Cuento Raro

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-Hola mi queri da Luisa , tenía tanto tiempo de no verla - Dijo Jose Ca rlos alza ndo su voz con un tono febril y de asombro. !adi" presuroso- #ero cu$nteme % C"mo le &a ido' %C"mo &a estado' % (u$ &a &ec&o' - ) volvi" a &ablar precipita dame nte sin dar tiempo de respue sta- La veo m*s  p*lida. % Ha estado enferma' Debe ser por estas necias lluvias. ) o tambi$n me &e enfermado +ltimamente, pero yo creo que es mas bien debido a los a!os, esos no pasan en vano. - na risa de dolor invadi" su tez y a!adi"- #ueden ser los amores contra riados y las penas de anta!o las que me  pasan la factura. Despu$s de las +ltimas palabras baj" levemente la cabeza con nostalia, entrecruz" los dedos de las manos y r*pidamente are" mustio -/er* mejor que cambiemos de tema, porque recordar lo impreciso no es mi deporte favorito. Dentro de su cabeza atin" a pensar 01uc&os a!os &an pasado desde nuestro +ltimo encuentro, como  para reencontrarnos bajo el marco de una puerta.2 Le dijo arrepentido- dem*s creo que &e olvidado las normas de cortesía. (u$ ir* a pensar mi invitada de lujo3 a+n no la invito a pasar y a  ponerse c"moda y ya la interroo y aburro con mis &is torias. Dic&o e sto, invit" a Luis a a inres ar a su mora da y le indic " un sof* ri s, dond e podrí a tomar asiento. 4lla asinti" con arado y enería. 5l por su parte se sent" en una silla. La &abitaci"n era peque!a, y dentro de ella solo &abía una silla, el sof* ris y una mesa peque! a en medio de la silla y el sof*. n vetusto reloj adornaba una de las paredes.  na vez que estuvieron sentados y c"modos, $l reanud" animoso la conversaci"n. -6o se imaina la felicidad que me prov oca verla nue vamente. 1e u staría que supiera tod o lo que rec$ para que la misma suerte que nos uni" una vez, la acompa!ara y se encontrara bien-. 7uard" un silencio corto, como para &umedecer su aranta, y continu".- #ero bueno, no seuimos vivos  para revivir lo pasad o. %(u$ &a sido de usted' % /e cas"' %8 iene &ijos' n silencio morta l se poses ion" de l sal"n. na mira da fría y un rostro si n e9pre si"n fueron las +nicas repuestas que obtuvo. La oquedad de su silenci" abofete" el rostro de Jose Carlos. 5l la miraba directamente a los ojos, como si quisiera adivinar lo que le escondían esas finas facciones. Como si las respuestas a todas sus preuntas se encontraran ocultas en la p*lida e9presi"n de esa tez. 4l dolor de tantos a!os de a usencia resucitaron en su interior como un pu!o de cenizas e n las a+n ardía un rescoldo aonizante. 4l oportuno tic tac del viejo reloj de pared interrumpi" la incomodidad del silencio, y despert" a Jose Car los de un letaro de recu erdos. /e le ocurri" que tal vez ella &abí a decidido visitarl o nuevamente, despu$s de tantos a!os, porque alo muy rave le &abía pasad o y por eso su preunta &abía sido tan mal recibida . Debía encontrar la manera &ace rla confesa r. Decid i" no menc ionar nada al respecto por el momento. :eanud" la conversaci"n, pero esta vez fue m*s cauteloso. -%(u$ le pue do cont ar de mi vid a' 6o se si se acuerda de mi afi ci" n por la m+sica per o, me convertí en pianis ta de c*mara &ace ya vari os a!os. De ni!o recibí una respeta ble formac i"n music al, por lo que no fue muy difíc il para mí perfe ccio nar mis cono cimie ntos musica les. - Hizo una pausa para toser. ) are" en tono molesto- 8antos a!os de fumar me tienen la aranta colmada. 6unca aprendí a dejar de fumar y la verdad es que ya no me preocupo muc&o por cambiar mis &*bitos, estoy demasiado viejo para cambiar. 4c&" una mirada por la &abitaci"n como buscando las palabras correctas, esas palabras que rompieran de una vez por todas, el candado que &ace tantos se cerr" para $l. 6o comprendía c"mo Luisa &abía lleado tan inu sitadamente a su casa, ya ni siquiera llevab a la cuenta de los a!os que &abían transcurrido desde que ella lo abandon". /u vida &abía sido cada vez m*s miserable, &asta que dej" de importarle. na vez m*s el ine9orable tic tac trajo a colaci"n la realidad. Continu" el relato de su vida una vez m*s. -1is primeros a!os como m+sico fueron muy duro s, mi &ermano lfredo fue mi +nica fuente de inre sos por un importa nte tiemp o, pero mis cua lidad es como m+sico pr onto me ot ora ron un nombre del cual entonces carecía. 1is conciertos y recitales pasaron de ser una reuni"n de amios que me apoyaban, a teatros repletos de personas que deseaban escuc&arme interpretar.- na sonrisa

