra...), grado de cobertura vegetal, litología o gradientes climáticos. Las publicaciones que han sido tomadas como referentes para este trabajo (Hack, 1957, 1973; Chen et al., 2006; Troiani y Della Seta, 2008, 2011; Vágó, 2010; Castillo y Lugo-Hubp, 2011; Capó y García, 2014) buscan relacionar las anomalías del perfil del río con procesos de carácter geo-morfológico a gran escala (fallas, discontinui-dades litológicas, ascensos o descensos del nivel del mar...). No obstante, en cuencas de montaña pequeñas que manifiestan tasas de erosión elevadas... ¿por qué no profundizar también en otras causas secundarias relacio-nadas con el cuaternario más reciente como son la erosión y el ser humano?

Por otra parte, al analizar el impacto de los ti-pos de usos y la respuesta del río representa-da por el perfil longitudinal y las pendientes, se observa cómo: i) existe una correlación de entre 0,96 y 0,99 cuando las diferencias entre el perfil real y el ajustado son más elevadas en un área de influencia de 100 metros del río con más tramos de caminos asfaltados; ii) entre un espacio contenido entre 25 a 50 me-tros, las diferencias entre el perfil ajustado y el real se ven disminuidas con una correlación que va desde 0,61 a 0,86, coincidiendo con la aparición de vegetación natural a lo largo del cauce principal; iii) los procesos erosivos son la variable independiente a la hora de ubicar cultivos y caminos, siendo los escarpes (de ladera) una grave limitación para ellos; iv) los caminos se han trazado de forma que no entorpezcan la expansión de los cultivos más productivos (situados en las zonas con más pendientes) o, por el contrario que sean más

fáciles de trazar (divisorias de aguas o fondos de valle).

Por otra parte, a la vista de los resultados de las correlaciones tampoco puede desdeñarse la siguiente pregunta: ¿los usos del suelo han condicionado, aunque en menor medida que los aspectos geomorfológicos, algunos tra-mos del perfil longitudinal del río, o es la pro-pia disposición geológica del cauce la que ha favorecido o impedido el desarrollo de ellos? Durante siglos la vid, el olivar o el almendro han sido cultivados, con mayor o menor éxi-to y de forma más o menos respetuosa con el medio, en estas laderas. Sus producciones, lejos de las explotaciones agrícolas más fruc-tíferas de la vega del río Vélez a pocos kilóme-tros, también destacan por la calidad de sus vinos y pasas. Sin embargo, no queda claro quién evidencia más problemas, o en el caso del vino y la pasa, más ventajas por la variabi-lidad de los procesos que suceden en la cuen-ca, ¿el río o el propio uso del suelo?

Por último, otra cuestión clave sería la de poder determinar con exactitud, o al menos realizar una aproximación lo más certera po-sible estableciendo rangos o intervalos, en qué punto de la diferencia (positiva o negati-va) del perfil real con el ajustado se deberían establecer medidas para solventar futuros problemas de erosión, acumulación de sedi-mentos o aceleraciones del caudal. Si los usos del suelo generan anomalías en los cauces de una cuenca (o viceversa), dicho punto no de-bería ser olvidado tampoco por los gestores del territorio que tienen que decidir dónde y cómo distribuyen a la población o sus infraes-tructuras.

5. Conclusiones

Se ha realizado un ajuste de un perfil longitu-dinal del cauce principal de una cuenca fluvial de pequeñas dimensiones (6,64 km2). Para la obtención de un R2 = 0,96, se ha aplicado la ratio LE que consta de una base logarítmica exponencial y toma como variable indepen-diente la altitud. Como conclusiones más re-

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levantes relacionadas con la metodología se obtienen que: i) la ratio LE es una herramien-ta eficaz y fácil de aplicar tras calcularse, para observar anomalías en un perfil longitudinal de una cuenca fluvial de montaña de peque-ñas dimensiones; ii) existe una correlación elevada entre las diferencias del perfil y los usos del suelo actuales, y su distribución con las pendientes.

Respecto a las conclusiones relacionadas con el valle del río Almáchar en la Axarquía (Má-laga, España) en su ajuste se ha manifestado que es una cuenca donde prevalece la exca-vación frente a la sedimentación, y la erosión frente a la estabilidad de los procesos geo-morfológicos. Dichas irregularidades se han observado con mayor grado a lo largo de los intervalos 200-300 y a partir de 500 metros de altitud, coincidiendo con el incremento de la extensión del cultivo de la vid y, secunda-riamente, de las áreas semiabandonadas o de explotación de carácter semiextensivo.

En definitiva, dos aspectos geomorfológicos y geológicos cruciales han sido observados gra-cias a esta metodología: i) el desnivel entre la cabecera y la desembocadura (la pendiente regional) que se debe a factores geológicos, condiciona el nivel de base y la energía po-tencial de la altura; ii) dentro de un marco li-tológico de rocas altamente metamorfizadas y una cobertura cuaternaria muy erosionada (con alteración del suelo subyacente), la geo-morfología que adopta el río por naturaleza constituye inevitablemente la característica principal de su evolución, y en menor medi-da, la actividad antrópica.

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Cuaternario y GeomorfologíaISSN: 0214-1744

www.rediris.es/CuaternarioyGeomorfologia/Cy

G

Derechos de reproducción bajo licencia Creative Commons 3.0. Se permite su inclusión en repositorios sin ánimo de lucro.

doi:10.17735/cyg.v29i3-4.40066

Investigación paleoantropológica de los fósiles neandertales de El Sidrón (Asturias, España)

Paleoanthropological research of the neandertal fossils from El Sidrón (Asturias, Spain)

Rosas, A.(1); Estalrrich, A.(1); García-Tabernero, A.(1); Huguet, R.(2); Lalueza-Fox, C.(3); Ríos, L.(1); Bastir, M.(1); Fernández-Cascón, B.(1;

Pérez-Criado, L.(1); Rodríguez-Pérez, F.J.(1); Ferrando, A.(1); Fernández-Cerezo, S.(1); Sierra, E.(1) y de la Rasilla, M.(4)

1Grupo de Paleoantropología, Departamento de Paleobiología, Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC; José Gutiérrez Abascal 2, 28006 Madrid. [email protected]

2Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) (Unidad Asociada al CSIC) Universitat Rovira i Virgili (URV), Campus Catalunya, Avinguda de Catalunya, 35, 43002 Tarragona.

3 Instituto de Biología Evolutiva, CSIC-UPF, Dr. Aiguader 88, 08003 Barcelona. 4Área de Prehistoria, Departamento de Historia, Universidad de Oviedo, Oviedo.

