Cuento de Navidad 2015 de Valero Crespo

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«Nada hay más engañoso que el corazón; no tiene remedio, ¿quién lo conoce? Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el interior de las personas, para pagar a cada cual su conducta, conforme al fruto de sus acciones.» (Biblia: Jeremías 17, 9-10). Un año más, llegó la Navidad y la Tierra se adornó de Navidad. Un año más, el Niño Jesús viajó a la Tierra para celebrar la Navidad. ¡Amaba tanto a los humanos! Le encantaba sentir el calor de sus corazones. Le emocionaba el calor de sus besos, de sus palabras sinceras, de sus caricias... Y como cada Navidad, buscó dónde nacer... Hasta que escuchó llorar a Renata y decirle a su profesora: «¿Que por qué no traigo el libro a clase? ¿Que por qué suspendo?... Pues, porque tengo 14 años y ya no sé ni dónde vivo. Hace tres años qué mis padres se divorciaron. Y desde entonces, mi vida es un infierno. Mi madre, desde que descubrió que mi padre tenía un hijo oculto, dejó de hablarle. Y mi padre, vive con su antigua novia y madre de su hijo oculto. Por esto, una semana vivo con mi madre, y la siguiente con mi padre. Y ahora, mi madre tiene un nuevo novio, que también está divorciado; y tengo que pasar los fines de semana en su piso, en otra nueva habitación, con uno de sus hijos. Así, que muchas veces, cuando me despierto, ya no sé ni dónde estoy: si en la habitación del piso de mi madre, de mi padre o del novio de mi madre. Y cada domingo por la noche, recojo mis cosas en una mochila y me voy a pasar la semana a otro piso diferente. ¡Todos pasan de mí! ¡Ni siquiera tengo un cuarto donde poner mis pósters!». www.facebook.com/valerocrespo www.valerocrespomarco.com

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«Nada hay más engañoso que el corazón; no tiene remedio, ¿quién lo conoce? Yo,

el Señor, examino el corazón, sondeo el interior de las personas, para pagar a cada

cual su conducta, conforme al fruto de sus acciones.» (Biblia: Jeremías 17, 9-10).

Un año más, llegó la Navidad y la Tierra se adornó de Navidad. Un año más, el Niño

Jesús viajó a la Tierra para celebrar la Navidad. ¡Amaba tanto a los humanos! Le

encantaba sentir el calor de sus corazones. Le emocionaba el calor de sus besos, de sus

palabras sinceras, de sus caricias... Y como cada Navidad, buscó dónde nacer... Hasta

que escuchó llorar a Renata y decirle a su profesora:

«¿Que por qué no traigo el libro a clase? ¿Que por qué suspendo?... Pues, porque tengo

14 años y ya no sé ni dónde vivo. Hace tres años qué mis padres se divorciaron. Y desde

entonces, mi vida es un infierno. Mi madre, desde que descubrió que mi padre tenía un

hijo oculto, dejó de hablarle. Y mi padre, vive con su antigua novia y madre de su hijo

oculto. Por esto, una semana vivo con mi madre, y la siguiente con mi padre. Y ahora, mi

madre tiene un nuevo novio, que también está divorciado; y tengo que pasar los fines de

semana en su piso, en otra nueva habitación, con uno de sus hijos.

Así, que muchas veces, cuando me despierto, ya no sé ni dónde estoy: si en la habitación

del piso de mi madre, de mi padre o del novio de mi madre. Y cada domingo por la noche,

recojo mis cosas en una mochila y me voy a pasar la semana a otro piso diferente. ¡Todos

pasan de mí! ¡Ni siquiera tengo un cuarto donde poner mis pósters!».

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La profesora, muy preocupada, llamó a la madre para ayudarla, pero ella muy enfadada le

dijo: «“Eso” es un problema de mi ex. No volveré a hablar con él, ni siquiera por Renata. Y

si mi hija es problemática, que se joda y la aguante su padre.» Después, llamó al padre, el

cual le respondió: «Menuda puta está hecha mi ex. Si Renata suspende y se deprime

peor para ella. Cuando está conmigo le doy mucho dinero, la dejo sola y que haga lo que

quiera. Yo tengo mi vida y no voy a cambiarla por ellas. Así que no me llame más.»

Al ver esta situación, el Niño Dios se llenó de tristeza, viajó al corazón de los padres y vio

que sus buenas palabras y sentimientos eran témpanos de hielo. ¡Sus corazones estaban

congelados! Estaban tan vacíos y tan fríos, que Jesús comenzó a tiritar.

Más tarde, descubrió que esta Navidad, muchas personas tenían un corazón de hielo, que

disfrazaban con luces, fiestas, compras, móviles, modas, gimnasios... Y Jesús, volvió a

tiritar al sentir tanto frío, hermetismo, muerte... ¡Qué falta de calor humano!

Jesús se llenó de ternura y decidió pasar la Navidad con ella. Pidió ayuda a su Padre

Dios. Y, su Providencia actuó así: sus abuelos invitaron a Renata a celebrar con ellos la

navidad. La chica dejó la luz, el calor del sol y la playa de su ciudad, y marchó a un pueblo

de Canadá, donde nevaba mucho y hacía mucho frío.

La Nochebuena, después de bendecir la mesa, Renata se levantó y junto al portal de

Belén, leyó la siguiente felicitación de Navidad:

«Queridos abuelos, tíos y primos: Gracias por quererme tanto y por el calor humano de

vuestros abrazos. Gracias por vuestras palabras de cariño y vuestras caricias de acogida.

Gracias por vuestra comprensión. Gracias abuelos, por poder tener mi habitación y

ayudarme a decorarla con mis pósters. Gracias porque ahora me despierto sabiendo

dónde estoy y quien soy. ¡Gracias por hacerme pasar las mejores navidades de mi vida!»

Al terminar, todos le abrazaron, ella lloró de emoción y el Niño Dios le sonrió. Renata se

quedó a vivir con sus abuelos. Cada día era más feliz. A veces, al caminar entre la nieve,

recordaba «el frío» de sus padres y sentía «el calor» humano de su nueva familia. Y veía

como se cumplía el significado de su nombre: «nacida por segunda vez» y «la doble vida

del ser humano: la resurrección tras la muerte».

«No hay nada más triste en este mundo, que despertarse la mañana

de Navidad y no ser un niño.»

Erma Bombeck (1927-1996), periodista y humorista americana

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