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-Hola mi querida Luisa, tenía tanto tiempo de no verla - Dijo Jose Carlos alzando su voz con untono febril y de asombro. !adi" presuroso- #ero cu$nteme % C"mo le &a ido' %C"mo &a estado'% (u$ &a &ec&o' - ) volvi" a &ablar precipitadamente sin dar tiempo de respuesta- La veo m*s

 p*lida. % Ha estado enferma' Debe ser por estas necias lluvias. )o tambi$n me &e enfermado

+ltimamente, pero yo creo que es mas bien debido a los a!os, esos no pasan en vano. - na risa dedolor invadi" su tez y a!adi"- #ueden ser los amores contrariados y las penas de anta!o las que me pasan la factura.Despu$s de las +ltimas palabras baj" levemente la cabeza con nostalia, entrecruz" los dedos de lasmanos y r*pidamente are" mustio-/er* mejor que cambiemos de tema, porque recordar lo impreciso no es mi deporte favorito.Dentro de su cabeza atin" a pensar 01uc&os a!os &an pasado desde nuestro +ltimo encuentro, como

 para reencontrarnos bajo el marco de una puerta.2 Le dijo arrepentido- dem*s creo que &eolvidado las normas de cortesía. (u$ ir* a pensar mi invitada de lujo3 a+n no la invito a pasar y a

 ponerse c"moda y ya la interroo y aburro con mis &istorias.Dic&o esto, invit" a Luisa a inresar a su morada y le indic" un sof* ris, donde podría tomar 

asiento. 4lla asinti" con arado y enería. 5l por su parte se sent" en una silla.La &abitaci"n era peque!a, y dentro de ella solo &abía una silla, el sof* ris y una mesa peque!a enmedio de la silla y el sof*. n vetusto reloj adornaba una de las paredes. na vez que estuvieron sentados y c"modos, $l reanud" animoso la conversaci"n.-6o se imaina la felicidad que me provoca verla nuevamente. 1e ustaría que supiera todo lo querec$ para que la misma suerte que nos uni" una vez, la acompa!ara y se encontrara bien-. 7uard"un silencio corto, como para &umedecer su aranta, y continu".- #ero bueno, no seuimos vivos

 para revivir lo pasado. %(u$ &a sido de usted' %/e cas"' %8iene &ijos'n silencio mortal se posesion" del sal"n. na mirada fría y un rostro sin e9presi"n fueron las+nicas repuestas que obtuvo. La oquedad de su silenci" abofete" el rostro de Jose Carlos. 5l lamiraba directamente a los ojos, como si quisiera adivinar lo que le escondían esas finas facciones.Como si las respuestas a todas sus preuntas se encontraran ocultas en la p*lida e9presi"n de esatez. 4l dolor de tantos a!os de ausencia resucitaron en su interior como un pu!o de cenizas en lasa+n ardía un rescoldo aonizante.4l oportuno tic tac del viejo reloj de pared interrumpi" la incomodidad del silencio, y despert" aJose Carlos de un letaro de recuerdos. /e le ocurri" que tal vez ella &abía decidido visitarlonuevamente, despu$s de tantos a!os, porque alo muy rave le &abía pasado y por eso su preunta&abía sido tan mal recibida. Debía encontrar la manera &acerla confesar. Decidi" no mencionar nada al respecto por el momento. :eanud" la conversaci"n, pero esta vez fue m*s cauteloso.-%(u$ le puedo contar de mi vida' 6o se si se acuerda de mi afici"n por la m+sica pero, meconvertí en pianista de c*mara &ace ya varios a!os. De ni!o recibí una respetable formaci"n

