Cuento s

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Cuentos para niños. Uga la tortuga Los valores son las reglas de conducta y actitudes según las cuales nos comportarnos y que están de acuerdo con aquello que consideramos correcto. Este cuento, Uga la tortuga, especialmente, fomenta la perseverancia. A través de los cuentos, fábulas o poemas los niños aprenden sobre su entorno, potencian su imaginación, desarrollan la creatividad y generan interés por la lectura. Cuento infantil sobre la perseverancia ¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona . ¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas. Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño , o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano . -¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.

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Cuentos para niños. Uga la tortuga

Los valores son las reglas de conducta y actitudes según las cuales nos

comportarnos y que están de acuerdo con aquello que consideramos

correcto. Este cuento, Uga la tortuga, especialmente, fomenta la

perseverancia.

A través de los cuentos, fábulas o poemas los niños aprenden sobre su

entorno, potencian su imaginación, desarrollan la creatividad y generan

interés por la lectura.

Cuento infantil sobre la perseverancia

¡Caramba, todo me sale mal! se

lamenta constantemente Uga, la

tortuga. Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en

acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para

colmo es una dormilona.¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.

Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan

sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o

quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los

calurosos días de verano.

-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo

mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.

- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente

cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es

acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la

recompensa de haberlo conseguido.

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No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que

requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres

capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras

logrados alguna vez.

Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la

duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para

conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo

intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.

- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo

necesitaba: alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo;

te prometo que lo intentaré.

Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.

Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se

proponía porque era consciente de que había hecho todo lo posible por

lograrlo.

- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e

imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que

contribuyen a lograr grandes fines.

FIN

EL TESORO AL FINAL DEL ARCOIRIS

AMISTAD

Había una vez, en un pueblo rodeado de montañas azules y desiertos, tres amigas que se querían mucho: se llamaban Rosy, Regina y Sofía ¡ Eran las mejores amigas del Mundo! Por las tardes, al salir de la escuela, se iban caminando juntas a sus casas.Un día, luego de salir de clases, se dieron cuenta que Sofía estaba llorando. De inmediato le preguntaron qué le pasaba.

•  Es que estoy muy triste porque mi papá no podrá venir para mi cumpleaños.-respondió ella.

Hacía tres años que su papá se había tenido que ir a trabajar en la pizca, al otro lado de la frontera. Cada cumpleaños de su hijita, el señor volvía sin falta para festejarla, y era la época más feliz para la niña. Pero una noche antes, había escuchado sin querer una conversación en la cual su mamá le decía a su abuelita que la cosecha de tomate se había arruinado con las nevadas, y por tanto, su papá no tenía dinero para regresar al pueblo. Desafortunadamente, la familia tampoco tenía dinero para mandarle.

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•  ¡ Tengo una idea! - exclamó Rosy:- Mi abuelita Cuquita, que está en el cielo, me platicó una vez que al final del arcoiris hay

un tesoro de monedas de oro. Si lo encontramos, ese tesoro será suficiente para traer a tu papá de vuelta. Iremos juntas a buscarlo.

Los días pasaron, sin rastro del arcoiris. Una tarde al finalizar las clases, luego de la lluvia cantarina, el sol asomó su carita entre las nubes, y un arcoiris precioso apareció .Las niñas estaban emocionadas. ¡ Ahora, tenían que emprender el camino para hallar el tesoro!

Por primera vez en su vida, en lugar marcharse hacia sus hogares, se dirigieron hacia el Cerro de las Noas, detrás del cual estaba la Gran Ciudad. Ahí parecía estar el final del arcoiris. Las niñas iban admirando las florecillas que la lluvia había adornado con gotitas de diamantes.Caminaron por mucho tiempo, y Regina preguntó:

•  ¿Cuánto falta para llegar? Me duelen los pies, y ya me está dando hambre.