Resumen

Tras 13 campañas de excavación metódica, y una vez concluidos definitivamente los trabajos de campo en la Galería del Osario de la cueva de El Sidrón (Asturias, España), se presenta una breve evaluación de las investigaciones paleoantropológicas realizadas. Los restos neandertales recupera-dos ascienden a más de 2550, a los que hay que sumar las 400 piezas de industria lítica musteriense y los muy escasos restos de fauna; asociación que hace de este yacimiento un lugar muy singular. Análisis sedimentológicos, tafonómicos y estructurales del karst aclaran que el depósito fosilífero se encuentra en posición secundaria y procede, por desplazamiento en masa, de una galería/abrigo de un nivel superior. Todas las partes del esqueleto están representadas y se han identificado 13 individuos: 7 adultos (3 masculinos, 4 femeninos), 3 adolescentes (2 masculinos, 1 femenino), 2 ju-veniles masculinos y un infantil. En la actualidad, la colección de El Sidrón constituye la muestra de neandertales más numerosa y diversa de la Península Ibérica y permite abordar estudios sistémicos sobre el tempo y modo de aparición de los caracteres derivados en el linaje neandertal. El amplio programa de investigación paleobiológica emprendido abarca los diferentes niveles de organización biológica, desde los anatómicos macroscópicos al molecular. En este último destaca especialmente la extracción de secuencias de ADN, con participación de El Sidrón en los proyectos genoma y exo-ma neandertal, además de la caracterización de los haplotipos de ADN mitocondrial de 12 indivi-

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duos. Los resultados genéticos, ratificados por datos osteológicos, definen a los neandertales de El Sidrón como un grupo homogéneo, con estrechos lazos familiares entre sus individuos. Finalmente, las numerosas evidencias del tratamiento antrópico de los restos hacen de El Sidrón un ejemplo paradigmático de prácticas de canibalismo entre los neandertales.

Palabras clave: neandertal; fósil; paleoantropología; karst; canibalismo; ADN antiguo.

Abstract

The archaeological project in the Gallery of the Osario of the cave of El Sidrón (Asturias, Spain) has recently concluded after 13 field seasons of detailed, methodical excavation. We present here a summary of the lines of research and the paleoanthropological studies carried out to date, as well as a brief perspective of the ongoing investigations. More than 2550 neandertal fossil remains have been recovered from this singular deposit, together with 400 pieces of Mousterian lithic industry, and less than 60 non-human remains. Sedimentological, taphonomic and structural analyses of the karst clarify that this fossil assemblage is in a secondary position and comes by mudflow from a gallery/shelter located in a superior level of the karst. All the skeletal parts are represented, and 13 individuals have been identified: 7 adults (3 males, 4 females), 3 adolescents (2 males, 1 female), 2 male juveniles and an infant. The El Sidrón collection constitutes the most numerous and diverse neandertal sample of the Iberian Peninsula, allowing systemic studies on tempo and modo of ap-pearance of the derived characters in the neandertal lineage. The wide undertaken paleobiological research program includes the study of the different levels of biological organization, from demo-graphic and evolutionary dynamics to molecular aspects. With regard to the latter, the extraction of DNA sequences has played a central role, with the characterization of the mt-DNA haplotype of 12 individuals, and with the inclusion of samples from El Sidrón in the Neandertal Genome and Exome projects. Results from the genetic and osteological studies define El Sidrón neandertals as a homogenous group, with narrow kinship bonds between their individuals. Finally, the numerous evidences of human-induced treatment of the bones make of El Sidrón a paradigmatic example of practices of cannibalism between the neandertals.

Key words: neandertal; fossil; paleoanthropology; karst; cannibalism; ancient DNA.

1. Introducción

En la actualidad, los fósiles de El Sidrón cons-tituyen la colección de restos neandertales más completa hallada en la Península Ibérica y ha pasado a ser una de las más significati-vas a escala mundial. Estos fósiles han venido a llenar una escasez secular de restos nean-dertales en el registro paleoantropológico es-pañol. Afortunadamente, otros yacimientos ibéricos han deparado también en los últimos años buenas colecciones de restos neander-tales, entre los que cabe citar a los de Cabezo Gordo en Murcia; Bolomor, Cova Negra y Cova Foradà en Valencia, Pinilla del Valle en Ma-

drid, Valdegoba en Burgos o Cova del Gegant en Barcelona (ver revisión de Rosas, 2012); y a los que podríamos sumar los portugueses del sistema kárstico de Almonda (Torres No-vas) (ver contexto en Hoffman et al., 2012). Juntos complementan un registro y una ima-gen previamente inexistente en el panorama paleoantropológico tradicional ibérico, dando lugar a un incremento exponencial en el nú-mero de trabajos científicos publicados.

Desde la primera publicación científica so-bre los primeros restos óseos neandertales hallados en la cueva asturiana de El Sidrón (Rosas y Aguirre, 1999), la incipiente colec-

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ción despertó la curiosidad de especialistas y aficionados. Fue, sin embargo, tras el inicio de las excavaciones sistemáticas iniciadas en el año 2000 (Fortea et al., 2003), cuando esta colección ha llegado a ocupar un lugar rele-vante en el campo de la paleontología huma-na (Rosas et al., 2004; 2006a; 2011a; 2013a; Lalueza-Fox et al., 2005; 2007; 2012a; Green et al., 2010, Rasilla et al., 2014), atrayendo además un continuado interés de los medios de comunicación. En el año 2014 tuvo lugar la última campaña arqueo-paleontológica, una vez agotado el yacimiento. Así, finalizados los trabajos de excavación metódica en la Galería del Osario de la cueva de El Sidrón, presenta-mos aquí un breve balance de estos años de investigación.

2. Relevancia de investigar a los neanderta-les

Los neandertales son un linaje humano fó-sil, clasificado como Homo neanderthalensis, que habitó extensas áreas de la mitad occi-dental del gran continente euroasiático. Su origen como especie se estima que tuvo lu-gar hace unos 250.000 años, y su extinción en el entorno de los 40.000 años, salvo quizá la persistencia de algún grupo relicto. Tanto por su anatomía como por su cronología, los neandertales se sitúan como la especie de homininos evolutivamente más cercana a la nuestra (H. sapiens); y de ahí su papel central, tanto en ámbitos científicos como en la socie-dad en general (Stringer and Gamble, 1993; Shreeve, 1995; Rosas, 2010).