musical, por lo que no fue muy difícil para mí perfeccionar mis conocimientos musicales. - Hizouna pausa para toser. ) are" en tono molesto- 8antos a!os de fumar me tienen la arantacolmada. 6unca aprendí a dejar de fumar y la verdad es que ya no me preocupo muc&o por cambiar mis &*bitos, estoy demasiado viejo para cambiar.4c&" una mirada por la &abitaci"n como buscando las palabras correctas, esas palabras querompieran de una vez por todas, el candado que &ace tantos se cerr" para $l. 6o comprendía c"moLuisa &abía lleado tan inusitadamente a su casa, ya ni siquiera llevaba la cuenta de los a!os que&abían transcurrido desde que ella lo abandon". /u vida &abía sido cada vez m*s miserable, &astaque dej" de importarle. na vez m*s el ine9orable tic tac trajo a colaci"n la realidad. Continu" elrelato de su vida una vez m*s.-1is primeros a!os como m+sico fueron muy duros, mi &ermano lfredo fue mi +nica fuente de

inresos por un importante tiempo, pero mis cualidades como m+sico pronto me otoraron unnombre del cual entonces carecía. 1is conciertos y recitales pasaron de ser una reuni"n de amiosque me apoyaban, a teatros repletos de personas que deseaban escuc&arme interpretar.- na sonrisa

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-Hola mi querida Luisa, tenía tanto tiempo de no verla - Dijo Jose Carlos alzando su voz con untono febril y de asombro. !adi" presuroso- #ero cu$nteme % C"mo le &a ido' %C"mo &a estado'% (u$ &a &ec&o' - ) volvi" a &ablar precipitadamente sin dar tiempo de respuesta- La veo m*s

 p*lida. % Ha estado enferma' Debe ser por estas necias lluvias. )o tambi$n me &e enfermado+ltimamente, pero yo creo que es mas bien debido a los a!os, esos no pasan en vano. - na risa dedolor invadi" su tez y a!adi"- #ueden ser los amores contrariados y las penas de anta!o las que me

 pasan la factura.Despu$s de las +ltimas palabras baj" levemente la cabeza con nostalia, entrecruz" los dedos de lasmanos y r*pidamente are" mustio-/er* mejor que cambiemos de tema, porque recordar lo impreciso no es mi deporte favorito.Dentro de su cabeza atin" a pensar 01uc&os a!os &an pasado desde nuestro +ltimo encuentro, como

 para reencontrarnos bajo el marco de una puerta.2 Le dijo arrepentido- dem*s creo que &eolvidado las normas de cortesía. (u$ ir* a pensar mi invitada de lujo3 a+n no la invito a pasar y a

 ponerse c"moda y ya la interroo y aburro con mis &istorias.Dic&o esto, invit" a Luisa a inresar a su morada y le indic" un sof* ris, donde podría tomar asiento. 4lla asinti" con arado y enería. 5l por su parte se sent" en una silla.La &abitaci"n era peque!a, y dentro de ella solo &abía una silla, el sof* ris y una mesa peque!a en

medio de la silla y el sof*. n vetusto reloj adornaba una de las paredes. na vez que estuvieron sentados y c"modos, $l reanud" animoso la conversaci"n.-6o se imaina la felicidad que me provoca verla nuevamente. 1e ustaría que supiera todo lo querec$ para que la misma suerte que nos uni" una vez, la acompa!ara y se encontrara bien-. 7uard"un silencio corto, como para &umedecer su aranta, y continu".- #ero bueno, no seuimos vivos

