Cuento Sobre La Verdad y Los Vicios

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CUENTO SOBRE LA VERDAD Y LOS VICIOS Introducción La vida suele estar llena de aciertos y de desaciertos, los individuos suelen jactarse de sus virtudes y en realidad esconden infinidad de vicios. La información que presentó en mi trabajo es la más honesta hasta dónde puedo, la verdad no se puede ocultar. México es un paradigma de la información, todos los días estoy consternado por la omisión de los hechos que se “olvidan” en las noticas y los periódicos, como si la verdad se hubiese desvanecido. Creo que la verdad en los medios de comunicación como tal no existe, tal vez en mi afán de “buen periodista” sea un triste quijote, sin embargo más vale haber intentado, que morir y “haber hecho nada”. CUENTO SOBRE LA VERDAD Y LOS VICIOS El sol se desvanecía por la tarde y las nubes remolineaban en la lejanía, como de costumbre regrese a mi casa; estaba exhausto. La lluvia anunciaba las 7:00 pm, tomé mi café, revisé algunos apuntes y me prepararé para dormir. Sin embargo, cuando me disponía a conciliar el sueño, un ruido en la cocina me despertó. Rápidamente pensé, en un gato o alguna una alimaña que hacen destrozos en la cocina. Así que me armé con una pantufla, cuando me acerque al refrigerador noté que estaba abierto y que había una figura husmeado detrás de la puerta. Debo confesar que me dio mucho miedo, si era un ladrón tenía todas las de ganar(al menos que lo noqueara con mi pantufla asesina, pero ese no era el caso). Cuando me disponía a ir por algo más amenazador para pacificar el asunto la sombra me respondió. ―No te preocupes, no es necesario que saques la .32 que está debajo del colchón, ni que llames a la policía, ni si quiera que te asustes, no me debes temer. No, no soy el fantasma de tu abuela y sí, puedo leer tu mente. En ese momento me aterré, las ideas se me vinieron a la mente y “esa cosa” fue descartando cada una de ellas hasta que por fin pude adivinar. ―Si, así es, soy la verdad, vine para mostrarte a la sociedad que debes criticar. La crítica no es mala, una crítica hace

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CUENTO SOBRE LA VERDAD Y LOS VICIOSIntroducciónLa vida suele estar llena de aciertos y de desaciertos, los individuos suelen jactarse de sus virtudes y en realidad esconden infinidad de vicios. La información que presentó en mi trabajo es la más honesta hasta dónde puedo, la verdad no se puede ocultar. México es un paradigma de la información, todos los días estoy consternado por la omisión de los hechos que se “olvidan” en las noticas y los periódicos, como si la verdad se hubiese desvanecido. Creo que la verdad en los medios de comunicación como tal no existe, tal vez en mi afán de “buen periodista” sea un triste quijote, sin embargo más vale haber intentado, que morir y “haber hecho nada”.