Esta proximidad evolutiva sirve de referencia para testar hipótesis científicas sobre el cuán-do y el por qué aparecieron las características propiamente sapiens (por ejemplo, cuándo apareció el prolongado periodo de crecimien-to típico de los humanos modernos). Así, una vez descartado que los neandertales hayan sido antepasados de los humanos modernos, hoy en día se aplica una lógica evolutiva que establece que dos especies relacionadas com-parten un último antepasado común (UAC), más o menos próximo. Cuanto más reciente

sea ese UAC mayor especificidad se puede de-ducir de la comparación de las formas relacio-nadas. En el caso que nos ocupa, la lógica es la siguiente: si sapiens y neandertales hemos compartido un UAC más o menos reciente, entonces los rasgos que compartimos con los neandertales son los heredados de ese UAC (a menos que sean rasgos convergentes). Por el contrario, los rasgos distintivos de ambos grupos (no compartidos) habrán surgido en la evolución específica de cada linaje desde ese UAC. De este modo se pretende identificar lo inequívocamente “humano”. El importan-te proyecto Genoma Neandertal ilustra per-fectamente este enfoque. Para comprender e identificar los rasgos que definen a H. sa-piens, este proyecto se planteó usar la refe-rencia neandertal para identificar y aislar los rasgos genéticos que nos hacen específica-mente humanos (aquellos derivadas que no son neandertales) (Green et al., 2010; Burba-no et al., 2010). En este proyecto los fósiles de El Sidrón aportaron una valiosa información dado su elevado contenido en ADN antiguo (ver Lalueza-Fox et al., 2012b).

Por otro lado, debido a la dispersión (y esca-sez) de restos fósiles de neandertales, es fre-cuente que los estudios morfológicos, paleo-biológicos y de comportamiento reúnan en una misma muestra individuos muy dispares, procedentes de yacimientos separados por miles de kilómetros y distanciados en dece-nas de milenios. La colección de El Sidrón, con su relativa abundancia de individuos y proxi-midad biológica, permite acometer estudios de variación anatómica, etológica y paleoge-nética de un mismo grupo natural, circuns-tancia hasta ahora casi inabordable. Es en este contexto donde, de una forma u otra, los neandertales de El Sidrón están ayudando a matizar aspectos relevantes relacionados con nuestra evolución más reciente.

3. Antecedentes de la excavación

El hallazgo de los primeros restos humanos precedentes de la cueva de El Sidrón se vio rodeado de peculiares avatares, conveniente-

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mente detallados en Fortea et al. (2003; 2009) y Rasilla et al. (2011). En resumen, los prime-ros fósiles fueron descubiertos por espeleólo-gos y llevados a la Guardia Civil, quién proce-dió al levantamiento in situ de algunos otros restos (n=295; que recibieron posteriormente la notación SDR). Una vez en manos judicia-les, se enviaron al Instituto Anatómico Foren-se con sede en Madrid, donde fueron iden-tificados como restos neandertales (Prieto y Abenza 1999 a y b; Prieto, 2001; 2005). Una vez los restos retornaron a Asturias, los extraí-dos por la Guardia Civil fueron objeto de unos primeros estudios antropológicos en la facul-tad de Biología de la Universidad de Oviedo (Egocheaga, 2007; Egocheaga y Sierra 2002; 2005; Egocheaga et al., 2000; 2004; Rodrí-guez et al., 2002; Trabazo y Egocheaga, 2002). En el año 2000, el profesor Javier Fortea aco-metió la excavación reglada y científica de la Galería del Osario (Fortea et al., 2003, Rasilla et al., 2011) y un estudio multidisciplinar del registro que, salvo en el año 2003, ha conti-nuado en campañas anuales hasta la última de 2014. Como resultado de estos trabajos se han recuperado más de 2250 restos (con la notación SD) pertenecientes a 13 individuos. De los fósiles recobrados, un componente sig-nificativo corresponde a restos de pequeño tamaño, muchos no identificables; si bien se han encontrado piezas de entidad tales como 4 mandíbulas, 3 maxilares, restos de cráneo, abundantes huesos largos, 232 piezas denta-les, 1 hioides, entre otros elementos. Destaca la conservación de un esqueleto parcial per-teneciente a un individuo juvenil, además de varios elementos esqueléticos en conexión anatómica (Rosas et al., 2006a; 2012a).

4. Contexto de los fósiles

Todos los restos óseos e instrumentos líticos proceden de la Galería del Osario, cuyo ac-ceso público quedó protegido con una verja desde el comienzo de las intervenciones ar-queológicas. Dicha galería se ubica en el inte-rior del sistema kárstico de la cueva de El Si-drón, estructurado en cuatro niveles con una directriz principal E-O, excavado en el seno

de un macizo rocoso de conglomerados cal-cáreos muy cementados de edad paleógena, entre los que se intercalan niveles de arenis-cas y arcillas arenosas menos resistentes. El depósito fosilífero se localiza en el segundo nivel, constituido por la Galería del Río, como eje principal, y sus tributarios transversales, entre ellos la Galería del Osario (Figura 1). Dispuesta en el lateral sur del eje principal del karst (Galería del Río), a unos 220 m de la entrada de La Tumba (Rasilla et al., 2011), la Galería del Osario forma una estrecha galería con buen desarrollo vertical, en cuyo techo se localizan morfologías de disolución; cúpulas y tubos más o menos inclinados así como en-tradas obturadas con sedimentos que comu-nican con galerías superiores (Sánchez-Moral et al., 2007; Silva et al., 2011).

El relleno sedimentario acumulado en la Ga-lería del Osario muestra una alta complejidad (Sánchez-Moral et al., 2007; Cañaveras et al., 2011). La unidad con restos óseos y líticos consiste en un depósito en masa (mudflow) compuesto por una mezcla caótica de cantos, fango y agua, con una fricción mínima entre sus elementos, incluidos los huesos, lo que favoreció una buena conservación durante su transporte y acumulación. En otros términos, se trata de un depósito producto de un flu-jo gravitatorio de alta densidad y viscosidad que se generó como un evento rápido de alta energía (Cañaveras et al., 2011). El flujo de detritos que introdujo los restos óseos en la Galería del Osario se desencadenó y cesó de forma relativamente rápida depositando en un solo episodio todo el material transporta-do desde algún nivel superior del karst.

Complementario a lo anterior, el estado de conservación de los restos óseos es indicati-vo de que estos provienen del exterior, aun-que debieron estar en un ambiente protegido (tal como un abrigo rocoso, zona de entrada a una galería, etc.) y su permanencia en con-diciones superficiales fue corta, dados los es-casos signos de alteración (marcas de raíces, mordeduras de carnívoros) que presentan las muestras. En resumen, una masa de material suelto situado en esa cavidad/galería superior

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(Silva et al., 2011), se introdujo aguas abajo en la cueva en forma de un episodio único, posiblemente un evento de tormenta.

Las piezas de industria lítica encontradas (sí-lex, cuarcita), si bien no muy numerosas (unas 400), son de tipología musteriense (Fortea et al., 2003; Santamaría et al., 2010; Rasilla et al., 2011). Presentan el interés de remontar en un elevado porcentaje, pudiéndose re-construir con precisión la secuencia de talla por la que fueron extraídas. Están, al igual

que los huesos, en posición secundaria, por lo que es lógico pensar que entraron en el mismo evento que los fósiles (Santamaría et al., 2010). La fauna asociada es muy escasa y prácticamente testimonial, sin encontrarse asociación evidente con los fósiles humanos (Rosas et al., 2011b). Algunos restos de ma-míferos han sido hallados también en otros puntos del sistema kárstico (incluido la Ga-lería de Osario) aunque sin ninguna relación detectable con los fósiles neandertales.