 para revivir lo pasado. %(u$ &a sido de usted' %/e cas"' %8iene &ijos'n silencio mortal se posesion" del sal"n. na mirada fría y un rostro sin e9presi"n fueron las+nicas repuestas que obtuvo. La oquedad de su silenci" abofete" el rostro de Jose Carlos. 5l lamiraba directamente a los ojos, como si quisiera adivinar lo que le escondían esas finas facciones.Como si las respuestas a todas sus preuntas se encontraran ocultas en la p*lida e9presi"n de esatez. 4l dolor de tantos a!os de ausencia resucitaron en su interior como un pu!o de cenizas en lasa+n ardía un rescoldo aonizante.4l oportuno tic tac del viejo reloj de pared interrumpi" la incomodidad del silencio, y despert" aJose Carlos de un letaro de recuerdos. /e le ocurri" que tal vez ella &abía decidido visitarlonuevamente, despu$s de tantos a!os, porque alo muy rave le &abía pasado y por eso su preunta&abía sido tan mal recibida. Debía encontrar la manera &acerla confesar. Decidi" no mencionar nada al respecto por el momento. :eanud" la conversaci"n, pero esta vez fue m*s cauteloso.-%(u$ le puedo contar de mi vida' 6o se si se acuerda de mi afici"n por la m+sica pero, meconvertí en pianista de c*mara &ace ya varios a!os. De ni!o recibí una respetable formaci"nmusical, por lo que no fue muy difícil para mí perfeccionar mis conocimientos musicales. - Hizouna pausa para toser. ) are" en tono molesto- 8antos a!os de fumar me tienen la aranta

colmada. 6unca aprendí a dejar de fumar y la verdad es que ya no me preocupo muc&o por cambiar mis &*bitos, estoy demasiado viejo para cambiar.4c&" una mirada por la &abitaci"n como buscando las palabras correctas, esas palabras querompieran de una vez por todas, el candado que &ace tantos se cerr" para $l. 6o comprendía c"moLuisa &abía lleado tan inusitadamente a su casa, ya ni siquiera llevaba la cuenta de los a!os que&abían transcurrido desde que ella lo abandon". /u vida &abía sido cada vez m*s miserable, &astaque dej" de importarle. na vez m*s el ine9orable tic tac trajo a colaci"n la realidad. Continu" elrelato de su vida una vez m*s.-1is primeros a!os como m+sico fueron muy duros, mi &ermano lfredo fue mi +nica fuente deinresos por un importante tiempo, pero mis cualidades como m+sico pronto me otoraron unnombre del cual entonces carecía. 1is conciertos y recitales pasaron de ser una reuni"n de amios

que me apoyaban, a teatros repletos de personas que deseaban escuc&arme interpretar.- na sonrisa-Hola mi querida Luisa, tenía tanto tiempo de no verla - Dijo Jose Carlos alzando su voz con untono febril y de asombro. !adi" presuroso- #ero cu$nteme % C"mo le &a ido' %C"mo &a estado'

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% (u$ &a &ec&o' - ) volvi" a &ablar precipitadamente sin dar tiempo de respuesta- La veo m*s p*lida. % Ha estado enferma' Debe ser por estas necias lluvias. )o tambi$n me &e enfermado+ltimamente, pero yo creo que es mas bien debido a los a!os, esos no pasan en vano. - na risa dedolor invadi" su tez y a!adi"- #ueden ser los amores contrariados y las penas de anta!o las que me

 pasan la factura.de complicidad se dibuj" en ambos rostros. mbos comprendieron que la mejor forma de entablar 

una conversaci"n amena era maquillando un poquito los detalles. Jose Carlos continu" m*s fluido -La fama y el reconocimiento pronto tode complicidad se dibuj" en ambos rostros. mboscomprendieron que la mejor forma de entablar una conversaci"n amena era maquillando un poquitolos detalles. Jose Carlos continu" m*s fluido - La fama y el reconocimiento pronto tocaron las

 puertas de mi atropellada vida. 4n realidad nunca fui realmente famoso, pero para una personacom+n como yo, ver su nombre en una cuantas revistas y peri"dicos y dar una cuantas entrevistas alos periodistas, era toda una incursi"n en el mundo de la far*ndula. Luisa &abía cruzado la pierna en busca de una posici"n m*s c"moda, y las manos de Jose Carlosrecorrían ansiosas sus rodillas.Dentro de $l, casualidad y tristeza brillaron aleres en su interior. 4speraba a+n que ella supierareír, que alo verdadero pudiera brotar de esos labios que $l tanto aprendi" a amar. Desde que no la

