Cuento: Los ojos bonitos

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Colegio Capouilliez Literatura Cuento Ojos camaleónicosEn la Francia del antaño, cuando en las calles olía mal y lo único que se podía distinguir eran rostros empapados de tristeza y suciedad; sí en medio de la peste y el hedor sobrevivió la niña de los ojos camaleónicos. Dicen que la pequeña y frágil figura de esta niña casi emanaba luz propia. Parecía ajena a esas calles angustiadas de París. A su alrededor todo se tornaba vivo, su luz era incandescente; muchos decían que era casi imposible no voltear a verla. Un día en la plaza, el panadero le contaba a sus clientes: - ¡Yo estoy seguro haberla visto, ya varias veces al terminar de hornear el pan en plena madrugada! Cierto día la vendedora de pescado lo buscó y le dijo -¡Por fin! He logrado ver a la criatura de la que tanto hablan. ¡Logré distinguirle un par de ojos color rubí! -¿Cómo es eso posible? ¡Yo se los he visto morados! Le replicó el panadero. El barrendero los escuchó hablar y se preguntó cómo era posible semejante situación. En el pueblo se decía que era mejor no verla a los ojos porque tenía poderes místicos para hipnotizar a cualquiera que le tendiese la mirada fija. La mayoría le temían, y otros que nunca la habían visto decían que hasta no ver, no creer. Cierta tarde, el barrendero encontró a un lado de la fuente, a la niña de los ojos camaleónicos llorando desconsoladamente. La niña de ojos grandes, piel como de porcelana, rasgos perfilados y muchas pecas se estaba cubriendo el rostro con su larga cabellera

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Cuento literatura nivel estudiantil

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Colegio CapouilliezLiteraturaCuentoOjos camalenicosEn la Francia del antao, cuando en las calles ola mal y lo nico que se poda distinguir eran rostros empapados de tristeza y suciedad; s en medio de la peste y el hedor sobrevivi la nia de los ojos camalenicos. Dicen que la pequea y frgil figura de esta nia casi emanaba luz propia. Pareca ajena a esas calles angustiadas de Pars. A su alrededor todo se tornaba vivo, su luz era incandescente; muchos decan que era casi imposible no voltear a verla.Un da en la plaza, el panadero le contaba a sus clientes: - Yo estoy seguro haberla visto, ya varias veces al terminar de hornear el pan en plena madrugada! Cierto da la vendedora de pescado lo busc y le dijo -Por fin! He logrado ver a la criatura de la que tanto hablan. Logr distinguirle un par de ojos color rub! -Cmo es eso posible? Yo se los he visto morados! Le replic el panadero. El barrendero los escuch hablar y se pregunt cmo era posible semejante situacin. En el pueblo se deca que era mejor no verla a los ojos porque tena poderes msticos para hipnotizar a cualquiera que le tendiese la mirada fija. La mayora le teman, y otros que nunca la haban visto decan que hasta no ver, no creer. Cierta tarde, el barrendero encontr a un lado de la fuente, a la nia de los ojos camalenicos llorando desconsoladamente. La nia de ojos grandes, piel como de porcelana, rasgos perfilados y muchas pecas se estaba cubriendo el rostro con su larga cabellera pelirroja. Pareca que recitaba algo al mismo tiempo que lloraba, el barrendero dud en acercarse. As que cautelosamente camin hacia la fuente y al instante que ella lo volte a ver la tristeza de la nia haba desaparecido por completo y sus ojos se mostraron verde azulados.El barrendero no supo qu decir o hacer, estuvo tal vez varios segundos vislumbrado por una cierta energa extraa que ella transmita. La nia sin pensarlo mucho y como si le hubiera ledo la mente le dijo: Quiz no son mis ojos los que varan en tonalidades, sino ustedes. Son ustedes los que deciden qu ver en m Quiz no todo es lo que parece.

Seudnimo: Luna