Figura 1: Localización de la Cueva de El Sidrón ( orines, Concejo de Piloña) y plano del sistema kárstico y localización de la Galería del Osario donde se ha recuperado la colección de fósiles humanos neandertales. En mayor detalle, la

Galería del Osario con la cuadrícula arqueológica proyectada y accidentes rocosos precuaternarios (Dibujo D. Santamaría y E. Duarte).

Figure El Sidrón cave location (Borines, Conce o de Piloña, northern Spain), arstic system map, and Galería del sario, here the neandertal fossil collection as recovered. In detail, the archaeological grid and pre-quaternary roc s of site

pro ected (illustration by D. Santamaría y E. Duarte).

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Dado el carácter eminentemente paleoantro-pológico de este artículo, remitimos al lector interesado en los aspectos más geológicos a las publicaciones especializadas. Respecto al contexto temporal, tras el empleo de diver-sas técnicas de datación, se puede concluir una antigüedad próxima a los 49.000 años (48.400 ± 3200 BP) (de Torres et al., 2010; Wood et al., 2013), lo cual lo sitúa entre los eventos H4 y H5 de Heinrich del estadio pa-leoclimático MIS 3. Es precisamente este últi-mo periodo glacial del que proceden un buen porcentaje de los llamados «neandertales clásicos», entre los cuales podemos situar al grupo de El Sidrón.

5. Características de la muestra de El Sidrón

Los fósiles aparecen la mayor parte de las veces envueltos en una costra calcárea, con abundante material detrítico fino adherido. Esto ha exigido un método de extracción de la concreción tanto mecánica (con vibroincisor, bisturí y fibra de vidrio), como mediante el empleo de ácidos orgánicos a bajas concen-traciones para ayudar en la disolución de las costras (Rosas et al., 2005; Fernández-Cascón et al., 2010; 2015). En paralelo, se ha iniciado un programa de reproducción de réplicas por técnicas de prototipado rápido y posterior tra-tamiento artístico, algunas de las cuales están expuestas de forma permanente en el Museo de Oviedo y el Museo Arqueológico Nacional, además de las exposiciones temporales, la iti-nerante Los 13 de El Sidrón y la de Homenaje a Emiliano Aguirre en el MNCN (2015).

Por lo general, el estado de conservación es fragmentario, lo que desde el punto de vista del estudio anatómico representa un grave inconveniente. Sin embargo, desde el punto de vista tafonómico, el conjunto resulta es-pecialmente atractivo dadas las causas prin-cipalmente antrópicas de su fracturación. El Sidrón es un ejemplo paradigmático de prác-ticas de canibalismo en los grupos neander-tales (Rosas et al., 2006a; 2011c; Huguet et al., en prep.). Falta por aclarar el modelo de antropofagia practicada, si se trata de endo- o

exocanibalismo, y si estamos ante una prác-tica exclusivamente alimenticia, o si encierra además elementos bélicos o simbólicos y/o de ritual.

Todos los huesos del esqueleto están repre-sentados, lo que no quiere decir que todos los esqueletos estén completos. Muy al contra-rio, a veces la representación de elementos es baja. Así los mejor representados son los dientes, seguidos de húmeros y fémures, si bien el grado de fracturación de estos últimos es elevado. Es además frecuente la aparición de restos en conexión anatómica.

6. Los 13 individuos de El Sidrón

Mediante la interconexión de piezas denta-les aisladas y ocasionalmente agrupadas en mandíbulas y maxilares, junto con elementos postcraneales en el caso de individuos inma-duros, se han podido identificar 13 individuos (Figura 2) (Rosas et al., 2012a; 2013a). La edad y el sexo de los mismos fue establecido a tra-vés del estado de desarrollo (de la dentición y de algunos elementos óseos) y el tamaño de los caninos, respectivamente, lo que nos ha permitido detectar 7 adultos (4 femeninos y 3 masculinos), 3 adolescentes (2 masculinos y 1 femenino), 2 juveniles masculinos y un infan-til. El diagnóstico sexual fue posteriormente ratificado mediante identificación paleoge-nética de fragmentos del cromosoma Y, rea-lizada por vez primera en restos neandertales (Lalueza-Fox et al., 2011a).

Uno de los objetivos del proyecto ha sido el “personalizar” a cada uno de estos indivi-duos, definiendo el mayor número posible de rasgos distintivos, tanto físicos como de comportamiento, que ayuden a caracterizar al sujeto más allá de las generalidades de su grupo o especie.

7. Líneas de investigación y resultados

El programa de investigación emprendido en la muestra aborda el análisis de los diferen-

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tes niveles de la organización biológica: el nivel molecular con la extracción y secuen-ciación del ADN; el nivel histológico mediante la elaboración de lámina fina e histología de superficie (Martinez-Maza et al., 2011); el ni-vel morfológico (Rosas et al., 2006b; 2008a; 2012b; Bastir et al., 2010; 2015), el nivel or-gánico centrado en la paleoneurología (Pe-ña-Melián et al., 2011, Rosas et al., 2008b; 2013b; 2014), sistémico y fisiológico por ejemplo del aparato respiratorio (Bastir et al., 2013; 2015), poblacional y evolutivo (Rosas et al., 2006a; 2012c).

. Estado de preservación y análisis de ADN

Sin duda, uno de los aspectos que más relieve han conferido a El Sidrón han sido los estu-dios pioneros en el área de la paleogenética. Tres factores han concurrido. Por un lado, la voluntad clara del equipo de acometer la ex-tracción y análisis del ADN antiguo, en un mo-mento histórico en el que se estaban desarro-llando estas técnicas, incluida la colaboración con equipos internacionales de primera línea, en especial con el Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology. Por otro, la buena

Figura 2: Esquemas de los elementos asignados a cada uno de los 13 individuos identificados en el yacimiento de El Sidrón, representados por colores según su clase de edad. Abajo, imágenes de alguno de los restos óseos más representativos recuperados. Elementos de un pie de individuo adolescente, hueso occipital (SD-1219), restos de

húmero, mandíbula y maxilar asociado del Adulto 3 y bloque de concreción calcárea (SD-437) que integra 21 restos dentales además de: a) parte de un pie y b) un segmento de columna vertebral y costillas asociadas, ambos en conexión

anatómica.Figure Schematic dra ings of the neandertal individuals identi ed at El Sidrón site, ith the s eletal elements

assigned to each other. Colours represent age ran s. Belo , pictures of some of the most representative fossil remains Adolescent s foot, occipital bone (SD- ), humerus, mandible and maxilla belonging to Adult , and a

calcrete bric (SD- ) covering a total of teeth plus a partial foot and a section of the rib cage, both in anatomical connection.

