Cuento de Ana Ibáñez Ortega
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“Unas Navidades mágicas”
Os voy a contar la historia de una niña llamada Alejandra.
Alejandra solo vivía con sus padres y su hermana pequeña.
Nunca veía a su familia y...
ella siempre había soñado con pasar más tiempo con su familia.
Un día a Alejandra le ocurrió algo inolvidable:
Estaba con sus padres, Emma y Carlos, y con su hermana pequeña, Lucia, de vacaciones de Navidades en Estados Unidos.
Se alojaban en un hotel un poco raro llamado
“FRESTUTI”
que estaba en una
calle muy
iluminada y
brillante.
Estaban paseando por las frías calles de Nueva York...
cuando de
repente...
empezó a nevar.
Alejandra se puso muy contenta
y su hermana
también pero
sus padres no
tanto
porque creían que de tanto nevar se cortarían las calles
y tendrían que
pasar las
vacaciones en
el hotel.
La familia se fue al hotel
y minuto por minuto miraban por la ventana a ver si había parado de nevar, pero nada.
Mas tarde se fueron a cenar a un restaurante...
...pero un policía
les paró y les
dijo que
volvieran al
hotel.
Todos, se creían que iban a pasar las peores Navidades de su vida,
pero no fue así.
Al día siguiente Alejandra se asomó por la ventana y había parado de
nevar.
Alejandra se puso a gritar:
-¡Ha parado de nevar! ¡Bien! ¡Bien!
Sus padres se levantaron corriendo de la cama
y todos se fueron a desayunar a una cafetería cercana.
La familia no lo sabía, porque el día anterior se puso a nevar un montón de
repente,
pero resulta que el camarero de la cafetería hablaba español y les contó una historia:
-”Hace muchos años por esta calle vivía un señor llamado
“FRESTUTI”
Frestuti era un señor muy bueno, todo el mundo hablaba bien de él, y el día que murió empezó a nevar un montón.
Desde entonces, todos los años, el 22 de Diciembre, que es el día que murió,
en presencia de
alguien se sube a
una nube y tira
copitos de
nieve”
A todos les encantó aquella historia
y comprendieron que como el día anterior era el 22 de diciembre había pasado aquello y que su hotel se llamaba así en honor a aquel señor.
Después de desayunar, como Alejandra tenía 20 años y Lucia 8,
sus padres les dijeron que fueran a comprar a una tienda lo que quisieran y que luego fueran al hotel mientras ellos miraban otra tienda.
Al terminar de mirar tiendas las niñas se fueron al hotel y por el camino se encontraron con un mono.
Les parecía un poco extraño que hubiese un mono en Nueva York!!!
Más adelante
se encontraron
un loro que
repetía todo lo
que decías.
Y más adelante se encontraron un cerdo suelto por ahí.
Pero lo más extraño de todo era que el cerdo llevaba un collar brillante...
Tras un largo camino de cosas raras llegaron al hotel.
Más tarde sus padres llegaron al hotel también y las niñas les contaron lo que había pasado por el camino. Sus padres ya estaban un poco preocupados.
Al día siguiente estuvieron investigando sobre las cosas tan raras y
mágicas que estaban pasando.
Les preguntaron a todas las personas que se cruzaban pero nadie era español.
Más tarde volvieron a la cafetería del día anterior y se encontraron con el
camarero.
Le preguntaron que qué estaba pasando y el camarero les dijo:
“Os voy a contar un secreto:
En Navidad, las calles se iluminan en Nueva York y siempre una de ellas se hace mágica...
Las familias que pasan por ahí tienen que pedir un deseo
y cuando vuelvan a su país se les cumplirá su sueño”
Rápidamente toda la familia salió de la cafetería y pidió un deseo.
Alejandra pidió
pasar más
tiempo con su
familia...
… los demás
pidieron pasar
un buen 25 de
Diciembre.
Al día siguiente, el 25 de Diciembre,
volvieron a
España y al
bajar del
avión...
se encontraron con toda su familia.
Y desde aquel día no se han vuelto a separar.
Aquel día fue el mejor día para todos.
Y todos comieron juntos para celebrar que nacía Jesús.
Un cuento de...
Ana Ibáñez Ortega