veía, todos los ena!os y los desena!os de su mente &abían mirado como aves de paso. Lafelicidad y la tristeza estaban lejos de su &orizonte. 6o quiso reflejar nin+n auto-ena!o dentro desí mismo, solo quería re-aprender aquel bello arte de entrearse así mismo, de ser uno con aquelmundo místico del la soledad compartida.:ecord" aquellos tiempos en que pensaba en qu$ vacío y que tonto le parecía amar aquel arte deinterpretar y componer m+sica, si ella ya no estaba para escuc&ar sus peque!os y ridículos sonetos.#ara qu$ iba $l a componerlos. Como la e9tra!". (ue mundo m*s austero se acerc" a $l. 8odos sussue!os e ilusiones desfilaron como en un des&uesadero, cada uno de ellos esperando solo la suertede los que esperan su e9tinci"n. Los sue!os y las desamparadas esperanzas compartieron&abitaci"n en su alma, mientras $l esperaba que ella respondiera a sus s+plicas de atenci"n.Cu*nto la am", solo una deidad puede saber. Lo cierto es que el tiempo, fiel inquisidor de la vidacontinu", y la vida como tal nunca se detuvo. 5l se vio obliado a amar su miserable destino deestar condenado a nunca ser nada respetable para $l mismo;ntent" mantener la conversaci"n viva, no podía soportar un silencio m*s de indiferencia. /i ella&abía vuelto era por al+n motivo. !adi" por compromiso- 1i vida &a sido muy llevadera y pocointeresante. 6o merezco el &onor que su atenci"n me brinda, me ustaría m*s saber que la &a traído

 por los rumbos de mi &oar.n suspiro se escapo ileal de los labios de Luisa. 4l silencio se &abía roto, Jose Carlos lo sabía,&abía atinado en averiuar la forma de romper su silencio. 4lla lo mir" directamente a los ojos,c"mo &acía tantos a!os no lo &acía. na voz se escuc&" decir-%Jose Carlos, con qui$n &abla'- #reunt" alterado lfredo desde la puerta por donde &abía entrado

Luisa-.na mirada de duda se pint" en el rostro de Jose Carlos. 5l respondi" fuertemente-1e e9tra!a su preunta, obviamente con Luisa . <olvi". )o sabia que iba a reresar. <ena ycon"zcala usted tambi$n, para que vea que es tan bonita como se la describí y compruebe que noeran solo &abladurías mías.lfredo le respondi" con una voz comprensiva pero dura - Jose Carlos, mi &ermanito so!ador,cuantas veces teno que decirle que Luisa nunca &a e9istido, ella es solo el recuerdo de sus viejosamores que vienen a enturbiar su raz"n-. Jose Carlos, para demostrar la veracidad de su &istoria ledijo sin dudar que ella se encontraba sentaba en el sof*, que volviera su mirada &acia ese luar paraque la viera tambi$n.4l &ermano entr" en la sala y se sent" en el sof* ris, solo para &acer evidente que la &istoria de

Luisa era una ilusi"n. 4nseuida le preunt" a Jose Carlos que si ya se &abía convencido que ellaera solo una traici"n de su imainaci"n.Jose Carlos no pudo evitar que un nudo se atara en su aranta. /inti" un ambiente de desaire que

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se posaba en las p*lidas esquinas de la &abitaci"n. na vez m*s &abía sido presa de sus ilusiones.1ir" a lfredo con ojos vacíos y le preunt" inocentemente -%c"mo &ao para diferenciar loverdadero de lo ilusorio'-.lfredo estaba apunto de contestar una evasiva, cuando sinti" esas mismas palabras brotando de suslabios, como si de a&í &ubieran salido. 4n ese momento se abri" de nuevo la puerta e inres" unaenfermera reordeta pero araciada. lfredo le dirii" una mirada triste y le dijo -1i &ermano Jose

Carlos siue jurando que Luisa lo &a visitado, ya no se que decirle-.) la enfermera contesto secamente - lfredo, pero si su &ermano muri" &ace muc&os a!os.- ) rit"es voz alta y desesperada - Doctor, un sedante, lfredo est* alucinando de nuevo y est* muyalterado, ya amenaz" con olpearme, au9ilio, au9ilio, este loco est* peor que antes.