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preservación de ADN en las muestras (algunas veces, con una abundante proporción de ADN de posible origen microbiano). Y, finalmente, la implementación de técnicas novedosas de excavación, con el denominado “protocolo de excavación limpia” (Figura 3). Tal protocolo consiste en el genotipado del personal inves-tigador implicado en el manejo de los restos, equipamiento de los excavadores con trajes

y guantes estériles, uso de máscaras, lavado del material de excavación con lejía, extrac-ción del fósil e inmediato mantenimiento en frío, hasta su posterior congelación a -20ºC (Fortea et al., 2008).

Durante estos años se ha acometido el es-tudio de ADN mitocondrial (ADNmt), apor-tando datos sobre el modelo filogeográfico y de variación intragrupal en las poblaciones neandertales (Lalueza-Fox et al., 2005; 2006; Briggs et al., 2009). Además se han secuen-ciado genes específicos, tales como el FOXP2 o MC1R, con posible valor adaptativo (Krause et al., 2007; Lalueza-Fox et al., 2007, Maricic et al., 2013), y se ha caracterizado el grupo sanguíneo AB0 en neandertales (Lalueza-Fox et al., 2008), o la capacidad de percepción del gusto amargo en algunos individuos (Lalueza-Fox et al., 2009). Otro hito ha sido la incorpo-ración de la muestra de El Sidrón al proyecto Genoma Neandertal (Green et al., 2010) y a la reciente publicación del Exoma Neandertal (Castellano et al., 2014). Una extensa síntesis de todos estos resultados y su contexto pue-de consultarse en Lalueza-Fox et al., (2012b) y Sánchez-Quinto y Lalueza-Fox (2015).

Un resultado fundamental alcanzado me-diante el análisis de muestras de ADNmt de El Sidrón ha sido la determinación de nexos familiares estrechos entre los individuos del grupo (Lalueza-Fox et al., 2011a). En particu-lar, los hombres comparten todos el mismo haplotipo mitocondrial mientras que todas las mujeres lo tienen distinto. Este hecho per-mite dos inferencias clave. Por un lado, que se trata de un grupo neandertal con estrechos lazos familiares, en especial entre los varo-nes. Y por otro que tales grupos practicarían la estrategia de la patrilocalidad. Es decir, la permanencia de los hombres en el territorio paterno y el cambio de grupo de algunas mu-jeres jóvenes (Lalueza-Fox et al., 2011a y b).

Desde una perspectiva demográfica, la evi-dencia paleogenética obtenida del estudio de material de El Sidrón, y de otros yacimien-tos como los de Vindija (Croacia) y Denisova (Montes de Altai, Siberia), indican que el em-

Figura 3: Protocolo de excavación limpia implementado para evitar la contaminación de los restos neandertales extraídos de la Galería del Osario (Cueva de El Sidrón) con el ADN humano de los excavadores y posteriores

manipulaciones. En la imagen se aprecia a un excavador con el traje, guantes y máscara sujetando

la nevera portátil que transportará el resto fósil a bajas temperaturas hasta su congelación a -20ºC. El

instrumental de excavación (segundo plano) ha sido, a su vez, previamente desinfectado con lejía.

Figure Clean excavation protocol developed to avoid contamination by modern human DNA (from the

palaeontologists and archaeologists) of the neandertal remains unearthed at Galería del Osario (El Sidrón

cave). As it is shown in the picture, the worker wears a special suit, gloves and mask while holding the

portable icebox to eep the fossil cold, until its nal destination here it ill be frozen at - C. Excavation instrumental (at the back of the worker) was previously

bleached to avoid further contamination.

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parejamiento entre individuos genéticamen-te próximos puede haber sido más común en neandertales que en humanos actuales (ver Sánchez-Quinto y Lalueza Fox, 2015). Estos resultados se ven ratificados por el hallazgo en los restos de El Sidrón de frecuencias rela-tivamente altas de anomalías congénitas que en las poblaciones de H. sapiens aparecen en muy baja frecuencia. Dos ejemplos lo ilustran. Por un lado, la retención de caninos de leche en dos individuos (Dean et al., 2013), o la presencia de defectos en la osificación de la primera vértebra cervical en otros dos (qui-zá tres) individuos (Ríos et al., 2014; 2015). En conclusión, los neandertales de la zona y cronología de El Sidrón probablemente vivían en pequeños grupos, relativamente aislados y con una baja diversidad genética.

. Evolución de caracteres anatómicos

Si bien estos estudios nos dan una visión ge-neral de la variación de la especie, resulta difícil evaluar el significado real de dicha va-riación a una escala en la que puedan operar factores selectivos en un ambiente concreto. En este sentido, El Sidrón nos aporta datos de un grupo homogéneo y contemporáneo de homininos de anatomía arcaica, del que co-nocemos algunas de sus relaciones interper-sonales, y de ahí su relevancia.

Desde el descubrimiento de los primeros res-tos neandertales a mediados del siglo XIX una cuestión relevante ha sido el determinar si estos humanos prehistóricos constituían una especie distinta a la nuestra, o se trataba de una variedad más de entre las muchas que encontramos en H. sapiens. Para tratar de di-lucidar esta cuestión, aún vigente, la paleoan-tropología ha procedido a la comparación sis-temática de la anatomía de los restos nean-dertales con la de los humanos actuales. Tal ejercicio ha llevado a la identificación de un buen número de caracteres distintivos entre ambos grupos. Al extender estas comparacio-nes con otras especies de primates, los rasgos que definen la peculiar anatomía de los nean-dertales han recibido el nombre colectivo de

“caracteres neandertales”. Tales rasgos, por su singularidad, han sido interpretados como adaptaciones específicas de estos humanos a condiciones ambientales concretas. En parti-cular, a los ambientes fríos propios de la lla-mada última glaciación (en concreto, final del MIS 5, MIS 4 y 3). Sin embargo, al completarse el registro fósil humano, muy en especial con el hallazgo de restos del Pleistoceno Inferior y Medio europeo, se ha comprobado que los llamados rasgos neandertales aparecen ya en poblaciones muy antiguas, previas al hipoté-tico UAC neandertales - sapiens (Bermúdez de Castro et al., 2012; 2015). Tal circunstan-cia ha desembocado en la necesidad de de-terminar cuál es el origen evolutivo de todo ese conjunto de rasgos hasta ahora asociados a los humanos del frío. Con este fin, hemos emprendido un programa de investigación encaminado a determinar qué caracteres son heredados de antepasados más remotos y cuáles son auténticas especializaciones de los neandertales.