•  Hay que preguntarle a la señora ardilla.- sugirió Rosy, divisando a uno de estos animalitos, que observaba curioso al trío de chiquitas :- Hola,

•  señora ardilla...¿Falta mucho para llegar al final del arcoiris?

La ardilla sacudió la cabeza como diciendo " NO".

•  Ya ven - dijo Rosy :- Al ratito llegamos

Siguieron, ahora de subida, llenas de esperanza. Avanzaron entre los cactus y los conejitos que se asomaban a verlas, y ayudándose las unas a las otras cuando era necesario. De repente, el sol y el arcoiris se esfumaron, y se hizo de noche.

- ¡ Ya se fue el arcoiris! - dijo muy decepcionada Sofía. Fue cuando se dieron cuenta que no podrían regresar a casa, ya que la oscuridad se los impedía, y Rosy, que era la más decidida, determinó:

•  Ya casi llegamos a la cima. Pasaremos ahí la noche, y mañana, encontraremos el tesoro. No te apures, Sofía

•  Sí - afirmó Regina:- No te apures, Sofis, que vamos a encontrar ese tesoro para tu papá.

A pesar de los ruidos del viento y los aullidos de los coyotes, las niñas trataron de ser valientes, y tomándose de la mano, llegaron a lo más alto del Cerro. Ahí, la imagen enorme y silenciosa de un Cristo con los brazos abiertos las esperaba.

•  Él nos cuidará. ¡ Qué altote está! - dijo Sofía, muy animada. Bajo sus pies, la Gran Ciudad se desplegaba llena de luces de colores. Las niñas se sentaron al pie de la imagen, y abrazándose trataron de darse calor. De pronto, unos gritos las asustaron. ¿Quién sería, en medio de la noche? Unos hombres se acercaron a las pequeñas, con linternas en la mano.

•  ¡ Niñas! - les dijo uno de ellos, bigotón y de cara bondadosa:- ¡ Mucha gente las ha estado buscando, gracias a Dios que las encontramos!

Las llevaron en un automóvil a la Gran Ciudad, para que pasaran la noche bajo techo. Mientras les daban de cenar, las niñas explicaron a sus salvadores su odisea, y el motivo que las había llevado

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a emprender la excursión tan lejos de casa. La noticia del salvamento de las pequeñas y su historia se regó hasta en los programas de radio y televisión de la localidad. Al día siguiente, cuando las llevaron de vuelta a casa, las niñas pidieron perdón a sus familias por haberse ido sin permiso, y el señor bigotón las había encontrado expresó:

•  Ahora que están todos reunidos, y que ya pidieron perdón a sus papás, ¡les tenemos una sorpresa!

La historia de amistad de las pequeñas habían conmovido tanto a los habitantes de la ciudad, que habían organizado una colecta para traer de vuelta al papá de Sofía. ¡ Qué alegría! Había dinero más que suficiente para ello, y las niñas brincaban de contento.

Después de todo, la abuelita Cuquita había tenido razón. Al final del arcoiris, estaba el tesoro más maravilloso que cualquier ser humano pudiera desear: ¡ El tesoro de la verdadera AMISTAD!

Y colorín colorado, este cuento, se ha acabado.

EL OJO DEL CIELO

Cuando ninguno, pero ninguno, de los abuelos de nuestros abuelos había nacido, la Tierra era un lugar en el cual, apenas el sol se escondía tras el horizonte, la gente se iba a dormir de inmediato porque todo se entenebrecía y las estrellas eran puntos celestes sin ningún brillo. En ese tiempo no existía la luna. La noche caía como una manta pesada sobre los campos y los ríos, y hasta los animales se metían en sus escondrijos hasta que amanecía.

Cuentan que, una tarde de verano, los niños jugaban a las escondidas entre los árboles. Las madres llamaron a sus hijos para que entraran a sus casas antes que la luz del sol desapareciera. Todos los chicos volvieron, menos Rafael.

Rafael se había dormido detrás de una roca mientras esperaba que descubrieran su escondite.