CUENTO SOBRE LA VERDAD Y LOS VICIOSEl sol se desvanecía por la tarde y las nubes remolineaban en la lejanía, como de costumbre regrese a mi casa; estaba exhausto.La lluvia anunciaba las 7:00 pm, tomé mi café, revisé algunos apuntes y me prepararé para dormir. Sin embargo, cuando me disponía a conciliar el sueño, un ruido en la cocina me despertó. Rápidamente pensé, en un gato o alguna una alimaña que hacen destrozos en la cocina. Así que me armé con una pantufla, cuando me acerque al refrigerador noté que estaba abierto y que había una figura husmeado detrás de la puerta. Debo confesar que me dio mucho miedo, si era un ladrón tenía todas las de ganar(al menos que lo noqueara con mi pantufla asesina, pero ese no era el caso). Cuando me disponía a ir por algo más amenazador para pacificar el asunto la sombra me respondió.―No te preocupes, no es necesario que saques la .32 que está debajo del colchón, ni que llames a la policía, ni si quiera que te asustes, no me debes temer. No, no soy el fantasma de tu abuela y sí, puedo leer tu mente.En ese momento me aterré, las ideas se me vinieron a la mente y “esa cosa” fue descartando cada una de ellas hasta que por fin pude adivinar.―Si, así es, soy la verdad, vine para mostrarte a la sociedad que debes criticar. La crítica no es mala, una crítica hace reflexión y estoy segura que no la usaras como un arma sino como una herramienta de la razón. Yo le pregunté el motivo por la cual hurgaba en mi refrigerador y me contestó francamente.―El viaje fue largo y la “verdad” tenía hambre. Pero no te preocupes por pequeñeces, acompáñame a ver tu sociedad.La mano salió de las tinieblas y se rebeló ante mí una ancianita muy carismática y bien conservada, yo pensé que sería una “Verdad” joven y esbelta, pero Ésta era en si una viejita humilde y estricta. Cuando me sacó de mi casa pensé que la gente se burlaría de mi piyama (quien sale a las 12 AM en ese tipo de ropa) pero para mi sorpresa me volví algo etéreo, era una especie de sueño en vida.La Sra. Verdad me platicó en el transcurso un poco de su familia. “El Sr. Prudencia esto, mi hija Sinceridad aquello…” parecía una persona cualquiera, como si no tuviese nada que ocultar.Cuando por fin llegamos a la casa de mi jefe me susurró.―He aquí a la persona que tanto admiras, pero ¿realmente la conoces?

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Lo suficiente para decir que es un hombre de palabra. Le respondí, la viejecilla soltó una risilla y me contestó.―Puede que eso sea lo que a ti te dice, pero ningún hombre que se rija por el dinero puede ser de fiar. Mira por la ventana y dime, ¿qué es lo que ves?Me sentí intrigado y miré por la ventana, en efecto mi jefe estaba haciendo algo sospechoso pero yo le comenté a la señora Verdad. ―El dinero no es malo si es el fruto del trabajo honrado.Ella me sonrió y dijo.―Es cierto, pero, ¿sabes si es realmente un trabajo honrado?―No, no lo sé, pero jamás lo he visto robar.―Entiendo tu postura, pero, no te guíes por los sentimientos y somételo a los hechos, ¿Sabes de donde vino ese dinero?―No lo sé.Verdad me llevó adentro y me permitió revisar las fajas de billetes, cuando de pronto divisé unos papeles debajo de ellas, al verlos me sorprendí, efectivamente carecía de honradez, eran los bonos navideños acumulados de varios años. Se suponía que estos eran para todos los empleados, el jefe nos argumentó que debido a la cuestión económica del país se habían suspendido. Pero ahora veo la realidad, el desgraciado había usurpado nuestro trabajo, había cometido una herejía en contra de nuestros sacrificios.―Ni hablar, tienes razón.La Verdad se dio media vuelta y casa por casa fuimos desencadenando cientos de vicios: gula, soberbia, alcoholismo y algunas que hasta pena me dan mencionar. Yo me sentí temeroso, era mi responsabilidad, ¿como periodista como podría exponer esto ante la sociedad?, no sabía qué hacer. ¿Cómo decir todo esto sin atacar la privacidad de los demás? O ¿Acaso no existía?

La verdad soltó una pequeña sonrisa y me dijo.― Eso dependerá de ti, ya viste los hechos. Sabes mi punto de vista, sin embargo tienes la libertar de decidir. Si quieres cambiar a la sociedad, has que esta empieza por sí misma. Así algún día, podría existir la franqueza y se puedan aceptar las consecuencias de cada acción.

Con la intensidad de esas palabras me desperté, seguía en mi cama, miré el reloj y vi que me quedaba tiempo para desayunar, cuando me dirigí al refri recordé que había dejado una mitad de un sándwich, cuando abrí la puerta me sorprendí, había una nota en blanco sobre el plato de mi sándwich.―La verdad no se puede ocultar.