Aprovechando la variación detectada en El Si-drón como punto de arranque de los análisis, este ejercicio se lleva a cabo mediante el uso de técnicas de morfometría geométrica 3D y antropología virtual (Rosas et al., 2007; 2015; Bastir et al., 2010; 2015; Pérez-Criado et al., 2015) de todos y cada uno de los elementos del esqueleto. La imagen que emerge es com-pleja, definiendo una evolución en mosaico, en la que los sistemas anatómicos han cam-biado a diferentes ritmos (Rosas et al., 2006b). Así, buena parte de la anatomía postcraneal de los neandertales parece haber surgido en el Pleistoceno Inferior y a partir de ese nuevo plan corporal se desarrollaron posteriormen-te algunas especializaciones (autapomorfías). Sin embargo, las evidentes especializaciones de la anatomía craneal se van configurando a lo largo del Pleistoceno Medio, permitiendo trazar la evolución del linaje neandertal.

. Estudios sobre el ciclo vital

Cabe destacar la preservación de elementos esqueléticos susceptibles de relacionarse a

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un mismo individuo con posible asociación en esqueletos parciales (juveniles 1 y 2). Tal circunstancia permite abordar estudios con-juntos de crecimiento dental, cerebral y post-craneal en un mismo individuo, situación muy poco frecuente en otros yacimientos con fósi-les humanos. Como elemento aglutinador de estos aspectos se encuentra la determinación del ritmo de crecimiento en los individuos neandertales; vital para esclarecer cómo y cuándo se establece en la evolución de los homininos el peculiar y lento desarrollo onto-génico de los humanos modernos, pieza clave en el universo adaptativo de nuestra especie.

La determinación de la edad cronológica (o calendárica) de los individuos mediante téc-nicas de histología dental, ofrece un están-dar contra el que comparar el desarrollo y maduración biológica de diferentes sistemas anatómicos. El esmalte dental crece median-te la superposición de capas concéntricas de hidroxiapatito que en sección se ven estrati-ficadas mostrando incrementos periódicos, tanto circadianos como de otras frecuencias de periodo de entre los 6 y los 12 días (cuyo reflejo en la superficie exterior del esmalte dental es llamado perikymata) (ver Figura 4). El conteo de estas capas permite estimar

Figura 4. Imágenes de piezas dentales procedentes de El Sidrón e imágenes de observación microscópica realizadas en distintos estudios. A, hipoplasia del esmalte dental en un canino maxilar izquierdo. , Estría cultural con morfología de marca de corte (uno de los marcadores de actividad estudiados) con los detalles morfológicos que la identifican. C, Surcos subverticales en la faceta de contacto interdental en un premolar maxilar y perikymata o líneas de crecimiento

dental (indicados con flechas rojas) escala 1 mm. D, Representación en 3D de la superficie oclusal de un molar neandertal. E, Ejemplos de depósitos de cálculo dental (sarro) en los individuos de la colección de El Sidrón. Escala 1 cm,

excepto si se indica lo contrario.Figure . Dental remains from the El Sidrón collection. Pictures are from both the actual teeth and from the microscopic

studies. A, Enamel hypoplasia on an upper le canine tooth. Cultural or instrumental striation (one of the activity-mar ers analysed) ith the distinctive cut-mar morphology. C, Interproximal subvertical grooves on the distal facet

of a premolar tooth, and the peri ymata or enamel gro th lines (red arro s) scale mm. D, D representation of the occlusal surface of a molar tooth. E, Dental calculus deposits on two teeth from the El Sidrón neandertals. Scale bar= 1

cm, otherwise indicated on the picture.

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una cronología en la formación de los dientes además de posibles alteraciones durante su crecimiento. Por ejemplo, periodos de enfer-medad o crisis alimenticia prolongada ocu-rridos en la vida de los niños pueden afectar al crecimiento de estas capas de esmalte, de modo que dejan una alteración macroscópi-ca en el diente (una banda de hipoplasia o de menor crecimiento). Los neandertales de El Sidrón presentan de forma regular líneas de hipoplasia, pudiéndose estimar que en todos los individuos se produjo un episodio de crisis de crecimiento a la edad aproximada de los 2,8 años. Este hecho se ha asociado al proce-so del destete, cuando los lactantes dejan de ingerir leche materna, viéndose privados de sus capacidades inmunoprotectoras además de verse enfrentados a un cambio de dieta. Por tanto, ya por infecciones ya por bajadas en la calidad nutritiva, los neandertales expe-rimentaban una crisis biológica al final de su periodo de niñez (Rosas et al., 2006a; 2012a).

. Marcadores de actividad

Algunos aspectos referidos al comportamien-to se están abordando mediante el análisis de marcadores de actividad: huellas de origen antrópico aparecidas tanto en huesos como sobre los dientes como resultado de distintas actividades posturales o de manipulación. El estudio de estos marcadores y pautas de des-gaste en los dientes ha sido, hasta la fecha, una de las líneas más fructíferas (Estalrrich et al., 2015). Al no sufrir remodelación durante la vida del individuo, los dientes acumulan un buen número de huellas causadas por la in-teracción de la boca con el medio ambiente. La huella más inmediata se debe al desgate dentario por la dieta. Sin embargo, cuando la boca se usa como una tercera mano ayudan-do en la realización de determinados traba-jos, estos, de una forma u otra suelen dejar su impronta en la superficie dental (Estalrrich et al., 2013).

Mediante estas técnicas, hemos comproba-do que todos los individuos analizados eran diestros, con la posible excepción de un in-

dividuo adulto (Adulto 2), que cambió su lateralidad manual por la presencia de una condición patológica dental (Estalrrich et al., 2012a; Estalrrich y Rosas, 2013; Dean et al., 2013). La distribución de marcadores de acti-vidad en la dentición también es distinta en hombres y en mujeres por lo que hemos po-dido establecer una cierta división sexual del trabajo entre los neandertales (Estalrrich y Rosas, 2015). Tal división ha sido considerada como uno de los pilares de la estructuración social de los grupos cazadores-recolectores. Los neandertales presentaban una división del trabajo si bien no estrictamente idéntica a la observada en los grupos actuales, ya que las mujeres y niños si podrían haber parti-cipado en las tareas de caza mayor (Kuhn y Stinner, 2006; Estalrrich et al., 2012b; Estal-rrich y Rosas, 2015).

Una huella cuya interpretación aún se está debatiendo, pero que es muy frecuente en la muestra dental de El Sidrón, es la presencia de surcos subverticales en las facetas inter-dentales (Estalrrich et al., 2011), posiblemen-te relacionados con el ejercicio de elevadas fuerzas de masticación e introducción en la boca de materiales abrasivos, posiblemente relacionada con tareas no masticatorias.