Cuando la mamá notó su ausencia, el último rayito dorado se escapaba tras las montañas. Los adultos salieron a buscarlo en la oscuridad. Pero era inútil... ¡la noche era tan negra! Rafael dormía profundamente y no escuchó que los hombres gritaban su nombre y tropezaban chocando con los pinos.

Entonces, las mujeres encendieron un fuego en un claro del bosque y, tomadas de las manos, le pidieron al cielo que las ayudara. El cielo lo meditó durante unos minutos y sintió que el ruego llegaba con tanto amor que era imposible ignorarlo. Al fin, decidió abrir uno de sus ojos. Era redondo como un anillo, blanco como la sal y brillante como una perla. El bosque se iluminó de

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pronto, como si estuviera por amanecer, y las estrellas refulgieron como espejos de plata lustrada. Los hombres encontraron a Rafael y se reunieron con las mujeres y los niños a admirar la belleza del resplandor.

Dicen que el ojo del cielo es la luna. Dicen que nunca más se cerró por las noches. Para que los hombres puedan encontrar lo que buscan. Para que los niños no se pierdan. Y para que las mujeres recuerden que el cielo siempre concede aquello que el amor clama, con las manos unidas, cerca de una hoguera.

SANA NOS VISITA

CURIOSIDAD

Sana es un niño que nació en un planeta muy lejano, vecino del señor Sol.

Curioso y aventurero, decidió visitar a los niños terrícolas, para conocerlos y jugar con ellos.

Como es muy afectuoso y obediente, sus padres le permitieron viajar y le construyeron una nave sencilla.

Primero recorrió la ciudad, observando a la gente y su ropa, a los automóviles, a los árboles y a los edificios. Todo lo sorprendía, pero ante tanto colorido tuvo la agradable sensación, de estar paseando por el arco iris.

Luego buscó un lugar apropiado para descender y dejar su nave. Llegó a una plaza y escondido detrás de una arboleda, espió a los chiquillos que jugaban con elementos que le eran desconocidos. Algunos perseguían una esfera, a la cual le propinaban bruscos golpes con los pies. Otros montados en aparatos con ruedas y asiento, recorrían los senderos cuidando no pisar las flores.

Sana tenía temor que al verlo, los nenes se asustaran o no le permitieran compartir los juegos, ya que él no es igual a ellos, aunque es un niño como ellos.

Suspiró, contó hasta tres y silbando se fue acercando al grupo.

El primero que lo vio, sorprendido preguntó:- ¿Y ese.quién es?-

Lo miraron con el rabillo del ojo. No lo rechazaron y enseguida lo rodearon haciéndole muchas preguntas; -¿De donde vienes?, - ¿A quien buscas? - , -¿Cuál es tu nombre?-

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Ya más tranquilo, Sana intentaba contestar a todos para no ofender a nadie.

Los peques no lo podían creer y estaban encantados con el visitante.

-Vamos a los juegos- propuso una nena con pecas.

Lo mantuvieron toda la tarde de aquí para allá, subiendo y bajando, corriendo y saltando, hasta que Sana se sentó y exclamó:- no puedo jugar más. Estoy muy cansado.-

Los niños en su afán por ayudarlo en todo, no se habían dado cuenta que estaban fatigados y también se sentaron.

-¿Qué te parecieron nuestros juegos?- quiso saber la misma nena con pecas.

- Me gustaron mucho, son muy lindos.- Les cuento que la hamaca me provocó cosquillas en la pancita y al tobogán me subí muy confiado, pero al ir deslizándome tan rápido pensé que me rompería la nariz contra la arena.-

La risa ensordecedora de todos, sobresaltó a las palomas, que de inmediato echaron a volar.

La visita de Sana, logro que este día fuese especial y los nenes le aseguraron que siempre serian amigos.

Muy emocionado y en agradecimiento a tanto cariño recibido, Sana les prometió que volvería para llevarlos a dar una vuelta por su planeta.

Y así se despidió con un ¡hasta pronto mis amigos!