. Dieta y paleoecología

El estudio de la dieta del grupo neander-tal de El Sidrón se ha realizado mediante el análisis de la microtextura del esmalte dental en la cara oclusal de los molares, indicando una dieta mixta de carne y vegetales (muy abundante en este grupo) (Estalrrich et al., en prep). Además, se han realizado estudios sobre los microcontenidos atrapados en el cálculo dental o sarro de estos individuos. El sarro funciona a modo de una trampa de partículas que se incluyen en la dieta o bien que han pasado por la boca del organismo bajo análisis. Los estudios de Hardy et al. (2012) han revelado el consumo de vegeta-les, la inhalación de aire cargado de humo y el empleo de plantas con fines terapéuticos, como la manzanilla y la aquilea. También se

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han identificado restos de madera de conífera no comestible en la mujer identificada como Adulto 5 (Radini et al., en prensa), y bitumen (sustancia viscosa frecuentemente empleada como pegamento natural para enmangar he-rramientas) en el individuo masculino Adulto 2 (Hardy et al., 2012).

8. Proyectos de futuro

Varios son los aspectos en fase de investiga-ción y aún más las potenciales vías de análisis abiertas por el desarrollo de nuevas tecnolo-gías. Destacamos aquí solo algunas de las más inmediatas.

Un aspecto clave aún no resuelto en la mues-tra de El Sidrón consiste en la asociación in-equívoca de los restos postcraneales a los individuos identificados a partir de piezas dentales, un ejercicio básico para la asocia-ción de esqueletos y la comprensión de una paleobiología organísmica. Tal asociación se ha ensayado mediante técnicas genéticas y geoquímicas sin que por el momento tenga-mos resultados satisfactorios. Esperamos que la aplicación de nuevas técnicas forenses a un mayor número de marcadores genéticos pue-da ayudar en este fin.

La continuación con el análisis de ADN y la ge-nómica es pieza esencial del proyecto. Tales estudios podrán en un futuro expandirse al genotipado no sólo de genes humanos sino de organismos ligados a la biología de los neandertales, por ejemplo la biota bucal o in-testinal. La exploración del bioma no humano asociado a los restos puede eventualmente abrir puertas al conocimiento de los ecosis-temas del pasado (bacterias, hongos, proto-zoos). Además, merece la pena destacar la posibilidad de conocer las posibles relaciones de parentesco dentro del grupo de El Sidrón mediante el genotipado de posiciones varia-bles del genoma nuclear, así como la posibi-lidad de capturar y secuenciar cromosomas completos (por ejemplo el cromosoma 21, Kuhlwilm et al., 2016).

Profundizar en los análisis morfométricos y determinar la polaridad de rasgos en el li-naje neandertal, conociendo así el origen de su forma corporal, es un objetivo prioritario que avanza a buen ritmo gracias al empleo de nuevas técnicas de análisis ligadas a la antro-pología virtual. Esto nos permitirá avanzar en la discusión sobre si los llamados caracteres neandertales son en realidad autapomorfías neandertales o son caracteres primitivos he-redados. Por otro lado, la presencia en el nor-te de la Península Ibérica de una muestra de hipotéticos antepasados de los neandertales (La Sima de los Huesos de Atapuerca), junto a sus supuestos descendientes en El Sidrón, distanciados en menos de 300 km, hacen de la comparación de estas dos colecciones una oportunidad única para explorar en detalle la evolución del linaje neandertal.

Finalmente, conocer mejor las pautas de ali-mentación, paleoecología y filogeografía de los grupos neandertales es un tema de cre-ciente interés. La cada vez más evidente dife-renciación de subpoblaciones neandertales, tanto en el espacio como en sus dinámicas temporales, hacen de los neandertales de El Sidrón un buen referente para el estudio. En este sentido, un aspecto hasta la fecha poco desarrollado concierne al amplio campo de los análisis isotópicos, ya que hasta el mo-mento, tan solo el estroncio está siendo eva-luado.

En resumen, queda aún mucho trabajo y es-fuerzo para tratar de entender algo más de la evolución del mundo pleistoceno y en parti-cular de los neandertales de El Sidrón (Astu-rias).

Agradecimientos

Queremos mostrar nuestro reconocimiento y mayor gratitud a la entrega y pasión arqueo-lógica del profesor Javier Fortea, director del “Proyecto Sidrón” desde su inicio hasta su fallecimiento, en 2009. Agradecemos since-ramente el minucioso trabajo realizado por un buen número de estudiantes y licenciados

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de la UNIOVI durante las campañas de ex-cavación. A todos los estudiantes del Grupo de Paleoantropología del MNCN-CSIC por su contribución al desarrollo de este programa de investigación. A todos los colegas que con sus discusiones y críticas nos ayudan a mejo-rar en el planteamiento y análisis. La conseje-ría de Cultura del Principado de Asturias ha fi-nanciado generosamente las investigaciones de campo y gabinete durante sucesivos con-venios. A la Clínica Ruber, con la Dra. Marina de la Fuente, Aurora Camarero y David Cano, por su constante apoyo en el empleo de téc-nicas médicas de análisis de imagen. A los re-visores de este trabajo y editor de la revista, por sus comentarios siempre constructivos. Proyectos del Plan Nacional de promoción del conocimiento del gobierno de España han contribuido al uso de técnicas especializadas (CGL2006-02131; CGL2009-09013; CGL2012-36682).

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CUATERNARIO y GEOMORFOLOGÍA SPANISH JOURNAL OF QUATERNARY & GEOMORPHOLOGY Revista de la Sociedad Española de Geomorfología (SEG) y Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA)

Editores Principales - Editors in-Chief:Pedro Huerta Hurtado (AEQUA). Dpto. Geología, Escuela Politécnica Superior de Ávila, Universidad de Salamanca (USAL). Avda. Hornos Caleros, 50. 05003 AVILA. [email protected]

David Regüés Muñoz (SEG). Instituto Pirenaico de Ecología (IPE, CSIC). Dpto.Procesos Geo-ambientales y Cambio Global. Avda. Montañana, 1005. 50059 ZARAGOZA. [email protected]

Editores Adjuntos - Associated Editors: Juan Remondo Tejerina (SEG). Dpto. Ciencias de la Tierra y Física de la Materia Condensada, Universidad de Cantabria (UC). Avda. de los Castros, s/n. 39005 SANTANDER. [email protected] Pablo G. Silva Barroso (AEQUA). Dpto. Geología, Escuela Politécnica Superior de Ávila, Universidad de Salamanca (USAL). Avda. Hornos Caleros, 50. 05003 AVILA. [email protected]

Comité Asesor – Advisory Board:Calvo Cases, A. (Universidad de Valencia, Esp)Ferreira, O. (Universidade do Algarve, Por) García Ruiz, J.M. (Inst. Pirenáico Ecol, CSIC, Zaragoza, Esp)

Harvey, A. (University of Liverpool, UK) Rodríguez Vidal, J. (Universidad de Huelva, Esp)Zazo Cardeña, C. (M. Nac. CC. Naturales, CSIC, Madrid, Esp)

Comité Editorial - Editorial BoardAguirre Enriquez, E. (M. Nac CC Naturales, CSIC, España)Baena Presley, J. (Universidad Autónoma Madrid, España) Bardají Azcarate, T. (Univ Alcalá de Henares, España)Cerdá Bolinches, A. (Universidad de Valencia, España)Cooper, A. (University of Ulster, UK)Corominas, J. (Univ Politécnica Cataluña, España)Diez Herrero, A. (IGME, Madrid, España)Gutiérrez Elorza, M. (Universidad Zaragoza, España)Gutiérrez Santolalla, F. (Universidad Zaragoza, España)Durán Valsero, J.J. (IGME, Madrid, España)Hillaire-Marcell, C. (UQAM, Canada)Jorda Pardo, J. (UNED, Madrid, España) Leorri Soriano, E. (East Carolina University, USA)López Martínez, J. (Univ Autónoma Madrid, España)Martín Serrano, A. (IGME, Madrid, España)

Mennanteau, L. (Universidad Nantesl, Francia)Ojeda Zujar, J. (Universidad de Sevilla, España)Pérez González, A. (CNIEH, Burgos, España)Pérez Torrado, F.J. (ULPGC, Gran Canaria, España)Romero Díaz, M.A. (Universidad de Murcia, España)Ruiz Zapata, B. (Universidad Alcalá de Henares, España)Rosas González, A. (M. Nac CC Naturales, CSIC, España)Serrano Cañadas, E. (Universidad de Valladolid, España)Serrat Congost, D. (Universidad de Barcelona, España)Soldati, M. (universidad de Modena, Italia)Thorndycraft, V. (University of London, RH, UK)Valero-Gárces, B. (IPE-CSIC, Zaragoza, España)Vilaplana, J.M. (Universidad de Barcelona, España)Williams, P. (University of Auckland, Nueva Zelanda)

Cuaternario y Geomorfología (CyG) es una revista científica periódica, de carácter semestral, co-editada por la Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA) y la Sociedad Española de Geomorfología (SEG). Incluye trabajos de investigación originales acerca de cualquiera de los campos puros o aplicados del Cuaternario y la Geomorfología, que hayan sido seleccionados por los editores previa revisión y asesoramiento por el Comité editorial y especialistas anónimos. AEQUA y SEG no se hacen responsables de las opiniones vertidas por los autores en los artículos publicados. La propiedad intelectual atribuye al autor la plena disposición y explotación de la obra creada, de acuerdo con las leyes vigentes. El precio del ejemplar es de 40 €. La revista se distribuye entre los cerca de 600 socios que suman AEQUA y SEG, así como entre las bibliotecas de los departamentos de Geología, Geodinámica, Geografía y Ciencias de La Tierra de diferentes universidades e instituciones científicas nacionales e internacionales. La revista se encuentra indexada en: GeoRef; DICE; YCIT-Ciencia y Tecnología, CSIC (Humanidades); Latindex; Ulrichs Web; Geoscience e-journals y muy pronto en Scopus de Elsevier.

Información On-line: http://tierra.rediris.es/CuaternarioyGeomorfologia/ AEQUA: www.aequa.es SEG: www.geomorfologia.es

Envío de manuscritos y repositorio de volúmenes publicados: http://recyt.fecyt.es/index.php/CUGEO/

Cuaternario y Geomorfología (CyG) is a periodical scientific journal co-edited by the Spanish Quaternary Research Association (AEQUA) and the Spanish Society of Geomorphology (SEG). Our journal publishes innovative papers covering the full range of pure and applied fields on Quaternary and Geomorphology preferentially focused on the Iberian Peninsula and iberoamerican countries. All the submitted manuscripts will be refereed by at least two reviewers, members of the editorial board or anonymous reviewers selected by the editors. The Journal is indexed in: GeoRef; DICE; YCIT-Ciencia y Tecnología, CSIC (Humanidades); Latindex; Ulrichs Web; Geoscience e-journals and in Scopus (Elsevier).

Foto Portada / Cover: Río Arga, Pamplona, junio de 2013 (lainformacion.com).Rio Arga, Pamplona, June 2013 (lainformacion.com).

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Vol. 29 (3-4)Diciembre 2015ISSN: 0214-1744

Cy G

Revista de la Sociedad Española de Geomorfología (SEG) yAsociación Española para el Estudio del Cuaternario (AEQUA)

Spanish Journal of Quaternary and Geomorphology

UATERNARIOGEOMORFOLOGÍA

y

CUATERNARIO yGEOMORFOLOGÍA

SPANISH JOURNAL OF QUATERNARY & GEOMORPHOLOGY

Vol. 29, Nos. 3-4Diciembre/December 2015

ISSN: 0214-1744

ÍNDICE / INDEX

Prólogos GyG

Gutiérrez Santolalla, F. (UNIZAR) y Silva, P.G. (USAL). Almería (Classic Geology in Europe 12) ................ 3

Silva, P.G. (USAL) y Rodríguez Pascua, M.A. Informe Asamblea AEQUA Granada, 30 de junio de 2015 .. 5

Artículos de Investigación / Research Papers

RRuiz-Villanueva, V.; Díez-Herrero, A.; Bodoque, J.M.; Bladé, E. Avances en el análisis del material leñoso en ríos: incorporación, transporte e influencia en el riesgo por inundaciones ...................... 7

López-Sáez, J.A.; Martínez-Sánchez, R.M.; Pérez-Díaz, S.; Alba-Sánchez, F.; Núñez de la Fuente, S.; Serra-González, C.; Morena-López, J.A.; Luelmo-Lautenschlaeger, R. Dinámica paleoambiental en la cam-piña de Córdoba (Andalucía) entre el IV y el I milenios cal. BC. Análisis palinológico del yacimiento arqueológico de Torreparedones ....................................................................................................... 35

Rodrigo-Comino, J.; Senciales-González, J.M. Ratio LE para el ajuste de perfiles longitudinales en cursos fluviales de montaña. Aplicación a la cuenca del río Almáchar (Málaga, España) ............................ 57

Rosas, A.; Estalrrich, A.; García-Tabernero, A.; Huguet, R.; Lalueza-Fox, C.; Ríos, L.; Bastir, M.; Fernán-dez-Cascón, B.; Pérez-Criado, L.; Rodríguez-Pérez, F.J.; Ferrando, A.; Fernández-Cerezo, S.; Sierra, E. y de la Rasilla, M. Investigación paleoantropológica de los fósiles neandertales de El Sidrón (Astu-rias, España)....................................................................................................................................... 77

UN PRODUCTO EDITORIAL SEG-AEQUAThis Journal is also supported by International Union for Quaternary Research (INQUA) and International Association of Geomorphologists

Publicación nº 95

2015

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